PARIAMARCA: CAMINANDO SOBRE SU PASADO PREHISPÁNICO

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PARIAMARCA: CAMINANDO SOBRE SU PASADO PREHISPÁNICO 1

Kevin Luis Ricci Jara (Arqueología, UNMSM) [email protected]

El estudio de la prehistoria en la provincia de Canta ha contado con destacables trabajos sobre los restos arqueológicos que resisten al paso del tiempo y al olvido.

Para quienes el pasado milenario es el objeto de su visita, Cantamarca es el principal destino. Este sitio arqueológico, ubicado a 5 kilómetros de la actual ciudad de Canta, fue reportado inicialmente por el monseñor Pedro E. Villar Córdova por los años treinta del siglo pasado. En su descripción se pudo conocer mejor sobre su distribución arquitectónica y la caracterización de sus componentes. Según este investigador, los Canta prehispánicos habrían pertenecido a una etnia mayor, los Atavillos, quienes tendrían filiación aymara; reflejado en el nombre de “Canta-marca”, cuyo significado, según este autor, sería: “cazadores de vicuña” o “que ponen el lazo a las vicuñas”. Además, deja para la posteridad un punto clave para el debate sobre la cultura canteña, la caracterización de los llamados “Kullpis” (Foto 1), tal como los llamaban los pobladores durante su visita a Canta. Estas construcciones, según la descripción brindada, se asemejan a las Chullpas, por tener la forma de “torrecillas cilíndricas de poca altura, con una techumbre o corniza [sic] de piedras planas y una sola puerta pequeña”; y, además, de haber cumplido la función de habitación-tumba.

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Compartido en: http://arqueologiahistoriapatrimonio.blogspot.pe/2016/06/pariamarca-caminando-sobre-supasado.html

Desde los años noventa el arqueólogo Carlos Farfán (2000) ha encabezado las principales investigaciones dirigidas a esclarecer la prehistoria de Canta. El registro llevado a cabo sobre los sitios arqueológicos para el valle del Chillón, incluyendo la quebrada de Arahuay, le permitió plantear que, como él lo llama, el “curacazgo de Canta” habría dominado en la margen izquierda del valle alto, lo que comprende actualmente los distritos de Canta, Lachaqui, Arahuay, Santa Rosa de Quives y parte de Huaros; mientras que la otra margen estaría relacionada a la etnia de Atavillos, cuyo centro se encontraba en el valle Chancay, hacia el norte de Canta. Los principales sitios arqueológicos como Cantamarca, Carcas, Cushpa, Huachosmarca, Quecamarca, Tunshuillaca, Huishco, Aynas, Pumacoto, Auquimallqui, Tauripuncu, Purumarca, entre otros, habrían sido construidos y habitados luego de los años 1000 d.C., pasando por 1470 d.C., cuando llegan los Inkas al valle, y abandonados los asentamientos luego de 1570, durante el gobierno del virrey Francisco Toledo. Para Cantamarca, Carlos Farfán propone que la ocupación por los Inkas implicó ciertos cambios en su configuración, como la construcción de algunos recintos rectangulares, la incorporación de hornacinas y vanos de acceso con forma trapezoidal (Foto 2), entierros acompañados de cerámica de filiación Inka, y la edificación de 26 qollqas (almacenes) sobre una la explanada. Se plantea que la dominación de los Inkas sobre los Canta fue pacífica, siendo Cantamarca su centro de administración, permitiéndosele así integrar el valle.

En los últimos años la provincia de Canta ha recibido a sendos investigadores, nacionales y extranjeros, que buscan comprender su prehistoria. El arqueólogo norteamericano Dr. Tom Dillehay (1976) enfocó su estudio en el sitio arqueológico de Huancayo Alto (Yangas) para comprender el tipo de relaciones que habrían entablado los grupos costeños y serranos antes y después la conquista Inka. También se le sumó Dra. Kathleen Sykes (1990), quien trabajó en Carcas (Canta) afinando el registro arquitectónico y emplazamiento de aquel asentamiento, además de elaborar el plano de las ruinas de Urcomarca (Carhua). El reconocido arquitecto Dr. Ferruccio Marussi Castellan (1994) ha realizado la descripción técnica del sitio arqueológico de Tunshuillca (Arahuay), caracterizado por la presencia de construcciones rectangulares. El registro más amplio para la provincia de Canta ha sido elaborado por arqueólogo Dr. Jorge Silva (1996), quien incluyó en su estudio las terrazas abandonadas ubicadas en el valle Chillón y Arahuay. Entre los más recientes aportes tenemos las excavaciones realizadas por Carlos Farfán (2008) en Tauripunku (San Buenaventura) donde también se reportaron cerámica asociada a la presencia Inka. Las ruinas de Huanchosmarca (Viscas) han sido estudiadas por el arqueólogo Milton Luján (2010) donde se encuentran todavía construcciones de dos plantas y las típicas cámaras superpuestas.

Además de las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en el valle Chillón, otro aporte igual de relevante ha sido posible mediante el estudio de fuentes históricas, en este caso, de documentos que recogen entrevistas y visitas realizados por españoles a los antiguos pobladores en los primeros años de la conquista, una recopilación de historias locales por parte de sus propios protagonistas, un estudio etnohistórico. El principal trabajo de esta naturaleza realizado en Canta lo emprendió la recientemente fallecida investigadora María Rostworowski, quien analizó dos documentos importantes.

El primero, llamado “Justicia 413”, recuperado en el Archivo General de Indias de Sevilla; describe las relaciones tirantes entre los yungas, grupos étnicos de la costa, especialmente los Colli, y los serranos, los Canta, antes de la llegada de los Inka. Este escrito se origina por la disputa entre los Canta y Chaclla por la posesión de unas tierras destinadas al cultivo de coca, en lo que actualmente es Santa Rosa de Quives, originado durante la conquista Inka del valle Chillón al instalarse una población foránea en calidad de mitmas (procedentes de San Eulalia, Huarochirí). Este juicio, que se inició en 1550 y terminó en 1570, favoreció a los Chaclla al entregárseles las disputadas tierras de Quivi por el pago de “ovejas” (llamas) a los Canta. El segundo documento, “Visitas a la encomienda de Canta” realizados en 1549 y 1553. En esa última fecha, se tiene una mejor descripción de los pueblos que los visitadores reportaron durante su recorrido. En esta visita se contaron siete parcialidades con sus respectivos pueblos: La parcialidad de Canta con sus cuatro pueblos (Carcas, Causso, Racas y Yaso); la segunda parcialidad, Locha, con sus pueblos Lococha, Pynchianco, Ayas y Urco. Las siguientes parcialidades coincidían con el nombre de sus pueblos: Carua, Visca, Lachaque y Copa. La última parcialidad, Esquibamba conformado por dos pueblos, Guancar Calla y Quiso. Además se reportaron pequeñas aldeas asociadas a las actividades a las que se dedicaban. Los asentamientos artesanales: Pariamarca (ropa cumbi), Caruacayan (ovejeros), Achin (cerámica), Cancha Cancha y Aragaco (ojotas), Chacalla (pajareros), Choccha Calla y Cato (despoblados para

1549). Entre los poblados dedicados al cultivo: Apio chacara, Mallo chacara, Yaca chacara, Quivi chacara, Guaro chacara, Copi y Cazmo. Este panorama brindado por los estudios precedentes generó la inquietud de conocer otros lugares donde la historia espera todavía que sea contada, impulsando la visita de los restos arqueológicos que se hallan cercanos a la comunidad de Pariamarca. En este reconocimiento preliminar se pudo identificar cuatro sitios arqueológicos, además de construcciones aisladas o los restos de estos, perjudicados por la acción del hombre y la naturaleza. El primer sitio arqueológico es “Cullpe-esquina”, ubicado a casi un kilómetro de distancia, de la carretera que une Pariamarca con Canta, en una saliente de la estribación andina que corre paralelo al río Chillón. Su estado de conservación es precario, debido a la presencia de ganado vacuno, y al crecimiento de la vegetación. Esta condición dificulta describir su organización y una idea clara sobre su posible uso. Pero podemos adelantar algunos aspectos resaltantes. En el risco de los extremos de promontorio rocoso se visualizó un paramento adosado, acondicionada a la pendiente vertical. En la falda se encuentran terrazas que descienden por la ladera (Foto 3), con segmentos colapsados por la presión de la vegetación y el descuido. Desde este sitio se tiene una vista amplia del valle y de los antiguos asentamientos como Cantamarca.

Orccomarca, el segundo sitio registrado, se encuentra mejor conservado. Este lugar se caracteriza por la presencia de construcciones circulares, posibles viviendas, asociadas a espacios abiertos a manera de patios, formando unidades que fueron ocupadas por familias, según algunos estudiosos (Foto 4). Tres de las casi 30 a 40 construcciones contadas presentan la típica columna céntrica a manera de pilastra, una pirámide trunca invertida (Foto 5), tal como el arqueólogo Carlos Farfán las llamó al ser registradas estos elementos arquitectónicos en Cantamarca. También en algunas construcciones se reportaron cámaras rectangulares superpuestas con accesos independientes centrales orientadas al interior de cada construcción (Foto 6). Este elemento ha sido asociado a funciones funerarias, donde habrían descansado las momias, ancestros, de cada familia. Una interpretación alternativa sugiere el uso de estas cámaras como depósitos domésticos para el almacenamiento de productos agrícolas. Otro elemento arquitectónico importante son los ductos verticales con pequeñas cámaras internas (similares a un horno), a manera chimeneas (Foto 7). Además de estas características, las cortas dimensiones de los accesos han sido un aspecto que siempre ha llamado la atención de los pobladores canteños, quienes incluso han interpretado ello como una manifestación de corta estatura de sus antiguos ocupantes. Sabemos que el tamaño de los ingresos a los recintos habría respondido a la necesidad de capturar el calor y evitar el descenso de la temperatura interna del ambiente.

A una mayor altura, y muy cerca de Orccomarca, se encuentra el sitio arqueológico Pauca Alto, sobre la cima alargada del cerro del mismo nombre. Las construcciones tienen una organización distinta al anterior sitio descrito, pues no se observan patios y recintos orientados a estos, por el contrario, presentan una disposición linear. Las construcciones independientes se encuentran agrupadas en dos sectores. El primero, conformado por aquellas que tienen forma circular o simplemente esquinas curvas, ubicadas en la pendiente de la ladera norte de la colina. En un solo caso de este sector se conservó un acceso, semejante a una ventana (Foto 8). En el segundo grupo, las construcciones igualmente alineadas sobre la cresta de la colina tienen forma rectangular o ligeramente trapezoidal cuyas esquinas son rectas. En solo dos casos se pudieron identificar accesos, similares a ventanas.

Al igual que los dos sitios arqueológicos anteriores, Orccomarca y Pauca Alto, Cordohuachanan se ubica sobre el mismo accidente geográfico, pero a una altitud mayor, cerca de los 4000 msnm. La distribución de las construcciones es distinta a los casos anteriores, a pesar del precario estado de conservación, puede reconocerse pocos recintos con una distribución dispersa, dejando un espacio llano sin arquitectura, a excepción de muros bajos que generan divisiones a manera de corrales. Este breve resumen solo pretende presentar una parte de la riqueza arqueológica de la provincia de Canta. Estamos todavía lejos de tener una idea mejor sustentada sobre qué funciones habrían cumplido los cuatro sitios mencionados, para lo cual se necesitaría estudios arqueológicos detallados y sistemáticos. Si Cullpe-Esquina pudo ser un punto de vigilancia, como un mirador; si Orccomarca

fue la antigua aldea prehispánica de Pariamarca, presumible desde la información etnohistórica; si Pauca Alto fue un centro de almacenes (qolqas) relacionados a la ocupación Inka; o si Condorhuachanán estuvo relacionado a la actividad pastoril; son preguntas que representan un reto para futuros trabajos en pos de conocer mejor la historia y fortalecer la identidad del pueblo canteño.

Bibliografía DILLEHAY, Tom, 1976. Competition and cooperation in a Prehispanic Multi-Ethnic System in the Central Andes. Ph. D. dissertation. Department of Anthropology, University of Texas. Austin. FARFÁN, Carlos, 2000. La ocupación Inca en Cantamarca. Arqueología y Sociedad. Nro. 13: 173-198. Museo de Antropología y Arqueología UNMSM. Lima. FARFÁN, Carlos, 2008. Tauripunku: Una Aldea Prehispánica en la Cuenca Alta del Chillón. Cooperación Técnica Belga-Comunidad Campesina de San José, Lima MARUSSI, Castellan, 1994. Tunshuhuilca. Arquitextos, Nº 2: 35-45. Universidad Ricardo Palma. MURRA, John 2004[1972]. El control de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las sociedades andinas. El mundo andino: población, medio ambiente y economía. 85-125. Instituto de Estudios Peruanos (IEP)-Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Lima. LUJÁN, Milton, 2010. Manejo del espacio en el sitio arqueológico de Huanchosmarca durante el periodo Intermedio Tardío. Arqueología y Sociedad, Nro. 22: 193-207. Museo de Antropología y Arqueología UNMSM. Lima. RICCI, Kevin, 2015. Orccomarca: Un asentamiento prehispánico en la cuenca alta del río Chillón. En: Historia y Región. Nro. 3: 79-98. Lima. ROSTWOROWSKI, María, 1968. Etnohistoria de un valle costeño durante el Tawuantinsuyo. Revista del Museo Nacional. Nro. 35: 250-314. Lima. ROSTWOROWSKI, María, 1978. Señorío Indígenas de Lima y Canta. Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Lima. ROSTWOROWSKI, María, 1988. Conflicts over Coca Fields in XVth-Century Perú. Part II: Studies in Latin American Ethnohistory and Archaeology Series, Vol. IV. J. Marcus (General Editor). Memoir 21 of the University of Michigan Museum of Anthropology, Ann Arbor. SILVA, Jorge, 1996. Prehistoric Settlements Patterns in the Chillon river valley, Peru. Ph. D. Dissertations. Department of Anthropology. University of Michigan. Ann Arbor. SYKES, Kathleen, 1990. Synbolic Structure, Social Strategies, and the Built Environment of an Ancient Andean Viallage. Dissertations for the Degree of Doctor of Philosophy. Department of Archaeology, Simon Fraser University. VILLAR CORDOVA, Pedro (1982) Arqueología del departamento de Lima. Segunda edición. Ediciones Atusparia. Lima.

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