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May 27, 2017 | Autor: M. Harto trujillo | Categoria: Syntax, Humanism, Priscianus Grammaticus, Latin Grammar, Latin Syntax and Semantics
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PRISCIANO

SINTAXIS (Sobre la construcción y el orden de las partes de la oración)

Introducción, traducción y notas de María Luisa Harto Trujillo

EDICIONES CLÁSICAS MADRID

Colección de Autores Latinos Director: José Joaquín Caerols Pérez

Primera edición 2014

© María Luisa Harto Trujillo © Alfonso Martínez Díez, Editor & Publisher © EDICIONES CLÁSICAS, S.A. C/ San Máximo 31, 4º 8 Edificio 2000 28041 Madrid Tlfs. 91-5003174 / 91-5003270 Fax: 91-5003185. E-mail: [email protected] www.edicionesclasicas.com I.S.B.N.: 84-7882-739-0 Depósito legal: MImpreso en España Imprime: CIMAPRESS

Para Antonio, porque la muerte no pudo llevarse lo sentido

ÍNDICE GENERAL PRÓLOGO DE E. SÁNCHEZ SALOR ........................... 7 INTRODUCCIÓN ................................................ 11 1. Motivos de esta traducción: importancia de Prisciano en la historia de la gramática .... 11 2. Características generales de su sintaxis ........ 13 3. ¿Por qué escribir una sintaxis en el s. VI? .... 23 4. Fuentes .................................................... 26 5. Sintaxis de la oración: Diátesis y transitividad ... 32 6. Estructura de la obra ...................................... 37 7. Transmisión e influencia posterior ................ 41 8. Nuestra traducción ......................................... 51 9. Bibliografía ................................................... 52 CARTA INTRODUCTORIA . .................................... 55 LIBRO XVII ...................................................... 63 LIBRO XVIII . .................................................. 229 ÍNDICE DE TÉRMINOS GRAMATICALES .............. 431

PRÓLOGO Hace treinta años un grupo de investigación de la Universidad de Extremadura comenzó un proyecto que tenía como objetivo la edición y el estudio de las Gramáticas latinas del siglo XVI. Luego el proyecto ha abierto su ámbito de estudio. La apertura se hizo en un primer momento mirando sobre todo a los siglos siguientes (XVII-VIII). Este trabajo es una prueba de esa apertura, aunque en este caso hacia atrás en el tiempo. Y es que cada vez que en las Gramáticas racionales del siglo XVI se planteaba algún problema sintáctico de hondo calado, aparecía como autoridad que daba luz a ese problema la figura de Prisciano. Así, en el caso de la cuestión sobre los constituyentes mínimos necesarios para que haya oración –cuestión con la que están en conexión otros muchos problemas sintácticos–, el Brocense, si bien parte para establecer su postura de Platón y Aristóteles, es en Prisciano en quien se apoya de manera clara como auctoritas lingüística; Platón y Aristóteles pueden ser considerados, a este respecto, como autoridad en el terreno del concepto de oración desde el punto de vista de la filosofía del lenguaje. Prisciano es, sin embargo, su autoridad en el terreno exclusivo del lenguaje. Basten estas palabras de Sanctius referidas a Prisciano: “Curritur, statur y ambulatur son auténticos personales y auténticos pasivos; así en trepidabatur a Caesare, donde falta trepidatio, ya que no puede haber oración sin nombre y sin verbo. Llamo ‘nombre’, juntamente con Aristóteles, al 7

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propio nominativo. Esto ya lo vio Prisciano en el libro 18 y lo expuso así: ‘Si alguien analiza profundamente todos estos impersonales, comprobará que se refieren a conceptos contenidos en los propios verbos; y, si bien faltan la primera y la segunda persona, se trata de nombres en tercera persona; de ahí que encontremos participios: curritur cursus y decurso spatio’. El mismo Prisciano dice poco después: ‘Según el testimonio de mi maestro el sabio Apolonio y de mi profesor Teoctisto, en su Institución gramatical, estos verbos pueden tener sobreentendido un nominativo del mismo significado que hay en el verbo. Efectivamente, cuando se dice curritur, se sobreentiende cursus; y así, sedetur sessio, ambulatur ambulatio, euenit euentus, y otros semejantes. Y lo mismo hay que suponer en todos los verbos, incluso los absolutos, como ocurre en uiuo uitam, ambulo ambulationem, sedeo sessionem y curro cursum’. Si los gramáticos hubiesen entendido estas doradas palabras de Prisciano, no habrían permanecido ofuscados entre tinieblas durante tanto tiempo”. Prisciano dio luz, pues, a problemas gramaticales de envergadura. Y no sólo se trata de Sanctius. Hay otros gramáticos de corte racional del siglo XVI que apoyan claramente su doctrina sintáctica en Prisciano. En alguna ocasión el Brocense reconoce a Linacro como intermediario entre él y Prisciano: en el tema de los verbos impersonales –que no deja de ser un tema estrechamente ligado al concepto de oración–, dice Sanctius que la doctrina que él defiende arranca de Linacro y que Linacro la toma de Prisciano; dice así: “De Prisciano depende Linacro, en 8

Prólogo

el libro 6, cuando trata de la elipsis: ‘Compruebo’, dice, ‘que Apolonio y Prisciano coinciden en sobreentender un apelativo del mismo significado en las formas pasivas de los verbos absolutos y de los demás verbos neutros que nosotros incluimos en el tercer grupo de los pasivos; así sedetur sessio y curritur cursus’ ”. Era, pues, considerado Prisciano por los gramáticos racionales del siglo XVI –es decir, los que hacían análisis lingüísticos basándose en la ratio– como pionero en el tipo de análisis que ellos hacían. Sobre todo el Prisciano de los libros XVII y XVIII de sus Institutiones, que son los libros dedicados a la Sintaxis. De manera que el proyecto de investigación al que hacía alusión al comienzo tenía que abrirse también hacia atrás en el tiempo y dedicar su atención a la figura de este gramático del siglo VI. Y lo ha hecho de la mano, o, mejor, de la inteligencia, buen hacer y laboriosidad, de la profesora María Luisa Harto Trujillo. Ella fue precisamente la autora, en los primeros años de andadura del proyecto, de la edición, con introducción, traducción y notas del De emendata structura latini sermonis (1524) de Tomás Linacro. Esta obra era la que abría en el Renacimiento el camino de la Gramática racional. Linacro, como ya hemos apuntado, se basa en Prisciano en cuestiones trascendentales de la Sintaxis; fundamentalmente, en lo que se refiere a la estructura de la oración. Ello ya ofrecía garantías suficientes sobre la capacidad y oportunidad de que fuera la misma profesora la que editara a Prisciano. Pero es que, además, ella es también autora de una monografía 9

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sobre los verbos neutros desde la antigüedad al Renacimiento; en esta monografía tuvo que bregar con Prisciano y su influencia en los gramáticos del XVI. María Luisa Harto reunía, pues, las condiciones de capacidad y oportunidad para traducir los libros XVII y XVIII de las Institutiones de la Gramática de Prisciano. Lo que he dicho sobre sus investigaciones anteriores –Linacro y los verbos neutros– es un dato objetivo que está ahí y que ofrece garantías suficientes sobre su capacidad intelectual para llevar a cabo la edición de los citados libros de Prisciano. Pero, además de ello, los que conocemos a la profesora sabemos de su capacidad personal para ello. El resultado es esta traducción que, en mi opinión, es muy buena por varias razones: porque el contenido de la obra original de Prisciano es de gran interés y modernidad para la historiografía lingüística; porque el tratamiento del texto latino se basa en ediciones de toda solvencia; y porque la mano de la profesora Harto, en la introducción, traducción y notas, ha producido una versión en español de mucha calidad, tanto en lo que se refiera a la interpretación del texto latino, como en lo que se refiera a su puesta en un español elegante y accesible incluso para no especialistas. Eustaquio Sánchez Salor Universidad de Extremadura

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INTRODUCCIÓN1 Motivos de esta traducción: La importancia de Prisciano en la historia de la gramática. En los años que llevo trabajando sobre gramática latina, siempre he percibido la importancia de dos obras que marcaron la aparición del estudio sintáctico en la antigüedad: la Sintaxis de Apolonio Díscolo, escrita en griego en el s. II d.C., y las Institutiones de Prisciano, escrita en latín en el s. VI. En el caso de esta última, es una gramática completa, que consta de 18 libros, pero los dos últimos, muy influidos por el gramático griego anterior, se centran también en la sintaxis. Pues bien, para mí, la importancia de estas dos obras se debe no sólo a que supusieron la aparición de la sintaxis en la antigüedad, sino sobre todo a que marcaron un cambio en el planteamiento gramatical,

–––––––––– 1 Este trabajo se enmarca en dos proyectos de investigación. En primer lugar, en “El exemplum en la retórica clásica, Plutarco y Valerio Máximo: su proyección en la historiografía cristiana y la historiografía hispanolusa en lengua latina de los siglos XV y XVI”, financiado por la DGICYT (FFI 200800939) y dirigido por Mª L. Harto, y en segundo lugar, en el proyecto “Las teorías gramaticales y las gramáticas latinas y vernáculas (siglos XVIXVIII)”, financiado por la DGICYT (FFI2011-24479), así como en el grupo de investigación del Gobierno de Extremadura LAPAR (HUM002), dirigidos ambos por Eustaquio Sánchez Salor, a quien no puedo sino agradecer sus correcciones y su apoyo para la realización de este y de otros tantos trabajos.

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pues ambas suponen la introducción de un análisis racional, centrado no sólo en la relación de los distintos componentes de la oración, sino en comprender cómo se gesta esa oración, para lo cual analizan las variantes en la construcción de algunas formas, y la utilización de figuras como la elipsis. En definitiva, estos autores inician una manera de análisis gramatical centrado en la ratio, que con algún atisbo en la gramática medieval de los modistas (aunque dominado por la lógica), será recogido en el Renacimiento por autores como Linacro, Escalígero o el Brocense. Ellos ya hablarán claramente en sus obras de dos niveles en la formación de la frase (antecedentes de la estructura profunda y superficial) y de la utilización de figuras, no retóricas sino gramaticales, que explicarían las aparentes desviaciones entre esos dos niveles. Y partir de ahí, esta ratio gramatical, pasando por gramáticas vernáculas, gramáticas filosóficas, generales y universales, llegará a corrientes de la gramática actual como la dependencial, funcional, o generativa. Como vemos, pues, la doctrina gramatical de Apolonio Díscolo y, especialmente la de Prisciano, tras su recepción en la gramática medieval, renacentista y posteriores, constituye una base esencial para la historia de la gramática. Sin embargo, y a pesar de esa importancia, si bien la Sintaxis de Apolonio Díscolo sí lleva ya varios años traducida al español,2 la sintaxis de Prisciano no

–––––––––– 2 Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis, introd., trad. y notas de V. Bécares, Madrid, Gredos, 1987.

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había sido traducida a ninguna lengua moderna. Sólo en el 2010 el grupo Ars Grammatica dirigido por Marc Baratin en Francia ha traducido el libro XVII al francés. Por eso, dada esta laguna, decidí traducir al castellano dicha sintaxis, esperando que sea un instrumento útil para los investigadores y para todas aquellas personas interesadas en la historia de la gramática. Características generales de su sintaxis Ya en un artículo de 1994,3 Eustaquio Sánchez Salor intentaba rebatir el tópico de que no existió sintaxis en la antigüedad, y lo hizo basándose en las opiniones vertidas por Apolonio Díscolo y Prisciano en sus obras sobre estos aspectos: la oración como objeto de su estudio sintáctico; los constituyentes de la oración simple y las clases de verbos y su teoría de la elipsis. Ciertamente, en ningún tratado gramatical anterior se había dado la conjunción de estos temas. Y, sin embargo, ya en las primeras líneas del libro XVII, Prisciano expuso las fuentes que había utilizado y los motivos que le llevaron a incluir esa última sección en su obra, la necesidad de un tratado sintáctico, que analizara la relación de los distintos constituyentes de la frase:

(1-2) “Una vez que en los libros anteriores acerca de las partes de la oración, hemos seguido en numerosas ocasiones la autoridad de –––––––––– 3

Sánchez Salor, E. (1994:319-40).

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Apolonio, sin despreciar por ello, ni otras opiniones necesarias de autores latinos o griegos, ni las novedades que nosotros mismos pudiéramos aportar, trataremos ahora sobre el orden o la construcción de los términos, lo que los griegos denominan “sintaxis”, siguiendo también para ello fundamentalmente las explicaciones de Apolonio, pero sin rechazar lo que otros autores o nosotros mismos consideremos apropiado. Así pues, si en los libros mencionados, hemos tratado sobre los distintos componentes de las palabras según determinaba la lógica de cada una, a continuación trataremos sobre el orden en que suelen aparecer esos términos para que se produzca una oración completa, algo que debemos estudiar detallada y necesariamente para la comprensión de cualquier autor, ya que, de la misma manera que las letras se unen de una forma apropiada para formar sílabas, y las sílabas para formar palabras, así también las palabras para formar una oración”.4

–––––––––– 4 Ya el propio Apolonio Díscolo había insistido también en su obra en la necesidad del estudio sintáctico para la comprensión y análisis de los usos, especialmente los literarios (Sintaxis I 6, p.76. Citamos siempre por la edición de V. Bécares).

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La fuente fundamental de Prisciano es, pues, Apolonio Díscolo, si bien no descarta tampoco otras posibles fuentes, ya sean latinas o griegas. De hecho, como apuntaremos a lo largo de esta introducción, Prisciano toma también numerosos elementos presentes en otras Artes anteriores o contemporáneas y, en el caso concreto de la sintaxis, si bien no hemos conservado la parte del De lingua latina de Varrón dedicada a la sintaxis, es posible que nuestro autor sí la conociera y tomara elementos de ella. Desde luego, como él mismo indica, su objetivo es analizar la relación y el orden de los constituyentes de la oración completa, pues sólo así se podrá entender y comentar la lengua literaria.5 En cuanto al punto de partida de su sintaxis, al igual que afirmaba Apolonio en el inicio de la suya, parte de la progresión entre letras, sílabas, palabras y oración, de manera que si hay unas leyes fonéticas y morfológicas para regular la unión de letras en sílabas y de sílabas en palabras, también hay unas reglas sintácticas para regular el orden y la relación de los distintos componentes de la frase: “Así pues, una oración es un conjunto de palabras convenientemente ordenadas, del mismo modo que una sí-

–––––––––– 5 No olvidemos la importancia del análisis literario en la gramática antigua que, en gran medida, surge para explicar las desviaciones que se encontraban en los autores reconocidos por la tradición. Ya el propio Quintiliano (Inst. I 4, 2) distinguirá en Roma entre la poetarum enarratio o gramática histórica, centrada en ese análisis literario y hermenéutico, y la recte loquendi scientia o gramática metódica, centrada en enseñar a hablar y escribir correctamente.

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laba es un conjunto de letras convenientemente ordenadas. Y si de la unión de las sílabas se forma una palabra, así también de la unión de palabras se forma una oración perfecta” (XVII 3).

Por supuesto, si el punto de partida es esta progresión, el punto de llegada es el análisis de lo que él denomina oratio perfecta (“autotelés logos” para Apolonio Díscolo), aquella oración en la que se da una congruencia de formas, significado y ordenación de los componentes, que no siempre tienen que atenerse a las características de cada una de las partes de la oración por separado. No en vano afirma nuestro gramático: “Así pues, toda construcción, denominada por los griegos “sintaxis”, debe atender siempre a la significación de las formas. Ahora bien, los autores, mediante figuras diversas, suelen variar los accidentes en la construcción, tal como hemos mostrado anteriormente, de manera que, aunque la relación parezca incorrecta en cuanto a las formas concretas, sin embargo, racionalmente se mostrará correcta (XVII 187).”

Y cita un ejemplo del inicio de La Eneida de Virgilio en el que se unen una primera y una tercera persona: Ille ego qui quondam… Es la ratio y el sentido general de la frase lo que permite esta relación aparentemente anómala. Y es que, en ocasiones, en el usus, encontramos oraciones en las que se han producido desviaciones respecto a la construcción concreta de cada uno de los componentes. Si bien tradicionalmente estas desviaciones se habían analizado como fi16

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guras poéticas, y de hecho las Artes gramaticales latinas solían terminar con un apartado de uitia uirtutesque orationis, en el que se recogían estas construcciones literarias, sin embargo, para Apolonio Díscolo o Prisciano esas figuras no suponen desviaciones o giros únicamente literarios, sino construcciones de uso ordinario que, racionalmente, se muestran correctas. Por ejemplo, entre esas desviaciones está la elipsis, que para Apolonio Díscolo, no es una licencia poética sino un recurso de tipo ordinario,6 que permite explicar construcciones como los verbos impersonales, las oraciones de relativo, la construcción de algunos verbos con casos distintos al acusativo… Esta es sin duda una idea fundamental en una gramática racional, una gramática preocupada, como decíamos, no por exponer desviaciones literarias, sino por explicar racionalmente cómo se han producido. Y estas desviaciones se realizan fundamentalmente mediante cuatro procedimientos –añadido, supresión, cambio de orden y cambio de función, es decir, additio, detractio, transmutatio, immutatio– procedimientos de los que hablaba ya Quintiliano desde el punto de vista retórico para referirse a las desviaciones y figuras retóricas, pero que a partir de Apolonio y Prisciano, y sobre todo a partir del De emendata structura de Linacro, serán la base de la gramática ra-

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Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis…, III 166 (p.352).

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cional del XVI como figuras gramaticales, que no retóricas, y que son las que explican las aparentes desviaciones que se producen en el uso, sea literario o no.7 Este elemento concreto de las figuras por los cuatro procedimientos mencionados se une así a aspectos generales, que serán tomados por gramáticos racionales como Linacro o el Brocense de Apolonio Díscolo y de Prisciano. Entre esos otros aspectos estarían: la preocupación por la sintaxis, la relación del significado del verbo y la construcción de la frase, o el análisis racional de las construcciones mediante la búsqueda de las causas que explican dichas construcciones. Ya lo había dicho Apolonio Díscolo en su obra refiriéndose, por ejemplo, a la construcción de los verbos: “La construcción verbal, según la acabamos de exponer podría ser suficiente para los que se proponen seguir, sin más, el uso tradicional, sin embargo, a quienes per-

–––––––––– 7 Somos conscientes de que, como indica Desbordes en un artículo fundamental sobre el origen de estos cuatro procedimientos (1983), ya habían aparecido mencionados en la Retórica a Herennio (IV, 21,29) a propósito de la paronomasia, que puede conseguirse “addendis litteris, demendis, transferendis” o “commutandis”. E igualmente aparecían también en numerosos textos de la antigüedad a propósito de la ortografía, los barbarismos, metaplasmos, etimologías… Además, en realidad, todos estos usos literarios habrían retomado las categorías de la física aristotélica acerca del cambio o movimiento, que se produce según tres categorías (cantidad –aumento o disminución–, cualidad y lugar). Pero, para nosotros, son Apolonio Díscolo y Prisciano los que utilizan ya el procedimiento desde un punto de vista gramatical, y no sólo para describir desviaciones. Posteriormente, la novedad y la importancia del tratamiento de Linacro en el XVI es su aplicación sistemática para la explicación del funcionamiento de la lengua y del habla normal, no sólo literaria. Cfr. F. Desbordes (1983: 25-31).

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siguen saber con toda exactitud la teoría de la construcción oracional, a ésos les convendrá saber qué verbos rigen genitivo y cuál es la causa de ello; cuáles dativo, asimismo con la causa, y otro tanto respecto al acusativo (Sintaxis III, 158, p.347).”

Así pues, lo que pretenden hacer Apolonio Díscolo o Prisciano es una teoría de la construcción oracional que explique las causas, el porqué de las construcciones aparentemente anómalas o desviadas. Como indica V. Bécares en su introducción, “cuando Apolonio habla de lógos no se refiere a la razón del sujeto gnoseológico, a sus categorías mentales, sino a la racionalidad del método. Su mérito consiste en haber superado el nivel filológico elemental, el nivel del texto (anágnōsma) y haberse elevado a la investigación de las causas (eperxergádsomai –II 59), y en haber aplicado un método de razonamiento sistemático (tòn emmethódōs apodeichthénta lógon –II 113) con vistas a una fundamentación teórica, y no sólo basada en la auctoritas de los hechos literarios (II 49). Y cuando ambos, uso y teoría, entran en conflicto, es ésta la que debe prevalecer y lo superior (II 102; III 46, 158), sin que ello signifique que Apolonio mantiene una postura antiempírica radical, máxime cuando él mismo se siente en la tradición gramatical helénica (I 60), y, eso sí, en un nivel superior (la sintaxis) y con un método racional y sistemático que consiste en la sujeción a la teoría, constituida a su vez sobre el principio analogista.”8

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V. Bécares (1987: 46-47).

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Este es el motivo por el que el término causa, que encontramos en estos gramáticos de la antigüedad, aparecerá en gramáticas renacentistas que pretendan nuevamente hacer un análisis racional de la gramática latina, como el De causis linguae Latinae de Escalígero (1540), o la Minerua siue de Causis linguae Latinae del Brocense (1587). Entendemos así que, en las Instituciones de Prisciano, la parte final esté dedicada a un tratado sintáctico, y no al usual de uitia uirtutesque, de claro contenido retórico, que encontramos en los tratados de su época. Sólo una sintaxis racional permitirá comprender cómo se han producido esas y, en general, todas las construcciones. Una vez comprendido cómo se gesta la oración perfecta, a partir de unas normas y unas figuras que intervienen en la realización, debemos centrarnos en los componentes. Pues bien, tanto en opinión de Apolonio Díscolo como de Prisciano, en la oración hay dos constituyentes básicos y necesarios, que son el nombre y el verbo, ya que si quitas uno de ellos, como afirma nuestro gramático, la oración es incorrecta, algo que no sucede si se prescinde de otra parte de la oración (XVII, 12). No se utilizan aún los conceptos de función (sujeto y predicado),9 pero sí se repite en numerosas ocasiones que son estos dos los constituyentes precisos para

–––––––––– 9 Ya Apolonio utiliza los conceptos de recto-oblicuo para referirse al nominativo frente a los demás casos. Es sabido que, en estos primeros esbozos de sintaxis en la antigüedad, no se aplicaba aún el concepto de función para hablar de sujeto y predicado, sino que se utilizaban más bien los

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que haya oración. Y además en este orden, primero el nombre y después el verbo, para lo cual también ofrece Prisciano una explicación racional, y es que éste es el orden en que suelen aparecer en la frase, ya que como lo propio de los nombres o pronombres es indicar sustancia, mientras que los verbos indican acción o pasión, que es un accidente de la sustancia, es lógico que en la frase aparezca en primer lugar el nombre y ya después el verbo.10 Además, frente a las gramáticas descriptivas de los inicios del Renacimiento, que analizan primero el verbo, ya las gramáticas racionales que vayan editando los seguidores de Linacro o del Brocense, utilizan el mismo orden de Apolonio o Prisciano, pues consideran que las categorías nominales deben tratarse primero, por pertenecer más a la morfología, mientras que las categorías verbales pertenecen a la sintaxis, y afectan más a la construcción de toda la frase, por lo que deben incluirse a continuación de las del nombre.

–––––––––– conceptos de suppositum y appositum, que traducirían los conceptos griegos de ὑποκέιμενον y κατηγόρημα, y se daba gran importancia al orden en la frase, concibiéndola como un movimiento dinámico desde el primer componente necesario (nombre) al segundo (verbo), o desde la sustancia (nombre) a la acción (verbo). Sobre la aparición de los conceptos de sujeto y predicado en sintaxis, vid. J.C. Chevalier (1968). En concreto, el término ὑποκέιμενον aparece doce veces en la Sintaxis de Prisciano, y su correspondiente latino suppositum seis veces sólo en el libro XVII. Cfr. M. Baratin (1978: 207). 10 Sciendum tamen quod recta ordinatio exigit ut pronomen uel nomen praeponatur uerbo, ut «ego et tu legimus, Vergilius et Cicero scripserunt», quippe cum substantia et persona ipsius agentis uel patientis, quae per pronomen uel nomen significatur, prior esse debet naturaliter quam ipse actus, qui accidens est substantiae. Licet tamen et praepostere ea proferre auctorum usurpatione fretum (105).

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Junto a esa presencia necesaria de nombre y verbo, la otra premisa es la congruencia (katallelòtes) de forma y significado de los distintos constituyentes de la oración, una congruencia oracional que está por encima de la propia de cada una de las partes, y que sólo se entiende desde una sintaxis racional. El siguiente paso, una vez establecida esa pareja prioritaria y necesaria de nombre y verbo, es analizar y agrupar las demás partes de la oración: el pronombre, que puede sustituir al nombre y construirse por tanto con el verbo; el participio, que igualmente puede sustituir y construirse con un verbo… Pues bien, este es el criterio por el que se organiza el tratamiento de las partes de la oración en los 16 primeros libros de las Institutiones, en los que, tras los libros iniciales dedicados a la justificación de la obra y a la introducción, Prisciano dedica hasta el libro VII al nombre o bien a categorías y accidentes relacionados con él (pronombres, casos, géneros…), y ya a partir de ahí, hasta los dos centrados en la sintaxis (XVIIXVIII), lo dedica a aspectos relacionados con el verbo y su construcción. Es decir, como vemos, su obra en conjunto tiene tres grandes partes: I-VII introducción, nombre y aspectos relacionados con el nombre. VIII-XVI verbo y aspectos relacionados con el verbo. XVII-XVIII sintaxis. En cuanto a la propia sintaxis, el esquema es similar en términos generales al de la obra completa, 22

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pues empieza con los equivalentes latinos de los artículos griegos, y diversos aspectos del nombre y del pronombre, para pasar luego a los casos, y ya posteriormente a los modos y construcciones verbales para, a partir de aquí, terminar con un largo apartado de construcciones comparativas entre latín y griego, que ocupa gran parte del libro XVIII, y que sí se aleja en gran manera de la obra de Apolonio Díscolo. ¿Por qué escribir una sintaxis en el s. VI? Ahora bien, en nuestro intento de comprensión y explicación de las líneas generales de las Institutiones y de la Sintaxis, creo que debemos dedicar un apartado a los motivos de Prisciano al escribir su obra, tanto la obra general, como los dos últimos libros dedicados a la construcción de la frase. Pues bien, Prisciano había nacido en el norte de Africa, era profesor de gramática latina en Constantinopla, en la parte oriental del Imperio, donde la lengua hablada era la lengua griega, mientras que el latín quedaba cada vez más relegado y alejado del uso de los hablantes como lengua de la administración. Es comprensible entonces la necesidad de Prisciano de escribir un tratado de gramática latina amplio, completo, profundo, con numerosísimos ejemplos y citas de autores latinos y griegos de la antigüedad –en un afán casi enciclopédico–, que se convirtiera en un instrumento para la comprensión, el análisis y el mantenimiento de la lengua y de la literatura latina. 23

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Es evidente que en las postrimerías de los pueblos se hacen siempre intentos para mantener aquello que se está perdiendo. De ahí que, de los siglos IV a VI, asistamos en el Imperio Romano a un intento de regeneración y revitalización cultural, que en el caso de esa parte oriental estaba promovido en gran parte por la familia de Símaco, a uno de cuyos miembros, Símaco el Joven, dedica Prisciano varias obras. Este intento es visible en gramáticas y comentarios de autores de la antigüedad como los de Terencio y Virgilio realizados por Donato o Servio, en obras históricas que narran las gestas de Roma desde el pasado glorioso y se alejan del tono biográfico y anecdótico de la última época (Amiano Marcelino y sus Res gestae), intentos de recuperación de la religión tradicional frente al pujante cristianismo (Juliano), recopilaciones de leyes (Justiniano), estudios de tono enciclopédico o de comprensión del lenguaje (Etimologías de Isidoro de Sevilla)… Como vemos, y de manera muy significativa, es al final de los periodos cuando se hacen grandes obras que intentan explicar y mantener viva una grandeza ya agonizante. Pues bien, en Constantinopla, la crisis cultural en los siglos V y VI no era aún tan acuciante como en la parte occidental del Imperio, pero, quizás también por eso mismo, asistimos allí al intento de Prisciano por recoger, analizar y explicar todo el bagaje literario y gramatical latino anterior, uniéndolo en su análisis “comparado y racional” con el análisis de la lengua, de la gramática y de la literatura griega. 24

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Creemos que la época y el intento de mantenimiento de lo que se estaba perdiendo explican así muchas características de las Institutiones, como su afán de globalidad, el elevado número de citas, la preocupación etimológica y terminológica, la frecuente recurrencia a la lengua griega, la explicación racional de la construcción y el orden de los distintos componentes de la frase… Prisciano no intenta sino entender, mantener y transmitir, relacionándolos con el griego, unos conocimientos que estaban en franco peligro de extinción. Como indica E. Sánchez Salor acerca de nuestro gramático y sus Institutiones: “Su obra, por la amplitud de sus perspectivas, por la renovación de las fuentes y la agudeza de su sentido lingüístico, es sin duda la única que representa un progreso importante. Su aportación principal es la de los libros 17 y 18 de sus Institutiones Grammaticae, que hacen de él el verdadero creador de la sintaxis latina, aunque esta sintaxis es todavía parcial y no está limpia de conceptos filosóficos; es en esos libros donde trata de problemas sintácticos. En su ciudad, Constantinopla, en un ambiente cultural que no es todavía el de la decadencia de una cultura; en una época en la que el imperio de Oriente ejerce una verdadera tutela política sobre el Occidente lejano y recalcitrante, Prisciano supo restablecer un lazo vivo entre el griego y el latín y consiguió unir, después de siglos –si hacemos una excepción con Macrobio– la tradición griega y la tradición latina”. 11

–––––––––– 11

E. Sánchez Salor (2002: 361).

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La sintaxis de Prisciano constituye, pues, y así lo vio ya su autor, un eslabón, necesario y fundamental, para conservar, entender, analizar y transmitir el saber gramatical griego y latino desde su época hasta la eternidad. Fuentes Como estamos viendo en esta introducción, la fuente esencial utilizada por Prisciano es Apolonio Díscolo.12 Ya en la carta introductoria a todas las Institutiones, que incluimos en el inicio de nuestra traducción, se cita al gramático griego, cuya sintaxis pretende traducir Prisciano (in Latinum transferre sermonem). Y se dice que pocos autores han tratado este tema de una manera más detallada y clara (scrupulosis quaestionibus enucleatius), corrigiendo los errores de gramáticos anteriores con preceptos ciertos y racionales (certisque rationis legibus emendasse). Prisciano era consciente de que las teorías de Apolonio, adaptadas a la lengua latina, explicaban los hechos de ésta mejor que la enseñanza tradicional.13 Y, por ello, intentará imitar numerosos aspectos de su fuente griega:

–––––––––– 12 Como se nos dice en la traducción española de su Sintaxis, el término “Díscolo” haría alusión a lo arduo y lo conciso de su prosa (p.7), lo cual nos da idea de la dificultad que suponía ya en su época la comprensión de un estudio sintáctico como el de Apolonio o, después, el de su seguidor Prisciano. 13 Cfr. E. Sánchez Salor (2002: 361).

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lo detallado de las descripciones y explicaciones, las numerosísimas citas griegas y latinas,14 así como ejemplos inventados; y sobre todo la exposición de preceptos racionales, que intentan ahondar en las causas de la lengua griega o latina. Prisciano cita expresamente a Apolonio 15 veces en toda su obra, pues bien, 10 de esas veces es en los dos libros dedicados a la sintaxis (8 en el libro XVII y 2 en el XVIII), con lo cual la influencia del griego es evidente en este apartado. Por supuesto, si bien en las notas de la propia traducción o en el apartado correspondiente a la estructura en esta introducción, hemos ido marcando la correspondencia de los pasajes de estos dos gramáticos, la traducción que hace Prisciano no es completa ni literal. Él mismo dice en la introducción que va a incluir también a todos los autores que hayan dicho algo provechoso para la gramática latina. Además, dadas las diferencias de época, y sobre todo entre el latín y el griego, nuestro gramático tiene que adaptar numerosos aspectos. Así, Prisciano latiniza algunos ejemplos y sustituye en ellos el nombre de Ayax por César, o el propio nombre de Apolonio por

–––––––––– 14 Como se nos indica en la introducción de la edición y traducción francesa de la Sintaxis (2010: 34), sólo en el libro XVII, hay 219 citas de autores latinos y 51 griegos, pero teniendo en cuenta que algunas están repetidas, sumarían prácticamente 300 citas, siendo Virgilio el autor más representado (con un 42% del total), seguido por Terencio (21 %) y, entre los griegos, se lleva la palma Homero con 13 citas. Normalmente son citas que se repiten en las obras de los demás gramáticos y que formaban parte, seguramente, de recopilaciones y libros de exempla. Junto a ellas, aparecen también ejemplos inventados y algunos otros que formaban ya parte también de la tradición gramatical, como Vergilius scripsit Bucolica, ipse scripsit etiam Georgica (XVII, 26).

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PRISCIANO, Sintaxis

Prisciano; también traduce la terminología griega al latín (“idiopathé” es traducido por “sui passio”) y, por supuesto, elimina o altera el análisis de aquellas construcciones que son diferentes entre las dos lenguas: así elimina los apartados dedicados al artículo (inexistente en latín), cambia la construcción del genitivo absoluto por ablativo absoluto (XVIII, 15), y el segundo término del comparativo pasa de ir en genitivo a ir en ablativo (XVIII, 16)… Eso sí, es muy significativo cómo la lengua griega parece seguir teniendo en su obra el papel de lengua primigenia o de referencia, pues son numerosas las ocasiones en que Prisciano alude a cómo los autores latinos o determinadas construcciones latinas imitan a las griegas (por ejemplo en “pro his autem omnibus Latini simplicibus utuntur pronominibus Homerum sequentes” en XVII, 112), incluso apuntando que esta imitación es una necesidad (“et sciendum, quod, quomodo composita pronomina apud Graecos…sic apud nos in hoc pronomine necesse est fieri” XVII, 134)15. Toda la parte final del libro XVIII está dedicada a una extensísima exposición de construcciones griegas y latinas (idiomata), en las que se van analizando distintos giros en una y otra lengua (verbos de sentimiento, de temor, adverbios, complementos circunstanciales…). La estructura dentro de este apartado es siempre la misma: construcción griega, algún ejemplo, construcción latina y algún ejemplo. Normalmente,

–––––––––– 15

Cfr. sobre este tema, Priscien, Grammaire (2010: 38 sigs.).

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para introducir la construcción griega, utiliza el término illi (“ellos”) o Attici (“los áticos”), mientras que para las latinas habla de nostri (“los nuestros”), o de Romani (“los romanos”). Lógicamente, hay que entender la relación Apolonio – Prisciano como la relación entre un autor reconocido y un seguidor que pretende transmitir su obra, pero también hay que ver esa relación en el marco general de la relación entre el latín y el griego. Prisciano daba clases de latín en Contantinopla, en la parte oriental del imperio, donde la lengua hablada era la lengua griega. Además allí, en el siglo VI, el latín era una lengua cada vez más alejada de los hablantes, de manera que hemos de ver en la relación entre ambos un intento por parte de Prisciano para comprender y entender de manera racional tanto el griego como especialmente el latín. Por eso traduce la terminología, las reglas o los ejemplos griegos, pero también por eso intenta sobre todo explicar las causas que subyacen en ambas lenguas y, al hacerlo, no lo olvidemos, está consiguiendo algo fundamental para la gramática, y es que Prisciano está sentando las bases no sólo de lo que sería una gramática comparada latín-griego, sino que su intento de explicación racional, le lleva a poner las bases de una gramática general que, partiendo de los usos del latín y del griego, podría explicar también los usos de cualquier lengua. Por eso, creemos que no debe a menospreciarse a Prisciano, como se ha hecho en ocasiones, consi-

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PRISCIANO, Sintaxis

derándole un simple “traductor” de Apolonio Díscolo,16 pues lo que toma de él no son palabras literales o ejemplos, sino sobre todo el criterio de la importancia de la sintaxis como objetivo de la gramática, y la consideración de ésta como la ciencia que estudia la construcción y la ordenación de las partes de la oración entre sí, algo que estaría por encima de las variedades particulares de la morfología de cada lengua. Al declararse seguidor de Apolonio Díscolo en la introducción, Prisciano anuncia también su ruptura con la gramática latina anterior, a la que denomina uetustissima grammatica ars, e insistiendo en esta idea, ya en el libro VI, dice que pretende ueterum scriptorum artis grammaticae uitia corrigere (GLK II, 195), con lo cual, como vemos, el adjetivo que suele dedicar a la gramática latina es uetus, considerando que sus métodos de análisis estaban ya desfasados y que hacía falta un estudio sintáctico para poder comprender todos los usos de los autores latinos (necessariam ad auctorum expositionem omnium (XVII, 2). El objetivo de Prisciano era, pues, apartarse de los artígrafos de su época (Consentio, Phocas…), seguidores de esa gramática tradicional, y tomar como fuente esencial a Apolonio Díscolo. Esto no significa que no encontremos en su obra ningún elemento en común con gramáticos latinos anteriores, como los gramáticos de los siglos IV-V recogidos también por Keil (Sacerdos, Charisio, Diomedes y, especialmente, Donato).

–––––––––– 16

A. Luscher (1912).

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No olvidemos que el propio Prisciano afirma en su carta introductoria que, aunque Apolonio y su hijo sean sus fuentes esenciales, sin embargo no rechazará ningún otro autor que le parezca oportuno (si quid etiam ex aliis uel ex nobis congruum inueniatur, non recussemus interponere). Lo cierto es que los libros I-XVI de Prisciano siguen en general el esquema de las Artes de estos autores, y es sobre todo en la sintaxis que aparece en los libros XVII y XVIII donde, como hemos afirmado, innova Prisciano al sustituir la parte dedicada a los uitia uirtutesque orationis por este apartado dedicado a la construcción, relación y orden de las partes de la oración. Pero la terminología es similar a la de los artígrafos, las citas se centran en los mismos autores (especialmente en Terencio y Virgilio), y si Prisciano no trata al final de su obra los uitia uirtutesque orationis que recoge por ejemplo Donato, sí lo hace al final del libro XVII, donde trata sobre diversas figuras con ejemplos y citas similares a las que usaba Donato. En cierta medida, una concesión a las Artes más tradicionales de su época sería también todo el final del libro XVIII, dedicado a ese amplio recuento de idiomata, construcciones, principalmente de verbos, pero también de otras partes de la oración (preposiciones, nombres…), con numerosas citas y ejemplos recurrentes en esas Artes.17

–––––––––– 17 Incluso, se apunta que podemos encontrar en este apartado influencia del tratado de Macrobio De uerborum Graeci et Latini differentiis uel societatibus excerpta. Cfr. Priscien, Grammaire (2010:17-8).

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PRISCIANO, Sintaxis

Así pues, si bien es Apolonio Díscolo la fuente esencial, Prisciano recoge toda la tradición gramatical anterior, tanto griega como latina. Sintaxis de la oración: Diátesis y transitividad Una vez entendido el porqué de su obra, su concepción general, y las fuentes utilizadas, creemos que debemos profundizar un tanto en un aspecto esencial de la sintaxis de Prisciano, y es la importancia de la transitividad en el proceso generador de la frase. Como hemos visto, ya Apolonio partía de la idea de que los dos constituyentes necesarios para que hubiera oración eran nombre y verbo. Pues bien, a partir de aquí, entendía Apolonio que, como los nombres designan cuerpos y lo propio de los cuerpos es actuar o sufrir, su relación con el verbo es hacer o recibir la acción del verbo (I 16), que es lo que él denomina diátesis, un concepto que se ha traducido con el término genérico de “voz”, pero que se refiere concretamente a la disposición en que se halla un cuerpo o concepto con respecto a la acción expresada por el verbo, ya sea como agente o como paciente. Así pues, del sujeto (ya sea agente o paciente) al verbo se produce un primer paso. Ahora bien, la acción significada por el verbo puede ser completa en sí misma (verbos intransitivos) o incompleta, por lo que precisa completarse con un objeto al que afecte dicha acción (transitivos), con lo cual estaríamos ante un segundo paso o movimiento de la acción. Por último, estarían los verbos de existencia o copulativos, cuya función es poner en relación dos conceptos (III 156 sigs.). 32

Introducción

Pues bien, ya Apolonio Díscolo establece que la relación del nominativo con el verbo es intransitiva, mientras que la de éste con sus complementos, si los necesita, es transitiva:18 (transit.)

NOMINATIVO VERBO (COMPLEMENTO)

intransit. Lógicamente, en este esquema ideal de construcción, se producen numerosos desajustes entre lo planteado por la teoría y el uso o la realización, y es esto, precisamente, lo que debe explicar una sintaxis racional. Así, ¿qué ocurre en los verbos impersonales meteorológicos en los que no aparece nominativo?, ¿o en construcciones como curritur ad uocem iucundam? Pues bien, en los primeros, afirma Prisciano (XVII, 14), que no aparece el sujeto porque es siempre el mismo (Júpiter) y que por lo tanto no hace falta expresarlo; y en cuanto a los segundos (XVII, 90 o XVIII, 95) nos dice nuestro autor que una construcción como curritur es correcta, porque se enuncia, simplemente, la acción, y se ha elidido un nomen cognatum, un nominativo del mismo significado del verbo (cursus) que no es necesario expresar, al igual que cuando un verbo transitivo se construye en voz

–––––––––– 18

Cfr. Prisciano, Instit. GLK II, 374.

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PRISCIANO, Sintaxis

activa de forma absoluta es porque se habría elidido un objeto del mismo significado que el verbo (ego amo). La elipsis se convierte así, como ya decía Apolonio Díscolo, no en una figura retórica, sino en un recurso de tipo ordinario que explica construcciones que rompen ese esquema perfecto de transitividad al que nos referíamos. Estas construcciones “anómalas” serían la de los verbos impersonales, la pasiva impersonal, la construcción de verbos con casos distintos al acusativo, el acusativo de relación, las oraciones de relativo… Y es que el concepto de transitividad no sólo se aplica a las relaciones entre sujeto - verbo - complementos. De hecho, para Prisciano la relación entre relativo y antecedente es intransitiva ya que tienen un mismo referente y, sin embargo, hay preposiciones transitivas como coram, que marcan el paso de un referente a otro. También en construcciones del posesivo con el verbo sum, en ejemplos como tuus sum filius, meus es pater, para Prisciano se produce una transición entre personas. En concreto, para él, esta transición es necesaria en los posesivos, que son siempre transitivos al indicar la relación entre dos personas, el posesor y lo poseído, a no ser que de manera figurada alguien diga: meus ego sum et seruus et dominus.19 De este modo las relaciones que empiezan a configurarse en su obra como intransitivas son las que se

–––––––––– 19 Cfr. Apolonio, Sintaxis II, 105 (p.217). O Prisciano: Possessiua uero transitiua sunt semper (GLK II, 582), o Possessiua necessario in duabus diuersis intelleguntur personis et sunt transitiua (ibidem).

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establecen entre sujeto-verbo, relativo-antecedente, sustantivo-adjetivo o dos nombres en aposición, mientras que se consideran transitivas, por ejemplo, la relación entre un genitivo y un nombre, o el verbo con sus complementos. Si nos fijamos, las relaciones intransitivas serán las que sean consideradas posteriormente como relaciones de concordancia, mientras que las transitivas serán las relaciones marcadas por el régimen.20 Sigue especificando además nuestro autor y, por ejemplo, en la transitividad verbal hay también variantes como la reflexividad (que él denomina reciprocatio o sui passio a partir del concepto de idiopathé en griego), y que supondría la vuelta de la acción a uno mismo;21 y la retransitio, neologismo introducido por Prisciano, que equivaldría al reflexivo indirecto, y que corresponde a un movimiento de A hacia B, seguido de otro de B hacia A como en el ejemplo: rogat te ut sibi indulgeas. Es decir es una transitio que vuelve a uno mismo después de que ha pasado por otra persona.22

–––––––––– 20 Apunta Vicente Bécares, en la introducción de su traducción de la Sintaxis de Apolonio, que estas nociones estaban ya presentes en el gramático griego, que las distingue con los verbos symphéro y epiphéro (1987: 42). 21 Reciprocam uel sui passam, quam Graeci ἰδιοπαθῆ uocant (…) ut uideo memet (XVII, 108); o bien en XVII, 106: Prima et secunda persona uel in se reciprocantur, id est refringuntur, uel in alias diuersas transeunt, cum non absolutis uerbis adiunguntur. In sese quidem reciprocantur, ut misereor mei… noces tibi… in alias uero diuersas transeunt, ut misereor illius… noces illi.” 22 Transitio qui in se reciprocatur dice en XVII, 30; o: Per retransitionem aliquam, ut praedictum est, construitur, id est quando ab ipsa in aliam

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PRISCIANO, Sintaxis

De todas formas, ya hemos dicho que la noción de transitividad se extiende más allá de la simple relación entre el verbo y sus complementos. Y eso se debe también a que, para Prisciano, está estrechamente unida a la noción de persona, como hemos apuntado a propósito de la relación entre el poseedor y lo poseído en los posesivos (que serían, pues, siempre transitivos), con lo cual, en la sintaxis de Prisciano, encontramos numerosos elementos filosóficos y lógicos (como la noción de persona-referente…), que habían sido ya perceptibles en la gramática desde sus inicios (y ahí están Platón, Aristóteles, los estoicos…), y que seguirán presentes en ella, de una manera o de otra, a lo largo de toda su historia. Y ahí está también la gramática de los modistas, con distinciones como la de uerbum mentis-uerbum oris. En realidad, todo parte de la distinción entre realidad - mente - lenguaje y la relación entre los referentes de la naturaleza - los pensamientos - y las palabras, que es lo que los modistas llamarán modus essendi modus intellegendi - modus significandi. En el fondo subyace una idea básica en las gra-máticas de este tipo, y es la idea de que la realidad y los conceptos son los mismos en todas las lenguas y que lo que cambia son las palabras, que son las marcas de esos conceptos. Esta idea permitió a los modistas llegar a una gramática “general” que se preocupaba más

–––––––––– fit transitio personam et ab illa in eam retransitio, quae similiter obliquum exigit, ut rogat me seruus ut miserear sui, petit me amicus ut sibi prosim…XVII, 133.

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de los conceptos y de su relación con la realidad y las palabras que por las propias palabras. Este tono filosófico seguirá presente a partir del Renacimiento en gramáticas de título muy significativo como las de Escalígero (De causis linguae Latinae, 1540), Campanella (Grammatica philosophica, 1638), Caramuel (Grammatica audax, 1654), etc. De ahí la importancia de humanistas como Linacro o el Brocense, que saben tomar la base gramatical de la sintaxis de Prisciano, pero desligándola del tono lógico y filosófico que la domina en los tratados modistas. Estructura de la obra. La obra completa consta de 18 libros, de los cuales los 16 primeros se dedican a la fonética y morfología (letra, sílaba y partes orationis), mientras que los dos últimos son los dedicados a la constructio o sintaxis. Pues bien, en época medieval, se denominará Priscianus maior a los 16 primeros libros, y minor a los dedicados a la sintaxis, si bien en un principio estas denominaciones se atribuían a las Instituciones completas (maior) y a la Institutio de nomine et pronomine et verbo (minor). El hecho de que esta última obra casi pasara después desapercibida hizo que se utilizaran los dos términos (maior y minor) para las dos partes principales de las Instituciones, lo cual nos da idea también de la importancia que alcanzó esta obra durante toda la época medieval.

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Si nos centramos en la estructura de los 18 libros, el propio Prisciano explica su desarrollo en el inicio del libro XVII: “Así pues, si en los libros mencionados, hemos tratado sobre los distintos componentes de las palabras según determinaba la lógica de cada una, a continuación trataremos sobre el orden en que suelen aparecer esos términos para que se produzca una oración completa, algo que debemos estudiar detallada y necesariamente para la comprensión de cualquier autor, ya que, de la misma manera que las letras se unen de una forma apropiada para formar sílabas, y las sílabas para formar palabras, así también las palabras para formar una oración” (XVII 2).

Lo que nos parece más importante de esta estructura de la obra de Prisciano es que, si la comparamos con las Artes gramaticales de su época, la estructura es similar excepto en la parte final, en la que se sustituye el apartado usual de uitia uirtutesque por el dedicado a la sintaxis. Este cambio nos parece esencial, porque indica que, lo que pretende Prisciano en la parte final no es hacer un recuento de citas y ejemplos de autores latinos, sino explicar cómo se han producido las construcciones, literarias o no, que va mencionando a lo largo de su obra. Si bien estamos sólo en sus inicios, lo cierto es que estaríamos asistiendo a un intento de “liberación” y dignificación de la gramática, que intenta separarse en cierto modo de su sentido auxiliar y ancilar de la retórica. En cuanto a la estructura general, ya apuntamos anteriormente que las Institutiones tienen tres partes diferenciadas: 38

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I-VII Introducción, estudio del nombre y de aspectos relacionados con él. VIII-XVI El verbo, sus accidentes y otras formas relacionadas con al verbo. XVII-XVIII Sintaxis. Pues bien, ya si nos centramos en la estructura de los libros dedicados a la sintaxis, XVII y XVIII, la estructura es similar a la de Apolonio. Así, en la Sintaxis de Apolonio, encontramos cuatro grandes partes: – En la primera, una introducción al estudio de la sintaxis (I 1-35) y el tratamiento del artículo (36-141), situado en lugar inicial por preceder al nombre, si bien aquí se trata también sobre los artículos pospositivos o pronombres relativos (142-157). – En la segunda, estudio del pronombre (II 1-170), que no precede o acompaña, sino que aparece en lugar del nombre. – en la tercera, más heterogénea, encontramos un estudio del solecismo, la concordancia y relación entre partes de la oración (III 1-53), y un amplio apartado dedicado a la sintaxis del verbo: modos, diátesis y su construcción con diversos casos (54-190). – La última parte trata sobre la preposición y, aunque está incompleta, anuncia que trataría igualmente sobre el adverbio (IV 1-78). De manera paralela, Prisciano comienza el libro XVII, como hemos apuntado, con una introducción acerca de la necesidad de la sintaxis (1), la progresión entre el análisis de letra, sílaba, palabra y oración (2), 39

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semejanza en los accidentes que les afectan (3 sigs.) después de lo cual, va centrándose en los siguientes aspectos:23 – Importancia del nombre y del verbo, y reflexión sobre la importancia y el orden de las partes de la oración: nombre, verbo, pronombre, participio, preposición, adverbio y conjunción (12 - 21). – Interrogativos: sustancia / accidente (22 - 25).24 – Equivalentes latinos de los artículos griegos (26 - 51). – Pronombres: construcción, posesivos… (52 143).25 – Principios de la construcción: yuxtaposición, concordancia… (144 - 208).26 Y, ya en el libro XVIII: – Casos (1 - 39). – Modos (40 – 126).

–––––––––– 23

Cfr. Priscien, Grammaire (2010:12 y 58 sigs.). Él mismo afirma al inicio del capítulo 22 que, antes de tratar sobre la construcción de las distintas partes de la oración, va a reflexionar sobre diversas cuestiones de los interrogativos. 25 En realidad, Prisciano dedica la mayor parte de este libro XVII a aspectos relacionados con los pronombres, sobre todo si consideramos como tales lo que él denomina nomina generalia, y que abarcan a nuestros relativos, indefinidos, etc. La importancia dada al concepto de sustancia, su oposición a la acción, y la relación de la sustancia con el nombre y el pronombre, hacen que le dedique una amplia sección. No en vano, trata numerosas cuestiones como la construcción de nombre y pronombre con el verbo, distinción entre deixis y anáfora, aspectos diferentes de los pronombres posesivos (persona, transitividad, construcción…), si tienen o no vocativo, etc. 26 Es decir, este libro XVII comprende lo que aparecía en los dos primeros de Apolonio, más una parte del tercero. Es decir la mayor parte de lo conservado del gramático griego. 24

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– Construcción de los verbos con diferentes casos, y una larga serie idiomata o comparación de construcciones en latín y griego (127 – 307).27 Como vemos, si bien no al pie de la letra, Prisciano va siguiendo el plan trazado por Apolonio Díscolo, con una parte inicial dedicada a una introducción general a la sintaxis, y a nociones generales sobre las partes de la oración, la importancia de nombre y verbo…, seguida por partes dedicadas al artículo (y sus sustitutos en latín), pronombre, concordancias y fenómenos en torno a la relación de distintas partes de la oración, modos y distintas construcciones verbales, y, en el caso de Apolonio, esa parte final dedicada a la preposición y al adverbio, mientras que Prisciano se queda en el amplio apartado de las construcciones griegas y latinas. Transmisión e influencia posterior Prisciano vive entre los siglos V y VI d.C. Era originario de Mauritania, cristiano y discípulo de Teoctisto en Constantinopla, donde impartirá él mismo clases de gramática latina. Además de las Institutiones, compuso también un panegírico al emperador Anastasio I (514); una Institutio de nomine et pronomine et uerbo (que remite a las Institutiones y que, por lo tanto, es posterior),28 o

–––––––––– 27 Este libro XVIII, como vemos, recoge las partes del libro tercero de Apolonio no incluidas en el XVII, a partir de lo cual, se separan, centrándose ya Prisciano en su larga lista de idiomata. 28 Esta obra incluye también el participio, de manera que trata sobre las partes variables de la oración, y fue bastante conocida al principio del Medievo.

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unas Partitiones duodecim uersuum Aeneidos principalium, obra de carácter métrico y retórico. A la hora de entender el contexto histórico y las motivaciones de Prisciano, nos parece muy significativa la relación epistolar que mantuvo nuestro gramático con Símaco el Joven, uno de los más empeñados en el mantenimiento de la cultura latina en esos momentos.29 En efecto, Prisciano compone por petición de Símaco –y se las dedica– un De figuris numerorum, un De metris fabularum Terentii y unos Praeexercitamina que traducen los Progymnasmata atribuidos a Hermógenes. Como vemos, son todas obras de influjo griego y de carácter retórico y exegético, preocupadas por explicar, y por lo tanto mantener, las bases de la literatura y la retórica clásica.30 Su obra fue copiada en los años 526-527 por su discípulo Flavio Teodoro, funcionario del palacio imperial, que alude a ella como Ars Prisciani uiri eloquentissimi disertissimi grammatici. En esta denominación, más que los elogios dirigidos a su maestro, nos llama la atención la mención a su obra como Ars, frente a la que nosotros utilizamos de Institutiones. En realidad, esta última denominación, no aparece sino a partir de la edición de Krehl (1819-20),31 pero es la que se ha extendido, sobre todo a partir de la

–––––––––– 29

Cfr. Priscien, Grammaire (2010:10). Como obra no gramatical sólo nos ha llegado una traducción en verso latino de la Periegesis de Dionisio, que continuaría también con su afán traductor griego-latín. 31 Cfr. Priscien, Grammaire (2010:9). 30

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edición que hace Martin Hertz en la recopilación de Grammatici Latini de Keil. Ciertamente, creemos que las características de la obra de Prisciano, auténtica compilación en la que se recoge la doctrina gramatical en todos sus aspectos (fonética, morfología, sintaxis), con estudio de las diferentes partes de la oración y sus construcciones, así como con numerosos ejemplos y citas explicativas, convierten en apropiado este título de Instituciones, ya que es un término que se usa para designar una recopilación de los preceptos de un arte o doctrina, ya sea de oratoria, de métrica, de matemáticas, de leyes…, o de gramática, como en este caso.32 La obra cobró pronto fama y fue elogiada y utilizada, además de por su discípulo Teodoro, por su contemporáneo Casiodoro,33 y ya posteriormente se difundió, al igual que su Institutio de nomine, et pronomine et uerbo, llegando alguna copia a las islas Británicas, donde es utilizada por ejemplo por Beda, Alcuino, Dungalo, Agobardo, Rabano Mauro –discípulo de Alcuino–, o Servato Lupo, discípulo a su vez de Rabano. Posiblemente, la parte de las Institutiones más utilizada en esta época fueran los 16 primeros libros, debido tanto a razones materiales y prácticas (los 18 libros eran una obra demasiado extensa), como debido también a que siempre se utilizó Prisciano, en un prin-

–––––––––– 32 Por ejemplo, sobre la diferenciación entre Introductiones e Institutiones gramaticales, vid. Sánchez Salor (2002: 129). 33 Cfr. Praefatio a la edición de G.L.K., II, p.IX.

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cipio, para compararlo con Donato, a quien complementaba y desarrollaba, de manera que lo más difundido era lo que tenía relación en su contenido con el Ars de Donato. Y esto habría sido así hasta bien entrado el siglo XII.34 Por otra parte, manuales medievales en verso como el Doctrinal de Alejandro de Villadei o el Grecismus de Évrard de Béthune, centrados en la enseñanza de la gramática latina partiendo de sus reglas, listas y ejemplos en verso, reciben también gran influencia tanto de Donato como de Prisciano, siendo las obras más utilizadas en la enseñanza gramatical en la Edad Media. No resultan extrañas entonces opiniones como la de Covington para quien, en los siglos X y XI la gramática latina estaba estancada, incluso congelada dice él (“frozen”), en la teoría de Prisciano.35 Lo cierto es que, poco a poco, la tarea de conocimiento y difusión de la obra completa de Prisciano, que se había iniciado en la corte carolingia, promovida sobre todo por Alcuino, irá dando sus frutos, y los maestros empiezan a considerar la obra de Prisciano como un instrumento muy completo de reflexión sobre la gramática latina, ya que incluía numerosas citas, terminología, relaciones con la literatura y la lengua griega, etc. Además, conceptos que aparecían tratados en Prisciano con una perspectiva lógica y filosófica

–––––––––– Cfr. Priscien, Grammaire… (2010: 49). M.A. Covington (1986: 23). Es muy significativo que, cuando un humanista como Valla, critique a los gramáticos medievales, que no habrían hecho sino “balbucear” en sus tratados, critique entre otros a Villadei, por haber transmitido los preceptos de Prisciano en versos bárbaros llenos de errores de su propia cosecha. 34 35

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como “sustancia”, “accidente”, “persona”… empiezan a tener eco en la gramática medieval y escolástica, siendo muy utilizados en las universidades medievales europeas desde sus orígenes, sobre todo en la Universidad de París. De ahí su influencia en las Glosas de Guillaume de Conches, o en la Summa de Petrus Helias, que trata de explicar categorías gramaticales a partir de las categorías aristotélicas, incorporando de este modo planteamientos lógicos a la descripción gramatical. Ciertamente, esta descripción gramatical se hará en gran medida en toda la gramática modista medieval partiendo de las definiciones de Prisciano,36 si bien, dada la relación que ellos establecen entre realidad, pensamiento y lenguaje, su método de análisis es lógico y su objetivo no es puramente gramatical ni didáctico. Por ello sus reflexiones se alejan bastante de las características y finalidades con las que Prisciano había concebido su obra (no en vano, y a manera de ejemplo, en los tratados modistas, desaparecerán todas las citas de autores clásicos que enriquecían las Institutiones, encontrando en cambio ejemplos inventados como Socrates albus currit bene).37 Por eso, entendemos a Covington cuando destaca las diferencias existentes entre Prisciano y Tomás de

–––––––––– 36 Por ejemplo, las proprietates significationum de Prisciano se convierten en los modi significandi de los modistas, que recogen también conceptos fundamentales de las Institutiones como el de transitividad. 37 En términos muy duros se expresa por ejemplo Chomarat, para quien los modistas son Prisciano y Donato empobrecidos y formulados en un lenguaje filosófico y abstracto (1981: 223).

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Erfurt, uno de los más importantes gramáticos modistas: “Priscian quotes numerous classical authors; Thomas quotes one, making extensive use of the logician´ stock example Socrates albus currit bene. Priscian seeks to describe all the constructions of the Latin language; Thomas discusses only a limited range of them, neglecting for instance the subordinate clause. Priscian gives information about the Latin language; Thomas gives what he holds to be information about the necessary structure of all languages as deduced from the structure of cognition and of reality”.38

De cualquier modo, es fácil encontrar huellas de Prisciano prácticamente en todos los autores medievales, sean del tipo que sean (gramáticas modistas, en verso…), advirtiéndose además que se establece una gradación, de manera que Donato empieza a utilizarse para la enseñanza de la gramática a un nivel inferior, mientras que Prisciano se usa para niveles superiores. De este modo, durante la Edad Media, los códices de Prisciano estarán presentes prácticamente en todas las bibliotecas europeas, y nuestro autor será conocido y elogiado por numerosos estudiosos, que le califican como “Romanae lumen facundiae”, “communis hominum praeceptor”, “Latinae eloquentiae decus”, o “primae artis restaurator strenuus”.39

–––––––––– 38

Covington, M.A. (1979: 471). G.L.K. II, XII y XXX en la introducción, que cita elogios de Eutychio, Alcuino… 39

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Y es que, como resume Percival, la enseñanza gramatical durante la Edad Media, se podría dividir en tres niveles. Pues bien, en el nivel elemental, se utilizaba como manual el Ars minor de Donato y, en Italia, la denominada Ianua, un pequeño manual atribuido a Donato, pero que en realidad era una compilación, con definiciones elementales, preguntas y respuestas, basada en las Institutiones de Prisciano. En el nivel intermedio, se usaba el Doctrinale de Alejandro de Villadei (que, como sabemos, tiene también influjo de Prisciano), y ya para el nivel superior se utilizaban nuestras Institutiones. De este modo, Prisciano y su obra estarán presentes, de una manera o de otra, en todos los niveles y tipos de enseñanza durante la Edad Media. Por eso no es extraño tampoco que, cuando ya a principios del Renacimiento, Petrarca recoge en un poema a gramáticos ilustres de la antigüedad, cita en primer lugar a Prisciano:40 Grammatica era prima in questo pianto E con ley Prisciano ed Ugoccione, Papia, Grecismo e Doctrinale…

Los primeros humanistas, como Perotto, Guarino de Verona, Lorenzo Valla…, son conscientes de la necesidad de recuperar, tanto la propia lengua latina, como las gramáticas centradas en describir y analizar su funcionamiento. No en vano afirmará Valla que hacía ya 600 años que nadie no sólo no hablaba latín sino

–––––––––– 40

En la edición de la poesía de Petrarca de L. Carreirus Patavii, 1837 II

691.

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que ni siquiera lo entendía, pues los que habían escrito durante esos años sobre gramática, retórica, lógica, derecho civil o canónico, o sobre el significado de las palabras, no habían ayudado en nada para su explicación. Todo lo contrario. En su opinión, no habían hecho más que balbucear.41 Por eso, en la gramática renacentista, se recupera el latín clásico, el latín de Virgilio, Cicerón y Quintiliano, con sus ejemplos y citas; pero se recuperan también gramáticos como Servio, Donato o nuestro Prisciano. De hecho sus definiciones42 y su concepción general de la gramática calan pronto en los humanistas, necesitados como decíamos, tanto de describir como de entender y analizar la lengua latina y su construcción.

–––––––––– 41 Cfr. VALLA, Eleg. I praef., II praef. (p.59 y 184 sigs. en la edición y traducción de S. López Moreda, Cáceres, 1999). Sobre este tema, vid. igualmente E. Sánchez Salor (2002: 56 sigs.), quien recoge también un fragmento de una carta de Valla a Juan Serra (epist. 13), en la que afirma que ha añadido algo a lo aportado por Donato, Servio y Prisciano, pero que sobre todo ha corregido a los gramáticos posteriores a ellos, es decir, a los denostados medievales: “¿Que añado algo a lo que dijeron Prisciano y otros gramáticos? ¿Voy por ello a ser criticado?... ¿Es que esos gramáticos (Prisciano, Donato, Servio y demás gramáticos antiguos) soporta-rían las heces de estos más recientes que nos han dejado libros de Gramática, o de Retórica, o de Léxico, o de Comentario de autores? Me da vergüenza dar sus nombres: Francisco Buto, Sucinas, Everardo, Martín, quien vomitó un libro sobre los modos de significación, Alejandro, quien tomando los preceptos latinos de Prisciano los escribió en versos bárbaros añadiendo muchos errores de su propia cosecha, Alano, Venturino, Pedro de Viñas, Ugución, Catolicón, Aimón, Azón, Dionisio, Traveto, Bienvenido el monje”. 42 Por ejemplo, su definición de verbo será repetida por Nebrija: Verbum est pars orationis declinabilis cum modis et temporibus, sine casu, agendi uel patiendi significatiua. Cfr. Prisciano, G.L.K. II, 369 y Nebrija, Introducciones Latinae [f.18, col.b]

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Introducción

No obstante, si bien en general todos reconocen sus méritos, también recibirá alguna crítica, y así el propio Valla, en su epístola 13, manifiesta que, en ocasiones, tanto el propio Prisciano como otros gramáticos de la antigüedad han de ser censurados. Y de hecho, en el conocido proemio del libro VI de las Elegancias, que es el libro que más citas gramaticales contiene en esta obra, afirma el humanista que no es malo criticar algunos errores en los antiguos, y que no se debe aceptar sin más la autoridad de un autor, ya sea literato o gramático, simplemente por el hecho de ser antiguo. Por eso, para Valla, Prisciano era un sol que, a veces, tenía sus eclipses.43 Entre esos eclipses, menciona Valla, algunas interpretaciones concretas de Prisciano con las que no está de acuerdo, como por ejemplo acerca de aegrescit, que para nuestro gramático significa ‘inicio’, cuando Valla cree que los incoativos equivalen a verbos compuestos con fio;44 acerca de la dualidad gerundio / supino, etc.45 En general, Valla, y los humanistas criticarán a todos los gramáticos de la antigüedad cuando no basen sus afirmaciones en los pilares del usus, auctoritas y la ratio.46

–––––––––– 43 Apología ad Eugenium IV, en L. VALLA, Opera omnia, Basilea, 1540 (ed. por E. Garin, Turín, 1962, p.799). 44 Eleg. I 24 (p. 144) que alude a Prisciano Instit. VIII, 72-81 (G.L.K.II, 430). 45 Eleg. I 30 (p. 168) que alude a Prisciano Instit. IX 39 (G.L.K. II, 475). 46 Por ejemplo, dirá Valla a propósito de una observación de Prisciano sobre el supino: “Observación digna del buen latín si fuese cierta; pero no lo es ni por criterios de autoridad ni por la razón. En verdad no puso ningún ejemplo basado en el criterio de autoridad…” (Valla, Eleg. Edic. S. López

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Ahora bien, sin duda, la influencia más importante de la sintaxis de Prisciano, y de su concepción racional de la gramática, en el Renacimiento, se dará en Linacro, que le cita más de cuarenta veces en su De emendata, y que a su vez se convierte en fuente del Brocense y de toda la gramática de las causas que empezará a difundirse por la Europa del XVI tras el éxito de la Minerva. Como vemos, no es exagerado entonces decir que “la tradition grammaticale latine, voire toute l’analyse linguistique occidentale, est tributaire de certains développements du livre 17”.47 Y es que, a partir de la gramática racional del XVI, el esquema de su obra, sus definiciones y clasificaciones y, sobre todo, sus apuntes racionales han seguido presentes, si bien ya difuminados por las aportaciones posteriores, en las gramáticas latinas hasta nuestros días.

–––––––––– Moreda, p.169). Es curioso porque, a pesar de esta crítica contra una opinión de Prisciano vertida en su tratado De Nomine, et pronomine et uerbo, más adelante dirá Valla que, sin embargo, Prisciano sí acierta en una obra suya “de mayor extensión, mucho más elaborada y de más talento”. Sin duda, esta obra son las Institutiones. Críticas similares contra aquellas afirmaciones de Prisciano que no se basan en los pilares mencionados, las encontramos en Valla (p.171), donde afirma: “En este punto yo disiento de Prisciano con suma libertad, tanto por criterios de razón, que más tarde diré, como por criterios de autoridad, y sobre todo la de Marco Fabio, a quien pongo por delante de todos sin ningún género de dudas”. Cfr. Otros pasajes similares en Eleg. pp. 188, 192, 202, 216, 220, 234, 266, 274, 304, 346, 482, 720, 726, 730, 732 y 792. 47 Priscien, Grammaire (2010: 45).

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Introducción

Nuestra traducción Para la realización de esta traducción, nos hemos basado tanto en la edición de Martin Hertz de G.L.K. (1855-59), como en la edición y traducción del libro XVII del grupo Ars Grammatica (2010), que presenta alguna ligera variación en la edición del texto, referida sobre todo a la aceptación o no de algún pasaje dudoso. Hemos marcado en nota aquellos pasajes en los que, en nuestra opinión, convenía apuntar la diferencia entre ambas ediciones. Por otra parte, hemos mantenido la lengua griega en las citas de autores helenos, y hemos traducido aquellos ejemplos, latinos o griegos, que considerábamos pertinentes para la explicación de la teoría de Prisciano. En estos casos hemos utilizado la cursiva para el ejemplo citado por el gramático y hemos colocado nuestra traducción entre paréntesis y comillas. Igualmente, hemos insertado a pie de página la referencia de las citas clásicas, así como la indicación de los pasajes tomados de Apolonio Díscolo. En cuanto a la doctrina gramatical, hemos introducido también notas aclaratorias cuando así lo hemos estimado conveniente. Por último, hemos incluido un índice de aquellos términos gramaticales que, en nuestra opinión, pueden interesar a quienes acudan a la Sintaxis de Prisciano centrándose en alguno de los aspectos concretos que aparecen en su obra. Por todo ello, esperamos que esta traducción sirva a investigadores y estudiosos de la obra de Prisciano, 51

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y que sobre todo suponga una ayuda para aquellos que no estén demasiado familiarizados con la lengua latina. BIBLIOGRAFÍA 1. Fuentes clásicas. APOLONIO DÍSCOLO, Sintaxis, estudio y traducción de V. Bécares, Madrid, Gredos, 1987. PRISCIANO, Institutiones, G.L.K., tomos II y III. PRISCIEN, Grammaire, livre XVII – Syntaxe, 1, introducción, edición crítica, traducción al francés y notas por el grupo Ars Grammatica (M. Baratin et alii), París, Librairie Philosophique J. Vrin, 2010. 2. Estudios. AMACKER, R. (1990), “L´argumentation pragmatique chez Priscien: persone et deixis”, Historiographia Linguistica 17, pp.269-91. BARATIN, M. (1978), “Sur l´absence de l´expresssion des notions de sujet et de prédicat dans la terminologie grammatical antique”, en Collart J, Varron, grammaire antique et stylistique latine, París, pp. 205-209. — (1989), La naissance de la syntaxe à Rome, París. BARATIN, M., DESBORDES F. (1981), L’analyse linguistique dans l’Antiquité Classique, París. BARATIN, M., COLOMBAT, B. y HOLTZ, L. (eds), (2009) Priscien: transmission et refondation de la grammaire, de l’Antiquité aux Modernes, Turnhout, Brepols. CHEVALIER, J. C. (1968), Histoire de la syntaxe: Naissance de la notion de complément dans la grammaire française, Ginebra.

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Introducción

CHOMARAT, J. (1981), Grammaire et rhetórique chez Erasme, París. COLOMBAT, B. (1993), Les figures de construction dans la syntaxe latine (1500-1780), París-Lovaina. COVINGTON, M.A. (1979), “The syntactic theory of Thomas of Erfurt”, Linguistics 17, pp.465-96. — (1984), Syntactic theory in the High Middle Ages, Cambridge University Press. — (1986), “Grammatical theory in the Middle Ages”, en Studies in the history of Western Linguistics, ed. por F. Bynon y F.R. Palmer, Cambridge Univ. Press, pp.23-42. DESBORDES, F. (1983), “Le schema addition, soustraction, mutation, métathèse dans les texts anciens”, Historie Epistémologie Langage 5/1, pp.23-30. HARTO TRUJILLO, Mª L. (1994), “Los términos suppositum y appositum: relación entre lógica y gramática”, Anuario de Estudios Filológicos, XVII, pp. 247-258. — (2010), “Las fuentes gramaticales de las Elegantie”, Lorenzo Valla: la reforma della lingua e della logica (Mª A. Regoliosi ed.), Prato, pp.31-49. HOLTZ, L. (1981), Donat et la tradition de l’enseignement gramatical, París. LAMBERT, Ch. (1908), La grammaire latine selon les grammairiens latins du IV et du V siècle, Dijon-París. LUSCHER, A. (1912), De Prisciani studiis graecis, Breslau. PÉREZ RODRÍGUEZ, E. (2002), “La doctrina de Prisciano sobre la letra según sus comentaristas del siglo XII”, Actas del III Congreso Hispánico de Latín Medieval, León, II, pp. 661-70. ROBINS, R.H. (1974), Breve historia de la lingüística, Madrid. SÁNCHEZ SALOR, E. (1994), “La gramática teórica: De Apolonio Díscolo y Prisciano a Escalígero y el Brocense”, Humanistica Lovaniensia XLIII, pp.319-40.

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— (2002) De las elegancias a las causas de la lengua, Alcañiz-Cádiz.

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Carta introductoria1

–––––––––– 1 Colocamos al principio de nuestra traducción de la sintaxis la carta introductoria que Prisciano escribe al inicio de sus Institutiones, pues creemos que ayudará a la comprensión de las líneas generales de su obra y, en concreto, de su sintaxis.

Prisciano gramático de Cesarea a Juliano cónsul y patricio Si bien reconozco que los estudiosos latinos han difundido tanto los conocimientos retóricos como todo tipo de estudios procedentes de fuentes griegas, destacables sin duda por su saber, observo también que, al seguir sus huellas en las diferentes artes liberales, llevados por la admiración, se han imitado no solo los aciertos que nos transmitieron, sino también algunos errores. En ellos incurrió, especialmente, el arte gramatical más antiguo, mientras que, según confirma el juicio de todos los eruditos, autores tanto más recientes cuanto más acertados, destacaron por sus cualidades y consiguieron renombre por la escrupulosidad de su método. 1 En efecto ¿qué hay más certero que las

–––––––––– 1 Es significativa la dificultad de traducción de este párrafo por las complicaciones sintácticas que encierra (hiperbaton, subordinaciones…). De hecho, el propio Lorenzo Valla, en sus Elegancias, a pesar de elogiar a Prisciano en numerosos aspectos, critica en ocasiones su estilo. Y una de estas ocasiones será, precisamente, por este párrafo: “También Prisciano apenas se expresó de acuerdo con las reglas gramaticales en el proemio de su gran obra, y especialmente en la primera expresión, más concretamente en la primera sílaba, diciendo: Cum omnis eloquentiae doctrinam et omne studiorum genus sapientiae luce praefulgens a Graecorum fontibus deriuatum, Latinos proprio sermone inuenio celebrasse, etc., que eran tantos los términos que precedían al verbo principal, que ni Demóstenes, que era capaz de pronunciar con voz sostenida numerosos versos sin necesidad de tomar aire, o Hércules, que recorría completamente un estadio sin tener que respirar, y ni siquiera el milanés Novelo Torcuato, que se bebía de un soplo tres congios de vino, podría pronunciar aquella frase y período sin

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PRISCIANO

artes de Herodiano? ¿Qué podemos hallar más claro que las precisas aportaciones de Apolonio? Ahora bien, a pesar de que, en mi opinión, estos autores no sólo han corregido casi todos los errores que nos habían sido transmitidos en los comentarios de los gramáticos griegos antiguos, sino que los han enmendado con las leyes precisas de la razón, sus propuestas sin embargo no han encontrado émulo alguno en latín, hallándose nuestros estudios de letras muy descuidados por la escasez de escritores. Por todo ello, con audacia, pero no sin respeto, me he propuesto una empresa, de gran magnitud en relación con mis fuerzas pero en absoluto ajena a mi oficio, y es traducir al latín los preceptos que me parecen oportunos de los gramáticos mencionados, además de recopilar cuantas aportaciones estime también necesarias de los comentarios de nuestros propios autores, en una síntesis que considero apropiada, si con mi esfuerzo se unen en una sola obra las aportaciones más escogidas de las autoridades de ambas lenguas. Pienso, por tanto, que no debo ser objeto de crítica por imitar a quienes ocupan el primer lugar entre los gramáticos griegos, sobre todo cuando gramáticos latinos anteriores, como hemos indicado, imitando a los griegos también en sus errores, consiguieron sin embargo los mayores elogios.

–––––––––– necesidad de tomar aire. Finalmente añade el verbo principal: conatus sum pro uiribus rem arduam quidem, sed officio professionis non indebitam supra nominatorum uirorum praecepta, quae congrua sunt mihi uisa in Latinum transferre sermonem. Debería haber dicho cum inueniam o quoniam inuenio” (Eleg. p.235).

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Carta introductoria

He querido empezar por esta consideración –pues en mi opinión no puede existir una creación humana perfecta en todas sus partes–, para que, si en mi obra he omitido algo por ignorancia o afirmado algo erróneo, no se moleste ninguno de los que se esfuerzan por añadir o cambiar algo en un análisis congruente, racional y con vistas al provecho común del arte de las letras. Además, con más premura de la que hubiera querido me han obligado a escribir estos libros quienes, acechando furtivamente en los trabajos ajenos y llevándose sus aportaciones mediante robos, intentan alcanzar la gloria de toda la obra mediante el vergonzoso cambio del nombre al que corresponde el título. Por lo demás, puesto que, en la ingente materia de mi obra, es imposible que se haya expuesto todo con perfección y brevedad, pido también que se me perdone la extensión, cuando se considere que mis escritos son un compendio del piélago de los trabajos de Herodiano y de los extensos volúmenes de su padre Apolonio. 2 Por ello, puesto que tú me animaste a esta empresa, te nombro también juez de ella a ti, Juliano cónsul y patricio, pues la brillantez de tu ingenio ha alcanzado

–––––––––– 2 Las alusiones de Prisciano en este pasaje a su propia obra (scripta compendiosa) como un resumen de los trabajos de Apolonio (spatiosa uolumina) y de Herodiano (scriptorum pelagus) han sido utilizadas como argumento en el debate sobre si los trabajos de Apolonio y Herodiano formaban una única obra, o eran libros diferentes sobre aspectos diversos de la gramática. Las indicaciones de Prisciano en esta carta introductoria se han interpretado en el sentido de que serían trabajos independientes y complementarios. Cfr. V. Bécares en la introducción de la Sintaxis de Apolonio Díscolo (1987: 32).

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los más altos grados de dignidad en todo tipo de estudios, no sólo por lo recibido de las honrosas fuentes de la antigüedad, sino por lo aportado también de tus propios méritos, lo que asemeja tu espíritu al de Homero y Virgilio, que alcanzaron la cimas en las artes de las musas, convirtiéndote así tú en el que ocupa el tercer lugar y los aúna a ambos, ya que deslumbras en todo tipo de estudios tanto griegos como latinos. 3 Así pues, te dedico esta obra a ti, cumbre de toda elocuencia, en la confianza de que, cuanta gloria me conceda la divinidad por la tarea emprendida, se vea aumentada aún más si cuento con tu claridad, a la manera de un sol que me guíe. A continuación he especificado uno a uno los contenidos de los diferentes libros de toda la obra, para que, si se busca alguna información de cualquiera de ellos, al citarlos por separado, se encuentre con más facilidad. El primero trata sobre sobre los sonidos y sus tipos; la letra: qué es, sus clases y tipos, las características de cada una y en qué se convierten mediante declinación o composición con distintas partes de la oración. El segundo sobre la sílaba: qué es, de cuántas letras puede constar, en qué orden y con qué sonidos, sobre los accidentes de las distintas sílabas; sobre la palabra:

–––––––––– 3 El que Prisciano destaque como mérito fundamental de Juliano el que sea conocedor de ambas lenguas, griego y latín, y estudioso de distintos aspectos de ambas culturas (tertium ex utroque compositum) cobra especial relevancia en su época, en la que, como ya hemos afirmado en la introducción, el mundo clásico, y especialmente la lengua, la cultura y la literatura latina, estaban en peligro evidente en esa zona del imperio.

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Carta introductoria

qué es, en qué se diferencia de la sílaba; sobre la oración: qué es, cuáles son sus partes, y sobre las propiedades de cada una; sobre el nombre: qué es, sus accidentes, los tipos de nombres propios, comunes, adjetivos y derivados; sobre los patronímicos: cuáles son sus formas, de qué modo se derivan y a partir de qué nombres; sobre las distintas terminaciones de los posesivos y sus reglas. El tercero sobre los comparativos, superlativos y sus distintas terminaciones: a partir de qué positivos y cómo se forman; sobre los diminutivos: cuáles son sus tipos, de qué declinaciones nominales y de qué modo se forman. El cuarto sobre los denominativos, verbales, participiales y adverbiales: cuántas son sus clases, a partir de qué nombre se forman y cómo. El quinto sobre el reconocimiento de los géneros en función de las terminaciones; de los números; de las figuras y su ligazón; y sobre el caso. El sexto trata de manera ordenada sobre el caso nominativo en las distintas variantes que presentan los nombres, tanto los que terminan en vocal como en consonante; y sobre las últimas y penúltimas sílabas de los genitivos. El séptimo sobre los demás casos oblicuos, tanto singulares como plurales. El octavo sobre el verbo y sus accidentes. El noveno sobre las reglas generales de todas las conjugaciones. El décimo sobre el pretérito perfecto. El undécimo sobre el participio. 61

PRISCIANO

El décimo segundo y décimo tercero sobre el pronombre. El décimo cuarto sobre la preposición. El décimo quinto sobre el adverbio y la interjección. El décimo sexto sobre la conjunción. El décimo séptimo y décimo octavo sobre la construcción o el orden entre las diferentes partes de la oración. 4

–––––––––– 4 Como vemos, ya en esta carta introductoria, da pistas Prisciano de las bases sobre las que asentará su obra: imitación de Herodiano y Apolonio, de los que destaca su precisión y claridad (repitiendo además varias veces la palabra ratio –razón–); crítica contra la gramática anterior; unión en su obra de elementos griegos y latinos; carácter extenso y compilatorio.

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SOBRE LA SINTAXIS (1) Una vez que en los libros anteriores acerca de las partes de la oración, hemos seguido en numerosas ocasiones la autoridad de Apolonio, sin despreciar por ello, ni otras opiniones necesarias de autores latinos o griegos, ni las novedades que nosotros mismos pudiéramos aportar, trataremos ahora sobre el orden o la construcción de los términos, lo que los griegos denominan “sintaxis”, siguiendo también para ello fundamentalmente las explicaciones de Apolonio, pero sin rechazar lo que otros autores o nosotros mismos consideremos apropiado. 1 (2) Así pues, si en los libros mencionados hemos tratado sobre los distintos componentes de las palabras según determinaba la lógica de cada una, a continuación trataremos sobre el orden en que suelen aparecer esos términos para que se produzca una oración completa,2 algo que debemos estudiar detallada y necesariamente para la comprensión de cualquier autor, ya

–––––––––– 1 La influencia de Apolonio Díscolo en nuestro autor, como hemos indicado en la introducción, es esencial y, de hecho, se considera que, en la gramática latina, la sintaxis aparece gracias a Prisciano y a su intento de trasladar la doctrina del autor griego a la lengua del Lacio. Cfr. M. Baratin y F. Desbordes (1981: 60); J.C. Chevalier (1968: 28); o L. Holtz (1981: 239). 2 Este concepto de oratio perfecta es fundamental para entender la preocupación de Apolonio Díscolo y de Prisciano por la sintaxis, ya que en sus obras analizan la “katallelótes” en griego, o la congruitas en latín, es decir, la relación y el orden de los términos para formar esa oración completa o perfecta. No interesa tanto en la sintaxis el estudio de cada una de las partes

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que, de la misma manera que las letras se unen de una forma apropiada para formar sílabas, y las sílabas para formar palabras, así también las palabras para formar una oración. Esto se ha demostrado ya acerca del funcionamiento de las letras que, como bien apunta Apolonio, 3 son la unidad primera e indivisible en la lengua. No en vano, tampoco las letras pueden unirse de cualquier modo, sino mediante la ordenación más apropiada, motivo por el que posiblemente, según dicen, se llaman litteras –por legiteras–, ya que si están colocadas en el orden conveniente, facilitan el camino al lector. 4 Algo similar podemos apuntar acerca de las sílabas, que son una unidad superior a las letras y que, cuando se forman partiendo de ellas de manera apropiada, constituyen una palabra. (3) Así pues, la consecuencia clara y necesaria es que también las palabras, como integrantes de la estructura de una oración completa, esto es “τοῦ κατὰ

–––––––––– de la oración por separado, sino la relación y el orden que deben tener esas partes para conformar una oración congruente o perfecta. Del mismo modo, observamos en este pasaje que la gramática sigue estando unida a la explicación y el comentario de los autores (ad authorum expositionem omnium), si bien es interesante que Prisciano habla de “todos los autores”, sean reconocidos o no, lo cual nos habla también de su consideración racional de la sintaxis, que permite hallar la lógica o la causa de todas las construcciones que encontramos en el uso. 3 Sintaxis I, 1. 4 Utiliza aquí Prisciano una etimología que se había extendido ya entonces (cfr. Mario Victorino 2,1), según la cual littera viene de legitera (legere-iter). No debe extrañarnos el afán etimológico de Prisciano, pues es algo propio de su época, dado el intento de entender y mantener aquello que se estaba perdiendo. Cfr. Las Etimologías de Isidoro de Sevilla en nuestro país. Sobre el concepto de letra en Prisciano, vid. Pérez Rodríguez, E. (2002: 661-70).

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Libro XVII

σύνταξιν αὐτοτελοῦς λόγου”, 5 deben recibir una construcción u ordenación apropiada. En efecto, el significado de las palabras es, en cierto modo, una “letra” de la oración completa, y del mismo modo que las letras al unirse forman sílabas, así también la ordenación coherente de los significados de las palabras repite ese comportamiento a imagen de la sílaba. Así pues, una oración es un conjunto de palabras convenientemente ordenadas, del mismo modo que una sílaba es un conjunto de letras convenientemente ordenadas. Y si de la unión de las sílabas se forma una palabra, así también de la unión de palabras se forma una oración perfecta. También si partimos de la semejanza en los fenómenos que les afectan, podemos obtener una conclusión similar: 6 Aparece repetida una letra en ejemplos como relliquias, reddo, pero también una sílaba en leleges, tutudi, peperi. E igualmente una palabra en: Me, me adsum qui feci; 7 o Fuit, fuit ista quondam in hac re publica uirtus, como dice Cicerón en el libro I de sus Invectivas. 8

–––––––––– 5

Este pasaje está tomado literalmente de Apolonio, Sintaxis I, 2, p.7374 en la traducción de V. Bécares, a cuya paginación remitiremos cuando nos refiramos a Apolonio. En este capítulo, el gramático griego exponía ya la idea, retomada ahora por Prisciano, de que las letras constituyen las sílabas, éstas las palabras y éstas, a su vez, la oración. 6 Este capítulo será también prácticamente traducción del capítulo I 3 de Apolonio (p.74). A partir de aquí, lo que se va a detallar son fenómenos que afectan a letras, sílabas, palabras e incluso oraciones: reduplicaciones, añadidos, pérdidas de elementos, alteraciones, cambios de orden… 7 Verg., Aeneid. IX 427. 8 Cic., Catil. I 1,3.

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En ocasiones, sucede esto mismo con oraciones enteras, es decir, que una vez expresadas se repitan, ya sea por necesidad o para demorar el ritmo. Es lo que ocurre si dijéramos: “Gran poeta fue Virgilio, gran poeta fue Virgilio”. O, en el libro II de Juvenal: Tune duos una saeuissima uipera cena? Tune duos? 9 (4) 10 A veces sobra una letra que no está repetida, como cuando leemos prodest por proest, sicubi por siubi; o bien sobra una sílaba, como en huiuscemodi por huiusmodi, induperator por imperator. E incluso una palabra, ya forme un término compuesto, o esté simplemente yuxtapuesta. Por ejemplo, en composición, podemos citar a Terencio en Formión cuando dice Exaduersum ei loco 11 en lugar de aduersum; o en Andria: Abhinc triennium, 12 en lugar de hinc. Y en Eunuco: Emori satius est, 13 por mori. Como ejemplos de términos superfluos en aposición, Virgilio: Sic ore locuta est, 14 donde sobra ore. Y este mismo autor en el libro XI, Lacrimis ita fatur obortis. 15 O a continuación, Tene, inquit, miserande puer, cum laeta ueniret, Inuidit fortuna mihi? Pues habiendo incluido ya fatur, sobra inquit. Este fenómeno no es extraño porque, con frecuencia, se utilizan conjunciones expletivas que resultan innecesarias para la comprensión de la frase. E

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Juv., Sat II 6, 641-2. Continúa Prisciano tomando la doctrina de Apolonio Díscolo (en concreto este capítulo corresponde a la primera parte del I 4 de su Sintaxis, p.74), cambiando tan solo los ejemplos. 11 Ter., Phorm. 88. 12 Ter., Andr. 69. 13 Ter., Eun. 772. 14 Verg., Aeneid. I 614. 15 Verg., Aeneid. XI 41 sigs. 10

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incluso podemos encontrar a veces oraciones redundantes, tal como sucede en: ibant qua poterant, et qua non poterant, non ibant. 16 (5) Por el contrario, a veces se producen desviaciones porque falta una letra, una sílaba, una palabra o una oración.17 Así, falta una letra en siit por siuit, audacter por audaciter. Una sílaba como en commorit por commouerit: Horacio en Sátiras II, At ille, / qui me commorit –melius non tangere, clamo–, / flebit; 18 deum por deorum; accestis por accessistis. Horacio en el libro IV de Odas: Quae me surpuerat mihi 19 en lugar de surripuerat. O una palabra, como en Urbs antiqua fuit, Tyrii tenuere coloni, 20 donde falta quam. De forma similar, Haec secum: mene incepto desistere uictam?, 21 en la que se ha elidido dicebat. Este mismo fenómeno suele producirse también en términos compuestos como en Incubuere mari, totumque a sedibus imis / Una Eurusque Notusque ruunt 22 en lugar de eruunt, donde se sobreentiende una preposición para que la frase esté completa. En este apartado hemos de mencionar también las ocasiones en las que se ha omitido un verbo, como sucede en Virgilio, en

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Como se indica en la nota correspondiente de Priscien, Grammaire… (2010: 14), este ejemplo había aparecido ya en otros gramáticos: Donato 659, 2 H; Charisio 357,8 B; Diomedes G.L.K. I, 449,24; o Pompeyo G.L.K. V, 294,8. 17 Este capítulo responde también al capítulo I 5 de Apolonio Díscolo (p.75 sigs.). 18 Hor., Serm. II 1, 44-46. 19 Hor., Carm. IV 13,20. 20 Verg., Aeneid. I 12. 21 Verg., Aeneid. I 37. 22 Verg., Aeneid. I 84-85.

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el libro III de Eneida, O mihi sola mei super Astyanactis imago, 23 donde se echa en falta un verbo para que la frase esté completa. Ahora bien, no podemos denominar “apócope” a la elisión que afecta a toda una palabra, sino a la que se produce en una letra o en una sílaba, que carecen por sí mismas de sentido. 24 (6) También puede omitirse una oración, como sucede en Eunuco de Terencio, Egone illam, quae illum, quae me quae non?, 25 pues falta una oración completa en cada parte: egone illam digner aduentu meo, quae illum praeposuit mihi, quae me non suscepit heri?” [O como cuando una oración que aparece una vez se sobreentiende otra vez, o incluso más. Por ejemplo en magna uiris gloria est prudentia et fortitudo et pudicitia et iustitia, donde se han sobreentendido varios magna uiris gloria est, que aparece expresado sólo en una ocasión]26. Si para el estudio de las letras nos hemos basado en el examen de textos y en el oído, para analizar si es correcta o no la ordenación de los términos, partiremos también de su engarce en la frase. En efecto, si aparece alguna incongruencia, se habrá producido un

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Verg., Aeneid. III 489. Esta alusión a negar que la apócope sea la elisión de una palabra completa la explica ya Apolonio en griego partiendo de la etimología “apókopé” (“corte”). Ha omitido Prisciano en esta adaptación de la sintaxis de Apolonio el capítulo 6 del griego, ya que trata sobre el artículo. 25 Ter., Eun. 65. 26 En la edición de Hertz en G.L.K. se coloca entre corchetes este párrafo porque no aparece en varios manuscritos de la obra, sin embargo en la edición de Ars Grammatica se mantiene por parecerles coherente y ser simétrica con una indicación anterior. 24

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solecismo, por haberse unido los elementos de la oración de manera poco coherente, del mismo modo que, cuando se produce esa incongruencia en las letras, en las sílabas o en los accidentes de una palabra, nos hallamos ante un barbarismo. De este modo, si una grafía correcta se debe a la relación apropiada de las letras, la existencia de un orden congruente se debe a la formación correcta de la oración. 27 (7) Hemos hablado de letras antepuestas refiriéndonos tanto a consonantes como a vocales. Pero también en las sílabas se da este fenómeno de anteponer algunas letras, como en los diptongos, cuando se anteponen a, e y o, se forman ae, au, eu, oe. En cambio i y u se posponen. Igualmente, encontramos aspiraciones añadidas a las vocales en el inicio de las sílabas, como en habeo, Hermus, hircus, homo, hora, humus, humanus. O la u utilizada como consonante, o q y k, que siempre se colocan al inicio de las sílabas.28 Hay sílabas enteras antepuestas, como prae, que aparece siempre al inicio de los términos: praemium, praeco, praetor, praedium, praelum. En cambio van pospuestas las que comienzan con gm, cm o chm, como en agmen, Pyracmon, Menaechmus. Son finales las que terminan en ls, rs, ms o ns: puls, cohors, hiems, sapiens. Y lo mismo sucede con las palabras, motivo

–––––––––– 27 Este pasaje (tomado de Apolonio I 8, p.77), en el que se distingue entre barbarismo y solecismo como los uitia que afectan o bien a una palabra en el caso del barbarismo, o bien a la conexión de varios términos en la frase en el del solecismo, expone la teoría general recogida en toda la gramática clásica acerca de estos “defectos”. 28 Cfr. Apolonio, Sintaxis I 9 (p.77).

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por el que se habla de “preposiciones”, o bien de pronombres “prepositivos” y “pospositivos” o “relativos”; 29 o de verbos “subjuntivos”, que reciben esta denominación por el orden que ocupan más que por su significado, que es sin embargo lo que está en la base de la denominación de imperativos y optativos. 30 (8) También en la oración podemos hablar de este hecho, pues si las premisas preceden a las consecuencias, la oración es correcta, colocando la conjunción al inicio, como cuando decimos si ambulat Dionysius, mouetur Dionysius (“si Dionisio pasea, Dionisio se está moviendo”)31. Pero si se altera el orden, la conclusión no es cierta, pues no porque Dionisio se esté moviendo, necesariamente pasea, ya que puede moverse y no pasear. 32

–––––––––– 29 Los pronombres prepositivos serían los deícticos, de los que trata Prisciano en el libro XII, pues introducen una deixis o referencia previa, mientras que los pospositivos o anafóricos, son los relativos, literalmente “los que traen de nuevo”. Como iremos viendo a lo largo de su sintaxis, Prisciano considerará a los pronombres relativos nomina generalia, distinguiendo así tres tipos de nombres: estos generalia (relativos, indefinidos…), apelativos (comunes) y propios. 30 En esta consideración del subjuntivo como el “que aparece a continuación”, vemos también la importancia que se le daba en la gramática antigua, y en concreto también en la de Prisciano, al orden lógico de palabras, según el cual el indicativo aparecería en la frase antes que el subjuntivo. 31 Traduciremos, y colocaremos entre paréntesis, aquellos ejemplos cuya traducción pensamos que ayuda a la comprensión del pensamiento de Prisciano. 32 En este caso Prisciano toma de Apolonio incluso el ejemplo (Sintaxis I 9, pp.77-78). Por otra parte, seguimos viendo la importancia dada al orden lógico en la frase

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En ocasiones un elemento se divide en dos, a la manera de las sílabas,33 es decir en la medida de las cantidades: fĭěri por fīri, donde la vocal larga se ha dividido en dos breves. De forma similar admittier por admitti, farier por fari. Pero también hay veces que dos elementos se agrupan en uno solo, como tibīcen por tibiicen –hecho que explica que, de todos los compuestos similares, sólo éste tiene la penúltima vocal larga–, o binae por biunae. Por otra parte, una sílaba puede dividirse en dos: aulae: aulaï; así Virgilio en el libro III de Eneida, Aulaï medio libabant pocula Bacchi. 34 O silüa en lugar de silua, como en Epodos de Horacio, Niuesque deducunt Iouem, nunc mare nunc silüae, 35 ya que es un dímetro yámbico unido a una pentemímera épica. (9) Y dos sílabas pueden unirse también en una, como en Virgilio, Eneida VI: Fixerit aeripedem ceruam licet aut Erymanthi / Placarit nemora, 36 donde encontramos aeripedem en lugar de aëripedem, es decir lo utilizó como tetrasílabo en vez de como pentasílabo. Pero también se divide una palabra. Por ejemplo al decir respublica felix est o res felix est publica; magistermilitum fortis, militum fortis magister; Virgilio en el libro III de Geórgicas: Septem subiecta trioni, 37 en lugar de septemtrioni subiecta.

–––––––––– 33

Cfr. Apolonio, Sintaxis I 10 (p.78). Verg., Aeneid. III 354. 35 Hor., Epod. XIII 2. 36 Verg., Aeneid. VI 802-3. 37 Verg., Georg. III 381. En los ejemplos anteriores con respublica y magistermilitum, hemos aceptado la versión del grupo Ars Grammatica (Grammaire…, p.77), en la que aparecen estos términos unidos, frente a la 34

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También pueden unirse términos ya separados, como malefida, argiletum, huiusmodi, malesana. De manera similar, en el caso de las oraciones, cuando las conjunciones unen dos o más oraciones, si se omiten las conjunciones, se elimina esa diferenciación de las oraciones. Así, en el libro II de Virgilio: Conticuere omnes intentique ora tenebant, 38 o: Acamasque Thoasque / Pelidesque Neoptolemus primusque Machaon. 39 Frente a Alii naualibus ite, / Ferte citi ferrum, date tela, impellite remos! que encontramos en el libro IV. 40 Se producen transposiciones de letras, como cuando encontramos Teucer en lugar de Teucre; y lo mismo ocurre con las sílabas (displicina por disciplina), y con las palabras: plebis tribunus en lugar de tribunus plebis, publica res por res publica. Y también con las oraciones: nutriuit filios ac peperit en lugar de peperit ac nutriuit. 41

–––––––––– edición de Keil, que los mantiene separados. Creemos que así, unidos en la primera parte de los ejemplos, se entiende mejor la doctrina de Prisciano. 38 Verg., Aeneid. II 1. 39 Verg., Aeneid. II 262-3. 40 Verg., Aeneid. IV 593-4. 41 Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis I 11 (p.79). Nos parece muy significativo que el esquema que están siguiendo Apolonio Díscolo o Prisciano en el análisis de estos fenómenos que se producen en la ordenación de la frase es el de analizarlos partiendo de criterios como el añadido, la supresión, el cambio de orden o de algún elemento, es decir, additio, detractio, transmutatio… procedimientos de los que hablaba ya Quintiliano desde el punto de vista retórico para hablar de las desviaciones y figuras retóricas y procedimientos que, con el paso del tiempo, serán los utilizados para explicar las figuras de construcción en la gramática racional del XVI (figuras gramaticales, que no retóricas), con Linacro o el Brocense, autores influi-

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Virgilio en el libro II de Eneida: Moriamur et in media arma ruamus, 42 por In media arma ruamus et moriamur. (10) Por otra parte, del mismo modo que, entre las letras, unas son vocales –las que pueden constituir un sonido por sí mismas–, y otras consonantes –las que no pueden hacerlo sin vocales– así también, en las palabras, advertimos que algunas, a semejanza de las vocales, pueden aparecer ellas solas. Por ejemplo, entre los verbos sobre todo los imperativos y, entre los nombres y pronombres, esto se da con frecuencia en los vocativos y los adverbios que responden a acciones u oraciones anteriores. Así cuando les decimos bene, recte o diserte (“¡bien!”, “¡correcto!” o “¡claro!”) a aquellos que hacen o dicen algo acertado. 43 En cambio, hay otras palabras que, a semejanza de las consonantes, no pueden formar una oración completa sin ayuda de otras partes de la oración, y que serían por tanto como las vocales. Nos referimos a las preposiciones o a las conjunciones, 44 pues éstas siempre “cosignifican”, es decir solamente tienen significado cuando van unidas a otros términos, pero no lo tienen por sí mismas. Por ello, su significado varía en función del término con el que aparecen. Así in tiene

–––––––––– dos sin duda por Apolonio Díscolo y Prisciano en aspectos como la preocupación por la sintaxis, el análisis racional de construcciones, la relación del significado del verbo y la construcción de la frase… 42 Verg., Aeneid. II 353. 43 Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis I 11 (p.79). 44 Nuevamente, la diferencia entre la lengua latina y la griega, al no disponer el latín de artículo como el griego, hace que aquí Prisciano se separe un tanto de Apolonio Díscolo, quien habla en este apartado de preposiciones, conjunciones y artículos.

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un significado cuando se construye con acusativo y otro cuando se construye con ablativo. No es lo mismo in urbem que in urbe, ya que uno indica el acercamiento a un lugar y el otro la estancia en un lugar. (11) También las conjunciones copulativas o disyuntivas se distinguen en función de las otras partes de la oración que aparecen unidas por ellas, ya que uel o aut no son sólo disyuntivas sino también copulativas. Así Terencio en Eunuco: Vel rex semper maximas / mihi [gratias] agebat quicquid feceram; aliis non / item 45 en lugar de et rex. También, en el libro IV de Eneida de Virgilio: Aut ante ora deum pinguis spatiatur ad aras, 46 donde encontramos aut con el valor de et. Por su parte -que no sólo aparece como copulativa, sino también como disyuntiva. Así Virgilio en el libro II de Eneida: Aut pelago Danaum insidias suspectaque dona / precipitare iubent subiectisque urere flammis, 47 donde -que equivale a -ue. También a veces unas partes de la oración aparecen en lugar de otras, 48 en un fenómeno que sólo podemos percibir por el resto de términos que se les unen. Es el caso de per, que si se une a un verbo, equivale a ualde “mucho”, es decir a un adverbio. Pero si se une a un nombre, el sentido intensivo no hace que

–––––––––– 45

Ter., Eun. 397-8. Verg., Aeneid. IV 62. 47 Verg., Aeneid. II 36-7. 48 Introduce ahora Prisciano, siguiendo también a Apolonio (I 12, p.79 sigs.), el cuarto procedimiento por el que se producen desviaciones en la sintaxis de la frase latina: el de la immutatio, que dará lugar en la gramática racional a la figura de la enálage con sus variantes. 46

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varíe como forma. Así, en Eunuco de Terencio: Perpulchra, credo, dona aut nostris similia. 49 También atque y ac, si aparecen después de adverbios como aliter, secus o similares, actúan como un adverbio. Es lo que ocurre en el libro III de Eneida de Virgilio: Haud secus ac iussi faciunt, 50 en lugar de quam iussi. O bien horrendum clamat en lugar de horrende, donde aparece un nombre por un adverbio; o sublime uolat 51 por sublimiter. (12) 52 Al igual que suele plantearse la motivación del orden de las letras, es decir, por qué aparece primero a, luego b y así sucesivamente, también se debate el orden de los casos, de los géneros, de los tiempos y de las propias partes de la oración. Vamos pues a tratar sobre estas cuestiones y, en primer lugar, sobre el orden de las partes de la oración, a pesar de que algunos, para no demostrar su ignorancia, dicen que no conviene plantear este tipo de cuestiones, pues piensan que ese orden es fortuito. Ahora bien, acerca de esa opinión suya, ellos en general no aceptan la existencia de ese orden, pero tampoco las alteraciones contra el orden, lo cual para nosotros es completamente absurdo. La verdad es que, si admiten que existe orden en algunos casos, es necesario que lo haya en todos.

–––––––––– 49

Ter., Eun. 468. Verg., Aeneid. III 236. 51 Verg., Aeneid. X 664. 52 Sigue Prisciano nuevamente a Apolonio en este capítulo (Sintaxis I 13, p.80 sigs.). 50

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Pues bien,53 si una oración completa necesita una ordenación correcta, así también pensamos que los autores de artes gramaticales más reconocidos nos han legado una ordenación de las partes de la oración correcta, pues colocaron en primer lugar el nombre, y en segundo el verbo, sin que haya oración si falta alguno de estos constituyentes. 54 Esto es demostrable en una frase que contenga casi todas las partes de la oración, pues si quitas el nombre o el verbo, la oración no está completa. En cambio, aunque quites todo lo demás, la oración no tiene por qué resentirse. Por ejemplo, si dices: idem homo lapsus heu hodie concidit (“el mismo hombre resbalando ¡ah! hoy cayó”), 55 en esta oración aparecen todas las partes excepto la conjunción, ya que si ésta apareciera, tendría que haber otra oración. (13) Pues bien, si quitas el nombre o el verbo, la oración no estará completa, ya que faltará ese nombre o ese verbo, que es lo que ocurre en idem lapsus heu hodie concidit (“el mismo resbalando ¡ah! hoy cayó”) o en idem homo lapsus heu hodie (“el mismo hombre

–––––––––– 53

Cfr. Apolonio, Sintaxis, I 14 (p.81). La insistencia de que nombre y verbo son los dos constituyentes necesarios para que haya oración y, además en este orden, primero el nombre y después el verbo, será uno de las premisas básicas de toda la gramática racional, apoyándose para ello tanto en criterios lógicos (el nombre es la materia y el verbo es la forma) como lingüísticos (significado del verbo, figuras de construcción y niveles…). Además, las gramáticas racionales tratan primero el nombre y las categorías nominales (relacionadas más con la morfología), y después el verbo y las categorías verbales (que afectan más a la sintaxis de la oración). Cfr. E. Sánchez Salor (2002: 365). 55 En este caso, incluso traduce Prisciano el ejemplo griego utilizado por Apolonio Díscolo, si bien suprime el artículo griego, e introduce la interjección heu. 54

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resbalando ¡ah! hoy”). En cambio, si suprimes el adverbio, la oración no se resentirá, como vemos en idem homo lapsus heu concidit (“el mismo hombre resbalando ¡ah! cayó”). Y tampoco si lo que se suprime es el participio, como en idem homo heu hodie concidit (“el mismo hombre ¡ah! hoy cayó”), ni la preposición y la interjección: idem homo cecidit (“el mismo hombre cayó”), ni tampoco si suprimimos el pronombre, homo cecidit (“el hombre cayó”). No digo que una oración completa no pueda constar de verbo y de pronombre, 56 como cuando decimos ego ambulo, tu ambulas (“yo camino, tú caminas”). Ya que, en este caso, la perfección de la oración se consigue porque el pronombre realiza la función del nombre y, en la ordenación de la frase, ocupa su lugar. Sobre cuándo un pronombre aparece en lugar de un nombre, trataremos en los apartados siguientes, así como sobre qué verbos se construyen sólo con nominativo y cuáles requieren casos oblicuos. (14) 57 El nombre debe colocarse necesariamente antes que el verbo, ya que realizar una acción o padecerla es algo propio de la sustancia, y ésta le corresponde al nombre, a partir del cual surge la característica definitoria del verbo, que es la acción o la pasión. 58

–––––––––– 56

Apolonio Díscolo, Sintaxis I 15 (p.82). Apolonio Díscolo, Sintaxis I 16 (p.82). 58 Aparece aquí un concepto de cariz lógico o filosófico importante tanto en la obra de Apolonio como en la de Prisciano, el concepto de substantia o sustancia, identificado con el sustantivo, frente al verbo, que se caracteriza por la acción. Prisciano utiliza substantia también normalmente como cualidad del nombre, y como traducción del griego “sóma” 57

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Así pues, el nominativo debe presuponerse siempre acompañando al verbo, 59 que no podría significar nada sin sustancia. Y ese nominativo debe considerarse de manera definida en la primera y en la segunda persona, pero en la tercera, como ésta puede responder a innumerables referentes, es indefinido, a no ser que se trate de una acción exclusiva, como en los verbos fulminat (“relampaguea”) o tonat (“truena”), ya que estos verbos, aunque no aparezca un nombre, parecen completos por referirse necesariamente a Júpiter. 60 Como consecuencia de todo esto, a partir de la denominación del verbo, también las demás palabras reciben este nombre verbo, 61 o bien, por el contrario, esta

–––––––––– empleado por Apolonio. Un poco más adelante (15-16), para diferenciar entre nombre y pronombre, distinguirá Prisciano (una diferención que no estaba aún bien establecida en Apolonio) entre sustancia y cualidad, afirmando que los nombres indican una sustancia general o propia, mientras que, cuando los pronombres sustituyen a un nombre, indican una sustancia o cualidad concretas. Cfr. Priscien, Grammaire (2010: 97). 59 Apolonio Díscolo, Sintaxis I 17 (p.82) 60 Pensamos que este apartado es de suma importancia en la doctrina lingüística de Apolonio Díscolo, de Prisciano y, a partir de aquí, de toda la gramática racional hasta nuestros días. Se basa en la consideración de que en toda frase hay nombre y verbo, de manera que no existen los verbos impersonales, y son las figuras como la elipsis, las que explican las aparentes anomalías. Serían figuras gramaticales, no poéticas, y explican, aún a nivel de uso, construcciones aparentemente anómalas. Por tanto, cuando no aparece el nombre, como en los verbos de naturaleza o meteorológicos citados por estos dos gramáticos, habría que sobrentender ese nombre. Es muy significativo, además, que la última opinión, acerca de señalar a Júpiter como el sujeto elidido en esas oraciones, no apareciera en Apolonio Díscolo y sí en Prisciano, quien si bien está traduciendo literalmente estos capítulos del griego, sí introduce alguna innovación o añadido, como éste. 61 No olvidemos que, en latín, verbum significa “palabra”. En este apartado Prisciano traduce el I 18 de Apolonio Díscolo (p.82-3), aunque éste no habla de uerba, sino de ónoma. Además, suprime también Prisciano en

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parte, por su papel privilegiado, ha recibido como propia la denominación general de todas las demás. (15) Es razonable que se plantee también por qué, después del nombre, no tratamos la parte que le sustituye en la oración, es decir, el pronombre, que desempeña en la frase el lugar del nombre respecto al verbo. 62 La respuesta más evidente es que los pronombres han aparecido en función de los verbos. Y es que los nombres son indicativos de tercera persona, es decir, aluden a la tercera persona. Pero, como los nombres significan sustancia o cualidad, bien sea general o particular, puede considerarse que en ellos aparecen todas las personas. En efecto, toda persona, ya sea general o particular, es susceptible de expresar sustancia o cualidad. Y, por ejemplo, homo (“hombre”) puede referirse al emisor, al receptor o a la persona de quien se habla, al igual que también Cicerón puede referirse al emisor, al receptor, o ser el referente de quien se habla. Por ello, como esta confusión motivaba que no quedara clara la persona, se le atribuyó al nombre la persona más apropiada, es decir, la tercera. (16) A partir de aquí, entendemos que también las terceras personas de los verbos son indeterminadas, mientras que la primera y la segunda están necesariamente presentes y son siempre deícticas, aunque pue-

–––––––––– este capítulo un pasaje de Apolonio Díscolo acerca de la invención y del nombre de las letras. 62 Apolonio Díscolo, Sintaxis I 19 (p.83), si bien en los ejemplos que pondrá a continuación acerca de la persona de los nombres, no traduce literalmente al gramático griego.

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dan unirse figuradamente a un nombre, como en Vergilius ego (“Yo Virgilio”), o igualmente ille ego (“yo aquél”). Ahora bien, podemos afirmar que, cuando se hace la imposición de éstos, es decir de los nombres, no indican a esa persona, es decir la que habla, que es lo propio de la primera persona. En efecto, no son los niños los que se ponen nombres a sí mismos, ni tampoco al dirigirnos a ellos les ponemos sus nombres, lo que es propio de la segunda persona. [Así pues, los nombres son de tercera persona]. Pero como los verbos, por su parte, tenían las tres personas, los pronombres se crearon con personas determinadas, para que pudieran suplir al nombre y completar al verbo, es decir, atribuirle una sustancia y una persona concreta, como en ego scribo, tu scribis (“yo escribo, tú escribes”). Y es que, cuando un pronombre sustituye a un nombre, indica sustancia e indica también la persona apropiada para el verbo que aparece junto a él en la frase. Por ello, nada impide decir en tercera persona Aristarco lee, porque se unen dos terceras personas. Ahora bien, no podemos decir que las terceras personas de los pronombres son superfluas, porque podamos usar los nombres en tercera persona. Ya trataremos en el apartado correspondiente por qué aparecen pronombres también en tercera persona. (17) Así pues, si la afirmación anterior es correcta, es lógico que el verbo aparezca citado antes que el pro-

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nombre, porque el pronombre se creó también en función del verbo. 63 Y lo que es más decisivo, los verbos, que son indicadores por sí mismos de las personas que se entienden en nominativo, se construyen de forma absoluta, ya que si alguien dice ambulo (“paseo”) o scribo (“escribo”), no necesita otra especificación de persona. Los pronombres en nominativo de primera y de segunda persona surgen para distinguirlas de otra persona. Por ejemplo, si digo ego scribo, tu legis (“yo escribo, tú lees”), o ego et tu scribimus, ille legit (“yo y tú escribimos, él lee”), tu et ille scribitis, ego lego (“tú y él escribís, yo leo”); o si dijera ego et tu intellegimus (“yo y tú comprendemos”), sin añadir nada más, se excluyen todas las demás personas. Si no pretendemos establecer una diferenciación respecto a otra persona, no es necesario que aparezca ningún pronombre en nominativo junto al verbo. Los casos oblicuos de los pronombres en latín son todos simples, mientras que en griego se usa “ἐμαυτοῦ” como término absoluto, frente al analítico “ἐμοῦ αὐτοῦ”, y lo mismo podemos decir de los demás casos oblicuos. 64 (18) Por otra parte, se consideran como absolutos aquellos casos de los pronombres que podemos utili-

–––––––––– 63 A partir de aquí, comienza el capítulo I 20 de la Sintaxis de Apolonio Díscolo (p.84). 64 Este último apartado, diferenciando las formas de los pronombres en griego y en latín, sí es original de Prisciano, que hasta ahora, en la sintaxis, ha intentado seguir a Apolonio Díscolo en todo, introduciendo modificaciones especialmente cuando así lo exige el funcionamiento de la lengua latina.

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zar tanto sin distinción de personas como con distinción. Por ejemplo, sin distinción, podemos decir da mihi panem (“dame pan”) sin que se establezca ninguna diferenciación respecto a otra persona. Pero si yo dijera da mihi panem, illi autem uinum (“dame a mí pan, a él vino”), ahí sí he establecido ya una distinción. En este aspecto, el nominativo es el que tiene un valor más claro añadido al verbo en casos como ego facio hoc, tu facis illud (“yo hago esto, tú haces aquello”). Y es que ya facio, por sí mismo, indica la primera persona y lleva sobreentendida esa indicación del nominativo. Ahora bien, si añadimos el pronombre, ya requerimos que aparezca una diferenciación respecto a otra persona, como en ego lego, tu scribis (“yo leo, tú escribes”). Así Terencio en Andria, Vos istaec intro auferte, abite. Sosia,/ Adesdum. 65 Y este mismo autor en Los hermanos, Ego ibo intro, ut quae opus sunt parentur; tu fac ut dixi. 66 Con todo, encontramos también el añadido de otra persona, como hemos apuntado, en ejemplos como ego et tu facimus (“tú y yo hacemos”). Es razonable que el participio aparezca después del verbo, 67 pues surge también de él, como mostramos al tratar sobre el verbo, ya que se producían necesariamente transformaciones de verbos en formas declinables con sus géneros correspondientes, pues antes no podían reflejar los verbos una relación coherente, y

–––––––––– 65 66 67

Ter., Andr. 28-29. Ter., Adelph. 706. Cfr. Apolonio, Sintaxis I 21 (p.85).

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sin embargo, después ya, sí podían unirse incluso mediante casos oblicuos y sin que mediara una conjunción, en ejemplos como me legente proficio en lugar de lego et proficio. 68 (19) Es evidente que la propia denominación de “participio” no tendría razón de ser si el participio no apareciera a continuación del nombre y del verbo, 69 puesto que esta parte de la oración surge compartiendo características de ambas, al igual que, sólo después del masculino y del femenino viene la negación de ambos, que es el género neutro. 70 Si no permitiéramos que aparecieran antes los elementos originarios, no podríamos hablar de participio, ni podríamos hablar tampoco de género neutro, que supone la negación de dos citados. Por lo demás, necesariamente colocamos el participio después de las partes de las que toma alguna característica, pero sin que se interponga en esta ordenación ninguna de las demás, es decir, pronombre, adverbio, conjunción o alguna otra, de las que el participio no toma nada.

–––––––––– 68 Es un pasaje de difícil traducción, por la aparición de términos como consequentia para expresar la relación lógica o la coherencia entre dos acciones verbales, que, gracias a los participios y a la posibilidad de expresar casos y géneros, podrán ser ya reflejados por el verbo. Apolonio ofrece en el apartado correspondiente (I 21) una opinión similar, aunque más resumida. 69 Cfr. Apolonio, Sintaxis, I 22 (p.85). 70 Es evidente la explicación etimológica en estos ejemplos, pues el participio recibió esta denominación por “participar” (pars-capio) de características de nombre y verbo, y el neutro (ne-utrum) por no ser ni masculino, ni femenino. Prisciano, en su preocupación etimológica y terminológica emplea además en este pasaje un neologismo, abnegatiuus, que traduce los términos griegos ἀποφατικός y ἀναιρετικός.

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(20) Después del participio, los griegos colocan el artículo, pero nosotros, como mostramos al tratar acerca del pronombre, no lo tenemos, pues idem, que equivale a “ὁ αὐτός” y qui, “ὅστις”, aunque parezcan en cierto modo por la interpretación constituir artículos antepuestos o pospuestos, sin embargo, como hemos mostrado ampliamente cuando tratamos acerca del pronombre, no son artículos. 71 En cuanto a hic, haec, hoc, indudablemente son pronombres y, de no ser en la declinación nominal, no serían tratados por los gramáticos como artículos. 72 Pero no es extraño este hecho, porque también entre los griegos encontramos artículos tratados como si fueran pronombres. Por ejemplo, en la frase homérica ὁ γὰρ ἤλθε θοὰς ἐπὶ νήας Ἀχαιῶν, 73 en lugar de οὗτος γάρ; ὃς γάρ ῥα μάλιστα / Ἥνδανε κηρύκων, 74 por οὗτος γάρ; Τὸν δ᾿ ἀπαμειρόμενος προσέφη πόδας ὠκὺς Ἀχιλλεύς 75 por τοῦτον δέ.

–––––––––– 71 Todo este pasaje es un añadido de Prisciano a Apolonio, algo lógico, pues en él se niega la existencia de artículo en latín. Es muy significativa también la utilización de los conceptos de “antepuesto” y “pospuesto”, para referirse a idem (que aparecería antes que el nombre al que se refiere) y qui que tiene carácter de “relativo” y se refiere siempre a un antecedente. Como vemos, estas denominaciones se basan en el orden tanto físico como lógico en la oración. 72 Como se indica en nota en la traducción del grupo Ars Grammatica (2010: 93), esta alusión se refiere a que hic, haec, hoc aparecían como artículos, es decir, acompañando a nombres, tan solo al recitar la declinación nominal: hic poeta, hunc poetam… 73 Hom., Iliad. I 12. 74 Hom., Odis. XVII, 172-3. 75 Hom., Iliad. I 84.

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En cuanto a que, después del participio, debemos situar el pronombre, no hay duda, 76 porque ya debía aparecer después del nombre, de no ser por las razones antes mencionadas. Y es igualmente evidente que la preposición aparece después de las partes citadas, 77 porque no fue la primera, ni es más antigua que las demás, recibiendo su denominación no de su significado propio, sino del hecho de que se antepone a las partes antes mencionadas, y si éstas no aparecieran, no existiría la preposición –en una explicación similar a la que dimos antes acerca del participio–. Y de ahí su lugar en esta ordenación, pues siempre se construye junto a las demás partes, ya sea yuxtapuesta o en palabras independientes. 78 Así pues, por su naturaleza es posterior a las demás, aunque por su posición es anterior. (21) 79 Si el adverbio es por su funcionamiento un adjetivo del verbo, su significado, es decir su denominación, también reflejan ese mismo carácter. Por ello, al igual que el verbo ocupa el segundo lugar después del

–––––––––– 76 Después del añadido anterior, retoma Prisciano la traducción prácticamente literal de Apolonio Díscolo, en este caso, del capítulo I 24 (p.86), acerca de la siguiente parte de la oración en la ordenación lógica que está estableciendo: el pronombre, del que negaron tanto el griego como Prisciano (XVII 15-17) que debiera aparecer a continuación del nombre. Así pues, la ordenación que ha expuesto hasta ahora es: nombre-verbo-participio-pronombre. A ellas, en los apartados siguientes se unirán la preposición, el adverbio y la conjunción. 77 Cfr. Apolonio, Sintaxis I 26 (p.87). 78 Se refiere aquí Prisciano a dos usos de la preposición, ya como prefijo o preverbio, o ya rigiendo algún caso nominal (inficio / in urbe). 79 Cfr. Apolonio, Sintaxis I 27 (pp.87-8).

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nombre, es lógico que el adverbio aparezca después de la preposición que, cuando aparece yuxtapuesta a otros términos, manteniendo su carácter, se construye con el nombre y otras partes declinables. Mientras que, cuando forma una expresión compuesta, no es ella la que constituye el núcleo, cediendo ese papel a la palabra con la que se ha unido. Después de todas las partes mencionadas, debe aparecer la conjunción, 80 que no tiene significado alguno por sí misma, si no fuera por la materia de las partes anteriores, del mismo modo que los vínculos entre los cuerpos son inútiles si no existen cuerpos que unir. Podemos ofrecer aún más razones sobre la ordenación de las partes, pero como no es ese nuestro objetivo, basta con lo ya dicho. 81 (22) 82 En primer lugar, antes de tratar de la construcción de las distintas partes de la oración, debemos plantearnos por qué los términos interrogativos han quedado incluidos en dos partes de la oración únicamente, en concreto nombre y adverbio, y por qué no en un solo nombre y en un solo adverbio, sino en más,

–––––––––– 80

Cfr. Apolonio, Sintaxis I 28 (p.88). Así pues, en esta primera parte del libro XVII, dedicada a la ordenación de las partes de la oración, Prisciano, siguiendo literalmente a Apolonio Díscolo (con la excepción de aquellos aspectos en los que el latín se diferencia del griego, como la inexistencia de artículo, o bien introduciendo algún ejemplo propio, resumiendo o desarrollando algo más algún apartado), ha analizado las razones por las que el orden de las partes de la oración en su gramática es: nombre, verbo, participio, pronombre, preposición, adverbio y conjunción. En esta jusificación ha aportado argumentos sintácticos, semánticos, lógicos e incluso el orden de aparición en la frase. 82 Apolonio, Sintaxis, I 30 (p.88). 81

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como quis (“¿quién?), qualis (“¿de qué clase?”), uter (“¿cuál de los dos?”), quantus (“¿cuán grande?”), quot (“¿cuántos?”), quotus (“¿en qué número?”), quotenus (“¿cuántos cada uno?”), cuius (“¿de quién?”), cuias (¿de qué parte?”), qualiter (“¿cómo?”), qua (“¿por dónde?”), quo (“¿hacia dónde?”), ubi (“¿dónde?”), quando (“¿cuándo?”) y unde (“¿de dónde?”). ¿No es acaso ésta la explicación: que las partes principales de la oración son nombre y verbo, y que, cuando son desconocidos, son objeto con frecuencia de una pregunta acerca de ellos? Por otra parte, 83 la razón por la que aparece la interrogación mediante muchos nombres y adverbios, como hemos demostrado, es que sólo gracias a ellos puede preguntarse acerca de la sustancia o de la cualidad. (23) 84 En efecto, cuando nos preguntamos por la sustancia del referente, 85 decimos quis mouetur? (“¿quién se mueve?”), quis ambulat? (“¿quién pasea?”), quis loquitur? (“¿quién habla?”), pues aunque la acción es evidente, es decir el movimiento, los pasos o las palabras, desconocemos quién realiza la acción. Por ello, las respuestas son nominales, ya sean nombres comunes o propios, manifestando también

–––––––––– 83

Este último argumento no aparece en la Sintaxis de Apolonio Apolonio, Sintaxis, I 31 (p.88-89). Utiliza Prisciano el término suppositum (para traducir el término aristotélico ὑποκέιμενος, que aparece también en Apolonio Díscolo) que tiene un carácter, no tanto sintáctico, sino lógico y que, por lo tanto, no puede ser identificado con el sujeto. Sobre este tema, vid. Mª L. Harto (1994). En opinión de Covington, la noción de suppositum en Prisciano equivale, en realidad, a “presupposed individual”, “presupposed entity”, “topic” o “referent” (1979: 486; 1984: 12). De hecho, nosotros en nuestra traducción hemos utilizado normalmente el término “referente”. 84 85

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los nombres propios una sustancia general. Y es que respondemos homo ambulat (“un hombre pasea”), o equus (“un caballo”), o Trypho (“Trifón”), que está incluido en la categoría de “hombre”. E incluso puede aparecer una parte en sustitución de un nombre, pero de un nombre propio. Es decir puede aparecer un pronombre, como cuando respondemos ego (“yo”). Pero, puesto que los accidentes de los nombres mencionados no quedan manifiestos 86 –ya que el nombre interrogativo quis (“quién”) pregunta sólo acerca de la sustancia, a la que afectan también el cómo y el cuánto–, se echaban también en falta interrogativos para ello, y es por lo que, cuando preguntamos acerca de la cualidad, tenemos qualis (“cuál”), de la cantidad quanto (“cuánto”), 87 del número quot (“cuántos”), quotus y quotenus (“en qué número” y “hasta qué número”), e igualmente, por una derivación que no se da en la lengua griega, tenemos el posesivo cuius, cuia, cuium (“de quién”), y el que pregunta por el origen, que es cuias (“de qué país”). El nominativo de este último, cuiatis, se utilizaba en época arcaica como si fuera de género común. Así Plauto en Poenulus: 88 Quid sit, cuiatis, unde sit, ne parseris.-/ Quid est? Cuiates estis? Aut quo ex oppido? Y este mismo autor en Los Menecmos: 89 Rogitant, cuiatis sit [aut quo ex oppido].

–––––––––– 86

Apolonio, Sintaxis, I 32 (p.89). A partir de aquí, en esta última parte del pasaje, no traduce Prisciano a su fuente, Apolonio Díscolo, debido a las diferencias entre algunos interrogativos griegos y latinos. 88 Plaut., Poen. 993-4. 89 Plaut., Menaechm. 341. 87

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(24) Así pues, si conocemos previamente quién, esto es, si conocemos la sustancia y la pregunta se centra en la cualidad, utilizaremos las partículas mencionadas. Por ejemplo: Quis legit? (“¿Quién lee?”) Trypho (“Trifón”); Qualis? (“¿Cuál?”) Sapiens, doctus (“El sabio, el docto”); o bien uter, grammaticus an orator? (“¿cuál de los dos, el gramático o el orador?”). Preguntando así por todas las circunstancias que pueden caracterizar como adjetivo 90 a los nombres que responden a la pregunta “¿quién?”. Sin embargo, a veces, 91 incluso una vez conocidas la sustancia y la cualidad, puede hacerse una pregunta acerca del nombre propio que les corresponde. Por ejemplo, cuando decimos: quis est ille Romanus formosus et magnus? (“¿quién es aquel Romano hermoso y alto?”). Y es que, al ver a alguien, puedo conocer su sustancia, su nacionalidad, su cualidad, su talla y preguntar por su nombre, tal como hace Virgilio en el libro VI: 92 Atque hic Aeneas –una namque ire uidebat / Egregium forma iuuenem et fulgentibus armis, / Sed frons laeta parum et deiecto lumina uultu-: / Quis, pater, ille, uirum qui sic comitatur euntem? Donde, si eran evidentes la sustancia, la cualidad y la altura, sin embargo, se preguntó por su nombre propio mediante quis.

–––––––––– 90 Es muy significativo que Prisciano utilice aquí el concepto de adjetivo para referirse a indicaciones de cualidades que afectan y caracterizan o modifican a la sustancia, a pesar de que el adjetivo no aparezca como clase de palabras diferenciada en la gramática clásica. 91 Cfr. Apolonio, Sintaxis I 34 (p.90). 92 Verg., Aeneid. VI 860-63.

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(25) 93 También los adverbios se refieren a circunstancias desconocidas o a preguntas sobre la cualidad. Así cuando decimos qualiter legit? (“¿cómo leyó?”), a lo que se contesta con un adverbio, que funciona así como adjetivo del verbo: bene (“bien”), rhetorice (“retóricamente”), sapienter (“prudentemente”). Pero si no preguntamos por la cualidad, sino por el momento en el que se hizo algo, entonces decimos quando (“¿cuándo?”), a lo que se responde: heri (“ayer”), nuper (“recientemente”), pridem “hace tiempo”. 94 Si por el lugar en el que se hizo: ubi (“¿dónde?”), quo (“¿a dónde?”), qua (“¿por dónde?”), unde (“¿de dónde?”), ya que ubi es un adverbio que indica el lugar en el que se está, quo a dónde se va, qua por dónde, y unde “de dónde”. Parece que nos cuestionamos también por la sustancia de la propia acción, cuando a la pregunta quid agit (“¿qué hace?”), respondemos nihil (“nada”), o currit (“corre”), loquitur (“habla”). Igual que nos planteamos la cantidad al decir quantum currit (“¿cuánto corre?”), multum, parum (“mucho”, “poco”). [También al preguntarnos por la causa, utilizamos interrogativos, como cur (“¿por qué?”), quare (“¿cómo?”); por el número, por ejemplo en quotiens (“¿cuántas veces?”), a lo que puede contestarse con adverbios formados a partir de cualquier número: ter (“tres veces”), quater (“cuatro”) y así sucesivamente, o bien totiens (“tantas veces”), multotiens (“muchas veces”), saepe

–––––––––– 93

Cfr. Apolonio, Sintaxis I 35 (90-1). A partir de aquí, innova también en este pasaje Prisciano, añadiendo más especificaciones. 94

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(“con frecuencia”), saepius (“con bastante frecuencia”), saepissime (“con muchísima frecuencia”), que son indefinidos. De este modo, 95 hemos mostrado que las partes antes mencionadas, es decir, los interrogativos, son o bien nominales, o bien adverbiales. Más adelante, trataremos sobre su construcción]. 96 (26) 97 Así pues, dado que las demás partes de la oración se relacionan en su construcción o bien con el nombre o con el verbo, de donde recibieron su denominación, conviene tratar acerca de cada una de ellas, en sustitución de quién se utilizan o acompañando a quién. Así el pronombre se utiliza en lugar del nombre en ego feci (“yo hice”), se coloca junto al nombre en

–––––––––– 95

Esta última afirmación sí retoma el texto final de Apolonio Díscolo sobre los interrogativos. 96 En la edición de Hertz en Keil se considera este pasaje como una interpolación, por lo que aparece entre corchetes. 97 Cfr. Apolonio, Sintaxis I 36 (91-2). En este pasaje, si bien la estructura está tomada de Apolonio Díscolo, la traducción y algunas afirmaciones no son literales. Lo cierto es que, a partir de aquí, comienza un amplio apartado hasta (51) en el que Prisciano va a tratar sobre los equivalentes latinos del artículo griego. Sin embargo, tal vez el hecho de que va traduciendo a Apolonio, y añadiendo, suprimiendo o alterando en función de sus propios intereses, hay veces que no entendemos bien los cambios y saltos en la estructura de la obra. Así, es sólo al final de todo este pasaje mencionado (26 a 51), ya en el inicio del 52, cuando entendemos el plan seguido por Prisciano, pues él mismo dice: “Puesto que en los capítulos anteriores, hemos tratado de las formas que, en latín, pueden funcionar como artículos, y en general de los nombres indefinidos, relativos e interrogativos, que los estoicos solían colocar entre los artículos por sus relaciones, así como acerca de los adverbios, que o bien se forman a partir de ellos o responden a sus diversos valores, pienso que es lógico tratar también sobre la construcción de los pronombres” (adelantamos nuestra traducción del pasaje para la comprensión de la nota).

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Vergilius scripsit Bucolica, ipse scripsit etiam Georgica (“Virgilio escribió las Églogas, él mismo escribió también las Geórgicas”). E igualmente si sólo son acompañantes, como el adverbio con el verbo, o la conjunción con el verbo y el nombre. O bien tratar si, como hace el participio, pueden aparecer en lugar del verbo y acompañándolo. Ahora bien, puesto que Apolonio, al escribir sobre la construcción, es decir, sobre la sintaxis, comenzó por los artículos, que acompañan a los nombres, también nosotros comenzaremos por las formas que, entre nosotros, desempeñan el papel del artículo en griego. (27) 98 El artículo ofrece una segunda referencia acerca del nombre al que acompaña, pues si digo ἄνθρωπος ἦλθεν, ofrezco una primera referencia, pero con ὁ ἄνθρωπος ἦλθεν, ya ofrezco una segunda. Ahora bien, en la lengua latina no hay artículos antepuestos, pues el pronombre hic, al que, como hemos dicho, los gramáticos mencionan en la declinación nominal como si fuera un artículo antepuesto, nunca funciona como tal en la oración. En latín sólo hay un pronombre compuesto, idem, que introduce una referencia de identidad de persona, y cuyo equivalente en griego está formado por la

–––––––––– 98 Cfr. Apolonio, Sintaxis I 37 (p.3). Eso sí, si hasta ahora, prácticamente Prisciano ha traducido capítulo a capítulo la Sintaxis de Apolonio Díscolo, como a partir de aquí el gramático griego dedica una larga sección a la construcción del artículo en griego (caps. 37-141), nuestro gramático se separa de él. Además, si Apolonio distingue en griego entre artículos prepositivos (antepuestos) y pospositivos (entre los que estarían los relativos, que sí existen en latín), Prisciano no los considerará artículos pospositivos sino nombres generales.

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unión del artículo antepuesto y el pronombre anafórico, ὁ αὐτός. Ciertamente, en su construcción (ὁ αὐτός), aparecen dos partes de la oración, el artículo antepuesto ὁ, y el pronombre anafórico αὐτός. En cuanto al latín, encontramos la unión de is y demum, en la que se elimina por apócope -um, igual que tenemos exin por exinde, dein por deinde. Por su parte qui es el equivalente de ὅστις –que en griego se forma con el artículo pospuesto junto a un nombre indefinido, 99 mientras que en latín aparece como una parte de la oración única y simple, anafórico correspondiente al interrogativo o indefinido quis–. Qui Puede desempeñar la función de artículo pospuesto, del mismo modo que también en griego con mucha frecuencia se utiliza ὅστις en lugar del artículo pospuesto ὅς, excepto en los distributivos, pues en ese caso ni nosotros utilizamos qui, ni ellos ὅστις. Ahora bien, ellos usan artículos pospuestos, en cambio nosotros pronombres o nombres. (28) Así, donde ellos dicen τῶν ἀνθρώπων οἱ μέν εἰσιν ἀγαθοί, οἱ δὲ πονηροί, nosotros decimos hominum hi sunt boni, illi mali (“de los hombres, éstos son buenos, aquéllos malos”) o alii sunt boni, alii mali (“unos son buenos, otros malos”); donde ellos τῶν δύο Αἰάντων ὃς μὲν Τελαμῶνος, ὃς δὲ ᾿Οϊλέως υῖὸς ἐγένετο, nosotros: duorum Aiacum alter Telamonis, alter Oïlei filius fuit (“de los dos Ayax, uno fue hijo de Telamón, otro de Oileo”), o hic Telamonis, ille Oïlei filius fuit (“éste fue hijo de Telamón, aquél de

–––––––––– 99

τις.

Es decir, está compuesto por el artículo pospuesto ὅς y del indefinido

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Oileo”). Debemos saber que, en una construcción distributiva de este tipo, si por prolepsis, esto es κατὰ πρόληψιν, aparece en primer lugar un verbo en plural, con el que se van a relacionar después las dos partes, se puede poner un nominativo al principio, como en aquilae deuolauerunt, haec ab oriente, illa ab occidente (“las águilas descendieron volando, una desde el este, otra desde el oeste”). 100 Ahora bien, si tras el término general que se desdobla, aparecen verbos en singular, convendrá entonces que el término que antecede a la división sea un genitivo plural, como vemos en aquilarum altera deuolauit ab oriente, altera ab occidente (“de las águilas, la una bajó volando desde el este, la otra desde el oeste”). 101 Este hecho no debe extrañarnos, puesto que todo verbo, antepuesto o pospuesto, exige necesariamente un nominativo. 102 Por ello, si tanto el término colectivo como aquellos en los que se distribuye, queremos expresarlos mediante casos oblicuos, necesariamente hemos de utilizar participios, usados en lugar de los verbos cuando deben ir concertando con casos oblicuos, y permitir así la transición. Es lo que encontramos en aquilarum uolantium, alterius ab oriente, alterius ab occidente similis est celeritas (“de las águilas que vuelan, la una desde el este y la otra desde el oeste, es semejante su velocidad”), o bien en dativo aquilis uolantibus, huic oriens,

–––––––––– 100 Este es el ejemplo típico de la figura retórica de la prolepsis, retomado en todas las gramáticas desde la antigüedad hasta el Renacimiento. Cfr. Sánchez Salor, E. (2002: 527-8). 101 Cfr. Apolonio, Sintaxis I 155 (p. 157) 102 Esta afirmación es esencial pues, si nos fijamos, y como dijimos anteriormente está negando la existencia de verbos impersonales.

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illi relinquitur occidens (“a las águilas que vuelan, a una la ve desaparecer el este, a otra el oeste”), y en acusativo: aquilas uolantes, hanc oriens, illam misit occidens (“a las águilas en vuelo, a una la despidió el este, a otra el oeste”). (29) 103 Sin embargo, en autores reconocidos de la antigüedad observamos que, en lugar de un genitivo plural, aparece como término precedente un nominativo, aunque en las partes siguientes, esto es, en las ya distribuidas, aparezcan verbos en singular. Así en Homero, Οἱ δὲ δύο σκόπελοι ὁ μὲν οὐρανὸν εὐρὺν ἱκάνει, a pesar de que la teoría gramatical exigiría que el término inicial fuera un genitivo, es decir: τῶν δὲ δύο σκοπέλων, en lugar del nominativo. De manera similar, si alguien dijera: duo fratres, alter maior, alter minor est (“dos hermanos, uno es mayor, otro es más joven”), comete una incorrección, pues debe decir: duorum fratrum, alter maior, alter minor est (“de los dos hermanos, uno es mayor y el otro más joven”) y duorum oculorum alter dexter, alter sinister est (“de los dos ojos, uno es el derecho, y otro el izquierdo”), y no: duo oculi alter dexter, alter sinister est (“dos ojos, uno es el derecho, el otro el izquierdo”). Livio, en el libro XLI, 104 escribe: Periti religionum iurisque publici, quando duo ordinarii consules eius anni, alter morbo, alter ferro periisset, suffectum consulem negabant recte comitia habere posse.

–––––––––– 103 Algunos ejemplos de este capítulo están tomados de Apolonio, Sintaxis I 156 (p. 157). 104 Liv., KLI 18, 15-16. Este ejemplo pasará a formar parte ya también de la tradición gramatical relacionado con la antiptosis, la enálage o la prolepsis. Cfr. Grammaire (2010: 109).

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Existe también otra diferencia 105 y es que, en griego, ὃς también puede entenderse como el pronombre demostrativo οὗτος, que equivale al latino hic (“éste”). También a esta misma forma, esto es a ὃς, la denominan en griego: “ἀοριστῶδες μόριον”, o partícula indefinida, cuando equivale a ὅστις, que entre nosotros se representa propiamente como qui, en construcciones como qui interficiet tyrannum, praemium accipiat (“quien mate a un tirano, obtenga una recompensa”). Además, ésta es necesariamente la misma parte de la oración que quis, pues también sus casos oblicuos son similares en todo, con la excepción de los acentos. La verdad es que qui puede aparecer en lugar del quis indefinido o interrogativo, pero nunca encontraremos quis en lugar del anafórico. De manera similar, qualis y quantus, ya aparezcan como interrogativos, indefinidos o anafóricos, aunque cambien sus acentos, no son partes diferentes de la oración, como tampoco lo son los términos mencionados con anterioridad. De cualquier manera, ya cuando hablamos acerca del pronombre, hemos tratado extensamente de estas posibilidades. 106

–––––––––– 105 Entre el artículo pospuesto griego y el latino qui. La introducción de la primera diferencia la explicó Prisciano en (27-8), aunque el añadido después de explicaciones sobre la prolepsis dificulta un poco que podamos seguir bien el hilo de su narración. 106 En el libro XII.

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(30) 107 Esta misma forma, es decir qui, cuando aparece tras un nombre, al igual que ὃς en griego, es necesario que no se relacione sólo con ese nombre precedente, sino también con el verbo que se construye con él, como en uirum cano, qui uenit (“canto al hombre que vino”). Si tanto el primer nombre como el segundo son nominativos, los verbos se refieren a la misma persona: homo uenit, qui scripsit (“vino un hombre que escribió”); pero si los dos son casos oblicuos, la transición de los verbos se produce hacia otra persona diferente o bien tiene carácter reflexivo, como en hominem quem uitupero accuso (“acuso al hombre al que critico”) y memet, quem uitupero, accuso (“me acuso a mí mismo, a quien critico”). Y si uno es nominativo y el otro un caso oblicuo, en el nominativo no se produce transición de una persona a otra, pero en el oblicuo sí se produce esa transición, como en homo uenit, quem accuso (“vino un hombre al que acuso”) u hominis misereor, qui uenit (“me apiado del hombre que vino”). 108 (31) Todo lo que hemos apuntado acerca de la transitividad, puede también referirse a la reflexividad.

–––––––––– 107

Si bien las diferencias entre las lenguas griega y latina hacen que en esta parte Prisciano no traduzca literalmente a Apolonio, sí toma elementos como ejemplos y opiniones. Cfr. En este caso Apolonio I 143 (p.150). 108 Esta concepción de la transitividad, referida a que se produce una transición de la acción de una persona a otra, será muy utilizada por los modistas medievales y, a partir de ellos, será retomada también por la gramática racional a partir del siglo XVI. Este capítulo retoma elementos ya mencionados por Apolonio Díscolo en su Sintaxis I, 142 sigs (p.150 sigs.) acerca del artículo pospositivo o relativo en griego, si bien el préstamo ahora no es una traducción literal como hemos encontrado en el inicio de este libro XVII.

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Pues bien, al igual que qui y todos sus casos oblicuos reenvían correctamente al nominativo de cualquier declinable como en Vergilius, qui scripsit (“Virgilio, quien escribió”); Vergilius, cuius scripta extant (“Virgilio, cuyos escritos perduran”); Vergilius, cui gloria contigit (“Virgilio, a quien alcanzó la gloria”); Vergilius, quem laudant (“Virgilio, a quien alaban”); Vergilius, quo docente bene proficitur (“Virgilio, con cuyo magisterio, se aprende bien”); así también, todos los casos de las demás palabras se relacionan bien con el nominativo de qui, como qui scripsit bucolica Vergilius magnus poeta fuit (“Quien escribió Bucólicas, Virgilio, fue un gran poeta”); qui scripsit Aeneida Vergilii sunt Georgica (“Las Geórgicas son de Virgilio, quien escribió La Eneida”); qui scripsit Aeneida Vergilio gloria contigit (“Le llegó la gloria a Virgilio, quien escribió La Eneida”); qui scripsit Aeneida Vergilium laudo (“alabo a Virgilio, quien escribió La Eneida”); qui scripsisti Aeneida, Virgili, uiuis memoria (“vives en el recuerdo, Virgilio, que escribiste La Eneida”); qui scripsit Aeneida Vergilio florent studia (“los estudios florecen gracias a Virgilio, que escribió La Eneida”). Y estas mismas expresiones pueden utilizarse también invirtiendo el orden. (32) Igualmente, hay que advertir que, con frecuencia, encontramos anafóricos de este tipo pero con elipsis de los nombres declinables antecedentes, como en Andria de Terencio, 109 Ita tum discedo ab illo, ut

–––––––––– 109 Ter., Andr. 148-149. Se va insinuando ya en pasajes como éste la existencia de un esquema logico, que exigiría que todo pronombre relativo

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qui se filiam / neget daturum, donde se ha elidido ut ab eo, qui neget. Y uenit, cuius causa est (“viene, de quien es la causa”), donde se ha elidido iste (“ese”); exigit, cui debeo (“reclama, al que le debo”); minatur, quem timeo (“amenaza, al que temo”) y floret, quo ualeo (“florece, por lo que yo tengo vigor”). [En todos estos ejemplos hay que sobreentender un nominativo]. En efecto, los anafóricos no tienen vocativo. Con frecuencia encontramos los anafóricos qualis, quantus y quot con elipsis de talis, tantus y tot. Y es que no es extraño que, una vez expresados los anafóricos, que suponen una segunda referencia, se entiendan bien los antecedentes o correlativos aunque no aparezcan, como en qualis Homerus, fuit Virgilius. Sin embargo, los anafóricos no se entienden bien, si no aparecen expresados, a no ser que señalemos a alguien. En efecto, en ese caso, incluso sin anafóricos, podemos referirnos a un antecedente, como si señalando a Virgilio, decimos talis fuit Homerus, o si apuntando a Teseo, decimos tantus fuit Hercules. (33) A este nombre, es decir quis, que es interrogativo e indefinido, le responde el anafórico qui: Quis scripsit Bucolica? Qui etiam Georgica. Ahora bien, este quis interrogativo también puede aparecer unido a un nombre propio junto al verbo sustantivo o a verbos de llamada que tengan una función similar. En ese caso, le responde un pronombre: quis est Trypho?, o

–––––––––– remita a un antecedente, de manera que, cuando en el uso, no aparece expresado dicho antecedente, es porque ha operado la figura de la elipsis.

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quis nominatur Trypho?, –ego, tu, o ille. 110 Por el contrario, cuando la pregunta es con el pronombre, quis requiere entonces que le responda un nombre: quis est ille?, o quis uocatur?, –Achilles. En estos casos es evidente que, 111 cuando quis aparece junto a un nombre, preguntamos por la sustancia definida de una persona concreta, el referente 112 –a ésta sólo la designan los pronombres, cuyo carácter deíctico cosignifica 113 también los accidentes, de manera que pueden aplicarse a cualquier referente–. (34) Pero cuando quis se une a pronombres, sólo tenemos conciencia de la sustancia, pero no de sus propiedades, que se muestran ya con el nombre. Así pues, es evidente que los pronombres aparecen en lugar de nombres propios, dado que en una pregunta con pronombres, se responde con un nombre propio. 114 Así, cuando digo: quis es tu? o ille? (“¿quién eres tú?” o “¿él?”) me refiero sin duda a unos individuos determinados, de los que, sin embargo, deseo conocer algunas características, y cuando pregunto por nombres propios, se me contesta con pronombres: quis est Trypho? (“¿quién es Trifón?”), ego, o ille (“yo” o “él”).

–––––––––– 110 Cfr. Apolonio, Sintaxis I 119 (pp.137-8), quien utiliza los mismos ejemplos en griego. 111 Cfr. Nuevamente de manera literal Apolonio, Sintaxis I 120 (p. 138). 112 Preferimos no traducir suppositum por “sujeto”, sino por “referente”. 113 Mantenemos aquí el verbo cosignificare usado por Prisciano, en el sentido de significar algo en unión a otros. 114 Hasta aquí la traducción literal de Apolonio, innovando a partir de ahora Prisciano en los ejemplos.

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Ahora bien, 115 si en la pregunta aparece sólo quis, puede unirse a cualquier verbo, como en quis ambulat?, quis loquitur?, quis legit? (“¿quién camina?, ¿quién habla?, ¿quién lee?”). Si se contesta mediante un pronombre, no hace falta otra pregunta, pero si se responde mediante un nombre, se requiere otra pregunta debido a la homonimia, como vemos en quis currit? –Aiax; quis Aiax? –Telamonius o Locrus (“¿quién corre? –Ayax; ¿qué Ayax? –Telamonio, o – Lócrida”). 116 Realmente, quien pregunta qualis homo uicit? (“¿qué tipo de hombre venció?”), está preguntando por la cualidad de un hombre, pues ya conoce tanto la sustancia como el hecho. Quien pregunta quis homo uicit? (“¿qué hombre venció?”), conoce la sustancia genérica del referente y su cualidad de hombre, pero requiere una concreción, que es ofrecida al responderse con un nombre propio. Es lo que vemos en quis homo uicit Pompeium? –Caesar (“¿qué hombre venció a Pompeyo? –César”). (35) Y cuando pregunto quid est animal rationale mortale? (“¿qué animal es racional y mortal?”), quiero que se me indique la especie, es decir, el hombre, pues aunque parezca que esta cualidad es común individualmente a todos los hombres, sin embargo también es propia de la especie incorpórea. 117 Y, por último,

–––––––––– 115

Cfr. Apolonio, Sintaxis I 121 (pp. 138-9). Hasta aquí la cita literal de Apolonio. 117 Es decir, especifica Prisciano que esas cualidades son propias tanto de la pluralidad de hombres, como de la humanidad en sí, que es algo abstracto o incorpóreo. 116

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cuando se pregunta qualiter homo uicit? (“¿cómo venció el hombre?”), no se plantean dudas sobre que se trata de un hombre, pero sí sobre el modo en el que se produjo la acción. Además, con los nombres podemos encontrar tanto verbos sustantivos como de llamada, en cambio con los pronombres sólo verbos sustantivos. 118 Esto se debe a que, en los seres que reciben una denominación, hay una sustancia, como en Trypho sum (“soy Trifón”) o Trypho uocor (“me llamo Trifón”), sin embargo, a los pronombres no se les puede aplicar una denominación propia como la que conllevan los verbos de llamada. En efecto, nadie dice ego nominor, tu uocaris o ille nuncupatur (“yo me llamo”, “tú te llamas” o “él se llama”), refiriendo el verbo sólo a un pronombre, mientras que sí es correcto decir Trypho nominor, Cicero uocaris, Vergilius nuncupatur (“me llamo Trifón, te llamas Cicerón, se llama Virgilio”). (36) No debe extrañarnos que palabras de distinto tipo sean igualmente apropiadas para construcciones heterogéneas, puesto que también vemos que los verbos de voluntad, o de sentimiento, suelen unirse a infinitivos en construcciones como uolo legere, cupio scire o studeo discere (“quiero leer, deseo saber, o me esfuerzo por aprender”). Lo que se plantea aquí es por qué si las preguntas sobre los nombres suelen hacerse mediante nombres, las verbales no se hacen mediante verbos. A lo cual

–––––––––– 118

Cfr. Una opinión similar en Apolonio, Sintaxis II 47 (p.179).

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hay que replicar que tanto la sustancia, como la cualidad, la cantidad, el número y todos los accidentes de los nombres se expresan en los diferentes tipos de nombres: la sustancia en animal, homo (“animal, hombre”), la cualidad en bonus, prudens (“bueno, prudente”), la cantidad en maximus, paruus (“muy grande, pequeño”), el número en multus, paucus (“mucho, poco”). (37) Así, hay nombres que indican una sustancia, una cualidad, una cantidad o un número general, y que por ello son necesariamente indefinidos, porque encierran en sí mismos a todas las especies de su clase. Esta es la razón por la que algunos los han considerado también como pronombres, porque de manera genérica pueden sustituir prácticamente a todo el resto de nombres, tal como sucede con los pronombres. Sin embargo los pronombres deben ser definidos, aparecen en lugar de nombres propios y significan una sustancia única, sin indicar cualidad por sí mismos de acuerdo con su forma, mientras que los nombres comunes que hemos mencionado son indefinidos porque se refieren a las distintas especies comprendidas en ellos. Por eso utilizamos los nombres genéricos para preguntas concretas sobre la sustancia, la cualidad, la cantidad o el número. Sobre la sustancia, quis; la cualidad, qualis; la cantidad, quantus; el número, quot. (38) En cambio los verbos no pueden indicar una sustancia, cualidad, cantidad o número general por sí mismos, y por esto, del mismo modo que los adverbios desempeñan el papel de adjetivos para indicar la cualidad, cantidad, número, tiempo o lugar de los verbos, 105

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así también se utilizan para las preguntas genéricas sobre los verbos. Así pues, si preguntamos por la sustancia de los nombres mediante quis, así también al preguntar la acción o pasión de un verbo, decimos quid agit? (“¿qué hace?”) o quid patitur? (“¿qué le ocurre?”). Y si no hay adverbios, se utilizan nombres en su lugar, como hizo Terencio en Eunuco: 119 quid agitur? Statur. Cuando preguntamos por la cualidad, usamos qualiter, quomodo, o ut. Así Horacio en Sátiras II, 120 Ut Nasidieni iuuit te cena beati? Cuando preguntamos por la cantidad, quantum?, por el número quotiens? (39) Hay que señalar que, construidos con los verbos, no sólo encontramos adverbios, sino también con mucha frecuencia, encontramos nombres en lugar de éstos, tal como hemos afirmado anteriormente. 121 Y del mismo modo que los nombres antes mencionados pueden ser indefinidos, interrogativos, anafóricos o distributivos, así también ocurre con los adverbios, de manera que, si como nombres indefinidos encontramos quis y aliquis (“alguno”), como adverbios aliquo, alicunde, alicubi y aliqua (“hacia alguna parte, de alguna parte, en alguna parte y por alguna parte”); como nombres interrogativos y anafóricos qualis, ποῖος y ὁποῖος (“cuál”), quot, πόσοι, ὁπόσοι (“cuántos”) y, de manera similar, como adverbios interrogativos y anafóricos qualiter, ποίως, ὁποίως (“cómo”), ut, πὼς y

–––––––––– 119 120 121

Ter., Eun. 271. Hor., Serm. II 8,1. Cfr. XVII 11 y 131.

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ὅπως (“cómo”), quotiens, ποσάκις y ὁσάκις (“cuántas veces”); como nombre distributivo talis (“tal”) y tot (“tantos”), como adverbios distributivos taliter (“de tal manera”) y totiens (“tantas veces”). Y si los nombres interrogativos mantienen la norma general de acentuación, los anafóricos se pronuncian con acento agudo en la final, pero si aparecen antepuestos, transforman ese acento agudo en grave. Así ocurre con qui, cuius, cui, qualis, quantus o con los adverbios qualiter y quotiens. Lucano en el libro I, 122 Qualiter expressum uentis per nubila fulmen, y en ese mismo libro, 123 Cursumque furoris / Teutonici. Quotiens Romam fortuna lacessit, / hac iter est bellis. (40) Este mismo comportamiento lo tienen los adverbios de lugar y de tiempo, que se subordinan de forma genérica a todas las especies de nombres y de adverbios locativos y temporales, y que pueden ser tanto interrogativos como anafóricos, atendiendo a cuatro posiciones: lugar a dónde, quo; lugar en dónde, ubi; de dónde, unde, por dónde, qua. No en vano, estos adverbios reciben acento grave en todas las sílabas, cuando se colocan por delante de otras palabras, al igual que los nombres mencionados anteriormente. Pero sobre esto, ya hemos tratado con detalle en el libro sobre los acentos. 124 No debe sorprendernos que aparezcan adverbios cuando se hacen preguntas sobre verbos, ya que son

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LUC., Phars. I 151. Ibid. I 255-7. Se refiere Prisciano a un tratado De accentibus.

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como adjetivos para ellos, y del mismo modo que decimos bonus homo (“hombre bueno”), celer equus (“caballo rápido”), sapiens uir (“hombre sabio”), así también decimos bene uiuit (“vive bien”), celeriter currit (“corre velozmente”), sapienter disputat (“dialoga sabiamente”). Sin embargo, como los pronombres sustituyen a nombres, suelen aparecer en lugar de éstos cuando se contesta a aquellas preguntas planteadas sobre nombres, como en quis dixit? (“quién habló?”), Vergilius u Homerus, o ego, tu, ille (“Virgilio”, “Homero”, “yo”, “tú”, o “él”). (41) Hay que saber que podemos utilizar prácticamente todas las palabras de manera interrogativa, pero que a todas ellas se les puede contestar simplemente con un adverbio, ya sea afirmativo o negativo. Así, si pregunto homo est ille? “¿aquél es un hombre?”, se responde homo est (“es un hombre”), o legitne? (“¿lee?”), se responde legit, non o etiam (“lee”, “no”, “sí”). Y a la pregunta doces? (“¿enseñas?”) o doceris (“¿eres enseñado?”) se responde doceris, doceo, non o etiam (“eres enseñado”, “enseño”, “no” o “sí”. 125 Pero en el caso de los nombres y adverbios mencionados anteriormente, puesto que, en general, todos comprenden varios subgéneros, se les puede responder bien con los subgéneros de cada uno de ellos. Así, a la pregunta quis est ille? (“¿quién es aquel?”) le pueden

–––––––––– 125 Hemos mantenido el texto de Hertz en Keil, si bien en la edición de Ars Grammatica la primera respuesta a las preguntas doces y doceris no es doceris y doceo, sino doceo y doceor (“enseño” y “soy enseñado”).

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responder todos los subgéneros de sustancia comprendidos en esa pregunta, como homo, equus, coruus, piscis (“hombre”, “caballo”, “cuervo”, “pez”). De manera similar, si pregunto con qualis? (“¿cómo?”), a una cuestión de este tipo podemos responder con todas las especies de la cualidad, como bonus, malus, albus, niger (“bueno”, “malo”, “blanco”, “negro”), etc. (42) Y a quantus? (“¿de qué tamaño?) responden perfectamente todas las especies de la cantidad, como longus, breuis, magnus, paruus (“largo”, “corto”, “grande”, “pequeño”) y similares. También todos los números constituyen una buena respuesta si se pregunta quot? (“¿cuántos?”): quot homines? (“¿cuántos hombres?”), tres, decem, mille (“tres”, “diez”, “mil”), etc. Igualmente, el posesivo indefinido cuius, cuia, cuium? (“¿de quién?”), es apropiado para responder a todos los tipos de posesivos. Así, si digo cuia est filia haec? (“¿de quién es hija ésta?”), se responde correctamente con mea, tua, sua illius, Priameia o Euandria (“mía”, “tuya”, “suya de él”, “de Priamo”, o “de Evandro”). A su vez, a un nombre indefinido de nación se le responde bien con cualquier tipo de gentilicio. Así, cuando se pregunta cuias est iste? (“¿de qué país es ése?”), se puede responder nostras, uestras, Graecus, Romanus, Syrus (“del nuestro”, “vuestro”, “griego”, “romano”, “sirio”), etc. Igualmente, pueden hacerse preguntas sobre todos los tipos de adverbios mencionados anteriormente, de manera que, cuando se pregunta qualiter? (“¿de qué manera?”), se responde bene, male, cito o tarde 109

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(“bien”, “mal”, “rápidamente”, “tarde”). Cuando se pregunta quotiens? (“¿cuántas veces?”), se responde semel, bis o centies (“una vez”, “dos veces”, “cien”). (43) Y con los adverbios de lugar, si preguntamos quo? (“¿a dónde?”), respondemos huc, illluc, domum o militiam, Romam o in Italiam (“hacia aquí”, “hacia allí”, “a casa”, “al ejército”, “a Roma”, o “a Italia”). Si la pregunta es ubi? (“¿dónde?”), hic, illic, domi o militiae, Romae o in Italia (“aquí”, “allí”, “en casa”, “en el ejército”, “en Roma” o “en Italia”). Pero no sólo con adverbios de este tipo, sino también con toda clase de nombres que signifiquen lugar, se puede responder a preguntas como éstas, que implican “a dónde” cuando empiezan con quo, “en dónde” con ubi, “de dónde” con unde y “por dónde” con qua. Y lo mismo podemos decir de los adverbios de tiempo: 126 al indefinido aliquando (“alguna vez”), o al interrogativo, indefinido y anafórico quando (“¿cuándo?”), pueden responderle no sólo todos los adverbios, sino también nombres que significan tiempo. Así: quando? (“¿cuándo?”), hodie, heri, cras, ante decem dies, etc. (“hoy”, “ayer”, “mañana”, “antes de diez días”)… Los nombres apelativos, pero especialmente los generales o especiales,127 también pueden aparecer en las respuestas a preguntas con el nombre indefinido quis? (“¿quién?”), como en quis inuenit litteras? –

–––––––––– 126 Aquí establece Hertz una separación de párrafo, aunque mantenemos la lectura de Ars Grammatica, que pone los siguientes ejemplos seguidos de esta indicación sobre los adverbios de tiempo. 127 Prisciano distingue en su sintaxis tres tipos de nombres: genéricos o indefinidos (quis), apelativos o comunes (que pueden ser de género y especie –generalia aut specialia) y los nombres propios.

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homo (“¿quién inventó la escritura? –el hombre”); quis utilis est aratro? –bos (“¿quién es útil para el arado? un buey”); quis natat in mari –piscis (“¿quién nada en el mar? –un pez”). La respuesta parece apuntar a un ser en concreto, aunque la pregunta es en general sobre el tipo de animal. De manera similar si, rodeado por muchas personas, digo quis est de nobis grammaticus?, quis orator?, quis medicus? (“¿quién de nosotros es gramático?, ¿quién orador?, ¿quién médico?”) y se responde: ego quidem sum grammaticus, tu orator, ille medicus (“yo soy gramático, tú orador, él médico”), aquí aparecen como nombres propios, puesto que se responde sobre la gramática, retórica o medicina que posee en particular la persona a la que se refiere. (44) También en las definiciones, ante la pregunta por todas las cosas que pueden definirse, suele colocarse delante el neutro de un sustantivo y responderse con varios nombres comunes que indican cualidades referidas a él, como quid est animal? – Substantia animata (“¿qué es un ser vivo? –una sustancia animada”), y si cambiamos el orden: quid est substantia animata? –animal (“¿qué es una sustancia animada?, –un ser vivo”); o quid est homo? –animal rationale mortale (“¿qué es un hombre?, –un ser vivo racional mortal”). Y cambiando nuevamente el orden: quid est animal rationale mortale? –homo (“¿qué es un ser vivo racional mortal?, –un hombre”). Y esto mismo lo podemos hacer con todas las definiciones, ya que, al referirse a géneros o especies de los seres que imaginó la mente divina, antes de convertirse en cuerpos, podrían ser 111

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nombres propios, que abarcan a los géneros y especies de la naturaleza. 128 (45) Hay que destacar además que, tanto los nombres indefinidos como los adverbios, si tienen una forma general que puede referirse a todas las unidades de las que se trate, en latín, aparecen reduplicados o añaden cumque, como vemos en quisquis o quicumque (“cada uno”), qualisqualis o qualiscumque (“cualquiera”), quantusquantus y quantuscumque (“tan grande como”). Terencio en Los hermanos, 129 Tu quantusquantus nihil nisi sapientia es, con el valor de quantuscumque; y también quotquot y quotcumque (“tantos como”). Así Horacio en el libro II de Sátiras, 130 Viuere, Vertumnis, quotquot sunt, natus iniquis. O utut y utcumque (“de cualquier modo que”), ubiubi y ubicumque (“en cualquier lugar”), undeunde y undecumque (“de cualquier lugar”), quaqua y quacumque (“por cualquier lugar”). Entre aliquis y ullus (“alguien”), alicubi y usquam (“en alguna parte”), o aliquando y umquam (“en algún momento”), la diferencia es que aliquis, alicubi y aliquando se usan de forma absoluta, como vemos en aliquis uenit ad me (“alguien viene junto a mí”), o alicubi fuimus (“hemos estado en alguna parte”), es decir aliquo loco (“en algún lugar”), o aliquando contigit (“en algún momento sucede”) es decir aliquo tempore (“en algún momento”).

–––––––––– 128 Es decir, en principio, los nombres comunes eran nombres propios en el pensamiento de la divinidad, porque se referían a algo concreto, pero se hicieron comunes ya en la realidad, al referirse a diferentes criaturas. 129 Ter., Adelph. 394. 130 Hor., Serm. II 7, 14.

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(46) Pero si utilizamos ullus, se refiere a alguno de la cantidad indefinida que supone la totalidad. En efecto, es necesario que se entienda “alguno de todos”, sea cual sea ese elemento, y no es incongruente que se diga que es un diminutivo de unus. Y en esto parece ser en cierto modo semejante a summus, imus, primus o ultimus (“el más alto, el más bajo, el primero” o “el último”) que se refieren a la posición primera o última de todas ya sea referida a lugares, tiempos u órdenes. De manera similar usquam se refiere a todos los lugares y umquam a todos los tiempos. Hay que saber que también sus compuestos tienen carácter de negación de la totalidad de los referentes indicados por los términos. Así nullus omnium deorum, u hominum, o eorum quae sunt (“ninguno de la totalidad de los dioses”, o “de los hombres”, o “de lo que existe”), es decir, de todo lo que puede ser nombrado. De manera similar, nusquam supone la negación de todos los lugares, y numquam de todos los tiempos. (47) Esa misma diferenciación referida a las formas simples la encontramos en los indefinidos formados por reduplicaciones o con el añadido de cumque. Así, el indefinido quis se refiere a un solo individuo, como vemos en el libro II de las Sátiras de Horacio, 131 Et leporum auulsos, ut multo suauius, armos, / Quam si cum lumbis quis edat, donde equivale a aliquis. En cambio quisquis o quicumque (“cualquiera”) se refieren a la totalidad. De manera similar quot (“cuantos”)

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Hor., Serm. II 8, 89-90.

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requiere una cantidad concreta, mientras que quotquot o quotcumque (“todos los que”) se refiere a un grupo indefinido. Por otra parte, quis como forma simple puede ser indefinido e interrogativo, pero su compuesto aliquis es solamente indefinido. De manera similar, los adverbios quo, ubi, unde, qua y quando pueden ser interrogativos, anafóricos e indefinidos. Así Virgilio en el libro X, 132 Aspera quis natura loci dimittere quando / Suasit equos, donde quando equivale a aliquando (“alguna vez”). En cambio aliquo, alicubi, alicunde, aliqua y aliquando (“a alguna parte, en alguna parte, de alguna parte, por alguna parte, alguna vez”) son siempre indefinidos sin excepción alguna. (48) En cuanto a quis, indefinido de sustancia, aparece con el significado de qualis y quantus, mientras que qualis o quantus no aparecen nunca como quis. Así Virgilio, en el libro IV de Eneida, 133 Quis nouus hic nostris successit sedibus hospes?, donde quis equivale a qualis (“qué tipo”). Y este mismo autor en el libro VI, 134 Qui iuuenes! Quantas ostentant, aspice, uires!, en el que qui equivale a quales (“qué”). De manera similar, el adverbio qui, que procede del nombre de sustancia quis, aparece con el valor de qualiter (“de qué modo”), mientras que qualiter no aparece por qui, cuyo significado propio es “a causa de qué”. Terencio en Andria, 135 Quis [tibi] uideor?– Miser aeque atque ego,

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Verg., Aeneid. X 366-7. Verg., Aeneid. IV 10. 134 Verg., Aeneid. VI 771. 135 Ter., Andr. 702. 133

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donde quis equivale a qualis (“cómo”). Este mismo autor en Formión, 136 Quot me censes homines iam deuerberasse usque ad necem, / Hospites, tunc ciues? Quo magis noui, tanto saepius, donde quo equivale a quanto (“cuanto”). Y el mismo Terencio en Eunuco, 137 Qui istuc?, en el que qui equivale a quomodo (“de qué modo”). O en Andria, 138 Qui? Quia te noui, en el que encontramos qui con el valor de propter quid (“¿por qué razón?”). Sin embargo, tanto éste último como todo el resto de adverbios interrogativos apuntan a las numerosas especies de interrogaciones, al igual que los adverbios locales y temporales que hemos citado. (49) Además, esos mismos son también anafóricos, como cur (“¿por qué?”), quia (“puesto que”), διὰ τί (“¿a causa de qué?”) y διότι (“puesto que”). Como interrogativo los encontramos en el libro I de las Odas de Horacio, 139 Cur apricum / Oderit campum? Y en ese mismo libro140 lo encontramos con valor anafórico, Et altis urbibus ultimae / Stetere causae, cur perirent / Funditus, en el que cur equivale a διόπερ (“por las cuales”). Y este mismo autor en la misma obra,141 Neu miserabiles / Decantes elegos, cur tibi iunior / Laesa praeniteat fide, donde cur equivale a διότι. De manera similar quia tiene valor interrogativo en el libro V de Virgilio,142 Heu

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Ter., Phorm. 327-8. Ter., Eun. 121. 138 Ter., Andr. 502. 139 Hor., Carm. I 8, 3-4. 140 Hor., Carm. I 16, 18-20. 141 Hor., Carm. I 33, 2-4. 142 Verg., Aeneid. V 13. 137

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quia nam tanti cinxerunt aethera nimbi? Y sin embargo Terencio en Los hermanos,143 Quia praeter spem euenit, lo utilizó como el anafórico διότι. En efecto, todos los tipos de causas encuentran su respuesta en éstos, del mismo modo que en aquéllos todas las expresadas por adverbios y nombres de lugar o de tiempo. En cuanto a los adverbios que no se relacionan con especies diferentes, no pueden ser interrogativos, como el de exhortación heia (“¡ea!”), el de llamada heus (“¡eh!), el de respuesta hem (“¡ah!”) y otros similares. Podemos encontrar quisque con el valor de quicumque (“cada uno”), qualisque con el de qualiscumque (“cualquiera que”). Y de manera similar los adverbios quoque como quocumque (“a cualquier parte que”), quaque como quacumque (“por cualquier parte que”), quandoque como quandocumque (“en cualquier momento que”). [Virgilio en el libro VII, 144 o matres, audite ubi quaeque, Latinae, donde quaeque tiene el valor de “quaecumque” (“cada una”). En esta cita en cambio ubi puede entenderse como ubicumque (“donde sea que”)]. 145 (50) También quorsum (“¿hacia dónde?”), compuesto por quo y uersum, puede ser interrogativo, anafórico e indefinido, en relación con todos los valores que, desde el punto de vista de lugar, indican alguna

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Ter., Ad. 815. Verg., Aeneid. VII 400. 145 Tanto Hertz en GLK como el grupo Ars Grammatica (2010-135) consideran que este ejemplo forma parte de una interpolación. De ahí su inclusión entre corchetes. 144

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dirección. De manera que si se pregunta quorsum uadis? (“¿a dónde vas?”), se puede responder horsum, istorsum, sursum, deorsum, dextrorsum, sinistrorsum, orientem uersus, occidentem uersus (“de este lado, de ese, hacia arriba, hacia abajo, hacia la derecha, hacia la izquierda, hacia el este, hacia el oeste”). También es anafórico, cuando recibe un acento grave, como cuando digo quorsùm ille ierat, et ego ii (“a donde él había ido, también fui yo”), e indefinido, como en quorsùm ille uadit, et tu uade (“a donde él va, ve tú también”). Igualmente, quoad (“hasta dónde”) es indefinido, interrogativo y anafórico. Puede equivaler a quousque (“hasta cuándo”) y a quando (“cuando”), que, como ya hemos mostrado, tiene un significado triple. Así Terencio en Formión, 146 Quid? Senem / Quoad expectatis uestrum?, lo utilizó con valor interrogativo. (51) También es anafórico, en ejemplos como quoad iussisti, parui (“en lo que ordenaste, obedecí”). Indefinido: quoad libet, scribo (“tanto como me place, escribo”. De manera similar, quousque puede ser usque ad quod tempus (“hasta qué momento”), usque ad quem locum (“hasta qué lugar”), y a la vez interrogativo, anafórico e indefinido. Interrogativo, como en el libro I de Catilinarias de Cicerón, 147 Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? (“Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia”?). Anafórico, como en quousque uisum est doctori, didici

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Ter., Phorm. 147-8. Cic., Cat. I, 1.

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(“en lo que le pareció a mi maestro, aprendí”); indefinido, como en quousque uideatur tibi, uenio (“en la medida en que te parezca, vengo”). Los escritores, con muchísima frecuencia, usan adverbios de lugar con valor de tiempo, pero no los de tiempo para indicar lugar. Así, en el libro V de Eneida de Virgilio, 148 Hic patris Aeneae suspensam blanda uicissim / Gaudia pertemptant mentem, donde encontramos “hic” con el valor de “tunc” (“entonces”). E igualmente, en el libro II, 149 Inde toro pater Aeneas sic orsus ab alto, donde inde equivale a postea y deinde (“después”). (52) Puesto que en los capítulos anteriores, hemos tratado de las formas que, en latín, pueden funcionar como artículos, así como de los nombres genéricamente indefinidos, anafóricos e interrogativos, que los estoicos solían colocar entre los artículos por la anáfora, e igualmente acerca de los adverbios, que o bien se forman a partir de ellos o responden a sus diversos valores, pienso que es lógico tratar también sobre la construcción de los pronombres. Pues bien, los artículos acompañan a los nombres en la oración, mientras que los pronombres los sustituyen. 150 Por otra parte, tampoco en griego, al referirse los pronom-

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Verg., Aeneid. V 827-8. Verg., Aeneid. II 2. 150 Cfr. Apolonio, Sintaxis II, 1 (pág.159), donde se marca también el paso del estudio del artículo al del pronombre, porque el primero acompaña al nombre y éste segundo lo sustituye. En la parte siguiente de este capítulo, en la indicación de por qué los pronombres tienen casos y personas, traduce también Prisciano literalmente a Apolonio Díscolo, II 2 (p.159). 149

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bres demostrativos a personas presentes, caracterizadas por su cercanía, pueden desempeñar la función de artículos prepositivos, de los que, como sabemos, carece la lengua latina. Es evidente que esta es la razón por la que tienen declinación casual, para sustituir al nombre en cualquier situación, es decir, en todos sus casos, y también tienen distinción de personas, de manera que lo que le falta al nombre, esto es la distinción de personas, lo tienen sus sustitutos, que poseen de este modo los casos del nombre, y las personas del verbo. (53) Por ello flexionan asumiendo dos declinaciones, una nominal y otra verbal, pero no confundiéndolas, sino con una separación sumamente adecuada, pues dejaron la flexión nominal para las terminaciones y la distinción de personas para la parte inicial. 151 Y es que, evidentemente, si se mezclaran las dos declinaciones en la misma parte de la palabra, el cambio de caso supondría una dificultad para la distinción de personas, y por el contrario la distinción de personas produciría confusión también en la de casos, por lo cual los pronombres distinguen los casos así: mei, mihi, me; las personas: mei, tui, sui; y personas y casos: mei, tibi. Y en todas las circunstancias mencionadas es definido, esto es, en cuanto a personas y casos, en los que también se manifiestan los números, gracias a la distribución que hemos mencionado en dos partes, al principio y al final. Sin embargo estas dos declinaciones, tanto

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Cfr. Apolonio, Sintaxis II 3 (pp.159-60).

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la casual como la de personas, cuando se da en las partes de la oración que las consideran propias, es decir, en el nombre y en el verbo, aparecen al final, como vemos en bonus, bona, bonum, boni, bonae, boni, scribo, scribis, scribit. 152 (54) 153 No creo que sea necesario que alguien se pregunte, ¿por qué en el pronombre no está la terminación de persona también al final, como en los verbos, sino al principio? Pues porque convenía que se asignara sólo a una parte y, si se nos permite hablar así, el final, razonablemente, se le atribuyó a los casos, ya que el nombre tiene prioridad sobre el verbo, tal como hemos mostrado, de manera que la propiedad nominal, es decir, el caso, debe aparecer con razón al final. Además, el pronombre es la forma que sustituye e imita al nombre. Y es evidente que, de sus accidentes, el que constituye su principal valor, es decir su naturaleza, es la persona contenida en él. Ahora bien, si es la terminación la que domina en las partes de la oración, y la terminación del pronombre indica el caso, entonces la denominación de pronombre la deberá a esta parte final, ya que imita las características del nombre en cuanto al caso, si bien también tiene propiedades del verbo, en cuanto a la persona. Pero antes de entrar en la construcción de cada uno de los pronombres, 154 considero que conviene tratar

–––––––––– 152 Es decir, en bonus, la desinencia -us indica caso nominativo, género masculino y número singular; en scribo, la -o indica primera persona y número singular. 153 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 4 (p.160). 154 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 5 (p.161).

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sobre sus propiedades, pues de éstas obtendremos información útil acerca de esa construcción. (55) 155 Así pues, puesto que ya hemos mencionado la característica principal y exclusiva del pronombre, que se declina por dos partes, correspondiendo la inicial a las personas y la final al caso, veamos otros aspectos. En griego, entre los pronombres deícticos, unos son absolutos y otros distintivos. Consideramos absolutos aquellos que no necesitan el añadido de otra persona, y que son en griego ἐγκλιτικά o “enclíticos”, como en εἶδέν με, ἐλάλησέν μοι (“me vio”, “me habló”). Distintivos son los que necesitan el añadido de otras personas, denominados en griego ὁρθοτονούμενα: εἶδεν ἐμέ, οὐκ ἐκεῖνον (“me vio a mí, no a él”), donde necesariamente aparece otra persona, al igual que en los nombres comparativos se requiere también el añadido de otras personas, mientras que los positivos o absolutos completan la construcción por sí mismos. En latín, los mismos pronombres absolutos son también distintivos, como observamos en uidit me (“me vio”) frente a uidit me, illum autem non (“me vio a mí, pero no a él”). (56) Sin embargo, cuando el nominativo de los pronombres de primera y segunda persona se construye con un verbo, puesto que ya el verbo por sí mismo indica la persona, entonces con frecuencia el

–––––––––– 155 Apolonio, Sintaxis II 6 (p.161). Si bien este pasaje de Prisciano corresponde al citado de Apolonio, en este caso la correspondencia no es literal, al introducirse en la gramática latina la diferenciación entre las dos lenguas.

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pronombre es distintivo: ego dico, ille autem non (“yo hablo, pero él no”). 156 En la tercera persona 157 del pronombre se produce también una anáfora, mediante la que nos referimos a un nombre ya mencionado gracias al pronombre, que sustituye a ese nombre, como vemos en Iuppiter postquam Troas et Hectora nauibus appulit, ipse reiecit oculos claros. Por otra parte, 158 hay que saber que los pronombres demostrativos, frente a los anafóricos, no sustituyen a nombres antes mencionados, sino a aquellos que no pueden indicar deixis, mientras que los anafóricos aparecen en lugar de esos nombres que han aparecido antes y que no pueden repetirse. Y es que si alguien, en lugar de ipse reiecit oculos claros, utiliza nuevamente Iuppiter, no enlaza las dos oraciones de Iuppiter, sino que comienza una nueva oración. Por otra parte, 159 un mismo nombre propio puede referirse a distintas personas, porque si digo Aiax uenit ad Troiam, Aiax fortiter pugnauit contra Troianos (“Ayax fue a Troya, Ayax luchó valerosamente contra los troyanos”), es dudoso si nos referimos a la misma persona, ya que al existir dos Ayax que compartían el mismo nombre, los dos podían ser los autores de esas acciones. En cambio, si digo Aiax uenit ad Troiam,

–––––––––– 156 Como vemos en este pasaje, Prisciano no distingue los pronombres personales y los demostrativos. 157 Retoma aquí Prisciano la traducción literal de Apolonio (Sintaxis II, 8, p.162), traduciendo incluso el ejemplo de Hom., Iliad. XIII 1. 158 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 10 (p.162). Omite Prisciano el capítulo II 9, que contiene alusiones al artículo. 159 Este añadido sí corresponde a Prisciano.

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idem fortiter pugnauit contra Troianos (“Ayax vino a Troya, él mismo luchó valerosamente contra los troyanos”) sólo puede entenderse una persona. (57) Así pues, en todos los pronombres anafóricos hay un único enunciado, que retoma un nombre mencionado con anterioridad. Lógicamente, en lugar de un pronombre anafórico, se puede utilizar el nombre y cambiar la oración, como en Iuppiter tonat, Iuppiter fulminat (“Júpiter truena, Júpiter lanza rayos”). Pero estas oraciones pueden aparecer de manera independiente, o con el orden invertido entre ellas, puesto que la segunda no se refiere a la primera, que es lo que sí hace el pronombre anafórico al referirse a un nombre que ha aparecido anteriormente. Así pues, 160 cuando ille (“aquél”) o hic (“éste”) no se refieren a algo que percibimos por la vista, hay que considerar que su deixis es conceptual. De este modo, hay pronombres cuya deixis se relaciona con lo que se ve, como ego (“yo”) y tu (“tú”); otros con lo que se ve o se piensa. Así, con lo visual: hic uir, hic est, tibi quem promitti saepius audis; 161 y con lo conceptual: hic pietatis honos? sic nos in sceptra reponis? 162 (58) 163 Por otra parte, sólo los pronombres tienen formas distintas para terceras personas diversas, mientras que los verbos, con una sola forma, se adaptan a

–––––––––– 160 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 12 (p.163), que utiliza ἐκεινος y οὑτος, en lugar de los ille e hic de Prisciano, quien amplía además el pasaje con los ejemplos virgilianos y referencias a los deícticos latinos. 161 Verg., Aeneid. VI 791. 162 Verg., Aeneid. I 253. 163 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 13 (p.163). La traducción es prácticamente literal, si bien Prisciano cambia los nombres griegos por nombres latinos

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múltiples terceras personas. En efecto, decimos: scribit Probus uel Seruius (“escribe Probo o Servio”), 164 o cualquier persona que pueda asumir esta acción. Sin embargo, eso no ocurre con los pronombres, ya que son anafóricos ipse, is o sui, que es primario, 165 y son deícticos hic, iste o ille. La diferencia entre éstos es que ille (“aquel”) se refiere a una distancia mayor, como Terencio en Eunuco, Viden tu illum, Thais?; 166 iste (“ese”) un poco más cercana como iste tuus filius et hanc aspice prolem y, en cuanto a hic (“este”), lo podemos utilizar no sólo refiriéndonos a alguien presente, sino también ausente pues, además, como hemos apuntado anteriormente, la deixis puede ser conceptual: Hoc regnum dea gentibus esse, donde Virgilio en el libro I 167 se refiere con esta deixis a la ciudad de Cartago. 168 (59) Iste (“ese”) en cambio sí se refiere con frecuencia a una deixis visual. Virgilio en el libro VI, 169 Non hoc ista sibi tempus spectacula poscit; si bien hay autores que sí lo utilizan acerca de referentes ausentes,

–––––––––– en los ejemplos: “escribe Probo” en vez de “escribe Trifón”, cambian también los pronombres concretos por ser diferentes en griego y latín… 164 Es significativo que, en este ejemplo, Prisciano sustituye los nombres de los gramáticos griegos Dionisio y Trifón, que son los que aparecen en Apolonio Díscolo, por Probo y Servio, nombres de gramáticos latinos. 165 Prisciano denomina primario a sui (se, sui, sibi), por oposición al posesivo, suus, que sería secundario o derivado. 166 Ter., Eun.754. 167 Verg., Aeneid. I 17. 168 En la edición de Keil no aparecen los ejemplos mencionados a propósito de ille e iste. 169 Verg., Aeneid. VI 37.

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o que no pueden verse, tal como hemos dicho ya. Virgilio, en el libro XI: 170 Sed nunc est omnia quando / iste animus supra; Terencio en Los hermanos, 171 Iste tuus ipse sentiet / Posterius, refiriéndose a Esquino, que no está presente. También ille (“aquel”), incluso cuando es anafórico, puede aludir a alguien ausente o presente. Así: Sic Iuppiter ille monebat; 172 Tune ille Aeneas; 173 o Ille ego, qui quondam gracili modulatus auena / Carmen, 174 aunque también, mediante la figura de la “apóstrofe”, la ἀποστροφή griega, se puede utilizar la segunda persona para referirnos a alguien ausente, hablando como si estuviera presente. Así lo hace Juvenal, en II: 175 Tune duos una, saeuissima uipera, cena, / Tune duos? (60) 176 Del mismo modo que, en griego, se añade –i a algunos pronombres para dar más intensidad a su significado, como en ἐκεινοσί, οὑτοσί, ὁδί, así también en latín el añadido de -met, -te, -pte, -ce refuerza el significado en formas como egomet, tute, meapte, nostrapte, huiusce, de los que hemos tratado ya ampliamente al analizar el pronombre. 177

–––––––––– 170

Verg., Aeneid. XI 509-10. Ter., Adelph. 139-40. 172 Verg., Aeneid. VII 110. 173 Verg., Aeneid. I 617. 174 Verg., Aeneid. I, 1 sigs. 175 Juv., Serm. VI 641-2. 176 Después de ampliar Prisciano lo dicho por Apolonio con todos los ejemplos anteriores, retoma de nuevo su seguimiento (Sintaxis, II,14, p.164), en este caso acerca del añadido de formas enclíticas para reforzar el significado de los pronombres, si bien el préstamo no es literal, sino tan solo del contenido, por las diferencias de los añadidos latinos y griegos. 177 Cfr. GLK II 590 sigs. 171

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Así pues, las personas de los pronombres se definen no sólo a partir de su carácter deíctico, que alude a referentes que están presentes y se perciben por la vista, sino también a partir de la anáfora, que alude a referentes ausentes. Y así tenía razón Aristarco, 178 cuando apuntaba que los pronombres tienen un vínculo especial con las personas, puesto que idéntica y solidariamente abarcan a todas las personas ya mediante deíxis o anáfora; mientras que, en cambio, los verbos no tienen ese vínculo, puesto que si bien en la primera y segunda persona son definidos, en tercera no, a no ser que la acción se refiera en exclusividad a un único ser, como fulminat (“relampaguea”), tonat (“truena”), que se entienden acciones propias sólo de Júpiter. De manera que no es el verbo en tercera persona el definido, sino quien realiza la acción que tiene como propia ese verbo de sujeto único. (61) 179 Así pues, es evidente que la causa de que haya formas diferentes para las terceras personas de los pronombres es que no se indiquen personas diferentes con una forma única. Pues entonces esas formas serían indefinidas, como ocurre con los verbos en tercera persona, lo cual sería contrario a la caracterización principal de los pronombres, y es que cuando una sola forma significa varias cosas, eso produce indefinición. 180

–––––––––– 178

Cfr. Apolonio, Sintaxis II 15-16 (pp.164-5). Cfr. Apolonio, Sintaxis II 17 (p.165). 180 En los verbos en tercera persona (scribit, ambulat…) al no haber diferencia, no hay distinción, sin embargo, en la tercera persona de los pronombres (hic, iste, ille, is…) esa diversidad sí permite la diferenciación y que, por lo tanto, sean determinadas. 179

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Además, 181 si las otras formas casuales suelen completar su declinación a partir del nominativo, conformando el genitivo y el resto de casos a partir de él, los pronombres primarios, esto es ego, tu, mei, tui, sui, mihi, tibi, sibi se declinan más bien en los diferentes casos con temas independientes, puesto que, según la norma no sería posible que ego tuviera como genitivo mei, ni tampoco a mei le corresponden regularmente mihi y me. Y también son irregulares los cambios de número: ego, mei, nos; tu, tui, uos. Y es que ningún genitivo que no surja del nominativo, puede declinarse regularmente para ofrecer las formas plurales que corresponderían al nominativo. En cambio, el que se declina partiendo del nominativo sí tiene esa regularidad en la flexión de los casos y números. (62) 182 Y así los heteróclitos, esto es los términos con declinación irregular, necesariamente adquieren un nominativo correspondiente al genitivo, a partir del que se declinaban los distintos números y casos. Por ejemplo, del genitivo itineris se forma itineri e itinera, y también de él se crea el nominativo itiner. De manera similar, precis, uicis, frugis y lateris, que son genitivos, dan lugar a preci, uici, frugi y lateri; y a preces, uices, fruges, lateres. Por lo cual, correctamente, se crearon también los nominativos prex, uix, frux o frugis y later.

–––––––––– 181 Apolonio, Sintaxis II 18 (p. 166). Al igual que en la edición del grupo Ars Grammatica (2010: 147), preferimos unir esta afirmación con el siguiente pasaje, en vez de con el anterior, que es como aparece en la edición de Keil. 182 Apolonio, Sintaxis II 19 (p.166). Si bien Prisciano “latiniza” los ejemplos.

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Así pues, 183 el genitivo mei, al no declinarse, sino ser independiente, no determinó una regularidad en la flexión de los casos, ni de los números. Pero, en cambio ille, iste y otros similares, al declinar el genitivo partiendo del nominativo, sí formaron esas flexiones regulares para el resto de casos y números. (63) 184 Tal vez alguien se pregunte por qué algunos pronombres evitaron esa analogía, y también por qué no lo hicieron todos. La categoría de los nombres se creó para significar cualidades comunes o propias, que son innumerables, como por ejemplo homo, Plato (“hombre, Platón”). Y puesto que los nombres no tienen posibilidad de indicar deixis ni anáfora, que es lo que define a las personas de los pronombres, se creó un número indeterminado de nombres para que pudieran extender su cualidad a cada uno de los referentes. Y es por lo que se produce bastante confusión en la indicación de una cualidad cuando en una sola forma coinciden varios nombres, ya sean comunes o propios, lo que provoca que la persona significada por el nombre careciera de determinación. No debemos extrañarnos de esto, puesto que también los nombres propios, aunque su función sea diferenciar a un solo ser de todos los demás, sin embargo producen indeterminación si no pueden indicar, con ayuda de la deixis que otorga el pronombre, todas las cualidades que separan a ese ser de todos los demás. En efecto, aunque sepamos que Virgilio fue un poeta y que era hijo de Marón, al

–––––––––– 183

Apolonio, Sintaxis II 20 (p.166-7). Apolonio, Sintaxis II 22 (p.167-8), si bien Prisciano desarrolla más la explicación y añade ejemplos. 184

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verle, si eso pudiera ser, desconoceríamos cuál era su nombre a no ser que alguien, señalándole, dijera hic est Vergilius (“éste es Virgilio”). Por eso el nominativo, diferenciado para cada uno de los referentes, exigía que los casos oblicuos se flexionaran regularmente a partir de él, para evitar atribuciones de significado confusas. Y por eso 185 se flexionaron también necesariamente por géneros, para que pudieran distinguirse además por esta cualidad del género. (64) E, igualmente, éste es el motivo por el que se crearon los adjetivos, para completar la significación de los nombres, comunes o propios, y así a equus (“caballo”), se le añade albus (“blanco”) o fortis (“fuerte”), a Plato (“Platón”) sapiens (“sabio”) o bonus (“bueno”), a Mars (“Marte”) Gradivus (“Belicoso”) y otros muchos adjetivos que podrían atribuírseles. Y de ahí también que se creasen términos compuestos, como beneficus, maleficus, omnipotens (“benéfico, maléfico, omnipotente”), que se forman con los accidentes que indican cualidad y cantidad. Pero los pronombres, 186 como debido a su deixis no pueden indicar otra cosa que una sustancia concreta –y las cualidades que le corresponden, en la medida en que sean visibles, como album (“lo blanco”), nigrum (“lo negro”), longum (“lo largo”), breue (“lo corto”), pues en la forma del pronombre no se indica sino lo visible– por eso rechazaron lógicamente la existencia

–––––––––– 185 Apolonio, Sintaxis II 23 (p.168), aunque también Prisciano completa la explicación añadiendo, sobre todo, más ejemplos. 186 Apolonio, Sintaxis II 24 (p.168-9).

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de muchas formas, puesto que cada una de ellas puede sustituir en diferentes casos a cualquier nombre. Y es que en todos los seres, la significación propia es única, pero las cualidades, que es lo que atribuye el nombre, son múltiples. (65) Y si eso es cierto, se explica también por qué los pronombres rechazaron tener una declinación como la de los nombres, para que al ser usados en lugar de esos nombres, no se confundieran si tenían la misma terminación. Y puesto que los pronombres tienen una significación única para todas las cosas que existen, de manera que con una sola forma indican esa propiedad sea cual sea el referente, tuvieron también una declinación única, de manera que pudieran abarcar a las distintas personas y casos, sin tener que someterse a ninguna regla, ya que ésta no tendría sentido en formas únicas. Así, es evidente que la primera y la segunda persona, que no son sino deixis, tienen formas únicas y propias. Y también por eso los distintos géneros no necesitan terminaciones propias, puesto que con una sola terminación tenían suficiente, ya que mediante la deixis se indica la sustancia, y ésta se encuentra privada de género. (66) 187 En cambio ille, ipse, hic, iste e is, como en las terceras personas sí podía haber diferencias, ya que podían estar ausentes o presentes, y estar más lejos o más cerca, sí adoptaron género en su declinación para poder establecer esa distinción.

–––––––––– 187 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 26 (p.169), si bien el préstamo no es literal, por las diferencias entre los pronombres griegos y latinos

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Al igual que los nombres, 188 también los pronombres se relacionan con los verbos mediante casos diferentes. Así los verbos forman una construcción intransitiva con los nominativos, y transitiva con los casos oblicuos: Theoctistus o iste currit (“Teoctisto o ese corre”), Theoctisti o istius misereor (“me apiado de Teoctisto o de ése”), Theoctisto o isti praebeo (“ofrezco a Teoctisto o a ése”), Theoctistum o istum uideo (“veo a Teoctisto o a ése”). 189 (67) También con el ablativo, que sigue a los demás casos oblicuos: Theoctisto o isto gaudeo (“disfruto con Teoctisto o con ése”). El vocativo, por su parte, se construye de forma intransitiva con un verbo en segunda persona, puesto que, por su propia esencia, se corresponde con las segundas personas: Theoctiste o tu noster doctor legis o lege (“Teoctisto, o tú, nuestro maestro, lees o lee”). Virgilio en el libro X,190 Vigilasne deum gens / Aenea? Vigila. Sin embargo los casos oblicuos se adaptan a la construcción transitiva de los verbos, que es intransitiva con el nominativo. A no ser que se trate de verbos de construcción absoluta, como en Theoctistus o iste uiuit, spirat, floret, uiget (“Teoctisto o ese vive, respira, florece, prospera”), etc. Estos verbos no necesi-

–––––––––– 188

Cfr. Apolonio, Sintaxis II 29 (p.171). Como vemos, la acción de transire supone un paso de la acción entre personas. En el caso de la relación nominativo-verbo, no hay paso, ya que es la persona representada por el nominativo la que realiza la acción. Sin embargo, al entrar en juego otra persona, representada por un caso oblicuo, ya sí habría tránsito, de manera que se produce esa transitividad. 190 Verg., Aeneid. X 228-9. 189

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tan construirse con casos oblicuos, es decir, no requieren unirse transitivamente a otras personas, ya que son los verbos los que muestran la disposición de cada uno de ellos, como vemos en ego doceo illum, Theoctistus docet Priscianum, ego doceor ab isto, tu doceris ab illo (“yo le enseño a él, Teoctisto enseña a Prisciano, yo soy enseñado por ese, tú eres enseñado por él”). 191 Hay que mencionar que los verbos impersonales, ya aparezcan en una construcción transitiva o intransitiva, se construyen con casos oblicuos, a no ser que se produzca una elipsis. (68) Así, la construcción intransitiva curritur a me (“es corrido por mí”) es la correspondiente a curro (“corro”), statur a te (“es estado por ti”) a stas (“estás”), sedetur ab illo (“es sentado por él”) a sedet ille (“él se sienta”). Ahora bien, en estos verbos, cuando van en pasiva, se puede entender también un nominativo de la misma raíz: curritur cursus, bellatur bellum (“se corre la carrera, se lucha la guerra”), de manera que, aunque no se mencione el agente, la construcción queda completa con ese nominativo. Virgilio en el libro VII, 192 Certatur comminus armis; Terencio en Eunuco, 193 Quid agitur? Statur. 194

–––––––––– 191 Como vemos, sería el verbo y su significado, el que determina la construcción de la frase, es decir, que su construcción sea absoluta o que requiera un complemento realizado con un caso oblicuo. 192 Verg., Aeneid. VII 553. 193 Ter., Eun. 271. 194 Como vemos, en estos últimos pasajes, ha eliminado Prisciano (siguiendo a Apolonio) dos categorías de verbos impersonales: la de fenómenos de la naturaleza (fulminat, tonat), en la que en su opinión no se expresa el nominativo sujeto por ser siempre el mismo (Júpiter), o la llamada pasiva impersonal, en la que se habría producido también la elipsis de un

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Y en construcción transitiva encontramos miseret me tui, pudet te mei, paenitet illum sui (“me apiado de ti, te avergüenzas de mí, se arrepiente de él”). Mei, tui y sui son en este caso los genitivos de los pronombres primarios, aunque a su vez son también los genitivos de los posesivos. (69) 195 No es nada extraordinario que una misma forma, con un cambio en su significado, pueda convertirse en otra diferente, ya que, al cambiar el significado, una parte de la oración puede ver alterado también el tipo al que pertenece. Por ejemplo, nombres pueden transformarse en adverbios: sublime uolat frente a sublimiter, sole recens orto 196 frente a recenter, Y, a la inversa, adverbios en nombres: Sponte sua, mane nouum. 197 También participios en nombres,

–––––––––– nominativo, que sería un nominativo cognatum, o del mismo significado que el verbo (curritur cursus). Es pues la elipsis lo que explica estas aparentes desviaciones que se producen en el uso. Y lo fundamental es que esta elipsis es ya una figura gramatical, no retórica, y que explica construcciones aparentemente desviadas en el uso. No hemos llegado aún, como sí hicieron los gramáticos racionales del XVI, a negar la existencia de verbos impersonales, pero sí se van dando ya pasos hacia esa afirmación, al insistirse en que en toda oración hay dos componentes esenciales (nombre y verbo), y que gran parte de las construcciones consideradas hasta ese momento impersonales son, en realidad, construcciones elípticas. 195 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 33 (p. 173) si bien el préstamo no es literal. 196 Verg., Georg. III 156. Estos ejemplos se convertirán ya en tópicos, sobre todo en el Renacimiento, para explicar la figura de la enálage, de gran importancia por ejemplo en Tomás Linacro. Esta figura consiste en el cambio de la función normal que realiza una parte de la oración (por ejemplo en este caso entre un adjetivo y un adverbio). De este modo, en el Renacimiento se analizan cuatro procedimientos y cuatro figuras gramaticales esenciales para explicar las aparentes desviaciones en el uso: añadido (pleonasmo), supresión (elipsis), cambio de orden (hiperbaton), cambio de función (enálage). 197 Verg., Georg. III 325.

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como amans ὁ ἐραστής, sapiens ὁ σοφός, doctus ὁ εὐπαίδευτος, factum τὸ ἔργον. Estas formas, con estos significados, carecen de tiempo. 198 Así pues, en la atribución a una clase de palabras, no tiene tanta importancia la forma como el significado. Los pronombres 199 se utilizan en sustitución de nombres, pero no, como algunos piensan, por desconocimiento de esos nombres, pues qué nombre desconocemos cuando Eneas le dice a Dido, Ego te, quae plurima fando enumerare uales? 200 Por el contrario es manifiesto que se usan, porque los nombres no pueden estar en primera y segunda persona, tal como hemos mostrado. (70) 201 Tal vez alguien podría decir ¿Y qué? ¿No decimos acaso “yo” y “tú” cuando ignoramos los nombres? A lo que se podría responder que esto se produce accidentalmente puesto que, también de manera similar, nombres conocidos exigen con frecuencia construirse con pronombres, y no por eso el pronombre deja de aparecer en lugar del nombre. En efecto, el nombre propio, en potencia, es percibido mediante un pronombre. Y no me refiero a la forma del nombre, sino a lo que se contiene en ella, es decir a la cualidad propia del referente, que es lo que corresponde a los nombres propios. De este modo, 202 los pronombres no

–––––––––– 198 Es decir, estos participios, al haberse convertido en nombres, pierden el accidente y la significación temporal que es propia de su carácter verbal. 199 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 40 (p.176). Eso sí, Prisciano latiniza el ejemplo, al citar La Eneida. 200 Verg., Aeneid. IV 333-4. 201 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 41 (p.176). 202 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 42 (pp.176-7).

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sirven para nada útil, si carecen de la persona que señalan y de la que es señalada. 203 Por eso, cuando los pronombres aparecen solos, son indeterminados, porque carecen de su materia propia [es decir, de la indicación de una cualidad significativa]204. Por eso es razonable que, quienes se envían cartas, suelan indicar al principio los nombres propios, sin los cuales la comunicación no quedaría completa, ya que los pronombres de primera y de segunda personas se utilizan en función de su correspondencia con la persona del que escribe o de aquel a quien se escribe. (71) Así pues, al indicarse delante los nombres propios, como Cicero Bruto (“Cicerón a Bruto”), los pronombres, por su propia esencia, refieren su deixis a esos nombres. En efecto, si yo digo ego tibi et dudum scripsi (“ya hace tiempo que yo te he escrito”), el pronombre ego (“yo”) se refiere al nominativo colocado delante, mientras que tibi (“te”) se refiere al dativo de la segunda persona, adelantado ya por el dativo del nombre mencionado con anterioridad. Y no hay duda alguna de que, si quitamos esos nombres antepuestos, los pronombres serían indeterminados. Esta es la causa 205 por la que los nombres no pueden usarse en primera y en segunda persona, como ya hemos mencionado con anterioridad, porque las cuali-

–––––––––– 203

Es decir, si se les priva del poder deíctico. Aceptamos la inclusión aquí de esta afirmación, tal como aparece en la edición de Ars Grammatica, aunque en la edición de Keil se trasladaba a otro lugar. 205 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 43 (pp.177-8) si bien Prisciano va a extenderse mucho más que Apolonio en la explicación. 204

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dades de la sustancia, ya sean genéricas, comunes, específicas o individuales, que es lo propio de los nombres, no tienen una distinción clara de persona, ya que, por ejemplo, de cualquier hombre, puede decirse que es una sustancia, humana o animal, y puede llamarse Plato, Cicero, Vergilius (“Platón”, “Cicerón”, “Virgilio”) o cualquiera de los nombres propios que pueden atribuirse a cualquier persona. (72) En cambio la primera persona no corresponde a nadie sino a quien habla, y la segunda a nadie sino a quien se dirige el discurso. Ésta es la causa, o también puede ser el que nosotros no nos ponemos nombre a nosotros mismos llamándonos, que es lo propio de la primera persona, ni tampoco al poner nombre a los que nacen, nos dirigimos a ellos de palabra, que es lo propio de la segunda persona. Así pues, necesariamente, los nombres indican la tercera persona, en cualquiera de sus casos, con la excepción del vocativo, que es el único que transfiere el nombre de la tercera a la segunda persona, ya que es el que hace expresa la deixis con la que nos referimos a aquel que ha recibido un nombre. (73) 206 También es manifiesto que, cuando emitimos un mensaje, debemos dirigirlo necesariamente a personas. Y, en ese caso, no parece lícito utilizar nombres para los receptores, puesto que los nombres son de tercera persona, y la razón exige que la primera persona se dirija a la segunda. Y ese fue el motivo por el que surgieron los pronombres, porque un nombre no

–––––––––– 206

Cfr. Apolonio, Sintaxis II 44 (p.178).

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podía aparecer en una frase como ego tibi scripsi (“yo te he escrito a ti”). Y esta es la causa que explica que un pronombre, siendo único, pueda sustituir a todos los nombres, ya que tiene poder deíctico o anafórico para referirse, con una única y misma forma, a cualquier sustancia determinada, que es lo que se expresa en los nombres propios. (74) 207 Sin embargo, que nadie piense que los pronombres de tercera persona no tienen ninguna utilidad, si todos los nombres pueden considerarse de tercera persona. Y que nadie diga: “si los nombres pudieran aparecer en primera o en segunda persona, tal vez no se habrían inventado los pronombres”. A esto se le puede replicar que los pronombres, una vez aparecieron como sustituto de los nombres, recibieron por accidente el poder deíctico, ya que generalmente las personas a las que correspondían esos pronombres estaban a la vista. Por eso, se ha considerado la deixis como su cualidad esencial, que a partir de afectar a la primera y a la segunda persona, afectó también a la tercera. (75) 208 Por tanto, los pronombres no se crearon porque los nombres no tuvieran terceras personas, sino porque carecían de poder deíctico, que es la cualidad propia del pronombre. Por eso aparecen ambos en la

–––––––––– 207

Apolonio, Sintaxis II 45 (pp. 178-9). Cfr. Apolonio, Sintaxis II 45 (pp.178-9). Si bien la traducción no es literal pues en el ejemplo siguiente de Prisciano, en el que aparece Augusto, en el de Apolonio aparece Ayax. 208

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expresión virgiliana, 209 Hic Caesar et omnis Iuli / Progenies, en la que, al aparecer a la vista Augusto, se utilizó necesariamente el pronombre hic para indicar la deixis, lo que no hubiera sido posible con un nombre, pero para indicar la cualidad propia de la persona a la que ese pronombre señalaba, se añadió el nombre Caesar. Partiendo de estas consideraciones, 210 es evidente que la frase Priscianus scribo (“Prisciano escribo”), y otras similares, son sin duda incongruentes debido sencillamente a una falta de coherencia en las personas, ya que el nombre es de tercera persona y en cambio el verbo de primera. (76) 211 Así pues hay una incongruencia, como queda en evidencia, por el contrario, cuando las dos formas son de tercera persona: Priscianus scribit (“Prisciano escribe”). Ahora bien, esta premisa no se cumple siempre, pues los verbos que significan existencia, o los que son de atribución de un nombre, sí admiten perfectamente nombres en primera o segunda personas, cualidad que hemos considerado incongruente en el resto de verbos. Así: sum pius Aeneas 212 (“soy el piadoso Eneas”), Cicero nominor (“me llamo Cicerón”), etc. Ahora bien, hay autores que, extendiendo esta licencia particular a otros verbos, los unen con verbos de primera y segunda persona. Es lo que

–––––––––– 209

Verg., Aeneid. VI 789-90. Cfr. Apolonio, Sintaxis II 46 (p.179). Prisciano simplemente cambia el ejemplo “Apolonio escribo” por su propio nombre “Prisciano escribo”. 211 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 47 (p.179). 212 Verg., Aeneid. I 378. 210

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observamos en Homero, 213 Φοῖβον Ἀπόλλωνα χρυσάορον, ὅς σε πάρος γε / Ῥύομαι; Eurípides en Hécuba, 214 Ἥκω νεκρῶν κευθμῶνα καὶ σκότου πύλας / Λιπὼν … Πολύδωρος”, o en Las Bacantes de este mismo autor, 215 Ἥκω Διὸς παῖς τήνδε Θηβαίαν κατὰ / Διόνυσος; Tucídides, 216 Ἥκω Θεμιστοκλῆς παρὰ σέ. En todos estos ejemplos, falta ego (“yo”). (77) Esta construcción se da también en autores latinos, como vemos en el libro IV de Juvenal, 217 Nam cum sis conuiua mihi promissus, habebis / Euandrum, uenies Tirynthius aut minor illo / Hospes, donde se sobreentiende tu (“tú”). En los verbos citados anteriormente, esto es, en las formas del verbo “ser”, así como en los de llamada, se admiten bien todas las personas, incluso sin pronombre. Y es que, como los propios verbos indican por sí mismos la sustancia, que es propia de cada individuo, o su denominación, necesariamente se eliminan los pronombres, que conllevan también la significación de la sustancia, por lo que estos verbos se unen a nombres, que indican una cualidad propia, como homo sum (“soy hombre”), Apollonius uocor (“me llamo Apolonio”). (78) Por eso, nadie dice ego sum (“soy yo”), o ego uocor (“me llamo yo”), puesto que la deixis duplicada de la sustancia, sin indicación de su cualidad propia, no produciría un significado completo.

–––––––––– 213

Hom., Iliad. XV 256-7. Eur., Hecub. 1-3. 215 Eur., Bach. 1-2. 216 Thucid., Hist. I 137,4. 217 Juv., Sat. IV 11, 60-2. 214

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En efecto, no sería posible atribuir una cualidad propia, que es lo que indica un nombre propio, a un término común, como el pronombre, que es apropiado en general para todos los sujetos. Es lo que vemos en ego sum (“soy yo”), ego nominor (“soy llamado yo”), en los que se relacionarían los verbos sólo con los pronombres. Y es que no sería la indicación de una cualidad propia, sino del hecho mismo de existencia, lo que estaríamos aportando a cualquier ser al que le correspondiera el pronombre ego (“yo”). Y lo mismo se puede decir del resto de personas. (79) Así pues, es evidente que, puesto que los verbos antes mencionados reflejan simplemente la caracterización que aportan los nombres, o su denominación, y arrastran a esos nombres de la tercera a la primera persona, cuando decimos Priscianus sum (“soy Prisciano”) o Cicero uocor (“me llamo Prisciano”), tanto el verbo de existencia como el apelativo conllevan en sí mismos la atribución de la sustancia específica que aportaría el pronombre. Por eso es frecuente encontrar ejemplos en los que sí se mencionan pronombres demostrativos, pero no los verbos mencionados, aunque éstos deben sobreentenderse, como en Virgilio VI, 218 Hic Caesar et omnis Iuli / Progenies. Y esta misma es la causa por la que también, con frecuencia, encontramos en las oraciones adverbios demostrativos junto a verbos como los anteriores, aunque no aparezcan expresos. Así, Virgilio en el libro I

–––––––––– 218

Verg., Aeneid. VI 790-1.

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de Eneida, 219 Tune ille Aeneas, quem Dardanio Anchisae? Y en el III, 220 Nam Polydorus ego. O, 221 Ecce tibi Ausoniae tellus, hanc arripe uelis. (80) Igualmente, pueden aparecer expresos nombres de sustancia, elidiéndose en cambio los verbos de existencia: Lucano, en el I, 222 Quis furor, o ciues, quae tanta insania ferri! Virgilio, en el libro IV de Eneida, 223 Quis tibi tum, Dido, cernenti talia sensus! / Quosue dabas gemitus! Y también encontramos expresos los indefinidos qualis o quantus, o incluso quis en su lugar, mientras que se ha elidido con frecuencia el verbo sustantivo, a veces como participio. Así, Juvenal en el IV, 224 O qualis facies et quali digna tabella! Virgilio, en el libro I de Eneida, 225 Certe hinc Romanos olim, uoluentibus annis, / Hinc fore ductores reuocato a sanguine Teucri, / Qui mare, qui terras omni dicione tenerent, / Pollicitus. (81) Sin embargo, si decimos Cicero accuso (“Cicerón acuso”) no es correcto, frente a Cicero sum (“soy Cicerón”), ya que el verbo de acusación no conllevaría el significado de sustancia que sí aporta el verbo sustantivo, o la apelación, que encontramos en un verbo de llamada. Igualmente, como los participios son de tercera persona, al igual que los nombres, los asociamos bien

–––––––––– 219

Verg., Aeneid. I 617. Verg., Aeneid. III 45. 221 Verg., Aeneid. III 477. 222 Luc., Phars. I 8. 223 Verg., Aeneid. IV 408-9. 224 Juv., Sat. IV 10, 157. 225 Verg., Aeneid I 234-7 220

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con verbos sustantivos, de manera que pueden desempeñar por ejemplo el lugar de las terceras personas de los verbos, como en amatus sum, es, est, doctus sum, es, est. Y si no aparecen los participios, se utilizan en su lugar nombres indefinidos de sustancia con un verbo: ego sum qui amor (“soy yo quien soy amado”) que equivale a ὁ φιλούμενος, o tu es qui amasti (“tú eres quien amaste”) por ὁ φιλήσας. Pero en latín carecemos de estos participios. (82) Acerca también de los participios, observa cuál es el valor de lo significado por la sustancia, porque en lugar de un participio –que indica la sustancia del agente o paciente, y la acción realizada o recibida–, aparece el nombre de sustancia con un verbo. Por ejemplo: quid est amans?, qui amat (“¿qué es amans? Quien ama”); quid est nascens?, qui nascitur (“¿qué es nascens? Quien nace”)–. Y en lugar de un verbo, encontramos un participio con el verbo sustantivo, como pransus sum por prandi, meritus sum por merui. Y advierte igualmente que, cuando también el nombre de sustancia, como hemos dicho, y a su vez el verbo sustantivo se colocan, éste junto a un participio y desempeñando el papel de verbo, 226 y aquél asociado a un verbo y reemplazando a un participio–, 227 se refieren a todas las personas de los pronombres: ego qui scripsi, tu qui scripsisti, ille qui scripsit (“yo que escribí, tú que escribiste, él que escribió”).

–––––––––– 226 Es decir, una construcción del tipo qui meritus sum, donde aparece el nombre de sustancia (qui), y el participio asociado al verbo sum, con la función de un verbo (cfr. Grammaire…, 2010: 169 en nota). 227 En este caso: nombre de sustancia (qui) asociado a un verbo y reemplazando a un participio, como en qui scripsit (ibid.).

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Y es que, al igual que los verbos de denominación no se unen a pronombres, así tampoco a los participios, pues se refieren a nombres. En cambio, las formas del verbo sustantivo se unen sin problema alguno, puesto que, junto a los participios, indican la esencia de la acción o la pasión, como en amatus sum, es, est (“he sido, has sido o ha sido amado). (83) 228 Así pues, debemos tratar sobre la construcción de los pronombres con el verbo. Los casos oblicuos de los pronombres dependen completamente de los verbos, al igual que los de los nombres, como vemos en illius misereor, illi noceo, illum accuso, illo nitor (“me apiado de él, le golpeo, lo acuso, me apoyo en él”). De esta construcción se comprende cómo actúa aquí la categoría de la persona, que como hemos afirmado, no lo hace de forma recíproca, ya que no todos los verbos necesitan construirse con casos oblicuos de nombres o pronombres, pero todos los casos oblicuos necesitan a los verbos. En efecto, de los verbos, algunos son completos y absolutos, y algunos incompletos, 229 como vemos en ambulat homo, uiuit, currit, sedet (“un hombre pasea, vive, corre, se sienta”), etc., que son absolutos y no requieren casos oblicuos; pero si digo accusat, uidet, insimulat (“acusa, ve, denuncia”), son incompletos y necesitan el añadido de casos oblicuos para completar su significado. Pero sobre cada una de estas formaciones ya

–––––––––– 228 Retoma aquí Prisciano su seguimiento de la Sintaxis de Apolonio Díscolo, cfr. II, 48 (pp.179-80). 229 Apolonio Díscolo y Prisciano consideran a los verbos transitivos como incompletos desde el punto de vista del significado, ya que necesitan completar ese significado con el caso oblicuo de un nombre o pronombre.

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iremos tratando cuando analicemos la construcción del verbo. 230 Ahora bien, 231 algunos plantearon que la construcción de los verbos era más perfecta si aparecían junto a pronombres: ego scripsi tibi, ego loquor tibi (“yo te escribí a ti, yo hablo contigo”). Y la prueba que aducen es que, si decimos ego quidem affui, tu uero non (“yo por mi parte asistí, pero tú no”), al quitar el pronombre, la frase queda incompleta. Pero eso, en este ejemplo concreto, se debe fundamentalmente a la conjunción quidem. 232 (84) Yo por mi parte, no creo que, como ellos dicen, se pueda afirmar esto como regla general. Pues los verbos no requieren necesariamente pronombres, y eso es evidente no sólo en una construcción poética, en la que pueden haberse elidido o haberse añadido términos redundantes, sino en la lengua común de autores y de escritores, quienes, cuando escriben en prosa, suelen guiarse de la razón para incluir lo necesario según las distintas oraciones. 233

–––––––––– 230

Es decir, en el libro XVIII. Cfr. Apolonio, Sintaxis II 49 (p.180). Esta última frase sí es propia de Prisciano, aunque en la explicación siguiente, retoma el hilo de Apolonio. 233 La expresión concreta de Prisciano es: “Idque affirmatur non ex poetica solum constructione, cui licet et deficere et abundare, sed ex communi elocutione doctorum et maxime a scriptorum constructione, qui sine metris scribentes perspicacia magis ea utuntur et ex ui ipsius orationis solent quod necessarium est apponere”. Nos parece esencial este pasaje en el que Prisciano defiende que las construcciones elípticas no son sólo figuradas o poéticas, sino que es la uis orationis y la perspicatia de los hablantes y escritores, es decir, es la ratio, la que determina la construcción en la lengua. 231 232

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En cuanto a la construcción de los casos oblicuos, 234 es evidente que en algunas partes de la oración está comprendida también la esencia de otras. Por ejemplo, si digo Aiax, entiendo también la indicación de la singularidad –unus–; si digo Anquisiades (“hijo de Anquises”), entiendo también el genitivo singular del término de base junto a filius (“hijo”) en nominativo singular; si digo diuinitus (“por voluntad divina”), se entiende el nombre de la divinidad con la preposición de, es decir, ex diis (“procedente de los dioses”); si digo fortior (“más fuerte”), se entiende magis (“más”) y el positivo del adjetivo, esto es fortis (“fuerte”). Y la serie de ejemplos de este tipo que podríamos ofrecer es infinita. (85) Y no se puede afirmar que, si decimos Anquisiades, se ha elidido y debe añadirse filius (“hijo”). De hecho, si se añade, se debe a una licencia poética, como ocurre cuando se eliden o se añaden preposiciones. Así, Terencio en Andria, 235 Ad te aduenio spem, salutem, auxilium expetens; Virgilio en Eneida, 236 Scelere ante alios immanior omnes, donde al aparecer ante junto al comparativo, se añade intensidad a la intensidad. Terencio en Andria, 237 Post deinde, / Quod iussi, ei dare bibere, donde sobra post. Y en la misma obra, 238 Pernimium, non laudo, donde per parece redundante, aunque puede estar expresado para reforzar

–––––––––– 234 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 50 (pp.180-181). Altera sólo Prisciano algunos ejemplos del gramático griego, aunque el sentido es el mismo. 235 Ter., Andr. 319. 236 Verg., Aeneid. I 347. 237 Ter., Andr. 483-4. 238 Ter., Andr. 455.

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el significado. También en la misma obra, 239 Abhinc triennium, por hinc. Virgilio, en el libro I, 240 Italiam fato profugus, en el que se elide la preposición ad. Por contra, cuando decimos Aiax, como es singular, se elide unus. (86) 241 De manera similar, en los verbos también se producen esas elisiones en su construcción. Así, cuando aparecen en indicativo, se elide la propia indicación y la afirmación que se desprende de ella. Por eso, a las preguntas, respondemos con el adverbio etiam (“sí”), non (“no”), o con el verbo en indicativo, porque éste encierra en sí mismo una afirmación. A la pregunta legis? (“¿lees?”), respondemos etiam (“sí”), non (“no”) o lego (“leo”). Pero acerca de estos aspectos de la construcción verbal ya trataremos con más detalle. Igualmente, se sobreentiende también el número singular en el verbo scribo (“escribo”), sin que sea necesario que aparezca explícito unus (“uno”), ya que es evidente que el nominativo del pronombre está implícito en la construcción verbal. Con todo, si bien se eliden los términos citados o el pronombre, porque se sobreentienden, en caso de que aparezcan expresos, la construcción no debe ser criticada. 242 (87) Y es que hay ocasiones en que, para reforzar el significado, se expresan elementos que, aunque se elidan, se comprenden bien. Así legis? (“¿lees?”), –

–––––––––– 239

Ter., Andr. 69. Verg., Aeneid. I 2. 241 Apolonio, Sintaxis II 51 (p.181). Vuelve a tratar este tema en III 88. 242 Apolonio, Sintaxis II 52 (p.182). 240

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etiam lego (“sí leo”). En esta respuesta, aunque simplemente al expresar el adverbio etiam (“sí”), ya se entiende la acción del verbo que hemos utilizado en la pregunta, sin embargo su aparición no convierte la respuesta en incorrecta, sino en una aseveración más firme, debido a esa doble afirmación. Igualmente decimos unus homo ambulat (“pasea un solo hombre”), insistiendo como oposición a una multitud, no porque no se sobreentienda la singularidad cuando decimos homo (“un hombre”). Igualmente, para una negación total, decimos nullus ambulat, neminen inueni (“nadie pasea, no he encontrado a nadie”) relacionando un número singular con otro número singular. Por eso mismo, cuando la afirmación es absoluta y no establece ninguna oposición, nos expresamos sin pronombres disputo, disputas (“disputo, disputas”). (88) Pero si queremos establecer un contraste respecto a otra cosa, entonces sí añadimos un pronombre, cuya función es precisamente oponer las personas. No lo expresamos aquí para indicar la persona, pues eso ya lo hace el verbo. Y, de hecho, los infinitivos verbales, como no son formas personales, necesitan aparecer junto a verbos en indicativo, de los que asumen la persona que requieren. Así pues, es para establecer ese contraste y, sobre todo, si aparece una conjunción, por lo que se expresa un pronombre junto al verbo, como vemos en ego quidem affui, tu uero non (“yo por mi parte estuve presente, pero tú no”) o ego quidem scripsi, ille uero legit (“yo por mi parte escribí, pero él leyó”). O también

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para reforzar un significado, aunque en este caso también parece establecerse una oposición frente a todos los demás. Así Cicerón, en el libro I de Catilinarias, 243 Nos, nos, dico aperte, nos consules desumus, donde entendemos que no falta nadie sino nosotros. Terencio, en Andria, 244 Ego tibi, furcifer, si uiuo, / Ostendam, quid sit pericli dominum fallere, / Et illi patrem. (89) 245 La primera y la segunda persona de los verbos, a no ser por estos motivos de oposición o de refuerzo de significado, no necesitan que se expresen los pronombres, puesto que son sumamente definidas y tienen en cada forma propia un valor deíctico que indica a personas presentes. En cambio las terceras, como son innumerables, y no tienen todas ellas más que una sola forma verbal, ocasionan una indefinición total. Por eso es conveniente que, para establecer esa distinción, se añadan pronombres –formas determinadas– a los verbos en tercera persona, pues al expresarlos se termina con la incertidumbre en la significación. Así en scribit hic, scribit ille, scribit ipse, scribit is, scribit idem (“escribe éste, escribe aquél, escribe él mismo, escribe él, escribe el mismo”). Salustio en La Conjuración de Catilina, 246 Verum enim uero is demum mihi uiuere atque frui anima uidetur. En este ejemplo is es anafórico y establece una oposición frente a todos los demás.

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Cic., Catil. I 1,3. Ter., Andr. 866-68. 245 Apolonio, Sintaxis II 56 (p.184). Si bien Prisciano añade el ejemplo de Salustio. 246 Sall., Catilin. II 9. 244

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(90) 247 También los verbos impersonales, como son indeterminados por sí mismos, reciben esa determinación cuando se expresan los pronombres, que conllevan personas y números. De este modo, pueden funcionar como verbos completos en cualquier modo: curritur a me, a te, ab illo, a nobis, a uobis, ab illis; en imperativo: curratur a te, ab illo, a nobis, a uobis, ab illis; en optativo: utinam curreretur a me, a te, ab illo, a nobis, a uobis, ab illis. Y así con todos los demás. Sin embargo, con mucha frecuencia, los encontramos sin que aparezcan pronombres expresos, indicando la acción sin más, habiéndose elidido los pronombres, como vemos en Juvenal, en el III, 248 Curritur ad uocem iucundam et carmen amicae / Thebaidos; Virgilio en el libro I de Eneida, 249 O dea, si prima repetens ab origine pergam, / et uacet annales nostrorum audire laborum, donde se sobreentiende el pronombre tibi. En ese mismo libro, 250 Mecumque fouebit / Romanos, rerum dominos, gentemque togatam./ Sic placitum, donde se ha elidido mihi. (91) Los verbos impersonales que tienen voz pasiva se construyen con ablativo o dativo, como pasivos, y en construcción intransitiva: 251 curritur a me o mihi. Pero los que van en activa, si pertenecen a verbos

–––––––––– 247 Los siguientes pasajes acerca de los impersonales y de los participios (92-94) no aparecen en Apolonio Díscolo. 248 Juv., Sat. III 7, 82-3. 249 Verg., Aeneid. I 372-3. 250 Verg., Aeneid. I 281-3. 251 En este caso, la consideración de que una construcción como curritur a me es intransitiva, se debe a que, en ella encontramos expresadas la acción verbal y su agente, sin que haya tránsito de la acción a otra persona.

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completos, conservan su construcción. Así, iuuat me porque decimos iuuo te. Virgilio, en el libro II de Geórgicas, 252 Et iuuat undantem buxo spectare Cytorum; placet mihi, porque decimos placeo tibi, contingit mihi porque también contingo tibi. De manera similar, también otros verbos como euenit, accidit, se construyen con dativo y son intransitivos, como licet, uacat, libet mihi (“me es lícito, me es posible, me place”), con la excepción de los verbos que llevan acusativo y genitivo: paenitet, pudet, taedet, piget, miseret me illius (“me arrepiento, me avergüenzo, me disgusta, me contraría, me da pena de él”). (92) Hay dos verbos que se unen a genitivos de todas las formas declinables, excepto a cinco pronombres, cuyos primarios y derivados tienen los mismos genitivos. Por ello, para evitar la confusión, se construyen con ablativo del posesivo en lugar en genitivo del primario. Así interest mea, tua, sua, nostra, uestra (“es de mi, tu, su, nuestro o vuestro interés”) o refert mea, tua, sua, nostra, uestra, en los que se ha elidido in re, esto es, in utilitate mea, tua, sua, nostra, uestra. 253 Pues si decimos interest o refert mei, tui, sui, nostri, uestri, no nos referimos a la persona del pronombre primario, sino a la posesión: interest mei, tui,

–––––––––– 252

Verg., Georg. II 437. A pesar de que Apolonio Díscolo y Prisciano serán citados una y otra vez por los gramáticos racionales del XVI, lo cierto es que humanistas como el Brocense, se separan de Prisciano en este punto, pues en la Minerva se considera que, en una construcción como interest mea o refert tua, mea y tua, los posesivos son acusativos neutros plurales que acompañarían a un nombre neutro plural como negotia, y que estarían regidos por la preposición inter incluida en el verbo. 253

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sui, nostri, uestri filii, o fratris. Si se construyen con todas las demás formas declinables, es decir con nombres, pronombres o participios, los verbos citados requieren un genitivo, tal como hemos dicho. Así, interest imperatoris, interest meorum natorum, interest docentis (“interesa al general, a mis hijos, al que enseña”) –es decir, prodest docenti (“es útil al que enseña”)–. (93) Los participios tienen construcción tanto de nombres como de verbos. Así, conservan la flexión verbal ya cuando aparecen en construcción absoluta, o cuando se unen transitivamente a otros casos que recogen la consecuencia de la acción verbal. Por ejemplo, en construcción absoluta: spirans uiuo, ambulans cogito (“vivo respirando, pienso paseando”), porque tanto spiro (“respiro”) como ambulo (“paseo”) son absolutos. En construcción transitiva: misereor tui, miserens tui (“me apiado de ti, apiadándome de ti”), noceo tibi, nocens tibi (“te perjudico, perjudicándote”), laudo te, laudans te (“te alabo, alabándote”); potior illa re, potiens illa re (“me apodero de aquella cosa, apoderándome de aquella cosa”). Esto en cuanto a su naturaleza verbal, porque en función de la nominal, los participios también forman parte de construcciones, y si como verbos se construyen intransitivamente con un nominativo o transitivamente con nombres en diferentes casos oblicuos, así también los participios pueden aparecer en una construcción intransitiva, como en Vergilius scribens floret, ego intellegens delector (“Virgilio florece escribiendo, yo me deleito comprendiendo”); y en una 151

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construcción transitiva, como egeo miserantis, consentio miseranti, uideo miserantem, potior miserante (“necesito a alguien que se apiade, estoy de acuerdo con…, veo a alguien que…, cuento con alguien que se apiada”). De hecho, estas construcciones de participios con casos oblicuos son semejantes a las que encontramos también en nombres y pronombres: indigeo illius, indigeo pascentis (“le necesito, necesito a alguien que me alimente”), faueo legenti (“favorezco al que lee”), similar a faueo amico, faueo illi (“favorezco a un amigo, le favorezco”); accuso illum, accuso hominem (“le acuso, acuso a un hombre”), semejante a accuso legentem (“acuso al que lee”); dignor te laude, dignor te illa, dignor te celebrante (“te juzgo digno de alabanza, te juzgo digno de ella, te juzgo digno de que te celebren”). (94) Hay ocasiones sin embargo en las que los participios, sin contar con su parte verbal, funcionan como nombres y se construyen con genitivo, como vemos en fugitans lites (“eludiendo los procesos”) donde actúa como participio, fugitans litium como nombre. Igualmente amans illum (“amándole”) como participio, amans illius como nombre, de manera que, consecuentemente, admite grados de comparación: amantior, amantissimus (“más amante, amantísimo”); praefectus urbi participio, porque también se dice praeficior urbi (“he sido encargado de la ciudad”), mientras que praefectus urbis es nombre. Un participio no puede tener forma comparativa, puesto que rea-

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liza funciones de verbo, y éste no puede entrar en comparaciones, al menos en su forma propia, aunque sí admiten esas comparaciones cuando se les añade un adverbio, como vemos en Virgilio, en el libro I, 254 Quam Iuno fertur terris magis omnibus unam / Posthabita coluisse Samo, donde encontramos magis coluisse. De manera similar, también puede la forma magis añadirse a un participio: magis hunc colens quam illum (“estimando a éste más que a aquél”). Ciertamente en relación con un nombre, el participio desempeña la función de verbo, y en cambio, en relación con un verbo, la de nombre: faciens eloquentem (“haciendo elocuente”) por qui facit eloquentem (“que hace elocuente”), laudo legentem (“alabo al que lee”) como si fuera laudo lectorem (“alabo al lector”), no siendo extraño que pueda desempeñar ambas funciones, puesto que posee los accidentes de nombre y de verbo. (95) 255 Hay que saber que, si se coloca una conjunción delante de un elemento con flexión nominal, éste necesariamente debe unirse a otro elemento similar y que, en ese caso, el verbo se refiere a ambos, como en et Dionysius loquitur et Tripho, et Apollonius scripsit et ego, et uigilans proficit et legens (“hablan tanto Dionisio como Trifón, escribieron tanto Apolonio como yo, progresó tanto vigilando como leyendo”). Por el contrario, si es un verbo el que aparece tras la

–––––––––– 254

Verg., Aeneid. I 15-16. Después de estos pasajes en los que no le ha seguido, retoma de nuevo Prisciano a Apolonio, Sintaxis II 62-3 (pp.187-188) si bien la traducción no es literal y sólo se repiten algunas ideas y ejemplos. 255

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conjunción, debe expresarse entonces necesariamente otro verbo, y el término declinable se refiere a esos dos verbos: et scribit et legit Trypho, et pugnat et uincit Aeneas (“tanto escribe como lee Trifón”, “tanto lucha como vence Eneas”). Ahora bien, se pueden añadir tras la conjunción verbos en primera o segunda persona, sin que aparezca ninguna forma flexionada y que el enunciado esté completo. Así et lego et intellego, et doceo et doceor, et scribis et cogitas (“tanto leo como entiendo, tanto enseño como soy enseñado, tanto escribes como piensas”), pues el propio carácter deíctico cumple la función de esa forma flexionada que esta-ría representada por el nombre o el pronombre, ya en primera o en segunda persona. En cambio, la tercera persona del verbo, como es indeterminada, sí necesita el añadido de esa forma flexiva. (96) Lo que hemos visto acerca del nombre, se produce también lógicamente en la construcción del adverbio, que actúa como un adjetivo del verbo: et bene et docte scribit (“tanto bien como sabiamente escribe”). Y es que, cuando las conjunciones aparecen al principio, es necesario que unan o bien a las personas enmarcadas en los términos flexionados; o bien a las cualidades propias de los adverbios, viniendo después el elemento común, la expresión de la acción o la pasión que subyace en el verbo y en el participio. O bien, si aparecen antes las acciones, deben expresarse luego las personas, que serían ahora el elemento común; o bien es necesario que las cualidades que determinan

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esa acción se doblen, y que se exprese después la acción. Ahora bien, si no se coloca al principio la conjunción, se pueden colocar después partes diferentes de la oración: scribit Dionysius et Trypho, scribit Dionysius et legit (“escribe Dionisio y Trifón, escribe Dionisio y lee”). (97) 256 Pero si colocamos al principio la conjunción, diciendo et scribit Dionysius (“tanto escribe Dionisio”), entonces necesariamente hay que añadir otro verbo y decir por ejemplo et scribit Dionysius et legit (“tanto escribe Dionisio como lee”); y a su vez, si digo et Dionysius scribit (“tanto Dionisio escribe”), necesariamente hay que añadir otro término flexionado y decir et Dionysius scribit et Apollonius (“tanto escribe Dionisio como Apolonio”). Y es que, al poner al principio una conjunción copulativa o disyuntiva, esto ya obliga a añadir después una parte de la oración similar, ya sea un término flexivo o indeclinable, o bien retomar el mismo caso o el mismo modo: et scribo et intellego, uel scribo uel intellego; et meus seruus et tuus, uel meus seruus uel tuus (“tanto escribo como entiendo; o bien escribo o bien entiendo; tanto mi esclavo como el tuyo; o bien mi esclavo o el tuyo”). (98) Con todo, hay que saber que, en una construcción de este tipo, se pueden unir con genitivos nominativos de los posesivos, pues éstos comparten la función de los genitivos de los pronombres primarios, de los que derivan. Así: pulcherrimi sunt et Homerici

–––––––––– 256

Cfr. Apolonio, Sintaxis (II 63-4, pp.187-8).

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uersus et Vergilii (“bellísimos son tanto los versos homéricos como los de Virgilio”), pero también podemos decir Agamemnonius filius et Menelai filia sociati sunt; frater noster et uestrum; meus seruus et illius (“el hijo agamenonio y la hija de Menelao se unieron; nuestro hermano y el de vosotros; mi esclavo y el de él”). (99) Pero no son sólo los nominativos de los posesivos, sino cualquier caso lo que podemos unir correctamente con los genitivos que se utilizan con valor posesivo. Así: meus est ager et fratris (“el campo es mío y de mi hermano”), tua est ciuitas et omnium (“la ciudad es tuya y de todos”), mei filii est hereditas et cognatorum (“la herencia es de mi hijo y de los parientes”); meo seruo et fratris (“para mi esclavo y el de mi hermano”), meum amicum et patris (“mi amigo y de mi padre”), mi fili et uxoris meae (“o hijo mío y de mi esposa”), meo filio delector et castae matris (“me deleito con este hijo mío y de su casta madre”). Igualmente pueden utilizarse todos los posesivos, ya sean nombres o pronombres. (100) Y a veces encontramos unidos también genitivos y ablativos con un verbo impersonal del tipo interest y refert, de los que hemos hablado anteriormente. Así: interest mea et patris, refert tua et imperatoris (“es de mi interés y del de mi padre, es de tu interés y del del general”). Igualmente, tal como hemos apuntado, es necesario que, tras las conjunciones mencionadas, se unan modos iguales: et legis et discis, aut legis aut discis (“tanto lees como aprendes, o lees o aprendes”), et 156

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lege et disce, aut lege aut disce (“tanto lee como aprende, o lee o aprende”), utinam et legeres et disceres, utinam aut legeres aut disceres “ojalá tanto leyeras como aprendieras, ojalá o leyeras o aprendieras”), cum et legas et discas, cum aut legas aut discas (“cuando tanto leas como aprendas, cuando o leas o aprendas”), cupis et legere et discere, cupis aut legere aut discere (“deseas tanto leer como aprender, deseas o leer o aprender”). Pero también es posible que varíen, como en et legisti et lege (“no sólo leíste, también lee”), et legisti et utinam legas (“no sólo leíste, también ojalá leas”). Igualmente se exige que se unan casos iguales cuando las conjunciones copulativas o disyuntivas van al inicio o en el interior, si el verbo es común: et ego et tu legimus (“tanto yo como tú leemos”), uel mei uel tui miseretur (“tanto de ti como de mí se apiada”), et mihi et tibi prodest (“tanto a mí como a ti beneficia”), uel me uel te laedit (“o a mí o a ti perjudica”), uel Vergilio uel Cicerone delector (“tanto con Virgilio como con Cicerón me deleito”). (101) Sin embargo, en algunos autores encontramos construcciones contrarias a éstas, pues no se repiten las conjunciones mencionadas, sino que aparecen en el centro, y es como si se repitieran. Así, en el libro I de Eneida de Virgilio, 257 Succinctam pharetram et maculosae tegmine lyncis; aunque tal vez sea preferible la lectura que encontramos en algunos códices con pharetra en ablativo, sin la -m. Algunos sin embargo

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Verg., Aeneid. I 323.

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toman lyncis cursum como el elemento común. Y en el libro VII, 258 Quod scelus aut Lapithis tantum aut Calydona merentem, pero también en este caso encontramos otra lectura más acertada en algunos códices: Quod scelus aut Lapithis tantum aut Calydone merente, o bien aut Lapithas tantum aut Calydona merentem. (102) Y esta misma cuestión nos la plantea la cita Iustitiane prius mirer, belline laborum, 259 pues encontramos también Iustitiaene prius mirer, que es más apropiada, pues también las conjunciones dubitativas o interrogativas como –ne exigen casos iguales. Esto se produce con frecuencia cuando la construcción de las formas es doble. Así, podemos decir succingor hanc rem y succingor hac re. Virgilio, en el libro VI, 260 Palla succincta cruenta, pero él mismo en el libro IV de Eneida, 261 Tuumque / Dulce caput, magicas inuitam accingier artes. [Y: 262 Mars perdere gentem / Immanem Lapithum ualuit, concessit in iras / Ipse deum antiquam genitor Calydona Dianae, / Quod scelus aut Lapithis tantum aut Calydone merente. Y: Quod scelus aut Lapithas tantum aut Calydona merentem] Estas dos construcciones son correctas: miror te iustitia y iustitiae.

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Verg., Aeneid. VII 307. Verg., Aeneid. XI 126. 260 Verg., Aeneid. VI 555. 261 Verg., Aeneid. IV 492-3. 262 Verg., Aeneid. VII 304-8. Fragmento dudoso que hemos recogido, como aparece ya en Keil, entre corchetes. En la edición de Ars Grammatica, se recoge así también (2010: 188-89). 259

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(103) 263 Verdaderamente, es más correcto que a un caso le siga el que le corresponde, si van separados por una conjunción, pero tampoco debe parecernos carente de razón si encontramos algo como lo anterior en algunos autores. Cuando los verbos se construyen con casos oblicuos de los pronombres, exigen dos personas, la del que realiza la acción y la del que la recibe, es decir, agente y paciente, como en misereris mei, das mihi, uides me, dignaris me (“te apiadas de mí, me das, me ves, me juzgas digno”), y de manera similar, con todos los términos declinables. Igualmente, en las construcciones reflexivas, esto es cuando es la misma persona la que realiza y recibe la acción, nos servimos de construcciones parecidas: misereor mei, inuides tibi, orat ille se, etc. (“me apiado de mí, te envidias, él se ruega…”). (104) Ninguna preposición puede unirse a un pronombre mediante composición, de manera que la yuxtaposición es el único recurso para que se coloque delante de pronombres en casos oblicuos. En griego, esto se da con casi todos los casos, en latín en cambio, sólo con acusativo y ablativo: ad nos, in nobis (“a nosotros, en nosotros”). En cambio, con los nombres sí se unen preposiciones tanto en yuxtaposición como en composición. Así, en composición, la que se produce en nominativo, se mantiene ya en todos los casos oblicuos: indoctus, indocti, indocto, indoctum, indocte, y como

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Cfr. Apolonio, Sintaxis II 70-1 (pp. 191-2)

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ejemplo de yuxtaposición, sirvan las dos construcciones mencionadas al inicio. 264 (105) Por su parte, con los verbos y adverbios sólo se unen las preposiciones mediante composición, pero con los participios tanto mediante composición, gracias a su naturaleza verbal, como mediante yuxtaposición, gracias a su naturaleza nominal. Así, perlegens de perlego, efficiens de efficio, ad legentem, a legente como ad puerum, a puero. Hay que saber con todo que la ordenación correcta exige que el pronombre o el nombre vayan antes que el verbo, como: ego et tu legimus, Vergilius et Cicero scripserunt, ya que la sustancia y la persona, ya sea del agente o del paciente, que es lo consustancial al pronombre o al nombre, deben aparecer naturalmente antes que la propia acción, que es un accidente de la sustancia.265 (106) Sin embargo, también puede alterarse ese orden poniéndolos después gracias a las licencias de los escritores. Cuando la primera y la segunda persona no se construyen con verbos en forma absoluta, entonces o bien aparecen en construcciones reflexivas, es decir, que revierten la acción, o pasan a otras personas distintas. Así son reflexivas: misereor mei, misereris tui

–––––––––– 264

Es decir, ad nos e in nobis. Prisciano concede mucha importancia al orden en la frase. De hecho sus libros de sintaxis se titulan “Sobre la construcción y el orden de las partes de la oración” y, como ya dijimos en la introducción, insiste en que el orden lógico en la frase es nombre – verbo, tratando además primero en su obra las categorías nominales y después las verbales. 265

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(“me apiado de mí, te apiadas de ti”); noceo mihi, noces tibi (“me perjudico, te perjudicas”); laudo me, laudas te (“me alabo, te alabas”). Pero pasan a otras personas: misereor illius, misereris mei (“me apiado de él, te apiadas de mí”); noceo tibi, noces illi (“te perjudico, le perjudicas”); laudo te, laudas illum (“te alabo, le alabas”). En cambio, la tercera persona además de tener esas mismas construcciones, también puede transmitir la acción a otra tercera persona diferente, puesto que en la tercera las personas pueden ser distintas, lo que no se produce en la primera y en la segunda, que son únicas en su configuración. Así, podemos encontrar: iste accusat illum et ille hunc (“ese le acusa a él y él a éste”) o con carácter reflexivo: ille accusat se (“él se acusa”). (107) Sin embargo, la primera persona no puede pasar a otra primera, ni la segunda a otra segunda, porque las primeras y segundas personas no pueden ser distintas, sino que o bien son reflexivas, como hemos dicho anteriormente, o bien pasan la primera a la segunda o a la tercera, y la segunda a la primera o a la tercera: uideo te y uideo illum (“te veo, le veo”); uides me y uides illum (“me ves, le ves”). Así pues, las tres personas tienen una única construcción idéntica: la reflexiva, como en prosum mihi, prodes tibi, prodest sibi (“me beneficio, te beneficias, se beneficia”). Sin embargo, construcción transitiva hacia las otras dos personas la tienen la primera y la segunda, como en prosum tibi, prosum illi (“te beneficio, le beneficio”), prodes mihi, prodes illi (“me beneficias, le beneficias”). 161

PRISCIANO, Sintaxis

Y en cuanto a la tercera, puede pasar a las tres, destacando sólo ella por esto: que la tercera persona puede pasar a otra tercera persona en una construcción transitiva: ille prodest mihi, prodest tibi, prodest isti (“él me beneficia, te beneficia, beneficia a ése”). (108) 266 Por su parte los posesivos, como tienen dos personas, es decir, la del posesor y la de la posesión, 267 se ordenan necesariamente en tres tipos de construcciones, mientras que los primarios de los que derivan tienen dos, la reflexiva o auto-pasiva, que los griegos denominan ἰδιοπαθῆ, y la transitiva. Reflexiva como uideo memet (“me veo”) y transitiva: uideo te o illum (“te veo o le veo”). Los posesivos, en cambio, se construyen de tres modos, según el verbo marca el paso de la acción del posesor a la posesión, de la posesión al posesor, o bien a algún elemento externo. Del posesor a la posesión, tenemos ejemplos como doceo meum filium, doces tuum discipulum, docet ille suum auditorem (“enseño a mi hijo, enseñas a tu discípulo, él enseña a su oyente”); de la posesión al posesor: paret mihi meus filius, paret tibi tuus cliens, paret illi suus seruus (“mi hijo me obedece, tu cliente te obedece, su siervo le obedece”); a algo ajeno: doces tu o docet ille meum filium (“enseñas o él enseña a mi hijo”), doceo ego, o ille tuum filium (“enseño o él enseña a tu hijo”), doceo

–––––––––– 266 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 103 (pp.215-16). Si bien la traducción no es literal. 267 Por eso los posesivos son siempre transitivos, porque en ellos se da un tránsito de la acción siempre entre el posesor y su posesión.

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ego o tu suum illius filium (“enseño o enseñas al hijo de él”). (109) Pero esta última construcción se expresa mejor mediante una retrotransición: 268 rogat ille ut doceam suum filium (“me pide que enseñe a su hijo”), y es que, al tener suus carácter anafórico, requiere que se conozca primero la persona del posesor, a la que se refiere. Hay que saber que todos estos posesivos significan la persona del posesor partiendo de la forma primaria correspondiente, y que la posesión en sí misma supone una tercera persona, como meus, tuus, suus 269 junto a los nombres a los que se unen. Así en meus pater, tuus filius (“mi padre, tu hijo”). La única excepción es el vocativo, que sólo aparece en posesivos de primera persona cuando se une a la segunda: mi pater, 270 o mea tu 271, o noster Chremes. 272 (110) 273 Ahora bien, todos los posesivos pueden resolverse también mediante genitivos de los primarios unidos a verbos. Así: amicum meum moneo o amicum mei (“aconsejo a mi amigo, o al amigo de mí mismo”), Euandrium filium Turnus interfecit o Euandri filium (“Turno mató al hijo evandrio, o al hijo de

–––––––––– 268 Como ya indicamos en la introducción, retransitio es un neologismo introducido por Prisciano, que equivaldría al reflexivo indirecto, y que corresponde a un movimiento de A hacia B, seguido de otro de B hacia A, como en el ejemplo rogat te ut sibi indulgeas. Es decir es una transitio que vuelve a uno mismo después de pasar por esa otra persona. 269 Que partirían, pues, de las formas primarias: me-us, tu-us, su-us. 270 Ter., And. 889. 271 Ter., Eun. 664. 272 Ter., And. 846. 273 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 106 (pp.217-8).

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Evandro”), y Daunius filius ab Aenea uictus est o Dauni filius (“el hijo Daunio fue vencido por Eneas, o el hijo de Dauno”). La diferencia es que, en la forma del posesivo, se muestra el género, caso y número de la posesión. En cuanto a los verbos de existencia274 unidos a posesivos, reenvían a los posesores, como vemos en tuus sum filius, meus es pater, suus est illius seruus (“soy hijo tuyo, eres padre mío, es siervo de él”). Desde luego, en una sola y la misma persona no pueden entenderse a la vez el posesor y la posesión sin una transición, a no ser que alguien, de manera figurada, diga: meus ego sum et seruus et dominus (“soy a la vez mi siervo y mi esclavo”) y construcciones similares. Persio,275 Vindicta postquam meus a praetore recessi; Eurípides, 276 Ἐγὼ δ᾿ ἐμός εἰμι. (111) Pero si unimos estos posesivos con verbos que reflejan la acción o pasión de las posesiones, como se entiende que dichas posesiones están en primera o segunda persona, entonces necesariamente se construyen con pronombres primarios, tal como suele suceder también en todos los nombres. Así: tu meus filius legis, ego tuus pater doceo (“tú hijo mío lees, yo tu padre enseño”), y tu Vergili doces, ego Priscianus doceor (“tú Virgilio enseñas, yo Prisciano soy enseñado”). En estas construcciones, los verbos que no significan existencia se refieren a las propias posesiones, no a los poseedores, y esto es lo que encontramos

–––––––––– 274 275 276

Cfr. Apolonio, Sintaxis II 105 (p.217). Pers., Sat. V 88. Eur., Inc. Fab. fr. 993.

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cuando estos verbos se unen a nominativos de posesivos. Pero si en una sola y la misma persona se unen un verbo y el caso oblicuo de un pronombre, necesariamente se produce entonces una construcción reflexiva, es decir, auto-pasiva, de manera que una persona hace algo que a la vez hace y experimenta en sí misma. Así: misereor mei, inuideo mihi, incuso me (“me apiado de mí, me envidio, me acuso”). (112) Hay que saber que en griego se utilizan pronombres compuestos para expresar esta reflexividad o ἰδιοπαθείᾳ: ἐμαυτὸν διδάσκω, σαυτὸν διδάσκεις, ἑαυτὸν διδάσκει (“me educo, te educas, se educa”). Y esto mismo ocurre cuando hay una transición desde el poseedor a la cosa poseída, esto es, utilizan el genitivo del pronombre compuesto en lugar del caso oblicuo de la posesión, como τοῦ ἐμαυτοῦ οἴκου ἀντιποιοῦμαι, τὸν σαυτοῦ δοῦλον τύπτεις, τὸν ἑαυτοῦ υἱὸν παιδεύει (“hago valer mis derechos sobre mi casa, golpeas a tu esclavo, educa a su hijo”). En lugar de todas estas construcciones, en latín se utilizan pronombres simples, siguiendo en esto a Homero, que utiliza también pronombres simples en vez de compuestos: mei misereor y mei filii misereor (“me apiado de mí, me apiado de mi hijo”); mihi noceo y mei filio noceo (“me perjudico, perjudico a mi hijo”); me accuso y mei filium accuso (“me acuso, acuso a mi hijo”). (113) No obstante, también con frecuencia en las construcciones reflexivas solemos utilizar pronombres que reciben sílabas suplementarias, usadas para 165

PRISCIANO, Sintaxis

reforzar la distinción: mihimet inuideo, tibimet ipsi noces, sibimet ipsi prodest (“me envidio a mí mismo, te perjudicas a ti mismo, se beneficia a sí mismo”). También hay que destacar que los pronombres posesivos de primera y segunda persona se pueden construir o con la persona de su poseedor o con personas ajenas a la construcción, ya funcionen como agentes o como pacientes, o ya se trate de una construcción reflexiva, como en meus filius o tuus diligit me, diligit te, diligit illum, diligit se (“mi hijo o el tuyo me ama, te ama, le ama, se ama”); filium meum o tuum diligo ego, diligis tu, diligit ille (“amo, amas o él ama a mi o a tu hijo”). (114) En cambio, un posesivo de tercera persona, sin otra forma que signifique su poseedor, no puede unirse a otra persona por sí mismo. En efecto, si digo suus seruus ministrat mihi o tibi (“su esclavo me sirve, te sirve”), cometo un solecismo, mientras que con un posesivo de primera o de segunda persona, como hemos mostrado, la construcción es correcta, sea cual sea la persona con la que se une – algo que no es extraño, puesto que los posesivos de primera y segunda persona conllevan la determinación de la persona del poseedor, que se constituye sólo en las formas únicas y deícticas de los pronombres primarios–. Sin embargo, el posesivo de tercera persona no sólo puede referirse a todos los pronombres de tercera persona, sino también a cualquier nombre. Así: suus istius, illius, ipsius, hominis (“suyo de ése, de aquél, de él mismo, del hombre”), sin el añadido de los cuales suus no tiene sentido completo. Y lo mismo podemos decir de los 166

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casos oblicuos: ille o iste o homo suae opis indiget, suo filio parcit, suum morem sequitur (“aquél, o ése, o un hombre necesita sus recursos, mira por su hijo, sigue sus costumbres”). (115) Y no es extraño que se dé esto en el posesivo de tercera persona, puesto que posee el mismo valor que el genitivo del pronombre primario del que procede, y que o bien es reflexivo [esto es auto-pasivo o ἰδιοπαθές], o bien retrotransitivo. En éste es necesario, primero, que se exprese mediante alguna forma una tercera persona, a la cual se referirá este genitivo del primario o cualquier otro de sus casos. Así: ille sui miseretur, ille sibi donat, Vergilius se celebrat (“él se apiada de sí mismo, él se hace una donación, Virgilio se alaba”). Además equivale al compuesto griego ἑαυτοῦ, como hemos dicho, que en griego aparece en las tres personas, y que o bien hace que su posesión revierta hacia él o hacia su posesión, como en ἐμαυτοῦ κήδομαι, τοῦ ἐμαυτοῦ δούλου κήδομαι, σαυτὸν τύπτεις, τὸν σαυτοῦ δοῦλον τύπτεις, ἑαυτῷ χαρίζεται y τῷ ἑαυτου ἀκροατῇ χαρίζεται (“me cuido, cuido de mi esclavo, te golpeas, golpeas a tu esclavo, goza consigo mismo, goza con su discípulo”). (116) Así pues, en latín, no tenemos el significado de los pronombres compuestos mencionados anteriormente, a no ser en la tercera persona, 277 esto es en sui, sibi, se, a se, y por eso carecen de nominativo, al igual que los compuestos griegos citados. Y lo cierto es que en la lengua griega, ya se produzca una ἰδιοπάθεια (es

–––––––––– 277

Es decir, que sólo hay pronombres reflexivos de tercera persona.

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decir, una reflexividad o autopasividad), o ya una transición hacia un posesivo, utilizan los compuestos mencionados, tal como hemos expuesto, mientras que en latín utilizamos los primarios sui, sibi, se, a se, o bien para reflejar reflexividad, como en sui potitur, sibi indulget (“se adueña de sí mismo, es condescendiente consigo mismo” o bien para reflejar una retrotransición, como en hortatur me ille ut sui potiar, rogat te ille ut sibi indulgeas (“él me ruega que tome el mando sobre él, él te ruega que seas condescendiente con él”). (117) En cambio nosotros utilizamos los posesivos sólo cuando se produce una transición desde los poseedores hacia ellos, como en sui serui miseretur, suo seruo prodest, suum seruum diligit (“se apiada de su esclavo, beneficia a su esclavo, ama a su esclavo”). Y de ninguna otra manera puede el posesivo de tercera persona antes mencionado construirse con otras personas ajenas a no ser mediante una retrotransición, al igual que el pronombre primario correspondiente, esto es, a no ser que el verbo produzca una transición desde el posesor a otra persona y, desde ella, otra vez a la posesión de la tercera, como si volviera igualmente sobre sí misma: rogat me ille, ut suus seruus ministret mihi o tibi; precatur, ut sui patris miserear; petit te, ut suo prosis filio; obsecrat Cicero Varronem, ut suum erudiat natum (“él me pide que su esclavo me sirva a mí o a ti, que me apiade de su padre; te pide que beneficies a su hijo; Cicerón ruega a Varrón que instruya a su hijo”).

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Hay que señalar también que, cuando la retrotransición se produce desde una tercera persona a otra, resulta dudosa a cuál de las dos pertenece la posesión. Así: rogat iste illum, ne suo noceat filio (“ése le ruega que no dañe a su hijo”), donde es ambiguo si se refiere al hijo de uno o de otro, es decir, del que ruega o del que es rogado. Y eso mismo ocurre en griego: παρακαλεῖ Πλάτωνα Ἀριστοτέλης, ἵνα τὸν ἑαυτοῦ φίλον παιδεύσῃ (“Aristóteles pide a Platón que eduque a su hijo”), donde es dudoso si se refiere al hijo de Platón o de Aristóteles. (118) En lugar de todos los posesivos, tanto nombres como pronombres, declinados en cualquiera de sus casos, podemos utilizar los genitivos de los pronombres primarios. Por ejemplo Euandri filius (“hijo de Evandro”) en lugar de Euandrius filius (“hijo evandreo”), Euandri filii por Euandrii filii, Euandri filio por Euandrio filio, Euandri filium por Euandrium filium, Euandri fili por Euandrie fili, y ab Euandri filio por ab Euandrio filio. Y de manera similar en todos los casos, ya sea en singular o en plural, podemos utilizar tanto los nombres como los pronombres. Y así, es posible construir genitivos de cualquier término declinable con posesivos declinados en cualquier caso, como vemos en mea causa labora et illorum, meum patrem honora et Catonis, tuo patri pare et fratris, tuum imperatorem et commilitonum sequere, o noster et fratris mei pater, sua ille confidit et patris uirtute (“trabaja por mí y por ellos, honra a mi padre y al de Catón, obedece a tu padre y al de tu hermano, sigue a tu general y al de tus compañeros, o padre nuestro y 169

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de mi hermano, él confía en su valor y en el de su padre”). De manera similar, podemos encontrar esta construcción en todos los posesivos. Así, en Andria de Terencio, 278 Meo studio atque hospitiis. (119) Sin embargo, hay un rasgo característico en el posesivo de tercera persona, cuyo nominativo utilizamos cuando la transición se realiza desde la posesión hacia su poseedor y no hacia otro. Así: indiget illius o Ciceronis suus filius; praestat illi o Ciceroni suus filius; uidet illum o Ciceronem suus filius; bene meretur de illo o de Cicerone suus filius (“su hijo le necesita a él, o a Cicerón; su hijo le sobrepasa a él o a Cicerón; su hijo le ve a él o a Cicerón; su hijo se comporta bien con él o con Cicerón”). De manera similar los pasivos, cuando la acción la realiza sólo el posesor, exigen que se exprese el nominativo de la posesión: amatur ab illo o Cicerone suus filius (“su hijo es amado por él, o por Cicerón”). (120) También podemos utilizar tanto el nominativo como otros casos del posesivo, cuando consideramos como posesor a alguien que hace una transición externa hacia otra persona pero en relación con su posesión. Así: rogat me ille ut suus legat apud me filius, ut suus doceatur a me filius, ut sui miserear filii, ut suo donem filio, ut suum sequar filium, y ut suo potiar filio (“él me ruega que su hijo lea ante mí, que su hijo sea enseñado por mí, que me apiade de su hijo, que haga una donación a su hijo, que siga a su hijo y que

–––––––––– 278

Ter., Andr. 843.

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tome posesión de su hijo”). En los posesivos de primera y de segunda persona, podemos tener una construcción similar con personas que no sean los posesores. (121) Ya sea para intensificar su significado o por redundancia, con frecuencia se unen el nominativo del posesivo y el genitivo del posesor, como en suus est Homeri mos (“es una costumbre suya, de Homero”), donde se sobreentiende non alterius (“no de otro”), o suus Ciceronis filius heres est patris constitutus (“el hijo de Cicerón, el suyo, ha sido nombrado heredero de su padre”), donde suus se incluye para establecer una diferenciación con respecto a quien, según las leyes, no es suyo, es decir, quien no está bajo la potestad de su padre legítimo. El que este suus aparece en lugar de lo que es propio de cada uno, lo confirma el uso. 279 Así, Virgilio, en Geórgicas I, 280 Molles sua tura Sabaei; Terencio en Formión, 281 Quot homines, tot sententiae; suus cuique mos. (122) Pero si se produce una transición desde el posesor hacia la posesión, entonces usamos los casos oblicuos del posesivo, como Cicero miseretur sui filii, praebet suo filio, aspicit suum filium, potitur suo filio

–––––––––– 279 Son varias las ocasiones en las que Prisciano recurre al usus para justificar una construcción (cfr. en este libro XVII: 126, 143, 155 o 181), uniendo siempre este usus con ejemplos de autores reconocidos como Terencio, Virgilio, Cicerón… de este modo, como ocurre en la gramática a lo largo de la historia, los tres conceptos sobre los que se asienta la justificación gramatical serán: auctoritas, usus y ratio, dominando ya sobre todo éste último en la gramática racional o de las causas del siglo XVI, que pone sus ojos en Apolonio Díscolo y en Prisciano. 280 Verg., Georg. I 57. 281 Ter., Phorm. 454.

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(“Cicerón se apiada de su hijo, hace una donación a su hijo, ve a su hijo, toma posesión de su hijo”). Pero si la transición se produce desde el exterior a una posesión de la tercera persona, basta utilizar el genitivo del propio posesor: misereor filii Ciceronis, dono filio Ciceronis, accuso filium Ciceronis, potior filio Ciceronis (“me apiado del hijo de Cicerón, hago una donación al hijo de Cicerón, acuso al hijo de Cicerón, tomo posesión del hijo de Cicerón”). Sin embargo, se pueden añadir también casos del posesivo o bien para reforzar el significado o bien por redundancia: egeo ingenii sui Ciceronis, bene dico ingenio suo Ciceronis (“necesito el genio de Cicerón, del suyo; hablo bien del genio de Cicerón, del suyo”) y otros similares. (123) Así mismo, hay que saber que, mientras que todo el resto de posesivos los podemos suplir por el genitivo del pronombre, junto a cualquier caso, como hemos mostrado, también utilizamos el pronombre posesivo de tercera persona, tanto para este posesivo como para los demás, en aquellas ocasiones en las que el posesor realiza una acción sobre su posesión, o cuando se muestra que se produce una transición hacia otra persona, en relación con su posesión: amat ille suum filium y amat sui filium; bene dicit suo filio y bene dicit sui filio; petit a me, ut prosim suo filio y ut prosim sui filio (“él ama a su hijo y al hijo de sí mismo; habla bien de su hijo y del hijo de sí mismo; me pide que ayude a su hijo y al hijo de sí mismo”). Pero si es la posesión la que establece esa transición hacia el posesor, no es lógico usar el genitivo del pronombre primario en lugar del posesivo, porque 172

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tiene el valor del compuesto griego. 282 Así no es una buena opción que, en vez de Ciceroni reddit suus filius (“a Cicerón le devuelve su hijo”), digamos Ciceroni reddit sui filius (“a Cicerón le devuelve el hijo de él”), ni decir Ciceronem laudat sui filius (“a Cicerón le elogia el hijo de él”) por suus filius (“su hijo”) y otros similares. 283 (124) No en vano, tampoco en griego está bien dicho Κικέρωνα φιλεῖ ὁ ἑαυτοῦ υἱός (“a Cicerón le ama el hijo de él mismo”), a no ser que se entienda el compuesto como equivalente al simple, según la costumbre ática. Hay que saber también que, puesto que su pronombre primario correspondiente es tanto singular como plural, en el posesivo también se pueden entender uno o varios poseedores, equivalentes al significado del genitivo que acompaña al posesor: suus illius o suus illorum (“suyo, de él o de ellos”). (125) Y no debe extrañarnos que, puesto que en latín, para una retrotransición, se utilizan estos pronombres, es decir sui, sibi, se, a se, y también su posesivo, tal como hemos mostrado, lo mismo ocurre cuando, para establecer una conexión con él mismo, se pasa la acción también a otras personas, como en ille uocat me ad se, ducit te secum, trahit omnia in se

–––––––––– 282

Es decir, porque es reflexivo. Este pasaje de Prisciano será criticado por Lorenzo Valla en sus Elegancias, que no acepta ni las ideas defendidas por nuestro gramático ni el que no ofrezca ejemplos de autores que utilizan construcciones contrarias a éstas: “Que Prisciano se equivoca en esto es fácil entenderlo con este simple argumento, porque no aporta ejemplos de autores, como en él es habitual, y guarda silencio del uso contrario de aquellos” (p. 189). 283

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(“él me llama ante él, te lleva con él, se lleva todo para él”); o cuando realiza una transición hacia otras personas unidas a él, como en ille miseretur eorum, qui secum uiuunt o sibi parentium, secum degentium; dat sibi fauentibus, incusat secum certantes, inuidet se indigentibus (“él se apiada de los que viven con él, de los que le obedecen, de los que pasan su tiempo con él; hace una donación a los que le favorecen, acusa a los que luchan con él, envidia a los que le necesitan”). Todas estas formas, y las similares, parecen tener carácter de posesivos, y no es ilógico que tengan una construcción de este tipo, puesto que también en ático suelen servirse de compuestos en construcciones como éstas. Jenofonte en el I de sus Memorables, 284 Ἀλλὰ Σωκράτης γ᾿, ἔφη ὁ κατήγορος, τοὺς πατέρας προπηλακίζειν ἐδίδασκεν, πείθων μὲν τοὺς συνόντας ἑαυτῷ σοφωτέρους ποιεῖν τῶν πατέρων…ἀλλὰ καὶ τοὺς ἄλλους συγγενεῖς ἐποίει ἐν ἀτιμίᾳ εἶναι παρὰ τοῖς ἑαυτῷ συνοῦσιν; Demóstenes, 285 Καὶ ἀφεικότα τοῦτον ἐμαυτὸν por ἐμέ; Jenofonte en el libro II de Memorables, 286 Χαιρεφῶντα δέ ποτε καὶ Χαιρεκράτην, ἀδελφὼ μὲν ὄντε ἀλλήλων, ἑαυτῷ δὲ γνωρίμω, αἰσθόμενος διαφερομένω. (126) En cuanto al hecho de que se puede unir un posesivo a un genitivo, o a un dativo, que equivale al

–––––––––– 284 Jenof., Memorab. I 2, 49-51. Después de esta cita, en la edición de Keil, aparece otra de Jenofonte (I 2, 51), que no ha sido incluida en la edición de Ars Grammatica: Ἀλλὰ Σωκράτης γ᾿, ἔφη ὁ κατήγορος, οὐ μόνον τοὺς πατέρας, ἀλλὰ καὶ τοὺς ἄλλους συγγενεῖς ἐποίει ἐν ἀτιμίᾳ εἶναι παρὰ τοῖς ἑαυτῷ συνοῦσιν. 285 Demosth., Adu. Pant. Or. 1. 286 Jenof., Memorab. II 3, 1.

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genitivo del posesor, como hemos mostrado anteriormente, eso no sólo lo confirma el uso latino sino también el ático. Virgilio, en Bucólicas, 287 Et me Phoebus amat, Phoebo sua semper apud me / Munera sunt, lauri et suaue rubens hyacinthus; Terencio, en Los hermanos, 288 Suo sibi hunc gladio iugulo; Platón en Timeo, 289 Μήτε ἄρα ἀργύριον μήτε χρυσίον μήτε ἄλλο ποτὲ κτῆμα αὑτῶν ἴδιον νομίζων. Y lo que es más sorprendente, este mismo término [esto es ἴδιον] también se construye con la primera y la segunda persona en griego, como vemos en Iseo en el discurso sobre Euclides, 290 Οὐκ ἂν τὰ ἴδια τὰ ἐμαυτοῦ; Demóstenes en el discurso contra Policles, 291 Οὐ περὶ τῶν ἐμῶν ἰδίων μᾶλλον τιμωρήσεσθε Πολυκλέα ἢ οὐχ ὑπὲρ ὑμῶν αὐτῶν; y en el mismo, 292 Οὐ περὶ πλείονος ἐποιησάμην τὰ ἐμαυτοῦ ἴδια ἢ τὰ ὑμέτερα, Demóstenes en el discurso contra Calicles sobre el daño causado en un terreno, 293 Τὸ μὲν γὰρ χωρίον ὁμολογεῖται καὶ παρ᾿αὐτῶν τούτων ἡμέτερον ἴδιον εἶναι; Frínico Los escardadores, 294 Ὥσπερ ἐμὸν αὐτῆς ἴδιον. Nosotros en este caso decimos meum proprium o tuum proprium. (127) Sin embargo, también se dice suum proprium illius, sin que se considere que sobra suum, pues añade una certeza ya absoluta.

–––––––––– 287

Verg., Eclog. III 62-3. Ter., Adelph. 958. 289 Pl., Tim, p.18b 1-3. 290 Iseo, frag. 60. 291 Demosth., Polyc. Or. 66. 292 Demosht., in Polycl. Or. 63. 293 Demosth., in Callicl. Orat. 8-9. 294 Frag. 41 Kassel y Austin. 288

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Hay que señalar también que el posesivo de tercera persona se refiere, como hemos mostrado, a innumerables personas de posesores, puesto que puede aludir a todos los pronombres de tercera persona, así como a todos los nombres y participios: suus illius, suus istius, ipsius, huius, eius; suus Vergilii uersus; sua discentis diligentia (“suyo de aquél, suyo de ése, del mismo, de éste, de él; verso que es suyo, de Virgilio; su diligencia, la del discípulo”). (128) En cambio los posesivos de primera y de segunda persona, completos por sí mismos, no necesitan el añadido de ningún genitivo, puesto que ya conllevan en ellos mismos el valor de un genitivo definido. Al igual que tampoco suus requiere el genitivo de su pronombre primario, que está incluido en él mismo, sino el de otra forma ajena, debido a la multitud de las terceras personas a las que necesariamente se refieren el pronombre primario sui y el propio posesivo, ya que ambos son anafóricos. En cambio, meus y tuus, no se entienden sino con los genitivos de sus pronombres primarios, que tienen carácter deíctico, y por eso no necesitan otros genitivos del exterior. (129) 295 Se plantea cuál es la diferencia entre el genitivo del pronombre primario y el del posesivo acerca de mei, tui, sui, nostri, uestri (“de mí, del mío; de ti, del tuyo; de él, del suyo; de nosotros, del nuestro; de vosotros, del vuestro”). Pues bien, en cuanto a la forma, ninguna, pero en cuanto al sentido, la diferencia es que el genitivo del pronombre primario indica

–––––––––– 295 Cfr. Apolonio, Sintaxis II 117 (p.225) aunque la traducción no es literal.

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una posesión simple, pero el posesivo, doble. En efecto si decimos mei est seruus (“el esclavo es de mí”) en lugar de meus est seruus (“el esclavo es mío”), se indica una posesión simple; pero en mei est filii seruus (“el esclavo es de mi hijo”) la posesión referida es doble, la mía respecto a mi hijo, y la de mi hijo respecto al esclavo. Con todo, frecuentemente, también es posible utilizar posesivos de este tipo sin nombre. Especialmente cuando se hace mención de dueños, esposos o amigos. Así en Andria de Terencio,296 Cuius hic puerum apposuisti? –Vestri. –Cuius nostri? Se entiende “del señor” o “del hijo de vuestro señor”; este mismo autor en la misma obra, 297 Cur meam tibi? Donde se sobreentiende “conyuge” o “prometida”. Él mismo en Eunuco, 298 O mea tu, donde hay que sobreentender “amiga” o “hermana”. (130) 299 Es costumbre que todos los maridos llamen “suya” a sus esposas, y las esposas “mío” a su marido, elidiendo el sustantivo. En cuanto al genitivo de los pronombres primarios se utiliza por sí mismo, sin el añadido de otro genitivo, como en mei filius ambulat, tui filium uideo (“el hijo de mí camina, veo al hijo de ti”); mei misereris, tui miseretur (“te apiadas de mí, se apiada de ti”). Además, el genitivo del pronombre primario puede construirse con cualquier número, género o caso, mientras

–––––––––– 296

Ter., Andr. 763-5. Ter., Andr. 635. 298 Ter., Eunuch. 664. 299 Algunas ideas coinciden también con lo expuesto por Apolonio Díscolo en II, 120. 297

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que el genitivo del posesivo necesita siempre otro genitivo del mismo número y género, como en mei filii miserere, tui filii misereor, sui filii miseretur ille (“apiádate de mi hijo, me apiado de tu hijo, él se apiada de su hijo”) a no ser que se produzca una elipsis, como hemos indicado anteriormente. (131) No es sólo que podamos usar el genitivo del primario en lugar de cualquier caso del posesivo, como mei ager por meus ager, mei agrum por meum agrum, nostrum o nostri filius o filium por noster filius o nostrum filium y similares, como hemos mostrado, sino que también se usa el genitivo de los propios posesivos con cualquier caso de lo poseído en segundo plano, esto es de lo que es posesión de lo poseído. Por ejemplo, cuando una esposa, hablando del campo de su marido o de otra cosa de él, dice: iste ager mei est, τοῦ ἐμοῦ, semine mei praegnans sum, prolem mei diligo, thalamis mei caste pareo (“ese campo es del mío, estoy embarazada de la semilla del mío, amo a la prole del mío, respeto castamente los lazos conyugales del mío”). Una posesión doble no puede expresarse de otra manera que no sea con el genitivo del posesivo. (132) 300 En griego, con frecuencia, es el añadido del artículo lo que evita la ambigüedad: ὁ τοῦ ἐμοῦ ἀγρός, ἡ της ἐμῆς σωφροσύνη (“el campo del mío, la inteligencia de la mía”). Pero, como en latín no disponemos de él, los autores normalmente crean equívocos. Así Lucano en IV, 301 Ac reppulit aestus / Fortior oceani, es decir τῶν τοῦ ὠκεανοῦ (“que los del

–––––––––– 300 301

Cfr. Apolonio, Sintaxis II 136 (pp. 238-9). Luc., Phars. IV 102-3.

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océano”); y en el libro I, 302 Et Taranis Scythicae non mitior ara Dianae, es decir τοῦ τῆς Ἀρτήμιδος (“que los de Artemis”) De manera similar, decimos minor uiginti annorum por ἥττων τοῦ τῶν εἴκοσι ἐτῶν (“menor que los de veinte años”). Y no es extraño que los genitivos tengan tanta importancia en la expresión de las relaciones de posesión, pues también en los compuestos se mantiene invariable este mismo caso, ya que, si se cambia, también podría perderse su significado. Por ejemplo, en tribunusplebis, plebiscitum, senatusconsultum (“tribuno de la plebe, decisión de la plebe, determinación del senado”). (133) Y si el compuesto está formado por dos genitivos, los dos permanecen invariables: huiusmodi, istiusmodi, illiusmodi (“de este, de ese o de aquel modo”), que se construyen junto a todos los casos, tanto en composición como de forma independiente. Sui, cuando es primario, como hemos apuntado, no tiene nominativo, ya que necesariamente este pronombre se refiere a algún otro nominativo de tercera persona y conserva la construcción de los transitivos. En efecto, o bien da lugar a una construcción reflexiva sobre sí mismo, esto es, indica que hace algo sobre él mismo [o que él lo recibe de sí mismo], en cuyo caso es necesario que aparezca en algún caso oblicuo, como en miseretur sui, dicat sibi, accusat se, potitur se (“se apiada de sí mismo, se dedica, se acusa, se domina”).

–––––––––– 302

Luc., Phars. I 446.

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O bien, se construye en retrotransición, como ya indicamos, es decir se produce una transición de una persona a otra y una vuelta desde esa otra a ella misma, lo cual exige igualmente un caso oblicuo: rogat me seruus, ut miserear sui; petit me amicus, ut sibi prosim; commouet me inimicus, ut se accusem; hortatur me uirtus, ut se potiar (“el esclavo me ruega que me apiade de él, el amigo me pide que le ayude, el enemigo me mueve a acusarle, el valor me anima a contar con él”). (134) Hay que saber que, al igual que los pronombres compuestos griegos que carecen de nominativo siempre se utilizan en alguna acción que vuelve a esas mismas personas [que es reflexiva], o bien a una posesión de éstas, así estos pronombres necesariamente se construyen con verbos en los que se sobreentiende el nominativo de estas personas, como en ἐμαυτοῦ κήδομαι y ἐμαυτοῦ δοῦλον τύπτω (“me ocupo de mí mismo, golpeo a mi esclavo”); σαυτοῦ κήδῃ y σαυτοῦ δοῦλον τύπτεις (“te ocupas de ti mismo y golpeas a tu esclavo”); ἑαυτοῦ κήδεται y ἑαυτοῦ δοῦλον τύπτει (“se ocupa de él mismo, golpea a su esclavo”. La construcción es similar en latín: sui miseretur, sui filii miseretur (“se apiada de él mismo, se apiada de su hijo”), e igualmente, cuando el verbo crea primero una construcción transitiva desde una tercera persona y, de nuevo, mediante retrotransitividad, la acción vuelve desde esa persona a la anterior, tal como hemos mostrado más arriba: rogat me ille, ut ad se ueniam; petit te ille, ut sui miserearis; rogat Turnus Aeneam, ut sibi

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parcat (“me pide que vaya ante él, te pide que te apiades de él, Turno ruega a Eneas que le perdone”). (135) Los casos oblicuos necesariamente se refieren a los nominativos mediante verbos que hacen recaer la acción en los nominativos y la pasión en los oblicuos, como en Caesar uicit Pompeium, ego te diligo (“César venció a Pompeyo, yo te amo”). Esa acción que padecen los casos oblicuos unidos al verbo se transfiere al nominativo correspondiente a la persona paciente gracias a la construcción del verbo en pasiva junto a un nominativo paciente, construyéndose el complemento agente en ablativo: Caesar uincit Pompeium, uincitur Pompeius a Caesare; ego te diligo, tu diligeris a me (“César vence a Pompeyo, Pompeyo es vencido por César, yo te amo, tú eres amado por mí”). (136) 303 En cuanto al griego, ellos crearon pronombres compuestos, esto es ἐμαυτοῦ, σαυτοῦ, ἑαυτοῦ, que poder utilizar cuando una persona hace algo, como hemos dicho, sobre sí misma o sobre una posesión suya, lo que en griego se denomina ἰδιοπαθῆ o ἀντανάκλαστα, es decir “auto-pasiva”, o recepción de una acción que viene de sí mismo, o “reflexiva” metafóricamente a partir de cuerpos que reflejan hacia ellos mismos una acción. A las formas pronominales simples, las denominan ἀλλοπαθῆ, esto es, que transfieren la acción a otra persona, o que la reciben de otra: doceo te, doceor a te (“te enseño, soy enseñado por ti”). En latín, como hemos mencionado anteriormente, utilizamos las formas simples para ambos tipos, tanto

–––––––––– 303

Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis II 141 (pp.241-2).

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para la primera como para la segunda persona, según la costumbre homérica que hemos citado antes.304 (137) En la tercera persona, esto es sui, sibi, se, a se, seguimos lo que en griego rige para los compuestos, aunque en latín sea simple. Y así carece de nominativo, como ἑαυτοῦ, y se construye con cualquier verbo que le permita mantener la función de nominativo, como en sui eget, sibi nocet, se incusat (“se necesita, se perjudica, se acusa”). Y en una construcción de este tipo, esto es, cuando una persona hace algo sobre ella misma o sobre una posesión suya, se utiliza el simple en lugar del pronombre compuesto griego, esto es ἑαυτοῦ, ἑαυτῷ, ἑαυτόν, equivalente a sui eget, ἑαυτοῦ χρῄζει (“se necesita”), sibi indulget, ἑαυτῷ χαρίζεται (“es complaciente consigo mismo”), sui seruum uendit, τὸν ἑαυτοῦ δοῦλον πωλεῖ (“vende a su esclavo”). Pero cuando se entiende que se produce alguna acción sobre un ser desde fuera, equivale al pronombre simple en griego, esto es αὐτοῦ, αὐτῷ, αὐτόν. Y esto no se produce de otra manera que cuando un verbo en tercera persona ejerce una acción sobre otra persona externa, y cuando desde aquella, por retrotransición, otro verbo devuelve esa acción a la anterior, como en rogat me ille, ut ad se ueniam; petit te, ut sibi des; hortatur milites imperator, ut se largo potiantur (“él me pide que vaya ante él, te pide que le des, el general anima a los soldados para que cuenten ampliamente con él”).

–––––––––– 304

En (112).

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(138) También aquellos verbos que indican alguna adquisición de la tercera persona, aunque no sea una adquisición reflexiva o retrotransitiva, se construyen frecuentemente con los casos oblicuos del pronombre antes citado, como auget ille substantiam sui, defendit Brutus sibi libertatem, uidet ille similem sui o sibi hominem, ducit secum Aeneas Achaten (“él aumenta su fortuna, Bruto defiende su libertad para él, ve a un hombre semejante a él o a sí mismo, Eneas lleva consigo a Acates”). Aunque lo cierto es que, si se observan estas construcciones en profundidad, se percibe en ellas que muestran cierto carácter de auto-pasividad o de posesión. No en vano, en griego, se expresan también mediante pronombres compuestos: ἄγει μεθ᾿ ἑαυτοῦ τὸν φίλον (“lleva a su amigo con él”). (139) 305 Hay que observar también que en griego lo que se dice mediante un compuesto sólo con casos oblicuos, ἀλλήλων κήδονται, ἀλλήλοις παρέχουσιν, ἀλλήλους φιλοῦσιν (“se cuidan mutuamente, se ayudan mutuamente, se aman mutuamente”), indica, necesariamente, una acción y pasión recíproca entre dos personas, con el mismo caso y sin que puedan aparecer en nominativo, sino que éste se sobreentiende en el propio verbo. En latín, con frecuencia, en lugar de un acusativo en una construcción de este tipo, utilizamos la preposición inter unida a los acusativos plurales de cualquier persona. Así, Terencio en Los Hermanos, 306 Video amare inter se, es decir φιλεῖν ἀλλήλους; y este

–––––––––– 305 306

Cfr. Apolonio, Sintaxis II 147-149 (pp.246-7). Ter., Adelph. 827-8.

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mismo autor en la misma obra, 307 Age inepte, quasi nunc non norimus nos inter nos, / Ctesipho, equivaliendo a οὐ γινώσκομεν ἀλλήλους; Virgilio en el libro XI, 308 Conuersique oculos inter se atque ora tenebant, donde inter se equivale a πρὸς ἀλλήλους. También es frecuente que se añada inuicem (“mutuamente”) para reforzar el significado. (140) Y no sólo con las terceras personas, como hemos visto, sino también con las primeras, con las segundas del plural, puesto que pueden referirse a diversas personas. A imitación del pronombre griego antes citado, que carece de nominativo, nosotros utilizamos una construcción similar, como vemos en ego et tu nosmet ipsos inuicem amamus inter nos, tu et ille inuicem amatis inter uos (“yo y tú nos amamos a nosotros mutuamente entre nosotros, tú y él os amáis mutuamente entre vosotros”). 309 Igualmente, utilizamos también inuicem con otros casos, sin la preposición inter, que rige acusativo. Así, en ego et tu nostri inuicem miseremur, ἀλλήλους ἐλεοῦμεν (“yo y tú nos apiadamos mutuamente de nosotros”); tu et ille inuicem uobis indulgetis, ἀλλήλοις χαρίζεσθε (“tú y él os cuidais mutuamente”); iste et ille inuicem se potiuntur, ἀλλήλων ἀπολαύουσιν (“ése y aquél se usan mutuamente”). (141) Y si no se añade inuicem, se produce la duda de si cada persona realiza la acción sobre sí misma por autopasividad, o cada una sobre la otra. Por ejemplo,

–––––––––– 307 308 309

Ter., Adelph. 271. Verg., Aeneid. XI 121. Estos ejemplos son claramente redundantes, por motivos pedagógicos.

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si decimos iste et ille se amant (“ése y aquél se aman”), no sabemos si quiere decir cada uno a sí mismo o mutuamente. También, en la primera persona se puede entender comprendida la segunda y la tercera. Así, en ego et tu legimus, ego et ille scribimus (“yo y tú leemos, yo y él escribimos”). Por su parte la segunda no puede comprender a la primera, pero sí a la tercera: tu et ille uosmet ipsos laeditis (“tú y él os dañáis a vosotros mismos”). (142) 310 Se plantea por qué nostras y uestras (“de nuestra o de vuestra patria), es decir ἡμεδαπός y ὑμεδαπός, tanto en latín como en griego, se derivan sólo de plurales. A esto hay que responder que proceden sólo de plurales, ya que la patria pertenece a una pluralidad, y no a una sola persona. En este sentido, hay que apuntar que, al igual que los pronombres, que son determinados, tienen subtipos de patria y posesivos, como meus, tuus; noster, uester; nostras, uestras, así también el nombre indefinido quis o qui tiene en latín, no sólo el patrio cuias (“de qué país”), equivalente al griego ποδαπός, sino también un posesivo, que puede ser tanto interrogativo como anafórico: cuius, cuia, cuium. Pero el masculino se pronuncia con acento agudo al final para marcar la diferencia. (143) El que pueden ser tanto anafóricos como interrogativos, al igual que los pronombres primarios, lo demuestra su uso. Así, Virgilio en Bucólicas 311 los utiliza con valor interrogativo, Dic mihi, Damoeta, cuium

–––––––––– 310 311

Cfr. Apolonio, Sintaxis II 167 (pp.257-8). Verg., Eclog. III 1.

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pecus, an Meliboei?, Terencio en Eunuco, 312 Quid uirgo, cuia est?, y en Andria, 313 Quid eam? Suamne esse dicebat? – Non!– Cuiam igitur? Sin embargo Cicerón, en Verrinas, 314 acerca de la pretura urbana, utilizó estas mismas formas con valor anafórico, Cuia res est, cuium periculum. Cuando estas formas son anafóricas, necesariamente, tienen acento grave en todas las sílabas, al igual que los pronombres primarios cuando también son anafóricos. (144) 315 Los pronombres tienen algunas particularidades propias de cada tipo, y algunas comunes, que comparten o bien con el resto de pronombres o bien con algunas partes de la oración. Así pues, puesto que hemos tratado sobre las peculiaridades de cada tipo, tratemos ahora sobre las características comunes. Ipse se denomina “complementario” o “apuesto” 316 –Apolonio lo denomina ἐπιταγματικόν– no porque sea el único pronombre que se construye junto a otros pronombres o nombres, sino porque lo hace con más frecuencia que el resto. Así, encontramos ego ipse, tu ipse, ille ipse, Vergilius ipse, Cicero ipse (“yo mismo, tú mismo, él mismo, el propio Virgilio, el propio Cicerón”).

–––––––––– 312

Ter., Eunuc. 321. Ter., Andr. 932. 314 Cic., In Verr. II 1, 142. 315 Cfr. Apolonio, Sintaxis III 1-2 (p.261). A partir de este capítulo, y del anuncio de que va a tratar las características comunes a todos los tipos de pronombres, comienza precisamente la parte tomada del libro III de la Sintaxis de Apolonio. 316 Prisciano utiliza los adjetivos “additiuus” y “appositiuus” para reflejar el carácter de ipse como añadido o apuesto. 313

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(145) 317 En efecto, también otros pronombres se utilizan en esta construcción apuesta, esto es ἐπιταγματικά. Virgilio, 318 Ille ego, qui quondam gracili modulatus auena; este mismo autor en Bucólicas, 319 Nec tuus hic Moeris, nec uiueret ipse Menalcas; en el libro I, 320 Tune ille Aeneas, quem Dardanio Anchisae / Alma Venus Phrygii genuit Simoentis ad undam? Pero el pronombre ipse, por su superioridad frente a los demás en este uso, recibe casi como propio el nombre de “apuesto”, que es común a varios. Hay que saber además que todas las terceras personas de los pronombres pueden, mediante la figura mencionada anteriormente, 321 construirse junto a la primera y la segunda persona, excepto sui, sibi, se, a se, pero la primera y la segunda persona no pueden construirse ni apuestas entre ellas, ni junto a la tercera persona. 322 (146) En efecto, nadie dice ego tu es (“yo tú eres”) o tu ego sum (“tú yo soy”), ni ego ille facit (“yo él hace”) o tu ille facit (“tú él hace”). En cambio, sí se dice ille ego facio (“yo aquel que hago”) y tu ille facis (“tú aquél que haces”). Un apositivo es aquél que se construye junto a la forma que constituye la frase con el verbo. Tampoco en griego se apone a una primera,

–––––––––– 317 Cfr. Si bien no de forma literal Apolonio Díscolo, Sintaxis III 2 (p.260-1). 318 Verg., Aeneid. I 1. 319 Verg., Eclog. IX, 16. 320 Verg., Aeneid. I 617-8. 321 En (141). 322 Tanto este pasaje como los siguientes (146-7) corresponden a Apolonio, Sintaxis III 3 (p.262).

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o a una segunda persona, la tercera persona del pronombre primario, ni la de los que se componen a partir de él, esto es ἑαυτοῦ, ἑαυτῷ, ἑαυτόν, como tampoco en latín sui, que para nosotros tiene el valor tanto del pronombre simple primario de tercera persona en griego como del compuesto. Sin embargo, la tercera persona del compuesto en plural, puesto que en griego no tienen compuestos a partir de los plurales de primera o segunda persona, necesariamente se une a la primera o a la segunda, como ἑαυτῶν κηδόμεθα (“nos cuidamos de nosotros”) por ἡμῶν αὑτῶν, y ἑαυτῶν κήδεσθε (“cuidaos de vosotros”) por ὑμῶν αὑτῶν. (147) Pero tampoco nosotros en plural podemos aponer a la primera o segunda persona el pronombre mencionado de tercera, esto es sui, sibi, se, a se, porque ésta es también la forma singular, que no se apone a la primera o a la segunda persona ni en griego ni en latín, a pesar de que también se entienda con valor plural. Y al igual que en latín puede usarse el singular del simple en lugar del compuesto en todas las personas, así también el plural del simple, como vemos en mei causa facio, ἐμαυτοῦ χάριν ποιῶ (“actúo para mí”); y nostri causa facimus, ἡμῶν –en vez de ἑαυτῶν– χάριν ποιοῦμεν (“actuamos para nosotros”). (148) 323 Y no es extraño que, en ocasiones, mediante una figura, puedan unirse entre ellas personas diferentes, cuando también hay veces en que unimos de forma congruente casos distintos, como cuando unos nombres genéricos se distribuyen en específicos,

–––––––––– 323 Cfr. En cuanto al sentido y el ejemplo homérico, Apolonio Sintaxis III 7 (p.264).

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o unos plurales en singulares. Así, en animalium quaedam sunt mortalia, quaedam immortalia; literarum aliae sunt uocales, aliae consonantes; trium Saturni filiorum unus in caelo, alter in mari, tertius apud inferos dicitur regnare (“de los seres vivos, unos son mortales, otros inmortales; de las letras, unas son vocales, otras consonantes; de los tres hijos de Saturno, uno se dice que reina en el cielo, otro en el mar y el tercero en los infiernos”). En efecto, no está bien dicho animalia pars est mortalis, pars immortalis (“los seres vivos, una parte es mortal, otra parte inmortal”), ni tres Saturni filii, unus in caelo, alter in mari, tertius apud inferos regnat (“tres hijos de Saturno, uno reina en el cielo, otro en el mar y el tercero en los infiernos”), aunque Homero sí lo diga con una licencia poética, 324 Οἱ δὲ δύο σκόπελοι ὁ μὲν οὐρανὸν εὐρὺν ἱκάνει, al igual que otros autores, tanto latinos como griegos. (149) Ahora bien, cuando no son distributivos, sí se pueden utilizar los nominativos, como en literae sunt notae uocum (“las letras son los signos de las palabras”) o cuando el verbo concierta con lo que aparece distribuido, pero no con los elementos que se reparten, como en homines oportuni sunt, alii quidem ad pacem, alii uero ad bellum (“los hombres son apropiados, unos para la paz, y otros para la guerra”). En este caso, puesto que la repartición se hace en plurales, el verbo es el elemento común. Pero si se altera el número, se manifiesta lo que hemos apuntado. Así, Virgilio en Bucólicas, 325 Cur non, Mopse, boni quoniam

–––––––––– 324 325

Hom., Odys. XII 73. Verg., Eclog. V 1-2.

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conuenimus ambo, / Tu calamos inflare leues, ego dicere uersus. (150) Sin embargo, un singular que exprese un significado de pluralidad puede distribuirse en singulares o en plurales del modo antes mencionado, y conservar el tipo de construcción. Así ocurre en gentis Romanae pars fuit fortis, pars sapiens, o gentis Romanae alii fuerunt fortes, alii sapientes (“del pueblo romano, una parte fue valiente, otra sabia o unos fueron valientes, otros sabios”), o “gens Romana fuit, alii fortes, alii sapientes” (“hubo una nación romana, unos valientes, otros sabios”). Livio, XLI del Ab urbe condita, 326 Periti religionum iurisque publici, quando duo ordinarii consules eius anni, alter morbo, alter ferro periisset, suffectum consulem negabant comitia habere posse. (151) Aquí Livio, siguiendo a Homero, puso al principio un nominativo en vez de un genitivo: duo ordinarii consules en lugar de duorum ordinariorum consulum, con lo cual hizo concertar el verbo con las partes, y no con el todo. Igualmente, a partir de casos distintos suelen formarse derivado-compuestos. 327 Por ejemplo, a partir de medio terrae (“en mitad de la tierra”), mediterraneus; de medio amnis (“en mitad del río”) Mediamna; de causas y dicere (“causas, decir”) causidicus; de uana loqui (“decir cosas vanas”) uaniloquus…, que son derivado-compuestos a partir de simples. Ahora bien, en las derivaciones de este tipo, con frecuencia

–––––––––– 326

Liv., XLI 18, 15-16. Es decir, no términos derivados o compuestos como dos categorías independientes, sino términos compuestos y derivados a la vez. 327

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encuentras una transición de un género a otro. Así haec manus (“esta mano” fem.), pero centimanus (“de cien manos”, masc.). (152) Horacio, 328 centimanus gigas; hic sanguis (“sangre” masc.), pero hic, haec exanguis y hoc exangüe (“exsangüe” masc., fem. y neutro); hoc caput (“cabeza”, neutro), pero hic, haec y hoc triceps (“de tres cabezas” como masc., fem. y neutro); hoc cor (“corazón” neutro), pero hic, haec y hoc uecors (“loco, sin cabeza” como masculino, femenino y neutro); haec mens (“mente”, fem.), pero hic, haec y hoc amens, demens (“loco” masc., fem. y neutro); haec arma (“armas” neutro), pero hic, haec inermis y hoc inerme e inermus, inerma, inermum (“inerme” masc., fem. y neutro). Se pueden encontrar muchos compuestos de este tipo a partir de términos con géneros, casos o números diversos, que experimentan cambios en la derivación. Por tanto, no es extraño que también las terceras personas de los pronombres se unan figuradamente tanto a la primera como a la segunda persona, tal como hemos mostrado anteriormente. (XXI 153) 329 Entre las partes de la oración, algunas tienen accidentes comunes entre ellas, como el número, el caso y el género, compartidos por nombre, pronombre y participio. Algunas comparten persona y número, como el verbo y el pronombre; algunas tiempos, como el verbo y el participio; alguna ninguno de estos accidentes, como la preposición, el adverbio, la conjunción y la interjección, que no son declinables.

–––––––––– 328 329

Hor., Carm. II 17, 14 y III 4, 69. Cfr. Apolonio, Sintaxis III 13 (p.268).

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Así pues, los que son declinables, por su propia configuración, aparecen con el número, género, caso, persona o tiempo adecuado, de manera que en función de la construcción de la frase, esto es por la disposición, deben adaptarse a la concordancia correcta, es decir singular con singular, o plural con plural, cuando los términos aluden a una misma persona en una construcción intransitiva: ego Priscianus scribo intellegens (“yo Prisciano escribo comprendiendo”), o nos oratores scribimus intellegentes (“nosotros oradores escribimos comprendiendo”). 330 (154) 331 Por contra, cuando son transitivos o reflexivos, sí pueden aparecer números diferentes, como en docemus discipulum y docemus discipulos; doceo discipulum y doceo discipulos; accuso uos y prosum nobis (“enseñamos al alumno, enseñamos a los alumnos; enseño al alumno, enseño a los alumnos; os acuso, nos beneficio”). 332 Y lo mismo ocurre con los géneros, como bonus homo et iustus et rectus est ille, bona mulier et casta et pudica est illa, boni homines et iusti et recti sunt illi, bonae mulieres et castae et pudicae sunt illae (“buen hombre, y justo y honrado es él; buena mujer, casta y púdica es ella; buenos hombres, justos

–––––––––– 330 En estos casos las construcciones intransitivas (que se refieren a una misma persona) y que por lo tanto deben tener concordancia son: el pronombre con el nombre, el nominativo con el verbo, y el verbo con el participio. La concordancia a la que se refiere ahora Prisciano es la de número. 331 Cfr. Apolonio, Sintaxis III 14 (p.269). 332 En este caso no son relaciones intransitivas, sino transitivas (con cambio de persona) y, por lo tanto, no tienen que estar determinadas por la concordancia, sino por el régimen, que no tiene en cuenta el número.

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y rectos son ellos; buenas mujeres, castas y púdicas son ellas”).333 E igualmente ocurre también con los casos: mei ipsius dolentis misereor e illius o tui dolentis misereor; te ipsum legentem uideo y me ipsum intellegentem sentio (“me apiado de mí mismo dolorido, de él, o de ti dolorido; te veo a ti mismo que estás leyendo, me percibo a mí mismo comprendiendo”). 334 (155) 335 Así pues, cuando los casos, géneros y números se refieren a una misma persona, deben conservar la concordancia de la que acabamos de hablar. Sin embargo, como hemos apuntado, a causa de la transitividad o de la reflexividad, hay variaciones, no sólo en casos y números, sino también en géneros: illos laedit mulier e illum laedunt mulieres (“una mujer les daña, le dañan unas mujeres”). No merece la pena ofrecer ejemplos de distintos autores para mostrar un hecho tan evidente, pero hay que saber que, mediante la figura que los griegos denominan ἀλλοιότης, esto es “variación”, ya sea por πρόληψις ο σύλληψις, esto es “anticipación” o “reunión”; y por ζεῦγμα esto es, por “añadido”; y por la “coincidencia”, que los griegos denominan συνέμπτῶσις; o bien por el “cambio de casos”, esto es ἀντίπτωσις, números, géneros, casos, tiempos y personas diferentes se unen, no sólo en construcciones transitivas y reflexivas, sino

–––––––––– 333 Es decir, Prisciano destaca que en estos ejemplos se da concordancia de género en estas construcciones intransitivas. 334 En este caso Prisciano quiere destacar que la concordancia entre pronombres y participios se da, además de en género y número, también en caso. 335 Cfr. Apolonio, Sintaxis III 15-16 (pp.269-70).

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también en construcciones intransitivas, como podemos comprobar en estos ejemplos diversos de autores tanto griegos como latinos que sí consideramos necesario ofrecer. 336 (156) Pues bien, se unen números diversos, como en el libro I de Eneida de Virgilio, 337 Pars in frusta secant ueribusque trementia figunt. En este caso es el sentido, puesto que pars se considera aquí como un conjunto de troyanos, el que motiva el plural del verbo secant, como vemos igualmente en Homero, 338 Ὡς φάσαν ἡ πληθύς; Salustio en la Conjuración de Catilina, 339 Interea seruitia repudiabat, cuius initio ad eum magnae copiae concurrebant. Aquí el singular cuius se refiere a res, esto es “cuius rei seruitiorum”. (157) Tucídides, 340 Συνεπρεσβεύοντο αὐτοῖς καὶ Δωριῆς, ἡ μητρόπολις τῶν Λακεδαιμονίων; Terencio en Eunuco, 341 Si quisquam est, qui placere se studeat bonis / Quam plurimis et minime multos laedere, / In his poeta hic nomen profitetur suum. Si quis se refiere

–––––––––– 336 Como se indica en nota a pie en la edición de Ars Grammatica (2010: 243), la primera figura mencionada, la uariatio, engloba a todas las siguientes, que serían subespecies de ella. Este pasaje es importante porque, en primer lugar, confirma que las figuras rompen la congruitas normal de la frase, y que estas figuras aparecen con frecuencia en autores, como va a mencionar en los ejemplos siguientes, constituyendo así este pasaje una fuente para estudiar las figuras en la tradición gramatical europea. 337 Verg., Aeneid. I 212. 338 Hom., Iliad. II 278. 339 Salust, Catil. 56, 5. 340 Thucid., Hist. III 92,3. 341 Ter., Eunuch. prol. 1-3.

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a una pluralidad, como también en este mismo autor, 342 Aperite aliquis actutum; Sófocles en Antígona, 343 ῞Ωστις γὰρ αὐτῶν εὖ φρονεῖν μόνος δοκῇ, / Ἢ γλῶτταν, ἣν οὐκ ἄλλος, ἢ ψυχὴν ἔχειν, / Οὗτοι διαπτυχθέντες ὤφθησαν κενοί. (158) También se unen géneros distintos, como en Bucólicas de Virgilio, 344 Dulce satis umor, depulsis arbutus haedis, / Lenta salix feto pecori, mihi solus Amyntas. En este caso, con dulce, que es neutro, se unen tanto femeninos como masculinos; en esta misma obra, 345 Triste lupus stabulis, maturis frugibus imbres, / Arboribus uenti, nobis Amaryllidis irae; y también Virgilio en el libro I de Eneida, 346 Nimborum in patriam, loca feta furentibus Austris, / Aeoliam uenit; o en Geórgicas II, 347 Sunt et Aminaeae uites, firmissima uina; y en el libro I de Eneida, 348 Cymothoe simul et Triton adnixus acuto / Detrudunt naues scopulo; Lucano en el I, 349 Hinc leges et plebisscita coactae; Virgilio en el VIII, 350 Qualis eram, cum primam aciem Praeneste sub ipsa / Straui; en este caso Praeneste, nombre propio de ciudad, es neutro, pero la concordancia de sub ipsa se hace con el femenino urbs. De manera similar, Terencio, en el prólogo del Eunuco, dijo In eunuchum suam, refiriendo el pronombre

–––––––––– 342

Ter., Adelph. 634. Soph., Antig. 707-9. 344 Verg., Eclog. III 82-3. 345 Verg., Eclog. III 80-1. 346 Verg., Aeneid. I 51-2. 347 Verg., Georg. II 97. 348 Verg., Aeneid. I 144-5. 349 Luc., Phars. I 176. 350 Verg., Aeneid.VIII 561-2. 343

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PRISCIANO, Sintaxis

al femenino comoedia; Virgilio en el XII 351 a propósito de dictamnum: Puberibus caulem foliis et flore comantem / Purpureo: non illa feris incognita capris / Gramina, cum tergo uolucres haesere sagittae. / Hoc Venus, obscuro faciem circumdata nimbo, / Detulit, hoc fusum labris splendentibus amnem / Inficit occulte medicans. (159) Es evidente, pues, cómo géneros y números distintos se mezclan en la figura citada de la ἀλλοιότης, es decir, de la variación. También los autores griegos se sirven con frecuencia de figuras de este tipo, como Homero, 352 Πᾶσιν ὀρίνθη θυμός, ἐκίνηθεν δὲ φάλαγγες, / Ἐλπόμενοι παρὰ ναῦφι ποδώκεα Πηλείωνα; Tucídides, 353 Αἱ μέν τινες τῶν νεῶν καθεῖσαι τὰς κώπας ἀπέστησαν τοῦ πλοῦ, ἀξύμφορον δρῶντες πρὸς τὴν ἐξ ὀλίγου ἀντεξόρμησιν, βουλόμενοι τὰς πλείους περιμεῖναι; Demóstenes en el I de Filípicas, 354 Καὶ ὅλως ἄπιστον, οἶμαι, ταῖς πολιτείαις ἡ τυραννίς; y este mismo autor sobre la corona, 355 Πονηρὸν ὁ συκοφάντης καὶ πανταχόθεν βάσκανον καὶ φιλαίτιον; Tucídides en el I, 356 Τὴν δὲ ὑπὸ πάντων ὁμολογουμένην ἄριστον εἶναι εἰρήνην; Platón en el Banquete, 357 Ἐπειδὴ οὖν ἡ φύσις δίχα ἐτμήθη, ποθοῦν ἕκαστον τὸ ἥμισύ τε ξυνῄει, καὶ

–––––––––– 351

Verg., Aeneid. XII 412-418. Hom., Iliad. XVI 280 sigs. 353 Thucid., Hist. II 91,4. 354 Demosth., Or. Olynth. I 5. 355 Demosht., De cor. Or. 242. 356 A pesar de que Prisciano sitúa esta cita en el libro I, está en Thucid., Hist. IV 62,2 357 Plato, Sympos. 191a 5-8. 352

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περιβάλλοντες τὰς χεῖρας καὶ συμπλεκόμενοι ἀλλήλοις ἐπιθυμοῦντες ξυμφῦναι; Esquines en Alcibiades sobre Temístocles,358 Αὗται μέγισται ἐλπίδες ἦσαν Ἀθηναίοις περὶ τῆς σωτηρίας ἅσσα ἂν ἐκεῖνος περὶ αὐτῶν βουλεύσαιτο; Homero, 359 Ἦλθε δ᾿ἐπὶ ψυχὴ Θηβαίου Τειρεσίαο, / Χρύσεον σκῆπτρον ἔχων. (160) Tanto los autores latinos como los griegos, con muchísima frecuencia, utilizan de forma figurada casos distintos o bien unos casos en lugar de otros. Así Virgilio en el libro I, 360 Tu mihi quodcumque hoc regni, tu sceptra Iouemque / Concilias, donde aparece hoc regni por hoc regnum. El propio Virgilio, en ese mismo libro, 361 Urbem quam statuo uestra est, subducite naues, en lugar de urbs quam statuo. Terencio en Andria, 362 Di inmortales! Quid turbae est apud forum? Quid illi hominum litigat? Por quot homines. Y en esa misma obra, 363 Ex Andro conmigrauit huic uiciniae, por in hanc uicinam; en la misma obra, 364 Quas credis esse has, non sunt uerae nuptiae, y Terencio en Formión, 365 Cum eius aduenti [mihi] uenit in mentem? Utilizó un genitivo en lugar de un nominativo. Cicerón en Verrinas I, 366 Nam ita mihi deos uelim propitios, ut, cum illius mihi temporis ueniat in mentem… non solum commoueor animo, sed etiam

–––––––––– 358

Aesch., frag. 50,14-15 Giannantoni. Hom., Odis. XI 90-1. 360 Verg., Aeneid. I 78-9. 361 Verg., Aeneid. I 573. 362 Ter., Andr. 744-45. 363 Ter., Andr. 70. 364 Ter., Andr. 47. 365 Ter., Phorm. 154. 366 Cic., in Q. Caecil. 41. 359

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PRISCIANO, Sintaxis

toto corpore perhorresco, donde aparece illius temporis, por illud tempus. Y en el libro II de esta misma obra, 367 Fac tibi Aciliae legis ueniat in mentem, en lugar de Acilia lex. (161) Virgilio en el libro III de Geórgicas, 368 Et crurum tenus a mento palearia pendent, por cruribus tenus. Y el mismo Virgilio en el IX de Eneida, 369 Volat hasta Tago per tempus utrumque, por in Tagum. Salustio en la Conjuración de Catilina, 370 Praeter rerum capitalium condemnatis, por condemnatos. Y en el libro I de Historias, 371 Nam a primordio urbis ad bellum Persi Macedonicum, por Persis. Virgilio en el I de Eneida, 372 Troas, relliquias Danaum atque immitis Achilli, en lugar de Achillis. Horacio, en el III de las Odas, 373 Hic dies anno redeunte festus / Corticem adstrictum pice dimouebit / Amphorae, en lugar de amphora. Terencio en Andria, 374 Quid mei faciam, por quid me fiat. O en Eunuco, 375 Quid illo faciemus, stulta? Por illi. (162) De manera similar, Cicerón contra Verres acerca de la pretura urbana, 376 Quid illo myoparone factum est? Virgilio en el libro I de Eneida, 377 Parce

–––––––––– 367

Cic., Verr. Act. 1, 51. Verg., Georg. III 53. 369 Verg., Aeneid. IX 418. 370 Sall., Catil. 36,2. 371 Sall., Hist. frag. I, 8 M. 372 Verg., Aen. I 30. 373 Hor., Carm. III 8, 9 sigs. 374 Ter., Andr. 614. 375 Ter., Eunuch. 837. 376 Cic., In Verr. II 1, ,90. 377 Verg., Aeneid. I 257-8. 368

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metu, Cytherea, manent immota tuorum / Fata tibi, en lugar de metui. Y en el libro I de Geórgicas, 378 Libra die somnique pares ubi fecerit horas, en lugar de diei; Horacio en el III de las Odas, 379 Hic dies uere mihi festus atras / Exigit curas, donde aparece mihi por a me; Demóstenes contra Ctesifón, 380 Ὁ δῆμος ἐν αὐτοῖς τοὶς φοβεροῖς καὶ δεινοῖς ἐμβεβηκώς por εἰς αὐτὰ τὰ φοβερὰ καὶ δεινά; Homero, 381 Πᾶν δ᾿ἦμαρ φερόμην, ἅμα δ᾿ἠελίῳ καταδύντι / Κάππεσον ἐν Λήμνῳ; este mismo autor, 382 Κάππεσεν ἐν κονίῃ. Jenofonte en el I de Memorables, 383 Λέγεται γὰρ Ἀλκιβιάδην, πρὶν εἴκοσιν ἐτῶν εἶναι, Περικλεῖ ἐπιτρόπῳ μὲν ὄντι ἑαυτοῦ, προστάτῃ δὲ τῆς πόλεως, τοιαῦτα διαλεχθῆναι περὶ νόμων, donde encontramos λέγεται Ἀλκιβιάδην por Ἀλκιβιάδης. También los autores latinos usaron con frecuencia esta figura, como Terencio en Eunuco, 384 Apparet seruum hunc esse domini pauperis / Miserique; Homero, 385 Ζεῦ ἄνα, δὸς τίσασθαι ὅ με πρότερος κάκ᾿ἔοργε; Terencio en Andria, 386 Ita tum discedo ab illo, ut qui se filiam / Neget daturum. (163) Se pueden utilizar tiempos diferentes, como en: 387 Postquam res Asiae Priamique euertere gentem / Inmeritam uisum superis ceciditque superbum / Ilium

–––––––––– 378

Verg., Georg, I 208. Hor., Carm. III 14,13. Esta cita aparece sin embargo en Demosth., Cour.248. 381 Hom., Iliad. I 592-3. 382 Hom., Iliad. XV 538. 383 Jenof., Memorab. I 2, 40. 384 Ter., Eunuch. 486-7. 385 Hom., Iliad. III 351. 386 Ter., Andr. 148-49. 387 Verg., Aeneid. III 1 sigs. 379 380

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et omnis humo fumat Neptunia Troia, / Diuersa exilia et desertas quaerere terras / Auguriis agimur diuum classemque sub ipsa / Antandro et Phrygiae molimur montibus Idae. En este ejemplo, cecidit va en pretérito, fumat, agimur y molimur en presente. El mismo Virgilio, en el libro IV de Eneida, 388 At Regina graui iandudum saucia cura / Vulnus alit uenis et caeco carpitur igni, por alebat y carpebatur. (164) Hay que saber que tanto los poetas como los prosistas con frecuencia utilizan presentes en lugar de pasados o de futuros, pero al revés no es usual, aunque sí lo encontramos en Terencio, en Andria, 389 Sed si quid narrare occepi, continuo dari / Tibi uerba censes, donde occepi aparece por occipio u occipiam. Y el mismo Terencio en Eunuco, 390 Quae uera audiui, taceo et contineo optime, donde encontramos audiui por audio o audiam; y en Formión, 391 Cur non, inquam, Phormio, Vides inter uos? En este caso utilizó inquam por inquio, en un uso nada frecuente. Del mismo modo, muchos suelen utilizar inquam, que es de futuro, con el valor de pasado o de presente. (165) También se pueden cambiar las personas, como hace Virgilio en el II de Eneida, 392 Diuellimur inde / Iphitus et Pelias mecum; Terencio en Andria, 393 Tu si hic esses, aliter sentias, donde hic indica que se refería a él mismo, con lo cual se sobreentiende ego.

–––––––––– 388

Verg., Aeneid. IV 1-2. Ter., Andr. 504-5. 390 Ter., Eunuch.103. 391 Ter., Phorm. 620.21. 392 Verg., Aeneid. II 434-5. 393 Ter., Andr. 310. 389

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Livio en el XXXVII del Desde la fundación de la ciudad, 394 Certare pio certamine cuiuslibet bonae artis et uirtutis ausi sumus cum parentibus quaeque ciuitas suis; Virgilio, 395 Ille ego, qui quondam gracili modulatus auena / Carmen; y él mismo en el II de Eneida, 396 Quaeque ipse miserrima uidi / Et quorum pars magna fui; y en Bucólicas, 397 Nec tuus hic Moeris nec uiueret ipse Menalcas; este mismo autor en el libro IV de Geórgicas, 398 Illo Virgilium me tempore dulcis alebat / Parthenope, studiis florentem ignobilis oti; Terencio en Formión, 399 Nam ego meorum solus sum meus; Persio, 400 Postquam meus a praetore recessi. (166) No sólo cambiando los géneros, personas, números, casos y tiempos, que son los accidentes que afectan en general a las partes declinables, de las que hemos tratado anteriormente, suelen los autores crear las figuras, sino también cambiando todos los accidentes que afectan a cada una de esas partes, como por ejemplo, en el caso del nombre, la especie, género, número, figura y el caso. Así pues, en estas cinco variantes encontramos autores que establecen alguna variación, es decir una “ἀλλοιότης”.

–––––––––– 394

Liv., Urb. XXXVII 54, 19. Verg., Aeneid . I 1. 396 Verg., Aeneid. II 5-6. 397 Verg., Eclog. IX 16. 398 Verg., Georg. IV 563-4. 399 Ter., Phorm. 587. 400 Pers., Sat. V 88. 395

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Por ejemplo, en el cambio de la especie, podemos citar a Ennio, 401 Optima caelicolum, Saturnia, magna dearum, que usó magna en lugar de maxima, es decir, un positivo por un superlativo, cuando antes claramente había escrito optima caelicolum. (167) Y Virgilio en el libro I de Eneida, 402 Tristior et lacrimis oculos suffusa nitentes, donde encontramos tristior por subtristis; Homero, 403 Τόνδ᾿ ἔκτανε Δάρδανος ἀνήρ, utilizó Dardanus por Dardanius, es decir, un primario por un derivado, construcción que imita también Virgilio en el libro IV de Eneida, 404 Hauriat hunc oculis ignem crudelis ab alto / Dardanus, y en el II, 405 Ipse deos in Dardana suscitat arma, en lugar de Dardania; en usos similares a Romulus populus o Romula gens por Romuleus o Romulea. Acerca de las variaciones en géneros, números y casos, ya hemos tratado anteriormente. (168) También las figuras suelen ser utilizadas unas en lugar de otras por los autores, como hace Virgilio en el libro I de Eneida, 406 Totumque a sedibus imis / Una Eurusque Notusque ruunt, en lugar de eruunt, es decir, un simple por un compuesto. Y pueden encontrarse variaciones similares en la construcción de todos los accidentes que afectan también al resto de palabras.

–––––––––– 401

Ennius, Ann. VIII 61. Verg., Aen. I 228. 403 Hom., Iliad. II 701. 404 Verg., Aeneid. IV 661-2. 405 Verg., Aeneid. II 618. 406 Verg., Aeneid. I 84-5. 402

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Por ejemplo, a veces se utilizan unas partes de la oración en lugar de otras, como un nombre por un adverbio. Así Sublime uolas 407 y Sole recens orto 408. O, al contrario, un adverbio por un nombre, como en genus unde Latinum, 409 en vez de ex quo. Y en Cicerón, pro Deiotaro, 410 En crimen, en causa, cur regem fugitiuus, dominum seruus accuset, cur por propter quae. Igualmente: iuste por uerum, o uere por iustum, y satis por sufficiens; Eurípides 411 Αἴαντος δίκαιός γόνος por ἀληθής; Lucano en el I, 412 Tu satis ad uires Romana in carmina dandas; y en el VII, 413 Quique necesse putat, en lugar de necessarium; Homero en Iliad ΙΙΙ, 414 Αὐτὴ δ᾿αὖθ᾿Ἑλένην καλέουσ᾿ἴε τὴν δ᾿ἐκίχανε / Πύργῳ ἐφ᾿ὑψηλῷ, περὶ δὲ Τρωαὶ ἅλις ἦσαν, donde encontramos ἅλις, es decir satis por multae. Virgilio en el libro I de Eneida, 415 Multum ille et terris iactatus et alto / Vi superum, utilizó un nombre por un adverbio. (169) Las preposiciones, en algunos casos, son redundantes, en otros casos, se eliden, o bien aparecen

–––––––––– 407

Verg., Aeneid. X 664. Verg., Georg. III 156. 409 Verg., Aeneid. I 6. 410 Cic., Deiot. VI 17. 411 En la edición de Keil, aparece aquí una laguna desde el nombre de Eurípides, e incluye una cita en griego atribuyéndola a Sófocles en Ayax: Δίκαιος γόνος. Es decir, el Aianti, que aparece antes de la cita, considera que es el dativo del título de la obra. Sin embargo, como se indica en nota a pie acerca de este pasaje en la edición de Ars grammatica, en el Ayax de Sófocles, no aparece esta cita, atribuida en cambio en esta última edición a Eurípides (luego no habría laguna), incluyendo en la propia cita Aiantos como genitivo. 412 Luc., Pharsal. I 66. 413 Luc., Pharsal. VII 312. 414 Hom., Iliad. III 383-4 415 Verg., Aeneid. I 3-4. 408

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unas en lugar de otras, y eso se da tanto en latín como en griego. Así, son redundantes en ejemplos como el de Isócrates Eginética, 416 Ἐν αὐτοῖς γὰρ τούτοις ἔτι σαφέστερον καὶ μᾶλλον ἐνεπεδειξάμην τὴν εὔνοιαν. Los autores latinos también, con frecuencia, utilizan esta abundancia de preposiciones. Terencio en Andria, 417 Accedo ad pedisequas; y en el Eunuco, 418 Numquam accedo ad te, quin doctior abeam; en esta misma obra, 419 Edicit, ne uir quisquam ad eam adeat; y en Andria, 420 Adeon ad eum?; también allí, 421 Ad te aduenio; Isócrates, en el Panegírico, 422 Ἀπεστερημένους δὲ τοῦ στρατηγοῦ, μεθ᾿ οὗ συνηκολούθησαν; Aristómenes Boeth,423 Εὔ γὰρ, εὖ / Πράττειν σε βούλομαι᾿ γώ –Πῶς λέγεις; –Ὅπως / Μετ ᾿ἐμοῦ ξυνέσῃ; Cratino en Némesis, 424 Μεθ’ ὑστέρῳ χρόνῳ; Virgilio en el V, 425 Spatio post deinde relicto / Tertius Euryalus; Isócrates a Nicocles, 426 Φίλους κτῶ, μὴ πάντας τοὺς βουλομένους, ἀλλὰ τοὺς τῆς σῆς φύσεως ἀξίους ὄντας, μηδὲ μεθ᾿ ὧν ἥδιστα συνδιατρίψεις, ἀλλὰ μεθ᾿ ὧν ἄριστα τὴν πολιτείαν

–––––––––– 416

Isocr., Aeginet. 24. Ter., Andr. 123. 418 Ter., Eunuch.791. 419 Ter., Eunuch. 578. 420 Ter., Andr. 315 y 369. 421 Ter., Andr. 319. 422 Isócr., Paneg. 146. 423 Arist., Fr. 2 Kassel y Austin 424 Cratin., Nemes fr. 122 Kassel y Austin. 425 Verg., Aeneid. V 321-2. 426 Isocr., a Nicocles 27. 417

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διοικήσεις; Hipérides Sobre el pescado, 427 Μετὰ ταῦτα ὕστερον ἦλθον ἀναθησόμενοι τὸ τάριχος; Virgilio en el VIII, 428 Post hinc ad naues graditur sociosque reuisit. (170) Se eliden preposiciones, como vemos en el libro IX de Virgilio, 429 Euolat infelix et femineo ululatu, / Scissa comam, muros amens atque agmina cursu / Prima petit, donde se sobreentiende cum en cum ululatu; Homero, 430 Αὐτῇ κεν γαίῃ ἐρύσαιμ᾿ αὐτῇ κε θαλάσσῃ, se ha sobreentendido σύν, en σὺν αὐτῇ γῇ; Virgilio en el libro V, 431 His magnum Alciden contra stetit, his ego suetus, donde falta cum. (171) O se ponen unas en lugar de otras, como hace Virgilio en el libro I de Eneida, 432 Multa super Priamo rogitans, super Hectore multa, donde super Priamo equivale a de Priamo. Y el mismo autor en el I de Geórgicas, 433 Sub lucem densa inter nubila sese; y en el libro III, 434 Sub lucem exportant calathis, en lugar de ante lucem. Igualmente, tanto en los autores latinos como en los griegos, a veces sobran conjunciones, y a veces faltan, o bien se utilizan unas en lugar de otras. Sobran por ejemplo en Multa quoque et bello passus, dum conderet urbem; 435 Horacio en Epodos, 436 At

–––––––––– 427

Hyperid., frag. 184 Jensen. Verg., Aeneid. VIII 546. Verg., Aeneid. IX 477-79. 430 Hom., Iliad. VIII 24. 431 Verg., Aeneid. V 414. 432 Verg., Aeneid. I 750. 433 Verg., Georg. I 445. 434 Verg., Georg. III 402. 435 Verg., Aeneid. I 5. 436 Hor., Epod. V 1-2. 428 429

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o deorum quicquid in caelo regit / Terras et humanum genus. O faltan, como en el libro IV de Eneida de Virgilio, 437 Ferte citi flammas, date tela, impellite remos. (172) Se utilizan unas por otras, como en el II de Eneida de Virgilio, 438 Aut pelago Danaum insidias suspectaque dona / Praecipitare iubent subiectisque urere flammis; en lugar de subiectisue; Eurípides, 439 Ὦ θεοὶ πατρῷοι, συγγένεσθέ γ᾿ἀλλὰ σῦν. Y entre los autores latinos, Terencio en el Eunuco, 440 Si nequeas paulo, at quanti queas. Entre los adverbios, 441 hay algunos que se usan indistintamente con todos los accidentes antes mencionados, es decir con diversos números, géneros, casos, tiempos y personas, como non bonus uir, non bona mulier, non bonum mancipium offendit me (“un hombre bueno, una buena mujer o un buen esclavo no me ofenden”); non boni uiri, non bonae mulieris, non boni mancipii est uituperare innocentem (“no es propio de un buen buen hombre, una buena mujer o un buen esclavo acusar a un inocente”); non ego, non tu, non ille, non facio, non facis, non facit (“no yo, no tú, no él, no hago, no haces, no hace”).

–––––––––– 437

Verg., Aeneid. IV 594. Verg., Aeneid. II 36-7. 439 En la edición de Keil, se apunta que habría aquí una cita de Eurípides, aunque no aparece por una laguna, y tras ella se sitúa la cita de Eurip., Electr. 411, como si fuera de Sófocles. 440 Ter., Eunuch. 75. 441 Prisciano retoma aquí, después de este largo pasaje acerca de figuras, su “traducción” de Apolonio Díscolo, Sintaxis (III, 17-18, p.270). 438

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(173) De manera similar bene, male, recte, praue (“bien, mal, correctamente, de manera tortuosa”) pueden construirse correctamente con todas las formas antes mencionadas. Sin embargo, hay otros adverbios que no pueden unirse con cualquier forma, como o cuando es vocativo, como vemos en el libro I de Eneida de Virgilio, 442 O Regina, nouam cui condere Iuppiter urbem, o heus, y este mismo autor en el mismo libro, 443 heus, iuuenes, monstrate, mearum / Vidistis si quam hic errantem forte sororum. Estos adverbios no se unen con casos diferentes al vocativo, mientras que otros sólo se construyen con acusativo, como pone tribunal o pone domum, ultra fines (“detrás del tribunal, detrás de la casa, más allá de las fronteras”), algunos con ablativo, como coram iudicibus (“en presencia de los jueces”), en una característica que también comparten las preposiciones. (174) Propiamente, deben ser consideradas preposiciones aquellas formas que no pueden construirse sin ir unidas a un caso determinado, como in illum, per illum, pro illo, sub illo, de illo, ab illo, ex illo. En cambio, pone y coram pueden también construirse sin esos nombres declinados en un caso concreto, puesto que son adverbios. Así los encontramos en el libro II de Eneida de Virgilio, 444 Pone subit coniunx ferimur per opaca locorum; este mismo autor en el libro I de la

–––––––––– 442 443 444

Verg., Aeneid. I 522. Verg., Aeneid. I 321-2. Verg., Aeneid. II 725.

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misma obra, 445 Coram, quem quaeritis, adsum / Troïus Aeneas. Hay adverbios 446 que no se construyen con personas diferentes, como heia, que aparece por ejemplo en el libro IV de Eneida, 447 Heia, age, rumpe moras, uarium et mutabile semper / Femina, pues sólo se contruye con la segunda persona. Hay adverbios que no forman construcciones correctas con tiempos diferentes. Así heri feci, nunc facio, cras faciam (“ayer hice, ahora hago, mañana haré”). Y hay otros que aparecen con un único modo, aunque con todas las personas, números y tiempos, como utinam con optativos. Pero esta cuestión se tratará con más profundidad cuando hablemos sobre el adverbio. 448 (175) También la conjunción se construye con todas las formas antes mencionadas, esto es con todos los géneros, casos, números, tiempos o personas, como uir et mulier, uirorum et mulierum; doceo et docui et docebo; ego et tu et ille; si facio et si faciam; si facerem et si faciebam; si fecerim et si feci, si fecissem et si feceram; si fecero et si faciam. Pero volvamos a tratar sobre la clasificación de los pronombres. Hay que saber que los pronombres que tienen conjugación, llamados por Aristarco 449 σύζυγα,

–––––––––– 445

Verg., Aeneid. I 595-6. Cfr. Apolonio, Sintaxis (III 19, pp.270-1). 447 Verg., Aeneid. IV 569-70. 448 A pesar de esta afirmación, sin embargo Prisciano no tratará más sobre este tema. Tal vez, está simplemente “traduciendo” la afirmación que aparece también en Apolonio (III, 19), quien, curiosamente, tampoco volvió a tratar sobre este tema, o lo hizo en la parte perdida del libro IV (cfr. Ars gram. p. 271). 449 Frag. 103 B Matthaios. 446

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los primarios de las tres personas o los derivados, no pueden construirse de manera indistinta representando a las demás personas ni siquiera figuradamente, como tampoco los verbos, porque tienen sólo tres formas específicas en cada una de esas tres personas: “mei, tui sui; mihi, tibi, sibi; me, te, se; a me, a te, a se”. (176) 450 Y del mismo modo, tampoco los plurales nos, uos; nostrum o nostri y uestrum o uestri; nobis, uobis; nos, uos; ni los derivados meus, tuus, suus; noster, uester. En cuanto a ipse, ille, hic, iste e is suelen aparecer en construcciones figuradas equivaliendo a la primera y a la segunda persona, ya que, como no tienen formas conjugadas para la primera y la segunda personas, pueden utilizarse con esa función. En cuanto a sui, su propia declinación nos muestra que se corresponde con los de primera o segunda persona: mei, tui, sui; mihi, tibi, sibi; me, te, se; a me, a te, a se. Y así, estos tres pronombres, manteniendo las personas que les son propias, no permiten que formas conjugadas interfieran en su significación. (177) Esto puede comprobarse también a partir de sus derivados. En efecto, meus, tuus, suus, debido a la semejanza en la declinación y sobre todo a que tienen formas independientes en cada una de las personas, como también los verbos, no pueden ponerse unos en lugar de otros, ni aparecer en una construcción en la que se refieran a la misma persona del poseedor. En efecto, nadie dice ego tu, ni sui mei, ni tuus meus, ni suus meus, o nostras uestras, a no ser que se añada

–––––––––– 450

Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis III 22 (p.272).

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alguna conjunción, como en seruus tuus et meus est, ciuis nostras et uestras (“tu esclavo es también mío, el ciudadano es de nuetro país y del tuyo”), en los que aunque se indica una posesión común, sin embargo las personas de los posesores son distintas. (178) 451 También podemos prescindir de la conjunción y decir mea res tua est, animus meus tuus est (“mi asunto es tuyo, mi espíritu es tuyo”), puesto que se entienden también distintas personas para los posesores. En cuanto a ille ego, tu ipse, hic ego, iste ego y todos los pronombres de tercera persona, excepto sui y su derivado suus, pueden construirse de manera figurada con una sola forma de primera o de segunda persona. En cambio, en los verbos, puesto que la tercera persona tiene una sola forma y aplicada a esa única persona, no pueden construirse juntos con la primera o la segunda personas. En efecto, no puede decirse facio tu, o ille o facis ego, o ille o facit ego o tu, porque los verbos, como significan cada persona con una forma distinta, no permiten acomodar esas personas a otras diferentes a las suyas. (179) 452 No debe extrañarnos que se produzca esto a propósito de la distinción de personas cuando éstas forman una serie, puesto que eso mismo también es evidente, aunque al contrario, por el hecho de que la falta de distinción de géneros, números, casos o tiempos, permite que aparezcan con diversas significaciones. En efecto mihi, tibi, sibi; me, te se, al no tener distinción de género, pueden construirse con términos

–––––––––– 451 452

Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis III 23 (p. 273). Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis III 27 (p.275).

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de cualquier género, como me ipsum y me ipsam; te ipsum y te ipsam. Clari, clarae no distinguen número, 453 así que pueden unirse con singulares y con plurales. Senatus, currus, uultus, facies, res, spes tienen terminaciones igualmente comunes a diversos casos, de manera que pueden construirse perfectamente con cualquiera de ellos. (180) 454 Todos los verbos en subjuntivo, ya en pretérito perfecto o futuro, tienen las mismas terminaciones con excepción de la primera persona. Por tanto, nada impide considerar que se trata de cualquiera de esos tiempos. Los participios y los infinitivos de presente se corresponden bien igualmente con el pretérito imperfecto. Por ello, se pueden construir de forma indistinta, como en scribens hodie proficio (“aprovecho escribiendo hoy”) y scribens heri proficiebam (“aprovechaba escribiendo ayer”), scribere uolo hodie (“quiero escribir hoy”) y scribere uolebam heri (“quería escribir ayer”) (181) Sin embargo, hemos de saber que también podemos construir con pretéritos perfectos y pluscuamperfectos los infinitivos antes mencionados cuando se refieran a un tiempo pretérito imperfecto, como vemos en scribens profeci o profeceram, esto es “mientras estaba escribiendo, aproveché” o “había aprovechado”; scribere uolui o uolueram, esto es

–––––––––– 453 Porque clari puede ser genitivo singular masculino y neutro, y nominativo plural masculino; y clarae: genitivo y dativo singular femenino, y nominativo plural, luego las dos formas pueden ser singular o plural. 454 Cfr. Apolonio, Sintaxis III 29 (p.277).

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“quise escribir” o “había querido”. En efecto, sabemos que el pretérito imperfecto significa que una acción comenzó, y que aún no ha terminado, como demuestra el uso de los escritores. (182) 455 Los verbos comunes admiten tanto la construcción activa como la pasiva, distinguiéndose por ellas también dos significaciones: criminor te y a te (“te acuso y soy acusado por ti”), hortor te y a te (“te animo y soy animado por ti”). Amet, doceat, legat, audiat son imperativos de presente, futuros del optativo y presentes de subjuntivo, y no podemos distinguir entre esta variedad de significaciones si no es gracias a su construcción con distintos adverbios o tiempos. (183) Así, cuando expresamos una orden, no utilizamos adverbio: amet, doceat, legat, audiat (“que ame, que enseñe, que lea, que oiga”); al expresar un deseo, usamos adverbio: utinam amet, doceat, legat, audiat (“ojalá ame…”), e igualmente para la subordinación: cum amet, doceat, legat, audiat (“cuando ame…”). Amato, doceto, legito, audito son también de segunda y de tercera persona, y sólo se distinguen por el añadido de pronombres, como amato tu, amato ille (“que tú ames, que él ame”). (184) Así pues, en todos los términos de este tipo, que tienen distintas significaciones, la construcción es totalmente necesaria para diferenciarlas, como ocurre

–––––––––– 455

Cfr. Apolonio, Sintaxis III 30 (p.278).

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también con los nombres que, con una misma terminación, indican distintos casos, géneros o números. Así poetae puede ser genitivo y dativo singular, es decir huius poetae y huic poetae; y nominativo y vocativo plural, hi poetae y o poetae. Igualmente docti genitivo singular, huius docti, y nominativo y vocativo plural, hi docti y o docti. (185) De manera similar, caedes, res, facies son nominativos y vocativos singulares, haec facies y o facies, haec caedes y o caedes, haec res y o res; pero también en plural son nominativos, acusativos y vocativos: hae facies, has facies y o facies. Y hay también otras muchas coincidencias en otras partes de la oración, que no pueden distinguirse si no es a partir de la construcción, con una disposición apropiada de un caso con otro, un género con otro, un número con otro, una persona con otra, o bien de un tiempo con otro. (186) 456 Ahora bien, no necesariamente si hay una semejanza en la forma, deben asociarse también necesariamente con los mismos accidentes, pues a veces se establecen concordancias por el sentido. Así cualquier dativo y ablativo plural de nombres, pronombres o participios multiformes 457 es semejante en los tres géneros, como bonis, illis, accusatis. Y, sin embargo, cuando hablamos de hombres, los unimos con masculinos, cuando se trata del sexo opuesto, con femeninos, y cuando no es ninguno de ellos, con neutros. Por

–––––––––– 456

Cfr. Apolonio, Sintaxis III 32 (p. 280). Es decir, aquellos que tienen formas distintas para masculino, femenino y neutro. 457

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ejemplo: bonis uiris loquor, bonis mulieribus y bonis mancipiis, o accusatis uiris, accusatis mulieribus, accusatis mancipiis. Y así también otros términos similares, que solucionan la semejanza de significación y de accidentes en la propia construcción. (187) Así pues, toda construcción, denominada por los griegos “sintaxis”, debe atender siempre a la significación de las formas. Ahora bien, los autores, mediante figuras diversas, suelen variar los accidentes en la construcción, tal como hemos mostrado anteriormente, de manera que, aunque la relación parezca incorrecta en cuanto a las formas concretas, sin embargo, racionalmente, se mostrará correcta. 458 Es por eso por lo que, en ocasiones, pueden unirse una primera persona y una tercera, mediante una figura. Así lo encontramos en Virgilio, 459 Ille ego, qui quondam gracili modulatus auena / Carmen, donde el sentido es “Yo soy aquel Virgilio que, en otro tiempo, escribí las Bucolicas y las Geórgicas”. (188) También se unen mediante una figura de este tipo números diferentes, como vemos en el libro I de Eneida de Virgilio, 460 Pars in frusta secant ueribusque trementia figunt, donde un plural concierta no con un término también plural por la forma, sino por el sentido, porque pars se refiere a varios troyanos. O

–––––––––– 458 Como indicamos en la introducción, este pasaje nos parece fundamental, pues mostraría el carácter racional de la sintaxis de Prisciano, que estaría atento, pues, no sólo a las construcciones concretas que aparecen en el uso, sino también a una razón, a una estructura subyacente que permite usos aparentemente anómalos. 459 En el inicio de la Eneida. 460 Verg., Aeneid. I 212.

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con distintos géneros: 461 Qualis eram, cum primam aciem Praeneste sub ipsa, como encontramos en el libro VIII de Virgilio, donde aunque Preneste es neutro, como por el sentido indica una ciudad, la referencia a ella es mediante sub ipsa. (189) De manera similar, con todos los accidentes de todas las partes de la oración encontramos con frecuencia figuras de este tipo. Así en la utilización de un caso por otro, como: 462 Corniger Hesperidum fluuius regnator aquarum, donde, como vemos, en esta cita del libro VIII, Virgilio utilizó fluuius en lugar de fluuie; o en: 463 Tu mihi quodcumque hoc regni, tu sceptra Iouemque / Concilias, donde encontramos regni en lugar de regnum. Pero de este tipo de construcciones, ya hemos tratado bastante con anterioridad. (190) 464 Acerca de tu también dudaron algunos autores si es sólo nominativo, o también vocativo. Pero es evidente que en él se dan los dos casos, al igual que en casi todos los nombres latinos de la segunda declinación terminados en -us. En el pasado Trifón, 465

–––––––––– 461

Verg., Aeneid. VIII 561. Verg., Aeneid. VIII 77. Esta figura se denominará, en la doctrina retórica y gramatical, “antiptosis”, quedando encuadrada en la enálage. 463 Verg., Aeneid. I 78-9. 464 Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis III 35 (p.282). 465 Trifón de Alejandría, gramático del s. I a.C., es citado más de 50 veces por Apolonio Díscolo en su obra, y se le ha considerado como su maestro indirecto o inspirador de gran parte de su obra. Escribió tratados sobre las distintas partes de la oración, así como sobre sintaxis en general. La teoría aquí expuesta sobre el vocativo, aparece en su Peri prosôpôn (frg. 1, p.32 Velsen). 462

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como critica Apolonio, consideró que era sólo vocativo, apoyándose en que los vocativos nominales se asocian a la segunda persona verbal, ya que decimos tu legis (“tú lees”) y también discipule legis (“discípulo, lees”). Pero igualmente el vocativo, que es propio de la segunda persona, se une bien con la primera y con la tercera persona de los verbos, como lego discipule y legit discipule, y no por ello decimos que la primera y la tercera persona tienen vocativos, ni que el vocativo no sea de segunda. Lo que es incontestable es que los pronombres tienen sobre todo aquellos casos que les faltan a los nombres en las dos primeras personas, y sobre todo el nominativo. (191) 466 Asi pues, los pronombres no necesitan vocativo, que no tiene ni carácter deíctico ni anafórico, que son las funciones pronominales, sino solamente de llamada, es decir ἀποστροφή, excepto en la circunstancia en la que, con un movimiento de cabeza o dirigiendo nuestra voz, no sólo llamamos a aquellos a los que vemos, sino también a aquellos a los que puede llegar nuestra voz, aunque no estén junto a nosotros, o bien cuando ignoramos su nombre propio, o bien cuando, utilizándolo de forma confusa al referirnos a una multitud, para que nos responda uno de ellos, le decimos a unos esclavos “tú”. (192) Hay que saber también que lo propio del pronombre es tener nominativo en primera y segunda persona, pero no sólo los pronombres, sino también nom-

–––––––––– 466

Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis III 41 (pp.284-5).

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bres y participios tienen vocativo, que es un caso propio de la segunda persona, como en scribe Vergili y scribis Vergili (“escribe, Virgilio” y “escribes Virgilio”). Y el que también los nominativos de todos los términos con desinencias casuales se construyen en ocasiones con segundas personas verbales, lo demuestra tanto el verbo “ser” como los verbos de llamada, que no se construyen sino con nominativos, como ego grammaticus sum, tu orator es, ille philosophus est; ego Priscianus nominor, tu Apollonius uocaris, ille Vergilius nuncupatur. Virgilio, en el libro I de Eneida, 467 Tune ille Aeneas, quem Dardanio Anchisae / Alma Venus Phrygii genuit Simoentis ad undam? En esta construcción, es evidente que tu es nominativo. (193) 468 Además, esto se comprueba porque ipse, que es nominativo, se construye necesariamente con nominativos de las tres personas para marcar la distinción, como en primera, ipse ego facio (“yo en persona actúo”): Virgilio en el libro V, 469 Ipse ego paulisper pro te tua munera inibo. En segunda, tu ipse facis, en este mismo autor en la misma obra, 470 Ipsa egomet dudum Beroen digressa reliqui; Virgilio en Bucólicas, 471 Verum id quod multo tute ipse fatebere maius; Cicerón en el III de sus discursos contra Verres, 472 Tu ipse ex edicto Siculo hoc sustulisti. Ille ipse facit.

–––––––––– 467

Verg., Aeneid. I 617-8. Cfr. Apolonio, Sintaxis III 37 (p.283). 469 Verg., Aeneid. V 846. 470 Verg., Aeneid. V 650 471 Verg., Eclog. III 35. 472 Cic., Verr. II 1, 43, 112. 468

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(194) Así pues, puesto que los nombres no tienen nominativos de primera y segunda persona, ni tampoco en los demás casos oblicuos, aunque la mayoría sí tienen vocativo, los pronombres, como hemos mostrado, cumplen con ese cometido cuando es necesario. Igualmente, la función de anafórico, que sí se da en los demás casos, no se da en el vocativo. Así ego lego qui scripsi, tu legis, qui scripsisti, ille legit qui scripsit; meus est seruus cuius aere emptus est (“leo yo, que escribí, lees tú, que escribiste, lee él, que escribió, el esclavo es mío, con dinero de quien se ha comprado). Por eso los pronombres anafóricos no pueden tener vocativo, porque no puede referirse a un término antecedente. (195) De manera similar, cuando se unen personas distintas con un solo verbo, es necesario que lo que se unan sean nominativos: ego et tu et ille docemus (“yo, tú y él enseñamos”). En efecto, nadie dice ego et grammatice et ille docemus (“yo y gramático y él enseñamos”), a no ser que, para destacar algo, tras poner el nominativo del pronombre se le una el vocativo del nombre, como en ego et tu, grammatice, et ille docemus (“yo y tú, gramático, y él enseñamos”). Y es que, aunque los nombres son de tercera persona, sin embargo, como hemos dicho, muchos de ellos tienen vocativo, lo cual no es extraño puesto que, unidos también a verbos de llamada, al igual que a verbos sustantivos, pueden ser tanto de primera como de segunda persona. Por ello, si cuando decimos Vergilius uocaris (“te llamas Virgilio”), pasamos el nombre de la tercera a la segunda persona, en la propia acción 218

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de llamarle estamos incluyendo a una segunda persona: o Vergili, esto es te uoco Vergili (“te llamo, Virgilio”). (196) Se excluyen los nombres indefinidos, interrogativos, anafóricos, correlativos o distributivos, que, al ser de persona incierta o variable, no pueden tener vocativo. Es el caso de quis, qui; qualis, talis; quantus, tantus; quot, tot; uterque, alter; singuli, bini, terni y otros similares. No puede hacerse una llamada a nombres de este tipo, aunque sí pueden unirse a una segunda persona, pero mediante nominativos, como en qui estis? Quales estis? Uterque Scipiones uocamini, singuli ueniatis ad me, terni prandete apud me (“¿quiénes sois?; ¿de qué tipo sois? ¿Os llamáis ambos Escipiones? Venid a mí uno a uno; comed en mi casa de tres en tres”). Virgilio en el libro I, 473 Sed uos qui tandem, quibus aut uenistis ab oris? (197) Por su parte, los pronombres no pueden tener vocativo de primera o tercera persona con la excepción de los posesivos de primera cuando se construyen con la segunda persona o se dirigen a ella. Y es que alguien puede dirigirse a su posesión, es decir a su hijo, esclavo, madre, o esposa y decirle: o mi, o mea, o meum; o noster, nostra, nostrum. Y es característica propia de los pronombres posesivos referirse a dos personas, la que posee, mediante genitivo, y lo poseído, mediante cualquier caso.

–––––––––– 473

Verg., Aeneid. I 369.

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(198) Y así, el posesivo de segunda persona, puesto que debe sobreentenderse en genitivo el poseedor, al que se dirige el discurso, tampoco puede tener vocativo, a no ser que, de manera figurada, queramos decir: tue et non aliene (“tuyo y no de otro”), es decir tui potestatem habens (“teniendo potestad sobre ti”), como ego meus sum (“yo soy mío”). Eurípides, 474 Ἐγὼ δ᾿ἐμός εἰμι, pero aunque podamos entender que se produzca, sin embargo, esta construcción no es normal, como tampoco lo es sue illius nate (“hijo suyo de él”) en el sentido de proprie illius nate (“hijo propiamente de él”). (199) Así pues, ya que en todos los posesivos se sobreentiende un poseedor y su posesión, y los poseedores no pueden ser aludidos sino mediante genitivos, por tanto no pueden tener vocativos si no es a través de las mismas posesiones, en las que que se considera incluida la segunda persona. Tampoco puede la primera poseer a la primera, como hemos dicho, ni la segunda a la segunda, a no ser que, con una expresión figurada, alguien dijera: ego sum meus dominus et seruus, tu es tuus et doctor et discipulus (“yo soy mi señor y mi esclavo; tu eres tu profesor y discípulo”). Esto es lo que encontramos en Persio, 475 Vindicta postquam meus a praetore recessi. (200) 476 Pero la tercera persona sí puede poseer a la tercera, ya que las terceras personas pueden ser múltiples y variadas. Con todo, ningún pronombre se usa

–––––––––– 474 475 476

Eur., frag. 100Kannicht. Pers., Sat. V 88. Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis III 43 (p.286).

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en vocativo, a no ser el pronombre primario de segunda persona y el posesivo de primera, cuando se dirige a él el discurso, esto es cuando se une a la segunda persona, ya que puede dirigirse con naturalidad a su posesión. (201) En cambio los posesivos de tercera, aunque por naturaleza puedan utilizarse en vocativo, como se ha dicho, –pues podemos dirigirnos a una posesión ajena, que es lo que vemos en O genitor noster Saturne maxime diuum, 477 Euandrie fili (“hijo de Evandro”) o Telamonie Aiax (“Ayax hijo de Telamón”)– y aunque en realidad parezca que puede decirse o sue fili Euandri (“o hijo suyo, de Evandro”) y o sua uxor Euandri (“o mujer suya, de Evandro”), como si dijera Euandrie fili (“hijo evandriano”) y Euandria uxor (“esposa evandriana”), puesto que se entienden dos terceras personas, la del posesor y la de lo poseído, lo cierto es que en el uso no lo encontramos, y ya también en griego Apolonio 478 apunta que aunque σφέτερε (“suyo”) podría decirse razonablemente, sin embargo, no aparece en el uso. (202) Acerca de este tema, trata Apolonio con bastante claridad en el libro tercero de su Sintaxis. En cuanto al derivativo de segunda persona, 479 como hemos afirmado, no puede tener un vocativo, porque necesariamente en él se entiende el genitivo del pronombre primario relacionado con el propio posesor, al que nos dirigimos, pero la posesión de la segunda persona

–––––––––– 477 478 479

Enn., Ann. Frag. 456 Vahlen. Apolonio Díscolo, Sintaxis III 44 (p.287). Es decir, tuus derivado del primario de segunda persona tu.

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obligatoriamente se refiere a la primera o a la tercera persona, que, como es lógico, carecen de vocativo: tuus filius sum (“soy tu hijo”) o tuus filius est ille (“él es tu hijo”). Y aunque en una construcción figurada, como se ha afirmado anteriormente, pueda decirse: tu ipse tuus es et dominus et seruus (“tú eres a la vez tu señor y tu esclavo”), sin embargo no se encontrará vocativo en este pronombre, ni siquiera usado de manera figurada, como si alguien al hablar pareciera decir que en una misma persona se unen el posesor y la posesión diciendo tue, o en griego, según recoge Apolonio, 480 σέ de σός. (203) Así pues, al igual que los nombres son de tercera persona, así también los pronombres posesivos, aunque, en cuanto a las personas de los posesores son definidos, y son de primera, segunda y tercera persona, sin embargo, en cuanto a las posesiones, son de tercera persona, a no ser que se construyan con verbos sustantivos o de llamada, como le ocurre también a los nombres: meus es filius, meus uocatur seruus; tuus nominor parens, tuus est pater; suus illius sum filius, suus illius es filius, suus illius est filius (“eres mi hijo, es llamado mi esclavo; soy llamado tu padre, es tu padre; soy su hijo, eres su hijo, es su hijo”). En cuanto al pronombre ipse, como hemos indicado con anterioridad, se construye perfectamente con las tres personas. Por eso Apolonio lo denomina “epitagmatikón”, es decir “apositivo”, porque se une a

–––––––––– 480

Apolonio, Sintaxis III 46 (p. 287-8).

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otros pronombres, como en ipse ego o ego ipse, tu ipse, ille ipse. 481 (204) Y aunque, en construcciones figuradas, encontremos unidos otros pronombres, asociándose personas diferentes, como en ego ille, tu ille, hic ille, por ejemplo en Virgilio, 482 Ille ego, qui quondam gracili modulatus auena / Carmen; o en el libro I de Eneida, 483 Tune ille Aeneas, quem Dardanio Anchisae?; Terencio en Andria, 484 Hic est ille, ne te credas Dauum ludere–, sin embargo, no pueden unirse sin otro pronombre, como sí hace ipse, a verbos de primera o segunda persona, como en ipse facio, ipse facis (“yo mismo hago, tú mismo haces”). Virgilio en el libro II, 485 Quaeque ipse miserrima uidi; o en Bucólicas, 486 Cum faciam uitulam pro frugibus, ipse uenito. (205) Y no podemos unir así otras formas de pronombres de tercera persona con verbos en primera o segunda. En efecto, nadie dice ille facio, ille facis a no ser que añadas pronombres deícticos de primera o de segunda persona, como Cicerón en el II de las Catilinarias, 487 Hic ego uehemens ille consul, qui uerbo ciues in exilium eicio, quaesiui a Catilina. Pero, cuando decimos ille ego o ille tu, estamos indicando una relación de conocimiento con el antecedente, en cambio con ipse ego una relación de diferenciación, es

–––––––––– 481

Cfr. XVII, 144. Verg., Aeneid. I 1 sigs. 483 Verg., Aeneid. I 617. 484 Ter., Andr. 787. 485 Verg., Aeneid. II 5. 486 Verg., Eclog. III 77. 487 Cic., In Cat. Or. II, 13. 482

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decir, ipse ego per me et non alius (“yo mismo por mí y no otro”). Este pronombre apositivo, es decir ipse, aunque se una también a un imperativo –podemos decir ipse facis (“tú mismo haces”) pero también ipse fac (“haz tú mismo”)–, no tiene sin embargo vocativo. (206) Y es que, como hemos dicho anteriormente, ningún pronombre puede tener vocativo, a no ser el primario de segunda persona, al que se dirige el discurso, y el derivado de la primera, cuando se une al pronombre primario de segunda, ya sea mediante concordancia por la forma o por el sentido, como en o mea tu 488 y o noster Chremes 489. Además, un vocativo no se une por sí mismo a un verbo sustantivo o de llamada, sino que eso lo hace el nominativo. En efecto, nadie dice docte es, clare uocaris, Vergili diceris (“eres, ¡docto!, te consideran, ¡ilustre!, te llamas, ¡Virgilio!”), sino doctus es, clarus uocaris, Vergilius diceris (“eres docto, te consideran ilustre, te llamas Virgilio”). Así pues, ipse no puede sustituir a un nombre en una función distinta a la del nominativo. Y no tiene nada de extraño que un imperativo se una a un nominativo de segunda persona, puesto que los imperativos también se unen con las terceras personas, que no tienen claramente vocativos. Así faciat y facito ille (“que haga él”), faciant y faciunto illi (“que hagan ellos”). (207) Hay que saber también que, con frecuencia, utilizamos vocativos sin que aparezcan verbos de segunda persona, como en miror te Vergili, intellego te

–––––––––– 488 489

Ter., Eunuch. 664. Ter., Andr. 846.

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Homere (“te admiro, Virgilio; te entiendo, Homero”), pero los nominativos de segunda persona, a no ser por una elipsis, nunca los utilizamos sin verbos de la misma persona. Así bonus es, Apollonius nominaris (“eres bueno, te llamas Apolonio”). Por otra parte, todos los pronombres, que pueden ser usados en forma de llamada, tienen un vocativo igual que el nominativo, excepto mi en lugar de mee. Lo cual no es extraño, porque también en latín la mayoría de los nombres, como hemos dicho, tienen los mismos nominativos y vocativos. En ático, es normal utilizar nominativos en lugar de vocativos. Así Homero, 490 Ἠέλιός θ᾿ὃς πάντ᾿ἐφορᾷς καὶ πάντ᾿ἐπακούεις, que fue seguido por Virgilio en el libro VIII, 491 Corniger Hesperidum fluuius regnator aquarum, ya que dijo fluuius en lugar de fluuie; y Lucano en el libro II, 492 Degener o populus, uix saecula longa decorum / sic meruisse uiris, en lugar de popule. (208) Por el contrario, los macedonios y tesalios solían usar uocativos en lugar de nominativos. Homero, 493 Αυτὰρ ὅ αὖτε Θύεστ᾿ Ἀγαμέμνονι δῶκε φορῆναι, donde aparece un vocativo por un nominativo, ya que dijo Θύεστα en lugar de Θυέστης. A partir de aquí, también en latín con muchísima frecuencia se utilizan nombres de este tipo, sobre todo los apelativos, mediante un vocativo griego en lugar de un nominativo: sophista, citarista, poeta, Scytha, Sarmata,

–––––––––– 490

Hom., Iliad. III 277. Verg., Aeneid. VIII 77. 492 Luc., Pharsal, II 116-17. 493 Hom., Iliad. II 107. 491

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PRISCIANO, Sintaxis

Sosia. Sin duda alguna, Persio utilizó un vocativo por un nominativo, cuando dijo: 494 Censoremue tuum uel quod trabeate salutas?, ya que dijo trabeate y no trabeatus. Y Horacio, 495 Macte / Virtute esto, en lugar de mactus uirtute.

–––––––––– 494 495

Pers., Sat. III 29. Hor., Serm. I 2, 31-2.

226

PRISCIANO Libro XVIII

(1) En el libro anterior, al tratar sobre la construcción de artículos y pronombres, hemos tenido que apuntar ya también numerosos aspectos acerca de la construcción del nombre y del verbo, ya que sin éstos no pueden los artículos y pronombres formar una oración completa, de manera que muchos de esos aspectos son comunes entre estas clases de palabras. En este libro, trataremos principalmente acerca de nombres y verbos, aunque también de las demás partes, puesto que tienen muchos elementos en común. Por tanto, no debe extrañarse el lector si aparecen ejemplos similares de las construcciones, ya que tanto las palabras analizadas como las que trataremos a continuación coinciden en numerosos aspectos. Veamos, pues, en orden la construcción de cada uno de los casos. (2) Nominativo y vocativo son casos absolutos, es decir, pueden aparecer por sí mismos, sin necesidad de otra persona, como en ego Priscianus ambulo, tu Plato philosopharis, Aristoteles disputat (“yo Prisciano paseo, tú Platón filosofas, Aristóteles disputa”). Y si construimos con verbos sustantivos o de llamada nombres de primera o segunda persona, no necesitan pronombres, puesto que ya se ha indicado la esencia o la denominación. Así en homo sum, Cicero nominor (“soy hombre, me llamo Cicerón”). Pero si se construyen con otros verbos, entonces sí es necesario que aparezcan pronombres, de manera que las esencias de ese nombre concreto, que es de tercera persona, se transfieran por el 229

PRISCIANO, Sintaxis

carácter deíctico de los pronombres a la primera o a la segunda, como ego Priscianus scribo, tu Apollonius –o Apolloni– scribis (“yo Prisciano escribo; tú Apolonio –o Apolonio (vocativo)– escribes”. (3) Y hay que saber que el vocativo no necesita pronombre puesto que por sí mismo indica ya perfectamente la segunda persona: Apolloni legis o lege, Terenti scribis o scribe (“Apolonio lees, o lee; Terencio, escribes o escribe”). Virgilio en el libro X, 1 Vigilasne deum gens?/ Aenea uigila; Persio, 2 Censoremue tuum uel quod trabeate salutas?, aunque aquí, para que el sentido fuera completo, se ha añadido correctamente al verbo indicativo el nominativo tu. Pero si quitamos los pronombres de una construcción, en la que aparece un nominativo, diciendo Priscianus scribo, Apollonius scribis (“Prisciano escribo, Apolonio escribes”), cometemos un solecismo. 3 (4) En efecto, los nombres por sí solos y los participios, con la excepción del vocativo, son de tercera persona. Así pues, ya que no decimos ille lego (“él leo”) o ille legis (“él lees”), tampoco decimos Priscianus lego (“Prisciano leo”), ni Apollonius legis (“Apolonio lees”). Y en cambio, al igual que decimos ille ego lego (“yo aquel que leo”) y tu ille legis (“tú aquel que lees”), también es correcto: Priscianus ego lego, tu Apollonius legis o Apolloni (“yo Prisciano leo, tú Apolonio, o Apo-

–––––––––– 1

Verg., Aeneid. X 228-9. Pers., Sat.III 29. 3 Apolonio Díscolo dedica varios capítulos a explicar la diferencia entre barbarismo y solecismo, considerando solecismo aquel error que afecta a una conexión incongruente de varios términos (Sintaxis III, 8 sigs. p. 265 sigs.). 2

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lonio –vocativo– lees”). En efecto, podemos unir el nominativo y el vocativo del nombre a las segundas personas de los pronombres. Así, Virgilio, 4 Ille ego, qui quondam gracili modulatus auena / Carmen; Horacio en el libro I de Sátiras, 5 Tune Syri, Damae aut Dionysi filius audes?; Virgilio en I de Eneida, 6 Tune ille Aeneas, quem Dardanio Anchisae? Hay que saber que estas construcciones que se resuelven mediante nominativos, los estoicos las denominaban ἀξιώματα o συμβάματα, es decir, dignitates o congruitates, como ego Priscianus scribo, Apollonius ambulat, Plato philosophatur (“yo Prisciano escribo, Apolonio pasea, Platón filosofa”). 7 (5) En cambio, aquellas en las que se produce una transición de una persona a otra, en las que, necesariamente, junto al nominativo encontramos también algún caso oblicuo, eran denominadas παρασυμ-βάματα, es decir, minus quam congruitates, como Cicero seruat patriam (“Cicerón salva a la patria”). Y en el caso de que, en la construcción, aparecieran dos casos oblicuos, la llamaban ἀσυμβάματα, es decir, incongruitas, como en placet mihi uenire ad te (“me place ir junto a ti”), ya se tratara de un régimen de los propios nombres o de los verbos.

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Verg., Aeneid. I 1-2. Hor., Serm. I 6, 38. 6 Verg., Aeneid. I 617. 7 Es decir, serían construcciones intransitivas, ya que el verbo no indica el paso de la acción a otra persona y, por lo tanto, se construyen sólo con nominativo. Frente a ellas, las construcciones transitivas, descritas a continuación, sí necesitan expresar ese paso mediante un caso oblicuo. Apolonio trata este tema en términos similares (cfr. Sintaxis III 155-157, pp. 345-7). 5

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En efecto, es necesario que a los nombres que exigen casos oblicuos les siga un verbo sustantivo o un participio, como en filius Herculis sum, filius Herculis esse dicor (“soy hijo de Hércules, se dice que soy hijo de Hércules”); commodus duci sum, commodus duci esse uideor (“soy agradable al general, se dice que soy agradable al general”); bonus sum animam y bonus esse animam intellegor (“soy bueno de espíritu, se entiende que soy bueno de espíritu”); fortis sum uirtute y fortis esse uirtute appareo (“soy tenaz en el valor, parece que soy tenaz en el valor”). (6) Hay ocasiones en que, por la elipsis de un verbo sustantivo o del participio de un verbo sustantivo, la construcción de los casos en este tipo (es decir, de un nominativo con los oblicuos), suele aparecer como filius Pelei Achilles multos interfecit Troianos (“Aquiles, hijo de Peleo, mató a muchos troyanos”). En este ejemplo, se sobreentiende el participio del verbo sustantivo, ens, que no se utiliza en latín, y en lugar del cual podemos, o bien expresar o no, la fórmula qui est o qui fuit Pelei filius (“que es, o que fue hijo de Peleo”). (7) De manera similar, cuando otros casos siguen al nominativo, debemos sobreentender o bien el participio antes mencionado, o bien la construcción equivalente, junto al nominativo: commodus mihi amicus proficiscitur (“se marcha un amigo agradable para mí”), es decir qui mihi est commodus amicus (“un amigo que es agradable para mí”); honestus faciem uir cernitur (“se ve a un hombre de aspecto honesto”), es decir, qui est ho-

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nestus faciem (“que es de aspecto honesto”); celer pedibus currit homo (“corre un hombre de pies ligeros”), donde se elide qui est (“que es”). Y por la propia naturaleza de los nombres, debido a la concordancia de casos iguales, se producen variaciones en los casos con los que pueden unirse los pronombres. Así, ille filius Pelei Achilles bellans multos interfecit Troianos (“aquel Aquiles, hijo de Peleo, mató luchando a muchos troyanos”) e illius Pelei florentis uirtute filius Achilles fuit (“Aquiles fue hijo de aquel Peleo, ilustre por su valor”). Y esto mismo podemos hacerlo con todos los casos, manteniendo una flexión similar para los casos oblicuos idénticos que se construyan con el nominativo, pero cambiando la construcción verbal. (8) En efecto, los verbos, que requieren nominativo, pasan a personas diferentes, como en filii Pelei fuit uictoria Graiorum; filio Pelei cessit Hector; filium Pelei timuit Troia; filio Pelei floruit Graecia (“del hijo de Peleo fue la victoria de los griegos; ante el hijo de Peleo cedió Héctor; al hijo de Peleo temió Troya; por el hijo de Peleo floreció Grecia”). Esto acerca de la naturaleza de la interrelación de los nombres mediante casos distintos. También los verbos transitivos, de manera similar, suelen construirse con casos distintos, como miles eget imperatoris; Aeneas praemia donat Euryalo; Plato erudit Aristotelen; Cicero potitur laude (“un soldado necesita a un general; Eneas da una recompensa a Euríalo; Platón enseña a Aristóteles; Cicerón se apropia del elogio”. 233

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(9) Voy a mostrar, en la medida de mis posibilidades, de qué modo un nominativo puede construirse perfectamente con casos oblicuos, aunque esto sea extraño a su propia declinación. Así, Aeneas rex Troianorum; Aeneae regis Troianorum; Aeneae regi Troianorum (“Eneas rey de los troyanos; de Eneas rey de los troyanos; para Eneas rey de los troyanos”) y de manera similar también por los demás casos. Así pues el nominativo se construye con genitivo para especificar una posesión y su posesor. Con el nominativo indicamos la posesión, y con el genitivo el posesor. Así, en Hector filius Priami; Dauus seruus Simonis; Aeneas rex Troianorum; Patroclus amicus Achillis; patronus Verris Hortensius (“Héctor hijo de Priamo, Davo esclavo de Simón, Eneas rey de los troyanos, Patroclo amigo de Aquiles, Hortensio defensor de Verres”). (10) Podemos desarrollar esta construcción de manera que, si añadimos un verbo que signifique posesión, entonces lo poseído pasa de nominativo a acusativo, y el posesor de genitivo a nominativo, tal como exige la propia naturaleza del verbo, que se construye de manera intransitiva con un nominativo y de forma transitiva con un acusativo. Por ejemplo, si interpretamos así quid est enim Hector filius Priami? (“¿es Hector hijo de Priamo?”), tendremos: Hectorem filium Priamus possidet, o habet (“Priamo posee, o tiene a Héctor como hijo”); y de patronus Verris Hortensius est? (“¿es Hortensio defensor de Verres?”) pasaremos a patronum Verres Hortensium possidet (“Verres tiene a Hortensio como defensor”). 234

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Sin embargo, esta misma construcción, cuando aparece con un verbo sustantivo, puede expresarse tanto con genitivo como con dativo. Por ejemplo: filius Priami y Priamo fuit Hector (“Héctor fue hijo de Priamo o para Priamo”); Dauus seruus Simonis y Simoni (“Davo fue esclavo de Simón o para Simón”), y Patroclus amicus Achillis y Achilli (“Patroclo fue amigo de Aquiles y para Aquiles”). (11) De manera similar comes, socius, affinis, cognatus, uicinus, propinquus y otros términos de este tipo, que se refieren también todos ellos a la posesión. Virgilio en el libro VII, 8 Est mihi nata, uiro gentis quam iungere nostrae, en lugar de possideo natam. El dativo lo utilizamos más cuando nos dirigimos a personas que ignoran una relación, como en el verso antes citado. En cambio, si hubieran sabido que era su hija, aunque hubieran desconocido su nombre propio, hubiera dicho mea o mei nata, Lauinia est (“Lavinia es mía, o es mi hija”), estableciéndose la apreciación después de natam. Por el contrario, si se conoce el nombre, pero se ignora de quién es hija, hubiera dicho: Lauinia, mea nata est (“Lavinia, es mi hija”), estableciendo la apreciación después de Lauinia. Así, Virgilio en Bucólicas, 9 Si nescis, meus ille caper fuit, se dirige a alquien que conoce al macho cabrío, pero ignora de quién es. Y en esa misma obra, 10 Est mihi namque domi pater, est iniusta nouerca, dirigiéndose a quien no sabía si tenía padre.

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Verg., Aeneid. VII 268. Verg., Eclog. III 23. Verg., Eclog. III 33.

10

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(12) También en otro sentido, podemos encontrar dativos en lugar de genitivos, como Virgilio en el libro X, 11 Fusos ceruix cui lactea crines / Accipit, en lugar de cuius crines. Sin embargo, parecen expresarse de manera contraria a lo anterior los términos que indican que alguien recibe una alabanza, crítica o algo accidental. (13) 12 En efecto, en una estructura de este tipo, con el nominativo indicamos el posesor, con el genitivo lo poseído, que caracteriza su naturaleza, como en magnae uirtutis uir (“hombre de gran valor”), esto es magnam uitutem habens (“que tiene gran valor”); egregiae pulchritudinis mulier (“mujer de excelsa belleza”), es decir egregiam pulchritudinem habens (“que tiene una belleza excelsa”); nimiae tenacitatis homo (“hombre de tenacidad excesiva”) o nimiam tenacitatem habens (“que tiene una tenacidad excesiva”); extremae turpitudinis animal (“animal de fealdad extrema”) o extremam turpitudinem habens (“que tiene una fealdad extrema”); albi quidem coloris est cycnus, nigri uero coruus (“el cisne es de color blanco, pero el cuervo de negro”), es decir album colorem cycnus habens, coruus nigrum (“el cisne, que tiene color blanco, y el cuervo negro”). (14) Si, en griego, para expresar un significado de este tipo, utilizan sólo el genitivo, en cambio en latín es más frecuente el ablativo, como en magna uirtute uir (“hombre de gran valor”) por magnam uitutem habens (“que tiene gran valor”); egregia pulchritudine mulier (“mujer de excelsa belleza”) por egregiam pulchritudinem habens (“que posee una belleza excelsa”). Y así en

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Verg., Aeneid. X 137-8. Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis III 175 (p. 357).

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otras construcciones similares. Terencio en Andria, 13 Video unam adulescentulam, / Forma… ac uoltu, Sosia, / adeo modesto, adeo uenusto, ut nihil supra. De manera similar, a veces, en griego, expresan una circunstancia mediante un genitivo: 14 Οὔ τις εμεῦ ζῶντος καὶ ἐπὶ χθονὶ δερκομένοιο / Σοὶ κοίλαις παρὰ νηυσὶ βαρείας χεῖρας ἐποίσει. (15) En cambio nosotros expresamos este significado mediante un ablativo: 15 non me uiuo et in terra uidendo, es decir, dum ego uiuo et in terra uideor (“mientras estoy vivo y soy visto en la tierra”). En efecto, para desarrollar una estructura de este tipo, en la que encontramos un nombre o un participio, debemos necesariamente añadir un verbo y el adverbio dum u otro similar. Virgilio en el VII, 16 Non uobis rege Latino / Diuitis uber agri Troiaeue opulentia deerit, es decir dum rex sum Latinus o donec Latinus regnat (“mientras soy el rey Latino, o hasta que Latino se mantenga en el poder”). También es posible poner un nominativo en lugar del ablativo, sobre todo de los nombres, junto al verbo sustantivo, o bien un verbo de la misma significación que el nombre. Así: me doctore florent Musae, es decir, dum ego doctor sum (“mientras soy maestro”). (16) En cuanto a los participios, es raro que se sustituyan de manera que, en lugar de me docente se diga dum ego docens sum, poniendo un verbo del mismo significado del nombre que aparecía en ablativo. Así: me

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Ter., Andr.120. Hom., Iliad. I 88-89. 15 Son las construcciones del genitivo absoluto en griego o del ablativo absoluto en latín. 16 Verg., Aeneid. VII 261-2. 14

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doctore, dum ego doceo (“mientras enseño”); illo imperatore, donec ille imperat (“mientras él está al mando”); pietate manente, dum pietas manet (“mientras permanezca la piedad”); uirtute florente, quoad uirtus floret (“mientras florezca el valor”). También los comparativos y superlativos se utilizan en griego con un genitivo, mientras que nosotros construimos los comparativos con ablativo, como en fortior Achilles Hectore (“Aquiles más fuerte que Héctor”), pero los superlativos con genitivo, como en fortissime gentis (“el más fuerte de su pueblo”). Pero sobre esto hemos tratado con más extensión en el libro tercero al hablar sobre la comparación en el nombre. (17) Los nombres verbales transitivos que terminan en -tor o en -trix, formados a partir de verbos que significan alguna acción, se construyen con genitivo, como amo illum, amator o amatrix illius (“le amo, amante – masculino y femenino– de él”); doctor, doctrix (“profesor, profesora”); munitor, munitrix (“zapador, zapadora”); lector, lectrix (“lector, lectora”); tonsor, tonstrix (“barbero, barbera”); mirator, miratrix (“admirador, admiradora”). Lucano en el IX, 17 Impressit dentes Haemorrhois aspera Tullo, / Magnanimo iuueni miratorique Catonis. (18) Igualmente, se construyen con genitivo la mayoría de los participiales o los que tienen carácter de participios transitivos sin indicación temporal (son participios transitivos los que nacen de verbos transitivos, como amo illum, amans illum (“le amo, amándole”);

–––––––––– 17

Luc., Phars. IX 806-7.

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fido illi, fidens illi (“me fío de él, fiándome de él”); inuideo tibi, inuidens tibi (“te envidio, envidiándote”), a no ser que sean pasivos, es decir semejantes a futuros pasivos, pues entonces se construyen con dativo o ablativo, como también los participios de la misma forma [esto es, los terminados en -dus]. Por ejemplo amans illius (“amante de él”), o abundans, sapiens, patiens, fidens (“abundante, conocedor, sufridor, fiador”). Virgilio en II de Eneida, 18 Obtulerat fidens animi atque in utrumque paratus. Son similares inops, praeceps (“carente, precipitado”). Virgilio en IV de Eneida, 19 Saeuit inops animi; y en el IX, 20 Et praeceps animi Tmarus et Mauortius Haemon. También cupidus, rapidus, auidus (“deseoso, devorador, ávido”). Virgilio en el IX, 21 Ergo auidum pugnae dictis ac numine Phoebi / Ascanium prohibent; fidus illius (“fiel a él”): Virgilio en el XII, 22 Praeterea regina tui fidissima dextra / Occidit ipsa sua. (19) Doctus grammaticae, prodigus animae (“conocedor de gramática, derrochador de espíritu”). Horacio en Odas I, 23 Regulum et Scauros animaeque magnae / Prodigum Paulum. Abundans illius rei (“abundante en una cosa”) es nombre, pues el participio se construye con ablativo, al

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Verg., Aeneid. II 61 Verg., Aeneid. IV 300. 20 Verg., Aeneid. IX 685. 21 Verg., Aeneid. IX 661-2. 22 Verg., Aeneid. XII 659-60. 23 Hor., Carm. I 12, 37-8. 19

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igual que el verbo. Virgilio en Bucólicas, 24 Quam diues pecoris niuei, quam lactis abundans; Cicerón pro Cluentio, 25 Mulier abundat audacia; este mismo autor en el II de su defensa de Cornelio, 26 Quis tam abundans copiis. De manera similar, patiens (“sufridor”), cuando es nombre, se construye con genitivo. Lucano en el IX, 27 Qua niger astriferis conectitur axibus aer, / Quodque patet terras inter lunaeque meatus,– / Semidei manes habitant, quos ignea uirtus / Innocuos uita patientes aetheris imi / Fecit,– et aeternos animam collegit in orbes; Virgilio en II de Geórgicas, 28 Patientem uomeris unci. (20) Pero cuando es participio, se construye con acusativo, como también el verbo del que procede: patior illam rem, patiens illam rem (“sufridor de aquel asunto”). Virgilio en III de Eneida, 29 Haut impune quidem, nec talia passus Ulixes. Amans illius (“amante de él”), en el Pro Celio de Cicerón, 30 Clarissimi ac fortissimi patriaeque amantissimi; Salustio en Catilina, 31 Alieni appetens, sui profusus. Obsérvese que profusus, aunque con forma pasiva, al indicar más bien acción, se construye con genitivo.

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Verg., Eclog. II 20. Cic., Cluent. 65 184. 26 Cic., Pro Corn. II, fr. 9, IV 2, 453. 27 Luc., Phars. IX 5-9. 28 Verg., Georg. II 223. 29 Verg., Aeneid. II 628. 30 Cic., Pro Cael. Orat. 14, 34. 31 Sallust., Catil. 5,4. 25

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(21) De manera similar, si digo doctus grammaticam (“experto en gramática”), es participio, ya que decimos doceor grammaticam (“se me enseña gramática”). En efecto, ya hemos dicho que, necesariamente, el mismo caso que rigen los verbos, lo rigen también los participios. Doctus grammaticae es nombre, fugitans litium (“huidor de litigios”) es nombre; en cambio fugitans lites participio, pues decimos fugito, fugitas lites (“evito, evitas litigios”). Terencio en Formión, 32 Erus liberalis est et fugitans litium. De manera similar, praefectus urbis (“gobernador de la ciudad”) es nombre, praefectus urbi participio, porque el verbo se construye con dativo: praeficio tibi (“estoy al mando de ti”). Y, finalmente, todos los nombres que tienen un significado similar a los verbales transitivos terminados en -or, suelen construirse con genitivo, como dubius illius rei (“dudoso de aquel asunto”). E igualmente anceps illius rei, nescius, expers, doctus, peritus (“ambiguo, desconocedor, experto, conocedor, perito”). (22) Igualmente, se construyen con genitivo todos los que indican que se posee o se desea algo, o bien lo contrario. Por ejemplo, muestran que se posee algo: diues, copiosus, opulentus, capax, tenax (“rico, abundante, poderoso, capaz, resistente”). Virgilio en I de Eneida, 33 Ditissimus agri / Phoenicum; o en II de Geórgicas, 34 Diues opum uariarum. Entre los que significan que se desea algo: auarus illius rei, cupidus, auidus, studiosus (“avaro, deseoso, ávido, aficionado”).

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Ter., Phorm. 623. Verg., Aeneid. I 343-4. Verg., Georg. II 468.

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Y, por el contrario, significan que se carece de algo: egenus, indigus, inops, pauper, uacuus (“privado, carente, desprovisto, pobre, vacío”). Horacio en el libro I de Sátiras, 35 Horum / semper ego optarim pauperrimus esse bonorum; y en el libro II, 36 (…) Sic uacuum cerebri populum Phaeaca putauit. (23) Ahora bien, como afirmamos anteriormente, 37 en todas las posesiones, se puede poner un pronombre o un nombre posesivo en lugar del genitivo del pronombre primario, o también un dativo equivalente. Así: Euandrius filius fuit Pallas, Euandri filius o Euandro filius fuit Pallas (“Palas fue hijo Evandrio; hijo de Evandro o hijo para Evandro”); Telamonius filius fuit Aiax, Telamonis y Telamoni filius Aiax (“Ayax fue hijo Telamonio, de Telamón y para Telamón”); pater meus fuit Aristarchus, pater mei y pater mihi (“mi padre fue Aristarco, padre de mí mismo y padre para mí”); cliens Tullianus fuit Roscius, cliens Tullii y Tullio fuit Roscius (“Roscio fue cliente Tuliano, de Tulio y para Tulio”). De manera similar, todos los términos tienen esa misma construcción para estos casos en que, en efecto, se indican posesiones. Por otra parte, solemos utilizar especialmente el dativo cuando queremos indicar que algo sucede a favor, provecho o, por el contrario, en perjuicio de alguien.

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Hor., Serm. I 1, 78-9. Hor., Serm. II 2, 119. En opinión de Hertz, hay aquí una laguna, y falta algún verso como: Siue operum uacuo gratus conuiua per imbrem. 37 Cfr. Institutiones XVII 110 y 118. 36

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Lucano en el II, 38 Urbi pater est urbique maritus, es decir, que “en beneficio de la ciudad, se mantuvo como padre y marido”. (24) De manera similar entonces, podemos decir también: fortis patriae sum (“soy fuerte en beneficio de la patria”), multis fortior patriae sum (“soy más fuerte que muchos en beneficio de la patria”), omnium utilissimus patriae sum (“soy el más útil de todos para la patria”) y cunctorum piissimus patriae sum (“soy el más piadoso de todos en beneficio de la patria”). En efecto, la construcción de los positivos se mantiene en el grado comparativo y superlativo, aparte de la construcción propia de estos grados al establecer la comparación. A las construcciones de este tipo, es decir, tanto las de los nombres como las de los verbos que se construyen con dativo, en griego, las denominaron “adquisitivas”, 39 esto es “περιποιητικάς”, porque suponen la adquisición de algo bueno o malo para nosotros. La mayoría de estos términos son derivados, o bien generan ellos mismos palabras y son adjetivos, como utilis tibi sum o inutilis (“soy útil o inútil para ti”), commodus illi sum o incommodus (“apropiado o inapropiado para él”); fidus (“fiel”), aunque, en este caso, Virgilio en el libro XII, 40 construyó el superlativo por contra con genitivo: Praeterea regina, tui fidissima, dextra / Occidit ipsa sua.

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Luc., Phars. II 388. Prisciano trata sobre los adquisitivos, nombres o verbos, en varios pasajes: XVII, 138; XVIII, 129; 130; 131; 139 y 142. 40 Verg., Aeneid. XII 659-60. 39

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(25) Igualmente damnosus, periculosus, carus, facilis, difficilis, quaestuosus, uendibilis (“perjudicial, peligroso, querido, fácil, difícil, ventajoso, vendible”) y todos los similares, que indican que se obtiene algún beneficio o perjuicio. Pues ¿qué otra cosa indica utilis tibi sum, sino “que te aporto una utilidad” o calamitosus “que provoco una calamidad?” Finalmente, todos los verbales que terminan en -lis o -dus, al igual que los participios de futuro, se construyen con dativo: mirabilis, legibilis, orabilis, amabilis mihi est (“es admirable, legible, decible, amable para mí”); penetrabilis y penetralis (“penetrable, secreto”), extricabilis, dicendus, amandus, docendus (“que puede ser desenredado, que ha de ser dicho, amado, enseñado”) y similares; docilis y docibilis. Ahora bien, docilis es el que es enseñado con facilidad, docibilis lo que se aprende con facilidad, al igual que penetralis quien está en el interior, y penetrabilis lo que se penetra fácilmente. 41 Son similares las palabras que equiparan, denominadas en griego ἰσοπαλῆ, también las “subordinadas” o “añadidas a continuación”, en griego ἐπαναβεβηκότα, de las que ya hemos hablado, y que se añaden también acerca de algo, y aparecen “subordinadas” o “a continuación”, aunque se pueden poner antes o después del término al que se refieren. Así: pater filii o filio est pater y filius patris o patri est filius. 42

–––––––––– 41 Critica nuevamente Valla a Prisciano por este pasaje, pues no entiende de dónde ha podido tomar nuestro gramático el término docibilis, que sólo aparecería en escritores de la iglesia o con otro sentido (Eleg. p.728). 42 Aparecen aquí dos sentidos de subiungere o subiunctiuus, literalmente “puesto a continuación” o “después de algo” y, a partir de ahí, “subordinado

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(26) Igualmente: dominus, seruus; imperator, miles; tyrannus, armiger; satelles, rex; erus, famulus; cliens, patronus (“señor, esclavo; general, soldado; tirano, escudero; servidor, rey; dueño, sirviente; cliente, patrono”) pueden aparecer en cualquier orden y con ambos casos. 43 También similis y dissimilis; par, impar; aequus, iniquus; amicus, inimicus; comes, socius; affinis, cognatus; propinquus, uicinus; commilito, contubernalis (“igual, desigual; semejante, distinto; justo, injusto; amigo, enemigo; compañero, socio; afín, pariente; cercano, vecino; compañero de armas, camarada”). Terencio en Eunuco, 44 Quid tibi ego plura dicam? Domini similis es; Juvenal en II, 45 Non similis tibi Cynthia; Cicerón en La defensa de Marcelo, 46 Simillimum deo iudico; Lucano en el X, 47 Quem metuis, par huius erat; y en el IX, 48 Par geminis Chiron et idem quod carcinos ardens / Scorpios.

–––––––––– a algo” o “dependiente de él”. Lógicamente, como el orden de los componentes de una construcción no es fijo, un término subordinado puede ir antes o después de aquél al que acompaña. Cfr. XVII 7; 20; 27 referido a los artículos… Como se indica en la edición del libro XVII de Ars Grammatica (nota 35 a XVII 11), subiungere en los libros XIV, XV y XVI de las Institutiones significa simplemente “añadir, poner a continuación”. Sin embargo, ya a inicios de la parte dedicada a la sintaxis, se aplica a ac o atque en relación con aliter o secus, a qui en relación con su antecedente, o a las especies en relación con su género, de manera que la indicación inicial de orden, se ha enriquecido ya con una relación de jerarquía o dependencia, que es la que encontramos en el modo verbal subjuntivo o en el concepto moderno de subordinación. 43 Es decir, con genitivo o dativo. 44 Ter., Eunuch. 496. 45 Juv., Sat. II 6, 7. 46 Cic., Pro Marc. Or. 3.8. 47 Luc., Phars. X 382. 48 Luc., Phars. IX 536-7.

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(27) También los nominativos pueden construirse con un acusativo en una construcción figurada, en aquellas ocasiones en las que lo que afecta a una parte, se relaciona con el todo. 49 Ese todo aparece en nominativo y la parte en acusativo. Así: fortis dextram en lugar de fortem dextram habens (“que tiene una diestra valerosa”); celer pedes por celeres pedes habens (“que tiene pies ligeros”); sapiens animam por sapientem animam habens (“que tiene espíritu prudente”); albus colorem por album colorem habens (“que tiene color blanco”). En todos estos casos hay que sobreentender qui est (“que es”) aunque vaya con casos oblicuos, como en albi colorem equi, es decir equi eius qui est albi coloris (“de ese caballo que es de color blanco”); albo colorem equo; 50 album colorem equum. E igualmente en plural albi colorem equi oblati sunt imperatori (“fueron ofrecidos al general unos caballos de color blanco”); alborum colorem equorum corpus fuit (“el cuerpo de los caballos era de color blanco”); albis colorem equis uehitur (“es transportado por caballos de color blanco”); albos colorem equos iungit (“unce caballos de color blanco”). (28) Y es que todos los casos que se añaden al nominativo, pueden construirse también con ese término flexionado. Virgilio en el libro I, 51 Nuda genu nodoque sinus collecta fluentes; y en el VI, 52 Lacerum crudeliter

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Es el llamado acusativo de relación o acusativo griego. En dativo o ablativo y, en el ejemplo siguiente, en acusativo. 51 Verg., Aeneid. I 320. 52 Verg., Aeneid. VI 495-7 50

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ora, / ora manusque ambas populataque tempora raptis / auribus; en el V,53 Intentaque bracchia remis / intenti. También un ablativo se construye con un nominativo cuando se indica algo por lo que se ve afectado lo expresado en nominativo. Así acutus oculis (“agudo por su mirada”) es decir “por sus ojos”; ualidus uiribus (“valeroso por sus fuerzas”), es decir “gracias a sus fuerzas”; gloriosus laude (“glorioso por las alabanzas”) o “gracias a las alabanzas”. En este tipo de construcciones, en griego, se utiliza dativo, en latín, ablativo. E igualmente, como hemos mostrado con anterioridad, en griego, para indicar que se tiene o se posee algo, usan genitivo, en latín en cambio ablativo. Así μεγάλης ἀρετῆς ἀνήρ [es decir, “un hombre que tiene gran valor”, en cambio en latín “magna uirtute uir”. (29) Sin embargo, también con frecuencia, en latín, a la manera griega, se utiliza el genitivo en este sentido, y se dice: magnae uirtutis uir; Virgilio en el I, 54 Ditissimus agri / Phoenicum; o55 Diues equum, diues pictai uestis et auri; Salustio en la Guerra de Jugurta, 56 Homines ueteris prosapiae, multarum imaginum ac nullius stipendii; Terencio en Andria, 57 Forte unam aspicio adulescentulam / Forma… ac ultu, Sosia, / Adeo modesto, adeo uenusto, es decir “una doncella, que tenía una belleza y un rostro modesto y admirable”. (30) Igualmente, al indicar una circunstancia, en griego utilizan genitivo, nosotros solamente ablativo,

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Verg., Aeneid. V 136-7. Verg., Aeneid. I 343-4. 55 Verg., Aeneid. IX 26. 56 Salust., Iugurt. 85, 10. 57 Ter., Andr. 118-120. 54

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como en ἐμοῦ ὁρῶντος τὸν παῖδα ἔτυψας es decir “mientras yo estaba viendo, mataste al niño”, que en latín se dice me uidente puerum cecidisti; Augusto imperatore Alexandria prouincia facta est es decir “cuando Augusto era emperador”; Bruto defensore liberata est tyranno respublica, es decir “cuando Bruto la defendía”; Sulla uictore perierunt Romani, que equivale a “cuando Sila obtuvo la victoria”. Como hemos indicado, en este sentido, no podemos usar un genitivo en lugar del ablativo. (31) También los nombres que tienen significado pasivo se construyen con ablativo: lassus labore, fessus cursu, cassus lumine (“cansado por el esfuerzo; agotado por la carrera; privado de luz”), y pueden ser participios. Virgilio en II de Eneida, 58 Demisere neci, nunc cassum lumine lugent; en el XI, […]59 Cassa fraude parat. Orbus prole, uiduus pharetra (“privado de descendencia; carente de aljaba”). Horacio en el libro I de las Odas, 60 Puerum minaci / Voce dum terret, uiduus pharetra / Risit Apollo; Juvenal en el libro III, 61 Dignus morte perit, cenet licet ostrea centum. Vacuus cerebro, mente captus (“sin cerebro, de mente necia”). Sin embargo, en construcciones similares, en algún autor de la antigüedad, podemos encontrar igualmente genitivo. Así, Virgilio en el libro XII, 62 Descendam magnorum haud umquam indignus auorum.

–––––––––– 58

Verg., Aeneid. II 85. Aquí parece existir una laguna, porque la siguiente cita pertenece ya a Luc., Phars. V, 130. 60 Hor., Carm. I 10, 10-12. 61 Juv., Sat. III 8, 85. 62 Verg., Aeneid. XII 649. 59

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(32) También en las comparaciones, utilizamos ablativos en lugar de genitivos, como en fortior Scipio Hannibale (“Escipión más fuerte que Aníbal”). Con todo, podemos comparar un nominativo con otro nominativo introducido por quam. Así en fortior Scipio quam Hannibal y, como hemos indicado ya en varias ocasiones, si declinamos el nominativo en diferentes casos oblicuos, se mantiene la estructura cambiando también el otro nominativo a esos casos oblicuos, como en fortioris Hectore Achillis maxima uirtus fuit (“enorme fue el valor de Aquiles más fuerte que Héctor”), o Scipionis quam Hannibalis mirabilis strenuitas erat (“la actividad de Escipión era más admirable que la de Aníbal”). Es necesario que todos los “casuales” 63 conserven los mismos casos en una estructura similar, ya aparezcan construidos acompañando a nombres, como hemos indicado con anterioridad, o ya los sustituyan. Así, los pronombres funcionan sustituyendo y en lugar de nombres, y por ello conservan su misma construcción. Por ejemplo gloriosus ego sum doctrina, laudabilis est ille fortitudine (“yo soy elogiado por mis conocimientos; él es loable por su valor”). (33) Por su parte los participios, ya aparezcan acompañando a un nombre, a un pronombre o por sí solos, mantienen necesariamente la construcción tanto del verbo como la del nombre, ya que tienen ambas naturalezas. La de nombre por ejemplo en Cicero accusans uicit (“Cicerón, que actuaba como acusador, venció”);

–––––––––– 63 Mantenemos el término usado por Prisciano, que equivale a término flexivo o declinable.

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Ciceronis accusantis oratio ualuit (“triunfó el discurso de Cicerón, que actuaba como acusador”); Ciceroni accusanti contigit gloria (“le llegó la gloria a Cicerón, que actuaba como acusador”), Ciceronem accusantem timuit Catilina (“Catilina temió a Cicerón, que actuaba como acusador”); o en Cicero accusans Catilinam patriam seruasti (“Cicerón, acusando a Catilina, salvaste a la patria”), Cicerone accusante uictus est Verres (“actuando Cicerón como acusador, Verres fue derrotado”). Estas construcciones las tienen los participios a semejanza de los nombres. (34) Pero cada participio conserva también la construcción del verbo al que pertenece. Así puede construirse de forma absoluta, es decir intransitiva, al igual que los verbos que no requieren casos oblicuos, como ambulo, sedeo, surgo: ambulans, sedens, surgens (“paseo, me siento, me levanto: paseando, sentándome, levantándome”). O bien de forma transitiva, es decir con personas diferentes a la suya o o con la suya propia, haciendo recaer la acción en sí mismos por reflexividad, o autopasividad, lo que los griegos denominan ἰδιοπάθεια. Así misereor tui o mei, miserens tui o mei (“me apiado de ti o de mí, apiadándome de ti o de mí”); inuideo tibi o mihi, inuidens tibi o mihi (“te envidio, me envidio, envidiándote, envidiándome”); uideo te o me, uidens te o me (“te veo, me veo, viéndote, viéndome”); potior te o me e illo, o illum y tui o mei; potiens te o me, illo o illum y tui o mei (“me apodero de ti, de mí, de él / apoderándome de ti, de mí o de él”). (35) Hay que destacar que el nominativo que se construye con el verbo no puede cambiar su caso y, o 250

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bien no recibe ninguna modificación, o admite tan solo un caso oblicuo de otra forma flexionada que acompaña el verbo. No admite ninguna cuando se construye de forma absoluta (es decir intransitiva). Así en Terentius ambulat, Sallustius quiescit (“Terencio pasea, Salustio descansa”). Por el contrario, admite un caso oblicuo cuando se construye de manera transitiva o ἰδιοπαθῶς, es decir autopasiva, como en Caesar uincit Pompeium; Cicero arguit Catilinam; pater indulget filio; dominus miseretur sui y sui serui (“César vence a Pompeyo, Cicerón acusa a Catilina; el padre es indulgente con el hijo; el señor se apidada de sí mismo y de su esclavo”). 64 (36) Aquel nominativo que, por exigencia de la naturaleza del propio nombre, necesita construirse con un caso oblicuo, al irse declinando por todos los casos, tal como hemos indicado anteriormente, mantiene esa misma construcción. Por ejemplo: 65 uictor Pompeii Caesar interfectus est a Bruto; uictoris Pompeii Caesaris filia fuit Iulia; uictori Pompeii Caesari cessit res publica; uictorem Pompeii Caesarem placauit Cicero; uictor Pompeii Caesar clemens fuisti; uictore Pompeii Caesare Romana libertas periit (“César vencedor de Pompeyo fue asesinado por Bruto; la hija de César el vencedor de Pompeyo fue Julia; la república abandonó

–––––––––– 64 Recoge aquí también Prisciano, como ya ha hecho en otros pasajes, la doctrina de Apolonio (Sintaxis III, 148 a 157) acerca de la clasificación de los verbos en transitivos o intransitivos en función de si su acción pasa a otra persona representada por un caso oblicuo. 65 Es decir son ejemplos de uictor, en distintos casos, acompañado siempre de un genitivo, que permanece invariable a pesar del cambio de caso de uictor.

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a César vencedor de Pompeyo; Cicerón apaciguó a César vencedor de Pompeyo; fuiste clemente, César, vencedor de Pompeyo; con la victoria sobre Pompeyo de César, pereció la libertad romana”) . Y así pueden construirse todos los declinables. (37) Los posesivos en cualquiera de sus casos pueden construirse perfectamente con genitivos de otros, porque conservan siempre su carácter. Así: pugna Troiana et Graecorum multis exitio fuit; filius Telamonius et Hesionae Teucer fuit; Terentiae et Tulliani filii misertum est; Creusae et Aeneio nato datum est regnum Latii; Hectoreum et Andromachae filium praecipitauit Ulixes; o noster et fratris amice; tua et patris tui, Herodiane, proficimus arte (“la guerra de Troya también causó la destrucción de muchos de los griegos; Teucro fue hijo de Telamón y de Hesíone; se apiadó del hijo de Terencia y de Tulio; el reino del Lacio se le dio al hijo de Creúsa y de Eneas; Ulises arrojó al hijo de Héctor y de Andrómaca; oh amigo nuestro y de mi hermano; avanzamos gracias a tu arte y el de tu padre, Herodiano”). (38) En latín suele unirse el dativo de adquisitivos y efectivos con cualquier caso. Así, en construcciones como curae mihi est ista res, cordi, lucro, damno (“a mí este asunto me sirve de preocupación, cariño, ganancia, pérdida”), podemos decir: cordi homo, cordi hominis, cordi homini, cordi hominem (en lugar de iucundus, iucundi, iucundo, iucundum). 66

–––––––––– 66 Es decir, el dativo cordi puede aparecer con un sustantivo como homo en cualquier caso, y le atribuye la cualidad de agradable o de objeto de afecto, vaya en el caso que vaya ese otro término.

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(39) Y de manera similar en los restantes casos, tanto singulares como plurales. Igualmente frugi, mancipi, necmancipi que, a pesar de ser dativos, se construyen bien con todos los demás casos. Es similar lo que ocurre con los genitivos, mediante los que se indica que se tiene o se posee algo, como huiuscemodi, illius modi; magnae uirtutis homo, magnae uirtutis hominis, magnae uirtutis homini (“de este tipo, de aquel tipo; un hombre de gran valor, de un hombre de gran valor, a un hombre de gran valor”) y así con el resto de casos. En efecto: nihili homo, ὁ τοῦ μηδενός, nihili hominis (“un hombre insignificante, de un hombre insignificante”). De manera similar, y casi siempre en el mismo sentido, aparece en construcciones figuradas el nominativo o sus casos oblicuos con un acusativo de otro nombre, como hemos mostrado con anterioridad: clarus genus, clari genus, claro genus, clarum genus, clare genus (“de clase ilustre”). 67 Y lo mismo puede encontrarse también con ablativo: “dignus laude, digni laude, digno laude, dignum laude” y así todos los demás. SOBRE LA ORDENACIÓN DEL VERBO (40) 68 Apolonio comienza a exponer la ordenación del verbo a partir del infinitivo, indicando que es el

–––––––––– 67

Es el acusativo de relación del que habló en XVIII 27. Cfr. En términos generales Apo, Sintaxis III 25 (p.274) y III 55 (p.294). En realidad, en III 54 y siguientes (p.293 y sigs.), desarrolla Apolonio la construcción de los verbos centrándose en los siguientes apartados: 1) modos, 2) tiempos, 3) voz, 4) personas, 5) activa-pasiva, y 6) cuáles llevan casos oblicuos. 68

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verbo general y que puede sustituir a un verbo en cualquier modo. Con frecuencia se construye con verbos de voluntad, denominados en griego προαιρετικά, como uolo legere, cupio discere, desidero uidere (“quiero leer, deseo aprender, anhelo ver”). Sin embargo, con muchísima frecuencia, aparece también unido a otros verbos. Así, en Los Hermanos de Terencio, 69 Video sapere, intellegere, in loco / Vereri, inter se amare; scire est liberum / Ingenium; Virgilio en el XI, 70 Rem nulli obscuram, nostrae nec uocis egentem / Consulis, o bone rex. Cuncti se scire fatentur, / Quid fortuna ferat populi, sed dicere mussant. (41) Y no sólo con nominativos, sino que, a imitación de los griegos, también con acusativos y ablativos encontramos unidos los infinitivos en los escritores latinos. Así, Terencio en Eunuco, 71 Apparet, hunc esse domini pauperis; Salustio en el V de Historias, 72 At Lucullus audito, Q. Marcium Regem pro consule per Lycaoniam cum tribus legionibus ad Ciliciam tendere. En la misma obra, 73 Legiones Valerianae comperto, lege Gabinia Bithyniam et Pontum consuli datam esse, missos esse.

–––––––––– 69

Ter., Adelph. V 3, 41-3. Verg., Aeneid. XI 343-5. 71 Ter., Eunuch. III 2, 33. 72 Sall., Hist. V 12. 73 Sall., Hist. V 14 70

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(42) Los acusativos de los participios con frecuencia aparecen en lugar de infinitivos verbales, como en Salustio en el V,74 Spe celebritate nominis intellego timentem en lugar de timere. O en75 Video indigentem dona quaesiturum [τὸ πορίζειν] properantem en lugar de properare. También los ablativos de los participios pueden sustituir a los infinitivos, como en La conjuración de Catilina, 76 Nam et priusquam incipias consulto, et ubi consulueris mature facto opus est en lugar de consulere y facere. También en griego, de manera similar, los infinitivos pueden ser sustituidos por el gerundio en genitivo. (43) El infinitivo indica el significado esencial contenido en el verbo. Es decir, currere: cursus (“correr: carrera”), scribere: scriptura (“escribir: escritura”) y legere: lectio (“leer: lectura”). Por eso, con frecuencia se une a otros nombres y a otros declinables como si fuese un nombre. Así en Persio, 77 Sed bonum est digito monstrari, et dicier: hic est; Terencio en Hermanos, 78 Quapropter te ipsum purgare ipsis coram placabilius est; y en Eunuco, 79 Certe extrema linea / Amare non nihil est; y bonum est legere; utile est currere; aptum est scribere; optimum est philosophari (“es bueno leer, es útil correr, es apropiado escribir, es óptimo filosofar”). Esto no lo podemos hacer con otras formas del verbo, es decir no podemos unirlas [me refiero a otros modos del

–––––––––– 74

Sall., Hist. V 17. Sall., Hist. V 18. 76 Sall., Catil. I 6. 77 Pers., Sat.I 28. 78 Ter., Adelph. IV 3, 17. 79 Ter., Eunuch. III 2, 12-3. 75

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verbo] con un nombre, mediante el verbo sustantivo [es decir est], como si en lugar del nombre se pudieran colocar estas formas del verbo que representarían su significado intrínseco. Y es que, cuando digo bonum est legere (“leer es bueno”), no significa otra cosa sino bona est lectio (“la lectura es buena”). (44) Y así, en griego, el infinitivo se construye con artículos como si fuera un nombre. Y sin embargo, cuando no aparece est o cualquier verbo de este tipo [es decir sustantivo] junto a bonum, commodum, utile (“bueno, agradable, útil”) u otra forma declinable similar, en ese caso, no estoy indicando una cualidad del propio verbo, sino de la sustancia en la que se produce la acción del verbo. Por ejemplo, cuando digo bonum lego (“leo lo bueno”), es necesario que se entienda carmen, opus (“poema”, “obra”) o algo similar. Y nadie dice bonum est lego (“bueno es leo”), pero sí bonum est legere (“es bueno leer”). También se une el infinitivo con adjetivos, ya en nominativo o ya en otros casos oblicuos, dando lugar a una bellísima figura, como vemos en fortis bellare; prudens intellegere; sapiens prouidere; peritus docere (“fuerte para luchar, prudente para entender, sabio para prever, experto en enseñar”) y otros similares. Horacio en I de Odas, 80 Et celerem sequi / Aiacem, es decir celerem ad sequendum (“rápido para perseguir”). Y así también otros. (45) En este modo hay que tener en cuenta también que, con los verbos de mandato, que se construyen con

–––––––––– 80

Hor., Carm. I 15,18-19.

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dativo, podemos también utilizar acusativos e infinitivos. Así: iubeo tibi currere y iubeo te currere; impero tibi proficisci e impero te proficisci; praecipio tibi legere y praecipio te legere (“te ordeno correr; te mando marcharte; te encomiendo leer”). Y así otros similares. Con todo, hay que saber que, en este sentido, con frecuencia, en lugar de un infinitivo aparece el subjuntivo del verbo, como en iubeo facias; iubeo dicas; impero uenias; hortor legas (“te mando que hagas, te mando que digas, te ordeno que vengas, te animo a que leas”). En estos ejemplos, se ha elidido ut, que puede aparecer o no. Además, los infinitivos pueden unirse con todos los modos y participios del verbo. Así: amo discere, ama discere, utinam amarem discere, cum amauerim discere, amare discere prodest, amans discere (“deseo aprender, desea aprender, ojalá deseara aprender, aunque deseara aprender, conviene desear aprender, deseando aprender”). (46) O, de manera similar: intellego sentire, intellege sentire, utinam intellegerem sentire, cum intellexerim sentire, intellegere filium sentire cupio (“entiendo sentir, entiende sentir, ojala entendiera sentir, aunque entendiera sentir, deseo entender que mi hijo siente”). [Horacio en el II de las Odas, 81 dedocet uti Falsis uocibus]; y con un participio: uolo intellegens sentire (“deseo entendiendo sentir”). Y así todos.

–––––––––– 81

Hor., Carm. II 2,19-20.

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(47) 82 Ahora bien, es frecuente encontrar nombres que se acomodan bien a toda la conjugación del verbo haciendo la función de adverbios, como en sublime uolo, sublime uolas, sublime uolat (“vuelo alto, vuelas alto, vuela alto”). Así pues, a partir de la construcción, podemos reconocer que el infinitivo es el que expresa la esencia del significado del verbo, es decir, equivale a un sustantivo que expresa el sentido del verbo. Pero ese significado se distribuye en distintas personas como reflejan otras formas del verbo. En efecto, ¿qué otra cosa es curro, curris, currit (“corro, corres, corre”) sino cursum ago, agis, agit (“hago, haces o hace una carrera”)? Y así todos los modos se encierran o se resuelven en éste [es decir, en el infinitivo]. Por ejemplo: ambulo: indico me ambulare; ambula: impero te ambulare; utinam ambularem: opto me ambulare; cum legam, ambulo: dico me prius legere, post ambulare (“paseo: indico que yo paseo; pasea: te ordeno pasear; ojala paseara: deseo pasear; cuando lea, paseo: digo que yo primero leo y después paseo”). (48) Y así, en griego, se utiliza en lugar del imperativo, en latín en cambio por el pretérito imperfecto. 83 Además, tanto en latín como en griego, lo encontramos así por la aparición de la figura de la elipsis o elisión: 84

–––––––––– 82 La consideración del infinitivo como sustantivo verbal, ajeno a personas y modos, si bien no está tomada literalmente de la Sintaxis de Apolonio, sí es recogida en distintos capítulos como III, 59-60 (pp.59-60). 83 La utilización del infinitivo con valor imperativo en griego es citada por Apolonio en III, 63 (p.298), donde introduce ejemplos homéricos. En los casos latinos citados por Prisciano, nos hallamos claramente ante el llamado “infinitivo histórico”. 84 Los términos usados por Prisciano son ellipsis y defectio.

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se dice gaudere por gaude, 85 porque se ha sobreentendido iubeo, uolo u opto (“ordeno, quiero o deseo”). En efecto, en la antigüedad encontramos gaudere te iubeo equivaliendo a gaude. Terencio en Hermanos,86 Gaudere Hegionem plurimum / Iubeo, en lugar de gaude, Hegio, plurimum (“alégrate mucho”). Así pues, también en latín, cuando equivale a un imperfecto, como en dicere coepi (“empecé a hablar”) por dicebam (“hablaba”), scribere coepi (“empecé a escribir”) por scribebam (“escribía”) los autores suelen utilizar infinitivo por la elipsis del verbo coepi (“empecé”) como vemos en Andria de Terencio,87 Ego illud sedulo / Negare factum, donde falta coepi, ya que negare equivale a negabam. (49) Ciertamente no es raro que, si los infinitivos tienen puntos de contacto con todos los modos, aparezcan en su lugar, y sobre todo, con verbos defectivos, puesto que también ellos mismos son defectivos. Así, al imperativo le faltan tanto algunas personas como algunos tiempos, al pretérito imperfecto la propia culminación, porque su significado es incompleto, y al infinitivo le faltan números y personas, de manera que los autores utilizan algunos de esos modos en lugar de otros. Por ejemplo Musa mihi causas memora 88 y Dicite

–––––––––– 85 Es decir, el infinitivo en lugar del imperativo. Como apuntábamos en la introducción, la figura de la elipsis, que tendrá un papel fundamental en la explicación de los gramáticos de las causas durante el Renacimiento (especialmente en el Brocense), comienza a ser utilizada ya por Apolonio Díscolo y por Prisciano, no tanto como figura retórica sino como procedimiento gramatical que explica numerosas construcciones en la lengua cotidiana. 86 Ter., Adelp. III 4, 14-5. 87 Ter., Andr. I 1, 119-20. Como vemos, para Prisciano, la elipsis de un verbo explica los infinitivos yusivos en griego y los infinitivos históricos en latín. 88 Verg., Aeneid. I 8.

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Pierides 89 donde aparecen imperativos en lugar de optativos. Pero también vemos, por el contrario, optativos, subjuntivos o indicativos por imperativos, como en Eunuco de Terencio, 90 Ah nihil tibi quicquam credo. – Desinas en lugar de desine. (50) Virgilio en el IV de Geórgicas, 91 Sin duram metues hiemem parcesque futuro, / Contusosque animos et res miserabere fractas, en lugar de parcito (“sé parco”) y miserator (“apiádate”). Virgilio en Bucólicas, 92 Alternis dicetis, amant alterna Camenae, donde aparece dicetis en lugar de dicite (“decid”); Horacio en I de Epístolas, 93 Si te forte meae grauis urat sarcina chartae, / Abicito potius quam quo perferre iuberis / Clitellas ferus inpingas, en lugar de impingito (“lanza”). Y en la misma obra,94 Viribus uteris per cliuos, flumina, lamas: / Victor propositi simul ac perueneris illuc, / Sic positum seruabis onus, en lugar de seruato (“conserva”), como uteris en lugar de utitor (“usa”). O, 95 Inter cuncta leges et percontabere doctos por legito (“lee”) y percontator (“pregunta”). También en griego con frecuencia observamos este hecho, el que se usen unos modos en lugar de otros, como veremos en los aticismos, que también se utilizan en latín.96

–––––––––– 89

Verg., Eclog. 8,63. Ter., Eunuch. 884. 91 Verg., Georg. IV 239-40. 92 Verg., Eclog. III, 59. 93 Hor., Epp. I 13, 6-8. 94 Hor., Epist. I 13, 10-12. 95 Hor., Epist. I 18, 96. 96 En el esquema racional de las figuras gramaticales, la utilización de un modo por otro entraría dentro de la enálage. 90

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SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE LOS IMPERSONALES

(51) Los impersonales que tienen terminación activa se construyen con infinitivo, como placet discere, licet dicere (“agrada aprender, es lícito hablar”); igualmente oportet, delectat, libet, decet, liquet, uacat, contingit, accidit, euenit, iuuat (“es necesario, agrada, gusta, conviene, es claro, hay tiempo, sucede, ocurre, pasa, agrada”). Virgilio en I de Eneida, 97 Et uacat annalis nostrorum audire laborum; en II de Geórgicas, 98 Iuuat arua uidere / Non ullis hominum, non ulli obnoxia curae. Sin embargo, también pueden construirse con otros casos, como con dativo: placet mihi, licet mihi, liquet mihi, libet, uacat, contingit, accidit, euenit (“me agrada, me es lícito, es claro para mí…”). También con acusativo: iuuat me, delectat me, decet me, oportet me. (52) Y con acusativo y genitivo paenitet me illius rei, pudet me illius rei, miseret me illius rei, taedet, piget (“me arrepiento de aquel asunto, me avergüenzo de aquel asunto, me apiado de aquel asunto…”). Además, por elipsis del dativo, podemos también decir placet me facere, licet te currere, uacat te audire (“me agrada hacer, es lícito que tú corras, tienes tiempo de escuchar”), o con elipsis del acusativo: placet discere, uacat audire, miseret, pudet (“agrada aprender, hay tiempo para oír…”) y otros similares. Sin embargo, hay que saber que, si estas formas pertenecen a verbos activos o neutros, conservan su construcción, como placeo tibi, placet tibi; contingo tibi, contingit mihi; euenio illi, euenit

–––––––––– 97 98

Verg., Aeneid. I 373. Verg., Georg. II 438-9.

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mihi; iuuo illum, iuuat illum (“te agrado, te agrada; te afecto, me afecta; le correspondo, me corresponde; le agrado, le agrada”). Pero los que no tienen primeras o segundas personas, que son realmente pocos, se construyen o con dativo licet mihi, libet mihi (“me es lícito, me agrada”) o con acusativo, como en oportet illum scire, o decet (“conviene o es apropiado que él aprenda”) [pues no decimos deceo illum (“le convengo”)]. (53) Debet aparece también como impersonal, cuando, unido a un infinitivo que tiene significado pasivo, se rodea de cualquiera de las tres personas, y sobre todo cuando a continuación aparece un verbo subjuntivo, como en debet fieri a me, a te, ab illo, ut auctores legantur (“debe conseguirse por mí, por ti, por él que los autores sean leídos”). Pero si observamos con atención tanto éstos como todos los impersonales, se refieren a las esencias de los verbos y son de tercera persona, aunque no haya ni primera ni segunda, como mostramos también en los libros sobre el verbo. De ahí que aparezcan también participios: curritur, cursus y por tanto decurso spatio en Los hermanos de Terencio. 99 (54) Hay también otros, como hemos apuntado, que se construyen con genitivo y acusativo, como pudet me illius rei, taedet, piget, miseret, paenitet (“me avergüenzo de aquel asunto, me asquea, me aflige, me da

–––––––––– 99 Ter., Adelph.860. Nueva alusion a la figura de la elipsis y a su importancia para explicar construcciones aparentemente anómalas, como en este caso la de los verbos impersonales de tercera persona, en los que se habría elidido un nominativo cognatum, que sin embargo a veces sí aparece expresado como en el ejemplo de Terencio (decurso spatio: “recorrida la carrera” o “el espacio”).

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pena, me disgusta”). También con infinitivos, aunque éstos sólo admiten construirse por su parte con acusativo. Así: pudet me discere (“me avergüenza aprender”). Sin embargo Terencio innovó en Los hermanos cuando, siguiendo el influjo griego, dijo: 100 Quem neque pudet / Quicquam; o: 101 Ei mihi, / Non te haec pudent? Hay que decir que tres de los cinco impersonales antes apuntados tienen pretérito (paenituit, puduit, piguit), y dos tienen participios a la manera de los neutro pasivos (misertum y pertaesum), cuya forma simple no aparece en el uso, aunque sí se diga taedium. (55) Los impersonales que tienen terminación pasiva no pueden unirse a infinitivos. Es el caso de statur, curritur, sedetur (“se está, se corre, se asienta”) y se construyen de forma intransitiva, como hace Virgilio en el VII, 102 Bellatur comminus armis, en lugar de bellant (“luchan”). Y en el VI, 103 Itur in antiquam siluam, en lugar de eunt (“van”). En efecto, si se añade un nominativo (bellatur gens), se produce una transición de una persona a otra y comienza a ser pasivo, aunque Apolonio, en el libro III de su Sintaxis, 104 muestra que en los impersonales puede sobreentenderse el nominativo de la esencia verbal, cuando dice: “μέλει Σωκράτῃ” ὅπερ

–––––––––– 100

Ter., Adelph. 84. Ter., Adelph. 754. Verg., Aeneid. VII 553. 103 Verg., Aeneid. VI 179. 104 Apolonio, Sintax III 148-150 (pp.341-2). Se trata de una doctrina fundamental en la concepción general de la lengua tanto para Apolonio como para Prisciano, ya que los verbos intransitivos serían verbos semánticamente llenos, en los que, tanto en activa, como en pasiva, no aparece el nombre que indica la esencia verbal ya que es innecesario expresarlo por ser siempre el mismo, y se elide. 101 102

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ἐπινoῶ καὶ αὐτὸ ἀναδέχεσθαι νοουμένην εὐθεῖαν τὴν κατὰ τοῦ παρυφισταμένου πράγματος ἐν τῷ “μέλει”. 105 (56) A partir de esto, podemos disponer, de manera similar, que todos los impersonales, de los que nos servimos con frecuencia, siguiendo la costumbre de los griegos con verbos de este tipo, es decir, con μέλει, δεῖ, χρή, como muestra mi sapientísimo señor y profesor Teoctisto en su Institución del arte gramatical,106 pueden comprender en ellos el nominativo de la esencia significada por el verbo. Pues, en efecto, cuando digo curritur sobreentiendo cursus (“carrera”), en sedetur: sessio (“se asienta la sesión”), ambulatur: ambulatio (“se pasea el paseo”), euenit: euentus (“sucede lo sucedido”) y así todos. Y esto se produce necesariamente en todos los verbos, incluso en los absolutos, como uiuo uitam, ambulo ambulationem, sedeo sessionem y curro cursum (“vivo la vida, paseo el paseo, permanezco en la permanencia y corro la carrera”).107

–––––––––– 105 Ofrecemos la traducción de V. Bécares del pasaje completo de donde está tomada esta cita: “Por tanto hay que suponer que en μέλει Σωκράτῃ hay un nominativo-sujeto sobreentendido. En consecuencia, la causa de que μέλει sea usado solo [impersonal] es que puede admitir cualquier hecho que pueda acontecer” (Apolonio, Sintaxis III 188, p. 364). 106 Teoctisto, fue un cristiano, natural de Cesarea y profesor de gramática latina en Constantinopla, donde fue profesor de Prisciano. Su obra es conocida tan solo por esta mención de su discípulo. 107 Esta es la doctrina básica sobre el significado y la construcción de los verbos activos y neutros, o transitivos e intransitivos. Los transitivos o activos pasan la acción a un objeto, porque este completa el significado del verbo y suele aparecer expresado. Los intransitivos o neutros se construyen normalmente de forma absoluta porque su objeto es un nomen cognatum del mismo significado del verbo que, por lo tanto, suele sobreentenderse, ya aparezca el verbo en activa (curro) o en pasiva (curritur). Este pasaje de Prisciano será ampliamente citado en el Renacimiento, especialmente por gramáticos de las causas como el Brocense.

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(57) Ahora bien, los infinitivos de los impersonales deben construirse con el ablativo de un pronombre, de un nombre o de un participio para tener un significado completo. Por ejemplo stari a me uolo (“quiero que la estancia sea estada por mí”) por stare uolo (“quiero estar”); curri a te uis (“quieres que sea corrido por ti”) por currere uis (“quieres correr”), sederi a se uult (“quiere que sea sentado por él”) por sedere uult (“quiere sentarse”). Y es que los pasivos no necesitan un caso ablativo, a no ser que sean transitivos como legi uolo, ἀναγινώσκεσθαι βούλομαι (“quiero que se lea”). Aquí tenemos un pasivo construido de forma intransitiva. Pero si digo legi a me uolo (“quiero que sea leído por mí”), de igual modo tiene significación activa en construcción intransitiva y es infinitivo de un impersonal, 108 equivaliendo a legere uolo (“quiero leer”). (58) Pero si se construye de forma transitiva, es decir indicándose que una persona recibe la acción realizada por otra, aunque se añada un ablativo, es el infinitivo de un verbo pasivo, como en doceri a me cupis; amari a te cupio (“deseas ser enseñado por mí; deseo ser amado por ti”). Esta construcción la conservan también los reflexivos [esto es autopasivos], como amari a memet ipso debeo; uituperari a te ipso debes (“debo ser amado por mí mismo; debes ser criticado por ti mismo”) y similares. Sin embargo, podemos expresar un contenido similar utilizando un impersonal, si decimos amari a me uis

–––––––––– 108 Es intransitivo porque entre el agente y el verbo sólo hay una persona, e impersonal en el sentido de que el sujeto de legi es un sustantivo cognatum que se ha elidido.

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(“deseas que se ame por mí” en lugar de amare me uis (“deseas que yo ame”), de lo cual ya hemos tratado. (59) Acerca de esto es interesante señalar que un infinitivo impersonal se transforma en un infinitivo activo: amari a me uolo (“quiero que se ame por mí”) por amare uolo (“quiero amar”), al igual que ambulari a me uolo (“quiero que se pasee por mí”) por ambulare uolo (“quiero pasear”). Pero si aparecen en voz pasiva, necesariamente se sobreentiende un acusativo, como amari a me uolo illum (“quiero que él sea amado por mí”). Hay que saber también que los impersonales que se construyen a la vez con acusativo y genitivo, como pudet me tui (“me da vergüenza de ti”), e igualmente paenitet, taedet, miseret, indican con el acusativo la persona que recibe la acción, y con genitivo la que la origina. (60) Y no es extraña una ordenación de este tipo, pues se desarrolla mediante casos semejantes, como vemos en pudet me tui (“me da vergüenza de ti”), que equivale a pudor me habet tui (“me domina la vergüenza por ti”); taedet me tui: taedium me habet tui (“me da asco de ti: me domina el asco hacia ti”); paenitet me tui: paenitentia me habet tui (“me disgustas: me domina el disgusto de ti”); miseret me tui; miseratio me habet tui (“me da pena de ti: me domina la pena por ti”). 109

–––––––––– 109 Esta cita sobre los impersonales será recogida por el Brocense, que elogia a Prisciano y dice que se expresó praeclare, si bien debería, en su opinión, haber terminado afirmando que estos verbos no son impersonales, sino activos, y que el genitivo no es un genitivo adverbal sino que está regido por un nombre oculto en el verbo, como pudor, miseratio… (cfr. Minerva, ed. de Sánchez Salor y Chaparro Gómez, 1995: 130).

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Y los infinitivos conservan la construcción de su verbo en relación con los casos. Así: misereor tui, misereri tui uolo (“me apiado de ti: quiero apiadarme de ti”); noceo tibi, nocere tibi uolo (“te daño: quiero dañarte”); accuso te, accusare te uolo (“te acuso, quiero acusarte”); potior illa re, illius rei e illam rem; potiri illa, illius e illam rem uolo (“me apodero de aquella cosa, quiero apoderarme de aquella cosa”). (61) De manera similar se construyen con los mismos casos también los participiales o supinos, que tienen carácter de infinitivos y, en griego, se construyen también con artículos: miserendi tui causa facio, miserendo tui moueor, miserendum tui est, miseritum tui uenio, miseritu tui doleo (“lo hago por apiadarme de ti, me conmuevo apiadándome de ti, hay que apiadarse de ti, vengo a apiadarme de ti, sufro de pena por ti”); nocendi tibi causa facio, nocendi tibi proficio, nocendum tibi est, nocitum tibi propero, nocitu tibi gaudet (“actúo por dañarte, por el provecho de dañarte, hay que dañarte, me apresuro a dañarte, se alegra con tu daño”) por in nocendo tibi (“dañándote”). Y así también otros: dignandi praemio, dignando praemio, dignandum praemio, dignatum praemio, dignatu praemio (“de juzgar digno del premio, juzgándolo digno del premio, para juzgarle digno del premio, por la dignidad del premio”). (62) Ahora bien, hay que saber que, con frecuencia, aparecen preposiciones delante de las formas antes mencionadas que terminan en -dum o -de, con lo cual se demuestra claramente que son nombres, a no ser que en la métrica se aprecie que se abrevia la terminación 267

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o a la manera de los verbos. Así, Juvenal en el I, 110 Plurimus hic aeger moritur uigilandŏ, sed illum / Languorem peperit cibus imperfectus et haerens/ Ardenti stomacho; Alfio Avito en II de las Excelencias, 111 Spatiandŏ paulatim trahit, que constituye un dímetro yámbico. Pero sobre esto ya hemos tratado con extensión al hablar sobre el verbo. (63) También los nombres verbales que terminan en -dus aparecen con muchísima frecuencia, y sobre todo en casos oblicuos, en lugar de infinitivos, unidos por tanto con artículos en griego. Pero en esto se diferencian de los gerundios, porque conservan los géneros, casos y números de los nombres con los que se unen. Cicerón en el I de sus Catilinarias, 112 Nihil hic munitissimus habendi senatus locus. Igualmente, decimos: legendi Vergilii causa uigilo, legendo Vergilio uigilo, legendum Vergilium puto, ad legendum Vergilium uenio, in legendo Vergilio laboro (“no duermo para leer a Virgilio, me quedo en vela leyendo a Virgilio, pienso que hay que leer a Virgilio, vengo a leer a Virgilio, trabajo leyendo a Virgilio”); y también en femenino: celebrandae uirtutis gratia scribo (“escribo para celebrar tu valor”) y en plural inuocandarum Musarum gratia scribo (“escribo para invocar a las musas”). Ahora bien, los gerundios, sin cambiar nunca su terminación, se construyen con sustantivos de distintos géneros, sólo con los casos apropiados para su verbo y de ambos números.

–––––––––– 110

Juv., Sat. I 3, 232-4. Es un poeta del siglo II, autor de unos Libri excellentium, donde trata sobre la historia romana. Cfr. VIII 71. 112 Cic., Catil. I 1, 1. 111

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Así: legendi Vergilium, Musam, Musas (“de leer a Virgilio, a la Musa, a las Musas”); igualmente legendo Vergilium, legendo Musas (“leyendo a Virgilio, leyendo a las Musas”); y legendum est mihi Vergilium y Musas (“tengo que leer a Virgilio, y a las Musas”). (64) Todos los verbos transitivos se construyen con genitivo, dativo, acusativo o ablativo. Así egeo tui, insidior tibi, metuo te, fruor illa re (“te necesito, te acecho, te temo, disfruto de aquella cosa”). Ahora bien, si se unen dos verbos, de los que uno es un infinitivo, y que rigen los mismos casos, se produce ambigüedad, como en misereri tui eget animus mei, puesto que como ambos verbos suelen construirse con genitivo, surge la duda sobre de quién es el ánimo que se apiada o carece.113 (65) Algo similar ocurre con los dativos: male dicere tibi placet mihi, o con los acusativos cupio te uincere me y con los ablativos dignor gloria potiri laude.114 Así pues, cuando los dos casos son iguales y se adaptan bien a los dos verbos, se produce la duda de por cuál de los verbos es regido cada uno. Lo más apropiado es asociar el primer caso al primer verbo, pero con frecuencia los escritores se sirven de hipérbatos, es decir, de alteraciones, como en Aio, te, Aeacida, Romanos uincere

–––––––––– 113

Es decir, no se sabe de qué verbo depende exactamente cada genitivo. Cfr. Apolonio, Sintaxis III 84-87 (pp.308-9). En estos ejemplos la ambigüedad hace que las traducciones posibles sean distintas: “me place hablar mal de ti o te place hablar mal de mí”, “deseo vencerte o deseo que me venzas”, “soy digno de gloria por apropiarme de los elogios, o soy digno de elogios por apropiarme de la gloria”. 114

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posse,115 donde el orden es: [te Aeacida] Romani te possunt uincere, porque el que recibe la acción, normalmente, va en segundo lugar, de manera que lo que significa es que la acción la ejercen entonces los romanos, y la recibe Pirro. Este tipo de figura es muy apropiado para esa respuesta, pues, gracias a la confusión del orden, conserva la obscuridad propia de una declaración de un oráculo. Con todo, lo cierto es que se da con muchísima frecuencia también en todos los autores. (66) Con todos los otros modos podemos encontrar construido un infinitivo. Por ejemplo: studeo legere, stude legere, utinam studerem legere, cum studeam legere (“intento leer, intenta leer, ojala intentara leer, como intentara leer”). También un infinitivo con otro infinitivo, como en uideo filium studere legere (“veo que mi hijo intenta leer”). También se construye con participios: studens legere (“intentando leer”), y con participiales o supinos, como en causa spectandi currere equos ascendo, circumspectando currere equos delector, spectandum est currere equos, spectatum currere equos eo, iucundum est spectatu currere equos” (“subo para ver correr a los caballos, me deleito viendo correr a los caballos, hay que ver correr a los caballos, voy a ver correr a los caballos, es agradable el ver correr a los caballos”).

–––––––––– 115 Enn., Ann. VI 8. La cita de Ennio de la respuesta del oráculo a Pirro es un claro ejemplo de anfibología, porque tanto el acusativo te como Romanos pueden ser los sujetos o los complementos directos de uincere: “Te digo, Aeacida, que puedes vencer a los romanos / que los romanos pueden vencerte”.

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(67) Y también una bella figura une a un infinitivo con nombres: bonus iudicare, fortis bellare, prudens intellegere, iustus disceptare (“bueno para juzgar, fuerte para luchar, prudente para entender, justo para decidir”). Virgilio en Bucólicas, 116Cur non, Mopse, boni quoniam conuenimus ambo, / Tu calamos inflare leues, ego dicere uersus? SOBRE LOS INDICATIVOS 117

(68) El indicativo recibe este nombre porque con frecuencia significa la esencia simple contenida en el verbo. Hemos dicho “con frecuencia”, porque también en muchas ocasiones tiene valor dubitativo o interrogativo. Así en Formión de Terencio, 118 Sic sum: si placeo, utere; en el libro III de Virgilio, 119 Pro quo si sceleris tanta est iniuria nostri; y en el mismo, 120 Hectoris Andromache Pyrrhin´ conubia seruas? O también, 121 Verane te facies, uerus mihi nuntius affers?/ Nate dea, uiuisne, aut, si lux alma recessit, / Hector ubi est? (69) Por eso se une bien con adverbios o conjunciones afirmativas o causales, que demuestran la sustancia o la esencia, o por el contrario, con negativas, que la niegan, como en el III de Virgilio, 122 Viuo equidem ui-

–––––––––– 116

Verg., Eclog.V, 1-2. Cfr. En términos generales su opinión sobre el indicativo con lo afirmado por Apolonio, Sintaxis III, 88-89 (pp.310-11). 118 Ter., Phorm. 527. 119 Verg., Aeneid. III 604. 120 Verg., Aeneid. III 319. 121 Verg., Aeneid. III 310-2. 122 Verg., Aeneid. III 315. 117

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tamque extrema per omnia duco; Salustio en la Conjuración de Catilina, 123 Verum enimuero is demum mihi uiuere ac frui anima uidetur. Y con negación Virgilio en el libro II de Eneida, 124 Non tibi Tyndaridis facies inuisa Lacaenae / Culpatusue Paris, diuum inclementia, diuum, / Has euertit opes. Y aunque los adverbios y conjunciones antes mencionados aparecen también con otros modos, lo cierto es que con más frecuencia se unen con indicativo. Además, este modo es apropiado para la exposición clara de un tema, como vemos en el II de Eneida de Virgilio, 125 Fuimus Troes, fuit Ilium et ingens / Gloria Dardanidum, ferus omnia Iuppiter Argos / Transtulit, incensa Danai dominantur in urbe. Por eso los historiadores utilizan con muchísima frecuencia este modo. Por otra parte, con los mismos casos con los que se construye un verbo en indicativo, es necesario que pueda unirse también cuando va en otros modos, tal como veremos a continuación. SOBRE LOS IMPERATIVOS

(70) 126 Los imperativos carecen de la primera persona del singular, ya que nadie puede darse una orden a sí mismo, a no ser que, de manera figurada, se refiera a sí mismo en segunda persona como si estuviera dirigiéndose a otro, que es lo que encontramos en Juvenal

–––––––––– 123

Sall., Catil. II 9. Verg., Aeneid. II 601-3. 125 Verg., Aeneid. II 325-7 126 Si bien no está tomado literalmente de Apolonio, sí encontramos opiniones sobre la falta de personas en el imperativo, en Sintaxis III 104 y 106 (pp.318-320). 124

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I, 127 Tecum prius ergo uoluta / Haec, anime, ante tubas; Terencio en Los hermanos, 128 Edepol, Syrisce, te curasti molliter. Pero en latín, el imperativo en plural tiene todas las personas. Así, por agrupación, alguien puede unirse a aquellos a los que les da una orden. Por ejemplo, un general, al dirigirse a sus soldados en un combate, puede decir de manera muy apropiada: pugnemus, confligamus (“luchemos, ataquemos”). (71) A estas construcciones en griego se las llama “ὑποθετικά”, es decir hortativas, indicando que los verbos de este tipo suelen dirigirse a personas de igual nivel y compañeros, mientras que los imperativos los dirigen personas de rango más elevado a los que están por debajo de ellos, lo cual no es cierto en absoluto, puesto que con muchísima frecuencia al dirigirnos a los dioses nos servimos de imperativos, incluso en las súplicas e invocaciones, e igualmente al invocar a reyes y emperadores. Así: Musa, mihi causas memora, 129 o 130 Pandite nunc Helicona, deae, cantusque mouete. Así pues, si bien es mucho más apropiado utilizarlo para semejantes, también es usual utilizarlo para personas de rango superior. (72) Hay que saber que las palabras del que ordena se dirigen a una segunda persona, sea cual sea esa persona. Pues quien dice: pugnemus fortiter, o conmilitones (“luchemos con valor, soldados”), cuando se sirve de un vocativo, habla a una segunda persona. Pero, al

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Juv., Sat I 1, 168-9. Ter., Adelph. 763. 129 Verg., Aeneid. I 8. 130 Verg., Aeneid. VII 641. 128

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unirse a los soldados, puesto que utiliza una primera persona del plural, muestra que él también esta totalmente dispuesto a hacer lo que les ha ordenado. Quien dice en cambio: pugnet exercitus (“que luche el ejército”), ordena para que la segunda persona anuncie a la tercera que cumpla lo que se le ordena. (73) Con todo, hay ocasiones en que, para aumentar la expresividad, se unen subjuntivos e imperativos: uigila ut legas, es decir “pon esfuezo y cuidado en leer“. Cicerón en III de las Catilinarias, 131 Cura ut uir sis; Terencio en Andria, 132 Fac ut ad me uenias. Los adverbios exhortativos eia (“ea!”) y age (“vamos!”) se construyen perfectamente con imperativo. Virgilio en el libro IV de Eneida, 133 Eia age rumpe moras, uarium et mutabile semper / Femina; y en el VI, 134 Nunc age, Dardaniam prolem quae deinde sequatur / Gloria, qui maneant Itala de gente nepotes / Expediam dictis et te tua fata docebo, donde se ha elidido ueni (“ven”) o audi (“escucha”). Por tanto si alguien, hablando consigo mismo y animándose, lo utiliza figuradamente, simula que se dirige a una segunda persona. (74) Con todo, encontramos también escritores que utilizan indicativos, optativos y subjuntivos en lugar de imperativos, como hemos indicado anteriormente. Además, en griego tienen imperativos de pasado, 135 pero en

–––––––––– 131

Cic., Catil. III 5,12. Ter., Andr. 712. 133 Verg., Aeneid. IV 569-70 134 Verg., Aeneid. VI 756-8 135 Sin embargo Apolonio Díscolo, en III 101 (p.317) plantea que se ordena aquello que no ha tenido lugar, y como las cosas pasadas ya han sucedido, no deberían usarse imperativos de pasado. 132

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cambio en latín, en los verbos activos y neutros, no podemos tenerlos, y en cuanto a los verbos pasivos y a todos los que tienen participios de perfecto, podemos utilizar una perífrasis. Así doctus es o esto δεδίδαξο (“sé enseñado o que sea enseñado”), doctus sit o esto, δεδιδάχθω (“que haya sido enseñado”); ornatus es o esto κεκόσμησο (“sé o que haya sido adornado”), ornatus sit o esto κεκοσμήσθω (“que sea o que haya sido adornado”), ornati sint o sunto κεκοσμήσθωσαν (“que sean o hayan sido adornados”). O también ueneratus sit o esto (“que sea o haya sido venerado”); placatus sit o esto (“que sea o haya sido apaciguado”), clausus sit o esto (“que sea o haya sido cerrado”), secutus sit o esto (“que siga o que haya seguido”); y en todas las personas secuti simus, sitis, sint (“que sigamos, sigáis, sigan”) aparecen expresiones de este tipo con valor imperativo como si fueran de pasado. (75) Pero en realidad tienen la característica de dar una orden como para que se cumpla en el futuro. Así, si digo clausa sit mox fenestra (“que sea cerrada al momento la ventana”), estoy ordenando que se cierre rápidamente y que permanezca cerrada. O si digo: post horam primam finitam sit iuratus (“después de que termine la hora primera, que jure”), indico una orden para que se jure antes de que termine la hora primera. Hay que advertir también que los verbos imperativos forman una frase completa unidos a nombres en vocativo, como en Apolloni doce, Trypho disce (“Apolonio, enseña; Trifón, aprende”). En cambio los nominativos necesitan verbos sustantivos y nombres anafóricos que

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se refieran a la misma persona, como en qui es Apollonius doces, qui es Trypho discis (“quien eres Apolonio enseñas, quien eres Trifón, aprendes”). En cambio en griego se usa el participio del verbo sustantivo: Ἀπολλώνιος ὢν διδάσκεις, Τρύφων ὢν μανθάνεις (“siendo Apolonio enseñas, siendo Trifón aprendes”), que también podríamos utilizar nosotros por analogía, si no fuera usual la elipsis de este participio, a pesar de que César no cometió ninguna incorrección al utilizar ens (“siendo”) del verbo sum, es, al igual que de possum, potes, tenemos potens (“pudiendo”). [También por elipsis de las formas mencionadas encontramos nominativos, como en laetus cogito, paratissimus cogitas, Cicero iustus defendit (“feliz pienso, dispuestísimo piensas, Cicerón justo actúa como defensor”) y otros similares]136. SOBRE LOS OPTATIVOS 137

(76) Los verbos optativos indican por sí mismos un deseo unido a algo, mientras que el adverbio utinam (“ojalá”) significa sólo el deseo. Así pues, el adverbio se añade a los verbos optativos para reforzar su significación, al igual que también los adverbios de confirmación se unen a verbos en indicativo, como profecto facio,

–––––––––– 136 Este pasaje aparece entre corchetes ya en la edición de Keil para indicar que es omitido en algunos manuscritos. En cualquier caso, como vemos, Prisciano explica también estos predicativos mediante la figura de la elipsis. 137 Si bien no de forma literal, lo cierto es que Prisciano toma información y ejemplos sobre los modos de Apolonio. En concreto los capítulos sobre los optativos de Prisciano (del 76 al 78) están tomados de Apolonio, Sintaxis III 94-100 (pp. 315-17).

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certe lego, scilicet intellego (“realmente hago, ciertamente leo, claramente entiendo”). En griego, el adverbio αἴθε, equivalente a utinam, no sólo se une al optativo, sino también al indicativo, haciendo que se utilice como si fuera optativo. Así en Homero,138 Αἴθ᾿ ὄφελες παρὰ νηυσὶν ἀδάκρυτος καὶ ἀπήμων / Ἧσθαι, y también, 139 Αἴθ᾿ οὕτως ἐπὶ πᾶσι χόλον τελέσει᾿ Ἀγαμέμνων. En cambio en latín el adverbio utinam no se construye con indicativo. (77) En griego, y sobre todo en ático, incluso sin que se trate de un ruego, suelen utilizar este modo en lugar del indicativo. Nosotros en cambio no, aunque las formas del optativo sean iguales a las del subjuntivo, que en latín es usado con mucha frecuencia por los autores en lugar de indicativo. Por otra parte, los optativos tienen pasado –a pesar de que debemos desear cosas que aún no han sido–, porque con frecuencia no están aquellos por los que suplicamos y deseamos, aunque ya se haya realizado en ellos lo que deseamos. Por ejemplo utinam filius meus, qui Athenis est, doctus esset o fuisset (“ojalá mi hijo, que está en Atenas, haya sido o hubiera sido enseñado”), es decir que deseamos que se haya completado para él el periodo de apredizaje, o que nosotros supiéramos que eso ya le ha sucedido. (78) Hay ocasiones en cambio en las que utilizamos un optativo de pasado, lamentando lo que no se ha hecho, como en utinam homines contra se ferrum non mouissent, utinam mare numquam nauigassent (“ojalá los hombres no hubieran empuñado una espada unos

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Hom., Iliad. I 415-6. Hom., Iliad. IV 178.

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contra otros, ojalá nunca hubieran navegado el mar”) y otros similares. También el adverbio o, la conjunción si y ut aparecen en lugar de utinam. Virgilio en el VIII, 140 Adsis o tantum et propius tua numina firmes; y en el VI, 141 Si nunc se nobis ille aureus arbore ramus / Ostendat nemore in tanto; Terencio en el Eunuco, 142 Ut illum di deaeque omnes, superi inferi, / Malis exemplis perdant. [Con todo, un verbo optativo, con frecuencia, aparece también en solitario, sin las partículas antes mencionadas, como en el I de Lucano, 143 Di uisa secundent / Et fibris sit nulla fides, sed conditor artis / Finxerit ista Tages. Y adviértase que utilizó un pretérito perfecto del optativo igual que el subjuntivo, como han apuntado numerosos autores de Artes] 144. SOBRE EL SUBJUNTIVO 145

(79) El subjuntivo se denomina también “dubitativo”. Subjuntivo porque aparece tras una conjunción o porque depende de otro verbo o hace que dependa otro

–––––––––– 140

Verg., Aeneid. VIII 78. Verg., Aeneid. VI 187-8 142 Ter., Phorm. 687-8. A pesar de que Prisciano apunta que la cita es del Eunuco. 143 Luc., Phars. I 635-7 144 También este pasaje es omitido por algunos manuscritos. 145 Nuevamente, esta información general sobre el subjuntivo, su significado y denominación, está tomada, en términos generales, de Apolonio, Sintaxis III 123-4 (pp.328-9). 141

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de él.146 Así Virgilio en Bucólicas, 147 Cum faciam uitulam pro frugibus, ipse uenito; y en III de Eneida, 148 Inter utramque uiam leti discrimine paruo,/ Ni teneant cursus, certum est dare lintea retro. (80) Hay que saber que es necesario unir el subjuntivo con otro modo o bien con otro verbo del mismo modo, aunque vaya con un infinitivo, como en cum doceam legere discipulum, expono ei o cum docerem legere, exponerem (“como enseño a leer a un discípulo, estoy a su disposición, como enseñaba…”) y otros similares. Así pues, puede asociarse a todos los modos: si doceam discis, si doceam disce; utinam discas, si doceam; cum doceam, discas (“si enseño aprendes, si enseño aprende; ojalá aprendas si enseño; como enseñe, que aprendas”). Igualmente, puede unirse a todos los modos impersonales del verbo, como en cum ueniam, curritur y cursum sit, curratur, cursum erit (“como venga, se corre, se ha corrido, que se corra, se habría corrido”) y otros similares. Además, con muchísima frecuencia, se une a él la conjunción si con valor de duda, es decir equivalente a la conjunción griega ἐάν, como en Los hermanos de Terencio, 149 Si tu sis homo,/ hic faciet. (81) Pero cuando equivale a la conjunción griega εἰ, que en griego se denomina συναπτικός, es decir, conjuntiva porque muestra la continuidad de una acción en

–––––––––– 146 Ya hemos apuntado que Prisciano entiende subjuntivo con un doble valor, como el que aparece a continuación de otro (sub equivale entonces a “después”, o “detrás”) o dependiendo de otro (“por debajo de”). 147 Verg., Eclog. III 77. 148 Verg., Aeneid. III 685-6. 149 Ter., Adelph. 934-5.

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otra, entonces se construye con indicativo, como en si uiuit spirat y si spirat uiuit (“si vive respira, y si respira, está vivo”); si ambulat, mouetur (“si pasea, se mueve”). En este caso, no podemos alterar el orden y decir si mouetur, ambulat (“si se mueve, pasea”), pues no camina necesariamente quien se mueve, en cambio, quien camina, necesariamente se mueve. En griego, encontramos también esta conjunción [es decir εἰ] no sólo con indicativo, sino también con optativo y, sobre todo en ático, unida también a un subjuntivo, como en Homero, 150 Ἄρσαντες κατὰ θυμόν, ὅπως ἀντάξιον ἔσται / Εἰ δέ κε μὴ δώωσιν (por ἐὰν μὴ δώωσιν), que utilizó un subjuntivo; este mismo autor, 151 Ἀλλ᾿ εἰ μὲν δώσουσι γέρας μεγάθυμοι Ἀχαιοί (εἰ δέ κε μὴ δώωσιν por ἐὰν μὴ δῶσιν) utilizó indicativo en lugar de subjuntivo y εἰ en lugar de ἐὰν; Demóstenes, en cambio, en su discurso sobre la embajada,152 Τῶν ξενίων εἰ μετάσχοιεν utilizó optativo, algo muy frecuente en ático. También Jenofonte en el primero de sus Memorables, 153 Εἴ τις ἀρετὴν ἐπαγγελλόμενος ἀργύριον πράττοιτο. (82) En latín también con muchísima frecuencia imitan la costumbre del ático y usan subjuntivos u optativos –pues son las mismas formas– no sólo con las conjunciones antes mencionadas, sino también sin ellas, cuando enuncian algo de manera afirmativa o dubitativa, en construcciones en las que en griego suelen colocar ἄν o ἄρα. Así pues, no tiene nada de extraño que

–––––––––– 150

Hom., Iliad. I 136-7. Hom., Iliad. I 135. 152 Demosth., Presb. Orat. 167, p.393 Rsk. 153 Jenof.., Memor. I 2, 7. 151

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aparezca la conjunción si en latín, que equivale tanto a la griega ἐὰν, que es causal o perfectiva, como a εἰ, que es conjuntiva, 154 y que conserve la construcción de estas dos conjunciones junto al verbo, es decir, que pueda unirse a indicativo, optativo y subjuntivo. Se une a indicativo en el IX de Virgilio, 155 Si, tibi quae posco, promittunt –nam mihi facti / Fama sat est; Terencio en Formión, 156 Sic sum; si placeo, utere; a optativo, en el VI de Virgilio, 157 Si nunc se nobis ille aureus arbore ramus / Ostendat; con subjuntivo aparece en Formión de Terencio, 158 Si attigisses, ferres infortunium. (83) Ahora bien, unida con indicativo, es frecuente que indique que se confima o se cree que una cosa es así o puede suceder, más que el que exprese una duda. Virgilio en II de Eneida, 159 Di, si qua est caelo pietas, lo utiliza con valor de confirmación más que de duda. Y en el libro IX, 160 en el ejemplo antes citado, Si, tibi quae posco, promittunt –nam mihi facti / Fama sat est– , tumulo uideor reperire sub illo / Posse uiam, cree que van a hacer una promesa fácil de cumplir. Terencio en Andria, 161 Id si inpetro, / Quid alias malim quam hodie has fieri nuptias? Aquí también tiene confianza en que

–––––––––– 154 Prisciano usa los términos de perfectiva o conjuntiva en el sentido de no necesitar otra oración o de sí hacerlo. 155 Verg., Aeneid. IX 194-5. 156 Ter., Phorm.527. 157 Verg., Aeneid. VI 187-8. 158 Ter., And. 178. A pesar de que Prisciano apunta que la cita es de Phormio. 159 Verg., Aeneid. II 536. 160 Verg., Aeneid. IX 194-6. 161 Ter., Andr. 528-9.

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lo va a conseguir. En la misma obra, 162 Sed si quid tibi narrare coepi, continuo dari / Tibi uerba censes. (84) En este caso hay que apuntar que el pretérito de indicativo suele construirse con presente cuando al cumplimiento de un hecho le sigue el de otro. Así, para el cumplimiento de la acción que se realiza primero, utilizan perfecto, mientras que el indicativo es para la que ocurre después de ella, como en163 Si quid tibi narrare coepi, continuo dari / Tibi uerba censes; y en Eunuco, 164 Quae uera audiui, taceo et contineo optime, / Sin falsum aut uanum aut fictum est, continuo palam est,/ Plenus rimarum sum, hac atque illac perfluo; y en Andria, 165 Si te in germani fratris dilexi loco / Siue haec te solum semper fecit maximi / Seu tibi morigera fuit in rebus omnibus; Lucano en el I, 166 Nec si te pectore uates / Accipio, Cirrhaea uelim secreta mouentem / Sollicitare deum. (85) El uso con indicativo demuestra que es un hecho real y al añadir uelim se hacía la promesa de que, cuando eso se produjera, no necesitaría en absoluto a Apolo, que en griego se expresaría οὐκ ἂν βουλοίμην, es decir, nolim penitus; Terencio en Formión, 167 Si placeo, utere, donde indica que hay que hacerlo sin dilación; y en Eunuco, 168 Si dis placet,/ Spero me habere, qui hunc excruciem meo modo, donde expresa que es

–––––––––– 162

Ter., Andr. 504-5. Ter., Andr. 504-5. 164 Ter., Eunuch. 103-105. 165 Ter., Andr. 292-4. 166 Luc., Phars. I 63-5. 167 Ter., Phorm. 527. 168 Ter., Eunuch. 919-20. 163

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firme lo que espera, pues si hubiera dicho si dis placeat, hubiera demostrado alguna duda. En Andria, 169 Si illum relinquo, eius uitae timeo; sin opitulor, huius minas. En este caso, las dos cosas son ciertas. O en Los Hermanos, 170 Ego in hac re nihil reperio, quam ob rem lauder tantopere, Hegio./ Meum officium Facio: quod peccatum a nobis ortum est, corrigo,/ Nisi si me ex illo credidisti esse numero hominum,/ qui ita putant,/ Sibi fieri iniuriam ultro, si quam fecere ipsi expostulent; donde el nisi credidisti equivale a credis. (86) Igualmente, utilizan indicativos cuando quieren mostrar que, en esos mismos hechos, hay o hubo algo, como Cicerón sobre la pretura urbana, 171 Qui si condemnatur, desinent homines dicere, his iudiciis pecuniam plurimum posse; sin absoluitur, desinemus nos de iudiciis transferendis dubitare; Virgilio en el VI, 172 Si potuit manes arcessere coniugis Orpheus, / Si fratrem Pollux alterna morte redemit, / Itque reditque uiam totiens, acerca de las cosas que pretende mostrar que se hicieron sin ninguna duda, utilizó indicativo con la conjunción ya mencionada si. (87) Pero cuando se expresa algo de lo que se duda que puede suceder o no, mediante inducción, es decir por hipótesis, se utiliza sobre todo subjuntivo. Virgilio en el IX, 173 Sed si quis, quae multa uides discrimine tali,

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Ter., Andr. 210. Ter., Adelph. 592 Sigs.. 171 Cic., In Verr. Or. II, 1, 2, 6. 172 Verg., Aeneid. VI 119-121. 173 Verg., Aeneid. IX 210-2. 170

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/ Si quis in aduersum rapiat casusue deusue, / Te superesse uelim; y en Bucólicas, 174 Si quis tamen haec quoque, si quis / Captus amore legat; Cicerón en cambio en: 175 Si quis uestrum, iudices, aut eorum, qui adsunt, forte miratur, al incluir forte (“por casualidad”) junto al indicativo, lo utilizó como si fuera un subjuntivo que indicara duda. Terencio en Andria, 176 Si eueniat, quod di prohibeant, discidium; Cicerón en el I de Catilinarias, 177 Si te parentes timerent atque odissent tui. (88) Y los subordinados o hipotéticos, que en griego se denominan ὑποθετικά, no pueden expresarse de otro modo que no sea en subjuntivo. En la misma obra, 178 Nunc intellego, si iste, quo intendit, in Malliana castra peruenerit, neminen tam stultum fore, qui non uideat, coniurationem esse factam, “ὃς οὐκ ἂν εἰδῇ᾿” ἢ “οὐκ ἄρα εἰδείη”, lo dijo con valor afirmativo. Y en el libro II, 179 Et erunt qui illum, si hoc fecerit non inprobum, sed miserum, me non diligentissimum consulem, sed crudelisimum tyrannum existimari uelint, βούλοιτο ἄρα, aquí también con valor afirmativo. De manera similar, en el VIII de Virgilio, 180 Similis si cura fuisset; y en el XI, 181 Esset par aetas et idem si robur ab annis.

–––––––––– 174

Verg., Eclog. VI 9-10. Cic., In Q. Caecil. Div. 1,1. 176 Ter., Andr. 568. 177 Cic., Catil. I 7, 17. 178 Cic., Catil. I 12, 30. 179 Cic., Catil. II 7, 14. 180 Verg., Aeneid. VIII 396. 181 Verg., Aeneid. XI 174. 175

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(89) Sin embargo, hay ocasiones en las que, aunque el hecho es dudoso, utilizan indicativo con la conjunción si, como Virgilio en el VIII, 182 Aut si qua id fortuna uetabit, Absenti ferat inferias, que escribió uetabit en lugar de uetet por motivos métricos, ya que con el mismo sentido utilizó también un subjuntivo, 183 Si quis in aduersum rapiat casusue deusue. En cambio a veces, por elipsis de si, al igual que de ut, aparecen subjuntivos y se sobreentienden las conjunciones mencionadas, como en el I de Juvenal, 184 Graeculus esuriens in caelum, iusseris, ibit, en lugar de si iusseris; Estacio en el II de Tebaida, 185 Mutatosque uelint transumere cultus / Et Pallas deceat pharetras et Delia cristas en lugar de si uelint; Virgilio en el VI, 186 Tu quoque magnam / Partem opere in tanto, sineret dolor, Icare, haberes, donde falta si; Horacio en el I de Odas, 187 Sapias, uina liques, por si sapias. (90) Y hay que saber que, al igual que en griego ἐάν se construye con subjuntivo, y en cambio εἰ con indicativo, optativo y subjuntivo, así también en latín la conjunción si, que tiene ambos valores, cuando indica consecuencia, se construye invariablemente con indicativo, como en si ambulat, mouetur; si uiuit spirat (“si pasea, se mueve; si vive, respira”). Pero, cuando es causal, se construye más con subjuntivo, si bien también a veces se construye con indicativo, como en si doceam, disce,

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Verg., Aeneid. IX 214-5. Verg., Aeneid. IX 211. 184 Juv., Sat. I 3, 78. 185 Stat., Theb. II 242-3. 186 Verg., Aeneid. VI 30-1. 187 Hor., Carm. I 11, 6. 183

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discis, discas y disces (“si enseño, aprende, aprendes, que aprendas y aprenderás”), y si prodest tibi, fac, facis, facias y facies (“si te conviene, hazlo, lo haces, que lo hagas, lo harás”). (91) Así pues, este modo, es decir el subjuntivo, para resumir su valor, en latín indica a veces duda, a veces, comprobación, y a veces posibilidad, valores en los que se incluyen los subordinados o “hipotéticos”. Así con valor de duda, lo encontramos en III de Eneida de Virgilio, 188 Eloquar an sileam? Gemitus lacrimabilis imo / Auditur tumulo; en el I, 189 O quam te memorem, uirgo, namque haut tibi uultus / Mortalis; εἴποιμι ἄρα; Terencio en Eunuco, 190 Quid igitur faciam? Non eam? Ne nunc quidem, / Cum accersor ultro? An potius ita me conparem, / Non perpeti meretricum contumelias? Con valor de aprobación en el IV de Eneida 191 Si mihi non animo fixum immotumque sederet,/ Ne cui me uinclo uellem sociare iugali, / Postquam primus amor deceptam morte fefellit, / Si non pertaesum thalami taedaeque fuisset / Huic uni forsan potui succumbere culpae, donde fuisset equivale a ἐγεγόνει ἄρα. (92) Hay que destacar que, en este ejemplo, el adverbio de duda forsan (“tal vez”) y el verbo de posibilidad potui (“pude”) aparecen con un infinitivo, en lugar de los cuales hubiera sido suficiente que hubiera puesto el subjuntivo: huic uni succubuissem culpae. Así pues,

–––––––––– 188

Verg., Aeneid. III 39-40. Verg., Aenid. I 327-8. 190 Ter., Eunuch.46-8. 191 Verg., Aeneid. IV 15-9. 189

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el poeta mostró cómo el subjuntivo puede expresar posibilidad. Y en la misma obra,192 Sed mihi uel tellus optem prius ima dehiscat / Ante, pudor, quam te uiolo; donde encontramos optem, εὐχοίμην ἄν, con valor afirmativo. Y allí mismo, 193 Sese interea quando optima Dido / Nesciat et tantos rumpi non speret amores, donde nesciat y non speret tienen valor afirmativo. Igualmente Cicerón, al principio de Verrinas, 194 Si quis uestrum, iudices, aut eorum, qui adsunt, forte miratur, me, qui tot annos in causis iudiciisque publicis ita sim uersatus, ut defenderim multos, laeserim neminem, donde sim no tiene valor de duda, sino de aprobación, οὕτως ἄρα ἀναστραφεὶς εἴην. (93) Hay que saber que, cuando las conjunciones ut o si con valor completivo preceden o siguen a verbos en subjuntivo, en latín con muchísima frecuencia aparecen también con un verbo en subjuntivo, sobre todo unido a qui, quae o quod para mostrar una razón o una duda. Así en rogabam ut te ostenderes qui fueris y placebas si diceres quod feceris, construcción que en griego suele expresarse mediante la conjunción ἄρα. Virgilio en el VI, 195 Quem socium exanimum uates, quod corpus humandum / Diceret, λέγοι ἄρα. (94) Cicerón en II de Catilinarias, 196 Quaesiui a Catilina, nocturno conuentu apud M. Laecam fuisset necne? ἐγεγόνει ἄρα con valor interrogativo. Virgilio en

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Verg., Aeneid. IV 24-5. Verg., Aeneid. IV 291-2. 194 Cic., Diu. In Q. Caecilium I 1. 195 Verg., Aeneid. VI 161-2. 196 Cic., Orat. in Cat. II 6, 12. 193

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el III, 197 Eloquar an sileam?, ἢ ἄρα σιωπήσω, con valor dubitativo. Horacio en el I de Odas, 198 Cur apricum / Oderit campum, patiens pulueris atque solis, puso oderit, μισήσοι ἄρα, aunque también es futuro de indicativo. Cicerón en II de Catilinarias , 199 Cum ille homo audacissimus conscientia conuictus primo retuicuisset, patefeci caetera, quid ea nocte egisset, ἐπεπράχει ἄρα, quid proxima constituisset, διετετυπώκει ἄρα, quemadmodum esset ei ratio totius belli descripta, ἦν ἄρα διαγραφεὶς ὁ λογισμός, en todos estos casos con valor afirmativo. (95) Y en la pretura de Sicilia,200 Quare cuiusmodi putamus esse illa, quae negat, cum haec tam inproba sint, quae fateatur? En griego, al interpretar esta frase, diríamos ἅπερ ἄρα ἀρνεῖται, resumiendo y confirmando lo que se dice. Y en esa misma obra, 201 Hoc postulatum de statuis ridiculum esse uideatur, qui rem sententiamque non respiciat, οὐκ ἄρα κατίδοι. Terencio en Formión, 202 Ita fugias ne praeter casam, quod aiunt, οὕτως ἄρα φύγῃς; y en Andria, 203 Quae sit rogo, τίς ἄρα ἐστίν, y también allí, 204 Quam timeo, quorsum euadas, ποῖ ἄρα ἀποβῇς, Nam si illum obiurges, uitae qui auxilium tulit, / Quid facias illi, qui dederit damnum aut malum? 205 Τί ἂν ποιῇς ἐκείνῳ ὃς ἄρα δεδωκὼς ᾖ ζημίαν ἢ

–––––––––– 197

Verg., Aeneid. III 39. Hor., Carm. I 8, 3-4. 199 Cic., In Cat. Orat. II 6, 13. 200 Cic., Verr. II 2, 201 Cic., Verr. II 60, 128. 202 Ter., Phorm. 768. 203 Ter., Andr. 124. 204 Ter., Andr. 127. 205 Ter., Andr. 142-3. 198

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κακόν; También la conjuncion griega ἄν, cuando la utilizan con valor de posibilidad, que en esa lengua se expresa mediante el pretérito imperfecto del modo indicativo, ο el “aoristo” –que no existe en latín, aunque nos sirvamos en su lugar del pretérito perfecto, παρακειμένος 206– se construye con pluscuamperfecto y con todos los optativos. (96) De ese modo, dada la construcción griega con los tres tiempos antes mencionados –es decir, con optativo de presente y pretérito imperfecto, que es lo mismo; con pretérito perfecto y pluscuamperfecto; y con futuro y el tiempo al que denominan aoristo–, también en latín, como los seguimos en todo, cuando se pretende indicar posibilidad, se utilizan verbos optativos o subjuntivos, como Terencio en Formión, 207 Neque defetiscar usque adeo experirier, / Donec tibi id quod pollicitus sum effecero, οὔτε ἐξατονήσοιμι ἄν. Así pues, lo que ellos suelen expresar mediante indicativo y optativo añadiendo la conjunción griega ἄν, nosotros solemos hacerlo simplemente con un subjuntivo: docuissem, si discere uoluisses, ἐδίδαξα ἄν, εἰ μαθεῖν ἠθέλησας es decir “habría podido enseñarte”. (97) Igualmente docerem, si discere uelles es decir “podría enseñarte”. Al usar pretéritos, mostramos que una cosa que hubiera podido ser hecha, no se hizo; en cambio al utilizar presente o futuro de subjuntivo en una construcción de este tipo, mostramos que algo puede suceder, si nada lo impide, como en doceam, si uelis es decir “puedo enseñarte, si no lo impide tu voluntad”;

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Pretérito perfecto en griego. Ter., Phor. 589-90.

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igualmente en futuro docuero, si uolueris”, es decir “podré enseñarte, si quieres”. Horacio en I de Odas, 208 Quis Martem tunica tectum adamantina / Digne scripserit? Con el valor de “podrá escribir.” (98) Hay que saber también que, cuando queremos mostrar arrepentimiento por algo que no hemos hecho, utilizamos subjuntivo, como en el libro IV de Eneida de Virgilio, 209 Faces in castra tulissem, / Implessemque foros flammis natumque patremque / Cum genere extinxem, memet super ipsa dedissem, es decir “¿por qué no arrojé teas al campamento, que es lo que debí hacer? ¿Por qué no llené los foros de llamas? ¿Por qué no maté al hijo y al padre y me arrojé yo misma sobre ellos?” Sin embargo esta misma construcción puede indicar también posibilidad, pues expresa que ella habría podido hacerlo, si no hubiera estado enamorada, y que por ello se arrepentía. (99) El hecho de que en latín se utilice esta construcción siguiendo la costumbre del ático, creo que debe demostrarse ofreciendo también ejemplos de esta lengua. Platón en Alcibiades II, 210 Πάντας οὖν ἂν φάντες, ὦ Ἀλκιβιάδη, τοὺς ἄφρονας μαίνεσθαι ὀρθῶς ἂν φαίημεν; y en el mismo lugar, 211 Καὶ τό γε ἔσχατον εὐχόμενοι ἡμῖν αὐτοῖς τὰ κάκιστα· ὅπερ οὖν οὐδεὶς ἂν οἰηθείη, ἀλλὰ τοῦτό γε πᾶς ἂν οἴοιτο αὐτὸς ἑαυτῷ τὰ βέλτιστα εὔξασθαι, ἀλλ᾿οὐ τὰ κάκιστα. Τοῦτο μὲν γὰρ ὡς ἀληθῶς καὶ κατάρᾳ τινί, ἀλλ᾿ οὐκ εὐχῇ ὅμοιον ἂν εἴη…

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Hor., Carm. I 6, 13-4. Verg., Aeneid. IV 604-6. 210 Pl., Alcib. II, c. 3. 211 Pl., Alcib. II, c.6. 209

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κακὸν ἄρα, ὡς ἔοικεν, ἐστὶν ἡ τοῦ βελτίστου ἄγνοια. En este ejemplo utilizó ἂν y ἄρα con valor afirmativo. Y él mismo en Lisis, 212 Εἴ τοὺς ὀφθαλμοὺς ὁ υἱὸς αὐτοῦ ἄσθενοῖ, ἆρα ἐῴ η ἂν αὐτὸν ἅπτεσθαι τῶν ἑαυτοῦ ὀφθαλμῶν, μὴ ἰατρὸν ἡγούμενος, ἢ κωλύοι ἄν; Κωλύοι ἄν. Aquí utilizó ἄν con valor interrogativo y comprobativo. En el mismo lugar, 213 ἀρ᾿οὖν καὶ τὰ ἄλλα πάντα ἡμῖν ἐπιτρέποι ἂν μᾶλλον ἢ ἑαυτῷ τε καὶ τῷ υἱεῖ, περὶ ὅσων ἂν δόξωμεν αὐτῷ σοφώτεροι ἐκείνων εἶναι; Ἀνάγκη, ἔφη, ὦ Σώκρατες.– Οὕτως ἄρα ἔχει. En este caso, es ἄρα lo que utilizó con valor interrogativo y confirmativo. El mismo autor en Theages, 214 Οὐ γὰρ οἶδα ὑπὲρ ὅτου ἄν τις νοῦν ἔχων μᾶλλον σπουδάζοι ἢ ὑπὲρ υἱέος αὑτοῦ, ὅπως ὡς βέλτιστος ἔσται: ὁπόθεν δέ σοι ἔδοξε τοῦτο, ὡς ἐγὼ ἂν μᾶλλον τὸν σὸν υἱόν οἷός τε εἴην ὠφελῆσαι. Pero en otros autores lo encuentras también con elipsis de ἄρα y de ἂν. (100) Los verbos optativos se utilizan también con un sentido similar al que vemos en latín. Así, en el mismo Platón, en Cármides, 215 Ὅμως δὲ αὐτοῦ ἐρωτήσαντος, εἰ ἐπισταίμην τὸ τῆς κεφαλῆς φάρμακον, μόγις πως ἀπεκρινάμην, ὅτι ἐπισταίμην. Τί οὖν, ἦ δ᾿ὅς, ἐστίν; καὶ ἐγὼ μὲν εἶπον, ὅτι αὐτὸ μὲν εἴη φύλλον τι, ἐπῳδὴ δέ τις ἐπὶ τῷ φαρμάκῳ εἴη, ἣν εἰ μέν τις ἐπᾴδοι αμα καὶ χρῷτο αὐτῷ, παντάπασιν ὑγιᾶ ποιοῖ τὸ φάρμακον. ἄνευ δὲ τῆς ἐπῳδῆς οὐδὲν ὄφελος εἴη τοῦ

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Pl., Lysid. c.5 Pl., Lysid. c. 5 sigs. 214 Pl., Theag. c. 9. 215 Pl., Charm. 4.7. 213

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φύλλου. Aquí lo utilizó a la manera latina sin ἄρα y sin ἂν. (101) Con muchísima frecuencia usamos este modo también en las elecciones. Así imperem quam moneam; discam quam doceam (“ordenaría en vez de aconsejar; aprendería en vez de enseñar”), que pueden tener igualmente valor de afirmación. Sin embargo, con el pretérito pluscuamperfecto suele unirse un pretérito imperfecto, y con el presente un presente, que también puede construirse con futuro o pretérito. Así: fecissem, nisi impedires (“lo hubiera hecho, si no lo impideras”) o al revés facerem, nisi impedisses (“lo haría, si no lo hubieses impedido”), y faciam, nisi impedias (“lo haré, sino lo impides”), y nisi impedieris (“si no lo impidieras”) y fecero nisi impedias (“lo habría hecho si no lo impideras”) y nisi impedieris (“si no lo hubieses impedido”). Virgilio en Eneida II, 216 Non prius aspicies, ubi fessum aetate parentem / Liqueris Anchisen? Superet coniunxne Creusa / Ascaniusque puer? Quos omnis undique Graiae / Circum errant acies, et, ni mea cura resistat, / Iam flammae tulerint inimicus et hauserit ensis en lugar de poterant tulisse, poterant hausisse. Horacio en el Arte Poética, 217 Dixeris egregie, notum si callida uerbum / Reddiderit iunctura nouum, es decir potes dicere egregie (“podrás hablar noblemente”). (102) Sin embargo, con muchísima frecuencia, los autores utilizan un subjuntivo para confirmar cosas que se realizaron en un tiempo pasado. Y hay que saber que tienen este carácter para que su significado se mantenga

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Verg., Aeneid. II 596-600. Hor., Ars. 47-8.

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en el futuro, puesto que los subjuntivos, aunque sean de pasado, al igual que los optativos, tienen valor de futuro. Esto es evidente por ejemplo en el inicio de las Verrinas, que hemos citado ya con anterioridad: 218 Si quis uestrum, iudices, aut eorum qui adsunt forte miratur, me, qui tot annos in causis iudiciisque publicis ita sim uersatus, ut defenderim multos, laeserim neminem. El ita sim (“que he estado de tal modo”) puede entenderse también como ita inueniar (“que me encuentre”) o cognoscar (“que sea conocido”). (103) Y no debe extrañarnos esto, cuando utilizan el futuro de indicativo con frecuencia sobre cosas pasadas ya hace tiempo con el significado antes mencionado. Así Lucano en el I, 219 Non tu, Pyrrhe ferox, nec tantis cladibus auctor / Poenus erit, dijo erit con el valor de cognoscetur o dicetur (“será conocido” o “será considerado). (104) La conjunción final ut, con cualquier tiempo, y todas las que la sustituyan con ese valor final, es decir, equivaliendo a ἵνα, se construyen con subjuntivo. Sin embargo, sí puede ponerse antes o después un verbo en indicativo o subjuntivo, como en doces ut proficias y doceas ut proficias (“enseñas para avanzar, que enseñes para avanzar”); docebas ut proficeres y doceres ut proficeres (“enseñabas para avanzar, que enseñaras para avanzar”); docuisti ut profeceris y docueris ut profeceris (“enseñaste para avanzar, que hubieras enseñado para avanzar”); docueras ut profecisses y docuisses ut

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Cic., Verr. I 1. Luc., Phars. I 30-1.

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profecisses (“habías enseñado para avanzar, habrías enseñado para avanzar”); docebis ut profeceris y docueris ut profeceris (“enseñarás para avanzar, habrás enseñado para avanzar”). Pero utilizamos indicativo para indicar algo que sucede, subjuntivo mostrando con valor más bien persuasivo lo que debió haber sucedido. (105) También puede construirse bien después de imperativos y optativos, como lege ut discas; utinam discas ut doceas (“lee para aprender, ojala aprendieras para enseñar”). Algunos autores también usan con frecuencia subjuntivos en lugar de imperativos. Así Terencio en Andria, 220 Quaeso edepol, Charine, quoniam non potest id fieri quod uis,/ Id uelis quod possit; y en Formión, 221 Desinas. Sic est ingenium mulierum, en lugar de desine. El que, en muchos casos, la elipsis de las conjunciones griegas antes mencionadas, es decir ἄν y ἄρα, hace que aparezcan subjuntivos, incluso aunque se utilicen otras conjunciones, lo comprobaremos también con otros ejemplos de diversos autores. Así, en Virgilio Geórgicas II, 222 Tamen haec quoque si quis / Inserat aut scrobibus mandet mutata subactis, / Exuerint siluestrem animum, ἐκδύσοιντο ἄν; y en esa misma obra, 223 Non alios prima crescentis origine mundi / Inluxisse dies aliumue habuisse tenorem / Crediderim, πιστεύσοιμι ἄν; y en I de Eneida, 224 At pius Aeneas per noctem plurima uoluens, / Ut primum lux alma data est,

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Ter., Andr. 305. Ter., Phorm. 69-70. 222 Verg., Georg. II 49-51. 223 Verg., Georg. II 336-40. 224 Verg., Aeneid. I 305-7. 221

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exire locosque / Explorare nouos, quas uento accesserit oras, προςεληλυθὼς ἄρα εἴη ἠϊόνας– Qui teneant –τίνες ἄρα κρατοῖεν–… hominesne feraene / Quaerere constituit; Horacio en el libro II de Odas dijo: 225 Illum et patris crediderim sui / Fregisse ceruicem con valor afirmativo, πεπιστευκὼς εἴην ἄν; Virgilio en el VIII, 226 Similis si cura fuisset / Tum quoque fas nobis Teucros armare fuisset, ἐγεγόνει ἄν. (107) Cicerón sobre la pretura urbana, 227 Voconia lex uidelicet te delectabat. Imitatus esses illum ipsum G. Voconium, qui lege sua hereditatem ademit nulli, donde imitatus esses equivale a imitari potuisses, ἐμιμήσω ἄν; en la misma obra, 228 M. Iunius tutor et patruus; Mustius dixisset, si uiueret, εἴρηκεν ἄν, εἰ ἔζη. Εs frecuentísimo encontrar en todos los autores este valor con esta misma ordenación, al igual que también en griego, como hemos afirmado con anterioridad, ponen la conjunción confirmativa o dubitativa ἄρα. Terencio en Formión, 229 Quid fit denique?– Quid fiat?, τί ἄρα γένοιτο, utilizó un subjuntivo, de manera que se sobreentiende también ἄρα; y en Andria, 230 Quin tu uno uerbo dic, quid est quod me uelis?, εἰπέ, τί ἐστιν ὅπερ ἂρα βούλοιό με; y en la misma obra, 231 Consilium meum / Cognosces et quid facere in hac re te uelim, καὶ τί ποιεῖν ἐν τούτῳ τῷ

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Hor., Carm. II 13, 5-6. Verg., Aeneid. VIII 396-7. 227 Cic., In Verr. II 1, 42, 107. 228 Cic., In Verr. Or. II 53, 139. 229 Ter., Phorm. 121-2. 230 Ter., Andr. 45. 231 Ter., Andr. 49-50. 226

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πράγματί σε ἄρα βουλοίμην. En este caso es afirmativo, pero en los anteriores ejemplos interrogativo. (108) Cicerón en Sobre la pretura urbana, 232 Quid ageret, cogitare coepit, si opus pupillo redimeretur; dijo quid ageret con valor de duda, τί ἄρα πράξοι. Hay que señalar que, en latín, cuando se habla de cosas prometidas o de cumplimiento planeado para una vez pasado un tiempo, en lugar de utilizar un futuro o un presente como en griego, se utiliza el pretérito imperfecto de subjuntivo, como en los ejemplos citados: quid ageret, cogitare coepit, τί πράξειεν por πράξοι. De manera similar, Virgilio en Eneida I, 233 Certe hinc Romanos olim uoluentibus annis, / Hinc fore ductores reuocato a sanguine Teucri, / Qui mare, qui terras omni dicione tenerent, / Pollicitus, κρατήσοιεν ἀν; Cicerón sobre la pretura urbana, 234 Qui etiam ad extremum adscripserit “rediuiua sibi habeto”, quasi quicquam rediuiui ex opere illo tolleretur ac non opus totum ex rediuiuis constitueretur, por ἐπαίροιτο ἄν y κατατάττοιτο ἄρα; en la misma obra, 235 Atque in illis columnis dico esse, quae a tuo redemptore commotae non sint, dico esse, ex qua tantum tectorium uetus deiectum sit et nouum inductum –aquí utilizó también con valor afirmativo los subjuntivos. Quod si tanta pecunia columnas dealbari putassem, certe numquam aedilitatem petissem, también con valor confirmativo, οὐκ ἄν ᾔτησα. Y adviértase que, me-

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Cic., in Verr. Or. II 54, 141. Verg., Aeneid. I 234-7. 234 Cic., in Verr. Orat. II 56, 148. 235 Cic., Or. 55 145. 233

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diante la conjunción si que antecede, se unió un subjuntivo con otro subjuntivo. De manera similar en el mismo autor, 236 Nemo dubitat, quin multo maius sit, μεῖζον ἄρα εἴη, nouam facere. E igualmente, en la misma obra, 237 Cum instaret Habonius, in me causam conferebat, quod eum codicem obsignassem, ἐσφράγισα ἄν᾿ ἤτοι ‛ἐσφραγικὼς’ εἴην ἄρα, con valor afirmativo; en la misma obra, 238 Hac condicione, si quis de populo redemptor accessisset, non esset usus, utilizó con valor confirmativo non esset usus, οὐκ ἄν ἐχρήσατο, pues si quis accessisset refleja un sentido dubitativo. En la misma obra, 239 Quid iste in hostium praeda molitus sit, qui manubias sibi tantas ex L. Metelli manubiis fecerit, qui maiore pecunia quattuor columnas dealbandas quam ille omnis aedificandas locarit. (111) Aquí también aparece con valor afirmativo en todos los casos. En la misma obra, 240 Quis a signo Vertumni in circum maximum uenit, quin is unoquoque gradu de auaritia tua commoueretur? Quam tu uiam thensarum atque pompae eiusmodi exegisti, ut ipse illa ire non audeas, οὐκ ἂν τολμήσοις, es decir prorsus non audes (“no te atreves en absoluto”); en la misma obra, 241 Qui aedem Castoris testem furtorum tuorum esse uolueris, ἠθελήκοις ἄρα–, quam populus Romanus cotidie, iudices etiam tum cum de te sententias ferrent,

–––––––––– 236

Cic., Or. 56, 147. Cic., Or. 57, 149. 238 Cic., Or. 57, 150. 239 Cic., Or. 59, 154. 240 Cic., Or. 59. 154. 241 Cic., Or. l 59, 154. 237

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uiderent, ὁρῷεν ἄρα con el valor de omnimodo aspicerent (“que lo observaran de todas maneras”); e igualmente, 242 Qui adductus est in iudicium uerbo, quod, cum esset tribunus, intercessisset contra legem Corneliam; re uera, quod in tribunatu dixisset contra alicuius hominis nobilis uoluntatem, dixisset, εἰρήκοι ἄρα. (112) Igualmente, 243 Hic etiam queritur, quod a nobis nouem solis diebus prima actio sui iudicii transacta sit, cum apud istum ipsum tribus horis Quintus Opimius, senator populi Romani, bona, fortunas, ornamenta omnia amiserit? Aquí también aparecen verbos subjuntivos con valor afirmativo. En la misma obra, 244 Cuius propter indignitatem iudicii saepissime est actum in senatu, ut genus hoc totum multarum atque eiusmodi iudiciorum tolleretur donde ut, al tener el valor de ἵνα, requirió la utilización de subjuntivo: iam qui ex calamitate senatoris populi Romani, cum praetor iudicio eius praefuisset, spolia domum suam referre et manubias detrahere conatus sit, is ullam calamitatem a sese poterit deprecari? En este caso, también acerca de un asunto indudable, utilizó el subjuntivo conatus sit, ἐπεχείρησεν ἄρα; en la misma obra, 245 Multos a te uiros primarios audisse, cum diceres, ignosci tibi oportere, quod falsum codicem protuleris; nam qua inuidia Gaius Iunius conflagrarit, ea, nisi prouidisses, tibi ipsi tum pereundum fuisset.

–––––––––– 242

Cic., Or. l 60, 155 Cic., Or. l 60, 156. 244 Cic., Or. l 60, 156. 245 Cic., Or. l 61, 157. 243

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(113) También en la misma obra, 246 Dicent, inquam, et religione adducti et domesticarum legum metu, quid illo myoparone factum sit, aquí también el verbo subjuntivo tiene valor afirmativo. Ε igualmente, 247 In quibus non dubito, quin offensionem neglegentiae uitare atque effugere non possim, οὐκ ἄν δυναίμην… quapropter ita me de praeturae criminibus audite, ut ex utroque genere et iuris dicendi et sartorum tectorum exigendorum ea postuletis, quae maxime digna sint eo reo, cui paruum aut mediocre obici nihil oporteat, οὐκ ἄρα χρή. Nam ut praetor factus est, qui auspicato a Chelidone surrexisset, sortem nactus est urbanae prouinciae… docet hominem, quid posset fieri… tutores pecuniam praetori si dedissent, quemadmodum in rationem inducerent, quemadmodum sine periculo suo dare possent –δύναιντο ἂν δοῦναι–, non uidebant. (114) Igualmente, 248 Iste ad arbitrium eius, cui condonabat hereditatem ereptam liberis, quam aequum edictum conscripserit – συνέγραψεν ἄρα o συγγεγράφοι ἄρα–, quaeso cognoscite… qui testamentum fecit, fecerit utilizó un pretérito en indicativo para indicar certeza, pero un futuro de subjuntivo cuando había alguna duda de si sucedería o no. De iure uero ciuili, si quis noui quid instituerit –διατυπώσειεν ἄρα–, is non omnia, quae ante acta sunt, rata esse patiatur, es decir non debet pati rata esse (“no debe permitir que se estime”). Así

–––––––––– 246 247 248

Cic., Or. l. 35,90. Cic., Or. l. 40.103 Cic., Or. 41, 106.

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pues, aquí también tenemos subjuntivos con valor afirmativo. (115) En la misma obra, 249 Ac si hoc iuris non unius hominis causa edixisses, cautius composuisses, συνέθηκας ἄν, que es afirmativo. E, igualmente, 250 Quid? Si plus legarit, quam ad heredem heredesue perueniat; también allí, 251 Iam hoc magnum iudicium hominum de istius singulari improbitate, quod G. Verres sua sponte instituisset –διατετυπώκει ἄρα–, id neminem metuisse, ne quis reperiretur, qui istius institutum sequi uellet –θελήσοι ἄρα–… prohibe, si potes, si habes, qui te audiat, si potest tibi dicto audiens esse, eripias tu uoluntatem mortuis, bona uiuis, ius omnibus? Hoc populus Romanus non manu uindicasset –οὐκ ἂν ἐξεδίκησεν–, nisi te huic tempori atque iudicio reseruasset? En el mismo, 252 Et simul dum est, unde ius ciuile discatur, adolescentes in disciplinam ei tradite. (116) Y también, 253 Si quis testamento se esse heredem arbitraretur, quod tum non extaret, lege ageret in hereditatem. Aut pro praede litis uindiciarum cum satis accepisset, sponsionem faceret, ita de hereditate certaret; o, 254 Videte, ut hoc iste correxerit, διώρθωσεν ἄρα; y en el mismo lugar, 255 Quid ad praetorem, uter possessor sit? Nonne id quaeri oportet, utrum possessorem

–––––––––– 249

Cic., Or. 42, 110. Cic., Or. 43, 110. 251 Cic., Or. 43, 111. 252 Cic., Or. 45.115 253 Cic., Or. 45.115 254 Cic., Or. 45.115 255 Cic., Or. 45.116 250

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esse oporteat? E igualmente, 256 Quid ergo interest, proferantur necne? Y en el mismo lugar, 257 Valde hoc est mirum, neminem fuisse, qui istius se similem dici uellet. (117) También allí, 258 Utrum digniores homines esse existimasti eos, qui habitant in prouincia, quam nos, qui aequo iure uterentur? En todos estos ejemplos deben sobreentenderse las conjunciones griegas ἄρα o ἄν en la traducción. En la misma obra, 259 Et cum edictum totum eorum arbitratu, quam diu fuit designatus, componeret, qui ab isto ius ad utilitatem suam nundinarentur, tum uero in magistratu contra illud edictum suum sine ulla religione decernebat; e igualmente, 260 Nam, quaeso, redite in memoriam, Quirites, quae libido istius in iure dicendo fuerit, γέγονεν ἄρα; también, 261 Sacerdotem execrabantur, qui uerrem tam nequam reliquisset –καταλελοίπει ἄρα– quae ego non commemorarem,… nisi uos illud uellem recordari, donde ese non commemorarem equivale a οὐκ ἂν ἀπεμνημόνευον. (118) En la misma obra, 262 Oblitosne igitur hos putatis esse, quemadmodum sit iste solitus uirgis plebem Romanam concidere?; y también, 263 Superbia uero qua fuerit, quis ignorat? Quemadmodum iste tenuissimum quemque contempserit, despexerit, liberum esse numquam duxerit? Todo aparece con valor afirmativo.

–––––––––– 256

Cic., Or. 45.117 Cic., Or. 45.117. 258 Cic., Or. 46.118 259 Cic., Or. 46.119 260 Cic., Or. L.46.120 261 Cic., Or. L.46.121 262 Cic., Or. L.47.122 263 Cic., Or. l.47.123 257

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PRISCIANO, Sintaxis

Igualmente, 264 Impetrant, ut ne iurent… adimas tu ei, qui iurauit; quo exemplo? ἀφέλοιο ἄρα. Εn el mismo, 265 Is mortuus est G. Sacerdote praetore, nescio an ante quam Verres praeturam petere coeperit; y también, 266 Docebat, edictum eius non oportere in eas hereditates ualere, quae ante eum praetorem uenissent, ἐληλίθασιν ἄρα … rem demonstrat, quam pridem sibi hereditas uenisset, docet… an uero dubitamus,… quo denique ore, quos numquam liberos putauit, libertinos homines solitus sit appellare? O, 267 Optatum negotium sibi in sinum delatum esse dicebat. Monumentum illa amplitudine, illo opere quamuis sartum tectum integrumque esset, tamen aliquid se inuenturum, in quo moliri praedarique posset, δύναιτο ἄρα. (119) En la misma obra, 268 Habonius, qui legem nosset, qua in lege numerus tantum columnarum traderetur, παραδίδοιτο ἄρα, perpendiculi mentio fit nulla, et qui non putaret, sibi expedire ita accipere, ne eodem modo sibi tradendum esset; y también, 269 Quid erat, quod rescinderet, cum suo quemque loco lapidem reponeret; e igualmente, 270 Quaerimus,… quid in extremis Pamphyliae partibus fecerit, qualis in bello praedonum praedo ipse fuerit, qui in foro populi Romani pirata nefarius reperiatur.

–––––––––– 264

Cic., Or. L. 47.123 Cic., Or. L. 48.125 266 Cic., Or. L. 48.125 267 Cic., Or. L.50.131 268 Cic., Or. L. 51.134 269 Cic., Or. L.56.146 270 Cic., Or. L. 59.154 265

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(120) En la misma obra, 271 Quod nemo quemquam tam audacem, tam amentem, tam inpudentem fore arbitrabatur, qui tam nefariis criminibus, tam multis testibus conuictus ora iudicum aspicere aut os suum populo Romano ostendere auderet. Est idem Verres, qui fuit semper, ut ad audendum proiectus, sic paratus ad audiendum… (121) Nam si id fecisset, quod statuerat, ut non adesset, minus aliquanto quam mihi opus esset, cognosceretur, quid ego… elaborassem, uestra uero laus tenuis… esset, si condemnatus sit is, qui adesse noluerit, et si fortes fueritis in eo, quem nemo sit ausus defendere. En todos los ejemplos anteriores hay que sobreentender alguna de las conjunciones griegas mencionadas con subjuntivo. En la misma obra, 272 De inpudentia singulari... sunt qui mirentur; y también, 273 Iste unus inuentus est, qui et a conplexu parentum abreptos filios ad necem duceret et parentes pretium pro sepultura liberum posceret; y, 274 Si populus Romanus istius unius supplicio contentus fuerit ac non sic statuerit, non istum maius in se scelus concepisse… quam eos, qui istum … sententia sua liberarint, ἐλευθέρωσαν ἄρα. (122) He decidido ofrecer tantos ejemplos de un solo libro de Cicerón para mostrar con cuánta frecuencia utilizaron esta construcción los maestros latinos de elocuencia, para lo cual imitaban especialmente a los

–––––––––– 271

Cic., Or. L. 1.1 Sigs. Cic., Or. L. 2.6. 273 Cic., Or. l. 3.7 274 Cic., Or. l. 4.9. 272

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PRISCIANO, Sintaxis

áticos, cuyos usos también he considerado necesario recoger. 275 Platón en el I de Alcibiades, 276 Πρὸς πατρός τέ σοι φίλους καὶ συγγενεῖς πλείστους εἶναι καί ἀρίστους, οἵ, εἴ τι δέοι, ὑπηρετοῖεν ἄν σοι; en estos usos nosotros, como hemos mostrado antes, utilizamos subjuntivos, sin que precisemos la cοnjunción griega ἄν, pues traduciríamos: ex patre tibi amicos et cognatos plurimos esse et optimos, qui, si quid opus sit, ministrent tibi. En la misma obra, 277 Ὅρα δή: οὐ γάρ τοι εἴη ἂν θαυμαστόν, εἰ, ὥσπερ μόγις ἠρξάμην, οὕτως καὶ μόγις παυσαίμην, uide autem; non enim sit mirum, si, quomodo uix coepi, sic uix desiero. (123) Puede observarse también que, en ocasiones, utilizan optativos sin la conjunción ἂν o ἄρα, como aquí παυσαίμην, algo que en latín hacemos siempre para expresar este sentido, es decir, el que corresponde a las conjunciones griegas mencionadas, para lo cual usamos subjuntivos sin más, mientras que ellos unen esas conjunciones no sólo a optativos, sino también a indicativos, como hemos mostrado antes, y como hace también Platón en el siguiente ejemplo, 278 Ἐγὼ γάρ, ὦ Ἀλκιβιάδη, εἰ μέν σε ἑώρων ἃ νῦν δὴ διῆλθον ἀγαπῶντα καὶ οἰόμενον δεῖν ἐν τούτοις καταβιῶναι, πάλαι ἂν

–––––––––– 275 Valla critica a Prisciano en varias ocasiones y, precisamente, en alguna de ellas no es por su doctrina, sino por el latín que utiliza. Pues bien, una de estas ocasiones sería en este pasaje. Defiende el humanista que “más latina habría sido la expresión quam frequenter usi sint o quam frequentissime usos, frente a lo usado por Prisciano: quam frequentissime hac constructione usi sint (Valla, Eleg., edic. López Moreda, tomo I, p.125). 276 Pl., Alcib. I 1. 277 Pl., Alcib. I 2. 278 Pl., Alcib. I 2.

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ἀπηλλάγμην τοῦ ἔρωτος. Aquí nosotros necesitaríamos usar subjuntivo, diciendo dudum expeditus essem amore. En la misma obra, 279 Νῦν δὲ ἐφῆκε; νῦν γὰρ ἄν μου ἀκούσαις, nunc, inquit, nunc enim me audias, lo utilizó con valor afirmativo. (124) En el mismo autor, 280 Ἔι τίς σοι εἴποι θεῶν. ὦ Αλκιβιάδη utilizó optativo para la suposición, si quis tibi dicat deus; y también, 281 Νεωτέρῳ μὲν οὖν ὄντι σοι καὶ πρὶν τοσαύτης ἐλπίδος γέμειν, ὡς ἐμοὶ δοκεῖ, οὐκ εἴα ὁ θεὸς διαλέγεσθαι, ἵνα μὴ μάτην διαλεγοίμην. Advierte que no sólo εἰ, sino también ἵνα y ὅπως se construyen con optativo en ático, al igual que en latín tanto la conjunción final ut como ne, cuando significan ἵνα μή, se construyen con subjuntivo, que, como hemos dicho, es similar al optativo: ut ne frustra disputarem; este mismo autor en Gorgias, 282 Ὥστε εἴ μοί γε καὶ τὴν ἡμέραν ὅλην ἐθέλοιτε διαλέγεσθαι, χαριεῖσθαι, si uelitis loqui. (125) Homero, 283 Αἴ κέ μοι ὣς μεμαυῖα παρασταίης, γλαυκῶπι. Αἴ 284 κέν μοι δώῃ Ζεὺς αἰγίοχος καὶ Ἀθήνη. Con valor interrogativo utilizan optativo poniendo también la conjunción ἄν; Platón en Ι de Alcibiades, 285 Πότερ᾿ἂν δέξαιό σοι εἶναι, ἀγαθὰ ἢ κακά. Εl que también en latín se utilizan todos los tiempos del modo subjuntivo en optativo, lo demuestra tanto el uso como los

–––––––––– 279

Pl., Alcib. I 2. Pl., Alcib. I 2. 281 Pl., Alcib I. 2. 282 Pl., Gorg. XIII 32 283 Hom., Odis. XIII 389 284 Hom., Iliad. VIII 287. 285 Pl., Alcib. I 11 280

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escritores de Artes anteriores a Donato. Virgilio en el libro VI, 286 Hac Troiana tenus fuerit Fortuna secuta. (126) En este pasaje Virgilio puso como optativo en la súplica de Eneas el verbo fuerit, que puede ser tanto de pretérito perfecto como de futuro, aunque Donato 287 y algunos otros piensan que es sólo de subjuntivo, puesto que todas las otras formas del optativo son comunes con el subjuntivo. Así pues, no es extraño que, en la construcción ática antes mencionada, en la que ellos utilizan optativos, también en latín se utiliza indiferentemente este tiempo. Además, con frecuencia, nuestros poetas, por razones métricas, utilizan indicativos en lugar de subjuntivos, como hace Horacio en el II de las Odas, 288 Me truncus illapsus cerebro / Sustulerat, nisi Faunus ictum / Dextra leuasset; donde aparece sustulerat en lugar de sustulisset por razones métricas. CON QUÉ CASOS SE CONSTRUYEN LOS DISTINTOS TIPOS O SIGNIFICADOS DE LOS VERBOS 289

(127) Así pues, puesto que ya hemos hablado de la construcción de los modos del verbo, que se unen todos con el mismo caso exigido por el tipo o el significado

–––––––––– 286

Verg., Aeneid. VI 62. Donat., Comment. Ad Aeneid. VI 62. 288 Hor., Carm. II 17, 27-29. 289 Si bien iremos marcando la correspondencia entre los pasajes de Apolonio Díscolo y Prisciano cuando ésta se produzca, el apartado de Apolonio dedicado a la construcción y la diátesis del verbo comprende los capítulos III 147-190 (pp.341-365). 287

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del verbo, que es lo que los griegos denominan “diátesis”, debemos tratar también sobre ésta con todo esmero. 290 Y así, hay que saber que, en latín, todos los verbos activos, 291 a partir de los que se forman también pasivos, y que pasan su acción a personas, se construyen necesariamente con acusativo como oro te (“te suplico”), que tiene su correspondiente pasivo en oror a te (“soy suplicado por ti”). Igualmente: accuso te, accusor a te (“te acuso, soy acusado por ti”); curo te, curor a te (“te cuido, soy cuidado por ti”); audio te, audior a te (“te escucho, soy escuchado por ti”); patro te, patror a te (“te consumo; soy consumida por ti”); impetro te, impetror a te (“te alcanzo, soy alcanzado por ti”); temno te, temnor a te (“te desprecio, soy despreciado por ti”); neglego te, neglegor a te (“te descuido, soy descuidado por ti”); despicio te, despicior a te (“te desdeño, soy desdeñado por ti”); sentio te, sentior a te (“te siento, soy sentido por ti”); impedio te, impedior a te (“te obstaculizo, soy obstaculizado por ti”); inchoo te, inchoor a te (“te empiezo, soy empezado por ti”); incipio te, incipior a te (“te inicio, soy iniciado por ti”).

–––––––––– 290 Vid. Introducción (I 5) acerca de la diátesis y transitividad del verbo. Ya decíamos allí que la diátesis es un concepto griego, fundamental ya para Apolonio Díscolo, y que se ha relacionado con los conceptos de transitividad y de voz, ya que indica la disposición a la acción o a la pasión del verbo, y las relaciones que esto implica con los demás componentes de la frase. 291 Cfr. en términos generales Apolonio, Sintaxis III 159 (p.347-8)

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(128) De manera similar, los neutros o deponentes que significan acción con transición hacia algo se construyen con acusativo, 292 como facio domum, eo iter, nauigo Pontum (“hago una casa, recorro el camino, navego el Ponto”), o ardeo uxorem (“ardo por mi esposa”) cuando significa amo (“amo”). Virgilio en Bucólicas, 293 Formosum pastor Corydon ardebat Alexin. Dedisco illam rem (“olvido aquel asunto”): Lucano en el I, 294 Dedidicit iam pace ducem; sin embargo Cicerón utilizó en pasiva el verbo simple en su tratado sobre la pretura urbana, 295 Dum est, unde ius ciuile discatur; Terencio en Los hermanos, 296 Nisi, dum hae silescunt turbae, interea in angulum / Aliquo abeam atque edormiscam hoc uilli, por hoc uillum, que es el diminutivo de uinum; Virgilio en II de Eneida, 297 Pars stupet innuptae donum exitiale Mineruae; Horacio en I de Odas, 298 Nec muliebriter / Expauit enses.

–––––––––– 292 Los verbos neutros son aquellos que tienen forma activa pero construcción normalmente intransitiva, ya que se elidiría el acusativo interno o nomen cognatum que llena su significado (eo, nauigo, ardeo), sin embargo, en ocasiones, normalmente por razones expresivas, sí aparece ese acusativo, como vemos en los ejemplos usados por Prisciano (eo iter, nauigo pontum, ardeo uxorem). Sobre estos verbos vid. nuestro trabajo: Los verbos neutros latinos y la transitividad de la Antigüedad al Renacimiento. Análisis histórico-gramatical y lingüístico, Cáceres, 1994. En cuanto a los verbos deponentes, aunque su forma es pasiva, sin embargo, su significación es activa, de manera que pueden aparecer con un acusativo, al igual que los activos o los neutros antes mencionados. 293 Verg., Eclog. II 1. 294 Luc., Phars. I 131 295 Cic., Verr. II 45,115. 296 Ter., Adelph. 785-6. 297 Verg., Aeneid. II 31 298 Hor., Carm. I 37,22-23

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(129) De manera similar, decimos doleo pedem, ferueo pectus, ambulo spatium (“me duele el pie, me hierve el pecho, recorro la distancia”); 299 así también los deponentes transitivos que significan acción: sequor hominem, loquor fabulam, expiscor socium, experior rem, arbitror iustitiam, reor ueritatem, suspicor inimicum (“sigo al hombre, cuento una fábula, busco un aliado, pruebo un asunto, contemplo la justicia, creo la verdad, sospecho del enemigo”). Hay también algunos verbos, tanto deponentes como activos, que se construyen con acusativo y con dativo. Son los adquisitivos, de los cuales hablaremos posteriormente, 300 como do tibi aurum, dono illi seruum (“te doy oro, le dono un esclavo”). Sin embargo, a la manera ática, también se dice dono illum seruo (“le obsequio con un esclavo”). (130) Virgilio en el V, 301 Sergestum Aeneas promisso munere donat. Igualmente praebeo, praesto, exhibeo, mando, polliceor, muneror, indico, exprobro tibi illam rem (“te proporciono, garantizo, muestro, mando, prometo, regalo, señalo, repruebo aquel asunto”); igualmente decimos praepono tibi illum, praefero y praeficio (“le antepongo a ti, le prefiero, le pongo por delante de ti”).

–––––––––– 299 Los verbos neutros que ha mencionado en estos pasajes Prisciano construidos con acusativo (eo, nauigo, ardeo, doleo, ferueo, ambulo) son verbos que, por su significado, podríamos clasificar como verbos de movimiento o de sentimiento. Su construcción es normalmente intransitiva, excepto cuando se expresa mediante acusativo el camino recorrido o la causa del sentimiento (que se identificaría así con el propio sentimiento). 300 En 131; 139 y 145. 301 Verg., Aeneid. V 282

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PRISCIANO, Sintaxis

Hay unos pocos verbos que, en voz activa, de manera transitiva se construyen sólo con dativo, como noceo tibi, inuideo, maledico, benedico, praeniteo (“te perjudico, envidio, maldigo, bendigo, aventajo”); 302 Horacio en el I de las Odas, 303 Cur tibi iunior / Laesa praeniteat fide. Dissideo tibi (“disiento de ti”). Horacio en II de Odas, 304 Redditum Cyri solio Phraatem / Dissidens plebi numero beatorum / Eximit uirtus. (131) Sin embargo, si alguien examina estos ejemplos con atención, advertirá que deben situarse entre adquisitivos y equiparadores: noceo tibi (“te perjudico”) equivale a nocens tibi fio (“me vuelvo perjudicial para ti”); inuideo tibi (“te miro mal”), como non uidens tibi fio (“me vuelvo envidioso para ti”), es decir non ferens te bene agentem uidere (“que no soporto ver que te vaya bien”); maledico tibi (“te maldigo”) o contra te dico male (“hablo mal de ti”). Encontramos con todo unos pocos que, aunque su acción pasa a otra persona, no tienen sin embargo pasiva, como facio (“hago”) y los que se componen de este verbo y un indefinido, como calefacio, tepefacio, obstupefacio (“caliento, templo, lleno de estupor”). Como equivalente de sus pasivos, encontramos fio (“me vuelvo”) que forma parte igualmente de compuestos, como calefio, tepefio, obstupefio (“me caliento, me templo, me paralizo”) y otros similares. Ahora bien,

–––––––––– 302 Cfr. Apolonio, Sintaxis III 177 (p. 358), donde destaca dentro de este grupo los verbos que indican beneficio. 303 Hor., Carm. I 33,3-4. 304 Hor., Carm. II 2,17-19

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compuesto con preposiciones, facio tiene pasiva en muchas ocasiones, como en perficio, perficior; afficio afficior; inficio inficior; efficio, efficior (“realizo, soy realizado; afecto, soy afectado; impregno, soy impregnado; produzco, soy producido” y otros similares. (132) 305 También aquellos verbos que tienen forma activa, pero cuya acción pasa a seres que no pueden hablar, no pueden naturalmente tener transformación pasiva en primera y segunda persona, puesto que ellos no podrían decir qué están padeciendo, que es lo propio de una primera persona en pasiva, ni tampoco les podemos hablar como corresponde a las segundas personas, puesto que carecen de entendimiento. En cambio, sí tienen tercera persona, puesto que la primera y la segunda sí pueden hablar sobre ella perfectamente, como en laboratur uestis (“se confecciona un vestido”). De ahí Virgilio, en el I de Eneida, 306 Arte laboratae uestes. Potatur fluuius (“se bebe agua”), Juvenal en el IV, 307 Epotaque flumina Medo / Prandente. Igualmente decimos cenatur piscis, prandetur holus, decurritur spatium (“se cena un pescado, se come una verdura, se recorre un espacio”), de donde Terencio en Los hermanos, 308 Decurso iam spatio.

–––––––––– 305 Apolonio Díscolo trata sobre estos verbos que se construyen con objeto inanimado en III 152-3 (pp. 343-4), incluyendo en ese pasaje fundamentalmente verbos de movimiento o relacionados con la comida. 306 Verg., Aeneid. I 639 307 Juv., Sat. IV 10,177-8 308 Ter., Adelph.860.

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SOBRE LOS PASIVOS (133) Los pasivos, de forma transitiva, se construyen con ablativo o con dativo, como en doceor a te y tibi; uideor ab illo e illi (“soy enseñado por ti, soy visto por él”). 309 Lo mismo podemos decir de aquellos neutros o deponentes que tienen sentido pasivo, como uapulo a te, tibi exulo, nascor, patior (“soy golpeado por ti, soy desterrado, nazco, padezco”). También pueden construirse con un acusativo aquellos en los que la pasividad se produce por medio de objetos distintos, como doceor a te literas, pascor carnem, uituperor insipientiam (“soy instruido por ti en letras, soy alimentado de carne, soy criticado de imprudencia”). 310 Virgilio en Eneida IV, 311 Testor, cara, deos et te, germana, tuumque / Dulce caput, magicas inuitam accingier artes. E igualmente docenur, pascimur, uituperamur y accingimur (“somos enseñados, alimentados, criticados y armados”) con distintos complementos. 312 En cuanto a nasci y exulare se refieren a un único complemento, el del nacimiento y el del exilio.

–––––––––– 309 Lógicamente, si los pasivos son la variante de los activos desde el punto de vista de la acción, ya que el sujeto pasivo recibe la acción procedente de un agente, la construcción será nuevamente transitiva para Prisciano, ya que aparecen dos personas: el agente (dativo o ablativo) y el paciente (nominativo). 310 Hemos usado una traducción aproximada, si bien esa construcción de la pasiva con un objeto no es admitida en español, frente al inglés (I am given a present by you). 311 Verg., Aeneid. IV 492-3 312 Criticará Lorenzo Valla a Prisciano en este pasaje porque, en su opinión, no explica nuestro gramático cómo pueden significar lo mismo el verbo neutro pasco y el deponente pascor. Para Valla, pascor equivale a comedo y uoro, y rige acusativo, mientras que pasco va sin acusativo (Eleg. p.482).

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SOBRE LOS COMUNES 313

(134) Un verbo común, cuando significa acción, tiene la construcción de un verbo activo, y cuando significa pasión la de los pasivos, como criminor te y criminor a te, ueneror te y ueneror a te (“te acuso y soy acusado por ti, te venero y soy venerado por ti”). SOBRE LOS ABSOLUTOS 314

(135) Los verbos absolutos, ya tengan terminación activa o pasiva, forman una construcción completa con el nominativo, como Plato uiuit, Aristoteles deambulat, Socrates philosophatur; ego esurio, tu dormis, ille uolat (“Platón vive, Aristóteles pasea, Sócrates filosofa, yo paso hambre, tú duermes, él vuela”). Por su parte los reflexivos o autopasivos, llamados por los griegos ἰδιοπαθῆ, pueden construirse de forma absoluta como vemos en rubeo, horreo, tepeo, ferueo (“enrojezco, tiemblo, siento calor, ardo”) y pueden unirse también con ablativos, como en rubeo pudore, horreo frigore, tepeo austro, ferueo aestate (“enrojezco por el pudor, tiemblo por el frío, siento calor por el austro, ardo en verano”). Pero no sólo con éstos, sino con todos los verbos puede unirse un ablativo, cuando mediante él expresamos la causa de la acción o de la pasión, lo cual puede darse con todo tipo de verbos, como Plato uiuit anima (“Platón vive por su espíritu”), es decir per animam (“mediante su espíritu”); Aristoteles

–––––––––– 313 Son aquellos verbos que pueden tener significación activa o pasiva, aunque su forma es pasiva. 314 Apolonio trata este tipo de construcciones en III 149-155 (pp. 342-346).

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deambulat pedibus (“Aristóteles camina con los pies”), es decir per pedes (“mediante los pies”); Socrates philosophatur sapientia (“Sócrates filosofa con sabiduría”), es decir per sapientiam (“mediante su sabiduría”); igualmente horreo frigore (“tiemblo de frío”) es decir per frigus (“por el frío”). 315 (136) No es extraño que los absolutos puedan construirse con casos oblicuos, cuando también podemos encontrar transitivos que aparecen de manera absoluta, sobre todo en aquellas ocasiones en que, por su significado, indican un sentimiento, como en hic amat, ille luget, iste ridet (“éste ama, él sufre, ése ríe”). Por ejemplo Virgilio muestra pasividades anímicas de este tipo, como en el libro VI, 316 Hinc metuunt cupiuntque, dolent gaudentque; y también aquí 317 Lugentes campi; en el V, 318 Risit pater optimus; Terencio en Los Hermanos, 319 Amat: dabitur a me argentum, dum erit commodum.

–––––––––– 315 Esta apreciación de que el ablativo es un caso que puede construirse con cualquier verbo supone el que Prisciano está distinguiendo entre los casos aquéllos que son requeridos necesariamente por el significado del verbo (principalmente el acusativo), y aquellos otros que, como en este ejemplo el ablativo, o en otros el dativo, aportan una referencia accesoria o accidental que, por lo tanto, puede aparecer con cualquier verbo. Estamos en los orígenes de una clasificación casual que, retomada por gramáticos de las causas en el Renacimiento, llegará hasta la gramática estructural en el XX, o a la gramática generativa, dependencial o funcional en la actualidad (de ahí la distinción entre casos sintácticos y semánticos, actantes y circunstantes, etc.). 316 Verg., Aeneid. VI 733 317 Verg., Aeneid. VI 441. 318 Verg., Aeneid. V 358 319 Ter., Adelph. 118.

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(137) Estos mismos pueden construirse de forma transitiva con otros casos: amo clementiam, lugeo miseriam, rideo stultitiam (“amo la clemencia, lamento la miseria, me divierte la estupidez”). Los que no requieren casos oblicuos no tienen pasiva, como spiro, uiuo, nauigo, proficiscor (“respiro, vivo, navego, marcho”), aunque también éstos, de forma figurada, como hemos mostrado anteriormente, se construyen con casos oblicuos, como securam uiuit uitam (“vive una vida segura”); spirat y expirat animam (“respira y exhala el alma”); nauigo mare y nauigatur mare (“navego el mar y el mar es navegado”) y otros similares. En cambio, los que requieren algún caso y se construyen de forma transitiva, de manera que una acción pase a otra persona, sí tienen pasiva, como ferio Tryphonem (“hiero a Trifón”). Si interpretamos esta acción desde el punto de vista del que la recibe, se forma el verbo pasivo: ferior a te; uulnero hostem, uulneror ab hoste (”soy herido por ti; lastimo a un enemigo, soy lastimado por un enemigo”). 320 (138) Se excluyen unos pocos que, como hemos indicado, aunque sean activos y se construyan de forma

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Son éstos los pasajes fundamentales en los que Prisciano, siguiendo a Apolonio, está explicando la construcción de la frase partiendo del significado del verbo y de las necesidades de construcción que ese significado conlleva. En resumen, para él, cuando un verbo necesita expresar el paso de su acción a otra persona, tendríamos un verbo transitivo, que puede construirse también en pasiva. Pero, cuando por su significado, no necesita ese complemento (pues iría implícito en el propio significado verbal), la construcción es intransitiva o absoluta y, en principio, no admite construcción pasiva, a no ser que ese verbo absoluto aparezca con un acusativo figurado o expresivo (uiuo uitam), o bien aparezca en pasiva porque se expresa ese nomen cognatum o se sobreentiende en la llamada pasiva impersonal (uita uiuitur, uiuitur).

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transitiva hacia otra persona, sin embargo no tienen pasiva, porque falta este uso, como noceo tibi, facio te doctum (“te perjudico, te hago sabio”). Pero es que este verbo, en lugar de pasiva, tiene otro verbo correspondiente de forma igualmente activa, pero de significado pasivo: fio (“convertirse”). E igualmente noceo, maledico, benedico, inuideo (“daño, maldigo, bendigo, envidio”), aunque Horacio en su Arte poética, sí utilizó su pasiva con maestría: 321 Ego cur, adquirere pauca / Si possum, inuideor? Y él mismo unió también este verbo con acusativo además de con dativo en el I de las Epístolas, 322 Inuidet usum / Lignorum et pecoris tibi calo argutus et horti. (139) Sin embargo estos verbos, a imitación del griego, se construyen con dativo. Pues ellos dicen λυμαίνομαί σοι y λοιδορῶ σοι; Heródoto en el I, 323 λυμαινομένη τῷ νεκρῷ. En cambio todos los demás, con la excepción de los adquisitivos, los que comparan, indican superioridad o dependencia, expresan una acción que pasa del nominativo a otras personas de forma transitiva y, como hemos dicho, se construyen con acusativos, puesto que precisan de la existencia de dos personas tanto la del agente como la del paciente. Así: doceo te, doceor a te (“te enseño, soy enseñado por ti”). Pues el que recibe la acción y por lo tanto es paciente, pasa de construirse en acusativo, que es el que le correspondía, cuando el verbo iba en activa, a ir en nominativo en la pasiva, por

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Hor., Ars. 55-56. Hor., Epp. I 14, 41-42. Herod., Hist. I 214.

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ser el que recibe la acción intrínseca del verbo, aunque no siempre aparezca expresado. En cambio el agente pasa de nominativo a ablativo, como en erudio te, erudior a te; tango te, tangor a te (“te enseño, soy enseñado por ti; te toco, soy tocado por ti”). Y así los comunes tienen ambos tipos de construcción. (140) 324 La acción de los verbos, en unos casos, afecta al cuerpo, en otros al espíritu, en otros a ambos, y en otros a circunstancias externas. Así, al cuerpo: lauo te, tondeo, uulnero, sordido (“te lavo, te afeito, te hiero, te ensucio”); al espíritu: erudio, doceo, instituo, moneo, consulo, suadeo (“enseño, instruyo, instituyo, advierto, aconsejo, persuado”); a ambos: laedo, offendo, moueo, noceo, maledico, benedico, prouideo (“perjudico, ofendo, muevo, daño, maldigo, bendigo, preveo”); a circunstancias externas: dito, impero, subigo, domo (“me enriquezco, ordeno, someto, domo”). Hay otros comunes a todos los mencionados con anterioridad, como facio te doctum, formosum o felicem (“te hago docto, hermoso, feliz”). Encontramos también algunos que, a pesar de tener forma y construcción activa, sin embargo tienen significado pasivo, y por el contrario pasivos con significado activo, como timeo te y timeor a te; metuo te y metuor a te (“te temo y soy temido por

–––––––––– 324 Comienza aquí una larga serie de capítulos en los que Prisciano va agrupando los verbos por su significado y exponiendo su construcción. En Apolonio encontramos una serie semejante (III 158-190), si bien no se establecen los mismos grupos. En este caso, el capítulo que Apolonio dedica a distinguir entre verbos que indican una acción física, psíquica… es III 160 (p.348-9).

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ti; me inquieto por ti y tú estás inquieto por mí”); Lucano en el V, 325 Dum metuar semper terraque expecter ab omni. (141) Hay también otros que indican alabanza o crítica como cano, praedico, laudo, celebro, amplifico, uitupero, culpo, reprehendo, incuso, accuso, insimulo, succenseo (“canto, proclamo, alabo, celebro, amplifico, critico, culpo, reprendo, acuso, inculpo, reprocho, me enciendo”); otros se refieren a profesiones, como philosophor, poetor, architector, modulor, medicor (“filosofo, poetizo, construyo, entono, cuido”) y también medico (“curo”) y medeor (“me ocupo”). (Virgilio en II de Geórgicas, 326 Et senibus medicantur anhelis; y en I de Geórgicas, 327 Semina uidi equidem multos medicare serentes) 328. (142) Otros tratan sobre engaños, como fallo, decipio, eludo, induco, illicio, pellicio (“engaño, burlo, eludo, induzco, tiento, engatuso”); otros indican adquisición, superación, sometimiento o equiparación, 329 y se construyen con dativo, sea cual sea el tipo o la clase de verbo a la que pertenezcan, como laboro tibi, uigilo, propugno, largior, dono, muneror, indulgeo, praesto, praebeo, exhibeo, do, annuo, consentio, assentior, me-

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Luc., Phars. V 671 Verg., Georg. II 135. 327 Verg., Georg. I 193. 328 Estos ejemplos aparecen entre paréntesis en la edición de Keil, ya que se repiten al final del capítulo siguiente, de manera que pueden tratarse de una interpolación. 329 También Apolonio (III 174-5, pp.356-7) habla de verbos que indican dominio o sometimiento, si bien en griego estos verbos se construyen con genitivo, en vez de con dativo. 326

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deor tibi (“me esfuerzo por ti, vigilo, lucho, soy generoso, doy, regalo, me entrego, me presto, muestro, doy, acepto, consiento, asiento, cuido de ti”), medicor tibi, es decir “consigo salud para ti”. Sin embargo, se dice también medico, que conserva la construcción de los activos. Virgilio en II de Geórgicas, 330 Et senibus medicantur anhelis; y en el I, 331 Semina uidi equidem multos medicare serentes. (143) Terencio en Andria, 332 Eius labore atque eius dolore nato ut medicarer tuo; también con acusativo en Formión, 333 Quam scitum est eiusmodi parare in animo cupiditates,/ Quas, cum res aduorsae sient, paulo mederi possis. Moderor tibi y te (“te modero”): Salustio en La conjuración de Catilina, 334 Fortuna, cuius libido gentibus moderatur, aquí se sobreentiende cualquier objeto que sirva para felicidad o miseria de alguien; Lucano en el X, 335 Sideribus quaecumque fugam moderantur Olympi, moderantur equivale a regunt (“rigen”). (144) Maledico tibi (“hablo mal de ti”), Cicerón pro Deiotaro, 336 Eius enim nomine, optimi uiri nec tibi ignoti, maledicebat tibi. Benedico tibi, parco, tempero (“hablo bien de ti, soy parco, modero”), Virgilio en I de Geórgicas, 337 Iam sibi tum a curuis male temperat unda

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Verg., Georg. II 135. Verg., Georg. I 193. 332 Ter., Andr. 831. 333 Ter., Phorm. 821-2. 334 Sall., Catil. LI 25 335 Luc., Phars. X 199 336 Cic., Deiot. XII 33 337 Verg., Georg. I 360. 331

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carinis, cuando equivale a parco. Los hay que indican dominación o subordinación, como impero tibi (“mando sobre ti”). Virgilio en I de Geórgicas, 338 Exercetque frequens tellurem atque imperat aruis. (145) Regno tibi, dominor tibi, praecipio tibi, suadeo tibi, prouideo tibi, prospicio tibi, consulo tibi (“te rijo, te domino, te ordeno, te persuadeo, velo por ti, miro por ti, cuido de ti”). Pues consulo te es interrogativo y en ese caso tiene pasiva, al igual que tempero. De estos algunos también pueden ser adquisitivos. Indican subordinación seruio tibi, oboedio, pareo, ministro, misceo tibi, famulor (“te sirvo, obedezco, me someto, me entrego, me uno, estoy a tu servicio·). Son equiparativos luctor tibi, sermocinor, certo, loquor, altercor, inuideo tibi (“lucho, converso, combato, hablo, peleo, te envidio”), pues muchas veces se refiere a semejantes a los que les va bien, como vemos en Hesíodo, 339 Καὶ κτωχὸς πτωχῷ φθονέει καὶ τέκτονι τέκτων. (146) Los verbos desiderativos e inquisitivos se construyen con acusativo: quaero te (“te busco”), e igualmente inuenio, reperio, expecto, desidero, opperior, scrutor, sequor y sector, praestolor te y tibi (“encuentro, descubro, espero, deseo, atiendo, busco, sigo, persigo, aguardo”), pero este último, cuando se cons-

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Verg., Georg. I 99. Hes., Opp. et dier. 25 sigs.

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truye con dativo, tiene más bien significado de adquisición. Terencio en Eunuco, 340 Quem praestolare, Parmeno?; Cicerón en el I de las Invectivas, 341 Qui tibi ad forum Aurelium praestolarentur. Y los que indican posesión, es decir ἐπικράτεια: habeo, possideo, teneo, contineo, sustineo, seruo, custodio, tueor, tutor, defendo, prohibeo, arceo, impedio, implico, soluo, uinco, supero, domito, subicio, deicio (“tengo, poseo, domino, contengo, sostengo, conservo, guardo, cuido, protejo, defiendo, aparto, alejo, impido, enredo, libero, venzo, supero, domo, someto, echo”). (147) También los que indican respeto: colo te, honoro, adoro, erubeo, adulor te y tibi (“te cuido, honro, adoro, enrojezco, te adulo”). Y los que indican sospecha u opinión: suspicor, opinor, arbitror, existimo, reor (“sospecho, opino, pienso, creo, estimo”), que se construyen fundamentalmente con el infinitivo del verbo sustantivo y un acusativo, como en suspicor inimicum esse, opinor amicum esse, arbitror alacriter profuturum esse (“sospecho que es enemigo, opino que es amigo, pienso que va a actuar con ardor”). Pero se construyen también con otros infinitivos: opinor me intellegere e intellexisse Vergilium, existimo recte legere y legisse Ciceronem y otros similares (“opino que yo entiendo, y he entendido a Virgilio, creo leer y haber leído correctamente a Cicerón”). (148) 342 También los que indican voluntad se construyen con acusativo e infinitivo de otro verbo: uolo te

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Ter., Eunuch.975. Cic., In Cat. Or. I 9,24. Apolonio, Sintaxis III 163-4 (pp. 350-1).

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currere (“quiero que tú corras”); igualmente studeo, propero, cupio, affecto, festino (“me esfuerzo, apresuro, deseo, aspiro, acelero”), a no ser que el infinitivo sea de un verbo que debe unirse a otro caso, pues entonces, necesariamente, el infinitivo conserva también la construcción de su verbo, como en misereor tui, misereri tui uolo; noceo tibi, nocere tibi cupio; dignor te laude, dignari te laude cupio; mereor laudem, mereri laudem affecto (“me apiado de ti, quiero apiadarme de ti; te perjudico, deseo perjudicarte; te considero digno de alabanza, deseo que seas digno de alabanza; merezco alabanzas, aspiro a merecer alabanzas”). Pero si los verbos antes mencionados se unen con absolutos, entonces se construyen con acusativo, como en desidero uiuere filium, studeo te currere, propero me deambulare (“deseo que tu hijo viva, intento que corras, me apresuro a pasear”). (149) 343 De manera similar los interrogativos: interrogo te, rogo, stipulor (“te pregunto, te ruego, pido una estipulación”). Juvenal en el III, 344 Quantum uis stipulare, et protinus accipe, quid do,/ Ut totiens illum pater audiat. Sin embargo, con muchísima frecuencia, decimos stipulor abs te por interrogo te (“te pregunto”), como también quaero abs te (“inquiero de ti”). Cicerón en el II de sus Invectivas, 345 Quaesiui a Catilina, nocturno conuentu apud M. Laecam fuisset necne, por interrogaui Catilinam (“pregunté a Catilina”). Lo encontramos también con una construcción similar en la

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Apolonio, Sintaxis III 165 (p.351). Juv., Sat. III 7.165-6. Cic., Catil. Orat. II.6.12.

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transformación pasiva: stipulor a te por interrogor abs te (“soy preguntado por ti”). Suetonio en el libro IV De los Pretores lo utilizó con valor pasivo, 346 Minor uiginti quinque annorum stipulari non potest. Consulo, cuando es interrogativo, como hemos afirmado, se une lógicamente con acusativo, pero cuando es adquisitivo, con dativo. (150) Los verbos de lamento se construyen también con acusativo, como lugeo te, ploro, lacrimo, plango, queror te, o tibi (“estoy triste, lamento, lloro, deploro, me quejo a ti”, con el valor de apud te (“ante ti”). Virgilio en Bucólicas, 347 Dum queror et diuos, quamquam nil testibus illis / Profeci; Juvenal en I, 348 Nec quereris patri nec terram cuspide quassas? Donde se sobreentiende Romanos quereris apud patrem. (151) También los verbos de llamada: uoco te, imploro, clamo, nomino, nuncupo, inuoco, accerso (“te llamo, imploro, grito, nombro, designo, invoco, te hago venir”). Hay que destacar que, aquellos que no significan acción, sino más bien reflexividad, 349 sin embargo, puesto que son de voz activa, se construyen con acusativo, como trepido, horreo, formido, uito, fugio, recuso, excuso (“tiemblo, me erizo, temo, evito, huyo, me niego, me disculpo”). E igualmente metuo y timeo (“me asusto y temo”). En el caso de estos verbos, cuando aparecen en pasiva, significan acción y, por el contrario, cuando

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Suet., Praet. IV. Frag. t. III Verg., Eclog. VIII 19-20 348 Juv., Sat. I 2.130 349 Cfr. Apolonio Díscolo, Sintaxis III 166 (p.352) 347

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aparecen en activa, significan más bien pasividad, como timeor: timorem facio (“soy temido: causo temor”); timeo (“temo”) en cambio timorem patior (“padezco temor”). Lucano en el V, 350 Dum metuar semper terraque expecter ab omni; y en el I, 351 Fecunda uirorum / Paupertas fugitur, en lugar de fugam facit (“provoca una fuga”), es decir fugat (“pone en fuga”). Y lo mismo ocurre también con otros verbos similares. (152) 352 Los verbos de exhortación también se construyen con acusativo: excito, incito, hortor, moneo, agito, stimulo (“excito, incito, animo, advierto, muevo, estimulo”); igualmente, los de súplica, también con acusativo: oro, obsecro, obtestor, quaeso, litor, precor, supplico (“ruego, pido, conjuro, busco, sacrifico, impreco, suplico”). Pero éste no sólo se construye con acusativo, sino también con dativo. Así Terencio en Andria, 353 Huic supplicabo. Es, pues, más subjetivo que todos los demás de la misma especie. Es muy variada la construcción con acusativo: iuro, castigo, doceo, illido, calefacio, frigefacio (“juro, reprendo, enseño, burlo, caliento, enfrío”). (153) 354 Los relacionados con los sentidos, en griego, se construyen con genitivo, por indicar también cierta pasividad en la propia acción –ἀκούω σοῦ, ἅπτομαί σου, ὀσφραίνομαι, γεύομαι τοῦδε, αἰσθάνομαι–, con la excepción de uideo (“veo”) y otros similares, que

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Luc., Phars. V 671 Luc., Phars. I 165-6. 352 Cfr. Apolonio, Sintaxis III 167 (p.353). 353 Ter., Andr. 312. 354 Cfr. Apolonio, Sintaxis III 169-171 (pp.154-5). 351

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indican más acción que los de los demás sentidos. Nosotros en cambio los unimos con acusativo, de manera que también tienen transformación pasiva a partir de la activa, como audio te y audior a te; tango te y tangor a te; gusto y gustor; sentio y sentior (“te oigo, soy oído por ti; te toco, soy tocado por ti; gusto, soy gustado; percibo, soy percibido”). Y de manera similar casi todos los activos: impetro illam rem (“consigo aquel objeto”), porque también impetror (“soy conseguido”); patro y patror (“realizo y soy realizado”); curo y curor (“cuido y soy cuidado”); impedio e impedior (“obstaculizo y soy obstaculizado”); neglego y neglegor (“descuido y soy descuidado”). Los de separación o alejamiento se construyen con acusativo y ablativo, como en auerto illum hac re y ab hac re (“le alejo de aquel asunto”). (154) Igualmente pello, amoueo, torqueo, separo, dirimo, educo (“expulso, alejo, atormento, separo, echo, hago salir”) y otros simejantes. Virgilio en I de Eneida, 355 Nec posse Italia Teucrorum auertere regem; Cicerón en el libro V de sus Filípicas, 356 Ab urbe M. Antonii impetus in Galliam auertere; y en el III de sus Invectivas, 357 Quis tam auersus a uero? Y no es extraño que los verbos relacionados con los sentidos, aunque encierran algo de pasividad, se construyan con acusativo, pues también otros muchos, que son activos y neutros, a pesar de que en la propia acción que indican suponen que se padece algo, se construyen

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Verg., Aeneid. I 38. Cic., Philip. V 11.28. Cic., Cat. Or. III 9, 21

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también con acusativo, como amo, desidero, o ardeo (“amo, deseo, ardo”). Virgilio en las Églogas, 358 Formosum pastor Corydon ardebat Alexin. (155) Los neutros y deponentes, como hemos afirmado con anterioridad, si significan acción y expresan transitividad de una persona a otra, se construyen con acusativo, como facio te doctum, sequor hominem, miror, aspernor, suspicor, contemplor, conspicor (“te hago docto, sigo a un hombre, le admiro, desprecio, sospecho, contemplo, observo”), de manera que no es ilógico que los autores más antiguos también los usaran con valor pasivo, como hemos mostrado cuando hemos tratado sobre el verbo de manera más extensa. Pero si éstos mismos (es decir los neutros y deponentes) significan pasión, mantienen la construcción de los pasivos, es decir, se unen con ablativo y dativo, como fio a te doctus, uapulo ab illo, exulo, nascor, patior (“soy educado por ti, soy golpeado por él, desterrado, nazco, sufro”). (156) Con los mismos casos con los que se construye un verbo en indicativo, se construye también toda

–––––––––– 358 Verg., Eclog. II 1. Este ejemplo concreto de Virgilio será analizado una y otra vez en las gramáticas renacentistas, si bien habrá diferencias entre los autores, pues mientras que, por ejemplo, Linacro en el libro II de su De emendata structura, lo considera una enálage, al cambiar el uso de un verbo absoluto y utilizarlo como transitivo, el Brocense, incluyendo este ejemplo en la utilización sistemática y racional de la sintaxis, dirá que todos los verbos llevan siempre un acusativo, que puede expresarse normalmente o no, en función de las necesidades explicativas. En el caso de ardeo, ese acusativo se identifica con el propio sentimiento, ardorem, y por lo tanto no suele expresarse, a no ser que, por motivos estilísticos se identifique el sentimiento con la causa del sentimiento, que es lo que ocurre en ardebat Alexin (cfr. Sánchez Salor 2002: 387).

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la conjugación de este verbo, incluyendo participios y supinos. Así: amo illum, amans illum, amandi illum causa curro, amando illum uigilo, amandum est illos, amatum eo illum (“le amo, amándole, corro porque le amo, vigilo amándole, hay que amarles, voy a amarle”). Pues el que termina en –u se construye más bien con nominativo. Virgilio en III, 359 Nec dictu facilis nec uisu effabilis ulli. No debe extrañar que todos los verbos activos sean del tipo que sean, que signifiquen acción con una transición, se construyen en latín con acusativo, pues igualmente en ático, tanto en estos verbos como en otros muchos mantienen también la misma construcción. (157) 360 Por ello hemos considerado necesario recoger numerosos y variados ejemplos de todas las partes de la oración en autores de estas dos lenguas, pues podrán disfrutar y utilizar estos ejemplos con seguridad quienes se esfuerzan por destacar en el conocimiento de ambas. En latín curo illam rem (“me ocupo de ese asunto”), como vemos en Virgilio en I de Geórgicas, 361 Inuidet atque hominum queritur curare triumphos; Jenofonte en el I de sus Memorables,362 Ἀλλὰ καὶ τοὺς φροντίζοντας τὰ τοιαῦτα μωραίνοντας ἐπεδείκνυεν; y en

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Verg., Aneid. III 621 Desde aquí y hasta el final, encontramos una larga serie de ejemplos y construcciones en griego y latín, comparando o diferenciando usos en estas dos lenguas. Esta parte no se corresponde con ningún apartado en concreto de la Sintaxis de Apolonio Díscolo, y responde al interés de Prisciano por comparar construcciones y usos de ambas lenguas. 361 Verg., Georg. I 504 362 Jenof., Memor. I 1, 11. 360

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la misma obra, 363 Ταύτην γὰρ τὴν ἕξιν ὑγιεινήν τε ἱκανῶς εἶναι καὶ τὴν τῆς ψυχῆς ἐπιμέλειαν οὐκ ἐμποδίζειν ἔφη; Lucano en el IV, 364 Quo tempore primas / Impedit ad noctem iam lux extrema tenebras. (158) En latín decimos sentio illam rem (“percibo ese objeto”), con una construcción similar a la griega. Virgilio en el X, 365 Hoc patris Anchisae manes, hoc sentit Iulus; Isócrates en sus exhortaciones, 366 Ὅυτω γὰρ τὴν ἐκείνων τε διάνοιαν αἰσθήσει καὶ σαυτὸν οὐ καταφανῆ ποιήσεις. (159) En latín audio illum (“le escucho”); y así también en griego. Virgilio en el XII, 367 Audiat haec genitor, qui foedera fulmine sancit; Demóstenes en sus Filípicas, 368 Ὅταν δὲ πρὸς τὰ πράγματα ἀποβλέψω… καὶ ὅταν πρὸς τοὺς λόγους, οὓς ἀκούω. Patior illum (“lo soporto”), Lucano en el I, 369 Pellimur e patriis Laribus patimurque uolentes / exilium; Demóstenes sobre Ctesifón, 370 Ἐι μὲν ἴστε τοιοῦτον ὄντα, οἷον οὗτος ᾐτιᾶτο, οὐ γὰρ ἄλλοθι βεβίωκα ἢ παρ᾿ ὑμῖν, μηδὲ φωνὴν ἀνάσχησθε. (160) Memini illam rem e illius rei (“recuerdo aquel asunto”). Virgilio en Bucólicas, 371 Numeros memini, si

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Jenof., Memor. I 2, 4. Luc., Phars. IV 446-7. 365 Verg., Aeneid. X 534. 366 Isocr., Pros Demónicon Orat. 34. 367 Verg., Aeneid. XII 200. 368 Demosth., or. Olynth. III 1. 369 Luc., Phars. I 278-9. 370 Demosth., De corona or. 10. 371 Verg., Eclog. IX 45. 364

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uerba tenerem; y en el el libro IV de Eneida, 372 Nec meminisse pigebit Elissae; Demóstenes contra Esquines, 373 ἵνα τὴν ὅτε ἀδωροδόκητος ὑπῆρχε προαίρεσιν αὐτοῦ τῆς πολιτείας ἀναμνησθέντες, ὡς προβεβλημένη καὶ ἄπιστος ἦν πρὸς τὸν Φίλιππον; Homero en el último libro de Iliada, 374 Μνῆσαι πατρὸς σεῖο, θεοῖς ἐπιείκελ᾿ Ἀχιλλεῦ. (161) Impero tibi, ἄρχω σοῦ (“te ordeno”); Virgilio en I de Geórgicas, 375 Exercetque frequens tellurem atque imperat aruis; en ático, ἦρχεν Ἀθηναίοις. Εn latín: aufero tibi y a te (“te quito”). De manera similar eripio, adimo, amolior, amoueo (“arranco, saco, alejo, aparto”). Terencio en Formión, 376 Aufer mi oportet; Lucano en el V,377 Heu quantum fortuna umeris iam pondere fessis / Amolitur onus; Virgilio en II de Eneida, 378 Teque his, ait, eripe flammis; Homero en Iliada I, 379 αὐτὰρ ὁ τοῖσιν ἀφείλετο νόστιμον ἦμαρ, y sin embargo en el libro I de la Iliada aparece también con acusativo, 380 Μήτε σὺ τόνδ᾿… ἀποαίρεο κούρην. (162) En griego ἄχθομαι τόδε y τῷδε, y en latín también doleo illam rem e illa re (“me duele ese asunto”). De manera similar indignor (“me indigno”). Salustio en

–––––––––– 372

Verg., Aeneid. IV 335 Demosth., De falsa legat. Orat. 27 374 Hom., Iliad. XXIV 486. 375 Verg., Georg. I 99 376 Ter., Phorm. 223. 377 Luc., Pharsal. V 354-5 378 Verg., Aeneid. II 289. 379 Hom., Odys. I 9. 380 Hom., Iliad. I 275 373

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PRISCIANO, Sintaxis

La conjuración de Catilina, 381 Et quasi dolens eius casum; Virgilio en II de Eneida, 382 Et casum insontis mecum indignabar amici; y en I, 383 Nota tibi et nostro doluisti saepe dolore. Ausculto tibi y te (“te escucho”). En griego ἀκροῶμαι σοῦ y σέ; Esquines contra Ctesifonte, 384 Ὅι δὲ δικασταὶ ὥσπερ ἐπῳδὴν ἢ ἄλλο τι ἀλλότριον πρᾶγμα ἀκροώμενοι. (163) Terencio en Andria, 385 Pamphilumne adiutem an auscultem seni; en la misma obra, 386 Ausculta pauca: et quid ego te uelim et tu quod quaeris scies; y el yambo no podría ser de otra forma, porque es cuaternario, como afirma también Donato en su Comentario. Potior illius rei, illam rem e illa re (“me apodero de aquel objeto”). Cicerón en II de sus Invectivas, 387 Rerum potiri uolunt; Terencio en Los hermanos, 388 Ille alter sine labore patria potitur commoda; Virgilio en el I, 389 Egressi optata potiuntur Troes harena. (164) De manera similar en ático: ἀπήλαυσα τούτου, ἀπὸ τούτου y τοῦτο; Isócrates Sobre la Paz, 390 Καὶ κατ᾿ἀρχὰς μὲν ἀπολαύωσιν, ὧν ἂν λάβωσιν; y en el siguiente ejemplo, él mismo, 391 δέδοικα, μὴ πειρώμενος

–––––––––– 381

Sall., Catil. 40, 2 Verg., Aeneid. II 93 383 Verg., Aeneid. I 669. 384 Aesch., Adv. Ctesiph. Or. 192 385 Ter., Andr. 209. 386 Ter., Andr. 536. 387 Cic., in Catil. Orat. II.9.19 388 Ter., Adelph. 871. 389 Verg., Aeneid. I 172. 390 Isocr., De pace orat. 34. 391 Isocr., De pace orat. 81. 382

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ὑμᾶς εὐεργετεῖν αὐτὸς ἀπολαύσω τι φλαῦρον; Platón en la Apología de Sócrates, 392 Καὶ εἰ μέντοι τι ἀπὸ τούτων ἀπήλαυον. (165) En griego: ἀποστερούμενος τοῦτο y τούτου; de manera semejante, nosotros decimos pascor hanc rem y hac re (“me alimento de esta cosa”). Virgilio en II de Eneida, 393 Et miseros morsu depascitur artus; y en III de Geórgicas, 394 Pascuntur uero siluas et summa Lycaei; y este mismo autor en Bucólicas, 395 Frondibus hirsutis et carice pastus acuta. (166) Ἀπογινώσκω τούτων. Demóstenes en las Filípicas, 396 Ἐγὼ μὲν γὰρ ἡγοῦμαι Φίλιππον, οὔτ᾿εἰ τὰ πρῶτα βιασθεὶς ἄκων ἔπραξεν, οὔτ᾿ἂν εἰ νῦν ἀπεγίγνωσκε Θηβαίους, τοῖς ἐκείνων ἐχθροῖς συνεχῶς ἐναντιοῦσθαι; en latín despero illam rem (“desconfío de aquel asunto”). Lucano en el V, 397 Desperare uiam; Eurípides, 398 Οὐχ ἑσπέρας φάσ᾿, ἀλλὰ καὶ μεσημβρίας / Τούτους ἀφεστήκασιν ἡμέραν τρίτην; y en latín: absum tertium diem (“estoy fuera ya por tres días”). Ἀπέδρα με y ἀπέδρα μοῦ. Platón en Protágoras, 399 Ὁ γάρ τοι παῖς με ὁ Σάτυρος ἀπέδρα; Lucano en II, 400 Heu demens non te fugiunt, me cuncta secuntur. (167) Ἀπελθεῖν τὴν ὁδὸν y τῇ ὁδῷ dicen en griego. Nosotros también: ire uiam y uia (“andar el camino y

–––––––––– 392

Pl., Apolog. 18. Verg., Aeneid. II 215. 394 Verg., Georg. III 314. 395 Verg., Georg. III 231. 396 Demosth., Philip. II 16. 397 Luc., Pharsal. V 574. 398 Eur., frag. trag. Incompl CXCI Matth. 994. 399 Pl., Protag. II 4. 400 Luc., Pharsal. II 575. 393

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PRISCIANO, Sintaxis

por el camino”). Cicerón en la defensa de Murena, 401 Hanc uiam dico, ite uiam; Virgilio en IV de Eneida, 402 Longam incomitata uidetur / ire uiam. Ἀρτίως y ἄρτι, en griego, indican algo un poco anterior y presente. Eurípides en Hipólito Coronado, 403 Ἣν ἀρτίως ἔλειπον, ἣ φάος τόδε / Οὔπω χρόνον παλαιὸν εἰσεδέρκετο; Menandro en Epitrepontes, 404 Πρὸς ἐκείνην λέγεις, ἄρτι γὰρ νοῶ. (168) En latín utilizamos el adverbio modo con un significado similar en ambos tiempos. Terencio en Formión, 405 Modo apud forum – Meumne? Aquí utilizó modo equivaliendo a nuper (“recientemente”). Y en Εl Eunuco, 406 Modo ait, modo negat, por nunc ait, nunc negat (“ahora habla, ahora lo niega”); Donato, en el libro II de su Arte, acerca del nombre, afirma que normalmente utilizamos modo equivaliendo a nunc (“ahora”). 407 (169) Ellos Βαρύνομαι τούτου, ὑπὸ τούτου y τούτῷ. Sófocles en Filoctetes en Troya, 408 Ὀσμῆς μου ὅπως μὴ βαρυνθήσεσθέ μου por ὑπὸ τῆς ὀσμῆς; Cratino en Los ricos, 409 Μὴ ξυντυχίᾳ βαρυνόμενοι; grauor hanc rem y hac re (“me cansa este asunto”); Virgilio en el X, 410 Quid, si, quae uoce grauaris / Mente dares?

–––––––––– 401

Cic., Muren. XII 26 Verg., Aeneid. IV 467-8. Eur., Hipol. v. 904. 404 Men., Epitrep. Frg. VII t. IV, p.121. 405 Ter., Phorm. 198. 406 Ter., Eunuch. 714. 407 Donat., Ars gram. II 2.1 408 Soph., Filoct. Frag.630. 409 Cratin., Plut. En frag. VII. Com. Gr. Frag. II 110. 410 Verg., Aeneid. X 628 402 403

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Ellos: βασκαίνει αὐτὸν. Demóstenes sobre Ctesifonte, 411 Ὁ δὲ σιγήσας ἡνικα ἔδει λέγειν, ἄν τι δύσκολον συμβῇ, τοῦτο βασκαίνει; Virgilio en Bucólicas, 412 Nescio quis teneros oculus mihi fascinat agnos. Ellos: βουλομένοις ἐστὶν ἡμῖν. Demóstenes sobre Ctesifonte, 413 Τῆς δὲ πομπείας ταυτησὶ τῆς ἀναίδην ὕστερον, ἂν βουλομένοις ᾖ τουτοισί, μνησθήσομαι; Salustio en Jugurta, 414 Neque plebi militia uolenti putabatur. (170) La conjunción γάρ, en griego, la encontramos como causal, completiva 415 o confirmativa, como también entre nosotros. Homero 416 Οὐ μέν τις σχέδον ἐστι πόλις πύργοις ἀραρυῖα / Ἀλλ᾿ἐν γὰρ Τρώων πεδίῳ πύκα θωρηκτάων, / Πόντῳ κεκλιμένοι, ἑκὰς ἥμεθα πατρίδος αἴης; en efecto, sobra γάρ; Platón se expresó así en la batalla de Cántaro, 417 Ἐγὼ γὰρ ὑμῖν ἢν φράσω; Virgilio en el V, 418 Heu quianam tanti cinxerunt aethera nimbi? De manera similar encontramos enim (“en efecto”) en Los Hermanos de Terencio, 419 Enim uero non sinam; en ático dicen: Γελωτοποιῶ τόνδε. Terencio en Eunuco, 420 Quin… insuper scelus postquam ludificatus est uirginem.

–––––––––– 411

Demosth., De chor. Or. 189 Verg., Eclog. III 103. Demosth., De cor. Or.11. 414 Sall., Jug. 84.3 415 El término usado por Prisciano es repletiua. 416 Hom., Iliad. XV.737. 417 Pl., Canthari symmacchiae fr. I.; com. Gr. Fr. II.664.836 418 Verg., Aeneid. V 13 419 Ter., Adelph. 168. 420 Ter., Eunuch. 645-6. 412 413

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PRISCIANO, Sintaxis

(171) Ellos: γένει ποδαπὸς y γένος. Heródoto en el I, 421 Κροῖσος ἦν Λυδὸς μὲν γένος, παῖς δὲ Ἀλυάττεω; Demóstenes en el discurso sobre la exención de impuestos…, 422 Ἔστι γὰρ γένει μὲν ὁ Λεύκων δήπου ξένος; Virgilio en el V, 423 Cressa genus Pholoe geminique sub ubere nati; y en el VIII, 424 Qui genus? Unde domo? Pacemne huc fertis an arma? Salustio en La conjuración de Catilina, 425 Haec mulier genere atque forma, praeterea uiro atque liberis satis fortunata fuit. En griego usan la conjunción γὲ con el valor de γάρ y de γοῦν, al igual que en latín utilizamos at, uel y aut por et (“y”) y por saltem (“al menos”); y uel también por ualde (“muy”). Ellos dicen: φίλος αὐτοῦ y αὐτῷ, igualmente: προσήκων, ξένος, συγγενής, ἀδελφός, ἀδελφιδοῦς y otros ejemplos similares. También nosotros similis illius e illi, affinis, cognatus, hospes, necessarius, frater, fratruelis (“semejante a él, cercano, familiar, huésped, amigo, hermano, primo hermano”), etc. (172) Δεῦρο se utiliza en griego como verbo o como adverbio, al igual que, en latín, age y agite (“venga, vamos”). Virgilio en el VIII, 426 Quare agite, o iuuenes; en el IV, 427 Heia age rumpe moras, uarium et mutabile semper / Femina; e igualmente, 428 Ehodum ad me.

–––––––––– 421

Herod., Hist. I.6 Demosth., adv. Lept. Or. 30. 423 Verg., Aeneid. V 285. 424 Verg., Aeneid. VIII 114. 425 Sall., Catil. 25 2 426 Verg., Aeneid. VIII 273. 427 Verg., Aeneid. IV 569-70. 428 Ter., Andr. 184. 422

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Δεκαπέντε y πεντεκαίδεκα; nosotros, en cambio: quindecim y decem et quinque (“quince”); sin embargo Livio, con frecuencia, lo utiliza también sin conjunción: septemdecem y decemseptem (“setenta” y “diecisiete”). Entre ellos, también encontramos la conjunción Δή tanto con valor completivo como con valor confirmativo. Tucídides, 429 Κίνησις γὰρ αὕτη μεγίστη δὴ τοῖς Ἕλλησιν ἐγένετο, al igual que, entre nosotros, uero y autem (“realmente” y “también”). Salustio en Catilina, 430 Verum enim uero is demum mihi uiuere atque frui anima uidetur; Terencio en Los hermanos, 431 Hoc autem angiportum non est peruium; Cicerón en los Pronósticos, 432 Ast autem tenui quae candet lumine phatne. (173) Igualmente, nam, enim, y ergo no sólo aparecen como conjunciones causales e ilativas, sino también como completivas y confirmativas, aparecen situadas antes o después como δή en griego. Ἐξ ἐμέθεν, ἐκ σέθεν, ἐξ ἕθεν, ἐξ οὐρανόθεν. Homero, 433 Ἐξ ἐμέθεν γάρ φασι κάκ᾿… / κρεμάσαντες. Por eso en latín utilizaron ablativos en todos estos complementos, porque la preposición no se coloca delante de adverbios sin formar compuestos: a me, a te, a se, a caelo (“de mí, de ti, de él, del cielo”). Y, puesto que un caso de este tipo, en griego, se pone en una comparación sin preposición, los nuestros también imitaron esa construcción. Homero, 434 Οὐ γὰρ ἕθεν ἐστὶ χερείων; en

–––––––––– 429

Thucid., Hist. I 1. Sall., Catil. II. 9. 431 Ter., Adelph.578. 432 Cic., Prognost.XVI 16. 433 Hom., Odys. I 33. 434 Hom., Iliad. I 114. 430

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PRISCIANO, Sintaxis

efecto, las preposiciones anteceden a los adverbios formando compuestos: ἐξὸν por ἐξουσίας οὔσης; Lucano en el VII, 435 Omnia maiorum uertamus busta licebit; esto es si licentia erit. (174) En griego encontramos preposiciones geminadas. Isócrates en el Eginético, 436 Ὁρῶν τὴν μητέρα τὴν ἑαυτοῦ καὶ τὴν ἀδελφὴν ἐκ μὲν τῆς πατρίδος ἐκπεπτωκυῖαν; Esquines,437 Ἐξορμήσας ἐκ τῆς πόλεως; Terencio en Andria,438 Adeon ad eum; Cicerón en I de Catilinarias,439 Egredere ex urbe, Catilina, iubet consul. Ἐξέρχεται τοῦδε y τόδε; Virgilio en XI,440 Et uim uiribus exit; Lucano en el VIII, 441 Exeat aula, / Qui uult esse pius; Solino, 442 Postquam Tatius hominem exiuit. Ellos: ἐξαιτούμενος τόνδε y τοῦδε; Terencio en Andria, 443 Et cum eo hanc iniuriam expostulem? (175) Ellos: ἐξαρκεῖ αὑτοῖς τόδε πεποιηκόσιν y πεποιηκέναι; nosotros: sufficit illis pransis esse o prandisse (“les basta haber comido”). Parece que es semejante: fieri opus est y facto opus est; dici opus est y dicto opus est; pugnari opus est y pugnato opus est (“es necesario que se haga; es necesario que se diga; es necesario que se luche”); y es que, al igual que en las construcciones griegas, también en las latinas los participios

–––––––––– 435

Luc., Pharsal. VII 855. Isocr., Aeginet. 23. 437 Aesch., Adv. Ctesip. Orat, 209. 438 Ter., Andr.639. 439 Cic., In Cat. Or. I 8,20. 440 Verg., Aeneid. XI 750 441 Luc., Pharsal. VIII 493-4. 442 Solin., Polyhist. I 21. 443 Ter., Andr. 639. 436

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aparecen en lugar de infinitivos. Así Salustio en Catilina, 444 Nam et priusquam incipias, consulto, et ubi consulueris, mature facto opus est. Esta construcción es apropiada con participios de significación pasiva o absoluta. Ἐξέστην τόδε y τῷδε; Demóstenes en el discurso sobre la exención de impuestos, 445 ὑπὲρ δὲ δόξης οὐδένα ποτὲ κίνδυνον ἐξέστησαν; Aristófanes en Las Ranas, 446 Εὐφημεῖν δεῖ κἀξίστασθαι τοῖς ἡμετέροις χοροῖσιν; semejante a esto es: propugno tibi y te (“combato por ti”). Estacio en II de Tebaida, 447 Hostili propugnans pectora parma. (176) A la conjunción εἰ, que equivale a ἐάν, en griego, le responde tanto ἐάν como εἰ en una estructura distributiva. En lugar de ambas, en latín, se utiliza si, aunque con frecuencia en la segunda parte de la distribución aparece sin. Por ejemplo Virgilio en II de Geórgicas, 448 Sin has naturae non possim accedere partes; y en I, 449 Sin ortu quarto, namque is certissimus auctor, / Lucidus orbis erit. En griego tanto ἐάν, como ὅπως y ἵνα se construyen con frecuencia con optativos (Platón en Gorgias, 450 Ὥστ᾿ εἴ μοι καὶ τὴν ἡμέραν ὅλην ἐθέλοιτε διαλέγεσθαι, χαριεῖσθαι; y Homero, 451 Αἴ κέ μοι ὣς μεμαυῖα

–––––––––– 444

Sall., Catil. I. 6. Demosth., Adv. Lept. Or.10. 446 Aristof., Ran. 354. 447 Stat., Theb. II 584. 448 Verg., Georg. II 483. 449 Verg., Georg. I 432. 450 Pl., Gorg. 13 32 451 Hom., Odys. XIII, 389 e Iliad. VIII 287. 445

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PRISCIANO, Sintaxis

παρασταίης, γλαυκῶπι./ Αἴ κέν μοι δῴη Ζεὺς αἰγίοχος καὶ Ἀθήνη). De manera similar se usa en latín si, que equivale, como hemos dicho, tanto a la conjunción griega εἰ como a ἐάν. En cuanto a dum y ut, cuando equivalen a ὅπως o ἵνα, aparecen unidas tanto a optativo como a subjuntivo. Virgilio en el VI, 452 Si nunc se nobis ille aureus arbore ramus / Ostendat; y en el I,453 Multa quoque et bello passus, dum conderet urbem; Terencio en Formión, 454 Ut illum di deaeque omnes perduint, en lugar de perdant. (177) Ἑαυτοῦ es propiamente de tercera persona, pero sin embargo también aparece unido a la primera y a la segunda. Menandro, 455 Ἵν᾿οὐχ αὑτῷ παρετράφην, ἀλλά σοι, τουτέστιν “οὐκ ἐμαυτῷ”. En latín, se utiliza ipse, como en griego αὐτός, también para la primera y la segunda persona; en cambio sui no aparece sino como de tercera persona. Virgilio en II de Eneida, 456 Quaeque ipsa miserrima uidi. Ellos dicen ἑαυτοὺς ἀδικοῦσι por ἀλλήλους. Tucídides en III, 457 Ἡμέρας θ᾿ὑπομιμνήσκομεν ἐκείνης, ἐν ᾗ τὰ λαμπρότατα μεθ᾿ἑαυτῶν πράξαντες, νῦν ἐν τῇδε τὰ δεινότατα κινδυνεύομεν παθεῖν; Demóstenes en su defensa de Ctesifonte, 458 Πάντας συνέκρουεν καὶ πρὸς ἑαυτοὺς ἐτάραττεν.

–––––––––– 452

Verg., Aeneid. VI 187-8. Verg., Aeneid. I 5 454 ter., Phorm. 976. 455 Men., Inc. Fab. Frag. CCXXXIII. 456 Verg., Aeneid. II 5 457 Tucid., Hist. III 59. 458 Demosth., De cor. Or. 19. 453

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(178) En latín, en su lugar, se usa inter se (“entre sí”). Virgilio en I de Eneida, 459 Artificumque manus inter se operumque laborem / Miratur; Terencio en Los Hermanos, 460 Video amare inter se; Cicerón en I de Catilinarias, 461 Nefario scelere inter se coniunctos. Ego se une a la primera persona del verbo para reforzar la significación tanto en latín como en griego. Demóstenes contra Androcio, 462 Τὸν πατέρα, ὡς ἀπέκτονα ἐγώ, τὸν ἐμαυτοῦ; Virgilio en IV de Eneida, 463 Ego te, quae plurima fando / Enumerare vales, nunquam, regina, negabo / Promeritam; pero si se añade también ipse, se refuerza el énfasis y el significado. Virgilio en el V, 464 Ipse ego paulisper pro te tua munera inibo. (179) [Iuxta y prope (“junto a” y “cerca”) se construyen con acusativo y con dativo] 465 Platón en el XII de Las leyes, 466 Νῦν δ᾿ὅ τι τούτων ἐγγύτατα φιλοψυχίας ἕνεκα; Lisias sobre la herencia de Agesandro, 467 Τοῖς ἐγγύτατα γένους συνῴκουν; Platón en el IX de las Leyes, 468 Ὁ τοῦ τελευτήσαντος γένει ἐγγύτατος; Virgilio en

–––––––––– 459

Verg., Aeneid. I 455-6. Ter., Adelph. 828. 461 Cic., In Cat. Or. I 13.33. 462 Demosth., Adv. Androt. Or. 2. 463 Verg., Aeneid. IV 333-5. 464 Verg., Aeneid. V 846. 465 Esta frase aparece entre corchetes en la edición de Keil, por sus variantes en los diferentes manuscritos. 466 Pl., Leg. XII 2. 467 Lysias, Frag. Orat. V 2. 468 Pl., Leg. IX.8. 460

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el VIII, 469 Est ingens gelidum lucus prope Caeritis amnen; y también allí, 470 Propiusque periclo / It metus; Cicerón en la Defensa de Milón, 471 Proxime Deos accessit Clodius. (180) En griego se dice: ἔγγιστα τόσων, τόσοις y τόσοι; Jenofonte en Agesilao, 472 Ἐκεῖνος τοίνυν, ἀγγελίας μὲν ἐλθούσης αὑτῷ, ὡς ἐν τῇ ἐν Κορίνθῳ μάχῃ ὀκτὼ μὲν Λακεδαιμονίων, ἐγγὺς δὲ μυρίων τεθνᾶσι τῶν πολεμίων; y en Hiparco, 473 Καὶ ἡ πόλις ἀνέχεται δὲ δαπανῶσα ἐγγὺς τετταράκοντα τάλαντα; Alceo en Endimión, 474 Ὁτιὴ σχεδόν τι μῆνας ἐγγὺς τρεῖς ὅλους / Φρουρῶ τὸν Ἐνδυμίωνα; Salustio en la Conjuración de Catilina, 475 Quod tamen uitium propius uirtutem erat; y en Iugurta, 476 Propius mare Africum agitabant; Virgilio en I de Geórgicas, 477 Propius stabulis armenta tenerent; y en IV, 478 Neu propius tectis; o en III, 479 Et faciem tauro propior. (181) Y es que, en latín, no se construyen bien con genitivo ni las preposiciones ni los adverbios que se utilizan en lugar de preposiciones, con la excepción de tenus (“hasta”), que en Virgilio aparece unido tanto a un

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Verg., Aeneid. VIII 597. Verg., Aeneid. VIII 556-7. 471 Cic., pro Mil. Or. 22,59 472 Xenoph., Ages. VII 5. 473 Xenoph., Hipparch. I 19. 474 Alc., Endym. Fr. I. 475 Sall., Catil. 11.1. 476 Sall., Iugurth. 18,9. 477 Verg., Georg. I 355. 478 Verg., Georg. IV 47 479 Verg., Georg. III 58. 470

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ablativo como a un genitivo. Así, en III de Eneida, 480 Pube tenus, postrema immani corpore pistrix, y en III de Geórgicas, 481 Et crurum tenus a mento palearia pendent. Ἐγκώμιον κατὰ τούτου. Demóstenes en Filípicas, 482 Ὃ καὶ μέγιστόν ἐστιν καθ᾿ ἡμῶν ἐγκώμιον, ἄνδρες Ἄθηναῖοι. En latín también se utiliza con frecuencia una construcción de este tipo, como laudem dico in te (“te digo un elogio”). Persio, 483 Siue opus in mores, in luxum, in prandia regum / Dicere. (182) Los griegos usan ἔγκύκλια acerca de cosas probables y de muy poco valor. Dinarco en el discurso contra Poliecto, 484 Ἀνθρώπου καὶ μισθωτοῦ καὶ πάντα τὰ ἐγκύκλια ἀδικήματα ἠδικηκότος. A partir de esto, los romanos dicen: in ordinem redactus est, es decir “integrado entre los viles y despreciables”. Livio en el XXV de su Historia de Roma desde su Fundación, 485 Tribuni plebis in ordinem redacti, con el significado de que eran muy poco valorados. A partir de aquí, también se dice extra ordinem con el significado de “eminentes”. En ático: ἐγχειρητικώτερος ἀρετῆς; Jenofonte en IV de Helénicas, 486 Ἢν δὲ οὗτος ἀνὴρ εὔχαρίς τε οὐδὲν ἧττον τοῦ Θίβρωνος, μᾶλλον δὲ συντεταγμένος καὶ

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Verg., Aeneid. III 427. Verg., Georg. III 53. 482 Demosth., Philipp. II 10. 483 Pers., Sat. I 67-8. 484 Dinarchi adv. Polyeuctum or. I. fr.3. 485 Liv., Ab urb.condit. XXV, 3.19. 486 Xenoph. Hist.Gr. IV 8,22. 481

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ἐγχειρητικώτερος ἀρετῆς; Virgilio en X, 487 Quem tamen haud expers Valerus uirtutis auitae / Deiecit. (183) De manera similar decimos experiens causarum (“conocedor de las causas”). Y casi todos los participiales de presente suelen construirse con genitivo: amans illius (“amante de él”) e igualmente patiens, fidens, fugitans (“sufridor, confiado, huidor”). Terencio en Formión, 488 Erus liberalis est et fugitans litium; Virgilio en II de Geórgicas, 489 Et patiens operum paruoque assueta iuuentus. En griego dicen ῎Εδοξεν αὐτῷ τόδε πράξαντι τόδ᾿ ἐπεξεργάσασθαι, e igualmente: ῎Εδοξεν αὐτῷ τόδε πράξαντα τόδ´ ἐπεξεργάσασθαι. Heródoto en el I, 490 Εἴτε καὶ αὐτῷ ἔδοξε πέμψαντι εἰς Δελφοὺς τὸν θεὸν ἐπερέσθαι. También en latín: placet illi uincenti triumphare y placet illi uincentem triumphare (“le agrada a él, vencedor, disfrutar el triunfo” y “le agrada disfrutar el triunfo venciendo”). (184) Y utilizan también ἔις por ἐν. Aristófanes en Las Avispas,491 Νύκτωρ κατέκλινεν αὐτὸν εἰς Ἀσκληπιοῦ, y Tucídides en el I, 492 Kαθεξόμενοι εἰς τὸ Ἥραιον ἱκέται; Jenofonte en el Económico, 493 εἰ μή γε φανείης, ἔφη, καὶ ἐις τοῦτο ταὐτὰ ἐμοὶ ἐπιστάμενος; y Heródoto, 494 Τόν θρόνον, εἰς τὸν προκαθίζων ἐδίκαζεν. Con

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Verg., Aeneid. X 752-3. Ter., Phorm. 623. 489 Verg., Georg. II 472. 490 Herod., Hist. I19 491 Arist., Vesp. 123. 492 Thucid., Hist. I 24. 493 Jenoph., Oecon. XVIII 1. 494 Herod., Hist. I 14 488

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frecuencia, también en latín imitan esa construcción poniendo la preposición in con acusativo en lugar de con ablativo, aunque colocada antes de un acusativo equivale al griego εἰς (“hacia”), y con ablativo a ἐν (“en”). (185) Terencio en Eunuco, 495 In quem exempla fient?, equivaliendo a in quo; este mismo autor en Los Hermanos, 496 Vereor in os te laudare amplius, con el valor de in ore. Cicerón en I de Catilinarias, 497 Si minus in praesens tempus… at in posteritatem inpendeat; Tucídides I, 498 Καὶ τότε αἰςθάνοιντο αὐτοὺς μέλλοντας καὶ ταύτῃ κωλύσειν. Isócrates en sus discursos, 499 Οὕτω γὰρ τὴν ἐκείνων διάνοιαν αἰσθήσει καὶ σαυτὸν οὐ καταφανῆ ποιήσεις; Lucano en el IV, 500 Non sentiet ictus; Virgilio en IV de Eneida, 501 Sensit enim simulata mente locutam. (186) Demóstenes en III de Filípicas, 502 Ὅταν τε εἰς τὰ πράγματα ἀποβλέψω καὶ ὅταν εἰς τοὺς λόγους, οὓς ἀκούω; Virgilio en Bucólicas, 503 Audiat haec tantum uel qui uenit ecce Palaemon; y en XII, 504 Audiat haec genitor, qui foedera fulmine sancit. (187) En latín no se pueden unir los verbos citados sino con acusativo: sentio illum, audio illum (“le siento, le escucho”), al igual que curo, patior, impetro, impedio

–––––––––– 495

Ter., Eunuc. 948 Ter., Adelph. 269. Cic., in Catil. Or. I.9.22. 498 Thucid., Hist. I 107. 499 Isocr., adv. Demonicum or. 34. 500 Luc., Pharsal. IV 277. 501 Verg., Aeneid. IV 105. 502 Demosth., or. Olynth. III 1. 503 Verg., Eclog. III 50. 504 Verg., Aeneid. XII 200. 496 497

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PRISCIANO, Sintaxis

(“me ocupo, siento, consigo, impido”), que en griego suelen construirse con genitivo o con dativo. Isócrates en el Panegírico, 505 Οὐκ ἀμνημονῶν οὔτε ἐκείνων; Demóstenes en Filípicas, 506 Οὔτε ἀμνημονεῖ τοὺς λόγους οὔτε τὰς ὑποσχέσεις, ἐφ᾿ αἷς τῆς εἰρήνης ἔτυχεν; Virgilio en IV de Eneida, 507 Nec meminisse pigebit Elissae; y en Bucólicas, 508 Numeros memini, si uerba tenerem; Isócrates en Archidamo, 509 Ἐνθυμηθέντες, ὅτι κάλλιόν ἐστιν ἀντὶ θνητοῦ σώματος ἀθάνατον δόξαν ἀντικαταλλάξασθαι; Demóstenes en la epístola sobre su regreso, 510 Οὔτ᾿ ἐνηλλαξάμην ἀντι ταύτης ὀυδέν. (188) Salustio en Jugurta, 511 Pro metu repente gaudium mutatur, es decir “el miedo se transformó en alegría”; Horacio en I de Odas, 512 Saepe Lucretilem / Mutat Lycaeo, en lugar de Lycaeum mutat Lucretili; Demóstenes en el discurso sobre la falsa embajada, contra Esquines, 513 Οὔτε τῶν τὰ τρόπαια καὶ τὰς ναυμαχίας λεγόντων ἀνέξεσθε; él mismo a favor de Ctesifonte, 514 Εἰ μὲν ἴστε με τοιοῦτον ὄντα, οἷον οὗτος ᾐτιᾶτο, –οῦ γὰρ ἄλλοθί που βεβίωκα ἢ παρ᾿ ὑμῖν,– μηδὲ φωνὴν ἀνάσχησθε; Lucano en el I,515 Patimurque uolentes /

–––––––––– 505

Isoc., Paneg. 144. Demosth., Philipp. Or. II 12. 507 Verg., Aeneid. IV 335. 508 Verg., Eclog. IX 45. 509 Isoc., Archidam. 109. 510 Demosth., De reditu suo ep. p.1468 R.956 B-S. 511 Sall., Iug. 53, 8. 512 Hor., Carm. I 17,1-2. 513 Demosth., De falsa leg. Or. 16. 514 Demosth., De cor. Or. 10. 515 Luc., Pharsal. I 278-9. 506

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Exilium. Y no de otra manera se expresan los autores latinos. Homero, 516 Εἴριά τε ξαίνειν καὶ δουλοσύνην ἀνέχεσθαι, Jenofonte en I de sus Memorables, 517 Ἀλλὰ καὶ τοὺς φροντίζοντας τὰ τοιαῦτα μωραίνοντας ἐπεδείκνυεν; Virgilio en Bucólicas, 518 Amor non talia curat. Y no nos expresamos de otro modo. (189) En latín: impedium illum (“le obstaculizo”). Jenofonte en la misma obra, 519 Ταύτην γὰρ τὴν ἕξιν ὑγιεινήν τε ἱκανῶς εἶναι καὶ τὴν τῆς ψυχῆς ἐπιμέλειαν οὐκ ἐμποδίζειν ἔφη; Lucano en el IV, 520 Quo tempore primas / Impedit ad noctem iam lux extrema tenebras. Y así todos los autores. Potior illius, illum o illo (“me apodero de él”). Esquines Telaug., 521 Τῆς σῆς διανοίας σπουδαίας γενομένης ἀγαθόν τι ἀπολαυσώμεθα; él mismo, 522 Καὶ Σόλωνος, ἔφην ἐγώ, τοῦ τοὺς νόμους θέντος ὁμοίως κατατεθνεῶτος ἔτι καὶ νῦν μεγάλα ἀγαθὰ ἀπολαύομεν; Terencio en Los Hermanos, 523 Ille alter sine labore patria potitur commoda; Cicerón en Catilinarias ΙΙ, 524 Rerum potiri uolunt; Virgilio en I, 525 Optata potiuntur Troës harena.

–––––––––– 516

Hom., Odys. XXII 423. Xenoph, Memorab. I 1, 11. 518 Verg., Eclog. X 28. 519 Xenoph., Memorab. I 2.4. 520 Luc., Pharsal. IV 446-7. 521 Aeschinis Socratici Telaugis dial. Fr.una cum proxime sequenti ab I.F. Fischero omissum adnotante Welchero opp. Min. I 423 adv.19. Cfr. GLK III, 297. 522 Aeschinis Socr. Taelaug. Fr. Cf. Adu.ad lin.9 523 Ter., Adelph. 871. 524 Cic., In Catil. Or. II 9,19. 525 Verg., Aeneid. I 172. 517

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PRISCIANO, Sintaxis

(190) Decimos impetro illam rem (“consigo aquel asunto”), como en ático. Éupolis en Los pueblos, 526 Λέγε τοῦ᾿ πιθυμεῖς, καὶ οὐδὲν ἀτυχήσεις ἐμοῦ; él mismo en Los de Prospaltes, Πάντα γὰρ τυχὼν ἄπει. Prospicio y prouideo illi e illum (“miro y velo por él”). Esquines en el discurso contra Ctesifonte, 527 Ὁ μηδεπώποτε μήτε τοὺς πολεμίους ἀντιβλέψας; Virgilio, 528 Prospexit longe uenientem; y en I, 529 Et alto prospiciens; Terencio en Hécira, 530 Tibi prospexi. Memini illius rei e illam rem (“me acuerdo de aquel asunto”). Demóstenes en el discurso contra Esquines, 531 Ἵνα τὴν ὄτε ἀδωροδόκητος ὑπῆρχεν προαίρεσιν αὐτοὺ τῆς πολιτείας ἀναμνησθέντες, ὡς προβεβλημένη καὶ ἄπιστος ἦν πρὸς τὸν Φίλιππον; Homero en Iliada, 532 Μέμνημαι τόδε ἔργον ἐγὼ νέον, οὔτι πάρος γε; Virgilio en IV, 533 Nec meminisse pigebit Elissae; y en Bucólicas, 534 Numeros memini, si uerba tenerem. (191) Attinet ad illam rem, ἀνήκει πρὸς τόδε (“interesar un asunto”). Lisias en el discurso sobre el asesinato de Mición, 535 Καὶ πρὸς ἓτέρας αἰτίας ἀνήκειν δοκοῦντα παραλελείψεται; Terencio en Eunuco, 536 Scin

–––––––––– 526

Eupol. Demorum fr. XXV. Aesch., In Ctes. Or. 151. 528 Verg., Aeneid. VII 288-9. 529 Verg., Aeneid. I 126-7. 530 Ter., Heaut 961. 531 Demosth., De falsa legat. Orat. 27. 532 Hom., Iliad. IX 527. 533 Verg., Aeneid. IV 335. 534 Verg., Eclog. IX 45. 535 Lys. Adv. Micin. Or. XC fr.4. 536 Ter., Eunuch. 745. 527

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tu turbam hanc propter te esse factam? Et adeo ad te attinere hanc omnem rem? Ἄξιοι μισεῖσθαι τῇ πόλει dice Hipérides en el discurso sobre Pasicles. 537 En lugar de esto, en latín se dice: dignus est odio esse urbi y dignus est qui odio sit urbi (“ser digno de ser odiado por la ciudad”). Virgilio, 538 Dignus patriis qui laetior esset / Imperiis et cui pater haud Mezentius esset. Ellos dicen: Ἀπήγγειλα πρὸς τὴν βουλὴν y τῇ βουλῇ. Cicerón en Verrinas dice, 539 Nuntio tibi hodiernis comitiis te esse absolutum. (192) Ellos: ἀπέχομαι τούτου y τοῦτο. También nosotros: abstineo illius, illum e illo (“me abstengo de ello”). Platón en I de La República, 540 Οὐκ ἀπεσχόμην τὸ μὴ οὐ διὰ τούτων ἐλθεῖν; y en el libro II, 541 Καὶ θέλοι ἀπέχεσθαι τῶν ἀλλοτρίων; Terencio en Los hermanos, 542 Non manum abstines, mastigia? Horacio en III de Odas, 543 Mox ubi lusit satis, abstineto/ dixit, irarum calidaeque rixae; Virgilio en VII, 544 Abstinuit tactu pater auersusque refugit / Foeda ministeria; Demóstenes, 545 Καὶ περιῆν Θηβαίοις τεθνάναι τῷ δέει τὸν

–––––––––– 537

Hyper., Or. XL fr.2. Verg., Aeneid. VII 653-4. 539 Cic., In Verr. Or. I 7.19 540 Pl., Reip. I 24 541 Pl., Reip. II 3. 542 Ter., Adelph. 781. 543 Hor., Carm. III 27, 69-70 544 Verg., Aen. VII 618-9. 545 Demosth., De falsa legat. 81. 538

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PRISCIANO, Sintaxis

Φίλιππον. Similar a esta es la construcción de Virgilio, 546 Fremit arma iuuentus; y en Bucólicas, 547 Formosum pastor Corydon ardebat Alexin. (193) En ático dicen: Ἀποστερούμενος τοῦτο y τούτου. Similar a esto es: pascitur illam rem o illa re (“se alimenta de esta cosa”). Virgilio en II de Eneida, 548 Et miseros morsu depascitur artus; y en III de Geórgicas, 549 Pascuntur uero siluas et summa Lycaei; en la misma obra, 550 Frondibus hirsutis et carice pastus acuta; e igualmente en Bucólicas, 551 Hinc tibi, quae semper, uicino ab limite saepes/ Hyblaeis apibus florem depasta salicti. (194) Horacio en III de Odas, 552 Me nunc Thressa Chloë regit / Dulces docta modos et citharae sciens; Homero, 553 Πολέμων εὖ εἰδώς; Eurípides, 554 Οὐχ ἑσπέρας φάσ᾿, ἀλλὰ καὶ μεσημβρίας / Τούτους ἀφεστήκασιν ἡμέραν τρίτην. Semejante a éstas es la construcción virgiliana del libro VIII, 555 Parte alia Marti currumque rotasque uolucres / Instabant; este mismo autor lo unió a un dativo en el libro I de Eneida, 556 Instans operi regnisque futuris; Εκαθῆντο

–––––––––– 546

Verg., Aeneid. XI 453. Verg., Eclog. II 1. 548 Verg., Aeneid. II 215. 549 Verg., Georg. III 314. 550 Verg., Georg. III 321. 551 Verg., Eclog. I 54-5. 552 Hor., Carm. III 9,9-10. 553 Hom., Iliad. IV 310. 554 Eur., fr. Trag. Inc. 994. 555 Verg., Aeneid. VIII 433-4. 556 Verg., Aeneid. I 504. 547

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τρεῖς ὅλους μῆνας ἐν Μαδεδονίᾳ; 557 Virgilio en I de Eneida, 558 Una cum gente tot annos / Bella gero; y en IX, 559 Omne aeuum ferro teritur. (195) Nosotros decimos despero illum (“no tengo esperanzas en algo”). Lucano en el V,560 Desperare uiam et uetitos conuertere cursus / Sola salus. Es igual en ático, como vemos en Demóstenes, 561 Ἐγὼ μὲν γάρ ἡγοῦμαι Φίλιππον, οὔτ᾿εἰ τὰ πρῶτα βιασθεὶς ἄκων ἔπραξεν, οὔτ᾿ ἂν εἰ νῦν ἀπεγίγνωσκε Θεβαίους τοῖς ἐκείνων ἐχθροῖς συνεχῶς ἐναντιοῦσθαι. Ellos dicen ἀπέδρα με y ἀπέδρα μου. Platón en Protágoras, 562 Ὁ γάρ τοι παῖς με ὁ Σάτυρος ἀπέδρα. De manera similar, en latín: fugio illum y ab illo (“evito algo”). Lucano en II, 563 Heu demens! Non te fugiunt, me cuncta secuntur; Virgilio en el III, 564 Effugimus scopulos Ithacae, Laërtia regna. (196) En ático dicen: ἄπιστος τούτου y πρὸς τοῦτον. Igualmente nosotros: perfidus, infidus y fidus isti o ad istum (“pérfido, desleal o leal para alguien”). Lucano en el VII, 565 Quamque fuit laeto per tres infida triumphos,/ Tam misero fortuna minor; Virgilio en el IX, 566 Hic Dardanio Anchisae / Armiger ante fuit fidusque ad limina custos.

–––––––––– 557

Demosth., De cor. Or. 30. Verg., Aeneid. I 47-8. Verg., Aeneid. IX 609. 560 Luc., Phars. V 574-5 561 Demosth., Or. Philipp. Alt. 16. 562 Pl., Protag. 2, 4. 563 Luc., Pharsal. II 575. 564 Verg., Aeneid. III 272. 565 Luc., Pharsal. VII 685-6. 566 Verg., Aeneid. IX 647-8. 558 559

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PRISCIANO, Sintaxis

Ellos: ἀπελθεῖν τῆν ὁδὸν y τῇ ὁδῷ. Y de manera similar en latín, como Cicerón en su defensa de Murena, 567 Hanc uiam dico, ite uiam; Virgilio en IV de Eneida, 568 Longam incomitata uidetur / Ire uiam. Ellos: ἀρέσκω αὐτὸν y ἀρέσκομαι αὐτῷ. Nosotros: placo illum y placor ab illo (“le calmo, soy calmado por él”), o placor illi y placeo illi (“le plazco”). (197) En ático: ἄρχω τοῦδε y τόδε, y sobre éste: κατάρχω. Sófocles en Las Lacedemonias, 569 Θεοὶ γὰρ οὔποτ᾿, εἴ τι χρὴ βροτὸν λέγειν, / Ἄρξασι Θρυξὶ τὴν κατ᾿ Ἀργείους ὕβριν,/ Ξυναινέσονται· ταῦτα μὴ μάχου βιᾷ. También nosotros unimos los verbos incipio y coepio (“empiezo”) sólo con acusativo: Virgilio en Bucólicas, 570 Incipe Maenalios mecum, mea tibia, uersus. Por su parte impero, cuando equivale a ἄρχω, es decir, cuando significa lo mismo que ἡγεμονεύω (“dominar”), se construye con dativo, pero cuando equivale a προστάσσω (“exigir”), se construye tanto con dativo como con acusativo. Virgilio en I de Geórgicas, 571 Exercetque frequens tellurem atque imperat aruis. (198) 572 Con frecuencia, ellos utilizan la preposición εἰς por ἐν. Aristófanes en Las Avispas, 573 Νύκτωρ

–––––––––– 567

Cic., Pro Muren. 12,26. Verg., Aeneid. IV 467-8. 569 Soph., Lacaen. Fr. 338. 570 Verg., Eclog. VIII 21. 571 Verg., Georg. I 99. 572 Este capítulo es idéntico al (184) y a la primera parte del (185). Este tipo de repeticiones de ejemplos, citas y opiniones es frecuente, sobre todo en esta parte del libro XVIII, en la que no hay un esquema organizativo claro, sino que Prisciano va ofreciendo una comparación de construcciones en griego y en latín. 573 Aristoph., Vesp. 123. 568

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κατέκλινεν αὐτὸν εἰς Ἀσκληπιοῦ; y Tucídides en el primero, 574 Καθεζόμενοι εἰς τὸ Ἥραιον ἱκέται; y Jenofonte en el Económico, 575 Εἰ μή γε φανείης, ἔφη, καὶ εἰς τοῦτο ταὐτὰ ἐμοὶ ἐπιστάμενος y Heródoto, 576 Θρόνον, εἰς τὸν προκαθίζων ἐδίκαζεν. Con frecuencia, también los romanos utilizan la preposición in uniéndola con acusativo en lugar de con ablativo. Terencio en el Eunuco, 577 In quem exempla fient? Por in quo (“en quién”). Este mismo autor en Los hermanos, 578 A uereor. In os te laudare amplius, por in ore (“en la boca”). (199) En ático: εἰσῆλθέν με τόδε τι y εἰσῆλθέν μοι. Isócrates en el discurso sobre la paz,579 Περὶ ἧς μηδεὶς πώποτε λογισμὸς αὐτοῖς εἰσῆλθεν; Platón en el primero de la República, 580 Εἰσέρχεται αὐτῷ δέος καὶ φροντίς; Lucano en el X, 581 Intrauit Cleopatra domum; Virgilio en el X, 582 Aeneae subiit mucronem ipsumque morando / Sustinuit; y en el IX, 583 Iamque propinquabant portis muroque subibant; en el VI, 584 Iamque subeunt Triuiae lucos atque aurea tecta. Ellos dicen: Ἐκκέκοπται τὸν ὀφθαλμόν. Y Virgilio utiliza una expresión similar en I, 585 Nuda genu nodoque sinus collecta fluentes.

–––––––––– 574

Thucid., Hist. I 24. Xenophon, Oecon. 18,1. 576 Herod., Hist. I 14. 577 Ter., Eunuch. 946. 578 Ter., Adelph. 269. 579 Isocr. De pace or. 110. 580 Pl., Reip. I 5 581 Luc., Pharsal. X 355. 582 Verg., Aeneid. X 798-9 583 Verg., Aeneid. IX 371 584 Verg., Aeneid. VI 13. 585 Verg., Aeneid. I 320 575

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PRISCIANO, Sintaxis

(200) Con frecuencia los autores griegos utlizan εἰ por ἐαν. Homero, Εἴ τ᾿ἐπὶ δεξί᾿ ἴωσι πρὸς ἠῶ τ ᾿ἠέλιόν τε, donde εἴ τε equivale a ἐάν τε. Este mismo autor, 586 Ἄρσαντες κατὰ θυμόν, ὅπως ἀντάξιον ἔσται·/ Εἰ δέ κε μὴ δώωσιν es decir ἐὰν μὴ δῶσιν. También los romanos utilizan si con el valor de εἰ y de ἐάν. Εἰπέ μοι dicen en ático también refiriéndose a muchos. Semejante a esto es lo que encontramos en El Eunuco de Terencio, 587 Aperite aliquis actutum; y en la misma obra, 588 Nescio quid absente aliquid nobis domi turbatum est. Ellos: Εἰς Διονύσου. Terencio en Los Hermanos, 589 Ubi ad Dianae perueneris; Platón en el libro III de República, 590 Ὅτι εἷς ἕκαστος ἓν μὲν ἐπιτήδευμα καλῶς ἐπιτηδεύοι, πολλὰ δὲ οὔ; Salustio en la Conjuración de Catilina, 591 Unumquemque nominans laudare; Cicerón, 592 Singulas uniuscuiusque domos. (201) En ático ponen también participios en lugar de verbos, como suelen hacer también en latín. Jenofonte a Hierón, 593 Ἑπεὶ δὴ ταῦτα αὐτοῦ ἤκουσεν, ὁ Σιμωνίδης εἰπεν· ἔοικεν τῷ ἔργῳ μέγα τι εἶναι ἡ τιμή, ἧς

–––––––––– 586

Hom., Iliad. I 136-7. Ter., Ad. 634. 588 Ter., Eunuch. IV. 3.7. 589 Ter., Adelph. 582. 590 Pl., Reip. III.7. 591 Sall., Catil. 21,4. 592 Cic., In Catil. Or. IV.6.12 593 Xenoph., Hier. 7.1. 587

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Libro XVIII

ὀρεγόμενοι οἱ ἄνθρωποι, en vez de ὀρέγονται; Frínico, 594 Ὦ φίλτατ᾿ ἀνδρῶν, μή μ᾿ ἀτιμάσας γένῃ, en lugar de μή με ἀτιμάσῃς. Terencio en Andria, 595 Quid meritus? en lugar de quid meruisti? Esto lo hacen los romanos en los pretéritos de todos los pasivos, deponentes y comunes, de manera que utilizan los participios en lugar del verbo, añadiéndole el verbo de sustancia. Sin embargo, también con frecuencia, mediante la elipsis de éste, los participios desempeñan por sí mismos el papel de verbos, como vemos en el libro I de Eneida de Virgilio, 596 Certe hinc Romanos olim uoluentibus annis, / Hinc fore ductores, reuocato a sanguine Teucri,/ Qui mare, qui terras omni dicione tenerent,/ Pollicitus, donde se ha sobreentendido es. Cicerón en la defensa de Ligario, 597 Queritur se prohibitum, donde falta esse. 598 (202) Ellos: Εἰς ὀρθὸν φρονῶ y εἰς ταύτην πρόθεσιν. Salustio, 599 In hunc modum disseruit, en lugar de hoc modo. Ellos: Μυστήρια αὐτὴν ἦγεν por εἰς μυστήρια. Virgilio en el I, 600 Italiam fato profugus, en lugar de in Italiam.

–––––––––– 594

Phroenichus, XVII 126. Ter., Andr.III.5.15 596 Verg., Aeneid. I 234-7. 597 Cic., pro Q. Ligar. Or. 3.9. 598 Nueva alusión a la importancia de la figura de la elipsis (ya la vimos en el infinitivo histórico, en algunos tipos de impersonales, en construcciones absolutas de verbos transitivos…). En este caso, se refiere Prisciano a la elipsis del verbo sustantivo, que explica la aparición de un participio equivaliendo a un verbo en forma personal. 599 Sall., Hist. II fr. 50. 600 Verg., Aeneid. I 2. 595

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PRISCIANO, Sintaxis

Ellos: εἰς ἓν por ὁμοῦ. Nosotros también in unum con el valor de simul (“al mismo tiempo”). Salustio en la Conjuración de Catilina, 601 In unum conuocat. Ellos: εἰς ὅσον ἡλικίας ἥκει y οὐδενὸς χεῖρον. También nosotros: hoc aetatis (“a esta edad”) y nihilo minus (“no obstante”). Ellos: ὅτι μάλιστα. Terencio, 602 Cum maxime Parmenone opus est. Ἑκατεροι se dice entre ellos para un grupo de dos. Y así también Virgilio en el I, 603 Et saeuum ambobus Achillen. Ellos: ἐκ παντὸς τρόπου, παντὸς τρόπου, πάντα τρόπον y κατὰ πάντα τρόπον. Nosotros en cambio omnímodo (“de cualquier modo”). (203) Ἕκαστος y ἕκαστοι no lo dicen de dos, como tampoco entre nosotros quisque (“cada uno”). Homero, 604 Λαοὶ δὲ θοὰς ἐπὶ νῆας ἕκαστοι / Ἐσκίδναντ᾿ ἰέναι; y 605 Οἵ δὲ ἕκαστος ἑλὼν δέπας ἀμφικύπελλον / Σπείσαντες. Εκάθισεν por ἐκαθέσθη y ἐποίησεν tiene significación tanto activa como pasiva. También nosotros tenemos verbos de significación variada, como ruo, moror,

–––––––––– 601

Sall., In Cat. Or. 17 2. Ter., locum dubium, pues la mención a Parmenón aparece en Ter. Eun. IV.4.31, por lo que se ha apuntado que Prisciano pueda referirse a Ter., Phorm. I.4.26. 603 Verg., Aeneid. I 458. 604 Hom., Iliad. XXIV 1-2. 605 Hom., Iliad. IX 656-7. 602

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Libro XVIII

propinquo (“corro, aguardo, acerco”), que tienen tanto significación absoluta como activa. 606 Ἐλπίζω lo utilizan ellos no sólo para hablar de algo bueno. Heródoto en el I,607 Ἐλπίζων σιτοδείην τε εἶναι ἰσχυρὴν καὶ τὸν λεὼν τετρῦσθαι ἐς τοὔσχατον κακοῦ. Virgilio en IV de Eneida, 608 Hunc ego si potui tantum sperare dolorem. (204) Ἐλαττοῦμαι τούτοις y ταῦτα es ático, al igual que entre nosotros también se encuentra doleo, gaudeo o laetor his y haec (“me duelen, alegran o regocijan estas cosas”). Salustio en La conjuración de Catilina, 609 Ea populus laetari et merito dicere fieri; Virgilio en Bucólicas, 610 Qui te, Pollio, amat, ueniat, quo te quoque gaudet; Salustio en Catilina, 611 Et quasi dolens eius casum. En ático utilizan ἔλλαβε δίκην tanto acerca del acusador como del reo. Igualmente, nosotros. Virgilio en IV de Eneida, 612 Ulta uirum poenas inimico a fratre recepi; y en el XII, 613 Pallas te hoc uulnere, Pallas / Immolat et poenas inimico ex sanguine sumit; y en II de Eneida, 614 Idque audire sat est, iam dudum sumite poenas.

–––––––––– 606

Es decir, que se pueden construir sin acusativo o con él: ruo (“corro o derribo algo”), moror (“me detengo o retraso a alguien”), propinquo (“me aproximo o aproximo algo”). 607 Herod., Hist. 1 22. 608 Verg., Aeneid. IV 419 609 Sall., In Cat. Or. 5, .29 610 Verg., Eclog. III 88. 611 Sall., In Cat. Or.40.2 612 Verg., Aeneid. IV 656 613 Verg., Aeneid. XII 948-9. 614 Verg., Aeneid. II 103.

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PRISCIANO, Sintaxis

(205) En ático: Ἔλαττον τόσων y τόσοις. Igualmente nosotros: minor tot annos (“tantos años menor”), pues cuando decimos minor triginta annorum (“menos de treinta años”), para el genitivo se sobreentiende illo qui est triginta annorum, ἥττων τούτου τριάκοντα ἐτῶν (“que aquel que tiene treinta años”), y otros semejantes. 615 Horacio en el libro IV de sus Odas, dijo maior Neronum: 616 Deiecit acer plus uice simplici / Maior Neronum, donde hay que sobreentender aetate (“en edad”). Él mismo dijo: minor fratrum por unus fratrum qui minor est (“el que es menor de los hermanos”), 617 Lucano en IV, 618 Et reppulit aestus, Fortior Oceani, donde se sobreentiende aestibus. Y en I, 619 Et Taranis Scythicae non mitior ara Dianae, aquí también hay que sobreentender el ablativo ara. Demóstenes en el discurso contra Espudia sobre la dote,620 Ἔπειτα ὡς ἔλαττον ταῖς χιλίαις ἐκομισάμην. Dicen: Ἐμποδών por in praesenti. Tucídides VIII, 621 Τὰς ἐμποδὼν αἰτίας μόνον ἐπισκοπεῖν. Terencio

–––––––––– 615 Como vemos, Prisciano usa con mucha frecuencia para explicar construcciones aparentemente anómalas la figura de la elipsis y la semejanza con el griego. Este mismo recurso será usado una y otra vez por el Brocense en su Minerva. 616 Hor., Carm. IV 14,13-4. 617 No se ha encontrado esta expresión en Horacio, sino alter fratrum epp. II 2, 183. 618 Luc., Pharsal. IV 102-3. 619 Luc., Pharsal. I 446. 620 Demosth., Adv. Spudiam de dote or. 6. 621 Según la indicación que encontramos en la edición de Keil, Prisciano tomó esta cita de la etimología de ἐμποδών que ofrece Suidas, aunque no se corresponde con ningún pasaje conservado de Tucídides.

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en Los hermanos, 622 Istud est sapere, non quod ante pedes modo est / Videre, sed etiam illa quae futura sunt / Prospicere. (206) En ático: Ἐμποδίξειν ἡμᾶς y ἡμῖν. Isócrates a Antípatro, 623 Ἔτι δὲ καὶ τὸ σωμάτιον οὐκ εὐκρινὲς ὄν, ἀλλ᾿ἔχον ἄττα σίνη, νομίζειν ἐμποδιεῖν αὑτὸν πρὸς πολλὰ τῶν πραγμάτων. También en latín impedio illum (“impedir a alguien”), como ya hemos mostrado. Iustum (“justo”) por uerum (“cierto”), y uerum por iustum con mucha frecuencia lo utilizamos tanto nosotros como en ático. Sófocles en Ayax, 624 Δίκαιος γόνος en lugar de uerus. Virgilio en el XII, 625 Quaecumque est fortuna, mea est, me uerius unum / pro uobis foedus luere et decernere ferro, donde encontramos uerius por iustius. (207) En ático: ἐμμένω τούτοις, y ἐν τούτοις; ἐμπέπλεγμαι τούτοις y ἐν τούτοις. También nosotros: permaneo his e in his, implicor his e in his (“persisto, me enredo en estas cosas”). Ἐμβλέπω αὐτῷ, αὐτὸν y εἰς αὐτόν. Así también nosotros: prospicio illi, illum e in illum (“percibo”). Virgilio en el I, 626 Et alto prospiciens; Terencio en Heautontimorúmeno, 627 Tibi prospexi; Aristófanes en Los

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Ter., Adelph. III.3.32-4. Isocr., Epp. 4, 11. 624 En realidad esta cita pertence a Eurip. fr. trag. inc. CXC, como ya apuntamos en este mismo ejemplo en XVII (168). 625 Verg., Aeneid. XII 694-5. 626 Verg., Aeneid. I 126-7 627 Ter., Heaut. 961. 623

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Babilonios, 628 Ἐννεύει με φεύγειν οἴκαδε. También nosotros, de forma similar: adnuit me fugere domum (“me permitió salir de casa”). Y con dativo aparece también tanto en griego como en latín: Ἐννεύει μοι ποιεῖν, adnuit mihi facere (“me permitió hacer”). En ático ἔνδον por εἴσω, y ἔνδοθεν por ἔνδον, es decir los adverbios que significan “lugar en donde” por “hacia donde”, y los que significan “hacia donde” por los de “lugar en donde”. También a nuestros autores los encontramos sirviéndose de una figura de este tipo. (208) Virgilio en IV de Eneida, 629 Eiectum litore, egentem / Suscepi, en lugar de ad litus (“junto a la playa”). Ellos: ἐγκατέσκηψεν εἰς τόνδε τὸν τόπον, ἐν τῷδε, τῷδε y περί τόνδε. También nosotros: astitit illum locum, illo, illi y circa illum (“me detuve en aquel lugar”). Virgilio en el V, 630 Olli caeruleus supra caput astitit imber; Isócrates en el Areopagítico, 631 Ἐν ταῖς αὐλητρίσιν por “en el lugar en el que habitan los flautistas”. Semejante a esta construcción es la del I de Catilinarias de Cicerón, 632 Dico te priore nocte uenisse inter falcarios, es decir “al lugar donde estaban los falcarios”. (209) Ἐνεγκὼν ὄνομα dicen en ático, por ἔχων. Virgilio en IV de Eneida, 633 Egregiam uero laudem et spo-

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Aristof., Babyl. frag. XXIII. Verg., Aeneid. IV 373-4. 630 Verg., Aeneid. V 10. 631 Isoc., Areopagit. 48. 632 Cic., In Catil. Or. I, 4,8. 633 Verg., Aeneid. IV 93-4. 629

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lia ampla refertis / Tuque puerque tuus; Cratino en Pytine, 634 Ἀτὰρ ἐννοοῦμαι δῆτα τὰς μοχθηρίας / Τῆς ἡλιθιότητος τῆς ἐμῆς. Igualmente nosotros: cogito quae sunt difficultates stoliditatis meae (“pienso cuáles son las dificultades de mi estupidez”). Ellos: ἔνιοί τινες. También nosotros: certi quidam (“ciertos hombres”). El ἕνεκα a veces lo omiten los áticos. Tucídides en el inicio,635 Καὶ τὰς αἰτίας προσένραψα πρῶτον τοῦ μή τινα ζητῆσαί ποτε, ἐξ ὅτου τοσοῦτος πόλεμος τοῖς Ἕλλησι κατέστη. Los romanos con frecuencia se sirven de esta elisión en el genitivo de nombres, que tienen terminación de supinos, como populi seruandi laborat, reipublicae defendendae periclitatur (“se esfuerza por salvar al pueblo, se pone en peligro por defender la república”), donde falta causa; Salustio en La guerra de Jugurta, 636 Quae postquam gloriosa modo neque belli patrandi cognouit. Tucídides en IV 637, Καί αὖθις ἑνὸς δέον τριακοστῷ ἔτει por ἑνὸς δέοντος. Y dicen δυοῖν δέον por δυοῖν δεόντοιν. (210) En latín: undeuiginti, undetriginta, duodeuiginti, duodetriginta (“diecinueve, veintinueve, dieciocho, veintiocho”), y así sucesivamente en las decenas.

–––––––––– 634

Cratin., Putin. Frag.IX. Thucid., Hist. I 23. 636 Sall., Iug. 88, 4. 637 Thucyd. IV 102. 635

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Horacio dijo undeoctoginta en II de las Sátiras: 638 Undeoctoginta annos natus, cui stragula uestis, es decir “teniendo ochenta años, menos uno”. En ático: ἐναντίον τοῦδε por coram illo (“en presencia de él”). Terencio en Andria, 639 Idque gratum fuisse aduersum te habeo gratiam; Demóstenes en el discurso contra Esquines, 640 Ἁυτὸς ἐξηγεῖτο τὸν νόμον τῷ κήρυκι en vez de ὑπηγόρευεν. Los romanos usan uerbis praeire e iurare in uerba illius, es decir, quomodo ille dictaret (“tal como él dicta”). Horacio en Epodos, 641 In uerba iurabas mea / Artius atque hedera procera astringitur ilex. (211) En ático: ἐντρέπομαι τοῦτο y τούτου. De aquí en latín se dice: pudet me istius rei (“me avergüenzo de ese asunto”). Andócides en el libro sobre Misterios, 642 Τῆς μὲν τύχης, ᾗ ἐχρησάμην, δικαίως ἂν ὑφ᾿ ὑμῶν ἐλεηθείην. Por eso en latín: misereor tui (“me apiado de ti”). Platón en el Critón, 643 Νῦν δὲ οὔτε ἐκείνους τοὺς λόγους αἰσχύνει, οὔτε ἡμῶν τῶν νόμων ἐντρέπει; y en el Fedro, 644 Ὄυτε κέντρων ἡνιοχικῶν οὔτε μάστιγος ἔτι ἐντρέπεται; Eurípides en Alcmena, 645 Εἰ τοῦ τεκόντος οὐδὲν ἐντρέπῃ πατρός; Sófocles en Edipo en Colono, 646 Ἦ καὶ δοκεῖτε τοῦ τυφλοῦ τινα ἐντροπὴν / Ἢ φροντίδα

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Hor., Serm. II 3, 117-8. Ter., Andr. 42. 640 Demosth., De falsa legat. Or. 70. 641 Hor., Epod. XV 4-5. 642 Andoc., De myster. Or. 67. 643 Pl., Crit. 14. 644 Pl., Phaed. 35, 75. 645 Eur., Alcmen. Frag. 84. 646 Soph., Oed. Col. v.299-300. 639

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ἕξειν; y en Edipo Rey, 647 μήτε παρεντραπῇς τόδε; Alexis en el Rapto de Helena, Ἀκόλαστός ἐστι, τὴν δὲ πολιὰν οὐκ ἐντρέπεται; Terencio en Formión, 648 Non pudet uanitatis?, y en Los hermanos, 649 Fratris me quidem pudet pigetque; también en Formión, 650 Ut nihil pudet! (212) Hay que advertir que la construcción del verbo antes mencionado se refiere tanto al respeto por una persona honesta como a la vergüenza por una deshonrosa. Así: Pudet me patris con el valor de erubesco patrem (“me avergüenzo ante mi padre”) y pudet me uanitatis, con el valor de erubesco propter uanitatem (“me avergüenzο de mi vanidad”). En griego dicen: ἐνδέξια y ἐναρίστερα con valor adverbial y acento agudo en la antepenúltima. Igualmente nosotros: dextra illum y sinistra illum (“a su derecha o a su izquierda”). Salustio en Jugurta, 651 Dextra Adherbalem assedit; Homero, 652 Ἀλλ᾿ ἄνα por ἀνάστηθι. Virgilio Eneida III, 653 O mihi sola mei super Astyanactis imago, donde aparece super en vez de superes. (213) En ático: ἐξέστησαν τόδε, τοῦδε y τῷδε. Demóstenes en el discurso sobre la ley de Leptines, 654 Χρήματα μὲν γὰρ πλεῖστά ποτε κτησάμενοι πάντα ὑπὲρ φιλοτιμίας ἀνήλωσαν, ὑπὲρ δὲ δόξης οὐδένα ποτὲ κίνδυνον ἐξέστησαν, ἀλλὰ καὶ τὰς ἰδίας οὐσίας

–––––––––– 647

Soph., Oed. Tyr. v. 1056. Ter., Phorm. 525. 649 Ter., Adelph. 391. 650 Ter., Phorm. 644. 651 Sall., Iug. 11, 3. 652 Hom., Iliad. VI 331 y IX 247. 653 Verg., Aeneid. III 489. 654 Demosth., adv. Leptin. Orat, 10. 648

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προσαναλίσκοντες ἐτέλουν; Aristófanes en Las ranas, 655 Εὐφημεῖν χρὴ κἀξίστασθαι τοῖς ἡμετέροις χοροῖσιν, Ὅστις ἄπειρος τοιῶνδε λόγων ἢ γνώμην οὐ καθαρεύῃ; Solino en sus Memorables, 656 Tatius hominem exiuit; Virgilio en el V, 657 Corpore tela modo atque oculis uigilantibus exit. En ático: ἐπιστατήσει ὑμῶν y ὑμῖν. Teopompo en Stratiot, 658 Ἡ Ξρασυμάχου. ὑμῶν γυνὴ καλῶς ἐπιστατήσει; Platón en Leyes XII, 659 Γυμνικῶν τε καὶ ἳππικῶν ἄθλων ἐπιστάτας; Cratino Thress., 660 Τὴν πέρυσι βουλὴν ἐφεστώς. (214) Los romanos: insto illi e illum (“le apremio”). Virgilio en I de Eneida, 661 Instans operi regnisque futuris; y en el VIII, 662 Heu quantae miseris caedes Laurentibus instant; también en el VIII, 663 Parte alia Marti currumque rotasque uolucres / Instabant. En ático: ἐπιτροπεύειν αὐτὸν y αὐτοῦ. Los nuestros lo construyen sólo con acusativo. Virgilio en el V, 664 Tutatur fauor Euryalum. (215) En ático: ἐπεβάλοντο τῇδε τῇ πράξει y τήνδε τὴν πρᾶξιν. En latín: conor illam rem (“intento aquella

–––––––––– 655

Aristof., Ran, 354-5 Solin., Memorab. I 21. Verg., Aeneid. V 438 658 Theop., Stratiotid. Frag. III. Frag. Com. Gr. II, 813. 659 Plat, Leg. XII.4 660 Cratin., Thressar. Fr. VI. 661 Verg., Aeneid. I 504. 662 Verg., Aeneid. VIII 537 663 Verg., Aeneid. VIII 433-434 664 Verg., Aeneid. V 343. 656 657

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empresa”). Virgilio en el IX, 665 Ac conantem plurima frustra. Ἐπιδείξεις ποιῶν καλῶς y ποιεῖν καλῶς. Igualmente, en latín: ostendes faciens bene y facere bene (“mostrarse haciendo bien”). Virgilio en II de Eneida, 666 Sensit medios illapsus in hostes, por se illapsum esse. Estacio en VII de Thebaida, 667 Non aliter caelo nocturni turbine Cori / Scit peritura ratis, por scit se perituram. (216) Ellos: ἐπιδεδίκασται τοῦδε y nosotros: damnatus pecuniarum repetundarum (“condenado por malversación de fondos”). En ático: ἐπιλέλησμαι τοῦδε y τόδε. Homero, 668 τοῦδε οὐκ ἐπιλήσομαι; Jenofonte en el VI de la Ciropedia, 669 Ὅπως, εἴ τίς τι εἴη ἐπιλελησμένος, μετέλθοι; Menandro en Los Pilotos, 670 ἐπελάθετο αὑτὸν ὅστις εἴη; Virgilio en II de Eneida, 671 Quisquis es, amissos hinc iam obliuiscere Graios; y en III también de Eneida, 672 Oblitusue sui est Ithacus discrimine tanto. Ellos: ἐπεξιέναι τῷ πράγματι y τὸ πρᾶγμα. 673 Nosotros sólo: exequi rem (“conseguir un asunto”).

–––––––––– 665

Verg., Aeneid. IX 398. Verg., Aeneid. II 377. 667 Stat., Thebaid. VII 791-2. 668 Hom., Iliad. XXII 387. 669 Xenoph., Cyropaed. VI 3, 1. 670 Men., Gubernat. frag. V. 671 Verg., Aeneid. II 148. 672 Verg., Aeneid. III 629. 673 Es decir, con dativo y acusativo. 666

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᾿Επιχωριάζει εἰς Ἀθήνας y ἐν Ἀθήναις. Y nosotros: habitat Romam y Romae. Virgilio en el VIII, 674 Hoc nemus, hunc, inquit, frondoso uertice collem / Quis deus, incertum est, habitat deus; y en III de Eneida, 675 Nondum Ilium et arces / Pergameae steterant, habitabant uallibus imis. (217) 676 Semejante a esto es eicitur in litus, litore y litori (“arrojado a la playa”). Virgilio en IV de Eneida, 677 Eiectum litore, egentem / Suscepi; y también en IV, 678 Volat hasta Tago per tempus utrumque, por in Tagum. Ἐπὶ τούτου τοῦ χωρίου y ἑπὶ τούτῳ ἔστησαν τρόπαιον. En latín, con frecuencia, y sobre todo los historiadores, utilizan ablativos con preposición en lugar de genitivo y dativo para indicar lugar “en donde”, como in Tyro por Tyri, e in Taurominio por Taurominii, o in sorte por sorti. (218) Isócrates en el discurso sobre la paz, 679 Πολλῶν ἐτῶν οὐδὲ ἰδεῖν αὐτοῖς ἐξεγένετο τῆν ἀρχὴν αὑτῶν. Dicen: ἐτῶν τοσούτων y ἔτεσι τοσούτοις. En latín se utiliza acusativo y ablativo, aunque también aparecen algunos utilizando genitivo, como Cicerón en el libro I de Catilinarias, 680 Qui dies futurus esset ante diem sextum Kalendarum Nouembrium, aquí Kalenda-

–––––––––– 674

Verg., Aeneid. VIII 351-2 Verg., Aeneid. III 109-10. 676 Este párrafo es omitido por algunos manuscritos. 677 Verg., Aeneid. IV 373-4. 678 Verg., Aeneid. IX 418. 679 Isocr., De pace or. 92. 680 Cic., In Catil. Orat. I, 3,7. 675

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rum equivale a ante Kalendas (“antes de las Kalendas”). Los comentarios más probados son testigos de estas construcciones. Virgilio en I de Eneida, 681 Una cum gente tot annos / Bella gero; y también se dice tot annis. Ἔτη γεγονὼς τοσαῦτα y ἐτὼν τοσῶνδε; Lisias en el discurso sobre Diógenes, 682 Ἦν γὰρ αὐτῇ υἱὸς ἐκ τοῦ προτέρου ἀνδρὸς ἐτῶν γεγονῶς ἑκκαίδεκα; Terencio en Eunuco, 683 At ille alter uenit [ad nos] annos natus sedecim. (219) En ático: ἔτυχε τιμωρίας tanto para el acusador como para el acusado. De manera similar en latín, Virgilio en IV de Eneida, 684 Ulta uirum poenas inimico a fratre recepi. Ellos: εὐδαιμονίζω σοῦ τόδε y εὐδαιμονίζω σε τοῦδε. Nuestros autores también con muchísima frecuencia, han imitado esta figura. Virgilio en el XI, 685 Iustitiane prius mirer belline laborum; Juvenal en el V,686 Et pater ergo animi felices credit auaros. Εὔχομαι τοῖς θεοῖς, πρὸς τοὺς θεοὺς y προσεύχομαι τοὺς θεούς. También nosotros: supplico te y tibi (“te suplico”). Terencio en Andria, 687 Ipsum hunc orabo, huic supplicabo, amorem huic narrabo meum; Accio, 688 Elatis manibus Priamus supplicat Achillem. Sin embargo precor, oro, obsecro y quaeso (“suplico, ruego,

–––––––––– 681

Verg., Aeneid. I 47-8. Lysias, Diog. XXXV, fr.2. 683 Ter., Eunuch. 692. 684 Verg., Aeneid. IV 656. 685 Verg., Aeneid. XI 126. 686 Juv., Sat. V 14, 119. 687 Ter., Andr. 312. 688 Acc, exemplum incertum. 682

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pido, busco”) aparecen con acusativo en muchos lugares. (220) En ático: εἰς καλὸν ἔστρεψεν. Virgilio en III de Geórgicas, 689 Et totae solidam in glaciem uertere lacunae; y en Églogas, 690 Hos illi, quod non bene uertat, mittimus haedos. En ático: ἡγεῖσθαι τῆς πόλεως y τῇ πόλει. Platón en el Menón, 691 οὐκ ἄρα σοφίᾳ τινὶ οὐδὲ σοφοὶ ὄντες οἱ τοιοῦτοι ἄνδρες ἡγοῦντο ταῖς πόλεσιν, οἱ ἀμφὶ Θεμιστοκλέα τε καὶ οὓς ἄρτι Ἄνυτος ὅδε ἔλεγεν. De ahí nosotros: praecipio urbi, praefectus urbi y urbis (“gobierno en la ciudad, gobernador de la ciudad”). Ahora bien, cuando se construye con dativo, es participio, y cuando va con genitivo es nombre, como en amans illius (“amante de él”) nombre, pero amans illum (“amándole”) participio; natus illius (“hijo de ella”) nombre, pero natus ab illa o illi (“nacido de ella”) participio. Y casi todos los nombres que son semejantes a los participios se distinguen por la distinta construcción con casos. Y es que los participios deben conservar las construcciones de sus verbos. (221) En ático: ἠράμην πόλεμον πρὸς τοῦτον y τούτῳ. Platón, Perialg., 692 Ὃς πρῶτα μὲν Κλέωνι πόλεμον ἠράμην. Y semejante es lo que encontramos en el libro IX de Virgilio, 693 Volat hasta Tago per tempus utrumque, por in Tagum.

–––––––––– 689

Verg., Georg. III 365. Verg., Eclog. IX 6. 691 Pl., Men. 41. 692 Pl., Perialg. Fr. II. 693 Verg., Aeneid. IX 418. 690

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Ἡμερῶν τόσων τόδε ἔσται. Demóstenes contra Esquines, 694 Δυοῖν ἢ τριῶν ἡμερῶν, οἷς μὲν ἐχθρὸς ἥκει, αὐτὸν φίλον γεγενημένον, οἷς δὲ φίλος, τοὐναντίον. De manera similar, por elipsis, en Cicerón Catilinarias II, 695 Sed triduo tamen audietis, en lugar de intra triduum. (222) Ἤσθηται τὴν στολὴν ταύτην y ταύτῃ, indutus uestem y ueste (“cubierto con ropa”). Virgilio en el VII, 696 Ipse pedes, tegimen torquens inmane leonis / Terribili inpexum saeta cum dentibus albis / Indutus capiti sic regia tecta subibat; y en el XI, 697 Harum unam iuueni supremum maestus honorem / Induit; Terencio en Eunuco, 698 Meam ipse induit; y en la misma obra, 699 Et ea est indutus? Ἢ ὡς κάλλιον αὐτοῖς; Platón en La República III, 700 Μαλακώτεροι αὖ γίνονται ἢ ὡς κάλλιον αὐτοῖς en vez de ἢ ὡς προσήκει. De manera similar, en latín: molliores fiunt quam ut melius illis. Y semejante a esto es lo que escribe Salustio en el Jugurta, 701 Romanos sicut plerosque remoto metu laxius licentiusque futuros. (223) Demóstenes en Filípicas III, 702 ὑπῆρχον Ὀλύνθιοι δύναμίν τινα κεκτημένοι …. Οὔτε Φίλιππος ἐθάρρει τούτους οὔτε οὗτοι Φίλιππον; Estacio en II de

–––––––––– 694

Demosth., Or. de Cor. 35 Cic., In Catil. Or. II 7, 15. 696 Verg., Aeneid. VII 666-68. 697 Verg., Aeneid. XI 76-7. 698 Ter., Eunuch. 702. 699 Ter., Eunuch. 707. 700 Pl., Reip. III 17. 701 Sall., Iug. 87,4. 702 Demosth., Philip. Orat. III 7. 695

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Tebaida, 703 Martisque e semine Theron / Terrigenas confisus auos; Θαρρῶ τοῦτο y τούτῳ. Nosotros: fido huic rei y hac re. Virgilio en XI, 704 Dum Troia temptat / Castra fugae fidens et caelum territat armis; y en el VII, 705 Moliri iam tecta uidet, iam fidere terra. (224) En ático: θαυμάζειν αὐτοὺς, αὐτῶν y αὐτοὶς. En latín también: miror illum, illius e illo (“lo admiro”). Virgilio en Eneida II, 706 Et molem mirantur equi, primusque Thymoetes; y en el XI, 707 Iustitiane prius mirer belline laborum. Ἰδίοις αὑτὼν ἀγαθοῖς. Isócrates en el Panegírico, 708 Καὶ μᾶλλον χαίρουσιν ἐπί τοῖς ἀλλήλων κακοῖς ἢ τοῖς αὑτῶν ἰδίοις ἀγαθοῖς. Una construcción semejante la encontramos en Los Hermanos de Terencio, 709Suo sibi gladio hunc iugulo. (225) En ático: κατῆρχε τοῦ λόγου y τὸν λόγον. Platón, 710 Θαυμαστὸν γάρ τινα, ὦ Κρίτων, ἀνὴρ κατῆρχε λόγον, οὗ σοι ἄξιον ἀκοῦσαι. En latín se construyen con acusativo: incipio, coepio, inchoo e ineo (“comienzo, empiezo, inicio, emprendo”). Virgilio en Églogas, 711 Incipe Maenalios mecum, mea tibia, uersus; y en VI, 712

–––––––––– 703

Stat., Thebaid. II, 572-3 Verg., Aeneid. XI 350-1. Verg., Aeneid. VII 290. 706 Verg., Aeneid. II 32. 707 Verg., Aeneid. XI 126. 708 Isocr., Paneg. 168. 709 Ter., Adelph. 958. 710 Pl., Euthydem. II, 29. 711 Verg., Eclog. VIII 21. 712 Verg., Aeneid. VI 372. 704 705

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Vix ea fatus erat, coepit cum talia uirgo; y en la misma obra, 713 Nocturnas inchoat aras. En ático: Κατακροᾶσθαι τούτου y τοῦτον; Éupolis en Prospalt. 714 Τί κατακροᾶσθε μου τὰ μουσοδονήματα. En latín se construye audio (“oígo”) con acusativo, y ausculto (“escucho”) tanto con acusativo como con dativo. Terencio en Andria, 715 Pamphilumne adiutem an auscultem seni; y en la misma obra,716 Ausculta pauca: et quid ego te uelim et tu quod quaeris scies. Así es como lo reflejan los antiguos códices, según el comentario de Donato. (226) En ático: κατακέχρησαι ταύτῃ y ταύτην. Cicerón en sus Invectivas I, 717 Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?, Salustio en la Conjuración de Catilina, 718 Quippe quas honeste habere licebat, abuti per turpitudinem properabant. Pero puede sobreentenderse his. En ático: καθέξεσθαι ἐν τῷδε, εἰς τόνδε, ἐπὶ τοῦδε y ἐπὶ τῷδε. Tucídides I, 719 Καθεζόμενοι δὲ ἳκεται εἰς τὸ Ἥραιον ἐδέοντο. (227) Esquines, 720 Ἐκαθήμεθα δὲ ἐν τῇ στοᾷ. Los autores latinos también con frecuencia asocian casos distintos a este verbo: sedeo in monte, in montem, y

–––––––––– 713

Verg., Aeneid. VI 252. Eup., Prospalt. Fr. IV, com. Gr. Fr. II p.523. 715 Ter., Andr. 209. 716 Ter., Andr. 536. 717 Cic., In Catil. Or. I, 1, 1. 718 Sall., Catil. 13, 2. 719 Thucid., Hist. I 24. 720 Esquin., exemplum incertum. 714

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monte o montem (“me siento en el monte”) sin preposiciones, como Virgilio en el VII, 721 Tali intus templo diuum patriaque Latinus / Sede sedens; y en el V, 722 Summa petit scopuli siccaque in rupe resedit; Salustio en Jugurta, 723 Iugurtha extenuata suorum acie montem insedit. (228) En ático: Κατηγορῶ σοῦ τάδε y τῶνδε. También nosotros: accuso te furti y accuso tui furta (“te acuso de robo”). Demóstenes en el discurso contra Midias, 724 Εἰ μὲν οὗν παρανόμων ἢ παραπρεσβείας ἤ τινος ἄλλης τοιαύτης αἰτίας ἤμελλον αὐτοῦ κατηγορεῖν. En ático: Κατέαγε τοῦ δεῖνα y τῷ δεῖνι ἡ κλεῖς. De manera similar, en latín: fractum illius e illi crus (“se rompió la pierna”). En ático: καταφρονήσας τούτου y τοῦτον. Heródoto en el primero, 725 καταφρονήσας τὴν τυραννίδα ἤγειρεν τρίτην στάσιν. También en latín: temno, sperno, despicio (“rechazo, desprecio, desdeño”) y todos los verbos activos, que forman pasiva a partir de ellos, se construyen con acusativo. Virgilio en Bucólicas, 726 O digno coniucta uiro, dum despicis omnes. (229) Ellos dicen: κατὰ μνήμην en vez de ὡς μέμνημαι y κατὰ σῶμα εἰργασμένην. También en latín: pro uiribus, es decir secundum uires (“en función de las fuerzas”). Salustio en Catilina, 727 Publicam miserorum

–––––––––– 721

Verg., Aeneid. VII 192-3. Verg., Aeneid. V 180. 723 Sall., Iugurth. 49,1. 724 Demosth., Adv. Meid. Or. 5. 725 Herod., Hist. I 59. 726 Verg., Eclog. VIII 32. 727 Sall., Catil. 35,3. 722

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causam pro mea consuetudine suscepi; Virgilio en el V, 728 Tum ualidis flexos incuruant uiribus arcus / Pro se quisque uiri, es decir secundum suas uires (“según sus fuerzas”). Sin embargo esta misma preposición, es decir pro, cuando se construye con un verbo, para expresar el significado antes mencionado, se une a ut: prout possum, prout ualeo, prout intellego (“en la medida en que pueda, tenga fuerzas, comprenda”). (230) Ellos: Καταμελεῖν τούτων y ταῦτα. Antifonte en sus discursos políticos, 729 Μήτε φιλοπότην κληθῆναι καὶ δοκεῖν τὰ πράγματα καταμελεῖν ὑπὸ οἴνου ησσώμενον. Así también los nuestros: neglego illum (“despreocuparse de algo”) Terencio en Los Hermanos, 730 Pecuniam in loco neglegere maximum interdum est lucrum. Καρτερεῖν τὰ παρόντα y ἐπὶ τοῖς παροῦσιν. Nosotros con acusativo: Vigilio en III de Eneida, 731 Haut inpune quidem nec talia passus Vlixes. Ellos: καταρᾶται τούτῳ. Horacio en Sátiras II, 732 Tibi non referenda precati. Κατεύχεσθαι τοῦτον. En latín: imprecor y execror illum e illi (“le impreco y le maldigo”). Ellos: καταγελᾷς ἡμῶν y ἡμιν. Terencio en Hermanos, 733 Rideo hunc; y en Eunuco, 734 Forte habui scortum: coepit ad id adludere / Et me inridere; y en la

–––––––––– 728

Verg., Aeneid. V 500-1. Antiphon, Politici fr. Or. XXIV fr. 2 730 Ter., Adelph. II 2,8 731 Verg., Aeneid. III 628. 732 Hor., Serm. II 7, 36. 733 Ter., Adelph.IV, 2, 9. 734 Ter., Eunuch.III 1, 34-5. 729

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misma obra, 735 Hisce ego non paro me ut rideant, Sed his ultro arrideo. (231) Ellos: κατακράζομαί σε, καταβοήσομαί σε y σοῦ. Aristófanes en Los Caballeros, 736 κατακεκράξομαί σε. Nosotros: increpo illum (“le increpo”). Ellos: καθ᾿ ἡμέραν y καθ᾿ ἑκάστην τὴν ἡμέραν. En latín: in dies, per singulos dies (“de día en día”), in annos, per singulos annos (“de año en año”), in horas y per singulas horas (“de hora en hora”). Livio con frecuencia utiliza in milites (“a los soldados”) por in singulos milites (“a cada uno de los soldados”). Virgilio en el V,737 Bina boum uobis Troia generatus Acestes / Dat numero capita in naues, adhibete penates. Ellos: ὁσημέραι, nosotros: cotidie y quot annis (“diariamente, todos los años”). (232) Ellos utilizan κατάγομαι, καταλύω y ὁρμίζομαι con el valor de dirección a dónde y en dónde. Igualmente, los nuestros: deuerto domi y domum (“me retiro en casa, a casa”). Ellos: κόπτειν τὰ ῥήματα con el valor de disserere (“disertar”). Terencio en Heautontimorúmeno, 738 Verum interea, dum sermones caedimus,/ Illae sunt relictae. Ellos: κοπιᾷς αὐτόν por in lassitudinem ducis (“llevas al agotamiento”). Semejantes a éstos son verbos que tienen, entre nosotros, tanto valor activo como pasivo, tal como hemos indicado anteriormente: 739 propinquo,

–––––––––– 735

Ter., Eunuch. II 2, 18-9. Aristoph., Caball. 287. 737 Verg., Aeneid. V 61-2. 738 Ter., Heaut. II 3,1-2. 739 Cfr. XVIII 203. 736

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ruo y moror (“acercar / acercarse; correr / empujar; detenerse / detener”). Ellos: κωλύει τὸν ἀδικούμενον y κωλύει τοῦτον ἀδικεῖσθαι. Y nosotros: prohibet illum periclitantem y prohibet illum periclitari (“impide que corra peligro”). Virgilio en Eneida II, 740 Sensit medios illapsus in hostes, por illapsum se esse (“que se había precipitado”). Salustio en Jugurtha, 741 Et Hercule, Sulla, ante te cognitum multis orantibus, aliis ultro egomet opem tuli, nullius indigui. (233) Λαχεῖν τῶν πατρῷων, διαλαχεῖν τὰ πατρῷα. Nosotros: sortior (“obtengo en suerte”) con acusativo. Virgilio en el XII, 742 Sortitus fortunam oculis. Ellos: λέγουσιν ὡς τόδε ἐγένετο y λέγουσιν ὡς τόδε γεγονέναι. Los nuestros: dicunt ut illa res facta sit e illam rem factam esse (“dicen que aquel asunto se realizó”). Λέγεται ὅδε πεποιηκέναι τόδε y λέγεται τόνδε πεποιηκέναι τόδε. También los nuestros con frecuencia: Terencio en El Eunuco, 743 Apparet seruum hunc esse domini miseri et pauperis. (234) Ellos: λεκτέον ἐστί por oportet dicere (“conviene hablar”). Platón en el libro III de República, ῞Οτι ἔφαμεν, ἃ μὲν λεκτέον, ἤδη εἰρῆσθαι, ὡς δὲ λεκτέον ἔστίν, ἐπισκεπτέον εἶναι. De aquí se tomaron en latín los gerundios o los supinos: dicendi, dicendo, dicendum, dictum, dictu. Propiamente la terminación dum indica

–––––––––– 740

Verg., Aeneid. II 377. Sall., Jugurth. 110,2. 742 Verg., Aeneid. XII 920. 743 Ter., Eunuch. III 2, 33-4. 741

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PRISCIANO, Sintaxis

un adverbio ático, que puede unirse a cualquier género, número, persona y tiempo, como legendum est mihi, tibi, illi, nobis, uobis, illis (“tiene que hacerse la lectura por mí, por ti, por nosotros, por vosotros y por ellos”) y legendum est, legendum fuit, legendum erit poetam, orationem, carmen (“tiene que ser leído, tuvo que ser leído, tendrá que ser leído el poeta, el discurso, el poema”). (235) En ático: Λογίζεται λ´μνᾶς ὑπὲρ ἡμῶν ἐκτετικώς. Nosotros: confitetur osculatus uirginem (“confiesa que ha besado a la joven”) y criminatus innoxium (“que ha calumniado a un inocente”). Virgilio en el II, 744 Sensit medios illapsus in hostes, por illapsum se esse (“que se había precipitado”); Estacio en el XII, 745 Hortaris euntem por hortaris ire (“le animas a que vaya”). En ático: λοιδορεῖσθαι αὐτοῖς y αὐτούς. Hipérides contra Demóstenes, 746 ἀλλὰ τοὺς νεωτέρους ἐπί βοήθειαν καλεῖς, οὑς ὕβριζες καὶ ἐλοιδοροῦ ἀκρατοκώθωνας ἀποκαλῶν. Los romanos por su parte: maledico te y tibi (“te maldigo”): Cicerón, en su defensa de Deiotaro, dijo: 747 Blesamius, –eius enim nomine, optimi uiri nec tibi ignoti, maledicebat tibi. (236) Λυμαίνεται τῷδε y τόνδε. Heródoto en el I, 748 λυμαινομένη δὲ τῷ νεκρῷ ἐπέλεγε τοιάδε; y en el III, 749 λυναίνομαι αὐτόν. En latín se dice: laedo te, noceo tibi

–––––––––– 744

Verg., Aeneid. II 377. Stat., Theb. XII, 218. 746 Hyperid., Adv. Demosth.. or. XVII, fr.3 747 Cic., pro Deiotaro or. 12, 33. 748 Herod., Hist. I 214. 749 Herod., Hist. III 16. 745

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y te (“te hiero, te daño”). Lucano en el III, 750 Insiluit solo nociturus pondere puppim. Pero esta construcción se debe más bien a la elipsis de la preposición in, es decir, encontramos insiluit puppim, por in puppim. 751 Isócrates en el Eginético, 752 ἐκ ποίας δ᾿ἂν οἰκίας ἄλλον ἥδιον υἱὸν εἶδεν αὑτῷ μᾶλλον πολύ en lugar de πολὺ μᾶλλον; μάλιστα y πολὺ μάλιστα. Los nuestros dicen: multo magis (“mucho más”) y multo maxime (“muchísimo”), como Virgilio en el I, 753 Pygmalion scelere ante alios immanior omnes. (237) En ático: μανθάνω τόδε y τοῦδε. Semejante a esto es lo que encontramos en El Eunuco de Terencio, 754 Reuiso, quidnam Chaerea hic rerum gerat, por quas res y Virgilio en el XI, 755 Iustitiane prius mirer belline laborum. De manera similar: insimulo auaritiae, accuso pecuniarum repetundarum, o furti, o adulterii y similares (“acuso falsamente de avaricia, acuso de malversación de fondos, o de robo, o de adulterio”, etc.).

–––––––––– 750

Luc., Pharsal. III 626. Junto a la elipsis del verbo sustantivo en algunas construcciones, de nombres cognatae significationis, o de acusativos para explicar construcciones aparentemente anómalas, encontramos también ahora la elipsis de una preposición, en este caso in, como recurso gramatical. Como hemos ido afirmando en todos los casos anteriores, Apolonio Díscolo y Prisciano van dando pasos para la consideración de dos niveles en el lenguaje, con la utilización de figuras gramaticales como la elipsis para explicar las desviaciones que se producen entre ambos niveles. Será ya en la gramática racional del XVI, especialmente con Linacro y el Brocense, cuando esta explicación se sistematice y dé paso a una gramática plenamente racional. 752 Isocr., Aeginet. 46. 753 Verg., Aeneid. I 347. 754 Ter., Eunuch. 923. 755 Verg., Aeneid. XI 126. 751

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PRISCIANO, Sintaxis

Por su parte sciens, cuando es participio, se construye con acusativo. Pero cuando es nombre, con genitivo, como amans, diligens, patiens, neglegens (“que ama / amante, que aprecia / diligente, que siente / paciente, que descuida / negligente”) y otros semejantes. En ático: μετ᾿ἐμοῦ ἐστι τὰ δίκαια. Cicerón en III de Verrinas, 756 Heres erat filia; faciebant omnia cum puella, leges, aequitas, uoluntas patris, edicta praetorum. (238) Ellos: μέλλω γράφειν y γράψαι. Lisias en el discurso sobre la herencia de Agesandro, 757 Ὡς ἔμελλεν ἐπί τε τοὺς βωμοὺς εἶναι καὶ νομιζόμενά γε ποιήσειν. En lugar de esta construcción, en latín se utiliza el participio de futuro con cualquier tiempo del verbo sustantivo. Así, lecturus sum, μέλλω ἀναγινώσκειν (“voy a leer”); lecturus eram, fui y fueram, ἤμελλον ἀναγινόσκειν (“iba, fui y había ido a leer”); lecturus ero o fuero, μέλλω ἀναγνώσεσθαι (“iré a leer, o habré ido a leer”). (239) Ellos: μέλει μοι ταῦτα y τούτων. Nosotros: curo has res (“me ocupo de estas cosas”). Ellos: μέχρι ἕως. Nosotros: usque dum (“hasta entonces”). En ático: μέμφεται σοὶ y σέ. De manera similar, nosotros: queror tibi y te (“me quejo ante ti”). Juvenal en el I, 758 Nec quereris patri nec terram cuspide quassas; Virgilio en Bucólicas, 759 Dum queror et diuos, quamquam nil testibus illis / Profeci. Jenofonte en el tratado de educación VII, 760 Τοῖς δὲ θεοῖς οὐδὲν ἂν ἔχοιμεν

–––––––––– 756

Cic., Verr. II 41, 104. Lys., De sorte Heges. Orat, LV, fr.3. 758 Juv., Sat. I 2, 130. 759 Verg., Eclog. VIII 19-20. 760 Xenoph., Cyropaed. VII, 5, 42. 757

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μέμψασθαι; Menandro, 761 μέμφομαί σοι τοῦθ᾿, ὅτι Χρηστά με λέγοντα οὐκ εὖ ποιήσειν προσδοκᾷς; Demóstenes en Filípicas, en el tercero de Olínticas, 762 Καὶ οὐχὶ μέμφομαι τὸν ποιοῦντά τι τῶν δεόντων ὑπὲρ ὑμῶν. (240) En ático utilizan μεθ᾿ ἡμέραν y ἡμέραν sola. Y también: νύκτωρ καὶ ἡμέραν. Aristófanes, 763 Οὔτε νύκτωρ παύεται / Οὔθ᾿ ἡμέραν. Los nuestros también utilizan con frecuencia este tipo de construcciones: noctu et die, interdiu et nocte (“de noche y de día, durante el día y la noche”); Virgilio en el I, 764 Noctem non amplius unam / Falle dolo; y en la misma obra, 765 Una cum gente tot annos / Bella gero. Habere (“tener”) por esse (“haber”). Demóstenes Sobre la falsa embajada de Esquines, 766 Μηδενὶ ὑμῶν εὐσεβῶς ἔχειν ἀποψηφίσασθαι αὐτοῦ; Terencio en Formión, 767 Bene tibi se habent principia. (241) Los áticos: μικρὸν ἢ μέγαν. Nosotros: plus minusue (“más o menos”). Una construcción semejante a ésta aparece en Andria de Terencio, 768 Quo iure quaque iniuria. Ellos: μνησθῆναι τοῦδε y τόδε. Homero, 769 Μνήσεο πατρὸς σεῖο, θεοῖς ἐπιείκελ᾿ Ἀχιλλεῦ; Demóstenes en las Filípicas, 770 Καίπερ ὄντες οὐ δεινοὶ τοὺς ἀδικοῦντας

–––––––––– 761

Men. inc. Fab. Frag. CLXXXVI. Demosth., Or. Olynth. III, 36. Aristoph. Inc. Fab. Frag. XC 764 Verg., Aeneid. I 683-4. 765 Verg., Aneid. I 47-8. 766 Demosth., De falsa legat. Or. 212. 767 Ter., Phorm. 429. 768 Ter., Andr. 214. 769 Hom., Iliad. XXIV 486. 770 Demosth., Or. Philipp. II 30. 762 763

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PRISCIANO, Sintaxis

μεμνῆσθαι. De manera similar, los nuestros. Así Virgilio en el libro IV, 771 Nec meminisse pigebit Elissae; y en las églogas, 772 Numeros memini, si uerba tenerem. Admoneo te illius e illum (“te advierto de aquello”). Salustio, 773 Sed quoniam tanti uiri nos tempus admonuit; Virgilio en el X, 774 Lucagus ut pronus pendens in uerbera telo / Admonuit biiugos. (242) Ellos: μονονουχί. De manera similar Terencio en Formión, 775 Is senem per epistolam / Pellexit modo non montes auri pollicens. En ático se utilizan muchas construcciones con elipsis o pleonasmos. Ferécrates en Quirón, 776 Νῦν δ᾿ἄρτι μοι τὸ γῆρας ἐντίθησι νοῦν. También nuestros autores dicen nunc nuper (“ahora al momento”). Ξαίνει κατὰ τοῦ νώτου πολλάς, donde se ha elidido πληγάς. Como en El Eunuco de Terencio, 777 Plurima salute Parmenonem, Summum suum, impertit Gnatho, donde se sobreentiende amicum (“amigo”). Y en la misma obra, 778 Egone illam, quae illum, quae me quae non!

–––––––––– 771

Verg., Aeneid. IV 335. Verg., Eclog. IX 45. 773 Sall., Iugh, VC 2. 774 Verg., Aneid. X 586-7. 775 Ter., Phorm. 68. 776 Ferecr., Chiron. frag. 7. 777 Ter., Eunuch. 270-1. 778 Ter., Eunuch. 65. 772

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(243) Ferécrates en Krapátalois, 779 Ὥς τοι κακὸν ὄζει τἀμάμήτι ἀλλὰ γλυκύ; Terencio en Los Hermanos, 780 Olet unguenta de meo; Juvenal en el libro I, 781 Olebit / Lanternam. Οἶδά τινας ποιοῦντας, ποιήσαντας᾿τόδε, οἶδά τινας ποιεῖν, o πεποιηκέναι τόδε. Jenofonte en el libro IV de Memorables, 782 Οἶδας δέ τινας ἄλλα ποιεῖν ἢ ἃ οἴονται δεῖν; Terencio en Los Hermanos, 783 Video sapere, intellegere, in loco / Vereri, inter se amare. (244) Jenofonte, 784 Τοὺς μὲν Λακεδαιμονίους οὕτως αὖ οῖ πελασταὶ ὤκνουν. Por eso los romanos unen piget con acusativo y con genitivo: piget me hostium (“me apenan los enemigos”). La misma construcción tienen: pudet, taedet, paenitet, miseret (“me avergüenzo, me hastía, me arrepiento, me apiado”). Los encontramos también construidos sólo con acusativo. Terencio en Los hermanos, 785 Ei mihi! Non te haec pudent; y este mismo autor, 786 Ut nihil pudet (οὐδένα κίνδυνον ἴδιον οὐδὲ ὀκνήσας οὐδέ ὑπολογι-σάμενος). 787 En ático dicen: θαρρῶ αὐτοὺς y αὐτοῖς. De manera similar, los nuestros. Así Estacio en II de Tebaida, 788 Terrigenas confisus auos; Juvenal en III, 789 Fidimus

–––––––––– 779

Ferecr., Krapát. frag.XIV, aunque es un fragmento dudoso. Ter., Adelph.I 2, 37. 781 Juv., Sat. I, 5, 87-8. 782 Xenoph., Memorab. IV 6,6. 783 Ter., Adelph. 831. 784 Xenoph., Hellen, IV 4, 16. 785 Ter., Adelph. 754. 786 Ter., Phorm. 644. 787 Esta cita falta en algunos manuscritos. 788 Stat., Thebaid. II 573. 789 Juv., Sat. III 7, 139-40. 780

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eloquio? Ciceroni nemo ducentos / Nunc dederit nummos, nisi fulserit anulus ingens; Virgilio lo construyó también con dativo en el XI, 790 Dum Troïa temptat Castra fugae fidens et caelum territat armis; y en IX, 791 Et fidere nocti. (245) En ático dicen: ὀλίγον πρότερον y ὀλίγῳ πρότερον. También nosotros: ante paulum y paulo ante (“un poco antes”), al igual que post paulum y paulo post (“un poco después”) Platón en el Menón, 792 Οὐκοῦν τούτων ἕκαστον ὀλίγον πρότερον μόριον ἀρετῆς ἔφαμεν εἶναι; Isócrates en el Panegírico,793 Ἐπὶ δὲ τῶν μεγίστων τὸν αὐτὸν τρόπον, ὅνπερ ὀλίγῳ πρότερον, πειράσομαι καὶ περί τούτων διελθεῖν; Cicerón en I de Catilinarias, 794 Et uoces paulo ante exaudire potuisti. De manera similar en ático: ὀλίγῳ ὕστερον y ὀλίγον ὕστερον, como también nosotros. Platón en Euthydemo,795 Ὀλίγῳ ὕστερον εἰσέρχεσθον τούτω; Horacio, 796 Illam: “post paulum, sed multo”. (246) En ático: ὀλίγας ἡμέρας por ἐν ὀλίγαις ἡμέραις. De manera similar se construye entre nosotros. Aristófanes Γήρᾳ, 797 Σὺ δ᾿ οὐκ ἐγήμω; –Νὴ Δί ᾿ὀλίγας ἡμέρας; Virgilio en el I, 798 Una cum gente tot annos /

–––––––––– 790

Verg., Aeneid. XI 350-1. Verg., Aeneid. IX 378. 792 Pl., Men, 12. 793 Isocr., Paneg.66. 794 Cic., Cat. Orat. I 8, 21. 795 Pl., Euthydem. 2,5. 796 Hor., Sermo. I 2, 120. 797 Aristoph., Γήρως, frag. IX. 798 Verg., Aeneid. I 47-8. 791

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Bella gero; y en la misma obra,799 Tu faciem illius noctem non amplιus unam / Falle dolo; y en Eneida III, 800 Tres adeo incertos caeca caligine soles / Erramus pelago, totidem sine sidere noctes. Ὀλίγου εἰς χιλίους en vez de παρ᾿ὀλίγον χιλίους. Nosotros: paulo minus mille (“un poco menos de mil”). Tucídides en el IV, 801 ἳππῆς δὲ οἱ πάντες ἠκολούθουν Μακεδόνων σὺν Χαλκιδεῦσιν ὀλίγου εἰς χιλίους. (247) ὀλίγου δεῖ y ὀλίγου δεῖν por σχεδόν (“un poco”). Ὀλίγου ἐπελαθόμην ὃ ἐβουλόμην εἰπεῖν por ὀλίγου δεῖ. Terencio en Andria, 802 Sosia, Adesdum, paucis te uolo. En griego: Ὀλύμπια y Ὀλυμπίοις ἐνίκα. Juvenal en el II, 803 Fidibus promittere; y Terencio en el Eunuco, 804 Fidibus scire; (Horacio en el Arte Poética, 805 Qui Pythia cantat / Tibicen). 806 Los áticos: ὄμνυμι θεούς. Virgilio en el VI, 807 Di cuius iurare timent et fallere numen; y en la misma obra, 808 Maria aspera iuro, en una construcción que no extraña, puesto que tiene también pasiva. Así, Lucano

–––––––––– 799

Verg., Aeneid. I 683-4. Verg., Aeneid. III 203-4. Thucid., Hist. IV 124. 802 Ter., Andr. 50. 803 Juv., Sat. II 6, 388. 804 Ter., Eunuch. 133. 805 Hor., Ars Poet. 414-5. 806 Este ejemplo de Horacio es un añadido al margen. 807 Verg., Aeneid. VI 324. 808 Verg., Aeneid. VI 351. 800 801

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PRISCIANO, Sintaxis

en el V,809 Et laetae iurantur aues bubone sinistro; Homero, 810 Ἄγρει μάν, νῦν μοι ὄμοσον Στυγὸς ἄατον ὕδωρ, Ἦ μὲν ἐμοὶ δώσειν Χαρίτων μίαν ὁπλοτεράων; Menandro, 811 Γλυκέρα, τί κλάεις; ὀμνύω σοι τὸν Δία / Τὸν Ὀλύμπιον καὶ τὴν Ἀθηνᾶν, φιλτάτη,/ Ὀμωμοκὼς καὶ πρότερον ἤδη πολλάκις; y en el Misógino, 812 ὄμνυμί σοι τὸν Ἥλιον,/ Ἦ μὴν ἀποίσειν σοι γραφὴν κακώσεως. (248) Terencio en Formión, 813 En unquam iniuriarum audisti mihi scriptam dicam?; y Lucano en el VI, 814 Effera damnarat nimiae pietatis Erichtho. En ático: ὅμοια τοῖς y ὅμοια τῶν. Tucídides en VII, 815 Τὸ δὲ γένος τὸ τῶν Θρᾳκῶν ὅμοια τοῖς μάλιστα τοῦ βαρβαρικοῦ, ἐν ᾧ ἂν θαρσήσῃ φονικώτατὸν ἐστιν; Virgilio en Bucólicas, 816 Urbem, quam dicunt Romam, Meliboee, putaui / Stultus ego huic nostrae similem; Terencio en Eunuco, 817 Quid tibi ego multa dicam? Domini similis es. (249) En ático: ὅμοιός ἐστι λόγος καὶ πρότερον en vez de οἷος καὶ πρότερον. Platón en el Critón, 818 Ἀλλ᾿, ὦ θαυμάσιε, οὗτός τε ὁ λόγος, ὃν διεληλύθαμεν, ἔμοιγε δοκεῖ ἔτι ὅμοιος εἶναι καὶ πρότερον, por οἷος πρότερον.

–––––––––– 809

Luc., Pharsal. V 396.. Hom., Iliad. XIV 271 Y 275. Men. inc. Fab. Frag. XLVI. 812 Men. Misogyni frag. VI 813 Ter., Phorm. 329. 814 Luc., Pharsal. V, 508. 815 Thucid., Hist. VII 29. 816 Verg., Eclog. I 20-1. 817 Ter., Eunuch. III, 2, 43. 818 Pl., Crit.8, 48. 810 811

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Es semejante lo de Virgilio, 819 O socii, neque enim ignari sumus ante malorum, es decir illorum, quae pertulimus mala (“de aquellos males que sufrimos”). Adviértase que una estructura griega de este tipo, en latín, se construye con frecuencia por ac y atque, con un significado similar, como en similis est haec oratio atque ante (“este discurso es similar al de antes”). Virgilio en III de Eneida, 820 Haud secus ac iussi faciunt; Terencio en Andria, 821 Ita tunc discedo ab illo, ut qui se filiam / Neget daturum, es decir ut ab huiuscemodi homine, qualis est, qui filiam negat (“de un hombre de una clase capaz de negar a su hija”). Facio atque ante feci por sicut feci (“como actué”). (250) En ático: ὃν τρόπον, ᾧ τρόπῳ, ἐξ οὗ τρόπου y καθ᾿ ὃν τρόπον. Nosotros: quem ad modum y quo modo (“de qué modo”). Ὄνασθαι τοῦδε, τόδε y ἀπὸ τοῦδε. Platón en Cármides, 822 ὑπὲρ δὲ σοῦ, ἦν δ᾿ ἐγώ, ὦ Χαρμίδη, πάνυ ἀγανακτῶ, εἰ σύ, τοιοῦτος ὢν τὴν ἰδέαν καὶ πρὸς τούτῳ τὴν ψυχὴν σωφρονέστατος, μηδὲν ὀνήσει ἀπὸ ταύτης τῆς σωφροσύνης; Virgilio en el VII, 823 Fruiturque deorum / Colloquio; Juvenal en el I, 824 Exul ab octaua Marius bibit et fruitur dis / Iratis, at tu, uictrix prouincia, ploras? De manera similar potior illius rei, illa re e illam rem (“me apodero de aquel objeto”). Cicerón en el II de

–––––––––– 819

Verg., Aeneid. I 198. Verg., Aeneid. III 236. 821 Ter., Andr. 121-2. 822 Pl., Charmid. 23, 51. 823 Verg., Aeneid. VII 90-1. 824 Juv., Sat. I 1,49-50. 820

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sus Invectivas, 825 Rerum potiri uolunt; Terencio en Los hermanos, 826 Ille alter sine labore patria potitur commoda; y en la misma obra, 827 Miseriam omnem ego capio, hic potitur gaudia; Salustio en Jugurta, 828 Priusquam legatos conueniret, Adherbalis potiretur; Virgilio en el I, 829 Egressi optata potiuntur Troes harena. Ellos: ὁσημέραι y ὅσαι ἡμέραι. Hipérides en el discurso sobre Delos, 830 ἐνταυθοῖ θύεται τῷ᾿ Απόλλωνι ὁσημέρεαι καὶ μερὶς αὐτῷ καὶ δεῖπνον παρατίθεται. De ahí que los romanos digan también cotidie o quotidie por quot dies (“cada día”), y quotannis (“cada año”) por quotquot eunt anni (“cuantos años pasan”). En ático: ὅσῳ χρόνῳ. Menandro en El Misógino, 831 Χαῖρ᾿, ὦ Γλυκέρα. –Καὶ σύ.– Πολλοστῷ χρόνῳ / Ὁρῶ σε. Nosotros: longo tempore (“hace mucho tiempo”). (252) Ὀσφρᾶται τοῦδε y τόδε. Eupolis en Las cabras, 832 Προσένεγκέ μοι ἐγγὺς τὸ στόμα, ὀσφρέσθαι τὸ σόν. También nosotros: olfacio illam rem (“huelo ese objeto”). Terencio en Los hermanos, 833 Sinerem illum? Ac non sex totis mensibus / Prius olfecissem, quam ille quicquam coeperit? Odoror (“olfateo”) también se construye con acusativo. Lucano en el VII, 834 Motumque cadauere caelum / odorati Pholoën liquere leones.

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Cic., in Cat. Orat. II, 9, 19. Ter., Adelph. 871. Ter., Adelph. 876. 828 Sall.., Iug. 25, 10. 829 Verg., Aeneid. I 172. 830 Hyperid. Deliac. Or. XII, fr. 2. 831 Men., Mysog. Frag. IX. 832 Eup., Capr. Frag. XV 833 Ter., Adelph. 396-7. 834 Luc., Pharsal. VII 826-7. 826 827

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Los áticos dicen ὅταν ἔλθῃ sobre el futuro. Iseo también sobre el pasado, 835 ὅταν ἔλθῃ, εἰώθει παρ᾿ ἐμοὶ κατάγεσθαι; e igualmente, ὅταν ἔλθω, παρ᾿ἐκείνῳ κατηγόμην. Sin embargo, en época anterior, se decía: ὅτε ἔλθοι sobre el pasado. Lisias en el discurso sobre las posesiones de Diógenes, 836 Διογένει δὲ οἰκειότατα πάντων ἀνθρώπων ἐχρώμεθα, καὶ ἕως γε ὑγίαινεν, ἑξ ἀγροῦ ὁπότε ἔλθοι, παρ᾿ ἡμῖν διῃτᾶτο. (253) Con un significado de este tipo, los romanos suelen no sólo utilizar los pretéritos imperfectos, sino también los perfectos, en lugar de los presentes, o futuros, tanto subjuntivos como indicativos. Virgilio en el I de Eneida, 837 Certe hinc Romanos olim uoluentibus annis, / Hinc fore ductores reuocato a sanguine Teucri, / Qui mare, qui terras omni dicione tenerent, Pollicitus. Tenerent por κατέχοιεν (“tendrían”). Y en la misma obra, 838 Cum uenit, aulaeis iam se Regina superbis / Aurea composuit sponda; Cicerón en I de Verrinas, 839 Non enim illud peto, quod soleo, cum uehementius contendí, impetrare, reus ut absoluatur; y Terencio en El Eunuco, 840 Quae uera audiui, taceo et contineo optime, “audiui” por “audiam” o “audiuero”. En Andria, 841 Sed siquid tibi narrare occepi, continuo dari / Tibi uerba censes; occepi por occipiam u occepero (“empecé” por “empezara” o “hubiera empezado”).

–––––––––– 835

Isaeus fr. Or. 7 Lisias, De Diog. Sort. Or. XXXV, frag.1. 837 Verg., Aeneid. I 234-5 838 Verg., Aeneid. I 697-8. 839 Cic., In Q. Caecil. Diuin. 7, 23. 840 Ter., Eunuch. 103. 841 Ter., Andr. 504-5. 836

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PRISCIANO, Sintaxis

(254) Los áticos: ὅτι κάλλιστος por ὡς κάλλιστος. Platón en Alcibiades, προστέτακται ἐπιμελεῖσθαι τοῦ γενομένου, καὶ ὅπως καὶ ὅ τι κάλλιστος ἔσται μηχανᾶσθαι, ἀναπλάττοντας τὰ μέλη τοῦ παιδὸς καὶ κατορθοῦντας. De manera similar, los nuestros. Terencio en El Eunuco, 842 Munus nostrum ornato uerbis, quod poteris; et istum aemulum, Quod poteris ab ea pellito; aquí aparece quod poteris por ut poteris, quantum poteris (“en la medida que puedas”). Ὁτιὴ λέγεις με por εἰς ἐμέ. Aristómenes en Los defensores, 843 Μισῶ σε, ὁτι ὴ λέγεις με τὰ αἰσχρά. Semejante a esto es lo que encontramos en Andria de Terencio, 844 Quid me fiat? Por in me (“a mí”). Los áticos: ὅ τι μάλιστα. Platón en Cármides, 845 Εἰ δ᾿ οὖν, ὦ φίλε, ὅ τι μάλιστα μηδὲν ἐλάττους αἱ ἡσύχιοι τῶν σφοδρῶν τε καὶ ταχειῶν πράξεων τυγχάνουσι καλλίους οὖσαι. (255) En latín, con frecuencia decimos cum maxime (“lo más posible”) por ὅ τι μάλιστα. Platón en la misma obra, 846 Οὐδὲ ταύτῃ σωφροσύνης ἂν εἴη μᾶλλόν τι τὸ ἡ συχῇ πράττειν ἦ τὸ σφόδρα τε καὶ ταχέως, οὔτε ἐν βαδισμῷ οὔτε ἐν λέξει οὔτε ῎αλλοθι οὐδαμοῦ. De manera similar, Virgilio en I de Eneida, 847 Quam Iuno fertur terris magis omnibus unam / Posthabita coluisse Samo.

–––––––––– 842

Ter., Eunuch. 214. Aristom., Boez. Frag. III. 844 Ter., Andr. IV 2, 26. 845 Pl., Charm. 7, 17. 846 Pl., Charm, Ibid. 847 Verg., Aeneid. I 15-6. 843

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Libro XVIII

Los griegos entienden οὔν con valor expletivo. Platón en el Timeo, 848 Ὁ δὴ γέρων, σφόδρα γὰρ οὖν μέμνημαι. Los nuestros también, con frecuencia, entienden ergo con este carácter. Terencio en Andria, 849 Mihine?– Tibi ergo. Οὐδὲ τόδε ἐποίησεν y οὐδὲ τόδε οὐκ ἐποίησεν lo utilizan en este sentido en griego duplicando en vano la negación. Terencio en Formión, 850 Non, non sic futurum est; Lucano en el I,851 Aut hic erat, ait, nulla sine lege per aeuum / Mundus; Terencio en El Eunuco, 852 Nihil minus, por minime (“en absoluto”). Οὕτως y τὸν αὐτὸν τρόπον. Platón en el Eutidemo, 853 Καὶ οἵ γε στρατηγοί, ἔφη, τὸν αὐτὸν τρόπον. Demóstenes en el primero de Filípicas, 854 Μὴ τὸν αὐτὸν τρόπον, ὥσπερ οἱ δανειζόμενοι por ὅνπερ. Terencio en Andria, 855 Quid uos? Quo pacto hic? Satin recte? – Nosne? Sic. Ut quimus, aiunt, quando ut uolumus non licet; y en El Eunuco, 856 Nunc ego eam, mi Phaedria, multae sunt causae, quamobrem cupiam abducere. (256) Hay muchísimas figuras de este tipo, en las que adverbios, y sobre todo de lugar, responden a nombres, participios o pronombres. Virgilio, 857 Arma

–––––––––– 848

Pl., Tim. 3. Ter., Andr. 849. Ter., Phorm. II 1, 73. 851 Luc., Pharsal. I 642-3. 852 Ter., Eunuch. III 1, 45. 853 Pl., Euthyd. 17, 45. 854 Demosth., Philip. Orat. I 15. 855 Ter., Andr. 804-5. 856 Ter., Eunuch. 64-65. 857 Verg., Aeneid. I . 849 850

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PRISCIANO, Sintaxis

uirumque cano… genus unde Latinum, por ex quo (“del cual”). Los áticos: Οὐχ οὕτως ἦσαν ἀνόητοι ὥστε τόδε τι ποιῆσαι y ὥστε τόδε τι ἐποίησαν. Lisias en el discurso contra Agórato, 858 Οὐ γὰρ δήπου οὕτως ἐκεῖνοι ἀνόητοι ἦσαν καὶ ἄφιλοι, ὥστε περὶ τηλικούτων πραγμάτων πράττοντες Ἀγόρατον ὡς πιστὸν καὶ εὔνουν, δοῦλον καὶ ἐκ δούλων ὄντα, παρεκάλεσαν, ut rogauerint (“como rogaron”). Esta construcción es usual también entre nosotros, cuando ut como conjunción causal se une a un subjuntivo de pasado, o también de presente o de futuro, apareciendo con el valor de ὅτι, es decir de quod. Cicerón en VII de Verrinas, 859 Primum ut in iudiciis, qui decem laudatores dare non potest, honestius est ei nullum dare quam illum quasi legitimum numerum consuetudinis non explere. (257) En ático: οὐχ ἥκιστα. En latín: non minus, non parum, nihilominus (“no menos, no poco, nada menos”). Ellos: οὐκ ἀδυνατώτατος, ἀλλὰ δυνατώτατος. Cicerón en I de Verrinas, 860 Ad hominem non inertissimum. Los áticos: οὐχ ἧττον por similiter (“igualmente”) y por magis (“más”). También en latín: non minus, non secus (“no menos, no de otra forma”). Virgilio en el III, 861 Non secus ac iussi faciunt; y en el IV, 862 Non segnior por similis (“igual”). Tucídides en el principio, 863

–––––––––– 858

Lysiae adv. Agoratum or. 18. Cic., In Q. Cecil. Diuin. 21, 67. 860 Cic., In Q. Cecil. Diuin. 21, 67. 861 Verg., Aeneid. III 236. 862 Verg., Aeneid. IV 149. 863 Thucid., Hist. I 8. 859

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Καὶ οὐχ ἧττον λῃσταὶ ἦσαν οἱ νησιῶται en vez de καὶ μᾶλλον ἐλῄστευον. Terencio en Eunuco, 864 Hoc nemo fuit / Minus ineptus, en lugar de magis prudens (“más sabio”). Ellos: οὐδαμου indicando lugar. Nosotros nusquam (“en ninguna parte”). En ático: οὐχ ὅπως τόδε οὐκ ἐγένετο, ἀλλ᾿ οὐδὲ τόδε e igualmente: οὐχ ὅπως τόδε οὐκ ἐγένετο, ἀλλὰ τόδε καὶ τόδε. Isócrates en el discurso de Platea,865 Πολὺ δὲ μάλιστα ἀγανακτοῦμεν, ὅτι οὕτως δέομεν τῶν ἴσων ἀξιοῦσθαι τοῖς ἄλλοις Ἕλλησιν, ὥστε εἰρήνης καὶ συνθήκης γεγενημένων οὐχ ὅπως τῆς κοινῆς ἐλευθερίας οὐ μετέχομεν, ἀλλ᾿ οὐδὲ δουλείας μετρίας τυχεῖν ἠξιώθημεν; y a continuación, 866 Καὶ Λακεδαιμονίων μὲν εἰς αὐτοὺς στρατευσάντων, δι᾿ὑμᾶς δὲ σωθέντες, οὐχ ὅπως τούτων χάριν ἀπέδοσαν, ἀλλ᾿ ἐπειδὴ διελύεσθε τὸν πόλεμον, ἀπολείποντες ὑμᾶς εἰς τὴν Λακεδαιμονίων συμμαχίαν εἰσῆλθον; Lisias en el discurso contra Cleóstrato, 867 Οὐδὲ εἴ τις εἰσποίητος πάθοι, οὐκ ἀποστερεῖ τὴν μητέρα αὐτοῦ τῶν χρημάτων. Sobra una negación. De manera similar: 868 οὐ βούλομαι δὲ δυσχερὲς οὐδὲν εἰπεῖν. [Platón en el primero de Hiparco, Οὐδεὶς ὅστις οὐ]869. Platón en Hippias, 870 Ὅτι, φήσομεν, καταγελῷ ἂν ἤμῶν οὐδεὶς ὅστις οὔ, ἢν φαῖμεν μὴ ἡδὺ εἶναι φαγεῖν; Terencio en Eunuco, 871 Nemo quisquam.

–––––––––– 864

Ter., Eunuch. II 1, 20-1. Isocr., Or. Plat. 5. 866 Isocr., Or. Plat.27. 867 Lysias, adv. Cleostrat. Orat. LXXVI 868 Demosth., De cor. Or. 3. 869 Este ejemplo no aparece en algún manuscrito, y la cita no aparece en los diálogo citado de Platón. 870 Pl., Hippias, 23, 42. 871 Ter., Eunuch. 226-7, aunque es una cita controvertida. 865

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PRISCIANO, Sintaxis

Ellos utilizan οὐδέποτε tanto en pasado como en futuro, al igual que hacemos nosotros con numquam (“nunca”). (258) Aristófanes en Las asambleístas, 872 Τί δή ποτε ἐπὶ στοίχου᾿ στὶν οὕτως; οὔ τι μὴ / Ἱέρωνι τῷ κήρυκι πομπὴν πέμπετε; Nuestros escritores con frecuencia utilizan una doble negación en lugar de una simple, como en nihilominus (“nada menos”) en lugar de non (“no”), y recuso ne faciam (“me niego para no hacer”) por recuso facere (“me niego a hacer”). [En ático: οὐχ ὅπως τόδε οὐκ ἐγένετο, ἀλλ᾿ οὐδέ τόδε, e igualmente οὐχ ὅπως τόδε οὐκ ἐγένετο, ἀλλὰ τόδε καὶ τόδε; Isócrates en el discurso sobre Platea, Πολὺ δὲ μάλιστα ἀγανακτοῦμεν, ὅτι οὕτως δέομεν τῶν ἴσων ἀξιοῦσθαι τοῖς ἄλλοις Ἕλλησιν, ὥστε εἰρήνης καὶ συνθήκης γεγενημένων οὐχ ὅπως τῆς κοινῆς ἐλευθερίας οὐ μετέχομεν, ἀλλ᾿ οὐδὲ δουλείας μετρίας τυχεῖν ἠξιώθημεν; y a continuación, 873 Καὶ Λακεδαιμο-νίων μὲν εἰς αὐτοὺς στρατευσάντων, δι᾿ὑμᾶς δὲ σωθέντες, οὐχ ὅπως τούτων χάριν ἀπέδοσαν, ἀλλ᾿ ἐπειδὴ διελύεσθε τὸν πόλεμον, ᾿απολείποντες ὑμᾶς εἰς τὴν Λακεδαιμονίων συμμαχίαν εἰσῆλθον]. 874 Esta figura suele producirse o porque sobran negaciones o porque faltan, ya que deben sobreentenderse a partir del contexto. 875 Virgilio en III de Eneida, 876 Non me tibi Troia / Externum tulit aut cruor hic de stipite manat, en lugar

–––––––––– 872

Aristof., Asambl. 756-7. Demosth., De cor. Or. 3. 874 Aunque algún manuscrito coloca aquí este pasaje, otros lo ponen en XVIII 257, tal como hemos recogido anteriormente. 875 No olvidemos que dos de los procedimientos que dan lugar a figuras gramaticales son: el añadido (pleonasmo) o la supresión (elipsis). 876 Verg., Aneid. III 42-3. 873

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de neque cruor (“ni la sangre”), y en el IX, 877 Non hic Atridae nec fandi fictor Ulixes, se expresó bien al utilizar uel, aut y también et en lugar de nec. (259) Lucano en el IV, 878 Quippe ubi non sonipes motus clangore tubarum / Saxa quatit pulsu, rigidos uexantia frenos / Ora tenens spargitque iubas et subrigit artus / Incertoque pedum pugnat non stare tumultu. En este caso, por el contrario, el autor utilizó -que y et en lugar de nec, pues al poner non al principio, se entiende ya que afecta a todo el resto. Y en la misma obra, 879 Fluuios non ille cruoris / Membrorumque uidet lapsus, en lugar de neque membrorum uidet lapsus. Demóstenes sobre la embajada de Esquines, 880 Μηδὲν λελοιπότα μοχθηρίας; Salustio en Catilina, 881 Postquam uictoriam adepti sunt, nihil reliqui uictis fecere. (260) Ellos: ὀφείλει μοι τόκον ὁ δεῖνα y ὀφείλει τόδε ποιῆσαι. Y nosotros: debet mihi ille usuram (“me debe el interés”) y debet illam rem facere (“debe hacer aquello”), pues tanto ellos como nosotros usamos con frecuencia los infinitivos verbales en lugar de nombres. Ellos lo hacen para sustituir a cualquier caso, 882 nosotros al nominativo y al acusativo, como vemos en Persio, 883 Sed bonum est digito monstrari et dicier “hic est”; él mismo, 884 Euge tuum et belle; Lucano en el

–––––––––– 877

Verg., Aneid. IX 602. Luc., Pharsal. IV 750-3. 879 Luc., Pharsal. IV 785. 880 Demosth., De falsa legat. Or. 178. 881 Sall., Cat. II 7. 882 En griego, el infinitivo se puede “declinar” gracias al artículo. 883 Pers., Sat. I 28. 884 Pers., Sat. I 49. 878

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PRISCIANO, Sintaxis

IV, 885 Victurosque dei celant, ut uiuere durent, / Felix esse mori. En nuestro caso, en lugar del genitivo, dativo, ablativo o acusativo con preposición, usamos gerundios o supinos, de los que ya hemos tratado suficientemente al hablar sobre el verbo. (261) Los áticos: παραβάλλομαι τούτῷ y πρὸς τοῦτον. Demóstenes a favor de Ctesifonte, 886 πρὸς ἐκείνους ἐξετάζειν καὶ παραβάλλειν ἐμέ. También en latín: comparo tibi illum y tecum (“lo comparo contigo”). Cicerón a favor de Deiotaro, 887 Etsi inique Castorem cum Domitio comparo. Πανταχῇ significa tanto lugar en donde como por todas partes. Demóstenes en el IV de Filípicas, Καὶ κύκλῳ καὶ πανταχῇ μέλλοντας ἡμᾶς καὶ καθημένους περιστοιχίζεται. Πανταχοῖ, indicando aproximación, lo vemos en Demóstenes, 888 Πρὸς Ἀρτάβαζον καὶ πανταχοῖ μᾶλλον οἴχεται; y en Filípicas, 889 Τῆς ἐκείνων προαιρέσεως οἱ τυραννίδων καὶ δυναστειῶν ἐπιχειροῦντες κεκρατήκασιν πανταχοῦ, que indica lugar “en donde”. Nosotros utilizamos omnifariam con el valor de extensión por todas partes, ubique por lugar en dónde, undique lugar de dónde, y quo a dónde. (262) Πάντα τὸν χρόνον, παντὶ τῷ χρόνῷ y ἐν παντὶ τῷ χρόνῷ πράττει. Y nosotros de manera similar. Virgilio en el IX, 890 Omne aeuum ferro teritur.

–––––––––– 885

Luc., Pharsal. IV 519-20. Demosth., De Cor. Or. 314. 887 Cic., Pro Deiot.rege or. 11, 31. 888 Demosth., Adv. Philipp. Orat. I 24. 889 Demosth., Adv. Philipp. Orat. IV, 4. 890 Verg., Aneid. IX 609. 886

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Ellos: παύω τόνδε λυπούμενον, λυπεῖσθαι y μὴ ποιεῖν τόδε. Nuestros autores: compesco illum insanientem, insanire y ne insaniat (“le reprimo para que no enloquezca”) Παρά en griego se construye con genitivo, dativo y acusativo. Y en latín praeter con acusativo y con ablativo cuando equivale a sine (“sin”), como vemos en Catilina de Salustio, 891 Praeter rerum capitalium condemnatis por sine condemnatis (“sin los condenados”). En cuanto a tenus (“hasta”), se construye tanto con ablativo como con genitivo, como pube tenus; Virgilio en III, 892 Pube tenus, postrema immani corpore pistrix; y en III de Georgicas, 893 Et crurum tenus a mento palearia pendent, a la manera griega. (263) Los áticos: παρεσκευάζοντο ὡς ποιήσοντες τόδε y ποιῆσαι τόδε. Y nuestros autores se expresan de forma similar. Así Salustio en Catilina, 894 Neque tamen Antonius procul aberat, utpote qui magno exercitu locis aequioribus expeditus in fuga sequeretur. Y así se explica también una construcción como: 895 dignus patriis qui laetior esset / Imperiis et cui pater haud Mezentius esset. Los áticos: παραχωρῶ σοι τοῦδε y τόδε. También los autores latinos: concedo tibi illius rei o illam rem

–––––––––– 891

Sall., Catil. 36, 2. Verg., Aneid. III 427. 893 Verg., Georg. III 53. 894 Sall., Catil. 57, 4. 895 Verg., Aeneid. II 790-1. 892

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PRISCIANO, Sintaxis

(“te concedo aquel objeto”). Lucano en I, 896 Tibi numine ab omni / Cedetur iurisque tui natura relinquet, / Quis deus essse uelis. (264) Los áticos: παραιτεῖσθαι συγγώμην. Jenofonte en II de Memorables, 897 Σὺ μὲν οὖν, ὦ παῖ, ἂν σωφρονήσῃς, τοὺς μὲν θεοὺς παραιτήσῃ συγγνώμονάς σοι εἶναι, εἴ τι παρημέληκας τῆς μητρός; Livio en el LVI de su Desde la fundación de la ciudad, 898 Q. Pompeium morbum excusasse ferunt, ne, cum interesset deditioni, animos Numantinorum irritaret. Los áticos: παρὰ σέ en vez de παρὰ σοί, al igual que también entre nosotros apud te. Aristófanes en su Poesía, 899 Γυναῖκα δὴ ζητοῦντες ἐνθάδε ἥκομεν / Ἥν φασιν εἶναι παρὰ σέ. (265) Ellos: παντὸς μᾶλλον. Platón en su Política, 900 Σκοπῶμεν δὴ προσσχόντες τὸν νοῦν εὖ μάλα, πότερον παντὸς μᾶλλον αὐτῶν ἔχει διαφοράν; Virgilio en el I, 901 Quam Iuno fertur terris magis omnibus unam / Posthabita coluisse Samo. Περί en griego también se construye antepuesto o pospuesto, con diversos significados, al igual que, entre nosotros, de, prae, pro y otras muchas preposiciones. Heródoto en I de Historias, 902 Παιδὸς μὲν περὶ τοῦ ἐμοῦ

–––––––––– 896

Luc., Pharsal. I 50-1. Xenoph., Memorab. II 2, 14. 898 Liv., Ab urb. Cond. Fragm. Lib. CVII 899 Aristof., Poes.frag. un. Bgk., fr. Com. Gr. II 1132. 900 Pl., Polit.44. 901 Verg., Aeneid. I 15-6. 902 Herod., Hist.I 36. 897

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μὴ μνησθήσεσθαι; Virgilio en IV, 903 Te propter Libycae gentes Nomadumque tyranni / Odere. Y qua de re por de qua re (“por este asunto”). Terencio en Andria, 904 I prae, sequar, por praei. (266) Los áticos: περιορὰν αὐτὰς y αὐτῶν. Los nuestros: despicio, contemno, sperno illum (“le desprecio, menosprecio, rechazo”) sólo con acusativo. Ellos: πεπίστευμαι σοὶ y ὑπὸ σοῦ. Menandro en El Heredero, 905 οὔπω σοι πεπίστευμαι. También nosotros: credor tibi y credor a te (“soy creído por ti”). En ático: πειρᾶσαι ταύτην y ταύτης. Tucídides en IV, 906 βουλόμενος τῷ μὲν λόγῳ, καὶ ἅμα, εἰ δύναται, ἔργῳ τῆς Νισαίας πειρᾶσαι; Aristófanes en Los caballeros, 907 Πολλῶν γὰρ δὴ πειρασάντων αὐτὴν ὀλίγοις χαρίσασθαι. En latín sólo con acusativo. Virgilio en II, 908 Aut terebrare cauas uteri et temptare latebras. Sin embargo, expertus aparece con illam rem o illius rei (“experimentado en aquel asunto”). Virgilio en el X, 909 Sescentos illi dederat Populonia mater / Expertos belli iuuenes, ast Ilua trecentos, pero es más bien nombre. (267) En ático: περί τόσους y περὶ τόσοις. Teopompo en IX de Filípicas, 910 τὸ μὲν μῆκος περὶ

–––––––––– 903

Verg., Aeneid. IV 320-1. Ter., Andr. 52. 905 Men., Epicler. Frag. IX. Com. Gr. Frag. IV 118. 906 Thuc., Hist. IV.70. 907 Aristof., Cab. V. 517. 908 Verg., Aeneid. II 38. 909 Verg., Aeneid. X 172-3. 910 Theop., Hist. Philip. IX, frag. 82. 904

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PRISCIANO, Sintaxis

τεσσαράκοντα σταδίους; Licurgo sobre la sacerdotisa, 911 ὡς περὶ εἴκοσιν ἀνθρώποις. De ahí que en latín se diga: uiginti passus y uiginti passibus aberat (“distaba veinte pasos”) En ático: περὶ πολλοῦ y περὶ πλείστου ἡγεῖσθαι. De manera similar Terencio en Andria, 912 Siue haec te solum semper fecit maximi. Ellos: πεποιηκὼς δείξω en vez de πεποιηκότα ἐμαυτὸν δείξω. Similar a ésta es la construcción de Virgilio en el libro II, 913 Sensit medios illapsus in hostes, por illapsum se esse (“que se había introducido”). (268) Ellos: περίφοβός ἐστιν πρὸς τὸ ποιῆσαι y ποιῆσαι. Dinarco en el discurso contra Timarco, 914 περίφοβος ἦν πρὸς ὑμας εἰσελθεῖν. De manera similar nosotros: trepidus est ad faciendum y trepidus est facere (“agitado para hacer”). Virgilio en Églogas, 915 Cur non, Mopse, boni quoniam conuenimus ambo, / Tu calamos inflare leues, ego dicere uersus, en lugar de boni ad calamos inflandos y ad dicendos uersus (“buenos para soplar los cálamos y para decir versos”). En ático: περιβαλεῖν ἐκεῖνον σύμφορᾷ y περιβαλεῖν ἐκείνῷ συμφοράν. Y en latín: circumdare illum casibus y circumdare illi casus (“rodearle con desgracias”), al igual que tot uoluere casus y tot uolui casibus (“arrostrar tantas desgracias”); Virgilio en el I, 916 Quidue dolens Regina deum tot uoluere casus; y en la misma

–––––––––– 911

Licurg., De sac. Orat. VII, frag. 22. Ter., Andr. 293. 913 Verg., Aeneid. II 377. 914 Dinarch., adv. Timarch. Or. LXXXVIII. 915 Verg., Eclog. V, 1-2. 916 Verg., Aeneid. I 9. 912

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obra, 917 Argentum Pariusue lapis circumdatur auro. De manera similar: induo te ueste e induo tibi uestem (“te cubro con ropa”). Virgilio en el XI, 918 Harum unam iuueni supremum maestus honorem/ Induit; y en el X, 919 An sese mucrone ob tantum dedecus amens / Induat? (269) Πη como indefinido en griego lleva acento grave, como interrogativo circunflejo. De manera similar, entre nosotros: qua y quo. En ático: πιστεύω ταῦτα y τούτοις. Demóstenes contra Esquines, Οὔτε πιστεύειν ἐβούλεσθε πλὴν ἃ οὗτος ἀπήγγελλεν. Pero esto parece una sinémptosis, pues utilizó un acusativo junto al verbo siguiente. Sin embargo, con frecuencia, se construye con acusativo y dativo juntos también el verbo credo. Terencio en Los hermanos, 920 Quid, credas? Aut cui credas? Y en Andria, 921 Credon tibi hoc nunc? (270) Los áticos: πλείω ἡμέρας τρεῖς, πλείω ἡμέρας ἢ τρεῖς y πλείω τριῶν. También nosotros plus tres dies, plus quam tres dies y plus tribus diebus (“más de tres días”). Platón en Epitafio, 922 Καὶ ἐμοὶ αὕτη ἡ σεμνότης παραμένει ἡμέρας πλείω τρεῖς. De manera similar: πλείους ἐνὸς y πλείους εἷς. Esquines en el discurso contra Ctesifonte, 923 Εἴ πού εἰσι νόμοι πλείους ἀναγεγραμμένοι περὶ ἑκάστης πράξεως εἷς; Demóstenes también

–––––––––– 917

Verg., Aeneid. I 593. Verg., Aeneid. XI 76-7. 919 Verg., Aeneid. X 681-2. 920 Ter. Adelph. 330. 921 Ter., Andr. 497. 922 Pl., Menex. Cap. 2. 923 Esquin., Adv. Ctesif. Or. 38. 918

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PRISCIANO, Sintaxis

en el discurso contra Eubólides, 924 Οὐ πλείους ἢ λ´. También nuestros autores utilizan esta construcción con todos los casos. Terencio en Eunuco, 925 Non plus triduum; Virgilio en el I,926 Noctem non amplius unam / Falle dolo; Lucano en el VII, 927 Plus est quam uita salusque, / Quod perit; Cicerón en Verrinas, 928 Pluris dimidio (él mismo en defensa de Roscio, 929 Annos natus maior quadraginta). 930 (271) Πλήν, en ático, se construye con todos los casos excepto con vocativo, al igual que en latín nisi y dumtaxat, como en nisi ille dicat, nisi illius iussu, nisi illi congrue, nisi illum doceam, nisi illo praesente (“si él no dice, sin su orden, a no ser de manera apropiada para él, a no ser que esté presente”). En griego utilizan ποῖ con frecuencia con el valor de lugar a donde, y ποῦ lugar en donde. Sin embargo, en Homero, 931 Αἰνεία, Τρώων βουληφόρε, ποῦ τοι ἀπειλαί. En latín quo lugar a donde, ubi lugar en donde. En ático πολὺ μᾶλλον, πολλῷ μᾶλλον y πολὺ μάλιστα. Nuestros autores con ablativo multo magis (“mucho más”) y multo maxime (“lo más posible”). Platón en el libro III de República, 932 Πολὺ δὲ ἥδιστος παῖς;

–––––––––– 924

Demosth., Adv. Eubulidem or. 10. Ter., Eunuch. I 2, 104. 926 Verg., Aeneid. I 683-4. 927 Luc., Pharsal. VII 639-40 928 Cic., In Ver. Or. II 33. 929 Cic., Pro Rosc. 14, 39. 930 Este ejemplo aparece al margen en algún manuscrito. 931 Hom., Iliad. XX, 83. 932 Pl., Repub.III 9. 925

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Salustio en Catilina, 933 Ea tempestate mihi imperium populi Romani multo maxime miserabile uisum est. (272) En ático: πολεμήσαντες τὸν πόλεμον y στρατεύσαντες τὸν πόλεμον. Tucídides en el libro I, 934 Λακεδαιμόνιοι δὲ μετὰ ταῦτα τὸν ἵερὸν καλούμενον πόλεμον ἐστράτευσαν. De manera similar: μάχην ἐμάχοντο. En latín: seruitutem seruiunt (“sirven la servidumbre”). Terencio, 935 Cantilenam eandem canis. Ellos: πολλοῦ χρόνου, χρόνῳ πολλῷ, χρόνον πολὺν y χρόνος πολὺς τόδε οὐκ ἐγένετο. Platón sobre el alma,936 οὔτε τις ξένος ἀφίχθη χρόνου συχνοῦ ἐκεῖθεν. En latín: multum tempus y multo tempore (“mucho tiempo”). Virgilio en VI, 937 Nec plura his. Ille admirans uenerabile donum / Fatalis uirgae, longo post tempore uisum; Terencio en Eunuco, 938 Illum liquet mihi deierare his mensibus / Sex septem prorsus non uidisse proximis; Virgilio en el I, 939 Iouisque / Et soror et coniunx una cum gente tot annos / Bella gero. Ellos: πολεμεῖ μοι y πολεμεῖ πρός με. También nosotros: pugnat mihi y pugnat ad me (“lucha contra mí”). De manera similar certat y otros de ese tipo. También con mecum. Virgilio, 940 Una cum gente tot annos / Bella gero.

–––––––––– 933

Sall., Catil.36, 4. Thucid., Hist. I 112. 935 Ter., Phorm. III 2, 10. 936 Pl., Phaed. I 1, 57. 937 Verg., Aeneid. VI 408-9. 938 Ter., Eunuch. 331. 939 Verg., Aeneid. I 46-8. 940 Verg., Aeneid. I 47-8. 934

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PRISCIANO, Sintaxis

(273) Ποιήσασθαι πρόνοιαν τῆς πόλεως y περὶ τῆς πόλεως. También nuestros autores: faciens curam urbis y super urbe (“tomando el cuidado de la ciudad”). En ático: πορεύομαι πρὸς περίπατον y εἰς περίπατον. También en latín: eo ad urbem e in urbem (“voy a la ciudad”). Virgilio en el II, 941 Mugdonides illis ad Troiam forte diebus / Venerat; y en Bucólicas, 942 Quo te, Moeri, pedes? An, quo uia ducit, in urbem? Πολλοῦ γε δεῖ. Nosotros unimos el verbo eget tanto con genitivo como con ablativo: egeo illus rei e illa re (“carezco de aquello”). En griego ποῖ significa lugar a donde y también tiene ese valor entre nosotros quo. Ellos dicen: Πυθοῖ, Ἰσθμοῖ, Μεγαροῖ, οἴκοι, ἐνταυθοῖ, [ἐν Πυθοῖ] con el significado de lugar en donde. En vez de eso, nosotros utilizamos genitivos si son nombres de ciudades de la primera o de la segunda declinación, pero si son de la tercera, utilizamos siempre ablativos plurales: Romae, Tyri, Carthagine, Athenis. En ático unen πότερα con singular y con plural. Platón en la República, 943 Πότερα ἐκεῖνο δοκεῖ σοι μιμεῖσθαι ἢ τὰ τῶν δημιουργῶν. En cambio nosotros construimos utrum con ambos números: utrum bonae sunt hae res an illa? (“si son buenas estas cosas o aquello”). (274) Los áticos: πονηρὸς τήν τέχνην. Frínico en sus obras de teatro944, Αἰτίαν ἔχει/ Πονηρὸς εἶναι τὴν τέχνην; Virgilio en el I, 945 Nuda genu nodoque sinus collecta

–––––––––– 941

Verg., Aeneid. II 342-3 Verg., Eclog. IX 1. 943 Pl., Republ. X 2. 944 Frinici Frag. VI. 945 Verg., Aeneid. I 320. 942

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fluentes; Platón en el epitafio, 946 Ἀεὶ σὺ προσπαίζεις, ὦ Σώκρατες, τοὺς ῥήτορας; Terencio en Eunuco, 947 Forte habui scortum: coepit ad id adludere / Et me inridere. Sin embargo Virgilio en el II, 948 Certantque illudere capto. De manera similar: arrideo tibi por irrideo. Terencio en Eunuco, 949 Sed his ultro arrideo. Los áticos: προορῶνται τούτων y ταῦτα. Tucídides en el IV, 950 ἀξιῶ προειδόσιν αὐτούς; Demóstenes sobre Ctesifonte, 951 ἃ ἐγὼ προορώμενος; Virgilio en el I, 952 Et alto / Prospiciens; y en el VI, 953 Prospexi Italiam summa sublimis ab unda; Terencio Heautontimorumeno, 954 Quicquid ego huius feci, tibi prospexi et stultitiae tuae. (275) En ático: προέχοντες τούτων, τούτοις y πολλῷ πάντων. Platón en Perialg, 955 Αλλ´ ἡγούμεσθα εὖ κἀνδρείως πολλῷ πάντων προέχοντες; Terencio en Andria, 956 Quod plerique omnes faciunt adulescentuli; Jenofonte en el tercero de su Anábasis, 957 Ἑνὶ μόνῳ προέχοντες οἱ ἱππεῖς ἡμᾶς. También nosotros: praesto te y tibi (“te proporciono”). Virgilio en el XI, 958 Ibo animis contra; uel magnum praestet Achillem; Terencio en

–––––––––– 946

Pl., Menex. Cap.3. Ter., Eunuch. 422. Verg., Aeneid. II 64. 949 Ter., Eunuch. II 2, 19. 950 Thucid., Hist. IV 64. 951 Demosth., de cor. 27. 952 Verg., Aeneid. I 126-7 953 Verg., Aeneid. VI 357 954 Ter., Heaut. 961. 955 Pl., Com. Perialg. Frag. III. 956 Ter., Andr. 55. 957 Xenoph., Anab. III 2, 19. 958 Verg., Aeneid. XI 438. 947 948

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PRISCIANO, Sintaxis

Eunuco, 959 Dii immortales, homini homo quid praestat? Stulto intellegens Quid interest? Ellos dicen: προσήκοντες τούτων y τούτοις por οἱ συγγενεῖς. Cognati, adfines, fratres, amici o inimici horum o his (“parientes, semejanes, hermanos, amigos o enemigos de éstos”). Así todos los que tienen un significado similar. (276) Ellos: προσήκει τούτοις ὁ κλῆρος y τοῦ κλήρου. Con frecuencia, también nuestros autores utilizan una figura de este tipo, cuando ponen genitivos en lugar de nominativos. Así Cicerón en I de Verrinas, 960 Ita mihi deos uelim propitios, ut, cum illius mihi temporis uenit in mentem, quo die citato reo mihi dicendum sit, non solum commoueor animo, sed etiam corpore perhorresco; y en el VII, 961 Cum mihi Tyndaritani illius uenit in mentem, cum Segestani, tum iura simul ciuitatum atque officia considero. Los áticos: προσήκει με τόδε. Terencio en Eunuco, 962 Et adeo ad te attinere hanc / Omnem rem. Προσήκων κατὰ γένος αὐτῷ y προσήκων αὐτῷ γένει, προσήκων τῷ πράγματι y τοῦ πράγματος. También los nuestros, con bastante frecuencia: attines ad illum e illi (“le interesas”). (277) Los áticos: προϊέμενος τούτων y ταῦτα. Y también en latín: fugitans, amans, patiens (“que huye, que ama, que siente”), y muchos otros similares, se unen

–––––––––– 959

Ter., Eunuch. 232-3. Cic., In Q. Caecil. Diuin. 13, 41. 961 Cic., in Verr. Or. II 47, 24. 962 Ter., Eunuch. 743-4. 960

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tanto con genitivo como con acusativo; pero unidos con acusativo son participios, con genitivos son nombres. Platón en Lysides, 963 Ἐγὼ δὲ πρὸς μὲν ταῦτα πράως ἔχω, πρὸς δὲ τὴν φίλων κτῆσιν πάνυ ἐρωτικῶς, dijo πράως, es decir clementer (“con suavidad”) con el valor de non nimium (“no excesivo”). A partir de aquí Salustio en Jugurta, 964 Sed is rumor clemens erat en lugar de non nimius. Los áticos: προσέρχονται αὐτῷ, αὐτον y προς αὐτόν. Demóstenes contra Esquines, 965 Τοὺς μὲν οὖν ἄλλους, ὅσοι πρὸς τὰ κοινὰ δικαίως προσέρχονται; Tucídides, 966 Προσῄρχοντο ὡς ἀθλητήν; Terencio en Andria, 967 Adeon ad eum; Virgilio en el X, 968 Regem adit et regi memorat nomenque genusque; y en las Églogas, 969 Adit oppida pastor; Aristómenes en Boeth., 970 Ἐπειδὴ τοὺς πρυτάνεις προσήλθομεν; Terencio en Formión, 971 Adi magistratus. (278) Los áticos: προσηύχοντο αὐτὸν y αὐτῷ. Heródoto en el I, 972 προσηύχοντό τε τὴν ἄνθρωπον; Virgilio en el V,973 Superosque precati / Trinacrii Teucrique

–––––––––– 963

Pl., Lysid. 8,20. Sall., Iug. XXII 1. 965 Demosth., De falsa legat. Orat. II, p.341. 966 Thucid., Hist. IV 121. 967 Ter., Andr. 315. 968 Verg., Aeneid. X 149. 969 Verg., Georg. III 402. 970 Aristom., Boeth. Frag. IV. 971 Ter., Phorm. 56. 972 Herod., Hist. I 60 extr. 973 Verg., Aeneid. V 529-30. 964

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PRISCIANO, Sintaxis

uiri; Terencio en Andria, 974 Huic supplicabo, amorem huic narrabo meum. En ático: προσφωνεῖν τούτους y τούτοις. Isócrates en una exhortación, 975 ἔστι δὲ φιλοπροσηγορίας μὲν τὸ προσφωνεῖν τοὺς ἀπαντῶντας; Virgilio en el VI, 976 Extremum fato, quod te alloquor, hoc est; y en el II, 977 Adfatur deos et sanctum sidus adorat. Los áticos: προσηνέχθησαν ὑμῖν y πρὸς ὑμᾶς. También en latín: oblati sunt uobis y ad uos (“fueron ofrecidos a vosotros”). Los áticos: πρὸς ποδῶν y πρὸς κεφαλῆς. En efecto, la preposición πρός se construye tanto con acusativo como con genitivo, pero con significado diverso, como también vemos con muchas preposiciones nuestras, como in, super, sub, subter de lo que trata de manera suficiente Donato. 978 En cuanto a praeter, cuando equivale a sine (“sin”), se construye con ablativo, como en La Conjuración de Catilina de Salustio, 979 Praeter rerum capitalium condemnatis. Pues de otro modo se construye con acusativo. (279) También tenus, que para los griegos es adverbio, al igual que sine (“sin”) y otras muchas, para nosotros son preposiciones, y se construyen tanto con ablativo como con genitivo a la manera griega. Virgilio en el III, 980 Pube tenus, postrema inmani corpore pistrix;

–––––––––– 974

Ter., Andr. 312. Isocr., Adv. Demonicum or. 20, p.6. 976 Verg., Aeneid. VI 466. 977 Verg., Aeneid. II 700. 978 Donat., Ars. II 16, 5. 979 Sall., Catil. 36, 2. 980 Verg., Aeneid. III 427. 975

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y en III de Geórgicas, 981 Et crurum tenus a mento palearia pendent; y en el libro X, 982 Cui laterum tenus hispida nanti / Frons hominem praefert. Esto sucede, como hemos apuntado, a partir del griego, pues en latín ninguna preposición ni adverbio prepositivo se construye con un caso distinto al acusativo o al ablativo. (280) Los áticos: προεσκέψαντο τούτων y ταῦτα. Antifón sobre el tributo de Samotracia, 983 Καίτοι οὐκ ἂν τῆς μὲν τῶν ἄλλων πολιτῶν ταλαιπωρίας προὐσκέψαντο, τῆς δὲ σφετέρας αὐτῶν σωτηερίας οὐκ ἐνεθυμήθησαν. Semejante a esto es lo que encontramos en Verrinas I de Cicerón, 984 Cum illius temporis mihi uenit in mentem. Ellos: προσγελᾷ με y προσγελᾷ μοι. Esquines contra Ctesifonte, 985 ὁ νῦν πάντας προσγελῶν τοὺς Φωκικοὺς ξένους; Terencio en Eunuco, 986 Hisce ego non paro me ut rideant, / Sed his ultro arrideo; y en Los Hermanos, 987 Rideo hunc; y en la misma obra, 988 Nullli laedere os, adridere omnibus; y en Eunuco, 989 Coepit ad id adludere / Et me irridere.

–––––––––– 981

Verg., Georg. III 53. Verg., Aeneid. X 210-11. 983 Antiph., De Samothracum tributo or. XVI fr. 3. 984 Cic., in Q. Caecilium div. 13, 41. 985 Aeschin. Adv. Ctesiph. Or. 87. 986 Ter., Eunuch. 249-50. 987 Ter., Adelph. 548. 988 Ter., Adelph. 864. 989 Ter., Eunuch. 424-5. 982

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PRISCIANO, Sintaxis

Los áticos: 990 προκρίνας τούτους καλλίστους εἶναι τῶν λόγων. También nuestros autores se sirven de construcciones de este tipo, como praepono hunc optimum esse amicorum. Ellos: προσοικοῦσι τόπους y τόποις. Tucídides en el libro I, 991 προσοικοῦσι δὲ αὐτὴν Ταυλάντιοι Βάρβαροι, Ἰλλυρικὸν ἔθνος. También los nuestros: accolunt fluuium y fluuio (“habitan junto al río”). (281) Προσέβλεψα αὐτόν. Platón en el libro I de la República, 992 Νῦν δέ, ἡνίκα ἤρξατο ἐξαγριαίνεσθαι, προσέβλεψα αὐτὸν πρότερος. Y así también los nuestros, como Cicerón en Verrinas, 993 Et aspexit me illis quidem oculis; Virgilio en el I, 994 Aspice bis senos laetantes agmine cycnos. Los áticos: (…) 995 Πρὸς τὰ κέντρα μὴ λακτιζέτο; Terencio en Formión, 996 Namque inscitia est, / Aduersum stimulos calces. Προσκαθεζόμενοι τὴν πόλιν. Tucídides, 997 Προσκαθεζόμενοι δέ τὴν πόλιν; Juvenal en el IV, 998 Spectent iuuenes, quos clamor et audax / Sponsio, quos cultae decet assedisse puellae.

–––––––––– 990

Isocr., Paneg. 4, p. 42. Thucid., Hist. I 24. 992 Pl., Reipub. I 10. 993 Cic., pro Mil. XII 33. 994 Verg., Aeneid. I 393 995 Hay aquí una laguna, que da lugar a un lugar oscuro. En la edición de Keil se apunta la posibilidad de que el nombre del autor griego aquí referido sea Menandro (en su Ἱπποκόμος) o Sófocles (Ἱππόνος). 996 Ter., Phorm. 27-8 997 Thucid., Hist. I 61. 998 Juv., Sat. IV 11, 201-2. 991

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Ellos: πρῶτον μὲν, ἔπειτα δὲ, o δεύτερον δὲ, o τὰ νῦν. También nuestros autores utilizan primo o primum quidem; deinde uero, post uero, o nunc uero; y secundo o secundum uero (“en primer lugar”, “después”, o “ahora” y “en segundo lugar”). (282) Los áitcos: προσέχετε τὸν νοῦν τούτῳ y πρὸς τοῦτον. Demóstenes en el discurso contra Timócrates, 999 προσέχετε οὖν τὸν νοῦν ἀναγινωσκομένοις τοῖς νόμοις, y προσέσχε πρὸς τόνδε τὸν τόπον, en vez de καθωρμίσθη. Heródoto en el libro I, 1000 Καί φασι τῆς Φοινίκης εἰς Τύρον προσχόντας ἁρπάσαι τοῦ βασιλέως τὴν θυγατέρα Εὐρώπην. Terencio en Andria, 1001 Nunc quam rem uitio dent, quaeso, animum aduertite; y en Eunuco, 1002 Aduerti hercle animum; Virgilio en el VI, 1003 Caeruleam aduertit puppim ripaeque propinquat. Los áticos: προσβάλλει μοι y προσβάλλει με. Virgilio en el XII, 1004 Impressoque genu nitens terrae applicat ipsum. Los áticos: πρὸς μέρος y ἐν μέρει. También los nuestros: ad partem, in parte y ex parte (“en parte”) Ellos: πρᾶγμα ποιεῖσθαι por μέγα ἡγεῖσθαι. Terencio en Andria, 1005 Id sibi negotii credidit solum dari. (283) Προσπίπτει τοῖς γόνασιν αὐτοῦ, πρὸς τὰ γόνα αὐτοῦ y αὐτῷ. Y semejante a esto es lo que encontramos

–––––––––– 999

Demosth., ad. Timocrat. Orat. 19., Herod, Hist I 2. 1001 Ter., Andr. Prol. 8. 1002 Ter., Eunuch. III 1, 7. 1003 Verg., Aeneid. VI 410. 1004 Verg., Aeneid. XII 303. 1005 Ter., Andr. Prol. 2. 1000

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PRISCIANO, Sintaxis

en Virgilio, 1006 Dixerat et genua amplexus genibusque uolutans / Haerebat. Demóstenes sobre la falsa embajada, 1007 Τοῖς δὲ πρὸς ὑμᾶς ζῶσιν. Esto es lo que nosotros expresamos como secundum uoluntatem uestram y secundum uos; Lucano en el VIII, 1008 Secundum Emathiam lis tanta datur. Los áticos: προμηθοῦμαι τοῦδε y τόδε. Platón en el Critón, 1009 εἰπέ μοι, ὦ Σώκρατες ἆρά γε μή μου προμηθῇ; Heródoto en IX, 1010 προμηθεόμενος τὸν ἀδελφόν. De manera similar, también entre nosotros consulo, prouideo y prospicio (“consulto, preveo, percibo”) se construyen tanto con dativo como con acusativo, pero con dativo significan providencia. Ellos: πρὸς πατρὸς καὶ πρὸς μητρὸς Ἀθηναῖός ἐστιν. Nosotros: a patre et a matre Atheniensis est (“es ateniense por su padre y por su madre”) (284) Los áticos: πρὸς τῷ διαιτητῇ por παρὰ τῷ διαιτητῇ. En latín apud arbitrum (“ante el juez”) y ad Troiam (“en Troya”) sin embargo en lugar de apud Troiam. Virgilio en el I, 1011 Prima quod ad Troiam pro caris gesserat Argis. Los áticos: πυνθάνομαι τετελευτηκότα. Jenofonte en el VII de la Ciropedia, 1012 ὅπου ἂν αὐτὸν πυνθάνωνται

–––––––––– 1006

Verg., Aeneid. III 607-8. Demosth., de falsa legat. Orat.226. 1008 Luc., Pharsal. VIII 332-3. 1009 Pl., Crit. 4. 1010 Herod., Hist. IX 108. 1011 Verg., Aeneid. I 24. 1012 Jenoph., Cirop. VII 3, 7. 1007

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ὄντα. Con muchísima frecuencia, también nuestros autores utilizan participios en lugar de infinitivos, como audio interfectum, mortuum, caesum (“oigo que ha sido asesinado, que ha muerto, que ha sido abatido”) y otros semejantes, en todos los cuales se sobreentiende esse. Juvenal, 1013 Perituros audio multos. Ellos: σεμνύνεται τὸ πρᾶγμα y ἐπὶ τῷ πράγματι. Salustio en la Conjuración de Catilina, 1014 Ea populus laetari et merito dicere fieri. Los áticos: στέφεται τῷδε y τόδε. También los romanos: coronatur illam rem e illa re (“se corona con aquel objeto”), como también induitur (“se cubre”). Horacio, 1015 Coronari… Olympia; Virgilio en el VII, 1016 Induit albos / Cum uitta crines; y en el X,1017 An sese mucrone ob tantum dedecus amens / Induat. (285) La preposición σύν con frecuencia en griego o bien está elidida o bien sobra. Demóstenes en el discurso sobre Ctesifonte, 1018 Καὶ πρὸς ἐκείνους ἐξετάζειν καὶ παραβάλλειν τὸν συνζῶντα μεθ᾿ ὑμῶν. También entre los nuestros, se dice: conuenit mecum, tecum (“conviene conmigo, contigo”). Aristófanes en Los caballeros, 1019 Κακῶς Παφλαγόνα τὸν νεώνητον κακὸν / Αὐταῖς διαβολαῖς ἀπολέσειαν οἱ θεοί, donde se ha elidido σύν. Homero, 1020 Αὐτῇ κεν γαίῇ ἐρύσαιμι αὐτῇ τε θαλάσσῃ.

–––––––––– 1013

Juv., Sat. IV 10, 81. Sall., Catil. LI 29. 1015 Hor., Epist. I 1, 50. 1016 Verg., Aneid. VII 417-8. 1017 Verg., Aeneid. X 681-2 1018 Jenoph., De cor. Or. 314. 1019 Aristoph., Caball. 2-3. 1020 Hom., Iliad, VIII 24. 1014

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PRISCIANO, Sintaxis

Nuestros autores se sirven también de esta figura. Virgilio en el IX, 1021 Tum demum praeceps saltu sese omnibus armis / In fluuium dedit, falta cum (“con”). Los áticos: συγγνώμης οὐκ ἔστιν οὗτος, es decir nemini dat ueniam (“no da permiso a nadie”). Demóstenes en el discurso contra Panténeto, 1022 Μισεῖσθαι μέντοι τινὰς ἂν εἰκότως ὑφ᾿ ὑμῶν, οἳ τέχνην τὸ πρᾶγμα πεποιημένοι μήτε συγγνώμης μήτε ἄλλου τινός εἰσιν ἀλλ᾿ ἢ τοῦ πλείονος. Salustio en Jugurta, 1023 Homines multarum imaginum ac nullius stipendii. (286) Sin embargo, es mucho más frecuente que los autores en este sentido utilicen ablativo. Terencio en Andria, 1024 Ibi unam aspicio adulescentulam / Forma – Bona fortassis. Ac uultu, Sosia, / Adeo modesto, adeo uenusto, ut nihil supra; Cicerón en sus Filípicas contra Antonio, 1025 Tu nec soluendo eras, es decir que “no habías podido pagar lo debido”. Ellos: σύνοιδα ἑμαυτῷ τόδε ποιοῦντι y τόδε ποιῶν. Isócrates en la Filípica, 1026 Ἄλλως θ᾿ὅταν καὶ μηδὲν σαυτῷ συνειδῇς ἐξαμαρτάνων. También nuestros autores se han servido con frecuencia de este giro: conscius sum mihi bene facienti y bene faciens, al igual que decimos nomen est mihi Iulus, Iuli, Iulo e Iulum. Virgilio en el II, 1027 Sensit medios illapsus in hostes.

–––––––––– 1021

Verg., Aeneid. IX 815-6. Demosth., Adv. Panten. Orat.53. 1023 Sall., Iugurth. 85,10. 1024 Ter., Andr. 118-120. 1025 Cic., Philipp. Or. II 2, 4. 1026 Isocr., Philip.79. 1027 Verg., Aeneid. II 377. 1022

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(287) Ellos: συλήσας τοὺς θεοὺς τὰς δεκάτας y τῶν θεῶν τὰς δεκάτας. También en latín: depilatus deos decumas y deorum decumas (“habiendo saqueado los diezmos a los dioses”). Los áticos: συνίημι τῶν λόγων y τοὺς λόγους. Platón en el Ion, 1028 Ὀυ γὰρ ἂν γένοιτο ἀγαθὸς ῥαψῳδός, ἐι μὴ συνείη τὰ λεγόμενα ὑπὸ ποιητοῦ. Nuestros autores utilizan acusativo: intellego, sentio illam rem (“comprendo, percibo aquella cosa”). Heródoto, 1029 Συνέγνω τὴν ἁμαρτάδα. Igualmente en latín: ignoscit culpam (“perdona la culpa”). Ἡ συχνὸς y ὁ συχνός, aunque la generación es más bien femenina. De manera similar, también nosotros decimos hic y haec stirps (“este o esta descendiente”), e igualmente con finis, silex (“fin, pedernal”) y otros muchos. Heródoto en el III,1030 Οὗτος μὲν ἀνοσίῷ μόρῳ τετελεύτηκεν ὑπὸ τῶν ἓαυτοῦ οἰκειοτάτων, es decir obiit o mortuus est a suis (“murió a manos de los suyos”). (288) Los áticos: ταὐτὸν τῷδε ἐστιν y ταὐτὸν ὅπερ τόδε καὶ τόδε ἐστίν. Y también nosotros: idem huic illud est e idem quod hoc illud est (“aquello es lo mismo que esto”). Juvenal en el V, 1031 Implet et ad moechos dat eisdem ferre cinaedis. Τεταλαιπώρηκεν ἡμᾶς. Isócrates en el discurso sobre la paz, 1032 Κατὰ πάντας τρόπους τεταλαιπώρηκεν ἡμᾶς por καταπεπόνηκεν ἡμᾶς, al igual que también los

–––––––––– 1028

Pl., Ion, I. Herod., Hist. I 91. 1030 Herod., Hist. III 65. 1031 Juv., Sat. V 14,30. 1032 Isocr., De pace or. 19. 1029

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PRISCIANO, Sintaxis

autores latinos con frecuencia utlizan las mismas palabras con distintos significados, como el verbo ruo, tanto con valor absoluto como activo. Virgilio en el VII, 1033 Ruit omnis in urbem / Pastorum ex acie numerus, donde es absoluto. Y, sin embargo, en el libro I lo utilizó como activo, 1034 Incubuere mari totumque a sedibus imis / Una eurusque notusque ruunt. Igualmente moror aparece con significado tanto absoluto como activo. Virgilio en el I,1035 Hunc Phoenissa tenet Dido blandisque moratur / Vocibus; Juvenal, 1036 Morantur / Pauci ridiculum et fugientem ex urbe pudorem (esto en significación activa). Virgilio en el IV, 1037 Quid moror? An mea Pygmalion dum moenia frater / Destruit? (289) Ellos: τεκημήριον τόδε τοῦδε y τῷδε. Platón en el Epitafio, 1038 μέγα δὲ τεκμήριον τούτῶ τῷ λογῳ, ὅτι ἥδε ἒτεκεν ἡ γῆ τοὺς τῶνδέ τε καὶ ἡμετέρους προγόνους. De manera similar, nosotros decimos: argumentum huius rei y huic rei est illud (“aquello es argumento para esto”), al igual que también decimos pater huius est y huic ille (“áquel es padre de éste”). Virgilio en el VIII, 1039 Huic monstro Vulcanus erat pater. Los áticos: τέως ἕως, al igual que también nosotros: interea dum. Aristófanes en La Paz, 1040 Μὴ παύσαιο

–––––––––– 1033

Verg., Aeneid, VII 573-4. Verg., Aeneid. I 84-5. 1035 Verg., Aeneid, I 670-1. 1036 Juv., Sat. IV 11, 54-5. 1037 Verg., Aeneid. 325-6. 1038 Pl., Menaex. C.7 1039 Verg., Aeneid, VIII 198. 1040 Aristoph., Pax. 31 sigs. 1034

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μηδέποτε ἐσθίων / Τέως ἕως σαυτὸν λάθῃς διαρραγείς; Virgilio en Geórgicas III, 1041 Sed fugit interea, fugit inreparabile tempus, Singula dum capti circumuectamur amore; y en el mismo lugar, 1042 Interea superest gregibus dum laeta iuuentus. Sin embargo, hay que destacar que, si en griego ἕως unido a τέως significa μέχρι τοσούτου (“hasta entonces”), y cuando aparece solo significa μέχρι τινὸς, ἐν τῷ μεταξὺ o ἐν τοσούτῳ (“mientras o entretanto”), así también en latín interea significa ἐν τῷ μεταξὺ, ἐν τοσούτῳ o ἕως (“entretanto, en el intervalo, mientras”). E incluso hay ocasiones en que aparece con el valor de tamen (“sin embargo”). Virgilio en Geórgicas I, 1043 Nec nulla interea est inaratae gratia terrae, donde interea equivale a tamen. (290) Τελευτὰν τὸν βίον. Platón en el Critón, 1044 Καὶ ἀνάγκη δὴ εἰς αὔριον ἔσται, σε, ὧ Σώκρατες, τὸν βίον τελευτᾶν. Vitam finire (“terminar la vida”) es decir, mortem obire (“morir”). Los áticos: τῇδε τῇ ἡμέρᾳ o νυκτὶ τόδε ἐγένετο, y τῆς ἡμέρας o νυκτός, y παρὰ τήνδε τὴν ἡμέραν o νύκτα, y κατὰ τήνδε τὴν ἡμέραν o νύκτα, y ἡμέραν o νύκτα (“sucedió esta tarde o por la noche”). Virgilio en el I, 1045 Noctem non amplius unam / Falle dolo; y en el III, 1046 Noctem illam tecti siluis immania monstra / Perferimus.

–––––––––– 1041

Verg., Georg. III 284-5. Verg., Georg. III 63. 1043 Verg., Georg. I 83. 1044 Pl., Crit. I, 43. 1045 Verg., Aeneid. I 683-4 1046 Verg., Aeneid. III 583-4. 1042

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PRISCIANO, Sintaxis

(Los áticos: τῇ ὑστεραίᾳ τὰ ἐπινίκια ἔθυεν. Y semejante a esto es la construcción de Virgilio, 1047 Ictum iam foedus, en lugar de foederis hostia (“víctima del pacto”). 1048 Ellos: τῇ ὑστεραίᾳ, τῇ προτεραίᾳ ἡμέρᾳ y τῇ προτέρᾳ. Nosotros por eso decimos pridie (“la víspera”) con valor de adverbio, así como postridie (“al día después”), sin embargo también priore die, posteriore, postero, nocte y superiore (“el día anterior, el posterior, el siguiente, de noche, la noche anterior”). Cicerón en Catilinarias I, 1049 Quid proxima, quid superiore nocte egeris. Ellos: τηλικαύτην, ἡλίκην y ὅσην. Isócrates en Archidamo, 1050 Τὴν δὲ ἐν τῷ παρόντι τηλικαύτην γεγονυῖαν, ὅσην οὐδεὶς πώποτε ἔσεσθαι προσεδόκησεν. Y semejante a esto es lo que dice Juvenal en III, 1051 Hunc qualem nequeo monstrare et sentio tantum, por talem qualem (“tal cual”). Y hay que saber que, con frecuencia, encontramos en autores pronombres de este tipo, es decir, demostrativos, y nombres indefinidos en lugar de indefinidos de cualidad y cantidad. Demóstenes contra Esquines, 1052 Τὴν ἄλλως ἐνταυθα…; Virgilio en el II, 1053 Dis aliter uisum.

–––––––––– 1047

Verg., Aeneid. XII 314. Este párrafo aparece entre parentesis en la edición de Keil por ofrecer alguna duda. 1049 Cic., In Catil. Or, I 1,1. 1050 Isoc., Archidam.104. 1051 Juv., Sat. III 7, 56. 1052 Demosth., De falsa leg. Or. 181. 1053 Verg., Aneid. II 428. 1048

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(Ellos: καλὴν τὴν ὥραν. Salustio en Catilina, 1054 Pro deum atque hominum fidem, uictoria nobis in manu est.). Ellos: τιμῶ y τιμῶμαι τὸ ἀδίκημα. Nosotros igualmente nos servimos de muchos verbos, tanto de voz activa como pasiva, con el mismo significado: mereo y mereor, populo y populor, nutrio y nutrior, bello y bellor (“merezco, devasto, nutro, lucho”). Virgilio en II de Geórgicas, 1055 Hoc pinguem et placitam paci nutritor oliuam, en lugar de nutrito. Y en el XI, 1056 Bellantur Amazones armis. Ellos: τινὲς μέν, τινὲς δέ. Nuestros autores, en lugar de esto, dicen: quidam boni, quidam mali; alii boni, alii mali e hi boni, illi mali (“unos buenos, otros malos”). (292) Los áticos: τί μοι τοῦτο y τί μοι δεῖ τούτων. Terencio en Hermanos, 1057 Sed quid ista, Aeschine, Nostra? Aut quid nobis cum illis? Juvenal en el III, 1058 Quod mihi te solitum falsas signare tabellas? Platón en la Apología de Sócrates,1059 Τιμωρήσεις Πατρόκλῳ τῷ ἕταίρῷ τὸν φόνον. También nuestros autores utilizan el acusativo para ambas significaciones. Virgilio en el IV, 1060 Ulta uirum poenas inimico a fratre recepi; y en el II, 1061 Numquam omnes hodie moriemur inulti.

–––––––––– 1054

Sall., Catil. X 10. Verg., Georg. II 425. 1056 Verg., Aen. XI 660. 1057 Ter., Adelph. 677-678. 1058 Juv., Sat. III 8, 142. 1059 Pl., Apolog. Socrat. 16. 1060 Verg., Aeneid. IV 656. 1061 Verg., Aeneid. II 670. 1055

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PRISCIANO, Sintaxis

Igualmente, uindico (“reclamar”) aparece con ambos significados, pudiendo entenderse tanto a favor del perjudicado como contra el que perjudica, de donde uindicta no sólo se entiende como castigo, sino también como liberación. Persio, 1062 Vindicta postquam meus a praetore recessi, de donde también assertio (“aserción”) significa tanto pasar de la servidumbre a la libertad como de la libertad a la servidumbre, como leemos en muchos lugares de Livio. (293) Los áticos: τίνα πόθεν, ἃ ἔλεγες y πόθεν, ἃ ἔλεγες. De manera similar Terencio en Hermanos, 1063 Aperite aliquis actutum ostium. Los áticos añaden τὶ de manera superflua. Platón en el Banquete, 1064 ἐᾶτε αὐτόν: ἔθος γάρ τι τοῦτο ἔχει. Terencio en Andria, 1065 Subtristis uisus est esse aliquid; Platón en el Epitafio, 1066 τίνος ἀγαθόν en lugar de cuius causa? (“¿por quién?”); Cicerón en II de Filípicas, 1067 Illud Cassianum cui bono? Es decir cuius gratia? ad cuius bonum? Los áticos: τοῦ πλείονός ἔστιν οὗτος por πρὸς μόνῳ τῷ κέρδει ἐστίν. También con mucha frecuencia utilizan nuestros autores esta figura. Salustio en Jugurta, 1068 Homines ueteris prosapiae, multarum imaginum ac nulliius stipendii.

–––––––––– 1062

Pers., Sat. V 88. Ter., Adelph. 634. 1064 Pl., Conu. 3. 1065 Ter., Andr. 447. 1066 Pl., Epitaf., aunque no aparece la cita en lo conservado. 1067 Cic., Philip. Orat. II 14,35. 1068 Sall., Jugurt. 85, 10. 1063

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(294) Τοῦ por ἕνεκα τοῦ. Tucídides en el Proemio, 1069 Καὶ τὰς αἰτίας συνέγραψα τοῦ μή τινα ζητῆσαί ποτε, ἐξ ὅτου τοσοῦτος πόλεμος τοῖς Ἕλλησι κατέστη, por ἕνεκα τοῦ μή, o ὑπὲρ τοῦ μή, o ὥστε μὴ ζητῆσαί τινα. Demóstenes en el discurso sobre Ctesifonte, 1070 ἆρα μικρὰ βοηθῆσαι τοῖς πένησιν ὑμῶν δοκῶ, ἢ μικρὰ ἀναλῶσαι τοῦ μὴ τὰ δίκαια ποιεῖν οἱ πλούσιοι. En lugar de esta construcción, es decir, en lugar del artículo en genitivo con el que construyen los griegos el verbo infinitivo, nosotros utilizamos gerun-dios terminados en -di, añadiendo sin embargo causa o gratia, como discendi causa lego Vergilium, accusandi gratia et defendendi in forum procedo (“leo a Virgilio para aprender, voy al foro para acusar y defender”). Isócrates sobre Platea, 1071 ἔτι δὲ τοιούτων δεησόμενοι πάρεσμεν y τοιαῦτα δεησόμενοι. (295) Nuestros autores: egeo illius rei, illam rem, illa re, supplico tibi y quaeso te (“carezco de aquella cosa, te suplico, te pido”). Terencio en Andria, 1072 Huic supplicabo, amorem huic narrabo meum; Cicerón a favor de Roscio, 1073 Nam, per deos inmortales, quid est in hac causa, quod defensionis indigeat? Demóstenes en el I de Filípicas, 1074 Μὴ τὸν αὐτὸν τρόπον, ὅνπερ οἱ δανειζόμενοι ῥᾳδίως ἐπὶ τοῖς μεγάλοις μικρὸν εὐπορήσαντες χρόνον, ὕστερον καὶ τῶν ἀρχαίων ἀπέστησαν, οὕτως καὶ ἡμεῖς ἂν ἐπὶ πολλῷ φανῶμεν

–––––––––– 1069

Thucid., Hist. I 23. Demosth., De Cor. Or. 107. 1071 Isocr., Or. Plataic. 2. 1072 Ter., Andr. 312. 1073 Cic., Pro Rosc. Am. Orat. 12, 34. 1074 Demosth., Olyth. Or I, 15. 1070

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PRISCIANO, Sintaxis

ἐρρᾳθυμηκότες. También en latín a menudo utilizan esa figura: quemadmodum dicis, sic facio en lugar de ut dicis, sic facio (“actúo como dices”). Jenofonte en IV de la Ciropedia, 1075 Καὶ νῦν τὸ μὲν ἐμοὶ οἴχομαι, τὸ δὲ ἐπὶ σοὶ σέσωσμαι. Lisias en el discurso contra Agorato usó acusaivo, 1076 Καὶ τό γε ἐπ᾿ ἐκεῖνον ἐσὼθης; Cicerón en su defensa de Ligario, 1077 Atque in hoc quidem uel cum mendacio, si uultis, gloriemini per me licet; Platón en el Critón, 1078 Καὶ τὸ σὸν μέρος ὅ τι ἄν τύχωσι, τοῦτο πράξουσιν, que muchos dicen como τὸ ὅσον ἐπὶ σοί. (296) Τοσούτου διήνεγκεν, ὅσῳ y τοσοῦτον διήνεγκεν ὅσον. Esquines en Axíoco, 1079 Καὶ τοσούτῳ ἐκεῖνο τούτου διαφέρειν ἐνόμιζον ὅσον κρείττων ἐστὶν ἀνὴρ γυναικός; Isócrates en el discurso sobre la paz, 1080 Τοσοῦτον δὲ μακαριώτατοι τυγχάνουσιν ὄντες τῶν βίᾳ τὰς τυραννίδας κατεχόντων, ὅσον οἱ μὲν τοὺς τοιούτους ἀποκτείναντες τὰς μεγίστας δωρεὰς παρὰ τῶν συμπολιτευομένων λαμβάνουσιν. También los autores romanos dicen tantum quantum y tanto quanto differt, distat, interest, praestat (“tanto cuanto se diferencia, dista, interesa, sobresale”). Los áticos: τοσοῦτον y τοσούτου ἐδέησεν ἀκόντων τι ποιεῖν τῶν πολιτῶν. De manera similar en latín: tantum y tanto defuit inuitis ciuibus aliquid facere (“tanto faltó para que los ciudadanos hicieran algo de mala gana”).

–––––––––– 1075

Jenof., Paed. V, 4, 11. Lysias, Ad Agorat. Or. 58. 1077 Cic., Pro Q. Ligar. Orat. 8, 25. 1078 PL., Crit. 5. 1079 Aesch., Axioch. Dialog. Frag. 1080 Isocr., De pace or. 143. 1076

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Cicerón en su defensa de Marcelo,1081 Tantum abes a perfectione maximorum operum, ut fundamenta, quae cogitas, nondum ieceris. (297) Ellos: τόσων ἐτῶν y τοσοῖσδε ἔτεσιν ὁ δεῖνα. Esquines en Alcibiades, 1082 ὁ δὲ ῥᾷστα ἀνθρώπων γεγονὼς ἔτη πεντήκοντά πη; Terencio en Eunuco, 1083 Ille alter uenit annos natus sedecim. Ellos: τότε μέν, τότε δὲ y τοῦτο μέν, τοῦτο δέ (en la construcción correspondiente nosotros decimos cum, tum (“cuando, entonces”). Cicerón en su defensa de Ligario, 1084 Cum in omnibus causis grauioribus, G. Caesar, initio dicendi commoueri soleam uehementius quam uideatur uel usus uel aetas mea postulare, tum in hac causa ita multa me perturbant. Τοίνυν en griego se coloca postpuesto, en cambio τοιγαροῦν se antepone. Por nuestra parte, en latín, igitur y ergo (“así pues, luego”) tanto se colocan antes como después. Los áticos: τούτῳ τῷ χρόνῳ τόδε γίνεται, τούτου τοῦ χρόνου, ἐν τούτῳ τῷ χρόνῳ, τοῦτον τὸν χρόνον y κατὰ τοῦτον τὸν χρόνον (“esto sucede en ese tiempo”). También entre nosotros encuentras todas estas variantes. Virgilio en el IX, 1085 Nocte super media tuti sub matribus agni / Balatum exercent; Cicerón en I de Verrinas, 1086 Ut cum illius temporis mihi uenit in mentem; él

–––––––––– 1081

Cic., Pro Marcel. Or. 8, 25. Eschini socratici Alcibiadis dialogi fr. Om. Et Discherus et C.F. Hermannus de hoc dialogo disputans l.l. p.21 sigs. Cfr. GLK. 368. 1083 Ter., Eunuch. 693. 1084 Cic., Pro rege Deiot. Orat. 1, 1. 1085 Verg., Aeneid. IX 61-2 1086 Cic., In Q. Caecil. Diuin. 13, 41. 1082

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PRISCIANO, Sintaxis

mismo sobre las señales, 1087 Venit enim mihi fani, loci, regionis illius in mentem. (298) Los áticos: τὸ περὶ ὄρθρον, τὸ παράπαν, το τήμερον, τὸ παραχρῆμα, τὸ αὐτίκα. También nuestros autores construyen distintos casos en ocasiones con adverbios. Así Persio, 1088 Euge tuum et belle; nam belle hoc excute totum; y él mismo, 1089 Hesternum cras abiit; Virgilio, 1090 Mane nouum; y 1091 Sponte sua; y Lucano en el I,1092 Tu satis ad uires Romana in carmina dandas. Los áticos: τοῦτον τὸν τρόπον y τούτῳ τῷ τρόπῳ ποιοῦμεν τόδε (“hacemos esto de este modo”). Salustio en Catilina, 1093 Cum domos atque uillas uideas in urbium modum exaedificatas; Tucídides en el II, 1094 … ἕως μὲν τὸν τρόπον τοῦτον ἐνομοθέτουν. Ellos: Τρίτῃ ἡμέρᾳ y τρίτην ἡμέραν τόδε ἔπραττον por nudius tertius. 1095 De aquí en latín: tertio y tertium Kalendas, Nonas o Idus; o Kalendarum, Nonarum, Iduum por tertio ante Kalendas, Nonas o Idus (“tres días antes de las Kalendas, Nonas o Idus”); Cicerón en I de sus Inuectivas, 1096 Meministine me in ante diem duodecimum Kalendarum Nouembrium dicere in senatu, fore in armis certo die, qui dies futurus esset in ante diem sextum Kalendarum Nouembrium, por in

–––––––––– 1087

Cic., Or. Verr. II, 50, 110. Pers., Sat. I 49. Pers., Sat. V 68. 1090 Verg., Georg. III 325. 1091 Verg., Aeneid. VI 82. 1092 Luc., Pharsal. I 66. 1093 Sall., Catil. 12,3. 1094 Thucid., Hist. II 34. 1095 Es decir, “hoy es el tercer día”, o sea “hace dos días” o “anteayer”. 1096 Cic., In Cat. Or. I 3, 7. 1088 1089

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diem sextum Kalendarum Nouembrium ante (“seis días antes de las Kalendas de noviembre”). Con bastante frecuencia en cambio se construye también con acusativo, y con elipsis de la preposición. (299) Los áticos: ὑπακούοντες αὐτοῖς y αὐτῶν (“escuchándoles”). Demóstenes en III de Filípicas, 1097 ὑπήκουε δὲ ὁ ταύτην τὴν χώραν ἔχων αὐτοῖς βασιλεύς; y en la defensa de Ctesifonte, 1098 ἑτοίμως ὑπηκούσατε τῷ Φιλίππῳ. De ahí que en latín: oboedio tibi y ausculto tibi (“te obedezco” y “te escucho”). Salustio en Catilina, 1099 Quae natura prona atque uentri oboedientia finxit [por obaudientia]. Terencio en Andria, 1100 Pamphilumne adiutem an auscultem seni. Los áticos: ὑπήκοοι ἦσαν αὐτοῖς y αὐτῶν (“les escuchaban”). Jenofonte en IV de Ciropedia, 1101 Διὸ καὶ ὑπήκοοι τῶν Ἀσσυρίων ἦσαν. De ahí en latín: dicto audiens tibi sum (“estoy escuchando tus palabras”). Los áticos utilizan ὑπέρ por περί, como también nosotros super por de. Demóstenes en IV de Filípicas, 1102 εἰ μὲν περὶ καινοῦ τινὸς πράγματος προὐτίθετο, ὦ Ἀθηναῖοι, σκοπεῖν, y poco después: ἐπειδὴ δὲ ὑπὲρ ὧν εἰρήκασιν οὗτοι πρότερον; Virgilio en el I, 1103 Multa super Priamo rogitans, super Hectore multa.

–––––––––– 1097

Demosth., Or. Olynt. III, 24. Demosth., De cor. Or. 20. 1099 Sall., Cat. I 1. 1100 Ter., Andr. 209. 1101 Jenof., Cyropaed. IV, 2,1. 1102 Demosth., Philip. Orat. I 1. 1103 Verg., Aeneid. I 750. 1098

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PRISCIANO, Sintaxis

(300) Los áticos: ὑπερέχει τοῦδε y τόνδε. Platón sobre el alma,1104 Καὶ τὸ δίπηχυ τοῦ πηχυαίου μεῖζον εἶναι διὰ τὸ ἣμισυ αὐτοῦ ὑπερέχειν. De ahí los romanos: dimidio superat (“supera en la mitad”), de donde Juvenal, en el V dice,1105 Pares quod uendere possis / Pluris dimidio. De manera similar praestat (“sobresale”) por superat (“supera”). Virgilio en el XI, 1106 Ibo animis contra uel magnum praestet Achillem, por superet. Y en el I, 1107 gradiensque deas supereminet omnis. Ellos: ὑπερορᾷ τοῦδε y τόνδε. Demóstenes contra Timócrates, 1108 Τοσοῦτον υπερεῖδεν ἅπαντα. Los romanos con acusativo: despicio, contemno y aspernor illum (“lo desprecio, rechazo o desdeño”). Los áticos: ὑποβλέπει με y ὑποβλέπει μοι (“me mira”). Cicerón en su defensa de Milón, 1109 Et aspexit me illis quidem oculis, quibus tum, cum omnibus omnia minabatur; Virgilio en el I, 1110 Et alto / Prospiciens summa placidum caput extulit unda. Ellos: ὑπό σοῦ, ὑπὸ σοὶ y ὑπὸ σέ (“debajo de ti”). Demóstenes en Filípicas IV, 1111 μικρὰ τῶν πρότερον ῥηθέντων ὑπ᾿ ἐμοῦ μνημονεύσαντας; Heródoto en el I, 1112 ἐστρατεύοντο δὲ ὑπὸ συρίγγων τε καὶ πηκτίδων καὶ

–––––––––– 1104

Pl., Phaedon. 45, 104. Juv., Sat. V 14, 200-1. 1106 Verg., Aeneid. XI 438. 1107 Verg., Aeneid. I 501. 1108 Demosth., Adv. Timocr. Or. 9. 1109 Cic., pro Mil. Orat. 12, 33. 1110 Verg., Aeneid. I 126-7. 1111 Demosth., De pace or. 4. 1112 Herod., Hist. I 17. 1105

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αὐλῶν; Demóstenes en Filípicas, 1113 Τῶν μὲν Ἑλλήνων οἱ μέν ὑφ᾿ ὑμῖν, οἱ δὲ ὑπό Λακεδαιμονίοις ἦσαν; Heródoto, 1114 ὑπὸ τὸν νηὸν κατακαέντα. (301) A partir de aquí, también entre nosotros sub se construye con acusativo y con ablativo, pues en latín, una preposición no puede anteceder y construirse rigiendo un genitivo. Virgilio en el II, 1115 Postesque sub ipsos / Nituntur gradibus; y en el VIII, 1116 Sub te tolerare magistro / Militiam. También decimos sub oculis por ante oculos (“delante de los ojos”). Los áticos: ὑπομένομεν τόνδε τοῦτο ποιεῖν, τοῦτο ποιοῦντα y τοῦτο ποιοῦντος. Así también nosotros: patimur illum hoc facere, hoc facientem y hoc faciente (“soportamos que haga esto”). Ellos dicen: ὑπόγυον, que significa “poco antes” o “en seguida”. A partir de aquí, los romanos dijeron: e uestigio, 1117 o bien porque alguien hace algo permaneciendo en pie sin moverse, por lo que se dice también statim–, 1118 o bien por el tiempo que se tarda en dar un paso, que es brevísimo. Cicerón en I de Verrinas, 1119 E uestigio, quasi quodam Circaeo poculo, factus est Verres. Redit ad se atque ad mores suos.

–––––––––– 1113

Demosth., Philip. II 7. Herod., Hist. I 51. 1115 Verg., Aeneid. II 442-3. 1116 Verg., Aeneid. VIII 545. 1117 Literalmente, “desde el pie”, aunque suele traducirse por “inmediatamente”. 1118 También, dada la raíz del verbo sto, significa “permaneciendo constantemente”, aunque suele traducirse por “al instante”. 1119 Cic., in Q. Caecil, diuin. 17, 57. 1114

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PRISCIANO, Sintaxis

(302) Ellos: ὑπὲρ τόνδε y ὑπὲρ τοῦδε τοῦ τόπου ἑωρᾶτο. Así también se dicen otras expresiones similares. Virgilio en el VI, 1120 Gemina super arbore sidunt; y, 1121 Fronde super uiridi sunt nobis mitia poma, en Bucólicas, y en el I, 1122 Fama super aethera notus. Los áticos: ὑστέραν, ὑστεραίαν, προτέραν y προτεραίαν (“el día después, o el día anterior”), sin añadir diem. Esto también lo hacen nuestros autores en alguna ocasión. Demóstenes en su defensa de Ctesifonte, 1123 Καὶ τον Ἐλλήσποντον ὑφ᾿ ἑαυτῷ ποιούμενος; y en Filípicas, 1124 ὑφ᾿ ἑαυτὸν ποιούμενος. También los nuestros: sub imperio suo y sub imperium suum facit gentes (“bajo su poder”). Los áticos: ὑφίστατο αὐτόν y los latinos: sustinebat illum (“lo sostenía”). Ellos: ὑπολαμβάνω por respondeo (“respondo”). Platón en Protágoras, 1125 πολλοὶ οὖν αὐτῷ ὑπέλαβον τῶν παρακαθημένων, ὁποτέρως βούλοιτο οὕτω ἐπεξιέναι. De aquí Virgilio en el VI, 1126 Suscipit Anchises atque ordine singula pandit en lugar de respondit ad interrogationem Aeneae (“responde a la pregunta de Eneas”).

–––––––––– 1120

Verg., Aeneid. VI 203. Verg., Eclog. I 81. 1122 Verg., Aeneid. I 379. 1123 Demosth., De cor. Or. 71. 1124 Demosth., Philipp. Orat. IV 10. 1125 Pl., Protag. 10, 29. 1126 Verg., Aeneid. VI, 723. 1121

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Φαθὶ λέγων. Aristófanes en Agricultores, 1127 Εἴ γ᾿ἐγκιλικίσαιμ᾿, ἐξολοίμην, φαθὶ λέγων. También nuestros autores usan estas figuras pleonásticas, como en loquere dicens, stude properans (“di hablando, apresúrate dándote prisa”) y otras similares. Los áticos: φαίνει ζηλῶν τούσδε y ἐξηλωκέναι τούσδε. Esquines en Aspasia, 1128 φαίνει γὰρ ἐζηλωκέναι τοὺς ἐν τῷ δικαστηρίῳ και ὑπὲρ ἑαυτῶν καὶ ὑπὲρ ἄλλων ἀγωνιζομένους. Los autores latinos también usan con muchísima frecuencia esta figura, poniendo verbos en infinitivo en lugar de participios. Terencio en Hermanos, 1129 Video sapere… in loco, / … amare inter se. Φεῦ σοῦ, ὦ Ἑλλάς, en Jenofonte a Agesilao. 1130 Los latinos muchas veces lo construyen con acusativo en interjecciones de este tipo: pro deum fidem (“por los dioses”!). Terencio en Formión, 1131 Pro deum inmortalium fidem, / Negat Phanium esse hanc sibi cognatam Demipho? Y también suele usarse con nominativo, como el propio Terencio en Hermanos, 1132 Pro di inmortales, facinus indignum, Geta: / Quid narras? (304) Los áticos: φθόνον μοι συνάγει. También nosotros: inuidiam mihi colligit. Ellos: φιλοτιμοῦμαι τοῦτο y τούτῳ. Juvenal en el I, 1133 Ardenti sese indulsisse tribuno.

–––––––––– 1127

Aristoph., Georg. Frag. XII. Aischinis socratici Aspasiae dial. Fr. 1129 Ter., Adelph. 790-1. 1130 Xenoph., Agesil. 7,5. 1131 Ter., Phorm. 351-2. 1132 Ter., Adelph. III 5, 1-2. 1133 Juv., Sat. I 2, 165. 1128

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Los áticos: φορεῖν ἐσθῆτα, στέφανον y βακτηρίαν. Virgilio en el VII acerca de la corona y el cetro, 1134 Hoc Priami gestamen erat, cum iura uocatis / More daret populis; y en el I, 1135 Virginibus Tyriis mos est gestare pharetram; y en este mismo lugar, 1136 Praeterea sceptrum, Ilione quod gesserat olim, / Maxima natarum Priami. Ellos: φρόνησις ἐστίν μοι τοῦδε y περὶ τοῦδε. Y también nosotros: est nobis prudentia illius rei y de illa re (“tenemos conocimiento de aquel asunto”). (305) Los áticos: φροντίζει τῶνδε, τάδε y περὶ τῶνδε. Menandro en Misógin, 1137 Ἀλλ᾿ οὐ τὰ βιότου νῷν ἴσως δεῖ φροντίσαι. Así también nosotros con acusativo: curo illam rem (“me ocupo de aquel asunto”). Ellos: χάριν ἔχω σοι y οἶδα σοι. Demóstenes sobre la corona de la trierarquía,1138 Οὐχὶ τοῖς ποιοῦσιν ἃ δεῖ χάριν ὑμᾶς ἔχειν, ἀλλὰ τοῖς φάσκουσιν; Isócrates en el elogio a Helena, 1139 Πλείω χάριν εἰδότες τοῖς πολλὰ προστάττουσιν; Terencio en El Eunuco, 1140 Magnas uero agere gratias Thais mihi?; y en esa misma obra,1141 Et habetur et refertur, Thais, tibi, ut merita es gratia. Los áticos: χάριν σὴν por εἰς σὴν χάριν. Platón en el Fedro, 1142 Ἀλλ᾿εἰ δοκεῖ, συγχωρητέον χάριν σήν. De

–––––––––– 1134

Verg., Aeneid. VII 246-7. Verg., Aeneid. I 336. 1136 Verg., Aeneid. I 653-4. 1137 Men., Misogyn. Fr. X com. Gr. Fr. IV 167. 1138 Demosth., Quae fertur or. de corona trierarch. 2. 1139 Isocratis encom. Helenae 57. 1140 Ter., Eunuch. 391. 1141 Ter., Eunuch. IV 6, 12. 1142 Pl., Phaedr. X 23. 1135

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Libro XVIII

aquí nosotros: uicem tuam doleo (“me apena tu desgracia”) por in tuam, y septimo Kalendas (“siete días antes de las Kalendas”) por ante Kalendas. Virgilio en el I, 1143 Italiam fato profugus, por in Italiam (“a Italia”); Terencio en Eunuco, 1144 At ille alter uenit annos natus sedecim, por ante sedecim (“dieciséis años atrás”). (306) Es frecuentísima entre los autores esta figura, en la que se ha elidido una preposición. 1145 Χαμάθεν, que significa lugar de donde, Cratino lo utilizó como lugar en donde,1146 ὅστ᾿ ἐν πυτίνῃ; Ἔκαμπτεν ἒστὼς χαμάθεν, ἄκρας τῆς κόμης / Καθέλκων. 1147 Sin embargo, habría que matizar mejor ἔστώς, y χαμάθεν se entiende bien como lugar de donde, “desde el suelo”. Nosotros usamos genitivo para indicar lugar en donde, ablativo de donde y acusativo a donde. Humi “en la tierra” lo utiliza Salustio en Jugurta, 1148 Quae humi arido atque arenoso gignuntur. Virgilio sin embargo: 1149 Eiectum litore por in litus (“hacia la playa”), aunque algunos, separando eiectum, lo relacionan con el verbo siguiente: litore egentem suscepi et regni demens in parte locaui.

–––––––––– 1143

Verg., Aeneid. I 2. Ter., Eunuch. 693. Es un ejemplo más de la importancia que, en las gramáticas de las causas, inspiradas en algunos aspectos en las sintaxis de Apolonio Díscolo y Prisciano, tendrá la figura de la elipsis como recurso, no retórico sino gramatical. 1146 Meinckius fragm. Com. Gr. ed. mi. p.VII. 1147 Cratini inc. Fab. Fr. CXXXVIII. 1148 Sall., Jugurt.48,3. 1149 Verg., Aeneid. IV 373. 1144 1145

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PRISCIANO, Sintaxis

(307) Χορταζόμενοι τοῦδε y τόδε. Cratino en Odis, 1150 Ἧσθε πανημέριοι χορταζόμενοι γάλα λευκόν. Algo similar dice Virgilio en III de Geórgicas, 1151 Pascuntur uero siluas et summa Lycaei; y en II de Eneida, 1152 Implicat et miseros morsu depascitur artus. Así pues, podemos decir: satior illius rei e illam rem (“me sacio con aquello”). Terencio en Los Hermanos, 1153 Sed postquam intus sum omnium rerum satur.

–––––––––– 1150

Cratini Odyss. Fr. IV com. Gr. Fr. II 95. Verg., Georg. III 314. 1152 Verg., Aeneid. II 215. 1153 Ter., Adelph. 728. 1151

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ÍNDICE DE TÉRMINOS GRAMATICALES 1

Ablativo: XVII, 10; 67; 91; 92; 100; 101; 104; 135; 173; 186; XVIII 14; 15; 16; 18; 19; 28; 30; 31; 32; 39; 41; 42; 57; 58; 64; 65; 133; 135; 139; 153; 155; 173; 181; 184; 198; 205; 217; 218; 260; 262; 271; 273; 278; 279; 286; 301; 306. Abundancia, / redundancia, / superfluo: XVII 4; 16; 84; 85; 121; 122; 127; 169; 171; XVIII, 293. Accidente: XVII, 6; 23; 33; 36; 54; 64; 74; 94; 105; 153; 166; 168; 172; 186; 187, 189. Acento: XVII 29; 39; 40; 50; 142; 143; XVIII 212; 269. Activo/a: XVII 91; 182; XVIII, 51; 52; 57; 59; 74; 127; 129; 130; 132; 134; 135; 138; 139; 140; 142; 151; 153; 154; 156; 203; 228; 232; 288; 291. Acusativo: XVII 10; 28; 91; 104; 139; 140; 173; 185; XVIII 10; 20; 27; 39; 41; 42; 45; 51; 52; 54; 59; 64; 65; 127; 128; 129; 133; 138; 139; 146; 147; 148; 149; 150; 151; 152; 153; 154; 155; 156; 161; 179; 184; 187, 197; 198; 214; 218; 219; 225; 228; 230; 233; 237; 244; 252; 260; –––––––––– 1 En este índice anotaremos los términos o, quizás sea mejor decir en sentido general, los conceptos, que a nuestro juicio son más importantes en la Sintaxis de Prisciano. Los anotaremos partiendo del libro (XVII o XVIII) y del capítulo.

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PRISCIANO, Sintaxis

262; 266; 269; 277; 278, 279; 283; 287; 292; 298; 300; 301; 303; 305; 306. Adición / aditivo / adjunción / añadir: XVII 1; 7; 17; 18; 47; 55; 60; 64; 68; 75; 79; 84; 85; 88; 89, 90; 94; 95; 97; 104; 114; 122; 127; 128; 130; 132; 133, 140; 141; 144; 155; 177; 183; 205; XVIII 3; 10; 15; 25; 55; 57; 76; 85, 96; 178; 201; 293; 294; 302. Adjetivo: XVII 21; 24; 25; 38, 40; 64; 84; 96; XVIII 24; 44. Adquisitivo: XVII 24; 38; XVIII 129; 131; 139; 145; 149. Adverbio / adverbial: XVII 10; 11; 13; 19; 21; 22; 25; 26, 38; 39; 40; 41; 42; 43; 45; 47; 48; 49; 51; 52; 69; 79; 86; 87; 94; 96; 105; 153; 168; 172; 173; 174; 182; 183; XVIII 15; 47; 69; 73; 76; 78; 92; 168; 172; 173; 181; 207; 212; 234; 256; 279; 290; 291. Afirmativo: XVII 41; XVIII 69; 82; 88; 92; 94; 99; 106; 107; 108; 111; 112; 113; 114; 115; 118; 123. Agente: XVII 68; 82; 103; 105; 113; 135; XVIII 131; 139. Agudo (acento): XVII 39; 142; XVIII 212. Ἀλλοιοτης / variatio / variación: XVII 155; 159; 166. Ἀλλοπαθής: XVII, 136. 430

Índice de términos gramaticales

Ambigüedad / confusión: XVII 15; 53; 63; 92; 117; 132; 191; XVIII 65. Anáfora: XVII 52; 56; 60; 63. Anafórico: XVII 27; 29; 32; 33; 39; 40; 43; 47; 49; 50; 51; 52; 56; 57; 58; 59; 73; 89; 109; 128; 142; 143; 191; 194; 196; XVIII 75. Antecedente: XVII 31; 32; 194; 205. Anteponer: XVII 7; 20; XVIII 297. Antiptosis: XVII, 155; Apelativo / de llamada: XVII 33; 35; 43; 49; 77; 79; 81; 191; 192; 195; 196; 203; 206; 207; 208; XVIII 2; 151. Apócope: XVII 5; 27. Apositivo / epitagmático: XVII 146; 203; 205. Apóstrofe: XVII 59; 191. Artículo: XVII 20; 26; 27; 52; 132; XVIII 1; 44; 61; 63; 294. Aspiración: XVII 7. Ático: XVII 125; 126; 207; XVIII 77; 81; 82; 99; 122; 124; 126; 129; 156; 161; 164; 170; 182; 190; 193; 195; 196; 197; 199; 200; 201; 204; 205; 206; 207; 209; 210; 211; 213; 214; 215; 216; 219; 220, 221; 224; 225; 226; 228; 234; 235; 237; 239; 240; 241; 242; 244; 245; 246; 247; 248; 249; 250; 251; 252; 254; 256; 257; 258; 261; 263; 264; 266; 267; 268; 269; 270; 271; 272; 273; 274; 275; 276; 277; 278, 280; 281; 282; 283; 284; 285; 287; 288; 289; 290; 431

PRISCIANO, Sintaxis

291; 292; 293; 296; 297; 298; 299; 300; 301; 302; 304; 305, 306. Autoteles: XVII 3; 117. Barbarismo: XVII, 6. Breve (vocal): XVII, 8. Cantidad: XVII 8; 23; 25; 36; 37; 38; 42; 46; 47; 64; XVIII 291. Caso: XVII 9; 11; 12; 13; 17; 18; 27; 28; 29; 30; 31; 32; 52; 53; 54; 55; 61; 62; 63; 64; 65; 66; 67; 72; 83; 84; 93; 97, 99; 100; 102; 103; 104; 110, 111; 112; 114; 115; 118; 120; 123; 130; 131; 132; 133; 135; 138; 139; 140; 148; 151; 152; 153; 154; 155; 160; 166; 167; 172; 173; 175; 179; 184; 189; 190; 192; 194; 197; XVIII 1; 2; 5; 6; 7; 8; 9; 21; 26; 27; 28; 32; 34; 35; 36; 37; 38; 39 44; 51; 57; 60; 61; 63; 64; 6; 69; 127; 136; 137; 148; 156; 220; 227; 260; 270; 271; 279; 298. Casual / declinable: XVII 18; 21; 31; 32; 52; 53; 61; 92; 95; 97; 103; 118; 153; 166; 192; XVIII 32; 36; 43; 44. Coherencia / congruencia: XVII 3; 6; 18; 75; 148. Comparación (grados)/ comparativo: XVII 55; 85; 94; XVIII 16; 24; 32; 173. Composición / compuesto: XVII 4; 20; 104; 105; 133. Conjugar / conjugación: XVII 175; 176; XVIII 47; 156. 432

Índice de términos gramaticales

Conjunción: XVII 4; 8; 9; 10; 11; 12; 18; 19; 21; 26; 83; 88; 95; 96; 97; 100; 101; 102; 103; 153; 171; 175; 177; 178; XVIII 69; 78; 79; 80; 81; 82; 86; 89; 90; 93; 95; 96; 104; 105; 107; 110; 117; 121; 123; 124; 170; 171; 172; 173; 176; 256. Consonante: XVII 7; 10; 148. Construcción: XVII 1; 2; 3; 20; 22; 25; 26; 27; 28; 29; 36; 52; 54; 55; 66; 67; 68; 70; 77; 83; 84; 86; 91; 92; 93; 96; 98; 101; 102; 103; 106; 107; 108; 110; 111; 112; 113; 114; 118; 120; 125; 133; 134; 135; 137; 138; 139; 140; 145; 150; 153; 155; 167; 168; 174; 176; 177; 182; 184; 185; 186; 187; 189; 192; 198; 202; 204; XVIII 1; 3; 4; 5; 6; 7; 8; 10; 14; 23; 24; 27; 28; 31; 32; 33; 34; 36; 39; 47; 51; 52; 57; 58; 60; 71; 82; 93; 97; 99; 122; 126; 127; 134; 135; 139; 140; 142; 148; 149; 152; 155; 156; 158; 173; 175; 181; 184; 192; 194; 208; 212; 218; 220; 224; 236; 238; 240; 241; 242; 244; 247; 256; 263; 267; 270; 280; 291; 294; 298. Copulativo: XVII 11; 97; 100. Cosignificar: XVII 10; 33. Cualidad: XVII 15; 22; 23; 24; 25; 34; 35; 36; 37; 38; 41; 44; 63; 64; 70; 71; 74; 75; 76; 77; 78; 96; XVIII 44; 291. Dativo: XVII 28; 71; 91; 126; 184; 186; XVIII 10; 11; 12; 18; 21; 23; 24; 25; 28; 38; 39; 45; 51; 52; 64; 65; 129; 130; 133; 138; 139; 142; 146; 149; 433

PRISCIANO, Sintaxis

152; 155; 179; 187; 194; 197; 207; 217; 220; 225; 244; 260; 262; 269; 283. Declinación: XVII 20; 27; 52; 53; 61; 62; 65; 66; 176; 177; 190; XVIII 9; 47; 273. Definido / determinado: XVII 14; 33; 34; 37; 53; 60; 63; 73; 89; 90; 114; 128; 142; 174; 203. Deíctico / demostrativo: XVII 16; 29; 33; 52; 55; 56; 58; 60; 73; 74; 75; 79; 89 95; 114; 128; 191; 205; XVIII 2; 291. Derivar / derivado / derivativo: XVII 23; 92; 98; 108; 142; 151; 152; 167; 175; 176; 177; 178; 202; 206. Dímetro: XVII 8; 62. Diminutivo: XVII 46; XVIII 128. Diptongo: XVII 7. Distributivo: XVII 27; 28; 39; 149; 196; XVIII 176. Disyuntivo/a: XVII 11; 97; 100. Dubitativo: XVII 102; XVIII 68; 79; 82; 94; 107; 110. Elipsis: XVII 32; 67; 130; 207; XVIII 6; 48; 52; 75; 89; 99; 106; 201; 221; 236; 242; 298. Enclítico: XVII 55. Especie: XVII 35; 37; 40; 41; 42; 44; 48; 166; XVIII 152. Estoicos: XVII 52; XVIII 4. Estructura: XVII 3; XVIII 13; 15; 32; 176; 249; Exhortativo: XVII 73. 434

Índice de términos gramaticales

Expletivo: XVIII 255. Femenino: XVII 19; 152; 158; 186; XVIII 17; 63; 287. Figura / figurado / figuradamente: XVII 16; 59; 110; 145; 148; 152; 155; 159; 160; 162; 166; 168; 175; 176; 178; 187; 188; 189; 198; 199; 202; 204; XVIII 27; 39; 44; 48; 65; 67; 70; 73; 137; 208; 219; 256; 258; 276; 286; 293; 295; 303; 306. Flexión / flexionable:2 XVII 53; 61; 62; 63; 93; 95; 96; 97; XVIII 7; 28; 35. Futuro: XVII 164; 180; 182; XVIII 18; 25; 50; 75; 94; 96; 97; 101; 102; 103; 108; 110; 114; 126; 222; 238; 252; 253; 256; 257. Género: XVII 12; 18; 19; 23; 41; 44; 65; 66; 110; 130; 151; 152; 153; 154; 155; 158; 159; 166; 167; 172; 175; 179; 184; 186; 188; XVIII 163; 234. Genitivo: XVII 28; 29; 61; 62; 68; 84; 91; 92; 94; 98; 99; 100; 110; 112; 115; 118; 121; 122; 123; 124; 126; 128; 129; 130; 131; 132; 133; 151; 160; 184; 197, 198; 199; 202; XVIII 9; 10; 12; 13; 14; 16; 17, 18; 19; 20; 21; 22; 23; 24; 28; 29; 30; 31; 32; 37; 39; 42; 52; 54; 59; 64; 153; 181; 183; 187; 206; 209; 217; 218; 220; 237; 244; 260; 262; 273; 276; 277; 278; 279; 294; 306. Gentilicio: XVII 42. –––––––––– 2

Puede verse también “casual / declinable”.

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PRISCIANO, Sintaxis

Gramática: XVII 43; XVIII 19; 21. Grave (acento): XVII 39; 40; 50; 143; XVIII 269. Griego: XVII 1; 17; 20; 26; 27; 29; 30; 42; 52; 55; 60; 104; 108; 112; 115; 116; 117; 123; 124; 126; 132; 134; 136; 137; 138; 139; 140; 142; 146; 147; 148; 155; 159; 160; 169; 171; 187; 201; 202; 208; XVIII 8; 14; 16; 24; 25; 29; 30; 34; 37; 40; 41; 42; 44; 48; 50; 54; 56; 61; 63; 71, 74; 75; 76; 77; 81; 82; 85; 88; 90; 93; 95; 107; 108; 127;3 135; 139; 153; 159; 162; 165; 167; 170; 171; 172; 173; 174; 176; 177; 178; 180; 182 183; 184; 187; 200; 207; 247; 255; 257; 258; 262; 265; 266; 268; 269; 271; 272; 278; 279; 280; 285; 289; 294; 297. Heteróclito: XVII 62. Imperativo: XVII 7; 10; 90; 182; 205; 206; XVIII 48; 49; 70; 71; 73; 74; 75; 105. Imperfecto (pretérito): XVII 180; 181; XVIII 48; 49; 95; 96; 101; 110; 253. Impersonal: XVII 67; 90; 91; 100; XVIII 51; 53; 54; 55; 56; 57; 58; 59; 80. Incoherencia / incongruencia: XVII 6; 46; 75; 76. Indeterminación / indefinición: XVII 61, 63; 89. Indeterminado / indefinido: XVII 14; 25; 27; 29; 33; 37; 39; 42; 43; 45; 46; 47; 48; 50; 51; 52; 61; –––––––––– 3 En realidad, a partir de aquí podrían incluirse todos los capítulos, porque comienza una larga serie de comparaciones entre distintas construcciones griegas y latinas. Las griegas suele marcarlas con Graeci, illi o Attici; y las latinas por nostri, Romani,…

436

Índice de términos gramaticales

63; 70; 71; 80; 81; 90; 95; 142; 196; XVIII 131; 269; 291; 303. Indicativo: XVII 15; 86; 88; XVIII 3; 49; 68; 69; 74; 76; 77; 81; 82; 83; 84; 85; 86; 87; 89; 90; 94; 95; 96; 103; 104; 114; 123; 126; 156; 253. Individual: XVII, 71. Interjección: XVII 13; 153. Interpretar / desarrollar: XVII 10; 15; 20; 60; XVIII 10; 96; 137. Interrogación: XVII 48. Interrogativo: XVII 22; 23; 25; 27; 29; 33; 39; 40; 41; 43; 47; 48; 49; 50; 51; 52; 102; 142; 143; 196; XVIII 68; 94; 99; 100; 107; 125; 145; 149; 269. Intransitivamente: XVII 93. Intransitivo: XVII 66; 67; 68; 91; 93; 153; 155; XVIII 10; 34; 35; 55; 57. Larga (vocal): XVII 8. Letra: XVII 2; 3; 4; 5; 6; 7; 9; 10; 12; 148; 149. Local / de lugar: XVII 48; 49; 50; 51; XVIII 212; 257; 271; 273. Masculino: XVII 19; 142; 152; 158; 186; XVIII 17. Modo (verbal): XVII 90; 97; 100; 174; XVIII 40; 43; 45; 47; 49; 50; 66; 69; 77; 80; 88; 91; 95; 101; 125; 127. Negativo: XVII, 41.

437

PRISCIANO, Sintaxis

Neutro: (género) XVII 19; 44; 152; 158; 186; 188; (verbos) XVIII 52; 74; 128; 133; 154; 155; (verbos neutropasivos) XVIII 54. Nombre / sustantivo: XVII 10; 11; 12; 13; 14; 15; 16; 19; 21; 21; 22; 23; 24; 26; 27; 30; 32; 33; 34; 35; 36; 37; 38; 39; 40; 41; 42; 43; 44; 45; 48; 49; 52; 53; 54; 56; 57; 63; 64; 65; 66; 69; 70; 71; 72; 73; 74; 75; 76; 77; 78; 79; 80; 81; 82; 83; 84; 92; 93; 94; 95; 96; 99; 104; 105; 109; 111; 114; 118; 127; 129; 130; 142; 144; 145; 148; 153; 158; 166; 168; 174; 184; 186; 190; 191; 192; 194; 195; 196; 203; 206; 207; 208; XVIII 1; 2; 4; 5; 7; 8, 11; 15; 16; 17; 19; 21; 23; 24; 31; 32; 33; 36; 39; 43; 44; 47; 57; 62; 63; 67; 68; 75; 168; 209; 220; 237; 256; 260; 266; 273; 290. Nominativo: XVII 13; 14; 17; 18; 23; 28; 29; 30; 31; 32; 56; 61; 62; 63; 66; 67; 68; 71; 84; 86; 93; 98; 99; 104; 111; 116; 119; 120; 121; 133; 134; 135; 137; 139; 140; 149; 151; 160; 184; 185; 190; 192; 193; 194; 195; 196; 206; 207; 208; XVIII 2, 3; 4; 5; 6; 7; 8; 9; 10; 13; 15; 27; 28; 32; 35; 36; 39; 41; 44; 55; 56; 75; 135; 139; 156; 260; 276. Número: (accidente nominal o verbal) XVII 53; 61; 62; 86; 87; 90; 110; 130; 149; 152; 153; 154; 155; 156; 159; 166; 167; 172; 174; 175; 179; 184; 185; 188; XVIII 49; 63; 234; 273; (cantidad) XVII 22; 23; 25; 36; 37; 38; 42; 63. 438

Índice de términos gramaticales

Oblicuo (caso): XVII 13; 17; 18; 28; 30; 31; 63; 66; 67; 83; 84; 93; 103; 104; 111; 112; 114; 122; 133; 135; 138; 139; 194; XVIII 5; 6; 7, 9; 27; 32; 34; 35; 36; 39; 44; 63; 136; 137. Optativo: XVII 7; 90; 174; 182; XVIII 49; 74; 76; 77; 78; 81; 82; 90; 95; 96; 100; 102; 105; 123; 124; 125; 126; 176. Oración / Enunciado / Frase: XVII 1; 2; 3; 4; 5; 6; 8; 10; 11; 12; 13; 15; 16; 19; 20; 22; 26; 27; 29; 52; 53; 54; 56; 57; 69; 73; 75; 83; 84; 95; 96; 97; 144; 153; 163; 168; 185; 189; XVIII 1; 75; 95; 157. Orden / ordenación: XVII 1; 2; 3; 6; 7; 8; 12; 13; 19; 20; 21; 31; 44; 57; 105; 106; XVIII 1; 26; 40; 60; 65; 81; 107. Participial: XVII 18; 61; 66, XVIII 183. Participio: XVII 13; 18; 19; 20; 26; 28; 69; 80; 81; 82; 92; 93; 94; 96; 105; 127; 153; 180; 186; 192; XVIII 4; 5; 6 7; 15; 16; 18; 19; 20; 21; 25; 31; 33; 34; 42; 45; 46; 53; 54; 57; 66; 74; 75; 156; 175; 201; 220; 237; 238; 256; 277; 284; 303. Partícula: XVII 24; 29; 78. Pasión: XVII 14; 38; 82; 96; 111; 135; 139; XVIII 134; 135; 155. Pasividad: XVIII 133; 136; 151; 153; 154; (autopasividad) XVII 117; 138; 141; XVIII 34. Pasivo/a: XVII 68; 91; 119; 135; 182; XVIII 18; 20; 31; 53; 54; 55; 57; 58; 59; 74; 127; 128; 131; 439

PRISCIANO, Sintaxis

132; 133; 134; 135; 137; 138; 139; 140; 145; 149; 151; 153; 155; 175; 201; 203; 228; 232; 247; 291. Patria / patrio: XVII 142. Pentasílabo: XVII 9. Pentemímera: XVII 8. Perfecta / completa: (oración) XVII 2; 3; 5; 6; 10; 12; 13; 68; 78; 83; XVIII 1, 75; 135. Persona: (1ª, 2ª…) XVII 14; 15; 16; 17; 18; 56; 60; 61; 65; 66; 67; 69; 70; 71; 72; 73; 74; 75; 76; 79; 81; 89; 95; 106; 107; 109; 111; 113; 114; 115; 116; 117; 119; 120; 122; 123; 126; 127; 128; 133; 134; 136; 137; 138; 140; 141; 145; 146; 147; 152; 174; 176; 178; 180; 183; 187; 190; 192; 193; 194; 195; 196; 197; 198; 199; 200; 201; 202; 203; 204; 205; 206; 207; XVIII 2; 34; 52; 53; 70; 72; 73; 74; 132; 177; 178; (persona gramatical y filosófica) XVII 15; 16; 17; 18; 27; 30; 33; 43; 52; 53; 54; 55; 56; 58; 60; 61; 63; 65; 67; 70; 71; 72; 73; 74; 75; 77; 78; 82; 83; 88; 89; 90; 92; 96, 103; 105; 106; 107; 108; 109; 110; 111; 113; 114; 117; 120; 123; 125; 127; 133; 134; 135; 136; 137; 139; 140; 141; 142; 147; 148; 153; 155; 165; 166; 172; 17; 175; 176; 177; 178; 179; 185; 195; 196; 197; 202; 203; 204; 206; 207; XVIII 2; 5; 8; 11; 34; 47; 49; 53; 55; 58; 59; 70; 71; 72; 75; 127; 131; 132; 137; 138; 139; 155; 234. 440

Índice de términos gramaticales

Plural: XVII 28; 29; 61; 118; 124; 139; 140; 142; 146; 147; 148; 149; 150; 153; 156; 157; 176; 179; 184; 185; 186; 188; XVIII 27; 39; 63; 70; 72; 273. Pluscuamperfecto: XVII 181; XVIII 95; 96; 101. Poesía / poeta: XVII 164; XVIII 92; 126. Posesivo: XVII 23; 42; 68; 92; 98; 99; 108; 109; 110; 111; 113; 114; 115; 116; 117; 118; 119; 120; 121; 122; 123; 124; 125; 126; 127; 128; 129; 130; 131; 142; 197; 198; 200; 201; 203; XVIII 23; 37 Positivo: (grado del adjetivo) XVII 55; 84; 166; XVIII 24. Preposición: XVII 5; 7; 10; 13; 20; 21; 84; 85; 104; 105; 139; 140; 153; 169; 170; 173; 174; XVIII 62; 131; 173; 174; 181; 184; 198; 217; 228; 229; 236; 260; 265; 273; 278; 279; 285; 298; 301; 306. Prepositivo (artículo): XVII 7; 52; 173; XVIII 279. Presente (tiempo): XVII 163; 164; 180; 182; XVIII 84; 96; 97; 101; 108; 110; 167; 183; 253; 256. Pretérito / pasado: XVII 163; 164; 180; 181; XVIII 48; 49; 54; 74; 77; 78; 84; 95; 96; 97; 101; 102; 110; 114; 126; 129; 252; 253; 256; 257. Primera: (conjugación) XVIII 273; (persona) XVII 14; 16; 17, 18; 56; 57; 60; 65; 69, 70; 71; 72; 73; 74; 75; 76; 79; 89; 95; 106; 107; 109; 111; 113; 114; 120; 126; 128; 136; 140; 141; 1145; 146, 441

PRISCIANO, Sintaxis

147, 152; 176, 178; 180; 187; 190; 192; 193; 194; 195; 197; 199; 200; 202; 203; 204; 205; 206; XVIII 2; 52, 53; 70; 72; 132; 177; 178. Primitivo / primario: XVII58; 61; 68; 92; 98; 108; 109; 110; 111; 114; 115; 117; 118; 123; 124; 128; 129; 130; 131; 133; 143; 146; 167; 175; 200; 202; 206; XVIII 23. Prolepsis: XVII 28; 155. Pronombre: XVII 7; 10; 13; 15; 16; 17; 18; 19; 20; 23; 26; 27; 29; 33; 34; 35; 37; 40; 52; 53; 54; 55; 56; 57; 58; 60; 61; 62; 63; 64; 65; 66; 68; 69; 70; 71; 73; 74; 75; 77; 78; 79; 82; 83; 84; 86; 87; 88; 89; 90; 92; 93; 95; 98; 99; 103; 104; 105; 111; 112; 113; 114; 115; 116; 117; 118; 123; 124; 125; 127; 128; 129; 133; 134; 136; 137; 138; 140; 142; 143; 144; 145; 146; 147; 152; 153; 158; 175; 176; 178; 183; 186; 190; 191; 192; 194; 195; 197; 200; 202; 203; 204; 205; 206; 207; XVIII 1; 2; 3; 4; 7; 23; 32; 33; 57; 256; 290. Prosa / prosista: XVII, 84; 164. Ratio / razón: XVII 73; 84; 103; 177. Reflexivo / autopazé / autopasividad: (reflexividad) XVII 31; 112; 116; 155; XVIII 34; 151; (reflexivo) XVII 30; 103; 106; 107; 108; 111; 113; 115; 133; 134; 136; 138; 154; 155; XVIII 58; 135; (autopazé o autopasividad) XVII 116; 138; 141; XVIII 34; (autopasivo/a) XVII 108; 111; 115; 136; XVIII 35; 58; 135. 442

Índice de términos gramaticales

Relativo: XVII 7. Retrotransición / retrotransitividad: XVII 109; 116; 117; 125; 134; 137. Retrotransitivo: XVII 115; 138. Segunda: (conjugación) XVIII 273; (declinación) XVII 190; (persona) XVII 14; 16; 17; 56; 57; 59; 60; 65; 67; 69; 70; 71; 72; 73; 74; 76; 89; 95; 106; 107; 109; 111; 113; 114; 120; 126; 128; 136; 140; 141; 145; 146; 147; 152; 174; 176; 178; 183; 190; 192; 193; 194; 195; 196; 197; 198; 199; 200; 202; 203; 204; 205; 206; 207; XVIII 2; 3; 4; 52; 53; 70; 72; 73; 132; 177. Significación / significado: XVII 3; 7; 10; 20; 21; 48; 50; 60; 63; 64; 65; 69, 77, 78, 81; 83; 85; 87; 88; 89; 116; 121; 122; 124; 132; 139; 150; 176; 179; 182; 184; 186; 187; XVIII 14; 15; 16; 21; 31; 43; 47; 49; 53; 57; 76; 102; 103; 127; 136; 138; 140; 146; 168; 175; 178; 182; 203; 229; 249; 253; 265; 273; 275; 278; 288; 291; 292; 306. Significar: XVII 14; 15; 37; 43; 61; 63; 76; 82; 109; 111; 178; 181; XVIII 17; 22; 43; 56; 65; 8, 76; 90; 124; 128; 129; 134; 151; 155; 197; 207; 261; 273; 283; 289; 301. Sílaba: XVII 2; 3; 4; 5; 6; 7; 8; 9; 40; 113; 143. Silepsis: XVII 155. Sinémptosis: XVII 155; XVIII 269. 443

PRISCIANO, Sintaxis

Singular: XVII 28; 29; 84; 85; 86; 87; 118; 124; 147; 148; 150; 153; 156; 179; 184; 185; XVIII 39; 70; 273. Sintaxis: XVII 1; 26; 187; 202; XVIII 55. Solecismo: XVII 6; 114; XVIII 3. Subjuntivo: XVII 7; 180; 182; XVIII 45; 49; 53; 73; 74; 77; 78; 79; 80; 81; 82; 87; 88; 89; 90; 91; 92; 93; 96; 97; 98; 102; 104; 105; 107; 108; 112; 113; 114; 121; 122; 123; 124; 125; 126; 176; 253; 256. Superlativo: XVII 166; XVIII 16; 24. Suppositum / referente: XVII 23; 27; 33; 63; 70. Sustancia: XVII14; 15; 16; 22; 23; 24; 25; 36; 37; 38; 41; 44; 48, 64; 65; 71; 73; 77, 78, 79; 80; 81; 82; 105; XVIII 44; 69. Sustantivo (verbo) / o de sustancia: XVII 33; 35; 77; 80; 81; 82; 195; 203; 206; XVIII 2; 5; 6; 10; 15; 43; 44; 75; 147; 201; 238. Temporal / tiempo: XVII 12; 38, 40; 43; 46; 48; 49; 51; 69; 153; 155; 163; 166; 172; 174; 175; 179; 180; 181; 182; 185; XVIII 18, 49; 96; 102; 103; 104; 108; 125; 126; 168; 234; 238; 251; 301 Tercera (persona): XVII 14; 15; 16; 56; 58; 60; 61; 66, 72; 73; 74; 75; 76; 9; 81; 89; 95; 106; 107; 109; 114; 115; 116; 117; 119; 122; 123; 127; 128; 133; 134; 137; 138; 140; 141; 145; 146; 147; 152; 178; 183; 187; 190; 195; 197; 200; 444

Índice de términos gramaticales

201; 202; 203; 205, 206; XVIII 2; 4; 53; 72; 132; 177; 273. Tetrasílabo: XVII 9. Transitividad: XVII 31; 93; 155; XVIII 155. Transitiva/o: XVII 66; 67; 68; 93; 107; 108; 133; 134; 154; 155; XVIII 8; 10; 17; 18; 21; 34; 35, 57; 58; 64; 129; 130; 133; 136; 137; 138, 139. Verbal: XVII 36; 53; 86; 88; 89; 93; 94; 105; 190; 192; XVIII 7; 17; 21; 25; 42; 55; 63; 260. Verbo: XVII 5; 7; 10; 11; 12; 13; 14; 15, 16; 17; 18; 19; 21; 22; 25; 26; 28; 29; 30; 33; 34; 35; 36; 38; 39; 40; 52; 53; 54; 56; 58; 60; 61; 66; 67; 68; 75; 76; 77; 78; 79; 80; 81; 82; 83; 84; 86; 87, 88; 89; 90; 91; 92; 93; 94; 95; 96; 97; 100; 103; 105; 106; 108; 110; 111; 117; 134; 135; 138; 139; 146; 149; 151; 153; 156; 175; 177; 180; 190; 192; 195; 203; 204; 205; 206; 207; XVIII 1; 2; 3; 5; 6; 8, 10; 15; 16; 17; 18, 19; 20; 21; 24; 33; 34; 35; 40; 43; 44; 45; 47; 48; 49; 52; 53; 56; 58; 60; 62; 63; 64; 65; 68; 69, 71; 74; 75; 76; 78; 79; 80; 82; 92; 93; 96; 100; 104; 112; 113; 126; 127; 128; 129, 130; 131; 132; 134; 135; 137; 138; 139; 140; 142; 146; 147; 148; 150; 151; 152; 154; 155; 156; 172; 178; 187; 197; 201; 203; 212; 220; 227; 228; 229; 232; 238; 260; 29; 273; 288; 291, 294; 303; 306. Vocal: XVII 7; 8; 10; 148. 445

PRISCIANO, Sintaxis

Vocativo (caso): XVII 10; 32; 67; 72; 109; 173; 184; 185; 190; 191; 192; 194; 195; 196; 197; 198; 199; 200; 201; 202; 205; 206; 207; 208; XVIII 2; 3; 4; 72; 75; 271. Yambo / yámbico: XVIII 163. Yuxtaponer / yuxtapuesto: XVII 4; 20; 21; 104; 105. Zeugma: XVII 155.

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