Masculinidad bailarines de danza contemporanea Mendoza Carla Quispe Marilia

June 3, 2017 | Autor: M. Quispe Ordoñez | Categoria: Masculinity Studies
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Construcción de masculinidad en bailarines de danza contemporánea

Junio 2012

Resumen Construcción de la masculinidad en bailarines de danza contemporánea El objetivo de la presenta investigación es explorar la construcción de la masculinidad en un grupo de bailarines de danza contemporánea que residen en Lima Metropolitana. Las edades de los participantes fluctúan entre 31 y 37 años, dos de los participantes reportaron tener pareja. Se realizaron entrevistas a profundidad que arrojaron características de la masculinidad hegemónica como fortaleza, invulnerabilidad y responsabilidad. Así también se adjudicaron roles tales como responsabilidad familiar, paternidad, mantener la economía del hogar y el soporte emocional. A partir de ello, se plantea que la danza resulta ser un espacio que favorece la construcción de una masculinidad alternativa al tradicional puesto que en ésta se incluyen características femeninas como la exploración y expresión de afectos. Así mismo se discute la convivencia de estas características que se contraponen. Palabras claves: Masculinidad hegemónica, danza contemporánea.

Introducción En la década de los setenta apareció un interés en el estudio de la masculinidad como una manera de entender el proceso por el cual los varones construyen su identidad masculina y el reto que esto significa para ellos. Los “roles masculinos” anteriormente definidos por parámetros claros y precisos habían empezado a tambalear por el papel activo que empezaban a tener las mujeres en los diferentes ámbitos en lo que el hombre había tenido el monopolio de poder y participación (Sánchez, 2011). En ese sentido la comprensión de la masculinidad requería un análisis de los procesos envueltos en dicha construcción y la manera cómo se sostiene en las sociedades. La visión tradicional que consistía en un marcado poder por parte del varón constituiría la llamada “masculinidad hegemónica”. Debido a que, esta puede ser definida como la configuración de práctica de género que encarna la legitimidad del patriarcado o la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres (Connel, 1995). Así, en el mundo occidental, los temas de dominancia masculina incluyen control emocional, homofobia, tomar riesgos, autonomía, poder sobre las mujeres, competitividad, agresión y algunos otros factores (Brooks & Levant, 1999 citado en Brett; Kahn & Holmes J., 2011). De igual manera, a través de investigaciones sobre conflicto acerca de roles de género se ha encontrado que la conformidad con este modelo trae consigo dificultades tanto para quienes pretenden alcanzar estos parámetros y para los afectados en el proceso mismo de lograrlo. Sin embargo, en la actualidad debido a los cambios ocurridos en los últimos años en los diferentes países latinoamericanos, cuyas diferencias de género se fundan en la masculinidad hegemónica, alrededor de las distinciones de género y al avance que ha tenido la mujer en sectores, antes dominados por hombres, se ha planteado la posibilidad de la existencia de las llamadas “masculinidades”, las cuales no necesariamente concuerdan con la idea de la masculinidad hegemónica (Sánchez, 2011). Esto supone un nuevo entendimiento de las diferencias que surgen debido a los cambios especialmente vistos en la inserción de la mujer y el hombre en ámbitos laborales relacionados con el sexo contrario; así como debido a los múltiples cambios que existen. En una investigación realizada por Olavarría (2001) donde se condensan estudios realizados en países latinoamericanos como Colombia, Perú y Chile se encuentran variaciones culturales en la identidad masculina. De esta manera, se encuentra que la concepción de masculinidad es diferente en zonas rurales, donde hay una mayor aproximación al machismo; mientras que en zonas urbano desarrolladas se encuentra un discurso de igualdad de género. Siguiendo con estos cambios, Gutmann (1998) plantea que la concepción de “macho mexicano” ha sufrido un cambio y ya no está más relacionado a

violencia y machismo debido a que el hombre se involucra en tareas domésticas que antes estaban asociadas al género femenino. En la actualidad, los recientes cambios en los roles de la mujer han llevado a tomar en cuenta la inserción de estos en la dinámica dada entre lo masculino y lo femenino. Así, la manera de aproximarse a la experiencia de la masculinidad ha ido variando, pues se ha tomado en cuenta que esta no solo comprende el lado más subjetivo del varón, sino también su experiencia relacional. Por lo mismo, se ha pasado de tener una única y universal concepción de masculinidad a tener en cuenta la emergencia de otras formas de vivirla que pasan más por ser contrarias a la tradicional y buscan más bien la tal ansiada equidad. Por su parte, desde hace más de tres décadas existen investigaciones que, considerando que el género es una construcción socio-cultural basada en un sexo biológico, han indagado y profundizado sobre esta vivencia. Hardy y Jiménez (2006) afirman que existen imperativos sociales -adjudicados a los varones- que influyen de manera importante en la forma en la que éstos sienten y actuan, en la que afirman su fortaleza y virilidad al rechazar el llanto, la expresión de sentimientos como el miedo, entre otros. De esta manera, el bloqueo afectivo es reafirmado por Bonino (2001), quien postula que existe en los varones una ceguera y sordera ante los propios sentimientos que se expresan de manera rígida en su comportamiento puesto que no encuentran un medio de canalización. En nuestro medio dándonos luces acerca de las características que el ser “varón” trae consigo, destacan los trabajos de Fuller (2001) quien postula que la masculinidad condensa atributos como la razón, la fortaleza, el poder, entre otros que demuestra la íntima relación con el concepto de virilidad. En ese sentido, las diferencias anatómicas son una especie de justificación natural que se encuentran a la base de las diferencias sociales entre géneros. Sin embargo, la masculinidad no solo está relacionada con el tema anatómico, sino que también existe un afán de diferenciarse de ese primer objeto de identificación que es la madre; por lo cual se ven forzados -por hombres y por mujeres- a rechazar todo lo que se encuentre relacionado con lo femenino que pueda poner en riesgo su fortaleza y su poder. Es algo común escuchar a las madres decirles a sus hijos pequeños “los hombres no lloran” (Callirgos, 1998). Ello no hace más que ejercer presión en la constitución de la masculinidad y en la manera como es visto lo femenino, puesto que se vincula con características, de alguna manera, negativas y desvaloradas. Por este motivo, podría decirse que la masculinidad está en un constante estado de alerta puesto que debe ser probada de manera continua rechazando cualquier ámbito relacionado a lo femenino. La feminización es el lugar indeseado para los

varones puesto que significa pérdida de masculinidad, lo que impone los límites por los cuales debe manejarse para no caer en las inevitables burlas de sus pares. De esta manera, lo femenino se convierte en una especie de frontera símbólica de la masculinidad; algo que Fuller (2011) denomina lo abyecto que es un mecanismo que presiona pero que sirve como marco de referencia que media entre la idea de la fijación de lo biológico y el miedo a “feminizarse”. Así la tarea del adolescente que luego se convertirá en hombre es demostrar que es varón; ello se puede lograr a través de diferentes vías como la conquista de mujeres, la violencia, el deporte, trabajos que estén relacionados con el ejercicio de la fuerza, entre otros. “En la adquisición de destrezas corporales se opera la instalación de una creencia en la soberanía masculina que impone como rasgo fundamental del ser hombre el vivir conforme a la superación permanente de su propio presente: más alto, más rápido, más lejos, más fuerte” (López & Vélez, 2001; p. 91). Asimismo, la vivencia de la masculinidad en nuestro país está relacionada con las funciones que deben ser cumplidas, en ese sentido la masculinidad exige que sean varones heterosexuales, que cumplan con ciertas posiciones sociales, que trabajen, que sean jefes de sus familias y tengan descendencia reconocida. A partir de ello, se puede notar la existencia de tres ámbitos en los cuales los hombres deben de construir su masculinidad. El primero es la natural, que está relacionada con la virilidad que será transformada en sexualidad activa, fortaleza, vigor y valentía; características que se contraponen a lo femenino que, por el contrario, es asociado a lo blando, lo débil, lo suave. El segundo ámbito es el doméstico en el cual debe mostrar su poder y responsabilidad por la familia, es decir trabajar para sí y para los otros; no obstante es un espacio manejado por la mujer, por lo que nuevamente se va a enfrentar a una paradoja. Finalmente, el tercer ámbito es el laboral, que se convertirá en el principal medio de expresión y reafirmación de la masculinidad en el varón (Fuller, 2001). De esta manera, obtendrá el reconocimiento de su pareja, de su grupo de pares y de su mundo institucional formado por el trabajo y la vida pública. Así, el principal objetivo en el ámbito laboral es la acumulación de bienes. De esta manera, la búsqueda de una ocupación fija y productiva es una tarea esencial en la edad adulta para el varón. Sin embargo, la elección de esta ocupación puede estar teñida de los estereotipos de género dados en la sociedad donde la persona se circunscribe. Por lo cual, los varones podrían tender a escoger carreras u ocupaciones estereotípicamente varoniles. Esto debido a la amenaza que se siente ante la posibilidad que la apariencia o conducta propia se malinterprete y se confirmen las actitudes prejuiciosas de las otras personas, lo cual es conocido como amenaza de estereotipo (Stassen, 2009). Como lo explica Elejabeitia (1995) hay profesiones, carreras, juegos entre otras

actividades cuyas significados sociales se han “sexuado”, algo que los convierte en objetos en los que uno de los sexos está referenciado y esto está interiorizado en la población. En ese sentido es propicio considerar que la elección de carrera está influida por un sesgo de género; por lo cual, si tomamos en cuenta lo previamente mencionado podemos deducir que la danza, no es considerada aún como una profesión que satisfaga las expectativas en cuanto a remuneración, por lo cual podría no ser valorada socialmente (Sánchez, 2011). Del mismo modo, no es comúnmente incluida dentro de las instituciones educativas puesto que esta es considerada una actividad eminentemente femenina (Calvo; García & Pérez, 2011). Teniendo en cuenta lo ya mencionado resulta importante revisar la construcción de la masculinidad en adultos jóvenes practicantes de danza contemporánea puesto que es durante esta etapa que existe una mayor capacidad física, además que se da un suceso importante en la vida de un varón: la inserción activa en el mundo laboral y social (Florenzano, 1993). Adicionalmente, danza y masculinidad es un tema al que poco se le ha prestado atención en nuestro medio. Sin embargo, existe un estudio en particular realizado por Sánchez (2011) con bailarines de la Academia Superior de Bogotá en la que se concluye que en la actualidad existe la concepción de nuevas masculinidades que se vienen gestando como respuesta a los cambios logrados por los movimientos feministas. Este proceso se está dando en jóvenes profesionales dedicados a la danza, pues la crisis de la masculinidad ha sido vivida en sus propios cuerpos. Del mismo modo, al escoger la danza como opción profesional y estilo de vida, se vieron enfrentados a cuestionamientos, estigmatizaciones y sanciones sociales. Por otra parte, los requerimientos técnicos, físicos, destrezas y formas de manejo corporal del ballet (cursoconsiderado dentro de la malla curricular de esta carrera) produjeron crisis con sus parámetros de ser hombres en relación a la forma como estaban acostumbrados a no-sentir, y experimentar sus cuerpos (Sánchez, 2011). En ese sentido, la danza contemporánea se fundamenta en el surgimiento de la integración total del cuerpo, el movimiento y la voluntad de expresión interior, para lo cual, es necesaria la aceptación de uno mismo y de los propios sentimientos (Chaiklin, 2008). Lo cual, se contrapone con el control emocional; es decir, con la poca expresión de afectos que comúnmente es asociada a lo masculino. Por todo lo antes mencionado, esta investigación tiene como objetivo explorar la construccion de masculinidad en bailarines de danza contemporánea residentes de Lima Metropolitana. Para ello se realizarán entrevistas a profundidad, las cuales permitirán

acercarnos a la vivencia individual de los participantes teniendo en cuenta la particularidad y los matices que pueden surgir entre ellos.

Método Participantes Los participantes fueron cuatro hombres heterosexuales practicantes de danza contemporánea con más de dos años de experiencia, sus edades fluctúan entre 25 y 40 años. El grupo de participantes lo conforman cuatro casos tipo que fueron seleccionados a través de un informante clave que se desenvuelve dentro del contexto de la danza. En ese sentido, la selección de éstos se dio de manera intencional con respecto a los objetivos del estudio. Los participantes firmaron un consentimiento informado donde se les informó, en primer lugar, los objetivos de la investigación y el por qué fueron elegidos como participantes. En segundo lugar, se aseguró la confidencialidad de las entrevistas y la opción que tenían de no contestar, si así lo preferían, alguna pregunta o detener la misma en el momento que lo deseen. Así también se les preguntó si podían ser grabados, ya que debido a la naturaleza de la investigación se necesitaba tener un registro exacto de la información que se obtuviese. Por último, se plantea la posibilidad de que si tiene alguna duda con respecto a la investigación se puede contactar con la profesora a cargo (Anexo A). Se utilizó como técnica de recolección de información una entrevista semiestructurada en profundidad. Para lo cual, se elaboró una guía de entrevista que buscaba conocer los diferentes ámbitos en los que los participantes viven su masculinidad (Anexo B). La primera área explora los estereotipos y roles asignados a los varones. Esta área comprende algunas características del estereotipo del varón peruano así como las opiniones, sentimientos y reacciones de los participantes frente a estos. La siguiente área se centra en los estereotipos que se tienen sobre el bailarín en la cual se exploran las características que los participantes creen se les atribuyen y qué opiniones, sentimientos y reacciones les suscita. Además, recoge la propia concepción que tienen los participantes de lo que es un bailarín. Finalmente, en la tercera área se explora las opiniones, sentimientos y actitudes que tienen los participantes en cuanto al rol del hombre en distintos ámbitos como en lo sexual, relacional, doméstico y en lo laboral.

Procedimiento A partir del objetivo del estudio se buscó explorar la experiencia de cuatro participantes teniendo en cuenta el contexto como eje que articula la particularidad de la vivencia de la masculinidad. Para lo cual se les entrevistó en una sesión que duró aproximadamente una hora. Además se elaboró una ficha demográfica que recogía información general de los

participantes, tal como su edad, años de experiencia como bailarín, si realiza alguna actividad extra a la danza y su estado civil. Por otro lado, para corroborar la calidad de este estudio se decidió contar con dos investigadores, de manera que se contrasten y complementen ambas interpretaciones. Además, una vez obtenidos los resultantes se compartieron con los participantes para asegurar que estos realmente reflejen la vivencia de masculinidad en los bailarines entrevistados. Asimismo, se realizó un recuento del proceso que implica la descripción exacta del contexto y de los participantes con la finalidad de que pueda ser replicado.

Resultados A partir de las entrevistas se encontraron características y roles diferenciados de la masculinidad hegemónica. En primer lugar, se encuentran características del varón en las que se muestra como una figura fuerte, responsable y marcadamente machista; ello se puede enmarcar dentro de una postura que adopta el poder como característica constitutiva. No obstante, existe una contraparte expresada en una debilidad afectiva traducida en la expresión de sus emociones. Resulta curioso resaltar que también aparece como característica el ser “chismosos”, la cual está íntimamente relacionada a un comportamiento femenino. Del mismo modo, dentro de los roles que debían cumplir los varones, aparece la responsabilidad familiar, representada por el desarrollo de una carrera que les permita brindar sustento económico. Asimismo, la paternidad es un tema que se encuentra presente dentro de los roles que los participantes consideran como importantes para un varón. Además, lo afectivo expresado como el rol de contención hacia la pareja es un indicador importante para los participantes. Dentro de las características que mencionaron los varones entrevistados, se encuentra un sentimiento de fortaleza: “¿Crees que hay ciertas funciones que la sociedad espera del hombre? Claro, las posturas que debe asumir uno como hombre. Sí, ¿no? Esto tiene que ver con el hombre masculino, el hombre fuerte”, “... el hombre tiene que ser invulnerable. ¿No?” (Bailarín varón sin pareja de 37 años). Así mismo se menciona, “...no es muy agradable para los hombres mostrarse como son ¿no? Porque tienen bastante esta figura de lo duro, de lo sólido, que no te quiebras” (bailarín varón sin pareja de 34 años). Así también, el varón es caracterizado como un ser machista que crea un mundo social en el que él tiene un papel dominante, a su vez se le exige seguir ciertos parámetros que validan su supremacía: “El hombre es el que tiene el poder en el mundo el que pone las leyes las normas el que dice como se deben hacer las cosas, el que crea inventos, el que se va a luna, el que es machista y ha impuesto una sociedad machista [...] Definitivamente el hombre peruano es machista, bastante poco culto, poco respetuoso. No se preocupa por su educación y por el respeto” (bailarín varón sin pareja de 34 años). Si bien se encontró una caracterización de la masculinidad tradicional en la que el hombre posee el poder, una investigación realizada por Gutmann (2000) plantea que el estereotipo del macho mexicano como alguien violento, agresivo y emocionalmente distante y aislado es infundado, al menos en la actualidad. Estos resultados muestran un cambio en el modelo convencional en una población con rasgos culturales similares a nuestro contexto. Lo cual lleva a cuestionar el significado de la categoría “hombre macho” y podría reflejar cambios que se han venido dando a nivel social en cuanto a la vivencia de ser hombre.

Lo antes mencionado se enmarca dentro de una posición de poder que es expresada a través de la fortaleza e invulnerabilidad y del machismo, las cuales son características de un papel que está basado en la toma de poder, en la demostración del mismo y en la validación por parte del contexto en el que se desenvuelve. Así, la fortaleza, la invulnerabilidad y el machismo encontrados se relacionan con una de las características que propone Fuller (2001) para definir la masculinidad que enmarca estos indicadores dentro de un componente que resalta la demostración de la virilidad. De este modo, la fortaleza se vuelve sinónimo de atributos que están enteramente relacionados a los varones y que son la base sobre la cual se construye su identidad masculina. Asimismo, los participantes ubican el poder, expresado en invulnerabilidad, fortaleza y bloqueo de emociones, como una temática importante dentro de la masculinidad. Esto calza en lo que afirma Hardy & Jiménez (2006) en lo que respecta a aquellas actitudes que el hombre debe y no debe asumir en el camino de su constitución masculina. Por lo cual la expresión de emociones al estar socialmente relacionado al ámbito femenino es rechazado y bloqueado: “¿Cómo crees que los hombres viven sus emociones? […] En nuestra sociedad, en cualquier caso, creo que están bastante bloqueadas, entre los hombres las bloquean no? y mientras más bloqueado estés, mejor no? para mantener cierto status no?” (Bailarín varón 31 años con pareja) No obstante, en contraposición a la negación de la expresión de emociones, los participantes se atribuyen la característica de ser “llorones”: “Los hombres somos bien llorones, yo creo que somos bien llorones” (bailarín varón de 34 años). Así, esta necesidad de no demostrar sus afectos se expresa en la connotación negativa que el llanto tiene socialmente. Sin embargo, los participantes no consideran que el llanto sea censurable, mas bien toman una perspectiva crítica al respecto: “Qué te suscita la siguiente frase: “Un hombre macho debe ser fuerte y no debe llorar”. Que en realidad uno llora internamente también, yo no me considero un hombre fuerte, pero no lloro mucho tampoco, pero creo que es internamente. Creo que esa es un daño que se le hace al ser humano ¿no? Pensar de esa forma. Porque reprimes esos sentimientos, todas esas pasiones, la reprimes están adentro y algún momento si no son bien canalizadas explotan y qué se yo ¿no?” (bailarín varón de 37 sin pareja). Se observa que los participantes consideran el llanto como un medio de descarga que permite la canalización de afectos que es contraria a la que postula Bonino (2001) quien afirma que existe en los varones una ceguera y sordera ante los propios sentimientos que en lugar de encontrar un medio de canalización se expresan de manera rígida en el comportamiento

masculino. Esto está enmarcado dentro de los imperativos sociales adjudicados al ser “hombre” que forma una determinada manera de sentir y actuar que afirman su fortaleza y virilidad al rechazar el llanto, la expresión de sentimientos como el miedo, entre otros (Hardy & Jiménez, 2006). Sin embargo, las características socialmente relacionadas con la debilidad afectiva que se encuentran en los participantes, podrían estar relacionadas con el contexto en el que se encuentran. Así, la danza contemporánea podría constituirse como un espacio capaz de permitirles la exploración de sus afectos y su expresión. Adicionalmente, se recogió que el chisme es un componente que aparece como importante: “somos chismosos” (bailarín varón sin pareja de 34 años). Con ello, se demuestra que la masculinidad vista a través de los ojos de estos bailarines es percibida como dos caras de una misma moneda, en la que por un lado se resalta y valora la fortaleza y el poder; mientras que, la expresión emocional también forma parte de su vivencia masculina. Además, aparecen medios como el llanto y el chisme, características relacionadas a lo femenino. Asimismo, en cuanto a los roles o funciones que se adjudican al varón, los entrevistados mencionaron principalmente tareas asociadas a la responsabilidad familiar, la cual es expresada en roles tales como tener una carrera, mantener una familia y ser padres. De esta manera, “¿Cuáles serian esas cosas que te exige el medio? Ehh tener una carrera, poder tener un buen trabajo estable, casarte, tener una familia y ¿ya? (bailarín varón sin pareja 34 años). Así, la necesidad de estabilidad económica que se debe lograr para la consecución de la tarea de mantener una familia pasa por la posesión de una carrera que garantice la solvencia económica para poder cumplir con esta labor: “Ehh tener una carrera, poder tener un buen trabajo estable” (bailarín varón sin pareja 34 años). Del mismo modo, se encuentra que el rol tradicional del hombre como proveedor es señalado con fuerza. Así, se señala: “el hombre siempre ha construido, el varón, en todo caso, siempre ha construido las cosas. Que más…de vivienda, de vestido, él era el que cazaba, el que llevaba las situaciones de mantener a la familia” (bailarín varón cuzqueño de 31 años con pareja). Asimismo, “el hombre es el que sostiene la familia, el que pone el pan” (bailarín varón 37 años sin pareja). Por otra parte, se encuentra que los participantes se remiten a tiempos primitivos para expresar la necesidad que tiene el hombre de proveer, lo cual se relaciona con un estudio realizado por Hernández (2004), en el cual se identifica la etiqueta de hombre responsable, la cual se asocia con el hombre proveedor y participativo en labores del hogar y la crianza de los hijos.

Todas estas frases que señalan la necesidad que tiene el hombre de ser quien aporte en la economía del hogar y en general la mantenga, vienen seguidas de la tarea de poseer descendencia: “¿Crees que existen ciertos roles que debe cumplir el hombre en la sociedad? Sí, pues los roles establecido ¿no? Como por ejemplo el rol de ser padre” (bailarín varón 37 años sin pareja). Este indicador demuestra la importancia del ámbito doméstico en el cual el hombre debe demostrar su masculinidad, en ese sentido, la responsabilidad familiar expresada en la manutención y la generación de descendencia cobra importancia para la constitución de la masculinidad puesto que les brinda un tipo de reconocimiento social (Fuller, 2001). Sin embargo, si bien en su discurso se encuentra la necesidad que tiene el hombre de satisfacer su rol de proveedor, también se encuentra una actitud abierta y positiva hacia compartir los gastos del hogar con su pareja: “¿Cómo crees que debe ser un hombre en las relaciones de pareja? […] tratar de llegar a un equilibrio ¿no? es tratar de llevar las cosas…no sé…de equiparar de cierta forma los esfuerzos…creo que es así como debemos estar.” (bailarín cuzqueño 34 años con pareja).” Del mismo modo, se encuentra un discurso en el cual se refleja una búsqueda del equilibrio del poder en la pareja. Así, se encuentra: “…el poder se distribuye entre ambas personas entre el padre y la madre, entre hombre y mujer, no hay uno mas poderoso que el otro, cómo medir ese poder, no lo concibo.” (bailarín varón 37 años sin pareja). Además, se halla que el poder no es concebido como una facultad rígida y absoluta de mandar en el hogar, por el contrario, se configura de distintas formas y por tanto puede ser compartido e intercambiable: “Si tengo que tener el poder económico lo tendré, si tengo que tener el poder administrativo lo tendré, eso es dependiendo del momento.” (bailarín varón 31 años con pareja) Esta concepción de búsqueda de equidad con la pareja podría relacionarse con variables socioeconómicas propias de los participantes tal y como encuentran ldéz y Olavarría (1997 y 1998) y Olavarría (2001), en la que se denota cómo las identidades masculinas en sus respectivos países de origen (Colombia, Perú y Chile respectivamente) varían culturalmente. Así, los hombres de zonas rurales y pertenecientes a grupos étnicos o raciales conciben ser hombres de una forma más allegada al machismo, mientras que hombres de zonas urbanasdesarrolladas y mestizos replantean sus identidades masculinas y abogan más por relaciones de género igualitarias. Esta concepción de la igualdad de género encontrada en los participantes, podría deberse a la cercanía que estos tienen a un discurso actual de equidad, ya que pertenecen a la clase media urbana.

Por otro lado, se señala que el varón posee un rol al interior de la familia, específicamente, en relación a la pareja. Este es el de contención emocional, el cual es señalado de la siguiente manera “[...] Ese me parece que es el rol del hombre, más allá de los roles laborales, de trabajo o de administrar ciertas cosas de la casa, siento que el rol más esencial es el de contención” (bailarín varón 31 años con pareja). De esta manera, al rol tradicional de proveedor se suma un rol afectivo que denota la sensibilidad que este grupo tiene sobre sus emociones y las de su pareja. De esta manera, también se señala: “...tiene el deber de generar un soporte emocional también ¿no? hacia la familia, no dejar que se vea resquebrajada por algún tipo de situación, sino mas bien de contener” (bailarín varón 31 años con pareja). La contención afectiva se expresa como un nuevo rol que sale de lo tradicional y denota la introducción del varón en el ámbito privado. Este rol cuidador refleja la sensibilidad y la capacidad que tienen los participantes de reconocer sus afectos. De esta manera, esta habilidad está conectada con un ámbito relevante para la definición de la identidad de los bailarines que esta relacionada con la danza (Sánchez, 2011). Así, en esta profesión se encuentra que existen ciertas características que un bailarín debe cumplir para llevarla a cabo de manera auténtica. Entre estas se encontró la importancia que tiene la reflexión y la expresión de los afectos para conseguir una mejor interpretación: “¿Qué cosa es lo que más te engancha de la danza? De la danza…la posibilidad de comunicar cosas, de expresar sentimientos, de sentirlos de manera distinta, de poder sensibilizar a un otro desde una percepción no racional...” (bailarín varón 31 años con pareja). También se comenta “Por eso te digo la danza contemporánea es muy conceptual y muy emocional y es una investigación que se hace para mostrar algo” (bailarín varón de 37 sin pareja). Así también la danza resulta una disciplina que permite la expresión flexible de las distintas perspectivas de género como la femenina: “yo puedo ser mas mujer que cualquier otra mujer en el escenario y lo mismo una mujer puede ser más hombre que cualquier otro hombre en el escenario” (bailarín varón 37 años sin pareja). Como lo afirma Sánchez (2011), la danza se convierte en un espacio en el que se adopta posturas, gestos y movimientos socialmente referidos a lo femenino. Además, exige la realización de ejercicios de sensibilización y de creación que implica traspasar las barreras sociales corporales, así como acercarse al otro. Asimismo, al bailarín se le atribuyen ciertas características como la homosexualidad, así “Y ¿qué otro tipo de características tu crees que se les adjudica? Claro…de ser gay” (bailarín varón cuzqueño 34 años con pareja), además se comenta “ya sabemos el comentario criollo

que la gente friega que es para maricones” (bailarín varón 37 años sin pareja). De esta manera, se encuentra que la carrera de danza contemporánea está relacionada al género femenino, así se comenta “los que hacen danza contemporánea pueden ser tal o cual manera, también los vinculan más con lo femenino” (bailarín varón 31 años con pareja). Esto se relaciona con Elejabeitia (1995) quien propone que existen carreras sexualizadas y que restringen el acceso al sexo opuesto, a su vez crea un halo de prejuicios alrededor de los profesionales que sin pertenecer al sexo adjudicado a esa carrera la practican. Finalmente, esta disciplina les brinda la posibilidad de desarrollar ciertas habilidades como la sensibilidad a quienes la practican. En ese sentido, se manifiesta: “¿Tú crees que el ser afeminado es un cliché que le ponen de hecho a un bailarín? De todas maneras ¿no?, de todas maneras y yo creo que de hecho tiene sentido porque estamos conectados con nuestras emociones ¿no? todos estamos más conectados con nuestras emociones, entonces tengo más rasgos femeninos que de repente alguien que está en una oficina o…yo creo que cualquier trabajo con el cuerpo hace que el hombre esté más conectado con sus emociones y más aun en estas artes ¿no?” (bailarín varón 31 años con pareja).

Conclusiones

Resulta importante señalar que el aspecto afectivo se muestra como una constante a lo largo de lo encontrado. Esto demuestra la importancia que tiene este factor en la construcción de su identidad masculina, así como el papel que este juega en el desarrollo de su carrera artística. De esta manera, los bailarines se describen como personas que valoran la exploración de sus sentimientos y la reflexión sobre ellos, lo cual se les es permitido y exigido desde la danza. A partir de lo antes mencionado se puede afirmar que al igual que lo encontrado por Sánchez (2011) los bailarines entrevistados viven de manera distinta su masculinidad al adherir roles socialmente adjudicados como femeninos. No obstante, se encuentra una resistencia de abandonar por completo el modelo tradicional de masculinidad. De esta manera, en el ámbito doméstico se encuentra que los participantes mantienen características propias del modelo de masculinidad hegemónico, ya que aun mostrando un discurso que busca la equidad de poder y aporte económico, estos se remiten finalmente a formas evolutivas en las cuales el rol del hombre es proveer de alimentos a su hogar. Finalmente, un elemento a tomar en cuenta es que el contacto que los bailarines tienen con sus emociones, podría conducirlos hacia lo abyecto que podría amenazar el sentido de su masculinidad (Fuller, 2001). En ese sentido, se encuentra una ambivalencia entre la expresión de los afectos y la presencia de una invulnerabilidad que denota poder. Entonces, la presencia de estas dos posiciones nos refiere al interjuego constante que esta población vivencia. Esto revelaría que, por un lado, existe una fuerte conexión afectiva, mientras que por otro, se mantendrían ciertas características de una masculinidad dominante. Ello nos llevaría a pensar en el esfuerzo de preservar su masculinidad bajo ciertos parámetros que les permita organizarse en el mundo social sin que esto implique sacrificar su expresividad afectiva.

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MASCULINIDADES

EN

CRISIS:

CUERPO

Y

DANZA

Reconstruyendo masculinidades de hombres bailarines de la Academia Superior de Artes de Bogotá. Tesis de grado para optar el título en Maestría en Estudios de Género. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

ANEXO A: CONSENTIMIENTO INFORMADO

Yo, ______________________________ acepto de manera voluntaria el responder a una entrevista realizada por la alumna _________________________________________ del 10° ciclo de la Especialidad de Psicología Clínica de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Los datos brindados forman parte de una investigación que se realiza con fines académicos como parte del Curso de Investigación Cualitativa y se encuentra bajo la supervisión de la profesora Magaly Noblega. Dicha entrevista durará en promedio una hora y será grabada, de modo que los investigadores posteriormente puedan transcribir las ideas expuestas por usted. Una vez transcritas las entrevistas las grabaciones serán destruidas. Además, los investigadores se comprometen a no revelar su identidad en ningún momento de la investigación ni después de ella, se mantendrá siempre su anonimato y la confidencialidad de los datos brindados. Asimismo, podrá retirarse del proceso sin que eso lo perjudique en ninguna forma. Si alguna de las preguntas le parecen incómodas y no desea responderlas tienes usted el derecho de hacérselo saber al investigador o de no responderlas.

Lima, _____ de ____________ de 2011

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Nombre y firma del evaluado(a)

Nombre y firma de la alumna

ANEXO B: GUIA DE ENTREVISTA Masculinidad: ¿Por qué decidiste estudiar danza contemporánea? Estereotipos y roles asignados a los varones: ¿Como es un hombre? ¿Que implica ser hombre en la sociedad peruana? ¿Piensas que existen ciertos roles que deben cumplirse? ¿Qué se debe esperar de un hombre? ¿Cuales son sus funciones? ¿Por qué crees que se tiene esa concepción? ¿Como expresa un hombre sus emociones y sentimientos? ¿Cómo se ve a un hombre que expresa sus sentimientos? ¿Qué piensas de esta frase? “Un hombre macho debe ser fuerte y no debe llorar”. Configuración de la masculinidad: (Esta área recoge la subjetividad masculina en diversos ámbitos en la que el varón peruano configura su masculinidad) En la sexualidad ¿Piensas que la virilidad es una característica esencial en la definición de un hombre? ¿Los hombres hablan de sus experiencias sexuales? ¿De qué hablan? ¿Qué pensarías si alguno de tus amigos hace comentarios en relación al número de parejas que tiene o ha tenido? En lo relacional ¿Como debería ser un hombre dentro de la relación con su pareja? En lo doméstico Si fueses casado, ¿pensarías que es necesario que tu adquieras el poder dentro de tu hogar? De compartir el presupuesto del hogar con tu pareja ¿Qué pensarías si tu aportaras menos? En lo laboral ¿Crees necesario desarrollar una actividad de prestigio? ¿Por qué? ¿Alguna vez has tenido una jefa? ¿Cómo te has sentido? ¿Como ves de aquí a cinco años tu futuro laboral? Estereotipo del bailarín ¿Como es un bailarín varón? ¿Que características tiene un bailarín varón?

¿En que se diferencia de una bailarina mujer? ¿Como ve la sociedad a un bailarín varón? (que características físicas y comportamentales le adjudica la sociedad) ¿Alguna vez te han adjudicado esas características? ¿Qué opinas sobre este? ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo actuaste? A partir de lo que hemos conversado, cómo crees que encaja un bailarín varón en la idea de masculinidad?

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