Lectura de Cuadros de Pensamiento de Walter Benjamin

September 20, 2017 | Autor: Devanir Concha | Categoria: Walter Benjamin
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Lectura del "Cuadros de un Pensamiento" (Pensar en imágenes) de Walter Benjamín
Por Devanir da Silva Concha. Antropólogo, Estudiante Programa Doctorado de Estudios Latinoamericanos. Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad de Chile.

"En los terrenos de que nos ocupamos, conocemos sólo al modo del relámpago. El texto es ese trueno que después retumba largamente" (Walter Benjamin, Obra de los pasajes)

Prólogo
Sin tener conocimiento del autor, comencé la lectura del texto y me sumergí en un mundo, inicialmente, sin sentido pero que tímidamente supuse, en un acto de fe, que esos segmentos, pensamientos y cabos sueltos, me llevarían a un conjunto de sentido, un pensamiento coherente. Y ante esta confusión decidí leer los siete cuentos dentro de un subcapítulo con el mismo nombre del libro porque las primeras páginas me eran totalmente inconsistentes. Estos siete cuentos son: "A la muerte de un anciano", "El buen escritor", "Sueño", "Narración y curación", "Sueño", "La Neue Gemeinshaft", y "Rosquillas, pluma, pausa, queja, fruslería". En el cuento final señala lo siguiente. "Una serie de palabras de este estilo, sin conexión, sin contexto, son el punto de partida de un juego que goza de gran prestigio en la época de Biedermeister. Cada uno tiene que lograr ubicarla en el contexto convincente sin alterar su orden. La solución era apreciada cuanto más corta fuera el texto". Fue un momento de alivio en mi desesperada búsqueda de sentido porque sentí que invita al lector de hacer el ejercicio inverso para imaginarse – a partir de una frase lista o una serie de palabras inconexas – el hilo rojo que las una. Ejemplifica esto con el niño de doce años que construye un párrafo a partir de las palabras del mismo nombre del capítulo "Rosquillas, pluma, pausa, queja, fruslería". Crea una frase maravillosa y de la cual me hace sentido pensar el texto como un instructivo a través del tiempo por un alma encarnada en palabras, encerrado en el tiempo en forma de libro.
Buscando
En "A la muerte de un anciano", evoca – en una primera lectura – a la complicidad intergeneracional y que esta puede ser revivida solamente cuando el joven sea viejo el mismo. Esa complicidad que comparte, tal como llegó y se fue, un instante donde el todo llegó y se condensó en el momento vivido. En "El buen escritor" señala que ser un buen escritor es aquel que es fiel a su pensamiento, aparece en la escritura tal cual fue pensado, sin exceso y nunca excede a lo que propone y manifiesta en/desde el pensamiento. A mera realización del mismo, el proceso puro es lo que posibilita una materialización honesta, y es la búsqueda de ese que sería la tarea fundamental del escritor. En "Sueño" relata un descubrimiento de una pieza que es la misma desde la cual proviene. Es en un primer momento puede ser desconcertante pero también podría, en mi opinión, contener la idea de volver al origen, a lo originario, manifestado en un dejá vu existencial. En "Narración y curación" propone a pensar la palabra y la narración (oralidad) como una cura, como un trabajo terapéutico, que el hablar (se) sana heridas, a través de la narración estar en el "aquí y ahora". El narrar y hablar es un mantra que tranquiliza las turbiedades del alma inquieta. En "Sueño" (nuevamente el mismo título pero con otro contenido) es más compleja que el relato anterior con el mismo nombre. Se inicia con una escena que empieza en un carruaje y que llega a una estación donde son testigos a un juicio. Se traslada a una "expedición" siguiendo un arroyo mágicamente adornado y que era, según un guía, donde se mataban los suicidas. Y vuelve posteriormente a la estación, recorriendo un camino de porcelana, paralelo al arroyo. La escena final del relato aparece un niño harapiento frente al cual nuestro narrador, o vivenciador, siente la necesidad de darle una moneda y se despierta. Entonces, tratando de hacer sentido de estos pasajes sueltos considero que la estación de trenes es tránsito; de realizar un viaje, desplazamiento y/o movimiento. La porcelana indica fragilidad tanto al lado del arroyo como la porcelana que siente debajo de sus pies en el andén de la estación cuando vuelve. Esto relata, entonces, la odisea para poder llegar a destino, al origen. El penúltimo segmento llamado "La Neue Gemeinshaft" apunta señalar que el estado normal de los seres humanos es en realidad el estado de completa ceguera y que, en contraposición, debiéramos considerar la posibilidad de que lo anormal sería la puerta para la claridad y estandarte de la pureza del espíritu humano y, en última instancia, el anhelo por lo originario. El último segmento "Rosquillas, pluma, pausa, queja, fruslería" fue como una suerte de instructivo, o por lo menos actúo así para mí, que me indicó que hacer con los fragmentos precedentes. Construir una coherencia donde, aparentemente, no había ninguna. Y así me fui a leer el resto del libro.
Intermedio parcial
El origen, la verdad momentánea y el vínculo de sinceridad purificada entre sujetos, consigo mismo y con/mediante las palabras son elementos que configuran el pensamiento. El pensamiento como el instante bisagra entre lo trascendente y lo intrascendente; entre lo humano y lo divino (en lo humano). El pensamiento es aquel campo de la pureza, lo originario y "aquello no tergiversado" por el medio de la cultura; puesto ahí por el sujeto mismo; no corromper ese algo con el acto escritural es la meta máxima de un buen escritor. Este cuadro está muy vinculado con la noción de teología en Walter Benjamin y que los compañer@s vieron en la primera clase de exposiciones.


Recolectando sentidos
Su repaso por las ciudades (Moscú, Weimar, Paris, Marsella) es un intento de conectarse con el Ethos (carácter, personalidad) retratando las formas, movimientos y accionar de las mismas, buscando en sus entrañas situaciones discordantes y desafiantes a sus sentidos, y ese ejercicio de extrañamiento - bastante antropológico por lo demás -, es para iniciar una (auto)búsqueda de esa entidad concreta (la ciudad como producto humano o del mundo que le toca vivir, o sea occidental positivista) pero escurridiza,que se materializa en el momento; en el instante anhelado. Nápoles como ese mundo con una organicidad moral propia que trasciende ese orden preconcebido, aparentemente lógico y que, en el contraste, se desarma. Moscú como un mundo vivaz y movido por la eterna movilización entorno la supervivencia alegre. Los tranvías, mendigos, los niños ilustrados son algunos de los diamantes y almas con que se enfrenta para desentrañar, escrituralmente, las piezas de ese ethos - esencia o pureza - que busca. La ciudad de Paris como la ciudad de los libros pero también como la ciudad de las luces, y se descuelga de esto al hablar del espejo, como replicador de la luz, como forma de comprender o hablar con esa urbanidad y el disfrute del café con un diario en mano. La no originalidad y la frialdad de la ciudad alemana de Weimar es parte del ejercicio de contraste de extrañamiento inverso en el cual incurre Walter Benjamin.
La descripción, fragmentada, pero con cierta intencionalidad forman un cuadro con sentido y que, incluyendo paradojalmente el silencio, podemos (re)construir la ciudad o ethos. Todo esto como búsqueda de una matriz explicativa no en términos positivistas sino espirituales de alguien para, como hemos visto en clases, conectarse con una comunidad de sentido (tanto como una sensitiva como comprensiva) de efímeros fragmentos pero que son elementos totalizantes, explicativos en sí mismo.
El punto de inflexión, y el momento donde el autor se desplaza del mero tránsito fantasmagórico de la ciudad al goce es el capítulo llamado San Gimmigagno, donde también explicita la dificultad de nombrar las cosas o la vivencia. Ahí, con el capítulo Comer Higos frescos, inicia un viaje al sentido gustativo, de lo gastronómico donde nos presenta, tratando de evocar la vivencia, una "ecuación": voracidad + apetito = gula. Tratando de explicitar la pasión del placer del ayuno antes de comerse el bacalao y darse cuenta que el "hambre es el mejor cocinero". La capacidad saciadora de la sopa Borscht, la acogida de la prostituta con la magia de la comida y desafíos gastronómicos de la omelette de moras. Posteriormente, recorre en varios capítulos (Ciudad, Flores, Muebles, Luz, Gaviotas y estatuas) los elementos de la ciudad tratando, detalladamente, de desentramar los sabores de la ciudad que recorre.
Hay un segundo punto de inflexión, el capítulo de Desembalando mi biblioteca, que recorre y busca explicar la pasión del coleccionista por la clasificación como estos se anidan en una preocupación absorbente: el binomio orden/desorden. Este recorrido, con más claridad, aparece la idea de la labor detectivesca, de su experiencia reflejado en su escritura, de encontrar ese momento revelador (por ejemplo, el momento justo del amanecer). La situación orgásmica de la adquisición de un ejemplar de un libro como la máxima del detective del Ethos. Ese momento que está en el campo abierto pero invisible, mostrándonos que "el mejor escondite está a la vista" pero a años luz de nuestra comprensión.
Epílogo
Dice nuestro autor en algún momento que "la lengua es el medio al pasado" y que el escritor debe comportarse como un hombre que excava. Esto se une con el hecho de que su texto es, para mí, como un instructivo y extraigo las narraciones que me llamaron la atención, desde mi biografía, formando así propio mi pensamiento a partir de "Los cuadros de pensamiento" de Walter Benjamin. El arte de narrar es el provecho de la narración, sin pensar la información ni buscando explicarla, sino abrazando la palabra como posibilidad de sanación del alma.
Comer, omelette de mora, Ciudad, flores, muebles, luz, gaviotas, estatuas, desembalando mi biblioteca, breve teoría del escondite, desenterrar y recordar y no disuadir.
Esta secuencia quedó así:
¡Cuán dulce es el destello de sabores al saborear una omelette de mora! Como el baile de la ciudad en el amanecer, flores que abren sus ojos, muebles que salen a recorrer, luz sofocante y estatuas que tocan almas. Así me encuentro, desembalando mi biblioteca de sentidos en donde esa escurridiza y breve teoría del escondite me hace desenterrar y recordar que no debo disuadir al otro de seguir su sueño.
Es una búsqueda polifacética (detectivesca) y multidimensional (evocando) de un momento preciso, así como el surfista que busca la ola perfecta, de ese destello único; del preciso instante que amanece, y en donde confluye la energía explicativa de lo trascendente. Lo teológico como un instante "je ne sais quoi" que se enreda en tu alma.





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