Mujer: Constructora de paz

June 4, 2017 | Autor: Tamara Saeteros | Categoria: Edith Stein, Construccion de paz, Mujer, Proceso De Paz En Colombia
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MEMORIAS

MEMORIAS

Primera edición Barcelona febrero 2016 © Universidad de La Salle - Colombia y Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU

ISBN 978-84-608-6053-2

Apreciados amigos y amigas, Nos complace presentarles las memorias del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el siglo XXI; celebrado en la universidad La Salle de Bogotá, del 24 al 26 de septiembre de 2014. En ellas se recogen tanto las múltiples aportaciones que tuvieron lugar en el citado congreso, como el trabajo pre-congresual desarrollado a lo largo del año previo a él. Estamos convencidos que puede ser un material muy valioso para fortalecer la cultura de paz en el mundo y para estimular la educación para la paz en las instituciones educativas y en las organizaciones sociales. Guardamos un grato recuerdo del Congreso, de las relaciones que tuvieron lugar en él y de los aprendizajes que hicimos juntos. Nos parece esencial estimular el vínculo entre la comunidad universitaria y las organizaciones sociales que trabajan, día tras día, para pacificar el mundo. El III Congreso Internacional Edificar la Paz en el siglo XXI ya está en marcha, será en la República Dominicana. En esta ocasión coorganizado con la Universidad Católica Madre y Maestra de este país, del 26 al 28 de junio de 2017, en el campus de dicha universidad en Santiago de los Caballeros. Es una buena noticia, pues será también una ocasión para ahondar en la construción de una cultura de paz y establecer puentes y relaciones fraternales entre todos los participantes y sumar más talento en la conquista de un mundo más habitable. Esperamos que la lectura de estas memorias estimule la creatividad y el pensamiento al servicio de un mundo mejor.

Índice INAUGURACIÓN Discurso inaugural Hno. Carlos Gómez Rector Universidad de La Salle - Colombia

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Discurso inaugural de Jordi Cussó

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Crónica inauguración

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Presidente de la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU

EJES TEMÁTICOS

Memoria Histórica, reconciliación y postconflicto Ponencia de Francesc Torralba

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Trabajos precongresuales Relatoría del grupo de expertos, Colombia Crónica debate precongresual, Barcelona

44 50

Documentos de los expertos Bello, Martha: “Condiciones para la reconciliación” Prada, Alberto: “Comprender el conflicto” Oianguren, María: “Versatilidad de la memoria” Gómez Serna, O.P Monseñor Leonardo: “La reconciliación en el proceso de paz” Cunningham, Peter: “Aspectos de la memoria histórica y la reconciliación en la experiencia de Sudáfrica” Álvarez Martín, David: “Víctimas y victimarios” Salazar, José Óscar: “Memoria histórica, reconciliación y posconflicto” Crónicas jornadas congreso Crónica de la primera sesión, 25 septiembre 2014 Crónica de la segunda sesión, 26 septiembre 2014

Comunicaciones

Salcedo Casallas, Javier Ricardo - Monroy, Miriam: “La paz y la reconciliación en la agenda pedagógica de los programas de licenciatura en la universidad colombiana” Granados, Ismael: “Colombia: Violencia y constitución de subjetividades: algunas sugerencias para lineamientos en educación ciudadana” Cifuentes Bonett, Rosmery - Vásquez Alape, Luis Ernesto: “Conflicto y violencia ¿cómo educarnos para la paz?” Ojeda, Pérez Robert: “Educación para la Paz. Didácticas desde la Historia” FOTOGRAFÍA: ÁNDRES PRIETO MEDINA

56 59 63 67 71 73 77 82 86 92 102 110 116

Índice Niño Lopez, Luis Fernando: “El Perdón y la reconciliación perspectiva de construir la Paz” Rojas Cachope, Diego Maurici: “Implicaciones socio ambientales del posconflicto sobre los recursos naturales para el caso colombiano - Avance de investigación” Rivera Venegas, Juan Carlos- Polanía González, Javier: “La historia y la memoria en educación superior: una experiencia de formación para la paz “ Ramírez, Olga., Pinzón C., Montero, L.: “Modelo de formación de formadores para la paz. La educación desde la paz como posibilidad de vida y conocimiento”

Cultura de Paz

Índice 124 127 141 148

Ponencia Francisco de Roux

161

Trabajos precongresuales Relatoría del grupo de expertos, Colombia Relatoría grupo de expertos, Portugal

176 184

Documentos de los expertos Guevara, Luis Guillermo: “Puntos iniciales para construir cultura de Paz” Alvarado, Sara Victoria: “Niños, Niñas y Jóvenes Constructores-as de Paz: una propuesta para la educación en y para la paz” Palou Loverdos, Jordi: “Transitar de los abusos del pasado a cultivar las paces” Stucky, Pedro: “La paz se construye com paciência y entre todos” Pérez, Diego: “Como convertir el lenguaje de la vionecia en lenguaje de la paz” Beltrán, Nel: “La construcción de un nuevo hombre” Crónicas jornadas congreso Crónica de la primera sesión, 25 septiembre 2014 Crónica de la segunda sesión, 26 septiembre 2014 Comunicaciones Neira Sánchez, Fabio Orlando - Torres Serrano, Juan Manuel - Ravagli Cardon, Jorge Alexander: “El problema de lo religioso en la configuración de la paz. Aproximaciones desde el pensamiento de Raimon Panikkar” Alba Luz: “Programa Alternativas A La Violencia Paz Colombia” Roca, Josep: “La contribución a la paz desde el mundo de la empresa” Arias Vargas, Rodrigo: “La emergencia del perdón desde la escuela” Alvarado Salgado, Sara Victoria: “Prácticas, tiempos, actores y procesos para construir una paz afirmativa desde la familia, la escuela y la sociedad” Loaiza de la Pava, Julián Andrés - Ramírez López, Camilo - Ospina Serna, Héctor - Salazar Castilla, Mónica - León Castaño, María: “Educación popular y nuevas formas de socialización desde la acción política alternativa de las jóvenes y los jóvenes” Galeano Arbeláez, Héctor: “Violencia, música Y fiesta en el Tolima, Colombia”

204 209 215 228 231 238 242 244 248 255 262 265 269 277 288

Nueva ruralidad como escenario para la paz Ponencia Álvaro Balcázar

307

Trabajos precongresuales Relatoría del grupo de expertos, Colombia

322

Documentos expertos Gómez Restrepo, Hno. Carlos Gabriel: “Algunos apuntes sobre educación rural” Rodríguez Jiménez, Nadia Margarita María: “Nueva ruralidad como escenario para la paz” Vergara Vergara Wilson: “Dicotomía urbano/rural y centro/periferia en el contexto de la nueva ruralidad como escenario para la paz” Farah Quijano, María Adelaida: “Nuevas ruralidades y desarrollo rural con enfoque territorial: aportes a la reflexión” Villegas Prado Luis Alberto: “Algunas reflexiones frente a la nueva ruralidad como escenario para la paz” Crónicas jornadas congreso Crónica de la primera sesión, 25 septiembre 2014 Comunicaciones Espinosa Duarte, Carlos Alfonso - Foro de la Nueva Ruralidad: “Educación En Y Para El Campo: Una Vía Para Edificar La Paz” Fernández Lizarazo, John Cristian - Rojas Delgado, Ludwig Mauricio - Rivera Hernández, Juan Felipe: “El impacto de enseñar en el campo: historia de un profesor citadino” Poveda G. , Sandra Lucía: “Procesos sociales campesinos en la defensa de la tierra y el territorio. Un camino hacia las soluciones duraderas en escenarios de transición” Molano Camargo, Milton: “Herrera Umaña Camila, Red de educación superior rural para la paz y el posconflicto” Alves de Avelar, Ana María - Zarzuela Serrat, José: “Los colegiados de desarrollo territorial como instrumentos de promoción de la paz en el mundo rural brasileño. Una experiencia de Democracia Participativa “

Mujeres y paz

334 339 346 350 354

358 364 371 376 385 390

Palabras de Irina Bokova Ponencia Fatuma Ahmed

403 407

Trabajos precongresuales Relatoría del grupo de expertos, Colombia Crónica debate precongresual, Barcelona

420 432

Índice Documentos de expertos Magallón, Carmen: “Un aporte desde el feminismo a la discusión sobre mujeres y paz” Gallego, Marina: “Relación entre las mujeres y los conflictos armados” Omar, Javier: “Colectivo Hombres y Masculinidades” De Llanos, Petra: “Mujeres, paz y medios de comunicación” Hernández Delgado, Esperanza: “Mujeres y construcción de paz en Colombia” Beristain, Carlos Martín: “Violencia y afirmación de las mujeres” Crónicas jornadas congreso Crónica de la primera sesión, 25 septiembre 2014 Crónica de la segunda sesión, 26 septiembre 2014 Comunicaciones Sánchez Corrales, Natalia - Estévez Cuervo, Hernando: “Los lugares de enunciación de las mujeres en la paz” Irizar, Liliana B. - Saeteros, Tamara: “Mujer: constructora de paz ¿Bajo qué condiciones? “

Repensando democracias

Índice 436 441 443 447 451 455

CLAUSURA Discurso de clausura Hno. Carlos Gómez Rector Universidad de La Salle - Colombia

Discurso de clausura Jordi Cussó

Presidente de la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU

Discurso Diego López Lujan

Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM)

464 468 474 482

Ponencia Arturo Escobar

497

Trabajos precongresuales Relatoría del grupo de expertos, Colombia Crónica grupo expertos, Barcelona Crónica debate precongresual, Barcelona

514 520 522

Documentos de expertos Navarro Wolf, Antonio: “Intervención del senador” González Posso, Camilo: “Democracia y paz en Colombia” López, Claudia: “Intervención de la senadora” Cussó Porredón, Jordi: “Repensar las democracias”

538 542 546 552

Crónicas jornadas congreso Crónica de la primera sesión, 25 septiembre 2014 Crónica de la segunda sesión, 25 septiembre 2014

560 562

Comunicaciones Alzate, Mónica - Sabucedo, José Manuel: “Aportes psicosociales de la ciudadanía para la Reconciliación de un país en conflicto”

568

582 586 590

Aceptación del III Congreso Edificar la Paz en el siglo XXI MANIFIESTO POR LA PAZ

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Inauguración

Hno. Carlos Gabriel Gómez

Rector de la Universidad de La Salle Colombia. Doctor en Educación, Saint Mary’s University of Minnesota, MN, USA 1999. Magíster en Estudios Políticos, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia 1991. Licenciado en Educación Universidad de La Salle, Bogotá, Colombia, 1984. Presidente AIUL – IALU (Asociación Internacional de Universidades Lasallistas), 2009. Vicepresidente OUI – Organización Interamericana de Universidades 2007-2010.

Señores y señoras,

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Representantes de organismos internacionales, representantes de la presidencia de la República de Colombia, señores directivos de la Fundación Carta de la Paz y de la Universidad de La Salle, organizadora de este evento, expertos y expertas del Congreso y todos los miembros participantes de este II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI. Hace dos años y medio en Barcelona, al finalizar el I Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI, organizado por la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU junto con la Universidad de Barcelona, tomamos la posta de realizar en Colombia la segunda versión de este congreso. De hecho nos une con la Fundación la común decisión de apoyar y encontrar caminos reales para construir la paz. En Barcelona no solo nos comprometimos a continuar con los congresos sino que presentamos Utopía como una experiencia significativa de compromiso de la Universidad de La Salle en la búsqueda de la reconciliación y la puesta universitaria de encontrar caminos posibles para el desarrollo rural y la apertura de oportunidades para aquellos que han vivido más de cerca el conflicto: los campesinos. Entonces ya profesábamos la convicción de que la paz debía ser una preocupación fundamental del país, y por tanto, todo los que podríamos hacer como sociedad civil y como academia seria poco para ayudar en este cometido. Lejos estamos entonces de saber que ya existían negociaciones entre el Gobierno y la insurgencia en perspectiva de un proceso de negociación del fin del conflicto. Felizmente al final del 2012 se concretaron los principios que estructurarían la negociación y hoy con dificultades y zozobras la mayoría de los colombianos creemos que el proceso es irreversible y que nunca el país ha estado tan cerca de lograrlo.

La Universidad de La Salle ha llegado a sus cincuenta años de historia. Fundada en 1954, ya contempla cinco décadas de serbio al país. Y cuando como pensamos como celebrar este importante aniversario siempre tuvimos claro que no son tiempo de triunfalismos ni ocasión para presumir, sino tiempo de propuestas, autocritica y propicios para vernos en el contexto nacional e internacional con sus particulares demandas y necesidades. Nuestra apuesta para la ardua de hoy ha sido pues, por un lado, que la paz y el desarrollo humano integral y sustentado, la equidad y la reconciliación serían los temas con los que enfocaríamos las apuesta formativa e investigativa e de intervención social de la Universidad. Y, de otro lado, entregar a la Colombia profunda, Utopía, quizá la más novedosa experiencia de educación superior rural para la paz que tenga hoy el país. Con estos antecedentes y las opciones consecuentes de nuestras instituciones, Fundación y Universidad, empezamos hoy el congreso que de manera continua ha tenido ya doce sesiones previas de preparación con personas expertas y comprometidas con la construcción de la paz y que han ido adelantando una ingente reflexión que inspirará el desarrollo del encuentro. Así que esperamos que entre todos los presentes podamos enriquecer nuestras posiciones personales, las condiciones de nuestros entornos, las dinámicas políticas y sociales del país y sentirnos protagonistas de la sociedad que anhelamos para nuestros hijos. También los menos jóvenes tenemos el derecho no solo de deslumbrar, sino de experimentar, sus primicias. Quiero saludar todas las personas que creen que la negociación política es un paso fundamental para la paz, a quienes tienen reticencia a las negociaciones pero buscan con sinceridad salidas posibles, a los conferencistas y expertos que nos iluminaran con su palabra savia e ilustrada, a las personas que vienen de otros países a soñar con nosotros un mundo mejor en concordia y desarrollo incluyente y todos los colombianos y colombianas de buena voluntad que a le apuestan a la reconciliación y la búsqueda de la equidad como camino a la paz y la prosperidad. Mi agradecimiento especial a la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU, al comité científico del congreso que ha trabajo desde hace dos años para preparar cada detalle de lo que viviremos, a las organizaciones y entidades públicas, privadas y multilaterales que nos han apoyado para hacer este congreso, a la gente de la Iglesia que también nos ha apoyado para sacar adelante este proceso y los procesos educativos de la Universidad y a toda la gente de la Universidad de La Salle que tras bambalinas han cuidado de los detalles que hacen posible un evento de esta envergadura. Darles a todos y a todas la bienvenida a La Salle en el contexto de las bodas de oro que celebramos. En nombre de la Fundación Carta de la Paz y de la Universidad de La Salle declaro instalado el II Congreso Internacional Edificar la Paz en Siglo XXI.

Video Discurso Inaugural

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Inauguración Discurso

Jordi Cussó Presidente de la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU Licenciado en Economía, Universidad de Barcelona, presidente de la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU; director de la Universitas Albertiana Interdisciplinar y colaborador en muchas entidades culturales y sociales de Cataluña; actualmente, profesor, Postgrado en Cultura de la Paz, Cohesión Social y Diálogo Intercultural: Aplicaciones Prácticas, Universidad de Barcelona y Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU.

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Excelentísimo y magnifico sr rector de la Universidad de la Salle. Excelentísimo sr alcalde de Bogotá. Autoridades eclesiásticas y políticas. Señoras y señores, Para la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU es una gran alegría estar hoy aquí en Bogotá inaugurando este congreso, porque hoy se cumplen veinte años de la presentación pública de la Carta de la Paz en Bogotá. Fue en el auditorio del Gimnasio Moderno y el acto fue presidido por el Dr. Germán Arciniegas. Hoy contamos con la presencia del Profesor Juan Miguel Gonzalez Feria que fue el promotor del evento. En estos veinte años el mundo, y en especial Colombia, han vivido distintos acontecimientos, algunos muy dolorosos y cruentos. Pero, gracias al trabajo silencioso de multitud de personas, asociaciones e instituciones, el congreso que hoy inauguramos es una evidencia de que Colombia avanza y quiere seguir avanzando en la construcción de la paz. Estos días ahondaremos en las condiciones de la paz y en su construcción y lo haremos desde una perspectiva interdisciplinaria y académica, sin olvidar sus consecuencias prácticas. Queremos entrever algunos principios que nos ayuden a superar los obstáculos que impiden la paz y a la vez, ofrecer unos fundamentos sólidos sobre los cuales construirla. Nos reuniremos personas del mundo universitario, de la sociedad civil y del movimiento por la paz, porque queremos seguir trabajando en el desafío de edificar y consolidar la paz Estos tres días del Congreso no son más que la eclosión de un gran trabajo previo. Desde hace un año expertos de distintos lugares del mundo, agrupados por ejes temáticos, trabajando desde América, Europa, África y Asia, han reflexionado sobre los ejes temáticos propuestos y han elaborado unas

conclusiones, para que durante estos días del congreso, de la mano de los ponentes principales, sigamos ahondando y reflexionando sobre como edificar la Paz en el siglo XXI. Tanto el primer Congreso, como en este segundo, los hemos organizado en colaboración con una universidad, pues la paz es un tema transversal de la Universidad y ésta tiene un papel fundamental en la construcción de la misma. Si el primer Congreso fue en Colaboración con la Universidad de Barcelona, este segundo se celebra con la Universidad de la Salle de Bogotá. Cuando el mes de abril del 2012 el rector de la Universidad de la Salle anunció en la clausura del Congreso de Barcelona el compromiso de organizar el segundo congreso, todavía no se conocía el proceso de paz que iba a llevarse a cabo en este país. En la Fundación sabíamos de la trayectoria de la Universidad de la Salle y de su opción de trabajar por la paz, que hace años se concretó en la construcción en Yopal del proyecto Utopía. Cuando uno visita Utopía entiende que la Paz no es una utopía, sino una eutopia, es decir, un lugar donde se construye paz, y donde uno aprende que la paz es posible. Esta universidad resume de manera objetiva el trabajo interdisciplinar y académico con una implicación práctica a favor de la paz. No hay duda de que edificar la paz en el siglo XXI es una tarea gigantesca, y en este congreso queremos recoger muchas de las iniciativas, experiencias y reflexiones que muchas personas e instituciones llevan a cabo en todo el mundo. La cultura de la paz requiere un trabajo de extraer resentimientos del corazón de las personas y de los pueblos, y de cultivar la confianza, la amistad, el perdón, la reconciliación, la aceptación, el desarrollo de las capacidades, y la búsqueda de ocasiones para crecer colectivamente. La paz se convierte en una tarea heroica: hacer desaparecer, en la medida de lo posible, situaciones de injusticia y sufrimiento, sin pretender arrebatar nada a nadie, ni envidiar nada de los demás. Edificamos la paz cultivando el bien del otro. Estos días en el recinto de esta Universidad seguiremos proclamando que la paz es una realidad real y posible. Muchas gracias.

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Crónica

Inaguración Esta noche en Bogotá se ha inaugurado solemnemente en la Universidad de la Salle el II Congreso Edificar la Paz en el Siglo XXI. Representantes de importantes instituciones internacionales, como Naciones Unidas, la UNESCO o UNICEF, han apadrinado el evento. Y también han estado presentes los más de cincuenta expertos que participaran de este congreso junto con buena parte de los setecientos congresistas de diferentes países que hasta el próximo viernes participaran en él.

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Sandra Bessudo, directora de la Agencia de la Presidencia para la Cooperación Internacional- APC, ha destacado que Colombia “más allá de los acuerdos de la Habana debería generar cultura de paz” y ha asegurado que el gobierno estará muy atento a los acuerdos que se lleguen en este II Congreso Internacional Edificar la Paz. Por su parte, Jordi Castells, representante de relaciones internacionales de la Diputación de Barcelona (España), ha destacado que este congreso representa “un gran logro” especialmente por el gran número de congresistas y entidades participantes y ha asegurado que para una institución como la Diputación de Barcelona es un “deber participar en un proceso de paz tanto si este tiene lugar dentro como fuera” de su país. Y ha manifestado que en un momento como el actual “las instituciones deben tener altura de miras” y “actuar a favor de la paz”. Saadia Sánchez delega de la UNESCO ha substituido finalmente a Iirina Bokova, directora general de esta entidad, quien por motivos de agenda no ha podido asistir a la inauguración del congreso. Sánchez ha leído unas palabras de la máxima representante de este organismo internacional quién ha recordado que la paz “no es sólo ausencia de guerra” y ha destacado la importancia del eje temático “mujeres y paz” porqué “para una paz duradera ellas son clave”. “No se puede construir la paz mientras en el seno de la sociedad haya personas menosprecio hacia la mitad de sus integrantes”, (punto IX de la Carta de la Paz) ha asegurado Sánchez y ha recordado que la pobreza, un elemento que debería estar en las agendas internacionales, es otra obstáculo para la paz. El acto ha sido concluido por dos de las máximas voces de las dos instituciones organizativas de este congreso: la Fundación Carta de la Paz y la Universidad de la Salle. Ambos han recordado que el origen de este congreso tuvo lugar en la capital catalana hace dos años cuando la universidad de

Bogotá cogió el relevo de la Universidad de Barcelona, donde se había celebrado el I Congreso Internacional Edificar la Paz. Por su parte el presidente de la Fundación Carta de la Paz, Jordi Cussó, ha recordado que el documento de la Carta de la Paz se presentó por primera vez en Bogotá justo hace veinte años y desde entonces la voluntad de la institución siempre ha sido trabajar por la construcción de la paz. “Edificar la paz en el siglo XXI es una tarea gigantesca, pero posible, si se hace sacando los resentimientos y buscando herramientas para crecer colectivamente”, ha afirmado. Finalmente, el rector de la Universidad de La Salle, Carlos Gómez Restrepo, antes de dar por inaugurado oficialmente este congreso, ha recordado que la institución educativa celebra este año cincuenta años y que una forma de celebrarlo es mediante este congreso ya que “no es tiempo de presumir sino de construir”. Aunque el relevo del congreso entre las Universidades de Barcelona y La Salle se hizo cuando aún no se conocían las negociaciones de paz de La Habana, pero a día de hoy son punto de máxima actualidad, todos los asistentes han destacado el acierto de realizar este congreso en este momento y la importancia de sus conclusiones.

Video Inaugurción

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Eje temático

Memoria histórica, reconciliación y postconflicto

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FOTOGRAFÍA: LUISA MARTÍNEZ GUZMÁN

Eje temático

Memoria histórica, reconciliación y postconflicto

Ponente Central Francesc Torralba

Catedratico de Ética de la Univ. Ramon Llull

Reconstruir, reconciliar y resolver. Los seres humanos somos sujetos históricos, estamos aquí por acciones del pasado y el futuro depende, en gran parte, de nuestras acciones del presente.

Secretaria Martha Bello

Dec. Fac. Trabajo Social Univ. Nacional Coord. Informa Basta ya.

Expertos

Alberto Prada Sanmiguel Investigador en temas de Paz

Maria Oiangure

Dir. Centro de Investigación para La Paz Gernika Gogoratuz

Expertos

Dorys Ardila

Investigadora de temas de paz en Colombia

Gonzalo Sánchez Gómez

Director Centro de Memoria Histórica

Peter Cunningham

Experto en Mediación. Nelson Mandela Metropolitan University

David Álvarez

Decano Fac. de Humanidades PUCMM

Mns. Jorge Gómez Serna Obispo emérito de Magangué

Jóse Óscar Salazar Director Descolpaz

Por lo tanto, cuando hemos vivido el conflicto y la violencia, el proceso para continuar debe centrarse en reconstruir, reconciliar y resolver la estructura de la sociedad, los grupos que la conforman, las personas y sus interacciones. Todo esto para iniciar una construcción pacífica a favor de la convivencia.

Ponencia

Francesc Torralba 26

27 Doctor en Filosofía y en Teología por la Universidad de Barcelona. Director de los Institutos de la Paz de la Universitas Albertiana. Dirige el Posgrado en Cultura de Paz que dictan la Fundación Carta de la Paz y la Universidad de Barcelona. Vicepresidente de la Sociedad Hispánica de Amigos de Soren Kierkegaard y director de la Cátedra Ethos de la URL. Catedrático de Ética de la Universidad Ramón Llull, Barcelona.

Video Ponencia Experto

Video Graphic Recording

Introducción Agradezco sinceramente la invitación a participar como ponente en el II Congreso Internacional Edificar la Paz en siglo XXI, que se celebra en esta bella ciudad de Bogotá. Es para mí un honor participar y compartir ideas, pensamientos y reflexiones con otros ponentes y expertos de otras latitudes con un objetivo común: asentar las bases para pacificar el mundo, investigar las vías para contribuir a pacificar el planeta. Las reflexiones que voy a tratar de hilvanar a lo largo de esta ponencia no se ubican en un determinado marco social, político o religioso, tampoco tiene como objetivo el análisis de la actualidad. No soy periodista, no conozco, ni lejanamente, las claves políticas, sociales, históricas de Colombia para ofrecer luz a este excepcional momento histórico que está viviendo su país. Léanlo como una modesta aportación, como un pequeño grano de arena que, en el mejor de los casos, puede ser útil en sus propias reflexiones. Mi mirada sólo puede ser filosófica, pero, aun así, espero que pueda contribuir a irradiar luz e identificar los pilares esenciales en la construcción de la paz. Intentaré hacer gala del famoso dicho de José Ortega y Gasset: “La claridad es la cortesía del filósofo”.

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La ponencia está estructurada por un conjunto de ideas que, a mi modo de ver, pueden contribuir a edificar la paz en el siglo XXI, pueden generar las condiciones de posibilidad para que esta paz tenga lugar. Ojalá mis reflexiones puedan contribuir, junto con las de otros ponentes y especialistas que también han sido invitados, a construir los pilares para pacificar este país y para abrir vías imaginativas y verosímiles para establecer puentes de reconciliación. Ésta es mi pretensión, éste es mi objetivo, éste es mi empeño, en definitiva, lo que me ha llevado a hablarles aquí. Mi discurso se ubica en el terreno de la fundamentación. Se trata de edificar la paz, pero para edificar cualquier construcción, se requiere de unos pilares que sustenten todo el edificio. Cuando los pilares son frágiles o, simplemente, son inestables, el edificio no se sostiene largo tiempo y cuando se produce una crisis, se hunde y se debe levantar de nuevo. Creo, en la línea del filósofo danés, Søren Kierkegaard, que el principal objetivo de la filosofía es la edificación del alma, pero ello sólo es posible si se identifican fundamentos sólidos. Los pilares no se ven, pero son lo fundamental de un edificio, lo que le sostiene. De ahí la importancia que tienen en la arquitectónica de la paz. La discusión sobre los fundamentos de una paz sólida es muy rica y fecunda en la historia de las ideas. No existe consenso respecto a cuáles son. No me propongo, ni de lejos, abordar los fundamentos de la paz eterna, como reza uno de los opúsculos de Immanuel Kant, tampoco presentar la historia de este debate. Me propongo, simplemente, explorar los cimientos de una paz sólida que, a mi modo de ver, son tres: una correcta administración de la memoria histórica (lo que incluye la legítima aspiración a la verdad), la práctica de la justicia (sus distintas formas: distributiva, conmutativa, anamnética) y, finalmente, el ejercicio de la reconciliación (que incluye la articulación de lo que Paul Ricoeur denomina el perdón difícil). Verdad histórica, justicia distributiva y reconciliación, he aquí los tres

fundamentos de una paz sólida. El objetivo que me propongo en esta presentación es doble. Por un lado, explorar el peso que tiene la administración de la memoria histórica en cualquier proceso de reconciliación y, en segundo lugar, presentar los cauces para superar uno de los escollos fundamentales a la paz, a saber, el resentimiento. Como reza uno de los puntos de la Carta de la paz dirigida a la ONU: el resentimiento es un obstáculo fundamental a la paz. Sin embargo el resentimiento no es una fatalidad histórica, ni una determinación del carácter, tampoco es una condena o una maldición demoníaca. Es, como veremos, un estado emocional, una pasión tóxica, que no nace por azar y casualidad, sino que es suscitado por determinadas causas y que afecta gravemente la voluntad, el intelecto, la memoria y distorsiona gravemente los procesos de reconciliación. El final de un conflicto bélico, armado, no coincide, necesariamente, con el final del resentimiento. A menudo el conflicto explícito ha terminado, la guerra termina, las armas dejan de actuar, pero subsiste, de un modo imperceptible, en la atmosfera (bella categoría de Søren Kierkegaard) el resentimiento, que puede contagiarse y transmitirse de un modo intergeneracional, alimentarse de nuevo y suscitar otro conflicto en el futuro. De ahí la relevancia que tiene reflexionar, a fondo, sobre la inteligente administración de la memoria histórica y, posteriormente, sobre la canalización y, si cabe, sublimación, de una pasión tan tóxica como perjudicial, como es el resentimiento. A la hora de abordar las condiciones básicas para pacificar un entorno, un país, una nación, es fundamental garantizar dos elementos claves: la justicia y la verdad histórica. Sólo si se practica la justicia y se reconstruye la verdad de lo acaecido, es posible edificar un futuro en paz. Parto de la tesis que desde la injusticia es imposible pacificar un entorno. Ocultar la injusticia, negar que la hubo, disimular que existió es un falso camino, pues, tarde o temprano, aflora la verdad. La injusticia genera discriminación, agravio comparativo y, por consiguiente, conflicto, ya sea latente, ya sea manifiesto. Desde la mentira resulta imposible construir la paz. Sólo la verdad histórica, la práctica de la justicia y de la reconciliación son los auténticos pilares de la paz. La administración de la memoria histórica ¿A quién pertenece lo acaecido? ¿Cómo reconstruir narrativamente lo acaecido? ¿Es posible un acercamiento verdadero a lo acaecido? ¿Por qué, con frecuencia, existen relatos tan diferentes de lo que ocurrió? ¿Qué intereses operan en tales narrativas? ¿Qué microfísicas del poder, para decirlo con Michel Foucault, alteran los relatos? ¿Acaso alguien tiene un conocimiento perfecto de lo que ocurrió? ¿Ocurrió algo? ¿Sólo existe la interpretación, como sugiere Friedrich Nietzsche? ¿Quién posee la perspectiva absoluta? Negar lo acaecido no significa que no haya acaecido. Ampliarlo, modificarlo, sesgarlo, adulterarlo, exagerarlo, reducirlo, ningunearlo no cambia en, absoluto, lo acaecido. Lo que pasó, pasó. Es imposible situarse, de nuevo, en tal coyuntura; es imposible vivir, de nuevo, aquel instante, aquel período, aquella situación, pero existen, en muchos conflictos, especialmente

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si son recientes, los testigos, los relatos de los supervivientes, existen algunos de los actores, las víctimas, los victimarios, los que lucharon, los que practicaron la indiferencia, los que arriesgaron su vida para salvar a otros, los que la perdieron al intentar huir. No es posible la reversibilidad histórica, pero, es posible una reconstrucción de la memoria histórica que tenga la verdad como horizonte final, como el punto de llegada, como la causa final, como el objetivo fundamental de la narración. Partimos de la idea que es posible, aunque poco probable, una administración verdadera de la memoria histórica, pero, para ello, es fundamental considerar los siguientes elementos. Para reconstruir lo acaecido, es fundamental reconocer que acaeció. El negacionismo histórico consiste, precisamente, en negar que ocurrieron determinadas atrocidades, humillaciones, deportaciones, limpiezas étnicas, o el exterminio masivo de seres humanos en las cámaras de gas. Negar el hecho, cuando el hecho ha tenido lugar, no conduce a ninguna solución, no resuelve el drama. Quizás lo dilata en el tiempo, pero, del mismo modo, labra las condiciones para que nazca y crezca el resentimiento del superviviente humillado, del ignorado, del olvidado por la historia, porque la víctima, por definición, desea ser reconocida, necesita que la historia conozca lo que le ocurrió, pues sólo así ese sufrimiento, ese dolor, puede ser fecundo a la hora de construir el futuro.

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La verdad de lo ocurrido debe ser reconstruida y aunque no exista ningún ser humano dotado de la perspectiva total, porque todo ser humano es, como dice el antropólogo catalán, Lluís Duch, un ser histórico, circunstancial y cultural, un ser espacio temporal que contempla lo acaecido desde un determinado ángulo, sí que es posible sumar perspectivas, hacer posible construir las bases de una comunidad de diálogo, en el sentido que Jürgen Habermas la imagina, pero para que ésta tenga éxito es clave que puedan participar de ella y en ella todos los actores implicados, todos los que tuvieron algún papel, jugaron algún rol, estuvieron presentes en los acontecimientos acaecidos. A nadie se le puede negar la condición de interlocutor válido. Ocultar deliberadamente el relato de un actor por temor a lo que dirá, por miedo a su narración, es un modo de perpetuar el conflicto. Magnificar determinadas voces, porque interesa su visión o sus relatos, es un modo de perpetuar el conflicto. Lo difícil, en tal situación, es alternar un juego adecuado de voces, una sinfonía donde todas puedan tener su ubicación, orquestar un coro de voces que no chirríen entre sí. En muchas circunstancias, la suma de perspectivas deriva en oposiciones, en confrontaciones, en contradicciones explícitas, lo cual no es extraño y hay que contar con ello a la hora de reconstruir la verdad histórica. No soy relativista, pero considero muy valiosa la tesis perspectivista. No considero que todo relato es igualmente válido para narrar lo acaecido, pues no todas las perspectivas son igualmente valiosas para describir lo que pasó. A la hora de saber lo que pasó en un colegio, es más relevante la perspectiva de la maestra que estuvo, pero a la hora de saber lo que tuvo lugar en el hospital, es fundamental la voz de los pacientes.

Sólo si se suman las distintas visiones de lo acaecido, será posible edificar un relato verosímil de lo ocurrido, un relato que tenga garantías de veracidad, que, mínimamente, puedan reconocer todos los actores implicados como razonable, pero, para ello, no puede excluirse a nadie a priori, porque todas las visiones aportan una perspectiva, una mirada, un enfoque de lo que acaeció. Con demasiada frecuencia se afirma que la historia la escriben quienes han vencido. Si tal hipótesis es certera, la historia que hemos contado, la historia que vertimos en los libros de texto, en las instituciones educativas, es una historia sesgada, mutilada, alterada, porque sólo es posible una mínima reconstrucción de la verdad si se suman dialécticamente las distintas perspectivas que hay en juego. Es fundamental otra condición de posibilidad para que esta reconstrucción de la verdad histórica tenga alguna garantía de éxito. Ningún actor que contribuya en la reconstrucción de la memoria histórica puede participar en el relato común con la convicción de que su perspectiva es la verdad absoluta, la visión clara, nítida y distinta de lo que ocurrió. La víctima debe poder hablar, debe poder narrar lo acaecido, pero también el verdugo debe poder narrar lo que hizo, por qué lo hizo, qué perseguía con tal fin. Este ejercicio de transparencia, sin embargo, presenta múltiples dificultades. La víctima, al recordar lo acaecido, experimenta emoción y ello, como es lógico, puede alterar, modificar, incluso fracturar el discurso narrativo. Puede quedarse sin palabras, sin gestos, sin aliento, pues, en ocasiones, la magnitud del mal radical, para decirlo con Immanuel Kant, es tan abismal, tan honda, tan vertiginosa

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que no existe posible narración, ni secuencia verbal, ni siquiera representación estética. Sólo queda el silencio de la víctima. Pero la dificultad también atañe al victimario. El pudor, la vergüenza moral, el sentido de indignidad, el temor a ser juzgado severamente por sus coetáneos, puede hacer enmudecer al victimario y, como consecuencia de ello, puede faltar a la verdad en su perspectiva de lo acaecido. La reconstrucción de la verdad histórica dibuja una figura asintótica. La asíntota, como se sabe, es una figura que se acerca cada vez a los ejes X y Y, pero sólo se cruza con ellos al infinito. Lo que significa que siempre es posible conocer mejor lo que acaeció, siempre es posible descender con más precisión al detalle, observar con más rigor y meticulosidad a los pormenores de lo acaecido. Hoy, por ejemplo, conocemos con más detalle y precisión lo que ocurrió en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) que cuando ésta terminó, y conocemos con más precisión los horrores del nazismo, del estalinismo y de Pol Pot que cuando estos execrables hechos tuvieron lugar. A pesar de ello, no conocemos perfectamente lo acaecido, pues quedan, todavía, perspectivas que no conocemos, relatos que no llegaron a nuestras manos, diarios que están en algún desván, cartas que esperan ser leídas.

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Narrar lo que acaeció, acercarse a la verdad de los hechos es el único modo de propiciar procesos de justicia y de reconciliación. Ocultar lo hechos, practicar la desmemoria, exigir la amnesia colectiva, esperar que el olvido se imponga es, a mi juicio, una mala práctica en orden a conquistar la paz, pues por algún intersticio emergerá lo que pasó, se abrirá paso lo que se trató de ocultar y, por consiguiente, estallará de nuevo el conflicto. No hay proceso de reconciliación sobre el olvido o sobre la desmemoria. La memoria es la clave, pero no cualquier memoria, pues si ésta está adulterada, contaminada, sesgada, el relato final no será creíble, ni verosímil para una gran parte de actores que vivieron lo acaecido, con lo cual, el conflicto volverá a estallar. La justicia, que, como dice Ulpiano, consiste en dar a cada cual lo que le corresponde, sólo es posible si se conocen los hechos, si se puede narrar lo acaecido desde distintas perspectivas. La práctica de la reconciliación sólo puede tener lugar si el victimario reconoce el mal causado, el dolor infligido y la víctima es reconocida y su mal es reparado, aunque, como se sabe, en muchos casos, la reparación emocional y moral, que no material, es fácticamente imposible. De ahí la importancia que tiene una ética anamnética o ética de la memoria en la línea que inauguraron Theodor Adorno, Walter Benjamin y Johan Baptist Metz. Es un deber recordar el mal, la humillación, la vejación, la crueldad, el sufrimiento infligido. Quizás no tengamos suficiente estómago social para digerir la magnitud de mal y sufrimiento que tuvieron lugar en el pasado, quizás el exceso de transparencia nos causé estupor, vergüenza colectiva, horror por la condición humana, pero la edificación de la paz merece cruzar tal experiencia, pues sin memoria del mal sufrido no es posible reconstruir todas las perspectivas en juego. Es un deber recordar, no olvidar el llanto ni el dolor de las víctimas, de todas ella. Con todo, hay que

advertir que recordar lo ocurrido no salva el futuro, no garantiza un futuro en paz, pero es un pilar en el proceso de pacificación, pues la víctima ve reconocido su dolor y ello puede ser una lección para las generaciones venideras. Contar la historia con la máxima objetividad no redime del mal, pero nos permite vivir el presente de otro modo, asumir con responsabilidad el ejercicio de la ciudadanía, despertarse del sueño de la inocencia y comprender que el mal puede volver a irrumpir en la historia si se dan las condiciones de posibilidad. Resentimiento y postconflicto En la edificación de la paz es preciso superar un difícil obstáculo: el resentimiento, que es una emoción tóxica, no voluntaria que emerge de las profundidades del ser humano y que puede definirse como una enfermedad del alma, como una intoxicación del yo, como una patología del espíritu. Sin ánimo de desarrollar exhaustivamente la raíz, la génesis y las formas que puede adoptar el resentimiento en la condición humana, sí que pretendo, cuanto menos, delimitar su naturaleza, pues parto de la tesis que es un obstáculo fundamental a la paz, de tal modo que sólo si se supera y se hallan mecanismos de prevención para que florezca y antídotos eficaces para curarse de él, será posible edificar la paz en un entorno.

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Siguiendo los sutiles análisis de Friedrich Nietzsche en la Genealogía de la moral, las lúcidas aproximaciones de Max Scheler, fenomenólogo alemán, autor de El resentimiento en la construcción de la moral, parto de la idea que el origen de esta emoción tan tóxica puede obedecer a cuatro factores, que, además, no son excluyentes entre sí.

educativos o, mejor dicho, de las formas de adoctrinamiento. Los presentes no somos responsables de los males acaecidos en el pasado, por el simple motivo de que no estábamos, no existíamos y, por lo tanto, no se nos puede imputar lo que ocurrió, las crueldades que tuvieron lugar, las barbaridades que se cometieron.

Veamos el primer modo. Existe el resentimiento que nace por agravio comparativo. Uno siente que no ha sido tratado con el mismo respeto y atención que ha sido tratado otro igual, en su idéntica situación. Observa que ha sido objeto de una discriminación, que se le ha negado un derecho, un servicio, una prestación y que, sin embargo, lo que se le ha negado a él, ha sido reconocido a otro sujeto igual, en las mismas condiciones.

El nieto del verdugo no es el verdugo. Al hijo del verdugo no se le puede imputar el mal que causó su padre. El hecho de pertenecer a un colectivo, a una institución que, en el pasado, causó mal, no puede imputarse a los miembros actuales de tal colectivo, de tal institución, porque ellos no fueron responsables de tales actos, porque no existían, pero sí deben potenciar que tales colectivos o instituciones reconozcan el mal causado en el pasado, que lo lamenten públicamente y que reparen, en la medida de lo humanamente posible, el mal perpetrado.

Este hecho, el agravio comparativo, cuando no es manifestado en el momento inmediato y reparado en el mismo instante, queda dentro del ser humano, como un sentimiento que reaparece, de un modo cíclico, una y otra vez, de tal modo que el sujeto agraviado experimenta en su interior odio, pero no lo manifiesta directamente y crece de proporciones. Este tipo de resentimiento nace del espíritu de comparación. Es una emoción que consiste, justamente, en esto, en volver a sentir una y otra vez el agravio comparativo sufrido en propia piel. “No fui tratado igual que mi hermano”. “No me respetaron como los otros ciudadanos”. Esta primera razón del resentimiento nace de una percepción subjetiva.

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Uno no se siente tratado como el otro, pero que lo sienta de este modo, no significa, necesariamente, que hubo agravio comparativo, pero lo que cuenta para que fluya el resentimiento es que el sujeto lo sienta así. En ocasiones, esta percepción tiene una causa objetiva, pero en otros momentos, no la tiene, con lo cual se funda sobre una percepción subjetiva sin fundamento. Existe otra génesis del resentimiento: el complejo de inferioridad, un complejo estudiado a fondo por psicólogos como Adler, Frankl, Jung y que no nace, necesariamente, de una razón objetiva, pero que explica cómo fluye el resentimiento en muchos seres humanos. Uno se siente inferior a otro sujeto, desearía tener sus cualidades, sus rasgos, su inteligencia, pero constata que no posee tales cualidades y, como consecuencia de ello, experimenta resentimiento, porque se siente inferior. Es incapaz de detectar sus cualidades, observar sus activos, identificar sus talentos. Se siente inferior y odia al otro por el mero hecho de poseer ciertas cualidades que él no tiene. Sin embargo, no expresa directamente tal emoción. La oculta en su interior, da vueltas dentro de su ser y se alimenta y crece de magnitud, llegando a una situación claustrofóbica. Este resentimiento no tiene su raíz en un agravio comparativo que pueda imputar a alguien (al padre, al maestro, al político, al médico, al juez); emerge del complejo de inferioridad, de sentir que uno es inferior, del hecho que la naturaleza no le ha agraciado con unas cualidades que él observa en el otro, pero no en sí mismo. Existe una tercera génesis del resentimiento: el que puede denominarse resentimiento histórico y que tiene que ver con un hecho que tuvo lugar en el pasado, pero que ha sido transmitido de generación en generación. Es un resentimiento que nace de la transmisión cultural, de los procesos

Tenemos que conocer la historia con la máxima precisión, debemos evocar la memoria de lo acaecido, pero los presentes no somos responsables de lo que pasó antes de nuestra existencia, por la tanto el resentimiento histórico es, simplemente, absurdo. El resentimiento histórico nace de la transmisión, pero no de un sufrimiento padecido en la propia carne. Tampoco nace de un complejo de inferioridad. Nace de una transmisión. La responsabilidad debe imputarse, pues, a los transmisores, a los agentes educativos, a los narradores del pasado que, muy frecuentemente, predisponen a las generaciones nuevas a despreciar a ciertos colectivos, a odiar ciertas instituciones por lo que en el pasado causaron y no sólo a las instituciones, sino a las personas que actualmente se ubican en ellas. Las generaciones mayores cuentan lo ocurrido desde su perspectiva y predisponen las generaciones que acaban de emerger en la historia a odiar ciertos colectivos, ciertas naciones, ciertas etnias por el mal que esos colectivos, naciones o etnias causaron a otros en el pasado. Finalmente, hay otra forma de génesis de resentimiento: el que nace de una agresión sufrida y causada de un modo intencional, con la voluntad de herir. Cuando la víctima no puede liberar su sed de justicia, cuando debe callar por temor a represalias o porque ocupa un lugar ínfimo en la pirámide de poder, fluye el resentimiento. Cuando esta agresión queda impune, cuando no se ejerce la justicia sobre el que la ha cometido, el resentimiento crece de proporciones, pero el hecho de que el agresor sea juzgado tampoco libera, necesariamente del resentimiento. Ni siquiera la liberación del dolor a través de la venganza es, en ocasiones, suficiente para salvarse del resentimiento, porque el mal causado a otro no sana el mal infligido por este otro. El resentimiento, pues, puede obedecer a distintas génesis, pero, en cualquier caso, es un sentimiento hostil que obstaculiza la paz. Es probable que cuando la víctima narre su perspectiva de los hechos, lo que acaeció en el pasado, emerja el resentimiento en su ser, porque la memoria humana es, por definición, emocional, de tal modo que cuando uno recuerda lo vivido, lo padecido, lo sufrido, no permanece neutral, inmutable, como si no fuera con él, como si repitiera la tabla periódica de los elementos o las tablas de multiplicar; sino que experimenta cómo fluye el rencor, el resentimiento.

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Existe, pues, el peligro que la víctima transmita este resentimiento a las generaciones venideras, a aquellas que no jugaron ningún papel en el conflicto y que las predisponga al odio, a la ira, al desprecio de otro colectivo, pero eso sólo puede tener lugar, si se niegan las otras perspectivas que hay en el relato. Las generaciones mayores tienen el deber de narrar lo que acaeció en un conflicto, en una guerra, en un campo de refugiados, en una contienda civil, pero no deben, en ningún caso, contagiar, contaminar, intoxicar a las generaciones venideras con su resentimiento, con su rencor, en el caso que éste fluyera. La narración de la verdad histórica requiere de la voz de las víctimas, pero no únicamente de las víctimas, también los otros testimonios, supervivientes deben aportar su relato para reconstruir, con la máxima imparcialidad y objetividad que sea posible, la verdad histórica. El resentimiento, tal y como se ha indicado, no es una fatalidad histórica, ni una condena. Parto de la tesis que puede ser liberado, aunque, en ocasiones, es poco probable que uno tenga éxito en tal hazaña. Muchas veces ocurre que la persona desea liberarse del resentimiento, pero constata que no puede, que no es capaz de superarlo, a pesar de que racionalmente sea consciente del mal que le causa en su ser y en sus relaciones humanas.

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Para liberarse del mismo es fundamental, en primer lugar, reconocer que existe, que fluye. Ocultarlo, disimularlo, fingir que no existe, cuando está presente en el hondón del alma es un modo de perpetuarlo. Para liberarse del mismo es fundamental situar el resentimiento en el plano de lo consciente, pues, en ocasiones, está situado en el plano del inconsciente y, desde ahí opera, pero el mismo sujeto no es capaz de reconocerlo, ni de saber exactamente por qué lo experimenta. Si la causa del resentimiento es el complejo de inferioridad, es fundamental ayudar al sujeto a reconocer sus talentos, sus capacidades, las cualidades que tiene con el fin de aceptarse a sí mismo y de superar el estúpido deseo de dejar de ser el que es y tratar de ser como el otro. La envidia existencial sólo conduce al sufrimiento. Si la causa del resentimiento es la transmisión, el adoctrinamiento recibido, el modo cómo le ha sido narrado lo acaecido, es fundamental que alguien le ayude a percatarse de la absurdidad de tal resentimiento. Sin embargo, si la causa del resentimiento es una injusticia sufrida, un agravio comparativo objetivo o una agresión intencionalmente perpetrada, no cabe duda que el antídoto al resentimiento exige otra vía de solución que se llama reconciliación. La reconciliación, antídoto al resentimiento La reconciliación es una obra de arte, la resultante de un proceso muy complejo donde intervienen, esencialmente, dos actores: la víctima y el victimario. La reconciliación tiene lugar cuando la solicitud del perdón por parte del victimario va acompañada de la donación del perdón por parte de la víctima. Su expresión gráfica es el abrazo, pero un abrazo no depende sólo de un sujeto, sino de dos. Sólo hay abrazo, si ambos desean abrazarse.

El victimario puede arrepentirse y solicitar el perdón, pero puede darse la circunstancia que la víctima no sea capaz de conceder ese perdón o que, simplemente, no desee darle ese don. Quizás requiera tiempo, quizás sienta que traiciona a sus allegados que murieron, si concede el perdón. También puede ocurrir que la víctima esté dispuesta a perdonar, a empezar de nuevo, a liberarse del rencor que le roe por dentro y, sin embargo, el agresor puede no arrepentirse, ni reconocer si quiera el mal que causó, el sufrimiento que infligió a la víctima. En este sentido, la reconciliación es un proceso muy frágil, muy complejo, que presenta muchas aristas e incertidumbres que requiere de la voluntad de estos dos actores principales, pero que puede contribuir a ello la intervención de mediadores o agentes de pacificación. Escribe el teólogo Romano Guardini que el arrepentimiento es una de las más poderosas formas de expresión de nuestra libertad. Aunque probablemente sea así, el arrepentimiento no puede hacer que no haya ocurrido lo ocurrido. En efecto, no borra lo acaecido, no tiene el poder de aniquilar el pasado, pero puede ser el principio de un nuevo inicio, de una nueva historia. Lo que pasó, pasó, pero cuando el agresor se arrepiente de su acción, reconoce, por un lado, el mal que causó, toma consciencia del dolor que infligió al otro y ello predispone a la donación del perdón por parte de la víctima. Por otro lado, el arrepentimiento no salva al agresor del peso de la justicia, de cumplir la pena según el ordenamiento vigente, pero en ocasiones aunque la justicia se cumpla escrupulosamente con el agresor, eso no significa que éste se arrepienta de lo que causó y, menos aún, que éste reciba el perdón de la víctima. El principal antídoto al resentimiento es el perdón, pero para ejercer este perdón se quiere voluntad, tiempo y memoria. El perdón, como dice atinadamente Vladimir Jankélévitch, no es el olvido, ni la desmemoria. Es un acto libre que requiere audacia, fortaleza, humildad, confianza, capacidad para empezar de nuevo y no contaminar el futuro con la historia pretérita. El perdón sólo es posible si uno recuerda. Esto vale tanto para la víctima como para el victimario. Uno perdona algo que padeció o solicita perdón por algo que hizo y, por ello, se requiere del trabajo de la memoria, pero el perdón, además de memoria, requiere de la labor del tiempo, porque en la inmediatez es difícil solicitar el perdón y, todavía más, concederlo, pero con el tiempo es posible que este perdón se abra camino, aunque no es verdad que el tiempo lo cure todo por arte de magia. El perdón es cuestión de voluntad, es un acto intencional que expresa la genuina libertad del ser humano. A modo de conclusión, la edificación de la paz en el mundo requiere de la correlación de tres fundamentos: la búsqueda de la verdad histórica, la práctica de la justicia en todos los niveles y, finalmente, el ejercicio del perdón que abre las puertas a la reconciliación fraternal.

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Trabajos

precongresuales Eje temático

Memoria histórica, reconciliación y postconflicto

Relatoria

Memoria histórica, 1 reconciliación y postconflicto 44

RESUMEN

Una memoria en medio de la violencia

El propósito de esta relatoría es plantear las ideas principales trabajadas en el eje temático de Memoria histórica, reconciliación y posconflicto del II Congreso Internacional Edificar la paz en el siglo XXI en el marco de una Colombia que atraviesa por una coyuntura política que demanda aportes concretos y contribuciones generosas a la construcción de la paz además de las que cada uno de los integrantes de este eje temático ha venido forjando desde su experiencia personal, social, profesional e institucional. Esta contribución debe ir más allá de la academia y recaer sobre las exigencias reales del proceso de paz que se adelanta entre gobierno, grupos al margen de la ley y representantes de la sociedad civil con la participación de las víctimas del conflicto.

En Colombia pareciera que toma fuerza la denominación del conflicto interno armado, término que algunos consideran inapropiado por cuanto conflicto puede ser entendido como un fenómeno positivo inherente y necesario para el desarrollo tanto personal como de las sociedades2. Más allá de la denominación, es importante precisar que la violencia derivada (de la guerra o del conflicto interno) es una entre otras tantas que se dan en el país. El informe Basta ya del grupo de memoria histórica plantea que una de cada cuatro muertes violentas se produce en el marco del conflicto armado y las otras tres son producto de otras violencias que no van a pasar necesariamente por la agenda de negociaciones, por los pactos o por los acuerdos que actualmente adelanta el gobierno con las Farc.

Esta relatoría del eje Memoria histórica, reconciliación y postconflicto se estructura en torno a tres grandes ideas planteadas en las reuniones del Eje: las dificultades de una memoria que se debe construir sobre un conflicto que aún no ha terminado; el sentido de la memoria en los procesos de paz y los caminos para construirla y finalmente las relaciones entre memoria y reconciliación. Por último, se hace una síntesis de la reflexión a través de trece ideas fuerza que plantean con fuerza temas para seguir discutiendo y actuando.

Palabras Clave: Los conflictos de la memoria/memoria y guerra/ reparación/ memoria y reconciliación/ memoria y arte

En este contexto es difícil establecer quién es víctima y quién victimario ya que no hay diferencias significativas entre uno y otro; los testimonios constatan que en las masacres ocurridas quienes las perpetraron son también víctimas. Se podría decir que ambos -víctima y victimario- pertenecen al mismo medio social y sufren los mismos efectos de miseria que produce toda guerra. Esto nos plantea un reto importante acerca de cómo podemos reconocer en un victimario su condición de víctimas. Valdría la pena esbozar esa complejidad en un país como el nuestro en el que predominan las posiciones extremistas y excluyentes para la construcción de la paz, lo que supone pensar en escenarios de reinserción y de creación de oportunidades que superen la estigmatización y el etiquetamiento. Así por ejemplo, el estudio coordinado por Fabio Velásquez (2009), Las otras caras del poder. Territorio, conflicto y gestión pública en municipios colombianos, afirma que estamos ante una guerra de dos épocas –de la guerra fría y de la posguerra fría, interna, de carácter insurgente, de naturaleza ideológica y política, multiactores, en acelerado proceso de degradación y atravesada por los intereses de la economía del narcotráfico. Por su parte, Eduardo Pizarro (2004) en Una democracia asediada, balance y perspectivas del conflicto armado colombiano, considera que Colombia enfrenta un conflicto eminentemente político, tanto por sus raíces históricas como por las motivaciones actuales de los movimientos insurgentes. El horizonte de los grupos guerrilleros es el control, o al menos la distribución del poder político. Para alcanzar los objetivos luchan por el control territorial y de recursos, pero estos no son como tal sus objetivos. Son recursos para sustituir las actuaciones de las élites políticas y las transformaciones del Estado y la economía. 2

Texto resultado de la mesa de trabajo de este eje temático. Los documentos individuales de los expertos hacen parte de las memorias del Congreso. La redacción es del profesor Javier Polanía González del Departamento de Formación Lasallista de la Universidad de La Salle. 1

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Por eso hay que asumir que la paz no es el cese del conflicto, sino la construcción de un modelo social en el que la solidaridad y el reconocimiento de la igualdad existencial no genere más víctimas y victimarios, pero esa paz no es posible construirla si no se reconoce adecuadamente a quienes padecieron la violencia y quienes la ejercieron contra sus semejantes. Una memoria para comprender lo que no puede volver a ocurrir Hay consenso en la necesidad de hacer memoria: memoria para comprender, también para rescatar o para hacer evidente lo que no debió ocurrir, memoria de la injusticia, y memoria de lo que hubiera sido posible, evitando hacerlo de manera mecánica o instrumental pues se corre el peligro de perder el horizonte ético, político y social que implica la memoria. Es relevante considerar que en Colombia estamos haciendo memoria en medio del conflicto y por lo tanto se trata no solamente de una memoria de hechos pasados sino de una historia de violencia que sigue ocurriendo.

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Por eso es fundamental la relación entre memoria y cultura del arte, memoria y arte como pedagogía para la paz, que para el contexto colombiano puede resultar altamente significativo y hay todo un camino por recorrer al generar nuevas experiencias simbólicas como lo ha sido en la experiencia sudafricana la cimentación de los Museos Vivientes. Los ejercicios de memoria pueden constituirse en posibilidad de creación de nuevos símbolos que permitan la eliminación de estigmas y estereotipos y la construcción de un lenguaje distinto – oral y artístico- en la manera de nombrar lugares, calles, veredas y acontecimientos, y construir nuevas formas para comunicar la memoria del dolor y la esperanza de manera dinámica y alternativa a la gran cantidad de publicaciones académicas que en lugar de atraer, horrorizan y alejan a las nuevas generaciones de su lectura. Otro punto central es la necesidad de una reflexión ética frente a la memoria ya que corre el riesgo de ser manipulada o ideologizada; aquí aparece un reto: esbozar algunos mínimos éticos en el ejercicio de hacer memoria, entre ellos, que no se la instrumentalice en función de promover o invalidar una agenda política, sino que por el contrario, se constituya en un horizonte de paz y reconciliación no como acto, sino como un proceso. Memoria y reconciliación Hay al menos cuatro condiciones de la memoria para la reconciliación están son: 1) memoria y verdad, 2) memoria y justicia, 3) memoria y reparación, y 4) memoria y garantías de no repetición. Así, se consideran varias dimensiones de la reconciliación, entre ellas la memoria para reconciliar a las víctimas con su propia experiencia, y la memoria para reconciliar las víctimas con el Estado. Es necesaria entonces una memoria histórica como forma de reconciliación entre actores políticos que han estado fuertemente enfrentados para que sea posible su encuentro y el logro de unos acuerdos mínimos, como el de respetar la vida y asumir vías de no violencia para la solución del conflicto. Surge entonces la pregunta por el aporte que pueden hacer los ejercicios de memoria a la reconciliación y es importante tener en cuenta una serie de situaciones previas a los actos de barbarie dentro del conflicto armado como lo son el etiquetamiento y la estigmatización de comunidades y personas, lo que sugiere reflexionar y trabajar en torno al uso de un vocabulario incluyente en todos los estamentos de la sociedad.

Finalmente, la reconciliación es imprescindible para la paz, y en un marco de comprensión confesional, entender que esta es obra de Dios en los seres humanos e implica una sanación del pasado y una construcción de futuro en una permanente tensión entre la memoria y esperanza: memoria en cuanto se debe partir del conocimiento de los hechos ocurridos – la verdad- y esperanza en torno a la superación del miedo y la desconfianza entre los adversarios. La auténtica reconciliación debe generar oportunidades y condiciones sociales para la dignificación y sanación de las víctimas, es decir, una reparación integral que empieza por la del Estado. A manera de síntesis 1. ¿De qué tipo de conflicto estamos hablando? Una de cada cuatro muertes violentas son del conflicto armado. Esto nos impone retos: estamos haciendo memoria en medio del conflicto y no solo de hechos pasados sino del presente. 2. El sentido de hacer memoria: se propone una memoria para comprender, para rescatar y hacer evidente lo que no debió ocurrir, y una memoria de lo que hubiera sido posible. Se hace un llamado a no hacer más ejercicios de memoria instrumental, sino con sentido ético social y político con un alto contenido de pedagogía social para que esta aprenda a leer su pasado y proyectarse responsablemente al futuro pudiendo responder a la pregunta sobre el sentido de hacer memoria para la persona, la comunidad y la nación. 3. Se hace necesario plantear la relación memoria, cultura, arte, y los museos vivientes como pedagogía para la paz puede resultar muy útil para la sociedad. Igualmente, trabajar la memoria como arte y transformación aprovechando los lenguajes alternativos que proponen las nuevas generaciones, así como la creación de nuevos símbolos para cambiar estereotipos y nombrarnos e identificarnos distintamente (nuevos lenguajes, nuevos lugares, nuevos símbolos). 4. Una reflexión ética sobre la memoria: cuidado con la manipulación de la memoria. Lo que podamos aportar en este congreso es muy importante en la línea de trazar unos mínimos éticos. No podemos permitir la instrumentalización dela memoria para promover una agenda política. El horizonte de la reconciliación debemos verlo no como un acto sino como un camino. Evitar que la memoria se vuelva una herramienta para fomentar dogmas y violencias. 5. Para el caso de Colombia surge como reto considerar la manera como asumimos a las víctimas, pues no es fácil deslindar víctima de victimario así como reconocer en el victimario su condición de víctima. La complejidad de Colombia nos impide este reconocimiento, lo que supone escenarios de reinserción y oferta de oportunidades que contribuyan a superar la estigmatización de los actores del conflicto. 6. Debe continuarse con el trabajo de recuperación de la memoria desde las víctimas, para saber qué ocurrió y para restaurar su dignidad. 7. De firmarse un acuerdo de paz y aplicarse una justicia transicional se harán transacciones con la justicia y concesiones penales; parte de ellas se compensan con memoria. Se acentúa no tanto reclamar justicia punitiva sino saber la verdad. En cuanto a los victimarios, debe haber esclarecimiento histórico no para justificar sus acciones sino para ser interpelados éticamente. 8. Los actores armados del conflicto están reclamando sus memorias; así, las guerrillas piden una memoria que devele que su origen se debe a causas estructurales mientras que las fuerzas militares reclaman una memoria en donde se muestre la victimización de sus integrantes. En ambos casos la memoria no es solo para exaltarlos sino también para que asuman su responsabilidad ante la sociedad.

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9. Urge hacer públicas las memorias a través de los medios de comunicación; muchos ciudadanos no conocen la realidad y las atrocidades de más de medio siglo de guerra debido a la percepción de que la guerra es rural, por lo tanto, es de unos pocos lo que genera despreocupación del fenómeno en las ciudades. Si bien se ha hecho memoria en las regiones, se requiere fortalecer este ejercicio en las ciudades. 10. La memoria de las víctimas debe educar a la sociedad y ser parte de la historia que se enseña, lo que implica una transformación de los currículos de educación en historia fruto de una política educativa y cultural del país en este sentido. 11. Se hace un llamado a la academia, a las universidades, para que hagan una apuesta por la paz y retomen una de sus funciones fundamentales: la de formar ciudadanos éticos; que todos su programas revisen su postura y su relación con el conflicto armado y la construcción de la paz. Pero sobre todo, que haya una coherencia interna entre el discurso de la paz y sus acciones cotidianas. Igualmente, que se generen espacios de diálogo entre los actores del conflicto, gremios, organizaciones civiles, fuerzas militares, movimientos sociales, iglesias, etc. Pero se trata de un diálogo sobre los hechos concretos y su verdad, lo que podría implicar el develar a los victimarios y genocidas, cambiar posturas frente a los actores y trabajar en evitar estereotipos. 12. El lenguaje del arte, cine, trabajos documentales, teatro, danza, etc., debe ponerse al servicio de la memoria y la reconciliación; el segundo congreso de Edificar la Paz en el siglo XXI es una oportunidad para abrir la ventana a este tipo de manifestaciones. 13. Pensar una memoria en perspectiva de paz implica un cambio de lenguaje, pasar de la descalificación y desconocimiento del otro a su reconocimiento: la altura ética y moral del testimonio de la víctima puede contribuir a afirmar que nada justifica la guerra.

49 BIBLIOGRAFÍA Grupo de Memoria Histórica. (2013). ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional. Pizarro, E. (2004). Una democracia asediada, balance y perspectivas del conflicto armado colombiano. Bogotá: Norma. Velásquez, F. (coord.), (2009). Las otras caras del poder: territorio, conflicto y gestión pública en municipios colombianos. Bogotá: GTZ-Foro Nacional por Colombia.

Crónica Debate

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Torralba y Ardila reclaman escuchar la voz de las víctimas y unidad entre las asociaciones Tuvo lugar el 14 de julio en el Palacio Macaya de Barcelona, se centró en la memoria, la reconciliación y el postconflicto. Los dos conferenciantes, Francesc Torralba, catedrático de Filosofía de la Universidad Ramon Llull y experto del congreso, y Dorys Ardila, investigadora en temas de paz y en movimientos sociales en Colombia, reclamaron para lograr una reconciliación de las partes y una paz duradera escuchar a las víctimas y generar puentes de comunicación entre las asociaciones de los afectados por el conflicto.

Además, la investigadora en temas de paz también reclamó más unidad y comunicación entre las diferentes asociaciones de víctimas que en los últimos años se han creado en Colombia porque “convivimos en un mismo espacio” y porque “la paz duradera dependerá del papel que tengan los movimientos sociales en la construcción del país del postconflicto”. Y, por último, puso énfasis en la necesidad de que los colombianos “respeten la vida” y, más allá de la búsqueda del fin de la violencia, comiencen a plantear cambios estructurales.

El catedrático de Filosofía de la Universidad Ramon Llull recordó que “la memoria es selectiva, parcial, poco rigurosa, subjetiva y emocional” y que la memoria dolorosa “puede ser tanto de la víctima como del victimario”. Torralba también aseguró que “un proceso de reconciliación basado en la anestesia está condenado al fracaso” y por eso en este camino debe haber mucha “habla y escucha” entre la víctima y el victimario para, finalmente, llegar al lamento público y a la petición de perdón. Por su parte, Dorys Ardila denunció que “si no se trabaja la pedagogía política de la paz” y los políticos no abandonan la neutralidad en este tema, los acuerdos que se puedan cerrar en las conversaciones de La Habana que actualmente tienen lugar entre guerrilleros y gobierno no se solidificaran a la sociedad. Por su parte, Dorys Ardila denunció que “si no se trabaja la pedagogía política de la paz” y los políticos no abandonan la neutralidad, los acuerdos que se puedan cerrar en las conversaciones de La Habana que actualmente tienen lugar entre guerrilleros y gobierno no se solidificaran a la sociedad.

Video Expertos Barcelona

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Documentos de los expertos Eje temático

Memoria histórica, reconciliación y postconflicto

Condiciones para la reconciliación en el posconflicto1 Martha Nubia Bello Trabajadora Social de la Universidad Nacional de Colombia. Magíster en Investigación Interdisciplinaria en Ciencias Humanas y magíster en Ciencia Política. Coordinadora del informe ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad (2013). Investigadora en temas de derechos humanos, desplazamiento forzado e impactos psicosociales de la guerra. Directora del Departamento de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Coordinadora de la Especialización en Acción sin Daño y Construcción de Paz de la Universidad Nacional de Colombia.

RESUMEN

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A partir de la trayectoria en torno a la construcción de la memoria de masacres en Colombia y en particular la coordinación del informe ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad (2013), Martha Bello resalta cuatro relaciones de la memoria que constituyen lo que podría denominarse condiciones para la reconciliación; están son, a saber: 1) memoria y verdad, 2) memoria y justicia, 3) memoria y reparación y 4) memoria y garantías de no repetición. Se consideran varias dimensiones de la reconciliación, entre estas, la memoria para reconciliar a las víctimas con su propia experiencia, y la memoria para reconciliar las víctimas con el Estado. Propone una memoria histórica como forma de reconciliación entre actores políticos que han estado fuertemente enfrentados para que sea posible su encuentro y el logro de unos acuerdos mínimos, como el de respetar la vida y asumir vías de no violencia para la solución del conflicto.

Palabras Clave: Memoria / reconciliación / verdad / justicia / reparación / garantías de no repetición. En junio del 2013, el Grupo de Memoria Histórica (GMH) del Centro Nacional de Memoria Histórica entregó al presidente de la República y a la opinión pública, un informe titulado ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad, que intenta hacer una síntesis y una lectura interpretativa de las dimensiones y modalidades de la guerra, de sus motivaciones y transformaciones, de la guerra y justicia en la sociedad colombiana, de los impactos y daños causados, pero que también busca dignificar las resistencias, las iniciativas de paz y el ejercicio de construcción y reconstrucción de las propias víctimas, centrándose en su voz y en las propuestas e iniciativas que se han generado para sobrevivir a una guerra prolongada y degradada. Este informe tuvo como base dieciocho informes de casos emblemáticos, entre estos los de las masacres de San Carlos, Trujillo y Bojayá, y los procesos de violencia de género en la costa Caribe colombiana. Con base en esa experiencia se plantean dos temas para la reflexión en torno al eje temático 1

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que nos convoca: la relación entre memoria y reconciliación, y la pregunta por quiénes son los que pensamos que se deben reconciliar. El GMH no ha querido comprometerse con una relación mecánica entre memoria y reconciliación. Es decir, no considera que una reconstrucción de la memoria produce per se un evento de reconciliación puesto que perdón y reconciliación conciernen al ámbito subjetivo de las personas o las comunidades implicadas y no se dan por mandato de una ley, sino que perdón y reconciliación son posibles gracias a procesos heterogéneos que están asociados con múltiples factores. Pero sí se han planteado cuatro relaciones muy importantes que constituyen lo que podría denominarse condiciones para la reconciliación y tienen que ver con los derechos que se les asignen y se les reconozcan a las víctimas; en cada una de estas se pueden establecer compromisos: • Relación memoria y verdad. La memoria debe ser un instrumento para el esclarecimiento de la verdad cuando se adelantan procesos de reconstrucción de memoria. Aporta a la identificación de actores o responsables, estructuras y modus operandi, entre otros. • Relación memoria y justicia. En el ejercicio de esclarecimiento se da una imputación deresponsabilidades políticas, éticas y morales, dejando claro que hay actores con intereses y propósitos que tienen una responsabilidad en lo que ha ocurrido. Es decir, lo que ocurre no es fruto del azar, ni un asunto de efectos inesperados o indeseados; tampoco es un asunto de buena o mala suerte. En el conflicto hay actores y responsabilidades concretas. La relación entre memoria y justicia se da en términos del papel, de interpelación ética moral y política, que pueda tener la memoria histórica en los distintos actores comprometidos. • Relación memoria y reparación. La memoria debe conllevar a algo más que un ejercicio de reparación; debe dar voz a las víctimas y establecer distancias éticas entre víctima y victimario; llamar a las cosas por su nombre (masacre, víctima, victimario) y, en ese ejercicio, rescatar la dignidad, la honra, los proyectos de las víctimas y contribuir a la dignificación de la memoria de los que ya no están y de los proyectos de quienes han sobrevivido a los eventos de violencia. • Relación memoria y garantías de no repetición. Esta tiene que ver con los tres puntos anteriores. La memoria no solo imputa responsabilidades o plantea interpelaciones, sino que los ejercicios de memoria deben llevar a que esas responsabilidades sean asumidas por los distintos actores, por el Estado y los victimarios en lo que les concierne. Cuando se asumen responsabilidades estamos contribuyendo de alguna manera a que haya garantías de no repetición, y esas responsabilidades se pueden asumir por la vía de actos simbólicos, políticos o económicos. El GMH al preguntarse por lo que se pretende reconciliar, a quiénes, con quién, considera varias dimensiones de la reconciliación: • Memoria para reconciliar a las víctimas con su propia experiencia.

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Comprender el conflicto colombiano: requisito para la reconciliación1

• Memoria para reconciliar a las víctimas con el Estado, lo que implica reconstruir la confianza rota entre la institucionalidad y los ciudadanos, entre los funcionarios, las instituciones y los ciudadanos. • Memoria para reconstruir a las víctimas con la sociedad, por cuanto a las víctimas no solamente las lastiman o vulneran los victimarios y el Estado, sino también la postura estigmatizadora que asume la sociedad colombiana en particular. Finalmente, se plantea la pregunta ¿es la memoria una oportunidad o una posibilidad para reconciliar actores enfrentados históricamente?, por ejemplo, miembros de grupos armados ilegales con miembros de grupos armados legales. Al GMH le interesa la memoria como forma de reconciliación de actores políticos fuertemente enfrentados que incluso se han negado a hacer que la confrontación transite por vías no violentas; la memoria también tendría un propósito muy importante, y es que estos actores políticos militares enfrentados por la vía del conflicto, puedan tener una posibilidad de encuentro, sobre unos acuerdos mínimos como el de no matarse y asumir vías de no violencia.

Hno. Alberto Prada Sanmiguel, Fsc. Psicólogo y Magíster en Educación por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá; Master of Arts, Universidad de las Américas, Cholula (Puebla), México; candidato a Doctor en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud por Cinde-Universidad de Manizales, Colombia. Actualmente adelanta la investigación Memoria, justicia y responsabilidad en la masacre de El Salado, Colombia, ocurrida en febrero del 2000. Ha sido vicerrector académico y decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de La Salle de Bogotá, profesor universitario, rector de instituciones La Salle de la Provincia Lasallista de Bogotá y secretario de formación del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en Roma.

RESUMEN BIBLIOGRAFÍA

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Grupo de Memoria Histórica. (2013). ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional.

A la luz de algunos planeamientos de Hannah Arendt, se afirma que no es posible enfrentar las consecuencias de un conflicto si este no es comprendido, y hace una caracterización de aquella: le da sentido a lo ocurrido, permite producir narraciones para otros, lo que a su vez implica contar, enunciar el pasado incluyendo las memorias oficiales como las clandestinas. Se agrega que junto con el perdón, la comprensión contribuye al proceso necesario de duelo que una vez elaborado debe permitir saber por qué se perpetraron los hechos dolorosos de los que las víctimas reclaman la verdad y un mínimo de justicia.

Palabras Clave: Comprensión / conflicto interno colombiano / sentido / reconciliación / verdad. Es grato estar reunido con ustedes para compartir alrededor del eje temático que se nos ha encomendado: “Memoria histórica, reconciliación y posconflicto”. Creo que nos une el deseo que este país, en particular, y otros muchos Estados y naciones, transiten por el camino del posconflicto para cimentar el trabajo de la reconciliación y facilitar la construcción de la paz. Por eso, apoyo con pasión todo lo que se hace en favor de la paz, ya sean iniciativas globales como las conversaciones por una paz negociada entre el gobierno colombiano y las FARC, como todas aquellas que facilitan la construcción del tejido social requerido para la reconciliación en muchos lugares de Colombia y del mundo. Hablaré desde nuestro eje temático sobre el conflicto interno colombiano. En primer lugar, llamaría la atención sobre la posibilidad de trabajar la reconciliación aportando al proceso de comprensión del conflicto que padecemos. Al respecto, mi admiración por el trabajo que viene realizando el grupo Memoria Histórica y diferentes investigadores, que con su dedicación y aportes ayudan a esclarecer para el país lo que ha sucedido con los actores inmersos y sus acciones en el conflicto interno colombiano. 1

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Iniciaré diciendo que no es posible enfrentar las consecuencias de un conflicto sin ser comprendido. Eso quiere decir en el fondo, que intentarlo de otro modo nos pondría en una situación desesperada, angustiosa, en la que nuestras acciones pueden ir en contravía respecto de las soluciones más factibles para la resolución de un problema. Sin embargo, no podríamos afirmar con ello que acercarnos a la comprensión implica librarnos a toda costa del equívoco. La comprensión es una actividad sin fin, que varía, que cambia, que no produce resultados definitivos, como dice Arendt (2010), pero con la que intentamos ajustarnos a lo que ha acontecido y viene aconteciendo y nos esforzamos con la intención de reconciliarnos con el mundo.

vida de los individuos desde la posición del otro.

Para ser más exactos, la comprensión es una necesidad. Bien solía decir Arendt (2010) que su interés primario siempre había sido el de comprender. Que ella perfectamente podía vivir sin hacer más nada, pero que le era necesario comprender lo que había sido, fuera lo que fuera. En la comprensión no solo se pone en juego la supervivencia animal, sino también la humana en todo el sentido de la palabra. Esto debido a que nos es primordial aceptar que los conflictos los venimos enfrentando en escenarios concretos y no, a decir verdad, en la Luna o en sociedades distintas a la humana. Los conflictos los libran los hombres y, en esa medida, ellos son los únicos capaces de enfrentar sus posibles salidas.

El perdón, siguiendo la idea anterior, busca sobreponerse a lo casi enteramente imposible, por eso, puede catalogarse como una facultad humana que está por encima de los estándares normales. Lo está, porque el perdón, dice Arendt (1983), logra deshacer lo que está hecho, y logra inaugurar un comienzo allí donde todo ya estaba truncado o había alcanzado un final. El perdón, para redondear, es una acción única que a su vez termina con un acto único al que es difícil tener acceso. Y es allí donde el testigo cumple una función fundamental.

La comprensión pretende captar las particularidades y minucias de lo que ha sucedido realmente en un contexto determinado. Al realizar tal ejercicio la comprensión, logra por objeto llenar el mundo de sentidos. Tales sentidos son una muestra fehaciente que permite elaborar un juicio de manera abierta y objetiva y, otro, en el que la misma persona se ve vinculada. Es decir, la comprensión permite producir narraciones que llevan a la concordancia y reconciliación con las cosas. Para Arendt (2010), allí está el nicho de la comprensión como sentido: “Contar historias desvela sentido” (p. 22). No cabe duda de que toda historia tiene un principio y un final y que en medio se juegan los actores un papel principal, preponderante. En este pueden ser protagonistas o antagonistas, sin embargo, más allá de ello, la importancia cierta recae en que su historia se cuente para otros, no para sí mismos. Además, debe poder reconocerse en su historia el origen, ese que da cuenta del porqué de lo acontecido. Este reconocimiento es fundamental en la medida en que echa raíces el proceso mismo de los sucesos, sitúa la vida y nos permite reconciliarnos tanto con nuestras acciones como con nuestras pasiones. Para comprender eso, primero es necesario asistir a una enunciación del pasado, multiplicar las fechas memorables, rumiar los hechos y plantearnos una novela histórica. Debe hacerse un recuento simultáneo de las memorias oficiales, aquellas impresas en libros, revistas y videos; de las memorias clandestinas, aquellas que pueden reconstruir de manera oral lo acontecido; y las memorias propias, aquellas que nos retrotraen y nos ayudan a vivificar nuestra propia experiencia. Claro, no debe pasarse por alto, que como es posible el recuerdo también lo es el olvido. Según Arendt (2006), en el mundo hay un sinnúmero de historias que quieren ser contadas. Contarlas es una forma de robárselas al olvido. Y hay que contar porque la violencia comienza allí en donde el discurso pierde vigencia, donde se detiene, en el momento mismo en que se permite el olvido, justo cuando la palabra pierde toda calidad. Contar ayuda a trascender la esfera de los hechos centrando su atención en la comprensión como creadora de sentido, imparcial, que tiende a mirar la

No obstante, debe advertirse lo siguiente: asumir la posición del otro implica un aprendizaje que va determinado por entender que yo suelo juzgar los aspectos muy distinto, por no decir que de manera opuesta. Si se sobrepasa dicha advertencia podría darse un falso modo de la reconciliación desde la comprensión. Allí ilegítimamente se entendería - como dice Arendt (1983)- que comprenderlo todo es perdonarlo todo. Y tal caso no puede ser posible. En realidad, dirá esta autora que el perdón está poco ligado a la comprensión, a tal punto, que no es ni su condición ni su consecuencia.

El testigo es quien nos acerca al plano tanto de la memoria como de la reconciliación. Lo hace en la medida que se vuelve un registro y una actualidad del suceso. En él es en quien se centra la pluralidad del sentido porque denota una identidad narrativa tanto singular como colectiva. Su función está en recrear la historia de destrucción que lo envuelve, ese conflicto del que es actor. A su vez ese testigo es memoria y olvido, en una continua interacción, y es quien debe y da el ejemplo de cómo comprender y reconciliarse con el mundo que lo rodea. Solo él puede dar sentido a ese enfrentamiento con la realidad. La manera fácil de eludir esa proposición consiste en negarse a contar, negarse a hacer del relato un instrumento de confrontación; forja para sí una imposición implícita de no hablar sumergiéndose, por el contario, en la pena. Sin embargo, frente a ese hecho hay que recordarle la relación directa que existe entre la memoria y la verdad, por dura que parezca. Además, no puede existir un verdadero olvido, uno terapéutico, si la actividad sanadora no comienza por la claridad ante el acontecimiento. Recordar, en últimas, puede desatar los abusos del pasado que realiza un victimario con su víctima. La comprensión tiene esa función de desatar, pero sin manipular en ningún sentido la memoria. La comprensión se vale de la ampliación de la mente, de vislumbrar los fenómenos con otros ojos, de recordar la necesidad de unir la fragilidad de la verdad cuando se presume tenue y oscura. La comprensión acerca los testigos con sus memorias y relatos a la deliberación pública. Y sobre todo, puede colaborar con un proceso importante. Un proceso poco valorado, pero muy necesario. Algunas veces olvidado porque se cree tácito, sin serlo. Este proceso es el de duelo. La verdad, en el fondo, es una reparación-reconciliación que debe facilitársele a las víctimas. Y, para ello, lo primero es tramitar el dolor. Las víctimas a toda costa piden que se les haga justicia. Sin embargo, la justicia comienza por elaborar procesos que le devuelvan la dignidad, la esperanza, la oportunidad de ser solidarios y creer. Esto se logra comprendiendo los hechos incontrovertibles sucedidos en medio del conflicto, pues acerca a la colectividad nacional a la construcción de un relato creíble y sustentable que genere un entorno para enfrentar la realidad con unos mínimos exigibles éticos.

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La versatilidad de la memoria1

La comprensión tiene que posibilitarnos el duelo. El duelo entendido, según Blair (2005), como un proceso social necesario frente a la pérdida de un ser querido tanto en lo individual como en lo colectivo. Para enterrar los muertos no solo bajo tierra, sino en nuestros corazones y cerebros, debemos acercarnos a conocer a fondo qué aconteció. Quienes fueron perpetradores de los hechos pueden ayudar a comprender narrando y haciendo público el accionar estratégico e ideológico que los guió a cometer dichos actos, así como asumir su responsabilidad política y penal frente a estos. De otro modo, nunca se podrá elaborar un duelo cuando no hay certeza del porqué se ejecuta una masacre, del porqué se asesina sin un contexto explicativo, del porqué se desaparecen personas y se aumenta la lista de cadáveres NN; del por qué los asesinatos son muchas veces selectivos. Ante ello, la verdad y un mínimo de justicia admisible es lo poco que las víctimas nos reclaman. Para Blair: “[…] esta violencia actual bien podría ser la reedición de acontecimientos del pasado igualmente violentos que no han encontrado formas de elaboración y de tramitación del dolor” (2005, p. 190). No debe olvidarse que uno de los grandes problemas viene dado por la incapacidad para hacer justicia. El tránsito hacia la impunidad va de la mano de la carencia de resultados en las investigaciones, los vencimientos de los términos judiciales, la desaparición de los responsables imputados penalmente, las sanciones exclusivamente simbólicas y la solicitud de perdón, como un teatro de lo macabro.

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Finalmente, solo el corazón puede asumir el peso de la comprensión si se detiene a analizar su acción. Porque es allí donde parte una aptitud para comenzar a aceptar lo irrevocable y a reconciliarse con inevitable. Dirá Arendt (1983), que si se quiere hablar de verdadera comprensión, esta jamás cesará en el diálogo y, a su vez, tampoco pone fin a los “círculos viciosos”, pues se guía de la imaginación y allí trata de entrever en el mundo a oscuras, ese algo de luz inquietante que es la verdad. A estas naciones envueltas en conflicto y a nosotros mismos de manera particular, nos hace falta tomar distancia frente a lo parcial como se nos presenta el conflicto, para mirar en sus entrañas esa luz de verdad para comprender y así ayudar a los testigos directos a reconciliarse con el daño que se les ha podido causar y del que todos, ineludiblemente, somos responsables.

María Oianguren Idigoras Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad del País Vasco (EHUUPV). Especialista en Estudios para la Paz. Directora del Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz, creado en 1987 por el Parlamento Vasco, en el marco del 50 aniversario del bombardeo de Gernika, con el propósito de contribuir a que Gernika sea un factor mundial de paz; miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Investigación por la Paz (Aipaz) y del Foro de Asociaciones en Educación en Derechos Humanos y por la Paz. Premio René Cassin de Derechos Humanos, año 2010, Gobierno Vasco.

RESUMEN A partir del artículo Filosofías y praxis de la paz, de la misma autora, se plantean tres cuestiones que aportan al marco de reflexión en torno al eje memoria histórica, reconciliación y posconflicto. La primera, memoria y arte como pedagogía de paz, que incide en el componente memorial y simbólico y que a su vez influye en la segunda reflexión: memoria mediadora para una conciencia renovada, que aborda la complejidad de las identidades a partir del análisis de las capacidades humanas. Y la tercera, versatilidad de la memoria, finitud y finalidad de la memoria, en donde invita al diálogo en relación con el sentido del recuerdo y su temporalidad para acercarse a la cuestión sustancial: “¿para qué recordar?”.

Palabras Clave: Arte / memoria mediadora / pedagogía de paz / finitud de la memoria / recordar.

En el diálogo que la investigación por la paz establece con el pasado se hace necesario un análisis transdisciplinar para explicar el sentido del recuerdo y su aporte a la paz. En este texto, nos centraremos en tres de las reflexiones suscitadas en relación con la memoria y la paz. BIBLIOGRAFÍA

Memoria y arte como pedagogía de paz

Arendt, H. (1983). Comprensión y política. Eco, 2, 72-189.

En este primer punto, comenzaré mencionando las claves que articulan la filosofía del Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz. Memoria y arte como pedagogía de paz. En el marco conceptual de nuestras investigaciones y prácticas, la memoria, como capacidad transformadora, y el arte, como capacidad creadora, se someten a un análisis aplicado como contribución a la paz (Oianguren, 2009).

Arendt, H. (2006). Hombres en tiempos de oscuridad. Barcelona: Gedisa. Arendt, H. (2010). Lo que quiero es comprender. Madrid: Trotta. Blair, E. (2005). Muertes violentas: la teatralización del exceso. Medellín: Universidad

De esta manera, se quiere aprovechar la influencia histórica y simbólica de un lugar de memoria, Gernika, vinculada al mismo tiempo con la propuesta plástica y artística inspirada por el Guernica de Picasso. 1

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La villa y el lienzo nos ofrecen una oportunidad de análisis e interpretación en su contribución a la paz desde las potencialidades de un lugar tan simbólico como común. Una contribución que permita profundizar en el sentido de la vida para alejarnos de una épica heroica y adentrarnos en la poética de lo común y la vida cotidiana. Memoria mediadora para una convivencia renovada Ser, estar y recordar son verbos sobre los que articulábamos una reflexión para explicar las líneas de actuación de nuestra labor y establecer un diálogo en torno a las historias de vida, a los lugares simbólicos y a las identidades en su contribución a la paz (Oianguren, 2010). Queremos seguir aprendiendo, recordando y creando para una interpretación que permita conocimiento y criterio moral, diríamos “de ese eterno y a la vez efímero humano en el entorno humano”, porque encontramos una interpretación con sentido cuando se transcienden la dialéctica entre el ser y el estar.3 En este aprendizaje en relación con las temáticas referidas a la identidad y a la memoria, hemos encontramos un sentido en la interpretación de la vida para que sea una vida con sentido, al transcender una identidad vinculada a una constricción del ser más que a una construcción del ser, o el de una identidad sumida en una territorialidad restrictiva más que en una territorialidad de oportuna posibilidad. Explorar la cuestión de la identidad desde una interpretación que incida en las capacidades humanas4 para contribuir a una convivencia renovada.

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En ese marco nos interesa una memoria mediadora. Una memoria que reconozca el mal en potencia como propio y el mal en acto cuando es propio, para reivindicar una acción sin violencia que recuerde en lo cotidiano. Desde el reconocimiento de la memoria de las víctimas de la violencia, de las dictaduras y el terrorismo como elementos de una memoria de la exclusión, para recordar el ejercicio de la violencia que se ejerce hacia las personas por su representatividad, y quedar así excluidas de un proyecto que niega su existencia. Por eso, su propia existencia y su sentido cuestionan los proyectos con intención de totalidad y con carácter de homogeneidad (Oianguren, 2012). Los lugares de la memoria nos advierten de una posibilidad, “de lo que pudo haber sido de otra manera”. Se trata ahora de volver a recordar “la memoria de lo que no fue”, ni por “justicia” ni “de justicia” en la línea de “la memoria de la injusticia” (Mate, 2011), donde a la violencia se le deberá poner en su lugar, con una justicia que limita para recordar “si quieres la paz, educa para la paz”, la memoria como medio, memoria mediadora.5 Versatilidad de la memoria. Finitud y finalidad de la memoria Hoy, inmersos en un mundo globalizado, queremos explorar la concepción de las identidades y libertades, personales y colectivas, sujetas a una localidad concreta, estas y las otras, y profundizar en el sentido de la vida, sus límites y el desarrollo de las capacidades, los derechos y los deberes humanos para la construcción de una convivencia social y económicamente sostenible. Una interpretación que hace plural lo singular de la cuestión ¿somos en soledad y estamos en compañía? o ¿estamos en soledad y somos en compañía? Encontramos la respuesta en el artículo 29 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los anteriores 28 nos hablan de derechos y el 29 nos recuerda los deberes porque “soy en soledad y estamos en compañía […] queremos ser exclusivos y nos alejamos de lo común; queremos evitar ser excluidos y nos acercamos a lo común ¿dónde, entonces, conciliar lo exclusivo y lo inclusivo? como nos recuerda Todorov en ‘lo universal que es el horizonte entre dos particularides’” (Oianguren, 2010, p. 3). 3

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¿Qué es lo que nos hace? Nuestras capacidades nos hacen. Nos hacen los actos además de las palabras. Y entre unos y otras, la memoria.

Memoria como medio porque somos potencia, de esto y de lo otro, de lo bueno y de lomalo, potencia para el “cuidado” y potencia para el “dañado”, parte de lo que nos define es lo que hacemos y cómo lo hacemos, acción que indica y no solo palabra que predica. 5

La memoria desde el lugar que ocupa y un lugar de la memoria como es Gernika nos brinda la oportunidad de interpretar su finitud. La finitud de la memoria. En sus dos sentidos. Uno “con finalidad” que tiene sentido, y otro, en su sentido “finito”, que tiene fin y provoca principio. Principio de solidaridad. En relación con la finitud y desde las ciencias sociales, entendemos las categorías del límite y los límites. El límite, lugar fronterizo donde nos encontrarnos con la “alteridad”, y los límites, donde “no todo vale, ni en el amor ni en la guerra”, y que la memoria, en su derecho y con sus deberes, debe hacer valer para recordarlo. En relación con su sentido, queremos adentrarnos en una interpretación de una memoria mediadora entre “la memoria de la exclusión” y la “memoria de la injusticia” siempre presente y en presente para recordar que los mandatos sociales imperantes, cultural, política y económicamente, nos están llevando a sobrevivir en una sociedad global a la deriva. En un declive económico y financiero preso de un mercado especulativo sin límite y en una crisis de legitimidad de lo político en su sentido referente, conviene recordar una acción con imaginación (Lederach, 2007) que indique “cómo hacer” para el “bien hacer”, en el marco de una convivencia renovada. La investigación por la paz tiene retos para pensar en la paz y hacer por la paz. La idea de paz como fin, “si quieres la paz, prepárate para la guerra”, ha estado presente en la historia de la humanidad desde sus inicios, sin embargo, la acción por la paz como medio (Galtung, 2003), “si quieres la paz, prepárate para la paz”, también. Por eso, es necesaria una praxis que le permita renovarse sobre sí misma, en la línea de lo expuesto en la propuesta del giro epistemológico que supone un “pensar la paz desde la paz”, igualmente. El recorrido realizado desde el Centro de Investigación por la Paz “Gernika Gogoratuz”, nos permite vislumbrar y aventurar la continuidad de una labor que combine recuerdo histórico y acción por la paz, para seguir contribuyendo de manera efectiva, es decir, que muestre medios y fines por la paz. Se hacen necesarias las reflexiones éticas y la acción para la paz, que ofrezcan respuestas ante la complejidad de la vida, su sentido, principio y fin. El desafío para habilitar escenarios de convivencia, no violenta ni violentada, sin contradicción en los actos, nos invita a dar claves de interpretación para la transformación social. Ante estos retos, sabemos que no estamos solos. Nos acompañan las “cartografías de la memoria” y los “paisajes simbólicos” y nos toca decidir para actuar sobre la desconfianza y reactivar las capacidades humanas ante los retos de una convivencia solidaria. Para finalizar y volviendo a la cuestión del principio, ¿para qué recordar?, desde la propuesta que venimos dibujando en el Centro de Investigación por la Paz “Gernika Gogoratuz” y en términos poéticos expresaríamos: “para deslocalizar su significado conocido y adentrarnos en sus ‘finitas’ posibilidades”. Interpretación para la transformación. Versatilidad de la memoria.

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La reconciliación en el proceso de paz1

BIBLIOGRAFÍA Carrascosa, A. y Oianguren M. (2008). Arte y memoria como pedagogía de paz. Gernika: Ministerio de la Presidencia del Gobierno de España/Gernika Gogoratuz.

Monseñor Leonardo Gómez Serna, O. P.

Comins, I. y Muñoz, F. (2013). Filosofías y praxis de la paz. Barcelona: Icaria.

Dominico. Obispo emérito de Magangué, Bolívar (Colombia); prelado en Bertrania, el Catatumbo y Tibú; obispo de Socorro y San Gil, y de Magangué desde el 2001 al 2012. Primer Premio Nacional de Paz, adjudicado en 1999 y ratificado en el 2010 cuando también se lo otorgaron a sus colegas Nel Beltrán Santamaría y Luis Augusto Castro, tres de los obreros incansables que ha tenido la causa de la reconciliación. Su nombre es sinónimo de misión humanitaria, de diálogos pastorales (Iglesia-grupos armados en favor de la vida y los derechos humanos) y de lucha por la paz con justicia social. Cofundador de Unisangil. Jerarca católico que se ha plantado frente a los actores del conflicto armado con un mensaje evangelizador. Afirma que la paz se conseguirá “si le metemos gente a la paz y contra la guerra”, y que “la verdadera paz no será fruto de la victoria militar sino la búsqueda de solución a los problemas que originaron el conflicto”.

Galtung, J. (2003). Paz por medios pacíficos: paz y conflicto, desarrollo y civilización. Bilbao: Bakeaz y Gernika Gogoratuz. Lecerach, J. (2007). La imaginación moral: el arte y el alma de la construcción de la paz. Bilbao: Bakeaz y Gernika Gogoratuz. Mate, M. (2011). Tratado de la injusticia. Barcelona: Antrophos. Oianguren, M. (2009). Pedagogía de paz a través de la memoria y el arte. En S. Farre. Jornadas de arte y cultura de paz: reflexiones en torno al papel del arte en la construcción de una cultura de paz (pp. 15-18). La Paz: Embajada de España en Bolivia.

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RESUMEN

Oianguren, M. (2012a). Desarmar la historia: memoria histórica, responsabilidad histórica y reconciliación. En Fundación carta de la Paz a la ONU. Actas. I Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI, Barcelona, España.

Con base en la experiencia de más de treinta años como obispo de varias diócesis de Colombia inmersas en el conflicto interno armado y como interlocutor en mesas de diálogo con grupos al margen de la ley, misiones humanitarias y diálogos pastorales, el autor considera que la reconciliación es imprescindible para la paz, que esta es obra de Dios en los seres humanos e implica una sanación del pasado y una construcción de futuro en una permanente tensión entre la memoria y esperanza: memoria en cuanto se debe partir del conocimiento de los hechos ocurridos - la verdad- y esperanza en torno a la superación del miedo y la desconfianza entre los adversarios. Para monseñor Gómez, la auténtica reconciliación debe generar oportunidades y condiciones sociales para la dignificación y sanación de las víctimas, es decir, una reparación integral.

Oianguren, M. (2012b). Discurso de inauguración. En M. García (Coord.). Derechos humanos y construcción de paz en el País Vasco. Bilbao: Bakeaz/Gernika Gogoratuz.

Palabras Clave: Proceso de paz / reconciliación / justicia / libertad / verdad / memoria / esperanza / pastoral.

Oianguren, M. (2010). Identidad y cultura de paz. En Fundación Seminario de Investigación para la paz. Todavía en busca de paz 1984-2009 XXV: aniversario. Zaragoza: Gobierno de Aragón.

Eodemos afirmar que en todo proceso de paz se requiere fundamentalmente la reconciliación; sin esta es imposible conseguir la paz. El Concilio Vaticano II en la Constitución Pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el Mundo Actual, señala que: La paz sobre la tierra nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre. En efecto, el propio Hijo encarnado, Príncipe de la paz, ha reconciliado con Dios a todos los hombres por medio de su cruz, y, reconstituyendo en un solo pueblo y en un solo cuerpo la unidad del género humano, ha dado muerte al odio en su propia carne y, después del triunfo de su resurrección, ha infundido el Espíritu de amor en el corazón de los hombres. (Gaudium et Spes, 78)

Comencemos mencionando los cuatro supuestos de la paz a que aludió el papa Juan XXIII en la encíclica Pacem in Terris: amor, justicia, libertad, verdad. El papa Juan Pablo II le daba al primer 1

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supuesto el nombre de solidaridad. Estos supuestos se han roto y por eso es necesario restaurarlos, es justamente lo que llamamos reconciliación.

rach, 1998). Además de la restauración de relaciones, la reconciliación implica: todo un proceso de sanar el pasado y todo un proceso de construir el futuro.

Ante todo, hablar de reconciliación es hablar de la restauración de las relaciones rotas y trabajar en la práctica por recuperarlas. Desde esa perspectiva podemos hablar de:

En otras palabras, la reconciliación atañe a una relación de tensión entre la memoria y la esperanza. A partir de esta relación se dan distintos enfoques de la reconciliación, enfatizando cada uno sus propios aspectos. La memoria de lo sucedido es el punto de partida para un proceso de reconciliación: hay que partir ante todo de la verdad de los hechos. Hacer memoria es el primer paso para la dignificación y sanación de las víctimas, directas o indirectas. Esto implica atención, asistencia y reparación integral; satisfacción de los derechos violados, separación del trauma en el caso de la víctima y reconocimiento de la culpa en el caso de los victimarios, al igual que petición de perdón. La memoria histórica es clave para no repetir la historia.

• • • •

Reconciliación espiritual por ausencia del amor y la solidaridad. Reconciliación social por ausencia de la justicia. Reconciliación política por ausencia de libertad. Reconciliación cultural por ausencia de verdad.

Para la reconciliación se resalta el amor que Dios ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Romanos 5,5), como resultado de la reconciliación que Él mismo ha llenado en Cristo. San Pablo nos recuerda: Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una criatura nueva. ¡Lo antiguo pasó, ha llegado ya lo nuevo! Y todo es obra de Dios, quien nos reconcilió con Él por medio de Cristo, reconciliando al mundo consigo, sin tener en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos el mensaje de la reconciliación. Somos embajadores de Cristo y es como si Dios hablase por nosotros. Por Cristo les suplicamos: “Déjense reconciliar con Dios”. (2 Corintios 5, 17-20)

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El núcleo de la enseñanza paulina sobre la reconciliación está centrado en que esta es obra de Dios: es Él quien por medio de Cristo, la inicia y la lleva a su culminación, claro está, con nuestra colaboración. El ser humano simplemente se deja reconciliar, responde a la oferta que se le hace removiendo obstáculos y aceptando. Por ser obra de Dios, nosotros somos embajadores de Cristo y la experiencia de la reconciliación hace, tanto de las víctimas como de los victimarios, criaturas nuevas. En esta perspectiva, el misterio pascual de Cristo confirma y manifiesta el poder de Dios sobre el mal como acción sanante y perdonadora de Dios. En lo que respecta a la reconciliación con los humanos, también hay que subrayar que es obra de Dios en nosotros. En los múltiples testimonios que escuchamos de las víctimas, ellas reconocen que las heridas y traumas ocasionados por la violencia son difíciles, más aún, imposible perdonarlos. Es conocida la expresión “errar es humano, perdonar es divino”. Las víctimas reconocen que después de guardar rencor y resentimiento con los agresores, solo la acción del Espíritu Santo en cada uno hace posible el perdón y la reconciliación. En este sentido, podemos afirmar, con base en la experiencia, que la reconciliación es perdonar y perdonar es liberar: • Se libera de su falta al agresor. • Se libera de su rencor o resentimiento quien perdona. Reconciliar significa crear o volver a tender puentes: es una sabia forma de proporcionar las condiciones necesarias para que se restituya el sentido de las cosas y el sentido de la justicia, dejando los espacios ocupados por el sinsentido, esto es, por la violencia, la crueldad, el odio y el rencor (Lede

El proceso de construcción del futuro: en este empeño de todos los ciudadanos, el Estado, las iglesias, debemos estar comprometidos. Un primer aspecto que hay que tener cuenta es el relacionado con crear condiciones para la reintegración de los excombatientes. Hay que trabajar seriamente en las distintas comunidades para superar el miedo y la desconfianza a estas personas que desean vincularse de nuevo a lasociedad. Igualmente, es necesario que las grandes empresas abran sus puertas para acoger con respeto y dar oportunidades nuevas a quienes, por distintas razones, han delinquido. El otro aspecto fundamental es el relacionado con el establecimiento de condiciones estructurales para una paz estable y duradera: “[…] mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema de inequidad es raíz de los males sociales” (Evangelii Gaudium, 202). El Papa Juan Pablo II en la encíclica Centesimus Annus, número 18, dice: “[…] la verdadera paz no es el resultado de la victoria militar, sino la búsqueda de solución de los problemas que originan la guerra”, algo que implica la superación de las causas del conflicto armado. El papa Pablo VI decía que el desarrollo es el nuevo nombre de la paz, y el papa Francisco: […] la paz tampoco se reduce a una ausencia de la guerra, fruto del equilibrio siempre precario de las fuerzas. La paz se construye día a día en la instauración de una orden querida por Dios, que comparte una justicia más perfecta entre los hombres. En definitiva, una paz que no surge como fruto del desarrollo integral de todos, tampoco tendrá futuro y siempre será semilla de nuevos conflictos, y de variadas formas de violencia. (Evangelii Gaudium, 219)

De ahí todo el trabajo de la pastoral social de la Iglesia y de los procesos diocesanos de paz. ¿Qué hemos hecho en nuestra pastoral por la reconciliación en Colombia? Liturgia de la palabra, con énfasis en la paz, el perdón y la reconciliación; anuncio del evangelio de la vida y el actuar de Jesús por la defensa, dignificación y disfrute de la vida, su llamado a la fraternidad, a la misericordia, al amor a los enemigos; facilidad y educación para el sacramento de la reconciliación; formación para la vida comunitaria: programas de reconciliación; servicio de escucha a las víctimas; memoria de los hechos violentos y purificación de la memoria; oración continua comunitaria

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Aspectos de la memoria histórica y la reconciliación en la experiencia de Sudáfrica1

y personal por la paz, la justicia, la reconciliación y el perdón; vida litúrgica. Y como experiencias significativas en esta labor se resaltan las siguientes: el viacrucis nacional, la campaña por la reconciliación y la paz, diálogos pastorales, semana por la paz, seis congresos de la reconciliación, trabajo en la red nacional de iniciativas por la paz (Redepaz) y el trabajo de la pastoral social. La Conferencia Episcopal de Colombia ha insistido en la necesidad de formar comunidades reconciliadas y reconciliadoras, para ello se cuenta con programas de cultura de paz del Secretariado Nacional de Pastoral Social, la Sección Vida, Justicia y Paz, escuelas de paz y convivencia. Y se cuenta con otros programas de amplia trayectoria como el Programa por la Paz de los jesuitas, las escuelas de perdón y reconciliación (Espere) de los consolatos, la Comisión Justicia, Paz y Solidaridad de la Conferencia de Religiosos de Colombia, los laboratorios de paz, veintitrés programas de desarrollo y paz, la red Corporación Programa Desarrollo para la Paz (Prodepaz), la Comisión de Conciliación Nacional y la Pastoral Social Nacional y de San Gil.

Peter Cunningham Experto en mediación, Nelson Mandela Metropolitan University (Sudáfrica), institución que promueve la reconciliación y responde activamente a las iniquidades del pasado. Tiene como objetivo erradicar toda forma de discriminación. Gran parte de su trabajo radica en la comprensión nde las economías emergentes en transición con especial referencia a la gestión, el liderazgo y la gestión de conflictos.

RESUMEN BIBLIOGRAFÍA

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Biblia de Jerusalén. (1999). Bilbao: Descllée De Brower. Concilio Vaticano II (2000). Documentos completos. Bogotá: San Pablo. Lederach, J. (1998). Reconciliación sostenible en sociedades divididas.Bilbao: Bakeaz. Papa Francisco. (2013). Evangelii gaudium. Bogotá: San Pablo. Papa Juan Pablo II. (1991). Centesimus Annus. Bogotá: San Pablo.

A la luz de la experiencia de Sudáfrica, el autor señala algunos elementos que para el caso colombiano han de tenerse en cuenta de cara al posconflicto. Así, considera que en el proceso de paz todas las voces de la sociedad, y no solo las de las víctimas y victimarios, deben ser escuchadas; añade que los momentos históricos del pasado violento deben ser capturados en el tiempo y traerse al presente a través de museos vivientes para que se conserven en la memoria. Se invita a considerar la importancia de elaborar nuevos símbolos y a pensar en el cambio de denominación de algunos lugares públicos que propendan por la creación de una cultura de paz; por último, hace un llamado a trabajar en el cambio de las percepciones sociales para que se pueda contar una historia fiel a la realidad de lo ocurrido.

Palabras Clave: Memoria / reconciliación / museos vivientes / negociación / empoderamiento de la cultura. Los tres elementos de este eje —memoria histórica, reconciliación y posconflicto— pueden ser abordados en Colombia o en otros escenarios de guerra a la luz de la experiencia vivida en Sudáfrica. La memoria En el proceso de reconciliación de Sudáfrica hay voces que no han sido escuchadas, o lo que llamamos una voz supresora. La condición de supresión consiste en no dejar hablar a todos, y para un proceso de memoria y reconciliación es vital que toda la sociedad sea escuchada. Por otra parte, es importante capturar los momentos históricos del pasado violento y traerlos al presente para construir el futuro. Un aporte en este sentido son los museos vivientes: en estos la historia se trae no solamente para contarla sino para visualizarla; por lo tanto, cobran 1

Transcripción de los aportes al eje temático “Memoria histórica, reconciliación y postconflicto”, presentados el 14 de marzo del 2014.

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Víctimas y victimarios1

importancia los registros visuales a través de etnografías actuales. Reconciliación Veinte años después de superado el conflicto aún se vive un proceso de reconciliación. No obstante, la manera como se cuentan las historias hoy en día en Sudáfrica es más colectiva y es necesario preguntarse hasta dónde a través de este proceso de reconciliación se puede hacer un balance del poder que se ha ejercido sobre la sociedad. En la reconciliación debe tenerse en cuenta el papel de los símbolos. Sudáfrica se ha preguntado hasta qué punto como sociedad van a incluir en su vida cotidiana símbolos que reflejen lo vivido en el conflicto. Se han utilizado símbolos en las banderas y han cambiado las denominaciones de algunas de sus calles y otros lugares públicos buscando la manera de crear una nueva cultura de paz para que se pueda contar la historia correctamente. Posconflicto

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Es importante aclarar qué se entiende por posconflicto y por posguerra. Igual de importante es no crear una especie de burbuja imaginaria de que luego del conflicto vendrá la paz por sí sola, pues seguramente habrá una constante crisis entre el conflicto y el posconflicto, en donde se darán procesos de negociación y renegociación de lo pactado. En el proceso de reconciliación, la sociedad debe trabajar en torno a la percepción de las personas evitando la construcción de estereotipos y estigmatizaciones, de tal manera que la gente se reconozca de otra manera y pueda construir una sociedad nueva que no se fundamente en aquellos. En esa nueva percepción deben identificarse a los que pertenecieron a los diferentes bandos de la guerra y a los que no para que al hacer esta nueva identificación de la población se creen unos estereotipos que sirvan como modelo de políticas futuras. En cuanto a las expectativas de la población, no debe haber extralimitación de estas, como se dio en Sudáfrica al ofrecer una redistribución de tierras que veinte años después no se ha logrado de manera satisfactoria. En último lugar, los actores que fueron afectados deben tener el derecho a ejercer influencia en los procesos de reconciliación; a esto se le denomina el empoderamiento de la cultura.

David Álvarez Martín Decano de la Facultad de Ciencias y Humanidades de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, República Dominicana.

RESUMEN El texto plantea que la verdadera paz comienza haciendo memoria de las víctimas y que olvidarnos de ellas es un acto de tanta violencia como las acciones que las convirtieron en tales. En cuanto a los victimarios, en la medida de las posibilidades reales, deben ser identificados, invitados a pedir perdón por el daño infligido y purgar la pena que el orden legal les imponga. Juicios justos y razonables son demandados en la búsqueda de la paz. Afirma que democracia y paz están indisolublemente ligadas, ya que la verdadera democracia es la experiencia de la paz políticamente hablando. Pero la democracia no es suficiente, se requiere justicia económica y social, y dentro de esta, una educación para la ciudadanía y la productividad, donde el diálogo anule todo acto de violencia.

Palabras Clave: Paz / violencia / víctimas / victimarios / justicia / democracia /educación. El cese del conflicto, que no es precisamente la paz, obliga a reconocer las consecuencias de la violencia. Nunca la violencia es aséptica, genera víctimas y reconoce victimarios. La paz se construye asumiendo la totalidad de las consecuencias y responsabilidades, ya que se trata de un hecho actual y no un acontecimiento desligado de la acción de la generación presente. Cuando la Carta de la Paz afirma, con toda la razón, que no somos responsables de lo acontecido en el pasado, y específicamente del pasado que no involucra a los actores existentes, invita a una reconciliación con los hechos ocurridos, sin negar los agravios, pero no convirtiéndolos en armas presentes contra hombres y mujeres ajenos a dichos hechos. Pero cuando el conflicto es actual y se busca la paz, no es posible negar el dolor de las víctimas y sus familiares, y la responsabilidad de quienes ejercieron la violencia contra sus prójimos, sin importar motivos políticos, sociales o ideológicos. Toda víctima, sin importar si participó directamente en el conflicto o recibió un daño ajeno a la 1

Aporte al eje temático “Memoria histórica, reconciliación y posconflicto”, presentado en junio del 2014.

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participación, merece ser reconocida y, en la medida de lo posible, compensada por el daño recibido. Y víctima todo el que murió, fue herido, desplazado o económicamente afectado debido al conflicto. No existen víctimas más destacadas que otras, ni siquiera la acción del Estado se legitima si dañó a otros. En torno a la víctima comienza la paz verdadera, en el presente y hacia el pasado. Olvidarnos de las víctimas es un acto de tanta violencia como la acción que les convirtió en tales. Todo victimario, en la medida de las posibilidades reales, debe ser identificado, invitado a pedir perdón por el daño infligido y purgar la pena que el orden legal le impone. Juicios justos y razonables son demandados en la búsqueda de la paz. Muchos conflictos fueron cerrados con impunidades que siguen gravitando sobre las sociedades que lo padecieron, es una continuación de la violencia en el tiempo. Lamentablemente, quienes tienen más poder buscan en acuerdos de cese de la violencia la impunidad como mecanismo de negociación. El victimario arrepentido y penalizado por su ofensa es necesario para que la paz se siembre en la sociedad. La paz no es el cese del conflicto, si no la construcción de un modelo social donde la solidaridad y el reconocimiento de la igualdad existencial no genere más víctimas y victimarios, pero esa paz no es posible construirla si no se reconoce adecuadamente a quienes padecieron la violencia y a quienes la ejercieron contra sus semejantes. Es precisamente ese hecho de reconocimiento que invalida las acciones violentas anteriores y extirpa su posible repetición en el tiempo. En ese proceso de reconocimiento participa la sociedad en su conjunto.

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La paz, por tanto, es un hecho democrático, que va más allá de los grupos y actores, incluso del Estado, en la violencia padecida. Organizada en grupos y expresándose de manera directa, toda la sociedad debe validar los procesos del cese de la violencia y marcar las pautas para la reconciliación. Si la violencia fue un hecho que afectó a la sociedad, su cese debe ser socialmente validado y únicamente de esa forma es posible poder construir la paz. Democracia y paz están indisolublemente ligadas, ya que la verdadera democracia es la experiencia de la paz políticamente hablando. No es posible la paz si una auténtica democracia. La violencia es expresión directa de la falta de democracia y el uso de la fuerza para imponer proyectos políticos o ideológicos sin el consentimiento de la sociedad en su conjunto. Procurar la paz es el reconocimiento de que toda la sociedad es depositaria de la voluntad para encauzar propuestas determinadas en el orden político, social o económico, siempre reconociendo la dignidad de todo ser humano. El legado histórico que arrastramos la mayoría de nuestras sociedades, donde la violencia de grupos o del Estado ha impuesto su voluntad es el síntoma inequívoco de la ausencia de la democracia y la negación de que la sociedad es la única soberana. Por tanto, la democracia es el camino de la paz, desde el cese de la violencia, pasando por el reconocimiento de las víctimas y victimarios, hasta la construcción de nuestras estructuras que impida el uso de la violencia como mecanismo de control social. La democracia no es únicamente un hecho político; es, además, una estructura económica que garantiza la equidad para todos y un ordenamiento social que promueva la dignidad de toda persona, sin importar sus condiciones particulares. Desde la auténtica democracia se construye la paz como forma de vida plena para todos los habitantes de una sociedad.

Otro factor clave de la paz es la educación, de extensión universal, para forjar en cada individuo las capacidades que le permitan aportar a la sociedad y recibir el fruto de su trabajo, y además cultivar la tolerancia y sentido de sociabilidad ciudadana, lo que muchos autores llaman la amistad ciudadana. Es ese sentido amical hacia todos sus semejantes lo que forjará nuevas generaciones dispuestas a conservar y ampliar la democracia y participar activamente en la solución de los conflictos que puedan surgir. Educar para la productividad y para la ciudadanía son dos aspectos integrados en todo modelo educativo que realmente busque construir la paz en cualquier sociedad. Por último, quisiera destacar un aspecto complementario a todo lo expuesto y es la capacitación para el diálogo, que está en la base del modelo educativo propuesto y que debe permear todo modelo democrático. Dialogar no es algo genético, es una competencia que se enseña y se socializa en el proceso vital de toda persona. Desde el hogar hasta el Estado, los procesos de diálogo deben ser los mecanismos que medien las relaciones entre todos los seres humanos. Un diálogo en que nos reconocemos iguales y con derecho a expresar nuestras ideas y propuestas, a la vez que somos capaces de escuchar y entender las ideas y propuestas de los otros. Diálogo que extirpa todo acto de violencia porque no se busca imponer, si no proponer, no se procura obligar, si no convencer.

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Memoria histórica, reconciliación y postconflicto1

no con la verdad escrita por los victimarios, quienes en última instancia son los que vienen escribiendo la memoria, pisoteando la dignidad de las víctimas y, en algunos casos, las víctimas son revictimizadas por las instituciones y sus funcionarios, quienes más que nadie saben quién le asesinó un familiar, desapareció, judicializó, torturó, etcétera, y que por temor no denunció. ¿Será que tiene más credibilidad el victimario? Relación memoria y justicia

José Óscar Salazar Director de Descolpaz, Corporación para la defensa y promoción de los derechos humanos. Miembro de la Coordinadora Andina frente al Desarraigo y el Desplazamiento Forzado (Coandefor). Miembro de la Mesa Nacional de Víctimas perteneciente a organizaciones. Activista por la paz y los derechos humanos.

RESUMEN

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Las organizaciones colombianas de base popular que conforman la Corporación Desplazados y Refugiados Colombianos por la Paz (Descolpaz) han sufrido en carne propia la amenaza, el desplazamiento, el desarraigo y luchan por el reconocimiento de sus derechos y la recuperación de sus tierras; piden que la memoria se construya con la verdad de las víctimas y no con la de los victimarios, quienes la han venido escribiendo y han pisoteando su dignidad llegando a ser re-victimizadas por las instituciones del Estado y sus funcionarios. Aseveran que la memoria ha estado sometida por la normatividad jurídica, por lo que se han implementado medidas alternativas donde se ha preferido la amnistía a la verdad, el indulto a la sentencia judicial, y se han adoptado mezquinas penas alternativas en relación con los delitos perpetrados y el daño sufrido por las víctimas. Manifiestan que perciben bastantes dificultades en la reparación integral a causa de las distancias éticas y morales que son difíciles de olvidar y, por último, señalan que es en la relación memoria-territorio-tierra donde se da la verdadera relación de las víctimas y donde el victimario ejerció todo tipo de violencia incluida la violencia estatal: si el Estado no reconoce su participación en los hechos y señala cuál fue su verdad para desplazar, asesinar, desaparecer, judicializar, torturar y abusar del poder armado, no se podrá hablar de una verdadera reparación.

La memoria ha sido pisoteada y mancillada en nombre de la normatividad jurídica, por lo que se han implementado medidas alternativas que terminaron anteponiendo la amnistía a la verdad, el indulto a la sentencia judicial o en el peor de los casos, adoptando mezquinas penas alternativas en relación con los delitos perpetrados y el daño sufrido por las víctimas. Sin perjuicio de ello, se elaboraron otras acciones encaminadas a otorgar impunidad a los autores de graves violaciones a los derechos humanos. De esta manera nacieron leyes como las de punto final y de obediencia debida, así como otras formas de impunidad, la extradición de la cúpula paramilitar que agrietó las posibilidades de alcanzar verdad, justicia y reparación. Esta extradición se produjo en momentos en que se abría el ventilador de los paramilitares que vinculaba a políticos, empresarios y funcionarios. Relación memoria y reparación Es difícil para la víctima ser reparada integralmente. Hay distancias éticas y morales que son difíciles de olvidar. No basta con realizar actos públicos masivos reivindicativos de la dignidad pisoteada y mancillada, homenajes y actos simbólicos que reconozcan la verdad de los hechos.

Palabras Clave: Memoria / verdad / justicia / víctimas / territorio / reparación / violencia del Estado.

La memoria debe ser escrita en el marco de una reparación integral como acto reivindicativo de las víctimas, es decir, escrita por ellas, partiendo de su verdad histórica en relación con el tiempo en que se dieron los hechos, relación memoria-territorio-tierra, que es en donde se da la verdadera relación de las víctimas y donde el victimario ejerció todo tipo de violencia incluida la violencia estatal; no puede haber una reparación integral y digna mientras los victimarios, incluido el Estado, no reconozcan su participación en los hechos y digan cuál fue su verdad para desplazar, asesinar, desaparecer, judicializar, torturar y abusar del poder armado.

Para la Corporación Desplazados y Refugiados Colombianos por la Paz (Descolpaz) la memoria parte de un todo para esclarecer la verdad y la justicia, si bien es cierto que no compartimos algunos apartes del informe ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad, por considerar que construye una verdad a medias y que hace falta profundizar más sobre lo que realmente ha pasado en esta etapa del conflicto armado.

Reflexión 1: en el posconflicto se dan varios aspectos, uno de ellos es ¿qué va a pasar con la verdad? ¿Es nuestra verdad igual a la del victimario? ¿Sabrá la sociedad y el mundo lo que realmente pasó en Colombia? Y no es que el posconflicto sea doloroso si no que es una realidad a medias, ya que así haya una cesación de las armas y los combatientes se reintegren a la sociedad, las causas sociales serán iguales y las luchas seguirán, y las víctimas continuarán reclamando justicia, reclamando su verdad.

Relación memoria y verdad Descolpaz parte de reconocer que la memoria se reconstruye con la verdad de las víctimas y Aportes al eje temático “Memoria histórica, reconciliación y posconflicto” desde las regiones donde Descolpaz tiene trabajo organizativo. Presentado en junio del 2014. 1

Reflexión 2: la justicia transicional fue acomodada a los países que tenían un conflicto interno y se aceptó su implementación en la medida en que ciñera sus normas a las disposiciones de las resoluciones y convenciones sobre la materia y privilegiara verdad, justicia y reparación integral para las víctimas, pero se tergiversó y cada cual la implementó e interpretó a su manera.

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Para nosotros este tránsito matizado será aún más difícil porque la sociedad colombiana no está preparada para asumir su rol protagónico en este escenario, es una sociedad de odios profundos y socavada por serias diferencias antagónicas. Reflexión 3: si la sociedad colombiana no está preparada para el posconflicto, menos lo estará para recibir en su seno a quienes han sido los protagonistas del conflicto armado, es necesario entonces una gran campaña nacional de sensibilización, acompañamiento internacional y una vinculación directa de toda la sociedad civil en esta tarea. Reflexión 4: Colombia siempre ha estado en conflicto, nuestro pasado es de guerra, el presente es de guerra ¿y el futuro? Incierto. Pero será de guerra en la medida en que no se combata eficazmente al paramilitarismo, se abran cambios en el espectro político, porque la lucha social va a continuar pero ya sin guerrillas que estarán en la vida política haciendo propuestas de modelo de país. Las nuevas víctimas serán las de la delincuencia organizada permeada por el poder del narcotráfico.

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Reflexión 5: las heridas y secuelas de la guerra nunca podrán ser zanjadas por sus protagonistas. Como lo hemos expresado, la violencia política del ayer es la violencia política del presente y del futuro. Pensar que el futuro estará en paz es una utopía; cesarán los fusiles de unos y sonarán los de otros, esa es nuestra realidad, ¿por qué? Por la desigualdad existente la lucha por la tierra continuará, en las ciudades los obreros irán a la huelga y los estudiantes estarán en las calles para exigir una mejor educación y así sucesivamente, es la historia. Así ocurre en Irlanda, El Salvador, Guatemala, Chile, Nicaragua. Lo decimos como víctimas en las cuales recayó todo el peso de la confrontación bélica. Ahí están las cifras: 6,5 millones de desplazados, 6 millones de hectáreas de tierras despojadas, miles de muertos y desaparecidos, miles de refugiados y exiliados. Reflexión 6: siempre habrá tiempo para recordar lo que pasó. ¿Cómo recordar sin resentimiento? ¿Cómo explicarles a nuestras generaciones que vivían en paz que los violentos acabaron con todos sus sueños? ¿Que olviden cuando ellos escriben diariamente su historia? Siempre habrá tiempo para no olvidar, para nosotros siempre existirá la consiga “ni perdón ni olvido”. Puede que los viejos hayamos aprendido a convivir y aceptar muchas cosas, pero las nuevas generaciones no, ellos así lo han expresado. Reflexión 7: nunca una historia que haya sido violenta puede ser contada sin violencia, pero nuestro ejercicio de narrar sin violencia se da en la narrativa, en la poesía, en las artes escénicas, en la música, pero se muestra de manera magistral que las generaciones entienden que hay otra forma de contar la historia, partiendo del arte. Sin olvidar qué fue lo que nos sucedió y de qué forma.

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Crónicas

jornadas congreso Eje temático

Memoria histórica, reconciliación y postconflicto

Crónica de la

Primera sesión - 25 septiembre 2014 82

Los expertos del eje “memoria histórica” se han centrado hoy en la gestión de la memoria y en el posconflicto La primera sesión del grupo memoria histórica se ha hecho en el auditorio Houston de la Universidad de la Salle, con una presencia de público importante y representantes de distintas organizaciones, así como particulares. Entre los asistentes había bastante gente relacionada con el mundo de la educación, así como del mundo eclesiástico, civil y académico. La sesión empezó con una presentación de la presidenta del grupo, la doctora Martha Bello - Coordinadora del Informe ¡Basta Ya!-, la cual explicó la dinámica de la sesión, presentó a los expertos participantes y nos habló de la importancia de los procesos de posconflicto, de la necesidad de contextualizar bien el conflicto referido y de cuáles eran las dinámicas sobre la memoria en el conflicto colombiano actual. La doctora se refirió a las grandes complejidades del mismo, así como de los múltiples actores, modalidades de violencia y de victimización. Seguidamente expuso como las comunidades de actores, víctimas y victimarios expresaban la memoria de sus grupos, para finalizar relatando que sentido tenía favorecer el desarrollo de esa memoria, la cual tiene que dignificar las víctimas, esclarecer la situación, ayudar a una justicia moral y política y favoreciendo la educación de la sociedad en un sentido positivo para la paz. Después de la presentación, los tres expertos de hoy hicieron sus intervenciones. En primer lugar Peter Cunningham expuso la problemática de elaborar una paz absoluta y insistió en la necesidad de una paz negociada, poniendo en común todos los actores y participantes en el conflicto para completar así las versiones de cada uno. Seguidamente hizo énfasis en la importancia

que todos participen en la construcción de la historia posconflicto y que esta cree conciencia en la mente de la gente, más allá de crear solo una historia de cifras, datos y fechas. Finalmente, y en la misma línea insistió en la necesidad de crear una cultura de valores, de justicia social y de perdón con una correcta gestión de la memoria histórica, reservando un rol muy importante en el lenguaje usado para crearla, ya que tiene la capacidad de reestructurar la mente de la gente. La siguiente intervención ha sido la de monseñor Jorge Leonardo Gómez Serna, el cual ha resaltado mucho la necesidad del perdón y ha señalado cuatro características básicas para lograr la paz. El amor, la justicia social, la libertad y la verdad. Solo uniendo los cuatro ítems se puede lograr un proceso satisfactorio de reconciliación, para el cual es también imprescindible, según monseñor, una correcta gestión de la memoria histórica y un proceso de construcción del futuro basado en el perdón y la confianza. Para concluir expuso que si hay un desarrollo humano integral no va a haber más guerra ni violencia. El último experto en intervenir ha sido José Óscar Salazar, activista campesino y director de descolpaz, el cual ha basado su intervención en incidir en la importancia de las comunidades campesinas, indígenas y descendientes de africanos para el proceso de paz. Salazar ha expresado que sin la participación de todas estas comunidades, las cuales han sido los actores y el terreno predominante del conflicto no es posible llegar al proceso de reconciliación, y ha cuestionado la buena voluntad de las autoridades políticas, sociales, militares y económicas, las cuales, según el director de Descolpaz, están más interesadas en mantener el statu quo que en cambios reales, sin los cuales no puede haber verdadero proceso de posconflicto.

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Después de las intervenciones de los expertos han hecho las suyas ONU mujeres y UNICEF, además de una víctima de violación que relató su situación y expuso la invisibilidad y desprotección que sufren muchas mujeres víctimas de la guerra y de actos de violencia sexual. Seguidamente la representante de UNICEF destacó la importancia de proteger a jóvenes y niños y sobretodo de escucharlos, ya que proporcionalmente son grandes víctimas del conflicto y habitualmente se les ignora en los procesos de paz y posconflicto. Finalmente los expertos y el doctor Francesc Torralba han respondido algunas preguntas, si bien por falta de tiempo se ha dejado la intervención del público y el debate para mañana.

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Crónica de la

Segunda sesión - 26 septiembre 2014 86

En la segunda sesión del grupo memoria histórica, reconciliación y postconflicto se ha empezado con una breve exposición de la presidenta Martha Bello exponiendo quienes hablarían hoy y como se desarrollaría la sesión, que ha sido seguida por un número importante de personas, algunas de las cuales no asistieron ayer o provenían de otros grupos. En el día de hoy han intervenido tres de los expertos, para iniciar después una ronda conjunta de debate, preguntas y reflexiones entre el público asistente y los expertos, incluida la presidenta, que ha hecho una importante tarea de matizar conceptos y clarificar ideas. El debate ha sido muy rico y ameno, y ha permitido aclarar o profundizar en una serie de puntos clave acerca de los temas del grupo.

guerra en sí misma, lo cual según él ya es un gran logro, pero resaltando la importancia de ir mucho más allá, ya que una victoria militar sin más procesos es simplemente una prolongación del conflicto, y no una paz verdadera. . Al hablar de las víctimas el profesor ha explicado que es en torno a ellas que se comienza el proceso de la paz verdadera, y que sería un crimen olvidarlas o ignorarlas, así como el hecho que se deben considerar todas las víctimas y no solo una parte. Finalmente, ha hablado de la importancia que la paz sea un hecho democrático y participativo, fruto de un trabajo comunitario y socialmente validada, así como que conlleve cambios profundos en el sistema educativo, político y socioeconómico.

El profesor Alberto Prada ha sido el primero en hacer su intervención. El profesor ha empezado hablando de la importancia de la comprensión, esencial para elaborar un juicio objetivo y desarrollar una narración de los hechos acaecidos con finalidad de llegar a una concordia comunitaria. En la misma línea ha puntualizado que comprender no es perdonar, y en una sintética y didáctica reflexión sobre el perdón ha expresado su opinión que es una capacidad casi sobrehumana, en tanto que busca inaugurar procesos positivos donde antes todo parecía perdido. Finalmente el profesor ha expuesto la relación directa que, a su parecer, hay entre memoria y verdad, ya que si las causas de los hechos y los contextos, narrados en base a la memoria, no se puede entender ni clarificar el presente y la historia.

Finalmente, la última ponente en intervenir ha sido la experta Maria Oianguren, responsable del centro para la paz Gernika Gogoratuz (España) y que ha centrado su intervención en hablar del trabajo realizado en Gernika para la paz y una correcta gestión de la memoria. La experta ha expuesto la relación entre los conceptos de paz y memoria, así como la importancia de los procesos de arte y creatividad para contribuir a una correcta gestión y expresión de la memoria. También ha incidido en la importancia de la memoria, la cual, aun siendo invisible, envuelve todas las circunstancias humanas y contribuye a darles forma. Finalmente, ha concluido expresando la importancia de la memoria como mediadora y medio para curar.

Terminada la intervención del profesor Prada ha subido al estrado el profesor David Álvarez, proveniente de República Dominicana y que ha centrado su intervención en torno a las víctimas del conflicto y incidiendo en la importancia de los cambios sociales y estructurales para lograr procesos de paz positiva. El profesor ha empezado su exposición hablando de la importancia de terminar la

Después de la intervención de los tres expertos se han hechos dos rondas de preguntas que los expertos y la presidenta han intentado responder con la mayor claridad posible. En estas rondas de preguntas hechas por el púbico se han planteado gran variedad de temas, los cuales de forma sintetizada son los siguientes: en primer lugar se ha planteado el hecho que las distintas memorias parten de distintas realidades, y que es necesario comprender y abordar este hecho ara construir un futuro

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colectivo. El profesor Peter Cunningham ha hablado de la importancia de construir una nueva sociedad con soluciones colectivas y que no pertenezca solo a una parte del grupo. Posteriormente también se han planteado dudas acerca de la necesidad o la obligatoriedad del perdón, y los expertos, especialmente el profesor Torralba, han hecho énfasis en que si bien hay una obvia libertad para perdonar o no, decisión personal de cada individuo o grupo, el resentimiento es un factor tóxico que puede envenenar si no se resuelve satisfactoriamente, por lo cual es importante encontrar la forma de gestionarlo correctamente. En otro momento del debate, y en la línea de temas ya comentados el profesor Prada ha incidido en el hecho que el proceso colombiano tiene una dimensión política y que por tanto es necesario crear espacios de deliberación comunitaria y participativa para resolverla. También la relación entre arte o procesos creativos y memoria ha salido a debate, por lo que Maria Oianguren ha explicado algunos de los procesos o actos llevados a cabo en su fundación, con lo que ha dado recursos y ejemplos de sucesos de gestión de la memoria mediante el arte, así como ha hablado de la gran diversidad de formas de gestionarlo. Finalmente el profesor Álvarez ha hablado de la necesidad de reconocer socialmente a víctimas y victimarios, así como del hecho que la violencia surge de una seria de problemas sociales que se tienen que solucionar recomponiendo las estructuras. Después del debate la presidenta ha expresado su gratitud a los expertos y asistente y se ha terminado la sesión del grupo.

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Comunicaciones Eje temático

Memoria histórica, reconciliación y postconflicto

La paz y la reconciliación en la agenda pedagógica de los programas de licenciatura en la universidad colombiana Javier Ricardo Salcedo Casallas Miriam Monroy Parte 1. La Reflexión Aproximaciones conceptuales de las categorías: subjetividades víctimas políticas y formación docente.

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Acogiendo la propuesta, de perspectiva antropología simbólica, que realiza el maestro Rafael Ávila Penagos (2014) en torno a la comprensión de la categoría subjetividad con miras a relacionarla a los vocablos víctimas políticas y formación docente, en este texto, se dimensiona como “proceso en mutación permanente” es decir, ella deviene no como sustancia subyacente de las contingencias históricas sino en una ontología histórica u origen de su ser, en nuestro caso, el de la víctima política para la construcción de la formación en paz y reconciliación. Las subjetividades víctimas políticas entonces, lamentablemente, originan su estar/siendo (Zemelman, 1998) o la manera como estas así mismas se significan de-construyendo su historia –de no víctima a víctima-, a partir de la demarcación de prácticas especializadas de violencia política que desde el momento mismo del anuncio de la trasgresión mortífera a su cuerpo/mente/representación, acontece como código de poder y de control (Bernstein, 2001) sin previo anuncio, al que se le incorpora un vocabulario, una reglas y un contexto de comunicación recalcitrante que les envuelve en un universo simbólico de un ser sacrificado o por sacrificar de forma fortuita o por culpa ajena, en la madeja del azar que se teje en las relaciones del poder guerrillero, paramilitar o militar, intentándosele desaparecer como sujeto histórico. La subjetividad política se reconoce a sí misma y por otros, a partir de una serie de relaciones (político/estratégicas) intersubjetivas que internalizadas en el contexto de la trasgresión mórbida les sitúan en unas formas de realización in-esperadas o mejor aún des-esperadas. Allí, en esta subjetividad emergente del conflicto y sus transgresiones, no hay clases, ni principios, ni un poder distribuido, solo habita la muerte, como la realidad inmediata a una historia que fenece en su devenir para provocar otra en la contingencia. La subjetividad víctima política es contingente, se sabe existente en el mismo instante que siente su no existencia, es en sí misma posibilidad pero pendiente del contingente acto destructor, invasor y perverso del que pende su vida. Desde estas perspectivas, los programas de licenciatura en la universidad colombiana, dedicados a la formación de docentes, consagran sus miradas curriculares a subjetividades urbanas y quizás rurales siempre en relación de disposición educativa con estándares universales y

contenidos del mercado cognitivo restringiendo sus agendas pedagógicas a mínimos utópicos de un universo teórico que agencia competencias para un sistema mundo que separa los mapas de significación singulares vía pluralidad global. Se emplazan cátedras sobre los rieles de núcleos problémicos y ejes de investigación potenciales para una formación competente. Los asuntos nucleares que irían más allá de los currículos globales de licenciatura se inscriben desde escollos con la realidad local sin entrar a intervenirlos sino de forma genérica, teórica y desarrollando el pensamiento. Su nutren subjetividades competentes con procesos cognitivos a partir de postulados curriculares/ pedagógicos/didácticos/disciplinarios que mantienen una fragmentación arbórea con las dinámicas de un conflicto armado que se reproduce ante la creciente formación de subjetividades docentes didactizadas en sus núcleos disciplinares sin contexto subjetivo con la víctima. Con excepción de las universidades y de los programas de licenciatura que cuenta con una extensión reticular a los asuntos de conflicto, paz y reconciliación a partir de Centros de Memoria, Documentación o de Investigación, el resto mantiene una posición ideológica que dice responder a la paz formando. En el estudio histórico de las prácticas pedagógicas colombianas, Saldarriaga (2003) permite comprender como la formación de los maestros ha sido tejida, en Colombia, con unas estructuras de sentido que han organizado una relación entre teoría/práctica pedagógica de corte platónico, desintegrándola de las realidades historias del conflicto que devienen con la atomización política en una cruel violencia bipartidista y su mutación hacia lo subversivo durante la hegemonía los partidos políticos colombianos (1958 – 1982). Las prácticas pedagógicas devenidas de procesos formativos de los institutos, centros de enseñanza, normales superiores, facultas y programas de licenciatura devienen de Manuales de Pedagogía bajo hegemonías conservadoras (1903-1930), que educaron a los maestros colombianos en un profundo individualismo heroico cuyo fin no era, sino el disciplinar en valores humanistas mediante la instrucción unívoca del maestro y fragmentación de su función en dos planos, el urbano y el rural. Fue el caldo de cultivo para que la formación de maestros como un dispositivo civilizatorio sembrara campos de representación del maestro como apóstol, vigilante de la ortodoxia filosófica católica que perduró hasta la década de los 70s en nuestro país. Un periodo en donde nacen los movimientos guerrilleros, Ejército de Liberación Nacional, ELN en 1962, las FARC en 1964, el Ejército Popular de Liberación, EPN en 1965, el Movimiento 19 de abril, M19 en 1971. Como isla, la formación docente, durante las décadas de los 60s y 70s, giraba en torno a un horizonte conceptual que trataba de superar varias dicotomías: teoría/práctica, sujeto culto/sujeto inculto, sujeto popular/sujeto letrado, una serie de escisiones que reprodujeron discursos, prácticas y enunciados de elitismo social y cultural que colaboraron en un punto a la crisis o inestabilidad social de este periodo histórico, nos referimos específicamente a la consolidación de imaginarios sociales desposeídos y marginados frente a otros poseídos e incluidos. La formación de maestros forjo un maestro moderno democrático educado en la transición de lo excluyente a lo incluyente por la crisis del orden católico republicano. El Estado concentró su estado de derecho a educar al maestro de estas décadas de guerrilla, a consolidar una subjetividad magisterial técnica capaz de integrar lo que para todos –el pueblo- integra una nación moderna, la cultura. En este sentido, la pedagogía es sustituida por las “ciencias de la educación” recalcitrando la distancia entre la teoría y la práctica, la didáctica y la tecnología educativa, y

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la regulación de la enseñanza a través de procedimientos que permiten el aprendizaje de los alumnos. Continúa una visión insular de la formación docente que no afecta la historia del conflicto armado colombiano por la urgencia paidométrica (psicología), o la concentración conceptual de movilidad social, clase social, adaptación de la sociología. (Saldarriaga, op. cit.) El maestro es entrenado para hacer que sus estudiantes cualifiquen habilidades en las ciencias y centren las individualidades en subjetividades con conciencia ciudadana y social. El maestro es formado para legitimar la democracia, para permitir la opinión pública ilustrada pero decae ante la segunda crisis de corte liberal devenida de la violencia de los años 50s.

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Surge así el maestro contemporáneo formado para una visión multicultural, capaz de enseñar y aprender el “reconocimiento de las diferencias” y por supuesto de entender que el conflicto forma parte del devenir social. Y en esta mutación, la pedagogía como “saber” tiene la capacidad de hacer nacer un tejido de sociedad civil que permite legitimar el tipo de ciudadanía que sirve para la consolidación para la paz y la reconciliación. Una formación que se construye desde la modernización del sistema educativo colombiano en medio del crecimiento territorial de las guerrillas y el paramilitarismo; el terrorismo y el narcotráfico. Parece que la constitución del 91 y la Ley General de Educación y la Ley 30 de 1992 hubieran sido concebidas para un proceso de negociación de la paz en donde la sociedad y sus instituciones, específicamente la escuela, la universidad hayan sido anunciadas para la preparación de estudiantes y maestros postconflicto, pero ¿Conocen los programas de licenciatura este tipo de realidades, para sortearlas desde la pedagogía? ¿Saben los programas de licenciatura las problemáticas sociales y culturales, para afrontarlas desde las disciplinas? Parte 2: Lo Propositivo La “Pedagogía del cuidado” de Nel Noddigns y su relación pedagógico/curricular en programas de licenciatura. Dentro de la variada concentración de formas pedagógicas para asumir procesos de formación pedagógica en paz y reconciliación en programas de licenciatura se evoca uno, el proyecto pedagógico. Reconocer lo que entraña el proyecto pedagógico reclama en primer lugar comprender sus formas configurantes, a saber, el proyecto y la pedagogía. El concepto de proyecto según Vassileff (1995) permite comprender que en él se manifiesta una capacidad humana, la de “proyección” consistente en el deseo que todo ser humano tiene por reconocerse y ser reconocido desde lo que es y no desde lo que otros consideran debe ser. La pedagogía entonces reclama comprenderse como un saber (Zuluaga, 2003, 2004; Saldarriaga, 2003) encarnado en el educador y en el educando, en donde ambos se educan (Freire, 2004). Una concentración de experiencias de enseñanza y de aprendizaje proyectadas para la realización de la autonomía en tanto dependientes los unos de los otros. Visión solidaria. El proyecto pedagógico en este sentido visibiliza la presencia del educando, desde lo que ha elegido por sí mismo para su transformación y la de su contexto. El núcleo de esta perspectiva pedagógica, la del proyecto pedagógico, se halla en el estudiante y se vincula con la labor del docente de manera existencial, esto es, como «interactor» que es interrogado por lo que ha hecho desde las relaciones

interactivas entre el conocimiento y la vida del estudiante, y lo que el estudiante no ha construido para su vida sino por adhesión a las exigencias del maestro tematizado o centrado en intereses disciplinares. El uso de la categoría proyecto entonces permite el arranque de un proyecto pedagógico, porque en ella, la cuestión se halla en el rescate de la proyección de la vida desde la libertad de la víctima permitiendo generar una experiencia pedagógica que ayuda a ir superando el recuerdo trágico padecido por el victimario y que requiere ahora, la respuesta constructora de sí y permitirse que sus posibles contestaciones tengan sentido amplio a partir de las propias concepciones de sí, de los otros y del contexto y no unívocamente del maestro, porque, la libertad del estudiante víctima, debe superar el ejercido vía formal, o la imposición de las reglas. Lo que se considera es la integración de los conocimientos ético/morales, deliberativos de las disciplinas a los saberes y vivencias de los estudiantes víctimas mediante los proyectos pedagógicos en donde los docentes en formación acompañen tal integración vía interdisciplinariedad, capaz de convertir la legitimidad de las normas institucionales, de la adhesión condicionada a la pertenencia proyectada. Para dar inicio a una evolución de los sujetos de la educación y no únicamente a la de la regla. Dejar que los estudiantes víctimas dejen sus propios sentidos, sus propias marcas e introducirlas en su entorno para orientar lo que se debe “hacer con” (Vassileff). En otras palabras, permitir que los estudiantes exterioricen sus deseos frente a las normas institucionales rescatándolos de la tensión entre el hacer y el recuerdo del padecer. En este sentido, la categoría “proyecto pedagógico” exige varios sentidos teóricos para su concreción: 1. El uso de la palabra proyecto al lado de la pedagogía, avisa al educador que forma para la capacidad de la proyección. 2. Educar para la proyección exige el reconocimiento de la subjetividad victima desde sus deseos de proyectarse en el mundo social, desde sí mismos, con su propia voz, sus singulares expectativas. 3. El proyecto pedagógico se opone a una pedagogía de la adaptación y propone una pedagogía de la proyección. No se trata de hacer que el estudiante sea oprimido y el educador un opresor para que siga los lineamientos, contenidos y reglas.

El diseño y desarrollo de proyectos pedagógicos entonces solicita: 1. Iniciar y facilitar la capacidad de proyección de los estudiantes que consiste en compartir el poder en tanto ambos son educadores y estudiantes, el docente y el estudiante. Ambos se permiten auto-generarse: que ambos se permitan determinar las actividades, las normas de formación. Lo que interesa al educador es su finalidad pedagógica, en últimas su propia proyección compartida en los educandos y nutrida por ellos. 2. Acompañar los proyectos pedagógicos, anticipando el diálogo de saberes y la satisfacción de los mismos para ambas partes: la del alcance de las competencias y la de la comprensión de las experiencias sensibles. 3. Animar al estudiante, concretamente en el proceso de la construcción de la proyección con miras a mantener coherencia personal interior para una real transformación, esto es, educar para la autenticidad: forjar valores y elecciones propias que construyan un proyecto personal autorrealizable.

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La pedagogía del cuidado La pedagogía del cuidado es un saber pedagógico en tanto desafía los modos tradicionales y desarrollistas de educar. Como un saber, permite la entrada de cualquier otra disciplina que o se refiera a la educación o que permita hacerla referir a ésta, para orientar otras formas de comprender a la pedagogía, más allá de la transmisión de conocimientos y actitudes y/o de estimular el pensamiento humano, sin olvidarlo. Porque convoca desde varios autores no pedagogos (Foucault, 2001), a algo central, el rescate del sujeto y su capacidad de ocuparse de sí, de no ignorarse y/o de pedagogos que se refieran al acto de darse forma por sí mismo (Freire, 2004). De conformidad con la formación ciudadana, la pedagogía del cuidado en la perspectiva latinoamericana freireina, y en consonancia con la exigencia del rescate del sujeto, es prospectiva (Maffesoli, 2004) y proyectiva (Vassileff, 1995) porque crea las condiciones de aprendizaje para el reconocimiento de la dignidad inherente a todo ser humano.

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Proyectiva porque plantea la exigencia de hacer reconocible al educando desde la vida cotidiana pero a partir del poder que en él se encarna como miembro activo de la relación pedagógica o del encuentro que el saber pedagógico le permite consigo mismo, con el otro y el contexto que le conoce como miembro de su comunidad. En este sentido, la pedagogía del cuidado reclama una formación política entorno a lo político, esto es, de la vida informal o instituyente de los sujetos subalternos que no obstante su dominación, re-crean sus propios dominios y reglas para habitar lo instituido, o el mundo transgresor. Proyectiva porque se destacan las iniciativas o deseos de los habitantes de la cotidianidad, que supeditados a las formaciones de un conflicto armado, colaboran con sus inconformidades, a la creación de nuevos horizontes disciplinares y normativos que les den respuesta no tanto a sus necesidades como si a sus anhelos y expectativas de futuro. Y este sentido, manifiesta una posición ética que valora las diferentes formas de existir para la realización de prácticas pedagógicas que educan para habitar la ciudadanía, más allá de la visión de futuro coercitiva y de violencia política, a partir de una «mirada interactual» entre ambas partes. Estas dos dimensiones de la pedagogía del cuidado, la prospectiva o política y la proyectiva o ética, exigen la potenciación de habilidades socio afectivas y emocionales que enseñen para una versión de nuevo conflicto o para la comprensión y acción de una nueva forma de entender la convivencia desde el conflicto: como un elemento clave de la humanización que exige reflexionar, sentir y actuar política y éticamente para el cuidado de sí, del otro y del contexto que permite la existencia. En este sentido la pedagogía del cuidado entiende que educar para la ciudadanía es formar para la convivencia en lo que la constituye la paz; lo que manifiesta, una educación para el conflicto en el sentido que Fisas (2004, 1987) arguelle: cargamos con una concepción de paz como ausencia de conflicto o paz negativa, pero debemos comprender y educar para una comprensión de paz positiva que abarque no sólo a los estudiantes sino a todos los sujetos del acto educativo desde los “cinco ambientes escolares: gestión institucional, instancias de participación, aula de clase, proyectos pedagógicos y tiempo libre” (Ministerio de Educación Nacional, 2011) y otros espacios intra muros y extra muros.

La perspectiva de una pedagogía del cuidado exige a toda la comunidad educativa el fomento de prácticas democráticas para el aprendizaje de los principios y valores de la participación ciudadana y la formación en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia [y comprende a] las competencias ciudadanas entonces, como una serie de conocimientos, actitudes y habilidades comunicativas, emocionales, cognitivas e integradoras que funcionan de manera articulada para que todas las personas seamos sujetos sociales activos de derechos, es decir, para que podamos ejercer plenamente la ciudadanía respetando, difundiendo, defendiendo, garantizando y restaurando nuestros derechos (Ministerio de Educación Nacional, 2011, p. 22). Desde este campo conceptual se plantea el vínculo de la pedagogía del cuidado y la formación para las competencias ciudadanas, de la siguiente forma: PEDAGOGÍA DEL CUIDADO Dimensiones de la pedagogía del cuidado

Competencias ciudadanas

Dimensión prospectiva o política

• • •

Convivencia y paz. Participación y responsabilidad democrática. Pluralidad, identidad y valoración de las diferencias.

FORMACIÓN PARA EL CONFLICTO Las dimensiones Prospectiva –política- y Proyectiva – ética- configuran el sentido pedagógico que los programas de licenciatura deben reflexionar para incorporar los dispositivos estratégicos que el Ministerio de Educación ha concentrado en las denominadas competencias ciudadanas: convivencia y paz, participación y responsabilidad democrática, pluralidad, identidad y valoración de las diferencias. La formación para las competencias ciudadanas no se da por su enunciación, ellas requieren del discurso pedagógico, aquel que como saber, estudia y aplica una visión interdisciplinaria de la educación del futuro docente y da los insumos teórico/prácticos para que este afronte con una visión humana los defectos de lo humano; ellas adquieren sentido pedagógico en programas de licenciatura, cuando se les incorpora una perspectiva como la “Pedagogía del cuidado” en la que se imbrican estos dos tipos de dimensiones. La violencia política ejercida en los sobrevivientes del conflicto armado colombiano no sólo reproducen las singulares formas de abandono gubernamental, las recrudecen ejerciendo una violencia simbólica sobre el cuerpo y la corporeidad de quien es convertido en víctima. Si el ejercicio de la destrucción del conflicto armado de Colombia inocula lo humano de lo humano, en su arsenal cultural, el conjunto de representaciones que se tiene de sí, del otro y del contexto en el que se construye existencia y vida, entonces, la pedagogía se vuelve el elemento nodal en la agenda de los programas de licenciatura en la universidad colombiana, porque a partir de ella, el lenguaje de la víctima; esto es, la reconfiguración de una subjetividad negativa por la que transita como sacrificio político, y desde la cual se piensa, puede ser transformado, como un corpus cultural, que construye las condiciones vinculantes entre el mundo simbólico destruido y un mundo de representaciones por construir. La pedagogía, como proyecto pedagógico volcado a la formación de maestros postconflicto y postacuerdo, es un proyecto político, porque ella dinamiza su propia reflexión y práctica desde la vida narrada de la víctima, desde su memoria; esto es, desde sus olvidos y recuerdos, reconfigurando

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las narrativas de su existencia, re-creando lenguajes con sentidos proyectivos –políticos- y prospectivos –éticos- positivos capaz de vincular la vida nueva de la víctima en horizontes de sentido de cuidado de sí, del otro y de la naturaleza rescatando al sujeto histórico desde los marismas del desplazamiento forzado y de la percusión cruel.

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La violencia política ejercida en los sobrevivientes del conflicto armado colombiano no sólo reproducen las singulares formas de abandono gubernamental, las recrudecen ejerciendo una violencia simbólica sobre el cuerpo y la corporeidad de quien es convertido en víctima. Si el ejercicio de la destrucción del conflicto armado de Colombia inocula lo humano de lo humano, en su arsenal cultural, el conjunto de representaciones que se tiene de sí, del otro y del contexto en el que se construye existencia y vida, entonces, la pedagogía se vuelve el elemento nodal en la agenda de los programas de licenciatura en la universidad colombiana, porque a partir de ella, el lenguaje de la víctima; esto es, la reconfiguración de una subjetividad negativa por la que transita como sacrificio político, y desde la cual se piensa, puede ser transformado, como un corpus cultural, que construye las condiciones vinculantes entre el mundo simbólico destruido y un mundo de representaciones por construir. La pedagogía, como proyecto pedagógico volcado a la formación de maestros postconflicto y postacuerdo, es un proyecto político, porque ella dinamiza su propia reflexión y práctica desde la vida narrada de la víctima, desde su memoria; esto es, desde sus olvidos y recuerdos, reconfigurando las narrativas de su existencia, re-creando lenguajes con sentidos proyectivos –políticos- y prospectivos –éticos- positivos capaz de vincular la vida nueva de la víctima en horizontes de sentido de cuidado de sí, del otro y de la naturaleza rescatando al sujeto histórico desde los marismas del desplazamiento forzado y de la percusión cruel. La pedagogía como proyecto pedagógico entonces hace girar el espectro esquizoidal por el transita la víctima. El mundo de miseria humana codificado en lo vivido por la víctima se enmarca en prácticas comunicativas de silencio y muerte, de testimonio directo de homicidios, de gritos, lágrimas, impotencia, dolor, pérdida de sentido y de esperanza, golpes, mal trato, demencia y banalidad de su propia vida, que encogen la relaciones sociales vividas en la vivencia de los trasgresores emisores de la violencia inesperada, explicitada en la fuerza armada de rifles, pistolas, granadas, cuchillos, ametralladoras, provocando la violencia simbólica. Y provoca este giro porque ella se construye como una pedagogía visible (Berstein) cuyo énfasis enseña al docente en formación a centrarse en la perfomance de la víctima y no en los procedimientos de adquisición cognitivos, lingüísticos, afectivos, motivacionales; parte de la existencia y narrativas de la víctima, de significados y sentidos para permitirse aprender y enseñar especialmente en el cuidado. Nel Noddigns y los siete círculos del cuidado La propuesta de Nel, maestra de matemáticas y doctora en educación, es profundamente femenina porque la ha creado a partir de su experiencia como madre, mujer y maestra. La deriva del estudio ético que realizó de Carol Gillingans en su obra In a diferent voice, en donde realzó el énfasis que la mujer tiene de la particularidad y del contexto en donde se desarrolla, evidencia de un pensamiento moral femenino caracterizado por la compasión, el valor por lo relacional, más allá de la diferencia de sexo o género. Se sustenta en la tesis de que ningún ser humano puede vivir sin el cuidado de otro (Vázquez & López, 2011) describiendo la siguientes características a la relación de cuidado: “Receptividad, entendida como posibilidad de dejarse afectar, de percibir y sentir al otro; la responsividad

entendida como respuesta activa, no meramente sentimental; Y la reciprocidad, que requiere del conocimiento activo de quien es cuidado” (Santamaria, 2012). Noddigns afirma que el cuidado es la base para la elección de decisiones éticas porque cuidar y ser cuidado son necesidades fundamentales del ser humano. La postura del cuidado la presenta a partir de siete círculos del mismo: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Cuidado de sí mismo, Cuidado de los íntimos (Familia y amigos), Cuidado de los conocidos, Cuidado de los distantes, Cuidado de los animales, plantas y del mundo físico, Cuidado de los objetos e instrumentos, Cuidado de las ideas.

Los dos primeros forjan la memoria del amor sobre sí mismo y sobre quienes producen el cuidado como la primera experiencia moral de reconocerse a sí mismo a partir del afecto de los otros. Una memoria que se reproduce en las siguientes relaciones con el mundo, unas relaciones que se disponen siempre para el cuidado natural. El cuidado natural se nutre en la constante intersubjetiva para que mute al cuidado ético y puede ser parte constitutiva de las relaciones sociales. El paso del cuidado natural devenido de la familia al cuidado ético, evoca una postura pedagógica, porque requiere de la reflexión formativa para lograr dicha mutación. De esta forma, Noddigns citada por Mesa (2005) propone cuatro estrategias pedagógicas: A. Modelar o ejemplo de cuidado para cuidar. B. Dialogar o encuentro recíproco para una comunicación abierta. C. Confirmar o “acto de afirmación y estimulo de lo mejor de los otros” (1992, p. 25). Se provoca la identificación de lo mejor en el otro. D. Practicar o provocación constante de experiencias de cuidado.

Lo que se considera de Noddigns en relación con la propuesta del proyecto pedagógico para la formación de maestros colombianos, quizás sea, en primer lugar, el reconocimiento de una ética del cuidado con el andamiaje teórico que propone. Sin embargo, lo que subyace a este planteamiento, es la construcción de una apuesta pedagógica que toma en cuenta el cuidado como práctica social. El tratamiento de la paz por parte de la pedagogía en programas de licenciatura no recaba únicamente en estrategias de enseñanza y aprendizaje, ella exige, la reflexión y práctica interdisciplinaria que permita no sólo asumir el postconflicto, sino a asumir de forma duradera y en medio de la complejidad humana, siempre conflictiva, la paz en relación con las propuestas políticas que colaboran a pensarla, como “acciones dirigidas a identificar y apoyar estructuras tendientes a fortalecer y solidificar la paz para evitar una recaída al conflicto” (ONU, 1992) especialmente porque el postconflicto solo es el periodo de tiempo que se inicia con el cese de hostilidades de las partes previamente enfrentadas, pero la construcción prepara previamente para este tiempo y para el devenir del mismo. Allí, la paz y la reconciliación deben entrar a formar parte de la agenda pedagógica de los programas de licenciatura en la universidad colombiana.

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Colombia: Violencia y constitución de subjetividades: algunas sugerencias para lineamientos en educación ciudadana Ismael Granados Profesor Asociado D.E. Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de Doctorado en Educación Universidad Santo Tomás.

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La historia de Colombia desde siempre ha sido signada por el conflicto. Desde la época del descubrimiento con los españoles y su período de colonización, pasando a la etapa de la independencia, luego entre otras, la guerra de los mil días y conflictos regionales en el inicio del siglo XX, continuándose con la violencia liberal conservadora de los años cuarentas y cincuentas, transformándose en un conflicto crónico, el cual surgió de los rezagos de la guerrilla liberal y de la confluencia de proyectos revolucionarios de izquierda victoriosos; tanto a nivel armado (Cuba) como a nivel civil (Chile) en ese ajedrez impuesto por la guerra fría bipolar, las fuerzas otrora campesinas FARC, ELN, EPL y, a mediados de los años setentas con un grupo inicialmente urbano, M19 , el cual se fue transformando en rural. Estos proyectos fueron combatidos, así como sus similares en América Latina, no solo por los ejércitos nacionales, sino por fuerzas del poder hegemónico mundial con sus agencias. Por supuesto, que se daba una lucha ideológica y política en otros escenarios, planteados como democráticos, dentro de un frente nacional en el cual los partidos dominantes: liberal y conservador se alternaban el poder, ante lo cual, las organizaciones que no hacían parte de dicho pacto, se expresaban minoritariamente a nivel electoral, con lo cual se daban visos de una democracia durante algunos mandatos, en los cuales estuvo vigente el estado de excepción o estado de sitio. Ya desde los años ochenta, encontramos una profundización de la irregularización del conflicto armado en Colombia, cuando surgen ejércitos privados, en algunos casos autorizados por el estado, como en el caso de las convivir y 108 grupos más identificados en su momento por el gobierno de turno, los cuales apelaban a los más aterradores planes de exterminio de cualquier voz disidente. Unido todo lo anterior a una coyuntura en la cual se enseñoreaba el reino de inicialmente bandas marimberas, esto es, “exportadoras” de marihuana y una vez los consumidores, pudieron surtirse a sí mismos, se hizo tránsito a la coca, inicialmente distribuyéndola, para posteriormente producirla y distribuirla. Por supuesto, la lucha se amplió, más allá del cubrimiento, por sí, de territorios con la lógica del dominio de las armas en los mismos. Y por esto, cumpliendo con las lógicas del capitalismo, de la reproducción y ampliación del capital, no solo rentístico del negocio ilícito, sino de la renta y propiedad sobre la tierra, donde lo simbólico y las prácticas discursivas, de esas nuevas formas de enriquecimientos fueron imponiéndose y en algún momento, considerándose paradigmáticas como ejemplo a seguir.

Parte fundamental, en términos de cambios políticos es la que se da con la promulgación de la constitución de 1.991, haciendo la consideración de Colombia como un Estado Social de Derecho con las connotaciones que esto implica. Al respecto, Herrera anota: A finales del siglo XX la carta constitucional de 1991 es, sin duda ninguna, la expresión de un nuevo momento histórico, en la cual se consagran, al mismo tiempo y de manera paradójica, los principios de un estado social de derecho y los postulados del neoliberalismo que conducen a un achicamiento del Estado, especialmente con respecto a lo social. Elaborada a partir de una Asamblea Nacional Constituyente, la constitución del 91 pretendió poner en marcha un proyecto político que rompiese, finalmente, con el consagrado por la constitución del 86, en donde quedasen incluidas las minorías políticas, étnicas, religiosas, de género, desde una perspectiva que entiende la nación colombiana como multicultural y multiétnica. (Herrera, s.f., Pág. 9)

Por supuesto, dentro del proceso histórico y las convulsiones de América Latina, de la intervención de los bloques de poder del escenario internacional y de los propios actores internacionales, se dieron cambios en dicha superestructura, convertidos en una contrarreforma de la misma, con un retroceso de lo social en beneficio de los capitales transnacionales. De todo este contexto general, se puede inferir que, de los modos históricos de objetivación de los seres humanos en subjetivación hay unos elementos fundamentales que van constituyendo realidades temporales, dentro de los cuales podemos encontrar las prácticas discursivas- una descripción de las cosas dichas, en tanto precisamente que han sido dichas - (Foucault, 1968,Pág. 184) y las relaciones de poder y objetivación del gobierno de unos sobre los otros, la manera en que el ser humano se hace sujeto de sí mismo, es decir las prácticas de conocimiento, de formación y de sí mismo; la influencia del contexto en el proceso de subjetivación, en los planos sociales, culturales, educativos, de formación, etc. Por tanto, se puede afirmar que en cada momento histórico se da una construcción de subjetividad por los individuos. Y que en esta construcción, son determinantes las relaciones entre los hombres, algunas de ellas de conocimiento, reconocimiento, autoreconocimiento, de saber; en esa configuración propia del capitalismo y de la configuración del mismo como forma de vida. Ante esto, plantea Herrera: Las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI han visto florecer las preocupaciones en torno a la ciudadanía, sus diferentes aristas y espacios de actuación, así como los sujetos y actores que intervienen en ella. En este contexto, las discusiones sobre los escenarios en los cuales esta formación tiene lugar y las instituciones que deben estar a su cargo, han oscilado de acuerdo a cada contexto histórico, a las coyunturas políticas y a las distintas teorías desde las cuales se han comprendido estas categorías. (Herrera, s.f., Pág. 1)

En el caso sometido a análisis, recuperando propósitos como los enunciados en diferentes leyes que buscan la recuperación de la memoria y que en algún momento se consideran como un mandato para construir la paz, dentro de tres grandes conceptos: Memoria, Identidad y Narrativa ; haciendo énfasis en dos elementos centrales: el desplazamiento y el conflicto rural (armado). Se retoman como ejes de discusión: la identificación de los problemas sociales contemporáneos (genealogía sociohistórica), las implicaciones en la formación de los sujetos y las subjetividades (sociedad y cultura) y, posibles lineamientos en educación y pedagogía (políticas públicas – memoria e historia).

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LA IDENTIFICACION DE LOS PROBLEMAS SOCIALES CONTEMPORANEOS (Genealogía sociohistórica). Ante este análisis en perspectiva es importante anotar la contribución específica de Herrera: Los tiempos recientes son percibidos como de gran celeridad, movidos por los avances científicos y tecnológicos a escala global, una mayor interdependencia planetaria en los planos económico y político, así como por la emergencia de nuevos sujetos y actores sociales, lo cual ha sido acompañado por profundas mutaciones culturales incidiendo en el plano de la educación y la formación de los sujetos. De manera especial algunos de estos problemas están relacionados con contextos de violencia social y política con consecuencias en la constitución de las subjetividades en las sociedades actuales. La identificación y análisis de los problemas sociales contemporáneos debe ser abordada con perspectiva histórica al permitir el análisis del presente teniendo en cuenta su genealogía socio- histórica y sus alcances en el tiempo presente. (Herrera, 2013, Pág.1)

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Se reconoce que el conflicto crónico colombiano ha tenido un alto costo en vidas y violencia, los daños psicológicos, morales, culturales, así como, efectos físicos y simbólicos, indiferentes respecto a de género, edad, vulnerabilidad, como, estigmatización, y humillaciones que llevaron a degradar el conflicto, con graves violaciones a los derechos humanos, mutando sujetos y construyendo nuevos elementos de identidad. Adicionándose, otros elementos a reconocer: la culturización inducida y consentida del conflicto, en algunos casos institucionalmente así como las realidades y desarrollos del narcotráfico, la afectación de propiedades de tierras, las pérdidas económicas, así como la precaria participación política, derivada de la realidad del territorio y su tenencia. El uso y el abuso del poder ha llevado al estado de espiral de violencia que ha sufrido y sufre el territorio Colombiano y, por supuesto en términos metodológicos la genealogía nos ubica en el análisis de objeto de estudio y la constitución de subjetividades, como lo enuncia Vásquez: A partir del método crítico de la genealogía, cada acontecimiento se examina a partir de la las irrupciones que ponen en jaque las regularidades o usos, las dependencias, el azar, entre otras formas que intenta articular una lógica más compleja. Es precisamente el análisis genealógico el que introduce la problemática del poder… (Vásquez, 2012, Pág. 5) …Así la genealogía puede ser entendida como acontecimiento contra toda estabilidad posible. Aquí el sujeto pierde su identidad esencial y el sentido del yo… …El sujeto en Foucault, pertenece a lo que llamó la trama histórica, pero no se trata de un sujeto constituyente de la realidad si no que es un sujeto constituido por las relaciones de la estructura, de la sociedad… (Vásquez, 2012, Pág. 7)

Por supuesto, no se podría abstraer del análisis, el problema subyacente, postergado desde los años treinta del siglo XX y aun no resuelto: El problema agrario: Despojo de tierras, exilio, abandono de tierras, aplicación de estrategias de terror para que los campesinos no regresen, lucro cesante, pobreza de la población rural, desigualdad en la distribución de la tierra. Todos estos problemas sociales obedecen a situaciones no deseables, a desregulaciones sociales, cuando no hay garantías para el ejercicio de derechos y el ejercicio de subjetividades. Debe anotarse también, la desterritorialización constante por efecto de la expansión de la guerrilla y del paramilitarismo, además de otros grupos irregulares de delincuencia común.

También hay otras problemáticas derivadas de las anteriores. Expresiones de la violación a los derechos humanos, como el incumplimiento en el logro de los ideales planteados por modernidad, según lo señalado por Boaventura de Sousa Santos (2008), en la medida en que lo evidente es la desigualdad, la pobreza, la violencia en sus múltiples manifestaciones, el hambre, el individualismo, el egoísmo. Se han documentado altas cifras de asesinatos selectivos; acciones bélicas; minas antipersona; atentados terroristas víctimas de desaparición forzada; niños, niñas y adolescentes víctimas de reclutamiento forzado, víctimas de violencia sexual; víctimas de secuestro; víctimas de desplazamiento forzado. Ante estas realidades Herrera enfatiza: Estas situaciones dejan, además, en claro, la importancia de la experiencia vivida en el transcurrir cotidiano de los sujetos y la incidencia de situaciones límites para el cambio en los patrones de socialización o, por el contrario, para el aferramiento a ellos como lo único que queda para garantizar los últimos vestigios de dignidad humana con que pueden contar, por ejemplo, los secuestrados. Mensajes e imágenes son lanzados de manera profusa, no sólo a los directamente involucrados o cercanos al conflicto, grupos de combatientes, todo tipo de víctimas, secuestrados, desaparecidos, presos políticos, familiares de unos y de otros, movimientos sociales, sino también a la opinión pública en general. En esta dirección podría evocar, de manera selectiva, algunas de estas manifestaciones, en una especie de panorama impresionista, sobre los diferentes escenarios y prácticas de socialización, los cuales deberían ser objeto de reflexión por parte de los programas de formación ciudadana. (Herrera, s.f., Pág. 10)

IMPLICACIONES EN LA FORMACIÓN DE LOS SUJETOS Y LAS SUBJETIVIDADES (Sociedad y cultura). Inicialmente debemos hacer una referenciación en torno a Foucault (1982) y la definición de los modos de subjetivación como modos de objetivación del sujeto, es decir, modos en que el sujeto aparece como objeto de una determinada relación de poder y conocimiento. Por supuesto, teniendo en cuenta las prácticas discursivas, las relaciones de poder- el gobierno de unos sobre otros, la manera en que el ser humano se hace sujeto de sí mismo y sus prácticas de conocimiento y de sí mismo; la influencia del contexto en el proceso de subjetivación (social, cultural y educativo) y recuperando los momentos históricos en los cuales se da la construcción de subjetividad de los individuos. Vásquez al respecto enuncia: Foucault apunta así a desarrollar las herramientas metodológicas que permitan comprender la historia de los discursos y cómo éstos conforman subjetividades, es decir, de cómo a partir de los discursos es posible imponer ciertas verdades que se asumen como las válidas que deben ser repetidas en búsqueda de la sumisión de otros seres humanos. (Vásquez, 2012.Pág. 3)

Claramente se deben tener en cuenta tres elementos capitales: memoria, espacio y territorio, enfatizando en la desterritorialización, la dessubjetivación y la deshumanización, en los cuales se enfatizó en la eliminación física y el terror para anular los territorios, se Identifica la guerra como constructora de subjetividad.

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La violencia (cotidiana) se reproduce en todos los ámbitos. Los niños y jóvenes que han crecido viviendo el conflicto armado, como parte de su cotidianidad próxima, no como televidentes pasivos de ciudad, que no se percatan de que lo que sucede, se constituyen en sujetos violentos, reproduciéndose este comportamiento en el ámbito familiar y también en el ámbito social; sin desconocer otras problemáticas psicológicas a las cuales se ven abocados quienes crecen en estos contextos: el desconocimiento, el desarraigo, la falta de pertenencia, la descalificación, el sentimiento de vulnerabilidad, la discriminación, el señalamiento, el irrespeto, el temor, la autoagresión. Otras subjetividades disímiles se constituyen en los sujetos que sustentan el poder así como en los que están al margen de la situación de violencia. Se sigue formando para la guerra y no para la paz. El conflicto acaba con la cohesión social. Hay desarraigo. Perdida del derecho al ejercicio de la estancia en su territorio. Se puede afirmar, que en términos de los sujetos y la constitución de subjetividades, se han constituido como sujetos precarios, sin historia, sin cultura, desarticulados, generando desconfianza, acabando con la solidaridad y valores y tradiciones de cultura colectiva, privilegiándose la individualización y las individualidades de éxito en los referentes culturales y simbólicos, respecto a esos valores generados por el contexto de violencia. A este nivel se puede ver claramente la correspondencia con lo planteado por Herrera cuando anota:

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La preocupación por los seres humanos, sus características, así como el lugar que éstos ocupan en las elaboraciones conceptuales en torno a la sociedad y a la cultura, ha conducido a búsquedas relacionales en distintas tradiciones del pensamiento social aunque se le aborde desde diferentes enfoques y denominaciones. En este sentido el abordaje de problemas y de categorías referentes al sujeto, los procesos de subjetivación y la constitución de subjetividades, requiere tener como referente el que éstas no son categorías sustantivas ni hacen parte de procesos que se dan en el vacío sino que tienen como marcos referenciales las sociedades y las culturas en las cuales están ancladas. (Herrera, 2013, Pág. 5)

POSIBLES LINEAMIENTOS EN EDUCACION Y PEDAGOGIA (Políticas públicas – Memoria e historia) En orden de importancia algunas sugerencias para definición de políticas públicas son: Educar en Democracia y Ciudadanía, propugnando por la alfabetización política. Buscar espacios de discusión, diálogo y reencuentro cultural, Evitando que las instituciones educativas sean escenarios de guerra, Teniendo en cuenta que los individuos en etapa escolar son sujetos y en algún momento, objeto de derechos, donde haya reconocimiento de sí mismos y de los otros. Recuperar las experiencias del pasado estudiando la historia mediante el lenguaje, la narrativa y en términos de las subjetividades el cambio del discurso respecto de las apreciaciones individualistas. Se hace indispensable la formación en el reconocimiento del otro, de sus particularidades, de su historia personal, social y cultural, reconocimiento que se da a través del lenguaje, del discurso y de la narrativa, así como de la simbología como constructora de realidades, conel propósito de re-sig nificar la propia historia. Agenciar el autoreconocimiento, el conocimiento de sí como constitución de la subjetividad, que permita la configuración de los individuos, como sujetos de derechos, reconfigurando su identidad individual y colectiva.

Promover la reflexión, como estrategia de reconocimiento de sí mismo y de la realidad circundante así, como de su influencia en la configuración de la subjetividad. Recuperar la Memoria y la enseñanza de la historia reciente, como estrategias de denuncia, pero también como posibilidad de recomponer las historias socioculturales con miras a que los hechos que lesionan no se vuelvan a repetir. No dejar que el olvido se instale en las colectividades. Koselleck citado por Herrera anota: Sólo prácticas de justicia en el marco de un estado social de derecho posibilitan la reconstrucción de situaciones políticas y sociales de aguda conflictividad y permiten la formulación de políticas públicas alrededor de la memoria del conflicto, constituyendo espacios en los cuales estos temas se debatan y se pueda construir horizontes de futuro (Koselleck, 1993,Pág. 338) En este último sentido, el de construir horizontes de futuro, es bueno concluir insistiendo en el deber, la deuda, que tiene la educación en general, así como la formación política en particular, de ayudar a la consolidación de una esfera de lo público, o tal vez de muchas esferas de lo público, en el horizonte de una sociedad democrática, insistiendo en el lugar que ocupamos cada uno de nosotros en la construcción de ese futuro.(Herrera, s.f., Pág. 15)

Respecto al documento o capítulo final del documento referente (INMH, 2013) en el aparte denominado recomendaciones de política pública, ante la pregunta ¿Que institucionalidad necesitamos para la transición hacia la paz? Se enuncia una dicotomía y paradoja respecto a la realidad institucional contemporánea, así como a la coyuntura política en torno a las recomendaciones declaradas en el documento “recomendaciones para la paz, del Grupo de Memoria Histórica”, Considerando que la aplicación de la constitución de 1991, daría para el cumplimiento de estos ideales , ya que el numeral 25 dice: 25. Se recomienda al Gobierno Nacional y al Congreso de la República, en un escenario de construcción de paz, revisar y hacer las reformas necesarias normativas e institucionales en concordancia con los propósitos de paz, democracia, inclusión social y la vigencia del Estado Social de Derecho, atendiendo de manera especial el enfoque diferencial que se impone en temas de género, etnia, edad, discapacidad, etc. Entre los temas a revisar, se recomiendan: a. La promoción y el fortalecimiento de la participación ciudadana. b. La planeación y el presupuesto nacional con miras a establecer prioridades de inclusión social, fortalecimiento institucional territorial, medidas hacia las víctimas, medidas para la reintegración efectiva de desmovilizados, medidas específicas para poblaciones de especial protección, entre otras. c. Garantías para el ejercicio de la participación política, en particular en lo relacionado con la seguridad. d. La adecuación de las normas a los retos de la transición. e. El funcionamiento de la Fuerza Pública, con el fin de reorientar esfuerzos hacia la paz y ajustar su estructura a situaciones de posconflicto. Al efecto, se propone, por ejemplo, la conformación de un comité de expertos civiles independientes que durante un año haga seguimiento a los resultados obtenidos con recientes reformas como la del fuero militar, con el objetivo de emitir un concepto sobre su pertinencia y efectividad. f. El fortalecimiento de la protección y garantía de los Derechos Humanos, en particular de los grupos vulnerables. De otro lado, la intolerancia frente a la diversidad y la discriminación por razones de género, diversidad sexual, etnia, edad, etc., han arraigado prácticas sociales de exclusión y graves violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario que deben ser erradicadas

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Por tanto, se hace necesario implementar por vía normativa acciones afirmativas y disposiciones especiales para la protección de las poblaciones que han sido víctimas de estas modalidades de exclusión. Esto implicará fortalecer y hacer sostenibles para el inmediato posconflicto, durante mínimo diez años, los esfuerzos estatales actuales en el marco de la Ley 1448 de 2011 por transformar la situación de las víctimas objeto de violaciones y restituirles su condición de sujetos de derecho.

A MANERA DE EPILOGO Como el sujeto es el resultado de sus vivencias, así como de sus experiencias y dentro de estas el contexto y la cultura, es por esto, que La historia de vida es fundamental para indagar ¿cómo se forma una subjetividad, sobre la base de los entornos en que se encuentre? ¿Cuáles son las tensiones en las que se ve envuelto el sujeto? en un entorno de violencia como el que, se ha caracterizado: ¿Qué tipo de sujeto se está reconfigurando? ¿Cuáles son los elementos axiológicos que lo nutren en ésta realidad? ¿Cuáles los elementos ontológicos? Anota Vásquez al respecto:

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Uno de los mayores desafíos – aún cuando también puede ser su mayor riqueza– que presenta la filosofía, es dicha relación con dar cuenta de la noción de la subjetividad con todos los compromisos epistemológicos que ella implica. Los hombres no cesan de constituirse a sí mismos, de modificar permanentemente el plan de su subjetividad, de constituirse como diferentes subjetividades que no consiguen dar con el núcleo duro del hombre como tal, si es que tal cosa sea posible o -incluso- deseable. (Vásquez, 2012, Pág. 24)

Hay muchas perspectivas para dilucidar dichas indagaciones. Veamos algunas de éstas. Dentro de ellas las sociales y para ahondar, valdría la pena preguntar respecto al individuo: ¿cuál es la estructura social en la que se encuentra? Dentro de una perspectiva sociológica: ¿A qué grupos pertenece o ha pertenecido? Dentro de la perspectiva política: ¿se identifica con alguna organización o línea política? ¿Dentro de la perspectiva económica: Cual es su actividad laboral? ¿En qué nivel de ingresos se encuentra? Dentro de la perspectiva educativa: ¿Cuál es su formación académica? ¿En qué sitios ha estudiado? ¿Qué oportunidades ha tenido? Dentro de la Perspectiva antropológica y cultural: ¿cuál es su cotidianeidad? ¿Cuáles son sus referentes simbólicos y de representación? ¿Cómo reacciona ante estos? Dentro de la Perspectiva comunicativa: ¿cómo accede a la información cotidiana y cómo genera la misma? Dentro de la Perspectiva familiar: ¿Qué lugar le da, a ésta dentro de su perspectiva individual? Dentro de la Perspectiva psicológica: ¿cómo reacciona respecto de las contingencias que se le presentan? ¿Cómo atiende los desafíos en que se ve envuelto, cuáles son sus reacciones y porque están mediadas? Y consolidando e integrando perspectivas: ¿de qué es consciente y de que es inconsciente en esa conformación de sujeto, como tal? ¿Qué ideología lo domina y a que ideología ha adherido? ¿Es usuario y beneficiario del poder o víctima del abuso del mismo? Por supuesto, habría muchas indagaciones en esa construcción hipotética.

BIBLIOGRAFÍA Herrera, M. (s.f.) Esbozos históricos sobre cultura política y formación ciudadana en Colombia: actores, sujetos y escenarios. En Cultura política, ciudad y ciberciudadanías. Colciencias -UPN- Fundación presencia recuperado el 20 de septiembre 2013 de: http://www.fundacionpresencia.com.co/media/ponencia_%20Martha.pdf Foucault, M. (1968) La arqueología del saber. México: Siglo XXI Editores. Centro Nacional de Memoria Histórica (2013) Informe General de Memoria Histórica: ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de Guerra y Dignidad. Primera Edición. Bogotá: Imprenta Nacional Fajardo, L. (2013).Documento presentado en el seminario Derechos Humanos y Educación: una relación compleja. Línea de Investigación: Derecho y Sociedad. Fecha: Enero 25 y 26 del 2013. Bogotá. Universidad Santo tomas-USTA. Herrera, M. (2013) Documento presentado en el Seminario Educación, constitución de subjetividades y problemas sociales contemporáneos. Línea de Investigación: Educación y Sociedad. Fecha: Septiembre 13 y 14 de 2013. Bogotá. Universidad Santo tomas-USTA. Vásquez. (2012) Foucault: Microfísica del Poder y Constitución de la Subjetividad; Discurso-Acontecimiento y Poder- Producción Revista Observaciones Filosóficas. Universidad Andrés Bello- Pontificia Universidad Católica de Valparaíso , recuperado el 20 de Septiembre de 2013 de http://www.observacionesfilosoficas.net/foucaultmicrofisicadelpoder.htm Boaventura de Sousa Santos (2008). Conocer Desde el Sur. Para una Cultura Política Emancipatoria Santiago: Editorial Universidad Bolivariana. Foucault, M. (1982) Le sujet et le pouvoir. En Michel Foucault, un parcours philosophique: au-delà de l’objectivité et de la subjectivité, eds. Hubert Dreyfus y Paul Rabinov, 297-321. París: Gallimard. Koselleck, R. (1993) Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos. Madrid: Ediciones Paidos

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Conflicto y violencia ¿ cómo educarnos para la paz? Rosmery Cifuentes Bonett Daniel Turriago Luis Ernesto Vásquez Alape Profesores Facultad de Ciencias de la Educación - Universidad de La Salle, Colombia

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Un nuevo reto enfrenta el país, después de muchos intentos fallido en la construcción de la paz. Este proceso que ha estado acompañado en el mundo por dos fases: la primera en la que se firma la paz, en la que normalmente se invierte tiempo, esfuerzo, paciencia, acompañamiento y la segunda, que es la construcción, momento que requiere de mayor tiempo y apoyo, y que implica un proceso de cohesión social. Es por tanto necesario que Colombia requiera de un proceso global donde además de establecer acuerdos a través de las firmas, se construya la paz. Un proceso de esta magnitud requiere de la participación ciudadana, y para ello es necesario educarnos para construir una cultura de paz. De ahí que partiremos en exponer quienes nos antecedieron en los diversos empeños por apuestas de paz. Se hace necesario develar nuestra historia a través del bagaje de los variados matices, énfasis, concepciones y prácticas necesarias desde las políticas educativas y mirar los actuales lineamientos de la educación para encontrar así, las maneras sobre cómo educarnos para edificar culturas menos violentas. Palabras Clave: Educación/ Paz/ Colonización /Violencia y Cultura PRELUDIO Son múltiples las acciones de violencia que en el devenir cotidiano se suceden en nuestro país: económicas, políticas, sociales, culturales, educativas y religiosas que se manifiestan en los diferentes espacios en donde nos desenvolvemos, a través de lenguajes, tanto verbales como no verbales y de mediaciones semióticas que invitan y conducen constantemente a ladeshumanización. El mundo de la globalización economicista, nos sumerge en un campo de fuerzas de mercado/consumo centrado en la racionalidad del dinero cuyo centro no es la persona sino el capital meramente económico; las desigualdades sociales se acrecientan a través de procesos de naturalización de las injusticias sociales que en nuestro país tienen que ver con permanentes despojos: el del territorio físico y simbólico a los campesinos e indígenas, el de la educación a las clases menos favorecidas, el del empleo a quienes lo necesitan, el del tiempo para construir familia, el del amor de los padres a sus hijos, el de la conversación y el diálogo entre los ciudadanos, el de la real participación de la ciudadanía en la construcción de las políticas públicas. En medio de esta compleja realidad ¿Cuál es el compromiso que se forja desde los procesos formativos propuestos por el sistema educativo? ¿Los criterios y los lineamientos que fungen como horizonte de sentido educativo apuntan a generar espacios en donde se reconozca la naturaleza de los conflictos como parte de la realidad humana contextualizada en necesidades, intereses, conocimientos mediados por relaciones de poder-saber y verdades?

En medio del anterior contexto y de las problematizaciones que de este devienen, el reto que enfrentamos en la actual coyuntura, es el de la construcción de la paz, en donde se involucren todas las fuerzas vivas del país, desde lo local, pasando por lo regional hasta cobijar lo nacional. Se debe garantizar la participación deliberativa: del niño, el joven, el adulto, el adulto mayor; el artesano, el obrero, la multinacional, el gran empresario, la clase política, los militares, los gobernantes, el desempleado, el desplazado por la violencia, el reincorporado…, es en el entrecruzamiento de las múltiples tensiones y campos de fuerzas que se movilizan en nuestro territorio (ámbito de lo geográfico, lo climático, lo simbólico), en donde se ha de posicionar un espíritu educativo de reflexión crítica ética, estética y política constante de las prácticas cotidianas y de las racionalidades globales que las direccionan, para su resignificación y transformación en pro de la dignificación humana y la reivindicación de sus capacidades.2 De esta manera podremos vivenciar una cultura y una sociedad de y en paz, en la medida en que, en relación con el primer concepto, cada uno desde su historia personal e individualidad se mire como humano, despojado de imaginarios efímeros y vacíos de poder generados por castas, lastres históricos, frases de marca empresarial o ideológica, de esta manera se podrá confrontar, al tiempo que mirar al otro desde su existencia, como espejo, devenir humano en una trama y significación de lenguajes que permitan el reconocimiento como seres históricos e historizantes3 en potencia y acto que pueden crecer y proyectarse de acuerdo con las condiciones de posibilidad axiológicas y existenciales4; éticas y políticas; económicas y sociales; culturales y educativas que se construyan corresponsablemente. De igual manera, se ha de comprender, desde la constitución de lo social, que las instituciones, tales como las familiares, gubernamentales, religiosas, educativas, financieras, militares… deben generar y favorecer un nuevo tipo de relaciones de “saber-poder y verdad” en donde se tengan en cuenta intereses, necesidades y conocimientos de quienes las constituyen, a la vez que procesos dialogales, de tal manera que en las mismas estén presentes, mediante el debate y la deliberación, todas las voces en donde se sintetizan historias a través de cartografías humanas configuradas por multiplicidad de regiones existenciales que, a la vez, son oníricas, políticas, éticas, económicas,. EDUCACIÓN PARA LA PAZ. Colombia, país que desde la conquista española vive el desconocimiento de los Derechos Humanos, ha heredado todo un legado violento. Nuestra historia que ha estado permeada por culturas agredidas, como un legado de la conquista y la colonia ha dado origen a innumerables experiencias educativas de naturaleza violenta. Este lastre ha imposibilitado la construcción de una filosofía educativa propia. Desde la mirada y la cosmovisión de Cristóbal Colon, el gran descubridor, Aquí vale la pena alimentar el argumento en pro de una educación para la paz desde la teoría de las capacidades expuesta por Martha Nussbaum: 1) Vida: toda persona debería ser capaz de llevar una vida de una duración normal.2) Salud corporal: Tener adecuadas condiciones de salud, alimentación y vivienda.3) Integridad corporal: Gozar de libertad de movimientos y seguridad;.4) Sentidos, imaginación y pensamiento: Recibir una educación que permita desarrollar estas capacidades y un ambiente de libertad para manifestar gustos y creencias..5) Emociones: Capacidad de amar, de estar agradecido en las diversas formas de asociación humana…6) Razón práctica: Ser capaz de formular una concepción del bien y un plan de vida. 7) Afiliación: Capacidad de vivir con otros, de establecer relaciones sociales, de ser respetado y no discriminado. 8 ) Otras especies: Ser capaz de respetar a los animales, las plantas y demás especies del mundo natural.9) Juego: Ser capaz de jugar y reír; .10) Control sobre el propio ambiente: Gozar de oportunidades de participación política, derechos de propiedad y del trabajo (Nussbaum, M 2002) 3 La acepción “historizante”, implica desde Zemelman, en línea marxista, compromiso con la transformación histórica para crear mejores condiciones de justicia e igualdad. En línea foucaultiana, lo historizante implica prácticas discursivas como prácticas históricas que generen nuevas “otras” condiciones de posibilidad, condiciones de-sujetadoras. 4 Recordemos aquí la propuesta de Manfred Max Neef, sobre necesidades y satisfactores expresados en categorías existenciales y categorías axiológicas, argumentadas en su publicación “Desarrollo a escala humana” (Max Neef, M 1994) 2

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“(…) no hacía falta conocer a los indígenas; era suficiente con inventarlos desde la perspectiva de sus preconcepciones religiosas o novelísticas, como nobles salvajes, como los mejores seres en el mundo, o como los más crueles, hostiles y cobardes, cuya esclavitud se justificaba por sus criminales prácticas caníbales. Por eso había que transformarlos, que asimilarlos. De hecho, como para Colón lo diferente era sinónimo de ausencia, en el Nuevo Mundo no existía nada, sino que todo estaba por fundar: nuevos nombres, nuevas creencias religiosas, nuevas costumbres. Y ésa es precisamente la misión que Colon descubre para sí: la asimilación de los indígenas (después de todo el intercambio de oro por religión era justo desde su perspectiva) y la edificación del otro sobre los cimientos de sus preconcepciones” (Garduño, E., 2007, p. 42)

Sobre la realidad propuesta por Todorov (2007), en su “Conquista del otro”, se tejen los imaginarios de educación como práctica evangelizadora de compasión y salvación en donde el “otro” conquistado, solo tiene la posibilidad de ser reconocido en el momento que use el lenguaje del conquistador, es decir, estructure sus maneras de sentir, pensar y actuar, a imagen y semejanza.

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Alberto Martínez Boom, Orlando Castro y Carlos Noguera en su “Crónica del desarraigo”(1995), nos muestran los comienzos de la educación occidentalizada en nuestro territorio a cargo de los clérigos, tanto para el campo de lo popular, como el de la élite, planteada desde un horizonte de sentido pastoral, bajo la égida de una moral cristiana que garantiza el cumplimiento de los preceptos de Dios a través de la obediencia a los mandatos del Rey que es su representante en la tierra. Se enseña, entonces a los dueños de estas tierras, las primeras letras y la religión católica, factores que garantizarán la civilización y la cualificación del alma. Esta educación, de características pastorales tiene como misión evangelizar el nuevo mundo y no cuenta dentro de sus pilares didácticos el diálogo como posibilidad de interlocución ni el reconocimiento del “otro” desde su propia historia. Paralelamente en los claustros conventuales se imparte educación, de privilegio para los españoles y los hijos de los españoles. “En el contexto del Estado absolutista, la función de la educación se centraba en la formación de ciudadanos cristianos virtuosos que contribuyeran a la prosperidad del reino y a la obediencia y mantenimiento del poder monárquico. El objetivo de la educación colonial, se centró en mantener la fidelidad de los pueblos a la corona española privilegiando la enseñanza de la fe religiosa y moral y propagación de las buenas costumbres.”(García, B., 2005, p. 1). Hacia finales del S. XIX, a la educación y por ende al maestro se le endosa la responsabilidad de lo social atravesado por una matriz que cruza lo moral católico pastoral con la preocupación de lo social, a partir de una filosofía liberal. Desde allí se pretende dar respuesta a las nuevas exigencias de un país que debe entrar en procesos de modernización de acuerdo con los movimientos de los países desarrollados, más que de los ciudadanos y de la diversidad de regiones y poblaciones del país. “El asunto empieza con el notable incremento de la actividad comercial, tecnológica e intelectual en el Atlántico Norte en la segunda mitad del Siglo XIX, especialmente después de 1870. El dinamismo de la revolución capitalista puso a las clases dirigentes colombianas ante lo que vieron como una disyuntiva inexorable: integrarse al mundo industrial avanzado o perecer en medio de la barbarie insular. Para incorporar al país al sistema mundial era indispensable, una vez más, copiar lo modelos políticos, institucionales y económicos de Europa y los Estados Unidos. Pero no existía consenso alguno sobre cuál era el contenido real de dichos modelos, además de que estos cambiaban aceleradamente después de 1880.”(Palacio, M., 2008, p.14)

Las prácticas educativas impartidas Una política y práctica educativa de “paz” es por ende esencial para contrarrestar nuestra heredad bélica. El que las partes en un conflicto –sea éste de naturaleza política, cultural, económica, social o interpersonal- permitan establecer diálogos frente a frente, requiere de las relaciones de confianza y procesos de mediación, consenso y reconciliación. Estosprocesos parten de la premisa de que la manera más eficaz para resolver los conflictos, es promover la cooperación para el logro de metas mutuas. También se fundamenta en el propiciar las posibilidades de poder que radican en la sociedad civil y en las organizaciones no-gubernamentales (Ortega, 1996; UNESCO, 1994, 1995a). Algunos teóricos hacen distinciones entre “establecer”, “mantener” y “consolidar” la paz y “prevenir” el conflicto. La ONU, por ejemplo, considera el establecimiento de la paz necesario para poner término a los conflictos. Una vez lograda la paz, considera que se deben orientar los esfuerzos para el mantenimiento. Por tanto, mediante la consolidación de la paz, se propone fortalecer y afianzar con miras a evitar que se reanuden los conflictos. (UNESCO, 1994) Es importante reconocer que debemos acercarnos al conflicto como parte natural de nuestra vida. Como algo inevitable a la cotidianidad. Es necesario pues re-crear las controversias – asumiendo la paz y el conflicto- no como opuesto, sino complementarios. Se hace necesario además, no enmarcar los conflictos en esquema polarizado, sino en una problemática solucionable. Estas tensiones entre conflicto y paz abren perspectivas de formación, el educar para la paz hace necesario comprender el entretejido que acompaña los conceptos de violencia, conflicto y paz. Es en esta determinación que podemos pensar en la “educación para la paz”. La educación para la paz nace a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en Europa con la Escuela Nueva como cuna. Las concepciones que surgieron de este movimiento de renovación pedagógica, fue un claro contraste con lo que se vivía en la época. Su mayor crítica a la educación tradicional fue la militarización y la sumisión de los estudiantes. Paralelo a este movimiento europeo, en América Latina se llevaba a cabo encuentros académicos en los cuales se configuraba otra visión del educando, se vislumbraba la necesidad de educar al niño y al joven en la democracia, la justica y la paz (Aguilera, 1990). Esta nueva corriente pedagógica, promovió una “ética de paz”, rechazó la educación centrada en lo individual y en la competencia social. La Escuela Nueva en América Latina, promovió la transformación política, social y económica para los sectores populares. En el contexto escolar se direccionó una cultura centrada en la resolución de los conflictos, originando así la Educación para la Paz. Estas nuevas ideas estaban centradas en los aportes de Celestin Freinet: “Nosotros formamos a unos hombres [y mujeres] que sabrán decir no a la autoridad brutal, al oscurantismo, a la explotación, a la opresión. Hombres [y mujeres] que sabrán defender su personalidad, sus ideales, para garantizar el éxito definitivo de la democracia y de la paz.” (Alfieri, 1975, p. 72).

La educación para la paz ha recibido históricamente diversas denominaciones, tales como: Educación para la No violencia, Educación para el Desarmen, Educación para la Comprensión Internacional,

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Educación en Derechos Humanos, Educación para la Paz y el Orden Mundial, Educación Pro Paz y Justicia, Educación Liberadora, Educación Ecológica, Educación Multicultural y Educación Mundialista (Calleja, 1995; Klare, 1994; Reardon, 1996). En el fondo de estos conceptos, como bien afirma Paulo Freire, revela la opresión y las injusticias que se han llevado a cabo en el mundo. “No creo en ningún esfuerzo llamado de educación para la paz que, en lugar de revelar el mundo de las injusticias lo vuelva opaco y tienda a cegar a sus víctimas.” (Freire, 1986, p. 46).

Pareciera complejo, más no imposible, pensar y construir pedagogías que aporten a la configuración de una pedagogía nacional que encare y supere este “conflicto colonial”. Esta pedagogía está acompañada de múltiples desafíos reflexivos (Freire, 1983). Sobre todo, aquello que como nación dependiente a una mayor soberanía; buscara resignificar nuestros propios rasgos e identidad como colombianos. Una pedagogía nacional, requiere “ubicar en nuestra realidad aquellos cuestionamientos emergentes destacados de la pedagogía crítica desde una perspectiva poscolonial y de las subjetividades humanas” (Nassif, 1985, p. 122).

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Educar para la paz implica un cierto utopismo pedagógico, en la que pretendamos hacer de nuestros estudiantes, adultos conscientes y responsables; seres respetuosos de las diferencias y de los Derechos Humanos; que comprendan que las acciones violentas no resuelven los conflictos sino que los agravan. Requerimos de una pedagogía no-excluyente y multivocal, esto implica centrarse tanto en el potencial del estudiante, como en la sabiduría colectiva expresada a través de variadas perspectivas. Igualmente, implica promover el desarrollo en espacios que además de lo académico se potencialice el gusto por la literatura, el arte, la música, el teatro, las emociones, la cultura, el disfrute por lo natural.

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Educación para la Paz. Didácticas desde la Historia5 Robert Ojeda Pérez Estudiante del Doctorado Educación y Sociedad. Profesor tiempo completo Universidad de La Salle, Facultad de Filosofía y Humanidades, Coordinador del Área de Historia. Correspondencia para el autor [email protected]

RESUMEN Al revisar la historiografía se pueden apreciar los distintos enfoques con los que se ha divulgado y enseñado la historia en este país. Tanto la investigación como la enseñanza de la historia requieren de una ética en la que se presente la intención discursiva del emisor y del investigador. En este artículo se hace énfasis en la intención política de la historia al querer promulgar la memoria de una sociedad. Se busca que a la hora de investigar y de enseñar la historia se tengan en cuenta a los distintos participantes de una comunidad con el objetivo de poder construir nuevas dinámicas de ciudadanía participativa desde un lugar común de convivencia. Palabras Clave: Educación/ Enseñanza de la historia/ Diversidad/ Comprensión.

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Summary In reviewing the historiography can appreciate the different approaches that have been disclosed and taught history in this country. Both research and teaching of history require an ethics in which this discursive intent of the issuer and the researcher. This article emphasizes the political intention of the story wanting to enact the memory of a society. It is intended that when researching and teaching history to take into account the different participants in a community in order to build new dynamics of participatory citizenship from a common place of coexistence. Keywords: Education/ Teaching history/ Diversity/ Understanding. Introducción El modelo historiográfico heredado del siglo XIX concebía la historia como una serie de acontecimientos que estaban plasmados en los documentos escritos (manuscritos o impresos). Sin embargo con la aparición de distintas Escuelas de pensamiento histórico como por ejemplo la Escuela de los Annales en Francia y las discusiones hermenéuticas de mediados de siglo XX sobre fuentes y escritura de la historia, permitieron la apertura a nuevos enfoques metodológicos y nuevos elementos para tener en cuenta en el estudio y recuperación de la información que no solo es de tipo documental. La realización de proyectos de investigación en la recuperación e interpretación del pasado, requiere de unos pasos previos que se deben tener en cuenta: me centraré aquí en la discusión de la metodología Esta investigación hace parte de la reflexión sobre el papel de la Educación en la sociedad Colombiana. Del Doctorado de Educación y Sociedad de La Universidad de La Salle. Grupo de investigación Educación y Sociedad. Estudiante de Doctorado en Educación y Sociedad Universidad de La Salle. 5

y teoría para pensar otra forma de construir la historia más allá de las fuentes, en la búsqueda de una formación ciudadana. Para poder hablar del problema de las fuentes en el desarrollo de la historia me permitiré tener en cuenta los siguientes puntos: primero el uso de las fuentes primarias, segundo el papel de la historia como herramienta política, y, Por último hablaré sobre un nuevo enfoque para enseñar la historia y dejar atrás la crisis de un país en guerra. El objetivo que persigo con este escrito es hacer una reflexión tanto de la investigación histórica como de la enseñanza de la historia. Para ello quiero recalcar la importancia de la formación de ciudadanos críticos en la reconstrucción de la memoria y de la identidad Nacional, a partir de la comprensión del pasado. Haré, por consiguiente, un recorrido que comienza desde las experiencias que he tenido en los dos campos a saber el de la investigación y el de la enseñanza. Hecho histórico y construcción de memoria Uno de los historiadores más representativos del siglo XX se refiere al hecho Histórico como una construcción realizada por el historiador, “inventado y fabricado mediante hipótesis y conjeturas, a través de un trabajo delicado y apasionante (…) Elaborar un hecho significa construirlo. Si se quiere, proporcionar la respuesta a un problema (Febvre, 1982: 38-39). En esta medida los nuevos enfoques de la historia no son enumerar las causas y las consecuencias de los hechos, ni estar centrados en la objetividad como se los hago saber a los estudiantes. “Tras entender el hecho histórico como una construcción desde una “historia problema” y redimensionar las nociones propias de objetividad y verdad, la ciencia histórica otorga un nuevo lugar a la noción de interpretación” (Herrera. José. 2009: 57). Después de esto los llevo a reflexionar sobre ¿Cuáles deben ser considerados como acontecimientos históricos, si la historia es un discurso no acabado? Los sujetos reflexionan sobre el presente y el futuro que alimentan nuevas lecturas sobre el pasado y cómo ellos pueden ser partícipes, pero entonces La memoria es producto de una relación dialéctica entre el recuerdo y el olvido. Es una supresión de elementos para poder conservar otros en la medida en que nos es imposible recordarlo todo. Por lo tanto la memoria resulta de una selección. Forzosamente unos elementos son conservados para que otros sean progresivamente marginados, hasta que se olviden del todo. (Todorov, 2000: 15-16) En ese proceso de selección de lo que se quiere recordar juega un papel fundamental el presente. (Ricoeur, 2003 : 526). Ya que la acción de seleccionar está condicionada por el presente, en la medida en que se le da un uso en la actualidad a lo seleccionado. Igualmente pasa con lo olvidado, a lo que no se le reconoce utilidad en el presente.( Barbosa, 2001:104- 112). En este sentido la memoria es una operación simbólica, ya que la narración en la que se constituye la memoria al rescatarla desde el presente, no son relatos factuales de hechos escuetos, sino son relatos de construcción de identidad: “las memorias documentan una manera de pensar propia de un grupo en un momento determinado”( Barbosa, 2001:108).

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Las preguntas que un historiador se hace en su presente y las transfiere al pasado son distintas en cada momento y dependen de muchos enfoques, intereses y problemas que quieren resolver en la comprensión de la sociedad en la actualidad. De esta manera hay que tener en cuenta que las dinámicas sociales y humanas son distintas y cambiantes en el término de los tiempos. En esa medida la sociedad y los historiadores pueden permitirse olvidar en algunos momentos algunos pasajes de la reconstrucción del pasado. A propósito de la comprensión, Siguiendo a Hanna Arendt, señala que para comprender una sociedad múltiple se necesita una comprensión que sea capaz de ver sus diferentes rasgos, que sea diversa y mutable, para poder sentirnos en armonía con el mundo, sin embargo, para Arendt entender al mundo no es algo activo, que contenga dentro de sí algún tipo de movimiento pero si es la que puede producir por medio de la reflexión, que llegue a generar algún movimiento “la comprensión no tiene fin y por lo tanto no puede producir resultados definitivos” (Arendt, 1995: 30)

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Por ejemplo, a propósito del Bicentenario las reflexiones que se estuvieron haciendo en el caso particular de la historia de la Independencia los historiadores siempre manifestaron en el último congreso de Historia de Colombia que se debían abordar otros personajes y otras miradas sobre el proceso de la Independencia, pero muy pocos historiadores pudieron presentar novedades historiográficas, en cuanto a consulta de archivo se refiere. Bien lo señala José Darío Herrera al hacer una lectura juiciosa de Le goff “que la intervención del futuro en las reinterpretaciones de la historia se relaciona directamente con los métodos y técnicas de trabajo del historiador. El reto que enfrentan los historiadores para construir problemas y hechos históricos pasa por la permanente vigilancia a los conceptos y esquemas con los que regularmente operan. (Herrera, 2009: 59) Lo que quiero enfatizar aquí es que a medida que ha pasado el tiempo los intereses de consulta y las preguntas a los documentos han cambiado, no siempre se utilizan los mismos documentos, o en ocasiones si se usan los mismos, pero se les realizan otras preguntas y se establecen otros problemas, los cuales hacen que los historiadores acudamos algunas veces a la misma fuente pero con otras preocupaciones de investigación, o por el contrario se consulten otras fuentes bajo otros marcos de interpretación. En esa medida el papel del docente que busca que sus estudiantes profundicen la historia desde el uso de las fuentes primarias, debe contemplar los distintos enfoques, corrientes y escuelas historiográficas, para poder orientar el trabajo de la búsqueda, ya lo decía Le Goff “la historia es la ciencia del pasado, con la condición de saber que este se convierte en objeto de la historia a través de una reconstrucción que se pone en cuestión continuamente” (Le Goff , 1991: 39). Hay que tener en cuenta que los registros pasan por otras manos que ciernen y alejan a los lectores de la comprensión e interpretación del pasado. Que el pasado no puede ser universal ni totalizante, que no puede haber una única versión del mismo, sino más bien interpretaciones en las que caben distintos argumentos desde la hermenéutica. Por eso el papel fundamental de esta última en cuanto a metodología y teoría se refiere. Papel de la historia como herramienta política. En cuanto a la Historia, como disciplina perteneciente al ámbito de las Ciencias Humanas y Sociales,

tiene como objetivo primordial comprender el devenir de los seres humanos en el tiempo; esto quiere decir que, en vez de juzgar el decurso histórico de la humanidad (premisa que durante décadas se consideró esencial para poder adelantar estudios en la materia), lo que en esencia pretende es interpretar de manera adecuada y coherente la realidad pasada, presente y futura de un determinado conglomerado social (bien sea entendido como pueblo, comunidad, o sociedad). En Colombia, desde principios del siglo XX, la práctica de la Historia había estado a cargo de amateurs, de “caballeros andantes de patriotismo” (Archila, 1997:173-205) quienes asumían el papel de guardianes de la memoria oficial, además de impulsar una conciencia nacionalista tan cara a nuestros proyectos de construcción del Estado-nación, su interés no cobijaba una preocupación por los métodos y teorías de la disciplina, siendo así una historia de aficionados para aficionados, una “historia homogeneizadora” bajo el amparo de la Academia Colombiana de Historia creada en 1902.( Bonilla, 1997:7-15) Para la difusión de este tipo de historia centrada en la historia militar y política, los manuales escolares jugaron un papel importante en la transmisión de un tipo de memoria histórica, que ha sido caracterizada como, “irreflexiva, conservadora, elitista y nacionalista (Lewis. 2003:48) por el tipo de nación blanca, hispánica y católica que pregonaban.6 Este modelo de nación fue defendido por la Constitución de 1886, carta donde adquieren, “forma institucional los pilares más importantes de una invención nacional homogeneizante”. (Wills Obregón, 2000:385 – 415) Así como se miraba la bruja malvada, en el cuento de “blanca nieves”, sólo a ella sin querer aceptar las otras imágenes, Colombia se ha estado mirando al espejo desde una sola perspectiva. “el adoctrinamiento puede ser peligroso porque tiene su origen en una perversión, no del conocimiento, sino de la compresión” (Arendt, 1995.p 30) Por eso es importante que al enseñar la historia se relacione claramente quién es el agente de enunciación, para que no se caiga en vicios de subjetividades, ni pretensiones de objetividad. Se debe relacionar al sujeto cultural como agente de un discurso capas de generar acciones. “Si el sentido de la política es la libertad, es en este espacio donde tenemos el derecho a esperar milagros. No porque creamos en ellos sino porque los hombres, en la medida en que pueden actuar, son capaces de llevar a cabo lo improbable y lo imprevisible y de llevarlo a cabo continuamente, lo sepan o no’’. Arendt: 66 Enseñanza de la Historia como herramienta política En palabras de Arendt, en el libro, La condición humana señala que: “ser visto y oído por otros deriva su significado del hecho de que todos ven y oyen desde una posición diferente. Este es el significado de la vida pública, comparada con la cual incluso la más rica y satisfactoria vida familiar solo puede ofrecer la prolongación o multiplicación de la posición de uno con sus acompañantes aspectos y perspectivas. Solo donde las cosas pueden verse por muchos en una variedad de aspectos y sin cambiar su identidad, de manera que quienes se agrupan a su alrededor sepan que ven lo mismo en total diversidad, solo allí aparece auténtica y verdaderamente la realidad mundana. (Arendt, 1958, p.66) Ejemplos de ello son los manuales de José Ma. Henao y Gerardo Arrubla, Historia de Colombia (1910), y los de Julio César García y el de los hermanos maristas, Rafael Granados y Justo Ramón (1942) 6

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De esta manera podemos señalar que la pluralidad no es simplemente el reconocimiento dela alteridad, sino que es el reconocimiento de la diversidad, pero más allá de esto es el reconocimiento de un espacio de deliberación, por eso seguiremos el concepto de ámbito público a partir de Arendt, quien contempla la participación ciudadana en un espacio de apariencias, de visibilidad, en el que tanto hombres y mujeres pueden ser vistos y oídos y revelar mediante la palabra y la acción cuáles son sus experiencias políticas y su participación ciudadana. (Arendt, 2002, p 232) “solo la acción política, en el sentido de compartir y de una puesta en memoria de las proezas de los héroes, gracias a la capacidad de dar forma a un relato, a una historia, les permite a los hombres (sic) perdurar, no como especie, sino como pluralidad.”(Kristeva, 1999, p 175)

elación política de deliberación, es decir se generó un espacio de reflexión en los seres humanos, de comprensión y de reconstrucción, pero almismo tiempo de la acción en la construcción de un nosotros.

Para el caso Colombiano, la historia se ha contado desde algunos grupos sociales y familiares que pretendían justificar el poder dado desde la tradición. Es así que la historia se ha contado con exclusión de los otros, no se han tenido en cuenta a los mestizos, los negros, las mujeres, el campesino y muchos otros actores que han protagonizado igualmente los procesos históricos y los hechos más relevantes de la historia del país.

Por tal motivo me gustaría proponer aquí otra mirada a nuestro pasado, no solo desde la Violencia en Colombia o la imposición de una identidad Nacional como historia oficial, sino tomando como en el cuento de Blanca Nieves la versión de la Bruja malvada, la de los enanos, el príncipe azul y sobre todo la versión que posibilita más que la totalidad, la inclusión de los actores, un enfoque constructivo de las identidades, de un nosotros que tanto necesita este país.

En esa lucha de protagonismos políticos se ha mostrado a los otros con conceptos despectivos como la plebe, la masa, la chusma, el indio, la negramenta y otros. Esto nos lleva a pensar que la historia ha tendido a ser hegemónica, e intencionada. En algún momento se le llamó la historia de charreteras, la historia oficial, la historia de los bronces.

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Lo más importante de este objeto de estudio, es la humanidad interpretada desde dos variables imprescindibles: el tiempo y el espacio. Pues sin éstas, no se podrán ubicar las acciones pasadas de los seres humanos y estudiar su legado para las sociedades presentes y futuras, por tal motivo es bueno que el historiador establezca un diálogo con sus pares de otras disciplinas, en estos aspectos, para contribuir mejor al desarrollo de la investigación.

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¿Qué pasaría si ya no concebimos la historia de la nación desde la elite o desde unos pocos? Se tendrá que hablar sólo de la historia de la lucha armada o de la lucha de clases, como se ha pensado hasta ahora? Se tendrá que hablar sólo de la historia de la abnegación o habrá posibilidad para hablar de la riqueza cultural de los otros, de un nosotros. Qué bueno promover en el aula de clase una crítica a los hitos históricos, y proponer otros momentos en la historia, otras miradas y otros actores. Promover la enseñanza de la historia que emancipa que perdona el pasado. Una historia que promueva el Perdón como posibilidad política. Aun si admitimos que cada generación tiene derecho a escribir su propia historia, sólo le reconocemos el derecho de acomodar los acontecimientos según su propia perspectiva, pero no el de alterar la materia objetiva misma (Arendt, 1996:251). Finalmente, nuestro objeto de estudio reconoce la interdisciplinariedad con áreas como la política, la economía, la sociedad y la cultura, entendidas como puntos de referencia que permiten profundizar en el estudio de la historia. Sin embargo, “entendemos que la historia tiene como objeto principal el estudio del hombre en el pasado y no simplemente la búsqueda y organización de hechos” (Ricoeur, 2004:222 -223.) Dios creo al ser humano, hombre y mujer los creó, allí se contempló una

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El Perdón y la Reconciliación Perspectiva de Construir La Paz Luis Fernando Niño Lopez Docente Universidad Libre Secional Cucuta.

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Los seres humanos somos animales racionales, este principio nos debe llevar a profundizar las diferentes áreas del Ser, en cuanto su quehacer ontológico, su relación con otros seres de su misma especie y las capacidades que utiliza en su razonamiento y concepción de lo que le rodea. Cuando observamos hacia atrás podemos denotar diferentes situaciones del conflicto, de las diferentes formas que nuestra razón lleva a autodestruirnos, la creación cada vez mas de formas, aparatos, medios y mediaciones que utilizamos para acabar al otro son trascendentes en lo que hemos podido llegar a imaginar, nuestro ingenio ha sido único y hemos sobrepasado los límites. Pero qué factores son los que nos conllevan a poder hacer armas y no vacunas que curen? , cuales son los tópicos internos de la psiquis y de los modos colectivos de construir cultura que debemos revisar para poder determinar algunos elementos que nos permitan comenzar este debate de los porque y de las maneras. En primer lugar podemos observar los sentimientos, incluso desde su etapa de evolución temprana, estas estimulaciones que el animal racional recibe para así poder generar relaciones sociales, nuestras pr meras estimulaciones actuales nos dicen que el espermatozoide debe competir, que el primero en llegar al ovulo materno a fecundar gana, a como dé lugar, luego nacemos en medio de los preceptos de padres que luchan por decir que mis hijos no sufran lo que yo sufrí sembrando en nuestro parecer el egoísmo, el que yo soy tan especial que soy el que valgo, lo demás esta por fuera del sistema, nos infunde el egoísmo y un desbordado egocentrismo, el inicio de la vida escolar en un hogar promedio de nuestras regiones latino americanas nos dice que no muchos pueden llegar a ser y que pueden existir caminos diversos también para llegar a hacer entonces los valores fundamentales y la escala de valores se transforman en los valores que la sociedad impone, nuestras normas morales se rigen por el que dirán y el fuerte es mejor que el débil sin importar como lo logre. Cuando se llega al mundo adulto las cosas cambian los que aprendieron a compartir se dan cuenta de que los utilizan, los que saben que es mejor dar que recibir las organizaciones o jornadas laborales nos juzgan por regalarnos o nos despiden por falta de compromiso institucional, y el amor verdadero no existe pues ser fiel no es moda y lo mejor es intercambiar sentimientos a granel para darse oportunidad de conocer más y crear más sin importar que la humanidad se sub utilice solo en el Eros, olvidando el ágape y el filium bases antropológicas del ser societas. A la pregunta esto tiene que ver con la paz? No es solo el conflicto armado interno? Pues antes de abordar estos tópicos tan profundos como complejos debemos mirar hacia adentro, hacia esas perspectivas que es ser humano, pues los combatientes del bando que sea y los no combatientes en ultimas en esencia son humanos, sin lugar a dudas es preciso revisar las áreas del contexto, lo político, lo social, la injusticia, la corrupción etc., pero los que conformamos estas problemáticas son los seres humanos, es decir el guerrillero que chupa dedo y extraña su hogar, el soldado que le escribe poemas a su amada y el paramilitar que le teme a la oscuridad, eso es construcción de sociedad redescubrir que somos hechos del mismo material, por lo que esa visión nos ayuda a tener herramientas claras para saber porque el perdón es esquivo y la reconciliación solo palabras bonitas.

Del Perdón: Muchos son los teóricos que hablan del perdón, muchas son las teorías que inician desde lo espiritual pasando por lo psiquiátrico, psicológico, incluso lo axiológico, pero que es realmente perdonar? Algunos proponen recetas mágicas que como las dietas de reducir peso si carecen de voluntad e intencionalidad son simplemente eso ilusiones no valederas ni siquiera suficientes para poder al menos entender el concepto, algunos afirman que perdonar es recordar sin dolor, pero ante hechos atroces y barbaros el perdón parece efímero y un poco imaginario, entonces como iniciar este proceso? 1. La aceptación: del hecho, del momento, de la situación, del evento y poder tomar conciencia plena en primera instancia racional de que no hay cambio y que lo pasado esta allá que debemos retomar la oportunidad de seguir y finalmente iniciar el proceso. 2. Introspección: revisar hacia el yo interno lo que causa recordar el evento hecho o problema, mirar cuales son nuestras defensas internas para contratacar el virus del rencor y la rabia principales enemigos del perdón, aplicar el conócete a ti mismo de Sócrates. 3. Darle al cosmos lo contrario: es decir poder sanar y devolver amor en ves de odio, una sonrisa en ves del insulto. Cuando estas tres comienzan de manera sincronizada funcionan el espíritu llega a sosegarse y comienza a darse pasos de perdonar de verdad incluso hechos traumáticos. No dejarse afectar por esos recuerdos es un primer paso. De la reconciliación: Hablar de reconciliar es desde su etimología volver a empezar, encaminarse nuevamente dejar atrás aquellas razones, motivos, formas y darnos una nueva oportunidad, es cuando en el futbol nos hacen un gol y el balón vuelve al medio del campo y las condiciones para ambas partes son iguales, excepto que el tiempo es reducido y como es poco debe provecharse para pasarla bien empatar o remontar el marcador, no podemos caer en provocaciones o peor aún entregarnos a la derrota, la reconciliación debe ir vista como esa oportunidad que nos da la existencia para mejorar aquellas cosas que podemos hacer mejor y sobre todo el no cometer los mismos errores. Pero este no es fácil porque va de la mano del perdón, sin un perdón verdadero la reconciliación tampoco es completa, porque cada vez que el consciente recuerda el hecho la reconciliación corre el riesgo de eliminarse o peor aún de hacerse más daño. Reconciliar es una oportunidad, es reconstruir, es la ventaja de poder empezar y de buena forma, no se debe desaprovechar. Construir la paz: La paz es un proceso de nunca acabar sobre todo en países como el nuestro en donde existen diversas variables, pero quiero terminar mi intervención con tres elementos, la paz interior: esa que solo puedo construir yo, en la tranquilidad de mi espíritu y en la aceptación y el perdón conmigo mismo, cuando me reconcilio con mi ser y mi tranquilidad regresa puedo dar hacia fuera eso que tengo dentro. La paz social: cuando los elementos de justicia, igualdad y liberad son entendidos por el colectivo y como venimos del proceso de paz interior podemos construir sociedad, labor que todos debemos hacer a diario, finalmente la paz de la guerra cuando dejamos atrás todas las maneras de hacernos daño, las barbaries y los actos deshumanizantes y la sociedad vuelve a empezar.

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Cuando concluimos que los elementos del perdón y la reconciliación son esenciales para esa labor de poder construir la paz lo hacemos basado no solo en las negociaciones políticas, o firmas de acuerdo sino en las células fundamentales de la sociedad, la familia y el yo que construye desde la alteridad de reconocer que somos iguales pero diferentes en nuestros actuares, acompañamos estos dones con bondad, transparencia, honestidad y capacidad de reconocer que somos falibles y que estamos en constante crecimiento interno y social, la misericordia debe ser para nosotros mismos y con los otros. Nuestro país podrá hablar de paz cuando las causas del conflicto se superen pero ante todo que podamos perdonarnos, perdonar a otros y reconciliarnos porque estamos convencidos de que podemos volver a empezar… si existen otros caminos pueden ser complementarios. Pero debemos perdonar.

Implicaciones socio ambientales del posconflicto sobre los recursos naturales para el caso colombiano - Avance de investigación Diego Mauricio Rojas Cachope Docente investigador – Escuela Colombiana de Carreras Industriales – ECCI Administrador Ambiental, Magister Desarrollo Sostenible y Gestión Ambiental, Estudiante Doctorado en ciencias sociales con énfasis en población, ambiente y territorio. Dirección: Kra 17 # 50-09 Apto 301. / [email protected]

RESUMEN En la actualidad, cuando la Paz emerge como una alternativa políticamente viable para la solución, distención o terminación del Conflicto armado que padece Colombia desde hace más de 60 años, se lo propone (al conflicto armado) como causa de graves, continuos y progresivos impactos sobre el ambiente y la degradación de los recursos naturales; sin embargo, determinar a simple vista su nocividad, sería un ejercicio algo mas que irresponsable sin hacer una revisión desapasionada de la realidad y el contexto nacional, puesto que como se verá para algunos casos el conflicto ha prevenido y evitado la degradación ambiental, pero ¿a qué costo?

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Conviene entonces analizar y es el objeto de este escrito, como la institucionalidad debe prepararse para suplir los vacíos del estado con el fin de proteger la infraestructura ecológica de las zonas controladas por los movimientos insurgentes y atender las demandas de los cerca de 10.000 hombres según (Agencia EFE, 2010) dedicados a los oficios de la guerra por parte de los grupos irregulares que podrían apartarse de las armas y reintegrarse a la sociedad en lo que se denomina el posconflicto. Palabras Claves: Conservación/ Conflicto armado/ Ecosistemas/ Narcotráfico/ Recolonización. SOCIAL AND ENVIRONMENTAL IMPLICATIONS OF POST-CONFLICT OVER NATURAL RESOURCES FOR THE COLOMBIAN CASE - RESEARCH PROGRESS Abstract Today, when Peace emerges as a politically viable alternative to the solution, distension or termination of the armed conflict that Colombia suffers from over 60 years ago, proposed (armed conflict) as a cause of severe, continuous and progressive impacts on the environment and degradation of natural resources, however, determine their harmfulness a glance, it would be an exercise more than just irresponsible without not dispassionate review reality and national context, since as discussed for some cases conflict has prevented and avoided environmental degradation, but at what cost? It should then be analyzed and is the subject of this paper, as the institutions must be prepared to fill the gaps in the state in order to protect the ecological infrastructure of the areas controlled by insurgencies and meeting the demands of about 10,000 men according to (Reuters, 2010) dedicated to works of war by the rebel groups diverging from weapons and reintegrate into society in what is called the post-conflict.

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Key Words: Conservation/ Armed conflict/ Ecosystems/ Drugtrafficking/ Reonization Introducción El presente trabajo pretende desarrollar una apreciación crítica respecto de diferentes consideraciones en relación con los efectos e implicaciones del conflicto armado sobre el medio ambiente y más aún, aquellas resultadas del posconflicto sobrelos recursos naturales y las zonas que tradicionalmente estuvieron bajo el control de movimientos armados para el caso Colombiano. Procura el análisis, determinar la calidad y dimensión de los impactos generados, así como prever escenarios futuros que permitan la adecuada gestión para la protección de los recursos naturales, proveer de herramientas conceptuales al lector que le permitan generar sus propias conclusiones y se considere el abordaje de disciplinas hasta ahora no exploradas que permitan articular esfuerzos para la protección ambiental.

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Aparte de las acciones propias de la confrontación como los hostigamientos e intercambios permanentes de material de guerra, el narcotráfico y las actividades conexas al conflicto (atentados, tomas, bloqueos), deben también considerarse los efectos resultados de los sabotajes a la infraestructura económica nacional como oleoductos, gasoductos, torres de energía, redes de acueducto, etc., respecto de la transformación, degradación y fragmentación del paisaje y la modificación de hábitats. Igualmente, otro de los factores determinantes en la transformación del paisaje como se planteó anteriormente es la pobreza junto con sus condiciones estructurales, resultadas del desplazamiento poblacional, toda vez que según (Reyes, 2008): “una de las consecuencias más serias de la violencia y el conflicto armado es el agravamiento de una pauta irracional de distribución de la población en el territorio, que suma dos problemas: el conflicto originado en la distribución de la propiedad de la tierra y el conflicto de usos del suelo, que consiste en la discrepancia entre la vocación natural y los usos efectivos que los poseedores dan a los recursos”.

Con esto, el conflicto determina nuevas formas de tenencia de la tierra, terratenientes y latifundios ejerciendo presión sobre los recursos desplazando pequeños propietarios quienes se convierten en nuevos colonos en bosques nativos o zonas de protección fragmentando el paisaje, además de aquellos que encuentran en las zonas naturales su único medio de subsistencia. En las últimas décadas con la aparición de grupos paramilitares y autodefensas de extrema derecha y las ahora conocidas como BACRIM`S que junto con los alzados en armas de la izquierda radical financian el conflicto con recursos provenientes del narcotráfico, se ha expandido la influencia armada sobre el territorio nacional generando fenómenos conexos como el desplazamiento forzado y condiciones de pobreza estructural que sumados a los efectos propios de la confrontación armada y las dinámicas del fenómeno del narcotráfico finalmente se reflejan en la transformación del paisaje y la degradación de la estructura ecológica. Con este antecedente, es probable que la fragmentación del paisaje tenga una relación directamente proporcional con el fortalecimiento de los grupos alzados en armas y el recrudecimiento de los fenómenos conexos a la confrontación, la violencia y el narcotráfico.

El surgimiento del conflicto armado en Colombia se remonta al establecimiento de las guerrillas liberales (aunque con raícesmucho más profundas) resultadas de la persecución política en la violencia partidista (1946-1953), que posteriormente daríavpaso a la consolidación del frente nacional que permitió la alternancia en el poder durante 16 años del partido liberal y el conservador, excluyendo de la contienda a otras fuerzas políticas; la agudización de la persecución a los movimientos campesinos y el descontento por el monopolio del poder, sirven de base para que en 1964 se consoliden oficialmente las FARC como alternativa de defensa a la organización campesina que buscaba la reivindicación de su condición disminuida por las reformas agrarias formuladas desde la administración nacional. Al respecto el (Equipo Nizkor, 2006) propone sobre el surgimiento del ELN que: “La UC-ELN surgió en 1965 en el departamento de Santander, como un proceso de radicalización de algunos sectores del Movimiento Revolucionario Liberal -MRL- que lideró Alfonso López Michelsen a finales de la década de los cincuentas, planteándose la toma del poder por las armas”. Igualmente, respecto del génesis del EPL el (Equipo Nizkor, 2006) plantea que: “El EPL tuvo origen en 1968, localizado en la región occidental de la Costa Atlántica, expandiendo luego su acción hacia otras regiones, teniendo particular incidencia en la zona bananera de Urabá, donde el auge de las exportaciones de la fruta creó un fuerte conflicto social”. Diferentes grupos guerrilleros se consolidaron y firmaron acuerdos de paz en otros gobiernos como el caso del M-19, el partido revolucionario de los trabajadores y el Quintín Lame, sin embargo estos no son considerados al interior de este documento toda vez que su influencia respecto del territorio y su aporte a la degradación ambiental que se pretende analizar no fue significativa. De forma paralela a la consolidación de los grupos alzados en armas de extrema izquierda, el estado acoge las recomendaciones militares de los Estados Unidos de Norteamérica, según lo cual se promueve la conformación de organizaciones de “tipo antiterrorista” y para la “lucha anticomunista”; sobre este fundamento las fuerzas armadas del estado promocionaron, entrenaron, dotaron, armaron y asesoraron habitantes de las zonas de conflicto con el fin de generar la autoprotección contra los alzados en armas de la extrema izquierda; resultado de ello, se consolidan los ahora conocidos como grupos paramilitares o autodefensas, evolucionadas a las actualmente llamadas BACRIM´S después de su desmovilización. De acuerdo con (ACNUR, 2005), “Los primeros grupos de autodefensa se conformaron en el Magdalena Medio a finales de la década de los setenta y principios de 1980, bajo el amparo del extinto narcotraficante Rodríguez Gacha (alias “el Mexicano”)” posteriormente resalta (ACNUR, 2005) como “en 1997 se conformó una confederación de grupos paramilitares llamada Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y se consolidó la comandancia de Carlos Castaño”. Tanto las guerrillas como los grupos paramilitares han aprovechado las diferentes bonanzas económicas nacionales ubicándose en los territorios estratégicos que garantizan el control de recursos y facilitan la obtención de ingresos para el financiamiento del conflicto, sin embargo, a partir de la década de los 80 han encontrado financiación proveniente del lucrativo negocio del narcotráfico. El auge del narcotráfico en la nación Colombiana se remonta a los finales de la década de los Sesenta y comienzo de la del Setenta del siglo XX, inicialmente con el cultivo y tráfico de mariguana en la costa atlántica y la alta Guajira Colombiana; en los años 80, estalla la demanda de Cocaína y las estructuras delincuenciales se encargan de desarrollar técnicas para el procesamiento, distribución y exportación de pasta de coca y cocaína, la alta demanda de los mercados internacionales requiere de mayor oferta y se dispara el cultivo ilícito. Finalmente el corolario del narcotráfico es rematado

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por la amapola, base para la fabricación de heroína y otras drogas que a partir de la década de los 90 y hasta nuestros días, comparten el lugar de mayor demanda con el comercio y cultivo de cocaína. Materiales y métodos El trabajo parte de las reflexiones de clase en el espacio académico Política Ambiental; este, se dividió en 2 grandes etapas, la primera: revisión documental y establecimiento de estado de arte o línea base, a partir de allí se desarrolla una investigación exploratoria de carácter cualitativo de base referencial secundaria. La segunda etapa, consta del trabajo decampo y certificación de las condiciones identificadas y supuestos en el territorio. Discusión

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Es comúnmente aceptado el hecho según el cual las actividades relacionadas con el narcotráfico (desde el cultivo de ilícitos hasta el procesamiento y comercialización de estupefacientes y sustancias psicotrópicas) y aquellas derivadas del conflictoentre Grupos Guerrilleros, Paramilitares y Fuerzas Armadas del Estado, deterioran en gran medida el ambiente y los recursos naturales; sin embargo, generalmente se obvia, que el control territorial ejercido por los grupos armados y los ejércitos de narcotraficantes, han impedido el acceso a zonas que potencialmente podrían ser objeto de colonización y/o explotación desaforada, por nuevos colonos, individuos en busca de oportunidades, latifundistas, desplazados, inversionistas e inclusive el mismo estado entre otros, como propone Alfredo Rangel (El Tiempo, 2004), director de la fundación Seguridad y Democracia: “En una guerra irregular los grupos en contienda tienen el territorio como uno de sus objetivos principales. El control lo buscan para sustraer recursos económicos. Pero hay más. Está el narcotráfico, que alimenta a ‘paras’ y FARC, ocasiona deforestación, golpea el ecosistema y envenena aguas con desechos químicos” como el paraquat o las dinitroanilinas.”

En concordancia con lo propuesto por Rangel, el análisis respecto de los impactos producidos por las actividades resultadas del conflicto y el narcotráfico, se debe considerar el escenario en el cual estos territorios podrían ser invadidos, colonizados y exterminados al no existir restricción alguna para su ocupación, bien sea legal o ilegal como propone (Alvarez, 2001): “el fin del conflicto armado plantea por sí mismo tremendos cambios para la conservación de las fronteras de bosque que pueden convertirse en accesibles para intereses económicos legales, tales como la tala transnacional que ha venido expandiéndose en los últimos años en las regiones a tropicales.” Cabe anotar que la mayoría de estos territorios están compuestos por espesas y densas vegetaciones en el marco de importantes ecosistemas estratégicos, con el fin de proveer refugio y evitar visibilidad entre los actores, por ello, los territorios en mayor riesgo son las zonas boscosas poco intervenidas alejadas de los centros urbanos, zonas selváticas, parques naturales, zonas de reserva y conservación etc. Sobre la ocupación no legal pero permitida, señala (Fajardo, 2002) que “gran parte de los parques naturales se ha convertido en escenario de la expansión de las colonizaciones, de ampliación de praderas y barbechos, plantaciones de distinta magnitud de cultivos proscritos y, en general, conflictos por su control”, y en el mismo sentido (Alvarez, 2001) plantea que “La extensión de los cultivos ilícitos en las selvas colombianas fue estimada en 109.300 hectáreas en 1998; una gran proporción (85%) de los cultivos

ilícitos se ubica en nuevas tierras deforestadas, con la presión adicional generada por las pistas de aterrizaje, los cultivos de comida y nuevos cultivos ilícitos estimados en 2.5 y 3.0 veces el área de los cultivos ilícitos.” Para (Suarez Ostos, 2006) “La proliferación de los conflictos armados ha obligado a analizar no sólo efectos que los mismos generan respecto a la población y al medio ambiente sino a la posible consideración de los deterioros ambientales como causas de los mismos”; según la Red andina de organizaciones trabajando en desarme, seguridad humana, salvación de vidas y cultura de paz (El Tiempo, 2004) en el 2000: “la maquinaria de la guerrilla se abrió paso en medio de la vegetación tupida de la Serranía de la Macarena y abrió 220 kilómetros de carretera en el área selvática del cañón del Duda, en Caño Cristales, y otras corrientes de agua como caño Indio, Yarumales y Canoas. Ahora, las 629 mil hectáreas de la reserva forestal tienen caminos abiertos”

Enfatiza el informe de la Red (El Tiempo, 2004) en como: ”En la ciénaga de Betansí (Córdoba), los paramilitares hicieron un puente para transporte militar que partió este recurso hídrico en dos, y en los páramos del Macizo Colombiano, en el nacimiento de sus ríos, proliferan los cultivos de amapola y coca, y la situación de la zona es tan crítica, que la Corporación Regional del Cauca pidió al gobierno declarar el Estado de Emergencia”.

En el mismo sentido y de acuerdo con el documento de trabajo presentado en el marco de la Conferencia Internacional de Bosques (Conferencia Internacional de Bosques, 2003), se logra establecer que: “La principal causa de la deforestación de los bosques de la Amazonia, el Pacífico y la región alto andina, es hoy en día sin lugar a duda el establecimiento de cultivos ilícitos de coca y de amapola. Se estima que a la fecha se han de forestado aproximadamente 1.200.000 has, el establecimiento de los cultivos de coca y amapola -fuente fundamental de financiación de la guerrilla y los paramilitares-, ha sido el detonante de la destrucción de extensas áreas de bosque natural.”

En el marco de la conferencia se establece como en muchas de las áreas en donde el conflicto ha sido más intenso, parecen registrarse graves procesos de pérdida de fauna como consecuencia de la caza y pesca intensiva dirigida a abastecer a los grupos armados ilegales; en el marco de la conferencia citando a Andrade (2003), se considera que “Estos procesos generan el declive de la biodiversidad y, con ella, la degradación de los bosques”. De la misma forma se propone que la imposibilidad de apropiación de los territorios colonizados por los actores armados por parte del estado ha “imposibilitado o dificultado la acción de la autoridad ambiental (por ejemplo, en algunos parques nacionales ha sido expulsada) lo que, muchas veces facilita, en el caso de las zonas selváticas, el tráfico ilegal de especies de flora y fauna, o explotaciones del oro de alto impacto.” Al respecto, (Escobar, Ramirez, 2004) señala como principales efectos del narcotráfico y el conflicto armado Colombiano, los fenómenos de:

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“potrerizaciòn y reducción de cobertura vegetal que llevan consigo la disminución y pérdida de biodiversidad, destrucción de la vegetación natural, fragmentación de hábitats, erosión, simplificación de los ecosistemas y agotamiento de los suelos; deterioro de las fuentes hídricas por el aporte de químicos, excretas y sedimentos, la modificación del régimen hidrológico resultado del sobrepastoreo y la simplificación de la cobertura vegetal, el desmonte de zonas selváticas y la tala indiscriminada.”

En concordancia con lo anterior y citando a (Bernal, 2002) “la producción de la cocaína ha significado el desmonte de 600.000 hectáreas de selva y bosques, además el 80% de las especies de flora que se destruyen sólo existen en algunas áreas de la Amazonia”. Pero, ¿qué pasa con las estrategias del estado para contralar el fenómeno?, al respecto de la erradicación de cultivos (Tokatlian, 1992) expone como en la fumigación se utiliza glifosato [N fosfonometil glicina], que es un herbicida sistémico, no selectivo de amplio espectro, utilizado para anular malezas. La fumigación en la década de los 90 efectuada en Perú y Bolivia, hizo trasladar los cultivos a Colombia. El primer Departamento fumigado fue Guaviare y de acuerdo con (Diario El Tiempo, edición Domingo 13 de Octubre 2002) entre 1998 y 2001, la coca aumentó el área cultivada de 7.000 a 25.553 hectáreas; respecto de la erradicación manual, se considera que esta actividad modifica la estructura del suelo y lo hace vulnerable a la erosión, toda vez que deja expuestas sus capas superficiales al arrastre generado por la escorrentía.

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Ahora bien, debe enfatizarse en el hecho según el cual la presencia de confrontaciones armadas de los diferentes actores del conflicto, impiden el desarrollo de proyectos ambientales, en las regiones dominadas por los grupos alzados en armas; aparte, sus militantes explotan los recursos de las selvas y bosques, comen sus animales y talan bosques para construir carreteras y caminos y campamentos; la confrontación directa, los bombardeos, la concentración de desplazados y refugiados del conflicto ejercen presiones desmesuradas sobre el ambiente, los atentados a las estructuras de las multinacionales explotadoras de petróleo o generadoras de energía destruyen y fragmentan hábitats, deterioran y destruyen la biodiversidad además de alterar el paisaje. Sin embargo, (Alvarez, 2001) considera que las zonas en conflicto gozan de cierta condición de conservación de acuerdo con lo que la autora denomina “Conservación a punta de pistola” (Gunpoint conservation), en razón a que la presencia de los alzados en armas impide la colonización de nuevos pobladores en busca de oportunidades y la explotación desmedida de los recursos, (Alvarez, 2001) resalta como: “el fin del conflicto armado plantea por sí mismo tremendos cambios para la conservación de las fronteras de bosque que pueden convertirse en accesibles para intereses económicos legales, tales como la tala transnacional que ha venido expandiéndose en los últimos años en las regiones tropicales”. Desde esta perspectiva, vale la pena analizar un posible escenario de paz en el territorio nacional colombiano, según el cual esta restricción (Gunpoint conservation) no existiese, en el marco de una apertura total a los mercados internacionales y al impulso desmedido de las denominadas locomotoras del desarrollo para la extracción de los recursos, territorios virtualmente abandonados por el estado que servirían de fuente para el establecimiento de proyectos agrícolas, forestales y de ganadería, mineros extensivos a gran escala e inclusive, proyectos de colonización urbanizables para el establecimiento de comunidades, que definitivamente sin la adecuada reglamentación y supervisión en algo menos de una década arrasarían con las zonas conservadas.

Escenario probable Es importante considerar los escenarios factibles cuando se hace referencia a las implicaciones del conflicto armado y el narcotráfico sobre el ambiente en el marco del posconflicto, en razón a que no es posible determinar las implicaciones futuras en un escenario de paz cuando las áreas que actualmente se encuentran bajo el control de grupos armados o ejércitos de narcotraficantes pasen al control del estado o a engrosar los monopolios privados; si bien es cierto que el conflicto armado y el narcotráfico generan importantes impactos sobre el ambiente, la colonización por nuevos pobladores independientemente de su carácter o actividad económica principal, podría afectar de manera mucho más agresiva las zonas que hasta el momento han sido conservadas por la denominada “conservación a punta de pistola”. Los grupos armados de izquierda radical se aproximan en mayor medida a consideraciones ideológicas en acuerdo con políticas “ambientales”, las FARC implementan vedas y proponen estrategias para minimizar los impactos ambientales generados por su actividad que no son y difícilmente podrían ser consideradas por los grupos de Autodefensa de extrema derecha y los ejércitos de narcotraficantes, posiblemente por las condiciones ideológicas en que se consolidaron y desarrollaron; esta cercanía propone puntos de acuerdo en posibles negociaciones con el estado que redundaran en beneficios ambientales. En este sentido cabe considerar la posibilidad de que parte de este ejercito de más de 10.000 hombres pase a proteger como forma de una nueva estrategia de gobernanza ambiental o desarrollo sostenible o sostenibilidad territorial, las zonas que actualmente hacen parte del dominio de las guerrillas. El control territorial ejercido por los grupos armados irregulares sobre las tierras bajo su dominio, impidió durante más de 50 años el ingreso de inversionistas y colonos que procuraban la explotación de los recursos o el establecimiento de actividades productivas diferentes a las de subsistencia, comprendiendo además como propone (Andrade, 2004) al rescatar la afirmación de Rementeria (2000): “La tierra no es el único recurso que está en disputa, sino el uso de los recursos naturales” Así pues, a partir de la información secundaria analizada es posible inferir como otro escenario probable en la implementación de los acuerdos de paz y el establecimiento del posconflicto, el cual hace referencia a una total desmovilización de los actores de las FARC y por ende su desconcentración, esta desconcentración implica el abandono de las zonas bajo el control territorial de las FARC y supondría una recolonización de parte del estado, sus instituciones y el ejercicio pleno de la soberanía. En este escenario entonces, las condiciones estarían dadas para abrir la puerta a la explotación de los recursos naturales, así como el desarrollo y promoción de actividades socioeconómicas de orden primario y la colonización de estos territorios. De llegar a implementarse los acuerdos tal cual como se ha manifestado en el marco de las conversaciones, el posconflicto supondría una distribución equitativa de las tierras entregadas por parte delos movimientos al margen de la Ley en el marco del proceso de resarcimiento a víctimas; otras tierras, pasarían a manos de nuevos colonos en busca de terrenos productivos no desgastados y otras aun en manos de la concentración de monopolios, pasarían a la explotación bien sea, agrícola, ganadera, forestal, minera o de hidrocarburos (enfatizando en que garantizar la seguridad alimentaria es uno de los puntos de acuerdo), todas las anteriores requiriendo una fuerte inversión en desarrollo de infraestructura para interconexión.

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El desarrollo de infraestructura promoverá la migración e incentivará la movilidad hacia estas zonas, para el aprovechamiento de canales secundarios y del sector servicios, concentrando población en las cabeceras municipales, incrementando la demanda de servicios ambientales y sociales. Al respecto de lo anterior considera (Andrade, 2004) como: “las migraciones y ocupación de nuevas tierras conllevan a la perdida de lo que hoy llamamos “capital natural”, pero es un proceso que ha sido históricamente aceptado en la medida en que se trata de construcción de riqueza” Partiendo de esta situación ideal en el mejor de los casos el ambiente y en ese sentido las zonas conservadas a “punta de pistola” y aquellas que les colindan incluidas las zonas de protección aledañas, sufrirán fuertes presiones, disturbios y fragmentaciones (aceptadas socialmente), entre otras por las siguientes: • • • •

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Desarrollo de infraestructura (Construcción civil, desarrollo vial, transporte, dotación de servicios públicos, hospitalarios, institucionales, sociales, etc.) Establecimiento de proyectos de explotación primaria de amplio espectro (mega proyectos agrícolas, ganaderos, forestales, mineros, pesca, etc.) Colonización y densificación urbana (migración y concentración urbana, incremento de la demanda de servicios ambientales, invasión y urbanización de zonas de importancia ambiental, etc.) Comercio y tráfico ilegal de flora y fauna (antes no disponible por accesibilidad)

Otro de los probables escenarios, considera pese a la desmovilización de los grupos al margen de la ley, que facciones de ellos continúan como delincuencia común y se apropian del negocio del narcotráfico, el cultivo ilegal de coca, amapola y marihuana entre otras y los conflictos sociales conexos a este flagelo, añadirían un factor de presión importante en razón a los insumos químicos utilizados y la confrontación permanente entre estado y delincuencia. En la anterior situación preocupa la permanencia de los cultivos ilícitos desde la ilegalidad dado que su mayor impacto esta generado por la intinerancia y la necesidad de adecuación de nuevos terrenos para la siembra, lo que conlleva fenómenos de deforestación y el control estatal de los mismos por la vía de la fumigación. Una de las formas para apropiarse de este negocio, es adueñarse de territorios fachada expulsado los pobladores y desarrollando cultivos alternos que oculten los ilícitos, como enfatiza al respecto la revista Dinero en su publicación del 13 de Septiembre de 2012, la cual lleva por título: “El precio de la Paz”: “Las FARC funcionan como un conjunto de frentes que no siempre está articulado. Cabe esperar que en un proceso de desmovilización habría un número importante de guerrilleros que optarían por mantenerse en la ilegalidad y el narcotráfico en lugar de ir a la vida civil”. Resalta (Rodriguez, Becerra, 2008) como a partir del estudio de casos similares de posconflicto, el Centro Internacional de Investigaciones Forestales (Cifor) ha concluido que: “las situaciones de postguerra pueden llegar a ser particularmente devastadoras de los bosques naturales. Cuando los conflictos terminan, los gobiernos, con frecuencia, incorporan a los insurgentes y proveen patronazgo a las fuerzas estatales desmovilizadas, permitiéndoles la extracción de madera y la transformación de áreas de bosques en tierras para la agricultura. Además, después del conflicto, los refugiados y los desplazados regresan a los bosques abandonados durante la guerra, y las gentes armadas desmovilizadas, con pocas fuentes de empleo, se dedican a actividades forestales ilegales”

Sentado lo anterior, el reto que se impone a la institucionalidad del estado no puede ser de mayor importancia, en la medida en que aparte del andamiaje que debe garantizar la restitución de derechos y la recolonización de los territorios dominados y gobernados por los grupos armados no estatales, también debe impedir que se arrase con los mismos territorios, nichos concentradores de ecosistemas estratégicos, recursos naturales escasos y exóticos, no explotados anteriormente por la existencia del conflicto en el marco de la revolución generada por la Paz y las Locomotoras que jalonan el desarrollo nacional. Las conversaciones de Paz Sergio Jaramillo, alto comisionado para la paz del gobierno Santos, expuso en su conferencia magistral el 13 de marzo de 2014 en la universidad de Harvard, como en el: “centro de la visión de la paz del gobierno hay una preocupación por el territorio y una preocupación por los derechos”, en ese sentido rescatamos el interés por el territorio entendido como la articulación del espacio geográfico con las relaciones sociales y culturales de sus pobladores. La dimensión económica del desarrollo no concibe el territorio como esa articulación de significaciones, simplemente como factor de producción, desde las más escuetas apuestas de los economistas clásicos a saber, tierra, trabajo y capital o como parte fundamental en la construcción de los cuatro capitales en los más estrictos postulados del neoliberalismo actual, o por lo menos en aquellas que distingue y promueve el Banco Mundial, a saber: capitales natural, construido, humano y social. Ese territorio es factor de disputa por sus implicaciones políticas, económicas, sociales, ambientales e inclusive culturales, así mismo es el deposito del capital natural y a la vez escenario de materialización del conflicto, razón por la cual causalmente aquellas regiones y zonas con menor intervención antrópica y por ende menor alteración ecosistemica y mayor abundancia natural, permite el establecimiento y consolidación de grupos alzados en armas y su subsistencia depende del control de ese espacio territorial y viceversa. En el marco de los diálogos se proponen acuerdos generales que tienen como objeto de la acción precisamente al territorio, su conformación, uso, distribución, aprovechamiento, entre otras, conviene analizar brevemente algunos de esos aspectos, para posteriormente ubicar espacialmente la reflexión en procura de concluir respecto de la posición del estado y aquellas cuestiones que debe considerar con el fin de proteger estas zonas identificadas como de importancia ambiental que de alguna forma y mediante la “gunpoint conservation”, han sido preservadas de la acción humana. En el marco del punto 1 de las conversaciones. “Política de Desarrollo Agrario Integral”, se establecen como puntos de negociación y acuerdo: el acceso y uso de la tierra que contempla la activación de tierras improductivas, la formalización de la propiedad, delimitación de la frontera agrícola y protección de zonas de reserva. En los cuales el territorio y sus recursos se consolidan como factor de negociación y por ende su tenencia en un medio para el ejercicio del poder. Por otra parte en el mismo punto se abordan los temas de programas de desarrollo con enfoque territorial, desarrollo de infraestructura y adecuación de tierra, desarrollo social, estímulo a la producción agropecuaria y a la economía solidaria y cooperativa y el establecimiento y consolidación del sistema de seguridad alimentaria.

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La perspectiva territorial del primer punto de conversaciones articulada al fin del conflicto, la solución al problema de las drogas ilícitas, la participación política de los alzados en armas, la restitución y el resarcimiento de las víctimas, propone una nueva forma de interpretación y apropiación del territorio de la mano de la apertura a nuevos territorios para la consolidación de procesos socioeconómicos, los cuales antes eran territorios gobernados por los alzados en armas o bien monopolizados por actividades socioeconómicas controladas por los mismos actores. Esto es, un terreno libre del control territorial de los grupos alzados en armas abierto a actividades diferentes al narcotráfico en las zonas cultivadas o bien los bosques y zonas de vegetación espesa que les servían de resguardo libres para la explotación económica. Amenaza territorial potencial o potencial territorial El estudio avanza en la determinación de las zonas de importancia ambiental nacional, su trasposición con las zonas con control territorial por parte de los grupos alzados en armas y las zonas de interés económico nacional, en ese marco la identificación de zonas protegidas y aquellas con menor grado de intervención antrópica y mayor riqueza natural, se determinan variables de análisis y se validan instrumentos, que a la postre permitirán determinar mediante el cruce de escenarios, zonas y variables, establecer zonas críticas que pudieren verse en peligro inminente de colonización y alteración, para las cuales se propondrían estrategias de manejo y uso sostenible de los recursos y propuesta de sostenibilidad territorial.

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Figura 1

Figura 2

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Es posible determinar en una revisión inicial como los grupos al margen de la ley tal y como expone (Rangel, Suarez, 2004) se ubican estratégicamente en “terrenos distantes, selváticos y de difícil acceso”, las cuales según el mismo autor suelen ser esas zonas “apartadas, montañosas y selváticas” que inicialmente no se caracterizaban ni por la presencia de población ni la abundancia de “recursos económicos significativos”. Sin embargo, con la transformación socioeconómica del país, algunas de estas zonas se convirtieron en zonas de interés económico de la mano de los proyectos mineros y de hidrocarburos, y en los últimos años de la mano de la consolidación de grandes proyectos agroindustriales, las cuales sirvieron de recursos para el financiamiento de los grupos al margen de la ley. Otras de las zonas colonizadas por la guerrilla por su valor militar estratégico mantuvieron sus características naturales gracias a sus condiciones topográficas de difícil acceso que a la vez permitían el guarecimiento de los grupos al margen de la ley. Esta suma de condiciones permite la configuración de dinámicas especiales del territorio, por ejemplo que en zonas aptas para el desarrollo de proyectos agroalimentarios estén destinadas al engorde o abandonadas y beneficien el tránsito de grupos armados, pero conserven un potencial natural importante y a su vez sean zonas de potencial minero energético, como resultaría de la superposición de los mapas, como se presenta a continuación como referencia. Para ello se aborda inicialmente el análisis de información secundaria, por ejemplo el estado actual de la información sobre recursos forestales y cambio en el uso de la tierra (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales - (IDEAM), el cual determina el grado de presión de la población en bosques colombianos (Figura 17), en el cual es posible resaltar cuales zonas del país presentan menor presión y por ende menor intervención antrópica a partir de lo cual se puede considerar que son zonas con menores impactos y mayor potencial natural, estas zonas se contrastan con el mapa

Figura 3

Figura 4

de distribución de cultivos de coca a nivel nacional (Figura 28), así como con el mapa nacional de zonas protegidas y de interés ambiental (Figura 39), para finalmente superponer el mapa de distribución de actores armados FARC y ELN (Figura 410) y con el mapa de actividades económicas actuales y a futuro donde deberían identificarse los grandes proyectos o iniciativas extractivas y productivas. Resultado de lo anterior se identifican zonas con más de uno de los atributos, por ejemplo la zona de la Macarena Meta (entre otras) cumple con 5 de las 5 condiciones, se identifican los actores, se determinan criterios de evaluación y las principales actividades socioeconómicas y su potencial en desarrollo de infraestructura y servicios institucionales, presencia del estado y demás servicios, se priorizan y jerarquizan y a partir de esa clasificación se determina su grado de vulnerabilidad. Determinadas las zonas de interés se levanta la cartografía digital y se realiza el trabajo de campo que permite determinar los supuestos. El avance actual del estudio está dado en la identificación y ubicación espacial de atributos, la determinación de zonas de interés ambiental y económico, y la referenciación en estas de grupos armados, esta identificación para cada caso permite levantar la información socioeconómica de referencia secundaria, para cada una de las zonas identificadas. Conclusiones iniciales

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Como resultado de la aproximación inicial que está en curso, podría aseverarse que en el marco de una eventual desmovilización, de las FARC como producto de las conversaciones de paz avanzadas en La Habana -Cuba, el Estado Colombiano deberá generar estrategias de apropiación soberana del territorio ocupado previamente por los grupos alzados en armas, entendida no solamente como el control militar de la jurisdicción nacional, sino como proceso integral de dotación institucional en los servicios provistos por el estado, a saber, educación, salud, transporte e intercomunicación regional, servicios jurídicos y legales, entre otros y sobre todo la representación territorial de las autoridades e institutos ambientales que promuevan si no es posible la protección de los recursos preservados en estas zonas, si su correcto y adecuado uso y distribución. El proceso de paz en curso enmarca su acción sobre el territorio y enuncia como elementos de análisis secundario la protección de zonas de reserva en el marco del análisis al tema de acceso y uso de la tierra por una parte y la protección de áreas de interés ambiental dentro del análisis del tema programas de desarrollo con enfoque territorial por la otra, todas en el contexto de la política de desarrollo agrario integral. Bajar de tono la importancia de la dimensión ambiental en el marco de una política de restructuración territorial, atándola únicamente al marco agrario o exclusivamente a las zonas protegidas o de interés ambiental, abre una inmensa ventana a la explotación de zonas de alta importancia ambiental que no están catalogadas en estas categorías y la mayoría de los territorios que se encuentran en control actual de movimientos insurgentes, o bien, que no tienen acceso a los mismos por el control territorial de sus corredores o zonas de influencia no se encuentran en esta clasificación; por lo cual, es probable que vastas zonas con amplia riqueza natural representada bien sea en biodiversidad o recursos no renovables como la minería e hidrocarburos, tengan carta abierta para su explotación con la fragmentación y deterioro ambiental que ello conllevaría. Tomado de: VIII. Estado actual de la información sobre recursos forestales y cambio en el uso de la tierra (instituto de hidrología, meteorología y estudios ambientales - (IDEAM), consultores FAO), únicamente como base referencial para ejemplo, no para el desarrollo del estudio. Fuente: http://www.fao.org/docrep/006/ad392s/ad392s10.htm 8 Tomado de: Aproximaciones a los efectos ambientales, sociales y económicos de la erradicación de cultivos ilícitos por aspersión aérea en Colombia. únicamente como base referencial para ejemplo, no para el desarrollo del estudio Fuente: http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S1316- 03542003000200005&script=sci_arttext 9 Tomado de: Parques nacionales naturales de Colombia. únicamente como base referencial para ejemplo, no para el desarrollo del estudio. Fuente: http://www.parquesnacionales.gov.co/portal/sistema-nacional-deareas- protegidas-sinap/representatividad-y-prioridades-de-conservacion/ 10 Tomado de: http://www.kienyke.com/wp-content/uploads/2013/07/Mapa-conflicto-02.jpg . únicamente como base referencial para ejemplo, no para el desarrollo del estudio. Fuente: Centro de recursos para el análisis de conflictos (Cerac) 2012 - 2013 7

Otro de los aspectos a tener en cuenta en una probable reorganización territorial, hace referencia a los nuevos colonos representados tanto por las comunidades vulnerables en busca de mejor fortuna, aquellos desplazados o victimas de acciones y procesos violentos que procuran el reasentamiento en nuevos o sus antiguos territorios, empresarios y multinacionales en procura de explotación de alternativas y oportunidades económicas y la migración natural ocasionada hacia núcleos urbanos mediante la venta y establecimiento del sector servicios para los nuevos pobladores, representarían un incremento en la demanda de servicios ambientales, como aprovisionamiento de alimentos, saneamiento básico, recreación, etc., los cuales deteriorarían la base del capital natural en zonas hasta el momento preservadas. Es bien sabido que el posconflicto se comprende como un proceso de largo plazo en el marco del cual las transformaciones propuestas requieren amplio periodos transicionales y la adecuación normativa y jurisdiccional progresiva, es necesario prever los futuros escenarios posibles para que desde la institucionalidad se procure la protección del territorio y los recursos que de alguna forma fueron custodiados y protegidos por los actores armados y su dominio territorial; y es en ese sentido precisamente que se propone el desarrollo de la presente investigación como insumo para la planeación y la formulación de programas de sostenibilidad territorial que garanticen la equidad y justicia social tanto como la protección de la base natural nacional en el marco de la tan anhelada paz, evitando que el remedio sea peor que la enfermedad.

139 BIBLIOGRAFÍA ACNUR. (2005). Consideraciones sobre la protección internacional de los solicitantes de asilo y los refugiados colombianos. Ginebra, Suiza: ACNUR. Agencia EFE. (24 de Julio de 2010). Gobierno afirma que las Farc y el Eln tienen menos de 10.000 integrantes. El Tiempo, págs. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS7823241. Alvarez, M. (2001). Could peace be worse than war for Colombia´s forest. The enviromentalist, 305-315. Andrade, G. I. (2004). Selvas sin Ley. En M. Cardenas, & M. Rodriguez, Becerra, Guerra, sociedad y Medio Ambiente (pág. 545). Bogota: Foro Nacional Ambiental. Bernal, C. (2002). Impacto ambiental ocasionado por las sustancias quimicas, los cultivos ilicitos y las actividades conexas. En D. N. Investigaciones, Memorias del seminario sobre la problematica de las drogas en Colombia (págs. 1-43). Bogotà D.C. Castaño, G. J. (2005). Areas protegidas, criterios para su seleccion y problematicas en su conservacion. Boletin Cientifico, centro de museos, museo de hitoria natural , 10, 79-101.

La historia y la memoria en educación superior: una experiencia de formación para la paz1

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Juan Carlos Rivera Venegas

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Javier Polanía González Profesor de la Universidad de La Salle. Magíster en Estudios Políticos. Licenciado en Ciencias de la Educación, especialidad Estudios Religiosos. Integrante del Grupo de Investigación de Intersubjetividad en Educación Superior. Coordinador del área de cultura religiosa. [email protected]

Rangel, Suarez, A. (2004). Naturaleza y dinamica de la guerra en Colombia. En M. Cardenas, & M. Rodriguez, Becerra, Guerra, sociedad y medio ambiente (pág. 545). Bogota: Foro Nacional Ambiental. Red andina de organizaciones trabajando en desarme, seguridad humana, salvacion de vidas y cultura de paz. (16 de Mayo de 2004). Arinsa. Recuperado el 27 de Mayo de 2010, de HYPERLINK “http://www.ariansa.net/noticiacol16-05-04eltiempo.htm” http://www.ariansa.net/ noticiacol16-05-04eltiempo.htm Reyes, A. (2008). El Conflicto por el territorio. En F. GTZ, En GTZ-FESCOL, Reconstruccion del estado de derecho en las regiones, demografia y doblamiento del territorio. Bogota: GTZ, FESCOL. Rodriguez, Becerra, M. (16 de Junio de 2008). Manuel Rodriguez Becerra, por la defensa del medio ambiente en Colombia. Recuperado el 16 de Febrero de 2014, de www.manuelrodriguezbecerra.org: http://www.manuelrodriguezbecerra.org/ Suarez Ostos, M. (2006). Proteccion del medio ambiente en Caso de conflictos armados. Recuperado el 14 de Septiembre de 2012, de Ventana Legal: http://www.ventanalegal.com/revista_ventanalegal/proteccion_medio_ambiente.htm Tokatlian, J. G. (1992). La narcocracia no le teme al glifosato. ECOLOGICA, III (11-12), 14 17.

Profesor de la Universidad de La Salle. Magíster en Educación. Especialista en Desarrollo Personal y Familiar. Licenciado en Ciencias de la Educación, Especialidad Estudios Religiosos. Integrante del Grupo de Investigación de Intersubjetividad en Educación Superior. Coordinador del área de lasallismo. [email protected]

RESUMEN Se presenta una experiencia formativa en educación superior que contribuye a la construcción de la paz; se trata del espacio académico denominado Historia, memoria y palabra. Se desarrolla en tres partes; en la primera se contextualiza y describe el proceso de creación y consolidación de esta asignatura que hace parte de un conjunto más amplio de espacios que propenden por la formación integral de la comunidad universitaria a partir de la profundización, transmisión y generación de conocimientos que cuestionan, dialogan, y proponen soluciones a las actuales problemáticas de la sociedad. En segundo lugar, se detallan los propósitos, metodología, ejes temáticos, recursos y demás elementos que lo integran, entre ellos, la implementación de una visión crítica de la historia que no se aferre al pasado y se centre en la memoria de las víctimas, entre ellos un acercamiento crítico al informe Basta ya. Colombia: memorias de guerra y dignidad, libro que hace parte de un proyecto institucional de fomento de la lectura. Por último, se enuncian logros, dificultades y retos de esta experiencia que ha contribuido a desarrollar procesos de sensibilización en los jóvenes frente a la realidad nacional de cara al postconflicto; además puede ser replicada en otros contextos en donde se pueda constituir en un aporte. Palabras Claves: Formación para la paz/ Historia, memoria/ Sensibilización/ Conflicto armado/ Víctimas. Introducción Propender por una visión crítica de la historia y de la realidad, que para el caso colombiano ha estado permeada por un conflicto armado interno que ha dejado más de doscientas mil víctimas, incita a no evadir esta realidad en los distintos escenarios de la sociedad, y en especial en la educación superior. Esta ponencia surge del rediseño curricular al interior del Departamento de Formación Lasallista y de las discusiones teóricas en torno al diálogo ética, política y educación en el marco de la investigación “Prácticas de enseñanza y saber pedagógico de docentes universitarios” que adelanta el Grupo de Investigación Intersubjetividad en la Educación Superior. 11

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Lo anterior, y dentro de un proceso de permanente revisión curricular, ha llevado al departamento de formación lasallista de la Universidad de La Salle de Bogotá a construir un espacio en donde los estudiantes profundicen sobra la historia reciente del conflicto, sus causa, actores y demás elementos, haciendo especial énfasis en la memoria histórica, las víctimas en la historia y el papel de la sociedad de cara al postconflicto entre otros. Creemos que un espacio con estas características para estudiantes universitarios contribuye a la toma de una postura más realista y comprometida frente a la realidad que le aporta a la construcción de la paz. 1. CONTEXTO La Universidad de La Salle de Bogotá, desde su creación, en 1964, y en especial a partir del 2007 cuando reformula su proyecto educativo, se ha proyectado socialmente con el objetivo de promover la dignidad y el desarrollo integral de la persona, la transformación de la sociedad, el fomento de la cultura y la búsqueda del sentido de la verdad. En la misión, establece como componentes fundamentales la educación integral y la generación de conocimiento que aporte a la transformación social y productiva del país; de esta forma, participa activamente en la construcción de una sociedad justa y en paz mediante la formación de profesionales que por su conocimiento, sus valores, su capacidad de trabajo colegiado, su sensibilidad social y su sentido de pertenencia al país inmerso en un mundo globalizado, contribuyan a la búsqueda de la equidad, la defensa de la vida, la construcción de la nacionalidad y el compromiso con el desarrollo humano integral y sustentable12.

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La praxis universitaria es orientada por horizontes que dan sentido a su acción. Entre ellos, y para el fin que nos ocupa, se resalta la consideración del ser humano como protagonista responsable de su propia formación, ser sensible ante los contextos de exclusión, las realidades de los jóvenes y las urgencias educativas del momento. Asume la convicción de que donde hay esperanza hay razones para vivir y luchar, y para creer que otro mundo es posible, necesario y urgente, confiando en las potencialidades del ser humano uniéndonos a todos los que trabajan por una sociedad más justa. La Universidad considera fundamental el énfasis en la ética y el humanismo en un entorno global donde la fuerza de lo relativo se abre espacio entre utopías, integrismos, totalitarismos y otras expresiones sociopolíticas y culturales que deterioran los componentes éticos del tejido social; por lo tanto entiende la necesidad de generar procesos que permitan la formación y el fortalecimiento del carácter de sus estudiantes mediante conocimientos sustentadores, ambientes propiciadores y situaciones generadoras de comportamientos éticos y compromisos políticos. En consecuencia, la Universidad ofrece espacios donde la ética problematiza la ciencia, la política y la cultura, a la vez que se deja interpelar por éstas. La visión cristiana de persona que inspira la opción ética de la institución es la centralidad de su dignidad como referente, lo que implica la continua reflexión sobre lo humano, la historia y la sociedad, y la recuperación del rico acervo del saber que ha hecho posible el avance y la consolidación de nuestra civilización.

Si bien este proyecto se ha venido consolidando con el aporte de toda la comunidad educativa, la Universidad cuenta con un Departamento de formación lasallista que contribuye a la realización del proyecto educativo, y tiene como misión dinamizar la dimensión institucional lasallista de la formación - entendida como un modo particular de relación del hombre consigo mismo, con los otros, con el mundo, con el conocimiento y con Dios – mediante programas y espacios académicos en pregrado y posgrado, investigación, extensión y compromiso con el desarrollo de la función ética y política de la Universidad13. El Departamento entiende su actividad como una praxis que busca la constitución de sujetos gestores de la transformación social, política, económica y cultural de Colombia, y desarrolla procesos de docencia transversales valorados por su aporte a la formación de la conciencia crítica, el despertar de la sensibilidad y el compromiso social. Estos procesos de docencia se han organizado en cuatro áreas para pregrado: Cátedra Lasallista, Humanidades, Cultura Religiosa y Ética, y un área en los postgrados: Ciencia y Pensamiento Cristiano. Sus asignaturas corresponden a la formación complementaria para todos los estudiantes de los diferentes programas que se ofrecen. Para el desarrollo de sus espacios académicos o asignaturas (Polanía, 2009) el Departamento se ha formulado el siguiente interrogante en torno a grandes cuestiones que el sujeto de hoy se plantea con respecto a sí mismo, al otro, al mundo y a lo trascendente: desde el enfoque lasallista, ¿cómo dinamizar la formación humanística-cristiana de la comunidad universitaria para propiciar la constitución de sujetos que reflexionan sobre sí mismos y sobre el entorno y agencian su transformación social, política, económica, cultural y ecológica? De manera específica, el área de Cultura Religiosa ha tratado de responder tal pregunta a través de tres asignaturas que desde el 2007 y hasta el 2010 fueron: 1) Fe y Cultura, 2) Palabra y Vida, y 3) Cristianismo y Política, las cuales fruto de un proceso de revisión curricular y reflexión académica en conexión con la realidad social, religiosa, política y cultural fueron modificadas respectivamente por 1) Sociedad, cultura y religión, 2) Historia, memoria y palabra, y 3) Praxis política y fe. Se exponen a continuación los propósitos, metodología, ejes temáticos, recursos y demás elementos del espacio académico Historia, memoria y palabra. 2. PROPÓSITOS, METODOLOGÍA, EJES TEMÁTICOS Como parte del ejercicio permanente de toda unidad académica, en el año 2010 el DFL adelantó una Redimensión Curricular que se plasma en su Documento Orientador de las Áreas DOA que recoge las líneas orientadoras para el desarrollo de las asignaturas que componen la oferta académica para los programas de pregrado de la Universidad y expresa la discusión y reflexión, tanto del equipo de coordinadores, como de todo el cuerpo docente. Se trata de lineamientos de orden general a través de los cuales se busca precisar los horizontes epistemológicos, formativos y didácticos que consoliden la calidad del Proyecto Educativo del Departamento. En la revisión del 2010 se encontraron elementos de desarrollo de sus asignaturas, en consonancia

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PEUL, n. 1 y 2.

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Proyecto Educativo del DFL.

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con la realidad nacional y el proyecto universitario, los cuales fueron expresados en una pregunta orientadora para el área, referentes y tres espacios académicos. La pregunta orientadora se formuló en los siguientes términos: En la pluralidad de construcciones sociales, políticas, religiosas y espirituales, ¿cómo potenciar las búsquedas de sentido que posibilitan un reconocimiento de sí mismo y de los otros, para la transformación de las condiciones actuales? Y COMO REFERENTES , ADEMÁS DE LA MISIÓN DE LA UNIVERSIDAD, HORIZONTES Y RASGOS DEL DEPARTAMENTO SE FORMULARON LOS SIGUIENTES: • • • • • • •

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La praxis del DFL que busca la constitución de sujetos gestores de transformación social, política, económica y cultural de Colombia; la profundización, transmisión y generación de conocimientos que cuestionen, iluminen, dialoguen y aporten soluciones para los actuales problemas del mundo; el desarrollo de la conciencia crítica, el despertar de la sensibilidad y el compromiso social; la identidad católica abierta la dialogo con creyentes y no creyentes, y la formación de cara a la construcción de sociedades democráticas y participativas. el fenómeno religioso desde su multiplicidad de expresiones culturales, cada una con su especificidad cultural, abiertas y en comunicación -diálogo interreligioso- (Tamayo, 2004), l la interculturalidad como alternativa a la violencia generada por las grandes religiones (Bosch, 2004). La atenuación de la religión y la individualización de la creencia, la desaparición de una visión del mundo estructurada por la religión, la permanencia de la religión como aspiración a lo absoluto y a la búsqueda de sentido. La decadencia de las religiones y la permanencia de lo religioso, van a la par (Perry y Gauchet, 2007). El auge de la religiosidad individualista, experiencial, ecléctica, de escasa incidencia política e incremento de una religiosidad “consumista” de satisfacción inmanente (Mardones, 2005). la pregunta por el compromiso político de los cristianos en los procesos de transformación que requieren de su aporte, no sólo en el plano de la asistencia social o lo sacramental, sino también en lo político, lo social, lo económico, lo cultural, etc. (Mardones, 2004). los cambios en las configuraciones sobre lo juvenil y sus formas de participación social, su desconfianza respecto de la oferta política, y al mismo tiempo su mayor disposición a participar en acciones o programas relacionados con el tipo de problemas y aspiraciones que tienen jóvenes del siglo XXI, lo que plantea desafíos a programas públicos que buscan promover la participación juvenil (Hopenhayn, 2004). la historia y la memoria, como formas de reconstrucción de la realidad a la luz de la nueva teología política (Metz, 2007).

A partir de lo anterior, se encontró que el espacio “Palabra y Vida” podría transformarse en uno que responda a la necesidad de construir nuevas formas de ver, estudiar y construir lahistoria en medio de una realidad llena de incógnitas y de discursos diversos entre llamadas asfixiantes al consumismo, al tener por encima del ser, al descuido del yo profundo y del otro porque prima el hedonismo, proponiendo confrontar esta realidad cultural con la fe y la ciencia, esperanzados en que de este diálogo surjan sentidos de vida que permitan la realización personal y profesional. Se concluyó que el espacio debía denominarse Historia, Memoria y Palabra, ratificándose su propósito inicial y propendiendo por el logro de unas competencias y unos mínimos esperados a través de ejes temáticos por desarrollar: Propósito de “Historia, memoria y palabra”: Se propone una búsqueda de sentido dando valor

a la memoria, pasando a la Revelación como encuentro y como historia, y sugiriendo la Sagrada Escritura como iluminadora del proyecto personal de vida. Es claro que se considera una interrelación entre las ciencias humanas y ciencias Bíblico-Teológicas, para establecer una confrontación generadora de transformaciones y constituciones del sujeto. Competencias que se proponen: Capaz de hacer un discernimiento que se expresa en una mirada de fe sobre los acontecimientos de su vida y del acontecer social; identifica la historia y la memoria como maneras de reconsiderar y hallar nuevos sentidos al acontecer; hace uso de la narrativa para realizar, un acercamiento a diversos textos religiosos de tal forma que contribuyan a la búsqueda de sentido y a la consolidación de una actitud profética de defensa de los empobrecidos. Mínimos esperados: Identificar elementos comunes de diversos relatos de experiencias humanas en distintos contextos religiosos; elaborar relatos de su experiencia personal y los relaciona con textos religiosos varios; distinguir elementos básicos del sentido y utilidad de los textos religiosos en la sociedad actual. Como ejes temáticos a desarrollar y a manera de pretexto para profundizar en la memoria se propuso y se propusieron los siguientes: • • •

Historia y memoria – Fenomenología de la Memoria. La palabra como elemento constitutivo de sentidos. Teología Política: comprensión del sufrimiento humano y sentido de vida.

3. Logros y dificultades Iniciándose el 2010 se socializó el nuevo enfoque de Historia, memoria y palabra, que suscitó, en conjunto con las demás asignaturas, un aire de renovación y el consecuente sentido de novedad y apoyo decidido a la nueva forma de comprender los espacios del Departamento. A manera de logros, en lo recorrido del 2011 al 2014, se encuentran entre otros, la socialización de experiencias, textos y sentidos que sirvieran para el trabajo en aula: a. De una visión de la historia oficial a una visión crítica de la historia. El Manual del mal historiador, o cómo hacer hoy una buena historia crítica, texto de Carlos Aguirre, ha permitido acercarnos a una nueva mirada de la historia que no ancla en el pasado sino que nos permite una mejor comprensión del momento presente y nos llama a ejercer una ciudadanía más comprometida con la realidad para construir el futuro. En consonancia con lo anterior, una experiencia interesante frente a este aspecto ha sido la participación en las visitas temáticas con que cuenta el Museo Nacional de Colombia. Particularmente “La mujer en la historia de Colombia”, y “Arte y Nación” han sido las de mayor aceptación y las que ha permitido un abordaje desde la visión crítica. Para varios estudiantes la visita también ha resultado significativa por ser la primera visita que realizan a un Museo en su vida. b. La historia vista desde las víctimas. La historia reciente de Colombia, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX se trabaja desde el conflicto y la mirada de las víctimas, para lo cual ha resultado de gran utilidad la postura de Manuel Reyes Mate en torno al cambio de época y el nuevo lugar que las víctimas ocupan en la sociedad. c. El conflicto desde la voz de las víctimas. El informe Basta ya, del grupo de memoriahistórica, que fue

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consolidando en una valiosa herramienta para nuestro espacio académico, en particular los testimonios de las víctimas del conflicto. Al punto que en la reflexión del departamento alrededor de los libros del canon, proyecto institucional que promueve la lectura en los estudiantes, resultó como uno de los textos de apoyo en esta asignatura. Por su carácter nos ha obligado a generar estrategias pedagógicas para su abordaje, pues algunos aspectos son demasiado técnicos lo que dificulta el acercamiento de los estudiantes a él. Resulta interesante constatar que el informe también se utiliza en otros espacios académicos de la universidad que propician un acercamiento a la realidad del conflicto por la que atraviesa el país. El acercamiento a estas experiencias ha generado una mayor sensibilidad no solo hacia el sufrimiento humano, sino que ha contribuido a un cambio en la percepción en torno al conflicto y sus víctimas d. Los informes de la Comisión Nacional de Reparación y reconciliación sobre la verdad de las masacres de finales del siglo pasado y comienzos del presente, han sido reconocidos por los estudiantes como una ventana estremecedora ante la realidad; constatan que la historia de nuestra sociedad no ha sido contada desde la verdad y el sufrimiento de las víctimas. e. Experiencias de posconflicto. Algunas experiencias de postconflicto de finales del siglo XX, especialmente las que se dieron en las denominadas transiciones democráticas del sur del continente, las centroamericanas y la de Sudáfrica que se encuentran documentadas en el texto Búsqueda de verdad y justicia. Seis experiencias de postconflicto, de Javier Giraldo. f. Reflexiones. Las reflexiones éticas desde las víctimas sugeridas por Mardones y Reyes Mate; la iniciación al análisis narrativo desde las miradas de Marguerat y Bourquin; la reflexión teológica de Jean Baptiste Metz en torno a la memoria y la de Jon Sobrino sobre la resurrección de Jesús desde las víctimas se constituye en el puente que une y halla sentido a la relación de la memoria con la palabra: El tema de las víctimas coincide, en el fondo, con el tema de los «pobres». La referencia esencial de Jesús al mundo de los pobres constituye también el punto de referencia insustituible para toda cristología. Así nos lo decía Jon Sobrino en un artículo anterior (ST 150,1999, 160-168) en el que, a propósito de las víctimas afirmaba: «Hace medio siglo Auschwitz fue la vergüenza de la humanidad. Pero desde entonces ¿cuántos Auschwitz ha habido? (...). Auschwitz no es cosa sólo del pasado. Seguimos en Auschwitz». El tema de las víctimas sigue vivo en teología y por la resurrección de Jesús queda todo él transido de esperanza, libertad y gozo”14

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A manera de conclusión, las oportunidades de este espacio cuyos destinatarios son jóvenes universitarios, son muy amplias. Se ha ganado no solo en el conocimiento, sino especialmente en la sensibilidad hacia la historia social del país y las víctimas logrando un cambio, o mejor, una nueva concepción de la historia desde el otro lado, el lado de las víctimas que por siglos han querido hacer invisibles llegándose a plantear inclusive, que como latinoamericanos tuvimos un “antes” de Auschwitz que se dio a partir de 1492; desde ese entonces el ejercicio de olvido sobre nuestras culturas precolombinas ha sido permanente, y con esta reflexión se han hecho esfuerzos por la recuperación de nuestra identidad coincidiendo con uno de los pretextos de este foro que hoy nos convoca: La memoria ya no mira al pasado: es un modo de plantarse en la realidad para elegir horizontes posibles. Esta experiencia, consideramos puede ser replicada en otros contextos de la educación superior con sus correspondientes adaptaciones a las distintas realidades locales en donde se ofrezca seguros de que es una porte más a la construcción de la paz en esta segunda década del siglo XXI.

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http://es.scribd.com/doc/55686488/Jon-Sobrino-La-resurreccion-de-Jesus-desde-las-victimas

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La historia y la memoria en educación superior: una experiencia de Forma ción para la paz11 Ramírez, Olga (C) Doctorado en Educación y Cultura Latinoamericana en la Universidad ARCIS de Chile. Decana Facultad de Educación, Fundación Universitaria del Área Andina Bogotá - Colombia

Montero, L. Magister en Investigación Educativa de la Universidad Autónoma de Yucatán México. Docente Investigador, Facultad de Educación, Fundación Universitaria del Área Andina Bogotá, Colombia

Pinzón, C. Magister en Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia. Docente Investigador, Facultad Ciencias Jurídicas Sociales y Humanísticas de la Fundación Universitaria del Área Andina Bogotá - Colombia

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“[…] al lado del conflicto y toda su cultura, necesitamos reflexionar, también, sobre lo que somos como seres humanos para no perder el horizonte de nuestra existencia, reconociendo que los problemas de conflicto son contingentes y no pueden convertirse en esencia o naturaleza de lo que somos o queremos ser. Queremos afirmar, entonces, que no podemos permitir que el conflicto nos defina como personas y como pueblo. Colombia no es un campo de guerra y los colombianos no somos sólo actores armados”. Pablo Oliveros Marmolejo

Aunque muy bien abonado en doctrina y jurisprudencia, el Estado Social de Derecho en Colombia se muestra en teoría como garante de una sociedad justa y equitativa en donde por principios sociales el Estado colombiano debe favorecer estándares mínimos de salarios, alimentación, salud, habitación, educación, para todos los ciudadanos, aun así la realidad pronto revela su inoperancia y su falacia de existir como concepto, al confrontar que como Estado Social de Derecho el colombiano tiene un abigarrado prontuario de desplazamientos forzosos, analfabetismo, muertes, desnutrición, pobreza, miseria, desempleo. Son múltiples las voces que desde la academia, los medios de comunicación, los líderes políticos y comunitarios vienen adelantando la denuncia, y trazando caminos de inclusión. El concepto de “educación inclusiva” supone una manera determinada de asumir la educación, pues se parte de la idea, e inclusive el ideal, de que todos los seres humanos, independiente de cualquier característica que nos singularice y que nos haga parte de un mundo diverso, somos dignos y tenemos derecho a ser educados, lo que implica tener acceso al sistema educativo. En el artículo 76 de la Ley 115 de 1994 como el “conjunto de criterios, planes de estudio, programas, metodologías, y procesos que contribuyen a la formación integral y a la construcción de la identidad cultural nacional, regional y local, incluyendo también los recursos humanos, académicos y físicos para poner en práctica las políticas y llevar a cabo el proyecto educativo institucional” (MEN, 2013, p. 28).

Ahora bien, a la luz de la normatividad vigente, la inclusión social se hace una realidad posible en la medida en que ya se la trata como materia protagónica de la vida nacional, pero también anticipa vacíos jurídicos que habrán de solucionarse cuando seamos visibilizadores de esas realidades. Va de la mano esta normatividad con los preceptos fijados para la responsabilidad social. La inclusión es un concepto que puede ser definido como un proceso multidimensional como: 1. Un concepto plural que está relacionado con la implementación de la filosofía de la inclusión en materia de procesos educativos. 2. Una herramienta que permite potenciar y valorar la diversidad (entendiéndola y protegiéndola), promover el respeto a ser diferente y facilitar la participación de la comunidad dentro de una estructura intercultural.

De manera general, la educación inclusiva está basada en la implementación de los principios de inclusión social en materia de procesos educativos. Pese a que la inclusión es un concepto dialéctico que se define a la luz del concepto de exclusión, el enfoque inclusivo va más allá de la dicotomía tradicional que existe entre exclusión e inclusión, haciendo referencia a un espacio donde “todos y todas” participan, no por ser considerados como excluidos, sino por ser valorados gracias a su diversidad. A diferencia de una “inclusión educativa” que alude a las dificultades propias de los estudiantes, la educación inclusiva busca eliminar las barreras para el aprendizaje y la participación propias del sistema educativo. La educación inclusiva es entonces una estrategia central para la inclusión social que, saliendo de lo estrictamente académico y curricular para enfocarse en la constitución misma de lo social, se define como un proceso educativo que busca potenciar y valorar la diversidad (entendiendo y protegiendo las identidades y particularidades de los estudiantes), promover el respeto a ser diferente y facilitar la participación de la comunidad dentro de una estructura intercultural. A partir de estos parámetros de educación inclusiva, la Fundación Universitaria del Área Andina, implementa el Proyecto Pacicultor más allá de lo discursivo y conceptual, apropiándose de cada una de las directrices expuestas en el documento lineamientos políticas de educación superior inclusiva e implementando políticas institucionales que permitan realmente ejecutar planes administrativos y curriculares que den vida en las aulas y en todo el ambiente universitario a la educación inclusiva. Desde ésta perspectiva como Institución de Educación Superior la Fundación Universitaria del Área Andina debe contribuir a formar ciudadanos capaces de desarrollar procesos de pensamientos críticos y rigurosos, capaces de “aprender a aprender”, “el desarrollo de una concepción humanista del hombre” (la visión de la Fundación Universitaria del Área Andina debe necesariamente contener principios en los cuales la consideración del sujeto sea dimensional, razón por la cual es necesario explicitar al “ser como sujeto biopsicosocial”) (Tobón, 2008, p. 57) expresión que connota una transformación radical del modo de hacer cotidianamente en las aulas, tanto del docente como del estudiante y que exige la búsqueda de nuevas formas de acceso al conocimiento. En consecuencia, los propósitos de la Fundación Universitaria del Área Andina son explícitos en el documento de modelo pedagógico y dentro de los cuales es necesario concretar cómo desde la proyección social se aporta a la formación a través de diferentes estrategias y elementos que desde la comunidad y los proyectos sociales se concretan en relaciones, dentro de las cuales se encuentran aquellas que construyen al individuo como un sujeto histórico, político y, por supuesto, socialmente responsable (Modelo Pedagógico, Fundación Universitaria del Área Andina, p. 11).

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Modelo de formación de formadores para la Paz Sin pretender “fragmentar” más al individuo, la Institución genera acciones de responsabilidad social y humana para la visibilización de los diferentes grupos e individuos mencionados con proyectos de impacto social y de intervención comunitaria, que no sólo han transformado imaginarios y acciones, sino que han generado reconocimiento de diferentes grupos académicos y organizaciones de tipo gubernamental y privado, lo cual no sólo engrandece la función de la proyección social y a la Fundación misma, sino la responsabilidad por el ejercicio del desarrollo humano. Es importante, entonces, reconocer que esta estrategia institucional en red con los programas se dinamiza bajo las sinergias externas e internas y se constituye como forma de concreción de los proyectos de inclusión social, las cuales dan como resultados unos programas que se integran e intervienen, unas entidades privadas y de gobierno que coayudan y una Fundación Universitaria que propone, genera impacto y construye curricularmente propuestas para y por los estudiantes.

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Para contribuir con este propósito, el Observatorio para la Paz Por como un centro de posibilidades que busca desarrollar de manera responsable y sostenible el diálogo pedagógico desde la paz como cultura de transformación, a través de la investigación, la generación de conocimiento, la acción formativa, la difusión y creación de opinión, aporta el “modelo pacicultor” como una construcción de más de catorce años, que hace de la paz una pedagogía de transformación cultural y de la pedagogía un instrumento para la paz. Esta unión de voluntades se concreta en el convenio establecido entre la Fundación Universitaria del Área Andina, la Corporación Observatorio para la Paz y el Ministerio de Educación Nacional (MEN), el 13 de noviembre de 2013, en el marco del cual se desarrolla un proceso formativo y de diálogo, el cual se recoge en estas memorias, tituladas Pacicultura para una educación superior inclusiva, para compartir la experiencia de estudiantes, docentes y administrativos, resultado de los talleres formativos pacicultores, como un germinar de estrategias pedagógicas significativas. Ambas instituciones se encuentran en este proyecto para darle sentido, desde la paz como cultura, a una educación inclusiva que prepare a la Universidad para la transición hacia una paz como política pública, que sólo será real y duradera, si de ella nos hacemos cargo todos: instituciones, organizaciones sociales, sociedad y Estado. El Observatorio aporta a esta alianza su propuesta de paz como pedagogía, que le da sentido a la educación inclusiva. Esa propuesta se llama “pacicultura”. Es el nombre dado a la propuesta de cambio y transformación sociocultural creada y desarrollada por el Observatorio para la Paz desde el año 2000. “La paz como paradigma” significa hacer de la paz una pedagogía y de la pedagogía un arte de paz, construida y hecha visible en permanente diálogo con la comunidad. Es una propuesta innovadora de reconocimiento y construcción de vida, desarticulando violencias culturales y potenciando la paz cotidiana. La pedagogía que orienta este proceso está fundamentada en la desarticulación de violencias culturales y el fortalecimiento de prácticas y valores de paz en la cotidianidad. En este mismo escenario podemos escoger entre la paz y la violencia porque, así como reconocemos que son notorios los

hechos de violencia en la sociedad, también reconocemos que la paz existe cuando estamos abiertos a reconocerla en nuestras prácticas, en nuestras relaciones y nuestras creencias. Se trata de fortalecer las potencialidades para vivir en comunidad, las cuales se expresan en prácticas, hábitos, costumbres y lenguajes comunes, así como en una memoria compartida frente a distintos hechos de la vida, pero también en el manejo argumentado de las diferencias y en el respeto al otro en cualquier circunstancia y lugar. Teniendo en cuenta que la paz no tiene que ser un objetivo lejano e incierto, puede ser algo posible hoy y siempre. La paz existe y desde ella también vivimos, pensamos, construimos, nos educamos y mejoramos la sociedad. No es simplemente un anhelo grande de la humanidad, también es camino, meta y proceso. Es una forma de vida e incluso es una mirada sobre la violencia, porque desde la paz la violencia tiene remedio y sabemos que no estamos condenados a ella. Depende de nosotros el desaprender la violencia y desarticularla, así como fortalecer la paz que existe aún en medio de la violencia. Al lado de las agresiones existen prácticas de convivencia pacíficas en las personas, en las familias y en las comunidades. (Observatorio para la Paz 2014) El propósito del Proyecto Modelo de Formación de Formadores para la Paz desde una educación superior inclusiva, es aunar esfuerzos entre la Fundación Universitaria del Área Andina en alianza con la Corporación Observatorio para la Paz y el Ministerio de Educación Nacional para implementar el Modelo de Formación para la Paz (MODELO PACICULTOR) en la Fundación Universitaria del Área Andina, como estrategia cultural que contribuye a generar condiciones favorables de inserción para la población víctima, desmovilizada y desvinculada del conflicto armado; y de convivencia para la comunidad académica receptora. Metodología Para compartir el conocimiento experiencial de estudiantes, docentes y administrativos, se realizaron 4 seminarios de formación, con un diseño cualitativo de acción participativa en como una semilla de estrategias pedagógicas significativas que surgen de implementar el modelo de formación para la paz fundamentado en referentes conceptuales, curriculares y prácticos, que puedan ser tomados en cuenta por otras instituciones interesadas en construir espacios que anuden vínculos de reconocimiento y establezcan condiciones favorables para la convivencia y la paz en las comunidades académicas, especialmente con la población víctima, desmovilizada y desvinculada del conflicto armado. Los participantes en este proyecto fueron 140 estudiantes, 19 docentes y 12 Administrativos que de forma voluntaria se vincularon como comunidad educativa a las dos fases del proyecto para aprender juntas, independientemente de su origen, sus condiciones personales, sociales o culturales, incluso de cualquier problema de aprendizaje o discapacidad que se requiere hacer un ejercicio educativo para mostrar que la identidad propia no excluye otras identidades y que inclusive en el caso de los sujetos y culturas colombianas, por nuestras características culturales, se tiene que hablar no de una identidad, sino de múltiples identidades, que dialogan entre sí, desde un visión democrática y con el deseo de encontrarnos en el ideal de la construcción de un país que reconoce a toda la diversidad cultural.

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En consecuencia, la institución en sus sedes, Bogotá, Pereira y Valledupar, se caracteriza por acoger estudiantes de amplia diversidad cultural, étnica y racial, que provienen de distintas regiones de Colombia, creando espacios de encuentros socioculturales, académicos y simbólicos, con el fin de enriquecer su mirada global del mundo y contribuir a la formación de los estudiantes como sujetos políticos. Resultados Seminarios Formación de Formadores en conceptualización y profundización Bogotá y Valledupar. Con el objetivo de participar en el proyecto de Formación para la Paz, una perspectiva educativa inclusiva, y teniendo en cuenta la multiplicidad de visiones, el propósito de los Seminarios de formación fue el de construir y reconocer un concepto de paz, para no quedarse en el discurso u opinión que se construye todos los días que desde ahora, pueda ser algo posible ya que desde ella vivimos, pensamos, nos educamos y mejoramos la sociedad desde la visión de la paz como cultura, incentiva y recupera la democracia participativa, la construcción de ciudadanos autónomos, empoderados para actuar en sociedad con pleno conocimiento de sus derechos fundamentales e interactuar con la comunidad. Modificación de contenidos de syllabus del Departamento de humanidades

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Con el propósito de adecuación de asignaturas a través de estrategias pedagógicas, metodológicas y actividades académicas y de acuerdo con el reto de “Procesos académicos inclusivos” adscrito a la política de educación superior inclusiva en Colombia, en el que se asocia a la integralidad del currículo, definido en el artículo 76 de la Ley 115 de 1994 como el “conjunto de criterios, planes de estudio, programas, metodologías, y procesos que contribuyen a la formación integral y a la construcción de la identidad cultural nacional, regional y local, incluyendo también los recursos humanos, académicos y físicos para poner en práctica las políticas y llevar a cabo el proyecto educativo institucional” (MEN, 2013, p. 28). Este reto implica, una interdisciplinaridad y el reconocimiento de saberes culturales que tengan la diversidad del estudiantado, esto quiere decir que el currículo se construye desde la comprensión de la realidad social del entorno donde este localizado la institución de educación superior. La construcción de nuevos contenidos para los Syllabus de Historia y Problemas Colombianos, Ética profesional, Socio-antropología y Constitución y Democracia adscritos al Departamento de Humanidades de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Sociales y Humanísticas de la Fundación Universitaria del Área Andina busca fortalecer en la comunidad académica el desarrollo de aptitudes, actitudes y valores para que la comunidad académica sea constructora de ambientes de inclusión educativa y una cultura de paz, basada en el diálogo, la transformación de conflictos, el reconocimiento de sí mismo y del otro. En los microcurrículos (syllabus) se incorporan las herramientas y temáticas del modelo pacicultor, ajustadas al Proyecto Educativo Institucional que desde un enfoque interdisciplinario permite hacer una análisis más profundo de la realidad política y social de Colombia marcada por el conflicto

armado con el propósito de formar en el estudiante la conciencia de que la paz inicia a partir de un proceso individual, autónomo, para llegar a ser colectivo. Así mismo, partir de un reconocimiento de los saberes diversos que son manifestaciones de nuestra diversidad étnica, cultural y lingüística hace que se pueda hacer inclusión de los grupos étnicos priorizados, y en realidad a otros que no forman parte de este grupo priorizado. Propuestas investigativas Con el objetivo de favorecer espacios para el desarrollo de procesos de investigación y de acuerdo con el reto de “Espacios de investigación, innovación y creación” adscrito a la política de educación superior inclusiva en Colombia La alianza académica se convirtió en una estrategia cultural para contribuir a la generación de condiciones favorables de inserción y de convivencia en temas relacionados con la educación inclusiva, la diversidad y la interculturalidad. Además de la creación de semilleros de investigación en los niveles de pregrado para desaprender la concepción tradicional de educación y plantear escenarios flexibles de formación, con incidencia y proyección social desde el contexto real que expone el país, el cual supone un tránsito hacia el posconflicto. Este reto de la política de educación superior inclusiva puede ser visto como la oportunidad para crear comunidad académica con todos los estudiantes desde su cultura diversa, su saber diverso y sus vidas diversas y para darles la palabra a los estudiantes que sean parte de los cinco grupos priorizados, es también una manera de generar investigación y producción académica que partan de la intersubjetividad, la interculturalidad, los saberes locales, cruzándolos de manera inteligente con los contenidos universales de los contenidos de las materias, todo ello con miras a entender que la academia, más en el espacio de educación superior, es ante todo un hacer que busca mejorar el mundo que habitamos todos. (MEN, 2013, p. 30). Teniendo en cuenta lo anterior, se construyeron cinco iniciativas investigativas desde las que despliegan líneas comunes de reflexión y de acción para dinamizar la investigación formativa y la investigación propiamente dicha, en torno a las diversas problemáticas sociales que han sido causadas por el recorrido histórico de Colombia en cuanto a las violencias, además de la coyuntura del proceso de paz que propone el actual gobierno nacional. Las iniciativas investigativas favorecerán a la transformación y reconocimiento cultural de las personas, asumiendo un camino en constante movimiento, un proceso, y una visión crítica pero a su vez constructiva del entorno, la educación y la escuela de hoy desde diversos espacios de encuentro y socialización de nuevas formas de pensar y estar en sociedad. Propuesta 1. Cine-foro para solventar los vacíos en la formación en asuntos políticos, históricos y sociales básicos de miembros voluntarios de la Fundación Universitaria del Área Andina para incentivar la sensibilidad y la conmiseración para promover la paz como cultura. Propuesta 2. Reconocimiento de las representaciones sociales de la paz en el lenguaje de los jóvenes de 16 a 21 años en el casco urbano de Valledupar durante el 2014. Propuesta 3. Recuperar las memorias colectivas e individuales de las violencias, una apuesta para construir presentes y futuros de paz en los estudiantes de la Fundación Universitaria del Área Andina.

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Propuesta 4. Diferentes formas de relación que establecen los estudiantes, generadoras de una cultura de paz. Propuesta 5. Transformación cognitiva a partir del lenguaje afirmativo para la paz. Conclusiones Socioantropológicamente, se reconoce a la diversidad como una riqueza y posibilidad de crear nuevos constructos que abran el corazón y la mente a otros estilos de relación y comunicación, con el fin de despejar caminos de vida, lenguajes, sentimientos y prácticas sociales para que los educandos se apropien de sus saberes disciplinares. Y, por lo tanto, se proyecten como individuos más humanos y dispuestos a compartir con el otro u otra, sea cual fuere su percepción particular del cosmos. Todo esto con el sentido de potenciar una verdadera comunidad académica. Teniendo en cuenta los anteriores postulados, este proyecto busca ser un modelo pedagógico-guía, que se fundamente en referentes conceptuales, curriculares y prácticos, que puedan ser tomados en cuenta por otras instituciones interesadas en construir espacios que anuden vínculos de reconocimiento y establezcan condiciones favorables para la convivencia y la paz en las comunidades académicas, especialmente con la población víctima, desmovilizada y desvinculada del conflicto armado.

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De esta manera, para generar acciones de responsabilidad social y humana para la visibilización de los diferentes grupos e individuos mencionados con proyectos de impacto social y de intervención comunitaria, la alianza presento una publicación a la comunidad educativa como fruto del esfuerzo misional de la docencia, la proyección social, la extensión y la investigación, con el fin de posibilitar y comprender la importancia de realizar un viraje de la concepción clásica de enseñanza y aprendizaje, en la que se motiven contextos de discusión que fortalezcan el camino de la paz como alternativa de vida. Capítulo I. Contextualización de la política de educación inclusiva en la educación superior. Concibe los lineamientos de la política de educación superior inclusiva, formulada por el Ministerio de Educación Superior en el año 2013, con el objetivo de propiciar un cambio en los paradigmas educativos tradicionales. Capítulo II. Elementos conceptuales del modelo pacicultor. Argumenta los conceptos básicos que profundizan la propuesta de cultura de paz como pedagogía, revistiendo de sentido a la educación inclusiva, para fortalecer la equidad en la sociedad. Capítulo III. Herramientas pedagógicas del modelo pacicultor. Presenta las estrategias y dinámicas diseñadas por el Observatorio para la Paz, que tienen como propósito llevar a la práctica la conceptualización del modelo. Capítulo IV. Educación inclusiva. Una mirada institucional de la Fundación Universitaria del Área Andina y desde el currículo del Departamento de Humanidades. Acentúa la necesidad que plantea el mundo contemporáneo de hacer efectiva la práctica de los derechos constitucionales de una educación inclusiva, que no discrimine a ningún ser humano por sus condiciones o singularidades.

Capítulo V. Los microcurrículos: una propuesta educativa de inclusión. Destaca el proceso académico y pedagógico, a partir del reconocimiento de las complejidades vividas por el país, buscando introyectar en las asignaturas de Historia y Problemas Colombianos, Ética, Socioantropologia y Constitución y Democracia, los aspectos teóricos y prácticos del modelo pacicultor. Capítulo VI. Iniciativas investigativas. Como consecuencia de la puesta en marcha de los talleres formativos, los equipos de estudio del Departamento de Humanidades formulan propuestas investigativas, con el fin de recrear escenarios de discusión como cineforos e investigaciones con diferentes temáticas alrededor de problemáticas sociales, centradas en las representaciones sociales, la recuperación de memorias colectivas e individuales, la cultura de paz, la inclusión, la percepción y la cognición. Capítulo VII. La voz de la comunidad educativa. Testimonios de los participantes. Los asistentes a los talleres de formación para la paz y la cultura dan cuenta de su experiencia a partir de tres preguntas guías de valoración: ¿qué aprendí para mi vida?, ¿qué aprendí para el ejercicio de mi profesión?, ¿cómo me imagino la pacicultura en mi semestre y ámbito de estudio? Capitulo VIII. Lecciones aprendidas y retos futuros. Se pondera la importancia de que todos los conocimientos registrados en estas memorias trasciendan el papel y tengan un impacto real y tangible en las aulas de la Universidad y fuera de ellas. Para este proceso se cuenta con un semillero de cien personas en las sedes de Bogotá, Pereira y Valledupar, esencialmente estudiantes, quienes serán dinamizadores de la cultura de paz.

BIBLIOGRAFÍA Corporación Observatorio para la Paz. Módulos conceptuales. La paciultura y sus fundamentos: paz, violencia y conflicto. Colombia, 2000. Fuentes, H. (2008). La formación de los profesionales en la contemporaneidad. Santiago de Cuba: CeeS Manuel .F. Gran. Martínez, M. (2001). El contrato moral del profesorado. Condiciones para una nueva escuela. Bilbao: Desclée de Brouwer. 46. Messina, G. (1999). Investigación acerca de la formación docente: un estado del arte en los noventa. Revista Iberoamericana de Educación, (19). Disponible: http://www.oei.org/revista/rie19f.htm Tünnerman, C. (2003). La Universidad latinoamericana ante los retos del siglo XXI. México.

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Eje temático

Cultura de la Paz 156

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FOTOGRAFÍA: ÁNDRES PRIETO MEDINA

Eje temático

Cultura de la Paz Una construcción educativa para todos los contextos sociales. Ponente Central

La Cultura de paz debe ser la respuesta a las manifestaciones de violencia generalizada que vemos en nuestra actualidad, a la pobreza y a la inequidad.

Francisco de Roux

Prov. de la Compañia de Jesús. Premio Nacional de Paz 2001.

Debe ser un insumo a la educación, a las prácticas de civismo y ciudadanía, a las prácticas familiares y comunitarias que permitan que, a pesar de la diversidad cultural de las sociedades, se conviva en paz, se utilicen nuevos lenguajes y se deje de percibir la paz como una proyección futura. La paz debe ser cultura, innata en todos los espacios en los que se desarrolla el ser humano. Secretario Alvaro Duque

Director Maestris Académica en Periodismo. Semana - Univ. del Rosario

Expertos

Luis Guillermo Guerrero Dir. General del Cinep

Sara Victoria Alvarado

Dir. del Doctorado en Ciencias Sociales de la Univ. de Manizales. Cinde.

Jordi Palou

Mediador. Dir. del Memorial Democrático. Generalitat de Cataluña (España)

Gonzalo Murillo Coord. Red Prodepaz.

Antanas Mockus

Político y Filósofo Alcalde de Bogotá (1995-2008 y 2001-2003)

Pedro Stucky

Pastor de la Iglesia Menonita.

Mns. Nel Beltran Obispo de Sincelejo.

Diego Pérez

Dir. de Pensamiento y Acción Social (PAS).

Expertos

José Manuel Pureza NHUMEP. Univ. de Coimbra.

Manuel Pinto

Prof. Inst. de Ciencias Sociales, Unv. de Coimbra.

María Conceiçao Azevedo Prof. de la Escuela de Humanidades y Ciencias Sociales.

Paulo Morais

Vicepresidente Internacional Transparency.

Ana Paula Coutinho Prof. Fac. de Letras Unv. Porto.

Isabel Varanda

Prof. Fac. de Teología Unv. Católica Portuguesa, Porto.

Jorge Cunha

Dir. Fac. de Teología Unv. Católica Portuguesa, Porto.

Ponencia

Francisco de Roux 160

161 Teólogo y Licenciado en Filosofía y Letras de la U. Javeriana. Magíster en Economía de la U. de los Andes. Doctorado en Economía en la U. de la Sorbona, París y el Magíster (RFS) en Economía en London School of Economics, Londres. Miembro fundador del CINEP -Centro de investigaciones y estudios populares de los jesuitas. Investigador y colaborador, fue su Subdirector y su Director. Desde 1995 a la fecha ha sido el Director del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio. Consultor de numerosas organizaciones internacionales en temas de Economía solidaria, de Desarrollo, de Justicia y Paz. Conferencista en numerosos eventos nacionales e internacionales en temas económicos, sociales, éticos y religiosos. Publicaciones sobre “Economía Colombiana”, en la colección Coyuntura, del CINEP. Coautor de varios libros, en diversos idiomas, en temas de ética pública, conflicto social y desarrollo económico. En 1992, publicó su libro Los Precios de la Paz. Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia.

Transcripción de la ponencia.

Video Ponencia Experto

Video Graphic Recording

Buenos días y muchas gracias a la Universidad de la Salle y a la Carta de la Paz dirigida a Naciones Unidas por este congreso tan importante y tan lleno de significados. Estoy muy impresionado de la conferencia que acabamos de escuchar, me parece muy clara y muy pertinente para lo que estamos viviendo en Colombia. Yo, de alguna forma, quiero contribuir a enriquecer y a profundizar lo que la mesa de cultura de la paz trabajó. Las personas que estaban en esa mesa hicieron realmente un trabajo muy valioso. Les muestro este mapa de Colombia que tiene arriba un pequeño mapa en verde del departamento de Magdalena. Déjenme hacerles una brevísima referencia, ya que uno no puede hablar de esas cosas si no lo hace desde lo que ha vivido profundamente. Aquí hay un grupo de académicos, personas del territorio del Magdalena Media, que fueron formados como sacerdotes en los años 70, gente muy sensible a la teología de la liberación de la época. Entonces las comunidades del territorio pusieron en marcha una decisión de transformar las dinámicas violentas que había en el territorio.

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Estábamos en 1995, y la idea era pasar de utilizar las fuerzas del conflicto a las fuerzas constructivas de una realidad distinta. Llevaban en el alma la convicción de que todos los municipios tenían que hacer una propuesta que llamaron la propuesta municipal. Esto es lo que nosotros nos propusimos para que aquí se termine la violencia y se termine la pobreza. Y entraron a conversar con todo el mundo: con paramilitares, con guerrilleros, con militares, con organizaciones políticas, con los empresarios. Y afirmaron: esto es lo que nosotros nos proponemos hacer por ese territorio, si lo conseguimos es nuestro orgullo, si no lo logramos es nuestra responsabilidad. Si otros nos ayudan lo vamos a hacer, si nadie nos ayudan de todas maneras lo vamos a hacer porque sino nuestro pueblo no tiene futuro. Pero gracias a que tuvimos la presencia de hombres muy significativos como Jaime Prieto Amaya o Leonardo Gómez, que hoy está aquí con nosotros, esto fue tomando fuerza hasta que se convirtió en un conjunto de propuestas culturales productivas de gobernanza. Y posteriormente han sido inspiración para lo que hoy día es el Programa de desarrollo de paz en Colombia. Varios de los que están aquí presentes participan en esos veinte programas de país. Por eso, en realidad, el Premio Nacional de la Paz, se lo dieron al programa. De hecho, cuando lo hicieron recuerdo que era un momento hondo de la guerra del país; cada mes había una masacre y recibir un premio de paz en esas circunstancias era un tanto extraño. Por eso lo que hicimos fue traernos al Teatro Colon de Bogotá a las familias que habían sido victimizadas en el tiempo que llevaba el programa, que ya llevaba seis años. Y, por eso, recuerdo que pedimos a los muchachos victimizados, a las mujeres victimizadas que subieran al estrado del teatro. Y un muchacho cogió el micrófono y dijo, voy a hablarles de una mujer que vino de Cartagena a trabajar aquí con nosotros, se llamaba Alma Rosa. Tenía un gran sentido de la cultura y por eso quiso que los campesinos venidos de Córdoba que habían llegado a Magdalena Media pudieran construir un mundo para ellos, y les consiguió tierras.

Un día la secuestraron los guerrilleros y fue posible liberarla. Otro día fueron los paramilitares y nos pusimos a buscarla. Alma Rosa tenía el coraje de una cultura que se estaba allí desarrollando, pararse ante los actores armados, ante la guerrilla y ante los paramilitares para decirles: “ nosotros no les reconocemos a ustedes una autoridad, ustedes son ilegales, nosotros somos legales, ustedes pueden tener poder sobre nosotros porque tienen armas, pero no tienen autoridad”. Y en este escenario los paramilitares armados secuestraron a Alma Rosa. El muchacho explicó que la encontraron pero con una moto sierra le habían serrado los brazos, las piernas y le habían cortado la cabeza. Y decía, el muchacho, Alma Rosa era mi mama y nosotros vamos a seguir construyendo este escenario de paz, esta cultura de paz que es la pasión que llevamos en el corazón. Y yo quiero desde ahí tomar una consideración sobre la cultura de paz, tema de nuestro Congreso. Una pequeña alusión para que tratemos de comprender lo que significa la cultura y alguna manera de llegar a ella. Primero mostrarles esta pintura de Gonzalo Jiménez de Quesada al llegar a Santa Fe de Bogotá, simplemente para que vean que nosotros que vivimos en este mismo territorio vivimos una realidad totalmente distinta a la que entonces encontraron este artista y los primeros hombres de España que llegaron aquí que llamaron a esto el Valle de los Alcázares. Nosotros hemos transformado totalmente esto, incluso el paisaje físico. Hoy en día no es simplemente naturaleza sino un paisaje que está bajo nuestra responsabilidad; lo que quede de los cerros, lo que quede de nuestros ríos, lo que hagamos de nuestros cultivos, depende totalmente de nosotros. Lo que hay es el Bogotá de hoy, pero este Bogotá de hoy es el resultado de un conjunto de acciones creativas, de imaginación, de esfuerzos intelectuales, de instituciones, de arte, de víctimas y también por supuesto y sobre todo de decisiones humanas. Es el mundo del sentido, el mundo de la cultura, un mundo hecho por nosotros, incierta, predecible, pero, real. Este es el mundo en que nosotros vivimos, un mundo cargado de tipos de cosas distintas. Miramos a nuestro alrededor Pero yo quiero para que hagamos contrastes, pensar también en una cultura muy cercana a nosotros. Costa Rica, entre el Atlántico y el Pacífico, es muy parecida a nosotros. Los ticas tienen una sensibilidad muy semejante a la del alma colombiana, estamos casi en el mismo lugar en el planeta, y su paisaje es muy parecido a nuestro paisaje de Colombia. Esas fotos podrían ser perfectamente colombianas. Sin embargo ellos tienen una tasa de homicidio de 8.9 personas por cada 100.000 habitantes, que es muchísimo mas baja de lo que nosotros tenemos en Colombia. Nosotros tenemos una tasa de homicidio de 30 personas asesinadas por cada 100.000 habitantes y llegamos a tener 62. Y esto en un país muy estable económicamente. Llevamos cincuenta años con un crecimiento promedio de 4-4,5%. Un país que combina el Festival Mundial de Teatro, la Feria de las Flores, una riqueza impresionante

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en ecología -2.400 especies de orquídeas-, con 6 millones de víctimas, los secuestros más largos del mundo y los falsos positivos que nos han impresionado tanto. Estábamos justamente en La Habana cuando se presentó allá Luz Marina Bernal, una señora que es llamada un día a Cúcuta (capital del departamento colombiano de Norte de Santander ) y le presentan a un muchacho vestido de guerrillero. Los militares le dicen que el muchacho es líder de una banda narcoterrorista, dada de baja en la región de Catatumbo hace tres días. Y la señora dice:”¿Pero cómo puede ser mi hijo? ¡Si además es minusválido mental, lo dejé salir a la esquina de mi casa y se lo llevaron hace diez días! ¿Cómo me dicen que es el líder?”. Y se pone en evidencia lo que es un falso positivo en Colombia. Un muchacho sacado de los barrios pobres, llevado a la montaña, asesinado por hombres del ejército y presentado como guerrillero muerto en combate para obtener predicas militares. Si hubieran sido doce en Colombia como ocurrió en Soacha hubiera sido horrible. Pero no fueron solo doce, ni cien, ni quinientos... Sabemos que los falsos positivos pueden pasar de mil en Colombia. Los secuestros más largos del mundo, las minas anti personas, las masacres y también estas complicaciones tremendas.

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Nosotros tenemos ahora informes claros de la destrucción del medio ambiente, un país que van votando por nuestros ríos 300 millones de toneladas de suero por año. Los ríos van cargados de lodos. Vamos camino de una desertificación como la que tuvo Haití en un momento dado.

• ¿Cómo generar forma de seguridad sin armas? • ¿Cómo cambiar de escuela para que sea una escuela de paz, sobre todo nuestra escuela popular? Cómo formar en cultura de paz? • ¿Cómo llevar la paz a los medios de comunicación y a las redes sociales, a la televisión, a la radio? • ¿Cómo pasar de un lenguaje excluyente a un lenguaje inclusivo? ¿Cómo incorporar a los indígenas con la riqueza de otras formas culturales y sus tradiciones religiosas, incorporar a los negros? • ¿Cómo decir que es mejor un mundo sin guerra a lo que nosotros estamos viviendo? Pero sobre todo yo quiero llamar la atención que además de tener esas nubes brumosas, Colombia no solamente tiene esas dimensiones de la violencia cultural, sino que fue atravesado por una guerra supremamente fuerte. Y la guerra entre nosotros no solamente es una guerra salvaje como estamos expresando con algunos ejemplos, sino que es una guerra que tocó todas las instituciones, que nos tocó a todos los colombianos. Y la guerra ha dañado todo lo que ha tocado. Dañó la política, dañó las organizaciones de campesinos, dañó los sindicatos, las universidades y la academia, dañó los liderazgos espirituales, dañó la justicia, etc. La guerra dañó a todos los que han estado en la guerra y a los que, en ambos lados, tienen las armas. La guerra tiene esa peculiaridad, toca lo que toca lo daña, y entre nosotros ha sido durísima. La ética de la violencia

Por eso vuelvo a poner el mapa de Costa Rica a un lado y el mapa de Colombia al otro, para mostrar que los costarricenses tienen un cielo despejado, tranquilo y una totalidad pública serena, a parte de los conflictos inevitables que en una sociedad en que los diversos puntos de vista se presentan; pero al mismo tiempo en contraste con Colombia nosotros tenemos un cielo plomoso, una situación de tremendos conflictos que nos deportan y nos llevan hasta que nos eliminemos los unos a los otros.

Pero quisiera llamar la atención sobre algo que es importante, la mesa cultural se fijó mucho en estas expresiones de las familias, de las comunidades, en la prensa; porqué existe un tipo de dureza entre nosotros, de este huracán tremendo que es la violencia en Colombia y que hay en muchos lugares. A esto es justamente lo que nosotros estamos enfrentando en la Habana, allí estamos en el ojo del huracán. Y el esfuerzo que estamos haciendo hoy en día a través de los diálogos es desactivar ese huracán para que podamos construir realmente la paz que tanto anhelamos.

En la mesa este cielo plomoso procede mucho de la violencia en las familias, la violencia de género, la violencia en la escuela, la violencia en las comunidades y a todo esto se juntan las pandillas que penetran en los barrios, en las escuelas. La violencia en la radio y en la televisión. Oyen ustedes “La voz de la verdad” durante 24 horas todos los días en Radio Colombia, para incentivar las oposiciones y los odios.

¿Pero qué pasa? Que las muchachas y muchachos que están en la guerra, los hombres de la FARC y los de FL tienen una ética que los ha llevado a actuar como ellos lo hacen. Son hombres y mujeres que están dispuestos a morir con tal de que el enemigo muera, están tan profundamente convencidos de que el aparato dirigente de Colombia es enemigo de su pueblo que no les importa que los maten con tal que queden en el camino muertos de ese aparato, que defienden ese aparato.

La violencia entre las etnias. Nuestros pueblos indígenas han sido agredidas:, Buenaventura, Tumaco... La violencia en la economía es en gran parte la explicación de la coca entre nosotros, de los campesinos que se refugian este producto porque no encuentran otra manera de conseguir los recursos para la precaria calidad de vida. La violencia en la política, en la justicia, en las iglesias, en las ciudades y en el campo.

Nosotros no estamos de acuerdo con la guerra, nosotros estamos convencidos que este no es el camino, pero lo que quisiera llamar la atención es que ahí hay una ética y que esa ética tiene una fuerza impresionante. Si usted tiene 7.000, 12.000 o 18.000 personas con esta determinación, resulta así muy difícil mantener un país estable. Se trata de un fondo del corazón, de un huracán, que alimenta, fortalece, enloquece todas las violencias que hay entre nosotros.

Frente a eso la mesa que preparó esta conversación se hizo unas preguntas serias con respecto a la paz, se preguntaba:

Estos muchachos han sido trabajados por la coca para que se pudieran mantener y el negocio de la cocaína les ha hecho daño. Sin embargo el objetivo de fondo, la razón por la cual matan a Reyes o a muchos de los hombres importantes y, sin embargo, están dispuestos a continuar en la negociación, es porque tienen un convicción, no les importa que los maten con tal de que las cosas acaben en este país.

• Cómo en medio de esta situación se puede tener un lenguaje puente entre nosotros?

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De ahí la importancia de lo que está pasando en la Habana. Lo que se pretende allí es conseguir el diálogo con estos hombres y mujeres. Entender que los colombianos no tenemos que matarnos para poder construir un país distinto, donde haya un campo de servicio a los campesinos, donde no tengamos que vincularnos con la cocaína, donde todos podamos participar en la unión política... En realidad, la guerra nos llevaron a una seguridad personalizada. Recuerdo en Aguachica, en el año 2007, un día que estábamos con el presidente Uribe, quien llegó con los principales generales, uno de ellos el actual presidente que entonces era su ministro de defensa. Y delante de todos nos dice el presidente: “Aquí ustedes no pueden confiar en nadie, porque aquí cualquiera puede ser un terrorista, este es un territorio de guerra terrorista. Confíen solamente en mi, en su presidente”. La expresión exacta fue: “confíen solamente en su presidente y en el ejército de su presidente”. Algunos de los que estábamos allí reaccionamos para decirle al presidente, que estábamos haciendo todo lo contrario. Estábamos allí intentado generar confianza los unos en los otros, porqué un país tiene que basar su seguridad en la confianza que nos damos los unos a los otros. El capital social de un país es la fe que tenemos los unos en los otros, el pensar que esto puede ser distinto y que las armas no dan la seguridad. Las armas solo se necesitan como un último recurso y tienen que estar en mano de hombres muy bien preparados, solamente ellos, hombres formados por el estado; pero las armas no son la seguridad, la seguridad nace de la confianza.

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Sin embargo esto personalizó la seguridad en un hombre. Así como tampoco podemos permitir que la paz sea politizada y puesta en manos de una sola persona. La paz es una construcción colectiva y todas esas cosas las hemos sentido en el corazón del conflicto. Pero si algo nos ha permitido esta experiencia tan dolorosa de la magnitud de la guerra colombiana y la desproporcionalidad de la clase de víctimas que ha provocado - por eso quise ponerles inicialmente el ejemplo de Alma Rosa y de tantas personas han sufrido esta realidad tan espantosa – es darnos cuenta que lo que vivimos realmente es una crisis espiritual muy profunda del ser humano quebrado entre nosotros, roto en las formas más hondas de nosotros mismos. Parte de eso es esta especie de tranquilidad que se vive en las ciudades donde no existe el conflicto con estas características. Y donde, desde hace cincuenta años, vemos en la televisión todos los días el horror de lo que estamos viviendo y de las cosas han pasado como si no fuesen en nosotros. Con esta expresión de ausencia de la humanidad me viene siempre en el recuerdo aquella novela de Las uvas de la ira. Aquel hombre que llega a California y se encuentra en una situación parecida a la de Colombia en los años 30 del siglo pasado. Ve una sociedad que no se preocupa que la gente se esté matando a su alrededor y les dice: “ustedes no son humanos, si ustedes fueran humanos no aceptarían vivir de la manera que están viviendo en esta sociedad”. Pero hay una cosa que es muy valiosa y es el acontecer en Colombia en estos tiempos. Nosotros, en los últimos años, ya colectivamente como sociedad comenzamos a comprender que esto no tiene sentido, no podemos presentarnos como seres humanos con 6 millones de víctimas y con tantas otras realidades que significan la victimización debajo de esta realidad.

Cuando la mesa estuvo preparando esta conversación se vivió que estábamos en un momento crítico, de transición. En varias de las manifestaciones nacionales aparecen frases como: “este cuerpo es mío, no se toca”, “basta de violencia contra la mujer”, “no queremos más grupos armados”... Recuerdo, hace 18 meses, en Barrancabermeja tuvimos una reunión en la que llegaron unas 20.000 personas de todos los lugares de la guerra en Colombia Aracauca, Putumayo, Tumaco, Caquetá, Quibdó y allí mismo en la cordillera del Bolívar, la expresión de estos hombres y mujeres que habían puesto sus hijos al servicio del paramilitarismo y para la guerrilla, fue muy contundente: “paren esa guerra, paren la de todos lados”, pedía la gente muy profundamente. Eso evidentemente nos hace decir que hemos llegado a un momento de transición, crítico o un momento de “basta ya”. En la mesa esto se formulaba con preguntas muy directas: ¿Por qué tenemos que seguir así? ¿A caso no podemos ser colombianos de otra manera? ¿No podemos tener una cultura y una ecología como la que deseamos? ¿No podemos tener una economía campesina sin coca? ¿No podemos tener tranquilidad sin necesidad de vivir en un país militarizado? ¿Acaso los niños de Colombia no tienen derecho a vivir en un país que no sea una guerra sin fin? La dignidad Cuando tratamos de entender que es lo que nos ha pasado, todo lo que ha acontecido en Colombia y echamos mano de las explicaciones teóricas, de la filosofía, de las ciencias políticas, de la economía, de la teología, y tratamos de comprender qué es lo que ha pasado entre nosotros, uno se encuentra con dificultades altas para encontrar un camino de sentido. En estos territorios de dolor, en medio del sufrimiento, hemos encontrado sentido en hombres y mujeres, que después de haber pedido todas las cosas, han tomado la decisión de permanecer en su territorio, de enfrentarse a los actores armados y no dejarse destrozar, de decir con toda claridad, nosotros no nos vamos a ir de aquí porque no tenemos ningún otro futuro, y toman la decisión muy grande de defender su derecho de ciudadano. Indígenas, pobladores de Magdalena o de muchos otros lugares de Colombia que nos han dado ejemplo de dignidad. Yo quisiera detenerme un momento en esto porque yo siento que nosotros podemos construir una alternativa ética que nos ayude a reconstruir juntos el país que queremos hacer. Y me refiero a la dignidad, porque la dignidad nosotros no se la debemos a nadie, la colocamos en un punto de partida humano profundo. La dignidad no se la debemos al gobierno, no se la debemos a los militares, ni a la guerrilla, no se la debemos a los presidentes ni a nuestras familias, no se la debemos a la iglesia. La dignidad la tenemos simplemente por ser seres humanos y es igual en los indígenas, igual en las poblaciones afro colombianas, es igual en todos nosotros. La dignidad no puede crecer, ni con títulos ni con dinero, como tampoco puede morir. La dignidad se expresa en la condición que tenemos que tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros. Y con la condición de que nosotros no podemos matar a nadie como medio porque cada ser humano es un fin en sí mismo.

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Para nosotros los creyentes esta dignidad profunda se siente en la condición que cada uno de nosotros es el resultado inesperado, ninguno de nosotros se merecía la vida, ni estaba en el plan de ninguna articulación social. Es un regalo de amor que nos pide igualmente amar a los demás como nosotros somos amados, con un amor sin condiciones y para siempre. Y en esto se fundamenta la base de esta construcción colectiva. Pero independientemente de si echamos mano de fundamento religioso o no, el hecho es que la dignidad todos la tenemos simplemente por ser seres humanos, para construir desde aquí las posibilidades de la cultura y la vida que nosotros queremos vivir como pueblo. Ayer en Magdalena Media lo que comenzamos a sentir primero a partir de la cultura, de los relatos que tenían las poblaciones, de las historias de las víctimas, de las tradiciones espirituales, de la forma como la gente preparaba sus alimentos, celebraba sus fiestas, hacia sus danzas y sus músicas, fue la forma como nosotros queremos vivir, expresar, compartir y celebrar la dignidad.

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Y eso lo llegó a comprender cada vez más cual es la vida que nosotros queremos vivir como pueblo y como vamos a hacerla posible entre todos, sabiendo que nadie podrá ser excluido de esta determinación. Buscando valores que hacen sostenible esa vida. Y luego convencerlos de que teníamos que ponernos a producir esa vida. A través de la economía local, de fincas campesinas, de economía de pueblos, de iniciativas productivas que hicieron muy profunda la unión entre el desarrollo y la posibilidad de la paz. Y luego también la condición que teníamos que meternos en este Estado como parte de una transformación cultural que nos llevara hacia la paz. Todos sabemos que el Estado es la institución que los ciudadanos creamos para garantizar a todos por igual las condiciones de la dignidad. Esa es su esencia, eso es lo que está en el fondo de la Constitución de Colombia y de nuestros países. No hay ninguna otra institución que como ciudadanos que lo garantiza. Las Cooperativas garantizan las condiciones de la dignidad para los cooperados, los partidos para los miembros de los partidos, los clubs para el gobierno de los clubs, todos en segunda línea, pero, el Estado es para garantizar a todos por igual las condiciones de la dignidad. Y por eso la necesidad de participar en la formación del estado a partir de las regiones. Hacer que la gente se eduque para manejar la construcción y los deberes de los poderes públicos, para construir juntos esta posibilidad. Y, finalmente, proteger la unidad de vida, a base no de armas sino de la confianza colectiva, de la confianza del pueblo participando con esfuerzo. Obviamente para nosotros la necesidad de desactivar el huracán de la guerra es crucial en este esfuerzo. Y vengo con esto a los puntos finales a los cuales se refería el profesor Francesc Torralba en la conversación anterior. En la Habana y con mucha esperanza, empezando por el Ejército de Liberación Nacional, en ese corazón del conflicto, nosotros estamos trabajando sobre la negociación y la reconciliación. De hecho el proceso de reconciliación es un proceso recíproco, ustedes ceden en unas cosas y nosotros cedemos en otras, y vamos encontrando un camino. El objetivo fundamental es desactivar totalmente el conflicto armado, comprender que para hacer

los cambios de fondo lo que hay que hacer en Colombia o en cualquier parte, es no matarnos. Pero siempre hay en ese proceso un “algo por algo”: ustedes renuncian a las armas y nosotros los aceptamos a participar en política, ustedes restauran a las víctimas y nosotros aceptamos que participen en un proceso transicional de justicia transicional. Siempre la relación es recíproca. Siempre que haya una negociación hay la posibilidad de hacer presión en la negociación. Hay la posibilidad de entrar en una discusión de fondo, que es lo que ha ido construyendo los documentos que el gobierno y la guerrilla pusieron en evidencia el día de ayer. Pero hay algo mucho más hondo que no se puede negociar, que no se puede garantizar independientemente de lo que va a acontecer. Una cosa que incluso se puede llegar a la reconciliación sin tenerlo, al acuerdo para que pare la guerra en un territorio, pero que para nosotros los colombianos, justamente por estos resentimientos profundos que guardamos, se nos vuelve absolutamente necesario. Se trata del perdón. Yo no quisiera retomar cosa que acabamos de escuchar con una gran seguridad y claridad en la conferencia anterior, pero quisiera solamente llamar la atención sobre un punto. Y es de alguna forma la experiencia vivida con los dos primeros grupos de víctimas en la Habana. Las víctimas, de los dos grupos, conmovieron en lo más profundo porque los hombres de las FARC, de la manera como reaccionaron, pusieron en evidencia que lo que estaban diciendo al principio de las conversaciones no era suficiente. “Hemos cometido errores políticos”, se referían hasta entonces, por ejemplo, a lo que les había pasado en Bojayá cuando tiraron una bomba sobre una iglesia. Ellos se sintieron conmovidos por el dolor de las víctimas. Tuvieron una experiencia diferente, la experiencia de la conmiseración, de sentir lo que estaban diciendo con la expresión de su sufrimiento de las personas que estaban allí. Pero además, se dieron cuenta que habían cometido un error humano, es distinto, que habían vulnerado a un ser humano en esas personas y al hacerlo se había vulnerado a ellos mismos, y ahí es donde empezaron a sentir remordimiento. Ellos, con sus actos, se habían vulnerado en su propia dignidad; lo cual hace saltar la vergüenza, el reconocimiento de haber pasado por encima de las normas de conducta que corresponde a nuestra dignidad de seres humanos. Y nosotros pudimos vivir eso. Cuando Leyner Palacios, el hombre que justamente vino de Bojayá, un negro lleno de orgullo y de fuerza, contó delante de todos lo que había pasado en Bojayá, empezó por decir que en el pueblo primero estuvo el ejército, luego los paramilitares ocuparon al pueblo durante varios días y, finalmente, la guerrilla atacó. Así el pueblo se volvió un campo de batalla. Cuando estaban en medio, las mujeres pidieron a gritos que los metieran todos a la iglesia para protegerlos, y cuando estaban en la iglesia la guerrilla tiró una bomba sobre el edificio y mató a 80 personas de un solo golpe. Y este me contaba que en medio de los tiros cogió a la niña y se sumergió al río. La niña quedó traumatizada pensando que su papa la quería ahogar, pero solo era para tratar de sobrevivir.

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Cuando termina este testimonio, el hombre se voltea, que queda delante de Iván Márquez, el comandante de las Farc y le dice: “Ustedes son responsables y ustedes tienen que pagar por lo que pasó aquí, esto no se puede quedar impune”. Pero luego se vuelve al general Mora y le dice lo mismo: “Ustedes son responsables y tienen la culpa, son responsables de lo que pasó allí”. Y termina diciendo: “¿Y saben como lo van a pagar? No se levantan de esta mesa hasta que no haya paz en Colombia”. Es impresionante. Las víctimas nos han ido mostrando cosas que nosotros no comprendíamos. Podría contar muchos otros episodios vividos que salieron de muy dentro del alma. Pero lo más hondo de esto que uno comprende inmediatamente es que la víctima ha vivido en carne propia la barbaridad de la que somos capaces los seres humanos, los horrores, las dimensiones del salvajismo humano al cual somos capaces de llegar cuando estamos en condiciones de presión y de angustia, de dolor interior, de desesperación, de sometimiento al terror. Los seres humanos somos capaces de cosas espantosas y las victimas lo saben, eso es ser humano también. Y al mismo tiempo las víctimas saben que somos capaces de las cosas más sublimes, del amor incondicional, de la amistad generosa, de juntarnos todos por la causa de la justicia y que somos capaces de perdonar. Y lo están mostrando en la Habana, cuando en casos de todos los lados las víctimas han terminado diciendo, vamos a la reconciliación, queremos la paz de Colombia, estamos dispuestos a perdonar.

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La mesa de la cultura de paz preparaba cosas como estas para que pusiésemos en el horizonte el construir una cultura distinta, la sacralizad de los bienes públicos. Como todos los ciudadanos somos responsables de construir un estado distinto, en el interior de nuestras instituciones, pero llenándolas de este contenido ético profundo de respeto a la dignidad humana. La construcción de medios de comunicación independientes, críticos y constructivos de paz, y una cultura de paz que arranque de las familias, pase por los territorios, penetre en las relaciones de género, vaya por todos los sectores sociales uniendo a las etnias y a las generaciones, una decisión de cambiar de escuela. Yo quisiera terminar, porque me parece muy importante este Congreso lleno de pasión por el ser humano tan destruido en una situación como la colombiana, haciendo énfasis en esta crisis espiritual tan honda que nosotros hemos vivido. Una condición de que todos somos responsables de lo que ha pasado aquí, todos. Responsables por lo que hemos hecho y sobre todo por lo que hemos dejado de hacer hasta dejar que esto se acumulara tan horriblemente durante tantas décadas.Que tomáramos la determinación seria de tomar decisiones para poner en práctica realidades distintas. El problema de las decisiones y el problema de nuestra libertad. Este congreso va a pasar tareas, es una expectativa que tenemos todos nosotros cuando nos invitaron. Pero pasar de formular las tareas a ponerlas en práctica es un asunto de nuestra libertad que toca en nuestra decisión personal y de nosotros depende que estas cosas se hagan o no se hagan. Y, en esta condición, lo primero son las víctimas, el dolor humano que ha atravesado este país en esta historia. Una determinación de proteger la naturaleza, que ha sufrido tanto en Colombia con la realidad de la guerra, los campos de coca, la minería agresiva.

Y finalmente, si alguna grandeza tiene este Congreso es que nos ha reunido para la causa más grande que nosotros tenemos que es Colombia. No hay una causa ética ni una causa política más importante hoy entre nosotros que la paz en Colombia y en el mundo. Y quisiera decirles a los jóvenes que están aquí presentes y decirles parafraseando lo que dice la Carta de la Paz a las Naciones Unidas, ustedes no son responsables de lo que ha pasado aquí. Esta guerra la hicimos los adultos, las generaciones adultas en Colombia pusimos a este país donde está, pero si bien ustedes no la causaron, en sus manos está el construir un país distinto. Y convénzanse, muchachos y muchachas universitarias que están aquí, que la felicidad no se la va a dar el dinero ni se la dará la multiplicación de satisfacciones y placeres, ni se la dará tener títulos universitarios, la felicidad se la dará tener una pasión y entregar la vida por esa pasión, y nada más grande que esta pasión por el ser humano en las circunstancias que estamos viviendo en Colombia, que ojala eso nos tome y nos lleve.

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Trabajos

precongresuales

Eje temático

Cultura de la Paz

Relatoria

Cultura de la Paz 176

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RESUMEN La reflexión y el diálogo en torno al tema de construir una cultura de la paz tienen múltiples y variadas posibilidades de abordaje. En este escenario el tema se orientó en torno a una serie de preguntas orientadoras que delimitaron de alguna manera un escenario más comprensivo en el que todos los expertos pudieran participar. Estos interrogantes se ofrecen para indagar en torno a aspectos concretos pero a su vez complejos, relacionados con variables que impactan un proceso de cambio cultural de esta magnitud. La reflexión que aquí se presenta hace un recorrido que aborda aspectos tales como prácticas importantes que se consideran fundamentales, condiciones previas o los marcos espacio-temporales que deben tenerse en cuenta, los perfiles de sujetos o actores sociales que pueden o deben intervenir, los procesos o responsabilidades específicos articulados a los sistemas educativos, el papel o pertinencia de las redes sociales y los medios para asegurar o transmitir los imaginarios de esta cultura y finalmente, el o los tipos de sujetos, ciudadanos de esta nueva cultura de la paz.

Palabras Clave: Cambio de paradigma/Educación para la paz/Medios de comunicación y paz/ Ciudadanía y cultura

Texto resultado de la mesa de trabajo de este eje temático. Los documentos individuales de los expertos hacen parte de las memorias del Congreso. La redacción es de l Hno. Frank Leonardo Ramos Baquero. Vicerrector de Promoción y Desarrollo Humano de la Universidad de La Salle. 1

Hacer referencia a una Cultura de la Paz, necesariamente pasa por las consideraciones sobre un proceso de transición que no es fácil. Implica salir de una cultura de violencia y visualizar el camino o el recorrido de este punto hasta llegar a consolidar una cultura de paz. Dicho proceso de transición debiera ser abordado, de acuerdo con Sara Victoria Alvarado, desde dos ámbitos concretos: El cultivo de las capacidades morales y el fortalecimiento de las capacidades políticas. Estas dos perspectivas incitan a indagar por cuánto somos capaces de ser autónomos y felices con el propósito de pasar de un modo de ser en específico a otro distinto (transición) que no puede desarrollarse si no existen medios, modos, mecanismos, mediaciones y dinámicas para realizarlo. Quizá una de las primeras prácticas para hacer posible estas dinámicas, sería pensar en cómo nos hacemos capaces de evitar la violencia, cómo nos fortalecemos para no admitir ningún acto violento como mediación de legitimación de nuestros derechos o deberes y cómo admitimos como universo viable, realizable y único, aquel en el que prime la dignidad, el respeto y la hospitalidad. Es claro que la responsabilidad de realizar esta tarea, y lograr asumir este reto de forma satisfactoria, es de la Educación. Pero esta educación debe ser entendida como un proceso multidisciplinar y multinivel, en esta perspectiva educativa de la cultura de la Paz, Sara Victoria Alvarado expresa puntualmente tres tipos de actores esenciales en la construcción de dinámicas de paz: 1) Los maestros como actores fundamentales en el proceso. El rol que desempeñan en la construcción de la paz es uno de los más importantes, lo que devela la necesidad de diseñar estrategias de trabajo y una formación de maestros para la paz. 2) Los gobiernos locales son importantes por un papel en la gestión de estos procesos y 3) los medios de comunicación por su función en la instauración de dinámicas e imaginarios sociales.

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Adicionalmente a estos protagonistas, deben sumarse los empresarios y organizaciones que trabajan con el factor humano. Ellos también deben cumplir un papel importante en la construcción de una nueva forma de ser y hacer social dado que se percibe una sociedad de resultados, de reduccionismo de las prioridades a la productividad donde la rentabilidad se debe alcanzar al menor tiempo posible. Los procedimientos son sólo formales y las decisiones están preestablecidas. Peter Stucky subraya esta idea de que la responsabilidad de la violencia no es solo de las Instituciones Educativas en cuanto tal sino de los patrones sociales con que los individuos conviven y en los que han sido formados. Es decir, el proceso de formación no arroja los mismos resultados en todos los sujetos que ingresan a la misma institución. Cada centro de educación tiene sus propias dinámicas y sus propósitos de formación. Aunque es bien sabido que las instituciones educativas perpetúan o modifican patrones culturales, no son las únicas responsables en la formación de una nueva cultura. Entre los muchos elementos que podrían tenerse en cuenta para esta transición se pueden mencionar algunos: •



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Los cambios mentales, específicamente en la concepción de la paz en términos negativos y pasivos. Es conveniente que en la praxis de los académicos se circunscriban definiciones de paz menos simplistas para construir una idea de paz en términos positivos y dinámicos que oriente la capacidad de soñar, imaginar y trabajar conjuntamente para conquistarla. Estrategias que se vinculen alrededor de la construcción de acuerdos, en torno de los procesos para la potenciación de la subjetividad política reconociendo la cultura de paz como una cultura política y como el escenario para el reconocimiento pleno, la justicia, la solidaridad y la autonomía. El diálogo, el reconocimiento del conflicto; la recuperación de la memoria sin cometer el error de llegar a una justificación extrema del sufrimiento; las prácticas de perdón, reconciliación y reparación; la recuperación de la experiencia de la víctima, del sufrimiento y la vulnerabilidad en reivindicación de una vida moral real; el reconocimiento de rostro del otro y de la legitimidad de su alteridad, de su otredad, de su diferencia; el establecimiento de relaciones justas e inclusivas

Del mismo modo, pensar en un perfil ideal de un ciudadano en una cultura de paz conlleva a la identificación y caracterización del perfil real que muestra la realidad nacional: Sujetos carentes de unos mínimos de cultura política, apáticos en la participación de procesos democráticos y la situación de pobreza y miseria que refuerzan sus acciones. Por oposición, un perfil ideal es el de un sujeto con una idea de cultura profundamente politizada y altamente deliberante, celoso de sus derechos, autónomo, democrático y pacífico; consciente de su rol histórico, con un profundo sentido del cuidado de sí y de los otros; capaz de pensarse y reflexionarse con otros; un sujeto que amplíe su círculo ético a partir de principios como los de justicia, respeto, responsabilidad y libertad; un ser humano que articule el discurso y la acción. La apuesta está en asumir la diferencia entre el perfil real y el perfil ideal para fomentar su aprendizaje en la escuela con los niños y con las niñas a partir del reconocimiento del cuestionamiento recurrente: ¿Es posible hacerlo de otro modo? Más allá de los elementos prácticos o estratégicos para esta transición es importante pensar en un elemento común y recurrente que está de trasfondo en esta discusión: el concepto o la comprensión que tenemos de cultura. De acuerdo con Gonzalo Murillo, un cambio cultural hacía la consolidación de la Paz implica esencialmente una resignificación de conceptos. En Colombia hay un amplio campo

campo de aceptación de la violencia como forma de avalar conflictos, lo que la justifica y la naturaliza dentro de las prácticas sociales. En otras palabras, la violencia está muy arraigada en la cultura nacional y especificada en cada región, lo que se traduce en una explicación que intenta reivindicar los derechos violentos. Es por ello que, en el campo de los derechos humanos, el caso de la violencia, no puede ser aceptada bajo ninguna forma. La violencia social en esta cultura consiste en deshumanizar al otro. Es una negación de su subjetividad que, siguiendo a María Victoria Uribe, implica cosificarlo. Ahora bien, dicho esto, surgen nuevas inquietudes que vale la pena tratar: ¿Hay campo en la institución educativa para construir nuevas ciudadanías, humanizadas? Es indispensable comprender que las escuelas son escenarios que reproducen conductas sociales. Sería erróneo concebir los establecimientos académicos como un espacio que crea múltiples violencias dado que el medio per se las crea; vienen de la sociedad como fruto de la cultura. No obstante en estos escenarios se recrean y se legitiman y se validan. De otra parte, también hay que reconocer que en estos procesos sociales el papel de los medios es fundamental para la generación de este tipo de conductas pues ellos mismos “venden la violencia”. En parte, porque tiene un alto valor comercial. Por eso es clave subrayar que más que el medio, que es instrumental, la responsabilidad está también en los periodistas. Ésta debe hacer parte de sus opciones éticas. Y se verá reflejada su labor educativa en la medida en que contribuyan a construir los conceptos de ciudadanía y de paz, al tiempo que dentro de sus obligaciones deconstruyan las nociones, gestos, acciones y sentires de la violencia que se transmite de forma imperante en los medios y colaboren con la difusión de conceptos e imaginarios más favorables para la convivencia pacífica. Las redes sociales entendidas como medios sociales, son actores fundamentales para la construcción de cultura. Diego Pérez afirma que parece que las redes en el momento actual están contribuyendo a perpetuar los escenarios violentos. Esta situación amerita un análisis simbólico profundo de los imaginarios creados, sin desconocer que su transformación sería compleja y a largo plazo. Dichos imaginarios son más difíciles de desmontar que la firma misma de los diálogos. La única manera de transformarlos sería por medio de una apuesta desde la educación hacia el conocimiento y el trabajo con las redes sociales para la construcción de la paz. En este sentido, Gonzalo Murillo afirma que cambiar las mentalidades que fomentan los medios requiere de una toma de conciencia de lo que se dice, transmite y replica. El problema no está en las redes en sí mismas sino en el potencial que se maneja desde el imaginario de los usuarios. En sentido general, transformar esas prácticas culturales pueden implicar algunas alternativas visibles: 1) Generar un campo cultural donde la violencia no sea legitimada procurando que la sociedad en general rechace cualquier tipo de expresión violenta. 2) Crear un código ético menos permisivo en el campo de la violencia. 3) Trabajar con los medios y con los periodistas para que tomen conciencia del significado de la reconciliación, la ciudadanía y la paz. 4) Generar dinámicas en los demás escenarios de la vida pública que permitan asumir dichos conceptos además de erigir alternativas de construcción de paz. Y 5) Generar consenso social para que no se acepte la violencia. Las guerras nacen en la mente de los hombres, y es en ella en donde deben erigirse los baluartes de la paz. Jordi Palou afirma que cuando se habla de cultura, se está haciendo con relación a los origenes

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de la tierra, de la agricultura, del aprendizaje, de la tierra labrada, del ritmo de la naturaleza y los ritmos y procesos que todos los humanos desarrollan en relación a ellos. Hablar de cultura de paz implica retomar esas fuentes, teniendo en cuenta que un cambio en la forma como nos relacionamos con el entorno, y de cómo pensamos, es análogo a los procesos de cambio cultural. Las dinámicas que se ponen en juego, deberían estar conectadas con esta dinámica natural para construir un “jardín de paz”. Palou resalta el coraje y la valentía de Colombia, al tiempo que destaca las diferentes vías de justicia transicional que ayudan a ir construyendo el proceso de paz en medio del conflicto y asegura que por la vía de las memorias -en plural- se puede establecer la verdad sobre el conflicto, además de contribuir a la sustitución del concepto víctima por el de testimonio o testigo para no invisibilizar al individuo que ha vivido y sufrido la violencia.

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En un sentido similar, Diego Pérez se orienta hacia las prácticas de transición hacia una cultura de paz y la ciudadanía en este tipo de contexto. Su argumentación parte de la necesidad de profundizar sobre el tema de ciudadanía puesto que ésta no existe en contextos de violencia prolongada y sistemática. Aunque se hable de ciudadanía, lo que subsisten son individualidades. En realidad, un estado de paz es el que permite construir o facilitar las condiciones para ejercer la ciudadanía. Si bien es cierto que se ha mejorado el tema de la ciudadanía mundial, no se puede ser ciudadano del mundo si primero no se es ciudadano de un sitio específico. Por lo tanto, debe tenerse un lugar de pertenencia, ser sujeto de derechos y poder ejercer una identidad propia. Particularmente, la cultura se construye desde y en el territorio, y la ciudadanía también debe hacerse a partir de allí. La construcción de la ciudadanía, se realiza, especialmente en nuestro contexto latinoamericano, en y desde la localidad y la territorialidad. Este aspecto requiere reforzar la idea de un ciudadano apto para la paz desde el ejercicio de configurar condiciones territoriales y sociales que lo permitan. Así, es crucial la idea de la paz como un ejercicio de construcción positiva, en la medida que respeta las particularidades, pues al anclarse en un territorio se vuelve parte social como sujeto de derechos y obligaciones comunes. En relación a esta figura de la construcción de una ciudadanía o, mejor ciudadanías, se pueden delinear algunos elementos que pueden ayudar a este propósito: 1) La configuración de prácticas sociales relativas a la transformación de las individualidades, relacionadas con las formas de relacionarnos unos con otros. 2) identificar y cambiar las prácticas que identifican patrones estructurales que mantienen las violencias, tales como la impunidad, el silencio o la indiferencia. 4) cambio sistemático y social en la concepción y el ejercicio del poder, tanto a nivel gubernamental como los micro-poderes que se van dando en lo institucional, lo familiar y lo social. Adicionalmente, en relación con el proyecto de ciudadanía, Luis Guillermo Guerrero hace énfasis en la idea de comprenderla desde lo plural, sobre hablando de un país pluriétnico y multicultural como Colombia. Esto invita a una comprensión distinta de los planteamientos de diversidad ciudadana que reconozca y respete las maneras de ser y hacer de los diferentes grupos sociales; la invitación a pensar procesos económicos, políticos, tensiones de interés y en consecuencia tensiones de ciudadanía que conduzcan a la pregunta de cómo hacer Estado y a la recuperación de este como “pacto social” con las diferentes comunidades. Además, el espacio educativo tiene un reto pedagógico con la sociedad: adecuar escenarios de pedagogía social donde todos sus actores contribuyan

a una construcción de una cultura de paz; espacios tales como la calle, la familia, la iglesia, el barrio, el trabajo, la empresa, entre otros. Concluyendo: De lo conversado y presentado en la reflexión de este eje temático, es posible establecer una línea de reflexión clarificando los grandes temas centrales que se consideraron cono procesos, actores o condiciones para lograr una cultura de la paz, sostenible en el tiempo. En primer lugar, se propone una reflexión sobre un proceso esencialmente transicional. Éste se da entre dos escenarios diametralmente opuestos: la Naturalización de la violencia y la Cultura de paz. Para dicha Transición se establecen unos ejes fundamentales, si se quiere, no negociables: el primero de ellos es el reconocimiento de una alteridad diversa y plural, la cual ha sido desconocida o invisibilizada en la violencia actual; el segundo, relacionado con el primero, tiene que ver con la configuración social de ciudadanías para la paz, que ente otras cosas reconozcan y promuevan la agencia social de todas las personas y enfatizan un trabajo complejo de evitar las posturas hegemónicas frente a los conceptos y reflexiones. Asimismo, se han caracterizado algunos elementos considerados claves fundamentales en la construcción de una cultura de paz. Dichos elementos son: El lenguaje que transmite cultura; las ciudadanías entendidas no como individualidades, sino como un cúmulo de características personales, colectivas y diversas; la institucionalidad política tanto nacional como regionales, , los medios de

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comunicación y educación como procesos e instituciones sociales que juegan un papel crucial en esta transformación. Convergen aquí dos consideraciones iniciales: por una parte, la comprensión de la Cultura desde el arraigo con la tierra, la agricultura, el cultivo, es decir, asumiendo sus implicaciones en el aprendizaje y la dedicación que supone seguir el ritmo de la naturaleza; por otra parte, la necesidad de definir la Paz, más allá de la negación de la violencia, esto es, como una sucesión de prácticas que redunden en la humanización del otro. Teniendo esto en cuenta, se expone la consecución de esta “Cultura de Paz” como un doble reto, tanto político como pedagógico que se resume en la construcción de ciudadanías concretas, donde radica la mayor fuerza de este marco propositivo. En ese sentido, la expresión enfatiza en la pluralidad de los procesos sociales de acuerdo con los actores implicados y aparece como resultado de un triple proceso de transformación, de subjetividades, imaginarios y estructuras. Finalmente, se señalan algunas capacidades y prácticas necesarias en este ejercicio ciudadano, que se espera transiten en los diversos escenarios que van desde la Escuela y los Medios de comunicación, hasta las Empresas y los Gobiernos locales, sin restringirse de forma a exclusiva a alguno de estos; en otras palabras, se plantea la superación de una visión fragmentada en reconocimiento de que si bien el reto político vincula la transformación de condiciones sociales, no puede restringirse únicamente a las instituciones gubernamentales, tanto como el hecho de que el reto pedagógico, vinculado a la transformación de voluntad y disposiciones personales, no es únicamente escolar sino que remite a escenarios como los medios y las redes sociales.

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Relatoria

Grupo de expertos en Portugal • • • • • • •

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Ana Paula Coutinho, profesora de la Facultad de Letras de la Universidade do Porto. Miembro del Grupo Interconfesional de la Universidade do Porto –GIUP-. Jorge Teixeira da Cunha, profesor de la Facultad de Teología de la Universidade Católica Portuguesa do Porto, miembro de la Comisión Justicia y Paz de Oporto. José Manuel Pureza, profesor da Facultad de Economía de la Universidade de Coimbra. Manuel Pinto, Profesor do Instituto de Ciencias Sociales de la Universidade do Minho. Maria da Conceição Azevedo, Profesora de la Escuela de Ciencias Humanas y Sociales de la Universid de Trás-os-Montes e Alto Douro. Maria Isabel Pereira Varanda, Profesora da Facultad de Teología de la Universidade Católica Portuguesa de Braga. Paulo Morais, vice-presidente de Transparência e Integridade, Associação Cívica e profesor de la Universidade Lusófona do Porto.

Conclusiones Hoy tenemos una conciencia más globalizada y nos referimos a un “nosotros” más amplio geográfica y culturalmente hablando. En el mundo actual, un enfoque localizado de los temas no supone un problema o una limitación, sino que se revela como algo fundamental para no caer en un discurso vago o demasiado genérico. Sin embargo, conlleva un gran desafío: la convicción de que hoy por hoy ninguna cuestión debería ser ingenuamente analizada o sin tener en cuenta un contexto más amplio, tanto teóricamente como en la práctica, sino en un contexto global. La pacificación de la sociedad requiere una sabiduría y una prudencia (sin ambigüedades) capaces de diferenciar la violencia que destruye la justicia y la ley (violencia pecaminosa) de aquella que instaura la justicia y el derecho (violencia virtuosa). Distinguir en todo momento entre una y otra será el más arduo camino hacia la paz. Desde el punto de vista de la educación para la ciudadanía y para la paz, se puede hacer un camino partiendo de referencias que sin embargo resultan muy difíciles de incorporar en las políticas educativas que se caracterizan por la formación y la uniformización. La experiencia histórica de conquista de derechos, de lucha por la paz, se compone más de desobediencia que de otra cosa, de disidencia, de distancia critica, de rechazo de modelos prefigurados. Es necesario integrar en la educación en derechos humanos, para la ciudadanía la desobediencia, sin embargo al incorporar estos referentes en los modelos educativos, probablemente se vacíen de su potencial transformador. A menudo corremos el riesgo de transformar la educación para la ciudadanía, para la paz, o para los derechos humanos, en una educación para un determinado tipo de conductas que son, en gran parte, 1

Texto resultado de la mesa de trabajo de este eje temático. Grupo de expertos satélite Portugal

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lo contrario de aquello que realmente está en juego. Específicamente en el tema de la cultura de paz, este debate es muy necesario. Tenemos una idea de paz por negación, por el silencio de las armas, por el silencio de la agresión, y desde aquí construimos un conjunto de estrategias que están relacionadas con el diálogo, con la interculturalidad. Tenemos que integrar en el discurso de paz los antídotos, aquello que es contrario a la violencia no manifiesta, a aquellas que no son violencias con rostro, que no son violencias físicas o directas, tales como la violencia estructural y cultural (arrojar personas al desempleo, a la marginación social, catalogar personas). La educación tiene una gran especificidad: un universo simultáneamente reproductor, ya que repite modelos, comportamientos, etc.; y proyectivo, capaz de generar cambios a medio y largo plazo. Es muy difícil, y hasta «erróneo», sostener un discurso generalista sobre el papel de la escuela en la sociedad contemporánea. Las diferencias son muchas, incluso abismales, sobre aquello que representa la escuela en las diferentes regiones del mundo global; en muchos contextos específicos, la escuela tiene que coexistir en una sociedad altamente desigual, con mucha información proveniente de otros canales, de los que destacan la televisión e internet. Por más que cueste admitirlo, el volumen de información vehiculada por estos medios no sólo es infinitamente mayor, sino que es más influyente, creador de creencias y actitudes que cualquier escuela de cualquier nivel o grado de educación, a medio y largo plazo. ¿Suponiendo que históricamente la principal función de la escuela es la instrucción, que elementos podremos identificar en la socialización que se presupone que pertenecen a la educación para la paz y que se pueden enseñar? En primer lugar la escuela puede asumir el combate al analfabetismo emocional, como manifestación de la incapacidad para lidiar con el conocimiento sobre el mundo interior de cada uno, los sentimientos y las emociones de los otros y de sí mismo. El segundo aspecto se refiere a la «educación para la autonomía», es decir, “aprender a leer el mundo” que no sólo implica la capacidad de obtener información; sino también de diferenciar, entre toda la información disponible, la que es relevante; jerarquizarla y relacionarla. No podemos concebir una cultura de paz, desvinculada de los mecanismos que provocan desigualdades sociales. En este contexto debemos preguntarnos ¿qué papel juegan los medios de comunicación social en una cultura de paz? Los medios de comunicación social hoy en día son un medio extremadamente poderoso. Captar el momento de emergencia de un acontecimiento sin preocuparse de lo que ocurrió antes es una práctica

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muy generalizada. Se da importancia al resultado y no a sus causas. Los medios de comunicación social son la expresión de una cultura de lo desechable, de sucesivas olas de interés y de olvido. La lógica contemporánea pretende resaltar hacia donde se va a centrar el interés. ¿Quién controla estos focos de interés?

Palestina, Egipto, Estados Unidos, o de Portugal que idea de paz tienen y los medios para lograrla, nos daremos cuenta de que bajo el mismo significante, el significado es muy diverso. El ideal de paz se alimenta de las experiencias de paz o de ausencia de ésta que marcan las historias personales, comunitarias o nacionales.

De esta forma los medios de comunicación social son constructores de una realidad, no son meros espejos de ésta. Lo que vemos y leemos es, en cierta forma, una construcción, una interpretación de la realidad, pero no es una interpretación hecha de la nada, sino que se hace desde las mediaciones y percepciones, valores e intereses que presiden la lógica mediática.

Por lo tanto, será importante desarrollar herramientas de lectura, diagnóstico e interpretación de la realidad. Identificar, nombrar y desconstruir modelos políticos que, de modo implícito o explícito, se imponen, castran o colonizan. Los regímenes democráticos pueden ejercer y catalizar la violencia, a menudo bajo la apariencia de capacitación de las personas. Es importante pensar sobre la “dictadura” del mundo digital y del paradigma tecnológico. Es importante pensar sobre la “dictadura” del mundo económico bien como pensar sobre los mecanismos de “resignación” de las naciones, de las sociedades y de los individuos. Es importante desarrollar “una nueva forma de pensar” que “requiere una enorme creatividad” (Ervin Laszlo) en la redefinición de nuevos imperativos como operadores de cambio a nivel de:

Es, por lo tanto, esencial abordar el problema de la denominada alfabetización mediática, que es también una alfabetización para la ciudadanía y para la comunicación. Es necesario explorar las rutas alternativas, canales que den voz a la gente, a experiencias, visiones y valores que no son los dominantes. Hoy, tenemos más posibilidades de acceder a estos canales (internet, redes sociales), sin embargo, estos son en sí mismos una realidad ambivalente, donde se pueden encontrar cosas, sugerencias, experiencias, ideas, personas, absolutamente excepcionales, así como la basura más abominable.

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El ideal de democracia moderna depende de la concretización de los valores que concurren en su totalidad por la paz. Sólo habrá paz cuando haya libertad en la esfera privada, en la capacidad de emprender, cuando haya igualdad de oportunidades y un acceso generalizado a la salud y a la educación. Es conocido el creciente malestar en las sociedades democráticas resultante del aumento de las desigualdades sociales y la gran desconfianza hacia los políticos. Estos dos polos tienen un punto de partida común: la corrupción. Indicar uno de los caminos para la paz es fácil: la lucha contra la corrupción. Recorrerlo puede que ya no lo sea tanto. Poner en la agenda la lucha contra la corrupción es obligatorio para quien busque la paz. Denunciar la violencia del «pez grande que se alimenta de muchos peces pequeños», como decía el padre António Vieira, se presenta como una tarea urgente. Existen otros caminos para la implementación de la cultura de paz: protección [prevención] de la paz y desconstrucción de las lógicas de creación de espacios urbanos que conducen a la segregación. En la comunidad internacional e incluso intranacional asistimos a programas de protección del medio ambiente, de protección de los recursos culturales, pero no hay ningún programa general de protección a la paz. La comunidad internacional actúa mucho a nivel terapéutico, cuando hay una guerra se celebran cumbres, sin embargo previamente y como prevención nunca se hace nada ni nunca se piensa en el problema. Hace falta un programa de prevención ante la “imprevisibilidad” de los fenómenos sociales. Es necesario esforzarse para lograr una cultura de paz que implique cuestionamientos sobre la forma cómo se piensan y organizan los espacios urbanos. Muchas soluciones implementadas en las últimas décadas en las grandes ciudades se basan en una visión guetizada de los pobres, los marginados. Si le preguntamos a la gente de Colombia, de Siria, Corea del Norte, de Myammar, Sri Lanka, Ucrania,

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Individuos: pensar globalmente, vivir responsablemente, formar personas con sabiduría; educar para el valor de la diferencia, la importancia de reinventar la convivencia y la hospitalidad. Relaciones interpersonales: educar para el amor, la atención, el cuidado; educar para la educación, educar para la responsabilidad; educar para el discernimiento. Empresas: educar para la paz como estilo de vida y no como mero modelo de desarrollo.

APORTACIÓN DE LOS EXPERTOS DEL GRUPO DE TRABAJO DE PORTUGAL Ana Paula Coutinho 1. ¿De qué lugar hablamos cuando tomamos la palabra, incluso para pensar y promover la paz en el siglo XXI? Es decir, ¿cuáles son nuestras referencias o de que experiencias y visiones del mundo partimos para dar forma a nuestro discurso de diagnóstico y proyección? La construcción de la paz debe empezar por tomar conciencia de los contextos o delimitaciones de nuestros discursos y respectivos conceptos. 2. Si bien es cierto que ha aumentado la sensibilidad hacia las heterogeneidades efectivamente abarcadas o silenciadas por el pensamiento globalizado, las referencias a un ‘nosotros’ o a la sociedad contemporánea son a menudo meramente proyectivas, desde un contexto geocultural, por lo que no es de extrañar que ellas mismas acaben desarrollando focos de incomprensión y desequilibrio y, consecuentemente, de conflictos. Cualquier problemática del mundo actual, incluyendo una tan compleja que involucra un concepto-valor como el de la ‘Paz’, respecto al cual ha sido muy difícil construir un discurso que englobe las diferentes tradiciones sociales, culturales y religiosas, no puede ser abordado ingenuamente en términos simplemente locales, regionales o nacionales, ni hegemónicamente pensado y/o impuesto según modelos universales: La edificación de la paz exige que se aprenda a pensar y a actuar glocalizadamente, es decir, según un compromiso constante entre lo local y lo global, lo próximo y distante, lo propio y lo ajeno. 3. La necesidad de compromisos, la negociación de equilibrios, no se deben interpretar o confundir con

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relativismos que acaben olvidando o cediendo en los principios esenciales de la dignidad de la vida humana. La enseñanza-aprendizaje de estos principios y prácticas de diálogo y compromiso deberían darse (aunque no exclusivamente) en el espacio escolar, a lo largo de todos los niveles de educación o formación del individuo.

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Muchas son las diferencias entre los sistemas educativos existentes en los diferentes países y regiones del mundo, pero en cualquier lugar, la escuela cada vez más se ve obligada a convivir con mucha información vehiculada por otros canales, en particular por la televisión e internet, que cuentan con un gran potencial para influir, si no mayor que el de la ‘escuela’. Es esencial tener en cuenta este hecho con el fin de aprovechar la escolaridad formal no sólo como un derecho y un deber de recibir (in)formaciones rigurosas en cada una de las áreas del conocimiento, sino también como un espacio-tiempo de formación en valores y actitudes. Si no fuera así, la ‘escuela’ (en sus diferentes niveles de educación) acabará convirtiéndose irremediablemente redundante y cómplice, en cierto sentido, de una lucha subterránea en que gana quien tiene más recursos y, por consiguiente, mayores posibilidades de persuasión y manipulación, dictadas por intereses económicos, políticos u otros.

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La construcción de la paz presupone la apuesta socio-político en una ‘escuela’ que sea espacio-tiempo no tan sólo de transmisión de información, sino también o cada vez más un espacio-tiempo de práctica para un espíritu crítico y de formación en valores para la vida.

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4. A pesar de que existan algunas discrepancias significativas también en este nivel, el mundo actual se rige por el exceso (incluyendo palabras, discursos…) y por la aceleración en general en todos los sectores de la vida humana y social. Ahora bien, fácilmente se comprueba que los excesos y la aceleración son fundamentalmente incompatibles con la reflexión y el compromiso. No faltan agendas complicadas, tratados ambiciosos, informes exhaustivos y repetitivos… pero falta el sentido de lo esencial; falta el tiempo y la coherencia en la acción. Falta, por así decirlo, una ‘carta conjunta de tareas’, bien decantadas, con tan sólo algunos principios básicos, pero con el compromiso explícito, individual y colectivo, de actuar coherentemente con estos principios. La edificación de la paz requiere tiempo para reflexionar, es decir, para el reconocimiento, en términos individuales y colectivos, de lo que es esencial para la plena dignidad de la vida humana. Eso ‘esencial’ que tiene sus raíces en (y trasciende de) las circunstancias históricas, es el resultado de un aprendizaje individual y colectivo que está siempre en marcha.

Isabel Varanda 1. 1. La paz es un valor universal; no es reducible a un mero concepto; es un estilo de vida: una forma de reconocerse, de ser, de interpretar y habitar el mundo. 2. El estatuto de la crítica dentro de una cultura y en las diferentes culturas. ¿Cuál es el estatuto de la crítica en los diferentes contextos en los que nos situamos? Si le preguntamos al pueblo de Siria, de Corea del Norte, de Myammar, de Sri Lanka, de Palestina, de Ucrania, de Egipto, de los Estados Unidos o de Portugal, que idea de paz tienen y los medios para lograrla, nos daremos cuenta que, bajo el mismo (fonema) significante, el significado es muy diverso. El ideal de paz se alimenta de las experiencias de paz o de ausencia de paz que marcan las historias personales, de las comunidades o de las naciones. Los procesos de paz, ya sea a nivel nacional o internacional, ya sea a nivel regional, étnico o interpersonal necesitan llegar a un consenso de partida en lo que se refiere al horizonte semántico de referencia. La paz tiene diferentes nombres; diametralmente opuestos, nos remiten a situaciones concretas de la vida: en la violencia es dulzura; en la dominación, la paz es libertad; en la dictadura, la paz es autodeterminación y democracia; en el silencio

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impuesto, la paz es el ejercicio de la palabra; en la miseria, la paz es prosperidad; en la enfermedad, salud, en el hambre, paz es pan; en el miedo y en el terror, la paz es confianza, serenidad y seguridad. La forma como la paz y sus manifestaciones y las manifestaciones de guerra y violencia se producen, son tan numerosas, tan diferentes, tan irreductibles que me cuestiono por la hermenéutica del concepto de violencia, del concepto de prevención, de protección y de paz. Necesitamos analizar profundamente donde vivimos, así como los diferentes puntos de partida. Es importante desarrollar instrumentos de lectura, diagnósticos e interpretación de la realidad – para ordenar, leer, comprender, prever, distinguir y construir- accesibles para el ciudadano común. Trabajar tales ideas como el orfebre la filigrana: paciencia, precisión, imaginación, delicadeza, generosidad, dulzura fuerte. No a la paz fría, contractual, protocolar; no a la violencia de la palabra; no a la violencia del silencio. Capacitación de todos; acceso para todos a la expresión y a la autodeterminación. El desequilibrio es un concepto interesante para analizar. Yo diría que no es necesariamente negativo; puede tener un potencial interesante de fomento de la motivación. El reconocimiento performativo de los derechos humanos fundamentales (alimentación, salud, educación, vivienda, afecto, pertenencia, espiritualidad,...) puede establecer el equilibrio necesario y suficiente, a partir del cual la autodeterminación podrá o no emerger y construirse. identificar, nombrar y deconstruir modelos políticos (en el sentido de la polis griega) que implícita o explícitamente, imponen, castran y colonizan. También los regímenes democráticos pueden ejercer y catalizar violencias, a menudo bajo la apariencia de capacitación de los individuos. Pensar la ‘dictadura’ del mundo digital y el paradigma tecnológico. Pensar la ‘dictadura’ del mundo económico. Pensar los mecanismos de ‘resignación’, las naciones, de las sociedades y de los individuos. Pensar la capacitación para el discernimiento y la crítica y para el escrutinio de la capacitación, del discernimiento y de la crítica. Pensar en los vínculos, el sentido de self, un sentido de pertenencia, el sentido de comunidad. ¿Qué vínculo hay entre personas, entre las comunidades, o con la propia naturaleza? Cultivar y cuidar las pertenencias, sin olvidar la pertenencia a un planeta que es urgente que cuidemos y pacifiquemos. Explorar el potencial del concepto de alianza desarrollado en la tradición hebrea-cristiana. Dos palabras claves: la diferencia y la hospitalidad como categorías humanas fundamentales para explorar como claves para la paz. El imperativo de la educación para todos. Educación que tenga en cuenta la integralidad del ser humano, lo que significa reconocer un espacio a la trascendencia, ya sea en la línea de un humanismo secular o de un humanismo religioso. Es necesario que seamos conscientes de que ‘el desarrollo de una nueva forma de pensar requiere una enorme creatividad’ (Ervin Laszlo) en la redefinición de nuevos imperativos como operadores de cambio: A. ‘Un nuevo imperativo para los individuos: pensar globalmente, vivir responsablemente como ciudadanos del mundo, conscientes de los derechos y deberes en relación al mundo natural, al mundo humano y a la historia común. Recuperar la noción saludable de ‘ciudadano del mundo’. Formar a la gente para el saber con sabiduría; educar en la dulzura para una cultura de paz. B. un nuevo imperativo para la relación interpersonal: educar para el amor, para la solicitud; educar para el cuidado; educar para la educación, educar para la responsabilidad; educar para el discernimiento. C. Un nuevo imperativo para las sociedades y la vida cotidiana individual: educar para la paz como estilo de vida y no como mero modelo de desarrollo (estilo-para reorganizar los elementos del mundo; modelo – evoca algo ya hecho, ya adquirido). Estilo de vida que ayude a vivir una ‘vida buena’ y de ganas de vivir. D. un nuevo imperativo para la gente y las culturas: ‘Pasar de la convivencia a la inter-existencia’ (Ervin Laszlo). La educación para la diferencia es esencial. Educar en el valor de la diferencia. La diferencia como riqueza y no como amenaza. Reinventar la convivialidad y la hospitalidad.

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Resumiendo: ¿Qué antropología subyace a los ideales de la ‘buena vida’ en el siglo XXI? ¿Qué concepto tenemos de vida y de muerte, de paz y de guerra? ¿Qué concepto tenemos de individuo? ¿Qué concepto tenemos de sociedad? Siento que estamos en un momento muy interesante, pero al mismo tiempo no consigo ver bien hacia que horizontes, incluso a corto plazo, se está apuntando. Sentimos que hay intereses que dominan y, normalmente, estos intereses no corresponden a los intereses del individuo común.

La pacificación de las sociedades requiere una sabiduría y prudencia (sin ambigüedades) que sea capaz de distinguir entre estos distintos usos de lo que parece ser lo mismo: la violencia que, en un caso, destruye la justicia y el derecho (violencia pecaminosa) y, en otro caso, instaura la justicia y la ley (violencia virtuosa). Ser capaces de distinguirlas es el más arduo camino hacia la paz.

Sin embargo, los apoyan... por qué, no lo sé…

José Manuel Pureza

Jorge Cunha

En educación para la paz se da por adquirido un consenso sobre ‘eso’ que es la paz. Posteriormente nos ocupamos de las estrategias educativas, de la formación que mejor sirva para la adquisición de ‘eso’ que es la paz. Finalmente, hay el cuidado de decir que ‘eso’ no se adquiere tan sólo por estrategias de transmisión de conocimientos, sino que hace falta una sensibilización del punto de vista social y ético.

Las dos formas de violencia: para la paz y contra la paz

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de violencia. ¡Pero en un caso es violencia buena; y en el otro caso violencia mala! Una fuerza violenta se justifica (y hasta sevindica) que se utilice, la otra solamente puede ser vedada y reprimida. La poesía bíblica canta la fuerza divina que instaura la justicia con imágenes violentas que repugnan nuestra sensibilidad “pacifista”.

La violencia es una realidad ambigua. Lo que dificulta enfrentarla de cara, tanto para desenmascararla como para utilizarla (con moderación). “Si vis pacem, para bellum” fue el proverbio de los antiguos, proverbio que muestra toda la ambigüedad a la que nos referimos. Si buscas la paz, prepárate para la guerra: y esto no es tan sólo expresión del belicismo más inmediato como camino hacia la pacificación. Eso sería el militarismo más miope. Esta expresión indica también el camino del uso moderado de la violencia, como forma de garantizar el control de la fuerza buena sobre la fuerza mala. La sociedad conoce ambas fuerzas: la fuerza caótica que destruye y la fuerza controlada que limita al violento y que hace justicia a quien fue víctima de la violencia. El problema no es conocerlas, sino identificar claramente la frontera entre ambas. El evidente imperativo de usar la fuerza para frenar al violento justifica la fuerza policial o militar. Y no es fácil imaginar una sociedad en la que se pueda prescindir de la fuerza como forma de controlar la violencia. La razón no puede estar en contra de ello, la razón que se nos da, decimos, que es aquella que se nos ofrece de forma más inmediata para pensar la justicia. Por supuesto siempre podemos recordarle que la razón puede ir más allá, imaginando una defensa no violenta de la paz. Pero incluso aquí, no evitamos la violencia, a pesar de que sea una violencia no-violenta. La violencia parece ser el paradigma más originario de la vida. ¿Realmente es así? Regresemos al proverbio romano y concentrémonos en la palabra “vis”. Esa palabra es el síntoma de esta ambigüedad originaria. Es el verbo más irregular del latín (volo, vis...) y también es el sustantivo que significa violencia (vis, vis). Pero, curiosamente, es más que eso. También es la raíz de la palabra capacidad (virtus), de donde proviene la palabra “virtud” que, en su origen, es la fuerza para perseverar en el bien. El camino que le da nombre a la violencia es también la vía para llegar a su superación. ¡He aquí el lugar por excelencia de la ambigüedad! Pero la desambiguación todavía no concluyó. Como señaló con su habitual ingenio Walter Benjamin, la tradición bíblica alude a dos formas de uso de la fuerza: una que instaura el derecho y otra que lo destruye. Hay lugares en los que interviene la fuerza divina para restaurar el derecho violado y hay otros, mucho más numerosos, en que la fuerza humana destruye el derecho. Ambas son formas

En particular desde el punto de vista de la educación para la ciudadanía y de la educación para la paz, en mi reflexión personal partí de conceptos o referencias que son muy difíciles de llevar a las políticas educativas de formación y uniformización, porque creo que esas referencias se vacían de su potencial modificador y transformador. Me parece que muchas veces hay el riesgo de transformar la educación para la ciudadanía, la paz, o los derechos humanos en una educación para un determinado tipo de conductas que son en gran parte lo contrario de aquello que está en juego. Es necesario integrar la desobediencia en la educación para los derechos humanos, para la ciudadanía. La experiencia histórica de la conquista de derechos, de lucha por la paz, se ha llevado a cabo sobre todo desde la desobediencia, la disidencia, la distancia crítica, el rechazo de modelos prefigurados, sean cuales fueren. La educación para la ciudadanía pasa mucho más por la creación de ambientes, de aprendizajes, de dinámicas y condiciones para que cada uno y cada una y sus respectivos grupos aprenden a manejar la confrontación, a tener coraje, firmeza, tolerancia, pero especialmente a tener la valentía de ser disidente. En el caso específico de los temas de la cultura de paz, este debate también se tiene que hacer. De forma más o menos implícita hay la convicción de que las cuestiones de paz ya están definidas, pero se tiene una idea de paz negativa, por negación, por el silencio de las armas, por el silencio de la agresión, y desde allí construimos un conjunto de estrategias que tienen que ver con el diálogo, con la interculturalidad... Sin embargo, en el discurso de paz se tienen que integrar los antídotos, lo opuesto a la violencia que no es manifiesta, que no es una violencia con rostro, que no son físicas o directas, como es la violencia estructural y cultural. Pasamos entonces a un registro que es mucho más problemático, que es el de identificar la violencia que tiene que ver con el funcionamiento del sistema económico, político,

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jurídico que determina resultados que son inhibidores de la realización de las personas. Echar personas al desempleo, a la marginación social, la explotación de personas, la eliminación de horizontes de integración de los jóvenes al mundo laboral, el lenguaje sexista... Cuando se catalogan como verdaderas violencias y no como violencias metafóricas entonces la cultura de paz cambia de tercio. La cultura de paz ya no es sólo, o principalmente, un sistema de valores, principios y lenguaje que hacen que todos seamos armónicamente «amigos», sino que hay momentos de ruptura, de tensión, de diferenciación, de denuncia de prácticas que se consideran normales pero que producen resultados objetivamente nefastos en términos de realización personal. En el campo de la educación para la paz, Johan Galtung señala que la violencia estructural es violencia y por ello fue acusado de no academicismo y de entrar en política. Mi sensibilidad personal se centra más en valorar las cosas que son difíciles de hacerlas operativas para grandes grupos. Se trata más de referencias, límites, llamadas de atención, que ponen en el centro de la discusión, desde el punto de vista de la paz, de la ciudadanía, de los derechos humanos y de los valores, esta constelación normativa, que ponen encima de la mesa el lado que menos se aborda, que se relaciona menos con cordialidad y más con transformación.

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Un ejemplo sobre cuestiones de derechos humanos que suelo utilizar en entornos estudiantiles, en las facultades de derecho, de ciencias sociales con los jóvenes, es el de las sufragistas. Las acciones de aquellas mujeres, ya sea las manifestaciones en las plazas, ya sea otra actitud más provocativa, como la de tirarse a los caballos en las carreras de Ashford. En aquel momento fue de una violencia terrible. Las trataron de histéricas, perturbadas, mal casadas, fuera de la ley. O los trabajadores que se reunían frente las fábricas, para conseguir unos mínimos de seguridad e higiene, un horario de trabajo. Son ejemplos que dan mucho que pensar. ¿Si la educación para los derechos humanos no incluye esto, qué va a incluir? Si no incluye ese ejemplo de valentía de disidencia, de ruptura, de violencia extrema que se responde con una violencia pacífica, si podemos decirlo así. No me parece acertado considerar que la violencia de otra escala, aquellas más difíciles de identificar de forma inmediata, como más distantes o no tan fuertes. Hay una imagen, que no es mía, pero que puede ayudar: • • •

la violencia física es un terremoto, es un momento de gran espectacularidad. la violencia estructural es la tectónica de placas. Sólo quien vive en San Francisco al lado de la falla de Santa Elena sabe lo que es. La tectónica de placas tiene una dinámica lenta, parece que no hay ningún problema, sin embargo ese movimiento es terrible, cuando choca provoca un terremoto. La violencia cultural es la falla, es permanente. Es el día a día, no tiene notoriedad. ¿Qué hay de más cotidiano hoy en día que el desempleo?

A menudo en nuestras reflexiones, el peligro del relativismo nos obstaculiza los movimientos, sin embargo es más una amenaza que una realidad. No aceptamos recorrer un camino porque podemos caer en el relativismo. ¿Por qué no se denuncia el peligro contrario que es el del absolutismo, de la verdad rígida sin maleabilidad? El relativismo es un error intelectual, sin embargo a menudo fácilmente se usa el riesgo de que caigamos en él para que no iniciemos el camino.

Manuel Pinto La guerra tiene un lugar importante en los medios de comunicación social, especialmente lo que está aconteciendo y el miedo que se instala. Por otro lado los mass media se dirigen a todas las edades, lo cual, bajo el punto de vista axiológico, hace que se creen cosmovisiones y que se estructuren narrativas. Hoy en día, son un medio muy poderoso donde se llevan a cabo y se desarrollan prácticas, se crean visiones. En ellos la violencia tiene mucha fuerza. Es este miedo, que nos anestesia y deja impotentes, que no permite crear caminos alternativos. Hace falta entrar en la práctica del juego para mostrar que otros mundos son posibles – ya hay pequeños núcleos que se tiene que agarrar y desarrollar. En el campo de las noticias, dan al conflicto – desde local a otros de mayor escala –, enorme importancia, ya que es mucho más fácil y genera más audiencia dar noticias del conflicto que de otros acontecimientos que valoran a la persona. El periodismo pilla el momento de aparición del acontecimiento (la explosión) sin tener en cuenta aquello que está antes. Se da importancia al resultado pero no a sus causas. Como resultado de un gran debate, empieza a haber un periodismo, aunque marginal, que busca la génesis, el origen de las cosas, para contribuir a sanar o evitar el conflicto. Una contribución al Congreso de la paz sería abordar el problema de la llamada alfabetización mediática (que es también una alfabetización para la ciudadanía, para la comunicación), expresión de origen anglófono llamada “media information literacy”. Buscamos una comunicación que no se nos da, pero que se tiene que aprender. Hace falta desconectarse, tomar distancia en relación a las tecnologías -generar un movimiento inverso al de inmersión. Hay aprendizajes importantísimos que están por hacer en el contexto de la comunicación. Hay un inmenso know how, interno, que nació y creció en Europa que se tiene que desarrollar y aprovechar. Cabe señalar que los referenciales, nacieron dentro de un marco católico originado en Canadá, en Australia y en América Latina, pero también en Europa. Es un punto importante sobre el cual vale la pena reflexionar –reflexionar para actuar. Como tentativa de reflexión/eco sobre la cuestión de la imprevisibilidad, podemos hablar de los medios de comunicación social como expresión de una cultura de lo desechable, y por lo tanto, vivimos oleadas sucesivas de centralidad y de olvido. La lógica de la época contemporánea, y ahí los mass media tienen un papel crucial; es poner en evidencia hacia donde se decantan los focos de atención. Todos nos preocupamos y seguimos estos focos de atención que después se dirigen hacia otro lado y nos olvidamos de los primeros. Nosotros mismos olvidamos. Estos tipos de fenómenos a menudo nos alienan de la realidad. Me pregunto ¿quién controla estas lógicas de centralidad? Se trata de un problema cultural, global, no es tan sólo un problema a nuestra escala. Me pregunto si hoy no nos encontramos ante un cuadro sociológicamente difícil de comprender, de tal forma que la prevención se vuelve difícil, porque la combinación de factores que pueden producir un cierto tipo de fenómeno de violencia, de coacción, es fruto en muchos casos de una tensión latente. En otras ocasiones en cambio, incluso hay un deseo de que acontezcan determinados episodios.

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Una cuestión que me gustaría introducir en esta reflexión está relacionada con la prevención: la justicia social. Vemos como las injusticias y las desigualdades van en aumento y no podemos fingir o hablar de una cultura de paz, desligada de los mecanismos que producen desigualdad social. Es un punto central y estructural de una reflexión sobre cultura de paz.

Intentando llegar a aquellos profesionales, es necesario tener criterios para dar fuerza a las personas que están luchando por ciertos valores y crear una cultura que hostilice y rechace otras cosas. Es un trabajo enorme, pero si no lo incluimos en nuestras agendas, en todos los sectores, lo que prevalecerá será la lógica que está creciendo y que invade los mercados.

¿Qué responsabilidades tienen las instituciones, los poderes, las organizaciones de la sociedad civil, los movimientos, las religiones que tienen responsabilidades para dar una respuesta desde la justicia social? Vemos que se tiene en cuenta la solidaridad, la ayuda mutua… pero no la justicia. La justicia ha sido elidida, por lo menos como terreno que merezca ser foco de atención central. Por supuesto que la solidaridad tiene un papel importante, no nos podemos olvidar que tenemos que dar respuesta al hambre, al abandono, al aislamiento... pero continuando a trabajar incansablemente por la justicia.

Por otro lado, la cuestión central no es la tecnología, pues esta es la gran trampa que nos quieren tender, y que hace que los niños/as se transformen en expertos cuando son analfabetos en valores, que es lo que realmente cuenta. Pueden incluso enseñar a los abuelos y a nosotros mismos, los padres, cierta clase de adiestramientos, habilidades, usos, pero eso no tiene nada que ver con la educación, tan sólo son auxiliares pero no son educación. Esta es aquella política, que me parece criminal, de querer distribuir una computadora por niño, sin estar ligado a un proyecto de utilización, a un proyecto pedagógico, educativo, haciéndonos creer que el equipo es ya un proyecto educativo. Esto es para crear mercado de tecnología, son programas para crear necesidades en las familias –porque el objetivo era llegar a las familias–, de esta forma cuando el ordenador se averíe, como la necesidad ya estará creada, tendrán que comprar otro. Sin embargo, esta situación también es una oportunidad, así que otra vez es ambivalente, y tal vez necesitamos explorar más las oportunidades que tenemos pero claramente en lo que se refiere a valores.

Los mass media son constructores de la realidad, no son meros espejos de ésta. Sin embargo no nos podemos quedar en un discurso constructivista. Lo que vemos y leemos, de alguna forma, es una interpretación de la realidad. Desde esta perspectiva podemos decir que son una construcción, una interpretación, pero no una interpretación desde la nada, sino a partir de la mediación y de las percepciones, valores e intereses que presiden la lógica mediática. Por ello, aquellos mass media que cuentan en términos de influencia de opinión no son el foco central de mis preocupaciones en esta materia.

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Tenemos que aprovechar al máximo las posibles audiencias con profesionales serios y exigentes, pues los hay en todas partes. En los principales medios de comunicación social, incluso en aquellos que más van a la conquista de audiencia hay gente muy buena, y necesitamos apoyarnos en ellos y ellas. Debemos explorar más vías alternativas, como canales, que den voz a gente, a experiencias, a visiones y valores que no son las dominantes. Actualmente tenemos muchas posibilidades a nuestra disposición en este sentido. Es evidente que las redes sociales son una realidad ambivalente, donde encontramos cosas, consejos, experiencias, ideas, gente absolutamente excepcional así como basura. Pero también lo encontramos circulando por la ciudad. Hasta hace unas décadas, teníamos un grupo que detentaba el monopolio de la palabra en el espacio público, esta realidad está tecnológicamente cambiando. Sin embargo que sea tecnológicamente posible no significa que sea realidad en la experiencia social cotidiana y social, y este es el gran desafío. Si los medios de comunicación social son instancias importantísimas en la construcción de la paz y de la guerra, no lo es menos la capacidad de los ciudadanos de adquirir las competencias necesarias para saber destrenzar lo que tiene valor de lo que no lo tiene, el saber confirmar la información a la que tienen acceso. Esta es una alfabetización que hoy es tan fundamental como aprender a leer y escribir. Creo que es fundamental en la actualidad este aprendizaje para estar críticamente y activamente –creativamente utilizando los lenguajes que son los lenguajes de hoy, para luchar por los valores. Actualmente veo que esta tarea está más del lado de los ciudadanos que de los medios de comunicación social.

Creo que hay juegos poderosos y de alianzas perversas entre los grandes intereses internacionales ligados a lo digital y los gobiernos y organismos internacionales como la Unión Europea, que explotan este apetito, que la publicidad cultiva, por la novedad, pero que fundamentalmente lo que buscan es crear un mercado para las tecnologías en vez de dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos en su vida personal, familia, etc. para que tengan una vida mejor. Podemos encontrar casos, no sólo en Portugal, porque hay una lógica más transversal de lo que se cree. Vivimos en la realidad y tenemos que lidiar con ella. Portugal tiene un mayor índice de atracción por estas cosas, sobre todo entre la población más joven, y con un primer ministro que afirmaba que el ordenador era un proyecto educativo. En lugar de estar en los docentes, en las instituciones y en las familias, el proyecto educativo estaba en la máquina. Casi no se crean proyectos para aprovechar los recursos que tenemos, porque curiosamente en los últimos diez años, en las escuelas de formación de profesores debido a la lógica que se ha dado en la política educativa, ciertas áreas que fueron consideradas secundarias fueron relegadas. Se puede observar que ciertos tipos de asignaturas que considero muy importantes, como por ejemplo las artes, no se pueden poner como alternativa a lenguaje, a matemáticas. Porque el arte es como la religión, es cultura y es necesario. Cuando se pone como alternativa significa que hay algo que está totalmente viciado. Hay valores asociados al proyecto educativo que no están en el orden del día y a veces no pasan. Maria Azevedo Respondiendo a la pregunta propuesta en el texto del eje de la Cultura de Paz ¿Qué función social cumple hoy la escuela y cómo repensarla?, la primera distinción que me parece necesario establecer es entre educación y escuela. En este momento, tenemos en nuestro contexto cultural europeo y portugués, una contradicción en la realidad Escuela: por un lado, la escuela se ha convertido en una especie de “lo hace todo” y, por otro lado, con frecuencia es redundante, como ya se ha mencionado aquí por otros compañeros.

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Cuando se discute algún problema de carácter social, siempre se invoca a la escuela como la entidad que debería hacer algo más para resolverlo, o, peor aún, como “la solución”. El problema es aún más grave en este momento, en lo que se refiere a la función de socialización, que era de alguna forma secundaria en la escuela de hace 20 años, y se ha convertido, fruto de los cambios sociales y de la propia masificación de la educación, en una función primaria de la misma escuela. Los profesores se ven confrontados con la situación de que sus alumnos no han aprendido en casa, en la iglesia, en grupos de iguales, etc. un conjunto de comportamientos que antes se aprendían en estos contextos: el saber cómo manejar el conflicto, el saber estar juntos, el saber convivir. Las más simples reglas de convivencia humana a menudo no se consolidan hasta niveles avanzados de la educación básica.

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Por otro lado, esta tarea ahora solicitada a la escuela no constituye un elemento de formación de los propios docentes. Se asume que los profesores están preparados para ejercer la función de promover la socialización por el mero hecho de ser adultos o que se habían preparado para ello en un contexto informal, pero en el marco de la formación académica esta problemática no se reanuda. ¿Debería hacerse? No tengo una respuesta definitiva sobre el tema... pero estoy convencida de que, al menos, se debe debatir esta cuestión: ¿Aquello qué debe formar parte del currículum escolar no debería formar parte también de la formación académica de los profesores? ¿Cómo pueden éstos hacer — y hacerlo bien – aquello que no se les enseñó? ¿Suponiendo que la matriz de la escuela es históricamente la instrucción, que elementos podemos identificar en la socialización que sean presupuestos de la educación para la paz y que se puedan enseñar? En mi opinión, el primer aspecto que la escuela puede asumir como parte de su tarea de instruir es el analfabetismo emocional. Esta tarea se ha considerado menos de la escuela que de la educación no formal y de la educación informal, pero puede – y, en mi opinión, debería – ser parte del currículo de la educación infantil y, por lo tanto, también debe incluirse en la formación académica de los educadores. El segundo aspecto es, usando una expresión de Paulo Freire, la educación para la autonomía. ¿Qué significa hablar de “educación para la autonomía”? No nos detendremos en el análisis filosófico del concepto de Autonomía. Tan sólo referiremos que no puede haber autonomía sin subsistencia, ni puede haber autonomía sin libertad de pensamiento y de expresión. De esta forma, hablar de educación para la autonomía implica, en primer lugar, los derechos básicos a la subsistencia y a la palabra; en segundo lugar, como parte del derecho básico de la educación que se deriva de éstos, implica el aprendizaje del discernimiento y de la decisión. Paulo Freire entendió bien la forma cómo el aprendizaje de la autonomía radica en el derecho a la palabra. Ser autónomo es ser capaz de decir, revelarse en el mundo como identidad y proyecto, tomar las riendas de la propia vida, dominar los medios que permiten comprender el mundo y expresar su proyecto de vida personal y compartida. Ahora bien, “aprender a leer el mundo” implica no sólo la capacidad de obtener información; sino también de distinguir, entre toda la información disponible, cual es relevante; jerarquizarla y relacionarla. Cuando hablo de “información disponible”, conocimientos sobre el mundo interior de cada uno, sus sentimientos y emociones, así como la intuición de los sentimientos y las emociones de los demás, o sea, el analfabetismo emocional al que

antes me refería. Esto es, desde mi punto de vista, el aprendizaje del discernimiento, determinante, aunque no sea suficiente, para la educación para la autonomía. El aprendizaje de la decisión es complementario del anterior, e implica aprender a estar solo, aprender a estar con los otros, aprender a valorar las consecuencias, tener el coraje de asumir riesgos y llevar adelante aquello que se escoge. Esta distinción es más racional que real. Me refiero a aprender a estar solo como parte del aprender a convivir: aprender estar solo en el sentido de no ser emocionalmente dependiente de otros, aprender a ser dueño del propio punto de vista sin que esto represente entrar en conflicto con terceros. Aprender a estar solo para ponerse en el camino de la verdad y aceptar que sus puntos de vista no sean compartidos por otros que tienen, por su parte, el derecho de hacer su propio camino para descubrir la verdad. Paulo Morais Crear culturas de paz es un objetivo de la humanidad que fue gravemente socavado durante el siglo XX y aún sigue sin horizonte de realización plena en este siglo XXI. ¿Puede haber paz, ambiente que crie convivencia social de armonía, cuando aún tantos no alcanzan el umbral de supervivencia condigna? El ideal de democracia moderna depende de la consecución de los valores que concurren, en su totalidad, para la paz. Porque sólo puede haber paz cuando haya libertad, igualdad y fraternidad. Hombres libres, autónomos y señores de sus propias decisiones deben constituir la base que constituya cualquier sociedad, libertad en la esfera privada, en la capacidad de emprender. La igualdad -igualdad de oportunidades- constituye el segundo pilar de esta sociedad que concurre por la paz, en que sólo con un acceso generalizado a la salud y a la educación la sociedad será verdaderamente justa e igualitaria. Nadie debería aún ser marginado o perjudicado degradado a causa de su condición de nacimiento; hay que expugnar todas las formas de discriminación social, geográfica, étnica, de género u otras. Fraternidad o solidaridad: dos conceptos equivalentes para designar la realización de condiciones bajo las cuales nadie esté desprovisto de una vida digna. Por desgracia, la organización de la sociedad según estos valores depende de la calidad de los políticos que la gestionan, que la deberían gestionar en nombre del pueblo. Sin embargo, cada vez más los ciudadanos sienten que los políticos están lejos de traerles las soluciones prometidas y necesarias que puedan mejorar su calidad de vida y la de sus hijos. La política, en Portugal, no hace justicia a la dignidad del régimen democrático y se olvidó del interés público. Ahora bien, sin esta sociedad que viva los valores de la democracia no puede haber paz. El ambiente en Portugal es abrumadoramente deprimido: crisis económica, falta de confort material, falta de seguridad en el derecho a la vivienda, desempleo -todo colabora a la creación de un ambiente de violencia sorda a la solidaridad, a la igualdad. La cadena de confianza entre los ciudadanos, entre las instituciones y organizaciones se está rompiendo. Las familias se desintegran. La red social se ha hecho añicos. Una de las principales causas de esta situación social y de desconfianza respecto a la política radica en la corrupción. No puede haber paz en una sociedad corrupta en la que una pequeña élite vive abundantemente a expensas de la miseria del pueblo, de su esfuerzo, de su trabajo, de su aliento. Sólo

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puede haber culturas de paz en una sociedad que se construya procurando aumentar el nivel de desarrollo humano – en términos de riqueza distribuida entre todos, en la cual haya acceso a la educación y al progreso social, en la cual haya derecho a la asistencia sanitaria básica. Ahora bien, sabemos que el desarrollo es inversamente proporcional a la corrupción. No hay sociedades corruptas desarrolladas, ni sociedades desarrolladas que sean corruptas. Dicho esto, indicar el camino hacia la paz es fácil: combatir la corrupción. Recorrerlo puede ya no lo ser tanto, pero con la adhesión militante de todos a esta causa podremos construir una sociedad más justa, más igualitaria, más libre. Porque no puede haber libertad en una sociedad en la que haya miedo. Y hoy hay mucho miedo en la sociedad portuguesa: miedo de decir en voz alta lo que se susurra en los cafés sobre el estado de la política portuguesa, sobre la promiscuidad entre política y negocios, sobre los escándalos de corrupción que nos cuestan a todos miles de millones y que nos va debilitando como país, como nación. Mi contribución a la construcción de una cultura de paz pasa por denunciar, combatir la corrupción. Mostrar cómo sus mecanismos perversos subvierten el poder local, la asamblea de la república y otras instituciones públicas. Poner la corrupción en la agenda, no dejar que su actuación subterránea se oculte, tiene que ser una obligación diaria para aquellos que buscan la paz. La violencia de los peces gordos que se alimentan de muchos peces pequeños, como decía el padre António Vieira, tiene que combatirse. Porque este mismo pez puede alimentar – y debe – a muchos pececitos.

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Otra cuestión que me preocupa es la falta de protección para la paz. Asistimos en la comunidad internacional e incluso intranacional a programas de protección del medio ambiente, protección de la capa de ozono, protección de los recursos biológicos, protección de los recursos culturales –en otro vector–, del patrimonio cultural, pero no hay ningún programa general de protección a la paz, y al no haberlos la comunidad internacional actúa a nivel de la terapéutica: cuando hay una guerra celebra cumbres, pero previamente nunca se hizo nada o nunca se había pensado en el problema. Esto es particularmente grave en la democracia. En las dictaduras las reglas son más previsibles, hasta por el comportamiento de los dictadores, pero en democracia, en el espacio donde actuamos en América Latina, en Europa, hay una falta de prevención que, una vez más, entronca con la corrupción. La prevención a la pérdida de paz, este bien tan precioso, a menudo se mezcla con los intereses que provocan exactamente la ausencia de paz. Nos encontramos en una etapa particularmente interesante del punto de vista histórico en Europa, en que hay un gran temor en los actores europeos de un fortalecimiento de los grupos extremistas, de derecha e izquierda en las próximas elecciones. El fortalecimiento de esos grupos extremistas seguramente no tendrá que ver con un exceso de organización por parte de dichos grupos extremistas, sino con la decepción de la población frente al poder vigente en Europa desde la guerra, en particular frente al socialismo y a la democracia cristiana. De hecho los grupos extremistas crecen por falta de respuestas de política no extremistas. Si los grupos de extrema derecha crecen en Francia, en Italia, etc. es consecuencia sobre todo de la falta de respuestas a la corrupción de los gobiernos de los últimos años. Y la falta de prevención para la paz tiene que ver con la falta de coraje de los gobiernos de asumir el bien de la paz, como un bien precioso. También quería traer a colación una angustia: la imprevisibilidad de los fenómenos sociales en relación con el mantenimiento o no de la paz. Hemos estado en lugares donde hubo guerra recientemente y parece que no hubiera ocurrido nada, pero, peor que eso, pasamos por lugares donde parece

que no acontece nada y pasados unos días vemos en los periódicos vemos que hay un gran alboroto. Este carácter imprevisible de la ruptura del fenómeno de la paz, es más que nada una angustia. Sólo tengo dudas porque es una angustia a la que no estaba acostumbrado. Debe haber una falla, incluso en los mass media, que no nos preparan a tiempo para este tipo de fenómenos. En guerra, en Zimbabue es predecible que haya violencia. Hoy, confieso que no me sorprendería que en el sur de Francia estallase de repente algún altercado, y se juntan aquí los fenómenos de violencia urbana que ya no son tan impredecibles por el tipo de cultura básica que generalmente generan las pandillas, etc. Muchos de ellos, una vez más, acaban en los grupos extremistas reclutando las víctimas de la corrupción disruptiva de los gobiernos occidentales. Es importante identificar los peligros para la ausencia de paz, uno de ellos es claramente la corrupción. Es uno de los factores que una vez identificado, y actualmente con las redes sociales la gente se da cuenta mucho más rápido, hace que la gente se rebele. Debe hacerse un esfuerzo para identificar cuáles son las causas que generan la ira de la población y que conducen a la ruptura. Yo por estar más vocacionado en ese sentido identifico claramente la corrupción como uno de ellos, pero sin duda hay otros aspectos. Puede no ser necesariamente la corrupción el principal factor. ¿Cuáles son los factores que no pueden alcanzar unos niveles que la gente sienta que son insoportables? Hay corrupción incluso en Noruega, sin embargo hay soluciones y ésta no llega a alcanzar aquel nivel que transforma la vida de los peces pequeños, regresando al padre António Vieira, en totalmente insoportable. Otro aspecto es la segregación. A nivel urbano la creación de barrios sociales equivale a segregación, a marcar a la gente, a obligarlos a que tengan los comportamientos que se dice que ellos efectivamente tienen. Cuando estuve en la cámara municipal de Oporto, tenía como objetivo colocar moppys de publicidad en uno de los barrios sociales, mi objetivo era darle alguna urbanidad y obtener ingresos para el mantenimiento de espacios exteriores. Nadie estuvo de acuerdo conmigo porque pensaron que iban a ser completamente destrozados. Finalmente se colocaron y no hubo ningún problema. A posteriori todos decían que iba a ser así, pero no lo decían a priori. Y efectivamente los moppys dieron alguna urbanidad. A menudo quien organiza el espacio urbano cree que los pobres tienen que ser ghettizados. Se ve en la forma como los barrios sociales se estructuraron en Portugal o en Francia. Conocemos mejor los de Portugal, eran barrios donde se instalaron los pobres y luego construyeron guarderías para los pobres, escuelas para los pobres… de manera que los niños nacían allí, iban allí a la guardería y a la escuela, se drogaban y morían dentro del barrio. Continúa habiendo mucha cultura de ghetto. La segregación es otro de los factores que probablemente lleva a la ruptura de la paz.

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Documentos de los expertos

Eje temático

Cultura de la Paz

Puntos iniciales para construir culturas de paz1 Luis Guillermo Guerrero Guevara Director Centro de Investigación y Educación Popular/Programa por la Paz (CINEP/PPP).

RESUMEN

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La compresión de las diversas necesidades para la búsqueda y consolidación de una cultura de paz, para la paz, exige que junto a la institucionalidad pública, la educación, los medios de comunicación, las organizaciones sociales se transformen en agentes de cambio bajo la comprensión de las diversas verdades inmanentes a un conflicto. Además de propuestas concretas de prácticas que coadyuven a la construcción de paz en Colombia.

Palabras Clave: Cultura / paz / verdades / movilización social / posconflicto. La cultura de paz necesita una comprensión-interpretación dinámica, diversa y diferenciada de la cultura de paz según territorio, género, sector social, etnias, generaciones, historias de poblamiento en los territorios, procesos económicos y políticos. La comprensión dinámica implica también la concepción que se llegue a tener sobre cómo se conformó y desarrolló el conflicto armado tanto como el o los conflictos sociales que lo han originado. Las verdades sobre los conflictos no son únicas, son diversas, pero deben dialogar para generar comprensiones más complejas. En este sentido, no se puede decir que existe una sola cultura de paz, existen culturas de paz. Las culturas de paz necesitan el reconocimiento, el respeto y no criminalización de la movilización, de la protesta y de la propuesta de la voz de los pueblos y sectores que habitualmente son excluidos de las decisiones políticas, económicas y sociales. Las culturas de paz que debemos construir necesitan un fuerte trabajo en el cambio de prácticas y hábitos políticos como la corrupción, como una política electoral pasada por la compra de votos o por promesas engañosas o la llamada parapolítica. Pero se deben generar cambios de hábitos políticos más allá de la costumbre y llegar a un cambio en la cultura política apelando a la conciencia alimentada por procesos de aprendizaje en contextos educativos significativos. 1

Reflexiones para el eje temático “Cultura de la paz”, sesión de expertos, 17 de marzo del 2014.

Las culturas de paz necesitan el desarrollo de la dimensión espiritual, que busque sentidos de vida profundos para las personas, las comunidades y los colectivos mayores. Esta cultura de paz nos debe abonar el campo de la convivencia y de las decisiones políticas, de cara escenarios de reconciliación en un país que ha vivido más de cinco décadas de conflicto armado y social. Las culturas de paz deben estar atentas a la coordinación de procesos (movilizaciones sociales, procesos, plataformas de trabajo campañas, congresos, etcétera) que buscan la paz, con propuestas de articulación y sinergia, para que la búsqueda de la paz no se convierta en un escenario político donde predomine el protagonismo y la visibilización de un trabajo con fines individualistas, lo cual genera nuevas batallas. Las culturas políticas necesitan el debate político, el diseño metodológico, la participación para la generación de políticas públicas favorables a la paz. Por eso, la pregunta para el nuevo período legislativo y los que vienen de aquí a diez años, por lo menos es: ¿qué va a hacer este recién nombrado Congreso de cara a la construcción de un posible posconflicto en el horizonte de la construcción de la paz? En este proceso de generar una salida política para la generación de la paz, el Congreso tiene el gran reto de aprovechar la experiencia de los colombianos en la construcción de la paz, pero también el gran desafío de manejar las tendencias que están centradas en minar el proceso de paz y buscar nuevamente una “cultura de guerra” para solucionar los conflictos del país y sus regiones. La generación de culturas de paz necesita de una nueva institucionalidad pública, pero también una nueva institucionalidad social, una nueva ciudadanía comprometida en generar cambios por caminos no violentos. Sin duda que la educación, entendida como aprendizaje y generación de conocimiento, es fundamental para el desarrollo de las culturas de paz. Un país como Colombia, con conflictos sociales y armados de tan larga duración y complejidad, necesita plantearse y desarrollar un sistema educativo en función de la construcción de paz en contextos concretos. En consecuencia, debemos repensar el sistema educativo para construir culturas de paz desde la diversidad de nuestro país. Un factor que desequilibra y alimenta las comprensiones y decisiones de muchas personas en la sociedad es la información que vehiculan los medios de comunicación en las sociedades. Los medios pueden ser un factor de construcción o de obstáculo para la construcción de las culturas de paz. No se puede pensar ni generar una sociedad en paz si la información, los análisis y juicios que expresan los medios no procuran, con la responsabilidad ética que esto merece, contenidos que busquen una conciencia de paz. Las culturas de paz necesitan organizaciones sociales y comunitarias sólidas y empoderadas en su papel como sociedad, en contextos concretos. Movimientos sociales que además de expresar en acciones y repertorios contenciosos para reivindicar sus derechos, sean también organizaciones que hagan propuestas de concertación y de negociación de una paz incluyente y digna. Muchas de estas organizaciones, sociales,políticas, culturales, gremiales, etcétera, rechazan la guerra porque esta les ha quitado sus derechos y sus hijos por la perversa estrategia de la guerra y la violencia, pero tampoco quieren una paz que “solo calle los fusiles” ni una paz que los homogenice y oprima.

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¿Cómo aprender a construir una cultura de paz en la sociedad colombiana? Los sujetos que trabajen en el aprendizaje para la construcción de la paz deben conformar comunidades aprendientes que generen conocimiento con una profunda conciencia ética. Cuando esta conciencia se materializa en acciones pedagógicas, se la hace visible y se la expresa con la preponderancia necesaria en la vida de las comunidades, la tarea educativa tiene un resultado diferente, se le ve su potencia y efectividad, y el conocimiento pasa a ser un patrimonio invaluable para el desarrollo integral de los territorios. Por eso, la mayor calidad pedagógica que puedan dar instituciones sociales como la escuela, no solo se medirá por el rigor científico y el compromiso político de sus estudiantes y egresados, que ya es un gran reto, sino especialmente por la ética que ellos desarrollen en la vida práctica. Aprender, asumir y apropiarse de los valores éticos no es un asunto solamente conceptual o de fuero íntimo de las personas, es también una práctica pública que da cuenta del crecimiento de los individuos y los colectivos en su honestidad, responsabilidad, justicia, libertad y profundo amor por la vida.

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Las regiones son seres vivos que generan experiencias y conocimientos en la construcción de la paz integral. Esta afirmación se profundiza con cuestionamientos sobre cómo las regiones han aprendido las epistemologías culturales de los habitantes de un territorio. Es decir, qué, para qué y cómo han creado ese conocimiento propio. ¿Cómo las regiones han recogido su propio conocimiento? ¿Cómo lo debaten, lo cuentan, los socializan y cómo lo hacen crecer? ¿Cómo el conocimiento de la región alimenta la identidad, nutre su ser y lo transforma? El conocimiento tiene como reto de fondo comprender y transformar los conflictos para construir una paz integral, sostenible y duradera. El conocimiento construido de manera pertinente busca comprender de manera compleja la transformación dinámica de la realidad. Busca entender los componentes multifactoriales del cambio y el sentido de la transformación que se busca. ¿Por qué se da este tipo de transformación y no otra? ¿Por qué se debe dar un tipo de paz y no otro? En el contexto del conflicto, el conocimiento se debe preguntar no solo por las causas de aquel, sino por el tipo de transformación del conflicto para la construcción de la paz; es decir: ¿qué tipo de desarrollo se necesita lograr? Y, por tanto, ¿cómo llegar a la paz? Un aprendizaje de paz en cualquier región del país tiene como reto recoger las lecciones históricas aprendidas en cada uno de los territorios. El conocimiento como aprendizaje vital es esencialmente histórico, por eso mismo, es altamente significativo para quienes han habitado culturalmente el territorio. Por eso, para un proceso de aprendizaje en cultura de paz es clave recoger el acumulado histórico de conocimiento de las regiones, no solo para reconocer y valorar lo vivido, sino para generar nuevos imaginarios y paradigmas que den respuestas a los cambios y transformaciones de la realidad. La vida vivida es a la vez la madre y la maestra de las culturas y de las sociedades concretas. El conflicto social y armado es un campo de aprendizaje. Las experiencias frustrantes del conflicto, los procesos de negociación exitosos y los fracasos son escenarios privilegiados de aprendizaje. Las regiones diversas del país necesitan sistematizar estos procesos, “beber de sus propio pozo de experiencia” y desarrollar un pensamiento, una reconceptualización de estos procesos para construir

métodos, alimentar procesos y reformular transformaciones y alternativas de cara a los nuevos conflictos que se presentan en el territorio. El aprendizaje de una cultura de paz implica un proceso para el cultivo de la dignidad, el crecimiento de la libertad y la ampliación de la justicia en una sociedad. Por tanto, la sociedad en general, pero en particular la institucionalidad educativa pública y privada, necesita poner la mayor cantidad de medios, recursos y esfuerzos en su propósito misional.Pero de manera especial en las regiones, los procesos de aprendizaje social para transformar el conflicto y construir la paz deben ponerse como reto motivar la generación de conocimientos para que los diversos actores del conflicto recuperen el sentido de la dignidad, reconozcan el valor de la libertad y respeten la justicia. Un aporte fundamental del aprendizaje en medio de procesos sociales es crear saberes para un desarrollo integral humano y sostenible en contextos regionales específicos. Pero estos procesos sociales necesitan generar también ambientes de confianza y credibilidad, tanto por el rigor de sus aportes como por el reconocimiento, sensibilidad, respeto y amor profundo por las culturas y saberes propios de las regiones. Se necesitan procesos de aprendizaje ciudadano que recojan, sistematicen y recreen los saberes de la región. Pero también se necesita que estos saberes se relacionen, se contrasten y alimenten con los diversos conocimientos particulares de otras culturas y de los conocimientos universales de la humanidad. Procesos abiertos y en interacción con el mundo, con las nuevas tecnologías, con los nuevos paradigmas científicos del conocimiento, con los nuevos desarrollos de las sociedades, de las culturas, de las innovaciones de la mente y del espíritu humano, con el fin de ser pertinentes y oportunos para las nuevas generaciones. Pero, en especial, aprendizajes para la construcción de una cultura de paz que partan de los saberes que históricamente han estado excluidos, calificados muchas veces como saberes “débiles” o “pobres”. Saberes que son invisibilizados, que son olvidados y señalados como saberes “subversivos”, porque son incómodos o debilitan el poder de los saberes e interpretaciones dominantes. En estos saberes, igualmente victimizados, como son victimizados sus creadores, existen también riquezas para transformar y recrear la vida. Procesos de aprendizaje que hacen propuestas educativas de innovación, que se proponen retos de investigación, que buscan propuestas pedagógicas para responder a la realidad, a los conflictos, y que se alimentan de las potencialidades de las regiones. En este mismo sentido, procesos de construcción de paz que van más allá de lugares comunes, que no solo nos enseñan qué pensar sino qué incita a sus interlocutores para aprender a pensar, y que se preguntan qué significa la integralidad de la vida, la dimensión holística y ecológica del conocimiento, la interdisciplinariedad de las ciencias y los nuevos paradigmas en las disciplinas del aprendizaje y la pedagogía. Procesos de aprendizaje que crean respuestas, en el horizonte de la reconciliación, de cara a la reconstrucción de una sociedad fragmentada y destrozada por más de cinco décadas de un conflicto social y armado violento. Que analizan y observan con respeto, dolor y sensibilidad la complejidad del conflicto pero también ofrecen soluciones. Aprendizajes para la reparación, para la restauración, para reconstruir la verdad y generar perdón, lecciones de no olvido, reparación y no repetición.

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Niños, niñas y jóvenes constructores y constructoras de paz: una propuesta para la educación en y para la paz1

Construcción de alternativas que desde el aprendizaje van más allá de las respuestas legales y administrativas y que, por eso, aportan a propuestas que alimentan el cambio de conciencia y nuevos fundamentos éticos para que la sociedad no vuelva a repetir, aprenda a perdonar y no olvide ni los hechos ni las lecciones. Aprendizajes de paz que buscan diversas expresiones y lenguajes del conocimiento. Desde la elaboración teórico-conceptual, la profundización en la reconceptualización para explicar las realidades propias, hasta los lenguajes simbólicos, lúdicos y artísticos. De esta manera se amplía el concepto de construcción de paz, para buscar saberes que le hablen a los territorios y al mundo, que amplíen la creatividad hacia las máximas expresiones artísticas, llenas de significados, sentidos y obras magistrales. En este sentido, obras artísticas que recreen la vida, que penetren la existencia y que generen los cambios y transformaciones profundas que necesitan sociedades marcadas por las conflictividades que ha vivido las regiones afectadas por el conflicto social y armado. Un aprendizaje de cultura de paz concebida como creación, como poiesis, como “autopoisis” (autocreación). Esto significa “sacar afuera”, poner en escena, contrario a lo que se ha comprendido como aprendizaje: “poner adentro”. Es decir, desentrañar la sabiduría de los individuos, de las colectividades, de la sociedad de cada territorio y de las diversas culturas para que el aprendizaje recupere su lugar como partero y generador de la vida.

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Sara Victoria Alvarado Directora del Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad de Manizales-Cinde.

RESUMEN Experiencias concretas de un grupo de trabajo con infancia y adolescentes, influenciados por el conflicto armado, social y político que padece Colombia, sirven de fundamento crítico contra las prácticas y discursos hegemonizadores de violencia. En el marco de una propuesta de activación de la esperanza autónoma que propone a niños, niñas y jóvenes para que sean ellos sus propios agentes de cambio en y para la paz, al seguir la premisa central de educarse para la libertad.

Palabras Clave: Niños / niñas / jóvenes / educación / construcción de paz. La pregunta por el papel de la educación en la generación de condiciones para la construcción de paz no es tema nuevo, ha estado presente en las reflexiones no solo de maestros, maestras y dirigentes de la educación, sino de los Estados, las organizaciones sociales, las universidades, los organismos humanitarios de alcance internacional, que preocupados por el rumbo tomado por las sociedades contemporáneas, han buscado alternativas al modelo de existencia injusto y desigual que hemos inventado y que pone en peligro la vida y la dignidad humana. Son muchos los desafíos que la búsqueda de una cultura para la paz le presenta a la educación —en particular a la escuela—; esto con el fin de reivindicar, promover y exigir la responsabilidad que, como institución encargada de la socialización de niños, niñas y jóvenes, tiene para la transformación de órdenes sociales injustos e intolerables. En primer lugar, la presencia y acentuación de conflictos culturales a lo largo y ancho del planeta y la carrera armamentista que algunos Estados han asumido para enfrentar tales crisis, nos muestra la necesidad apremiante que tenemos los seres humanos de aprender a vivir juntos, reconociéndonos 1

Reflexiones para el eje temático “Cultura de la paz”, sesión de expertos, 17 de marzo del 2014.

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como iguales en dignidad y derechos, pero reivindicando la garantía de ser plurales y enaltecer dicha pluralidad como parte de los rasgos más bellos, ricos y constitutivos de la vida, y en especial de la condición humana. La creciente problemática aunada a los desafíos del desarrollo capitalista que incrementa el hambre, la pobreza y la violencia, así como la complejidad de los fenómenos migratorios y la militarización de las fronteras geográficas nos muestra la imperiosa necesidad que se nos presenta para la creación de nuevos pactos regulativos que nos permitan construir utopías colectivas, así como garantizar la dignidad humana de los cada vez más y más excluidos. El imperativo de conocer la naturaleza para dominarla y controlarla, venido del modelo de ciencia moderna de Occidente, nos ha llevado a una vulneración grosera y fetichista de aquella, lo que pone en riesgo inminente nuestra propia sobrevivencia como especie y nos hace un llamado a la búsqueda de relaciones alternativas con la vida y con la naturaleza, entendiendo que somos naturaleza y que debemos avanzar en procesos de reconciliación con la tierra, que es nuestra casa y vale la pena defender recurriendo a las enseñanzas que sobre el buen vivir nos han legado nuestros pueblos originarios.

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Los efectos de la vida moderna nos han puesto a competir con otros en una carrera contra el tiempo atravesada por principios de individualismo y competitividad, lo que nos lleva a la enajenación sistemática y permanente respecto a nuestra propia vida, llevando a su mínima expresión el tiempo que dedicamos para hacernos cargo de nosotros mismos y de los demás, asunto que nos va develando retos encaminados a la formación de un sujeto con conciencia reflexiva, capaz de dudar de verdades hegemónicas impuestas, así como con capacidad para hacerse preguntas relacionadas con su propia existencia y hacer de su vida un verdadero proyecto ético, un devenir que se expande a partir de las interacciones que se dan en una realidad situada histórica, cultural y políticamente. En el caso colombiano, la situación no es menos compleja. El conflicto armado que padece el país desde hace ya tantas décadas lo coloca en el panorama internacional como uno de los más largos y violentos del planeta. Los impactos que este ha dejado a su paso, han cobrado millones de víctimas que han sido masacradas, desaparecidas, despojadas de sus tierras y desplazadas de manera violenta. Los datos de las múltiples afectaciones ocasionadas por el conflicto hablan por sí solos; de acuerdo con información del Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC) y el Consejo Noruego para Refugiados, Colombia figura como el país con mayor número de desplazados internos en el mundo, cantidad que está en el rango entre 4,7 y 5,5 millones (Naciones Unidas, 2013b), entre estos, un total de 2.520.512 son niños y niñas (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2013, p. 314). El horror del desplazamiento trae consigo el desarraigo y la ruptura de vínculos que dotan al ser humano de identidad y confianza para seguir viviendo, se estimula el miedo y se lleva a los sujetos a experimentar un estado de vacío y un limbo incierto, se fracturan las ideas de futuro y en el caso de los niños y las niñas, de manera especial, se interrumpen algunos recursos y herramientas que estimulan su desarrollo humano, como es el caso de la educación, la protección y el afecto. Este estado de incertidumbre y desesperanza producido por la violencia se convierte en detonante de otras situaciones que llevan a niños, niñas y jóvenes a decidir forzosamente y en condiciones de desventaja, con el fin de asegurar su sobrevivencia. En múltiples casos, las pocas opciones que aparecen

como alternativas están asociadas con las dinámicas propias del conflicto armado, como es el caso de la vinculación a actividades derivadas de la guerra que no solamente se presenta como una opción para la subsistencia, sino también, como alternativa para protegerse del miedo, del peligro y del desplazamiento. No existen datos concretos y fiables para cuantificar la cantidad de niños y niñas en el conflicto, lo cierto es que se trata de un fenómeno tan alarmante, que ha llevado a analistas a asegurar que al menos la mitad de los actores armados ilegales ha ingresado a los grupos siendo apenas unos niños. Aunque el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) ha atendido a más de 5000 niños y niñas que han abandonado grupos armados ilegales, hasta hoy solo se han dictado 25 penas por este tipo de reclutamiento (Naciones Unidas, 2013a), lo que indica que a las condiciones de injusticia y violencia, se superpone la impunidad y la indiferencia de las instituciones del Estado para responder por vía legítima a la vulneración múltiple de derechos humanos, en este caso de los más pequeños, cuyos derechos, se supone, prevalecen sobre los demás (Convención sobre los Derechos del Niño y Ley de Infancia y Adolescencia). En un contexto como este, las lógicas de la socialización hegemónicas están relacionadas con prácticas, sentidos y discursos que refuerzan la violencia como el mecanismo de relación más legitimado en el momento de resolver conflictos. Se trata de una realidad que no solo se experimenta en las relaciones personales de la cotidianidad, sino que además es reforzada a través de los medios de comunicación masiva que actúan bajo la lógica de la “guerra como espectáculo” y promueven imágenes de bienestar relacionadas con estereotipos de antihéroes que logran una vida ostentosa y una idea de felicidad asociada con el poder adquisitivo y la hegemonía que se alcanza a través de las armas. A la violencia que se produce en el campo y en las ciudades a través de las acciones de actores armados tanto legales como ilegales, y que incide y se refuerza en escenarios como la familia y la calle, se suma la de los medios de comunicación, que, de manera especial, a través del alcance que tiene la televisión, promueven una socialización atravesada por las dinámicas de la violencia, siendo esto un caldo de cultivo para la reproducción de esquemas, estereotipos e ideas que terminan naturalizando este fenómeno y asumiéndolo como parte del paisaje cotidiano o como la vida que toca vivir. Un panorama como este solo nos puede colocar ante la imperiosa necesidad de estimular la emergencia de nuevos lenguajes y modos de vivir la vida, otras gramáticas de la existencia que permitan a las nuevas generaciones activar la esperanza, la resistencia, la solidaridad y el rompimiento con el círculo vicioso de la guerra que por décadas ha alimentado el miedo, la indiferencia y el desencanto. Si en el mundo social se reproduce la violencia, muy seguramente no habrá otra realidad distinta a esta, a no ser que se construyan las condiciones para que los niños, las niñas, los jóvenes y las jóvenes, al mismo tiempo que se encuentran protegidos de los impactos del conflicto, tengan acceso a otras lógicas y maneras de construir la historia. Desde este punto de vista, la transformación de las condiciones que hacen posible esta realidad no obedece a una facticidad objetiva inmediata al modo de un cambio que se da de un día para otro, se trata más bien de un hecho educativo a través del cual nos preparamos para transformar la historia, en la medida en que vamos generando las condiciones para formar un sujeto con esperanza y utopías con las cuales nos jugamos la transfiguración de la vida a cada instante, y a través de actos cotidianos

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con los cuales construimos socialmente la realidad.

construir, día tras día, la cultura de paz en sus comunidades educativas.

En este marco surge hace ya quince años el programa “Niños,niñas y jóvenes constructores-as de paz” del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud del Cinde y la Universidad de Manizales, que parte del rescate de sus voces y sentidos en torno a las experiencias que afectan la convivencia pacífica de sus comunidades y las formas como ellos y ellas consideran que es posible la paz, esto con el fin de emprender la construcción dialógica de una propuesta orientada a la formación de subjetividades políticas comprometidas con la construcción de la paz.

El despliegue de los potenciales del desarrollo humano fortalece una subjetividad política que reflexiona y resiste de manera radical frente al uso de las violencias en sus múltiples expresiones, para así asumir la construcción de la paz como una apuesta vital y activa incorporada en los imaginarios, actitudes, valores, y a la forma de ser de cada uno y cada una en su accionar cotidiano y en las relaciones de poder que como ciudadanos y ciudadanas tejen día tras día.

Esta es una iniciativa de educación para la paz en la cual el desarrollo humano es considerado un marco de referencia obligado, y aunque existen diversas posturas teóricas, la propuesta se enmarca en una perspectiva alternativa que afirma la construcción social de la subjetividad y la identidad de los niños, niñas y jóvenes en un contexto social, político y cultural, como un proceso dinámico, complejo y sistémico de autoproducción, que se realiza en dinámicas intersubjetivas en la vida cotidiana en las cuales el conflicto es constitutivo y se orienta al fortalecimiento de los potenciales de los niños, las niñas, los jóvenes y las jóvenes, el reconocimiento de sus derechos y la creación de oportunidades para el despliegue y expansión de su capacidad de agencia.

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En este sentido, esta propuesta de educación para la paz se constituye en escenario de despliegue de la subjetividad política que reconociendo el ser-cuerpo como núcleo integrador, como ser ahí de aquello que somos tanto en el ser-emocional, el ser-espiritual, el ser-pensante y el ser-físico, se orienta al fortalecimiento del potencial afectivo de niños, niñas y jóvenes como capacidad de reconocimiento de sí mismos y de los otros, la aceptación de la diferencia y la posibilidad de la equidad; potencial creativo como base para la tramitación de conflictos desde la creación y no desde la violencia, sabiendo reconocer al legítimo adversario; potencial comunicativo como posibilidad de exposición y reconocimiento de sentidos de una manera asertiva y respetuosa; potencial ético-moral como posibilidad de crear marcos regulativos del comportamiento desde el respeto basado en el reconocimiento y no en la obediencia, la responsabilidad basada en la solidaridad y no en el deber, y la justicia basada en la equidad; y potencial político como posibilidad de acción colectiva en proyectos de interés común y en apuestas claramente democráticas de convivencia y organización social. En el transcurso del programa se ha encontrado que los participantes, niños, niñas y jóvenes, han tenido la posibilidad de ampliar su horizonte de sentido, es decir, dirigir su mirada hacia nuevas comprensiones y transformar actitudes, valores e imaginarios que se encuentran en la base de la construcción de la paz. Su participación en el programa ha significado el despliegue y fortalecimiento de su subjetividad y su manera identitaria de estar en el mundo, de modo que comienzan a tomar conciencia de la responsabilidad que cada uno tiene como sujeto de afectación; a incorporar el respeto hacia la diferencia como una máxima innegociable; a dinamizar habilidades comunicativas orientadas al diálogo y la construcción con el otro y la otra; a hacer valer su opinión con asertividad frente a la opinión de los adultos; a cultivar prácticas de cuidado y ampliar su círculo ético, con la conciencia de preguntarse y ocuparse por los demás seres con los que viven en el mundo; a transformar pacíficamente los conflictos, tanto personales como en el ámbito educativo, actuando como mediadores y mediadoras en eventos que podrían haber generado hechos violentos; y, sobre todo, comienzan a compartir su saber con sus pares, niños y adultos, lo cual permite tanto la apropiación del proceso, como multiplicar y ampliar la propuesta a muchos otros y otras, con el propósito de

RETOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CULTURA DE PAZ EN LA ESCUELA Y DESDE ESTA Como se ha propuesto, una cultura de paz es un escenario que puede favorecerse desde la construcción de alternativas educativas que reflexionen y pongan en acción procesos de socialización política en los cuales niños, niñas y jóvenes entren en la escena pública para la transformación de prácticas de convivencia en las que, a partir de la comprensión de su mundo, de su cultura y su ethos, se dispongan como sujetos capaces de lo propuesto a continuación. Reconocerse y reconocer en los otros las diferencias desde las cuales “desnaturalizar” las prácticas que reproducen la cultura de la imposición, de la hegemonía, de las violencias, para proponer acciones creativas desde las cuales romper los círculos de violencia reproducidos cotidianamente, para afrontar dichas diferencias y los conflictos consecuentes. Potenciar su actuar ético desde la construcción de acuerdos que generen alternativas frente al encuentro con el otro, entendido como un adversario y no como un enemigo, en un juego de fuerzas que ponen en tensión la realidad, desde principios de respeto, cuidado, colaboración, libertad y justicia. Generar “otras maneras” que posibiliten al mismo tiempo, otras miradas sobre la realidad y, por lo tanto, “obliguen” al desarrollo de prácticas alternativas para la transformación de conflictos en los escenarios cotidianos en los que se concreten otras alternativas. Es obligado para cualquier proceso de construcción de una cultura de paz volver a la premisa de “la paz por medios pacíficos”, y abandonar los lenguajes y prácticas que buscan la paz por medio de prácticas de negación y eliminación de las diferencias, las confrontaciones y los lenguajes divergentes. Es necesario reconocer lenguajes pacifistas que puedan circular con tanta contundencia como lo hacen los lenguajes violentológicos en múltiples escenarios y en los que entran en juego múltiples actores, especialmente en la escuela. Reconocer en los procesos de confrontación pública posibilidades de construcción de mejores condiciones colectivas que promuevan la aparición de otros y otras en un escenario abierto que favorezca la emergencia de alternativas de resistencia ante el ejercicio hegemónico de poder, que invisibiliza, y, por el contrario, que se puedan generar “rupturas que cohesionen”. Desde estas características, es imposible seguir pensando una escuela que pretenda homogeneizar y negar la aparición de la diferencia. Ya desde los orígenes de la “educación para la paz”, la preocupación se ha centrado en el reconocimiento del otro como otro diferente. Hoy, pretender una escuela que forme para la

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Transitar de los abusos del pasado a cultivar paces 1

homogeneidad niega años de reflexión y reconocimiento del trabajo desarrollado por innumerables educadores de la paz. Por otro lado, una escuela que forme para la “obediencia” niega cualquier posibilidad de vinculación entre “pares” donde las relaciones se juegan en un ejercicio de reconocimiento de posibilidades entre unos y unas y otros y otras. En el contexto histórico colombiano, la escuela no puede ponerse de espaldas a la construcción de alternativas para la participación en procesos educativos para desaprender la guerra y las violencias. Hay que construir hoy maneras comprometidas y decididas que pongan los procesos de educación para la paz por fuera de la escuela, pero aprovechando este escenario para la construcción de una cultura de paz.

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En este sentido, los maestros y maestras deben entender que su papel no es el de jueces y reguladores de la convivencia, son los propios niños, niñas y jóvenes los autores de su historia, encontrando múltiples entradas y posibilidades, no abordando el tema como un acontecimiento puntual en la escuela, sino problematizando el conjunto social en el que se dan las relaciones, marcadas por las violencias. En la propuesta educativa “Niños, niñas y jóvenes constructores de paz” hemos aprendido que la educación para la paz debe ser educación para la liberación, y en ese sentido, que debe eliminar todos los factores de exclusión y permitir que, desde el diálogo, el respeto por la diversidad y la formación ciudadana y política, desde una democracia directa y participativa, se den las bases de la transformación social en donde todas y todos seamos forjadores de nuestros propios destinos.

BIBLIOGRAFÍA

Jordi Palou-Loverdos Mediador y consultor nacional e internacional en resolución de conflictos.

RESUMEN Esta es una aproximación a la cuestión central de las vías practicablespara transitar de una situación o contexto de violencia a una cultura de paz. Se trata de un planteamiento esencial sobre el que pivotan muchas otras cuestiones como las planteadas por el grupo de expertos, como el tiempo y las condiciones necesarias para construir una cultura de paz, los actores y sus funciones en dicha construcción, las vías que pueden abrirse en ese sentido desde el sistema educativo o teniendo en cuenta la integración de las redes sociales en todas sus variables. Otras cuestiones se tratan de forma lateral o referencial siguiendo la línea argumental principal.

Palabras Clave: Cultura / paz / violencia / transición / conflicto / educación.

Centro Nacional de Memoria Histórica. (2013). ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra e impunidad. Informe General Grupo de Memoria Histórica. Bogotá: Presidencia de la República. Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz.

Naciones Unidas. (2013a). Informe anual del secretario general al Consejo de Seguridad de Naciones: los niños y los conflictos armados. Recuperado el 31 de julio del 2013 de http:// coalico.org/images/stories/n1331170.pdf.

Unesco

Naciones Unidas. (2013b). Colombia: el país con más desplazados internos en el mundo. Derechos Humanos, Oficina del Alto Comisionado. Recuperado el 1 de agosto del 2013 de http:// www.hchr.org.co/acnudh/index.php?option=com_con tent&view=article&id=2872:colombia-el-pais-con-masdesplazadosinternos-del-mundo-informe&catid=118:desplazamiento&Itemid=91.

La cultura de la paz comienza cuando se cultiva la memoria y el ejemplo de figuras que representan el cuidado y la vivencia de la dimensión de la generosidad que nos habita, como Gandhi, Mons. Helder Cámara, Luther King y otros. Importa que hagamos las revoluciones moleculares, comenzando por nosotros mismos. Cada uno establece como 1

Reflexiones para el eje temático “Cultura de la paz”, sesión de expertos, 17 de marzo del 2014.

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proyecto personal y colectivo la paz como método y como meta, paz que resulta de los valores de la cooperación, del cuidado, de la compasión y de la amorosidad, vividos cotidianamente.

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Honrando esfuerzos colectivos anteriores tendentes a definir y promover la cultura de la paz, vale la pena aquí recordar la Resolución 53/243 de la Asamblea General de Naciones Unidas de 6 de octubre de 1999, que en su texto contemplaba la paz y la cultura de la paz de la siguiente manera: Leonardo Boff

La paz, la armonía, la convivencia ha sido siempre ocupaciones y preocupaciones nucleares en la vida del ser humano, tanto por su ausencia como por su presencia y aspiración a la mejora cualitativa y cuantitativa. Si ello ha sido siempre así, aunque con adaptación a los diferentes períodos históricos, todavía se remarca más su importancia en los períodos transicionales cíclicos de las diferentes eras o etapas de la humanidad. La palabra y la experiencia crisis es hoy omnipresente en el planeta y parece que la humanidad ha entrado en un período transicional global en el que el statu quo parece desmoronarse, no sin grandes tensiones, desigualdades, violencia, desequilibrios, a la par que iniciativas y presencias creativas, sinérgicas, colaborativas en manifestación de conciencia elevada. Nos hallaríamos pues en un período de transición global hacia una nueva era o sistema, transición que puede ser más o menos larga en el tiempo y con la incertidumbre del desconocimiento relativo de los nuevos paradigmas que han de venir. Sin duda, por conciencia, por interés y por sobrevivencia que aspira a plenitud, la cultura de la paz ha de nutrir de forma esencial los nuevos paradigmas que muchas personas y colectivos estamos decididos a invitar y generar, humildemente y con determinación. Sirva este documento como una semilla más, que aprovecha la sabiduría de los antiguos y visualiza, a la par, nuevas vías, senderos, recursos y actuaciones aún por expandir y experimentar en el nivel local y global. CULTURA El concepto de cultura está relacionado desde sus orígenes a la tierra, sus tempos, su oficio y su dedicación. Desde antiguo, la cultura está vinculada de forma íntima a la agricultura o a la horticultura y a la combinación del aprendizaje y la tradición oral sobre las causas y los efectos que las semillas producen sobre la tierra labrada y acondicionada por el ser humano, a partir de la observación de los ciclos naturales y la dedicación y acompañamiento que se puede hacer al proceso. Así, cultura sugiere la combinación del hacer y no-hacer que supone cultivar, a la par sabiduría ancestral y experimentación sostenida orientada a mejorar los procesos de crecimiento y obtención de frutos. Podemos a partir de aquí, hacer una lectura simbólica análoga con el objeto de estudio de este documento. CULTURA DE PAZ La cultura de paz se nutre de estas fuentes. Conecta pues, con la dedicación diaria que dispensamos las personas, los colectivos y los pueblos a los procesos de crecimiento individual y colectivo que buscan obtener frutos armónicos de las relaciones sociales. En el plano simbólico evoca multitud de construcciones mentales y acciones tendentes a obtener el fruto, necesariamente compartido, de la plenitud y la paz: preparar el terreno, obtener buenas semillas, sembrar de forma distribuida sobre el territorio, regar y canalizar agua, cuidar, estar atento a las condiciones ambientales, podar y cortar, acompañar, enderezar, tratar y curar las heridas, fomentar el crecimiento y dejar crecer, cuidar, proteger, fortalecer, tomar distancia, dejar Evolucionar, valorar, diversificar y recoger frutos, recircular las semillas, etcétera.

Reconociendo que la paz no solo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueva el diálogo y se solucionen los conflictos en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos […] Una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en: a. El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación; b. El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional; c. El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales; d. El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos; e. Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presentes y futuras; f. El respeto y la promoción del derecho al desarrollo; g. El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres; h. El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información; i. La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.

La línea que establece este trabajo colectivo de la Asamblea General de las Naciones Unidas y la aportación de Leonardo Boff al inicio de este documento conectan plenamente con la Carta de la Paz dirigida a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) —que promueve la Fundación del mismo nombre impulsora del Congreso para edificar la paz en el siglo XXI—, que establece en su apartado séptimo: El ser humano es libre, inteligente y capaz de amar. El amor no se puede obligar ni imponer, tampoco puede existir a ciegas sino con lucidez. Surge libre y claramente, o no es auténtico. Siempre que coartemos la libertad de alguien o le privemos de la sabiduría, estaremos pidiendo que esta persona pueda amarnos. Por consiguiente, defender, favorecer, desarrollar la genuina libertad de los individuos -que entraña en sí misma una dimensión social corresponsable- así como su sabiduría, es propiciar el aprecio cordial entre las personas y, por tanto, poder edificar mejor la paz.

Es, por tanto, la sabiduría y la filosofía que se hallan detrás del concepto de cultivar lo que debe impregnar cualesquiera iniciativas orientadas a la construcción de la paz, o mejor dicho, las paces. Diversas son las plantas y las flores, así como los frutos obtenidos, teniendo en cuenta allá donde crecen y se desarrollan los seres vivos: en un mismo país o región se cultivan diversos tipos de semillas de tomate, patata o vid, así como se utilizan diferentes técnicas de cultivo según el terreno, el clima y demás condicionantes ambientales, con lo que se obtiene al fin de los procesos diferentes tipos de patata, tomate o vino. Diversos son también los procesos e iniciativas tendentes a cultivar las paces, siendo que según las propuestas procesales facilitadas, así como las relaciones sociales, los contextos, los intervinientes, los afectados y las dinámicas sociales involucradas, surgirán también diversos frutos pacíficos (o violentos, según se orienten instrumentalmente los procesos).

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Numerosos actores pacíficos que buscaban transformarse y transformar conflictos, algunos incluso intensamente violentos, han puesto de relieve la doble condición constitutiva de la paz como proceso y meta al mismo tiempo. Ghandi, Luther King, Mandela, San Yu Ki o Victoire Igabire (presa política y de conciencia ruandesa en prisión en Ruanda) u otras mujeres y hombres menos conocidos constituyen los mejores ejemplos de este sistema de pensamiento y acción combinados. Si al mismo tiempo hablamos de “las paces”, evocamos simultáneamente diversidad, y creatividad y dinamismo. Diversidad al hacer referencia a pluralidad de iniciativas que deben ser bien combinadas para resultar armónicas; creatividad como necesidad de superar obstáculos, barreras o transformar dinámicas destructivas; dinamismo que debe incorporar la sabiduría de los procesos vivos y su búsqueda de equilibrios dinámicos en permanente movimiento. Como señala el clásico de la cultura china Tao Te King en relación con el cambio y el dinamismo: “Quien se sostiene de puntillas no permanece mucho tiempo en pie. Quien da largos pasos no puede ir muy lejos”. Es procedente, pues, preguntarse, en presente, en el planeta y en cada uno de sus rincones, qué culturas y qué paces generamos. ¿QUÉ PRÁCTICAS SERÍAN IMPORTANTES PARA UNA TRANSICIÓN ENTRE UNA CULTURA DE VIOLENCIA Y UNA CULTURA DE PAZ?

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Una vez establecido lo anterior resulta evidente que no puede hablarse de cultura y violencia al mismo tiempo. La violencia como dinámica y como sistema implica un proceso destructivo que difícilmente comparte dinámica con la acción de cultivar. Solo acciones precisas de poda de ramas, fuerza aplicada de forma puntual y reglada y muy delimitada por un agente conocedor de la naturaleza y sus desequilibrios y con el fin de conseguir el requilibrio podrían entenderse como “cultivar” en sentido amplio. EL CONFLICTO Como la mayoría conoce debemos distinguir claramente entre conflicto y violencia. Para sintetizar, el conflicto: • • • • • • • • •

Nos acompaña toda la vida (sea en un nivel “intra” o “inter”, en un nivel individual, del colectivo u organización o en el nivel delos pueblos o naciones). Afecta a todas las personas, sea cual sea su raza, credo, clase social, edad, época, nacionalidad o ideología. Afecta a todos los ámbitos de la actividad humana (relaciones interpersonales, relaciones sociales y relaciones internacionales). Es un fenómeno implícito en el mismo acto de vivir. Es una señal de alerta en nuestras relaciones sociales y/o organizacionales. Es la referencia vital de la involución o la evolución. No es un objetivo por ser reprimido, eliminado o contenido… ello no haría más que incrementar su potencia, calidad y cantidad. No se identifica con el objeto de la disputa, sino con los sujetos que lo viven y con la relación que les une. Como situación de crisis, es neutra: nos ofrece una vía de transformación… los actores deben escoger si es destructiva o creativa.

LA VIOLENCIA Y EL USO DE LA FUERZA La violencia no solo se asocia con fuerza y poder ejercida sobre otro (sea este un individuo o varios), sino también con la amenaza o la provocación de un daño o sometimiento limitador grave (a menudo de carácter destructivo, retributivo y no reparador). Numerosos autores han hecho aproximaciones a la violencia y sus diversas causas, formas y dinámicas. Para lo que nos interesa aquí, en relación con la violencia y la construcción de la paz, destacan las aportaciones de Johan Galtung y John Paul Lederach que distinguen entre violencia directa (interpersonal o intergrupal), violencia estructural (relativa a estructuras de la relación o de la comunidad o grupo, jerarquía o sistema) y violencia cultural (relativa a la cultura del grupo u organización, principios o normas implícitas o explícitas, tradiciones internas, etcétera). En los conflictos complejos y que afectan a un gran número de personas y colectivos suele darse una combinación intensa entre estos tres tipos de violencia. A su vez, dicha violencia puede ser ejercida por individuos a título particular, arrogándose algún tipo de representación comunitaria o, incluso, como representantes de estructuras nacionales o supranacionales. Aunque la Organización de las Naciones Unidas preconiza desde sus orígenes y a través de sus diferentes órganos globales o regionales el “arreglo pacífico de conflictos”, no obstante, admite la utilización de la fuerza de forma limitada y legítima, después de haberse contemplado otras medidas menos lesivas. A tal fin, la propia Carta constitutiva de la ONU prevé, como es sabido, en su Capítulo VII: “[La] Acción en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión”, haciendo con ello referencia a las posibles decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (cuya estructura nuclear se mantiene prácticamente intacta desde su creación una vez finalizada la conocida como Segunda Guerra Mundial) en aplicación del uso de la fuerza mediante unidades armadas terrestres, navales y/o aéreas con acciones orientadas a mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales, estableciendo incluso un Comité de Estado Mayor. De forma complementaria se añade que “ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un miembro de las Naciones Unidas”, refiriéndose, por tanto, a la posible utilización de la fuerza por parte de un Estado miembro de Naciones Unidas (y no de la propia organización internacional), utilización de la fuerza que puede ser considerada legítima por parte de la legalidad internacional. Por último, cabe recordar que el Consejo de Seguridad de la ONU utilizó la aplicación de dicho Capítulo VII de la Carta para constituir en los años 1993 y 1994 los tribunales penales internacionales ad hoc de la ex-Yugoslavia y Ruanda, respectivamente (primeros tribunales internacionales constituidos por el Consejo de Seguridad desde su constitución, y ordinalmente posteriores al conocido antecedente del Tribunal de Núremberg para enjuiciar crímenes internacionales de los jerarcas nazis). Aunque la acción de dichos tribunales, según sus estatutos, debe orientarse a la reconciliación, es preciso recordar que estos se constituyen en aplicación del uso de la fuerza, o dicho de otro modo, en aplicación de violencia legal y legítima decidida por el órgano soberano de las Naciones Unidas. TRANSICIÓN CONFLICTIVA Ya en los años setenta el mediador cuáquero Adam Curle hizo una interesante aproximación a la transición conflictiva (transición de dinámica no pacífica a dinámica pacífica) tomando como ejes el poder y el nivel de conciencia sobre el conflicto. En síntesis, ponía de manifiesto: a) el conflicto latente, donde se precisa educación y toma de conciencia; b) una vez tomada conciencia, la búsqueda

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de cambios de la situación a través de la confrontación (que podría ser no-violenta o violenta); c) si es gestionado adecuadamente, se establecen dinámicas de requilibrio de poder en la relación, con reconocimientos mutuos, con dinámicas negociales basadas en la conciencia de la interdependencia (es aquí donde diferentesparadigmas de resolución o transformación de conflictos tienen su espacio: negociación, conciliación, mediación, facilitación, diálogos, etcétera); y d) la culminación dinámica de estos procesos no adversariales puede conducir con diferentes procesos a dinámicas cooperativas y paces sostenibles dinámicas. Dichas transiciones, por supuesto, tienen procesos de avance y retroceso, como señala el autor, y además pueden orientarse a la involución o a la evolución, hacia la violencia o hacia la gestión pacífica del conflicto, respectivamente, en función de múltiples factores o dinámicas. PROGRAMA DE ACCIÓN SOBRE UNA CULTURA DE PAZ DE LAS NACIONES UNIDAS

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Para generar una verdadera transición entre dinámicas violentas y culturas de paces ampliamente vividas, la propia Asamblea General de la ONU (en su sesión de 13 de septiembre de 1999) adoptó un “Programa de Acción sobre una Cultura de Paz” y detalló unas medidas por adoptar por todos los agentes pertinentes en los planos nacional, regional e internacional, exhortando a los gobiernos, organizaciones y particulares la movilización de recursos —incluidos recursos financieros—, pasando a concretar una serie de medidas que estimo vale la pena considerar en presente sobre los ámbitos presentados a continuación. PROMOVER UNA CULTURA DE PAZ POR MEDIO DE LA EDUCACIÓN2 Se proponen ocho medidas diferentes pensando en la educación de todos, así como la promoción de los valores que permitan la resolución pacífica de conflictos en todos los niveles, con respeto por la dignidad humana, a las que más adelante me referiré de forma más extensa. Conviene recordar aquí la etimología de la palabra educere, que evoca la invitación a hacer emerger de dentro aquello que está latente, con toda su potencialidad creativa, lo que no solo conecta esencialmente con la dinámica educativa sino con la misma realidad de la semilla a la que se hacía referencia al inicio del texto. Es preciso, por tanto, vislumbrar oportunidades, recursos, métodos que permitan aprender a convertir la potencia interna en acto externo orientado hacia la paz interna, interpersonal, social y global. Es evidente que debe adaptarse a cada nivel y a cada edad y contexto. Tanto la historia, como las demás ciencias deben ser explicadas y compartidas de modo que sirvan para el conocimiento, la toma de conciencia y la proyección armónica en el presente y en el futuro. Siguiendo el ejemplo de la historia, resulta claro que deben repensarse y reelaborarse los materiales que se ponen a disposición, explicando tanto las guerras y violencias, como las paces y avances significativos de las personas y grupos humanos a los largo de la humanidad. PROMOVER EL DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL SOSTENIBLE Se proponen diez medidas complementarias orientadas a la cooperación internacional para la Se proponen ocho medidas diferentes pensando en la educación de todos, así como la promoción de los valores que permitan la resolución pacífica de conflictos en todos los niveles, con respeto por la dignidad humana, medidas a las que más adelante me referiré de forma más extensa. 2

erradicación de la pobreza, reducir las desigualdades económicas y sociales dentro de las naciones, medidas concretas para el alivio de la carga de la deuda, medidas de seguridad alimentaria sostenible y sostenibilidad del medio ambiente y los recursos naturales, estrategias de desarrollo equitativo que atiendan necesidades de los diferentes grupos sociales, en especial los más vulnerables, medidas de asistencia a la rehabilitación después de conflictos violentos, reintegración y reconciliación de todos los involucrados en conflictos, entre otras. En este aspecto debe suscitar la reflexión que dentro de los Objetivos del Milenio declarados por la ONU no se haga referencia relevante a los aspectos de seguridad, conflicto y cultura de la paz. PROMOVER EL RESPETO DE TODOS LOS DERECHOS HUMANOS Se hace referencia a siete medidas diferentes referidas a planes de acción concretos para el conocimiento, la difusión y realización de los derechos humanos fundamentales. Más adelante se hará referencia más extensa a los derechos humanos y su interacción con los elementos de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición en relación con los abusos del pasado. GARANTIZAR LA IGUALDAD ENTRE MUJERES Y HOMBRES Con seis diferentes medidas para integrar la perspectiva de género de manera práctica y concreta, en especial medidas concretas en favor de las mujeres que han sido víctimas de cualquier forma de violencia, incluso en el hogar, en el trabajo o durante los conflictos armados. PROMOVER LA PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA Con cinco diferentes medidas para fortalecer la realización práctica de la democracia en todos los niveles, con especial referencia a la lucha contra el terrorismo, la delincuencia organizada, la corrupción, así como la producción, el tráfico y el consumo de drogas ilícitas y el blanqueo de dinero, por su capacidad de socavar la democracia e impedir el pleno desarrollo de una cultura de paz. PROMOVER LA COMPRENSIÓN, LA TOLERANCIA Y LA SOLIDARIDAD Con nueve medidas concretas, entre estas, la de estudiar las prácticas y tradiciones locales o autóctonas de solución de controversias y promoción de la tolerancia, así como medidas de tolerancia y solidaridad con los refugiados y personas desplazadas orientadas a si integración social, así como el conocimiento mutuo y colaboración entre los pueblos. APOYAR LA COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA Y LA LIBRE CIRCULACIÓN DE IN­ FORMACIÓN Y CONOCIMIENTOS Con seis medidas concretas, entre estas la importancia de la libertad de prensa e información y comunicación y cómo se transmite dicha información, en particular sobre conflictos y violencia, así como en especial la promoción y difusión de la información sobre una cultura de paz por parte de los medios de comunicación.

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PROMOVER LA PAZ Y LA SEGURIDAD INTERNACIONALES Con la concreción de doce medidas orientadas al desarme, a la conversión militar, medidas de fomento de la confianza y actividades para la negociación de arreglos pacíficos de los conflictos, capacitación en técnicas de entendimiento, prevención y solución de conflictos, así como solución de problemas concretos después de los conflictos, como desmovilización y la reintegración de excombatientes en la sociedad, así como refugiados y personas desplazadas, programas de recogida de armas, entre otras. Tenemos aquí una relación sucinta de un abanico amplio de planes de acción concretos, con medidas concretas orientadas a la implementación práctica de una cultura de paz. INVERSIÓN EN GUERRA E INVERSIÓN EN PAZ

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Aun teniendo en cuenta todo ello, y con el fin de tener una breve aproximación cuantitativa a conflictos armados y operaciones de paz, según pone de manifiesto el Programa de Recopilación de Datos sobre Conflictos de la Universidad de Uppsala (Suecia), en el periodo de diez años entre el 2002 y el 2011 hubo 73 conflictos armados estatales activos, de los cuales, 37 seguían activos en el 2011; 223 conflictos armados no estatales, de los cuales 38 seguían activos en el 2011. De forma complementaria, el Stockholm International Peace Research Institute (Sipri) ha publicado en su informe del pasado 2013 que: […] el gasto militar mundial en 2012 ha sido de 1,756 billones de dólares, cifra que representa el 2,5 % del producto interior bruto mundial, o 249 dólares por persona en el mundo. Por otra parte en 2012 se llevaron a cabo 53 operaciones de paz, una más que en 2011, aunque es la tercera cifra más baja del periodo 2003-[20]12. El número de personal que trabaja en operaciones multilaterales de paz en todo el mundo cayó más de un 10% en 2012 —se redujo en 28.487 hasta 233.642— al intensificarse la ligera reducción del personal destacado iniciada en 2011. (p. 6)

Teniendo en cuenta la inversión económica y de recursos estatales y privados orientados a la guerra, a la producción de armamento y a la dinámica mixta de mantenimiento de inversión pública en conflictos armados y de proliferación de las iniciativas de privatización de la guerra, con grandes multinacionales militares y de seguridad privada, cabe preguntarse entonces si se han movilizado los recursos humanos, financieros y organizativos adecuados para el cumplimiento de los diferentes planes de acción orientados a la implementación de la cultura de paz. De todos es conocido la enorme desproporción existente aún hoy entre ambas inversiones públicas y privadas internacionales, regionales, estatales y locales. Es perentorio, son necesarias nuevas y mejores políticas públicas de paz, memoria y derechos humanos, con coherencia, ética, transparencia y recursos humanos y financieros crecientes (a la par que se requieren decisiones políticas valientes que reduzcan drásticamente el gasto militar y en armamento); igual que es necesario que por parte de empresas, sector privado, organizaciones del tercer sector y la sociedad civil se canalicen recursos humanos y financieros en proyectos de cultura de paz, memoria, justicia transicional y derechos humanos. Todo ello constituye semillas para el corto, medio y largo plazo, y los frutos que obtendremos para las generaciones presentes y futuras dependerán en gran medida de en qué semillas invertimos y cómo las plantamos, trabajamos y cuidamos, especialmente en los ambientes más violentos y desfavorables.

Cabe aquí profundizar en la pregunta que se formulaba al inicio, en este caso en relación con aquellos países, pueblos, comunidades que han sufrido o sufren aun episodios sistemáticos de violencia, guerras, crímenes internacionales u otras formas graves de violaciones sistemáticas de los derechos humanos: ¿qué prácticas serían importantes para una transición entre una cultura de violencia y una cultura de paz?; ¿qué hacer con la sociedades que tiene aún heridas abiertas por hechos del pasado?, ¿cómo transitar hacia una cultura de paz? ¿QUÉ HACER CON LA SOCIEDADES QUE TIENEN AÚN HERIDAS ABIERTAS POR HECHOS DEL PASADO? Es oportuno traer a colación nuevamente las propuestas de la Carta de la Paz a la ONU que en sus formulaciones relativas al pasado señala de forma certera (se destacan únicamente algunos párrafos): I. Los contemporáneos no tenemos ninguna culpa de los males acaecidos en la historia, por la sencilla razón de que no existíamos. II. ¿Por qué, pues, debemos tener y alimentar resentimientos unos contra otros si no tenemos ninguna responsabilidad de lo acontecido en la historia? IV. Es fructuoso conocer la historia lo más posible. Pero vemos que no podemos volverla hacia atrás. Vemos, también, que si la historia hubiera sido distinta —mejor o peor—, el devenir habría sido diferente. [...] VIII. Los representantes actuales de las instituciones que han perdurado en la Historia, no son responsables de lo sucedido en el pasado, pues ellos no existían. Sin embargo, para favorecer la paz, esos representantes han de lamentar públicamente, cuando sea prudente, los males e injusticias que se cometieron por parte de esas instituciones a lo largo de la Historia. Así mismo, han de resarcir en lo posible, institucionalmente, los daños ocasionados.

Se destacan tres reflexiones oportunas y, en la última, propuestas de acción concretas que inciden de forma directa en la responsabilidad de encarar con medidas y políticas concretas de desagravio y reparación los daños causados en el pasado sobre el tejido social. FARMACON Conviene traer a colación aquí el concepto original griego de farmacon. Cuando se pierde el equilibrio (o se sufre un mal o enfermedad), ya sea el individuo, el colectivo, la organización, el pueblo o la nación, se buscan vías de re-medio (esto es, recuperar el medio-centro perdido o encontrar un nuevo punto de equilibrio dinámico) adecuadas para paliar el mal, herida o disfunción. Como es conocido, etimológicamente farmacon responde a dos significados de naturaleza dual: re-medio o veneno. Su significado dependerá del tratamiento específico escogido, del tiempo del tratamiento y, sobre todo, de la dosis aplicada. La misma vía específica puede entonces curar o matar, en función de dichas variables, sabiendo que al mismo tiempo hablamos de la igualdad del ser humano y de la existencia de tantos entes biopsicosocioespirituales como seres humanos coexisten en el planeta. Siguiendo con el símil de la planta y la acción de cultivar, es claro que por mucho que estiremos la planta esta no crecerá más rápido: si se aplica un tratamiento con fuerza desmesurada en sentido vertical u horizontal podemos acabar con la vida de la rama o, incluso, de la planta.

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CONTEXTO TRANSICIONAL En el ámbito de los conflictos violentos del pasado o que perduran en la actualidad, es preciso considerar si se trata de un conflicto actual o abierto o puede considerarse que se puede hablar de posconflicto; de forma complementaria, es preciso analizar si existe una situación de dictadura o sistema autoritario, se está en una situación de transición hacia la democracia o dicha democracia se halla consolidada en sus formas y contenidos. En ocasiones se tratará de la combinación de conflictos armados o violentos seguidos de dictaduras militares o civiles o de orden cronológico inverso, por lo que se presentan entonces necesidades de aproximaciones complejas o combinadas. En todos estos casos es de vital importancia estudiar, explorar y decidir de forma específica qué vías de farmacon son adecuadas para tratar una situación concreta (vías simples, compuestas, combinadas, y por qué orden y cuáles son los actores que las suministran sobre qué actores). En las últimas décadas, para transitar de la violencia a una cultura de paz se han ido aportando nuevas inteligencias creativas, nuevos procesos transicionales que buscan precisamente por diferentes vías facilitar vías de re-medio que palien el dolor o la herida o produzcan armonía individual o colectiva. PROCESOS Y VÍAS TRANSICIONALES

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En la figura 1 podemos ver de forma esquemática diferentes procesos transicionales de carácter judicial y no judicial que han sido y son utilizados en diferentes contextos violentos.

Figura 1. Procesos transicionales

Algunos de estos mecanismos o la combinación de varios de estos son a menudo englobados bajo el término justicia transicional. Como es sabido, dicho enfoque fue ganando en contenido, conocimiento y aplicación práctica a finales de los años ochenta y principios de los noventa como respuesta diversa y a la vez omnicomprensiva a las violaciones sistemáticas de derechos humanos y abusos del pasado en diversos conflictos violentos y regímenes autoritarios. Diversas iniciativas fueron adoptadas por diversos gobiernos, por iniciativa propia o ante los reclamos de víctimas o diversos actores de la sociedad civil, teniendo en cuenta investigaciones judiciales de responsables de crímenes masivos o sistemáticos; comisiones de la verdad o mecanismos análogos con diversos nombres (que incluyen a veces la justicia, la reparación o la reconciliación, entre otros) que buscan investigar y sacar a la luz violaciones de derechos humanos, aportando recomendaciones para remediar dichos abusos y establecer bases que impidan su repetición en el futuro; medidas gubernamentales de reparación a las víctimas, incluyendo propuestas de reparación material y simbólica, individuales o colectivas, que varían desde compensaciones económicas hasta actos de desagravio; memoriales o políticas públicas de memoria, con la participación de las víctimas y sus familias, entidades memorialistas, comunidad educativa y otros miembros de la sociedad civil, incluyendo museos, monumentos públicos o centros de interpretación o señalización de espacios de memoria, recogida de memorias orales de víctimas que contribuyen al conocimiento y conciencia sobre los abusos cometidos en el pasado, y se orientan a evitar la repetición de los abusos y la profundización de las condiciones de democracia y paz; mecanismos diversos de reforma institucional de diversos órganos estatales vinculados con los abusos del pasado, como los ejércitos, las policías, los poderes judiciales y otros funcionarios públicos y gobernantes con el fin de transformar estructuralmente los instrumentos de represión, corrupción y arbitrariedad, con el fin de facilitar un estadio de derecho y un servicio público en beneficio de la comunidad política. Algunas otras propuestas complementarias se han ido añadiendo al elenco de iniciativas transicionales hacia la convivencia y la paz, dependiendo del contexto y los participantes, como tribunales tradicionales y otros mecanismos de resolución pacífica de conflictos como conciliaciones, mediaciones, conversaciones públicas, procedimientos participativos orientados a la superación de la violencia y a la sinergia orientada a la convivencia pacífica, facilitación de diálogos nacionales o diálogos altamente inclusivos, entre otros. Pronto se tomó conciencia de la necesaria interrelación de dichos mecanismos y de la necesidad de creatividad y adaptación al conflicto violento concreto, ya que alguna de estas medidas, consideradas de forma exclusiva, podrían no servir al fin de una transición equitativa y participada hacia la cultura de paz y hacia nuevos sistemas democráticos. VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN Y GARANTÍAS DE NO REPETICIÓN

Fuente: Jordi Palou-Loverdos (2008).

Hasta tal punto ha tomado relevancia este enfoque holístico y de visión de complementariedad, que el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas acordó crear una relatoría especial con mandato específico sobre los ejes de “verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición”. El Consejo encomienda al Relator Especial del mismo nombre un enfoque global de dichos cuatro pilares con el fin de “garantizar la rendición de cuentas, hacer justicia, brindar vías de recurso a las víctimas, fomentar la recuperación de la normalidad y la reconciliación, establecer entidades independientes que supervisen los sistemas de seguridad, restablecer la confianza en las instituciones del Estado y promover el estado de derecho de conformidad con las normas internacionales de derechos humanos” (2012, p. 3). Este mismo enfoque ha sido asumido, razonado y argumentado por el primer relator nombrado, el colombiano Pablo de Greiff, quien en su primer informe del 9 de agosto del 2012

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pone el relieve en el enfoque global y la necesaria interrelación de los cuatro elementos que son objeto de mandato, poniendo en correlación además dos objetivos mediatos, como son el reconocimiento a las víctimas y las medidas de confianza, y dos objetivos finales: contribuir a la reconciliación y consolidar el Estado de derecho, concretando de forma detallada cómo cada uno de los cuatro elementos deben ser considerados para la consecución de dichos cuatro objetivos. Aun cuando el término cultura de paz no sale reflejado explícitamente en el informe, es claro que los diversos enfoques que son objeto de mandato se orientan claramente a dicho fin último con el objetivo de superar y transformar los episodios violentos del pasado, integrando de una forma u otra los ocho ámbitos del Programa de Acción sobre una Cultura de Paz de la Organización de las Naciones Unidas que se han puesto de manifiesto con anterioridad. REFLEXIÓN FINAL

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Constituye un reto compartido de las personas, los colectivos, las organizaciones, los gobiernos y las diversas estructuras de poder y los pueblos, desplegar el abanico farmacológico adecuado a una situación concreta de violencia o de abusos de derechos humanos del pasado con el fin de hacer pasos de transición hacia una cultura de la paz que permita canalizar los conflictos emergentes o latentes de forma no violenta, generando condiciones de armonía catalizadora de transformaciones profundas de sistemas injustos, desiguales y violentos. Como señala la Carta de la Paz a la ONU, es responsabilidad de todos los que compartimos la existencia en el momento presente pensar y actuar ubicando como centro el cultivo diario y sostenido de las paces.

BIBLIOGRAFÍA Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU (1996). Carta de la paz dirigida a la ONU. Barcelona: Universitas Albertiana. Curle, A. (1971). Making peace. Londres: Tavistock Publications. De Greiff, P. (2012). Primer informe del relator. Nueva York: ONU. Galtung, J. (1998). Tras la violencia, 3R: reconstrucción, reconciliación, resolución: afrontando los efectos visibles e invisibles de la guerra y la violencia. Bilbao: Gernika Gogoratuz. Lederach, J. (1995). Preparing for peace: Conflict transformation across cultures. Nueva York: Syracuse University Press. Lederach, J. (2005). The Moral Imagination. The Art and Soul of Building Peace. Oxford: Oxford University Press. Organización de las Naciones Unidas (ONU), (1945). Carta de las Naciones Unidas. Nueva York: autor.

Organización de las Naciones Unidas (ONU), (1999, 6 de octubre). Resolución 53/243 de la Asamblea General de Naciones Unidas. Organización de las Naciones Unidas (ONU), (2012). Informe del relator especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Pablo de Greiff. Recuperado de http://www.ohchr.org/Documents/HRBodies/HRCouncil/RegularSession/ Session21/A-HRC-21-46_sp.pdf Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI). (2009). Yearbook, SIPRI. Estocolmo: autor. Recuperado de http://www.sipri.org/yearbook/2013/2013/files/sipri-yearbook-2013-resumen-en-espanol

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La paz se construye con paciencia y entre todos Pedro Stucky Presidente de la Iglesia Menonita de Colombia. Miembro Menonita Comité Ejecutivo Conferencia Mundial. Justapaz. Centro Cristiano para Justicia, Paz y Acción Noviolenta: Es un ministerio de la Iglesia Cristiana Menonita de Colombia, que recoge su compromiso histórico con la noviolencia, la transformación positiva de conflictos y la construcción de paz. Fundado en 1990, ha desarrollado una amplia trayectoria a niveles local, regional, nacional e internacional en capacitación, organización y acción para la transformación de conflictos y la formación de estructuras y estilos de vivir que conduzcan a la paz justa y sostenible.

Nosotros tenemos claro que, la paz se construye con paciencia. La paz es ave de largo vuelo y una cosa es el final de un conflicto armado – y ojalá se den acuerdos para cesar, callar los fusiles en alguna medida- pero otra cosa es conseguir la paz a largo plazo.

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Incluso tenemos bastante optimismo sobre los diálogos de la Habana, pero hace poco, justamente en una conferencia en el CINEP, Juan Pablo , un mediador internacional y que vino a compartirnos un poco sobre la matriz de acuerdos de paz y que está trabanjando en la Universidad de Notre Dame, nos decía que un promedio del tiempo de negociación son más o menos once años o doce años. Así que si salimos avante más rápido que eso, nos está yendo bien. Pero después del acuerdo es donde llega el tiempo y como él también dice, debemos pensar que la construcción de la paz, tal vez se demore igual que ha durado la guerra. Como dice Luis Guillermo, nosotros llevamos 60, 65, 70 años en guerra. Entonces, nosotros, me parece tenemos que tener una visión a largo plazo. Esto no quita hacer lo que es inmediato, pero sin con optimismo más bien con esperanza. Esperanza en contra de todo desespero, siempre manteniendo la esperanza en la conversión humana, en el cambio. Ustedes aquí en la Salle y Luis Guillermo y yo, pues somos de Iglesia y la Iglesia pues tiene esa visión, de pronto las ONG’s y las Agencias de Cooperación, tienen una visión bastante inmediatista. Desafortunadamente tienen que cumplir ciertos objetivos en un año, dos años o tres años y mostrar resultados y todo eso, pero nosotros, pues creo que, podemos saber que las cosas hay que trabajarlas con paciencia histórica. Sobre la primera pregunta, ¿Cómo recrear un lenguaje o construir un nuevo lenguaje para la cultura de la paz? Ya algunos se han referido a este punto. Yo quiero enfatizar la necesidad que nosotros vemos de aprender a dialogar para la paz. Tenemos tantas organizaciones que cuando tenemos la oportunidad de reunirnos, que no es muy a menudo, entonces hay acusaciones mutuas, hay lenguaje un poco agresivo, hay exigencias, demandas de cosas. Nosotros trabajamos en un proyecto en Arauca, que se llama CONQUISTAR LA PAZ. Ustedes

conocen un poco el contexto de Arauca y allá, nuestra tarea en este momento es, no sólo construir esos puentes entre sectores diferentes, empresarios, actores armados, organizaciones sociales, mujeres, Iglesia, etc, sino también aprender a hablarnos, que cuando nos reunamos no espantemos de una vez al adversario, sino que lo reconozcamos como persona y como gente que tiene también tiene sus ideas y su punto de vista. Entonces todo esto de aprender a dialogar, no es sólo tener un nuevo lenguaje, es también aprender a escucharnos, aprender a que como decía Pacho de Roux, ‘es que aquí hay espacio para todos y todas, aquí todos pueden convivir’, y si todos vamos a convivir, pues no podemos simplemente descalificarnos. Tenemos experiencias muy interesantes en todo esto y las vamos construyendo. En este momento no vale la pena ahondar, sino, simplemente decir, que con el CINEP y otras organizaciones estamos comenzando a ver la necesidad de esto también a nivel Nacional y no solo en Arauca, que es un poco polarizado, pero a nivel Nacional también. Y por eso creo que tenemos que ir construyendo mesas de diálogo, en pequeño. Desayunos entre contrarios para que nos vayamos reconociendo como sujetos, porque con estas personas hay contradicciones, pero también con ellas tenemos que construir. La segunda pregunta, ¿Es posible, y de qué manera sería posible, cambiar las prácticas sociales que reproducen violencias? Nosotros, desde la iglesia, tenemos comedores en Soacha, en barrios muy marginados y uno que conozco bastante en San Nicolás, que es el último barrio de Soacha. Es un ambiente sumamente violento, pero también sumamente marginado, necesitado, sin presencia del Estado, una cultura de delincuencia, de negocio de drogas, de robos, de maltrato a la gente y mucha pobreza. Entonces, pues, en un ambiente así, es muy difícil que la gente sea pacífica, no violenta, porque es que hay tanta presión del derredor, comenzando con el hambre. En el comedor, los niños y las niñas tienen oportunidad de crear, de vivir, de experimentar otro ambiente donde empieza a formársele una manera respetuosa de tratarse, de resolver conflictos en su propio lenguaje y también, obviamente recibir una formación con valores sino llenar algunas necesidades, como esa tan vital del hambre, llenar las barrigas para que puedan estudiar, para que puedan vivir, pues obviamente esto de cambiar las prácticas sociales también tiene que ver con cambiar los ambientes donde la gente vive, por ejemplo, que sean honestos. Ahora bien, en todo esto también hay una dimensión espiritual. También debemos cambiar desde el corazón y desde adentro, eso es lo que creemos como Iglesia. Yo por molestar a Luis Guillermo Guevara esta mañana le pregunté: que, dónde estaba el Evangelio. Dice el Papa que debemos cargarlo en el bolsillo, ¿cierto? Él me salió adelante diciéndome, ‘es que está en el corazón’. Ah, qué buena respuesta, ¿no? Porque ahí está, en el Evangelio están las palabras de Jesús, la manera de relacionarnos, ahí está todo, cómo vivir en paz. Me parece que necesitamos obviamente ir transformando nuestros corazones y también las mentalidades, las ideologías. Por ejemplo, estaban hablando de toda esta cuestión del reclutamiento de niños y las niñas. Pero fíjense, cómo vamos a criticar eso si nosotros a los pocos años, a los 18 años ya

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reclutamos a los jóvenes y eso es constitucional. Pues hombre, si uno promueve que lo que necesitamos es militarizar al joven, pues no nos sorprendamos de los resultados después. Por eso los cambios de mentalidad tienen que venir desde nuestros hogares, desde nuestras Iglesias, y nuestros colegios, donde decimos, no, la forma de transformarle no es a través del militarismo, es desde el servicio al prójimo. Y por eso hemos promovido por años la objeción de conciencia para que los jóvenes tengan alternativas. Hay que cambiar la mentalidad en muchos aspectos. Allá en Soacha hicimos una tarea de ayudar al alcalde a declarar a Soacha como territorio de paz. Soacha como territorio de paz, por Dios a quien se le ocurre eso. Soacha un territorio de droga, de delincuencia, de bandidos, de problemática social y todo eso, pero yo les decía que eso era muy significativo, porque como dice San Pablo: ‘cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir’. Tenemos que cambiar nuestra mentalidad porque si empezamos a hablar de Soacha como territorio de paz, en vez de Soacha el peor rincón de Colombia, pues entonces la gente empieza a pensarse diferente, a trabajar diferente manera, etc. Ahora eso no es de la noche a la mañana, hay que seguir haciendo cosa que no es fácil.

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Sobre la tercera pregunta de la educación, yo simplemente quiero plantear la pregunta, porque ustedes son educadores y ustedes llevan, no sé trescientos, cuatrocientos, quinientos años en esta tarea educativa aquí en Colombia y ya tienen que hacer su propia evaluación sobre eso, pero ¿qué viene primero, la teoría o la práctica? Yo recuerdo hace muchos años, una conferencia con un anterior director del CINEP, que él nos hablaba de la perspectiva de cambio, de cuando él se fue a vivir a un barrio y se tuvo que untar de pobreza. A los chicos en las universidades, en las escuelas y en los colegios le metemos mucho teoría, pero ¿cómo cambiar esa formación de clase tan arraigada? El yo primero que se ve cuando se meten en política no es la solidaridad con el prójimo. Y me gustaría pensar que la teoría cambia mucho porque yo predico en la Iglesia, soy Pastor y hablo mucho, y por lo tanto quisiera pensar que todos esos sermones u homilías cambian la gente, cambian la mentalidad, pero no me siento demasiado optimista sobre eso; porque aunque creemos en la palabra, la posibilidad transformadora de la palabra tiene que ir de manera muy estrecha combinada con la práctica. Y, respeto la cuarta pregunta sobre, cómo entender la ciudadanía para la paz, yo creo que es muy amplia, pero no se puede dejar la ciudadanía para la paz solo en las manos de los partidos de izquierda. Por ejemplo, ahora, para el 9 de abril hay una convocatoria para una movilización nacional en apoyo a los diálogos de paz, pero no podemos pensar que solo los Sindicatos, los Progresistas, la UP, el Polo, son los abanderados de la paz. ¿Dónde están los estudiantes universitarios de la Salle o de la Universidad del Rosario, de nuestras Iglesias...? Aunque está claro que una marcha no es la manera, pues inventémonos otras maneras, pero me parece que una ciudadanía para la paz tiene que ser un asunto de todos y todas. En este sentido creo que hay un destello de esperanza particularmente en los movimientos de mujeres. Las mujeres que trabajan por los derechos de mujeres, pero también por la paz. Realmente la ciudadanía y la paz son de todos y todas, no solo de los grupos de izquierda.

Como convertir el lenguaje de la violencia en lenguaje de la paz Diego Pérez Director Pensamiento y Acción Social (PAS) Programa Suizo para la promoción de la Paz en Colombia. SUIPPCOL.

El tema de la construcción de la cultura de paz creo que es muy importante centrarlo en el tema de los lenguajes. Tanto para los medios de comunicación, para la escuela, para las prácticas sociales de construcción de paz, etc. Es muy importante el trabajo sobre el tema del lenguaje, porque tantos años de conflicto armado en Colombia han ido construyendo un lenguaje de la violencia, un lenguaje de la guerra, un lenguaje de la fuerza y, al final, lo hemos ido incorporando cotidianamente. El lenguaje de la violencia lo hemos incorporado en todos los niveles de nuestra vida cotidiana. Hemos ido incorporando ese lenguaje de la fuerza, ese lenguaje violento, ese lenguaje guerrerista, en nuestra vida. Creo que es un elemento fundamental empezar a construir paz transformando también esos lenguajes guerristas, de fuerza y de violencia por lenguajes de convivencia, del respeto al otro, del reconocimiento del otro. Y, para mí, este es el hilo conductor entre las cinco preguntas de este eje. Ahora en esa idea inicial también, de cómo ir cambiando y transformando lenguajes y construyendo nuevos lenguajes para la paz, lo que en la práctica mía y en este ejercicio de construcción de paz, yo voy encontrando es, cómo re significamos conceptos que tienen que ver con la paz pero que se han vuelto lugares comunes. Lugares comunes que ya han perdido la profundidad del concepto, por ejemplo, el diálogo. ¿Cómo recrearlo, cómo re significarlo y qué significaría un diálogo que ya nosotros denominamos como un diálogo generativo, un diálogo para el cambio, unos diálogos transformadores, no simplemente el diálogo reducido? La idea de diálogo como conversación entre varios ya no nos vale, no. Y sí, de pronto, nos escuchamos pero más allá de conversar y escucharnos, ese diálogo no nos está generando cosas nuevas, ni está generando cambios en la persona que participan del diálogo. Creo que entonces hay la necesidad de re significar algunos de estos conceptos asociados a la cultura de paz y a la construcción de una cultura de paz en esta idea del diálogo entre varios, incluso entre opuestos, entre actores distintos y diversos en la sociedad para aceptar la paz. Creo que valdría la pena unir el concepto del encuentro, del encuentro con otro, con ese otro distinto, diferente, que puede pensar distinto, etc., o incluso que ha estado en el bando de, díganoslo así, de quienes nos han afectado de alguna manera, durante todo ese tiempo de guerra y de conflicto; ese encuentro con el otro debería empezar por ser un encuentro transformador, es decir, que yo no

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podría salir igual después que me encuentre con alguien si es que estoy realmente convencido de esta idea de la construcción de una cultura de paz, porqué ese encuentro con el otro debe dejar algo en mí, porque solo así voy a dar pasos en la transformación y en el cambio.

simple, pero que ha resultado muy constructiva. Se trata que los mismos actores, los indígenas, los afros, los campesinos empiecen a contarse cómo era antes la convivencia entre ellos, entre comunidades vecinas de afros o indígenas, por ejemplo.

En esa misma línea de cómo seguir recreando conceptos y volviendo a re significarlos, es decir, como tratar que la carga que se les ha colocado todos estos años de guerra den paso a dar una cultura y una pedagogía de paz, también tiene que ver sobre lo que significa vivir en armonía y en convivencia con otros en las regiones, en los territorios y en distintos grupos humanos.

Incluso en algunas de esas conversaciones, talleres o encuentros participaron personas mayores que pudieron contar su vida. Hubo una experiencia muy rica entre ellos contando periodos mucho más atrás de la Colonia, de la Conquista de cuando vinieron de África, cómo fue esa convivencia, si fue igualmente conflictiva, cuáles fueron los tipos de conflictos que allí se dieron. Y esas reflexiones, han llevado a pensar que buena de los conflictos han sido inducidos desde fuera, por intereses de múltiples actores, porqué también hubo prácticas de convivencia, de compartir territorios comunes, de solidaridades entre ellos, de acoger mutuos entre afros y campesinos, de compartir incluso sistemas productivos a nivel micro comunes, etc.

Creo que el conflicto ha generado también unas maneras de convivir. En estos últimos días, trabajando en algunas regiones, me he impactado un poco. Hablando con gente de la posibilidad de que en Colombia empecemos una fase del postconflicto; que sentido el temor que la gente tiene a la fase del postconflicto. Y, aunque puede resultar paradójico, he oído gente decir: “no queremos que esta guerra se termine y que avancemos’. Solo después, uno empieza a entender por qué ese temor, porque fueron tantos años que vivieron, que convivieron, que hemos convivido con el conflicto, con el actor armado al lado, con prácticas autoritarias en la cotidianidad, que no alcanzamos todavía a imaginarnos cómo podría ser esa otra fase.

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Así, pues, ¿cómo podría ser una fase de convivencia en un escenario territorial entre distintos actores? Se manifiesta temor incluso un poco frente a ese que me afectó, ese que cometió graves violaciones contra miembros de mi familia y va a quedarse viviendo ahora al lado mío, de vecino. Cómo voy a enfrentar esa convivencia cotidiana, de estarlo viendo allí, pero sabiendo lo que hizo también… Esto también tiene que ver con los procesos de reconciliación.. Hay temores fundados. Y estos temores están anunciándonos lo difícil que será la convivencia después de tantos años de guerra y una guerra tan degradada como la nuestra. Es difícil imaginarse las posibilidades de la paz, de la convivencia, de escenarios tranquilos, compartiendo entre actores que estábamos en polos opuestos, y con pensamientos muy distintos sobre la vida sobre los proyectos colectivos, etc.

Esta experiencia se trata simple de una práctica pedagógica de conversación, de discusión sobre cómo vivíamos antes de este conflicto, de por qué nos estamos enfrentando, si es parte de nuestras idiosincrasias, culturas y cosmovisiones confrontarnos y enfrentarnos y, aún eliminarnos entre nosotros o si no era así, por qué hemos ido llegando a esa práctica, qué fue lo que sucedió. Creo que esos procesos pedagógicos, a través del diálogo, de la conversación, etc., van encontrando explicaciones por un lado, de lo que está sucediendo en este momento, del tipo de conflictos que está sucediendo y por otro lado, ayudan a volver aciertos estadios y ciertos escenarios que fueron de convivencia, que fueron de apoyo mutuo, que fueron de solidaridad y, que vale la pena rescatarlos nuevamente y tenerlos en cuenta para que eso sirva de base en una fase de postconflicto, de pos acuerdo y de construcción de paz mucho más largo plazo, estable y duradera.

Por eso hay también que repensar la convivencia, repensar la armonía, repensar esos escenarios pequeños locales, veredales, en el corregimiento, en el municipio; es muy importante trabajar todo aquello que se ha vuelto un lugar común. Los territorios de paz no deben ser sólo territorios donde no haya gente armada circulando por el territorio, sino donde haya posibilidades de que esos ejercicios de convivencia se den, se manifiesten allí.

Pero también en ese cambio de prácticas sociales de todos esos factores que generaron violencia debemos tener en cuenta el diálogo entre organizaciones que generalmente llamamos mixtas. Por ejemplo, con organizaciones de mujeres que han reflexionado, sistematizado todo el tema de la cultura del patriarcado y el ejercicio de la violencia, ha sido muy rica. Por ejemplo, en la red de iniciativas de paz con las que yo trabajo hay organizaciones mixtas, campesinas, afro, indígenas, pero también trabajamos con La Ruta Pacífica de las Mujeres, un movimiento de mujeres feministas. Debo confesar que las primeras conversaciones entre las organizaciones y la Ruta Pacífica eran bastante difíciles, por supuesto, las mujeres feministas abanderaban el tema del patriarcado: ‘es que ustedes, los hombres…’. ¿Cómo ir deconstruyendo toda esta cultura violenta? Y es que las otras organizaciones se mostraban un poco resistentes a escuchar el discurso.

En este sentido creo que este tema de lenguaje, tenemos que empezar a ser muy creativos pero más que intentar nuevos lenguajes, nuevos términos, es re significar, a mi manera de ver, recrear esos lenguajes y esos conceptos que la guerra fue transformando y que los fue cargando de toda su lógica como tal. Volver a ellos, incluso. Y ahí, avanzando la idea de cómo ir transformando también prácticas sociales que faciliten la convivencia, faciliten la cultura de paz y le vayan quitando cada vez más peso a la violencia.

Llevamos diez años trabajando en eso, pero en los tres últimos años tal vez, ha habido cambios notorios en las organizaciones campesinas, afros, mixtas que ha sido producto justamente de ese diálogo y que en un primer momento no fue tan fácil entenderse. Por ejemplo, en esas organizaciones mixtas, existiendo mujeres con todas las capacidades, no había la menor posibilidad de participación en sus propias organizaciones. Pero hoy ya se nota claramente, y se puede incluso con indicadores, mostrar cambios en ese sentido.

Un ejercicio que hemos hecho con algunas de las comunidades en donde ha habido ciertos conflictos, por ejemplo, con la tierra y el territorio entre afros, campesinos e indígenas, es una práctica muy

Pero más allá de la forma, en la reflexión que estamos haciendo sobre el tema del lenguaje, uno empieza a ver como compañeros con historias muy machistas, incluso reforzadas con los discursos

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políticos de izquierda, tienen hoy lenguajes mucho más incluyentes. Pero incluso también, más allá todavía, hay mayor claridad de la importancia y de la urgencia de empezar a deconstruir todos esos lenguajes violentos y empezar a trabajar sobre lo que ha sido por ejemplo, el patriarcado como parte de ese ejercicio también de violencias y que se ha visto fortalecido, por supuesto, por el conflicto armado y por las otras formas de violencia. Creo que esa interlocución, ese diálogo tranquilo, respetuoso y procesual, o sea, que no sean las cosas por decreto -ya les digo, se ha necesitado un diálogo de diez años entre la Ruta Pacífica de las Mujeres y las organizaciones de mujeres campesinas para que solo en los últimos dos años vayamos viendo todos esos cambios-. Ese tipo de procesos me parece que es lo que ayuda a cambiar las prácticas y a que se vayan logrando ejercicios concretos de cambio en toda esta forma de construir la violencia. Otra práctica social que ha ayudado muchísimo, y que puede ayudarnos a esa deconstrucción de las violencias, tiene que ver con la manera como en algunas comunidades, no todas, sobre todo comunidades muy aplicadas en el territorio y con cierta estructura organizativa y cultural, se van enfrentando positivamente el actor guerrerista, el actor autoritario, el actor que impone por la fuerza. Y, aunquese va enfrentando también con prácticas, más o menos similares de una confrontación en el marco de la fuerza, también adquieren significados que a mí me parece que son transformadores.

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Un ejemplo. Cuando en algunas comunidades frente al reclutamiento de niños, niñas y de jóvenes buscan al actor armado que reclutó y además de decirles que tienen que devolver éstos niños que se han llevado; aunque hay un primer momento de un poco de presión y de fuerza, también se genera un diálogo y se manda un mensaje hacía el otro. El por qué usted no puede llevarse estos niños; el por qué usted los sacó del colegio y se los trae acá; el por qué estos niños deben estar en su ambiente propio que es la comunidad, que es la cultura indígena, que es el resguardo, que es el cabildo como autoridad. Es decir, más allá si el otro acepta o no ese nuevo escenario en el que se le está colocando la discusión a partir de hechos muy concretos como el reclutamiento, creo que va dejando, va dejando ahí algunos elementos para pensar desde el actor violento para repensar las prácticas que está desarrollando como tal. De alguna manera, eso contribuye en la fase de negociación y de post acuerdo. Creo que será mucho más difícil si nunca ha habido prácticas como esas, si nunca ha habido un intento de un ejercicio como este. Bueno, y finalmente sobre este tema de esta segunda de las prácticas sociales, quisiera decir también que el movimiento social por la paz en Colombia, lo que llamamos el movimiento social y que el CINEP ha reflexionado bastante el asunto, también hemos conversado si es bueno hablar de “el movimiento social por la paz” o sería más rico hablar de que hay varios movimientos. Hay una multiplicidad de propuestas que van surgiendo y que han surgido en el país desde hace muchos años en torno a todo este tema de construcción de paz y que incluso una de ellas o un bloque de iniciativas de construcción de paz han sido las que apuntan a formación, generación de cultura, cambios de lenguaje, pedagogías para la paz. Creo que hay ahí experiencias muy interesantes en esa dirección, sin embargo y en la guía de prácticas sociales para ir transformando estos imaginarios, se encuentra uno que cuando se da un escenario concreto de posibilidades de cambio del escenario de guerra por un escenario de paz se empie

zan a dar entre las mismas organizaciones sociales ciertas tensiones, como la que explicaba antes en términos del temor hacia el post conflicto y más allá de ese asunto eminentemente ideológicos, lo que uno observa es que hay cierto temor a perder también el tutelaje, esa especie de tutelaje que el actor armado ha hecho durante muchos años. Uno conversa con colegas muy serios y con mucha historia de lucha social y uno nota cierta nostalgia cuando ven las posibilidades de que realmente se termine esa parte del conflicto armado. Como, que bueno, nos vamos a quedar sin nada y además un Estado, un modelo y un gobierno que no lo vemos tampoco tanto. Entonces y esa otra parte, va entonces a negociar o sea, como que vamos a quedar huérfanos de ese tutelaje y eso no significa ningún juicio contra nadie. Simplemente creo que es parte de la explicación social, de un fenómeno social y político que tantos años tutelados por un actor que incluso resolvía hasta los problemas más personales, familiares allá en las veredas, etc. etc. Eso nos lleva a que ahí, hay otro elemento, otro imaginario muy fuerte que hay que ayudar a cambiar y a transformar, para que sea posible una paz realmente que no retorne rápidamente a esos nuevos ciclos de violencia, ¿Cómo darles certeza a éstos amigos y amigas que pueden tener cierta nostalgia frente a la posibilidad de que se negocie el conflicto armado. ¿Cómo darle certeza de que lo que va a venir es mejor? Y por supuesto que eso no es fácil. Nadie puede, uno no puede comprometerse con ellos, pero si los que estamos convencidos de que la guerra no puede ir más y que estas violencias han sido desastrosas, que es la paz el camino, tenemos que ser muy fuertes en manifestar eso, por lo menos como una esperanza clara. Más allá de que nos corresponda o no darles certezas de que eso va a ser así o no. Me parece que es muy importante, es una manera de ayudar a que den el paso de la nostalgia de no seguir teniendo el tutelaje de las armas o de las vías de la fuerza a este otro elemento. En el tema de la educación, pienso que el Sistema Educativo Colombiano en general, en cierta medida, también ha optado por todos esos factores de violencia, de guerra y de ejercicios de fuerza. Creo que en Colombia, como lo dice Luis Jorge Garay no solamente el Estado ha sido coptado por la guerra, por las mafias, por todas estas formas de violencia, sino que también, lo ha sido la sociedad y en ese sentido, las instituciones más importantes de la sociedad. También han sido de alguna manera cooptadas para usar el término de Luis Jorge, por la violencia, por el conflicto como tal y por supuesto la escuela, el sistema educativo en su conjunto. Entonces el tránsito hacia una escuela que facilite la convivencia que facilite la creación de cultura de paz, tampoco es un tránsito fácil y yo diría que, es un tránsito que se debía haber hecho, empezando por haber construido escuela para el conflicto, es decir, haber construido unos sistemas, unos modelos, unas propuestas pedagógicas en la escuela que primero entendieran que estábamos en esa situación de conflicto. Yo recuerdo con el trabajo también desde CINEP, con Justapaz, con las primeras poblaciones desplazadas; los primeros grupos de desplazados niños y niñas que vinieron a las escuelas de las ciudades en Medellín, en Apartadó o en Barrancabermeja, bueno, en todas partes del país, y, llegaron a las escuelas, la situación que estos niños y niñas tuvieron que vivir, pues no solo por la estigmatización y el rechazo de sus compañeros, sino, porqué los profesores no estaban preparados para eso, no había una preparación de los educadores y educadoras, ni de la escuela entendida como sistema y entendida en su conjunto para atender ese problema del desplazamiento. Entonces las propuestas que más avanzaron y que se consideran más exitosas fueron aquellas que, por lo menos abrieron puertas y les dieron cupo en el aula de clase a los niños y niñas desplazados. Fue los que más avanzaron.

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Eso ayudó a transformar un poco. Hay experiencias, pero creo que muy pocas de mostrar en donde el equipo del sector educativo, los profesores, la infraestructura escolar, el trabajo con los padres de familia, el trabajo con los demás niños y niñas se hizo para que estas niñas y niños desplazados por la violencia se encontraran en escenarios distintos. Es decir, creo que a pesar de incluso ya tantos años de desplazamiento forzado en Colombia por la violencia, el sistema educativo no logró adecuarse a pensar en una escuela para tiempos de conflicto y para situaciones de conflicto, de manera que, y lo que quiero decir es que pensar así, está abriendo las posibilidades también de la transformación de ese conflicto. Se hicieron cosas, no es que no hayan sido importantes, pero se hicieron cosas que de manera muy tangencial resolvieron problemas y quizá favorecieron derechos de esta población infantil desplazada, pero no transformó de alguna manera o fue una oportunidad para haber hecho transformaciones más claras en el sistema educativo, en la infraestructura de la educación, etc. Sin embargo, aunque no se haya hecho, creo que en términos de una cultura de paz, por supuesto que la educación juega el papel más importante. Ahora, la gran pregunta que yo me haría es ¿Cómo construir? ¿Cómo aportar a construir realmente esta cultura de paz y una pedagogía para la paz?

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Y hay en Colombia la posibilidad, la disponibilidad, si podemos ir colocando ciertos dispositivos que hagan posible repensar también el sistema educativo en función de cultura de paz, porque este sistema educativo ha reproducido de alguna manera la violencia, ha reproducido el imaginario de la fuerza para resolver las cosas y los conflictos entre nosotros. Y ahí, pues lo señalo con mucho respeto, a veces hasta donde más se ha avanzado es a que en el aula escolar, en la universidad, en el colegio, se instituya una cátedra para la paz. Y creo que la forma más fácil de que pierdan sentido los cambios transformadores reales, es cuando eso se convierte en este tipo de cosas, o cuando en la escuela entonces se abre una cátedra para la paz o en el móvil de democracia y ciencias sociales hay un capítulo que habla sobre el conflicto y la paz. Eso sirve y ayuda, claro que sí, pero pienso que tenemos que ser mucho más audaces en ir repensando el modelo educativo. Ir repensando el modelo, el sistema y toda la infraestructura alrededor de la educación, en función de que podamos aportar a consolidar esa propuesta de paz. En estos días, en un trabajo también con algunas de las comunidades donde hay varios profesores y maestros, en la costa pacífica del sur del país, donde la mayoría de compañeros y compañeras son afros, surgía la idea de qué pueden hacer ellos como maestros, qué pueden hacer para ir preparando ese escenario del post conflicto desde el aula, con los estudiantes, con los padres de familia, con el consejo comunitario. Cómo ir pensando los acuerdos que tuvieron con los grupos armados, que la escuela también los apoye, los acompañe, rodee también ese proceso y se meta la escuela también en la idea de sostener los acuerdos que se logren en la Habana y desde allí, dándole fortaleza a una fase del post conflicto y por lo tanto desde allí, ir avanzando en construir otro tipo de valores, otro tipo de comportamientos que le den piso fuerte a esa paz para que no volvamos pronto a los ciclos de violencia. Y tal vez el último punto, porque me gusta la idea, me llama la atención, es el entender la ciudadanía para la paz. Creo que en Colombia y, en este mundo globalizado hay unos replanteamientos interesantes

del concepto de ciudadanía. Me parece que entender esta ciudadanía de hoy como una ciudadanía de identidades múltiples, que se van construyendo en esa interacción con todos los demás y con distintos grupos humanos y subculturas urbanas, subculturas juveniles; el problema de la migración a nivel mundial de todo lo que significa este fenómeno de la migración en términos de identidades culturales, etc., y por supuesto en Colombia, además de todos esos elementos que son universales pues nos reconocemos como un país pluriétnico y multicultural. Entonces esta ciudadanía para la paz es una ciudadanía también diversa, es una ciudadanía de varios colores, multicolor y no es fácil realmente empezar a trabajar en una puesta común por la paz, sea una paz que realmente reconozca esa diversidad. Yo hago mucho eco de una frase, de una consigna que levantaron las mujeres en el movimiento de Mujeres por la Paz que, ellas dicen: ‘Ni guerra que nos mate, ni paz que nos oprima’ y creo que ahí, está la esencia de este tema, de esa ciudadanía para la paz, o sea no queremos la guerra pero tampoco queremos una paz que homogeniza al ciudadano a la ciudadana, a todos nos pone como por igual porque todos estamos en la apuesta de la paz y entonces esa riqueza de la diversidad se pierde y esa riqueza de una ciudadanía de múltiples identidades. Y creo que ahí la clave para que eso suceda, para que sea esa ciudadanía no homogénea, no de pensamiento único, no uniforme, sino que expresa la diversidad, tiene para mí entre muchos, dos elementos claves. Uno, el reconocimiento realmente del otro y un reconocimiento real. Yo creo que el paso más importante que en Colombia se ha dado para que hoy exista por lo menos esta mesa de negociación de la Habana, y pueda pronto existir una mesa con el ELN, es porque el Presidente, tomó la decisión de reconocer que el otro era un actor político serio y que con el cual había que conversar. Mientras ese paso no se daba no es posible un escenario como el que hoy existe. El reconocimiento del otro, aunque sea el adversario, pero el reconocimiento del otro en sus valores en su posición, a mí me parece un elemento clave para este ejercicio ciudadano por la paz. Y segundo, el del diálogo como herramienta fundamental de colocar en la mesa las visiones distintas, las divergencias, los puntos de vista diferentes pero sobre la base del diálogo. No sobre la base de las imposiciones, de excusión del otro, y de la idea del otro, sino sobre la base de que eso pueda ser dialogado y ojalá un dialogo, como dije al inicio, que pase más allá de la simple conversación, de la conversación y de la escucha al otro y que puedan ser diálogos que generen cosas nuevas, que construyan nuevos comportamientos en todos los ciudadanos en la sociedad en su conjunto y en las organizaciones.

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La construcción de un hombre nuevo Mns. Nel Beltán Obispo de Sincelejo, Sucre. Ha vivido los 47 años de vida sacerdotal en epicentros del conflicto armado colombiano, como el del Magdalena Medio. Fue presidente de la Pastoral Social, integra la Comisión Nacional de Reconciliación y fue delegado del presidente Belisario Betancourt, en 1984, para conformar la Comisión de Paz en esa región del país. Premio Nacional de Paz, otorgado por Fescol, junto con Luis Augusto Castro y Leonardo Gómez Serna, es una exaltación honorífica por su labor en defensa de la vida y la reconciliación. Se ha distinguido por su gran sensibilidad social, por el compromiso con el progreso y desarrollo de los más pobres y necesitados, y por la búsqueda permanente de la paz en condiciones muchas veces desafiantes y difíciles.

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Yo llevo muchos años trabajando en esto y este conflicto tiene una raíz que no alcanzo a visualizar completamente. Pronto voy a cumplir 74 años y hace unos días escribí una carta que decía: “Antes de morir me gustaría vivir un año de paz, porque llevo 54 años viviendo la violencia”. Y esto no es una exageración. Yo fui un niño que en a los brazos de mi madre tuve que salir de mi pueblo natal como fruto de la violencia liberal conservadora. Y aterrizamos poco después en Barrancabermeja. Y, allí, como niño entré en el territorio de violencia que había en ese tiempo. Y, una noche, era 9 de abril de 1948, en la casa vecina de la mía, aquel niño inconsciente vio la gente gritar, alguien que quería destruir una casa, un disparo que sonaba, un señor que caía de espaldas con una pequeña herida en la frente y un pequeño hilo de sangre.... Y, entonces, yo conocí como un hombre puede dar muerte violenta a otro. Durante todo este tiempo de niñez en Barrancabermeja, la violencia creó una atmosfera en la cual era difícil ver y pensar otra cosa que no fuera la confrontación y la violencia. Y todo esto me hizo pensar en una vida dedicada al sacerdocio, con consciencia diferente al inicio, a la mitad y al final, pero vivida al servicio de la paz. Y esto con todas las dificultades y cosas asombrosas que ustedes se puedan imaginar. Guerrilleros o paramilitares nunca me invitaron a tomar con ellos las armas. Acabo de cumplir cincuenta años al servicio de las víctimas porque es lo que aprendí inicialmente y luego a la creación de conciencia. Y también llevo 22 años como obispo de Sincelejo dedicados a ser una voz que no se calla. Una voz que ha tratado de equilibrar un mundo sometido absolutamente al mundo paramilitar, había 26 alcaldes paramilitares en los 26 municipios del departamento y un gobernador paramilitar. Es una vida curiosa y es la primera vez que la comparto. Marcada siempre por el signo de la violencia y el signo bendito de la paz. Y creo que el secreto está en el corazón. Creo en el corazón de la gente. Creo que me escuchaban guerrilleros, paramilitares... creo que el corazón de la gente sí es capaz de escuchar el mensaje de la paz, pero hay estar antes reconciliado y en paz con una mismo. Sólo cuando el interior de uno está claro es capaz de comprender las cosas oscuras que le pasan en la vida.

Lo que tenemos que hacer es una pedagogía mayor a favor de la comprensión del ser humano que nos lleve a la construcción de un hombre nuevo que garantice la permanencia de la paz y no la irrupción de la guerra – porque aquí en Colombia al menos hemos tenido tres grandes guerras (la del nacimiento, la independencia y la violencia de las guerrillas durante medio siglo)- Y sólo un hombre con una mentalidad y un corazón diferente puede cambiar eso. Y son muchos los que quieren, el acierto es invitarnos a hablar y a encontrar caminos. Vale la pena construir un país en que más niños no tengan de huir de sus tierras, un país que sea diferente para las generaciones nuevas.

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Crónicas

jornadas congreso

Eje temático

Cultura de la Paz

Crónica de la

Primera sesión - 25 septiembre 2014 242

Las experiencias personales en el territorio, algunas de alto contenido emocional, han centrado el grupo de expertos del eje temático de Cultura de Paz. También han tenido especial importancia otros elementos que se habían analizado en las reuniones previas de los expertos: la educación, el papel de los medios de comunicación, los jóvenes y como convencer la sociedad sobre la importancia de la paz. En este grupo se ha dado especial importancia a la voz de los congresistas que han llenado la sala del Teatro de la Universidad de La Salle, muchos de ellos llegados de fuera de Bogotá, pero sobretodo representantes de muchas entidades que cada día trabajan por la paz. Por eso ha habido preguntas muy claras y directas: ¿cómo actuar con los desmilitarizados? ¿Cómo convencer a aquellos que dudan si la paz es posible? Una de las frases más impactantes de la mañana ha sido pronunciada por Monseñor Nel Beltran: “Tengo setenta y cuatro años de vida y quiero vivir un año de paz”. Y tras contar su experiencia al lado de las víctimas ha asegurado que “el secreto de la paz está en el corazón” y ha animado a los presentes a “realizar una nueva pedagogía nacional”. El papel que debe jugar la escuela en la cultura de paz ha sido principalmente defendido por la profesora Sara Victoria Alvarado (CINDE). “La escuela debería pensar qué significa el desarrollo del niño y no legitimar con la educación las lógicas del mercado y de la violencia. Debería dar capacidad moral, política y de reflexión al niño y formar maestros de pedagogía para la paz”, ha opinado. Como respuesta a una pregunta sobre si los guerrilleros tienen consciencia, el padre Francisco de Roux,

también desde su experiencia, ha relatado que siempre se ha aproximado a los guerrilleros “desde la buena intención que tanto ellos como yo quieren el bien para Colombia” y teniendo en cuenta un objetivo: llegar a la consciencia de cada persona. Jordi Palou-Loverdos, director del Memorial Democrático de la Generalitat de Catalunya y experto en resolución de conflictos, ha apostado por la justicia como mejor herramienta para la resolución de conflictos. Y ha asegurado que “en la construcción de la paz la teoría no basta, también es necesaria la experiencia”. “Y como todo el mundo ha tenido algún día una experiencia de paz todos podemos ser referentes de ellas”, ha concluido. La defensa de los medios de comunicación al servicio de la paz ha vendido por parte del periodista Álvaro Duque quien ha reconocido que los medios deberían tener más en cuenta los grupos minoritarios, pero ha asegurado que esta deficiencia no es culpa de “una mano negra, sino de la rutina de los periodistas”. “Los ciudadanos tenemos los medios que nos merecemos”, ha afirmado. Y, por su parte, el pastor de la Iglesia Menonita, Pedro Stucky, ha pedido a instituciones que trabajen por la paz y que pidan a las Naciones Unidas que ilegalicen las guerras. Finalmente, ha concluido la sesión, la intervención de una congresista, ampliamente felicitada por la audiencia, que ha denunciado el hecho que Colombia haya ignorado “a lo largo de toda su historia, desde la colonización y hasta el momento, todas sus víctimas de la violencia”, des de los esclavos africanos hasta los muertos actuales. “Las victimas se han ganado a pulso hoy un espacio para ser escuchadas”, ha concluido.

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Crónica de la

Segunda sesión - 26 septiembre 2014 244

La segunda sesión de expertos sobre Cultura de Paz se ha centrado especialmente en dos aspectos: la justicia y la reconciliación y en cómo construir la paz. Ha abierto la jornada de debate entre expertos y congresistas el director del Memorial Democrático de Catalunya, Jordi Palou-Loverdos, quien ha recordando que la paz pide de un diálogo “dinámico y participativo”. Además ha lanzado una pregunta al público. ¿Qué hacemos cada uno de nosotros a nivel personal y profesional para generar un auténtico diálogo? Y en esta línea ha manifestado que “la paz no es una entelequia, ya que todos podemos aportar cada día alguna cosa a la cultura de la paz. La paz es una actitud vital que no podemos dejar en manos de los políticos o de los jueces. ¿Aceptamos que haya inversión en guerra, pero por qué no reclamamos inversión económica en cultura de paz?”, ha manifestado. Por su parte, sobre este mismo tema, Mn. Nel Beltran, ha recordado “que si no cambia la mente, no cambia la cultura, no cambia la historia” y ha manifestado que para que nazca cultura de paz en Colombia se deberían tener en cuenta tres elementos: escuchar los ocho millones de víctimas, oír el lenguaje de los armados “porqué no todo es desperdicio en lo que parece pura maldad, ellos también tienen algo que aportar y ellos también son tan humanos como nosotros” y, finalmente, escuchar a la naturaleza, “aunque hay cosas que no se pueden recuperar”. Por otro lado, el secretario del grupo Cultura de Paz, Mario Orozco, miembro del departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de La Salle de Bogotá, se ha mostrado especialmente crítico con el sistema educativo de Colombia. “Aquí muchos valores como la paz se quedan en la retórica, porqué no hay una educación que forme el adulto en el criterio y en esta transición debemos superar el medio

y educar en la inteligencia”, ha manifestado. Desde el público hoy tambi´n se ha manifestado varias inquietudes, en primer lugar porqué la paz no es una preocupación suficientemente grande para unir a los políticos del país, ya que en las últimas elecciones, el futuro del proceso de paz de La Habana dependió de un puñado de votos. Otra inquietud planteada, que también apareció ayer, ha sido la actitud hacia la víctima pero también hacia el victimario, ya que si el proceso de paz sigue adelante los desmilitarizados dentro de unos meses pueden ser muchos, especialmente muchachos jóvenes, y estos ya no solamente se ubicaran en las zonas rurales, como ha sucedido hasta ahora, sino también en las ciudades. ¿Cómo se deben integrar? Finalmente, también ha habido aportaciones, pidiendo la recuperación de valores como la tolerancia o el pluralismo. Explicaciones recordando el papel que juega la Iglesia en la construcción de la paz. Y, una especialmente significativa, en la cual, leyendo directamente la Constitución colombiana se ha recordado que muchas de la peticiones realizadas en este congreso se encuentran escritas en la Carta Magna del país, pero no se cumplen.

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Comunicaciones Eje temático

Cultura de la Paz

El problema de lo religioso en la configuración de la paz. Aproximaciones desde el pensamiento de Raimon Panikkar Fabio Orlando Neira Sánchez Profesor de la Universidad de La Salle Grupo Intersubjetividad en la Educación Superior [email protected]

Juan Manuel Torres Serrano Profesor de la Universidad de La Salle Grupo Intersubjetividad en la Educación Superior [email protected]

Jorge Alexander Ravagli Cardonas Profesor de la Universidad de La Salle Grupo Intersubjetividad en la Educación Superior [email protected]

RESUMEN

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Vale la pena partir del sentido de lo religioso en la vida del ser humano ya que muchas veces no están claro sus límites con otros hechos culturales, posibilitando con ello las tensiones, las confusiones, las distancias, los desconocimientos y por qué no decirlo, los enfrentamientos. Si reconocemos que el hecho religioso tiene implicaciones internas y externas en el ser humano; es decir es una vivencia o experiencia interior que se ha tenido o se tiene y que sólo indirectamente es asequible a los otros siendo lo externo expresión de esa experiencia interna, es quizás el terreno entonces donde surgen las mayores complicaciones, pero se convierte a la vez en el foco desde el cual lo religioso aborda el hecho de la paz. Pero también, es quizás el escenario desde el cual Raimon Panikkar desea descifrar la complejidad que rodea la vivencia de la paz; no entendido este escenario como que desde la religión solo es posible alcanzarla sino en términos de que la paz tiene una dimensión religiosa como el mismo lo expresa. En culturas como la nuestra donde el hecho religioso tiene consideraciones significativas (positivas y negativas) y de cara a construcción de una cultura de Paz es necesario abordar crítica pero propositivamente el papel que desde un sentido trascendente de lo religioso se puede asumir para abordar una cultura de paz que se salga de los discursos y se entronice en la vida de los sujetos no como un estado final sino como una constante condición para enfrentar todas las dimensiones de la existencia Palabras Claves: Cultura/ Paz /Interculturalidad/ Religión.

“El tema de la paz es demasiado serio para dejarlo en mano de los políticos; y es demasiado complejo para confiarlo a los hombres religiosos. Es un tema que incumbe al hombre en cuanto tal. Por eso es un problema tanto político como religioso” Raimon Panikkar Vale la pena partir del sentido de lo religioso en la vida del ser humano ya que muchas veces no están claros sus límites con otros hechos culturales, posibilitando con ello las tensiones, las confusiones, las distancias, los desconocimientos y por qué no decirlo, los enfrentamientos. Si reconocemos que el hecho religioso tiene implicaciones internas y externas en el ser humano; es decir es una vivencia o experiencia interior que se ha tenido o se tiene y que sólo indirectamente es asequible a los otros siendo lo externo expresión de esa experiencia interna, es quizás el terreno entonces donde surgen las mayores complicaciones, pero se convierte a la vez en el foco desde el cual lo religioso aborda el hecho de la paz. Pero también, es quizás el escenario desde el cual Raimon Panikkar desea descifrar la complejidad que rodea la vivencia de la paz; no entendido este escenario como que desde la religión solo es posible alcanzarla sino en términos de que la paz tiene una dimensión religiosa como el mismo lo expresa. Presenta nueve sûtras; entendido estos como “los hilos de un mismo collar; el uno conduce al otro y todos dependen los unos de los otros; sólo entrelazados constituyen esa joya que llamamos paz” (Panikkar, Paz y desarme cultural, 1993, pág. 32) y a través de los cuales es posible andar el camino de la paz: 1. La paz es la participación en la armonía del ritmo del ser: La paz no es sinónimo de no acción o de pasividad como a veces la entendemos cuando la imaginamos como la no violencia. Significa la “veneración de la dignidad de cada ser”; la participación en el ritmo que constituye la existencia que es a la vez una contradicción entre lo estático y la dinámico. La paz significa una emancipación frente a un Status quo preestablecido por los intereses de las sociedades de control; es una búsqueda de construcción de un nuevo ritmo, de una nueva armonía que involucre la realidad del hombre no sueños de estados ilusorios que por su propia existencia jamás dejarán de ser eso “sueños” pues precisamente así han sido colocados para situarnos en un letargo anhelo de un futuro al que no caminamos. 2. Es difícil vivir sin paz exterior; es imposible vivir sin paz interior: La realidad que nos rodea es compleja en todos los campos donde se evidencia la injustica, el despojo, etc.; pero si hay paz interior aún hay posibilidades de superar esas condiciones. Muchas de ellas se derivan de esa ausencia de armonía interior, pero a su vez se constituyen en las causas para que esta no exista, pero no son dependientes entre sí: vivimos condiciones de serenidad en medio de injusticias y profundas depresiones en situaciones externas inmejorables. 3. La paz no se deja conquistar para uno mismo ni imponer a los demás. La paz se recibe, a la vez que se descubre, y se crea. Es un fruto (del Espíritu). No se puede luchar por la paz. Se lucha por el recate de nuestros

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derechos pero no por la paz pues terminamos sometiendo a otros con la que nosotros imponemos. Se requiere otra actitud hacia la paz, más de receptividad “para que al recibir sepamos transformar lo que aceptamos”. Se nos presenta un ejemplo: “Cristo quiso que recibiéramos su paz, no que la impusiéramos a otros o que nosotros mismos nos forzásemos a ella” (Panikkar, Paz y desarme cultural, 1993, pág. 36). La victoria jamás conduce a la paz. La historia no miente, de los miles de tratado que conservamos ninguna de esta victorias ha traído una paz verdadera; “loarquetipos de los vencidos, cuando no de sus hijos se manifestaran tarde o temprano, exigiendo lo que les había sido negado… la paz no es el re-establecimiento de un orden quebrantado. Es un orden nuevo” (Panikkar, Paz y desarme cultural, 1993, pág. 37). La paz no es oposición a la guerra, el establecimiento de una no suprime la otra. El desarme militar requiere el desarme cultural. Es una mirada crítica al éthos que hemos construido. “el paso de la agricultura como medio de vida a la agroindustria como medio de obtener ganancias financieras” (Panikkar, Paz y desarme cultural, 1993, pág. 39) desvela nuestros horizontes de acción donde terminamos usando la razón para ganar y convencer. Ambos desarmes casi que deben darse en paralelo aunque esto nos haga vulnerables. Tenemos que abandonar esa trinchera de la cultura moderna en la que nos hemos encasillado. Ninguna cultura, religión o tradición puede aisladamente resolver los problemas del mundo. Ansiamos respuesta universales pero se nos olvida que precisamente lo natural es la diferencia; es necesario plantearse interculturalmente esos problemas del mundo; este es el verdadero sentido del pluralismo: “todos necesitamos los unos de los otros y todos somos interdependientes en todos los ámbitos” (Panikkar, Paz y desarme cultural, 1993, pág. 40). La paz pertenece esencialmente al orden del “mythos” y no al del “logos”. No existe un concepto único de paz; tiene diferentes sentidos, tiene muchas interpretaciones; pero no es una ideología. “la paz no es un simple concepto. Es el mito sobresaliente de nuestros días. Dios, fue una vez un mito universal, las guerras se hacían en su nombre… también la paz se firmaba en nombre de Dios. Ahora la paz parece ser el mito unificador de nuestro tiempo” (Panikkar, Paz y desarme cultural, 1993, pág. 41). No olvidemos sin embargo que el mito está más allá de toda definición por eso la imposición de un concepto de paz no trae la paz. La religión es un camino hacia la paz. Ella como “camino de salvación” inspiraba la acción de los hombres incluso las guerras. Hay que resignificarla pues finalmente, aunque las religiones no son iguales si “admitirían que su cometido es traer la paz al hombre e incluso a todo el cosmos… y entienden la paz como un símbolo lo suficientemente polisémico y pluralista como para poder hacer uso de él” (Panikkar, Paz y desarme cultural, 1993, pág. 42). Sin embargo, puede que no sea fácil, tal vez solo hagamos un simple cambio de vigilante. Sólo el perdón, la reconciliación y el diálogo continuo conducen a la paz y rompen la ley del “karma”. “Ningún tipo de compensación podrá deshacer lo que ya está hecho. La paz no es la restauración… el único camino hacia la paz es un camino hacia adelante y no hacia atrás. Pero para andar hacia delante hace falta a veces deshacer el camino andado sin volver atrás. Esto es el perdón… Para poder perdonar se necesita una fuerza que está más allá” (Panikkar, Paz y desarme cultural, 1993, pág. 43). La paz no se obtiene por decreto, hay en ella algo que no obedece a ningún orden.

Definitivamente es un camino complejo que exige la razón, el corazón, el espíritu, toda la vida misma; la paz no es un medio, “no es para ser usada… Nos ha sido dada –por eso es un don- para que la gocemos y nos deleitemos en ella…Yo no tengo paz para luego hacer otra cosa, sino que soy paz y siéndolo vivo la plenitud de la vida” (Panikkar, Paz y desarme cultural, 1993, pág. 45). Qué acartonada y postiza hemos hecho a la paz; la distancia con ella es proporcional a la distancia que tenemos hacia nosotros mismos; tiene también implicaciones internas y externas; es crítica, revolucionaria; pero posible, solo nos falta voluntad.

Paz e Interculturalidad. “La paz humana depende de la paz entre las culturas” (Panikkar, 2006, pág. 19) Planteando estos nueve sûtras Panikkar reconoce que en el tema de la paz no es suficiente la voluntad, sino que se hace necesario valorar el punto de vista del otro. Esto no se desarrolla sin el conocimiento de su cultura, y no se puede valorar ésta si se le considera como inferior, si se le cosifica desde una sola mirada. La comprensión del otro es indispensable para la paz, y esta comprensión no es posible sin trascender el propio punto de vista, sin interculturalidad. En esta perspectiva Panikkar considera que la paz de la humanidad depende de la paz de las culturas. Paz e interculturalidad no solamente hace referencia a cuestiones morales, sino también metafísicas, antropológicas, religiosas. Es por ello que Panikkar reconoce que uno de los aspectos fecundos para el tema de la paz, es el “diálogo-dialogal”: escuchar y comprender, preguntar y no imponer, trascendencia del propio yo que ofrece un terreno común para el diálogo. El dialogo-dialogal es diferente al diálogo dialéctico, y esta diferenciación tiene unas implicaciones profundas para el tema de la paz. El diálogo más común y al que estamos acostumbrados en occidente es el diálogo-dialéctico. Implica la racionalidad de una lógica aceptada recíprocamente como juez del diálogo y que se encuentra por encima de las partes implicadas en el diálogo. La razón tiene función de juez, y así el diálogo se comprende como confrontación de razones, de los logoi. El dialogo-dialogal no se caracteriza por la confrontación, a través de razones, sino por el legein, de dialogantes que se escuchan recíprocamente y lo hacen en procura de entender, comprender lo que dice el otro. Es por ello que para Panikkar, la genuina interculturalidad no puede ser más que sinónimo de paz. Más allá de todos los problemas que ésta pueda ofrecer (monismo religioso, falsa condescendencia, eclecticismo cultural), el encuentro intercultural basado en el completo reconocimiento del punto de vista ajeno, de su lógica y sus comprensiones del mundo, necesariamente pone en juego escenarios de inquietud que relativizan las convicciones enraizadas que, radicalizadas, pueden y suelen conducir al ejercicio de la violencia. Y precisamente en este sentido de enfatizar en la importancia del entendimiento inter-cultural como condición para la paz genuina, Panikkar nos invita a la precaución de evadir hipostasiar éste como “la guerra que eliminará todas las guerras”. Bien por el contrario, debemos según Panikkar deshacernos de la visión del diálogo – y más del interreligioso- como una batalla racional, de aquella comprensión de éste como un medio para convencer o para triunfar sobre el Otro -ya que esto no es más que una prolongación de la violencia en el plano de las actitudes-, y adoptar una profunda curiosidad hacia la Alteridad como habitada por una particular y lógica comprensión del mundo. En este sentido, el encuentro entre diferentes dimensiones a la vez tan abarcadoras e íntimas como las de la religión, plantea como expresamos inicialmente unos retos tan grandes que precisamente en ellos pueden residir sus contribuciones. Y es que es precisamente el valor que tal encuentro le otorga, en la perspectiva de Panikkar, al plano representacional, más que al lógico-argumentativo, lo que nos permite apreciar el valor de la inter-religiosidad significa para el alcance de la paz.

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Debido a que el universo de lo religioso está plagado también de sentimientos, alusiones, relatos y narrativas alimentadas por paradojas, inconsistencias y contrasentidos, limitar el encuentro inter-espiritual a su faceta argumentativa y racionalista, inevitablemente constituiría un empobrecimiento que de hecho multiplicaría las barreras en detrimento de los tan necesarios puentes. Incluso, adoptar esta vía que privilegiaría la lógica occidental, abstraída de sus contextos de significación, por sobre la fuerza del mythos, nos podría poner ante nuevas dificultades en lo que a entendimiento intercultural se refiere, ya que la profunda significación psíquica de lo religioso podría terminar por enclaustrarnos en la introspección como su único ámbito de validez. Frente a ello, Panikkar sugiere: “Si consiguen entenderse mutuamente [los interlocutores], se descubre la verosimilitud de las dos concepciones dentro de sus respectivos contextos. Esta comprensión no es conceptual (los conceptos pueden ser incompatibles), sino simbólica –lo que implica una cierta empatía y participación en un universo simbólico que no es exclusivamente epistemológico” (Panikkar, 2006: 46).

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Podría entonces pensarse en la empatía como territorio privilegiado de este proceso de entendimiento que no se agota en lo lógico, sino que logra acoger toda la fuerza del mythos a través especialmente de trascender la superficialidad del relato o del credo, y de sumergirse en un universo de sentido –configurado por unas particulares coordenadas de espacio y de tiempo- en el cual las verdades de la fe hallan sentido. Este involucramiento con la perspectiva ajena, con toda la densidad de sus enigmas y ambigüedades, claramente comporta no sólo una “benévola” concesión frente al Otro –actitud que no esconde su etnocentrismosino fundamentalmente una re-escritura de sí mismo en la cual el enriquecimiento es necesariamente multilateral. Pero también está lejos de la posición de Panikkar el pensar en una fusión eclecticista de los puntos de vista, ya que ello conduciría sin duda a abandonar la búsqueda y perderse sin rumbo en el mar de la espiritualidad, sin orilla desde la cual aportar a su incesante flujo. Frente a ello, nuestro autor apuesta por una actitud ecléctica abierta a la genuina apropiación del aprendizaje ajeno y la cesión del propio, actitud que no pierda de vista su propia pesquisa, misma que es a la vez propia y universal, y que nos permite pensar en la existencia de un impulso humano por lo espiritual. Por ello mismo el diálogo intercultural no presenta de antemano un sistema de reglas que le permita realizarse, ya que ello implicaría imponer una preconcepción que, presentada como imprescindible condición de posibilidad del encuentro, falsearía su propia armonía. Bien por el contrario, Panikkar asume frontalmente las consecuencias de comprender el diálogo intercultural como un círculo, no vicioso sino vital, ya que es en la curiosidad –posibilitada en la asunción del Otro como interlocutor- la que puede engendrar una conciencia sobre las posibilidades y riesgos del intercambio. Por ello es que debemos comprender este diálogo como desenvuelto no en una arena, campo de batalla racionalista orientado al espectáculo morboso de una audiencia insaciable, sino en un ágora como encuentro racional multi participativo que se distancia de la pretensión de triunfo de alguno de los puntos de vista y que se propone el reconocimiento de los múltiples escenarios posibles de la verdad. Y es que precisamente para Panikkar, el descentrar la verdad de alguna de sus posiciones, el abandonar el dogmatismo, no conduce necesariamente a contemplarla como plural, ya que allí podríamos

estar incurriendo en un abandono tácito o explícito del suelo firme a la que toda exploración espiritual aspira. Frente a ello, nuestro autor nos invita a apreciar esa verdad más bien como pluralista, nutrida por exploraciones y concepciones ajenas que pueden ayudarnos a prescindir de los accesorios que, invisibilizando la perspectiva, operan como obstáculos en el camino. Pero también debe ser entonces la particular relación que entablamos con esa verdad la que debe ser revaluada, ya que es el cúmulo de actitudes implícitas frente a lo que lo real es lo que determina en amplia medida el destino del diálogo. Es entonces claramente aquí donde nos topamos con tal vez los más pronunciados impedimentos para la interculturalidad, ya que el carácter de verdad o falsedad amenaza con el fácil descrédito de la Alteridad. Basta por ejemplo acercarse, nos recuerda Panikkar, a la cosmovisión oriental, en la cual lo sensorial es comúnmente considerado irreal, residiendo lo real exclusivamente en lo abstracto, en el plano mental-espiritual donde la revelación tomo forma, postura ontológica ésta diametralmente opuesta a la occidental, donde el empirismo ha monopolizado la veracidad de los postulados. Aquí, sugiere Panikkar, es donde debe ponerse en juego aquella comprensión simbólica que, allende la incompatibilidad de los presupuestos sobre el mundo y la vida, permita apreciar la verosimilitud –y con ella el valor heurístico y formativo- de las racionalidades y los saberes, de validez a la vez circunscrita y universal. “Toda la concordia del mundo es resultado de la discordia”, escribió Séneca mientras estudiaba los cometas. La naturaleza es un todo armónico constituido también por sus propias disonancias” (Panikkar, 2006: 54) Y para alcanzar este grado de intercomprensión densa, desafiadora y así mismo preñada de futuro, un estadio imprescindible –especialmente para nosotros occidentales- es revaluar nuestra jerarquía entre pensamiento y ser, arquetipo éste constitutivo de nuestro desprecio sistemático por otras culturas. De hecho, éste es uno de los puntos cruciales según Panikkar para que el diálogo intercultural sea genuino y contribuya a la paz, ya que conlleva una radical inversión de los postulados culturalmente compartidos sobre la realidad, ayudándonos a comprender así que el logos, por ejemplo, no agota la totalidad de las posibilidades de existencia, y que se debe, en palabras de Confucio, dejar existir lo que no se conoce. “Un policía encuentra a un borracho que, en plena noche, busca a gatas algo al lado de una farola. “¿Qué haces?”, le pregunta. “Busco la llave de casa”, contesta él. “¿La has perdido aquí?” “No, pero es el único sitio donde hay luz”, dice el borracho. Buscamos el misterio del Ser sólo bajo la “luz” del Pensar” (Panikkar, 2006: 51).

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Programa alternativas a la violencia- PAV Colombia

BIBLIOGRAFÍA

Reconocido como Buenas prácticas para la paz por el PNUD1

Panikkar, R. (1993). Paz y desarme cultural. Bilbao: Sal Terrae. Panikkar, R. (1994).Ecosofía: para una espiritualidad de la tierra. Madrid: San Pablo.

Alba Luz Arrieta Cabrales Coordinadora Regional Central PAV-Colombia

Panikkar, R. (2003). El diálogo indispensable: paz entre las religiones. Barcelona: Península. Panikkar, R. (2006). Paz e Interculturalidad. Una reflexión filosófica. Barcelona: Herder.

Introducción El Programa Alternativas a la Violencia (PAV-Colombia) se inició en Colombia de una forma activa desde el año 2006 cuando un equipo colombiano2 formado por mentores cuáqueros del Programa Alternativas a la Violencia de los Estados Unidos3, optó por darle continuidad al mismo multiplicando los talleres en espacios convenidos con la Red Ecuménica Nacional de Mujeres por la Paz, (REMPAZ)4 la cual tenía un trabajo popular con familias en desplazamiento ubicadas en albergues en Sincelejo, y además con líderes comunitarios que también trabajaban con esta población, quienes fueron los primeros beneficiarios del Programa.

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Dichas familias solicitaron a REMPAZ formación en el área de transformación del conflicto, puesto que había muchas problemáticas internas en las comunidades, resultado de la violencia sufrida por el conflicto social armado que no sólo les había traído desesperanza, desconfianza, aislamiento, dolor, deseos de venganza, impotencia, pesimismo, resentimientos, otras consecuencias, a nivel personal, familiar y comunitario sino que aun cuando- especialmente en las mujeres- se había generado un deseo de lucha por el cumplimiento de sus necesidades básicas, ellas consideraban que necesitaban una orientación para no repetir esa ola de violencia en sus familias y en medio de esas nuevas comunidades en desplazamiento. El PAV vino a llenar esa necesidad desde una metodología popular al estilo de Pablo Freire, donde todos aprenden juntos, comparten el saber, descubren sus potenciales y deciden voluntaria pero concientemente transformar sus vidas, mediante un proceso de autoreflexión. En un ambiente de mutuo respeto, de apertura al otro/a, de consensos y de participación activa, las personas beneficiarias de este programa se convirtieron en hacedores de paz desde su propia experiencia de vida, y a partir de su experiencia como sobrevivientes de la violencia sufrida a nivel físico, moral, cultural, religioso, familiar, material… Afirmamos que se convirtieron en hacedores/as de paz porque dentro de la metodología del PAV, son los mismos beneficiarios quienes viven ese proceso de transformación luego de la autoreflexión y el descubrimiento de su capacidad humana para ser un agente de paz. Si bien todas estas personas no llegan a ser multiplicadores del programa, una cosa segura es que su entorno sufre significativos En octubre del 2006 el programa Alternativas a la Vioolencia fue aceptado como Buenas Prácticas por la Paz, por el PNUD. El primer equipo colombiano formado por los mentores cuáqueros estuvo conformado por Alba L. Arrieta, Edith Guasca, Alejandro Parra y Wilfredo Benítez, todos allegados como empleados y/o voluntarios de las Oficinas de Justapaz y del Colectivo de Objetores de Conciencia. 3 El PAV es un programa cuáquero (Sociedad Religiosa de los Amigos) iniciado en Green Haven Prison, en New York, Estados Unidos (1975), para disminuir la violencia en las cárceles. Hoy se halla extendido a nivel mundial y en Colombia se ha ampliado a espacios diferentes al ámbito carcelario. 4 REMPAZ es una organización creada por la Socióloga Ana Mercedes Pereira cuyo objetivo ha sido empoderar a las mujeres y familias en desplazamiento instaladas en Sucre, en cuya Junta Directiva pude colaborar como Presidenta y facilitadora de talleres en áreas como Género y Alternativas a la Violencia. 1 2

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cambios, en la medida en que logran rescatar ese poder de transformar sus vidas., haciendo extensivo el cambio a quienes les rodean. En qué consiste el Programa Alternativas a la Violencia. El PAV se basa en 4 ejes formativos, a través de ejercicios que en su mayoría son procesados por el grupo no sólo a nivel colectivo sino a nivel personal. Se trabaja (1) la autoestima y afirmación que fortalecen el sentido de comunidad y pertenencia; (2) la comunicación activa, que anima el diálogo y la asertividad para exigir de forma noviolenta los derechos; (3) la solución creativa y noviolenta del conflicto, que permite mirar alternativas ante el conflicto e incentiva el respeto mutuo, mirándolo como una oportunidad y no como un problema; y (4) el trabajo cooperativo, que tiene en cuenta al otro, fomenta la solidaridad y el consenso. Todos ellos unidos por esa fuerza interna o poder transformador en cada ser humano que permite la convivencia y un estilo de vida donde todos/as son valiosos y tienen un rol que compartir porque son parte de la especie humana. Este Poder Transformador, es la base del PAV, basado en la convicción de que en cada ser humano hay una luz o semilla de lo trascendente que permite a la persona transformar situaciones o conductas destructivas en situaciones o conductas liberadoras y constructivas.

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Dentro de esos 4 ejes, se trabajan temas que los mismos grupos solicitan como el perdón, la reconciliación, el liderazgo, las relaciones hombre-mujer, la asertividad, los DDHH… Cada grupo es actor de una experiencia diferente, lo cual enriquece la vida no solamente de las personas participantes sino del equipo facilitador. Y en ese camino de construcción de la paz, cada persona es retada a revisar sus actitudes, su lenguaje, sus relaciones personales, de pareja, comunitarias, su liderazgo, su historia personal y colectiva, y otros aspectos más que al transformarlos ya son un avance en la construcción de la paz. El programa se ha ampliado hoy a comunidades eclesiales, religiosas, a ONGs, a jueces de paz y abogados, a madres comunitarias, estudiantes, líderes comunitarios, desmovilizados, particulares, indígenas, afrocolombianos, a algunos internos de una cárcel en Montería, sectores de población sobre los cuales hay testimonios significativos de cambios que hicieron posible un estilo diferente de relacionarse o de liderar. En el proceso de formación bajo el PAV se pudo descubrir un nuevo terreno sobre el cual debe trabajarse hoy con urgencia y tiene que ver con los traumas que deja la violencia no sólo entre las familias en desplazamiento sino en la población en general: violencia doméstica, laboral, familiar, cultural, estructural. Por ello se añadieron dos nuevos talleres sobre Sanidad del Trauma, basados en un modelo de África Central (Ruanda y Burundi) donde se ha desarrollado también el PAV y mediante los cuales se busca sanar y reconstruir la comunidad. En Colombia, el panorama nos muestra que el camino de la paz hay que trabajarlo desde diferentes perspectivas. Es pertinente la realización de un trabajo interdisciplinario donde todas las dimensiones del ser humano se puedan tratar y proyectar para crear una sociedad diferente, alternativa, donde el bien común sea recuperado. Es decir, la paz exige la acción de un trabajo amplio, constructor de una cultura y de una pedagogía que

permita vislumbrar un futuro cierto para la convivencia humana, un trabajo en equipo, integrado, interinstitucional, donde toda persona o entidad hacedora de paz sume sus capacidades para un trabajo firme, cuyo impacto sorprenda por la misma eficacia en sus diferentes dimensiones, mediante una acción conjunta libre de egoísmos, celos, temores o protagonismos. Algunos testimonios, fruto de los talleres PAV.A continuación se mencionan algunos ejemplos de esas transformaciones a nivel personal y comunitario, recreadas a través de la experiencia del PAV, con base en los ejes temáticos desarrollados en el programa: 1. Solución creativa y noviolenta del conflicto.- A) En uno de los barrios albergues de familias en desplazamiento, en Sincelejo, Altos del Rosario, una mujer, María5, alta y delgada, fue llamada un día a intervenir porque los habitantes del barrio estaban a punto de una pelea entre vecinos ya que la empresa que les proveía el servicio de energía eléctrica, lo iba a cortar. El conflicto afloró porque un grupo estaba al día con el módico pago del servicio y el otro no. El primer grupo por supuesto no aceptaba que se cortara la energía pero era imposible que se salvaran de ello por la misma forma como estaba conformado el servicio. María se presentó y empezó por hablar primeramente con el empleado de la empresa de energía pidiéndole que esperara un día más para evitar una tragedia. Llamó a todos a la razón y a la necesidad de mantenerse unidos para beneficio de toda la comunidad, al entendimiento de la demora del pago por parte de algunos y al esfuerzo de todos dando algo de prioridad a este servicio. Comprometió a los deudores a conseguir el dinero a mediodía del día siguiente. María logró ser escuchada. La gente se dispersó pacíficamente. B) En otra ocasión, una mujer de la vecindad estaba siendo fuertemente amenazada con un cuchillo por su esposo, quien estaba dispuesto a matarla. El hombre representaba además un peligro pues estaba completamente borracho, de modo que no atendía los ruegos de su mujer. La gente gritaba: llamen a la “pelionera” para que ayude! Una vecina corrió a casa de María a buscarla. María contó que ella no supo de dónde sacó valentía y fue directo a la casa del problema, abrazó al hombre con fuerza, diciéndole: Vecino, lo necesitamos aquí en la comunidad, no lo queremos en la cárcel. Si Ud. mata a su mujer dónde cree que va a estar mañana? Y qué de Ud.? De sus hijos? Vecino, déme acá ese cuchillo, cálmese, siéntese. Mientras hacía esto, le indicaba a la mujer que se fuera de la casa. El hombre recuperó la razón. Al día siguiente golpeó en la humilde casa de María y ella al verlo por la rendija, tuvo temor y preguntó qué se le ofrecía. El hombre le dijo: Vengo a darle las gracias por lo que hizo por mí anoche y por mi familia. Hubiera sido una tragedia muy grande si Ud., no hubiera estado ahí. Gracias! Y se fue. Luego de oír su testimonio, le dijimos a María: No permitas que te llamen “la pelionera”, ¡eres una mediadora! María, aunque nunca pudo multiplicar los talleres, asumió su capacidad como hacedora de paz en un ambiente afectado por la violencia. 2. Sentido de comunidad y pertenencia.- Al terminar un taller, se dio la oportunidad de leer un solo mensaje de los que cada persona había recibido por parte de los demás, luego de un ejercicio 5

En octubre del 2006 el programa Alternativas a la Vioolencia fue aceptado como Buenas Prácticas por la Paz, por el PNUD.

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colectivo llamado Escudos afirmativos. Mónica6, una mujer alta y gruesa, también en desplazamiento, pidió que se los dejaran leer todos. El tiempo apremiaba pero ella empezó a leer un mensaje tras otro con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, lo cual sensibilizó a todo el grupo cuando terminó diciendo: “Nunca en mi vida nadie vio tantas cosas bellas en mí como las que Uds. han escrito. Toda mi vida, desde antes del desplazamiento, desde muy pequeña, mi vida ha estado llena de violencia. Gracias!” La pertenencia es uno de los aspectos de los cuales carecen muchas personas, pequeñas y adultas. Y cuán importante es en todos los espacios donde se mueve el ser humano. Cuando se carece de ella muchas veces se busca en grupos que alejan al ser humano de una convivencia pacífica. 3. Trabajo cooperativo.- Dos ejemplos cortos para ilustrar este eje. A) Bertha7, una líder comunitaria, luego de discutir con otro compañero en un trabajo en grupo cuya tarea era elaborar un proyecto para resolver una necesidad de una comunidad X, se enojaba porque ella quería hacerlo ignorando las buenas propuestas de su colega y del resto del grupo. Con la guía de un facilitador del equipo, Bertha pudo entender el objetivo del trabajo colectivo y al final del día, confesó: “Nunca pude imaginar que hubiera otra manera de ser líder. En mi trabajo diario me gusta organizar todo, planear, revisar, ejecutar y evaluar. Ahora me doy cuenta que el trabajo sería más fácil y descansado para mí si tuviera en cuenta el aporte y ayuda de los demás”.

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B) En un grupo mixto donde participaban estudiantes, docentes, padres y madres de familia, un docente invidente Fernando8 reclamó muy enojado al grupo, incluido el equipo facilitador, porque en un ejercicio donde había que organizar una especie de rompecabezas, uno de los participantes le entregaba todas las fichas y se las colocaba como debía ser. No lo dejaba participar. Su reprimenda fue la siguiente: “Nunca me había sentido tan irrespetado como en este ejercicio: Soy discapacitado pero he desarrollado mis otros sentidos de una manera que ninguno de Uds. lo ha hecho. Puedo venir a este taller a diario yo solo, sin ninguno que me ayude. Oigo muy bien y puedo usar mis manos sin problema para tocar y sentir las figuras que debía unir. Uds., todos, me han insultado y nadie hizo nada para evitarlo, ni Uds., el equipo facilitador”. No aceptó disculpas, se había sentido violentado. Una experiencia rica y desafiante pues era la primera vez que teníamos una persona invidente en un grupo y quien pretendía ayudarle jamás pensó que le estaba ofendiendo tanto. Estos casos particulares permiten reflexionar por un lado que el trabajo colectivo no consiste en hacer el trabajo del otro, se trata de que cada persona aporte desde su talento, de que haya inclusividad y no discriminación, de motivar para que en colectividad el objetivo a cumplir sea más enriquecedor porque cada persona se hace partícipe del logro. Un aspecto más a considerar en la construcción de la paz. 4. Comunicación activa.- Uno de los retos más difíciles de manejar es la comunicación, especialmente cuando algo nos ha ofendido o afectado. ¿Cómo hacer un reclamo sin violentar a la otra persona? Se puede ser proactivo en vez de reactivo ante una situación así? Como todo, estas estrategias son un proceso que cada persona va haciendo suyo hasta convertirlo en un estilo de vida. Recuerdo el ejemplo de un líder eclesial9 ante una situación imaginaria dada, como ejercicio en parejas: Estás Testimonio verbal en Taller de Aprendices, Sincelejo, 2006 Testimonio verbal en Taller de Aprendices, Montería, 2006 8 Testimonio verbal, Taller Básico, La Ceja, Antioquia, 2008 9 Taller Avanzado, Bogotá, 2009 6 7

en un restaurante y en la mesa de enfrente, alguien fuma de modo que el humo llega hasta tu mesa y alimentos, produciéndote molestia. Envíale un mensaje de reclamo en forma noviolenta. Este líder comentó: “Eso me pasó en un restaurante donde quería disfrutar un plato típico. Miré el plato y dije en voz alta: Tengo unas ganas de sentir el delicioso sabor de esta comida pero algo me produce náuseas y no lo puedo disfrutar. El hombre sonriendo y apenado, enseguida apagó el cigarrillo y pidió disculpas. Disfrute su comida, dijo” Y se cambió desitio para disfrutar de un nuevo cigarrillo. Impactos generales del PAV en la vida de las personas.Dentro de la diversidad de personas participantes en los talleres PAV, sus evaluaciones y percepciones se refieren en gran parte a beneficios personales que a partir del cambio en ellas mismas, necesariamente benefician a su familia o a su comunidad. Entre los diferentes aspectos compartidos se encuentran: 1. 1. Superación de relaciones interpersonales problemáticas entre parejas, madre-padre-hijos, docente-estudiante, directivo-subalterno, colegas líderes. 2. Transformación de las relaciones de género, especialmente en regiones donde la cultura machista ha afectado la condición de la mujer. 3. Apertura a la escucha activa para entablar un diálogo real. 4. Incremento de la autoestima y en consecuencia de la asertividad, lo cual les permite parte activa en la solución de un conflicto. 5. Acercamiento al perdón y a la reconciliación. Más apertura para entender la violencia en el otro u otra, actitud que va más hacia el encuentro en vez del enjuiciamiento. 6. Sentido de pertenencia y de comunidad, especialmente entre familias, hombres y mujeres en desplazamiento o en comunidades eclesiales o religiosas. 7. Descubrimiento de capacidades que han permitido procesos de resiliencia para afrontar con energía positiva las dificultades producto de la situación de desplazamiento. 8. Compromiso voluntario y firme de vivir de una forma alternativa ante la violencia social y cotidiana. 9. Identificación y alternativa de cambio inmediata ante conductas o lenguajes violentos, de los cuales ya son concientes. 10. En algunos, incremento de su reflexión sobre aspectos de la política, claridad para la defensa de los DDHH, situaciones personales o sociales de injusticia. 11. Apertura hacia y práctica de nuevos liderazgos, transformación de liderazgos verticales a liderazgos horizontales, teniendo en cuenta la participación. 12. Involucramiento en eventos, campañas virtuales y protestas pacíficas en defensa de los derechos humanos. 13. Practica cotidiana de lenguajes y comportamientos noviolentos como un proceso que les lleva a un nuevo estilo de relacionarse y de convivir, dirigido a construir una cultura de paz. 14. Mayor disposición para resolver conflictos a través de modos no violentos. 15. Mayor comprensión y tolerancia ante situaciones o personas conflictivas, intención de “ponerse los zapatos del otro”. Las distintas experiencias y ejercicios realizados en los talleres PAV producen autocuestionamientos

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sobre actitudes, lenguaje, modos de afrontar el conflicto, de escuchar, de llegar a acuerdos, de liderar, de relacionarse, todo ello en un ambiente de confianza, seguridad y alegría, lo cual permite tomar conciencia de aspectos que deben cambiarse para hacer de la convivencia armónica un reto diario en cualquier espacio donde se encuentre la persona, lo cual reafirma la capacidad humana para construir la paz y obtener los logros mencionados anteriormente. Un ejemplo de cómo es posible asumir cambios en la cotidianidad lo demostró Sandra,10 una madre comunitaria en Nueva Colonia, quien contó cómo maltrataba a su hijo de unos 9 años al llamarlo en las mañanas para ir a la escuela. Al asumir la noviolencia como una capacidad en ella, al día siguiente del primer día del taller, le habló suavemente, lo acarició y le animó a que se levantara porque ella quería que él fuera mejor que ella, que tuviera estudios y fuera alguien en la vida. El niño asombrado le preguntó: ¿mamá, qué te pasó? Todos reímos, pero ella seria continuó: Mi modo de levantarlo cada día era darle “cocotazos” en la cabeza, gritarle pronunciando palabras hirientes y sacarlo violentamente de la cama.

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Nos sorprendió esta madre, aún más, cuando al llegar al comedor donde además del grupo de talleristas almorzarían niños y ancianos de la comunidad, (obra social de las Hermanas Franciscanas), encontramos un barullo pues dos niños se estaban peleando a golpes y patadas. Ella corrió a separarlos en medio del coro de los otros niños que gozaban del espectáculo. Los puso a dialogar, a encontrar por qué la pelea y no sé qué más les diría pero los niños se disculparon mutuamente y entraron felices al salón a almorzar. Esta mujer estaba aplicando algo que había descubierto y asumido voluntariamente. Hoy PAV Colombia se ha extendido desde Bogotá, a los departamentos de Atlántico, Antioquia, Córdoba, Sucre, Valle, Cauca, Santander y Quindío. De igual modo, se ha desarrollado en espacios o sectores de población que incluyen personas de diferentes edades, etnias, formación académica, creencias, culturas, posición económica como también personas pertenecientes a diferentes lados dentro del conflicto social armado colombiano. Un signo de que la paz abre caminos en cualquier nivel y situación social. Aspectos claves del PAV.•

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Uno de esos aspectos es lo que se llama el Poder Transformador, concebido además no como una herramienta que podemos usar sino como un poder que nos usa, que está ahí presente en nuestro interior. Sólo hay que tener apertura hacia ese poder y creer que hay otro tipo de soluciones ante el conflicto. Descubrir este poder y usarlo es el reto del PAV. Otro aspecto clave es buscar la solución ganar-ganar y pensar que hay algo bueno en el oponente, por tanto, puede haber un acercamiento desde esa dimensión humana. A nivel metodológico, la clave del PAV está en su modelo de aprendizaje participativo, interactivo y experiencial, que permite a través de las experiencias de vida construir alternativas ante la violencia. Dada esta metodología, hay muy poco material escrito o teórico para compartir o leer puesto que el saber y la reflexión se construyen a partir de las experiencias personales. Por otro lado, una vez las personas toman los tres cursos (Básico, Avanzado y de Aprendices) - si desean multiplicar el programa-, son acompañadas por sus mentores para multiplicar esos niveles y

Taller Avanzado, Bogotá, 2009

adquirir más experiencia, mejorar habilidades y convertirse así, a futuro, en nuevos pavistas mentores de otras personas.

El desafío está en abrirse a mirar otras posibilidades frente al conflicto, abandonando formas violentas consideradas como las únicas alternativas. La invitación a las personas en los talleres es a considerar desde su interior, aspectos como el respetarse y cuidarse a sí mismo/a al igual que a la otra persona; a considerar, en su relación con las demás personas: que es preciso pensar antes de reaccionar, confiar en que en toda persona hay algo bueno a estimular y que es preciso buscar soluciones no violentas y creativas ante el conflicto. En los talleres, sucede a menudo que las personas cuentan diversas experiencias en las cuales han actuado como hacedores de paz, sin ser concientes de ello. Han sido experiencias interesantes que enriquecen al grupo y muestran que la paz es posible. El PAV ha permitido develar esa capacidad de noviolencia necesaria para la convivencia. Conclusiones varias.1. 1. Como Programa Alternativas a la Violencia, esta experiencia es una voz de esperanza en el ser humano como sujeto y actor de acciones buenas, justas y solidarias, propias de un estilo de vida pacifista. Permite ver al oponente como un ser también provisto de una bondad, que es necesario visibilizar, estimular, para que se convierta en actor de paz. 2. Los impactos a nivel personal muestran cómo las personas participantes inician transformaciones inmediatas de actitudes y lenguajes violentos porque ya son concientes de ello y asumen la noviolencia como un reto cotidiano. Aun cuando pueden fallar en una situación dada, enseguida se dan cuenta del error y buscan enmendarlo asertivamente. 3. Se gana una gran experiencia al reflexionar sobre conductas violentas propias o ajenas en diferentes escenarios y asumir actitudes proactivas ante el conflicto para soluciones noviolentas. Además de una mayor criticidad ante problemáticas para transformarlas. 4. El hecho de ganar autoestima y afirmación como personas, les lleva a tomar opciones, decidir, y actuar en defensa de sus derechos y a ser personas solidarias con los derechos de las demás. 5. Incentivar el sentido de pertenencia y comunidad al compartir experiencias propias en un ambiente de confidencia y seguridad, permite experimentar el volver a creer y confiar en el otro ser humano. 6. Tener apertura hacia nuevas concepciones de liderazgo, género, autoridad, diversidad, derechos, genera en las personas nuevas formas de acercamiento interpersonal y social.

BIBLIOGRAFÍA AVP, Alternatives to Violence Project, Manual Básico del PAV, México, 2002 AVP, Alternatives to Violence Project, Manual Avanzado y de Aprendices, Revisado, México, 2005

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La contribución a la Paz desde el mundo de la empresa Josep Roca En mis años de trabajo en Colombia entablé una muy grata y malograda amistad con D. Gilberto Echeverri, iniciada cuando él era ministro de Defensa Nacional, (1997-98), después de haberlo sido de Desarrollo y gobernador de Antioquia. El 21 de abril del 2002, al frente de la marcha por la paz desde la catedral metropolitana de Medellín a Caicedo, fue secuestrado por las FARC, junto con el gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria. Lo asesinaron al cabo de trece meses, el 5 de mayo del 2003, a punto de ser rescatado. Leí la noticia a la mañana siguiente en el periódico La Vanguardia de Barcelona y no pude reprimir la emoción y el dolor. Lo consideré un mártir de la paz. Lo secuestraron precisamente en una marcha a favor de la paz, siendo muy consciente, por ser quien era, del riesgo que corría. Habíamos entablado relación en un almuerzo en la casa de Nariño, en una invitación del presidente Samper, con ocasión de las bodas de plata de una asociación nacional, creo recordar Acoplásticos, a la que pertenecía. Aproveché que estábamos frente a frente para preguntarle sin rodeos: ¿Cómo puede un pacifista como Vd. ser ministro de Defensa de este gobierno?

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Él era antioqueño y yo residía en Medellín, por lo que coincidimos en frecuentes vuelos de Bogotá a la capital paisa. Me habló de su inquebrantable compromiso: la paz se construye desde todos los frentes. Incluso, por paradójico que pueda parecer, desde la dirección de las fuerzas armadas. Yo debía contribuir a la cultura de la paz al frente del par de empresas para las que había venido a Colombia, como gerente general. Una de ellas (Bioterra) operaba, en años difíciles, en áreas agrícolas, de conflictos guerrilleros y paramilitares. Con Don Guillermo hablamos de las muchas formas de fomentar la convivencia pacífica en medio del conflicto armado, también desde el mundo empresarial. El mundo empresarial no acostumbra a considerarse actor en la construcción de la paz, ni cuando desarrolla sus actividades en escenarios donde hay violencia, en alguna de sus múltiples formas. Considera que la problemática de la paz le es ajena. Temen y huyen de la cercanía del conflicto. Es malo para sus intereses. La actividad empresarial, lo mismo que el capital, busca libertad y seguridad y es cobarde. La casa matriz está fuera de su alcance y lo ignora. Pero la paz y la justicia van de la mano, y la empresa tiene responsabilidades directas en ambos dominios. Aprendí mucho sobre la paz de mis años en Colombia. Aquí la paz no es un concepto, sino un profundo anhelo social. Se respira, se sufre y se comparte. Penetra en los entresijos de la vida diaria, también la de la empresa. El contacto con el conflicto le da rostro humano. La proximidad a sus víctimas y a los desplazados da conciencia del valor supremo de la paz. La empresa no la podía instaurar, pero sí debía comprometerse y contribuir a crear condiciones para lograrla. Señalo sólo las más importantes, que tratamos que llevar a la práctica (a los amigos colombianos les parecerá normal, pero puede que a los de fuera les parezca un poco extraño):

1. Convertir la misma empresa en espacio de convivencia. El departamento ‘Area Social’ reunía a las parejas y familiares de los trabajadores para la formación en valores y su promoción humana y para ayudarles en sus problemas. La ‘trabajadora social’ de la fábrica tenía una gran proyección social y una reconocida jerarquía moral (es un puesto de trabajo que no había conocido en España). Recuerdo una de las charlas acerca de algo tan elemental como ‘la vida no tiene precio’. En sociedades donde hay violencia no está claro que sea así. El problema grave es cuando se considera que lo tiene, con frecuencia no muy alto. 2. Llevar a cabo iniciativas sociales, para crear armonía y cohesión en el entorno exterior. Las empresas (europeas o americanas) consideran que, en todo caso, es una función pública, no de la empresa privada. Aquí debíamos asumirla, aunque fuera de forma subsidiaria. A veces me parecía actuar como misionero. Junto con otras empresas (del valle de Aburrá) formamos una escuela de liderazgo para jóvenes con vocación para proyectarse socialmente. Facilitábamos recursos a las escuelas de las veredas en situación precaria e insegura. Entrenábamos para saber trabajar en equipo. La empresa había creado una fundación que subsiste, ‘La casa del abuelo’ donde ofrecíamos toda clase de servicios diurnos para personas mayores. Fomentar la convivencia es la mejor manera de desarmar la raíz de la violencia. 3. Integración personal, por parte de la dirección y la gerencia, especialmente si se trata de directivos extranjeros que gestionan y representan la empresa matriz. Yo provenía de una empresa alemana y tuve mucha relación con los responsables de otras del mismo origen, muy importantes en el país, que ni siquiera aprendieron español. Vivian ajenos a su realidad social, a la espera de volver a la central, protegidos por escolta y coche (carro) blindado. La expatriación sólo era una etapa, lo más corta posible, de su carrera profesional. Las empresas que dirigían eran, igualmente, muy poco sensibles a los problemas del país. Incluso cuando, en más de un caso, era notorio que hacían buenos negocios suministrando insumos que otros utilizaban para el procesamiento de narcóticos. Si el directivo no se siente parte de tejido social donde trabaja es difícil que la empresa que dirige viva los anhelos y las iniciativas para promover la paz. 4. Reducir la distancia de las bases al poder (según Hofstede), típico de sociedades con fuertes tensiones. Democratizar la estructura de la empresa, allanando el trato entre los diferentes niveles de responsabilidad (¿Modelo nórdico?) lubrica todas las relaciones humanas, más allá de la empresa. La violencia es fruto de los enormes desequilibrios y fracturas sociales. La empresa puede acentuarlos o, por el contrario, hacerla más cohesionada y solidaria. 5. Demostrar con decisiones estratégicas que se cree en el futuro del país y por tanto en el horizonte de paz. La mejor manera es revertir los beneficios en nuevos proyectos a largo plazo, mejorando los productos, abriéndolos a la exportación etc. Una parte importante de la violencia es fruto de la falta de fe en el país y del complejo de inferioridad. Yo había tenido oportunidad de promover varias reuniones entre la ANDI de Antioquia y potenciales inversores españoles, a los que siempre invitaba y nunca faltó como principal animador D. Guillermo Echeverri.

Al formular su Responsabilidad Social Corporativa las empresas se olvidan de que también son responsables de promover la paz, la no violencia y la convivencia dondequiera que desarrollen sus negocios y carecen de ella. Las empresas multinacionales son pacificadoras territoriales en la medida que son humanistas e inclusivas, es decir que tratan de ser justas y de integrarse en todo el tejido social con que se relacionan y trabajan. Utilizando un término específicamente empresarial, deben promover una convivencia armónica entre todos sus stakeholders, tanto internos como externos, incluido por supuesto el entorno social. Finalmente, como quiera que la paz es mucho más que ausencia de guerra, cuando termina el conflicto no se acaba el trabajo de la empresa para promover la cultura de la paz. Si pone en práctica un código ético que fomente una sociedad más justa y solidaria en su entorno, hará su mejor contribución a la paz social.

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Al formular su Responsabilidad Social Corporativa las empresas se olvidan de que también son responsables de promover la paz, la no violencia y la convivencia dondequiera que desarrollen sus negocios y carecen de ella. Las empresas multinacionales son pacificadoras territoriales en la medida que son humanistas e inclusivas, es decir que tratan de ser justas y de integrarse en todo el tejido social con que se relacionan y trabajan. Utilizando un término específicamente empresarial, deben promover una convivencia armónica entre todos sus stakeholders, tanto internos como externos, incluido por supuesto el entorno social. Finalmente, como quiera que la paz es mucho más que ausencia de guerra, cuando termina el conflicto no se acaba el trabajo de la empresa para promover la cultura de la paz. Si pone en práctica un código ético que fomente una sociedad más justa y solidaria en su entorno, hará su mejor contribución a la paz social. Permítanme, para terminar, una cita del diario del cautiverio (Bitácora desde el Cautiverio) de Guillermo Echeverri, del 2 de mayo del 2002: ‘quiero insistir, como toda la vida lo he hecho, que mi objetivo es encontrar para el país una estructura social y económica más justa y menos excluyente (de acuerdo con el ‘Plan Congruente de Paz’). El Gobernador y yo pensamos que la ayuda de España, las UN y otros países, permitirán hacer el proyecto que es modelo único mundial, según me comentaron en la Unión Europea’. Seguro que estaría radiante de vernos hoy aquí, en un proyecto tan afín al suyo y en el que, gracias al esfuerzo de todos, se ha avanzado mucho.

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La emergencia del perdón desde la escuela Rodrigo Arias Vargas [email protected]

Estamos ante una emergencia educativa11. ¿Qué significa la palabra emergencia? Desde el aspecto gramatical, el termino emergencia viene del latín emergens, -entis, emergente12 , es la acción y efecto de emerger, es entonces un suceso, accidente que sobreviene. Se puede entender tanto como el emerger de algo nuevo, como una situación de peligro o desastre que requiere una acción inmediata, en este caso se asocia con las urgencias, es decir la atención médica que se recibe por ejemplo en la emergencia de un hospital. Otro término, relacionado con la emergencia y la urgencia es el verbo sumergir, el cual viene del latín submergĕre, significa, abismar hundir, se relaciona con entrar, profundizar. Se tienen tres verbos relacionados: emerger, urgir y sumergir; los cuales indican acciones diferentes. Emerger puede llevar a descubrir algo nuevo, urgencia a actuar con apuro ante una situación improvista y sumergir a buscar las causas de los hechos tanto, emergentes como urgentes. Las tres posibilidades de significación suceden en la escuela. Está emergiendo algo nuevo, por ejemplo: estudiantes más digitales, más solos, familias ocupadas y con estrés. Es urgente atender la violencia escolar o el llamado matoneo y se requiere entrar a profundizar acerca de las causas de las problemáticas escolares, en especial en lo relacionado con el egoísmo y la violencia. ¿Cómo abordar esto desde la escuela y desde el ser de maestro? En mi caso, y ante la emergencia educativa, voy a compartir un camino transitado desde la relación entre la pedagogía y la teología. La pregunta existencial que encadena mi práctica es: ¿Cómo la pedagogía y la teología deben incidir en mi reflexión y mi práctica docente a cargo de la formación trascendente de las estudiantes del Colegio Santa Francisca Romana, en especial de las niñas de primaria con quienes se buscar desplegar el ejes existencial del Perdón?. Si bien la pregunta surge del diálogo entre la pedagogía y la teología, está abierta para que en cualquier rama de las ciencias humanas o naturales, se comparta la preocupación por construir no una ciencia o ciencias dogmáticas sino abiertas a la pluralidad propia de este comienzo de milenio, una ciencia en diálogo con el(los) sujeto(s) y su(s) cultura(s), una ciencia capaz de aportar un método que permita nuevos diseños, los cuales sean el ambiente en donde se permita tanto la autenticidad del maestro como la de sus discípulos y la de las instituciones. Con lo anterior quiero afirmar a manera de punto inicial mi pretensión de no hacer sólo pedagogía sino también mistagogía. Con la pedagogía se tematiza, se divide, se separa, está construida en función central de las competencias, en particular de las competencias cognitivas, trabaja con la idea de todo se puede conocer y con ese conocer se pueden hacer cosas. En cambio, en la mistagogía, no hay competencias, hay emergencias o despliegues, con ella se busca iniciar en los misterios, se aborda tanto las partes como la totalidad, es más el arte de integrar, reconoce que nunca se para de conocer, y que se está ante un misterio, el cual se revela en los pequeños logros cognitivos pero que reconoce, lanza y fascina por la búsqueda de nuevos despliegues acumulativos y progresivos, los cuales pretenden alcanzar además de nuevos conocimientos, el goce de la sabiduría o en ¿qué área del conocer se EExpresión referida en el numeral 328 del documento final de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, realizada en Aparecida, Brasil en el año 2007. 12 Diccionario de la lengua española. Cfr. www.rae.es, consultado, julio 29 de 2013. 11

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ha llegado a la cima del conocimiento? . Como se puede empezar a ver se necesitan de las dos, tanto la pedagogía como la mistagogía y más cuando los sujetos son niñas de primaria con quienes se construyen competencias, emergencias y despliegues desde el eje del perdón. Las bases metodológicas de la propuesta están tomadas esencialmente del libro Método en Teología del filósofo y teólogo Bernard Lonergan. Al desglosar su propuesta se descubre que el propone cuatro niveles de operaciones conscientes e intencionales: experimentar, entender, juzgar y decidir. En la primera se dan la aprehensión de los datos, en la segunda la intelección de los datos aprehendidos, en la tercera se debate la aceptación o rechazo a partir de hipótesis y teorías y en la cuarta se reconocen los valores y se da la elección de los medios y los métodos para realizar los valores. Este camino se propone para el perdón, es decir: experimentar, entender, juzgar y decidir desde el perdón.

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Junto con los cuatro niveles de las operaciones conscientes e intencionales (experimentar, entender, juzgar y decidir) Lonergan propone dos fases en la teología. En la primera fase, frente al experimentar se desarrolla la investigación de los datos, frente al entender la interpretación de los datos y se busca estudiar su significación; frente al juzgar se desarrolla la historia la cual analiza y narra lo que ocurrió y frente al decidir está la dialéctica, la cual clasifica los conflictos, los cuales están referidos a los valores, los hechos, las significaciones y las experiencias. En esta primera fase se da más una acogida y recuperación o recreación de lo recibido. En la segunda fase, se debe dar una apropiación personal y creativa, es decir la meta es llegar a una actualización de lo recibido y se desarrolla en cuatro momentos: El primero, desde los fundamentos donde nos vemos remitidos a nosotros mismos y a la decisión responsable. El segundo, las doctrinas, las cuales buscan afirmaciones y juicios de realidad desde un horizonte trascendente. En la tercera se da la sistemática que busca comprender de la mejor manera la realidad desde los aportes de las ciencias sociales y humanas que permitan una elaboración de comprensiones que sean significativos para el presente y en la cuarta parte, se dan las comunicaciones que deben crear una situación nueva que permita un nuevo experimentar para sí mismo y para los otros. Como se puede observar las dos fases están metódicamente articuladas. No son una camisa de fuerza para hacer teología o para hacer pedagogía, se pueden seguir de manera secuencial o profundizar en alguno de los niveles o de las fases. Cada una tiene en sí su unidad operacional autónoma, pero al realizar cualquiera de estas tareas se ponen en acción todas, desde el experimentar hasta el decidir. Todas necesitan de todas. Ninguna monopoliza a las otras. Al hacer pedagogía y teología nos enfrentamos con el problema de la responsabilidad personal, la cual nos lleva a elegir entre seguir contando o explicando las opiniones de los otros o la de asumir el reto de afirmaciones personales. Al elegir cuál criterio vamos a tener en cuenta en la decisión, a sabiendas que estamos ante una gama de alternativas, Lonergan propone para la teología y yo lo propondría también para la pedagogía, aquella vía llamada por el Sacerdote Jesuita Rodolfo Eduardo de Roux como el camino de la autenticidad integral del sujeto operador, en este caso el del teólogo, del pedagogo o del mistagogo. La propuesta de Lonergan es como un mapa, cada uno debe hacer su propio camino y elegir su propio ritmo, lo esencial es tomar una ruta que exprese la vivencia de una toma de posición existencial. El auto-descubrimiento, lleva al sentido de la autenticidad tanto en lo individual como en lo colectivo13. La propuesta que se lleva a cabo en el Colegio Santa Francisca Romana con niñas de primaria, muestra 13

MORIN, Edgar, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, MEM, Bogotá, 2000.

unos procesos de aula e institucionales que buscan un camino de despliegue teológico ante la emergencia educativa, desde el ejes temático del perdón. Esto dentro de la estructura de una institución que ofrece de manera explícita formación cristiana. En especial en esta etapa se profundizan en el misterio del perdón, el cual tiene un momento celebrativo en la Reconciliación. Es decir hay una formación en el misterio del Perdón. Esto incluye junto con las estudiantes, las familias, los directores de grupo, otros docentes y las directivas de la institución. Se desarrollan en experiencias, interpretaciones, juicios, ejercicios de toma de decisiones y otros eventos de profundización teológica, humana, social, familiar, dentro del enfoque de Lonergan, con esto pueden experimentar, entender, juzgar y decidir desde el perdón, teniendo en cuenta los principios cristianos de vida plena que debemos realizar con todas las personas de nuestro contexto, dentro de la práctica cristiana de la misericordia y la lucha comunitaria contra el egoísmo. Las familias de las estudiantes son invitadas a participar en el proyecto, se le entregan durante el año dos folletos con actividades para realizar en espacios llamados: encuentros familiares, en dichas reuniones se desarrollan y profundizan experiencias cotidianas, se busca entender mejor el misterio del perdón, se juzga la importancia del mismo y se toman decisiones grupales; se les indica que dicha reunión familiar debe ser un espacio formativo explícito, pero este momento debe conservar el “sabor de hogar”, se les orienta para que no se sientan haciendo una tarea sino transmitiendo unos valores, para esto se les da una motivación y una pautas orientadoras más no una receta o una guía estricta. Las alumnas con lo trabajado por sus padres elaboran una carpeta la cual traen a clase y la comparten con sus compañeras y con otras familias, cuando las carpetas son socializadas en otros espacios, como por ejemplo el día de entrega de notas o al finalizar el año. Las directivas iluminan, acompañan y avalan todo el proceso, están presentes en las reuniones con padres de familia y en las ceremonias del proceso. A manera de conclusión puedo afirmar que esta experiencia en su enfoque teológico me aporta elementos nuevos a mí como maestro, también a las alumnas y a sus familias, pues permite la formación desde el desarrollo de un pensamiento ciudadano y teológico desde la búsqueda de la autenticidad. De otra parte, con este proyecto se logra fortalecer la capacidad pedagógica de la familia, esto desde el permitirles a los padres fortalecer su rol natural de formadores morales y complementar la labor del colegio. Las alumnas con lo aprendido logran trascender este conocimiento y llevarlo a nuevos espacios e integrar en su aplicación nuevas áreas. De manera transversal se enfrentan y previenen situaciones que afectan la convivencia escolar, pues la experiencia es punto de partida. Con este proyecto adicionalmente he aprendido a trabajar mejor con otros maestros, con las niñas, con sus familias y con las directivas. Es decir, en este proyecto todos ganamos, no solo en conocimiento, avanzamos en sabiduría. La emergencia educativa estará siempre, pero presento una propuesta pedagógica para asumirla no como en las emergencias sísmicas con planes de evacuación sino con proyectos de invocación. Invocación del valor sagrado del acto educativo. Al edificar la paz en el siglo XXI se debe contemplar las bases del perdón y la formación del mismo desde la escuela, se necesita entonces un maestro que logre transformar más corazones y además que logre transformar su corazón. El núcleo y esencia del maestro no está tanto en su hacer pedagógico, valioso y necesario sino en su ser. Ser capaz de experimentar y hacer experimentar el perdón, de entenderlo, juzgarlo y decidir vivirlo como un aporte concreto a la obra de la paz. Con la expresión transformar el corazón del maestro no quiero decir o inducir a un ensimismamiento, todo lo contrario.

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El maestro debe salir a dar su luz, una vez que es consciente de su llama y de cómo esta puede iluminarlo a él como persona, y de cómo puede también iluminar a otros seres humanos e irradiar su luz en el mundo.

Prácticas, tiempos, actores y procesos para construir una Paz afirmativa desde la familia, la escuela y la sociedad Sara Victoria Alvarado Salgado “Todo lo que promueva el desarrollo de una cultura que no se funde en la represión pulsional sino en una educación racional de lo pulsional trabaja también contra la guerra”. (Freud, 1932)

BIBLIOGRAFÍA ARQUIDIOCESIS DE BOGOTA. Pastoral Educativa Académica. http://pastoraleducativa.com/pes/contexto-de-la-propuesta (Consultado julio de 2013) CELAM. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Aparecida. Documento conclusivo. Bogotá, D. C., Lito Camargo Ltda., CELAM, San Pablo, Paulinas, 2007. DE ROUX, Rodolfo. Por una aproximación a las ciencias sociales desde la vuelta al sujeto. Lectio inauguralis de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Javeriana, febrero 18 de 2003. LONERGAN, Bernard. Método en Teología. Salamanca: Sígueme, 1988.

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MORIN, Edgar, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Bogotá, MEM, 2000. ZUBIRI Xavier, El problema teologal del hombre, Madrid, España : Alianza, 1997.

Plantearse la construcción de la paz en Colombia en la actualidad, demanda de modo casi inmediato indagar por dos ámbitos del ejercicio de la paz bastante importantes. El primero de ellos se constituye desde el cultivo de las capacidades morales; el segundo lo constituye el fortalecimiento de las capacidades políticas. Podríamos decir que la construcción de lo social bien puede constituirse como un proyecto de ciudadanía, pero en ese sentido, precisamente habría que indagar por ¿cuándo somos capaces de ser moralmente felices, libres o autónomos? y por ¿cuándo somos capaces de elegir, dirimir o decidir? En este sentido hablar de una transición entre cultura de la violencia y cultura de la paz, no es fácil y máxime cuando precisamente hablar de cultura de la violencia es una suerte de concesión a ésta de un estatus o práctica determinado. Por transición entendemos “un paso de un modo de ser específico a otro distinto”, en este sentido un proceso transicional no puede darse si no existen los medios, los modos, los mecanismos, las mediaciones y las dinámicas para posibilitarlo. Si respondiésemos que entre práctica y capacidad hay un vínculo serio y exigente, quizá estaríamos muy cerca de determinar y circunscribir cuáles son los modos en los que la transición puede posibilitarse. Quizá lo primero sería pensar en cómo nos hacemos capaces de evitar la violencia, cómo nos fortalecemos para no admitir ningún acto violento como mediación de legitimación de nuestros derechos o deberes y cómo admitimos como universo viable, realizable y único, aquel en el que prima la dignidad, el respeto y la hospitalidad. Esto implica la construcción de un principio colectivo fundamental en virtud del cual la violencia no puede aceptarse como un acto legítimo, es decir, hablar de una cultura de la violencia puede ser útil a nivel epistémico, pero no a nivel ético y político. En este orden de ideas, una cultura de la paz, se instala cuando reconocemos que nuestro mundo no es el único, y cuando evidenciamos que la unidad no existe tan plausiblemente como la diversidad. La paz es un ejercicio y es un ejercicio de seres humanos capaces, es decir, de seres humanos que consideran que es posible ejercer, accionar, actuar y moverse en virtud de su potencia humana libre y única. 1. Las prácticas Los cambios en las prácticas habrán de iniciar por quienes dirigimos los destinos de la sociedad en las aulas y los cargos de dirección en instituciones educativas de todos los niveles, en los cargos de dirección de las empresas y las diferentes entidades del Estado. Y debemos empezar por lo que podríamos llamar hábitos mentales. Hay que cambiar la praxis de los académicos, dirigentes empresariales y políticos y líderes de opinión, de definir la paz en términos negativos y construir una idea

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de paz en términos positivos. Dejar de pensar la paz en términos simplistas como la no guerra, la no violencia, no armas, no grupos armados ilegales, etc., e inventar una definición positiva de la paz que incluya una sucesión de “síes”, que oriente la capacidad de soñar, imaginar y trabajar conjuntamente para conquistarla. Practicar la construcción de definiciones como: construir un país en el que las minorías se hagan escuchar, las mujeres se hagan respetar, los derechos de niños y niñas se hagan valer… Una segunda práctica que también nos concierne, en primer lugar, a quienes estamos en lugares privilegiados de decisión y orientación de la sociedad, consiste en asumir en todos sus alcances y consecuencias el rol que nos corresponde en la educación de la sociedad por medio del aprendizaje vicario: nada logra un país que implementa las competencias ciudadanas como asignatura obligatoria en todos los niveles de educación básica y media mientras su gobernante exhibe cotidianamente su desprecio por las instituciones que representan la justicia y sus decisiones, o en el que los peores ejemplos de corrupción provienen justamente de los máximos representantes del sistema judicial, o en el que los consejos superiores de las Universidades son androcéntricos y en las casas de los docentes “mamá amasa la masa” y “anita lava la tina” mientras “papá fuma la pipa”. Debemos desarrollar, cultivar, difundir y generalizar, en todos los niveles de la sociedad, empezando en primer lugar por quienes cumplimos el rol de líderes de opinión, la praxis de interrogarnos y transformar nuestros vínculos cotidianos, en congruencia con ese ideal de paz positiva, de esa sucesión de síes, que constituiría nuestra visión de un país de paz.

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Una tercera práctica fundamental para la construcción de una paz positiva tiene que ver con una posición radical ante nuestra historia de violencias, esta posición se traduce en una consigna activa y decidida, que afirma un conjunto de manifestaciones entre las cuales podríamos destacar: rememorar, apalabrar, dibujar, escenificar, esculpir, narrar, fabular, novelar: en una palabra, elaborar simbólicamente para no repetir. Esta práctica es la puesta en juego de un principio psicológico y sociológico fundamental: el silencio enferma y la expresión simbólica libera. En esta práctica serán actores fundamentales todas las ciencias para aportar de manera disciplinar herramientas disciplinares e interdisciplinares para aportar a la interpretación de nuestras violencias pasadas y presentes desde la Economía, la política, el derecho, la antropología, la sociología, la psicología Etc. Pero también los discursos no disciplinares como las religiones están llamados a poner su palabra para aportar a las prácticas del perdón y la reconciliación, La Filosofía para aportar sentidos y conceptos necesarios para la interpretación de las violencias y la invención de las paces, La Política para mostrar los caminos por los cuales se invierte la famosa sentencia de Klasewitz según la cual “la guerra es la continuación de la política por otros medios” y convertimos a la política en un medio alternativo para dirimir las diferencias que sirven de fundamento o de coartada para la guerra. Los periodistas valerosos que mediante sus investigaciones evitan que las infamias caigan en el abismo del olvido y los columnistas críticos y lúcidos que, a la manera de psicoanalistas de los pueblos, confrontan cotidianamente a la sociedad con interpretaciones de los hechos que develan verdades insoportables, han sido y serán actores fundamentales en la construcción de esta paz positiva. Pero el aporte mayor en este proceso habrán de cumplirlo los artistas: los productores de cine, los literatos, los poetas, dramaturgos, los pintores, escultores, arquitectos y los compositores de canciones populares y de dramatizados de televisión, tienen la misión histórica y política fundamental de

salvarnos de la viruela del olvido, de evitar que una epidemia de amnesia como la que azotó Macondo, nos condene a la monotonía de la violencia, por ser incapaces de mirarnos en nuestro propio espejo. Nuevamente a los ordenadores del gasto público y a todos los que, por nuestro rol social, poseemos una cuota mayor o menor de poder de decisión, nos corresponde la responsabilidad de entender la importancia de apoyar a todas las formas del arte, mediante becas, convocatorias, concursos, licitaciones y toda suerte de mecanismos, para que nuestras violencias actuales y presentes se vuelvan relatos, cuentos, novelas, poemas, obras de teatro, producciones cinematográficas y televisivas, pinturas, esculturas, monumentos arquitectónicos. Hay una diferencia fundamental entre la salud orgánica y la salud social. En el campo de la medicina es celebre la frase del cirujano francés René Leriche: “La salud es la vida en el silencio de los órganos”. En el campo de lo social deberíamos decir que la salud es la vida en el bullicio de los colectivos que la conforman, en el debate, el reclamo, la reivindicación, la denuncia y la protesta, de ciudadanos y grupos sociales, deliberantes, exigentes, altivos ante los servidores y poderes públicos, vigilantes de sus intereses y sus derechos. En general, contribuyen a la construcción de paz las prácticas que se vinculan alrededor de búsqueda de acuerdos, en torno de los procesos para la potenciación de la subjetividad política, de tal manera que se reconozca la cultura de paz como una cultura política y como el escenario para la construcción conjunta del contexto cercano de relaciones basadas en el reconocimiento pleno, la justicia, la solidaridad, la autonomía. En el escenario educativo, algunas de las prácticas serían: el diálogo, el reconocimiento del conflicto; la recuperación de la memoria, las prácticas de perdón, reconciliación y reparación; el reconocimiento de rostro del otro y de la legitimidad de su alteridad, de su otredad, de su diferencia; el establecimiento de relaciones justas e inclusivas. Incluso habría que desarrollar la práctica de interrogar y criticar de manera natural, la violencia simbólica que normalmente se ejerce en las interacciones cotidianas mediante prácticas habituales como la ridiculización ejercida por personas en lugar de poder, mediante la ironía, la burla y el sarcasmo brutal, el uso de apodos, o el ejercicio arbitrario del poder en la evaluación en instituciones educativas, las discriminaciones, imposición de decisiones, etc... 2. El tiempo El tiempo de una cultura de paz es el “presente continuo”, es un tiempo compuesto: se conforma con el verbo estar más un gerundio. Es decir se refiere a un estado cuya particularidad reside en la actividad en desarrollo permanente que denota el gerundio: Expresiones como: “estoy trabajando”, “estamos construyendo”, “estamos dialogando”. Son ejemplos del presente continuo. Este tiempo verbal se desprende de una visión de la paz como un proceso. La paz no es algo que se pueda alcanzar como un estado absoluto y definitivo, ni algo de lo que un grupo humano o una sociedad pueda carecer totalmente. La visión de paz positiva, construida con los síes que un determinado conjunto humano define de

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manera consensuada como ideal para trabajar colectivamente, será el referente para trabajar de manera permanente y que por su definición misma nunca se alcanzará en su totalidad. Por ello su tiempo se define como presente continuo, en el sentido tanto gramatical como histórico.

Un sistema educativo que cumpla estas condiciones es el mecanismo de protección más poderoso que puede tener una sociedad frente al riesgo de reclutamiento de sus niños, niñas y jóvenes por parte de grupos armados ilegales.

En la comunidad educativa, las estrategias sostenidas y basadas en las voces de los actores educativos, prácticas reales y no simuladas, que contribuyan a la tramitación de las diferencias por la vía de la palabra y del respeto a los pactos suscritos y legitimados en el quehacer diario de los agentes educativos, empezando por los docentes y directivos.

Adicionalmente, se pueden desarrollar en el escenario escolar procesos de educación para la paz desde la perspectiva de la socialización política para la potenciación de subjetividades políticas. Estos procesos deben ser liderados por desde la alta dirección de las instituciones con un lugar central en los calendarios de actividades institucionales, para que puedan incidir en la comunidad educativa en general. Es decir, debe estar articulado currículo en el sentido más abarcador y profundo de la palabra, es decir no solamente como una asignatura, toda la institución desde su Proyecto Educativo Institucional, hasta las celebraciones pueden repensarse y redefinirse en función de este objetivo superior del cultivo de la paz. Un comentario especial amerita la reflexión sobre los reglamentos.

3. Los actores Si se entiende una cultura de paz como una construcción socio-simbólica, definida por un colectivo social, que orienta las acciones y las interacciones de esa comunidad (que puede ser familiar, escolar, institucional, o una sociedad en su conjunto). Cada uno de los integrantes de la misma es un actor que cumple una función relativa a ese rasgo pacífico de la cultura. La importancia la función que cumple cada actor en relación con la construcción de una cultura de paz, está directamente vinculada con la autoridad e influencia que dimana de su rol social.

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Los niños, niñas y jóvenes podrán multiplicar prácticas de convivencia pacífica… Los maestros formarán con su saber y especialmente con su ser. Las familias educarán por medio del afecto y la transmisión de la ley desde la más temprana infancia. El entorno y la comunidad mediante la creación de oportunidades. Los literatos, académicos y pensadores en la el desarrollo de la reflexión crítica y ética. El Ministerio de Educación en la implementación de un programa para el desarrollo de competencias ciudadanas – orientadas a la paz. Las facultades de educación… formación de los maestros y la creación de condiciones que permitan vivir la paz como una experiencia cotidiana en las instituciones educativas. Los medios de comunicación, en visibilizar universos simbólicos propicios para la paz. La función de los gobiernos locales, devolviendo la confianza en la política y las instituciones.

Finalmente, una cultura de la paz no se puede pensar sin empezar a construir una reconciliación con la Naturaleza, la sostenibilidad del ambiente, el cuidado de la vida en todas sus expresiones. 4. Los procesos El fortalecimiento del sistema educativo en todos los niveles, en cuanto a calidad, cobertura y pertinencia y sostenibilidad es, en sí mismo, el mayor aporte que puede hacerse a la construcción de una paz duradera. La sostenibilidad hay que entenderla en función de la creación de las condiciones que requiere un estudiante para sostenerse de manera razonable en su nivel de formación en aspectos tales como la nutrición y los gastos de manutención, en aquellos casos que sea necesario, y la disponibilidad de los recursos necesarios para el cumplimiento satisfactorio de los objetivos, lo cual va más allá de la gratuidad de una matrícula; la pertinencia se refiere a una formación acorde con las necesidades sociales y las oportunidades que ofrece el mundo laboral; la cobertura a una política de inclusión decidida y la calidad a unas condiciones que le permitan al egresado de cualquier nivel del sistema de educación colombiano desempeñarse de manera solvente en el contexto nacional e internacional ante pares formados en programas similares en otros contextos.

Digámoslo sin rodeos: una institución educativa con una brillante cátedra de paz que mantenga intactos los reglamentos autoritarios y no los someta a una reflexión, debate y negociación por parte de los diferentes grupos que integran la comunidad académica (estudiantes, docentes, directivos, padres de familia, representantes de la comunidad y el Estado) es el ejemplo de una perversión en la vía de la construcción de una cultura de paz. El aprendizaje del autoritarismo y de las actitudes democráticas se aprende en los contextos cotidianos de la familia y la escuela, ante todo en la intransigencia o en la apertura a la discusión, negociación y redefinición conjunta de las reglas. Una educación política para la paz en el contexto escolar se construye primero y fundamentalmente, mediante unas prácticas cotidianas y permanentes de redefinición colectiva de las reglas, y solo secundariamente mediante cátedras en las que los estudiantes memoricen la Constitución Política, sus leyes y decretos reglamentarios. Pero además la educación política para la paz debe transcender al contexto escolar. Debe promoverse su expansión hacia escenarios cada vez más amplios (complejos). Es un proceso que se puede iniciar en el aula, luego incidir en la escuela y después trascender a la comunidad. Otras acciones que se pueden implementar de manera complementaria al fortalecimiento del sistema educativo tienen que ver con diseñar políticas y capacitar a los gobiernos locales y a los maestros y destinar recursos para la implementación de programas de construcción de paz, y formación para la democracia; relectura de experiencias exitosas y apoyo para su diseminación en contextos más amplios; integrar en las practicas pedagógicas procesos que permeen el ethos de la escuela y que genere prácticas intencionales para aprender a resolver conflictos desde la no violencia. 5. La construcción de la paz en los tiempos de la virtualidad Desde su surgimiento, las redes sociales han sido exploradas y aprovechadas por los empresarios y los políticos, incluidos aquellos con vocación guerrerista, para hacer campañas en función de sus propósitos. La paz afirmativa solamente se puede construir con los aportes de todos los sectores sociales, de modo que se convierta en un proyecto en el que todas y todos nos veamos reflejados y por lo tanto contribuyamos, no solamente a la construcción de su definición, sino a su desarrollo y su posterior defensa. En este punto las redes sociales son una herramienta invaluable, tanto para crear el escenario de debate de una visión colectiva de paz, sino también para su construcción participativa

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y para su posterior difusión, incluso, ¿por qué no decirlo? propaganda, en el mejor sentido de la palabra. Si los comerciantes y los ideólogos guerreristas usan las redes sociales para sus fines, con tanta mayor razón aprovecharse para el propósito supremo de construir una cultura de paz. Las redes sociales reflejan el proceso que la sociedad vive; en este sentido, si se promueve/construye una cultura de paz las redes sociales deben ser un espacio que refleje dicho proceso. Las redes sociales tienen un papel fundamental en la “comunicación” de los procesos de paz, hacer de la paz algo de lo que se hable, se presente, se exponga, se muestre… 6. Hacia la construcción de sujetos políticos A manera de conclusión diremos que una cultura de paz es una cultura profundamente politizada y altamente deliberante, de sujetos conocedores y celosos de sus derechos, capaces de trabajar de manera individual y colectiva por ellos, incluso dispuestos a aprovechar de manera inteligente y creativa las herramientas de las manifestaciones y protestas sociales pacíficas que contempla la democracia, correctamente entendida.

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El perfil ideal es el de un sujeto político, autónomo, democrático y pacífico para reconocer y enfrentar los conflictos, consciente de su rol histórico en la construcción del mundo, que desea vivir con otros, con un profundo sentido del cuidado de sí, de los otros, así como del entorno natural y la vida en sus diferentes expresiones, capaz de pensarse y reflexionarse con otros; capaz de ampliar su círculo ético a partir de principios como los de justicia, respeto, responsabilidad y libertad; un sujeto capaz de articular su discurso y su acción en la configuración de espacios públicos para la negociación y transformación de los ejercicios de poder hegemónicos por prácticas de construcción en condiciones de horizontalidad en función del bien común. El perfil real que nos muestra la realidad nacional es el de una mayoría de la población carente de unos mínimos de cultura política, no solamente para leer las complejas coyunturas del acontecer nacional, sino en lo que se refiere a sus derechos fundamentales, a las herramientas que le provee la democracia y la constitución para realizar acciones conjuntas en función de necesidades e intereses. Otro rasgo complementario al anterior es la profunda apatía y despolitización de la sociedad civil que se refleja en la baja participación en procesos democráticos básicos como la elección presidencial. Finalmente, un tercer elemento a destacar de este perfil real, es la situación de pobreza y miseria en la que se encuentran, todavía amplios sectores de la población del país, lo cual refuerza los dos rasgos anteriores de apatía y falta de cultura política y torna estas poblaciones más vulnerables a los vicios y prácticas corruptas del sistema político. La diferencia entre el perfil ideal y real aporta los elementos para orientar la acción hacia la formación de las niñas y niños, los y las adolescentes y jóvenes, que desde sus más tempranas edades, y desde los escenarios familiar y educativo puedan ser sujetos políticos activos y propositivos, constructores de paz. Esta construcción social orientada hacia un perfil ideal pasa por asumir una posición clara sobre el papel de la memoria.

En tiempos recientes las discusiones sobre la memoria, han ocupado las agendas académicas, políticas y sociales de manera recurrente. La que aquí se plantea es una pregunta que sugiere por ejemplo, ese amplio tema que resulta determinante en la construcción de paz y por supuesto, en la construcción de una cultura de paz. Me refiero de modo explícito a esa necesidad considerable de memoria que en tantos escenarios se exige. Enfrentarse a la importancia de considerar las reflexiones sobre la memoria o la historia, exige no solamente un trabajo de esfuerzo conceptual, sino una inquietud por mantener de modo abierto la pregunta por los mundos que gobiernan aquellas coyunturas históricas, comúnmente llamadas contextos o escenarios. Digo, “comúnmente” porque tales contextos o escenarios, parece que antes que constituirse como un fondo sobre el cual aparecen la historia o las historias, se constituyen más bien en discursos que describen historias paralelas o historias “otras” que terminan por moverse en un campo de extremas descripciones, más que en un trabajo de sentido político, social, constructivo -por lo menos- diferente. Hablo aquí de un inconveniente que se constituye a mi juicio, no sólo en error metodológico, sino en una de las profundas patologías que se evidencian en algunas revisiones de tipo documental o en investigaciones que sobre la memoria, se emiten. Más allá del protagonismo frecuente de la exotización de la desgracia, y de los esfuerzos por inscribir una identidad desde el dolor y la impotencia, queda el acto “conclusivo” en donde se ha logrado la conmoción del espectador y ello quiere decir que aunque la memoria ha de constituirse como ejercicio histórico de articulación de la vivencia individual y el sentido que adquiere en lo colectivo, termina por convertirse o bien en un una justificación extrema del significado del sufrimiento o bien, en una necia potencia de novedad e innovación gratuita. Hablar de la memoria, pensar la memoria; es desde esta inquietud que quiero manifestar, un ejercicio y una actividad que lejos de articular como móvil moral la conmoción y la inmediata simpatía, debiera ser un constante ocuparse de la construcción de la autenticidad y de la subjetivación política que la memoria reclama. Esto quiere decir, para proponer la discusión, que a mi juicio, hablar de la memoria o por lo menos el punto para proponer alguna posibilidad de debate, se debería tener presente la posibilidad de captar la “vecindad” en el tiempo, la hospitalidad en la circunstancia y por qué, no, un trabajo eminentemente histórico que vuelva la contingencia la materia prima en el trabajo de sentido. Estas afirmaciones anteriores, ponen en discusión la lectura que se puede hacer de la experiencia de la víctima, la experiencia del sufrimiento y ante todo, la vulnerabilidad a la que se está abocado cuando aparte de ser “animal ofrendado” a la conmoción ajena, la víctima no se constituye como testimonio -verosímil-, sino única y utilitariamente como declaración “veraz”. Es decir, considero que habría que extender incluso la reflexión sobre las diferentes escalas de vulnerabilidad que rodean la experiencia de la víctima, pero no porque el dolor o el sufrimiento sea cuantificable, sino en razón de que una de esas escalas viene justo cuando al vulnerado accede, integra o conquista una nueva identidad, la de víctima: ¿a qué llamar víctima? ¿corremos el riesgo de volver el nombre “víctima” una nueva “ciudadanía”? ¿Cuáles son los componentes de esos procesos cuya pretensión es reivindicar una vida moral real? ¿Cuáles sus riesgos? ¿Cómo establecer la consonancia con la construcción de la paz?

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Educación popular y nuevas formas de socialización desde la acción política alternativa de las jóvenes y los jóvenes

En este sentido proponer una tensión entre testimonio y víctima, resulta ser no solamente parte de un procedimiento teórico, sino un camino de ejercicio histórico que más allá de ocuparse de la reconstris la restitución de la pura individualidad. La víctima resulta ser un muchos: un muchos cuyo mundo constantemente es ajeno, porque los otros de forma continua, irrumpen en su cuerpo e intimidad.

Julián Andrés Loaiza de la Pava

El testimonio, resulta pues de un acto de solicitud visible, histórica. Visible porque aporta en todas sus significaciones (empírica, judicial, existencial) la oportunidad para encontrar la experiencia ajena en mi campo comprensivo. Histórica, porque esas experiencias de lo pasado-doloroso o de lo doloroso que existe de modo ausente, nos permite incluso repensar el dolor como aquello que tiene su propio tiempo, tiempo que no cabe fuera de una ficción proyectiva, es decir, histórica. En este sentido, el perfil ideal de un ciudadano de paz, es el de aquel que concibe la paz como comienzo, no como experiencia necesaria para purgar el dolor o el miedo. Quien se perfila en la paz, admite como camino necesario el reconocimiento de que ante todo está el diálogo de sí en consonancia y lucha con el otro, el perfil de este ciudadano es el de quien se pregunta de modo recurrente ¿es posible hacerlo de otro modo? De aquí que la necesidad de verdad tenga tantos riesgos en el ejercicio de la ciudadanía, sin querer decir por ello que no sea un derecho.

Fundación Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano, CINDE http://www.cinde.org.co/

Camilo Ramírez López Profesor Asociado D.E. Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de Doctorado en Educación. Universidad Santo Tomás.

Héctor Ospina Serna Profesor Asociado D.E. Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de Doctorado en Educación. Universidad Santo Tomás.

Mónica Salazar Castilla Profesor Asociado D.E. Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de Doctorado en Educación. Universidad Santo Tomás.

María León Castaño Profesor Asociado D.E. Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de Doctorado en Educación. Universidad Santo Tomás.

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En el marco de la educación popular, asumida esta como un modo de educación que intenta posicionar al acto educativo como una acción política desde la organización de sectores populares y en el horizonte de la transformación de realidades sociales, emerge la necesidad de dar lectura de las experiencias de acción política alternativa de jóvenes, a modo de un importante escenario de configuración de un nuevo instituyente de educación popular, desde el cual es posible develar formas alternativas de subjetividades alrededor del campo de lo político. La educación popular fundamenta sus principios en la vasta experiencia de los movimientosn sociales de liberación que han luchado por lograr conquistas populares en lo social, en lo político, en lo económico y en lo cultural. Las bases de esta propuesta de educación para la liberación están en la educación popular vista desde una perspectiva latinoamericana que tiene en Paulo Freire (1992, 1996 y 2001) a uno de sus exponentes más importantes. Colectivos de maestros y maestras, sindicalistas, artistas, gentes de la política, grupos de mujeres, jóvenes, niños y niñas, han expresado sus voces de protesta y han realizado acciones políticas en escenarios públicos dando origen a transformaciones en las prácticas ciudadanas, logrando impactar positivamente en la sociedad y en las instituciones públicas y privadas para presionar los cambios que se requieren (Ospina, Alvarado, Botero, Patiño y Cardona, 2011). Pensamos que es desde la educación popular como se pueden liderar amplias movilizaciones que permitan a las personas asumir sus propios destinos de una manera libre, digna y con justicia social; Educación Popular que entendemos como una posibilidad de desplazamiento de la marginación de los no-lugares14 y de los excluidos –que son reducto de las relaciones de poder propias de coloniaPara el antropólogo francés Marc Augé, los no-lugares hacen referencia a los espacios simbólicos relegados a la invisibilidad o la opacidad en tanto no tienen la suficiente relevancia para considerarse como “Lugares”, siendo estos los espacios hegemónicos desde los cuales se configuran nuestros modos de ser y hacer social. 14

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nialismos– hacia utopías de realización de otros modos de construcción del reencantamiento de la vida15. Es la reivindicación de lo popular como valoración y visibilización de la potencia del trabajo del trabajo colaborativo y no como pauperización y estigmatización de las comunidades empobrecidas (Ospina, Alvarado, Botero, Patiño y Cardona, 2011). Asumimos lo popular como la construcción que una comunidad determinada ha hecho para entender su historia y reconstruir su realidad, su vida, los proyectos donde esta se construye y reconstruye, con fundamento ético de lo humano y con garantías de dignidad y justicia. El “nosotros” colectivo que se configura en las acciones políticas de las experiencias de educación popular es también colectivizante, lo que constituye un elemento central en la posibilidad de existencia de los movimientos sociales de jóvenes como respuesta al problema planteado por Rodríguez Giralt (2002), respecto al individuo en las sociedades contemporáneas cuyos recursos simbólicos aumentan el potencial de “individuación” y con ello la imposibilidad de la acción política. Contrariamente, esta implica un espacio de relación de diversos y plurales: “la política nace entre los hombres y por lo tanto fuera del hombre” (Arendt, 1993, p. 31). De esta manera, la acción política se escapa del poder individual e instala su emergencia en el entre-nos, implicando no solo un espacio de relación, sino también la constitución de la acción como posibilidad de encuentro del diálogo y la pluralidad.

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Es así como la acción política no solo se convierte en posibilidad de ampliación de los marcos comprensivos del actuar de los sujetos jóvenes, sino también y principalmente como posibilidad de legitimación de las prácticas, y como el lugar de enunciación desde el cual las jóvenes y los jóvenes instituyen nuevas formas de realidad, y con ello nuevas formas de construir lo político, enmarcado este en procesos emancipatorios ante situaciones detonantes de subordinación, que ponen su accionar político como estrategia directa de lucha por el reconocimiento y legitimidad de sus discursos y de sus apuestas de vida, siendo precisamente estas acciones la contingencia desde la que emanan las minorías sociales. Dichas acciones se enmarcan principalmente en cuatro grandes dimensiones, a saber: a) las acciones de auto-organización y gestión, las cuales se refieren a la recaudación de recursos económicos y materiales para el desarrollo de los objetivos, a la gestión de alianzas, a la vinculación a redes y grupos, y a la convocatoria de nuevos integrantes; b) las acciones de formación, que tienen que ver con la creación y desarrollo de escuelas de formación para sus integrantes y para otros agentes sociales en temas como liderazgo, derechos, comunicación, políticas de juventud, entre otros. Estas acciones están ligadas así mismo a la participación en múltiples procesos de formación, tales como seminarios, foros y talleres; c) las acciones de investigación y producción de conocimiento, las cuales se centran en los procesos de problematización cotidiana que estos grupos hacen de las condiciones de producción, circulación y uso de los conocimientos, en las innovaciones pedagógicas que van creando en sus procesos de interacción con la comunidad, y en la vinculación a comunidades académicas y sociales que se ocupan de ampliar el conocimiento desde el cual se comprende la vida; y e) las acciones referidas al trabajo comunitario, que se entienden como las actividades colectivas que se desarrollan directamente con la participación de los grupos familiares, las comunidades y demás actores 15 El Reencantamiento de la vida se inscribe en la apuesta por otros modos del habitar desde un pensamiento ecosófico, desde los cuales sean posibles modos de con-vivencia y posicionamiento ante la vida en armonía con el otro, con la otredad y consigo mismo (Maffesoli, 2009; Noguera, 2006 y Moore, 1997).

sociales (Ospina, Alvarado, Botero, Patiño y Cardona, 2011). La emergencia de la educación popular en las movilizaciones de acción política de jóvenes, expresa la aparición de un nuevo tipo de militancia, no de sindicato, ni de partido como dador de legitimidad y ámbito de transmisión de saberes; sino de otro, dependiente del lazo con el territorio y arraigado en la vida cotidiana, a través del cual se confronta uno de los cambios más relevantes que ha generado el neoliberalismo: la individualización de las relaciones sociales. Nos referimos a la comunicación alternativa como escenario y dispositivo de participación y comunicación comunitaria, en torno al cual se gestan nuevas posibilidades de constitución de lecturas críticas de sociedad y apuestas de transformación de la misma. Las acciones de comunicación y sensibilización que se fundan en las experiencias de educación popular están referidas a la creación, desarrollo o vinculación con el territorio y con la toma del espacio público, desde los cuales se realizan lecturas críticas de la sociedad; así como al desarrollo de alternativas de acción comunitaria y proyección social de los saberes instituyentes desde los cuales se fisura la naturalización de sentidos instituidos y hegemónicos del accionar político. La estetización de la acción política en la que el cuerpo se instituye no solo como medio de expresión, sino también como primer territorio de poder, evidencia una acción política encarnada por cuerpos que padecen y vindican relatos de una temporalidad diferente a la instituida para colonizar las mentes, los cuerpos y las emociones. Las prácticas pedagógicas que emergen de la acción política de jóvenes están fundadas en la experiencia acontecimental, desde donde se hace posible el desplazamiento hacia el entendimiento de la experiencia pedagógica como un momento de innovación de los órdenes fácticos, buscando ocasionar un cambio de situación imprevisto y abrir un espacio de libertad impensada, sin necesariamente desatender la naturaleza material en que tiene lugar la acción educativa. Lo acontecimental obra en pos de la inflexión de las condiciones materiales que dominan una situación, entendiendo por ello las formas tradicionales, hegemónicas, adultocéntricas y por demás normalizadoras que se tienen por dadas, como un cuestionamiento de la existencia descriptiva ya dada, ordenada respecto a los modos de ser, hacer y representar de lo social. El acontecimiento como punto de inflexión y radical novedad, es uno de los conceptos fundamentales del pensamiento político en Arendt. En algunos fragmentos de ¿Qué es la política?, insiste en que “siempre que ocurre algo nuevo, se da algo inesperado, imprevisible y, en último término, inexplicable causalmente; es decir, algo así como un milagro en el nexo de las secuencias calculables” (Arendt, 1997, p. 64). Es así como los acontecimientos se presentan como un nuevo comienzo que irrumpe los procesos de naturaleza histórica, los que la autora denomina acontecimientos milagro. Según Arendt, los acontecimientos están directamente relacionados con el ser humano y con la política, ya que el ser humano está dotado para hacer milagros y “este don es lo que en el habla habitual llamamos la acción” (Arendt, 1997, p. 65). La acción, que para Arendt es la “actividad política por excelencia” (Arendt, 1993, p. 23), consiste en tomar una iniciativa, comenzar algo nuevo e inesperado.

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II. PAZ EN PERSPECTIVA DE SOCIALIZACIÓN Y SUBJETIVIDAD POLÍTICA CON NIÑOS, NIÑAS Y JÓVENES Primeras miradas desde la Educación para la Paz La Escuela Nueva es la primera iniciativa sólida de reflexión y acción educativa por la paz, especialmente después de la primera guerra mundial. En este sentido, la gran crítica de la Escuela Nueva a la escuela tradicional es sobre sus planteamientos didácticos y sus métodos orientados, explícita e implícitamente, a la militarización de la infancia y la juventud, en el sentido de su formación para la obediencia pasiva y nunca para favorecer el espíritu crítico y la ayuda mutua (Ferriere, en Jares, 1999). Esta reflexión se incrementa tras la guerra, volviéndose la mirada a la escuela como un escenario de reproducción de la convivencia armónica, base del pacifismo. Hasta este momento se reconoce a la educación para la paz, desde ideas asociadas a la armonía y a evitar la confrontación fruto de las devastaciones de la guerra. Es en este contexto en el que surge la contraposición Paz - Guerra.

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En este sentido, la educación tiene el papel de hacer la paz desde una perspectiva positiva, es decir, desde una reforma social constructiva; y no solo desde el evitar la guerra o resolver los conflictos sin violencia. La educación tiene como finalidad la construcción de ambientes que favorezcan a los niños y niñas el “traer la paz al mundo” (Montessori, en Jares, 1999, p. 28). Montessori cree junto con Rousseau, que los niños y niñas son seres puros, libres de ideologías y por lo tanto incorruptos y capaces de hacer la paz. Dentro de las características propias del modelo montessoriano, está el trabajo colaborativo y cooperativo, a modo decríticas al modelo tradicional que promueve la competencia y el individualismo. Así, es posible afirmar que la educación es la manera de construir la paz; la política solo puede evitar la guerra (Montessori, en Jares, 1999). Al igual que en los antecedentes de la Educación para la Paz desde la Escuela Nueva, la noviolencia ancla también sus ideas en los valores morales, esta vez desde la experiencia espiritual de Oriente. Según López (2001, 2004), para Gandhi, como principal exponente de esta práctica, el aporte de la noviolencia a la educación en general está basado en los principios de firmeza en la verdad y acción sin violencia; dichos principios se concretan en técnicas como la no-cooperación y la desobediencia civil; la primera se representa con la manifestación de la inconformidad, y la segunda con la desobediencia a leyes que perpetúan la injusticia. En últimas, el principal llamado de esta corriente es a la liberación de la dependencia colonizadora y a la propugnación de la autonomía. Este es el principal llamado a la educación: la formación para el dominio de sí y la formación de aptitudes en conocimiento para el pensamiento independiente. La educación debe “armonizar las cuatro dimensiones del ser humano: el cuerpo, el intelecto, la sensibilidad y el espíritu” (Weyer, 1988, en Jares, 1999, p. 70). Como condición irrevocable para la noviolencia, está la coherencia entre los medios y los fines a alcanzar; por lo tanto, como derivación pedagógica, deben desaparecer los castigos y todo hecho de violencia física y psicológica de la escuela. No es posible alcanzar la paz sino es con la paz misma. El concepto más importante para la paz, que se apropia de la idea gandhiana, es el del conflicto.

Su reconocimiento como una condición propia de los seres humanos es una posibilidad de encuentro y no de separación; por lo tanto, y siguiendo la idea de la noviolencia, se trataría de reconocerlo y construir a partir de este una nueva relación entre los seres humanos. Siguiendo esta idea, se puede asegurar que la violencia “desaparece” el conflicto en tanto elimina el punto de encuentro y vínculo con el otro, pues niega las posibilidades de aparición del otro como un legítimo otro (Maturana, 2002). Es decir, que la realización de cada quien es posible si se niega la de los demás. Conceptos contemporáneos sobre la paz Para Galtung, la paz está definida en términos de la ausencia de violencia, distanciándose de aquella antigua idea de paz como ausencia de guerra, pues esta última es una expresión de las diferentes violencias. En este sentido, en desarrollo de sus investigaciones para comprender la violencia Galtung llega a definirla como “algo evitable que obstaculiza la autorrealización humana” (Galtung, 1981, p. 96), entendiendo como tal la satisfacción de necesidades básicas, materiales y no materiales. Tal violencia puede ser equiparada con la injusticia social y es definida por Galtung como violencia estructural (Galtung, 1996). Junto con Galtung, otros investigadores e investigadoras han propuesto acercamientos a las reflexiones sobre la paz. Adam Curle, al respecto, ha reflexionado sobre el conflicto siguiendo la idea de que este es lo que permite a los seres humanos tener algo en común, y plantea que su ausencia puede significar la ruptura de posibles asociaciones (Curle, 1971). Betty Reardon define la paz como “un orden social, o un conjunto de relaciones humanas, en el cual la justicia puede conseguirse sin violencia” (Reardom, 1978b, en Jares, 1999, p. 100); y de la misma manera, Jaime Díaz entiende la paz como inseparable de la justicia y, por lo tanto, la injusticia como “semilla de la guerra” (Díaz, 1979, en Jares, 1999, p. 100). Por su parte, William Eckhardt, también centrado en la idea de justicia para la definición de la paz, propone a esta como la actualización de los valores humanos; y para Naidu, la paz es “la preservación de la vida humana lo más humanamente posible” (Eckhardt, 1986; Naidu, 1986, en Jares, 1999, p. 100). Hoy un nuevo movimiento se presenta en términos de los estudios para la paz. Esta apuesta de Educación para la Paz se ubica en una epistemología sistémico-compleja y se define como una educación que lleva a romper con el paradigma tradicional que plantea una mirada reduccionista y fragmentaria, al sugerir que el entendimiento de los fenómenos requiere de la reducción en sus partes constitutivas para de esta manera poderlo medir y cuantificar, y en últimas, controlar. Tal separación lanza los fenómenos a la reducción de sus relaciones complejas con el medio (contexto) en el que se presentan y de los sujetos que interactúan en estos. “[…] en la práctica de una epistemología sistémica, la visión desde la paz […] está también presente haciendo que la intervención tenga un carácter preventivo, al implementar acciones o promover estrategias en función de los actores, circunstancias y contextos, destinadas a desarrollar la cultura de la paz y evitar, en lo posible, la aparición de la violencia” (Fernández-Herrería y López-López, 2014, p. 120).

La construcción de la Paz y la potenciación del desarrollo humano desde el educar en y para la Paz Los procesos educativos, especialmente en la infancia, tienen el gran desafío de aportar a la generación de alternativas que permitan a niños, niñas y jóvenes, ser sujetos políticos; esto es, sujetos capaces

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de actuar en diferentes escenarios, de tal forma que puedan incidir en la construcción de alternativas que permitan condiciones de vida colectiva digna.

mundo, desde ejercicios activos de acción y transformación de las interacciones entre los sujetos que en él se dan.

En estos términos, y desde una apuesta centrada en procesos y escenarios de socialización política con niños, niñas y jóvenes, se propone una perspectiva particular del desarrollo humano como posibilidad de potenciación de las dimensiones del sujeto que favorecen su acción política.

No basta con crear escenarios cotidianos y privados de encuentro “político” con los otros; es necesario que los sujetos puedan extender esta posibilidad de aproximación al mundo de lo público, donde no se juegan intereses individuales, sino que están en juego intereses y necesidades colectivas que trascienden el interés particular, y en los que el encuentro con otros permite consolidar colectivos que buscan transformar formas de poder que niegan las identidades y al mismo tiempo las subjetividades.

Hablar de acción política implica la construcción de condiciones para la vida en colectivo y por lo tanto en convivencia. El proyecto “Niños y Niñas Constructores y Constructoras de Paz” se centra en la posibilidad de construir imaginarios, valores y actitudes que favorezcan el reconocimiento del otro, la construcción de proyectos de futuro, la reflexividad, la autonomía, la conciencia histórica, la ampliación del círculo ético, la configuración de escenarios públicos y la negociación del poder (Alvarado y otros, 2008); de tal manera que permitan a los sujetos (niños, niñas, adultos, adultas, jóvenes, etc.) construir activamente las condiciones necesarias para lograr una vida digna.

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Se asume la Paz como un proceso activo de negociación permanente con el otro y, por lo tanto, en construcción de nuevas y mejores formas de encuentro entre los sujetos. Es por esta razón que se plantea la Paz como un ejercicio político de encuentro de diferentes subjetividades, en las que desde la diferencia se construyen proyectos de presente y futuro. Aquí la escuela, y todos los procesos educativos con la infancia, se consolidan como escenarios privilegiados para generar procesos en los que se logre potenciar subjetividades políticas en construcción y re-construcción permanente, desde toda apuesta curricular y metodológica. Si centramos la mirada en la metodología, desde la educación en la paz se prima la indagación, el descubrimiento, la cooperación, el uso de distintas fuentes de información e incluso la conquista didáctica del entorno para promover un aprendizaje integral, enriquecido, experiencial, de tipo individual y grupal al mismo tiempo, participativo, recíproco y dialógico […] (Fernández-Herrería y López-López, 2014, p. 132).

La tarea de la socialización política es permitir la configuración de sujetos capaces de representarse la sociedad de una manera diferente, más política, que les permita crear escenarios donde sea posible su accionar.

Dirigir la atención a la configuración de sujetos políticos implica la reconfiguración de sentidos y prácticas en torno a la equidad, la justicia social y la responsabilidad; implica la puesta en marcha de normas de reciprocidad que superen la discriminación y la desigualdad, y la construcción de redes de acción social y política desde las cuales se haga posible la configuración de procesos que aproximen los sentidos y las prácticas a un orden social y a estilos de vida democráticos (Alvarado, Ospina, Botero, Muñoz, 2008, pp. 36-37). De esta manera, es posible hablar de un sujeto capaz de actuar con otros en la construcción de mejores condiciones de vida, es decir, desde un ejercicio pleno de la ciudadanía, no solo como concepto, sino como práctica social, ética y política, en donde las performatividades propias de los niños, niñas, y jóvenes no sean excluidas sino al contrario, valoradas como miradas y apuestas diferentes, como nuevas posibilidades de representar nuestra realidad y configurar nuevos tiempos, nuevos territorios, nuevos cuerpos y nuevas relaciones.

La socialización política:

En los procesos de construcción de paz, el desarrollo humano es considerado como un marco de referencia obligado; y aunque existen diversas posturas teóricas en torno al mismo, la propuesta se enmarca en una perspectiva alternativa, la cual se encuentra basada en autores como Berger y Luckman (1983), que permiten comprender, desde la teoría de la construcción social de la realidad, cómo en la socialización los seres humanos nos autoproducimos de manera social, y así mismo creamos y resignificamos el mundo de las relaciones sociales y los marcos simbólicos de la cultura.

Por consiguiente, este hacer-se sujeto político implica en parte hacerse sensible al mundo en el cual el sujeto habita, un mundo que fundamentalmente es cultural, entendido como la totalidad de las significaciones, valores y normas poseídos por las personas en interacciones y la totalidad de los vehículos que objetivan, socializan y transmiten esta significación (Sorokin, 1962) y que a su vez permiten a los sujetos vivir en comunidad.

Desde esta perspectiva, el desarrollo humano es entendido como un proceso individual y social de constitución de la subjetividad y de la identidad en cada una de sus dimensiones, en un contexto social, político y cultural (Alvarado, Ospina-Alvarado y García, 2012). Esto implica ubicar el desarrollo humano desde un lente constructivista –subjetivo e intersubjetivo–, y re-significarlo como un proceso dinámico, complejo y sistémico que se realiza en contextos cotidianos de interacción. Tal condición de procesualidad, facilita la progresiva ampliación de las oportunidades de lo humano en las diferentes dimensiones que constituyen al sujeto en su enteridad, o en palabras de Cardona (2007), al cuerpo en su completud e integralidad.

Potenciación de Subjetividades Políticas Los procesos mediante los cuales cada sujeto, dentro de una sociedad, comprende y logra transformar los “fenómenos sociales”, son conocidos como procesos de socialización. La socialización política permite a los individuos hacerse sujetos capaces de entender su realidad para lograr transformar aquellas cosas con las cuales no está de acuerdo, en tanto pueden negar la posibilidad de condiciones dignas de “ser” humano.

Esta posibilidad conlleva la necesidad de comprender los fenómenos sociales que se dan en las relaciones entre los sujetos, permitiendo a estos la construcción de nuevas alternativas que les permitan acercarse al mundo de maneras diferentes y desde las cuales re-crear su experiencia de vida colectiva. En este sentido, es posible plantear que el hacerse sujeto implica la necesidad de“encuentro” con

En este sentido del desarrollo humano, y en la base de la subjetividad política, se encuentran cinco dimensiones que se hacen fundamentales a la hora de favorecer el encuentro y la acción conjunta y

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que permiten entender los procesos de construcción de paz como procesos de acción política. Podemos entonces afirmar que en esta perspectiva sistémica se debe reconocer la indivisibilidad del ejercicio educativo –no fragmentado–, y por lo tanto encaminada a la potenciación de un ser humano enriquecido desde sus dimensiones cognitivas, afectivas, éticas, comunicativas, creativas y políticas, que no se separan a su vez de los contextos/lugares de aparición.

que se hace fundamental la ampliación del círculo ético, favoreciendo la inclusión del otro al construir mundos en los que todos los seres tienen posibilidades de aparición legitima en el encuentro con los otros sujetos.

Dimensión Afectiva

El fortalecimiento del potencial creativo para la transformación de conflictos pasa por el reconocimiento del conflicto como una condición inherente al ser humano, dadas las diferencias que se derivan de la subjetividad que nos hace distintos y de las múltiples identidades que se juegan en las culturas y las sociedades. Por lo tanto, para asumirnos en el conflicto es necesario el reconocimiento pleno de la identidad y de la subjetividad del otro. Solo desde allí se logra el respeto pleno a la dignidad del otro como igual y como diferente. Tramitar el conflicto desde la palabra, implica construir respuestas éticas de reconocimiento a los otros en su posibilidad de ser iguales y al mismo tiempo diferentes.

El desarrollo del potencial afectivo implica un ejercicio de auto-reconocimiento que obliga a la toma de conciencia de sí desde el reconocimiento autobiográfico, de las mediaciones y de los sueños de cada sujeto, y a partir de los cuales se constituye el autoconcepto y la valoración de sí, favoreciendo la constitución de la autoestima. Autoconcepto y autoestima son entonces dos elementos fundamentales en la constitución de la subjetividad. Sin embargo, es necesario construir procesos de reconocimiento y valoración del otro. Este reconocimiento implica la toma de conciencia del otro como plural y diverso. Dimensión Comunicativa

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Construir subjetividades comprometidas con la paz implica de suyo (…) asumir una tarea de responsabilidad y aprendizaje desde el campo de lo comunicativo; esto, en el sentido de que todo ser humano está abocado por su propia esencia a ser un sujeto de lenguaje y, por tanto, un artífice de significados e interpretaciones respecto de su realidad y la de los demás” (Echavarría, Bastidas, Loaiza, y Nieto, 2006). El fortalecimiento del potencial comunicativo implica generar procesos de apertura en los que la identidad y la subjetividad se explicitan, se exponen, se salen de sí, para encontrarse con otras identidades, otras subjetividades. Este ejercicio simbólico no es simplemente un intercambio de información; son los sentidos y los significados los que se ponen en juego en una interrelación permanente con los otros. El acto comunicativo, por lo tanto, implica compartir la biografía, las experiencias, las mediaciones y las utopías de unos y otros. Dimensión Ético-Moral Plantear el desarrollo del potencial ético-moral implica pensar al ser humano desde la intersubjetividad, como la posibilidad de construir mundos compartidos. En ese sentido la dimensión ético-moral permite entender las regulaciones propias de esos mundos compartidos, las cuales se ejercen desde marcos que permiten construir mundos axiológicos a partir de los que se valora moralmente la relación con las demás personas, y al mismo tiempo se genera el vínculo ético que reconoce el contexto social y cultural de los sujetos. A nivel del nomos, es importante transitar desde la heteronomía moral hacia la autonomía moral, lo que implica pasar de tener como marcos del comportamiento y de las decisiones humanas las “normas” –cuya condición de aplicabilidad la constituyen los ámbitos particulares en estrecha relación con la autoridad y la jerarquía–, a los “principios” como criterios universales aplicables a toda la especie humana. A nivel del ethos, la sensibilidad moral implica construir una ética del cuidado en la

Dimensión Creativa para la Transformación de Conflictos

Tal potenciación desde el sentir estético permite traer al tiempo presente nuestra propia experiencia, es decir, reconocer en nosotros mismos nuestra memoria que, vinculada en el espacio-tiempo al que pertenecemos, nos lanza a una especie de conmemoración de aquello que ha dejado huella en nuestro existir. Dimensión Política El fortalecimiento del potencial político implica el desarrollo de la capacidad para la participación y la acción política, entendida como aquellas maneras de afectación y transformación de las relaciones de poder entre los sujetos. Estas acciones favorecen la vindicación de los derechos individuales y colectivos para asegurar las condiciones de vida digna y del bienestar colectivo; y parten de cada sujeto y se ejercen con otros y otras en procesos de configuración de la subjetividad política. La potenciación de la dimensión política implica, además, la asunción práctica de principios tales como la libertad, la igualdad y la justicia, como pilares de la democracia. Esta, en tanto orden social y como estilo de vida que implica fortalecer el reconocimiento y la pluralidad como criterios que garantizan el respeto y el ejercicio de los derechos humanos.

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Violencia, música y fiesta en el Tolima, Colombia Héctor Galeano Arbeláez RESUMEN Se presenta información sobre la iniciación de la resistencia a la violencia en el Departamento del Tolima que incluye la importancia del tiple y el bambuco en la identidad cultural del tolimense, el papel de la música y la fiesta entre los alzados en armas y su utilización para justificar la creación del Festival Folclórico Colombiano. Éste evento creado en plena violencia se propuso como una fiesta del espíritu para disminuir el baño de sangre en el Tolima, algo afortunadamente logrado y que dio origen a las fiestas del retorno en los municipios más afectados por la violencia. Se demuestra, una vez más, la necesidad de tener en cuenta la cultura, especialmente la música y la fiesta, para tratar problemas relacionados con violencia.

Palabras Clave: Violencia/ Cultura/ Música/ Fiesta popular/ Festival Folclórico

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La resistencia que en el país se inició como una lucha por la tierra en los años treinta del siglo pasado se transformó en lucha por territorio. Territorio que, de acuerdo con Rincón (2013, pp. 181-193) “está integrado por la naturaleza, lo político-jurídico, económico y lo simbólico cultural, de donde se deduce que la territorialidad se expresa a través de relaciones de poder”. Este territorio y el poder en él ejercido ayudan a construir la identidad cultural y el sentido de pertenencia, tal como ha ocurrido en el Tolima, especialmente en el suroriente, cuna de la resistencia armada aún vigente. En este territorio persiste el problema de la tierra, el sector rural sigue desatendido y el poder político y los latifundistas han hecho posible que el ordenamiento del sector rural sea de facto a través de la planificación y la violencia. Más de medio siglo de resistencia y violencia nos dejaron cruces de palo en los caminos y en los cerros, huérfanos, desplazados y muchas lágrimas. Pero la tragedia, resultado de la lucha por la tierra y el territorio, también nos dejó como herencia en la región identidad cultural y fortalecimiento del sentido de pertenencia de las víctimas, algo se refleja en su música que con tiple y bambuco le cantan a la vida, al Tolima y a la paz y contribuye al enriquecimiento espiritual de su comunidad. “La violencia en Colombia también se ha ejercido contra la música criolla, principalmente a principios del siglo XIX cuando estaba confinada a los trapiches, a las fondas camineras y a las tiendas de pueblo”. (Puerta, 1988, p.54). Una demostración de intolerancia, desprecio o violencia contra nuestra música la dio el músico Guillermo Holguín cuando preguntó en una conferencia en el Conservatorio de Música de Bogotá, el 3 de agosto de 1923: “¿A quién se le podría ocurrir proponer el empleo del tiple en obras efectivamente artísticas?” (Puerta, 1988, p.11), algo que explica el rechazo a la música criolla y la vida casi clandestina hasta cuando Morales Pino acompaña la batuta de la Lira Colombiana y da su respaldo musical a Wills y Escobar, se hacen grabaciones en el exterior, comienzan las retretas en las plazuelas y los conciertos. (Restrepo , 1971, p.14-15). Con los espacios ganados viene el reconocimiento al tiple

tiple y al bambuco como símbolos de la música criolla. De acuerdo con Perdomo (1975, pp. 49, 155, 158) y Puerta (1988, p. 9): El tiple y el bambuco son importantes para el campesino de la zona andina y de forma especial para el tolimense: …el tiple fue bautizado en las fondas camineras, con el bambuco, el pasillo, el torbellino y la guabina,… bambuco se escribe con tiple…las doce cuerdas del tiple son los doce apóstoles mensajeros del código melódico del alma colombiana, … el bambuco es el más colombiano de nuestros aires, acompaña al labriego en todas las circunstancias de su vida,…es el aire del pueblo, de la gleba oprimida, melancólica, desconfiada; es grito de dolor, es también grito de gozo, el eco del placer”.

Este matiz lo toma de las llanuras del Tolima Grande, donde el ambiente es todo calor y vida, cuando acompaña las parrandas del San Juan y del San Pedro, “El tiplecito que toco tiene lengua y sabe hablar; sólo le faltan los ojos para ayudarme a llorar”.

El tiple y el bambuco hacen parte del ser espiritual del colombiano. Hace presencia en todos los eventos de disfrute de la vida y la amistad. Lo demuestran algunas composiciones, mencionadas parcialmente: Hágame un tiple maestro pero hágame un tiple bueno que toque y toque bambucos y cante bambucos viejos iguales a los que llevo como un tesoro en secreto todos escritos con llanto en el pajal del recuerdo. (Extracto del Bambuco de Evelio Moncada, Hágame un Tiple Maestro)

Cuando se hace mención al Tolima se habla de campo, tiple y bambuco. Estos tres elementos son necesarios para entender el espíritu del tolimense. Defensor de su tierra, de su territorio, de la mujer y de la libertad. Es algo que se observa en su trabajo, en el hogar en las reuniones de las fondas, en las serenatas y en su música. Jorge Eliecer Barbosa, un locutor que vivió y murió con la música decía, con mucha razón, “que la música es la huella digital de los tolimenses”. “Vivir cantando”, un bambuco de Lucho Becerra, resume el papel del bambuco en la vida del campesino: ¿Qué son estas ganas de vivir cantando que hacen de mi tierra que la quiera tanto ¿Por qué sabe a tiple

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lo que pienso y hago cuando tengo cerca mi tiempo pasado? ¿Qué son estas ganas de vivir cantando junto a la nostalgia de un camino andado? junto al tronco viejo que sigue esperando que le crezcan ramas para hacerse un árbol. Tengo mil bambucos también esperando que se duerma el mundo para yo pulsarlos, porque los bambucos siempre hay que escucharlos cuando ruido y humo se van del trabajo, cuando ya el silencio se duerme despacio, por entre la noche de un cielo estrellado. ¿Qué son estas ganas de vivir cantando sin medir el tiempo que corre en mis manos? Despierta Colombia si no has despertado y empuña tu tiple que por dentro hay algo que huele a trapiche mazorca y tabaco y va por las venas sin fechas ni horarios. La tierra me duele y me duele tanto que casi no entiendo ¿por qué estoy amando? ¿Qué son estas ganas de vivir cantando? ¿Qué son estas ganas de vivir cantando?

Al Maestro Ancízar Castrillón se le hizo un homenaje nacional en el Día Nacional de la Música Colombiana el año 2013. Un reconocimiento como compositor que trae a la memoria algunos de sus bambucos:

Ha sido todo un señor desde el confín de los tiempos; en sus cuerdas se quedaron dormitando los recuerdos que se despiertan altivos entre los bambucos viejos, o arrullando en un pasillo los mas hermosos te quieros. (Extracto de Tiplecito Colombiano) Voy a sembrar en mi tiple las penas que estoy sintiendo, para que un día sus cuerdas las vaya lanzando al viento. (Extracto de Mi Tiple Confidente) Es un beso divino hecho canción, es lágrima que brota de emoción. es la historia sin par de los abuelos, es sudor que en el surco se quedó. (Extracto de El Bambuco es así)

A este tiple montañero le cantó Atahualpa Yupanqui a raíz de una visita al Tolima en la década de los sesenta del siglo pasado, en plena violencia, cuando escuchó la historia de un muchacho de apellido Chispas que al salir de un asedio del ejército fue obligado tirar su tiple al río, que días después escribió una canción cuya letra se llevó Yupanqui para hacerle arreglos. Se dice que fue grabado en Zúrich, Suiza, el 8 de febrero de 1992 y lanzado con Ángel Parra en Francia, en 1999. La presentó en un concierto en España con la dedicación: “Para todos los músicos, que comprendan lo que se sufre al perder la herramienta de expresión interior”. Fue el mismo poema recitado en la Sala Alberto Castilla de Ibagué, el 24 de agosto de 1979 (Ortega, 1979): CANTO AL TOLIMA Sólo una vez he llorado callado llanto de indio

fue en la sierra del Tolima y al tirar mi tiple al río. Nos íbamos monte adentro, y era noche de peligro; que nadie fume ni hable, era noche de peligro. Andábamos silenciosos, corazón endurecido, cuando llega la consigna como un puñal de dos filos. El que tenga tiple en mano que arroje su tiple al río. tal vez otro haya pasado aquello que yo he vivido.

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Ser hombre de causa firme y no temerle al peligro y cumplir con la consigna arrojando el tiple al río. Sentí su queja en las piedras al rodar por el abismo como pidiéndome amparo con el último sonido. La noche creció dos veces; en el monte y dentro mío. y yo me fui sombra adentro y el tiple cayó en el río. Adiós compañero fiel de juventud y amoríos nos mordía los talones la sombra del enemigo. Sólo una vez he llorado callado llanto de indio y yo me fui sombra adentro y el tiple cayó en el río. Mañana cuando amanezca han de oír los campesinos un nuevo canto en el agua mitad canto mitad grito. Madera rota en las piedras, alma que busca camino, lo encuentra y se va cantando sobre la espuma del río. Tu tendrás que comprenderlo; era noche de peligro. y yo me fui sombra adentro

y el tiple cayó en el río.

Teófilo Rojas Varón ingresó a la guerrilla siendo muy joven y rápidamente se hizo famoso entre sus compañeros como buen tiplero. Con el paso de los años y por sus acciones militares recibió el alias de Chispas. El violín hizo parte de la vida de Manuel Marulanda “Tirofijo”, el casi eterno comandante de las FARC-EP, le dijo a su biógrafo: …claro que en la ausencia de la vida legal,, la ambición de los negocios, el deseo de una finca en crecimiento, las fiestas con un buen tiempo de duración, el sonido del violín, tantas veces abriéndole los ojos a la alegría, el violín que tantas veces me enternecía el alma tuve que cambiarlo por la música de un fusil. (Alape, p.274).

A los pocos días del asesinato de Gaitán, 9 de abril de 1948, comenzó a escucharse en las zonas de resistencia “La Sangre de Gaitán”, posiblemente la primera canción famosa entre los hombres de la resistencia:

Colombia está de luto sabe lo que ha perdido (bis) el hombre de la patria, el héroe de los hombres, Jorge Eliecer Gaitán aquellos oligarcas bastantes traicioneros pagaron con dinero la sangre de Gaitán.

A medida que avanza la resistencia se incrementa la producción musical sobre el problema y se le canta a los líderes. Efraín Valencia, el General Arboleda, fue de los pioneros en la organización y de los líderes más reconocidos. Su asesinato dio origen a la canción “General Arboleda “que todavía se escucha en las fondas y las cantinas de la región. Una parte de la letra: Voy a contarles la historia la muerte del general llamado Efraín Valencia el fue del pueblo de Chaparral …… Aquel maldito bandido que lo mató a traición porque era hombre valiente valiente de la región. …… Amigos y familiares comentan con gran primor ya se murió Arboleda el hombre de esta región fue de los primeros hombres de esta revolución

Mariachi, cuyo nombre real fue José María Oviedo, fue un pastor protestante que llegó a Planadas perseguido y amenazado por ser liberal y protestante. Llegó al destacamento de Bilbao o Sur de Ata, ingresa al movimiento y va ascendiendo hasta ser mano derecha de Peligro (Alape, pp. 212-213). Fue recordado como intérprete de música mexicana y a eso debe su alias de Mariachi, título de la canción de la cual se transcriben apartes: Caramba yo soy Mariachi mi comandante es peligro me anda postiando el gobierno por toditos los caminos …… Alguien corrió a avisar Mariachi viene la tropa! Aquí los voy a esperar a ver de a como nos toca

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…… Yo soy José María Oviedo que lo quieren vivo o muerto y andan queriendo asustar con los petates del muerto.

Mientras unos cantaban sobre temas relacionados con la vida en la resistencia, otros contaban su experiencia como víctimas. Un ejemplo es el caso de Carlos Julio Quimbayo, nacido en el Cañón de las Hermosas, desplazado varias veces y ahora dedicado a componer y cantar para recordar su experiencia sin la menor muestra de resentimiento. Dice en una de sus canciones:

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Ayer que llegué al pueblo quedé muy desconcertado mi negra estaba llorando su corazón destrozado y me dijo tristemente nuestra niña se ha marchado me dio un abrazo y un beso y a la guerra se ha integrado. La recosté entre mi pecho su alma estaba desangrando porque nuestra niña hermosa un fusil se fue portando, dizque para defender la causa del pobre y del explotado sin importarle el dolor que sufrí por poder criarla. … …Quedé solo con mi negra sin esperanza y sin sueños mis retoños se han marchado ya se cambiaron de dueño mi hija pa’ la guerrilla mi hijo pa’l batallón mi negra pa’l cementerio se me murió de dolor.

Muchos artistas, no solo tolimenses, incluyeron en su repertorio musical temas relacionados con la violencia en la región. Se destacó Leonor Buenaventura de Valencia, llamada “la novia de Ibagué” y de quien dijo Polidoro Villa (2.007, p.7) “una canción en sus labios, Ibagué en su corazón”. En una visita de los Coros del Tolima al patio de mujeres de la Penitenciaria de Ibagué conoció a una joven guerrillera y luego contó su historia con el sanjuanero La Guerrillera: Era Dolores Contreras una linda campesina tenía una casita blanca de una sola ventanita, en donde todas las tardes ilusionado venía

un mozo moreno y fuerte (bis) que por sus besos vivía. (bis) Ay,ay,ay, yo vide a Lola Contras ay, ay, ay, paseando por la vereda ay, ay, ay, llevaba el vestido blanco ay,ay,ay, tenía las trenzas muy negras. Pero sucedió que un día llegaron a la vereda los heraldos de la muerte vasallos de la violencia y mataron a su amado golpearon a su viejita y ultrajaron a la moza (bis) tan gallarda y tan bonita (bis) Ay,ay,ay, yo vide a Lola Contreras ay, ay,ay, subiendo la serranía ay, ay,ay, de sus ojazos tan bellos ay, ay, ay, tristes lágrimas caían. De aquella noche horrenda en que huyó de su casita cambio su traje de encajes (bis) por una vieja carabina (bis) y se fue por la montaña a pelear con la guerrilla. Ay, ay, ay, yo vide a Lola Contreras ay,ay,ay, con la mirada bravía ay,ay, ay, no le teme ni a la muerte ay, ay, ay, es la reina de la guerrilla.

La anterior canción la compuso en 1962 y en 1980 nos regaló el bambuco “¿Por qué?” preguntando sobre los motivos para matarse entre hermanos y sugiriendo que era mejor actuar unidos contra quienes humillan la patria: por qué se matan los otros …… tal vez por ideas foráneas o por ambiciones de otros. …… Se me parte el corazón brota llanto de mis ojos si todos somos hermanos por qué tantos odios. …… No extermines a tu hermano

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No extermines a tu hermano no destruyas tu familia vuelve más bien tu fusil contra el que a tu patria humilla.

Se observa lo mucho que podría aportar el estudio de la música en las investigaciones sobre violencia en el Tolima. Se le cantó al desplazamiento, al asesinato del familiar, al regreso a la tierra, a la paz y a la vida. Otro ejemplo:

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Qué le estará pasando a nuestro país desde la última vez que yo le canté mi último bambuco habló de dolor, ahora las cosas andan de mal en peor. … Que suenen explosiones de inteligencia sobre el herido vientre de mi país, que el pueblo desde niño tome conciencia que la violencia no lleva a un fin. Aunque ya se haya dicho, bueno es decirlo, hay que parar la guerra con la canción, porque sólo el bambuco tiene permiso de hacer llorar el alma de la nación. (Apartes del bambuco ”Hay que sacar el diablo” de Eugenio Arellano).

El bambuco “A quien engañas abuelo”, de Arnulfo Briceño nos trae recuerdos y protesta: A quién engañas abuelo yo sé que tú estás llorando Ende que taita y que mama arriba tan descansando. Nunca me dijiste cómo, tampoco me has dicho cuándo, Pero en el cerro hay dos cruces que te lo están recordando. … Aparecen en elecciones unos que llaman caudillos, Que andan prometiendo escuelas y puentes donde no hay río Y al alma del campesino llega el color partidizo. Entonces aprende a odiar hasta quien fue su buen vecino, Todos estos malditos politiqueros de oficio. Ahora te comprendo abuelo, por Dios no siga llorando.

Encontramos el que se niega a abandonar su tierra, el que retornan y las protestas contra los responsables de la violencia: De aquí no me voy no he pensado nunca. De aquí no me voy

verdad que es así que esta tierra tan linda regalo del cielo me puedan quitar. (Del bambuco “De aquí no me voy)

“El retorno de José Dolores”, bambuco de Jorge Villamil es el canto del campesino que regresa a su finca lleno de ilusiones: Vuelvo solo y vuelvo triste, me llamo José Dolores vuelvo a mi finca querida a calmar mis sinsabores. Quiero volver a vivir esas tardes campesinas, con su paz tradicional en el Tolima y el Huila. Oír resonar tiples y guitarras en la llanura grato repicar cual canción de paz y alegres campanas. … Mi yegua con su potranca y mi vaquita lechera las perdí en la cruel violencia lo mismo que la platanera.

El breve resumen sobre la violencia y la música se termina con el bambuco “Clamor del pueblo”, clamor que hacemos propio las víctimas de la violencia: No nos defiendan más qué es lo que están pensando, los unos hablan de paz y otros van bombardiando. No nos defiendan más que al pueblo están acabando. Todos luchan po´l pueblo y al mismo tiempo lo acaban.

El tiple hacía parte del equipo del guerrillero y la música era indispensable en el grupo. Isaías Peña estaba al mando de un grupo que resistía al ejército cuando la toma de Marquetalia en 1962. A los cuatro muchachos encaletados que preparaban el almuerzo para los combatientes les fue negado el permiso para retirarse. Cuando el ejército rodeó al grupo en el Alto Trilleras, Isaías les dio la orden a los cocineros de voltear las ollas y estos, después de cumplir la orden recogieron el tiple, la guitarra y las maracas. A los tres días estaban amenizando una fiesta del grupo. Había tiempo para la música y espacio para la fiesta. (Alape, pp. 332-333)

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Jacobo Prías Alape, alias Charro Negro, uno de los más importantes líderes guerrilleros-fue comandante de Tiro Fijo – se caracterizaba por ser despreocupado, extrovertido, alegre, bailador y fiestero. No perdía la oportunidad de organizar una fiesta para ponerse a bailar y a tomarse sus tragos (Alape, p. 276). Charro Negro era miembro del Partido Comunista y después de una amnistía se convirtió en objetivo militar de antiguos compañeros del partido liberal y de miembros del gobierno y del ejército quienes para lograr sus objetivos organizaron un reinado de belleza, lo invitaron al baile nocturno y lo asesinaron. Estando la guerrilla integrada principalmente por campesinos era normal que les gustara la fiesta, aunque en su disfrute había diferencias según la tendencia política del grupo. Los liberales tenían mayores oportunidades que los comunistas. Alape (p. 212) recuerda lo narrado por un guerrillero “…los comunistas mantienen su gente encerrada en El Davis, en cambio nosotros vamos de cantina en cantina libremente tomando el trago que soporta el cuerpo por la alegría. Bailamos en cualquier pueblo y nadie dispara sobre nuestra sombra.” La fiesta era común entre los alzados en armas. Se participaba en las fiestas de los pueblos donde tenían influencia, colaboraban en las festividades de las veredas, se organizaba la fiesta con cualquier pretexto, siempre y cuando los operativos militares lo permitieran. Este factor fue tenido en cuenta por los organizadores del Primer Festival Folclórico Colombiano, en Ibagué.

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Cuando el conquistador llegó al Nuevo Mundo los aborígenes celebraban fiestas durante el solsticio de verano, especialmente en México, Perú y Colombia (Sogamoso). Estas fiestas coincidían por fecha con las de San Juan que se celebraban en el viejo mundo, algo que facilitó su imposición como fiesta del calendario cristiano. “En el Tolima, gracias al Río Magdalena, la agricultura y la ganadería, la celebración toma raíces” (Galeano, 2012), tanto que en 1935 por Ordenanza No. 54 del 30 de julio se declaró “Fiesta del Departamento del Tolima el 24 de junio, día de San Juan”, siendo Gobernador Rafael Parga Cortés. Siguiendo la misma línea la Ordenanza No.51 del 5 de junio de 1945 “establece la fiesta de la música popular tolimense el 24 de junio de cada año”. Ya en plena violencia, en 1958, el Alcalde de Ibagué mediante Decreto No. 46 del 28 de Enero crea la Junta Municipal de Turismo dando representación a organismos musicales a artistas tolimenses. Al año siguiente, 1959, el Concejo Municipal de Ibagué aprobó el Acuerdo No. 02 del 20 de Enero que dice en su artículo 1º. “… establece la celebración anual, durante la última semana de junio, de la Semana Cultural y del Folclor Tolimense…” a cargo de la Junta Municipal de Turismo, de la cual hacían parte Guillermo Angulo como Presidente y Adriano Tribín Piedrahita como Director Ejecutivo. Es en este ambiente que Adriano Tribín lanza la idea de crear el Festival Folclórico Nacional, algo que recibió el apoyo de artistas y dirigentes cívicos y el rechazo de algunos personajes. Tribín (1995) recuerda que los dos bandos fueron citados a Cabildo Abierto en la Plaza de Bolívar, que se llenó totalmente. Derrotados los opositores, los triunfadores, encabezados por el médico Eduardo de León, marcharon con agrupaciones musicales hasta el Hotel San Jorge, residencia del gobernador Parga Cortés. Una comisión dialoga con el gobernador, de diez de la noche a cuatro de la mañana, acuerdan pedir cita con el presidente Lleras Camargo, el ex presidente Darío Echandía hace de intermediario y la cita se realiza el 14 de febrero con el acompañamiento de Leonor Buenaventura de Valencia y Amina Melendro de Pulecio, dos personajes de la música tolimense. Se planteó la conveniencia de la fiesta para calmar el baño de sangre que padecía el Tolima y de los problemas de vigilancia, cuando el presidente pregunta sobre la cantidad de agentes de policía necesarios para asegurar la tranquilidad durante el festival, de inmediato le respondió Tribín: “Ninguno, señor Presidente, porque esta es una aventura del corazón”.

El presidente autoriza la realización y la comisión regresa a la Capital Musical de Colombia. Al salir del Palacio Presidencial el expresidente Echandía le dijo al gobernador Rafael Parga: “Vaya mi querido Rafi y trabajen juntos porque la solución de los males del Tolima puede estar ahí. La curación por el espíritu fue una recomendación de los filósofos antiguos”. Ya en Ibagué se daba inicio a la organización del Festival con la colaboración de la ciudadanía. Los que estaban en desacuerdo con la realización del festival volvieron a aparecer con telegramas al presidente de la República y su Ministro de Gobierno. En uno de ellos (Mingobierno, 1959), se ataca a Adriano Tribín y a Saúl Pineda por la organización del Cabildo Abierto donde se dio respaldo a la organización del festival, se oponen al estado cantinero que lo consideran peligroso para la paz y piden garantías para regresar a sus fincas. El Primer Festival Folclórico Colombiano se realizó del 23 al 29 de junio de 1959. Superó todos los cálculos en delegaciones de diferentes partes del país, orquestas, grupos de danzas, comparsas, representaciones de los municipios, casetas para bailes, tablados por las principales calles del centro de la ciudad, desfiles y recreación sana. Dio origen a, en la práctica, a un movimiento cultural y de reconciliación. Se inició el Salón de Artes Plásticas que dio origen a la Galería Departamental de Artes Plásticas, se creó el Museo de Arte Popular del Tolima; se realizaron exposiciones, conferencias sobre folclor, se capacitaron guías turísticos y edecanes; y ante la falta de capacidad hotelera de la ciudad se utilizaron las residencias de muchos ibaguereños para alojar a las delegaciones invitadas sin costo alguno y se colaboró con la organización de grupos de danzas y de música de la región. La publicidad llegó a todos los municipios del Tolima y a todas las capitales de departamento logrando la respuesta esperada con candidatas y delegaciones folclóricas que aseguraron el éxito de los desfiles departamental y nacional. Los ibaguereños sorprendieron con sus demostraciones de civismo. El éxito fue total en lo folclórico, la participación y el buen comportamiento de la gente. Cuando unos detectives trataron de detener a algunos comandantes guerrilleros que bebían en el Café Nutibara, de inmediato el gobernador Parga Cortés dio la orden de dejarlos disfrutar la fiesta. Después de la segunda versión del Festival aparecieron las fiestas del retorno en los municipios más afectados por la violencia, tratando de imitar lo de Ibagué y demostrando que la fiesta es un buen antídoto contra la violencia, y que además, la cultura merece atención especial en el posconflicto.

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Eje temático

Nueva ruralidad como escenario para la paz 302

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Eje temático

Nueva ruralidad como escenario para la paz El sector rural es eje fundamental para la paz. Ponente Central

Existen amplias brechas de desigualdad entre las poblaciones rurales y urbanas, y son tangibles en las diferencias de acceso y calidad de las necesidades básicas del ser humano. El desplazamiento hacia las ciudades incrementa la pobreza y la violencia en las mismas y, afecta considerablemente a la producción del campo. Por lo tanto, para la edificación de paz debemos fortalecer el sector rural a través de la promoción de actividades productivas, sustentables que garanticen bienestar para sus habitantes y seguridad para el resto de la sociedad.

Álvaro Balcázar

Experto en Desarrollo Agricola y Rural.

Secretaria Ma. Adelaida Farah

Dra. Dept. Desarrollo Rural y Regional. Univ. Javeriana.

Expertos

Luis Alberto Villegas

Dir. Ejecutivo de Vallenpaz. Cauca.

Nadia Rodríguez

PhD Sicología. Prof. Univ. del Rosario

Jorge Ivan Gonzales

Consultor de Naciones Unidas para el Estudio sobre Desarrollo Humano y Misión Social.

Libia Grueso

Trabajadora Social. Cofundadora Procesos de las Comunidades Negras.

Carlos Gómez Restrepo

Rector de la Univ. de La Salle Colombia

Wilson Vergara

Prof. de la Univ. de La Salle Colombia

Ponencia

Álvaro Balcázar 306

307 Economista de la Universidad Nacional de Colombia. Profesor de la Universidad Nacional, de la Universidad de los Andes y la Pontificia Javeriana. Consultor para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe -CEPAL-, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura -FAO-, el Banco Interamericano de Desarrollo -BID-, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Centro Internacional para la Agricultura Tropical (CIAT), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola -FIDA-, el Banco Mundial y USAID. Cuenta por su trabajo con dos publicaciones de editoriales y varias publicaciones de organismos internacionales. Fue Director del Plan de Consolidación Territorial, de zonas estratégicas y especialmente vulnerables por la ausencia de instituciones del Estado, la presencia de actores armados, de cultivos ilícitos y rentas ilegales. Trabajó como Jefe de la Unidad de Desarrollo Agrario del Departamento Nacional de Planeación, fue miembro de las juntas direcivas del Incora, el ICA, el Fondo DRI, el Inpa, la Corporación Colombia Internacional y el Inat. Fue delegado del Departamento Nacional de Planeación -DNP- en la Comisión de Crédito Agropecuario, el Consejo Nacional Agropecuario, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología del Mar y el Consejo Nacional de Adecuación de Tierras.

Transcripción de la ponencia.

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Un agradecimiento muy especial a los organizadores de este evento que es tan oportuno para nuestra nación. Muchas gracias a la Fundación Carta de la Paz y a la Universidad de la Salle y muy especialmente al Hermano Carlos con quien he ido aprendiendo a tener los más bonitos sentimientos de la vida, por las cosas que él inspira, por lo que hace, especialmente con todo ese proyecto de Utopía que eso es realmente dar pasos en la dirección de construir az. Decía que este es un momento muy oportuno. Parece que ya tenemos una serie de pasos dados en un proceso. Parece que esta vez como nación ya estamos encaminados a llegar a un acuerdo de fin del conflicto armado. Un conflicto que nos ha lastimado y nos ha dañado durante más de cincuenta años. Pero parece que esta vez estamos encaminados y yo estoy en la firme convicción que ya llegamos a un punto de no retorno. Y lo que pasó ayer de poner en conocimiento de todo el país y de todo el mundo, sobre lo que se ha logrado hasta ahora, es un paso que me parece que también fija un referente del cual ya es muy difícil que cualquiera de las partes pueda pagarse de la mesa sin haber alcanzado un acuerdo.

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Una vez que el país comience a ver lo que está allí puesto en ese acuerdo ya no habrá marcha atrás, y me refiero tanto a temas de reforma rural integral, como de participación política o el tema de los cultivos ilícitos, tres grandes problemas que apuntan a los grandes puntos que debemos resolver como nación para crear las condiciones de un ambiente de tolerancia, de convivencia, de aceptar las diferencias y saber que los podemos tratar discutiendo con argumentos y no dándonos puños y patadas. Yo creo que es muy importante que el país comience realmente a reflexionar sobre lo que está allí escrito. Y estoy seguro que con la misma convicción que yo tengo, todos vamos a confluir que eso lo tenemos que hacer con o sin acuerdo, pero ahora lo vamos a hacer con acuerdo. Que el acuerdo nos brinda una oportunidad para reunir la voluntad política, el interés de toda la sociedad y el compromiso de todos para poner en marcha una serie de transformaciones que nos ayuden realmente a resolver los problemas. Que si bien podríamos tener diferencias en preguntarnos si estos son los problemas que originaron el conflicto. Yo soy de los que creen que el tema de las desigualdades, la pobreza, la marginalidad..., todo eso alimentó el conflicto, pero necesariamente no es la causa. Pero, aún con esas diferencias, que podemos tener sobre como caracterizamos el origen del conflicto, creo que Colombia no nos quedó bien organizada desde el punto de vista institucional. Lo que nos quedó ahora, en todo nuestro discurrir de evolución institucional, es un país muy fragmentado, con enormes desigualdades en muchos aspectos. Desigualdades territoriales. Tenemos un territorio nacional que pareciera que no fuera un solo país. Esto que tenemos en la Constitución de un país unitario, no parece estar realmente validado por nuestra propia realidad territorial. Tenemos territorios en donde todavía no existen los bienes y servicios básicos para satisfacer las mínimas necesidades que tienen las poblaciones. Tenemos una situación terriblemente desigual en el desarrollo territorial. El país nos quedó con

unas brechas y desequilibrios que nos muestran que no somos una nación que tiene las condiciones que nos permitieran decir que somos un país integrado. Tenemos que lograr integración territorial, integración regional. Pero como consecuencia de esa forma como nos fue quedando el despliegue, las capacidades institucionales del estado a todo lo largo y ancho de nuestro territorio, se nos crearon terribles desigualdades sociales y terribles desigualdades entre la forma de vida que uno quiera escoger. Por ejemplo, entre lo rural y lo urbano. No hay que entrar demasiado en detalles para descubrir que hay unas enormes brechas en términos de satisfacción de los derechos de los ciudadanos que habitan el núcleo rural y los que están en el sector urbano. Pongamos un solo dato en el ámbito de la educación. Mientras que en el sector urbano el promedio de escolaridad es de 10 años, en el sector rural está todavía por debajo de 5 años. Esto significa que vivir en el campo le crea a uno una expectativa de educación de la mitad de lo que sería si viviera en una ciudad. Pero ponga cada uno, de los bienes civiles y de los satisfactores de los derechos de los seres humanos en educación, en comunicaciones, en oportunidades económicas, conectividad... cojan cualquier aspecto. Acceso a la justicia, por ejemplo, un campo esencial para la construcción de paz y la convivencia de las personas. Porque cuando no hay servicios de justicia en el territorio a disposición de los ciudadanos, es muy posible que los ciudadanos escojan caminos directos para la resolución de los conflictos, que son naturales entre los seres humanos en cualquier sociedad, entramos en diferencias en disputas. Lo importante si somos civilizados, es que busquemos tramitarlo a través de los canales que las instituciones han diseñado, para que no nos demos puños para resolverlos. Pero es que no existen esos servicios de justicia en el territorio, entonces la gente tiene que acudir a la vía directa y propia para resolver los conflictos y esto es una fuente de construcción de problemas muy delicados, de grandes problemas. Algunos problemas incluso comienzan con pequeñas diferencias que podían haber sido resueltas por ejemplo por conciliadores en equidad. Que pueden ser instituciones muy incorporadas en las comunidades y evitar que estallen los conflictos. Por un perro que se mete en un solar, puede haber después un asesinato, y eso pudiera ser resuelto si hay servicios de justicia y servicios de protección al ciudadano que habita en el campo. Pues no tenemos eso. En síntesis podemos decir que en general el ciudadano del sector rural tiene un acceso efectivo a derechos muy inferior al que tiene el del sector urbano. Y, entonces, delante de esta diferencia, el problema es que la gente no se queda en el campo y entonces tenemos que hacer que, a través de por ejemplo de la educación, la gente se quede en el campo. Lo que muchos campesinos hoy desean es que sus hijos no vivan la vida que viven ellos y sueñan con que escojan otra vida ¿pero por qué piensan así? Porque en la región donde viven no

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les garantizan derechos a una vida digna, a una vida con posibilidades de prosperidad y empleo.

La Reforma Rural Integral

Entonces tenemos como escenario una situación muy desequilibrada entre unos y otros territorios, y junto con los territorios se nos fueron creando enormes desigualdades y brechas entre las personas y entre los grupos sociales.

Ustedes van a ver los acuerdos, no se los repito, pero si que les quiero decir también lo que está detrás del acuerdo, ese brochazo de diagnóstico sobre el problema. Yo creo que lo que si es más valioso es decir qué hay detrás, la concepción que contiene el acuerdo que se alcanzó en la Habana en materia de política agraria, en materia de desarrollo rural y que terminamos por llamar Reforma Rural Integral.

Y el problema es más grave aún porque el problema no es que podamos distinguir rural-urbano, es que en los territorios rurales también hay enormes desigualdades. Una cosa es estar en el valle geográfico del río Cauca o aquí, en la sabana de Bogotá como campesino, y otra cosa es estar en el río Putumayo. Y esas grandes diferencias aún dentro de la población rural son enormes. Ahí están los desafíos que tenemos que enfrentar y tratar de resolver en un escenario de construcción de paz, que nos puede brindar la oportunidad a raíz de un acuerdo de fin del conflicto con las FARC y ojala también con el LN. Es como una oportunidad, porque no está resuelto nada. Hacer un acuerdo en La Habana con las FARC no es nada fácil. Nos dan una oportunidad y tenemos que tratar de resolver estos problemas que hemos edificado en un ambiente de conflicto en donde francamente es muy difícil que podamos resolver estos problemas.

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Por ejemplo, queremos mejorar la educación ¿qué profesores quieren ir a zonas donde van a quedar expuestos a la arbitrariedad de los grupos armados ilegales que ejercen control ilegal en el territorio? ¿quienes quieren prestar servicios especializados y de buena calidad, por ejemplo para apoyar a los agricultores en este tipo de zonas? ¿Los mismos ingenieros están dispuestos a irse a hacer carreteras, tendidos eléctricos, cuando tienen que enfrentarse a extorsión o simplemente al robo de su maquinaria? O sea el conflicto limita mucho las posibilidades de que el Estado esté presente para garantizar el derecho de la gente, los derechos que se supone están establecidos y para eso están instituidas las instituciones del Estado, para garantizar los derechos a todos los ciudadanos en el territorio nacional. Decimos que el fin del conflicto no es más que la oportunidad, de ahí nos queda la responsabilidad como nación de que hagamos la tarea que tengamos que hacer. ¿Y cual es esta tarea? ¿Cómo conseguirla en el acuerdo de La Habana? Yo os invito a todos a esa tarea de responsabilidad ciudadana que tenemos por delante y es que estudiemos a fondo esos acuerdos. Porque esos acuerdos deben convertirse en el punto de reflexión. Podemos estar en desacuerdo, claro que vamos a estar en desacuerdo sobre muchos aspectos, pero discutámoslo civilizadamente y encontremos las mejores maneras para los objetivos que necesitamos hacer. Pero necesitamos entendernos, aprender que es lo que está sucediendo porque esto nos conducirña a un diálogo civilizado y con argumentos. Lo que a veces hemos sentido es que por no tener conocimientos, tenemos que especular. Y ahí en ese marco se presta para que haya desinformación y uso indebido de lo que está pasando en La Habana y los acuerdos que allí se han alcanzado.

Ese acuerdo está digamos inspirado en algunos componentes. Primero debemos enfocar los esfuerzos de desarrollo rural y atención a la población en la búsqueda del bienestar rural, bienestar de la gente de la población. Dirán, pero si esto es obvio, no es ninguna novedad; pero novedad para Colombia sí lo es. Porque nosotros nos dedicamos por mucho tiempo a impulsar la producción, y las palabras clave de la política pública, es la productividad, colectividad, crecimiento de la población, que esto está muy bien y es imperativo hacerlo. El problema es que se nos olvidó que con eso no logramos el objetivo necesariamente de bienestar de la gente. Porque logramos ser campeones en desarrollo productivo durante varias décadas. En América Latina entre 1950 y 1985 ningún país de América creció tanto en agricultura como creció Colombia, pero nosotros en ese mismo período vimos incubar y agravar todos los problemas

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de exclusión social y de degradación de nuestro espacio y nuestro territorio rural. Junto con el éxito productivo estaba la calamidad en términos de resultados sociales. No se nos puede olvidar entonces que si bien buscar el crecimiento de la producción y de la economía es necesario, no se puede olvidar que no hay un vínculo necesario, no hay un vínculo directo entre éxito económico y bienestar de la gente, podemos tener todo lo contrario como nos pasó a nosotros. Si queremos pensar en el bienestar de la gente, y entendemos por bienestar todo, el problema no es llevar programas de solamente pensado en tierra o solamente un proyecto productivo o asistencia técnica... -esas cosas son importantes- pero lo que necesita el ciudadano son muchas más cosas. Empecemos por el tema de protección de sus derechos, derechos de propiedad, la protección física, la protección de su vida, la educación, la salud, vivienda, agua potable... Eso es lo que necesita el ciudadano. Y un territorio que no contiene esos derechos, que no tiene esos servicios que satisfacen esos derechos, se vuelven retórico.

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Y, de pronto, en Colombia nos fuimos conformando con extender unos carnets de Sispen que dan acceso al sistema de salud, quedaban registrados en el sistema de salud. El problema es como llega al sistema de salud. Un campesino que está por ahí aislado, donde no hay carreteras, le puede costar 250 dólares, 500.000 pesos o más, ir a dormir al pueblo donde va a buscar al médico y esperar que lo atiendan. Eso son restricciones de acceso que nosotros en las ciudades no los tenemos, cuando tenemos un carnet de Sistem en la ciudad, en el peor de los casos nos cuesta el transporte para ir a buscar un hospital o un centro de salud. Ahí hay una diferencia enorme en términos de derechos, porque el territorio no contiene las condiciones que garantizan el acceso a los derechos por parte de los ciudadanos. Eso hay que cambiarlo. Y entonces si pensamos en el bienestar de la población, tenemos que pensar en el territorio y volcarnos al territorio para dotarlo de los bienes y servicios que requieren los ciudadanos para satisfacer sus aspiraciones, modo de vida, modo como conciben el futuro, como conciben la felicidad, o lo que desean hacer con sus vidas, que tengan libertad de elección. Esto es el otro elemento que contiene la reforma. Primero enfoquémonos en los derechos y garanticemos los derechos. Para eso necesitamos definir lo que en el acuerdo está puesto como programas o planes nacionales para la reforma rural integral, en el que a diferencia de lo que hemos hecho en el pasado con los planes de desarrollo y la política en general de asignación de recursos es un paso más. Por ejemplo al ministerio de educación, ellos hacen muy bien las cosas en muchos aspectos y definen unas metas, dicen vamos a aumentar tantos cupos en educación secundaria, tantos cupos en educación universitaria... Y eso está muy bien, pero ahora decimos, no nos basta. Dígame cuantos cupos tiene el sector rural para que podamos corregir esa brecha. Es decir, explicite

su política y la asignación de recursos hacia el sector rural. Y vamos a ver qué entendemos por población rural y si tenemos que establecer un sistema de seguimiento monitoreo para que el ministerio de salud y el ministerio de educación, de transportes, de vivienda..., todos tienen un compromiso claro con metas medibles, para que podamos saber que estamos corrigiendo las brechas entre derechos de la población rural y los de la población urbana. Y luego otra pregunta ¿con qué prioridad? Como dijimos que hay diferencias entre la población rural, pues seguramente si queremos corregir desequilibrios nos toca ir primero a lo que es más difícil. No como ahora que desarrollamos un lenguaje para desarrollar programas y conseguir victorias tempranas porque son las de rendimiento político a corto plazo, y se nos olvidó la cosecha, que era lo que había que garantizar. Así, recogiendo tajitos, se nos olvidó la finalidad que teníamos. Entonces nos fuimos a los programas más fáciles, estamos hablando de programas de generación de ingresos, entonces como no se generar ingresos, hagámoslo con campesinos pobres que nos será más fácil, y se nos sigue olvidando la población que está marginada. No. Ahora hay que redefinir el mapa de conflicto de pobreza, su incidencia desde abajo y aquí hay que poner el principal énfasis. Porque lo que queremos es equilibrar oportunidades, equilibrar derechos y equilibrar condiciones de desarrollo en nuestro territorio, precisamente para iniciar la llamada construcción de paz. Entonces queremos atender derechos de la gente y bienestar, es lo que nos inspira y lo que nos mueve. Entonces pensemos en el territorio porque es el territorio el que define si la gente del campo va a tener efectivamente acceso a esos derechos y a las oportunidades. Y otro pilar importante de ese proceso es el que tiene que ver con una apuesta por la economía para la agricultura y la economía familiar. Nosotros también hemos tenido un debate público sobre el pequeño campesino-gran empresario. En el acuerdo no hay nada que vaya en contra de la idea de que debe haber una estructura económica de la agricultura donde quepan todos, donde haya empresa internacional, empresa nacional a gran escala, industria... todo esto está bien. Pero lo que estamos diciendo en el acuerdo es que los recursos del Estado los vamos a usar para producir un valor público a través del apoyo único y exclusivo de la economía familiar, a la agricultura familiar. Porque se considera, y eso es una realidad, que la agricultura familiar tiene una extensión más grande con relación a la gran empresa agropecuaria. Y es que la agricultura familiar hace circular los ingresos, el dinero de los sumos que usa la empresa agropecuaria dentro del mismo territorio. O sea, un agricultor familiar no es necesariamente pobre, pero todos los pobres son generalmente de agricultura familiar. El agricultor familiar, por ejemplo, generalmente gasta su dinero comprando vestuario en el pueblo cercano donde vive o cerca de allí, allá compra alimentos, paga servicios, paga los impuestos treviales,

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compra todo incluso va y juega a billar o toma licor si quiere. Hace todos sus gastos en el territorio, promueve la economía local y hace que surjan negocios. Y cuando surgen negocios, surgen oportunidades en el territorio para otras personas que vienen de sus comunidades para hacer negocios y proveer de cantidad de bienes y servicios y así se diversifica la economía. Los insumos generalmente los compran ahí mismo, entonces a partir de almacenes, agropecuarios, el taller para los tractores, para el carro, la motocicleta o la bicicleta. Y todo eso es diversificación y dinamización de la economía local. Pero vemos otros procesos, es más, tengo quizás argumentos que podría defender las necesidades de algunos. Pero cuando vemos el caso de empresas de gran escala, son muy dignos proyectos para sacarles buenas fotos, de proezas tecnológicas, pero ¿qué hay de arraigo y de entrelazamientos económicos entre esas empresas y el territorio donde están? Es mínimo, casi nada. Llevan los insumos en camiones grandes que llegan, los ven llegar, se vuelven a ir, y salen los productos y se van para otro lugar y los ingresos se quedan en Bogotá, en Barranquilla, en París o en Nueva York. El dinero circula en los bancos de allá, en vez de circular en el Banco Agrario o en la Cooperativa, que es lo que hace para el productor familiar.

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Por todo eso interesa muchísimo promover y hacer una apuesta por la agricultura familiar, porque con esa apuesta de la agricultura familiar, estamos reconfigurando la estructura económica del sector rural. Y no solo importa por la reconfiguración económica en términos de generar condiciones de mayor igualdad, sino porque esto también tiene consecuencias en el funcionamiento de la política. Una cosa es un jornalero transumante, que tiene pocos incentivos primero para organizarse y exigir obligaciones que tiene el Estado con el como ciudadano -es muy difícil para un jornalero hacer ese trabajo- pero muy diferente es un productor que tiene todos los incentivos y por no los ve, y por eso está peleando por escuelas, peleando por centros de salud ante el alcalde o cuando va un ministro le piden servicios, porque son para ellos y para sus hijos, y todos es una fuerza social. Y esto tiene muchas más posibilidades de producir un ciudadano políticamente responsable. Así, pues, la transformación política también es una consecuencia de un proceso de transformación de reforma laboral. Por eso el lenguaje que se usa es Reforma Rural Integral, porqué no solamente es importante lo económico o lo ambiental, sinó todos los elementos que tienen que ver y que afectan la vida de los ciudadanos en un determinado territorio. Todo lo que afecta a la vida, hay que cambiar todas esas cosas, mejorar los incentivos que tienen los ciudadanos para ejercerse políticamente responsables. Conozco algunas regiones del país, y me doy cuenta que a veces juzgamos por ejemplo ciertos comportamientos electorales de la ciudadanía, por ejemplo, condenamos que vendan el voto. ¿Tiene sentido? ¿No debe ser una decisión completamente racional conseguir un voto? Cuando conseguir un voto depende de la cooperación de todos, y entonces al final no sabemos los resultados porque no sé si vamos a cooperar. Pero, en cambio, si yo no vendo mi voto soy yo el que pierdo.

Hay que cambiar los incentivos y las comisiones para que la gente se comporte de una manera distinta, ya que solo así el tema del mercado político de los economistas va a cambiar de manera significativa. Por eso es tan importante la reforma rural, el apoyo y la apuesta por la agricultura familiar como una apuesta transformadora de este no económico. Y ustedes van a leer en los acuerdos una cantidad de programas y de acciones para impulsar la agricultura campesina, que eso quiere decir impulsar la comercialización, asistencia técnica... montones de temas que están ahí y que tienen que orientarnos a nosotros en el Estado para que demos y definamos como que lo vamos a hacer y como nos van a medir frente a ese tipo de objetivos. La propiedad de la tierra Hasta aquí está incluido un tema fundamental que es el tema de la tierra. En el acuerdo se está planteado la conformación de un fondo que debe venir de la recuperación de un proceso de saneamiento de los derechos de comunidad de la tierra en Colombia. En Colombia menos del 42% de la tierra y de las comunidades de producción están debidamente formalizados sus títulos de propiedad. Esto es un gran problema porque esto produce inseguridad jurídica en los derechos. Pero también es la consecuencia del conflicto, porque hubo ciclos de despojo, porque la disputa por el control territorial por ejemplo entre guerrillas y paramilitares lo que produjo en ciclos sucesivos. Unas veces los paramilitares llegaron y entraron en un territorio para ejercer el control y lo que hicieron

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fue masacres, despojos y desplazamientos. Pero luego vino la guerrilla otra vez y al tratar de recuperar el territorio hizo exactamente lo mismo, masacres, despojos y desplazamientos. Y hoy ¿de quien son esas tierras? Allá donde ha habido tres o cuatro ciclos violentos de despojos ¿Quienes tienen derechos justos sobre esas tierras? Pues eso es parte de lo que estamos tratando de hacer con la política de restitución de tierras, pero todavía nos queda muchísimo. Otros muchos tienen territorios que les fueron ganando a los banqueros de la nación, ocupando ilegalmente y no tienen el derecho establecido en la ley para adjudicatarias de tierras. Otros compraron tierras con dinero ilegalmente recibido, de los guerrilleros, narcotráfico, corrupción, etc. Todos esos esfuerzos son los que tenemos que hacer, y de ahí tiene que quedarnos mucha tierra para entregar tierra gratuitamente a campesinos o que tengan tierra suficiente. Pero no nos basta y noten que aquí hay otro mensaje. No hay nada en el acuerdo que ponga en tela de juicio los derechos de propiedad legítimamente adquiridos. No hay nada que diga que estamos poniendo en inseguridad jurídica a los derechos de propiedad, cuando son ilegítimos. Y hay muchísimos que son legítimos, y no hay ningún problema, los problemas están cuando hay ilegalidad de por medio.

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Esto lo tiene que reconocer el Estado, porque todo esto supone la aplicación del estado de derecho en todo el territorio, sino no vamos a corregir nuestros problemas. Si siguen quedando territorios donde no impera el estado de derecho, seguirá habiendo condiciones para que prosperen nuevamente organizaciones armadas ilegales, que pretenden el uso ilegal del territorio, que pretenden el control ilegal del territorio para cualquier cosa. Y, ojo, con un problema muy grande que es la minería ilegal. Esta es la gran tragedia que se nos está anunciando y frente a la cual no estamos tan bien preparados y nos estamos preparando bien, que supone un nuevo ciclo de violencias en el territorio. Grandes riquezas, grandes incentivos rentísticos para la organización criminal para capturar esas ventas. Esa es nuestra tragedia, ser ricos en recursos naturales y no tenemos las capacidades institucionales para controlar, organizar esos recursos y esas riquezas que pueden generar incentivos criminales. Son muchos los desafíos que tenemos en muchísimas partes. Legitimidad de los acuerdos Por eso la gran pregunta que tenemos ahora es ¿lo vamos a poderlo hacer? ¿Eué necesitamos? Hasta ahora el qué necesitamos hacer parece razonable, parece que sí, pero ¿cómo lo vamos a hacer? Hay un tema de reasignación muy fuerte de los recursos fiscales, de la inversión del Estado. Esto es una decisión política muy fuerte, frente a esa decisión hay un alto grado de conflictividad al nivel de la estructura del poder. Esta no es una tarea sencilla, no basta con que diga que un presidente se compromete, no basta con la voluntad del presidente. Es muy poco lo que puede garantizar, él por su propia voluntad no es

capaz de mover toda la estructura de reasignación de recursos, se necesita algo mucho más fuerte, se necesita un poder conferido por una gran legitimidad ciudadana frente a la tarea que hay que acometer. Que haya un mandato cuando por ejemplo tengamos que hacer la refrendación ciudadana el acuerdo, no basta con que ganemos por 5 puntos, ganar por 5 puntos es un empate, y esto no le da legitimidad a ninguna de las partes para impulsar lo que hay que hacer. Necesitamos 80 puntos por lo menos a favor. Para que provenga al ciudadano un mandato fuerte, para que ese mandato fuerte de implementación de lo que se acordó, y de transformación de la vida rural en este país, para conseguir, equilibrio, equidad, construcción de paz y educación. Queremos eso, que provenga de un gran mandato de la ciudadanía para que le de toda la legitimidad, desde toda la institucionalización del Estado, por ejemplo, desde las Cortes, vigilen el cumplimiento de los acuerdos. Por ejemplo, también cenecitamos la Comunidad Internacional para que ponga sus ojos y vea el costo político del no cumplimiento. Y esto tiene que ser un propósito de todos los que soñamos con que podemos construirlo. Porque no va a ser fácil cambiar la relación de poder para garantizar los recursos, de hecho, va a ser muy difícil. Por poner un ejemplo, este país tiene suficiente capacidad fiscal, el problema es que está mal asignada, y los que tiene que ceder privilegios ¿se van a quedar tranquilos? No creo. Pero su voz va a ser muy débil si hay una voz ciudadana suficientemente fuerte como para asegurar que podemos hacer esa reconversión. Instituciones eficientes El siguiente problema es un problema que salvado el problema de los recursos, todavía no hemos garantizado nada. Porque si tenemos los recursos pero la misma institucionalidad para la ejecución de las tareas, les aseguro que estamos perdidos. Para hacer las tareas de transformación rural, necesitamos reconfigurar el sistema, que no quiere decir esto hacer nuevas instituciones. Quizás haya que hacer unas y cerrar otras, pero ese no es el gran problema, el problema es como creamos una arquitectura institucional que sea eficiente, eficaz en el manejo de los recursos. Y un proceso que va a necesitar ser puesto es como cambiamos el balance del poder entre lo local, lo regional y lo nacional. Como doblegamos el centralismo excesivo que tenemos en este país. Como hacemos que las instituciones nacionales respondan más bien a las demandas y al sentido de futuro que tienen en las regiones. Que nosotros, desde el centro, no dobleguemos el derecho a decidir y impongamos como tienen que vivir en Putumayo o en Bogotá, no. Que allí se definan en procesos participativos de cada región que reflejen las prioridades, el sentido de futuro, la vida, su visión sobre su territorio. Y que las instituciones nacionales respondan más bien

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a esas prioridades, a esa visión y a ese planteamiento del futuro, no como ahora lo hacemos, que es totalmente centralizado. Es más, cualquier proyecto que se quiera hacer a nivel territorial, tiene que venir a veces aquí a ser revisado por un funcionario del ministerio que no entiende nada de eso y sin embargo en el mejor de los casos me hace perder un año o más de tiempo a la gente en las regiones. Y crean toda una serie de razones para romper el vínculo constructivo y virtuoso que debe haber entre ciudadano y Estado, todo lo que alimentamos es la desconfianza en el Estado. Eso es la gran tarea que nos queda, recursos y estructura institucional. Y esa estructura institucional pasa por balancear la relación de poder y con generar dinámicas de planes de abajo a arriba. Con una mejor actitud en los centros de poder central para responder humildemente a esas regiones. Oigo muchos funcionarios diciendo aquí trabajamos con enfoque territorial, un concepto que ahora está muy de moda. Y todos dicen, que para eso necesitamos hacer una caracterización de los territorios y una tipología de los territorios.

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A nosotros nos gustaría que en este escenario que nos hicieran una tipología, que nos clasificaran ¿no somos cada uno e irrepetible? ¿no tenemos cada uno nuestras aspiraciones? No nos gustaría que nos vuelvan un conjunto. Pues igual pasa con los territorios, con la gente de una región. Ellos tienen culturas e ideas distintas para mejor realizar sus aspiraciones y su manera de vivir, pues respetemos eso. La diversidad no surge de la caracterización de la inteligencia central, sino que la diversidad surge de la posibilidad real que tienen los individuos de expresarse, de participar y de hacer valer su visión de las cosas, los individuos y las comunidades. Yo creo que ahí están los problemas, el concepto y el sentido general de lo que necesitamos lograr, los desafíos que vamos a tener en este país, que no son de menor monta y que por eso debo hacer un llamado a la paciencia. Hemos tenido mucha paciencia. Pero no esperen resultados en dos-tres años que ya se nos arregló el país, no. Eso en el mal sentido de la palabra es una utopía que no nos lleva a ningún lado. Tenemos que ser y construir un sentido más paciente con las transformaciones, y creo que nos va bien si soñamos que en dos o tres generaciones seamos un país que vive tranquilo, que respeta a los que piensan diferente a uno, y que tramitamos las diferencias, que no somos tan desiguales. Eso podemos tenerlo, pero si empezamos a trabajar ya y aprovechamos la oportunidad que nos brindan. Estoy seguro que, meses más, meses menos, pero vamos a tener un acuerdo de fin del conflicto. Muchísimas gracias.

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Trabajos

precongresuales Eje temático

Nueva ruralidad como escenario para la paz

Relatoria

Nueva ruralidad como escenario para 1 la paz 322

RESUMEN

El reconocimiento

El propósito de esta relatoría es plantear las ideas principales trabajadas en el eje temático de del II Congreso Internacional Edificar la paz en el siglo XXI con base en los aportes de los expertos que brindan la posibilidad de diversificar las perspectivas en torno a la construcción de escenarios de paz desde una mirada interdisciplinar y académica.

La ausencia de reconocimiento es la base de la desigualdad social en el campo y por ello, es indispensable explorar las particularidades de los actores- políticamente hablando- para construir una ciudadanía rural. El enfoque territorial, tiende a disgregar el reconocimiento de la población: si bien reconoce la diversidad de actores, concibe a lo rural como un conglomerado de relaciones sin diferenciar claramente ni tipos de economías, ni tipos de producción, ni mucho menos sus aspectos culturales. “Estamos en mora de generar unos mecanismos jurídicos que protejan la diversidad cultural” y permitan la revalorización de la producción y la economía campesina que están en riesgo por la desigualdad, la reestructuración productiva, el conflicto y la fragmentación de las políticas agrarias.

El texto se organiza en torno a las preguntas planteadas que que sitúan la discusión en torno a los procesos orientadores en la construcción de entornos rurales pacíficos en torno a tres grandes temas: La promoción de la ciudadanía rural. Las variables de los elementos sociales, políticos y culturales de la restitución de tierras y la nueva ruralidad en el escenario de la construcción de la paz. Por último se cierra con una propuesta para el manifiesto del Congreso desde este eje.

Palabras Clave: Ciudadanía rural/ restitución de tierras/ territorio/ educación rural/ medio ambiente y paz/ economía de tierras y conflicto/ asociatividad campesina Implicaciones culturales de la visibilización y promoción de la ciudadanía rural Se identifican cinco grandes implicaciones:

Texto resultado de la mesa de trabajo de este eje temático. Los documentos individuales de los expertos hacen parte de las memorias del Congreso. La redacción es del Hermano Ariosto Ardila Silva Director del Doctorado en Agrociencias de la Universidad de La Salle. 1

Entonces se hace énfasis en la comprensión de la multiculturalidad del país- visible con mucha más fuerza en las zonas rurales- no sólo con la presencia de grupos étnicos, sino con comunidades campesinas de diversas regiones. Esto origina diversas visiones y concepciones sobre el desarrollo, el uso de los recursos naturales y la territorialidad, perspectivas que deben ser respetadas y reconocidas por parte del Estado Colombiano a partir de una política pública que restituya las dinámicas organizativas y el tejido social, un reconocimiento de la autoridad y un reconocimiento de las representaciones campesinas. En este sentido, se hace necesaria una reforma a la Ley 160, para generar políticas públicas de conservación y protección, políticas culturales que reivindiquen el patrimonio cultural y el desarrollo rural, el derecho a las reservas campesinas y el fomento de los programas de desarrollo específicos para los actores de este sector.

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La distribución de los beneficios del estado Es imperante realizar un ajuste en la desigualdad urbano-rural. Existen brechas amplias en cuanto al acceso a servicios básicos como salud, educación e infraestructura, que lejos de reducirse tienden aumentar. Todo ello refleja una permanente ausencia del Estado en el espacio rural y una descentralización mal hecha que responde a intereses de poderes locales corruptos y en ocasiones criminales. Pensar la ruralidad como escenario de paz implica cerrar las brechas existentes. Asociatividad y movilización rural campesina La asociatividad y movilización rural campesina ha sido estigmatizada y diezmada relacionándolos con los partidos o movimientos de izquierda. Las representaciones de los movimientos campesinos – y el campesinado propiamente- no han sido muy bien vistos. Son esos imaginarios los que imposibilitan la construcción de una ciudadanía que les permita reivindicar sus derechos, por lo que es indispensable un reconocimiento de la sociedad en general y una patrimonialización de los productos tradicionales. Perspectiva de género para la nueva ruralidad

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¿Qué es hablar de género? ¿Cómo se entiende el género? Interrogantes que remiten a una construcción social y cultural, además de una cuestión relacional (interacción entre hombres y mujeres). Sin embargo, es de suma importancia asumir una perspectiva de género desde un enfoque institucional a partir de la relación entre cuatro (4) actores diferentes: La comunidad, los mercados, el Estado y los hogares para poder comprender cómo los acuerdos sociales establecen un rol de género determinado y así visibilizar equidades e inequidades de género. Los intereses particulares de otros actores diferentes a los del sector agropecuario, son causa del conflicto armado. Las víctimas del conflicto por tierras y recursos naturales son los grupos étnicos, indígenas, campesinos y sobre todo, las mujeres. Como individuos que mantienen la unidad dentro de las comunidades, las mujeres son la población con mayor impacto y menos visibilidad en cuanto a estrategia de guerra. Se emplea la violencia sexual como arma y el enamoramiento como estrategia de guerra: a través de las situaciones de embarazo y luego abandono, los paramilitares, guerrilleros y la fuerza pública las utilizan como vía de información. Por ello, es de suma importancia diferenciar este tipo de víctimas, tenerlas en cuenta en la reparación y develar su importancia en la identidad cultural de los territorios. Superación del antropocentrismo En este eje emerge el tema de la “naturaleza”, para que dentro de las nuevas ruralidades no siga imperando el antropocentrismo, antropomorfismo y antropotecnicismo, entre otros. En la cultura occidental la normatividad jurídica y ética, ha sido gestada bajo una naturaleza sometida. La crisis de civilización se manifiesta en el agotamiento de un modelo capitalista depredador basado en la dominación de la naturaleza por el ser humano, donde el bienestar y la riqueza se logran mediante una acumulación de bienes, crecimiento ilimitado y consumo desenfrenado. La constitución ecuatoriana establece que, el objetivo del desarrollo es el buen vivir, el sumak kawsay, y declara a la naturaleza

como sujeta de derechos, situando a esta carta magna entre las más progresistas a nivel mundial, donde no cabe cuestionar la realidad de la crisis ecológica global. La crisis ambiental suele verse con una mirada reduccionista, como si fuese sólo un problema técnico, económico y social. Para superar la crisis ambiental es necesario formular las bases de una nueva cultura que le permita reproducirse y luchar por sobrevivir, desde la perspectiva de una ancestralidad y continuidad cósmica y biológica. En la medida en que se pase de un antropocentrismo a un biocentrismo, se reconocerá que la vida es sagrada, pero no sólo la del animal humano, sino cualquier forma de vida, por tanto, la naturaleza y en ella los ecosistemas son comunidades vivientes que requieren que el hombre esté en paz con ellas. Variables o elementos sociales, políticos o económicos detrás de los procesos de restitución de tierras y reingeniería del agro, como factor para la paz Las reflexiones del eje giraron en torno a tres grandes variables: El mercado de tierras en el país Se abordó este concepto de Mercado de tierras basado en el estudio de la Universidad Nacional y la UPRA titulado: El mercado de tierras rurales en Colombia: Caracterización para la formulación de los lineamientos de política, su regularización y contribución al ordenamiento de la propiedad y gestión del territorio. 2 Sobre la oferta El mercado de tierras en Colombia es muy precario, “Existe un mercado de tierras cuando sobre las áreas disponibles es factible llevar a cabo, de una manera libre y autónoma, procesos de compra y venta, respetando los límites normativos relacionados con la eficiencia y la equidad” ( Jorge Iván González) La tierra es un bien diferente y el Estado siempre debe intervenirlo, En ese sentido, se deben considerar diversidad de elementos contextuales frente a su disponibilidad, repercutiendo –igualmenteen conflictos de uso. En este sentido, se presenta un conflicto evidente entre la vocación de la tierra y su uso, frente a este tema se plantean fuertes interrogantes y se presenta una falta evidente de información. Se supone por ejemplo, que los páramos no forman parte de la tierra que puede usarse en actividades productivas. De algún modo ocurre lo mismo con los territorios baldíos, pero en realidad todo se compra y todo se vende sin ningún control del Estado. Hay varios cuestionamientos: ¿Cuál es la oferta disponible? ¿Qué sucede con las tierras baldías? ¿Cuáles son las tierras que se pueden ofrecer al mercado?.

http://www.upra.gov.co/documentos/foro_mercado_tierras_pais.pdf http://www.upra.gov.co/documentos/estudio_tecnico_sobre_mercado_tierras_.pdf http://www.institutodeestudiosurbanos.info/noticias-y-eventos/item/foro-mercado-tierras-rurales http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/ndetalle/article/el-pais-carece-de-informacion-suficiente-sobre-mercado-de-tierras-rurales.html) 2

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Sobre el Precio del suelo: La demanda del suelo es crucial por razones productivas. Sin embargo, su avalúo es variable: no se tiene idea alguna del valor por el cual se vende ni se compra. Sobre el precio de la tierra no se sabe nada ¿qué es barato y qué es caro? Muy seguramente, esto no va a ser solucionado por el Censo Agropecuario que se está adelantando: Colombia requiere un observatorio sobre el tema de las tierras. Se ha observado claramente que el valor de la tierra cambia radicalmente por uso recreativo, lo cual distorsiona su uso agrícola. Otro problema que se presenta en el mercado de las tierras en Colombia es el ineficiente proceso de registro sobre el cual se presentan manejos irregulares. Sobre la negociación de las tierras La transacción de la tierra debe ser libre y autónoma. Sin embargo, ¿Cómo definir libertad y autonomía? El componente de libertad y autonomía que debe caracterizar las transacciones de la tierra, es muy limitado en nuestro país, por los ya conocidos problemas de desplazamiento y presencia de fuerzas armadas irregulares.

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Temas normativos de equidad y eficiencia: En el mercado de tierras se observa una interacción de procesos legales, ilegales e informales. La informalidad puede ser legal o ilegal o estar en una frontera ambigua entre ambas. La inestabilidad e irregularidad de los ingresos en el sector informal de trabajo, activa una lógica particular de los circuitos monetarios y formas de intercambio en los mercados informales, basada precisamente en la confianza. No existe información adecuada sobre el tema para lo cual el Gobierno Nacional creó la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA), entidad encargada de adelantar los estudios necesarios para ordenar el tema. Llama la atención que en Colombia la tierra no se considera dentro de la estructura de costos de los bienes que de allí se obtienen y es notorio que las relaciones insumo producto cambian en este caso en cada área del país, lo cual confirma un problema de falta de información. Se plantean entonces preguntas tales como: ¿Cómo evaluar las dinámicas de la Nueva ruralidad? ¿Cómo se maneja la tierra? ¿Cómo se definen los límites razonables? Tema de regularización: Se enmarca en la desidia de la sociedad colombiana frente a los temas ambientales, ligado-estratégicamente- al tema político. ¿Por qué se destinan recursos para subsanar una crisis económica pero los fondos son inexistentes para afrontar una crisis ambiental?

Los impuestos son el instrumento para regular las actividades y en otros países han sido un buen instrumento para dirigir el uso de la tierra hacia fines productivos que generen desarrollo y equidad en el sector rural. Restitución de tierras Las políticas de restitución deben entenderse como una política de reparación. Sin embargo el Estado Colombiano y las instituciones administrativas y judiciales, no estaban listas para emprender una política de tal magnitud; lo estaban menos los entes territoriales y las condiciones de seguridad. De ahí que, para que se convierta en un verdadero proceso de reparación, es debido pensar una reforma a la ley que empiece por ampliar los plazos de aplicación y que desarrolle la agilización de mecanismos con la posibilidad de: (i) Restitución administrativa sin oposición. (ii) Mayor capacidad para la acumulación de solicitudes. (iii) Estabilización de los jueces. (iv) Mejoramiento técnico del catastro, sistemas de registros y sistema de protección de tierras e inventarios de baldíos. (v) Complementar con sistemas de distribución de tierras las zonas pacíficas. (vi) Conformación de zonas de distribución de tierra con condiciones productivas y servicios. (vii) Reforzar el sistema de justicia y paz con verdaderos juicios y expropiaciones a los despojadores. Existe una gran oportunidad de aplicación de estas políticas siempre y cuando se avance en el proceso de paz, y es a partir de la reparación del conflicto donde se van a sentar las bases en el progreso de espacio rural. Puesto que se ha puesto al sector rural en la agenda tales como el cambio climático y seguridad alimentaria, los cultivos ilícitos, el paro agrario –ahora pacto agrario- y los diálogos en la

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Habana. “Si no se aprovechan esas tendencias no se aprovecha el momento porque se han creado leyes que no atienden la estructura sino la inmediatez” Una causa central del conflicto Colombiano es la brecha entre lo rural y lo urbano “De un lado, la brecha de bienestar entre el mundo rural y el mundo urbano es la causa principal del conflicto colombiano. Por otro, la nueva ruralidad ha constatado que esa brecha en América Latina se está desvaneciendo pero en Colombia todavía existe y crece”. Esta bifurcación de lo urbano- rural tiene su origen en dos niveles: La Periferia-Centro que gira en torno al problema no resuelto de la tierra, y la dicotomía desarrollo-subdesarrollo que margina a lo rural, resultante de un proceso histórico que se reprodujo en distintos niveles desde la ley 200 de 1936.

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La Ley 200 de extinción de dominio fue el origen del conflicto, que tiene su explicación desde su historia misma: El conflicto fue llevado de las ciudades al campo provocando el desplazamiento masivo de campesinos que huían hacia la frontera agraria donde terminaban los latifundios que cercaban el centro, creando un círculo marginal y un centro moderno. La dicotomía urbano - rural es el producto del periodo de la segunda posguerra en donde se gesta el discurso del desarrollo, la invención de la pobreza y del tercer mundo. En ese momento imperaba la teoría de la modernización, cuya dirección única era la urbanización relegando al espacio rural a la tradición y al atraso. Así, el modelo proteccionista y neoliberal propiciaron la inviabilidad de la agricultura al buscar como única estrategia la modernización y el crecimiento económico. En Colombia la grieta se aumenta por tres (3) tipos de factores: (i) La estructura agraria – que bloquea el proceso de desarrollo- (ii) La concentración de la tierra – traducida en baja productividad de la agricultura- causal de la expulsión de las poblaciones dado que “si la tierra no se usa, no es rentable” anclada a (iii) Los derechos de propiedad – que incluyen título, el derecho al uso y la enajenación, generando mayores condiciones de pobreza. Así pues, la nueva ruralidad de Latinoamérica nos enseña que para lograr la paz en Colombia debemos atender asuntos fundamentales para subsanar dichas fisuras. Tales asuntos pasan por la constitución de una nueva política agraria que vaya más allá de la agricultura y que atienda la heterogeneidad del medio rural, que de un tratamiento diferencial a lo rural atendiendo a la multifuncionalidad de la agricultura, la descentralización de la tierra y por último, que incluya una institucionalidad coherente que supere el enfoque sectorial y se fundamente en el enfoque territorial.

gobiernos para desarrollar proyectos de Ley que no son viables. El modelo de desarrollo rural no corresponde a la diversidad de la población, por lo que se debe involucrar a la diversidad de actores. Incluso, tampoco se puede apuntar ni apostar a una industrialización ni extranjerización del agro. Lo que debe potenciarse es el desarrollo de una legislación sobre acceso y uso del suelo teniendo en cuenta la vocación productiva de las tierras y los propietarios, el tamaño de la propiedad y el tipo de proyecto productivo a desarrollar. Por esta razón, dentro de esta reingeniería agraria, se requiere la protección de algunos sectores y productos sobre todo aquellos que garantizan la alimentación y algunos sectores de exportación. No obstante, las presiones ligadas al conflicto, al mercado y las dificultades de acceso a la tierra, han sido determinantes en la capacidad de resiliencia de los campesinos, quienes emplean diversas estrategias para mantenerse dentro del contexto colombiano; mecanismos ligados a las políticas, tales como las agriculturas familiares y agroecológicas , la protección ambiental, la organización para ingresar a la lógica de mercado capitalista, la articulación con las comunidades indígenas que sí protegen sus derechos y las movilizaciones de las Dignidades Campesinas. Si dichas estrategias se vieran reforzadas, apropiadas y puestas en marcha desde una política que las instituyera, contribuirían a la creación de un escenario de paz desde la ruralidad. La “nueva” ruralidad en el escenario de construcción de paz Las reflexiones en torno a esta pregunta se abordaron desde el ámbito económico y educativo. Desde lo económico Hay tres grandes líneas que aparecen como prioritarias: - Crear una política específica de seguridad alimentaria. - Entender la situación asociativa y organizativa como un escenario que permite reparar el tejido social en un escenario de posconflicto, ejecutar un ejercicio de ciudadanía, generar salidas económicas y productivas que permitan hacer frente a una competencia capitalista. - Adoptar programas de abastecimiento de las grandes ciudades involucrando a los productores de las zonas cercanas (como fue el caso de los productores de frutas y hortalizas de Cundinamarca que se han articulado al programa “Bogotá sin Hambre) y a las alianzas agroempresariales entre empresa privada y el Estado. Desde lo educativo

Sin embargo, persiste la pregunta de por qué no se usa la tierra en actividades productivas: para responder a este interrogante se hizo referencia a los derechos de propiedad: el título de propiedad de la tierra no agota el derecho de propiedad, el cual incluye el derecho al uso de la tierra a lo cual se opone de manera determinante el conflicto armado. Por esta razón, queda claro que el fin del conflicto es requisito para dinamizar el desarrollo rural.

Se insistió en apelar a la comprensión de la ruralidad desde las diversas concepciones y complejidades que hacen fundamental un planteamiento del desarrollo territorial. “Si el sector urbano no se entiende a si mismo de una manera distinta, tampoco va a ser capaz de entender la ruralidad como mundo que tiene dinámicas, matices y realidades diferentes” (Hno. Carlos Gómez). Esto dificulta las políticas públicas que deben dar respuesta a todas las necesidades de la población agraria.

Reingeniería del agro

Ahora bien, como escenario de paz, el desarrollo rural debe pasar por una educación de calidad. Ésta, es una estancia democratizadora pacífica que otorga las condiciones para ser más competitivos. Sin embargo, la imposibilidad para acceder al servicio educativo surge por factores de movilización

En cuanto a la reingeniería del agro, es de señalar las dificultades que han tenido los últimos

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por los maestros desmotivados y políticas educativas mal formuladas que impiden ejecutar acciones diferentes a las manuales que exige el campo y presentan inconvenientes en promover un impacto en las zonas en las que se presta el servicio educativo.

Una propuesta para el manifiesto

Por consiguiente, para pensar la nueva ruralidad es necesario hacer una reflexión en torno al tipo de educación y programas que se necesitan para generar impacto en las zonas rurales, al igual que el diseño de políticas locales que permitan que los niños puedan tener unos procesos de educación que tengan en cuenta:

• Derechos de propiedad como propuesta para la paz. (La tierra no debe ser un derecho absoluto). • Reglamentación de compra, venta y explotación del suelo. • Reconocimiento del campesinado como minoría: derechos culturales y sociales para las agriculturas familiares. • Educación rural de calidad como una condición para la paz. • La necesidad de fortalecer la institucionalidad. • Impulso a la economía campesina (Desde Vallenpaz entendida como “Economía social campesina” anclada a las agriculturas familiares) • Impulso a la perspectiva de género. • Generación de una visión integral de lo rural que trasciende lo sectorial: (i) Pensar en el concepto de territorio más allá de las políticas. (ii) Visión ecosistémica.

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El complemento nutricional y salud preventiva El tema de transporte seguro y eficiente Los temas de infraestructura Una articulación entre la Educación de adultos con la educación de los niños. Currículos pertinentes que respondan a las necesidades de la población Proyectos a largo plazo con indicadores de gestión. Maestros motivados, conscientes y bien formados conscientes de la realidad rural Proyectos educativos articulados localmente que jalonen el desarrollo territorial por parte de los habitantes, quienes conocen las necesidades de su población.

Prima la hipocresía de los habitantes de las grandes ciudades: la violencia, la desigualdad y el conflicto en las zonas rurales, no es un asunto que comprometa ni capte su interés, puesto que en su contexto gozan de cierta estabilidad social y garantías políticas. En la “periferia”, mejor llamada la Colombia rural, es necesario abordar la deuda social, integrar las políticas públicas al tiempo que se propugne la acción para la creación de una política que defienda la diversidad; todo esto con el fin de propiciar condiciones diferentes y sostenibles del desarrollo humano, y no existe mejor manera para lograrlo que a través de la educación. La educación, cumple su rol democratizador en tanto brinda una igualdad de condiciones para todos; se hace referencia específicamente a unas condiciones para la equidad desde metodologías acordes a las necesidades del territorio, por lo que es necesario repensar la educación rural desde los actores y las metodologías que intervienen en el hecho formativo. Por ejemplo, valdría la pena formular una política educativa relacionada con la formación de maestros idóneos para la educación de los campesinos, al igual que la implementación de un nuevo modelo educativo tal como la escuela nueva. En efecto, seis (6) serían los derroteros para establecer la educación como alternativa para el desarrollo humano: I. IConstruir un diálogo fluido y permanente entre el desarrollo rural y la educación rural II. Desde la territorialidad, impulsar la participación de los habitantes y sus acervos culturales en los diseños curriculares. III. Articular la educación de los niños con la educación para los adultos. IV. Disponer de docentes idóneos en la formación de población rural, capaces de apoyar a los estudiantes rurales. V. Contar con infraestructura adecuada e insumos (libros)

Finalmente este eje propone incluir ocho temáticas en el Manifiesto estas son:

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Documentos de los expertos Eje temático

Nueva ruralidad como escenario para la paz

Algunos apuntes sobre educación rural1 Hno. Carlos Gabriel Gómez Restrepo, Fsc. Licenciado en Educación, Universidad de La Salle, Bogotá, Colombia; Magíster en Estudios Políticos, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia; Doctor en Educación, Saint Mary’s University of Minnesota, Minnesota, Estados Unidos. Rector, Universidad de La Salle, Bogotá, Colombia; presidente, Asociación Internacional de Universidades Lasallistas (AIUL-IALU), 2009; vicepresidente, Organización Interamericana de Universidades (OUI), 2007-2010.

RESUMEN

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La construcción de la paz en Colombia y su misma posibilidad de institucionalización pasan por el desarrollo rural, entendido como política pública sostenible en el tiempo. Esta paz en el país es imposible si no se entienden las dinámicas sociales de la ruralidad, las posibilidades de aportar al desarrollo mismo del país que, de muchas maneras pasa y depende de la “periferia”; la paz será ilusión si no se aborda la deuda social frente al campesinado, y si no se integra la política pública del continuum rural-urbano. La complejidad de la realidad rural para dar paso a la esperanza requiere, pues, de muchas acciones e iniciativas públicas, privadas, nacionales e internacionales, articuladas por una política pública que defienda a las poblaciones, los territorios, las etnias, los elementos culturales de las tradiciones, que asegure ese continuum rural-urbano, no como realidades dicotómicas, sino precisamente como continuidades, y que genere imaginarios nuevos en torno a que la ruralidad no es una fatalidad ni es el “resto” del país, sino que por esta pasan materias fundamentales como la seguridad y la soberanía alimentaria, la protección de la biodiversidad y el equilibrio del territorio; lo anterior pone a las personas en igualdad de condiciones frente a las oportunidades. Un elemento definitivo en la educación rural es la formación, la contratación y la designación de maestros idóneos para la educación de los niños campesinos. La política pública educativa ha de entrar en un diálogo fluido, articulado y permanente para abordar el desarrollo rural y la educación rural.

Palabras Clave: Desarrollo rural / nueva ruralidad / territorio. Como bien lo expresé hace unas semanas en el Primer Encuentro de Reflexión sobre Nuevas Ruralidades y Construcción de laPaz, esta última en Colombia y su misma posibilidad de institucionali- zación pasan por el desarrollo rural, entendido como política pública sostenible en el tiempo. Como se ilustra en el informe del PNUD (2011), Colombia rural: razones para la esperanza, dirigido por el profesor Absalón Machado, Colombia es más rural de lo que se piensa, ya que la ruralidad ocupa el 94 % del territorio, lo que conlleva a que este sea un tema serio e insoslayable en cualquier proyecto político. Aporte al eje temático “Nueva ruralidad como escenario para la paz”, presentado en la segunda mesa de expertos realizada el 05 de junio del 2014. 1

Infortunadamente, en la pasada campaña política, el tema rural fue más mediático que enjundioso, y más electorero y mezquino que de propuestas articuladas y serias. Quizás, si no hubieran existido los paros agrarios en los últimos dos años no se hubieran tenido menciones importantes a lo rural en los discursos y debates. No es extraño que, por siglos, haya sido un tema ignorado o minusvalorado. El tema de la paz, que polarizó la campaña, obligó a “conversiones” políticas insospechadas y a que los más guerreristas se convirtieran en adalides del diálogo para la finalización del conflicto. Existe la sensación de que la hipocresía sobre el conflicto y la ruralidad ha sido la constante en la discusión de los últimos meses. Quizás tenga razón el profesor Daniel Pécaut cuando en entrevista con María Jimena Dussán, expresa: […] diría que muchos sectores, no solo las élites dirigentes, están descubriendo que a ellos les ha ido mejor con el conflicto armado que lo que les podría ir en el caso de que se firmara un acuerdo pacífico. Es decir, la gente está descubriendo, sin estar muy consciente de ello, que el conflicto armado ya no le molesta tanto a la gente de las grandes ciudades, que solo afecta a las periferias de Colombia. Por todo eso muchos sectores tienen la convicción de que el conflicto armado a lo largo de los últimos 30 años ha sido para ellos un factor de cierta estabilidad social y política.

Y lo que el profesor Pécaut llama “las periferias de Colombia” no es otra cosa que el país rural, la Colombia profunda. En diálogo con el profesor Pécaut sobre la Colombia rural, reflexionamos sobre cómo la paz en el país es imposible si no se entienden las dinámicas sociales de la ruralidad, las posibilidades de aportar al desarrollo mismo del país que, de muchas maneras, pasa y depende de la “periferia”; que la paz será ilusión si no se aborda la deuda social frente al campesinado, y si no se integra la política pública del continuum ruralurbano. Es más, con mi experiencia de varios años en la Colombia rural y en zonas afectadas por el conflicto, tengo la convicción de que la peor consecuencia del conflicto armado fue la destrucción de la confianza y el debilitamiento de los tejidos sociales, tan importantes en la vida rural. En lugares donde el valor de la palabra fue garante de negocios y de relaciones sociales, poco a poco se fue destruyendo en la medida en que los grupos armados, legales o ilegales, fueron cooptando las poblaciones, dividiendo, alienando a las familias, sembrando odios, coaccionando a la gente y desplazando personas para despojarlas. La complejidad de la realidad rural para dar paso a la esperanza requiere, pues, de muchas acciones e iniciativas públicas, privadas, nacionales e internacionales, pero articuladas por una política pública que defienda a las poblaciones, los territorios, las etnias, los elementos culturales de las tradiciones, que asegure el continuum rural-urbano no como realidades dicotómicas sino justamente como continuidades, y que genere imaginarios nuevos en torno a que la ruralidad no es una fatalidad ni es el “resto” del país, sino que por esta pasan materias fundamentales como la seguridad y la soberanía alimentaria, la protección de la biodiversidad y el equilibrio del territorio. En este contexto, la educación es fundamental, no como única y exclusiva vía salvadora de todos los procesos sociales, responsable del desarrollo mismo, capaz de transformar y regenerar el tejido social; no obstante, sí tiene un papel protagónico como propiciadora y generadora de condiciones

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deferentes y sostenibles de desarrollo humano. De hecho, hoy son muchas las instancias que concurren en la educación de las personas. La educación formal y la escuela, en sí mismas, son muy importantes, pero no las únicas responsables de la socialización de los niños y los jóvenes. La ruralidad colombiana hoy está interconectada y la presencia de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se verifica en más de 1050 municipios colombianos, y se espera que en el presente año todo el país, incluso lugares geográficamente muy distantes, queden interconectados y con acceso a la Web, convirtiéndose Colombia en el país latinoamericano con mayor cobertura de las TIC. Pero las TIC aisladas de los procesos educativos no lograrán por sí mismas ser exitosas, aunque hagan cercano el acceso a la información y a otros muchos recursos de gran potencial educativo. Incluso, asuntos como el bilingüismo o el aprendizaje de otras lenguas se ven facilitados por la penetración de las TIC. Se requiere, por tanto, repensar la educación rural, sus metodologías, la formación de profesores, los sistemas de evaluación, los diseños curriculares, las competencias específicas y la manera como puede ayudar a la reconfiguración de la ruralidad. La educación, sin duda, tiene un efecto democratizador impresionante, pero este se logra en la medida en que pone a las personas en igualdad de condiciones frente a las oportunidades. Una mala educación para los pobres es la forma más expedita para perpetuar la pobreza y condenar a los niños y jóvenes a no tener oportunidades. Una buena educación para todos es quizás el factor más incidente en la generación de condiciones para la equidad.

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Sin embargo, la realidad de la educación colombiana dista mucho de ser factor de equidad e, incluso, de desarrollo integral para el país. Los recientes resultados de las Pruebas Pizza —sin pretender creer que es el único elemento que muestra la realidad de los procesos educativos— son una evidencia de que la cobertura —estadísticamente universal— no da pasos significativos a la calidad. Pero, lo más delicado es que vistos los datos comparativamente con los años en que se aplican, tanto de estas pruebas como de las mismas Pruebas Saber, no se ven avance significativos y, en algunos aspectos, se notan retrocesos, como en lenguaje y matemáticas: dos herramientas fundamentales para el aprendizaje y para consolidar los procesos de desarrollo intelectual de los niños. Vistos los datos disgregados, se encuentra que, por ejemplo, mientras en matemáticas los niños del sector no estatal (privado y urbano) presentan un determinado puntaje, lejos los siguen los niños del sector estatal urbano y, rezagados, van los niños del sector estatal rural. Igual situación se repite con lenguaje y ciencias. Esta situación no permite hablar de equidad ni de democratización, ni de oportunidades, ni de condiciones de dignidad.

entre los que no lograron ni un trabajo diferente ni oportunidades de educación superior. Puedo afirmar, con conocimiento de causa, que en muchos lugares como Caquetá, el Magdalena Medio, costa Atlántica y costa Pacífica, se sigue “contratando” con terceros buena parte de los procesos educativos, que sitúan por niño una cifra alrededor de $1.400.000/año, de la cual al maestro le llega una cifra salarial que apenas supera el mínimo mensual y, por el retraso de los giros, el año escolar suele empezar en marzo o abril. Colombia es reconocida en el mundo de la educación por la creación de un modelo muy exitoso para la educación rural (aunque no exclusivo) como es “la escuela nueva”, recientemente galardonado con el Premio WISE, creado por la dedicación e ingenio de Vicky Colbert. El modelo implantado en muchos países, incluso recientemente en Vietnam, ha mostrado ser muy eficiente, pero requiere un entrenamiento constante bien concebido para que los profesores puedan desarrollar los talentos de los niños y ser exitosos en sus procesos. Las TIC podrían ser de un valor incalculable con modelos de escuela nueva si les precediera un proceso serio de formación de los profesores. No es fácil el tema del maestro rural y corresponde, con dolor, decir con frecuencia lo que expresó un profesor de la Universidad Pedagógica Nacional: “En los campos llegan almas urbanas que viven en pena en el purgatorio rural”. Mi experiencia, tanto de haber sido maestro rural como de estar hoy cerca de la educación superior rural, me permite afirmar que siempre he encontrado talentos que sobresalen en la ruralidad, chicos y chicas disciplinados, atentos, receptivos, con ganas de salir adelante, bien dotados intelectualmente, pero cuyos procesos educativos básicos no les potencian sus cualidades y aptitudes naturales. Es más, aún con puntajes muy bajos, si tienen la compañía suficiente y maestros que entiendan sus circunstancias se logran maravillas en los procesos universitarios. Es la experiencia del proyecto Utopía. Así mismo, también he encontrado numerosos maestros carismáticos, generosos, entregados, innovadores, que hacen patria en lugares inverosímiles. No obstante, también he visto y “padecido”, y son abundantes, quienes ven la educación rural como un “servicio militar”, mientras logran el traslado y, otros, bastantes, que no aprobarían las pruebas Saber o Pizza que se aplican a sus estudiantes, y cuyas competencias personales y el dominio de las áreas de desempeño dejan mucho que desear: no deberían estar en el servicio educativo.

Aunque los datos no están disgregados entre centros urbanos y rurales, los resultados referidos nos permiten suponer, sobre una base racional, que en la ruralidad el asunto es más dramático. De hecho, el índice de desarrollo humano (IDH) para los departamentos mayormente rurales es sensiblemente mejor que el de los departamentos andinos con fuertes mayor población rural.

La política pública educativa ha de entrar en un diálogo fluido, articulado y permanente para abordar el desarrollo rural y la educación rural. No pueden ser manejados como compartimentos estancos, ni como asuntos separados por los ministerios que los tienen bajo su responsabilidad. No es extraño encontrarse con procesos determinados por el Ministerio de Educación Nacional (MEN), que desconocen las realidades de la ruralidad, que nunca han sido precedidos por una articulación con las propuestas de desarrollo rural.

Una política pública educativa para ser pertinente en la ruralidad tendría que abordar varios frentes. El primero, y quizás más importante: la formación de maestros y la designación o contratación de maestros idóneos para la educación de los niños campesinos. No es posible que se sigan manteniendo políticas que permiten la contratación de bachilleres sin ningún tipo de formación y, generalmente,

Desde la territorialidad del desarrollo rural, tal como se entiende hoy la política pública, cobra importancia la participación de las comunidades que pueblan los territorios, así como sus acervos culturales, de tradiciones, de historias locales: esto, sin duda, tiene que empezar a hacer parte de los proyectos educativos y los diseños curriculares. Obviamente las competencias genéricas que se piden

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Nueva ruralidad como escenario para la paz1

a la educación tienen que estar presentes, pero el maestro tiene que tener la habilidad de contextualizarlas para encarnarlas. Así que es un paso fundamental para mejorar la educación rural y abordar, enriquecer y entrenar continuamente a los maestros rurales. No obstante, también es importante mirar otros elementos esenciales como la articulación de la educación de los niños con la educación de los adultos. El analfabetismo real o funcional es muy alto en buena parte de la ruralidad, y asegurar la educación de los adultos es una manera de favorecer la educación de los niños. Los temas de infraestructura, apoyos educativos, libros también son importantes pero en la medida en que los profesores los sepan aprovechar en los procesos educativos, tal como sucede con las TIC. En síntesis, pensar en el desarrollo rural significa pensar y actuar sobre la educación rural.

Nadia Margarita María Rodríguez Jiménez PhD en Sociología. Profesora, Universidad del Rosario, Colombia.

BIBLIOGRAFÍA Pécaut, D. (16 de mayo, 2014). Lo que más asusta en Colombia no son las FARC sino el populismo: entrevista de María Jimena Dussán a Daniel Pécaut. Semana.

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Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2001). Human Development Report. Making New Technologies Work for Human Development. Nueva York/Oxford: United Nations Development Programme (UNDP)/ Oxford University Press. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2011). Colombia rural: razones para la esperanza. Bogotá: INDH-PNUD.

RESUMEN La sociedad colombiana está en mora de construir las ciudadanías rurales en las que se reconozcan los derechos de los habitantes del campo y se creen los mecanismos jurídicos que los protejan. Los campos de la nación evidencian grandes desventajas frente a las ciudades y quedan excluidos del desarrollo. La salud, la educación, los servicios públicos son temas en los que el sector rural padece deficiencias notorias. La restitución de tierras es tan solo la reparación de víctimas pero no se puede considerar como fomento agropecuario.

Palabras Clave: Ciudadanía rural / campesinado / restitución de tierras / desarrollo rural. UN MARCO DE COMPRENSIÓN PARA LO RURAL En los países en vías de desarrollo, frecuentemente nos encontramos con la gran disparidad y diferencia entre los sectores urbanos y las zonas rurales. Mientras las ciudades crecen, usualmente incontrolada y desordenadamente, y generan mejores oportunidades para sus habitantes en términos de empleo, servicios públicos, educación y planes de vivienda social, entre otras alternativas económicas y culturales, los campos se empobrecen y se excluyen del desarrollo. Esto se refleja en una oferta educativa limitada en su infraestructura física y tecnológica, docentes con bajos niveles de formación y, en otros casos, con presencia intermitente, ocasionando procesos de enseñanza de baja calidad; desconexión de los campos de los centros urbanos, explicada en parte por la deficiente malla vial, lo que genera problemas de movilidad de las personas y aislamiento de los mercados. El acceso a los servicios públicos es prácticamente inexistente, escasea frecuentemente la energía eléctrica, el agua potable y la interconectividad, entre otras cosas. Así, el espejismo de la ciudad se torna una razón halagüeña para migrar, lo que resulta en mayores cinturones de miseria en las ciudades y el abandono del campo. Estas situaciones pueden, incluso, comprometer seriamente la seguridad alimentaria, dado que las actividades rurales se abandonan y los campesinos migran a las urbes 1

Aporte al eje temático “Nueva ruralidad como escenario para la paz”, presentado el 5 de junio del 2014.

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bajo la ilusión de un mejor bienestar, sin dimensionar que su experiencia y habilidades para el trabajo no encuentran demanda en ciudades donde la actividad económica obedece a otras vocaciones. Lo anterior ha significado que la capacidad productiva del campo disminuya y que los países importen bienes y mercancías que por tradición eran producidos internamente. Por tanto, esta población migrante que llega a las ciudades se ubica por razones naturales en las zonas de mayor concentración de población pobre, ahondando los cordones de miseria urbana. Así mismo, los países de la región que vivieron o aún viven conflictos armados internos tienen en las zonas rurales el principal escenario de la violencia y a los campesinos como el botín de guerra, quienes por diferentes circunstancias se convierten en la mayoría de los casos en combatientes de los diferentes grupos u optan por otras alternativas ante el desplazamiento de sus territorios. Buena parte de las guerrillas del siglo XX se nutrieron de población campesina pero, de la misma manera, los soldados de las fuerzas regulares tuvieron o tienen origen campesino. En el caso colombiano, también se ha configurado una realidad rural signada por la persistencia del conflicto que ha estado acompañada de una redefinición del campo incomprensible al margen de la violencia, el tráfico de armas, del narcotráfico, la expropiación de tierras, el desplazamiento forzado y voluntario del campo.

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En este sentido, ha sido también común que los temas agrarios y de tierras estén presentes en buena parte de las luchas y las reivindicaciones de grupos y organizaciones ilegales pero también en las legales. No es extraño, entonces, encontrar que las diferencias entre lo urbano y lo rural se sustentan en una brecha cada vez más amplia y que distancia más a las poblaciones en realidades como la educación, el acceso a los servicios de salud, la infraestructura para el comercio, la vivienda y los servicios públicos esenciales, los servicios financieros y los derechos sociales, económicos, culturales y ambientales. Los campesinos siguen siendo poblaciones vulnerables y frecuentemente utilizados como parte de las clientelas políticas, que se basan en estas condiciones para seguir ahondando su pobreza y vulnerando aún más sus derechos. Abordar los temas del desarrollo rural integral es punto obligado de las agendas de las sociedades en desarrollo, si de verdad quieren generar oportunidades para todos, cerrar la brecha de la inequidad, fortalecer la democracia y lograr la seguridad y la soberanía alimentaria. Los temas territoriales que se imponen como esenciales para el desarrollo conllevan asuntos como propiedad de la tierra, participación política, capacidad de decisión de las comunidades y contextos sociales y económicos que permitan el “buen vivir” en las zonas campesinas. La nueva ruralidad es, por tanto, uno de los escenarios más importantes para construir la paz en el siglo XXI y generar sociedades más equitativas y democráticas. Los aspectos señalados se sustentan en una “revalorización de lo rural”, desde la cual lo rural se entiende como una nueva y mejor calidad de vida, como una oportunidad para “ser y estar mejor”. Un volcar la mirada y reconocer que la sostenibilidad de las urbes depende de la resignificación del campo y del campesinado, del retornar a este con condiciones para potenciar el desarrollo de actividades productivas armoniosas con el medio ambiente, con infraestructura económica y social que permita el mejoramiento de la calidad de vida de sus pobladores, y un ambiente de paz y de reconciliación que permita avanzar en la construcción de nuevos escenarios donde el ciudadano rural encuentre oportunidades y libertades para crear alternativas de desarrollo sustentable.

PARA EL DIÁLOGO… Las preguntas que se plantean a continuación están basadas en los resultados de dos investigaciones que he desarrollado en los últimos siete años. La primera fue en el Observatorio de Identidades, Prácticas y Políticas Campesinas, titulada “¿Quiénes son los campesinos hoy?”, realizada desde el 2007 entre la Universidad del Rosario, la Universidad del Cauca y el Icanh, y financiado por Colciencias. La segunda es una investigación sobre las “Lógicas gubernamentales que subyacen a la política de restitución de tierras”, proyecto iniciado en el 2011. En estos proyectos la autora sigue trabajando en la actualidad. ¿QUÉ IMPLICACIONES CULTURALES HA DE TENER LA VISIBILIZACIÓN Y PROMOCIÓN DE LA “CIUDADANÍA RURAL”? En primer lugar, es importante desarrollar una reflexión sobre la “construcción” no ya la promoción de una “ciudadanía rural”, ya que se trata de un reconocimiento de derechos de los habitantes rurales, que hoy está en mora de hacerse. Tanto del lado de las políticas públicas, como del lado de los enfoques académicos de la nueva ruralidad, es importante diferenciar a los habitantes rurales y otorgar una ciudadanía y convertir en sujetos de derecho a los pequeños productores campesinos o a la agricultura familiar como se le denomina en otros países. Ya que este desconocimiento está en la base de la desigualdad social en el campo. A mi juicio, los recientes enfoques y su aplicación en las políticas públicas que hacen pensar que lo rural es un conglomerado de dinámicas articuladas en territorios, han invisivilizado la variabilidad de los actores rurales y, sobre todo, las necesidades de los sectores más pobres del entorno rural: los campesinos. Los distintos enfoques de desarrollo que se han abordado en las últimas décadas no diferencian ni tipos de economías, ni tipos de producción, ni sus aspectos culturales. Hay que empezar por ahí, por reconocer que hay aún un 32 % de la población que es campesina y que vive en condiciones de pobreza y extrema pobreza, que produce, incluso hoy, más de la mitad de los alimentos que se consumen en Colombia y que subsidian los costos de la comida para vender en un mercado que no tiene en cuenta ni los costos de producción, ni los riesgos que estos productores asumen de manera individual (inversión casi nula y seguros inexistentes). En segundo lugar, se señala que a pesar de que la categoría campesino ha sido borrada de las políticas agrarias, los estudios etnográficos que se han desarrollado en el Observatorio muestran que es un concepto vigente, como categoría cultural y como un referente de autodefinición para gran parte de la población rural. Detrás del término campesino hay una compleja heterogeneidad identitaria que responde a particularidades locales, ocupacionales-productivas y sociales que es necesario abordar desde una perspectiva política y económica. Como tercer aporte a esta discusión, se señala que los campesinos son una población resiliente, a pesar de un panorama político y económico desfavorable, y son la desigualdad, la reestructuración productiva y territorial, el conflicto y la fragmentación de las políticas agrarias las situaciones que impiden el desarrollo de sus actividades e iniciativas productivas. En este sentido, es importante reconocer a través de políticas específicas las particularidades tanto económicas como culturales de esta población, para que a la par de los grupos étnicos reconocidos en la Constitución de 1991, se vele jurídicamente por la conservación y protección de la población campesina.

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En términos de distribución, también es imperativo que se realice un ajuste de la desigualdad rural-urbana. Según la encuesta longitudinal de la Universidad de los Andes, en materia de educación el mejor resultado rural es equivalente al peor resultado urbano en pruebas de competencias educativas. Este es solo un ejemplo de las brechas en acceso a servicios básicos como salud, educación e infraestructura, que lejos de reducirse tiende a aumentarse. Todo ello refleja una permanente ausencia del Estado en el espacio rural y una descentralización mal hecha, que responde a intereses de poderes locales corruptos y en ocasiones criminales. Así, los habitantes del campo siguen viendo sus necesidades básicas insatisfechas y el nivel de vida experimenta un constante deterioro. Para ellos, solo existen hoy en día políticas sociales paliativas de corte asistencialista, como los subsidios estudiantiles y para la tercera edad, que no responden a las demandas de desarrollo rural que reclaman los campesinos, sino que por el contrario, dejan sin opciones de una vida digna a estas poblaciones. Se podría decir que la ciudadanía que se les otorga es la de “los pobres del campo”. Para completar la noción de ciudadanía, es importante plantearse el papel de la asociatividad y la movilización rural campesina, que ha sido largamente estigmatizada y diezmada. Mientras se sigan acusando a los movimientos y a las organizaciones de productores de ser aliados de la guerrilla, es muy difícil que puedan ejercer una ciudadanía con derechos. Es así como desde mi perspectiva, resulta muy relevante promover la asociatividad, no solo como un mecanismo de reconocimiento, sino como una estrategia productiva que permita a campesinos individuales ser competitivos frente a la agroindustria.

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Finalmente, las implicaciones culturales de este reconocimiento deben pasar también por una revalorización de la producción de alimentos, de los productos tradicionales, la recuperación de especies autóctonas, y, en general, la patrimonialización de la cultura campesina, que ha sido de una parte estigmatizada y más recientemente olvidada. ¿QUÉ VARIABLES O ELEMENTOS SOCIALES, POLÍTICOS O ECONÓMICOS ESTÁN DETRÁS DE LOS PROCESOS DE RESTITUCIÓN DE TIERRAS Y REINGENIERÍA DEL AGRO, COMO FACTOR PARA LA PAZ? En primer lugar, pienso que es necesario separar los términos restitución de tierras y reingeniería del agro, ya que la política de restitución no debe ser entendida como una política de fomento agrícola o de desarrollo rural, sino como una medida de reparación. Esto tiene múltiples implicaciones políticas y legales, pues aunque la restitución esté acompañada de otras medidas compensatorias, busca reparar un daño individual y pretende, como su nombre lo dice, restituir la situación de la persona o la comunidad antes del hecho victimizante, mas no recuperar el atraso y la deuda de varias décadas de ausencia de políticas de reingeniería del agro que incluyan a todos los actores, en particular a los campesinos, todo lo cual está en la base de la posibilidad de construir territorios de paz. Empezando primero por el proceso de restitución, nuestros análisis sobre este proceso realizados para la delegada de restitución de tierrasde la Procuraduría, muestran que el Estado colombiano se lanzó a una política sin duda loable y ambiciosa de reparación, pero sin tener las condiciones necesarias para hacerlo. Voy a señalar algunos datos de nuestra investigación para sustentar esta afirmación:

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De 6.142.000 hectáreas abandonadas, solo 17.000 les han sido restituidas por la vía de la Ley 1448 o de Víctimas. La restitución a este paso tardaría por lo menos 390 años y no los 10 que estipula la Ley. Sin contar que muchos casos han sido de adjudicación de tierras baldías. De 360 casos que pone la meta del Gobierno en el Conpes 3712, 0,3 % habían sido tratados hasta noviembre del 2013. El costo del proceso de restitución para el año pasado era de 1.700.000 por solicitud recibida, y 35.000.000 por solicitud fallada en el proceso (solo contando el presupuesto de la Unidad de Restitución de Tierras (URT). Esto muestra la apuesta del Estado, pero también si estos costos no se reducen, mostrará la ineficacia del sistema. De 43.490 solicitudes recibidas, solo 5 % han ingresado al Registro Unidad de Restitución de Tierras (RURT). Hasta el 30 de junio del 2013, de los 38 jueces especializados en restitución, solo 3 habían sido nombrados en propiedad. De las 286 sentencias falladas, en promedio, los casos sin oposición han tardado 129 días en ser resueltos, y los que han tenido oposición han tomado 160 días (el sistema de restitución está yéndose cada vez más a escoger los casos simples de titulación que suelen no tener opositor; 82 % de los casos fallados hasta noviembre eran sin opositor). El 70 % de los municipios de estas regiones que fueron microfocalizados, es decir, donde la Unidad de Restitución comenzó por documentar los casos de abandono y despojo, presentan un nivel medio-alto del índice de riesgo de victimización. En estas regiones el desplazamiento forzado ha continuado siendo alto, y la propiedad de la tierra se sigue concentrando en menos manos (Gini superior al nacional en las regiones del proyecto piloto).

Estas cifras muestran que ni las instituciones, administrativas y judiciales, ni los entes territoriales, ni las condiciones de seguridad estaban dadas para emprender la restitución. Para ello se requiere un proceso de reforma a la ley, empezando por ampliar los plazos de aplicación y desarrollando mecanismos de agilización de los procesos con: 1) posibilidad de restitución administrativa para los casos sin oposición; 2) mayor capacidad para la acumulación de solicitudes; 3) estabilización de los jueces; 4) mejoramiento técnico del catastro, sistemas de registros y sistema de protección de tierras e inventarios de baldíos; 5) complementar con sistemas de distribución de tierras en zonas pacíficas; 6) conformación de zonas de distribución de tierra con condiciones productivas y servicios, y 7) reforzar el sistema de justicia y paz con verdaderos juicios y expropiaciones a los despojadores. A mi juicio, el Gobierno hace, por ahora, una apuesta por reparación sin retorno para los pequeños productores. Esto abre un proceso de legalización de los predios y se garantiza la propiedad jurídica sin garantizar la propiedad material de los predios. Es sin duda un avance en términos de derecho civil, pero representa un vacío en términos de derecho agrario. Finalmente, algunos analistas señalan que esta legalización de predios lo que pretende es generar un mercado de estas tierras restituidas y la legalización de la propiedad de las grandes agroindustrias que se habían visto beneficiadas con las grandes oleadas de despojos de la tierra. En cuanto a la reingeniería del agro, es de señalar las dificultades que han tenido los últimos gobiernos para desarrollar proyectos de ley que no son viables con las perspectivas de las minorías étnicas, que a través de su derecho a la consulta previa, han logrado frenar los grandes paquetes legislativos, aunque no los decretos que finalmente se aprueban sin ser consultados. En este sentido, es importante desarrollar un vuelco al modelo de desarrollo, abriendo la posibilidad a la existencia simultánea de distintos modelos de economías agrarias. No es posible seguir apostando a la industrialización y

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extranjerización del campo. Otro aspecto es el desarrollo de una legislación sobre acceso y uso del suelo (teniendo en cuenta la vocación productiva de las tierras y los propietarios, el tamaño de la propiedad y el tipo de proyecto productivo por desarrollar). Dentro de esta reingeniería agraria se requiere la protección de algunos sectores y productos, sobre todo aquellos que garantizan la alimentación y algunos sectores de exportación. ¿CÓMO ENTENDER ESA “NUEVA” RURALIDAD EN EL ESCENARIO DE CONSTRUCCIÓN DE PAZ?

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En el escenario de la construcción de paz en el campo, primero, y como se mencionó anteriormente, se hace necesaria una política específica para mantener y defender la producción agrícola familiar. Esto no es novedoso y existe en todos los países del mundo. De las indagaciones hechas, se constató que la economía campesina da respuesta a necesidades de producción y consumo que la agricultura de gran escala y tecnificada no logra cubrir. Cerca del 40 % de la canasta alimentaria de Colombia se sustenta en productos campesinos. En las últimas dos décadas, a pesar de la desaceleración agropecuaria, algunos sectores de la economía campesina aumentaron su importancia relativa y la autosuficiencia alimentaria del país descansó en mayor medida en los cultivos predominantemente campesinos, más que en los capitalistas. Todo lo cual muestra que es necesario hacer sostenible este modelo productivo para las familias que lo asumen, a costa suya en muchos casos. En segundo lugar, retomando el tema organizativo que ya se mencionó —el cual ha sido parte central del Observatorio y sobre el cual se desarrolló mi investigación doctoral para el caso costarricense—, ganizaciones de productores campesinos, tanto para la reconstrucción de tejido social necesaria en el contexto de un escenario de paz posconflicto, como para el ejercicio de la ciudadanía campesina y, finalmente, como una opción de incorporación productiva y económica de los pequeños productores campesinos a la economía capitalista y global, en la cual compiten desequilibradamente. En este sentido, los resultados de nuestras investigaciones revelan la existencia de una diversidad de formas y trayectorias organizativas: algunas son creadas desde la institucionalidad estatal para canalizar recursos y ayudas, otras son el fruto de intervenciones privadas y las otras están ligadas a procesos políticos de larga data como las Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) regionales y municipales. Y, finalmente, están las organizaciones que surgen por el interés de líderes campesinos para aunar sus esfuerzos frente a mercados y contextos políticos más exigentes. La diversidad organizativa está estrechamente relacionada con el tipo de actividad que desarrollan los campesinos: productiva (café, frutales), suministro de servicios (comercialización, turismo, protección ambiental) y defensa de los pequeños productores. En los casos (Garagoa o Nariño) en donde se encuentra una aparente ausencia de organizaciones, existen otros grupos más o menos formalizados que permiten dar respuesta a problemas o intereses comunes en torno a la producción o a la vida religiosa y festiva. En esas zonas la reticencia o negativa a tener una organización se debe tanto a la falta de fomento institucional como a las experiencias previas de fracasos económicos, prácticas corruptas y autoritarias por parte de las instituciones o los líderes, y en el peor de los casos, por persecución violenta de sus dirigentes y miembros. De allí, el interés por reconstruir este entramado

social que aún tiene fuerte arraigo en un contexto de paz en el que las organizaciones y movimientos no se vean perseguidos o estigmatizados. Las organizaciones productivas locales enfrentan dificultades considerables de orden interno y externo. Hacia adentro, las organizaciones aún no cuentan con la experiencia y el compromiso para lograr administrar recursos de manera autónoma, ni para solucionar conflictos internos. En la mayoría de los casos, esto se debe a la dependencia que tienen las organizaciones por el apoyo y mediación de las instituciones que les han dado vida (el caso de los productores de frutas y hortalizas en Mesitas y de café en Piendamó-Cauca). Sin embargo, también hay casos de procesos de intervención y acompañamiento institucional que han gestado aprendizajes y liderazgos que favorecen la autonomía organizativa, como sucede con los caficultores orgánicos de Río Frío en el Valle. Hacia afuera, estas organizaciones aún tienen dificultades para establecer contactos comerciales o para cumplir con las normativas y volúmenes exigidos en los mercados nacionales y extranjeros. A diferencia de tiempos anteriores, cuando sobresalían las organizaciones nacionales impulsadas por partidos políticos, el Estado o la Iglesia, hoy se observa una fragmentación organizativa con predominio de organizaciones locales y regionales con distintos énfasis: productivo, ambiental, cultural y social. No obstante, en lo que tiene que ver con las demandas que hacen los campesinos, estas siguen siendo iguales: problemas de distribución de tierra y desarrollo rural. Los reclamos por la desprotección al sector agrícola y a algunos productos —en particular los transitorios frente al libre comercio— se han convertido en un punto de convergencia organizativa nacional. En las últimas décadas también han surgido demandas nuevas por derechos fundamentales a la vida, al trabajo y a la ciudadanía que muestran la capacidad campesina de desarrollar alianzas estratégicas con variados actores y de renovar discursos y espacios de lucha y reivindicación. También se muestra que las dificultades en el mundo rural colombiano están muy ligadas, no solo al modelo de desarrollo, sino también al conflicto armado. Otras opciones que aparecen para la subsistencia de las familias de pequeños productores son: el turismo rural, la protección del medio ambiente, el pago por servicios ambientales, la agricultura orgánica, las denominaciones de origen y la venta en mercados preferentes. Estas alternativas que en otros países han dado lugar a grandes programas de gobierno, pueden estar también en la agenda de las alternativas al desarrollo rural en un contexto de paz, sin olvidar que son alternativas aisladas que de ninguna manera pueden ser el único motor del campo, pues no son opciones para todos los campesinos. Existen otras alternativas como la adopción de programas de abastecimiento de las grandes ciudades que involucra a los productores de las zonas cercanas, como fue el caso de caso de los productores de frutas y hortalizas de Cundinamarca que se han articulado al programa “Bogotá sin Hambre” y a las alianzas agroempresariales de la empresa privada y el Estado.

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Dicotomía urbano/rural y centro/ periferia en el contexto de la nueva ruralidad como escenario para la paz1 Wilson Vergara Vergara Zootecnista, MSc. en Economía, estudiante del Doctorado en Agrociencias. Profesor, Universidad de La Salle.

RESUMEN

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El análisis del sector rural evidencia la enorme brecha existente entre lo rural y lo urbano, que es la causa del conflicto que vive el país. Esta brecha proviene de la dicotomía entre lo urbano y lo rural, y entre centro y periferia, con la cual se ha propuesto hasta el presente el desarrollo económico y la organización social del país. La tierra desempeña un papel preponderante en el inicio del conflicto y aún es causa de grandes tensiones en el país. Esta concentración de la tierra es la causa principal del exiguo crecimiento de la economía rural.

Palabras Clave: Conflicto / tenencia de la tierra / subdesarrollo rural.

Para empezar, la dicotomía centro/periferia corresponde a un enfoque dual, en el cual los enclaves modernos en el centro están rodeados por un mar de sociedad tradicional que corresponde a la periferia. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2003) definió la periferia como aquellas regiones menos pobladas, menos integradas al mercado, con menos poder político y casi siempre explotadas por el centro. El conflicto colombiano tuvo un origen político arraigado en las disputas, aparentemente ideológicas, de los partidos tradicionales. Luego de la hegemonía conservadora de inicios del siglo XX, el gobierno de López Pumarejo formuló la Ley 200 de 1936, fundamentada en la extinción de dominio bajo el precepto de que la tierra es para quien la trabaja. Esta Ley condujo a la radicalización del Partido Conservador y a un escenario de altas tensiones que terminó con el asesinato de Gaitán, quien era el ideólogo de López en el tema de tierras, dando origen al periodo conocido como la Violencia en Colombia. El conflicto fue llevado de las ciudades al campo provocando el desplazamiento masivo de campesinos que huían hacia la frontera agraria donde terminaban los latifundios que cercaban el centro. La frontera corrió más rápido que el Estado, en un proceso que se sintetiza concluyendo que en el país hay más territorio que Estado. El Frente Nacional dio fin al conflicto de los partidos tradicionales pero excluyó al Partido Comunista. Como consecuencia, en la periferia, ante la ausencia del Estado, las guerrillas liberales se transformaron en guerrillas comunistas. Más tarde llegarían los cultivos ilícitos ante la inviabilidad de la agricultura de frontera, y, posteriormente, el surgimiento del paramilitarismo llevaría a una nueva ola de violencia, más cruda y generalizada.

L a enorme brecha de bienestar entre el mundo rural y el mundo urbano ha sido la causa principal de un conflicto que ha permeado la historia colombiana. Los datos son contundentes en mostrar que esta brecha en el bienestar sigue creciendo, pues se ha convertido en el principal obstáculo al logro de la paz en Colombia. No obstante, los teóricos de la “nueva ruralidad” afirman que las fronteras entre lo rural y lo urbano se han derrumbado, siendo esta la constatación principal de este enfoque del desarrollo rural. Los aportes de la nueva ruralidad son, sin embargo, valiosísimos como quiera que definen el camino para resolver la dicotomía urbano/rural.

Estos hechos han gravitado en torno a la cuestión de la concentración de la tierra. Este fenómeno se puede sintetizar en un dato: 10 % de la tierra le corresponde al 80 % de la población rural, mientras el 90 % de la tierra le corresponde al 20 % de los propietarios. Este hecho es un freno al desarrollo económico, por cuanto los predios pequeños son más productivos como lo han mostrado numerosos estudios en todo el mundo. El reciente estudio de José Leivobich (2012) encontró que en Colombia los predios de microfundio producen 9,8 millones de pesos por hectárea, mientras que la gran propiedad produce 245.000 pesos por hectárea. Más aún, el reciente informe del PNUD encontró que a los países con mayor Gini de tierras les correspondía un menor índice de desarrollo humano.

Lo que pretendo demostrar es que, a pesar de las transformaciones del mundo rural, atribuidas principalmente a la globalización y los mercados, la dicotomía urbano/rural, entendida como un proceso de subordinación de lo rural a lo urbano, ha sido la resultante de un proceso histórico que se reprodujo en distintos niveles. En primer lugar, voy a examinar la dicotomía centro/periferia y las historias del conflicto que giraron en torno a la cuestión de la tierra en Colombia. Posteriormente, voy a mostrar la dicotomía desarrollo/subdesarrollo que muestra cómo el camino al desarrollo es la urbanización, pero a costa del sacrificio de lo rural. La dicotomía urbano/rural ha sido entonces la resultante de este proceso dialéctico, y, en consecuencia, la brecha no se cerrará.

La pregunta fundamental es, en consecuencia, ¿por qué no se ha resuelto el problema de tierra?, y ¿por qué fracasó la Ley 200 para la reforma agraria? La razón fundamental es que la concentración de la tierra es una consecuencia y no la causa del problema. Quien mejor lo entendió fue el célebre economista Henry George en el siglo XIX. George decía que la valorización de la tierra no correspondía al mérito de sus propietarios, si no que esta era generada por la sociedad, y, por lo tanto, dicha valorización no le correspondía al propietario si no a la sociedad. Por otro lado, un impuesto a la tierra cuya oferta es fija, no representa pérdidas de bienestar como si lo serían los demás impuestos. Por lo tanto, George recomendaba que el Estado debía financiarse de este único impuesto.

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Aporte al eje temático “Nueva ruralidad como escenario para la paz”, presentado el 5 de junio del 2014.

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La Ley 200 causó la guerra en Colombia, por la violenta reacción de los latifundistas, frente a un Estado débil con pocos recursos para financiarse. Un impuesto a la tierra daría enormes recursos al Estado, sin pérdidas de bienestar, y generaría una profunda y silenciosa reforma agraria.

Quiero concluir diciendo que, dado que Colombia se diferencia de la región por la presencia del conflicto, y dado que en la versión latinoamericana de la nueva ruralidad la dicotomía urbano/rural está cancelada, entonces dicha dicotomía existe aún en el país.

Ahora me voy a referir a la dialéctica desarrollo/subdesarrollo, cuyo origen se remonta al periodo de la segunda posguerra, en donde se gesta el discurso del desarrollo, y se produce la invención de la pobreza y del Tercer Mundo. En este momento impera la teoría de la modernización, cuya dirección única es la urbanización, ya que lo rural es sinónimo de tradición y atraso.

La nueva ruralidad nos enseña que para lograr la paz en Colombia debemos atender asuntos fundamentales para cerrar la brecha. Tales asuntos pasan por la constitución de una nueva política agraria que vaya más allá de la agricultura y que atienda la heterogeneidad del medio rural, que dé un tratamiento diferencial a lo rural atendiendo a la multifuncionalidad de la agricultura, y, por último, que incluya una institucionalidad coherente que supere el enfoque sectorial y se fundamente en el enfoque territorial.

En la primera etapa del desarrollo la estrategia se fundamentó en un modelo proteccionista que buscó la industrialización por la vía de la sustitución de importaciones. Amparado en la intervención del Estado, el modelo indujo la urbanización, para lo cual extrajo recursos de la agricultura para financiar la industria urbana. El sesgo contra la agricultura se hizo evidente en los procesos de migración rural-urbana.

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Los resultados del modelo proteccionista se agotaron y dieron paso al modelo neoliberal, en donde se le quita el protagonismo al Estado y se le entrega todo al mercado. El gran error del modelo neoliberal en el mundo rural fue suponer que la agricultura y lo rural no merecían un tratamiento diferencial. El modelo proteccionista ya había advertido sobre el empeoramiento de los términos de intercambio de la agricultura. Por lo tanto, el libre mercado hizo sucumbir la agricultura frente a la caída de los precios. La consecuente pérdida de rentabilidad marginó aún más al campo, fue más excluyente y aumentó la migración hacia las zonas urbanas. En conclusión, el modelo de desarrollo, tanto en el proteccionismo como en el neoliberalismo, propiciaron la inviabilidad de la agricultura al buscar como única estrategia la modernización y el crecimiento económico, sacrificando al mundo rural al considerarlo premoderno, atrasado y tradicional. La dicotomía urbano/rural es una consecuencia de la dualidad centro/periferia y del modelo de desarrollo. El problema no resuelto de la tierra derivó en el conflicto que expandió la frontera, creando un polo moderno en el centro y otro marginal y atrasado en la periferia a donde huyó la población rural. Por otro lado, la estrategia de la modernización creó polos de desarrollo en las zonas urbanas y marginalidad en las zonas rurales, lo que indujo la urbanización. Las brechas entre el mundo rural y el mundo urbano han crecido conforme se han desarrollado estos procesos anteriormente descritos. La pobreza, la educación, la infraestructura básica, la salud, y todos los indicadores de bienestar muestran que a mayor ruralidad, peor son los indicadores de estas variables. No obstante este panorama, en Latinoamérica está emergiendo una nueva ruralidad como consecuencia de las transformaciones generadas por los procesos de globalización, la acuciante crisis ambiental y los fenómenos acelerados de urbanización. La nueva ruralidad es un enfoque del desarrollo rural que pone su acento en la heterogeneidad productiva creciente del mundo rural, en la multifuncionalidad de lo rural y en la apuesta por un enfoque territorial antes que sectorial. Pero la principal postura de la nueva ruralidad es que la dicotomía rural/urbano queda cancelada.

BIBLIOGRAFÍA Leivobich, J. (2012). Políticas para el desarrollo de la agricultura colombiana. Bogotá: Fedesarrollo. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), (2003). Orígenes: guerra en la periferia. En: Colombia rural: razones para la esperanza. Informe Nacional de Desarrollo Humano 2011. Bogotá: INDH-PNUD. Recuperado de http://www.pnud.org.co/2003/full/capitulo_1.pdf

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Nuevas ruralidades y desarrollo rural con enfoque territorial: aportes a la reflexión1 María Adelaida Farah Quijano Economista y Magíster en Desarrollo Rural, Pontificia Universidad Javeriana; PhD en Estudios del Desarrollo, University of East Anglia, Reino Unido. Directora del Departamento de Desarrollo Rural y Regional, Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, Pontificia Universidad Javeriana

RESUMEN

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Este documento pretende complementar el punto de partida propuesto para el eje temático “Nueva ruralidad como escenario para la paz”. Si bien es posible rescatar elementos del enfoque de desarrollo rural integral en la construcción de los nuevos escenarios rurales, es necesario abrirse a nuevas perspectivas como “las nuevas ruralidades” y el “desarrollo rural con enfoque territorial”. Las nuevas ruralidades, con una visión más interdisciplinar, involucran los aspectos de la actividad productiva y del comportamiento social a partir de varias disciplinas, para dar una mirada holística y más cercana a la realidad de estos contextos. En este sentido, es importante evidenciar las profundas transformaciones que han tenido los territorios en cuanto a las actividades económicas que se realizan y el tipo de pobladores, sus diferentes perfiles y oficios. En cuanto al desarrollo rural con enfoque territorial, el objetivo fundamental es disminuir la pobreza rural, lograr un mayor bienestar para los habitantes del territorio, un ordenamiento territorial integrado mediante

Palabras Clave: Brecha urbano-rural / nuevas ruralidades / desarrollo rural con enfoque territorial / bienestar / organización del territorio / sostenibilidad ambiental / equidad. El planteamiento inicial del eje temático “Nueva ruralidad como escenario para la paz” muestra una parte de la realidad rural que es cierta, pero también hay que ver que esta realidad tiene matices, dado que no en todas las regiones del país las brechas urbano-rurales se han incrementado, sino que incluso han disminuido. Además, los límites urbano-rurales se han ido borrando, y, por ello, se habla ahora también de nuevas ruralidades (en plural) y de desarrollo rural con enfoque territorial. El tema del desarrollo rural integral es interesante, pero hay que tener en cuenta que en Colombia, como en otros países de América Latina, se dio este programa en los años ochenta, y era una visión del desarrollo rural acertada para su momento, con elementos muy rescatables para la actualidad.

Aporte al eje temático “Nueva ruralidad como escenario para la paz”, presentado en la primera mesa de expertos realizada el 20 de marzo del 2014. 1

Pero también hay que entender que las últimas visiones de la “nueva ruralidad” y el “desarrollo rural con enfoque territorial” surgen más recientemente (desde los años noventa), las cuales buscan dar cuenta de muchas transformaciones del mundo rural latinoamericano que las categorías tradicionales de la sociología rural, la antropología e, incluso, la economía agraria ya no permiten observar y entender completa y complejamente. A continuación se presentan brevemente algunas precisiones conceptuales sobre la “nueva ruralidad” y el “desarrollo rural con enfoque territorial”. Antes, vale la pena mencionar que, según el Informe de Desarrollo Humano para Colombia del 2011: Colombia rural: razones para la esperanza, el 75,5 % de los municipios son rurales, los cuales cubren el 94,4 % de la superficie del país, y en donde habita el 31,6 % de la población, es decir, 14.000.000 de personas aproximadamente. Estas personas (mujeres y hombres de diversas edades, etnias y clases socioeconómicas) y estos espacios rurales forman parte del escenario para la paz en el cual se centra el II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI. La nueva ruralidad es una visión interdisciplinaria del mundo rural que toma en cuenta los aportes de la sociología rural y la economía agraria, pero va más allá de estas dos disciplinas, que miraban por separado la actividad productiva y el comportamiento social de los pobladores rurales. Incorpora elementos de la antropología, la historia, la geografía, la biología y las ciencias ambientales (Pérez, y Farah, 2007). Esta visión interdisciplinaria de las realidades rurales tiene sus bases conceptuales en el hecho de que “gran parte de las ciencias sociales que tenían el espacio rural como ámbito especializado de trabajo —antropología cultural y sociología rural— han visto cómo su territorio (lugar de estudio) se ha transformado y, junto con ello, perdido el potencial explicativo de las categorías conceptuales con que este era abordado” (González, 2004, p. 195). Además, también se reconoce desde hace ya tiempo que “la vida rural, tradicionalmente asociada a la actividad agropecuaria, abriga ahora una diversidad de actividades y relaciones que vinculan estrechamente las aldeas campesinas con los centros urbanos y la actividad industrial” (De Grammont, 2004, p. 53). En un contexto de creciente globalización, “las transformaciones del campo latinoamericano son tan profundas […] que hay que hablar de transición de una sociedad agraria […] hacia una sociedad rural más diversificada. La relación campo ciudad es ahora más compleja que la relación dicotómica caracterizada por el intercambio desigual y la migración de los pobres del campo […] para conformar el ejército industrial de reserva” (De Grammont, 2004, p. 60). En este sentido, en los territorios rurales puede haber múltiples actividades económicas tales como agricultura y ganadería, pesca, minería, actividades forestales, artesanías, comercio, turismo, áreas de conservación, agroindustria, etcétera. Y los pobladores rurales también son diversos: campesinos, por supuesto, pero también pescadores, artesanos, mineros, indígenas, afrodescendientes, trabajadores del área de servicios, medianos y grandes propietarios y neorrurales. Resumiendo, en la nueva ruralidad desempeña un papel importante: • La globalización. • El cambio en las relaciones urbano-rurales.

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• • • • •

La desagrarización de la economía rural. El peso relativo de la agricultura. La valoración de los recursos naturales. El papel asignado a los pobladores rurales. Los cambios institucionales.

De las discusiones alrededor de la nueva ruralidad surge el desarrollo rural con enfoque territorial, que se puede definir como un proceso de transformación productiva e institucional en un espacio rural determinado, cuyo fin es reducir la pobreza rural (Schejtman y Berdegué, 2003). El enfoque territorial permite potenciar el desarrollo rural para mejorar el bienestar de los habitantes en un territorio, propiciando la participación y cooperación de todos los actores, y el aprovechamiento de sus recursos, en un proceso que lleve a la ordenación del territorio y la sostenibilidad ambiental. De esta manera, esta concepción del desarrollo rural implica mayores entrelazamientos entre los agentes económicos, para lograr los encadenamientos productivos que garanticen el flujo de bienes y servicios en los ámbitos local, regional, nacional e internacional. Así mismo, hay que rediseñar estrategias para que las relaciones entre lo público y lo privado y el aprovechamiento de las ventajas generadas por las políticas sectoriales lleguen a todos los productores y no se concentren en los de mayor poder económico, como ha ocurrido en la aplicación de los últimos modelos de desarrollo (Pérez y Farah, 2007).

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El desarrollo rural con enfoque territorial implica una serie de desafíos como sigue: • • • • • • • • • • • •

Adopción del enfoque territorial para el desarrollo rural. Romper el sesgo sectorial agrario del desarrollo rural. Fortalecer los vínculos urbano-rurales. Equidad en la distribución de ingresos, tierra y demás activos productivos: agua, crédito, infraestructura. Reconocimiento de la heterogeneidad de territorios, productores y pobladores rurales. Garantizar condiciones y calidad de vida. Garantizar educación y formación. Descentralización real. Participación ciudadana y democracia. Formación de redes. Inclusión de proyectos locales en los niveles regional y nacional. Lograr la sostenibilidad productiva, económica, social y ambiental de los territorios rurales.

Estos desafíos o retos son parte de la construcción de la paz en el siglo XXI en Colombia.

BIBLIOGRAFÍA Berdegué, J. (2012). Dinámicas territoriales rurales en América Latina. Santiago de Chile: RIMISP.

Berdegué, J. et al. (2011). Proposiciones para el desarrollo territorial. Santiago de Chile: RIMISP. De Grammont, H. (2004). El concepto de nueva ruralidad. En E. Pérez, M. Farah y H. de Grammont (Comps.). La nueva ruralidad en América Latina: avances teóricos y evidencias empíricas. Clacso/Grupo de Desarrollo Rural- Departamento de Desarrollo Rural y Regional-Facultad de Estudios Ambientales y Rurales-Pontificia Universidad Javeriana. En prensa. González, Y. (2004). Óxido de lugar: ruralidades, juventudes e identidades. Nómadas, 20, 194209. Pérez, E. y Farah, M. (2007). Nueva ruralidad en Colombia. En Nueva ruralidad: enfoques y propuestas para América Latina (pp. 77-126). México: Centro de Estudios para el Desarrollo Sustentable y la Soberanía Alimentaria/Cámara de Diputados LX Legislatura. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), (2011). Colombia rural: razones para la esperanza. Informe nacional de desarrollo humano 2011. Bogotá: autor. Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (RIMISP), (2011). Políticas focalizadas territorialmente: identificando potenciales beneficiarios. Recuperado de http://www.rimisp. org/ wp-content/uploads/2013/03/N2-Policy-briefpoliticas-focalizadas-territorialmente1.pdf Schejtman, A. y Berdegué, J. (2003). Desarrollo territorial rural. Santiago de Chile: RIMISP.

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Algunas reflexiones frente a la nueva ruralidad como escenario para la paz1 Luis Alberto Villegas Prado Director ejecutivo, Vallenpaz, Cauca.

RESUMEN

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Se presenta una primera reflexión frente a las preguntas orientadoras planteadas en el eje temático “Nueva ruralidad como escenario para la paz”, en las cuales se destaca la histórica relación de inequidad entre el desarrollo del campo y el desarrollo de la cuidad. Por otra parte, se plantean los principales aspectos sociales, políticos y económicos por tener en cuenta detrás de los procesos de restitución de tierras y reingeniería del agro como factor para la paz. Finalmente, se identifica el desarrollo del campo como el único camino para construir paz de manera sostenible en nuestro país.

Palabras Clave: Relación campo-ciudad / cultura de paz / tejido social / desarrollo. IMPLICACIONES CULTURALES DE LA VISIBILIZACIÓN Y PROMOCIÓN DE LA CIUDADANÍA RURAL Es evidente que en los últimos 50 años, Colombia ha vivido una fractura en su relación social campo-ciudad por cuenta del desarrollo impetuoso de las ciudades al mismo tiempo que la degradación y abandono del campo. Una política como la del 4 x 1000, tan aceptada para salvar a 20 bancos que manejan el dinero del 51 % de la población colombiana, pero tan discutida y restringida para salvar al 31 % de esa otra población colombiana que corresponde a habitantes rurales, da cuenta de la cultura urbana que predomina en nuestro país y que dificulta dicha visibilización. Sin embargo, temas globales como el cambio climático y la soberanía alimentaria y temas internos como los cultivos ilícitos, el paro agrario y los diálogos de La Habana son sin duda aspectos cuya respuesta y solución están en el sector rural y que, de alguna forma, han contribuido a que la sociedad empiece a valorar la importancia del sector rural y a darle crédito a la necesidad de que se lleven oportunidades al campo.

Aporte Aporte al eje temático “Nueva ruralidad como escenario para la paz”, presentado en la primera mesa de expertos realizada el 20 de marzo del 2014. 1

VARIABLES O ELEMENTOS SOCIALES, POLÍTICOS O ECONÓMICOS QUE ESTÁN DETRÁS DE LOS PROCESOS DE RESTITUCIÓN DE TIERRAS Y REINGENIERÍA DEL AGRO COMO FACTOR PARA LA PAZ Sociales: • Construcción de una cultura de paz y convivencia pacífica (resolución de conflictos, manejo sano de la rabia, disciplina sin castigo) en la comunidad educativa, teniendo la familia como base de la estructura social. • Restitución del tejido social desde el intercambio de alimentos como primera expresión de solidaridad del ser humano. • Acceso a educación adecuada, pertinente, a la medida tanto técnica como empresarial y comercial. • Sistema de protección social adecuado al campesino: pensión, Sisbén. • Espacios de participación ciudadana funcionales. • Asociatividad. Económicas: • • • •

Acceso a un mercado justo, tanto de insumos como de productos. Crédito y capital de trabajo oportuno y adecuado. Asistencia técnica integral e idónea por lo menos durante tres años. Acceso a la oferta institucional de manera integral y no de manera excluyente como ocurre actualmente. • Vivienda rural con terreno productivo. Políticas: • Tierra: propiedad, uso y protección. • No victimización. • Que sean integrales. LA NUEVA RURALIDAD EN EL ESCENARIO DE CONSTRUCCIÓN DE PAZ El desarrollo del campo es sin duda el único vehículo para construir paz de manera sostenible en Colombia por las siguientes razones: • • • • •

Es el sector de mayor generación de mano de obra. Contribuye a la ocupación lícita del territorio. Ofrece un menor costo de vida que la ciudad. Contribuye a la seguridad y soberanía alimentaria del país. Puede generar procesos de agroindustria rural y biotecnología de alto valor agregado.

Todas estas ideas presentadas de manera esquemática son insumo para las valiosas discusiones que deberán darse en la mesa de nuevas ruralidades del II Congreso Edificar la Paz en el Siglo XXI.

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Crónicas

jornadas congreso Eje temático

Nueva ruralidad como escenario para la paz

Crónica de la

Primera sesión - 25 septiembre 2014 358

La ausencia del Estado en el mundo rural y la propiedad de la tierra centran el eje temático “Nueva ruralidad” Esta sesión de expertos la presidió la doctora María Adelaida Farah, presidenta del eje temático Nueva Ruralidad como escenario para la paz. En primer lugar se realizó la presentación del grupo de trabajo del eje temático, conformado por: ponente, expertos, presidente, secretario y relatores. La doctora Farah comentó el planteamiento inicial del eje temático, la dinámica de preparación para el Congreso y compartió las propuestas que resultaron de las aportaciones y reflexiones en los encuentros previos. • Se insistió en la importancia y vigencia de este tema al ser el primer punto tratado en las mesas de conversación de la Habana. • El desarrollo rural integral con enfoque territorial es una preocupación sentida del grupo de expertos. • Las marcadas desigualdades de los mundos rurales y urbanos ha determinado de alguna manera factor de conflicto. • La importancia de lo rural y la necesidad de revalorizarlo. • El concepto de dimensión de desarrollo rural. No es un tema marginal, se debe tener en cuenta las relaciones rural – urbano. • Se habla de Nuevas Ruralidades, no sólo de Nueva Ruralidad. Es importante tener en cuenta que este tema hace parte del desarrollo general del país, de su heterogeneidad, los diferentes actores y como lo rural se construye por la interrelación entre esos actores, los cuales también tienen diferentes actividades.

En cuanto a las propuestas que se generaron del eje temático se encuentran: 1. Derechos de propiedad como propuesta para la paz. Este concepto debe ser definido claramente. La tierra no debe ser un derecho absoluto. 2. Reglamentación de compra, venta y explotación del suelo. 3. Reconocimiento del campesinado como ciudadanos, con derechos: derechos culturales, económicos y sociales para las agriculturas familiares. 4. La población campesina impulsa la economía, ellos son parte fundamental de la economía del país. Este tema se comentará en la siguiente sesión con la participación de Vallenpaz entendida como “Economía social campesina” anclada a las agriculturas familiares. 5. Educación rural de calidad es fundamental en la construcción de condiciones para la paz, porque es el fundamento para el real desarrollo en especial los aportes que realizó el Hermano Rector, Carlos Gómez Restrepo. 6. La necesidad de fortalecer la institucionalidad con reglas de juego claras de comunidad. 7. Inclusión de la perspectiva de género, incluyendo todos los actores, niños ancianos porque la paz se construye con TODOS. 8. Generación de una visión integral de lo rural que trasciende lo sectorial: (i) Pensar en el concepto de territorio más allá de las políticas. (ii) Visión eco sistémica, deber multidimensional y de biodiversidad. 9. Lo rural no está aislado de lo urbano, existen las ciudades intermedias donde lo rural y lo urbano se entremezclan Sólo la experta Nadia Rodríguez, profesora de la Universidad de Rosario, intervino por vídeo.

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Rodríguez hizo referencia a las identidades campesinas y a la territorialidad, haciendo énfasis a la necesidad de construcción de políticas públicas que favorezcan los derechos de la población campesina que interviene en el progreso, el desarrollo e industrialización del agro. Y es que el 32 % de la población campesina ha sido invisibilizada aun cuando tiene un peso productivo a costa de su propio patrimonio. Habló también de la agricultura familiar a la que se está en mora de reconocer ser punto central del sector. Y sobre la necesidad que se requiere revisión de políticas agrarias con enfoque de territorialidad. Por otro lado, Wilson Vergara, profesor de la Universidad de La Salle, aseguró que “los derechos de propiedad están en el origen de los conflictos” y por eso “tienen consecuencias y requieren revisión, porque están mal concebidos. “La globalización hizo inviable la agricultura y cerrar la brecha entre lo urbano y lo rural es una necesidad de plantear unas nuevas ruralidades, nuevas concepciones de lo que es la ruralidad. Se requiere una definición de los derechos de productividad”, añadió. De su intervención se sacaron tres nuevas conclusiones:

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1. Las deficiencias de la definición de los derechos de propiedad han propiciado la concentración de la tierra y en consecuencia ampliaron la frontera agraria a una velocidad mayor que la capacidad del Estado. 2. La ausencia del Estado en la periferia dio ventajas comparativas para el surgimiento del narcotráfico, con el cual se ha perpetuado el conflicto en Colombia. 3. El actual proceso de paz, no puede ignorar a nueve millones de colombianos, cuyo mayor activo es la mano de obra familiar con la que se ponen en nuestra mesa el 50 % de los alimentos que comemos y que, son responsables de una cultura invaluable y de la gestión de un patrimonio natural que es la herencia para las futuras generaciones de colombianos. Intervención de estudiantes de Utopía Finalmente se presentaron un muchacho, Oriundo de Uribe, Meta y Karla Johana Girón, de Castillo, Meta (Alto Ariari), zona de violencia, quienes compartieron con los asistentes su experiencia de ser parte del proyecto Utopía, representando a los 176 jóvenes que desde diversas regiones del país participan en este proyecto liderado por la Universidad de La Salle y quienes han aprovechado la oportunidad estudiar Ingeniería Agronóma. Están muy contentos y dan las gracias de poder ser parte de tan importante experiencia que ha transformado sus vidas.

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Comunicaciones Eje temático

Nueva ruralidad como escenario para la paz

Educación en y para el campo: una vía para edificar la paz Carlos Alfonso Espinosa Duarte Foro de la Nueva Ruralidad, [email protected]

PRESENTACIÓN: El presente documento hace parte de lo aprendido en diferentes espacios de interacción entre los sectores académico y productivo, tales como: Foro de los Jueves (Universidad Nacional, Bogotá),Viernes Agroculturales (Universidad de Cundinamarca, Fusagasugá), el Foro de la Nueva Ruralidad (Instituto Técnico Agropecuario-Valsalice, Fusagasugá) y el Coloquio sobre Desarrollo Rural con enfoque Territorial (Unal. Facultad de Agronomía, Bogotá) Dicho aprendizaje se quiere compartir mediante esta ponencia, atendiendo la invitación de los organizadores a hacer parte de II Congreso Internacional EDIFICAR LA PAZ EN EL SIGLO XXI.

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ecológico, la contaminación ambiental y la extinción de especies nativas de su entorno inmediato. El desenfoque en la educación superior es similar al de la formación básica y media, pero en esta tiene más impacto negativo sobre el desarrollo rural porque, al contrario de lo deseable, la mayoría de profesionales de extracción campesina, egresados de las Facultades de Ciencias Agropecuarias y Ambientales, no vuelven al campo como productores cualificados y/o líderes locales de desarrollo rural sino que, o se quedan en las ciudades “buscando puesto” o, si retornan a sus veredas, lo hacen como vendedores de productos que “conocieron” después de graduados, o como promotores de tecnologías que nunca vivenciaron durante su “experiencia académica” . Este escenario explica, por un aparte, el “envejecimiento” del campo y, por otra la carencia de líderes campesinos cualificados académicamente, permitiendo que la orientación del sector rural colombiano lo hagan economistas, graduados y posgraduados en otros contextos, quienes se aproximan al campesinado con programas asistencialistas que muy poco contribuyen a reivindicar y dignificar la condición social campesina.

De otra parte este resumen preliminar se pone a la consideración de todos los que, por haber hecho parte activa de los foros mencionados, tienen derecho a complementarlo y la obligación moral de participar en la transformación de la Educación Rural tema que, sin excepción, hizo parte esencial de largas discusiones y firmes propósitos. Aspiro que esta sea la oportunidad para justificar el tiempo dedicado y, sobre todo, cumplir las utopías planteadas por los campesinos y respaldada por los académicos.

Por lo anterior, no tiene sentido seguir haciendo reestructuraciones curriculares basadas en “poner” o “quitar” asignaturas, o en ampliar la cobertura aumentando el número de estudiantes por docente e introduciendo Técnicas de Información y Comunicación (Tics) en lugares en los que ni la infraestructura física ni la preparación básica la permiten. Ni los cambios en los planes de estudio, ni el aumento de beneficiarios, son condiciones suficientes para mejorar y, mucho menos, hacer pertinente la educación rural.

PROPUESTA:

En este contexto no hay duda de que para rescatar lo rural y avanzar hacia las condiciones de justicia y equidad que permitan la convivencia pacífica y el equilibrio entre ciudad y campo, se requiere una educación rural pertinente y, para esto, se debe implementar estrategias verdaderamente trasformadoras, como las de los Sistemas de Aprendizaje Tutorado (COREDUCAR), los Proyectos de Formación de Jóvenes Rurales (SENA), las Escuelas de Capacitación de Agricultores (CORPOICA), la Educación Mediada o a Distancia (UNAD) y, especialmente, la de la formación por Alternancia (ASRURAL),

Transformar la educación rural de tal manera que sea posible formar en el campo a los agentes del Desarrollo Rural Integral con Enfoque Territorial JUSTIFICACIÓN: Para que el desarrollo rural sea el principal camino hacia la paz se requiere hacer cambios estructurales en nuestro sistema educativo de tal manera que, a través de una formación contextualizada, las familias campesinas tengan la oportunidad de educarse en y para el campo. Se hace necesario pasar de la transmisión de información a la construcción de conocimientos, de la enseñanza de generalidades al aprendizaje significativo y, en fin, de estudiar para obtener certificados a aprender a solucionar problemas concretos, con conocimiento de causa y responsabilidad social. No es conveniente para el país, ni responsable con nuestra clase campesina, seguir formando bachilleres rurales que saben más de los ríos del mundo que sobre las características de la quebrada que le da vida a su vecindario, o que son capaces de recitar los nombres de los páramos colombianos pero que desconocen su importancia para la producción del agua, como fuente de la vida. Es preocupante que los estudiantes del bachillerato rural, después de haber visto matemáticas durante diez años, no sean capaces de calcular matemáticamente la cantidad de semilla requerida para sembrar un lote que su familia ha cultivado por años con su ayuda, o que habiendo estudiado biología y ecología, desde que pasó por la escuela, no esté haciendo algo para evitar el desequilibrio

MARCO CONCEPTUAL Esta iniciativa nació en el seno del Foro de la Nueva Ruralidad que se creó en el 2005 (con sede en el Instituto Técnico Agropecuario Valsalice, de la Sociedad Salesiana en Fusagasugá) para participar en una convocatoria del Ministerio de Educación Nacional, que buscaba “apoyar proyectos de transformación de la formación técnica y tecnológica”. Aunque el proyecto no aplicó, el foro continuó hasta el 2008, lo cual posibilitó establecer un diálogo entre campesinos, empresarios y académicos, a través de más de 60 sesiones. Este intercambio de saberes y conocimientos se orientó hacia la búsqueda de la pertinencia de la Educación Rural y permitió conformar el marco conceptual que le da soporte a la presente propuesta; así: Nueva Ruralidad: En este contexto la Nueva Ruralidad la entendemos, desde un enfoque territorial, de tal manera que lo rural trasciende lo agropecuario y el campesino pasa de ser objeto de programas asistencialistas a ser sujeto del progreso de su entorno y agente del desarrollo rural. Esta visión

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requiere: reconstruir el concepto de lo rural; pasar de la economía agrícola a la economía ecológica; hacer gestión ambiental y desarrollar el mercado de servicios ambientales; complementar la participación con la cooperación y la responsabilidad compartida; coordinar entre políticas macro sectoriales y locales; y formar in situ a los gestores del desarrollo implementando, en el campo, estrategias pedagógicas como la de la alternancia y la de la Educación a Distancia. Alternancia: La formación por alternancia tiene su origen en Francia (1935), a nivel mundial, integra cerca de 2.000 centros de formación16 en 42 países, en Colombia, cuenta con experiencias exitosas implementadas por ONGs privadas como ASRURAL que desde 1992 dio inicio a este sistema pedagógico, el cual es replicado por otras instituciones como: Fundación Smurfit Cartón de Colombia, Salesianos (Silvania), Don Bosco (Cali), EFA Marie Poussepin, y Casa de la Alternancia en Jericó Antioquia, esta última con el apoyo de la Secretaría de Educación de dicho departamento. Pedagógicamente contempla la participación real de la familia de los estudiantes durante todo el proceso de formación y el aprovechamiento alternado de espacios de aprendizaje: el convencional, el familiar y el socio profesional.

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La Alternancia es una formación a tiempo completo conducida a un ritmo apropiado. Citando a Carl Rogers17 “Un conocimiento no puede ser adquirido con autenticidad, hasta que está relacionado con situaciones concretas percibidas como problemas personales”. El aprendizaje en alternancia no puede desligarse del propio proyecto de vida personal en un momento y un medio determinado. Las acciones educativas y de promoción se desarrollan fundamentalmente en el marco socio-económico de la nueva ruralidad. (Vacca, JC. 2010) El joven aprende desde su realidad académica y desde su labor rural de apoyo a la familia y de realización de sus propios proyectos productivos. Así se alterna educación y trabajo, de tal manera que el trabajo alimenta la formación y la educación alimenta el trabajo productivo. Lo anterior quiere decir que los jóvenes dedican una semana a la formación humana y técnica y otra al trabajo en sus proyectos productivos en sus propias parcelas (ASRURAL) Además tiene como objetivos principales la búsqueda de la pertinencia y la intervención en el medio rural .La pertinencia se asegura con la participación de la familia desde el momento de identificar el qué y el para qué de los planes de estudio. Para influir en el medio contempla el diagnóstico predial y veredal, información que permite formular propuestas de desarrollo rural a nivel local, Desarrollo Humano: Entendido como el proceso socioeconómico que propicia la libertad para expresar y mejorar las capacidades individuales y sociales, concibiendo al individuo como agente activo de cambio y eliminando la falta de libertades fundamentales (Amartya Sen), de tal manera que cada quien tenga la posibilidad de realizar su proyecto de vida en el contexto de la equidad social. En el medio rural local nuestra visión del desarrollo humano prioriza la recuperación de la dignidad de la clase campesina a través de procesos educativos en y para el campo que permitan formar ciudadanos honestos y competentes para agenciar el desarrollo de su entorno, mediante la producción ecológica y la gestión de políticas de derechos que reemplacen las leyes asistencialistas convencionales, diseñadas por economistas urbanos formados en otros contextos. 16 17

Aplica para formación en bachilleratos, formación técnica, pregrados, especializaciones, maestrías y doctorados. Rogers C. “Liberte pour aprprendre”, Dunod, Paris 1972, p 156

Agroecología: En esta propuesta comprendemos a la agroecología como una disciplina científica que se alimenta de la Antropología, la Sociología, la Biología, la Ecología y la Economía y que, con ese sustento, genera tecnologías apropiadas para implementar procesos productivos culturalmente pertinentes, socialmente justos, ambientalmente sanos, ecológicamente equilibrados y económic mente rentables. Con este enfoque la producción agroecológica se viene posicionando en el mundo y en Colombia, como una estrategia que, imitando los procesos biológicos de los ecosistemas tropicales, permite obtener permanentemente buenos resultados económicos, conservando los recursos naturales y contribuyendo con la seguridad alimentaria de su entorno y con la soberanía del País. Educación Superior: Aunque parezca una utopía pensamos que, frente a la crisis del sector, la universidad a través de las facultades de Ciencias Agropecuarias y ambientales, debe asumir el reto de reorientar el Desarrollo Rural del País, aprovechando que la internacionalización de la economía pone al descubierto, cada vez más, las equivocaciones de los modelos implementados y nuestras debilidades para competir en mercados abiertos, con especies y tecnologías de zona templada, y que, por esto último, nos estamos viendo obligados a identificar las fortalezas y ventajas comparativas de nuestro biodiversidad tropical y, así, definir el verdadero potencial agrícola, pecuario y forestal de Colombia y de cada una de sus regiones y localidades. A esta tarea deben contribuir decididamente las universidades, desde lo local, empezando por interactuar con su realidad inmediata para contextualizar todo el proceso educativo, de tal manera que cada Facultad de Ciencias Agropecuarias se comprometa con el desarrollo rural de su entorno regional: superando el enfoque convencional, que separa lo agrícola de lo pecuario y de lo forestal, por una visión holística de sistemas integrados de producción; entendiendo que el hombre no es el dueño de la naturaleza sino que, como parte de esta, debe estudiar y comprender su dinámica para desarrollar procesos productivos que, sin desequilibrar los ecosistemas permitan, primero, generar seguridad alimentaria y, luego, ofrecer al mundo productos propios del trópico, sin residuos tóxicos. Solo en esta forma podremos competir internacionalmente para atender la demanda creciente de los países ricos en dólares y en tecnología pero pobres en biodiversidad y limitados por las estaciones climáticas. Para formar el personal requerido los programas académicos, relacionados con el campo, deberán reenfocar su visión de la agricultura y de la educación. La agricultura debe abordarse en una forma orgánica, como un sistema dinámico y holístico en el cual el profesional debe interactuar con los agricultores en busca de obtener producciones rentables y sostenibles; cultivando especies nativas y/o adaptadas a las condiciones climáticas tropicales, dentro de un nuevo paquete tecnológico: conservación de la biodiversidad, asociación de especies, labranza de conservación, producción y uso de abonos orgánicos, manejo ecológico de plagas y enfermedades y manejo integrado de residuos. La educación deberá tener también un enfoque holístico, de tal modo que la docencia, la investigación y la extensión sean realmente parte de un sistema educativo que le posibilite a las universidades producir conocimientos, formar profesionales competentes y participar en el desarrollo rural, todo esto dentro de una visión coherente con los nuevos paradigmas que nos plantean la agricultura y la sociedad. En esta dirección las instituciones de educación superior deben reemplazar los métodos convencionales de docencia, investigación y extensión, por espacios interactivos que posibiliten el aprendizaje

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significativo, la investigación participativa y la proyección social, aprovechando su entorno socio-productivo a manera de laboratorio real. Se requiere cambiar el modelo pedagógico predominante, que se sustenta en la transmisión de conocimientos terminados y que tiene como protagonista al docente que enseña, por uno que toma como eje central al estudiante que quiere aprender y a quien el docente le ayuda a construir conocimientos, a partir de sus preconceptos, para solucionar problemas reales de su entorno.

No se desconoce que la implementación de esta estrategia es mucho más compleja que su enunciado, porque implica variantes que van más allá de la decisión política y de lo logístico: requiere grandes cambios en los fundamentos y en las prácticas pedagógicas. No será fácil pero la dignificación del campo es un camino seguro hacia la paz de Colombia

La investigación debe desmitificarse y contextualizarse para lograr que estudiantes, profesores y comunidad aborden proyectos de investigación participativa que, a través de un dialogo de saberes y de un intercambio de experiencias, utilizando métodos cuantitativos y cualitativos, se llegue a soluciones significativas pertinentes.

Para asumir el reto invitamos a todos, especialmente a los participantes en este congreso y a los foros mencionaos, a unirse a la causa que quedó enunciada en los capítulos de “Conclusiones y Recomendaciones del Foro de la Nueva Ruralidad”(2009)

En relación con la extensión es necesario que las universidades empiecen por reconocer su entorno, interactuando con la comunidad para, con ella, identificar fortalezas necesidades y problemas, de tal forma que sea posible formular y ejecutar proyectos comunitarios, con la participación de ciudadanos, estudiantes y profesores; permitiendo así que, la comunidad, no solo reciba conocimientos de la academia sino que los conceptualice y los ponga en práctica, y que, los académicos, no solo validen y formulen teorías sino que pasen del discurso a la acción. Así es posible pasar de la extensión convencional, que hace transferencia de tecnología a los usuarios, a la proyección social, que interactúa con la comunidad y la promueve.

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El cambio más importante y difícil es el del docente. No es fácil cambiar un paradigma tan arraigado como es el de la transmisión de conocimientos a través de la cátedra magistral. Por eso, si se quiere formar profesionales integrales y autónomos, el docente deberá pasar de dictar clases a orientar procesos de aprendizaje, de transmitir conocimientos terminados a ayudarlos a construir, de enseñar técnicas a fomentar la creatividad, de predicar sobre ética a dar testimonio de buen comportamiento social, de técnico en didáctica a pedagogo, y, en fin, de docente a maestro. Finalmente, para lograr que dichas transformaciones tengan bases sólidas se requiere que los estudiantes que ingresan a las facultades agropecuarias y ambientales estén completamente seguros de su vocación para que, desde el primer semestre, puedan interactuar, con actitud profesional y responsabilidad social, en el escenario rural de su entorno; con este fin los Programas Académicos deberán conectarse y hacer alianzas con la educación secundaria rural, creando dispositivos de admisión que permitan seleccionar con certeza a sus estudiantes y, desde el momento de la admisión, orientar los proyectos de vida profesional de los primíparos. ESTRATEGIA: Para educar en y para el campo no hay que inventar algo, basta aprovechar las experiencias de Educación por Alternancia y de Educación a Distancia para formar in situ a seres humanos con actitudes de coexistencia con la naturaleza, como lo señala la agricultura ecológica No hay duda que la formación por ciclos propedéuticos, basada en la pedagogía de la alternancia y de la Educación a Distancia y que se oriente por los principios de la Agroecología, permitirá que la educación rural sea el motor que dinamice la aproximación a una Nueva Ruralidad.

PERSPECTIVAS

Caminar hacia la paz, con justicia social, mediante la implementación de una educación rural pertinente, fundamentada en los principios de la Agroecología, que dignifique la vida de siete millones de campesinos (Pnud, 2009) con la participación real del sector de la academia que adopte como estrategia la investigación-acción- participativa y que asuma el reto, propio de su esencia, de cambiar paradigmas para hacer sustentable lo que gobernantes y subversivos vienen acordando.

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El impacto de enseñar en el campo: historia de un profesor citadino John Cristian Fernández Lizarazo Universidad de La Salle, Facultad de Ciencias Agropecuarias. Yopal, Casanare – Colombia. [email protected]

Ludwig Mauricio Rojas Delgado Universidad de La Salle, Facultad de Ciencias Agropecuarias. Yopal, Casanare – Colombia. [email protected]

RESUMEN La actividad docente en el contexto urbano esta delineada por características diferenciadoras de la ciudad con respecto al campo. El sentido común talvez señalaría que la enseñanza de disciplinas relacionadas con el campo se debiera dar en el campo, sin embargo, las escuelas de agronomía en Colombia hacen importantes esfuerzos por simular las condiciones del campo dentro o en las cercanías del perímetro urbano donde se centraliza la educación superior. Así, nuestra charla trata de la historia de un profesor citadino formado y acostumbrado a este contexto, cuyos imaginarios son confrontados radicalmente cuando decide enseñar en el campo, lo que es aún más complejo al considerar la diversidad cultural que caracteriza las ciudades colombianas. Esta es una historia que combina la historia de vida de tres profesores de diferentes partes del país que deciden enseñar en Utopía. El final de la historia no está escrito, pero a partir de las lecciones aprendidas, los profesores se atreven a dar algunas sugerencias a sus colegas. Palabras Claves: Utopía/ Diversidad Rural/Agronomía Esta lectura se basa en la realidad y los imaginarios de un profesor imaginario que es muy real. A este profesor lo hemos llamado Juan Mauricio Fernández, una mezcla intangible de la experiencia de tres profesores que comenzaron casi simultáneamente una experiencia que les cambió la vida y que aún hoy la siguen viviendo a plenitud. Estos profesores son Juan Felipe Rivera, nacido en Medellín-Antióquia, de carácter sosegado, tradicionalista y con extraordinarias habilidades para las ventas; Ludwig Mauricio Rojas, nacido en Palmira-Valle del Cauca, exmilitar y según los expertos, romántico por naturaleza; finalmente, Cristhian Fernández, nacido en Bogotá e inconfundible poseedor de todas las costumbres capitalinas, que junto con Juan Felipe y Ludwig Mauricio tiene una gran experiencia viviendo en la ciudad. Un contexto para la historia de Juan Mauricio Fernández La actividad docente esta delineada por características diferenciadoras de la ciudad con respecto al

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campo. El sentido común talvez señalaría que la enseñanza de disciplinas relacionadas con el campo se debiera dar en el campo, sin embargo, las escuelas de agronomía en Colombia hacen importantes esfuerzos por simular las condiciones del campo dentro o en las cercanías del perímetro urbano donde se centraliza la educación superior. De otra parte, los proyectos agrícolas, ganaderos, industriales y mineros que se empiezan a organizar en los Llanos Orientales de Colombia, plantean inmensos desafíos a la sociedad en general, y a la academia en particular (Universidad de La Salle, 2010c). En este sentido, y en coherencia con la reflexión educativa lasallista, que se centra fundamentalmente en una particular relación pedagógica caracterizada por el acompañamiento, la formación integral y la enseñanza de los valores cristianos (Universidad de La Salle, 2010a), a partir del año 2010 la Universidad de La Salle dio apertura oficial al Programa de Ingeniería Agronómica ubicado en el Municipio de Yopal – Casanare - Colombia, convirtiéndose de esta manera en el primer programa de pregrado ubicado zona rural y destinado a formar estudiantes procedentes de las zonas más apartadas del país en el proyecto conocido como “Utopía”. El proyecto Utopía persigue dos objetivos centrales: El primero, convertir a jóvenes bachilleres de zonas rurales afectadas por la violencia en Ingenieros Agrónomos, con la mejor formación posible y con la metodología de “aprender haciendo y enseñar demostrando” y el segundo, hacerlos líderes para la transformación social, política y productiva de sus lugares de origen (ULS, 2010).

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Dada la naturaleza del programa, existe una interesante diversidad cultural a nivel de los estudiantes y de los profesores en Utopía. El programa de ingeniería agronómica cuenta con una planta docente formada por profesores procedentes de diferentes regiones del país. De forma similar, anualmente ingresan becados 64 jóvenes campesinos de diferentes zonas rurales de Colombia (la llamada Colombia profunda), bajo la modalidad de residencia en el Campus. Es importante resaltar que esto ha significado grandes esfuerzos por parte de la Universidad de La Salle para encontrar los estudiantes de zonas alejadas y en muchos casos olvidadas, con evidentes problemas de transporte, de comunicación y de seguridad. Como resultado de tales esfuerzos, se encuentran las ilusiones y esperanzas de estos jóvenes campesinos y de sus familias así como la responsabilidad y el compromiso en cada docente, que se generan por cuenta de la incertidumbre de que alguno de estos jóvenes se devuelva a su “Colombia profunda” sin haber cumplido su sueño de ser ingeniero agrónomo. En este punto, el sentimiento en los profesores de Utopía tal vez se parezca a lo que debe sentir un médico frente al temor de perder un paciente (Fernández y Peña, 2011). Es importante resaltar que en Colombia no existe, hasta la fecha, un modelo similar de educación superior rural lo que hace difícil tener certezas sobre lo correcto o incorrecto de las decisiones tomadas en cada momento (Fernández y Peña, 2011) y esto también aplica para el profesor Juan Mauricio. ¿CuáleslarealidadqueelprofesorJuanMauricioencuentraenelcampo?y¿Cuálessusreflexiones? Al salir de la burbuja imaginaria que representa la ciudad incluyendo la educación superior que allí se

imparte, Juan Mauricio encuentra que la situación del campo en Colombia a nivel educativo es aún más preocupante que la de la ciudad, debido a que no existen políticas públicas claras que ayuden al desarrollo de la educación en zonas apartadas de Colombia. La primera situación que él observa son las vías de acceso, que hacen difícil, sino imposible que los profesores lleguen a las veredas a ofrecer su clase, esto es la antítesis de un incentivo para una labor tan delicada porque implica más tiempo, gatos adicionales y aislamiento académico; la segunda situación es el orden público, reflejado en presencia parcial o permanente de los grupos armados en municipios lo que impide en muchos casos el desplazamiento de los profesores o el desarrollo mínimo de clases, adicionalmente, en un marco de violencia no se puede saber cuál es la historia de cada estudiante, no solo por las dificultades estructurales, sociales o económicas, sino porque puede no tenerse la formación necesaria para explorar lo que cada niño o joven tiene en su mente y corazón; justamente, la última situación es la mala selección y capacitación de los docentes en el campo. Es muy probable que un docente mal seleccionado o mal capacitado no sepa enfocar los temas ni tocar el interés del estudiante. Juan Mauricio ha encontrado profesionales no pedagogos como profesores rurales que por supuesto no han desarrollado las habilidades ni conocimientos en pedagogía ni en didáctica. Los errores en una profesión que para Juan Mauricio es tan delicada como la del médico cirujano, no se han hecho esperar y la consecuencia es una educación deficiente en las zonas rurales. En medio de este panorama nace Utopía y los imaginarios de Juan Mauricio se desdibujaron… Juan Mauricio venía con el concepto de la educación tradicional en dónde se respeta al profesor como un todo, además de dictar una asignatura, deja trabajos escritos, evalúa y nada más. Cuando se inicia el Proyecto “Utopía” de inmediato se cambia ese preconcepto debido a que la población estudiantil es diferente a la de la ciudad, la primera impresión que se tiene es que el estudiante rural, es tímido y que llega con bases muy malas de la educación primaria y secundaria debido a las diferentes problemáticas que presenta el sector educativo en Colombia y en especial en las zonas rurales en dónde casi no hay apoyo para los docentes, entre otras situaciones ya mencionadas. Sin embargo a medida que se va avanzando en la enseñanza el docente se encuentra con personas que tienen ganas de aprender y salir adelante y de esta manera el proceso de enseñanza es más agradable porque el estudiante no está pendiente de otras situaciones que ofrece la ciudad. El proyecto Utopía sin duda es una alternativa de aprendizaje no sólo para el estudiante sino también para el docente porque da la posibilidad de trabajar en conjunto con el estudiante en una relación pedagógica de respeto. Debido a su formación académica en la básica primaria y secundaria, la experiencia de Juan Mauricio está enmarcada por la exigencia de la academia militar en dónde su método de enseñanza era rígido, poco flexible y sin posibilidad de diálogo y concertación entre el docente y el estudiante. Con el trabajo en equipo entre docentes, estudiantes y personal administrativo poco a poco se fue cambiando el preconcepto que presentaba a la hora de enseñar y a través de capacitaciones en pedagogía ha mejorado sus estrategias al punto de concertar diferentes actividades con los estudiantes a nivel académico y a nivel personal. De forma interesante, comenzó a ser más flexible, cambio su disposición

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mejoró su lenguaje, fue mejor docente y mejor ser humano.

realmente a donde debemos llegar, lo cual no es fácil visualizar desde afuera.

Finalmente, la formación de Juan Mauricio se resume en la lectura de ciertas cantidades de información motivada por la posibilidad de lograr el nivel de conocimiento de los grandes científicos que han cambiado el mundo. A la larga era la ilusión de ver más allá de un país que no ofrece grandes oportunidades de adquirir conocimientos.

El hecho de que los estudiantes sepan del campo e incluso tengan experiencia no hacen mejor al docente, al contrario lo retan a ser un guía efectivo del proceso educativo, por lo que necesita tener herramientas para hacerlo; “todo saber el valioso, incluyendo el campesino, solo hay que saber como orientarlo”

Justamente, muchos de esos conocimientos anhelados consistían en el desarrollo de técnicas altamente especializadas como la biología molecular. Estos conocimientos son muy valorados en la academia pero poco conocidos en algunos escenarios aplicados, entre ellos el campo. Esta brecha entre la ciencia y la práctica motivaron la exploración de otros caminos que permitieran acercar la ciencia a la solución de problemas reales en un país que tiene muchos conocimientos por descubrir.

El profesor que no sensible a la realidad, nunca entenderá el dolor o las alegrías de sus estudiantes, y en consecuencia vivirán en una burbuja que tarde que temprano se romperá. Esto es especialmente importante para instituciones educativas que buscan la pertinencia.

Al enfrentarse con la educación rural encontró que los grandes avances del conocimiento no pueden servir para alimentar egos sino para alimentar niños. La motivación de la educación entonces, no es tener que imitar los logros de otros científicos ni profesores en el mundo, sino escribir una historia particular en nuestro suelo. Finalmente, el gran imaginario que se desdibujo con su experiencia fue que el éxito de la educación en el campo no solo se puede medir por la cantidad de conocimientos que se posean, sino por la persistencia y motivación con que cada joven campesino afronte los problemas de su comunidad como un profesional. Así, el éxito de la educación se basará en la pertinencia e impacto social y no solo en progresos conceptuales. Lecciones aprendidas de la experiencia. Los docentes que emprendan el camino de la educación en el sector rural deben acoplarse a una serie de situaciones que los lleve a la proactividad e innovación a la hora de afrontar los problemas que nuestra realidad implica. A la larga, el nivel académico de los estudiantes procedentes de la zona rural no es muy diferente al de los estudiantes urbanos cuando se pondera la actitud frente al aprendizaje, es evidente que hay más disposición de los jóvenes rurales a la hora de adquirir conocimientos ya que aprovechan el tiempo y son conscientes de que la educación es la mejor alternativa para salir adelante en su región.

La máxima satisfacción de un docente es ver que sus estudiantes se gradúan, pero no porque les ayudo, sino porque lloraron, sufrieron y aprendieron las cosas como son, es decir desde la realidad; ahora las valoran y las lágrimas son de alegría y gratitud. El secreto para para ayudar a un estudiante motivado pero probablemente con pocas bases académicas es confiar en él y acompañarlo, con todo lo que significa la palabra “Acompañamiento”. Muchos nos sentimos realizados con nuestros muy bien merecidos títulos pero realmente no hay que olvidar de dónde venimos, que somos personas y sentimos… tocar el ser de un estudiante como el que encuentro en Utopía es un sentimiento espectacular!!!!

BIBLIOGRAFÍA Fernández, J. y Peña, R. (2011). La práctica productiva: una excusa para el aprendizaje. Revista Universidad de La Salle, 189-200.

Así, los docentes, en su trabajo con las poblaciones campesinas, deben desarrollar la capacidad de descifrar los modos de aprendizaje y producción cultural para determinar y comprender las oportunidades y limitaciones que conduzcan al “pensamiento crítico, al discurso analítico y las nuevas formas de apropiación cultural” (Giroux, 1995 citado por Núñez, 2004).

Nuñez, J. (2004). Los saberes campesinos: Implicaciones para una educación rural. Investigación y Postgrado, 13-60.

Sugerencias de Juan Mauricio a sus colegas.

ULS (2010b). Proyecto Educativo Universitario Lasallista PEUL.

Hay que reconocer que el trabajar con la población rural es una experiencia enriquecedora porque transforma la transformación personal y académica. Esto es cierto para los profesores citadinos que nos atrevimos a ver la realidad de nuestro campo. Vivir el día a día con nuestros jóvenes rurales no solo nos hace recordar de dónde venimos, sino

ULS (2010a). Caso Utopía. Colombia, octubre.

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Procesos sociales campesinos en la defensa de la tierra y el territorio. Un camino hacia las soluciones duraderas en escenarios de transición Sandra Lucía Poveda G. Universidad de Deusto.

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RESUMEN Esta ponencia está enmarcada en la reflexión del papel de las comunidades campesinas en el escenario actual de transición en el que se encuentra Colombia. Aunque en algunas regiones del país persiste el conflicto armado, el Estado ha avanzado en el establecimiento de medidas en el contexto de la justicia transicional que buscan garantizar los derechos de verdad, justicia y reparación de las víctimas del conflicto, medidas que tradicionalmente son adoptadas para sociedades en posconflicto. Además, las soluciones no sólo provienen del Estado, sino las mismas comunidades locales también han desarrollado estrategias de afrontamiento, resistencia y búsqueda de soluciones al desplazamiento. Esta ponencia quiere poner en evidencia las capacidades de las comunidades que han experimentado el conflicto en el esfuerzo de la búsqueda de soluciones y en las posibilidades que tienen de transformar los conflictos. En este sentido esta reflexionar sobre el papel de las comunidades campesinas en la búsqueda de soluciones duraderas al despojo en el marco institucional de la Ley de víctimas y restitución de tierras 1448 de 2011.

2. En segundo lugar, reflexionar sobre las acciones que se están constituyendo en un escenario de transición en el marco de las medidas actuales gubernamentales de restitución de tierras y las posibilidades de generar soluciones duraderas a la situación del despojo de tierra. 3. En tercer lugar quisiera reflexionar en torno a las experiencias locales en defensa de la tierra y el territorio, procesos organizativos y actores sociales con importantes capacidades para sobrevivir, persistir y resistir, como experiencias territoriales desde las bases, esenciales para la construcción de paz y soluciones de largo plazo. 1. Campesinado, tierra y territorio La aproximación a la noción del campesinado en esta ponencia, se realiza desde dos perspectivas. En primer lugar, desde una categoría social que permite identificar y analizar los diferentes elementos que se entretejen a nivel microsocial, estrechamente ligados con las nociones de tierra y territorio y en segundo lugar, desde una concepción del campesinado que se configura como un sujeto histórico por las diversas luchas emprendidas en la defensa de la vida, la tierra y su territorio que ayudan a caracterizarlo como un actor político a pesar de ser las principales víctimas del conflicto amado.

Presentación

Para el campesinado la tierra y el territorio tiene una importancia vital y estrecho vínculo. Entendiendo que la tierra es fuente de recursos naturales indispensable para su sustento y autoconsumo; el territorio es además escenario de intercambios productivos, sociales y culturales, dónde continu mente se entretejen las relaciones comunitarias, sociales e institucionales regidas por principios de solidaridad y reciprocidad. Además, se considera el territorio como un espacio privilegiado para la configuración de iniciativas locales por la confluencia de intereses e identidades regionales que logran transformarse en acciones sociales, en búsqueda de mejores condiciones de vida, iniciativas que han sido indispensables para la reivindicación de la vida digna en el campo.

Transformar la educación rural de tal manera que sea posible formar en el campo a los agentes del Esta ponencia se enmarca en la reflexión sobre la búsqueda de soluciones duraderas al despojo de tierras de las comunidades campesinas en el actual escenario de transición en que se encuentra el país. Pues vemos, que actualmente existen numerosas acciones e iniciativas tanto del Estado como de la sociedad civil hacia la búsqueda de soluciones al prolongado conflicto armado. Si bien es cierto que en algunas regiones del país persiste el conflicto, no se puede desconocer la importancia de las últimas medidas legislativas como es la Ley de víctimas y restitución de tierras; medidas que son realizadas en el contexto de la justicia transicional que buscan garantizar los derechos de verdad, justicia y reparación de las víctimas del conflicto, tradicionalmente adoptadas en un posconflicto.

Sin embargo, dada la dominación de los grupos de poder que históricamente han explotado a las clases sociales campesinas, hay una demanda concreta de exigibilidad de protección y garantía de sus derechos sobre la tierra. Pero son estos mismos factores de exclusión, los que han dado vida a procesos sociales campesinos que reivindican el acceso a la tierra en condiciones dignas. Aunque, no solo se restringe a ello, pues hemos visto en los últimos años, que estas demandas tienen que ver también con la integralidad de sus derechos, como la defensa de la vida en territorios de alto conflicto y en si todos sus derechos económicos sociales y culturales que se vulneran dado el abandono estatal y la aplicación de medidas económicas como la aprobación de los TLC, profundizando aún más la crisis del sector.

Sin embargo en esta ponencia, quiero resaltar que estas acciones e iniciativas no sólo provienen del Estado, sino también de las mismas comunidades locales que en sus territorios han desarrollado estrategias de afrontamiento, resistencia y búsqueda de soluciones al despojo que cobran una especial relevancia dado el sentido de construcción colectiva y territorial de la paz.

En Colombia, las comunidades campesinas han sido excluidas por factores como la concentración de la tierra, el modelo neoliberal, el abandono estatal y el conflicto armado. Además fenómenos como el desplazamiento forzado y el despojo de tierras han influido en las condiciones actuales de la vida en el campo. Como lo plantea Bejarano (1998), la tierra más que un factor productivo se ha considerado como un elemento de poder político y dominación social. Desde la época de la colonia, las prácticas latifundistas hasta la actualidad, terratenientes, grupos económicos, grupos paramilitares, narcotraficantes han conseguido hacerse a grandes concentraciones de tierra de forma violenta.

En este sentido, quiero desarrollar 3 ejes temáticos para exponer dicha reflexión: 1. El primero tiene que ver con la vida de las comunidades campesinas, la importancia de la tierra y su territorio y esbozar algunas de las transformaciones que han vivido por la pérdida material sociocultural que conlleva la perdida de sus tierras.

Hoy en día, ya nadie pone en duda que uno de los factores del conflicto este íntimamente relacionado

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con el conflicto por la tierra (Bejarano, 1998). En particular el desplazamiento forzado y el despojo de tierras, son fenómenos estrechamente ligados que se explican no sólo como consecuencia directa de la violencia, sino que son entendidos como el resultado de una estrategia sistemática, ejercida históricamente por distintos actores para apropiarse o despojar las tierras, siendo la disputa por la tierra una de las principales causas del conflicto armado (Bello, 2004, Reyes & Bejarano, 1998, Ibáñez & Querubín, 2004). Al ser despojados de su tierra como medio de vida principal, la población campesina que tradicionalmente se habían dedicado a la explotación de la tierra y de donde generaban sus ingresos y productos para autoconsumo y sostenimiento familiar, se han empobrecido y degradado sus vidas. Como lo señala el informe de la Comisión de seguimiento a la política pública (2009), lo índices de pobreza de la población rural que fue desplazada se incrementaron del 51% al 97% y de indigencia del 31% al 80% (2009), cifras que demuestran la dificultad para que esta población recupere su proyecto de vida sin contar con la tierra que era su elemento fundamental para su supervivencia. El despojo de tierras, además no sólo tiene que ver con la pérdida del bien material, también ha supuesto el deterioro del tejido social de las comunidades campesinas, fragmentando sus lazos sociales y debilitando sus organizaciones sociales y sus proyectos colectivos de supervivencia y las posibilidades de participación y organización social para la reivindicación de su derechos18.

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2. Escenarios en transición, restitución de tierras y soluciones duraderas Ante tal panorama, es evidente la necesidad de protección y la necesidad de hallar soluciones dignas y duraderas19 a la situación de vulneración de derechos, en esta dirección se reconoce la importancia que tiene hoy la promulgación de la Ley de víctimas y restitución de tierras, 1448 de 2011, dónde se crea mecanismos jurídicos y administrativos para reparar a las víctimas del conflicto armado, haciendo mención especial al reconocimiento de las víctimas como sujetos especiales de protección y a la restitución de tierras como fundamentales para la reparación integral, temas que anteriormente no habían tenido un claro reconocimiento y que tienen trascendencia especial para la población campesina siendo la tierra el elemento vital para su supervivencia (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2013). Si bien, las actuales medidas de esta Ley (1448/2011) son un avance importante, en la realidad parecieran ser insuficientes para resolver el problema del despojo de tierras, pues la misma ley ha generado tensiones y contradicciones para los campesinos que intentan emprender procesos de restitución o han decidido permanecer en sus territorios. Pese al optimismo de lo que significa exista esta ley en materia de restitución de tierras para la Como resultado de esta dinámica violenta, se estima que en el país hay 5.700.000 personas desplazadas forzadamente desde 1985 a 2013 (GMH: 35, 2013), equivalente al 15% de la población de país. Cerca del 83% de los hogares que fueron desplazados tenían predios que fueron obligados a abandonar por razón del conflicto (Comisión, 2009). Además se estima que hay cerca de 6.640 millones de hectáreas despojadas o forzadas a abandonar entre 1980 y 2010 (PNUD, 2011), sin contar con las pérdidas de otros tipos40 materiales, económicos y socioculturales que ha implicado el destierro. 19 Una solución duradera es entendida, como una medida que conduzca a que las personas desplazadas logren el goce efectivo de derechos. Esto, como producto de un proceso gradual y complejo en que a través de la atención del gobierno y sus respuestas institucionales, las necesidades de la población desplazada vayan disminuyendo y la población pueda disfrutar plenamente de la restitución integral de sus derechos (Brookings- Bern, 2007). Según el marco de soluciones duraderas, pueden existir tres tipos de estrategias que contribuirían con ello: el regreso al lugar de origen, la integración local o el asentamiento en otra parte del país. Estas a su vez deben basarse en dos condiciones fundamentales la protección y la seguridad a largo plazo, la restitución de las propiedades pérdidas o indemnización y un entorno con condiciones económicas y sociales normales (Brookings- Bern: 6).

población desplazada, diversas organizaciones (Forjando Futuros, 2014; Indepaz, 2012) han señalado las dificultades para la aplicación en las condiciones actuales del país. A. Bajos índices de los bienes restituidos: Tan sólo el 1.7% de las solicitudes de restitución de tierras que se han presentado al 2014 han sido restituidas, además el 85% de la población que ha sido despojada no ha presentado solicitudes de restitución (Forjando Futuros, 2014). B. La poca articulación entre las políticas estatales: En algunos casos han conducido al despojo y expropiación cuando priman los intereses económicos de las grandes empresas privadas sobre los pequeños agricultores (GMH, 2011). C. Pocas condiciones de seguridad: reclamantes han sido objeto de amenazas, intimidaciones y homicidios. Casi 700 reclamantes de tierras amenazados en el 2012 y 72 líderes asesinados entre el 2007 y el 2012 (Defensoría del Pueblo, 2012). D. Poca articulación en el territorio: el reconocimiento en los entes territoriales es casi nulo, dificultando aún más el conocimiento y participación de las comunidades en lo local. E. Además de la persistencia del conflicto en algunas regiones, la debilidad institucional y las condiciones de injusticia y exclusión social imposibilitan la consolidación de estas medidas Estas dificultades demuestran que existe una gran brecha entre la norma y la realidad local, por lo que se considera que estas medidas gubernamentales deberían también abordar condiciones estructurales, en la perspectiva de una medida transformadora, que logre trascender la asistencia y genere acciones de largo plazo, que transforme estructuralmente las condiciones de vulnerabilidad de la población, garantizando condiciones de seguridad e incida sobre los factores estructurales de exclusión social, económica y política como la concentración de la tierra, el modelo neoliberal, la inoperancia estatal, el conflicto armado, la pobreza, entre otros. La restitución de tierras es un componente esencial para la reparación de las comunidades campesinas víctimas del conflicto, sin embargo, estas por sí sola no constituyen una solución de largo plazo, por lo que su implementación debe estar en perspectiva integral de derechos, dónde se promueva también el ejercicio de la ciudadanía rural, respondiendo las reivindicaciones de la población, sus contextos y situaciones particulares en el territorio. 3.

Procesos sociales campesinos

El nuevo escenario que se ha abierto en materia de restitución de tierras, en un primer momento se ha constituido en una esperanza para las comunidades rurales victimas del despojo porque significado un gran posibilidad de retornar o quedarse en su territorio con mayores garantías de protección. Pero en un segundo momento se encuentra la comunidad con las limitaciones de las misma Ley, de sus contextos dada la presencia de los actores armados o el desconocimiento o debilidad institucional frente estos derechos.

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Es claro que esta ley se ha sido formulada de arriba hacia abajo, es decir desde el gobierno central hacia las poblaciones víctimas; y aunque la misma considera la participación de las víctimas como esencial, en la práctica las comunidades campesinas no son consultadas y muy pocas veces se les ha dado un espacio significativo para que intervengan y participen en todo el proceso de construcción e implementación de esta política pública.

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Es indispensable, entonces que estas medidas gubernamentales logren trabajar más desde lo local, contribuyendo a restablecer el tejido social, basándose en la participación y la organización de las comunidades como elemento indispensable; que estas medidas cuenten con respaldo y reconocimiento de las mismas comunidades, pues estas soluciones deben responder a las necesidades e intereses y formas de concebir el bienestar y sus proyectos de vida, evitando igualmente acciones con daño hacia esta población. En Colombia existen diversas iniciativas comunitarias, que han demostrado aunque ha sido víctima del conflicto, estas no son solo receptiva de programas gubernamentales, pues aquellas comunidades que han logrado desarrollar su potencial interno, a partir del empoderamiento, han llegado a convertirse en actores sociales importantes con capacidad para reconstruir el tejido social y transformar escenarios de conflictos desde lo local. Las organizaciones sociales campesinas en algunas regiones, han emprendido reivindicaciones que han ayudado a frenar las amenazas a sus vidas y sus organizaciones, además han ayudado a contener la implantación de proyectos económicos capitalistas en sus territorios. Estos procesos sociales han demostrado la gran capacidad para desarrollar iniciativas para lograr el control de sus territorios, reivindicar sus derechos a la tierra y territorio, resinificándolos para intentar de nuevo desarrollar sus proyectos de vida.

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Usualmente estos procesos sociales se ubican en regiones caracterizadas por la confluencia de diversos intereses; territorios con gran riqueza natural, con grandes yacimientos de minerales, oro y petróleo, siendo por lo general zonas estratégicas para diferentes actores armados o no armados dada la ubicación geográfica para el control del territorio en términos de ventajas militares o el control de la coca, rutas de narcotráfico o extracción de recursos naturales. Además regiones con amplias zonas de colonización por las diferentes tipos de bonanza, atrayendo campesinos que terminan estableciendo relaciones informales con la tierra. A pesar de ser zonas dónde se ha experimentado el conflicto, y sus organizaciones y líderes han sido blanco; el nivel organizativo de estas comunidades es relativamente alto. Existen ciertas características que permite pensar que en Colombia funciona este tipo de estrategias basadas en las comunidades, en el empoderamiento de la gente, pues es el sentido que cobra ser parte de ese territorio, con una identidad cultural propia y el arraigo a la tierra son aspectos que ayudan generar acciones colectivas de reivindicación. La experiencia de estos procesos han significado una alternativa ante la vulneración de derechos en medio del conflicto. Las comunidades lejos de ser las victimas pasivas como en algunas situaciones son consideradas, son actores que inciden en la transformación de su realidad, pues a pesar de la dureza del conflicto poseen mecanismos de afrontamiento ante la adversidad. Aunque aún falta mucho camino por recorrer para la plena protección de sus derechos, este definitivamente es también es una fortaleza en aras de construir respuestas al conflicto basados en la perspectiva comunitaria. Señalo entonces ciertos aspectos considerados como esenciales que contribuyen a soluciones duraderas basadas en las experiencias comunitarias: El autoreconocimiento como sujeto de derechos, la participación protagónica de su proceso y el fortalecimiento del tejido social.

- El auto-reconocimiento como sujeto de derechos Un paso importante hacia el empoderamiento de las comunidades en los procesos de reivindicación de sus derechos a la tierra y el territorio, ha sido el de generar una nueva conciencia social individual y colectiva, dónde las comunidades se reconocen como sujetos sociales con derechos ante la vulneración han emprendido procesos para exigir el cumplimiento del estado de su responsabilidad en la reparación por el daño causado. El ser conscientes de sus derechos, ha supuesto también un interés en la cultura política, en que las comunidades amplían su participación ciudadana a través de los espacios de participación municipal, reconociendo otros espacios de interlocución con el Estado e instituciones competentes. – La Participación protagonica de su proceso Un proceso de reparación y restitución desarrollado con la participacion de la gente como aspecto fundamental, supone la construcción conjunta de aquellas medidas insitucionales al despojo, pero con los recursos de la gente en el que se pondría en practica esas decisiones colectivas. La participacion tendria que ser concebida a lo largo de todo el proceso de reparación y no sòlo de manera consultiva, debería también jugar un papel de empoderamiento frente a sus derechos, ser agente activo en la toma decisiones de las medidas gubernamentales y las posibilid des de exigibilidad en la protección, reparación y garantías de no repetición. - Fortalecimiento del tejido social En el contexto del conflicto armado las comunidades se vieron sometidas a la desconfianza, el señalamiento, al aniquiliamiento, la perdida de liderazgos, la modificación de valores comunitrios que debilitó su tejido social. Por lo que estas nuevas iniciativas comunitarias, han estimaulado la reconstrucción de las redes sociales deterioradas, promoviendo la organización comunitaria y la generación de nuevas redes sociales con organizaciones de otras regiones. Estas han aportado confianza, solidaridad, apoyo mutuo permitiendo el reestablecimiento de vinculos, y alianzas para que los procesos organizativos puedan seguir movilizandoce y darle fuerza a sus luchas reivindicativas. Muchas de estos procesos cuentan con el acompañamiento insitucional de ong´s que resulta ser una estragegia clave a la hora de fortalecer estos procesos, facilitando experticia, recursos y canales de divulgacion y protección de estos procesos. CONCLUSIONES La restitución de tierras es una medida esencial en el proceso de restablecimiento para el goce efectivo de derechos de las víctimas del conflicto. Esta medida se percibe como un avance importante para ayudar a revertir el despojo y contribuir con la recuperación del proyecto vital de las comunidades vulneradas. Sin embargo, es imprescindible su implementación en perspectiva integral de derechos, pues pareciera que la medida de restitución por sí sola no podría garantizar soluciones sostenibles, sino que requiere de diferentes estrategias y la articulación de distintos componentes que transformen estructuralmente las condiciones de vulnerabilidad incluyendo la promoción de la

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ciudadanía rural, pues también debe conducir al empoderamiento y participación de las comunidades afectadas en todo el proceso. En el país existen diversos procesos sociales encaminados a la búsqueda de soluciones y la transformación del conflicto, por lo que resulta imprescindible que las medidas gubernamentales se basen también en enfoques desde las bases, apoyando y fortaleciendo estos procesos territoriales.

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Red de educación superior rural para la paz y el Posconflicto Milton Molano Camargo Camila Herrera Umaña El propósito de esta ponencia es presentar los resultados de un ejercicio de asesoría técnica realizado por la Universidad de La Salle al Ministerio de Educación Nacional en torno a la posibilidad de extender la experiencia del Proyecto Utopía a través de la configuración de una Red de Educación Superior Rural para la Paz y el Posconflicto (RURPAZ) que consolide y expanda un Modelo de Educación Superior Rural alternativo y complementario a las propuestas que se han desarrollado en el país. Para esto la ponencia tiene tres partes: En la primera se muestran los antecedentes del trabajo realizado. En la segunda se explican los principales puntos resultados de la consultoría entre los cuales están la explicitación de los componentes del Modelo de Educación Superior Rural. En la tercera se indican los pasos que se deben dar en el futuro inmediato. ANTECEDENTES En Enero de 2014, el día 10, el Presidente de la República Juan Manuel Santos visitó el Campus Utopía de la Universidad de La Salle en El Yopal, Casanare. Allí con buena parte del ejecutivo tuvieron la oportunidad de conocer a los estudiantes, profesores y las instalaciones del Proyecto y, además, fue allí expedido el Conpes de la Orinoquia que traza las líneas maestras de desarrollo e inversión para los Llanos Orientales de Colombia. En su diálogo y acercamiento a la realidad de Utopía, el Presidente tuvo la oportunidad de vislumbrar el inmenso impacto que tiene en las zonas rurales por la educación de calidad que se provee para jóvenes que han crecido en la Colombia profunda. De esta manera, el Presidente Santos públicamente expresó su deseo de que el Modelo se pudiera replicar en otros lugares del país y nos pidió que lideráramos la reflexión al respecto. Una semana después, la Ex Ministra de Educación María Fernanda Campo nos contactó para que, con el apoyo del Ministerio, hiciéramos un trabajo de sistematización de los componentes del Proyecto Utopía y presentáramos una ruta en el caso de que se decidiera avanzar en la replicación. En este ejercicio se ha entendido la sistematización como un ejercicio en el que los distintos actores participantes dotan de significado el proceso formativo vivido en el Proyecto Utopía de la Universidad de La Salle en El Yopal (Casanare) desde su creación hasta el presente, a través de una serie de pasos que reconstruyen la experiencia y le permiten a sus protagonistas identificar los elementos que constituyen su fundamento y deben mantenerse como horizontes fundantes, los aspectos más significativos que pueden servir para implementar otras experiencias similares y a la vez reconocer los aspectos que pueden mejorarse.

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Para la sistematización se tuvieron cinco categorías analíticas de inicio que corresponden a los núcleos que han venido configurando el proyecto: • • • • •

Programa académico ancla (En el caso de Utopía Ingeniería Agronómica) Programa de formación para el liderazgo social, político y productivo Laboratorio de Paz Programa de empresarización del campo Centro de investigaciones agrícolas y ganaderas

Estos cinco componentes se consideraron desde tres grandes etapas que también son momentos analíticos para el abordaje de la experiencia: A. Formulación. La génesis de la idea, las formulaciones, los sueños iniciales, la planeación, las ideas fundantes. B. Implementación. Desde el inicio de la primera cohorte y todo lo relativo a la consolidación del proyecto en todas sus dimensiones. C. Prospectiva. Las lecciones aprendidas, la visión de futuro, los retos. Estas categorías estuvieron atravesadas por dos grandes acciones metodológicas: la recolección documental y la recuperación de experiencias, de modo tal que se configuró una matriz de sistematización que marcó el camino a recorrer.

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AVANCES DEL PROYECTO El proyecto está en su fase final. Se han entregado trece documentos en tres entregas parciales, fuera del Informe final y el documento de publicación de la consultoría, que debe definirse en conjunto con el Ministerio. El proceso ha llevado a la Universidad de La Salle a sistematizar la experiencia del proyecto Utopía y con base en ella plantear la creación de una Red de Educación Superior Rural que tiene por nombre provisional RURPAZ (Red Universitaria Rural para la Paz y el desarrollo rural integral) Algunos aspectos relevantes de la consultoría son: 1. Utopía significa la creación de un modelo alternativo y complementario para la Educación Superior Rural del país. 2. La posibilidad de consolidación y crecimiento de la propuesta de este Modelo está atada a su configuración en una red que tenga carácter nacional. La red plantea una forma de organización que permita la circulación de recursos, personas, fuerzas que crean sinergias que potencializan la propuesta. 3. El modelo de Educación Superior Rural contempla cinco componentes centrales; tres componentes transversales que cruzan y articulan todos los elementos, ambos son el “ADN” del proyecto y sin los cuales éste no sería lo que es, y cinco componentes de apoyo que soportan toda la operación del Proyecto. 4. Los componentes centrales son: Un programa profesional ancla de alta calidad con un proceso de admisión especial que hace que la Universidad sea quien busque a los estudiantes en los

municipios afectados por el conflicto armado colombiano y la pobreza. Con un auxilio educativo completo para colegiatura y residencia universitaria. Con una propuesta pedagógica centrada en el aprender haciendo y el enseñar demostrando. El segundo es convertirse en un laboratorio de paz, gracias a la posibilidad de convocar jóvenes de todas las regiones que aprenden a convivir en la diferencia, resolver sus problemas de manera pacífica y mirar el futuro con esperanza gracias a procesos de reconciliación y perdón. También es un laboratorio que promueve los derechos de la mujer campesina tradicionalmente relegada por una cultura machista y patriarcal. El tercero es un programa de liderazgo social y productivo que busca la formación de un líder constituido sobre valores internalizados que apuestan por la posibilidad de la transformación del país y que está acompañado de una sólida formación política. El cuarto componente del Modelo es el de empresarización del campo. Es el que concentra la mayor expectativa. Se trata del elemento diferenciador respecto a los pocos proyectos similares que existen en América Latina. Desde el punto de vista de las estrategias de regionalización y flexibilidad en la educación superior este modelo enfatiza la dimensión de emprendimiento y es de las pocas que estimula el regreso del estudiante a su terruño y no propicia su salida, pues ofrece la posibilidad de construir un proyecto de vida vinculado a las condiciones del desarrollo territorial. El quinto componente es el que se refiere a la investigación como mediación para nuevo conocimiento para el desarrollo rural. 5.

Los componentes transversales son:

Gestión de la familia. Referido a todos los procesos de articulación de los diferentes actores que trabajan en el proyecto bajo un horizonte común, Implica la formación de esos actores en el horizonte del proyecto y la necesidad de un equipo de trabajo que viva permanentemente en el campus y asegure la vivencia de los valores. Gestión del estudiante. Se refiere a todos los procesos de acompañamiento que se requieren desde la convocatoria hasta el retorno para que los jóvenes que van al proyecto puedan desarrollar proyectos exitosos. Gestión del profesor. Se trata de las características de los docentes, los procesos y necesidades formativas que se desprenden de este Modelo, por eso, no se trata solamente de la visión de un docente para un programa profesional, sino de la necesidad de contar con maestros capaces para sacar adelante este proyecto y de la formación continua que se requiere. 6. Los componentes de apoyo son: La gestión de fondos la gestión administrativa, la gestión de infraestructura, la gestión de sistemas y la gestión financiera. De estos se destaca la gestión de fondos orientada a conseguir los recursos y generar las articulaciones necesarias para la sostenibilidad del proyecto.

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7. El enfoque pedagógico ha venido consolidándose como una propuesta particular del proyecto que de manera especial tiene la práctica productiva como elemento tranversalizado que permite que los estudiantes comprendan el propósito de la metodología y asuman que más allá de aprender a manejar las herramientas de trabajo en el campo, ellos tienen dominio sobre su propio proyecto productivo y por lo tanto, la responsabilidad de llevarlo a buen término. Con esto se logra dar sentido de apropiación, compromiso y conocimiento del propio proyecto productivo por parte de cada estudiante como fuente de aprendizaje, el incremento en la motivación para el trabajo de campo, el interés por profundizar en los conocimientos teóricos relacionados con su práctica y la capacidad de proponer actividades novedosas en las cuales trabajan de forma autónoma, incluso en horas adicionales a lo establecido formalmente en los horarios. Todo esto impulsado por una pregunta generadora que los estudiantes abordan y desarrollan a lo largo del periodo académico. 8. Los estudios de la asesoría permiten hacer la siguiente propuesta para los otros nodos de la red considerando una amplia gama de variables que pasan por indicadores de desarrollo humano, agendas de competitividad e indicadores multivariados de pobreza en el país.

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PRÓXIMOS PASOS La implementación de la Red requiere al menos de las siguientes etapas: • Definiciones previas respecto a los énfasis, los lugares, el lote, la financiación. • El diseño y ejecución de los componentes de infraestructura, tecnológicos y compras. Y la construcción de la propuesta académica del programa ancla y los otros componentes centrales. • La formación de los profesores y personal administrativo responsable del proyecto. • La selección de los estudiantes y el acompañamiento hasta el inicio de clase. • El inicio de la operación del nodo. Hay una serie de buenas prácticas que pueden ser transferidas a otras experiencias de educación superior regional en el país, tales como:

9. El cronograma sugiere que para empezar a funcionar un nuevo nodo con una primera cohorte de 100 estudiantes se requerirían 24 meses contando los tiempos de planeación. Y los siguientes nodos luego de dos años, que podrían hacerse en forma paralela o escalonada. 10.

La inversión para implementar la red sería:

• • • • •

La metodología de aprender haciendo y enseñar demostrando Los procesos de retorno a las zonas de origen a través de los proyectos productivos. La formación en liderazgo social y productivo para el posconflicto Las estrategias de acompañamiento estudiantil. Los procesos de internalización de valores a través de la construcción de una identidad compartida.

La Red puede asumir diferentes figuras jurídicas que van desde un ente centralizado con personería jurídica propia, pasando por la posibilidad de una Asociación Público-Privada, hasta mirar la posibilidad de la Universidad de La Salle como un operador único de la Red. Para el Proyecto Utopía, los próximos pasos tienen que ver con:

11.

Los costos de operación por Nodo de la Red, anual, serían:

• Consolidar el Modelo Educativo • Articularse con el gobierno para fortalecer el financiamiento de la educación de los jóvenes y los proyectos productivos • Incrementar la participación de la empresa privada en el proyecto • Aumentar la capacidad instalada para atender a 400 jóvenes, ingresando 100 al año.

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El impacto de enseñar en el campo: historia de un profesor citadino Ana María Alves de Avelar Licenciada en Ciencias Sociales

José Zarzuela Serrat.

por el voto directo (no hay listas cerradas), para gobernar y legislar el país. Hay que destacar que los alcaldes, gobernadores y presidente de la república son votados directamente por los ciudadanos, independientemente de los votos dirigidos a los representantes legislativos. Después del período de dictadura vivido entre los años 1964 y 1985, el Brasil viene pasando por un proceso de reconstrucción democrática, que tiene en su carta magna -la Constitución federal de 1988- la principal plataforma para la construcción de variadas formas de perfeccionamiento democrático, y cuenta con la participación de la sociedad civil, en procesos de control social y elaboración de políticas públicas.

Licenciado en Estudios Eclesiásticos

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RESUMEN La Constitución brasileña de 1988 ha propiciado la construcción de una nueva democracia basada en la participación de la sociedad civil en la construcción de políticas públicas: por un lado, a través de conferencias nacionales; y por otro lado –donde nos centraremos en su análisis- a través de la formación de consejos de diversa índole, destacando los consejos municipales de desarrollo rural sostenible. La evolución de esta experiencia ha derivado, a partir de 2008, en la constitución de los colegiados de lo que se llaman Territorios de la Ciudadanía (agrupación de municipios que se identifican entre sí y comparten realidades socio-económicas y culturales comunes) donde la sociedad civil organizada es la principal protagonista, invitando a todo ciudadano, que voluntaria y libremente quiera participar de la construcción de políticas públicas, a envolverse en la creación y participación de grupos de trabajo, comités diversos o cámaras de variadas temáticas. Los colegiados, cuya plenaria es de composición paritaria, son una rica experiencia de variadas situaciones, como: control social de los recursos públicos; se diseñan, elaboran y ejecutan proyectos de desarrollo rural sostenible y solidario, y de erradicación de la miseria; se pueden deliberar también en algunas cuestiones en las cuales los gobiernos deben acatar; etc. En fin, los Colegiados de Desarrollo Territorial son espacios abiertos a la participación ciudadana, propositiva y comprometida. Introducción Brasil es una república federal formada por veintiséis estados, un distrito federal y 5.565 municipios. Tiene un área de 8.514.876,599 kilómetros cuadrados, con una población de aproximadamente 195 millones de habitantes. Es una de las naciones más multiculturales y étnicamente diversas del planeta. Además del portugués como lengua oficial aún se hablan más de un centenar de lenguas indígenas. Brasil posee un modelo de gobierno democrático en que los representantes de los poderes ejecutivos y del poder legislativo son elegidos por el voto directo -y obligatorio- de los ciudadanos brasileños mayores de 18 años. Hablamos de la democracia representativa, donde el pueblo elige sus representantes,

El ejemplo presentado aquí, ha sido liderado por el Ministerio de Desarrollo Agrario (MDA) a través de la Secretaria de Desarrollo Territorial (SDT) que, desde el año de 2003, al inicio del gobierno Lula, ha venido implementando el Programa Nacional de Desarrollo Territorial (PRONAT). Este programa consiste en trabajar espacios geográficos llamados Territorios, que son mayores al tamaño municipal y menores que un Estado de la Federación, en razón de que la escala municipal es muy restringida para la planificación y organización de esfuerzos de cara a la promoción del desarrollo, y la escala estaduali es demasiado grande para los conciertos entre gobierno y sociedad civil. Para la SDT el ‘territorio rural de identidad’ consiste en “un espacio físico, geográficamente definido, generalmente continuo, comprendiendo la ciudad y el campo, caracterizado por criterios multidimensionales – tales como el ambiente, la economía, la sociedad, la cultura, la política y las instituciones – y una población con grupos sociales relativamente distintos, que se relacionan interna y externamente por medio de procesos específicos, donde se puede distinguir uno o más elementos que indican identidad y cohesión social, cultural y territorial” (Brasil, MDA/SDT, 2005) ii. A partir de 2008 el gobierno brasileño crea el Programa Territorios de la Ciudadanía (PTC). El ‘Territorio de la Ciudadanía’ tiene como objetivos promover el desarrollo económico y universalizar programas básicos de ciudadanía, para la superación de la pobreza y generación de trabajo y renta en el medio rural, por medio de una estrategia de desarrollo territorial sostenible. La participación social y la integración de acciones entre Gobierno Federal, estados y municipios, son fundamentales para la construcción de esa estrategia. Estos programas (PRONAT y PTC) apuntan el fortalecimiento de iniciativas sociales actuantes en el espacio rural territorial, para interaccionar con las institucionalidades públicas territoriales – gobierno municipal, representaciones del gobierno estadual y del gobierno federal, con objetivo de construir e implementar estrategias de desarrollo sostenible local, teniendo como orientación los procesos globales y locales que envuelven las dimensiones: económica, ambiental, sociocultural y políticoinstitucional. La institucionalidad creada para hacer los conciertos entre actores sociales y públicos, que consiste en el espacio de diálogo social, se denomina Colegiado de Desarrollo Territorial (CODETER), donde la sociedad civil organizada es la principal protagonista, donde todo ciudadano y ciudadana, que voluntaria y libremente quiera participar de la construcción de políticas públicas, puede envolverse en la creación y participación de grupos de trabajo, comités diversos o cámaras de variadas temáticas.

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Los colegiados, cuya plenaria es de composición paritaria, o sea, 50% compuesta por representaciones de la sociedad civil y 50% por representaciones de gobiernos municipales, estadual y federal, son una rica experiencia de variadas acciones, como: control social de los recursos públicos; se diseñan, elaboran y ejecutan planes y proyectos de desarrollo rural sostenible y solidario, y de erradicación de la miseria; se pueden deliberar también en algunas cuestiones en las cuales los gobiernos deben acatar; actúa como órgano consultivo que legitima acciones gubernamentales; etc. En fin, los Colegiados de Desarrollo Territorial son espacios abiertos a la participación ciudadana, propositiva y comprometida. El Desarrollo Territorial como Instrumento de Promoción de la Paz en los Territorios Rurales de Rondônia, protagonizado por los Colegiados

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Este trabajo se centra en la experiencia concreta de los autores, en el Estado amazónico de Rondônia, como un ejemplo de lo que ocurre de forma similar en otros estados del Brasil, principalmente en los de más expresión rural. La estrategia de desarrollo territorial y consecuente fortalecimiento de la democracia participativa, en los Territorios Rurales de Identidad y de la Ciudadanía, en Rondônia, en el reciente período 2008-2011, ha pasado por el apoyo del Gobierno Federal al proceso de construcción de la cultura democrática, expresada en las actitudes de los actores territoriales que valoran la participación y construcción colectiva en las esferas de los colegiados territoriales. En el proceso de gestión social de los Territorios Rurales de Identidad, en esta región amazónica, con un alto índice de conflictos agrarios, han estado en curso cuatro líneas de acciones estratégicas, que las analizamos en este trabajo: gestión y control social; articulación e implementación de políticas públicas; fortalecimiento de redes sociales de cooperación; y dinamización económica. 1. Gestión y Control Social de los Territorios Rurales Los Colegiados de Desarrollo Territorial (CODETER) necesitan interaccionar con otras instancias colegiadas, por diversos motivos que van, desde las orientaciones que fundamentan su existencia, hasta la construcción de su importancia en el contexto local de las unidades municipales que componen cada Territorio Rural. Es en este sentido que fueron definidas algunas actividades dirigidas al fortalecimiento de los colegiados de desarrollo territorial en el ámbito de sus articulaciones con otras institucionalidades colegiadas a nivel municipal, estadual y federal: 1.1. Cualificación de los Colegiados de Desarrollo Territorial Realizada a través del fortalecimiento de la organización social endógena de cada colegiado territorial, a partir de la implementación de los núcleos directivo y técnico, de cámaras temáticas, comités de mujeres y de juventud y de la plenaria territorial, además de la aprobación del regimiento interno del colegiado. Las acciones de cualificación son pautadas en la valorización de los conocimientos locales, en un proceso educativo y dinámico de redefinición de papeles institucionales y de los diversos actores sociales, que dan organicidad a cada uno de los colegiados territoriales existentes en Rondônia, ampliando el capital social y el empoderamiento de ciudadanos y ciudadanas que actúan como agentes de desarrollo territorial. 1.2. Articulaciones de los Colegiados Territoriales con Consejos diversos Se promueven articulaciones de los CODETER con los Consejos Municipales de Desarrollo Rural (CMDR), con el Consejo Estadual de Desarrollo Rural Sostenible (CEDRS-RO) y con el Consejo Nacional de Desarrollo Rural Sostenible y Solidario (CONDRAF). Todos esos fórums son institucionalidades paritarias o sea, compuestas 50% por sociedad civil (como mínimo) y 50% por gobierno (como máximo).

1.3. Formación y cualificación de Agentes de Desarrollo Territorial. La formación pasa por la esfera conceptual y operacional de la participación sociopolítica, en temas de control social y de planificación territorial; promoviéndose la cualificación de mujeres, la formación sobre redes de gobernanza, desarrollo rural sostenible, articulación de políticas públicas, dinámica territorial y gestión de conflictos, la capacitación sobre elaboración de proyectos productivos, plan de negocios y gestión de bases de servicios de comercialización, economía solidaria y agroecología. 1.4. Planes Territoriales de Desarrollo Rural Sostenible. La elaboración de los Planes Territoriales de Desarrollo Rural Sostenible (PTDRS) de los Territorios Rurales de Rondônia se inició en agosto de 2010, cuando fueron ejecutadas las diversas actividades de levantamientos, reuniones y talleres. Los diagnósticos territoriales han sido construidos de forma participativa a través de reuniones y encuentros, rueda de conversaciones, disponibilización de datos institucionales y primarios. Los principales sujetos de las informaciones han sido agentes de los sindicatos de trabajadores y trabajadoras rurales, así como los responsables de las áreas municipales de agricultura, educación, salud, medio ambiente y otras. También han sido consultados los productores rurales, agricultores/as familiares, líderes de asociaciones y cooperativas, seringueiros, pescadores, mujeres recolectoras de la selva, indígenas, técnicos que trabajan con extensión y asistencia técnica, integrantes de instituciones de enseñanza del campo, de la enseñanza primaria, secundaria, técnica y universitaria, gestores públicos municipales, estaduales y federales, agentes de desarrollo territorial, etc., con quien los consultores han podido diagnosticar diferentes procesos sobre la diversa dinámica social que ocurre en los Territorios Rurales de Rondônia trabajados. Fueron realizados 18 talleres distribuidos en cuatro Territorios Rurales, para ajuste del diagnóstico territorial, identificación y construcción de la visión de futuro y aporte de subsidios para identificación de los objetivos estratégicos y la definición de los proyectos estratégicos territoriales en el ámbito de las dimensiones políticoinstitucional, socioeconómica, ambiental, sociocultural y educacional. En los 18 talleres han participado 811 personas, cuyo principal resultado ha sido la identificación de 195 proyectos territoriales estratégicos, siendo: 20 proyectos de dinamización económica: producción, transformación, beneficiamiento, comercialización, almacenamiento, infraestructura; 23 de salud y saneamiento; 21 de medio ambiente; 18 de regularización de tierras; 22 de erradicación de la miseria: educación, salud, hábitat, producción y comercialización; 18 de seguridad pública; 14 de organización social e institucional; 21 de educación; 9 de diversidad etnocultural; 7 de política cultural; 8 de deporte y ocio; 14 de promoción de la igualdad de género y generación. Estas actividades han sido vitalizadoras de los procesos endógenos de fortalecimiento de la participación social en los colegiados territoriales, así como de cualificación y formación de personas, empoderando las personas para asumir las responsabilidades de ejecución de acciones inmediatas y de medio plazo, necesarias para el proceso de desarrollo territorial en Rondônia.

2. Articulación e Implementación de Políticas Públicas 2.1 Programa Territorios de la Ciudadanía. La construcción de estrategias de control social y la integración de políticas públicas han contribuido para que la visión sectorial de los gestores públicos evolucione para un abordaje con enfoque territorial, de modo a promover el diálogo y la cooperación entre ayuntamientos, saliendo del ámbito gubernamental e yendo para el ejercicio del diálogo con la sociedad civil, incluso fortaleciendo algunos consejos municipales de desarrollo rural que se encontraban frágiles respecto a la participación de la sociedad civil en lo tocante al control social de las políticas públicas. Otro hecho importante ha sido el proceso de presentación, acompañamiento y análisis de la matriz de acciones ofrecida por el gobierno federal específicamente en cada territorio de la ciudadanía. Este proceso, realizado por los CODETER en los anos de 2008, 2009 y 2010, que ha proporcionado la intervención y ajuste por parte de los actores sociales beneficiarios de las acciones, es una demonstración de gestión y

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articulación de políticas públicas. También los alcaldes municipales han percibido que el abordaje territorial sube en la escala de tratamiento de las políticas públicas en el medio rural (ejemplo: salud preventiva, enseñanza de calidad, red de saneamiento básico). Poco a poco se va construyendo una cultura de gobernanza municipal, que pasa a entender la planificación con recorte territorial como un instrumento de trampolín que ayuda a levantar a los municipios pequeños. Eso se viabiliza a partir de la organización de todos (gobierno y sociedad civil organizada), respetando la diversidad de las identidades territoriales. No se puede dejar de considerar el esfuerzo que los dirigentes y técnicos de diversos órganos públicos federales y estaduales vienen desempeñando en el Territorio, para tener acciones conjugadas, buscando construir una conducta afinada en el sentido de fortalecer los principios del programa Territorios de la Ciudadanía, y que se amplia para la implementación de una política de desarrollo agrario. Esta afirmación va siendo construida a partir de espacios democráticos como el CEDRS, CMDR y CODETER. Los funcionarios públicos, por su lado, han descubierto que la participación de la sociedad civil ayuda a garantizar propuestas innovadoras, y el control social es saludable en el proceso de articulación e implementación de políticas públicas, entendiendo que el Estado tiene que garantizar mecanismos de distribución de riquezas, por tanto, tiene que haber un equilibrio entre la democracia representativa (gobiernos) y la democracia participativa (sociedad civil y gobierno juntos), construyendo un proceso que tiene protagonismo social, articulación, integración y consolidación de políticas públicas, en cuanto políticas de gobierno y no políticas sectoriales, en un proceso de construcción colectiva. 2.2. Políticas de Género, Generación y Etnia en los Territorios Rurales de Rondônia. A) Género: capacitación e inclusión productiva de mujeres trabajadoras rurales en el proceso de articulación y control social de políticas públicas, y acceso a documento de identidad, a título de la tierra y a la política de crédito. B) Etnia: inclusión étnica de poblaciones indígenas y otras comunidades tradicionales de la floresta amazónica (seringueiros y pescadores). C) Generación: apoyo a la juventud para participar de la construcción de los planes territoriales -PTDRS; así como de las Conferencias Territoriales, Estadual y Nacional de Juventud, promovidas por el gobierno federal del Brasil, con objetivo de definir estrategias de una política nacional para la juventud. 2.3. Gestión Integrada de la Acción de Infraestructura y Servicios en los Territorios Rurales. En Rondônia, la gestión de la acción presupuestaria “Apoyo a Proyectos de Infraestructura y Servicios” (PROINF) es hecha de forma articulada a través del partenariato de los CODETER con las Ayuntamientos, Gobierno del Estado, Cooperativas y Asociaciones de Agricultores Familiares. Consiste en financiamiento de proyectos para apoyar la producción, agro-industrialización y comercialización, de las asociaciones y cooperativas de agricultores familiares.

3. Fortalecimiento de Redes Sociales de Cooperación Dos acciones estratégicas se han desarrollado: la del apoyo a la implantación y estructuración de la red de Colegiados Territoriales en Rondônia, a partir del protagonismo de las representaciones políticas del Estado de Rondônia, y la implantación y estructuración de la Red Nacional de Colegiados Territoriales. El compromiso de esas dos redes es el de promover la interacción inter-colegiados territoriales, como forma de generar y facilitar el acceso a informaciones en los procesos de gestión social de los territorios, y como apoyo a las acciones de control social y evaluación de resultados e impactos de la Política de Desarrollo de Territorios Rurales. Las acciones dirigidas para el fortalecimiento de las Redes Nacional y Estadual de Colegiados Territoriales en Rondônia se ha dado a partir de la participación de los representantes de las dos redes en diversos eventos territoriales,

siempre con el intuito de reforzar en los colegiados las resoluciones del CONDRAF y la consolidación de la Red Estadual (regional), teniendo siempre en vista la conjugación de las acciones territoriales con la implementación de políticas públicas en los Territorios, incluyendo la articulación con el Gobierno del Estado de Rondônia. 3.1. Fortalecimiento de la Red Nacional de Colegiados Territoriales en Rondônia Viene siendo hecho a través de la divulgación, análisis y debate sobre la Política Nacional de Desarrollo del Brasil Rural, y por la articulación con el gobierno del Estado (de Rondônia). 3.2. Red Estadual de Colegiados Territoriales de Rondônia Fue en 2008 que en Rondônia hubo la primera movilización interterritorial para trabajar la idea de movilización en pro de la creación de una red de colegiados territoriales. La idea cobró fuerza en 2010, impulsada por la creación de la Red Nacional de Colegiados Territoriales, cuando se creó en Rondônia una comisión interterritorial para construir el proceso de creación de la Red Estadual de Colegiados Territoriales, y reforzada por la participación de representantes de Rondônia en la Red Nacional de Colegiados Territoriales. Estos hechos sociales promovieron un movimiento de cooperación y articulación entre representantes de la sociedad civil y de los poderes públicos municipales, estadual y federal que se extendió en el año 2011, en este caso a partir de los talleres de construcción de los PTDRS, en que ya se percibe nítidamente una disposición, no son sólo de actores o actrices, sino de sujetos de la acción territorial dispuestos a mejorar y cualificar la convivencia, ampliando el diálogo entre la diversidad etnocultural y la desigualdad político-institucional, donde se busca la conciliación de conflictos entre socialmente desiguales, en pro del establecimiento de pactos de intereses comunes, de cara a la mejoría de la calidad de vida de la población territorial, en el combate a la pobreza rural. La Red Estadual de Colegiados Territoriales de Rondônia fue cualificada en febrero de 2011, con la aprobación de su regimiento interno y la elección de los representantes territoriales y de la coordinación ejecutiva. Es un movimiento de formación –como de una tela de araña- de gestión horizontalizada, que se viene reforzando por el proceso de construcción de los PTDRS, por el protagonismo de los sujetos territoriales y por la actuación de los representantes políticos de Rondônia en la red nacional, que promovieron debates territoriales y la divulgación sobre la nueva Política de Desarrollo del Brasil Rural.

4.

Dinamización Económica

De fundamental importancia es el desarrollo de estrategias de desarrollo territorial con viabilidad económica. En este sentido, el gobierno del Brasil a través del MDA y otros ministerios, en conjunto con las iniciativas territoriales locales, de producción y mercado, han promovido en los territorios rurales de identidad el apoyo educacional, conceptual, tecnológico y de infraestructura física, para la implantación de centrales de comercialización y de bases de servicios de comercialización de productos de la agricultura familiar, y apoyando proyectos de fortalecimiento de agro-industrias. Este esfuerzo colectivo está contribuyendo para la inclusión productiva de hombres y mujeres del campo y de la floresta, al acceso a mercados institucionales (con el gobierno federal) como el Programa de Adquisición de Alimentos (PAA) y el Programa Nacional de Alimentación Escolar (PNAE) y otros mercados locales, territoriales, nacionales e internacionales. También se está promoviendo la organización de redes de economía solidaria y la cualificación del acceso al mercado justo (Comercio Justo).

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Consideraciones Finales El conjunto de acciones realizadas en los territorios rurales de Rondônia, con el apoyo inicial del MDA, protagonizadas por los Colegiados territoriales en los últimos años, ha contribuido de forma determinante para sentar las bases de un desarrollo sostenible y solidario de nuestra región amazónica, muy castigada por la desforestación y los conflictos de tierras. Son diversas las manifestaciones de empoderamiento social y actitudes de autoestima y de pertenecimiento expresados en la gestión de políticas públicas y tomadas de decisión a nivel, municipal, territorial y estadual. La paz social en Rondônia va conquistándose y esto se refleja también en la expresiva adhesión del actual gobierno del estado de Rondônia –recientemente adherido a la política nacional de desarrollo territorial- hacia el protagonismo de las institucionalidades paritarias colegiadas y de la sociedad civil construidas en los Territorios Rurales de Identidad.

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Como conclusión podemos decir que el desarrollo territorial está implantando formas de diálogo en el campo y en la floresta, que están resonando hacia las ciudades, resultando en la valorización de lo rural brasileño como espacio de construcción de desarrollo con equidad e inclusión social, viabilidad económica y sostenibilidad ambiental. Los Colegiados de Desarrollo Territorial son espacios de concertación y promotores de conciliación de conflictos de diversos orígenes: agrario, ambiental, etc., para promover el diálogo y el esfuerzo de resolución entre los sujetos envueltos. Ese espacio de ejercicio de democracia participativa es un instrumento de embate de diferentes intereses, sin embargo es también un instrumento de construcción de paz en el medio rural brasileño, para promover el diálogo, y para las personas sentirse iguales entre si, como seres humanos que son, independientemente de ser trabajadores rurales, indígenas, alcaldes, gobernador, jefes de ministerios del gobierno federal o mujeres productoras de açaí (vino extraído de una palmera de la Amazonia).

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Eje temático

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FOTOGRAFÍA: ÁNDRES PRIETO MEDINA

Eje temático

Mujeres y Paz La pieza clave en procesos pacíficos

Ponentes Central Irina Bokova

A pesar de los cambios generados en bastantes países a favor de los derechos y la participación de las mujeres, es evidente que siguen siendo las más afectadas por los conflictos armados y las guerras.

Fatuma Ahmed

Directora General de la UNESCO (Francia.)

Experta en estudios de paz. Prof. US University (Nairobi, Kenia)

Sin embargo, el papel de la mujer en los procesos de reconciliación y de construcción de paz es fundamental, pues tienen la capacidad, las habilidades y la sensibilidad para liderar, mediar, dialogar y generar alianzas en favor de la edificación de paz. Secretaria Diana Espinosa

Oficial Nacional de Programas de ONU Mujeres en Colombia.

Expertos Marina Gallego

Carmen Magallón

Dir. Seminario de Investigación para la Paz (Zaragoza, España)

Experto Tono Albareda

Miembro de ONGD Coperació.

Coord. Nacional de la Ruta Pacífica de las Mujeres.

Javier Omar Ruiz

Colectivo Hombres y Masculiniades.

Petra de Llanos

Hispanista Univ. de Radio y Comuniación de Pekin (R.P.China)

Esperanza Hernández

Experta en construcción de paz desde la base.

Carlos Martín

Médico. Experto en Cooperación Internacional.

Ponencia

Irina Bokova 402

403 Graduada por el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú, la Universidad de Maryland (Washington) y la John F. Kennedy School of Government, Universidad de Harvard. Encargada de cuestiones relativas a los DDHH. Fue nombrada Responsable de asuntos políticos y jurídicos de la Misión Permanente de Bulgaria ante la ONU en Nueva York e integró la Delegación búlgara en las Conferencias de la misma Organización sobre la igualdad de la mujer en Copenhague, Nairobi y Beijing. Elegida diputada del Partido Socialista búlgaro y participó en la elaboración de la nueva Constitución de su país, que contribuyó a la adhesión de Bulgaria a la Unión Europea. Impulsó el primer seminario de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa sobre el Convenio europeo de los DDHH. Ministra de Relaciones Exteriores y coordinadora de las relaciones de Bulgaria con la Unión Europea, así como Embajadora de Bulgaria en Francia, Mónaco y ante la UNESCO. Ha abogado siempre por la integración europea. Miembro activo de diversas redes de expertos internacionales y en la sociedad civil, y en particular presidenta y miembro fundador del European Policy Forum. Ha propiciado la promoción de los valores de diálogo, diversidad, dignidad humana y derechos humanos.

Fotografía: UNESCO/Michel Ravassard.

No hay mejor manera que invertir en la paz que apostar en la buena voluntad humana. En este sentido, deseo llamar especialmente la atención sobre la importancia del eje temático “Mujeres y paz”, como proclama el principio noveno de la Carta de la Paz dirigida a la ONU: “es evidente que no se podrá construir la paz global mientras en el seno de la sociedad e incluso dentro de las familias exista menosprecio para más de la mitad de sus integrantes: mujeres, niños, ancianos y grupos marginados”. Las mujeres representan todavía un enorme potencial subexplotado para producir cambios en las sociedades, como una mejora de la salud materna e infantil y la mejora de la gestión del agua y del medio ambiente. Al impedirles que disfruten de los mismos derechos estamos utilizando entonces sólo una parte de nuestra capacidad creativa.

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El empoderamiento de las niñas y de las mujeres es una prioridad de la UNESCO y por esto hemos lanzado iniciativas como la Alianza Mundial para la Educación para Niñas y Mujeres y el Fondo Malala para la Educación de las Niñas. Este es un mensaje fuerte, un mensaje de paz. Que debe llevarse a todo el mundo con plena consciencia de la singularidad de cada sociedad. Con este espíritu saludo a todos los participantes de este II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI y les deseo muchos éxitos.

Saadia Sánchez Vegas

Directora de la Oficina de UNESCO en Quito y Representante para Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela.

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Ponencia

Fatuma Ahmed

Experta en estudios de paz. Decana Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales Universidad Internacional de los EEUU, África (USIU), Nairobi e Investigadora Externa del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Social y Paz (IUDESP), Universitat Jaume I, España. Licenciada en Relaciones Internacionales. Construcción de Paz en África: El papel de la mujer y de las organizaciones de mujeres, conflicto, víctimas, medios de comunicación, educación entre otros. Amplia experiencia y publicaciones diversas.

EXPERIENCIAS DE MUJERES EN KENIA COMO CONSTRUCTORAS DE PAZ Buenos días a todos y a todas, en primer lugar me gustaría agradecer esta invitación a la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU y a la Universidad de La Salle, organizadores de este Congreso durante dos años.

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Para mí ha sido un placer conocer las experiencias de paz que tienen las mujeres colombianas, por lo que ahora siento que no somos únicas. Antes pensaba que el trabajo que hacemos las mujeres de Kenia era exclusivo de las mujeres de Kenia, lo cual esto significa una gran satisfacción. Presentaré en esta conferencia una manera práctica algunas de las experiencias de paz de las mujeres de Kenia; no desde un enfoque teórico, sino desde su experiencia. En primer lugar los invito a conocer un poco Kenia. Es un país ubicado en el oriente de África, situado en la zona conocida como el cuerno de África o entre los Grandes Lagos. Kenia fue colonia inglesa, es un país muy joven y aún tenemos muchos problemas de crecimiento. Apenas tenemos cincuenta años y aún estamos aprendiendo muchas cosas ya que hemos pasado por varias épocas tanto coloniales como poscoloniales. Tenemos más de cuarenta etnias, lo que significa una alta diversidad, pero también un punto de choque. Para el 2013 la población de Kenia era aproximadamente 44 millones, constituido en un 51% por mujeres y 49% de hombres. Kenia es conocido por los safaris y recursos como el té y el café. Ahora hemos descubierto dos recursos importantes en este mundo, como son el petróleo y el gas, pero también otro: las mujeres.

Transcripción de la ponencia.

Video Ponencia Experto

Video Graphic Recording

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Las mujeres en Kenia Para empezar a hablar del trabajo de las mujeres de Kenia por la Paz hay que entender de donde vienen. Las mujeres de Kenia comenzamos a participar en el trabajo por la paz cuando en 2007 tuvimos unas elecciones violentas. Entonces las mujeres tocamos fondo y sufrimos mucho. En comparación con otros países como Somalia, Etiopia o Sudan, nosotros nunca hemos tenido violencia directa, siempre hemos tenido violencia estructural en la sociedad, pero a partir del 2007 la violencia marcó un momento oscuro en la historia de Kenia, en la política, en el gobierno y, especialmente, en la vida de las mujeres. El conflicto de 2007 estalló alimentado por otros conflictos como el conflicto electoral, en 1992 iniciamos las elecciones multipartidistas - lo que hace que cada 5 años se presente violencia electoral-; los conflictos relacionados con las tribus y las identidades de clanes, constituyéndose como conflictos históricos, sin embargo estos eran conflictos locales que no abarcaban la totalidad del país; y también se presentan conflictos regionales, algunos territorios que quieren segregarse al no sentirse identificados con Kenia, como un legado tardío del colonialismo inglés.

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Además, otro tipo de conflictos que se presentan también tiene que ver con la tenencia de la tierra, tema que del que se habla bastante en Colombia, frente a lo cual me siento identificada. Kenia, por haber sido colonia inglesa, se constituyó como un territorio vacacional para los ingleses en el que se generó un proceso de comercialización de tierras comunales, el cual difícilmente puede reversarse ya que ahora las tierras pertenecen al gobierno y solo quienes tienen dinero, tienen la posibilidad de adquirirlas. También tenemos conflictos políticos, económicos (el Al-Shabaab, grupo de ideología islamista, da apoyo de las regiones que se quieren separar); conflictos domésticos, comunes en todo el mundo,;y recientemente conflictos ambientales, producto de que los seres humanos cada vez están invadiendo más el territorio de los animales, tema importante en Kenia por las ganancias que se generan fruto de los safaris. En cuanto a la experiencia de las mujeres en Kenia, primero debe abordarse el tipo de violencia que se ha sufrido. En todo el mundo las mujeres sufren violencia física, directa, estructural, económica, cultural, social, violencia sexual y violencia de género; pero en Kenia el tipo de violencia que están sufriendo las mujeres es de tipo económico-estructural. Muchas mujeres no pueden salir porque no son económicamente independientes. Saben que viven en un círculo de violencia del que no hay salida. Son prisioneras de los patrones de violencia de su sociedad. El rol de las mujeres Aparte de estos tipos de violencia, las mujeres han tenido diferentes roles y han podido participar de diferentes maneras. Un primer rol es el de víctimas. Esta imagen muestra a una mujer de unos 80 años a quien le queman su casa y pierde todo lo que ha construido en toda su vida, solo se queda con su zapato. Ahora debe empezar de cero sin recursos y este es un proceso que implica una lucha.

Otro rol que han desempeñado las mujeres es el de perpetradoras o combatientes. En Kenia entre las etnias nómadas existen mujeres combatientes. Muchos de los hombres han migrado a las ciudades para buscar trabajo como guardas de seguridad; las mujeres tienen que cuidar los niños y los animales, estas comunidades son pastores, tiene camellos y vacas en la frontera. Estas mujeres son de la tribu Turkana que son muy famosos porque siempre salen en las noticias porque continuamente hay conflicto entre ellos y los Pokots. Mismo fenómeno que sucede entre la tribu Turkana que está en Sudan del Sur y otros que se llaman Karimojong en Uganda. A veces ellas participan como combatientes directas, tomando las armas, o indirectas por cultura; en muchas situaciones las mujeres tienen que dar el visto bueno para que los hombres puedan participar. Un ejemplo es la tribu de los Pokots antes de que los guerreros se vayan a la guerra las mujeres tienen que ponerse un cinturón llamado letchu que se hace de cuero de animal y se pone en el vientre. Es muy significativo porque significa que la madre tiene en el vientre al hijo y es una bendición y protección. Si las mujeres no usan el letchu los hombres no van a la guerra. Esa es una manera de encajar en el conflicto de una manera indirecta. Otra forma es la expresión a través de canciones guerreristas que animan a la guerra, que generan optimismo en las que los llaman como héroes. Para mí lo más interesante es el rol de las mujeres como constructoras de paz. Este es un rol que sea asumido recientemente en Kenia, en comparación con mujeres de otros países como Ruanda y Liberia. Este es un rol que surge a partir de la violencia de 2007 dada la magnitud de ese conflicto. La forma en que las mujeres han trabajado por la paz ha sido a través de estrategias locales, así como transgredir del ámbito privado al público, ya que entre estos dos ámbitos existe una barrera cultural fuerte. Un ejemplo son las manifestaciones. Antes en Kenia las mujeres no podían salir a manifestarse, ya que se debía pedir permiso al hombre y eso generaba una sanción social fuerte. Si tu estas en la calle y la comunidad dice: “¿qué está haciendo María?”.Y la familia de María dice: “María no se está portando bien”. Se generan muchos conflictos en la sociedad. Pero ahora las mujeres están saliendo no solo por salir sino también para enviar un mensaje, elevar su voz y sus inquietudes y sus razones para transformar la sociedad y hacer un cambio social. Quiero mostrar esta imagen de una manifestación en que se denuncia que la violencia sexual no sea vista como tal. Denuncian el caso de un hombre que violó a unas niñas y cuando lo llevaron a la corte el castigo que le fue impuesto fue el de cortar hierbas. Las mujeres denuncian que ese no es un castigo para el delito que cometió, y la sociedad considera su acto como un crimen y no es aceptable. Las mujeres trabajan por la paz porque es una opción, una dedicación, un esfuerzo y un compromiso personal por el que hay que luchar. En Kenia, así como en muchos países, las mujeres han sido testigo del gran sufrimiento humano y han conocido muchas cosas negativas. Ellas saben que tienen que hacer algo para cambiar eso. Otra razón es como producto del impacto de la violencia que han sufrido. Normalmente muchas mujeres cuando se casan, reciben una dote que se paga para ellas y deben ir a vivir con la familia del marido. Lo que pasó en 2007 fue que muchas mujeres fueron devueltas a sus casas. Algunas salieron de sus casas a cuando tenían 16 o 18 años, y cuando las obligaron a regresar

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tenían 60 años. Han vivido más tiempo con el marido que con sus familias y a lo mejor las familias ya no están, ya que hablamos familias pertenecientes a comunidades nómadas. Esto implica que estas mujeres no solo fueron desplazadas físicamente sino también culturalmente, en su identidad. En muchas culturas en Kenia la identidad de la mujer está basada en la identidad del hombre, entonces ¿a dónde pertenecen esas mujeres? Eso ha significado un impacto muy fuerte para las mujeres y no solo para ellas, sino en algunas ocasiones también para sus hijos. Algunas mujeres han sido devueltas solas, pero otras con sus hijos. ¿Y a dónde van a llevar siete hijos si además pierden su fuente de supervivencia, ya que tradicionalmente es el hombre el que lleva el pan a la casa? En Kenia esto ha sido muy difícil y además es muy complicado de negociar porque cuando se hace esto rompen otros lazos en la comunidad. Cuando las mujeres se devuelven a la casa no está claro cuál es el parentesco de una comunidad a la otra – en Kenia hay tres tipos de parentesco: de sangre, de matrimonio y de convivencia- y en ocasiones se crean relaciones de enemistad; y, entonces, es muy difícil de negociar porque ya no es un problema entre el hombre y la mujer, sino entre dos comunidades.

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Además, el discurso del protector y la protegida ha fallado, ya que muchas mujeres pensaban que las iban a proteger, pero cuando ocurrió esta violencia desafortunadamente muchos hombres que no habían asesinado habían escapado y no estaban. Utilizaron las mujeres como parte del conflicto, había que hacer daño donde duele más. Las mujeres representan algo importante y simbólico, atacan el rol de la mujer como productora y reproductora de esa sociedad, que produce en el futuro la imagen de pureza. El conflicto rompe esta idea del protector y la protectora. Las mujeres como agente de paz Las mujeres han visto que el conflicto no cambia si ellas no participan, y piensan que como no han hecho nada, a lo mejor es por eso que han sufrido. El participar en el conflicto se toma como prevención. Si hubieran conocido lo que sucedía a lo mejor no hubieran sufrido. Y por eso ahora están participando para prevenir experiencias como estas en el futuro. Cuando se busca la paz en muchas ocasiones los medios no las hacen parte de la solución; nunca le consultan la opinión de las mujeres, nunca les preguntan qué piensan o que aporte tienen. Pues muchas mujeres ahora están diciendo nosotras también queremos participar porque tenemos la solución, es por la experiencia de lo que han visto y de lo que saben, pueden aportar algo distinto porque también tiene una visión y perspectiva de lo que no debería pasar. En Kenia existen distintas formas de cómo las mujeres trabajan por la paz. Algunas lo hacen individualmente, trabajan por su cuenta bien sea globalmente, nacionalmente, o a nivel de su comunidad. Otra forma es el trabajo colectivo, pueden ser grupos de mujeres de un territorio, de una etnia, de una zona o mujeres que tienen el mismo interés. Ahora las mujeres en Kenia están utilizando más estrategias locales que son muy creativas e innovadoras, y aplicables solo en este contexto. Un ejemplo. Tenemos una forma típica de maldiciones. Las mujeres tienen poder de maldecir, tiene muchas formas de hacerlo, no solo con palabras, sino también con gestos. Si una mujer te enseña una

parte de su cuerpo que sea el pecho o el trasero, eso es una maldición para los hombres -¡aquí creo que esto no es precisamente una maldición!- pero en mi cultura todos los hombres se irían fuera. Por ejemplo, en Kenia, delante de una acción de FEMEN en Europa, todo el mundo estaría paralizado. Es una maldición muy fuerte y no reversible. La mujer es el símbolo que te ha traído en el mundo, es un concepto muy difícil de entender. De hecho, en 1920 las mujeres kenianas querían protesta delante de los ingleses por el encarcelamiento de uno de los fundadores del país y más de cien mujeres fueron a la cárcel y levantaron sus faldas y mostraron su trasero delante de los ingleses. Y todos los ingleses reían porque no entendían nada. Cuando ellas regresaron se preguntaban ¿qué ha pasado? Para ellas hacer una maldición así es muy difícil, tiene que existir una razón válida porque no es una cosa aceptable, es una maldición que no se puede curar o regresar, y cuando los chamanes escuchan una maldición como esa, no quieren saber nada Cuando hablo de diferentes organizaciones de las mujeres cuando han utilizado esta estrategia, que también es una estrategia diplomática para participar, porque no tienen que decir “estamos aquí”, no tienen que luchar mucho por el espacio, el solo hecho de hacer esto y como se entiende, les brinda el espacio. Las mujeres ahora en Kenia están entendiendo que es muy importante participar en la política informal. En Kenia tenemos dos tipos de política: política formal y política informal. Política formal es el gobierno, los partidos... como tenemos en todo el mundo. Política informal es dentro de los clanes. Hay estos hombres sabios que tienen este puesto porque su abuelo era el chamán de la comunidad. Hay un espacio exclusivamente para un grupo de personas mayoritariamente hombres y lo que ellos dicen es así., no se puede cambiar. La política informal en Kenia influye mucho en la política formal. Por ejemplo, muchas personas cuando quieren presentarse a las elecciones tienen que pedir permiso a estos hombres de su etnia. Sin el permiso de ellos o bendición de estos hombres no vas a ganar las elecciones. Para las mujeres, acceder a estos hombres es casi imposible, porque tienes que tener una representación, no puedes participar. Solo pueden participar mujeres en la edad de la menopausia, que no pueden tener hijos, y que han llegado a esta madurez. Muchas mujeres saben que no pueden llegar a ser de facto en la política formal sin empezar por la política informal y además lo que las afecta diariamente es la política informal. Además la política informal también influye las políticas formales, como la política social, la política económica, etc. Ahora en Kenia las mujeres aprendiendo nuevas habilidades como negociación, aunque no la de estar en una mesa de negociar. Como es muy difícil que su voz sea reconocida como parte de la sociedad, ahora las mujeres están aprendiendo a negociar como entrar en el espacio público y desde ahí ir escalando. También aprenden habilidades de liderazgo, de conocer las diferentes ideologías políticas, religiosas, culturales, saber cómo se pueden manejar y entrar en este espacio. Por ejemplo en la cultura es muy fuerte la religión, tienes que entender cómo interpretar estos discursos y como puedes entrar en el, porque es la misma discusión que no admite la participación de las mujeres. También hemos aprendido mucho de otros países, al compararnos no nos consideramos superiores, aprendemos.

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Algunos ejemplos de mujeres de Kenia Quiero compartir la experiencia de tres mujeres por la particularidad del trabajo que realizan. La primera se llama Tegla Loroupe, es una atleta, maratonista, fue la primera mujer africana que ganó el maratón de Nueva York y ha ganado muchas maratones. Su lema es “NO a las ARMAS, SÍ a los LÁPICES”. Ella pertenece a la tribu de los Pokots en la que hay mucha violencia porque es una cultura de guerreros. Ella ha aprendido el valor de la paz desde que era muy chiquita; nació en una familia polígama tenía muchos hermanos, casi 24, y al final no tenía casi ninguno de ellos, porque ellos morían en este tipo de conflictos. Lo que me gusta de ella, es que trabaja por la paz desde su talento que es el deporte. Ha utilizado mucho el deporte como herramienta para llegar a la gente y también para ganar respeto y ser reconocida por el trabajo que hace. Entiende la paz como una maratón, hay que correr para la paz o por la paz.

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Ella tiene cuatro iniciativas, la primera es la paz a través del deporte, es lo que ella sabe hacer, es su talento y ella puede entender la paz desde el deporte. Ella organiza una maratón todos los años para los guerreros de diferente tribu y con lo que ganan los apoya para que puedan ser futuros maratonistas. Con esto ellos entienden que tienen una alternativa en el mundo, más que ser guerreros. Ha sido muy interesante porque en principio la gente no la valoraba porque creían que correr era un ocio y solo servía para perder tiempo, pero ahora están viendo su valor porque muchas de las maratones que están viendo han sido producto de Tegla y de esta generación. La segunda iniciativa es intercambios culturales y visitas. Han construido a unos y otros desde imágenes de enemistad. Lo que ella hace es una invitación a los turkanos a comer, bailar, pasar el día. Nuestra cultura es muy hospitalaria, como tú me has invitado aquí y me has ofrecido todo lo que tienes, yo quiero invitarte y darte dos veces. Y esto ha sido así, se ha establecido el intercambio, y entre más se realiza el intercambio que antes pensaban que eran como extraterrestres, cada vez más se ven como seres humanos y quedan atrás las ideas de enemistad. Cada vez quieren invitar el uno al otro y cada vez comparten momentos muy bonitos que los acercan más. Otra iniciativa que ha hecho son visitas con las mujeres. Mujeres de una tribu visitan a las mujeres de otra tribu y les ayudan en diferentes trabajos: Construir una casa, recoger agua del rio... así se ayudan las unas a las otras. La otra iniciativa es la paz a través de la educación. Ella tiene una escuela llamada Peace Foundation School, ella sabe que la educación es muy importante y es necesario tener educación para tener una salida en el futuro. La escuela va muy bien porque ella tiene una metodología distinta a la de los currículos nacionales, más enfocada en la cultura de paz y en las habilidades de vida. Otra iniciativa es el ejercicio de desarme humano. Ha sido muy difícil desarmar a los Pokots no lo ha podido hacer ni la ONU, ni el gobierno de Kenia, ni el gobierno de Uganda, porque ellos también viven en Uganda. Concretamente ella se ha acercado a unos guerreros que estaban heridos y no podían ejercer como guerreros y han creado un grupo modelo, y como ellos conocen a otros guerreros, comparten su experiencia de vida a partir de su realidad. Cuentan: “he perdido esta pierna porque me tiraron una bala…”. Es compartir una realidad que parte de uno mismo. De esta forma ha sido

más fácil desarmar a estos jóvenes, que ahora piensan en hacer algo más allá que en ser guerreros. Tecla ha utilizado su talento como deportista para trabajar con su etnia y las etnias que tienen conflicto con esta. La segunda mujer es Wangari Muta Maathai es una famosa activista, ecologista y política; es muy reconocida en Kenia como una ecofeminista. Wangari Maathai utiliza su pasión por el medio ambiente, es reconocida como “la mujer del árbol” y así es representada. Ella utiliza su pasión por el medio ambiente, por la democracia y la paz, y entiende que las mujeres están en el centro de todo este proceso. Ella es científica veterinaria y ha utilizado mucho su formación ya que fue la primera mujer en obtener su doctorado en África suroriental. Esto le permitió ver algunas cosas que normalmente no se entendían, realizar las conexiones necesarias. Aparte de esto fue la primera mujer africana en ganar un premio Nobel de la Paz por su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz, tema en el que la mujer es central. Me siento muy orgullosa de esto, ya que es una mujer de Kenia, la que gana este premio antes de que tuviéramos una experiencia de violencia. Ella ya empezaba a trabajar por la paz antes de que empezáramos a entender que la paz es básica, es fundamental y sin nuestra transformación y energía no podemos transformar esta sociedad. Wangari Maathai recibió el premio Nobel de la Paz en 2004. Si bien existen muchas mujeres que probablemente han hecho más que ella por la paz, Wangari Maathai es como un grano de arena a favor de la paz. La tercera mujer ess Dekha Ibrahim Abdi. Ella es muy especial para mí y me siento muy identificada con ella porque pertenezco a la misma realidad. Es una mujer de origen somalí, de Kenia. Para mí es una fuente de inspiración así como ha inspirado globalmente iniciativas como los “Comités de Paz”, los que inician en Wajir en su pueblo, en donde había un conflicto entre clanes. Es muy complicado penetrar la comunidad somalí por dos obstáculos fundamentales, la religión –islam- y la cultura. Lo que ella ha hecho es formase en el Islam, conocer la hermenéutica del islam, ha leído el Corán, ha sabido cómo interpretar los distintos textos. Cuando ella quería hacer negociación y acercarse los hombres decían “una mujer no puede entrar aquí, tú no puedes venir a hablar sin el permiso de un hombre” y ella respondía desde los preceptos de Corán. Además desde la cultura somalí, la mujer siempre ha tenido un espacio. Ella ha utilizado el mismo obstáculo que se le presentaba para salir adelante. Para Dekha, cuando mucha gente ve la imagen del hiyab pueden generarse dos percepciones, una de admiración, todo el mundo quiere tomarse una foto porque es una persona diferente, pero la otra imagen es la de una pobre víctima, una mujer que no puede discernir, que está tapada, se cree que el islam es opresor. Ella lo que ha hecho es deconstruir esa imagen no solo hacia afuera sino hacia adentro, que las mujeres sepan que no tienen que autovictimizarse, que sepan que tienen su espacio y sus derechos en el islam y en la cultura. Fuera del contexto de Kenia hace mucho coaching, de transformación del conflicto a través del diálogo y de la mediación. Ella ha entendido que hay que utilizar lo que tú tienes, lo que tú sabes, desde el punto de vista de tu realidad. Si es a partir de la religión, tienes que entender muy bien donde es tu espacio en la religión, si es la cultura, donde está tu espacio en la cultura.

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Como en estas tres mujeres distintas han utilizado diferentes maneras, pero todas haciendo la misma cosa que es la paz. Al final tenemos diferentes alternativas de paz, así como trabajos de base, todas ellas comenzaron a trabajar con la comunidad. Ahora compartiré la experiencia de dos grupos de mujeres, con las que he tenido que la oportunidad de trabajar con ellas, de saber qué es lo que hacen y de conocer sus metodologías que son muy interesantes. El primero es la organización Maendeleo Ya Wanawake (MYWO) que significa “Mujeres en Desarrollo”. Por cierto, el idioma nacional de Kenia es el Swahili. De hecho, todos ustedes hablan swahili. “Hakuna matata” es Swahili. Es el idioma más internacional en el mundo, porque todo el mundo ya sabe una palabra por lo menos.

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Maendeleo Ya Wanawake tiene una historia muy interesante, ya que es una organización colectiva de mujeres más vieja incluso que Kenia. Kenia nace en 1963 y este movimiento surgió en 1952, además en plena revolución para la independencia. Nosotros tuvimos un movimiento de independencia muy sangriento entre 1952 a 1958. La idea no surge de las africanas sino de las inglesas, surge porque los africanos ejercían gran violencia durante esta revolución, masacraban a los ingleses, traían la cabeza frente a sus casas para que los ingleses la vieran. Kenia no era una colonia como cualquiera, era seculars colony, era su casa, como Zimbawe, Rodhesia. No era fácil decirles que se fueran, eran personas que habían hecho grandes inversiones. Las plantaciones de café y de té, provienen de Inglaterra, de Sri Lanka. Las mujeres inglesas tuvieron la idea de acercarse a las africanas de mujer a mujer y pedir a sus maridos que no matase a sus maridos y buscar otra forma. En el primer encuentro las mujeres africanas entendieron lo que querían las mujeres inglesas, ellas pensaron “si permitimos esto no vamos a obtener la independencia” y cuando salieron de allí no dieron una respuesta, y lo que hicieron fue crear una organización basada en la idea interesante que planteaban las inglesas, pero de una manera distinta. No era una organización para convencer a sus maridos de no matar a los ingleses, ellas pensaron que era una buena idea para trabajar por las mujeres, sus derechos y su desarrollo, que era lo más importante en Kenia en la búsqueda de su independencia. Maendeleo Ya Wanawake ha trabajado mucho en temas de desarrollo y es en el 2007 cuando empiezan a trabajar temas de paz. Muchas de ellas fueron víctimas de la violencia postelectoral y de hecho hasta ahora muchas viven en campos de desplazados. Una de las experiencias que quiero compartir es de un pueblo llamado ioiolo donde hay cinco tribus - turkanos, somalíes, saburu, meru, inboranas- entre las cuales siempre hay conflicto. En 2012 hubo un conflicto imparable, muy violento y no se podía hacer nada. El gobierno declaró un estado de emergencia y nadie visitaba esta zona. Lo que hicieron estas mujeres fue buscar a las mujeres de estas cinco tribus y hacer dos tipos de diálogo: uno dentro de la misma comunidad, hablar con las mujeres, discutir el problema, buscar soluciones, y llegaron a un acuerdo que consistió en que cada tribu eligió una mujer, las que se encontraron y comprometieron a intercambiar información de cómo ayudar y apoyar las unas a las otras. Ellas, a través de la estrategia que utilizaron, lograron parar este conflicto. Comprendieron que las

mujeres se constituyen como un puente de información importante de alerta temprana. Unas mujeres de una tribu supieron que los hombres de su tribu se iban a atacar a la otra tribu. Lo que hicieron fue informar a las mujeres y salir muy temprano con sus hijos. A las tres de la mañana se llevaron todas sus cosas y se fueron. Cuando ellos llegaron vieron parte del poblado vacio y, pensadondo que había algun infiltrado, no atacaron. Otra estrategia que utilizaron fue intercambiar a sus hijos. Si van a atacar mi pueblo, tú me das tu hijo y mi hijo va a tu pueblo. Cuando llega el padre de estos hijos a atacar y ve a sus hijos ahí que le dicen “hola, ¿ papá que haces aquí?”, el papá se queda paralizado. La segunda organización de mujeres que trabajan desde mecanismos legales para luchar contra la violencia contra las mujeres, se denomina Coalición sobre la violencia contra la Mujeres (COVAW). Ellas llevan casos de violencia sexual, y lo que hacen es ampliar el concepto de violencia en Kenia; hacer que la gente entienda que violencia no es solo eso, que es un concepto más amplio. Grandes retos y oportunidades de futuro Frente a todas estas experiencias interesantes, existen grandes retos. El primer reto que es el más difícil, tiene que ver con la cultura y las creencias culturales. Allí, ha sido muy difícil cambiar las creencias culturales y la mentalidad de la gente. Otro reto es la falta de mecanismos legales que permitan apoyar el trabajo de las mujeres; también es un reto documentar el trabajo de las mujeres, lo sé porque he sido testigo de ese momento, muchas mujeres no saben lo que hacen las mujeres, es también una forma de dar ideas, de hacer que las mujeres reflexionen sobre lo que acontece y pensar sobre nuevas cosas. Otro reto tiene que ver con la falta de acceso a los puestos de liderazgo, por ejemplo en la política formal e informal. Maendeleo Ya Wanawake utiliza muchos fondos de donantes, toda su actividad depende de los fondos, y a veces eso no es bueno porque no es auténtico. Ellas tienen mucho proyectos interesantes que no pueden ejecutar porque todo tiene que ser formalizado, tiene que ser parte de lo que quiere Estados Unidos, de lo que quiere PNUD, y, así, no llegan a explotar todas las ideas que tienen. Otro reto es la falta de sinergia entre las mujeres políticas y las mujeres constructoras de paz. Si tenemos las mujeres políticas de nuestro será más fácil cambiar las políticas. Vivimos en dos mundos aparentemente distintos, hemos estado intentados hacer la sinergia, pero no es fácil. Otro reto es la politización del trabajo de la paz. En Kenia la paz es algo político, no se puede separar. No se puede entender la paz de una manera distinta a la política, pero esto es algo difícil de entender para las mujeres en Kenia. Otro reto es el hecho de que se utilicen las mujeres para mostrarlas frente a un comité de aplausos, y al final te vas a casa y la realidad sigue igual. Es una realidad muy fuerte y es una realidad que toca a las mujeres cada vez más.

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Un reto que ha sido muy difícil es luchar contra los estereotipos de las mujeres y la falta de comunicación, como transmitir la necesidad de cambiar costumbres y mentalidades. Ha sido muy complicado porque pareciera que no hubiera comunicación con la misma realidad. A pesar de todos estos retos también existen oportunidades. Ahora estamos explotando la capacidad de las mujeres para movilizarse. Decimos tenemos que hacer algo y en un minuto, en medio minuto ya está hecho. Las mujeres tienen una gran capacidad de organizarse incluso en la ausencia de un liderazgo. Otra oportunidad es el uso de estrategias locales. Una experiencia es la de la provisión de “kits de dignidad”. Cuando hubo la violencia y muchas mujeres fueron a los campos de desplazamiento, la ayuda humanitaria no incluía nada para las mujeres, incluía comida y otro tipo de cosas, pero muchas mujeres le preguntaban a sus amigas qué quieres que te lleve: comida, ropa, y ellas lo que querían era ropa interior, bragas, toallas sanitarias.. Estas mujeres comenzaron a organizar un kit de ayuda humanitaria, pero se llamó “kit de dignidad”. Incluso ahora ACNUR está utilizando esto en algunos países. Por el ejemplo, en Sudán del Sur. Muchas organizaciones están intentando trabajar con las mujeres en este tipo de iniciativas. Otra oportunidad tiene que ver con la capacidad de las mujeres de compilar información y ser puentes de comunicación.

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Otra oportunidad se basa en los modelos, podemos mirar a nuestras mujeres y ver lo que ellas han hecho Si Tegla ha utilizado su deporte, ¿yo que puedo utilizar? Yo, mis herramientas, mi energía, mi dedicación y mi pasión, porque también tengo un deber. Otra oportunidad es el activismo, y sobre todo en Kenia estamos entendiendo que la independencia económica es la clave para conseguir la realidad de la mujer. Nuestra realidad es esta realidad. Yo soy muy afortunada de tener independencia económica, y vivo otra realidad. No muchas mujeres en mi país tienen la misma fortuna. Muchas gracias por acompañarme en este apasionado viaje. Espero que ahora ya sepais algo más sobre Kenia, pero no sobre safaris y massais, sino del trabajo de las mujeres.

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Trabajos

precongresuales

Eje temático

Mujeres y Paz

Relatoria

Mujeres y Paz . 1

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RESUMEN

patriarcado/visibilidad de la mujer /organización colectiva

La construcción de paz, tanto en Colombia como en el resto del mundo, requiere reconocer las luchas de quienes han contribuido a los avances en la conciencia de la paz como un valor y en su compromiso como una práctica. En los contextos de violencia política y guerra, las mujeres han sufrido tal vez como nadie sus consecuencias y también han sido consideradas como botines de guerra, pero también las mujeres han sido resistentes frente al militarismo y constructoras de paz en sus comunidades. Las mujeres han pasado de ser invisibles, o ser vistas como víctimas pasivas, a considerarse como un importante factor transformador político y social.

Consideraciones previas

El propósito de esta relatoría como idea central del eje es reconocer el efecto invisibilizador que una lectura androcéntrica de la sociedad ha tenido sobre la participación de las mujeres en la construcción de paz, la cual resulta restringida a un acompañamiento silencioso, a pesar y a costa de su papel protagónico al ser víctimas del conflicto, bien sea al ser objeto directo de la violencia y/o sufriendo sus consecuencias que suponen un enorme impacto y sobrecarga afectiva y social para ellas. Para esto se hacen unas consideraciones previas en torno al género, luego se aborda el tema del necesario cambio de valores para la construcción de la paz; la tercera parte plantea el asunto de igualdades y diferencias entre hombres y mujeres; en cuarto lugar se reflexiona sobre la necesidad de pensar la categoría de mujeres en plural, a continuación se desarrolla la pregunta si la paz es una opción política en la identidad de las mujeres y se cierra con siete retos de la paz desde la perspectiva de las mujeres.

Palabras Clave: perspectiva de género/ poder femenino y paz/ transformación cultural del

La perspectiva de las mujeres, y los enfoques feministas que ponen énfasis en las condiciones de subordinación de las mujeres en un orden en que no se reconocen sus derechos y capacidades, no es un tema opcional, al hablar de la violencia, la guerra y la construcción de la paz. Sin embargo, en la mayor parte de las ocasiones las mujeres están ausentes de los procesos de paz, y sus visiones y experiencias son poco consideradas en los procesos de reconstrucción comunitaria o posconflicto. Un enfoque de género pone énfasis en la visión de las mujeres, habitualmente relegada a un segundo plano, pero también debe reconocer las condiciones de marginación en la que se encuentran las mujeres en la sociedad, y cómo los estereotipos de género suponen bases que explican la violencia contra las mujeres en los tiempos de guerra y de “paz”. En los últimos años, los debates sobre la consideración de esta perspectiva se han generalizado, siendo muchas veces considerada como un aspecto “aparte” para tener en cuenta en todo caso a las mujeres como colectivo, pero pocas veces sus aportes se consideran como una perspectiva para la condición de la humanidad. Los debates han estado enmarcados en considerar un lugar o momento diferencial para esta perspectiva o más bien como una cuestión transversal en los distintos debates y lugares de toma de decisiones. El reconocer la participación de las mujeres en la construcción de paz, a partir de sus dinámicas particulares y colectivas, es un punto necesario para lograr avances significativos en la consolidación de lo que llamamos “Paz”. Este reconocimiento es también el de una tarea que implica reflexionar sobre

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un camino por tejer, que juntos/as debemos completar, lo que conlleva una revisión de aquellos elementos hegemónicos que, naturalizados y legitimados, han impedido construir una paz verdadera. En un contexto como el colombiano, una parte de la sociedad desde esta óptica ha ido asumiendo una orientación guerrerista, propia de la sociedad patriarcal, sembrando una actitud de combate y búsqueda de triunfo en detrimento del enemigo, donde se minimizan las consecuencias en el tejido social y la insensibilidad por el sufrimiento se convierte en un mecanismo que perpetúa la exclusión y la guerra; frente a ello resulta necesario el propender a un lenguaje que permita llamar a las cosas por su nombre, que se constituya en un elemento constructor de paz. En los contextos de violencia se tiende a construir memorias defensivas que no permiten ver la pluralidad del sufrimiento y las consecuencias de la guerra como un factor que invisibiliza sus consecuencias y la justifica, que legitima la violencia y desprecia la defensa de los derechos humanos.

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De la misma manera en que las mujeres no son pacíficas por naturaleza, tampoco los hombres son, per se, afines a la guerra y a la violencia. La propuesta es hacer un acercamiento de la paz desde una perspectiva relacional de género que enfatice en las construcciones de paz que pongan en cuestión la marginación, el poder de los hombres derivados del sistema patriarcal, la dependencia y falta de consideración hacia las mujeres, y en la que tanto mujeres y hombres deben ser incluidos. Es por esto que resulta indispensable el abrir un espacio a la discusión en torno al papel de las mujeres en la construcción de paz, papel que debe ser asumido en términos de su participación en la sociedad desde la óptica femenina. Un cambio de valores y estructuras para la construcción de la paz

condiciones de subordinación de las mujeres, y que tiene una actitud negativa ante a diferencia de ideología, etnia u orientación sexual. Y lleva a un llamado a la sociedad para que en sus diferentes ámbitos sociales lleve a cabo procesos auto-reflexivos, que permitan que el re-establecimiento de las relaciones sociales en una base distinta a la violencia. El neoliberalismo en cuanto a la subordinación del ser humano al valor del dinero, se constituye como un elemento de perpetuación del sistema patriarcal, con la invisibilidad y precarización al extremo del trabajo femenino e incluso, la mercantilización que los cuerpos de las mujeres padecen en muchos lugares del mundo. Las salidas al conflicto implican cambios reales en la distribución de la riqueza, el respeto a la integridad de la mujer y la aplicación real de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres; de igual manera supone interpelar a los políticos y a las Instituciones Económicas Internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, para que dejen de fomentar las políticas neoliberales y actúen de una forma clara y concreta sobre las causas estructurales de la pobreza y de la marginación de las minorías. Los valores del neoliberalismo se basan en la competencia, la moral del éxito, el culto al dinero y el consumo, el maximizar beneficios aún a costa del sufrimiento de otros, la defensa de lo homogéneo, que son valores contrarios a la colaboración, la solidaridad, el cuidado de la vida, la libertad, la pluralidad, la reciprocidad, la confianza o la responsabilidad por el conjunto de la sociedad. Pensar la paz desde las mujeres, implica por tanto el cambiar los referentes propios del patriarcado y del neoliberalismo, para fundamentar la discusión desde la ética de la defensa de la vida y del cuidado, de la solidaridad, del reconocimiento del otro y de la mutua colaboración.

Revisar el contexto de la guerra, necesariamente requiere de una mirada a aquellas lógicas de poder que han tenido influencia en que se mantenga: control de recursos y del territorio, imposición de condiciones se subsistencia precarias y expolio de la tierra, forzar la colaboración de la población civil en la guerra, convertir las acciones cotidianas en muestras de colaboración con el enemigo, etc. que afectan de manera directa a las mujeres. El conflicto armado colombiano tiene una fuerte influencia patriarcal y machista, y en él se reproducen formas de abuso y violencia contra las mujeres en las esferas públicas y privadas. Este continuum de las violencias se basa en relaciones injustas e inequitativas, por lo que deben ser analizadas las condiciones que las mantienen como parte de la agenda trasformadora de las mujeres.

Sobre la igualdad y las diferencias entre hombres y mujeres

El conflicto armado colombiano ha mantenido una constante y una visible participación y conducción de los hombres como protagonistas, aunque existan algunas mujeres comandantes. Y ha reproducido y se ha basado en relaciones de poder militarista, donde los valores de jerarquía, posesión de las armas, obediencia y construcción del modelo guerrerista y una lógica del sometimiento y control de las condiciones de vida de la gente, y para ello el control de la vida de las mujeres. La dinámica del conflicto armado ja exacerbado la influencia del sistema patriarcal en la sociedad actual, que ha permeado todas las esferas; en el control del territorio, de las mujeres, de la cultura, del conocimiento, de la economía, entre otros.

La diferente socialización de mujeres y hombres, en prácticamente todas las culturas, supone formas de complementariedad pero sobre todo relaciones de poder, sobre las mujeres lo que implica desafíos a afrontar La socialización aunque reproduce relaciones de poder y subordinación, puede ser una importante clave explicativa de la mayor ligazón de las mujeres a la voluntad de construir la paz mediante vías no-violentas. En todas, las culturas, son socializadas para hacerse cargo del sostenimiento, el cuidado y la reproducción de la fuerza de trabajo y de la vida, cuidar la vida entra en contradicción con atentar contra ella, con eliminarla, estas tareas prefiguran un tipo de pensamiento y de acción que pudiera ser menos proclive a la violencia o bien, más proclive a la dependencia y la sumisión.

La construcción de la paz, desde esta perspectiva de las mujeres, incluye un cambio cultural, una trasformación de este sistema patriarcal que conlleva estructuras de socialización que perpetúan las

Aunque es indudable y hay múltiples ejemplos del protagonismo de las mujeres en la causa de la paz, un punto de partida importante es romper con los presupuestos deterministas que han atribuido este protagonismo a una especial ‘naturaleza’, ligada fundamentalmente a su condición de la maternidad biológica. Esta interpretación ha lastrado la posición social de mujeres y hombres, al atribuirles papeles sociales ligados ‘intrínsecamente’ a su respectiva ‘naturaleza’, atribución coartadora de las capacidades de cada cual. Mucho más fructífero para la transformación social es pensar, glosando a Simone de Beauvoir, que tanto la mujer como el hombre no nacen sino que se hacen.

Mientras, la socialización de los hombres, en una perspectiva histórica y transversal culturalmente,

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ha estado unida a una identidad ligada a la valoración del dominio, expresado a todos los niveles sociales, valoración del poder, valoración de la fuerza, empezando por el dominio de las mujeres. Subrayar la importancia de la socialización apunta a la necesidad de revisar cómo nos socializamos unas y otros, buscar en esa socialización los rasgos más fecundos y oprobiosos para apuntar a la deconstrucción y construcción de actitudes, pensamiento y prácticas, cercanos a culturas de paz y no-violencia, y universalizarlos. La cultura de paz necesita a hombres y mujeres, puesto que crecemos y vivimos en relación. Lo anterior no implica negar el importante papel que han jugado y juegan las mujeres en la defensa de la paz, algo que han mostrado históricamente grupos e iniciativas de muy diverso tipo y procedencia: las Mujeres del Congreso de la Haya (WILPF), en 1915; las pacifistas antinucleares de los 80; la red de Mujeres de Negro; las Madres de Plaza de Mayo y otros colectivos. La participación de los hombres en la discusión sobre mujeres y paz no se da solo como solidaridad con las mujeres, sino que es un elemento central de un proyecto humanizador; adicionalmente porque al lograr una transformación de la sociedad los hombres también ganan. El repensar la masculinidad hegemónica implica el repensarse como hombres, así, una propuesta de paz desde una perspectiva relacional de género tiene mayores probabilidades de éxito cuando los hombres se unan a tan propuesta.

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ambién debe darse una aproximación desde aquellas políticas públicas que como ejercicio de empoderamiento de las luchas del movimiento social de mujeres, apuntan a replantear estructuralmente el lugar de las mujeres en el ordenamiento social colombiano y en su modelo político y económico, y a consolidar en todos los ámbitos sociales (política, economía, ciencia, comunicaciones, educación, etc.), oportunidades amplias y sin limitaciones para ellas. Así entonces en esta primera dinámica, serían todas aquellas políticas que con una perspectiva relacional de género, quieren replantear las lógicas de pensar y hacer las cosas, las lógicas de pensar el orden social y su administración, los paradigmas patriarcales culturales establecidos. Este es el gran horizonte político hacia el que se camina desde las acciones cotidianas que se adelantan. Este accionar, que entenderíamos como acciones mediatizadoras, avanza gracias al empoderamiento del movimiento social de las mujeres, a los múltiples espacios creados por ellas para interlocutar con las preguntas de/hacia la paz. Estas acciones hablan no solamente de su visión a futuro, sino de su creatividad pragmática para poner la causa, poco a poco, en el corazón del debate y la movilización. Van en este sentido, por ejemplo, la Ruta Pacífica de las Mujeres, Plataforma Distrital de Mujeres por la Paz, Mesa de Mujeres Senadoras, la Iniciativa de Mujeres por la Paz /IMP, el Pacto Ético por un país en Paz, propuesto por el Colectivo de Pensamiento y Acción Mujeres, Paz y Seguridad / CIASE, las iniciativas de la Red Nacional de Mujeres y miles de organizaciones que trabajan por la vida, el derecho a la paz, las víctimas del conflicto armado, etc. Las mujeres en plural Si bien cuando se abordan estas cuestiones tiende a hablarse de “la mujer” como una condición

social, hay que tener en cuenta la pluralidad y diversidad entre las distintas formas en que las mujeres contribuyen a la paz. Estamos hablando de mujeres urbanas y rurales, de mujeres profesionales o amas de casa, de lideresas comunitarias y de mujeres de base, de mujeres campesinas, indígenas, afrodescendientes, de mujeres que participan en organizaciones sociales o políticas y otras que no. En el contexto de los conflictos armados, las mujeres han sido vistas como víctimas de la violencia, en la mayor parte de los casos, o como coadyuvantes en el marco de la guerra, en general con escasos niveles de liderazgo en las organizaciones militares. Sin embargo, reivindicamos el papel de las mujeres a partir de los movimientos de mujeres y las prácticas femeninas e muchas comunidades de defender la vida, de protegerla, de reconstruirla, y de su rotunda oposición frente a los conflictos armados. Es necesario entender la Paz como una opción política, en tal sentido es de destacar el trabajo de grupos feministas y de otras organizaciones de mujeres se está propendiendo al reconocimiento de su papel que en muchas ocasiones han jugado las mujeres en solitario o con escaso reconocimiento. Las mujeres son un agente estructural para la paz, y reivindican su participación, integración y reconocimiento al tiempo que evidencian las injusticias históricas que siguen padeciendo. En el caso colombiano se destaca el papel diversos movimientos de mujeres, como el de la Movimiento Ruta Pacífica de las mujeres, que han reivindicado la salida política al conflicto, desde una opción pacifista y feminista, trabajando con las mujeres víctimas y llevando a cabo iniciativas de profundo calado sobre la memoria colectiva y la verdad de las mujeres como elemento central del reconocimiento de la violencia y sus consecuencias en las mujeres, así como sus aportes en la defensa de la vida y la resistencia a la guerra. El papel de las mujeres en la construcción de paz implica tanto el ser escuchadas como el escuchar, el reivindicar su papel como constructoras de paz en paridad participativa desde un enfoque integrador . El cambio inicia por transformar el lenguaje, el discurso, por la posibilidad de tener en cuenta condiciones más incluyentes en la cotidianidad de las mujeres, en las dinámicas diarias que desarrolla. Concebir salidas al conflicto, es decir pensarse las posibilidades de procesos de paz, ha sido una cuestión reiterada en otras ocasiones, los procesos de paz han sido parte de los discursos de mandatarios y políticos. Sin embargo estos se han visto más como procesos de desmovilización y ciertas condiciones para la reintegración de excombatientes, más que como procesos que aborden los pasos para la necesaria transformación social y la reconstrucción del tejido social. Además esos escenarios han estado “masculinizados” con escasa presencia, participación o capacidad de decisión de mujeres. Empezar a tejer ese camino al que nos referíamos inicialmente, implica empezar por ser reconocidas, pues históricamente la mujer ha sido invisibilizada, aun cuando cumple y tiene un papel fundamental en la construcción de la paz, pues es quien padece y enfrenta las manifestaciones más crueles de la violencia. Además del reconocimiento de las mujeres, es indispensable pensarse en este escenario de paz, la necesidad de que los hombres se involucren, cuestionen sus relaciones de poder y los estereotipos de género que subyacen a la relación entre los géneros como un aspectos fundamental de la construcción de la paz.

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Empezar a construirla, implica un reconocimiento y reivindicación del papel de las mujeres y sus experiencias a favor de la paz y la reconstrucción de sus familias y comunidades. Pero también reclamar y ejercer espacios de poder en la toma de decisiones sobre las medidas de ateción a las víctimas, prevención de la violencia y desmilitarización del conflicto, o en las estructuras políticas necesarias para la construcción de la paz. Así mismo, es a partir de este tipo de iniciativas que el sistema patriarcal, puede desestructurarse, pues parece ser desconocido para la sociedad que el 52% de población somos mujeres, con todas las potencialidades y las capacidades para ser ciudadanas plenas. ¿La Paz como opción política y la identidad de las mujeres? Muchas mujeres en Colombia están en un proceso de transformación de víctimas a constructoras de paz. Han desplegado un importante poder transformador desde lo local hasta lo nacional. Estos aportes de la mujer a la paz siguen siendo no visibilizados o poco reconocidos. Es por tal razón que en las negociaciones de los acuerdos de paz las mujeres no se encuentran suficientemente incluidas. Hay dos cuestiones a considerar:

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a) Este proceso hasta la firma de los acuerdos de paz necesita de la visión de las mujeres, sus experiencias y preocupaciones sobre seguridad y protección, sobre los impactos de la violen cia en sus vidas y las políticas de reparación, sobre la prevención de la violencia en sus territorios, sobre las garantías para la vida en un contexto donde la militarización ha sido la antesala de la agresión, las pérdidas y el control de la vida de las mujeres. Tener mayor participación de las mujeres en este camino ayudaría a tener mejores acuerdos y más adecuados a la realidad local y territorial que bien conocen las mujeres, y en donde frecuentemente se reproducen las condiciones de violencia. b) Lo que llamamos construcción de la paz se entiende como un proceso complejo a largo plazo que implica el mejorar la calidad de vida, la transformación pacífica de los conflictos, la atención de víctimas, la reintegración de guerrilleros y/o miembros de grupos armados a la sociedad, la reparación de los daños causados, la seguridad en los territorios, la educación y la comunicación para la paz, el diseño de políticas públicas para la paz, entre otros. Este proceso posterior en donde se trata de dar cumplimiento a los acuerdos y retejer las relaciones y la vida en las comunidades, territorios y la sociedad, requiere del reconocimiento de los espacios y redes construidas por las mujeres, de la participación de las mujeres y sus organizaciones en la política de reconstrucción, de atender sus percepciones y capacidad de monitoreo de estos procesos. Deberá conllevar en el país la creación de mecanismos de seguimiento en los que tienen que estar presentes las mujeres y sus organizaciones para tener un mejor impacto de las medidas orientadas a la paz en la reconstrucción de la convivencia. iolencia destructiva a unos acuerdos constructivos en torno del cambio social. Las luchas de las mujeres en la construcción de paz durante las últimas cuatro décadas podría resumirse en el lema “de la casa a la plaza”, a manera de materialización de la resistencia no violenta través de la cual las mujeres pugnan por una defensa de sus derechos y por el bienestar de sus comunidades. A pesar de la alta victimización, de recibir violencias directas tales como la tortura y malos tratos, la violencia de género, las violaciones de derechos humanos en el conflicto armado, los feminicidios o

lla violencia sexual, la violencia estructural (pobreza) y cultural (imposición del valor del hombre superior a la mujer), las mujeres están mostrando su poder mediador y de defensa de la vida, son constructoras de paz y se organizan también transformando la visión dominante de si mismas como dependientes o limitadas por los roles sociales o estereotipos de género. La estrategia de la noviolencia es una estrategia de sobrevivencia a través de la cual cada vez más las mujeres se organizan para la paz, denuncian los hechos, forman redes con otras mujeres, buscan apoyo psicosocial. También incluyen estrategias de retejer los tejidos de la vida, el cuidado de los hijos e hijas y su educación. La búsqueda de empleo y fuentes de recursos económicos, muchas veces precarios con dobles o triples jornadas laborales, pero en torno a los cuales no solo encuentran recursos sino que ponen en cuestión su situación de dependencia y muestran su valor. Muchos de estos procesos incluyen una revalorización de las mujeres sobre sí mismas, como alguien con derechos que fueron pisoteados, pero con derechos que forman parte de su identidad positiva y que las mujeres reivindican en estos escenarios de resistencia y búsqueda de la paz. El activismo de las mujeres es evidente, y en esta construcción de redes las mujeres se apoyan mutuamente para superar el temor y el miedo que sigue persistiendo. Pasan muchas veces de qué me pasó, al qué nos pasó a nosotras, como un paso importante en una objetivación de los problemas a los que se enfrentan, como espacios de resignificación de sus vidas, y también como formas de poder colectivo. También existen numerosas experiencias de mujeres que han sido capaces de superar los estereotipos del enemigo, que hablan o se organizan con otras víctimas de distintos perpetradores, ¿Quién mejor que las mujeres, quienes han vivido por décadas con el peso de la violencia a cuestas, para incidir de manera significativa en la reforma de los elementos estructurales que mantienen un conflicto que pareciera no tener fin? Sin embargo este proceso, implica tanto la participación de las mujeres como el creerse capaces de incidir y transformar lo público, el reconocerse sujetas de derechos, y el reconocimiento de la diversidad propia de las mujeres. Retos en la construcción de paz. Lograr salidas al conflicto armado, pensar en la construcción de un tejido de paz desde y para las mujeres, implica hacer una transformación tanto desde lo público como desde el espacio de lo privado, desde la vida cotidiana de las mujeres, desde la naturalización del golpe o del grito, implica incidir en que esta separación de la vida privada y pública ha relegado a las mujeres a una posición de subordinación que es preciso transformar. Y este no es un cambio que vendrá después, sino que forma parte de la misma esencia de los aucerdos y la construcción de la paz. Respecto a la violencia contra las mujeres hay que señalar que esta se relaciona con la militarización del territorio y la imposición de condiciones de sobrevivencia y colaboración forzada o de falta de poder frente al terror. Por lo tanto el primer paso es hacer que las mujeres y sus comunidades puedan vivir sin miedo. Llevar a cabo una desmovilización de estructuras de la violencia y ofrecer condiciones de protección. Pero la violencia contra las mujeres en el conflicto armado es también en parte la exacerbación de las violencias privadas, lo que quiere decir que la solución del conflicto armado, con un pacto por la paz no resuelve las violencias contra las mujeres si no se dan reformas estructurales relacionadas con la erradicación de las violencias y de las discriminaciones, pues solo así, puede darse una paz sustantiva.

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En el marco de la manifestación de la violencia contra las mujeres en el conflicto armado colombiano, es necesario visibilizar la situación de las niñas, pues en Colombia las niñas han sido víctimas, no solo por ser mujeres, también lo ha sido por el hecho de ser menores y pobres.

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Las mujeres han mostrado en el mundo, y también en Colombia, su capacidad de centrarse en la vida cotidiana y reconstruir sus vidas y sus familias, pero también de generar redes de apoyo para sostener la vida. En países y comunidades fracturadas por la violencia, muchas mujeres han hecho aportes a la reconstrucción de las relaciones fracturadas por la violencia. Desde el reconocimiento como víctimas o sobrevivientes, muchas mujeres han superado los estereotipos del enemigo para escuchar a la otra y promover empatía, como parte de los mecanismos que constribuyen a la humanización y la reconstrucciçon del tejido social. Su contribución a la “reconciliación”, con los numerosos significados que esta tiene en una sociedad afectada por la violencia de forma masiva, pasa por el reconocimiento del dolor sufrido, por acoger el sufrimiento de otras y proporcionarse apoyo mutuo, por considerar injusto el sufrimiento padecido, por buscar juntas reconstruir relaciones que son el sostén de comunidades fracturadas, por construir sus organizaciones y crecer en su poder colectivo como mujeres. Los enfoques sobre la paz deben tener en cuenta la experiencia y las demandas de las mujeres en torno a la memoria colectiva, el reconocimiento social, la atención psicosocial o los impactos en la salud de las mujeres que necesitan de políticas de reparación efectivas. Igualmente sobre la reconstrucción de la relación con el territorios y las comunidades afectadas, la reintegración y el derecho al retorno en condiciones dignas y de seguridad. Para afrontar los retos de la participación de las mujeres en el proceso de construcción de la paz se hace necesario: a. Su reconocimiento en los medios de comunicación social. La invisibilización de las mujeres está también representada en los medios de comunicación Donde se reproducen estereotipos y se alimenta la violencia contra las mujeres. Hay una necesidad de transformar estos medios de comunicación para una contribución efectiva a la paz, entre otras cosas respecto a recoger las voces y la acción de las mujeres. De esta forma puede lograrse una imagen menos distorsionada y más cercana a la realidad. La imagen de las mujeres que se transmite en la sociedad debe corresponderse con estos cambios y contribuciones señaladas. Llamamos a los medios de comunicación a fomentar una visión más activa de las mujeres y sus contribución a la reconstrucción del tejido social, contribuyendo a cambiar tanto los estereotipos de las víctimas como los estereotipos de género, mostrando las experiencias de las mujeres y su valor para toda la sociedad, así como contribuyendo a un cambio de las relaciones hombres-mujeres en la sociedad. b. El fortalecimiento de las organizaciones sociales de mujeres tanto a nivel local como nacional. Las organizaciones de mujeres han tenido hasta ahora una contribución muy importante al constituirse en espacios de resistencia y solidaridad. En ellas muchas mujeres han encontrado acogida y consuelo. También apoyo para reconstruir sus vidas o repensarse a sí mismas. Durante años las organizaciones de mujeres han mantenido la importancia de una salida política al conflicto armado, y se han movilizado a favor de la paz. Esta constribución necesita ahora tener una mayor proyección en

torno al proceso de paz, donde la voz de estas organizaciones y sus aprendizajes durante estos años debe ser tenida en cuenta. Un aspecto clave para ello es contar con mayor reconocimiento y construir puentes entre estas organizaciones, mejorar la relación y evitar la fragmentación, incluyendo la perspectiva de las mujeres de diferentes grupos étnicos. Más allá del caso colombiano, se requiere por tanto del empoderamiento que tienda a la generación de alianzas entre los movimientos de mujeres en distintas partes del mundo. c. Fomentar la educación para la paz Se requiere una educación más formativa tanto para hombres como para mujeres, que propicie una transformación tanto de los roles sociales segregados que tradicionalmente han impedido su cooperación; como de las relaciones de poder y subordinación, por tanto se requiere el acceso a una educación donde se enseñe a ser y a hacer. Esta dimensión del “ser” se refiere a las actitudes y valores, donde el respecto por la diversidad, el reconocimiento del valor de las mujeres y las condiciones de igualdad en sus derechos, deben formar parte no solo de los mecanismos legales o institucionales, sino también de un necesario cambio de mentalidades individuales y colectivas. La educación es un instrumento fundamental, tanto en los espacios formales de escolaridad, como en la educación informal y la transmisión intergeneracional en el marco d ela familia. La educación para la paz incluye una perspectiva de igualdad en la diferencia en la relación entre hombres y mujeres, así como un respecto por la diversidad sexual evitando barreras de tipo cultural y político.

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d. El reconocimiento del trabajo no remunerado de las mujeres. El trabajo de las mujeres en el ámbito del hogar y comunitario debe ser reconocido a través de políticas de reconozcan su contribución al bienestar individual y familiar, fomenten el apoyo a las mujeres en la maternidad cuyas condiciones de precariedad suponen factores negativos para su salud y la de sus familias. Además las mujeres realizan una labor fundamental como educadoras en el espacio de convivencia. Este reconocimiento contribuirá a superar la invibilización de las mujeres y a dejar de considerar así mismo el espacio del hogar como suyo, cuando debe ser compartido en el cuidado y la educación de los hijos e hijas con los hombres. e. La formación y el liderazgo para las mujeres

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Numerosas mujeres han experimentado o fortalecido su papel en las comunidades y la sociedad. La construcción de un liderazgo femenino se ha dado muchas veces en situaciones de crisis donde las mujeres han fortalecido valores de confianza y de autoestima, llevando a cabo tareas de apoyo a otros, obtención de recursos económicos o fortaleciendo sus lazos y protección de la familia. La revalorización de la identidad de las mujeres como sujetas de derechos también supone un fortalecimiento de su autoestima. Los roles de género establecidos en la sociedad impiden el desarrollo de las mujeres como personas libres, de su ser y estar en sociedad. Y limitan su capacidad de liderazgo, que se ve siempre condicionado por la falta de reconocimiento social y por la sobrecarga afectiva y social. Trabajar la confianza y la autoestima en las mujeres es esencial para lograr el empoderamiento de éstas, pero también promover políticas que generen condiciones para el desarrollo personal de las mujeres. Para la transformación social y superar las relaciones de discriminación, se requiere de la presencia y participación activa de las mujeres en los ámbitos de toma de decisiones públicas. La mayor parte de las veces, la forma en que actualmente se estructuran las estructuras políticas y burocráticas no admiten ni se propician espacios donde las mujeres participen en condiciones de igualdad. f. Un mayor impacto de la acción femenina Hace falta reorientar los valores atribuidos a mujeres y hombres, para que sean compartidos como algo que forma parte de nuestra condición de humanidad. Prevalece aún el dualismo y la exclusión, la compartimentación y atribución a las mujeres de valores que les relegan en la posición social. Hace falta revisar los contenidos educativos formales e informales, así como las políticas públicas y la implementación efectiva y real de las leyes. Las condiciones de trabajo de las mujeres en economías neoliberales, conlleva una enorme precariedad y explotación muchas veces, limitando sus derechos por su condición de mujeres. Sin cambios en sus condiciones económicas y de igualdad de derechos, la independencia y bienestar de las mujeres no dejará de ser un discurso político alejado de la realidad. g. Más allá de la discriminación positiva Las acciones de discriminación positiva que proporcionen condiciones favorables para las mujeres son importantes pero no suficientes. Hay que hacer más y debemos empezar a tener más poder político para que la mujer pueda participar libremente en asuntos sociales e institucionales. La mujer

se debe entender como sujeto activo, hace falta deconstruir la imagen de víctimas pasivas que tradicionalmente se les ha asignado a las mujeres para generar un espacio en el que las mujeres sean consideradas como sabias y con experiencia relevante para la sociedad. Las acciones positivas son temporales, son mientras se ganan y se instalan en lo estructural y logran reivindicaciones en términos de los derechos de las mujeres. Evidentemente se requieren cambios en todos los órdenes del sistema social y las instituciones, cambios que redefinan no solo el lugar de las propuestas de las mujeres, sino el lugar de los hombres desde una necesaria construcción de nuevas masculinidades. Se deben realizar acciones educativas y divulgativas. Se debe denunciar el machismo y el orden patriarcal que relega a las mujeres en cualquier entidad social que exista, incluyendo a la familia misma, donde la representación social de ésta recae en la mujer. Hacen falta reconfigurar otros tipos de familia, de una forma más igualitaria y colaborativa. Reconfigurar tanto a niveles mayores de las organizaciones sociales como a escala de las relaciones humanas e íntimas. La transformación del patriarcado y del machismo incluye políticas y acciones individuales en coherencia con los valores del respeto, cuidado y defensa de la vida, e igualdad de derechos en la diferencia.

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Crónica Debate

Barcelona 432

Barcelona reivindica el papel de la mujer en los procesos de paz La reivindicación del papel de la mujer como constructora de paz y su valor como “sujeto colectivo” centraron en Barcelona el primer debate previo al II Congreso Internacional Edificar la Paz en el siglo XXI que tendrá lugar en Bogotá (Colombia) del 24 al 26 de septiembre, un evento internacional organizado conjuntamente por la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU y la Universidad La Salle de Colombia.

El debate de ayer también sirvió para lanzar un grito de alerta sobre la violencia que puede sufrir la mujer en Colombia en la fase del post conflicto. ¿Qué pasará cuando el ex guerrillero vuelva a casa y no reconozca la autoridad de la mujer? “Durante estas décadas de conflicto las mujeres colombianas han cambiado, como mínimo, han visto que pueden sobrevivir solas, por lo tanto, cuando el marido vuelva será un complemento”, vaticinó Tono Albareda, miembro de la ONGD Cooperacció.

Carmen Magallón, directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz y una de las expertas de este congreso en el eje temático “Mujeres y paz”, reclamó que la mujer sea reconocida como “sujeto colectivo para su determinación y no por un hecho biológico “y la necesidad de escuchar, reconocer, valorar y dar espacio a las actividades realizadas por mujeres,” más allá de su papel de víctimas”. Magallón recordó que las mujeres en los procesos de paz son capaces de poner sobre la mesa de negociación temas importantes que a menudo se olvidan como: la salud, el hogar, la tierra o la relación entre el ámbito público y el privado, pero además reclaman tener en cuenta elementos como la memoria de las víctimas. “Estamos trabajando para construir un nuevo paradigma, un cambio de mentalidad, tener más presencia en los escenarios importantes sólo es un trabajo a corto plazo”, recordó la directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz. Actualmente la presencia de las mujeres en los procesos de mediación es de un 3 por ciento.

Video Expertos Barcelona

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Documentos de los expertos

Eje temático

Mujeres y Paz

Un aporte desde el feminismo a la discusión sobre mujeres y paz1 Carmen Magallón Licenciada en Físicas; Diploma de Estudios Avanzados (DEA) en Filosofía; posgrado de Historia de la Ciencia; estudios de Psicología; Doctora en Ciencias Físicas, Programa de Historia de la Ciencia-Filosofía de la Ciencia, Universidad de Zaragoza. Directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz, Zaragoza.

RESUMEN

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Se presentan algunas reflexiones que tienen como punto de partida las preguntas orientadoras que sirvieron como motivación para la primera discusión llevada a cabo por los expertos y expertas en la Mesa de Mujeres y Paz. Se cuestiona así el enfoque biologizador del género, la homogeneización e invisibilización de las diversas iniciativas de la mujeres, mediada por el lenguaje, y las consecuencias de los patrones diferenciados en la socialización de hombres y mujeres en distintos contextos culturales.

Palabras Clave: Mujeres en plural / ginecologización del género / construcción de paz. El documento de partida1 me parece acertado en cuanto a que presenta la situación de las mujeres en el conflicto armado desde dos perspectivas: • En negativo: como víctimas que sufren violencias específicas. • Como activas iniciadoras, sujetos de iniciativas de paz. Es importante no visibilizar a las mujeres en los conflictos armados solo como víctimas. También, y teniendo en cuenta que hombres y mujeres crecemos en relación, me parece acertado señalar qué puede dar como “plus, propio y distinto” esa diferencia (con las acotaciones que señalo más abajo), desde nuestra experiencia histórica, plural y diferenciada culturalmente. Si se trata de aportar a la construcción de la paz, la reflexión sobre las mujeres ha de tener su reflejo en lo que implica a los hombres. Algunas reflexiones previas Como “la mujer” no existe, y a diferencia de lo que ocurre con “el hombre”, las mujeres que son Pre-texto propuesto para la primera reunión del eje temático en el marco del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI, por realizarse en Bogotá el 24, 35 y 26 de septiembre del 2014. 1

(somos) plurales y diversas han sido y tienden a ser homogeneizadas constantemente, una aproximación más incluyente sería la de llamar al eje de estudio mujeres y paz, en plural. Dentro del feminismo, y hay razones para ello, hay mucha sensibilidad ante el lenguaje. Ahora bien, aunque es indudable y hay múltiples ejemplos del protagonismo de las mujeres en la causa de la paz, un punto de partida importante es romper con los presupuestos biologistas que han atribuido este protagonismo a una especial “naturaleza”, ligada fundamentalmente a la condición de la maternidad biológica. Esta interpretación ha lastrado la posición social de mujeres y hombres, al atribuirles papeles sociales ligados “intrínsecamente” a su respectiva “naturaleza”, atribución coartadora de las capacidades de cada cual. Cuando en el documento se dice que, tanto en el varón como en la mujer, existe un “plus propio y distinto”, se hace recaer ese plus en las diferencias anatomofisiológicas, lo que, a mi entender, es volver de nuevo a un biologismo que hace mucho daño a la cultura de paz. Más fructífero para la transformación social es pensar, glosando a Simone de Beauvoir, que tanto la mujer como el hombre no nacen sino que se hacen. No objeto nada ante el párrafo: “Sin embargo, esta igualdad en la dignidad y quehaceres no borra las diferencias entre hombres y mujeres en su peculiar anatomofisiología, en sus propios aspectos hormonales y bioquímicos, con las lógicas y normales repercusiones que todo ello tiene en las respectivas psicologías y comportamientos”. Pero sí eliminaría los ejemplos e incluso el dar por sentado que las diferencias se expresan de una manera que es “lógica y normal” y, por tanto, extensible a “todas” las mujeres (y a “todos” los hombres). La cuestión es más compleja y simplificarla lleva de nuevo a caer en los temas que lastran a hombres y mujeres en su desarrollo. Permítanme que cite un proyecto de investigación realizado por el grupo Genciana de la Universidad de Zaragoza,3 titulado “Hechos y valores de género en la producción y difusión científica”. En el punto 5 del informe final (2005), dedicado a “La valoración y argumentaciones sobre las diferencias sexuales en la construcción de la ciencia médica contemporánea”, se indicaba lo siguiente: El papel de la diferencia sexual ha de ser cuidadosamente analizado en cada caso, para no caer en distorsiones que han sido tipificadas como sesgos de género por varias décadas de estudios y de numerosa literatura de autoría femenina o signo feminista, clasificadas en tres clases: magnificación de diferencias donde no las hay (según estereotipos tradicionales), minimización de diferencias en otros casos (por imperativo del neutro universal) y una acentuada ginecologización del saber sobre mujeres y salud. (p. 225; cursivas mías)

Por esta razón, propongo: que se mantenga el párrafo que menciona las diferencias entre hombres y mujeres, pero que no se entre en ejemplos ni en señalar cadenas de comportamientos derivados. Ahí es donde se acaba por ser reduccionista.

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Por otra parte, echo en falta una referencia a la diferente socialización de mujeres y hombres en prácticamente todas las culturas. Desde una perspectiva que comparto con otras autoras, la socialización diferencial es una importante clave explicativa de la mayor ligazón de ellas a la voluntad de construir la paz mediante vías no violentas. A saber: hombres y mujeres, en distintas culturas, son socializados con una doble norma. En casi todas, ellas son socializadas para hacerse cargo del sostenimiento de la vida, dando como resultado la dedicación de gran parte de su tiempo a tareas referidas a este menester, dedicadas al cuidado: crianza y cuidado de las personas, sostenimiento de la vida a su alrededor. Como cuidar la vida entra en contradicción con atentar contra esta, con eliminarla, estas tareas prefiguran un tipo de pensamiento y de lógica que es menos proclive a la violencia. Mientras la socialización de los hombres, en una perspectiva histórica y transversal cultural, ha estado unida a una identidad ligada a la valoración del dominio, expresado en todos los niveles sociales, la valoración del poder, la valoración de la fuerza… empezando por el dominio de las mujeres.

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Darse cuenta de esta distinta socialización, expresada a grandes rasgos por mor de la brevedad, es clave para mantener la esperanza sobre la posibilidad de construir culturas de paz. Creo que otro punto de partida fundamental es subrayar que la construcción de la paz no es algo que atañe solo a las mujeres, que recae sobre ellas; que ellas no son naturalmente pacíficas y que no es su biología lo que les empuja a ejercer un importante liderazgo en favor de la paz. Subrayar la importancia de la socialización apunta a la necesidad de revisar cómo nos socializamos unas y otros, buscar en esa socialización los rasgos más fecundos para hacer crecer actitudes, pensamientoy prácticas cercanos a culturas de paz y no violencia, y universalizarlos. Lo anterior no implica negar el importante papel que han jugado y juegan las mujeres en la defensa de la paz, algo que han mostrado históricamente grupos e iniciativas de muy diverso tipo y procedencia: las Mujeres del Congreso de la Haya (WILPF) en 1915, las pacifistas antinucleares de los años ochenta, la Red de Mujeres de Negro, las Madres de Plaza de Mayo… etcétera. No. La especificación y aclaración previa, como punto de partida, tiene el sentido de no dar por “perdidos” a los hombres en la causa de la paz. La cultura de paz necesita a hombres y mujeres, puesto que crecemos y vivimos en relación. El sentido de hacer un canto al pensamiento y a las iniciativas de paz de algunas mujeres, muchas pero no todas, no puede quedarse ceñido a “ellas”: ha de buscar un cauce de universalización. Si realmente es un pensamiento civilizador, que empuja a compromisos únicos y valiosos, a prácticas que abren camino, si se trata de una esperanza, tenemos que preguntarnos dónde crece, cómo se alimenta y cómo puede extenderse a los hombres. A continuación se presentan algunas preguntas que sirven como ejes orientadores de síntesis en la reflexión sobre el papel de la mujer en la construcción de la paz. ¿Cómo reconocer proactivamente la función social de la mujer, hacedora de paz, qué implicaciones tiene este reconocimiento en la construcción de la paz? Creo que el reconocimiento ha de partir de la escucha.

No una escucha condescendiente, para alabar las funciones civilizadoras que ejercen una gran mayoría de mujeres, y acabar ratificando que son estupendas y “deben seguir haciendo dichas funciones”. Si realmente las mujeres, algunas sobresalientes y una mayoría anónimas, cumplen una función social que las convierte en más proclives hacia la paz, la escucha ha de tener como objetivo la visibilización y valoración social palpable, teórica y práctica, y su aprendizaje y extensión hacia el conjunto social, es decir, al resto de mujeres y a los hombres. Además del activismo evidente de la mujer en la tarea de la paz, ¿qué protagonismo o liderazgo debemos tener en cuenta? Ha de tenerse en cuenta la experiencia histórica diferenciada, las huellas que ha dejado, su repercusión sociológica en el actual estado de cosas, y que todo esto tenga un reflejo institucional y un reflejo en la vida cotidiana: desde el quién hace qué en el día tras día, hasta cuáles son las líneas educativas y los objetivos y programas de las instituciones democráticas. ¿Qué elementos políticos, sociales, culturales debemos repensar, reorientar, reconocer, para que la acción femenina en la dinámica social para la paz tenga un mayor impacto? Insistiendo en la idea expresada antes, creo que hay que empezar por la socialización, enfocada a una igualdad de hombres y mujeres, igualdad en la diferencia, pero no una diferencia de bloques, sino una diferencia más libre de sí, que crezca desde las opciones que permitan hacer propio lo mejor de la experiencia histórica de ellas y ellos. ¿Sostener la vida es importante? Sí, pues hagámonos cargo de esta entre todos. Romper con los estereotipos, llamados de género: las expectativas ante las características subjetivas asignadas —concediendo libertad a la expresión individual, en un mayor abanico de comportamientos—, abrir a las opciones y romper la división del trabajo, etcétera. Algo que, en parte, ya se viene haciendo, sobre todo en la dirección de acercar a las mujeres a los estereotipos masculinos, pero no a la inversa. Revisar también críticamente los contenidos de la cultura. No se puede obviar que la literatura, el cine, las leyendas, los mitos… tienen cargas de género muy sesgadas, tienen un gran peso en la reproducción estereotipada de lo que acabamos siendo hombres y mujeres. Pues bien, revisémoslos críticamente, analizando sus repercusiones en la valoración y justificación de la violencia, la fuerza, el contenido de las identidades, las subjetividades, el enfoque de la convivencia, etcétera. Y eduquemos desde esa revisión. ¿Es suficiente solamente con las acciones de discriminación positiva de ofrecer más espacios de participación para la mujer? ¿O hay algo más en la configuración de la organización social que debemos repensar para la paz? Creo que no es cuestión de “ofrecer más espacios de participación para la mujer”. Las mujeres han de tener el derecho a participar en cuantos espacios cree la comunidad para su desarrollo y convivencia. Y si, por opción, existen espacios de mujeres separados, respetarlos y ver el modo en que sus aportaciones lleguen al conjunto social. De nuevo, creo que es necesario profundizar en lo que significa “escuchar a las mujeres” o “la participación de las mujeres”. Habrá mujeres que opten por los cauces instituidos. Y habrá que ver si existen barreras diferenciales ante ellas, de qué tipo y cómo eliminarlas. También habrá mujeres que creen o tengan creados sus propios lugares de participación comunitaria. Hay que indagar en la riqueza de la pluralidad, para aprender y extender las comprensiones sobre el significado de la participación.

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En la configuración social, hay muchas cosas por repensar. Es una cuestión muy amplia, demasiado amplia. Se pueden apuntar seguramente muchas cosas. Pero mi aporte, por ahora, se detiene aquí.

BIBLIOGRAFÍA Barral, M. J., Miqueo, C., Delgado, I. y Magallón, C. (2006). Hechos y valores de género en la producción y difusión científica. En E. Sedeño et al. (coords.), Ciencia, tecnología y género en Iberoamérica. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

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Un aporte desde el feminismo a la discusión sobre mujeres y paz1 Marina Gallego Presidente de la Ruta Pacífica de las Mujeres que funda en 1996 con otras mujeres representantes de diferentes organizaciones. Abogada de U. de Antioquia y con Maestría en Defensa de los DDHH y el Derecho Internacional Humanitario ante organismos, Cortes y Tribunales Internacionales. Dirige el Plan Estratégico a nivel nacional y regional, gestiona las acciones políticas y de incidencia, realiza los proyectos que aseguran la gestión económica para lograr los objetivos propuestos. Responsable de las relaciones nacionales e internacionales de la Ruta, actividad que coordina con movimientos de mujeres, de derechos humanos y de movimientos por la paz.

Las mujeres están reivindicando, a lo largo de todo el país colombiano, la rotunda negación de los conflictos armados. Se ha proliferado ésta denuncia, del impacto de estos conflictos que producen en las mujeres, sin embargo no se publica la denuncia y sigue siendo desconocida para la gran mayoría, tanto a nivel nacional como internacional. Hay una escasa información sobre las consecuencias del conflicto armado. Gracias al trabajo de grupos feministas y de otras organizaciones de mujeres se está desmantelando ésta información. Estos colectivos llevan a cabo acciones permanentes y en solitario. Se destaca el papel del Movimiento Ruta Pacífica de las mujeres. Las mujeres se deben comprender, entonces, como un agente estructural para la paz. Son agentes de paz. Reivindican su participación, integración, reconocimiento y desvelar, por otro lado, las injusticias históricas. El activismo y liderazgo que las mujeres llevan a cabo, entre otras actividades, son: • Resistencia pacífica, quedándose en sus territorios. • Reconstrucción de sus comunidades. Construyen el tejido social. Son las campesinas, las indígenas y las negras. • Las mujeres son las voces existentes para la denuncia internacional. • Construcción de la verdad y la memoria. Se reconoce el trabajo que hace el Movimiento Ruta Pacífica, que trabajan para construir la comisión de la verdad. • Se hacen acuerdos de respeto entre las comunidades u los grupos armados. • Acompañamiento de victimas de forma, psicosocial, jurídica y de derechos humanos. • Proyectos agropecuarios, contra las multinacionales. Fomentar la soberanía alimentaria. • Evitar el reclutamiento forzado. • Partícipes de una posición política contra la guerra. • Educación para la paz. Las mujeres también hacen de maestras fomentando la prevención a los jóvenes. Evitar así, que se vayan a la guerra. • Otras propuestas simbólicas. El Movimiento Ruta Pacífica de las Mujeres evitan el conflicto armado. Es un movimiento extendido por todo el país y se trabaja en el espacio público como en el privado. Son mujeres trabajando de forma individual y organizaciones de mujeres que trabajan en sus territorios usando el feminismo

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El Colectivo de Masculinidades y la construcción de paz1

el pacifismo. Una de sus mensajes, y sus trabajos, es lograr desmilitarizar la vida civil. Destaca el papel del Movimiento en el trabajo que se está haciendo con la Comisión de la Verdad, de la negociación de pacificación y las demandas para el actual proceso de paz. Necesidad de transformar la cultura patriarcal y económica. Todo esto debe realizarse a través de un pacto sexuado en las decisiones para la construcción de la paz.

Javier Ómar Ruiz A. Licenciada en Físicas; Diploma de Estudios Avanzados (DEA) en Filosofía; posgrado de Historia Pedagogo y Educador Popular. Miembro del Colectivo Hombres y Masculinidades, Bogotá, Colombia. Autor de varios textos sobre masculinidades.

RESUMEN

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Este documento es el resultado de las reflexiones en torno a la construcción de paz planteadas en el eje “Mujer y paz”. Se presenta una visión crítica a las preguntas orientadoras de la discusión en relación con la naturalización de los roles de género, si bien se comparte la visión, según la cual la paz debe ser un proyecto colectivo en el cual todos los miembros de la comunidad sean reconocidos en condiciones de igual dignidad, que es permitan afianzar el ejercicio de su libertad, así como reconocer el papel de los otros en su comunidad. El colectivo de hombres y masculinidades propone una aproximación a las experiencias de las mujeres en la construcción de paz a partir del enfoque relacional de género.

Palabras Clave: Enfoque relacional de género / masculinidades / mujeres / construcción de paz. El aporte a la paz desde el enfoque relacional de género De acuerdo con nuestra experiencia como Colectivo Hombres y Masculinidades,2 y con la experiencia profesional en el trabajo tanto con hombres como con mujeres en todo el país, podemos indicar lo siguiente frente al documento base para esta Mesa y a las preguntas de partida, sin embargo, algunas de estas resultan deterministas en cuanto a los roles de género tradicionalmente aceptados. Dado el carácter de la Mesa y el debate que se quiere adelantar sobre las construcciones genéricas y la paz, no es tan significativo hacer hincapié en la incidencia de la información anatómica y fisiológica de los sexos, sino en las lecturas culturales que sobre esta hacen las sociedades patriarcales (además guerreristas como la colombiana) para establecer sobre las diferencias fisiológicas, desigualdades sociales, políticas, culturales… El abordaje del factor biológico pero también del cultural, para dimensionar la incidencia en las construcciones genéricas, debe relativizarse a partir del criterio de no biologizar la cultura, pero tampoco no culturizar absolutamente todo lo biológico. Aporte al eje temático “Mujeres y paz”, presentado el 10 de marzo del 2014. Organización no gubernamental que adelanta en Colombia acciones sociales y políticas referidas a las construcciones de género, con énfasis en las de las masculinidades. Véase el sitio electrónico: http://www.hombresymasculinidades.com. 1 2

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Hay en el discurrir académico feminista y social, diferentes entradas para el concepto de complementariedad. Hay un enfoque conservador que postula que el actual orden de género está bien porque hombres y mujeres (no caben otras posibilidades genéricas) se complementan a partir de roles predeterminados, absolutos e inamovibles. Otro enfoque, correspondiente a reflexiones de las culturas andinas latinoamericanas, da fuerza a la movilidad de lo complementario, a partir de roles que no son unívocos sino posibles de cumplir indiferenciadamente por hombres o mujeres bajo una lógica que podría llamarse holística. Seguramente hay otros enfoques para el concepto complementariedad de género. Importante que en las mesas de trabajo se definan este tipo de enfoques de partida. Tales consideraciones bien podrían darle a la discusión-documento una tendencia un poco esencialista, cuando se considera que la mujer, de por sí y por serlo, es portadora de paz (“las mujeres están mejor preparadas y con más aptitudes que los hombres para prevenir y resolver conflictos. […] Han sido educadoras por la paz”), y que los distintos agrupamientos sociales que vienen generando, lo son en virtud de ello, e incluso en virtud de la maternidad. Vale que en las mesas de trabajo se vaya más allá de estas predeterminaciones desde un polo a tierra que precise que en este discurrir por la paz, hay desarrollos críticos de conciencia de género (unos más elaborados que otros, y entre estos, todos los matices posibles), y que es desde este lugar que las mujeres asumen posturas hacia propuestas de paz. El documento de base en todo caso da pistas importantes para avanzar en este análisis cuando señala que desde los lugares de vulneración y de condición de víctimas, es que las mujeres reaccionan de cara a las violencias, es decir, desde determinantes sociales más que biológicos.

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Siguiendo la línea del punto anterior, importante señalar que tampoco los hombres, por serlo, somos afines a la guerra y a la violencia. No sobra insistir que para las mujeres y los hombres, serlo hace parte de unas condiciones de género en situación y en interrelación. De ahí que sea deseable que en la mesa “Mujer y paz” se tenga presente un enfoque relacional de género para dar cuenta de un hacer que es en complejidad, articulado, holístico, y no como que la causa de la paz se sitúa en el medio de mujeres que la buscan y hombres que la afectan. Este enfoque implica hacer un mayor esfuerzo de análisis, ya que es más que simplemente abrir un espacio para ver cómo los hombres aportan desde su campo a la causa de la paz, ver cómo se suman a esta. La paz, si no es relacional, no es completa; si no entra en línea de una construcción en complementariedad, no puede ser operativa en la cotidianidad. Está bien que la Mesa tenga un foco en las mujeres, pero no, que a estas alturas de lo social en donde desde el campo de los hombres ya se viene trabajando en deconstrucciones de la cultura patriarcal (objeción de consciencia y múltiples formas de pacifismo), exclusivamente se tenga un enfoque de mujer para el tema del conflicto armado en el país, por ejemplo. Esto no quita que haya necesidad de tenerlo para muchos análisis de caso, o para el abordaje de labores específicas (con mujeres víctimas de la guerra o de otras violencias). La idea es que la concepción amplia del tema debe ser relacional. Bien, de cara las preguntas generadoras, van los siguientes apuntes. La mujer como hacedora de paz Podrían plantearse acciones en dos dinámicas complementarias: unas más estratégicas y estructurales y otras mediatizadoras, para canalizar procesos orientados a nutrir lo estructural.

En el primer caso, serían todas aquellas políticas públicas que como ejercicio de empoderamiento de las luchas del movimiento social de mujeres, apuntan a replantear estructuralmente el lugar de las mujeres en el ordenamiento social colombiano y en su modelo político y económico, y a consolidar en todos los ámbitos sociales (político, económico, científico, comunicacional, educativo, etcétera), oportunidades amplias y sin limitaciones para ellas. Así, entonces, en esta primera dinámica, serían todas aquellas políticas que con una perspectiva relacional de género, quieren replantear las lógicas de pensar y hacer las cosas, las lógicas de pensar el orden social y su administración y los paradigmas patriarcales culturales establecidos. Este es el gran horizonte político hacia el que se camina desde las acciones cotidianas que se adelantan. Este accionar, que entenderíamos como acciones mediatizadoras, avanza gracias al empoderamiento del movimiento social de las mujeres, a los múltiples espacios creados por ellas para interlocutar con las preguntas de/hacia la paz. Estas acciones hablan no solamente de su visión hacia el futuro, sino de su creatividad pragmática para poner la causa, poco a poco, en el corazón del debate y la movilización. Van, en este sentido, por ejemplo, la Ruta Pacífica de las Mujeres, Plataforma Distrital de Mujeres por la Paz, Mesa de Mujeres Senadoras, la Iniciativa de Mujeres por la Paz (IMP), el Pacto Ético por un País en Paz, propuesto por el Colectivo de Pensamiento y Acción Mujeres, Paz y Seguridad (Ciase), las iniciativas de la Red Nacional de Mujeres y miles de organizaciones que trabajan por la vida, el derecho a la paz, las víctimas del conflicto armado, etcétera. Sin embargo, vale decir que el lugar político que en la actual coyuntura de conversaciones en La Habana tiene este caudal de iniciativas, no ha sido puesto desde un lugar coprotagónico aún por el movimiento de las mujeres, en tanto desde una dinámica de género en la que está en desventaja, no ha sido suficientemente reconocido por quienes adelantan las negociaciones, por cierto, desde un enfoque de género dentro de la lógica masculina-hegemónica de lo que sería la paz, de lo que ha sido la guerra, y de lo que se está negociando estructuralmente (reorganización política y societal). A la propuesta de paz que se asocia con la terminación de un conflicto guerrero como el que se concierta en La Habana, hay que agregarle la de la paz asociada con el conflicto social cotidiano que, por cierto, viene dejando más víctimas desde el campo de las mujeres. Para este tipo de conflicto no hay mesas de negociación pero sí se hace urgente, acaso aprovechando la coyuntura de las negociaciones con las FARC en las que se busca repensar por lo menos en parte, el ordenamiento social y político actual, que se desarrollen espacios de trabajo para remover todos los paradigmas de género patriarcales que vienen dando soporte a la violencia cotidiana y, en particular, a las violencias basadas en el género. Hacia un mayor impacto de la acción femenina en la construcción de la paz El mayor impacto, en tanto incidencia en unas coordenadas de paz que operen en toda la estructura social, se lograría si se incorpora a los hombres a todo este proceso, pero no tanto como hombres que se suman de buena voluntad a las iniciativas de las mujeres, sino en tanto hombres que se repiensan la masculinidad hegemónica y desde esta, avanzan conjuntamente en iniciativas de paz. En este sentido, podría reiterarse que una propuesta de paz sin un enfoque relacional de género no tiene futuro.

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Mujeres, paz y medios de comunicación1

Esto implica trabajar las rutas de la paz —política y cotidiana, en las negociaciones (ojalá) y en los postacuerdos— desde la transversalización de la perspectiva relacional de género. Implica adelantar acciones que vayan desmontando a los hombres de los paradigmas según los cuales tienen que ser guerreros y violentos para ser hombres, así como a las mujeres de sus lugares de sumisión para ser aceptadas como tales. Ir logrando esto es un asunto de largo aliento, es decir, es un asunto estructural. Sin embrago, es viable adelantar acciones sociales y políticas que desde el sistema educativo, por ejemplo, vayan favoreciendo el posicionamiento de imaginarios y prácticas alternativas al patriarcado, de lo que es lo masculino y lo femenino.

Petra de Llanos

La actual coyuntura en la que la paz juega protagonismos políticos, favorece el impulso de este tipo de labores, y en ello se puede ganar la voluntad de la cooperación internacional, de las administraciones públicas en sus distintos niveles, de las organizaciones no gubernamentales y de organizaciones comunitarias. La acción de las mujeres, entonces, ganaría mayor impacto si con ellas, de la mano, van los hombres en ejercicio de prácticas de transformación genérica.

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Licenciada en Filología Hispánica, Universidad Central de Barcelona; posgrado en Cultura de la Paz y Convivencia Social: Aplicaciones Prácticas, Universidad de Barcelona. Profesora, Universidad No. 2 de Lenguas Extranjeras de Pekín y Universidad de Medios de Comunicación de Pekín.

Sobre las acciones de discriminación positiva

RESUMEN

Las acciones positivas son temporales, actúan mientras se ganan y se instalan en lo estructural reivindicaciones en términos de los derechos de las mujeres. Pero no son suficientes, son un componente de un plan de transformación social.

La participación de las mujeres como hacedoras de paz se ha invisibilizado a lo largo de la historia, fruto de la preeminencia de una sociedad patriarcal, así como de un modelo neoliberal que privilegia los valores masculinos. Se presentan aquí algunas reflexiones sobre cómo la visibilizaciónde las mujeres y sus iniciativas de paz deben necesariamente contar con la difusión propia de los m ass media, así como propender a la modificación de prácticas culturales, económicas y políticas que minimizan el accionar de las mujeres en la construcción de paz.

Evidentemente se requieren cambios en todos los órdenes del sistema social, cambios que desde una propuesta de hacer de la paz un modus operandi de la sociedad colombiana, redefinan no solo el lugar de las propuestas de las mujeres, sino el lugar de los hombres desde una propuesta de nuevas masculinidades. Para ello, los grupos de hombres que trabajan en la línea de unas masculinidades alternativas (académicos, organizaciones sociales, grupos de interés, etcétera), deben ser integrados al debate y a las acciones pro paz, como interlocutores que también tienen qué decir y aportar para las transformaciones en la vida cotidiana (fruto de proyectos y grandes programas pro nuevas masculinidades), y en el ordenamiento político que salga de las negociaciones de La Habana.

Palabras Clave: Medios de comunicación / modelo neoliberal / liderazgo femenino. La función social de la mujer como hacedora de paz tiene que ser reconocida en los medios de comunicación social por su difusión masiva a un gran número de personas y por su influencia en los valores y mentalidades que estas se forman a través de la imagen que de la mujer se ofrece. Han de ser oídas sus voces y acciones. La visibilización ayudará a que las mujeres tengan una mayor valoración en el conjunto de la sociedad. Ha de ser una visión con pluralidad de voces e imágenes, así, será más objetiva y más realista, ya que existen diferentes tipos de mujeres. Esto ayudaría a que las personas tengan una imagen menos distorsionada de la realidad y del funcionamiento de la vida en general. Si no se ofrecen en los mass media otros papeles, como el gran papel social que las mujeres hacen, se está ofreciendo una visión demasiado simplista, a menudo dualista, que no refleja el funcionamiento armónico e integrador que es el que se da en toda convivencia sana y madura. Por el contrario, lo que facilita es el enfrentamiento o el imponer modelos ficticios que encorsetan o no permiten el desarrollo del propio dinamismo creativo de cada convivencia concreta.

1

Aporte al eje temático “Mujeres y paz”, presentado el 10 de marzo del 2014.

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La labor de las mujeres debe ser reconocida como facilitadora de convivencia, de diálogo, y creadora de puentes, especialmente en comunidades multiculturales, multirreligiosas o multiétnicas o en sociedades fragmentadas por razones diversas; tal reconocimiento debe darse en las organizaciones sociales local y nacionales, y se propicia facilitando la participación de las mujeres en estas, así como potenciando su formación educativa y técnica y promocionándola en esta participación organizacional.

en algunos contextos y culturas, para facilitar que la mujer desarrolle su protagonismo en esta tarea (aunque habría que diferenciar entre el protagonismo y el reconocimiento público) tiene que desarrollar elementos tan básicos como la autoestima, por ejemplo. Veo en mi contexto cultural entre estudiantes universitarios que, a menudo, a la mujer, desde su infancia, se le adjudican roles de género que le impiden desarrollar muchas de sus potencialidades como persona, así que tiene una imagen distorsionada de su ser; en consecuencia, de su estar y vivir.

El acceso a la educación académica de calidad abre a las mujeres nuevas posibilidades de ser y de hacer tanto en el hogar como en la sociedad. A menudo, no en el plano legal sino de facto, se le ponen muchas barreras de acceso a esta vía. Algunas son de tipo cultural pero otras son intencionadamente de tipo político, económico o ideológico.

Por tanto, en algunos entornos culturales hay que trabajar valores básicos de la persona, primero, para, luego, saber qué tipo de liderazgo debemos tener en cuenta. Aunque es cierto, por el contrario, que desarrollando el liderazgo en las mujeres, se puede ir también fomentando en ellas mismas estos valores básicos como son la autoestima y la confianza.

Por otra parte, tiene que ser reconocida su labor en el hogar como educadora y creadora de un espacio de convivencia que facilite el crecimiento y la madurez en libertad de las personas que en este habitan, así como los diferentes tiempos y ritmos que sus miembros tienen en su propio crecimiento.

Es urgente reorientar los roles tradicionales atribuidos a los dos géneros porque siguen haciendo mucho daño y provocando enormes sufrimientos y frustraciones. No solo por este daño que, además se hereda inconscientemente de padres y madres a hijos e hijas, sino porque no se adecúa a las realidades científicas y sociales del siglo XXI. Además, tampoco se reconoce ni aprovecha el avance que ha supuesto la lucha de muchas personas a lo largo de la historia para conseguir logros en este tema.Ni siquiera hace justicia al funcionamiento y organización de la vida.

A la hora de reconocer su papel en la sociedad, se la destaca como buena profesional en el campo en que trabaja pero no como buena madre o como buena formadora. En general, se valoran a las personas por valores muy masculinos como el destacar en su profesión por algún mérito, por su competitividad, por su poder e influencia... pero pocas veces por destacar en su paternidad o maternidad (entendidos estos conceptos en su sentido amplio, no en el sentido biológico, sino como actitud de vida de hacer crecer y desarrollar el cuidado y la vida que se tiene bajo responsabilidad) o por otras características (más tradicionalmente atribuidas exclusivamente a las mujeres). Pero, si analizamos algunos valores de las religiones (como es el caso del budismo en Asia) o de las grandes filosofías (el taoísmo y el confucianismo,), estos valores no son exclusivamente de las mujeres sino de todos los seres humanos. Lo que pasa es que el exceso de rasgos masculinizantes en todos los ámbitos de la vida pública ha hecho minusvalorar rasgos femeninos imprescindibles en toda convivencia humana. Otros aspectos del liderazgo femenino para tener en cuenta El liderazgo político con cuotas de poder político tanto en los partidos como en los puestos de responsabilidad gubernamental local, nacional e internacional. Quizás destacaría, por su importancia, la labor educativa de formar líderes debido a su visibilidad y efecto arrastre y aglutinador que tiene en las demás personas. Pero habría que definir qué modelo de líderes formamos, porque si son para la lucha o la división, ya hay demasiados. Antes que el rol de líder, habría que ver qué tipo de personas estamos educando y potenciando en nuestros hogares, escuelas y universidades. En este sentido, no hay que olvidar qué tipo de inteligencia estamos fomentando y creando en los individuos, especialmente, a través de nuestro ejemplo. Yo me pregunto: ¿educamos también la inteligencia emocional de las personas? ¿La desarrollamos en nosotros mismos? Otra puntualización se me ocurre ahora mismo, relacionada con este tema de la inteligencia emocional;

Estos roles están muy arraigados y se siguen reproduciendo en los contenidos de la cultura. Habría que revisar estos contenidos donde priman el dualismo, el estereotipo, el machismo y la sumisión. Revisar los contenidos educativos tanto formales como informales iría en esta línea. En los países donde la política y la economía están más unidas, hay que trabajar más para que las leyes económicas de corte más neoliberal no arrasen las leyes de equidad social, de justicia retributiva y solidaridad. Si la economía excluye a la mitad de la población, normalmente la femenina, el protagonismo de esta se verá muy menguado por su falta de incidencia en el tipo de economía reinante y porque la población femenina no tendrá autonomía económica. Esta última incide muy directamente en su poder o dependencia económica, pues estimula o amortigua el grado de autoconfianza y valía que pueda tener la mujer ante ella misma y en su entorno. Las dependencias normalmente generan adicción, servidumbres y víctimas de todo tipo. Por el contrario, fomentando la autonomía se puede desarrollar una mayor libertad de las personas. Y potenciando esta, se está haciendo un gran favor al equilibrio y pacificación de las relaciones humanas. En el ámbito político, creo que ha habido un avance legal y teórico, pero no tanto lo ha habido en cuanto a los mecanismos de implementación efectiva y real de las leyes no discriminatorias. Sin embargo, no son suficientes las acciones de discriminación positiva de ofrecer más espacios de participación para la mujer. Deberían ir acompañadas de acciones educativas y divulgativas para cambiar mentalidades patriarcales y machistas que configuran la organización y funcionamiento de las entidades sociales y sus sistemas globales. La familia, como célula básica de la sociedad, está organizada a partir de ciertos roles de género muy marcados y restrictivos. A menudo se habla mucho de políticas, economías y sociedades pero no de este núcleo básico donde se traen al mundo a nuevas personas. En muchas culturas, como en las asiáticas, la mayoría de las responsabilidades familiares recaen sobre la mujer, así que hablar de qué

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Mujeres y construcción de paz en Colombia1

elementos de este papel deberían reorientarse nos ayuda a pensar cómo reconfigurarlo. Ampliar los modelos o tipos de familias es ampliar espacios y mentalidades para organizar, también, otras organizaciones sociales que no imiten un único modelo de familia. Adaptar esta última a realidades del siglo XXI es ayudarla a que evolucione y que sea más realista respecto al presente. Que en esta se vivan nuevos horizontes y otras dinámicas más fraternales y no la mera consanguineidad o el poder ayudaría a implementar estos recursos también en las organizaciones sociales. Lo que se viva en un nivel pequeño, es más fácil que se reproduzca a escala mayor.

Esperanza Hernández Delgado Magíster en Estudios Políticos, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá; doctoranda en Paz, Conflictos y Democracia, Universidad de Granada, España. Investigadora para la paz y consultora; docente titular del Instituto de Estudios Políticos, UNAB.

RESUMEN

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El papel de las mujeres en la construcción de la paz debe entenderse a partir del carácter perfectible e inacabado propio de este tipo de procesos. De tal manera, en estas reflexiones se destaca el valor de algunas de las iniciativas y experiencias de paz lideradas por mujeres, las que incluyen tanto las propuestas en la concertación de acuerdos como en el cuidado y defensa del entorno cercano, referido a la protección de sus hijos y de su comunidad.

Palabras Clave: Construcción de paz / mujeres / pluralidad. SOBRE EL VALIOSO PAPEL DE LAS MUJERES EN LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ En forma valerosa y ejemplarizante, las mujeres en Colombia han hecho transición de víctimas a constructoras de paz, han evidenciado capacidades y potencialidades para edificar la paz y han desplegado poder pacífico transformador.

Esperanza Hernández No obstante, en diversos ámbitos, su valiosa labor sigue siendo invisible o no reconocida, y se torna necesaria su articulación en escenarios relevantes, como el proceso de negociaciones de paz y el eventual posconflicto. Inicialmente intentaré una aproximación a los significados de la paz y de la construcción de la paz. En este documento, la paz puede ser comprendida como: un proceso perfectible e inacabado, inmerso 1

Aporte al eje temático “Mujeres y paz”, presentado el 10 de marzo del 2014.

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en la complejidad, cercano a la condición humana, que se hace visible cada vez que se resuelven o transforman pacíficamente los conflictos, se contribuye al bienestar de los seres humanos, los pueblos y diversos colectivos, y se empodera pacíficamente en medio y a pesar de las violencias, desplegando el poder pacífico transformador que existe en todos y en todas, aunque muchas veces no exista conciencia de que se posee.2 En cuanto a la construcción de paz, se comprende en este texto como proceso complejo y de larga duración, que involucra a plurales actores, redes y escenarios, en dimensiones de “abajo hacia arriba”,3 de “arriba hacia abajo” y del “adentro hacia afuera” (Lederach, 2008), que requieren e implican altas dosis de creatividad y tomar el riesgo de avanzar hacia lo desconocido.4 Edificar la paz “hace posible lo imposible”,5 “da a luz lo que no existe” (Lederach, 2008) y hace tránsito de violencias destructivas a acuerdos constructivos de cambio social (Lederach, 2008). Su ámbito de acción tiene que ver con: la calidad de vida de las personas, la transformación pacífica de los conflictos, la atención integral de las víctimas, la reintegración de quienes han ejercido las violencias, la reconstrucción de los daños generados por las violencias, las vías para la reconciliación, la educación para la paz, políticas públicas para la paz y comunicación para la paz.6 Intentaré, a continuación, un somero y de ninguna manera exhaustivo recuento sobre ese tránsito de las mujeres, de víctimas a constructoras de paz, generado a partir de los hallazgos de mi ejercicio de investigación para la paz:

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• En la historia reciente de este país, desde hace aproximadamente cuatro décadas, las mujeres comenzaron a organizarse, inicialmente en defensa de sus derechos, siendo el caso de la Organización Femenina Popular (OFP) una iniciativa pionera en este sentido. En este primer momento, las mujeres se movilizaron “de la casa a la plaza”, como lo expresa la consigna de la Asociación de Mujeres del Oriente Antioqueño (Amor). • Poco a poco, su gestión se diversificó, haciendo tránsito de la defensa de sus derechos a su ejercicio de resistencia no violenta frente a las distintas violencias y a la construcción de la paz. En esta trayectoria, se hacen visibles, la mencionada OFP, la Ruta Pacífica de las Mujeres, AMOR, las Madres de la Candelaria, Asfamipaz y diversos y crecientes colectivos de mujeres, que se identifican a lo largo y ancho de Colombia. Unos muy visibles, otros poco visibles y muchos invisibles. En el 2005, cuando realizaba un estudio sobre iniciativas de paz en contextos de alta violencia, con el auspicio del Programa Suizo para la Promoción de la Paz en Colombia, me impresionó que en Putumayo, casi todas las mujeres lideraban las iniciativas de paz, desde las indígenas y afrodescendientes, hasta las de las familias que se asociaban para sacar adelante proyectos productivos. • Generalmente, las mujeres han sido víctimas de distintas violencias, desde las “directas” como los feminicidios, la violencia intrafamiliar y el conflicto armado, hasta las “estructurales” que se expresan en exclusión, dominación, autoritarismo y pobreza, y las “culturales”, que galopan bajo la extendida y errada convicción de la superioridad del hombre sobre la mujer. Así, encontramos Recoge el enfoque de paz imperfecta generado por Muñoz (2001). Una de las dimensiones propuestas por John Paul Lederach (2008) para construir la paz. 4 Esta definición se nutre de elementos teóricos y prácticos de Lederach (2008) sobre construcción de paz. 5 Representa uno de los significados que John Paul Lederach (2008) otorga a la construcción de la paz. 6 Esta definición recoge diversos elementos teóricos y prácticos, planteados por John Paul Lederach (2008), y aprendizajes a partir de hallazgos de investigación para la paz, identificados en los últimos catorce años.

toda una tipología de mujeres victimizadas: las mujeres desplazadas; las que perdieron a sus esposos, compañeros o hijos por cuenta de la desaparición forzada o el secuestro; las que fueron violentadas en sus cuerpos; las que sufrieron la afectación sobre sus culturas y su identidad; y las que fueron mutiladas por minas o implementos explosivos, entre otras. • Muchas de estas mujeres no se han quedado en su condición de víctimas, y se han organizado para pedir la liberación de sus seres queridos, reclamar el derecho a la verdad sobre lo ocurrido con estos, exigir el cumplimiento de los derechos humanos, el derecho internacional humanitario o el fundamental derecho a la paz, ejercer su resistencia pacífica y mediar en el conflicto armado para proteger mínimos vitales: la vida en su comprensión más amplia; la libertad de quienes han sido retenidos; la protección de sus culturas, territorios, autonomía; y los procesos comunitarios, entre otros. También para ayudarse entre sí, de manera solidaria, en su proceso de sanar las heridas dejadas por la confrontación armada, escuchándose o haciéndose terapias mediante el poder sanador de los abrazos. Como ellas me han contado en diversos lugares, no habían salido antes de sus casas, del ámbito de sus hogares, nunca habían marchado ni gestionado ante el Gobierno o interlocutado con actores armados, pero desplegaron ese poder que estaba en ellas y se juntaron con otras y, así, se fueron convirtiendo en constructoras de paz. • Estas mujeres han trabajado en forma creativa y comprometida, han alcanzado impensables logros, y hoy cuentan con un importante acumulado en construcción de paz. Estas condiciones las convierten en actoras relevantes en el actual proceso de negociaciones de paz y en el esperado posconflicto. • Desde esta perspectiva, es necesario acompañar, visibilizar y fortalecer las iniciativas y procesos de construcción de paz de las mujeres, especialmente en su articulación con otras iniciativas de la misma o diversa naturaleza, para que logren una mayor incidencia en los escenarios mencionados. HACIA LA EL PAPEL VISIBLE DE LAS MUJERES EN LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ De la casa a la plaza. Las mujeres no parimos hijos ni hijas para la guerra.

Consignas de Amor cuando iniciaba su proceso organizativo.

Finalmente, se presentan algunas consideraciones que tienen como base las preguntas orientadoras planteadas en la discusión de la mesa “Mujeres y paz”. Es necesario generar, profundizar y dinamizar condiciones para el acceso de las mujeres a la educación, especialmente en los sectores sociales donde educarse se convierte en un privilegio inalcanzable. La educación soporta el empoderamiento de las mujeres, y contribuye al proceso de cambio, que es necesario.

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En este sentido, resulta imperativo seguir insistiendo en la política pública para la mujer, en que esta sea construida desde las mujeres, y en mecanismos reales para su materialización.

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Violencia y afirmación de las mujeres

De igual manera, debe darse una mayor visibilidad a su liderazgo en la organización social, en los procesos comunitarios, los movimientos sociales y su rol en la educación, formal e informal, dado que representa el nivel más alto de socialización de los valores.

Reflexiones desde una perspectiva psicosocial

En cuanto a las propuestas de discriminación positiva, estas no resultan suficientes para el empoderamiento de las mujeres y el afianzamiento de sus iniciativas de paz. Las mujeres deben seguir afinando su capacidad organizativa, su ejercicio de resistencia no violenta, que les permite oponerse y exigir, pero al mismo tiempo, sus capacidades y potencialidades mediadoras, que les permiten estar abiertas al diálogo y a la construcción de acuerdos.

Carlos Martín Beristain Médico y experto en cooperación internacional.

BIBLIOGRAFÍA Hernández, E. (2012). Intervenir antes que anochezca: mediaciones e intermediaciones en el conflicto armado colombiano. Bogotá: Litografía La Bastilla. Lederach, J. (2008). La imaginación moral: el arte y el alma de construir la paz. Bogotá: Norma.

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Muñoz, F. (Ed.). (2001). La paz imperfecta. Granada: Universidad de Granada.

Estas reflexiones parten de una experiencia de trabajo con numerosos grupos de mujeres en América Latina, especialmente de Guatemala y El Salvador, pero también de Colombia, en el campo del trabajo psicosocial. La mayor parte han sido tejidas, han nacido del trabajo con ellas, y especialmente en los debates y testimonios recogidos en el proyecto REMHI (Reconstrucción de la Memoria Histórica) de Guatemala (ODHAG, 1998). Son pues, parte de una experiencia compartida.1 La violencia contra las mujeres En los conflictos armados el mayor número de muertos y desaparecidos corresponde a los hombres. Incluso en lugares como Guatemala, donde la violencia fue ejercida contra comunidades enteras en lo que se llamó la política de “tierra arrasada”, el 80 % de las víctimas directas fueron hombres. A los ojos de ejércitos y movimientos armados los hombres se convierten en mayores sospechosos de participar en la guerra. Sin embargo, la violencia directa contra las mujeres es cada vez más importante, dentro de una tendencia de tratar de ganar la guerra a través de ganar control del tejido social, organizaciones civiles y comunidades. Las mujeres son víctimas directas de los grupos armados en relación a tres consideraciones 1. Como parte de la población general, que participa en comunidades, grupos o movimientos sociales. Las mujeres son acusadas como el resto de la población, especialmente en zonas en las que ésta se constituye en el objetivo (control de la gente y del territorio). 2. Por su relación con sus familiares o amigos, acusados de pertenecer a la guerrilla (y otros grupos armados). Las relaciones familiares o afectivas de las mujeres las colocan, a los ojos de los grupos involucrados en la guerra, como colaboradoras del “enemigo”, fuente posible de información, etc. con lo que se convierten también ellas en objetivo militar. 3. Por su condición de líderes de las comunidades. En otras ocasiones las mujeres son golpeadas por su condición de líderes de sus comunidades o movimientos sociales. Cuando las mujeres 1

Este artículo nace de reflexiones compartidas con Claudia Estrada, Pilar Yoldi y Yolanda Urízar.

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asumen un mayor protagonismo social, o cuestionan la lógica de la guerra, se convierten en objetivo directo. Muchas líderes campesinas, de movimientos de familiares de desaparecidos, etc. son hostigadas, o asesinadas porque su trabajo cuestiona las bases de la dominación. En el caso de Colombia, por ejemplo, las mujeres de la OFP se han convertido en los últimos años en objetivo de los grupos paramilitares en el Magdalena Medio, quienes tratan de controlar sus actividades, desmantelar las redes de apoyo y solidaridad, y hostigar a sus dirigentes. La violación como arma Además de las otras formas de violencia (como las masacres, ejecuciones extrajudiciales, tortura o desaparición forzada), las mujeres también sufren en muchos países la violación como un arma de guerra. La violación está socialmente considerada como un estigma. Como parte de un ataque contra la dignidad de las mujeres, las violaciones son poco reconocidas. En el caso del informe REMHI solo se recogieron 145 denuncias de casos de violación (de los 5000 testimonios). Sin embargo, los sobrevivientes de masacres describieron violaciones sexuales en una de cada seis masacres, lo que hace esa proporción mucho más elevada, dado que se reconstruyeron 422 masacres asociadas a destrucción comunitaria2.

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Las mujeres se consideran en muchas ocasiones como un botín de guerra del que podían disponer como un objeto los vencedores (Dowdeswell, 1987). En otras ocasiones la violación es una forma de demostrar el poder, o una forma de extorsión para no ser asesinadas. La violación ha permeado todas las formas de violencia contra las mujeres. También las agresiones sexuales a las mujeres son frecuentes durante las guerras, como una forma de desmoralizar al enemigo como un todo. Los piratas tailandeses violaron intencionalmente a las mujeres vietnamitas delante de sus familias para asegurar la humillación de todos. Un equipo de investigadores de la Unión Europea que visitó la Ex-Yugoslavia en diciembre de 1992 llegó a la conclusión de que muchas mujeres y adolescentes bosnias habían sido violadas en Bosnia-Herzegovina como parte de una campaña sistemática para sembrar el terror (ACNUR, 1994). Estábamos en un taller con los entrevistadores que habían recogido testimonios. Yo les había preguntado por la violación de las mujeres, a ellos que son todo hombres. Pero no respondieron, miraron hacia el suelo y se quedaron en silencio. Yo también me quedé en silencio después. Esa había sido su respuesta: la violación de las mujeres era también una violación de la comunidad. Claudia. Proyecto REMHI, Guatemala, 1997

Las mujeres pueden perder su confianza en los demás y muchas veces la aceptación social. Además de la humillación personal y el ostracismo familiar que sufre la mujer, los esposos, hermanos y padres pueden a la vez sentirse impotentes y responsables. Mientras los hombres y las mujeres que sean heridos o asesinados se les considera “héroes” o “mártires”, no hay un estatus digno para las mujeres que han sufrido violación. Como en el caso de las personas desaparecidas el sufrimiento de la persona y la familia no puede ser validado. En los estudios sobre consecuencias de la violencia, las violaciones son consideradas como las formas En países occidentales se considera que la subdeclaración de violaciones sexuales es de 1a 5 (EEUU y Europa), por lo que en estos casos sería aún mayor. 2

mas de violencia que tienen un mayor impacto psicológico (60% de las mujeres con síntomas o secuelas importantes). Probablemente ello tenga que ver con que la violación es un ataque a la dignidad de las mujeres y tiene consecuencias muy negativas como la pérdida del sentido de seguridad y las dificultades de relación con los otros. A pesar de los pasos dados hacia su consideración de crimen de lesa humanidad en el contexto de la guerra (como en el caso del Tribunal de la ExYugoslavia) la violación está sometida a una invisibilidad social, y dado que se da también en los espacios familiares o personales, es frecuentemente vista como una agresión de tipo privado. Este tipo de consideraciones pueden explicar por qué la violencia contra las mujeres ha sido prácticamente invisible a los ojos de la sociedad y a lo largo de la historia. Yo creo que las mujeres cultural e históricamente hemos asumido la violencia como algo consustancial a nuestra existencia (...) Yo creo que es un factor que influye mucho, o sea desde antes de nacer, porque el hecho de que se privilegie el nacimiento de un niño al de una niña ya es una expresión de violencia ¿verdad? Con eso crecemos y transcurre nuestra vida. Testimonio REMHI (ODAHG, 1998).

En las espaldas de las mujeres Impacto familiar y social Son la mayor parte de las veces las mujeres quienes tienen que enfrentar el impacto de la violencia en sus propias vidas, las de sus familias y comunidades . Las mujeres tienen que hacer frente a los procesos de duelo e impacto por las pérdidas familiares y sociales, y la mayor parte del trabajo de reconstrucción familiar y social recae sobre sus espaldas, especialmente cuando tienen que hacerse cargo solas de la familia. Por ejemplo, en los campamentos de refugiados en Hong-Kong, las mujeres se mostraban ansiosas, deprimidas y con pocas expectativas de futuro. Las mujeres con niños, además estaban preocupadas por cómo éstos vivían la experiencia de los campos de detención. Además, las mujeres tienen en general muchos menos espacios sociales para participar que los hombres, por lo que a la mayor sobrecarga afectiva y social se une un menor poder sobre su propia vida o la toma de decisiones. En el caso de Guatemala, las mujeres aparecían más afectadas por pérdidas familiares que los hombres, referían haber sufrido más pérdidas del cónyuge, manifestaban mayores dificultades económicas, conflictos familiares, sobrecarga y multiplicación de roles e imposibilidad de rehacer la vida. Muchas familias fueron afectadas de forma múltiple por las pérdidas familiares -pérdida del esposo (21%), de los padres (22%), de los hijos (12%) y de otras personas (21%)-. Además, las familias sufrieron un acoso familiar, hostigamiento y persecución posterior, que conllevó muchas veces su ruptura. A más largo plazo, han tenido que enfrentar una grave crisis familiar de carácter económico (pobreza), social (sobrecarga de roles) y afectivo (división) que, en gran medida, se prolonga hasta la actualidad. Además de un patrón de pérdidas familiares que afecta más a las mujeres sobrevivientes, esto sugiere que las consecuencias familiares de la guerra recaen en mayor medida en ellas. Son impresiones comunes, por ejemplo, a las mujeres salvadoreñas que vivieron la guerra, para quienes también las mujeres fueron las más afectadas por la represión, las que siguieron “viviendo y pagando” los muertos de la guerra (LAS DIGNAS, 1995). 3

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Especialmente los datos del REMHI confirman la necesidad de apoyar psicológica y socialmente a las viudas, ya que sufrían un mayor impacto social y afectivo, una mayor privación (hambre y sufrimiento en condiciones extremas) y falta de control sobre su propia vida, así como mayores consecuencias en su salud. Ese impacto no sólo era grave en el momento de los hechos sino que su impacto negativo todavía era importante diez o doce años después. Diferentes percepciones en los testimonios: roles y sensibilidad En el caso del REMHI analizamos las diferencias entre hombres y mujeres respecto a sus percepciones del conflicto. A pesar de que las diferencias no eran muy grandes, los hombres hacían más referencia a los efectos sociales y grupales, hablaban más de organización y compromiso social, daban en mayor medida explicaciones de tipo sociopolítico y medidas sociales de reparación. Las mujeres participaban de todos estos componentes, pero hacían más referencia a los efectos individuales y familiares, así como en su condición de mujeres, y daban más explicaciones interpersonales o de la conducta que los hombres. Las explicaciones de estas diferencias pueden encontrarse en las diferencias de género socialmente construidas, y de forma ambivalente, interpretarse como una menor visión política del conflicto por parte de las mujeres, o una muestra de la importancia que tienen para ellas el impacto personal y en el tejido social más próximo.

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Articulando la vida: roles de las mujeres y reconstrucción del tejido social. Todas las consideraciones anteriores sobre el gran impacto de la violencia no significan que las mujeres no tengan una gran capacidad de afirmación y resistencia frente a las situaciones difíciles y la propia dinámica de la guerra. A pesar de la frecuente consideración de las mujeres como un grupo “vulnerable” en muchas situaciones las mujeres tienen mayor capacidad de enfrentar situaciones difíciles y reconstruir su vida. Por ejemplo en los desplazamientos forzados las mujeres son las que se integran mejor en las situaciones de cambio, se centran más en las tareas cotidianas, y a veces tienen más oportunidades de trabajo informal que el hombre –por ejemplo, un campesino que se desplaza a la ciudad y de repente no tiene trabajo y pierde sus posibilidades de ejercer su rol tradicional. En el psiquiátrico de Sarajevo antes de la guerra el 70% de los ingresos eran de mujeres, y durante el cerco Sarajevo el 70% del ingreso psiquiátrico eran hombres. Hablando de ese cambio el profesor Ceric, el director de ese hospital, decía que muchas mujeres le comentaron que cuando tienes que estar todo el día buscando leña donde vas a coonseguir la comida, tienes que buscar el agua, tienes que buscar no sé qué, no tienes tiempo para los nervios. Las mujeres tienen mayor capacidad de adaptarse a ese tipo de condiciones porque hacen otro tipo de tareas que pueden sobrellevar la sobrevivencia familiar (aunque eso signifique reproducir su rol socialmente asignado). En muchas situaciones son las mujeres las que mantienen los tejidos sociales (las ollas populares, etc.) y la cultura. También tienen una gran capacidad de identificación mutua que no tenemos los hombres en general entre nosotros (o muy diferente a esta), y esos recursos positivos pueden ayudar a mejorar su situación. Incluso muchas situaciones de catástrofe o tragedia hacen que el papel de las mujeres cambie, entre en crisis el rol privado y se haga más público. Cuando las mujeres van conquistando espacios sociales

de reconstrucción es frecuente que eso conlleve a un proceso de redignificación o de mejora de su autoestima. Cuando terminó la guerra del Salvador a muchas mujeres que habían asumido un papel muy importante en los procesos de reconstrucción, comadronas, promotoras de salud, sus compañeros les dijeron: “ustedes mujeres otra vez, a la casa”, a lo que muchas de ellas se resistieron. Durante la década de los 80 las mujeres refugiadas saharauis fueron las que llevaron adelante la organización y sobrevivencia en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia), mostrando una capacidad de organización y resistencia clave para ellas mismas y para su pueblo. Sin embargo su papel entró también en crisis cuando se firmó el Acuerdo de Paz, y los hombres regresaron, lo que hizo que éstos volvieran a recobrar su protagonismo social. Sin embargo, en la actualidad las mujeres están tratando de ganar nuevos espacios colectivos y un nuevo protagonismo a partir de la reflexión colectiva que lleva adelante la organización de las mujeres (UNMS). Ese cambio esa crisis en el rol y cómo las mujeres se han apropiado de muchos lugares y de un rol más público son algo bien importante y que sólo ahora, especialmente a partir de la reflexión y la presión ejercida por las propias mujeres, se empieza a valorar. Sin embargo, en condiciones de desplazamiento las mujeres también pueden perder sus mecanismos habituales de comunicación y apoyo mutuo. Según Benoist et al (2000) en el caso de las mujeres afganas refugiadas en los campamentos de Pakistán se ha dado un proceso contradictorio: las mujeres asumieron ciertas actividades públicas que tradicionalmente desarrollaban los hombres (por ejemplo, tareas administrativas), lo que les dio un protagonismo y liderazgo inexistente anteriormente, y nuevos roles en sus familias individualmente. Pero los mecanismos de comunicación entre ellas se debilitaron al estar más aisladas y sobrecargadas, con lo que perdieron sus mecanismos tradicionales de presión en la toma de decisiones colectivas. Apoyo mutuo y cambio social Muchas mujeres han enfrentado la violencia de forma directa, poniendo en cuestión algunas de los estereotipos sobre el papel de las mujeres en la familia y la sociedad. Por ejemplo, en muchos países han sido las mujeres las que primero se han movilizado para buscar a sus familiares, hacer públicos los hechos o presionar a las autoridades. Muchas de esas experiencias han estado movidas por la lógica del afecto4. Buscando a sus familiares desaparecidos han abierto el espacio social cerrado por la violencia. Cuando empezamos las mujeres a reclamar por nuestros familiares desaparecidos, por la vida, la libertad, contra las dictaduras militares... la participación de las mujeres empieza a ser más evidente. Incluso hay sorpresa por parte del ejército. Es increíble que esas mujercitas, ahí chiquitas, todas endebles, se enfrenten a un ejército que siempre ha sido temido ¡me entendés?. Nadie podía creer que nosotras pudiéramos enfrentar y perseguir y correr al ejército, y por lo menos así salió. No era que se pudiera, es que nos atrevimos a hacerlo. Testimonio (ODHAG, 1998)

Sin embargo, las formas de organización de las mujeres no siempre se basaron solamente en la lógica Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo siempre dijeron: “Nosotras socializamos nuestra maternidad; “a nosotras nos parieron nuestros hijos”. En un estudio realizado acerca de los movimientos de mujeres en el Cono Sur durante la década del 70, Elizabeth Jelin plantea que, en la mayor parte de los casos, la participación de las mujeres en los movimientos de derechos humanos no se basó en puntos de vista ideológicos o en valoraciones políticas, sino en lo que ella define como una lógica del afecto, de los vínculos afectivos y la responsabilidad de las mujeres por sus familiares desaparecidos. Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), Estudios Básicos de Derechos Humanos. Tomo IV; 1996. 4

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del afecto. En el marco del enfrentamiento armado también se han dado otros esfuerzos organizados de las mujeres por tener mayor espacio social en las comunidades, desarrollar proyectos colectivos o realizar luchas políticas, como en el caso de CONAVIGUA contra el reclutamiento forzoso (ODHAG, 1998). Las formas de apoyo mutuo entre las mujeres también han ayudado a poner en cuestión de su rol familiar y social. Por ejemplo, en Bosnia Marie Stopes International estableció una red basada en centros y grupos de autoayuda, en las que la razón más importante para atender a las mujeres no parecía ser el estrés traumático sino el hecho de disfrutar de unos encuentros regulares en un sitio agradable para discutir algunos asuntos propuestos por las mujeres tales como: ¿es el marido el jefe? ¿tienes que casarte para tener un hijo?; mostrando, como en otras guerras, que uno de los efectos psicosociales más notables es el cambio de la forma de pensar de las mujeres sobre ellas mismas ( Jones, 1995). De forma similar, en el contexto de la post-guerra en El Salvador la creación de algunos grupos de mujeres, que han funcionado como grupos de apoyo mutuo, estuvo motivada por la necesidad de responder a la pregunta: ¿qué pasa con nosotras después de la guerra? (Garaizabal y Vazquez, 1992). Vuelvo a El Salvador, que se encuentra tres pasos más allá del después de la guerra. Acudo a la llamada de mis ganas y la invitación de Sandra, para apoyar a su grupo de mujeres. Se encontraron en la búsqueda de nuevos espacios que guía los pasos de mucha gente que, como ellas, estuvo organizada en el FMLN. Se reúnen, celebran, buscan, lloran, tratan de llenar de color su nueva vida, en un país y un proceso que a veces no reconocen como suyo (Viaje a la Memoria, 1997).

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dinámica de la pacificación y obtener el consenso del pueblo, garantizar que la dinámica masculina/ femenina tuviera una representación y protagonismo equilibrado, y que si las mujeres tomaban parte del centro de las decisiones, entonces tendríamos un acuerdo de calidad la mayoría de las veces (2001). Estos ejemplos muestran, como se recoge en el informe Guatemala Nunca Más, que las mujeres, que por mucho tiempo fueron invisibles para la sociedad, deben ser ahora reconocidas como sujetas de cambio, así como respetado y valorado su aporte como ejemplo de dignidad y defensa de la vida.

BIBLIOGRAFÍA ACNUR (1994). Informe sobre la situación de los refugiados en el mundo. Icaria: Madrid). Benoist, J.B. et al (2000). La antropología en la ayuda humanitaria. Instituto de Derechos Humanos Pedro Arrupe. Bilbao: Universidad de Deusto. Garaizabal, C. y Vazquez (1992). El dolor invisible. Una experiencia de grupos de auto-apoyo con mujeres salvadoreñas. Madrid: Talasa. Jane Dowdeswell, “La violación: hablan las mujeres”, 1987

Despolarización social: la voz de las mujeres

Jones, L. (1995) On a front line. British Medical Journal. 310, 1052-54.

En muchas sociedades con un fuerte conflicto violento se da una polarización social5, es decir, la división del mundo entre “amigos” y “enemigos” con una imagen en espejo que obliga a toda la sociedad a posicionarse en un bando, y se criminaliza cualquier postura disidente, lo que lleva a perpetuar el conflicto al bloquear la búsqueda de salidas políticas y el diálogo.

Las Dignas (1995). Las relaciones de género y la subjetividad en los proyectos revolucionarios. El Salvador.

Muchos movimientos de mujeres han contribuido a generar espacios de resistencia (como el movimiento Mujeres de Negro), enfrentar las propias condiciones de violencia de forma directa (como las marchas y barreras de mujeres mayas o su participación en los procesos de negociación en Chiapas). La participación de las mujeres puede contribuir a reforzar la participación social en los procesos de resolución de conflictos, así como a tener en cuenta sus propios puntos de vista y experiencias. Las situaciones de discriminación o la identificación en el dolor que han sufrido muchas mujeres ha supuesto, en diferentes conflictos violentos, un espacio de reconocimiento mutuo y distensión. En el caso de Irlanda del Norte Alec Reid, quien tuvo un papel clave en el proceso de mediación entre el gobierno británico y el Sinn Fein que dio lugar a los Acuerdos de Stormont, plantea como una de las ideas clave de ese proceso, además del principio de la dignidad de la persona, el dialogo como Entendemos por polarización aquel proceso psicosocial por el cual las posturas ante un determinado problema tienden a reducirse cada vez más a dos esquemas opuestos y excluyentes al interior de un determinado ámbito social. Según Martín Baró (1986) la polarización social arrastra una percepción estereotipada entre los grupos rivales que, a su vez, endurece la misma polarización y dificulta la terminación del conflicto. 5

Martín Baró. Conflicto y Polarización social (taller). XX Congreso Interamericano de Psicología. Caracas, julio 1986. Martín Beristain, C. (1997). Viaje a la memoria. Barcelona: Virus. ODHAG, Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala: Informe Proyecto InterDiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (1998). Guatemala: Nunca Más. Vol. I, II y III. Impactos de la Violencia. Tibás, Costa Rica: LIL/Arzobispado de Guatemala. Reid, A. (2001). Siempre se puede hacer algo. Testimonio del proceso de paz en Irlanda. Bilbao: Manu Robles-Arangiz Institutua.

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Crónicas

jornadas congreso

Eje temático

Mujeres y Paz

Crónica de la

Primera sesión - 25 septiembre 2014 464

La primera sesión del grupo de expertos y expertas del eje temático Mujeres y Paz ha tenido la participación de un centenar de personas de diferentes lugares de Colombia a título personal por un lado, y por otro en nombre de sus respectivas organizaciones y colectividades de la sociedad civil del país, todas con experiencias de trabajos colectivos con mujeres como agentes de construcción de paz. Respeto al grupo ponente ha estado presente Carmen Magallón (Directora Seminario de Investigación para la Paz –Zaragoza, España), Marina Gallego (Coordinadora Nacional de la Ruta Pacífica de las Mujeres), Carlos Martín Beristaín (Médico. Experto en Cooperación Internacional), Esperanza Hernández (Experta en construcción de paz desde la base), Fatuma Ahmed (Experta en estudios de paz y profesora de la US University – Nairobi, Kenia), Petra de Llanos (Hispanista. Universidad de Radio y Comunicación de Pekín – R.P. China) y Javier Omar Ruiz (Colectivo Hombres y Masculinidades). El dialogo ha sido conducido por Diana Espinosa (Oficina Nacional de Programas de ONU Mujeres en Colombia). El inicio del evento lo ha protagonizado Diana Espinosa dando la bienvenida a los y las presentes y presentando las siete ideas y retos principales del documento marco elaborado por el grupo de expertas. El primer elemento a destacar del documento es la imperante necesidad de reconocimiento y visibilización de las mujeres como agentes constructoras de paz. El segundo punto hace referencia a la importancia que tiene el trabajo en red. El tercer punto a destacar es la necesidad de fomentar la educación para la paz, una educación con perspectiva relacional de género para que se desmantele el sistema educativo hegemónico y patriarcal. En el cuarto punto se hace un reclamo para reconocer el trabajo no remunerado de las mujeres para que éstas sean personas más autónomas y se reconozca los ejercicios de liderazgo que llevan en su cotidianidad. El quinto punto hace referencia a la imperante necesidad de cambiar

las estructuras de poder respecto al reconocimiento formativo entre hombres y mujeres. Aún, la corporalidad de la mujer es más despreciada en el mundo profesional respecto a la presencia del hombre provocando que, muchas mujeres capacitadas sean desaprovechas en la sociedad. El sexto punto hace referencia a la incuestionable presencia de la organización entre mujeres como una herramienta para la construcción de paz y el séptimo y último punto destaca la necesidad de hacer, aún hoy en día, cierta discriminación positiva hacia las mujeres siempre y cuando estén en disparidad y teniendo en cuenta que son medidas temporales englobadas en el reto de la transformación cultural. La sesión ha seguido con la intervención de las ponentes donde Carmen Magallón ha sido la primera en exponer. Ella planeta el terminar con la dicotomía entre ejercicio académico y compromiso político las cuales deberían ir en concierto. Las mujeres ofrecen una experiencia histórica que demuestra cómo han ofrecido un aporte histórico conceptualizado como “racionalidad civilizatoria” que hace referencia a una perspectiva pacifista. La segunda ponente ha sido Marina Gallego partiendo su discurso con la idea que “la guerra tiene una arquitectura patriarcal” argumentando así que las mujeres no son pacíficas por naturaleza sino por opción política ya que existen mujeres que optan por la guerra. Otro punto clave que ha aportado Gallego es la importancia de conseguir presencia de mujeres referentes en las mesas de negociación para la paz porque, por ahora, es inexistente su presencia. Carlos Martin Berstain ha argumentado que es necesario evidenciar el protagonismo de las mujeres en la construcción de paz. La paz no es solo la ausencia de armas, esta es una condición

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necesaria pero no suficiente. Existe una cultura de paz que requiere de condiciones dignas de acceso a vivienda, a salud, a educación, de condiciones que también constituyen la paz. De igual manera, la posibilidad de poder interactuar en la sociedad libremente, sin condicionantes que limiten su desarrollo como parte de los estereotipos adjudicados a ellas. Es una defensa al derecho a vivir sin miedo. Esperanza Hernández ha manifestado que las mujeres han mostrado una mayor capacidad de resistencia a los conflictos sociales. Éstas han contribuido a replantar su rol, las mujeres se han atrevido a salir a la calle cuando nadie se atrevía a salir, las mujeres han hecho tránsito de víctimas a constructoras de paz y las mujeres han salido “de la casa a la plaza” en una actitud valerosa que a muchas les costó la vida. Fatuma Ahmed ha argumentado que la participación de las mujeres no se limita a la resistencia no violenta, también se a orientado a actuar como mediadoras de paz, en un empoderamiento pacífico que las ha llevado a la exigencia de sus derechos, desplegando capacidades y potencialidades de las que en muchos casos no se tenía conciencia. Las mujeres no se constituyen como victimas naturales, esta es una construcción que se hace sobre ellas, la cual en ocasiones hace que las mujeres se auto-victimicen y desconozcan sus propias capacidades.

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Las aportaciones de Petra de Llanos ha complementado la sesión dando importancia al uso de los medios de comunicación porque éstos no promueven una sociedad armónica y pacífica. También ha dado importancia a una educación para la paz donde esté libre de estereotipos de género y por último fomentar el empoderamiento y el liderazgo en el campo educativo. Por último se ha destacado el valor de la perspectiva relacional de género promovido por Javier Omar Ruiz, como una opción que se contrapone a las visiones estructurales de género, una visión mantenida por el monodiscurso incluso aplicado en los diálogos de paz elaborado en los acuerdos de La Habana ya que se están elaborando desde una perspectiva del hombre masculino hegemónico patriarcal. Para finalizar se abrió la oportunidad de escuchar a cuatro representantes de diferentes organizaciones de mujeres colombianas que trabajan localmente en sus comunidades la construcción de la paz. El tema principal que se habló en este momento fue la estigmatización y la ignorancia que las víctimas reciben por parte de las autoridades al momento de considerarlas como agentes constructoras de paz y reconstructoras de sus comunidades.

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Crónica de la

Segunda sesión - 26 septiembre 2014 468

En la segunda sesión de Mujeres y Paz se ha realizado en el mismo auditorio que ayer, en el auditorio Rojo de la Universidad de La Salle. Ha habido una participación de un centenar de personas, la mayoría mujeres no obstante ha habido más presencia de hombres que el día anterior. Los expertos y expertas que han participado han sido Carlos Martin Beristaín, Javier Omar Ruiz, Carmen Magallón, Marina Gallego y Petra de Llanos. Se disculpan por ausencia Fatuma Ahmed y Esperanza Hernández. El inicio de la sesión lo ha promovido Diana Espinosa igual que la sesión de ayer. Espinosa junto con Martín Beristaín han hecho un resumen de la sesión anterior remarcando los puntos más importantes hablados tanto en la sesión de la mañana como los de la tarde. En seguida se ha pasado el turno de palabra al público para no perder el eje importante que tiene este congreso, dar importancia a otras voces no representadas en el grupo de expertos y expertas. La participación del público ha sido amena ya que se han planteado varios temas complementarios a los acuerdos del documento elaborado por los y las expertas durante el pre-congreso. La importancia de la educación como espacio de construcción de paz y espacio para trabajar desde la interseccionalidad es un punto que complementa el documento. En este sentido Magallón ha promovido que en las escuelas se debe enseñar con claridad la diferencia que hay entre violencia y conflicto. Por otro lado ha propuesto a los y las docentes que revisen el contenido de la materia que se imparte en las escuelas: “Hay que promover la diferencia entre conflicto y violencia en las escuelas”, también destaca la necesidad en “destacar a las mujeres destacadas en los libros de texto, hay que hacerlas visibles porque hay mujeres que han pensado y experimentado los conflictos desde otras perspectivas”. Magallón también ha remarcado que hay grupos de mujeres quienes han entrado en las disciplinas dando una revisión a los sesgos androcéntricos y sexistas que aún existen en éstas. El

público añade la necesidad de que la academia se haga responsable que, desde sus profesionales, se comprometan en revistar estos contenidos y en dar otra mirada a la educación patriarcal. Siguiendo con Magallón argumenta que “se debe hablar de tipos de feminismo ya que no es un movimiento homogéneo y por eso se generan conflictos y divergencias” Es así que entender el feminismo se debe hacer desde su pluralidad. Es importante no hablar de un solo feminismo sino de feminismos que contemplen las realidades diversas de los diferentes mundos que se ubican las mujeres. Desde esta idea se ha llegado al acuerdo que es importante insistir en dar liderazgo a la forma diferente del hacer de las mujeres, dar un status a sus discursos y a sus prácticas para la construcción de paz. En palabras de Gallego “las mujeres no solo somos sujetas para el estudio de la paz sino que construimos ese contenido” o refiriéndonos a Martin Berinstaín “el trabajo de las mujeres en la construcción de paz es como ir entrelazando una trenza”, esto significa que se tiene que incorporar y contemplar en la agenda de construcción de paz diferentes dinámicas, prácticas y experiencias positivas que las mujeres realizan en sus respectivos territorios, espacios e incluso en lo cotidiano. Desde esta perspectiva también se planteó, desde el público, la importancia de incorporar en estas experiencias de construcción de paz una perspectiva de los colectivos LGTBI (Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales), ya que esta visión pluraliza la construcción de paz y rompe los esquemas de una visión hegemónica estructural que es la que sigue aún presente. Por otro lado, Gallego remarca su trabajo feminista con el conjunto de mujeres, un trabajo de mistura entre diferentes realidades y a través de una mirada del feminismo de la diferencia, incorporando a mujeres negras, indígenas, campesinas, lesbianas, ecofeministas, pobres, etc. Ella ha aportado en la mesa un discurso más político que ha remarcado la importancia de denunciar la ausencia de la presencia de las

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mujeres en espacios de poder de decisión, parafraseando a Gallego “en ciertos ámbitos donde las mujeres no alcanzamos a ver ni a tocar” refiriéndose en las mesas de decisiones sobre aspectos económicos, políticos, jurídicos, entre otros. De igual forma que Gallego, Martín Beristaín remarca la importancia del conocimiento dese abajo, es decir a “construir lo académico pero desde abajo, a rescatar las experiencias de resistencia de las mujeres tal como se ha hecho en la Ruta Pacífica de las Mujeres”. Gallego ha complementado el discurso de Berinstaín remarcando que “la práctica es lo que ha hecho que el conocimiento que poseemos ahora sea situado y no que haya sido creado desde la teoría. Por esto tiene importancia la Comisión de la Verdad de las Mujeres ya que la construcción de la verdad es participativa y ellas son las mismas sujetas de crear el contenido, un contenido que reivindica que el poder actual no nos deja ser desde y para las mujeres”. Javier Omar Ruiz ha aportado en la sesión la perspectiva de relación de género para la construcción de la paz. De ésta forma responde a la pregunta sobre qué perspectiva encara el eje temático en general, una pregunta planteada por el público. Es así como Ruiz ha aclarado que “hay que replantearnos los paradigmas patriarcales de los hombres pero también de lo femenino, de la feminidad o de ser mujer. Es importante solidarizar hacia las mujeres pero también es importante que los hombres se miren para sí mismos y que nos cuestionemos qué prácticas de violencia ejercemos”

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Concluyendo la sesión se acordó sumar los aspectos planteados en esta sesión como parte del documento marco elaborado por los y las expertas durante el precongreso. La sesión finalizó, por propuesta del público, con un minuto de silencio, de respiración y de meditación.

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Comunicaciones Eje temático

Mujeres y Paz

Los lugares de enunciación de las mujeres en la paz Natalia Sánchez Corrales Hernando Estévez Cuervo Resumen

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Asistimos a un momento de urgencia sobre el pensar, sobre el cuestionarse las condiciones en las que hemos devenido una sociedad en guerra, pero también por las condiciones que nos permitan, en un futuro próximo, devenir otros, unos otros que puedan vivir en paz. En este acontecimiento de la pregunta por las condiciones de posibilidad de ser otros, emerge la pregunta por el rol de las mujeres en este proceso de paz. Es justamente desde la formulación de la pregunta por este rol que nosotros hemos querido anunciar varios lugares de cuestionamiento y de sospecha sobre la naturaleza de esta pregunta, no para considerarla inválida; al contrario, para legitimar su importancia en la ampliación de los límites desde donde nos pensamos como constructores de una paz duradera. Por esta razón en este ensayo hemos abordado básicamente tres asuntos: en primer lugar, las condiciones de un discurso sobre la paz en las relaciones norte-sur y en la necesidad de reconocer en estos esfuerzos las voces de quienes construyen la sociedad en términos no liberales. Segundo, hemos elaborado sobre los lugares teóricos desde donde se ha pensado el rol de las mujeres en la paz, justamente para desnaturalizar algunas de las relaciones de subordinación que han dejado intactas formas de violencia más sutiles pero normalizadas. Por último hemos concluido que tanto los problemas asociados a la paz liberal, como los asociados al feminismo esencialista son producto de unas dicotomías heredadas que organizan el mundo y que deben ser transgredidas para poder vivir en paz. Palabras clave Feminismos/ Paz post-liberal/ Pensamiento dicotómico. La elocuencia de la introducción del texto, “Epistemología del Sur” de Boaventura de Sousa Santos (2009) nos remonta a las preguntas fundamentales de la tradición occidental con una nueva urgencia: la de preservar la pregunta simple, elemental y tangible del pensamiento político. Para Sousa, el tiempo presente, como tiempo de transición, solo es comprensible si reconocemos que somos todos protagonistas y productos, testimonios vivos de las transformaciones que el pasado ha producido, en un presente que exige preguntarse por el papel que el conocimiento y la experiencia han tenido como contribución a nuestra felicidad. Escribir acerca de la paz es también una exigencia del tiempo presente en la academia y los círculos intelectuales donde se teoriza acerca de los diferentes planteamientos contextuales e históricos que posibilitan una discusión. Siguiendo el llamado de Sousa, hablar de Paz requiere entonces plantear preguntas políticas tangibles para los protagonistas y simples y elementales que promueven la transformación del presente para el futuro. Los discursos teóricos y prácticos que se enuncian en las actuales discusiones acerca de la paz se

expresan a la luz o a la sombra de la necesidad histórica, política y social de terminar un conflicto armado que perdura en la sociedad colombiana a pesar de los cambios que trae el desarrollo mínimo de una democracia moderna. Estos discursos y teorizaciones acerca de las condiciones mínimas para el fin de la guerra en Colombia son posibles porque son parte de un momento histórico definido desde las obligaciones estatales e institucionales que conducen a la estabilidad social. Cada formación discursiva en la realidad colombiana es parte de una construcción socio-cultural, política, geográfica y moral que se atiene a reglas y normas y que no sobrepasan la legitimidad y autonomía del Estado. Desde esta perspectiva el tema del presente escrito va mas allá de los avances teóricos y prácticos con los que una categoría, un concepto, como el de la Paz pueda producir, pues en su enunciado y su propuesta incluye a la Mujer. Un eje temático y problemático como el de Mujeres y Paz tiene al interior de su conceptualización no sólo propuestas de resolución de conflictos, normas y tratados para la finalización de la guerra y condiciones que permiten la permanencia de un estado de convivencia pacífica, sino además impone la condición de género. El género como sistema político enuncia en su tradición epistémica una posibilidad de descentrar las categorías a las que tradicionalmente ha sido adherido y por lo tanto produce nuevos contextos desde donde la agencia política de la mujer está comprometida con los procesos políticos y sociales. Han sido múltiples los contextos históricos en los que se ha pensado el movimiento feminista como una respuesta al machismo. Específicamente en el caso de las mujeres que hacen parte de esa reducida parte de la sociedad donde el privilegio en sus formas mas comunes, la educación y la posición socio-económica, perciben el feminismo como un movimiento cultural que contrarresta las acciones de poder que traen las sociedades patriarcales y paternas. Para muchas mujeres, el primer encuentro con el feminismo es engendrado desde una experiencia personal en ámbitos laborales y sociales y por la cultura en sus diversos medios de comunicación. El feminismo como una herramienta política de transformación de las estructuras políticas e institucionales en tanto que cuestionan las libertades y derechos civiles de las mujeres ha quedado reducido a un papel balanceador entre lo masculino y lo femenino. Es decir, el feminismo combate la supremacía del masculinismo desde la lógica de la igualdad como ideal político y social. bell hooks (2000) en sus escritos acerca de la función política del feminismo anunciaba cómo el feminismo además de unir las luchas raciales y de género en contra del racismo y el clasismo, también debería exigir que la revolución feminista asuma su responsabilidad histórica de atraer e invitar a las mujeres a expresar solidaridad a favor de las transformaciones sociales necesarias para la creación de un espacio político con una agencia política propia. Este ensayo, en tanto construcción teórica, reconoce necesario el dialogo entre géneros para la transformación real de las condiciones políticas, asumiendo que la sola formulación de la pregunta por la relación entre mujer y paz no puede quedarse simplemente en una elaboración discursiva acerca del lugar y la función de las mujeres en la conceptualización de la paz, sino que requiere de un análisis claro acerca del lugar de los géneros tanto en la edificación de la paz como en la finalización de la guerra. Rita Manchanda (2005) en su texto Women’s Agency in Peace Building, plantea que “el discurso humanitario continua configurando a las mujeres como víctimas y termina devaluando los múltiples

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roles que la mujer asume durante el conflicto para administrar la sobrevivencia de la comunidad y la edificación de la paz”. Este llamado de Manchanda es también un reconocimiento de que la guerra da forma a la mujer, de la misma manera que lo hace con el hombre, y que la paz y la convivencia también crean diferentes agencias políticas y sociales tanto en lo masculino como en lo femenino. Es decir, la paz como un sistema de acciones sistemáticas que crean las condiciones para la convivencia social da forma a la mujer y determina su acción social y política dentro de esas condiciones. De igual manera que las acciones de la guerra y la violencia crean las condiciones para la redefinición constante y continua de la masculinidad.

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Por lo tanto, este ensayo parte de la convicción de que para hablar de las mujeres y la paz, primero hay que descentrar las narrativas tradicionales que asignan roles a la mujer en la sociedad. Es decir, desnaturalizar su acción política y social tanto en el espacio publico como en el privado. Segundo, es necesario des-localizar la agencia política de la mujer y del hombre en la sociedad, sea una sociedad en paz o en guerra pues la mujer no puede seguir siendo el complemento subordinado del hombre que trae balance a la sociedad preservando la superioridad masculina, ni puede seguir percibiéndose como aquello otro a lo masculino. Tercero, des-localizar de su tradición a la mujer supone aceptar que la función en la edificación de la paz requiere de nuevas y novedosas maneras de teorizar y entender el espacio político, tanto privado como público, donde la paz cotidiana así como la social y Estatal se funden en las normas y leyes que la cobijan. Cuarto, se propone entonces, comenzar con preguntas simples, tangibles y elementales: ¿Qué es la paz? ¿Por qué hablar de paz y mujer? ¿Quién es la mujer en la paz y la guerra? 1. ¿Qué es la paz? “Las agendas de investigación crítica de la paz han mostrado que la paz liberal se ha desviado en los relativamente nuevos contextos de post-conflicto. La paz en estos contextos se ha concentrado en los estados, las elites, los actores internacionales, los asuntos de seguridad y las normas e instituciones liberales. Peor aún, lo internacional ha acusado a lo local de este desvío en un movimiento clásico y reminiscente de la mirada esencialista y romántica de la colonia.” (Richmond, 2010, pág. 666 traducción nuestra)

La Paz con mayúscula, como mirada desde lo internacional, como la “responsabilidad de proteger” se configura como un discurso totalizante y homogéneo, que se enuncia desde la neutralidad del que está fuera. Esta aparente neutralidad de La Paz con mayúscula y en singular nos enfrenta a una serie de interrogantes ampliamente tratados en la literatura de las Relaciones Internacionales: ¿Qué significa esta paz?, ¿Para quién?, ¿Desde dónde se definen sus condiciones?, ¿Cómo se garantiza su duración? El llamado de atención que hace Oliver Richmond en su texto (2010) es a mirar con cautela las condiciones de posibilidad de estas apuestas internacionales y los efectos de verdad que tienen sobre las comunidades locales históricamente enfrentadas a las demandas del norte sobre sus estilos de vida. 20

Esta cautela podríamos sintetizarla en al menos dos lugares de sospecha: en primer lugar, la sospecha sobre el tono colonial que acompaña los esfuerzos de las naciones del Norte como garantes de la seguridad del mundo. Ya Arturo Escobar (2007) había arrojado algunas luces sobre los efectos que 20

Organización de Naciones Unidas: http://www.un.org/en/preventgenocide/adviser/responsibility.shtm

estas buenas intenciones han tenido en la invención de la pobreza y el subdesarrollo del sur. El segundo lugar de esta sospecha está ligado a lo que Ann Tickner (2012) ha denominado como el ideal masculino de estado que se ha fijado en estos esfuerzos liberales de paz. La idea que tenemos de las instituciones, de lo público, de la objetividad y el control desde afuera es, desde la mirada de algunas feministas, una construcción política que privilegia lo masculino y no sólo excluye, sino que además silencia otras formas de relacionamiento político y social. Por estas razones, y de cara a la pregunta por la paz, surge la necesidad de buscar lugares alternativos de enunciación de una paz aquí y ahora, de unas paces en plural. Esta paz de la vida cotidiana, en términos de Richmond (2010), constituye una apuesta por una instancia post-liberal, y también, post-fundacional de pensar la política. El post en estas expresiones no alude a una nueva dicotomización, esta vez, entre lo liberal y lo local; más bien, propone la necesidad de reconocer formas alternativas de hacer sentido de las violencias y las instancias de paz que surgen al interrior de una comunidad, desde sus propias maneras de dar sentido a estos relatos. La fragmentación de las paces así entendidas permite un segundo movimiento, a saber, el reconocimiento de una agencia por parte de las víctimas por fuera de la imagen moderna de sujeto autónomo introducida por la ilustración y reprocida por el modelo liberal. La agencia como resistencia a las formas normales de pacificación del mundo, vía desarrollo, modernización y mercado, se ha constituido en referente de sentido, de lucha y movilización en muchos lugares del mundo, y sin embargo, ha sido también interpretada desde la esfera internacional como obstáculo para La Paz. Es por esto que, lejos de dar una respuesta unívoca a la pregunta por la paz, nos interesa deternernos a considerar estas resistencias, estas formas en las que los grupos subordinados han hecho sentido de estos metarrelatos y han respondido a ellos de maneras novedosas. Creemos que en la sospecha sobre lo colonial y patriarcal puede surgir un escenario de discusión enriquecido sobre el proceso de paz que se adelanta en Colombia, especialmente desde los lugares que enuncian una relación explícita entre el rol de las mujeres y la construcción de esta paz aquí y ahora. 2. ¿Por qué hablar de paz y mujer? El campo de estudios en paz y conflicto de la teoría feminista está hoy dividido en dos grandes vertientes: por una parte se encuentran los trabajos de quienes, siguiendo a Carol Gilligan (1982) y a Nancy Chodorow (1978), adjudican un carácter esencialmente pacifista a las mujeres relacionado con su capacidad para ser madres y cuidadoras. Este carácter, fundado en la particularidad de la experiencia femenina en el mundo, no sólo asigna una cierta superioridad moral a las mujeres, sino que adicionalmente, de ser tenida en cuenta más abiertamente en la configuración de las sociedades humanas, sería garante de su pacificación. Este feminismo esencialista ha tenido importantes efectos en la manera en la que se ha venido construyendo un discurso acerca del rol de las mujeres en la paz. Por ejemplo, en la descripción del eje de mujeres y paz del presente congreso se afirma lo siguiente: “Las agendas de investigación crítica de la paz han mostrado que la paz liberal se ha desviado en los relativamente nuevos contextos de post-conflicto. La paz en estos contextos se ha concentrado en los estados,

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activamente en el movimiento en favor de la paz a escala comunitaria, fomentando la paz en el seno de sus comunidades. Las mujeres son capaces de colaborar entre ellas y de comunicarse a través de barreras y brechas que separan a las partes enfrentadas. Las mujeres están mejor preparadas y con más aptitudes que los hombres para prevenir y resolver conflictos, porque saben mejor que nadie el precio de éstos. En medio de las tremendas desigualdades sociales que han configurado diferentes sociedades como las latinoamericanas, han sido preferencialmente las mujeres, maestras, voluntarias, religiosas, trabajadoras sociales, madres; las que han hecho presencia indiscutible en medio de los grupos marginales como agentes de soporte, de apoyo, de asistencia social, de resistencia y de cambio.” (Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU, 2014)

En este párrafo podemos ver una referencia explícita a una cierta particularidad en la experiencia que tienen las mujeres en el mundo. Esta particularidad está vinculada a su rol de madres y de cuidadoras en una comunidad dada, y se le adjudican unos ciertos efectos reparadores y reconstructores de su sociedad. Este sin duda alguna puede constituirse en el relato sobre la experiencia de violencia de muchas mujeres, pero ciertamente no de todas.

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Justamente en respuesta a esta generalización y al carácter evidentemente homogeneizante de esta supuesta condición natural de las mujeres es que una segunda vertiente de los estudios sobre paz y conflicto de la teoría feminista ha planteado cuestionamientos profundos a la manera en la que esta idea construye un ideal de mujer. Esta segunda vertiente comprende la categoría de género como una construcción discursiva sobre lo masculino y lo femenino que está presente en todas las relaciones de poder y que dicotomiza nuestra forma de aproximarnos a una comprensión del mundo (Scott, 1996). Es justamente en relación con estas dicotomías, que esta segunda vertiente ofrece un primer cuestionamiento al feminismo esencialista argumentando que, al asignar una función esencial, ya sea natural o cultural, a las mujeres en la sociedad en general, o en la construcción de la paz en particular, se está manteniendo una forma dicotómica de comprender las relaciones entre sexos, lo cual a su vez naturaliza la organización actual de la sociedad. Este primer cuestionamiento sostiene que la idea de una mujer madre y cuidadora justifica el discurso de la protección y la seguridad en el que se basa todo el esfuerzo militar y de la guerra, es decir, que de forma invertida, la figura de la madre garantiza la construcción de imágenes del enemigo. Adicionalmente, esta condición de cuidadora y su dicotomización de lo masculino como violento y luchador asegura otro par de condiciones: por un lado, preserva a las mujeres en la esfera de lo privado, y por el otro las margina del ámbito de la negociación y de lo público al ser asumidas como ingenuas y víctimas de lo operado por los hombres (Tickner, 2012). Un segundo cuestionamiento está orientado a problematizar el carácter homogéneo de la idea de una mujer que cuida y es madre. Este cuestionamiento proviene particularmente de los feminismos que han aparecido entre afroamericanas y feministas del sur (Mohanty, 2013) , argumentando que esta idea monolítica de mujer atribuye en todos los casos la connotación de víctima a las mujeres no occidentales y las constituye en una doble lucha: contra las formas patriarcales de organización social y política, y contra las formas coloniales de exotización de la propia cultura. Es por estas razones que preguntarnos por el rol de las mujeres en la guerra y en la paz nos obliga a cuestionar no sólo las formas en las que las guerras y las paces configuran unas ciertas masculinidades y feminidades, sino también por la forma en la que nombramos las condiciones en las que estas

formas pueden o no aparecer en situaciones de negociación acerca de los significados que adquiera en cada caso lo que nos ha pasado. 3. ¿Quién es la mujer en la paz y la guerra? O… más bien: ¿quiénes son las mujeres en las paces y en las guerras? Hay un llamado que es transversal a este ensayo, un llamado sobre el lenguaje, sobre las formas en las que, al nominar el mundo, le adjudicamos un lugar a las formas en las que comprendemos y nos comprendemos. En el lenguaje se negocian los significados, allí, en la exterioridad del signo, se define el sentido de la experiencia. Por esto cuando decimos las mujeres, primero, es porque necesitamos el reconocimiento de ser en la diferencia, inclusive, en la diferencia entre nosotras mismas. La esencialización de la mujer en singular no sólo ha dado lugar a las múltiples justificaciones de las que ya hemos hablado, también nos ha dado un lugar de grupo subordinado, de minoría. Asimismo, la singularidad de la violencia ha hecho posible la exclusión y el silenciamiento de formas de violencia históricamente interconectadas con las violencias de la guerra. Hay una continuidad explícita entre las violencias domésticas, que permanecen bajo el velo de lo privado, y las violencias políticas, más públicas, militares si se quiere. Pero la dicotomización de lo privado de lo público ha garantizado no sólo la marginación de las mujeres de los ámbitos en los que se negocia la guerra, también ha mantenido ocultos los crímenes atroces que se cometen en lo privado. La sistemática complicidad del estado y sus instituciones con los crímenes de violencia sexual, son una evidencia de ello. Por esto el primer llamado concluyente de este ensayo es a la pluralidad. En esa coyuntura de las paces del aquí y del ahora, de las paces post liberales, surge la posibilidad de la hibridación, de la negociación, de la traducción. Una traducción necesaria entre estas grandes conversaciones que sostenemos los que participamos hoy aquí, desde estos lugares de privilegio, y quienes, desde la experiencia más cercana, más vívida de la guerra, necesitan encontrarse en sus relatos, para contar o para callar, para dar sentido a nuevas historias, nuevas articulaciones, nuevas paces. La segunda conclusión de este ensayo tiene que ver con lo que Gayatri Spivak (1987) denominara el esencialismo estratégico. Esta aserción nominalista de Spivak está inspirada en la experiencia de la subalternidad, y en la necesidad de estratégicamente construir identidades esenciales con fines políticos. Si bien hemos ya en este ensayo criticado ampliamente el esencialismo desde el que se ha pretendido construir una imagen unitaria de la mujer, también es cierto que en tiempos en los que se hace necesario consolidar unas nuevas resistencias que permitan articular necesidades –y tal vez también derechos- la construcción de narrativas que otorguen esa posibilidad de identificación a los grupos, a las mujeres y a las víctimas como agentes es fundamental. La construcción de memoria colectiva, el relato sobre el significado que construimos sobre lo vivido no se elabora solamente para recordar, también para propiciar las condiciones del olvido y la resignificación de sí en otras paces. Finalmente, consideramos que la pregunta del eje por la relación entre las mujeres y la paz es una pregunta por el género y por las posibilidades epistémicas que este nuevo lugar de enunciación nos ofrece para pensar las relaciones políticas en otros términos:

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“El feminismo ve el género como una forma de organizar el mundo en sistemas de categorías mutuamente excluyentes. Estas categorías están en una relación de supra/subordinación entre sí, y ambas reflejan y reproducen el orden de género. Para Sandra Harding, el simbolismo de género es el proceso a través del cual las metáforas sobre el género son asignadas a otras dicotomías percibidas, a las que también se asocia con lo masculino y lo femenino, de modo que las categorías que están asociadas con lo femenino son menos valoradas que las asociadas con lo masculino: actividad vs. pasividad, racionalidad vs. emoción, fuerza vs. debilidad son algunos de estos dualismos, así como guerra/violencia vs. paz.” (Confortini, 2006, pág. 345 Traducción nuestra)

Si la pregunta por el género se constituye como un lugar de cuestionamiento a la organización dicotómica del mundo y la consecuente subvaloración de lo femenino en esta construcción binaria, entonces el aporte que hace este lugar de cuestionamiento al contexto de los estudios de paz es justamente proponer un espacio discursivo que, habiendo deconstruido los dualismos desde los cuales se organiza nuestra mirada del mundo, puede emprender elaboraciones teóricas más allá de las dicotomías.

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Esta deconstrucción aparece como fundamental en al menos tres sentidos: en primer lugar, en la deconstrucción de las masculinidades hegemónicas que se sustentan en formas violentas de relacionamiento. Si bien es cierto que nos distanciamos del esencialismo implícito en la valoración de los hombres como natural o culturalmente violentos, también es cierto que hay en la sociedad muchos lugares desde donde se construye una idea de masculinidad que se funda en este tipo de agresiones como justificaciones. Un segundo lugar para el que esta deconstrucción resulta fundamental es para el caso de la elaboración de un discurso sobre las mujeres como esencialmente víctimas de la violencia ejercida por los hombres. Esta dicotomía víctima vs. victimario, que remite a la dicotomía objeto vs. sujeto, performa una negación absoluta de la capacidad de agencia que pueda estar contenida en el ser víctima, anulando las posibilidades de devenir otra mujer más allá de la situación victimizante. El tercer sentido previamente mencionado es la urgente revisión de la dicotomía que mantiene lo femenino en lo doméstico. La consigna “lo personal es político” aludía a una parte de la revisión que se necesita de esta vetusta dicotomía al promover la deliberación acerca de lo que acontece bajo el velo de lo privado. Pero hay otra parte, y es la urgente inclusión de las voces de las mujeres en la negociación de las paces que se les está demandando construir, y de las heridas que se les está exigiendo sanar.

BIBLIOGRAFÍA Chodorow, N. (1978). The reproduction of mothering: Psychoanalysis and the Sociology of Gender. Berkeley: University of California Press. Confortini,C.(2006).Galtung,Violence,andGender:TheCase.PEACE&CHANGE,31(3),333-367.

Escobar, A. (2007). La invención del tercer mundo: Construcción y deconstrucción del desarrollo. Caracas: Fundación Editorial el perro y la rana. Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU. (15 de Agosto de 2014). Edificar la paz. Recuperado el 15 de Agosto de 2014, de http://www.edificarlapaz.org/es/eje_tematico_mujer_y_paz.asp Gilligan, C. (1982). In a different voice. USA: Harvard University Press. hooks, b. (2000). Racism and feminism: The issue of accountability. New York: Routledge. Manchanda, R. (Oct 29 - Nov 4 de 2005). Women’s agency in peace building. Economic and political weekly, 40. Mohanty, C. (2013). Under western eyes Revisited. En C. &. McCann, Feminist theory reader (págs. 536-552). New York: Routledge. Richmond, O. (2010). Resistance and the post-liberal peace. Millennium: Journal of International Studies, 38(3), 665-692. Santos, B. d. (2009). La epistemología del sur. México: Siglo XXI. Scott, J. (1996). El género: una categoría útil. En L. Marta, El género: la construcción cultural de la diferencia sexual (págs. 265-302). México: PUEG. Spivak, G. (1987). In Other Worlds. Essays in Cultural Politics. New York: Methuen. Tickner, A. (2012). A Critique of Morgenthau’s Principles of Political Realism. International Politics: Enduring Concepts and Contemporary issues, 22-34.

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Mujer: constructora de paz

riguroso desbordaría los objetivos del presente trabajo. Por eso, asumiendo dicha verdad como ampliamente constatada a través de diferentes estudios antropológicos y metafísicos,21 nos limitaremos a traer aquí una sugestiva aseveración que Edith Stein hace al respecto: “Soy de la convicción de que la especie ser humano se desarrolla como especie doble, hombre y mujer; de que la esencia ser humano, a la cual no puede faltar ningún rasgo ni aquí ni allí, alcanza a expresarse de dos modos diversos; y de que sólo la totalidad de su constructo esencial evidencia su troquelado específico. No sólo el cuerpo está estructurado de forma distinta, no sólo son distintas algunas de las funciones fisiológicas, sino que toda la vida corporal es distinta, la relación de cuerpo y alma es distinta, y dentro de lo anímico la relación de espíritu y sensibilidad, así como la relación de las fuerzas espirituales entre sí.”22

Liliana B. Irizar Universidad Sergio Arboleda Escuela de Filosofía y Humanidades

Tamara Saeteros Universitat de Barcelona

Introducción El gran líder de la no-violencia, Gandhi, pensaba con radicalidad: “no hay ncaminos para la paz. La paz es el camino”. Y si en la paz cifra la humanidad su más íntimo y deseado anhelo, algo parece indicar que la paz es el fin: en efecto, ¿Bajo qué condiciones?

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¡queremos la paz! Pero Gandhi vuelve a interpelarnos: La paz es también el medio. Sólo se consigue la paz por el camino que representa la construcción de esta misma paz. El título de esta ponencia: “Mujer: constructora de paz: ¿Bajo qué condiciones”, condensa en sí mismo el despliegue de las explicaciones que pasaremos a detallar. En primer lugar, nos referiremos de un modo especial a la naturaleza del ser mujer, pues hay algo en su feminidad que la hace idónea para llevar a la humanidad por el camino de la paz. De manera que estas reflexiones preliminares serán de carácter metafísico-antropológico y servirán como fundamento de esta propuesta. En segundo lugar, nos parece importante dejar constancia del vínculo que existe entre las que denominaremos cualidades específicamente femeninas y la construcción de la paz. Dicho con otras palabras, el ethos femenino reúne las características antropológicas que se requieren para, de modo efectivo y eficaz, realizar la tarea de evitar y solucionar situaciones de conflicto. Terminaremos poniendo de relieve las condiciones de posibilidad para que esta propuesta pueda efectuarse, sobre todo, en el quehacer cotidiano, en la vida civil y familiar, que es desde donde se fragua, en último término, la paz y el bienestar de los pueblos. Ahora bien, para poder incidir con más fuerza en la primera afirmación del protagonismo femenino en la construcción de un camino hacia la paz, se puede empezar dejando registrada como premisa básica que las diferencias existentes entre la mujer y el hombre no son meramente biológicas, ni mucho menos una construcción cultural, sino ontológicas. Sustentar esto de modo amplio y cientificamente

En este sentido, las diferencias psicosomáticas de la mujer respecto del varón –si bien dejan intacta la igual dignidad de ambos como personas– constituyen para ella una llamada, una invitación a conocerse y valorarse a fin de no privar al hombre y a la sociedad del bien de su feminidad. De ahí que es preciso que la mujer no rechace la evidencia de que la capacidad de dar vida define profundamente su estructura corpóreo–anímica, incluso en el caso en el que no ponga en acto esa capacidad. Esto lo reconocería incluso una feminista del calibre de Virginia Woolf para quien era claro que la aportación específica de las mujeres no radica en un igualitarismo sin sentido, sino precisamente, en el rechazo a repetir las palabras y métodos de los hombres.23 Más aún, cuando de errores históricos se trata. Es preciso, pues, valorar en la mujer su manera particular de percibir elmundo y las personas así como su aptitud innata para acoger y cuidar del otro, la cual tiene un profundo nexo antropológico con la posibilidad, sólo a ella reservada, de participar en el proceso de formación de un nuevo ser. A este portento antropológico obedece, escribe Edith Stein, el que la mujer posea “una peculiar fuerza para intuir lo concreto y viviente, especialmente lo personal”24. Además le caracteriza: “…la capacidad para hacer propia una vida espiritual ajena, como también los fines y tipos de trabajo; la importancia fundamental que tiene en ella el sentimiento en cuanto que potencia para conocer el ser concreto en su peculiaridad y en su valor específico, y para tomar posición al respecto; el deseo de llevar a la máxima perfección posible la humanidad en sus expresiones específicas e individuales en sí misma y en los otros; el puesto predominante de lo erótico (no de lo sexual) en el conjunto de la vida; el más puro desarrollo de la vida en el amor servicial.”25

En consecuencia, la ontológica vocación a la maternidad sitúa a la mujer más cerca de todo lo que es humano. Su lógica y sus intuiciones llevan siempre el sello de esta inclinación innata hacia el otro, hacia lo personal e individualizado. De ahí que, tal como ha apuntado Alejandro Llano, en ella destaquen rasgos inconfundibles como:

Ver por ejemplo: E. Stein, La mujer; Su papel según la naturaleza y la gracia; Trad. C. Díaz, Madrid, Ediciones Palabra, 20033; Von Hildebrand, A., The Privilege of Being a Woman; Florida, Sapientia Press, Ave Maria University, 2002; A. von Hildelbrand , Man and Woman: A Divine Invention; Florida, Sapientia Press, 2010; A. SCOLA, Identidad y diferencia. La relación hombre-mujer; Encuentro; trad. J. Prades, Madrid 1989; Juan Pablo II, Hombre y mujer los creó, Cristiandad, Madrid 2000. 22 E. Stein, La mujer, p. 228. 23 Cf. C. Magallón, Mujeres en pie de paz, Madrid, Siglo XXI Editores, 2006, p. 192. 24 E. Stein, Ob. Cit., p. 229. 25 Idem. 21

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el esmero, la percepción estética de realidades complejas.”26

Ahora bien, si en la naturaleza de la mujer subyacen tales capacidades, es necesario preguntarse de qué manera pueden manifestarse en un mundo que, con frecuencia, la ha herido con el menosprecio y la discriminación. En este sentido, el presente trabajo apunta al cultivo de estas potencialidades (que es algo menos abordado en la literatura especializada) y su influjo en la construcción de la paz. 2. Las cualidades femeninas: ¿un arma de doble filo? Tal como ha advertido Jutta Burgraff, “Probablemente nunca será posible determinar con exactitud científica lo que es ‘típicamente masculino’ o ‘típicamente femenino’, pues la naturaleza y la cultura, las dos grandes modeladores, están entrelazadas, desde el principio, muy estrechamente. Pero el hecho de que varón y mujer experimenten el mundo de forma diferente, solucionen tareas de manera distinta, sientan, planeen y reaccionen de manera desigual, tiene un fundamento sólido en la constitución biológica propia de cada uno.”27

De hecho, en el caso concreto de la mujer, a la capacidad de ser madre se asocian una serie de rasgos psicológicos y espirituales que, si bien pueden darse también en el hombre, no obstante se evidencian con mayor frecuencia e intensidad en ella.

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Tal es, por ejemplo, la muy mentada sensibilidad femenina. “La mujer, remarca von Hildelbrand, tiene mucho menos control sobre sus emociones; usualmente tiene una mayor sensibilidad, es más intuitiva. Su cuerpo es espejo de su psique y ambos parecen estar más estrechamente conectados que en el hombre.”28 Es su capacidad de engendrar vida la que explica una vez más el que ella sea proclive a sentir con mayor intensidad, a resultar afectada más fácilmente por todo lo que, de un modo u otro, afecta también su cuerpo. La unión cuerpo-alma es, en efecto, más íntima en la mujer en virtud de su vocación a la maternidad: “La tarea de acoger en sí a un ser vivo en formación y crecimiento, de protegerlo y alimentarlo, exige una cierta clausura en sí misma, y el misterioso proceso de formación de un nuevo ser en el organismo materno es una unidad tan íntima de lo anímico y de lo corporal, que se comprende bien que esta unidad pertenece a la especificidad de la naturaleza femenina en general.”29

Asimismo destaca en ella su interés innato por lo concreto y vital. A diferencia del varón, que se vuelca con facilidad a lo abstracto y, por ende, al conocimiento analítico-conceptual de la realidad, la mujer se siente fuertemente atraída por la vida,30 particularmente la vida concreta de cada ser humano, esto es, por todo lo que una vida personal, vista en su integridad, comporta: sueños, proyectos, preocupaciones, fracasos… Los intereses de la mujer, observa Alice von Hildelbrand, están centrados en el aspecto humano de sus vidas: su vida familiar, sus relaciones con aquellos a quienes ama, la preocupación por la salud, el bienestar y la vida espiritual de los suyos. En suma, sus preocupaciones giran en torno a lo humano.31 En este mismo orden de ideas, Burgraff precisa que, “Así como durante A. Llano, El diablo es conservador; Pamplona EUNSA, pp. 129-130. J. Burggraf, ¿Qué quiere decir género? En torno a un nuevo modo de hablar; Costa Rica, Promesa 2001, p. 22. Citada por H. Ospina, “El aporte de Jutta Burggraf a la categoría de género”; I Congreso Internacional de Ideología de Género, Universidad de Navarra, Pamplona, 9-11 de febrero de 2011. Fuente: www.unav.edu/congreso/ideologiadegenero/files/file/H… 28 A. von Hildelbrand, The Privilege of Being a Woman, p. 37. 29 E. Stein, La mujer, p. 94. 30 Ibid., pp. 26-27. 31 A. von Hildelbrand, The Privilege of Being a Woman, p. 47. 26 27

el embarazo la mujer experimenta una cercanía única hacia un nuevo ser humano, así también su naturaleza favorece el encuentro interpersonal con quienes le rodean”.32 En esta experiencia inaudita de proximidad con el otro al cual comunica y, de alguna manera, hace partícipe de su propio ser, encuentra explicación su “delicada sensibilidad frente a las necesidades y requerimientos de los demás”, así como su “capacidad de darse cuenta de sus posibles conflictos interiores y de comprenderlos.”33 Dicho de otro modo, la vocación materna capacita a la mujer para ser cuidadora y educadora, no sólo de sus propios hijos sino “de todos los seres que se encuentran en su entorno”.34 Ella, insiste Edith Stein, de modo connatural “se dirige a lo personal vital, y a la totalidad. Proteger, custodiar y tutelar, nutrir y hacer crecer: he ahí su deseo natural, puramente maternal.”35 En esto, se sitúa a bastante distancia del varón quien, por lo común, “va a ‘lo suyo’ y espera que los otros muestren al respecto interés y disposición para la ayuda; en general le resulta difícil ponerse en lugar de otros seres humanos y en las cosas de otras gentes.”36 Para la mujer, en cambio, “Compartir la vida de otro ser humano y participar en todo lo que le afecta, en lo más grande y en lo más pequeño, en las alegrías y en los sufrimientos, pero también en los trabajos y problemas constituye su don y su felicidad.”37 Ahora bien, las que acabamos de anotar son sólo eso: disposiciones, tendencias naturales que como tales pueden tomar un rumbo más o menos benéfico, o también, e incluso muy menudo, una dirección nociva tanto para la mujer como para quienes se relacionan con ella.38 La sensibilidad puede, por ejemplo, tornarse un factor de distorsión de la realidad que impide percibirla de manera ecuánime al convertirse en partidismo y subjetivismo a la hora de juzgar situaciones y personas.39 Además, su sensibilidad más marcada la lleva a tomarse los sentimientos mucho más en serio que el hombre lo cual la conduce a menudo a la obsesión y al repliegue sobre sí misma.40 Dicho de otro modo, la compenetración tan íntima de alma y cuerpo, la torna, por así decirlo, más vulnerable a las impresiones de todo tipo de las cuales el cuerpo es siempre el blanco directo. Sensaciones variadas experimentadas en sí misma o percibidas en los demás: ya sean negativas (de antipatía, de disgusto, de aburrimiento, de tedio); o bien, positivas (de atracción, de entusiasmo, de euforia ante acontecimientos agradables), suelen alcanzar en la mujer unos niveles de intensidad que efectivamente pueden conducirla a la obsesión y a reconcentrarse en sí misma presa del efecto bloqueante de tales emociones. Por la misma razón, la mujer es más proclive al sentimentalismo dejándose arrastrar con frecuencia hacia un mundo de ensueño y de fantasías construido por la propia imaginación bajo el impulso de los sentimientos.41 De igual modo, su interés por todo lo personal, respecto de sí misma,puede tomar la forma de una J. Burggraf, Op. cit., p. 24. Ibid., pp. 24-25. 34 E. Stein, La mujer, p. 27. 35 Ibid. p. 26. 36 Ibid. p. 27. 37 Idem. 38 Es importante remarcar que Edith Stein observa que estas desviaciones no afectan exclusivamente al ethos de la mujer. También son fácilmente detectables en el varón. Con todo, y según el conocido principio “la corrupción de lo mejor es lo peor”, al darse las mencionadas cualidades de modo más intenso en la psicología femenina, su extravío hará sentir en ella con más fuerza sus efectos. 39 Cf. A. von Hildelbrand, The Privilege of Being a Woman, p. 37. 46 Idem. 41 Cf. A. von Hildelbrand, The Privilege of Being a Woman, pp. 37-38. 32 33

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propia persona: vanidad, exigencia de alabanza y reconocimiento, desenfrenada necesidad de entrometerse.”42 Por relación a los otros, puede traducirse “como excesivo interés por los demás: curiosidad, chismorreo, inmiscusión indiscreta en la vida íntima de otros seres humanos.”43 Esta “sobreestima de la propia persona” y el “desaforado interés por los demás” conducen a que sus juicios pierdan en objetividad y sensatez y, peor aún, descentran a la mujer, la alejan, por así decirlo, de sí misma y de su misión “al perderse completamente en otro ser humano, de ahí que con ello no se haga justicia ni a la humanidad propia ni a la ajena, y a la vez se incapacite para otras tareas.”44 Por su parte, la orientación a la totalidad, tan propia de la mujer, encierra la posibilidad de conducirla fácilmente “a la dispersión de las fuerzas, al rechazo de la necesaria disciplina técnica de cada una de las actividades, al golosineo superficial en todos los campos; y, en la relación con los otros, a la inclinación a incautarse totalmente de ellos, mucho más allá de cuanto lo exigen las funciones maternas.”45

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Según lo expuesto, que resulta confirmado además por la experiencia individual y social, es comprensible que hablar de la mujer como constructora de paz pueda generar de antemano en quien lo escucha cierta resistencia. Lamentablemente, las cualidades de la mujer, cuando se descaminan, pasan a ser, en efecto, un factor poderoso de discordia, malestar y conmoción. Todos conocemos algo de las verdaderas tormentas que se desatan en torno a la mujer cuando la sensibilidad da paso a la susceptibilidad, o el interés por lo personal deviene curiosidad y chismorreo, y en fin, la perspicacia degenera en sutileza malsana. De lo que se trata es, por consiguiente, de que la mujer, en primer lugar, se reconozca a sí misma como exquisitamente dotada de un potencial enorme de riqueza psíquica que puede ser orientado y puesto al servicio de la paz. En segundo lugar, es preciso que esté dispuesta a someterse a un proceso de autoeducación de manera que esas cualidades se encaminen debidamente a su fin. 2. La mujer pacificada al servicio de la paz La palabra paz, al igual que la violencia, se presentan hoy como términos vagos, difusos. Del primero, podríamos decir que lo conocemos por breves experiencias y por íntimos anhelos, mientras que del segundo, quien más quien menos, puede contarse como víctima, e incluso como agresor. Si queremos disfrutar de la paz… ¿No sería prioritario desenmascarar la violencia? Puesto que las manifestaciones de violencia son muy numerosas, refinadas, algunas muy silenciosas y agudizadas por el avance de la técnica para fines perniciosos, aquí tendremos delante cuatro tipos de violencia que, en nuestra opinión, tienen como común denominador el hecho de reconocer en su origen una cultura sin alma, deshumanizada y deshumanizante en la que ha logrado imponerse la visión masculinizada del progreso traducible simplemente como avance técnico-científico y bienestar económico. Nos referimos a la violencia generada por el tecnosistema; la que brota naturalmente del ansia desmedida de poder; la arrasadora violencia de una tecnología desbordada que provoca la progresiva desertización del corazón, y la que continuamente está pergeñando la “cultura de muerte”. E. Stein, La mujer, p. 29. Idem. 44 E. Stein, La mujer, p. 321. 45 Idem. 42 43

No es este el lugar para extendernos en los factores coadyuvantes y en las modalidades propias de estos “rostros de la violencia” que azotan la cultura actual. 42 Sí, en cambio quisiéramos dejar apuntado que dicha cultura puede, en justicia, denominarse una cultura básicamente configurada desde la mentalidad del varón. No podemos olvidar, en efecto, hasta qué punto nuestra cultura es heredera del espíritu varonil de que estuvo penetrada la Modernidad. Tal como ha advertido Jesús Ballesteros: “… la mujer, junto con los trabajadores manuales y los pueblos del Sur, ha sido el sector marginado fundamental de la sociedad moderna. A diferencia de lo que ocurría en la Baja Edad Media, la mujer fue excluida en la Modernidad de la participación en la vida política, económica y cultural.”43

Tal marginación, no erradicada todavía por completo, encuentra su explicación precisamente en la imagen que el mismo hombre se forjó respecto de la mujer en el curso de los siglos. Como explica Ballesteros, para filósofos como Hegel, mientras el varón “representa la objetividad y la universalidad del conocimiento”, la mujer, por el contrario, “encarna la subjetividad y la individualidad, dominada por el sentimiento. Por ello en las relaciones con el mundo exterior, el primero supone la fuerza y la actividad, y la segunda, la debilidad y la pasividad.”44 Así es como el varón tomará entre sus manos la configuración del mundo occidental asumiendo el protagonismo en “las tres actividades sociales hegemónicas: ciencia, Estado y economía (…) mientras que el puesto de la mujer se reduce a la moralidad subjetiva que tiene su sede en la familia.”45 Los resultados, si bien no sería justo atribuirlos de modo absoluto al varón,46 están a la vista: una sociedad sin alma. Una deshumanización creciente que se evidencia día a día en la actividad política y la violencia estructural que desde ella se ejerce sobre el ciudadano común; en las políticas y legislaciones que atacan, en lugar de defender, a los más frágiles (no nacidos, niños, ancianos y enfermos); en la desesperación de los adolescentes y jóvenes carentes de razones para vivir y que reclaman atención a través del matoneo y la violencia urbana. En fin, en un uso desenfrenado de los medios tecnológicos que, en lugar de fomentar relaciones interpersonales plenas de sentido, confinan al individuo al aislamiento egoísta. ¿Qué esperan silenciosamente de la mujer estos “tiempos sombríos”? En nuestra opinión, mucho. Se espera que ella, desde su especificidad femenina se ance a la tarea de contrarrestar los perniciosos efectos de una mentalidad y una praxis, individual y social, inhumanas. ¿Cómo lograrlo? Ya hemos dicho que primero la mujer debe iniciar un proceso de autoconocimiento para entenderse, valorarse y enmendarse en todo lo que le impide ser plenamente ella misma y dar lo mejor de sí misma. Después, o simultáneamente, tendrá que asumir un proceso de autoeducación. Ante todo, educación del corazón o educación sentimental. Asumido el lugar central que ocupa el sentimiento en la vida de la mujer, sería ingenuo e infructuoso abordar su formación sin prestar la debida atención a la modelación de sus emociones, que si bien son motores poderosos en el ser humano en cuanto tal, Para profundizar en estos temas, véase L.B. Irizar, Humanismo Cívico: una invitación a repensar la democracia; Ed. S. Pablo-Fondo de Publicaciones de la Universidad Sergio Arboleda, Bogotá, 20133. 43 J. Ballesteros, Posmodernidad: Decadencia o resistencia; Madrid, Tecnos, 20002, p. 128. 44 F. Hegel, Filosofía del Derecho; p. 166, citado por J. Balleteros, Ob. cit., p. 128. 45 J. Ballesteros, Ob. cit, p. 128. 46 En este sentido es preciso remarcar con A. von Hildelbrand que: “El feminismo irónicamente ha triunfado en asegurar una gran victoria masculina.” (Man and Woman: A Divine Invention; Florida, Sapientia Press, 2010, p. 27). Sin duda, “el primer feminismo, que culmina en la obra de S. de Beauvoir, llevaba a cabo una defensa de los derechos de la mujer, acorde con los principios hegemónicos de la Modernidad.” (J. Ballesteros, Ob. cit., 130). 42

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influyen y animan la experiencia vital de la mujer manera singular. Esto no implica en modo alguno insinuar que ella es sólo sentimiento, ni por lo mismo, estar invitando a dejar siquiera un poco de lado la formación de la inteligencia. Algo que sería por lo demás absurdo e impracticable. No; lo que pretendemos es reivindicar el papel de la mujer en la construcción de una sociedad más humana. Y en esto de humanizar, quién lo duda, la última palabra la tiene el corazón, de manera particular, un corazón de madre. 2.1. Mujer en paz: las condiciones Si esto se logra, entonces, germina seguro y estable otro rasgo femenino: la fortaleza. Efectivamente, la mujer es fuerte, con una fortaleza diferente a la del varón, cuando sabe mostrarse amable, servicial, alegre y paciente, en un ambiente cargado de activismo, irritación, rivalidades, de actitudes de venganza y de palabras hirientes. Esta delicada fortaleza de la mujer la convierte en un apoyo insustituible para el varón, en cualquier situación en que ella pueda acompañarlo.

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Y su fuerza se alimenta siempre del silencio, silencio de impresiones, de Recapitulando lo dicho hasta aquí, diremos que la mujer ha sido extraordinariamente dotada para acoger la vida, alimentarla, guiarla y llevarla hasta su plenitud biológica y espiritual. Su cuerpo y su alma reúnen las condiciones que se necesitan para tan delicada misión. Más aún, nuestra sociedad herida como está del avasallamiento implacable de un poder y una tecnología desprovistos de alma, necesita con premura de la presencia femenina en muchos frentes a fin de que desde palabras innecesarias, de quejas estériles. Esa fuerza la necesita ineludiblemente el varón, pues, la fuerza de la mujer se traduce siempre en iniciativas, en soluciones conciliadoras. Y es que la fuerza de la mujer se nutre del amor. Y el amor, cuando es verdadero, es fuerte… Conclusión Mujeres que construyen día a dia la Paz. Frente a todas estas violaciones de la paz, la dignidad y los derechos, la mujer puede aportar algunas acciones concretas favorecidas por su mirada y su sentir femeninos a la hora de percibir y enfrentar la realidad 1. Frente a la arbitrariedad y prepotencia deshumanizante del tecnosistema, corresponde a la mujer la responsabilidad de generar una praxis política construida en torno a la persona y la defensa y promoción de su dignidad. Es decir, constituye su desafío específico el sustituir la lógica del poder, de que está impregnada la política actual, por una lógica de lo humano. 2. Frente al infantilismo de una cultura debilitada por el ansia de poseer y disfrutar, la mujer puede ofrecer el contrapeso de la madurez de humanidad así como la fuerza abnegada y discreta que brotan de su corazón maternal. 3. Frente al eclipse del espíritu o desertización del corazón experimentado de manera creciente por la actual sociedad de la imagen y del consumo, la mujer puede aportar su interés innato por lo esencial, es decir, por la vida y por todo lo que es humano. La poderosa sintonía que la maternidad permite establecer con la vida y con la exquisita atención que ésta reclama, se extiende mucho más allá de lo estrictamente biológico. Esto es así porque, en efecto: “Al alma de la mujer le inhabita un deseo natural especialmente fuerte de esos valores que nutren el alma. Es recepti

va para lo bello, para entusiasmarse fácilmente con lo moralmente noble, pero sobre todo abierta a los valores terrenos más elevados, inefables, que se encuentran en el ser mismo de las almas.”47 4. Por último, está el difícil reto de hacer frente al avance creciente y acelerado de una cultura de la muerte48. Recordando la fuerza con que forjó Juan Pablo II esta expresión, se define como tal una cultura que, valiéndose del progreso científico y tecnológico, va implementando de modo alarmante nuevas formas de agresión contra la dignidad y la vida humanas. Se trata de una auténtica “conjura contra la vida”49. A todas luces, el papel de la mujer aparece aquí como crucial e insustituible. Consiste en colaborar activamente, a través de su actuación y de sus palabras, en la construcción de una nueva cultura de la vida.50 No es posible que una mujer ignore el alto coste de una vida. En 1911 escribía la feminista Olive Schreiner: “una mujer siempre sabe lo que cuesta una vida; y que es más fácil destruirla que crearla”51. Esto no significa que la mujer sea absolutamente incapaz de crueldad, pues como la feminista surafricana apuntaba: “Una mujer puede sacrificar la vida de un rival odiado o un enemigo con la misma crueldad que un varón; pero ella siempre es consciente de lo que está haciendo y del valor de la vida que destruye […] Es en este punto y solamente en este punto en el que el conocimiento de una mujer es superior al de un hombre: ella conoce la historia de la carne humana, sabe su coste, él no.”52

Ante la fuerza expresiva de estas palabras, concordamos con Carmen Magallón, en el momento que afirma que “cada día es más necesaria una política transnacional que esté orientada prioritariamente, no como ahora, por la lógica de la acumulación económica, sino por la lógica del sostenimiento de la vida.”53 Apelando, pues, a la fortaleza original que tiene la mujer, hacemos un llamado a un cambio reflexivo de mentalidad, a un salto cualitativo que ya se ha ido forjando en algunos colectivos, pues la semilla del bien nunca ha desaparecido de la tierra… pero que debe alcanzar cada vez, raíces más profundas. Ciertamente, este cambio no será portentoso a nivel estadístico. No hablamos de un mero cambio cuantitativo, de un temporal desarme… pretendemos que hombre y mujer den un paso adelante en el bien, un paso que será imposible de cuantificar aquí y ahora, por la sencilla razón de que dicho paso constituye a un nuevo hombre, a una nueva mujer y, de este modo, con cada nueva mujer empieza en cierto sentido otra nueva historia.54 ¡Mujer, vuelve al corazón! Busca en tu interior aquella fuerza que te lleva a preocuparte del otro y entonces, conquistando los corazones de los demás: del cónyuge, de los hijos, de los alumnos, de las personas que a diario se rozan con ella, todos encontrarán continuamente el destello de esperanza que se ve vislumbrar cuando estamos seguros de que un día nuevo empezará. Ibid. p. 152. Cf. Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium Vitae; Ciudad del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1995. 49 Ibid., n° 12. 50 Cf. Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium Vitae. 51 Citado en C. Magallón, Mujeres en pie de paz, Madrid, Siglo XXI Editores, 2006, p. 276. 52 Citado en C. Magallón, Mujeres en pie de paz, p. 276. 53 Ibid. 54 Ibid. 47 48

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Apéndice Dos testimonios de mujeres en paz que construyen paz

Así nació la Fundación Nuez (Nace una Esperanza), dedicada a la rehabilitación cognitiva y física de niños y jóvenes a través de la musicoterapia.

Malala y la lucha pacífica contra el analfabetismo, la pobreza y el terrorismo55 Malala Yousafzai, nueve meses después de sobrevivir a un ataque talibán, ha defendido ante la asamblea de la ONU el derecho de los niños a la educación. Este homenaje ha coincidido con su cupleaños. Un renacer para la adolescente paquistaní que, lejos de mostrarse intimidada, ha hablado con voz firme y valiente, ante su familia y cientos de jóvenes, contra el terrorismo y por el derecho a la libertad y la educación:

“Trabajamos con niños que padecen parálisis cerebral, retraso mental severo, síndrome de Down, autismo, paraplejia o que han perdido miembros. Son pequeños que hemos recogido de las calles del Eje cafetero, tras ser abandonados por sus familiares o sus papás, por las condiciones en las que nacieron”, explica.

Malala habló desde el perdón que tiene para los talibanes que intentaron matarla hasta el agradecimiento a los equipos médicos que salvaron su vida. “No es mi día, es el día de cada mujer, cada niña, cada niño que han levantado sus voces por sus derechos. Hay cientos de miles de activistas de derechos humanos. Miles de personas han muerto a mano de terroristas y millones han sido heridas. Yo soy sólo una de ellas”, dijo. Comentó que cuando el 9 de octubre pasado recibió un balazo en la sien izquierda, el Talibán pensó que la silenciarían, pero fallaron, porque en vez de su silencio han surgido miles de voces. Señaló que sus deseos y sueños siguen siendo los mismos, y llamó a una lucha contra el analfabetismo, la pobreza y el terrorismo.

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“Un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar el mundo. La educación es la única solución”, sentenció. “Aquí estoy, una chica entre otras muchas. No hablo por mí, sino por todos los que no pueden hacer oír su voz. Por aquellos que luchan por sus derechos, por el derecho a vivir en paz, por el derecho a ser tratados con dignidad. Estoy aquí para defender el derecho a la educación para todos los niños”. Malala se ha presentado ante el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, con una petición firmada por cuatro millones de personas en las que piden a los líderes mundiales que inviertan en educación y acaben con el trabajo infantil, los matrimonios forzosos y la trata de niños. Aydee: un corazón maternal que abraza a los más indefensos56 La historia de Aydee empezó hace 21 años, cuando tenía apenas seis meses de casada y estaba al frente de una incipiente escuela de música que abrió junto con su esposo. Entonces, aceptó quedarse con José Nelson, un pequeño de 10 años, invidente y con un grave retraso mental. “Lo abandonaron sus papás y vivía en una finca en unos espacios infrahumanos, durmiendo con gallinas y con cerdos. Una tía lo sacó de ahí, pero no se lo recibían en ninguna institución; entonces se enteró de que teníamos la escuela de música y nos dijo: ‘Qué bueno que ustedes abrieran una fundación y me recibieran a José Nelson, y ese fue nuestro regalo de bodas: recibir al niño. Lleva 21 años con nosotros y hoy es el pianista de la orquesta”, dice Aydee con lágrimas en sus ojos. Cf. J. Ratzinger, La sal de la tierra. Quién es y cómo piensa Benedicto XVI, Madrid, Ed. Palabra, 20057, p. 236. Fuente: http://solidaridad-tv.blogspot.com.es/2013/07/duscurso-de-malala-ante-nacionesunidas.html 57 Fuente: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-11298085. Por su heroica labor, Aydee Liliana Meza Henao fue la colombiana galardona con el Premio Mujer Cafam 2012. 55 56

La familia de Aydee convive con cinco internos en la Fundación, que atiende a otros 250 niños de Risaralda, Puerto Caldas y Santa Rosa de Cabal. “Los acogemos como a nuestros hijitos, les brindamos una mejor calidad de vida, los educamos, los formamos, les hacemos un acompañamiento y trabajamos con ellos a través de procesos psíquicos sensoriales especiales con la musicoterapia”. Su labor ya dio sus frutos con la creación del Grupo Musical Angelus, la primera orquesta en Colombia conformada completamente por niños con discapacidad que interpretan música instrumental colombiana; de hecho, ya grabaron un trabajo de seis CD y seis DVD. Desde el año pasado tienen cantante -una niña invidente con labio leporino y una discapacidad física en una mano- y bailarina; se llama Vanesa y tiene síndrome de Down. Ellos llevan el ritmo, el compás y hacen la melodía, y ya han dado más de 150 conciertos en diferentes parroquias de Pereira y Risaralda. La Fundación se sostiene con la venta de sus álbumes y los ingresos que recibe por las clases de música que dicta su esposo: “él es el maestro espiritual de los niños y el encargado de su formación musical”.

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Eje temático

Repensando democracias 492

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FOTOGRAFÍA: OSCAR RODRÍGUEZ

Eje temático

Repensando democracias

Ponente Central Arturo Escobar

Antropólogo. Unv. de Carolina del Norte (EEUU)

Secretario

Participación social incluyente y colectiva.

Alfreso Sarmiento

Ing. Industrial. Experto en Desarrollo Rural, Social y Comunitario.

Expertos Hernando Gómez Buendia Director Revista Razón Pública.

Camilo Gonzáles Posso Presidente de Indepaz.

William Ospina Escritor.

Jordi Cussó

Presidente Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU.

Claudia López

Senadora de La República de Colombia.

Antonio Navarro Wolff

Senador de La República de Colombia.

Los modelos democráticos presentes en nuestra región han tenido falencias en la lucha por la justicia, la libertad, la inclusión social, entre otras, dejando como cuestionamiento un nuevo planteamiento de la democracia, en donde se den más espacios de participación, en donde se incluyan las opiniones de los grupos emergentes y de los movimientos sociales. Para una construcción de paz se deben contemplar las diferentes dinámicas sociales donde estos actores de la sociedad tengan una voz activa y propositiva.

Expertos Ivan Pera

Sociólogo y politólogo. Dir. Fund. Carta de la Paz dirigida a la ONU.

Joan Majó

Ministro de Industria (1985-1986) Presidente Fund. Ernest Lluch.

Itziar Gonzáles

Aquitecto e Impulsora Parlamento Ciudadano.

Expertos Tica Font

Dir. Inst. Internacional de la Paz (ICIP)

Marti Olivella

Dir. de Nueva Innovación Social.

Joan Garcia Cañizares

Alc. de Tordera y Diputado adjunto de Presidencia de la Diputación de Barcelona.

Josep Mayoral

Alc. de Granollers y Vicepresidente de “Mayors for Peace“.

Martí Olivella

Lic. en Ciencias de la Comunicación y Dir. de Nova, Centro para la Innovación Social.

Ponencia

Arturo Escobar

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497 Es un antropólogo colombiano y profesor en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill cuyas áreas de interés son la ecología política, la antropología del desarrollo, movimientos sociales, ciencia y tecnología así como cuestiones sobre Colombia. Escobar estudió inicialmente ingeniería en la Universidad del Valle (Cali, Colombia) y desde esa época (1969) empezó a confrontarse con los problemas relativos al hambre y la pobreza de vastos sectores la población colombiana. Pero sus intereses se dirigían cada vez más hacia el área de las ciencias sociales y la antropología del desarrollo, por lo que viajó a Berkeley para realizar un doctorado en “Philosophy, Policy and Planning of Development” en la Universidad de California. Actualmente es profesor en el departamento de Antropología de la Universidad de Carolina del Norte (Chapel Hill), donde recibió el título de “Kenan Distinguished Teaching Professor of Anthropology”. Formó parte activa del Grupo modernidad/colonialidad, junto con otros académicos latinoamericanos como Enrique Dussel, Walter Mignolo, Aníbal Quijano, Santiago Castro-Gómez y Edgardo Lander.

Transcripción de la ponencia.

Video Ponencia Experto

Video Graphic Recording

“REPENSANDO DEMOCRACIAS. LA PERSPECTIVA DE LA TIERRA Y DE LOS NUE­ VOS TERRITORIOS” Quisiera empezar por una breve explicación de lo que es el título de esta presentación, Repensando democracias. La perspectiva de la tierra y de los nuevos territorios. Es un título sugerente, creo que podemos tener una visión intuitiva de lo que son los pueblos territorio, los pueblos étnicos aunque veremos que en esa denominación de etnia, también nos quedamos cortos en conllevar la cotidianeidad de lo que son estas comunidades, en el caso de Colombia especialmente comunidades indígenas, afro descendientes, y también comunidades campesinas. Eso más o menos lo podemos entender. Pero eso de la perspectiva de la tierra, como es esa perspectiva, pero si la tierra no es un ser humano, si la tierra no tiene conciencia. Pues eso es una parte importante y me parece que son dos temas que a veces se quedan un poco de lado y se marginan las discusiones sobre la paz y el posconflicto en Colombia.

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Pero especialmente son pueblos que entienden profundamente que lo humano es solamente un pequeño elemento en ese gran entramado de todo el universo que es la vida. Para mi esta es la parte fundamental de estos pueblo-territorio. Y ahora ya sí comienzo con la presentación, pero antes dos aclaraciones muy breves. El primero, porque no quisiera que fuera mal entendido, no quiero decir que trabajar la perspectiva de transformar y organizar la democracia desde adentro no tenga valor, ya que tiene un valor importantísimo, creo que aquí en Colombia el proceso de paz es súper importante y lo comparto por completo, me alegra muchísimo que la Universidad de la Salle toma la determinación de jugar un papel activo en ese proceso, y me parece muy importante. Pero como decía antes no creo que sea suficiente, como también son insuficientes las perspectivas que mencionaré de los otros territorios de la Tierra, pero son hoy esenciales para reconstruir la democracia que está muy acabada. INTRODUCCIÓN

Me sorprendió muy agradablemente que el padre Francisco de Roux hablara muy claro ayer sobre la devastación ecológica como un problema de posconflicto y de guerra. O sea que por ahí va a salir fuertemente.

Comenzamos con el esquema de la charla. Va a tener cuatro puntos.

Dos perspectivas

1.- Reconstruir la relación entre mundos

Respecto el tema repensando democracias me parece que podemos hablar desde dos perspectivas principales:

Primero, un argumento sobre la perseverancia como un problema fundamental de la democracia, entonces el problema fundamental de la democracia es reconstruir la relación entre mundos. Porque hablando de perseverancia, son mundos que perseveran en su existencia bajo condiciones que no son conducibles a que perseveren y sin embargo perseveran.

1. La primera perspectiva es una perspectiva que vamos a llamar desde adentro. Democratizar la democracia como parte del proyecto, es decir, hacer la democracia más inclusiva, más participativa, más directa si se quiere. Hacer que la democracia sirva para todos y todas y conlleve el declive y la erradicación de la desigualdad y la pobreza. Me parece que todas las ponencias han sido muy elocuentes a este respecto y, por eso, es muy importante esta primera parte del proyecto digamos teórico, político y practico, de política pública, de repensar la democracia desde adentro. Pero me parece que es insuficiente, Y por eso la charla va a estar más encaminada a mostrar porque es insuficiente y donde podemos ir si queremos profundizar sobre las democracias. 2.- Y eso me lleva a la segunda parte del argumento, que es que esa segunda forma de repensar democracias la podemos llamar desde una perspectiva desde fuera hasta cierto punto. Sabemos que no hayan fuera completo, todos estamos metido en el cuento de la modernidad. Pero no todos estamos dentro de la misma manera. Y hay muchos pueblos y territorios que están como afuera y adentro. Es decir, son tocados por esta revolución liberal, pero al mismo tiempo son diferentes de las culturas que eclosionan con esta revolución. Son pueblos territorio en donde no prima vivir sobre la comunidad, donde no prima lo individual sobre lo colectivo, donde no prima una economía de mercado sobre una economía de la vida... sino más bien todo lo contrario.

Podemos decir que en el principio del universo existían múltiples pueblos, y poco a poco, especialmente en los siglos XV, XVI, XVII y XVIII y ciertamente con la colonización, se empieza a imponer un mundo que se arropa a si mismo en el hecho de ser el mundo y que desconoce otros mundos que intenta suprimir la humanidad. Por eso, para mi es fundamental la democracia, porqué la democracia es un problema de relación entre mundos que son diferentes. Entonces vamos a explicar eso en algún detalle, porqué no podremos hablar aquí de le genealogía. Y también nos centraremos en una segunda parte más intuitiva con una serie de imágenes que vamos a ver en un momento. 2.- Los límites de la democracia Segundo punto. Hay límites entonces par repensar la democracia con las categorías de la democracia. Es una especie de paradoja con el mundo rural, haciendo eco de algunas de las paradojas que nos lanza a veces la aventura de los Santos, y que paradójicamente es el mundo que nos dio la democracia liberal, capitalista, secular, patriarcal, el mundo que está acabando. Si pensamos en el cambio climático global, ahora acabamos de pasar por las marchas del clima, por la cumbre de Nueva York y nos preparamos para la Cumbre de Lima y Paris - yo he estado en los

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últimos años enseñando el tema del cambio climático global, o sea, tengo este tema muy metido en la cabeza, en el cuerpo y en el ser- y creo que debemos tener en cuenta la devastación ecológica y social, el aumento de la desigualdad y la impresionante destrucción de los ecosistemas de la biodiversidad en los últimos treinta años. Y esto ha tenido lugar precisamente durante las décadas del progreso y de la globalización que nos debería haber dado beneficios y felicidad a todos, pero han acabado en todo lo contrario. Quizá ustedes puedan pensar que esta es una forma de verlo muy crítica y cínica, pero cada vez más el pueblo y los activistas también lo ven de esta forma y por esto piden un cambio. Así, pues, desde este punto de vista, tenemos que pensar seriamente en los límites y seguir pensando en la democracia. Y pensar que en países como México y Colombia, países lineados con la política neoliberal y externa de los Estados Unidos, es mucho más necesario pensar en más allá de estos mundos- territorio. 3.- Antropología política de los territorios El tercero tiene un registro más teórico, lo que vamos a llamar la antropología política de los territorios de América Latina. (10:06)

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Cuando asistíamos al levantamiento de los movimientos campesinos el año pasado en Colombia, a la minga comunitaria a finales del año 2000, a los movimientos afrodescendientes, a los movimientos ecologistas, la ruta pacífica de mujeres... Todos estos movimientos, lo que nos están diciendo, es que no son solo movimientos sociales, sino mundos que se levantan. Un uruguayo, dice que estos movimientos sociales no se dan sin movimiento. La sociedad en movimiento son esos pueblos que se movilizan en un momento determinado como hicieron en Bolivia los pueblos indígena aimara, quechua y campesinos, quienes derrocaron un régimen de dos-cientos años y pusieron en la presidencia el primer presidente indígena del país. Y ahora precisamente en Colombia estamos asistiendo a un momento en que los múltiples movimientos sociales se empiezan a articular y, delante del proceso de paz, a propiciar el surgimiento de un verdadero movimiento social. Y, para mí, estos dos últimos dos días, ha quedado claro que realmente hay una transición importante, es una transición amplia. Es una transición que tal vez las elites y tal vez la politología más convencional la quieran encasillar en unos términos constreñidos, aunque todos sabemos que va mucho más allá. Los mundos que se levantan son mundos que vamos a llamar relacionales. Mundos donde priman las relaciones de todo con todo. El humano con el humano, lo espiritual sobre las fragmentaciones y las divisiones. 4.- El postconflicto y el universo Y finalmente, vamos a ver un poco la relación entre el postconflicto y el universo. Como decía el hermano rector al empezar su conferencia, el posconflicto no tiene sentido. Yo, por eso, prefiero hablar

de posacuerdo. Esto me parece muy importante. Para mí el posconflicto es una categoría que como máximo la podemos tomar como un comienzo de un proceso mucho más amplio, un proceso de transición. La otra cosa que he estado enseñando los últimos cinco y seis años ha sido como recopilar narrativas sobre procesos de transiciones. Existe muchísima gente en el planeta, no solamente activistas de movimientos, que los podemos llamar visionarios de la transición, ya sea en Europa, en Estados Unidos, etc. Y desde la religión, desde el budismo, desde una teología de la liberación - como Leonardo Boff-, desde la ciencia, desde la biología, etc. Desde muchos campos de vista. Y todos ellos nos hablan de que estamos en un momento de bifurcación y que tenemos que pasar de una transición muy profunda, a un modelo diferente, a un cambio de paradigma; yo diría más bien de consciencia, como dicen muchas gentes también. Un cambio de consciencia que realmente nos permita enfrentarnos los desafíos del cambio climático global y la sociedad de desigualdad que hemos construido hasta ahora. RECONSTRUIR LA RELACIÓN ENTRE MUNDOS Empezamos por las diapositivas y con esto les invito que miremos con cierta atención esta fotografía tomada por un amigo mío en un río del Pacífico, el río Guapí. Se trata posiblemente un padre enseñándole a su hija como navegar el potrillo que es la canoa local. Esta habilidad para la niña va a ser fundamental para el resto de su vida, como lo es para toda la gente del Pacífico. Pero les invito que viajemos a este río y que dejemos la mente y los ojos urbano-modernos, fragmentados de espacios y conectados a nuestros celulares y tratemos de meternos a este entramado que forma el río. Y observaremos que lo que está pasando allí es mucho más complejo. Veremos que es la anexión de todo el mundo, donde el padre y el hijo son parte de un solo entramado de un tejido que incluye un enramado de conocimientos: como el padre ha construido la canoa, el conocimiento de las mareas, el río, los esteros, los cangrejos, las semillas, los seres espirituales - porque en estas cosmovisiones hay visiones, seres de arriba y seres de abajo-; el cielo y el mar, la lluvia y el sol, etc. Y que si nos metemos y nos sumergimos realmente en ese mundo, notamos que estamos en un mundo completamente interrelacionado, donde las fronteras entre lo humano y lo inhumano son muy diferentes a como las conocemos, porqué en cada remo, en cada paso, se está construyendo todo un mundo diferente. Como dice una de las activistas: “acá nacimos, aquí crecimos, acá hemos conocido qué es el mundo”. ¿Qué significa conocer qué es el mundo acá? ¿O qué significa conocerlo en Chivor, en Bogotá, en las sabanas de Colombia o en Magdalena Medio? Para todos es importante el lugar, aunque todos hemos recortado los vínculos con la comunidad. Entonces, ¿qué pasa cuando llega la palma africana? Está llegando en el Pacífico y está llegando en Colombia. Miremos este otro paisaje. Se trata del río Mira. Detrás de la casa pintada hay la palma, el monstruo verde como lo llama la gente y los cultivadores de la caña de azúcar. El monstruo verde empuja este pueblo, este mundo y le quita las condiciones de existencia. Ahí está la destrucción de un mundo.

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Alfredo Molano, el gran cronista de la violencia y la existencia de la paz en Colombia, escribió algo que para mí ejemplifica muy bien lo que estoy diciendo. Está hablando del hecho que el presidente Santos declara casi 17 millones de hectáreas de esa parte de Colombia como territorio de minería sustentable. Imagínense, un crimen. Hoy la mitad de los departamento de Guainía y Vaupés están sustentados por grandes multinacionales. Han descubierto, con el beneplácito del Instituto de Información del Gobierno Colombiano, que estas tres regiones son muy ricas en oro, bronce, cobre, uranio y coltán. La codicia se ha disparado y no conoce límites. La locomotora arrasará con todos los recursos minerales de valor y dará muerte a las comunidades indígenas, destrozará los ríos, humedades, exterminará tigres, guios y tucanes, e impondrá su poder político y cultura. No quedará xamán que sepa lo que ha pasado. Nada de lo que estaba sucediendo en este confín del mundo: caucho, coca, biblia, ropa, sal, armas de fuego, transferencias ragadías... será comparable a la brutalidad civilizadora que esperará la máquina infernal del exterminio. Quien no conoce la región se quedará sin saber que existió. Quién no conoce esos mundos no sabrá qué existieron..

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Y pasamos muy rápidamente al norte del Cauca, en mayo 2014, donde hay trabajos de minería y de retroexcavadoras Lo devastán todo con estas máquinas infernales y con el apoyo de los países blancos que vienen de fuera. Tres mil personas viven en las noches del colombiano que les deja su compañía. Y en un momento se produce un gran alud y sepulta entre 30 y 40 viviendas, sin denuncias. Septiembre, en el día de hoy, en el día de ayer, en la comunidad toba del Cauca, dos excavadoras llevan cuatro semanas haciendo de las suyas, ante las denuncias de las comunidades. Todos lo saben, los gobiernos locales, el Estado y sin embargo la situación sigue. No es la primera vez que se movilizan. En 1986 el gobierno nacional y la empresa privada construyeron una central hidroeléctrica llamada Salmagina. Una gran central construida para el beneficio del gran capital del valle del Cauca, especialmente el capital cañicultor, para recortar el cauce río para la plantación de la caña. No fueron indemnizados ni informados de lo que iba a ocurrir. La memoria está allí, cando ellos dicen como decían, ya entonces y lo siguen diciendo ahora: “Si chacan, medio Cauca, señores ¿qué vamos a hacer?” Y estaban participando en reuniones de preconsulta, una consulta previa en Salmagina, en Suárez-al norte del Cauca. Las comunidades son muy claras en su negocio. La empresa española y colombiana, en cambio, insiste en que el pasado ya pasó y se debe seguir adelante y hacer consultas sobre el plan medioambiental; cuando la gente insiste en lo contario. Pero ellos dicen ustedes solo tienen que escuchar, tienen que escuchar como la destrucción, la inundación de nuestros territorios influye en nuestras vidas.

Una de las lideresas lo decía en esa reunión. Gracias a los ancestros y a las ancestras, porqué se ha necesitado un proceso de lucha que han provocado muertos para que el estado prestara atención a la problemática colombiana. Muchos de nuestros mayores saben las inspiraciones y los sueños que hemos mantenido desde 1986 y como la Salmagina cambió todos estos sueños. Y la empresa y el Estado tienen que responder a ellos. Entonces, ¿qué hay que reparar? La preparación colectiva es hoy un tema que algunos movimientos anti colombianos están poniendo sobre la mesa, no solamente la reparación individual y económica, sino la reparación del mundo. ¿Cómo pensamos esto? Y finalmente toman la decisión de confiscar las excavadoras, esperemos que no sea otra crónica de violencia. Otros aspectos de perseverancia respecto el mundo. Siempre me ha gustado el grupo de músico portorriqueño, Calle 3. Ellos cantan: Soy el desarrollo en carne viva. Las víctimas del desarrollo tienen que estar sobre la mesa de negociación, también. Y las victimas del desarrollo somos todos los hermanos colombianos evidentemente y la naturaleza como víctima. Y no lo vemos así porque estamos profundamente desarrollizados y estamos acostumbrados a que el desarrollo, el progreso, el crecimiento económico son sine qua non de posibilidad e igualdad, pero esto es un sueño que nos está haciendo sufrir. No tenemos tiempo aquí para hablar de desarrollo, es una parte muy importante. Los activistas, que denuncian todo tipo de impactos -económicos, culturales, sociales y medioambientales- y la gente que ha visto su mundo morir, se preguntan: ¿Cómo deberíamos vivir hoy día? Una pregunta que se pueden hacer todos los colombianos, pero que ahora se hacen las gentes de las comunidades, los activistas.

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Hay una confusión aquí en mi presentación misma, y en el caso del padre Francisco de Roux también, entre un análisis académico-teórico y veinte años de experiencia con colectivos afrocolombianos. Concretamente con un grupo que se llama Proceso de Comunidades Negras de Colombia, que algunos de ustedes posiblemente conocen. ¿Cómo debemos seguir viviendo? ¿Cómo deberíamos vivir? Estas preguntas son fundamentales. Son claves. Y decían también, de otro foro de las Comunidades Negras de Colombia, nos vamos de este evento libres de miedo porque sentimos que somos un pueblo y un territorio, porque sentimos que tenemos una base y que con nosotros está la tierra y que con nosotros están las comunidades. Y eso también lo podemos sentir nosotros aquí. Cuando con frecuencia nos sentimos tristes, deprimidos, sobre todo la gente que piensa en el cambio global, podemos buscar la reconexión. Existe esta posibilidad. Voy a utilizar tres formulitas de Boaventura de Sousa Santos, para llegar al punto sobre la democracia. De Sousa Santos dice: enfrentamos problemas modernos para resolver crisis modernas: lo ambiental, lo social, etc. son crisis de la modernidad. Esto tiene que ser parte de la solución pero no es suficiente.

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La comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión ante el mundo. O sea los occidentales no podemos entender el mundo con nuestras categorías solamente, el mundo es mucho más complejo perqué debemos tener en cuenta las comprensiones de todos los pueblos del mundo. Sean como sean. Debemos tener en cuenta lo bueno, lo malo y lo feo. Como también de la modernidad occidental: lo bueno, lo malo y lo feo, de todos los otros mundos. La diversidad es infinita como dicen nuestros compañeros zapatistas, luchamos por un mundo que quepan muchos mundos dentro del universo. Mi colorario es el siguiente. Es imposible reconstruir la democracia con las categorías y herramientas de la cultura hasta hoy conocida. Tenemos hipótesis, habría que hablar, etc, etc. nidad occidental: lo bueno, lo malo y lo feo, de todos los otros mundos. La diversidad es infinita como dicen nuestros compañeros zapatistas, luchamos por un mundo que quepan muchos mundos dentro del universo. Mi colorario es el siguiente. Es imposible reconstruir la democracia con las categorías y herramientas de la cultura hasta hoy conocida. Tenemos hipótesis, habría que hablar, etc, etc. LOS LÍMITES DE LA DEMOCRACIA

contundente, la dominación es el otro lado de la modernidad, Foucault, solo voy a mencionar uno, dice una frase que para mí es fantástica: “la ilustración que inventó las libertades también creo las disciplinas y creo las tecnologías políticas de la depresión, de la normalización y de la destrucción de los pueblos”. En esta línea también hemos creado lenguajes desde dentro de la modernidad. Por ejemplo, la política indignada de España y del sur de Europa, las Primaveras árabe del Norte de África; el movimiento Occupy Wall Street de Nova Yok (Estados Unidos), son proyectos muy importantes, pero también aparece un nuevo lenguaje basado en la dignidad y el convivir en Sudamérica, especialmente Ecuador, Bolivia, Perú, etc. Un lenguaje del desarrollo visto como una alternativa. Llegamos al argumento central y de ahí para adelante explicaré este argumento. Entonces, dos estrategias posibles. Primero democratizar la democracia como parte del poder, repensar la democracia con categorías y políticas del mundo que nos dio la democracia, es un proyecto importante pero insuficiente para generar el dominio del pensamiento y experiencias necesarias para reconstruirlo. Segundo proyecto, reconstruir la democracia desde la perspectiva de la diversidad de mundos, reconstruir la democracia conlleva ante todo propiciar la democracia entre mundos y comunidades. Es la tierra la que está constituyendo nuestra tesis. La tierra que estamos destruyendo. El nuevo libro de Naomi Klein, una de los grandes gurús del movimiento global contra la globalización, asegura que el cambia global lo cambia todo. La tierra está desinflando nuestras certezas y son los nuevos territorios sintonizados con la tierra, los que lideran la convivencia entre mundos. Para sustanciar este argumento, esa hipótesis, vamos a ver un poco la dinámica de movilización de mundos en término territorio. ¿Cómo surge esta categoría de territorio? La gente de América Latina sabe muy bien que en los años 60, 70 y 80 no se hablaban de territorio, hablamos de tierra. Y hoy sigue siendo importante la tierra. Pero en los 90, expresamente las comunidades indígenas comienzan a hablar de territorio, hay una genealogía con muchos de ellos que son importantes. En Brasil y en otros países surge la idea de territorio en movimientos indígenas. En Ecuador, en el Amazonas, suben por los Andes conllevan a la gente, inconan las conversaciones afrodescendientes. También pasa por Colombia, por América Latina y ahora está en todo el mundo. El territorio rescenifica cuestiones claves como la conservación, la tierra, el desarrollo diverso, etc. ¿Cómo empezamos estos constructores de los que estamos hablando?

Unas de las limitaciones de la democracia son obviamente las desigualdades, el patriarcado, el racismo, las víctimas del desarrollo, etc. Todas estas son limitaciones al desarrollo que acompañan la democracia liberal.

Primero son lo que podemos llamar entramados comunitarios, recordemos el Río Guapi pero esto lo podemos aplicar también a Bogotá, hasta cierto punto especialmente a los sectores populares, clase media clase alta. Estamos demasiado fragmentados y para nosotros el desafío de reconectarnos y reconstituir comunidad y territorios es muy diferente.

Podemos preguntarnos filosóficamente: ¿Es la democracia un proyecto inacabado de la modernidad? ¿Podemos acabar el reto de la modernidad? Y lo mismo que los occidentales han dicho de forma muy

Entramados comunitarios entrelazados con la tierra que son tejidos. Los chamanes, los artistas y los diseñadores de las comunidades indígenas, en particular, en muchas partes de Norteamérica hay

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cosas preciosas, son muy buenos en reconectar los tejidos, la relacionalidad profunda con el entorno. Ahora pueden vivir planes de vida, planes de desarrollo. Han aprendido a relacionarse, no es que se hayan separado de los mundos modernos sino que han aprendido a mantener el apego al territorio y su relación con la tierra al tiempo que participan en entramados globales. O sea muchas historias de cómo los pueblos indígenas andan por todo el mundo y mantienen el territorio y el entramado, en contra del aparato de muerte, como lo llaman los compañeros del cauce del Cauca, el aparato de muerte que se ceba sobre nosotros, como son el capitalismo y la globalización, mantenemos un período interior porqué mantiene nuestra supervivencia. Los urbanos modernos ocupamos un espacio que medimos con dinero, en cambio, los pueblos territorio habitan un mundo colmado de seres vivos. Podríamos estar una hora y hablar de todos los testimonios, de cómo muchos pueblos territorio realmente habitan un mundo en donde de nuevo lo humano y lo inhumano forman un solo tejido con lo espiritual.

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En la cosmología de los mexicanos por ejemplo, todo el universo es un ser vivo. Las rocas están vivas, el trueno es un ser vivo es una manifestación de la tierra. Y eso no son creencias. El pecado y la ignorancia en buena parte de la antropología moderna contemporánea y de todos nosotros, cuando hablamos de los grupos étnicos, es reducir eso a creencias. No son creencias, son realidades, son mundos otras formas de vivir la vida, de construir un mundo profundamente enraizado en sus territorios y en esas formas de ser. Entonces nosotros paramodernos, podemos pensar con la continuidad de la tierra. Somos la continuidad de la Tierra. Miremos desde el corazón de la Tierra. El pensamiento de la tierra existe en muchas culturas ancestrales, la filosofía del Muntu de África, la Pachamama, etc. La siguiente frase, fantástica, de un teólogo Thomas Berry dice: “la tierra no es un conjunto de objetos, es una comunión de sujetos”. Por tanto pensemos con la tierra. Y luego, como nos dice el maestro Berry, para explicarla de forma más abstracta y teórica qué es esto de los territorio y los mundos relacionales. Vamos a definirla. La vida por un lado es profunda interrelación e interdependencia. Hay un maestro budista muy conocido Mahal que pone el ejemplo de la flor. La flor -dice- persiste, no es, la flor inter es; porqué no hay flor si no hay semilla, si no hay aire, si no hay agua, etc. Todos persistimos y nos desindividualizamos, desterritualizamos... Y obviamente el budismo lleva mil quinientos años entendiendo esa problemática y desarrollando prácticas de meditación y formas de existir que precisamente buscan. Abandonemos esa idea moderna y particular del individuo y metámonos de nuevo en el entramado de la tierra y de la vida que en última instancia es donde estamos metidos. Definición de mundo relacional. Es un mundo donde nada preexiste a las relaciones que lo constituyen. Son mundos, son los escenarios que se levantan. Me decía un líder vecinal, “el problema no es solamente sacar a la gente del territorio, sino sacar el

territorio de la gente”. Es decir sacar el territorio de la mente de la gente, del cuerpo de la gente, de las posibilidades de existir como entes en el territorio. Me parece también muy bueno ese pensamiento. Entonces podemos ver que cuando se ocupa un territorio como lo ocupa la palma, es una ocupación ontologica, una ocupación de un mundo particular, y que la globalización entonces la podemos ver como una guerra contra los mundos racionales y contra todo lo colectivo. Conocemos muy bien esa minería en el Pacífico, el macro desarrollo, la producción de madera, el aumento del desplazamiento, las famosas Casas del Pique de Buenaventura, una política del genocidio contra el pueblo indígena de diferentes parte de Colombia, prácticas resalizadas y desparamilizadas, un grupo afrodescendiente que se hace llamar las COM y también famoso a nivel global, etc Es una ocupación del territorio ante el cual las comunidades perseveran. La defensa del territorio como se plantean los grupos surge de raíces especialmente comunitarias, no capitalistas, implica toda una historia de discernimiento con el movimiento capitalista, pero no son solamente definidos por la modernidad capitalista, hay muchas otras cosas que están pasando como sabemos. Y esto me fascinó en una reunión de la Contraloría el año pasado. Decía César Pachón, líder de la vida campesina decía: “es que nosotros hacemos todo esto para que en el campo puedan volver a sonreír”. Pueda volver a ser un mundo diferenciado de las ciudades Una pregunta clave, relacionada con la primera y la tercera ¿Cómo mantenemos el proceso de paz? ¿Cómo mantenemos las condiciones para la existencia, la preexistencia, frente al embate zapatista, extra activista del modelo conservador como locomotora del desarrollo? Como decía ayer, una metáfora tan anacrónica no se le podría haber ocurrido a un líder del culto hacer de su gobierno una metáfora del siglo XIX completamente arcaica y caduca y seguir insistiendo en eso en el siglo XXI. Y entonces el movimiento se confronta con una lucha que es una lucha contra el capitalismo, contra la guerra y contra la corrupción. Un salto nuevo como muy bien decía la colega Fatuma. Ejemplo de ello es el papel de las mujeres de Buenaventura que también ha sido reconocido y que ha acabado en homicidios, la Ruta pacifica de mujeres, que son de los primeros tratados por la paz, me parece súper importante. EL POSTCONFLICTO Y EL UNIVERSO Es un comienzo para la reconstrucción de la democracia y paz desde una perspectiva de varios mundos. En el proceso de La Habana por aquí y por allá finalmente entramos en la perspectiva de territorios afrodescendientes que estaba completamente en el comienzo, pero ha sido por la brillantez y el compromiso de los líderes y de los movimientos de indígenas y campesinos que han entrado en estas perspectivas, por lo menos en determinados colectivos. Una oportunidad para revisar Colombia. Una Colombia con un imaginario caduco. Me fascinó una diapositiva del padre Francisco de Roux expuesta ayer donde se veían las grandes bellezas de Colombia: las esmeraldas, los dos océanos, la montaña, la biodiversidad, las flores... y, de pronto, 6 millones de víctimas, y de pronto, 5 millones de desplazados

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Y nuestro compañero, William Espina, que desafortunadamente no puede estar aquí, también con unos grandes cronistas de la Colombia contemporánea, nos dice lo siguiente: “No es tarde para construir una patria, algo está cambiando en Colombia”. Sentimos en este congreso algo está cambiando en Colombia, después de siglos de represiones, donde una cultura, un pueblo y un territorio fueron persistentemente borrados y dominados por poderes arrogantes, una realidad enorme está emergiendo, un pueblo desconocido está descubriendo su propia existencia. Un pueblo, el de los colombianos, porque otros pueblos ya han salido de su existencia. Un territorio está brotando los múltiples territorios. Tarde o temprano lo que era guerra pudiera ser diálogo, lo que era violencia pudiera ser exigencia y reclamo, lo que era silencio pueda convertirse en relato, el relato de los hombres. Y un joven afro colombiano Manuel Arroyo, en el Congreso de Buga de Economías de hace un año, decía: o damos un paso atrás o retrocedemos 20 años. Y creo que esto es un buen logro para todos y todas que estamos pensando aquí en la transición del postconflicto y en el proceso de paz en particular, o damos un paso atrás o retrocedemos 20 años. Ya sabemos que retroceder 20 años qué significa, y además retroceder los últimos 8 años de cierto presidente innombrable.

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A manera de resumen y para concluir. Pensamos en política de la transición o de las transiciones, pensamos las transiciones en términos económicos, culturales, ecológicos, tanto como económicos y políticos. A nivel político obviamente pedimos justicia y paz y las ponencias han sido muy elocuentes en ese sentido. A nivel económico -y eso lo explicaré brevemente- en términos de transiciones al postcapitalismo y postactivismo, muy importante. A nivel cultural hacer del universo un mundo donde hay muchos mundos y la interculturalidad, incluyendo toda la parte de memoria y reparaciones. Y a nivel ecológico hacer relaciones mutuamente enriquecedoras entre humanos. Por ejemplo, con la ecología, con la recaudación de suelos, el concepto de Thomas Berger es el concepto de transición a una era ecosodica, definida de esta forma, una era en que los humanos y los no humanos finalmente podamos coexistir de forma mutuamente enriquecedora. Una gran transición, como está diciendo el diccionario de las transiciones, que les he mencionado antes, hacia la era de sostenimiento. Palabra de un diseñador australiano Tonny Fraily, muy interesante, que dice que tenemos que ir del enlightenment al sustaintment que es de la ilustración al sostenimiento, que no es sustentabilidad, que es otra cosa diferente. Otras Colombias son posibles entonces, post activistas, post capitalistas e ínter culturales.. UNA PERSPECTIVA ONTOLÓGICA PARA REPENSAR LA DEMOCRACIA Y LA PAZ Primero obviamente reconocer que muchas ecoterritoriales, como trataba de mostrar, son luchas ontológicas por la defensa de otros modelos de vida. Y estas luchas interrumpen un proyecto globalizador de crear un mundo capitalista secular general que se constituye como el mundo y que intenta reducir todos los mundos a uno solo. Los pobres territorios han resistido dieciséis y diecisiete años ante el proceso. Dichas luchas son cruciales para las sesiones ecológicas y culturales hacia un mundo que quepan muchos mundos en el universo. Estar en la vanguardia de la búsqueda de modos alternativos de vida, de economía, democracia, paz social, etc.

Estamos invirtiendo la película, los que están en la vanguardia los expertos no son los académicos y académicas ni los jefes de estado. Los que están en la vanguardia en las transiciones son la gente que siempre han sido marginados pero que tienen un conocimiento muy sofisticado, no solamente de sus propios territorios sino de los proyectos globales que nos afectan y de cómo deconstruir esos procesos. Yo los invito a todas y todos, sobre todo a los/las jóvenes estudiantes, a que pasen tiempo en colectivos de este tipo, habrá colectivos que quieran el desarrollo y las ayudas del Estado para sus proyectos, pero también hay muchos activistas colectivos que siguen muy claramente y muy comprometidamente, embarcados en esta defensa de otra forma de ver la vida y de otra forma de construir el mundo. Las transiciones para el activismo significan entonces que por un lado volvemos a los proyectos. Un proyecto es la globalización de la modernidad, por ejemplo, ese proyecto que sigue manteniendo el presidente Obama en Estados Unidos contra viento y marea, imponiendo la democracia a la fuerza haciendo la tierra contra el país y destruyendo países supuestamente en nombre de la democracia. Cinismo tan impresionante es difícil de encontrar. Y por un lado una forma de pensar la globalidad entendida como la lucha para preservar el universo. Entonces podemos tener percepciones graduales a modelos pos extractivistas. Los modelos extractivitas es el trabajo de un grupo de Montevideo que se llama Claris (Consejo Latinoamericano de Comité Social) dirigido por Eduardo Bodinas. Pero este ya es un marco muy bien elaborado de cómo hacemos una transición de estos modelos estractivistas desarrollistas, que son todos los de América Latina y del mundo, posiblemente incluyendo izquierda, porque tanto los regímenes de Correa como de Evo Morales, de Nicolás Maduro... son extractivitas porqué hacen extracción de recursos naturales. Y por eso les llaman neoextractivistas, porque el interés de ellos es extraer recursos naturales para el desarrollo del país modernización por un lado y para redistribución de riquezas y pobreza por el otro. Pero continúan siendo activistas, desarrollistas y modernizadores. No es colmo que movamos de allí, a una perspectiva realmente postestractivista y con unos derechos de la naturaleza que es otra área de trabajo bastante avanzada como mínimo en Colombia y Bolívia, donde ya se menciona la naturaleza como una área de trabajo de la Constitución Nacional. Tenemos que llegar a que puedan vivir, culturas muy importantes en Colombia, como Buen Vivir, Zona Cauce, quechua, Zona Camaña, aymara, etc. Y me complació mucho que ayer Francisco Valcázar mencionara la minería también como un fantasma que se cierne por todo el país, ya que la mitad de Colombia está en concesiones con las compañías mineras. Y pasa lo mismo en otros lugares de América Latina. En nombre del desarrollo y del progreso, se está creando una riqueza desmesurada para una clase muy pequeña que es la clase del poderío de los restaurantes de Bogotá que valen más que los restaurantes de Nueva York o de Barcelona y que tienen ese poder de consumo, pero que están acabando y devastando ecosistemas y que las comunidades va a quedar con sus territorios destruidos.

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Entonces decía invertir la película ¿dónde está la avanzada del pensamiento hacia una nueva democracia? No está. Estoy exagerando tal vez, porque creo que conversaciones con las academias, la ciencia, las teorías críticas y los conocimientos de los movimientos y las comunidades. Pero yo digo que las conversaciones están en esas comunidades y en esos movimientos que demuestran un entendimiento profundo sobre la vida, sobre la tierra, una estrategia política de avanzada, una conciencia de la cultura humanitaria, una utopía realista de reconstrucción del mundo hacia el universo, ect. Y si alguien ha oído hablar de Muguntu, es un principio étnico, Fátima seguro que lo conoce muy bien, más en todas las partes del sur de África se conoce, y Desmond Tutu lo define como: “yo soy porque todos somos”. Pero el arzobispo aun le da un giro más biocéntrico y añade: “yo soy porque todos somos todos los seres vivos existen”. Entonces eso es la filosofía Muguntu, que algunos pueblos han recuperado y reivindicado Hay una campaña que han comenzado los colegas de las comunidades negras, con un grupo grande de académicos intelectuales que trabajamos con ellos, que se llama “Otro pacífico posible”. El Pacífico se está devastando, pero los activistas creen en otro Pacífico es muy posible y mucho más viable en términos planetarios, psicológicos. Y definen el Pacífico como territorio de vida, esperanza, alegría, paz y libertad.

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¿Pero si el Pacífico se está acabando como pueden hablar de paz? Pues así es, y lo hacen de una forma convencida delante todo el mundo. Y mantienen el sueño de la Tierra, el sueño de sus pueblos, de sus movimientos y me parece que esta es la transición. Este diagrama, hecho de madera hace unos años por un diseñador de Tumaco, significa como esa antología tradicional, como intento llamarla, de existir en un ecosistema, aunque este es un concepto se nos queda corto, se basa en saber convivir con ellos y que la gente en estos ecosistemas tenga mejores condiciones de vida y el sustento, sin que esos mundos sean destruidos en nombre del desarrollo. Muchas gracias.

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Trabajos

precongresuales Eje temático

Repensando democracias

Relatoria

Repensando democracias 514

RESUMEN La construcción de paz, tanto en Colombia como en el resto del mundo, requiere reconocer las Tras la experiencia de dos sesiones realizadas por el grupo de expertos del Eje Repensando democracias, se presenta a continuación a manera de síntesis las principales ideas desarrolladas en torno a seis grandes campos convergentes en las diferentes presentaciones y argumentaciones. En cada uno de ellos se procura mantener sus voces para dejar que sean ellos, en sus propias palabras quienes nos expongan mejor sus ideas. Los campos comunes en torno a los cuales giró principalmente la discusión son: la búsqueda de la paz, el fortalecimiento de la democracia participativa, el fortalecimiento del estado, la reducción de las desigualdades sociales, el trabajo por la convivencia y la colectividad, y la construcción de la ciudadanía como fundamento de la democracia.

La búsqueda de la paz Una de las de las categorías que emergen con más fuerza en las discusiones del grupo, es este aspecto de la búsqueda, no solo como una buena intensión o anhelo de nuestras sociedades, sino principalmente como un proceso intencionado, articulado, programático, incluido en una agenda nacional, que está estrechamente relacionado con los supuestos o las condiciones de participación social y democrática y que surge como constante siempre que se intente caracterizar los factores que han debilitado directa o indirectamente la democracia colombiana. Los procesos de paz, no solo el Texto resultado de la mesa de trabajo de este eje temático. Los documentos individuales de los expertos hacen parte de las memorias del Congreso. La redacción es del Hno. Frank Leonardo Ramos Baquero. Vicerrector de Promoción y Desarrollo Humano de la Universidad de La Salle. 1

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último, son referentes obligados para comprender las formas en que éstos aportan al fortalecimiento de la democracia o viceversa, los modelos democráticos de participación puestos en práctica en un proceso de terminado de paz, constituyen una base fundamental para asegurar el éxito del mismo. La Senadora Claudia López de forma crítica afirmó que “los diferentes gobiernos han diseñado una serie de recetas, de programas para el postconflicto, de estrategias de diálogo y construcción de acuerdos… escogen unos municipios determinados, como si el problema pareciera estar siempre focalizado en unos sitios y en otros no. Cada gobierno crea una manera de escoger estos lugares, donde se va a intervenir con programas de post-conflicto gastando miles de millones de pesos, en una multiplicidad de acciones que no se evalúan adecuadamente y por lo tanto hace imposible establecer el rango de eficacia o funcionalidad; no hemos medido adecuadamente el impacto que tuvieron dichas acciones. La única evidencia, el cual es un indicador contundente, es que después de al menos diez programas de estos, los colombianos seguimos en guerra” Encontrar la paz ha sido un anhelo esquivo, máxime cuando más allá del cese al fuego o la desmovilización, existen tareas urgentes que no han sido realizadas o por lo menos asumidas con seriedad. Aspectos como la concentración de la riqueza en un foco poblacional, o la inequidad social, crean y acentúan los procesos de violencia. Camilo González Posso, luego de preguntarse sobre el recorrido conceptual que hemos realizado los colombianos en la búsqueda de la paz afirma que un gran hito de esta búsqueda y como avance en su consecución fue la Constituyente de 1991 que cristalizó de forma democrática un pacto por la paz. “Un consenso alrededor de un pacto de paz, mediante la edificación de un Estado Social de Derecho, que a pesar de todas las incógnitas y dudas del momento, se establecieron planteamientos socialdemócratas, de Estado de bienestar, de concepciones neoliberales y conservadoras, en un encuentro de diferentes

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voces. Se apostó a este gran pacto como respuesta a una proclama sobre la necesidad de democracia participativa que, aunque finalmente no se logró conformar una nueva forma de democracia, se incorporaron enunciados muy importantes de derechos humanos, de propósitos de construcción social de la propiedad, una serie de elementos de inspiración en el Estado de bienestar, del principio del Estado Social Demócrata combinados con el neoliberalismo”. La búsqueda de la paz, en sus diferentes enfoques o coyunturas de cada época, aunque parezca paradójica con relación a los hechos violentos de nuestra historia, ha sido una tarea social que ha inspirado diferentes alternativas, de diferentes calibres. A pesar de los errores, y de los aspectos que siguen quedando pendientes en esa agenda; a pesar de que subsista el estado de guerra y conflicto, es posible pensar que ha habido un sensible aprendizaje social sobre las condiciones de la democracia que deben asegurarse para lograr este propósito. El Fortalecimiento de la democracia participativa. El debate social sobre la alternativa o pertinencia entre los modelos democráticos representativos y los participativos, constituye otro factor fundamental de cara a la consolidación de procesos de paz duraderos y sostenibles. En términos generales el gran consenso es que se hace necesario e ineludible establecer sistemas y contextos de participación social reales y efectivos. Las diferencias en el grupo se centran en los enfoques y las alternativas para lograrlo.

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Es necesario entender la democracia como una construcción dinámica, colectiva y corresponsable. Dinámica puesto que los cambios y tensiones sociales, sobre todo en esta era globalizada exigen cada vez más unas estructuras adaptativas que den respuestas diferentes, cada vez, a este reto social de vivir juntos. Colectiva, en la medida en que no es solo cuestión o responsabilidad exclusiva de la pequeña clase dirigente sino que involucra al grueso de la población que, lejos de ser una masa uniforme, constituye una mixtura de creencias, identidades, cosmovisiones múltiples que tienen un espacio en esta construcción, no solo con sus necesidades sino sobre todo con sus aportaciones. Corresponsable, precisamente por cuanto esta apuesta colectiva requiere siempre el primer paso de la iniciativa y el compromiso de los ciudadanos y de los diferentes grupos que compartimos cotidianamente. Jordi Cussó, por ejemplo, afirma que “al menos en Europa, le exigimos mucho a la expresión Democracia. Es decir pareciera que Democracia tendría que ser la fórmula de perfección para solucionar las diferentes exigencias sociales y que por eso siempre nos forzamos insatisfechos por aquella percepción de la Democracia que nos lleva a pensar en un callejón sin salida, entre entender que la causa de todos los problemas está en el modelo imperfecto de democracia que tenemos y la aparente imposibilidad de crear una alternativa diferente o mejor. Yo creo que la Democracia imperfecta tiene que ser un motivo de tranquilidad para nosotros los ciudadanos, porque saben que es sólo una democracia imperfecta, que un sólo régimen político no puede ser la solución de todos los problemas y seguramente porque ese régimen político que se cree es la solución a todos los problemas sería perfecto si fuera divino. Una democracia imperfecta, yo la siento como una llamada, como una interpelación a la libertad, a nuestra libertad para que avancemos en este proyecto, para que sea más serio, más responsable y responda más a las necesidades de nuestro tiempo.” Es necesario en este contexto, poner sobre relieve las problemáticas particulares que tiene la democracia

democracia más estable de América Latina; la que menos interrupciones en elecciones sucesivas ha tenido; ha sido el país donde menos periodos de dictadura se han vivido; un país con más desarrollos institucionales que el promedio; y sin embargo es a la vez, la democracia más violenta de toda América Latina, incluso por encima de las dictaduras. En los últimos treinta años tuvo más violaciones a los derechos humanos, que todas las dictaduras del resto del continente sumadas. Es un país con índices de desigualdad y de exclusión social deplorables. Esas dos realidades coexisten en nuestros imaginarios culturales. Y hacen parte de nuestro imaginario de democracia. Las herramientas tradicionales de participación en este punto terminan siendo dispositivos rituales que solo una minoría emplea, pero sin que represente realmente los intereses colectivos de la mayoría. La construcción de una democracia participativa, según los expertos ha sido una de las búsquedas más insistentes y a la vez esquivas del país en las últimas décadas desde que se promulgó la Constitución de 1991, al respecto comenta Camilo González Posso que “la realidad es que no se dio la democracia participativa, incluso la propia Corte Constitucional, en ese momento la Corte Suprema de Justicia en la etapa constitucional, indicó que la democracia participativa de la cual hablaba la papeleta y hablaba el mandato para la Constituyente, en realidad era un complemento de la democracia representativa y eso es cierto, no se conformó una nueva forma de democracia. No obstante se incorporaron enunciados muy importantes de derechos humanos, de propósitos de construcción social de la propiedad, una serie de elementos de inspiración en el Estado de bienestar, del principio del Estado Social Demócrata combinados con el neoliberalismo”. Luego que la constitución de 1991 ha superado las dos décadas, no ha sido posible constituir una democracia participativa sólida, dado que las condiciones propias del conflicto no lo permiten. Según afirma Antonio Navarro “el conflicto colombiano tiene dos características principales: en primer lugar, es un conflicto histórico y en segundo lugar, es un conflicto rural que ha venido evolucionando” y el hecho de que gran parte de los pobladores las zonas rurales del país se encuentren coaccionados por los actores de violencia hacen muy difícil siquiera la existencia de una democracia representativa, por ello afirma que “aunado a lo anterior, se evidencia la existencia de pobladores de todas las edades -hombres, mujeres, niños, ancianos- que no votan, que no participan. Los niveles de abstención son altísimos y no hay quien hable por ellos. No existen Concejales, de modo que esa falta de participación agrava la situación de marginalidad de un millón de colombianos” Para el Senador Navarro uno de los retos de los siguientes cuatro años es la reforma de la política para que se genere un compromiso de acción conjunta, entre el elegido y el elector y de ese modo responder y explorar las posibilidades que ofrece la democracia participativa. De manera que si la Democracia Representativa tiene importancia, lo urgente en este instante es realizar una reforma política para que haya más votos de opinión que generen un compromiso de acción conjunta entre el elegido y el elector.El elegido tiene que responderle más a los electores por las cosas que haga o deje quede hacer. Es una cuestión de compromiso con sus electores. En la legislación colombiana, el presupuesto participativo es una posibilidad; pero como posibilidad depende de quienes están en el gobierno.

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Fortalecer el Estado Este propósito es señalado por la mayoría de los expertos del eje como otro de los elementos que impiden constituir una democracia participativa. En este sentido Navarro Wolf afirma que en las zonas rurales de mayor violencia el estado no llega. De tal manera que los ciudadanos sufren las consecuencias de un vacío que con el conflicto genera enormes desigualdades. Una de las cosas que la paz debe asegurar es la presencia plena del estado y de su institucionalidad. Claudia López, se suma a la tesis de Navarro y la complementa: “creo que le hemos invertido un jurgo a que la democracia nos produzca ciudadanía y Estado, yo creo que esa fórmula está agotada. Concentrémonos en la condición necesaria que necesita la democracia para cumplir los fines que nosotros quisiéramos que cumpla. Y es que no hay Estado, no hay instituciones estatales que apliquen las normas”.

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Para la Senadora López, una de las razones por las que no hay Estado es porque no hay demandantes de este. La mayoría los sectores de la izquierda tienen pensamientos radicales que ven al estado como un enemigo, un aparato de dominación; los terratenientes no quieren que el estado democratice la propiedad y los grave con impuestos ya que ellos no necesitan al Estado pues por tradición desde hace más de cien años se proveen seguridad privada a partir de formas como los chulavitas, pájaros, paramilitares etc.; Los grandes “cacaos” necesitan seguridad jurídica, requieren Estado y se han dedicado a construirlo donde lo necesitan y no les importa el resto, esa élite económica y financiera tienen el estado que necesita y en todo caso ellos son más fuertes que el Estado mismo. En esa misma línea argumentativa Camilo González plantea las tareas que en aras de fortalecer el Estado deberíamos asumir como sociedad: Una Democracia fundamentada en los principios liberales, pero también en la identidad, en la solidaridad, en la universalidad, en los principios éticos de los Derechos Humanos. Una democracia que se construye en la institucionalidad que se corresponde con esos criterios éticos, una institucionalidad garantista. Una democracia que se hace con cambios radicales, expresiones sociales, sujetos transformadores, reflexiones teóricas y de allí van a surgir posibilidades para una democracia posible. No se puede hacer una construcción de paz si no hacemos este debate sobre el Estado y la Democracia que necesitamos para la transición de los conflictos. Entonces, en lo que hay que concentrarse no es en perfeccionar la democracia, sino perfeccionar el Estado. Reducir las desigualdades sociales Jordi Cussó expone que “La enorme y creciente concentración de ingresos y de riqueza que experimentan muchos países supone una amenaza mundial para las sociedades estables, porque una distribución desequilibrada de la riqueza desvirtúa las instituciones y debilita el contrato social entre las instituciones y el Estado”. A este respecto Cussó afirma que es necesario plantearse cuál es el nivel de desigualdad que pensamos que es tolerable en una sociedad. Si bien no queremos una sociedad en la que todos tengan lo mismo, porque nos parecería incomoda y a la vez imposible, es importante que la desigualdad no sea tan grande que sea intolerable. Algunas investigaciones y experiencias han mostrado que en algunos países y en las grandes empresas, estas desigualdades son odiosas e intolerables. Es necesario entonces buscar mecanismos para que luego de develar estas desigualdades abismales nos comprometamos en reducir las grandes brechas que separan a los que tienen en exceso de aquellos que no tienen casi nada.

En este mismo sentido y para el caso colombiano, Antonio Navarro afirma que el planteamiento de la incorporación de estas regiones al desarrollo tiene que ser una prioridad para el país. Afirma que “lo negociado en la Mesa de La Habana está bien pensado, que requiere un plan de diez años de prioridad, que se necesita concertar muchos aspectos, empezando por la formalización de la propiedad. Si en los próximos cuatro años se consolida un plan decenal para el postconflicto, incorporando la población rural más empobrecida al desarrollo y, un plan de diez años para la educación, donde se consolide un salto educativo; se habrá logrado dos cambios importantes para que las políticas nacionales avancen en el tema de la desigualdad. Una primera prioridad nacional es que la gente más marginal y más pobre tenga por fin una dulce oportunidad”. Trabajar por la Convivencia y la ciudadanía Jordi Cussó afirma que la democracia debe ayudar a generar nuevos espacios de convivencia, ese no puede ser un asunto delegado a los políticos pues demanda toda una estructura democrática, una cultura democrática, una participación democrática, unos procesos democráticos y demanda un ciudadano democrático y no sólo sistemas de elecciones de unos representantes a los que demandamos nos resuelvan los problemas que con frecuencia son de convivencia. Por eso, la construcción de la democracia es una tarea colectiva, no se resuelve desde acciones individuales sino que implica corresponsabilidad, es decir, desde sentirnos responsables los unos de los otros, por lo que tenemos que ser capaces de reconstruir el tejido social allí donde se han roto y sin lo cual es imposible construir sociedades en paz. Se trata también de la construcción de ciudadanía sugerida, por la senadora Claudia López, como uno de los elementos centrales paralelos al fortalecimiento de la democracia. Se trata de crear capital social porque la ciudadanía es sujeto de construcción y control político más eficaz. Afirma la senadora Lópéz: “hay que invertir en medios de comunicación locales, hay que invertir en la gente. Hay que construir medios de información locales, hay que aprovechar la tecnología para trabajar en redes, construir redes”.

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Crónica debate

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Tica Font y Martí Olivella plantean los retos de una democracia más participativa y equilibrada Como “Repensar las democracias” fue el tema del debate previo al II Congreso Internacional Edificar la Paz en el siglo XXI que tuvo lugar el pasado miércoles 2 de julio, en el Palau Macaya de Barcelona. Durante el acto los dos invitados, Martí Olivella, director de Nueva Innovación Social, y Tica Font, directora del Instituto Internacional de la Paz (ICIP), desglosaron diferentes retos que tiene la democracia para ser más participativa y equilibrada. “Si ahora podemos votar libremente, ¿por qué no votamos lo que más nos conviene?”, preguntó el director de Nueva Innovación Social. En la respuesta a esta pregunta, Olivella denunció el hecho que hoy al ciudadano las posibilidades de voto le llegan muy filtradas y, además, éste vive inmerso en una vida plena de distracciones. “Estábamos preparados para luchar contra una dictadura, pero no para enfrentarnos a los medios de comunicación”, se lamentó.

un país basado en un sistema democrático representativo liberal pero que vive en conflicto bélico desde hace décadas, una “gran paradoja” según recordó la misma experta. Un enfrentamiento en el que han muerto más de 5.000 cargos políticos. “Si Colombia quiere conseguir la paz debe entender en primer lugar que las discrepancias no se resuelven por la vía del asesinato”, sentenció Font. La experta en pacificación puso sobre la mesa tres retos democráticos básicos para Colombia. En primer lugar conseguir que el estado llegue a todo el país, ya que actualmente “en las zonas rurales sólo aparece en forma de represión, con policías y ejército” y en este contexto “el enemigo del estado es la propia población “. Pero también decidir qué papel tendrán los jefes guerrilleros en el nuevo escenario político del posconflicto, por ejemplo, si se podrán presentar como cabezas de lista en unas elecciones. Y, finalmente, antes de 2016, conseguir un pacto de estado de todas las fuerzas políticas del país superando los intereses electoralistas particulares.

Como retos de futuro, Olivella reclamó una democracia más equilibrada, que no beneficie a unos poderes y excluya unas minorías. “¿Por qué queremos un parlamento si nos morimos de hambre?”, preguntó citando palabras de Mandela. También pidió una democracia más participativa “en la que el pueblo pueda votar en los temas clave de país”, como por ejemplo, las diferencias salariales. Y, finalmente, reivindicó la necesidad de recuperar la soberanía monetaria y financiera.

EL CASO COLOMBIANO Por su parte, la directora del ICIP, Tica Font, centró su intervención en la realidad actual colombiana, Video Expertos Barcelona

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Grupo debate

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Tema 1.-Democracia local /global: Josep Mayoral • •

¿Es posible una democracia global en un mundo global? Experiencias de proximidad

La democracia a nivel local: El trayecto fundamental para construir una estructura democrática es conseguir que las comunidades locales vivan en democracia. A la hora de repensar la democracia hay que repensar los fundamentos de la democracia y repensar qué quiere decir democracia local. Qué quiere decir la proximidad como factor de construcción de la sociedad civil. Qué quiere decir la proximidad como factor para luchar contra las desigualdades, etc. Hay que poner en el mismo paradigma la democracia global y la democracia local. La importancia de la educación Por eso en la base hay que poner la educación porque es un elemento esencial. La educación entendida como acceso al conocimiento, entendida no sólo como educación vinculada a la escuela, sino como algo más. De lo que se trata es que seamos capaces de poner delante los valores, los procedimientos de lo que es esencial, el acceso al conocimiento. Un factor negativo es la falta de acceso a la educación, a la cultura, al conocimiento. 1

Texto resultado de la mesa de trabajo de este eje temático. Grupo de expertos satélite Barcelona

Así mismo hace falta una definición nueva de lo que es política. El derecho de poder transformar el entorno a nivel local.

Participación Hay grandes teóricos que hacen fantásticos manuales sobre participación; son estudios muy bien hechos, para tenerlos en el despacho. Sin embargo estos mismos autores no reconocen como buena la práctica de la participación informal. Participación esencial para construir comunidad. La transparencia es un refuerzo de los mecanismos de expresión, formales e informales. A lo mejor no le gusta a la oposición, pero refuerza la actividad cívica Algunas claves en esta democracia de calidad que tiene la proximidad como factor principal: • La primera cuestión es apostar por la autonomía local de manera esencial para construir subsidiaridad. Sin esta autonomía, difícilmente se puede avanzar. • La segunda cuestión: difícilmente habrá democracia local de calidad si no hay un sistema electoral en el que la representación tenga los suficientes elementos de control y que implique también una relación directa con la ciudadanía. • La tercera cuestión es la corresponsabilidad. • Otro concepto esencial es la participación. Si reivindicamos la corresponsabilidad en todos los niveles, esto quiere decir que a la hora de tomar decisiones, tenemos que buscar también los mecanismos para encontrar el encaje que nos facilite tomar decisiones en positivo.

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• Un quinto factor básico a la hora de plantear esta democracia de proximidad es la equidad. A la hora de tomar decisiones hay que romper con las desigualdades. Por lo tanto: mesa para todos para que todo el mundo pueda tener su espacio.

Tema 1.- Democracia local /global: Joan C. García Cañizares La descentralización política de la Administración es el mejor camino para conseguir el bienestar y la paz. La proximidad es imprescindible para conocer en qué situación están los ciudadanos. En los últimos tiempos se ha pasado del concepto gobierno y gobernar, a otro concepto mucho más adecuado a la realidad que es “la gobernanza”. Nunca será lo mismo lo que le sucede a un ciudadano de un municipio de 30 habitantes, a uno que vive en una localidad de 1.000 habitantes o en una de 15.000 o en una de un millón. Un alcalde de un municipio de 15.000 habitantes tiene contacto diario con los ciudadanos. Y cuando se levanta por la mañana sabe perfectamente qué está pasando en el municipio. Sabe si hay algún problema en las escuelas, si hay algún problema en el centro sanitario o si hay algún problema en los equipamientos deportivos y sabe cuando algún movimiento social puede perjudicar la convivencia.

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Importancia de la resolución de conflictos desde la proximidad. La proximidad permite que los espacios sean espacios queridos por la gente y que estos espacios se sientan muy del municipio, de la comunidad. El diálogo es imprescindible para poder resolver los problemas que se planteen. Es importante la coherencia del líder local. El líder local siempre debe ser una persona coherente o si no desaparecerá. A nivel local se sabe si el dirigente político es coherente con lo que dice. Desde la política local se puede llegar a las estructuras de Estado, que son las que legislan. Las estructuras municipales sólo aplican leyes y escuchan a la gente. ¿Dónde está el límite de las competencias de la administración local? Las leyes, en según qué ámbitos, son difíciles de aplicar. Y ¿cómo se financia un ayuntamiento? Se puede llegar a muchos acuerdos con los vecinos, pero a menudo los acuerdos cuestan dinero. Y el límite lo tiene un alcalde cuando intenta solucionar temas que son caros económicamente y que no tiene la posibilidad de resolverlos.

La autoridad no se tiene, se gana. A menudo se habla de la mayoría silenciosa. Y el concepto gobernanza está en escuchar la mayoría, no a los que gritan.

1. Hay que luchar contra la corrupción y cuando hay un caso de corrupción hay que plantar cara. La corrupción acaba paralizando el funcionamiento de la decisión, el alcalde decide, pero el resto de la estructura inculpa, incluso a nivel penal. Sin embargo no podemos compartir que imputado es igual a dimisión. Decir imputado igual a dimisión es injusto. Antes los ciudadanos no sabían que había corrupción. Ahora lo saben. Es un primer paso. 2. La gobernabilidad desde la necesidad de la proximidad. La gobernabilidad es aquel gobierno que no es el que está delante del ayuntamiento o del país, sino el gobierno de la gente de la calle. La gente se mueve por necesidades propias y es curioso que en vez de trabajar conjuntamente para mejorar la sociedad, se trabaja para sectores de la sociedad. 3. Hoy vemos que la gente cuando tiene un problema concreto se organiza por plataformas. Son grupos de ciudadanos que lo que hacen es presionar los gobiernos, a los que tienen el poder de decidir. 4. El sistema de funcionamiento de los nuevos gobiernos viene muy marcado por estos movimientos sociales que empiezan y que acaban. Se acaban cuando han conseguido su propósito o cuando no lo han conseguido y han visto que es imposible. 5. Delante de esta acción social existen unos poderes facticos que pueden distorsionar estos movimientos o cualquier otra información. Existe el peligro que lo que realmente acabe gobernando es el poder de los medios de comunicación. Las cosas tienen valor dependiendo de cómo las trata un medio de comunicación. 6. Un riesgo de la democracia es que el poder del medio hace creer que para sacar un país de una situación precaria es mejor nombrar un tecnócrata y que aquel tecnócrata tiene licencia para cambiarlo todo absolutamente. A partir de que la sociedad acepta esto, está en riesgo la democracia representativa. 7. Con el tiempo hemos conseguido que la ciudadanía no crea en los políticos, y que los medios de comunicación sean capaces de variar absolutamente la realidad. Esto es lo que hay que cambiar y en lo que hay que incidir. 8. ¿Cuál es el gran error de los medios de comunicación? Que se gobierna para unas cuantas élites que son esencialmente las entidades financieras, que son las que realmente ponen el mercado en contra, y que hay otro sector, los medios de comunicación, que consiguen que todo un conjunto de personas crean y confíen en aquel medio y que por lo tanto creen y confían en quien les está diciendo lo que tienen que hacer. 9. El gran error de los últimos 30 años, es que no hemos educado a la gente en la democracia. 10. Mi libertad empieza donde acaba la tuya: esta frase es muy perversa porque: si tu libertad no se acaba nunca ¿dónde empieza la mía? 11. Si los dirigentes políticos creen en la gobernanza deben cambiar las propuestas políticas porque la gente cambia. No es verdad que los programas electorales sean inamovibles. Y una de las cosas que ha pasado es que los electos los han hecho inamovibles cuando la sociedad va cambiando y pide a sus gobernantes que se adapte a la sociedad. 12. Por tanto hay que empoderar la política local y la proximidad. Hay que dar más autonomía al poder local. La política tiene que funcionar de abajo a arriba, empezar por los municipios y acabar por los gobiernos que es lo contrario de lo que se hace ahora, que son los gobiernos de los estados los que toman las decisiones. Ahora se va al revés, por lo que los movimientos sociales piden que se pueda llegar a cerrar la gobernanza desde la proximidad.

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Tema 2.-Democracia en un mundo tan desigual: Joan Majó • •

¿Es posible una democracia global en un mundo tan desigual? ¿Qué peso tienen o deben tener los valores en el afianzamiento de esta democracia?

Paz, democracia e igualdad económica y social La paz con fuertes desigualdades no es posible. A menudo se habla de la tolerancia, el diálogo, la capacidad de vivir juntos etc., pero uno de los elementos fundamentales es la base económica de todo esto. A partir de un nivel de desigualdad, mejor que no haya democracia. La democracia es imposible en una sociedad profundamente desigual desde el punto de vista económico y por lo tanto social. Hay que ir más allá del aspecto económico, porque las desigualdades, en gran parte, tienen un origen económico, aunque no sólo económico. Las desigualdades en el fondo son sociales. Hay mucha gente excluida. Y no necesariamente sólo por motivos económicos

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Aquí, ahora, estamos pensando mucho en cómo hay que rehacer la democracia, en una sociedad en donde van aumentando las desigualdades, pero donde aun podemos decir que es una sociedad del bienestar. En cambio eso no se puede trasladar a otro tipo de sociedades en las que esta base no existe. Nuestro problema es rehacer la democracia. Y el problema de otros es hacerla. Si encontramos la manera de hacer compatible la democracia con las grandes desigualdades, estaremos muy contentos porque ya habrá democracia. Pero una democracia que no esté asentada en una gran disminución de les desigualdades, no será nunca una democracia real. Para construir la paz es necesaria una democracia fundamentada en una sociedad sin grandes desigualdades y con oportunidades.

Democracia, el individuo y el colectivo. El bien privado y el bien común Uno de los problemas actuales es la exageración de los derechos del individuo. Y para rematar, según algunas bases económicas, que si cada cual busca su interés, encontraremos un mejor interés para el conjunto. Los intereses individuales, expresados a través del voto, pueden ir en contra de los derechos y necesidades colectivas. La gente tiene que votar y tiene que votar por lo que considera mejor. Pero ¿lo que considera mejor para él o lo que considera mejor para el conjunto de la sociedad? Y este es un problema que no se arregla con procedimientos. Se arregla con la revisión de valores. Se ha criticado a menudo la no adaptación del lema francés de la revolución al momento actual,

porque es un lema equivocado: Libertad, hasta un cierto límite, con responsabilidad; Igualdad, mejor la palabra equidad. Igualdad quiere decir falta de grandes desigualdades, pero no quiere decir todos iguales; y Fraternidad, que sería seamos todos buenos. Es una transposición a la política de un mandato cristiano. Pero la mezcla de estos tres valores, crea un mundo en el que hay una libertad que no está compensada con la responsabilidad. Hay un deseo de igualdad, que se sabe que es imposible, y por tanto ya nadie se ocupa de la igualdad. Y fraternidad, porque como las cosas no estarán bien, no quedaran bien y habrá mucha gente que lo pasará muy mal, debemos ser caritativos. Hay que discutir mucho este problema de los valores, porque vamos desencaminados Hay que revisar los valores de la democracia para poder fortalecerla. Y equilibrar el valor “individuo” con el valor “colectivo”: los derechos y los deberes.

La política formal Pocas veces había tanto movimiento popular sobre muchas cosas como el que hay ahora. Hay que dejar muy claro que la política formalizada tiene que seguir existiendo, con el fin de evitar lo que podríamos denominar las interpretaciones o las maneras convenientes de ver las cosas. Se necesita una cierta política formalizada que permita, no una encuesta, pero si una expresión de la voluntad popular. Cuando somos muchos no hay más remedio que hacer mayorías y minorías. Esto se seguirá necesitando. El debate sobre nuevas formas de democracia tiene que tener en cuenta que al final del camino el poder político necesita formalización e institucionalización.

Un poder político fuerte. Antes se habló de gobernanza, pero no en sentido coercitivo. La democracia no puede funcionar sin un estado fuerte. No puede funcionar sin muchos policías y muchos inspectores de hacienda. Porque para esto se necesitan medios coercitivos. La necesidad de un cierto poder coercitivo por parte del estado sobre los individuos es absolutamente imprescindible. Si no, todos los otros montajes no funcionan.

La paz consecuencia de la equidad. Para construir la paz es necesaria una sociedad equitativa, limando desigualdades y generando oportunidades. Una sociedad equitativa es decir no desigual, no polarizada, no necesita buscar la paz porque ya la tiene. La paz es siempre una consecuencia. Entender por paz la ausencia de conflictos violentos es una manera no adecuada de entenderla. Porque dentro de China en estos momentos no hay conflictos violentos, por lo tanto China es un estado en paz.

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La paz sin equidad no quiere decir nada o quiere decir que la gente tiene miedo o está subyugada. Esto no es paz. A la paz habría que ponerle un adjetivo, la paz consecuencia de la equidad. Una sociedad equitativa es una sociedad democrática. ¿Cuáles son los obstáculos a la democracia y a una sociedad equitativa y, por tanto, en paz?: “Golpe de estado” de los poderes financieros y los mediáticos. Ahora hay una mezcla de dos poderes: el poder financiero y el poder mediático. Y la mezcla de los dos lleva a un golpe de estado imperceptible que hace que no funcionen las reglas de la democracia, en el sentido que la gente vota pero las decisiones que toman los gobiernos no coinciden necesariamente con las condiciones que democráticamente saldrían. ¿Por qué? Esto ha tomado muchas formas: “lo de que no queda más remedio que hacer esto”; “hay que hacer esto si no los mercados nos castigaran… “(Esto ya se decía en los años 90). Exageramos las virtudes de la democracia representativa y no tenemos en cuenta que la democracia representativa puede estar enormemente condicionada por el poder financiero o por el poder mediático.

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Los límites a la libertad. Hemos basado la democracia fundamentalmente en la libertad. Y esto era necesario porque cuando se fue restableciendo la democracia fue para luchar contra la falta de libertad. Pero como valor hemos dado al concepto de libertad una apariencia de libertad sin límites, o sea, que por la libertad se puede sacrificar cualquier cosa. Cuidado con la satisfacción de la democracia formal y cuidado con la satisfacción de más libertad, ya que una y otra nos pueden llevar a cosas que no son las que la sociedad pide. Asimetría entre opinión y participación democrática. Uno de los problemas serios que tenemos es la asimetría que se crea entre la opinión de una sociedad y la participación democrática. El poder financiero. Las cosas que han pasado desde finales de los 80 hasta ahora han reconvertido la relación de poderes, por dos razones, una política y otra técnica. El proceso de globalización ha sido la desaparición de las barreras jurídicas en el movimiento de todas las cosas. ¿Qué es lo que más ha favorecido el proceso de globalización? aquellas cosas que se pueden mover en forma de vips, porque no pesan, porque no vale nada moverlas y se mueven en cantidades inmensas y fácilmente.

Por lo tanto no tiene nada de extraño que el capital se haya transformado en capital financiero, porque ahora tiene toda la movilidad. Es decir el hecho de que haya dos realidades en el mundo que son el capital y la información que se pueden poner en forma de vips, les da una situación de poder que no habían tenido nunca. Esto no hubiera pasado si hubiera habido regulación.

Una Europa débil. Se ha creado una opinión de que Europa es más un problema que no una necesidad con lo cual es muy difícil volverle a dar la vuelta. Cada país europeo tiene una visión muy interiorizada, muy cultural y muy económica de cómo tiene que funcionar Europa. Es difícil que Gran Bretaña y Alemania se pongan de acuerdo con Italia, con España y con Grecia. Es bastante complicado por una cuestión cultural primero y segundo por una cuestión económica.

La discrepancia entre el voto y los sentimientos: la visión de los medios educadores y la nueva educación política para la democracia. Sobre la discrepancia entre el voto y los sentimientos o la auto identificación de la gente, hay que afirmar que la base de todo esto está en la educación. Los medios educadores son la escuela, es el discurso político, es el discurso mediático y es el discurso académico. Hay que tener en cuenta dos aspectos de este proceso de educación: uno el de la interpretación histórica y el otro el de los valores. 1. La interpretación histórica: La paz y el bienestar conseguido en Europa desde la segunda mitad del siglo XX parte de una voluntad política y de unas condiciones históricas que han cambiado radicalmente en los últimos años. Se dio un escenario y una situación de crecimiento, pacto y redistribución que favoreció la paz, la cohesión y la equidad con menos desigualdades, la redistribución y el bienestar. Pero esto ha terminado. Ahora el pacto social ya no es cómo repartimos el crecimiento sino cómo resolvemos nuestros problemas y cómo nos repartimos los costes La paz sólo puede estar basada en la equidad. Las sociedades que no tengan la oportunidad de equidad sólo tendrán paz en forma de dictaduras para que no haya violencia, pero no en forma de sociedades libres y democráticas. La globalización ha sido fabulosa porque 2.200 millones de personas han alcanzado un nivel de consumo un poco decente durante los últimos 20 años. Esto es fabuloso desde el punto de vista mundial.

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Pero lo que no podemos pensar es que Europa pueda seguir igual; los recursos que había en todo el planeta ya no están. Esto hay que explicarlo porque la gente que ha nacido a partir de los años 60-70 sólo ha vivido esta situación y no entiende aún que esta situación terminó en la década de los 90 con la globalización y la desregularización. Las bases económicas que había para que todo esto ocurriera ya no existen. 2. La educación en valores: Libertad quiere decir derechos, igualdad quiere decir equidad y fraternidad quiere decir solidaridad. Y lo que no podemos hacer como hemos hecho aquí es primar de manera diferente una respecto de las otras. Todas las constituciones tienen las declaraciones de derechos, pero ninguna tiene las declaraciones de obligaciones.

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La política es el espacio de llegar a definir de forma inclusiva cuáles serán a partir de ahora nuestros sistemas de valores. ¿Cómo decidimos cuáles son nuestros valores?

La importancia de la proximidad Lo que es importante no es el límite sino la proximidad, que tiene que ver con la capacidad magnética del vínculo real. Ahí está la fuerza de lo local. No un límite sino un imán próximo de lo que realmente se puede hacer conjuntamente. Si eres un buen gobernante generarás atracción y este apoyo te permitirá hacer una acción concreta. Pero a la vez tienes que estar en una red internacional donde seas una pieza más de políticas globales.

No es legítimo reivindicar tus derechos si no estás cumpliendo tus obligaciones.

Tiene que haber una sub base donde todos los locales se asienten. Hay una cosa que los traspasa a todos que son las políticas de igualdad y de equidad.

Tema 3.-Cartografía de la Paz. La política. La participación: Itziar Gonzàlez

La condición del ser humano es la capacidad de transformar el mundo.

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Mi paso por el mundo debe tener sentido: que yo no sea indiferente al mundo, ni el mundo sea indiferente a mí. Esto es la política. Esto es sin duda lo que dignifica a una persona. Sentir que su vida tiene sentido. Para que su vida tenga sentido debe poder ejercer su ser, su esencia, su derecho político.

¿Qué hay que hacer para saber leer la realidad? ¿Qué cosas nos son comunes? ¿Es necesario elaborar una nueva cartografía de la Paz? ¿Cómo se debe trabajar para que los nuevos lobbies del bien común sean unos medios de participación transparentes?

Una nueva cartografía del mundo Lo que ha roto el mundo han sido los mapas que lo han mostrado siempre con divisiones. Hay que rehacer el mapa del mundo: borrar todo lo que son divisiones y hacer el esfuerzo de ver lo qué tenemos en común. La cartografía de la paz es empezar a ver lo que tenemos en común. Si dibujamos las situaciones de pobreza en el mundo las reconocemos en todas partes. Si dibujamos la violencia sobre las mujeres la encontraremos en todas partes… Esto nos es común a todos, lo tenemos en todos partes, tanto en el primer mundo como en el tercer mundo. Las divisiones administrativas, nacionales, estatales, no tienen ningún sentido para las políticas de la paz. Hay que reivindicar una base común y hacer un esfuerzo de cartografiar el mundo sin divisiones. Tenemos que trabajar para cartografiar todos los actos anti humanos que fomentan las desigualdades y de los cuales nos hacen ser solidarios. El bien común necesita estrategias internacionales, globales. Debemos cartografiar el sistema axiológico de la nueva democracia. Estamos para el bien luchar.

¿En qué consiste la política? •

Primera propuesta: entender lo qué está pasando. Ser una persona que sabe leer lo que está pasando. • Segunda condición: capacidad empática. Lo que ocurre a mi lado me implica, sino no podré hacer nada en el mundo, porque el mundo está lleno de otros. • Y tercera: transformar el mundo con los otros. Es una tarea potente y grande, y sabes que tu solo no lo puedes hacer. Lo que debes hacer es intentar entender la realidad, intentar empatizar con los otros y conjuntamente y responsablemente transformarlo. A partir de la idea de fraternidad se pasa a la idea de colaboración. Ser un objeto político es ser un ser que suma porque empatiza y porque es capaz de entender su entorno, y quiere dejar un rastro en el mundo, transformándolo. Cualquier ser humano, si tiene la mínima base de igualdad y dignidad de tener donde vivir, comida, compañía…, puede y desea mejorar el mundo.

La democracia actual necesita un contrapeso La democracia al ser representativa, se va limitando, y al final son 180 personas que representan a toda la población. La idea de la representación democrática está bien pero hace falta un contrapeso.

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Nuestras cámaras democráticas llega un momento que no pueden representarnos ya que debido a su propio diseño se ven sometidas a presiones brutales. Hay que crear otro hemisferio que haga contrapeso a esta situación.

Los nuevos movimientos sociales y el bien común

La nueva participación ciudadana

Ahora hay una toma de conciencia y la gente siente que tiene derechos. El sistema se está destruyendo de tal manera que el deseo de sobrevivencia legítima a todos, cada uno a su nivel.

La ciudadanía no debe relajarse y votar sólo cada 4 años, sino que debe estar continuamente participativa. El lobby ciudadano es un grupo de presión que defiende el bien común. Es un status que no se lo puede hacer suyo ningún partido. Porque un partido lo que hace propiamente es representar una visión sociológica, económica de una parte de la sociedad. Hay cuestiones de base que no admiten ninguna ideología. Que tienen claro que lo importante es que se puedan expresar bien e interaccionar. Hace falta diseñar y reconocer que hay otros espacios donde se puede hacer política y que no son los institucionales. Todos estos movimientos y formas sociales activistas están defendiendo la carta de los derechos humanos. Este es su punto en común. Son los tres principios de responsabilidad, de equidad y de solidaridad.

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Actualmente la gente no entra en un partido político se va a una plataforma activista….

En menos de 15 años ha nacido una nueva generación de políticos, muchos de ellos están en partidos de izquierdas, otros no, otros están en movimientos sociales… Pero tienen unos valores y una ética… Esta es la nueva clase política que cambiará las cosas. Los movimientos sociales y el 15-M han sido la escuela política de toda una generación de jóvenes, cosa que no han hecho los distintos gobiernos. Las personas que están en lugares de responsabilidad pública deberían ser facilitadores de estas nuevas alternativas.

En el funcionamiento de los movimientos sociales y en las plataformas hay portavoces, no líderes. El liderazgo es siempre colectivo.

Con todo, hay que tener en cuenta las trayectorias y las generaciones. Si una generación cree que ella tiene que cambiar el mundo, fracasará. Pero si una generación sabe que es la cadena de muchas, entonces la visión se verá mucho mejor. Y en este sentido es donde hay que trabajar para crear un contrapeso a la actual representación democrática, para que cuando estos jóvenes sean alcaldes… tengan al lado una ciudadanía que los apoye para ir contra los lobbies.

Corresponsabilidad de la nueva ciudadanía

La corresponsabilidad y la trazabilidad de la gobernanza

Para que un político llegue a las instituciones y pueda hacer realmente alguna cosa la ciudadanía tiene que ser más activa, expresar más y comprometerse más, que no simplemente ir a votar cada 4 años.

El gran reto es gobernar en las grandes cuestiones y en los derechos humanos; aquí empiezan todas las gobernanzas locales.

La función política hay que hacerla al lado de; no dentro, sino al lado. La corresponsabilización ya se está produciendo. Y cada vez son más las personas que son portavoces o representantes de movimientos.

El marco de los nuevos espacios democráticos son espacios donde la ciudadanía se corresponsabiliza de qué manera se redactaran las leyes, y yo también; y por lo tanto yo me responsabilizaré también en cumplirlas.

Esto es lo que le da miedo a los del sistema. Porque empiezan a haber auténticas vocaciones corresponsables.

Es muy importante la idea de la trazabilidad de la gobernanza. Hay que conseguir que aquellos que toman decisiones, dejen rastro de sus momentos, de sus pensamientos, de sus dicotomías y de sus retos. La transparencia genera confianza. En política dar una explicación genera más confianza.

La nueva ciudadanía rescatará Europa.

Nuevas formas de producción junto a las nuevas formas de democracia Las personas que participan en los movimientos sociales están redescubriendo nuevas maneras de generar riqueza que les permite vivir y que se basan en la riqueza de la colaboración. La cultura de la cooperativa empieza a crecer de nuevo. Existe una percepción de lo individual, pero es gracias a lo común; yo puedo trabajar gracias a que colaboro con otros. Y aquí se produce la sinopsis. Yo salgo adelante con la colaboración de los otros...

Las personas que tienen un lugar estratégico en la sociedad, tienen que ser ejemplares. Hay que reivindicar a todos los que ocupan lugares de representación, una exigencia moral.

La visualización de los datos. Ahora la cultura ya no es sólo oral o de memoria, ahora la cultura está en aquel que sabe mirar y visualizar. La información debe ser accesible a todos.

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La ciudadanía está creando sus espacios, sus instituciones, las está abriendo y está forzando a que se abran. Y está demostrando que se puede ser mucho más eficiente y que se puede motivar mucho más a la gente a implicarse en el mirar y en el valorar la tarea de sus gobernantes. No habrá democracia representativa si no hay democracia participativa.

B) Modificar los poderes

Tema 4.- El peso de la comunidad: el contrapoder ciudadano: Martí Olivella

Mejor que combatir es integrar estos poderes fácticos colocando sus libertades dentro de las nuevas reglas de juego al:

• • •

¿Cómo encontrar el equilibrio entre política y ciudadanía? ¿Cómo reforzar las instituciones políticas actuales de cara a construir una nueva democracia? Dentro de este planteamiento general de repensando democracias hace falta un nuevo vocabulario. ¿Cuál?

El peso de la comunidad y el contrapoder ciudadano Ideas básicas y propuestas

1.- Más allá de los tres poderes formales hoy en día existen el poder financiero y el poder mediático. Estos dos espacios claves son la sangre y el sistema nervioso del sistema.

a) constitucionalizarlos dentro del sistema como servicios públicos, concediéndoles capacidad de creación de dinero y capacidad mediática; b) evitar oligopolios separando el control sobre los medios de comunicación, idealmente participados pública y socialmente. 2.- Dos anomalías de nuestra actual sociedad de la información favorecen innecesariamente la corrupción y la evasión fiscal. Impulsemos un cambio legislativo para: a) dar acceso a las órdenes de transferencia a Hacienda y, en caso de sospecha de operación ilegal, al juez; b) suprimir paulatinamente los billetes (grandes) de 500, de 200 y de 100 euros.

Una parte de la democracia son los procedimientos que tienen que garantizar que todo el mundo pueda intervenir en la construcción de su bien común. La otra parte –la que no se puede imponer– son las actitudes, las mentalidades y los valores.

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A) Equilibrar la democracia Crear un contrapeso de dinámicas entre los elementos de representación y participación directa.

¿Cómo puede haber credibilidad democrática cuando estas cosas de equidad elemental no están resueltas?

C) Actitudes y valores

Hay que repensar los procedimientos mediante los cuales se articula la representación e introducir elementos de equilibrio estructural con un máximo de participación. Hace falta ser creativos, ampliar nuestro marco mental.

La vocación de los políticos tiene que aliarse con los movimientos sociales emergentes. Esto permitiría plantear un gran pacto para:

1. El sistema parlamentario de partidos actual está desacreditado y obsoleto. Imaginemos nuevos actores que compartan la realidad de la gente que representan, por ejemplo:

• •

A. Una parte del Parlamento se elige por candidaturas, la otra es elegida al azar (derecho y obligación del ciudadano/a de contribuir y hacer funcionar). B. Una segunda cámara como representación de organizaciones no lucrativas, colegios profesionales, universidad, etc. (“segunda lectura”). C. Una cámara formada por 3 tercios que provengan de los distintos ámbitos, promoviendo también la disposición y capacidad de ciudadanos individuales en calidad de expertos. 2. Evitar que las candidaturas, sean de partidos o de otro orden, dependan del financiamiento (“quien paga manda”). Campaña electoral por Internet, con acceso a la información para todos, reduciendo así drásticamente los costes y el número de promesas que no se cumplen. 3.Un sistema electoral más proporcional para que no se pierda ningún voto y al mismo tiempo un sistema por circunscripción nominal inspirado en el sistema irlandés u otros.Somos los ciudadanos los que tenemos que dar un empuje ya que los partidos no están por la labor.

Reconstituir la democracia secuestrada por los poderes fácticos; Dar respuestas de emergencia para el sistema agotado que sean más convincentes que las de los populismos fascistas; • Construir un relato alternativo ya que nos hemos quedado huérfanos; • Fomentar otra vez, en empresa y en política, la inversión a largo plazo. La construcción de actitudes y valores está muy relacionada con los propios instrumentos que se ponen a favor de la equidad. Haciendo un referéndum sobre la relación entre renta mínima y máxima ejerceríamos auténtica democracia. Planteemos una política de equilibrio entre bien individual y bien común, distinguiendo en lo común entre bien del colectivo y bien de la comunidad. La cultura democrática tiene que fundamentarse en la contribución voluntaria al bien común.

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Documentos de los expertos Eje temático

Repensando democracias

Intervención del senador Antonio Navarro Wolf 1 Antonio Navarro Wolf Ingeniero y político colombiano. Senador, elegido al Congreso de la República de Colombia por la Alianza Verde. Exgobernador, exconstituyente, persona comprometida con las reflexiones sobre los procesos de paz.

RESUMEN

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Este texto recoge la intervención oral del senador Antonio Navarro en la cual plantea la necesidad de repensar la democracia desde tres perspectivas: en primer lugar, el conflicto colombiano, su génesis y su recorrido histórico, la paz y sus efectos en los desarrollos sociales; en segundo lugar, la democracia participativa como un elemento de desarrollo sobre todo en el sector rural; y, en tercer lugar, la importancia de las prioridades de los ejes de gobierno en la sociedad, de manera particular, los temas educativos.

Palabras Clave: Historia del conflicto en Colombia / vacío de Estado / participación / políticas del Estado. El conflicto colombiano El conflicto colombiano tiene dos características principales, en primer lugar, es un conflicto histórico y, en segundo lugar, es un conflicto rural que ha venido evolucionando. Es el conflicto histórico más antiguo de las Américas, que diferencia a Colombia del resto de países de América Latina; por eso, Colombia es el último país en este continente donde todavía hay grupos guerrilleros. El conflicto empezó en el campo colombiano, con la guerra civil entre liberales y conservadores iniciada en los años cuarenta cuando se volvió una necesidad social tener quién defendiera a los campesinos de sus contrincantes políticos. Los liberales querían tener una guerrilla que los defendiera de los conservadores y del Gobierno, y los conservadores querían tener paramilitares o un grupo armado ilegal, también irregular, que los defendiera de los liberales. Esa herencia sumamente sectaria llevó a la polarización de la población. Desde el punto de vista político, regiones enteras, homogéneamente conservadoras u homogéneamente liberales y junto a estas, la presencia de grupos armados irregulares defendiendo a los campesinos, se convirtió en una necesidad. Yo fui miembro del M-19, grupo guerrillero que surgió en 1970. Fui comandante en el Caquetá, RAportación al eje “Repensando democracias”, en el marco de la segunda sesión de expertos. El texto respeta las expresiones propias de la oralidad de la presentación. 1

zona del sur de Colombia. Esta zona de confrontación se colonizó en dos regiones totalmente homogéneas: el norte pertenecía a los liberales y el sur a los conservadores. El norte de Caquetá acogió a las FARC porque el primer comandante de las FARC fue inicialmente guerrillero liberal y después se volvió su fundador; por tanto, los campesinos liberales sentían el apoyo de este grupo. El M-19 nació del fraude electoral de 1970 contra el candidato conservador, general Rojas Pinilla, quien en ese momento había ganado las elecciones. De esa manera, el M-19 adoptó la bandera de la Alianza Nacional Popular (Anapo); era visto como una guerrilla conservadora por los campesinos conservadores del sur de Caquetá. Así pasaron de ser 25 a 1500 en una sola área del sur del Caquetá; el 98 % de los campesinos se volvió conservador, todos hijos de familias conservadoras. El ejemplo muestra cómo el origen histórico tiene mucho que ver con la facilidad con que se armaron los grupos guerrilleros en Colombia. Había en el campo un terreno favorable para que llegaran los grupos armados, que no eran vistos como algo extraño, sino como algo necesario por los campesinos. Luego, la guerrilla pasó por diferentes etapas: la Revolución Cubana, la exportación de las guerrillas por toda América Latina y la financiación mediante cultivos ilícitos, especialmente de la coca, que sirvió para apoyar buena parte de las filas guerrilleras en los últimos veinticinco años. Pero, en general, esa guerrilla que aun en sus raíces más profundas actuaba en las zonas rurales más marginales, era consecuencia de los procesos de desigualdad, porque los grupos guerrilleros estaban sumamente debilitados, sumamente pobres. En una investigación realizada el año pasado por el autor en las zonas donde hay programas de desarrollo y paz, programas de consolidación, de restitución de cultivos, etcétera, se encontró que hay muy poca presencia del Estado. En muchas de estas zonas, programas como Familias en Acción, que están orientados a las familias más pobres, no llegan siquiera al 20 % de los pobladores, simplemente por la situación de conflicto, por la situación de guerra, por la situación de enfrentamiento. El Estado no llega, ni siquiera llegan los programas sociales, no tienen carreteras, la educación y la salud es precaria. Entonces, el conflicto colombiano es generador de muchos problemas, pero también de desigualdad: unas poblaciones muy marginales, muy aisladas. Se presenta entonces un proceso de paz, donde se espera que la firma ponga fin al conflicto, y así poder lograr que el Estado llegue a esas zonas más marginales que están en las áreas donde el conflicto ha abolido sus derechos. Es evidente también que aún hay zonas donde no hay conflicto pero existen aislamientos parecidos. Aunado a lo anterior, se evidencia la existencia de pobladores de todas las edades —hombres, mujeres, niños, ancianos— que no votan, que no participan. Los índices de abstención son altísimos y no hay quién hable por ellos. No existen concejales, de modo que esa falta de participación agrava la situación de marginalidad de un millón de colombianos. Un millón de personas que están en la parte más alejada y más baja de la pirámide de ingresos y de riqueza. El planteamiento de la incorporación de estas regiones al desarrollo tiene que ser una prioridad para el país. Lo negociado en la Mesa de La Habana está bien pensado, que requiere un plan de diez años de prioridad, que se necesita concertar muchos aspectos, empezando por la formalización de la propiedad. Una de las características de esas zonas es que la justicia, o por lo menos algunos elementos de justicia, los manejan los grupos armados irregulares y, por lo tanto, no hay forma de ejercer la propiedad. Se muere el dueño de la finca y quien reparte la finca entre los herederos es el jefe guerrillero o el representante de un grupo irregular, no es el juez. Para la formalización de la propiedad se

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necesita todo un agente de desarrollo, empezando por las vías de comunicación, créditos, estrategias de resultado, se necesita además la justicia y la seguridad del Estado. Porque estas dos funciones que le corresponderían al Estado, de alguna forma precaria, las están prestando los grupos armados ilegales. Entonces, una primera prioridad nacional es que la gente más marginal y más pobre tenga por fin una dulce oportunidad. Si se firma un acuerdo de paz y si se obra según el propósito, se logrará un buen posconflicto. En Colombia se han firmado en la última generación cuatro o cinco acuerdos de paz, incluyendo el del M-19, y no ha habido ninguna transformación del conflicto. De manera que además de la firma del acuerdo de paz se tiene la obligación de manejar bien el tema del posconflicto, para lograr en los próximos diez años la presencia integral del Estado en los territorios marginales. La democracia participativa

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Es importante explorar a fondo las posibilidades de la democracia participativa, puesto que la democracia representativa es insuficiente en los pueblos colombianos. En las elecciones pasadas de Congreso y Cámara de Representantes, el 70 % de la votación fue resultado de un negocio. El candidato negocia su voto y queda libre de compromisos y responsabilidades con sus electores, luego se prepara para recuperar las inversiones realizadas, seguramente actuando de manera irregular en la contratación, finalmente, se dispone para comprar los votos de los próximos cuatro años. Uno de los retos de los siguientes cuatro años es la reforma de la política para que se genere un compromiso de acción conjunta entre el elegido y el elector y, de ese modo, responder y explorar las posibilidades que ofrece la democracia participativa. De manera que si la democracia representativa tiene importancia, lo urgente en este instante es realizar una reforma política para que haya más votos de opinión que generen un compromiso de acción conjunta entre el elegido y el elector. El elegido tiene que responderle más a los electores por las cosas que haga o deje de hacer. Es una cuestión de compromiso con sus electores. Vale la pena explorar las posibilidades que da la democracia participativa. Cuando fui gobernador del Departamento de Nariño y alcalde de Pasto, utilicé como estrategia de acción el presupuesto participativo, se le denominaba cabildos abiertos. En esta forma de organización el presupuesto se discute y se decide con la población; es un elemento muy importante de la democracia participativa, porque sin duda el presupuesto es de los ciudadanos que pagan impuestos y la decisión de su utilización; actualmente se usa para pagar favores electorales: usted me eligió, entonces yo invierto donde usted necesita. En muchos municipios hay alcaldes que solamente invierten en aquellas veredas y en aquellas zonas donde consiguieron votos y no invierten un solo centavo en donde no los obtuvieron. El tema de elegir el alcalde se convierte en un problema para los municipios, porque si se es parte de la minoría, se está condenado a no tener inversiones por períodos largos. De manera que la utilización del presupuesto participativo establecido por métodos democráticos, métodos de participación abierta, es algo que vale la pena explorar. Perú ha establecido como obligatorio el presupuesto participativo, y creo que tienen diversos tipos de experiencias que vale la pena estudiar en detalle. En la legislación colombiana, el presupuesto participativo es una posibilidad, pero como posibilidad depende de quienes están en el gobierno. En el caso de la ciudad de Pasto, el modelo ha permanecido durante cinco periodos electorales

consecutivos, los ciudadanos ya se empoderaron de él, por tanto, exigen que la asignación presupuestal sea concertada. Definir las prioridades nacionales Evidentemente, las prioridades nacionales son muy importantes. Después del final de la guerra fría, América del Sur ha buscado caminos propios para el desarrollo; antes, quien no estaba aliado con los Estados Unidos simplemente no podía existir como gobierno, le daban golpe de Estado o lo derrocaban; pero después de la guerra fría, una vez además Estados Unidos se comprometió con otras regiones del mundo, se generó un espacio en el que América Latina empieza a construir sus propios modelos nacionales de desarrollo. Existen experiencias exitosas relacionadas con la disminución de la desigualdad que es el problema más grave de este conflicto. Es la enfermedad que reclama, así como otra enfermedad grande es el exceso de divisas. En este continente se han visto diversas experiencias de disminución de desigualdad, una de estas es la reforma tributaria realizada en Brasil. La búsqueda de igualdad en políticas públicas es una absoluta necesidad, se necesitan unas políticas tributarias orientadas por supuesto al subsidio y a la educación que es un elemento substancial. No es una ilusión pensar que un salto educativo pueda darse en el orden nacional. El diseño de una política educativa que mejore sustancialmente la calidad, las posibilidades del acceso, la financiación para hacerlo posible. Si en los próximos cuatro años se consolida un plan decenal para el posconflicto, incorporando a la población rural más empobrecida al desarrollo, y un plan de diez años para la educación, donde se consolide un salto educativo, se habrán logrado dos cambios importantes para que las políticas nacionales avancen en el tema de la desigualdad. Si adicionalmente se realiza la reforma política, sobre todo la manera de elegir los cuerpos colegiados y la forma de planear y ejecutar los presupuestos, se habrá avanzado hacia el desarrollo del país. Por supuesto hay otros temas, la salud es un tema importante en Colombia, el acceso a la salud es parte del problema del acceso a la igualdad. Hay una discusión sobre minería que no se puede pasar por alto, sobre todo por sus efectos ambientales. Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo, con más agua en el mundo que tiene el riesgo de afectar esas bondades de manera seria. Si el presidente Santos llega a hacer reelegido, eso no es seguro, la gobernabilidad se va a complejizar, se llegará a la polarización y en países polarizados se hace más difícil tomar las medidas necesarias para avanzar, pero aun así, es necesario comprender que el país está en un momento de atraso en los temas sensibles de igualdad y en el manejo de un modelo de desarrollo más incluyente. Ojalá se entienda que debemos buscar el desarrollo propio como lo están haciendo muchos de nuestros vecinos.

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Democracia y paz en Colombia1 Camilo González Posso Ingeniero Químico, Especialización en Economía Política y Magíster en Economía. Académico y político. Como académico, docente de “Desarrollo económico y política”, y fundamentalmente de “Desarrollo latinoamericano”, y en materia política, exconstituyente, exministro. Actualmente, presidente, Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) y director, Centro de Memoria y Paz, Bogotá.

RESUMEN El autor en este texto desarrolla la noción de democracia en Colombia, para lo cual, parte de dos preguntas orientadoras: ¿qué es democracia? ¿Cuál es el papel de esta cuando se trata de superar la violencia y una situación de conflicto armado interno en el que se ha encontrado el país durante décadas? Aclara que es este el asunto de fondo, ya que el elemento clave que debe haber para transitar esta situación de conflicto y violencia en la que se encuentra inmerso el país a una sociedad en paz, con un manejo pacífico de los conflictos, es la democracia.

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Palabras Clave: Democracia representativa / democracia popular / Asamblea Constituyente / institucionalidad garantista ¿Qué es la democracia? Surgen dificultades en torno a saber de qué democracia se trata cuando hablamos de democracia en Colombia. Por un lado, si se aborda el tema desde la democracia representativa, se tendría que decir que esta está en crisis, no solamente en Colombia, sino como concepción de sistema político y de organización del Estado. Además se le acusaría de haberse convertido en una forma de exclusión, de secuestro de lo público, de formas patrimoniales del ejercicio del poder y de negación de la democracia liberal que sustentaba la primera idea de la democracia representativa; es decir, que no existe. La democracia representativa se ha convertido en el lugar donde convergen los grandes intereses, los grandes poderes económicos y las grandes fuerzas militares. Como alternativa, aparece la democracia participativa sobre la cual no se sabe mucho, no se ha acabado de construir su concepción. Sin embargo, hay muchas versiones alrededor de la idea de trasladar poder al ciudadano, trasladar poder a otras estructuras distintas a los partidos políticos, de introducir mecanismos más allá del voto o del sufragio para conformar entidades de representación. Por otro lado, se pueden abordar otras democracias como la democracia directa, cuando se habla de RAportación al eje “Repensando democracias”, en el marco de la segunda sesión de expertos. El texto respeta las expresiones propias de la oralidad de la presentación. 1

plebiscito, referendo, de consulta, de mecanismos electorales complementarios de la democracia representativa; o la democracia popular, fundamentada en las dictaduras de partido, dictadura del proletariado, que colapsaron ya a finales del siglo pasado. Entonces, emergen las dificultades iniciales al determinar un referente. Cuando se habla de que la democracia es el núcleo de una transición transformadora de la guerra a la paz, de la violencia generalizada a una situación de solución pacífica, es donde surge una crisis conceptual. Además, se cuestiona: ¿cuál es el mecanismo conceptual que ha recorrido Colombia? Se recorrió el camino de la Constituyente de 1991, en el que hubo muchas apuestas y se habló acerca de un consenso alrededor de apostarle a un pacto de paz, mediante la edificación de un Estado social de derecho; con todas las incógnitas que aparecieron y en medio de ese consenso se establecieron planteamientos socialdemócratas, de Estado de bienestar, de concepciones neoliberales y conservadoras, diferentes corrientes que allí se expresaron. Es en este sentido, esa es la democracia ya no con un fundamento programático del deber ser, de paradigmas de la nueva sociedad, de todos estos modelos utópicos que se construyeron en el siglo XIX, sino que en medio de este colapso de ideologías y de pensamientos políticos, desde el liberalismo hasta el marxismo se ha hecho un rescate de lo ético que coloca el acento en una ética civil, consensuada por la humanidad y expresada en los derechos humanos. Tanto los derechos humanos ya instituidos y aceptados como mínimos de civilización, como los derechos humanos emergentes, que surgen con la indignación y con nuevas construcciones, pero en todo caso una ética que además enriquece la democracia liberal con conceptos provenientes de conquistas del siglo XX alrededor de nuevos principios como equidad, solidaridad, universalidad, y que tienen en cuenta las limitaciones del pensamiento liberal en la construcción de la idea de democracia. Esos criterios éticos nos llevan a la democracia en función de la paz, por nuestra situación, por lo que ha sido una historia de setenta años. Se trata de una democracia de la no violencia, se trata de una democracia para la paz y se trata de una democracia para la equidad y para la solidaridad. Entonces, ese principio ético en nuestro país encadena una política para la paz y la no violencia, y ello nos lleva a evaluar lo que hasta ahora hemos intentado y a pensar cuáles son las tareas pendientes en la pacto de paz ante una proclama de una necesidad de democracia participativa. Si se recuerda, el voto constitucional de 1990 decía: “Voto por una Asamblea Constitucional, fundada en la democracia participativa”. Cuando se instaló la Asamblea Constituyente, y cuando se clausuró, con los discursos de los presidentes y constituyentes, como los de Antonio Navarro y Álvaro Gómez Hurtado, los cuales proclamaban que había aparecido una nueva forma de democracia, la democracia participativa fue el mensaje: la democracia participativa es lo nuevo y con eso vamos a hacer la transición a la paz. Pues la realidad es que no se dio la democracia participativa, incluso la propia Corte Constitucional, en ese momento la Corte Suprema de Justicia en la etapa constitucional, indicó que la democracia participativa de la cual hablaba la papeleta y hablaba el mandato para la Constituyente, en realidad era un complemento de la democracia representativa y eso es cierto, no se conformó una nueva forma de democracia. No obstante, se incorporaron enunciados muy importantes de derechos humanos,

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de propósitos de construcción social de la propiedad, una serie de elementos de inspiración en el Estado de bienestar, del principio del Estado social demócrata, combinados con el neoliberalismo. ¿Cuál es el papel de la democracia para superar la violencia en Colombia? La gran pregunta es ¿por qué habiendo proclamado esa Constitución que ponía en marcha todo un andamiaje legislativo, vivimos la época más violenta en su historia? ¿Se construyó democracia? ¿Se puede hablar de democracia o construcción de democracia con estas cifras?: 5.000.000 de desplazados; 10.000.000 de hectáreas abandonadas; 220.000 asesinatos políticos en un periodo largo, pero de los cuales el 70 % se cometió después de la Constituyente de 1991; dictaduras regionales; desarrollo del paramilitarismo; destrucción del monopolio de las armas por el Estado; apropiación de los elementos de seguridad por fuerzas privadas ilegales; desinstitucionalización de la economía; no funcionamientos de la institucionalidad para la propiedad; extralegalidad de toda la propiedad agraria y de parte muy importante de la propiedad; funcionamiento por fuera de las instituciones de las grandes empresas que operan sobre todo con doble contabilidad, triple con el manejo de la corrupción; apropiación de las rentas del Estado; y fractura de las multinacionales del manejo de los recursos naturales por parte del Estado. ¿Eso fue la construcción de la democracia? Es decir que nos movimos en la gran contradicción de un pacto de paz con un Estado social de derecho y una realidad de antidemocracia sin antecedentes.

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Entonces, desde este escenario se plantea: ¿cuál es la democracia del posconflicto? Para volver a la pregunta, allí tenemos varios puntos de partida. Uno, la necesidad de reconocer el déficit que dejó el pacto de paz de 1991, la necesidad de abandonar la ficción proclamada recientemente por el propio presidente de la República ( Juan Manuel Santos) y por muchos de los negociadores en La Habana, incluyendo a De la Calle, que consideran como sustentación del marco para la paz presentado como reforma constitucional en el Congreso, que ya estamos en una transición para la paz iniciada en 1991 y que lo que se necesita ahora es completarla. Desde este punto de partida, hay que reconocer que esa transición no ha comenzado y que las instituciones existentes en Colombia no son adecuadas para esa transición transformadora; por lo tanto, se trata de hacer una segunda generación de transformaciones institucionales para iniciar, ahora sí, la transición transformadora para la construcción de la paz, y eso requiere una nueva institucionalidad. En conclusión, el edificio institucional y la propia arquitectura institucional del llamado Estado social de derecho creado en 1991, siendo el autor firmante del pacto que convocó la Asamblea Constituyente, quedó imperfecta, sin embargo, todo el andamiaje institucional construido con la legislación que siguió ha demostrado en buena parte los avances para que esa institucionalidad sea la adecuada para el posconflicto o la transición de la construcción de la paz. La crisis de esa institucionalidad es notoria en todas partes. Crisis de los partidos políticos, en el desprestigio más absoluto; crisis del Congreso de la República, que es percibido como lo que es por la sociedad, es decir, como un Congreso construido desde las maquinarias de la corrupción y del paramilitarismo, de los herederos del botín de la violencia; crisis de los organismos de control, que se enfrentan entre sí, como lo estamos viendo en la guerra abierta entre la Contraloría, la Procuraduría, la Fiscalía, y el fuego cruzado entre las cortes y los organismos de control; crisis de la justicia como

se demostró en el colapso de la pasada reforma que tuvieron que retirarla ilegalmente contra la propia normatividad; crisis de la descentralización proclamada por la Constitución de 1991; fracaso del ordenamiento territorial que fue mandato de esa Constitución, para no hablar de los capítulos que no abordó la propia Constitución de 1991, dentro de los cuales estuvieron, por supuesto, los relacionados con los medios de comunicación y con el sistema político de partidos y el Estatuto de la Oposición que fue ordenado en 1991. Desde esa realidad hay unas tareas de redefinición del Estado, en una perspectiva utópica, donde se pueda decir el deber ser y lo posible. Apuntar a la idea de una democracia fundamentada en los principios liberales, pero también en la identidad, en la solidaridad, en la universalidad, en los principios éticos de los derechos humanos y cómo esto se logra expresar en instituciones. Hay que construir una institucionalidad que corresponda a esos criterios éticos, una institucionalidad garantista. Los retos son grandísimos, pero estos deben comenzar por hacer un diagnóstico adecuado de lo que tenemos. Hay otra opción, que es la de decir que ya llevamos la tarea andando, y por ese camino simplemente con algunos ajustes se puede tener la democracia que se necesita, con lo cual no estoy de acuerdo. Se requieren expresiones sociales, sujetos transformadores, reflexiones teóricas, y de allí van a surgir posibilidades para una democracia posible. No se puede hacer una construcción de paz si no se realiza este debate sobre el Estado y la democracia que se necesita para la transición de los conflictos.

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Intervención de la senadora Claudia López 1 Claudia López Graduada en Gobierno, Universidad Externado de Colombia; Magíster en Administración Pública, Universidad de Columbia, Nueva York; está cursando un doctorado en ciencia política. Investigadora y analista política colombiana, consultora de Naciones Unidas, ha colaborado con varios medios de comunicación del país. Como investigadora para la Corporación Nuevo Arco iris y la Misión de Observación Electoral (MOE) se destacó por sus trabajos sobre las votaciones atípicas que fueron punto de partida para destapar el escándalo de la parapolítica. Actualmente es senadora de la República por el partido Alianza Verde.

RESUMEN

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Este texto recoge la intervención oral de la senadora Claudia López en la que plantea que en Colombia existe una excepcionalidad de la democracia, a partir de la cual se ubica al país con la democracia más estable en América Latina y, sin embargo, esta es a su vez la más violenta. Violencia que ha estado atravesada por un conflicto de antaño y una serie de procesos y programas de paz sin ninguna evidencia de éxito. El fracaso de estos programas se ha debido a que no se ha reconocido el fortalecimiento del Estado como como condición necesaria para los procesos de construcción de paz. Según López, en Colombia nos hemos concentrado más en construir la democracia que en fortalecer el Estado y la sociedad civil, por ello, propone aunar todos los esfuerzos posibles para fortalecer el tejido social y por hacer que el Estado funcione.

Palabras Clave: Democracia / violencia / paz / Estado / sociedad civil / cooperación internacional. Colombia se debate entre en la coexistencia de una democracia y una violencia política desde hace ya más de cien años, por lo que se hace necesario analizar esta coexistencia en el proceso de repensarnos la democracia. La excepcionalidad de la democracia colombiana responde al estar categorizado como uno de los países más democráticos en América Latina y tener a su vez la democracia más violenta de América Latina. ¿Cómo sale de esa excepcionalidad? ¿Cómo logra Colombia salir de esa combatividad y coexistencia entre altísima violencia política y democracia? Eso es lo que habría que repensar. ¿Qué reproduce esa coexistencia? ¿Cómo se puede romper ese círculo vicioso y construir un círculo virtuoso distinto en el que las formas de la democracia no solo sirvan para sacoleva sino que realmente sirvan para reducir la conflictividad y la violencia? RAportación al eje “Repensando democracias”, en el marco de la segunda sesión de expertos. El texto respeta las expresiones propias de la oralidad de la presentación. 1

El libro más reciente de Francisco Gutiérrez se llama El orangután con sacoleva (2014). Sacoleva, como esmoquin, una expresión de un expresidente colombiano (Darío Echandía), para explicar que aquí somos unos bárbaros, violentos, abusadores, pero eso sí, conservamos las formas. Parecemos estadistas. El autor toma esa expresión para explicar lo que es la excepcionalidad de la democracia colombiana en el contexto de América Latina. Y esa excepcionalidad consiste en que en Colombia por donde se quiera medir y mirar ha sido aparentemente la democracia más estable de América Latina, la que menos interrupciones en elecciones sucesivas ha tenido; la que menos periodos de dictadura ha tenido; la que más desarrollo institucional, de cortes, etcétera, ha tenido; y, sin embargo, es, a la vez, la democracia más violenta de toda América Latina, incluso por encima de las dictaduras. Colombia en los últimos treinta años tuvo más violaciones a los derechos humanos que todas las dictaduras del resto del continente sumadas. Eso es una gran paradoja. Es la excepcionalidad de la democracia colombiana. Este libro se dedica a explicar por qué esa excepcionalidad, si se supone que la democracia a lo que debía haber conducido —lo que la teoría predice— es a niveles de menor violencia; menor conflictividad social, política, etcétera. ¿Por qué aquí ocurrió lo contrario? ¿Por qué las dos cosas coexisten? Yo creo que ese es el gran desafío. Es decir, si a mí me dicen: ¿cómo repensar la democracia colombiana? Eso ha sido así durante cien años, no es una excepcionalidad de los últimos veinte años, ni de los últimos treinta años, sino que se ha dado desde 1910, más de un siglo; esa ha sido la característica de la democracia colombiana. Básicamente es lo que creo y es el enfoque que estoy trabajando ahora en un libro que estoy terminando. Lo que hago es analizar este proceso de paz con las FARC, que es el décimo primer proceso de paz que se hace en Colombia, ningún otro país en el mundo ha hecho diez procesos de paz en treinta años. Cada vez que se hace un proceso de paz: con el M19, con el EPL, con las FARC, el Gobierno dice que va a hacer la paz y que entiende perfectamente que firmar el papel con los señores no es hacer la paz, que la paz es mil adornos y, sin embargo, la guerra sigue, la desigualdad sigue, la violencia sigue. Y los gobiernos se han inventado un poco de recetas, de programas de posconflicto. Cada gobierno que hace una negociación, dice: obviamente la negociación con los armados es solo una parte, acá está nuestro programa con el que realmente vamos a hacer la paz; el programa nacional de rehabilitación, el programa de resocialización, de sustitución de cultivos; se han inventado una serie de programas y entonces dicen: bueno, mi receta para la paz —unos usan más fuerza otros más negociación— es desarmar a este actor armado ilegal, desmovilizarlo, ejecutar este programa en algunas regiones. Siempre escogen algunos municipios, el problema parece estar siempre focalizado en unos sitios, cada gobierno se inventa una manera de escoger estos sitios, escoger los municipios donde va intervenir con su programa de posconflicto, y se gastan miles y miles de millones de pesos, en miles de cosas que nadie ha evaluado y después nadie sabe si sirvieron, si no sirvieron, qué impacto tuvieron; pero sobre todo la única evidencia contundente es que después de diez programas de estos seguimos en guerra. Y seguimos con la paradoja colombiana de alta violencia y democracia, y entonces digamos, en principio, uno podría declarar fracasados todos los programas.

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Yo lo que estoy tratando de hacer es mirar cómo les fue; por qué no aprendemos de nosotros mismos y tratamos de revisar qué hemos hecho y qué no hemos hecho. Mi primera recomendación es que no actuemos como loquitos, a volver hacer lo mismo, esperando que esta vez sí funcione. Lo que hemos hecho no funciona. Partamos de esto. Colombia le ha invertido mucho dinero, tiempo y esfuerzo en tratar de construir democracia. Pero no ha tenido en cuenta que el Estado es una condición necesaria para hacer la paz y que se construye a través de la ciudadanía, la cual construye las instituciones del Estado. La receta colombiana ha sido tener más democracia que Estado, hacer más concesiones a la democracia que al Estado y ¿a qué condiciones hemos llegado?, toca matarse cincuenta años para que gobierne un partido distinto al Liberal o al Conservador; matarse otros treinta años para que uno pueda gobernar mediante elección popular y pues aquí miramos si de repente veinticinco años después alguien no liberal, no conservador, con ideas contrarias para liderar y gobernar gana, entonces lo tumban como en el caso de Bogotá.

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La fórmula ha sido invertir para que la democracia nos produzca ciudadanía y Estado, yo creo que ese esquema está agotado. Concentrémonos en la condición necesaria que necesita la democracia para cumplir los fines que nosotros quisiéramos que cumpla. Y es que no hay Estado, no hay instituciones estatales que apliquen las normas; la mitad de los municipios en Colombia no han visto un juez en su vida, no saben cómo es un señor de la Fiscalía; la seguridad y justicia es de provisión privada más que pública; la definición y acatamiento de derechos de propiedad no está en manos del Estado. Entonces, en lo que hay que concentrarse no es en perfeccionar la democracia, sino en perfeccionar el Estado, el aparato estatal. La construcción de Estado es una acumulación de poder, en un aparato centralizado que es capaz de imponerse sobre los demás. Y uno de los infortunios por los que no hay Estado en Colombia, es porque hay pocos demandantes de Estado. Por diferentes razones, diferentes sectores sociales no demandan el Estado. Los sectores más de izquierda, que además son medio marxistas, donde el Estado es un enemigo, el Estado es un objeto por destruir no por construir —es el aparato de dominación de la clase dominante— entonces no tienen mayor interés en el Estado. Para los tradicionales poderes atados a la ruralidad como los terratenientes, hoy en día los industriales (aún legales, no pensemos en paramilitares), el Estado es un enemigo, es el que quiere llegar a legalizar la propiedad, a hacer reforma agraria, a cobrarles impuestos, aunque se pensaría que necesitan al Estado porque necesitan seguridad y justicia, no es así. La tradición de más de cien años de Colombia es que ellos se proveen de seguridad privada, por pájaros, por paramilitares, por como sea, pero se la proveen. Ellos no necesitan al Estado para eso. Esos agentes tampoco son demandantes del Estado. Cualquier Estado que les ayude a aplastar a los campesinos, pero no un Estado que los regule a ellos. Los grandes “cacaos”, digamos Luis Carlos Sarmiento, demandan un poco más de Estado, porque ellos necesitan seguridad jurídica, inversión, y se han dedicado a construir Estado donde lo necesitan y no les importa el resto. Con el Estado que hay en Colombia esa élite digamos económica y financiera está perfectamente conectada con el mundo, tienen el Estado que necesitan y en todo caso ellos son más fuertes que el Estado. Trate usted de sancionar, digamos, a la Drummond; trate de sancionar a un banco; el Estado no tiene capacidad regulatoria sobre esas élites y para el grueso

de la clase política tradicional, su poder consistía tradicionalmente en el clientelismo, que es una forma no institucional de presencia del Estado, personalizada, intermediada. Cuando yo tenía veinte años menos y promovía la Constituyente, esos gamonales, clientelistas, eran ese gran lobo, eran el sujeto por derrotar. Hoy, veinticinco años después, los añoro, porque esos tipos por lo menos dependían de sus vínculos clientelistas para poder mantenerse; de proveer a través del clientelismo ciertos bienes privados y públicos; lo que ha pasado en estos últimos treinta años es que entre la acumulación de riqueza por la corrupción, y la acumulación de riqueza por el narcotráfico, la clase política se independizó del electorado, ya ni siquiera necesitan llevar luz, ni energía, ni ofrecer tejas; actualmente, van el día de las elecciones, compran votos, compran a la registradora y pueden no volver a los siguientes cuatro años y hasta cinco. El gran drama del narcotráfico es que independizó a la clase política colombiana del electorado, y la independizó vía recursos de la mafia, vía recursos de la corrupción, pero la independizó. Llevo diez años trabajando en la Corporación Arco Iris, y sé que estos tipos no dependen de eso, les resbala, ni siquiera dependen de que los capture la justicia, tienen capacidad de reproducirse por otros, en algunos casos los políticos presos han logrado tener más votos que cuando estaban libres. Entonces, yo creo que uno siempre podrá hacer una discusión. Algunos dicen no, que la democracia participativa, que eso va a cambiar, primero me parece que eso idealiza un poco a la comunidad; los malos son los representantes, pero las comunidades son buenas, eso no, las comunidades eligen a esos representantes, es una relación simbiótica, los eligen de esta manera un poco perversa. Yo sí creo que hay que trabajar en todo caso las tres variables: ciudadanía, democracia y Estado; yo dejaría la democracia tranquilita; a la democracia ya le hemos pedido más de lo que puede dar, muchas gracias, lo que tenemos que trabajar es en fortalecer la ciudadanía, como un sujeto de construcción y control político más eficaz. Los últimos treinta años de conflicto mataron a la mitad de los que representan a la sociedad civil. Los mataron, los liquidaron; así, después de la desaparición forzada de individuos lo que han dejado los últimos treinta años es llegar a la desaparición forzada de la sociedad civil, del capital social. Ha sido una masacre brutal, hay que reconstruir la sociedad civil, hay que financiar, que la gente se reúna, trabajen conjuntamente, diría yo que hay que meter una plata que además no dependa del Gobierno solamente. Hay que crear organización social, hay que crear capital social, hay que invertir en medios de comunicación locales, hay que invertir en la gente. La gente tiene que trabajar veinte horas al día para ganarse un salario mínimo, entonces uno aquí pidiéndole que se gaste tres horas diarias en hacer ciudadanía, si queremos que se gasten tres horas diarias, tenemos que pagarle por eso, es que ese señor o hace ciudadanía o come; entonces, si creemos que esto va a ser un ejercicio voluntario, no va a pasar, la gente tiene que sobrevivir. Hay que pagar ese tiempo, reconocer ese tiempo, acompañarlo, hacer asistencia técnica, eso cuesta un billete. Con muy poquita plata se hace mucho pero, digamos, esa cosa del “voluntarismo” eso no va a pasar; la gente tiene que sobrevivir, este es un país desigual. Para lograr tener menos de un salario mínimo, tiene que trabajar quince horas al día, y uno diciéndole pues que venga a la reunión ciudadana de ¡no sé qué! Eso no es así. Hay que construir medios de información locales, hay que aprovechar la tecnología para trabajar en redes, construir redes. Hemos mejorado mucho… pero hay territorio por allá que está desconectado;

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el wifi de mi casa que queda a cinco cuadras de aquí, y se cae, no me imagino cómo será el wifi de otros sitios. Todos los cooperantes internacionales que todavía quedan en Colombia... primero, cada vez hay menos, pues la mitad de la plata se la gastan con el Gobierno y para el Gobierno. ¿Qué hacen los ciudadanos suecos, o estadounidenses, o canadienses, pagando la gasolina de los carros de la Fiscalía? O los salarios de los asistentes de la Defensoría, o sea, eso es ridículo, eso es alcahuetearle al Gobierno colombiano que no recaude los impuestos que está en capacidad de recoger para financiar su berraca gasolina, ¡o sea! ¿No? A mí eso me parece criminal… me la paso criticándolos por eso. Y, en cambio, les digo… ustedes en realidad quieren contribuir a la paz, primero les voy a hacer un trato, sus pinches 10.000 millones de dólares que son una gota en el océano para el Estado colombiano… una gota en el océano… ustedes deciden dónde desean poner su gota; en la gasolina de la Fiscalía, o en el fortalecimiento de la sociedad civil; cojan todos su plata y pónganla en un solo fondo de fortalecimiento de la sociedad civil y más bien exíjanle al Gobierno que él ponga plata en ese fondo y que sea solo un voto en la administración, para que no lo puedan clientelizar, es la diferencia. Pero no la clientelicen y lo administran ustedes, la sociedad civil. 10.000 millones de dólares son una pendejada para la Fiscalía de Colombia, pero es mucho para la sociedad civil colombiana, ¿sí? Para financiar capacitación, formación, funcionamiento, organizaciones, veeduría ciudadana, medios de comunicación local, redes digitales… para eso es un platal, para lo otro es un pendejada.

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Pero, ¿de dónde puede sacar uno recursos básicos? Uno tiene que ir a la alcaldía a ver si le financian un proyecto, y el alcalde lo financia si le pone un voto a él, si no, no. Lo que dice el senador Antonio Navarro aquí, el problema de las comunidades de verdad es que si pierden quedan marginadas de la inversión, y obviamente en cada elección alguien gana y alguien pierde. Yo tengo un poco como esa visión, si usted quiere ayudar a la paz primero haga que el Estado colombiano se comporte de manera seria, regálenselos ustedes, recojan 14 de cada 100 pesos en impuestos, se roban 4 de los catorce que recogen, o sea que le quedan 10 míseros pesos, de cada 100 de las riquezas que producen para hacer todo lo que tiene que hacer, así nunca van a ser un Estado serio. El programa de posconflicto tiene que planear en los próximos 15 años, triplicar eso, es decir, que el recaudo llegue al 30 por lo menos, y que la corrupción baje a uno, y más bien denle solo asistencia técnica a los grandes, para que le dé plata a un asistente técnico; háganlo comportase como un Estado serio. Dejen de alcahuetearle la porquería y fortalezcan la sociedad civil con anuencia, obviamente, pero sin dependencia, porque ahí siempre el presidente puedo ser yo. ¿No? Siempre el que está en política va a tener un sesgo hacia su red política, es el funcionamiento natural de la política, ustedes deben moderar eso, porque si no, es clientelismo, y pues clientilizado funciona el resto del presupuesto del Estado. El chiste es que este fondo no funcione igual, que sea un poco contra cíclico en el sentido del clientelismo, si es como que tenemos fondos de estabilización petrolera para que sea contra cíclico a los precios de la economía, entonces debemos tener un fondo ciudadano que no dependa del Gobierno para que sea contra cíclico al Gobierno. En algún momento se tiene que hacer el clic, porque si no… Esto requiere acción política y diseño institucional consecuente. Esto es largo, pero es posible. El sistema educativo formal es importante más no un elemento fundamental, las grandes masas están por fuera, hay que conectar con ese submundo privilegiado de la educación formal, conectar la cadena formal; el éxito es que el economista de La Salle quiera ser el jefe del catastro del San Vicente del

del Caguán, que el señor jefe guerrillero de la FARC que se vuelva parte de la población civil y que a través de un programa como Opción Colombia, todo el tiempo nutra su experiencia ciudadana, así es que vamos a dejar de ser unos desconectados. Utopía forma jóvenes víctimas de la violencia, con que hubiera un 5 % o un 10 %, sería una gran ganancia. Crear vínculos empáticos reales, el amor es un gran vínculo ciudadano.

BIBLIOGRAFÍA Gutiérrez, F. (2014). El orangután con sacoleva: cien años de democracia y represión en Colombia (19102010). Bogotá: Debate.

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Repensar las democracias Jordi Cussó Porredón Licenciado en Economía, Universidad de Barcelona y Licenciado en Teología, Facultad de Teología de Cataluña. Sacerdote de la diócesis de Barcelona; presidente de la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU; director de la Universitas Albertiana Interdisciplinar y colaborador en muchas entidades culturales y sociales de Cataluña; actualmente, profesor, Postgrado en Cultura de la Paz, Cohesión Social y Diálogo Intercultural: Aplicaciones Prácticas, Universidad de Barcelona y Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU. Promotor y organizador del I Congreso Edificar la Paz en el Siglo XXI organizado en Barcelona, y participa en este grupo de expertos del II Congreso. Coordinador del grupo satélite de expertos que se reúne en Barcelona para trabajar el eje temático “Repensando las democracias”.

RESUMEN

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El autor en este texto propone la idea de una democracia como una realidad imperfecta pero necesaria que se debe jalonar cualitativamente para que mejore la vida de las personas, sus situaciones cotidianas, de tal forma que las sociedades se hagan más humanas. Tal esfuerzo implica la transformación de las instituciones, los actores y los ciudadanos del mundo global. En conclusión, sin democracia no es posible tener las bases fundamentales para sociedades en paz.

Palabras Clave: Democracias imperfectas / democracia y equidad/ democracia y dignidad/ democracia y libertad. DEMOCRACIAS IMPERFECTAS La primera cuestión que sugiere este eje temático es que pareciera que la democracia tenga que ser prefecta, que buscamos la perfección y, por ello, siempre nos mostramos insatisfechos ante la expresión democrática que tenemos en nuestros países. Repensar quiere decir que podemos mejorar, pero desde una base buena y positiva. No partimos de algo malo que hay que cambiar, sino desde una democracia que queremos mejorar. Tenemos democracia y eso es un gran logro, queremos lograr una democracia más equitativa y participativa, y a ello dedicamos nuestra reflexión y energía. La imperfección de lo logrado tiene el riesgo de que subrayando tanto lo imperfecto, nos haga perder la objetividad de lo que realmente significa vivir en democracia, y que los valores que esta nos ofrece no pueden ponerse en duda ni cuestionarse por las dificultades que se padecen. Se le atribuye a Rousseau la frase: “La democracia social es para los dioses y los humildes mortales solo podemos caminar hacia la democracia”. Ergo, la democracia es un camino y lo importante es no apartarse del camino. Que la expresión democrática sea imperfecta debería ser un motivo de tranquilidad para el ciudadano, pues es mejor una democracia con todos sus límites, que un solo régimen político que sea la solución a todos los problemas. Un régimen, además, que para que sea RAportación al eje “Repensando democracias”, en el marco de la segunda sesión de expertos. El texto respeta las expresiones propias de la oralidad de la presentación. 1

perfecto, tendrá que coincidir con lo que yo creo, pienso y quiero vivir. Los límites de la democracia son una interpelación a la ciudadanía para que avancemos en la democracia, para que el proyecto que edifiquemos sea más serio, más responsable, y que responda realmente a las necesidades de nuestro tiempo. En el fondo, lo que necesitamos para lograr la paz es que nuestras democracias den un salto cualitativo, y este eje temático apunta en esta dirección. DEMOCRACIA Y CONVIVENCIA La democracia es una manera de organizar la convivencia, que es el granproblema de la humanidad. Convivencia cada vez más compleja, intercultural, interreligiosa y global. Como no sabemos cómo resolver el tema de la convivencia, recurrimos al sistema democrático para que nos ayude a resolver este tema. La convivencia demanda una cultura democrática, una estructuras democráticas, una participación democrática, unos procesos democráticos y no solo un sistema de elecciones de unos representantes a quienes demandamos que nos resuelvan durante unos años, los problemas que derivan de toda convivencia humana. En el fondo tenemos una concepción aristotélico-tomista de la política: el hombre como animal político que busca la convivencia, en frente de una visión maquiavélica, que es la dominante, en la que todo se centra en la búsqueda del poder, y que traslada los problemas de la convivencia hacia otros centros de interés. DEMOCRACIAS PARA SOCIEDADES MÁS HUMANAS La democracia tiene muchas acepciones: la ciencia política habla de democracias pluralistas, mayoritarias, representativas, parlamentarias. Pero cuando hablamos de democracia nos referimos a tres aspectos que no siempre somos capaces de lograr: • Una forma de gobierno, de escoger nuestros gobernantes para cubrir los distintos cargos públicos. Me pregunto: ¿puede existir una democracia en la que haya instituciones políticas en las cuales sus dirigentes estén perfectamente escogidos por los ciudadanos? • Un alto grado de asociacionismo, de pluralismo, de vida social. Pero, ¿se puede lograr eso, sin una cultura democrática, sin que las personas sean demócratas? • Las democracias son una forma de organizar la sociedad, pero han de ser humanas, porque la democracia o es humana o noes nada. DEMOCRACIA Y EQUIDAD Y una última consideración: en el informe presentado por Oxfam (2014), titulado Gobernar para las élites, vuelve a poner sobre la mesa la crisis económica que estamos padeciendo y su influencia en nuestras democracias. La enorme y creciente concentración de ingresos y de riqueza que experimentan muchos países supone una amenaza mundial para las sociedades estables, porque una distribución desequilibrada de la riqueza desvirtúa las instituciones y debilita el contrato social entre las instituciones y el Estado. La democracia demanda reducir esas desigualdades (así lo reconoce Bill Gates, quien pertenece

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al 1 % de la población más rica del planeta), debemos revertir el aumento de desigualdad si queremos hablar de democracias. La inequidad es incompatible con la democracia. Es cierto que siempre existirán desigualdades, y que la democracia es mantener el equilibrio en un mundo desequilibrado. Pero la cuestión es: ¿qué desequilibrio es éticamente aceptable si queremos vivir en países democráticos? Hay que hacer un esfuerzo por repensar las democracias. Siguiendo al profesor español José Luis Sampedro, entiendo la crisis como: “[…] la larga y lenta reescritura entre dos formas provisionales de mundo”. Por lo tanto, hay que hacer un esfuerzo para reescribir la realidad que vivimos. Hoy tenemos nuevos datos, mayores conocimientos y mejores instrumentos que en los siglos pasados. Pero no podemos permanecer con estructuras de antaño que responden a situaciones antiguas cuando hoy estas han variado sustancialmente. Hemos de ajustar, reordenar e incorporar algunos nuevos elementos, y ello hace que todo adquiera un nuevo significado. No es que haya que cambiarlo todo, como si lo que hubiese no fuera válido. La Carta de la Paz habla de dar un salto cualitativo, se pregunta dónde deben fundamentarse las nuevas estructuras sociales para construir una sociedad más firme y en paz. Este debería ser un debate urgente de nuestros parlamentos y de toda la ciudadanía. La democracia debe dar prontamente ese salto hacia adelante para adaptarse a las nuevas necesidades. A MODO DE CONCLUSIÓN

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Para dar ese salto cualitativo en nuestras democracias debemos repensar: Instituciones: la mayoría de ciudadanos piensan que las instituciones públicas tal y como están funcionando, no son representativas, es decir, no les representan. Como si existiera una desconexión de las instituciones hacia la ciudadanía ya que se han alejado de las luchas sociales. La política responde al dictado de los mercados (poderes ocultos) que imponen no solo unos objetivos macroeconómicos, sino las soluciones y las políticas correctas para conseguir unos resultados determinados. Nuestras instituciones políticas se muestran impotentes y sin mecanismos políticos para maniobrar de forma distinta. No podemos controlar el capitalismo financiero y además tenemos la sensación de que tampoco hay voluntad de intentarlo. Deciden más los ratios, la primas, que los intereses reales de los ciudadanos. Eduard Tarnawki (s. f.), doctor en ciencias políticas en la Universidad de Varsovia, dice: El político no es por definición un hombre de poder. Más bien sucede lo contrario, al hombre que tiene poder, le gusta hacer política. Los hombres de poder saben que es imposible hacer política o ciencia política, sin hablar, sin comunicarse, por eso al poder le disgustan los que ejercen la política, porque tienen la capacidad de revelar el misterio del poder.

Actores: los actores tradicionales (partidos, sindicatos) han secuestrado la democracia. Tenemos una partidocracia, pues estos actores quieren tener la exclusividad de la acción política. Esto hay que repensarlo seriamente. Los partidos tienen que escuchar, atender y dejar intervenir los movimientos, entidades, organizaciones, organizaciones no gubernamentales, para lograr una acción conjunta, una acción en red. La política no solamente la llevan a cabo los partidos políticos. Ciudadanía en un mundo global: hoy existen nuevos espacios de debate político, de generación de propuestas. Espacios en estado incipiente que se están interconectando, que tienen otras formas de trabajo, de participar en la acción política, y que aun siendo incipientes, se hacen notar de manera visible en la red y empiezan a movilizarse socialmente.

El reto es que las instituciones democráticas tradicionales, con sus actores políticos, sean capaces de transitar hacia un reconocimiento de estas pérdidas de exclusividad, y que la ciudadanía movilizada a través de los nuevos movimientos sociales vea la necesidad de contar con las instituciones democráticas tradicionales para generar la transformación social. La democracia, sabemos todos, no es un camino exento de dificultades y obstáculos. Pero la paz no se construye desde la seguridad, la comodidad y la no participación. Ningún grupo social tendrá bienestar duradero par sí mismo. Vivir juntos cuesta esfuerzo, pero esto es lo propio de la naturaleza humana cuya libertad es siempre colibertad, es decir, es libertad-con-otros que también son libres, que conviven en nuestro espacio y tiempo. Nos educaron para la sociedad del bienestar, pero hemos de comprender que eso pasa por la sociedad del bien luchar. Nos educaron con criterios individualistas, y nos sorprende y hasta a veces nos duele, convivir en una aldea global, donde tanto repercuten las acciones de los unos en los otros. Los problemas que hoy tenemos en la mesa no se resuelven desde la individualidad, sino que requieren necesariamente de responsabilidades compartidas, es decir, de corresponsabilidad. La Carta de la Paz dirigida a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) nos recuerda que la libertad humana es individual y a la vez es social. Es decir, mi libertad no termina donde empieza la de los otros sino que mi libertad empieza con los otros y subrayar este segundo aspecto, sin obviar el primero, es uno de los principales retos para edificar la paz. Ello nos demanda ser capaces de reconstruir el tejido social, de crear y potenciar los cuerpos sociales intermedios o cuerpos sociales adultos, que son los que generan mayor cohesión social, y que a su vez pueden dar respuesta a las necesidades sociales. La democracia tiene que dejar de ser solo una democracia de individuos, para ser democracia de grupos, y dentro de esos grupos sociales, cada individuo puede integrarse y participar activamente en la vida social, económica, cultural, religiosa que él considere oportuna o que se adapte mejor a su conciencia. Como dice el punto X de la Carta de la Paz dirigida a la ONU: Un creciente número de países reconocen ya en la actualidad, que todos tenemos el derecho a pensar, expresarnos y agruparnos libremente, respetando siempre la dignidad y los derechos de los demás. Pero igualmente, cada ser humano tiene el derecho a vivir su vida en este mundo de modo coherente con aquello que sinceramente piensa. Las democracias, pues, han de dar un salto cualitativo para defender y propiciar también, que cada persona pueda vivir de acuerdo con su conciencia sin atentar nunca, por supuesto, a la libertad de nadie ni provocar daños a los demás ni a uno mismo.

Para que haya paz, es imprescindible respetar y querer la libertad de cada uno y las diferencias entre unos y otros, siempre que uno no haga daño a los demás ni a uno mismo. Respetar quiere decir ser solidario y colaborar con esa libertad y esas diferencias. Hay que repensar una democracia que tiene el reto de tutelar y regular la convivencia de los distintos grupos que integran la sociedad y que tienen derecho a disfrutar con libertad su propio y escogido modo de vivir, sin duda diferente al de los otros. Es un intento de salir de las democracias de las mayorías o de las minorías, para tutelar una democracia de la pluralidad y las diferencias. La democracia debe hacer posible que los individuos y los grupos, dentro de nuestras sociedades de masas, puedan hacer realidad cada uno de ellos su propia historia, así como vivir en aquellas

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costumbres y valores en los que reconocen su identidad. En necesario repensar ese salto cualitativo, que no viene caracterizado solamente por un proyecto, sino también por las distintas tradiciones que forman su suelo y que posibilitan que cada individuo o grupo se reconozca formando parte de una cultura (plural). La democracia, mirada desde el salto cualitativo, es ese espacio institucional dentro del cual es posible el reconocimiento de un pluralismo cultural, que es lo que posibilita que los individuos y los grupos vayamos caminando con vistas a realizar el ideal de la paz.

BIBLIOGRAFÍA Organización de las Naciones Unidas (ONU), (1996). Carta de la Paz dirigida a la ONU. Barcelona: Universitas Albertiana. Oxfam (2014). Gobernar para las élites: secuestro democrático y desigualdad económica 2014. Recuperado de: http:// www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/bp-workingfor- few-political-capture-economic-inequality-200114-es. pdf

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Tarnawski Gelowska, E. (s. f.). ¿Responden las jóvenes generaciones de políticos a los postulados de la ciencia política? En Diagnóstico de la democracia. Recuperado de http:// encuentra.com/sin-categoria/democracia_argumentos_de_fondo12592/

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Crónicas

jornadas congreso Eje temático

Repensando democracias

Crónica de la

Primera sesión - 25 septiembre 2014 560

La primera sesión del grupo memoria histórica se ha hecho en el auditorio Houston, con una presencia de público importante y representantes de distintas organizaciones, así como particulares. Entre los asistentes había bastante gente relacionada con el mundo de la educación, así como del mundo eclesiástico, civil y académico. La sesión empezó con una presentación de la presidenta del grupo, la doctora Martha Bello, la cual explicó la dinámica de la sesión, presentó a los expertos participantes y nos habló de la importancia de los procesos de postconflicto, de la necesidad de contextualizar bien el conflicto referido y de cuáles eran las dinámicas sobre la memoria en el conflicto colombiano actual. La doctora se refirió a las grandes complejidades del mismo, así como de los múltiples actores, modalidades de violencia y de victimización. Seguidamente expuso como las comunidades de actores, víctimas y victimarios expresaban la memoria de sus grupos, para finalizar relatando que sentido tenía favorecer el desarrollo de esa memoria, la cual tiene que dignificar las víctimas, esclarecer la situación, ayudar a una justicia moral y política y favoreciendo la educación de la sociedad en un sentido positivo para la paz. Después de la presentación, los tres expertos de hoy hicieron sus intervenciones. En primer lugar Peter Cunningham expuso la problemática de elaborar una paz absoluta e insistió en la necesidad de una paz negociada, poniendo en común todos los actores y participantes en el conflicto para completar así las versiones de cada uno. Seguidamente hizo énfasis en la importancia que todos participen en la construcción de la historia postconflicto y que esta cree consciencia en la mente de la gente, más allá de crear solo una historia de cifras, datos y fechas. Finalmente, y en la misma línea insistió en la necesidad de crear una cultura de valores, de justicia social y de perdón con una correcta gestión de la memoria histórica, reservando un rol muy importante en el lenguaje usado para crearla, ya que tiene la capacidad de reestructurar la mente de la gente. La siguiente intervención ha sido la de Monseñor Jorge Leonardo Gómez Serna, el cual ha resaltado

saltado mucho la necesidad del perdón y ha señalado cuatro características básicas para lograr la paz. El amor, la justicia social, la libertad y la verdad. Solo uniendo los cuatro ítems se puede lograr un proceso satisfactorio de reconciliación, para el cual es también imprescindible, según monseñor, una correcta gestión de la memoria histórica y un proceso de construcción del futuro basado en el perdón y la confianza. Para concluir expuso que si hay un desarrollo humano integral no va a haber más guerra ni violencia. El último experto en intervenir ha sido José Óscar Salazar, activista campesino y director de descolpaz, el cual ha basado su intervención en incidir en la importancia de las comunidades campesinas, indígenas y descendientes de africanos para el proceso de paz. Salazar ha expresado que sin la participación de todas estas comunidades, las cuales han sido los actores y el terreno predominante del conflicto no es posible llegar al proceso de reconciliación, y ha cuestionado la buena voluntad de las autoridades políticas, sociales, militares y económicas, las cuales, según el director de Descolpaz, están más interesadas en mantener el statu quo que en cambios reales, sin los cuales no puede haber verdadero proceso de postconflicto. Después de las intervenciones de los expertos han hecho las suyas ONU mujeres y UNICEF, además de una víctima de violación que relató su situación y expuso la invisibilidad y desprotección que sufren muchas mujeres víctimas de la guerra y de actos de violencia sexual. Seguidamente la representante de UNICEF destacó la importancia de proteger a jóvenes y niños y sobretodo de escucharlos, ya que proporcionalmente son grandes víctimas del conflicto y habitualmente se les ignora en los procesos de paz y postconflicto. Finalmente los expertos y el doctor Francesc Torralba han respondido algunas preguntas, si bien por falta de tiempo se ha dejado la intervención del público y el debate para mañana.

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Crónica de la

Segunda sesión - 26 septiembre 2014 562

En el Salón Social de la Universidad de la Salle, ha tenido lugar la segunda sesión de expertos del eje temático “Repensando democracias”, que ha sido presentado por el Doctor Alfredo Sarmiento, quien ha presentado a los expertos e invitando también a la participación de los asistentes. En primer lugar ha intervenido Camilo González Posso, Presidente del Instituto para el Desarrollo y la Paz y director del Centro de Reconciliación y Memoria en Bogotá, que está acompañando a las negociaciones entre el gobierno y la guerrilla. Este experto enfoca su reflexión en torno a democratizar la paz e inicia su intervención afirmando que “en Colombia, el estado social de derecho se contrapone a dictaduras locales de hecho”. Así mismo se cuestiona si en un país donde en los últimos veinte años se ha vivido en la retórica institucional, en la actualidad se va por el buen camino. Concretamente cuestiona: “Ante los actuales acuerdos de la Habana, ¿vamos bien? ¿Vamos hacia la paz? Se han puesto las bases políticas y económicas en las negociaciones actuales ¿vamos bien?”. González Posso continua su intervención afirmando que “en Colombia, se habla de una transición óptima entre la democracia representativa y la democracia participativa. Precisamente cuando en los últimos veinte años se ha hecho un recuento de 7 millones de víctimas así como un recuento de más de 5.875.000 campesinos desplazados, teniendo en cuenta que en muchos lugares esto no ha cambiado mucho. ¿Se puede hablar de democracia en un país donde predomina la violencia y la muerte?” También se cuestiona cual es la incidencia de los acuerdos de paz si no hay un cambio institucional, ya que considera también necesarias modificaciones del sistema político. Afirma que “la reforma importante del estado se está haciendo desde afuera de los acuerdos de la Habana. Se está construyendo la democracia de las élites que es una democracia representativa y para democratizar la paz, debemos aprovechar todos los espacios posibles para reconfigurar poderes y no tener sólo la visión de las instituciones.

A continuación ha hecho su intervención el Sr. Jordi Castells, gerente del Área de Relaciones Institucionales de la Diputació de Barcelona, en representación del Sr. Juan Carlos Cañizares, Diputado de la Diputació de Barcelona. Desde esta administración local que agrupa a los ayuntamientos de toda el Área Metropolitana se cuestionan “¿Que se puede hacer desde un punto de vista local? Destaca la cercanía con el gobierno desde la autoridad ganada en base a la confianza, lo cual da el derecho a pedir responsabilidad a los gobernantes y a exigir el rendimiento de cuentas de su mandato.” A continuación enumera la importancia de valores como el diálogo y la responsabilidad, afirmando que “desde un punto de vista local los ciudadanos deben exigir que se llegue a acuerdos. Es importante que los representantes puedan negociar y dialogar teniendo siempre presente que la democracia debe ser inclusiva”. Seguidamente la Sra. M. Carme Maltas, secretaria del grupo de expertos satélite de este Congreso en Barcelona, ha expuesto las conclusiones de sus encuentros de trabajo que se pueden encontrar en el apartado Mi Congreso de esta misma web. Seguidamente, ha intervenido el profesor Jordi Cussó, quien ha planteado un reto de futuro respecto a la democracia, afirmando que “si las diferentes religiones, pueden convivir según sus creencias en pequeños barrios de Barcelona, con sus diferentes costumbres, en un mismo barrio o territorio, ¿por qué esto no puede funcionar en el ámbito de la democracia?” Finalmente, antes de iniciar el debate con los asistentes, el Doctor Arturo Escobar plantea cuatro retos para repensar la democracia:

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1. Cómo pensar o construir poder local democrático, pero sin que lo local se convierta en una dictadura de poder. 2. Tensión entre democracia y desigualdad, teniendo en cuenta las aportaciones de los expertos que han cuestionado qué nivel de equidad estamos dispuestos a aceptar y teniendo en cuenta también la necesidad de democratizar la paz. 3. Relación entre ciudadanía y participación. 4. Cómo pensar a dinámica de territorio y relacionalidad, teniendo en cuenta que los barrios son pluriversos.

Para concluir la sesión destacamos las cuestiones planteadas por algunos de los congresistas: ¿Cómo resignificar el valor de lo más importante de Colombia que son las personas? A lo que Alfredo Sarmiento y Arturo Escobar responden afirmando que es imprescindible trabajar una nueva antropología de la democracia para ver cómo trabajar del individuo a lo social. Otro congresista plantea como resarcir los daños ocasionados en los últimos 50 años, pensando que ambas partes deberían hacerlo., a lo que D. Arturo Escobar responde ucitando al profesor Torralba “es posible una política de reconciliación sin resentimientos” y también recordando la importancia de las “responsabilidades comunes diferenciadas”.

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Ante la pregunta de qué puede hacer la ciudadanía de a pie que quiere comprometerse en la construcción de la democracia, el profesor Cussó recuerda que “en la convivencia cotidiana de un bloque de vecinos es donde podemos empezar, ya que es donde generalmente nadie quiere responsabilizarse de las necesidades y obligaciones comunes. Esta práctica podrá trasladarse después al plano social y comunitario.” Se apunta también la importancia de la Universidad en cuanto a la educación en los valores de la democracia y como última intervención una joven estudiante de la Universidad de la Salle cuestiona cómo deben actuar los jóvenes ante el mundo que deja los adultos. El profesor Cussó sugiere “trabajar desde la paz y la alegría como motor de cambio, ya que el motor del resentimiento sólo genera más resentimiento, más conflicto y más violencia”.

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Comunicaciones Eje temático

Repensando democracias

Aportes psicosociales de la ciudadanía para la reconciliación de un país en conflicto Mónica Alzate Fundación Universitaria Luis Amigó

José Manuel Sabucedo Universidade de Santiago de Compostela

Resumen

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El objetivo de esta ponencia es presentar la aplicación al conflicto colombiano de un conjunto de variables que diversos autores conciben como facilitadoras de los procesos de reconciliación. En la ponencia se presenta una aproximación al concepto de la “Reconciliación Social” desde una perspectiva de la Psicología Social. Se analizan tanto aspectos actitudinales y cognitivos como decisiones políticas que contribuyen a atender a las ocho áreas de acción que las Naciones Unidas ha establecido para la construcción de un cultura de paz. Una vez enmarcado el concepto de Reconciliación Social se presenta un trabajo realizado con población civil colombiana. En dicho trabajo se muestra que variables como la confianza, la percepción de legitimidad de los actores armados y la actitud negociadora de la población civil correlacionan positivamente con la Reconciliación Social. Asimismo, se observa que la variable actitud etnocéntrica predice una peor actitud hacia la Reconciliación. En las conclusiones se hace un análisis de los resultados en relación con otros países que han llevado a cabo procesos de Reconciliación Social, tras conflictos sociopolíticos violentos. La visión que se comparte en este trabajo, deriva de varios años de estudio sobre el tema de la reconciliación en países que han vivido conflictos sociopolíticos violentos, incluido Colombia, no pretende ser una verdad absoluta, sino una de las tantas aproximaciones que se pueden hacer sobre un asunto social de tanto calado como este. Los estudios y reflexiones que se presentarán provienen del mundo académico, pero no son meras elucubraciones teóricas sino que se apoyan en una revisión rigurosa de trabajos que han sido realizados con personas que han vivido conflictos políticos violentos. Los autores de este trabajo partimos de una concepción optimista del ser humano, de la creencia en su capacidad para la coexistencia y para el cambio social no-violento. En palabras de Ury (2000) “Si los cuatro millones de años de la evolución humana se compactaran en un día de 24 horas, el período de la coexistencia ocuparía la madrugada, la mañana, la tarde, el crepúsculo, hasta inmediatamente antes de la media noche. El período que llamamos historia lleno de violencia y dominación, de guerras de imperios, apenas abarcaría el último minuto”. El objetivo fundamental de esta presentación es la exposición de variables que diversos autores han asociado a los procesos exitosos de Reconciliación Intergrupal. Antes de entrar en éstas, contextualizaremos el concepto de Reconciliación Social dentro de las ciencias sociales.

Antecedentes teóricos de los Procesos de Reconciliación Social El término Reconciliación ha sido usual dentro de los estudios científicos que se desenvuelven en los niveles personal e interpersonal, también ha sido un concepto habitualmente empleado por la religión. La Reconciliación aplicada a los contextos nacionales es relativamente reciente, según autores como Bar-Tal y Bennink (2004), Kelman (2008), Rouhana (2004) y Shnabel y Nadler (2008), surge tras la culminación de la llamada “guerra fría”, que originó un incremento de los conflictos intraestatales y con ellos la preocupación de los científicos sociales sobre nuevas formas de afrontarlos. Los conflictos intraestatales guardan la particularidad de que los miembros de una misma nación tendrán que aprender a convivir una vez se haya controlado la fase más violenta del conflicto. La convivencia implicará que se restablezcan las relaciones y que se supere el daño emocional generado a las/los conciudadanas/nos, de ahí el reto tan importante que se ha establecido para las comunidades y los científicos sociales. Otros autores como Whortington (2006) consideran que el interés por la Reconciliación, a un nivel nacional, se originó tras la realización de las Comisiones de la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica. Estas comisiones se llevaron a cabo tras la abolición del régimen del Apartheid y pretendían superar el conflicto social a través de la justicia restaurativa, para ello se implementaron declaraciones de las víctimas y de los agresores. En el caso de Sudáfrica, la Reconciliación podría entenderse como una situación característica del postconflicto, sin embargo los autores de este trabajo adoptamos la misma posición de Kelman (2008) para quien la Reconciliación no es un evento puntual, sino un proceso que se puede iniciar incluso antes de firmar los acuerdos de paz. Según este autor, no es solo una consecuencia de la resolución exitosa de un conflicto, es un proceso que motiva la iniciación del proceso de paz y forma parte integral de éste. En este punto valga hacer un inciso sobre la diferencia fundamental entre los procesos de firma de paz, de diálogo o de negociación y un proceso de Reconciliación. Los primeros son procesos de Arriba-Abajo, es decir que parten de los líderes de los grupos enfrentados y se extienden a la población civil. Por su parte, la Reconciliación es un proceso de Abajo-Arriba, busca un cambio desde amplios sectores de la población. En este sentido, la población civil puede llegar a constituirse en la principal artífice del cambio de la dirección de un conflicto violento. Entra en un proceso de lo que Bejarano (1999) ha denominado “Ensanchar el Centro”, es decir que la población no solo le exige a los contendientes detener la violencia, sino que busca generar una nueva cultura política en la que invita a las partes confrontadas a redefinir, entre todos, cómo debe ser el Estado y qué debe hacer. Es decir, que desde el centro de la confrontación se acerca a los actores polarizados. Definición de Reconciliación Social Hasta el momento hemos presentado algunas de las características de la Reconciliación, en primer lugar hemos planteado que busca la convivencia y el restablecimiento de las relaciones entre conciudadanos, en segundo lugar la hemos presentado como un proceso que puede iniciarse incluso antes de que se firme un acuerdo de paz y también la hemos clasificado dentro de los procesos de Abajo hacia Arriba y como tal, requiere de una participación activa de la comunidad, para que desde su cotidianidad participe en la transformación de las relaciones violentas.

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Si bien estos son algunos de los elementos que conformarían una definición de lo que es la Reconciliación, aún no hemos presentado una definición de la misma, para hacerlo a continuación comentaremos los aportes de diferentes autores. Según Bar-Tal y Bennink (2004), la reconciliación es un proceso que permite el reconocimiento mutuo y la aceptación, cambiar los intereses y metas del conflicto con el fin de desarrollar relaciones pacíficas, confianza mutua y actitudes positivas, así como sensibilidad y consideración por las necesidades de la otra parte y de sus intereses. Estos autores, nos presentan la Reconciliación como una serie de cambios relacionales, cognitivos y actitudinales que permiten la finalización del conflicto violento. Dichos cambios abarcan dimensiones muy importantes del comportamiento humano, pero es una definición que no incorpora explícitamente una de las dimensiones que más afectación sufre tras la violencia, nos referimos a la dimensión emocional, en este sentido, Shnabel y Nadler (2008) centran su definición en la esfera emocional, la reconciliación consiste en remover las barreras emocionales que bloquean el camino para finalizar el conflicto intergrupal.

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Las dos definiciones anteriores se refieren a aspectos psicosociales de la Reconciliación, pero los autores de este trabajo también reconocemos el importante papel que juegan las estructuras políticas dentro del proceso de Reconciliación social, de ahí que presentemos el aporte de, Rouhana (2011) la reconciliación es un proceso con dos vertientes, una psicológica y otra política, que mantienen una relación interactiva. Por tanto, para una reconciliación exitosa, debe atenderse a ambas dimensiones. Gibson en 2004 plantea tanto elementos psicológicos como políticos para la reconciliación, entre estos últimos está: a) La tolerancia política, b) el desarrollar una cultura política de respeto por los Derechos Humanos; c) el fortalecer la legitimidad de las instituciones políticas. En este marco de las estructuras políticas que permiten la construcción de una paz duradera, merece mencionar las 8 Grandes Áreas que Naciones Unidas ha establecido para el desarrollo de una Cultura de Paz: educación; desarrollo económico y social sostenible; promoción del respeto por los derechos humanos; igualdad entre hombres y mujeres; participación democrática; promoción de la comprensión, la tolerancia y la solidaridad; comunicación participativa y libre circulación de información y conocimientos; promoción de la paz y la seguridad internacionales. Sobre cada una de estas Áreas existen indicadores que nos sitúan en el grado de cumplimiento que tienen los países para consolidar la paz (Para una aplicación al conflicto colombiano, Ver Alzate, Sabucedo y Durán, 2014, De Rivera, 2009). Como síntesis de los párrafos anteriores y para concretar la concepción de reconciliación que los autores de esta presentación adoptamos, nos acogemos a la definición de Bar-tal y Bennink (2004) y subrayamos además la importancia de incorporar a dicha concepción aspectos emocionales y políticos. En el trabajo que hoy presentamos no hemos incorporado los aspectos emocionales de la reconciliación, de eso nos ocuparemos en investigaciones futuras. Nos hemos centrado en los aspectos cognitivos y actitudinales asociados a la vida pública (política) de la ciudadanía que ha vivido en un conflicto armado y que desarrolla nuevas estrategias de convivencia No-violenta. Dentro de nuestra definición de Reconciliación, hemos desarrollado una escala para medir los siguientes aspectos: la capacidad de dar un trato igualitario a los miembros de los grupos que se consideran opositores; el reconocimiento de sus derechos cívicos y políticos; la posibilidad de compartir espacios físicos comunes y de establecer metas vitales conjuntas; y la disposición hacia el desarrollo de metas cooperativas.

A partir de esta operacionalización de la reconciliación, nos hemos propuesto explorar su posible relación con cuatro variables psicosociales: Actitud etnocéntrica, actitud negociadora, confianza y legitimidad. Buscaremos establecer de qué forma dichas variables predicen la actitud hacia la reconciliación y si el papel que ejercen es directo o está mediado por otras variables. Para cumplir con nuestro propósito de investigación hemos buscado contrastar nuestras hipótesis en un contexto de conflicto real, el colombiano. Estudio de variables psicosociales asociadas a la Reconciliación en el Conflicto Colombiano En un trabajo que publicamos el año pasado (Alzate, Sabucedo y Durán, 2013) propusimos un modelo que relaciona la reconciliación con las cuatro variables que enunciamos previamente. Sobre cada una de estas variables haremos una breve justificación a continuación: La actitud etnócentrica implica sesgos de favorabilidad endogrupal. Estudios clásicos en psicología social, tales como el de LeVine y Campbell (1972) y el de Sherif, Harvey, White, Hood y Sherif (1961), nos demuestran como la interacción con un exogrupo competitivo y amenazador se relaciona con el incremento del etnocentrismo. De igual forma, trabajos más recientes como los de Kinzel y Fisher (1993), han colocado al etnocentrismo en el núcleo de la escalada de los conflictos. En este sentido, en condiciones de conflicto intergrupal cada una de las partes tenderá a percibirse a sí misma de forma favorable, esto llevará a glorificar al propio grupo y a percibirle como más virtuoso que su adversario. Esta actitud etnocéntrica dificultará que el grupo reconozca sus acciones negativas, su posible responsabilidad durante el curso del conflicto y la aceptación de que todas las partes han tenido su propia forma de sufrimiento, todo esto dificultará el proceso de reconciliación (Bar-Siman-Tov, 2004). De igual forma, el etnocentrismo fomenta una imagen negativa del otro que puede favorecer la hostilidad, el odio y la violencia (Brewer, 2007). La segunda variable propuesta es la actitud hacia la negociación, esta consiste en la disposición por buscar y satisfacer intereses comunes. Fisas (2004) resalta tres aspectos de la negociación: existe un convencimiento de que todo logro será mejor que mantener la situación existente, se busca que los resultados satisfagan a todas las partes, y se está dispuesto a hacer concesiones. La negociación es un paso importante en el camino hacia el restablecimiento del orden social y la pacificación, pero como señalan Long y Brecke (2003), por sí mismo no es suficiente. Por ello, hay que considerar otras variables que vayan más allá de la firma de acuerdos entre los grupos directamente enfrentados, es decir, que alcancen a la población civil. La tercera variable que se propuso introducir en el modelo es la confianza, un elemento que facilita que se modifique el marco de polarización de un país. Ésta es una variable recurrente en diversos trabajos sobre transformación constructiva de los conflictos, pues la reparación de la confianza es una condición que incrementa la posibilidad de reconciliación y/o de solución de conflictos (Davidson, McElwee y Hannan, 2004; Kelman, 2008; Lewicki y Wiethoff, 2000; Mukashema y Mullet, 2010). La cuarta variable incluida en el modelo es la legitimidad, entendida como la justificación y admisión de las acciones del adversario (Spears, 2008 p. 330). A través de ésta, los grupos evalúan si los fines y estrategias utilizados por otros son tan loables como los suyos propios y desarrollan una percepción de que los argumentos del “otro” son tan válidos como los propios, aun cuando no se

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compartan. No percibir tal legitimidad amplía la diferenciación intergrupal y por ende la competencia entre los grupos (Bar-Tal, 1990). Estas cuatro variables: actitud etnocéntrica, actitud hacia la negociación, confianza y legitimidad han sido analizadas de forma aislada en otras investigaciones, en nuestra propuesta elaboramos un modelo que las integra y las articula con la actitud hacia la reconciliación. Además, tenemos especial interés en estudiar dichas variables entre la población no combatiente, pues la mayoría de estudios suelen centrarse en las partes directamente enfrentadas. Pero tal y como lo plantean Sabucedo, Rodríguez y López (2000) la ciudadanía cuenta con la capacidad para incidir sobre las decisiones de las partes activamente enfrentadas. Personas Participantes La muestra estuvo formada por 188 personas de la población civil colombiana, (57 hombres y 131 mujeres; con una media de edad de 32.5 y ds 10.97), colaboraron de forma voluntaria y fueron contactadas a través de diversas organizaciones sociales, asociaciones de vecinos y de estudiantes, ONGs y programas gubernamentales de ayuda humanitaria.

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EL procedimiento y los instrumentos de medición Las variables se midieron a través de la aplicación individual del Cuestionario de Disposición Psicosocial frente al Conflicto (CDPC) que ha sido desarrollado para esta investigación y cuyos datos de validez psicométrica aparecen publicados en Alzate, Durán y Sabucedo, 2009. Para esta presentación se utilizan las escalas que miden la confianza, la actitud etnocéntrica, la legitimidad, la actitud negociadora, y la reconciliación. Con excepción de la información sociodemográfica, todos los ítems presentaban cinco opciones de respuesta entre el 1 de “total acuerdo” y el 5 de “total desacuerdo”. La actitud etnocéntrica se basó en la propuesta de Kinzel y Fisher (1993), con seis preguntas referidas a: sentimientos de odio y amenaza; la expresión de desprecio y antagonismo hacia el exogrupo; la atribución de rasgos negativos hacia el otro; utilización de argumentos que atacan al otro; sentimientos de desconfianza; y polarización de las posiciones de la población en relación con el exogrupo (α= 0.73).

la propuestas de Bar-Tal y Bennink (2004), miden el nivel de acuerdo sobre el trato igualitario a los miembros de los grupos alzados en armas; el reconocimiento de sus derechos cívicos; el reconocimiento de sus derechos políticos; la posibilidad de compartir espacios comunes; establecer metas conjuntas; y la disposición hacia metas cooperativas (α= 0.86). Análisis de los datos y resultados Con la finalidad de elaborar un modelo integrado que explique la actitud hacia la reconciliación, se estableció la correlación de Pearson entre las variables, se analizó el papel mediador, el ajuste y la capacidad predictora del modelo sobre la variable Reconciliación. Las correlaciones se obtuvieron con el software SPSS. En la mediación se analizó tanto la magnitud como la significación del efecto mediador de las variables, utilizando el programa Med Graph I ( Jose, 2004), este programa proporciona una estimación de la magnitud de la mediación (total, parcial o nula) según Baron y Kenny (1986) y calcula la significación de la mediación a partir del test de Sobel. La capacidad predictora del modelo y su ajuste se estableció con un análisis de rutas a través del programa AMOS, versión 18. Las correlaciones fueron en la dirección prevista. Las variables confianza, actitud etnocéntrica, legitimidad y actitud negociadora correlacionaron significativamente con la variable Reconciliación. La variable confianza también correlacionó con todas las variables. Este último resultado nos hace presumir que dicha variable puede tener un efecto tanto directo como indirecto sobre la reconciliación. La variable legitimidad no presenta correlaciones significativas con la actitud etnocéntrica ni con la actitud negociadora. Con el fin de conocer el papel mediador que pueden tener algunas de las variables, se analizó el efecto de las variables actitud etnocéntrica, actitud negociadora y legitimidad, en la relación entre la confianza y la reconciliación. Los correspondientes resultados del test de Sobel (valor z) fueron estadísticamente significativos (p
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