Matar al rey, de Chema Cardeña,

Un judío en la corte de Enrique IV de Castilla
Inma Garín
Joan Carles Garés (el judio Jacob en Matar al Rey) ha recibido el regalo de su vida: un personaje que le va como anillo al dedo y cuya interpretación borda con habilidad, inteligencia y oficio. Él es el conductor del espectáculo, el que ha de curar al rey Enrique IV (Chema Cardeña), por su homosexualidad e impotencia. Como en un cuento sencillo, Jacob se dirige directamente al público, lo encandila con una narración equilibrada que desgrana perla a perla cada una de las escenas que se presentan, mostrando una corte podrida por el desamor y la lujuria de la reina portuguesa. Esta interpretada por Rosa López gana potencia en el transcurso de la obra, en los diálogos con su amante y supuesto padre de la Beltraneja, su hija, (Jaime Vicedo), cuya ambición es sólo comparable a la de la media hermana del rey, Isabel (Iria Márquez), más eficaz en la segunda mitad. Fabulada en presente y en pasado gracias a una destreza pareja a la de una tejedora de espolines, la historia recorre con diálogo vivaz temas como la ambición o el odio al diferente. Mejorable la puesta en escena, a veces algo plana, donde hay escasos matices o hallazgos visuales, igual que en la interpretación de Rosa López donde con el tiempo es probable que alcance una mayor fluidez. Memorable en cualquier caso el dúo Jacob - Enrique IV, así como los picantes diálogos acerca de la procreación y su consiguiente intento de demostración. En fin, un espectáculo muy recomendable para pasar un rato entretenido y conocer el otro lado de unos personajes de nuestra historia común. Un montaje muy digno que aborda incisivamente temas a veces incómodos para la gente bienpensante.