Marqués de Sade: más allá de lo pornográfico. Isbelia Farías

May 30, 2017 | Autor: Isbelia Farías | Categoria: Literatura, Filosofía, Filosofía Del Cuerpo, Erotismo, Literatura Marquês De Sade
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Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013. Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM). Autora: Isbelia Esther Farías López. Título: El Marqués de Sade: más allá de lo pornográfico, p.p. 24-37.

EL MARQUÉS DE SADE: MÁS ALLÁ DE LO PORNOGRÁFICO

Isbelia Esther Farías López Universidad del Zulia

«Que ... les traces de ma tombe disparaissent de dessus de la surface de la terre comme je me flatte que ma mémoires effacera de l’esprit des hommes» D.A.F. SADE, último párrafo de su testamento, fechado el 30 de enero 1806. «Que los rastros de mi tumba desaparezca de sobre la faz de la tierra así como me precio que mi memoria se borrará del espíritu de los hombres»

Introducción Es frecuente encontrar la obra de Sade clasificada como literatura erótica. No obstante, más aún lo es encontrar que ha sido designada como mera pornografía. Sin embargo, consideramos que el delimitar su obra y su pensamiento en un sólo ámbito constituye una postura reduccionista, y más todavía cuando el Marqués de Sade no parece pertenecer a una postura en particular. Esto, debido a la riqueza de su pensamiento que se encuentra presente en sus novelas las cuales dejan al descubierto la presencia de contenido, no sólo literario sino también filosófico, característico de los pensadores del siglo XVIII. A continuación, intentaremos hacer una breve aproximación a su vida para vislumbrar posteriormente los conceptos que figuran en su obra, especialmente en la novela Juliette o Las Prosperidades del Vicio, y demostrar que efectivamente es un acto de injusticia catalogar su obra simplemente como pornografía.

Una Aproximación a su Vida

«Imperioso, colérico, impulsivo, exagerado en todo, con un desorden en la imaginación, en lo que atañe a las costumbres, como no hubo semejante; ateo hasta el fanatismo, heme aquí en dos palabras, y algo más todavía: matadme o aceptadme tal cual soy, pues no cambiaré»1.

Esta es una descripción de la personalidad del Marqués de Sade provista por él mismo en alguna de sus páginas. Y es tan sólo eso: una descripción. Pues una definición exacta de su persona quizá resulte labor imposible, no sólo por haber sido hombre complejo, 1. BEAUVOIR, Simone de. El Marqués de Sade. Ediciones Leviatán. Argentina.1994, pág.4.

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al igual que todos, sino también por las diversas circunstancias, personales, sociales y políticas, que rodearon e influyeron en él, siendo difícil precisar hasta qué punto marcaron su vida. De las noticias que tenemos de su vida sabemos que Donatien Alphonse François de Sade nació en un palacio, el dos de Junio del mismo año en que aparecía en Londres el Tratado de la naturaleza humana de David Hume, es decir, en 1740, siendo hijo de una familia de la vieja aristocracia. En 1750 ingresó en el colegio Louis Le Grand de los jesuitas, donde permaneció cuatro años. Cinco años más tarde, Sade ingresó en el ejército con el grado de subteniente y en 1756 participó en la Guerra de los Siete Años. En 1763 celebró su matrimonio por conveniencia con Renée Cordier de Launay, hija mayor del presidente de un tribunal de apelaciones, Monsieur de Montreuil. Ese mismo año fue arrestado por la profanación de una imagen de Cristo. Entre su ingreso a la guerra y su matrimonio, fueron publicados Cándido de Voltaire, así como Emilio y El Contrato Social de Rousseau. Conocer estos hechos arroja una idea de los acontecimientos intelectuales que tenían existencia a su alrededor, y nos permiten una comprensión más amplia de su obra. En 1768 fue encarcelado nuevamente, ahora acusado de haber martirizado a una supuesta mendiga, llamada Rose Keller. Este suceso tuvo notoria trascendencia, e incluso es conocido hoy día como el escándalo de Arcueil. Tras este hecho fue indultado a cambio de una suma de dinero. En 1772, dos años después de haber sido publicada la gran obra Sistema de la Naturaleza del Barón D´Holbach, la

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cual marcó una gran huella en el pensamiento y obra de Sade, éste se vio envuelto en otro escándalo, esta vez en una orgía con prostitutas que le acusaron de envenenamiento y sodomía. A partir de este evento emprendió la huida con su cuñada, la canonesa de Launay, hasta Italia, provocando la furia de la familia, quien hizo la petición para que fuese encarcelado. Tras haber pasado cinco meses de encierro en prisión, huyó en 1773. Vivió como prófugo entre Italia y sus tierras en Francia. Varios sucesos importantes acontecieron en ese tiempo. Por un lado, la muerte de Luis XV en 1774, y la firma de la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos en 1776, el mismo año en que Adam Smith publicó La Riqueza de las naciones. Ese año Sade regresó a su castillo en La Coste. En 1782 volvió a ser encarcelado, y en la prisión escribió el Diálogo entre un Sacerdote y un Moribundo. En 1784 fue trasladado a la prisión de La Bastilla en París. Ese mismo año murió Diderot. Los siguientes años fueron agitados, pues el 27 de Junio de 1789 se constituyó la Asamblea Nacional Francesa, y el 3 de Julio Sade fue trasladado al asilo para dementes de Charenton, tras provocar un escándalo desde su celda en La Bastilla, el mismo sitio que el 14 de Julio de ese mismo año fue tomado por el pueblo y en el que se perdieron ciertas pertenencias de Sade así como algunos de sus manuscritos, entre ellos Las Ciento Veinte Jornadas de Sodoma. En ese año, mientras seguía detenido, se promulgó la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. En 1790 quedaron abolidas las Cartas del Rey (Lettres de Cachet) que contenían decisiones inapelables que generalmente atentaban contra la libertad de los individuos. A consecuencia de ello, Sade fue puesto en libertad. El año siguiente publicó anónimamente Justine o los Infortunios de la Virtud, obra de la cual más tarde llegó a renegar. En 1792 ocurrió otro evento que repercutió con fuerza en su vida: fue abolida la monarquía y Luis XVI fue a prisión. Sade ocupó un cargo en la secretaría ultra revolucionaria de la Sección de Picas del ayuntamiento parisino, redactando además diversos panfletos prorevolucionarios. En 1793 fue ejecutado Luis XVI y comenzó el periodo tristemente célebre que la historia ha conocido con el nombre de “El Terror”. Una vez más, los acontecimientos políticos y sociales siguieron provocando efectos en la vida de Sade, quien en esta oportunidad fue nombrado presidente de la Sección de Picas. Más tarde, por haber levantado sospechas hacia él, fue arrestado y acusado de contrarrevolucionario. De ahí en adelante el ya ex marqués de Sade estuvo en diversas prisiones. Sade fue liberado de su encarcelamiento tras la caída de Robespierre en 1794. Al año siguiente publicó La Filosofía en el Tocador, una vez más de forma anónima. En 1797 fueron publicados, y sin nombre de autor, diez tomos de La Nueva Justine o las Desgracias de la Virtud, Seguida de la Historia de Juliette, su Hermana. Napoleón fue nombrado Primer Cónsul dos años después, y en 1801 Sade fue detenido, ahora acusado de pornógrafo y encerrado en la prisión de Sainte-Pélagie.

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En 1803 fue trasladado nuevamente al asilo de Charenton, por influencia familiar, donde permaneció encerrado hasta su muerte. Napoleón fue proclamado emperador de los franceses de 1804, mientras las representaciones teatrales de Sade se hacían famosas, y éste en 1813 publicó La Marquesa de Gange; fue en este momento cuando quedaron prohibidas sus representaciones y los médicos intentaron trasladarlo a otra prisión. En 1814 Napoleón perdió su última resistencia frente a las fuerzas unidas de sus muchos enemigos, y Luis XVIII entró como nuevo rey de Francia. Ese mismo año, el 2 de diciembre, el Marqués de Sade murió en Charenton. Su vida estuvo caracterizada por escándalos, actividades con prostitutas, y sobre todo por largas estadías en prisión, unas veces menos justificadas que otras. En algunas ocasiones, lo estuvo por deseos de su poderosa familia. Otras, por no ir en consonancia con los sistemas de valores establecidos. Lo que sí resulta evidente es que conoció y leyó la obra de los pensadores de la Ilustración, y que además plasmó parte de esas ideas en las mismas obras que le llevaron muchas veces a prisión.2 En medio de todos los acontecimientos que tuvieron lugar, su posición política es poco clara. Él mismo afirmó: “En primer lugar, dada mi cualidad de hombre de letras, la obligación en que me encuentro aquí diariamente de trabajar tanto en favor de un partido como de otro determina una movilidad en mis opiniones de la que sin duda se resiente mi forma interna de pensar…No está, en realidad, a favor de ningún partido y es un compuesto de todos ellos. Soy anti-jacobino; los odio a muerte. Adoro al rey, pero detesto los antiguos abusos; amo un gran número de artículos de la constitución, pero otros me revuelven. Quiero que se devuelva a la nobleza su esplendor porque quitárselo no conduce a nada; quiero que el rey sea el jefe de la nación; no quiero Asamblea Nacional sino dos cámaras como en Inglaterra, para que el rey posea una autoridad mitigada, equilibrada por el concurso de una nación necesariamente dividida en dos órdenes (el tercero es inútil, yo lo suprimiría). He ahí mi profesión de fe. ¿Qué soy en la actualidad? ¿Aristócrata o demócrata? Vos me lo diréis, si os place... porque yo no lo sé». 3

Su inclinación política siempre ha resultado interesante, pues vivió en un período en el cual se suscitaron diversos cambios sociales. Primero estuvo la presencia del Antiguo Régimen. Luego sobrevinieron la Revolución Francesa y la figura de Robespierre; a ambos sucedió el imperio napoleónico. No menos notable es que en todos estos momentos fue encarcelado. Al respecto, algunas fuentes mencionan que:

2. MÉNDEZ BAIGES, Víctor, Sade (1740-1804). Ediciones del Orto. Colección Filósofos y Textos. Madrid. 1998. 3. BATAILLE, Georges. La Literatura y el Mal. Taurus. Madrid. 1981, pág. 158.

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“La cuestión de cómo interpretar la actuación y escritos políticos del marqués de Sade durante el período revolucionario es el problema Sade por excelencia. Constituye, sin ninguna duda, el mayor embrollo de la vida y de la obra del marqués. Para Gilbert Lely Sade es algo así como un conservador moderado horrorizado por el extremismo de la revolución. Para Geoffrey Gorer, por el contrario, los escritos de Sade muestran un teórico de la democracia radical enfrentado a los falsos revolucionarios que aspiraban a parar la revolución. Maurice Heine y los surrealistas vieron en Sade a la revolución misma, pero recientes biógrafos, como Maurice Lever, no descartan que Sade fuera, como tantos otros, un agente a sueldo de la monarquía infiltrado en las secciones parisinas.”4

A partir de estas aproximaciones, no descartamos que sólo haya sido un individuo que trató de encontrar un lugar en medio de tantos cambios políticos, y que simplemente luchó por ajustarse a la sociedad en la cual le tocó vivir. Si en algún momento se sintió prisionero por los abusos de la monarquía o de las influencias de su familia, quizá consideró que en los tiempos de la revolución podía hallar más equidad. Sin embargo, esto estuvo lejos de ser así, puesto que comenzó el reinado del terror, y la situación fue más injusta de lo que él esperaba. No resulta sencillo establecer de forma inequívoca su manera de pensar con respecto a la revolución francesa, o las relaciones que guardó con la esfera política en general, ya que consideramos que aun partiendo de sus escritos éstas se tornan imprecisas. En todo

4. MÉNDEZ. Ibíd., pág. 35.

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caso, reiteramos que no intentaremos en estas líneas establecer la verdadera opinión de Sade respecto a la política, ya que como hemos aludido anteriormente, la posición que guardaba resulta ser ambigua, y resulta de mayor trascendencia el valor filosófico y literario, oculto tras las líneas de sus obras que espera ser dilucidado. Por tanto, tratamos de rescatar lo que de filosófico guarda su pensamiento, y que frecuentemente queda en segundo lugar por quienes sólo ven en sus obras la producción de un pervertido. Intentamos por ello, recuperar su lugar como autor dentro del pensamiento del siglo XVIII. Juliette o las Prosperidades del Vicio y Justine o los Infortunios de la Virtud Esta obra, concebida por la pluma del Marqués de Sade, vio la luz en 1797, y a poco de ser publicada, fue prohibida. Juliette o las Prosperidades del Vicio, desde sus inicios fue una novela completa, que mantuvo su unidad, a diferencia de Justine o los Infortunios de la Virtud, que fue escrita en varias partes hasta lograr mayor amplitud. La obra consta de seis volúmenes, y es la obra de mayor extensión del autor. La historia de Juliette, personaje principal en la obra, se desarrolla en conjunto con la de su hermana Justine, de quien se vio obligada a separarse y salir del convento donde residían luego de la muerte de sus padres. Pero Juliette, al ver los infortunios que ha traído la virtud a la vida de su hermana decide tomar el camino del vicio. En esta obra sobresalen la crueldad y las increíbles escenas eróticas, muchas veces inclusive difíciles de imaginar debido al entramado que conforman los cuerpos que participan. En este caso, nos situamos ante una obra que no tiene otro propósito que el de develar la verdadera naturaleza del ser humano. Otra de sus novelas, Las Ciento

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Veinte Jornadas de Sodoma, ya ha sido considerada un catálogo de las perversiones sexuales y criminales5. Después de todo, quizá sea un reflejo de lo humano en la cual mucho de lo que expone parte de la realidad de los deseos más ocultos. Sade mismo llegó a decir que: “por muy bella que sea la moral, sólo es sin embargo, obra del hombre, y la novela debe ser el cuadro de la naturaleza”6.La novela, al igual que muchas otras del mismo autor, se desarrolla en ambientes cerrados y apartados donde no existen frenos sociales ni límites. Es un mundo artificial, creado por una imaginación, donde las pasiones no guardan límites, pero que aun así conserva bases reales caracterizadas por las relaciones humanas sin restricciones, dibujadas con el extremo sentir, y un modo de razonar que las justifica. En la trama de la novela se suscitan muchas escenas eróticas y cada una de ellas es precedida por un banquete en el cual se hacen las más profundas reflexiones filosóficas sobre el hombre y la vida. Estos razonamientos están orientados a la liberación de los prejuicios impuestos por la educación. En uno de esos momentos de tranquilidad y reflexión, una de las libertinas afirma: “Se clama contra las pasiones, sin pensar que a su llama se enciende la de la filosofía, que es el hombre apasionado a quien debemos el derrocamiento total de todas las imbecilidades religiosas que apestaron el mundo durante tanto tiempo.”7 Juliette goza de mejor posición que su hermana Justine, por atreverse a pensar, aun cuando: “Las dos hacen frente a la misma realidad. La diferencia sucede en el plano de las conciencias. La conciencia virtuosa –Justine- es desgraciada ahí mismo donde la conciencia criminal –Juliette- al menos aprende algo y alcanza algo que puede definirse como felicidad… Y es que la experiencia de Justine es previa a la experiencia filosófica de Juliette porque, por la misma futilidad en la que acaba, es una invitación al pensamiento a atreverse a acusar a la mano del cielo, a quejarse de la voluntad del ser supremo, a no aceptar el mundo tal como es, a rebelarse contra los designios más sagrados, a entregarse, en definitiva a la filosofía.”8

La obra es un signo de lucha contra el pesimismo que rodea al individuo y lo trágico de una vida carente de libertad. Justine es un preámbulo de las desgracias que sobrevienen cuando no se reflexiona bajo la luz de la razón, Juliette, es un camino para la felicidad. El hombre se rebela contra todo lo que está a su alcance, contra el mundo, contra las leyes, contra las autoridades terrenas y divinas, pero no por mero optimismo ni para proponer un mundo mejor, sino sólo para imponer su persona, el verdadero mundo del hombre que no actúa sino conforme a las leyes de la naturaleza. Era esa la principal labor de las novelas, mostrar la verdadera naturaleza del hombre, tal como Sade mismo lo manifestó en respuesta a la pregunta ¿para qué sirven?: 5. MÉNDEZ, Víctor. Sade (1740-1804). Colección filósofos y textos. Madrid. España. 1998. pág. 19. 6. SADE, Marqués de, Idea sobre las Novelas. Editorial Anagrama. Barcelona. España. 1971. pág.63. 7. SADE. Ibíd., Tomo I. pág. 103. 8. MÉNDEZ. Ibíd., pág. 44.

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“Hombres hipócritas y perversos; pues sois los únicos en hacer esta ridícula pregunta; sirven para describiros, y para describiros como sois, individuos orgullosos que os queréis sustraer al pincel, porque teméis sus efectos, siendo la novela…el cuadro de las costumbres seculares, es tan esencial como la historia para el filósofo que pretende conocer al hombre.”9

La vertiente religiosa es otro aspecto resaltante de su novela, que aparte de ser un elemento característico de la época, Sade lo tomó con ahínco, pues el hombre da una vuelta a su conciencia justo cuando aniquila la de Dios. Esta novela constituye una descripción valiosa de las ideas materialistas, mecanicistas y deterministas de la época ilustrada, las cuales merecen ser revisadas a la luz de la filosofía. Otra de las ideas filosóficas presentes en la obra de Sade, es el concepto de naturaleza, común para la época, según el cual existe un equilibrio en el universo que se mantiene gracias a las fechorías y la entrega al mal10. Esta noción Sade la utilizó para justificar ciertas acciones del ser humano que podrían ser consideradas como dañinas o poco apegadas a la moral. No obstante, para este autor, la moral es sólo un concepto producto de las convenciones sociales, y se debe actuar sólo como la naturaleza ha predispuesto en cada ser humano. De acuerdo a la visión del Marques de Sade, el concepto de muerte, tampoco es tal. Pues, según su postura no hay realmente una destrucción en sí. La muerte constituye simplemente un conjunto de modificaciones de la materia. Pero, el principio del movimiento jamás deja de actuar. El nacimiento de un hombre marca el inicio de su existencia, pero no cesa con la muerte. La madre que da a luz no da vida, así como el asesino no da muerte, en tanto que la primera produce una especie de materia organizada, y el otro, da ocasión al renacimiento de una materia diferente. Ambos crean. 11 En este sentido, la destrucción es útil y beneficiosa porque mientras el hombre destruye, la naturaleza se complace al utilizar el efecto de su poder al crear, de renovar seres; por ello es preferible la destrucción a la propagación.12 Con esta visión, el hombre pierde relevancia, pues todos los seres son indiferentes, tanto para la naturaleza, como para los tres reinos. Y si en algún momento se reivindica la corporeidad es sólo para el presente, para el instante de goce; el asesinato y la muerte no poseen relevancia porque pueden transformar o modificar la materia, pero no se oponen a las leyes de esos tres reinos.13 ¿Podrías creer que esta espiga, este gusanillo, esta hierba en la que acaba de metamorfosearse el cadáver al que he privado de vida pueden tener un valor diferente para las leyes del reino que, abarcándolos a los tres, no puede tener predilección por ninguno?... Sería tanto como decir que de los millones de hojas que componen este antiguo castaño, hay una más favorecida por el tronco que las otras, porque tiene quizás más longitud.”14

9. SADE. Idea sobre las Novelas. pág. 49. 10. SADE, Juliette. Editorial Fundamentos. Barcelona. Tomo III, pág. 448. 11. SADE. Ibíd. Tomo II, pág. 413. 12. SADE. Ibíd. Tomo II, pág. 414. 13. SADE. Ibíd. Tomo II, pág. 415. 14. SADE. Ibíd. Tomo II, págs. 415 - 416.

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Esta teoría resta valor a la existencia del hombre y justifica sus malas acciones bajo el supuesto de un orden establecido dentro del cual, cualquier criatura carece de importancia ante la naturaleza. Suponemos que una pérdida es significativa en el universo, pero no es así. Por ello, se insta a destruir, aniquilar, masacrar, quemar, etc., sin remordimientos, porque ni siquiera el desorden tiene existencia, sino que es una de las leyes del orden que desconocemos. Conforme a este punto de vista, pareciese que si los crímenes no fuesen necesarios para las leyes generales, no estarían inspirados dentro de cada ser humano, ni nadie sentiría la necesidad de cometerlos, porque la naturaleza jamás hubiese impreso en los individuos impulsos que pudiesen contrariarla. En la obra, se expone que la crueldad es un sentimiento impreso en los hombres y prueba de ello, la ofrece el mismo niño que estrangula fácilmente a un pájaro y se divierte con las convulsiones del animal.15Por tanto, el asesinato es una pasión y es imposible corregirlo una vez que se convierte en costumbre.16

Conclusiones Aun cuando resulte escalofriante alguna de las ideas del Marqués de Sade, es importante analizarlas a través del filtro de la razón sin desestimar su pensamiento ilustrado, así como es necesario evitar encasillar su obra como una producción simplemente pornográfica, pues, queda demostrado que el autor en cuestión posee un catálogo de aristas bajo las cuales puede ser analizado. A partir de la lectura de sus obras se invita a dar otra mirada a los conceptos de naturaleza, orden, muerte, vida, moral, vicio y virtud, entre otros, que abren un debate e incitan a la discusión abierta y sin reduccionismos impregnados de prejuicios convencionales.

15. SADE. Ibíd. Tomo II, pág. 432. 16. SADE. Ibíd. Tomo II, pág. 435.

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Aventurarse a la lectura de las líneas transgresivas del Marqués de Sade plantea una interrogante sobre las relaciones que mantenemos con los otros y la interacción simbólica que se lleva a cabo en cada proceso comunicativo. Pues, otro aspecto a considerar, es que en sus novelas, no parece existir un dialogo como tal sino que el don de la palabra es concedido sólo a los verdugos, las víctimas sólo guardan silencio y obedecen. Nunca razonan. No existe entre ambos ningún intercambio afectuoso. Si en Justine o los Infortunios de la Virtud, la protagonista toma la palabra es sólo como un agente cuyos razonamientos serán usados para demostrar que el predominio lo ejerce el discurso del victimario. Estas nociones abordadas constituyen motivos para leer sus obras de manera crítica. Por consiguiente, desde este espacio se tiende una invitación a la lectura de sus novelas de forma reflexiva, considerando las circunstancias, tanto sociales como políticas y personales, que influyeron en la vida del autor, y sobre todo, permitiendo abrir nuevos horizontes de comprensión ante las interrogantes sobre nuestro actuar en la cotidianidad que permitan proyectar nuevas formas de relaciones humanas basadas en la empatía. Sin duda, examinar sus obras hace posible una nueva forma de comprensión del mundo. Recibido: 25 / 01 / 2013 Aprobado: 25 / 02 / 2013

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