Panorama energético argentino

July 5, 2017 | Autor: Maximiliano Barreto | Categoria: Political Science, Energy and Environment
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PANORAMA ENERGÉTICO ARGENTINO La importancia de la energía para el desarrollo de la sociedad es un hecho fácilmente reconocible. Basta pensar en el combustible que se necesita cada día para poner en movimiento todo el parque automotor nacional o en la electricidad que los hogares demandan. Si bien el abanico de recursos energéticos a disposición del hombre actualmente es variado, las sociedades en general (tienen) han tenido una paleta restringida de opciones. En efecto, la matriz energética de cada sociedad se (ve) ha visto mayoritaria o, en algunos casos, monopólicamente determinada por la preeminencia de uno o dos recursos energéticos. Si pensamos esta situación a nivel planetario, la hegemonía del carbón en la sociedad mundial fue reemplazada, a fines del siglo XIX, por la del petróleo, instaurándose un predominio tan profundo de este hidrocarburo que se ha propuesto pensar a esa etapa histórica como una auténtica “civilización material petrolera”. No sólo la capacidad y eficiencia energética del petróleo contribuyeron al respecto, sino que tuvieron un papel trascedente la multiplicidad de los valores de uso derivados de la petroquímica y dirigidos al hilo productivo y al consumo final (Rosas Landa y León Hernández, 2006: 56). Sin embargo, el carbón nunca dejo de tener una posición relevante y, con el transcurso del siglo, el gas natural afirmó también una posición decisiva constituyendo, en efecto, una matriz energética mundial dominada por un oligopolio de combustibles fósiles (31% petróleo; 29% carbón; 21% gas natural, de acuerdo a los datos de la Agencia Internacional de Energía del año 2013). En Argentina, la situación es similar en cuanto a la preponderancia de los combustibles fósiles debido a que cubren el 88, 2% de la oferta primaria de energía1. No obstante, si se observa cómo se estructura el oligopolio de tales energéticos el panorama presenta diferencias importantes. El gas natural, que a nivel mundial ocupa el último lugar en el oligopolio, a nivel nacional se posiciona en el primer puesto al cubrir el 52,8% de la oferta primaria de energía, es decir, más de la mitad de la misma. Por otro lado, el porcentaje correspondiente al petróleo (34,5%) posiciona a éste energético en un segundo puesto claramente alejado del carbón. Al cubrir tan sólo el 0,9% de la oferta primaria, la situación del carbón es sin dudas contrastable con la tendencia mundial. Si a nivel planetario ocupa un relevante segundo lugar, en Argentina no forma parte del oligopolio energético y se posiciona en el último puesto siendo superado por otros recursos 1

Las fuentes de energía se clasifican en primarias y secundarias. Con las primeras se relacionan aquellas que se obtienen de la naturaleza y no han sufrido ningún proceso en centros de transformación (hidroenergía, combustibles nucleares, hidrocarburos, leña, bagazo, eólica, solar, geotérmica). Con las segundas se relacionan aquellos productos energéticos que no pueden ser obtenidos en la naturaleza y que son el resultado de la manipulación de las fuentes primarias por parte del hombre en centros de transformación.

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energéticos no fósiles como la energía hidráulica (3,7%) y la nuclear (2,2%) de acuerdo a los datos del Balance Energético Nacional (BEN) 2012 de la Secretaría de Energía de la Nación. Como puede verse en los gráficos a continuación, la matriz energética argentina está dominada fuertemente por un binomio de energéticos donde el gas natural ocupa un lugar preponderante mientras que a nivel mundial la misma está dominada por un trinomio de energéticos donde el petróleo ocupa la posición preponderante.

Oferta energética argentina otros 11,8%

otros 19%

petróleo 34,5% gas natural 52,8%

Oferta energética mundial petróleo 31%

gas natural 21% carbón 0,9%

carbón 29%

Fuente: elaboración propia en base a los datos del BEN 2012 de la Secretaría de Energía de la Nación y los datos de la Agencia Internacional de Energía del año 2013.

Esta característica de la matriz energética argentina, de estar dominada por el binomio gas natural-petróleo, se traduce en una fuerte dependencia del país respecto de ambos combustibles que, con el paso del tiempo, ha adquirido el carácter de dependencia estructural. Desde los años ’70 la dependencia de los combustibles fósiles no ha variado, salvo, en cuanto al energético que ocupa la posición preponderante en el binomio: para aquellos años el petróleo (71%) y el gas natural (18%) representaban el 89% de la oferta primaria energética2. Por otro lado, la naturaleza misma de dichos recursos (combustibles fósiles no renovables) le ha otorgado un peligro potencial a dicha dependencia: en determinadas condiciones el abastecimiento energético del país puede verse amenazado por el inevitable agotamiento de las reservas a medida que se consumen. EL ABASTECIMIENTO NACIONAL Hasta la llegada de Menem a la presidencia todas las cuestiones relativas al gas natural y al petróleo estuvieron en manos del Estado, fundamentalmente, en dos compañias: Gas del Estado y Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) (Ceppi, 2012). El Decreto 2778 de 1990 inauguró una etapa contraria al disponerse la 2

De acuerdo a los Balances Energéticos serie 1960-2009 de la Secretaría de Energía de la Nación.

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transformación de YPF en una sociedad anónima. Desde aquél momento todo un corpus de resoluciones y normativas fueron desdibujando la presencia del Estado en este área dejándolo prácticamente en un situación de indefensión y coadyuvando a que las empresas transnacionales llevaran adelante una explotación intensiva de los recursos hidrocarburíferos (Ortiz, 2007) que no fue acompañada por la actividad exploratoria que exige la explotación de recursos no renovables. En relación al gas, en la década del ‘90, la producción fue incrementándose cada año de manera ininterrumpida (al menos hasta el 2001) frente al aumento de la demanda interna y la concreción de los proyectos de exportación hacia Chile (1997), Uruguay (1998) y Brasil (2000). En estos años, el gas natural aún no ocupaba la posición preponderante en el binomio. En relación al petróleo, la situación de incremento de la producción fue similar a la del gas hasta el año 1998 cuando comenzó a decrecer sin poder recuperarse hasta hoy. Debido a que no pudo revertirse dicha tendencia, en 2003, el gas natural pasó a ocupar la posición preponderante en el binomio. Durante el período 1991-2001, para cubrir las necesidades energéticas, se importó ─en promedio─ el 9,1% de la oferta total de gas y el 2% de la oferta total de petróleo. Entrado el nuevo siglo, el comportamiento de la producción de gas siguió hasta el año 2008 una tendencia general al alza que comenzó a invertirse al año siguiente y perdura hasta hoy. En cuanto al petróleo y conforme a lo expuesto en el gráfico siguiente, la producción no pudo recuperarse desde que comenzó a caer en 1999, por lo cual, se prolongó en el nuevo siglo. De este modo, los últimos años de la primera década del siglo XXI encontraron al país en una situación alarmante generada por la caída constante en la producción de sus dos energéticos principales.

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Producción nacional de gas y petróleo (1998-2014) en miles de TEP (tonelada equivalente de petróleo) 60000 50000 40000 30000 20000 10000 0 1996

1998

2000

2002

2004

PRODUCCIÓN GAS

2006

2008

2010

2012

2014

2016

PRODUCCIÓN PETRÓLEO

Fuente: elaboración propia en base a los Balances Energéticos de la Secretaría de Energía de la Nación.

PELIGRO REAL Como se dijo más arriba, la explotación de recursos no renovables trae aparejado un peligro potencial que puede volverse real: el abastecimiento energético del país puede verse amenazado frente al inevitable agotamiento de los recursos al ser consumidos. En nuestro país, la paradigmática reforma estructural operada en el sector energético durante los años ‘90, la situación de indefensión del Estado frente a las empresas transnacionales y también su inacción, contribuyeron a que a finales de la primera década del siglo XXI el peligro potencial fuera una realidad irrefutable. Debido a que menudo el abastecimiento energético (suministro) suele ser entendido como una de las aristas de la cuestión energética de un país, para entender más acabadamente el panorama energético nacional, es conveniente enmarcarlo en el concepto de seguridad energética. Efectivamente, en 2009 al entrar la producción gasífera en una tendencia de caída constante a la que el petróleo reproducía desde hacía ya 10 años, los diferentes componentes de la seguridad energética argentina se vieron comprometidos. De acuerdo a Iturre (2008) el concepto de seguridad energética tiene tres dimensiones: los recursos energéticos, el desarrollo económico y el medio ambiente. De las múltiples relaciones que pueden establecerse entre tales elementos, la relación entre los dos primeros es la que mejor expresa la negativa situación de la cuestión energética del país. En el marco de una economía en crecimiento (donde es mayor la demanda de recursos energéticos) la caída constante de la producción gasífera y petrolera representó una amenaza para el crecimiento de toda la sociedad. Asimismo, la necesidad de garantizar el abastecimiento pese a la caída de la producción nacional se tradujo en una fuerte presión financiera exigida por la importación de aquella

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energía que no pudo producirse internamente3. Lo cual, en un contexto de restricción externa, fue un hecho desfavorable para la macroeconomía del país. HORIZONTE Si bien en este artículo se ha analizado el estado de la cuestión hidrocarburífera observando solamente la variable “producción”, la pendiente negativa que la misma adquiere en relación al binomio gas natural-petróleo a partir del año 2008 es un dato representativo del estado de la cuestión energética nacional. La relación entre aquella pendiente y la matriz energética argentina ─dependiente en más de un 80% de dichos recursos─ explica en parte el giro decisional del gobierno de Cristina Kirchner frente a la problemática energética. Hasta el momento, las decisiones en la materia no habían cuestionado los fundamentos de fondo sobre los que se levantaba la cuestión energética nacional. En efecto, en mayo de 2012 se promulgó la Ley 26741, llamada de “Soberanía Hidrocarburífera”, que declaró de Interés Público Nacional el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos y, entre otras definiciones, dispuso como sujeto a expropiación al 51% del patrimonio de YPF S.A. y Repsol YPF Gas S.A. Considerando el rol estratégico de YPF, el control por parte del Estado de la mayoría accionaria, constituyó una impugnación al modelo de desregulación estatal heredado de la década del ’90. Aunque es difícil evaluar el alcance de este tipo de decisiones recientes, desde instituciones como el Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (OETEC-ID) se estima que las tendencias declinantes en la producción hidrocarburífera de las empresas en general comenzarán a revertirse positivamente en el corto plazo fruto de los planes de inversión en ejecución y exigidos por la Comisión de Planificación y Coordinación Estratégica del Plan Nacional de Inversiones Hidrocarburíferas, creada en el año 2012 en el marco de la mencionada Ley 26741 (De Dicco, 2014). En este escenario, las formaciones no convencionales de gas y petróleo amplían el horizonte energético nacional representando, al mismo tiempo, un enorme desafío para el Estado. Argentina es el segundo país del mundo con mayores reservas técnicamente recuperables de shale gas fuera de los Estados Unidos y el tercero en cuanto a las mayores reservas técnicamente recuperables de shale oil. Asimismo, en el marco de la intervención pública de YPF, Argentina pasó a ser el país con mayor desarrollo de shale oil fuera de los Estados Unidos debido a los ambiciosos proyectos para el desarrollo de formaciones geológicas de explotación no convencional que pudieron iniciarse en las cuencas Neuquina y Golfo San Jorge (Fernández, 2015). 3

Se estima que en 2014 el país importó en combustible cerca de 12.000 millones de dólares (Bravo, 2015).

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En directa proporción con la magnitud de los yacimientos no convencionales se encuentra el volumen de las inversiones en dólares que son necesarias para ponerlos en valor. Ante la imposibilidad de que el Estado aporte por sí mismo las cuantiosas sumas requeridas, es menester generar instrumentos legales estables y atractivos para que las empresas internacionales inviertan en el país. Este hecho, no debe significar el abandono de la exploración y extracción de los hidrocarburos convencionales ─comparativamente menos costosas que en el caso de los no convencionales. Más aún cuando entre los años 1993 y 2012 la actividad exploratoria fue casi inexistente (Bravo, 2015). * Barreto Maximiliano, licenciado en Relaciones Internacionales (UNR). BIBLIOGRAFÍA BRAVO, V., (2015) “Análisis de la Ley 27007, llamada de Hidrocarburos, y de la política hidrocarburífera del período 2003 a 2014”. Documento de trabajo, Fundación Bariloche. CEPPI, N., (2012) “El Gas Natural en los Vínculos entre Argentina y Bolivia (2003-2011): Acuerdos e Impactos Colaterales” en Latin American Journal of International Affairs. Volumen 4, número 1, artículo 04. DE DICCO, R., (2014) “Indicadores Upstream Hidrocarburos de Argentina, enero de 2014”. OETEC-ID. LEÓN HERNÁNDEZ, E. y ROSAS LANDA, O., (2006) “Geopolítica crítica de la civilización petrolera. Una mirada desde América Latina” en Revista Sostenible. Número 8. FERNÁNDEZ, J., (2015) “Argentina y el contexto mundial del Shale Oil y Gas” en OETEC-ID [En Línea]. Disponible en: http://www.oetec.org/nota.php?id=1338&area=1# (Consultado en julio de 2015). ITURRE, M. (2008) “El debate sobre la seguridad y los límites de la Seguridad Energética” en Revista Electrónica de Estudios Internacionales [En Línea]. Disponible en: http://www.reei.org/index.php/revista/num15/articulos/debatesobreseguridad-limites-seguridad-energetica (Consultado en junio de 2015). ORTÍZ, R. (2007) “Las empresas transnacionales en el sector petrolero argentino. Agotamiento de los recursos naturales, comportamiento oligopólico e irresponsabilidad socio-ambiental”. Cuadernos de Investigación, número 2, Programa de vigilancia social de las empresas transnacionales. PÁGINAS WEB Secretaría de Energía de la Nación: http://www.energia.gov.ar/ Agencia Internacional de Energía: http://www.iea.org/

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