\"Ladrillo visigótico\" de Santa María de Turris

July 8, 2017 | Autor: Enrique Ruiz Prieto | Categoria: Arqueología, Antigüedad Tardía, Visigodos
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Torres del Obispo, Julio 2015 El Gallet 56

Un paso más en las gestiones y acondicionamiento del Aula de la Naturaleza de Torres Como ya se publicó en El Gallet nº 54 editado en julio de 2014, se retomaron las gestiones para legalizar el Aula de Naturaleza de Torres fruto de una reunión llevada a cabo en febrero de 2014 entre los representantes de nuestra Asociación Alfredo Burrel (presidente) y José Ramón Doz (entonces secretario y actualmente vocal), el alcalde de Graus José Antonio Lagüens y la directora del INAGA, Nuria Gayán. Recordamos que el Aula de Naturaleza, pese a disponer de local e infraestructura desde 2006, no tiene tramitado el expediente de legalización de la colección de animales disecados que alberga, y ésta no puede ser expuesta al público hasta que se obtengan los permisos correspondientes para este tipo de colecciones. Para tramitar dicho expediente y continuar danto pasos para avanzar, se han llevado a cabo dos acciones paralelas llevadas a cabo con gran profesionalidad por parte de un veterinario y un taxidermista: -Un veterinario, Juan Sáez de Benito, se ha encargado de inspeccionar pieza a pieza las que presentaban un estado de conservación aceptable para ser restauradas y, por otra parte, las que había que desechar. Además, él será el encargado de elaborar un informe oficial sobre el estado de conservación de todas las especies, una vez el taxidermista concluya la restauración de todas las piezas de la colección que así lo requieran.

Este informe es obligatorio para seguir adelante con la tramitación de la apertura del Aula de Naturaleza. - Un taxidermista, Paco Tobeña, se ha encargado de limpiar, restaurar y/o mejorar las piezas que presentaban con mayor deterioro dentro de las que tenían un estado de conservación aceptable y también ejemplares que, aún estando en buen estado, se encontraban en posiciones poco vistosas para ser expuestas. Además, se ha encargado de mejorar los soportes de exposición o de sustituirlos en los casos en los que lo ha creído necesario. En la actualidad, la práctica totalidad de la colección está acondicionada. Ambos profesionales decidieron colaborar con la Asociación de forma altruista y desinteresada, poniendo a nuestra disposición su tiempo y conocimientos. La Asociación se ha hecho cargo de los gastos que genera el material de restauración. Contamos también con el apoyo del Ayuntamiento de Graus, que ha mostrado interés por avanzar en la tramitación y apertura del Aula. Desde la Asociación también se han elaborado dos catálogos con el inventario de las especies que contiene el Aula: un catálogo inicial con fotografías de las especies antes de su restauración, su correspondiente nombre común, familia a la que pertenece y nombre científico, además de un apartado en el que el veterinario

El Gallet https://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc =s&source=web&cd=1&cad=rja&uact=8&ved= 0CCEQFjAA&url=http%3A%2F%2Fifc.dpz.es %2Frecursos%2Fpublicaciones%2F19%2F33%2 F24laliena.pdf&ei=ijs2VYr2BYjWPNzigCA&us g=AFQjCNFSC6eZFHfpBlrJIe0rlOL2Dpb0Q&sig2=2sSZUp5Gr6CG1n9llMqLg&bvm=bv.91071109,d. ZGU (5) Antonio Serrano Montalvo.- "La población altoaragonesa a finales del s. XV". PIRINEOS, X, 1954. Pp. 201-233. . (6) Ramon d’Abadal i Vinyals.- Diplomatari. 1955, documento nº 270. Página, 427. -- 1 de abril de 987 Los hombres del castillo de Aguinaliu, en discusión con los hombres de Juséu, juran sobre la posesión de un tercide un pozo de sal, por orden del prevere FERTUNIO, juez de todos los cristianos del Leridense, bajo el poder, del visir Zamega. In nomini Domini Dei eterni. Congregati sunt homines de Kastro AQUILANIDO et homines de JOSEDH pro altercatione que cecedit inter illos pro illorum hereditatem quod vendiderunt unus ab aliis, et postea fecerunt inde sacramenta homines de Aquilanido ad homines de Jonsed. Hec sunt nomina illorum: Fertunio filius Aberla, et Ferruzo filius Hecca, et Guisandi filius Christoforo, et Nunnus filius Hondemar, et Endura filius Ramio, et Exipio filius Ramio, et Altemir filius Axenci, et Rechesendi filius Oriolfi, et Albin filius Hichila, et Uddi filius Sabi1a, et Rechesendi filius A1¬temir. Et fecerunt sacramenta isti homines supra nominati, in domum Santi Sebas¬tiani martyris Christi, quod habebam terciam partem in ipso puteo salinarum pro hereditate, et quia non comparaverunt nu11a hereditatione de homines de Jonsed, nec agrum nec vineam, post Azeka cecidit super i1los, et fecerunt ista sacramenta per jussionem de Fertunio presbitero, judicem cunctis christianis Leridense, sub imperio Zamega alvazir. Et fuerunt auditores de sacramenta eorum, Comparati fi1ius Aqui1a, et Exebi presbitero fi1ius Bia, et Bonofilio fi1ius

Homar. Et hoc ipsas ka1endas aprelis, sub era M.XX.V.

6 Dicho documento ha sido analizado por Jaime Asensio en https://sites.google.com/site/elgalletdetorres/3-elgallet-1-54/no-51 (7) La fortaleza altomedieval del Cerro Calvario, en La Puebla de Castro: un hisn en el extremo norte de la Marca Superior de Al –Ándalus. José Ángel Asensio Esteban María de los Ángeles Magallón Botaya. Pág. 68. Descargable http://www.dehuesca.es/~sipca/IMAGEN/docum entos_web/BDPCA_19.pdf (8) José María Lacarra.- Aragón en el pasado. Espasa-Calpe, Madrid, 1972; pág. 15. José Ramón Doz

“Ladrillo visigótico” de Santa María de Turris Como se ha explicado anteriormente (1), se ha descubierto un ladrillo visigótico en un pasadizo que comunicaba la casa Blasco (2) con la iglesia de Torres del Obispo (Huesca) (Fig. 1).

Fig. 1. Localización del hallazgo.

Actualmente, la función de estas piezas todavía constituye un problema a nivel historiográfico. La principal causa de este inconveniente se debe a que la mayor parte de los ejemplares carecen de un contexto

El Gallet arqueológico, lo que dificulta su interpretación. Pese a ello, ha habido intentos por atribuirle una función u otra. De un lado, hay autores que sostienen su uso funerario para cubrir tumbas o para revestir fosas y sarcófagos (3). Asimismo, otra aplicación consistiría en ornamentar recintos sagrados y/o domésticos, actuando como placas de paramentos, zócalos o plafones de cubiertas (4). Para el caso que aquí nos preocupa, parece que su función tuvo que ser necesariamente sagrada, dado que su hallazgo se relaciona íntimamente con el documento de 1050, publicado por Ángel J. Martín Duque (5), y la posible interpretación de que en ese lugar hubiese existido un monasterio durante época visigoda. Pocos monasterios de estas características han sido encontrados en la comunidad de Aragón. Es cierto que los problemas inherentes a la hora de identificarlos arqueológicamente impiden que se hayan detectado satisfactoriamente con una mayor frecuencia en toda Hispania (6). Descripción y simbología de la pieza Morfológicamente la pieza se caracteriza por adquirir una forma de tendencia cuadrangular (27,7 cm x 25 cm x 2,5 cm) que presenta un anverso decorado y un reverso alisado (Fig. 2). Estos rasgos indican que se trataba de una placa que serviría para ornamentar algún muro o techumbre, posiblemente adosada a otro ejemplar de las mismas características. De hecho, se observa en el ángulo superior derecho un desgaste que pudo deberse al acoplamiento con otras piezas. El anverso presenta una decoración compuesta por un marco cuadrado de dos listeles para incluir en su interior una doble circunferencia que a su vez contiene una figura romboidal de lados cóncavos con hojas dobles lanceoladas en su exterior y en el interior una roseta de cinco pétalos. Por tanto, presenta una escenografía fundamentada en figuras geométricas, insertadas las unas dentro de otras.

7 ¿Poseen algún significado o es un mero patrón geométrico?

Fig. 2. Ladrillo visigótico de Santa María de Turris

Para realizar un estudio de la simbología de la pieza hace falta partir de un postulado axiomático que consiste en creer de antemano que un elemento representado lleva aparejado un simbolismo. Muchos autores rechazan este principio (7), rebatiendo una posible interpretación en la actualidad. Pese a existir duras críticas al análisis de la simbología en el seno de la Arqueología (8), nosotros no renunciamos a ofrecer las distintas posibilidades a partir del conocimiento que contamos. Máxime porque la mayor parte de los autores vienen a coincidir que el simbolismo tardoantiguo y alto medieval fue fundamental a la hora de transmitir conocimientos y educar a la población, pues era eminentemente analfabeta (9).

El Gallet Partiendo de estas premisas y siguiendo la línea historiográfica a favor de M. Eliade (10), estudiaremos cada uno de los símbolos a lo largo de las siguientes páginas. Para el primero de los símbolos, el cuadrado, tenemos la interpretación de que es un elemento que representa la expresión de la cuaternidad: tierra, agua, aire y fuego, es decir, las cuatro estaciones del año, las cuatro edades de la vida, los cuatro puntos cardinales, etc. (11). Para la circunferencia, se ha propuesto que era ―símbolo de la limitación adecuada del mundo manifestado, de lo preciso regular, también de la unidad interna de la materia y de la armonía universal, según los alquimistas. El acto de incluir seres, objetos o figuras en el interior de una circunferencia tiene un doble sentido: desde dentro, implica una limitación y determinación; desde fuera, constituye la defensa de tales contenidos físicos o psíquicos…‖ (12). Para los siguientes símbolos no existe un consenso historiográfico. La hoja se define como un elemento alegórico de ―la felicidad. Cuando aparece en grupo en un motivo representa personas, lo cual coincide con el significado de las hierbas como símbolo de seres humanos‖ (13). Al ser lanceolada, posiblemente se tratase de una hoja de helecho, árbol que simboliza el renacer (14). Por su parte, la flor ―el simbolismo, como en muchos otros casos, hallamos dos estructuras diferentes esencialmente diversas: la flor en su esencia; la flor en su forma… Los griegos y romanos, en todas sus fiestas, se coronaban de flores. Cubrían con ellas a los muertos que llevaban a la pira funeraria y las esparcían sobre los sepulcros (menos como ofrenda que como analogía)‖ (15). Al contar con cinco pétalos, Quiñonez propone a su vez que este elemento se asocia a la ley de Moisés (16). Finalmente, el rombo de lados cóncavos carece de una interpretación simbólica todavía en los estudios arqueológicos. Aparece en otras piezas tardoantiguas (p. e. CILA II, 334). Este símbolo requiere de un estudio especial que

8 contraste las distintas piezas y su relación con los círculos secantes, pues ofrecen el mismo ornamento, pero de manera entrelazada. Desgraciadamente, la cuestión simbólica en la Antigüedad Tardía requiere un estudio exhaustivo de cada uno de sus elementos iconográficos, que no sólo persigan la explicación del símbolo en sí, sino también esclarecer el origen de cada uno de ellos, puesto que algunos autores advierten una continuidad decorativa al menos desde el mundo romano altoimperial (17). Siguiendo esta línea interpretativa, este rombo se asemeja a ciertas formas protohístótricas que tienen un uso apotropaico (18). Deberán de ser futuros estudios los que sugieran su continuidad desde época prerromana y/o atribuirle otro significado, teniendo en cuenta que no solo aparece en las placas cerámicas, sino también en los elementos litúrgicos en piedra, y rastrear su aparición en elementos altoimperiales (p. e. algunos objetos cerámicos y mosaicos romanos) (19). En resumidas cuentas, todo parece indicar que la pieza tiene unas connotaciones religiosas tanto por el contexto como por el significado de sus elementos. No obstante, deberán de ser futuros estudios los que refuten o avalen esta hipótesis. La cuestión cronológica Actualmente resulta casi imposible datar este tipo de pieza sin una relación estratigráfica, puesto que establecer cronologías a partir de elementos decorativos es muy arriesgado (20). Si, en cambio, es posible vincularla al periodo tardoantiguo (III-VII d. C.) gracias a las similitudes que presenta con otras piezas de esta época. En primer lugar, su módulo (27,7 cm x 25 cm x 2,5 cm) coincide perfectamente con las medidas aportadas en otros estudios (p. e. colección Alhonoz de Éija, Sevilla) (21). Del mismo modo, su composición también resulta parecida a algunas piezas de esta colección y muchos de sus iconos están presentes en los siguientes objetos (Fig. 3):

El Gallet -Cuadrado de lados cóncavos, 1: ―Las que coinciden con los ángulos rematan en hojas lanceoladas formando un florón en cruz‖. -Espacio cuadrangular central: 9, 11, 12. -El centro está ocupado por un cuadrado de lados cóncavos: 66, 67, 69. -El centro presenta un cuadrado de lados curvos: 75. -Círculo central: 3, 5, (entre el recuadro de enmarque y el círculo con roseta hay un motivo triangular), 7, 11, 12 (dos círculos concéntricos), 13. -Circunferencia 4, 7, 77. -Cuadrado de lados cóncavos 1, 30, 66, 67, 69. -Hojas lanceoladas 1, 3, 9, 13. -Flor 12, florón 1, flores espigadas 2, un florón dentro de un círculo 5, motivo floral geometrizado 30, flor de tres pétalos 74.

9 colección del Museo Arqueológico de Sevilla (23). En esta última también hay pruebas iconográficas de que el ladrillo de Torres pertenece a la Antigüedad Tardía debido a sus similitudes (Fig. 5): -En grupos 11 y 12 aparecen hojas lanceoladas como en el de Torres. -En cuanto a las fotografías 16, 60 y 64 aparecen círculos o circunferencias enmarcados por cuadrados o rectángulos.

Fig. 5. Ejemplos de ladrillos visigodos del Museo Arqueológico de Sevilla. Fig. 3 Ejemplos de ladrillos visigodos de la colección Alhonoz.

Asimismo, estos motivos iconográficos no sólo están presentes en los ladrillos o placas de barro cocido, sino también en la arquitectura visigoda en piedra. Por ejemplo, véase el cimacio de San Juan de Baños (s. VII) (Fig. 6), o muchas de las piezas publicadas en algunos corpora de este periodo (24).

Fig. 6 San Juan de Baños, s. VII Fig. 4 Ladrillos publicados P. Palol. Del mismo modo, ocurre con las piezas publicadas por P. Palol (22) (Fig. 4), o con la

En resumen, se puede afirmar sin ningún tipo de problemas que esta pieza es un ladrillo o placa de los siglos III al VIII d. C., puesto que la decoración que presenta y las características morfológicas son muy similares a otras piezas

El Gallet fechadas en este periodo histórico. Ahora bien, resulta imposible precisar aún más la cronología porque carecemos de un estudio que realice una tipología o cladística de la evolución de los distintos ejemplares. Esperemos que en un futuro se proceda a la realización de un equipo multidisciplinar que permita esclarecer los interrogantes científicos que rodean a este tipo de piezas. NOTAS (1)

(2) (3)

(4)

(5)

Doz, José Ramón, ―Ladrillo y monasterio visigótico en Torres del Obispo: contexto histórico‖, El Gallet Nº 56.

10

(8)

Cf. San Nicolás, María Pilar y Ruiz Bremón, Mónica, Arqueología y Antropología Ibéricas, Madrid, 2012, p. 32.

(9)

Quiñones Costa, Ana María, La decoración vegetal en el Arte Español de la Alta Edad Media: su simbolismo, Madrid, 2002, pp. 29 y 38. Publicada electrónicamente: http://eprints.ucm.es/2389/

(10) Eliade, Mircea, Imágenes y símbolos, Madrid, 1999; Mefistófeles y el andrógino. Barcelona, 2001, p. 88.

Ubicación Casa Blasco. Cf. Loza Azuaga, María Luisa, ―Placas cerámicas con decoración en relieve de época tardorromana; a propósito de ejemplares fabricados en los territorios malacitanos‖, Crónica del XX Congreso Arqueológico Nacional (20. 1989. Santander), 1991, p. 415. Barral i Altet, Xavier, ―L´escultura arquitectónica i decorativa en els monuments religiosos de l´Antiguitat tardana Hispània‖, III Reunió d'Arqueologia Cristiana Hispànica, 1994, p. 42. Martín Duque, Ángel J., Colección diplomática del monasterio de San Victorián de Sobrarbe (1000-1219), Zaragoza, 2004, documento 27, pp. 4647.

(6)

Moreno Martín, Francisco José, La arquitectura monástica hispana entre la Tardoantigüedad y la Alta Edad Media, Oxford, 2011.

(7)

Caro Baroja, Julio, Algunos mitos españoles, Madrid, 1941.

(11) Cirlot, Juan-Eduardo, Diccionario de símbolos, Barcelona, 1988, p. 156. (12) Cirlot, Juan-Eduardo, ibidem, p. 131. (13) Cirlot, Juan-Eduardo, ibidem, p. 242. (14) Quiñones Costa, Ana María, El simbolismo vegetal en el arte altomedieval. La flora esculpida en la Alta y Media Edad Media europea y su carácter simbólico, Madrid, 1995, p. 111. (15) Cirlot, Juan-Eduardo, ibidem, p. 205. (16) Quiñones Costa, Ana María, ibídem, p. 577. (17) Martín Gómez, Carmen, ―Placas decoradas de época paleocristiana y visigoda, con inscripción del Museo Arqueológico de Sevilla‖, Museos 1, 1982, p. 41; y Sánchez Velasco, Jerónimo, Elementos arquitectónicos de época visigoda en el Museo Arqueológico de Córdoba: arquitectura y urbanismo en la Córdoba visigoda, 2006, p. 99. (18) Gómez Peña, Álvaro, ―Historiografía y metodología taurodérmica: nuevas

El Gallet consideraciones sobre su simbolismo en la protohistoria peninsular ibérica‖, Anales de Arqueología Cordobesa 23-24, 2013, pp. 11-34. (19) Cf. Blanco Freijeiro, Antonio, Mosaicos romanos de Mérida, Madrid, 1978; y Blázquez Martínez, José María, Mosaicos romanos de Córdoba, Jaén y Málaga, Madrid, 1981. (20) Ruiz Prieto, Enrique, ―Las placas cerámicas decoradas del Museo Arqueológico de Sevilla (MASE): morfología, iconografía y contextualización‖, Revista Clases de Historia Nº 286; pp. 28-33. http://www.claseshistoria.com/revista/20 12/articulos/ruiz-placas-museo.pdf (21) Castelo Ruano, Raquel, ―Placas decoradas paleocristianas y visigodas de la colección Alhonoz (Ecija, Sevilla)‖, Espacio, tiempo y forma, Serie II, Historia Antigua, 9, 1996, pp. 467-536. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?c odigo=149122 (22) Palol i Salellas, Pere de, Imagen del arte hispanovisigodo, Barcelona, 1979, p. 56, 99 y 115; Arte hispánico de la época visigótica, Barcelona, 1968, pp. 23-26, 46-47 y 237. (23) Ruiz Prieto, Enrique, Ibidem, p. 58. (24) P. e. Cruz Villalón, María, Mérida visigoda: La escultura, arquitectura y liturgia, Badajoz, 1985; y Sánchez Velasco, Jerónimo, Arquitectura y poder en la Bética occidental entre los siglos IV y VIII d.C.: la cristianización de las ciudades y del Territorio, Sevilla, 2012. Enrique Ruiz Prieto y José Ramón Doz

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Francisco Salamero recupera la memoria de la reina Constanza de Aragón Ángel Gayúbar. Torres del Obispo. Doctor en medicina, reputado ginecólogo y cirujano, profesor, miembro de la Real Academia de Medicina de Cataluña y autor de varios libros de su especialidad, el ribagorzano Francisco Salamero es también un apasionado historiador y divulgador de la realidad de la comarca de La Ribagorza y del antiguo reino aragonés. Estos últimos temas los aborda con amenidad y vocación pedagógica en su último libro, ―Constanza de Aragón‖, con el que se acerca a la apasionante y olvidada trayectoria vital de esta princesa que fue hija de Alfonso II –primer rey de la Corona de Aragón como heredero que fue de Ramón Berenguer IV y de la reina Petronilay de Sancha de Castilla y que, por su extraordinaria valía, sorprendió a todos sus contemporáneos. Mujer de extraordinaria belleza que rememoran las crónicas de su época, Constanza (1179-1222) era también reconocida como poseedora de unos vastos conocimientos y de una fina capacidad de intermediación, unas virtudes que, como recuerda el autor, «puso siempre al servicio de los pontífices romanos y los reyes de la Corona de Aragón». Estaba previsto que matrimoniara con el heredero inglés Ricardo Corazón de León pero, por razones políticas y de alianzas dinásticas, se casó con Emerico, joven rey de Hungría que falleció a los pocos años de los esponsales y dejó a Constanza viuda y madre de un pequeño heredero incómodo para los intereses de las élites del país que también falleció prematuramente. «Fue perseguida por su cuñado, el luego rey Andrés II, y tuvo que huir para refugiarse en Austria, con cuyos duques tenía lazos de amistad y parentesco, antes de poder regresar a Aragón al amparo de su hermano Pedro el Católico y elegir el monasterio de Sigena como domicilio habitual ya que lo consideraba como su auténtica casa puesto que allí residían su madre la reina Sancha, que viuda había profesado como monja, su hermana Dulce, también monja, y la reina María de Montpellier casada ya con el rey Pedro» explica Salamero. No obstante, la política le sacó de su retiro sijenense. «Por obediencia a su hermano y al

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