Política Exterior Colombiana: Criterios temáticos y geográficos (2000-2015).

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Política Exterior Colombiana: Criterios temáticos y geográficos (2000-2015)*

Julio César Cepeda Ladino**

Introducción En el tránsito del siglo XX al XXI, el proceso de globalización que se está presentando debido a la transformación tecnológica y reconfiguración espacio-temporal, ha tenido su impacto en la confluencia sin precedentes de fenómenos sociales, económicos, políticos y culturales alrededor del mundo. En América Latina, se ha hecho necesario ir más allá de términos como ‘Primer Mundo’, ‘Tercer Mundo’, ‘Centro’ y ‘Periferia’, teniendo en cuenta los cambios contingentes que se han producido en los liderazgos de potencia media por parte de países como Brasil, México, Chile, Venezuela y Colombia desde los puntos de vista geoeconómico y geopolítico. En el caso de la Política Exterior Colombiana, entendida como una política pública en la que se establece un proceso referido a un campo de actividad del Estado con sus respectivas líneas de acción evidenciadas en planes, programas, proyectos y estrategias, se ha procurado tener en cuenta el ciclo de diseño, formulación, implementación, evaluación y prospectiva en asuntos temáticos y claves de la agenda como son derechos humanos, seguridad global, integración regional y migración. En una perspectiva histórica, se puede hallar un crecimiento moderado de su importancia estratégica en hechos como la resistencia contra el colonialismo, las doctrinas ‘respice polum’ y ‘respice similia’ junto con la reciente diversificación de la agenda de relacionamiento externo. En este escenario, ha sido fundamental el aumento de la interacción interméstica entre actores estatales (gobierno nacional) y no-estatales (academia, empresa privada, organizaciones no-gubernamentales), El documento es un artículo de reflexión con base en el seguimiento a la ponencia ‘La Política Exterior Colombiana hacia el Mundo: El Bicentenario como una oportunidad histórica de cambio: Visión 2010 - 2060’ presentada en el Segundo Congreso de la Asociación Colombiana de Ciencia Política - ACCPOL. ** Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Candidato a Magíster en Ciencia Política de la Universidad de los Andes, Colombia. Investigador del Grupo de Estudios Regionales Latinoamericanos de la Universidad Piloto de Colombia. Especialidad en Asuntos Políticos e Internacionales. Página Web: https://uniandes.academia.edu/JulioCesarCepedaLadino. Correo electrónico: [email protected]. *

en la medida en que han aumentado los flujos de información en cuanto a ideas e intereses que permiten definir los temas de la agenda y procurar dar respuestas a necesidades y situaciones específicas. En una aproximación cruzada, desde las prioridades y desafíos de política exterior que ha mantenido la Cancillería entre los años 2000 y 2015, se tendrán como referencia los siguientes criterios geográficos: América Latina y el Caribe; América del Norte; Europa; Asia-Pacífico y Oceanía; África; Medio Oriente y Asia Central. Con base en este, se observarán los criterios temáticos tenidos en cuenta en la agenda doméstica y exterior junto con los estudios internacionales: institucionalidad -promoción de la democracia, derechos humanos y procesos de paz-; seguridad -‘securitización’ de las agendas nacionales y regionales-; procesos de regionalización -integración y comercio internacional-; ideas políticas en el nivel internacional -discursos latinoamericanos y oficiales domésticos-; y aspectos sociales -migraciones, sociedad civil global, ‘diplomacias paralelas’-.

América Latina y el Caribe Por mandato constitucional, América Latina y el Caribe es la primera región del mundo a tener cuenta para la construcción de una estrecha relación política, económica, social y cultural, en donde existen Embajadas y Consulados en las capitales y principales ciudades de América del Sur (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela), América Central (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá) y el Caribe Insular (Cuba, Jamaica, República Dominicana, Trinidad y Tobago). Adicionalmente, existen Consulados en Aruba, Curazao, Puerto Rico. El primer punto temático en la agenda es el del manejo de los derechos humanos, realizado por los múltiples actores estatales y no-estatales desde Colombia con su respectivo impacto en el Hemisferio Occidental (América Latina y el Caribe, principalmente). Con respecto a los derechos humanos, es necesario tener presente la influencia y participación que han tenido organizaciones internacionales (Organización de las Naciones Unidas, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Corte Interamericana de Derechos Humanos), organizaciones no gubernamentales (Human Rights Watch, Amnistía Internacional) en

acciones como las investigaciones y condenas contra el Estado Colombiano por crímenes, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. En materia de política exterior, ha existido un vínculo muy cercano entre diplomacia y derechos humanos, quedando en evidencia los diferentes grados de la gravedad de la situación en los últimos 15 años. Con diferentes matices, en los gobiernos de Pastrana, Uribe y Santos se ha desarrollado una ‘cooperación vacilante’ en cuanto a la promoción de la imagen de un Estado protector de los Derechos Humanos en gran parte por la creciente observación del tema en la comunidad internacional. En este escenario, se hace necesario el diseño articulado entre los diferentes actores sociales de una política pública integral que fortalezca la administración de justicia para garantizar los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no-repetición en medio de un contexto de transición hacia el postconflicto armado, en donde están pendientes la resolución de problemas de las redes transnacionales de narcotráfico y terrorismo. El segundo tema de la agenda, y en conexión con el anterior, es el de la internacionalización para la resolución del conflicto armado interno y la cambiante securitización regional, es decir, el de participación internacional (países y organizaciones internacionales facilitadores y/o mediadores) en las gestiones que se han adelantado en la última década y media para el fortalecimiento de la democracia como sistema político en Colombia. Los hechos más destacados han sido la formulación del Plan Colombia -y posterior Plan Patriota- en 2000, el fallido papel de la Organización de las Naciones Unidas en el proceso de paz del Caguán, el acompañamiento de la Organización de Estados Americanos en la desmovilización de los grupos paramilitares, junto con el rol de Noruega, Venezuela y Cuba en el actual proceso de paz de La Habana. A mediados del segundo decenio del siglo XXI, resulta cada vez más claro el proceso que se ha llevado a cabo en la comunidad internacional para la resolución del conflicto armado interno, en donde se ha hecho visible la presencia de países de la región como Cuba, Venezuela, Estados Unidos y Ecuador en los más recientes procesos de paz con los grupos armados ilegales. Es fundamental hacer un monitoreo y seguimiento por parte de actores estatales y no-estatales que permita observar y analizar los alcances y tiempos de la participación internacional con el fin de superar las tensiones entre los actores involucrados

en el conflicto colombiano, y poder entrar en una etapa de post-conflicto o post-acuerdo que posibilite un equilibrio y estabilidad de la seguridad nacional, regional y continental. El tercer aspecto a considerar en la formulación y proyección de la agenda de la Política Exterior Colombiana es la de la revitalización de la participación en los procesos de integración regional como la Comunidad Andina de Naciones - CAN, la Unión de Naciones Suramericanas - UNASUR, la Iniciativa de la Cuenca del Pacífico Latinoamericano - Arco del Pacífico, la Asociación de Estados del Caribe - AEC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños - CELAC, la Alianza del Pacífico AP, entre otros, ya que han estado sujetos a los intereses de los gobernantes de turno, y es fundamental que los actores no-estatales interesados tengan un mayor papel en el fortalecimiento de ámbitos e instancias decisorias dentro de estas iniciativas de cooperación e integración latinoamericana. (Cardona, 1997); (Sánchez Rodríguez, 2009). Se pueden observar con detalle algunos postulados de la Economía Política Internacional en los enfoques dados a la integración andina, suramericana y latinoamericana. Desde finales del siglo XX, ha predominado la doctrina económica neoliberal en cuanto al regionalismo abierto -liberalización comercial e inter-gubernamentalismo político- dentro del liderazgo de los procesos. Aunque en la actualidad, se están replanteando estas concepciones y pensando en alternativas que permitan ir más allá de la dimensión económica de la integración en la CAN, la UNASUR y la AP, principalmente. El llamado sería el de aprovechar las ventajas y oportunidades que ofrecen los recientes acercamientos realizados en América del Sur en materia comercial, infraestructura, energía, política y seguridad que permitan la convergencia de los múltiples esquemas de integración acompañado de medidas tendientes a la reducción de las asimetrías económicas entre los países de UNASUR en el marco del actual proceso de globalización político-económica. (Ramírez, 2008). Por la posición geoestratégica de Colombia, es vital recuperar la importancia que ha tenido la Cuenca del Caribe y América Central, con el fin de renovar los vínculos de cooperación trasatlánticos del país (Vieira, 2008), y un ejemplo son las intenciones claras de fortalecer la AEC, la CELAC y la AP. Finalmente, un cuarto fenómeno que toma cada vez mayor fuerza en la región es el de las

‘diplomacias paralelas’, el cual ha adquirido ciertas dimensiones y márgenes de acción debido a la exclusión estatal en el proceso de construcción de la política exterior en ámbitos específicos que requieren una amplitud en los canales de comunicación institucionales. Un ejemplo ha sido en las recientes renovaciones del convenio de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos, junto con las implicaciones que ha producido en los gobiernos y ciertos sectores de la sociedad civil en América Latina. Otra situación es el papel creciente que han ganado los migrantes colombianos en los países receptores del Hemisferio Occidental en temas como las remesas hacia sus familiares, su acción política, sus modos de organización social, entre otros. Con respecto a la migración de colombianos hacia el exterior, el censo del Departamento Administrativo Nacional de Estadística - DANE 2005 indica que hay 3331107 habitantes fuera del país, de los cuales el 24,7% (822783) se encuentran en 7 países latinoamericanos (Venezuela, Ecuador, Panamá, México, Costa Rica, Perú y Bolivia). Este mismo estudio muestra que sus zonas de origen son: Valle del Cauca (24,10%), Bogotá, D.C. (18,70%), Antioquia (11,90%), Risaralda (7,80%), Atlántico (6,60%) y otros Departamentos (30,90%). Además, se observa una feminización de la migración (51.4% son mujeres), la mayor concentración se encuentran entre los 30 y 34 años, se caracterizan por ser laboralmente activos, y el 41% de ellos cuentan con estudios de secundaria. Interpretando estos datos, se puede deducir inicialmente que es urgente formular una política de Estado en materia de migración colombiana en el mundo, que tenga en cuenta las motivaciones para residir en otro país, el establecimiento de un seguimiento de sus actividades socioeconómicas, la reducción o supresión de los costos de envío de remesas hacia Colombia, junto con las recomendaciones hechas por la academia -Universidades Colombianas- y las organizaciones no gubernamentales (como la Organización Internacional para las Migraciones - OIM) en el programa gubernamental Colombia Nos Une y la Comisión Intersectorial de Migraciones del Ministerio de Relaciones Exteriores. (M. Ardila Ardila, Montilla, & Garay Vargas, 2009). De igual modo, con la creación de Migración Colombia se abre un espacio para la coordinación de la política pública sobre migraciones en el país, donde el reto pendiente está en la actualización del censo nacional para el año 2016.

América del Norte Estados Unidos de Norteamérica y Canadá se encuentran en esta zona, y en este sentido, el Estado Colombiano tiene presencia con dos Embajadas y Consulados en las principales ciudades de ambos países. En general, la agenda con América del Norte tiene grandes coincidencias en materia de libre comercio, migraciones y derechos humanos, aunque difieren en las ideas e identidades construidas desde Canadá y Estados Unidos en relación con la concepción de seguridad regional andina y su probable participación en la resolución del conflicto armado colombiano. En primera instancia, con respecto a las migraciones y ‘diplomacias paralelas’, es necesario tener en cuenta que el 35,4% de migrantes colombianos (1179212) se encuentran en Estados Unidos, mientras que el 2,2% (73285) están en Canadá. En este sentido, queda claro que la mayor proporción de habitantes en la diáspora se concentran en esta región del planeta, y que la academia ha jugado un papel destacado en el proceso de construcción de la Política Exterior Colombiana en Migraciones con la creación del Centro de Estudios para la Migración Internacional - CEMIC, la cual estableció 12 líneas de trabajo agrupadas en temas de seguridad, economía y desarrollo, y aspectos sociopolíticos. (M. Ardila Ardila et al., 2009). El segundo punto a considerar es el de la suscripción de los Tratados de Libre Comercio suscritos con los dos países, los cuales alcanzaron a estar congelados por los Congresos estadounidense y canadiense por razones políticas y de derechos humanos, y se lograron ratificar cuando se produjo una voluntad política real de que estos asuntos se constituyen de vital interés para las partes norteamericanas. En una perspectiva amplia, se puede afirmar que la firma de ambos acuerdos indirectamente ha abierto una puerta al país para el aprovechamiento de las ventajas competitivas que ofrece el Tratado de Libre Comercio para América del Norte – TLCAN (North American Free Trade Arrangement – NAFTA). En el caso de Estados Unidos, el primer aspecto para revisar y replantear a largo plazo es la de-securitización de la agenda bilateral, en la medida en que los temas construidos socialmente en los últimos 50 años, han respondido más a la asimetría favorable que ha

manejado el país norteamericano en detrimento de las ideas, concepciones y propuestas que pueda manejar su contraparte colombiana. En este sentido, la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo deberían formar parte de una agenda amplia que contribuya con la participación internacional en el post-conflicto, junto con el replanteamiento de las visiones conjuntas que se han desarrollado históricamente en torno a la situación de los derechos humanos en Colombia. En esta línea de acción, autoras como (Tickner & García, 2002) hacen una re-interpretación de la Política Exterior Colombiana hacia Estados Unidos a partir del papel de la identidad y su construcción social en las relaciones bilaterales de las últimas dos décadas. El énfasis colocado en la problemática de las drogas ha logrado condicionar otros asuntos de la agenda como el comercio, el terrorismo, las migraciones, entre otros, tendencia que se ha revertido parcialmente después del 11-S con el ascenso del terrorismo en esta interacción producto de la penetración externa de la política exterior de mediados de la década de 1990, hasta llegar a la intervención por invitación que domina a comienzos del siglo XXI. (M. L. Ardila Ardila, Cardona Cardona, & Tickner, 2002). En este punto adquiere una dimensión destacada el hecho de que las reglas y normas tienen un peso importante en la mutua constitución de los actores estatales y de la sociedad civil que diseñan la Política Exterior. (Tickner & García, 2002), en donde Colombia a través de su política exterior está en una constante construcción de su identidad la cual se encuentra condicionada en cierta medida por la percepción estadounidense del narcotráfico como amenaza de su seguridad nacional, dando lugar a que la construcción de Colombia como país amigo ha permitido en ciertos momentos desarrollar políticas divergentes de las establecidas por el vecino del norte con las implicaciones de ser reconocido internacionalmente como país problema y aliado en la lucha contra el terrorismo global. Recientemente, se está dando una tendencia en cuanto a una relación más cercana de ‘proxy’ de Colombia con Estados Unidos de Norteamérica en temas claves de la agenda bilateral como son la seguridad y la cooperación internacional. Este proceso forma parte de un proyecto a largo plazo que tenga presente una mayor relevancia y bases de excelencia de los procedimientos operativos, las relaciones interministeriales

y las agencias

gubernamentales entre ambos países. Es fundamental aclarar que los canales bilaterales y

multilaterales de política exterior –más que ser diferentes- son complementarios para Colombia en aras de la diversificación de socios y actores dentro del manejo de las relaciones internacionales del país. (Fazio Vengoa, Ramírez Vargas, & Restrepo Moreno, 1997).

Europa En principio habría que realizar una clara diferenciación de la Política Exterior Colombiana hacia la Unión Europea en su conjunto, la Política hacia cada uno de los 27 países que componen actualmente la UE, además de la política hacia Estados no - miembros de este bloque de integración regional como Bielorrusia, Croacia, Macedonia, Rusia, Suiza, Turquía, entre otros. El Estado Colombiano cuenta actualmente con Embajadas y Consulados en Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Italia, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Rusia, Santa Sede, Suecia y Suiza. Adicionalmente, existen Consulados Ad Honorem en Bulgaria, Chipre, Dinamarca, Grecia, Irlanda, Letonia, Luxemburgo, Malta y Ucrania. Un antecedente reciente de un intento real por construir la Política Exterior Colombiana hacia los países europeos, es el Programa Europa 2000 creado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, el cual contó con la participación activa de la academia, el sector empresarial -y en menor medida de los medios de comunicación-, que tuvo como fin la diversificación de las relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con este continente en respuesta a la reconfiguración del sistema internacional después de la Guerra Fría, el ascenso de Estados Unidos como principal potencia mundial, junto con los lapsus de comienzos de la década de 1990 en la relación de Colombia con su vecino norteamericano –narcotización de la agenda bilateral-. (M. Ardila Ardila et al., 2009). En el caso de la Unión Europea, es necesario una mayor claridad en las reglas acordadas dentro del Tratado de Libre Comercio con la Comunidad Andina de Naciones (más exactamente Colombia y Perú) que permita vislumbrar la posibilidad de alcanzar un Acuerdo de Asociación entre ambos bloques de integración regional. Esto implica el reconocimiento hecho por los actores estatales y de la sociedad civil colombiana y andina

(academia y sector empresarial, principalmente) para construir una hoja de ruta que permita lograr puntos de convergencia al interior de la CAN en los temas sensibles -medio ambiente, desarrollo social, política económica- que propendan por un mejoramiento de los estantalares de calidad de vida de los pueblos de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Esta serie de dificultades ha llevado a la Unión Europea a contemplar la alternativa de abandonar parcialmente el regionalismo en bloque para la negociaciones con la Comunidad Andina de Naciones, y abrir dos vías de integración o un ‘Soft Law Governance Arrangement’ (Kanner Arias, 2008) para dinamizar esta relación multilateral que trate de superar las asimetrías y diferencias existentes en las tres rondas adelantadas desde 2007, y para ello es de especial relevancia que Colombia y Perú logren llevar a Ecuador y Bolivia a la negociación conjunta con la UE en temas sensibles como el diálogo político, las desigualdades comerciales con sus respectivas medidas compensatorias para los países que tengan una grave afectación de sus intereses nacionales. (Arenal, 2011). Otro tema fundamental es de la consolidación de la cooperación en materia de derechos humanos con una presencia sistemática en la participación internacional para el escenario de post-conflicto en Colombia, el fortalecimiento de los laboratorios de paz presentes en el país, las cátedras sobre derechos humanos y derecho internacional humanitario, junto con la asistencia efectiva a las organizaciones no gubernamentales que trabajan por la defensa de la ciudadanía colombiana contra posibles amenazas que vulneren sus derechos. Es importante mencionar el Tratado de Roma que creó la Corte Penal Internacional - CPI para efectos de la administración de justicia internacional en donde el Estado Colombiano no sea capaz de juzgar y condenar a los individuos y actores involucrados en graves violaciones de los derechos humanos. En el continente europeo se destaca la migración colombiana en España, la cual representa el 23,3% del total de habitantes en la diáspora (776148), con lo cual se evidencia que los vínculos del lenguaje y cultura siguen siendo determinantes en las motivaciones que tienen los ciudadanos colombianos para migrar hacia otras regiones del planeta. Adicionalmente, las reglas y normas establecidas en los vínculos de cooperación desarrollados por España y Colombia, como el programa de trabajadores nacionales en el país ibérico desarrollado por el Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA, han dado lugar a que se ratifique las

tendencias históricas en materia de migración en Europa, sin dejar de reconocer la presencia de colombianos en Francia, Italia, Alemania y Reino Unido, principalmente.

Asia-Pacífico y Oceanía La zona del planeta que ha tenido el mayor crecimiento económico en los últimos 30 años es la Cuenca del Pacífico, más exactamente Asia Oriental y Oceanía, en donde el primer aspecto a revisar es el de la re-apertura de las relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con los países que conforman los Archipiélagos e Islas del Océano Pacífico, ya que el Estado Colombiano solamente tiene Embajadas y Consulados en Corea del Sur, India, Indonesia, Japón, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam. Adicionalmente, cuenta con Consulado en Nueva Zelanda; y Consulado Ad Honorem en Filipinas Aquí es necesario hacer precisiones acerca del proceso de construcción de la Política Exterior Colombiana hacia Asia Oriental y Oceanía, en la medida en que ha existido una mutua construcción e interacción social que data del siglo XIX, la cual ha tenido múltiples variaciones en gran medida por el desarrollo histórico que han tenido países como Japón, China y Corea, y no tanto por las ideas y visiones vacilantes construidas desde Colombia en materia de su Política Exterior a lo largo del siglo XX con excepción de las décadas de 1970 y 1990 con el intento inicial de ampliar las relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con esta región que representa el 40% de la población mundial, el 32% de la superficie terrestre, constituye el 52% del PIB mundial y maneja el 47% del comercio mundial de bienes. (Cepeda Ladino, 2011); (Godoy, González Arana, & Orozco Restrepo, 2011). En segundo lugar, es importante tomar un conjunto de acciones y medidas tendientes al fortalecimiento de la integración económica regional representada en el principal foro de cooperación del Pacífico como es el Foro de Cooperación económica Asia-Pacífico APEC, y más recientemente las negociaciones en torno al Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica - TPP. Si bien, Colombia no es una economía perteneciente a APEC ni TPP, ha tratado de articular las acciones gubernamentales con las de la academia y el sector empresarial -Asociación Nacional de Empresarios - ANDI y

Federación Nacional de Cafeteros, principalmente-, en aras de lograr el ingreso definitivo en ambas iniciativas y al mismo tiempo coadyuve en la diversificación de las relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con la Cuenca del Pacífico. (Cepeda Ladino, 2011). Siguiendo esta línea, tanto la Iniciativa de la Cuenca del Pacífico Latinoamericano - Arco del Pacífico y la Alianza del Pacífico - AP se convierten en una excelente oportunidad a largo plazo para unificar las múltiples ideas, concepciones y proyecciones presentes entre los actores estatales y de la sociedad civil del grupo de países que tienen costas en el Océano Pacífico, con lo cual se establecería la expresión de ‘Pacífico Oriental’ en la que a diferencia de la noción de ‘Pacífico Occidental’ establecida por autores como (P. García, 1997); (P. García, 2011), deja claro ante el mundo que se está hablando de un conjunto de países latinoamericanos como son México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú y Chile. Es definitivo reconocer el hecho de que las ideas y discursos entre Colombia y algunos Estados presentes en la Cuenca del Pacífico, son en su mayoría diametralmente opuestos en temas como la negociación de acuerdos bilaterales y multilaterales. En este sentido, la promoción del comercio y las inversiones con Asia Oriental y Oceanía debe estar acompañada de la profundización de las relaciones con los ’Tigres Asiáticos’, y para ello, es ineludible realizar un conjunto de acciones tendiente a

consolidar el comercio

transpacífico, especialmente con China e India, además del establecimiento de nuevos acuerdos marco que estimulen la inversión asiática en Colombia. (Cardona, 1997); (Dade & Meacham, 2013); (Felbermayr, Abusada-Salah, Acevedo, Aichele, & Roldán-Pérez, 2015). Con respecto a la migración colombiana, es de resaltar la presencia de colombianos en Australia ya que representan el 0,5% del total (16856), mientras que el 13,9% (468584) se encuentran en el resto del mundo -Europa, Asia Oriental, África, Medio Oriente y Asia Central-, con lo cual se refuerza la imagen internacional de Australia como país de inmigrantes que ofrece grandes oportunidades desde el punto de vista social, laboral y académico para los ciudadanos de todas partes del mundo que cumplan una serie de requisitos para residir en el país oceánico que recientemente ha tratado de auto-considerarse como asiático, tratando de dejar a un lado sus orígenes indígenas e insulares.

África Tradicionalmente, se ha considerado que la región de África es la zona del mundo menos vinculada a las dinámicas de la globalización político-económica del tercer milenio, pero en años recientes se ha producido una diversificación de su interacción social con otras regiones del mundo, razón por la cual el primer punto a abordar es el de la (re) apertura de relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con el continente africano, ya que en la actualidad sólo existen Embajadas y Consulados en Argelia, Egipto, Ghana, Kenia, Marruecos y Suráfrica. En segundo lugar, es de vital importancia reconocer el hecho de existen fuertes vínculos afines entre un sector importante de la sociedad colombiana y la gran mayoría de habitantes del continente africano, que debería propender por un intercambio cultural que trate de encontrar las raíces identitarias de la población afro-colombiana y su reconocimiento como ciudadanos multiétnicos de ambos lados de la Cuenca del Océano Atlántico. En este sentido, los actores estatales y de la sociedad civil están pendientes de articular una Política de Estado que promueva un diálogo político trasatlántico en aras de una renovación del multilateralismo en decisiones trascendentales en organizaciones internacionales. Adicionalmente, muy pocos estudios sobre migración han identificado una tendencia mínima que va en gradual aumento sobre la presencia de la población colombiana en África, más exactamente en países como Nigeria, Suráfrica, Egipto y Marruecos, por razones asociadas a la labor de exploración y explotación de recursos naturales, dando lugar a que existan mayores razones para proteger la integridad de los ciudadanos que trabajan en grandes multinacionales presentes en esta región (y en menor medida en misiones humanitarias desarrolladas por organización internacionales tanto intergubernamentales como no-gubernamentales), y por ende, la apertura de nuevos Consulados en países estratégicos es un requerimiento que debe ser reconocido por el estado Colombiano en África. El proceso de construcción de la Política Exterior Colombiana hacia los países africanos, debería involucrar en tercera medida, una asistencia mutua y sostenible en materia de

cooperación internacional que podría materializarse en las Cumbres América del Sur África - ASA realizadas en 2005-2006, 2009 y 2013, que reúne a la Unión de Naciones Suramericanas - UNASUR y la Unión Africana - UA y se fundamenta en la articulación del Eje Sur-Sur en el sistema internacional. Se constituye en una excelente oportunidad para la proyección a largo plazo de un nuevo multilateralismo que tenga en cuenta una agenda amplia en temas como la salud, el medio ambiente, la cultura, la ciencia, la gobernabilidad, la seguridad, el comercio y la infraestructura. (Cielo, Gago, & Vásquez, 2015). En este sentido, se debería relanzar la búsqueda de cooperación para actuar en bloque en temas, debates y decisiones que se tomen en Organizaciones Internacionales, y el antecedente del G-77 con el liderazgo de Colombia en 1993 se convirtió en su momento en una forma destacada de representar los intereses conjuntos y multilaterales de los países en vías de desarrollo, incluso en contravía de decisiones de la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas - ONU en torno al cierre gradual de los organismos de investigación en ciencia y tecnología, junto con el freno a la institucionalización de representaciones de la ONU para la realización del control de políticas en los países del Tercer Mundo de América Latina, Asia y África. (A. García & Londoño Jaramillo, 2002). Con respecto al Grupo de los No-Alineados - NOAL, es importante indicar que tuvo su origen en la Guerra Fría cuando se agruparon un conjunto significativo de países que no deseaban formar parte de la esfera estadounidense ni soviética, y en el que al igual de lo ocurrido con el G-77, contó con la participación de Colombia en la presidencia de esta organización internacional multilateral en el período 1994-1998, donde trató de mantener el papel del NOAL como principal foro de concertación política en el mundo en desarrollo sobre los principales temas de la agenda global, a pesar de que se encontraba en una crisis interna definitiva en gran medida por la transición hacia un sistema internacional unipolar en la década de 1990. Finalmente, el cuarto punto está relacionado con el hecho de hacer acuerdos comerciales que permitan la importación de materias primas y recursos naturales desde África hacia Colombia, y de esta manera afianzar los vínculos de interdependencia que históricamente han existido pero que no habían sido explorados de una manera más eficiente por los Estados y las sociedades civiles de ambos lados del Atlántico. De ahora en adelante, es

definitivo tener amplios canales de comunicación que permita abrir la posibilidad de un proyecto de integración regional que tenga como punto de partida la realización de inversiones trasatlánticas en comercio e infraestructura. (Guerra Barón, 2014).

Medio Oriente y Asia Central Una de las regiones del planeta más olvidadas, y no por ello menos interconectadas con el resto del planeta en medio del actual proceso de globalización, es el Medio Oriente y Asia Central, una amplia zona geográfica, en la cual es definitivo en primera medida el logro de la (re) apertura total de relaciones diplomáticas, comerciales y culturales, ya que solamente hay Embajadas y Consulados en Azerbaiyán, Emiratos Árabes Unidos, Israel, Líbano y Turquía para una región tan extensa y diversificada en sus desafíos y prioridades para el mundo globalizado. Países como Irán, Arabia Saudita, Kazajstán y Afganistán juegan un papel preponderante en su área de influencia y no pueden ser ignorados fácilmente en el escenario internacional del siglo XXI. Autores como (Ramjas, 2004) han investigado un área poco explorada de la Política Exterior Colombiana, reconociendo que se han producido anomalías en la actuación del Ministerio de Relaciones Exteriores respecto a algunos de los países de la antigua Unión Soviética como Kirguistán, un pequeño país de la zona que en principio cuenta con reducidas posibilidades de interacción social con Colombia, mientras que en la actualidad no existen relaciones con Kazajstán, el país más extenso e importante de la región y que posee importantes recursos energéticos. Las consecuencias de estas decisiones tendrán su impacto en la política multilateral del país y en la posibilidad de establecer vínculos comerciales más profundos con esta región del planeta. Al igual que con África, es primordial que en Medio Oriente y Asia Central se logre como segundo aspecto la búsqueda de cooperación para actuar en bloque en temas, debates y decisiones que se tomen en Organizaciones Internacionales, en donde el multilateralismo consistente en que un grupo significativo de países participan en procesos de tomas de decisiones sobre asuntos diversos (medio ambiente, derechos humanos, terrorismo) en medio del actual globalización político-económica que puede convertirse en un efecto

espejo en un posible manejo futuro de la comunidad internacional en la diferenciación de los países en desarrollo relacionada con la reconfiguración del capitalismo transnacional y su impacto sobre el Sur en el sistema internacional post-Guerra Fría. (Arias Trujillo & Fazio Vengoa, 1999); (Fazio Vengoa, 1999). Medio Oriente y Asia Central se han convertido en zonas de producción y distribución de droga en el mundo, por lo cual la segunda prioridad es la de tener en cuenta las problemáticas del narcotráfico, el terrorismo y la seguridad en la región. En el caso del narcotráfico, la zona asiática de la Federación de Rusia es considerada como un punto de tránsito de drogas ilícitas (opio y marihuana, principalmente) que provienen de países como China, Afganistán y Pakistán, hacia los mercados estadounidense y europeo. Al mismo tiempo, la región central de Rusia es productora de precursores químicos que son utilizados para la producción de heroína en Afganistán y Turquía. (Cejas Armas, 2013). En el caso del terrorismo, es bien conocido que el grupo fundamentalista Al-Qaeda, y más recientemente Estado Islámico, tienen sus centros de operaciones en Asia Central (más exactamente entre Afganistán y Pakistán), los cuales tienen vínculos de diverso tipo con grupos islámicos como el Hezbollah en Siria y Líbano, junto con el apoyo indirecto de Irán en su lucha religiosa e ideológica contra Occidente. Por lo tanto, si se desean estrechar vínculos de cooperación política con los países de Medio Oriente y Asia Central, será definitiva la autoridad moral que tienen varios actores estatales y de la sociedad civil para efectos de una búsqueda exitosa en la resolución de los conflictos armados existentes en Afganistán, Irak, Siria y Yemen. (Nweihed, 2013). Finalmente, un tercer asunto que se constituye de vital importancia la materialización de acuerdos comerciales en materia de recursos energéticos que son producidos en esta región del planeta. Concretamente, algunos de los países que se encontraban bajo la influencia soviética y que posteriormente conformaron la Comunidad de Estados Independientes CEI, manejan grandes producciones de petróleo, gas natural y energía nuclear que puede llegar a ser requerida en el país para el desarrollo de megaproyectos de infraestructura que traten de proyectar en el largo plazo a Colombia como una potencia regional en América Latina, y que sus actuaciones sean seguidas reconocidas en las organizaciones internacionales de carácter multilateral. (Guerra Barón, 2014); (Nweihed, 2013).

Conclusión El proceso de construcción de la Política Exterior Colombiana a largo plazo que permita replantear las acciones desarrolladas por los actores colectivos conocidos como Estados ha tratado de abrir ciertos espacios a los actores interesados de la sociedad civil en la materia academia, sector empresarial, organizaciones no gubernamentales- para que exista un espacio real de participación en la interacción generada por la política exterior entendida como una de las políticas públicas de mayor valor estratégico para el país. En el caso de América Latina y el Caribe sigue siendo prioritaria la integración, donde los temas de las migraciones, los derechos humanos y la securitización adquieren una creciente importancia en la agenda exterior del país. Con respecto a América del Norte, y en particular Estados Unidos, se pretende seguir adelante con el proceso de ser un ‘proxy’ y tener buenas relaciones diplomáticas que propendan por la de-securitización de la agenda bilateral que involucra la inclusión de asuntos sensibles como la participación en el postconflicto, la alta proporción de migrantes colombianos en la región y la suscripción de los tratados de libre comercio. En Europa -y más exactamente la Unión Europea- es conveniente buscar una relación estructural que tenga como ejes el Acuerdo de Asociación en materia de diálogo político, acuerdos comerciales, derechos humanos, y -en menor medida- las migraciones de colombianos hacia esta región. Por su parte, los retos con Asia-Pacífico giran en torno de la promoción del comercio y las inversiones, junto con la re-apertura y diversificación de las relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con la región que ha tenido el mayor crecimiento económico mundial en los últimos 30 años. África junto a Medio Oriente y Asia Central, regiones que han sido consideradas tradicionalmente como de menor interconexión con el mundo globalizado, tienen prioridades semejantes en materia de re-apertura de relaciones diplomáticas, comerciales y culturales, la búsqueda de un nuevo multilateralismo que logre actuar en bloque para la toma de decisiones trascendentales en organizaciones internacionales, además de los acercamientos tendientes a la materialización de acuerdos comerciales que permitan

garantizar un suministro de recursos energéticos vitales para el desarrollo de megaproyectos en el país. El panorama presentado en esta ponencia permite establecer algunos de los retos y desafíos que afrontará la Política Exterior Colombiana en el marco del proceso de globalización político-económica del siglo XXI, en donde el constructivismo como ontología en la Disciplina de las Relaciones Internacionales aporta elementos asociados con el estudio de la Política Exterior, lo cual resulta claro que los actores estatales y de la sociedad civil en Colombia -con sus ideas e identidades- son fundamentales en las interacciones que realizan dentro un probable re-posicionamiento en el sistema internacional.

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