Primo Levi, o el narrador contra el olvido

September 22, 2017 | Autor: Luis Aranguiz | Categoria: Primo Levi, Literatura, Holocausto
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Primo Levi, o el narrador contra el olvido Luis Aranguiz Kahn Publicado en revista Hélice UC, N° 5, 2013, Memoria

Narrador de la muerte La Segunda Guerra Mundial es un evento que conmocionó al mundo. Las cifras aproximativas estiman que murieron alrededor de 50 millones de personas. En ese contexto, la Alemania nazi fue responsable de lo que hoy conocemos como ‘Holocausto’, es decir, la eliminación sistemática de aproximadamente seis millones de judíos europeos. Algunos de ellos eran asesinados en redadas; otros, dentro de los trenes en que eran transportados a los campos de concentración; y la mayoría en los campos de concentración. Sin duda, estos últimos eran los únicos que tenían una remota posibilidad de sobrevivir a la guerra—si es que no los mataba el frío, la enfermedad o las cámaras de gas—. Es relevante mencionar que en los campos también había gitanos, disidentes políticos, y muchas otras personas que, por diversas razones, eran discriminadas por los nazis. Pero el concepto ‘holocausto’ es religioso y limita el significado real del evento al que nos referimos. Por eso, con el tiempo, se le nominó con la palabra hebrea ‘Shoah’ que significa catástrofe. Terminada la Segunda Guerra Mundial, el mundo comenzó a escuchar las voces que relataban los sufrimientos vividos al interior de los campos de exterminio. Pronto, ese testimonio dejaría de ser solo una pieza constitutiva de la historia, y se integraría al arte de la literatura, que también es vehículo de la memoria. Uno de los exponentes más reconocidos a nivel mundial como narrador del Holocausto es el judío italiano Primo Levi (1919-1987). Químico de profesión, sobrevivió a la muerte en Auschwitz, el campo de concentración más reconocido. Una de sus obras más importantes es Si esto es un hombre, publicada en 1947. En ella relata detalladamente sus recuerdos sobre la vida al interior del campo de exterminio nazi o ‘lager’. Entre los múltiples pasajes que pueden encontrarse en dicho texto, se halla uno particular en que describe la condición del sujeto al interior del campo:

Imaginaos ahora un hombre a quien, además de sus personas amadas, se le quiten la casa, las costumbres, la ropa, todo, literalmente todo lo que posee: será un hombre vacío, reducido al sufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido todo fácilmente le sucede perderse a sí mismo (Levi, 2007, p. 40). ¿Qué sentido tiene escribir un texto narrativo que describa puntillosamente los procesos de alienación de un sujeto en un Lager? Los objetos de representación usualmente son fruto de lo que admiramos, de lo que nos parece bello, o lo que sentimos como nuestro. Pero representar lo negativo parecería un contrasentido: aquello que nos produce dolor debería ser algo que quisiéramos olvidar. Entonces, ¿por qué representar la Shoah?

Testimonio La Shoah se ha constituido como tema cultural. En el ámbito del cine, por ejemplo, podemos encontrar diversos filmes que intentan retratar los campos de exterminio y el sufrimiento de quienes los habitaban. Pero esta acción no ha estado exenta de crítica. El premio Nobel de literatura del 2002 y sobreviviente de la Shoah, Imre Kertesz, señaló en una ocasión: “¿por qué debo yo, sobreviviente del holocausto y poseedor de otras experiencias del terror, alegrarme de que sean cada vez más las personas que ven estas experiencias en la pantalla… de manera falsificada?” (2002, p. 91). Esta misma pregunta podríamos trasladarla al ámbito de la literatura. El mercado literario tiene abundantes cantidades de novelas contemporáneas ambientadas en los campos de exterminio: El niño con el pijama de rayas o El hijo de Noé, por nombrar algunas. A lo largo del texto de Kertesz que hemos citado, no se intenta destruir ese tipo de expresiones, sino reclamar la poca importancia que se le da a la Shoah, no aquella imaginada por los escritores posteriores, sino la real y experimentada por personas como él y Primo Levi. La crítica Esther Cohen explica el valor testimonial refiriéndose a Levi con las siguientes palabras: Este escritor italiano se convirtió desde un principio, apenas salido de las cámaras de la muerte, en el testigo por excelencia, en aquel que habló y escribió el infierno de Auschwitz ante un público incrédulo... [que] no quería saber y se ocultaba en el vacío de

la memoria para no reflexionar acerca de los límites a los que había llegado el hombre (2006, p. 12). Aunque el valor de una obra literaria puede estar tanto en su estilo narrativo como en su temática particular, las obras de Levi se distinguen de otras no tanto por estos u otros factores, sino sobre todo por su carácter testimonial. El texto narrativo participa directamente de la realidad y memoria del autor.

Reflexión Pero el acto testimonial no es lo único que coloca a Primo Levi en un lugar privilegiado entre los narradores de la Shoah. Sus narraciones vienen acompañadas de profundas meditaciones acerca de la naturaleza humana y su presencia en la historia. Según Enzo Traverso se trata de uno de los escritores que no se dedicó exclusivamente a escribir para testimoniar, sino que a ese testimonio le añadió “una reflexión sobre la condición del hombre” (2003, p. 184). Tal vez una de las marcas más visibles al interior de su obra sea la meditación acerca del sentido de la existencia humana. A propósito de ello, dice: La convicción de que la vida tiene una finalidad está grabada en todas las fibras del hombre, es una propiedad de la sustancia humana. Los hombres libres llaman de muchas maneras a tal finalidad, y sobre su naturaleza piensan y hablan mucho: pero para nosotros la cuestión es muy simple. Aquí y hoy, nuestra finalidad es llegar a la primavera (Levi, 2007, p. 119). En el acto de la escritura, se ve a sí mismo en el Lager. Es capaz de recordar la perspectiva que se tiene del mundo desde el encierro en el campo de exterminio. En ese sentido, la existencia se vuelve supervivencia.

Las escapatorias Esta es una poética de la experiencia, que orienta al escritor en la reflexión sobre el ser del hombre. Este tipo de literatura no es solo testimonio: es una ontología del sujeto que ha sido despojado de su identidad y cuya libertad ha sido violentada.

La ontología de la que hablamos oculta un profundo pesimismo: “Ay de quien sueña: el momento de conciencia que acompaña al despertar es el sufrimiento más agudo. Pero no nos ocurre con frecuencia, y los sueños no son largos: no somos más que bestias cansadas” (Levi, 2007, p. 70). Aun cuando es un escritor que ha sobrevivido al Holocausto, su narrativa está comprometida con expresar las emociones del huésped del lager. El sueño es una de las únicas escapatorias que el reo tiene para olvidar su realidad, pero ni aun esa escapatoria es completamente posible. El daño fisiológico que sufrían les impedía reflexionar lo suficiente: su labor era trabajar para descansar y descansar para trabajar. Una segunda vía de escape, alternativa al sueño, era el recuerdo. Pero Levi insiste: “cuando se está trabajando se sufre y no queda tiempo de pensar: nuestros hogares son menos que un recuerdo” (2007, p. 89). No en vano, el autor recuerda el letrero del campo de concentración que decía “el trabajo nos hace libres” (p. 31). El sujeto que está en el campo de exterminio vive para trabajar, ese es su destino. Y el trabajo lo priva tanto del buen sueño y la imaginación, como del recuerdo del pasado y la añoranza del futuro. Si el sujeto perdía identidad cuando le privaban de su familia, sus bienes, su apariencia personal; si perdía identidad cuando lo incluían en un grupo de cientos de personas que estaban en su misma condición, calvos y con las mismas ropas; todo esto era solo el preludio del método por excelencia mediante el cual se aniquilaría totalmente su personalidad: el trabajo forzado.

El sujeto libre Luego de este breve recorrido ilustrativo a través de la narrativa de Levi, nos queda resolver las preguntas que motivan este ensayo: ¿Por qué escribir sobre la Shoah? ¿Por qué re-presentar el trauma después de la liberación? En Si esto es un hombre encontramos las evidencias de la Shoah. Pero para comprender por qué Primo Levi quiso dedicarse a escribir este tipo de literatura, hemos recurrido a dos textos breves que enuncian su interés. Su escritura, en primer lugar, es representación en tanto que intenta emular lo que se vivía en los campos. En un texto titulado Deportados escrito en 1955 para celebrar el décimo aniversario de la liberación, dice: “No es lícito olvidar, no es lícito callar. Si

nosotros callamos, ¿quién hablará? . . . Si faltase nuestro testimonio, en un futuro no lejano las proezas de la bestialidad nazi, por su propia enormidad, podrían quedar relegadas al mundo de las leyendas. Hablar, por tanto, es preciso” (2009, p. 30). Él concibe que el acto de ‘hablar’ es dar evidencias del suceso. Si no se habla, o si se habla sin testimonio, el sufrimiento de los millones de judíos será una leyenda. Hablar, entonces, es un deber sobre todo del superviviente. Él, en tanto hablante, es un constructor de la historia. Se constituye como la voz de quienes no sobrevivieron. Es el representante de los asesinados. En segundo lugar, su escritura es representación en cuanto que su obra es un intento de ‘re-presentar’, es decir, dar a conocer algo que ya sucedió a quienes aún no aceptan —o no se han enterado— del suceso. Es por ello que Esther Cohen, como citábamos antes, enfatiza el rol de Levi como un testigo a los incrédulos. En El difícil camino de la verdad escrito en 1982, más de 20 años después, Levi sostiene la testificación como deber hacia el futuro: “Tenemos el importante deber como judíos, como supervivientes, como europeos demócratas y antifascistas, de no permitir que esta insolencia se imponga. Si se pudiera convencer al mundo de que Auschwitz no existió, construir un segundo Auschwitz sería más fácil, y nada garantiza que engullera solo a judíos” (2009, p. 121). La memoria de la Shoah, entonces, no es solo para construir una historia que recuerde lo sucedido, también es para asegurar un futuro en que la vida humana sea respetada. Él es el vocero no únicamente de los judíos, sino de todos los asesinados en los campos. Es un emisario de la humanidad contra la inhumanidad, porque la Shoah no es un problema sólo judío, sino un problema humano. El acto literario de Levi es una testificación reflexiva. Pero el fin de este testimonio va mucho más allá del hecho enunciativo de la palabra. Levi intenta representar los sucesos por dos razones. En primer lugar, porque si no se habla del genocidio nazi es probable que pase a la historia como una leyenda. Y en segundo lugar, porque no hablar de ello podría provocar que volviera a suceder lo mismo en otra etapa de la historia. Las palabras de Imre Kertesz son aún más claras: “al pensar en Auschwitz, pienso, quizá paradójicamente, más en el futuro que en el pasado” (2007, p. 160)

Por lo tanto, el acto testimonial de Levi tiene un fin altamente profético, está preocupado del futuro. He aquí la importancia crucial de su obra: luchar contra el olvido, construir la memoria.

Devenir y Conclusión En la presentación de Si esto es un hombre, Levi escribió un poema en el cual, luego de describir los sufrimientos del reo del lager, señala: “Pensad que esto ha sucedido, / os encomiendo estas palabras. / Grabadlas en vuestros corazones / Al estar en casa, al ir por la calle, / Al acostaros, al levantaros; / Repetídselas a vuestros hijos. / O que vuestra casa se derrumbe, / La enfermedad os imposibilite, / Vuestros descendientes os vuelvan el rostro” (2007, p. 13). Primo Levi pensaba que Dios no podía existir porque existió Auschwitz, sin embargo en este poema inicial se apropia del elemento judío religioso más importante: la anamnesis, o memoria. Es un intertexto que remite a un pasaje de la Torá que es la base de la fe judía y por tanto fundamental. En el Deuteronomio 6,6ss. Dios, en la boca de Moisés, le encomienda al pueblo israelita que guarde sus palabras en el corazón, que las enseñe a los hijos y que las recuerde. En este acto de apropiación cultural el testimonio deviene en acto profético. Levi se posiciona en el lugar de Moisés y anuncia su mensaje a la humanidad. Mientras el profeta hebreo declamaba una Ley, Levi declara un testimonio. Su obra es fruto de sus vivencias y fecundidad intelectual, pero por sobre eso: es una emanación de su vida. Él no solo es testigo como escritor, sino como persona. Levi es el símbolo de autor experiencial, del que testifica contra la muerte y la crueldad humanas. Su obra es la encarnación de su vida. Lo profundo y aterrador de su experiencia nos coloca en la posición del espectador que es desafiado por el declamador. Y es que solo si nos apropiamos de esta historia: si recordamos la ejemplar crueldad que representa Auschwitz, y si enseñamos a nuestros hijos a valorar la vida humana; solo así podremos pensar en un mundo justo, una sociedad benevolente, y un futuro en el que tal crueldad sea un recuerdo negativo, pero provechoso para alcanzar la paz. Por esto escribió Primo Levi.

Bibliografía citada Cohen, E. (2006). Los narradores de Auschwitz. Buenos Aires: Lilmod-Finneo. Kertesz, I.(2002). “¿de quién es Auschwitz?”. Un instante de silencio en el paredón. Trad. Adan Covacsics. Barcelona: Herder. ______. “¡Eureka!”. (2007) La lengua exiliada. Trad. Adan Covacsics. Bogotá: Taurus. Levi, P. (2007). Si esto es un hombre. Trad. Pilar Gómez. Barcelona: El Aleph. ______.(2009). “Deportados. Aniversario”. Vivir para contar. Ed. Arnold Davidson. Trad. Albert Fuentes. Barcelona: Alpha decay. ______.(2009). “El difícil camino de la verdad”. Vivir para contar. Ed. Arnold Davidson. Trad. Albert Fuentes. Barcelona: Alpha decay. Traverso, E.(2001). La historia desgarrada. Trad. David Chiner. Barcelona: Herder.

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