Presupuestos epistemológicos del psicoanálisis

September 9, 2017 | Autor: C. Barturén Castilla | Categoria: Psychoanalysis
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Presupuestos epistemológicos del psicoanálisis: sobre la reificación e incontrastabilidad del inconsciente
Cristian Santos Barturén Castilla
Una de las críticas más importantes que se han formulado al psicoanálisis es que la reificación del inconsciente es incontrastable (Sparrow 2003:7). Para el psicoanálisis, la mente se divide en tres áreas: el consciente, el preconsciente y el inconsciente, de las cuales solo a las dos primeras se tiene acceso, mientras que la última es inaccesible. La consecuencia inmediata de esa afirmación es que lo inconsciente es privado y, por ello, no habría forma de contrastar su existencia. En efecto, lo inconsciente siempre se sustrae y solo sabemos de lo inconsciente gracias a lo preconsciente. El trabajo presente pretende invalidar esta crítica formulada al psicoanálisis sosteniéndose en dos argumentos: El psicoanálisis no es compatible con un materialismo eliminativo que reifica el inconsciente y la contrastación es un criterio basado en una concepción ocular de la ciencia, mientras que la concepción metodológica del psicoanálisis es hermenéutica.
El primer argumento es que el psicoanálisis no incurre en ninguna reducción de lo mental a lo cerebral y, por ello, jamás puede decirse que estipula algún tipo de localización o reificación de fenómenos mentales en cerebrales. En la Interpretación de los sueños Freud advierte que al referirse al aparato psíquico no se está refiriendo a alguna localización física:
La idea que así se pone a nuestra disposición es la de una localidad psíquica. Queremos dejar por completo de lado que el aparato anímico de que aquí se trata nos es conocido también como preparado anatómico, y pondremos el mayor cuidado en no caer en la tentación de determinar esa localidad psíquica como si fuera anatómica. Nos mantenemos en el terreno psicológico y sólo proponemos seguir esta sugerencia: imaginarnos el instrumento de que se valen las operaciones del alma como si fuera un microscopio compuesto, un aparato fotográfico, o algo semejante. (1991: 529)
Más adelante vuelve a insistir y dice:
Yo no sé si a los deseos inconscientes hay que reconocerles realidad; a todos los pensamientos intermedios y de transición, desde luego, hay que negársela. Y si ya estamos frente a los deseos inconscientes en su expresión última y más verdadera, es preciso aclarar que la realidad psíquica es una forma particular de existencia que no debe confundirse con la realidad material. (1991: 607)
Esta afirmación es contundente porque sostiene claramente que la realidad psíquica no debe confundirse con la realidad material. Las leyes que rigen la realidad material no necesariamente hacen lo mismo con la realidad psíquica, lo que implica que el ámbito de la psicología no puede reducirse al ámbito de la neurología. De acuerdo a esta afirmación es falso declarar que el psicoanálisis asume presupuestos materialistas sobre los fenómenos mentales o que incurre en una reificación de lo inconsciente.
El materialismo eliminativo es una postura filosófica que sostiene que todo fenómeno mental es reductible a fenómenos cerebrales. La mente es idéntica al cerebro y, por ello, el materialismo sí se compromete con una localización física de fenómenos mentales porque no hay otra sustancia además del cerebro. Para un materialista habría que abandonar la psicología y adoptar a la neurología. La objeción central que se le ha hecho al materialismo es que si es cierto que la mente es idéntica al cerebro, entonces, si hay un pensamiento obsceno, habría también un cerebro obsceno. Este resultado es absurdo por donde se mire puesto que el cerebro tiene más propiedades que son irreductibles a la obscenidad. El materialismo supo afrontar esta objeción respondiendo que no es que la mente se reduzca al cerebro sino de que hay fenómenos mentales que son reductibles a fenómenos cerebrales. Es decir, dentro de los procesos metabólicos del cerebro, existen eventos mentales que podemos calificar de obscenos. Con todo, el materialismo sigue incurriendo en la localización física de fenómenos mentales lo cual es incompatible con las afirmaciones citadas de Freud.
Lo más coherente sería afirmar que el psicoanálisis es compatible con el emergentismo. Esta postura filosófica de la mente argumenta que está de acuerdo con el materialismo en sostener la relación metabólica del cerebro y de la mente pero no podemos reducir todo lo mental a lo cerebral. Para el emergentismo la mente es una propiedad del cerebro; es decir, la imaginación, los deseos, las creencias, etc. emergen del cerebro, pero no se gobiernan bajo las leyes de la neurología.
El segundo argumento sostiene que el psicoanálisis ha sido criticado desde una concepción ocular de la ciencia cuando la concepción que ha asumido Freud sobre la psicología psicoanalítica es hermenéutica pues su objeto de estudio ha sido el lenguaje y por ende el significado.
La ciencia ha presupuesto que el conocimiento es básicamente ocular. Prueba de ello es que vocablos como veritas y ἀλήθεια están íntimamente relacionados con la vista como sentido privilegiado del conocimiento y de la verdad. El vocablo latino etimológicamente se remonta a su forma verbal video que significa yo veo, mientras que el vocablo griego significó desocultamiento, que también relaciona la vista con la verdad. Podemos decir lo mismo de la palabra evidencia, que etimológicamente se relaciona con la visibilidad y la claridad. En suma, hay que reconocer que el papel de la observación ha sido la condición de posibilidad de lo que puede ser conocido como verdadero o como falso. Lo que se le ha increpado al psicoanálisis es que la reificación del inconsciente es incontrastable o lo que es lo mismo inobservable. Es decir, no hay un hecho que pueda refutar la existencia del inconsciente.
Para Freud el acceso al inconsciente se da a través de los sueños y, por ello, afirma categóricamente que "la interpretación del sueño es la vía regia hacia el conocimiento de lo inconsciente dentro de la vida anímica" (1991:597). Si los sueños constituyen el camino hacia el conocimiento de lo inconsciente, entonces, lo inconsciente no se observa sino que se interpreta. La razón de ello es que el analista no puede observar los sueños directamente sino que los imagina a raíz de los recuerdos que el paciente profiera. Por ello, Freud es consciente de que la teoría del sueño que el psicoanálisis ofrece no puede contrastarse debido a que no pueden observarse los sueños, lo que nos queda es interpretarlos.
No debería asombrarnos la idea de que la interpretación sea una vía para el conocimiento. Toda comprensión de lo que otro dice es una interpretación. La condición de posibilidad de la comunicación y de la comprensión es la atribución de racionalidad a lo que el otro dice y esta misma lógica es aplicable al paciente por parte del analista. Es más, la virtud del psicoanálisis en ese sentido fue haber vuelto racional aquello que había sido considerado irracional durante mucho tiempo para la psicología y para la filosofía, a saber, los sueños.
Sin embargo hay una diferencia entre el autoconocimiento y el aleoconocimiento. El último es el conocimiento del otro distinto a mí, mientras el primero es el conocimiento de mí pero esta clase de conocimiento sí afecta al objeto conocido mientras que, en el conocimiento del otro, el objeto conocido no es afectado. La autointerpretación o el autoconocimiento afectan directamente al objeto conocido porque ese objeto es la misma persona. Una pregunta interesante sería: ¿por qué la verbalización de los sueños es terapéutica? El psicoanálisis supone que el autoconocimiento es terapéutico como si se tratara de drenar de significado al ámbito mental.
¿La interpretación de los sueños realmente aclara las afecciones inconscientes? ¿No será que acaso la interpretación de los sueños oscurece las afecciones? Quizá lo más razonable no sería oscilar entre la claridad y oscuridad de las afecciones sino más bien dirimir que la interpretación de los sueños dota de significados distintos, lo cual termina por modificar también las afecciones de los pacientes. El objeto de estudio del analista es el lenguaje pero aquí debemos distinguir dos cosas: Una proposición p de un paciente tiene un aspecto interno y otro externo. El aspecto interno es el qualia (afección) y el aspecto externo e intersubjetivo es el contenido (significado). Dicha esta distinción podemos ver más claramente que el objeto de estudio del analista son, en realidad, los significados porque son intersubjetivos y no privados. Por supuesto que el inconsciente jamás deviene público y solo conocemos lo reprimido inconsciente gracias al contenido latente de lo preconsciente, pero lo que queremos sostener es que el objeto de estudio de la interpretación de los sueños son los significados. Por eso la concepción científica del psicoanálisis no puede ser ocular sino hermenéutica. La increpación clásica que se le ha hecho al psicoanálisis ha presupuesto una concepción ocular de la ciencia como si hubiese algo que observar para poder contrastar las conjeturas del analista de los sueños. Se trata, en cambio, de escuchar e interpretar los sueños del paciente teniendo en cuenta el marco teórico del psicoanálisis. En conclusión, cualquier crítica que se le formule al psicoanálisis debe presuponer una concepción no ocular de la ciencia toda vez que la hermenéutica es el presupuesto de la interpretación de los sueños.
Habida cuenta de este par de aclaraciones conceptuales sobre el estatuto ontológico de la mente y sobre la concepción hermenéutica psicoanalíticos, podemos repasar las objeciones que se le puede formular lícitamente a la interpretación de los sueños.
La primera objeción que se le hace a la interpretación de los sueños es que no recordamos el sueño tal y como fue por la fragilidad de la memoria y si esto es cierto, la empresa interpretativa del analista se vería obstaculizada por la incompletitud de los sueños (Freud 1991: 507).
La segunda objeción que se le hace a la interpretación de los sueños es que en tanto estos se encuentran incompletos, entonces el paciente se ve obligado al recordarlos a completarlos con fragmentos que ya son producto de la imaginación de este y no corresponden al sueño original (Freud 1991: 509).
La respuesta que el mismo Freud argumenta es que ambas objeciones presuponen que el olvido y la reconstrucción de los sueños son actividades arbitrarias. En realidad tanto el olvido como la reconstrucción son censuras que el inconsciente fabrica para ocultar el origen del sueño (Freud 1991:510-511). Por lo que se sigue que la represión es la responsable de que no recordemos el sueño completamente y que lo reconstruyamos con fragmentos de la imaginación. Si la incompletitud y la reconstrucción de los sueños son ejercidas por el inconsciente se sigue que este es una entidad inferida.
En efecto, la existencia del inconsciente es una inferencia que se hizo a partir de los análisis de personas que padecieron neurosis e histeria. Allí, Freud concluyó que existían recuerdos reprimidos que no devenían conscientes por la fuerte carga de culpabilidad que había en ellos. Por eso, si bien es cierto que el inconsciente es inobservable, esto no significa que no exista, pues es condición de posibilidad para entender las represiones de la mente. De nuevo la virtud de Freud fue haber explicado el comportamiento irracional del neurótico o histérico, racionalmente. Un paciente es irracional de acuerdo a creencias conscientes pero es racional de acuerdo a creencias inconscientes.
Concluimos, entonces, que el inconsciente es una entidad emergente del cerebro y que; sin embargo, no está regida por este a pesar que depende de él para existir. Además, la inconstrastabilidad es un criterio inadecuado toda vez que el inconsciente no es una cosa que se pueda observar, sino un aparato anímico que se infiere para explicar las represiones ejercidas de algunos recuerdos.
Una última objeción que se le podría hacer a los argumentos brindados por Freud es que si hubiera alguna forma de explicar las represiones prescindiendo del inconsciente, entonces, todo el edificio teórico del psicoanálisis se derrumbaría. Por supuesto que esta objeción es válida y no obstante la carga de la prueba no es responsabilidad del psicoanálisis, sino de aquellos que creen que es posible explicar el comportamiento neurótico e histérico sin recurrir a conceptos como represión e inconsciente.
Bibliografía
FREUD, Sigmund
1991 Sigmund Freud. Obras completas. Tomo V. Interpretación de los sueños (segunda parte). Argentina: Amorrortu Editores.
FREUD, Sigmund
1980 Sigmund Freud. El yo y el ello. Madrid: Alianza Editorial.
NIETZSCHE, Friedrich
1947 La voluntad de poder. Buenos Aires: Poseidón


SPARROW, César
2003 "Sobre el estatuto epistemológico del psicoanálisis". En la Revista Peruana de Filosofía Aplicada-Neo Skepsis. Lima: Ed. Filosofía Aplicada


"La diferenciación de lo psíquico en consciente e inconsciente es la premisa fundamental del psicoanálisis" (Freud 1980: 8)
"Bastaría recordar que en este punto comienza la teoría psicoanalítica, afirmando que tales representaciones [inconscientes] no pueden llegar a ser conscientes " (Freud 1980: 9)
Esta afirmación es reforzada por el mismo Freud cuando dice que: "Con arreglo a este enunciado, construimos la teoría del sueño sobre el supuesto de que el deseo onírico pulsionante proviene en todos los casos del inconsciente; esto, como nosotros mismos hemos confesado, no puede demostrarse en general, aunque tampoco es posible refutarlo" (1991: 587).
"El psicoanálisis es un instrumento que ha de facilitar al yo [consciente] la progresiva conquista del ello [inconsciente]" (Freud: 1980: 47)
Nietzsche solía ser sarcástico cuando comentaba la tradición filosófica inglesa que creía que los hechos están exentos de interpretaciones, él decía: "Contra el positivismo que se limita al fenómeno (´sólo hay hechos´), diría yo: no, hechos precisamente no los hay, lo que hay es interpretaciones (…). ´Todo es subjetivo´, os digo yo; pero ya esto es interpretación. El sujeto no es nada dado, sino algo añadido, imaginado, algo que se esconde detrás. Por último, ¿es necesario poner también una interpretación detrás de la interpretación? Ya esto es poesía, hipótesis." (1947: 176).

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