La verdadería autoría de la Aduana de Bilbao

June 3, 2017 | Autor: Mikel Iturralde | Categoria: Urban History
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Domingo 28.06.15 EL CORREO

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¿Quién es el autor de La Aduana?

Restauración. La reforma permitirá concentrar las oficinas de la Administración central. El escudo de Castilla corona la fachada. :: BERNARDO CORRAL

Eladio Iturria firma los planos como director de obra, aunque el proyecto original es del vitoriano Julio Saracibar

MIKEL ITURRALDE twitter: @MikelItu 

BILBAO. Se atribuye a Eladio Iturria la construcción de La Aduana, un magnífico edificio neoclásicoherreriano sito en el paseo de Uribitarte, frente al Ayuntamiento, propiedad de la Administración central. El arquitecto tolosarra dirige los trabajos y su firma figura al pie de los planos que el Consistorio bilbaíno sanciona el 11 de octubre de 1890. Sin embargo, hay serias dudas de que sea el autor del proyecto inicial. Una sólida búsqueda permite a

EL CORREO asegurar que, cuando menos, el vitoriano Julio Saracibar debe encabezar la autoría del edificio administrativo, aunque se mantenga a su colega guipuzcoano como responsable de los trabajos. Es una cuestión de justicia poética y un tributo que la ciudad debe a quien es arquitecto de la villa de 1877 a 1882. El técnico alavés participa en la definición del primer ensanche de Portugalete, en el Muelle Nuevo, y es responsable de algunas obras singulares en la capital vizcaína. De sus trabajos, destacan las Escuelas de la calle Tívoli (1880), la apertura de la calle María Muñoz y algunas casas de la misma (1881-1882), los edificios de la calle Bidebarrieta y la calle Jardines (ambos construidos en 1883). Solo en la década de los años 80, firma al menos 23 proyectos (2

en 1880, 3 en 1881, 2 en 1882, 3 en 1883, 3 en 1884, 8 en 1885 y 2 en 1888). Saracibar desarrolla también un papel importante en la vida política y social de Bilbao; el 16 de mayo de 1883 es elegido corporativo por la demarcación correspondiente al Colegio de las Casas Consistoriales y miembro de la Sociedad Bilbaína. Uribitarte concentra durante un importante período de tiempo lo más significativo de la actividad portuaria. En su entorno quedan, aún hoy, las oficinas de empresas dedicadas a las tareas navieras y aduaneras. Constituye un reflejo singular del Bilbao de antaño, dedicado al comercio y transporte marítimo, que ocupa las riberas de la ría. Estas márgenes son hoy paseo para los ciudadanos y mirador natural del ensanche hacia la ría, tal y como explica Elías Mas, arquitecto jefe del Ayuntamiento hasta 2006. En este contexto se produce una gran transformación que posibilita admirar las construcciones del entorno. Este profundo cambio se remata con la

rehabitación integral de La Aduana, que rescata su singular relevancia dentro del tejido urbano de Bilbao y faculta que se concentren en este inmueble los servicios de la Administración central.

Construcción invisible La restauración del edificio va a permitir centrar la vista en esta edificación que, desde finales del siglo XIX, configura esta zona del muelle bilbaíno y se agiganta como auténtico monumento patrimonial. Por eso llama la atención que dos de los tres manuales que existen sobre los edificios singulares de la villa ni se fijen en esta construcción de estilo neoclásico. No figura ni en la guía ‘Bilbao Arquitectura’ de Francisco Javier y Bernardo I. García de la Torre, ni en ‘Bilbao metropolitarraren arkitektura gida-Guía de arquitectura metropolitana’ de Javier Cenicacelaya, Antonio Roman e Iñigo Saloña. Sin embargo, sí aparece en la obra de Gorka Pérez de la Peña ‘Guía de arquitectura urbana de Bil-

bao: cien obras maestras’. Es de suponer que, de haber una segunda edición de las dos primeras, se incorpore este singular edificio. Curiosamente ambas son de profesionales de la arquitectura; y la última, de un historiador. Elías Mas atribuye la ‘invisibilidad’ de La Aduana a tres factores: la discreción de la fábrica, la aparentemente modesta trayectoria arquitectónica de su autor y las características del emplazamiento. Son elementos que han velado, hasta cierto punto, su trascendencia en relación al espacio urbano y los edificios relevantes de la ciudad. Sin embargo, gracias a la transformación de su entorno, esta obra, cuya cimentación cumple este año su 125 aniversario, «muestra su calidad arquitectónica y se hace reconocible como uno de los interesantes edificios de nuestro patrimonio». La cuestión de la autoría tampoco ha suscitado discusión; hasta ahora. Quizá sea conveniente una revisión profunda por parte de una co-

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Planos. El dibujo con la firma de Iturria (arriba) coincide punto por punto con el esbozo (del revés, en la imagen) de la revista ‘Resumen de Arquitectura’ que imputa al alavés Saracibar. :: ARCHIVO FORAL

La citada publicación es el órgano de información de la Sociedad Central de Arquitectos, corporación fundada en 1849 y antecedente de los colegios profesionales, que no se instituyen en España hasta 1929. El boletín, de periodicidad mensual, se edita desde 1891, al objeto de incluir en sus entregas grabados, artículos y estudios que, a su vez, deja de insertar la ‘Revista de la Sociedad Central de Arquitectos’, que esta institución radicada en Madrid, pero de ámbito nacional, viene publicando también desde 1876. El reputado técnico de Madrid José María Loredo, en un estudio sobre las obras que se realizan en España en 1894, destaca la construcción de «La Aduana por Saracibar», que «con su infatigable actividad y exquisito gusto artístico desarrolló su pensamiento en un acabado estudio, compuesto por más de veinte planos dibujados a gran escala». Loredo forma parte en esa época de la junta de la Sociedad Central de Arquitectos, junto a su colega de origen alemán Joaquín Kramer, autor entre otras obras del hotel Asturias y el pabellón Soler (Madrid); y de Antonio Bermejo de Arteaga.

Academia de Bellas Artes

misión técnica que estudie los escasos documentos originales que se conservan; la verdad, en un estado bastante cuestionable. El aniversario y la restauración son motivos que justifican el análisis sosegado y, de paso, que se haga justicia con quienes dibujaron el ayer. Como dice Jean Paul Sartre, «incluso el pasado puede modificarse; los historiadores no paran de demostrarlo». La Aduana es «una obra arquitectónica de relevante mérito que honra al distinguido y reputado arquitecto Julio Saracibar, autor del proyecto, y al joven e ilustrado arquitecto Eladio lturria, director de los trabajos», asegura ‘El Noticiero Bilbaíno’ en su edición del 12 de di-

ciembre de 1892. Para esa fecha, los trabajos están muy avanzados y es posible admirar algunos detalles del nuevo edificio. El periódico referente en la villa se ocupa de explicar en profundidad las bondades de la construcción. ‘El Noti’, como cariñosamente llaman los lectores al diario matutino vizcaíno (1875-1937) de los Echevarria, no suele equivocarse. Y además coincide con otros documentos de la época. Por si a estas alturas alguien piensa que un periódico no es la fuente adecuada para discutir estas cuestiones, se hace recomendable la lectura de un amplio estudio que realiza la revista ‘Resumen de Arquitectura’ sobre La Aduana de Bilbao.

Loredo explica que son varios los proyectos que concurren al concurso que organiza el Estado, propietario del inmueble, para construir una nueva aduana en Bilbao. Pero son los trabajos de Julián Zubizarreta y el por entonces arquitecto jefe de las obras públicas municipales del Ayuntamiento de Bilbao, «nuestro compañero Don Julio de Saracibar», los elegidos y aprobados en principio, previo informe de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El 7 de enero de 1884 se devuelven a sus autores los bocetos, «para que en el preciso plazo de un mes desarrollen su pensamiento y presenten un detallado estudio, tanto en lo que a la parte artística y facultativa como en lo que a la económica se refiere». Solo Saracibar cumple con este cometido. El proyecto del arquitecto vitoriano se aprueba sin modificación alguna «no solo por la citada academia, sino también por las direcciones generales de Obras públicas, Aduanas, Propie-

DOS ARQUITECTOS

plica el arquitecto madrileño. La Aduana se ha terminado dentro del plazo y se ajusta al presupuesto. El coste total de las obras asciende a 813.314,13 pesetas (en la pesetas de la época (2,4 millones actualidad, unos 2,4 millones de eude euros) costó el edificio. ros aproximadamente). La riqueza y lujo de los materiaXE ladio Iturria. Natural les empleados en la edificade Tolosa (Gipuzkoa), forción propician que la consma parte del grupo de protrucción resalte como una fesionales que constituyen obra de relevante mérito, la llamada Edad de Oro de «que hace honor a su autor la arquitectura de Bilbao. y a esta villa, cuya imporJulio Siguió los pasos de su hertancia comercial venía reSaracibar mano Fidel. clamando hace tiempo un edificio amplio y capaz para las opeX J ulio Saracibar. Hijo del arquiraciones mercantiles en su relación tecto neoclásico y ecléctico Marcon el Estado. Se ha construido con tín Saracíbar, ocupó la plaza de argran perfección y notable maestría quitecto municipal de Bilbao y por los conocidos y acreditados conllegó a ser concejal de la villa. tratistas bilbaínos señores Iturralde y Delclaux, que han tenido, en cumplimiento del contrato, como representante suyo, a nuestro compañero el joven e inteligente arquitecto don Eladio Iturria. El señor Saracibar ha desempeñado la Inspección técnica y administrativa de las obras en representación del Gobierno de Su Majestad». Nada se sabe de las razones que acaban por ningunear a Saracibar. El arquitecto dimite, al parecer por discrepancias, como jefe de obras del Ayuntamiento. Tras un breve periodo de interinidad, Joaquín Rucoba acaba en su puesto. Pero el Documento en el que Iturria técnico vitoriano ejerce como consolicita el permiso de obra. cejal en el Consistorio bilbaíno. Lo cierto es que su rastro acaba perdiéndose (en 1913 presenta una dades y derechos del Estado y por obra en Argentina) y se ignora hascuantos centros tuvieron que infor- ta el lugar y el año de su fallecimar sobre él», resume Loredo. miento. Pese a lo que pueda pareAprobado el proyecto, «los difí- cer, todavía queda mucho por inciles y penosos trámites de nuestra vestigar de la historia de nuestra Administración» mantienen dete- ciudad, como recalcan algunos innida su realización por espacio de vestigadores, como Nieves Basuralgunos años. Mientras, el Estado to. El informe de José María Loreadquiere los terrenos y subasta la do no deja lugar a dudas. Otra cosa construcción, de forma que dan co- es ratificarlo con datos más fehamienzo las obras en abril de 1890 y cientes. Como bien expresa el fise culminan en marzo de 1893. La lósofo Bertrand Russell, «en todas nueva Aduana se inaugura en agos- las actividades es saludable, de vez to de ese mismo año. «El señor Sa- en cuando, poner un signo de inracibar ha satisfecho en todas sus terrogación sobre aquellas cosas partes el programa a que el concur- que por mucho tiempo se han dado so había de sujetarse, y el edificio como seguras». Así que demos al construido llena perfectamente las César lo que es del César, y concenecesidades a que se destina», ex- damos a Julio Saracibar La Aduana.

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