Octavio da Veiga Ferreira (1917-1997)

October 10, 2017 | Autor: João Cardoso | Categoria: Portugal, Memória, História da Arqueologia
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TRABAJOS DE PREHISTORIA

54, n.° 2, 1997, pp. 5-11

OCTAVIO DA VEIGA FERREIRA (1917-1997) (1) JOÂO LUÍS CARDOSO (*)

El Doctor O. da Veiga Ferreira nació en Lisboa, el 28 de Marzo de 1917, habiendo fallecido en esta ciudad el 14 de Abril de 1997. Era el mayor de seis hermanos. Su padre murió cuando tenía veinte años, después de haber sido apartado de la carrera militar por su implicación en la revuelta monárquica de 1919 («Monarquía do Norte»), habiendo participado en la ocupación de la sierra de Monsanto, en Lisboa. Forzado a ganarse la vida, se matriculó en el, por aquel entonces. Instituto Industrial de Lisboa. Mientras tanto se distinguía como deportista, practicando hockey sobre patines, pugilismo, fútbol (Sporting Club de Portugal, Académica de Coimbra, Académica de Santarem y Uniâo de Lisboa), y rugby, donde jugó como internacional por el Belenenses y por el equipo del Instituto Industrial. Antes del ingreso en el Instituto Industrial, por haberse retrasado en su presentación a las autoridades, cumplió el servicio militar en Táñeos y en el Algarve, en el puesto de sargento, e incluso ejerció funciones de oficial radiotelegrafista de la Marina Mercante. Su vinculación emocional con el mar, que mantendría hasta el final de su vida, habría sido mucho más fuerte en el caso de que sus familiares monárquicos no le hubiesen impedido ingresar en la marina de guerra, ya que por entonces se consideraba que este cuerpo de las fuerzas armadas estaba dominado por republicanos. Habiendo obtenido el diploma de Ingeniero técnico de Minas, en 1941, se casó ese mismo año con María Luisa Femandes Bastos, de quién tuvo dos hijas, Seomara, nacida en 1942, y Ana María, en 1945. Su primer empleo, tras concluir la carrera, fue en la Comissao Reguladora do Comercio dos Me(*) Centro de Estudos Arqueológicos do Concelho de Oeiras. Edificio Paco d'Arcos. 2780 Oeiras. Portugal. El texto fue remitido en su versión final el 14 -XI-97. (1) Traducción del portugués: Beatriz Comendador Rey. Area de Prehistoria. Departamento de Historia I. Universidad de Santiago de Compostela.

Lám. I. Agosto de 1986: O. da Veiga Ferreira, en el centro, rodeado por Georges Zbyszewsky (a la izquierda) y Joao Luís Cardoso (a la derecha), en una de las visitas que anualmente efectuaba a las excavaciones de poblado prehistórico de Leceia.

tais (1941), pasando en 1944 a la Direccâo-Geral de Geología e Minas y, en 1950, a una de sus subdirecciones generales, los Serviços Geológicos de Portugal, donde se jubiló en 1987. Fue en esta grande y bella casa, de tradiciones centenarias, donde vino a desarrollar una notable actividad, que justamente lo transformó en una de las figuras de referencia de la Arqueología nacional y peninsular. Como técnico de Geología y Minas, fue llamado para colaborar en prolongados estudios y trabajos de campo, destacando en los de cartografía geológica, en el curso de los cuales tuvo oportunidad de desarrollar sus dotes de observación y de satisfacer su insaciable curiosidad científica. De este modo, descubrió importantes yacimientos y monumentos arqueológicos, que después, en la medida de las posibilidades que las jefaturas le concedían, procuró explorar, recurriendo, a lo largo de los años, a una colaboración diversificada. En este contexto, encontró un particular apoyo e interés por parte de su antiguo Director y amigo personal, el ingeniero Antonio de Castello-Branco, que le permitió desarrollar tales actividades, firmemente protegidas por su inmediato superior jerárquico, el Doctor Georges Zbyszev^ski (Lám. I), eminente geólogo y arqueólogo pionero en Portugal del estudio de las industrias paleolíticas de las terrazas fluviales y de las playas antiguas del litoral portugués, en colaboración con H. Breuil. Sus cualidades se acrecentaron y, ya antes de su entrada en los Servicios Geológicos, contaba con un brillante curriculum como arqueólogo, que T.R,54,n.°2, 1997

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Joâo Luís Cardoso

después fue potenciado por su formación y experiencia profesionales -como ingeniero y como naturalista- que le permitían el tratamiento interdisciplinar de cuestiones de índole arqueológica, cuando tal práctica era casi desconocida. Fue, en este sentido, un precursor, siendo el continuador natural de la brillante investigación desarrollada en las últimas décadas del siglo XIX por la pléyade de geólogos/arqueólogos de la entonces Comissâo Geológica: Carlos Ribeiro, Pereira da Costa y Nery Delgado. Así se explican trabajos sobre las faunas ictiológica, carcinológica y malacológica del conchero de Moita de Sebastiao MugQ, presentado en 1954 al IV Congreso Internacional de Ciencias Pré y Proto-históricas, reunido en Zaragoza; sobre la petrografía de los artefactos de piedra pulimentada; sobre la mineralogía de objetos de adorno prehistóricos y, sobre todo, sobre paleometalurgia, defendiendo la hipótesis, hoy probada, sobre la presencia de arsénico en artefactos de la Edad del Cobre como consecuencia de su presencia natural en los minerales originales y no como resultado de su adición intencional, como hasta entonces muchos creían. A su natural curiosidad y gusto por la investigación, se unían una notable capacidad de trabajo y resistencia física. Caminaba por montes y valles, sufriendo mojaduras y cansancios sin fín, pero siempre se encontraba dispuesto para redactar sus últimos descubrimientos, como si fuesen los primeros. En el seno de los libros y de los amigos que cultivaba, buscaba las ideas que rápidamente ponía a disposición de todos: ño se consideraba un literato, mucho menos en especulaciones. En lenguaje simple y directo, exponía claramente sus ideas, sin desviar las críticas. Claro que se equivocó en algunos casos: pero sólo no se equivoca quién no se atreve con el trabajo arduo, especialmente en áreas entonces aún tan mal conocidas. Abrió caminos, siempre preocupado por encontrar nuevas vías de investigación. Así se comprende su obra publicada, de más de cuatrocientos títulos, abarcando todas las épocas y materiales de la Prehistoria, de la Protohistoria, del Período Romano, de la minería, de la joyería antigua, de numismática ibero-romana, romana y visigoda, por no hablar de sus trabajos de divulgación arqueológica y de investigación historiográfica, explícita en la publicación anotada de epístolas de eminentes arqueólogos y geólogos (Nery Delgado, E. Cartailhac, A. Smith Woodward y Raymond Dart).

A la Paleontología (peces del Cretácico, moluscos, vertebrados y cangrejos del Mioceno y del Pleistoceno) dedicó, sólo y en coautoría, 30 títulos; su labor en Cartografía Geológica, se encuentra en cerca de sesenta mapas geológicos a escala 1/50.000 y en las respectivas noticias explicativas, en cuya redacción colaboró, abarcando buena parte del territorio portugués, especialmente el Centro y el Sur del País, de tal forma que casi todas las regiones le eran familiares, desde el punto de vista arqueológico y geológico, merced a muchos años de trabajo de campo. Debe destacarse además, que durante años participó en prolongadas campañas de varios meses consecutivos, dirigidas por G. Zbyszewski, en la que procedieron al levantamiento geológico de todas las islas atlánticas, con excepción de la pequeña isla de Porto Santo. De esas campañas, y de la prolongada convivencia diaria, de más de cuarenta años, con aquel geólogo y arqueólogo, conservaba sabrosas historias y memorias vividas en común, que tal vez algún día sean contadas. Contrario a todo tipo de dádivas y glorias, no despreciaba el prestigio que le venía de su labor científica esforzada, seria y persistente, que nadie se atrevió jamas a cuestionar: su único y más valioso capital fue, en efecto, el de su trabajo acumulado a lo largo de décadas y los amigos y admiradores que se granjeó. Las discriminaciones políticas, durante el régimen de Salazar y los prejuicios que, en el plano personal le habían acarreado sus posiciones sin sombras, de una impulsividad telúrica, le dieron en contrapartida, la posibilidad de mantener intacta su independencia de juicio, tanto de las personas como de las instituciones. Libre de los intereses mezquinos de otros, vivió totalmente entregado a la Ciencia que lo fascinaba, sacrificando su salud, familia y hasta su bienestar material: habiendo subscrito en 1945 las listas del Movimento de Unidade Democrática. -MUD, nunca hizo alarde de ello, incluso cuando, en su momento, se podría haber servido de ello. Fue un Hombre de carácter simple y generoso, cualidades apenas reservadas a las grandes almas. Tuvo su primer contacto con la Arqueología en Carenque, donde el Prof. Manuel Heleno realizaba excavaciones en la importante necrópolis prehistórica allí existente, en 1932. Sin embargo, fue en 1945 cuando, en Monchique, entregado a la prospección y captación de aguas subterráneas, conoció al Dr. José Formosinho, director del Mu-

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seo de Lagos, que allí venía desarrollando excavaciones, y su interés quedó definitivamente dispuesto para este área científica. Inmediatamente, conoce a aquel que, en los años siguientes, vendría a orientar (y disciplinar) sus pasos: Abel Viana, entonces arqueólogo ya plenamente confirmado en el ámbito portugués. Los tres prosiguen, en los años siguientes, la exploración de diversos núcleos de la notable necrópolis prehistórica allí existente: Esgravatadoiro, Buco Preto, Eira Cavada e Mirante da Mata, demostrando, por primera vez^ la evolución arquitectónica y artefactual del megalitismo regional, desde el Neolítico Medio, hasta el Calcolítico Pleno, pasando por el Neolítico Final. El último trabajo de conjunto que le dedicaron, cuidadosamente ilustrado, es aún hoy, una preciosa ñiente de información. Desde entonces, su interés por la Prehistoria se consolida. Pasa a colaborar regularmente con Georges Zbyszewski, al que conoció al asistir a un curso de prehistoria impartido en 1941 por H. Breuil, en la Facultad de Letras, acompañándole en prospecciones arqueológicas por los alrededores de Lisboa; a través de éste, se hace amigo de Camarate Franca, con quien también pasa a trabajar regularmente (se destaca el importante estudio sobre el monumento calcolítico de S amarra, Sintra, de 1957). El contacto que por entonces establece con el Prof. A.A. Mendes Correa, de quién llegaría a ser secretario personal durante más de quince años, en Lisboa, le posibilita la obtención de becas del Instituto de Alta Cultura, a través del Centro de Estudos de Etnología Peninsular, para proseguir de forma más consecuente su investigación en esta fase aún especialmente ligada al Algarve, como bien ilustra el estudio de arqueología regional «De lo prerromano a lo Arabe en el Museo Regional de Lagos» (1953). En 1947, durante un viaje en tren de regreso de Monchique, conoce a Georg y Vera Leisner. Inicia con ambos una fructífera colaboración, después apenas continuada con la segunda, explícita en importantes excavaciones que hicieron en conjunto con G. Zbyszewski, destacándose las del dolmen de Casaínhos, Loures, y la sepultura de Praia das Macas, Sintra. Los resultados obtenidos dieron origen a bellas memorias de los Servicos Geológicos de Portugal, en una de las cuales se publicó una magnífica monografía dedicada a los hipogeos de Pálmela. El estudio de los materiales de los monumentos megalíticos de Trigra-

che y doA-da-Beja, constituyó otro ejemplo valioso de aquella colaboración, así como la publicación, en 1963, de las primeras dataciones de radiocarbono de megalitos portugueses. En 1948, se hace miembro del Instituto Arqueológico Alemán. Se acentúa su interés por el Calcolítico y, en particular, por el campaniforme, que de ahora en adelante constituirá uno de los temas recurrentes de su actividad; data de 1954 su primer trabajo de síntesis sobre el tema. En 1950 conoce a Leonel Trindade, Director del Museo Regional de Torres Yedras, quién había realizado extensas prospecciones arqueológicas en la región, identificado monumentos y recogido abundantes materiales, que carecían de estudio y publicación. Esa fructífera colaboración, que se prolongó durante más de veinte años, dio origen a importantes estudios sobre necrópolis prehistóricas (Cabeço daArruda, Cova da Moura, Serra de Vila) o a la publicación de piezas notables, destacándose el estudio del oinochoe del Museo Local, publicado en 1965. En esta década alcanza la madurez de su producción científica. Lo vemos implicado en estudios de índole muy diversa y en diferentes regiones del País. Con Abel Viana y Ruy Freiré de Andrade, produce contribuciones fundamentales para la Arqueología portuguesa: estudian minuciosamente los testimonios de minería romana de Aljustrel (1954); e identifican y excavan los notables conjuntos de monumentos de falsa cúpula de tipo tholos, entre los que destacan los de Monte Velho, Malha Ferro, Cerro do Gatâo, Monte do OuteirOy Nora Velha, Monte das Pereiras yA-dosTassos, cuyas publicaciones mantienen la teoría, presentada en 1954 al IV Congreso de Ciencias Pré y Proto-históricas, reunido en Zaragoza, del avance de los respectivos constructores, oriundos de Huelva y del Algarve, hacia Extremadura. El monumento de O Escoural, ya en el Alto Alentejo, que publica con Manuel Farinha dos Santos (1970) constituye, aún hoy, el marco más septentrional alentejano de tal tipo de monumentos. En 1952 inicia una colaboración asidua con Jean Roche, que habría de mantener durante casi treinta años. Para trabajar en la excavación del bien conocido conchero mesolítico de Moita do Sebastiâo, Muge, fue destacado, hasta 1965, por los Serviços Geológicos de Portugal. De las extensas exploraciones allí realizadas, resultó la recolección de gran cantidad de material, que en parte estudió con aquel especialista, reservándose T.P.,54,n.°2, 1997

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los restos antropológicos para Denise Ferembach, quién los publicó en 1962. Diversifica la colaboración con otros arqueólogos: con Afonso do Paco, de quién era gran amigo, publicó un estudio, de 1957, dedicado a los yacimientos del Neolítico al Período Romano de la región de Fontal va, en el Alto Alentejo. Entretanto, inicia con Femando de Almeida, un importante notable proyecto de arqueología urbana, destinado a recuperar del olvido la antigua ciudad romana y visigótica de Egitania, actual Idanha-a-Velha. La continuidad de tales trabajos, que se prolongaron anualmente durante más de quince años, constituyó un marco singular en la práctica arqueológica entonces vigente por la diferencia evidente de propósitos, siendo, aún hoy, raro ejemplo de trabajos arqueológicos de gran envergadura, de los que resultaron, no sólo el conocimiento de la antigua ciudad, sino también, de todo el territorio circundante. La respectiva carta arqueológica, publicada en 1978 por Veiga Ferreira, muchos años después de la finalización de los trabajos de campo, bien puede ser considerada ejemplo pionero de tal tipo de estudios en Portugal. En la Beira Baixa, excava y publica diversos dólmenes, los primeros desde los trabajos pioneros de Francisco Tavares de Porença Júnior. Extiende, con la colaboración de Albuquerque e Castro y de Abel Viana, las investigaciones en el dominio del megalitismo a la cuenca del Vouga, Beira Alta; allí, destaca la exploración y publicación (1957) del dolmen de Antelas, Oliveira de Frades, con extraordinarias pinturas conservadas en diversos ortostatos. La conservación de este testimonio sin par del arte dolménico le preocupó hasta el punto de haber presentado al I Congresso Nacional de Arqueología, al año siguiente, un estudio con Albuquerque e Castro titulado «Protecçâo e conservaçâo do dolmen pintado deAntelas» (Protección y Conservación del dolmen pintado de Antelas), trabajo pionero para la época, que ilustra bien el cuidado que consideraba que debía ser prestado a la protección y valorización (y no sólo investigación) de nuestro rico patrimonio arqueológico. El arte rupestre le fascinó. Con aquel colega publicó, en el cambio de década, las pinturas rupestres esquemáticas de A Serra dos Louçôes, acto seguido del estudio de síntesis sobre el estado de la situación en Portugal (1962). Mas tarde (1977), con otros, publica las insculturas rupestres de Mora (Alto Alentejo) y de la Citânia de

Santa Luzia, Viana do Castelo (1981). Sin silenciar nunca sus ideas, incluso sabiendo que eran polémicas y contrarias a las de la mayoría, se pronunció abiertamente cuando no concordaba con aquellas siempre por escrito, de lo que es paradigma el llamado complejo de arte rupestre del valle del Tejo, en Fratel (1973). Al inicio de la década de 1960, lo vemos con Camarate Franca y Jean Roche comprometido en el estudio del Paleolítico Superior, aún casi completamente desconocido en Portugal. Merecen destacarse los resultados obtenidos en la excavación que efectuó en la gruta de As Salemas, uno de los más importantes yacimientos del Paleolítico Superior explorados hasta el presente en Portugal: allí se identificaron diversos niveles atribuidos al Solutrense y al Perigordiense. Tales resultados lo animan a publicar un estudio de síntesis sobre el Solutrense en Portugal (1965), tras reconocer piezas foliáceas absolutamente típicas, en diversos conjuntos prehistóricos, que hasta entonces habían pasado desapercibidas. Identifica además otras ocupaciones del Paleolítico Superior, y realiza excavaciones de la gruta de A Ponte da Lage, Oeíras, con Jean Roche e Máxime Vaultier (1958) y, más tarde, en la Lapa da Rainhsí, Vimeiro (1968) con Fernando de Almeida y Manuel Farinha dos Santos, donde se identificó un nivel solutrense rico en coprolitos de hiena. En 1962, una explosión en una cantera pone al descubierto una cueva, hasta entonces desconocida: se trata de la Gruta Nova da Columbeira, Bombarral. Las excavaciones que allí dirigió, junto a Jean Roche, apoyado por un grupo de arqueología local, pusieron de manifiesto una importante secuencia de ocupación musteriense, con abundantes industrias líticas, representadas por varios millares de objetos, restos de fauna y un diente decidual de neardental, el primero que se descubrió en territorio portugués, publicado en 1965 por Denise Ferembach. Las dataciones de radiocarbono que posteriormente fueron obtenidas en el laboratorio de Saclay, constituyeron el primer indicio de la inusitada modernidad de tal presencia humana, apenas recientemente aceptada, a través de otras dataciones, obtenidas en grutas del sur de Portugal. De A Columbeira, publicaría un pequeño estudio titulado «O mais importante nivel de ocupaçâo do caçador neardental da Gruta Nova da Columbeira» (El nivel de ocupación más importante del cazador neardental de A Gruta Nova da Columbeira), incluido en el volumen de homenaje a su com-

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pañero de siempre, y compadre, puesto que era padrino de sus dos hijos, el Doctor Georges Zbyszewski. Los importantes resultados obtenidos en las grutas de Salemas y de A Columbeira serán suficientes para situar a Veiga Ferreira entre los arqueólogos más importantes en el ámbito de los estudios sobre el Paleolítico en Portugal. En 1961, llega a Portugal el eminente paleontólogo francés Jean Piveteau, interesado en la observación de los depósitos miocenos del Baixo Tejo. Guiado por Georges Zbyszewski y por Veiga Ferreira, rápidamente reconocería en éste sus cualidades personales y de investigación sin par. Habiendo obtenido una beca del Gobierno Francés, patrocinada por Jean Roche, Piveteau acepta constituirse como patron de these, inscribiéndose, en 1964, para el doctorado en la Universidad de París-Sorbonne. En ese año participa en excavaciones en la cueva de Placard, Charente, permaneciendo en una roulotte durante seis meses, en la región parisiense, aprovechando las vacaciones no disfintadas en los años anteriores. Al año siguiente, el 11 de Mayo, se doctora ante un tribunal constituido por los Profesores Piveteau, Lucas e Genet-Varcin. Como tesis principal escogió una temática ya tratada por él: «La Culture du Vase Campaniforme au Portugal», en la que elabora un cuidadoso corpus sobre la aparición de yacimientos y materiales campaniformes entonces conocidos, que todavía presenta un gran interés documental. Data de ese año el sentido homenaje a otro eminente investigador, con quién convivió durante más de dos décadas: Henri Breuil. En ella reproduce una animada escena de caza, dibujada por Breuil en un café de Portalegre, después de su última visita, en 1957, al abrigo con pinturas esquemáticas de Vale do Junco, Arronches, que había estudiado hacía más de cuarenta años. La dedicatoria al Maestro, inscrita en aquella pequeña hoja de papel, es buena prueba del aprecio que sentía por Veiga Ferreira, y que justificaba su proximidad amistosa con otros eminentes prehistoriadores, como los españoles L. Pericot García e F. Jordá Cerda. La fidelidad de sus amistades y la gratitud para con aquellos que, un día le habían ayudado, se encuentra bien reflejada en las memorias necrológicas que dedicó a Joaquim Fontes (1971), que en 1948 lo propuso para X^Associaçâo dos Arqueólogos Portugueses, de la que llegaría a ser Vice-Presidente, Abel Viana (1964), Alfon-

so do Paco (1968 y 1970) y Maxime Vaultier (1970). En la década de 1960 su actividad discurre con la misma energía que caracterizó a la década anterior. Con miembros que habían participado en la excavación de la Gruta Nova da Columbeira (José de Almeida Monteiro, Vasco Cortés, Antero Enriado y Antonio Mauricio), explora y publica materiales de importantes necrópolis prehistóricas de la región {Gruta de las Pulgas, Lapa do Sudo). Con su amigo Vitor Guerra, Director del Museo de Figueira da Foz, publica el inventario de los monumentos megalíticos de aquella región (1968/ 70), después de haber producido (1958) un ensayo historiográfico sobre el importante poblado de la Edad del Hierro de Santa Olaia, explorado por Antonio dos Santos Rocha, en el cambio de siglo. Entretanto, son numerosos los arqueólogos que acoge en el Museu dos Serviços Geológicos. Con H. Schubart, V. Leisner, A. do Paco y L. Trindade publica (1964) el primer estudio monográfico sobre el celebre poblado fortificado calcolítico de O Zambujal y, con H. Schubart y J. de Almeida Monteiro, prepara la noticia preliminar sobre otro prometedor poblado fortificado, localizado por Leite de Vasconcelos en A Columbeira. En 1970 publica, con Jean Guilaine, el primer estudio de síntesis sobre el Neolítico antiguo del territorio portugués, a continuación de un importante artículo acerca de algunos vasos de este período, presentado el año anterior y de la publicación preliminar del importante conjunto cerámico de Cabranosa, Sagres (1970). Con L Barandarián publica otro importante estudio de conjunto (1971), acerca de los huesos trabajados del Paleolítico Inferior y Medio de los yacimientos portugueses. Al inicio de la década de 1970 procede a realizar trabajos de campo, con K. Spindler, entonces situado en Mainz, en Pai Mogo, Lourinhâ, donde excavan un importante tholos calcolítico, primorosamente publicado en 1973 y en A Roca do Casal do Meio, Sesimbra, donde ponen al descubierto un monumento funerario único en Portugal: se trata de una estructura que evoca los tholoi micénicos, datada en el Bronce Final, donde se habían recogido restos de dos individuos, acompañados de vasos, metales y marfiles. Aún procede con Spindler a la publicación de materiales inéditos, guardados en los Serviços Geológicos, de la cueva de O Carvalhal do Turquel, de donde se destaca un importante vaso cerámico representanT. P., 54, n." 2, 1997

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do un suido. El último trabajo que comparte con este arqueólogo está referido a la excavación del pequeño dolmen primitivo, situado cerca de Cabeçâo, Mora, publicado en 1981. Entretanto, despunta en Lisboa otro equipo, el cual, demás de Zbyszewski, estaba constituido por M. Leitao, C.T. North, J. Norton y, más tarde, por C. Penalva y por el autor de estas líneas. Se inicia entonces la liltima etapa de la vida científica de Veiga Ferreira, no menos productiva y dinámica que las anteriores. El sufrimiento de algunos disgustos por parte de algunos que consideraba amigos y a los que había ayudado, agravados por su forma de ser emotiva y sentimental, no disiparon el entusiasmo y la dedicación a la ciencia que amaba, que mantuvo hasta el final. Con miembros de aquel grupo, procede, primeramente, al estudio de materiales prehistóricos inéditos del Museu Nacional de Arqueología, del que fue Conservador- ayudante, a título gratuito, entre 1967 y 1973. Sin embargo, pronto se iniciaron los trabajos de campo, primero de prospección, que dieron como resultado numerosos estudios de materiales paleolíticos de los valles del Tajo y del Guadiana, así como la identificación de diversos núcleos epipaleolíticos en el litoral del Baixo Alentejo, que habían proporcionado la recolección de millares de piezas, destacándose entre todos, el taller de preparación de hachas mirenses descubierto al norte de Vila Nova de Milfontes (1971). Se suceden un conjunto de excavaciones de monumentos prehistóricos, cuyos resultados figuran como de la mayor importancia científica, además de haber proporcionado un conjunto notable de materiales, con la ventaja de poseer información estratigráfica precisa. Se trata de cuevas naturales, utilizadas como necrópolis en el Neolítico y en el Calcolítico, del Lugar do Canto - Alcanede, de A Verdelha dos Ruivos - Loures (donde se habían obtenido las primeras dataciones portuguesas para enterramientos campaniformes aisladas estratigráficamente) y del Córrelo - Mor, Loures, de los dólmenes de Várzea - Sintra y de Montum Melides; del tholos de Tituaria - Mafra (la última excavación que dirigió, en 1978); y del campamento del Neolítico Antiguo de Cabranosa - Sagres, donde orientó (1976) la excavación de una unidad habitacional relacionada con diversos vasos, que fue posible reconstituir completamente, poseyendo algunos decoración cardial, constituyendo el más notable conjunto cerámico del Neolítico antiguo del territorio portugués.

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Los testimonios de las presencias humanas más antiguas en el territorio portugués despertaron en él un vivo interés; al tema dedica diversos estudios, destacando el relativo al yacimiento preachelense de Seixosa, presentado a la Academia das Ciencias de Lisboa, en coautoría (1984). Este último período de su actividad, tan intenso y febril como los anteriores, evidenciado por la existencia de algunos estudios aún en prensa, coincidió con el reconocimiento y aprovechamiento pleno de sus capacidades sin par de comunicador y divulgador, uniendo a la experiencia de décadas, una prodigiosa memoria. Así se explica el éxito de su obra de síntesis, con varias ediciones, hecha en colaboración con Manuel Leitao «Portugal pré-histórico: seu enquadramento no Mediterráneo» (Portugal prehistórico: su encuadramiento en el Mediterráneo), ilustrada por numerosa documentación hasta entonces inédita. La dedicación desinteresada que presidió su preparación, se hace evidente en la introducción de los propios autores: «5^ o noss o livro aproveitar a alguém, e muito em especial à juventude, isto nos compensará de todas as horas de reflexâo e estudo que, con toda a honestidade, dedicamos a esta nova publicaçâo em lingua portuguesa» (Si nuestro libro es de provecho para alguien, y muy especialmente para la juventud, esto nos compensará de todas las horas de reflexión y estudio que, con toda honestidad, dedicamos a esta nueva publicación en lengua portuguesa). El esfuerzo fructificó: éste fue de provecho no sólo para uno, sino para muchos apasionados por nuestro pasado más lejano y para millares de alumnos universitarios que entonces tomaban el primer contacto con aquella realidad, encontrando allí información organizada, claramente expuesta y de forma accesible, sin barroquismos espurios que tanto repugnaban al Maestro, yendo al encuentro de las necesidades concretas de quién ensayaba los primeros pasos en la Arqueología, de los que tenía una clara percepción. Desde 1977, a propuesta del Prof. A.H. de Oliveira Marques, dirigía el curso de Prehistoria, de la licenciatura en Historia, en la Faculdade de Ciencias Sociais e Humanas da Universidade Nova de Lisboa, donde se jubiló como Profesor Catedrático Invitado, en 1987, cuando alcanzó el límite de edad. La notable empatia naturalmente establecida con las más diversas audiencias fue aprovechada mucho antes, sin embargo, por aquellos que lo buscaban en la designada por otros «Escola de Serviços Geológi-

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eos» donde, los lunes y sábados de mañana, muchos habían dado los primeros pasos en aquella que vendría a ser su actividad de todos los días y todos, sin excepción, encontraron un puerto de cobijo seguro. En 1963, introduciendo la primera publicación producida por C. Tavares da Silva, a quien guió en sus primeros pasos arqueológicos, escribió: «Eassim que entendo que se devem estimular os novos e nunca con prácticas derrotistas ou risos de mofas, como tantas vezes tenho observado. Antes pelo contrario, deve-se ajudar e encorajar os novos, venhan de donde vierem e tenham as habilitaçôes que tiverem. So assim, ajudando e estimulando, se conseguirá uma pléiade de investigadores e dentistas serios e capazes de levar por diante a grande tarefa que nos espera...» (Es así como entiendo que deben estimularse a los jóvenes, y nunca con prácticas derrotistas o risas de mofa, como tantas veces he observado. Antes por el contrario, se debe ayudar y dar coraje a los jóvenes, vengan de donde vengan y tengan las capacidades que tengan. Sólo así, ayudando y estimulando, se conseguirá una pléyade de investigadores y científicos serios y capaces de llevar adelante la gran tarea que nos espera). Esta acción pedagógica empecinada, hecha con entusiasmo militante, sostenida por un profundo conocimiento de yacimientos y materiales, contrastaba, hasta hace veinte años, con una enseñanza universitaria teórica, caduca y sin brillo, donde la arqueología malamente tenía cabida, y mucho menos la Prehistoria. Sabiendo que sólo a través de la educación y formación de todos -y en particular de los jóvenes- se podría frenar el proceso acelerado de destrucción del rico patrimonio arqueológico portugués, acarició la posibilidad de, los sábados por la tarde, orientar a todos los interesados que, de for-

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ma más consecuente, pretendiesen obtener información en este área. De este modo, millares de interesados, muchos de ellos alumnos universitarios completando su formación académica, acudieron, al entonces Centro Piloto de Arqueología del Secretariado para a Juventude do Ministerio de Educaçâo Nacional, a la celebración de dos cursos abiertos -el de «Introduçâo à Arqueología», con duración de un año lectivo, seguido del de «Especializaçâo en Pré-história» de igual duración- desde 1972 hasta casi la actualidad. Fue, sin embargo, la televisión, la que lo hizo conocido en el país entero. Son célebres los doce programas de la serie «Do Paleolítico ao Romano», presentado en la Radiotelevisâo Portuguesa en 1982 y 1983, sucesivamente repetida. Allí denunció, con coraje, los atentados contra el Patrimonio Arqueológico a los que asistía diariamente, indignado y conmovido, con su habitual modo directo de expresarse, conocido por todos. Así se revelaban los detalles de su carácter: de una franqueza ruda en ocasiones, permaneció en la memoria de los que se aproximaron a él, la figura de un hombre libre, dispuesto a sacrificarse por sus convicciones, buscando por encima de todo la verdad científica, despreciando otros intereses y conveniencias. Por eso, jamás estuvo cerca de los sucesivos poderes; todo lo que consiguió, se debió al prestigio granjeado por su trabajo: los homenajes que le hicieron en vida o después de su muerte, tuvieron siempre origen en sus discípulos más directos, que veían en el Maestro un ejemplo moral a seguir. Por eso fueron siempre muy sencillos, pero genuinos. Fueron, en fin, esos principios superiores, que cultivó toda su vida, los que justifican la razón de esta evocación de un Amigo que tanto admiro y a quién tanto debo, ya llena de saudade.

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