Nicolás Acevedo y Paula Araya (Editores) Historias de vidas. Relatos de jóvenes populares (1990-2016). Santiago 2016

May 26, 2017 | Autor: N. Acevedo Arriaza | Categoria: História Oral
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Historias de Vidas. Relatos que Inspiran por Fundación Súmate se distribuye bajo una Licencia Creative Commons AtribuciónNoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional. Santiago, 2016.

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Historias de Vida “Relatos que inspiran“ Volumen 3

Fundación Educación Súmate 2016

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Índice

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Presentación ………………………………….….……. 5

2. Introducción….………………………………..….…… 7 3.

Yerson Hernández, ”Una sonrisa por favor…..……… 11

4. Brayan Lemunao, “No te quiero perder”……………………………...…………………..19 5.

Daniela Druyin, “Mi libro favorito........……………… 35

6.

Carlos Rivera, “Un trocito de mi vida”…………………………………………………… 62

7.

Daniel Riquelme, “No sólo en el nacimiento se abren los ojos.………………………………………………….. .64

8.

Karen Antiqueo, “Mi pequeña vida”………………….69

9.

José Pinilla, “La historia de mi vida………………..... 80

10. Noemi Sandoval, “Siempre comenzar de nuevo”…...86 11. Reseña del Taller……………………………………. 102

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Presentación

El proyecto “Historias de Vida. Relatos que inspiran”, que da pie a ésta publicación, se desarrolla por tercer año consecutivo, renovando los relatos y los rostros retratados, pero manteniendo vivo el espíritu central de esta publicación: levantar y validar historias de esfuerzo y superación. Es así como conoceremos relatos que dan cuenta del camino recorrido por algunos de los jóvenes del Programa Oportunidad Santiago, que al igual que el año anterior, se recogen de experiencias variadas en que la dificultades no han estado fuera del camino, sin embargo es la tenacidad y el espíritu de superación de estos jóvenes los que destacan, haciéndolos artífices y protagonistas de la elección de emprender un proyecto a futuro a través del ingreso a la educación técnica superior.

Reafirmamos la enorme posibilidad que este proyecto ofrece a nuestros becados y a la comunidad sumateana en general, destacando que este valioso recurso se pone a disposición a partir de la gran generosidad de estos jóvenes autores que han generado un compilado de relatos que inspiran a levantarse una y otra vez a pesar de los escollos en el camino.

No me queda más que agradecer al equipo multidisciplinario, de Becas Oportunidad Santiago, que hizo 5

efectiva la ejecución del taller y especialmente a los jóvenes que se motivaron para compartir sus historias, entendiendo con claridad que sus palabras puede funcionar como un motor, como una luz de esperanza para otros. Es éste uno de los grandes alicientes de ésta publicación: hacer visible estás palabras, que sin duda son palabras que motivan.

María Eugenia García Cruz Coordinadora Programa Becas Oportunidad Santiago, 2016.

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Introducción “Mi principal sueño desde muy pequeña es lograr tener mi casita propia, desde siempre he vivido de allegada, desde que falleció mi mama maría (abuela materna). Con mi familia íbamos de una casa a otra, siempre de la casa de mi tata (abuelo materno) a la de la señora Carmen (abuela paterna), por esto desde muy chica y quizás con incentivo de los propios sueños de mi mama me forjé este sueño y pretendo cumplirlo, quizás me demore y se me haga más difícil de lo normal pero lo lograré”.

Joven mujer del Programa Becas, 2013.

El relato de ésta joven becada, nos demuestra como los sueños y aspiraciones que se han incubado desde generaciones, han sido un aliciente en el proceso de continuación de estudios, en este caso de una carrera técnico profesional de nivel superior; la casa propia como una meta lejana, pero de alimentación permanente, un lugar en donde sentir la protección material y simbólica, es parte del sueño colectivo de las familias populares que habitan a lo largo del país, un logro que les permitiría dejar el deambular permanente, dejar el desarraigo y la carencia, por ello la casa propia representa la culminación de una búsqueda, de un viaje, que a través, del esfuerzo personal se construye el empoderamiento de logros y fortalezas, simbolización el PODER cubrir las necesidades básicas y poder amparar y contener al resto del núcleo familiar, con lo que se instala un nuevo ejemplo para los integrantes más pequeños de la familia, que ya tendrán un referente que seguir y el ejemplo que a pesar de la adversidad, puede lograr una carrera profesional y una nueva calidad de vida. 7

El proyecto de Historias de Vida nace desde la necesidad de rescatar historias de vida, sueños y experiencias de jóvenes, hombres y mujeres, que a pesar de las dificultades económicas, sociales y emocionales, han continuado sus estudios, cursando en la actualidad carretas técnicas en instituciones asociadas. Así nació el primer Taller de Historia de Vida, realizado por el programa Becas de la Fundación Súmate, en los meses de octubre y noviembre del 2014, momento en que nos preguntamos ¿Cuáles son las causas de que los jóvenes de nuestro programa hayan logrado estudiar una carrera técnica?, ¿Cómo han podido superar los múltiples obstáculos económicos y sociales en el trascurso de sus vidas?, durante los años y el contacto con decenas de jóvenes nos entregó la convicción de que sus propias fortalezas son las que han sido vitales para un camino marcado por la superación personal y familiar. Por ello, las historias personales y familiares han sido una instancia de reflexión y comprensión que desde lo colectivo y lo participativo logran mirarse como iguales. En esta tercera versión del taller de “Historias de vida, relatos que inspiran”, también ha sido una instancia de sensibilización y valoración de la importante capacidad de resiliencia de nuestros jóvenes, quienes a pesar de vivencias potentes, han sabido construir un significado cada vez más positivo para su futuro, teniendo la convicción permanente que sus sueños son alcanzables, y que si bien para ellos ha sido un camino más pedregoso, con altos y bajos, recorriendo muchas veces lugares que el común de los jóvenes no habitarían, ha sido esto mismo lo que los ha ido fortaleciendo y motivando a continuar adelante en la búsqueda de sus sueños profesionales, personales y familiares. 8

Nuestro taller de historias de vida ha podido dar cuenta de cómo nuestro objetivo de motivar, a los jóvenes, a reflexionaran sobre sus experiencias de vida, recuperando los aprendizajes y conocimientos de su propia vivencia, dándole “valor” a sus propias historias, a través de una metodología participativa, ligada a la educación popular, ya que, según, Paulo Freire, instancias como estas, parten de la valoración del proceso por sobre los contenidos, que en nuestro caso participar privilegia las trasformaciones experimentadas por los sujetos que las escriben1, desarrollándose en cinco sesiones, en la que se abordan aspectos inspiracionales, valoración de la experiencia a la práctica de construcción individual de su testimonio y compilados en un solo producto que refleja materialmente la autogestión, la creatividad y la potencialidad de nuestros jóvenes, que son el reflejo de los jóvenes que han participado del programa Becas Oportunidad. Finalmente queremos agradecer a todos los que han participado en este proceso, a quienes fueron parte de su creación en el año 2014 y en la actualidad continúan sumándose a los esfuerzos para concretar por tercera vez este proyecto. A César Lillo por poner a disposición su creatividad e ingenio en la difusión, a Elisabeth Salfate, Nicolás Acevedo, María Eugenia Garcia y Paula Araya por participar en la realización de los talleres, al Programa Becas Oportunidad por continuar creyendo en este proyecto, dando respaldo y apoyo en la gestión de este taller y sobre todo agradecer a Yerson Hernandez, Nicolás Penjean, José 1

Paulo Freire, Pedagogía del oprimido, Siglo XXI Editores, México, 2005, p. 16. 9

Pinilla, Daniel Riquelme, Brayan Lemunao, Karin Antiqueo, Noemi Sandoval, Carlos Rivera y Daniela Druyin por su constancia en cada sesión, su participación animosa y su valentía en volver a recordar sus historias y contarlas en esta oportunidad.

Fanor Velasco 12, Noviembre de 2016

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“Una sonrisa por favor” Yerson Hernandez

Me llamo Jerson Hernández tengo 19 años, y hoy solo quiero sonreír. Me crie como un niño normal en una población del Estado; llegué a un pueblo llamado Paine, donde conocí a muchos niños, ya que la población era nueva y las relaciones sociales iban en potencia. Recuerdo que cuando tenía 4 o 5 años mi papá, junto a otro vecino, cortaban la calle del pasaje para que todos los niños pudiéramos jugar sin que nos pasar algo, no recuerdo cuantos éramos, pero creo que éramos alrededor de 30 niños. El gran día al fin llego: tenía que ir al colegio, entraba a kínder. Para ser exacto recuerdo que no fui el primer día de clase, no recuerdo el motivo, pero comencé el segundo día de clases, fue el momento de separarme de mi madre. Sentí como que me iba a morir. Al entrar a la sala vi como muchos niños posaban sus ojos sobre mí, mientras veía como mi mamá se alejaba; en ese momento me entró una crisis de pánico, llore, grite, patalie, bote mesas, golpeé a la profesora y todo el mundo me miraba, sentía como unos mil ojos me miraban y hablaban de mí. Luego de eso me costó mucho terminar el día, solo lloraba, pero como el show debe continuar seguía adelante.

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Después de varios días encerrado en la sala sin hablar con nadie y sin salir al patio, la tía me obligó a salir a jugar con los demás niños, cosa que yo no quería. Al final y al cabo terminé hablando con un niño, luego con otro y así con otro más, hasta que ya me integré. Seguí yendo a la escuela como un niño normal, jugaba a la pelota, pero era muy malo, ese no era mi camino. Comencé a conversar con las niñas y aprendí el don de escucharlas y asentar con la cabeza diciendo que sí. Me cambiaron de colegio en 5to básico, llegué a un colegio nuevo al que no conocía a nadie, bueno eso creía hasta que me di cuenta que conocía a un niño, un niño con el que jugaba cuando éramos pequeños y él me integró a los demás compañeros. Tuve mucha suerte al ser integrado muy rápidamente y donde hice cuatro grandes amigos. Cuatro amigos que con el tiempo fueron tres. Éramos los cuatro payasos de la clase: de camino a la escuela, en recreo, en el desayuno, en almuerzo, de camino a la casa, no podíamos parar de reír, de lo que fuera, nos reíamos de todo, inventábamos cosas, hacíamos enojar a los profes, hacíamos el ridículo, no parábamos hasta que uno lloraba, el otro quedaba sin aire y a mí me dolía el estómago de tanto reír. No sé cuántas veces al día nos pasaba, pero era una cosa que no parábamos de reír, pero llegado el momento nos separamos cada uno tomo caminos diferentes.

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El primer día de clases de educación media, había llegado y como aquel primer día de escuela me sentía atemorizado. Éramos casi 300 alumnos nuevos en un liceo de casi 700. El objetivo era claro: hacerme nuevos amigos, los cual era muy difícil, ya que nadie mostraba como eran sus gustos ese primer día. Pero entre compañeros y compañeros me hice varios nuevos amigos. Ya en segundo medio me hice amigo de un pequeño grupo, éramos cuarto y una de ellas fue la niña que me gustaba desde el primer día de clases, caí en la “friendzone” y me hice su mejor amigo, gracias al don que obtuve de niño de escuchar a las mujeres. Me hice muchas amigas, porque sabía escucharlas y como hacerlas sentir bien, esto me impulsó a empezar a conquistarlas. Sin darme cuenta tuve mucho arrastre entre las mujeres, no por ser el más rudo ni el más lindo, sino por ser el más simpático y hacerlas reír un buen rato. A estas alturas mis ganas de hacer reír a la gente se volvió un hábito, la pasaba muy bien. Hasta que en tercero medio llego una persona que me iba a cambiar todo mi mundo. Sin querer queriendo me enamoré de un amor imposible. Yo nunca he tenido el apoyo de mi familia, nunca he tenido el apoyo de algún familiar, nunca se me trato como una persona especial, como una persona única en su especie, yo el único afecto que sentía era el de mi mejor amiga, quien fue la primera persona en decirme que me quería. Ósea mis padres me lo habrán dicho en algún momento, pero yo no recuerdo cuando, no tengo

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ese amor de madre o padre, la sensación de que me dieran afecto era desconocida. Yo con ella era feliz, conocí lo que era ser abrazado, ser querido, ser importante para otra persona, ser amado. Yo veía en ella algo que nunca había imaginado sentir, sentía que podía acabar el mundo, pero si estaba ella a mi lado nada podría quitarme esa felicidad. Esta relación no era aceptada por su familia, ya que yo soy de un nivel social más bajo que su familia, yo venía a manchar su muy distinguido apellido y eso no era lo que ellos querían. Nos hacían la vida imposible, pero gracias a que ella estaba en mi mismo curso podía estar con ella en el liceo. Nunca había tenido una pareja estable y menos había estado locamente enamorado, pero ahora lo sentía y eso me hizo dejar de conocer nuevos amigos. Tampoco salía a conquistar mujeres, sino que solo estaba con ella, todo el día. No tenía el tiempo de salir a ver a mis amigas de otros cursos, ni siquiera compartía con mis amigos de mi propio curso, solo por estar con ella. Esta relación se alargó hasta cuarto medio, ya a pasos de lo que es la adultez y había que tomar decisiones. Yo quería la carrera de Construcción en San Bernardo, pero ella Enfermería en Santiago. No era muy difícil tomar la decisión de comparar San Bernardo y Santiago, pero la diferencia de las sedes son enormes, cien por ciento mejor San Bernardo, pero yo elegí Santiago para estar cerca de ella.

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Al salir de cuarto medio ya nadie quería sacarse una foto de recuerdo conmigo, ya que solo pasaba todo el día con mi polola, ya no estaba ese grupo de amigos el cual nos reíamos siempre y mi ex mejor amiga a la fecha me odiaba, ya que la mandé a la cresta después de hacerle bullying excesivo a mi polola. Sólo por el hecho de elegir a mi polola y no a ella. Por mientras veía como mis compañeros, ex amigos y los restantes, se toman fotos se reían, lloraban, yo estaba solo en un rincón junto a mi polola, apreciando como me quedaba al margen, al menos no estaba solo.

* En la enseñanza superior no tenía amigos, porque no me juntaba con nadie. Tenía compañeros con los que me juntaba para hacer los trabajos, pero nada más allá de eso. Viajaba solo de Paine a Santiago, estaba solo en clases, me devolvía solo a la casa y en mi casa no se hablaba mucho, pero al menos de vez en cuando me juntaba con mi polola y todo valía la pena. Hasta que un maravilloso día después de varias semanas que notaba rara a mi polola, por el cambio del liceo al instituto y por los viajes a Santiago, ella empezó a tomar otra actitud, otra manera de expresarse, de hablar. Íbamos juntos en el bus de camino a Paine cuando le pido su celular para ver la hora, algo que hacia siempre, pero esta vez al momento de pedirle el celular ella me responde fuertemente “para que lo quieres”. Esto me pareció demasiado exagerado, a lo que le respondí: “para 15

revisarte whatsap”. Ella se puso a la defensiva y me quito el celular de mis manos, era evidente que escondía algo. Luego nos bajamos de la micro y le exijo que me entregue su celular, ella se negaba y se excusaba diciendo que no tenía nada que esconder, hasta que le quito su celular y veo lo evidente, ella simplemente me engañaba con un tipo y se pelaba con varios, sin más que hablar y sin más mentiras, yo solo dije adiós. Después de casi tres años después de que no me hice más amigos, después de que perdí muchas amistades por culpa suya, ella me engañaba. Yo no asimile este quiebre amoroso sino hasta un mes después, me costaba creer que el amor de mi vida, en la persona que confiaba a ojos cerrados me engañó, con la persona que había planificado toda mi vida, con la persona que veía mi futuro con hijos, simplemente ya no estaba y yo estaba solo: ya no tenía amigos, no tenía ningún apoyo. Mi familia solo estaba para saber que llegue o no a la casa, ningún interés más allá de eso. Ya no tenía a nadie De un día para otro, no tenía propósito, no tenía un final. Antes, todo lo malo que me sucedía era opacado con la felicidad que sacaba de ella, pero esa felicidad despareció y pude abrir los ojos a la soledad. Si antiguamente me reía un millón de veces a la semana, con ella pasaron a cien, ahora pasaron a cero, la persona que acostumbraba y gozaba haciendo reír a la gente, ya no tenía a quien hacer reír, ya no tenía con quien hablar, con quien reír, alguien a quien abrazar, alguien que te diga: “Hey!, ¿Cómo te va como te ha ido?, cuéntame,

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me interesa”. No existe esa persona, todo ese sentimiento de afecto fue sido arrancado de mí. Hoy ya no río, hoy ya no hago reír a nadie, hoy ya no hablo, hoy ya no salgo de mi casa, hoy ya no tengo amigos, hoy ya no miro hacia arriba, hoy no tengo con quien conversar, hoy no tengo a quien mostrarle mis logros, hoy no tengo a quien decirle: “oye me siento mal”, hoy simplemente me levanto día a día sin propósito alguno, hoy solo me levanto porque tengo salud, hoy lo más cercano a mi es mi mochila, hoy lo último que abracé fue a ella, hoy no tengo nada por qué sonreír, hoy solo pido una sonrisa por favor.

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-Cómete todas las lentejas, o no saldrás hoy- decía mamá. Y yo, aunque no me gustaban las lentejas en ese entonces, me las comía igual para poder salir e ir a buscarla. Terminé mi plato y corrí a la puerta. -Momento amiguito, ¿dónde cree que va? -decía mi mamá con tono irónico- recoja su platito y déjelo en el lavaplatos, ¿acaso cree que tiene nana? Y me devolví hacer lo que me dijo. Una vez que lo recogí, corrí otra vez a la puerta y escuché: -No, no, no, no me sale sin antes lavarse los dientes. Mire que ahora quiere ir a pololear con la boca toda sucia. 19

Y yo con 9 años, me puse rojo y le dije: “mamá, no voy a pololear”. -Aun así, lávese los dientes, usted es mi hijo, siempre tiene que andar bien presentado. Yo entendía que mi mamá lo decía por mi bien. Constantemente me regañaba y me daba sermones, porque yo era muy alocado, pero solo quería salir y verla. Entonces fui al baño y me cepillé, luego le dije a mamá: “Listo, ¿algo más?”. –“Si. ¿Y mi beso?”. Y fui riendo a darle un beso en la mejilla. –Te me cuidas mucho he- decía mamá-. No te entres tarde y cualquier cosa te me vienes derechito para acá. ¿Oíste? -Si mamá. –Te quiero mucho, ve-. Y Entonces con la cara llena de felicidad corrí hacia fuera y bajé las escaleras al segundo piso, ya que vivíamos en el tercer piso de un block. Un block en donde alguna vez estuvo lleno de amigos y vida. Lleno de travesías y risas. En donde aprendí sobre el amor, el cariño, la amistad. Y sobre todo, en donde conocí a una chica, la del segundo piso, en el departamento 210 para ser exacto. -DAMARY!- gritaba desde fuera, en su balcón. -DAMARY, DAMARY, DAMA – - Ya te oí una vez- me dijo mientras abría la puerta. Y salió ella, con su pelo color miel, corto y ondulado. Con su mirada color café, sus dientes de leche y su ropa toda veraniega. Le gustaba el sol, el calor y el viento soplando sus pequeños hombros, decía que la hacía sentir bien. Que la hacía florecer. -¿Almorzaste? -le dije. -¿Si comí pollito y tú?.

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-Lentejas. Se río y me dijo: “Eso es de viejas, ven vamos a la pieza, comenzará Naruto”. Y me sonó como el panorama perfecto, ya que siempre veíamos juntos esa serie animada. Su casa siempre olía bien, aunque su mamá se la pasaba fumando y jugando cartas en el computador. Su abuelo trabajaba mucho, casi ni lo veía. Y con Damary, conformaban la familia Andrade Lorca. Yo siempre la observaba mucho, me gustaba enserio esa niña de 9 años, pero yo en realidad no sabía lo que sentía ella por mí. Éramos muy buenos amigos, vecinos y para rematar, íbamos juntos al mismo colegio, Cardenal Juan Francisco Fresno. Ambos éramos de Puente Alto, allí vivíamos todas nuestras aventuras, como cuando nos subíamos a la parte trasera de los camiones que vendían gas, esas máquinas nos llevaban a dar vueltas enteras por la población San Miguel; a veces viajábamos comiendo cubitos helados que nosotros mismos hacíamos; a ella le gustaban de plátano, a mí de chocolate; a ella le gustaban en vasitos redondos, con un palito incrustado, a mí en bolsa; a ella le encantaba ir al cerro a buscar arañas de pollitos, a mi deslizarnos arriba de una tabla, bajando el cerro. Recuerdo muy bien una vez que nos caímos de la tabla mientras bajábamos y me rasmillé la rodilla. Lloraba asustado porque me salía sangre, y ella rompió su polera para hacerme una venda. Siempre tendía a cuidarme más a mí, que yo a ella. Y eso me hacía sentir muy apegado hacia Damary. No obstante… -Oye, ¿me estas prestando atención?- me dijo mientras me empujaba de un lado a otro. -Sí, perdón, estaba recordando algunas cosas- le respondí. Y me dijo mientras sonreía: “Terminó Naruto, ¿te animas a cantar karaoke? 21

-Claro, ¿cuál quieres cantar?, le dije. Y ella con una gran sonrisa fue corriendo a buscar el celular de su mamá y lo conectó al equipo. Puso una canción de Carla Morrison, “Hasta la piel”, canción que siempre cantábamos juntos. A ella le gustaba mucho Carla Morrison. -“No te quiero perder, que la distancia se devore nuestra miel, y perdamos la fe”- cantaba ella, siempre con pasión. -“No te quiero tener, y cuando menos piense en perderte otra vez, me duele hasta la piel. Dentro de mí, semillas tengo de ti, y sin ti, pueden querer morir”. Y yo la miraba de una forma psicópata, y me daba cuenta, porque ella me ponía caras de incomprensión mientras se reía cantando, entonces entonábamos juntos. -“Quiero sentarme a llorar, sacar de adentro mil cosas, que te quiero decir, me siento tan débil sin ti, quiero guardarme a la moral, darte unos besos que quizás, tenga que robar de tu boca mía, mía”. Sentía que cuando cantábamos juntos nada importaba, como si nadie más estuviera pisando este planeta. -“Creo que me gustas”. Le dije de repente en un impulso. Y no me importó, y ella me miró sonriendo. Entonces me puse muy nervioso y la música seguía sonando, los dos habíamos dejado de cantar y nos quedamos mirando. -“Me gustas desde hace mucho, quiero estar contigo más tiempo aún, necesito saber qué es lo que piensas”. Ella me miraba solamente y no me decía nada, de pronto apretó mi mano izquierda y se balanceo hacia mí besándome. Y yo quedé como sin palabras. Sentía que iba a estallar de la emoción, me subió una sensación de euforia mezclada con dopamina, mientras sentía sus labios apretar ligeramente los míos. Entonces dejé que hablara mi cuerpo, y acerqué mi mano derecha hacia su cara y suavemente me corrí hacia atrás. Nos quedamos mirando, ya no con sonrisas, fue una mirada 22

de amor que se nos dio y me impulsé hacia ella besándola, con varios sentimientos encontrados. Fue la primera vez que besé a una chica, menos mal seguí el consejo de mi mama, el de cepillarme los dientes, ya que estaba muy inseguro de mí mismo, pasaron muchas cosas sobre mi cabeza entonces, recuerdo que no sabía que le diría una vez que dejáramos de besarnos, por suerte, ese beso duro mucho tiempo, tanto así, que su mamá entro a la pieza y nos vio. Muy enojada dijo: “Cabros de mierda, ¡Por que hacen cosas de grandes!”. Y nosotros nos soltamos. Se me caía la cara de vergüenza. -¡Brayan! Vete a tu casa o iré corriendo acusarte a tú mamá. Y yo le dije: “Perdón señora Janis, la culpa fue mía, por favor no haga nada”. Miré a Damary, y le dije: “Luego te veo”, y me fui más que rápido. La Damary solo se reía, pero de vergüenza y quedó explicándole a su mamá lo que había pasado. Yo por mi parte subí las escaleras y me entré, me quedé hay pensando en lo que había pasado. Estaba muy contento haciéndome ideas sobre cómo es el amor, la felicidad. Me pesaba mucho un sentimiento de atracción hacia ella, más fuerte que la gravedad, más fuerte que la misma tierra. Hasta que mi mamá recibió un llamado, en el cual le decían que mi hermana de 17 estaba en el hospital de urgencia, había sufrido un asalto y le habían puesto dos puñaladas, una en el cuello, la otra en la espalda. Mi mamá quedo un poco en shock, y comenzó a llorar, mientras echaba cosas en su cartera, me explico lo que había pasado entre llantos, y a mí me costaba asimilar lo que ocurría, era muy pequeño y me imaginaba lo peor. Entonces mi mama me tomó de un brazo y me llevo al hospital, partimos tan rápido y tan preocupados que pasamos 23

por fuera de casa de Damary, que no alcancé a percatarme lo que ocurría con ella. Tomamos la micro F10, que nos dejó en el hospital Sotero Del Rio. Con mi mamá buscamos la sala en donde se encontraba mi hermana. Íbamos súper nervioso, sobre todo mamá, ya que me llevaba de una mano la cual apretaba mucho, sudaba. Llegamos a la sección de urgencias, pero los doctores no dejaron que pasáramos, estaban atendiendo la gravedad de las heridas de mi hermana. Con mi mamá estuvimos toda la tarde esperando alguna respuesta, y en eso salió un doctor, nos calmó un poco avisándonos que estaba fuera de riesgo vital, pero que estaría un par de días en el hospital tratando de estabilizarla. No se permitían visitas, ya que estaba muy delicada. Una de las cortadas dañó severamente la faringe de mi hermana y otros músculos de la garganta, no pudo hablar en 14 días. Otra atravesó un riñón, causándole varios daños hacia el intestino delgado. Luego de un tiempo, mi hermana salió del hospital, ya podía hablar y nos relató lo que había pasado. Según ella venia del supermercado, cargada en bolsas y aparecieron estos tipos, eran dos. Ella intentó huir mientras gritaba ayuda, ya que fue en plena tarde y aun así nadie la vio hasta después en el suelo, desangrada, ahí fue cuando un caballero llamó una ambulancia. En ese entonces, Damary y yo estábamos en una especie de relación, y estaba con nosotros, en mi casa, mientras mi hermana nos contaba los sucesos. Nuestras aventuras comenzaron a basarse en acompañar a mi hermana hacia sus curaciones, y en ocasiones solíamos entrar a las sesiones con ella, y ver como un doctor tenía la habilidad de coser las telas de piel de mi hermana. Ese lugar era muy frio, muy melancólico. Los doctores siempre vestidos de blancos, siempre muy concentrados. -Ellos son ángeles- me murmuro en ese momento Damary 24

-¿Ángeles? -Sí, Ángeles. Pero no cualquier tipo de ángeles, son de los que tienen carne y huesos- me volvió a murmurar. -¿Y que es un ángel para ti?- le pregunté. Y me respondió: -Aquel que vive por cuidar a los demás. Yo quedé anonadado con su reflexión, ya que, éramos solo unos niños. De hecho no le pude responder nada, porque en ese momento fue cuando realmente tomé peso a la situación que había pasado con mi hermana. ¡Estuvo al borde de la muerte! Por culpa de unas malas personas. Y, ¿por qué hay gente mala?, ¿por qué hay gente buena?, ¿por qué mi hermana? -No quiero verte triste- recuerdo que Damary me dijo en ese momento. -No estoy triste- le dije. “Solo que estoy pensado en que hubiera pasado si mi hermana no estuviera hoy con nosotros. Y ella me respondió: “Si, pero no fue así. Y es mejor que la aproveches lo más que puedas”. Recuerdo también que ese día llegamos a casa, y mi hermana le comentó a mi mamá que estaba asustada, no quería volver a pasar por lo mismo, y menos que a uno de nosotros le pasase algo así. Entonces fue la primera vez que le dio una crisis de pánico. Se desesperó y lloraba porque no quería volver a salir de casa. Mi madre, cansada, intento calmarla, la hizo dormir. Yo esa noche me quedé hasta tarde pensando que mi hermana estaba mal, que necesitaba ayuda y yo no sabía cómo dársela. Me sentía vulnerable, incapaz y muchas emociones que me fueron haciendo inseguro. Inseguro de mí, de la calle, de la gente, de mi familia, de Damary. Y entre medio de mi desvelo escuché a mi mamá hablar por teléfono con el papá de mi hermana. Hablando sobre la 25

seguridad de ella y la de nosotros. Mamá decía que funcionarían mejor juntos que por separados, que sería mejor irnos a vivir a Buin con él. ¿Buin?, ¿no será muy lejos de mi chica?, o ¿muy cerca del bien para mi hermana? Cabe destacar que, mi hermana nunca ha sido de muchos amigos, es más, nunca ha tenido una mejor amiga o amigo. Siempre es de estar en casa, cocinando, haciendo aseo, no sé, viendo televisión, pero no de compartir mucho con las demás personas. Yo la quería igual como fuera y ella compartía todo conmigo, su pequeño hermano. Mi madre consiguió el cambio de casa, nos avisó con una semana de anticipación; una semana para despedirnos de todo nuestro barrio y en especial de Damary. Yo me quería morir, porque para mí, la vida estaba en Puente Alto. Tenía todo, buenos amigos, un buen colegio, alguien con quien compartir el amor. Y aunque el barrio se volvía cada vez más peligroso, yo no quería irme de ese lugar. Pero como era el menor, nunca pude interferir en grandes decisiones en mi familia. Solo acatando ordenes de mi mamá y mi hermana. -¿Como que te vas?- me dijo Damary cuando le comenté la situación– No me puedes dejar sola. ¿Dime si me puedo ir contigo?. Me lo decía con tanta tristeza, que no pude responderle nada. -¡Respóndeme!, ¿Me puedo ir contigo?-. Y comenzó a llorar en frente mío, mientras me miraba con sus grandes ojos cafés. Corrían las lágrimas por sus rosadas mejillas. Y yo en verdad no sabía que decirle, solo atiné abrazarla. -¡No, suéltame! Igual me dejarás acá sola- me gritó. -No te dejaré sola. Mamá me prometió que podría venir a verte los fines de semanas- le dije. -No, tú no vendrás más, conocerás otras personas y te olvidaras de mí-. Y yo la abrasé fuerte, muy fuerte. 26

-¿Qué pasará con nuestras canciones?, ¿Ah? ¿Nuestras ganas de viajar por todo el mundo? No te puedes ir así como así. -Mi mamá cree que será lo mejor para nosotros. No puedo hacerla cambiar de opinión- le dije con mucha tristeza. -¿Y qué hay de mí?- me respondió. –Yo de verdad te quiero y siempre te voy a querer, esto de verdad no se me va a pasar-. Y la solté, la miré a los ojos y le sequé las lágrimas. Le dije: -Aparte, aún nos quedan siete días para hacer lo que queramos. -¿Siete días? -Sí, serán los sietes mejores días de mi vida- le dije, con una sonrisa triste, de esas que tratan de tapar algún dolor. Esa noche me quedé a dormir en su casa, vimos muchas películas antes de dormirnos. Nos gustaba ver Shrek, La era del hielo, Mulan entre otras. Y también comimos los infaltables cubitos helados, esta vez habíamos mezclado los sabores: chocolate y plátano. Al segundo día, fuimos a clases juntos, pero yo estaba en cuarto básico, ella en tercero. En los recreos no juntábamos en el patio de “los teletubies”, porque era súper clandestino, tan así que los jóvenes más grandes que nosotros se juntaban a fumar, otros a rayar murallas, y otros a saltar las paredes para arrancarse. Nosotros vimos dos chicos saltar la muralla y pensamos que sería súper fácil llegar al otro lado. Entonces decidimos escaparnos ese día. Nos subió una adrenalina de los pies a la cabeza, y ella trepó primero, mientras yo vigilaba que no viniera nadie. Luego cuando Damary saltó, me gritó del otro lado:

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-Ven apúrate, no es tan alto-. Y yo corrí a trepar la muralla, y le tire mi mochila, uno, dos y tres, y ¡Zas!, Afuera. Corrimos muertos de la risa hacia un camión de gas que nos llevó a las orillas del cerro. En el cerro, cantábamos muy fuerte, y nadie podía oírnos, corríamos, bailábamos, saltábamos, hacíamos lo que queríamos, éramos dueños de nuestra libertad.

Pero lamentablemente llamaron del colegio a mi mamá, diciéndoles que no me encontraba en el establecimiento, que me di a la fuga. Y cuando llegué a casa, todo sucio, mamá me dio duro con la cuchara de palo. Me decía que si llegaba a enterarse que me escapé una vez más, me dejaría sin los fin de semana para venir a ver a Damary. Aparte me dijo que aprovechara estos últimos días en el colegio, para despedirme de mis compañeros, los cuales estuvieron conmigo desde kínder. Prometí a mamá nunca más escaparme del colegió. Por otro lado, a Damary la castigaron. No pudimos vernos en todo lo que restó del día.

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Al tercer día, mi hermana trajo a casa un tablero de ajedrez con todas sus piezas. “Ven ayúdame armar esto”, me dijo mi hermana. -Pero yo no sé cómo van las cosas. -Tranquilo mi amor, yo te voy a enseñar a jugar. Mira, toma ese peón y ponlo por acá. Las torres por allí y los caballos por allá- me decía mi hermana. Yo nunca en mi vida había jugado ajedrez y esa tarde mi hermana con una paciencia infinita me enseñó cada movimiento. Me gustó mucho la ideología del juego, el cómo vencer al imperio contrario. Mi hermana me contó también que el ajedrez parte en África, con los reyes y guerras que había en esa época. No hallaba la hora de que la Damary jugara esto con nosotros. Bajé corriendo, cuando de pronto veo unos señores muy molestos fuera de su casa. Carabineros y camiones grandes esperaban en el primer piso. Escuché a la señora Janis llorar y suplicar que no se llevaran nada, que ella pagaría todo, pero que no se llevaran sus cosas. Y me perturbé un poco en ese momento. No sabía que rayos pasaba. Así que intenté entrar para ver a Damary, pero unos hombres me bloquearon el paso, porque venían saliendo con el refrigerador de la señora Janis. Más atrás venía otro con el computador, y otros dos con el sofá. -¡Viejos de mierda! ¡Son nuestras cosas! ¡Suéltenlas! -gritaba Damary desde su casa. Ahí vi que uno de los hombres le estaba tratando de quitar el equipo en el cual hacíamos karaoke. Y corrí donde ella para ayudarla. -¡Oye desgraciado déjala!- le grité mientras me tiré encima de él. Recuerdo que lo mordí en un brazo. Y lo mordí fuerte porque me sentía muy enojado. Y entre aletazos y patadas vino un carabinero y me tiró hacia atrás. Caí sentado, mientras que Damary lloraba con mucha rabia y yo aún sin entender que pasaba. Me paré y le dije al carabinero: 29

-Oye tonto, ¡no vez que le están robando! ¿Por qué no haces nada? Y él me miró y me dijo: -Oye mocoso insolente, primero que nada soy la autoridad. Hago lo que se me da la gana. ¡Y vete a tu casa, que aquí los únicos que roban son ellos! -y apuntó hacia la mamá de Damary, quien se veía destrozada. Me dio mucha rabia que dijera eso de ella, porque yo lo conocía y no era una de las malas personas, era de las buenas. Entonces entró una neblina de rabia, que se me estaba formando en la cabeza y miré a Damary, quien estaba llorando. Sentí mucha lástima, impotencia, muchas cosas que me hicieron ir donde ella y sacarla de ese lugar. Le dije: -Vámonos de aquí. No tienes por qué aguantar esto-. Y la tomé de la mano, corrimos hacia el cerro y subimos muy deprisa. Tan rápido que quedamos exhausto. Nos tiramos entre unos matorrales en donde había sombra. Y todo cansado le pregunté: -¿Que rayos está pasando en tu casa?-. A lo que ella, secándose las lágrimas me respondió: -Nos están embargando. -¿Cómo es eso? -Cuando nos quitan las cosas, porque debemos dinero al banco”. No quise seguir profundizando en el tema, de hecho, la abracé y le dije: -Si quieres te puedes quedar con mis cosas. Yo no las quiero. Y ella me miro, me dijo: -Te necesito aquí conmigo. No soporto la idea de que te vayas tan lejos. Y yo pensé. Solo somos unos niños, hay que actuar como tal. 30

-Pinta-. La toque y salí corriendo. Y ella comenzó a sonreír mientras se paraba para perseguirme. -Me pillaste desprevenida, ven aquí-. Me dijo. Entonces esa tarde recuerdo que jugamos como locos en el cerro. Subimos, bajamos, rodamos. Hasta que el cielo se tornó de un color naranjo, damasco. ¡Estábamos contemplando la puesta de sol! Y ella me tomó de la mano, y gritó al sol. -¡Te amo Brayan Lemunao!-. Entonces yo también grité: -¡Te amo Damary Andrade! ¡Jamás te olvidaré!

Luego de un rato se oscureció. Bajamos del cerro y la fui a dejar a casa. Cuando pase por ahí sentí un silencio abrumador. Nos despedimos y ella se entró. Yo subí a casa y justo venía llegando mamá del trabajo. Recuerdo que era viernes. Y la saludé de un beso, y ella me dijo que la mudanza se hacía mañana mismo. Se consiguió un camión que hacía fletes, y que no cobraba muy caro. Entonces yo todo cansado, me metí a la ducha. Fue el baño más largo de mi vida. La verdad es que no quería irme. Entonces me acosté y me dormí en tres tiempos. Desperté. Era muy temprano, aún ni amanecía. Me levanté. Me vestí. Tomé desayuno y fui donde Damary. Toqué su puerta, pero nadie salía. Grité su nombre un par de veces, pero nada. Entonces me fui a casa pensado en que era muy temprano. No podía andar a estas horas de la mañana molestando. Aunque necesitaba verla antes de la mudanza. Llego el camión, mi mamá estaba preparando todo antes de irnos, despidiéndose de cada vecina que se acercaba a la casa. Mi hermana ayudaba a los señores que conducían el camión a cargar las cosas. Y yo fuera de la casa de Damary tocando su

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puerta. Pensé. ¿Por qué rayos no sale? Entonces mi mama me gritó: -Salimos en diez, arregla todas tus cosas-. Y yo me resigné a que no la vería por una última vez. Pero corrí a casa y tomé un lápiz y un papel. Entonces le escribí una nota. Que decía: “Reina. Gracias por estar conmigo todo este tiempo. Por darme todo lo que me has dado. En estos momentos me tengo que ir, pero juro que volveré por ti. No me olvides nunca, yo nunca lo haré. Te amo, te amo y te amo Brayan”.

Y entre lágrimas comencé arreglar la mochila. Eché mi ropa, unos cuantos juguetes. Mamá me preguntó si estaba listo y secándome las lágrimas le dije que sí. Me dijo que no llorara. Que un nuevo hogar nos esperaba. Todo este cambio es para mejor. También me dijo que me amaba, que no dejaría que nada me pasara. Que no dejaría de amarme nunca. Y entonces recorrimos la casa por última vez, mirando las murallas. Recordé muchos momentos que pasé en esa casa. Como cuando en el verano hacía calor y nos tirábamos al piso con mi hermana, la baldosa siempre estaba helada. O como cuando poníamos música fuerte para hacer aseo, nos encantaba Maelo Ruiz. ¡Cómo olvidar esas noches de insomnio!; los cumpleaños celebrados; los almuerzos en familia. Mamá igual por su lado despidiéndose de casa, mi hermana igual. Entonces salimos y mamá con un último suspiro cerró la puerta y dejó con llave. Mientras que yo dejaba la nota bajo la puerta de la Damary. Toqué por última vez y nada. Entonces bajé las escaleras, tocando todo por última vez. Los fierros en los cual me daba LOS CABEZAZOS. No me pude 32

despedir de Damary, pero sí de algunos amigos que salieron a desearme lo mejor. Me daba mucha pena el despedirme de todos y de todo. Subí al camión con mi familia y partimos el viaje. Pasamos por la orilla del cerro. Que dichoso ese cerro.

***

El 3 de julio del 2015 volví a Puente Alto, con la intención de ver a Damary. Llegué hasta el block que me vio crecer. La mayoría de mis amigos ya no vivían ahí, se iban yendo de a poco, a medida que pasaban los años. Pero para mi suerte estaba la señora Janis afuera en el balcón, fumándose un puchito. Y subí donde ella. Me abrazó, me dijo que estaba inmenso. Me contó que habían pasado muchas cosas desde que me fui. Damary conoció un chico, con el cual estuvo en una relación y tuvieron un hijo, pero lamentablemente cuando dio a luz, nació muerto. Eso la afectó mucho y el tipo este, que la dejo embarazada, desapareció de su vida. La señora Janis también me contó que Damary se metió en drogas duras. Que comenzó a delinquir para conseguirlas. Al poco tiempo de eso comenzó con las crisis de pánico. Tuvieron que internarla. Hoy en día Damary se está rehabilitando en el Hospital Psiquiátrico El Peral. Nunca más volví a verla. Me da mucha pena saber que está allí así. ¿Dónde quedó su alma veraniega, llena de vida? Yo tampoco puedo criticarla, porque, no estuve cuando me necesitaba. Pasaron tantos años, tantas cosas. De hecho, pensándolo bien, a lo mejor mi madre quería que nos fuéramos, no solo por lo de mi hermana, si no para darnos un mejor futuro, no haber sido yo el que terminara así.

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Nunca voy a olvidar a Damary, siempre me quedaré con los mejores recuerdos. Y sé que algún día volveremos a vernos. Tenemos tantas cosas que decirnos. Tantas canciones que cantar.

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“Mi libro favorito” Daniela Druying

Antes de leerme necesitas este listado canciones: Thinking out loud - ed sheeran Gracias a la vida - violeta parra Gracias – los aldeanos Mima- los aldeanos Far away – nickelback A pesar de todo – los aldeanos Lullaby- nickelback I ll show you – Justin bieber(no es mi estilo pero canción) If today was nickeback La Jardinera - violeta parra I m a mess – ed sheeran Don t let me down – the clainsmokers Mi querido Viejo - piero Yo te extrañare - tercer cielo Beautiful liar- vixx Lr 35

Nota suicida - portal Heart like yours - willamette Stone Let her go - passernger alive-sia the greatest - Sia Photograph - ed sheeran Por si mañana no estoy - los aldeanos In the name of love-martin garrix &bebe rexha (Mientras lees intenta escuchar las canciones quizás enteras todo mejor).

Comenzamos Nací un 14 abril 1995 en el Hospital Salvador, entre las 03:00 a 04:00, después que casi maté a mi madre por tenerme, ya que su criaturita pesaba 3,8 kilos con 50 gramos casi y medía 53 centímetros. La desgarré dolorosamente y de pasada la traumé, porque no quiso tener otro bebe después de casi 6 años. Mi querida madre cuatro días después me entregó a mi abuela materna, la mujer más santa que conozco. Ella me recibió como quien recibe un angelito, sin protestar ni decir nada para que mi madre trabajara. Desde ese día fui su hija, no de sangre, pero sí de corazón para mis abuelos, ellos me criaron como una hija y como nieta, entregándome los mismos valores que a mi madre y mis tíos. Por eso, intento cada día hacerle honor a eso valores, todo lo bueno que tengo es de mi 36

abuela: “pensar en los demás, no pedir nada a cambio por hacer algo”, es gracias a ella. Mientras que el orgullo, el carácter fuerte y protectora con los que amo es de mi abuelo, mi padre de corazón: Don Gerardo Transito Jaque Jaque. Mi madre de corazón, mi bendición es: María Inés Perez Lizama

Un amor entre gruñidos Les contaré un poco de su historia. Mi taita era un hombre duro, fue criado por una madrina y ella lo golpeaba y trataba mal, lo obligo a casarse con una mujer que no amaba y con la que tuvo cinco hijos. Lo poco que supe de esa relación es que nunca fue muy feliz, pero si quiso a todos sus hijos, pero cuando conoció a mi abuela los abandonó, cuando estaban todos grandes, aunque fue un problema más grande para mi abuela que para él. 37

Mi mami (Abuela) no tiene un principio mejor. Ella no conoció a su madre biológica, fue de un amor fugaz, solo tenemos un Acta de Bautizo. Su padre era camionero y tenía una mujer. Él llegó con mi abuela donde esa mujer y le preguntó si podía criarla. Ella aceptó, la cuidó como una hija, aunque la señora era una persona muy violenta, a veces la golpeaba, pero también la quiso mucho, la vestía como una muñequita, pero - no sé si lamentablemente, porque igual la maltrataba- la señora que la crio falleció de un derrame cerebral. Ella tenía alrededor de 5 años y la dejó a cargo de una hermana, quien la trajo a Santiago, por avenida Matucana, para vivir con la nueva familia, quienes la cuidaron y mimaron mucho. Su tía era mujer muy cariñosa y muy buena, su esposo era dueño de una zapatería, no sé si famosa, pero tenía mucho dinero y ella fue criada igual que Mariano, el hijo de ellos, dándole una mesada diaria, malta con huevo y zapatos nuevos todos los meses. Con Mariano no se lleva muy bien, pero eso no evitó que fuera feliz. Con lo que se quedó de su primer hogar fue un cajón con todas las costuras que dejó la madre que la crio, una muñequita y una pajarita negra, que le regaló su padre, que silva y le gritaba: “Inés, Inés”. Con el tiempo mi abuela fue a un convento y casi se hizo monja. Hizo claustro y se fue porque su tía no la dejo ser monja. Después tuvo muchos problemas, tuvo que irse y dejar a su tía con el corazón destrozado. Tiempo después su tía tuvo un accidente en una silla, falleciendo de un golpe en la cabeza. Mi abuela aún recuerda mucho cariño a su tío, porque él la siguió cuidando y visitándola hasta que falleció. Ambos están enterrados en el Cementerio General, mi abuela nunca más supo de Mariano, solo una vez lo vio en el cementerio. Ahora les contaré la historia de amor de mis abuelos. Ellos se conocieron trabajando en una farmacia. Mi taita y mi mami, 38

como le digo yo, se enamoraron mirándose como dos gatos gruñendo. Mi taita no era un hombre fácil de llevar, tenía un carácter de mil demonios y bueno es su herencia porque todos sacamos ese carácter de mierda. Él era un hombre orgulloso, soberbio, muy inteligente y culto, sabia de muchas cosas y siempre quería aprender más. Él me dejó esa curiosidad, el querer saber todos los días algo nuevo y su frase de oro era: “primero estudio y después el webeo”. Aparte era un hombre guapísimo, parecía artista de cine, las mujeres se lo peleaban, por lo que cuenta mi abuela era un hombre déspota, que miraba por arriba del hombro. Ella era una mujer más humilde, tranquila, hacia su pega y no hablaba con nadie. Era callada, pero de vino nuestro encanto, los Jaque: podemos ser los weones más pesados, pero tenemos un encanto único, conquistamos con la mirada, con el mal carácter y molestando a la gente. El empezó hacerse el jefe con mi abuela, fue insistente, le tiraba la trenza para que se diera vuelta y ella gruñía, él se mantenía serio, miraba y se hacia el tonto. Tiempo después mi abuela se enteró porque hacia eso, para mirarla y para que ella lo mirara a él, empezó a invitarla a salir, escribirle poemas y cartas románticas (con razón tenemos ese lado medio romanticones para poesía). Una de sus frases más románticas y que siempre recordaré era: “todos te miran, pero ninguno te mira como yo”. ¡Cómo una mujer no se va derretir ante alguien que le diga algo así, con una cara tan seria! Mi abuela tenía muchos jotes que la rodeaban, un jefe de farmacias anterior la iban a cortejar y un vecino periodista, pero ella ignoraba a todos hasta a mi taita, porque él era un hombre casado y tenía familia, pero como dice el dicho: “él que sigue, la consigue”. Y hasta que mi abuelo conquistó a mi abuela y de ahí su amor no paró. Aunque mi taita se quiso portar mal algunas veces, porque era tentado a la risa y mal carácter que tenía, bueno casi la pierde, pero con nuestro encanto Jaque, siempre conseguimos que 39

nos perdonen. La mejor prueba de amor, para ellos dos, fue cuando mi abuelo se accidentó en moto, perdiendo una pierna, mi abuela le dijo que ella de verdad lo quería y que no importaba como estaba, que juntos saldrían adelante. De ese hermoso amor nacieron cinco hijos, aunque a mi abuela le costó quedar embarazada, pero tuvieron a sus retoños.

El legado Jaque Perez. Les contare la historia resumida cada uno de ellos: Primero fue Gerardo Jaque Perez: el mayor, soberbio, mal genio, siempre queriendo ser el hombre de la familia, un hombre de buen corazón. Mi abuelo quería un hijo hombre para que cuidara a mi abuela, pero bueno él se enamoró en un viaje a Castro de mujer muy hermosa y la siguió hasta irse a vivir con ella. La madre de mis primos, mi tía Blanca tuvo dos hermosos retoños: el Gera chico, como le decimos, y Francisca. El segundo fue Eugenio Eduardo Jaque Perez: él se quedó aquí en Santiago, pero se casó muy joven con una mujer que conoció en su época de estudiante, cuando vendía pan. Del “amor”, si se puede decir, nació mi primo Everth, después la Michelle y Eidan. Su historia es casi pésima, pues Bernarda no es exactamente una excelente mujer, pero mi tío tampoco es un hombre muy bueno, ellos de amor y odio sabe entenderse. La tercera fue mujercita, Carmen Gema Jaque Perez: ella fue la que más le costó a mi mami, nació muy pequeña y se contagió de meningitis, casi murió. Fue recomendada a la virgen del Carmen y se salvó, quedando sin ninguna anomalía, puede caminar y es una mujer muy trabajadora, saca a sus hijos adelante y me ha ayudado mucho desde que 40

era pequeña. Ella perdió una hija, casi de mi misma edad, mi prima Camila, quien tendría 22 años actualmente. Por eso ella me ve como una hija. Tiene otro hijo, llamado Mario, mi hermano de crianza, y a mi prima Marcela. Con ella no nos vemos mucho, pero nos llevamos bien, ella tiene una hija pequeña Melani, que es un amor. El cuarto es Marcelo Daniel Jaque Perez, quien por un accidente casero, un incendio que sufrió mi abuela cuando lo tenía el vientre, nació sordo mudo. Y la última fue mi madre Cecilia Violeta Jaque Perez, ella nació en casa, fue la regalona y la única mujer que le hizo competencia a mi abuela, quien tuvo 5 retoñas.

Mis vidas Mi madre tuvo cuatro hijas más, después de que yo nací. Luego de eso nació su primer chiripazo y fue una de mis bendiciones: Camila Belén Carrillo Jaque, quien en la actualidad tiene 16 añitos; después vino una segunda bendición, Damaris Jennifer Carrillo Jaque, quien actualmente tiene 15 añitos y mi penúltima bendición, María José Carrillo Jaque, quien tiene 14 años, alias Cote Rusia Natural. Después de casi 20 años nació por ultimo un chiripazo, pero duro, María Jesús, alias Jeshu La Pichochoy. Ella fue un angelito que la peleó, mi madre con una insuficiencia renal crónica terminal, en etapa 4, con anemia en segundo grado y adelantándola menopausia, operada y con un sola trompa, vino al mundo Jeshu, porque ella quería vivir, nacer y ser quien devolviera ganas de vivir a mi madre un 13 junio 2014. Gracias ella mi madre cada día da la pelea, para verla un día más, para verla crecer lucha cada día. Este año, producto de 41

la diálisis, tuvo un accidente donde se fracturó la cadera. Todo fue difícil al principio, la operación, la recuperación, la re habitación, pero ya está volviendo caminar, salió solo para ver a Jeshu, lo más rápido posible. Tiempo después tuvo un problema con una fistula en su brazo, que causó una trombosis, desangrándose en su casa y casi visitando el patio de los callados de nuevo, pero salió de esa, le pusieron un catéter en la aorta, para tratar su fistula del brazo, necesitó dadores de sangre y volvió a estar bien. Volvió a casa con Jeshu, mis hermanas y el padre de mis hermanas.

Soy un libro con páginas manchadas. Espero que le guste… A 21 años me da risa escribir mi historia porque nunca pensé vivir tanto. Soy el amor fugaz de una mujer clase media, hermosa: Cecilia Jaque Pérez y un hombre de ley, Don Claudio Druyin, de profesión carabinero, quien es una basura mentirosa, pero no soy nadie para juzgarle, yo no he sido mejor de lo que él fue, pero intento llevar mi vida lo más trasparente que puedo. Él era amigo de un pololo de mi madre, Andrés, quien estaba en silla de rueda por recibir un balazo justo en la columna, durante la dictadura. Solo lo conozco en fotos, pero creo que era uno de esos militares malos y bueno quizás en venganza lo intentaron matar, pero al final lo dejaron sin poder moverse nunca más. Mi madre lo conoció una vez que fue a ver a mi abuela al hospital, donde trabajaba y ahí se vieron y “se enamoró” de ella. Se fugó con él, ella era menor de edad, tenía más o menos 15 años y aun vestía su ropa de escolar y eso causó un gran sufrimiento a mi mami y tata. El Andrés, al ser un ex militar, siempre lo visitaban amistades, otros militares y carabineros, entre ellos mi padre biológico: Claudio. Este la 42

consideró mujer hermosa, con su melena, risos y ese carácter fuerte, le encanto y empezó a jotearla. Claudio en si era atractivo, por lo menos mi madre eso me confesó, una vez hablando cuando le hacían su diálisis. Era un hombre alto, fuerte, serio (como todos los carabineros), confiado, con una sonrisa encantadora y ojazos azules, que no heredé de él, pero si sus cejas y gestos. Lo que sí olvidó Claudio, al conocer a mi madre, fue un pequeño detalle: era casado, tenía una mujer, un hijo de un año y otro que venía en camino. Mi madre se enamoró de él y bueno ya saben lo que pasó. Ella le comentó que estaba embarazada y él dudo de su paternidad, lo que causó que mi madre, primero lo mando al diablo y después, como mujeres Jaque, se las sufriera solita. De pasada se enteró que él la había engañado y que tenía otra mujer, mi madre sumida en una decepción y un dolor de esos amores que son tortura en vida, regresó donde mis abuelos. Tiempo después se enteró que murió Andrés y que él dejo un dinero, que ella ocupó para su funeral. Ella también sufrió mucho por Andrés, quizás no lo amo, pero lo quiso mucho y cuidó mucho mientras estuvo con él. Quizás lo engañó con mi padre biológico, pero nadie es santo en esta vida y nunca la juzgaré por algo así. De ese amor traicionero y mentiroso nació este ser imperfecto, que no ama vivir, pero que intenta por lo menos disfrutar cada día que respira lo más que puede. Me considero un ser muy maldito y cruel, pero que puedo hacer, es mi esencia, no puedo ser hipócrita, soy excelente mintiendo, pero lamentablemente no me gusta mentir, intento ser trasparente cada día. Nunca he esperado a que amen mi lado malo, porque es imposible, yo no lo amaría ni aunque me pagaran, pero esto es lo que le tocó a las personas que me conocen. No puedo prometerte, no herirte con mi cruel sinceridad, solo puedo decirte que intentaré decirte la verdad

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siempre. Esa frase de oro (irónicamente creo que mi ex no le gustó porque me terminó por sinceridad). Tengo un carácter de los mil demonios, no puedo aceptar la injusticia y seré siempre abogada del diablo, llegando a ser violenta si es necesario. No bajé el moño ante nadie, sea hombre o mujer, más alto o más fuerte, aunque esté en el suelo sangrando, me pararé mil veces y daré la cara hasta que mi cabeza ya no sea consciente. Soy una loquilla, como me decía mi amiga Fiorella de la capilla, donde hice mis sacramentos, porque primero actúo y después pienso, pero que puedo hacer, vivo el momento… a veces pienso en el futuro, no conozco el destino, pero yo elegiré mi camino.

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Ahora les contaré como terminé siendo un desastre estresado, de mal carácter y desconfiada. Como antes conté me criaron mis abuelos, ya que mi madre trabajaba. Me crie en un sitio hermoso, grande, con un perro pastor alemán, medio quiltro, pero hermoso, un granado, una higuera, una casa de madera, con piso de tierra. Mi hogar fue humilde, nunca tuve todo lo que quise, pero amé todo lo tuve. Mi primo Mario es mi hermano de crianza, ya que nuestras madres hicieron lo mismo: nos dejaron con mi abuelos, lo que nuestros otros primos siempre tomaron como un abandono, quizás lo fue, pero por mi parte fue lo mejor que pudo hacer mi madre por mí, porque con el pasar de los años estoy convencida que no sería la persona que soy ahora. Aparte, nunca me llevé muy bien con la pareja de mí madre. No es un hombre malo, pero antes fue alcohólico y maltrató mucho a mi madre, bueno en realidad mi mama no se quedó atrás, él pegaba y ella respondía el golpe al hilo. Siempre fue una mujer luchadora. Con él nunca pudimos llevarnos bien, él hizo el servicio militar y quedó pegado con la tontera: siempre orden, lo que él decía y como él decía; intenté llevarme bien con él, la única forma para llevarnos bien son mi madre y mis hermanas, ese es nuestro único punto neutro, que ellas estén bien.

Donde vivo. Mi primo Mario y yo vivíamos en Coronel Alfonso Ugarte, en la comuna Lo Prado, una comuna pequeña, tranquila, pero que adoro. Espero toda mi vida estar ahí, en ésta comuna, en este sitio, en ésta casa y que espero algún día poder comprarla.

Resumiendo la historia 45

La primera escuela que asistí fue a escuela Bau, ahí conocí a la tía Gema. Esa mujer me amaba, me cuidó con una paciencia y siempre luchó para que no me echaran de ese colegio, siempre la recuerdo. A las parvularias o educadoras nunca se les da importancia, pero a veces marcan a un niño con su vocación y amor.

Siempre andaba peleando con niños y niñas, aunque más con niños en realidad. Me gustaba pelear con los hombres. Supongo que fue porque me crie entre hombres, mis primos me pegaban cuando era chica, porque yo hacía lo que ellos querían. Yo era “María tres cocos”; corría, subía a los árboles, al techo, jugaba futbol y hacia todo lo que hacía un niño. Para mí era más entretenido que jugar a las Barbie, como mi madre deseaba siempre. Pero igual tenía la creencia Disney en mi mente, la televisión era un mundo que me encantaba, veía series y películas. Siempre pensé que sería la típica princesa Disney, que me casaría con un hombre y tendría muchos hijos, pero bueno uno va aprendiendo y cambiando.

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Un beso y abrazos no sacan pedazos, decían. Cuando tenía cinco años di mi primer beso, con un niño en el escenario del gimnasio, cuando estábamos castigados contra la muralla, nos juntamos cerca y nos dimos un beso, o sea, un topón en sí, beso… beso no fue. El nombre del niño era Nicolás Mellado, me encantaba, con los años pensé bien y me gustaba porque tenía rasgos femeninos. Ahora que lo pienso, la mayoría de los chicos con los que estuve, tenían cara fina, eran de piel blanca, ojos de color o tenían rasgos muy suaves. Volviendo a la historia con Nicolás, estuvimos “saliendo”, o sea, en esa época éramos unos pergenios, pero en realidad nos dábamos unos besos locos a escondidas. En ese colegio hice a mis primeras amigas y tuve mis primeros “amores”. Cuando iba en segundo básico, estuve con una niña llamada Nicol, ella fue una de mis mejores amigas, pero con el tiempo y la curiosidad infantil, no sé qué más decir, pero diré que terminamos besándonos y tuvimos una relación, pero en esta época no la llamaría así. En su momento para nosotras eso fue. Con ella experimenté muchas emociones y muchas otras cosas, en baños de ese colegio. Solo diré que cambiaron la perspectiva que tenia del mundo y me enamoré por primera vez de una mujer, bueno una niña, hasta que esa relación terminó, ya que a ella la cambiaron de colegio y a mí me echaron de la escuela Bau, por mala conducta. Nunca supe de ella hasta hace unos años atrás, ya que la volví a ver, porque todo vuelve a ti por alguna razón.

Todo dolor empieza lento y después fuerte. La razón que me echaron de la escuela Bau fue porque casi mate a un niño que molestaba a mi abuelo, por tener una sola pierna, le di un fierrazo en la cabeza, lo quemé con un lápiz 47

pasta y le azoté la cabeza contra la muralla reventándole la nariz; después le pegué con una silla y lo pateé en el suelo. En esa época era muy violenta, tenía tantas emociones que no pensaba. Después me topé a Raúl, así se llamaba el niño, me pidió disculpas por haber sido tan tonto en esa época. Le expliqué que mi abuelo ya había fallecido, pero le di las gracias por sus disculpas. Tiempo después me enteré que él tuvo un accidente con una micro, que casi queda sin caminar, le pusieron una placa en la cabeza y entendí muchas cosas: nunca desee que le pasara algo, pero bueno, no sé si fue por karma o si Dios lo castigó, aunque no creo porque él no castiga así… pero bueno, con Raúl nos llevamos bien y tiene pequeña hermosa. El mismo año que me echaron y que ya no supe más de Nikol, mi abuelo falleció. Era días previos al Día del Padre. El último recuerdo que tengo de él vivo fue una hora antes que se desmayara y se agravara. Fue con su muleta a prepararme una leche, ya que yo estaba en cama porque estaba enferma y bueno, porque me habían echado ya de la Bau. Él se levantó ese día apenas y yo lo vi mal, con fuertes dolores en su pierna y con una cara débil. Fue a la cocina y me preparó una leche. Me la dio y después me dijo: “hija, me voy echar un rato”. Yo estaba mirando monitos en la cama y de repente giré a mirarlo, mientras tomaba mi leche (debo contar que yo aún tomaba en mamadera, pero es un secreto). Cuando se desmayó, fui corriendo a llamar a mi madre, que en esa época vivían adelante, en una pieza con Fredy y mis hermanas. Fueron a verlo y me sacaron de la pieza donde dormíamos todos. Lo último que supe que mi abuelo apenas reaccionaba y que se soltó por completo. Dos horas después, yo aún piyama vi como mi primo Everth y mi tío Eugenio lo sacaron en brazos para llevarlo a la Posta San Juan de Dios, donde falleció dos días después. 48

Recuerdo que el día en que me avisaron que había fallecido. Fue un día nublado, era invierno, llovía y yo estaba acostada en la cama de él, viendo tele. Ahí entró mi abuela llorando, me abrazó y empezó a llorar desconsoladamente. Sin saber cómo decirme bien. Me dijo: “murió tu tata”. Ese día me dolió como fierro ardiendo. Desde mi garganta quería llorar, quería gritar, pero solo miré a mi abuela lloraba desconsoladamente, la abracé y le dije: “tranquila mami, ya paso”. Ese día le prometí a mi abuelo que siempre cuidaría a mi abuela. Intento cada día cumplir esa promesa. Ese día supe que tenía que ser fuerte por ella y no solté ni una lagrima. Ese día me vestí de ropa negra porque debíamos ir a velarlo a la iglesia Gratitud Nacional en calle Cummings (nunca pensé que después estudiaría tan cerca de esa iglesia. Los años me han enseñado lugares que por casualidad después serán importantes). Fueron dos días fuertes, mi madre biológica lloraba y me abrazaba y yo la consolaba. Solo decía: “ya va a pasar mamá, tranquila”. Por alguna razón siempre término consolando a las personas, por no llorar el día que enterraron a mi tata, mis primos mayores y mis tíos me juzgaron, dijeron que yo no lo quería porque ni llore en su funeral.

Yo si te amo aun. Pero yo amaba a mi padre más de lo gente podía imaginar, creo que él sabía que lo amaba, él sabía que él siempre será mi papa.

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Nos queríamos a nuestra forma JAQUE, como él me crio como niña que tenía ser hombre a veces y defenderse siempre de los demás, pero seguía siendo una niña en su interior, a la que cuidaba y tapaba todas noches cuando se destapaba o tenía fiebre; aunque hiciera escandalo para pincharme el trasero y él se enojara; aunque veces era violento y le pegaba a la mesa, enseñándome matemáticas y todo lo que se podía decir de él, siempre nos cuidó, nunca dejo que nadie nos tocara un pelo.

Cuando madre me quiso quitar de ellos, porque me echaron del Bau, él sufrió junto a mi abuela y cuando me arranqué de mi madre, él fue cruel con su propia hija para que me dejara con ellos. No es que me sienta orgullosa por eso, pero sé que lo hizo porque me extrañaba y él sabía que yo estaba sufriendo lejos de ellos. Vivíamos en el mismo sitio, pero mi madre mantenía encerrada las piezas de ella. Yo sí lloré el día en que se fue, lloré en silencio, dentro del baño de la casa, el mismo día que enterramos a mi abuelo; el 50

mismo día que mi primo Mario gritaba llorando desconsoladamente en la cama de él y con mis primo Everth y mi abuela consolándolo… yo lloraba sola, en silencio, en el baño, sin que nadie me escuchara, guardándome dolor, sin que nadie me viera, como si no sintiera nada y sintiendo todo. Aun mi familia me juzga por no haber llorado en el velorio. Solo mi abuela sabe la razón por la que no lloré. Ella me conoce bien y sabe que mis dolores fuertes me los guardo para dentro. Muchos familiares piensan que soy una persona que nunca siente dolor. Solo pocas veces me han visto llorar.

No alcance a comprar morfina. Bueno, sigamos… después que murió mi abuelo mi vida dio un giro de 90 grados. Me cambié al colegio Gladys Valenzuela; me encerré dentro de mí, empecé a tener rechazo a las niñas, siempre lo he asociado por lo que pasó con Nikol, el dolor de perderla a ella y a mi abuelo a la vez, creo que fue una mala combinación. Conocí a uno de mis amigos-hombre, David Parrao. Al principio me lleve mal con su mamá, pero ahora ella, mujer, me apreció y la veo como una madrina, aunque no lo sea… para mí lo es ella quien se la jugó por mí en el nuevo colegio, me cuidó e hizo de apoderado cuando nadie quiso.

Cuando empezó a quedar mi vida peor. Murió mi abuelo y empezaron de nuevo las peleas con mi tío y mi madre. Ellos ya habían tenido discusiones, revelando una cosa que nunca sabré si es verdad o no. Mi abuelo antes de morir se enteró y creo que debe saber la verdad. 51

Mi madre tuvo que irse de casa de mi abuela y como estaba recién construida se fue a vivir mi tío y su familia, que era Bernarda, la mamá de mis primos Everth, Michelle y Eidan. Bueno el Eidan nació aquí. Con el tiempo empezó a normalizarse todo el dolor, seguía, pero más lento. Mi abuela siguió trabajando y yo permanecía encerrada en las piezas que había dejado mi mama, donde nos trasladamos con mi abuela porque la otra casa empezó a lloverse. En ese tiempo empecé a tener problemas con “los de al lado”, como le digo a la familia de mi tío, su mujer de esa época y con mis primos. La mujer de mi tío, la Bernarda, empezó meterse en mi vida porque pasaba viendo tele o porque no era ordenada, o no cocinaba yo misma o limpiaba la casa. Como estaba empezando a pasar por la adolescencia no era ordenada, no me gustaba lavar loza (bueno, aun no me gusta) y como nunca me gustó que las personas opinaran sobre mi vida, yo aunque era menor, la mandaba a la mierda. Eso trajo la consecuencia que ella me acusara a mi primo Everth y él me empujara a veces contra los muros o me pegara por haberle faltado el respeto a su mamá. A veces también me golpeaba porque peleaba con mi prima Michelle o porque yo no la dejaba entrar a mi pieza o yo le respondía con un golpe porque ella pegara. Una vecina que ya falleció y que me quería mucho (siempre me defendía) escucho una vez que Bernarda me empujó contra una tablas y caí golpeándome fuerte toda espalda. Eso fue porque le dije que ellos usaban la casa que debería ser de mi abuela. Mi vecina me defendió hasta cuando se cambió de casa, siempre recordare la señora Elena. El nieto mayor de ella es el mejor amigo de mi primo. Él recuerda que yo siempre iba

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a comprar o la llevaba a pagar solo por ayudarla, porque siempre la tenía sola. Bueno, seis meses después que murió mi abuelo, en diciembre, falleció mi tío Marcelo. Él era alcohólico y por quitarle la plata y por problemas de falda lo mataron con un fuerte golpe en la cabeza, causándole un derrame cerebral. De nuevo se reunió toda la “familia”. Se estaba convirtiendo en una tradición juntarse para los funerales. A mi tío lo velaron una semana antes de navidad con un Cristo quemado en una capilla que está cerca de mi casa. Tampoco lloré y también, como siempre, fui juzgada por “la familia de al lado”, por no llorar, pero ya en esa época me daba lo mismo sus opiniones. Después de la muerte de mi tío siguieron los maltratos. Mi tío me pegó una cachetada una vez porque estábamos discutiendo y con el tiempo se hacía costumbre que me amenazara que me pegaría. Después, hubo una mañana en que peleando, Bernarda me deseo muerte y después en la tarde de ese mismo día nos pusimos a discutir y se le subió presión. Cando le pasaba eso, según ella, se desmayaba. Lo sorprendente es que siempre le pasaba cuando le convenía (jajaja). Bueno, ella estaba el suelo y mi primo Everth salió a pegarme por haberle provocado el desmayo e intente arrancarme, pero Mario, mi otro primo, me atajó, me puso dando la espalda a Everth, lo que causé que éste me diera una patada en columna a la altura del sacro, lo que me dejó sin poder pararme una media hora. Fue uno de los golpes que más dolor me ha dejado y la impotencia porque era chica y ellos mayores. Mario, que yo veía como mi hermano, en vez de protegerme siempre se puso de lado de ellos y esa es una de las razones que empecé a desconfiar de los adultos- Un adulto debe cuidarte y ellos no lo hacían. 53

En esa época mi mama se desapareció casi por dos años de mi vida. Yo no sabía nada de ella. Según ella porque estaba trabajando, pero yo creo que se alejó porque rechacé irme a vivir con ella, aun cuando ella me intentó obligar y yo la deje echa mierda en la casa discutiendo con Fredy. Los maltratos siguieron y con el tiempo se unió el Mario. Un día, discutiendo, me tiró un cuchillo, el que yo esquivé y en otra ocasión casi me dio combo. Justo llegó mi mami y se fue haciéndose el tonto. Siempre lo consideré mi hermano, pero también recuerdo todo el daño que me causó, por eso siempre lo mantengo a raya, siempre.

Me muero en vida a veces. Hasta que un día mi abuela los paro. Fue el día en que Mario y Everth me arrastraron de espalda. No sé si se dieron cuenta o no que mi camisa se me subió y en mi espalda quedó toda rasgullada. Ese día mi abuela llegó y me vio llorando. Me preguntó qué pasó, le mostré los moretones, mi espalda con rasgullos y ella lloro de impotencia. Yo evitaba decirle que me pegaban porque ella estaba de luto aun por mi tata y su hijo, pero ese día fue inevitable. Ese día mi abuela llorando llamó a mi tío Eugenio. Salieron a la calle y les dejó las cosas claras: Si seguía el maltrato contra mí, debían irse, él y su familia, que primero estaba yo ante todo. Creo que desde ese día mi tío empezó a tomarme un poco envidia. Él pensaba nunca pensó que mi mamá me podría primero a mí. Yo en esa época ya no quería vivir, deseaba morirme. A veces pensaba en matarme, pensaba cortarme los brazos o tomar 54

cloro o lo que fuera, solo quería desaparecer; solo dormía y no quería que nadie me molestara en mi pieza. A veces cerraba todas las ventanas, en pleno verano. Prefería morirme de calor a que alguien me fuera molestar. (Dicen que las personas de mala memoria viven mejor porque olvidan. Lamentablemente no es mi caso y tengo excelente memoria). Cuando ya tenía catorce, como mi abuela pasaba trabajando, yo salía a pasear toda la tarde por las calles, no quería llegar a mi casa porque sabía que estaban mis primos y Bernarda. Empecé a fumar, tomar, hacer estupideces adolescentes y pololear con diferentes niños. Eran relaciones muy lindas. Lo pasaba bien y olvidaba, todo los chicos con que andaba eran muy lindos, pero nunca me sentía totalmente bien con ellos, en ningún ámbito sentimental ni sexual, eso me frustraba a veces; seguía evitando a las amigas-mujeres, lo que eso causaba que en el colegio siempre peleaba con niñas, porque me trataban de puta por tener puros amigos hombres. Era la típica chica usaba ropa deportiva, pelo largo, con amigos hombres y que usaba gorro; que tenía conductas toscas, pero por alguna razón le gustaba a los chicos y como evitaba pololear seguido, eso les gustaba, porque era difícil.

Casi me muero no alcance (jajaja). Estuve así hasta los quince años. En el 2009 me enfermé y caí grave al hospital Félix Bulnes. Me había contagiado de una bacteria en el aire y me estaba comiendo el pulmón rápidamente. Esa vez estuve con 40 de fiebre… vi a mi prima, a mi tío y mi tata. Mi prima me dijo que cuidara a su madre. Mi tío que cuidara a mi abuela 55

Mi tata que cuidara a mi abuela y que mi tío entregara la casa. Nadie me creyó, nadie me cree aun, pero tampoco busco que me crean, yo sé lo que soñé ese día y me quedo en paz. Estuve una semana en el hospital con antibióticos fuertes y me dieron de alta porque molestaba todos días al médico preguntando cuando me darían de alta. Mi abuela decidió dejar trabajo para dedicarse más a cuidarme. Las cosas empezaron a mejorar. Cuando volví al colegio, empecé a hacer más deporte, porque hicieron un equipo básquet y conocí a una de mis mejores amigas: la Neko se llama Paula, pero le decimos Neko, que significa gato en japonés. Es otaku. Ese año me hice capitana de equipo básquet y empecé a tocar guitarra. Un profe hizo un grupo de folclore y también conocí a uno de amores de mi vida. Empecé a practicar Taekwoon ese año y el 2010 fui una persona muy activa y empecé a conocer a mejores amistades. Volví a ver un compañero de Bau, José e hicimos amigos; conocí al Héctor y Joaquín y otras personas más. Retomé mi amistad con las mujeres, el profe de Taekwondo fue un padre para mí, siempre estricto, pero muy cariñoso con sus alumnos, uno de los mejores hombres que he conocido en mi vida. Me seguí juntado con mis otros amigos, pero ya no andaba tanto con ellos, porque igual era complicado. Eran los típicos amigos buenos pa’ drogas o andar de pandillas y yo me estaba embarcando en el deporte. El 2010 iba a salir de octavo básico, como todos habían dicho, mis primos y Bernarda, que saldría embarazada o que iba no iba a terminar, pues salí de octavo. En esa época nos enteramos (mi abuela y yo), que mi mama tenia insuficiencia 56

renal (crónica terminal) y tendría que dializarse día por medio; que los antinflamatorios y alza de presión le había matado los riñones. Ese año los profes me ayudaron a pasar, porque empecé a faltar para ayudar a mi madre con el hospital, ya que no podía andar sola, porque se desmayaba. Mandé una carta por asistencia y pasé ese año con 5.9. A pesar de todas las faltas y los problemas de mi madre. Mi primo Everth una vez me dijo: “Si yo fuera tu no me importaría mi mama, si me dejó abandonado”. Yo lo miré y le contesté que ella pudo abortarme, nadie lo sabría, era una mujer joven con todo un futuro y aun así me tuvo; empezó a trabajar y quizás no estuvo cuando la necesite, pero es mi madre igual y con mis hermanas es una excelente madre. Ha estado siempre con ellas y yo nunca le voy a reprochar eso. Yo tuve a mi mami (mi abuela). Pasaron los años, seguía peleando con él y Bernarda; siempre teníamos encontrones y como con años había aprendido a sacar mi lado más crudo, con las palabras siempre le hacía doler. Por eso tiempo después evitaba decirme algo y con mi abuela en casa las peleas con golpes bajaron. Con Mario tuvimos una vez una pelea donde me harté y le conecté un combo directo en la cara y casi terminamos peleando, pero llegó la mama de él y nos paró.

Cambie por las buenas o las malas. Yo había crecido y ahora respondía los empujones y los golpes. Aparte estaba practicando artes marciales, lo que hacía que estuviera más tonificada y controlada. La última pelea donde me agarré a combos fue para mí bautizo. La Bernarda empezó a molestarme por la loza, justo cuando 57

Neko estaba casa y yo la mandé a la mierda, lo que a ella me saco en cara la fruta que había dado. Lo que yo le contesté muy educadamente que se metiera la fruta en raja, lo que llevo a que ésta me pegara una patada por detrás y yo explotara dándole un combo en el estómago. Se metió Neko y mi abuela afirmándome. Everth se me iba a tira a pegarme, pero mi abuela no dejó. Eso hiso que mi abuela no fuera a mi bautizo. Mi bautizo en semana santa fue un llanterío de impotencia. En la iglesia nadie entendía, todos pensaban que estaba emocionada, hasta el cura, exceptuando a mi amiga Neko ignoraba lo pasado y yo extrañando a mi abuelo como nunca ese día. Recuerdo que una señora me dijo que se había emocionada en la por verme emocionada al recibir los sacramentos. Sonreí como pude y me fui. Nunca supo la realidad aunque me gustó recibir los sacramentos ese día, fue doloroso. Ese día la Bernarda dejó de ocupar el nombre de tía en mi mente. Empezó a ser la ex mujer de mi tío o la mamá de mis primos. Nuestra relación nunca fue buena pero yo igual le tenía un cariño. Pero ese día murió todo.

Asumí que era oveja arcoíris Jaque Bueno ahora les diré como auto descubrir… resumiendo un poco la historia El 16 abril mi amiga Neko me presentó a dos amigas de ellas: Leticia y Jenifer. Nunca pensé que esas dos chicas serían tan importantes en mi vida años después. Lo primero que pensé de Leticia es que era chica muy cerrada y con ojos muy tristes. Lo primero que le dije fue: “Hola flaca”. Ella aún lo recuerda y se ríe. Y abrasé de los hombros. 58

Con Jennifer me costó más. Nos caímos mal, pensé que tenía cara perro y ella me consideraba una persona irresponsable e impuntual. Sigo siendo impuntual pero ahora Jeni es como mi hermana y por ella daría todo, junto con Dánae, su hija, que es mi aijada. Empecé a pasar tiempo con ellas y bueno por diferente razón nuestro grupo se separó: Jose y Vera, Neko, Dani… Jose se fue fuera de Santiago y el Vera y Neko empezaron una relación y yo no quería estar al medio de eso, porque su relación me estresaba. Aparte el Vera se hiría a estudiar fuera de Santiago. Aparte con Paula tuvimos una diferencia y ella no acepta que lo que hizo estuvo mal y como no me puse del lado de ella, me considera una traidora. Las cosas ya las aclaramos, pero nunca volvió a ser lo mismo. Yo no tengo problema con ella, pero ella nunca cambiara su forma de ser y no entiende que las persona no son de nadie, son libres.

Le adoro y siempre estaré para ella o para Jose o Vera. Volvamos a la historia. Yo empecé a salir con Leticia y ya saqué mi identidad de verdad. Me volvió a atraer una mujer de la cual me enamoré como idiota, aunque nunca pudimos estar juntas, siempre la querré muchísimo. 59

Después de ella confirmé que lo que me faltaba en mi vida eran las mujeres. Con un hombre podía pasármela genial, pero siempre me faltaba algo y con una mujer me sentí completa. El 2013 salí del closet por obligación. La mamá de mi pareja en ese entonces se enteró. Me fue a hacer un escándalo en la casa, por eso decidí decir la verdad, como siempre. Con una madre homofóbica costó, casi me sacan mierda, pero mis hermanas y Fredy le dijeron que podía ser así, porque yo siempre estuve ahí. Bueno, yo le dije: “No importa lo que yo sea, siempre te voy cuidar porque erí mi mama”. Y ella con el tiempo fue aceptando. A mi mami (abuela) también fue un golpe fuerte y aun le cuesta aceptarlo, pero ella me ama, así que fue la primera que me dijo: “No importa lo seas yo siempre te voy querer”. Perdí amigos por mi orientación sexual, amigos que pensé que nunca los perdería y gané otros que aceptaron sin más. Tuve amores hermosos y dolorosos. Creo que el peor dolor después de la muerte de un familiar o ser querido. Sería el amor. Marcaron a su forma pero hicieron: -Nicolás no te amé pero fuiste mi primer beso y me diste ilusión de niña pequeña.

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-Nicol fuiste la primera mujer en mi vida que me enseño este sentimiento que me complementa: amar a una mujer. No sé si te amé, pero te recuerdo mucho cariño. -Leticia, alias Doris, si, como el pescadito de la peli “Buscando a Nemo”, porque no te busqué, pero llegaste hacerme sentir viva de nuevo. -Daniela te ganaste un puesto porque ambas salimos del closet ese 09 de diciembre de 2013. -Gabriela tus defectos primero: nunca te voy olvidar porque me marcaste fuerte tú y tu familia. -Camila te ganaste un lugar, tienes el nombre de mi hermana menor y fuiste una excepción en muchas cosas, eres mi karma, tienes todo lo que odio de una mujer: celosa y me estresas, pero con un corazón que es un tesoro tan misterioso como el fondo mar, mi enojona favorita. Hay muchas cosas malas que deseo olvidar más de una página de este relato, pero es una bendición y una cruz tener memoria como la mía. Bueno, cambiando tema, siempre he pensado que las personas son como libros con algo único y al conocerlo podemos leer sus páginas poco a poco. Todos tenemos unos libros favoritos, pero yo no espero ser favorito de nadie, solo quiero que recuerden que aunque puedo ser alguien horrible, intenté siempre darle mi mejor versión y la más real. Bueno, muchas gracias por leerme.

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“Un trocito de mi vida” Carlos Rivera Empezaré contando un pequeño trocito de mi vida, un personaje llamado Bíper, actualmente tiene 20 años. Para comenzar daré una vuelta al pasado. Este era un chico tranquilo, que no le gustaba molestar a nadie, pero tenía unos compañeros que le gustaban hacerle bulling en todo sentido: golpeándolo hasta llegar al punto de mearle la mochila para poder sacarle dinero. Un día Bíper se aburrió de ésta situación y decidió enfrentarlos con unos compañeros que estaban cansados de sufrir maltratos. Estaban en la sala y el compañero molestoso decidió golpear a un compañero; Bíper le tiró una silla por la cabeza y desgraciadamente le llegó causándole un pequeño corte. Luego de eso a Bíper lo dejaron solo por el miedo de la venganza del otro tipo. En ese momento de sentía con mucho terror, hasta que lo encontraron en la salida y entre tres matones le pegaron. Llegó con el ojo morado y preocupando a su familia decidieron cambiarlo de liceo y para Bíper le cambio la vida. Conoció nuevas amistades, le gustaba ir al liceo, pasarla bien, jugar, divertirse, también estudiar, aunque le iba un poco mejor, pero le gustaba el ambiente. Hasta que llegó el momento que conoció el amor por primera vez. En ese momento para Bíper cambió todo, nunca había sentido cosas así por una niña, pero llegó un momento que todo empeoró, no podía ser todo perfecto. Bíper era regalón de su abuela y ella muere a los días de que todo está bien en su vida. El mundo se vino abajo, la 62

pena era máxima, una persona que te cogía, te daba todo por ti, te daba en los gustos; con ella no tenías miedo. Se derrumbó, yo sé que es un ángel, que me cuida de lo más profundo de su corazón y desde el cielo y Bíper decidió dejar muchas cosas, conoció el alcohol, el cigarro y le gustaba divertirse ir a fiestas… se descontroló. Le encantaba cosas de esas que a la niña no le gustaba y tomar una decisión si era dejar o seguir con el camino con ella, pero me di cuenta que era muy pequeño, apenas tenía 16 años y decidí disfrutar la vida y hasta el día de hoy no me arrepiento gracias a esas experiencias he podido salir adelante, sabiendo a lo que me enfrento Bíper se sentía tan frustrado por haber tomado algunas malas decisiones: estar embriagado hasta las 5 de la mañana, despertar en una cama con una mujer que no conoce o también despertar vomitado de la intoxicación del copete, pero después de eso llega el momento que tienes que frenar y seguir en lo tuyo, cambiar tu estilo de vida y así es como surgen nuevas cosas, llega el amor lo conoces realmente, sientes que estas acompañado después de tanta mierda vivida en tu vida y puedes decir que todo puede terminar bien. Actualmente Bíper estudia y trabaja, así que se le hace bastante difícil, pero aun así puede salir adelante. Está felizmente en una relación, pero uno no sabe hasta en que momento puede seguir las cosas buenas. Él solo disfruta cada momento de su vida y trata de ser el mismo con todas las personas que lo rodean. Un pequeño paréntesis de vida te puede hacer cambiar por muchas cosas, solo es bueno tomar las decisiones correctas.

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“No solo en el nacimiento se abren los ojos”. Daniel Riquelme

Bueno éste era yo, Daniel Alejandro Riquelme Gaete, un niño de Santiago, mamón (lo sigo siendo); con una infancia quizás un poco difícil pero hermosa. No sabía lo que era el mundo, no sabía lo que era la calle, no sabía lo que era no tener (para comer, plata, etc.), pero bueno es difícil empezar a contar una historia que todavía no tiene fin y que el comienzo no es el 14 de diciembre de 1996… ésta historia empieza cuando nace el nuevo Daniel en el año 2012. Allí empecé a salir, a conocer la calle, el deporte, la diferencia entre los amigos y conocidos, el arte y los vicios; vividos en Paine, junto a mi madre, Jenny Alejandra Gaete Tobar y mi hermanita Paola Catalina Riquelme Gaete. Bueno, empecemos desde el principio: desde el 2008, cuando tenía 11 años. Ahí llegamos a vivir a Paine, donde nos faltó quizás lo más básico para una casa (cama, muebles, cocina), pero aun así estábamos felices por tener una casita propia. En ella también llegan los nuevos colegios, ese año entré al “Colegio Moderno de Paine” donde sufrí demasiado bullying por parte de mis compañeros. Por ser chico y gordo (ya que medía 64

1,55mts y pesaba 101 kilos), gracias a esto, el bullying fue constante desde 6° básico hasta el 2° medio. El año 2010 tuve un accidente muy grave, ya que me caí a un hoyo de cinco metros, quedando parapléjico durante cinco o seis meses. Afortunadamente el 2011 volví a sentir mis piernas, pero tuve que aprender a caminar ya que perdí toda masa muscular en ambas extremidades. Desde el día que empecé a sentir mis piernas nuevamente y la rehabilitación fue casi un éxito. Este lo llamo mi segundo nacimiento, en el 2012, porque conocí muchas cosas. Conocí más de lo que lo que había vivido en mis 15 años. A los 15/16 años empecé a adelgazar haciendo deporte (basquetbol) y es aquí donde me empecé a conocer realmente…. Mejor dividamos mi historia por capítulos:

Conocidos y vicios

Hay una gran diferencia entre amigos y conocidos. Uno no ve la diferencia hasta darse cuenta quienes siempre estarán ahí en las buenas y las malas. Yo me di cuenta quizás a temprana edad gracias al accidente 65

que tuve; muy pocos “amigos” me fueron a visitar, muy pocos sabían lo que me había pasado. Cuando ya me decidí a adelgazar seguí el camino de deporte (basquetbol y kick boxing) conociendo mucha gente que se hicieron parte de mi diario vivir. Mis compañeros de equipo, que estaban en el rango entre los 18 y 25 años, me metieron en el vicio del trago, ya que normalmente ganábamos los partidos y salíamos a celebrar (normalmente era yo quien compraba casi todo el trago, ya que trabajaba de garzón y tenía dinero). Desgraciadamente me quedé pegado en el copete, siendo pan de cada día. Salía del colegio para ir a tomar a la plaza sin medir los problemas que le traería a mi madre y a mí. Por esto perdí toda confianza que tenía con ella, ya no eran los mismos tratos y veía a mi madre llorar todo el rato porque llegaba tarde. Perdí casi toda responsabilidad por tomar, a veces prefería eso que ir a estudiar. Hasta que me di cuenta de todo el error que estaba cometiendo; me di cuenta que no fue fácil, así tuve que soportar retos de amigos, de mi padrastro (que le llamo papá), mi polola y lo peor de todo: ver a mi madre llorando pensando en el suicidio por no saber qué hacer…

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Arte y calle Una de las mejores cosas que más me ha pasado en la vida ha sido hacer malabares, ya que gracias a esto conocí a mucha gente, de distintos países, religiones, pensamientos, culturas, etc. También conocí mejor lo que era la calle y su gente. El arte sacó toda mi personalidad; de ser una persona tímida pasé a una persona totalmente diferente que no tiene vergüenza de casi nada, gracias al arte descubrí muchas facetas de mi personalidad y actitudes motrices que nunca pensé tener. La calle es algo difícil de entender pero no imposible, conocer gente que solo piensa en salir y no hacer nada por su vida, pero la calle es algo más que un lugar de vacilar o quizás vivir: la calle te enseña a respetar y conocer tu ambiente. El arte y la calle ha sido la mejor mezcla de mi vida, y le agradezco y le agradeceré siempre, por lo que ésta me ha enseñado…

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Familia y amigos De puro escribir sobre la gente más importante de mi vida me emociono, ya que mi familia siempre ha estado conmigo; son la mejor familia, no hay grandes peleas, somos todos unidos, si le pasa algo a alguien y nos pasa a todos. Con mi hermana somos los menores de los nietos y sobrinos, somos los más regalones, aunque soy la oveja negra (por fumar marihuana, salir, tener un pensamiento distinto a la mayoría). Cuando tuve el accidente el año 2010 yo creo que sin el apoyo de ellos yo no hubiera podido volver a caminar, me hubiera echado a morir. Mis amigos, no muy lejanos de mi familia, me ayudaron a nunca perder la fuerza y las ganas de vivir… Bueno ésta es mi historia, este soy yo, el joven con mentalidad de viejo y actitudes de niño, que no le importa el qué dirán; que no le importa perder todo por ayudar a quien ama; que nació en el 1996 pero abrió los ojos el 2012 y nunca los cerrará… cada capítulo está puesto con puntos suspensivos porque todavía vivo y siempre va a ver algo que añadir a mi vida……. bless

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“Mi pequeña vida”. Karin Antiqueo.

Les contaré un poco de mi historia de vida. Bueno, no comenzaré desde mi infancia, porque no me acuerdo mucho, así que lo haré desde mis 13 años. Ese periodo de mi vida fue uno de los mejores por lo que me acuerdo: estuve con mi familia completa, unida y con mis amigos, que en ese momento creía que eran mis verdaderos amigos. Me sentía bien, feliz, como nunca lo había sido. Hasta que me acuerdo que cumplí 14 años. Ahí fue cuando supe que mi padre estaba enfermo. No sabía realmente lo que le pasaba. Bajé mi rendimiento escolar y además emocional con ésta noticia. Yo creía que iba a ser algo pasajero, pero no, a mi padre le quedaban solo 6 meses de vida porque le habían diagnosticado cirrosis o más bien daño hepático crónico. Eso no tenía vuelta atrás. Para mí fue como si me hubiesen matado en vida, no podía creer que mi padre se iba a morir, siendo que yo tenía 14 años. Eso cambió mi vida, mi padre volvía a ser un niño y con mi madre lo teníamos que mudar, bañar, darle de comer, etc. Debíamos realizar todas las cosas que se le hacen a un niño.

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Además, en ese tiempo, mi abuela también se encontraba enferma. Estaba en un hogar de ancianos, ya que no la podíamos cuidar a ella también. Yo me sentía sin ánimos de nada. No comía, no dormía bien. Por decir, que estaba con depresión pero ni mi familia ni yo nos dábamos cuenta, porque yo siempre andaba con una sonrisa para demostrar que no me afectaban las cosas, pero no era así. Al pasar los meses, mi padre fue empeorando mucho más, hasta que un día, cuando volvía de trabajar, ocurrió lo que nunca quería que pasara. Llegué a mi casa con mi mamá y le tocaban los remedios a mi padre. Se los fui a dar y ahí estaba durmiendo. Lo desperté y no contestaba, lo moví y nada. Estuve con él un momento antes de llamar a mi mamá para decirle que mi padre había fallecido. Esto ocurrió unos días antes de la navidad. Mi familia y yo estábamos preparados para el día que llegara a pasar eso. En el día del funeral parecía que yo no tenía sentimientos, todos lloraban y yo nada. Solo decía que él ahora estaba en un mejor lugar. Después de eso vinieron las fiestas, la navidad y el año nuevo. Como familia no celebramos nada, nos invitaban a salir, pero no queríamos, sobre todo yo.

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Al pasar los años mi vida comenzó a cambiar. Me di cuenta que mi padre estaba en un lugar mejor. En el colegio comencé a “distraerme”, a subir mis notas; a pensar mejor las cosas; a que todo lo que iba a hacer era para mi futuro. Y era para bien. Ya en primero medio decidí estudiar Técnico en Enfermería nivel medio. Al principio no estaba muy segura, pero al pasar el tiempo me fue gustando cada vez más, sobre todo ya que me servía para ayudar a mi madre y a mi padre. En cuarto medio me puse un poco rebelde. Hacia la cimarra con mis compañeros o no entraba a clases. Fueron dos o tres veces. Yo creo que fue como todo adolecente. Cuando salía temprano, no avisaba a mi madre y me iba a una plaza al frente del colegio, donde fumábamos con mis compañeros. En ese año (2014) fue la primera vez que probé la marihuana, ya que el cigarro lo consumía desde los catorce años. La marihuana la probé y la verdad sí me gustó. La sensación que te hace sentir, pero igual te deja mal si es la primera vez que fumas. Habré fumado dos o tres veces más, luego no quise seguir porque me di cuenta a lo que te puede llevar si consumes por mucho tiempo. Además en cuarto ya me sentía “grande”. No faltaba nada para salir al mundo laboral a ejercer lo que tanto me gustaba, que era el área de la salud. En noviembre del 2014 salí del colegio. Igual sentía muchas emociones en ese entonces: alegría, tristeza, etc. Estaba terminando una etapa en mi vida, llena de cosas, 71

sobre todo que conocí a muchas personas. Nunca repetí ningún curso. En ese momento tenía 17 años. Ese año además me encontraba trabajando en un local de comida rápida. Estudiaba en la semana y trabaja el fin de semana. Así estuve como seis meses. Y bueno, además me regalaron lo que más quiero aparte de mi familia que es como mi hijo: mi perro hermoso un poodle maltes y lo quise llamar león. En diciembre fue mi mes de “descanso”, ya que en la semana estaba con mi familia. Salía, realizaba ejercicios, sobre todo andaba en bicicleta. Y además de aprovechar de pensar que iba a hacer el otro año con mi vida. El 13 de diciembre fue mi titulación. Estaba un poquito triste ya que no iba a estar una persona presente para ver ese logro que había realizado, pero sí estaba toda mi familia: mi madre y mis hermanos, que igual siguen siendo mi vida. Al terminar la titulación nos sacamos fotos con mis compañeros, con mi mejor amiga y su familia. Mi hermano se emocionó cuando me decía que estaba orgulloso de mí, sobre todo por los problemas que pasamos. Luego nos fuimos a casa a descansar. No celebramos de inmediato, sino que al otro día, que era fin de semana, lo hicimos con toda mi familia, tíos y primos. El 15 de diciembre, es ese mismo año, yo me fui a trabajar como un día normal. Iba feliz con muchas ganas de trabajar, como nunca. En un momento en la tarde me comencé a sentir un poco más bajoneada. Ya a las 21:00 horas me tenía que ir a mi casa. Cuando iba en la micro mi hermana me llamó para preguntarme donde estaba. 72

Eso no hacía mucho que habíamos hablado por WhatsApp. Al momento de llegar a mi casa mi hermana me encuentra en la puerta, me abraza y me dice que mi abuela Pilar había fallecido. Mi mundo de nuevo se vino abajo, en cosa de segundos. No lo podía creer. Como era posible si ella, a pesar de su enfermedad, estaba bien. Al llegar la época de navidad cada vez me sentía más sola, a pesar que tenía a mi madre conmigo. Ese año solo cenamos mi madre, mi hermana y yo, porque mi hermano nunca llegó. Yo cene y me fui a dormir, no quería nada con nadie.

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Al otro año (2015) comenzó mi práctica profesional. Yo quería una clínica de estética, pero no se pudo. Me mandaron a una congregación de monjas en la comuna de El Bosque. Con las compañeras que me tocó eran justo mis amigas, así que se nos iba a hacer cortita la semana y la práctica. El primer día nos mostraron el lugar, nos presentaron a las personas que trabajaban. Nos dijeron que habían turnos: mañana y tarde y de noche, pero nosotras ese turno no lo teníamos que hacer. El turno de la mañana era de las 7:00 a las 14:00 y el de la tarde de las 14:00 hasta las 21:00 horas. Era un 73

ambiente muy tranquilo, las monjitas también eran un amor de personas y bueno, a ellas las teníamos que bañar, vestir y realizarle aseo o darles sus medicamentos. También darle la comida a quienes no podían. Así teníamos que estar como dos meses. En esa práctica aprendí bastante y lo más importante fue trabajar en equipo, ayudar a las personas que lo necesitaban. Además me di cuenta lo que realmente me gustaba hacer, que era ayudar a las personas que más lo necesitaban, a pesar de las cosas que hayan hecho. Luego que pasaron esos dos meses, tuve que comenzar a preparar mi examen final para poder titularme, se trataba de escoger a una paciente y averiguar porque se encontraba ahí, su enfermedad, sus medicamentos, entre otras cosas. Llegó el día donde tenía que presentar mi examen, me encontraba muy nerviosa, la noche anterior no había dormido casi nada pensando en cómo lo haría, en cómo me saldría todo. Mis compañeras presentaron primero, yo fui la última en entrar. Estaba la enfermera a cargo, la directora del recinto, mi profesor jefe y una Tens. Dije todo, no se me olvido nada en el momento, como siempre antes me ocurría, me sentía muy preparada. Terminé y nos dijeron que esperáramos un rato para que sacaran las notas y además de escribir las observaciones de cada una. Pasaron alrededor de veinte minutos aproximadamente y nos avisaron que todas habíamos pasado el examen. Cuando dijeron eso fue como una tranquilidad en mí y sobre todo me sentía contenta 74

porque había terminado una gran etapa en mi vida que era mi primer título que le iba a dar a mi familia,

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La primera semana de marzo comencé a ir al instituto DUOC. No tuve vacaciones, así que iba un poco cansada ya que igual seguía trabajando. Postulé a becas y salí beneficiada. Los primeros días me sentí rara ya que no conocía a nadie y comenzaba a ver otras materias, me tenía que presentar en todas las clases como todos mis compañeros, y el sistema de enseñanza no era el mismo que el del colegio. Al pasar las semanas comencé a hablar con mis compañeros, los que tenían mi misma edad. Me hice de una amiga en muy poquito tiempo, en los ratos libre, o más bien dicho en las ventanas, me iba a su casa para comer algo ya que vivía relativamente cerca, y después nos íbamos de nuevo a clases. Así estuvimos por un par de semanas. Después nos juntamos con otros compañeros y terminamos siendo diez en un grupo, íbamos para todos lados juntos clases y talleres. Eso fue lo del primer semestre, tuvimos vacaciones de invierno que aproveché de descansar ya que a mediados de mayo renuncié a mi trabajo porque era mucha la exigencia que iba a tener en ésta etapa de mis estudios. Ya en el segundo semestre, era lo mismo en las mañanas talleres y después clases pero ahora con la diferencia que 75

iba a tener mi primera practica como alumna de técnico superior, esperaba con ansias que mandaran la lista de practica y que saliera mi nombre hasta que llegó una lista: me había tocado en una clínica para personas que estaban con cuidados paliativos. En el servicio se tenía que estar a las ocho de las mañana y por tres semanas, se tenía que realizar aseo y confort, toma de signos vitales, etc. , como las cosas básicas de lo que es el área de salud. Terminé con una buena nota y una nueva gran experiencia que es cuidar a la gente que lo necesita. Luego comenzaron a los exámenes finales del semestre, pero esta vez no solo eran escritos, sino que además prácticos, teníamos solo cinco minutos para realizar la prueba. Uno se sentía nervioso porque era muy poco tiempo, pero gracias a Dios me fue bien en las primeras pruebas. En ese entonces yo estaba trabajando como garzona con mi hermana, que es la coordinadora de los eventos y me llevaba a trabajar, así podíamos ayudar a mi familia. Terminé bien ese año en mis estudios, aprobé todos mis ramos. Llegó el tiempo de las fiestas, otro aniversario de la muerte de mis angelitos: mi abuela y mi padre, pero ya tenía aceptado que ellos estaban en un mejor lugar y decidí celebrar ese año la navidad con mi familia, le compré regalos a mi mama, mi hermana y hermano. Pero lo mejor fue que los cuatro cenamos juntos. A mí me regalaron un notebook para que pudiera estudiar mejor y así no me avanzara más mi miopía ya que estudiaba pero por el celular y era muy chica la pantalla. Luego llegó el año nuevo, cenamos nos dimos los abrazos y después nos 76

fuimos a donde mis otros familiares a seguir celebrando hasta tarde.

*** Este año comenzó bien, con nuevas metas, con nuevos sueños, y con nuevos amigos. En enero bajó la temporada de eventos así que descansé no trabajé mucho, me fui de vacaciones con mi familia a El tabo, por dos semanas, aunque no fueron muy gratas ya que antes de irnos me tuvieron que sacar las muelas del juicio. Por lo menos fueron solo dos y no las cuatro pero eso no dejaron que la pasáramos bien. En marzo, se volvió a la rutina, que eran los estudios, comencé a buscar de nuevo trabajo, esta vez en Fantasilandia. No fue una buena experiencia ya que no cumplieron con el contrato, con el sistema de pago: estuve tres meses trabajando hasta que renuncié. En este semestre se venían dos nuevas prácticas, que eran maternidad y médico quirúrgico, entre otras materias nuevas. Ya en junio comencé a trabajar de nuevo, el cual es mi trabajo actual como asesora de compra en Ripley. Era lo que necesitaba ya que es un trabajo tranquilo y no muy cansador, así no me estresaba tanto con los estudios y las prácticas. Ya es mi último semestre para terminar, ha sido más tranquilo sin ningún inconveniente, Siempre mirando las cosas con su lado positivo y agradecida de todas las cosas que he realizado hasta el momento. Me queda muy 77

poco para terminar este año y he aprendido bastante para seguir adelante en mis metas. Para terminar no hablé de mi historia de amor porque no fueron muy lindos recuerdos, pero si me enseñaron bastante, como dicen de los errores se aprende y harto que aprendí. Me faltó hablar de lo más importante, por el cual estoy muy agradecida, ya que es por el cual estoy estudiando, los que me han dado la oportunidad de seguir creciendo aparte de mi familia, una fundación la cual te hace sentir como alguien importante, la cual se preocupa por ti, no solo por las notas, sino que también se preocupa de ti, de cómo estas. Personas como las que integran ésta fundación hacen falta en esta sociedad, porque a pesar de que ellos estén pasando por algún problema no lo demuestran y te suben el ánimo.

"Cuando dices que es difícil, significa que no eres lo suficientemente fuerte como para luchar por ello."

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“La historia de mi vida”. José Pinilla

La historia de mi vida Soy el menor de los cinco hijos, tengo cuatro hermanas: Paulina, María Alejandra, Carola, Elena, y yo, José Arturo. Mi mamá se casó a los 19 años y fruto de ese matrimonio nació mi primera hermana Paulina. Luego se divorció y al tiempo después conoció otro hombre con el cual estuvo más o menos diez o quince. Con él tuvo a mis otras hermanas María Alejandra y Carola. Luego de un tiempo, y por problemas con el alcohol por parte del hombre, mi mamá decidió separarse. Después de mucho de estar sola conoció al hombre con él que está el día de hoy. Con él cual nos tuvo a mi hermana Elena y a mí. Desde pequeño tuve una buena situación económica, nunca nos faltó comida, una buena casa, ropa, un techo en el cual vivir; siempre hemos sido una familia grande, en donde vivía cuando chico, no era una gran casa, pero aun así vivía con tres de mis cuatro hermanas, mi papá, mamá y dos cuñados. Dos de las tres eran ya mayores de edad, pero estaban recién saliendo de la educación media por lo que estaban recién trabajando para poder solventarse sus gastos y poder independizarse. Por parte de mi papá era una persona 79

alcohólica a mas no poder; bebía viernes, sábado y domingo, y a veces en la semana. Pero nunca fue una persona agresiva ni una persona que gaste mucho en alcohol, por el contrario, él trabajaba y trabaja hasta el día de hoy en la locomoción pública (micros). Antes, en las micros antiguas (amarillas), se manejaba dinero todo el dia y todos los días, por lo que nunca andaba con los bolsillos vacíos y nos compartía de su dinero a todos; nos compraba juguetes a los más chicos, ropa a los más grandes, mucha comida y cosas por el estilo. Luego llego el Transantiago y las cosas cambiaron para él y para su bolsillo, ya no tenía plata diaria, si no que tenía que esperar un sueldo a fin de mes, el cual a principio era muy bajo, pero tuvimos que adaptarnos a lo que teníamos. Mis hermanas quisieron independizarse de nosotros y decidieron irse junto a sus parejas, tuvieron diferentes oportunidades; a Alejandra le apareció la oportunidad de cuidar un terreno muy grande junto con una casa amoblada completamente y sin pagar nada, ella obviamente lo aceptó sin pensar; por el otro lado Carola tuvo que arrendar una casa con su pareja para poder salir de donde estaba. Al final nos quedamos mi mamá, papá. Elena y yo. Mis padres decidieron buscar suerte y nos cambiamos de casa a la comuna de Lo Prado. Era una casa muy grande con cuatro habitaciones dos baños y un patio gigante. Lo genial era que en el barrio que nos cambiamos fue donde mi madre nació y creció, todos la conocían y mi abuelo tenía su casa al frente de la nuestra. 80

Era una casa gigante de tres pisos, un piso exclusivo para habitaciones, si mal no recuerdo habían siete habitaciones en ese piso, en la cual en dos cabían dos camas de dos plazas y una de plaza y media, baño con jacuzzi, un patio gigante y un tercer piso abandonado en el cual era preciso para poder subir a distraerse y jugar un rato, poder correr sin preocupaciones, mirar por las ventanas que se veía toda la cuadra e incluso más. La casa a la que nosotros nos cambiamos era un poco más pequeña (jajaja), solo un poco, pero era humilde y de esfuerzo. Por primera vez tenía una habitación propia, en la cual pude empezar a desarrollar mis ideas más personalmente, sin tener que estar rodeado de toda mi familia. A mi mamá se le ocurrió poner un negocio de barrio, ya que no había y teníamos que ir a comprar al supermercado, que aparte de estar muy lejos, era muy caro. Por eso, todos los que allí vivían se lo agradecieron. Luego de unos meses mi hermana volvió a la casa, al parecer le costó mantener una vida aparte, tanto monetariamente y emocional. Obvio, mi mamá la aceptó sin ningún problema: su pareja trabajaba, aunque no ganaba el suficiente dinero para aportar a la casa y como dije anteriormente gracias a la llegada del Transantiago el bolsillo de mi papá se apretó mucho; ya no teníamos esas comodidades que tuvimos desde pequeño, cada pan le costaba ganárselo, cada peso significaba que no estaría en casa por estar trabajando. Pasó un tiempo y tuvimos que dejar la casa en la que estábamos, porque no alcanzaba el dinero para mantener a toda la familia, así que mi abuelo nos dio la opción de irnos a vivir a su casa gigante, total le sobraban las habitaciones y los espacios. 81

Al parecer no fuimos los únicos que les dieron la opción de irse a vivir a esa casa, mi tía junto a su marido e hija también llegaron a vivir a la casa. Y qué íbamos a alegar nosotros, no era nuestra casa y los espacios sobraban. Mi abuelo vivía junto a mi abuela y la hija mayor de mi mamá y el marido de ella, mi tía trabajaba junto con su marido, mi abuela y abuelo en el restaurant de ellos que estaba frente a la casa ya si le pagaban por vivir ahí, mi papá le daba dinero a fin de mes. Un día todo cambió. Mi padre dejó de beber alcohol de un día para otro, todos nos preguntamos qué sucedió, es como enseñarle a un mono a hablar en un día. Todos aparte de estar sorprendidos, estábamos muy felices por el hecho que lo dejara, pero como no todos los cuentos tienen un final feliz mi mamá no tardó en darse cuenta que él andaba en otras cosas aún peores; se desvelaba, podía pasar noches enteras sin dormir y aun así estar como si nada. Cada mes que pasaba traía menos dinero para la casa y se dio cuenta que ya no era alcohol, ahora era droga, era esa droga que hacía que gastara más de 400 mil pesos mensuales, él tenía un sueldo de más de 800 mil por la antigüedad que tenía en su trabajo y día a día gastaba más. Nadie nunca supo quién fue el que lo metió en la drogadicción hasta un día que mi tía se separó de su marido al enterarse que vendía droga en el restaurant. Él fue el que metió a mi papá en ese mundo e hizo que toda la vida en familia que teníamos se pudriera. Mi papá nunca fue un padre ejemplar, el cual se sentara a conversar con sus hijos, nunca un abrazo caluroso o un 82

consejo de hombre a hombre, nunca estuvo presente cuando crecí, ni tampoco cuando dejé de ser un niño, pero aun así nunca nos faltó nada material, después de entrar en este mundo de drogas muchas veces nos faltó incluso para comer. Nos volvimos a cambiar de casa, porque mi abuelo comenzó a pedir cien mil pesos por habitación, las cuales nosotros ocupábamos cuatro, más gastos comunes, arriendo, y uso de las cosas de la casa. Mi hermana Carola ya se había afirmado un poco más con su marido, así que pudo establecerse en una casa, pero mi otra hermana Alejandra se le había acabado el contrato del terreno que estaba cuidando, así que se vino a vivir con nosotros, ella, su hijo y su marido. Mi papá perdió su trabajo por culpa de sus adicciones y Alejandra se hizo cargo de la casa con su poco sueldo. Pasaron dos años y mi papá no podía encontrar un trabajo estable, un día lo llamaron y aunque no era a lo que estaba acostumbrado, aceptó. Seguiría en las micros aunque ganando solo 300 mil de sueldo base y como su adicción lo hacía gastar más de 400 mil pesos comenzó a trabajar todo el día se levanta a las cinco de la mañana y llega a las seis de la tarde, porque hace muchas horas extras. Él dice que es para cubrir los gastos de la familia, pero todos tenemos claro por qué trabaja tanto, muchas veces hablamos con él intentamos hacer algo para que entrara a alguna rehabilitación y nunca quiso hacer nada por él, perdió familia, amigos y todo lo que tenía, hasta el día de hoy nunca ha querido aceptar su adicción. Yo creo que para poder mejorar el primer paso es aceptarlo y

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querer cambiar, ya no tiene nada más que perder, así que debería hacerlo. Salí de enseñanza media y comencé a estudiar al tiro, me siento feliz y contento con lo que hago, por quien soy y como soy. Tengo muchos sueños, muchas metas y gracias al apoyo moral que me da mi madre he salido adelante; y al apoyo monetario de mi padre he podido costear todo, sé que puedo llegar a lo que quiero y el día en que lo logre podré callarles la boca a todas esas personas que siempre hablaron basura de mí y de mi familia, por cómo somos y por lo que decido estudiar y hacer, solo tengo la mirada en el futuro y los pies en la tierra. “El soberbio mira hacia arriba y se tropieza con las piedras, el humilde mira el suelo y se golpea siempre la cabeza, y el consiente mira hacia adelante y con la vista puede mantenerse siempre cuerdo y en la realidad”.

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“Siempre comenzar de nuevo”.

Noemi Sandoval

Mis primeros años.

Mi nombre es Noemí Sandoval Rubilar. Nací el 24 de julio de 1997, en un pueblito llamado El Carmen, ubicado en la octava región del Bío Bío. Mi familia en ese momento estaba compuesta por mi madre Regina, mi padre Pedro y mi hermano Sebastián. Vivíamos en una casa muy humilde. Mi madre y padre debían trabajar en las labores del campo, para generar dinero para mi hermano y para mí, pero había un problema: mi padre tenía una adicción al alcohol y el dinero que él recibía se lo gastaba todo en el trago. Por esta razón, era mi madre la que se preocupaba de juntar dinero para poder darnos de comer. La verdad no recuerdo mucho de mi infancia, ya que no fue muy buena. Ocurrió un episodio el cual me marcó y no me dejaba recordar nada. Solo recuerdo que entré a la escuela, a primero básico: ésta era muy simple, tenía solo dos salas y dos profesores. Los alumnos no eran más de diez por curso. Pero esto no se comparaba 85

con la naturaleza que rodeaba ésta escuelita. Me gustaba mucho poder ir porque me olvidaba de todos los problemas que había en mi casa. Me distraía jugando con mis compañeros, aprendía cosas nuevas, todos los días y eso me gustaba mucho porque era lo que más quería. Mi sueño era ser la mejor estudiante para poder trabajar y así ayudar a mi madre y sacarla de esa casa donde había sufrido mucho. Mi padre cada día bebía más y más, y se puso agresivo, trataba mal a mi madre, le decía cosas feas, las cuales no entendía mucho, en realidad porque no quería entenderlas. Un día mi madre empezó a guardar ropa de mi hermano, de ella y de mí en unas cajas. Yo le pregunté porque estaba guardando nuestras cosas y me dijo que había hablado con una tía, la cual le había dicho que nos fuéramos a vivir con ella, que allá, en su casa estaríamos mejor y que nos cambiaría la vida. Me acuerdo que mi padre no llegó a dormir esa noche, por quedarse con sus amigos bebiendo. Al otro día, en la mañana, tomamos un bus muy temprano para el pueblo El Carmen. Mi hermano y yo no entendíamos nada, llegamos al pueblo y fuimos a comprar pasajes: nos íbamos a Santiago. Eso quería decir que dejábamos todo atrás: mi casa, la escuela donde estuve hasta tercero básico, mis amigos, mis familiares; dejábamos todo atrás para empezar una vida nueva, sin mi padre, el cual nos había hecho mucho daño, pero eso y él serian recuerdos, ya que nunca más 86

lo volveríamos a ver.

Llegada a Santiago: Población La Victoria. Tomamos un bus rumbo a Santiago. Por mi cabeza pasaban muchas cosas: ¿Cómo sería mi vida en una cuidad desconocida? Lo único que esperaba era que todo cambiara. Fue un viaje muy largo, hasta que al fin llegamos al terminal. En ese lugar nos esperaba mi tía con su marido. Me bajé y miré para todos lados: había mucha gente, mucho ruido y medio tristeza ver que la paz en la que vivía en el campo ya no volvería. Nos subimos al auto y nos fuimos a la casa de mi tía en la población La Victoria. Llegamos allá y lo único que quería era dormir, descansar del largo viaje que habíamos tenido. Al otro día mi madre con mi tía salieron a buscar trabajo. Mi madre llegó muy contenta porque había encontrado trabajo “puertas adentro”, como asesora del hogar, pero había un detalle: sólo podía llevar a un hijo y obvio que sería mi hermano, por ser el más chico. A la semana después mi madre se fue con mi hermano chico. Me tenía que separar de ellos y eso no me gustaba. Vería a mi madre una vez a la semana. La verdad es que no podía aguantarlo, me fui a mi pieza y me puse a llorar, no pude despedirme de ellos. Tendría que ser fuerte y entender que todo esto era por el bien de 87

nosotros y que mi madre necesitaba trabajar para generar plata. Tuve que buscar un colegio, porque tenía que seguir estudiando. Yo iba a cumplir mi sueño ayudar a mi madre con todo esto. No fue difícil ya que una amiga de mi tía nos ayudó. Empezaron las clases, conocí compañeros nuevos, hice amigos, pero nada se comparaba con mi pequeña escuela en el campo. Las cosas iban bien, pero no todo lo que brilla es oro. Mi tía comenzó a tratarme mal, a decirme cosas feas, las cuales no podía contarle a mi madre ya que se preocuparía y eso era lo menos que quería yo. Preferí callar y seguir siendo fuerte. Terminó el año y mi tía se cambiaría de casa a Maipú. Ósea, tenía que dejar todo: mi colegio y a los amigos que había hecho. Tendría que volver a comenzar todo de nuevamente.

Maipú.

Llegué a Maipú con mi tía, su marido y su hijo. Empezamos a ordenar las cosas, era una casa común y corriente, de dos pisos, un baño, dos piezas, un living y comedor. Nada diferente. Terminó el día y fuimos a descansar. Al día siguiente debía buscar un colegio. Recorrí muchos hasta que al fin encontré uno, muy cerca 88

de casa. Pasaron las vacaciones y debía entrar al colegio. Preparé todo mis cuadernos y mi uniforme para comenzar una nueva etapa escolar. Entré a mi sala y mis compañeros me recibieron muy bien. Me adapté súper rápido, pero siempre estaba esa pena de no poder estar con mi madre, el no poder verla todos los días. Era difícil, pero la aprovechaba al máximo cuando la veía los fines de semana, aunque fuera poco el tiempo, yo era feliz. Mi tía no dejaba de tratarme mal, no me gustaba estar ahí, solo escuchaba como me insultaba sin decir nada, prefería estar encerrada en mi pieza para no tener que verla y escucharla. Cuando mi madre me fue a ver, mi tía empezó a decirle que ya no me quería cuidar más, que yo la tenía enferma de los nervios y que peleaba mucho con su marido por mi culpa. Mi madre le pedía por favor que me cuidara porque no tenía con quien dejarme, pero mi tía no quería y le decía que buscara luego un lugar donde tenerme, que le daba sólo dos meses para que viera que haría conmigo. Recuerdo que mi madre se fue muy triste. Pasaron los días, las semanas y nada cambiaba, todo seguía igual. Era un día jueves donde mi madre venía de visita, llegó muy contenta y me dice que me traía una muy buena noticia. Yo sin entender nada pero a la vez 89

emocionada por saber que era, le pregunté que me diría y me dijo: “Arregla tus cosas porque mañana te vengo a buscar y te llevaré a casa”. Si… tendríamos un lugar donde vivir, nuestra propia casa y nadie más podría humillarme. Ella me dijo: “Podrás hacer todo lo que tú quieras y lo más importante, estaremos tu hermano, tú y yo juntos de nuevo”.

Casa propia: Puente Alto.

Mi madre llegó a buscarme, tomé todas mis cosas y sin despedirme de mi tía salí de esa casa sin mirar a atrás, en ese momento dejaba todo para poder comenzar una nueva vida nuevamente. Llegamos a la nueva casa ubica en Puente Alto. Lo primero que hice fue recorrer la casa entera era muy grande, estaba muy emocionada, de todo lo que habíamos logrado como familia, estaba muy agradecida con mi madre por sacarme de donde lo había pasado tan mal y por el esfuerzo que ella había hecho. Busqué mi pieza, era muy linda, ordené mis cosas, bueno las pocas cosas que tenía ya que en la casa solo teníamos una cama y nada más. De a poco mi madre fue comprando las cosas, cada vez íbamos teniendo más y más cosas. 90

Como empezábamos de nuevo necesitaba buscar un colegio para mi hermano y para mí, no nos costó mucho porque habían muchos colegios cerca, ya teníamos colegio que era lo más importante. Empezó el año escolar y mi madre nos fue a dejar al colegio, en mi mente siempre estaba el mismo sueño de cuando era pequeña y sabía que lo lograría. Llegué, entré a mi sala y todos mis compañeros me miraron muy feo, yo no entendía porque eran así. El primer día estuve sola en los recreos y de a poco se me fueron acercando. Hice muy buenas amigas incluso llevamos seis años ya siendo amigas. Agradezco mucho el apoyo que me han brindado.

Era increíble que en tan poco tiempo hubiésemos 91

logrado tanto, y yo me ponía a pensar por todo lo que había pasado. Lo único que había hecho era que me hiciera más fuerte y que ahora no dejaría que nadie me pasara a llevar y nadie se interpondría en mis metas y sueños. Todo iba muy bien, mi madre tenía un trabajo estable, mi hermano y yo teníamos un colegio y nos iba muy bien. Un día estábamos conversando con mi madre de todo lo que habíamos pasado y se sintió mal, salió corriendo al baño, yo pensaba que porque se sentiría así, estaría enferma y me empecé a preocupar. Bajó y me dijo: “Tengo algo muy importante que contarte”. ¿Cuál sería esa noticia que tendría que darme, sería buena o sería mala?

Un nuevo integrante a la familia.

Esa gran noticia era que estaba embarazada. Yo quedé muy sorprendida, tendría un hermanito o una hermanita. Eso era muy emocionante para mí, siempre quise tener un herman@ para poder cuidarl@ y disfrutar de sus locuras. Pasaban los meses y mi madre empezaba a tener guatita, el bebé empezaba a moverse… era muy lindo todo, lo único que quería era que naciera pronto para 92

poder verlo y poder tocar sus manitos, su carita, sus piecitos, ya quería tenerlo en mis brazos. Fuimos al doctor y tenía una ecografía la cual le dirían si era mujer o hombre, yo no pude entrar, pero la esperé a fuera. Salió muy contenta y me dijo: “Es niño, tendrás que buscarle un nombre a tu hermanito”. Yo muy contenta pensé y le dije: “Quiero que su nombre sea Camilo David”. Siguieron pasando los meses y cada vez quedaba menos. Una noche escuché ruido y fui a ver qué pasaba. Era mi madre que estaba en el baño, me dijo: “Hija, ya va a nacer, llama a tu tío para que me lleve al hospital”. Yo muy nerviosa llamé a mi tío como pude y ayudé a mi madre a ordenar las cosas. Llegó mi tío y todos fuimos al hospital acompañando a mi madre. Llegamos allá y pasó al tiro a urgencias. Esperamos mucho tiempo hasta que salió el padre de mi hermano y nos dijo ya nació. Si, nació el 7 de agosto del 2011 a las 07:07 de la mañana. Había salido todo bien, mi hermanito y mi madre estaban bien, eso era lo más importante. Nos fuimos a dormir un poco, ya que no podíamos pasar a verlos hasta la hora de visita. Fuimos a verlo y era muy lindo, lo tomé en brazos, su carita, todo, él era muy hermoso. Al momento de tenerlo en mis brazos me prometí a mí misma que no 93

lo dejaría nunca solo, que seguiría cumpliendo mis sueños por mi familia y ahora por él. Cada día crecía más y más, hacia cada locura que cada día me enamoraba más de él.

Pasaron los meses y yo debía salir de octavo, si ya había terminado mi primera etapa escolar ya quedaba menos para cumplir mi sueño. Mi hermano seguía creciendo y dijo su primer palabra, además empezó a caminar fue muy lindo ver sus primeros pasos, sus primeras travesuras, escuchar como alegaba cuando algo no le gustaba. Todos los días nos sorprendía con algo nuevo. 94

De la Enseñanza media a Sumate.

Empecé mi enseñanza media en el colegio Técnico Femenino Las Nieves. No fue difícil acostumbrarme nuevamente a un colegio ya que era de puras mujeres y todas eran nuevas, así que era más fácil hacer amigas. Al principio era muy desordenada, pero de a poco me fui dando cuenta que los estudios era lo más importante que podía tener y que además me servían para poder cumplir mi sueño, así que empecé a sacarme buenas notas, ya que mi madre me había dicho que si tenía promedio arriba de 6,0 podía postular a una beca y esa fue mi motivación. No lo logré ya que tuve un 5.9 y no me daba, pero eso no me hizo decaer, sino que me ayudó como experiencia de que tenía que dar más de mí. Pasé a segundo medio y de un principio me puse las pilas ya que ese año debía elegir la especialidad y debía tener promedio 6,0 para la beca, porque todavía podía postular. Llegó fin de año y elegí la especialidad de gastronomía, era lo que más quería hacer; me encantaba cocinar para otra gente y que te lo agradecieran. Me entregaron mis notas y tenía promedio 6,0. Lloré de alegría porque había logrado la meta que me había propuesto y entendí que yo podía lograr muchas cosas 95

más, solo debía proponérmelas. Seguí en tercero medio con mis venas notas y mejores. Todos mis profesores me felicitaban por mis logros, ya que ellos habían visto mis avances y cuanto había cambiado. Pasé a cuarto medio y típico que no sabes qué hacer si seguir estudiando o darse el famoso “año sabático”. Pero ya tenía listo lo que quería… mi idea era seguir estudiando Gastronomía, pero no sabía cómo, ya que no tenía los recursos ni el dinero para hacerlo. Una profesora me habló de una beca llamada “SUMATE”, y ella quería que yo postulara porque sabía que me iría muy bien. Tomé el consejo y empecé a investigar sobre la beca y me llamó mucho la atención y decidí inscribirme para ver qué pasaba. La verdad no perdía nada con intentarlo. Me llamarón a una entrevista y me explicaron cómo era el sistema. Para poder ganarme la beca tenía que ir a unos talleres de preparación para la vida y enseñanza superior. Yo dispuesta a todo dije que no tendría ningún problema en ir a los talleres, sabía que me servirían mucho para mí. Pasaron los meses y yo seguía en los talleres de Sumate con la esperanza de que me ganaría la beca. Además ya quedaba menos para salir de cuarto medio. Llegó el día de mi graduación de cuarto medio. 96

Fue muy emocionante ver como estaba ahí sentada esperando recibir mi cartón de cuarto medio. Después de todo lo que tuve que pasar y de todos los obstáculos que se me presentaron lo había logrado, ya terminaba mi etapa escolar. Empezaron a dar los premios de la mejor alumna, la mejor asistencia, premio al esfuerzo, entre otros. Yo siempre quise salir con un premio y pensaba que eso ya no era tan importante porque ya había logrado la segunda etapa de mi vida, cuando llaman a adelante a dos alumnas que se habían ganado una beca de INACAP para seguir estudiando lo que uno quisiera y me nombran a mí… no podía creerlo, era yo premiada con una beca, no dejaba de llorar de la emoción. Después de todo tanto esfuerzo tenía su recompensa. Pasaron los días y ya me tenían la respuesta de la beca Sumate: me la había ganado. Podría continuar con mis estudios, que era lo que más quería.

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Gastronomía Internacional: Inacap.

Fui a Inacap a ver cómo era el sistema para poder matricularme y ver lo de mis becas. Me dijeron que las dos becas se convalidaban y yo ya tenía un 90% de mi carrera pagada. No lo podía creer, no creía que mis notas me ayudarían tanto para poder seguir estudiando. Me matriculé. Llegó el día de entrar a clases, los nervios se apoderaban de mí, eran muchos sentimientos encontrados. No voy a mentir que me costó mucho, ya que eran materias nuevas, era todo nuevo, pero siempre perseverante y no me rendiré tan rápido. Había luchado por estar ahí y no desperdiciaría la oportunidad que se 98

me estaba dando. Hoy en día miro hacia el pasado y solo me queda decir que gracias a eso estoy logrando mis objetivos, me ayudó a hacer mejor persona, a cuidar más lo que me han dado, a ser más agradecida, en fin a muchas cosas. Agradecer a mi madre en especial que luchó para darnos una mejor vida y que siempre me ha apoyado en todo lo que quiero y he hecho en mi vida sin ella y bueno sin mis esfuerzos no sería nadie. También agradecer a Sumate que me a apoyado en todo, nunca me ha dejado sola y cuando los necesito, aunque sea el más mínimo detalle, están ahí. Gracias por confiar en mí y por querer que cumpla mis sueños. Y para finalizar agradecer a todos los que confiaron en mí, y me apoyaron con un granito de arena. Nunca los decepcionaré y cumpliré con una más de mis metas. En esta vida todo se puede, no importa de dónde vengas, sólo depende de uno mismo el querer salir adelante. A mí me costó pero lo logré, no se dejen decaer porque algo les salé mal, aunque se caigan mil veces, vuelvan a levantarse y a seguir a delante con su sueño. Yo nunca pensé lograrlo y miren ya pasé a mi segundo año de carrera con todos mis ramos aprobados, es difícil, lo sé, pero se puede.

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Reseña del Taller

El Taller de Historia de Vida estuvo diseñado y ejecutado en 5 sesiones, todas elaboradas colectivamente por trabajadores del Programa Becas Oportunidad de Santiago y ejecutadas en esta segunda versión por: Paula Araya, Nicolás Acevedo, María Eugenia García y Elisabeth Salfate.

En la primera sesión, denominada “TIERRA FERTIL, los jóvenes pudieran conocer distintos medios de expresión de emociones, pensamientos y experiencias para la construcción de una historia de vida. De ésta forma, identificar en estos relatos, su entorno sociocultural de origen y cómo estos influyen en el desarrollo de habilidades y resiliencia en sus experiencias personales. Para ello conocieron algunas experiencias como Ana Frank y el contexto donde escribió su famoso diario, pero también el caso del escritor chileno Mario Gómez Morel y su libro “El Río”. A la vez e la primera sesión realizaron un “cadáver exquisito” bajo la pregunta ¿por qué deseo expresar parte de mi vida en este taller”. Por ultimo realizaron un mapa de su infancia y adolescencia donde a través 101

de símbolos reconocían recorridos, experiencias y momentos que marcaron su vida. En la segunda sesión, denominada “La siembra”, fomentamos la identificación de personas, hechos y situaciones significativas en la vida de los jóvenes participantes, a través del comentario de ciertas imágenes que ellos mismos expusieron y además en la elaboración de un árbol de donde colocaron las personas más significativas y los valores que les entregaron. Ya en la tercera sesión, denomina “La Recolección”, los jóvenes pudieron intercambiar historias con sus compañeros y relatarlas desde sus propias formas de expresar, conociendo además el stand de emociones, donde se exhibieron videos, libros, poesía, comic y otros formatos que inspiraron a los jóvenes a ponerse “manos a la obra” con sus productos. Videos, narrativa, ensayo y una canción fueron las alecciones, que fueron variando con el tiempo, pero con la misma esencia.

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Finalmente, en la cuarta sesión llamada “El cocimiento”, fue un momento de trabajo, donde los jóvenes ya inspirados, comenzaron a transmitir sus historias con diferentes estilos. Los facilitadores pudieron ayudarlos, retroalimentarlos en sus producciones, las cuales se siguieron realizando en sus hogares. De esta manera, la quinta sesión, llamada “El plato final”, fue para poder construir el libro al estilo de las “cartoneras”, con portadas de cartón reciclado.

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