POR QUÉ DESESESCOLARIZAMOS A NUESTROS TRES HIJOS

September 4, 2017 | Autor: Diego Alvarez | Categoria: Educación, Homeschooling, Desescolarización
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POR QUÉ DESESESCOLARIZAMOS A NUESTROS TRES HIJOS

Diego Luis Alvarez M

Siempre he pensado que nos educamos para vivir la felicidad y aprender algunas maneras de enfrentar la adversidad y el sufrimiento; para adquirir herramientas que nos ayuden a tender puentes entre la propia realidad y nuestros sueños, así como con las otras personas, sus realidades y sus sueños. Sin embargo, después de más de una década en la escuela y varios años de preescolar, no logro entender por qué la mayoría de nuestros estudiantes:           

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No logran leer comprensivamente, expresar claramente sus ideas en público o escribir de una manera argumentada sus ideas. Tienen falencias serias en las cuatro operaciones aritméticas básicas y en el manejo de la lógica. No conocen medianamente su municipio, su departamento, su país. Desconocen los grupos étnicos de nuestro país y peor aún no se atreven a relacionarse con ellos. No les interesa tomar un periódico, enterarse de las noticias y menos los artículos de opinión. No saben sembrar una cebolla en la tierra, pero si recitar como germina un frijol en un algodón humedecido. No saben cuáles son sus derechos, deberes y desconocen a sus gobernantes. No tienen hábitos saludables de alimentación. No han logrado hacer que el deporte sea parte importante de sus vidas y los pocos que lo han hecho, ha sido de una manera extracurricular o extraescolar. No sueñan con ser científicos. Después de casi 1000 horas de educación artística no pasan de tocar el himno de la alegría en flauta, el feliz cumpleaños en la guitarra, cantar el himno nacional, o perder completamente el original estilo pictórico que ya traía desde la infancia más precoz. Han perdido sus sueños y la capacidad de maravillarse. No reflexionan sobre el sentido de la vida entre muchas otras cosas. Su uso de la tecnología se limita a las redes sociales y a chats con pésima ortografía. El respeto y la solidaridad han sido reemplazados por la competitividad.

Si decimos que el problema viene del hogar, entonces la pregunta es ¿qué pasó con esos padres que también son fruto del mismo sistema escolar? ¿No es posible romper la cadena? ¿No es la educación capaz de lograr una transformación social? El investigador chileno Carlos Calvo entiende la educación como el proceso de creación de relaciones posibles y la escolarización como el proceso de repetición de relaciones preestablecidas; a su vez Ken Robinson ha mostrado como las escuelas matan la creatividad y

dice que el sentido de la educación debe ser la exploración y el descubrimiento de los talentos de los niños para su potenciación y realización personal. Si en medio de una clase surge una pregunta inocente de un niño del estilo ¿por qué hay popós que flotan y otros que se hunden?. . . ¿Qué creen que pasa?. . . La mayoría de las veces podría tomarse como una impertinencia y el niño que la formula terminaría castigado en medio de las risas de los compañeros. Sin embargo qué oportunidad tan magnífica para autodescubrir el principio de Arquímedes, las leyes de la hidrodinámica, el concepto de masa, volumen y densidad, comprender que es el contenido de fibra de la dieta la que hace que flote, lo que significa la fibra para la salud y los alimentos que la contienen. Así mismo es la oportunidad para explorar la sicología del humor y la invitación a escribir y disertar cómo podrían ser son los sanitarios en un sistema sin agua como en las naves espaciales e invitar a los niños a diseñar sanitarios para el viaje a Marte. ¿Cuántas matemáticas, física, química, ingeniería de materiales, manejo de residuos contaminados, dibujo, diseño asistido por computador podrían aprenderse en tal propósito? ¿Quién se resiste a aprender cuando siente curiosidad? Para ingresar al grupo de inventores de la Edison General Electric se debía superar una prueba diseñada por el mismo Edison, quien decía que nadie que hubiera egresado de una escuela o universidad la podía pasar. La escolaridad de Edison fue de dos meses ya que la maestra le indicó a la madre que de un niño tan sordo no podría esperarse ningún logro académico o profesional, que le enseñara a ordeñar o a cuidar la huerta para que tuviera como sobrevivir. Esa oportunidad de descubrir el mundo a través del amor y dedicación de sus padres fue lo más extraordinario que le pudo suceder. Ellos lo único que hicieron fue “alcahuetear” su curiosidad. La escolarización de la sociedad está atentando contra la educación porque la pedagogía frecuentemente pretender simplificar los fenómenos al máximo para hacerlos entendibles, pero en la misma medida los descontextualiza, los vuelve inútiles y mata cualquier curiosidad. Asumir que un cuerpo cayendo es un punto de masa concentrada y que el aire no ofrece resistencia o que cae en el vacío, es una simplificación que hace que las fórmulas que se quieren enseñar funcionen en un mundo irreal donde nadie las puede vivenciar. Esta descontextualización de la realidad se hace más evidente cuando se mira la enseñanza de los idiomas donde de una manera lineal, ordenada, progresiva y de acuerdo con los estándares se imparten las clases a los estudiantes. Más de 1300 horas de una segunda lengua reciben nuestros estudiantes en promedio durante toda la vida escolar lo cual equivale a casi 6 meses continuos durante 8 horas diarias enfrentándose a una segunda lengua, y sin embargo no aprenden. Un niño de 8 años en la mitad del tiempo de exposición a una segunda lengua de la peor manera posible (así sea viendo sólo televisión en otro idioma), alcanza un nivel muy superior al de nuestros bachilleres. Nuestra primera lengua la aprendimos con toda su complejidad desde un comienzo y sin ninguna pedagogía especial manejada por nuestros padres o cuidadores, y cuando éramos muy chicos.

Realmente pienso que el sistema escolar no está diseñado para educar sino pensado con el fin de trasmitir los conocimientos necesarios para que se pueda acceder a la universidad y luego tener una profesión con lo cual se puede conseguir un empleo digno, para construir una familia y tener con qué enviar a nuestros hijos al sistema escolar y poder pagarles una universidad para que “sean alguien en la vida”. Y. . . en algún momento del proceso. . . puede aparecer la felicidad y el bienestar como algo fortuito y no como un propósito de vida. Los eruditos del siglo XVIII soñaban con el día en que el analfabetismo no fuera la regla porque aquel día, decían, tendríamos una mejor sociedad y unas mejores personas. Sin embargo hoy, cuando el analfabetismo es la excepción, realmente la situación ha no mejorado significativamente. La repetición de las relaciones preestablecidas del sistema educativo busca perpetuar unos sistemas económicos y sociales en los cuales no interesa el bienestar de la sociedad sino el enriquecimiento de unos pocos. La desescolarización, como dice el profesor Calvo, es el proceso de recuperación de la capacidad de crear relaciones posibles. Crear relaciones posibles requiere dos elementos fundamentales: curiosidad y creatividad. Todo niño es por esencia curioso, creativo, alegre y soñador. Ya trae todo desde el seno materno: un niño es el científico-artista más feliz del mundo. ¿Por qué casi todos nuestros bachilleres han perdido esos cuatro elementos de la niñez? ¿Acaso la escolarización es un proceso contraevolutivo que se encarga de minimizar esa carga biológica con la cual nacemos? ¿Se imaginan lo maravilloso que sería una sociedad curiosa, creativa, alegre y soñadora? Por todo eso y mucho más, desescolarizamos a nuestros 3 hijos.

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