Literatura africana.docx

May 24, 2017 | Autor: Xhail Tenorio | Categoria: Poscolonialismo
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Tenorio Gutiérrez Diego Xhail
Colegio de Letras Italianas, UNAM
Un acercamiento a las diferentes clausuras de los personajes femeninos en cuatro cuentos de literaturas africanas
El colonialismo europeo, que tuvo como principales colonizadores a Gran Bretaña, Portugal y Francia, durante y después de su estadía en los países africanos que ocuparon, dio pauta a una creación de literatura llamada "poscolonial", que se entiende como el término que abarca a todas las culturas afectadas por el proceso imperial desde su colonización hasta nuestros días. Dentro de esta nueva literatura (o podríamos mejor decir nuevas literaturas) encontraremos diferentes tópicas y personajes, como los personajes femeninos; es por eso que en este ensayo se tratará la situación de diferentes personajes femeninos y la manera en la que sufren diferentes tipos de clausuras. Los textos que se usarán serán "Todo cuenta" de Ama Ata Aidoo, "La profetisa" de Assia Dejbar, "Rosita, hasta morir" de Luis Bernardo Honwana y "Resplandeciente estrella fugaz" de Gabriella Ghermandi.
Los personajes femeninos en estos textos funcionan como una representación de las mujeres africanas en la vida real. Así como sus correspondientes literarios, la mujer africana se ve limitada en muchos sentidos: "The woman was mainly conceived of as 'mother' or 'erotic lover'. The 'mother' stereotype leads to the limiting of a woman's potential in society". El ser madre o amante se vuelven la única manera de ver a la mujer africana, lo que la limita a convertirse en algo más, como ser escritora. Por lo que la mujer africana escritora en sus textos con personajes femeninos mostrará su forma de ver la vida de sus personajes femeninos y las restricciones que tendrán: sociales, económicas, físicas e incluso individuales.
Como primer cuento tenemos "Todo cuenta" de Ama Ata Aidoo y como clausuras tendremos la social y la individual. La protagonista comienza hablando de la problemática de ambos tipos de belleza: la de la mujer blanca y la de la mujer negra: "Que era mucho más fácil para ellos hablar acerca de la belleza de ser una misma. No esforzarse para parecerse a las muchachas blancas. No alisarse el pelo. Y sobre todo, no usar peluca". Encontramos una primera muestra de la clausura social a través de los estándares de belleza que han permeado en el pensamiento del lugar donde vive el personaje. La gente no tendría por qué aceptar la similitud con la belleza de la mujer blanca: no hay que alisarse el pelo, no hay que parecerse a ellas, no hay que usar pelucas. La peluca, un elemento extraño para esa cultura, también está prohibida, mientras para las mujeres blancas podría parecer algo indispensable.
La protagonista no entiende lo que ve ni la importancia que tiene ese objeto para le conformación de la belleza, pero no quiere preguntar para no parecer más negra: frente a ella tenemos ese elemento nimio que es la peluca: "Desde las azafatas hasta las mecanógrafas de nivel tres en las oficinas, simplemente todas las muchachas llevaban pelucas". Éstas se vuelven un elemento recurrente para las mujeres blancas, algo que está formando parte de ellas. ¿Por qué sentirse afectada por cosas ajenas a su cultura? ¿La suya está siendo "invadida" por la del blanco? Trata de no darle importancia. En sus clases como maestra, sin embargo, esa presión social al ver a todas sus alumnas usando pelucas para seguir los estándares de belleza la afectará, no podrá mantener sus ojos lejos de las pelucas, lo cual la perjudica individualmente.
El tiempo pasará y el clímax llegará al ver un concurso de belleza. La clausura social se hace mucho más fuerte al ver que parte de la belleza de esas mujeres se constituía por un solo elemento:
Sólo recordaba, más tarde, que todas las concursantes habían usado pelucas, excepto una. La ganadora. La que tenía la piel más clara de todas. No, no llevaba peluca. Su pelo, de mulata, muy sencillamente, muy naturalmente, caía en una melena exuberante sobre sus hombros…
Corrió a su casa y al baño, donde vomitó, y lloró y lloró y vomitó durante lo que a ella le parecieron días.
¿Qué es lo que le provoca esa reacción? Es inevitable pensar que la protagonista ya estaba llena de ese pensamiento obligatorio de llevar la peluca, presionada por las mujeres que la usaban. Sin embargo, encontramos la clausura individual al ver que ella entra en contradicción: su cuerpo no soporta esa victoria de la mujer sin peluca, exhibiendo su belleza sin tomar en cuenta la norma dictada socialmente de la belleza. Vemos cómo la protagonista pasa por tres fases: el parecido rechazo, la influencia de la presencia de la peluca y la evidente división de ella misma; no concibe ya cuál es la verdadera belleza y una posible pregunta sobre cuál es la belleza más pura queda sin respuesta para ella.
En el cuento de "La profetisa" de Assia Dejbar tenemos un personaje femenino ahora con nombre: Sadjah. Ella es una profetisa importante para su pueblo, y encontramos un cambio dentro de esta perspectiva religiosa: a lo largo del tiempo habíamos conocido que los hombres eran los profetas, quienes transmitían la palabra sagrada, pero en ese caso es una mujer quien lo hace, aunque los demás la vean como una amenaza: "Así, de nuevo es una mujer la tempestad: ¡el cielo iba apenas a serenarse cuando, extrañamente para los hombres de Khalid, la amenaza de una libertad incontrolada se concreta en una mujer!" Una mujer libre, sin clausuras, es peligrosa para quien oprime. Sadjah tiene una fuerza inesperada para la sociedad (sobre todo masculina) y lo único que queda por hacer es callarla.
Más adelante, somos testigos de la fuerza que tiene el personaje al hacer que ese equilibrio social se balancee: "Sadjah provoca casi sin sospecharlo un desplazamiento del equilibrio en toda la península"; se convierte en una "súper mujer" al no estar dispuesta a ser enclaustrada y al demostrar que las limitaciones no existen para ella. Sadjah se sobrepone a las normas sociales de conservarse como una mujer de ese tiempo: sumisa, madre, ama de casa. Ella es la profetisa, es la mujer que rompe con lo establecido: "she wants power, wealth and status like the men".
Sin embargo, la clausura social masculina busca la forma de controlar a la mujer que salió de su dominio y eso es quitándole la cosa más preciada para ella: la voz. Como profetisa, ella era quién transmitía los mandatos que le eran comunicados, usando siempre la voz, su medio de comunicación oral. Los hombres se dan cuenta que no hay necesidad de matarla, sino que tienen que quitarle la oralidad, hacerla invisible al deshacerse de su habla al extraerle sus dientes: "-¡Mi elocuencia, mi voz seguirán estando aquí cuando tú seas polvo! -¡Tu voz! –replica–. Justamente no te quitaré la vida, ¡sino la voz!" Si las mujeres africanas son siempre las que han dominado la cultura oral de África, llámense trabajadores, cuentacuentos o cantantes, el hecho de haberle quitado la voz a Sadjah la priva y la enclaustra en la incapacidad de expresión que ha oprimido a las mujeres.
Pero no sólo le quitan la voz a la mujer, la memoria colectiva que representa para las demás personas, sino también sus manos: "Y miran: le han cortado las manos a la poetisa. Los muñones de brazos se arrastran chorreando sangre negra". Ni Sadjah ni los demás imaginaron que sería limitada por los hombres, pero lo es: al cortarle las manos también la privan de otro medio de expresión que sería el escrito. Se aseguran que la profetisa quede completamente incapacitada para poder comunicarse: el lenguaje se convierte una clausura indirecta a consecuencia de la clausura social masculina; la limitación lingüístico-comunicativa se crea a partir de la destrucción de los dos puentes de expresión de Sadjah, lo que deja al personaje estático e imposibilitado de seguir con la fuerza que tenía antes.
Podemos seguir así con la clausura lingüístico-comunicativa al hablar del cuento "Rosita, hasta morir" de Luís Bernardo Honwana. Aunque haya sido un hombre el autor de este cuento (los dos cuentos anteriores fueron escritos por mujeres), no influye en un sentido negativo a la creación del personaje femenino: es más, nos presenta una clave importante que es el uso del lenguaje. En este cuento podemos ver las dos caras del uso de la lengua que utilizará quien escribe la carta de Rosita: el empleo de un mal portugués y la inclusión de palabras de su lengua materna. La elección del lenguaje se vuelve algo difícil para el escriba, porque a través de ella comunicará los sentimientos de Rosita: "The choice of language and the use to which language is put is central to a people's definition of themselves in relation to their natural and social environment, indeed in relation to the entire universe". Esta manera de expresarse será la que define a quienes hacen uso de ella.
En la redacción de la carta encontraremos muchas faltas de ortografía por parte del escriba: la elección del portugués para comunicar lo que quiere Rosita se vuelve algo difícil ya que quien redacta no conoce en su totalidad la lengua lusófona. Los errores que cometerá no serán fortuitos porque representará a una sociedad entera que no está acostumbrada a ese tipo de comunicación, a esa lengua. Rosita será el personaje por el cual se dará a conocer esta falta de conocimiento del idioma: "Entons, ¿cómo está? Yo toy buena grasias con mi mamá que manda los saludo, está con enfermedad de la espalda de ella que le duele de noche con los sufrimiento de edad vanzado". Vemos que las limitantes son varias: la falta de correspondencia sintáctica y de concordancias se hace presente para subrayar de dónde proviene Rosita y el escriba: no son educados totalmente para poder expresarse como "deberían hacerlo"; sin embargo, tratan de llevar a cabo esta acción para que su voz se escuche.
Aunado a esta incapacidad de un correcto portugués, vemos palabras incluidas de la lengua materna del escriba y de Rosita. La mezcla de ambos crea un reconocimiento y un recuerdo de su cultura. Rosita, además de no hablar correctamente la lengua del colonizador, introducirá palabras ajenas a la misma, lo que le dará al personaje un sentido de mestizaje o de influencia sobre ella: "Yo hizo la machamba grande de maíz con frejoles, con mandoinha, con mapila". Rosita será una de tantas mujeres africanas que se mantendrán entre dos culturas a través de la lengua: la del colonizador y la del colonizado.

Para finalizar, tenemos la clausura del cuerpo que también se une a la social en el pequeño cuento "Resplandeciente estrella fugaz" de Gabriella Ghermandi. El personaje femenino lo vemos a través de los ojos de la voz narrativa. Tenemos a una mujer atractiva que aparece a los ojos de quien la observa, lo tienta con su belleza: "Africana, labios carnosos, cabello largo y negro, liso, postizo, lúcido como los de las muñecas que de pequeños regalaban a mi hermana para Navidad". Ese estímulo que encuentra la voz narrativa de la mujer lo resplandece, como dice el título. La mujer, llamada Carla, es una prostituta, una mujer que vive enclaustrada en el uso de su cuerpo por alguien ajeno, pero ella no rechaza a quien nos cuenta la historia.
Sin embargo, Carla desaparece. La persona que ha sido cautivada por ella no sabe dónde se encuentra, mas halla a otra mujer en lugar de Carla. Ella, como otras mujeres, desaparecen, se van, ya sea para buscar una mejor vida, raptadas por clientes o "desechadas" al ya no tener un cuerpo "útil". No son dueñas de su cuerpo en ningún sentido: su placer será condicionado al del cliente (no sabemos a ciencia cierta si sentirán placer al mantener relaciones con quienes pagan por ellas). Quien narra sabe que tal vez Carla perdió su protección, su cuerpo ante algo mayor que ella: "Llego frente a esa verja, y espontáneamente echo un ojo, para ver si estás, y como siempre un pensamiento '¿Dónde estás? ¿Dónde estarás? A donde terminan esas como tú cuando se vuelven mercancía usada… cuando no suscitan más interés'".
En conclusión, podemos ver reflejadas, a través de los cuentos presentados, las diferentes limitaciones que puede tener un personaje femenino, y por extensión una mujer, dentro de la sociedad: la clausura social le impedirá desarrollarse y ser integrada por la misma sociedad, al establecer diversas normas que la priven de ese intento de aceptación, como el caso de la mujer en el cuento de Ama Ata Aidoo: el uso de las pelucas, representantes de los estándares de belleza femenina, la llevará a una confusión por saber qué es realmente lo que vale la pena en cuanto mujer, y, sobre todo, mujer extranjera. Por otro lado, tenemos la clausura del cuerpo, individual, que estará muchas veces ligadas con la social: los personajes femeninos dejan de ser dueños de su cuerpo, de su mente, de sus acciones, para que los demás decidan su futuro: es el caso de Carla, del cuento de Ghermandi, que deja de ser quien decida totalmente en el manejo de su cuerpo al estar supeditada a lo que los clientes quieran del mismo; la influencia que tengan sobre su manera de pensar y actuar permeará también de modo que lo que hagan estará condicionado por las normas. Y otra de las clausuras es la lingüístico-comunicativa, que impide a quien la sufre de expresarse en su totalidad: Sadjah, por ejemplo, fue privada de sus medios de expresión para callarla, arrebatarle su instrumento (la voz) que la había vuelto más fuerte que la sociedad masculina; o Rosita, un caso que representa a buena parte la cultura colonizada, al hacer uso de la lengua del colonizado, pero con desconocimiento de su correcto empleo, o la añadidura de palabras de su lengua de origen que desequilibrarán el otro idioma. Estos personajes serán, entonces, una representación de las limitaciones (clausuras) que tanto las mujeres en estos textos literarios, como las que se encuentran en nuestra realidad, sufren y buscan superar, pero por el dominio que pesa sobre ellas puede que no lo logren.

Bibliografía:
Aidoo, Ama Ata, "Todo cuenta". Trad. de Marina Fe, en Charlotte Broad (coord.), Todos cuentan: narrativa africana contemporánea (1960-2003). Tomo I. México, UNAM, 2012, pp. 177-186.
Ashcroft, Bill et al. (ed.), The Empire Writes Back. Theory and practice in post-colonial literatures. 2nd edition. London-New York, 2002.
Dejbar, Assia, "La profetisa", en Laura López Morales (comp.), Literatura francófona: III. África. Comp., notas y trad. de Laura López Morales. México, FCE, 1997, pp. 153-165.
Ghermandi, Gabriella, "Fulgida stella cadente", http://www.gabriella-ghermandi.it/ ?qq=scrittura:fulgida_stella_cadente, consultado el 22 de mayo de 2016.
Mugo, Micere, "The Woman Artist in Africa Today: A Critical Commentary", en Leonard A. Podis, Yakubo Saaka (ed.), Challenging Hierarchies. Issues and Themes in Colonial and Postcolonial African Literature. New York, Peter Lang, 1998.
Ogundipe-Leslie, Molara, "The Female Writer and Her Commitment", en Eldred Durosimi Jones et al. (ed.), Women in African Literature Today. London, James Currey, 1987, pp. 5-13.
Thiong'o, Ngũgĩ wa, Decolonising the mind. The Politics of Language in African Literature. London, James Currey, 1986.




Bill Ashcroft et al. (ed.), The Empire Writes Back, p. 2.
Por clausuras me refiero a diferentes formas de limitantes que podemos encontrar en un texto y que pueden aplicarse a los personajes, por ejemplo: clausuras físicas (lugares), clausuras sociales (normas) o clausuras mentales o religiosas.
Molara Ogundipe-Leslie, "The Female Writer and Her Commitment", en Eldred Durosimi Jones et al. (ed.), Women in African Literature Today, p. 6.
Ama Ata Aidoo, "Todo cuenta", en Charlotte Broad (coord.), Todos cuentan: narrativa africana contemporánea (1960-2003), p. 179.
Ibidem, p. 182.
Ibidem, p. 186.
Assia Dejbar, "La profetisa", en Laura López Morales, Literatura francófona: III. África, p. 154.
Ibidem, p. 156.
Molara Ogundipe-Leslie, op. cit., p. 7.
Assia Dejbar, op. cit., p. 163.
Micere Mugo, "The Woman Artist in Africa Today: A Critical Commentary", in Leonard A. Podis, Yakubo Saaka (ed.), Challenging Hierarchies, p. 47.
Assia Dejbar, op. cit., p. 164.
Ngũgĩ wa Thiong'o, Decolonising the mind, p. 4.
Luís Bernardo Honwana, "Rosita, hasta morir", p. 1.
La traducción del título y de las citas es mía.
Gabriella Ghermandi, "Fulgida stella cadente".
Idem.



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