La memoria como fenómeno corporal 1

June 3, 2017 | Autor: Horacio Banega | Categoria: Memoria Social
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Macón, Cecilia (coordinadora), Trabajos de la Memoria. Arte y ciudad en la postdictadura argentina, Buenos Aires, Ladosur, 2006, ps.33-50

La memoria como fenómeno corporal1 Horacio M. R. Banega Facultad de Filosofía y Letras-UBA Universidad Nacional de Quilmes

“Vivimos demasiado poco para escribir de otras cosas que no fuésemos nosotros mismos.” Samuel Beckett

El 24 de marzo de 2006 se cumplirán 30 años del surgimiento del más cruento golpe de estado acontecido hasta ahora en este país, conocido como Proceso de Reorganización Nacional2. El trabajo que viene a continuación se escribió durante el año 2001 en relación con el cuarto de siglo que nos separaba de la fecha inaugural. En la marcha organizada a los efectos de no olvidar la ocurrencia de tal evento, la asociación HIJOS implementó una estrategia que, a mi entender, implicaba considerar a la memoria como un fenómeno corporal. Lo anterior quiere decir que me dedicaré a analizar un evento social como caso que ejemplifica distintos conceptos, como los de “memoria social” y “memoria corporal”. Al mismo tiempo, si el análisis logra ser consistente y coherente, se podrá generalizar el uso de tales conceptos a otros casos similares. La estrategia de HIJOS consistió en diseñar mapas de la Ciudad de Buenos Aires en los que fácilmente se podía reconstituir el trayecto hacia el lugar exacto en el que residían los partícipes necesarios en las operaciones de tortura y desaparición de personas, que disfrutaban de su libertad en virtud de las conocidas leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Las consecuencias de la percepción visual de dicho mapa eran, según mi opinión, las siguientes: 1.-tornar cercano en el espacio aquello que parecía lejano en el tiempo;

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2.-mostrar que la memoria no es pasiva sino que supone un trabajo de hacer memoria, esto es, una acción de explicitación de algo que se quiere olvidar, en este caso, un hecho traumático para toda la sociedad argentina; 3.-exhibir que la memoria es social y corporal, en tanto el territorio cotidiano se resignificó de una manera abrupta; 4.-desplegar la potencia expresiva de los mapas y soportes visuales para lograr los puntos arriba mencionados. En este trabajo intentaré argumentar en favor de las citadas conclusiones, introduciendo un particular punto de vista sobre la sociología de corte fenomenológico. Por otra parte el objetivo de este trabajo se circunscribe a mostrar la manera en que se produce la adecuación entre lo que denomino las “consecuencias del evento producido por HIJOS” y el uso de un soporte material expresivo de formato visual para lograr dichos propósitos. Dicho proceso de producción no pretende ser extensible a toda sociología del arte, aunque tenga la tendencia personal a considerarlo así. En primer lugar presentaré la reconstrucción de los aspectos relevantes para este trabajo de la teoría sociológica de Alfred Schütz y Thomas Luckmann tal como se presenta en Las Estructuras del Mundo de la Vida, reconstrucción que hace uso de las explicitaciones de lo que se ha dado en llamar el Husserl “tardío”. He denominado a esta reconstrucción “pragmatismo fenomenológico”3. En segundo lugar intentaré ejemplificar el uso de dicha teoría aplicándola al evento mencionado, mostrando su eficacia descriptiva, y, en consecuencia, la plausibilidad de la reconstrucción misma, aunque sea muy en ciernes. 1.-La reconstrucción de la sociología fenomenológica de Alfred Schütz “Es verdad, como dice Marx, que la historia no anda cabeza abajo, mas también lo es que no piensa con los pies. O mejor, no tenemos que ocuparnos ni de su ‘cabeza‘ ni de sus ’pies‘, sino de su cuerpo.” Maurice Merleau-Ponty

Respecto de la sociología, se torna necesario adelantar algunas indicaciones. En primer lugar, nuestro autor adopta claramente el proyecto

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fenomenológico al llevar a cabo una descripción de la experiencia social cotidiana. Esto significa que, en el plano estrictamente sociológico, no intentará explicar ni tipos de conducta social ni la falla de estructuras ya sean éstas sociales, económicas o políticas. Sin embargo, en segundo lugar se torna indispensable mencionar que dicha posición epistemológica no implica necesariamente una ingenuidad política o teórica. Alfred Schütz nos recuerda permanentemente que el establecimiento de una teoría sobre las estructuras del mundo de la vida implica reconocer que las acciones de los agentes están pragmáticamente determinadas. En primer lugar, ofrezco la descripción general de las estructuras del mundo de la vida según los autores en cuestión. Los mismos afirman: “En toda situación me es dado únicamente cierto sector del mundo. Solo parte del mundo está al alcance efectivo; pero alrededor de este ámbito se diferencian otros ámbitos de alcance recuperable o asequible, cuyas esferas de alcance muestran una estructura tanto temporal como social. Además, solo puedo operar en un sector del mundo. Alrededor de la zona efectiva de operación hay zonas graduadas que son también recuperables o asequibles, poseedoras, en todo caso, de una estructura temporal y social. Mi experiencia del mundo de la vida también está ordenada temporalmente: la duración interior es un fluir de vivencias que surgen de fases presentes, retencionales y protencionales, como también de recuerdos y expectativas. Está intersectada por el tiempo del mundo, el tiempo biológico y el tiempo social, y se halla sedimentada en la sucesión única de una biografía articulada. Y, por último, mi experiencia está ordenada socialmente. Todas las experiencias tienen una dimensión social, así como también está ‘socializado’ el ordenamiento temporal y espacial de mi experiencia. En consecuencia, mi experiencia del mundo social tiene una estructura específica. El Otro me es dado inmediatamente como un semejante en la relación Nosotros, mientras que las experiencias mediatas del mundo social están graduadas según los grados de anonimia y ordenadas en experiencias del mundo contemporáneo, 4 del mundo de los predecesores y del mundo de los sucesores.”

En relación con la movilidad de mi cuerpo se forma mi territorio, con los ámbitos de familiaridad y extrañeza que surgen del establecimiento del mismo. De esta manera, se afirma en las primeras oraciones que una situación presenta un aspecto en el cual puedo intervenir directamente en virtud de serme disponible corporalmente. Esa zona de disponibilidad efectiva e inmediata se encuentra rodeada por sus horizontes. El término “horizonte” designa las posibilidades futuras de movimiento y desplazamiento. Estos horizontes presentan mayor o menor familiaridad y ésta es la que determina que sean asequibles o recuperables. Esta descripción muestra la articulación del espacio social subjetivo cuya característica estructural consiste en que las posiciones en dicho espacio son intercambiables por cualquier agente social. 3

Por otra parte caracterizar a dicho espacio como subjetivo no significa que sea un espacio privado. En el pragmatismo fenomenológico que estoy proponiendo, la distinción subjetivo – objetivo no es equivalente a la distinción privado – público. Aquí “subjetivo” es un indicador que me remite a la experiencia tal y como se articula efectivamente, mientras que “objetivo” señalaría alguna explicación de alguna teoría empírica científica particular. Nuestros autores afirman que estas zonas se articulan tanto temporal como socialmente. El aspecto temporal se relaciona directamente con la relación que se establece con el mundo de los antecesores y el mundo de mis sucesores, pero también con el mundo contemporáneo. Los límites específicos de tales mundos no son claros y distintos, pero hay que remarcar que se trata de mundos de generaciones, y no sólo de individuos. Aquí radica una de las teorizaciones iniciales para considerar la temporalidad social. Las zonas de operación efectiva y sus horizontes constituyen el primer núcleo estructural del mundo de la vida. Pero inmediatamente surge el problema de la experiencia de este mundo. La experiencia efectivamente vivenciada es una experiencia consciente en el sentido en que toda vivencia sólo puede ser tematizada en una reflexión posterior al surgimiento de la misma. En nuestro caso, la experiencia del agente social que llevó a cabo la percepción visual de los mapas es distinta a su posterior reflexión sobre tal experiencia. Es en el último caso que el agente social está experimentando conscientemente dicha percepción, lo que lo conduce a un cambio en el objeto percibido. Husserl establece tres niveles de la experiencia en el intento de dar cuenta de los aspectos temporales de la misma. Lo que nos interesa aquí es que, de acuerdo a la descripción canónica de la constitución de las expectativas y los recuerdos, éstos se constituyen por el juego de retener lo que ha sido vivenciado para poder recuperarlo en algún momento a través de un recuerdo, o por la anticipación de una experiencia futura que será vivenciada como tal en una experiencia posterior. Ahora bien, lo que indica Schütz es que estas vivencias temporales están entremezcladas con el tiempo cósmico y el tiempo biológico. En otras palabras, hasta aquí contamos con la temporalidad de las generaciones y con la temporalidad individual manifestada en la constitución de estas vivencias temporales: expectativas, recuerdos y 4

memoraciones del presente (vivencias de carácter temporal que se dirigen al horizonte presente). La temporalidad de las generaciones es la temporalidad social.

Ahora

veremos

cómo

es

el

entretejimiento

de

las

distintas

temporalidades. El tiempo cósmico remite no sólo al tiempo objetivo, sino también a la vivencia de la Naturaleza que nos hace considerar sus distintos ciclos como marcas temporales. El tiempo biológico hace referencia al aspecto rítmico del cuerpo natural, que implica también el silencio, esto es, la muerte como hecho natural. El tiempo social menta la compleja relación que tengo con mis antecesores y mis sucesores, además de los aspectos de sincronización social que son insoslayables, por lo menos desde la aparición del artículo de E.P.Thompson5. Esta intersección, como la denomina Schütz, se sedimenta en virtud de la articulación biográfica que presenta el aspecto de una sucesión. En otras palabras, las distintas líneas que venimos describiendo encuentran su vector en la biografía en virtud de que se puede hablar de mi experiencia, esto es, en virtud de que se sintetizan en la articulación biográfica de un agente. Esta experiencia es social. Esto significa que en el mundo de la vida estamos directamente vinculados con un Otro que es, por definición, semejante a mí. Ambos constituimos la contemporaneidad que está ligada al pasado y al futuro por las relaciones institucionalizadas que tenemos con nuestros antecesores y nuestros sucesores. De la misma manera que ocurre en el caso de la percepción, también en el mundo de la vida, articulado de esta manera, se presenta un trasfondo indiscriminado que recibe el nombre de anonimia. Por su parte, el conocimiento que tienen los agentes de este mundo de la vida así reconstruido se divide en recetas, habilidades y conocimiento práctico. Esto significa que no es un conocimiento teórico que se pueda formular explícitamente en una teoría, sino que es una especie de conocimiento directo que se obtiene a partir de la socialización primaria en la cual se heredan las distintas habilidades, recetas y conocimiento práctico para desempeñar las acciones sociales de cada territorio. De esta manera, para Schütz, el conocimiento sociológico es un conocimiento de segundo grado, que intenta explicitar el conocimiento de primer grado que se adscribe a los agentes sociales. 5

De este modo he reconstruido lo que considero más relevante para llevar a cabo el objetivo de este trabajo. 2.-La aplicación de la reconstrucción al evento en cuestión “¿Qué significa decir que, en el fondo, todo recuerdo es ‘socializado’ —pero en verdad sería necesario escribir: social—, sino que la memoria no es una función ni una facultad del ‘psiquismo normal’ del pensamiento, del hombre, del sujeto, sino más bien una institución?” François Châtelet, en referencia a Maurice Halbwachs

He afirmado que las consecuencias de la percepción visual del mapa en cuestión eran las siguientes: 1.-tornar cercano en el espacio aquello que parecía lejano en el tiempo; 2.-mostrar que la memoria no es pasiva sino que supone un trabajo de hacer memoria, esto es, una acción de explicitación de algo que se quiere olvidar, en este caso, un hecho traumático para toda la sociedad argentina; 3.-exhibir que la memoria es social y corporal, en tanto el territorio cotidiano se resignificó de una manera abrupta; 4.-desplegar la potencia expresiva que ejercen los mapas y soportes visuales para lograr los puntos arriba mencionados. Pretendo argumentar, además, que la adecuación entre lo que denomino las “consecuencias del evento producido por HIJOS” y el uso de un soporte material expresivo de formato visual para lograr dichos propósitos se efectúa en virtud de lo hasta aquí señalado. Debemos tener en cuenta que la argumentación que ofreceré no pretende ser explicativa ni exhaustiva del evento en cuestión. Se pueden otorgar múltiples acercamientos al evento y no pretendo denegarlos como eficaces para el mismo objetivo: considerar la memoria social. Por otra parte, me dedico a la recepción del evento, y no a su producción, tema que no abordaré en este trabajo. Al mismo tiempo tengo que insistir en lo siguiente. En la introducción especifiqué que una primera versión de este trabajo fue escrita en el año 2001,

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y que, en consecuencia, algunas de las afirmaciones pueden sonar anacrónicas. En particular entiendo que algunas descripciones que siguen ya no son tan válidas como en el año 2001. Más específicamente entiendo que ahora la memoria social es casi un problema de la agenda política del gobierno, y, daría la impresión de que entonces algunos de los enunciados que siguen pueden ser calificados de falsos en el año 2006. Sin embargo no estoy tan seguro de que deba revisar completamente tales enunciados. Si bien tenemos la impresión de que el contexto de recepción del problema de los horrores del pasado reciente parece haber cambiado, dicha impresión se puede revelar en el futuro como una ilusión perceptiva. Quizás la siguiente cita de Daniel Goldhagen pueda otorgar más claramente una idea sobre lo que intento decir: “Si bien los alemanes condenaron lo que parece un elevado número de personas por crímenes nazis —6.500—, eso es sólo un pequeño porcentaje de los 300.000 que cometieron asesinatos y otros crímenes contra judíos y no judíos durante el período nazi. Las condenas que recibieron los asesinos —por lo general unos años por la matanza de centenares, miles, a veces centenares de miles; a veces no más que unos minutos u horas de cárcel por el asesinato de cada una de sus víctimas— fueron 6 farsas, no instancias de Justicia.”

Si se acepta esta reserva teórica y práctica, entonces podemos pasar a la aplicación de la teoría schütziana al evento que aconteció en el año 2001. En primer lugar describamos el evento en términos del lenguaje ordinario. Una institución constituida por hijos de “desaparecidos”7 produce mapas de la Ciudad de Buenos Aires en los cuales, con líneas de colores, se muestra el lugar exacto donde residen los partícipes necesarios de la última dictadura. Dichos mapas son pegados en las paredes de la Avenida de Mayo en la marcha organizada por distintos partidos políticos y organismos de derechos humanos en el 25 aniversario del comienzo de la dictadura, esto es, el 24 de marzo de 2001. Los que concurrimos a la marcha los vimos en el medio de la misma. Estos mapas también empezaron a ser colocados en distintos puntos de la ciudad, por ejemplo la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y, lo que es más interesante, en las cercanías de las casas de los torturadores en cuestión. ¿Cómo doy cuenta del efecto que provocó dicha percepción visual en tanto acción social? 7

En primer lugar, nos dirigiremos al mapa. Un mapa es un diseño gráfico de un territorio que se logra en virtud de geometrizar un espacio cualquiera. La operación de abstracción e idealización está presente en dicha geometrización, de acuerdo con Husserl. La geometría nos ayuda a tornar manejables en términos ideales los objetos concretos que existen en el mundo para los objetivos pragmáticos de índole teóricos. Esto implica la posibilidad de efectuar cuantificaciones sobre esos objetos ideales. Ahora bien, siguiendo a Gregory Bateson aceptemos que “un mapa no es el territorio”. Un mapa es un signo gráfico que pretende representar un territorio8. Mi presupuesto principal que ahora explicitaré es que el mapa diseñado por HIJOS no es un mapa en este sentido, sino que, justamente, es un mapa estético. Nótese que lo califico de “estético” y no de estetizante. Es un mapa estético en el sentido en que diseña el recorrido efectivo de los agentes sociales en el mundo de la vida, singularizando a uno de ellos. Y es estético en el sentido en que Husserl designa por estético a la esfera de lo efectivamente vivenciado, aceptando las resonancias aristótelicas del término αισθησιζ (aístesis) para su propio desarrollo. Las líneas de colores ayudan a que se lo entienda de este modo, al mismo tiempo que la individualización presente en él, que señala que en determinado sitio vive determinado agente social. En palabras más técnicas, es un mapa plenificado intuitivamente que reactiva las operaciones ocultas de abstracción e idealización presentes en cualquier mapa. Es un mapa “cargado” de vivencias efectivas de cualquier agente social que circule por la ciudad. Deja de ser el mapa abstracto al que recurrimos, por ejemplo, en una guía para saber qué colectivo me deja cerca del lugar al que quiero llegar, y se transforma en un mapa cualitativo de índole estética. Las coordenadas geométricas se cualifican y se produce el pasaje del mapa como re-presentación al mapa como presentación en tanto percibo un objeto o estado de cosas que antes no percibía. En el mapa sin cualificar percibo un objeto abstracto, la ciudad o el territorio que pretende re-presentar en su generalidad. Ahora bien, ¿qué es un mapa cualificado? Es un mapa que se torna objeto concreto en tanto las líneas de colores, el nombre de los 8

agentes sociales sobre tales calles, el recorte específico de un determinado sector de la ciudad, ayudan a modificar mi percepción del territorio así representado, y, por consiguiente, modifican mi percepción hasta lograr que perciba otro objeto. Se puede admitir una redescripción en los términos de lo que debería producir cualquier objeto artístico, esto es, producir un efecto de extrañamiento (ostranenie) en la recepción del espectador en tanto lo familiar se desfamiliariza y, en las mismas palabras de los formalistas rusos, se produce otra percepción9. En segundo lugar, prestemos atención ahora a lo referido por el mapa. En el caso del mapa cualificado el territorio que se presenta en él es el territorio de mi experiencia efectiva, y no el espacio cartografiado de la ciudad según coordenadas geométricas. Sabemos que mi territorio está circunscrito por aquello que me es disponible corporalmente, en términos de los horizontes de mi experiencia perceptiva que debemos entender como corporal. Según Schütz, mi territorio presenta límites en virtud de la dimensión de lo asequible y de lo recuperable, pero no considera algo que para nosotros parece obvio: para algunos agentes sociales que viven en la Ciudad de Buenos Aires los límites de su territorio son bastante difusos, dependiendo de la clase social a la que pertenezcan. Esta aclaración también puede mostrar que acepto algo así como una determinación de clase para poder tener esta experiencia consciente que estoy intentando explicitar. Más concretamente, parece necesario tener ya un conocimiento práctico de las coordenadas representadas por el mapa para poder acceder a la percepción visual de un nuevo objeto como “el territorio poblado de asesinos”. Dicho conocimiento práctico consiste en reconocer las marcas del mapa como representaciones abstractas y geométricas del espacio de la ciudad; reconocimiento que, por lo menos, presupone necesariamente la escolarización básica. En consecuencia, la reconstrucción de esta experiencia supone la aceptación de que la experiencia misma presenta claras determinaciones de clase10. En tercer lugar abordemos el punto más polémico. Hemos visto que, de acuerdo con Schütz, sostengo una relación con mis contemporáneos, mis antecesores y mis sucesores. Tal relación es social, lo que significa que 9

también es institucional. Las unidades domésticas organizan su experiencia del presente en relación al pasado y al futuro, encargándose de la transmisión de la experiencia pasada y de intervenir en la selección de lo que habrá de transmitirse, y, en consecuencia, de lo que habrá de ser resguardado del olvido. Estas unidades domésticas se integran y se articulan alrededor de distintas dimensiones de la realidad social, fundamentalmente el mundo de la formación y el mundo del trabajo. En el caso que nos ocupa podemos reconstruir muy breve y resumidamente la situación, de la siguiente manera: no hay unidad en la generación de mis antecesores, ya que hay demasiadas ausencias en dicha generación. Además la determinación de una generación procede por indicadores biológicos, tales como la mortalidad y la duración natural de una vida. De estos dos simples hechos fácilmente constatables se puede inferir que se presentan desajustes estructurales en la relación con la temporalidad social. El tercer hecho más brutal es que algunos de mis sucesores han sido apropiados y su identidad ha sido borrada, en completa analogía con la desaparición forzosa de personas. Cerca de quinientas personas apropiadas todavía hoy desconocen su verdadero origen biológico, social, político, económico y cultural. Considero que, en relación a la constitución de la experiencia temporal en esta situación social, se establece la relevancia del evento que estoy analizando y reconstruyendo. Ante esto, notemos todo lo que ya sabíamos sobre el pasado y presente del Proceso de Reorganización Nacional: Sabemos proposicionalmente que en la dictadura hubo 30.000 “desaparecidos” y una cantidad nunca enumerada definitivamente de individuos torturados. Sabemos proposicionalmente que, en virtud de las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida, los partícipes necesarios fueron puestos en libertad y que no fueron entregados a ninguna autoridad nacional extraterritorial que los reclamara para que cumplieran la condena justa por haber asesinado a sus conciudadanos11. Sabemos proposicionalmente que ahí, en el medio de mi territorio, al lado, cerca, o quizás un poco más lejos, viven torturadores. 10

Sabemos proposicionalmente que la causa de que la mitad de la población haya pasado la línea de pobreza fue el proceso de destrucción económica que llevó a cabo Martínez de Hoz, y que Domingo Cavallo estatizó en 1982 la deuda externa privada. Sabemos proposicionalmente que eso aconteció en un pasado lejano o no, dependiendo del interés pragmático con el que cada uno de nosotros decida tematizarlo. Sabemos proposicionalmente que la mayor parte de la ciudadanía argentina (si todavía cabe utilizar dicha categorización) prefirió olvidar lo sucedido. Sabemos proposicionalmente que, por otra parte, otros ciudadanos no pueden olvidar. He categorizado de “proposicional” a todos estos saberes porque es lo que habíamos archivado intelectualmente, y sin embargo las operaciones que subyacen a dicha sedimentación permanecen ocultas. De esta manera, afirmo que el efecto del mapa estético producido incide directamente sobre el cuerpo, reactivando el saber práctico (saber-cómo) de índole corporal y no intelectiva, ya que se produce un cambio en un sistema de creencias pero no entendido proposicionalmente sino, como diría Bourdieu, en el sistema del habitus entendido como “disposiciones corporales”. La descripción un poco más exhaustiva consiste en aplicar las categorías arriba enunciadas. Percibo un mapa del territorio efectivamente disponible para mí. Ese mapa provoca la reactivación de mis vivencias durante el “Proceso de Reorganización Nacional”. El temor se apodera de mí. También la decepción, la angustia, la bronca. La percepción del mapa incide en mi territorio. Ahora sé corporalmente que debo cuidarme de pasar por ahí (y esto fruto de las experiencias pasadas sedimentadas en mi biografía), o, si venzo dicho temor, colaborar en la denuncia de que ahí, justo ahí, vive un torturador. De esta manera se reactiva corporalmente el pasado en virtud del mapa así diseñado. No sólo el pasado, sino también el presente y el futuro, como se advierte en los posibles cursos de acciones a las que me somete el mapa. Aquí

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notemos que aplicamos la descripción de Schütz y Luckmann de que el tiempo interior está “entremezclado” con el tiempo social. Si se acepta esta descripción, entonces podemos desplegar sus implicaciones intencionales. Al advertirme de la cercanía espacial de los partícipes necesarios en la dictadura, advertencia perceptiva lograda por sus virtudes estéticas, el mapa también nos acerca al pasado. En otras palabras, la percepción de que los torturadores viven y moran en el mismo espacio que recorremos diariamente provoca que perciba dicho espacio cargado de sus marcas temporales. Si uno de los objetivos de la rutina cotidiana es controlar el espacio social y su complementario, el tiempo social, entonces se podría decir que esta nueva modalidad perceptiva logra descolocar el aspecto tranquilizador de la rutina, hasta nuevo aviso. Si se acepta esta descripción, entonces queda mostrada la manera en que llego a afirmar la consecuencia 1. Ahora bien el acervo de conocimiento a mano es disponible para un agente en tanto está explicitado. Esto significa una transmisión de habilidades prácticas, recetas, o saber práctico que se realiza en primer lugar en el ámbito familiar, extendiéndose al campo en que el agente en cuestión se vea involucrado. Pero recordemos que también nos dicen que la explicitación de tal acervo de conocimiento práctico es asunto de generaciones y no de individuos. De esta descripción se despliega intencionalmente que la explicitación de tal conocimiento es una acción social. Tuvieron que transcurrir muchos años para que HIJOS se transformara en una institución. Ahora, en tanto institución, se dirigen a explicitar el conocimiento práctico sobre la dictadura. De lo cual se desprende que hacen memoria por medio de las acciones sociales emprendidas, tales como la que estamos considerando. Entiendo que de esta manera no es problemático aceptar la conclusión 2. Si se acepta la plausibilidad de lo hasta aquí descrito, entonces la misma plausibilidad parece preservarse para la conclusión 3. Déjenme insistir en lo siguiente: ya disponíamos de mucha información sobre el Proceso. La información archivada estaba formateada intelectualmente, lo que provocó algún tipo de distanciamiento emocional respecto de ella. Así parece que se 12

puede disponer de un territorio en el mundo en el que vivimos: no se puede hacer memoria todo el tiempo sobre todos los acontecimientos traumáticos que los cuerpos experimentan, a riesgo de vivenciar la repetición, y no el recuerdo12. Si se reconoce esta distinción, es que se puede prestar atención a lo específicamente corporal de las experiencias sedimentadas. Puesto que un cuerpo no existe solo, es que la memoria así reactivada es corporal y social. En resumen, sin la intervención de la institución HIJOS con su brillante estrategia estética, no hubiera habido la exhibición fenomenológica de que hay un tipo de memoria que es específicamente corporal. Ahora me dirijo a la cuarta consecuencia que se enlaza con el objetivo de este trabajo que es mostrar la adecuación entre lo que denomino las “consecuencias del evento producido por HIJOS” y el uso de un soporte material expresivo de formato visual para lograr dichos propósitos. No me dedicaré a una cuestión que forme parte directamente de la disciplina filosófica que se denomina Estética. Mi argumentación en este caso es bastante simple. Si se acepta que la reconstrucción aquí expuesta es plausible, entonces el mundo de la vida, el mundo social, siempre es originariamente experimentado corporalmente. Esta praxis así definida otorga primacía a lo efectivamente vivenciado, como son los colores, los sabores, los olores, las sensaciones táctiles, los gustos y las kinestesias (la propia sensación de mi cuerpo como unidad). De este modo, los objetos estéticos son los que concitan mi atención en un mundo plagado de distintos estímulos que tienen el mismo objetivo. Insisto en que “estético” aquí se refiere no sólo a los objetos específicamente artísticos, sino aquellos objetos que son confeccionados a partir de las cualidades que acabamos de mencionar. De este modo los materiales que utilizaron los autores fueron las cualidades sensoriales, esto es, el mapa cualificado. Los procedimientos consistieron, a su vez, en la exhibición de lo que sabíamos proposicionalmente pero que quedaba oculto por el funcionamiento mismo de la percepción cotidiana. El objeto así logrado consistía, entonces, en un mapa que me devolvía un pasado que queríamos olvidar. El objeto (el mapa), en consecuencia, provocaba el efecto de mostrarme que en el presente convivíamos con torturadores en nuestras calles, en 13

nuestras plazas, en nuestros bares, en nuestras facultades, en nuestros trabajos, en nuestros medios de transporte. Entiendo que la articulación de las cualidades en un mapa (las mismas cualidades que vivenciamos efectivamente en nuestra experiencia cotidiana), muestra la adecuación entre los objetivos perseguidos y el uso político social del mismo. 3.- Memoria y justicia ¿Qué ocurriría si no existiera la institución HIJOS? Esta pregunta encierra un contrafáctico que nos obligaría a pensar en un mundo posible donde no hubieran logrado transformarse en institución u otro mundo posible, más horroroso, en el que no hubiera ningún hijo de una persona desaparecida. Mi intuición indica que no se haría el trabajo de explicitación del pasado oculto de la manera en que ellos la llevan a cabo. Pero esto no se desprende de la consideración lógica de los mundos posibles o de la descripción fenomenológica, sino de nuestra propia experiencia de los sucesos acontecidos recientemente. A modo de hipótesis muy preliminar: el 20 de Diciembre de 2001 fueron asesinadas 30 personas, más que en el Cordobazo o en el Viborazo, y parecería que nuestra sociedad está dispuesta a olvidar inmediatamente dicho acontecimiento. De esta afirmación no se debe desprender una subvaloración de las otras instituciones que se dedican al mismo objetivo. Lo que sí se debe desprender es que mi intuición pesimista implica que esta sociedad en la que vivimos encuadra rápidamente cualquier intento de resistencia frente al poder dominante que quiere que, frente al horror, lo olvidemos. Según Pilar Calveiro no todas las sociedades producen campos de concentración, pero en las sociedades que sí los producen, es porque los poderes que en ella habitan simplemente se han concentrado molecularmente para expandir su carácter molar13. Dejar libres a los torturadores no habla sólo de las fallas de un sistema jurídico y político específico, sino que indica el desprecio por la vida con la que dicha sociedad construye su futuro. Por otra parte, considero que sin memoria no hay sociedad. La memoria articula el pasado con el presente, y permite que proyectemos un futuro. El lazo 14

social es memoria. Sin memoria una sociedad puede llegar a desintegrarse. Desde hace un par de años parece que ese peligro se está diluyendo. Ahora se vislumbra la batalla de las memorias. En ella estamos14.

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Zweites

Buch:

Phänomenologische

Untersuchungen

zur 15

Konstitution, Walter Biemel (ed.), Den Haag, Martinus Nijhoff, 1952. Tomo IV de la Husserliana.) LaCapra, Dominique, “Lanzmann´s Shoah: ‘Here There is No Why’ ”, Critical Inquiry, 23, 2, 1997, pp. 231-269. Lanzmann, Claude, Shoah, Paris, Gallimard, 1985. ------- Shoah, película, 1974-1985. Merleau-Ponty, Maurice, Fenomenología de la Percepción, Planeta, Barcelona, 1985. Moll, James, Los últimos días, película, 1998. Pavlovsky, Eduardo, La ética del cuerpo, Buenos Aires, Babilonia, 1994. ------- El Señor Galíndez, Buenos Aires, CEDAL, 1981. Pynchon, Thomas, Mason y Dixon, Barcelona, Tusquets, 2000. Ramos Torre, Ramón (ed), Tiempo y Sociedad, Madrid, CIS, 1992. Ricoeur, Paul, La mémoire, l´histoire, l´oubli, Paris, Editions du Seuil, 2000. Schatzki, Theodore, Social Practices. A Wittgensteinian approach to human activity and the social, New York, The Cambridge University Press, 1996. Schütz, Alfred y Luckmann, Thomas, Las Estructuras del Mundo de la Vida, Buenos Aires, Amorrortu, 1977. Schütz, Alfred, El problema de la realidad social, Buenos Aires, Amorrortu, 1995. ------- La construcción significativa del mundo social, Barcelona, Paidós Básica, 1993. Smith, Barry, “Common Sense”, en Smith, B. y Woodruff Smith, D. (eds.), The Cambridge Companion to Husserl, Cambridge, The Cambridge University Press, 1995, pp. 394-437. Thompson, E.P., “Tiempo, disciplina y capitalismo industrial”, en Thompson, E.P., Tradición, revuelta y conciencia de clase, Barcelona, Crítica, 1979. Originariamente en el año 1967 en el número 36 de la revista Past and Present. Vázquez, Félix, La memoria como acción social. Relaciones, significados e imaginario, Barcelona, Paidós, 2001. Walton, Roberto, “El mundo de la vida como horizonte”, en San Martín, Javier (ed.), Sobre el concepto de mundo de la vida, Madrid, ENAD, 1993, pp. 95-123. 1

Quiero agradecer a todos los integrantes del Grupo de Investigación de Filosofía de la Historia con asiento en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Conocer el Pasado, Usar el Pasado.

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Acerca del status cognitivo de la representación historiográfica (F012, Programación 20032007), y en particular a su Directora Dra. Verónica Tozzi por haber estimulado el tipo de consideración que me animo a presentar. Este trabajo es una re-elaboración de una ponencia enviada al Coloquio Memoria e Historia, CISH, UNLP, La Plata, Abril 2002. 2 Debo a Federico Penelas la aclaración siguiente: mencionar al golpe de estado como “dictadura” también implicaría un ocultamiento de que los militares fueron el brazo armado de todo un complejo de organizaciones civiles y económicas que pidieron y apoyaron el golpe del ’76. Esto significa que hay que tener en cuenta el peligro de “militarizar” la memoria, olvidándonos, por ejemplo de Martínez de Hoz y Roberto Alemann. 3 Para una ampliación de este tema puede cfr. mi artículo “Una aproximación a la sociología comprensiva de Alfred Schütz como teoría pragmático-fenomenológica del Mundo de la Vida”, Epistemología e Historia de la Ciencia, Vol. 10, N° 10, Córdoba, 2004, pp. 55-61. 4 Alfred Schütz y Thomas Luckmann, Las Estructuras del Mundo de la Vida, Buenos Aires, Amorrortu, 1977, p. 113. 5 E. P. Thompson, “Tiempo, disciplina y capitalismo industrial”, en E. P. Thompson, Tradición, revuelta y conciencia de clase, Barcelona, Crítica, 1979. Este artículo apareció originariamente en el año 1967 en el número 36 de la revista Past and Present. La mención de este artículo cumple el papel de mostrar que acepto los límites de la descripción fenomenológica que deben complementarse con teorías explicativas, como la que lleva a cabo por ejemplo E.P.Thompson. 6 Daniel Jonah Goldhagen, “Perseguir al mal hasta la tumba”, Clarín, Argentina, 3 de Enero de 2006, p. 10, sección 7. 7 Las comillas pretenden otorgar neutralidad a la descripción respecto de la discusión, política y polémica, sobre el uso del término en las distintas organizaciones de derechos humanos y, fundamentalmente, en la discusión entre la línea fundadora y la línea que se separa de ella, Las Madres de Plaza de Mayo. 8 Para aquellos interesados fuertemente en la literatura, sugiero cfr. sobre este tema Thomas Pynchon, Mason y Dixon, Tusquets, Barcelona, 2000. 9 Esta redescripción no negaría la elección de mi punto de vista. La relación de Husserl con los formalistas rusos se produce vía la introducción de las Investigaciones Lógicas en el Círculo Lingüístico de Praga por Gustav Spet, de donde proviene, por ejemplo, Roman Jakobson. Puede cfr. Elmar Holenstein, Roman Jakobson´s Approach to Language: Phenomenological Structuralism, Bloomington and London, Indiana University Press, 1975. 10 En mi trabajo “El conocimiento práctico del mundo de la vida en contextos de crisis”, presentado en el VII Coloquio Internacional Bariloche de Filosofía, desarrollado durante el 22 y el 24 septiembre de 2004, intenté analizar las relaciones de la sociología de Schütz con sociologías que aceptan la presencia de determinaciones de clase social, sociologías de tipo weberianas o de tipo marxistas. Este trabajo será editado en una selección de trabajos del Coloquio. 11 Sobre el hecho de que estas leyes actualmente están derogadas y mi posición relacionada con el tema que nos convoca, sugiero releer la cita de Daniel Goldhagen más arriba. 12 Cfr. sobre la relación entre repetición y recuerdo desde el punto de vista psicoanalítico, Guillermo Pissinis, “Verdad y relato: el acceso al pasado en la historia y el psiconanálisis”, Actas del I Congreso de Filosofía de la Historia, Buenos Aires, 2001, Formato CD. 13 Cfr. Pilar Calveiro, Poder y Desaparición. Los campos de concentración en Argentina, Buenos Aires, Colihue, 2004. 14 Un agradecimiento especial a Cecilia Macón, quien creyó que valía la pena invitarme a revisitar este trabajo para incluirlo en esta edición que ella lleva a cabo. La idea de que estamos en una “batalla de las memorias” es de ella y considero que es una idea muy potente que vale la pena seguir analizando y trabajando.

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