Mi Idaho privado

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Mi Idaho privado

El domingo 22 de marzo estuve en la plaza de la milonga inadecuada. Había muchísima gente, mucha más de la que esperaba. Había gente querida que no esperaba encontrar allí, y me alegró. Había gente que esperaba encontrar y no pude ver. También estaban algunas gentes de la política partidaria haciendo política. Me encontré con un amigo que hace tiempo no veía, y que gusta mucho del tango, lo escucha, lo lee, lo degusta. Es uno de esos tangueros que consideran beneficioso para el tango su fluidez, su espaciosidad, su contradicción. También me encontré con más gente, una amiga y sus amigos. Y me encontré con una mujer hermosa con la que me gustaría bailar alguna vez sin pasar vergüenza.

Enseguida nos fuimos a las mesas de una casa de comidas conocida en nuestro país. Estuvimos conversando sobre ciertas situaciones de discriminación vivida por alguno/a, hablamos sobre la película "Pride" (que narra en tono de comedia el apoyo de lesbianas y gays a la huelga minera producida en Gran Bretaña del 1984 al 1985, realizada contra las políticas económicas de Margaret Thatcher), recomendación de mi hermana-prima lejana. También hablamos sobre aquellas personas judías que se convirtieron en partisanas, abandonando campos de concentración o pueblos tomados por los nazis, para combatir en los bosques sin comida, sin armas casi, sin agua, sin futuro. Se tiene una imagen del pueblo judío que no visibiliza estos actos de resistencia, pues muchas de estas gentes fueron "asimiladas" históricamente a los escuadrones soviéticos.

Muchas diversidades nos habitan, como pude vivir esa noche. Sin embargo, leyendo algunos textos virtuales departe de una parte de la intelectualidad uruguaya, asistiríamos a un festival de lo políticamente correcto, una especie de dictadura soft de las formas en el que los "buenas acciones" están a la orden del día, so pena de convertir a un homofóbico (como el organizador de las milongas de la Plaza del Entrevero) en un pobre tipo. Un autoritarismo de la corrección política en la que más que dialogar acerca de la homofobia se fomentaba aún más la misma. Ese domingo estuvimos conversando de todo un poco, y yo recordaba a algunas personas que no puedo nombrar por respeto, pero que fueron maltratadas por ser mujeres, por ser maricones, por ser personas trans y por ser tortas. La gente de la política bailaba su milonga de promesas, la gente de la milonga anduvo entreverada por ahí, algunas personas recordábamos momentos propios y ajenos en los que ni siquiera estaba permitida la protesta, ni la queja, ni la mínima reprobación. Uruguay sigue siendo tan hipócrita como siempre dice alguien por ahí, tiene razón. Y están quienes siguen pensando que lo que se vivió fue un acto para la galería, yo siento que era una caja de diferentes experiencias para quien quisiera internarse en sus compromisos particulares. Las intenciones, resonancias y reivindicaciones son más variadas de lo que parecen. Sin embargo algunos análisis insisten en, so pena de defender la libertad de expresión y el librepensamiento, generalizaciones que más que ayudar a entender el problema lo segmentan, y oscurecen algunas aristas. Paso a explicarme, si es que soy capaz. El tema tiene muchos matices y no creo que pueda abordarlos todos, pues da para mucho debate que ahora mismo no tengo tiempo ni ganas de sostener en la virtualidad. Se trata de los géneros

Por ejemplo, he podido apreciar últimamente, en relación a las Alertas Feministas de estos meses y a la obsesión cigarrera de Vázquez, el surgimiento de la expresión "feminismo de género", incauta entelequia que utilizó Christina Hoff Sommers en su libro "Who Stole Feminism", y que dice, entre otras cuestiones: "El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos. Una feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de discriminación. Por el contrario, el feminismo del género es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo. La feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer; la feminista del género a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de patriarcado por donde quiera y piensan que la situación se pondrá peor.". Baste decir con esto que la expresión "feminismo de género" no solo es incorrecta porque el género es una de las categorías de análisis del movimiento feminista y decirle feminismo de género es no solo falaz si no una especie de pleonasmo que busca dividir, otra vez, entre feministas malas y feministas buenas. La expresión "feminismo de género" es usada por grupos religiosos para defender la familia tradicional de quienes quieren destruirla, y por otro tipo de asociaciones conservadoras. Una expresión usada por grupos MRA (Men Rights Activists) junto a otros colectivos decididamente misóginos como los MGTOW (Men Going Their Own Way).

Espero que tengamos precauciones con estas aseveraciones (también con las generalizaciones sobre la supuesta "ideología del género", usada por Correa y Bergoglio, los amigos de las mujeres y las personas trans), con la demonización del movimiento de la diversidad y/o el movimiento feminista, tal cual siento que estamos viviendo en estos días. No tengo mucho tiempo para estar en internet como antes pero necesitaba escribir unas palabras al respecto (fui escribiendo estos apuntes en momentos de ómnibus o recién llegado del trabajo). Considero tan necesario que, además de los análisis hechos desde diferentes medios de comunicación, puedan tener más lugar aquellas voces provenientes de las experiencias concretas de trabajo en territorio, experiencias originadas en dispositivos comunitarios de prevención de violencias, esa cantidad de gente hermosa que sé que trabaja y piensa mucho pero a veces el cansancio y el dolor no les da voz ni palabras. Me gustaría mucho que de verdad se comenzará a escuchar al fortalecido movimiento feminista y dejar de pensar que cada cosa que dicen las mujeres en él involucradas es producto de la "ira", o la "rabia", además de "ir contra los hombres". Percibo un tufillo a menosprecio que me da que pensar. Sobre todo cuando no se toma la molestia de separar un movimiento social de políticas gubernamentales, una coordinadora de feminismos de políticos/as oportunistas, una lucha que se construye colectiva de las medidas ineficaces como los "talleres de género" para un señor homofóbico. No es el problema el "feminismo de género". Dudo bastante que asistamos a una dictadura de las proletarias, lo que sí parece es que asistimos a una desinformación importante de los matices de un movimiento. Y a un desconocimiento de la diversidad de personas que habitamos ciertas reivindicaciones. Esta poca preocupación por conocer las posturas en relación a los feminismos y la desvalorización de la que son objeto algunas personas que problematizan estas temáticas no son casuales. Sin ganas de adentrarme en lo engorroso del habitus de Bourdieu, tiene que ver con los esquemas de percepciones androcéntricos bajo los que miramos el mundo, según mi punto de vista.

¿Saben lo que me preocupa en relación a la equidad de género? Que el gobierno (sobre todo este gobierno), la política partidaria y el miedo al ridículo uruguayo ofrezcan una visión estática de lo que es un movimiento. No una agenda de derechos, si no un movimiento. Y lo que también me preocupa mucho es el antifeminismo de algunas personas, sobre todo varones, a la hora de cuestionar reivindicaciones de mujeres que salen a la calle a protestar por las muertas que varones matan casi siempre. Me preocupa el menosprecio por aquellas personas que cuestionan la homofobia que aún nos habita, porque esas personas están, muchas veces, rugiendo desde las tripas. Me molesta que los varones como principales beneficiados de un sistema, como machistas en recuperación (ninguno libre de culpa y cargo, ni quien escribe, ni quien lee), prenda en nosotros tan fácilmente la banalización de los matices de los feminismos, así como de la diversidad sexual. Se confunde una cierta asimilación del discurso feminista por parte de la política pública con lo que representan los feminismos como tales para una práctica emancipatoria concreta. Que hay mujeres machistas, en todos lados, pero si como varones seguimos echándole la culpa a las mujeres de un sistema sexo-género que privilegia lo masculino sobre lo femenino, mal vamos en el camino de la libertad y del pensamiento. Es complicado ese camino si no optamos por cuestionarnos como parte del cambio social, no como observadores participantes, como aliados feministas incomprendidos, ni como analistas desde la atalaya, cuando somos sujeto-objeto de lo que ansiamos desentrañar. Es tiempo de ocuparnos de nosotros, es tiempo desde hace tiempo, y aunque no nos sintamos parte de la "tribu del macho" el sistema continúa operando, algo tendremos que hacer para enfrentarlo. Se supone que se trata de llegar a la guadaña diferente a como uno/a era; es lo que pienso (limitado por mi esquema de percepciones, pero en esas luchas, vengo estando, vamos siendo).

Puede ser que a veces la susceptibilidad esté a flor de piel, no creo que sea un problema. La pregunta sería por qué siento como un ataque ciertas observaciones y qué hago a partir de eso. Puede ser que esas observaciones sean en parte ciertas, tal vez no, pero victimizarnos como varones aduciendo que el movimiento feminista no nos comprende (ellas no nos entienden), no creo que ayude a dialogar con las diversidades que nuevas masculinidades puedan desarrollar (o personas que no reivindiquen la(s) masculinidad(es) pero sean solidarias con la equidad de género) . Las Alertas Feministas pueden molestar a muchos varones que sienten que no son machistas, está bien. Tal vez algunos varones que no se consideran machistas no se acerquen porque se sientan cuestionados, está bien. Hay muchas posibilidades en un movimiento, muchos acercamientos, desde lo territorial, desde una ONG, desde un panel de discusión, en la calle, en tu ámbito laboral, hay muchas formas de seguir expandiendo feminismos sin victimizarnos. Y si querés victimizarte, está bien (vas a encontrar canales de difusión de tu desencanto muy amplios en medios de comunicación y redes sociales). Habrá otros que nos acercaremos, y ni mejores ni peores que los que no se acercan, decidiremos construir junto a las compañeras feministas, desde una perspectiva antipatriarcal. No me siento mejor que vos, solo sé que quiero hacerlo porque las tripas se me tensan hasta un punto que tengo que formar parte de esas manifestaciones callejeras. Es algo así, no puedo explicarlo mejor, no quiero explicarlo "mejor".

Me he sentido muy incomodado por el movimiento feminista en reiteradas ocasiones, y también reconozco que es un pedazo importante de mi vida. En mi vida más que en mis opiniones, en mi persona. Habrá feministas que quieran construir con uno y otras que no, hace años eso me frustraba y ahora me encuentro buscando entender los diferentes diálogos o silencios que puedo tener con las personas. Se trata, también, de respeto y no interferir en decisiones de mujeres que no me quieren de su lado, asi como otros varones tampoco me quieren del suyo, asi como hay personas a las que no les interesa construir espacios colectivos conmigo. Sé que hay lesbo-feministas a las que no les interesa lo que pudiese aportar desde un lugar de aliado feminista, eso no me desanima en relación al compromiso, al contrario, me ayuda a pensar por qué hay mujeres que se han organizado de esa forma y piensan así, por qué este sistema nos ha llevado a aceptar la heterosexualidad como el único encuentro sexual, y si los varones somos capaces de aceptar los límites sin "ansias" de penetración en determinados espacios colectivos de mujeres. También hay compañeras con las que disiento, pues no creo que las mujeres tengan el mismo grado de responsabilidad que los varones en la reproducción del machismo; pienso de otra forma. Creo en los condicionamientos sociales y las limitaciones de un esquema de percepción androcéntrico que nos beneficia a los "hombres" desde una raíz antropológica que no se explica solo con el argumento "las mujeres los crían machistas", cuando unos cuantos padres desde la ausencia y la mínima presencia en forma de precario interés también nos crían, por ejemplo. Como si las mujeres hubieran tenido tantas oportunidades de crear hijos empáticos, sensibles, amorosos. Y hay otras compañeras con las que sigo aprendiendo mucho, les agradezco su forma de estar en el mundo pese a muchos de nosotros, me incluyo. Todas estas diferencias o cercanías en ningún momento me hacen disminuir mi compromiso con un movimiento que quiero mucho. Decirlo de otra forma es andarme por las ramas de la masculinidad hegemónica: al movimiento feminista lo quiero mucho.

También me preocupan otras dos cosas: que las reivindicaciones feministas se interpreten como una vuelta al neo-puritanismo, y que las mismas se asocien al conglomerado ideológico conservador, ya que las reivindicaciones feministas surgieron (entre tantas otras cuestiones) como respuesta liberadora a las instituciones religiosas, educativas y médicas. Me preocupa que esta asociación se realice sin mediar un análisis que pueda atar todos los cabos sueltos, generando una amalgama precaria y a veces, con la clara intención de condenar al movimiento feminista como enemigo de la libertad de acción y pensamiento, de "la democracia". Siento que, por ejemplo y ya que estamos, para tener una discusión rupturista con las opresiones culturales que nos han conformado -que conformamos y podríamos conformar desde nuestras prácticas- es fundamental replantearnos el concepto de "liberación sexual" y a qué fines puede obedecer, como una de las tantas liberaciones que parecen ser amenazadas por oscurantistas con tijeras. Esto se me hace urgente pues según mi punto de vista, en el último tramo de su inteligibilidad, el sistema busca reproducirse (me vienen a la cabeza las teorías de los sistemas sociales, para no sonar tan estructuralista, ni post-estructuralista). No es un momento para desarrollarlo ahora, pero tengo razones para considerar que aún en su versión más "diversa" y "equitativa", el patriarcado sigue atravesando estados de la civilización y perpetuándose, aunque sus herramientas se vuelvan cada vez más difíciles de rastrear por este capitalismo preocupado por ser tan inclusivo (como lo es, llegado el caso, con las simbologías antisistema como el Che, o la comunidad hacker). Me parece trascendental preguntarnos dónde se ubica ahora el motor que nos arrastra, siendo un modo de producción surgido hace unos pocos cientos de años o en otro originado en más antiguas raíces etnológicas.

¿Entonces, asistimos una reproducción del statu-quo o a una ruptura? Habría que ver si las advertencias sobre lo reaccionario-autoritario-violento del movimiento feminista más que puntualizaciones acerca de su desmesura o constituyen una "llamada al orden". Creo que podemos mantener ese flujo de discusión abierto, y problematizarlo todo el tiempo. Desde mi perspectiva se trata de correctivos que se dan periódicamente, en este capitalismo políticamente correcto y amable en sus formas. Quiero poner el ejemplo de la prostitución. Desde estas reflexiones me parece necesario discutir una postura hegemónica en medios académicos y políticos como el reglamentarismo de la prostitución en un país que parece resolver todo con "soluciones legales". Porque no se trata de discutir la libertad de las mujeres para disponer de su cuerpo (no debería tratarse solo de eso), sino del contexto de vulnerabilidad que lleva a que muchas mujeres y mujeres trans sean abusadas desde la niñez y ese abuso continuo se traslade al ejercicio dela prostitución como "lo que mejor saben hacer" (horror). No se trata de ser puritano/a, si no de pensar qué masculinidades se refuerzan, se reproducen, y se justifican por el hecho que sea socialmente aceptado que un varón pague para tener sexo, transformando el consentimiento -el contacto con otra persona, su propia capacidad de empatía- en un valor mediado por el poder adquisitivo hacia otra persona que decide prostituir. No se trata de burguesas chillonas (podrá haberlas, eso no se niega), lo que me asusta es la generalización tan tajante sobre quien cuestiona la prostitución. Parece que solo un tipo de persona es la que considera que la prostitución es una forma de violencia (gente obediente a Torquemada), cuando se trata en ocasiones de mujeres que han vivido algo que sienten deben denunciar porque es calamitoso (como el caso de algunas ex-prostitutas), o bien de personas, mujeres, varones, trans que creemos que es una escuela del sistema patriarcal. Se trata también de considerar que para algunas personas como quien escribe, es un error el hecho de pensar la sexualidad en un ámbito de supuesta libertad como la del mercado: ya que quienes están vulnerables serán aún más vulneradas/os, quienes parten desde una posición de capital social, simbólico y económico acumulado pueden moverse en esa "libertad" a su antojo, acumulando cuerpos, emociones, vidas. Sin esta discusión el verdadero puritanismo sigue en pie, pues uno de sus dínamos más fuertes es la hipocresía. Para seguirlo reflexionando en otros ámbitos grupales, pienso ahora mismo.

Y entre otras cuestiones, lo anterior tiene que ver con la tan polémica "cultura de la violación". La misma no significa que andemos violando en masa por ahí, si no con implicaciones relacionadas con la socialización masculina que tiene que ver, desde temprana edad, con la misoginia y la homofobia. Una cultura no significa una práctica constante, si no que muchas veces remite a raíces estructurales e inconscientes que permiten una diferenciación binaria, sustentada en una violencia constitutiva de la identidad masculina. Uno/a puede querer zafar de eso, y está bárbaro, pero algunos/as consideramos que es importante tener conciencia de tu propio proceso vital porque los esquemas de percepción están complicados de desentrañar (no "renunciás a tus privilegios" mediante un acto de voluntad, se requieren refuerzos colectivos, muchas veces, para esa renuncia). Por ejemplo, que usemos un lenguaje "guerrero" o "agresivo" para defender a las mujeres. Siguen operando, constantemente, las formas de pensar patriarcales. Es un viaje, te aseguro, mirá que tengo que andar pensándome los rinconcitos cada tanto porque se pueblan de patriarcas queriendo ser el varón-igualitario-justo-militante-activista-coherente-noviolento-reivindicativo-empático-intenso-tierno-abrazador-llorón-intelectual-enojado-rabioso-calmado-inseguro-entusiasmado, y por lo general, me doy cuenta que falta mucho para lo que uno quisiera. Tal vez sea un proceso de toda la vida, no deja de ser un ejercicio querido que puede ocupar los pensamientos de la muerte (digámosle sentido de la vida y esas cosas, como escribir, querer, escuchar música y conversar). Me fui de mambo, lo sé, pero detrás de todas estas cuestiones están los nervios en el intestino, ya veces me encuentro tan cansado de pensar tanto, algo que solo me lleva a seguir siendo igual de jodido. Bueno, la dejo por acá y en otro momento la sigo.
 
La noche de ese domingo-madrugada del lunes, mientras estábamos conversando en una pizzería, me fui durmiendo. Es conocida mi incipiente narcolepsia entre quienes han salido conmigo (exagero igual). Y bueno, eso, me acordé de la peli "My private Idaho", recordé a la vez un tema de B52 y como a veces, me gustaría quedarme en mi Idaho privado y no tener que leer tantas palabras que dan tristeza y desesperanza a partes iguales. Trato cada tanto de alegrarme de ciertos logros colectivos, grupales y cercanos que no tienen tanta publicidad, pero que producen más que discusiones bizantinas. No puedo dejar de plantear mi manifiesto desacuerdo con una supuesta libertad de pensamiento y expresión amenazada por la corrección política, ni menos que menos por "las feministas" (bolsa de gatos en la que entran lesbianas asesinas, jóvenes ilusas, viejas incogibles, simpáticas performes, putos con ganas de joda, trans interesadas, activistas resentidas, militantes lóbregas, pollerudos irreflexivos). Menos que menos voy a considerar que el imperialismo yanqui nos esté imponiendo una agenda de derechos, como si el génesis de muchas rebeldías en Uruguay fueron paridas ala sombra de un Ombú en los márgenes del Río Negro. Hablemos de una vez de los movimientos sociales a los que muchas veces los gobiernos intentan frenar con políticas públicas de contención. Seguimos pensando lógicas desde los marcos androcéntricos, lo pienso y me genera mucho desencanto. La libertad no puede ser tal si no es reflexionada en los marcos estructurales en que se genera a sí misma como discurso, como práctica, como calor en el pecho. No vale solo el "sentido común", no ayuda el pensamiento aséptico, no produce liberación seguir cuestionando al movimiento feminista sin pensar que su hermenéutica puede estar planteando una revolución epistemológica, práctica y concreta que apenas somos capaces de vislumbrar. Y que el cambio está menos en el ágora discursiva de los "hombres", y más en la ternura, la limpieza del baño, la aceptación que somos delicadezas que se creen inmortales y están muertas de miedo.

Y veo que quise escribir desde el corazón y no pude, sigo enfrascado en demostrar los argumentos para creerme a salvo. Siento una mezcla de tristeza y enojo, deseo seguirlo intentando. Me vienen ganas de bailar, asi que termino con un tema bien bailable que da título a este texto. Abrazos.

31 de marzo de 2015

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