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DIáLOGOS EN EL MUSEO En el contexto del proyecto Escoles Tàndem, el alumnado de la Escola Miquel Bleach, de Barcelona, lleva a cabo una experiencia con el Museu Nacional d’Art de Catalunya. El museo propone un modelo de aprendizaje que, entre otras cosas, contribuye a que este espacio sea concebido como un emplazamiento donde ejercer la ciudadanía activa y se configure como un escenario idóneo para la educación democrática. Teresa González i Verdaguer
Responsable del Departamento de Educación del Museu Nacional d’Art de Catalunya (Barcelona).
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os museos nos ofrecen entornos de aprendizaje ricos en contenidos donde explorar conceptos relacionados con el proceso creativo y sus significados a través de diversos recursos, que pueden ser visuales, táctiles, kinestésicos, dialógicos, etc. Son espacios donde la proximidad entre adultos y niños ofrece múltiples oportunidades para la comunicación, el desarrollo de la curiosidad y la imaginación, e incluso el juego creativo. Posibilitan el desarrollo de las capacidades cognitivas, sensoriales y de las habilidades exploratorias, manipulativas, emocionales de los
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niños y jóvenes, también las de los adultos que les acompañan. Además, son espacios que pueden favorecer las relaciones afectivas y la interacción social, con el objetivo de propiciar la construcción de conocimiento compartido. Más allá de un firme aliado de la escuela, en el desarrollo del currículo por materias, el museo también activa, de manera muy significativa, las competencias básicas relacionadas con el ámbito de la cultura y los valores: cuando creamos las condiciones óptimas, este entorno rico y sugestivo puede estimu-
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lar el pensamiento crítico y flexible, a través de la observación, la interpretación, la asociación de ideas, la resolución de problemas, la comparación…
DEL APRENDIZAJE TRANSMISOR AL DIALÓGICO Al visitar un museo de arte nos exponemos a una gran diversidad de ideas, realidades culturales, épocas históricas y sistemas de valores diferentes, que pueden influir en la forma en que vemos el mundo y nos comportamos en él. Bien orientada, la acción educativa en el museo puede desarrollar en los estudiantes lo que Jay P. Greene (2014) ha definido como historical empathy –la habilidad de comprender y apreciar cómo era la vida de las personas que vivieron en tiempos y lugares distintos–, lo que nos permite analizar de forma crítica nuestra propia realidad. Para ser efectiva, dicha acción debe reunir una serie de condiciones: tiene que estimular la participación (porosa); contemplar la diversidad social, cultural y de género (transgeneracional e inclusiva); crear vínculos (emocional); desarrollarse como espacio de diálogo (dialógica); favorecer la experiencia estética y la mirada crítica (transformadora y crítica); promover el aprendizaje vivencial y contextual, y facilitar la construcción de conocimiento compartido (inteligencia cultural). Todo ello, estableciendo redes de colaboración entre los diferentes agentes educativos en su territorio (conectora). Si queremos que sea escuela de ciudadanía, la educación en el museo debe pasar de ser transmisora a ser dialógica, es decir, de una visión pasiva del aprendizaje, donde el conocimiento experto se traspasa al alumno/visitante neófito que lo reproduce, a una construcción compartida basada en la participación activa del visitante que aporta su propia experiencia y crea su propio conocimiento. El paso definitivo hacia un modelo dialógico se da cuando la interacción y la colaboración entre las personas y el entorno, en este caso el museo, son esenciales para la construcción de conocimiento compartido. El educador del museo es quien crea las condiciones necesarias para que se produzca una comunicación dialógica. Llegados a este punto, no olvidamos que, muy a menudo, son los objetivos curriculares los que promueven las visitas escolares a museos. También en estos casos, el diálogo se convierte en un instrumento para desarrollar conocimientos (Dysthe, Bernhardt y Esbjorn, 2013). Y los museos se configuran como espacios de aprendizaje “alternativos”, donde se acepta una aproximación más abierta, incluso no convencional, de los contenidos académicos. La pluralidad de voces, la participación y la diversidad de estrategias y metodologías son las tres bases sobre las que sus-
tentar esta nueva manera de acercarnos a la forma de aprender en un museo. La primera ofrece la oportunidad del diálogo; la segunda es un requisito para el desarrollo de la educación democrática, y la tercera garantiza una educación inclusiva donde nadie quede al margen debido a su procedencia o a su nivel de competencia. En este proceso, el papel del educador es clave: tiene que saber crear las condiciones para que el diálogo se produzca, permitir que los alumnos se expresen, sin dejar de recurrir a sus propios conocimientos y de hacer sus aportaciones.
ESTRATEGIAS DE PENSAMIENTO VISUAL EN UN CENTRO COMPLEJO El Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) ha trabajado a lo largo de tres años (2013-2016) con la Escola Miquel Bleach, de Barcelona, en el marco de colaboración de las Escoles Tàndem. El proyecto tiene por objetivo fomentar el éxito educativo en entornos escolares desfavorecidos, en nuestro caso a través del arte y el patrimonio. El proyecto se llevó a cabo fundamentalmente en tres ámbitos: la formación del profesorado en la metodología de proyectos, a partir de la obra de arte; la intervención en el aula acompañando al profesorado en la puesta en práctica de la misma, y por último, la incorporación de la metodología estrategias de pensamiento visual (sus siglas son VTS, por su nombre en inglés: visual thinking strategies) en la práctica docente, a partir del segundo año del partenariado. La metodología VTS (http://www.vtshome.org) utiliza la obra de arte para aprender a pensar estimulando el diálogo entre los alumnos, por lo que nos pareció muy adecuada para mejorar las competencias comunicativas y las habilidades de pensamiento de los alumnos de la Escola Miquel Bleach, el 98% de los cuales proceden de diferentes lenguas y culturas. El método parte de la observación de una imagen, en nuestro caso de una obra de arte, y plantea una pregunta clave para promover la observación e iniciar el diálogo: ¿qué está pasando en esta imagen? Esta pregunta abierta favorece la expresión libre y creativa de ideas, sentimientos, hipótesis, pensamientos, experiencias vitales..., pero siempre basándose en los indicios visuales de la obra, en aquello que vemos en la imagen, todo ello de manera ordenada y respetuosa. A continuación, para que las ideas realmente queden ancladas en aquello que se está viendo y dar paso al debate, es muy importante la segunda pregunta que propone el método y que introduce el mediador: ¿qué ves en la obra que te hace decir esto? Esta pregunta estimula a los participantes a argumentar las ideas que han ido surgiendo, a contrastar interpretaciones, a escuchar y ser respetuoso con las opiniones de los otros, etc. Al introducir una tercera pregunta, continuamos ampliando y profundizando el diálogo: ¿qué más cosas podemos encontrar? El debate crece y aparecen
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nuevas ideas, que también han de ser argumentadas y ancladas en los indicios visuales. ¿Dónde radica entonces el reto? Justamente en la manera de conducir la actividad. En el caso de la escuela, el docente se convierte en facilitador del diálogo, dejando que los alumnos se expresen, poniéndolos en el centro del aprendizaje y convirtiendo de esta manera la experiencia en aprendizaje significativo. El docente o el mediador ha de saber escuchar todas las voces y gestionar las preguntas sin dejar a nadie al margen. Debe velar por la escucha activa de todos los participantes e incluir todos los puntos de vista. En el desarrollo de la dinámica es muy importante el parafraseo de todas las intervenciones, ya que el parafraseo ayuda a enriquecer y perfeccionar el lenguaje verbal y la expresividad, de ahí su importancia en contextos donde hay una manifiesta dificultad comunicativa, por desconocimiento de la lengua vehicular, en nuestro caso el catalán. También es fundamental saber conectar y enlazar ideas, estimular la indagación y la reflexión, valorar la diversidad de puntos de vista destacando afinidades y diferencias, para favorecer y fomentar el hábito de argumentar las hipótesis y defender y justificar las diferentes opiniones.
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¿Cómo lo hemos hecho? Dominar el método es cosa de tiempo y práctica, por ello nos planteamos conjuntamente con el claustro escolar dedicar una parte de la formación del profesorado a la adquisición de estas estrategias y ponerlas en práctica en el aula, durante la hora destinada a trabajar por proyectos. La formación la implementamos de la
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mano de Montserrat Morales, especialista en el método, acompañada de la coordinadora del museo, Esther Fuertes. Se optó por la formación-acción y la observación-reflexión, con la presencia de dos educadores, en cada una de las diez sesiones programadas de VTS, así como de la formadora en calidad de moderadora y observadora. La formación se estructuró en una sesión teórica a principio de curso, una sesión de seguimiento a mitad curso y una sesión de evaluación conjunta al final de la aplicación de la metodología. La práctica se estructuró en diez sesiones de una hora y cuarto: tres cuartos de hora con los alumnos y media hora de reflexión con los docentes, sin alumnos. Los docentes actuaban de manera alternada dirigiendo la sesión, observando y documentando la práctica del compañero o de la compañera. Dos de las sesiones que conducía la pareja de docentes eran modeladas y tutorizadas por la formadora y la coordinadora del museo. ¿Qué valoramos después de su aplicación? Tras dos años de implementación del proyecto Tándem, los docentes formados en el método VTS valoran muy positivamente la oportunidad de conocer una metodología innovadora que tiene una incidencia directa sobre su práctica docente, al permitirles hacer realidad sus deseos de cambiar aspectos relacionados con las formas de enseñar y aprender. Así mismo, destacan el tiempo dedicado a la formación y, muy especialmente, a la reflexión conjunta entre docentes, observadores y formadores después de cada sesión de trabajo práctico en el aula. Según su opinión, el empleo de las estrategias favorece el desarrollo de
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formas de pensamiento y de acción más flexibles, creativas, y al mismo tiempo rigurosas, por parte de sus alumnos y alumnas. También observan que la aplicación sistemática del método les ha permitido reforzar sus habilidades verbales y comunicativas, siendo los cambios y mejoras en el uso del lenguaje más significativos entre los alumnos recién llegados o aquellos que por razones diversas no participaban ni hablaban de manera espontánea en el aula.
Para convertirse en instrumento de práctica democrática y de trasformación social, la propia institución debe asumir su “autoridad compartida”, de manera que todas las partes implicadas (educadores, comisarios, conservadores, creadores, profesores, alumnos, familias…, personas y colectivos de cualquier procedencia y condición) se reconozcan como voces autorizadas y con capacidad (Duclos-Orsello, 2013).
Además de mejorar las competencias comunicativas y las habilidades de pensamiento, la metodología VTS promueve el diálogo respetuoso, la escucha activa y una actitud tolerante hacia las ideas de los demás, resultados que nos acercan a la idea del museo como escuela de ciudadanía. Estos logros quedan bien explícitos en las respuestas que los alumnos dieron a la pregunta: ¿qué has aprendido observando y discutiendo sobre las obras de arte?: “He aprendido que se debe respetar la opinión de los otros y que debatir es la mejor forma de esclarecer una duda”; “He aprendido que cuando quiero defender una idea, tengo que dialogar con mis compañeros”...
HACIA UNA SOCIEDAD CREADORA
Es por ello que el museo se está planteando extender el uso de esta metodología en sus salas como modelo de práctica dialógica que nos permita acercarnos cada vez más a la concepción del mismo como espacio de educación democrática.
UNA ESCUELA DE CIUDADANÍA DEMOCRáTICA El paso de un enfoque transmisor a uno dialógico se apoya en el convencimiento de que los museos son espacios de acción social y educación democrática, lugares para debatir y reflexionar sobre los retos de nuestra sociedad. Y el empleo de metodologías basadas en el diálogo es el camino más adecuado para garantizar esta importantísima misión de las instituciones culturales. En una sociedad donde la práctica democrática de escuchar, respetar y contrastar la voz de todos los ciudadanos es cada vez menos relevante, los museos podemos convertirnos en el ágora donde estas prácticas tengan lugar. Con nuestra acción educativa damos la oportunidad a los niños y jóvenes que nos visitan de poner en práctica los aspectos centrales que definen una ciudadanía activa: formular opiniones y puntos de vista propios, escuchar a los demás, mostrar respeto por los que piensan de forma distinta, gestionar los desacuerdos de manera constructiva, aprender a resolver los problemas de manera colectiva... De esta manera, el museo se convierte en un espacio de aprendizaje donde los alumnos comparten la experiencia de formar parte de una comunidad que genera vínculos emocionales y educativos entre personas de diferentes procedencias, conocimientos, habilidades, intereses, competencias…, convirtiéndose de manera muy especial en un espacio de interacción social.
Los museos contienen parte de la memoria colectiva recogida en forma de objetos, narran historias sobre creencias, conflictos, maneras de vivir, etc., o las ignoran. Son la expresión de una sociedad, de una cultura que decide los objetos y relatos que desea conservar y coleccionar. Por esta razón, deberían situar en el centro de sus prácticas pedagógicas un debate abierto que reflexione sobre esas prácticas y las cuestione. Deberían facilitar, en definitiva, que las personas sean creadoras y no solo consumidoras de cultura, especialmente en una sociedad como la nuestra, donde la globalización amenaza con homogeneizar y estandarizar la cultura, además de crear una fractura social provocada por la ignorancia y la intolerancia.
PARA SABER MáS ■
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Autoría compartida (2016). Projecte Tàndem en Arts, Escola Miquel Bleach-Museu Nacional d’Art de Catalunya. Memòria curs 2015-16, annexos. Inédito. Duclos-Orsello, Elizabeth (2013). “Shared Authority: The key to Museum Education as a Social Change”, en Journal of Museum Education, vol. 38, n.º 2, pp. 121-128. Dysthe, Olga; Bernhardt, Nana; Esbjorn, Line (2013). Enseñanza basada en el diálogo. El museo de arte como espacio de aprendizaje. Bergen: Fagbokforlaget. Greene, Jay P.; Kisida, Brian; Bowen, Daniel H. (2014). “The educational value of Field Trips”, en Education Next, vol. 14, n.º 1. Disponible en: http://educationnext.org/theeducational-value-of-field-trips
Páginas web ■
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Escoles Tàndem: http://escolestandem.cat Proyecto de la Escola Miquel Bleach: http://escolamiquelbleach.org/creixemamblart
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