LOS PRIMEROS SERRANOS

July 24, 2017 | Autor: J. Simón García | Categoria: Prehistoric Archaeology
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PATRIMONIO

Neandertal adulto frente a individuo infantil de Homo sapiens.

J.L. Simón / Universidad de Alicante

rituales funerarios encontrados en las fosas de las cuevas que habitaron. Tenían un mundo de mitos que les permitiría explicar las fuerzas de la naturaleza que les rodeaba y un lugar a donde ir tras la muerte. Su esperanza de vida era muy corta, con una alta mortandad de los individuos infantiles, y apenas llegaban a la treintena de años, Tenían que afrontar, especialmente en las tareas de caza, múltiples peligros, como lo muestran las habituales fracturas de huesos, posteriormente curadas, lo que nos indica el uso de plantas medicinales y el cuidado de los enfermos y ancianos por el resto del grupo. Se vestían con pieles y gustaban de adornos, especialmente conchas que encontraban a las orillas del mar, que posteriormente pintaban para colgárselas al cuello, por lo que es muy posible que adornasen su cuerpo con pinturas, obtenidas del carbón, el ocre y otros minerales naturales. Por motivos que están por consensuar por la comunidad científica, hace unos 30.000 años desaparecieron, se extinguieron. Nuestra especie convivió en la Península Ibérica con ellos durante varios milenios, lo que plantea varias cuestiones muy interesantes, como el tipo de relación tuvimos con ellos, que papeles pudimos jugar en su desaparición y si tuvimos descendientes comunes, a parte de otras cuestiones como si tuvieron capacidad artística en los últimos milenios de su existencia. Lo cierto es que muchos de los abrigos y las cuevas que los neandertales ocuparon en la Sierra del Segura, fueron posteriormente ocupados por nuestros antepasados, los Homo sapiens, seguramente buscado los mismos cazaderos y lugares de aprovisionamiento de alimentos que miles de años antes estos primos de la evolución humana nos precedieron.

Los primeros serranos

¿Quienes fueron los primeros habitantes de la Sierra del Segura?. Es una pregunta difícil de contestar con seguridad, especialmente por la falta de estudios arqueológicos que nos permitan disponer de las pruebas científicas para dar cumplida respuesta a la cuestión. Pero hay algo seguro, nosotros, o mejor dicho nuestra especie, los Homo Sapiens, seguro que no fuimos los primeros en habitar los valles y las cumbres de la sierra. Por los restos documentados en varios lugares, podemos por el momento considerar que fueron los Neandertales los primeros habitantes. No se han encontrado por el momento restos óseos de su presencia, con toda seguridad por la falta de excavaciones arqueológicas y proyectos científicos, pero con total seguridad sabemos de su presencia por los restos que dejaron en sus campamentos temporales, especialmente en la cuenca del río Mundo, donde habitaron cuevas, abrigos y en determinadas épocas del año campamentos al aire libre. Se trata generalmente de restos de instrumentos realizados en sílex, conocido popularmente como pedernal, y que tan importante papel tuvo para nuestros abuelos para encender fuego en el campo, cuando las cerillas no eran muy habituales. Normalmente, se trata de lascas que poseen un filo cortante, y el otro romo mediante talla, que permite usarlo como cuchillo de mano para todo tipo de actividades, como cortar y afilar ramas, manipular cortezas de árboles o pieles de animales y cazar y despiezar a las presas abatidas para la alimentación del grupo. No desaprovechaban la oportunidad de aprovechar el cadáver de un animal abatido por lobos o por otros depredadores de la sierra y eran oportunistas para poder alimentar a los miembros del

grupo. Por tanto, no tememos por el momento datos directos de su presencia, pero si huellas de su paso y de sus actividades en el territorio. Por los restos óseos encontrados en otros lugares próximos, como Jaén, Murcia o Alicante, sabemos que eran grupos familiares, compuestos por unos diez a veinte individuos, con parentesco entre ellos, si bien se han constatado que se producían intercambios, especialmente de individuos femeninos, para mejorar el linaje del grupo. Dominaban un determinado territorio y se desplazaban a lo largo del año por el mismo para poder aprovechar los diferentes recursos que el medio natural les ofrecía a lo largo de las estaciones, como la caza, la pesca o la recolección de frutos y bayas, si bien hay que tener presente que la fauna de la época era diferente a la actual y oscilo en los casi 300.000 años en que se constata su presencia, especialmente por los cambios climáticos, con alternancia de periodos cálidos y fríos, las popularizadas cinematográficamente glaciaciones. Su aspecto o morfología se parecía mucho a la nuestra, si bien eran mucho más robustos, mejor adaptados al clima frío, por lo que su altura no era excesiva, con extremidades cortas. Su cráneo era mayor y más grueso que el nuestro, su rostro carecía de mentón, tenía una frente escasa e inclinada y unas cejas, o arcos supraorbitarios, muy prominentes. Con toda seguridad hablaban y tendrían un lenguaje, que no solo les permitía comunicarse, sino desarrollar todo un complejo mundo de ideas, entre ellas las del más allá, como lo prueban los 34

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