LA MANO QUE DA

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La mano que da 160 años de la Sociedad de Beneficencia de Rosario

Gabriela dalla-Corte Caballero marcelo ulloque Rosana Vaca compiladoras

Rosario, 2014

índice Prólogo de Isolda Möller Álvarez de Baraldi ................................................................... Introducción ........................................................................................................

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1. Laureana Correa de Benegas y Ángeles Rodríguez de Rosas ........................ 2. Manuela Sans de Rusiñol ................................................................................ 3. Eusebia Rodríguez de Rosas ........................................................................... 4. Benita Vidal de Caminos................................................................................. 5. Laureana Correa de Benegas .......................................................................... 6. Comisión Directiva y Consultivade la Sociedad de Beneficencia .................. 7. Organización de la Sociedad de Beneficencia ................................................ 8. Ángela Nicolorich de Cullen .......................................................................... 9. Deidamia Osorio Castañer de Díaz-Vélez ...................................................... 10. Manuela Ojeda de Hertz ............................................................................... 11. Hugolina Roldán de Correa........................................................................... 12 Francisca Ruiz de Paz .................................................................................... 13. Margarita Mazza de Carlés ........................................................................... 14. Teresa Vila de Otero ...................................................................................... 15. María Judith Bottazzi, Hermana de la Congregación Nuestra Señora del Huerto............................................................................................................ 16. Manuela Ojeda de Hertz ............................................................................... 17. Manuela Pérez de Marull .............................................................................. 18. Margarita Mazza de Carlés ........................................................................... 19. “Alma parens”: la Sociedad de Beneficencia................................................ 20. Lucha entre presidentas: inicios de la década de 1910 ................................. 21. La suerte de la caridad .................................................................................. 22. Médicos para el Hospital .............................................................................. 23. Rosario Alcorta de Tietjen ............................................................................ 24. Comisiones Inspectoras de mujeres para el Hospital de Rosario ................. 25. Isabel Salvá de Molina .................................................................................. 26. Inés González del Solar de Costanti ............................................................. 27. La Comisión Auxiliar de Señoras ................................................................. 28. La continuidad de la presidencia................................................................... 29. Cambios reglamentarios................................................................................ 30. El “Hospital-Madre”: Carlota Garrido de la Peña ........................................

30 35 39 45 61 71 79 84 93 96 101 105 113 127 135 142 149 168 180 190 197 204 208 219 232 253 265 275 279 299

Bibliografía .........................................................................................................

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introducción

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l año 1852 configuró un punto de partida para el desarrollo político, económico y social de la ciudad de Rosario. Las mujeres rosarinas se mostraron dispuestas a fortalecer a la sociedad civil a través de una asociación sostenida por el principio de “la mano que da”, seguido de “dar la mano y servir”. Garantizar la supervivencia de la población fue el centro del accionar de esta Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario, y en el marco de la organización de la Confederación Argentina. La disputa gestada por Buenos Aires ante la ampliación del Estado Nacional argentino fue parte de la historia de los primeros años de esta entidad femenina. La Sociedad de Beneficencia de la Villa de Rosario fue inaugurada el 24 de junio de 1854 con el objetivo de llevar adelante un proyecto imprescindible para la sociedad: la creación de un hospital de caridad en una zona alejada del núcleo urbano, el cual, por entonces, no superaba los 3.200 habitantes. Hablamos de esta asociación rosarina, creada y sostenida por mujeres, que en el año 2014 cumple 160 años de gestión. La Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario fue organizada por Eusebia Rodríguez de Rosas y por Laureana Correa de Benegas. Laureana fue la primera presidenta de la asociación femenina. Su primera Comisión quedó integrada por la secretaria Eugenia Carbonell de Vidal y por la tesorera Rosa Freyre de Fayó. Estos iniciáticos datos históricos son el resultado de la investigación que propuso Isabel Salvá de Molina, la presidenta en funciones de la Sociedad de Beneficencia, quien en una de las reuniones convocadas en el año 1925, afirmó que hacía falta construir una historia de las mujeres y de su hospital para sostener este gran proyecto rosarino. La socia Carlota Garrido de la Peña se hizo cargo de este proyecto en el marco de su pasión por la literatura y por la defensa de las mujeres. De acuerdo a Carlota Garrido de la Peña, Eusebia Rodríguez de Rosas y Laureana Correa de Benegas comenzaron a reunirse desde mediados de 1854 para impulsar con urgencia la creación del primer hospital de beneficencia y de caridad de la ciudad de Rosario. Estas mujeres inauguraron el Hospital de Caridad el 4 de octubre de 1855. El establecimiento que hoy conocemos con el nombre de Hospital Provincial de Rosario, fue construido con escasos recursos, pero día a día fue obteniendo ayuda caritativa para poder salvaguardar la vida de miles y miles de enfermas y de enfermos que llegaron a sus puertas. Estas palabras fueron repetidas por Isabel Salvá de Molina en

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su “Memoria” presentada a las socias durante la asamblea general ordinaria del 25 de abril de 1926. De acuerdo a esta presidenta de la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario, el Hospital de Caridad, destinado a la población sin recursos, fue pionero en su tipo, y el primero del sur provincial santafesino. La comunidad de la naciente ciudad de Rosario aportó mayoritariamente sus fondos personales y familiares para la construcción del emblemático edificio del Hospital de Caridad, el cual también recibió aportes oficiales y donaciones empresariales. Fue el General Justo José de Urquiza quien apoyó este emprendimiento desde su origen, acompañado por los sucesivos gobernadores que se comprometieron a ayudar a las Señoras de la Sociedad de Beneficencia. Como afirmara la socia Carlota Garrido de la Peña en su relato historiográfico escrito en el año 1926, la entidad se fundó el 25 de junio de 1854 con recursos privados, y con algunas subvenciones gubernativas. Justo José de Urquiza, el presidente de la Confederación Argentina, con capital en Paraná, hizo una donación acompañada de un mensaje de estímulo y buenos augurios. Por entonces, el predio del Hospital era una zona de quintas alejada del pequeño casco urbano que albergaba a la denominada Villa del Rosario. El edificio del hospital que analizamos en este libro fue levantado en la manzana rodeada por las calles 1º de Mayo, 9 de Julio, Belgrano (Leandro N. Alem) y General López (Estanislao Severo Zeballos). Con los años, el edificio del llamado Hospital de Caridad fue declarado de valor patrimonial. De este hospital dependen diversos centros de atención primaria, y de él ha dependido históricamente el cuidado de la gente de la ciudad. Como señalan las actuales estadísticas, el Hospital trata anualmente a unas 182.000 personas, admitiendo 25 pacientes por día. Cada mes realiza 300 cirugías, y además controla unos 16 centros de atención primaria que están distribuidos en el sudeste de la ciudad rosarina. El Hospital de Caridad estuvo pensado para una ciudad en crecimiento, y formó parte del accionar de las Señoras de la Sociedad de Beneficencia de Rosario. Hasta el año 1888 refugió a gente considerada “demente”, o calificada de “mendiga”, y por ello desde ese año la Sociedad de Beneficencia se volcó a la creación de un centro dirigido a pobres e indigentes, discapacitados y dementes, tema que abordamos más adelante al analizar el funcionamiento del Asilo de Mendigos. Este primer centro sanitario de Rosario, proyectado para atender a la población desprotegida, está sólidamente engarzado a la historia rosarina, y fue cuna de la evolución y desarrollo de la medicina. Como veremos en este libro, con el paso del tiempo fueron cambiando los criterios sanitarios y los conceptos de salud, y se incorporaron los instrumentos quirúrgicos europeos más importantes de la época. Este Hospital acompañó los cambios sociales y urbanos de Rosario: de ahí el crecimiento del número de salas, del número de camas de internación, del número de cirugías mensuales, todo ello para la atención de enfermos y accidentados.

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En relación a la gestión realizada por la Sociedad de Beneficencia de Señoras en relación a la sanidad pública, su Hospital de Caridad fue recibiendo diversas denominaciones, las cuales forman parte de la propia historia de la ciudad de Rosario, de la Provincia de Santa Fe y del Estado Nacional argentino. En su origen fue llamado Hospital de Caridad. En la década de 1940, Hospital de la Sociedad de Beneficencia. A inicios de la década de 1950, Hospital María Eva Duarte de Perón. Finalmente, desde el año 1963, Hospital Provincial de Rosario. En el año 2015 este hospital cumple 160 años de existencia (Imágenes 1 y 2). El Hospital de Caridad fue dotado de una capilla. La primera capilla comenzó a ser construida en el año 1855 gracias al trabajo asumido por Segundo Taina. Esta capilla del Hospital de Caridad fue fruto de una comisión ad-hoc presidida por Manuela Sans de Rusiñol, quien donó una imagen de San José y una campana, ambas traídas desde España. La capilla fue inaugurada el 1° de mayo de 1859, mientras la Sociedad de Beneficencia solicitó a los franciscanos formados en el Colegio San Carlos Borromeo de San Lorenzo que llevaran adelante los auxilios espirituales de las enfermas, de los enfermos, y de los familiares que los acompañaban.

imagen 1. Fotografía tomada aproximadamente en el año 1890. El Hospital de Caridad y la Capilla San José de la Caridad por calle Leandro N. Alem Fuente: Archivo Histórico de la Sociedad de Beneficencia

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imagen 2. Frontispicio del Hospital Provincial de Rosario, con la denominación de “Hospital de Caridad de la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario” Fuente: Fotografía tomada durante el año 2013

El ámbito de la primitiva capilla fue absorbido por el funcionamiento hospitalario, y fue sustituido por diversas salas de atención a enfermos y enfermas. A partir del año 1891, la pequeña Capilla San José de la Caridad –nombre aceptado por la Sociedad de Beneficencia– fue sustituida por otra de mayor extensión, ubicada al costado del Hospital de Caridad, que se acabó de construir en el año 1919 manteniendo el mismo nombre. Las posteriores ampliaciones quedaron a cargo de los ingenieros Sugasti y Luis B. Laporte (1930) y de los arquitectos Tito Micheletti y José Micheletti (1940). Los capellanes se encargaron de la sala mortuoria, y rezaban el oficio de difuntos antes de ser conducidos los restos de los fallecidos al cementerio de El Salvador.

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Como veremos en este libro, los franciscanos instalados en la Capilla San José de la Caridad fueron los frailes Diego Giménez, Ireneo Ceschi, Pedro Iturralde, José de Jesús Decarolis, José Pozzi, Francisco Giuliano y Ambrosio Pighin. También Fray Francisco Leiva, a quien las Señoras le hicieron un regalo personal en el año 1908: decidieron pintar la habitación en la que dormía. De acuerdo a las fuentes documentales que se conservan en el archivo de la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario, Fray Francisco Leiva fue el último franciscano que asumió la responsabilidad de la Capilla, el sostén espiritual del Hospital de Caridad. A partir de entonces, las “Memorias” elaboradas por las presidentas incluyen la actuación religiosa y musical de los Padres Sacerdotes. La Capilla San José de la Caridad fue declarada patrimonio de la ciudad, y lo que hoy día conocemos como Iglesia Parroquial, incluye una única nave, y una sola torre reloj y campanario (Imagen 3).

imagen 3. Iglesia San José de la Caridad, misas por la salud de los enfermos y de las enfermas Fuente: Fotografía tomada durante el año 2013

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Hoy día, el Hospital Provincial y la Iglesia se encuentran en el centro de la ciudad de Rosario. La alianza entre capilla y hospital quedó siempre en manos de mujeres rosarinas que sostuvieron a la Sociedad de Beneficencia, y que fueron acompañadas por las Hermanas de la Caridad de la Congregación Nuestra Señora Madre del Huerto, también conocidas como Hijas de María Santísima del Huerto. La atención diaria fue llevada adelante por estas Hermanas, quienes desde el año 1862 se convirtieron en personas imprescindibles de este gran proyecto social de la Sociedad de Beneficencia de Rosario. El objetivo señalado por las mujeres que integran esta asociación es el siguiente: “dar la mano y servir”. Con los años, las Señoras Socias –así llamadas en un principio las mujeres que se inscribieron como miembros de la asociación– se volcaron a la organización de un asilo dirigido a los habitantes más pobres y sin vínculo familiar. En el año 1888 fue fundado el Asilo de Mendigos, gracias al terreno donado por el Dr. Camilo R. Aldao, y ubicado en la manzana comprendida entre las calles Ayolas (hoy, Uruguay), Necochea, Colón y Saavedra. Durante la colocación de la primera piedra, el padrino fue el Gobernador José Gálvez, y la madrina, la Señora Josefa Gálvez de Mazza. En 1934, la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario amplió el edificio aprovechando un terreno que fue donado a la entidad, y que llegaba a la línea del ferrocarril. Con el tiempo, el Asilo de Mendigos fue rebautizado como Hogar de Ancianos, y hoy día lleva el nombre de Hospital Geriátrico Provincial de Rosario. No hay dudas de que el Gobierno Nacional, la Gobernación de la Provincia de Santa Fe, y el Municipio de Rosario, comprendieron que la familia era el principal centro de atención en manos femeninas. Fue el momento en que el propio Estado Nacional dejó en manos de las mujeres el reforzamiento del vínculo familiar, y en especial de la supervivencia de una creciente población inmigrante. En efecto, tanto el Asilo de Mendigos como el Hospital de Caridad recibieron a cientos y cientos de inmigrantes que se instalaron en la ciudad y en la región del sur santafesino. Como veremos en este libro, las socias de la Sociedad de Beneficencia de Rosario se encargaron de organizar los datos estadísticos elaborados por el personal del hospital y del asilo, en particular por las Hermanas de la Caridad, dando a conocer el crecimiento del número de inmigrantes, y su nacionalidad. Los espacios donde podemos observar este interés son las salas construidas en el Hospital de Caridad a lo largo de las décadas que van de 1860 a 1950. La construcción de salas fue acompañada por el aumento de la población enferma que era atendida por los médicos nombrados por las Señoras Socias de la Sociedad de Beneficencia. La mayor parte de los nombres propuestos para las salas de atención a los enfermos, provinieron del mundo religioso: hablamos de las salas “San José”, “San Roque”,



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“Santa Catalina de Siena”, “San Camilo de Lelis”, “San Francisco de Asís”… Pero también se construyó la sala bautizada con el nombre “de la Barra”, en honor al periodista Federico de la Barra, quien se había mostrado interesado desde el origen de la Sociedad de Beneficencia de llevar adelante la organización de un hospital rosarino para la sociedad civil. La asistencia social ha sido siempre el objetivo central de este gran proyecto gestado por las Señoras de la Sociedad de Beneficencia de Rosario, que desde el año 1869 se separó de la también conocida asociación femenina Damas de Caridad. En ese año, un buen número de mujeres surgidas en el marco de la beneficencia otorgada a enfermos y mendigos, decidieron dedicarse al cuidado de niñas y niños abandonados. Para ello crearon el Hospicio de Huérfanos y Expósitos, que posteriormente asumió el nombre de Hogar del Huérfano. Como vemos, las mujeres abrieron paso a la sanidad en manos de las Señoras de Sociedad de Beneficencia, así como al cuidado de niños y niñas abandonados a través de las Damas de Caridad. En ambos proyectos sociales se incorporaron las Hermanas de la Caridad de la Congregación Nuestra Señora Madre del Huerto. La entidad sanitaria, creada y sostenida hasta el día de hoy por las socias de la Sociedad de Beneficencia de Rosario, constituye un mecanismo que nos ilustra una gran cantidad de aspectos originarios y ricos desde el punto de vista histórico. De manera cotidiana, ex profeso, el relato que hacemos en este libro monumentaliza la congregación de mujeres que reforzaron el deber ser, así como las relaciones con el Estado Nacional, con el gobierno provincial, y con el ámbito municipal. Es importante señalar que las presidentas se encargaban de elegir a diversas socias en calidad de “inspectoras” del Hospital de Caridad. Las observaciones y propuestas presentadas por dichas inspectoras, eran presentadas en las reuniones de la Junta Directiva y Consultiva, las cuales podían ser aceptadas o denegadas. Dichas reuniones eran lideradas por la presidenta, pero siempre habiendo quorum legal. Desde la década de 1930, el país se incorporó a una aguda coyuntura a la que podríamos llamar “lucha por la clericalización”. Esta situación afectó a la ya tradicional organización asociativa argentina, y en este caso, a la propia asociación femenina de la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario. Igualmente, las mujeres rosarinas continuaron con un esfuerzo iniciado a mediados del siglo XIX, y trasladaron sus recursos humanos a las casas domésticas durante la presidencia de Juan Domingo Perón al encontrar una nueva concepción estatal sobre la atención de la salud y de los desamparados por parte de los poderes locales. La organización femenina mantuvo encuentros mensuales como espacio propicio para conservar las labores

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asociativas volcadas a la sanidad, a la caridad, y a la supervivencia de la población rosarina. Nos preguntamos acerca del universo de conceptos con los que las mujeres de la Sociedad de Beneficencia se formaron y conformaron en la ciudad de Rosario. También sobre cómo estas mujeres se vincularon con personas recién llegadas que confrontaban la separación del país de origen con el de recepción. La gestión desarrollada frente al aumento de las relaciones productivas, mercantiles, comerciales y financieras, acompañó a los cultos del Estado, al aumento de la presencia militar, a los fenómenos revolucionarios, a las guerras… Esta historia forma parte de la transformación del funcionamiento del Hospital de Caridad y de la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario. Por ello: ¿cómo ha diseñado su propia historia la Sociedad de Beneficencia? Las fuentes documentales nos permiten analizar la organización de las mujeres de la Sociedad de Beneficencia. Es importante señalar que la primera descripción histórica quedó en manos de la Hermana de la Caridad de la Congregación Nuestra Señora del Huerto, la Superiora Madre María Judith Bottazzi. Esta Hermana firmó el 31 de marzo de 1895 su interesante informe histórico que tituló “Breve reseña de la fundación del Hospital de Caridad, 1895” (Bottazzi, 1895). En este documento incluyó una detallada descripción sobre los orígenes de la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario. También expuso sobre la incorporación de objetos y recursos entre mediados del siglo XIX y el momento en que decidió entregar esta nota a la presidenta Manuela Ojeda de Hertz. El documento que mencionamos nos permite conocer que la asociación femenina fue inaugurada el 25 de junio de 1854. La primera presidenta fue Laureana Correa de Benegas, acompañada por la Comisión integrada por Eugenia Carbonell de Vidal y Rosa Freyre de Fayó como secretaria y tesorera, respectivamente. Es importante señalar que la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario estuvo siempre organizada en el marco de la “Junta Directiva y Consultiva”. Con el tiempo, pasó a llamarse “Consejo” o “Comisión”, incluyendo la dirección y la consulta. Resulta interesante resaltar el significado de las elecciones democráticas entre Señoras, así como el papel ejercido por la presidenta, la vicepresidenta, la secretaria, la tesorera, y las diversas consejeras socias, estas últimas elegidas democráticamente en calidad de titulares (en propiedad) y suplentes.

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Comisión General de la Sociedad de Beneficencia de Señoras comisión directiva y consultiva (acuerdos) comisión directiva: Presidenta, Vicepresidenta, Secretaria, Tesorera comisión consultiva: Dos consejeras nombradas como titulares en propiedad, que se ampliaría a cuatro. Dos sustitutas, que se ampliaría también a cuatro. Síndico: consejero síndico Asesor letrado: consejero abogado Médico director: consejero médico

En esta obra hacemos uso de los “Libros de Actas” existentes; de la correspondencia recibida siempre por las diversas presidentas de la Sociedad de Beneficencia; así como convenios y reglamentos formalizados desde el año 1855. También las “Memorias” presentadas por las presidentas para describir el funcionamiento histórico de la Sociedad de Beneficencia. Se trata de los informes elaborados en el marco de la convocatoria de asambleas generales ordinarias, en los que aparecen los datos de las actividades desarrolladas dentro y fuera del Hospital de Caridad, incluyendo las fiestas religiosas, las de caridad, el movimiento del personal del establecimiento, los datos estadísticos suministrados por los facultativos… La “Memoria” servía para rendir cuenta de las tareas llevadas adelante por quienes ejercían funciones diversas, precisamente las Superioras Hermanas de la Caridad de la Congregación Nuestra Señora Madre del Huerto, los médicos, el farmacéutico y su botica, el movimiento de caja que registraba la tesorera, el capellán, el cuidado de las cautivas, y la propia tarea ejercida por la Comisión Directiva y Consultiva (Stroppa, 2006). Las “Memorias”, primero anuales y luego bienales, incluyeron la nómina de socias activas, cuya extensión nos permite identificar a las mujeres rosarinas que participaron en esta gran actividad social, caritativa y de beneficencia (Bouvet, 2006; Caldo y Fernández, 2009). Estos temas nos permiten mencionar un buen número de situaciones concretas, es decir, avatares de la vida, cuya organización y desarrollo forman parte del proyecto gestado siempre por mujeres. Es importante aclarar que, en general, el apellido de soltera de las socias desapareció, y fue reemplazado por la letra inicial seguida de punto, acompañado por el apellido de la familia del esposo al cual se le antepone la preposición “de”. Estas convenciones han sido en la presente investi-

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gación una de las grandes dificultades a la hora de identificar el gran número de socias que han integrado la Sociedad de Beneficencia de Rosario. Históricamente, las mujeres conservaban su nombre de soltera hasta que contraían matrimonio. La práctica era cambiar su apellido por el de la familia del esposo, una norma establecida a nivel nacional. Las mujeres de la Sociedad de Beneficencia intentaron superar esta práctica de cambiar el nombre, y procuraron incluir en todos los casos posibles el apellido de soltera. En algunos casos, también hemos optado por la unificación del apellido catalán “Llovet”, que en los documentos lleva tanto la “b” como la “v”; de apellidos españoles, como por ejemplo “Alcácer”; o del apellido “Constanti”, que en el caso de la presidenta de la Sociedad de Beneficencia Inés González del Solar, su condición de casada fue siempre “de Costanti”. Los errores que se puedan encontrar en este libro, en particular en cuanto a los nombres de las personas mencionadas, responden a las propias variaciones de los documentos históricos analizados. Es importante señalar que en la actualidad los estudios de género han puesto en evidencia el símbolo de traspaso entre padre y esposo que este sistema nomenclador impuso a las mujeres, y que borra o hace desaparecer la genealogía materna. En este caso, las líneas de descendencia masculina siempre han sido consideradas como más importantes, ya que el apellido de los ancestros de sexo femenino desaparece. Las mujeres no tienen apellidos propios, sólo “marcadores de lugar” que indican su relación con los hombres. Por ello existen diferencias a la hora de realizar estudios históricos. Encontramos en los documentos a mujeres o a hombres: con los hombres es mucho más fácil la identificación, ya que ellos nunca abandonan, ni son obligados a abandonar, su apellido de soltero. Tampoco están obligados, ni se da la situación, de asumir el apellido de la esposa. La dificultad para identificar a las socias es mayor cuando ni siquiera aparece la inicial del apellido de soltera. Sin embargo, una buena parte de las socias de la Sociedad de Beneficencia eligieron conservar sus propios apellidos después de casarse. De este modo, el apellido del esposo no eliminó su apellido original. Para unificar algunos de los nombres de las personas que aparecen en la documentación mencionada hemos utilizado el trabajo llevado adelante por Vicente Osvaldo Cutolo en su Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, originariamente publicado en 1968 (Cutolo, 1968), del cual se han editado varias ediciones actualizadas. En este libro establecemos los momentos históricos más importantes del funcionamiento de la asociación femenina, mostrando así la reformulación del accionar de las mujeres creadoras y sostenedoras de la asociación. Estaba claro que el país comenzaba a cambiar de forma acelerada, y que este cambio mencionado se estaba realizando de forma desigual, con fuertes contrastes. El crecimiento fue desigual en términos



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económicos, sociales y políticos, y en el caso rosarino, la construcción empresarial y territorial acompañó el funcionamiento de las autoridades municipales vinculadas a los intereses de los terratenientes y a los proyectos empresariales e industriales. De estos sectores también provinieron un extenso número de personas e instituciones que legaron sus fondos y recursos a la Sociedad de Beneficencia para que las mujeres los invirtieran en el funcionamiento del Hospital y del Asilo. Como ha señalado la Conservadora de Museos Liliana Olivieri –la cual ha elaborado interesantes reflexiones acerca de la historia de la Sociedad de Beneficencia, de su Capilla y de su Hospital de Caridad– hablamos de un mundo social que merece el reconocimiento histórico: “En su archivo, es habitual encontrarse con la pluma de figuras políticas relevantes del país y de nuestra ciudad, que entretejen una red de información valiosísima para historiadores e investigadores, constituyéndose en la memoria y ejemplo de las nuevas generaciones. En esta tarea constante surgida en el siglo XIX y extendida hasta nuestros días, fiel al cumplimiento de los objetivos institucionales, atentas a cubrir las necesidades de los pacientes que se asisten en el Hospital Provincial y el Hospital Geriátrico [Provincial] de Rosario, del Corredor Comunitario ‘Niños del Mañana’, ubicado en la zona oeste de la ciudad, y de dos instituciones sin fines de lucro: el Hogar del Huérfano y los Hogares Maternales; es necesario reconocer que, en la Sociedad de Beneficencia siempre primó el espíritu de servicio, organización y trabajo de sus antecesoras” (Olivieri, 2009a) En su “Memoria” presentada el 25 de abril de 1926, la presidenta Isabel Salvá de Molina incluyó una significativa reflexión que puede ser útil para historiadores e historiadoras que busquen una parte de la vida rosarina en las propias entidades que nacieron al calor del reconocimiento de Rosario como ciudad. Esta presidenta utilizó su informe para referirse a la conservación y a la organización de los documentos históricos de la Sociedad de Beneficencia, del entonces llamado Hospital de Caridad, y del también llamado, por entonces, Asilo de Mendigos. En su “Memoria”, Isabel Salvá de Molina mencionó especialmente la tarea asumida por la socia Carlota Garrido de la Peña, a quien le había solicitado la elaboración de un trazado de la acción fecunda y solidaria de las presidentas de la Sociedad de Beneficencia en el largo decurso iniciado en 1854 (de la Peña, 1926). Esta literata, que fue analizada originariamente por Lily Sosa de Newton, aceptó dar inicio a la reconstrucción histórica de la asociación rosarina (Newton, 1986). Como veremos al final de este libro, en el año 1944 Carlota Garrido de la Peña decidió acompañar a la presidenta Inés González del Solar de Costanti durante la entrevista que les hicieron ante el micrófono de L.T.8 Radio Rosario. Este tema que mencionamos cierra, preci-

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samente, este libro, el cual responde al principio también utilizado por la Sociedad de Beneficencia: “ser útil a sus semejantes”. La afirmación de la presencia y actuación de las mujeres también formó parte de la decisión de la presidenta Inés González del Solar de Costanti de colocar en el Hospital de Caridad la primera placa en honor y homenaje a las mujeres en una fecha clave de su fundación: el 25 de junio de 1929, es decir, durante la celebración de los 75 años de existencia de la Sociedad de Beneficencia. Las palabras expresadas por Isabel Salvá de Molina el 25 de abril de 1926, previeron el impulso femenino que elegiría Inés González del Solar de Costanti, y fueron las siguientes: “Me he preocupado de la organización del Archivo de la Sociedad que casi no existía en sus épocas primitivas, pues sólo algunas constancias dispersas contiene; y a tal grado llegaba la confusión de la fundación de nuestra Sociedad, que mucho se ha discutido el nombre de las primeras socias fundadoras y sus primeras presidentas. Con el expresado fin, se han practicado numerosas diligencias buscando antecedentes personalmente, y por intermedio de otras personas consultando publicaciones que habían hecho recuerdos hasta que se llegó a su objeto de conseguir la exactitud de todos los datos necesarios y deseados. Ellos fueron entregados a la Señora Socia Doña Carlota Garrido de la Peña, la que con su clara competencia e inteligencia se ha ocupado de hacer una reseña general. También con el mismo fin, la Señora Francisca Ruiz de Paz, iniciadora y fundadora del Asilo de Mendigos, ha hecho aporte de valiosos datos sobre la fundación y construcción de dicho Asilo, y que tampoco figuran en los Archivos del Hospital. La Señora Secretaria Manuela M. Hertz, incansable en sus tareas, reorganiza en forma de dejar claro y práctico esa sección tan importante en el Hospital de Caridad que proporciona el conocimiento exacto de la historia y progreso de nuestra Institución”. Como vemos, Isabel Salvá de Molina es el origen historiográfico de este libro que presentamos a lectoras y a lectores de la ciudad de Rosario, con la esperanza de que se conozca el importante camino elegido por estas mujeres para proteger la vida de enfermos y de enfermas, muchos de los cuales salvaron sus vidas en el Hospital de Caridad de Rosario. La catalogación de la documentación fue impulsada por la propia presidenta Isabel Salvá de Molina, quien llamativamente aplicó los principios historiográficos y archivísticos para dar a conocer la tarea ejercida por mujeres. Antes de dar cuerpo a esa historia, es importante identificar a las diversas socias que han presidido la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario desde el año 1854.

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Señoras Presidentas de la Sociedad de Beneficencia de Rosario, 1854-2014 1854-1856 1856-1857 1857-1858 1858-1860 1860-1862 1862-1872 1872-1877 1877-1879 1879-1882 1882-1885 1885-1889 1889-1891 1891-1893 1893-1902 1902-1905 1905-1917 1917-1924 1924-1926 1926-1958 1958-1990 1990-

Laureana Correa de Benegas Ángeles Rodríguez de Rosas Manuela Sans de Rusiñol Eusebia Rodríguez de Rosas Benita Vidal de Caminos Laureana Correa de Benegas Ángela Nicolorich de Cullen Deidamia Osorio Castañer de Díaz-Vélez Manuela Ojeda de Hertz Hugolina Roldán de Correa Francisca Ruiz de Paz Margarita Mazza de Carlés Teresa Vila de Otero Manuela Ojeda de Hertz Manuela Pérez de Marull Margarita Mazza de Carlés Rosario Alcorta de Tietjen Isabel Salvá de Molina Inés González del Solar de Costanti María Elena Araya de Colombres Isolda Möller Álvarez de Baraldi

El periodo elegido para este trabajo va de 1854 a 1943; en ese año de 1943, la historia de la República Argentina se fue orientando hacia otros paradigmas sociopolíticos y culturales que transformaron el funcionamiento de la Sociedad de Beneficencia y del Hospital de Caridad. Este libro se cierra precisamente en esa fecha, ya que nuestra intención es presentar a lectores y a lectoras un segundo libro dedicado a los cambios del poder ejercido por las socias de la Sociedad de Beneficencia de Rosario, y al camino elegido para el Hospital Geriátrico y para el Hospital Provincial de Rosario. Es importante señalar que desde el 3 de marzo de 1945, el establecimiento sanitario gestado en 1855 con el nombre de Hospital de Caridad, fue bautizado con el nombre de Hospital de la Sociedad de Beneficencia. En el año 1950 se le impuso el nombre de Hospital María Eva Duarte de Perón. Finalmente, en 1963, fue registrado con el nombre de Hospital Provincial de Rosario, también llamado Hospital ex Caridad. En este caso, el propósito era, sin lugar a dudas, que la asistencia social quedara en manos del Gobierno de la Provincia de Santa Fe.

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En la década de 1970, el médico Walter Arnoldo Scheitlin que trabajaba en el Hospital Provincial de Rosario analizó los primeros siete años de creación del antiguo Hospital de Caridad de la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario. Nacido el 8 de diciembre de 1940, se incorporó al Hospital en calidad de médico durante los grandes conflictos políticos, económicos y sociales de las décadas de 1960 y 1970. En el marco de la elaboración de su tesis doctoral en medicina, Walter Arnoldo Scheitlin se centró en el panorama histórico y sociopolítico de la ciudad a partir de 1852, cuando Rosario fue declarado “Villa”, y del papel relevante que jugó ese puerto privilegiado de la Confederación Argentina con capital en Paraná. El análisis histórico elaborado por Scheitlin llega al final de la experiencia política liderada por Justo José de Urquiza, que se produjo en 1861. Este trabajo de tesis presentado en el año 1973 por el médico Scheitlin, fue publicado en la ciudad de Rosario en el año 2003. El médico falleció dos años después, el 30 de abril del 2005. El Hospital Provincial de Rosario y la Sociedad de Beneficencia decidieron reconocerlo como historiador, y establecieron una placa en su honor, como veremos en el segundo tomo de este libro. El libro que dejó este médico sirve para comprender la gestión sanitaria llevada adelante por las mujeres de la Sociedad de Beneficencia del Rosario en sus primeros años de gestión (Scheitlin, 2003). Sin embargo, en esta obra se evidencia el paso del tiempo en las interpretaciones históricas: para el médico Scheitlin, por ejemplo, Federico de la Barra, periodista y director de La Confederación, y Nicasio Oroño, amigo y hombre de confianza de Justo José de Urquiza en la ciudad de Rosario, fueron los impulsores de una iniciativa volcada a la sanidad, y llevada adelante por las mujeres socias de la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario. En contraposición, la lectura de las fuentes documentales nos permite comprobar el nacimiento de la Sociedad de Beneficencia como producto de la voluntad y decisión de mujeres que, de manera autónoma, y siempre luchando contra los cambios institucionales, económicos y sociales, han mantenido sus objetivos, mecanismos y procedimientos para la consecución de los mismos. En esa tarea social han apelado siempre a los poderes públicos y a los hombres “poderosos” del momento. Sin embargo, y como veremos en este trabajo, los recursos económicos más llamativos provinieron de mujeres, mujeres donantes y mujeres que trabajaron intensamente al compás del crecimiento de los dos establecimientos gestados desde 1854: el Hospital de Caridad y el Asilo de Mendigos. Son esas mujeres las articuladoras de las estrategias que buscan lograr sus fines. Así, Laureana Correa de Benegas como primera presidenta, y Eugenia Carbonell de Vidal como primera secretaria, son las precursoras de una larga lista de mujeres que mantuvo hasta la actualidad el objetivo de promover una atención médica y solidaria de calidad, para aquellas personas que, en general, no están en



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condiciones de pagarla. Por ello, a nivel historiográfico, el paso de los años también nos ha permitido transformar teóricamente la interpretación sobre el papel ejercido por las mujeres en la ciudad de Rosario. En el caso de la obra de Scheitlin escrita en la década de 1970, y publicada en el año 2003, el papel ejercido por las mujeres de la Sociedad de Beneficencia en el mencionado nosocomio durante los primeros siete años de funcionamiento, fue el de acompañar a los representantes de los poderes públicos y a los notables varones de la ciudad de Rosario. Las mujeres, en síntesis, no tenían demasiada presencia. Como en tantas otras referencias que se han hecho sobre el Hospital de Caridad (hoy día, Hospital Provincial de Rosario), hasta la actualidad no se ha analizado la transformación de las actividades llevadas adelante por un importante número de socias mujeres que trabajaron –y trabajan– para llevar adelante el sostenimiento del actual Hospital Provincial de Rosario y del Hospital Geriátrico. Contamos con un texto escrito por Anabela Sandra Rivolt, Florencia Mariel Soria, María Laura Yanno, en el que las tres autoras analizaron la unión entre beneficencia y faccionalismo político en el seno de la Sociedad de Beneficencia entre 1854 y 1869, pero sin mencionar la trascendencia de la labor femenina en una tarea sanitaria como la que diseñaron las socias de la novedosa Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario, poco después de la legitimación de la ciudad (Rivolt, Soria y Yanno, 2009). Una breve reseña salió en la Revista Rosario, su historia y región dirigida por Miguel Ángel De Marco (h), en la que María Cecilia Civilotti incluyó el calendario histórico de la Sociedad de Beneficencia en el momento en que esta entidad celebró sus 150 años, es decir, en junio de 2004 (Civilotti, 2003). El propio Miguel Ángel De Marco (h) acompañó la celebración de los 140 años y de los 145 años de la Sociedad de Beneficencia a través de las páginas de su revista y del diario rosarino La Capital, y se centró también en la relación mantenida entre la asociación femenina y el teatro “El Círculo” (De Marco, 1992, 1994, 1999, 2004, 2005). Los trabajos más actuales corresponden a Liliana Olivieri, la Conservadora de Museos que lleva adelante el rescate y la conservación de los documentos históricos de la actual Iglesia San José de la Caridad, del Hospital Provincial de Rosario, y de la Sociedad de Beneficencia de Señoras del Rosario (Olivieri, 2008). Gracias a los trabajos de Liliana Olivieri, sabemos que la campana original del Hospital y de la Capilla fue acompañada por una imagen de San José, la cual fue erigida y presentada al público por la presidenta Manuela Ojeda de Hertz. La socia Manuela Sans de Rusiñol se encargó de la colocación de la mencionada imagen de San José (Olivieri, 2009b).

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A nivel más general, es importante mencionar los diversos estudios vinculados a las asociaciones femeninas del país. Eduardo Ciafardo, por ejemplo, dedicó en el año 1990 una interesante reconstrucción histórica sobre las Damas de Beneficencia de Buenos Aires en el periodo que va de 1880 a 1920, incluyendo la participación social de las mujeres (Ciafardo, 1990). Poco después, Ricardo Cicerchia también dedicó interesantes reflexiones acerca de las vueltas del torno utilizadas por madres que abandonaban a sus bebés en la capital argentina (Cicerchia, 1994. El propio Ricardo González Leandri también se volcó al estudio de la filantropía porteña durante la segunda mitad del siglo XIX (González Leandri, 1984). La dolencia de estos trabajos, sin embargo, era la clara ausencia de mujeres concretas que llevaron adelante estos importantes proyectos caritativos y filantrópicos (Dalla-Corte Caballero, 1995). En el año 1994 Donna Guy dio a conocer su estudio sobre niños y niñas abandonados en Buenos Aires entre 1880 y el inicio de la Primera Guerra Mundial (Guy, 1994).También se editó la obra de Karen Mead sobre la beneficencia en Buenos Aires en el mismo periodo: 1880-1914 (Mead, 1994). Marcela Nari publicó años después un interesante libro y un artículo acerca de la maternidad y el maternalismo político argentino (Nari, 2000 y 2004). Sandra Fernández y Cinthia Folquer (2012) han abordado el funcionamiento del Asilo Francisco Javier Correa de Rosario. Si bien reconocen que el escenario de la beneficencia rosarina se inauguró en el año 1854 de la mano de la Sociedad de Beneficencia, afirman que el estímulo oficial surgió de la mano de Nicasio Oroño y de Federico de la Barra, y que el Hospital sirvió para atender a “los heridos de las luchas en pos de la unificación nacional”. De acuerdo a estas historiadoras, la novel institución femenina se montó sobre el trípode que resultaría clásico en la beneficencia argentina: el auxilio del Estado, la gestión de una sociedad civil, y la administración de la orden religiosa de las Hermanas de María Santísima del Huerto. Las mujeres que crearon y participaron en este proyecto sanitario y humanitario dirigido a la sociedad civil del sur santafesino, figuran en el texto mencionado como pertenecientes a la “élite local”. En el año 2010, Yolanda de Paz Trueba hizo una reflexión sobre la actuación de las mujeres en la esfera pública bonaerense entre 1880 y 1910 (de Paz Trueba, 2007 y 2010). Marisa Requiere (2010), por ejemplo, menciona el papel de la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires en el marco de la política manicomial argentina. Rosana Vaca (2013), finalmente, se ha volcado al significado de las reglas de la caridad a través de las Damas de Caridad de San Vicente de Paúl establecidas en la capital argentina en el periodo que va de 1866 a 1910. Marcelo Ulloque, por su parte, se ha centrado en el asilo llevado adelante por la Congregación de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor que llegaron a la

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ciudad de Rosario en el contexto de la consolidación de la Segunda República (19311936) y de la Guerra Civil española (1936-1938). La experiencia de las oblatas se centró a partir de entonces en el barrio Saladillo, en la zona sur de la ciudad. En 1937 fundaron un Asilo de Niñas, gracias al apoyo de autoridades eclesiásticas (Ulloque, 2011 y 2012). Silvana Darré ha publicado en el año 2013 un interesante trabajo referente a la maternidad, y menciona la creación de la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires. En este caso, la autora aborda el rol ejercido por las Sociedades de Beneficencias, junto a las Damas de Caridad, es decir, ámbitos sociales femeninos que acompañaron este proceso de organización del país. En particular, Darré aborda la Sociedad de Beneficencia creada en la ciudad de Buenos Aires en el año 1823, momento en que Bernardino Rivadavia impulsaba la vida republicana (Darré, 2013). La Comisión Directiva de la Sociedad de Beneficencia de Rosario es presidida por Isolda Möller Álvarez de Baraldi, descendiente de la más que importante y reconocida familia Álvarez de la ciudad de Rosario. Hablamos de su abuelo Serafín Álvarez, el republicano originario de la localidad española de Guadix, y responsable de justicia en la ciudad rosarina (Dalla-Corte Caballero, 2000), así como de sus hijos: Juan y Clemente Álvarez (Sonzogni y Dalla-Corte Caballero, 2000). Como sabemos, Juan Álvarez fue uno de los abogados más destacados, autor de la obra más utilizada a la hora de analizar la historia rosarina y su ámbito educativo (Caballero, 2000), y cuyo nombre lleva la Biblioteca Municipal (Fernández, 2000). Clemente Álvarez, su hermano, fue el médico creador de lo que hoy conocemos como Hospital de Emergencias (Piacenza, 2000). También es importante señalar que Isolda Möller Álvarez de Baraldi integró la Comisión de la Sociedad de Beneficencia de Rosario desde el año 1982 en calidad de consejera. Previo a esta incorporación se desempeñó como profesora de inglés y directora fundadora del primer Colegio Nacional de la ciudad de Guaminí, provincia de Buenos Aires, en 1957, donde estuvo radicada durante 27 años. Allí fue cofundadora de la Biblioteca pública “Mariano Moreno” en 1956. Entre 1983 y 1989 integró la Sociedad de Beneficencia de Rosario como vicepresidenta, y como presidenta desde 1990 hasta la fecha. En 1997 impulsó la creación de la Fundación Rosarina de Neurorehabilitación en calidad de tesorera. Desde el año 2008 preside la Fundación del Centro de Desarrollo Infantil. A partir de ese año abrió sus puertas la Biblioteca del Hospital Provincial de Rosario, que lleva su nombre, Isolda Möller de Baraldi, en mérito a su trayectoria. El 25 de noviembre del año 2011, el Honorable Consejo Municipal de Rosario la designó como “Benefactora Distinguida”. Esta distinción alegró a todas y a todos los

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que trabajan en esta institución de bien público. Para la Sociedad de Beneficencia, representó un momento especial al recordar que el lema creado, protegido, y difundido por estas mujeres es “la mano que da” y “dar la mano y servir”. Leído de otra manera: “amarás al prójimo como a ti mismo” (Sociedad de Beneficencia, 2012). Hoy día, la Comisión Directiva está compuesta por las siguientes socias: Presidenta Vicepresidenta 1º Vicepresidenta 2º Secretaria Prosecretaria 1º tesorera Protesorera 1º consejeras titulares Susana Casas Duchesnois de Bazet Elsa Flaherty de Macoc Susana Rouillón de Baraldi Clotilde S. E. Neil de Herfarth María Elvira Almeyda Ana Rosa Alcacer de Huergo Viviana Zanazzi de Gonzalo Síndico titular Síndica suplente

Isolda Möller Álvarez de Baraldi Beatriz Cardarelli Valdes de Marull María Ignacia Cafferata de Lamas Guillermina Möller de Barabino Emilce Martino de Lucero Ángela Morgantini de Cabanellas María Angélica Ortíz de Siburu consejeras suplentes Marta Colombo Berra de Valdéz Beatriz Bernard de Rodríguez María Eugenia Vicari Ana María Dauria de Staffieri María Luisa Somoza de Lamas María Luisa Ghiggino de Mattos Victoria Eugenia F. López de Tejeda Dr. Juan José Staffieri Dra. Beatriz Eugenia Marull

Nuestro agradecimiento va dirigido especialmente a la actual presidenta de la Sociedad de Beneficencia, Isolda Möller Álvarez de Baraldi, quien nos ha permitido consultar la documentación mencionada con total libertad. Agradecemos su apoyo personal y su autorización para dar a conocer el contenido de este libro. También agradecemos especialmente a la Conservadora de Museos Liliana Olivieri, por permitirnos consultar la documentación histórica. Finalmente, al Dr. Roberto De Gregorio, quien nos contactó con la Sociedad de Beneficencia de Señoras, entidad que en este año 2014 cumple sus 160 años de historia, y que en 2015 celebrará los 160 años de existencia del Hospital Provincial de Rosario.

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