Letras de dos ciudades. Jornada Boreal V de escritores hispanocanadienses: Ottawa y Montreal

July 31, 2017 | Autor: M. Jiménez Kaiser | Categoria: Escritura Creativa
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Letras de dos ciudades

Jornada Boreal V de escritores hispanocanadienses: Ottawa y Montreal

Letras de dos ciudades Jornada Boreal V de escritores hispanocanadienses: Ottawa y Montreal © 2014, por Qantati eBooks www.revistaqantati.com, et al. eISBN: 978-1-927985-15-1

Qantati eBooks, 2014 www.revistaqantati.com 15 Kippewa Drive Ottawa, ON CANADA K1S 3G3 Edición dirigida por Gabriela Etcheverry Ilustración de la portada: “Subyacente” de Hugh Hazelton Ilustración contraportada: Jorge Etcheverry – Color: Luciano Díaz Ilustración de las secciones: Jorge Etcheverry – Color: Luciano Díaz Diseño de la portada, contraportada y diagramación: Luciano Díaz

ÍNDICE Introducción Jorge Etcheverry

4 Sección I Poesía

Tito Alvarado Morela Benavides Luciano Díaz Yolanda Duque Vidal Akiles de Castro Jorge Etcheverry Margarita Feliciano Hugh Hazelton Luis Alberto López Tomás Rodríguez Lady Rojas Ramón Sepúlveda Francisco Ucán Marín

9 22 26 48 52 57 76 84 91 98 111 132 142 Sección II Prosa

Luis Abanto Rojas Ricardo Camarena Castellanos Gabriela Etcheverry Norma Jiménez Kaiser Gloria Macher Sergio Martínez Diego Medina Creimer Luis Molina Ángel Mota Berriozábal Camila Reimers

154 160 164 173 197 201 219 224 228 234

Sección III Ensayo Alejandro Saravia Fernando Veas Mercado

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INTRODUCCIÓN UNA ANTOLOGÍA Y DOS CIUDADES

En el sur de la vasta geografía canadiense hay un punto de confluencia que es también frontera y pasaje: el tramo de viaje carretero de dos horas que une a la capital nacional, Ottawa, con la urbe franco cosmopolita de Montreal. Incontables veces, en automóvil o prefiriendo el bus o el tren, los autores que escriben en castellano de Ottawa y Montreal, en Ontario y Quebec respectivamente, se han desplazado ya por décadas de una ciudad a otra para recitales, encuentros y lanzamientos de obras. Al comienzo se trató de eventos ligados el exilio chileno, que trajo a Canadá una comunidad relativamente numerosa y un exilio literario. Vaya como ejemplo un temprano encuentro sobre “Literatura y realidad política” que se realizó en Montreal en 1979 y contó con escritores chilenos radicados en ambas ciudades. Años y décadas pasan, ese tránsito siempre permanente y mutuamente fructífero de los autores de habla hispana de Ottawa y Montreal, incluso ha incluido casos de cambios de residencia entre ambas ciudades. Bastante después, vendrían los encuentros realizados por el Taller Cultural El Dorado y la Red Cultural Hispánica en Ottawa. Los de El Dorado llevaron por título Boreal, el mismo nombre de la antología de poesía hispanoamericana en Canadá, a cargo de Luciano Díaz y Jorge Etcheverry (2002). En Montreal se puede señalar como hito importante la selección antológica de poetas hispanocanadienses de Hugh Hazelton, Latinocanadá, de 2007 y en idioma inglés, que ha tenido vasta difusión en lo que se puede denominar la corriente principal de la literatura canadiense. Además, salvo el primer Encuentro que se realizó en Ottawa y el cuarto en Waterloo, Montreal ha sido la sede del Encuentro de Escritoras Hispano-canadienses, sus críticos y editores que viene realizándose anualmente desde 2009. Esos son solo algunos ejemplos de las actividades y publicaciones llevadas a cabo ya por más de un cuarto de siglo en ambos lados de esta frontera o puente cultural. Si bien es cierto que los eventos literarios hispanocanadienses son más frecuentes en Ottawa, las publicaciones de autores hispanocanadienses en editoriales quebequenses son una realidad y la inserción de estos autores en el medio literario anfitrión, en ambos idiomas oficiales, ha sido mucho más

frecuente en Montreal, quizás por ser un medio que tiene más afinidades culturales con América Latina, habiéndose argumentado incluso que de alguna manera forma parte de esa región. Quizás, al vivir en Montreal, los autores tienden a sentirse parte del Quebec sin perder su idiosincrasia, y las similitudes, solicitaciones y mayor apertura de los espacios culturales ejercen un gran atractivo y brindan mayores posibilidades para estos escritores. En Ottawa, en cambio, con posibilidades de acceso más restringidas a un espacio cultural y un público lector hispánico reducido, se ha ido llevando a cabo un activismo cultural literario más o menos permanente y una actividad editorial literaria hispánica bastante sostenida. Si bien ambas actividades se han centrado en general en el idioma español, con la excepción de las sesiones del Taller Cultural El Dorado y su revista Alter Vox que han sido plurilingües, las publicaciones de obras de autores hispanocanadienses en idioma inglés no han estado ausentes. El historial de Ottawa como centro editorial de autores castellanógrafos en Canadá, iniciado con Cordillera, una editorial del exilio literario chileno que publicó libros bilingües, se ha visto aumentado por diversas publicaciones de varias editoriales. Como parte reciente y relevante de esta trayectoria podemos citar la publicación de Cloudburst (2013), coedición de Lugar Común y la University of Ottawa Press, compilada por Julio Torres-Recinos y Luis Molina Lora, una muestra antológica en inglés de la prosa hispanocanadiense, la primera en aparecer en Canadá desde un número de la revista canadiense Canadian Fiction Magazine de 1987 titulado Latin American Writers in Canada. El evento que dio origen a la compilación que presentamos en este libro nació de la sugerencia del colectivo editor de la revista montrealesa The Apostles Review. Esta iniciativa fue acogida por el Taller Cultural El Dorado y la Red Cultural Hispánica, y culminó en Boreal V, Encuentro literario OttawaMontreal, que se llevó a cabo en Ottawa, el 5 y 6 de abril de 2014. Los textos resultantes de este encuentro nos sugieren que quizás la literatura en castellano made in Canada es un nombre muy general, ya que en su asombrosa diversidad abarca no solo a autores y autoras exilados e inmigrantes —distinción en muchos casos borrosa—, sino también a diversas generaciones y a escritores novatos además de los que ya contaban con publicaciones en sus respectivos países. La producción de estos representantes de diversos países latinoamericanos y de España es un abanico impresionante de escrituras y temáticas en todos los géneros, que

van por ejemplo desde el texto intergenérico experimental al testimonio, pasando por la literatura infantil y la fantástica, y la poesía comprometida. Se trata de una literatura (o literaturas) en la que muchos de sus autores, además de escribir en castellano, lo hacen directamente en inglés y francés, o en ambos idiomas, o traducen su obra desde su idioma materno hacia una de estas lenguas oficiales de Canadá y a veces a la inversa, llegando en algunos casos al texto plurilingüe. No es raro que los escritores mantengan su vinculación literaria con el país de origen, como Argentina, Chile, Perú, México, El Salvador y Colombia. En este contexto, las obras pueden ser enfocadas por la crítica, el comentario o el registro como literatura nacional de origen, como producción de las respectivas diásporas, como una nueva literatura latina en Canadá, o como la expresión de una literatura “étnica” o de “menor difusión” respecto a la literatura canadiense de corriente principal. La muestra que ofrecemos en esta publicación electrónica, restringida a la fructífera relación cultural y literaria entre Montreal y Ottawa, nos entrega atisbos de esta rica diversidad de la literatura hispanocanadiense. Esperamos que sus lectores la disfruten.

Jorge Etcheverry --Regresar al Índice

I

Poesía

TITO ALVARADO de Reverbereos SHAMBALLA Una pálida aureola de leyenda, ilusorio deseo y probable imaginación rodean los secretos de este lugar borrado por la ira de los dioses venidos de Orión. En ese centro de ayer, indefinido entre montaña y desierto, no hay ruinas como mudo testigo, solo relatos distorsionados por la fiebre. Dicen que seis mil años hacia el ayer, se reunieron dos afluentes de humanidad, unos llegados de Orión y los que estaban allí. De su lejana noche perdida trajeron el mágico dominio de los materiales y la idea fija de que eran dioses. Los nacidos en este confín, con más luz en la mirada que saber hacer, abrieron su casa a las estrellas. Nadie podrá hoy alabar las cúpulas de sus altos edificios ni describirnos una sonrisa de su gente ni aportar el relato de un idilio entre seres de mundos tan distantes y sin embargo la idea de aquello posible ahí está intacta, esperando un nuevo siglo para volver a ser. De aquel día futuro ya tengo memoria, veo a lo lejos el irisado resplandor ~9~

de la cristalina energía que la protege. El diseño de este edén del todo en medio de la nada lo forman ocho círculos alrededor de uno central, tres avenidas circulares unen toda la ciudad, en el centro exacto donde confluyen únicas cuatro calles rectas se yergue el obelisco de fino cuarzo rosado, entre los edificios vemos jardines colgantes, En el mundo de entonces ni en el de ahora había tal asombrosa arquitectura de líneas doradas escapándose hacia el cielo y lugares por donde el sol entraba para quedarse. Allí no he visto piedras ni concreto ni aceros ni otros elementos que el tiempo carcome. Aquí todo es materia que no envejece ni hay lugares para exponer la miseria. Hasta Shamballa no llegan caminos y sin embargo de allí se puede ir a todos los lugares que la mente imagine. Once siglos duró la tranquila unión entre los de Orión y mis antepasados, un mal día apareció un iluminado que soñó que era Dios de toda la tierra. Qué hacer fue la pregunta, y en ese entonces, de la tranquila armonía, se pasó a la discordia y sus dilemas o se era esclavo de Dioses o se era libre de todo. El iluminado en su locura dio la orden, la energía que cubría la ciudad desapareció, primero fue el polvo del desierto, luego vino el frío de la montaña ~ 10 ~

y más tarde, la ciudad fue desintegrada por un huevo que vino del cielo. De aquel tiempo, de aquellas palabras, de aquellos sueños, de aquellas figuras no quedó nada, nada. Solamente doce barbados que investigaban en cuatro puntos, que no puedo revelar, salvaron algo de lo que fue. Por ellos Shamballa siguió creciendo en otras latitudes, pero ya nada fue como debió ser. Ahora yo sé que no hay imperio invencible ni hay sueño de dominio que no sea derrotado. Valen más mil Shamballas en la aureola de la nada que una en el dudoso esplendor de rodillas en tierra. SAMARKANDA Hace más de mil de años entré a su esplendor de puertas abiertas en el dorado de los sueños y cúpulas azules en comunión con las estrellas. Era yo un comerciante de sedas y portentos de oriente, llegué una mañana envuelto en polvo con la idea de vender algo y seguir viaje. Mis esclavos se ocuparon de los camellos y los detalles del resguardo de la carga, yo pasé la puerta ancha de entrada al misterio, en un arrebato de fascinación caminé y caminé hasta confundirme con su embrujo, dicen que desaparecí sin dejar rastro, yo sé que estoy aquí ~ 11 ~

recorriendo calles, traspasando puertas, integrado a las conversaciones de la gente o vibrando en los dorados destellos del sol que cada mañana nos despierta a otro día una octava más alto. Allí se vive, como en sueños, el misterio que emana de una taza de té: un tiempo en otro tiempo con las vidas de un milenio y la frescura del amanecer. FALLUJAH Con metales estridentes y bolas de fuego vienen los infieles armados de occidente, imberbes nacidos ayer a la civilización revestidos en dura piel de indiferencia, nos acosan con iras y derrumbes. Sus fuegos como rayos de mil soles nos queman el aire y los pulmones. Tocan casas, edificios, la sagrada mezquita y nosotros adentro. Bajo el ruido de bombas cayendo como bombas cayendo. Y nosotros, con las bombas, cayendo al oscuro fondo de la fosa. Ruido, llamaradas, polvo, escombros, sangre, ardores en la carne y lamentos. Luego silencio de muerte. Decorados de muerte. Hedores de muerte. Odios de muerte. Silencio de eterna muerte.

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Los dioses héroes bajo el peso de sus equipos, añorando el ocio del humo de un Marlboro o la pelirrubia para sus fantasías de perro endemoniado, En la cúpula, en los paraísos alfombrados, los más cerdos que ellos repasan las cuentas alegres del negocio. Nosotros aquí en este agujero sin nombre que es hoy Fallujah, sólo resistiendo. Muerto voy cubierto de ruinas, viendo morir, muerto estoy envuelto en fuego, humo y alarido, escuchando morir, muerto soy acosado por la sangre derramada, sintiendo morir. Ellos en su miserable vida de invasores sin más razón que sus metales ardiendo, refugiados en potentes máquinas voladoras, como ángeles del infierno, nos queman con sus decretos, acorazados en portentosos aceros rodantes, como empresarios del mal, nos flagelan con sus odios, guarnecidos bajo 30 kilos de utilería mortal, como abanderados del progreso, nos entregan las llaves de la tierra arrasada. Si resisto me matan, si no resisto me mueren. Las casas en el suelo, los edificios en ruinas, pestilencia, derrumbes, vidrios rotos, cráteres donde estallaron las bombas, panorama unicolor de la destrucción. Estas son las razones de mi canto.

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de Diez poemas para iniciar la audacia de intentar cambiar la vida, sin que ella nos cambie a nosotros; Poema segundo, canto V

V LAS TRISTEZAS DE UN DÍA PARTICULARMENTE TRISTE Para unos la tristeza es su propio yo emporcado en deudas, para otros es su estado natural de visión corta y días largos. En los casi siete mil millones de harapientos, aunque vayan bien vestidos, hay tristezas de falsa humanidad, de caras mirando para otro lado, de sangre inútilmente derramada, de inmorales triquiñuelas para ganar unos centavos más, de zopilotes anunciando la muerte del débil con arena en los ojos, de discursos escritos son sudor y sangre que borra la mala leche de los plastas, de la pequeña gente en su pose de grandes, de caminos cerrados a la creación. Cada cual lleva su drama con la mejor sonrisa. Cada cual vive su bajón con la grandeza que puede. Cada cual se siente a salvo hasta que ya es tarde para el palmetazo. Perder los ahorros, perder la salud, perder la vida. Perder su lugar bajo el sol, perder los sentidos en una borrachera. Perder lo mucho y poco en un incendio, perder la ingenuidad. Perder los pasos bajo la lluvia, perder la decencia de ser. Perder los sueños de la utopía, perder la esperanza. Tristeza cuando el cielo se cubre de tristeza. La vida me gusta mucho menos cuando me ataca el sistema con sus noticias de pudridero. Tristeza cuando veo a mis hermanos en la menos vida del trabajo duro. La vida es un trago amargo para los condenados de la tierra, embrutecidos por el pozo sin fondo de la miseria.

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De El Segundo libro de las preguntas

5 ¿Qué hay debajo de las piedras? preguntaba un cardo seco. Una piedra musitó a su vez: ¿Qué noticias traes del horizonte? Una abeja preguntó al viento ¿Quién tiene más flores en primavera, un manzano o un cerezo? ¿Por qué muchos árboles se desnudan en invierno? Se interrogaba una paloma. 73 Si el sol fuera un Dios, ¿reconocería a sus hijos en el trabajo? ¿De qué sirven las declaraciones en el papel, si no se respetan en la vida diaria? ¿Hay algo más conmovedor que un mar trigal mecido por la brisa? ¿Son más felices las ciudades que tienen jacarandas en sus calles?

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BALADA TRÁGICA DEL TREN FANTASMA

Eran dos personas encaramadas en un andamio a un costado de un edificio que antes, dicen, fue un polvorín, ahora estaba siendo transformado en departamentos de lujo, que serían vendidos en condominio. Esas mismas personas se enteraron que en el último piso se construirían cuatro penthouses, la vista era apoteósica y el precio de esa visión sería una nada para los pudientes y más que todo el sueldo que los dos obreros encaramados en el andamio pudieran juntar en cuatro vidas, trabajando de sol a sol sin gastar nunca un peso. Su única recompensa era que ellos fueron los primeros en apreciar esas vistas y que en ese trabajo, no tenían apuro, así es que hacían lo que hacían a un ritmo que les permitía conversar como lo pueden hacer dos amigos que intentan, por enésima vez, arreglar el mundo. Desde donde estaban estos dos pájaros de andamio, se podía ver el Río San Lorenzo, una parte de la Isla Santa Elena, que los adoradores de amos, habían rebautizado con el nombre de un Alcalde, cuyo mérito dudoso fue haber durado treinta años en el puesto y hacer construir un estadio que cada año aportaba nuevos gastos. Desde la azotea, donde ya se vislumbraba lo que sería el segundo piso de los cuatro pequeños castillos, se podía apreciar el viejo Montreal, el centro administrativo, los grandes edificios, el puerto, el Monte Real, las islas situados en el río San Lorenzo, el resto se adivinaba, pues hasta donde alcanzaba la vista se veían los trazos de la civilización. Era el principio del invierno, se necesitaba más ropa en el cuerpo, las mañanas comenzaban a ser frías, con algunos grados bajo cero, que luego subían hasta la insinuación de la tibieza. A eso de las nueve y treinta se descansaba un cuarto de hora, que en realidad era mayor, si contamos el tiempo que se ocupaba en descender al primer piso y luego ascender hasta el lugar de trabajo, diez pisos más arriba. El andamio, era de esos que subían o bajaban accionando, a ambos lados, un mecanismo electro-mecánico. Fue en uno de los descansos de las nueve y treinta que Antonio González escuchó de boca de su compañero de trabajo, Jaime Salazar, una revelación que le pareció de terror, más situada en el reino de la fantasía que en los dominios de lo real. En el decir de Jaime era una revelación que no admitía dudas, en el saber de Antonio era algo imposible. Lo pavoroso estaba en que ~ 16 ~

aunque pareciera delirante fantasía podía ser verdad −la locura humana parece no tener límites− era su máxima. Jaime, con cierto aire de misterio, antes miró para todos lados, como buscando una oreja indiscreta, se quedó un momento en silencio para escuchar si había un ruido anormal, dijo: hay un tren cárcel que se desplaza desde Halifax hasta Vancouver. En él trabaja un equipo selecto con lo más adelantado en técnicas de espionaje y tortura. Antonio puso cara de no entender nada, a tal punto que Jaime repitió lentamente cada palabra dicha agregando que ese tren no respondía ante otra autoridad que no fuera un equipo secreto dependiente del Ministro de Información, Antonio se atrevió a decir que en Canadá no había Ministro de Información. Sí lo hay, fue la respuesta de Jaime, es un ministerio clandestino y su sede social está en el tren que recorre casi todo Canadá. La conversación se diluyó cuando Antonio dijo −alucinante como verdad− Los detalles del trabajo de remover unas piedras y en su reemplazo colocar otras les pedían una concentración mayor, el tema quedó dando vueltas en la cabeza de Antonio. La primera impresión que le produjo a Antonio esta afirmación de Jaime, tan tajante como descabellada, fue que su amigo estaba loco. Pero bien sabía Antonio, por lecturas y experiencia, que el poder es un vértigo lindante en la locura. Esta certeza le sumió en la duda o estaba ante el triste espectáculo del horror de la locura invadiendo la mente de un ser querido o este le revelaba un secreto que le permitía acercarse al abismo de la sinrazón de los que toman decisiones en nombre de todo el país. Que fuera un drama imaginario salido de una mente febril, podría interpretarse como algo portentoso, si quien imaginaba lo escribiera para destinarlo a un público consumidor de fantasías, no era el caso, pues Jaime aseguraba como cierto cuanto decía, que ese disparate fuera real, producto de decisiones conscientes de personas tenidas por inofensivas, sanas en su juicio, demostraba que el drama era vivir en un mundo sin fronteras entre el terror real y el terror imaginario. Quizá esta fuera la señal de que la locura se había posesionado de quienes toman las decisiones que nos afectaban a todos. Admitir que Jaime estaba loco era negarse a aceptar la idea que el sistema represivo llegara a tales grados de perversión. Desechar la locura de Jaime significaba aceptar la locura del sistema. Esta locura, ya conocida y ~ 17 ~

desarrollada hasta lo inimaginable en ciertos puntos del planeta, indicaba que la fantasía siempre era inferior a la realidad. Con esta conclusión no le quedó más opción que aceptar la idea de que un Ministerio de Información funcionara en un tren, que también era un centro de acopio de datos y centro de operaciones encubiertas, escuela de inteligencia, centro de escucha y rastreo en internet con un carro exclusivo para la tortura, que también era gimnasio y cárcel. Este Ministerio rodante contaba con personal altamente calificado en sus respectivas especialidades, allí se trabajaba las veinticuatro horas, los turnos eran de doce horas durante tres días y tres de descanso, alternando turnos de noche y turnos de día. En este tren siempre se trabaja. Antonio continuó las labores de su oficio con su mente puesta en el significado de eso incalificable que le acababa de revelar Jaime. ¿De dónde viene esto de las cárceles como sistema de castigo, tan desproporcionado y antinatural? Imposible que sea tan antiguo como la organización humana, los primeros homínidos no podían ocupar tiempo en mantener otra gente encarcelada, en la esclavitud era preferible el castigo drástico de azotar o crucificar a la gente, los que eran derrotados en una guerra pasaban a ser esclavos del bando ganador. Eso terrible llamado cárcel debió tener sus orígenes en algún momento de la edad feudal, ha tenido un leve desarrollo hasta llegar a lo que es en nuestros días, una solución que no soluciona nada. En esencia este castigo responde a un remanente ideológico que representa la edad feudal, como ciertos reinados, que son un gasto tremendo, sirven solamente de adorno, son un lujo de neutrales. Poco antes de las doce Antonio dijo una frase que su compañero no comprendió de donde venía −hay lugares terribles que hacen de cárcel, en realidad son lugares de olvido peores que lo que se pretende castigar. El amo azotando a sus esclavos− Jaime miró su reloj y dijo que era hora de bajar a comer. Una vez instalados en lo que para ellos era un comedor al aire libre, siguieron el tema. Antonio interesado en ver hasta dónde llegaba la capacidad de ponerle misterio a una información que conocía solamente en forma general. Para Jaime eso era un detalle en el que no se detendría, nunca había estado en esa cárcel ni dijo como se había enterado del asunto. La media hora pasó más rápido que otras veces. Alrededor de las cuatro de la tarde Antonio llegó a su casa, siguió el ritual de todos los días, bañarse, ~ 18 ~

tomar un té, hablar con Mercedes, resumirse mutuamente las peripecias del día, ir a su escritorio, anotar lo que le pareció lo más relevante, chequear lo que debía hacer el resto del día. De su libreta de apuntes, que gentilmente me cedió, copio, tal cual, sus notas del viernes 10 de noviembre, se entiende que los nombres son ficticios, las fechas también, así como el lugar de la revelación. De ser cierto esto espeluznante, no quisiera viajar en calidad de preso anónimo en ese tren que no está registrado en ninguna parte: “ hoy Jaime me contó una increíble historia acerca de un tren fantasma que recorre Canadá desde el Atlántico hasta el Pacífico. Según él, se trata de un tren en el que funciona el Ministerio de Informaciones, que no sé si tiene carácter secreto por la naturaleza de su misión o es simplemente ilegal y por lo tanto debe actuar en las sombras. Este Ministerio en las sombras es un Ministerio rodante, cuenta con el personal estrictamente necesario y el debido arsenal de guerra, que no son solamente ciertas armas, es todo un sofisticado sistema de comunicaciones y procesamientos de datos. Este tren es el centro neurálgico donde se recoge y procesa toda la información necesaria al mantenimiento del poder. Tiene cinco secciones con nombres que no corresponden a las denominaciones corrientes para la burocracia canadiense: la primera se llama Agencia de informaciones, se ocupa de recibir información proveniente de diversas fuentes de cada ciudad o punto de su interés, agrupadas en tres temas: la científico-técnica, la política y la social, allí la procesan y entregan los resúmenes a determinadas personas, que ni siquiera saben de la existencia de este tren; la segunda se llama Servicio de atención al público, son los agentes encargados de cumplir misiones especiales como eliminar una persona o montar un escándalo para sacar a alguien del camino; la tercera sección se denomina con una sola palabra: Promotora, su personal se ocupa de desviar la atención sobre algún asunto espinoso, organizar acoso a determinadas personas o instituciones, montar presión psicológica, promocionar ideas en pro o en contra y lavar o enlodar imagen; la cuarta sección se ocupa de la Logística y por eso se llama de igual manera, su misión es que en el tren no falte nada ni nadie, también se encarga de la agenda de trabajo del tren, es decir en qué ciudad se detendrá y cuánto tiempo ha de permanecer allí; la quinta sección tiene un nombre que denota el grado de locura de quienes allí trabajan, se llama Instituto de altos estudios psicosociales, se ~ 19 ~

ocupan de todo lo relacionado con el vagón cárcel, incluido el trabajo de hacer desaparecer al desdichado que se murió en una jornada de tortura, a los que no mueren los dejan tirados como locos en cualquier ciudad con un agente que le hace un seguimiento por si aparece una sorpresa y no queda otro recurso que eliminarlo, son los que están al día en las técnicas de tortura y reciben formación en el uso de las últimas novedades en tecnología para recoger información y diseminar contra información. Es cárcel para cierto tipo de presos que no tienen proceso, se les apresa, se les mete en el último vagón de ese tren, se le aplican torturas especializadas, no con la intención de sacarle información, sino con fines de estudio, esto significa que además de ser cárcel es una escuela de futuros torturadores y de agentes de la secreta. El tren fantasma cuenta con veinte vagones, cada uno con su especialidad desde las oficinas del ministerio hasta el centro de torturas y la cárcel, pasando por el dormitorio, el comedor, la sala de entrenamiento, que cuenta con sauna, el vagón con el centro de comunicaciones, un cine y una biblioteca que nada tiene que envidiar a las bibliotecas normales. En resumen este tren es un mundo aparte del mundo, se dedica a recoger y procesar información, para evitarle al poder sorpresas desagradables, quita del camino a los potenciales huesos duros y pone en marcha estrategias de comunicación con la intención de mantener en el poder a los mismos de siempre”. Yo que he leído varias veces estas notas, bien pudiera tomarlo por un delirio, producto de una mente afiebrada. Asegurarlo sería muy simple y respondería a una característica primaria del ser humano, no ver lo obvio. Al terminar este pensamiento caigo en la cuenta que la locura es lo que mueve el mundo. Hay que estar loco para ver más allá y atreverse a salirle al paso al infortunio, hay que estar loco para creer en lo que no tiene otro fundamento que el darlo como verdad, hay que estar loco para tener como guías a personas que a media tarde no se acuerdan de lo que dijeron en la mañana, esto solamente hablando en el terreno de las personas que a diario podemos ver, pero si se trata de personas más mito que personas sólidas, la locura es mayor, cientos de miles de personas que se esmeran en ir a ver a un señor viejo, que apenas camina pues le temblequean las extremidades inferiores, verlo es un drama, pero mayor drama es ver el fervor de la gente creyendo que ese tembloroso señor es enviado de Dios. ~ 20 ~

En este mismo instante hay varios cientos de millones de personas que están sufriendo las consecuencias de actos de avezada locura de los pocos que controlan su propia gloria. Ante las evidencias no me ha quedado más remedio que reprimir mi asombro por lo contado por Jaime y resumido por Antonio. En estos confines de la vergüenza humana, bien puede ser todo un invento para incautos como yo o puede ser una terrible verdad: el poder tiene un tren fantasma, que recorre el Canadá, de un océano al otro, dejando en las ciudades que toca su secuela de dolores y soluciones para mantener como eternas, las verdades establecidas. Ya no se sabe cuál de estos dos vértigos, el poder o la locura, embriaga más. La locura ha reconocido todos los sueños de poder, el poder ha reconocido todas las locuras. Que ahora alguien invente este asunto pudiera significar que la fantasía ha logrado superar la realidad. Pero lo peor de esto es que el poder no reconoce lucidez y bien puede servirse de este tren fantasma, que si no está ahora mismo pasando por algún punto del mapa de Canadá o estacionado en alguna ciudad cumpliendo su terrible misión, ya está la idea en alguna carpeta a punto de ponerse en marcha. Ahí afuera nieva, los días se alargan, llegará de nuevo la primavera con su carga explosiva, los problemas continúan su rumbo hacia una solución o un arrebato de locura colectiva en que la gente en la calle, sin burocracia, ejercerá su poder soberano y dictará sus leyes de asalto al cielo, en este instante, por venir, el tren fantasma se detendrá para siempre.

Tito Alvarado. Poeta, ensayista, periodista, conferencista, promotor cultural, organizador de sueños posibles y sobre todo, defensor de causas perdidas. Nació cuando el mundo era otro, al sur, en un pueblo chico. Ha recorrido caminos, conocido gente y visto de todo, que ya de nada se asombra. Ha escrito muchos libros y publicado 25, ha sido traducido al inglés, francés, sueco, alemán, portugués y ruso. Actualmente es Presidente Honorario de Proyecto Cultural SUR Internacional, miembro del equipo de Coordinación del Festival Internacional de Poesía: Palabra en el mundo y miembro del Consejo de redacción de Utopía Roja. Cree en el ser humano. Sobrevive en Montreal. --Regresar al Índice ~ 21 ~

MORELA BENAVIDES NADA SERÁ IGUAL SIN TI… Tú que nos das todo. Nos das el aire que respiramos Los alimentos, las medicinas, Todo lo que necesitamos y muchos más… Todas las especies que viven en ti, te lo agradecen y viven en armonía contigo. Salvo una especie… Que te estropea, a pesar de ser la que saca más provecho ti. Te usa, te ensucia, te contamina, te invade y te asesina lentamente Propagándose como una enfermedad, que hace metástasis en todo tu cuerpo. A pesar de ello… tú sigues bendiciéndola, dándole todo lo que necesita, como una madre abnegada que cuida o mejor dicho, que malcría a sus hijos. ¡Pero hasta cuándo! ¿Hasta cuándo soportarás todos esos maltratos? ¡Todo tiene un límite! II O te defiendes o colapsarás Y tú lo sabes muy bien cómo defenderte… Porque físicamente no resistirás tantos maltratos y abusos… ¡Todos merecemos ser tratados con respeto y consideración! III En mi limitada capacidad humana, solo logro ver algunas soluciones de lo que podría pasar… Y honestamente no sé si hay más posibilidades…

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IV O tomamos conciencia y cambiamos nuestros hábitos por unos que no te malogren O tú nos destruyes en legítima defensa O ambos colapsamos y desaparecemos... O solo uno, de nosotros dos sobrevivirá… Si tú sobrevives y nosotros desaparecemos, el problema está resuelto, tú sanarás con el tiempo… Si tú desapareces y nosotros sobrevivimos… Lo único que tengo claro, es una sola cosa… Podemos mudarnos a bases espaciales y vivir allí. Pero es seguro, que nuestra vida nunca será la misma… No tendremos nada de lo que tenemos ahora… Podremos guardar fotos, recuerdos, de lo que una vez existió, pero nunca será igual que estar ahí… V ¿Qué hay de tus magníficos e irremplazables paisajes? ¿De tu imponente y majestuoso océano? ¿De tus diversos e interesantes ríos y lagos con sus formas y colores particulares? ¿De tus vastas, enigmáticas y variadas selvas? ¿Del amanecer y del ocaso visto desde cualquier playa, montaña, o lugar del mundo? VI ¿Qué hay de nuestra historia que se encuentra guardada y oculta, para ser siempre descubierta, sobre tus rocas talladas, pintadas y han permanecido ahí por miles de años? ¿Qué hay de todas las antiguas construcciones, edificaciones, esparcidas a través del mundo, recordándonos lo que una vez fue?

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VII ¿Qué hay de tus ruinas romanas, la ciudad de Petra, Tikal (Guatemala), Meroe (Sudán), Karnak (Egipto), Machu Picchu (Perú), Teotihuacán (México), Tihuanaco (Bolivia), Pirámides de Giza (Egipto) entre muchos otros lugares, donde nuestra historia se esconde en sus recuerdos… Simplemente sin ti, nada será igual… VIII No importa si uno vive en el continente de África, América, Asia, Europa Oceanía o la Antártida Tampoco importa el credo, color de piel, educación, idioma, cultura, etnia o nivel social IX Lo que importa, es que el mundo comprenda, que las guerras, las injusticias… todo eso, es causado por el egoísmo humano y lo podemos corregir al comprender que el bien común es el bien de todos… X Lo importante es… Que a pesar de todas esas diferencias… Todos los seres humanos tenemos una sola casa en común que compartimos. En ella hay un lugar, para cada uno de nosotros. XI Lo más importante es… Que debemos protegerla, cuidarla a cualquier precio. Tenemos que hacer algo para evitar agredirla, como lo hemos estado haciendo hasta ahora.

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XII Hay que agradecerle, cuidándola, amándola por todo lo que nos da. Porque todo, absolutamente todo, se lo debemos ella. Le debemos hasta el aire que respiramos Todo se lo debemos, a nuestra madre tierra. Ella solo pide que la trates con respeto y la ames como nunca has amado a alguien Porque se lo debemos… A cambio, ella continuará dándonos todo lo que necesitamos para vivir. Pero tenemos que cambiar nuestra manera de pensar, por una menos egoísta. De lo contrario sufriremos las consecuencias… Cuando destruimos a nuestra madre tierra, estamos exterminando nuestra propia especie. Si el planeta está en buenas condiciones, las próximas generaciones podrán disfrutar de él.

Morela Benavides. Desde niña escribo y soñé con ser una escritora. Desde entonces lo hago. Nací en Caracas, Venezuela. Soy Abogado. Trabajé en el área legal por casi 20 años, hasta que me retiré en el 2011, año que emigro a Canadá a raíz de la compleja situación que atraviesa mi país y me establezco en la ciudad de Montreal. Fue una época difícil y en mis tiempos libres me sumergí en la investigación, la lectura y la escritura. En del año 2013, publico mis dos primeros libros, una novela titulada Secretos revelados (Trilogía) y unas colección de cuentos inspirado en historias reales, reunidas en un solo libro titulado Cuentos para no dormir. Mis libros se caracterizan por ser de suspenso. Visita mi página web www.morelabenavides.com y en la pestaña de obras, hay un link donde puedes leer algunos de mis trabajos gratuitamente y puedes participar votando y comentando. La historia que tenga más votos será mi próxima publicación. --Regresar al Índice

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LUCIANO DÍAZ RECUERDO La memoria tiene una increíble cantidad de lugares donde se guardan miles de hechos convertidos en recuerdos. La memoria se puede comparar a un mueble que tiene miles y miles de gabinetes dentro de los cuales se encuentran y guardan escenas de nuestras vidas que están ahí para quedarse. Esta relación presentada más abajo, es una breve entrega de un libro en curso que se llamará Recuerdo y que es en parte la visión de una sociedad que forma parte del contexto latinoamericano y que a través de recuerdos personales, de una u otra manera coincidirán en el tiempo y el espacio con el de muchas personas, coetáneas o no. -----------------

A Georges Perec y Joe Brainard 01.

Recuerdo un corredor del Cité donde vivía nuestra familia en la ciudad de Puente Alto y por el que me pareció salir al mundo después de una aparente larga convalecencia (quizá una o dos semanas) de bronconeumonía. El sol me molestaba. Tenía seis años.

02.

Recuerdo que vivíamos en la calle Ramón Núñez la que comenzaba en la calle Eyzaguirre y terminaba en una calle llamada Marcos Pérez de la misma ciudad.

03.

Recuerdo que un perro al que mantenían encerrado un día escapó y me mordió el trasero. Luego me llevaron al hospital.

04.

Recuerdo a un ex policía alcohólico que algunas veces golpeaba a su esposa Rebeca y cuya familia vivía en las habitaciones que quedaban en la primera esquina del callejón de entrada al Cité.

05.

Recuerdo que Fernando Parra, hijo del ex policía y que contaba con unos seis años, era mi amigo, también el José Sanhueza y el Julio Hernández.

06.

Recuerdo que me levantaba muy temprano por las mañanas, cuando todos aun dormían, y salía a jugar con mi hermana Rosa. ~ 26 ~

07.

Recuerdo que entonces tenía miedo a los caballos.

08.

Recuerdo que lo primero que veía al salir a la calle, al frente y al este del pasillo de entrada (o salida) al Cité, eran las montañas nevadas y limpias. Tendría que haber sido julio o agosto.

09.

Recuerdo que a la entrada al Cité vivía una familia de apellido Mena. Don Hugo, su esposa, dos hijas, Isabel (Chabela) y Ana, y dos hijos: Hugo y Gualo (¿Eduardo?).

10.

Recuerdo que en el Cité vivían aproximadamente unas diez familias. Los Mena, los Parra, los Hernández, los Sanhueza, Don Ernesto, el que arreglaba catres; los Muñoz, los Díaz y otros. Todas las familias compartían un solo cuarto de baño.

11.

Recuerdo que el dueño del Cité era Don Camilo Aguilera, un señor usaba un sombrero de fieltro y que contaba unos sesenta años. Vivía con su esposa Amelia en una casa de la calle Eyzaguirre esquina de Ramón Núñez y cuyo patio comunicaba con el Cité.

12.

Recuerdo que en una ocasión Don Camilo vino a cobrar el arriendo del mes y en una discusión con los Sanhueza recibió un puñete en el rostro y cayó sentado en un recipiente lleno de agua que se encontraba en el suelo a la puerta de los Sanhueza. Nazario, el mayor de los Sanhueza hijos fue identificado como el que había propinado el golpe.

13.

Recuerdo que pasábamos largos periodos sin luz en las habitaciones debido a que Don Camilo cortaba la corriente por el no pago de los arriendos. Eso se repetía todos los meses.

14.

Recuerdo que Don Camilo era también dueño de una pequeña tienda donde vendía artículos comestibles y otros enseres de primera necesidad como jabones, aspirinas, hilos, agujas, etc.

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15.

Recuerdo que mi padre una vez trajo cincuenta mil pesos o más de la época y dejó el dinero sobre la mesa (unos billetes verdes grandísimos). Seguramente el sueldo del mes. Hurgando entre las cosas sobre la mesa encontré el dinero. Me fui donde Don Camilo le pasé todo y le dije que quería “guatones”, una especie de caramelo hecho con azúcar tostada o azúcar rubia y otras especias. Don Camilo lo tomó y a cambio me pasó un par de guatones. Regreso a casa y veo que hay un pánico tremendo entre mis hermanos mayores que alcanza también a mis padres. Me ven chupando los guatones y me preguntan de dónde los conseguí, respondí que son de la tienda de Don Camilo. Mi padre envía a mi hermano Adán a la tienda a indagar y que me lleve allí como posible inculpado. Mi hermano me toma la mano y nos dirigimos al negocio. Don Camilo le pasa todo el dinero de regreso y le indica que no se preocupe por los guatones consumidos.

16.

Recuerdo que los hermanos mayores, 10 a 15 años, jugaban al fútbol por las tardes en la calle y usaban una pelota hecha con calcetines viejos, aserrín y papeles.

17.

Recuerdo que los muchachos de mi edad en el vecindario eran los ya mencionados Fernando Parra, el Julio Hernández y el José Sanhueza. Cualquiera un año más, un año menos, con quienes jugábamos todo el día.

18.

Recuerdo que cuando comenzaba a oscurecer, éramos los primeros que nuestras madres ordenaban entrar al Cité para comenzar los rituales antes del sueño.

19.

Recuerdo que las chicas, nuestras hermanas, pasaban gran parte del día saltando a un cordel que hacían girar sobres sus cabezas incesantemente.

20.

Recuerdo que mi hermano Fernando coleccionaba estampas de futbolistas de diferentes países. En esos días se jugaba en Chile el Mundial de Fútbol. ~ 28 ~

21.

Recuerdo que mis hermanos mayores Daniel y Adán (santos) trabajaban y yo no sabía por qué. Tendrían 18 y 17 respectivamente. Al parecer habían comenzado hacía ya varios años.

22.

Recuerdo que Daniel era panadero en la Panadería San Luis y Adán trabajaba en la tienda de abarrotes de Pedro Hessin como dependiente.

23.

Recuerdo que a veces comprábamos todas las provisiones que para el mes donde Hessin y Adán no recibía un centavo de su paga a fin de mes.

24.

Recuerdo que a veces también comprábamos donde los Reijciavic, unos croatas que eran los otros tenderos del barrio. En esa época les decían yugoslavos.

25.

Recuerdo que el entorno comercial de nuestro barrio, aproximadamente unas 4 o 5 cuadras a la redonda, comprendía la farmacia de Víctor Silva, la botillería de Don Waldo, los abarrotes de Pedro Hessin, los abarrotes de Pedro Reijciavic, las verduras y abarrotes de los Mores, la Panadería El Pueblo, el Restaurant El Buen Gusto, la Peluquería Albornoz, la Reparadora de calzado Carrasco, el Restaurant de Lucho Gómez, las Reparaciones de Bicicletas de Don Guille, la Carnicería de Don Cheo.

26.

Recuerdo también que en este microcosmos habían otras instituciones como por ejemplo el Club de Fútbol Júpiter, de una data más antigua que el famoso club Colo Colo, el Sindicato de Obreros de la Fábrica de Tejidos Victoria y un Cuartel de la Policía de Investigaciones.

27.

Recuerdo que mi padre cimentaba su militancia política. Era del mismo partido de un doctor que había sido ministro muchos años antes y que al parecer pretendía ser Presidente de la República. Mi padre, según yo escuchaba decir a los mayores, era Albañil. Yo no sabía lo que esa palabra significaba. ~ 29 ~

28.

Recuerdo que dos o tres veces por año, pasaban por la calle Eyzaguirre, que estaba a unos treinta metros al norte del Cité, miles y miles de animales vacunos que seguramente eran arreados camino a un matadero que había en San Bernardo. Esto me parecía que duraba horas y horas.

29.

Recuerdo que por mi ciudad pasaba un río, el Maipo.

30.

Recuerdo que en ese tiempo había comenzado a ir la escuela y había aprendido a leer.

31.

Recuerdo que en los días de invierno a veces llovía hasta dos semanas sin parar y a pesar de los tremendos barriales, los inconvenientes, además del frío húmedo, la vida continuaba normalmente.

32.

Recuerdo que Fernando, mi hermano, quien entonces contaba doce años, me sacaba del barrio hacia el centro de la ciudad y me enseñaba el nombre de cada una de las calles que íbamos cruzando o atravesando. Algunos días o semanas después salíamos nuevamente y me preguntaba el nombre de tal o cual calle y mostraba una amplia sonrisa cuando yo respondía correctamente.

33.

Recuerdo que al llegar a la calle Concha y Toro del centro de Puente Alto, Fernando me indicaba que hacia el sur, al otro lado del río, se encontraba la Viña cuyo nombre era el mismo de esa calle y derecho hacia el norte, por la misma calle se llegaba al centro de Santiago, esto después de haber recorrido dieciocho kilómetros en bus. Esta calle, algunos kilómetros más al norte, cambiaba de nombre y se convertía en Vicuña Mackenna, que llegaba al corazón de la gran ciudad.

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PORTAFOLIOS, SINCRONÍAS Y ANIVERSARIOS A Fernando Díaz Ramírez En una conversación con mi padre, él me había dicho que era muy importante recordar fechas que marcaban los hitos históricos en todas las áreas. Mi padre, siendo un niño de siete años abandonó su casa, caminando dos días sin parar hacia el sur de la ciudad y extraviado, no pudo nunca más regresar al hogar. l solía pegar en hojas de papel grueso todas las noticias y artículos de revistas y diarios que a él le parecían importantes. Los muchos portafolios que había logrado armar con sus propias manos, llenaban algunos desvencijados armarios que había por la casa. Muchos años de esta práctica lo convirtieron en un hombre con el conocimiento general más amplio que yo haya conocido hasta hoy. Esta erudición, la consiguió sin siquiera haber puesto un solo pie en ninguna institución educacional superior. Al escuchar sus conversaciones con personas de variopinta educación, de diferentes religiones y partidos políticos, pasaban por mis oídos como ráfagas, nombres de personajes y lugares geográficos que hasta hoy no he podido conocer y hechos que se conocen prácticamente en todo el mundo. Palabras y nombres como Aristarco, Gilgamesh, Peloponeso, Sócrates, Babilonia, Daniel, Job, Aristóteles, La Biblia, Descartes, Lutero, Cervantes, Marx, Engels, Lenin, Einstein, el FRAP, Allende, Colo Colo y muchísimos otros desfilaban por mis oídos en una letanía diaria que terminarían por grabarse en mi conciencia. Con el paso del tiempo me fui dando cuenta de la maravilla que significa el conocimiento y la sabiduría en las personas, cuando es algo espontáneo y natural y sin una sola gota de pedantería. Para mí está claro que esto no se consigue con los instrumentos que aparentemente miden el conocimiento como son las instituciones educacionales superiores. Unos cuantos exámenes y cierta cantidad de páginas que agradan a profesores y/o jueces, lo convierten a uno en un erudito “oficial”. Del conocimiento que hablo en el caso de mi viejo y de otros que he conocido, es el que se adquiere sin ningún tipo de presión ni fecha límite. Me refiero al conocimiento por ingeniosidad, por curiosidad y por placer. La educación no es una profesión. ~ 31 ~

Muchas de aquellas conversaciones por bastante tiempo giraban en torno a un médico que tenía la firme convicción de ser presidente de Chile, seguramente para enderezar los entuertos que mayormente eran injustos para los trabajadores y los pobres del país. Esto lo logró el médico finalmente en el cuarto intento eleccionario en los que se presentó. Mi padre había participado activamente en algunos de esos intentos y recuerdo su felicidad, junto con la de sus compañeros de conversación, cuando en 1970 se coronaron esos largos años de esfuerzo. Tres años después, la historia del país cambiaría para siempre. La suerte que corrieron aquellos portafolios, aquellos magníficos palimpsestos que contenían una vida entera de información, fue la destrucción sistemática por manos pequeñas que buscaban material para la escuela y por otras más pequeñas aún que simplemente eran presa de la curiosidad sin límite. Recordando las muchas efemérides y fechas que aparecían en aquellos portafolios, coincidían el año 2005 cuando comenzaba esta relación, tres fechas que son muy importantes, y hasta cuatro si agrego una que no estaba en dichos documentos. La primera, 400 años atrás, en 1605 se publicaba en España El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, la novela (según algunos) quizá más importante de la historia, escrita por Don Miguel de Cervantes. Luego, 300 años después de aquel acontecimiento, Albert Einstein se encuentra con que varias ideas de Don Quijote sobre la realidad coinciden con varias teorías suyas en ciernes. Por ejemplo en el episodio del Yelmo de Mambrino cuando Sancho le dice a Don Quijote que esta es una bacía de barbero, Don Quijote responde que a él le parece que este es un yelmo, Einstein dice entonces que la ciencia es como esa actitud de Don Quijote, en donde la realidad hay que crearla y probarla. Entonces Einstein se da cuenta que la luz se comporta a veces como ondas electromagnéticas y en otras ocasiones como partículas libres, o sea, fotones. Luego, hace ya más de cien años, en 1905, Einstein publica una serie de artículos que cambiarán la ~ 32 ~

ciencia para siempre. Su teoría de la relatividad y los alcances sobre física cuántica, nos harán ver y saber del universo como nunca antes en la historia se había podido hacer. Más adelante, veinte años después de la publicación de los trabajos de Einstein, en 1925, un joven futbolista chileno que entre sus placeres estaba la lectura y el estudio, interesado sobre la Teoría Especial de la Relatividad de Einstein, la cual se refería a la relación de la energía con la masa, es decir: cuando un cuerpo emite una cierta cantidad de energía, la masa de ese cuerpo decrecerá en forma proporcional. El joven futbolista leía que sobre esto mismo Einstein había escrito lo siguiente: “Este pensamiento es divertido e infeccioso, pero no puedo saber con certeza si el buen Señor no se esté riendo de esto y me esté llevando por las de Villadiego” — El joven exclamaba sobre Einstein “Qué tipo más divertido y quijotesco". David Arellano, un estudiante de pedagogía de la Escuela Normal de Santiago, piensa que este hombre tiene cierto parecido a Don Quijote. Influenciado entonces por quien él creía (y aunque ficticio) era el único y gran Caballero de la historia, decidió que él y sus camaradas futbolistas ya no tenían por qué seguir los dictados de las personas que los tenían maniatados al club de Fútbol Deportivo Magallanes, conocido como la Academia y del cual ellos formaban parte. Tal como Don Quijote, de quien Arellano decía que creaba su propia realidad, él y sus compañeros deciden crear su propio club, que luego se convertiría en el club de fútbol más popular y más querido de Chile, el Club Social Colo Colo. Aquellos jóvenes vivirán su propio sueño y como buenos Einstenianos quijotescos, arrojarían luz a aquella juventud del 25. Luego de un par de años de la creación del club y de glorias locales, Arellano sugiere ir en una gira a las tierras de Cervantes por donde paseó su héroe Don Quijote. Allí, jugando un partido de fútbol contra el Real Unión Deportiva de Valladolid, Arellano sufre un accidente en donde su apéndice ya medio pasado a peritonitis, recibe un fuerte pelotazo reventándole este órgano y esto le causa la muerte en el mismo césped de Valladolid*. El luto se apersona para siempre en el corazón de Colo Colo y de sus adeptos, también en el del fútbol nacional y de los Quijotes del fútbol en general. ~ 33 ~

Por último, también en 1925, cuando el joven David Arellano y sus camaradas fundaban el Club Social Colo Colo, nacía en Santiago, Francisco Dimas Rosales, mi padre. Por estas razones, entonces, fechas muy importantes son las mencionadas y que felizmente estaban insertas en los portafolios confeccionados por mi padre, con la información ordenada como ladrillo sobre ladrillo, construyendo una edificación sólida de conocimiento personal por pura ingeniosidad, curiosidad y placer. A veces el tiempo, los sueños y los fenómenos, en algún instante preciso, producen paradigmas que señalan la historia, con su sincronía e implacabilidad.

* Se dice que Arellano murió en una cama (como Don Quijote) del hotel en donde se hospedaba la delegación chilena. Pero en realidad ya había dejado su corazón de futbolista, y fundador de Colo Colo, en el césped del campo de Valladolid.

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ES LO QUE HAY Volví a la ciudad en verano y luego también en invierno. El calor del verano reflejando las magníficas montañas como un espejismo a pesar de las frías mañanas. Se veía un breve hálito que apagaba un poco el prístino azul del velo terrestre. Desde uno de los cerros en el centro de la ciudad se vislumbraba hasta el horizonte la densidad (o la ligereza) del ser humano. Los políticos, por todos los barrios, en la tele, en los diarios, en la radio embelesando a la gente, prometiendo como siempre. El cielo y la tierra. ¡Es lo que hay! dijo mi hermano. Por la noche escuché el punteo de una guitarra rockanrolera que me habló muy profundo. Por la noche, la gente paseando con un frío reflejado hasta en el pelo. Las estatuas y las luces de los postes sumergidas en la neblina de la ciudad gris, ciudad que tiempo atrás fue tan mía. Y tú no estás conmigo. El río fluyendo con un vapor oscuro como siempre lo hizo desde el pasado y aún con fantasmas flotando sobre sus aguas. Los jóvenes tiritando, haciendo fila en las discos y los bares, derrochando euforia pasajera. Por la noche casi todos los gatos son negros. Es lo que hay! En los restaurantes de los barrios periféricos la gente hablando mal del gobierno. ~ 35 ~

Futbolistas de barrio, obreros de la construcción, maquinistas, vendedores ambulantes, ciegos, chicas masticando chicle, todos filosofan y musitan en cómo arreglar el país y el mundo. Olor a cerveza, olor a vino tinto, olor a gente auténtica y en las calles perros y gatos disputando el territorio a los vagabundos o a los que no tienen casa y viven en la calle. Es lo que hay. Muchos buscan trabajo por todos lados y por la mañana o por la tarde se sale a comprar el pan. Se roba en muchas casas de barrios acomodados y también en los barrios más pobres. Muchos niños fumando pasta base y portando armas de todo calibre. Suena por todos lados un ruido horrible llamado regaetton, los cantautores, los trovadores son unos bichos raros. Es lo que hay. Volví a la ciudad y no me pareció extraña. Casi toda la gente conocida de la juventud primera parecen pervivir muy tristes, Es lo que hay. Volví a la cuidad Y no me pareció ajena ni tampoco entrañable, muchos viven presos de las farmacias y sobreviven angustiados, Es lo que hay. Volví a la ciudad y aunque no ajena ni extraña me pareció un poco indolente, muy poca tolerancia por lo diferente. Es lo que hay. Así es, ~ 36 ~

Es lo que hay y hay que conformarse. Es lo que hay y hay que bancársela Es lo que hay, te la bancas, o te vas!!

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MALA LECHE Lo crudo y lo podrido mala leche el comentario a mansalva y la puñalada ídem mala leche cuando leemos y una mosca nos jode la paciencia mala leche la envidia, la odiosidad nuestra de cada día mala leche el disfraz que hace evidente nuestra falsedad mala leche cuando algunos dicen el mundo es ancho y ajeno y los que hacen poesía y la literatura son nada más que un puñado mala leche cuando impostamos la voz y pretendemos mala leche Mala leche a diestra y siniestra sátrapas (quizá deba decir déspotas) por todos lados espacios hacinados y pestilentes mala leche maquinaciones sórdidas y mala onda mala leche cuando la palabra se transforma en un lugar común mala leche cuando ríen satisfechos de sus maldades mala leche cuando tiran la molotov y esconden la cara mala leche. Mala leche arriba y abajo hinchapelotas por miles lugares atestados de garras y monos-alfa mala leche cuando nos quieren implosionar ~ 38 ~

mala leche cuando nos quieren hacer caer por cualquier medio y para cualquier fin mala leche cuando se fagocita el verbo y se vuelven mudos mala leche Mala leche al centro mala leche en el corazón mala leche en sus actos mala leche sus alientos mala leche en sus tumbas. Pareciera que estamos en medio de una tormenta de mierda.

Por el cielo atraviesan raudas algunas aves me acuerdo de Tagore y Parra Nos juntamos en un Pub a conversar y beber las lecturas siguen la poesía y la literatura son nuestros paraguas...

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BREVE CARTA A JOSÉ Don't need a whore, I don't need no booze, Don't need a virgin priest, I'm not waiting on a lady I'm just waiting on a friend. Mick Jagger / Keith Richards

De alguna manera hay que comenzar: Hace ya tanto tiempo que quería decirte esto. Nunca he olvidado cuando salíamos por el barrio en las tardes, ni la osadía que detentábamos aun siendo muy jóvenes. Volábamos a la luz de la luna, y los pitos de marihuana jamás nos hicieron daño. Yo enamorado de la joven viuda aquella que cuando pasaba por tu calle con ese traje negro, se veía bellísima y femenina. Aquellos grandes ojos oscuros me miraban y sonreían invitantes. (Al menos eso era lo que yo pensaba) Nos proyectábamos, sin saber que la traición ya se fraguaba. Nuestra vitalidad nos ilusionaba con el presente. Hablábamos acerca de las chicas y trazábamos los planes necesarios. Cantábamos por las esquinas y nos dolían los que sufrían, sobre todo en medio de la pobreza que corroía los huesos y el alma. Decíamos que el sol brillaba para todos, pero nunca igual y que la luna nos guardaba y guiaba por la noche. Soplaba el viento de la traición. No sabíamos lo que pasaría pero éramos hermanos, un pan, una botella de vino, un cigarrillo, una o piscola, algún billete: todo tuyo y mío, o al revés. ~ 40 ~

Y olíamos las chicas cercanas a nosotros en su plenitud. Cansado de vivir durante cinco años en un país sitiado por el terror partí a territorios que desde niño había vislumbrado la retina de mi mente. Nunca más volví a verte. No sé dónde estarás, ni sé si tu hígado ya sucumbió pero acá, en estos parajes lejanos, donde la intransigencia del tiempo ya comienza a dejar huellas en nosotros en nuestra descendencia, te llevo en un lugar del corazón con lo que se siente por un hermano. Ya aparece un vello blanco sobre mi pecho y aunque en la distancia, como todos, sucumbo lentamente canto y brindo contigo, bien adentro. La vida puede ser triste pero también bella el hombre, breve de días, continúa sin cesar la destrucción de su entorno y de sí mismo. Pareciera que la gente, en contraposición a la globalización se vuelve más individualista y egocéntrica: hay demasiados seudo-profetas. Solo quería decirte esto, yo estoy bien. La felicidad depende de uno mismo, casi siempre Porque el entorno y las circunstancias Alguna influencia tienen. Como siempre fuimos políticamente incorrectos: si no nos volvemos a ver en alguno de estos parajes estoy seguro que en algún lugar del universo algún día, volveremos a compartir un traguito y un buen pitito de macoña. Un abrazo Compadre: Nos vemos. ~ 41 ~

CAMINATA O SUEÑO DE LA CIUDAD POR LA NOCHE No le temo a la noche, por eso salí hoy. Vi a un muchacho salir entre unos tachos de basura y Detenerse bajo la luz de un farol. Unos hombres con cara de preocupados conversaban en el interior de un camión Miraban a algunos transeúntes pero sin conseguir verlos mientras fumaban. Por la avenida, una mujer con varios años encima me dijo: entra y tómate un café Se veía en ella un aire festivo. Por la otra acera, una mujer negra caminaba con una bolsa de plástico colgando de su mano derecha y en la otra portaba un impermeable marrón. Un hombre cantaba y se preguntaba ¿Por qué mi corazón se siente tan mal? La mujer portando la bolsa de plástico al pasar le respondió Hay muchas puertas abiertas Se sentía en el aire, el hálito de una tormenta El hombre seguía ¿Por qué mi corazón se siente tan mal? Y se oía el eco, en el aire que precedía la tormenta Y por la avenida había una serie de puertas abiertas. Por una ventana al interior de una casa vi a un hombre muy calvo Vestido con traje negro y sentado en medio de un amplio sillón. Miraba hacia la noche a través de la ventana Se incorporaba, caminaba por la habitación y luego volvía a sentarse Y a mirar por la ventana. En una esquina, una chica me decía: Hola, ¿cómo estás? Y se quedaba parada a mi lado

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Luego sin decir ni hacer nada, se quedaba parada a mi lado y no decía ninguna palabra Dos hombres le pegaban a un tercero en el suelo y ningún transeúnte hacía ni decía nada En una bocacalle se oía salir de un radio o de un bar Punch in your name and pump out your glitter Vitrinas, estantes y oscuridad. En la terraza de una taberna tres hombres sentados en una mesa me miraban Uno tenía manchas rojas en la cara El otro fumaba y bajo sus cejas blancas dos preguntas al unísono me interrogaban El tercero, de bigotes oscuros, me observaba por el cristal mientras empinaba su cerveza. Entré y al sentarme junto a ellos en su mesa, uno de ellos me dijo: bienvenido a esta cofradía No le temo a la noche por eso salí hoy Y la ciudad me pareció cubierta por un manto similar a la tienda de un circo Pero ese manto no oprimía. Allí estuvimos y allí conversamos por un largo periodo Que aún persiste, aún pervive. Luego nos marchamos cada uno por su camino y cada uno con sus visiones Las aceras, barridas por un viento sordo, se abrían a los cuatro puntos cardinales. El de manchas rojas en la cara partió hacia el oeste El delgado hombre de cejas blanca enfiló hacia el este con un pitillo en la mano izquierda El de hablar pausado y de bigotes oscuros tomó rumbo norte. Y me quede allí sin partir a ningún lado hasta que mi vaso estuviera vacío. Pensé en un profesor En una chica Pensé en diferentes ciudades por la noche Pensé en un amigo muy lejano ~ 43 ~

Pensé en una chica Pensé en un club de fútbol Pensé en un Presidente Pensé en un escritor chileno-mexicano-español, el mejor de todos. Mejor que GGM, B y C. Incluso mejor que Schwob y McCarthy, mejor que Perec, Roth, Pynchon y Murakami. Y me levanté, luego de pensar en diferentes barrios que he visto. Y partí. No le temo a la noche, Mañana será otro día.

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NAN MADOL Me encanta la cuidad Los parques, las tiendas, los edificios Las ventanas, los puentes, las puertas. Me gustan los boliches que venden trago En los barrios periféricos Me agrada ir a las lecturas de poesía Y a las tiendas de libros usados Todo lo que sea movimiento Es donde mis ojos quieren estar. Los parques, donde corren los niños Donde pasan los enamorados y aquellos Que alguna vez fueron jóvenes Son lo que mis pies buscan La ciudad me gusta Aun así y sobre todo Me gustaría estar contigo allí En las calles prístinas de Nan Madol. Repito, no me aburre para nada la ciudad Y sé que a ti de pronto te gusta ir a las tiendas de los llamados Malls Confieso que a mí también Allí no solazamos mirando a la gente hacer el juego al libre Mercado Nosotros hacemos lo mismo Pero sabemos que de pronto es bueno cambiar de aires. Si te parece, retirémonos a la tremenda y Magnífica soledad de Nan Madol. Quiero allí ver tu frente y tu Mirada encumbradas sobre aquel Serengeti azulino que sube y baja Y cuyo centro es Nan Madol Por esas avenidas nos desplazaremos En una cadencia auscultada por el viento ~ 45 ~

Al caminar Recordaremos las calles de Santiago, las calles de Ottawa Recordaremos las calles de Puente Alto pre-golpe de estado Las calles de Valparaíso que saltan desde el mar hacia los cerros y el cielo Recordaremos las calles de Boston, las de Coyoacán y del D.F. Recordaremos las calles de Escazú y San José, las de Managua Las de Tegucigalpa, las calles de L.A. (el barrio de Bukowski) Recordaremos los jirones Limeños, recordaremos las calles Boone, Carolina del Norte Las calles de los villorrios de Sonsonate y Cojutepeque, las de Antigua y Xelajú Recordaremos calles que nunca caminamos Porque allí en Nan Madol están contenidas todas las calles del mundo. Allá veremos los vestigios de quienes poblaron el mar De quienes construyeron aquella Venecia primigenia Con piedras que jamás serán anihiladas. En medio de las aguas Recordaremos las efímeras flores que de cuando en cuando tapizan el desierto chileno. Entonces, en la soledad de Nan Madol, en medio de las praderas marinas Recordaremos la ciudad y querremos volver a ella, como si nos llamara Como si el tiempo transcurrido fuera demasiado. Y volveremos. Antes de eso, dejaremos que Nan Madol sienta sobre sí nuestra cadencia Nuestro movimiento sereno y de pronto febril, álgido. Dejaremos allí entonces tu mirada, el resplandor de tu sonrisa Mis indagaciones, el gesto de nuestra caminata. Dejaremos algo de la esencia que nos aúna. Y Nan Madol estará en nosotros y nosotros siempre en Nan Madol. Regresaremos a la ciudad, pero siempre, siempre llevaremos dentro La soledad celeste y cristalina que se contrae y se relaja Los millones de ojos que iluminan desde las galaxias. ~ 46 ~

Aunque volvamos a caminar alegres, o tristes, por las calles de las ciudades que nunca Olvidamos y que nos dieron vida, que son parte de lo que somos siempre estaremos los dos en la magnífica Nan Madol.

Luciano P. Díaz. Nació en Santiago de Chile. Es poeta, narrador y editor. Vive en Canadá desde 1978. Sus poemarios incluyen Las Estaciones De Un Tren Fantástico/The Stops Of A Phantom Train (Ottawa: Girol Books, 1990) edición bilingüe y The Thin Man And Me (Ottawa: Split Quotation, 1994). También ha editado Symbiosis: An Intercultural Anthology Of Poetry (Ottawa: Girol Books, 1992) una antología de poetas representando el variado espectro cultural de Canadá y Symbiosis In Prose: An Anthology Of Short Fiction (Ottawa: Split Quotation, 1995) antología de prosa que siguió el modelo de la anterior. En el otoño de 1995 fue editor invitado de la revista ARC, una de las publicaciones más importantes para la poesía en Canadá, en una edición completa dedicada a la poesía chileno-canadiense. Es el único autor Latinoamericano-Canadiense que apareció en la revista Casa las Américas de Cuba en un número especial dedicado a la poesía canadiense actual que fue publicado en el 2000. Dirige la revista literaria Alter Vox que se publica en la ciudad de Ottawa. Luciano Díaz ha participado en encuentros sobre la poesía en México, Toronto, Montreal, Vancouver, Ottawa, Boston, Boone North Carolina. Antologado por la editorial Verbum de España en la antología Poetas Sin Fronteras. Es cofundador de la serie de lecturas El Dorado. Prepara su próximo libro Nómadas a publicarse en un futuro cercano.

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YOLANDA DUQUE VIDAL EL MUNDO ES UN CAOS El mundo es una dilatación de problemas cada vez más agudos. Las ambiciones de poder reinan sobre la tierra. Los ideales se suicidan. Millones de ciudadanos débiles y pasivos son manipulados por los poderosos que los manejan por medio del miedo. Países pequeños o del tercer mundo, amenazados por el terror de las grandes potencias que dominan el orbe. Están convirtiendo el planeta en un enorme cementerio. Ya ni las religiones comulgan con Dios, solo velan por sus propios intereses. Los cuervos siembran la muerte llenando ataúdes con las cenizas de ideales de tantos pueblos traicionados. Ya no se vive entre hermanos. Todos somos extranjeros, nómadas, o audaces navegantes en revueltos océanos, sin encontrar un puerto donde anclar la nave de nuestros sueños. ~ 48 ~

INCORPÓREOS Viajamos a través del silencio, sin movernos de casa Somos aves solitarias que a diario dialogamos con nuestras conciencias, con el ecosistema y los astros Somos el reflejo de un ideal propio, comunicados con el follaje de los bosques, el gorjeo de los pájaros, el murmullo de voces marinas, las sonrisas de los niños y las noches de plenilunio. COMO HA CAMBIADO TODO Como ha cambiado el mundo La tierra quiere dejar su casa Pávidos mares y ríos se desbordan Volcanes vomitan excesos Sigilosamente se desliza la eterna noche de los tiempos El paso arrebatado de los hombres destruye el vientre de los bosques Adustos sonidos despiertan la calma Destellos agrietan nubes Como ha cambiado todo ¡hasta la manera de amar!

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LETRAS AL SUR Letras para el Sur, con tinta de exilio Distancias insalvables desde tierras extrañas Amargos vinos en copas ajenas Heridas abiertas que dejan huellas en todos los caminos Te piden que olvides, que des vuelta la hoja, que vivas tu vida Evocando el Sur escribes con la misma sangre que brota de tus llagas. EXISTES Existes en la sangre de mi pueblo, el oleaje de mi océano y el rojo vino de mis viñas. Eres, lo que escribes, lo que vives y sueñas, la luz y las sombras, el duelo y la risa. Eres torrente de luz ~ 50 ~

donde se bañan mis sueños.

Yolanda Duque Vidal. Pertenece a la Sociedad de Escritores de Chile, Poetas del Mundo y REMES (Red Mundial de Escritores). Desde el 2002, dirige la casa editorial Éditions Alondras en Montreal. • PUBLICACIONES: Ha publicado 8 libros de poemas. Algunos bilingües, inglésitaliano, francés-español. • INEDITOS: "Por una orilla del tiempo", Antología de poemas y cuentos. • Noviembre 2000 al 2005 participante en los Encuentros Internacionales de Mujeres Poetas en el País de las Nubes, (La Mixteca) Estado de Oaxaca, México. • 2001: Invitada a presentar su Homenaje a José Martí, al IV Encuentro Internacional de la Poesía en la ciudad de Trois Rivières, Québec. • Febrero 2003: Obtuvo el Primer Premio Dra. Fanny León Cordero en Quito, Ecuador con su poema ¿Chile nuevo? • Noviembre 2003: Invitada por La Sociedad de Escritores de Durango, México. Diciembre del mismo año invitada por la Asoc. de Escritores de Concepción, Chile. • 2004: Invitada a participar en el VI Festival internacional de Literatura de Montreal Metrópolis Blue. • 15 de Diciembre 2006: Presentación de la Antología “Voces sin fronteras” en La Casa del escritor de la Sociedad de Escritores de Chile. • Septiembre 2008: Obtiene Diploma de Mérito en el Concurso Internacional de Poesía Lincoln-Martí, en Miami, Florida. • Diciembre 2008: Invitada por la Sociedad de Escritores IV Región, Chile, a recorrer la ruta de Gabriela Mistral en el Valle del Elqui, con lectura y presentación en la Casa Cultural de Vicuña. • 2009 Invitada al Primer Encuentro de escritoras Hispano-canadienses en Ottawa. • 2010: Forma parte del Comité Organizador del Segundo Encuentro de Escritoras Hispano-canadienses en Montreal. • Agosto 2011: Invitada por la Universidad Laica Eloy Alfaro, al IX Encuentro Internacional de Poetas de Manabí, Ecuador. • Septiembre 2011. Lecturas en Florencia, Italia. • 2013: Festival Internacional de la poesía en Puerto Rico. • 2014, invitada por la ACADEMIA INTERNAŢIONAL ORIENT-OCCIDENT de Rumania, al 18º Festival Internacional "Curtea de Arges Poetry nights", en Bucarest. --Regresar al Índice

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AKILES DE CASTRO

AL BORDE DEL DELIRIUM Pude haber hecho algo mejor que vagar solitario para encontrar el verdadero significado de la vida. Para descubrir que nada importa realmente, después de todo. Sin embargo, me encuclillé en callejones oscuros, de mala muerte, tan solo yo con mi botella, aguantando aún a mitad llena. Ser joven y ser poeta, preguntándome si finalmente me he vuelto loco o es solo el delirio del insomnio sostenido al quedarse bebiendo y cabeceando toda la noche hasta el amanecer.

Lo penoso es que no puedo darme el lujo de quedarme dormido y ser asaltado por destripadores que acechan por las noches tras borrachos para despojarlos, dejándolos sin nada. Esto pasa sobre todo a principios de mes, cuando todo el mundo tiene plata. En los muros de mis confines hay unas sombras que se mueven rítmicamente y asumen vida propia. Muchachas jóvenes divirtiéndose, bailando, haciendo ondear sus encantos. Sombras bailarinas que me acompañan y entretienen en el transcurso de mi noche de relajo ebrio. Mis bailarinas exclusivas me ofrecen un espectáculo privado que nadie puede ver ~ 52 ~

excepto yo. Tenues luces indirectas y grandes trozos de cartón completan el ajuar de mi refugio nocturno. Así me hice yo poeta; bebiendo a sorbitos mi borrachera en un pasaje, tendido sobre cartones para darme un poco de confort, calor y consuelo, cuando me he encontrado sin hogar. Allí, ligeramente borracho, empecé a garabatear mis pensamientos en papel. Me alegro de haber tenido papel y lápiz, si no, la increíblemente valorada imaginería de mi flujo de conciencia de esa noche se hubiese perdido para siempre. Ahora, colecciono todos mis pensamientos y elucubraciones anotados en papel. Luego, los voy ordenando y los reviso mil y una vez, hasta poder decir que algo está ya terminado. En la madrugada, poco antes del amanecer, me atrevo a echar una pestañeada. La luz clara del sol de la mañana llega eventualmente y me despercude como un gato amistoso lamiéndome la cara. “Todavía es demasiado temprano”, rezongo. Todo está en silencio y a nadie se le oye en la calle. Lo más importante es que pasé otra noche. “¡Señor, gracias!”

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Hora de levantarse y caminar al fondo del callejón –allí donde el sol no llega – para echar un pis. Aprovecho de lavarme la cara y peinarme con agua de la llave, allá al fondo también. Ser joven y ser poeta; paseando por las calles del bajo Manhattan al alba, buscando sobre los peldaños de edificios decaídos y veredas contiguas, botellas abandonadas con algún contenido todavía. Es la manía de un loco enviciado, me han dicho. Aunque lo que encuentro lo examino al ojo por unos cinco segundos a ver si lo puedo beber. Botellas vacías, testamento de borracheras que tuvieron lugar la noche anterior y a las cuales yo, simplemente, no fui invitado. La mía es una vida solitaria. Libre de partir cuando se me da la gana y nadie a quien tener que darle cuenta. Me voy caminando a la Calle Diez, donde la tienda ya debe haber abierto. Escarbo profundamente mis bolsillos para juntar las limosnas que por caridad reuní para comprar el alcohol que necesito como a esta hora, todos los días. Aunque soy inteligente, me toca hacer la cola como un bruto cualquiera. Tengo que mandarme de golpe unos cañonazos. Después, me encantaría la comida ~ 54 ~

de la Cafetería de la Cuadra de la Unión. Allí, quizás con un poco de suerte, encuentre una mesa con algunas revistas y periódicos que leer. Tal vez, pueda repasar mi poesía que siempre cargo conmigo en el bolsillo interior de mi chaqueta Mao, de cotelé negro azabache. Cuando me pego mi primer cañonazo de la botella, me siento mejor y peor a la vez. Pero por lo menos me siento normal. ¡Sí, absolutamente! Pienso en mí caminando honorablemente a la Cuadra de la Unión. Mi padre pudo haber tenido mejores planes para mí, pero se fue de la casa demasiado pronto como para que yo adquiriese el sentido de la responsabilidad o alguna forma de guía para conducirme en la vida. Esas fueron lecciones que me quedaron a mí a descubrir por cuenta propia. Mi padre dejó un retrato que mi madre ideó colgar alto en una pared de la sala. Yo lo miraba secretamente, tratando de encontrarme en su figura. Él lleva un traje de cuello y corbata. Yo me pongo lo que encuentro limpio y fresco. Aparte de eso, no me dejó nada más. Ninguna maravilla en que mi padre dejase a mi madre. No podría obtener nada de su frío corazón de piedra. Yo nunca conseguí algo de amor de parte de ella. ~ 55 ~

¡Nada, fue todo lo que conseguí! Si solo llegara a tener algo más, me impulsaría y guiaría, alzándome de la calle para llevarme adelante. Pronto aparecería en televisión con un rol que interpretar – otra cosa que un simple vago. De seguro me levantaría y saldría adelante. Por ahora, consigo más aguardiente por tres y un cuarto. Y una cajita de cigarrillos por un dólar.

Akiles de Castro es el seudónimo usado por David Castro Rubio. Akiles de Castro nació en Santiago de Chile, en 1957. Él es parte de aquella generación de chilenos que dejaron la patria para ir al destierro debido al golpe militar de 1973. En 1974, el autor llegó a Canadá como un adolescente. Debido al golpe militar debió romper todos los lazos personales, afectivos y culturales, que lo habían sostenido en esa fase formativa crítica de la vida. En Canadá, él se enfrenta con las dificultades del exilado para encontrar un espacio social y cultural en esta nueva sociedad. Con grandes altos y bajos, el autor supera el periodo de adaptación e integración en Canadá – país que lo acogió y donde reside desde entonces. Todas esas experiencias que llevan al autor a su madurez son parte de la amplia gama de ideas temáticas exploradas en sus libros. Akiles de Castro ha viajado extensamente. Él maneja y conoce el español, inglés y francés y escribe tanto en inglés como en español. Sus trabajos han aparecido en publicaciones en los Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, México y el Perú. Su primer libro, una publicación bilingüe, “Cleo”, 120 pp., se publicó en Canadá, en 2003, seguida por “By This River”, en 2008; una obra en inglés de 80 pp. Ahora, en 2013, nos brinda Delirium, 92 pp., un libro enteramente en español. --Regresar al Índice

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JORGE ETCHEVERRY

LA CATÁSTROFE DE LAS VANGUARDIAS Volvamos a la poesía más oscura (Tánger, Jorge Etcheverry)

SORGUIÑA

Nadie parece que la vio pasar a veces por la ventana del avión que siempre tomo con recelo Ninguna azafata o compañera de vuelo—ni tanto—se trata de la persona que la compañía por azar me pone al lado Además con todas esas nubes que se atraviesan no se sabe a ciencia cierta si esta vez ella afuera vuela junto al vuelo protegiéndonos O es esa silueta vaga y gigantesca que entreveo caminando sobre ese mosaico allá abajo, campos cultivados, bosques montañas etc., indudablemente femenina, el traje largo que cubre los pies rozando por un momento un lago, un pequeño mar interior del continente de que se trate Ilusiones o fantasmas que casi me sacan del miedo atávico al vuelo o es Aidetikako que me tiene agarrado, no solo del cerebro, digamos, a buen entendedor Alguna vez ese collage será la megaciudad verde de un futuro posible, mientras tanto tratemos de resistir la fuerza de gravedad atávica que tratamos de desconocer con toda la razón que nos queda—unos centímetros de células en la parte de adelante del cerebro—dicen y sabemos Dicen y sabemos, pero que vibra en cada fibra del sistema nervioso, que nos eriza los pelos de la nuca, hace bajar gotas de sudor helado desde los sobacos, tensa los músculos y tendones de nuestras piernas y pies, que se ~ 57 ~

acalambran, los dedos de las manos, que se agarrotan sobre los brazales del asiento Mientras parece que se vienen unas turbulencias, se encienden las lucecitas rojas en todo el avión. Me sube y baja el estómago Pero de reojo miro por la ventanilla que se estremece un poco como el resto del fuselaje azotada por la lluvia y el viento y la veo que parece que ella vuela o simplemente sigue al avión como pegada, como si fuera una gota adherida al exterior del vidrio, que adopta esa forma y esos colores y esas motas que a su lado, a su alrededor, parecen pájaros que la flanquearan La he visto después de noches de bohemia—dizque—en los escaparates iluminados de luces de mercurio Las bohemias de hogaño no las mismas de antaño, ahora cada una más patentemente nos acerca a la tumba que—sorpresa—todavía no llega Una manera de decir, las tumbas no se mueven, somos nosotros los que nos movemos hacia ellas

COLATERALOGÍA I Dentro de las cátedras que hemos decidido implementar para estar acordes con los tiempos, o mejor dicho, para estar al día con lo que sucede, para marchar junto con los acontecimientos, lo que se presenta, lo que nos sale al paso, es decir, con lo que pasa, las situaciones que surgen, lo que tiene lugar, lo que acaece, los fenómenos que se producen. Los desplazamientos, cambios que acaecen, las modificaciones en las circunstancias, las alteraciones de nuestro contexto. Para estar al corriente, estar al día, mantenernos actualizados, vivir en el presente—no podemos sino reconocer, aceptar, percibir, darnos cuenta, tomar en consideración y en cuenta, prestar atención a lo que está cambiando, lo nuevo, lo que surge, lo inédito, las innovaciones, lo que anuncia el Futuro, los rasgos, los indicios, las señales que indican lo que vendrá, lo que traerá el mañana, los días por venir, los ~ 58 ~

Nuevos Tiempos, la Nueva Alborada—preñada de sentido, de cosas que decir, de significaciones—el Nuevo Amanecer. Para que estas aulas, esta Casa de Estudios, Institución Universitaria, Establecimiento de Educación Superior, Templo del Saber—camine por esa senda, esa avenida, siga ese derrotero, se aventure por ese sendero, surque las aguas agitadas, embravecidas, turbulentas, vertiginosas y rápidas, veloces que nos llevan, nos conducen y nos trnsportan a ese nuevo Día II La multiplicación desproporcionada de la especie susodicha es buscada por los Poderes que buscan verla sometida a una búsqueda y satisfacción de los Medios de Subsistencia la mayor parte del día, lo que se logrará sin lugar a dudas mediante el aumento de las Bocas a Alimentar—metáfora permitida en este contexto para significar las necesidades en general—en relación a los Recursos Disponibles, por definición y de hecho finitos. La alteración ineluctable de esta relación a favor del aumento de la Demanda frente a la existencia de Recursos—preferimos no usar el término Oferta ya que los recursos mencionados no se ofrecen sino que se arrancan, extraen y recolectan—ya sea que se trate de entidades de cualquiera de los Tres Reinos en que la tradición ha dividido al Mundo Natural pero que no sabemos si se puede aplicar a nivel nano de lo microcósmico, es decir de las moléculas y átomos Se produce en progresión geométrica. Las mencionadas Bocas por Alimentar por otro lado expanden el abanico de sus necesidades y llevadas por los modelos propagados por los así llamados Medios de Comunicación de Masas y los Medios de Comunicación Social lo que implica el uso de mayores recursos naturales con mayor elaboración lo que a su vez consume nuevos insumos El objetivo de los Poderes es fundamentalmente benévolo ya que se impulsa por un deseo de delimitar la vida de todos y cada uno de los miembros componentes de la especie a enmarcarse con naturalidad y plenitud en las tareas de la subsistencia de ellos y los suyos y así ocupados coman y duerman al final de la jornada para recuperar sus fuerzas para reiniciar el ~ 59 ~

ciclo a la mañana siguiente sin la carga refleja de la conciencia ni la brújula dislocada del pensamiento que para eso estamos nosotros, Los Poderes

III Solicitado pero más bien vaga, difusamente, por el conjunto de sensaciones y pensamientos que centrados en este Yo sentimos y que por consenso llamamos mundo, universo y que nos figuramos en cierta manera y universalmente situado allá afuera, en ese territorio que en el mejor de los casos limita con nuestra piel—cuando todavía somos jóvenes y con soberbia y placer proclamamos nuestra Identidad con ese cuerpo físico—o bien estamos encerrados claudicantes en la cabeza—aunque para ciertos pueblos antiguos o primitivos que sin condescender así los llamo y que a veces nos son contemporáneos el sitio del alma estaba en el estómago ¿No es acaso una muestra de magnanimidad y de Empatía como prefieren decir otros utilizando una palabra más moderna que se les aparece joven y bella, a medio vestir (o desvestir) nuevita en el universo delimitado de la semántica, la lexicología, y otras ciencias del lenguaje—pero aún así en avanzado estado de gravidez por las vastas significaciones que encierra esta palabra y que se aprestan como larvas que se volverán mariposas si todo sale bien y se echa a volar el vuelo de la hermandad humana? Incluso la mera atención a este conjunto de cosas tan variadas pero que los años de vida y por sus repeticiones diarias y estacionales se van despojando de toda novedad con ayuda de la reiteración y la analogía, elementos que son sumamente útiles para cualquier entidad viva que pretenda ganarse su sustento con las materias primas animales y vegetales que nos rodean— permítanme hablar a nombre de cualquier cosa viviente Si los pobres animales—incluidos nosotros—no pudieran asimilar otras formas vivas contiguas o existentes, que las siguen o preceden en el tiempo o la escala evolutiva, que forman parte del entorno o que se les asemejan, no tendrían posibilidad de establecer patrones de caza, consumo y conducta, o

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las sensaciones—no siempre placenteras—que se derivan de todo este proceso. Entonces ellos y yo estaríamos sonados y nos extinguiríamos—o mejor, no habríamos existido nunca Pero existo y uso el término manido: soy—como en el verbo: yo soy tú eres él es. Y también uso estoy que lo acompaña pero que no son lo mismo pese a la ceguera de los gramáticos tradicionales: verbo ser y estar Ahora con la masificación—ya estamos llegando a los siete mil millones o parece que ya llegamos—imbuido con un tono reflexivo lejano lamentémonos de las neuronas atareadas de la juventud, sobre todo la primera No nos sintamos culpables para adentrarnos, uno entre millones de blogistas y colaboradores, miembros de infinitas listas que son otros tantos granos que cubren la coronta de la noósfera Para uno mismo escribamos, ya lo dijeron: “yo es un otro” Pero no Nos queda el consuelo de esas oficinas metadáticas que analizan—según dicen y con presupuesto ilimitado—cuyo personal de expertos virtuales escanea—no ellos, otros dispositivos que trabajan para ellos—millones de entradas al día para distinguir al Oro Negro de los presuntos o posibles terroristas Antes de que terminen sus estudios—dizque—anónimos como cabezas de alfiler y en el fondo marginados—que se piensan volar en pedazos en algún lugar concurrido de alguna megaciudad occidental Pero no—porque ya nos hemos olvidado de nuestra contraseña y quizás estas líneas se cobijarán en algún sitio de un amigo o compañero de lucha Cuando por motivos de carencia de otras colaboraciones más interesantes o porque no le queda mucho hilo en la cañuela de la escritura nos brinda un lugarcito ~ 61 ~

LA CATÁSTROFE DE LAS VANGUARDIAS I No sé por qué será Señor, aunque no creo en tu inmensurable presencia, que aquí nos seguimos debatiendo. No hablo por mí, dejo que las palabras formuladas por mi boca se empalaguen más bien por los pensamientos, deseos, ambiciones incluso de otros Dado mi paso por las aulas fugaz pero sin embargo intenso y vastamente fructífero—si consideramos la magra cantidad de años asignada a cada uno— por ese ambiente de vetustas construcciones, no por nada herencia de esa familia aristocrática de raíces ya hundidas en la vasta y dura greda de la historia pero aletargándose empavorecida por la proximidad de la muerte Esas edificaciones que cobijaban, a lo mejor aún cobijan, habría que verlo, esas vastas aulas en su momento frígidas. A lo que iba, no podría explicar de otra manera esta predisposición a mezclar en esto mis circunstancias particulares, no muy provistas de interés, para eso basta que me vea en el espejo, que me vean por la calle. Sentimientos de la más profunda autocompasión me embargan cada vez que me veo venir desde los escaparates. Y no estamos hablando de una ciudad, de un tipo de cultura, sino por lo menos de dos tipos de urbes que he conocido que si bien enfrentadas son a la vez indiscutiblemente iguales aunque se encuentren en hemisferios distintos y opuestos: el Norte y el Sur Eso de ‘Señor’ es más bien una manera de hablar, de expresarse, de intentar la comunicación, usando frases hechas, que a su vez puede que reflejen sentimientos, pensamientos y concepciones igualmente manoseados. Quizás debido justamente a mi gris apariencia personal, hecho del que fui consciente desde que pude dar mis primeros e inciertos pasos, o a lo mejor así me parece desde la cumbre —figurada—de la vida vasta en años desde la cual me inclino o asomo, como si se tratara de un balcón, a otear las praderas de los años infantiles y juveniles que me figuro —vaya novedad— verdes, verdes también como la envidia que en tanto ser consciente, animal que piensa, me corroe frente a la insinuación de la mera existencia de otro ~ 62 ~

ser, uno numinoso, ahora expulsado de mi vida aunque nunca tuvo en ella existencia concreta, precisamente por esa ofensiva característica, para todos nosotros los de aquí abajo, la vida eterna, porque para más remate si existes vives por allá arriba, en el cielo No por azar decidimos empezar estas páginas refiriéndonos a la problemática religiosa, que aquí y en la quebrada del ají, ya prepara o implementa holocaustos de sangre, como si estuviéramos en lo mejor de la Edad Media, todos los fulanos de familias respetables del occidente cosiéndose cruces de paño en la ropa para salir a matar moros, un pariente muy lejano mío que se llamaba Machuca recibió ese nombre porque una vez en una pelea se agenció una rama gruesa de árbol y machucó tantas cabezas ese día que los potentados feudales de la época, señores de horca y cuchillo pero con un poder vasto sobre los negocios humanos que se extendía hasta a la nominación, decidieron ponerle a él y a sus descendiente ese apellido Cita textual si no me creen “al apellido de Machuca nuevamente ganado, por habérsele quebrado la espada y desgajado un sepejón de olivo, con el que hizo mucho estrago en los moros”. Ahora vamos a la fuente, Sobre la Casa de Vargas Machuca por Bartolomé Gutiérrez, 1754, en cuanto a sepejón, como me explicaba un eshpañó “pues es una rama, vamos"

II Lo que pasó es que la marca de los años de penuria, no tanto, más bien de incertidumbre en todos los aspectos de la existencia. Estamos perfectamente conscientes de que hay ciertos temas que están casi absolutamente prohibidos y con mucha justicia, ya que tienen la virtud o falta de provocar las más exaltadas y justificadas reacciones antagónicas y condenatorias—que muchas veces pasan de la expresión escrita u oral a la violencia física ejercida implacablemente contra quienes emiten ese tipo de juicios—cuya justa condena es resuelta y denodadamente reproducida por los medios más establecidos, las cadenas de televisión con más audiencia, los periódicos de mayor difusión. Los personeros más conocidos y mejores oradores en los campos que adecuadamente se suelen describir al menos en ~ 63 ~

la parte del mundo que habla el idioma inglés bajo los términos radicales/radicals, liberales/liberals son los primeros en poner el grito en el cielo y nosotros mismos nos vemos forzados en parte por nuestras propias conciencias a despachar lo más rápidamente posible este asunto que si bien nos parece verdadero y ajustado a la realidad en grandes porciones de este planeta no deja de ser ingrato pese a su pertinencia para el tema que nos preocupa en estas líneas o páginas Agobiado por la necesidad de una existencia social aceptable ante los ojos de los demás—así supone— y los suyos propios—maldito desde su más tierna edad por un origen social y nos atreveríamos a decir étnico no muy alentador si uno incluso con repugnancia asume el punto de vista de los maestros de la sociedad, la economía y la cultura, que si bien se han visto obligados reluctantemente y como resultado de enormes y sostenidas presiones a un retroceso tan paulatino como inevitable en el curso de varias centurias aún ejercen su poder muchas veces enquistados en el cerebro mismo de los Pobres del Mundo en todo su abanico de acepciones y que han sido el elusivo objeto de todas las reivindicaciones habidas y por haber Pasando pellejerías desde los patios mismos de la institución educacional secundaria bastante prestigiosa que lo vio educarse—debido a su estatura, su color moreno, nos atrevimos a decirlo, sus magras posibilidades económicas, o las de su familia—objeto de burlas, maltratos y discriminaciones de parte de otros condiscípulos más altos, más claros, con mejores apellidos y con más medios—nada muy serio fíjese, podrían comentar los inspectores de los liceos, incluso de los colegios particulares, “cosas de niños, sin importancia, sin trascendencia, no se preocupe señora”. Pero el daño ya estaba hecho III Otro elemento que tenemos que tomar en cuenta son los tiempos en que vivimos y lo difícil que siempre resulta el abandono de la niñez, eso lo corroboran terceras partes en abundancia

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Pero otra vez nos topamos con lo que profesionales a jornada completa, parcial o freelance de las ciencias, profesores de filosofía a nivel universitario e incluso secundario— en los últimos cursos y en planteles educacionales de primera clase, de primera calidad han dado en llamar un universo de discurso En este caso muy estrecho y poco abarcador. Dime, ¿en cuántos países y regiones?, ¿qué pequeño o minúsculo porcentaje de los así llamados niños (y niñas) pueden disfrutar realmente de lo que nosotros, sin ninguna duda privilegiados podemos llamar la niñez, época de dependencia y maravilla, en que el mundo no parece estar contenido por ningún horizonte, todo es vasto y magnífico e interminable, pareciera que detrás de los montes o la vuelta de la esquina comienzan escaleras escalares que te van a llevar a lo alto? En cambio son incontables los millones de niños de vientre saliente, ojos salidos y mirada acusadora cuando no embotada, sostenidos apenas en los brazos famélicos de madres otrora hermosas de piel bronceada que ahora caminan cansinas lo mismo en una dirección que en otra como unas viejas de veinte años Rodeadas de arena por los cuatro puntos cardinales O los niños mutilados en las guerras civiles, vendidos y comprados para satisfacer ansias inconfesables, dedicados a trabajar desde los siete años o incluso más jóvenes en telares y maquiladoras de diversos tipo, a pedir limosna en cien megaciudades Las innumerables guaguas del sexo femenino eliminadas y enterradas antes de siquiera abrir los ojos a la luz del mundo, o muy poco después y así por el estilo pare de contar ¿de qué infancia me habla? ¿de qué niñez me está hablando?

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¿qué cuento me está contando? ¿con qué chichita quiere que nos curemos? IV Así, nos hemos visto obligados a confesar que carecemos de la posibilidad de invocar sin un gran riesgo moral una cantidad de instancias vitales universales tal como las experimentamos en el curso de nuestra vida normal, antes del trasplante, antes de la locura de fin de siglo y comienzo del presente Un elemento estilístico importante que hay que tratar de conseguir es legitimar el lenguaje abstracto, que desgraciadamente es el único que comunica cosas más o menos generales O bien experimentar con nuevas maneras de decir que puedan hacer un poco de análisis, pensar un poco en la página pero con sabor, como dirían los caribeños —pero eso no es culpa tuya. Tú ya has hecho bastante. Has hecho lo que has podido y ese tipo de proyecto de escritura pocos poetas se lo han planteado. Yo te diría que casi ninguno. Que Chile, país de donde sos originario es un país de poetas se ha convertido en un lugar común. No hace mucho un amigo (creo) que no voy a nombrar recibió por este mismo medio electrónico un cuestionario de una oscura revista chilena para que diera su opinión, contestando a una sola pregunta, ¿es cierto que Chile es un país de poetas? Hay en América del Norte bastante legislación de origen consuetudinario sobre el derecho a la privacidad. Pero que no se envanezcan los detractores de los canutos diciendo que eso pasa en la cultura protestante individualista blá blá blá etcétera etcétera. Los mismos españoles desde la Edad Media tienen un dicho que reza “Debajo de mi capa mato al rey”

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PALODEDÓNDEAHORCARSECIÓN En tiempos los presentes de una especie de resaca de la historia, en que esta misma resaca de que se habla se dimensionara en forma más bien de abanico en que la playa casi pareja, pero que desciende hacia la mar—así en femenino, a la antigua—en forma inexorable es sin lugar a dudas el cabo o el mango y que al revés de los cristianos esa resaca más bien se proyectara desde ese mar ignoto hasta ir tapándolo todo sin presagiar nada bueno— ese mar ahora en masculino—que corroe y nivela y gasta y hay algunos que hasta dicen que es una necesidad En términos históricos—sociopolíticos—económicos—culturales, tecnológicos, lo que me pidan, o en sus distintas recombinaciones se despliega así el abanico de La Globalización anulando identidades personales, familiares, de la cuadra, de calle y municipales, de plaza, mall, sector y barrio, del Centro de la Ciudad, el Campo, las provincias, las Grandes Megaurbes, de puertos de cielo atravesado por gaviotas—que no mueren con la polución, hace décadas que comen basura Aquí, desde donde sentado escribo estas líneas dejando por un momento que mi mente petrificada y segmentada atraviese las convenciones de género y estilo, tratando de asumir y expresar a mi limitada manera esa lacra sempiterna que le han puesto a la Vanguardia los poetas que después de todo descubrieron que tienen su corazoncito, los críticos que venden libros que se lean fácil —mientras se pueda— Trato de rebasar por un tantico toda esa cháchara chévere que tengo interiorizada como superego de bolsillo, como la mano angelical que acompaña a esa dulce voz femenina que ataja a la otra mano, la izquierda, que nunca sabe lo que hace la derecha, cuando se deja llevar por los inicios de una paja lingüística y conceptual, desigual y combinada Mientras aterradas las multitudes y sus elites, sobre todo estas últimas, tratan de acomodarse a lo más de moda, lo más fácil, lo menos ruidoso, lo más correcto, lo más convencional, para poder sobrevivir

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Aterradas ante la pérdida del YO individual social cultural nacional de sexo de clase. Enfrentadas a la pérdida, disminución o retroceso del STATUS SOCIAL que ya estaba casi al alcance de la mano antes de que pasara LA APLANADORA Tratan ahora de conciliar, buscar aterradas LO HUMANO que para ellos y en estos momentos álgidos por los que atravesamos es más bien cobijarse en el vientre materno, la concha si se es caracol Y de un repente vuelven a brotar aterradas las viejas DECLARACIONES DE HUMANISMO, las camaraderías de barrio, exilio, partido, familia, las descubiertas y declaradas HERMANDADES EN CRECIMIENTO en el fondo y aunque con máscara populista al menos en algunos casos puedan ser otras tantas versiones de PATRIA FAMILIA Y PROPIEDAD Pero no los castiguemos—no nos condenemos al menos en este primer CANTO ENUMERATIVO Cuando deciden o decidimos votar aterrados por las viejas banderas que ruedan arrastrando polvo por las calles de la HISTORIA pero que si pasan a OTRAS MANOS a lo mejor cambia la cosa Cuando deciden decidimos portarse portarnos bien para sentarse aunque sea en la galucha a mirar aterrados, que no a participar—como alguna vez se creyó—a ese GRAN TEATRO Que amenaza dejarlos dejarnos afuera pese a sus nuestros esfuerzos, a ser buenos chicos y chicas Que juegan a la rondas Porque se olvidaron nos olvidamos de las piedras concretas y grises, que pesan O que vuelan ingrávidas. Me carga repetir viejos dualismos

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Entonces eliminen eliminemos lo RARO de lo que estén estemos escribiendo niños y niñas, busquen busquemos aquellos sentimientos que los hagan nos hagan hermanarse hermanarnos con amigos y vecinos que QUIEREN portarse bien para que les dejen algunas migajas Desenmascaren a los LOBOS ESTEPARIOS, échenlos a peñascazos de las antologías, recuentos y críticas, festivales por esto o lo otro, Comités Centrales, movimientos de este u otros cariz y mandato Díganle a ESA GRAN OLA AVASALLADORA que son buenos chiquillos y chiquillas, que comen, creen y se visten más o menos lo mismo, que no quieren hacer olitas En una de esas se salvan encuentran un PALO DE DÓNDE AHORCARSE

ACABAMIENTO DE ESTÓMAGO

¿De dónde nos viene esa sensación casi indescriptible pero siempre muy aguda, muy presente—dicen las Nuevas Generaciones multiplicándose con fervor y llenado todo espacio permisible del planeta y comiéndoselo todo, lo que camina y lo que no camina—todo lo blando blando hasta llegar a lo duro no muy duro? “estamos a la vez abrumados y acongojados por esta necesidad de crecer y multiplicarnos, como nos decían nuestras religiones del pasado—como nos ordenan nuestros genes del presente “como las alas de una vasta mariposa gris que lo tapa todo todo que lo cubre todo todo se nos presenta ante los ojos cada vez más ávidos—que en su hambre creciente y multitudinario YA no pueden sustraerse al espectáculo siempre impresionante de nuestra futura extinción—que habrá de pasar por etapas sucesivas de ingestión incluso de nuestros semejantes

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“ayyyy no nos refiramos a eso—todavía tenemos monumentos bellos y complejos que se levantan en los puntos estratégicos o si no los más ornamentales para nuestros ojos y de los visitantes de nuestras megaciudades que se extienden hacia el firmamento, que se desenrollan cubriendo montes y llanos en un filigrana impresionante por lo delicado, una mezcla de metal y cristal, o una aleación de agua y cielo “todavía nuestro número no es tan tupido como para—todavía nuestro futuro no está tan cercano como para—todavía no estamos tan necesitados como para “sigamos enhebrando un rato más nuestras bellas palabras multifacéticas— que resuenen nuestras canciones y discursos—en las aulas escolares—en la grada de los templos y los palacios presidenciales “cantemos mientras podemos al amor—los bellos sentimientos, la hermandad, la hospitalidad, el compañerismo, un cuantuai “la amistad, la solidaridad, la piedad misma como una florecita blanca pero que se está secando

SUEÑO DE UNA NOCHE DE INVIERNO

La otra noche en sueños Ella, la Lengua Española se me aparece, se me sienta al borde la cama como otra aparición de mis cinco años cuando uno creía que eso era normal y le pasaba a toda la gente. Y me dice “Mira, Jorge, ¿por qué me tienes botada? Casi no hay día (ni minuto ni segundo) que no tenga que andar espantando moscardones que me zumban alrededor, y cuidadosa de las formas no me puedo abanicar con un sombrerote de esos tipo revolución mexicana del Martín Luis Guzmán. Pero no te voy a negar que hay algunos con bastante buen lejos, otros que son jóvenes, casi unos niños, y tú tan rogado no te queda mucho para que andes arrastrando las patas. También se le aparece a una el Diablo o Dios, de cuando en cuando, y la tienta a una y ya no se usa desde hace una eternidad eso de la pureza de ~ 70 ~

las niñas como una, casi irreales de puro bonitas, ni en los pueblos chicos, pese a todos los velos y a querer taparnos de la cabeza a los pies en esas teocracias de tipos feos que en realidad lo único que quieren es vigilar que no se les vayan a ir las niñas, otrosí mantener a sus mujeres enclaustradas para poder garantizar su descendencia bastante regulareque. Pero nos alejamos del tema” —mire niña, justo ahora que estaba recién empezando a pensar seriamente en escribir en inglés, mandar cartas a los diarios, editar algunas cositas en prosa o algunos poemas con ayuda de algunas amigas que tengo por ahí, que me van quedando— “Pero si yo sé que estás armando una especie de libro de memorias, y que el otro día le dijiste al Arturo que ahora que estabas teniendo conciencia de que no te quedaba mucho hilo en la cañuela ibas a empezar a ir sacando todas tus cositas ya sea de manera virtual—con poca plata y hartos lectores en potencia—o impresa, ediciones chicas con poco alcance, tener que correrle mano a los grupitos que manejan la cosa editorial—. Sé que esto último o no te gusta o no puedes. Gulliver me dijo a mí en un sueño que se había pasado la vida sirviéndole a gente que no le llegaba ni a los tobillos” —Bueno, le vamos a hacer empeño, mijita, para que no se le siga arrugando ese cutis de porcelana, perdonando el cliché, para que su melena vuelva a relucir como antes, para que sus piececitos bailen otra vez como antes por el empedrado ése de las buenas intenciones —

CONVERSA CON LA ENTROPÍA

Ella se me aparece de repente cambiando su cara de interlocutora, sustituyéndola pero sin borrarla aparentemente, sino más bien soy yo quien advierto que ella habla detrás de esos ojos, gesticula con esas manos que asumen la calidad de guante. Luego de los últimos años y no porque haya habido aconteceres y eventos fuera de lo común o extraordinarios, sino por su misma acumulación repetitiva he logrado por fin identificar a esa entidad ~ 71 ~

que desde siempre me sacaba la alfombra de debajo de los pies. Y no sólo a mí. Desbarataba los planes revolucionarios más sofisticadamente organizados, echaba por tierra proyectos culturales y editoriales, manifiestos vanguardistas que hubieran relegado a los viejos copés al cajón de la basura—metafóricamente por cierto, pero esa consideración ya es una primera insinuación, la sonrisa de Mona Lisa que esboza la Entropía—¿Qué otro nombre se le puede dar a la cualidad o característica que se acurruca en el medio de las cosas y acaso del Cosmos?—en el Cosmos por cierto. Fue ahí donde se la descubrió. De ahí que la denomine de esta manera, por respeto a lo ya establecido, en este caso su imperio absoluto como entidad universal descubierta y nombrada así por científicos. Los poetas en un noventainueve por ciento—o la gente que escribe poesía— son más bien quedados, les interesa más bien expresar su versión personal de los avatares infinitamente repetidos de la vida biológica— versión humana—, con todo lo que esto último significa. Reconozcamos. No miremos en menos. Creo que por esa esclavitud a las instancias de la vida o de una vocación más o menos sentimentalona ellos se cuentan entre los más encarnizados defensores de la Entropía. Seductora por otro lado, ya que siempre nos está diciendo “Mira, oye, allégate al fogón, vente a tomar un mate conmigo, o un traguito, a conversar de lo de siempre, a hacer lo de siempre, no hay para qué preocuparse si a las finales las cosas no van cambiar en ningún orden de cosas. Pese a sus muchos saltos y peos a las finales los cabros van a abandonar sus barricadas y se van a casar y se van a conseguir una peguita, y está bien, y se van a poner viejos y guatones y van a tener chiquillos, y eso que pasa en la vida animal en tanto especie no importa la especie de que se trate—y te lo digo a ti en estos términos para que me entiendas, puro porque eres persona—incluso pasaría a nivel de una vida hipotética, y lo podemos trasladar a las cosas más complicadas y aparentemente universales, no hablemos de religiones porque no estoy de ánimo para contar chistes, sino de estados, municipalidades o alcaldías, circunscripciones y reparticiones públicas, diversas cajas de previsión, iglesias y cultos, modos de vida alternativos, incluyendo a gays y lesbianas, los pueblos autóctonos y las comunidades inmigrantes o refugiadas que no hablan el lenguaje del país, partidos y organizaciones revolucionarias de todos los espectros del socialismo, de los de tendencia parlamentaria hasta los foquistas, rurales o ~ 72 ~

urbanos, profesores, universidades y para qué te voy a seguir enumerando, aunque ese estilo de las cosas que se repiten y se hacen familiares y te van adormeciendo con su vaivén es casi mi estilo preferido, y no tan sólo en literatura, sino en cosas bastante más concretas, y los únicos que tratan de crear problemas, los malos elementos y las manzanas podridas, pero que a la postre no se la pueden ni para podrir a su señora son los testarudos, cabezaduras y contreras, excéntricos e insensatos. No los famosos idealistas que como decía después de unos añitos tirando en la universidad, agarrándose a combos, saliendo a pelear con los pacos sientan cabeza y aparecen con su guapa minita y con su peguita, o los malabaristas que tienen bastante buen olfato a la hora de los quiubos, los gallos que encaramados en el palo del gallinero siempre cacarean vueltos hacia donde sale el sol. En fin, ni los fulanos y fulanas de lo más bien intencionados que hasta patalean un poco pero que comentando con amigos uno tiene que decir que los agarró la máquina. Mira, soy mujer porque soy bastante acogedora, tengo un regazo amplio, calentito, mi voz es la de la amante y la de la niñera, todo en uno, y tiene una calidad casi como coral, porque representa a todas las voces. Me gusta el negro, que es un color para toda ocasión y que es también el que le gusta a los que más dicen que tratan de evitarme, que están en contra mía. Pero como color oye te recomiendo el gris”

PENTATEUQUIZACIÓN

GÉNESIS La metáfora esa o imagen de los dos caballos uno negro que tira pabajo y uno blanco que tira parriba, creo que de Platón, para qué decir nada del Doctor Jeckill y Mister Hyde cuéntate una nueva, por un lado el doctor muy decente y caritativo y por el otro ese perdulario chicoco que sale a tomar y le pega a las mujeres. Saltémonos más mejor al narigón del Descartes que agarra eso mismo que ya venía harto manoseado del Nuevo Testamento para qué decir de los griegos y lo matematiza y le echa un poco de agua a ese fuego que consume la carne y nos deja por un lado al Cógito y por el ~ 73 ~

otro a Doña Rex Extensa que desde allá nos provoca a ver si nos encarnamos bien encarnados y se lo enchufamos bien enchufado

ÉXODO Porque no hay que viajar ni lejos ni mucho para toparnos con el Jean Paul Sartre en esa mesa del Lido—que frecuentan las grandes figuras de París— donde piensa ensimismado pasaditos los 40 su filosofía de hombre feo y le viene a dar un hueco, qué, un huecazo a ese Espíritu Nemeshia, ditto la conciencia trascendente y mira desalentado al mundo por los lentes poto de botella y una vez declara que la Crítica de la Razón Dialéctica o el Ser y la Nada—no me acuerdo—no valen nada ante un niño con hambre y saca trago LEVÍTICO Pero nos imaginamos que siguió tomándose su cafecito en el Lido, tirándose a la mañosa de la Simón de Beauvoir que le aguantaba lo feo por lo buen filósofo, con o sin levita NÚMEROS Siempre equivocados. Y el otro día leyendo cómo Sábato trataba de encajar en uno de sus dos libros gordos, el más malo, a los poetas y escritores en el mundo de la contemplación, del espíritu—no conteste mijita, no estoy para nadie—, y dice que los escritores son contemplativos y están fuera del mundo de la acción y de la vida concreta y sale pallá, yo conocí en mis tiempos a varios poetas pistoleros, aunque rebeldes con causa y en una de estas bastante buena, aunque andábamos encaramándonos a los últimos sesenta y como quién dijera ‘todo está permitido’ y mejor que nos quedemos callados para que no nos pregunte nadie ¿Y cómo andamos por casa? — ¿qué le dije, porfiada? Número equivocado— casi textual escribe que frente al sufrimiento humano de un ser humano que sufre habría que abstenerse de escribir, pero a casi todos les da a ratos por ahí, entonces mejor es mascar lauchas, y por qué escribir nomás, entonces mejor dejar de jugar a las ~ 74 ~

bolitas, al corre el anillo y no ver partidos de fútbol, no bailar cumbia ni descifrar crucigramas

DEUTERONOMIO Y sale pallá con el espíritu, leía en el diario esta mañana que en algunos países ya se están acabando las ranas, nos estamos comiendo otras especies, pero esta ya está por acabarse, se comen al día centenas de millones de patas de rana y me viene después todavía a hablar a decirme que tenemos espíritu. Señoorrrrr

Jorge Etcheverry. Nacido en Chile y vive en Canadá desde 1975 donde trabaja como traductor. Es poeta, prosista y crítico. Cronipoemas, su sexto libro de poemas fue publicado en Canadá en 2010. En 1993 apareció su novela De chácharas y largavistas. Su antología de narradores chilenos en Canadá, Northern Cronopios, también fue publicada en 1993. Ha publicado prosa, poesía y crítica en Chile, Canadá, México, Cuba, Estados Unidos y otros países. Escritos suyos aparecen en antologías como Cien microcuentos chilenos, Armando Epple, Chile, 2002; Los poetas y el general, Eva Goldschmidt, Chile, 2002; Anaconda, Antología di Poeti Americani, Elías Letelier, Canadá, 2003; Latinocanadá, Hugh Hazelton, 2008 y The Changing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, Sandra E. Aravena de Herron, USA., 2008. Es embajador en Canadá de Poetas del Mundo. Su antología Chilean Poets: A New Anthology fue publicada por Marick Press, USA, 2011. Recientemente fue antologado en la Antología de poesía chilena I. La generación de los 60 o la dolorosa diáspora, de Teresa Calderón, Lila Calderón y Tomás Harris, 2012; en Alquimia de la tierra, de Santiago Aguaded Landero, Dante Medina y Sarah Schbabel, España, 2013 y en Elogio del Bar, bares y poetas de Chile, Gonzalo Contreras, Chile, 2014. Su colección de cuentos fantásticos, Apocalipsis con Amazonas, acaba de ser publicada por la editorial Antares.

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MARGARITA FELICIANO

CUESTA ABAJO Cuando estiré las manos buscándote sordamente en las tinieblas de mi mundo interior, hallé sólo un manojo de neblina que se disolvió entre mis dedos, poco a poco. Hallé sólo un manojo de flores mustias, muy lejanas, alejadas del jardín tropical, del invernadero, donde el aire enrarecido que respiras, poco a poco, se columpia sin hacerte daño. Estiré las manos y no estabas allí, ni siquiera vagabas con el pensamiento hacia mi ámbito interior, ni escuchabas el canto de sirena que salía de mi garganta, ni veías el baile espasmódico de mi cuerpo. Sólo por agradarte, hacía yo los gestos más inverosímiles, y sólo por encontrarte y sumergirte habría dado no sé qué, para aliviar el rictus de tu boca y transformarlo en una sonrisa de paz. LA OTRA Le digo a la otra que ya llegó la hora ~ 76 ~

de irse con su bagaje de incertidumbres, de alusiones a una muerte cautelosa y tranquila, sin mayores altibajos. Le digo a la otra que se vuelva hacia su mundo subterráneo de donde sale a veces vestida de alas de murciélago, adornada de telarañas plateadas en la noche. Le digo a la otra que se lleve la luz opaca del puñal que me brilla en los ojos, que se lleve el sabor metálico de mi boca. Le digo que se vaya, que me deje en paz de una vez, para sentir la intensidad de mi vida en la blanca luz del día, y percibir mi densidad compacta, y mi gravedad terrestre. LA VISITA INESPERADA El frío de la noche te impregnaba la ropa, el neblinoso olor nocturno de tierras apenas coloreadas por los vagos recuerdos de auroras boreales y los fuegos que arden con pereza en lejanos hogares. De golpe apareciste y entraste por la puerta. El cuarto se ensanchó para albergarte y alimentar en esa media luz, la flor de invernadero de tu tristeza que llevabas prendida como una antorcha. Y cuando hablabas, ~ 77 ~

nadabas hacia mí contra corriente. A través de los bancos de neblina y de lluvia, te ibas deshaciendo poco a poco de tus trabas heladas. Te cobijabas en la luz solar de mi ciencia de ti. SERPIENTE Me miró Me dijo Sí. El rictus de su boca se hizo más amargo. Vaguedad del silencio más profundo en la antigua casa colonial. Los azulejos de la pared lloraban de alegría entre los guacales colgados. Al oír su voz tuve el presentimiento de algo enorme y callado deslizándose con suavidad furtiva en las piedras del patio, entre las vainas de los lirios, acercándose a mis pies con la tenacidad de una pesadilla. Aquella noche el viento no halló descanso entre las hojas.

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SEMBLANZAS GEOGRÁFICAS DE LOS PRESENTADORES DEL SIMPOSIO * EN ORDEN DE APARICIÓN

GABRIELA ETCHEVERRY El labio del verano sonríe suave en el rostro. Penden los racimos. El color meloso de los pámpanos le ciñe la frente. CARMEN GLORIA URBINA Se oye el silbido del viento. Una marejada avanza hacia la costa. En la distancia, esperan los colihues bajo un cielo plomizo. HUGH HAZELTON A pesar del estruendo de máquinas y de engranajes, se deja oír un zumbido de colmena. Sale el agua a borbotones y se extiende en la inmensa llanura. MARIE-THÉRÈSE CHAPUT En el silencio de los bosques de arce caen los goterones de jarabe. ~ 79 ~

La tarde recoge sus faldas. Vuela en lo alto un halcón solitario. ANITA JUNGE-HAMMERSLEY El mascarón de proa lucía su sonrisa de otros tiempos. El decorado se acurrucaba en la penumbra. Fuera del ventanal se oían campanadas en la oquedad del viento de la isla. FABIOLA FLORES Chirrían las cigarras en los pastizales. El mediodía está en vilo sobre el cielo. Pasos furtivos avanzan sigilosos. Ella lo sabe todo, lee su pensamiento.

MARI CARMEN ROMERO La lagartija asoma su verde cabecilla de las piedras del torreón que mira hacia el barco a vela y sigue navegando, mas nunca llega al puerto.

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RAMÓN SEPÚLVEDA Bate el mar. Se estrella en el rostro pétreo de los acantilados. La espuma se fragmenta en cristaleras blancas, suspendidas. CLAUDIO DURÁN Paisaje citadino neblinoso, calle central con olor a humareda. El paisaje apunta hacia el muro granítico del monte. CARLOS CASTAÑEDA Los pedregales descienden hacia el río. Alta es la noche, extiende su manto con la Gracia del sueño. Se oye una voz rebelde, un grito, una plegaria. LUIS ALBERTO AMBROGGIO Existe un puente entre el Potomac y el Río de la Plata. Es un puente de selvas, de ríos y pantanos. Sobre el puente transitan los colores de la humanidad. ~ 81 ~

A veces se protegen de un jaguar en acecho. CAMILA REIMERS Flores de nieve caen desde el cielo, se arremolinan contra los faroles. ¿Quién patina en el canal? Al cerrar las cortinas se clausura el recuerdo de una nevada austral que blanqueaba las calles y las plazas. JORGE ETCHEVERRY Santiago y sus escuelas es su escuela. en el centro se eleva un gran tumulto. Una mano se apiada de ese libro caído. Las canchas ya están colmas de gente, pero no hay partido [* Referencia al simposio que sobre su obra realizó la Red Cultural Hispánica en Ottawa, en octubre de 2010]

Margarita Feliciano. Profesora de español; fundadora del programa en traducción español-inglés / inglés español de Glendon College, York University. Parte del grupo fundador, es la actual directora de Celebración Cultural del Idioma Español, fundada en 1993, entidad que organiza anualmente "El Festival de la Palabra y de la Imagen". Poeta, crítica y traductora literaria de origen italo-argentino, radicada en Canadá desde 1969. Su poesía ha aparecido en varias antologías, en publicaciones de Europa y Norteamérica y ha sido objeto de un importante estudio crítico. Poemarios: Ventana Sobre el Mar / Window on the Sea, 1981; Circadian Nuvolitatis, 1986; Lectura en Málaga, 1995; El Portal de la Sirena / The Mermaid's Gateway y De ~ 82 ~

Viajes y Rodajes / Break-in Voyage, 2008. "Imantado Destello", 2010. En 2006, funda ANTARES Publishing House of Spanish Culture, la primera casa editorial trilingüe (español/inglés/francés) dedicada a la publicación de obras de carácter creativo o académico de tema hispánico ubicada en Glendon College, York University. Una de las publicaciones es la antología "ANTARES 2009, Creatividad Literaria y artística / Créativité littéraire et artistique / Literary and Artistic Creativity", reúne la obra de 33 creadores hispanocanadienses de la provincia de Ontario. Margarita ha sido reconocida como promotora cultural en varias ocasiones. La Red Cultural Hispánica realizó en Ottawa un simposio sobre su obra; las Actas fueron publicadas por Antares en 2014. Recientemente recibió la mención de formar parte del grupo de "Las Diez Personas Hispanas de Mayor Influencia en el Canadá". --Regresar al Índice

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HUGH HAZELTON

Runkuranqay colibríes beben de las flores santuario inca puesto en el centro de un valle que se extiende picos que se encorvan desde la selva hacia la nieve las montañas, el agua, el aire mismo súbitamente se derrumban moléculas se desgarran giran por embudos de tiempo sustancia que vuelve a la fuente única la última partícula diferenciada vuelta al caos se invierte estalla otra vez materia que vuela se rehace en nuevas configuraciones otras montañas, atmósferas, seres universo latiendo corazón un nervio trasmitiendo mundo y ser mundo y ser ~ 84 ~

mundo y ser igual igual igual

taller para Ginette entrar es pasar de tierra llana a diez dimensiones pinceles y rodillos diminutos agua de colores vivos en la pila minúscula bolsas transparentes gigantes de papel prensa esperando transformarse en cartón piedra para prendedores pintados brillantes y horquillas esmaltadas entre anillos lazos círculos metálicos óvalos filigranas doradas pinzas y mini-alicates dejados al lado de glóbulos acrílicos gritando de la pintura de la semana pasada y las capas degradadas de la acuarela de hoy o los plumones de múltiples matices de ayer ordenados en abanico sobre el estuche y tapa ovillos de hilo multicolor basto o fino agujas de tejer dedales tijeras de todos los tamaños encajes y abalorios bolsas anónimas de telas seda/satín/telavaquera/pana la máquina de coser zumbando ~ 85 ~

rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr mientras inventas bordados en espiral sobre algodón blanco con los armarios antiguos que suben hasta el techo desbordándose con más paño hilo perdido jerseys cortados en tiras para ser tejidos juntos en nuevas formas botes de botones de todas las formas geométricas y cierres que se abrochan y se agarran de mil maneras la luz del sol filtrándose por las ventanas matinales sus cristales inferiores cubiertos de copos de nieve en papel cortado alféizares con conchas marinas guijarros erizos de mar hojas y luego el balcón labrado toscamente y la hamaca plegada y más allá los dos manzanos en flor tus libros de arte y revistas de ornamentos y cajones de huevos de avestruz con la yema quitada esperando convertirse en lámparas pintadas con motivos barrocos sobre pies de madera la vieja mampara con las escenas talladas de pueblos indonesios dejada aquí hace tantos años por el viajero peruano que se fue a las islas Canarias y nunca más volvió y alrededor las plantas verde oscuro de hojas múltiples creciendo y floreciendo en la inundación luminiscente encima de la antigua máquina de coser de tu abuela tan pesada como la maquinaria de una fábrica oculta en una mesa con un pie reversible gavetas infinitas que esconden minúsculos tesoros sin fin pilares amontonados de cajitas y latas aguardando ser tapizadas con papel estampado o pintadas con diseños tan caprichosos como todo que aquí se transforma ~ 86 ~

de la materia a la fantasía dentro de este cuarto tan cálido y lleno de ti

Revésmundo

al fondo arriba allá abajo de encima invertido al revés la parte inferior superior hijo de la oscuridad hija de la luz diosa del sol y reflejo del dios lunar el cielo madre ascendiendo a la tierra padre oigo los animales de la noche removerse al despertar cuando el crepúsculo se extiende por las calientes tinieblas de la vida alargándose fecundas de nuevo mientras la selva negra espira posibilidades lejos de la luz deslumbrante del desierto al seguir las estrellas del Sur hacia el ápice del mundo cada vez más lejos hacia arriba el techo arcántico del orbe el océano circundante gira a lo largo de las alas de aves circunnavegadoras por encima de Argentina y Paraguay donde los árboles de tung y pétalos de azahares desparraman flores primaverales en septiembre ~ 87 ~

aunque las hojas de las hayas patagónicas se marchiten en mayo y al límite del mundo donde las masas continentales se aplastan por las honduras del globo escabulléndose oblicuamente por la vereda como cangrejos furtivos revesando adelante enfrente de donde los ricos enguetizados lamentan desde sus torres con las contraventanas cerradas suspendidos desde abajo de sus balcones para mirar los monumentos y generales implosionar y el mundo gira encima de su rechazo dejados allá arriba mientras los otros trepan alegremente abajo hasta las calles compartidas o corren de cabeza hacia la tierra que los espera en jerarquías cada vez más llanas moviéndose en sentido opuesto al de los relojes y las agujas de derecha a izquierda de abajo a arriba afuera y adentro mientras los hombres saludan coquetamente a las mujeres que pasan a zancadas

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náufrago sobre una orilla desconocida creo solo he abierto los ojos una vez y luego vi unos suaves granos de arena y regueros de algas tendidos al lado de mi cara y un escarabajo verde arrastrándose interminablemente por diminutos escarpados y barrancos dejando minúsculas huellas de seis patas en su marcha resuelta adelante derribado y arrojado por años de olas u olas de años hasta que perdí la cuenta de cuántas veces o giros de días o estaciones tumbado una y otra vez y lanzado a través de las profundidades contra el fondo arenoso del mar que me raspaba la piel pulmones implorando aire subiendo reventándose por oxígeno recogido por una ola enorme cuando llegué a la superficie levantado sobre el último brazo del agua hundiéndose echado aquí felizmente no sobre las rocas cuando haya sido eso ahora si quisiera podría mirar el destello del sol en la arena blanca otra vez pero prefiero la oscuridad dentro de mis ojos la sal que se seca en mi piel la luz del sol quema por los párpados pero no tan penetrante los recuerdos dando vueltas mientras las olas todavía me mojan los pies tendido desnudo ojalá con algún trapo cubriéndome quién sabe un Ulises olvidado echado sangriento sobre la playa de su isla natal aunque no recuerdo ningún lugar definido ni tierra firme ni tampoco espero a que Nausica me descubra más bien unas gaviotas o cuervos a menos que me mueva primero te pican el cuerpo y luego si no reaccionas comienzan por los ojos después de la travesía de Río a Gabón Última Esperanza a Sulawesi ~ 89 ~

Grise Fiord a la Tierra de Van Diemen o fue otra persona un amigo o un cuentista o yo mismo hace mucho tiempo cuando hubiera nadado mucho más fuerte en las olas y me hubiera tambaleado adelante hacia el interior verde y lejano que no alcanzo ahora naufragios me duele esta cabeza de vaca que me hizo nadar perpetuamente contra la marea donde no puedo hablar ni decir ni pío y me dejo flotar sobre las imágenes surgiendo enroscándose como el varec de tu cara y la de ella y todas las otras llamando desde otros tiempos o mirando encima animándome a que me levante y músculos nervios órganos se licúan menguando hacia la nada arrancados ineludiblemente de células eléctricas hacia una vuelta totalmente desconocida nunca soñada inimaginada sí por una abertura pálida y pestañas puedo ver que la arena es más blanca y deslumbrante que nunca el insecto se ha ido el sol se calienta y mi boca se seca y se tiene que hacer algo en algún momento por alguien en algún lado aquí tirado remoto y sin vida pero con caras y mares que bailan detrás de sus ojos en una costa olvidada

Hugh Hazelton es un escritor y traductor que se especializa en la comparación de las literaturas del Canadá inglés y de Quebec con las de América Latina, así como en la obra de autores hispanocanadienses y en la poesía quebequense. Ha publicado varios poemarios, uno de los cuales, Antimateria, salió en español con La Cita Trunca en 2009, y también traduce del español, francés y (recientemente) portugués al inglés. Es profesor emérito de traducción y civilización latinoamericana en la Universidad Concordia en Montreal y codirector del Centro Internacional de Traducción Literaria de Banff. --Regresar al Índice ~ 90 ~

LUIS ALBERTO LÓPEZ EL PUNTO DE PARTIDA META-FÍSICO A Enrique D. Dussel

Partamos del hecho que un ser natural por gracia de la Vida se insurgió comunitario, histórico, necesitado entonces pensó, habló, discursó y reflexionó observó las estrellas midió el tiempo cruzó distancias se cultivó y se significó humano. Partamos del hecho que todo es una hipótesis humana y esto es una inmensa responsabilidad. Partamos del hecho que el individuo nace envuelto en otro individuo en un contexto cultural es decir nace en comunidad. Este es el acto noble fundador que funda a todo ser humano. Partamos del hecho que el ser humano es bueno pues cuida su vida y este es el acto noble que lo guía. Partamos del hecho que el ser humano se levanta, se lava, se acicala, se rinde, se repara... sin embargo en un momento cuando ya es grande ¡oh, pavor! Él se ve sólo como reflejo sesgado ~ 91 ~

y se confunde, se aliena, se pierde en él y entre las cosas que creó, que produjo... Partamos del hecho que el ser humano no sabe cómo ha hecho lo que ha hecho no sabe qué es la realidad real no conoce la historia mundial que le indique quién es y dónde está y termina ahogado en un hambre existencial severa. Partamos del hecho que el ser humano deviene inseguro extraño de sí mismo en su caminar la bondad inicial ya no le basta se aterra teme perder su vida y se torna peligroso para sí mismo y sus otros. Un día en nuestro caminar nos topamos cara-a-cara con Él. Si lo observamos bien su reflejo sesgado aún así es más claro que el nuestro ¡es El-gran-Otro! Él va a permitirnos salir de nuestro hueco negro. Este es el momento meta-físico por excelencia el más allá y el más acá desde dónde nos miramos cuán torpes somos: yo hacia Él y Él hacia mí cuán necesitados somos: yo de Él, Él de mí cuán pasmados estamos: Él, de sí mismo, yo de mí mismo y más aún en Él vemos nuestra delincuencia porque la historia parcial que conocemos dice que no tenemos manos limpias ¡oh, horror! nos damos cuenta que matamos para seguir viviendo. ~ 92 ~

En El-gran-Otro vemos que hemos cometido grandes y pequeñas fechorías: parricidios, infanticidios, holocaustos, exterminaciones, infidelidades, calumnias... Sí. Yo, tú, usted, todos nosotros. Hagamos entonces de este momento meta-físico el punto de partida más sensato perdonémoslo, perdonémonos, porque Él, ha matado por miedo porque nosotros hemos matado por miedo porque hemos hecho de todo ser humano una vergüenza ajena y nuestra ayudémoslo, ayudémonos para salir del embrollo físico y pongámonos a la altura meta-física de ElGran-Otro. Hemos partido del hecho que el ser humano inicialmente fue bueno que en su erguirse se enfermó de horror, de miedos al ver los ríos de todas las sangres de la historia se volvió un ser humano turbado con un andar errante fetichiza muchos ídolos y ahora está sediento de nuestra responsabilidad y nuestro deber es socorrerlo para así mirarnos mejor para que Él nos saque de nuestra ontología fantasmal y así rescatemos nuestro estado bueno inicial que sí existió. Acordemos el hecho que tenemos los medios técnicos para ayudarlo, ayudarnos a salir de este embrollo universal. Acordemos que el asunto es difícil pero no imposible. En suma ~ 93 ~

el punto de partida meta-físico es que todos los seres humanos son buenos porque cuidan su vida. Sí. Y a pesar que muchos se extraviaron por miedo hagamos lo posible por recordarles la bondad primera que tuvieron de sí mismos y que este sea el acto bueno que a nosotros nos guíe.

CORPUS DE CARNE Y SANGRE Antes que el universo para escándalo de ingenuos letrados antes que todo lo material en suma antes que pienses antes que digas muy tardísimo cuando escribiste él ya conservó todos los recuerdos de los dolores materiales y existenciales... Cuando alguien te gustó él ya lo gustaba. Cuando a alguien amaste él ya estaba hecho ternura y erotismo mil... Cuando sentiste sed para él ya era el desierto y el agua era su utopía... Cuando tuviste hambre él ya estaba en hipoglicemia y comer era su utopía Cuando tú tuviste frío él ya estaba helado ~ 94 ~

y el calor era su utopía... Cuando tú descubriste el ahora y miraste el pasado él ya estaba mirando tu futuro...

SIETE MIL MILLONES DE SOLEDADES « Six milliards de solitudes, ça fait beaucoup. » Daniel Bélanger, « Dans un Spoutnik », Rêver mieux, 2001

Ya somos siete mil millones hoy en el 2011. Ocupados en un trabajo sin saber para qué o solo para pagar facturas... Solitarios en el despojo de 7,000 mil años de neolítico que acaba globalizado, plurimundo... Angustiados por nuestros sentimientos y los deseos de otros... Indignados porque otros no se indignan siquiera... Tantos somos tantos y no hay dioses que nos amparen pareciera que solo hay humanos pisándonos la cabeza serruchándonos la rama donde estamos sentados... Nos miramos ~ 95 ~

en películas de tres dimensiones HD y nos encontramos plastas... Ser tantos saber tan poco responder a tan poco y no poder decirle nada a la soledad del siete mil millones y unoavo humano... INDIVIDUO ¡Vamos individuo! muéstrame de dónde vienes y a dónde vas invicto o derrotado y no importa todavía nada está jugado... ¡Vamos individuo! que naciste en una bifurcación de un tiempo y un espacio social muéstrame tu originalidad y tu singularidad que la necesitamos... ¡Vamos individuo! dinos cómo te lanzaste en batalla contra el espíritu del clan y de la tribu a los cuales hicieron perder sus referencias... ¡Vamos individuo! enséñame con los sabios discursos de otros que tú escogiste cómo te alzaste hombre y cómo vas casi liberado ayudando a otros... ¡Vamos individuo! ~ 96 ~

enséñame lo máximo de sujetos que tú puedes socializar...

Luis Alberto López. Nació en Otuzco, Perú y reside en Montreal, Canadá. Realizó estudios de geología en Perú y estudios superiores de literatura comparada en la Universidad de Montreal. Ha trabajado en la Universidad de Montreal como profesor e investigador. Actualmente trabaja como profesor de castellano en la Ville de St-Lambert, en Quebec. En tanto investigador sobre problemas de la literatura ha publicado artículos sobre teoría literaria y ha dictado conferencias en varios países de América. Su poemario Hijo de Madre saldrá publicado a fines de 2014, en Trujillo, Perú.

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TOMÁS RODRÍGUEZ LOCURAS He sentido deseos morbosos Un viento inicuo osado y frío Latidos de un corazón herido Recuerdo agreste de un tiempo ido Voz trémula con ansias locas Silueta fugaz, labios extraños Rapaz instintos de un soñador ¡Que ya es minucia expuesta al sol! Luz y sombra, 48

A TI Cuando pasen las horas, Cuando el tiempo envejezca nuestro idilio ... y como ahora, Miles de horas pasadas ... y cientos de semanas que hagan años; y que signifique demora ...verás que si aún nuestro idilio mora; es porque eres la sola ... ¡a quien más he querido! Luz y sombra, 34 ~ 98 ~

DECADENCIA Decadencia el mundo lleva un rumbo de demencia, se está acabando y no nos damos cuenta, la droga, el terrorismo; la violencia, Nos va dejando un nudo de impotencia Decadencia Dígame lo que usted opina, lo que piensa, si el final de nuestros días ya comienza, cuando vemos tantas guerras, la violencia; que nos deja tan perplejos; que insolencia! Decadencia invasiones de naciones sin clemencia, con mentiras preparadas en la prensa, y con líderes corruptos y sin vergüenza, que a sus pueblos los engañan, lo irrespetan Decadencia la violencia en la familia se alimenta, cuando dejas que por pura negligencia, a tus hijos los consuma la mala influencia; que los vuelve sordos, ciegos y sin conciencia! Decadencia el mundo lleva un rumbo de demencia, se está acabando y no nos damos cuenta, la droga, el terrorismo; la violencia; nos va dejando un nudo de impotencia Decadencia el respecto en las calle no se encuentra, la moral ya es cosa vieja y obsoleta, no le importa ya a la gente la apariencia; ~ 99 ~

ahora el mundo es un limbo de demencia Decadencia terrorismo del imperio sin clemencia, con excusas preparadas en la prensa, y el estúpido creyendo su defensa; ¡diga usted si esto no es pura decadencia! Decadencia Palestina cada día más sangrienta, con su gente defendiendo su vergüenza, contra el tirano que pretende por la fuerza; ¡apropiarse de su tierra y su existencia! Decadencia violaciones de menores en las Iglesias, charlatanes que llegan a la presidencia, cantautores que no conocen la prudencia, corrupción en organismos de apariencia: UNO, OEA, ETCÉTERA, ETCÉTERA ¿Luz y sombra, 44-45

TORRENTE En días lluviosos como este omnipresente estás, ¡lo siento! Tu ausencia no existe, la lluvia trae tu recuerdo Es complicidad de esta lluvia que ahoga mis ansias y desborda mis deseos de tenerte El sol se ha escondido; la luna está ausente, El cielo es invisible; las estrellas están silentes ~ 100 ~

No hay nada más que lluvia y silencio, Solo queda tu recuerdo omnipresente Solo quiero verte y poseerte Solo quiero mojar mi cuerpo desnudo con el sudor del tuyo, en el manantial de tus besos A nada aspiro, solo que esta lluvia no termine, Para con su ruido entonarte lo que siento, El sonido retorcido me hace cantar, De mi voz salen nostalgias onduladas El sonar de la caída de esta lluvia intrépida volcaniza mis pensamientos; ¡Si cesa, podría dejar de pensarte! Luz y sombra, 60

MADRE Abnegada, irreemplazable, Dulce, tierna, Incansable! Amiga, compañera, En las malas como en las buenas Madre, fuente de vida ¡Vida de un siempre! Madre mía, y de otros, Madre de otras madres, Madre del padre, del hermano Madre que llora y canta, Que sufre y aguanta ~ 101 ~

Madre tolerancia, amor sin par, Dar sin esperar Madre ternura, amargura, Madre alegría, preocupación Madre irreemplazable, Madre del hombre Madre mujer ¡Madre patria! Luz y sombra, 56

Y SEGUIR He caído, mas me he incorporado He frenado, mas nunca parado He errado, mas siempre enmendado, si no; al menos he tratado Abril, 2014

ALMA DE POETA Alma de poeta quisiera tener; para poder inventarme nuevas formas de expresarte: ¡Te extraño! ~ 102 ~

¡Te deseo! ¡Te anhelo! ... y en sentido singular, ¡Te quiero! Arte de escritor fino y diestro; para plasmar mis sentimientos en una hoja blanca; en una página de ensueños Voz de gitano trovador; para expresar con nostalgia y alegría el ritmo de mi corazón, cuando siente tu presencia y cuando le angustia la ausencia efímera de tu silueta. Manos de escultor; para tallarte para pulirte para tocarte y estrujarte Para mirarte y contemplarte Para conmigo trasladarte y convertirte en mi estandarte Luz y sombra, 47 AL ÁRBOL Le embargaba una amargura que brotaba en sus andares como gotas de angostura que jamás se diluían, que se impregnaban en sus pensamientos. El espejo burlón, pero sincero, era su único compañero; aparte de su hijo mayor, quien solitario como él, nació justo al centro del patio del rancho centenario y allí había crecido majestuoso e imponente. Fue él quien lo plantó allí, y desde esa vez, hacían ya ochenta años; marcaba una rayita en algún lugar de su corteza el día de su cumpleaños; así dedujo que aquél, a quien llamaba hijo; tendría ochenta Abriles; siete menos que él mismo. Ochenta calendarios caídos encima; porque fue al cumplir sus siete que su abuelo le regaló aquella minúscula ramita extraída de una planta moribunda. ~ 103 ~

Escogía los domingos para darle vistazos al montón de fotos que meticulosamente guardaba en un rincón de su vestuario para de esa manera solo verlas esos días que él había escogido; los Domingos. Los surcos en su frente eran cual páginas estrujadas recargadas de efemérides; escrituras que el tiempo plasmaba con rigor incesante. Decían que era demente, porque a veces le oían hablarse, reírse, aconsejarse; ¡mas no lo era! ¡No hablaba solo!; le hablaba al árbol; era la razón por la cual solo hablaba justo al lado de aquella hermosa planta gigante y esplendorosa que yacía al centro del rancho; allí de vez en cuando y de cuando en vez tomaba su butaca y se sentaba a hablarle, a contarle sus historias más fantásticas; allí, y solo allí, hablaba, sonreía. Allí se confesaba y... a él, y solo a él contaba su felicidad y su amargura, sus frustraciones y desilusiones. A él narraba las historias más fantásticas y los sinsabores más sentidos. Los vecinos juraban de su demencia, pues no llegaban a comprender el porqué era solo justo al tronco de aquel árbol de ramas angostas y tupidas; de tronco enorme y sólido donde se le oía hablar: "Cincuenta y seis presidentes, cinco dictadores, diez golpes de estado, doce revueltas, dos invasiones, incontables revoluciones, tres magnicidios y miles de poetas, artistas y patriotas asesinados. He ahí la herencia fúnebre; he ahí el legado maldito; he ahí donde hemos llegado árbol querido, ¡hijo mío! Por eso solo tú sabes la pena que llevo a cuesta y el porqué la retaguardia del progreso y la educación de este pueblo primado cuya grandeza conocen solo los nuestros. Tú has soportado los embates del sol candente, la lluvia desafiante y persistente, el viento arrogante e intermitente, la sequía agobiante, cruel y resistente; mas yo, hijo mío!; la maldición de tener ojos para ver; oídos para oír, y voz para callar!; sí, para callar frente a la locura de esta clase que nos desgobierna; de esta clase de pillos que se eternizan y nos hunden como barco velero sin rumbo ni destino; sin timón ni itinerario; ... ¡y se hunde!.. como hundidos estamos en el olvido, en el atraso. Esta clase de idiotas infantiles, rapaces gobernantes rendidos a intereses oscuros. Por eso solo a ti te hablo hijo mío!; porque los demás tienen oídos mas no oyen, ojos, mas no quieren ver; voz, y... como la mía; no tienen palabras!" Mayo 2014 ~ 104 ~

THE MOON AND I Moon of a night Of clear sky Stealing the show To all the stars Moon full of light I wonder why! You fill my mood And I feel so bright! Abril 2011

JUSTE UN JOUET Si juste un jouet j'etait pour toi Toute la faute c'est juste á moi Me laissé aller sans ne pas savoir Qu'á toi l'amour ca ne t'interesse pas Tu n'a pas d'ame, t'a seulement soif Ton coeur n'est plus á ca place L'amour pour toi c'est quelque fois Rend quelq'un fou, et aprés; au revoir! C'est triste savoir et difficile á croire Que juste un jouet j'etait pour toi C'est ton style, mais il faut bien savoir Qu'un jour la victime pourrais étre toi!

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Un étre insensible, c'est ca qui est toi! Mais ton déguisage bientót tombera! Luz y sombra, 55

LA ALMOHADA La almohada es tu presencia Ella me suple de tu ausencia Es la almohada tu cabeza Que mis manos sienten cerca Es tu pelo, tu silueta Es tu cuerpo a descubierta Es la cosa que me resta Imaginar que es tu presencia Luz y sombra, 88

OSADA ¡Osada! ¡Intrépida! Atrevida! Te atreviste a desafiar A tu propio corazón Es por eso que tu vida Confundida va sin norte Sin cariño y sin amor ¡Necia!, ¡presumida! No te engañes con mentiras No conoces el amor ¡Pena!, ¡siento pena! Porque sé que es un error Pronto, ~ 106 ~

Tu condena, Al final dará razón Pues vives, Cual pradera, En un desierto de arena ¡Sin ninguna protección! Luz y sombra, 59

PIES DESCALZOS Sus manos mendigas curtidas de tierra Su grito de hambre que expresa miseria Hambre de carne, arroz y habichuela Hambre de lápiz, cuaderno y escuela Su voz quebradiza pregonando amor Buscando refugio en algún rincón Su vista perdida sin rumbo seguro Sus ansias infinitas buscando un futuro Niños descalzos, del norte o del sur Niños hambrientos, sin techo ni luz Pies descalzos barriga desnuda Pies descalzos mirada profunda Pies descalzos sin libro ni escuela Pies descalzos sin casa ni tierra ~ 107 ~

Pies descalzos camino inseguro Pies descalzos ajeno al futuro Pies descalzos jamás un juguete Pies descalzos que fácil se pierde Pies descalzos presa de un sistema Pies descalzos que todo le niega Luz y sombra, 18

DESCUBRIENDO Cuando estrecho tu cara entre mi pecho Cuando seco una lágrima solitaria Cuando tus labios desprenden una sonrisa Cuando ríes, cuando lloras Cuando duermes o despiertas Cuando estás o estás ausente Cuando te vistes o desnudas Cuando me das una mirada Cuando te toco y con tu cuerpo juego Cuando en un susurro te digo te quiero Cuando me acuesto y te sueño ~ 108 ~

Cuando sufro si te ofendo Cuando no hay calma por tu ausencia Cuando no hay paz tras una insolencia Cuando te tengo entre mis brazos Cuando reposo en tu regazo Cuando tu voz canta mi nombre Cuando la mía te responde Cuando tus ganas me incitan Cuando mis manos te acarician ... ¡he descubierto que te amo! Luz y sombra, 37

HER NAME! Her name I won't forget Even if I would I won't get it 'Cause it has moved into my soul And deep in there has made its home Like stain that can't be removed Like pain that can't be released It the thing that makes me breath It has arrived and live with me It now her name a part of me And I like the way it is 'Cause that way it makes me feel That she’s still in love with me ~ 109 ~

Her name I won't forget I can't, even if I try I won't succeed, even if I intent 'Cause Now her name, Is a part of myself! Luz y sombra, 58 [Nota. A instancias del autor hemos preservado la ortografía de su preferencia en los poemas en inglés y en francés.]

Tomás Rodriguez nació en San Pedro de Macoris, República Dominicana. Ha escrito dos libros; la novela: Final Inesperado, y el poemario: Luz y Sombra. Es cantante y compositor. Ha escrito para los periódicos: Eco Latino y, Ahora Ottawa. Recientemente lanzó una extensa producción de Vídeos Clip profesionales con 26 temas, cuya filmación, edición y concepto son de su propia autoría; además de que las canciones son casi todas escritas por él mismo. Habla cuatro idiomas: español, francés, inglés y alemán. Estudió por unos años en la Universidad Central del Este, en la facultad de Ciencias Sociales. También es graduado en Locución Profesional; además realizó estudios de Trabajador Social, de Teatro y Cinematografía. Ha escrito varias obras de teatro. Fue fundador del Grupo de Teatro Latinoamericano de Ottawa y cofundador del Grupo de cine, Nupcia 25. Algunos de sus trabajos aparecen en el libro: BOREALIS, Antología Literaria de El Dorado. Actualmente reside en Canadá, país al cual emigró en 1993. --Regresar al Índice

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LADY ROJAS A JOSECITO MARTÍ EL GRANDE DE CUBA SU ISLA A AIMÉE BOLAÑOS Cuando tus versos me limpian la lengua de las injurias que no hieren a los políticos Cuando tu bondad me quiebra el corazón frente a las injusticias y maldades de ricos Cuando el robo de bancarios se acrecienta percibo tu quijotesca altura y sueños verdes Cuando me agitan la desesperación y la locura me apoyo en tu columna de agua y exilio Cuando los virus de los codiciosos y manipuladores matan a poblaciones subdesarrolladas del orbe te yergues de entre los liberadores muestras el camino de la lucha regalas tu pecho una rosa roja sangra en el río su caudal Cuando el hermano envidia a la hermana, crece tu palma y se enseñorea su belleza Cuando las fronteras impiden el paso al alicaído pájaro, tú lo levantas en tu vuelo Ave cálida Grande de Cuba su Isla Tú nuestro Josecito Martí de frente amplia de mirada clara de dedos de oro de pies ágiles de poemas cálidos de amor puro al hijo lejano al niño Ismaelillo Hombre amante amigo valiente payador de la vida por la Vida libre luz y carbón águila y víbora canto y llanto montaña y fruta acero y cetro

padre tierno por la Vida de pie

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Tu Cuba madre te aclama sus hijas e hijos te declaman Nuestra América indígena y negra y criolla y mestiza te reclama Poeta Grande de voz firme de alas gigantes de Héroe humanamente humanista Creador de la palabra sencilla música contra el veneno Ciervo herido mil veces ven a nuestra pradera ilumínala con tu estrella caribeña Ahora y siempre

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ODA A LA GRACIA DE NUESTRA ESCRITORA ELENA PONIATOWSKA AMOR Dedicado a mis estudiantes de Concordia University, 2014: Dominique Daoust, Patrick Darveau, Kayla De Nardi, Kristal Gabet, Céline Gay, Edwina Germain, Alexandra Metten, Marie Pfaff, Sara Rabadán.

Hermosa mujer de letras y acciones tinta indeleble de fiereza dentro y fuera de las venas con tu intelecto radiante de escritora maga escuchas hablas intercambias te solidarizas y te admiras de los seres dinámicos y creas del fango del agua del cielo de la distancia de la batalla cotidiana las tramas de unas historias que remueven el barro la sal las estrellas la soledad el silencio Princesa roja cuentas la Otra her-storia y testimonias al México tremebundo y pistolero del macho “revolucionario” que enajena la voz de una gran mujer de las soldaderas Jesusa Palancares en el combate por su autonomía y la devolución de las tierras de la capacitada Gaby Brimmer que poetiza porque su nana la mece y la educa de soldados con sueldo del Estado que matan a mansalva a estudiantes universitarios regando con sangre fresca las tres cruces más grandes del oprobio y del horror de la naciente artista rusa Angelina Beloff en plena tormenta parisina con Diego Rivera de autoridades dándole la espalda a las víctimas del terremoto y a sus indígenas de Tina Modotti que fotografía a niños descalzos madres caídas y azucenas desnudas ~ 113 ~

de Leonora Carrington que se enamora de tu país revuelto en medio de gigantes y pinta con sus pinceles los sueños eróticos de la carne y deseos de cielo en pleno vuelo Te vislumbro plena de arrobo ante Juan de la Cabada gran narrador de fantasías indígenas y cantador de las piruetas infantiles en el Distrito Federal en mayo de 1986 Presentas con gozo a una novelista singular y poeta nicaragüense de lucha antisomocista Gioconda Belli la sandinista “fuego” y “espada” ante el público mexicano cautivo Te leo y saboreo Cada universo tuyo se eleva poblado de banderas a la justicia te invito a la Universidad Concordia de Montreal en 1995 aceptas con tu sonrisa franca ser nuestra madrina de un día primaveral y atenta sigues mis palabras y aprecio sobre la protagonista Modoti de tu novela Tinísima me regalas Luz y luna, las lunitas Me deslumbras con la belleza y el trabajo laborioso que crean las manos de artesanos y de campesinas obrando en cada oficio diario “ellas que ya son gobierno, ellas, el pueblo, guardianas de los hombres, repartidoras de los víveres, sus hijos a horcajadas sobre la cadera o recostados en las hamacas de sus pechos” ¡Qué mejor poesía que la que enhebras cuando contemplas y das voz ahíta de admiración a las sirvientas cholas de mi Perú que se revientan los lomos con dignidad por la vida dando brillo al inodoro de los que adornan con títulos sus nombres y dinero y fama preparando biberones para hijos ajenos que hacen suyos nutriéndolos con su presencia!

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La Escuela Elena Poniatowska en el CAIS Villa Mujeres te honora por tu ilustre presencia en la cultura la política el destino de nuestra América mestiza ¡Que el premio a tu constante conciencia social y maravillosas semillas de tu ingenio lo coloquemos encima del volcán de tu corazón para gloria nuestra, Escritora de mérito!

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NELSON MANDELA AHORA Y SIEMPRE Para gloria de la Humanidad toda ahora y siempre MADIBA cuento a mi nieto cómo conviertes tu destino desde la cuna en Mvezo de 1918 te crucifican en nombre de una falsa blancura los segregacionistas de África del sur los jefes del apartheid rompen y dividen a tu patria un inmenso vidrio en añicos los racistas gobiernan con la muerte aniquiladora e ínfulas de dioses superiores a la mayoría negra con corazón rojo como el suyo que late por la vida por el amor Mi niño pregunta: ¿por qué no te escondes y huyes lejos de los lobos feroces? lo consuelo refiriéndole que te unes a la lucha colectiva de combatientes dignos te buscan por traición a ti cuya fidelidad con la justicia es más transparente que la nieve La camada salvaje de Afrikáners se ensaña y masacra a inocentes en Sharpeville en 1960 porque se defienden y desobedecen leyes indecentes e inmorales Para gloria de la Humanidad ahora y siempre abogado de transformaciones e ideales líder de la campaña justa caes preso en sus redadas con otros dirigentes valientes te encierran en cárceles pero tu voz pólvora recorre ágil su mensaje de libertad y se alza entre los barrotes de las fortalezas en Robben Island, Pollsmoor y Victor Verster reclamas claramente la única verdad insoslayable de que todos somos humanos iguales africanos europeos americanos asiáticos oceánicos

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Los únicos presos de sus prejuicios son tus verdugos armados hasta los dientes que batallan por el color de su piel mancillada en la muerte temprana de tantos africanos Ningún color justifica la tortura la discriminación la injusticia el racismo la desigualdad la desaparición planificada de tus hermanos y hermanas allá acá o acullá Para gloria de la Humanidad ahora y siempre con tu lanza en mano y el sello 444/64 liberas con otros luchadores a tu pueblo del yugo de verdugos con dientes filudos sales libre en 1990 más libre por la fuerza de la razón y del entendimiento común te coronan por tu nobleza de espíritu y concordia con el Premio Nóbel de la paz en 1993 Tu pueblo consciente de sus raíces sudafricanas en 1994 te elige heroicamente presidente y ofreces pan con mantequilla a los niños para que lean y rían y jueguen y vivan mejor “Gol” grita mi infante como cuando su pelota de fútbol marca un punto para su equipo y levanta los brazos en alto proclamando desde su tierna estatura una alegría compartida por el valor de tu SER y de tu HACER en bienestar de nuestra Humanidad

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EN EL ALTAR LA ESPERANZA A ELVIRA ORDÓÑEZ Viajas al país de las palabras y bailas de pie con ellas bañándote en su barro esencial y en su luz marcas el ritmo grave de la vida frente a la muerte y la resurrección o el leve de la gracia divina distribuyes en silencio las migas del pan fresco a los que llegan hambrientos de fe a tu mesa conjugas los verbos amar y compartir en todos sus tiempos y en todas las formas riegas con sonrisas los versos atrevidos de Catita la grande y las benevolencias de Atala reniegas de los falsos testimonios de tanto judas suelto y defiendes con candor el desafío vuelas levemente mariposa limeña de una flor silvestre al árbol más tupido del jardín dejas tu estela de ilusiones para los desconfiados bebes con los sedientos abres todos tus libros al sueño al fuego al juego dialogas con alma a la alborada ¡Amiga escritora poeta amauta hada madrina de las letras vales un Perú limpio y azul!

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YO AMO AMOS A RENÉ GINGRAS Ciudad pulgarcita de las tres que conforman la región AbitibiTemiscamingue vistes tu atuendo triangular de pinos eternamente verdes te bautizan hace cien años con nombre breve de mujer Alice Amos inspira la hija del industrial Auguste Amos y de Marie-Louise Boyer y segunda esposa del Primer Ministro de Quebec, Sir Lomer Gouin El río Harricana recorre tu bello cuerpo extendido en el noroeste de Quebec de 430.67 kilómetros cuadrados apenas te habitan alrededor de 12, 600 personas se sienten orgullosas de su tierra plácida de arándanos azules y frutillas rojas deliciosas de sus cavernas de donde los mineros extraen oro y bronce de sus bosques que se tupen de madera sólida allí se protegen elegantes corzos o imponentes alces de América de sus profundas corrientes de donde emerge el agua pura y cristalina de sus lagos donde nadan y se escabullen las plácidas truchas Recorro a pie en carro y en canoa tus senderos insondables cuando la existencia y el amor me conducen a tu paraíso perdido En ese suelo abundante en prodigios naturales ve la luz mi hijo Tovarich Joseph Trempe Rojas Enseño mi lengua materna en la Polyvalente Harricana a un grupo de insignes estudiantes adultos Aprendemos juntos de 1977 a 1979 a conjugar el verbo Amar con A mayúscula porque todos, ustedes y yo, amamos la Vida compartida Soy la pequeña profesora de español que admira a la gente de Amos ~ 119 ~

por el don solidario de su acogida Sus sonrisas siguen latiendo en mi corazón ¡Vuelen mis versos de reconocimiento y gracias sinceras!

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LA HORA DE LAS 36 PREGUNTAS A TOVARICH TREMPE ROJAS ¿Cómo cantarte para que el pasaje del vientre al cosmos sea feliz? ¿Cómo fortalecer tu hombro y bracito heridos en tu tierno nacimiento? ¿Cómo enseñarte a sentarte a pararte de pie a reír a aplaudir a la vida? ¿Cómo guiarte en la calle en la pista en el colegio en la universidad? ¿Cómo compartir los juegos y las travesuras con tus compañeros y guardines? ¿Cómo invitar a tus primos a celebrar las fiestas del amor familiar? ¿Cómo deletrear los confines de Amos, Hull, Quebec, Canadá, Lima, Perú, México? ¿Cómo recoger los frutos salvajes de tu bosque paradisiaco? ¿Cómo enjugar las lágrimas de las separaciones que marcan tu niñez? ¿Cómo explicarte que los viajes distantes por el trabajo engendran desdichas y tormentos para los que parten y los que se quedan? ¿Cuántas estrellas te muestran los senderos transitados de tu infancia y juventud? ¿Cuántas melodías en el piano y la guitarra marcan el compás musical de tu existencia? ¿Cuántos pasos sólidos hacen de ti un hombre noble? ¿Cuántas caídas agitan tu naturaleza y te impulsan a levantarte e intentar otra vez? ¿Cuántos abrazos y besos te ligan a tus seres queridos? ¿Cuántos gestos febriles y espantos de impaciencia te alejan de ti mismo? ¿Cuántas alegrías forjan el corazón de un padre? ¿Cuántos golpes menudos e insistentes erosionan la comprensión? ¿Cuántas raquetas golpeadas y tiradas al suelo incuban la frustración momentánea del jugador? ¿Cuántos saques repetidos te enseñan la constancia de los sueños? ¿Por qué mirar hacia atrás para avanzar mejor hacia delante? ¿Por qué cuidar el cuerpo y el espíritu con gracia y bellezas? ¿Por qué calcular el peso de la cólera o la liviandad del gozo? ~ 121 ~

¿Por qué entonar la canción de la dicha cuando el sol brilla sonríen los niños y germina la bondad en la esposa? ¿Por qué buscar el parque misterioso donde anidan las flores y los pájaros? ¿Por qué recorrer el río que fluye siempre hacia el mar? ¿Por qué contemplar los animales de la selva airosos en el campo abierto? ¿Por qué encontrar el libro que llega al alma y la imaginación del lector ávido? ¿Por qué tomar el tiempo de brindar por tus realizaciones y esperanzas? ¿Por qué bailar al son de tus vivencias convertidas en pilares del presente? ¿Qué ruta sigues para alumbrar la pista desde lejos? ¿Cuándo abrirás la puerta del templo para beber juntos el agua bendita? ¿Dónde albergas la dulzura de tus palabras para endulzarme de nuevo? ¿Cómo ofrecerte simplemente este poema saeta del cariño y de sus ansias? ¿Quién prende en tu corazón y en tu mente el alba del amanecer radiante? ¡Otro doce de septiembre me hinco de rodillas y te abrazo fuertemente para que la divinidad te bendiga, Hijo mío!

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LA PERLA DE MI CORAZÓN A MI MAMITA CELIA BENAVENTE DE ROJAS Cuando el caos cunde y las olas del mar me sacuden de las pesadillas los ojos infantiles vislumbran un resplandor entre los pliegues de la resaca Pierdo todo con la melancolía: el hambre, la sed, las ganas de ser y estar de pronto los oídos se estremecen con el timbre de tu voz cristalina Llega el húmedo y agonizante invierno que me requiebra de espanto los huesos siento el olor fragante de la manzana roja que vibra en su redondez de dulzura Mi cuerpo pequeño no soporta los cólicos de la hernia ni el aguijón de las rodillas Despierto… alguien radiante me enternece la mano Mi espíritu juvenil vacila huye maltratado se hunde en la agonía Bastan tu presencia tu suavidad tu abrazo me salva del infierno Me caigo y tú me levantas del fango Lloro desconsoladamente y tú me arrullas con tu canto Me fatigo y tú me alientas a descansar Maldigo la injusticia y tú me liberas de los pesares Cuando la vida calandria despliega sus alas hacia el cielo Ya limpia yo de todas las asperezas soplas las arenas de mis llagas te bendigo MADRE único tesoro humano ¡Perla sagrada de mi corazón!

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MISS FAUTES La première faute de la Miss est cachée dans son prénom. Quant tu t´appelles Lady Rojas et qu´on te dit Leydi Roya tu te demandes si la faute est à ton père ou à David Herbert Lawrence mais il se peut aussi qu’elle dépende de l´écriture et de la prononciation française Le paternel parce qu’il était fasciné par le personnage Constance du roman L’amant de Lady Chaterlley, lu bien entendu en espagnol. L’auteur britannique aussi parce qu’il lui a donné l’idée… que si l’enfant dans le ventre de sa femme était une fille elle allait avoir un nom romanesque et sentimental et si elle se mariait un jour, c’était le destin de filles, n’est-ce pas? elle pouvait trouver un amant, seulement si son mari devenait un invalide impuissant? Quelle histoire à faire rire tout le monde! Imagine une fille péruvienne de famille modeste pas du tout aristocratique comme la Chaterlley couchant en cachette avec un ouvrier plein de flamme, le garde-chasse, Oliver Mellors, aussi marié mais malheureux et jouissant des relations considérées obscènes par les autorités pudibondes! Au lieu de cela, la fille du sud maria un beau gars de Québec Jean La Trempette aux yeux bleus et un corps sportif ce monsieur avec le temps va devenir l’amant d’autres filles bien plus jeunes et plus riches dans son propre pays mais ca c’est une autre histoire à faire rigoler. Il y a plus, une fois, la Miss arrivée au Québec, la belle Province de « Je me souviens », elle se installe avec son mari proche du fleuve Saint Laurent Le gouvernement l’exige de passer un examen médical pour vérifier seulement qu’elle n’a pas apporté un virus de son pays chaud Quelle n’est pas sa grande surprise quand l’infirmière de la clinique l´appelle Madame Jean La Trempette ~ 124 ~

alors elle dit à son mari, la fille a commis une faute il lui répond, non, c’est toi qui ne comprend rien ici tu es Madame Jean La Trempette - et depuis quand s’il te plaît? - Vas-y, que tu vas perdre ta place! (Entre parenthèse toute la conversation du couple est en espagnol, oui) mais la pauvre Leydi Roya se trouve tellement confuse entre son premier prénom écrit à l´anglaise et son deuxième titre marital à la québécoise, qu’elle oublie qu’elle a gagné un nouveau personnage pour sa vie au Canada. Quelle réalité à inspirer un feuilleton de télévision!

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Y SE HIZO LA LUZ… PARA LÉONARD TREMPE VIVAS Muestras con tu dedito el techo de la guardería y de tu casa ves la luminosidad y quieres entender cómo se mete la claridad en el foco y la lámpara en el alba para borrar la oscuridad Había una vez un planeta por hacerse y el Creador de todo pensó que faltaba lo principal para que cada criatura de la tierra y del cosmos vislumbrara el sol de día y se regocijara con la luna y las estrellas de noche alumbrando el firmamento Los seres humanos frotaron dos piedras salieron chispas como luciérnagas amarillas prendieron la fogata se calentaron los cuerpos y las almas Unos inventores hicieron flamas de todos los colores En un santiamén muchos juguetes tuyos al menor contacto físico te alegran con su fluorescencia Solamente sé que en este tu primer año de incandescencia tú Léonard nos iluminas la vida y todos sus jardines de alegría con tu curiosidad, sonrisa, ansias y bienestar ¡Que tus padres y familiares seamos el faro protector de tu infancia luz!

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PICAFLORCITA CANADIENSE-PERUANA A VICTORIA TREMPE VIVAS Despegas tus tiernas alas de niña desde el frío polar y vuelas al sur incaico en brazos de tus padres pero el aire viciado del pájaro de fierro hiere tus vías respiratorias Con fiebre y dolor en los huesos no comes bocado, a penas el líquido calma la sed de tu ligero cuerpo te recuestan para reponerte en cuna ajena Luchas encarnizadamente y el bálsamo del cariño mezclado al jarabe de la química te pone de pie de nuevo Enseñas tu plumaje de ave cantora y danzarina comes los granitos de la patria sureña y brindas por el viejo año con el néctar de las flores el día de los Santos Inocentes con la gran familia de la costa del Pacífico La odisea de la feroz tempestad invernal te asienta forzosamente al regreso de tu migración en los márgenes del río Hudson donde el viento y la nieve soplan a raudales impidiendo que llegues a tu destino El jerarca de tu bandada arranca el vuelo desde el Saint Laurent te rescata hábilmente lo mismo a tu familia y los carga todo un día para que aniden en su pajarera de Décarie En tu pasaje a los 17 meses del desafío existencial para que la energía fluya a raudales en tu hábitat ecológico

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Y SI SOÑARA… A THERESA SPENCE Que la niña ya no llora entre las sábanas acurrucada y espantada del fantasma que le congelará el mal y la desgracia entre las piernas Que la joven asesinada de la India lleva su ramillete de novia entre las manos y camina erguida para encontrar al amado ante el altar del amor supremo Que la madre en cinta de tres meses no abortará a la hermanita del primer varón si se entera que el marido engendró en otra mujer más apetitosa Que la mamá novata no se alocará cuando vea las señales del tío en el panal de su infante de apenas dos años Que Theresa Spence no se auto suicide sin que las autoridades de su tierra hibernal escuchen los porqués y los cuándos y los cómos de las quejas ancestrales de su pueblo Que la esposa calmadamente recibirá en su recinto al compañero y padre de sus hijos sin que sospeche que otra vez ese cuerpo macizo olerá a carne ajena Que la abuela cansada de tanta traición del abuelo obligue a la nieta a que toda la familia parta al exilio a la incomunicación antes de esconder en su seno las cartas sentimentales de amantes anónimas Que inventemos vacunas que nos inmunicen contra todos los microbios del dolor del asco del temblor de la violencia del uno hacia la O-T-R-A Y si soñara… ~ 128 ~

que había una vez que la vida merecía la pena vivirla… que cada ser vuele hasta alcanzar la dimensión de su grandeza sin que el próximo o el vecino lo atropelle, lo insulte, lo patee, lo use, lo putee y lo bote

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SUEÑOS, FRACASOS Y REALIZACIONES A mi padre Luis Natalio Rojas Tuesta Vida para Luis que frente a la adversidad familiar, a la ausencia de tu padre y a la muerte de tu mamita adoptas el cobijo maternal de tu hermana Mercedes cariño sincero para ti niño amazonense en tu gran soledad humana Frente a la mordida del perro que te desgarra la cara lloras, te curan con medicamentos caseros y aceptas con paciencia la fragilidad del cuerpo herido Frente a las necesidades esenciales del hogar estudias, trabajas y aprendes a manejar las manos, los ojos y los pies en la escuela, en el campo de maíz y papas, en la tienda vendiendo tabaco Frente a los abusadores y embaucadores de tus hermanas te hierve la sangre, sufres de impotencia y sueñas con ser abogado justiciero de mujeres sin protección Frente al cruel terremoto de 1928 crees que sólo los cerros chachapoyanos escuchan tus plegarias mientras un Ángel de la guarda te protege desde el cielo Viajas a Lima de joven y en tu travesía buscas un medio seguro de subsistencia retomas los estudios secundarios, te vuelves ciudadano, juegas al básquetbol postulas a la Escuela de la Guardia Civil y Policía y desfilas ante el presidente Benavides Frente a la sensualidad y belleza de las Adelas encuentras en Eros la pasión de tus ansias correspondidas pero los celos y desaires sellan la desconfianza y las rupturas Con tu esposa y compañera moqueguana Celia desde 1941 llenas el hogar con ocho criaturas y nuevas exigencias son una pareja singular lista a mantener a los hijos y sacarlos de aprietos con tesón, disciplina, aliento humano y fe en la divinidad Pierden al segundo varón Clever en un accidente fatal lo encomiendan a la Mama Asunta para que lo guarde en el cielo y se convierte en nuestro protector permanente Tus mejores alegrías giran alrededor de tu profesión nacional ~ 130 ~

al servicio de nuestra patria con honores y medallas que distinguen tu probidad, responsabilidad e hidalguía Poeta y contador a tus horas reconoces el valor del canto hecho palabra conjugas el verbo amar con amistades y los miembros de tu tribu luchas para que los hijos de tus hermanas sean reconocidas por sus padres cumples tu anhelo infantil y contribuyes para que tus sobrinos tengan apellido y una identidad parental Sigues cuidando hombre sencillo y fuerte en Santa Rosa de Laval el don de la existencia que te entregara hace 100 febreros la dadora del único amor verdadero y sublime MARÍA DE LA CRUZ TUESTA VILLAVICENCIO Gracias por ser padre, mereces nuestro afecto siempre

Lady Rojas Benavente es catedrática peruano-canadiense en la Universidad Concordia en Montreal desde 1996. Fundó en 1994 la asociación Crítica Canadiense Literaria sobre Escritoras Hispano-americanas (CCLEH) para debatir sobre los derechos de las mujeres y su participación activa en la vida social, histórica y artística. Rojas ha publicado nueve libros, siete de crítica literaria y dos de poesía. Sus últimas obras son la edición trilingüe del texto, El Feminismo, Le Féminisme, Feminism de María Jesús Alvarado Rivera (coordinadora 2014), Canto poético a capella: escritoras peruanas de 1900 a 1960 (2010), y en coedición con Aimée Bolaños, Voces negras de las Américas Diálogos contemporáneos/ Vozes negras das Américas Diálogos contemporaneous (2011). El 14 de mayo del 2014 organizó el V Encuentro de Escritoras Hispano-canadienses, sus críticos, traductores y editores. http://cmll.concordia.ca/people/full-time-faculty/benavente.php http://ccleh.atspace.cc/index.html [email protected] --Regresar al Índice

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RAMÓN SEPÚLVEDA SI DIOS NO DISPONE OTRA COSA 10 Haikú Si Dios existe es casi seguro que no soy yo Jorge Etcheverry, Textbook

Habían llegado las almas al purgatorio Helena, Juan, Paredes, Lucho y todas las otras que pululaban en los recitales, peñas y lecturas de los años fecundos las hicieron pasar a una sala, en realidad un teatro se sentaron de corrido sin dejar hueco las luces bañaron el estrado y el animador oculto en voice off, anunció: “Señoras, señores, con ustedes: Dios” Y con un redoble de tambores cacofónico apareció Etcheverry con paso de tortuga y el espinazo semicurvo miró al público y dijo, medio mirando de soslayo: ~ 132 ~

“Qué se yo, aquí estamos y como ya se había adelantado Dios existe y soy yo”

You can leave your hat on Me lo contó el Lucho que llegó a Montreal en los 70. Decía que el usaba la boina todo el tiempo. Estuviera adentro o afuera, bajo techo o sin él, de mañana, tarde, y especialmente de noche. Pero Lucho me dijo además que la Francine se lo pedía porque era como estar con el Che, “no te lo saques cuando hagamos el amor, mi vida, que eso es lo más romántico”, sobre todo que la boina del Lucho tenía una estrellita de plata. El Lucho estaba ya un poco hastiado de tanto transpirar en las estivales noches de Montreal; él y Francine en la cama, ella en lencería burdeos, él de boina y desnudo. “No Lucho”, le decía Francine, “si no hay gorra no hay nada de nada”. Y Luis obedientemente, se aseguraba que la estrellita estuviera de frente sin sacarse la boina. Ahora yo nunca supe si era cierto o no, solo que la historieta me pareció curiosa, y para sorprender a la Antonieta, busqué en Internet hasta que hallé, la verdadera boina del Che. A pocos días recibí un paquete por correo, “Che Guevaras’s beret”, decía la etiqueta. Llamé a la Antonieta y la invité a cenar esa misma noche, advirtiéndole que intentaría alargar la sobremesa en su cuarto. “Hay algo que quiero mostrarte…” La Antonieta me contestó que sí, que bueno, que ella estaba pensando lo ~ 133 ~

mismo y que era una idea genial; pero quería pedirme un favor eso sí. ¿Por qué no pasaba donde el peluquero del centro y aprovechaba de cortarme el pelo? “Sí al cero. Qué te rapes mi amor, que acaso no sabes lo sexy que te verías. Sí, haz la prueba por mí, mi cielo. Si no te rasuras la cabeza, nunca lo vas a saber”. Y riendo me dijo, si no te rapas, no habrá nada de nada. UN ADIÓS SIN SANDALIA uno podría decir que se alejó con el caer de la noche, que su silueta se perdió en el semioscuro que su andar era lento, aunque decidido…. pero la verdad es que fue de mañana después de un magro desayuno y un altercado fenomenal no se perdió en la penumbra, sino que tuvo que cruzar la calzada y al otro lado de la calle se puso a esperar micro uno podría decir que llevaba la tristeza en su ceño y que no volvió su mirada pero en su cara no había desconsuelo sino rabia y ofuscación alguien le preguntó algo y ella le contestó de malos modos el chofer de la micro le pidió que subiera “rapidito señora, no ve que no deja subir al resto” miró muchas veces en mi dirección pero yo no salí a retenerla ~ 134 ~

nada más ni nada menos porque no pude encontrar la otra sandalia y salir descalzo es de mal gusto. LLEGAN LIMONEROS Y ARCÁNGELES LLEGAN son las 11 salgo de casa con prisa en mi buzón hay un sobre grande marcado “xpresspost” “from C.D.” primera lectura: C.D. no es el contenido sino el remitente, palpo el sobre segunda lectura: hacía apenas media hora C.D. me había dicho vía email “Envié el libro ayer” Limoneros y arcángeles emergen del sobre parto a lo que me apremia siento a Limoneros y arcángeles de copiloto cada luz roja me lleva a mirarlo en la sala de espera del doctor armenio me encuentro con III Poemas de Ottawa mi nombre aparece entre otros poetas, todos contertulios del pescado Lapointe no escucho cuando la secretaria llama Raymond, pronunciado en francés, porque con mi apellido pocos se atreven a menos que estuviéramos en California. Raymond, yo molesto por la interrupción, le leo en voz alta: Es la misma de siempre ~ 135 ~

la que te mueve por la calle la que alienta tus manos la que te mira cuando escribes la que te cuida de las malas pasadas la que te ha traído hasta hoy día sin pedirte nada pardon me? dice la secretaria, no usté mijita, no. Se trata de Edad, amiga de C.D. pero que a mí me guiña el ojo. LA ESTRELLA DE MONTREAL soy roquero de los setenta la Cueca siempre me importó lo justo y necesario cuando en oscuras fiestas me animé a bailar, fue porque ya nadie veía ni mis tobillos ni mis caderas esa noche en Montreal, como parte del espectáculo la estrella de tacos y sonrisa sacaba a bailar al público de aquí y de allá no me eligió. ya lo sé, no soy primera opción en casi nada desde el correlanillo hasta las escondidas. ~ 136 ~

pero hubo otra Cueca y otro Chapecao. la estrella con tacos miró en mi dirección y yo le mostré el pañuelo por primera vez qué lindo, mijita, que me venga a sacar, voy a cuidarme de no pisarla que de danza nada sé ni de música tampoco pero la tomaré de su talle y alzaré su mano como había visto al Pato Ponce hacer la polka de Chiloé y se vino la estrella y su guiño sonriendo hacia mí me iba a sacar, seguro me va a sacar oí el repique de las palmas el tiquitiquití… solo que en el minuto de hablar otro de ojos largos se me adelantó tomándole la cintura y se llevó a la pista a la estrella de Montreal.

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LA NUBIA PUSO UN CAFÉ es en el Glebe donde viven los trendy los preppys, también los hippies, los góticos y los políticos La Nubia puso un café para servir a los latinos los artesas, los LGBT las familias white, las bronceadas y los amantes clandestinos aunque estos últimos no pueden ser latinos porque siempre hay alguien que te ve y no lo digo por mí como yo soy latino La Nubia puso un café y dijo que era pega que estaba flaca que estaba plana pero que estaba entusiasmada La Nubia puso un café con arepas y sancochos repostería y bizcochos no le quise decir que le sentaba la pinta de modelo y el entusiasmo es que yo soy latino ~ 138 ~

y siempre hay alguien que te ve La Nubia puso un café para cantantes y poetas, prosistas y chamullentos y ya lo sabe usted: La Nubia puso un café.

EL POETA INVITADO SE COMIÓ TODOS LOS CANAPÉS era la fiesta del aniversario y yo, poeta sin esperanza había sido invitado especialmente aunque para ser poeta me faltaban algunas cosas fundamentales eran de vocabulario y de sintaxis, pero también de estructura y de talento nada serio me dijo Arturo que no me preocupara que igual llegaría antes del medio siglo a escribir como un verdadero santo santo imitador de los que saben, dije lo único malo es que la cincuentena la había pasado hacía ya media docena

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y así llegaba a Montreal a decir poemas míos mentirosos porque se me ocurrió decir de puro pudor que eran de Neruda o Nicanor. una vez arriba y para acompañar una banda hip hop me circundaba haciendo gestos impúdicos y percusión bucal mientras más indecente era la letra más aplaudían a aquel grupo singular yo recitaba fuerte y con voz en cuello el cantar de Neruda Pido Castigo el único problema que tenía aquella noche es que había salido sin comer y ya era cerca de las diez en Montreal había una mesa con canapés y otra con cerveza y vino tinto qué gente más civilizada pensé y me abalancé sobre los sanguchitos quiero castigo, dije y comí como famélico todo lo que mis ojos vieron sobre la mesa ~ 140 ~

fui una máquina de engullir, dientes de metralleta mejillas inflamadas, y cuando poco quedaba sobre la mesa un músico joven se me acercó: vamos, poeta me dijo el rapero remoje la garganta con este tragullo y déjenos algo de mastique no ve que no queda mucho.

Ramón Sepúlveda nació en Santiago, Chile y vive en Canadá desde 1974. Miembro fundador de Ediciones Cordillera y de varios talleres de creación literaria en Canadá. Es actual colaborador de diarios y revistas canadienses incluyendo las Revistas Alter Vox (Ottawa, de Jorge Etcheverry, Luciano Díaz) y Apostles Review (Montreal, de Ramón de Elia, Diego Creimer). Su trabajo narrativo ha sido antologado en la República Dominicana, México, Estados Unidos, Chile y Canadá. Sus cuentos han formado parte de diversas antologías, incluyendo: Literatura Chilena en Canadá de Naín Nómez, Canadá 1982; Cruzando la Cordillera de Juan Armando Epple, México, 1986; Symbiosis in Prose de Luciano Díaz, Ottawa, 1995; Retrato de Una Nube, Luis Molina Lora y Julio Torres-Recinos, Editorial Lugar Común, Canadá 2008, Las Imposturas de Eros de Luis Molina Lora y Julio TorresRecinos, Editorial Lugar Común, Canadá 2009. Publicó en inglés con Split/Quotation el libro de cuentos Red Rock en Ottawa, 1990 y su versión en castellano en Chile en 1991. Su relato The Reception figura en el texto de enseñanza del inglés: Pens of Many Colours, publicado por Seneca College, Toronto, 1997, Vive en Ottawa donde es uno de los directores de la Red Cultural Hispánica, organismo que se dedica a la promoción de la literatura en español en Canadá. En la actualidad prepara una colección de poemas lúdicos y colabora con otros autores en cuentos colectivos escritos a tres manos. --Regresar al Índice

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FRANCISCO UCÁN MARIN

ESPACIO DE MUJER Tu espacio sigue vacío, he intentado llenarlo, con dibujos, con música, con mangos ....sigue vacío. Me gustaría saber que me extrañas, aunque sea mínimo. Yo te extraño, y te extraña mi espalda cansada. Mis ojos cafés miran al tiempo pasar campechaneando a su trabajo, lento y despreocupado. Te miro cada mañana, pero no te palpo, sigue tu aroma en mis sentidos y tu espacio ...sigue vacío. ¿Cómo puedo llenar tu mirada? ¿Con el verde del bosque? ¿Con la ropa de un grillo? ¡Con qué verde! ¿Lleno el verde de tus ojos? Pensé que con un buen vino... y créeme que nada paso. ¿Cómo lleno el calor de tu cuerpo? ni con todos los soles ni con toda la lava tibio, y amado mi cuerpo te extraña Las calles son menos coloridas y las nubes se me hacen todas conocidas cada paso me recuerda que camino solo y no sé, no sé si tu también me esperas. ~ 142 ~

Me he detenido a beber un café tratando de acomodar mis ideas mi plan es sobrevivir el día de hoy llenando mi espera con letras. PÁNICO POR UN FIN INEVITABLE La música se nos acaba, como a la lluvia el agua. Quedaremos agotados sin ton, ni son, con un danzón suave de perlas artificiales. ¡Dios! ¿Cómo sobreviviremos sin las noches de octubre? Con el frío del olvido mordiendo nuestros calcañares, como serpientes moribundas. A la ciudad la han dividido entre fantasmas y mortales Nos miramos súbitamente, con las manos contra la paredes como delincuentes usamos de justificación, la inocencia intentando cubrir nuestras estupideces. En ese rincón, Vemos brevemente con un rubor inminente que despertamos con un cuerpo extraño sabiéndonos deseados en desamor.

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NOTA TRISTE Las notas tristes de un canto se escuchan, los cocodrilos lloran en medio del manglar de Jaina. Las caricias de la reserva se han ido, dejando a los animales en total desamparo, Los aluxes molestos por la situación han decidido irse a vivir a Samulá en la frontera con Chul-Bak, las notas de la lluvia sobre las hojas del chaká se acabaron desde que tomaron la decisión de anular el decreto de matar manatíes. Los cocodrilos lloran porque acostumbrados estaban a mirar a los gordos manatíes con su graciosa y despreocupada vida nadar entre los pastos marinos. Han llegado a la conclusión de que de nada ha servido la tregua firmada con las sirenas para no comerse a los crías mientras se recupera la especie. El mar sufre, sus peces viven temerosos de no conocer las caricias de la lluvia pues serán comidos por la gente del pueblo de Campeche que ya no tiene qué comer. Los monstruos de concreto y acero se han apoderado del mar. Los camarones y Octopus campechaniensis piensan ir al Congreso para demandar al invasor; y reclamarle que las reservas de pastos y zooplancton han sido devastadas. Los mariscos piensan muy seriamente hacer un plantón frente al Palacio de Gobierno junto con los huracanes ambulantes que jamás han encontrado un lugar para descansar. La noche llega, las golondrinas vuelven después de la misa de San Román, los caballitos de mar han regresado también después de pasear las hermosas y suntuosas mansiones del malecón, con la espalda quebrada porque andan de piratas acarreando charales que no quieren ser vistos por nadie. El mar está hecho un caos. Mis amigos los caracoles creyeron que escaparían si se refugiaban en Sian kaán, pero no llegaron a ningún lado; ahora son artesanías en el mercado. Las tortugas me reclaman que no escribí nada en el periódico local para protegerlas y Dios sabe que lo hice. Los artículos sobre el tráfico de carey y de las rutas del comercio ilegal en Campeche fue una de mis mejores melodías en el teclado de mi computadora. La monotonía del mar me asusta, mi manatí me reclama. Y digo mi manatí porque no creo que haya nadie en Campeche que quiera mas a Odín que yo, aun recuerdo que en una entrevista ante diversos periódicos declaré que lo ~ 144 ~

había bautizado con el nombre de Odín al manatí y en los diarios salió publicado con el nombre de Solín. La eficiencia de comunicación en el mundo de los humanos me asusta. Cuando Odín leyó la noticia por poco se infarta y casi se extingue esa especie por culpa de un periodista. Odín sigue enfermo, sus hijos han muerto, él no recuerda nada de nada. Tanto él como yo tenemos cicatrices en el alma, tan visibles como las que tenemos en la cara arriba del ojo izquierdo. Los cocodrilos entrarán en huelga la próxima época de secas, están hartos de que sus hijos mueren poco a poco por culpa de la irresponsable actitud de sus vecinos los humanos. La cantidad de pesticidas que se ha arrojado les reduce la fertilidad y sus penes son cada vez más pequeños. Ellos, no tienen ninguna oportunidad de reproducirse y sobrevivir. No hay manera más cruel, que extinguir una especie haciéndole un ataque terrorista al sistema endocrino. La soledad se ha apoderado de Isla Arena, la belleza de la Isla va cayendo como las plumas de “Pancho” (el viejo pelícano blanco de Don Tomás). Los flamencos han descolgado sus hamacas verdes que compraron en Kobén que les permitía camuflarse en el manglar. Sus hermosos colores rosa mexicano han sido altamente cotizados en el extranjero y no piensan adornar zoológicos y casas exóticas del mundo….se van. La Ría de San Francisco murió, nadie se dio cuenta de eso, pero ya apesta, murió y todos los peces que corrían felices en la corriental se han transformado en papel y basura. Cuando encuentren el cadáver tal vez ya sea una epidemia. Mi hamaca emigró, vino hacia Canadá. Don Carlitos Hurtado le hizo el favor de echarle un aventón, al parecer ya no hay cocos donde pueda extenderse y presumir su plumaje azul. En realidad tiene miedo de extinguirse y me extraña. Yo extraño a mis amigos en la Selva, temo que nuestra apatía extinga la pasión y la vida ya no sea igual. En tanto... las iguanas y cocodrilos del pantano me enviaron un fax a la Universidad de Dalhousie, y están dispuestos a emigrar a Canadá, si las mariposas monarcas pierden la concesión. ~ 145 ~

LLUVIA ¿Lágrimas? Simple agua, cada día más ácida …más sucia. …lluvia Agua bendita que seca los cielos y moja los prados, que baña los mangos y besa a los sapos. …lluvia Alegres gotas transparentes que saltan traviesas, que hacen más feliz esta vida seca. El poema lluvia fue incluido en el poemario Luces y Sombras de autores hispanos en Madrid España (ISBN 84-609-1221-3 ) 2004. Francisco Ucán-Marín.© 2004

KISS THERAPY EN INVIERNO Temprano me desperté, para verte pasar El jogging te asienta bien La verdad es que el viento de enero me borró tu silueta Te buscaba y al calmar la tormenta, En vez de ti, abrazaba un árbol desnudo. El viento es mi enemigo, me congela siempre las orejas. La capital en invierno puede ser muy triste. ~ 146 ~

La Policía Quebecois me ha multado por 75 dólares, me acusan de besar y seducir a los árboles del Parque Jacques Cartier. Yo sé que del otro lado del río te perdiste Por eso te busco desde que amanece Hoy desperté en un cuarto limpio y blanco, dicen que aquí me sacarán tus besos Yo creo que la gente ha enloquecido, nadie parece entender la intensidad con la que necesito tus abrazos, tus besos.

NO, LOS OJOS QUE HAN LLORADO NO VEN MÁS CLARO. Cuando se fue Lo vi partir Mi madre lloró Recostada en su hamaca verde ¡Ay, cómo lloró! Yo recuerdo que de tanta lágrima, la pobre quedó ciega un tiempo. Se sentaba y no podía mirar nada, ni a mí, ni a mis hermanos. El tomó los colores de su vida, se los llevó todos, esa tarde de abril. Las gotas hacían que todo tuviese un matiz de arcoíris En una ilusión burda de que el mundo tiene un balance Nadie entiende. La vida sigue, nunca para. ¿Yo?, nunca entendí de cegueras. ~ 147 ~

Mis colores aunque solo fueron treinta y dos, siempre brillantes, estuvieron ante mí Esa capacidad de amar hasta gastarse los ojos, de secar el alma exprimiendo cada milímetro salino, tan salino que las coroides sueles oxidarse, dejando a la retina estática y cínica ante la belleza, Una ceguedad peculiar, que ve pero no distingue. Recuerdo, yo le dije: La vida sigue. Estas cosas pasan, la vida a veces es cruel. Nunca lo entendí. Hoy, es mi turno Y entiendo, esos colores son borrosos Y con el tiempo todo se vuelve blanco, no negro. Es una ceguera especial, rara, con toda mi educación, no alcanzo a entender el proceso. Mis ojos, aún humedecidos Enfocan hierba y mis sentidos perciben olor a guayaba Como si mi cuerpo intentara sobrevivir esta dosis de soledad.

HAY UN LUGAR JUNTO AL MAR... Hay un lugar donde se lee todo el tiempo, se lee en las mañanas en las tarde y en las noches, hay una biblioteca llena de poemas en todos los idiomas y en todos los sonidos. Hay maquinitas que por cada 25 centavos dicen poemas amorosos, sinceros y críticos.

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Los niños tienen todo el primer piso dedicado a fábulas y cuentos. Los demás pisos son para el resto, los negros, blancos, rojos y amarillos todos son bienvenidos, no hay religiones, ni obsesiones por obtener un título universitario. Ahí mis amigos y yo leímos sobre Sandokan, y todo lo de Emilio Salgari. Y a veces, algunos paquetes de cuentos en Maya Eso hay que leerlo despacio, porque es una escritura muy complicada, Los pobladores de ahí son felices. Hay cualquier tipo de bebida gratis (y Wifi) Hay que quitarse los zapatos y calcetines Porque es requisito que para leer, hay que meter los pies desnudos En arena limpia y a 25 grados centígrados Los niños de esa Villa han propuesto promover esto en todo el mundo No pueden entender que en otros lados del mundo, hay infantes que no tienen eso Al plan, muchos se oponen Pero la decisión se ha tomado. Yo, ya no veré eso pero ellos dirigirán al mundo en breve. El destino, cual gigantesca biblioteca a vuelta de hoja, ha cerrado casi por completo, mi vida.

PURIFICACIÓN EN TEMAZCAL Tuve baños de sudor, Un amor ahumado y húmedo ~ 149 ~

Besos en la nuca, almohada de plumas de ganso. Ixchel y yo nos descubrimos Entre la adolescencia y el concreto En esa selva citadina Dejamos nuestros rastros Somos gatos -decía ella Yo preferí ser un albatros. Después de la transformación, Decidimos partir a diferentes mundos Ella cual jaguar se internó en Calakmul- en la Selva Maya Yo cual Atún, emigré hacia el Atlántico Norte De ese encuentro, me quedó tatuado en los labios El sabor cítrico de su paz *Temazcal, en un baño de purificación prehispánica, similar a la Sauna. *Calakmul ciudad prehispánica maya

RECUERDO DE CATECISMO Después de recitar decenas de veces: Os debéis amar unos a otros Os debéis perdonar unos a otros No hagáis lo que no queréis que os hagan Yo aprendí: Somos seres exactos, cóncavo y convexo Sangre, carne y huesos. Pelos, sudor, pellejos. Xóchitl me quiso, ~ 150 ~

yo amé a Claudia. Nos fundíamos en temazate, cada vez que podíamos. Debéis esperar mancebos, nos repetían cada domingo. “Eso” es sagrado decía en misa el Párroco.

Dr. Francisco Ucán Marín. Escritor, científico, y empresario canadiense de origen Maya-Mexicano. Sus poesías y cuentos han aparecido publicadas en antologías, periódicos, revistas impresas y electrónicas. Es Biólogo de profesión, MSc (Universidad de Dalhousie) y Doctorado en Ciencias por la Universidad de Carleton. En sus obras abarca géneros de poesía y narrativa corta, y publica en periódicos de México y Canadá desde 1998 la columna “Tinta Verde” que abarca en peculiar narrativa breve temas ambientales de interés actual. El Dr. Ucán-Marín ha recibido diversas becas, premios y reconocimientos por los gobiernos de México, Canadá, Egipto, Noruega y Venezuela; también es ávido lector de biografías, un apasionado de la música tradicional mexicana, practicante de Caligrafía y entusiasta del Ukulele. --Regresar al Índice

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II

PROSA

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LUIS ABANTO ROJAS EL MUTISMO DE LA MALAGUA Sabes que el hombre que está afuera ha venido a matarte. Desde temprano te ha estado esperando al otro lado de la calle, plantado eternamente junto al poste de electricidad, en la misma postura en que un buitre acecharía la lenta agonía de su presa. ¿Será él?, te preguntas. Su aspecto te es familiar. Lleva el mismo el bigote, solo que ahora tiene las cejas más fruncidas y la boca entreabierta como si estuviera extasiado. Sus ojos hundidos apuntan hacia la puerta de tu casa. Viste austeramente. Apenas un pantalón azul y una camisa blanca de mangas largas. Notas que a la altura del ombligo, un bulto puntiagudo deforma su talle. ¿Esconderá una pistola? Su presencia te había sorprendido poco antes de las ocho, cuando abriste las cortinas para ver el mercado de frutas y verduras. El avión saldría a las tres y el taxi vendría a las doce y media. Tendrías suficiente tiempo para contemplar una vez más esa humanidad que tanto te hace falta los sábados en las afueras de Montreal, cada vez que te sientas a tomar un café desabrido en algún mall. Todos son iguales. La misma arquitectura, las mismas tiendas, los mismos productos, la misma comida. ¿La misma gente? El mundo se ha vuelto una repetición perversa y en su burbuja de consumo compulsivo tú también te has quedado atrapado comprando cada cachivache rebajado que algún día, te dices al pagar, te servirá para algo. Cuando supiste del cáncer de tu padre, ese impulso ciego se te esfumó y te acordaste de que tu vida tenía un inicio en algún rincón del mundo distinto. ¿Tenías pasado? Sí, pero sobre todo un ancho espacio interior cubierto de proyectos inconclusos. Por eso al llegar a Lima para ocuparte de tu padre anciano, tu viaje adquirió la forma de una peregrinación hacia ti mismo, pues nueve años en el primer mundo te habían sepultado en una tácita aceptación del orden de las cosas. La sólida línea del partido se te había torcido y el sueño de ver nacer al hombre nuevo se había ido a la mierda. En Canadá todo funcionaba. No necesitabas a nadie, ni nadie te necesitaba. La vida podía prescindir de ti. Por eso esta mañana, después de dos semanas atendiendo a tu padre y antes de ir al aeropuerto para volver a la vida de los malles, lo primero que has hecho ha sido precipitarte a esta ventana que da a la calle. Solo que en vez de ~ 154 ~

irradiarte con la imagen bucólica del mercado caótico, has sentido en los ojos la mirada venenosa del hombre que ha venido a matarte. ¿Para qué otra cosa puede estar ahí ese individuo que hace dos días te amenazó de muerte? En ese momento no te tomaste en serio esa siniestra advertencia. Retórica callejera, pensaste. Además, ¿por qué le habrías de tomar la palabra a un desconocido? Después de todo, ¿quién no amenaza en Lima? Pero ahora que ha pasado media hora y ese hombre sigue aguardándote a unos cincuenta metros de la ventana, lo único que se te ocurre es voltear la cara hacia el interior de la casa para ver si dando la espalda a la realidad desaparece también el peligro inminente. De pronto tu cuerpo cede a un temblor incontrolable y sientes que un extraño hervor se apodera de tus vísceras al mismo tiempo que un bulto duro te crece en la garganta. Lo sabes. Has perdido el control de tu cuerpo. Te sientes como una malagua encerrada en el mutismo de una pecera. ¿Era eso tener miedo? Esta sensación te es novedosa, agónica, desconcertante. Tratas de calmarte. Respiras hondo. Intentas entender lo que te está sucediendo. Recién ahora puedes explicar la convicción macabra del hombre de la esquina. Amor no correspondido, celos, honor. Es verdad que hace cinco días en un hotel frente al mar, ella te había confesado que desde hacía varios años tenía una relación con otro hombre, pero no lo amaba; te lo juraba. Él había logrado meterse en su vida y ella se había acostumbrado a colmar su soledad con un hombre por quien sólo sentía lástima. Pero ella te insistió en que le tenía miedo, que la acosaba; que era un psicópata, que capaz de hacer cualquier cosa si lo dejaba. Te sigo queriendo, amor, y seré tuya cuando quieras, así en secreto, pero no puedo irme contigo, no me pidas explicaciones, no las entenderías. Aunque no estaba en los planes de este viaje, era la segunda vez que le proponías matrimonio y era también la segunda vez que ella te rechazaba, salvo que ahora te lo decía con la voz quebrada y los ojos brillosos. No supiste explicarte el porqué de esa incoherencia entre el acto y el discurso. Creíste que haciendo el amor con ella iniciabas una nueva vida que alcanzaría su esplendor allá en las afueras de Montreal. Te imaginabas despertándote con ella cada mañana, terminando el trabajo temprano en el mall para ir a caminar juntos por el Mont Royal, abrazados, mostrándole la ciudad, perdiéndose los dos por el Vieux-Port, cenando en algún restaurante francés de mantel blanco de la calle Sainte Catherine. ¿No era así la felicidad en las películas románticas de Hollywood? ~ 155 ~

Pero ahora que te has quedado boca arriba, tendido en tu antigua cama, con tus maletas al lado y sin otra escapatoria, ya no logras entender por qué una parte de ti se resigna a morir de un tiro, acorralado abajo en la puerta de tu casa. ¿Eras un cobarde? Si llamaras a la policía, ¿vendría la policía?, sabes que no tendrías ninguna prueba para decir que tu vida corría peligro. Luego, liquidarte solo sería una cuestión de tiempo. Y si bajaras a enfrentarte con él, sabes que tu suerte sería fatal. Ese hombre está armado, no te cabe duda. Pero hay algo que no sabes. Ese hombre trabajaba para el Servicio de Inteligencia del régimen. Había hecho operaciones de “limpieza” para Martín Rivas, jefe de operaciones del Grupo Colina. Él lo apreciaba mucho, era muy cumplidor. Así que tú no serías ni el primero ni el último. Solo le bastaría decir que había eliminado a un miembro del comité de apoyo de Sendero Luminoso. Sería un acto patriótico y el Perú se lo agradecería. Tras una hora interminable y sin pensar en una cabal escapatoria, has decidido disimular el pánico incrustado en tu cara haciéndole preguntas genealógicas a tu padre. Él apenas puede hablar. Crees que con una larga espera podrías disuadir al hombre de la esquina. ¿No se cansará en algún momento? Pero las agujas del reloj se han aferrado a tu vida y han convertido estos minutos en una perpetua agonía, paulatinamente incisiva, como si un cuchillo estuviera escarbando tu pecho. Se te ha empezado a desteñir el rostro y un sudor frío ya desciende por tu frente. Es imposible disimularlo. La enfermera que cuida a tu padre nota que algo anda mal. Entonces empiezas a dar vueltas torpes de cuarto en cuarto, tratando de hacerte a la idea de que no es más que una coincidencia, quizás no era él. Pero regresas cada cinco minutos a la ventana para constatar una tras otra vez, siempre a través de las cortinas, que el hombre que está ahí no se irá hasta no verte salir. Piensas. ¿No era mejor estar sentado ese sábado en algún mall de las afueras de Montreal, tomando el típico café aguachento, contemplando las mismas tiendas, los mismos artículos, el perpetuo mundo del consumo compulsivo? Ya van a ser dos horas y ese hombre sigue ahí. Interminable. Solemne. Nuevamente echas una mirada y ves que ahora pasan lentamente mujeres con canastas llenas, pero ninguna advierte de esa figura tiesa. ¿Era un espejismo? Ahora dudas. ¿No te estarás confundiendo? No. Es el mismo hombre que hace dos días te interceptó a empujones al otro extremo del ~ 156 ~

mercado. En medio de la gente, te encañonó con preguntas y amenazas. Que cuándo te marchabas. Que cuándo dejabas de acostarte con su mujer. Que él le perdonaba todo con tal de que la dejaras y te fueras de una vez. Si no lo hacías, te mataría. Pero tú no le respondiste nada, te habías quedado sin aliento, perplejo, ¿quién era ese huevón?, te preguntaste, y en medio de los curiosos te alejaste haciéndote el desentendido. No hay nada más noble que evitar una pelea callejera, pensaste. Pero mientras cruzabas el mercado ya te fue imposible no relacionarlo con el hombre que cinco días antes te había descrito la mujer en la habitación frente al mar. ¿Ménage à trois? Se te arrugó la cara. ¿Pero en qué mierda te habías metido? Mientras te alejabas, pensaste que lo que te estaba pasando solo podía suceder en alguna telenovela mexicana de los años setenta. Te imaginabas un duelo de machos en el que Jorge Armando Moncada trataba de vengarse de Julio Montesinos, ese médico pobretón que en su ausencia le había arrebatado a su ilusionada mujer, Viviana, protagonizada por la inefablemente bella Lucía Méndez. Pero el lejano recuerdo de ese idilio telenovelesco te provocó una sonrisa irónica que te revelaba lo absurdo y frágil que era la vida. Una encamada podía ser el preámbulo de la muerte, como si en el coito adúltero también cupiera literalmente el significado de lo que los franceses llamaban petite mort. Abstraído en el desconcierto, no te diste cuenta de que algo de feminista emergía de tus elucubraciones. ¿Por qué los hombres tenían que decidir la praxis sexual de las mujeres? ¿Acaso no tenía una mujer el derecho de acostarse con quien quisiera? ¿O es que tanto te habías acostumbrado a la libertad sexual de las quebequenses? Nuevamente estás al lado de la ventana, casi resignado a aceptar tu muerte, una mañana sin referencia atmosférica, como si el gris eterno de este invierno limeño anunciara el ocaso de tu vida. ¿Qué no darías para que en este momento, como cada sábado, llegaran los Testigos de Jehová a la puerta e interrumpieran esta escena con sus promesas de resurrección y vida eterna en el paraíso? Mientras el sudor baja por tus sienes, te preguntas si a lo mejor lo que te está sucediendo no es sino parte de una ficción. Quizás algún guionista con mal gusto habría decidido hacerte protagonizar una escena en la que morirías desangrado delante de tu casa. En ese caso solo necesitarías que alguien apagara el televisor. Pero, ¿cómo hacerlo? Recapacitas. Respiras. Vas a refugiarte en tu antiguo dormitorio donde todavía queda una vieja foto de ella. Recuerdas el primer beso, tenías ~ 157 ~

diez años, y poco hacía que tu familia se había mudado a la última casa de adobe en el barrio del mercado. Desde entonces, ha pasado tanto tiempo y la ciudad se ha vuelto interminable, deforme, inundada de combis y ladrones, ya no la reconoces. Piensas en los planes que hacían de niños, en las salidas de adolescentes, en la metamorfosis de sus cuerpos infantiles en anatomías de hombre y mujer, deseándose y revolcándose en la playa. Y recuerdas también años más tarde, juntos, en la Facultad de Educación, en La Cantuta, haciendo propaganda política para el frente estudiantil. Luego la recuerdas la última noche antes de partir con falsa identidad hacia Montreal, huyendo de una requisitoria policial por participación en actividades criminales contra el Estado. Tu borrachera en una pollada te había salvado de esa madrugada de julio en la que se llevaron a nueve de tus compañeros de clase y al propio profesor Muñoz Sánchez. Te pasas la mano por la frente y recuerdas el primer regreso hace un año, cuando cayó el régimen. Habían pasado ya ocho años, venías a pedirle que se casara contigo, le dijiste que vivirían en las afueras de Montreal. Es muy tranquilo, te gustará, está a media hora del centro, se llama Laval. Sí, como “lavar”, pero con ele al final. La rima inocente les produjo una aparatosa e incontrolable carcajada que los absorbió a los dos, tal como cuando eran adolescentes y podían reírse horas poniendo apodos a quien pasara por la calle. Pero de repente ella reaccionó bruscamente y alzó la voz. Que no podía ser, que era mejor para ti, que algún día se lo agradecerías. Su actitud te pareció tan frívola que preferiste tragártela en silencio, sin pedir la mínima explicación, ni insistir en la convicción de tus planes nupciales. De ahí que al partir por segunda vez ya no hubiera despedida apasionada ni ganas de llevarte contigo un pétalo de esperanza. ¿Era ya de otro hombre? Ahora que ya solo faltan tres horas para el vuelo y el taxi aún no ha llegado, lo único que deseas es huir al aeropuerto para evitar una carnicería que fulminaría a tu padre enfermo. Aprovechas de que la enfermera le está tomando la presión a tu padre para asomarte otra vez a la ventana. Pero ahora ves que la mujer con quien estuviste hace cinco días en una habitación frente al mar, corre precipitadamente hacia el hombre de la esquina para rogarle ya de rodillas algo incomprensible por la distancia. Ahora ella se abraza a sus piernas. Parece una escena de cine mudo. Un hombre estático mirando hacia la ventana de un segundo piso, a quien una mujer desesperada en llanto esta vez besa agresivamente. De repente, el hombre ~ 158 ~

inerte cobra vida, abraza a la mujer y los dos empiezan a caminar como siameses rumbo al mercado. Ella, voltea la cara en dirección de la casa donde todavía sigues escondido del hombre que había venido a matarte, pero tú no sabrás nunca que esa mujer, en un acto de amor, te acaba de salvar la vida. Dentro de unos minutos tú podrás volver a las afueras de Montreal, y podrás sentarte cuantos sábados quieras en algún mall para contemplar desde tu mutismo perpetuo las mismas tiendas, la misma comida, la misma gente.

Luis Abanto Rojas. Es profesor asociado y actual director del Programa de Licenciatura de Español de la Universidad de Ottawa, al igual que Coordinador del Programa de español como lengua extranjera. Su área de especialización es la Didáctica ELE y la narrativa latinoamericana del siglo XX, siendo la ciudad el tema principal de su investigación. Además de ejercer la docencia, es animador cultural y organizador de diversas actividades ligadas a la educación universitaria y a la promoción de la lengua española. Realizó su maestría (1996) y doctorado (2005) en la Universidad de Ottawa, Canadá, después de haber estudiado en las universidades de Estrasburgo (Francia), Waterloo y Montreal. --Regresar al Índice

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RICARDO CAMARENA CASTELLANOS LA MUJER QUE HABITABA POEMAS Para Norma

Carmina nació en una ribera del Anáhuac vibrador, fruto de la estirpe bipolar de un respetado y galáctico astrónomo y de una exmilitante extrema del Movimiento del 68; una mujer sincera, de donde crece su karma. Nació donde cae el sol en las montañas del poniente de la Ciudad de México, en una noche que así engendrada, sería eterna para su madre, Karla Marxa. La camarada combativa que no había muerto en el ardiente amanecer del mundo; la que irremediablemente no había muerto, ni parada estaba su voz, ni su sangre en tierra. Porque seguía militando, aun cuando ya estaban arriadas las banderas. Karla Marxa parió a Carmina y con el tiempo y sin Montessori le enseñó, como en Macondo, a nombrar por primera vez las cosas nuevas, señalándolas con el dedo. Las canciones de cuna que Karla Marxa le cantaba a Carmina –aun cuando llegaba cansada de las marchas contra lo que fuera y que le apasionaba encabezar con furioso puño– no eran para arrullarla, sino para subdesarrollarla: con voz telúrica de Violeta Parra entonando Run–Run se fue pa’l Norte, Karla Marxa le musitaba dolorosas canciones martirológicas del Canto Nuevo: allí, en lugar de princesas darianas, pobres y exánimes, pero envueltas en seda inútil y costosa para ser liberadas del dragón flamígero por apuestos príncipes, la Solidaria Sustentable le cantaba sobre costureras explotadas por perversos sindicatos, sobre campesinos dispuestos a desalambrar, porque la tierra era nuestra, suya y de aquél: de Pedro o María, de Juan o José. Le entonaba canciones-gemido de pueblos unidos iracundos y dispuestos a vencer y a marchar sobre la sangre de sus hermanos caídos. Tal y como le trovaba a Karla Marxa en las peñas de Coyoacán el misógino y desencantado exidealista tabasqueño, el “Pochitoque”, apodo posthippie del ahora galardonado astrónomo adicto de los ojos bellos, pero enrojecidos. Sin embargo, de esa sangre tabasqueña, como a Carlos Pellicer, el trópico le dio a Carmina las manos llenas de color, y todo lo que tocaba, se convertía en sol. La niña, sin ser de Guatemala, casi se moría de amor: de amor por la lectura. Y decidió que de grande estudiaría para habitar poemas. ~ 160 ~

Pero un fantasma recorría a Carmina: el fantasma de la lucha de clases y las relaciones de producción. Junto con la acumulación originaria del capital y las contradicciones internas del capitalismo, todas las consignas doctrinales fueron entendidas por Carmina a los cinco años de edad mediante Cri-Crí, el Grillito Cantor, con la tonada ranchera La reina de las abejas, donde el humilde jicote aguamielero es despreciado por la reina, la reina por bonita, con la que no cuadra su honor y en donde, “asegún las leyes del país, aquí dizque todos son igual”. Por su parte, Keplérnico Nietown, el padre biológico de Carmina, era Premio Nacional de Ciencias 1995. Un galardón de excelencia científica obtenido azarosamente, tras descubrir una galaxia ignota desde el Cerro del Tepozteco mientras forjaba crepitante mariguana en la pirámide consagrada a Mayahuel, la Diosa del Pulque. Keplérnico llevaba en el estigma astronómico de su nombre una actitud estratosférica ante la vida, alimentada por dos factores concomitantes: la dicha del que se aleja del mundanal ruido durante meses, y lo escarpado de los observatorios astronómicos, situados estratégicamente en las altas cumbres. Esto le permitía al equipo universitario de investigación multidisciplinaria embrutecerse con los más clandestinos mezcales, con y sin gusano, y levitar con mariguana de la más alucinógena calidad: pura Golden Michoacán sin semilla. Esta ceremonia de armonía con el cosmos siempre se llevaba a cabo bajo el soundtrack neutrónico de la guitarra Fender Stratocaster de Jeff Beck en Goodbye Pork Pie Hat, la decena de teclados de Rick Wakeman en Journey to the Center of the Earth, o de perdida Vangelis y su soundtrack de Blade Runner. Sin embargo, Carmina sobrevivió al torrente de lava adrenalínica y toxinas que le habían impuesto sus progenitores, tanto consanguíneamente, como en actitud, o en el estéreo del auto, o de la casa. Le fueron útiles a la niña con medio nombre de cantata escénica, para escapar de las tristes casas de cartón donde viene bajando el obrero, casi arrastrando los pasos por el peso del sufrir; para no parar de correr de la mano de las obreras del salitre masacradas en Santa María de Iquique a principios del siglo pasado, y para cuyos culpables, los enemigos, Karla Marxa, con versos de Neruda y tropel melódico de Quilapayún, no los quería de embajadores, tampoco en sus casas tranquilos: los quería ver juzgados en una plaza, en ese sitio, y pedía castigo. ~ 161 ~

Carmina, en cuanto tuvo uso de razón y de albedrío, decidió exiliarse lo más lejos posible de los lugares donde la metralla inmisericorde masacraba por tradición histórica al pueblo inerme; se fue de allí, pero sin irse. Era como la noche, callada y constelada, y con un silencio de estrella tan lejano, y sencillo. Carmina tiritaba azul, como los astros a lo lejos, en esa galaxia donde se dedicó a habitar poemas. Proféticamente se sentó en las alas del raven para aPoesentarse en el busto de Pallas y, nevermore, desplegar las alas lejos de la poesía. Al crecer, Carmina vio a las generaciones más brillantes de su tiempo destruidas por la locura, y desde entonces supo que la respuesta ya no estaba en el viento. Estaba en el rock. Le declaró su odio a la ciudad y a sus juventudes ice cream rellenas de basura, a las muchachas ebrias, “a la misma ciudad que llevaba dentro su corazón, su pena, la desgracia verdosa de los hombres del alba, a la ciudad de mil voces descompuestas por el frío y el hambre”. Carmina habitó y se reflejó en ese que lees, engaño dolorido, que del verso ostentando los primores con falsos metros y rimas de oradores, es cauteloso engaño de los libros: el poema. Y bien mirada, retirada en la paz de esos desiertos, con pocos pero poéticos libros juntos, se puso a hablar con los ojos con los muertos, y entró en conversación con los sonetos. Entonces Carmina leyó y supo que la vida es frenesí, que es una ilusión, una sombra, una ficción, y que el poema mayor bien es pequeño: que toda la poesía es sueño, y los dueños de los sueños, sueños son. En su grave rincón, Carmina se demoraba hasta el alba en un severo ámbito en el que se odiaban dos colores: el blanco del papel y el negro de la tinta. En sus ojos irradiaban mágicos rigores y formas: torres homéricas, ligeros caballos y ella, como armada reina, sin rey postrero, sorteaba oblicuos alfiles y peones agresores. Cuando las horas se le habían ido, cuando el tiempo se las había consumido, ciertamente no había cesado su rito. Ella sabía que el poema es infinito. ¿Qué voz detrás de la voz de Carmina el poema empezaba con polvo y tiempo y sueños y agonías? Carmina entendió que la poesía era un arma cargada de lujuria, que cuando ya nada se esperaba, personalmente excitante, más se palpitaba y se gritaba más allá de la conciencia; fieramente leyendo, ciegamente cantando, como un poema que golpea las tinieblas. Se propuso habitar la poesía hasta que la nostalgia de la muerte y los heraldos negros hicieran de ella una ~ 162 ~

piedra de sol y la arrebataran de su canto general, de su residencia en la tierra. Mientras eso pasara, habitaría poemas en azul hasta que fuesen antipoemas y no antimateria; hasta que una canción desesperada le diera la libertad bajo palabra y la muerte sin fin viniera no a hablar de ella, sino a hacerla brotar del poema. Pero a fin de siglo, el marasmo de ideas sin ideas hirió de muerte al poema y a Carmina, su habitante, la peregrina en su patria. De ese modo, mientras el neoliberalismo y el new order desmadraban identidades nacionales a nivel mundial; mientras la posmodernidad se encargaba de patear el trasero a las contundencias de la Historia y a eructarle a la cara a los supremos ideales contestatarios, y mientras internet le daba virtualmente ciudadanía mundial sin visa, pero sí con residencia permanente, a la pornografía, y mientras la humanidad aceptaba gozosa a conectarse para hacerse la vida de cuadritos, de Windows, Carmina halló en los poemas circulares la búsqueda de la vuelta al origen. Aunque la internet, ¡ay! seguía googleando. Entonces todos los hombres de la Tierra se conectaron; les vio Carmina triste, emocionada. Desconectóse lentamente, abrazó al primer hombre real, y echóse a andar. Por el poema.

Ricardo Camarena Castellanos. (Ciudad de México, 1959) Estudiante del Doctorado en Español y Lecturer (University of Ottawa, 2014); MA, Spanish (University of Ottawa, 2013); estudios de Maestría en Letras Mexicanas (2003) y Licenciatura en Letras Hispánicas (UNAM, 1993). Investigador de literatura y teatro novohispanos, Sor Juana, la Inquisición y sus métodos de censura y control ideológico. Investigador de proyecto y becario de investigación en El Colegio de México (1984-1996). Premio Nacional de Investigación Teatral “Rodolfo Usigli 1993” (CITRU). Premio al Mejor Ensayo de Estudiantes Graduados 2014 (Asociación Canadiense de Hispanistas, ACH). Profesor de Literatura Española y Latinoamericana. Ganador de premios literarios de poesía y narrativa breve en México. Autor de libros y artículos académicos en México y Norteamérica. Participante y conferencista en más de 50 eventos académicos y culturales en México, USA y Canadá. Reportero de espectáculos y periodista cultural, columnista de rock en español y coeditor en el diario La Opinión y otras publicaciones en Los Ángeles, CA. (19962001). Músico. --Regresar al Índice ~ 163 ~

GABRIELA ETCHEVERRY

INSTANTÁNEAS

Berel no se hacía ilusiones sobre sí mismo. Sabía que era lo que la sociedad llamaba un fracasado. Y no porque no hubiera intentado llevar una vida normal. Aunque no tenía calificaciones como periodista, escribía bien y no le había costado encontrar los dos trabajos que había tenido. A las pocas horas le entraba un pánico desconocido, una urgencia de ver a su madre como si lejos de ella y de su casa la vida se le empezara a escapar. No tenía idea si su ausencia significaba lo mismo para la madre. A veces la encontraba pegada a la ventana sin hacer nada, otras veces la casa entera resonaba con la música de los grandes clásicos que había sido la pasión de su padre, pero el silencio caía entero o de a pedazos apenas oía sus pasos o la cerradura de la puerta, como si el mero hecho de su existencia fuera una infranqueable barrera física entre ella y la música predilecta de su esposo. Nunca tuvo novia ni le interesó una mujer lo suficiente como para salir de casa. Masturbarse rodeado de sus fotos pornográficas le daba el control que nunca hubiera tenido con una mujer de carne y hueso. Sus propias expediciones a sacar fotos eran cortas e intensas tratando de sobreponerse al miedo que le producía la separación. A diferencia de las fotografías de guerra que no se cansaba de mirar y estudiar, las fotos suyas merecían apenas una ojeada cuando salían del cuarto oscuro que tenía en su casa. Iba clasificando sus fotos más preciadas por temas. Apenas un puñado de los acercamientos o gestos humanos entre enemigos. Una de ellas había sido tomada de una litografía publicada en 1914 que mostraba un soldado alemán herido durante la batalla en el bosque de Augustów en Polonia. Estaba tumbado hacia un lado en lo que parecía un parapeto hechizo, el espanto marcado en la cara mirando impotente la manada de lobos que iba cerrando el cerco que solo se volvería a abrir cuando lo hubieran devorado, como los había visto comer a soldados muertos o heridos. Cada vez que Berel miraba esa foto sentía retumbar en su cabeza la ferocidad de los aullidos que salían de las fauces abiertas que dejaban ver los enormes colmillos. Un camillero ruso aparecía disparando a la jauría con una mueca ~ 164 ~

que no se sabía si era de asco o misericordia. Otra de sus preferidas era la del soldado alemán tratando de huir se sí mismo como si eso fuera posible. La parte reconocible de su cuerpo era un mástil uniformado escapando de la otra mitad en llamas flameando al viento. Del acercamiento de la Nochebuena de 1914 que tanto los políticos como el público de ambos bandos se esforzaron por desmentir tenía varias. A sabiendas que en pocas horas estarían matándose encarnizados, los soldados alemanes invitaron a los británicos de las trincheras enemigas, fumaron juntos y hasta se dice que jugaron un partido de fútbol. Lo esencial es que al menos por un rato fueron los jóvenes que realmente eran, como lo muestran sus caras nuevas, no necesariamente limpias. Sin que se supiera cómo, algunas de las fotos que se tomaron para sus propios álbumes hicieron su camino a la prensa internacional. Los alemanes fueron los únicos que escaparon a la censura. Se les incentivaba a guardar la memoria de la guerra para el día en que se celebrara la victoria. En eso, Berel estaba con los alemanes. Había que salvar trocito a trocito todas las historias, no solo los grandes eventos sino las minucias que hacían que un niño, una familia, un pueblo, fueran diferentes de otros. En última instancia, el universo habitado y por habitar no era más que la suma de todas esas historias personales y colectivas. Cómo le hubiera gustado a él poder reconstituir su propia vida mirando testimonios gráficos de hechos vividos entre caras, cuerpos y lugares que los habían presenciado. Lo único que sabía de su familia era que eran judíos conversos, que habían sido empujados fuera de Alemania por los nazis, y que su padre había sido amante de la música clásica y violinista amateur. No había fotos y hasta los vagos recuerdos que tenía de su padre se habían ido borrando con el paso de los años. Tampoco supo nunca de dónde llegaba regularmente el dinero que les permitía vivir sin apuros financieros. En otro montón tenía copias de las llamadas fotos trofeos. Las instantáneas de esta colección comprendían las dos guerras mundiales y eran su obsesión. El que se supiera que esas fotos buscaban denigrar y humillar al enemigo no aclaraba las preguntas que le llenaban la cabeza a Berel cuando trataba de descifrar los significados ocultos que él creía percibir en un gesto explícito o mal disimulado. Qué había detrás de la sonrisa de los soldados que presenciaban la ejecución de un espía, los que posaban con un muerto, incluso alrededor de pilas de cadáveres en las ~ 165 ~

trincheras enemigas. ¿Realmente sentirían orgullo los familiares y amigos que recibían esas fotos, viendo a sus hijos burlándose de enemigos ya derrotados por la muerte? ¿Qué oscuro impulso llevaba al soldado a tomar fotos incluso a veces de crímenes de lesa humanidad en los que había participado, consciente de las posibles sanciones? Pornografía sádica, o la alegría salvaje del hombre primitivo al sentir en sus manos el último estremecimiento de vida de la fiera que se lo habría comido. Su madre era una mujer taciturna. Si había que expresar algún sentimiento cuando algo inesperado le rompía la rutina de los quehaceres o su incesante deambular de un cuarto a otro de la casa, era amargura lo que exudaba, las facciones tensas, los ojos de piedra. Cuidaba a su hijo con una solicitud impersonal, pero cuando a medianoche la despertaban los gritos de las pesadillas de Berel era una mujer distinta. Le preparaba un chocolate caliente y se quedaba en su cuarto después de haber puesto ropa limpia en la cama. En esos momentos él no tenía dudas que era amor lo que le profesaba esa mujer sentada a su lado, sin la menor traza del repudio o resentimiento que a veces le sorprendía en la mirada. Si Berel trataba desesperadamente de mantenerse despierto, ella hacía lo posible porque se volviera a dormir. Si hubiera podido hipnotizarlo con arrullos como a un bebé no habría dudado en hacerlo. Eran las únicas ocasiones en que escuchaban juntos lo que ella llamaba “la música de tu padre”, lo que sumado al repentino cambio en la conducta de ella hacía imposible que Berel pudiera hablarle del inexplicable terror que le infundía el rostro limpio y hermoso del hombre que lo perseguía en sus peores pesadillas de las que despertaba llorando y orinado, empapado de sudor. El deterioro de la salud de su madre fue rápido y hasta cierto punto inexplicable. Empezó una noche como un ataque de demencia. Gemía obsesivamente y se tironeaba el camisón. No tenía signos visibles de enfermedad alguna y rehusó ver médico. Berel se dedicó por entero a cuidarla pero cuando a los pocos meses se puso incontinente no soportaba que su hijo la lavara y la mudara como a una criatura. Las noches de quejidos se hicieron más frecuentes para desesperación de Berel que no sabía cómo calmar ese lamento constante que mezclaba los peores tonos del dolor y la angustia, prolongándose a veces hasta la madrugada. Durante esos trances la mera vista de Berel le infundía pavor y escupía la comida que ~ 166 ~

le llevaba. Incluso la música clásica que ella escuchaba en su soledad parecía exasperarla. Una tarde, después de un aullido angustioso que le pareció interminable, Berel puso el disco “Del Nuevo Mundo” del checo Dvořák, más con la idea de calmarse a sí mismo. Lo había comprado con la seguridad de que su padre, de haber vivido, la habría rechazado como música de programa. Curiosamente, esa sinfonía que intercalaba acordes familiares con el dolor del indio americano y las canciones espirituales de los esclavos africanos tuvo el poder de tranquilizar a su madre y se quedó quieta, con los ojos cerrados. Ese día aceptó un trozo de chocolate y jugo de naranja. Parecía estar de regreso de uno de sus viajes a esa región donde él no tenía cabida. Esta vez su retorno fue corto. Murió tranquila esa misma noche. Los sentimientos de tristeza y soledad de Berel se transformaron en alivio antes que terminara el año de duelo. Cambió su vieja cámara por una de último modelo y se dedicó de lleno al hobby que había mantenido a medias mientras vivía su madre. Su obsesión por aumentar su colección de fotos trofeos se agudizó. Lo más difícil fue sobreponerse a la aprehensión que le causaba viajar para ver las exposiciones en museos de guerra y galerías de arte. Después de ver algunos de los impresionantes y extensos archivos del Imperial War Museum de Londres, se puso en contacto con un coleccionista privado con el fin de comprar copias de fotos. Fue allí que Berel se encontró con su destino descifrado en tres instantáneas: un cuerpo atlético uniformado completaba el hermoso rostro del hombre de sus pesadillas, su madre con un niño tomado de una mano y una niña en la otra. Y cuando tuvo frente a los ojos la tercera foto, no necesitó mucho tiempo para entender que eso fue lo que había visto su madre cuando se dio vuelta a mirar hacia atrás. Aterrada como estaba de tener que salir del país sin saber si su marido estaba vivo o muerto, solo había atinado a encogerse de hombros cuando el soldado le preguntó por su esposo, mientras miraba casi distraído los documentos de identidad que ella le había pasado. “Solo caben dos”, había dicho el hombre sin mudar la expresión de su rostro. “Tienes que elegir”. Ella había alcanzado a esconder la cara del hijo en su falda, pero no pudo evitar que escuchara el sonido del disparo.

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O’HIGGINS Y EL OTRO BERNARDO

Bernardo apenas podía creer que estaba otra vez en Santiago después de más de dos décadas de ausencia. Había llegado el día anterior con la delegación que el Primer Ministro de Canadá había llevado a Chile para promover las relaciones comerciales entre los dos países. Se había levantado mucho más temprano de lo necesario por temor a quedarse dormido y salir del hotel cuando ya la caravana que los llevaría a la ceremonia oficial había partido, o equivocarse y meterse a un vehículo que no le correspondía. Se vistió con más cuidado que de costumbre y después de un magro desayuno salió a la calle. Muy pronto se dio cuenta que no era el único nervioso. Por celulares, walky-talkies y otros hilos de nuevas tecnologías iban y venían preguntas, órdenes, confirmaciones o amenazas entre los vehículos que esperaban a sus pasajeros en la calle. Los choferes antiguos se reían de cualquier cosa para establecer la diferencia con los novicios que les envidiaban su sangre fría mientras ellos, con cara de susto, transpiraban de miedo a soltarse de la caravana y quedar irremediablemente aislados y encima perder la pega. Eso es imposible, le aseguraba otro, porque todo el tráfico se suspende y la caravana va custodiada por…“pacos en moto” terminó en un cuchicheo apenas audible. Y así sucedió efectivamente. En un santiamén llegaron desde el hotel en Las Condes al centro de Santiago, con escoltas motorizadas por todos los costados que se entendían de maravillas con los policías que detenían el tráfico en las bocacalles. Las puertas de todos los vehículos parecieron abrirse y soltar su carga al mismo tiempo al llegar al punto en la Alameda donde tendría lugar la ceremonia. Bernardo se bajó tan rápido como los otros y se ubicó en el grupo de los canadienses. No recuerda haber estado en ese lugar donde yacen los restos de Bernardo O’Higgins, el héroe que había arrebatado el país a la España Imperial para convertirlo en una república independiente. Lo que sí recuerda es la estampa uniformada que importunaba sus sueños de niño. Su padre había sido oficial del ejército chileno y apenas supo que su mujer estaba encinta decidió que su hijo sería hombre, se llamaría Bernardo en honor al Libertador y, como él, se distinguiría en la carrera de las armas. Cursaría los primeros años en un colegio inglés particular hasta alcanzar la edad de entrar a la Escuela Militar. ~ 168 ~

La niñez del solitario Bernardo fue un largo período de espera al que le siguió una adolescencia impaciente al ver cada vez más cercano el momento en que podría tomar el único mando que le importaba, el de su vida. Se cuidaba muy bien de que su padre no se diera cuenta de que sus intereses eran ajenos a las armas y a los uniformes. Qué podía tener él en común con ese Bernardo O’Higgins que sin duda había nacido con patillas y charreteras. Sus intereses se inclinaban al extremo opuesto, a la literatura y, sobre todo, a la poesía. “Esto es cosa de homosexuales”, dictaminó su padre al ver un libro de Neruda en la casa. El argumento de que era lectura obligatoria no bastó para convencerlo y en los días que siguieron Bernardo se sintió perseguido por la mirada escudriñadora de su padre, que parecía querer penetrar hasta las más recónditas intimidades de su ser. Ya parecen haberse esfumado los últimos rastros de los miedos reconocibles de la mañana y ahora le entra un vago recelo de que lo crean impostor, ¿canadiense? ¿chileno?, cosa difícil porque nadie lo conoce. A instancias de su psiquiatra había aceptado venir a Chile con la delegación canadiense. “Le va a hacer bien enfrentar los fantasmas del pasado”. Decide cambiarse de puesto, por si acaso, ubicándose un poco al margen del grupo canadiense al que puede ver perfectamente sin perder nada de la ceremonia. Su mente empieza a divagar, contagiada de esa inquietud indiferenciada que empieza a apoderarse de su cuerpo, impidiéndole disfrutar de la tibieza del sol santiaguino de septiembre y del milagro de estar vivo y haber regresado después de tantos años. “Mutuos beneficios” y otras frases sueltas de las que siempre se repiten en esos casos es lo único que le llega de los discursos de uno de los mandatarios, con las últimas palabras ahogadas por los aplausos. Ya se siente el golpeteo marcial de los tambores y trompetas de la banda que toca el himno nacional de Chile. Los soldados que protegen a los visitantes no se diferencian mucho de los militares armados de los últimos días que Bernardo pasó en el país, antes de que lo aceptaran en la embajada canadiense como refugiado político. No le cabe duda que están cantando porque escucha sus voces, pero cómo puede ser si no abren la boca ni mueven un músculo de la cara. Algo le dice que como chileno debiera estar cantando porque aunque ha estado viviendo en Canadá los últimos veinticinco años no es fácil, ni a veces posible, olvidar what is bred in the bone, pero tiene la boca atenazada y ninguna noción del tiempo. El sol del mediodía ha perdido su cualidad reconfortante y parece haberlo clavado en ~ 169 ~

el suelo horadándole la mollera y achicharrándole los sesos. “Por qué diablos vine a Chile”. Las caras impávidas de los uniformados en hilera bien podrían ser las estatuas de la Isla de Pascua que han aguantado vientos milenarios. Realmente se están burlando de su desazón cantando nada más que para él: “Y ese mar que tranquilo te baña te promete futuro esplendor”. Las aguas azules de Valparaíso, su ciudad natal, las aguas turbulentas y rojizas de los torturados a bordo del buque-escuela Esmeralda, él uno de ellos. “¿Me puedes explicar qué significa esto?” También su madre estaba esperando que llegara porque salió casi al mismo tiempo desde otra puerta pero no alcanzó a prevenirlo. Por suerte los artículos que el padre blandía frente a su cara eran inocuos comparados con el trabajo político que realmente estaba haciendo Bernardo junto a un grupo del mismo ejército que se oponía a la intervención militar. “El tanquetazo” del 29 de junio de 1973 fue el primer intento de golpe en contra del gobierno socialista de Salvador Allende. El presidente hizo un llamado al Pueblo a tomarse las industrias, “… pero no para ser victimados. Que el Pueblo salga a la calle, pero no para ser ametrallado. Que lo hagan con prudencia con cuanto elemento tengan en sus manos. Si llega la hora, armas tendrá el pueblo”. De hecho, las únicas armas que Bernardo vio usar a obreros en mangas de camisa frente a un tanque fueron piedras recogidas de la calle. El fallido golpe sirvió para que los servicios de inteligencia de las fuerzas armadas midieran la capacidad de las fuerzas paramilitares a favor del gobierno, supieran si tenían armas y comprobaran que el “Pueblo” no podía responder al llamado del presidente a defender el gobierno porque no tenía con qué hacerlo. El camino estaba despejado para que Augusto Pinochet diera el golpe de estado poco más de dos meses después, que sí logró derrocar a Salvador Allende. Para ese entonces, Bernardo ya había salido de su casa como le ordenara su padre. Una de las visiones tristes de esos días fue el rostro de tristeza y mortificación de su madre ante la impotencia de no poder hacer nada por su hijo. El Primer Ministro canadiense ya debe haber terminado su discurso porque otra vez se escuchan los aplausos y luego los sones del himno nacional canadiense. Las voces le llegan a Bernardo elevándose tímidamente al aire y su mirada de detiene por un momento en los trajes sobrios o de color que visten las mujeres y hombres que cantan “O Canada we stand on ~ 170 ~

guard for thee”. Todavía aturdido por el ruido de los tambores cree entender por primera vez ese patriotismo tranquilo del canadiense, que viene de muy adentro y que no se exalta con banderas ni monumentos. Sorprendido se da cuenta de que está cantando bajito, como para sí mismo y que no importan las palabras sino el convencimiento de que el azar le ha dado una patria inesperada donde puede vivir sin sobresaltos. El grupo se dispersa después de la invitación a visitar la tumba de Bernardo O’Higgins. Los canadienses le dan una ojeada rápida, deseosos de salir nuevamente a la luz del sol. El primer presidente de la recién formada República chilena no despierta eco alguno en su mundo salvo el apellido: ¿cómo es que un héroe chileno tenga un apellido irlandés? Bernardo se ha quedado solo frente a la tumba del libertador. Su mente ha traspasado el mármol del monumento y se ha conectado con ese otro Bernardo. Después de todo tenemos varias cosas en común, le dice, y todo lo debemos al azar. ¿No será que lo que llamamos azar es de hecho la realidad y viceversa? Los dos fuimos a dar al exilio. A los dos nos falló el padre y la patria. También nos parecemos en eso, Bernardo, en el haber ido creciendo de soledad en soledad. Tu padre prefirió que fueras su hijo ilegítimo antes que perder charreteras y desde los cinco años empezó a alejarte del afecto de tu madre. A su muerte, fue España la que te negó heredar lo que era tuyo por derecho. Liberarte y liberar a Chile fue una y la misma cosa, y qué ironía que te tocara darle la libertad al país en el cual tu padre se jactaba de haber peleado contra los indios. ¿No es O’Higgins un apellido irlandés? Algo asombrado se vuelve a la mujer que le ha hecho la pregunta directamente. No los han presentado pero había reparado en ella en el aeropuerto el día anterior cuando conversaba animadamente con otra mujer del grupo. Disculpe, le dice, no la había visto. Su padre, Ambrosio O’Higgins... empieza Bernardo un poco tímido, emigró a España a causa de la persecución de Inglaterra a los católicos de Irlanda y de ahí pasó a Chile… Sigue un silencio donde las miradas de los dos se encuentran. Una confianza nueva parece aligerar el espíritu de Bernardo. No sé si conoces Santiago, le dice. Ahora hace mucho calor pero cuando baje el sol podemos juntarnos en el lobby del hotel y recorrer el centro. Ni siquiera sabe su nombre. Ya habrá tiempo de sobra para las presentaciones. En el segundo escalón ella se detiene y lo mira sonriendo. ¿Is 6 o’clock a good time? ~ 171 ~

Gabriela Etcheverry es escritora y promotora cultural chileno-canadiense, doctorada en literatura en la Universidad Laval, Quebec, con dos maestrías de la Universidad Carleton, Ottawa. Es cofundadora de Qantati Junior, editorial dedicada a obras para niños. Publicó su novela autobiográfica Latitudes en español (Split Quotation). La versión francesa fue publicada por Antares en 2011 y en formato electrónico por Qantati e-Books en 2012. Añañuca, libro ilustrado bilingüe inglésespañol para niños, apareció en 2010 y las versiones francés-español e italianoespañol, en formato electrónico, en 2011. Su colección El árbol del pan y otros cuentos, apareció en 2011 en español en formato impreso y electrónico. Uno de los cuentos de esta colección ganó el primer premio en el concurso nacional Nuestra Palabra 2008 (Toronto) y fue incluido en Cuentos de nuestra palabra en Canadá (2009). En 2012 Antares publicó la versión inglesa, The Breadfruit Tree and Other Stories, y la versión francesa L’arbre à pain et autres contes. Ambas obras fueron publicadas paralelamente en formato electrónico por Qantati e-Books. Su novela Grosvenor será publicada por Antares en 2014 en versión española e inglesa. --Regresar al Índice

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NORMA JIMNEZ KAISER UN MUNDO FEMENINO Para los hombres de mi vida… porque todas deseamos ser hombres alguna vez… aunque sigamos agradecidas de no serlo.

Al principio, Adán hacía conseguido hacer terapias con nuevos inmigrantes hispanoamericanos en un centro comunitario de Toronto. A pesar de ser un trabajo voluntario era muy reconfortante, pues le recordaba que era un profesional de la psicología capaz de ayudar a otros. Con ello pretendía adquirir la experiencia canadiense en su área laboral. El programa de consejería era en su propio idioma, y puesto que él pensaba que los psicólogos hispanos podían ayudar a su gente, esto parecía el camino correcto para asentarse en este país, y lo había conseguido a solo pocos meses de su llegada. Sin embargo, tiempo después un supervisor le aclaró que de plano no era contratable; que mejor buscara trabajo en otro lado sin informar que su experiencia era como voluntario, pues era sabido que a quienes se les podía tener gratuitamente no se les valoraba tanto. Al notar las dificultades que tenía que pasar para conseguir credenciales profesionales en Canadá, y tras su experiencia trabajando con solicitantes de refugio y recién llegados, Adán decidió escribir una guía para el emigrante. Sería útil para explicar en español a los interesados en venir a Canadá sobre los riesgos de llegar contando historias de persecución que no serían creídas por el gobierno; que estarían expuestos a perder años o meses de vida hasta muy probablemente ser deportados, como la mayoría de los inmigrantes a los que atendía en el centro cada semana. Les explicaría también que no había manera de volver a ser los mismos una vez que iniciaran ese viaje a lo desconocido. Sería como morder la manzana de Eva; perderían la patria y el sentido de hogar. Además perderían a los amigos y a la familia; perderían el sentido del gusto, o al menos lo relegarían por años, hasta que obtuvieran vacaciones ocasionales cuando visitaran su país. La vida perdería sabor y hasta color en los largos inviernos. ~ 173 ~

Adán se encerró en casa, a piedra y lodo, absorto en su Manual del Inmigrante. Y mientras más escribía, más se daba cuenta de todo lo que extrañaba y sería irrecuperable; que la búsqueda del sueño americano era solo un espejismo que lo único que había hecho era alejarlo de todo lo que amaba, y que él ni sospechaba que amaba. Se dio cuenta de que había dejado de percibir el olor de la comida; que la fruta no tenía aroma y el pollo no tenía sabor, que incluso el mundo había perdido colores: todo era blanco. Sus pacientes hablaban de lo mismo. ¿Acaso esto era una enfermedad contagiosa? ¿Cómo podía ser posible que ni la música fuera suficiente para alegrarse? Lo único que lo consolaba, al igual que a sus pacientes, era buscar en YouTube algunas viejas canciones, las noticias de su país, festejar en los centros comunitarios las fiestas de las diferentes comunidades, chilenas, argentinas, salvadoreñas, mexicanas, venezolanas, etc. Pero al conocer a nuevos inmigrantes paulatinamente descubrió que su música se hacía vieja, que ya no entendía ni compartía los gustos musicales de su país. Era como estar atrapado en una cápsula del tiempo, con sonido estéreo. Se dio cuenta de que la vida y él se volvían simples, de que se sentía aniñado, estupidizado ante el aprendizaje de otro idioma. La gente solo lo oía balbucear en una interlengua que hacía pensar en retraso mental. Notó que los angloparlantes y los francófonos le hablaban de cosas muy básicas, condescendiendo, y siempre con un aire pedagógico mezclado con aires de civilización y compasión sucesivamente. Los hispanohablantes hablaban de los mismos temas, viviendo su propio proceso de infantilización. Se dio cuenta de que no había habido ningún avance; la gente se había retraído a estados primarios y él también. Juana, su propia novia, que solía ser tan articulada en español, había caído en un hosco mutismo. Ya no hablaba, ya no había fiesta en su conversación; solo rumiaba ante la cotidianidad. Adán se aterró al observar a los demás y observarse en ellos. Lo peor es que nadie parecía notarlo. Los procesos de mujeres y hombres se diferenciaban delante de sus ojos y no había con quién hablarlo. Parecía que nadie lo entendía o lo veía; todos estaban como absortos en su lucha por volver a ser infantes y así, por fin, empezar a crecer. Entonces comenzó a categorizar por fenómenos en su libro, dividiendo por género. Miró primero a los hombres hispanos que conocía tanto de la escuela de inglés, como de su trabajo de tiempo parcial. Todos ~ 174 ~

ellos se veían asediados por un sentimiento de castración. Repentinamente, habían perdido su campo de referencia, todo lo que habían construido por años: ser abogados, médicos, profesores, ser lo que hubieran sido. Todo se había desvanecido al cruzar la frontera canadiense. Ya no tenían la personalidad laboral y profesional que habían construido en sus países y se encontraban desnudos ante un mundo que les demandaba demostrar incluso que eran capaces de leer, escribir, escuchar y hablar. ¿Y todos los títulos? ¿Y qué pasó con todo aquello que habían sido toda su vida? Su personalidad reforzada en sus logros los abandonaba. Ahora eran solo semianalfabetos, sordos y mudos, con habilidades animales, apenas suficientes para un trabajo de supervivencia, con la ilusión de ser reivindicados como profesionales. O por lo menos como seres adultos y pensantes. No solo tenían que conquistar las barreras del idioma, sino también los reglamentos de asociaciones profesionales, en todas sus múltiples variaciones. ¿Era una forma de considerar inferiores a las universidades de otros países? Lo más irónico no era siquiera la crisis de doctores y enfermeras que sufre el país, sino el desperdicio de todo ese capital humano gratuito para Canadá y en el que invirtieron otros gobiernos, pobres en su mayoría. Para Adán parecía que esta nación se daba el lujo de desperdiciar a muchos de estos profesionales, a estos humanos de vidas sombrías e incompletas; siempre castradas, siempre careciendo de algo. Claro: había algunos que lograban recuperar algo o mucho de lo perdido, al paso de muchos años de sacrificio. Y alguno que otro profesional, con suerte y sin tanto sacrificio; pero eran muchos los caídos en el camino. Todo esto parecía agravarse para los hombres, pues como seres ya hechos en sus países de origen estaban más bien acostumbrados a aumentar líneas a sus hojas de vida. Pero ahora tenían que luchar en forma abrupta ante una nueva realidad. Por otro lado sus mujeres, acostumbradas a pelear contra corriente, se adaptaban con una facilidad impresionante. Conseguían empleos; aprendían la lengua con rapidez. El gobierno les ofrecía puestos donde tenían preferencia solo por su género o por ser minorías visibles, o por pertenecer a asociaciones de ayuda a la mujer, para solventar esa supuesta desventaja que parecía haberse quedado atorada al cruzar la frontera, solo para ser retomada por los hombres. De lo que más se quejaban ellos era de la imposibilidad misma de quejarse, pues recibían respuestas como: “¡Si no ~ 175 ~

te gusta, regrésate a tu país!” o “¿Pensabas que con tu educación de tercer mundo, podrías competir con la educación de primer mundo?”. Ni siquiera se habían enterado que ya eran inoperantes esos términos, reclamaba algún doctor monolingüe mientras fregaba pisos. Los pacientes y conocidos de Adán se quejaban también de “la traición de las mujeres”, quienes habían dejado de ser esas maternales compañeras que los atendían para exigirles una igualdad que no tenía sentido, pues querían que ellos trabajaran como obreros inclusive, olvidando su orgullo, sus estudios, su vida entera. Y que además viniesen a la casa a limpiar y cocinar. “¿Cómo esperan que aprendamos a hacer todo lo que ellas han podido aprender cómodamente por años, de la noche a la mañana?” decía Ramón. Juan, otro de los pacientes de Adán, se quejaba: “Que dizque ahora somos iguales y tenemos que hacer las mismas cosas… y cuando hay que limpiar la nieve del carro, o lavarlo ¿qué? ¿Ya no somos iguales? ¿Qué tal cuando hay que cargar a los niños desde el carro hasta el segundo piso? ¿Y qué hay de mover muebles o trabajar en la fábrica; ahí cómo carajos somos iguales? ¡Esta igualdad de género me suena a supremacía!”. Adán había observado cómo los hombres se sentían fuera de lugar. No lograban pertenecer, pero sobre todo, no entendían cuál era el problema que los hacía sentir tan mal. Muchos se alcoholizaban; otros peleaban con sus parejas, pues se resistían a la “dominación femenina”, y algunos terminaban en la corte por intentar tratar a sus mujeres como lo harían en sus países de origen. Pero la mayoría se resignaba mustiamente. Adán les preguntaba siempre: “¿Has considerado volver?” Las respuestas eran similares en muchos casos. “Allá no me espera nada”. “Volver… ¿a qué?”. “Sí, lo he dejado todo, quemé las naves, ya no hay regreso. Eso sería fracasar”. Ante tales respuestas respiraban hondo y decían para autoconvencerse: “Es cuestión de tiempo; ya le estoy entendiendo a este país; mis hijos ya se adaptaron”, “¿Cómo no se va a poder?”, etc. Adán se dio cuenta de que no les era posible admitir la derrota: se lo habían jugado todo y lo único que les quedaba era mantenerse firmes ante su decisión de vivir en Canadá. ~ 176 ~

Las mujeres, por su parte, se veían más felices, dueñas de su vida en más de los casos. Adán asumió que esta euforia tenía que ver con las libertades que les proporcionaba el país, y que la facilidad de adaptación de estas tenía que ver con esa capacidad femenina de sobreponerse a la adversidad. Ellas, además, parecían aprender más rápidamente la lengua. Esto le recordó a Adán que había oído en alguna conferencia de neurociencia que las mujeres logran establecer una comunicación oral más rápidamente porque su cerebro tiende a hacer conexiones lingüísticas con mayor facilidad. ¿Era así? Adán ya no estaba seguro, pues desde que había llegado a Canadá había dejado de leer sobre psicología y cada vez estaba más confundido si se trataba de lo que había aprendido, o lo había inventado. Un día, después de haber cobrado su cheque de la asistencia social, a pocos meses de que Juana lo dejó, dizque porque no quería avanzar “y representaba un estorbo para su vida”, se descubrió frente a la computadora, mirando por horas las fotografías en las páginas de Facebook de sus amigos y familiares, dejados en el país de origen. Rulo ya era director de un centro psiquiátrico; Mauro ya daba clases en una universidad y Pablo tenía lleno su horario dando consulta. Todos sonreían; todos tenían un punto de vista político o algo sabio que copiar y pegar en su muro. Adán, que en un principio se la vivía escribiendo a todos sus contactos, poco a poco dejó de hacerlo, pues cada vez se le hacía más difícil evadir las casuales preguntas sobre cómo le iba en Canadá. Para colmo, empezaba a colarse la noticia de que Juana y él ya no estaban juntos. Era mejor estar ocupado que exhibido. Su libro no había avanzado muy bien, pues a nadie le importaban las quejas masculinas. Si al menos el libro fuera sobre la adaptación de las mujeres hispanas en Canadá, un par de instituciones lo habría patrocinado y hasta un trabajo podría conseguir. Pero… ¿sobre hombres? ¿Sobre el sexo dominante? ¿Cuál era el propósito de hacer algo para ayudarlos, si ya tenían ventaja desde que habían nacido? Dejó su voluntariado en el centro comunitario, pues después de casi un año de trabajo sin esperanza de remuneración o contratación, se vio obligado a llenar sus horas laborales donde fuera, y todo porque a Juana se le había metido en la cabeza que compraran casa. Eso era fácil para ella porque había logrado acomodarse en esa oficina legal donde le pagaban 60% más por hora que a él. Ella no había tenido que hacer casi nada de ~ 177 ~

voluntariado. Solo porque se acercó a ese centro de ayuda a mujeres inmigrantes le fue muy fácil conseguir el trabajo. ¡Y todavía se atrevía a reclamarle que él no entendía el sistema, solo porque renunció a su labor un día que lo obligaron a salir a limpiar el patio a menos 25 grados, y Adán sentía que se le partían las orejas y los dedos de la mano! ¿Por qué él tenía que resistir esto mientras Juana estaba sentada en una oficina tibia, siendo que ella sólo había terminado la educación media y él tenía casi una maestría? Juana jamás lo entendió. Adán había ido a muchas clases de inglés por meses, y por más que lo intentaba, le humillaba ver que Juana había adelantado tres niveles en semanas, mientras él no lograba hilar una frase más o menos coherente. Él, que vivía de la palabra en su país de origen, ahora no tenía acceso a ésta. La palabra lo traicionaba. “¿Y qué soy sin mi voz?” se preguntaba. Ante la blancura de este nuevo país, el fracaso de su supuesto libro resultó en que, según le dijeron, no era una reflexión, sino una larga queja personal. Sin haber aprendido a comunicarse, sin amigos, familia o esposa, sin trabajo, pero sobre todo sin sí mismo, decidió terminar con todo. Dejar esta vida sin vida, sin sabor, sin color, sin palabras. Fue al closet, donde quedaban las escasas pertenencias de Juana, y donde tenía la caja de maquillaje y medicina, todo mezclado. Empezó a juntar todos los frascos que estaban revueltos en esa caja de zapatos que Juana olvidó en su prisa por vivir sin el lastre que Adán le representaba. Y mirándose al espejo, se despidió de sí mismo, se despidió de su orgullo, de sus valores, de sus vivencias, se despidió de la pinche Juana, de Juana, de su Juanita. Empezó a llorar, y sintió que el idioma, el clima, la experiencia canadiense, su nostalgia musical y alimenticia, escurrían por sus mejillas marcando un surco tan blanco como la nieve. Cogió de la caja una toallita para limpiar maquillaje. Se limpió las lágrimas y suspiró profundamente, como un muerto que resucita. Después tomó un delineador, y cubrió lo rojizo de sus ojos, y poco a poco continuó como un artista haciendo líneas y marcajes en su cara. Estaba poseído, no podía parar; era como si esas largas horas viendo a Juana maquillarse lo hubiesen embrujado y en medio de un carnaval de colores su rostro antes destrozado cobrara tanta vida como nunca había tenido. Después cogió la ropa abandonada por su mujer, y abusando de su figura delgada, se ciñó todo lo que le vino en mano para ~ 178 ~

lucir, no tan bella como Juana, pero más bella aún, a pesar de que rasgó algunos pares de pantimedias antes logró instalarse uno propiamente, el verdadero reto, fueron los zapatos, que para su consuelo a Juana nunca le gustaron de tacón muy alto. Tras practicar el caminar con tacones por un buen rato, salió rumbo al centro de ayuda a la mujer, y pidió que “la” ayudaran, pues la vida era muy difícil para alguien que “había decidido ser mujer”. En menos de un mes se encontró trabajando en un centro comunitario como “consejera”. Un centro le llevó a otro y terminó siendo no solo tan socorrido como las mujeres, sino más, pues Canadá no discriminaba a los discriminados del mundo. Ahora Adán, que cambió su nombre a Eva, era parte de este mundo femenino a quienes el sistema ayudaría a triunfar a pesar de sus desventajas.

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DEGENERACIÓN EN GENERACIÓN

Manuel Salcedo, su esposa Lupe Valerio y su hija Caridad en labor de parto salen de su vecindad hacia la clínica de urgencias. Caminan sobre la banqueta recién pavimentada hasta la avenida principal, evadiendo el polvo de la calle. Toman el primer taxi que aparece en el camino; un Volkswagen sedán bastante maltratado. Manuel piensa en cómo había tenido que vender su hermosa batería con todo y platillos, y la mitad de su preciada colección de discos de jazz cuando mandó a Lupe y su hija a Acapulco a que se despejaran, pues Caridad, por el abandono de su esposo Justino, se deprimió tanto que se quería dejar morir. Con una larga estancia de tres meses, consiguió que la Caridad se reanimara y aceptara alimentarse bien para recibir a su bebé. Al llegar al hospital le asignan una camilla a Caridad, que ya estaba sudando y quejándose de los dolores a grito abierto. Manuel, conocedor del proceso y la tardanza, se arrellanó en una de las incómodas bancas de plástico, dispuesto a dormir. Lupe, por su cuenta, se dedica a rezar una y otra vez sobando las cuentas de un viejo rosario, interrumpiendo solo cada vez que terminaba una doble Ave María para preguntar a las enfermeras cómo estaba su hija. A las diez de la mañana Manuel vuelve en sí y lo primero que hace es coquetear con una enfermera con cualquier pretexto. Mientras tanto Caridad, La Chata, en la sala de partos se revolcaba con los dolores, llorando en la cama y pidiendo otra dosis de anestesia, la cual por supuesto le negaron los doctores practicantes, que en ese momento cambiaban de guardia para irse a almorzar. Tuvo que optar por llorar quedito, pues más de un doctor o enfermera le habían dicho irónicamente que más le valía haberse quejado así cuando se lo hicieron, y no ahora. Caridad recordó a Justino cuando esa noche, babeando de borracho, le gritaba que ese producto que llevaba ella adentro no era de él, y cuando después de ponerle una de las acostumbradas golpizas que dizque para que lo abortara, le puso el cuchillo de cocina en la punta del vientre, diciéndole que a como diera lugar iba a evitar que ella pariera a “ese bastardo”, porque no tenía derecho de nacer, y que a ella también se la iba a cargar la tiznada. Recordó sentirse tan directamente amenazada, que tuvo una reacción ~ 180 ~

instintiva y golpeó a su marido con la plancha en la cabeza, y mientras este se desvanecía sangrando, aprovechó para salir corriendo. Luego vagaría por horas en la calle, casi sin sentido, hasta que una viejecita la vio. Al tratar de hablarle y ver que no le respondía, la fue llevando como niña de la mano hasta una fábrica cercana, donde había un policía de guardia. Y se quedó con la atractiva muchacha desconfiando del vigilante, hasta que llegó la patrulla y se la llevó. Caridad recordó que no entendía nada; lo veía todo como entre sueños, como una pesadilla. Recordó también que cuando en la jefatura levantaron el acta, solo atinó a decir “Manuel Salcedo” a cualquier pregunta que le hacían, por lo que el agente del Ministerio Público asumió que Manuel Salcedo había sido el animal que se había atrevido a golpear a la chica, ¡y además en su estado! Inmediatamente dictaron una orden de aprehensión y los patrulleros trajeron casi a rastras a Manuel, que no atinaba a saber si era algún marido rencoroso quien le cobraba una cuenta, o alguna querida despechada vengándose de sus descuidos. Manuel, por más que trató de explicar que era su hija y que él no la había golpeado, no fue hasta cuando llegó Lupe y explicó todo a las autoridades, que logró que lo soltaran y los dejaran llevársela de ese lugar. Caridad deseaba no vivir, no estar dando vida, no haber conocido nunca a Justino en aquella pequeña fonda donde le ayudaba a Lupe su madre a despachar las comidas corridas a los obreros y empleados del rumbo. Deseaba no haber sido mujer, no estar enamorada, no haber nacido y sobre todo, deseaba no parir. Un alarido que se estrelló en el paladar y rebotó en el techo del quirófano desgarró el recuerdo. Lupe se sentía aliviada de saber que su hija estaba con bien, y que ahora tenía una nueva nieta. Manuel frunció el ceño y se puso mustio a sus 65 años de edad. Ya ni siquiera podía sostener firmemente las baquetas como cuando era joven y andaba de gira con el circo Atayde Hermanos, cuando acompañaba a una cantante famosa de ronca voz de la que ya nadie se acordaba excepto él, pues además de ser parte de su banda era parte de su entretenimiento particular en sus constantes giras. Manuel recordó repentinamente cómo en una de esas giras, precisamente al ir manejando el auto al mismo tiempo que ella jugueteaba con su miembro, soltó el volante para acariciarle la entrepierna. Y al sentir la humedad y la tibieza de la ~ 181 ~

mujer perdió el control del volante, olvidando la línea de la carretera y estrellándose de frente con un camión que venía en el carril contrario. Con el golpe, la cantante se estrelló en el parabrisas, marcándose el rostro de lado a lado, y él se pegó en la rodilla izquierda y se hizo un chichón, lo cual le pareció injusto a la cantante, quien hubiese querido intercambiar heridas con él. Lo más penoso de ese asunto para Manuel en ese momento fue que cuando se bajó del coche para alegar con el conductor afectado, todos los pasajeros lo vieron aún “en posición de firmes” con una erección que a Manuel le fue casi imposible controlar, pues todo había sido tan rápido que su cerebro se olvidó de avisarle. Después de eso la cantante no quiso saber más de él, y aunque los doctores le dijeron que no le había pasado nada, 30 años después le resultó en una hinchazón que le hacía muy doloroso y difícil cualquier movimiento con la pierna izquierda, la misma que ahora, con su entumecimiento periódico, le hacía más penosa dicha evocación juvenil. Al entrar a la habitación encontraron a la enfermera regañando a Caridad que no quería alimentar a la niña, pero Caridad se negaba siquiera a tocar a la bebé. Manuel, conmovido, tomó a la bebé entre sus brazos firmes y robustos y con sus manos chatas y también robustas le dio el biberón, ante el asombre de Lupe y Caridad, pues Manuel nunca había cargado ni a sus propios hijos. Caridad ablandó el rostro, soltó un pesado hilo de lágrimas y sonrió. Lupe tomó a la bebé de entre los brazos de Manuel y la aproximó a su hija. Caridad, al verse prensada por la bebé y sentir que un hilo delgado le recorría por entre los nervios causándole una mezcla de dolor y ardor, miró fijamente a la criatura y se enterneció por un momento. El rostro de Caridad volvió a endurecerse. Manuel se llevó a la niña rumbo a la enfermera que en ese momento pasaba frente a la cama de la paciente contigua. Cuando Manuel vio retirarse a la enfermera notó que en el rostro de su hija no había paz, ni dulzura; había si acaso el alivio de quitarse de encima a la pequeña, y en su mirada había -adivinó Manuel- un deseo oculto de no volverla a ver. Años después Manuel comprobaría lo que en ese momento le dio un vuelco al corazón: Caridad culpaba a la niña del rompimiento con Justino y la creía un estorbo para rehacer su vida con Justino o con quien fuera. Ver a la pequeña simplemente le provocarían a Caridad ataques de furia incontrolables, que hacían estremecer incluso al propio Manuel. ~ 182 ~

Desde ese día en el hospital, Manuel sintió que la pequeña llegaba al mundo algo más que desnuda; se encontraba frente a un celoso, inmaduro y alcohólico padre que la pensaba hija de Dios sabe quien, quizá sería capaz de juzgar que del mismo Espíritu Santo, ya que el ebrio celaba a Caridad hasta de la luz del día y en su inmadurez suponía que su mujer se revolcaba con cualquiera en los dos minutos que duraba dentro del baño de mujeres, mientras él la esperaba afuera con la cabeza pegada a la puerta para vigilar hasta el más mínimo de los ruidos. Justino no sabía -o no parecía notar- que Caridad no tenía más ojos que para verlo a él, y que estaba tan bobamente enamorada de él que no quería, ni podía mirar siquiera a nadie más. Justino la obligaba a caminar mirando al piso para que no volteara a ver a nadie. Y si por algún leve error de cálculo de la muchacha ésta levantaba un poco la cabeza, era seguro que una brusca palmada le recordaría hacia donde debía ir esa mirada. El control de Justino era tanto que bastaba con una sola mirada para que ella supiera que ya estaba comportándose fuera del gusto de él y cambiara inmediatamente de actitud. Le prohibía ir a visitar a sus padres con el pretexto de que ellos nunca lo habían querido y que no lo trataban bien, para evitar que Caridad tuviese contacto con alguien que le abriera los ojos a la realidad. Aun así, Lupe se las ingeniaba para visitar a su hija y llevarle siempre algo de dinero para que no se viera limitada. Caridad, cada vez que podía escaparse del asedio de su marido, procuraba visitar a sus padres, y eran esos pequeños instantes en los que Manuel podía ver a la pequeña, intuyendo siempre con infinita tristeza que no había ni presente ni futuro para su pequeña ratita. Manuel permanecía al margen de todo esto aunque no lo ignoraba, pero consideraba que era el destino que su hija había elegido y no quería intervenir en él; se concretaba únicamente a no dirigirle la palabra a Justino, quien repetidas veces se mofaba del anciano haciendo gala de la ley de hielo que ambos se profesaban. Un día, solo para hacerlo rabiar y después de haberle exigido a Caridad -a golpes- que le diera su lugar con su padre, le extendió afablemente la mano al anciano con una irónica sonrisa de burla, por lo que Manuel se giró ignorando el saludo. Justino volteó a ver a Caridad para que esta arremetiera contra Manuel. Y sin decir más salió de la casa seguida de Justino, quien triunfal dirigió su última sonrisa burlona al azorado anciano, ~ 183 ~

consiguiendo así el control absoluto sobre Caridad, quien se vio obligada a cumplir con su sentencia, más por orgullo y miedo a las represalias de Justino, que por convicción. La siguiente vez que Manuel vio a su hija fue en la delegación; él sabía qué tipo de rata era Justino y por lo mismo se opuso desde un principio a que se casaran, pues sabía que el tipo se estaba desquitando, pues se enteró de que su madre y Manuel habían coronado a su padre, con un romance fugaz que además de parecer intrascendente para Manuel, dejó una herida profunda en la madre de Justino. Este se había dedicado, desde que se enteró, a enamorar a cada una de las cuatro hijas de Manuel, pero las hermanas de Caridad estaban más preocupadas por el tamaño del carro del galán en turno que del galán mismo, y Justino no era sino un obrerito de mala muerte que no ganaba sino para embrutecerse de cerveza con los amigos. Y Caridad, que solía hacer lo más contrario posible a las decisiones de su padre, aceptó entonces al rechazado galán, volviéndolo un capricho obsesivo del cual llegó a ser casi adicta. Caridad había regresado con Justino quien, al saber que la niña había nacido, sintió un repentino ataque de remordimiento y regresó jurándole amor eterno a la madre y demostrando devoción por la hija. Eso terminó por empeorar el cuadro, pues usó a la niña como el pretexto perfecto para presionar a Caridad. Si la niña lloraba, maltrataba y golpeaba a la madre: por ser mala madre, por no atenderla, por descuidada, porque su princesita estaba mal, porque la mosca pasaba y por lo que fuera posible que se le ocurriera en ese momento. Lo que en realidad pasaba es que ese era como el timbre que le marcaba la hora de irse a vagar con sus amigos o amigas en turno, sin que Caridad pudiera chistar ni tantito, pues siempre resultaba culpable. Conforme la niña fue creciendo, fue desarrollando una fuerte inclinación hacia el padre, quien era el cómplice perfecto para el berrinche en contra de "la bruja malvada" que parecía su madre. Cuando él estaba, todo era maravilloso para la pequeña, quien se podía pasar el día entero sentada en las piernas del papá. Él, por su parte, ya no estaba interesado en acercársele siquiera a Caridad; y cuando esta lograba dormir a la niña para estar a solas con Justino, la niña, como por control remoto, empezaba a chiquearse estilo “La Tucita” en las películas de Pedro Infante. ~ 184 ~

La niña lograba exasperar a Caridad, quien le pegaba un grito seguido de una bofetada de Justino por maltratar “a su chiquita”, que terminaba durmiendo justo en el medio de la cama, evitando toda posibilidad de contacto entre la pareja. Las discusiones cada día eran más agrias y junto con el amor Caridad le fue perdiendo el miedo a Justino, de modo que las golpizas ya eran mutuas y el pretexto central siempre era Manuelita, “la asquerosa rata” según Caridad, y “la princesita” según Justino. Justino encerraba a Caridad con llave y se burlaba con Manuelita al reverso de la puerta. Cuando se cansaba de hacer rabiar a su esposa, dejaba a la niña a merced de la herida mujer y se iba, importándole muy poco el destino de la pequeña. Finalmente, cuando se hiciera el sorprendido ante los nuevos moretones de la pequeña, ya tendría un nuevo pretexto para desaparecer. Manuel sabía la culpabilidad que cargaba en esto y más de una vez le rogó a Caridad que lo abandonara y que él se haría cargo de las dos. Pero su hija -a pesar de que deseaba hacerlo- se negó rotundamente, en una actitud ofendida sobre un tema que siempre terminaba en discusión. La única actividad que Justino le dejaba desarrollar a Caridad era trabajar en el mismo kinder en el que asistía Manuelita, “para que estuviese al pendiente de la niña”. Caridad casi terminaba la carrera como auxiliar educadora y el logro de estar en ese trabajo como ayudante de maestra, la hacía sentirse muy bien y considerar que su esposo le daba la oportunidad de ser ella misma. Eso sí, Justino le tomaba siempre el tiempo de regreso a su mujer con el pretexto de ir a comer, calculando que dos horas después de salir de la escuela ya debería estar la comida y la casa limpia, listas solo para que él llegara a ser atendido como rey. Caridad desarrollaba una labor maratónica en la que incluía a Manuela como la mejor de las auxiliares; quizá esa era la única actividad en que las dos se identificaban y la desarrollaban mecánicamente con destreza. Ambas seguían un propósito; para las dos era el preludio de la llegada de lo que más querían: el objeto de la discordia que desde el momento en que cruzaba la puerta, levantaba un muro frío de entre las dos que como gladiadoras luchaban a muerte por la atención del recién llegado que a antojo se daba el lujo de despreciar incluso a las dos con el pretexto de estar cansado o hambriento. Pero cuando alguna de las dos lograba obtener la preciada

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ganancia, la otra arremetía con toda clase de artimañas para arrebatársela, ejerciendo un odio y una tenacidad que de ninguna otra manera afloraba. Un día cercano al fin de cursos del kinder, Manuela se puso mal en la escuela. Al parecer algún amiguito le había dado un caramelo que no estaba en buenas condiciones y la niña empezó a sentirse mal. Caridad tuvo que pedir permiso para irse a su casa con Manuela. Más molesta que compadecida por tener que llevar cargando a la pequeña durante varias cuadras, llegó, abrió la puerta y se dirigió directo a su recámara para buscar dinero para ir a la clínica de la zona. Cuando cruzó el umbral encontró a Justino arremetiendo contra una mujer de dimensiones espectaculares; una gorda de piel morena, casi mulata, que no hacía más que yacer, esperando el ataque de Justino. Caridad se quedó inerte observando el espectáculo entre grotesco y excitante; le parecía que entre esas rollizas piernas la cadera de su marido se notaba mucho más varonil. Notaba cómo se enervaban los músculos de sus hombros y por un momento deseo transportarse al redondo bulto en que Justino se hundía. En ese momento, Justino arremetió a golpes contra Caridad, mientras la regordeta mujer se vestía, torpemente. Con un dejo de agilidad, Caridad intentó alcanzar a la mujer con algún golpe o arañazo, pero Justino no daba tregua y se tuvo que limitar a tratar de defenderse de él, respondiendo como podía a la golpiza y con la poca maña que había logrado para herir también a su adversario. Al salir la mujer de la habitación, Caridad ya estaba escurriendo sangre de la boca y la nariz; le dirigió una patada entre las piernas a su marido, que logró doblarlo, para poder dirigirse a la tipa y que esta no se le fuera a escapar, pero se quedó petrificada al oír a su hija decir: -¡Maricarmen, Maricarmen, viniste a visitarme! Quédate conmigo, ya quiero que seas mi mami. La regordeta mujer le lanzó un beso y una despedida rápida y salió de la casa sin más preámbulo. Caridad no lo podía creer: Manuela conocía a la mujer y además era cómplice de ella. No solo cómplice: la prefería. ¿Cómo era posible que esto le estuviera pasando? Parecía un complot entre su marido y su hija, quienes buscaban la manera de deshacerse de ella. Aún no salía de su azoro cuando un jalón de cabello le dobló el cuello, haciéndola caer casi de espalda. Y fue lo último que sintió; ya no se defendió ~ 186 ~

de los golpes ni hizo nada por contestarlos. Sólo una idea inundaba su mente: tenía que vengarse, tenía que vengarse. Y no solo de Justino, sino también de la rata inmunda que era su cómplice; a él le pagaría con la misma moneda y a ella le quitaría lo que más quería en la vida. En los siguientes días, Caridad lo hizo todo fría y metódicamente. Consiguió rentar un apartamentito en un barrio bastante retirado. Renunció a la escuelita en que trabajaba, trajo una mudanza y se llevó todo cuanto había en la modesta vivienda. Había ahorrado el dinero que Lupe le daba y algo de sus sueldos con el propósito de comprarle un carro a Justino. Tomó a la niña y la puso en el camión; después regresó y vació unos galones de petróleo que había comprado algunos días antes, los esparció por todas las habitaciones y al salir tomó un cigarro de los favoritos de Justino. Lo encendió, jaló dos veces el humo y sonriendo lo arrojó al interior de la casa; el chofer de la mudanza se quedó atónito al ver lo que la mujer había hecho, y no se atrevió a comentar nada y mucho menos contrariar ninguna de las instrucciones de la joven mujer. Arrancaron de allí a toda prisa mientras las llamas consumían la casa de los padres de Justino, quienes se la habían dejado como único patrimonio después de que el padre de Justino, David, mató a golpes a su madre al escucharla decir que viviría por siempre enamorada de Manuel y que nunca jamás quería volver a sentir sus asquerosas manos encima, porque lo único que le causaban era repulsión y el deseo de volver con Manuel. David ni siquiera reparó en que su hijo Justino lo jaloneaba intentando que soltara a su madre, pero el muchacho que entonces tenía solo doce años no pudo hacer nada y tuvo que presenciar la muerte de su madre. Los vecinos llamaron a la policía y desde entonces su padre estaba preso. Justino estuvo viviendo un tiempo con unos tíos, pero después se separó y se regresó a vivir a casa de sus padres solo. Sus dos hermanos más pequeños se quedaron con una tía en Torreón, así que el jovencito no tuvo ningún compromiso que cumplir. Consiguió trabajo en una fundidora adonde doblaban lámina y acero, como obrero, así que no pasó hambres; aprendió a cocinarse y atenderse solo. Parecía muy resuelto y muy decidido y eso sorprendía a los adultos con los que trabajaba en la fundidora; con los años alcanzó puestos, incluso de supervisor. Su mayor obsesión era vengarse del maldito que había destrozado su familia. ~ 187 ~

Entre las cosas de su madre encontró una foto de Manuel y una tarjeta del grupo musical en el que tocaba. Se dedicó a localizarlo y una vez logrado, lo investigó por todos los puntos posibles. Tras idear todo tipo de formas de vengarse de él, se hizo amigo de uno de sus hijos, Gerardo, el cual le tenía informado de los detalles más íntimos incluso qué le gustaba, qué no; quién era su preferido, qué era lo que más quería, a qué se dedicaba cuando estaba en casa, en fin: todo cuanto sirviera para la venganza. Por medio de Gerardo fue conociendo a cada una de las cuatro hijas de Manuel. Una era muy grande y otra demasiado chica; quedaban las dos de en medio, pero Paty tenía un carácter muy fuerte y no parecía estar interesada en él, dado que era solo un obrero. Así que se dedicó a conquistar a Caridad, quien nunca habría imaginado semejante asedio de un hombre, pues Justino era realmente encantador. Se desvivía en detalles que siempre dejaban a la chica sin aliento. Desde un principio Manuel sintió mala espina hacia Justino, pero Lupe decía que eran celos de padre, pues Caridad siempre había sido su consentida. De cualquier modo, Justino nunca demostró ningún comportamiento anormal ante la familia. Fue justamente el día de la boda, cuando Justino insistió en hacer la fiesta en su casa, que Manuel empezó a darse cuenta de la trampa. En el comedor de la casa, sobre el trinchero, estaba un retrato de los padres de Justino, y fue en ese momento cuando Justino les contó a todos que su padre había matado a su madre por un tipo que justo ese día empezaría a pagar su culpa. Manuel, pálido como un cadáver, se atrevió a preguntarle muy temeroso: -¿Y tú sabes quién es ese hombre, muchacho? Justino sonrío casi diabólicamente, abrazando a Caridad, que lucía radiante vestida de novia: -Yo sé tanto como usted ahora, suegrito. En ese momento, Manuel se dio cuenta de todo; supo que ese hombre no quería a su hija, sino que buscaba venganza, y que tenía en sus manos el arma más poderosa en contra de él. Por un momento estuvo a punto de decir la verdad delante de todos, pero su hija se arrellanó en los brazos de Justino quien lo miraba retador.

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Justino aprovechó para escapar con Caridad y consumar el matrimonio, para que no hubiese manera de parar su venganza. Manuel se quedó en un rincón bebiendo mientras miraba el retrato vencido, sintiendo que la vergüenza y la impotencia le recorrían las entrañas con más ardor que el mismo vino. Diana, la madre de Justino, había sido solo otra más de sus conquistas. La vio caminando un día por la calle y se acercó a ella. Era una mujer muy hermosa y además tenía la ventaja de ser casada, lo cual la hacía mucho más atractiva. Pasaron varios meses viéndose a escondidas, pero Diana se enamoró y empezó a sugerir que vivieran juntos, que dejaran a sus parejas y empezaran una nueva vida de nuevo. Lo que más le molestó a Manuel es que Diana proponía abandonar a las respectivas parejas con hijos y todo; parecían no importarle sus propios vástagos, y definitivamente él no estaba interesado en dejar a su esposa por una aventura pasajera. El colmo fue que Diana le confesó que estaba embarazada y aseguraba que el niño era de él. Cuando Manuel terminó su amasiato con ella, Diana amenazó con decírselo todo a David, para enfrentarlos, y después a Lupe, para que no les quedara más remedio que vivir juntos. Manuel no le hizo mucho caso a Diana y le aseguró que, si se aparecía ante Lupe, esta no le iba a tomar en cuenta semejante barbaridad, porque por supuesto él lo arreglaría todo diciendo que era una mujer despechada porque nunca le hizo caso. Nunca imaginó que Diana tuviese el valor de cumplir sus amenazas. Y al paso del tiempo, notando que nunca apareció con Lupe ni lo volvió a molestar, asumió que la mujer se había resignado y entendía que era mejor dejarlo todo por la paz. Pero ahora, ante la confesión de Justino, la verdad y el pasado se le vinieron encima. Se dio cuenta que estaba pagando con su propia sangre la sangre de Diana, y que nada evitaría que esto sucediera. Entonces, un repentino deseo de hacer algo lo invadió y empezó a buscar a Caridad; pero para entonces ya estaba bamboleándose de ebrio. Lupe y sus hijos lo sacaron casi a rastras de la casa de Justino, evitando que hiciese algo, pues consideraban que eran sus celos que se resistían a dejar en paz a los recién casados. Y llorando, vio como lo arrastraban en hombros lejos de la posibilidad de librar a su Chatita del infierno que él había construido.

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Cuando Justino llegó hambriento a su vecindario, a la hora de comer, notó que había mucho alboroto, patrullas, ambulancias y bomberos. Por un momento recordó el día en que su madre murió y sintió que las piernas se le acalambraban. Tuvo miedo de llegar a su casa; el corazón se le sobresaltó. Por primera vez en mucho tiempo sintió miedo, mucho miedo; justo igual que aquella noche. Avanzó unos pasos y notó que el fuego venía de su casa. Aterrado, corrió intentando entrar, pero entre los vecinos y los bomberos se lo impidieron. Sintió que el piso se abría y que las fuerzas se le escapaban; pensó que su esposa estaría cocinándole esas albóndigas que tanto le gustaban mientras alguno de los tanques de gas que no quiso revisar hizo explosión. Empezó a sentir una soledad extrema al considerar que su hija y su mujer estuvieran adentro; entonces el arrepentimiento, el coraje, se arremolinaron en él, pensando que por culpa de Manuel no había podido ser feliz con Caridad, a quien realmente amaba, pero que por su venganza nunca pudo disfrutar de este amor. Sintió el gran peso del tiempo perdido con la única mujer que había amado hasta ahora; temió que ella misma se hubiera suicidado desengañada por la escena que observó días antes. Lloró y gritó llamándolas por su nombre. Agarró del uniforme a uno de los bomberos y lo encaró: Justino se llevó las manos a la cabeza y empezó a llorar gritando de dolor, asumiendo que las dos mujeres estaban adentro de la casa. Entonces, uno de los vecinos que llevaba rato tratando de pasar la valla de los policías, logró acercarse a él y le dijo: -Tu mujer y tu hija no están allí dentro. Se llevó todos tus muebles en una mudanza y se fue, y el fuego empezó poquito antes de que el camión de la mudanza arrancara. Justino le volteó un puñetazo tal, que tumbó al robusto vecino dejándolo en el piso, casi inconsciente. Justino cambió todo su dolor y frustración por rabia y salió rápidamente de la escena, y fue directamente a la casa de sus suegros en busca de lo que era suyo. Manuel se encontraba preparando algo de comida para Lupe, un poco delicada últimamente; había tenido una fuerte recaída días antes al ver a su hija toda hinchada de la cara por la golpiza que le propinó Justino. Y sobre todo, al oírla llorar contando todas las injusticias de su yerno, sentía que no podía más que abrazar a su pequeña y tratar de consolarla, pues esta parecía ~ 190 ~

no tener la más mínima intención de cambiar su estilo de vida. Todo aquello la impactó a tal grado que su salud se vio mermada. Repentinamente, unos gritos y salvajes golpes en la puerta interrumpieron la tranquilidad de aquella casa. Era Justino. En cuanto Manuel le abrió la puerta arremetió a golpes contra el anciano, exigiendo ver a su mujer, Manuel trató de defenderse, pero el odio acumulado durante años por Justino era una verdadera máquina de destrucción. Ante aquel escándalo, Lupe salió alarmada de la habitación, tratando de calmar a los hombres. Manuel y Lupe, al oír los acontecimientos se sintieron felices, aunque sorprendidos. Sabían que su Chata era muy paciente, pero que cuando explotaba lo hacía en grande, y ese incendio se les hacía muy poco para todo el combustible que tenía acumulado su hija por dentro. -No Justino, nosotros no teníamos ni idea de todo lo que nos estás diciendo. Pero de haberlo sabido, yo mismo le habría ido a ayudar a empacar sus cosas, y por supuesto que estaría aquí, porque después de lo que hiciste hace unos días era lo menos que te merecías. Manuel no se dio cuenta de que en su afán de apoyar a su hija se condenaba con sus propias palabras. -¿Y usted quién es, viejo méndigo, para juzgarme? ¿No usted le hizo lo mismo a su mujer? ¡Y con mi madre! Lupe palideció y volteó a ver a Manuel, quien solo atinó a esconder el rostro de la mirada de su mujer y la volvió entonces a Justino, quien a la vez tenía la suya desencajada, en un gesto entre aliviado, gustoso y furioso. Parecía muy dispuesto a aclarar sus dudas: -¿De qué hablas, Justino? -¡Su intachable esposo sedujo a mi madre y luego la abandonó. Cuando mi padre se enteró... ¡Por culpa de él mi padre mató a mi madre! Y ahora él está en la cárcel por eso... ¡Por él! -¿Te casaste con mi hija por venganza? ¿Y tú, Manuel, lo sabías y no hiciste nada? En un momento se le vinieron a Lupe los cientos de veces que tuvo que consolar a su hija, cuidándole las heridas del cuerpo y del alma hechas por Justino, de quien nunca comprendió del todo por qué trataba así a su pequeña. Sobre todo porque era conocedora del amor tan férreo que ~ 191 ~

Caridad le profesaba. Sintió que la vida le había cobrado muy cara una cuenta que no debían ni ella, ni su hija, ni su nieta, y estaba dispuesta a solucionar todo, a pesar del gran lastre que eran esos dos hombres que tan siniestramente habían destruido tantas vidas en una batalla donde los caídos eran todos inocentes. El aire se hizo más denso y Lupe no quiso respirar más. Sintió que un fuerte golpe le estrellaba en el pecho; intentó mantenerse en pie pero no pudo más, y ante los ojos de los dos hombres se desvaneció. Manuel la tomó entre sus brazos y le gritaba a Justino que llamara a una ambulancia. Justino se quedó inmóvil; solo lo suficiente para comprobar que la mujer ya no respiraba y entonces dijo, en un tono muy grave, pero sereno: -Ya estamos a mano. Fue lo último que dijo Justino y se retiró de allí, sin llamar a nadie ni hacer ningún intento por ayudar a Manuel, que estaba tirado en el piso abrazando a la compañera de toda su vida, sabiendo que las palabras de Justino eran reales. Él mismo había acabado con la mujer que más amaba, y esta era solo la consecuencia de una de sus tantas infidelidades. Y no sabía si sentir compasión por sí mismo o desprecio. Había herido a quien más quería, a su hija, a Diana, a David, a Justino, a su nieta y a sí mismo también. No podía con tanta pena; no podía con tanto dolor. Pero sabía que aún tenía que arreglar las cosas porque estaban de por medio Caridad y Manuela, que debería seguir enfrentando a los fantasmas del pasado que se empeñaban en cobrarle todo lo que debía, y con creces. Se quedó abrazando el cadáver de su esposa hasta que oscureció y amaneció de nuevo. De hecho, pasaron dos días y él ni siquiera se movió; permaneció allí, abrazándola hasta que Margarita, la mayor de sus hijas, llegó de visita y se encontró con el tétrico cuadro. Tuvieron que hospitalizarlo y ni siquiera pudo estar en el entierro. Tampoco Caridad, pues nadie supo cómo dar con ella y avisarle. Ella se había acomodado en un pequeño departamento en un tercer piso de unas unidades habitacionales que hacían gala de la explosión demográfica; consiguió trabajo en la escuelita de la zona, pero el sueldo era muy discreto y no le alcanzaba para mantenerse y pagar la renta, así que después de buscar dentro de muchas opciones, encontró trabajo de mesera en un bar. Sabía que no podía recurrir a sus padres, pues Justino seguramente estaría tratando de encontrarla para darle una golpiza y obligarla a volver. Quería ~ 192 ~

demostrarles a todos y demostrarse a sí misma que podía salir adelante sola, sin tener que darle la razón a su padre, pedirle ayuda a su madre o depender de Justino. Por otro lado, sabía que Justino resentiría no tenerla a su lado, pues tenía la certeza ciega de que su marido la amaba; a su manera pero la amaba, y que este alejamiento le dolería, además de que también haría entender a Manuela que no era tan fácil pensar en cambiar de madre y que tenía que ponerse de su lado si no quería sufrir las consecuencias; Caridad no sabía aún si era posible perdonarle el hecho de haber sido cómplice de su padre. Ajena a todos los acontecimientos que habían surgido en su ausencia, Caridad empezaba a hacer una doble vida durante el día: era auxiliar de maestra y en la noche mesera. Entonces conoció a Enrique, un atractivo joven que trabajaba en el bar. Ella se sentía herida como mujer y no fue difícil para él lograr entablar una relación con la joven. Al cabo de un par de meses ya se había mudado a vivir con ella y todo parecía ir viento en popa. Parecía el padre perfecto y siempre le daba su lugar a Caridad con Manuela; ella pudo disponer un poco más de sus ingresos, pues Enrique pagaba la renta y los servicios, además de que le daba un dinero a ella, así que pudo cómodamente dejar el trabajo en el bar y dedicarse únicamente al trabajo en la escuela. Quería reportarse con su familia pero quería que pasara un poco más de tiempo y que su nueva relación se estableciera bien. Entonces iría a casa de sus padres a enfrentar su nueva situación; además no sabía si podría ver a Justino sin sentir que le arrancaban la piel. Se sentía furiosa por lo que él le había hecho, pero a la vez sabía que lo seguía amando y deseaba evadirlo hasta que ese amor disminuyera. En la escuelita en la que trabajaba apreciaron mucho el trabajo y la organización de Caridad, y le pidieron que fuera en las tardes a ayudar con las labores de oficina y archivo. Esto le pareció maravilloso; solo eran dos horas diarias y se sentía útil y valorada. Además, Enrique se ofreció a cuidar de la niña mientras ella se ausentaba. Y así, sin darse cuenta, Caridad se fue enamorando de Enrique y olvidándose de Justino, del cual nunca nadie más volvió a saber. Algunas personas decían que lo llegaban a ver rondando alrededor de la casa de Manuel, como parte de una costumbre macabra. Manuel, por su parte, se encerró en un mutismo que preocupaba a sus hijos y del cual no salió hasta ~ 193 ~

que un día apareció Caridad por la puerta, abriendo con su propia llave, y miró entrar a una Manuela dos años mayor, más alta, más repuesta, menos pálida y menos desprotegida, que corrió a abrazarlo. Tras la niña vio entrar a una mujer segura de sí misma, decidida, un poco tímida ante el tiempo de distancia. Era su Chata, que venía de la mano de un joven muy formal a quien le presentó como su pareja; Manuel al verlos sintió que la deuda esta saldada y le dio una vez más la razón a Justino. Estaban a mano; ya no había por qué seguir pagando, su hija y su nieta, se veían mejor que nunca, ella lo abrazó y al anciano se le nublaron los ojos. La mujer preguntó por su madre y lloró amargamente al enterarse que había muerto. Enrique la abrazaba con ternura, confortándola, y Manuel al verlos entendió que su hija ya no estaba más en peligro; que por fin podría ser libre y vivir sin venganzas. Notó que la niña tenía mucha familiaridad con Enrique, y que incluso parecía no recordar a Justino. La feliz nueva familia empezó a frecuentar al anciano con más seguido; Él disfrutaba mucho de la compañía de la niña, con quien podía pasar largos ratos conversando y jugando. Le recordaba a su Chata cuando era pequeña y notaba que ya se habían difuminado los conflictos entre madre e hija, sentía que Lupe, desde donde estuviera, había logrado arreglar las cosas. Con Enrique, Caridad había conocido otro estilo de vida; entonces era común que pasearan constantemente. Ella había podido continuar sus estudios; Enrique había resultado muy formal y muy comprensivo. Era normal que él cuidara de la niña mientras Caridad se desarrollaba profesionalmente. Un día consiguió boletos para el teatro y la mujer que les cuidaba a la niña para esas ocasiones estaba enferma. Manuel, embriagado de la felicidad de su hija, se ofreció para cuidar de su nietecita. Lo único que lamentaba de todo aquello es que no estuviera Lupe para compartirlo; sabía que seguramente le daría a la pequeña su pan con nata y azúcar. Procedió a prepararlo y se lo ofreció a la chiquilla que feliz lo devoró, y al terminarlo le dijo: -Te portaste muy bien conmigo; ahora tú te mereces que yo también te dé tu premio. -¿De verdad? ¿Me vas a dar un premio? ¡Qué bonito! -Cierra los ojos.

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El abuelo los cerró esperando un beso, o un abrazo; quizá un bichito en alguna cajetilla de cerillos o un cascabel recortado de algún muñequito vestido de payaso. Pero sintió un escalofrío que le recorría la espalda cuando sintió una manecita tibia y pequeña, presionando por sobre su bragueta con la intención de hurgar en ella. Como pudo se puso de pie y aterrado, pero tratando de controlarse, miró a la niña que permanecía sorprendida sin saber qué pasaba. -¡Manuela! ¿Qué haces, criatura? ¿Qué querías hacer? -Te iba a dar tu premio...- dijo la niña tímidamente. -¿Cómo que “mi premio”? ¿Qué premio es ese? -Mi papi Enrique siempre que estamos solos y me da un regalo, me pide su premio y él no se enoja. Manuel experimentó en ese momento el terror más grande de su vida. No era posible. Se daba cuenta que la pesadilla no había terminado; solo se había transformado. Enrique no era la maravillosa persona que le dio otra oportunidad en la vida a su hija. Enrique era otro Justino; Enrique era otro Manuel, que ahora estaba empezando una nueva pesadilla o quizá culminando otra, antigua. Quizá este era el peor castigo de Justino por su venganza; quizá era el turno de Justino de pagar con su propia sangre la sangre de Lupe, pero la tragedia era por partida doble, porque la sangre de Justino se había convertido en la suya misma. Supo que tenía que hacer algo -que esta vez no iba a emborracharse y perder la pista- que esta vez iba a parar todo desde un principio. Pero la vida le deparaba la última jugarreta. En ese momento el anciano sintió lo mismo que Lupe en esa misma casa, hacía ya más de dos años. El aire volvió a ser denso, como para acallar su voz y así lo hizo, pues cayó junto a la mesa ovalada, mirando fijamente a la niña, que se quedó sentadita en una silla pensando que su abuelo se había dormido, hasta que su mamá y Enrique vinieron por ella. Al cerrar Caridad los ojos de su padre muerto, cegó también su propia realidad.

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María Norma Jiménez Kaiser. Nació en el Distrito Federal, México. Obtuvo la Licenciatura en Psicología Educativa por la UAM-Xochimilco (2006) y la Licenciatura en Educación Preescolar (2006). Estudia actualmente la Maestría en Español en la University of Ottawa. Sus áreas de investigación son psicología y literatura, y los procesos de lectoescritura. Tiene experiencia de seis años en Educación para Adultos y alfabetización de hispanohablantes. Editora y reportera de espectáculos y cultura, columnista de rock en español y música regional mexicana en Encuentro México-USA, Vista USA, Lunotas Musicales y otras publicaciones en Los Ángeles, CA (1996-2001). Fue Coordinadora General del Coloquio Internacional “Finezas de una Crisis: Sor Juana Inés de la Cruz” en Los Ángeles, en 2007, y Coordinadora General del Coloquio Internacional “Octavio Paz, Laberintos del Poeta” en Ottawa, 2014. Actualmente organiza el Congreso “Cinco Literatos en Centenario” que se llevará a cabo en Ottawa en octubre. --Regresar al Índice

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GLORIA MACHER LA SIN NOMBRE Rodeada por la dificultad de desafiar las normas ancladas en los inúmeros lugares donde el azar la lanzaba, viviendo en constante ansiedad por querer sobrevivir y agradar a todos, Filomena intentaba navegar en un mar de sinsabores, sin resultado. Hasta que un día se cansó y pensó haber tomado las riendas de su destino. Antes, Filomena llegó a tener cuatro nombres. Primero fue Filomena, hija de unos campesinos de Ancash. De niña, se convirtió en la mejor pastorcita de los alrededores, orgullo de su madre y envidia de un amiguito al que siempre le colgaba un moco verde en la nariz. Todas las mañanas, después de comer su rico pan redondo y tomar, en una taza hecha de barro, su leche de cabra, se amarraba su sombrerito negro con una cinta de colores tejida por su mamá, calzaba sus ojotas y con su palo habitual en la mano, se dirigía hacia la magnífica cordillera negra para hacer pastear a sus cabritas. La vida era buena para Filomena, a quien su madre quería mucho y protegía del mal carácter del padre. A la hora del almuerzo, su madre le llevaba, arriba en las alturas, para su deleite, su ollita de charqui con papas que devoraba en un dos por tres. Esto le daba las fuerzas para seguir pasteando las cabras y jugar con el amiguito del moco verde, toda la tarde. Éste no era siempre muy bueno con ella, le escondía su sombrero y solo se lo daba si ella se arrodillase suplicándole y además, le jalaba las trenzas, lanzándole unas piedritas al escaparse. Pero a pesar de estos encontrones con el del moco verde, Filomena era feliz durante el día. Pero no en la noche. Casi todas las noches, el terror la invadía al escuchar los sollozos de su madre y los gritos de su padre. Pensaba que era por su culpa, posiblemente había olvidado cerrar bien la puerta del corral de las gallinas o dejado que una cabra se escapase. Se prometía que el día siguiente iría a tener mucho cuidado con todo para evitar las lágrimas de su mamá. Hasta que un día, sin saber cómo ni por qué, a la edad de diez años, se encontró sin madre y adentro de un autobús rumbo a la capital para trabajar con su tía y sus primas en un puesto de mercado. ~ 197 ~

El cambio de paisaje fue aplastante. En vez de respirar el aire puro de las espléndidas cordilleras, se veía rodeada de morros de arena, niños a mitad calatos jugando en charcos de agua estancada y basurales, barrigas protuberantes de madres gestantes, que, entre las polleras serranas y polos escritos en inglés, parecían buscar sus verdaderas identidades. La situación mejoraba al bajar del cerro, las chozas de esteras se transformaban en construcciones de adobe con púas de fierro abiertas hacia el cielo como para apuñalar a ese dios que parecía tener amnesia. El olor se hacía más soportable gracias a las tuberías que yacían por arriba de la tierra como verdaderos cañones de mierda, listos a descargar en el océano, que se despistaba de lejos, lleno de gente bonita y veraniega. El mundo se vivía de manera al revés, más se bajaba el cerro, mejor se vivía, desafiando las leyes mundiales del mercado inmobiliario, construyendo encima de una arena que podría terminar por tragarlos y enviarlos al centro de la tierra donde, para muchos, el infierno sería una versión mejorada de sus vidas miserables. Filomena vivía extrañando mucho a su mamá y sus cabras. Siempre intentaba ser gentil con su tía y primas, nunca se quejaba ni criticaba el entorno tan feo y sucio en el que se encontraba. Además, algo le hacía temer en la idea que la regresaran a su padre. A los quince años, Filomena se volvió Susanita cuando Pedro, el albañil, la llevó por primera vez a conocer el mar y pasear por el parque. Ese día fue un sueño, se vio rodeada de gente tan linda, todos limpios y planchados; se había comido un helado de chocolate y no podía creer que estaba tomando una Coca Cola, como esas actrices de cine extranjero. Pedro la bautizó Susanita, ya que Filomena sonaba muy provinciano. Susanita, bonita y risueña, como en los tiempos cuando vivía con su mamá, se transformó en un trofeo para Pedro que con orgullo la paseaba por las hermosas calles de la ciudad y disfrutaba de verla deleitarse con todas las novedades. Ella, feliz de verse mimada y querida por Pedro, retribuía sus caprichos aunque algunas veces iba en contra de su voluntad. En esos momentos cerraba los ojos y se imaginaba algo de bonito esperando que Pedro parase y volviese a ser el cariñoso de siempre. El idilio continuo hasta que la puso encinta y la dejó. El día que se encontró sola en la calle, desangrándose, pidiendo ayuda mientras perdía a su bebé, decidió cambiarse de nuevo de nombre. “Desde ~ 198 ~

ahora en adelante, me llamaré como mi madre, Manuela”, se dijo Susanita, la Filomena. En ese momento, para Manuela, todos los hombres pasaron a tener un moco verde, colgando en la nariz. Después de mucho penar, Manuela decidió rehacer su vida. Tenía previsto regresar a los estudios pero antes le era imprescindible acumular un poco de dinero. Encontró trabajo como empleada doméstica y poco a poco fue reconstruyendo su dignidad, lejos de los malos recuerdos y cerca de personas que la estimaban, como era el caso de la dueña de casa que le pasaba sus ropas usadas y María, su compañera de cuarto, que la introdujo a un grupo donde cambió de nombre por tercera vez: compañera Manu. Cada domingo, la compañera Manu participaba religiosamente en este grupo redentor con el profundo sentimiento de elevarse frente a una versión mejorada del Cristo, repartiendo no solo ilusiones para el más allá, sino distribuyendo a todos el pan de cada día. El ambiente de cigarro, cerveza y sudor se transformaba en incienso puro y cálido, y embriagaba el santuario donde se encontraba junto con sus otros compañeros participando en la historia y reconstrucción de un pueblo entero y envuelta por el sentimiento de supremacía que crece cuando los seres se agrupan y produce en ellos la ilusión que, en el medio de esa vasta mezcla de historias, sueños e ideas de seres completamente aislados y cacofónicos, todos contribuyen a la causa noble de la liberación de la humanidad. Entre espinas y clavos, la hora de la redención podía llegar para todos los desafortunados de esta tierra; cada palabra, cada gesto, cargaba en sí mismo la convicción de liberar al pueblo de todos los males, amén. Para la compañera Manu, esta gran revolución se trataba de su propia redención, de la recuperación de todos sus nombres y, sobre todo, el de su madre. Sola caía en la insignificancia de su propia existencia, en las taras y golpes que habían delineado su vida miserable. Solo había vida ante la posibilidad de la muerte; solo había gloria con la redención de agruparse y en el proceso de identificar a la víctima, el torturador y el verdugo. Instintivamente, sabía que no hay acto aislado ni acción unilateral que se quede grabado y reconocido en la consciencia de los pueblos. Es solo el grupo el que puede concretar la última esperanza de glorificación, aquélla que solo puede existir si se aniquila el pasado, puesto que solo en el futuro es donde se encuentra la salvación. Dentro del grupo, ~ 199 ~

encontraba el coraje de mirarse directamente a los ojos y ver la importancia de su existencia. Estaba creando una nueva página en la historia de un pueblo y en la suya. Fue un domingo del mes de julio, mientras recitaban las citas del librito rojo, burguesía..., contradicciones internas..., hegemonía política y económica..., y otras nociones que la compañera Manu, sin necesidad de haber estudiado, podía descifrar sin dificultad, cuando se presentó en la sala un guardia de uniforme lustroso, de tanto ser planchado, con una ametralladora en la mano. Y mientras gritaba— ¡Aquí tienen, banda de terrucos de mierda!— la compañera Manu caía en el suelo luciendo una mancha roja en la solapa de su chaqueta rosa bombón reciclada. Nadie vino a identificar el cuerpo de la compañera Manu, la Manuela, Susanita y Filomena. Éste fue sepultado en una fosa común. Sin nombre. Montreal, 2014 Gloria Macher, peruana-canadiense, nació en Lima Perú y vivió quince años en el Brasil. Obtuvo una Licenciatura en Ciencias Económicas de McGill University y una Maestría en Desarrollo Económico de la Université de Montréal. Trabajó en el campo de la investigación científica en el área de la salud en Quebec y siguió cursos de Antropología Médica en McGill University. En el año 2009, Gloria obtiene un diploma de traducción de McGill University y funda una empresa de traducción especializada. Su primera obra literaria, Las arterias de don Fernando, publicada en 2013 por la editorial peruana Carpe Diem y presentada en la Universidad Católica del Perú, obtuvo el premio The International Latino Book Award 2014 - Best eBook Fiction Spanish or Bilingual otorgado por la organización estadounidense Latin Literacy Now. Ver: http://lasarteriasdedonfernando.webs.com/. Mi reina, publicada en 2014 por Éditions Alondras fue presentada en mayo 2014 en Montreal. Es miembro de la Comisión de Escritoras del PEN Internacional y de la UNEQ, Union des écrivaines et des écrivains du Quebec. --Regresar al Índice

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SERGIO MARTÍNEZ

PIERNAS Montreal.– El verano se aproxima y es de esperar que sea mejor que el del año pasado (¿verano de 2009? Ah, creo que cayó un día jueves). Uno lo viene notando en las calles ¿y sabe por qué? Bueno, uno dirá, están los árboles que se visten de verde, las flores en plazas y parques, la nieve que ha desaparecido (¡por fin!). Pero no, hay un signo aun más elocuente de que el verano ya está (esperamos) a la vuelta de la esquina: la presencia de piernas circulando por esas veredas de la ciudad, subiendo al bus, o a un auto o— más llamativo aun—montándose en una bicicleta o una moto. Las piernas, las piernas desprovistas de aditamento textil esto es: las piernas en su piel, en un tono rosado, o en uno oscuro de alguna muchacha de hermoso color de ébano. Las piernas al aire, visibles, como testimonio de la cercanía de la estación estival. Las piernas por ahí, por todos lados. Naturalmente estoy dando rienda suelta aquí a mis expresiones de sensualidad masculina, mirando y admirando esas piernas que se avizoran de piel suave y tibia, pero como yo sé que mi columna también tiene lectoras, me imagino que para ellas también habrá un poco de esa asociación de piernas—en su caso las de hombres—con la llegada de los días de buen tiempo, con la diferencia que—mala suerte para Uds. mis estimadas damas—las piernas masculinas no son tan notoriamente visibles como las de las mujeres. Hombres en pantalones cortos es una escena que más bien se ve en parques y plazas, principalmente en fines de semana, en cambio las mujeres despliegan sus extremidades con mucha generosidad en sus lugares de trabajo, en los parques y por doquier. No hay un equivalente masculino a la minifalda, en otras palabras. Lo curioso es que si uno mira retrospectivamente la experiencia con las piernas humanas, como objeto de atención, lo más probable—al menos en América Latina—es que las primeras piernas que como niño uno tuvo en mente, fueran las de aquellos fabulosos futbolistas a quienes sus piernas les proporcionaban su rapidez, su habilidad para esquivar adversarios y hacer maniobras con el balón, y su potencia para patear al arco. Es más bien por ahí cuando uno anda por los 11 ó 12 años que súbitamente repara en las ~ 201 ~

extremidades de sus compañeritas de curso, o de la vecinita que las luce en bicicleta o de esas otras chicas en la playa o la piscina. Por ahí entonces uno descubre las piernas femeninas y—reconozcámoslo—ya no nos paran de gustar nunca más… Cuando era niño había una canción que se había puesto de moda entonces y que decía: “Que lindas piernas que tiene Carolina / no son largas no son cortas / no son gordas no son finas…” y más adelante incluso introducía una alusión futbolística: “el Colo Colo tendrá / arquero de gran valía / pero le meterán goles / las piernas de Carolina…” En la muy frecuente sabiduría del pueblo, reflejada en la cultura popular, la canción en el fondo aludía al ideal clásico de belleza tal como fuera formulado por los filósofos de la antigua Grecia, que lo apoyaban simplemente en el principio del balance o equilibrio de los distintos elementos. Piernas muy largas o muy cortas alteran la adecuada proporcionalidad del cuerpo, lo mismo si son muy gordas o delgadas. Por cierto hay que acotar que ese concepto clásico de belleza no es neutro sino se origina en un contexto cultural, por lo que hay que adaptarlo a condiciones que pueden ser diferentes, por ejemplo en los pueblos indígenas andinos tanto hombres como mujeres tienden a tener piernas más bien cortas, adaptadas a condiciones de trabajo duras en alturas donde el oxígeno era poco y un cuerpo “compacto” ahorraba energía y guardaba el calor más eficazmente; las piernas largas asociadas a los grupos humanos nórdicos de Europa a su vez eran necesarias para pueblos caminadores de largas distancias. En todo caso, siendo objeto de persistente observación, las piernas— en este caso me refiero a las femeninas—no escapan a las habituales categorizaciones, apuntando a que en general las que salen de las normas de proporcionalidad quedan fuera de la categoría de “bellas” y a menudo son blancos de la caricatura. La suegra de Condorito, Doña Tremebunda, por ejemplo, tiene un cuerpo y en especial un trasero desproporcionado a sus piernas más bien delgadas, Oliva, la eterna novia de Popeye tiene un cuerpo extremadamente flaco, en contraste, Blondie (Pepita), la mujer de Dagwood (Lorenzo), aunque no revela mucho de su cuerpo, luce una figura muy bien proporcionada en términos clásicos. Por cierto la belleza de las piernas femeninas es exaltada por artistas como el gran dibujante argentino Divito, que hizo famosas sus chicas en la revista Rico Tipo en los años 40 y 50 y creó todo un estilo en la historieta. ~ 202 ~

¿Y por qué la asociación de las piernas al erotismo? Este es un punto interesante. Desde una perspectiva estrictamente fisiológica, la piel de las piernas no tiene más sensibilidad que—digamos—la piel de los brazos, pero mientras usted puede tocar libremente los brazos de otra persona, el tocarle la pierna tendrá más que seguro un significado muy diferente (y dependiendo de las circunstancias, hasta puede resultar en una sonora bofetada como respuesta). La razón por esa connotación erótica de las piernas no es otra que anatómica: las piernas son como esos anuncios camineros que señalan un punto de interés en la ruta, “siga la flecha” como pudiera decirse. Y naturalmente ese punto de interés, indicado por las piernas, no es otro que los genitales, que se hallan al otro extremo de ellas. Nótese que he escrito de erotismo y no pornografía, conceptos que alguna gente mañosamente trata de confundir: mientras el erotismo se refiere a una legítima celebración de la sensualidad (en este caso la que despierta la observación y eventualmente el toque de las piernas), la pornografía es una simple explotación de deseos muchas veces aberrantes, y que justamente no hacen tanto hincapié en las piernas como en otro objeto de observación, los pechos, típicamente representados por esas imágenes de mujeres con pechos grotescamente aumentados gracias a la silicona y que por cierto no hacen sino alterar la proporcionalidad del cuerpo (algunas mujeres que se han puesto silicona llegan a caminar echadas hacia delante por el peso de sus artificialmente agrandados atributos…). Las piernas en este sentido tienen menos posibilidades de alteraciones drásticas, lo que uno ve es generalmente lo que naturaleza dotó para bien o para mal: largas, cortas, flacas o gordas. Si me preguntan por mis preferencias diré que su valor estético está en la proporcionalidad: una mujer delgada deberá tener piernas delgadas, al revés para una gordita. También es importante que sean contornadas, es decir con cierta forma. Justamente las piernas más horribles son aquellas que llamo “tubulares”, esto es de igual grosor de principio a fin. Realmente feas. Y nótese por último también que mis reflexiones a propósito de esta parte de la anatomía (en este caso principalmente la femenina) la circunscribo estrictamente a esas extremidades, he mencionado que ellas apuntan a los órganos sexuales y por eso—como Freud indica—esa asociación con lo erótico; pero en el otro extremo me quedo sólo hasta el ~ 203 ~

tobillo. Aquí disiento del maestro Freud que prestó mucha atención al fetiche por el pie, no de mi gusto debo decir. Sigo pensando que al revés de las piernas que son un factor de atracción erótica y estética, los pies en cambio son la parte exterior más fea del cuerpo humano, incluso en casos donde el resto del cuerpo puede ser bello. Quedo aquí en estas reflexiones de extremidades cuya función es hacernos caminar, pero que cuando las observamos apenas cubiertas por una minifalda (que por lo demás son más eróticas que los pantaloncitos cortos que algunas chicas llevan), nos hacen caminar por la imaginación y fantasía. Muy sanamente por lo demás. Un caballero observa a una mujer pasar, sin abrir la boca (los que no son caballeros dirán alguna vulgaridad y eso por cierto rompe todo el encanto del erotismo, para convertirlo en acto chabacano. Sepamos la diferencia y actuemos en consecuencia). (4-junio-2010)

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¡SALUD! Montreal.– Después del amor y de la guerra, creo que no otro tema está más presente en la creación poética y musical que el alcohol, en todas sus diferentes formas, vino, cerveza, licores fuertes y otras libaciones menos conocidas. Si el amor es el objeto de lo que se llama la lírica, con su carácter íntimo y sutil, y la guerra con sus actos heroicos es el objeto de la épica, generalmente exaltada y ruidosa, el alcohol en cambio hace su entrada de las dos maneras, a veces sutil y silencioso, como cuando se lo invoca para olvidar las penas, que por lo general las causa el amor; a veces bullicioso y celebratorio, cuando el brindis es un gesto de alegría compartida. Recuérdese la famosa aria que entona Alfredo en casa de Violeta en la ópera “La Traviatta” de Giuseppe Verdi: “Libiamo, libiamo ne’lieti calici…” (“Bebamos en alegres copas…”) y continúo con la traducción española ya que citar una ópera puede ya ser bastante para algunos, ponérsela en italiano, sería como mucho. Así sigue la letra: “…que adornan la belleza. / Y que la hora fugaz se embriague a placer. / Bebamos en los dulces temblores / que suscita el amor, / pues aquellos ojos al corazón omnipotentes van. / Bebamos, el amor entre las copas: / hará que los besos sean más ardientes…” Y el amor y el sexo están no del todo alejadas de la presencia alcohólica, aunque sea comparativamente, como nos lo muestra nada menos que la Biblia en el “Cantar de los Cantares” atribuido a Salomón (de quien se dice que tuvo un harem con cien mujeres, aunque algunos creen que eso es una exageración y que el muy sabio Salomón sólo habría tenido unas pocas docenas de mujeres), bueno en todo caso así dice el “Cantar…”, un apasionado poema cuyo comienzo es dicho desde el punto de vista de la mujer: “Este es el cantar de los cantares, que es de Salomón. Dejadlo que me bese con sus labios, porque su amor es mejor que el vino…” En donde pudieron haberse inspirado Pete Seeger, Lee Hays, Freed Hellerman y Ronnie Gilbert cuando escribieron “Kisses Sweeter than Wine” (“Besos más dulces que el vino”) en 1950, que luego se popularizó en ritmo de rock. El alcohol en la música, la poesía y la cultura popular aparece tanto alegre y exaltante, como triste y deprimente. ¡Y qué mejor ejemplo de esto último que el tango!: “Tomo y obligo, mándese un trago / que necesito el recuerdo matar. / Sin un amigo, lejos del pago, / quiero en su pecho mi ~ 205 ~

pena volcar…” Así lo cantaba Carlos Gardel en este tema que le pertenece, con letra de Manuel Romero. El alcohol como mecanismo para el olvido es un tema recurrente, pero siempre genialmente redescubierto, como en esa forma poética surrealista que adquiere en “La última curda” de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo: “Tu lágrima de ron me lleva / hasta el hondo, bajo fondo, / donde el barro se subleva... / Ya sé... no me digás... Tenés razon!... / la vida es una herida absurda…” Y por si quedaran dudas de cómo alcohol y amor se enredan en un torbellino como la propia cabeza del ebrio, otro gran poeta del tango, Enrique Santos Discépolo nos lo dice categóricamente en “Esta noche me emborracho”, en donde un casual encuentro con quien fuera el gran amor de su vida —ahora en completa decadencia — lleva al cantor a decir: “…si no es pa' suicidarse / que por este cachivache / sea lo que soy... / Fiera venganza la del tiempo / que le hace ver deshecho / lo que uno amó... / y este encuentro me ha hecho tanto mal, / que si lo pienso más, termino envenenao. / Esta noche me emborracho bien, / me mamo bien mamao!.... / pa' no pensar”. También la épica y el alcohol se juntan a menudo, como lo hicieron en la vida real de muchas guerras. Se cuenta que los soldados chilenos que asaltaron el Morro de Arica en la Guerra del Pacífico (1879-1884) estaban bajo los efectos alucinantes de la “chupilca del diablo” un brebaje hecho a base de aguardiente y de pólvora que los soldados sacaban de sus propias vainillas. El improvisado cóctel se habría usado primero para combatir el frío del desierto, pero luego los combatientes se habrían hecho adictos. Por cierto todos sabemos que el alcohol tiende a incrementar el valor, o por lo menos a reducir el miedo. Por eso muchas de las canciones dedicadas al alcohol son también canciones que tienden a exaltar la masculinidad, el ser hombre, “muy macho” y por supuesto los machos deben beber, según se entiende en la ideología machista. Así dice una canción tradicional que se canta en ocasiones festivas en la cual cada cual va teniendo un turno para beberse una copa de vino “al seco” (sin dejar una gota): “¡Toma! ¡Toma! ¿Ya se la tomó? ¿Ya se la tomó? ¡Ahora le toca al vecino!” A falta de guerras reales sin embargo, el deporte toma su lugar como substituto: los jugadores entran a la cancha como los guerreros entraban al campo de combate. Y por cierto la ~ 206 ~

referencia al alcohol no está ausente: “Brindemos camaradas por la universidad / en ánforas azules de cálida emoción…” se escucha en el himno del club de fútbol Universidad de Chile, uno de los más populares en ese país. El alcohol para algunos se asocia con la hombría, por lo tanto hay quienes creen que mientras más se bebe más macho se es… Por otro lado, el alcohol también ha sido vilipendiado, acusado de todos los males sociales. Así se ha caído en actitudes extremas de uno y otro lado: la iniciación juvenil de machos que creen que beber es un signo de hombría ha terminado muy a menudo trágicamente, con muchachos conduciendo en estado de embriaguez causando fatales accidentes. Por otro lado el fanatismo abstinente que en su forma más extrema llevó a la prohibición de consumir alcohol en Estados Unidos por varios años, causando al final más daño que beneficio. No hay duda que hay beneficios en el alcohol, el vino tinto por ejemplo, ha sido citado como saludable ya que previene algunos problemas derivados del alto colesterol en la sangre, evitando de esa manera posibles ataques al corazón. Esto ha sido probado en estudios médicos llevados a cabo en Inglaterra y replicados en Estados Unidos. Incluso la cerveza ha sido mencionada recientemente como beneficiosa, al punto que una noticia del cable de hace unos días informaba que en una ciudad de Bélgica se piensa dar cerveza de bajo grado alcohólico a niños de la escuela primaria, porque en los hechos sería más saludables que los refrescos azucarados a los que los niños son tan adictos. Y si la sabiduría de los pueblos es un índice, desde los comienzos de la civilización ha habido bebidas alcohólicas: la cerveza se produjo en Mesopotamia hace 6 mil años, vino ya existía en tiempos bíblicos como lo indican las referencias en ese texto, los pueblos pre-colombinos hacían pulque (mayas y aztecas) y chicha (los incas), otras civilizaciones han usado también sus productos básicos para preparar alcohol, arroz en Asia, palmas en África. El alcohol pues no puede ser tan malo si tiene una trayectoria de miles de años, haciendo que la gente se alegre o haciendo que ahogue en él sus tristezas. El alcohol es después de todo una de las más significativas creaciones del genio humano. Merece así un brindis. Por cierto con la moderación de los hombres y mujeres de bien, porque no hay mucha gracia ~ 207 ~

en beber si después de un rato uno lo va a arrojar todo, de un modo por lo demás nada elegante. Beber es una buena cosa, sabiéndolo hacer como diría el viejo Aristóteles, en su justa medida. En esto, personalmente, soy muy aristotélico. (14-agosto-2001)

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LOS MUCHOS “ONCES” Montreal.– No voy a entrar a especular en términos de numerología sobre los posibles significados ocultos del 11 de septiembre (11/9 ó 9/11 si uno adopta la forma de presentación inglesa). Lo que sí es interesante de consignar es la cantidad de eventos ocurrido en esa fecha. Por cierto para quien escribe esta nota la fecha se asocia primeramente con el golpe de estado ocurrido en 1973 en Chile que derribó al gobierno de Salvador Allende, y que en lo personal me convirtió a los seis meses de ocurrido el suceso, en un exiliado que primero conoció la hospitalidad y luego la amenaza en Argentina (que en 1976 tuvo su propio golpe militar) y que finalmente se afincó en estas heladas tierras de Canadá. Váyase a Google y busque por el día 11 de septiembre y encontrará que la primera referencia a algún hecho histórico aparece en relación a la región de Cataluña en España: el 11 de septiembre de 1714, fecha que según el preámbulo de una ley dictada por el parlamento regional catalán de 1980 es caracterizada como “[...]Una jornada que, si bien significaba el doloroso recuerdo de la pérdida de las libertades, el once de septiembre de 1714, y una actitud de reivindicación y resistencia activa frente a la opresión, suponía también la esperanza de una total recuperación nacional. Ahora, al retomar Cataluña su camino de libertad, los representantes del Pueblo creen que la Cámara Legislativa debe sancionar lo que la Nación unánimemente ya ha asumido”. El 11 de septiembre es el día nacional de Cataluña, marcando un importante hito en su lucha por la autonomía y defensa de su cultura, por muchos años avasallada por la dominación castellana. En América Latina el 11 de septiembre fue y sigue siendo en muchas partes el Día del Maestro, consagrado como tal en homenaje al educador argentino Domingo Faustino Sarmiento. Dice su respectivo sitio en el Internet: “En 1943, a 55 años de su fallecimiento, la Conferencia Interamericana de Educación (integrada por educadores de toda América) se reunió en Panamá y estableció el 11 de septiembre como Día del Maestro: ‘Ninguna fecha es más oportuna para celebrar el día del maestro que el 11 de septiembre, día en que pasó a la inmortalidad Domingo Faustino Sarmiento. Por tanto se declara día del maestro en todo el continente americano el 11 de septiembre.’” En Buenos Aires una plaza y todo un barrio conocido simplemente como el Once, conmemora a este notable ~ 209 ~

personaje el cual sin embargo no está libre de controversias. Sarmiento estuvo exiliado en Chile durante el gobierno de Juan Manuel de Rozas, personaje a su vez controvertido: condenado por la historia oficial y tildado de tirano, reivindicado por el peronismo como un adelantado de la luchas nacionales que se enfrentó a los poderosos intereses de los imperios británico y francés cuando éstos dominaban gran parte del mundo. Pero volviendo a Sarmiento, lo menos que se puede decir es que despertó encontrados sentimientos y su accionar estuvo lleno de aristas contradictorias, por un lado fue un promotor de la educación como elemento de progreso social y en tal calidad fundó escuelas de formación de maestros tanto en su país como en Chile (aunque él mismo nunca estudió en universidad alguna y fue un autodidacta), por otro sentía profundo desprecio por las razas aborígenes y promovió la inmigración europea como manera de “civilizar” a su país. Tampoco sintió la menor simpatía por los caudillos montoneros que reclamaban derechos para los pueblos del interior y para los gauchos. El 11 de septiembre aparece con sus ribetes más trágicos con el golpe de 1973 en Chile y en esto no es cosa de entrar en competencias macabras y de mal gusto con el de 2001 en Nueva York. En efecto en este último hubo más muertos en un solo día (alrededor de 3 mil), mientras en Chile hubo una cifra similar en el total de los 17 años de dictadura, pero las consecuencias en términos humanos, el dolor de las desapariciones, la tortura, el clima de represión, la destrucción de la vida de familia de miles de personas, el desarraigo del exilio, en fin, esas secuelas del 11 de septiembre de 1973 que todavía hoy se sienten lo hacen en términos cualitativos el 11 de septiembre de mayor repercusiones históricas. El golpe de estado de Augusto Pinochet tuvo también otros efectos más allá de las fronteras de Chile: la punta de lanza de un ensayo de largo alcance propiciado por poderes transnacionales, por cierto con el apoyo de Washington, de ensayar en ese país los profundos cambios que luego serían la impronta en la mayor parte del continente: la economía de mercado extrema o neoliberalismo cuyas consecuencias en términos de agudización de las desigualdades sociales y privatización de servicios de los países del continente aun se hacen sentir. Por último está el 11 de septiembre de 2001, la fecha que los medios de comunicación más han resaltado por cierto y que recuerda el atentado ~ 210 ~

que militantes del islamismo fundamentalista perpetraron en contra de las torres del World Trade Center en Nueva York y el Pentágono en Washington. Era la primera vez que un ataque de tal magnitud se llevaba a cabo en Estados Unidos mismo y el evento—trágico como ciertamente fue—era a su vez una ocasión para que la sociedad estadounidense hiciera un autoanálisis de sus propias falencias y buscara en sus conductas internacionales explicaciones al por qué de tan salvajes como irracionales actos contra su población civil (al menos en el caso de Nueva York). Lamentablemente, al tiempo que el gobierno está en manos de un mandatario incompetente aunque bien engranado en los intereses económicos que dominan el país (George W. Bush), toda la respuesta que el pueblo y la sociedad norteamericanas pudieron haber generado se desvió hacia el furor patriotero y revanchista acompañado de un sentimentalismo abstracto que no hizo sino oscurecer aun más las cosas a los ojos del pueblo norteamericano, al punto de apoyar en su reelección al mismo presidente que les mintió desde el primer momento al intentar asociar los ataques terroristas y el gobierno de Irak. Curioso es que este fecha esté asociada con tan disímiles hechos históricos, como si hubiera algo especial en ese día. Cada cual por cierto buscará las que mejor interpreten su propia experiencia de vida. En lo que a mí respecta, en un nuevo aniversario del golpe militar, vaya mi recuerdo para tanta gente que cayó en esos días y en los años que siguieron, a amigos que conocí y con los que compartí: Eduardo Charme, Víctor Zerega, Carlos Berger, Arnoldo Camú, Ricardo Lagos Salinas, Lumi Videla, Sergio (Chico) Pérez, Sócrates Ponce (amigo ecuatoriano), Luis Durán y muchos más. Una fecha en que juventud, ideales y muerte parecen encontrarse misteriosamente como lo señala en este poema de José Domingo Gómez Rojas que Salvador Allende gustaba de citar: “La juventud, amor, lo que se quiere, / ha de irse con nosotros. ¡Miserere! / La belleza del mundo y lo que fuere / morirá en el futuro. ¡Miserere! / La tierra misma lentamente muere / con los astros lejanos. ¡Miserere! / Y hasta quizás la muerte que nos hiere / también tendrá su muerte. ¡Miserere!” (9-septiembre-2005)

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¡OH MI DIOSA! Montreal.– Para algunos puede ser curioso como prácticamente todo el vocabulario religioso está impregnado de un fuerte sentido machista, por otro lado no debe sorprender que así sea. Aunque muchos estudiosos de la antropología creen que habrían sido las mujeres quienes realmente inventaron toda esa práctica humana que se denomina “la espiritualidad” (junto con el establecimiento de las primeras leyes y la imposición de un cierto orden social) han sido los hombres quienes por milenios han sacado provecho de aquel reino difuso y confuso que se llama “lo espiritual” y que por cierto en última instancia se conecta con un quehacer religioso y en ocasiones también místico. Como en unos pocos días más de conmemora el Día Internacional de la Mujer es apropiado referirse a como la otra mitad de la humanidad ha sido dejada de lado de todo el imaginario religioso y místico, a pesar de que al decir de notables investigadores como Jacob Bachofen y Robert Graves, habrían sido ellas las creadoras de todo eso. Así se da la paradoja de que aun cuando al parecer en prácticamente todas las religiones son las mujeres las que serían las creyentes más genuinas, en los roles de dirección de la casi totalidad de las religiones son los hombres los que figuran prominentemente. Peor aun la masculinización de la divinidad hace que la mayor parte de la humanidad adore a un “Dios Padre” que sin embargo no tiene pareja. No hay “Diosa Madre”. O más bien esa figura fue extinguida en los albores del judaísmo, la primera religión monoteísta exitosa que llegó a existir. (Por miles de años el politeísmo, esto es la asignación de cualidades divinas a las múltiples fuerzas de la naturaleza, fue la manera “normal” de todo sistema de creencias, el acto de creer en una divinidad que concentraría todos los poderes de la naturaleza y que más encima no es visible ni posible de representar, requirió de un fuerte cambio de mentalidad, incluyendo las habilidades de síntesis y abstracción no siempre al alcance de cada cual, incluso hoy se ven rasgos de ese inconsciente politeísmo en prácticas como la devoción a los santos—a los que uno sí puede ver y representar—presente en el catolicismo, pero fuertemente rechazado por el protestantismo. En la actualidad la única religión politeísta con un masivo seguimiento de fieles es el hinduismo). ~ 212 ~

Volviendo a la aparente soltería de Dios Padre, es interesante consignar que no siempre fue así. La propia Biblia así como otras tradiciones y restos arqueológicos de los antiguos hebreos, sugieren que Yahweh (Jehová como a veces se castellaniza este nombre hebreo) habría originalmente tenido una esposa: Asherah. La idea no es en absoluto absurda. Recuérdese que en la tradición politeísta o pagana (aunque el término paganismo tiene más bien una connotación negativa por lo que prefiero evitar llamarlo así) por su mismo fundamento en los eventos de la naturaleza, era indispensable que hubiera un principio masculino y otro femenino. En los hechos, en muchas culturas antiguas era incluso este último el que adquiría mayor importancia. Como hace notar Graves, era la maternidad el gran misterio en torno al cual se tejían historias y mitos, no era de sorprender entonces que los primeros seres humanos adoraran a una Gran Diosa Madre, y la creación del mundo y todos los seres vivos se asociara justamente a los poderes de procreación maternales. ¡Qué lejos estamos de ese tiempo de misticismo natural cuando ahora en la religión que más rápido crece en el mundo (el mundo está loco…) se impone más y más la idea de confinar a la mujer a un rol de obediente servidora y procreadora, y que en público debe cubrir su cabello y hasta su cara con esos aberrantes velos! ¡O de esa otra religión aun dominante en occidente que castiga a las mujeres que se hacen aborto, pero extiende piadoso perdón a los violadores; que les prohíbe entrar al sacerdocio, pero sí les permite trabajar prácticamente de gratis para la grandeza de la Iglesia! Asherah, la esposa de Yahweh, a la postre fue desplazada por el establishment religioso, para dar lugar a un solo ser supremo, el que si bien los teólogos tanto judíos como cristianos y musulmanes insisten que está más allá de la distinción de sexo, en los hechos y en los propios textos sagrados de esas religiones, aparece siempre como definitivamente masculino, como padre, incluso en más de una ocasión como macho bruto, arbitrario, violento e irracional, como cualquier hijo de vecino. Bueno, como deben haber sido los autores que en un momento dado (aproximadamente entre los años 1000 y 165 antes de Cristo), se pusieron a la tarea de poner por escrito lo que hasta ese momento había sido una colección de historias conocidas oralmente, como quienes hicieron esa, por lo demás portentosa ~ 213 ~

tarea, eran todos hombres, formados en una cultura patriarcal, no es de sorprender que en sus escritos hayan reflejado esa manera de pensar, en otras palabras, ellos ya no dejaron lugar para una diosa. Bueno, no hay diosa que adorar en las tradiciones de occidente, pero sí las hay en el hinduismo de hoy (aunque la India misma sea un país con una fuerte cultura machista también) y de algún modo se infiltra subrepticiamente en algunas de las prácticas del cristianismo, el culto a la Virgen María por ejemplo. Por cierto la idea misma de una madre-virgen es una contradicción en los términos, pero de alguna manera resalta algo siempre presente en las religiones: la aspiración a realizar lo imposible por la vía del milagro. En estricto sentido sin embargo, la idea de una madre virgen apareció primero en la antigua religión politeísta de los egipcios (como también la idea de un dios que resucita) probablemente los creadores de los dogmas cristianos se inspiraron en esas ideas preexistentes. La asociación de la virginidad a la divinidad femenina por lo demás se puede encontrar en otra religión politeísta pre-cristiana, la de los griegos y romanos donde Artemisa (Diana, para los romanos), la cazadora, diosa de la Luna y también de los niños pequeños era una virgen perpetua (a pesar de sus múltiples galanes divinos que la acechaban). La idea de madre creadora es sin embargo la más presente imagen femenina que uno encuentra en el imaginario religioso, Tonantzin (nuestra pequeña madre) o Teteo, era adorada por los aztecas como la diosa que protegía a las mujeres en el parto y que velaba por los niños pequeños, curiosamente para los hombres, esta era una diosa guerrera, probablemente una memoria colectiva de algún tiempo en que las mujeres aztecas podrían haber desempeñado un rol militar activo, probablemente al estilo de las sociedades matriarcales que en Europa dieron origen a la leyenda de las amazonas. No hay diosas y a lo mejor es bueno que no las haya, más que diosas quienes alegran nuestra vida, nuestras compañeras, lo hacen aquí en la Tierra a nuestro lado, con su belleza, su ternura, su sabiduría y su sensualidad, personajes más bien de carne y hueso que figurines o espíritus. A ellas va mi saludo afectuoso al aproximarse un nuevo Día Internacional de la Mujer. ¡Salud adorables féminas de todos los lugares, dulces, combativas, amables y fuertes a la vez! (2-marzo-2011) ~ 214 ~

DIOS EN EXCLUSIVA: “NO QUIERO SABER NI DE PEDÓFILOS NI DE HIPÓCRITAS” Montreal.– La última vez que lo entrevisté fue por allá por 2001, tiempo suficiente ha pasado como para tratar de nuevo. Como se deben imaginar, intentar entrevistar a Dios es un tremendo desafío para cualquier periodista. Bueno, como ocurre con los personajes importantes, siempre hay un sinnúmero de individuos cuyo trabajo es impedir que la intrusa gente de la prensa se acerque a ellos. Curiosamente – como también ocurre en el caso de mucha gente famosa – una vez que uno logra abordarlo, la entrevista como que fluye sola y más aún, se transforma en una agradable conversación. En esta ocasión fue San Pedro el que se puso más difícil: “Mire hombre, si Ud. es un ateo irremediable ¿para qué quiere hablar con el Jefe?” Tuve que hacer varias llamadas y estar en el teléfono un montón de tiempo apretando botones: “Si Ud. llama para reclamar por favores no rendidos marque el 1; si Ud. tiene algún reclamo contra alguno de nuestros agentes en la Tierra marque el 2, pero le advertimos que hay una larga espera; … por favor note que la sección milagros está cerrada por tiempo indefinido…” y así pasaron varios minutos antes que finalmente pude dar con Dios, que como esta entrevista la hice unos días antes de ser publicada, tocó que estaba en plena celebración de la Pascua Judía. – ¿Qué tal Dios, cómo está? – Bien pues hombre, me he tenido que salir de la fiesta de Passover un momento para responder tu llamado, dime qué es lo quieres ahora, mira que esta es una semana muy ocupada, Pascua con mis creyentes judíos, después Semana Santa y Pascua con mis seguidores cristianos, el viernes también tengo que estar con los musulmanes, esto de ser Dios es sumamente estresante. – Dios, como Ud. bien sabe estas últimas semanas no han sido muy buenas para algunos de sus representantes en la Tierra: el Vaticano está metido en un tremendo lío con esto de los sacerdotes pedófilos, pues existe la impresión que la Iglesia Católica ha estado más preocupada de proteger a sus agentes y a su propia institución que a la gente – niños por lo demás – que han sido víctimas de esos abusos. ¿Qué piensa Ud. de esto? ~ 215 ~

– Mira, ¡a mí no me echen la culpa de nada eh! Algunos dicen: en toda institución humana hay malos elementos, y a partir de allí como que se lavan las manos. Pero una institución que es como mi agencia (o al menos una de mis agencias) se supone que tiene que tener mejor gente. Lo cierto es que a mí todo esto me repugna. Mi hijo habría dicho “Dejad que los niños vengan a mí…” y he aquí que algunos curas han interpretado la frase como “Dejad que los niños vengan a mi cama…” ¡Hay que ser muy caradura! ¡Ah! Y lo peor, después salen a darle con todo eso de que el sexo es malo y es pecado y andan todavía diciéndoles a los pobres niños que “tocarse ahí” es pecado. Esa gente verdaderamente me revienta ¡y más encima todo lo hacen en mi nombre! No quiero saber ni de pedófilos ni de hipócritas. – Vaya, vaya Dios, parece que Ud. realmente ha tomado muy mal este asunto. – Mira hijo, la verdad es que al fin de cuentas esta gente con sus abusos, hipocresías y tonterías me dejan a mí a la altura del unto. No me sorprende que algunos piensen que ya soy un viejo gagá, que sólo sirve para que en mi nombre unos cuantos curas católicos satisfagan sus reprimidos deseos en los cuerpos de inocentes, o que algunos de mis pastores evangélicos ¡tan elocuentes en la televisión! le saquen millones a la gente crédula más que creyente, o que algunos de mis más antiguos creyentes, los descendientes de Abraham que tanto han sufrido en la historia, inflijan sufrimiento a otros arrebatándoles su tierra, o que algunos de mis creyentes de la más reciente de las religiones que dice adorarme solamente a mí, manden ¡en mi nombre! a sus propios jóvenes a suicidarse con bombas con el solo objetivo de matar a otros tantos. Dime si no es como para estar indignado. – Sí lo comprendo Dios, pero Ud. no hace nada tampoco. – Bueno, esas son las reglas del juego. Uds. se las arreglan solos. Cuestión de libre albedrío. – Y parece que ya ni temor le tienen a Ud. – Mira, es que eso del “temor a Dios” es una patraña que inventaron los que escribieron el Antiguo Testamento y luego lo repitieron los teólogos cristianos y musulmanes medievales, pero por qué tendrían que tenerme miedo. Al final con esas cosas no reflejan más que las propias concepciones que la gente ha tenido en diversas épocas. – ¿Cómo es eso? ~ 216 ~

– Muy simple, ya te dije que el Antiguo Testamento y hasta la Edad Media se me presentaba como un viejo cascarrabias, pronto a enojarme sin razón y a castigar a diestra y siniestra por cualquier nimiedad. – ¿Y no es así? – Por supuesto que no, si yo hasta tengo un buen sentido del humor y hago vida social ya que de vez en cuando me junto con los dioses jubilados, mi favorito es Dionisio el dios griego del vino, con el cual nos servimos unos traguitos. Yo pago naturalmente, las pensiones de los dioses del Olimpo son una miseria. Con decirte que Zeus el otro día me pidió plata prestada para irse por ahí con algunas mujeres, tú sabes que era un gran mujeriego… – Me sorprende, esa es una arista desconocida suya. – Es que las concepciones que los humanos hacen de mí siempre han sido las de un momento dado con las ideas que entonces prevalecen. A mí me gustaba más la visión que tuvieron los pensadores de la Ilustración que me llamaron “Providencia Benévola” que además tenía un plan para los seres humanos, todo muy racional como era esta gente de la Ilustración. Después la visión que tuvieron de mí los románticos me pareció muy buena también: la de un Dios que los había creado en un acto de amor. El poeta alemán Friedrich Schiller lo dice en su Oda a la alegría: “¡Abrazaos millones de hermanos! / Que este beso envuelva al mundo entero! / Hermanos! Sobre la bóveda estrellada / habita un Padre bondadoso!” – Ese es el famoso poema que Beethoven incluyó en la parte coral de la 9ª Sinfonía… – Una obra monumental, realmente divina – Dios, entonces esa imagen suya como malhumorado y castigador… – Es un invento más de los que dicen ser mis portavoces (¡cómo si en verdad los necesitara!). Ah, y ya que esta entrevista va a salir en El Popular, que se aclare que no tengo nada que ver con eso que dicen algunos de mis creyentes musulmanes que yo alguna vez haya dictado que las mujeres tengan que andar con su cara cubierta o con esa verdadera prisión ambulante que es la burka afgana. Bien lo que piensan hacer en Quebec de prohibirla cuando vayan a solicitar servicios del gobierno. ¡Yo no ando en el negocio de la moda y el vestuario! Por lo demás, la verdad sea dicha, ¡a quién se le puede ocurrir que el cuerpo de la mujer pueda ser pecaminoso! Sólo a mentes enfermizas. Bueno hijo, ha sido un gusto hablar contigo, ~ 217 ~

aunque sé que no crees en mí, no importa. Al final no pierdo nada con enviar un mensaje con un no creyente, porque lo que son los creyentes, la verdad es que han dejado tal desaguisado… Bueno, un saludo a los amigos en Toronto, de pronto iré por allá (en todo caso tú sabes que me gusta más Montreal porque hay mejores restaurantes… eso sí que el vino está más barato en Ontario). – Bueno Dios, gracias por concederme esta entrevista, vaya con Ud. mismo. (2-abril-2010)

Sergio Martínez nació en Santiago y estudió Filosofía en la Universidad de Chile. En 1974 debió exiliarse en Argentina. Luego del golpe de estado en ese país en 1976, salió nuevamente al exilio radicándose en Canadá, primero en Edmonton, Alberta, donde vivió cuatro años trabajando para la Editorial Hurtig. En 1980 se trasladó a Montreal, Quebec, donde ha vivido desde entonces habiendo hecho una maestría en la Universidad McGill y trabajado, entre 1980 y 2012, como profesor de Humanities en el Centennial College de Montreal. Ha publicado Tiempos de andar lejos (Ed. Emisión, Chile, 1990) un libro de crónicas de su experiencia de exilio el cual se publicó también en inglés como Chronicles of Exile (Cactus Books, Montreal, 1992) y Entre Lenin y Lennon (Mosquito Editores, Chile, 1996) un libro que da cuenta de la militancia juvenil de los años 60 en Chile. En la actualidad prepara una recopilación de sus artículos publicados en El Popular

bajo el título de Temas Intocables. Recientemente jubilado, ahora dedica su tiempo a hacer periodismo en CKUT Radio McGill participando en Tiempo Latino, programa que este año celebra su 25º aniversario, y escribiendo crónicas y críticas de cine para el semanario The Montreal Times. --Regresar al Índice

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DIEGO MEDINA CREIMER DENENDEH Dos osos polares parecen bailar en la contratapa de la revista Up Here, aunque en realidad la foto muestra una lucha fratricida. Up Here está en el respaldo de todas las sillas del viejo Boeing 737 de Canadian North. Rufo y yo la hojeamos a la par mientras enfilamos el tercer whisky desde Edmonton. En media hora vamos a aterrizar en Yellowknife. Hace varios años que queríamos hacer un viaje juntos. Cuando compartíamos el micrófono de la radio en Montreal siempre hablábamos de un viaje hipotético al este de Bolivia y al norte de Paraguay, recorriendo los escenarios de Hijo de hombre de Roa Bastos. Muchas veces imaginé ese viaje que no sucedió y que nunca va a llegar. En cambió llegó éste y no está mal que así sea; después de todo, planear algo bien es aceptar también que suceda lo opuesto. Sin pensarlo mucho, cambiamos un mes en el chaco boliviano y el mato groso paraguayo por una semana en la tundra canadiense. Con una sonrisa genuina, la azafata Inuit nos ofrece un último whisky gratis. Por algún motivo le caímos bien. Rufo me muestra una nota en la revista en la que se explica, sin mayores detalles, que la Comisión de verdad y reconciliación de los Territorios del Noroeste va a transmitir sus audiencias en directo en 2014. Es un ejercicio imposible y necesario, dice Rufo, porque estas personas tienen que narrar vivencias que están en la periferia de lo humano. Los orfelinatos, las escuelas católicas y los asilos fueron el Auschwitz de las Primeras Naciones y los Inuits. Ahora empezaban a desgranar una vez más, en entrevistas y expedientes, su propia shoá. Unos días antes, una traductora Inuit me había presentado una disculpa que me dejó mudo: perdóneme por sonreír todo el tiempo, me dijo, usted tiene que entender que los Inuits sonreímos y nos reímos lo más posible.

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El avión aterriza justo antes de las nueve, en medio de una oscuridad total. Yellowknife no es una ciudad luminosa. En el hall del aeropuerto, junto a un oso polar embalsamado que corre detrás de una foca también embalsamada, nos espera mi amiga Kiera. Welcome to Denendeh, nos grita desde lejos, antes de venir a abrazarnos. *** En la cocina de Kiera hablamos hasta las tres de la mañana de las familias Inuits separadas por la fuerza, de los chicos enviados a los orfelinatos del sur, de las madres que enloquecieron y los padres que se suicidaron. Mientras rascamos el fondo de la cacerola con un pedazo de pan buscando los restos del guiso de caribú, Kiera nos cuenta que muchas de esas familias nunca volvieron a reunirse: la tuberculosis mataba a unos o a otros, los chicos allá en el sur no aparecían más, o volvían como zombis a sus comunidades para hundirse en un mar de alcohol que los ayudara a olvidar lo que los blancos les habían hecho. “No es raro ver a los Inuits y a otra gente de las Primeras Naciones recorrer las calles de Yellowknife totalmente borrachos. Cada vez que ustedes sientan la tentación de juzgarlos, acuérdense de esta charla. Seguramente tendrán delante de ustedes a los hijos o los nietos de algunos de estos muertos en vida. La tragedia no terminó”. De a poco fuimos pasando a otros temas, la botella de singani que Rufo había traído se fue vaciando, y por la ventana no vimos más que oscuridad esa noche. Las auroras boreales solo aparecen cuando el cielo está despejado. *** El sábado a media mañana, Kiera pasa a buscarnos por el hotel en la pickup de su madre y, como es su costumbre, ni siquiera nos dice buenos días. Kiera necesita por lo menos media hora de convivencia para actuar normalmente. Antes de eso, ni una palabra. Nos mira de reojo y hasta parece enojada. Los anteojos de sol la ayudan a disimular esta actitud que se parece al desprecio. ~ 220 ~

En cuanto la pickup empieza a rodar sobre el Lago de los esclavos Kiera se descubre los ojos y se larga a contarnos historias del lugar como si el silencio anterior no hubiera existido: nos habla de los derrames tóxicos de la mina abandonada, del pescado que ya no es tan bueno, de las comunidades que usan el lago como medio de transporte. Después de unos cuantos kilómetros toma un camino secundario hacia el horizonte, donde ya no se ve ninguna orilla. “Hoy es el día internacional del agua y tengo que hacerle una ofrenda a este lago”. Para dos ateos intransigentes como Rufo y yo, la idea es absurda. Sentados en una pickup sobre un lago congelado del subártico y en compañía de Kiera, se nos antoja como lo más natural del mundo. Kiera apaga el motor de la Ford y los tres bajamos al camino. Atrás, lejos, se ven algunos pinos negros. Adelante, una planicie blanca; bajo los pies, una capa de tres metros de hielo, transparente en algunos lugares; más abajo, varios metros de agua y oscuridad. En el cielo, cerca del horizonte, un sol pálido y polar. Rufo saca de su chaqueta un grabador digital. “¿Qué hacés?” le pregunto. “Voy a grabar el silencio”. Kiera enciende un rollo de hojas de tabaco. El olor es dulce. Me pide que lo sostenga. Después abre una bolsa de tela marrón y nos da a cada uno un puñado de tabaco picado. Keep it in your hand until I tell you to throw it on the ground, nos dice. Va hasta la camioneta y saca del baúl un tambor de chamán, una especie de tinya en la que aún se ven los pelos del animal. Turn off the recorder, le ordena a Rufo. Nos quedamos en silencio. Kiera cierra los ojos, golpea el cuero tensado con un palo y empieza a cantar en Gwichin. Los minutos pasan, su plegaria es larga. De pronto aparece sobre el camino una furgoneta. A través del parabrisas veo a una pareja de viejos, blancos los dos, seguramente turistas. Se detienen a unos metros de nosotros. Kiera no les presta atención, pero lo cierto es que el camino está bloqueado. La Ford quedó justo en el medio, y a los costados la nieve, demasiado espesa, impide esquivarnos. Kiera sigue cantando. El viejo no toca la bocina, pero avanza lentamente como diciendo “Córranse de una vez”. Es inútil: Kiera no va a moverse ni un centímetro ~ 221 ~

hasta que no haya terminado su ceremonia. Los viejos se resignan y apagan el motor. Unos minutos más tarde Kiera da el último golpe en el tambor. Now throw the tobacco. This is your tribute to the wáter. Debe ser la primera vez en la historia, me digo, que un periodista aymara, uno judío argentino y una activista indígena Dene cortan una ruta en el Ártico canadiense. *** La semana pasa de un proyecto minero a otro, de casa en casa, de bar en bar, de comunidad en comunidad. Cinco días más tarde, tengo la impresión de haber vivido en Yellowknife varios meses. Las noches, hasta ahora, han estado nubladas. Volveremos a Montreal sin haber visto las auroras boreales. Para festejar el fin de nuestra visita, Kiera nos propone hacer una última ronda de bares. Terminamos en una taberna que, en apariencia, es la más peligrosa de la ciudad. Adentro, en la penumbra coloreada, un grupo toca clásicos de Kurt Cobaine y AC/DC delante de tres parejas que bailan y ríen. Un par de Inuits algo ebrios se acercan a hablarnos. Nos ofrecen carne de caribú desecada. No, gracias, les digo, sabiendo que la caza de caribúes está prohibida este invierno, pero Rufo me corta la palabra: por supuesto que sí, nos vemos en el estacionamiento de atrás en diez minutos. Kiera no presta atención a la conversación: ya está en el medio de la pista bailando sola y cantando a viva voz lo que el grupo de cover le va proponiendo. Como no tengo ganas de ponerme la campera otra vez, dejo que Rufo salga solo a negociar la compra del charqui ártico. Kiera me invita con las manos a bailar pero yo le hago una seña sutil con la botella de cerveza: prefiero mirar desde la mesa. El grupo está terminando una interpretación perfecta de Hell’s bells, See the white light flashing as I split the night Cos if good's on the left then I'm sticking to the right

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En eso entra Rufo corriendo y me grita “ven rápido, el cielo está bailando”. Me pongo la campera y salgo corriendo detrás de él. Afuera, en la negrura, polleras verdes y púrpuras se agitan desde el horizonte hasta el zenit. Ahí están las auroras boreales. Emocionados y un poco borrachos, nos recostamos sobre el hielo del estacionamiento. Tanta belleza no entra en solo dos ojos. Hay que mirarla de frente para guardar lo más posible. Una pareja de viejos Inuits pasa junto a nosotros. Deben tener unos sesenta años y parecen estar festejando algo. Están un poco borrachos, como nosotros, y se ríen a carcajadas tomados del brazo. Nos miran ahí, tirados en el suelo. La mujer se dirige a Rufo: It’s beautiful, isn’t it? Rufo se pone de pie. Wait, stay with us for a minute. Los dos se miran sin entender. Entonces Rufo mete una mano en el bolsillo de su chaqueta y saca un paquete de tabaco. Abre la mano del hombre y le pone un puñado. Los Inuits nos miran desconcertados. Quizá en la cara aymara de Rufo reconozcan los siglos de resistencia que los unen con un hilo invisible. Yo también tomo un puñado de tabaco, y viéndolos a ellos, me acuerdo de mis antepasados no muy lejanos, los primos de mi abuela, fusilados por un escuadrón Nazi en un pueblito de Ucrania en 1941. La aurora boreal refulge en el cielo. De uno en uno, los cuatro tiramos el puñado de tabaco sobre el hielo. Y Rufo dice simplemente “gracias” antes de que el último rayo verde desaparezca tras una nube. –

Diego Creimer. (La Plata, Argentina, 1972) periodista y cuentista, comenzó a escribir a los doce años. Tras instalarse en Montreal en 1999 para continuar sus estudios universitarios, tradujo guiones de cine y películas durante seis años y se desempeñó como periodista radial en Radio Canadá Internacional de 2006 a 2012. En 2007 se unió al grupo de escritores montrealenses que fundó la revista de literatura hispanocanadiense The Apostles Review, aún en circulación. Actualmente es responsable de comunicaciones y medios para la campaña del Ártico de Greenpeace Canadá. Sus cuentos fueron publicados en antologías en Canadá, Argentina y España. --Regresar al Índice ~ 223 ~

LUIS MOLINA

TRAGADO POR UNA MARIPOSA Quiero matar avaginados fantasmas. Hundirles el lápiz HB número dos afilado, o aplastarlos contra la hoja y el hierro candente del brazo del teclado, o petrificarlos digitalmente en la cortina de mi iPad. Quiero superar fantasmas escribiéndolos, terminándolos de armar, desvaneciéndolos en la niebla de la reflexión. A veces me levanto agitado, bañado en miedo porque una vagina gigante y carnívora pretende reducirme a un moco acuoso e insignificante. Busco de manera incesante respuestas que no encuentro. Es perturbador al punto que, según creo, ni siquiera alcanzo a plantearme las preguntas adecuadas. La única certeza con la que cuento es que esta experiencia es un miedo irracional que olvido por completo algunas noches de solfeo. En verdad me esfuerzo en el intento de clarificar esta pérdida de estabilidad y certezas que configuraban hasta hace poco mi exigua existencia. No debería insistir en mis preferencias sexuales cuando no son puestas en duda, pero insisto acaso como terapia de autoafirmación; me gustan las mujeres, me gusta el sexo oral, me encanta, aunque desde que estos sueños vinieron a mí, la manera como me enfrento a las vaginas con las que he estado ya no es la misma, las quiero evitar. Antes había logrado definir algunos patrones de conducta vaginal; exagero un tanto en lo que digo, lo sé, pero no tanto como el lector puede figurarse. Creo, sin embargo, que estuve a punto de establecer las bases de una nueva ciencia. Hubiese sido inútil y pírrica como lo fueron tantas disciplinas que no sobrevivieron los zarpazos de la modernidad. Como aquella que estudiaba la ubicación de los lunares en el cuerpo, que aseguraba que estos estaban dispuestos para equilibrar los fluidos energéticos; de tal forma, aseguraba esta seudo-ciencia, que si teníamos un lunar en la rodilla derecha era altamente probable que contáramos con otro, de proporciones similares, en el lado izquierdo del rostro. Me sumé a la desconfianza desde la vez aquella que conocí a Doris, una chica con un lunar peludo, del tamaño de una araña mediana, en la nalga derecha. Dios y ella saben que la ausculté toda, repetidas veces, y lo más parecido que encontré fue un eczema recurrente detrás de la oreja derecha. ~ 224 ~

Estudiar la vagina implicó un esfuerzo considerable, horas intensas y grandes descubrimientos que ahora, desde que las pesadillas duermen en mis noches, siento que no las puedo retomar. Una de las chicas con las que salgo —sicóloga de línea conductista—, dice que es un estado temporal de negación materna, que estoy atravesando por una crisis de identidad amorosa y que la mejor manera de solucionar el trance es enfrentándome al objeto que encarna la crisis; en este caso, la vagina, y que ella perfectamente me la presta para que expíe mis heridas. Me recetó una hora diaria de terapia. Luego de doce sesiones no percibí mejoría alguna, aunque ella insistía en que era necesario continuar con el tratamiento. Limitémonos a decir que la terapia no marcó diferencia alguna en lo absoluto y que las pesadillas no amainaron. Únicamente la escritura me ha salvado de la locura. ¿Cuándo imaginé decir tal cantidad de tonterías? Quiero creer que la estupidez humana es un estado temporal. Era feliz antes. Ahora vivo sumido en el terror; las vaginas con las que sueño se turnan para atacar. Un amigo ex Krisna, que ahora se dedica al negocio de la música, me dice que intente reconocer los rostros que están detrás de los sexos elefantiásicos, pero le he dicho que el único rostro que reconozco es el mío presa de un terror irracional, perdido, ahogado como de ratón de tienda al ver entrar el sol de golpe. Me dice que reconociendo a las dueñas de los sexos puedo, quizá, empezar a sanar mi espíritu. No sé. Me esfuerzo, Dios sabe que sí. Pero, ¿de quién carajos podrá ser ese sexo casi liso como tabla de surfear bocabajo y rota de un tajo, aunque sellada protegiendo la embocadura? El caparazón se divide en dos al aproximarse a mi rostro. He llegado a aceptar, a expensas de mi seguridad, que el bulbo gigante se me acerque a niveles excepcionales en un intento desesperado de alcanzar a reconocer el rostro que disfruta el suplicio al que me somete. Ni tan siquiera una remota idea de su dueña alcanza a rozar mi mente. Son tus sexos mal cogidos los que se levantaron a exigir castigo, ha dicho en broma mi hermano. Creo que es broma porque lo dice serio, circunspecto, pero al intentar repetir la frase o alargarla para sostener el cuento lo domina la misma gracia burlona y sádica que presagio en las vaginas. — ¡Son tus sexos traicionados los que regresan para exigir venganza! —ríe, se dobla en carcajadas—. ¡Han regresado del más allá para tomarse el planeta donde tú eres el único sobreviviente!

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Me molesto con él, no por mucho tiempo porque termino riendo de mi propia simpleza. Eso tiene de bueno mi hermano; con él me libero de tensiones por algunas horas, aunque en las noches vuelvan a mí las pesadillas. Otra representación de las formas vaginales que me atormentan son las que parecen un árbol extraído desde sus raíces, con un pelaje escaso y fortalecido, de rizomas anchos y retorcidos, tubérculos oscuros y terrosos, obsesionados con enroscarme entre sus tenazas para convertirme en alimento. Clara, la chica con la que salgo, la sicóloga, me ha recomendado que me deje atrapar, que las satisfaga. Ya no le creo. Me insiste en que enfrente al monstruo. Suena fácil, suenan a palabras desnudas, sucesión vacía e ininteligible de sonidos. Basta imaginar que algún maleante te apunta con un arma, tienes la oportunidad de huir, pero te gritan desde la baranda que aguantes la embestida, entregues lo que te pide y luego el impase terminará, escuchas el golpe doble del casquete, ves salir la bala, la observas venir en dirección a tu corazón, puedes esquivarla porque tus sentidos están en todo, lúcidos como nunca. Pero te gritan ¡AGUANTA, TODO VA A TERMINAR! la ves tragarse la distancia con un hambre voraz y todavía, a sabiendas que casi adivinas las consecuencias del impacto sobre la piel tensa de tu pecho al frente, te obligan a persistir, a observar en primera persona tu caja torácica que ya ha recibido el impacto limpio al abrir camino para que la sangre venga de regreso fuera de su cauce y deje al corazón expuesto a la muerte, ¿aun así, sigues aceptando las invitaciones? Lo dudo porque el terror que me traga no es más que el miedo a la muerte. Sé que es un sueño y que en realidad no voy a morir, eso lo sé en vigilia, pero durante el trance la amenaza es tan vívida como la caída de las torres porque sabes que es cierto pero que parece mentira, se te cambian los papeles y no quieres arriesgar. Por otro lado, después de sufrir las pesadillas de la vulva gigante que me ha succionado dos y tres veces por noche durante varios meses, es cierto que a veces quiero dejarme ir al curso del libreto de terror porque a veces, simplemente, ya me encuentro cansado de correr, exhausto de evadir la maleza, las raíces que me tienen hambre. Creo que empiezo a ceder y para ratificar la sensación de que algo empieza a revelarse si continúo por este camino, siento que es preciso reconocer lo obvio, pero tengo que verbalizarlo; yo he desarrollado un temor hacia lo femenino. Sí, les tengo ~ 226 ~

miedo a las mujeres, siempre ha sido así y lo he sobrellevado con paños de agua tibia. Lo dije, y haciéndolo ya me descubro en lo cierto porque es verdad que las mujeres o lo que conozco como tal cosa se me presentan distantes, cuando me solía ufanar de tenerlas tan cerca, de estar empapado de ellas. Y escribiéndolo me siento libre, como empezando de cero. Es probable que las pesadillas no desaparezcan, pero creo que tallando este temor sobre el papel adquiera, así lo siento, la valentía para ver que yo también soy vagina. Del libro Las falsas mujeres de Gauguin

Luis Molina Lora nació en Colombia. Es licenciado en letras de la Universidad del Valle, Cali, Colombia. Obtuvo la maestría y el doctorado en la Universidad de Ottawa. Ha publicado la novela a cinco manos La sucursal del cielo (2002). También ha coeditado junto a Julio Torres-Recinos Retrato de una nube: primera antología del cuento hispanocanadiense (2008) y Las imposturas de eros: cuentos de amor en la postmodernidad (2009). Cloudburst, la versión al inglés de Retrato de una nube, ha sido publicada por University of Ottawa Press en el 2013. --Regresar al Índice

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ÁNGEL MOTA BERRIOZÁBAL

LA ISLA DEL SEÑOR ANTONIO

Me vi acostado sobre arena y dolientes guijarros, yacía sobre las piedras de una playa volcánica. Junto a mí, no había casi nada; trozos de algas, casas de tierra, como esbozos de una historia. Una historia que debía aún vivir. Sí, empero, ¿cómo volver a casa o seguir con mi documental si había perdido todo mi trabajo en el mar: todo lo que había grabado y escrito?, ¿cómo seguir si ignoraba mi paradero y no tenía deseos de conocerlo y menos de indagar hacia donde tenía que ir para volver a casa o en dónde culminar mi documental. Esta tarde, cuando la sal de los albatros se mecía en los surcos de la playa, cuando la sed, el cansancio del sol se imponía, me vi en una nueva playa, luego del naufragio. Descansé así varios minutos, boca abajo, no sé cuántos. Y luego, con un ánimo de vivir, de seguir aquí pese a todo, de no sufrir la aspereza del sol, abrí los ojos y poco a poco levanté el torso como una serpiente que va y se asoma por encima de la tierra, al asomo de la lluvia, en este caso, de la espuma. Arrastré mi cuerpo en busca de la sombra caída bajo el peñasco, a unos cuantos metros de mí. Bajo esa sombra se acostaban casas de pescadores; frías y en cascajos. Usé mis manos sobre la aspereza de las piedras para moverme. Una vez al reparo del atizado sol, permanecí con los ojos abiertos, largo tiempo. Fue así que comencé a oír un barullo como de frases que nacen y se extinguen y de las que sólo se perciben ciertos tonos, la agudeza de una risa, el salto de un grito espontáneo. Oí el eco, el reflejo acústico de conversaciones de mujeres, un canto casi rumeado, de quien lo hace como evasión. Parecía como si las voces fuesen ecos entre laderas, ecos sin cuerpo, en la austeridad de la seca bahía. Busqué con los ojos el origen del sonido. Sólo vi una escarpada de grandes rocas que se unían una a otras frente a mí, formando como un anfiteatro volcánico. Con más claridad vi bajar a la playa a los ecos. Ocho mujeres emergieron de entre las piedras del acantilado, esas enormes piedras negras, que cubrían ~ 228 ~

casi cada parte de las laderas. Seguro habían bajado unas escaleras, ocultas por las rocas de lava. Caminaron cabizbajas a través de la piedra volcánica, negra. Entre vi sus rostros, entre destellos de un sol acérrimo. Creí ver que depositaron algo sobre el piso. Oí voces entrecortadas, tonos de voces distintas, como se oyen conversaciones en el sueño. −Se los digo yo, ese bueno para nada de Nicola, sería rico si lo quisiera, si trabajara como su padre, en lugar de rascarse el ombligo o las escamas de los peces. −Ojalá hayan pescado algo bueno. Se nos han acabado todos los pez espada y con lo bien que los pagan. −La gente dice que Nicola no encuentra trabajo por andar con ese perro hambriento de don Ciccio. Cómo puede guiar a su ahijado, si siempre trae las redes vacías. No dudo que se empinan el vino de la sacristía, como mi marido. −“Hay un cuerpo en la orilla”−“Es como un muerto” −oí sus voces con sumo sobresalto–“¿Uno de los nuestros?” –“Nos observa.” Bajo el sopor del sol y el ahogo del agua salada en mi vientre, vi como sombras, destellos de luz sobre los rostros y vestidos que se acercaron a mí entre discusiones. Expresadas en ese dialecto, tan duro, pero no extraño, por oírlo en previos viajes a la región. No había duda, era siciliano. Con muchos esfuerzos levanté el torso y logre ponerme en pie. −¿Y tú quién eres? –me interpeló una en italiano, ya estando junto a mí. −¿A qué viene aquí, qué está haciendo? −Anda, Carina, ve a llamar a mi compadre Anto.´ −Está pescando con los otros, no ha regresado, yo creo –advirtió la interpelada. −¡Santo Dios!, pues mientras que alguien lo vigile, ¿tienes un cuchillo? −No, ¿qué dicen ustedes?, Anto’ está arriba, con los otros, en el bar. −Vamos a llevarlo o que él vaya solo, no vayan a pensar mal de nosotras. −¡No!, ¡llamemos a migración, a la policía! ¡Nos invaden todos estos y nadie los detiene, nadie! −Espera Giovanna. Mira: parece un calabrés, o siciliano. −¿Quién eres? ¿De dónde vienes? –me atosigó una y otra. −Soy Cristoforo, Giovanni Cristoforo… he sobrevivido a…

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−Tú no eres italiano, se te nota en la pronunciación; ¿eres extranjero, un español, o argentino? −acosaron otras. −No sé ni lo que soy ahora, estoy sediento. Sólo recuerdo que salté de un barco con migrantes que venían de África, antes de ahogarme con ellos. −¡Otro! −¿Y cómo?, ¡por Dios santo! No pude responder. Comencé a sentir mareos. La náusea ahogó mi voz. No podía combatir con justificaciones, así que me senté para luego acostarme en el piso, sentir la frescura del piso, el ahogarme entre lo devastado para no sufrir aquellos murmullos, aquella estridencia de rostros y reclamos, de olores del campo en sus cuerpos. Unas manos viejas volvieron mi rostro a sus caras. Volví a ver, como imágenes borrosas, a todas esas mujeres a mi alrededor, como entre espacios de luz que se estrellaban con mis ojos. Una anciana, de semblante amistoso, me palpó las sienes, posó su mano en mis cabellos. −Este señor necesita agua. −¿Y qué hacemos si llega la guardia costera? ¿Has pensado en eso? Nos acusan de ayudar clandestinos, a todos estos negros que llegan así como así como si Italia los hubiera parido, ¿te has puesto a pensar en eso, María, eh? −Y qué importa si es chino, pobrecito. −Pobres nosotros, querida, pobres nosotros, ¿y qué, le vamos a dar de nuestro pan, del poco que tenemos? −Levántenlo, levántelo, que se nos cae todo –se oyó de una voz que se acercaba. Como de alguien que llegaba detrás de ellas. Se acuclilló a mi lado una mujer, pequeña, de largos cabellos negros, ondulados. Sus ojos negros se posaron en mí con duda, como buscando mi origen, el porqué de mi naufragio. −Lo encontramos así, Pina, todo escupido por el océano. ¿Qué hacemos con él?, ¿lo llevamos con tu tío Anto’ o lo devolvemos al mar? Tú que eres la sobrina del presidente municipal, dinos. −Denle agua, por Dios Santísimo, y de comer, que está todo ensopado por el mar. −Pero, ¿y sí es uno de esos…? −¿De esos, qué? –replicó con enojo, Giusepina, colocando una botella con agua en mis labios.

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−De esos que vienen a robarnos, a volverse delincuentes, como todos esos albaneses, rumanos y demás escoria, tú sabes. −¿Es albanés o rumano? –se burló, haciendo torcer sus carnosos labios. −¡Y yo qué sé!, no habla, está todo mudo –se exaltó la interpelada −¿Y entonces? –apremió, ya con poca paciencia, sin soltar la botella, de donde escurría el preciado líquido sobre mi cuello− ¿Qué estás diciendo? Rumano o no rumano, necesita ayuda. Véanlo. −Sí, pero igual ha de ser albanés –se agregó con angustia−; de esos que te toman tus cosas. −¿Y qué te va a tomar si no tienes nada –se entrometió una tercera, una viejita octogenaria, de escasos dientes. −Ya déjense de cosas. Se tiene que vestir con algo seco −comentó Giusepina, con tono autoritario−. No lo podemos dejar ahí como perro. Un par de mujeres robustas me ayudaron a levantarme. Se me indicó que fuera a una de las casas, a la orilla de las olas. Una vez adentro de la casucha de piedra, Giusepina me invitó a buscar ropa en un mueble desvencijado y verde de humedad. Hallé camisa y pantalón. La mujer, bella con su vestido floreado y con una seriedad adusta, cerró la endeble puerta tras de sí. Me vestí mientras se me esperaba afuera, con un zumbido de voces y risas. Por lo que colegí del abrupto dialecto, supe que me llevarían con el tal Anto,’ el presidente municipal, para que decidiera sobre mi suerte. Un devastador olor a sueño y a sepultura de higos enternecía la colina donde arribé. Descarapeladas paredes hospedaban una carretera desértica. Sólo se oían timbres del viento. Una iglesia blanca despedía ese olor a embargo de energía. Perros y niños juguetean entre los comercios. Ahí, entre los ladridos de un perro y el ir y venir de una abeja me indicó Giusepina que me detuviera. Me hizo sentarme en los escalones de la iglesia, como para que retomara el aliento, tras la inclinada subida al pueblo. Observé entonces muros decaídos, estrechas callejuelas donde crecía hierba, oxidadas rejas y casas con las ventanas rotas o sin ellas. Giusepina, con una sonrisa afable, esa donde se delineó con claridad la belleza de las facciones de su nariz y mejillas, se despidió de mí. Dijo que iba a esperar a su esposo en casa, que estaba por regresar del campo, y las otras también se alejaron una por una. Es así como me dejaron solo. Me indicaron adónde ir. Caminé temeroso. Entré a lo que parecía un bar. Este oscuro. Aquí donde mesas vacías todavía ~ 231 ~

muestran migajas y vasos de cerveza. El polvo cubre casi por completo las ventanas. Moscas revolotean por doquier en torno a dulces ya secos. Sí, es así como llegué ante usted, señor Antonio, así es como humildemente llego a usted, gracias a la ayuda de su sobrina y de las mujeres del pueblo. El hombre observa a Cristóbal tras una bocanada de cigarro. −¿Y entonces, de dónde viene? −Vivo en Canadá pero soy de origen hispano. −Ah, ¿Y qué hace? −me pregunta con desenfado− ¿Es abogado o doctor? −No, soy periodista. −¿Periodista, periodista?, ¿de esos que dicen cosas en las noticias? −No, de los que hacen historias, documentales. −Historias, esas todos las hacen, hay unos más ficticios que otros, pero todos las hacen. −No, yo trato de reflejar una historia real y no doy noticias... −¿Una historia real? ¿Y qué historia real viene a filmar aquí? −Vengo a hacer un documental para la radio sobre los lugares que visitó Ulises en la Odisea, según Homero. −¿Qué visitó, quién? −Ulises. −No lo conozco; ¿algún cantante o actor famoso? −No, no exactamente. −Pues entonces no sé. −Un personaje literario. El hombre me observa con una risa apenas contenida, y fija sus ojos en los míos como para cerciorarse de que no me burlo de él. −Según investigaciones, Ulises visitó varias islas en el mediterráneo cuando se perdió. Ahí encontró a los feacios y... −¿Vino usted a Italia en busca de un personaje literario? He escuchado muchas pero esa sí no me la sabía −aspira lo restante de su cigarro y me mira inquiriendo una respuesta con cierta arrogancia− ¿Ulises? −repite con total indiferencia, no dándome tiempo a explicarle −¿Es un personaje extranjero? ¿No es italiano, verdad? −No, Ulises era... −¿Uno de esos personajes extranjeros como los turistas que vienen con el batiscafo; de esos que comen, beben, nadan y luego se van? ~ 232 ~

−No, no de esos… −Ah, ya lo sé. ¿Uno de esos personajes extranjeros como los que llegan en las barcas pequeñas, los que salen en la televisión, que no se quieren ir después? −No... −No importa −replica con desgano, extranjero o no extranjero, personaje o no personaje, aquí nadie se queda, nadie quiere vivir en esta isla. Pero cuénteme de ese personaje literario. ¿Lo encontró? –sonrió más que irónico, tras un trago de vino− Cuéntenos sus historias, lo oímos, total no tenemos otra cosa que hacer. Agradezca a mi sobrina Pina que lo trajo aquí, si no estas viejas lo hubieran dejado moribundo y desnudo. Quién sabe qué cosas le hubieran hecho estas viejecitas…−rio de buena gana− y hasta lo roban, no conoce a estas campesinas… son peores que los rumanos o los albaneses. −¡Anto’!, ¿qué dices? –irrumpió con un grito doña Anna, la esposa. −Lo oímos, cuéntenos, tenemos todo el tiempo de la desocupación – sonrió el anciano, acabándose la botella de tinto casero−. Pero antes le daremos bien de comer, no se preocupe, y dormirá aquí en nuestra casa, no es un castillo, pero es lo único que tenemos.

Ángel Mota Berriozábal nació en la ciudad de México en 1970. Desde 1992 reside en Montreal, Canadá. Doctorado en literatura comparada, en la Universidad de Montreal. Casa de estudios donde trabajó como investigador durante ocho años en un grupo especializado en el barroco y neobarroco en América latina y Europa. Coeditó la revista de poesía Helios (2000-2008) y dirigió la revista cultural y política Énfasis (2000-2005). Imparte numerosas conferencias y charlas en festivales de literatura y en universidades de Canadá. Ha publicado sus poemas y cuentos en diversas revistas y libros colectivos de Canadá, España, EEUU, México e Italia. El Quaderno del poeta (Cosenza, Italia) tradujo al italiano sus primeros poemas. En el colectivo de poetas canadienses Troc Paroles, Pagès Editors (Lleida) y Adage (Montreal) en 2008, es traducido al catalán y francés, y los poemas del libro se difundieron en los bienales de Sevilla y Sarajevo, sirviendo como guion para el corto Tú, habrás sido mi cuerpo, de Raimundo Morte. El cual ganó el primer premio del público y del jurado en la categoría Video creación, en el festival Barcelona Visual Sound, 2008. En el 2010 aparece su libro de cuentos La casa de Nadie, editorial Lugar Común, Ottawa. --Regresar al Índice

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CAMILA REIMERS

CUCURRUCUCÚ PALOMA Después de seis meses de temperaturas bajo cero y un paisaje eternamente blanco, los tulipanes decidieron romper el hielo y asomar sus tímidas cabezas. El sol iluminaba el cielo sin nubes reflejándose en los lentes oscuros de Julia que caminaba disgustada. Esa mañana había planeado descansar y dormir por lo menos una hora más, pero nada, la luz y el ruido de dos palomas insolentes haciendo el amor en su balcón la habían despertado. Cucurrucucú, cucurrucucú, repetían, como la canción mexicana aprendida en su niñez. Fue en ese momento que decidió levantarse de mal genio. Los ratones con pico y alas la humillaban, eran la fotografía ideal para un calendario del Movimiento de Paz, la relación perfecta que bien sabía Julia, no existía. Su irritación se extendió a todo y a todos: niños chorreando helados del codo a las rodillas, adultos admirando sus shorts y sandalias nuevas absurdas para las bajas temperaturas que aún tenían a principios de la primavera, vehículos que corrían más rápido que de costumbre porque no temían resbalarse en el hielo negro, o blanco porque para el caso durante el invierno daba lo mismo, igual los autos patinaban y terminaban ensartados en el de adelante. A pesar del mal genio, se encaminó a su cafetería favorita pensando pedir el “capuccino” de costumbre. Su médico le había aconsejado cortar la cafeína, durante la semana en el trabajo se conformaba con un desabrido té verde japonés, pero dejar el cafecito del sábado por la mañana era mucho pedir. En su camino había visto varias veces un letrero que decía: “Fringe Festival”. "¿Qué diablos es eso?" pensó Julia, pero no quiso averiguarlo porque no estaba de ánimo para ningún tipo de festival. Se había despertado de mal genio para hacer lo que se le diera la gana, tomar dos expresos en vez del capuccino y no darle importancia a letreritos extraños. Siguió caminando, cuando al pasar por el parque vio otro rótulo que le llamó la atención: “Arte en el Parque”, decía. En ese momento, probablemente gracias a los dos toques de cafeína, Julia estaba empezando a sentirse más alegre, pero era una cosa de honor y si había elegido estar de mal genio, tenía que cumplir su palabra. Aún así, los colores de las pinturas ~ 234 ~

que se divisaban empezaban a atraerla y decidió bajar las escaleras que llevaban de la calle al parque. Mientras avanzaba se dio cuenta que esta exhibición era parte del “Fringe Festival”, pero ya había empezado a descender y decidió continuar, prometiéndose eso sí, de no gastar ni un centavo. Además de pintura, cerámica y otras artesanías había un show artístico con un malabarista que botó la mitad de las pelotas y palitroques al suelo. Luego dos bailarinas de la danza del vientre que le recordaron las viejas películas del Gordo y el Flaco, una alta y delgada que desaparecía entre velos y troncos de árboles, la otra tan gorda que amenazaba aplastar a la flaca sin piedad. La dualidad, pensó Julia, todo en la vida es una dualidad. Entre ondulación y meneo de caderas las bailarinas chocaron entre ellas aplastando un par de campanitas que colgaban de sus cinturas. Julia decidió continuar con su paseo por el parque hasta encontrarse frente a un puesto de joyas artesanales combinadas con aromaterapia. Todos los zarcillos, pulseras y collares tenían una pequeña faltriquera para poner lociones mágicas que curaban males de amor, aumentaban la energía o ayudaban a relajarse, dependiendo de la necesidad del cliente. Julia estuvo a punto de comprarse unos zarcillos con una loción erótica, pero se detuvo recordando su promesa de no gastar. De pronto, entre los collares hubo uno que llamó su atención, era de rosas rojas y hojas verdes hecho de miguitas de pan. – Cerámica fría – aseguró el vendedor. " Miguitas de pan" pensó Julia, que ya no estaba en el parque sino en su niñez con olor a damascos y ciruelas, los sauces llorones a orillas del río, las sandías con harina tostada y el olor a pan amasado saliendo del horno de tierra. Vio a su madre uniendo las migas que sobraban del pan, dando forma y vida a rosas, claveles y jazmines que luego secaban bajo un cielo azul mientras el sol iluminaba los colores con los que las pintarían. –¿Cuánto cuesta? – Preguntó Julia al vendedor. – $20 dólares. Julia abrió su cartera y no le importó que por segunda vez en esa mañana, había dejado de cumplir su promesa.

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BALADÍ Al sonar el teléfono, Samira corrió a contestar asegurándose antes de que era la llamada esperada. Estos avances modernos la fascinaban y siempre hacía uso de los servicios ofrecidos por “Bell” que le permitían no solamente ver el número sino también el nombre de la persona al otro lado de la línea. –Aló mi amor – respondió feliz, sabiendo quien llamaba. –Hola abuela– contestó su nieta –¿vas a venir a buscarme para ir al parque? –Claro que sí, apenas termine mi clase de baile te recojo y vamos a jugar. –¿Vas a bailar baladí? –Sí, como siempre. –Chao, te espero Mamina. Frente a los espejos que cubrían las paredes del estudio, mientras movía sus caderas siguiendo el ritmo de la música, Samira observaba a las otras mujeres. Las había de todos tamaños, edades y colores. Algunas de ancas y pechos generosos mientras que otras, en las que se incluía Samira, carecían de carne en los mismos lugares. Sin embargo, todas se sentían bellas, deslizándose suavemente, guiando la pelvis hacia adelante y atrás en un armonioso ritmo que llenaba no sólo los espejos sino también el alma. Embriagadas de música, el movimiento sensual de sus caderas y el sonido de las campanitas que colgaban de sus faldas transparentes, las bailarinas tenían la mirada perdida más allá del estudio, probablemente sumergidas en un cuento donde ellas eran las princesas de un reino mágico en el lejano oriente La mente de Samira no estaba tan lejos sino en el dormitorio de su casa, en su cama, haciendo el amor con Gustavo, su príncipe de carne y hueso, que iluminaba las largas noches de invierno de esa ciudad tan cercana al polo norte. Un príncipe varios años menor que ella y poseedor de una sabiduría infinita en el juego de los sentidos. Gustavo, que la había ignorado la noche anterior, mientras Samira esperaba al lado del teléfono, una llamada que no llegó. –Mover las caderas imitando el número ocho –decía la profesora y Samira las movía, para ella, para la profesora y para Gustavo que estaba en su cama King size. ~ 236 ~

–Muévanse como las olas del mar y ahora repitan los movimientos pero en doble acción –escuchaba Samira la voz de la profesora que se perdía en la barba de Gustavo mientras éste le besaba las piernas siguiendo la cadencia de su cintura. El estudio se estaba empezando a poner caluroso, pidió abrir las ventanas y se tomó un trago de agua fría y purificada que venía en una botella de plástico azul. Las otras estudiantes no se quejaron por las ventanas lo que hizo pensar a Samira que tal vez el bochorno no era la menopausia sino que la sensualidad chorreando por todos los poros de las bailarinas. –¡Sigamos bailando!– insistió Samira, que había quedado a medio camino con Gustavo –sigamos, corearon las otras mujeres que también habían interrumpido sus fantasías. Al terminar la clase, las estudiantes compartían sus impresiones y afirmaban que la danza del vientre es un excelente ejercicio físico –y mental– pensaba Samira mientras se cambiaba su falda transparente por algo más adecuado para ir a buscar a su nieta. Antes de salir se miró al espejo, pensando que para ser abuela no estaba mal, se veía menor que sus años y aún tenía el brillo de la cama king size en los ojos. Una vez en la calle se dirigió hacia la casa de su hija, se sentía estupenda caminando con salero, hundiendo el estómago e imitando la caminata egipcia en una versión modificada para no asustar a la gente en las calles de Toronto. De pronto al levantar la vista vio que una figura conocida se aproximaba a ella. Gustavo podía oler hormonas en explosión así se encontrara al otro lado del planeta, lo que ahora no venía al caso porque él sólo vivía a pocas cuadras del estudio. –¡Samira!–Dijo el hombre sorprendido –que gusto de verte. Te llamé toda la mañana y no estabas en casa. –Gusano –pensó Samira. ¿Dónde estabas anoche? –¿Quieres tomarte un café conmigo? –preguntó el hombre con voz invitadora –Lo siento, pero no puedo– afirmó la mujer –tengo una cita. –¿ Con quién ? preguntó Gustavo entre sorprendido y celoso. –Con mi amor–respondió Samira– con mi único amor. Entonces siguió su camino para encontrarse con su nieta. Segura y altanera, imitando a las mujeres que llevan un jarrón sobre la cabeza. ~ 237 ~

EL-GINIANO Al llegar a la galería de arte, el guardia me detuvo. – Lo siento señora pero no puede entrar sin invitación. – ¿Qué? Usted me está tomando el pelo. – Señora, me parece que usted no tiene idea quién es el artista que está exponiendo en la galería. Es el gran “El-Giniano”– dijo el guardia fijando sus pupilas en las mías e insistiendo en mi partida. Miré al guardia incrédula, yo, ¿yo no tenía idea quien era el artista? Las imágenes de un frío invierno volvieron a mí, caminando como siempre entre mi departamento y el trabajo. Estaba acostumbrada a ver los mendigos que siempre se sentaban sobre el hielo al lado de un vaso desechable de plástico en el que acababan de tomarse un café caliente donado por algún vecino o por alguno de los innumerables cafés del barrio, luego el vaso servía para colectar las monedas que los peatones lanzaban para no sentirse culpables a la vista de tanta pobreza. No tardé en darme cuenta que esta vez algo había cambiado en la rutina, uno de los mendigos sonreía más que de costumbre y al pasar por su lado me dio un trocito de papel con un dibujo en el centro mostrando el intento de un esbozo de la figura humana, que ciertamente era similar a los primeros esfuerzos de un estudiante preescolar. Traté de hacerle el quite y no aceptarlo, pero él siguió sonriendo y aclaró que eran gratis, simplemente a él le gustaba dibujar. Al verlo sentado en el hielo, me dio no se qué seguir caminando sin recibir su regalo y mal que mal ya llevo casi treinta años de inmigrante en una sociedad capitalista, así es que al tomarlo, deposité cincuenta centavos en su vaso desechable. Después de ese encuentro pasó una semana sin verlo hasta que lo volví a encontrar en la misma esquina, rodeado de papeles organizados por categorías de tamaño y costo. Los pequeñitos de la vez anterior eran a veinticinco centavos y los precios alcanzaban hasta dos dólares para los de media página. Sorprendida me acerqué a él y vi que los dibujos habían mejorado bastante aunque aún conservaban ese melancólico aire kindergartenesco. Para apoyarlo en su iniciativa empresarial, decidí comprarle uno de a dólar pero él rechazando el dinero me dijo que prefería pedirme un favor: ¿sería posible que yo le regalara una acuarela? Pues había llegado el momento de ~ 238 ~

empezar a experimentar con colores. Ese mismo día le compré una acuarela barata y al volver del trabajo se la llevé, observando con sorpresa que había vendido todos los dibujos de su pequeña exposición callejera. Un mes más tarde, su negocio florecía, me seguía encargando pinceles y pinturas que ahora podía pagar con la venta de los “cuadros” como él llamaba a los papeles pintarrajeados. Lo que realmente cambió el curso de las cosas fue el día que leí lo del concurso, mientras navegaba la Internet me encuentro con este concurso de pintura para artistas locales, casi con malicia y bastante divertida, ese mismo día le pregunté a mi amigo si deseaba participar diciéndole que yo misma lo podía inscribir, solo tenía que darme algunos datos mínimos y uno de sus ‘cuadros’ preferidos, teníamos también que buscar un apodo artístico, después de discutirlo llegamos a la conclusión que como él no tenía casa, pondríamos mi dirección y que desde ese momento su nombre sería “ElGiniano” pues se la pasaba mendigando en la calle Elgin y al mismo tiempo el nombre evocaba un aire renacentista italiano que impactaba. Hice todos los trámites necesarios, saqué fotografías digitales, completé cuestionarios y poco a poco el asunto empezó a ponerse serio, cada día con lluvia o con sol, al caminar al trabajo me encontraba con El-Giniano que trataba de seguir un ritmo normal de vida, sin embargo a pesar que la venta de su arte aumentaba a diario, él me miraba con desesperación preguntando en silencio si ya sabía quién era el ganador, yo trataba de calmarlo explicándole que los resultados los sabríamos en tres semanas. El asunto ya no era broma, yo no aguantaba los nervios. El día de la decisión final, no fui a la oficina y antes de prender la computadora, caminé hasta la esquina de Elgin con Gilmour a buscar al artista e invitarlo a mi casa para ver juntos los resultados. Una vez instalados entramos al sitio web organizador le pasé el ratón pero al pobre le temblaban las manos, así es que decidida lo hice yo aunque no puedo negar que también tiritaba un poco al cliquear en la sección concurso. Resultados: tercer premio, Christopher Argile, segundo premio, Mary Mayor, primer premio, El-Giniano. Los dos nos miramos sin decir palabras, solo sentía que las lágrimas quemaban mis ojos y los sollozos del artista me mojaban la espalda pues nos habíamos entrelazado en un abrazo de emoción pura.

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Eso pasó hace tres años, luego vinieron las entrevistas, un famoso escritor local escribió su biografía sin ni siquiera nombrarme y al ver el precio de sus cuadros me retorcía de rabia pensando cuántos papelitos sucios de la primera hornada de su carrera como artista, yo había botado a la basura con temor a contagiarme de alguna enfermedad desconocida. El día que publicaron la apertura de su exposición en la galería más prestigiada de la ciudad, sin pensarlo dos veces fui a verlo para encontrarme con la sorpresa que necesitaba una invitación personal emitida por el Centro de Arte Nacional. Empecé a gritarle al portero explicándole que debía hablar con el artista pues tenía un mensaje familiar urgente. Ante esa amenaza el portero entró a la galería y a los cinco minutos salió con El-Giniano sorprendido de verme. –Perdóname por la mentira –le dije– por lo menos que yo sepa en tu familia está todo bien pero armé el escándalo pues quiero ver tu exposición. El-Giniano me miró con los ojos húmedos, abrazándome me hizo entrar y personalmente me dio un tour de toda la exposición. Al final cuando nos despedimos, me dijo: –nunca me he olvidado de ti y el escritorcito que no quiso ponerte en mi biografía es un hijo de puta. Luego partí llevándome el cuadro que él me había pedido elegir y con su venta me salí del trabajo para vivir cómodamente por el resto de mis días.

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PERLAS Estercita parecía observar mientras yo abría el último cajón de la cómoda. Por unos segundos tuve la esperanza que realmente seguía los movimientos de brazos y manos al sacar los álbumes enredados en laberintos de papeles, recortes de diarios y fotografías sueltas que ella nunca había llegado a clasificar. Mamá, vamos a organizar estas fotos, dije con la esperanza de una respuesta, pero ella continuó mirando el vacío. Allí estaban las fotografías de mi época de bailarina escondidas detrás de la última foto de papá, con su maletín de doctor, bajando del avión que nos había llevado de Antofagasta a la Serena, mi hermano de ocho meses en brazos de mi madre y yo cuatro años mayor, arreglándome el pelo bajo el viento cercano al avión. Fotos de mis hijos en Venezuela, en el Stanley Park de Vancouver, Science North en Sudbury. Diferentes momentos de la vida familiar desfilaban frente a mis ojos, pegadas y confundidas como si el tiempo no existiera sino como un laberinto en sepia de colores deslavados antes de las cámaras digitales. De todas, fueron las fotos de mamá en la Cámara de Diputados las que me hicieron recordar mi infancia. Entre ellas una fotografía que por siempre he llevado en la memoria, unida a un artículo no estoy segura de que diario, creo que La Tercera, o las Últimas Noticias, pero sí me acuerdo del título y la fotografía. Primera página: “Perlas” y en seguida la foto en blanco y negro de cuatro o cinco diputados gateando debajo del enorme escritorio usado por los taquígrafos parlamentarios. El cuadro completo era una hermosa mujer bien vestida, con peinado de salón, que a pesar de haber perdido su collar de perlas justo en el momento de empezar su turno para tomar notas de la sesión, logro concentrarse y como siempre escribía en una impecable taquigrafía Pitman, ignorando a los hombres que se arrastraban para recoger las cuentas desparramadas por el piso. En esa época el parlamento no estaba en Valparaíso, eso vino después, mucho después de una infancia en que el edificio situado en el centro de Santiago, en la manzana comprendida entre las calles Bandera, Compañía, Morandé y Catedral, era parte de mi vida diaria. Aún recuerdo cuando iba a tomar onces con mamá que trataba de encontrar cualquier momento para verme durante los días y noches de trabajo en que junto con los otros taquígrafos debían tener las sesiones redactadas para mandarlas al Mercurio ~ 241 ~

que las publicaba en su totalidad. Es probable que ella haya influido en mi deseo de ser escritora. Siempre he dicho que en casa no discutíamos de política sino de gramática. Mamá era una exagerada, comerse un acento era un insulto personal, esa fue la razón por la cual cuando tuve que salir de Chile, prefería gastar una fortuna en teléfono en vez de escribir sabiendo que mis cartas pasarían primero por el lápiz rojo de mi madre. Luego llegaron las computadoras que te corregían la ortografía, pero para ese entonces ya era demasiado tarde, desde hacía algunos años su mente no veía errores ortográficos, muchas veces quisiera saber que ven las personas con Alzheimer, quisiera convencerme que viven en un mundo feliz donde están tan ocupados que no tienen tiempo de conversar con el espacio cotidiano. Otras veces pienso que tal vez sufren pero trato de ignorar esas especulaciones para no angustiarme. Supongo que para algunos debe sonar extraño el que a pesar de trabajar en el Parlamento, la política estaba fuera de nuestras conversaciones diarias, pero era justamente por eso, mamá insistía en ser imparcial pues no deseaba que su trabajo se viera influenciado por su posición personal. Es así como aprendí a conocer a los diputados de una manera diferente, por los insultos o los chistes que sucedían durante las sesiones. Había un diputado llamado Jerez, creo que de la Democracia Cristiana, que hablaba muy rápido y los taquígrafos le decían: Jerez, una palabra cada tres. Palestro, un diputado socialista de grandes bigotes, los parlamentarios de derecha le gritaban “cállate bigote de columpio”. A pesar de las peleas, los tinteros (y una vez hasta un escupidero) volando entre los asientos de los parlamentarios que se ofuscaban fácilmente, para mí ir a la Cámara era algo especial, me vestía elegante con una chaquetita blanca de piel y mamá me presentaba orgullosa a todos los diputados y compañeros de trabajo, luego cuando entré a la universidad me aparecía con jeans y bototos. Muy revolucionaria podría ser pero no me iba a perder las onces con torta, pasteles y sanguchitos de jamón. Después de 1973, en el país hubo un receso democrático largo de 16 años, yo partí a otras tierras y aprendí a hablar inglés, no pude participar en la inauguración del nuevo parlamento en Valparaíso en 1990, ni mucho menos ir a tomar onces con los nuevos diputados, lo más probable es que si hubiera podido no habría ido pues para mí ya no era lo mismo, no estaba mi mamá ni el histórico edificio donde los mozos vestidos de librea blanca te servían tecito con leche. Tampoco estaba la pequeña laguna con cisnes, de los que, ~ 242 ~

en honor a la verdad, al final quedaban bien pocos pues antes del golpe de estado, durante una toma, los huelguistas con hambre se comieron algunos en una fogata que hicieron en medio del jardín. Pero prefiero quedarme en el romanticismo de la laguna con bellos cisnes blancos, y olvidar al olor a cisne asado que es bastante parecido al de los patos. Por supuesto que la mayoría de los diputados eran hombres, digo por supuesto no porque lo apruebe sino porque corrobora lo que nos enseña la historia sobre el machismo en la sociedad chilena. Sin embargo, la razón por la que yo salí feminista y me refiero a la feminista pura, que no busca excusas por no haber triunfado ni desea humillar a los hombres para sentirse mejor, no es por mis recuerdos de tanto hombre en el Parlamento sino por la fortaleza transmitida por mi madre. Nací y me crié con la imagen de una mujer que sin muchas palabras y toda acción, día a día me mostraba que las mujeres también podíamos tener un trabajo que nos permitiera ganar tanto y más que a los hombres. Debo decir con vergüenza que recién en mi vida adulta vine a descubrir la segregación y la falta de oportunidades que en general tenemos las mujeres en la mayoría de las sociedades, antes para mí no existía diferencia y actuaba en consecuencia con ello. Ahora sigo actuando con la misma seguridad aunque ya no ignoro el sufrimiento de muchas. Mi madre era hermosa, de ojos pardos, piernas largas y un pelo oscuro reflejado en la blancura de su piel, cada vez que ella subía al podio de los taquígrafos, se escuchaban los suspiros del público. Perlas, decía el artículo del periódico, y la fotografía mostraba a los diputados gateando para recolectar las perlas del collar de mamá que se había roto en el momento menos oportuno, si es que hay algún momento que sea oportuno para que a uno se le rompa un collar y desparrame cuentas por el piso. Yo no estaba en el edificio pero me enteré primero por ella cuando en la noche llegó contando la historia muerta de la risa, luego por el periódico. Como quisiera recordarla siempre así, con los hombres rendidos a sus pies y con esa mente clara, redactando los mamarrachos que decían algunos diputados, de tal manera que sin perder sentido el mensaje pudiera ser entendido por los lectores, pero no es así, la última vez que vi a Estercita, ella no usaba collar de perlas, y al verla frágil como una pequeña embarcación perdida en un mundo desconocido, sentí que la vida era ~ 243 ~

injusta, por qué ella que hacía puzles todos los días y que había trabajado en turnos de día y noche para mantenernos, tenía que terminar de esa manera, sin disfrutar a su familia: hijos, nietos y bisnietos. La volví a mirar recordando a la mujer coqueta, ahora perdida detrás de las canas y las manos arrugadas. Entonces supe lo que debía hacer, cerré el último cajón de la cómoda desistiendo de organizar las fotos. Ya viejita, ahora a ponerse bonita. Mamá me miró como si comprendiera, se dejó lavar y teñir el pelo del mismo color marrón oscuro que había usado por muchos años cada vez que iba a la peluquería, luego le pinté las uñas de un rosa suave, y para terminar, saqué de su joyero, el restaurado y hermoso collar de perlas de Mallorca que ella misma había comprado en España. Todos pensaban que mamá no comprendía, el Alzheimer es así, pero yo estoy segura que cuando sus ojos se encontraron con los míos, desde el fondo de su mirada surgió una sonrisa que solo comprendimos ella y yo.

Camila Reimers es una escritora canadiense de origen chileno residente en Canadá. Graduada de la Universidad de Chile y de la Universidad de British Columbia, es autora de tres novelas: Hijos de lava (2005), Tres lotos en un mar de fuego (2007), novela que alcanzó el tercer lugar en 2013 del libro más leído entre cuatro mil títulos de la Biblioteca Pública Digital en Chile. En 2012 apareció en versión inglesa. Su última novela, De conventos, cárceles y castillos acaba de ser publicada por la Editorial Lugar Común (2014). Ha escrito numerosos cuentos en español e inglés, destacando las colecciones Cuentos de autoamor y de autopistas (2009) y Chakra Number Eight: Tales of Humour and Soul (2010) en inglés. Su trabajo ha sido publicado en Canadá, Europa y América Latina. Cuentos suyos han sido incluidos en varias antologías, entre ellas, Retrato de Una Nube, Editorial Lugar Común, Canadá 2008, Borealis, Verbum Veritas/La Cita Trunca, Ottawa, Las Imposturas de Eros, Editorial Lugar Común, Canadá 2009. Es cofundadora de la editorial Qantati Junior, especializada en literatura infantil y juvenil. Es también autora de cuentos infantiles. Locutora de radio CHIN Ottawa 97.9 FM a cargo del único programa infantil en español ofrecido a la comunidad. En 2013 ganó el premio CEMA (Canadian Ethnic Media Association) al mejor programa radial étnico ofrecido en Canadá. En 2014 fue seleccionada para un proyecto auspiciado por la UNESCO que publicará los ocho mejores cuentos infantiles recibidos a través de cuatro años para el concurso Rainbow Caterpillar Kid Lit Award y su lanzamiento será en febrero 2015 para el Día internacional de la lengua materna. www.qantatijunior.com www.qantatiliterario.com --Regresar al Índice ~ 244 ~

III

ENSAYO

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ALEJANDRO SARAVIA

EN TORNO AL CUENTO NEOCANADIENSE

I No voy a definir un cuento más allá de señalar lo obvio: que es un relato o una narración que puede ser corta y que puede corresponder a una diversidad de géneros que no necesariamente se excluyen. Caperucita Roja es, a la vez, un cuento infantil y de horror. Puede ser leído desde el registro de lo fantástico, desde una perspectiva feminista o también desde las categorías del psicoanálisis, que detectarán en él latentes fantasmas sexuales. El cuento vive dentro y fuera del discurso literario. El intuirlo, el recordarlo, el inventarlo o escribirlo, al igual que su narración oral, su interpretación o su lectura, son actos creativos que lo construyen y reconstruyen. El cuento habita en casi todo ser humano consciente de su propia existencia. Es su propia narrativa, más de lo que puede ser la poesía. Y todo ser humano habita un cuento, o una serie de cuentos que lo forman como ser social y que a la vez hacen parte de los signos narrativos de intercambio y circulación en su contexto físico y cultural. Es decir que como definición identitaria somos una narración –o suma de registros narrativos– en constante transformación. Pero no se trata de una narrativa que diegéticamente fluye en una continuidad sin alteraciones de un punto A hacia un punto B, sino que ese macrorrelato de lo que asumimos que somos se organiza intuitivamente en unidades de sentido, es decir, en relatos o cuentos que tienen un principio, un medio y un desenlace: la primera bicicleta, un viaje a la playa, el primer día en la escuela, lo que sucedió la vez en que abrimos una botella de vino, o lo que pasó el día que llegamos a Canadá. ~ 247 ~

A nuestra cultura, en la que el cuento vive y se reproduce, se la llama arbitrariamente “occidental” cuando en realidad es una cultura macrófaga. Lo mejor de la literatura española, personificada en la obra de Cervantes, tiene a su vez origen persa e islámico en los relatos de Abdalá Benalmocaffa, Calila y Dimna, que se remontan al siglo VIII. En esta América, el cuento se ha formado a partir de fuentes indígenas como europeas. El castellano, que con el tiempo se transformará en nuestra lengua, nuestro español americano, pone pie en esta geografía al acabar el siglo XV con toda la soberbia, toda la fe, toda su justificación escudada en uno de los mayores cuentos contados en las Américas: el cuento de la Biblia, suma de narraciones cortas originadas en el Cercano Oriente. Un cuento que se glosa continuamente, que se repite, que se deleita y se tortura, repitiéndose al infinito en sus propias variaciones e interpretaciones. Libro de cuentos, en la Biblia un rey, David, poseído por la más grande lujuria y rompiendo las leyes divinas, se hará dueño de una mujer casada, Betsabé y enviará al marido, Urías, al muere, como el general Quiroga. En aquel primer libro de cuentos que llega a las Américas la imaginación se suelta por los senderos de lo fantástico: del cielo bajan cuatro jinetes mientras el mundo se quiebra y cae en su propia ruina en medio de marejadas, fuego, pestes y terremotos. En él juegan dios y el diablo con el destino de Job, como quien juega o apuesta una moneda a los dados. Y al principio de todo, la llave que abre ese río de cuentos es una mujer que ofrece una manzana, ¿o es más bien el cuento de un hombre que un día tiene hambre y decide comer una fruta? Por causa de ese libro se juntaron, como hembro y macha, tras una lucha violenta por apropiarse del sentido de la realidad –o de las herramientas para su construcción-, el logocentrismo europeo y el fonocentrismo originario. Así se odian y se unen los cuentos orales que ya existían en las Américas con los que llegaron inscritos en esa Biblia que el dominico Vicente de Valverde le muestra a Atahuallpa en aquel amargo momento en Cajamarca en 1532, el día en que sucumbe el mayor aparato estatal indígena en América del Sur. ~ 248 ~

Los cuentos de la Biblia, sus formas narrativas breves y múltiples se fundirán, se harán uno con los relatos indígenas. Así, el dios cristiano se hace carne en Pachacamac, la diosa Mama Quilla se convierte en la Virgen María. Así, los indígenas chiriguanos tendrán también su versión del diluvio infinito; la canasta que lleva por el Nilo a Moisés coincidirá en algunos aspectos con la historia del dios andino Thunupa, a cuyo paso se abren las aguas, formando el río Desaguadero, el que lleva de las tierras de los aymaras a la de los urus. Para ilustrar la pervivencia de esta unión del mundo indígena y el mundo europeo, mediado por la escritura, bastan tres textos: el drama quechua Ollantay y los cuentos Chac Mool, de Carlos Fuentes, y La noche boca arriba, de Julio Cortázar.

II Uno de los rasgos del nuevo canadiense es que sabe un cuento: el que lo trae del lugar que viene o el que aprendió en Canadá, esta vez en otra(s) lengua(s). Todas las declaraciones de refugio e inmigración son relatos que pueden ser breves, en algunas circunstancias más ingeniosos que otros. Otro aspecto que propicia la posibilidad del cuento neocanadiense es la natural curiosidad del lugareño ante el afuereño; la del canadiense ante quien llega de lejos ese otro: ¿es verdad que hay mosquitos del tamaño de un pájaro en los llanos venezolanos?, ¿es verdad que se comen las hormigas asadas en Colombia?, ¿es verdad que hay hombres pájaro en Oaxaca? Después de la poesía, el cuento es el mejor amigo del neocanadiense. El inmigrante que decide escribir en Canadá se enfrenta a dos problemas mayores: uno es la disponibilidad de tiempo, ya que quien llega tiene ante sí la tarea mayor de construir en el menor tiempo posible todas las redes laborales y sociales necesarias a la supervivencia, redes que a un canadiense nacido en el país le ha tomado toda una vida establecerlas. En este contexto, escribir es un lujo, un afán generoso a medio camino entre el romanticismo y el suicidio económico. No falta quien escribe motivado ~ 249 ~

por la obcecada ambición de alcanzar fama y fortuna, practicando el autobombo sin medida ni clemencia, lo cual acaba proveyendo, en el mejor de los casos, cinco minutos de fama. Nada traiciona más a la escritura que hacerlo por razones que no corresponden a la literatura. Escribir como principal actividad es posible, a condición de que uno esté dispuesto a (sobre)vivir con un presupuesto mínimo. No hay un solo autor latino-canadiense que viva confortablemente de su pluma literaria. Inclusive, son muy pocos los autores anglófonos o francófonos canadiense que viven exclusivamente de la literatura. Por esta razón, la práctica de la escritura por los y las latino-canadienses es esporádica, sujeta a los horarios de trabajo, a las disponibilidades de tiempo. Solo es posible escribir durante aquellas horas que se arrancan al sueño, en las madrugadas de invierno escuchando el escándalo del viento sobre el hielo y la nieve, en las húmedas noches de verano cuando los niños ya están dormidos. En estas condiciones, lo que más se produce es poesía. Le sigue el cuento, que requiere más tiempo y una mayor continuidad en la reflexión de los temas. Escribir novelas es, para un inmigrante, un lujo casi proustiano. Por otro lado, la producción literaria en estos tres géneros corre paralela al tiempo de vida transcurrido en Canadá: cuanto más tiempo ha vivido un autor latinocanadiense en el país, más tiempo dispone para escribir, relativamente. El segundo problema, que es más bien un dilema, consiste en determinar en qué lengua se ha de escribir. Esto dando por descontado que el potencial autor latino-canadiense, como inmigrante fiel a la Constitución y el principio de las dos lenguas oficiales del nuevo país, domina nabokovianamente no solo el inglés sino también el francés. Ya en los países de América Latina, la franja de población interesada de forma dinámica y constante en la literatura es pequeña. Dentro de la inmigración, esa franja es todavía más reducida. Basta acudir a la presentación de un libro escrito en español por un autor latino-canadiense o a una lectura hecha por éste para darse cuenta de que en Canadá los gatos ~ 250 ~

amantes de la literatura son, efectivamente, cuatro. Una posible alternativa es que, sin renunciar a su primera lengua, el cuento, es decir la escritura latino-canadiense, deberá salir al encuentro del inglés y el francés y apropiarse de esos registros lingüísticos. El resultado será una necesaria resemantización del espacio y la literatura canadiense. Y el cuento es una de las posibilidades más vitales y atractivas para la realización de este proyecto.

Alejandro Saravia. Nació en Cochabamba, Bolivia. Desde 1986 vive en la provincia canadiense de Quebec., donde trabaja como periodista. Con el apoyo de las editoriales Artifact Press, de Toronto y La Enana Blanca de Montreal, ha publicado la novela Rojo, amarillo y verde (2003), Lettres de Nootka (2008) y los textos de poesía Habitante del décimo territorio (2000), Oilixes helizados (1998), Jaguar con corazón en la mano (2010). También publicó Ejercicio de serpientes (1994) y La brújula desencadenada (1996) en la Editorial Hispanos de Toronto. Entre sus últimas publicaciones figuran Cuarenta momentos chilenos (2013) y L’homme polyphonique (2014). Sus textos aparecieron en algunas revistas y periódicos de Canadá y Estados Unidos, como Quiebre, Tinta y Sombra, Mapalé, Alter Vox, The Fourth River y Cactus Heart. Actualmente hace parte del colectivo de la revista de narrativa, ensayo y poesía hispanocanadiense The Apostles Review en Montreal. --Regresar al Índice

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FERNANDO VEAS

EL ÁNGEL DE LA HISTORIA Y LAS PALABRAS DE LA TRIBU EN LA POESÍA DE JOSÉ R. VARELA

En este artículo comentaré el volumen de poemas: En celebración del pesimismo bajo los auspicios de Monsieur de Chamfort de José R. Varela Muñoz, por aparecer en Viña del Mar: Ediciones Altazor. He trabajado con una pre-publicación que el autor me enviara en 1999. La poesía de Varela desmitifica ciertas convenciones; de ella se desprende que la única certeza que poseemos de la realidad del mañana, de un futuro que creímos posible sea la que nos permite pensar el realismo objetivo. Pesimismo, es término menospreciado y combatido por los que, hasta hoy, no han logrado convencernos que el optimismo sea la alternativa, sobre todo, cuando reside en simples convicciones ideológicas o triunfalistas. Creo también discernir en estos poemas lo que algunos autores logran: ir más allá de todo lo que se predica como quehacer literario y que, en puridad, no ha hecho más que entorpecerlo: las ideologías que pasan. El poeta es su primer lector y, si no teme ir hasta el lado sombrío de sí mismo y de la vida, podrá descubrir lo que siempre ha estado ahí y aprender el duro oficio de vivir. Si no leemos en el aire; tampoco el poeta es adánico de escritura; viene a nosotros con sus experiencias y nosotros vamos a él, como podemos, con las nuestras, pero debemos tratar de seguir su palabra aunque no estemos siempre de acuerdo con él. Varela en su “Introducción…” nos habla de la época de Chamfort: la revolución francesa, las pugnas, el terror, la desilusión. Luego, en 41 poemas, hilvana su concepción de la vida, de sus valores y de la historia. S. Beckett adaptó, en el estilo de los Limerick, ocho máximas de Chamfort. Varela redujo algunas a lo esencial y luego versificó agregando elementos de

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su cosecha con un cierto apicaramiento en una visión personal realista… o pesimista de nuestro tiempo. Esta modalidad es tradición literaria, como las escrituras imitativas, expansiones, transformaciones transtextuales, inter, o hiper, en fin…reescritura, recreación, a partir de textos, breves o no, largamente estudiadas por Genette. El autor nos dice: “¿Dónde termina el talento de Chamfort y comienza la osadía de Varela?, esa es una tarea que dejo para el lector suficientemente interesado como para emprenderla”. No es tanto trabajo encontrar las máximas “transformadas” entre las 1340 de Chamfort, pero, como él, dejamos eso al lector que sabrá apreciar el envío a una fuente “real” contrariamente a tanta “bibliografía” borgiana. Esta forma está emparentada con los aforismos, el adagio, la sentencia y aun con el proverbio y comparte con ellos un carácter moral. En la tradición francesa podemos citar a Jean de La Bruyère (1645-1696), Francois de La Rochefoucauld (1633-1680), Blaise Pascal (1623-1662) y Vauvenargues, (Louis de Clapiers, marquis de) (1715-1747). Las máximas de Chamfort no siguen los derroteros de los autores franceses citados, a excepción de Pascal. Varela rescata ese sentido moral y suscita un estado de ánimo adecuado a la lectura. Varela seleccionó “… a medida que las leía (las máximas) y encontraba algunas aplicables a nuestras circunstancias, las fui marcando”. Los poemas, en lo personal y en su proyección, asumen una responsabilidad y por otro lado: “nuestras circunstancias”, da volumen a su obra. Esa alusión deja de ser sibilina si recordamos su primer libro: La subversión de los discursos rituales y Supermán nos habla desde el polo norte (1994), que termina diciendo: ¡Oh, época mudable y sin fisuras En que Habituados a verlo y oírlo todo Sentados frente al telar de luz Hemos perdido las papilas del escándalo Y saludamos las más grandes abyecciones ~ 253 ~

Con un encogimiento de hombros Y un meneo de cabeza! ¡Oh, amargura de los desengaños colectivos Cuando vienen en el envoltorio De las crisis personales! La desilusión y el pesimismo han estado presentes desde siempre en el pensamiento filosófico y en la literatura desde la Antigüedad. Maquiavelo, constata que el ser humano está lleno de egoísmos, defectos y de intereses de casta y de grupos. En el siglo XVIII, uno de los textos escritos para contrarrestar el pesimismo, fue la Teodicea de Leibniz. Si Schopenhauer ha sido calificado de rey del pesimismo, el realismo y objetividad del pensamiento no pueden estar ausentes en una reflexión: el voluntarismo político y social son buenos propósitos pero no solucionan los problemas. Muchos escritores han sido calificados de pesimistas por diferentes razones: Lichtenstein, autor cuya densidad de pensamiento rompe los límites entre filosofía y poesía; Levi, Pessoa, Cioran, Pavese, son los más conocidos. La reflexión plasma obras decisivas de Leopardi, Rilke, Celan, Eliot, Borges, Ungaretti. No sé si Varela leyó a Leopardi; varios de sus poemas y prosas coinciden con el realismo lúcido del poeta italiano, por ejemplo: El retamo, El Diálogo entre Tristán y un amigo y Diálogo de Tinandro y de Eleandro. A Varela lo impresionó mucho la lectura de Heisenberg y eso está en sus poemas, en sus objetivas constataciones, en las sentencias, opiniones y consejos: nuestra opinión de la realidad depende de cómo la miramos y, su corolario: la imposibilidad de un conocimiento exacto. La teoría de la indeterminación marca el pensamiento moderno al que no fueron ajenos los poetas y que ya encontramos en Hölderlin y Blake. En este mundo en crisis permanente, la negación de meta o finalidad de la existencia tal vez lleva a algunos, a la búsqueda o invención de la esperanza. Eso supone un arduo trabajo: los poetas deben conformarse a la ~ 254 ~

contingencia del ser humano y buscar en la poesía un instante que les permita coger el inasible mundo pero sienten, al mismo tiempo, la imposibilidad, la ilusión de conocer y de dominar la realidad y terminan por aceptar su aleatoria presencia. En varios poemas de Varela el humor reconforta de inevitables y dolorosas constataciones, por eso, compartimos la expresión: “el humor es la cortesía de la desesperación”. El primer poema evidencia ya ese temple: El álgebra gélida, cuyos algoritmos macularon la perfecta superficie de la nada, fortuitamente genera perturbadores simulacros de piedad. Así: cuando, Junto con privarnos De las densas resinas Que nos aceleraban el pulso y Encendían la mirada, nos expone al pleno invierno de la razón, no deja pasar mucho tiempo antes de echarnos al fuego con las otras hierbecillas del campo Hay un extrañamiento porque el hablante no dice yo, no se refiere a sí mismo es como si hablara de otro o de otros. Esta poesía implica un giro en la propia consideración; una aceptación de la condición humana y, en ese sentido, los poemas hasta el último, son esa palabra que no nos hace habitar la poesía, sino la vida, como podamos, ya que el ser humano debe luchar contra tantas cosas que, como el poeta sólo podrá decir: “¿triunfos? …más bien sobrevivencia”. Todo poema puede hallar eco en nosotros si nos toca, si no, será desperdicio o insuficiencia. Y no habremos descubierto lo que hay de inmodificable en nuestro quehacer condicionado. Por eso, estamos ante una poesía en la que el hombre se asume sin dis-traerse en este mercado de ~ 255 ~

consuelos que es la vida actual con tantas ilusiones de libertad que nos adormecen. En estos poemas no hay concesiones a la vida ni a la experiencia propia. El hablante asume su existencia y quehacer con dignidad, independiente del poder: “los inconvenientes a que lo exponía la falta de trato con los poderosos quedaban más que compensados por la bendición de tenerlos lejos” y eso, porque: “Si nunca aceptamos a los otros como fuente de nuestro honor, tampoco podrán nunca humillarnos con sus desdenes” . El hombre debe asumir la vida, sin transar, asumir sin trucos, pero también sin pensar que el saber: pobre, engañoso, aunque bello, podrá paliar su estado. Marcio nada sacas con maldecir a la imprevisión o a los hados si solo se puede aprender de la vida a soportar la vida Visión objetiva del ser humano y de la vida como una carga. “Vivir es una enfermedad de la cual nos alivia el sueño cada dieciséis horas”. El hombre se asusta incluso de sus pulsiones naturales; al querer limitarlas se sepulta con ellas. Los que reniegan de sus pasiones no las reconocen como instancias breves, pasajeras; no será mejor ni vivirá con sentido. Los engaños son inútiles: ficción o sinsentidos, como la vida. “¡Desdichados tiempos aquestos ~ 256 ~

en que nesuno resiste la moral que le dictan sus puercas hormonas!” y “Digan lo que digan los hombres de sus acciones, la inmensa mayoría cabe en el estrecho resquicio que se abre entre el miedo y el deseo” Las creencias que sirven para soportar su vida y la historia son desmentidas por la experiencia; constata la precariedad del hombre y la de un saber optimista que estima que la vida tiene una finalidad porque no es más que una consolación que no cambia nada. Si hay un Dios: “Alquimista”, se parecerá más al de Borges, imperdonable, porque “…ello no lo excusaría de haber hecho de la vida, algo más feroz y temible que la muerte,” Si el hombre se retira ante la vida bien puede retroceder ante los hombres y evitarse malos ratos inútiles, esto, dicho a lo Javier Solís y Borges. Atormentado, fatigado por su propia sensibilidad, el hombre debe eliminar lo lastimado de su espíritu y vivir día a día, olvidar mucho, si no, acelera la descomposición La experiencia del vivir le muestra su ignorancia y pretensión; la real dimensión de su conocimiento, pobre, sobre la vida. “Rencoroso, se desquita pensando que, después de todo aquellos viejos ya habían leído ese libro del cual, a él, todavía le restan algunas páginas.” ~ 257 ~

Por eso también, debe protegerse; la experiencia y la desilusión se traducen en disimulo. Máscaras que no usó pero que debería utilizar para soportar lo que sigue viniendo. Acepta que los anhelos y creencias son ahora cenizas de una repetida historia jamás cumplida: “Cuando la gran prostituta a la que apodamos “Prudencia” lo obligó nuevamente a callar, divisó contra el amanecer azulenco y neblinoso los esqueletos chamuscados de los fuegos artificiales agitándose bajo la brisa de ese mismo Año Nuevo en cuyo nombre se habían inmolado.” . Por eso, lamenta su falta de decisión, o silencios falsamente disciplinados: “La rigidez de sus movimientos es fiel trasunto del lodo petrificado en que, después de incruentas descargas de frustración y furia, se convirtieron en su cerebro todos esos planes, ideas, dulces confidencias críticas y exhortaciones, que nunca vieron la luz.”

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Manifiesta su desconfianza en la amistad y los hombres por conocimiento de sus limitaciones y falta de ética. Rechaza el amor eterno más allá de la muerte: el hombre debe liberarse del recuerdo del amor. Hay que poner atención porque la ingenuidad es estupidez cuando el engaño es grueso. El autoengaño es otra peligrosa inclinación. Pero este hablante no es nihilista, olímpico ni pleno de magnanimidad, más bien la reclama para sí: “…tampoco se juzga a un hombre por lo que dice o hace cuando manotea entre el vino y la desesperación”. El saber es bello, pero engañoso porque imposible; no remedia nada, no logra evitar las racionalizaciones ni las ideologías, o las doctrinas. La mentira del proceso social se aprecia en las limitaciones impuestas para que el hombre no se sacuda las taras de esa sociedad: “En el mismo siglo en que los “filósofos” han decretado que “todo está en cuestión,” inexorable crece la lista de aquellas cosas de las cuales no se puede hablar”. Círculo de la vida y fallido intento del hombre de resolverla; quien crea que: “la triste falta de trascendencia es sinónimo de libertad”, estará incurriendo en el error de suponer que podemos sobrepasar la realidad. Los poemas de Varela se articulan en un lenguaje conciso, con un ritmo de sostenida evocación de la realidad oculta por las rutinas y concepciones de temáticas y valores recurrentes que son examinados por una mirada muchas veces glacial y otras con humor: “Marcio, la impudicia de tus últimas acciones ha terminado por convencerme ~ 259 ~

de que, después de cortarle el pelo a Sansón, intentarías venderle una peluca.” Es un tono lúcido, sin concesiones a la retórica ideológica hasta hoy al uso y ataca tópicos manoseados sobre los que ciertos escritores, divagan y nos abruman con un número aplastante de páginas. Esta poesía es un viaje, con enunciaciones y apelaciones, diálogo a veces angustiado; un desligamiento, un acto de libertad por sendas tabúes para muchos; iluminadoras si prestamos atención a la realidad y a nuestro ser. Poesía que, con un reversión de respiración, para decirlo con Celan, puede variar, o invertir, el sentido que creíamos, tenían nuestras vidas. Varela me ha hecho recordar una frase de San Juan de la Cruz que debiera alentar más que atemorizar a los poetas: “…el que va sabiendo más particularidades en un oficio o arte, siempre va a oscuras, no por su saber primero, porque si aquél no dejase atrás nunca saldría dél ni aprovecharía en más” Varela quiso afrontar la vida y la muerte en un balance íntimo. Su poesía es autoindagación, atenuada por el pudor, distanciada, para eliminar el yo hasta donde eso es posible. Debemos apreciar esa valentía de equilibrar la desesperanza, porque tal vez sea ésa la manera de re-conocernos. Trató de ordenar lo que la historia le entregó y lo que logró. Su poesía es pugna interior dramática de la cual podemos rescatar lo que aún está vivo en nuestra realidad. Tal vez no prepara una tierra futura pero sí la asunción de nuestro ser hombres por ese valor de mirarse en profundidad en el tiempo. Este libro de Varela es diferente a muchos escritos en el exilio. En cuanto a su posible relación con la poesía chilena de estos últimos 40 años…no oso pronunciarme. Desencanto personal subtitulado: reescritura de Canto General de Pablo Neruda encuentra un antecedente en algunos textos de Nicanor Parra y otros. Varela me parece más cercano a Eliot, a Kafka, a

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ciertos poemas de Borges y de las ineludibles Residencias de Neruda, como de otros ya citados. Rescatar para una tendencia o hacer entrar en una línea estos poemas será tal vez ineludible para algunos. Como siempre, los lectores decidirán y, tal vez, muchos desencantados, o no, estarán dispuestos a retomar, de otra manera, en circunstancias más favorables, una lucha que consideran aplazada. L. Fernando Veas Mercado, Gatineau, abril 2014 L. Fernando Veas Mercado. Profesor de Estado por la Universidad de Chile; Master of Arts y Ph. D., por la Universidad Laval, de Quebec. Ejerció la docencia en la Universidad de Chile, Valparaíso, desde 1966 a 1973 como profesor de literatura chilena e Hispanoamericana; en la Universidad Laval (1974 – 1981); en la Universidad de Ottawa (1982 – 1987) y en la Universidad de Carleton (1981 – 2000). En estas dos últimas dio también cursos sobre literatura española. Ha publicado artículos en revistas de Chile, USA, Canadá, México y Perú sobre teoría literaria, poesía, teatro, y novela hispanoamericana. Publicó Los cuentos de Juan Rulfo y tiene inédito un libro sobre Canto General. Desde el 2000 dio cursos en Eseca UNAM sobre cuento hispanoamericano, escritura creativa, Don Quijote, Mario Vargas Llosa, Pablo Neruda, Juan Rulfo, Carlos Fuentes; La novela de la revolución mexicana y la de la dictadura. Ha dado conferencias sobre autores hispanoamericanos y presentado libros de escritores de Ottawa. Ha participado en foros, mesas redondas y simposios en congresos nacionales e internacionales. Le interesan especialmente la poesía, la novela, la teoría literaria, la historiografía, la filosofía del lenguaje y la historia de la ideas. --Regresar al Índice

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