Ponencia de Sárraga XV Ulacav Chaco.doc

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(EJE 3 Marco Teórico metodológico)
Del objeto a la dialéctica materialista. De la co-disciplina al rumbo
transdisciplinar en la temática vivienda social. Desde la reflexividad
hacia la identidad y conciencia social y política.
Autor: Dr. Arq. Ricardo de Sárraga. Sedes UBA (Centro CIHaM-Taller Libre
Proyecto Social)- UAI (Cátedra de Sárraga Metodología de investigación,
carrera psicología-diseño gráfico-arquitectura). Email:
[email protected]

Debes amar la hora de los intentos,
debes amar la hora que nunca brilla (Silvio Rodríguez)
Introducción
El objetivo de este trabajo es revisar las concepciones y modos de
actuación del docente e investigador en dos casos específicos contenidos en
la "temática vivienda social". Ello llevará a la necesidad de comprender la
actividad dentro de un sentido de diálogo constante con y entre un conjunto
de actores sociales, participantes de dichos casos. A juicio de este autor
no bastan las herramientas fabulosas heredadas del oficio del arquitecto
para lograr ese diálogo. Hace falta colocar el énfasis en la palabra
"social", que lejos de adjetivar al "objeto" vivienda, da significación
primordial al trinomio temática vivienda social. Si se coloca suficiente
énfasis en los modos de integración con aspectos de las disciplinas que
históricamente poseen modos de comprensión profunda, densa de la realidad
compleja y multidimensional de la vida social, seguramente estaremos
abonando y enriqueciendo el sentido de nuestro accionar en la temática
vivienda social. En este trabajo se hará referencias a dos casos (La Gardel
de Morón y Villa 15 de CABA) donde –sin demasiado éxito- se está trabajando
con vecinos problematizados. El énfasis de este trabajo estará puesto no
justamente en la finitud de un logro material (que aún no se ha alcanzado),
sino en el interés puesto en el proceso y en el diálogo, tanto por
habitantes como docentes.

¿Qué significa temática vivienda social?
El trinomio temática vivienda social refiere a tres cuestiones. Por un lado
la comprensión de una temática como campo del conocimiento amplio,
compuesto por diversidades disciplinares, que son necesarias de integrar a
la hora de analizar la temática vivienda social en general (y la
problemática vecinal específica con la que podemos estar trabajando). Nos
estamos refiriendo a exceder las fronteras positivistas que establecieron,
despiezaron o desarmaron, en parcelas diferentes y a menudo desintegradas
–metodología clásica tanto del método hipotético deductivo, como ciertos
sistemas de poder, miradas sociocéntricas, etc.- a la noción de realidad
más integrada. Si bien no es factible acceder a lo real en sí, sino a un
recorte de la misma a través de unidades de estudio, éstas deben ser
recompuestas de manera compleja, con el sentido que más se aproxime no a la
mirada del sujeto que observa las leyes del comportamiento biofísico
(biologicista, etc), sino con paradigma que permita comprender desde
adentro, revivir la experiencia colectiva como una instancia de asunción de
qué significa el propio problema para determinados sujetos. Entender la
cuestión vivienda social es elevar la problemática específica de cierto
grupo social dentro de un marco más amplio por fuera de una disciplina
(ejemplo arquitectura). Esta temática vivienda social debe ser abordada de
forma compleja.

Explica Morín (2004) sobre la complejidad: "Todo sistema auto-organizado
(viviente) combina gran cantidad de unidades. Comprende también
incertidumbres, indeterminaciones, fenómenos aleatorios –ligado al orden y
al desorden". De manera que abarcar lo complejo implica entenderlo como
temática o campo temático atravesado por distintas miradas –que deben
influenciarse entre sí- para poderlo abarcar. Es desde este sentido que la
política viviendística –incluso muy costosa- hace énfasis en objetos y
plusvalías, de modo de simplificar en exceso la realidad, haciéndola
apropiable desde sistemas de poder y no tanto desde un sentido popular. "Lo
popular es lo excluido (…) los que no tienen patrimonio". Ingresan a la
cadena como último eslabón justificando la edificación de dichos objetos
(Canclini, 1990)

Bajo qué paradigmas reflexionamos cuando trabajamos la temática vivienda
social?
Cuando hablamos de vivienda social, los arquitectos históricamente solíamos
hacer énfasis en la vivienda como producto genérico, con una cualidad
especial: su carácter económico, hacia un destinatario que debe ya
reconocerse que era poco conocido. O sea que se producían planos y
edificios solitarios y sistemáticos (el problema habitacional es grande,
entonces se necesitaría gran cantidad de objetos económicos). Esos objetos
–tal como los hemos aprendido en nuestras escuelas desde su concepción
individualista- representan parcelas aisladas de la realidad. Una realidad
a la cual nos invita a separarnos y, además, coloca a quien lo concibe en
situación de poder, de autor, de (supuesto) esteta. Y coloca al autor en
situación de mostrar el espectáculo de la parcela vanidosa, veleidosa. Este
objeto –que supone resolver un problema- tiene en verdad concepción
volátil, dado que –pese a su fuerte materialidad- no tiende a crear
pertenencia, pues se evade de la realidad externa, no favorece "ser o
existir" en él, y no podemos ayudar a apropiar a otros ni a entender el
habitar colectivo o individual con una mirada desde adentro del problema.
Los objetos, desde esta concepción de aislamiento positivista, nos hablan
de imposición sobre la realidad, sobre nosotros, sobre los otros, vecinos
(y colegas). Y de la evasión del problema.

El problema se empeora cuando hoy se siguen concibiendo grandes planes
nacionales con esta misma concepción: grandes escalas con enfoques errados
(que como se menciona en otras presentaciones, tienen por destinatario
directo a las empresas constructoras, y como subproducto oculto a los
negocios del estado, el entrecruzamiento de poder, a la plusvalía política.
Por suerte este proceso se intenta depurar cada vez más desde el componente
participación, que suele formar parte potente de la liturgia del poder
(ejemplo de discurso conocido: nosotros hacemos, damos las llaves, les
damos a elegir, ya se tomaron las decisiones ahora pueden participar y nos
acercamos, bajamos al llano).

El sentido dialéctico, por el contrario, desde su concepción material y
concreta, nos convoca a integrarnos socialmente, a entender quiénes somos,
cómo son los encuentros, los procesos, los otros y –sobre todo- quiénes
somos nosotros, de dónde venimos, porqué estamos en este lugar y qué
estamos haciendo: el otro es un espejo que nos habla de nosotros mismos. El
trabajo en vivienda social necesita de esta concepción vital, de este
paradigma comprensivo que permite no sólo entender los procesos desde
adentro, sino además sumar nuestras herramientas a ese proceso y fundirlas
en un crisol que supera la intervención del arquitecto.

Además, si tenemos la posibilidad de construir un equipo de diferentes
disciplinas, tenemos la oportunidad de escucharnos –además entender a los
vecinos- justamente "entre especialistas". Es posible comenzar el proceso
desde un conocimiento externo, primario, pero dispuesto a la apertura y al
conocimiento de la realidad que puede contar con miradas simplificadoras.
Pero a partir del encuentro de y con la gente involucrada, de a poco,
adecuarnos a una realidad compleja, profundizar la comprensión del problema
específico y dejarnos atravesar por las distintas realidades personales (y
académicas). Este proceso es lo que nos hace entender qué tarea estamos
haciendo. Con quién estamos, y utilizar –además de elementos técnicos
combinados- el sentido común e integrarnos a la vida cotidiana y al
problema concreto que estamos abordando.

El trabajo en vivienda social encierra un peligro: la ensoñación empírica.
La labor puramente empirista que ve en el otro a un nativo, un ser
"natural", de cultura más o menos recordada, a problemáticas parecidas en
diferentes lugares, a un vecino que da garantías de conocimiento de sus
datos totalmente fidedignos. La labor empirista invita a mantenerse
neutral, sin contaminación; promover la artificialidad para aplicar
fórmulas prototípicas basadas en técnicas de recolección de datos. Estas
fórmulas prototípicas serán nuevamente, lo que nos aleja, nos distancia y
nos hace recordar que el oficio del constructor y del diseñador también
puede alejarse de la vida concreta y terminar construyendo objetos,
distancias, fronteras.

Cómo dialogamos dentro de la problemática vivienda social?
Primero, se dialoga entre sujetos que son personas –institucionalizadas o
no. El acercamiento personal desde un sentido dialéctico invita a conocer
los problemas concretos. Pero hay más: ¿quiénes somos nosotros? ¿Quiénes
son los otros? ¿Hay otros sujetos (aún invisibles) involucrados? He aquí la
primer pregunta como docente que me formulo cotidianamente ¿qué estoy
haciendo y quién soy yo? Y además ¿quién es el otro, si está en condiciones
de estructurar o formar parte de un proceso que lo eleve por sobre sus
condiciones actuales? ¿Están constituidos como actores sociales para llevar
a cabo sus propósitos vitales, aplacar sus necesidades? ¿estamos en
condiciones de devolver elementos concretos? Estas han sido preguntas
claves en los dos casos que difícilmente puedan entenderse como exitosos
tales como los encontrados con los vecinos de La Carlos Gardel en el
Partido de Morón, y como los pocos padres que constituyen El Polideportivo
de Villa 15 (Ciudad Oculta) de Capital Federal. Pero antes de analizarlos,
podemos hacer consideraciones teóricas y metodológicas que interesan en la
labor cotidiana. Es necesario contar con herramientas para el diálogo. El
concepto Reflexividad y otros tales como identidad, y conciencia política y
social pueden ayudar en esta tarea.

Algunas nociones a tener en cuenta en el diálogo en vivienda social
Tanto en vivienda social, como en ciencia en general, en las labores de
campo de orden dialéctico, uno de los puntos de interés es el sentido con
que están cargadas las acciones y discursos. Desde este punto de vista no
interesan tanto las leyes universales del comportamiento, los estándares de
circulación, o cómo se supone que debieran utilizar un conjunto de vivienda
ciertos habitantes (como si alguien pudiera hacer docencia sobre ello).
Sino que interesa cómo comprender desde adentro, buscando dialogar con los
intereses de los habitantes. En ese sentido juega (según Guber, 1990) un
buen papel la revivencia psicológica y la reconstrucción imaginativa de la
experiencia del otro. Ello puede parecer subjetivo y sin embargo no lo es.
Todo lo contrario, hay toda una gama de conceptos a articular en la labor.

La noción de reflexividad, acuñada desde la ciencia social nos plantea que
"los individuos llevan a cabo sus acciones reflexivamente, es decir, con
fundamentos y explicaciones (aunque no siempre puestos de manifiesto) (…)
Por su parte el investigador opera –para observar lo que observa y para
revivir lo que revive- de manera análoga, pues en él operan razones tanto
de tipo teórico como de sentido común" (Gúber: op. Cit). Dialogar con los
habitantes, conocer sus historias de vida y saber cómo se dan las alianzas
(y conflictos) entre ellos, es acceder a las explicaciones de su vida
cotidiana. Saber porqué y de qué modo se componen las acciones y porqué se
dan ciertas explicaciones es comprender el lugar del otro en la trama, el
tejido social. Cómo se comportan ante las esferas de poder (y viceversa).

La reflexividad puede ser entendida también como la "capacidad que tienen
los individuos de llevar a cabo su comportamiento según sus expectativas,
motivos, propósitos, esto es, como agentes o sujetos de su acción (…) los
individuos son sujetos de una cultura y un sistema social: respetan
determinadas normas y transgreden otras" (Gúber, op. Cit). Esta tensión
entre respeto por la mirada colectiva, el sentido del buen hacer que
conserva una comunidad sin embargo está tensada por los estilos personales,
el sentido común individual, los criterios lógicos, las transacciones y
elecciones que realizan todos los individuos, sean habitantes o docentes.
De tal modo que la reflexividad también puede servir como un seguimiento de
las propias maneras de operar, del reflejo que nos devuelven los otros de
nuestra actividad. Una especie de eco entre lo que podemos entender que es
nuestro rol y el discurso entre líneas de los demás, que nos van explicando
cómo nos ven, qué hacemos, si sirve o interesa tanto nuestra labor como
nuestra presencia.

El análisis de la reflexividad nos lleva a otro punto de especial interés
en los diálogos con el otro, que es a situar a un discurso, desde dónde nos
expresamos nosotros y los otros, y con qué intencionalidad se mueven
ciertas estrategias, guiños, posturas, decisiones de los diferentes sujetos
que integramos una práctica social, por ejemplo en el caso del intento de
mejoramiento o aporte a un barrio. Es relevante entender que la
reflexividad pone énfasis en aquello que puede parecer más volátil que un
objeto construido (por ejemplo vivienda económica), pero sin embargo
representa los hilos e intenciones, motivos y pensamientos que nos
movilizan a hacer lo que hacemos ¿Por qué motivos la gente se reúne con un
determinado fin? ¿Cuáles son sus intencionalidades finales? ¿Por qué se
interesaron en nosotros? ¿Cómo nos vamos a relacionar con otros colegas
provenientes de otras disciplinas? ¿Manejaremos el mismo lenguaje?

La noción de reflexividad es clave para entender los procesos desde adentro
y además para situarnos dentro del mismo. Sin embargo no es este el único
que podemos considerar. Muy someramente, tendremos relación con identidades
locales. La identidad, según Giménez, 1995, es asociada a la cultura, "la
cultura interiorizada en forma específica, distintiva y contrastiva por los
actores sociales en relación con otros actores". Es decir, sin profundizar
demasiado, hay una noción de distinguibilidad por sobre los demás,
reconocimiento (propio y de otros) y de pertenencia a ciertos hábitos, usos
y costumbres, representaciones, legalidades, etc. Pero además la identidad
no debe entenderse por fuera de un sentido de proyecto, de cambio, de
futuro. La identidad representa lo que se es, pero también lo que se quiere
ser: "la cultura no debe entenderse nunca como un repertorio homogéneo,
estático e inmodificable de significados. Por el contrario, puede tener a
la vez 'zonas de estabilidad y persistencia' y 'zonas de movilidad' y
cambio. Algunos de sus sectores pueden estar sometidos a fuerzas
centrípetas que le confieran mayor solidez, vigor y vitalidad, mientras que
otros sectores pueden obedecer a tendencias centrífugas que los tornan, por
ejemplo, más cambiantes y poco estables en las personas, inmotivados,
contextualmente limitados y muy poco compartidos por la gente dentro de una
sociedad" (Giménez, op. Cit).

Debe reconocerse a la noción de identidad situada dentro de un cuerpo
social. Sin embargo cuando se analizan respuestas oficiales o programas
habitacionales generalmente no están ancladas en el análisis de la cultura
local: la mirada indicadora de legitimidad es la que sostiene valores
globalizados que indican que lo popular al ser claramente subalterno, no
hay que interesarse por él, muy seguramente estará plagado de valores
considerados como malos ejemplos. Las ideologías de gobierno materializan
políticas habitacionales en función de patrones residenciales legítimos e
imaginarios basados en una racionalidad funcional a una ubicación
cuantitativa en la sociedad. Dentro de un sentido dialéctico de trabajo en
vivienda social, la cuestión de la identidad contiene, seguramente,
especial interés. Debe tratarse no sólo de manera diferente a lo que suele
labrar el estado, sino a lo que estamos acostumbrados a labrar desde
nuestra formación inicial de constructores poco acostumbrados a la relación
dialéctica, sino al trato piramidal.

Pero además, cómo trabajar con la noción de proyecto: sobre qué se quiere
ser. Cómo no imponernos, superponernos, cuando justamente, como docentes
pertenecemos a otra cultura. Como modo de no caer en fuertes énfasis
sociocéntricos, el diálogo y la participación son elementos fundamentales.
Pero además es necesario reflexionar, aún en breves palabras sobre la
noción de conciencia, o mejor dicho sobre las nociones de conciencia
(ejemplo conciencia social, conciencia política y conciencia posible, que
podremos desarrollar en breve).

Tomaremos el concepto conciencia en diversas dimensiones. Por un lado, es
posible reconocer desde una mirada general tanto en sedes universitarias
como en algunos ámbitos politizados de gobierno, hay un uso débil del
término. Pues suele confundirse a conciencia por "estado del problema en
vivienda social" (o toma de conciencia desde un nosotros externo). La
explicación de la densidad del problema, de abordarlo en base a "una toma
de conciencia" no implica abordar las múltiples dimensiones del concepto de
conciencia. Tanto conciencia social (auto conocimiento del cuerpo social o
del mundo), como conciencia política (sobredeterminación en forma crítica
buscando herramientas de trabajo) o conciencia posible (límites del campo
de conciencia hasta perder sus características sociales esenciales), son
términos acuñados desde hace varias décadas, pero que tal vez aún no han
sido articulados con el rigor necesario en la temática vivienda social.

La conciencia posible nos habla "no en saber lo que piensa un grupo, sino
cuáles son los cambios susceptibles de producirse en su conciencia sin que
haya modificación en la naturaleza esencial del grupo" (Goldman, 1980).
Cuál es el grado de cambio que puede aceptar un cuerpo social sin
deformarse de manera tal de perder su esencia, su estructura interna, o su
existencia como grupo. Si el Estado trabaja en base a objetos distantes
¿qué tipo de deformaciones se produce en los cuerpos sociales? ¿Se quiebran
las identidades y las asociaciones de base? ¿Cómo se reconfiguran? Aquí la
teoría social nos acerca herramientas comprensivas que, vistas desde la
temática vivienda social nos habla del sentido de responsabilidad en el
trabajo en cada caso específico y el valor del diálogo, como ya se ha
expresado, para incorporarnos dialécticamente, en sus procesos. Y colaborar
para que sus discusiones se constituyan con la mayor prosperidad posible,
que realicen alianzas convenientes y armónicas.

¿Qué implica constituirse en actor social?
Una cuestión recurrente del trabajo de campo es la búsqueda de realización
de un encuentro social. En trabajos anteriores nos hemos replanteado como
docentes –y continuamos haciéndolo mediante herramientas tales como las
mencionadas- qué hacemos, quiénes somos y cuáles son nuestros objetivos
tanto científicos como académicos. Tampoco hemos olvidado en estos
menesteres el analizarnos como sujeto dentro de la propia universidad y
frente a sus roles históricos. Ello no podría ser ampliado en este texto,
se ha mencionado el desarrollo incipiente de la temática vivienda social en
Fadu-UBA en particular –que en los últimos años se está tratando de
profundizar mediante análisis, extensión y la sana intención de varias
cátedras que dentro de sus contenidos se vuelcan a la temática
orgánicamente –con mayor o menor formalidad. Dentro de este panorama, el
presente autor, investigador por la UBA del Centro Ciham (director de
varios proyectos de investigación) ha multiplicado sus esfuerzos integrando
además al Taller Libre Proyecto Social TLPS, cátedra libre reciente,
sumando sus emprendimientos de Villa 15 al grueso del trabajo de TLPS. Ello
no implica mantener resuelta la ecuación propia, pero al menos indica un
sendero colectivo desde donde no sólo profundizar el análisis sino además
de realizar un aporte formativo, articular producción hacia la gente
problematizada[1].

Pero es justo consultar también con quién estamos, no sólo desde el punto
de vista de los sujetos individuales, sino fundamentalmente teniendo en
cuenta que los habitantes buscan satisfacción a sus necesidades. Es aquí
que analizaremos los casos concretos.

A) El caso en La Gardel, Morón, Primer cordón del AMBA.
Los proyectos de investigación que se realizan desde la UAI –universidad
que se trabaja desde 2006- aportan un sentido de diagnóstico. Pero también
aportan una labor de sentido amplio con muchas instituciones locales
–formales e informales-, desde un rol de campo ligado al conocimiento, el
ingreso de la democracia, la relación sostenida y extensa en instituciones
diversas y hogares particulares.

Dicho diagnóstico descriptivo arroja interpretaciones tanto positivas como
negativas del sector. Se sostiene que: i) la espacialidad local contiene
grandes fracciones de perversión que afecta la vida cotidiana. Esta tiene
escala tan relevante que termina siendo muy concreta, una especie de barro
sólido que atraviesa el espacio público, más que brisa aislada es ventarrón
tremendo, que ha manchado historias personales definitivamente. Barro
oscuro sombrío en las "planta baja libre" del conjunto habitacional,
deteriorados por el humo de las noches con droga, delito y armas, barro
asentado tras las lluvias, barro de las cloacas a cielo abierto y pluviales
pletóricos de basura; ii) Esta perversión convive y se reproduce gracias a
altos grados de anomia social, falta de reglas e instrumentos de
coordinación social, de allí que aparece un barrio inmerso en la ley del
más fuerte; iii) También existe una socialidad muy afable. En el encuentro
con muchos habitantes, familias trabajadoras y madres esperanzadas, que
pretenden mejorar su sitio desde La Capilla, los comedores, las
festividades locales tales como el día del niño, etc., iv) El contexto sin
embargo da muestras muy claras de desorganización social, falta de armonía
o articulación en instituciones locales. La Carlos Gardel porta, además,
una historia muy pesada, que espera ser contrastada con un nuevo espíritu y
organización social, que, desgraciadamente aún no se ha instalado.

Nació bajo el PEVE (Plan de Erradicación de Villas de emergencia, Ley
Nacional 17605) en la dictadura militar. Se ubica en "La trastienda del
Posadas", conjunto de predios que conformara un entorno problemático, donde
además de nuevas tipologías edilicias hubo un centro clandestino de
detención (negación grave de derechos humanos). Se instaló primero ('60 y
'70) los NHT, llamado Las Casitas (aprox. 400 familias erradicadas) y
posteriormente el Conjunto Habitacional Presidente Sarmiento de 1172
unidades iniciales, conocido como Los Monoblocks. Ambos tipos hoy
reproducen el hábitat villero, bajo un contexto de apropiaciones
espontáneas, intrusiones en espacio público e instalaciones totalmente
perimidas en sus casi 17 hectáreas y más de 10.000 habitantes. El tiempo
demostró que la imposición vertical para subordinar la población villera no
ha producido organizaciones eficaces. Por tanto el sector urbano debe
entenderse como totalidad problematizada bajo prácticas harto complejas.

En los predios de La Gardel se instaló el Subprograma de villas, que está
transformando únicamente el sector de Las Casitas (no el conjunto
habitacional hacinado y deteriorado). En tiempo bastante adelantado del
proceso, el Municipio de Morón convocó la ONG Madre Tierra para que los
habitantes de esas 400 unidades participen crecientemente sobre formas de
pago, ubicación en la parcela, elección de delegados, ubicación de
mobiliario en su unidad. Pelli explica "el efecto inocuo de la introducción
de la premisa de participación en los modelos de política habitacional
orientados exclusivamente a la solución de bienes y servicios". En La
Carlos Gardel existe alegría por la nueva posesión a los habitantes que les
ha tocado el Plan. Pero todavía hay mucho camino por recorrer en materia de
integración social, diagnóstico amplio de problemas tales como
fallecimiento continuo de personas en el sector. La Piruni, potente
referente explica: "Yo apoyo lo de las casitas nuevas ¿Cómo no voy
apoyarlo, Ricardo? Pero el día del acto, en la parte de atrás de los
Monoblocks sonaron los tira-tiros de la gente de los Monoblock, que no
estaba de acuerdo con esto. Y yo digo que está bien que se vea los
problemas de acá. Porque eso existe, está bien que lo vean". Muestra que
además del emprendimiento, hay otros problemas "en el fondo" que no están
contenidos. Refiere precisamente que "los logros en construcción" –sin
negarlos- deben ser acompañados de una mirada múltiple, comprensiva, que
busque dar respuesta a dicha multiplicidad. Lo contrario resulta mirar lo
simple y justamente, responder desde lo simple.

Este docente ha participado de la gestión brevemente bajo el mencionado
Subprograma en 2005. Durante ese lapso se profundizó la relación en el
lugar desde una mirada social amplia, con criterio docente –no "buscando
bajar un programa"-, realizando un informe sobre los Monoblocks (sector que
no contaba con presupuesto y quedaba fuera del Plan) a instituciones y
vecinos. Se ha recorrido el barrio de forma íntegra acompañado por muchas
madres interesadas en el mismo.

Una vez finalizado el contrato, desde la UAI se ha profundizado el
análisis; pero además en 2008 se propuso una actividad, asociado con otras
unidades académicas de interés[2]. La misma consistía en un Taller de
tecnología alternativa (pérgola de tipo experimental) con el lema "Para
favorecer el autodesarrollo". La estadía de los participantes –alumnos y
docentes extranjeros- sólo podía asegurarse durante un tiempo escaso (una
semana). Por tal motivo, los responsables del aporte tecnológico
–profesores invitados- no podían asegurar una construcción definitiva a los
vecinos, sino sólo un prototipo experimental que podía ser replicado o
profundizado en otras instancias. Para posibilitar el taller se ha
realizado un profundo trabajo de campo previo, donde se dialogó con gran
cantidad de entidades vecinales, estatales, religiosas, de fomento barrial.
Ha resultado desalentador el hecho que el Estado (tanto Municipio como
Provincia), desde donde se labra el Plan de las 400 viviendas (que este
docente integró) con una mirada tan específica sobre un sector en
particular (esos predios), buscaron por todos medios posibles esquivar la
colaboración material o incluso el simple apoyo tácito. Casi nada se ha
conseguido de ellos.

Una de las cuestiones notorias es que las diversas capas y gestiones del
Estado en La Gardel en general trabajaron históricamente desde los '70
repartiendo bienes (alimentarios, sanidad). Ello profundiza la
fragmentación socio-espacial, la relación afuera-adentro, etc. Si bien hoy
en las 400 casitas nuevas en tiempo adelantado del proceso de construcción
se han agregado componentes sociales (o sea que el Plan de viviendas fue
sumando complejidad), la excusa "del taller tecnológico como interés
vecinal" reprodujo la misma actitud de postergación que se realizó sobre el
conjunto habitacional. Numerosa literatura enfatiza que otorgar bienes no
favorece el desarrollo vecinal autónomo, sino por lo contrario: sostiene
una demanda eterna otorgándole mayor fundamento.

Por lo tanto las propuestas de trabajo del docente en general deben buscar
la integración sobre el conjunto, respetando el diagnóstico que los vecinos
expresan cuando hablan sobre el total de predios deteriorados y segregados
y no sobre una parte. Incluso datos recientes de delincuencia y solidaridad
no especifican tipologías edilicias, sino una misma problemática conjunta:
no se entiende uno sin el otro.

El Taller sostuvo esa mirada integradora. Pero sin embargo se han
encontrado otros inconvenientes, además de la esquiva participación
oficial. Por un lado debe reconocerse que los docentes interesados, si bien
en el origen de la tarea contaban con amplias coincidencias sobre los
objetivos iniciales, estas coincidencias no se sostuvieron con el mismo
fundamento durante el desarrollo concreto de la misma tarea. Los diversos
estilos académicos no se pudieron expresar hasta que el taller tuviera
plena ejecución. Se menciona el caso del presente docente interesado en la
participación vecinal amplia, convocando la mayoría de entidades locales.
Mientras otros colegas no contaban con este interés como elemento
primordial. Esta diversidad –por suerte- no fue reflejada en el prototipo
constructivo de manera severa. Por lo contrario, durante la ejecución se
produjo mucha alegría por emprender un taller que signifique un aporte
social y físico al barrio en conjunto con alumnos extranjeros, locales,
recibidos por vecinos. Este encuentro se brindo en condiciones sumamente
agradables y cálidas. Se reconoce que la participación cosmopolita (alumnos
italianos, paraguayos, mendocinos, vecinos de origen inmigrante) y el
"logro constructivo" implicó a todos en una danza brillante. Pero también
cegadora sobre las posibilidades de reflexión por fuera de dicha danza para
lograr el prototipo. Una vez lanzada la misma no era fácil analizar la
responsabilidad compleja de posar un objeto supuestamente permanente en un
espacio importante del barrio. Y si se habían realizado logros, qué queda
de la participación profunda del colectivo social.

Estas responsabilidades mayores descansaron a posteriori, sobre todo en la
vida cotidiana de los vecinos (además del docente local, quien quedaba en
el sitio con el prototipo experimental). Los vecinos, con mayor tiempo
analizaron sobre el mismo de manera diversa, y a veces dicotómica: muchos
sosteniendo el entusiasmo, otros desde una crítica a la utilidad específica
de la pérgola experimental, hubo quien versaba sobre dificultades reales
para replicarla. Resultó interesante que la fuerza centrífuga inicial fue
perdiendo fuerza en la misma medida que aparecieron intereses (no deseados)
que se fueron creando en el barrio sobre el terreno afectado a la mejora
(la pérgola comenzó a ser utilizada de estacionamiento por desconocidos,
otros quisieron robar sus cables de acero, etc.) Dicha mejora en verdad no
era permanente ni tan visible, flotaba en el espacio como una discusión
social posterior que superaba el hecho físico consumado, pues el mismo no
estaba resolviendo necesidades programáticas o básicas, definitivas,
emanadas por los vecinos.

Lamentablemente sucedió un hecho concreto que oscureció el residuo
participativo: el Municipio decidió unilateralmente desarmar el prototipo
(sin consulta vecinal), produciendo un acto que conspiró o superó las
dicotomías ligeramente blandas (fuerza centrípeta, diversidades, intereses
no deseados) de manera fortísima.

Ello debe aunarse a la interpretación inicial del barrio sumergido en un
barro perverso y en la anomia. Son muchos los datos que ubican al Municipio
como institución que, no sólo ha realizado asistencia históricamente, sino
que en medio del proceso actual de construcción ésta se ha edificado con
fuertes marcos de imposición, bajada de programa con lo social como
productor de aceptación, e inserción de valores "secundarios" (trabajo). La
destrucción de la pérgola no hizo sino confirmar su rol de 'actor fuerte';
impone organizando con tintes autoritarios las 400 viviendas como hecho
constructivo. Incluso manejando la alegría social con los empleados
dedicados a acción social, expresando en medios masivos "la bandera de la
ciudadanía" desde el proceso constructivo, El Plan como discurso. Y en este
caso imponiéndose sobre terrenos privados con la excusa de la limpieza.

El predio donde se armó la pérgola pertenece a una institución local
(donada por el Municipio al Centro comunitario Los Gardelitos). Hace cierto
tiempo que el Municipio de Morón prometía realizar tareas de limpieza del
predio del Centro (solicitaron retiro de escombros, algunos pastos altos,
etc.). Decidieron realizarla en coincidencia con la inauguración entusiasta
del Jardín municipal Nº 7 "Mi lugar", sito justo en frente de dicho predio
del Centro mencionado. Sin embargo, para sorpresa de los vecinos, explica
La Piruni: "no entendí nada, fui a la tarde y la pérgola estaba y al otro
día ya no estaba más. Ellos limpiaron el terreno y la sacaron. Nosotros
pedimos limpieza, no que la sacaran. Se llevaron los materiales. Nunca
dijeron porqué". Y en otro párrafo "al pobre nunca le preguntan"
(sollozando).

Sin embargo muchos vecinos comenzaron a mirar el terreno de manera distinta
a la previa del armado del prototipo. Desarmada la pérgola, pintado,
limpiado, fue custodiado por ellos con mayor eficacia y actualmente
despierta mayores expectativas desde quienes han participado del taller. La
ausencia material produjo una presencia discursiva. Lo que podría
entenderse como fracaso material puede en cambio leerse desde algunos
vecinos: "ahora lo tenemos limpio, nos queda la esperanza por volver a
hacer". Otros, aún con una mirada diferente, también consideraron que el
terreno fue considerado de manera más positiva luego del taller, como si
éste hubiese sido señalado el espacio como "oportunidad de trabajo". Ahora
Piruni señala a la universidad como un actor que puede ayudarlos, dado que
entiende que puede conseguir nuevos materiales de construcción.

Es el desafío que se recicla con nuevos vientos. Actualmente se está
planeando un nuevo emprendimiento permanente desde la universidad, sumando
al Proyecto de investigación UAI un proyecto de extensión específico de
mayor plazo[3], con trabajo práctico sobre este terreno, desde un nuevo
programa: taller de autoconstrucción de Centro comunitario con
participación de alumnos y vecinos. Hoy se está trabajando en los consensos
para edificar este emprendimiento.

El proceso del trabajo permitió entender el otro (y a sí mismo), favorecer
diálogos locales, y poder participar desde la universidad en los procesos
locales internos, ayudando a construir actores (mostrando o evidenciando
sus perspectivas) y siendo nosotros mismos actores genuinos, no
proselitistas, caldo de cultivo armónico sobre los sujetos sociales. De
ninguna manera se pretende esbozar que esa tarea ha sido totalmente
exitosa, esté concluida o se hayan resuelto las discordancias locales. Se
entiende que se produjo aporte en materia de conciencia social y política,
ayudando a acercar sujetos inmersos en actores colectivos desde sus matices
más accesibles. Pues sus fronteras tienen resquebrajamientos evidentes y
esto ha sido una ocasión para producir diálogos constructivos entre algunos
de ellos. Pese a la destrucción, los vecinos parecen volver a apostar en la
participación y en la Universidad.

B) El caso Villa 15 (Ciudad Oculta), Barrio de Lugano, Capital Federal.
En otros trabajos se ha diagnosticado que Villa 15 no representa un cuerpo
social unificado. También esta espacialidad está marcada por el citado
PEVE. Pero es un caso diferente al anterior: aquí hoy existen actores
sociales definidos, pero con prácticas y estrategias tendientes a la fuerte
diferenciación de intereses, marcando territorios distintos. Dentro de lo
que "desde afuera" se ve a Villa 15 como unidad, existen adentro varios
sectores distintos: el sector La villa, Los Módulos, el fondo de los
paraguayos, la Pirelli o manzana 32, las nuevas tomas que se expanden por
fuera de los límites "formales". Y todos en conflicto permanente. Pese al
continuo intento de instalar "mesas generales" para discutir sobre la
totalidad, se expresa con mucha más presencia la rivalidad y desconfianza
que evidencia capitales, poderes y disputas por mercancías variadas:
partidistas, política interna, favores de gestión, conseguir votos hacia
fuera, logrando ingresar materiales de construcción (generalmente escombros
de relleno) a un área específica, organizando tomas para valorizar al líder
en ascenso (o retroceso), favorecer el mercado inmobiliario interno.
Prácticas de segregación según enemistad sostenida, nacionalidad o
antigüedad. Las redes sociales no son extensas, sino que quedan unidades
domésticas en situación de aislamiento y precariedad grave, a veces
accediendo parcial o difícilmente a comedores y centros de atención social
(o alejadas con esos centros). Uno de los valores que puede ordenar el
espacio parece ser justamente el líder problemático, matón que organiza la
seguridad con delincuentes. El presidente local no se cuestiona sino se
naturaliza más allá de sus acciones, armónicas o no, o que beneficie a
pocos. Ello coloca en situación compleja e incierta a vecinos anónimos, que
habitan pacíficamente esperando mejorar su bien de uso[4]. La situación
final es la diferenciación y sectorización. No se puede asegurar que Villa
15 contenga una unidad, que sea "una" villa.

La versión actual de los diferentes Gobiernos lleva posición contraria a la
armonización o el fomento de autoorganización. No sólo mantienen
diferenciación entre Programas de uno u otro estrato que abordan los
problemas por separado (Nación y CABA) con lo cual se crea, al menos,
dificultad de organización y acceso diversificado y sectorizado. Además se
sostiene claramente que el populoso sector La Villa, donde tan sólo 400
miembros aproximadamente están en condiciones de votar, represente a Villa
15 en su totalidad ante las entidades de gobierno. Ello niega el espíritu
democrático y perjudica al barrio. La consecuencia de sostener un padrón no
representativo es favorecer la discrecionalidad, sectorizar. El impacto se
verifica en la alta valorización de mercancías y disputas "sin reglas" por
obtener bienes. Así se crea campo de acción para grupos elitistas que
sostienen su vida cotidiana por el manejo de dichos valores, que implican
medios económicos e intercambios poco claros.

Hoy la villa es dadora de influencias (y votos) y receptora de objetos de
diversa índole, en general bastante económicos y poco sofisticados
(frazadas, zapatillas, alimentos, materiales de construcción de bajo
costo). Esta entrega de objetos en muchos casos es distante, a través de
representantes que definen prioridades, con dificultad del caso a seguir, o
incluso a conocer. En otros casos es una ayuda directa a ciertos comedores
y líderes locales. En ambas situaciones se actúa favoreciendo el
sostenimiento de la conflictiva local. Desgraciadamente el impacto de estos
bienes de cambio en las unidades domésticas desfavorecidas suele ser
negativo. Lejos de ayudarlas, las cristaliza. Se las mira a la distancia
como demandantes eternos en algunos casos, o reclamando valores en otros.
Si realmente estas partes villeras en disputa deben mantener como
entidades, instituciones separados es materia que los villeros mismos deben
discutir, y debe realizar política de Estado para ello (no fomentar su
división).

Frente a este panorama, desde el UBACyT y el Taller Libre Proyecto Social
se tomó contacto con entidades no proselitistas. Quizá en actividades
minúsculas, pero donde la universidad pude apostar a una convivencia
armónica y con aportes amplios. Continuamente se trabaja con el Centro
Conviven, ONG de amplia convocatoria. Y desde allí contactamos a ciertos
vecinos que lideraban El Polideportivo. Materialmente el polideportivo es
un gran descampado de varias hectáreas, sito en mitad de Villa 15, dirigido
por vecinos pacíficos y antiguos, cuya intención es alejar a los niños del
peligro de la droga. Concurren allí chicos de todos los sectores sin
distinción. Llevan a cabo este emprendimiento hace dos años. Fue apoyado
tibiamente por una veintena de familias, que paulatinamente mermaron su
apoyo –además de aportar celos y desconfianzas de muy bajo tono. Sin
embargo Roque, Juan, Mario y otros más son reconocidos en esta tarea.
Incluso fueron llamados cuando dichos descampados quisieron ser primero
tomados –vecinos que buscaban ya no tomar sino "usurpar" (palabra nativa
que portaba algo negativo). En otra oportunidad un supuesto vecino
"desinteresado" llamado Gómez buscó mejorar los predios construyendo
–mediante su cercanía con estamentos gubernamentales (supuestamente
programa GCBA-PUA Corporación Sur)- sanitarios y dependencias. Pero luego
de dicha construcción buscó apropiarse de la actividad.

"La gente de ahí se puso loca porque es un espacio que, los vecinos de
enfrente de la cancha y resguardaban, porque el lugar en realidad era mucho
mas grande. Era todo un predio gigante y se fue usurpando. Cuando empezaron
a usurpar los vecinos de enfrente de la cancha dijeron 'acá a acá no van a
usurpar, lo van a dejar libre'. Cuando vino este señor Gómez con el
proyecto dijo que era para la cancha, para la gente del barrio, que iban a
armar vestidores, una placita para los chicos, que se iba a alambrar e
iluminar la cancha. Le pidieron permiso a esta gente que estaban cuidando
el lugar, que no sea usurpado, no se armen mas casas. Esta gente, confiando
en el, aceptó. Hicieron lo que tenían que hacer y el se adueñó del lugar.
No es suyo, en realidad no es suyo, no es de nadie. Es mas, la gente ahora,
cuando se armó todo este lío, los mismos vecinos de ahí, que sí le habían
dado la autorización para poder levantar el lugar, le dijeron; 'bueno, si
vos pensás que esto es tuyo te lo tiramos abajo y listo, no tenes nada, y a
otra cosa".

La actividad que sostienen tiene alto grado de informalidad. Vimos chicos
entre tímidos y algo confianzudos. Unos educaditos y otros que burlan o
bromean. Arman equipos y juegan hasta cansarse. Serían 100 chicos y rara
vez algún padre. Camadas de 8-9 años; de 10-12; 12 a 15 y luego los grupos
mayores que se organizan solos. Realizan campeonatos internos y participan
en círculos deportivos de Capital y provincia; muchas veces con otras
villas o barrios. Algunos parecían tener gran habilidad; pero luego al
devolver la pelota a veces asoman ojos acostumbrados a la violencia,
prepotencia y otros en cambio eran muy mansos. Rondaba bullicio y
entusiasmo. La agresión era algo que aparecía y era apagado rápidamente,
denunciado espectacularmente por otros chicos con reprobación y broma. Son
controlados y organizados por estos padres mediante carpetas, silbatos,
camisetas. En muchos casos los organizadores no conocen a los progenitores
de esos niños y lamentan de la informalidad. "¿qué pasa si un chico se
lastima? Nunca vienen los padres a colaborar, ni a preguntar si comió". Y
"esto es una guardería, estructurado es otra cosa. Es lo que queremos
hacer". Arrojan mirada crítica sobre actitudes comunes del lugar y hacia
ellos mismos, pues saben que tienen un accionar propio informal que no les
permite organizarse, federarse, ser escuela

Este docente trabajó asesorando para que vecinos constituyan una Asociación
civil. Además propusimos realizar al menos una mensura inicial. El TLPS se
hizo presente en el relevamiento métrico, plasmado en lámina de buenas
dimensiones. La misma fue presentada en la canchita ante los niños en los
campeonatos de fin de año. Esos padres pidieron aplausos para el plano,
respondiendo con palabras entusiastas. Algunos niños dieron comentarios al
pasar desconfiados y pedigueños: "cuándo me hacés la cancha", otro "esto lo
voy a ver cuando me muera". Por más que les dijeran que los padres se
tienen que juntar, que la universidad puede apoyar pero es la gente que lo
tiene que hacer, parecían palabras de difícil resonancia. Y debe
reconocerse que la exposición no se realizaba ante una mesa de vecinos como
proyecto de aspiración colectiva, como una carpeta futura a discutir
técnicamente. Sino como un elemento técnico, si bien que se podían
apropiar, les servía para discutir qué posibilidades tenían de organizarse.

Expresaban al público mayormente menudo: "El plano tiene todo lo que
queremos", "están todas las medidas", mostrando formalidad y diseño, cuando
se sabía perfectamente que ello formaba parte de un proceso. Juan por lo
bajo nos decía, "sí, sabemos que no es un proyecto, que es algo para tener,
encarpetar y ayudar a pensar". En general su reflexividad marcaba ante los
otros "el proyecto está en camino", explicando que buscan planificar,
montar la actividad desde un sentido sano, no compulsivo. Que se muestre
ante los vecinos que hay orden para la villa.

Sin embargo este pequeño grupo de padres, cada vez que se pensaba a sí
mismo sobre cómo organizarse nunca llegaba al acuerdo. Unos desconfiaban
que una Asociación civil fuera útil (alguien de afuera debía resolverles su
problema), otros desconfían en demasía de los actores interesados
políticamente desde la villa. Otros preferían la informalidad. Finalmente
no logran organizarse y su constitución mínima les juega en contra:
necesitan ayuda de otros padres, cuestión que no se consigue fácilmente.
Además ¿cómo organizarse frente al diagnóstico referido más arriba? Incluso
ellos mismos rechazan la colaboración de los "líderes locales", los mismos
que reproducen la diferenciación expresada.

En verdad el minúsculo grupo de padres enfrenta también otros problemas
mayores, mostrados con crudeza por Gloria, esposa de Roque: "yo salgo a las
5 de la mañana con un palo y un spray contra ladrones". Al momento de la
producción de este trabajo el grupo de padres se encuentra en alta
discordancia sobre cómo y porqué formalizar la actividad y no hemos podido
acercar aún elementos concretos sobre alguna lógica organizativa –tarea
harto difícil en el contexto urbano y social descrito. Y si bien sobre el
plano recaen miradas positivas (despierta interés en su conciencia
política, pues lo ven como oportunidad de transformación), ellos no logran
ampliar la colaboración al menos para la organización deportiva (nivel
básico de su práctica). Pese a lo difícil de la tarea a emprender como
docentes, se decidó sostener apoyo técnico, asesorar, mientras estos padres
intenten sostenerse.

La presencia del grupo universitario marca la intención de acercar
elementos organizadores, que concurren en la búsqueda de favorecer la
institucionalidad, que Villa 15 discuta sobre sus representaciones y
fragmentaciones; buscando aumentar espacios de participación. Este es el
proceso en el cual se está trabajando y aprendiendo con los alumnos: sería
deseable pensar que el plano en sí es un logro. Sin embargo no estamos hoy
en condiciones de especular si será la punta de un iceberg o si será una
balsa a la deriva. Si el esfuerzo en poco tiempo formará una parte más de
lo poco que puede aportar una universidad que durante mucho tiempo se ha
alejado de estos niveles concretos de realidad (y está buscando modos de
inserción y fortalecimiento de su propia tarea). Puede resultar
desalentador cuando la tarea se dificulta por la casi imposibilidad de
ayudar a organizar a ciertos actores. Y se abona con las conocidas
dificultades docentes para discutir curricularmente estos temas en su
contexto académico local. Discutir sobre "nuestra reflexividad", la trama
de poder de donde devenimos como sujetos y cómo hacer para cambiarlo. Cómo
posibilitar que actores minúsculos pero bien intencionados puedan llevar a
cabo cierta tarea.

Final:
Esto lleva a replantear –en ambos casos- ¿Qué puede considerarse entonces
exitoso en la temática vivienda social? Desde este trabajo se entiende que
no lo es entregar objetos que den beneplácito y status dentro de la
comunidad. Ni tampoco lo es trabajar en bienes de manera aislada,
positivista, con diálogo en paralelo con otros arquitectos y alejado de los
individuos.
Trabajar en vivienda social implica construir un camino para entender al
otro y poder participar en sus procesos, ayudar a construir actores y ser
nosotros mismos actores genuinos, no proselitistas, favorecedores de un
cambio armónico. Y además considerar que trabajar en conciencia política es
trabajar en vivienda social. Aunque el camino resulte difícil o el proceso
sea largo. Es necesario trabajar con una lógica sistemática de acciones y
planificaciones, pero esto muchas veces es harto difícil.
Trabajar la problemática vivienda social implica poner énfasis en un
trabajo inmerso dentro del campo social (el campo de otro a veces
desprestigiado, segregado, desfavorecido). Ello no implica perder las
herramientas típicas del arquitecto común. Pero debe disponérselas dentro
de una dialéctica colectiva y compenetrándonos en conjugar otras
herramientas para transponer nuestras fronteras internas. Debe
disponérselas sosteniendo una mirada comprensiva acerca del otro, de sus
procesos y de las implicaciones teóricas y metodológicas necesarias para
realizar una comprensión de grandes párrafos de la complejidad diversa. Y
también de la propia realidad del problemático mundo universitario.
No es la simple construcción de un objeto accesible económicamente lo que
podemos llamar "vivienda social". No depende tan sólo de la cualidad del
objeto y de sus características (un caño, una vivienda progresiva). Sino de
la necesidad de dejar capacidad instalada, entender que el producto forma
parte de un proceso complejo en el cual se participará un tiempo (corto),
pero el seguimiento de la vida cotidiana implica entender que ese proceso
complejo al destinatario le lleva su vida íntegra.

También otras disciplinas se constituyen en otros sujetos diversos para
tramar, urdir, componer, interpretar, planificar, cómo es el perfil del
conjunto multidisciplinario que aborda esta temática. Consultar qué papel
le toca a un arquitecto en cierto contexto es recortar la temática vivienda
social para articular trabajo en el problema concreto. La situación
específica debe llevarnos de la co-disciplina (esquema de trabajo conjunto
y paralelo) a la transdisciplina (transponer de fronteras) de forma
dialéctica.

Bibliografía:
Canclini, Néstor García. 1990. Culturas híbridas. Grijalbo: México.
de Sárraga; Ricardo. 2008. "La participación en el Taller internacional
científico académico hábitat social, tecnología y desarrollo sustentable
"Para favorecer el autodesarrollo". En XIV Encuentro de la Red Ulacav, CD
institucional. Fadu: Buenos Aires.
De Sárraga, Ricardo. 2006. Aspectos iniciales de una experiencia académica
en Villa 15. En INVI nº 56. Universidad de Chile. Santiago de Chile.
Giménez, Gilberto. 1995. Cultura como identidad e identidad como cultura.
En
http://vinculacion.conaculta.gob.mx/capacitacioncultural/b_virtual/tercer/1.
pdf ingreso octubre 2008.
Goldman, Lucien. 1980. La importancia del concepto de conciencia posible
para la comunicación. En La creación cultural en la sociedad moderna.
Fontamarra: Barcelona.
Gúber, Rosana. 1990. El salvaje metropolitano. Gedisa: Barcelona.
Morín, Edgar. 2004. Introducción al pensamiento complejo. Gedisa:
Barcelona.


Modelo conceptual para comprender cómo se puede componer la temática
vivienda social.

(*) ¿Arquitectura de autor? ¿Arquitectura coautorada? ¿Arquitectura sin
autor (anónima)?
-----------------------
[1] Ver ponencias anteriores y artículos diversos donde estas propuestas se
han desarrollado con mayor profusión.
[2] Ver ponencia XIV ULACAV "La participación en el Taller internacional
científico académico hábitat social, tecnología y desarrollo sustentable
"Para favorecer el autodesarrollo". Participaron: Universidad de Roma Tre,
liderada por prof. Rossi, Universidad de Mendoza, arq. Gil y Olguín,
Universidad Católica de Asunción, prof. Nils Wiessell, además de la
Universidad Abierta Interamericana liderado por el presente autor. La
actividad promovió un convenio para la realización de un prototipo
experimental, construido por muchos alumnos de las universidades
mencionadas en conjunto con vecinos de diversas entidades locales.
[3] Cátedra Diseño 4, arq. Edgardo Aguirrebengoa y prof. Adj. Fabián Poles,
con sus alumnos UAI Buenos Aires.
[4] El trabajo de campo realizado permite sostener que UPMPM sostiene
mediante diversos medios de difusión o utilizando la figura presidencial
-en franca disputa con el GCBA e IVC- que se están resolviendo problemas,
trabajando sensiblemente. Ello seguramente tiene efectos favorables en
operarios específicos y beneficiarios directos, algunos vecinos de Los
Módulos. Desde esta mirada superficial, UPMPM emana mensaje directo de una
ONG de DDHH que se amplió, primero en Universidad y ahora construye en una
villa. En el campo detecta con claridad que no existen diferencias
profundas entre la actitud del Gobierno y la UPMPM; básicamente ambos
entregan objetos, aunque estos sean más sofisticados y de un buen impacto
social a sus cercanos. Mientras otros habitantes de los Módulos no saben
bien si se va a abrir una calle, los van a mudar, o a quién le tocará la
casa.

-----------------------
Medicina

Arquitectura (*)

Antropología

Abogacía

economista

n disciplina (según tema)


Espacialidad

Códigos culturales-Legalidad

de la

Vivienda social


Prácticas sociales








Contexto jurídico - institucional

Contexto político -cultural
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