Principios de siglo XX: la dicotomía vanguardia -realismo

June 7, 2017 | Autor: M. Massone | Categoria: Vanguardias Artísticas, Realismo Socialista
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Principios de siglo XX: la dicotomía vanguardia - realismo
A principios de siglo XX dos tendencias artísticas tomaron posiciones contrapuestas: la vanguardista histórica y el realismo socialista.
La vanguardia histórica
La postura vanguardista, impulsada sobre todo por los futuristas, los surrealistas y los dadaístas se basaban en revalorizar lo "novedoso"; lo que surgía a partir del inconsciente y de las teorías freudianas; y la yuxtaposición de elementos dispares y distantes ("una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección" era la definición que se daban a sí mismos los dadaístas).
Los futuristas italianos estaban encabezados por Marinetti, mientras que los futuristas rusos eran encabezados por Maiakovski. De los dadaístas resuenan siempre los nombres de Tristán Tzara y Man Ray. De los surrealistas, André Bretón, Salvador Dalí, Luis Buñuel y Antonin Artaud son los voceros de este grupo.
La particularidad de este grupo es que su forma de hacer arte se manifestaba en un "manifiesto" donde ellos exponían cuál era su visión y su forma de entender la experiencia artística.
El realismo socialista
Después de la revolución rusa en 1917, Rusia pasó a ser un estado comunista denominado la Unión Soviética. Dos polos empezaban a visualizarse en el mundo: el capitalista y el comunista. En ese sentido, varios escritores de ese país se unieron como si fuese un sindicato, dirigidos por Máximo Gorki y sentaron las bases del realismo socialista.
Ellos criticaban a las vanguardias por creerlas demasiado "estetizantes" y creían que el arte debía ser puesto en pos de mostrar las miserias del sistema capitalista. Casi todas las obras que escribían mostraban, por un lado, al dueño de la fábrica y, por el otro, a los trabajadores. Se mostraba la tensión entre esos dos polos y, por último, como el trabajador, mediante la organización con otros, doblegaba al dueño de la fábrica.
La crítica de la vanguardia hacia esta forma de hacer arte era que eran producciones serializadas, "todas iguales" y que no concebían una manera novedosa de contar sino que seguían las reglas tradicionales de los géneros literarios.

EL OBSERVATORIO

Miremos un cuadro de René Magritte, un representante del surrealismo francés:


El cuadro se llama "Ceci n'est pas une pipe" que, en castellano, quiere decir "Esto no es una pipa". ¿Entonces si no es una pipa? ¿Qué es?
En este caso, se pone en juego la representación: no es una pipa, porque yo no puedo fumar con ese cuadro. Es una representación de una pipa, pero una pipa como tal.





Ahora miremos, un cuadro de Antonio Berni llamado "Manifestación":


Este cuadro está mucho más cercano al realismo socialista: podemos ver un cartel en el fondo que dice "Pan y trabajo" y las caras de obreros que, con sus arrugas y su tez, muestran ser de la clase obrera. Además, el título de la obra "Manifestación" direcciona nuestra lectura sobre la situación que se está trabajando en esta obra.
Los polos opuestos se ponen de acuerdo
Esta tensión realismo – vanguardia va a estar trabajando durante todo el siglo XX entre uno y otro polo: la realidad social, la urgencia de los sistemas dictatoriales harán que escritores que aún se mantenían en la "torre de cristal del artista" empiecen a cambiar su visión estetizante por más política y viceversa.
Repasando lo que vimos en la primera clase podemos fijarnos que si bien Brecht tiene una finalidad política en sus obras de teatro (criticar a Adolf Hitler) utiliza procedimientos vanguardistas para hacerlo. Y, del otro lado, Beckett si bien es demasiado vanguardista en sus puestas en escenas, hace una crítica política sobre la dimensión de la fe y de la religiosidad de las personas.





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