Lectura de \"Prosemas o menos\", de Ángel González

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autoironía y la visión festiva de sí mismo . Como no falta tampoco la broma -más o menos acerada - a propósito de actividades próximas a su experiencia -la enseñanza , la Universidad , la crítica literaria , etc. Poemas como «Dato biográfico », «Oda a la noche » o «Así parece » constituyen , entre otros , una prueba del ánimo humorístico con el que el poeta goza present ándose . Aunque en sus primeras obras , Ángel González era propenso a mostrar una actitud autoconmiserativa , pasó por otra época de actitud autodestructiv a, para acabar con esta última actitud autoirónica y lúdica que se manifiesta entre otros , en los poemas mencionados . Lo dicho hasta este momento confirma la presencia constante y decisiva de la ironía en la obra de este autor. Es este el rasgo que impregna y da unidad a toda su obra , ya sea con intencionalidad testimonial , crítica , paródica o puramente festiva. La importancia de este aspecto ha sido destacada por Douglas K. Benson, al afirmar: [... ] la meta de su obra no es la captación de un contenido abstracto o programático sino el conocimiento de sí mismo y la transmisión al lector de sus experiencias sacadas del proceso. Sabiendo de antemano de una expresión romántica o exageradamente prosaica puede hacer que el lector disienta de su perspectiva , el poeta emplea estos elementos de una manera paródica para demostrar su conciencia de este peligro. 7

El mismo crítico señala con posterioridad que, a partir de Tratado de urbanismo, la ironía se complica con multitud de recursos que enriquecen el texto. Un complejo entramado de referencias , alusiones, connotaciones, etc., se alía con los procedimientos expresivos señalados anteriormente, para crear una rica red de relaciones, cuya base es el lenguaje coloquial sometido a una manipulación que lo reaviva. Expresiones coloquiales, refranes , dichos y frases hechas que se citan sin más o se someten a desautomatización en esta obra, glosas de textos literarios, canciones, etc., configuran, en conjunto, un lenguaje familiar para el lector convertido en cómplice, además de confidente, del autor. Se trata de un lenguaje poético moderno y renovador , su44/ANTHROPOS

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Lectura de

Prosemas o menos Francisco J. Díaz de Castro

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tilmente experimental y con una sencillez más aparente que verdadera. Porque Ángel González es un maestro del quiebro y un experto en manejar aquellas mañas de conspirador «adquiridas por el mero acto de vivir», elaborando, con la morosidad del artesano , un sólido edificio construido palabra sobre palabra . NOTAS l. El texto citado proc ede de la solap a de Pala bra sobr e palabra (Opera omnia) , Barcelon a Barral , 1972. 2. Miller y Rodríguez , Aproximación a Grado elemental en Archivum , t. XXVII-XXVIII , 1977-1978, Universidad de Oviedo, pp . 121-140. 3. Benedetti , Mario , «Ángel González frente a la realidad abrumadora », en Sobre artes y oficios, Montevideo , Alfa , 1968, pp. 230-231. 4. Vilumara , Martín , «Reseña de Palabra sobre palabra », en Si la píldora bien supiera no la doraran por defuera , vol. 1, año I , p. 181. 5. González , Ángel, «Prólogo a Poemas », Madrid , Cátedra, 1980, p. 22. 6. Sobejano, Gonzalo , «Salvación de la prosa , belleza de la necesidad en la poesía de Ángel González» , en Simposio Homenaje a Ángel González , Universidad de Nuevo México /José Esteban editor , Madrid , 1989, pp . 23 y 24. 7. Benson, Douglas K. , «La ironía , la función del hablante y la experiencia del lector en la poesía de Ángel González », en Hispania , vol. 64, n .0 4 p. 576.

Entre el amor y la sombra me debato : último yo.

En el poema «Final », que cierra la serie de canciones incluidas en Áspero mun do , Ángel González trazaba con su maestría incipiente la dialéctica de fondo de tod a su obra posterior : el constante debate del sujeto poético y de su palabra entre desengaño e impulso , entre la experiencia en el mundo y la pujanza del vitalismo. A Jo largo de su trayectoria desde Áspero mundo , Ángel González ha mostrado las múltiples facetas de su disidencia y de su rebeldía , la riqueza de sus recursos expresivos , las múltiples habilidades de su ingenio enfrentado a las trampas del lenguaje , la capacidad para enseñar a sus lectores la otra cara, la más sombría , del humor irónico y del sarcasmo . Lo que constituye su verdad como poeta, tanto más auténtica cuanto más contrastada en las piruetas de la forma expresiva o en las aparentemente fáciles bromas con las grandes palabras: esperanza , amor , felicidad, misterio, alma, infinito (cf. «Palabras olvidadas»). Desde la constatación en sus primeros poemas de la «aspereza » del mundo y también de las posibilidades plásticas y mixtificadoras del lenguaje («sólo soledad sonando », «lúbrica polinesia de lunares », etc.), en la escritura de Ángel González ha llegado a no resultar tan esencial enunciar grandes o sutiles afirmaciones , o dar cuenta de una biografía o de una historia circunstanciada, como esforzarse por descubrir los medios expresivos más adecuados en cada poema -«lenguaje de poema» Jo llamó Jorge Guillén- para comunicar al lector la peculiaridad intelectual y sentimental de una visión del mundo, a la vez acorde con las tendencias ideológicas de su tiempo y hondamente arraigada en diversas corrientes de la tradición. El poe-

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ta no tiene pudores cuando muestra las heridas abiertas en su conciencia por el paso destructor del tiempo y la historia de los hombres, y lo dice modulándolo en múltiples formas , desplegando ante el lector sus sarcasmos , sus quejas, mínimas o infinitas, y también las huellas precarias y nostálgicas de la experiencia de alguna forma de plenitud. Precisamente el hecho de que no importe descubrir nada que no sea verbal una vez constatado lo esencial del mundo y establecido el horizonte del desengaño, convierte esta escritura poética en juego de hacer versos al oído, estableciendo desde muy temprano la complicidad de un lector implícito al que se provoca con las ingeniosidades con y sobre el lenguaje cotidiano , con las referencias culturales precisas, sin provocarle a nada, engañándole muy poco, sin desvelar ningún secreto nuevo. Va creciendo, así, en la obra de Ángel González lo que son cada vez más sus rasgos distintivos, de visión y de expresión, hasta presentarse como formalismo desgarrado, como un patetismo contenido difícilmente por el distanciamiento que establecen el humor, los juegos de palabras, la paronomasia, la intertextualidad a menudo irónica, el asedio a la sintaxis. Sobre todo en la última época, a partir de Breves acotaciones para una biografía y de Procedimientos narrativos, la intención de desplegar los múltiples matices de la realidad a la luz de la discrepancia personal ya no se percibe de la misma manera ni por las mismas vías expresivas. El poeta de Sin esperanza, con convencimiento, Grado elemental y Tratado de urbanismo habla

cada vez más desde su obra como desde la experiencia cotidiana, acumulando afanes y consolidando el desengaño. Todo ello está muy precisamente formulado en tono menor en «A veces», que abre Breves acotaciones para una biografía: Escribir un poema se parece a un orgasmo: mancha tanto la tinta como el semen, empreña también más, en ocasiones. Tardes hay, sin embargo, en las que manoseo las palabras, muerdo sus senos y sus piernas ágiles, les .levanto las faldas con mis dedos,

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Ángel González con el poeta Luis Rius. León,

1984

las miro desde abajo, les hago lo de siempre y, pese a todo, ved: no pasa nada. Lo expresaba muy bien César Vallejo: «Lo digo, y no me corro». Pero él disimulaba.

En última instancia, la base de la elegía de fondo de sus poemas está tan clara que parece que de lo que se trata es de conseguir mediante la intriga formalista que el lector acepte la invitación a seguirle por cada nueva reflexión, a la vez distanciada y cercana. La visión de la realidad, el sentimiento de la nada están ya muy claros desde los primeros poemas. En «Mundo asombroso», de Sin esperanza, con convencimiento, por ejemplo, no queda mucho lugar para la sorpresa futura: En medio de la cruel retirada de las cosas precipitándose en desorden hacia la nada y la ceniza, mi corazón naufraga en la zozobra del destino del mundo que lo cerca.

Lo que forma la obra progresiva de Ángel González, y lo que le confiere valores nuevos en cada libro es el hacerse de los poemas sobre una filosofía de la existencia que varía muy poco. Los poemas son cada vez más ejercicio autorreferencial de procedimientos formales sobre actitudes sentimentales. Oscilación constante entre la burla cruel de ciertos valores o comportamientos y el desgarrado expresarse del dolor de estar vivo y conocer hasta el hastío la fu-

gacidad de todo. Lo que sucede en esta etapa , con el desapego, la displicencia , el deliberado prosaísmo del algún verso y el humor fácil que recubre lo elegíaco, es que el poeta establece sus objetivos en unos límites muy cercanos, siempre en el territorio de la experiencia o de las opiniones del sujeto que habla en el poema. Cuanto mayor sea la fuerza efectiva del t'exto en el ámbito de lo individual, mayor alcance puede adquirir en el de lo abstracto o en el de lo colectivo. Lo que hasta el momento es la última entrega de Ángel González, Prosemas o menos, tiene valor, sobre todo, como libro de síntesis de su mundo poético. El poeta dispone por separado los diversos aspectos temáticos de su obra, una vez más: poemas del tiempo en «Sobre la tarde»; paisajes líricos, que son otra forma de reflexión temporalizada en «American landscapes»; ácidas reflexiones sobre la religión y sobre la muerte en «Teoelegía y moral»; cuestiones de vida y poesía en «Diatribas, homenajes», la mayor parte también corrosivos; varios breves «poemas amatorios», y otros existenciales -más circunstanciadamente autobiográficos, en «Biografía e historias». La dialéctica de fondo de toda su obra -amor y desengaño- unifica todos estos textos, independientemente de su motivo concreto, y la mayor parte están basados en el juego imaginativo de palabras y en un humorismo amargo que tiene por base la polisemia burlesca o la parodia. Negro pesimismo frente a la vida colectiva: «Historia : escoria». Ecuación que resume mucho y bien ese mundo de horrores , violencia y soledad. No hay , sin embargo, alusiones políticas ni sociales importantes. Es más bien una queja reflexiva e intimista, existencial, la que da_lugar a la parodia y a la sátira -sobre todo la religiosa-, y también a la elegía, a la afirmación del sentimiento íntimo del amor a la vida pese a la precariedad de todo. La primera sección, «Sobre la tarde », lleva un título hasta cierto punto ambiguo, pues no son muchos los poemas de este libro, ni de los anteriores, en que el símbolo de la tarde no impregne de ANTHROPOS/45

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melancolía o de atmósfera de acabamiento el sentido de los versos, desde «Muerte en la tarde », de Áspero mundo, hasta las «Notas de un viajero», de Muestra.. . Por lo demás , ya no aparecen mañanas simbólicas como las de Sin esperanza, con convencimiento, en las que el mensaje político establecía un elemento dinámico de esperanza, ausente de los últimos libros. Aquellos versos, por ejemplo, de «El futuro»:

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El perro que olisquea la acacia desvaída ¿no es el perro de ayer, por desventura?

POESIA

[... ] mañana no será lo que Dios quiera. Mañana gris, o luminosa, o fría, que unas manos modelan en el viento, que unos puños dibujan en el aire.

Se trata, pues , de seis poemas de carácter abstracto y simbólico sobre el paso del tiempo. El protagonismo de la tarde establece un tono entre melancólico y amargo que propicia la queja metafísica. Son poemas organizados hacia un tipo de conclusión sentenciosa rotundamente escéptica o nihilista. La estructura cerrada potencia el tono filosófico de los versos finales. Así, por ejemplo, «No tuvo ayer su día» desarrolla esta queja sobre una serie de frases paradójicas intensificadas por el doble sentido -físico y religioso-- de algunos concep- . tos:

El poema siguiente, «Igual que si nunca», constituye una variación sobre el mismo tema, expresado con menos retorica. Mientras el primer verso plantea de nuevo la pregunta sobre el sentidó del ocaso -¿Es algo más que el día lo que muere esta tarde?-, la conclusión confirma por enésima vez, ahora en forma de admonición semejante a la del pulvus eris sugerida en el poema anterior , la aniquilación definitiva de la conciencia: Con banderas de humo alguien me advierte:

Su capitán el viento.

-Míralo todo bien; eso que pasa no volverá jamás y es ya igual que si nunca hubiese sido

Insomne pasajero de las sombras, yo me dejo llevar por sus designios, cantando alegre en la popa.

Ya desde muy temprano ayer fue tarde.

efímera materia de tu vida.

Amaneció el crepúsculo, y al alba el cielo derramó sobre la tierra un gran haz de penumbra .

Menos efectista y mediante la presentación directa de la oscura perspectiva de un sujeto fatalmente desesperanzado, en «Acaso» la ausencia de recursos retóricos destacables refuerza la desolación que expresan directamente las palabras del hablante, en la misma tonalidad moral de los anteriores. Apenas el énfasis que adquiere la pregunta final al otorgarse contenido semántico opuesto a la fórmula interrogativa «¿por ventura?», y el matiz degradativo de «olisquear», «desvaída», refuerzan formalmente el sentido negativo de estos versos:

Todo se carga de un misterioso sentido metafísico en este poema: el «firmamento tenue e incompleto» permite al poeta situar en el comienzo una duda -retórica, por otro lado- acerca de la caducidad: «-¿cifra de nuestra suerte?». Lo que percibe el observador -pájaros, relámpago, viento- son «imprecisas señales». La muerte simbólica del día, que se carga con el oscurecerse bíblico y con la referencia al miércoles de ceniza, despeja, negativamente, toda posible duda: A la hora del ocaso salió un momento el sol para ponerse y confirmó las sombras con ceniza. 46/ANTHROPOS

«El día se ha ido» y «Así fueron», forman otras tantas alegorías sobre la inanidad y la monotonía de los días percibidas por un sujeto dolorosamente desesperanzado. El procedimiento al que recurre ahora Ángel González es el de la metáfora: el día y la noche como perro y gato o tigre, loba y corzas malheridas, permiten desarrollar con alguna extensión el tema del dolor por el paso del tiempo. «Al fin, algo de noche», que cierra esta sección, sitúa la noche como el momento de un cierto relajamiento de la angustia de la nada . Es otro poema característico en el que la noche como nave surca las horas entre el miedo, los recuerdos y una cierta ensoñación , perseguida por la cercana aurora de la lucidez que desvanecerá esa «obra muerta de sueños». El poema culmina en una sarcástica referencia intertextual a la «Canción del pirata» esproncediana:

Me dicen que hoy es jueves[ .. .]. Salgo a la calle, y miro sin comp render. ¿Qué tienen esos rostros que no sea concebible cualquier martes?

La segunda sección, «American landscapes», la integran otros seis poemas en los que recrea diversas instantáneas americanas. Cuatro de ellos están situados en Albuquei-que, en distintos momentos del año -estío, otoño, invierno, noviembre- y todos ellos son crepúsculos. En torno al atardecer, de nuevo, algunos de estos poemas aportan perspectivas distintas a la de los seis anteriores. En las reflexiones abstractas de los de «Sobre la tarde» no hay ni una sola imagen que permita establecer la belleza de esa hora, pues pájaros, hojas muertas, viento alzado contribuyen en ellos a crear una atmósfera turbulenta y agitada que expresa el interior de la conciencia del poeta. En cambio , en estos crepúsculos situados en Albuquerque la nota predominante de belleza templa concisamente , y por un momento, la angustia de los poemas anteriores:

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negativa impregnando la belleza captada por el observador :

No fue un sueño, lo vi: la nieve ardía.

En «Crepúsculo, Albuquerque , estío» nos encontramos con una técnica metafísica que ha utilizado Ángel González con cierta frecuencia . En efecto, como en varios textos de Tratado de urbanismo, Breves acotaciones... , Procedimientos narrativos y Muestra ... - «Vals de atardecer», «Tango de madrugada», «La trompeta », «Canción para cantar una canción» , «Quinteto enterramiento ... », «Sonata para violín solo», «Reverbera la música en los muros» y «Estoy bártok de todo »- la metáfora de la música y el léxico a ella asociado permiten establecer en el texto a que me refiero un juego de dobles sentidos, asociado ahora al placer melancólico de una contemplación extática : ¡Sol sostenido en el poniente, alta polifonía de la luz! Desde el otro confín del horizonte, la montaña coral -madera y vientoresponde con un denso acorde cárdeno a la larga cadencia de la tarde.

Sin embar,g;o, junto a estos dos poemas coloca Angel Conzález otros en los que vuelve a alzar la queja. En «Crepúsculo , Albuquerque , otoño», la secuencia temporal fuego-ceniza sirve como base simbólica -y cromáticaen la descripción del ocaso y, a la vez, mediante la inclusión del símbolo bíblico de la serpiente, cobra sentido existencial. Algo misterioso que no es lo que los sentidos del observador perciben se impone a la belleza del paisaje: Un silencio de sombras se adelanta -frío reptil de cenizaoprimiendo la luz con sus escamas grises.

Igualmente, en «Rosa de escándalo (Albuquerque , noviembre)» , uno de los mejores poemas del libro, se sirve de símbolos privilegiados por la tradición literaria -en este caso los cuervos invernales y la rosa- para sugerir la efímera resistencia de la belleza a la inva-

El llamado crepúsculo ¿no es el rubor -efímeroque se siente culpable por todo lo que fue -y lo que no ha sido?

del día

Ese día fugaz que, igual que un delincuente, aprovecha las sombras para irse. Angel González recibe el Premio Príncipe de Asturias de la Letras de manos de S.A.R. Don Felipe de Borbón.

sión de la muerte. Una de las posibles sugerencias de este poema, también tradicional, por otra parte, es la comparación de las edades finales del hombre con las estaciones del año: en un dorado paisaje otoñal repentinamente desolado por la primera nevada se instalan unos simbólicos cuervos, agoreros y situados en lo alto como el de Poe, entre cuyos atributos caracterizadores se perfila el lexicalizado valor religioso, cuyo sentido ya aparece en «Sobre la tarde» y se despliega en «Teoelegía y moral»: Inquietantes, incómodos , severos, desde sus altos púlpitos marchilos increpan a la tarde de noviembre que exhibe todavía entre sus galas secas la belleza impasible de una rosa.

La disposición del sujeto ha cambiado, como es obvio, desde los años de Sin esperanza, con convencimiento , aunque persista un esquema descriptivo parecido. Decía el poeta en «El invierno»: Es increíble: pero todo esto que hoy es tierra dormida bajo el frío , será mañana, bajo el viento, trigo Y rojas amapolas. Y sarmientos .

Y ya lo advertía en Muestra ... : la esperanza -antes tan diligente- / no viene a visitarnos hace tiempo. Sin duda , la desesperanza que se instaló desde temprano en este universo poético sigue siendo la nota básica de la poesía última de Ángel González. Incluso en estos poemas paisajísticos hallamos la nota

«Playa de nudistas» , el último de estos poemas, tiene también una intención maligna que sirve para cerrar la sección con una nota sarcástica. El título sugiere múltiples representaciones pictóricas y poéticas de exaltación de la belleza física, de la luz y de la plenitud. Sin ir más lejos, y ya que Ángel González le rinde homenaje en Prosemas o menos pensemos en las sucesivas bañistas de Jorge Guillén, como estas del poema de Clamor, que no es precisamente el libro más luminoso de Aire nuestro: Sobre la playa de este mediodía, Arena o luz con oleaje denso, Al sol que es ya cruel un indefenso Casi-desnudo busca y se confía. La dama ofrece entonces su armonía De salud y hermosura en un incienso De culto al dios solar. (Y mientras, pienso Cómo yo a tanta fe respondería.) Siempre feliz , el cuerpo da señales De la atención muy tensa que los rayos Desde el cenit consagran a la hermosa. Inmóvil, ella acepta las brutales Caricias de este cielo como ensayos De un amor mitológico a una diosa.

En tremendo contraste con todo el optimismo y la sensualidad que emanan de este poema, y partiendo, sin embargo, de la misma demora en la exaltación sensorial y luminosa de los elementos corporales, Ángel González, en el extremo del barroquismo, vuelve del revés el signo de este tipo de poesía moderna, y establece la directa reflexión sobre la muerte, negro mensaje que determina las expectativas creadas en el lector por los poemas anteriores de esta sección: El sol, flagelo de la dicha, implacable golpea espaldas, vientres, ANTHROPO S/47

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muslos, cinturas, brazos distendidos e inermes, rostros que mansamente ofrecen la otra mejilla a sus golpes de fuego. Penitentes gozosos y desnudos, almas en pene , carnes en rosa y pubis, cuerpos resucitados del sepulcro del traje, se queman un instante casi eterno en la orilla inminente del Paraíso: el mar ya por los siglos de los [siglos, ola tras ola en vela siempre, siempre.

Y lo hace procurando deslizar conceptos que remiten al discurso cristiano sobre la muerte , la de Cristo o la del hombre -flagelo , la otra mejilla, penitentes , almas en pene , cuerpos resucitados, quemar a la orilla del Paraíso, por los siglos de los siglos. Así , el perspectivismo sarcástico se desarrolla lentamente en uno de los poemas que yo destacaría como más característicos del barroquismo en la última manera de Ángel González . Hasta el chiste fácil mediante la sustitución del esperado «alma en pena » por «alma en pene» tiene una función importante en este «lenguaje de poema », puesto que con su salida del tono aporta una nota degradada de chiste malo al perspectivismo sarcá_sticodel texto . El centro de Prosemas o menos -y la relevancia del lugar que ocupan no puede obviarse- lo componen las dos secciones más negativas del conjunto, que se complementan entre sí: «Teoelegía y moral», con diecisiete poemas, y «Diatribas, homenajes», con trece. Entre las dos, la mitad de los poemas del libro . Mayoritariamente sesgados hacia el desahogo, los sarcasmos y diatribas sustentan el tono general, al margen de algún poema de carácter intimista y elegíaco colocado entre ellos. «Teoelegía y moral», con esa composición verbal indiciaria de lo que hay de nostalgia imprecisa en esta escritura, es una nueva pirueta léxica característica. En todos estos poemas se advierte, más que la burla, que el poeta añade una perspectiva más a los temas básicos de la soledad y el desamparo esenciales 48/ANTHROPOS

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del individuo en el mundo mediante la parodia o la antífrasis del discurso religioso, como ideología y como experiencia de una educación deformadora, es decir, aquella estructura de creencias y valores del «acariciado mundo » imposible . Así , «Revelación» , es una recreación de aquella idea ingenua de Dios en parangón con la belleza y el placer de la música. La queja ya se daba en todas sus dimensiones en Sin esperanza, con convencimiento, a la sombra, tal vez, de Bias de Otero: Si esto es la vida, Dios, si este esto obsequio , te doy las gracias -gracias- y te digo: Guárdalo para ti y para tus ángeles.

(«Reflexión primera »)

Y se desarrollaba luego en notas sueltas , a partir de los primeros sarcasmos de Grado elemental: Pienso: La tarde muere, y mi mano escribe: la tarde muere. Ergo Dios existe.

(«Prueba»)

Sin embargo , en las obras anteriores de Ángel González no había mucho espacio para el tema religioso, al margen de algunas sátiras históricas sobre la Iglesia y algún verso aislado. De hecho , este apartado concentra por primera vez un número significativo de poemas religiosos, si bien es cierto que la impresión que se desprende de la obra anterior ,

por los indicio mencionados, es básicamente la misma. La nota dominante es el sarcasmo acerca de la Iglesia en la sociedad y una reflexión desconso lada acerca de la soledad metafísica del individuo. Respecto a e ta última, «Revelación» es bien explícito. Toda la belleza, la armonía y la elevación espirit ual que sugiere y puede prorncar la música recoge aquellos atributo de lo divino que, según propon e el texto. podrían aceptarse como positivo e idílicos. El poeta alarga la descripción. en términos que pueden llegar a er irónicamente hiperbólicos, incluso diría que paródica mente guillenianos : Escalas lumino sas ríenden puentes de firmamento a firmamento. fundan el poderío de la evidencia . Asombro. Es la verdad: ¡ Dios existe en la músi ca! (Cuatro compases más y aira vez solos.)

Naturalment e ese final que anima la efímera construcción de la belleza suprema como prueba de la existencia de Dios adquier e su sentido dramá tico en el contraste con la re olución. El procedimiento , por otra parte. ya había sido empleado en Muesrra ... , en el poema «Reverbera la música en los muros», que concluye igualmente aludiendo a esa capacidad de la música de crear un paraíso artificial. en e te caso aplicado irónicamente a la sencilla sensación de existencia del yo: Música que recha:an las paredes. Sólo soy eso. Cuando ella cesa Iambién yo me extingo.

Como colofón . un grado más abajo de ese descenso repentino a la conciencia de la soledad. el poema siguiente «Epílogo », culmina la gradación negativa con una especie de greguería en tono de humor negro: Cuando el músico guarda el violoncello en su negro sarcófago, el cadáver de Dios huele a resina.

En los poemas restantes perfila la figura de Cristo con una cierta compa-

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sión , en contraste con las grote cas sátiras de la Iglesia en la sociedad . Cristo aparece , en un poema ya antiguo que se incluye por primera vez en libro , «El Cristo de Velázquez », como un Banderillero desganado al que un derrote de Dios ha atravesado el pecho . Lo ingenioso del poema es la imaginación de la pasión de Cristo como un espectác ulo taurino , lo cual funda la sátira sobre el tratamiento de los temas del cristianismo por la Iglesia de masas. Lo taurino aquí sirve de elemento degradante , y los versos finales son una broma cruel y una distanci ada alusión al cuadro de Velázquez y quizá al poema de Unamuno: una aventura absurda, bella·y triste, que aún estremece a los aficionados: ¡qué cornada, Dios mío , qué cornada!

Igualment e, y de manera más sarcástica, el breve poema «Invitación de Cristo» remite a una visión de la última cena que redu ce al absurdo las palabras evangélica s, en una pequeña pincelada caracterizad ora de la opinión del poeta acerca de la realidad clerical: Dijo: Comed , éste es mi cuerpo . Bebed, ésta es mi sangre. Y se llenó su entorno por millares de hienas, de vampiros.

La paráfrasi s paró dica, otra técnica habitual de Ángel González, se halla en otros poemas , como «Eso lo explica todo» o «Palabras del Anticristo». Los restantes pertenecen al terreno de lo que en el título de la sección el poeta ha llamado moral , aunque en su mayoría son consideraciones sobre la muerte , elegías sobre el paso del tiempo y de las cosas, bromas y chistes tristes acerca de las mezquindades humanas. Esta sección, por otra parte , se abre y extiende a una considerable dosis de humor negro . Así, en «Diatriba contra los muertos» donde éstos ... se quedan quietos en los lugares más [inconvenientes, se resisten a andar, hay que llevarlos a cuestas a la tumba como si fuesen niños, qué pesados.

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tan frecuente en la poesía de Ángel González. Merecerían citarse , por ejemplo, «Ancha para el dolor » y «Por aquí pasa un río», ambos de Áspero mundo, o «Pájaro enor me , abres », de Sin esperanza , con convencimien to . En el texto al qúe me refiero se trata de una demorada y melancólica contemplación retrospectiva del paso de una vida .

Angel González con Susana Rivera en Oaxaca , México , 1986

El humorismo de estos textos extrema al máximo las técnicas habituale s de los últimos libros hasta llegar a constituir un repertori o de todas ellas, como sucede en «Máximas mínimas », donde el poeta incluye varias ingeniosidades sueltas, de meno s valor estético por sí mismas pero que contribuyen al tono degradado , destempl ado y provoc ativo que Ángel Gonz ález quiere dar a su libro . Así, antífrasis humorísticas basadas en la sustitución de palabras (Malaventurados los que aman / porque de ellos será el reino de los celos), desarrollos burlescos y minimizadores de máximas morales (La virtud paga. / En cambio, el vicio cobra) o citas literarias mixtificadas de acuerdo con su traslado a un contexto histórico distinto ( Gertrude Stein, siglo XVII / ... una rosa es una rosa fue una rosa) . De mayor categoría estética, con mayor alcance , encontramos algunos poemas como «Avanzaba de espaldas aquel río», «Deseaba una muerte , lo confieso» o «Finalmente». Constituyen algunos de los poemas elegíacos más hondos y de mayor alcance del libro , lo que coincide con su menor efectismo retórico y también con su menor distanciamiento irónico y satírico, aunque el lector está familiarizado de antiguo con algunos de sus motivos , lo que muestra, al menos en mi opinión , que no es siempre la novedad o la originalidad expresiva lo que determina el valor y el interés en los poemas de este autor. «Avanzaba de espaldas aquel río» es un hermoso poema elegíaco, en tercera persona, en el que el hablante se desdobla en la metáfora manriqueña del río ,

No ignoraba el mar ácido, tan próximo que ya en el viento su rumor se oía. Sin embargo, continuaba avanzando de espaldas aquel río, y se ensanchaba para tocar las cosas que veía: los juncos últimos, la sed de los rebaños, las blancas piedras por su afán pulidas . Si no podía alcanzarlo, lo acariciaba todo con sus ojos de agua. ¡Y con qué amor lo hacía!

Lo que destaca es ese avanzar de espalda s, consciente de la muerte pero desafiándola, lo que pon e de relieve la acumulación de elementos sensoriales en la descripción . Todo un paradigma sentimental de una biografía que difícilmente puede separarse de la del que así se expresa en estos versos . Demorada contemplación estética de la belleza natural que se va impregnando de la nota elegíaca que da el tono del poem a, el tópico del tempus irreparabile fugit, con la llegada del río al ácido mar de la muerte . Mirada enamorada , lamento esencial , natural , primitivo por lo efímero de la vida. Uno de los poemas más directos y también de los más tristes , en la línea de «Finalmente», la reflexión que cierra esta parte del libro : Al final de la vida, no sin melan colía, comprobamos que, al margen ya de todo, vale la pena . Poco de lo restante permanece.

«Diatribas, homenajes », está compuesto por varios poemas en los que Ángel González , continuando con los textos que incorpora a sus libros desde Muestra ... , pero con una dosis de humor negro y cierta crueldad de crítico, sitúa ANTHROPOS /49

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varias reflexiones sobre poetas y modos de entender la poesía. No menciona nombres, pero lo que dice permite identificar el tipo de poetas a que se refiere, un sector de la poesía más joven, más o menos novísima o veneciana. Ángel González exagera adrede los rasgos en los que no está de acuerdo, y hay más burla barroca que de argumentación, en la línea de «Oda a los nuevos bardos», de Muestra ... : «A un joven versificador», «Para ganar las cimas del Olimpo» y otros. No sólo esos poetas merecen sus ironías. También Mallarmé, o Juan Ramón, o el «viejo poeta incontinente», innominado pero que tiene varios candidatos, en el que de nuevo la nota de humor negro sobrepasa la crítica literaria para ser, en efecto , una diatriba: De aquella boca seca seguían fluyendo sin embargo sílabas que formaban palabras sin sentido. Nadie se extrañe: así -amarillas , fríascrecen las uñas de los muertos.

Los homenajes, en cambio, a Bias de Otero y a Jorge Guillén son otras tantas muestras de lectura cordial. El homenaje a Bias de Otero, en cuya obra el poeta encuentra muchos motivos con que identificarse, podría servir de documento para considerar unas relaciones literarias poco estudiadas. Más interesante aún resulta el dedicado a Jorge Guillén donde Ángel González asume la perspectiva guilleniana, uno de sus lejanos maestros. Probablemente es la lectura más clara, más profunda y comprensiva de Guillén que haya realizado un poeta de la llamada «generación del cincuenta». Si Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma fueron de los primeros en reivindicar la poesía guilleniana en años en que en nombre de un excluyente sentido del compromiso se negaba al exiliado autor de Cántirn, y de Maremágnum, la indudable grandeza de su obra y su importancia en la poesía española del siglo veinte, este poema tardío de Ángel González aborda comprensivamente el punto esencial de coincidencia con Guillén, que es el que sienta las bases y permite lo elegíaco en González -y también en el vallisoletano. Ángel Gon50/ANTHROPOS

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Angel Gonzflez. J. Mariscal.J. M. CaballeroSonald. CarlosBarral.J. Gil de Biedma.J. A. Goytisolo. EladioCabefiefo.M. Mantero.F. Ouii\ones. f. Brines.MarianoRoldán.ClaudioRodríguez. CarlosSahagún.R. Soto Vergb.

ediclón:antonio hernandez

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zález comparte, como ha mostrado a menudo , el placer de contemplar la belleza de la realidad y el de recrearla en sus versos, su capacidad de proponer sueños sobre la naturaleza de las cosas. Y es la disposición del hablante lo que pone, si no la belleza, sí el goce, el amor, la «afición», como diría Guillén: De quien madruga a verla, y no del sol, procede -aunque él no se lo crea- · la luz que ordena y fija el mundo en sus formas más bellas: Damas altas, calandrias .. . Vistas así las cosas, iluminadas por amor tan claro ¿cómo van a negarse?

Es curioso que gracias a la poesía de Jorge Guillén se propicie una especie de poética propia de Ángel González, ahora sin esa ironía que no es capaz de eliminar, tal vez por pudor o por temor al exceso de ingenuidad, de los textos en que expone sesgadamente su propia poética, como los de Muestra ... , y aun los de libros anteriores, como ha analizado exhaustivamente María Payeras. Entre el amor y la sombra, la segunda parte de las glosas desplaza la atención desde la belleza del mundo hasta la percepción más problemática de la temporalidad, que es la que introduce la peculiaridad estilística y de visión de Ángel González y que, por otra parte, no está tan lejos del Guillén posterior a los años cincuenta. González se mantiene en la visión de Quevedo, con la que también dialogó Guillén en Homenaje:

Contra un mundo fugaz, esquivo y raudo, que salta a su «seré» desde el «ya he sido», pupilas aún más rápidas lanzan dardos cerreros. Difícil blanco ofrece hoy la mañana: escorzo de cristal que pasa huyendo de no sé qué jaurías invisibles. ¿Un instante de iris? Rasga el aire el silencio y ... ¡Luz ilesa! He ahí la eternidad, en dos palabras.

Los poemas amatorios son más desiguales. Algunos de ellos como «Colegiala», o «Canción, glosa y cuestiones», están compuestos mucho antes de recogerse en Prosemas o menos. Más que profundizar en el amor, mucho más púdico ahora, incluso , que antes, se centra en pequeños brevísimos poemas que como dardos precisos aciertan en la nota sentimental. Así , la nostalgia del amor pasado, el desamor , la carta no escrita, la misma brevedad de la vida que pone angustia en el corazón ambicioso del amante, avaro de tiempo , como aquel magistral poema barroco de Muestra ... , «Inmortalidad de la nada ». Ahora, un breve poema , «Todo amor es efímero», cuyo efecto radica en el encabalgamiento del verso, resume con precisión el complejo sentimiento de amor y caducidad expresado en esta sección: Ninguna era tan bella como tú durante aquel fugaz momento en que te amaba: mi vida entera.

Con todo, un poema como «Carta» encierra de nuevo, como «Avanzaba de espaldas aquel río» los temas más decisivos de la poética de Ángel González. El poema se desarrolla más sobre el plano de la comparación que sobre el plano real, otra técnica compositiva muy propia de este poeta. De hecho, título y primer verso son sólo el pretexto para establecer de nuevo el simbolismo del río como la temporalidad de la vida humana: Amor mío: / El tiempo turbulento pasó por mi corazón. A partir de ese momento el río pasa a primer plano y da cuenta en el lenguaje figurado de esa forma de expresar el vivir y el sentir a que nos tiene acostumbrados Ángel González.

ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN

La última sección, «Biografía e historias», reúne una docena de poemas más directos. En realidad , lo que dice, en la consideración de la autobiografía, precisa mucho más los datos en primera persona. De hecho, los poemas de «Sobre la tarde» , pero también todo el libro, están centrados en la autobiografía poética y moral. Estos otros donde el yo poético se identifica todavía más con el del autor -que siempre en su obra ha estado presente , conjugando su perspectivismo con otros diversos y aun contrarios- , vuelven. repletos de ironías, a considerar vida y obra en conjunto. Así, el que abre la sección, «Pretexto», utilizando la técnica habitual de engaño/desengaño , en términos de Bousoño, es una nueva confesión sentimental envuelta en una especie de frialdad reflexiva, fiel reflejo de la estética de este poeta y de su generación: No fueron tiempos fáciles aquellos. Me amamant ó una loba. ¿Quién, si no ? Y o no tengo la culpa de haber bebido desde tan jo ven tanta sed de sangre, tanto deseo de morder la vida, tanto amor .

Otros, como «Así parece», sobre el realismo de que le acusan los críticos y la falta de Jo mismo que le achacan sus familiares, o sus relaciones dolorosas con la vida, en un desdoblamiento irónico, en «Vean Jo que son las cosas», que termina como una especie de epitafio melancólico-irónico: Si se hubiera portado de otro modo quién sabe qué clase de pasado me esperaría ahora. No quiero ni pensarlo. Ya me habrían matado los remordimientos, sin nadie a quien culpar.

Autoironías que en «Artritis metafísica» o «Menos mal que conservo el esqueleto» llegan a la deformación grotesca y sirven para contener, si no rebajar, el dramatismo, el sarcasmo y el nihilismo de poemas anteriores. Sin embargo, a pesar de ese distanciamiento 1romco de su propio discurso poético, palpita

ARGUMENTO

en estos versos la tensión entre el amor, la afición a la vida y la certeza de la nada. Con esa nota se cierra, precisamente, el libro, negativamente, entre bromas y veras, en una distanciada tercera persona que presenta en «Episodio último»: Sabía que era la muerte, y la aceptaba; suficiente, justo castigo de la vida, o acaso lo contrario: absolución final de todos sus errores.

Prosemas o menos es un libro lleno de amargura, de pesimismo, de negaciones. La ausencia de la reflexión propiamente política, unida al carácter generalizador del descrédito de la vida colectiva, puede interpretarse más como fruto del desengaño que de la frivolidad o el desinterés. Por otra parte, yo diría que Ángel González es un gran poeta más allá o a pesar de su ingenio verbalista. De hecho en muchos poemas el elemento simplemente ingenioso sirve sólo de arranque y pronto se va hacia el otro lado , más hondo y serio del testimonio personal. Incluso cuando en algunos finales de poema el juego reaparece levemente, poniendo una nota chillona y sardónica que, al menos a este lector así se lo parece, pone más de relieve Jo desgarrado y lo patético de la contradicción insoluble de la existencia a la luz de la nada. No faltan, por otra parte, las notas áe confesión sentimental ni los momentos en que la voz poética relaja su tensión formalista para dar paso al desnu-

do existencial. Son esos momentos de angustia por el paso del tiempo, de consideración de la muerte y de afirmación, sin embargo, de la plenitud del instante, siempre evocado desde un tiempo de soledad y de silencio. Desde un poema rotundo como era en Muestra ... «Inmortalidad de la nada» poco nuevo puede decirse sobre la vida, el tiempo y el amor, sino que la persistencia impúdica, leve y a la vez testaruda, ha sustituido compromiso, gozo y exaltación, que era posible hallar en diversos textos de los primeros libros. Hay dolor y certeza en la presencia constante de la nada, que se instala en todo el horizonte moral, creando un marco sombrío, un ambiente opresivo en el que el poeta saca a la luz sus vivencias y sus esperanzas. Precisamente esa oscuridad y la certeza de la nada es la que potencia el valor de una capacidad de resistir, de un vitalismo precario que se afirma, pese a todo, en años en que la juventud está definitivamente lejos. Irrenunciable aunque desengañada afirmación de la vida en poemas como «Reflexión de un mal día», que da el sentido exacto, en mi opinión, de Jo que el poeta quiere comunicar con esta colección de textos: Me pregunto por qué, a pesar de todo, no me decido a dejar este pobre escenario donde ya ni en el sueño son los sueños posibles. ¿Es por no abandonar a lo que amo? ¿Piedad por quien se quede sin nadie a quien herir, y sepa tarde que era amor su odio? Si ello es así, qué esperanza tan frágil me sostiene.

ANTHROPOS /51

REVISTA DE DOCUMENTACIÓN CIENTÍFICA DE LA CULTURA

Con la luz, con el aire, con los seres Vivir es convivir en compañía. Placer, dolor: yo soy porque tú eres.

J. GUILLÉN Aire nuestro 111,Homenaje

N.0 109 / 1990

Junio 1990 Ideación, editorial y coordinación general: Ángel Nogueira Dobarro Director: Ramon Gabarrós Cardona Consejo de redacción: María Cinta Martorell Fabregat , Esteban Mate Rupércz, Francesc Rogué Cerda , Jaume Rogué Cerda y Assumpta Verdaguer Autonell Producción y diseño: Joan Ramon Costas González, Inma Martorell Fabregat , Carme Muntané Triginer, Francisco J. Ramos Mena y Rosa Sala Codinachs Gestión y dirección comercial: Guillermo Losada Orue. Adjunto dirección comercial: Lluís Miró Grabuleda (profesorado) Ventas: Rosa Bou Santos , Elena Gómez Monterde , César Serrano Pérez , Yolanda Serrano Pérez (Delegación de Madrid) y Gabriel Ruiz Martínez (Barcelona) ©

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transmitidapor, un sistemade recuperaciónde información, en ninguna forma ni por ningún medio , sea mecánico, fotoquímico, electrónico , magnético, electroóptico , por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la

2 Editorial ÁNGEL GONZÁLEZ. POETA Y LECTOR: CREACIÓN Y ESTUDIO CRÍTICO DE POEMAS 19 Proceso de análisis e investigación ÁNGEL GONZÁLEZ 19 Autopercepción intelectual de un proceso histórico 19 Para que yo me llame Ángel González 29 Cronología de Ángel González 31 Bibliografía de y sobre Ángel González, por Susana Rivera 35 Argumento 35 Ángel González : un espíritu burlón, por María Payeras Grau 44 Lectura de Prosemas o menos , por Francisco J. Díaz de Castro 52 Recato y elegía, por Emilio A/arcos Llorach 55 Análisis temático: textos y notas 55 Crítica literaria y lengua poética de Ángel González, por Francisco Abad 57 El sentimiento elegíaco en la poesía de Ángel González, por Carmen Borja 60 Dimensión de la ciudad en la poesía de Ángel González, por José Ángel Cillerue/o 64 Laberintos: transcurso por las señas del sentido Actualidad y valor de la palabra poética Documentación cultural e información bibliográfica Informes y bibliografía temática ÁNGEL GONZÁLEZ En compañía de Ángel González (Sobre Áspero mundo), por Antonio Bernat Vistarini (1) La imagen poética de la experiencia: ironía y humor en Ángel González (Sobre Tratado de urbanismo [1967] y Muestra [1977]), por Enrique Baena (IV) Lo que pasa en Ángel González, por Francisca Mira/les Meliá (X) Un detalle sobre la partogénesis metálica en Ángel González, por Carlos Clavería (XIV) Tempus irreparabile fugit, por Ricardo Labra (XVI) En Madrid (New Mexico), por José M. Caballero Bonald (XVII) Colaboradores (XVIII) Selección y reseña (XIX) Noticias de edición (XXIV) Comunicación científica y cultural (XXVII)

editorial.

Approaching a City, 1946, de Edward Hopper. CUBIERTA;

Ha coordinado la preparación de este número María Payeras Grau, profesora de Literatura Española de la Universidad de las Islas Baleares. Agradecemos también la colaboración del Sr. Manuel Lombardero.

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