¿Le cree usted a cualquiera que dice ser artista?

July 17, 2017 | Autor: S. Cipollari | Categoria: Arte contemporáneo
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¿Le cree usted a cualquiera que dice ser artista?
Ma. Soledad Valeria Cipollari


Quisiera repasar un poco la situación del arte actual, como se me presenta a la reflexión en relación a las preguntas respecto a la condición del artista y a los procesos creativos. No es mi intención dar definiciones al respecto, sino plantear interrogantes y reflexiones que se suscitaron sobre estas cuestiones.

1. Sabemos, según Peter Bürger, que el status del arte ha mutado desde los años en que comenzó a tener autonomía de los sistemas político y/o económico. El arte se separó de la práctica ritual y los contenidos de los que se nutre hoy, han sido liberados de la obligatoria pretensión de aplicación social de la que venía haciéndose cargo hasta las vanguardias. Vivimos hoy una era de autocrítica, o compresión objetiva del pasado histórico que atravesó el arte hasta el hoy. Es en este estadio donde se evidencian los procesos de desarrollo del arte, en vistas de una nueva etapa de la historia.
El fin del arte se ha proclamado en varias oportunidades, pero el "fin de la historia", tal y como podemos pensarlo acerca del nacimiento de una nueva era en las relaciones entre las personas, con la des-auratización de la que habla Walter Benjamin, o acerca de la caída de los ideales que transforma a la humanidad, después de abandonada la modernidad, montada en el acelerado desarrollo tecnológico, nos deja hoy en el rincón, pensando en las pérdidas y las ganancias de hacer arte hoy.
Que el arte existe en nuestra vida diaria, no podemos negarlo, pero ¿habrán sido las mismas condiciones las que permitieron la supervivencia del arte hace un siglo, a las del día de hoy? ¿Sabemos distinguir en dónde "hay" arte, y en dónde un residuo industralizado concebido para el consumo masivo? ¿El fin del arte marcaría entonces el nacimiento de aquello de "cuando nada es arte, todo es arte"?
Bueno, podemos decir, a favor de nuestra época, que hoy en día el arte está "en todas partes" (o casi); que las vanguardias empezaron a sacar al arte de los museos y hoy cualquier persona en cualquier parte del mundo "civilizado" puede disfrutar del arte. Y digamos también, que esa es una de sus principales características: el "arte" hoy, es accesible a todo el mundo.
Y digo esto primero porque la concepción de qué es el arte ha cambiado, abriéndose la compuerta de museos y galerías, de salas y escenarios, para soltar sus creaciones a la calle. La vuelta del arte a la vida que buscaban los vanguardistas parece haberse dado de esta manera con mucho éxito; e inexorablemente esto también ha tenido sus consecuencias. De alguna manera, el mercado se "comió" al arte, que, insuflado de calorías extra, le devolvió esos bellos objetos de diseño que nos rodean en nuestra vida cotidiana.

2. Del carácter de "extratemporalidad" del arte se ha hablado largo y tendido, y no es específicamente el tema que nos compete en este artículo, sin embargo es justo recordar que la intención de "dedicarle tiempo al arte", tiene su momento de mayor libertad en la sociedad burguesa, que, como sabemos, históricamente, comienza a "rescatar" tiempo cotidiano del trabajo, para dedicárselo al esparcimiento del arte. En el siglo XXI ya las escuelas de arte son tan comunes, como las facultades de ciencias y derecho, y nadie duda de que el "arte" se enseñe, se aprenda, se juzgue, se califique, se critique, se "cure", etc.
Veamos otro aspecto. Si el arte tiene ahora el poder de llegar a más personas, es por que se han multiplicado los focos de creación: hay más artistas. Así como podemos suponer, que para los primeros cristianos, convertirse en "santo" era más fácil que en la modernidad, debido a la carencia de rigor (¿científico?) en su comprobación, así también, podemos asimismo pensar que en la posmodernidad, es posible asegurar que casi cualquiera puede ser artista. El artista es el nuevo santo en quien creer, y todavía, en algunos sectores, subyace la idea de que el arte es una especie de "salvavidas" de la vida cotidiana, que hay que preservar, enseñar, y bendecir. "Como si el arte fuese la santidad nuestra de cada día."

3. Se suele decir que en el arte "se cree o no se cree", tal y como se dice creer en cierto político o en cierto mito popular. Pensemos en el mentado relato que todo estudiante de arte conoce en torno al "yo también podría haber pintado eso". O ¿quién no ha escuchado o incluso pronunciado la frase "eso no es arte"? Se percibe una fuerte creencia casi espiritual aún de que el Arte (y no hablo del arteterapia en hospitales) puede lograr cosas maravillosas en aquellos humanos capaces de percibir esa "maravilla". Sino, no sería tan snob lo referido a tal o cual "artista famoso" y no convendría invitarlos a la mesa de los programas de chimentos o hablar de sus vidas en las revistas.
Hoy todavía se cree en el arte. Esto explica que aún habiendo cientos de otras actividades para hacer, el arte siga teniendo su público creyente, que lo mantiene vivo, como se lo mantiene vivo a Dios por la creencia de sus creyentes. Esto me recuerda a la apuesta de Pascal sobre la existencia divina, en la que termina concluyendo: bien, es mejor pensar en Dios, porque conviene, se saca más provecho en ello. Si creer en Dios, es creer en un "absoluto", ¿habrá entonces absolutos en el arte contemporáneo también? Quiero aclarar que no es mi interés responder preguntas, sino abrir interrogantes.

4. Contemplemos bajo esta luz a instituciones encargadas de "formar" (como si se pretendiese "crear", casi del barro), a artistas. La formación es un valor agregado al artista contemporáneo. Sin embargo, artistas sin formación artística formal ha habido siempre y en la actualidad. A la hora de comprar arte, ¿cuál sería el producto más atractivo, el del artista con formación formal o la obra del autodidacta? Creo que estaríamos de acuerdo en afirmar en que no son parámetros para determinar el valor de la obra. Entonces dejo abierta la cuestión sobre el valor relativo de la obra del artista "formado" y la del "no formado".

5. Se ha ido construyendo alrededor de la entidad "arte" un submundo de propuestas de todos los estilos, versiones de versiones, hasta "parasitismos" de corrientes históricas previas. Pareciera que el arte hoy es "inclusivo", en términos sociales, es aparentemente "independiente", y refleja, cada vez más, las subjetividades de una sociedad atomizada y mediatizada.
Pareciera que hoy nadie dudara de la autonomía del arte de otros círculos del hacer del hombre (como la comunicación, las religiones, la política, la educación, etc.), pero sin embargo nadie deja de hacer uso de ella: vemos a "La creación de Adán" pasado por Photoshop en un "Duty-Free" aeroportuario, oímos las "Cuatro Estaciones" en publicidades, el estilo "wharhol" está recontra usado en programas y filtros para fotografías, se cita a la cita de la cita tanto en cine como en teatro, el videojuego nutre al cine, el cine nutre al teatro, las "figuras de acción" tienen sus películas, los "cosplay" salen a pasear el animé a la calle, y las empresas de telefonía hacen dulce con películas, series y personajes de ficción.
Los límites entre el arte y la cultura de masas hoy son porosos y tienen mucho que ver con el "éxito" (o no) del arte en cuestión. Me arriesgo a pensar que ser un dibujante persistente, practicar y pasarse días enteros contemplando el fenómeno estudiado, no es garantía de que en el mercado esos dibujos sean más o menos considerados arte, si el posible artista no creyera en su trabajo, si el galerista no estuviera de acuerdo en su muestra, si la prensa no le diera lugar en su agenda, si el circuito no lo avalara, si el público no asistiera a contemplar los dibujos, si no comprase sus obras. Que si esos pasos no se cumplen, o se van cumpliendo al menos, en una escalonada garantía de existencia, esa persona que dibuja en soledad, no deja de ser un practicante, sea que dibuja por la técnica, por terapia o por placer. Hoy las motivaciones no importan, importa la manera de llegar a legitimizarse.

6. Y creo que por ahí viene una clave para comprender este fenómeno. A mí entender, lo que determina qué cosa es arte o no, en la fecha en la que escribo, es la estrategia de venta que tiene el artista o propuesta de artista en cuestión. He conocido a incipientes dibujantes incapaces de apreciar su propio trabajo artístico (trabajo no sólo como producto sino como proceso), mientras en el Caraffa se exponen manchas con firma. Sin defenestrar las manchas o la firma, me parece que es destacable el trabajo (sea cual sea) que ha hecho ese artista para llegar a un lugar de legitimación tal como el museo de arte contemporáneo provincial. Sobre la legitimidad de ese proceso de "auto-venta" no voy a profundizar, pero sí me parece que es la confianza, o la fe, en el propio arte (en el arte que hace uno mismo, en la institución arte, en el mercado del arte, en los consumidores del arte) lo que provoca esta religiosa insistencia en "hacer arte."

7. Seamos honestos: desde Duchamp en adelante tuvimos que admitir que cualquier bodoque puesto en un museo "debía ser" oficializado como arte. Después de él, el desfile de extrañezas puestas entre cintas de seguridad, rotuladas o exhibidas en el marco de festivales y bienales ha sobrepasado con creces la imaginación de cualquier antecesor al siglo que nos vió nacer.
Entonces me pregunto si, ante la pregunta "¿Cualquiera puede ser un artista?" no sobrevendría más bien la cuestión de saber si cualquier cosa puede ser arte.
¿Será que el arte y la pregunta sobre su ontología vienen antes de la definición sobre el "ser artista"? ¿Qué fue primero, el artista o su obra?
Y estaríamos tentando la posibilidad (maravilloso riesgo) de abrir una discusión acerca de la esencia y la función del arte que puede llegar a resultar demasiado extensa para este contexto.

8. Quisiera comentar un caso real y contemporáneo a la escritura de estas líneas. En el marco de la primer Bienal de Performance que organiza nuestro país, se presenta un trabajo ideado por un artista uruguayo, de nombre Martín Sastre, que consiste en hacer participar al público (la participación del público empieza a definir "lo que es" una performance) en la experiencia de "sentirse Eva Perón" por el lapso de un minuto.
Inspirados en la crítica del argentino (ex Subsecretario de Cultura, crítico e historiador de arte) Rodrigo Cañete (loveartnotpeople.org) con respecto a esta obra, no dejo de preguntarme:
¿Esto es realmente una performance? ¿No existe, como dice él "una narrativa externa", vinculada tal vez a un relato real, "performateado" por el folclore nacional, que vinculó la frase de Túpac ("Volveré y seré millones") con la histórica Eva Perón, en un acto público, político y masivo? ¿Cuál fue la performance entonces? ¿El hecho histórico real (Eva Perón hablando ese día), o la "reproducción" (aparente, superflua y "turística") balconiana de la acción de asomarse "a dar un discurso"?
Además me pregunto, ¿si no existiese la invitación a "sentirse Eva Perón" (como si realmente una invitación pudiera hacer "modular el sentir" del participante), el acto de asomarse al balcón, sería performático? Cañete, y yo, pensamos que sólo sería una "mini aventura" turística ("barato", "patético", dice él), arriesgada o no, de acuerdo al nivel de seguridad del salón en esos momentos (o si se distrajo el guardia, o si se deja vía libre el acceso al concurrido balcón). Esto sumado al "relato" de la "imitación" de la Primera Dama peronista, que adjudica "ficción" el hecho real de asomarse al balcón. Digo, ¿no sería menos pretencioso solamente proponer "asomate al balcón y mirá la Plaza de Mayo (como lo hicieron varios presidentes del país, y seguramente otros funcionarios públicos, a lo largo de la historia de la Casa Rosada)"? Eso sí sería performático. Y ahí sí, cualquier que se subiera a ese balcón, estaría haciendo performance. Es decir, una acción real. Y no "haciendo de cuenta que soy Eva Perón dando el discurso del 1ero de mayo de 1952", acción más bien "teatral". Digo, eso sería "justo" con el resto de la Bienal.

9. Otro punto que Cañete critica (en su rol de crítico de arte) es la "necesidad" de contar con un curador para dicha (¿pretensión de?) performance. Y aquí podríamos abrir otro debate acerca del rol del curador (y de su esencia y) en el arte del postmodernismo. Tengo entendido que la del curador es una figura relativamente nueva, "incorporada" en las últimas décadas por la industria/campo de las artes (visuales y más recientemente, escénicas) y cuya delimitación aún sigue sin definirse generalizadamente, ya que es un rol muy versátil y se asemeja al del puestita (histórico rol que nace con el teatro a la italiana que deviene en director de escena).
En lo personal tuve recientemente la experiencia de haber operado de "curadora", en la muestra de una joven pintora y autodenominada colorista, que expuso su primera muestra en una pequeña e incipiente sala de la ciudad de Córdoba, y para lo cual me invitó a participar. Mi tarea como "curadora" fue la de (o eso intenté): acercar al público a la obra y a la pintora, con una ambientación que se inspirase en sus motivos y que nos hiciese sentir "como en casa". Montamos globos de colores (la idea primera era pegarlos en el techo de la sala pero por motivos técnicos no resultó siendo de esa forma), de los tonos de los usados por ella en las pinturas. También elegimos que sonara una música "acorde" a las sensaciones que la pintora quería transmitir: alegría, unión, liviandad, belleza, felicidad, optimismo, juventud, juego, movimiento, acción, manchas, pintar. Entendimos todo eso como un "chill out" a los sentidos; por esto también ella propuso servir, en lugar de cócteles o vino, para el vernissage, licuados de frutas y crema. Así es que las bandejas de frutas acompañaban a cuadros que tenían títulos como "Frutilla", "Banana", "Cielo", etc. También propusimos trabajar sobre nuestra imagen: con los cabellos teñidos de colores, la sobriedad estaba en el vestuario que usamos el día de la inauguración. A la par, escribí una serie de textos, donde defino la palabra que da nombre a la muestra, escribo sobre la pintora y juego con los títulos de las pinturas.
Más allá del encanto y la relativa creatividad que me suscitó la experiencia, la verdad es que no encontré una "especificidad" en mi accionar; es decir, lo que yo hice fue "aceptado" como una tarea de curaduría tanto por la pintora, como por el galerista (el muchacho dueño del espacio), como por el público que circuló (académicos, entre ellos), y sin embargo creo que fue un trabajo que pudo haberlo hecho "cualquiera". No hacen falta estudios muy avanzados para hacer una relación entre colores (vale, un colorista conoce de tonos, pero algunos niños también). Sí sirve la experiencia. Y traigo a colación esto porque para este trabajo me "sirvió" de referencia lo que había visto y aprendido de haber podido tener la oportunidad de haber estado haciendo una pasantía en el museo Caraffa y de haber colaborado en el trabajo de curaduría de una de las muestras, "sugiriendo" y montando la puesta. Además había leído notas periodísticas, programas de estudio y comentarios en páginas de internet acerca del rol del curador (o comisario de arte, como le llaman en España). Pero, a decir verdad, insisto en que lo que yo hice lo pudo haber hecho casi cualquier persona con nociones de arte contemporáneo. ¿Esta primera experiencia me convierte "de hecho" en una curadora de arte? ¿O simplemente fui como un comerciante "vivo" que se aprovecha del nicho de mercado más redituable de explotar (aunque, en honor a la verdad, no haya percibido ganancias materiales de ese trabajo)?

10. Esta experiencia personal me da pie para seguir preguntándome sobre cuál es la especificidad del artista. No acepto un "hacer arte" por respuesta. ¿Qué es ser artista? ¿Qué hace a una persona X, ser artista? ¿Hacer arte sin más o contar con un compendio de técnicas y producciones que sean avaladas por lo que "el medio" establece como "artístico"?
¿Qué tiene que hacer un artista para ser artista y vivir del arte? ¿Es cuestión de encontrar un nicho en donde poder "vender" el arte de dicho artista? De otro modo, es decir, sin lograr vender el "producto" ofrecido, ¿aún así se considera eso arte y a su creador, artista?

11. En mi Trabajo Final de grado para la Licenciatura en Teatro de esta Universidad, escribí acerca del evento teatral como un recorte de realidad enmarcado en una "decisión" apriorística por los agentes de la poiesis, y que entra en convención mientras esta sea aceptada por el espectador. A grandes rasgos, en lo que se conoce como "teatro" entran en juego tres factores ("acontecimientos") que son: los creadores (los "poietés"), los espectadores o asistentes al acontecimiento teatral, y el acontecimiento por el cual esos cuerpos vivos se encuentran en un tiempo y espacio en común, llamado comúnmente la sala, pero que puede ser, como fácilmente entendemos, cualquier cosa. A este acontecimiento se le llama "convivial".
Quisiera comentar algo acerca del marco. Llamo marco al "encuadre" espacio-temporal, eventual, en donde se encuentra el objeto artístico en cuestión: un evento teatral, o performático, o de stand up, u otra forma de teatralidad posmoderna. Decíamos, al respecto, acerca del "marco" que la Bienal de Performance daba al evento de "estar en el balcón sintiendo (simulando) ser Eva Perón".
Me pregunto en qué medida es extensivo este concepto de marco, ya que a mí me resulta tentador pensarlo en relación a otras formas: un cuarteto de cuerdas, una proyección de un corto de David Lynch, una intervención de Minujín, un grabado, o un cómic…
El hecho de determinar un lugar y tiempo para enmarcar la obra, me lleva a reflexionar acerca del lugar del espectador en la determinación de saber qué es arte y qué no. Pienso, ¿qué es el o la artista sino aquel a quien el resto puede ver como artista? Si no existiese esta convención (a la que nos habíamos referido anteriormente con respecto a la compra de la obra), el artista en solitario, ¿sería lo mismo artista?
En mi trabajo de investigación planteaba un paralelismo entre la expectación de un evento escénico y la observación de un fenómeno físico destinado a ser "estudiado" científica o técnicamente. En tales condiciones de expectación, se hace necesario determinar parámetros que objetiven el suceso (como la posición en el espacio), probablemente ante la subjetividad del observador.
A saber, se define marco de referencia como un "conjunto de convenciones usadas por un observador para poder medir la posición y otras magnitudes físicas de un sistema físico y de mecánica". He aquí que la palabra convención trae a mis pensamientos la idea de que probablemente de lo que se carezca en la actualidad es de convenciones generalizadas con respecto a qué es el arte, y que aún perduren vestigios de formas anteriores, que funcionan como salvavidas de emergencia ante la falta de parámetros o medidas con las cuales estipular lo artístico. Y no es que esté proponiendo que deba haberlas, sino que vuelvo a encontrar una posible clave para empezar a responder preguntas. ¿Cualquiera puede ser artista? Bueno, eso depende del marco en que se contextualice a dicho "cualquiera". En ciertas circunstancias ciertos artistas pueden pretender serlo. Las condiciones tienen que ver con cierta adaptación casi evolutiva (la técnica), pero también con cierto "golpe de suerte". ¿Cualquiera puede ser (un) artista? Entonces podría pensarse que esa "profesión" es un fraude. Bueno, probablemente lo sea, pero depende en qué contexto se juzgue.







Bibliografía:
Bürger, Peter. "CAPÍTULO 1: TEORÍA DE LA VANGUARDIA Y CIENCIA CRÍTICA DE LA LITERATURA.". En La teoría de la vanguardia. Barcelona: Ediciones Península. 1974.
Cañete, Rodrigo. "FERNANDO FARINA 'CURA' UNA IMBECILIDAD DE MARTIN SASTRE EN LA CASA ROSADA DURANTE LA BIENAL DE PERFORMANCE" en Love art not people. – 2015. http://loveartnotpeople.org/2015/04/16/fernando-farina-cura-una-imbecilidad-de-martin-sastre-en-la-casa-rosada-durante-la-bienal-de-performance/comment-page-1/ (Consultado el 17 de abril de 2015)
Quiroga, Ariel., "MI RECHAZO A LA COSTUMBRE DEL MALDITO SOFÁ EN EL MEDIO". En Abel Quiroga: el teatro que hice, un compromiso con la vida. – 2012. http://arielquirogacompromisoconlavida.blogspot.com.ar/. (Consultado el día 17 de abril de 2015)

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Peter Bürger (1974). La teoría de la vanguardia. Barcelona: Ediciones Península. Página 62.
O en la pérdida del aura, que aleja al hombre de la obra, pero lo acerca al consumo de su reproducción mediatizada e industrializada.

También en términos de Bürger, cuando se refiere a su autonomía con respecto a otros sistemas sociales.
O su pregnancia en los campos de referencia populares.
Previo a ello se supone una creencia del propio artista en el valor de su propia obra.
Me refiero al museo provincial cordobés Emilio Caraffa, que expone en sus salas arte contemporáneo y contiene en sus bodegas la pinacoteca patrimonial de nuestra provincia.
Volveremos sobre la idea de "marco".
Se puede leer la crítica en:
Cañete, Rodrigo. "FERNANDO FARINA 'CURA' UNA IMBECILIDAD DE MARTIN SASTRE EN LA CASA ROSADA DURANTE LA BIENAL DE PERFORMANCE" en "Love art not people" – 2015. http://loveartnotpeople.org/2015/04/16/fernando-farina-cura-una-imbecilidad-de-martin-sastre-en-la-casa-rosada-durante-la-bienal-de-performance/comment-page-1/ (Consultado el 17-04-2015)
Al respecto, dice el teatrista Ariel Quiroga en su blog, en la nota llamada "MI RECHAZO A LA COSTUMBRE DEL MALDITO SOFÁ EN EL MEDIO": "Los "puestistas" en el teatro de prosa son algo así como el equivalente del "regisseur" en el teatro lírico: los encargados de marcar los desplazamientos de los intérpretes o los cantantes sobre el espacio escénico. En el mundo de la ópera llegar a ser un consagrado "regisseur" es un mérito enorme, por lo difícil que es lograr que esas moles de piedra con gargantas de ruiseñores, que suelen ser (o eran) las sopranos y los tenores, salgan de su acostumbrado estatismo para intentar algunos movimientos que simulen ser personajes reales, sobre todo en obras como "La bohème", "Cavallería rusticana" o "La traviata", en las que los sucesos del drama deben apoyar la música con el mayor realismo posible. A diferencia de la ópera, en el teatro de prosa se tiene (o "se tenía" en mi época) en muy poca estima a los directores escénicos definidos como "puestistas".". En http://arielquirogacompromisoconlavida.blogspot.com.ar/. Publicado el domingo 23 de septiembre de 2012, consultado el día 17 de abril de 2015.
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