NO HAY ARCANO PARA TI

July 12, 2017 | Autor: J. Saavedra | Categoria: Literatura, Psicología
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M e e n c o n t r a b a

NO HAY PARA TI ARCANO IMPENETRABLE

y o e n l a p l a y a c o n t e m p l a n d o e l h o r i z a n t e m a r i n

Introducción a los sueños

En portada:

René Margritte (1898-1967) El Imperio de las luces

INDICE GENERAL EL SIGNIFICADO DE LOS SUEÑOS Preámbulo Semántico Dormir y Soñar ¿Qué es soñar? ¿Por qué soñamos? El significado de los sueños Historia de la interpretación de los sueños Sto Tomás de Aquino: Química delos sueños y sueños lúcidos Aprendizaje y responsabilidad moral en los sueños La predicción por los sueños Adivinación por los sueños y causas de los sueños Métodos de interpretación de los sueños Sueños premonitorios y proféticos Sueños astrales Sueños lúcidos Otros tipos de sueños

p. 3 p. 3 p. 4 p. 6 p. 6 p. 7 p. 7 p. 8 p. 8 p. 8 p. 9 p. 12 p. 12 p. 12 p. 12 p. 12

CUATRO RECIENTES EJEMPLOS ONÍRICOS PERSONALES El Tsunami Almas Gemelas Las Almas Gemelas y la Reencarnación Prisionero de otro mundo El Sortilegio Terapia y Sanación interior

p. 14 p. 14 p. 14 p. 15 p. 16 p. 17 p. 18

CUATRO ANTIGUOS EJEMPLOS ONÍRICOS PERSONALES P. 19 p. 19 p. 21 p. 21 p. 22

L´Enjeu o El Reto Oro acendrado El Espíritu del Señor reposa en mí Lucha a muerte CATÁLOGO DE TEMAS ONÍRICOS FRECUENTES

p. 24 CONCLUSIÓN p. 28 GLOSARIO p. 31

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René Margritte El jinete perdido

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“NO HAY PARA TI ARCANO ALGUNO IMPENETRABLE” EL SIGNIFICADO DE LOS SUEÑOS

La frase con que intitulo el presente trabajo sobre la actividad onírica está extraída del Libro de Daniel, concretamente del capítulo 4, v 6, está puesta en boca del rey caldeo Nabucodonosor y es dirigida al joven hebreo Daniel. Éste es el prototipo en la Biblia en interpretación de toda clase de visiones y sueños, aun los más intrincados (Dn 5, 12). El joven hebreo no se apropia esa habilidad, sino que se la atribuye a su Dios (Dn 2, 28). Aclaro inmediatamente que no es mi propósito el tratar en primer lugar de los sueños inspirados, pero, eso sí, resalto con esta cita la importancia de los sueños como medio de revelación y transmisión de profecías y mensajes sobrenaturales, tanto en las religiones que beben en la Biblia, cuanto en otras, a fin de ilustrar la extendida creencia de que los sueños son, al menos con frecuencia, un medio para comunicarnos con el más allá o con zonas muy misteriosas en nosotros mismos, que conocemos muy poco, pero que nos conocen muy bien. Preámbulo semántico: vocabulario de este estudio. Antes de abordar el meollo del presente estudio, gustaría de prologarlo con una aclaración lingüístico-semántica sobre la terminología que usamos. Al final del artículo proveemos un glosario con algunos términos técnicos usados y su explicación. Sabido es que la palabra sueño en español tiene, de hecho, dos sentidos principales correspondientes a sendas etimologías; debiéramos hablar, más bien, de dos palabras diferentes, si bien homófonas y homógrafas. En su sentido de acto de dormir, de dormición, procede del latín somnus, el sueño somático; en su sentido de acto de soñar, de soñación, procede del latín somnium, el sueño onírico. Como se ve, en latín ambas palabras, bien que con distinto significado, pertenecen a la misma raíz. Por las leyes fonéticas de la lengua española, las dos palabras originales del latín han evolucionado convergiendo en una sola o en dos absolutamente homófonas y homógrafas, frente a otras lenguas, por ej. el gallego-portugués, cuyas leyes fonéticas han guardado la distinción: sono-sonho. Es cierto que la lengua española posee otras palabras relacionadas con ambos sentidos: dormición, dormida... para el sueño corporal; soñación, ensueño, ensoñación... para el sueño mental; sin embargo la mayoría de las veces tales palabras se usan en casos específicos. Así, dormición se usa para el hecho de caer dormido, sobre todo en el sentido religioso de morir: “la Dormición de la Virgen”; dormida se usa en sentido de pernoctación, siesta: “los gatos hacen siete dormidas diarias”; soñación se usa, con sentido equivalente a sueño mental, más que nada en expresiones familiares: “ni por soñación” (ni por sueños); ensueño y ensoñación, en expresiones que denotan ideal, aspiración, ilusión: “paisaje de ensueño...” Así pues, nuestro vocablo más corriente para designar tanto el sueño corporal o somático como el mental u onírico sigue siendo sueño. ¿Mas cómo distingue nuestra lengua entre ambos sentidos? Frente a otras lenguas, el español usará de preferencia el plural para referirse al sueño onírico, así: “hablar o ver en sueños”, en singular en francés, inglés, alemán... El diminutivo, en cambio, lo reservamos para el sueño corporal; así: echarse un sueñecito, equivalente a echarse una cabezadita, una dormidita, una siestecilla... En los casos en que se hace necesario usar la palabra sueño en singular para referirse a determinada secuencia onírica, se distingue del sueño corporal bien por adjetivos específicos (“un sueño raro, curioso, extraño, misterioso, hondo, enigmático, significativo, profético, premonitorio”) o bien por el contexto y el uso consagrado 1. También las expresiones precisarán el sentido de “sueño”: “acariciar un sueño” (una aspiración), “conciliar el sueño” (caer dormido). Para mayor complejidad, el vocablo sueño en español se usa con frecuencia tanto en el sentido de ensueño, ideal (el sueño americano...) como de somnolencia, modorra (caerse de sueño). 1 Del sueño somático diremos: “reparador, tranquilo, intranquilo, profundo, ligero, irregular...” Ciertos adjetivos valen para ambos sentidos, tales casos los solemos distinguir por el orden: un largo, corto sueño alude más bien al dormir; un sueño largo, corto... al soñar. Otros casos similares: “La Bella Durmiente yacía en un misterioso sueño”, etc.

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Estas últimas acepciones están presenten en varias otras lenguas, aunque casi todas ellas tienen palabras claramente distintas para el sueño onírico y para el sueño somático. Nuestra lengua española parece ser la excepción, aunque por las razones filológicas aducidas2. Así y todo, el uso de sueño con el sentido de ilusión, ideal, aspiración... es sospechoso de ser anglicismo o galicismo y agudiza por añadidura las ambigüedades en torno a esta palabra española. Es recomendable evitarlo. Ahora bien, sobre todo en traducciones, el sentido de la palabra sueño en lengua española no siempre queda bien especificado por la inhabilidad de los traductores o de los escritores: bastaría a veces con la distinción plural-singular o de algún adjetivo especificador, explicitador, para resolver la posible ambigüedad. Los traductores, sobre todo, pecan de servilismo, inconscientes de los usos particulares de cada lengua. Es cierto que en algunos casos, especialmente en títulos consagrados o literarios, la distinción se realizará más bien en referencia a una tradición recibida: el sueño de Adán, el sueño de Endimión (somático), el sueño de Jacob, el sueño de Escipión (onírico)... Ahora que en español quizá prefiramos decir: el sueño profundo de Adán, el sueño eterno de Endimión... con objeto de solventar la posible confusión semántica. En los títulos literarios normalmente se espera el uso del vocablo sueño con el sentido de aspiración, ilusión3. En tal caso quizá sea preferible, más claro y genuino del español usar ensueño. Finalmente, es frecuente que se recurra a la substantivación de los verbos correspondientes, sobre todo en el caso de dormir, para obviar toda posible confusión; así: clínica, terapia del dormir, el dormir de los animales... De todos modos, la antítesis sueño/sueños me parece en la mayoría de los casos la manera genuina en español de distinguir entre los sentidos de dormir y de soñar, si bien estimo preferible para el conocido adagio: un dormir sin sueños, decir eso en vez de: un sueño sin sueños o un sueño sin ensueños. La palabra ensueño, igual que ensoñación, la usamos preferentemente en el sentido de ilusión, por lo que su uso en el sentido de sueño onírico no resuelve la ambigüedad e introduce otra. Otra solución similar: los sueños en estado dormido, en vez de: los sueños durante el sueño, y así más casos. En fin, en este estudio el lector asistirá a todos estos recursos. Para evitar repeticiones cansinas, ocasionalmente usaré, en el sentido de sueño onírico, la palabra soñación, utilizada por varios autores a veces en ese o parecido sentido, o circunloquios del tipo de vivencia, actividad onírica... También los verbos soñar y dormir sustantivados. Para mayor claridad, reservaré ensueño y ensoñación para la actividad imaginativa escapista. La expresión sueño mental designará tanto el sueño onírico inconsciente como un ideal espiritual consciente; en círculos esotéricos sueño mental se contrapone a sueño astral, del que hablaré más adelante, en el sentido de soñación natural, proveniente de nosotros, de nuestras inquietudes y expectativas, frente a soñación preternatural, proveniente de otras dimensiones. Hasta se dice que ese tipo de sueños es en blanco y negro o en colores desvaídos4. En realidad el adjetivo mental hace referencia sencillamente a lo que sucede en la mente, lo cual es característico de todo tipo de sueños, y se contrapone a corporal; en tal sentido lo usaré yo. Si lo estimo conveniente, me serviré de la precisión sueño onírico para dejar claro que no hablo de sueño corporal5 ni de ensoñación imaginaria, sino de la actividad de soñar dormido. 2 Un caso similar es el de la palabra mañana, la cual en español moderno como adverbio significa el día siguiente al actual; como substantivo femenino, el tiempo hasta el mediodía. Esta coincidencia procede de la expresión latina: hora maneana que podía entenderse en nominativo o ablativo: (a) hora temprana, pero en latín la a final era larga en ablativo y corta en nominativo. La mayoría de las lenguas tienen distintos vocablos para ambos conceptos, mas en alemán sucede parecidamente al español, si bien se evita la expresión mañana por la mañana, diciendo mañana temprano, expresión que en español suele entenderse de principios del día siguiente, no más allá de las 10 a. m. 3 Está el caso de la famosísima obra de Calderón de la Barca: “La Vida es Sueño”, interpretada normalmente en sentido onírico, por más que la frase en sí en español corriente suene más a sueño somático; de tratarse de sueño onírico, diríamos comúnmente: “la vida es un sueño”. Igualmente, la famosa comedia de Shakespeare se presenta con dos traducciones ligeramente diferentes: “El sueño de una noche de verano” o “Un sueño de una noche de verano”. La primera la estimo torpe, pues en español entenderíamos con ella de preferencia el hecho de dormir; la segunda, más literal, se entiende mucho mejor en el sentido de sueño onírico, que es el del original inglés. 4 No hay ninguna evidencia de que los colores en los sueños tengan que ver con su origen natural o preternatural. La razón de soñar en blanco y negro o en colores no está dilucidada. Ciertas personas aseguran soñar sólo en blanco y negro o en colores; otros en los dos. Lo más probable es que ello tenga que ver con el simbolismo de cada sueño. 5 No confundir con el llamado sueño físico o sueño de adaptación (Freud), la actividad onírica más elemental, la cual refleja nuestras sensaciones, posturas, malestares físicos mientras dormimos, posiblemente para proteger nuestro sueño somático: soñar que nieva mientras sentimos frío, padecer pesadillas cuando tenemos una pesada digestión...

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Dormir y Soñar Una certidumbre universal consiste en que para tener sueños es preciso estar dormido. Los sueños son una actividad imaginaria inconsciente e involuntaria propia del dormir. A veces nos advienen imaginaciones involuntarias e inconscientes en el estado de vigilia, pero normalmente no forman largas secuencias: rápidamente tomamos consciencia de que la imaginación se nos escapa y podemos, entonces, voluntariamente apartarlas o dejarnos llevar por ellas y adornarlas. Nada de eso ocurre durante el sueño corporal: las imaginaciones inconscientes tienen vida autónoma prolongada, ajena al control de nuestra voluntad durante nuestro íntegro dormir. Otra diferencia consiste en que, durante los sueños, nos encontramos completamente inmersos en su inmanencia, es decir que, mientras dormimos, creemos vivir realmente lo que soñamos, en tanto que en estado de vigilia mantenemos la distinción entre lo que imaginamos y la realidad que vivimos, salvo en casos patológicos. Si en algún momento de nuestro soñar nos hacemos relativamente conscientes de estar soñando, esa súbita lucidez supone un cambio de estado, de sueño profundo a duermevela, un estado intermedio entre el dormir y la vigilia. En tal estado podría ejercerse un cierto control de nuestros sueños, pero ya no se trataría propiamente de sueños. Lo propio de la vida onírica es precisamente el ser ajena a todo control consciente. Volveremos a tratar este tema a propósito de lo que se ha venido en llamar sueños lúcidos y de la teoría freudiana del censor de los sueños. Ahora se plantean varias cuestiones: ¿Qué necesidad tenemos de dormir? ¿Por qué soñamos? ¿Sueña todo el mundo? ¿Sueñan también los animales? ¿Qué tipo de actividad mental es la soñación? ¿Tienen algún significado los sueños? ¿Cómo se interpretan los sueños? ¿Es verdad que existen, como creen algunos, mensajes oníricos, sueños premonitorios, inspirados, astrales, lúcidos? ¿Debemos hacer caso de todos los sueños, interpretarlos, guardar diarios de ellos? Sueño y descanso corporales Todos asociamos el dormir con la necesidad de descanso: si no dormimos, nos encontramos cansados, irritados, desganados... Ahora bien, podríamos objetar que sería suficiente con descansar corporalmente las horas que fuere necesario: ¿por qué dormir, pues? El descansar nuestros miembros no es suficiente, pues nuestro cerebro tiene una actividad mental diaria que también necesita reposo. Él controla, además, durante el día el resto de la actividades corporales. El dormir es el reposo de nuestro cerebro. Mientras dormimos cambiamos con frecuencia de posición corporal ya que mantener la misma posición durante varias horas puede ser molesto. Parece que tales movimientos suceden en momentos de sueño corporal más superficial, en que nuestro cerebro es capaz de dar ciertas órdenes a nuestros miembros, sin por ello salir del sueño. La cuestión de si duermen todos los animales es compleja y discutida entre los especialistas, mas por el momento podemos decir que un cierto dormir aparenta darse de manera bastante extendida tanto en el reino animal como en el vegetal (v. gr. las flores que se pliegan al retirarse la luz del día). Las investigaciones modernas han descubierto tanto en el ser humano cuanto en otros animales ciclos de sueño con alternancia de diversas fases, principalmente de dos fases, que han venido en ser llamadas: MOR (en inglés REM) y No-MOR6. La segunda consistiría en un dormir profundo, la primera en un dormir superficial, en el que se ha detectado unos movimientos oculares rápidos (MOR). Los sueños que mejor y más vívidamente se recuerdan pertenecen a esta última fase. Se discute si los movimientos oculares rápidos tienen relación con una actividad onírica intensa, como si creyéramos estar viendo lo que soñamos. Se dice que también soñamos durante la fase No-MOR, pero que en ella los sueños suelen ser más abstractos y los recordamos peor. El que existan tales fases entre otros animales conduce a muchos a suponer que también ellos sueñan. La cuestión se plantea cuando numerosos individuos aseguran no soñar nada. La mayoría de los científicos creen que todos los humanos soñamos, pero que puede darse que no recordemos nuestros sueños. Ahora bien, yo estimo dudoso que alguien sueñe y nunca recuerde haber soñado. Sucede con frecuencia que no recordemos nuestros sueños pero que sí seamos conscientes de haber soñado. 6 Los interesados podrán profundizar esta cuestión en http://mural.uv.es/teboluz/index2.html

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En ocasiones no recordamos incluso el haber soñado. Sí alguien afirma no soñar nunca, a mi entender se le debe dar más crédito a él que a aquellos que suponen que simplemente es incapaz siempre de recordar que sueña. De ahí que ponga en tela de juicio que haya una relación de absoluta necesidad entre la fase MOR y la actividad onírica y, por lo tanto, que ésta exista entre los animales. Se objetará que si tales personas son sometidas a examen experimental (despertarlos y cuestionarlos en el transcurso de una fase MOR) lo más probable es que, entonces, sí sean capaces de recordar alguna soñación; no obstante quedará siempre la duda de que tal actividad onírica haya sido inducida por la misma experimentación, en la medida en que el haberse sometido a ella haya podido provocar un súbito interés por, o propensión a, soñar en el sujeto. Por lo menos, lo que uno está autorizado a afirmar es que el soñar es una actividad mental muy común, prácticamente universal. A este respecto es digno de ser mencionado que en ámbito cristiano algunos teólogos opinan que en el estado de justicia original, antes de la falta de Adán, no existía el soñar, puesto que la actividad onírica supone un descontrol de la imaginación respecto a la voluntad, incompatible con la armonía existente en el estado paradisíaco. Sin embargo, no es la posición de sto. Tomás de Aquino (ST Iª a. 4, ad 4). De hecho el pasaje sobre la creación de Eva contiene no poco simbolismo onírico: el Creador suscita un invencible sopor al primer hombre, quien cae en un profundo sueño y, a partir de su costado, forma la primera mujer. Este profundo sueño es como un retorno del hombre al limo original del que fue creado, de manera que a partir de su costado Dios le cree la mujer, a modo de materialización del ideal ensoñado por su corazón. La exclamación de Adán: “Esta sí que es carne de mi carne”, responde a la comprobación de que no está soñando, de que su ideal, su ensueño, es un ser real, no imaginario. Sería ingenuo o fundamentalista tomarse al pie de la letra todos los detalles de este pasaje, mas cada uno tiene un hondo simbolismo, perennemente válido. ¿Qué es soñar? El soñar es una actividad mental particular, imaginativa, simbólica, no racional, involuntaria e inconsciente, que ocurre durante el dormir. Involuntaria e inconsciente en el sentido de que en los sueños no controlamos nuestra imaginación y creemos vivir realmente lo que imaginamos. Si bien los sueños no presentan actividad racional, se da cierta actividad de una inteligencia afectiva, intuitiva, pues frecuentemente detectamos un sentido simbólico en lo que soñamos, no preparado conscientemente: tenemos la impresión de recibir mensajes cifrados. En ello detectamos la existencia de un subconsciente, de una zona de nuestra psique ajena a la consciencia, a lo voluntario, a lo racional, mas ligado a la memoria y a una inteligencia intuitiva y afectiva. Allí yacen nuestros recuerdos olvidados, reprimidos o relegados, nuestras heridas afectivas latentes, nuestros anhelos inconscientes. En realidad el subconsciente abarca la memoria, las pasiones, las intuiciones en cierta modalidad: más allá de toda racionalidad. Según Freud, el lenguaje simbólico de los sueños se debe a cierto control moral, presente hasta en los sueños, de manera que los sentimientos reprimidos no afloren crudamente a la superficie, sino que se presenten velada, alusivamente. Esto puede o pudo ser cierto para un determinado número de sueños, mas el principio general del lenguaje frecuentemente simbólico del mundo onírico es su carácter intuitivo y afectivo. Las soñaciones no siempre reflejan un mundo subconsciente olvidado, relegado o reprimido; en otras ocasiones reflejan en un modo onírico propio nuestros sentimientos conscientes, de los que tenemos plena lucidez. A veces hasta parecen brindarnos una luz sobre ciertos problemas que no logramos resolver con el uso de la razón, precisamente porque están ligados a la intuición, y ésta es a veces incapaz de manifestársenos despiertos debido a que nuestra razón no se lo permite, pretende la exclusiva, quiere resolver por sí misma todos nuestros dilemas. Todo ello nos lleva a cuestionarnos sobre por qué y, ante todo, para qué soñamos, incluso si nos es necesario y saludable soñar. ¿Por qué soñamos? ¿Es necesario o saludable soñar? Ciertas personas que dicen no soñar, les gustaría hacerlo. Yo opino que si soñamos es que lo necesitamos; si no, es tal vez que no lo necesitamos. A mi entender la principal razón del soñar es que durante el dormir, es decir en estado inconsciente, es cuando 6

nuestra intuición puede actuar libremente, sin trabas por parte de la razón lógica, la cual muy frecuentemente pretende la exclusividad en la dirección de nuestras vidas. Puede hasta ser que la conciencia moral relegada nos hable a través de los sueños. Eso no significa que les debamos hacer más caso a ellos que a nuestros razonamientos, ya que las intuiciones suelen ser más imprecisas. Nuestra inteligencia tiene múltiples modalidades, la modalidad racional nos es característica, mas también puede alejarnos de lo afectivo, que tiene sus propias razones, o que no se puede racionalizar. La modalidad intuitiva está más cerca del mundo afectivo y capta sus propias razones, es como un puente entre lo racional y lo afectivo. Ahora bien, lo afectivo necesita de lo racional para ser objetivo, pues nuestra visión intuitiva de la realidad puede ser enturbiada por sentimientos subjetivos: celos, envidias, sospechas, odios... En definitiva, contrariamente a lo que decía Jung, no nos podemos guiar por los sueños, sino por nuestro raciocinio, mas siempre que éste los tome en cuenta: los sueños pueden ser una ayuda a la razón, recordarle la importancia de la afectividad y la necesidad de la intuición en circunstancias importantes. Nuestra conducta debe ser guiada por una cooperación entre razón e intuición (a menudo manifestada por sueños). Algunos, con perspectiva freudiana, fundamentan la necesidad de los sueños en la satisfacción de nuestros deseos de objetos prohibidos, inalcanzables o lejanos: lo que no llegamos a obtener, o lo que no nos permiten, en la vida real, lo obtenemos en los sueños; también sucedería soñar lo que tememos nos ocurra en la vida real. Pero en nuestro tiempo hedonista son antes los deseos espirituales los reprimidos y los que se manifestan veladamente en sueños. Sobre si es saludable soñar, estimo que lo es si soñamos; también tenemos pesadillas, cierto, mas aun éstas pueden ser alertas necesarias del subconsciente. Los sueños reflejan a menudo nuestro estado de ánimo: si andamos tranquilos, nuestros sueños por lo general serán agradables; si andamos angustiados, seremos más propensos a padecer pesadillas 7. El significado de los sueños ¿Tienen todos los sueños un mensaje al que debiéramos prestar atención? ¿Qué pasa con los que olvidamos? ¿Debemos tratar con técnicas diversas de recordarlos? ¿Hemos de esforzarnos por recordarlos nada más despertarnos? ¿Es recomendable tener un diario de nuestras soñaciones? Es indudable que todo sueño onírico tiene un significado, mas no siempre va a ser trascendente, cabe evaluar el gasto de tiempo y energía que supone interpretar un sueño en comparación con su importancia. Si un sueño es de significativa relevancia, normalmente lo recordaremos; a menudo algún acontecimiento nos recuerda sueños o secciones de sueños olvidados. Esa coincidencia puede ser importante para su interpretación, por lo que es mejor no adelantarse. Registrar nuestros sueños en un diario es una decisión personal, mas tal cosa no debiera hacernos descuidar el uso prioritario de la razón para resolver nuestros asuntos personales: los sueños pueden ser una asistencia a la razón, mas no deben reemplazarla. Yo recomendaría registrar solamente los más relevantes. Historia de la interpretación de los sueños La antigüedad pagana daba extraordinaria importancia a las vivencias oníricas como método de adivinación, considerándolas mensajes divinos. Las Sagradas Escrituras son mucho más recatadas: se acepta que el Cielo pueda comunicar sus designios por medio de visiones oníricas, mas se evita el provocarlas o el buscarlas, se deja a la Voluntad divina la elección del medio para comunicarse con nosotros. Con frecuencia aluden a la vanidad de los sueños, afirmando que muchas veces uno sueña simplemente lo que desea, hasta insinuando que algunas ilusiones oníricas sean inspiradas por demonios. En Grecia, los órficos consideraban que durante el sueño el alma se separaba del cuerpo y se comunicaba con lo divino por los sueños. Según Platón (s. V), los sueños más bajos provienen del alma sensitiva y los más elevados del alma espiritual. Para Aristóteles (s. IV), los sueños son residuos de nuestras vivencias despiertos y están vinculados a la digestión. Las premoniciones son en general meras coincidencias o sutil telepatía a través del aire, sobre todo entre conocidos. Los 7 Entre las pesadillas sitúo el llamado parálisis del sueño, consistente en una sensación intermedia entre el sueño y la vigilia, en la que uno es incapaz de todo movimiento corporal y presiente a la vez amenazas ocultas en el entorno.

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propensos a ellas son los “extáticos”. Los sueños no pueden provenir de los dioses. Los animales sueñan, pero los bebés y algunas personas nunca sueñan o tardan en hacerlo. Hipócrates (s. IV a. c.) considera que los sueños reflejan posibles enfermedades y pueden usarse como diagnóstico médico. Pese a estos conatos de estudio científico del tema, la oniromancia siguió siendo muy popular. En la Edad Media, los sueños inspirados intervienen frecuentemente en las leyendas de los santos, pero la Summa Theologica de Sto. Tomás de Aquino (s. XIII), combinando los comentarios de Aristóteles e Hipócrates con la Biblia, provee un interesante intento de armonía entre ciencia y teología: “Química” del sueño. Los sueños lúcidos Iª c. 84 a. 8, ad 2: Sto. Tomás establece que durante el sueño los sentidos pierden su ejercicio debido a ciertas “emanaciones” (actualmente hablaríamos de hormonas). La intensidad en la actividad de éstas depende de nuestros estados físicos. Cuando se ha comido y bebido demasiado, su actividad es grande y no sólo embotan los sentidos, sino hasta la imaginación, con lo que no se tendrían sueños. En caso de fiebre, su actividad es menor y las imágenes son desfiguradas y desordenadas. La gente sobria tendría potente imaginación y sueños ordenados. Estos sueños más ordenados son típicos del final del sueño. Finalmente, en aquellos en que la actividad de las emanaciones es mínima, no sólo la imaginación queda liberada sino hasta el sentido común8, por lo que se puede ejercer un juicio de que se está soñando. Mas este juicio no alcanza a ser perfecto y falla siempre en algunas imágenes. Es cierto que la gente dada a placeres sensibles tiene una imaginación muy poco desarrollada; en cambio, la imaginación en la gente sobria se caracteriza por un gran orden y control, frente a los dominados por la fiebre, que puede ser corporal y emocional, en los cuales es caótica. Los sueños más ordenados serían típicos de la última fase del sueño por estar más cerca del despertar y, por lo tanto, de la recuperación de la consciencia, de modo que ésta empieza ya a influir sobre nuestra actividad onírica y a hacernos más lúcidos sobre ella. Normalmente son los que mejor recordamos. Aprendizaje y responsabilidad moral en los sueños IªIIae c. 113 a. 3, ad 2: La inteligencia no requiere inmediatamente el libre albedrío, por lo que puede recibir divinas revelaciones en sueños. En IIªIIae c. 154 a.5, ad 3, se especifica que se puede saber nuevas cosas también a partir de las imágenes y los pensamientos mismos de los sueños. Tal cosa sugiere la capacidad del Subconsciente para instruirnos en sueños. Ahora bien, esto es más propio de la aprehensión que del juicio, el cual requiere adhesión libre y consciente, inexistente dormidos. De esto se colige que no existe, propiamente, responsabilidad moral en los sueños. Soñar, por ejemplo, que cometo un crimen o una fornicación no es un pecado, puesto que en sueños no ejerzo libertad racional. Ahora bien, en la medida en que tales sueños los han causado malos deseos conscientes aceptados, pueden ser reflejo de un estado pecaminoso de mi alma. Los sueños no son actos responsables, pero es posible que los reflejen. Si reflejan malos deseos contra los que uno lucha en su vida consciente, no comete pecado en soñarlos. Aparte, las escenas sexuales en sueños podrían simplemente simbolizar la complementariedad entre la razón y la intuición, por ejemplo. La predicción por los sueños Iª c. 12 a. 11: Nuestra alma, cuanto más se abstrae de lo corporal, más capaz es de entender lo abstracto, en el sentido de distante de lo sensible, de ahí que en sueños y en éxtasis se perciben más las revelaciones de lo divino y las premoniciones de lo futuro. El éxtasis consiste en una abstracción del entorno y en una suspensión de todo razonamiento causadas por una fuerza sobrenatural. Iª c. 86 a 4, ad 2: Los acontecimientos futuros sólo son conocidos absolutamente por Dios y en parte por los ángeles, incluidos los demonios. Estos pueden influir la imaginación para comunicarnos conocimientos del futuro de que son capaces en razón de un conocimiento de las realidades y de las causas naturales mucho más perfecto que el nuestro. Igual los movimientos astrales, en la medida en que influyen sobre los acontecimientos. Por ser influencias muy sutiles, es más fácil percibirlas de noche y dormidos, pues se tiene más calma, uno está más desligado de los sentidos y de la razón, más atento a los movimientos interiores. Los animales irracionales, que se guían por el instinto, son 8

Para Sto. Tomás de Aquino el sentido común es un sentido interior que unifica todos los sentidos exteriores.

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más sensibles que nosotros a estas influencias despiertos y en pleno ejercicio de sus sentidos: así, presienten antes que nosotros la lluvia, los terremotos.... Pero la concentración del alma en sí misma durante la vigilia propiciaría tales percepciones aun despiertos9. Es una idea de San Agustín (s. V). IIªIIae c. 173 y 174: Aunque el sueño, por su total pasividad, suponga una actitud más receptiva a la comunicaciones celestiales, las visiones extáticas son más meritorias que los sueños, ya que ofrecen mayor garantía de procedencia sobrenatural, por suceder en la vigilia. El Cielo puede conceder sus comunicaciones a alguien incapaz de interpretarlas: al Faraón, a Nabucodonosor, a Baltasar... Únicamente el que recibe el don de interpretarlas sería el inspirado en toda propiedad. Adivinación por los sueños y causas de los sueños. IIªIIae c. 95 a. 7: A propósito de la adivinación por los sueños, Sto. Tomás hace un análisis bastante completo sobre sus causas. Combinando la ciencia de su tiempo con las Escrituras, establece dos grupos de causas: interiores y exteriores. En las interiores hay dos clases: psíquicas y corporales. Las psíquicas son las cosas en que, despierto, se detuvieron el pensamiento o el afecto de alguien. En este caso, la realización de lo soñado sería exclusivamente fortuita. Las corporales son las disposiciones interiores de nuestro cuerpo, que pueden reflejarse en sueños. En tal caso los médicos pueden tener éstos en cuenta para diagnosticar una enfermedad. Las causas exteriores pueden ser corporales y espirituales. Las corporales consisten en el entorno y en los astros, los cuales influyen en los acontecimientos10. Las espirituales serían bien Dios, que directamente o por ministerio de los ángeles revela algunas verdades a los hombres en sueños, bien los demonios, que pueden conocer naturalmente algunas cosas futuras. Lo interesante de este artículo es que en él sto. Tomás establece una clara distinción entre premonición y revelación. La primera es natural; la segunda, sobrenatural. Las premoniciones tendrían una causa interna, nuestro estado de salud, o externa, los astros. El diagnóstico médico por los sueños, de origen hipocrático y aristotélico, de seguro incluía las enfermedades psíquicas al hablar de los “humores” que se reflejan en los sueños. La psicología y la medicina medievales precisamente se fundaban en el equilibrio de los 4 “humores” (líquidos). La teoría de los 4 humores constitutivos del cuerpo humano (bilis, bilis negra, sangre y flema) viene de muy antiguo, de Hipócrates, y da lugar a los 4 temperamentos básicos: colérico (bílico), sanguíneo, melancólico y flemático (linfático), aun hoy aceptados y utilizados por muchos en caracteriología. El s. XVI resucita el interés por una visión científica del soñar, pero el siglo XVII ve surgir corrientes filosóficas que manifiestan inseguridad sobre el límite entre sueños y realidad, como es el caso de Descartes y Calderón. El siglo XVIII, el siglo de las Luces, siente desconfianza por el mundo onírico, irracional. Esta desconfianza está reflejada en el famoso cuadro de Goya: El sueño de la razón produce monstruos. El romanticismo, por el contrario, lo idealiza, hasta el punto de ver la realidad bajo el mismo prisma, así Novalis y Schopenhauer. Paralelamente surge una corriente científica que comienza a interesarse por la psicología humana y por el mundo de los sueños como su reflejo. Ello culmina con la obra de Freud a principios del XX. Por primera vez se intenta una interpretación de los sueños sobre bases psicológicas y con método científico. Ahora bien, la perspectiva de Freud es francamente psiquiátrica: los sueños son vistos prioritariamente como una manifestación encubierta de represiones, fobias, angustias... que yacen en nuestro Subconsciente. Esta visión está muy en conexión con su ideología evolucionista y materialista. Su famosa división 9

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El razonar está muy ligado a nuestras percepciones sensibles, como dije en la nota 5. La concentración del alma en sí misma, abstrayéndose de las sensaciones, tendrá como consecuencia una suspensión del razonar y un despertar de la intuición, lo que nos hará más sensibles a influencias sutiles medioambientales y espirituales y, por lo tanto, más propensos a las premoniciones de origen tanto natural como sobrenatural. Ahora bien, éste no es el fin primero de nuestro conocimiento ni es nuestra manera más natural, segura y ordinaria de conocer, como quedó dicho supra. Aporte original de Sto. Tomás: los griegos desconocían la Astrología hasta las conquistas de Alejandro Magno. Sto. Tomás admite una influencia astral sobre el comportamiento humano en la medida en que el orden cósmico rige la alternancia de las estaciones, del día y la noche... todo lo cual determina el ritmo biológico terrestre. En nuestro caso, puesto que nos regimos por la razón, la influencia astral no puede ser nunca determinante, sólo condicionante, de lo cual muchos astrólogos son conscientes. Las predicciones más acertadas suelen ser las colectivas, ya que la mayoría se deja llevar por el instinto. Ello no significa que él acepte la Astrología tal cual es tradicionalmente concebida, aun cuando admite que en varias ocasiones los astrólogos aciertan. Muchos acontecimientos de índole geológica y biológica no podrán ser predichos en modo alguno por la Astrología, así como los sucesos fortuitos.

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de la personalidad entre el Ego, el Ello y el Super Ego refleja su convicción de que el hombre es fundamentalmente un animal, sólo que altamente evolucionado, a cuyos instintos auténticos les ha impuesto el progreso cultural una reglamentación exterior, expuesta sobre todo en forma de creencias religiosas, que están en pugna constante con la fiera interior y siempre necesitadas de reprimirla. Los instintos reprimidos inconscientes afloran disfrazados de símbolos a través de los sueños. La terapia psicoanalítica se convierte así, prácticamente, en una necesidad universal. Con todo, Freud no negaba la conveniencia y la necesidad de la imposición del Super Ego sobre el Ello, la Libido; él sólo propugnaba cierta relajación en la presión por parte de las reglamentaciones morales, pero su consideración de que éstas son a fin de cuentas exteriores a la persona acabó desencadenando la llamada Revolución sexual de la posguerra y los movimientos naturistas. El otro gran teorizador de los sueños es su otrora discípulo Carl Gustav Jung, quien con una perspectiva psicoanalítica diferente, la de la Libido geminada y la del Subconsciente colectivo, explica los sueños a partir de los mitos de las diferentes culturas humanas, los cuales evidencian un fondo común y manifiestan para él la estructura profunda de la personalidad humana. El hombre es en sí fundamentalmente religioso para Jung, mas considerando esta religiosidad primeramente como inmanente al hombre, no como trascendente. Por lo menos no se pronuncia sobre su trascendencia, su interés se centra en la sacralidad de la persona humana, cuyas creencias religiosas en realidad reflejan su mundo interior y profundo: tenemos aquí los orígenes del movimiento de la Nueva Era. De esta manera se explica el doble fenómeno de nuestro tiempo: por un lado la exaltación del erotismo y de la libertad sexual; por otro, el movimiento espiritualista de la Nueva Era. Pese a las exageraciones de uno y otro, no se puede negar lo fundado de muchas de sus sendas afirmaciones. Hemos de reconocer que la naturaleza compuesta del hombre, alma y cuerpo, está en numerosas ocasiones en conflicto y que el control del instinto se ha efectuado a menudo sobre la base de una ideología platónica o estoica dialécticas, en las cuales el cuerpo es la cárcel del alma y las pasiones son una enfermedad. Pero tampoco se puede considerar la moral como simple imposición cultural, ajena en el fondo a la verdadera naturaleza humana. Se ha de reconocer una unidad natural y sustancial entre alma espiritual y cuerpo material en el ser humano, la cual le confiere su naturaleza propia racional11. No puede haber incompatibilidad entre ellos, mas debe existir un orden: el alma espiritual le confiere a la vida del cuerpo humano una delicadeza superior a una vida simplemente animal. Es comprensible que pueda darse conflictos en la búsqueda de la armonía entre ambos. De hecho cabe decir que en la actualidad es la sensualidad la que oprime a la espiritualidad. La convicción de que el ser humano posee un alma espiritual e inmortal y que le debe la existencia a la divinidad es un patrimonio de la humanidad y una constante de todas las culturas, aunque expresada con diversas modalidades. Decir que el ser humano debe liberarse de sus creencias religiosas como de una superstición o de una ignorancia en aras del progreso es precisamente contradictorio y supone un tremendo retroceso: justamente aquello que distingue al hombre del animal y marca su superioridad es su dimensión espiritual. Ella le permite todos sus prodigiosos logros tecnológicos. ¿Pero qué implicaciones tiene este asunto sobre nuestro tema de los sueños? Justamente, los sueños son un vehículo privilegiado de comunicación con lo más profundo de nosotros mismos y con el más allá; la negación apriorística de todo posible aspecto espiritual o sobrenatural del soñar por parte de psicólogos materialistas disminuirá y frustrará al ser humano. Por otro lado, si bien es verdad que la religiosidad es una dimensión propia de la persona humana, la obsesión de Jung por interpretar los sueños a partir de mitos religiosos no respeta la autonomía de lo profano respecto a lo sacro. De modo similar a como el alma y el cuerpo están sustancialmente unidos, pero sin confundirse, hay una dimensión divina y otra temporal, que no debemos confundir: cada una tiene su propia finalidad, pero complementaria, no opuesta, de la otra. Los movimientos panteístas suprimen en el fondo la trascendencia, de modo que nos encerramos en nosotros mismos, no hay relación personal, filial, con el Bien Supremo, quien nos ha creado a su imagen y semejanza. 11

La naturaleza racional es la propia de un ser compuesto de cuerpo material y de alma espiritual; de los ángeles se hablará de naturaleza espiritual. La inteligencia humana no puede abstraerse en su ejercicio de los sentidos y de la imaginación, por lo que debe proceder por razonamientos a la comprensión de las realidades circundantes; la inteligencia angélica, en cambio, puramente espiritual, es intuitiva, capta inmediatamente el ser de las realidades.

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GRANDES TEORIZADORES ANTIGUOS Y MODERNOS DEL MUNDO ONÍRICO

Aristóteles, s. IV a. C. Hipócrates, s. IV a. C. Los sueños son residuos de nuestras vivencias Los sueños manifiestan nuestras enfermedades

Freud 1856-1939 Jung 1875-1961 Los sueños manifiestan nuestros deseos ocultos Los sueños manifiestan el Inconsciente Colectivo 11

Un gran hallazgo de Jung es también que el uso de los sueños en una terapia psicológica no debe reducirse a buscar en ellos la causa del desorden psicológico del paciente, la terapia debe también indagar en ellos posibles signos sobre los medios de sanación que el Subconsciente del paciente le transmita. Sería muy limitado reducir la significación onírica a una simple sintomatología, los sueños también nos transmiten las intuiciones de nuestro subconsciente sobre los pasos a dar para sanarnos. Consciente o no, nadie se conoce mejor que uno mismo: en lo más hondo de sí mismo cada uno intuye no sólo sus heridas, sino también su remedio, así como sus más profundos anhelos y necesidades, y los sueños se lo suelen indicar. El terapeuta estará atento a detectar e interpretar estos signos, incluso sus propios sueños podrán ayudarle a dar en el clavo con los problemas de su paciente y los remedios que necesita. Y si le falta sabiduría, que la pida (St 1, 5). ¿Debemos pedirle al Cielo respuestas en los sueños? Más bien pedírselas y dejarle elegir el medio. Comoquiera es interesante conocer el mecanismo biológico del soñar. La región cerebral implicada en su actividad, concluyen algunos científicos, es el pontino. Cuando una persona sueña, células nerviosas del bulbo raquídeo llamadas pons son cuarenta veces más activas que en la vigilia. Métodos de interpretación La digresión previa era precisa para interpretar los sueños sin proyectar ideologías sobre ellos: el mundo de los sueños a menudo nos revela los tesoros ocultos de nuestra personalidad, la invisible presencia del más allá, nos comunica sus mensajes, nos puede preparar a lo que nos va a suceder o le va a suceder al mundo, los peligros de todo tipo que nos acechan y como defendernos... Todo ello reclama un espíritu muy fino, intuitivo, penetrante para interpretarlo, que podemos pedir de lo Alto. Ahora bien, debemos igualmente guardarnos de darle la misma importancia a todos los sueños. En realidad no hay un método único para interpretar sueños, lo primero que se debe hacer es pedir al soñador que nos narre el sueño de su mente con todos los detalles que le llaman la atención, así como las impresiones y las conexiones que saca. El escribirlas puede ser de gran ayuda. Estas impresiones del soñador han de ser nuestro punto de partida. Es él el que ha tenido la vivencia onírica, no podemos ponernos en su lugar, tratar de detectar una línea invariable de significado onírico (por ejemplo sexual o esotérica); antes bien, debemos sintonizar con sus aspiraciones. Finalmente la interpretación del sueño será sometida a la aprobación del soñante: es él el que debe identificarse con el sentido propuesto. El lenguaje simbólico es susceptible de múltiples sentidos. Las librerías y las páginas web están plagadas de textos sobre la interpretación de los sueños. ¿En qué medida podemos recurrir a ellos? Siempre será interesante consultarlos, mas hay que evitar la uniformidad, los símbolos pueden significar cosas diferentes según el contexto onírico: no soñamos tan sólo símbolos, sino escenas. Un símbolo podría tener incluso más de una posible interpretación válida en la misma soñación12. Lo mejor es pedirle al soñante que nos haga hasta donde alcance un esbozo de interpretación del sueño de su mente y nosotros tratar de completar y desentrañar lo que él no logra con nuestra experiencia y pericia, hasta que él se sienta satisfecho. Sueños premonitorios y proféticos Los sueños premonitorios, de un suceso que se realiza, son algo que mucha gente afirma haber tenido. Los psicólogos procuran darles una interpretación racional en ocasiones convincente, pero muchas de las causas de los sueños premonitorios, y de las premoniciones en general, permanecen en misteriosa oscuridad. Las personas beneficiadas suelen caracterizarse por una extrema intuición. Sin embargo resulta difícil alcanzar una certeza total en esta área, sobre todo en sueños, por su carácter simbólico. El hecho de haber tenido algún sueño premonitorio acertado no garantiza que todo lo que soñemos vaya a cumplirse, o a cumplirse literalmente. El sueño premonitorio tiene en principio un origen natural, sólo que en gran medida desconocido, vago o incierto. Debemos usar extrema prudencia en el manejo de supuestas premoniciones, no sea que caigamos en supersticiosos temores. La oración confiada nos sitúa siempre más allá de todo determinismo y de todo fatalismo. 12

Al final de este artículo proveo un catálogo de símbolos básicos en los sueños con sus posibles interpretaciones.

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La diferencia entre un sueño premonitorio y uno profético consiste en que este último es de divina inspiración y procedencia. En sí, las profecías han de cumplirse infaliblemente, a menos de haber sido dadas a modo de advertencia. Un sueño profético procede inmediatamente o (por mediación de ángeles, santos...) en última instancia del Ser Supremo, quien no puede errar, aunque su cumplimiento detallado estará en conformidad con su naturaleza13; un sueño premonitorio, en cambio, procede de la intuición excepcional, mas insegura, de determinados sujetos. Ahora bien, tanto los sueños premonitorios cuanto los inspirados pueden tener un aspecto psicológico natural apto a ser analizado e interpretado en cuanto tal sin perjuicio de su origen y sentido preternatural. Sueños astrales Los sueños astrales se cree que son viajes astrales que suceden en sueños, así que discutir sobre su veracidad es lo mismo que discutir sobre la veracidad de los viajes astrales14. Por de pronto es un hecho no demostrado, pero dado que cierta gente está interiormente convencida de la posibilidad de realizar un viaje astral, podemos respetuosamente interpretarlo de la manera que a nosotros nos parezca más verosímil, por ejemplo, como una posible experiencia espiritual y mística, auxiliados por la omnipotencia divina, de desplazamiento local o de contacto con el más allá, similar a las que se les atribuye a varios santos. En contraposición a las tendencias esotéricas a interpretar las apariciones celestiales que narra la Biblia, o que han tenido santos y visionarios, como visitas de extraterrestres, podría interpretarse éstas, de ser auténticas, más bien como apariciones celestiales. ¿Qué intención tendrían, si no, esos seres en jugar a las escondidas? Más seguro y probable estimo el comunicarse con lo divino y con el mundo espiritual, aun en sueños: el hombre siempre ha creído en el Cielo espiritual como algo esencial para su felicidad última, mas la suposición de una vida extraterrestre nunca ha sido para él algo fundamental al alcance de su felicidad. En tanto que sueños, los sueños astrales, igual que los inspirados, pueden ser susceptibles de una interpretación psicológica que no estaría necesariamente en oposición con su hipotético carácter preternatural. Sueños lúcidos Los sueños lúcidos serían sueños en los que estamos conscientes de estar soñando. Esto nos permitiría controlar nuestros sueños, soñar lo que queremos, provocar incluso las respuestas que buscamos... Existen técnicas para lograrlos. Este tipo de sueños es cuestionable, no deja en libertad al Subconsciente de enviarnos los mensajes que nos son necesarios. Si necesitamos una respuesta, el Subconsciente nos la dará, pero de la manera y en el momento que su escondida sabiduría disponga. De todas maneras puede existir al interior mismo de los sueños cierta presencia de la conciencia, en forma de personaje onírico, que impide o se opone a aquellas manifestaciones oníricas que de algún modo puedan sernos perjudiciales o inconvenientes; Freud lo llamaba: el censor de los sueños. Otros tipos de sueños Si nuestra inteligencia tiene una gran variedad de aplicaciones durante el día, ¿por qué no habrían de tenerla nuestros sueños? Nuestra inteligencia se aplica al estudio, a la meditación, a la oración, al trabajo, al arte, a la discusión... De igual manera hay que evitar el encasillamiento del soñar en un solo tipo. De hecho la gran mayoría no parece tener especial mensaje, sino que refleja nuestras experiencias diarias o nuestras sensaciones físicas al dormir: sueños cotidianos, físicos... 13

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Las profecías bíblicas están con frecuencia envueltas de simbolismo y son poco precisas tocante a las circunstancias de tiempo y lugar; además, su realización se permuta a menudo en atención a nuestra oración o a nuestra conversión. Un viaje astral sería una experiencia de nuestro espíritu fuera de nuestro cuerpo físico que le permite viajar a otras partes, a otros planetas y comunicarse con sus habitantes así como viajar a épocas pasadas y a otras dimensiones. Esta experiencia se lograría mediante ciertas prácticas y técnicas. El concepto de viaje astral surge en la mística hindú en el siglo X, relacionado con la teoría del cuerpo astral, y empieza a expandirse en círculos esotéricos occidentales en el siglo XX. Sin embargo la pretensión de comunicarse con habitantes de otros planetas o de otras dimensiones por medio del viaje astral es mucho más moderna y está influida por la ciencia ficción contemporánea.

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CUATRO RECIENTES EJEMPLOS ONÍRICOS PERSONALES

Nada más ideal para comprender un tratado sobre sueños que el ilustrarlo con ejemplos oníricos provistos de interpretación. Lo más fácil es hacerlo con soñaciones propias, con lo cual uno no se responsabiliza de indiscreción para con nadie. Se trata de unos cuantos sueños míos dados a conocer en páginas web dedicadas a compartir nuestra vida onírica, por lo tanto ya públicos. Helos aquí. 1er Sueño: el Tsunami

Encontrándome aún en España me soñé con un grupo de compañeros en una casa cerca del mar. Poco a poco se fue manifestando una especie de tsunami: las olas invadían la tierra. Todos nos dispersamos buscando salvarnos. Conmigo sólo quedó un compañero, más fuerte que yo, el cual me guiaba hacia las tierras altas, mas el agua turbulenta nos llegaba a las rodillas. Mi compañero y guía iba más rápido. Finalmente advino una ola que se abalanzó sobre mí: yo vi llegado mi fin, pero no sentí miedo, simplemente sentí que era mi hora, que Dios me llamaba y aceptaba su Voluntad, aceptaba la muerte. Yo ya me veía envuelto de agua revuelta y burbujeante, mas no sentía miedo. De pronto me vi aún vivo y en otro lugar con los compañeros dispersados y el compañero que me guiaba. Al parecer este último me salvó en el último momento. Mi vida recomenzaba. ¿Qué pensar de esta soñación? ¿Que el fin del mundo está a las puertas? ¿Que voy a morir físicamente? Yo no lo interpretaría tan tajantemente. Para mí se trata de una situación que he vivido últimamente, con la obligación de salir de España y volver al extranjero, todo ello en circunstancias tormentosas. Finalmente recurrí a un consejero espiritual, cuyos consejos acabaron por inspirarme paz y aceptación de la Providencia. Se puede decir que morí a mí mismo, a mis apegos, pero al morir a mí mismo renací, recuperé la esperanza en la vida y en el futuro, por lo que marché esperanzado a un nuevo país: allí me llamaba la Providencia, pero con la creencia de que he de volver a España. 2º Sueño: El Incendiario o las Almas Gemelas

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Ya que el tema de almas gemelas es popular en esoterismo, comparto esta soñación. La trama onírica recuerda en parte confusamente el tema del Fantasma de la Ópera. Un loco empresario y escenificador juntamente incendia su teatro durante una función con el propósito de eliminar a todos los presentes, él incluido, porque su amor por alguien de la compañía teatral no era correspondido (creo era yo) y porque todos habían acabado aborreciéndolo por su despotismo. Pero me acaeció no encontrarme presente en esa función, providencialmente, por haber sido invitado a una fiesta popular, con motivo de una celebración religiosa, en un poblado de las cercanías, en medio de verdes colinas. Me acompañaba un joven que acababa de entrar en la compañía y a quien conocía muy poco. La fiesta, aparte de la función religiosa, consistía en comida al aire libre, música, baile... Pues bien, tras pasar un buen rato en la fiesta, durante el descenso de regreso entre la multitud, todavía escuchándose la música de lejos, de pronto mi compañero y yo descubrimos que estábamos destinados el uno para el otro. Al final habíamos descubierto nuestra alma gemela por tanto tiempo esperada. Al llegar, encontramos el teatro arrasado, parece que la gente estaba a salvo y que el empresario había perecido en el incendio que él mismo había provocado con la intención de eliminarse a sí y de eliminarme a mí por no corresponderle, cosa imposible por causa de su despotismo. Yo entendí en eso que pronto he de conocer a mi alma gemela, es posible incluso que recientemente la haya descubierto en circunstancias muy parecidas a las de mi sueño. Por el fondo del conocido musical, parece que el empresario desequilibrado, celoso y posesivo es alguien con cierto poder de seducción, pero que desea manipular a los demás. El hecho de que sea un escenificador teatral parece indicar también alguien que busca el aplauso ajeno. Lo más probable es que se trate de una parte de mí mismo, que yo mismo desprecio, que se ama en el fondo a sí mismo cuando ama a los demás. Mensaje onírico: para encontrar a nuestra alma gemela es preciso quemar nuestro egocentrismo; también: el perseverar en nuestra vanidad acabará por destruirnos. Las Almas Gemelas y la Reencarnación El tema de las almas gemelas es popular en la corriente de la Nueva Era, sólo que en ella está ligado a la creencia en la reencarnación: el alma gemela sería alguien con quien nos cruzamos en una vida anterior y con quien nos volvemos a cruzar en la actual. Este reencuentro sería providencial y, por lo tanto, un signo de estar destinados a caminar juntos, de ahí la impresión de estar destinados uno para el otro, como en mi sueño. ¿Qué pensar de esta teoría? Primero: aunque adquiriésemos conocimientos inexplicables del pasado, nunca podríamos probar que corresponden a vidas pasadas nuestras. Además, tales hipotéticos recuerdos son muy restringidos: tan sólo unas cuantas personas pretenden tenerlos. No se puede fundar una creencia sólidamente sobre parciales e inciertos testimonios. Existen, es verdad, técnicas para recordar nuestras vidas pasadas, ¿pero qué garantía ofrecen de no estar alimentando nuestra imaginación o procurar simplemente información sobre el pasado por conexiones extrasensoriales? Segundo: la teoría de la reencarnación está estrechamente relacionada con filosofías que niegan la unión sustancial entre el alma y el cuerpo, y para las que éste es la cárcel o la tumba del alma: el cuerpo me sería, por tanto, accidental, no sería parte de mi persona. Además estas filosofías suelen concebir la reencarnación como una expiación por faltas cometidas en vidas pasadas. Esto es sumamente riesgoso, pues conduciría a juzgar a las personas o a justificar injusticias sociales sobre bases arbitrarias: “Te sucede tanta desgracia para pagar por pecados de una vida anterior”; “Tú eres pobre porque en tu vida anterior te portaste mal”. Se replicará tal vez que esta teoría es preferible al concepto del Infierno, mas en el fondo suprime toda responsabilidad: yo he de reencarnarme indefinidamente hasta que esté totalmente convertido. No tengo así verdadera libertad de elegir entre el bien y el mal, estoy forzado a convertirme, aunque sea después de varias vidas. Además, la supresión de toda perspectiva de condenación eterna puede dar lugar a serios abusos: puesto que no me puedo condenar eternamente y en alguna vida me he de convertir, en la presente aprovecharé para seguir todos mis malos deseos. En las teorías reencarnacionistas que pretenden que nos reencarnamos incluso en animales, falta saber si tal cosa es mejor que el Infierno: al menos en éste se sigue siendo humano y hasta él llega la misericordia divina, pues según los teólogos los réprobos no serán castigados en él conforme a la gravedad de lo que cometieron. Es cierto que el Cielo puede corregir el orgullo con la privación 15

temporal de la razón, como en el caso de Nabucodonosor, pero siempre en esta vida. Además, este rey llevó por un tiempo una vida irracional en su propio cuerpo, no en cuerpo de animal (cf. Dn 4). No es voluntad divina el que alguien se pierda, pero al mismo tiempo ella respeta la libertad del hombre, lo hace responsable de sus propios actos, aunque le ofrece siempre su gracia en la tentación y su perdón en la caída. En realidad seríamos nosotros solos quienes nos condenaríamos a nosotros mismos. Si nadie fuera responsable de sus propios actos, todos seríamos muñecos, no seres humanos con inteligencia y voluntad espirituales. Y ciertos actos monstruosos (torturas, genocidios, violaciones...) de por sí reclamarían en toda justicia un castigo eterno. Ahora bien, sólo el Excelso conoce lo que hay en el interior de cada cual y no estamos autorizados a juzgar a nadie, mas tampoco podemos decir que todo mal moral es necesariamente disculpable, que nadie puede ser verdaderamente consciente de la gravedad de lo que hace, que nadie es realmente libre al cometer el mal. ¿Somos o no inteligentes, responsables y libres? Si no lo somos, tampoco somos humanos. Existe, empero, una solidaridad universal: por el amoroso ofrecimiento de nuestros actuales sufrimientos y de nuestras voluntarias penitencias podemos contribuir no sólo a nuestra purificación sino también a la de otros, tanto en esta vida como en el más allá, en lo que se llama el Purgatorio. Es más: puede darse una especie de reencarnación mística mediante una identificación espiritual con un personaje del pasado, a fin de proseguir su misión en la época presente: es el caso de san Juan el Bautista, quien caminó con el Espíritu y el Poder de Elías (Lc 1, 17). Este mismo ya había legado primero su Espíritu a Eliseo (2R 2). Y esta reencarnación mística sería la única verosímil. La explicación más sólida para mí de la existencia de las almas gemelas y de esa impresión de estar destinados el uno para el otro sería, pues, que todos existimos eternamente en el pensamiento y en el designio divino, el cual con Bondad y Sabiduría infinitas ha hermanado espiritualmente desde toda eternidad a ciertas creaturas suyas: “El alma de Jonathan se apegó a la de David” (1R 17, 18). 3er Sueño: Prisionero de otro mundo

Yo y otros cuantos varones habíamos sido secuestrados por unos extraterrestres que nos condujeron a bordo de su nave espacial a su planeta. Llegados a éste, nos introdujeron en una futurista ciudad. Allí nos sujetaron a una banda automática que nos pasaba uno tras otro ante un sofisticado mecanismo que examinaba concienzuda y curiosamente, por medio de una compleja cámara, nuestros cuerpos, manipulados con pinzas mecánicas. Al parecer pretendían construir androides a imitación de nuestro organismo. Posteriormente salimos al exterior, a la superficie del planeta, guiados por un alienígena de aspecto humano, más alto y robusto que nosotros, pero de pétrea apariencia, que nos organizaba una excursión por su planeta. Nosotros expresábamos nuestra nostalgia por el sol de nuestro sistema planetario: sobre el firmamento de este otro se divisaban, extrañamente, varios soles, mas sin consistencia y de fugaz duración, pues así como aparecían se difuminaban en rojizas nubecillas. Daba la apariencia de funcionar al revés de nuestro sistema: en vez de varios planetas en torno a un sol, varios soles en torno a un planeta. En lo relativo a su significado, estimo que refleja la situación en una civilización tecnológica que pretende reproducir 16

artificialmente la perfección natural del ser humano. Lo intrigante es el detalle de los soles. El sol significa el yo, la personalidad; su inconsistencia, la palidez temperamental en una sociedad tecnificada, frente a la fogosidad temperamental en una sociedad más cercana a la naturaleza. La inversión de nuestro sistema planetario (soles girando en torno a un único planeta) denotaría debilidad, apocamiento de carácter, dependencia respecto a cosas e intereses inferiores a nosotros. Esta pluralidad de soles también podría aludir a los frágiles dioses de la civilización contemporánea. En definitiva, esta soñación sería una llamada a no abandonarnos al consumismo, a la sociedad del confort, que nos priva de energía para afrontar con fuerza y pasión los retos y vicisitudes de la vida. 4º Sueño: El Sortilegio

Un íntimo amigo mío, recién casado, es objeto de un misterioso maleficio, que lo confina en su casa y lo incapacita a consumar el matrimonio. Su esposa posee poderes suprasensibles, mas no es apta a liberar a su esposo del maleficio; el único apto soy yo, mas sólo personándome en su casa. Ahora bien, ésta se halla sobre un altozano circuido de un denso arbolado; cualquier camino que tome desaparece en la espesura. La esposa de mi amigo, con sus poderes, visiona mi cercana presencia, extiende las manos y me atrae hasta su casa. Finalmente, para liberar a mi amigo se precisa un extraño rito que únicamente yo puedo consumar: mi amigo se acuesta sobre un estrecho lecho y cierra los ojos; su esposa esparce sobre él semillas de trigo y lo asperja con esencia de rosas. Entonces yo hago bajar fuego sobre la esencia, que envuelve a mi amigo en transparentes, suaves y perfumadas llamas, abrasando las semillas de trigo. Mi amigo abre entonces los ojos agradecidos a la luz divina, que atraviesa las ventanas y que le trae una nueva vida, y mira a su esposa con cariñosa expresión de que ya pueden consumar su mutuo amor. Este episodio onírico refleja la angustiosa situación de un amigo mío, profundamente marcado por una traumática relación anterior, que le impide acercarse con confianza a una nueva mujer y le hace dudar del matrimonio. No es la mujer la que va a ayudarle en último término a sobreponerse a ese fracaso, sino mi entrañable amistad, por ser yo la única persona a la cual mi amigo se ha podido abrir enteramente, a la cual le ha podido contar toda su historia. Ahora bien, él se encontraba imposibilitado de salir de sí mismo, de abrirse, de confiarse, de buscar ayuda; soy yo quien hube de allegarme a él, pero al tratar de penetrar en sus pensamientos me encontré perdido en una selva oscura e intrincada; para llegar a su corazón y a la causa de sus miedos, hube de dejar a un lado la lógica y dejarme guiar por la intuición: el poder extraordinario de la mujer. Ya que él aún no tiene novia, este personaje debe de representar a su mujer ideal, ya presente en su deseo interior, profundo, mas también su intuición, que efectúa una misteriosa e inconsciente transmisión de información a la mía para que llegue hasta él. El rito liberador se asemeja a un sortilegio amoroso y a una ofrenda: la esencia perfumada y las semillas que ella esparce sobre su cuerpo serían la atracción amorosa y la fecundidad. Mas yo solo, por la confianza que en mí depositó mi amigo, pude prender fuego a todo eso, suscitar el espíritu que reactivó en él el deseo ardiente del matrimonio y de la paternidad y fundió todos sus temores.

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Terapia y sanación interior Desearía, con la luz de mi último sueño, describir a grandes rasgos el proceso terapéutico de un malestar psicológico. Él nos revela que en la raíz de toda perturbación psicológica hay una herida afectiva traumática. Los traumas que más nos marcan son los de la infancia pero, dependiendo de la sensibilidad de cada cual, podrán afectarnos a edad más tardía, como en el caso de mi amigo. Esta sensibilidad dependerá de varios factores: genéticos, educativos, medioambientales... No hay que tener una visión unilateral: no todo el mundo reacciona igual ante idénticos embates, pero tampoco la genética puede predecir nuestro comportamiento a ciencia cierta sin tener en cuenta la educación, el medio y, sobre todo, la voluntad humana. Decir por ejemplo, como he leído, que las personas infieles lo son porque están genéticamente predispuestas a ello es absolutamente simplista. Primero, el condicionamiento genético en el comportamiento es difícil de demostrar: la coincidencia entre tal conducta y tales características genéticas la verificamos solamente a posteriori y en porcentaje relativo, no absoluto. Segundo, tal cosa nunca justificaría un comportamiento anómalo: dado caso que tengamos una hipotética disposición a actuar de determinada manera, ello no nos eximiría de luchar contra tal comportamiento con nuestra voluntad, si somos conscientes de que no es honesto. Lo primero que debe procurar todo terapeuta es ganarse la confianza de su paciente, adoptando con él una actitud compasiva, comprensiva, receptiva, sin olvidarse de su profesionalidad, a fin de evitar el caer en una involucración sentimental con él. Si la causa y la naturaleza de la perturbación no son claras, el terapeuta, aparte invitar al afectado a contar su historia, le podrá solicitar el contarle sus sueños: ellos le ayudarán a entrar en su conflicto básico y en su evolución, pero en general los pacientes lo hacen espontáneamente. El terapeuta debe ser muy intuitivo en sus interpretaciones: sus propios sueños podrán asistirle. En psicoanálisis la terapia se centra en la transferencia: el paciente proyecta sobre el terapeuta todas sus heridas afectivas; éste se sirve del ascendente que gana así sobre él para conducirlo a una nueva actitud. Aquí la confianza del paciente en su terapeuta debe convertirse en abandono. En realidad esto es muy exacto, siempre y cuando el interés del terapeuta sea realmente el bien del paciente y no proyecte sobre él una ideología. Las experiencias negativas con una o varias personas muy frecuentemente nos llevan a desconfiar de todo el mundo. Si logramos confiar en alguien, ello nos ayudará a confiar de nuevo en los demás. Así vemos en mi sueño que mi amistad es muy importante para mi amigo a fin de confiar de nuevo en las mujeres: el tener a alguien a quien poder abrirle con toda confianza el daño interior que su exnovia le ocasionó y el saber que en él va a encontrar comprensión y apoyo es el primer paso de su liberación total. Sin embargo, esto puede ser insuficiente. Cuando padecemos un trauma, lo más frecuente es que busquemos compulsivamente una especie de escapatoria en algo cuyo abuso puede ser muy perjudicial: el tabaco, el alcohol, la droga, la pornografía... Si hemos estado largo tiempo bajo estas consecuencias, pueden haber creado una dependencia negativa, que no siempre va a desaparecer inmediatamente con la causa. Una chica me contó que poco antes de casarse su novio murió en un accidente automovilístico. Pues bien, el trauma que eso le causó la abocó a buscar refugio en el tabaco. Con el tiempo el dolor de la pérdida fue amainando, mas el hábito del tabaco le quedó. Éste es el punto más difícil de la terapia y que más tiempo reclama. A mi juicio en este momento la mejor terapia va a ser la conductista: ciertas prácticas destinadas a crear hábitos contrarios a nuestra dependencias. Ahora bien, una herida, aunque haya sanado, deja tras de sí una fragilidad y ante determinadas presiones puede reabrirse; una terapia conductista puede beneficiar durante cierto tiempo, mas los hábitos compulsivos con el tiempo suelen retornar. Todo ello muestra la necesidad de buscar un medio de sanación más radical y constante. ¿Cuál será este medio más profundo? A mi parecer, será una búsqueda de espiritualidad, porque en ella descubrimos un Bien mucho más absoluto, que nunca puede fallar ni pasar. Ella nos facilitará el relativizar los fallos de los demás y los placeres sensuales, incluso perdonar a los que nos hirieron, todo lo cual nos procura una eficaz sanación tanto de la raíz como de las ramificaciones de nuestras heridas afectivas. Es el sentido en mi sueño de la esencia vertida sobre mi amigo: la espiritualidad, que transfigura nuestra sexualidad (las semillas), la cual suele ser la más trastornada por nuestras heridas afectivas. Una terapia que, por prurito de agnosticismo o neutralidad confesional, no proponga la espiritualidad como medio último de sanación psicológica limitará su alcance y frustrará a los que trata. 18

CUATRO ANTIGUOS EJEMPLOS ONÍRICOS PERSONALES Las soñaciones que brindo a continuación tienen un carácter más marcadamente espiritual y se remontan todas a mi estancia en México y a mis vivencias personales y espirituales en ese querido país, del que guardo un muy especial recuerdo. La totalidad es inédita, por más que de alguno haya hecho poemas compartidos entre amigos y que ahora comparto con todos mis lectores. 1er Sueño: L´Enjeu (el Reto)

1ª Parte: La escena transcurre en Lyon, Francia, de día, creo que cuando pasó el Papa por la ciudad (yo vivía por entonces en Francia). Tras el encuentro con él, sigo a unas monjitas con hábito hasta la parada del tranvía que las iba a llevar al centro donde ambas partes nos albergábamos. En ella me sorprendo al verlas de repente junto a un extravagante joven, muy atractivo y de fina apariencia, con tez y cabellos claros, cortos y rizados, si bien no rubios, quien provenía de la misma celebración y se dirigía al mismo sitio. Lo extravagante en él consistía en que, muy a la moderna, usaba anillos de oro en lóbulos, cejas... Pero lo que me asombraba era el que, llevando su liso torso al descubierto, con sólo cadena y cruz de oro al cuello, hablase como si nada con las religiosas de hábito, las cuales no parecían molestas ni ruborizadas por su provocativa indumentaria. Bueno, más que hablar con ellas parecía escucharlas, pues en general adoptaba una actitud ensimismada, muy consciente de su extremo atractivo, aunque eso a las religiosas aparentaba serles indiferente. En todo el transcurso de su conversación con las hermanas no me dirigió ni la palabra ni la mirada. Antes de que el autobús llegase, alcanzó nuestros oídos un canto lejano. Atraído por la originalidad de la música me alejé un instante de la parada del tranvía. La tonada provenía de un grupo musical de jóvenes rockeros magrebíes, vestidos de cuero negro, quienes cantaban sobre un estrado en la plaza principal de la ciudad, frente al Ayuntamiento. Varias personas se agolpaban para oírlos. La originalidad de la canción consistía en que, siendo su letra en francés, su ritmo en cambio era una mezcla muy lograda y seductora de cadencias árabes con pop. La bonita melodía la olvidé, de la letra sólo recuerdo la frase en francés: L´Enjeu entre nous deux; al convertirlo en poema yo lo traduje: El Reto para los dos. Pasado un rato de absorción en ese hechizante canto, me acordé del tranvía y volví rápidamente a la parada, sita en una plaza adyacente a la del Ayuntamiento. Mas el tranvía ya había pasado, las hermanas y el exótico joven habían desparecido en él. En ese momento me encontré incapaz de acordarme del número del tranvía que debía tomar en dirección a mi albergue, una multitud de ellos con diferentes números cruzaban la plaza, confundiéndome aún más la memoria. Angustiado por encontrarme extraviado, desperté muy sobresaltado. Sin embargo, vencido por la somnolencia caí de nuevo dormido al poco rato y lo que volví a soñar prolongaría esta primera soñación.

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2ª Parte: El sueño cambia de escenario: me encuentro de noche en Ciudad de Guanajuato, México. Sin embargo mi impresión profunda es que se trata de simple continuación del sueño anterior, pues deambulo perdido por las calles de la ciudad, entre muy poca gente. Ahora bien, no siento ya angustia alguna por estar extraviado y no saber adónde dirigirme; por el contrario, voy abandonado totalmente a la Providencia. Se produce entonces una escena paralela a lo que sucede en la primera parte del sueño: en mi vagabundeo por la ciudad, recorro una callejuela oscura sin mayor inquietud; de pronto me llama la atención la música proveniente de un centro nocturno de puertas abiertas. Me detengo y observo. En el interior no se distingue más que una tenue niebla de amable luz rosada que da la sensación de vibrar con los zumbidos de la música, muy suave y lenta, con características de jazz. Me dejo unos momentos acariciar por esa blanda música instrumental, cuya melodía pronto olvidé también, y entretener por la curiosa luminosidad del tal centro nocturno, pero finalmente decido no entrar y proseguir mi callejeo por la ciudad, gozando la sensación de no tener destino y de no detenerme en ningún sitio tanto como gozaba la frescura nocturna del aire exterior. Con este material onírico y con otro que describo a continuación, por transcurrir también en Guanajuato, México, elaboré dos poemas que os comparto. Mas antes explicar a los lectores no mexicanos que Ciudad de Guanajuato es famosa, aparte de su belleza monumental, por tener cerca el centro geográfico y espiritual de México: el célebre Cerro del Cubilete, sobre el cual se eleva un impresionante santuario a Cristo Rey, similar y casi con idéntica historia al Cerro de los Ángeles en Madrid, centro geográfico de la Península Ibérica, donde también se yergue un santuario al Sagrado Corazón. Ambos fueron destruidos en las sendas guerras civiles que estos países sufrieron, en que la fe cristiana fue perseguida, y reconstruidos después. El día antes de Pentecostés millares de jóvenes mexicanos suben de mañana hasta ese santuario y en la tarde se pasean por las pintorescas calles de la ciudad. En el otro sueño me encontraba en la explanada de este Santuario, el cielo se presentaba nublado y caía una refrescante llovizna. Una música sonaba por altavoz, que sí pude recordar, con estas palabras en inglés: “Peace flows from Heaven to the world: peace from the Mountain of the Lord”; “Paz baja desde el Cielo al mundo: paz desde el Monte del Señor”. Ello me inspiró el 2º poema, en el cual incluí elementos del sueño donde callejeo perdido por Ciudad de Guanajuato, reminiscencia de mis paseos al bajar del Cerro. La estrofa final reproduce otro sueño asociado. EL MAYOR RETO El reto para los dos es mostrar nuestro interior y abrirle el pecho al amor con que quiere unirnos Dios.

Nuestro reto es confiar el uno en el otro siempre y todo por caridad perdonarnos mutuamente.

El reto para nosotros es mirarnos a los ojos como en reluciente espejo no empañado por los celos.

Pero el mayor reto es, perdido el rumbo una vez, sobre todo no perder la esperanza de volver.

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EL MONTE DE LA PAZ Venid, subamos la Montaña hasta el atrio del Santo Templo, donde la Paz baja del Cielo como tenue llovizna al alma.

Pues un sendero hay tan sólo, que es todo a todos perdonar y un abandono a Dios total, hacia el espiritual reposo.

Dejémonos llevar con fe, sin ansiedad; hacer camino sin inquietud por el destino; que día y noche igual nos den.

Procuremos llegar temprano, de modo que amanezca Cristo en nuestro corazón contrito, compadecidos del hermano.

Perdidos, tomar cualquier rumbo, pasando sin afán de largo frente a los resplandores vagos de las seducciones del mundo.

Y velemos, inamovibles, hasta caer del Cielo el Rayo que incendia el Monte y su Santuario de ardiente amor inextinguible.

Esta soñación muestra la compatibilidad posible entre lo sagrado y lo profano, lo espiritual y lo corporal: las religiosas hablando de lo más normal con el joven a la moda y de escaso atuendo (quizá dos dimensiones simbólicas de mí mismo); entre diferentes razas, países, culturas, lenguas... (magrebíes cantando en francés con ritmo árabe y pop, de Francia a México, jazz y canto en inglés aquí), por más que todo ello nos presenta un Reto (l´Enjeu). Ese reto sobre todo atañe, como en la canción, a las relaciones personales: el recibirnos mutuamente sin juzgarnos. En el fondo todos tenemos un mismo destino (el del tranvía). Quizás en un momento yo no supe cómo armonizar todo eso y anduve un tiempo extraviado, mas al final comprendí que podía interesarme verdaderamente en todo, apreciar incluso lo romántico (el centro nocturno con neblina rosa dentro), pero en nada detenerme permanentemente, sino ir más allá y seguir mi búsqueda espiritual, consciente de que en la espiritualidad no hay lugar de por sí: “El Hijo del Hombre no tiene donde reposar la cabeza”; y en ese abandono encontrar la paz, simbolizada por Ciudad de Guanajato, al pie del Monte de la Paz. Tres enigmáticos sueños sobre una misma persona: “No juzguéis” Mientras vivía en México, recibimos un tiempo a un simpático joven de candidato, con el cual tejí una misteriosa y azarosa relación: en una conversación le prometí tomarlo particularmente en mis intenciones de oración, sin sospechar las tribulaciones que tal cosa me acarrearía. Sobre él me advinieron varios sueños que compartíamos, por interesarle a él mucho su mensaje espiritual. Dada la unidad del personaje central, prefiero daros su interpretación en conjunto al final de estos tres. 2º Sueño: Oro acrisolado El más espectacular de los tres sueños. Nuestro joven y yo nos encontramos frente a frente en una sala oscura, donde apenas lo diviso. Súbito oigo la voz de la Santísima Trinidad: “Entremos en X para descubrir lo que hay en su interior”. Dicho y hecho, me siento arrebatado en pos de la invisible Santísima Trinidad, recorriendo con ella el interior de nuestro joven. Entramos en él a partir de la cabeza, pero todo allí se ve oscuro; vamos descendiendo: todo sigue oscuro. Nos acercamos ya al pecho: de pronto nos alcanzan largas llamaradas provenientes de una gran fragua donde se acrisola el oro, sita en el lugar de su corazón, que iluminan con doradas irradiaciones todo el interior de su pecho y lo llenan de suave calidez. En ese preciso momento termina el recorrido. 3er Sueño: El Espíritu del Señor reposa en mí El más fino de los tres sueños. Veo a nuestro joven de pie y con enigmático jersey. El color de la prenda es tenuemente dorado, dando una impresión de páginas de un libro antiguo, sensación que respalda el hecho de que toda la parte izquierda del jersey tiene escritas líneas en hebreo, a modo de

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una página de la Biblia. Al contarle el sueño a nuestro joven nos reímos bastante, ya que a él se le antojó hacerse un jersey igualito al que soñé. Reflexionando ya despierto sobre el significado del texto hebreo, lengua que desafortunadamente aún no he aprendido, se me ilumina la mente con el famoso texto del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor reposa en mí, porque me ha ungido y me ha enviado a llevar la Buena Nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos la liberación, a los ciegos la recuperación de la vista, a dar a los oprimidos la libertad, a proclamar el Año de Gracia del Señor”. 4º Sueño: Lucha a muerte Sin duda alguna el más complejo y enigmático de todos. El sueño comienza en una especie de capilla donde yo estoy de rodillas ofreciéndome en sacrificio por el mundo. Al salir de la capilla es como si me desdoblase: detrás de mí sale un niño que yo reconozco como nuestro joven y que en la soñación resulta ser un hermanito mío, con la particularidad de que él también es la persona que estaba en la capilla ofreciéndose en sacrificio. Mas aparece puñal en mano y con aire determinado. Al verlo yo quedo aterrorizado. Mientras se acerca a mí blandiendo su arma, me espeta: “Tú y yo estamos estrechamente entrelazados: tú estás destinado a sacrificarte por mí”. Acabando de decir esto, se abalanza sobre mí, me abate al suelo y allí entablamos una apretada lucha cuerpo a cuerpo en la que yo trato de contener su brazo armado. Finalmente, pese a tratarse de un niño, sus fuerzas me superan, mi brazo se debilita y él acaba clavándome su puñal por la espalda. En ese momento el escenario cambia totalmente: yo me levanto y quedo solo y de pie, mas perdiendo vigor, agonizando en el fondo de un mar de sangre clara, mi propia sangre. Lo misterioso es que muy pronto la sangre parece tomar la forma, o más bien coagularse en forma, primero, de innumerables flores bermejas, luego de peces rojos que apenas se mueven y respiran. Mi impresión era de estar muriendo muy lenta, pero irremediablemente. Yo sentía esa agonía como un debilitamiento progresivo sin llegar a caer y como un aturdimiento parecido al adormecimiento. Lo extraño del caso es que no puedo decir que despertara hasta dos días después: “Resucitó al tercer día”, pues me levanté y viví dos días en esa misma sensación última de mi sueño en mi interior, aun aparentemente tratando de vivir mi vida y cumplir con mis tareas cotidianas ante los demás, que no sé si llegaron a percibir algo.

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Creo que la única manera de comprender estas tres soñaciones acerca de este joven y amigo es revisar el curso mismo de nuestra relación. Si bien nuestro candidato tenía un profundo deseo de vida espiritual, también es verdad que guardaba ciertos apegos seculares, debido a su pasado en el mundillo del espectáculo. Esta ambigüedad me desconcertaba a veces y me hacía temer o sospechar que no perseveraría. En ocasiones, aun guardando por él una gran estima, dejaba de comprenderlo. Fue entonces cuando me advino el primer sueño que he relatado, en el cual la Santísima Trinidad vino en ayuda de mi pobre juicio para revelarme las riquezas de su corazón y enseñarme a no juzgarlo desde el exterior. Aquí sus palabras (“Veamos lo que hay dentro de él”) hacían eco a las palabras de 1 Jn 3, 21: “Si nuestro corazón nos recrimina, Dios es mayor que nuestro corazón y lo conoce todo”. Es decir, que todo lo hemos de juzgar con la luz de la Santísima Trinidad, quien Ella misma es Luz y Amor infinitos. Estas riquezas de su corazón se revelarían más tarde y provocarían mi segunda soñación. A fin de ayudarle a superar su inclinación un tanto secular, se juzgó conveniente involucrarlo en actividades caritativas para con los más pobres, cosa que él aceptó de buen grado y llevó a cabo con total dedicación y gran compasión por la miseria ajena, lo cual nos edificó y sorprendió a todos. Es cuando me advino el sueño del jersey, el cual me revelaba su capacidad de llegar hasta los más marginados y me obligaba a trascender mis prevenciones ante su aparente secularismo. Mi sueño me lo presentaba como ungido de amor por el Espíritu y enviado a los más desafortunados con el consuelo de la Buena Nueva. Sin embargo, esta escena onírica contiene una rareza: el jersey está escrito con palabras sagradas sólo de un lado: el izquierdo; el derecho está en blanco. ¿Qué quiere decir esto? ¿Que su espiritualidad no era total, que tan sólo era una parte de su ser, mientras que la otra conservaba aún cierta secularidad? No lo sé, pero por lo menos la página escrita era la más importante: el lado izquierdo es el del corazón. Nos encontramos, pues, con parecida situación al sueño anterior: el corazón ardía y refulgía, mientras que la cabeza, la inteligencia, permanecía en la oscuridad; aquí el corazón, la intención, el costado izquierdo, tiene impresa la Buena Nueva, mas queda aún una página por escribir, la de la derecha, la de la eficacia. Tal vez la Palabra divina no había aún tomado todo su ser, todos sus intereses y realizaciones. Finalmente el último sueño me revelaba la raíz de las luchas internas a que me vi expuesto desde el día en que le aseguré que iba a guardarlo especialmente en mis intenciones de oración. Tomé a pecho, efectivamente, el orar por él, mas he aquí que, apenas comencé a hacer tal cosa, empezaron a sucederme una serie de tribulaciones interiores y exteriores que me quitaron la paz: pesadillas, contratiempos... Incluso parecía que cuanto más oraba por él, más distraído se le veía en lo espiritual e incluso distante de mi persona. Pasado un tiempo en esa situación, me vi forzado, a fin de recuperar mi paz interior, a dejar de orar por él e incluso a distanciarme un tanto de él. Fue cuando me advino el sueño de la lucha a muerte entre los dos. Mas antes había tenido otro sueño en que lo veía en el patio de la casa como un niñito aún más pequeño sobre las rodillas de una Señora con largo y vaporoso vestido azul claro, cuyo busto quedaba fuera de la vista. Él traía un trajecito multicolor y reía y jugaba entre las delicadas manos de la celestial Señora. De pronto él se recostó sobre su regazo de cara a mí, perdió su sonrisa y me miró tristemente, como diciéndome: “¿Por qué no eres conmigo igual que Ella?” Es decir: ¿Por qué juzgaba impropios sus inocentes juegos y no jugaba también con él? Es curioso que en el sueño de nuestra lucha a muerte me apareciese también como un niño, pero de más edad, y como mi hermanito, mas ya nada inofensivo, sino amenazante. Quizá se reflejara ahí un cierto enfado en él por mi distanciamiento. Esa particularidad de hermandad e incluso de identidad (mi desdoblamiento) creo deberse a que en cierto momento, en agradecimiento por los sueños que le compartía, él me compartió algunas partes del registro de sus experiencias espirituales (¿acaso la parte en blanco del jersey?), las cuales denotaban un alma fina y deseosa de entregarse totalmente al Amor divino. Lo más probable es que la sensación de identidad entre ambos en el sueño sea la explicación de lo que ahí sucede: el niño en el fondo soy yo que me reprocho el haber dejado de orar y sacrificarme por mi hermano espiritual, saliéndome de la capilla, y lucho conmigo mismo hasta darle muerte a mí yo y aceptar plenamente el sacrificio de mí mismo, con todas las pruebas, desazones, pesadillas... necesarias al bien de mi hermano: ese mar de sangre clara en que agonizo, muero a mí mismo, mas de pie, sin desistir, y que al fin se condensa en flores, transformadas luego en peces, esto es, en obras de amor que producen frutos de salvación. El Cielo a menudo pone a prueba nuestra fe permitiendo que por cierto tiempo no parezca conseguir nada. 23

CATÁLOGO DE SÍMBOLOS ONÍRICOS FRECUENTES Seres humanos: Varios personajes de nuestros sueños, incluso personas conocidas y familiares, pueden ser mayormente un reflejo de una faceta de nuestra personalidad. Esto vale incluso si se trata del sexo opuesto: en los sueños de un varón, un personaje femenino puede manifestar su lado intuitivo y sensible; en los de una mujer, un personaje masculino puede manifestar su lado creativo y dinámico. La mujer, especialmente dormida, también puede significar el alma. Ancianos y niños simbolizarían nuestra madurez o nuestra inocencia... En otros casos ciertos personajes oníricos pueden representar sociedades. Un familiar podría encubrir a una amistad, personajes conocidos a seres divinos o celestiales. El padre puede simbolizar un superior, un guía espiritual, la patria; la madre, un ser protector, el país. La raza y el color del cabello serán significativos. Ver colores. Las vestimentas suelen revelar el carácter: cambiarse de ropa, mudas de carácter o de emociones; comprar ropa nueva, renovación de nuestra imagen. Para el color de la ropa ver también colores. Oficios: Los oficios tienen parte importante en los sueños. Uno muy frecuente es el de policía o guardián, que sugiere control moral o imposibilidad de acceder a conocimientos reservados en ciertos momentos. Otro es el de médico, que normalmente significa la necesidad de un consejo, de un remedio espiritual: para saber cuál, cabrá tener en cuenta su especialidad en el sueño en cuestión. Otros vivientes: Una figura frecuente en sueños es la del gigante, normalmente destructora, que simboliza obstáculos imponentes, bien desde nuestro interior (orgullo, rencor, dureza...) o bien desde otras fuentes. Los extraterrestres, según su actitud, pueden simbolizar mensajeros celestiales o infernales; otras veces, gente extraña a nuestra cultura. Los ángeles se presentan con frecuencia como acompañantes que aparecen o desaparecen de nuestro lado de manera inesperada. No sabemos exactamente que hacen ahí, sólo nos muestran que ocultamente nos asisten. Soñar con santos, aparte de su sentido religioso, revelará nuestras aspiraciones espirituales más profundas. El cuerpo: La frente aparece sobre todo en sueños en que se dispara contra ella, lo cual puede revelar falsas creencias. Falta de dientes indica falta de vigor; dientes de fiera, avaricia. Los ojos reflejan el interior del alma; su tamaño, su aspecto y sus colores serán reveladores. La mano es frecuente en sueños, denota dirección y llama la atención sobre algo; dependiendo de su actitud, puede también aludir a una presencia autoritaria en nuestras vidas. Verse desnudo en público implica exposición de nuestros secretos íntimos, timidez. Con frecuencia soñamos con disparos o puñaladas al pecho o a la espalda: ello puede significar el fin de nuestras actitudes defensivas hacia ciertas personas. Las heridas en los brazos evocan limitación al poder. La sangre acompaña en sueños a muchas heridas y, de ser éstas mortales, indicaría muerte lenta o violenta de un aspecto interior de nuestras vidas. La saliva aparece menos y se asocia en cambio a la vida corporal. Ver saliva en algún sitio puede indicar muerte reciente, natural o por enfermedad; menos por accidente. Soñar que nos escupen sería señal de ser objeto de insultos o de calumnias. Los órganos internos más asiduos son el corazón (el afecto), el hígado (el temperamento) y los riñones (la resistencia). Animales: En general nuestras facultades anímicas. Las fieras (tigre, león, pantera) reflejan nuestra agresividad. Ser perseguido por ellas es que nuestra cólera amenaza con explotar. Los herbívoros: nuestras concupiscencias. El más común es el toro, que suele presentarse en actitud amenazadora: nuestra sensualidad a punto de descontrolarse. Los reptiles: nuestros conocimientos o deseos ocultos. Los más comunes son la serpiente (sagacidad, tentación) y el mítico dragón, poderes ocultos, infernales: los dragones guardan tesoros escondidos (ciencias ocultas), doncellas dormidas (el alma espiritual)... Las aves: nuestros pensamientos y aspiraciones, arribo de noticias lejanas; las aves nocturnas: la penetración de nuestra intuición. Águila y paloma: el Espíritu; la 1ª presciencia, la 2ª buenas noticias; cuervos: pensamientos, noticias tristes; murciélagos: delirios. Soñar que volamos: dominio sobre lo material, mas también ambición. Los insectos en sueños son casi siempre venenosos: escorpiones, arañas... Muchos psicoanalistas les atribuyen significación sexual (órganos sexuales), aunque también podrían significar gestos o palabras hirientes, insidias... Los monstruos delatan instintos deformados, contenidos o desatados. Los animales domésticos suelen representar a personas cercanas, actitud defensiva (perros), visibilidad en oscuras situaciones (gatos). Otro animal frecuente es la rata: traición, falsedad, ruindad, sobre todo en nuestro entorno. 24

René Margritte: La Familia extensa

René Margritte: Los compañeros en el miedo

Alimentos: nuestras palabras; dulces, dulzura; pan, ternura; frutas, sabiduría; arroz, monotonía; carnes, palabras tajantes; condimentos picantes, mordacidad; colorantes, matices. Bebidas: nuestro humor; agua, gozo; bebidas ácidas, amargura; bebidas alcohólicas, como el vino, humor alternante, de la exaltación a la depresión. Las espumosas (cava, sidra, cerveza), efusión. Vegetación: Los bosques suelen figurar nuestro Subconsciente. Los árboles y plantas: sabiduría, ciencia. Las flores: afectos, virtudes, buenas obras. Los perfumes: atracción, espiritualidad, oración. Las semillas: fecundidad, sexualidad. Las plantas espinosas: pruebas. Los parques y jardines son imágenes paradisíacas. Los campos cobrarán significado a partir de su vegetación: si son idílicos, su significación será la de los parques, o bien estados agradables en nuestra vida; si son cultivados, especialmente a base de cereales, entonces significan el fruto anhelado o esperado de nuestra labor. Los desiertos evocan soledad, desolación, esterilidad, o bien recogimiento. Agua: En general, nuestra afectividad, nuestras emociones, nuestro medio vital (con peces). El mar en sus diferentes estados puede significar el estado de nuestras emociones en las circunstancias que afrontamos; las playas, nuestras expectativas del porvenir; las islas, el más allá, aislamiento o refugio, según el contexto; los lagos, nuestro capital afectivo; las fuentes, la vitalidad de nuestra afectividad. Los ríos suelen presentarse como obstáculos a cruzar, representan afectos muy intensos, pero también peligrosos. Rápidos, cascadas y cataratas son las truculencias emotivas, los saltos al vacío, a lo desconocido. Los puentes representan nuestro equilibrio afectivo, su buen o mal estado será significativo; piscinas, nuestros círculos afectivos; fuentes urbanas, nuestra popularidad, nuestras actitudes sociales, como amabilidad, cordialidad... Otros casos serían los charcos (obstáculos por parte de nuestra susceptibilidad), las charcas (afectos exclusivos), las ciénagas (sentimientos malsanos), los pantanos (pasiones repletas de enigmas y peligros, especialmente en forma de cocodrilos), los pozos (pasiones, sentimientos, afectos ampliamente desconocidos)... Los barcos representan nuestros deseos de nuevos horizontes; las barcas, la vida como viaje al más allá.

Claude Monet: (1840-1926) Lirios acuáticos

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Fuego: Por lo general significará pasión, conflicto, discordia, renovación... conforme al contexto. Bosques y ciudades en fuego sugieren conflictos mundiales y discordias civiles. Casas y edificios en llamas, conflictos familiares y discordias institucionales o laborales según el tipo de edificio. Estado atmosférico: En general, nuestro entorno. Lluvia moderada puede referirse a consuelos celestiales; excesiva o continua, a situaciones dramáticas o tristes. Nieve, a pureza o a frialdad emocional. Brisas, a solaz, sosiego; vientos huracanados, a pasiones descontroladas u oposiciones a nuestras aspiraciones. Días soleados, a prosperidad; cielos muy nublados, a amenazas incubadas. Relieve: Los valles simbolizan estabilidad; las montañas, metas, retos; las cavernas, exploración de nuestro interior. Los precipicios y acantilados representan situaciones límites; los terremotos y las brechas en la tierra, sacudidas a nuestra estabilidad; los volcanes, estallidos temperamentales. Piedras preciosas y joyas: Por lo general, méritos, buenas acciones, sabiduría, ciencia, prestigio. Suelen aparecer en tesoros escondidos, en templos, palacios, castillos... o en adornos personales. Sortijas representan generosidad; anillos, fidelidad; pulseras, magnanimidad; cadenas y collares, la valía del corazón o la oración; pendientes, atractivo; plata y oro, pureza y amor intensos. Las gemas cobrarán sentido a partir de sus colores: las transparentes indican honestidad. Objeto común en sueños es el reloj: el estado de nuestro corazón, debido a la similitud entre latidos y tictac. Tesoros: Normalmente escondidos; aluden a ciencias o virtudes ocultas. Cabrá fijarse en las efigies de los billetes y de las monedas que soñamos y en el material de estas última. Pueden revelarnos la imagen o los valores importantes para nosotros. Colores: Suelen denotar el tono o el grado de nuestros intereses. Los sueños en blanco y negro develan visiones radicales, sin matices, de la vida. El rojo, sentimientos encendidos; el anaranjado, alegres; el rosa, románticos; el amarillo, tibios; el dorado, duraderos. El blanco, pureza o vacío; el negro, tristeza o seriedad. El gris, la soledad, la nostalgia; el castaño, la solidez, el realismo. El verde, la esperanza, la vitalidad; el azul celeste, la espiritualidad; el azul marino, la profundidad. El color del cabello y de la piel darán detalles del tipo de personalidad, en caso de no ser genuinos: gente morena, apasionada; blanca y rubia, intelectual; africana, emocional; asíatica, mística. Vías y Urbanización: Los caminos en la naturaleza simbolizan el transcurso de nuestra vida tanto interior como exterior. En su interpretación cabrá tener en cuenta el estado de la atmósfera, del terreno, curvas que presente, territorios que atravesemos, luminosidad, personas, animales que encontremos... Las carreteras nos dan el radio de nuestras comunicaciones; las calles, el transcurso de nuestra vida en medios sociales. Aquí también serán significativos tráfico, amplitud, longitud... Las avenidas delatan a menudo sensación de anonimato; las callejuelas, de inseguridad; las plazas, de seguridad. Los túneles se refieren a períodos oscuros, al paso de un estado conocido a otro desconocido. Sentirse perdido señala desorientación en alguna área. Autobuses, tranvías, trenes... evocan orientación; perderlos sería extraviarla. Los autos significan la actitud con que progresamos, la dirección que damos a nuestras vidas. Ahí cabrá destacar los destinos, la velocidad, la pericia, los accidentes... y quiénes conducen. Los viajes son exploración de nuevos horizontes de conocimiento. Los faroles pueden ser actitud vigilante, iluminación por la razón o la intuición de circunstancias oscuras. Son frecuentes las cloacas, las cuales sobre todo denotan corrupción social encubierta. Correr: Habitualmente en persecuciones. Incapacidad de afrontar un problema o una amenaza.

René Margritte: La condición humana

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Caer, tropezar: Descenso espiritual, moral, fracaso; error de juicio, de apreciación, imprevisión. Moradas: Los grandes edificios significan las diferentes sociedades y sus diferentes instituciones. Las casas dan nuestra persona y sus diferentes compartimentos: los sótanos, nuestro Subconsciente; la planta baja, nuestra vida consciente, habitual; los pisos altos, nuestros conocimientos más sublimes o nuestra comunicación con la vida superior. La cocina indica cómo elaboramos nuestras relaciones; el comedor, cómo compartimos con los nuestros; las habitaciones, nuestra vida interior, los lugares que reservamos para nosotros y para los demás; el cuarto de baño, nuestra pureza íntima. Las escaleras, nuestras indagaciones; las ventanas y balcones, nuestra visión del exterior y nuestra proyección a él. Las puertas significan la privacidad, la autoprotección: casas y cuartos sin puertas denotan falta de intimidad o de protección; muros con brechas, inestabilidad. Los patios revelan nuestras actitudes lúdicas. Los ascensores denotarán según su dirección ánimo levantado o decaído, ascenso o descenso espiritual; si perdemos su control y se proyectan a lo alto, evasión de la realidad; si a lo hondo, depresión. La sensación en sueños de claustrofobia indicaría obsesiones; de parálisis, impotencia ante ciertos hechos. Los templos significan paz, recogimiento, comunicación con lo sagrado. Los palacios denotan gente socialmente apreciada; los castillos, gente impenetrable, rodeada de misterio... por eso con frecuencia expresan el más allá. La iluminación de las diferentes piezas será reveladora de nuestras facetas más luminosas o aparentes y oscuras o reservadas. Los vidrios en puertas y ventanas señalan nuestra capacidad de observar la realidad dentro y fuera de nosotros. Su estado (nítido, polvoriento, quebrado) indicará la justeza de nuestra visión. Cementerios: Normalmente anhelo de paz, sobre todo interior; también interés por los difuntos. Establecimientos comerciales: Estos establecimientos aluden a nuestros intereses materiales y aparentes. Las tiendas de moda indican nuestra preocupación por la impresión que causamos a los demás. Las carnicerías pueden sugerir el estado de nuestros órganos corporales. Las abacerías (abarroterías en América), nuestra reserva de fuerzas. En sueños son frecuentes los bazares, las tiendas decorativas y las jugueterías, las cuales apuntan a nuestros ensueños, fantasías e ilusiones. Mobiliario: Destacan espejos: autoconocimiento; cofres: recuerdos; armarios: secretos; lámparas: lucidez (encender: manifestación); pinturas: normalmente nuestros sitios, escenarios ideales; fotos: personas, lugares, eventos que nos han impactado profundamente y se nos han quedado grabados. Objetos diversos: Para descifrar el significado de las cuerdas cabrá fijarse en cómo se presentan. Cuando penden de árboles o del aire, suelen representar el auxilio de Seres o Realidades Superiores; cuando nos atan o atan partes de nuestro cuerpo, impotencia para actuar; cuando nos ahorcan, que nos domina la angustia en determinadas situaciones; los nudos aluden a enigmas. El significado de las tijeras dependerá de lo que hagamos con ellas, normalmente denotan cortar con ciertas actitudes o relaciones. Las herramientas representan nuestra aptitud para resolver problemas o necesidades. Armas: Las armas de fuego en sueños por lo general apuntan hacia nosotros y evidencian nuestra vulnerabilidad sensible. Ser apuñalado puede simbolizar la penetración de alguien en nuestros secretos... El matar a alguien suele significar el tratar de eliminar de nosotros algo que esa persona nos recuerda; el que alguien nos mate, el fin de una resistencia a esa persona o a lo que ella representa. Muchos psicoanalistas suelen ver las armas como símbolos sexuales masculinos, pero eso dependerá del contexto. Relacionados con las armas están los sueños de guerras y luchas: conflictos en torno nuestro, conflictos internos, combates espirituales... dependiendo de los detalles. Astros: El Sol representa la divinidad, la personalidad, la virilidad, la racionalidad; la Luna, la frontera entre lo divino y lo creado, lo temporal y lo intemporal, el Subconsciente, la femineidad, la intuición; el Lucero, las perspectivas de felicidad. Las estrellas pueden referirse a luces muy elevadas que iluminan nuestras oscuras situaciones. Encontrarse en otros planetas sugiere el sentirse en medios extraños a nosotros. Nuestras reacciones reflejarán nuestra posición ante los retos que presentan tales medios. El cielo, aparte su sentido religioso, puede aludir a nuestros ideales: sentirlo muy lejano o cercano, su tonalidad clara o sombría, rojiza... develarán cómo los sentimos: cerca o lejos, vivos, vacíos, agonizantes... Si vemos el cielo quebrarse como un vidrio es ruptura abrupta de nuestros ideales o de creencias ancestrales: los sueños con astros o con el cielo, especialmente, son susceptibles de tener proyección social y reflejar actitudes, con bastante frecuencia radicales, de nuestra civilización contemporánea ante determinadas tradiciones culturales y religiosas: la complementariedad de los sexos, la creencia en Dios, en una Vida trascendente... 27

Comunicación: Un factor que se repite en sueños es el no entender, o sólo en parte, lo que alguien está diciéndonos; también el haberlo olvidado. En tales casos, el mensaje se podrá recomponer por otros factores, detalles, gestos... al interior del sueño. Si sólo recordamos una palabra o una frase, ése es el mensaje central. ¿Por qué sucede tal cosa? Es posible que en tales casos nuestra intuición inconsciente no lo capte todo o sea incapaz de fraguar un comunicado coherente, por tratarse de un caso o de un problema muy complejo. Sucesivos sueños pueden aclararnos esos puntos, pero no necesariamente como una continuación del anterior ni con la misma simbología. Eso vale también para aquellos sueños con final no resuelto: ¡no hay que esperar su continuación en una próxima ocasión! Lo más probable es que otro sueño proveerá la solución final, mas bajo diferente forma. Los teléfonos son comunes en sueños; hablar por ellos denota alguna imposibilidad de comunicarse abierta o físicamente con alguien, por ello es frecuente que por su medio hablemos en sueños con nuestros seres queridos en el otro mundo. Cuando hablamos por teléfono con alguien que no conocemos o no se identifica, puede tratarse de nuestro Subconsciente, nuestra Intuición o algún Ser sobrenatural los que nos hablan para darnos algún mensaje importante. Cabrá analizar el contenido. Escenas eróticas: Pueden bien manifestar verdaderos deseos sexuales o bien simbolizar otra cosa (p. 6). Además, si las escenas sexuales en sueños son sencillamente anecdóticas, no son en sí trascendentes. Sólo en caso de ser recurrentes podrá pensarse en un verdadero conflicto interno. Las personas con quien se tiene una escena sexual pueden ocultar a otra tanto si nos son conocidas como desconocidas. Se la identificará considerando el posible simbolismo de ciertos detalles, nombres, relaciones... No obstante, la razón de su ocultamiento puede ser simple inseguridad de nuestra percepción inconsciente. Los besos significan las más de las veces transmisión de secretos. La posición freudiana según la cual el simbolismo onírico manifestaría veladamente nuestras represiones sexuales es asaz limitada, primero porque muchos sueños manifiestan sin velos nuestros deseos y segundo porque en nuestros tiempos de pansexualismo seguimos soñando con símbolos oníricos. Incluso cabría preguntarse si no estuviera sucediendo todo lo contrario: que ciertos sueños en apariencia sexuales tan sólo manifestasen veladamente nuestras necesidades espirituales reprimidas en estos tiempos de exasperación de la sexualidad: nuestra aspiración, por ejemplo, a un armonioso acoplamiento entre alma espiritual y cuerpo material... Esto puede valer también para ciertos sueños estrafalarios, como es el caso de sueños homosexuales por parte de personas que se identifican como heterosexuales. En vez de hipotetizar sobre tendencias homosexuales latentes, podríamos pensar sencillamente en un contenido simbólico: la unicidad profunda entre los sexos, por ejemplo. Pero como los sueños también pueden plasmar nuestros miedos, es probable que los sueños homosexuales en personas heterosexuales se deban a un temor excesivo e irracional a aparecer como homosexuales ante los demás. Los sueños de incesto suelen encubrir a otra persona. Un tema que me ha parecido apropiado e interesante tratar aquí es el de las erecciones inconscientes durante el sueño, frecuentes en varones independientemente de tener sueños eróticos. Los especialista no se ponen de acuerdo sobre la causa. Yo propongo la siguiente razón, sin excluir otras: el cuerpo provocaría la erección en estado dormido a fin de protegerse de posibles micciones involuntarias, habituales por ejemplo entre niños y ancianos, ya que la erección causa un bloqueo en la salida de la vejiga a las vías urinarias, lo cual dificultaría cualquier escape de orina involuntario. CONCLUSIÓN En mi opinión, la simbología onírica tendría gran variedad de fundamentos. El principal estimo que es un cierto control por parte de nuestro juicio, y no de la conciencia moral, sobre los sueños: parece que el juicio racional no quiere permitirle a la intuición inconsciente manifestarse siempre abiertamente para evitar que nuestra conducta se rija por los sueños y no por la razón. En algunos casos podría hablarse de una represión por parte del juicio racional sobre la intuición inconsciente, pero comúnmente cabría mejor hablar de un control o de una vigilancia. Todo simbolismo permite hasta cierto punto una diversidad de interpretaciones, por lo que no podemos hacer algo absoluto en sí de los mensajes oníricos. Debemos acoger por lo menos los que parecen altamente significativos, pero le corresponde a la razón la misión de juzgar en qué medida pueden iluminarnos u orientarnos y cuál sería su interpretación más adecuada a la realidad en sí y a nuestras circunstancias actuales. 28

Ahora bien, la razón deberá tener presente al mismo tiempo que si despiertos somos aptos a recibir comunicaciones extrasensoriales, aún con mayor motivo lo seremos en sueños: lo cierto es que el día es el reino de la razón y la noche el reino de la intuición.

CORCELES: El ansia de libertad El Corcel Herido: un sueño de la lejana adolescencia Me encontraba yo en la playa oteando el horizonte marino, que se hallaba cubierto por una banda de espesas nubes aproximándose a la costa, cuando súbitamente de entre ellas se adelanta la figura de un caballo que trota relinchando como herido y que es perseguido por el mismo cúmulo nubloso del cual sobresale. Antes de llegar a la orilla, la masa nubosa de la que trataba de escapar lo alcanza y lo reabsorbe en su interior, y no sólo eso, sino que lo sume después todo en una densa bruma blanca donde resulta imposible distinguir nada. Mas al final la bruma comienza a disiparse y da lugar a una fantástica visión: el mar se ha transformado en una especie de inmensa laguna baja con superficie tersa como la de un límpido espejo, que refleja el cielo azul y en que se contemplan y beben serenamente una multitud de caballos. He aquí mi interpretación: la masa nubosa significaría el pasado olvidado, del cual trata de emerger un caballo lastimado, probablemente el recuerdo de una herida afectiva de la infancia. Sin embargo, antes de manifestarse totalmente, la nube del olvido o de la inconsciencia lo reabsorbe. Transcurre un periodo nebuloso, sin visibilidad, de completa confusión o ignorancia en torno al alcance de esa herida del pasado: la nube convertida en blanca niebla que todo lo envuelve; hasta que al final se despeja y da lugar a la serena visión de aquella laguna con multitud de caballos tranquilamente bebiendo en ella. La sensación de conjunto aquí es de serenidad afectiva, de superación de las heridas infantiles. El mar es la afectividad, su transformación en la extensa laguna baja indica quietud del alma; la multitud de caballos contemplándose y bebiendo a la par en su tranquila superficie proviene de ser ésta similar a un espejo que refleja el cielo y en que uno se refleja. Ello indica el apaciguamiento de las pasiones, la sanación de pasadas heridas mediante la contemplación de las cosas celestiales o divinas, tal vez en comunión con otros que tienen iguales intereses. Con el material de este sueño y el de otro emparentado compuse años ha mi poema Gemido, en estilo surrealista, con el cual clausulo y corono este mi artículo sobre el extraño, curioso y fantástico mundo onírico. Mas antes os narro e interpreto aquel otro sueño:

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El Mundo Perdido Por la misma época en que tuve la soñación anterior, soñé una densa bruma rosa de amanecer sobre el mar; súbito ésta se despejó un tanto y se vislumbró un templo griego de idéntico color, a modo de la perdida Atlántida. Instantes después la bruma del olvido lo volvió a ocultar. Quizás esta visión onírica reflejara una pasión mía pasajera por la cultura griega clásica, pero su sentido más personal parecía recordarme mi abandono de toda creencia religiosa durante un triste período de mi vida, con la consiguiente nebulosidad, falta de claridad y de equilibrio (características de la arquitectura clásica, la misma de aquel templo) que lo acompañaron.

GEMIDO Tú, implacable enemigo, Que ignoras que tus encendidas flechas Un vivo ardor de intenso amor me inyectan, Como envueltas de hechizo O impregnadas de un filtro que las venas Gradualmente me quema y envenena: Pregunta a mi gemido Si es desgarro del pecho de las flores O es ala lastimada de ilusiones; Si es de un mundo perdido, Que resurge un momento de la bruma, En el fragor del mar la voz de angustia; O es de un corcel herido, Semejante a una ola ensangrentada Por el piélago en calma desbocada, El último quejido... ¡No! Es ya un gran silencio en el océano, Nítido espejo del azul sereno De un cielo descendido.

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GLOSARIO Proveemos a continuación una lista de términos técnicos especializados usados en este artículo con su significado aproximado para una mejor comprensión de este estudio sobre los sueños. Semántico: Relativo al significado, que en griego se dice sema. Homófonas: Palabras que escritas diferentemente suenan iguales: haya (árbol) - aya (niñera). Homógrafas: Palabras que, pese a escribirse igual, tienen significado y procedencia diferente: haya (árbol) - haya (presente subjuntivo del verbo haber). Desambiguación: Diferenciación de los diversos significados de una misma palabra. Somático: Del griego soma, cuerpo; equivale a corporal. Se usa también en el sentido de repercusión en el cuerpo de angustias psicológicas (somatización). Onírico: Del griego oneiros, sueño mental, distinto de hypnos, sueño corporal (de ahí hipnótico). La oniromancia es la práctica de la adivinación (en griego mantia) por los sueños. Intuición: Actividad mental consistente, en el ser humano, en una rauda captación de una posible verdad a través de ciertos signos o indicaciones. Mas ella necesitará ser comprobada mediante el razonamiento o la experiencia. La intuición angélica es de otra naturaleza: el ángel posee de forma innata y espiritual las semejanzas mentales de las cosas, no las abstrae de ellas; así pues, su conocimiento de las realidades es inmediato, sin razonamientos y sin posibilidad de error. Los demonios, que poseen una inteligencia angélica por ser ángeles caídos, son capaces de engañarnos, mas no de engañarse. Puede haber en ellos mala voluntad, engaño, mas no error. Los ángeles, empero, no pueden conocer directamente nuestros pensamientos ni nuestros sentimientos, a menos que se lo autoricemos; pueden suponerlos a través de nuestros gestos, mas sin certeza alguna. Aquí es donde los demonios, por su tendencia a juzgar, pueden equivocarse, como con Job y con Cristo. Libido: Concepto psicoanalítico muy amplio que abarca la apetencia afectiva en general, tanto a nivel instintivo como pasional y voluntario. Freud considera el aspecto sexual el dominante en ella, identifica la sensibilidad con la sexualidad y considera el afecto espiritual una sublimación a del sexual. Jung introduce el concepto de Libido geminada: al principio la Libido es confusa, con el desarrollo se va especificando en diversas áreas: sexual, alimenticia, espiritual... Esta unicidad de la Libido es rechazada por la mayoría de los especialistas, pues la experiencia muestra la diversidad de las apetencias sexual, alimenticia y voluntaria, aunque haya comunicación entre ellas. Represión: Concepto psicoanalítico que define un intento de supresión de un sentimiento a causa de una violenta prohibición moral exterior. Ya que suprimirlo seria imposible, uno lo sublima, se lo oculta a sí mismo o vive en constante complejo de culpabilidad. El primer caso podría llevar a la paranoia, el segundo a compulsiones inconscientes neuróticas y el tercero a la depresión. Pero se trata de una visión un tanto desfasada; en realidad, en los tiempos actuales son antes bien nuestras aspiraciones espirituales las reprimidas por el hedonismo imperante y las patologías psicológicas provienen mayormente de esta represión de lo espiritual, causada por la exaltación de lo sensual. Compulsión: Reacción psicológica que consiste en sentirse compelido, aun en contra de nuestra voluntad, a realizar acciones exageradas y repetitivas con el fin de procurar un momentáneo alivio a una obsesión psicológica, que no llegan a resolver, pues su relación con ésta es, la más de las veces, meramente simbólica; al contrario, conducen a dependencias que a la larga perjudican a la persona en su vida personal, social y hasta en su salud. Pongamos como ejemplo que una educación puritana haya causado en una persona una obsesión por la pureza. Ésta se traduce en obsesión por la limpieza, de modo que no soporta la más mínima suciedad, puede hasta encontrarla donde no la hay: así volver a limpiar algo que acaba de limpiar, considerar el más mínimo contacto físico como sexual... Pero pudiera provenir igualmente de remordimientos de la conciencia por una culpa real... Psicoanálisis vs. Conductismo: El psicoanálisis, en sus diversas corrientes, es una escuela psiquiátrica y psicológica que pretende sanar a los afectados por algunas enfermedades mentales, fundamentalmente la neurosis, por medio de la búsqueda y el tratamiento de su causa, que suele ser una herida emotiva durante la infancia, de la cual por lo general evitan ser conscientes por serles a

Proceso por el cual un afecto inferior es transformado en otro superior. Ahora que, para Freud, esto consiste en una simple muda: el sentimiento sigue siendo el mismo, el deseo sexual, sólo que desviado por otro lado, a otro fin.

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particularmente doloroso el reconocerla. Por ello es también llamado psicología profunda. El conductismo, en cambio, considera muy subjetiva esta exploración de sentimientos interiores y prefiere actuar directamente sobre la conducta anormal del psicópata mediante prácticas correctivas. El psicoanálisis ve los sueños como un medio esencial de tratamiento; el conductismo se muestra, por el contrario, escéptico sobre su utilidad en psicoterapia, viendo problemática su interpretación. Si bien es dudoso que se resuelva permanentemente malestar psicológico alguno combatiendo sus consecuencias sin ir directamente a la causa, también es verdad que es insuficiente buscarle una sola causa. Lo más seguro es que un conflicto psicológico sea el resultado de una multitud de factores: genéticos, familiares, educacionales, ambientales... durante un largo tiempo. La terapia deberá tener en cuenta todo ello y probablemente necesitará ser multidisciplinar para ser eficaz, así como abrirse a terapias alternativas y espirituales. La observación de que varias patologías psíquicas presentan un desequilibrio químico cerebral ha llevado modernamente a varios a considerar un origen meramente neuroquímico y a tratarlas con psicofármacos. Ahora bien, tal observación se hace a posteriori b, no sabemos bien siempre si la sintomatología patológica del cerebro es debida a deficiencia congénita o a impacto emocional de particular relevancia. En algunos casos es patente que ciertas personas han mostrado serios desarreglos psíquicos sólo tras experiencias fuertemente traumáticas, incluso en edad adulta; en otros, no hay suficiente evidencia de experiencias traumáticas relevantes. En ciertos casos quizás haya que remontar hasta repercusiones maternas durante el período de gestación. Trascendente vs. Inmanente: Una realidad trascendente es una realidad objetiva, exterior, distinta a mí, irreductible a mi intención o a mi idealización. Una realidad inmanente es, en cambio, una realidad subjetiva, interior, identificada conmigo, conforme a mi intención o a mi idealización. Yo puedo ejercer cierta acción transformadora sobre las realidades circundantes, por ejemplo en el arte, mas no reducir su existencia a la mía, excepto en el caso del alimento. Sin embargo, existe una complementariedad entre el aspecto trascendente y el inmanente. El concepto que yo tengo de las realidades exteriores es inmanente a mí, se identifica con mi ser, pero también es la impronta de las cosas en mi conocimiento, por lo que es totalmente relativo a ellas. Parecidamente, yo amo a una persona real, distinta de mí o de mi ideal, mas la amo como a mí mismo. En ese sentido la llevo intencionalmentec en mí, es parte de mi vida; si me falta, me siento incompleto. Los idealismos reducen todo a la inmanencia, dicen que la inteligencia está finalizada por las ideas y no por la realidad, que el verdadero amor es el ideal de persona amada, que la divinidad es una proyección de sí mismo; el panteísmo reduce en un sentido todo a la trascendencia, dice que toda realidad es Dios, en otro sentido lo reduce también todo a la inmanencia, al negar un Dios trascendente al mundo. Dialéctica: Comúnmente, método de razonamiento por oposición. Es típico del idealismo, el cual parte del apriorismo de que la información que dan los sentidos es subjetiva; por lo tanto, lo único objetivo sería lo que nuestra inteligencia crea: más que la realidad, conocería mi concepto de la realidad. Se opone así los datos de mis sentidos a mis ideas. Lo interesante es que con frecuencia las filosofías idealistas invocan a su favor la sensación en sueños de creerse en la vida real. ¿Qué nos garantiza que no estemos soñando cuando creemos estar despiertos? Basta con comparar nuestras imágenes e impresiones en sueños con nuestras sensaciones en vigilia: no tienen en absoluto la misma nitidez ni el mismo realismo que éstas. Por otro lado, los animales se guían constantemente por sus sentidos para su alimentación, su supervivencia, su orientación... Ello prueba que los sentidos están hechos para el conocimiento adecuado de la realidad. Pueden, es cierto, ser muy limitados en la percepción de realidades muy lejanas, como los astros, y engañosos en situaciones excepcionales: darnos, por ejemplo, la impresión de que nuestro tren está arrancando, cuando es el de enfrente el que lo está haciendo, o hacer creer a un animal que está ante otro al verse en un espejo... Evidentemente los sentidos necesitan el juicio de la inteligencia, pero eso no obsta para que por norma sean verídicos y reflejen en circunstancias normales la realidad sensible tal cual es. Cuerpo astral: Teoría hinduista inverosímil, la cual afirma que, aparte de nuestro cuerpo aparente, existe otro más sutil estrechamente unido al alma y capaz de separarse con ella del cuerpo aparente. b

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Expresión latina que significa “con posterioridad”; opuesta a “a priori”, “con anterioridad”. Ambas expresiones se usan en diversos contextos. De a priori provienen apriorismo y apriorístico, en el sentido de un juicio prematuro. Intencional significa que tiende a: mi amor por alguien está en mí, pero al mismo tiempo me hace tender hacia él, buscarlo; mi concepto de la realidad está en mi conocimiento, mas es relativo a la realidad, es para conocerla.

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