Prosopografia dos comunistas brasileiros (1922-1934)

June 1, 2017 | Autor: Ricardo Castro | Categoria: Prosopography, History of Communism
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E N C U E N T R O S

22. Cultura, sociedad y políticas públicas. Pasado y presente del patrimonio cultural en Michoacán

2 3

LAZAR JEIFETS VÍCTOR JEIFETS MIGUEL ÁNGEL URREGO Coordinadores

Otros títulos de nuestra colección Encuentros:

E N C U E N T R O S

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Izquierdas, movimientos sociales y cultura política en América Latina

21. Diplomacia oficiosa, representaciones y redes extraoficiales en la historia de América Latina: un homenaje a la trayectoria académica de Salvador E. Morales Pérez, (1939-2012)

LAZAR JEIFETS VÍCTOR JEIFETS MIGUEL ÁNGEL URREGO Coordinadores

20. Las diversidades indígenas en Michoacán Izquierdas, movimientos sociales y cultura política en América Latina

19. Exiliados de la guerra civil española en México. Sociedad, política y ciencia 18. El norte de México y la historia regional. Homenaje a Ignacio del Río. 17. Cuba y México. Visiones desde la prensa y la opinión pública, 1900-1917 16. Una década de relaciones México-Centroamérica, 1900-1910

José Ángel Pahuamba Velázquez (Cherán, Michoacán, 1978) Ventana amarilla 2009 Acrílico y esmalte sobre tela, 150 cm x 170 cm Acervo del estado de Michoacán Digitalización de la obra: José Ángel Pahuamba Velázquez

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS C E N T R O D E E S T U D I O S I BE R O A M E R I C A N O S

UNIV ERS IDA D M IC HOAC A NA D E S A N N IC OLÁ S DE HIDALG O UNIV ERS ID A D ES TA TA L D E S A N PETERS BURG O

IZQUIERDAS, MOVIMIENTOS SOCIALES Y CULTURA POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA

IZQUIERDAS, MOVIMIENTOS SOCIALES Y CULTURA POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA

Lazar Jeifets Víctor Jeifets Miguel Ángel Urrego (Coordinadores)

Encuentros 23 Instituto de Investigaciones Históricas Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo Centro de Estudios Iberoamericanos Universidad Estatal de San Petersburgo Morelia, Michoacán, 2016

Este libro fue evaluado por pares académicos en los meses de noviembre y diciembre del 2015, a solicitud del Consejo editorial del Insituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, entidad que resguarda los dictámenes correspondientes.

Izquierdas, movimientos sociales y cultura política en América Latina Primera edición 2016 Morelia, Michoacán, México. © D.R. 2016 Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo Instituto de Investigaciones Históricas [email protected] © D.R. 2016 Centro de Estudios Iberoamericanos Universidad Estatal de San Petersburgo ISBN de la colección: 978-607-424-524ISBN del volumen: Queda prohibida la reproducción parcial o total del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito del titular, en términos de la Ley Federal de Derechos de Autor, y en su caso, de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposición, se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes. Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico

ÍNDICE

Presentación





















































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Socialismo y prensa en la Argentina: La Vanguardia (18941919) JUAN BUONUOME

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Machetes Rojos. La política campesina del Partido Comunista Mexicano en la década de 1920 IRVING REYNOSO JAIME

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Prosopografia dos comunistas brasileiros (1922-1934) RICARDO FIGUEIREDO DE CASTRO

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El papel de los venezolanos en la Comintern (1925-1943) DOROTHEA MELCHER ○





67

As particularidades da América Latina e a questão tática na Primeira Conferência Comunista Latino-americana FELIPE DEVEZA

79

El movimiento comunista y la Guerra del Chaco (1932-1935) JUAN LUIS HERNÁNDEZ

105

O movimento trotskista brasileiro nos anos 30 RICARDO FIGUEIREDO DE CASTRO

129











































































































































Entre el Frente Popular y la rebelión. La Comintern en búsqueda de tácticas LAZAR JEIFETS Y VÍCTOR JEIFETS

137

Comunismo, movimiento obrero y orígenes del peronismo: elementos para un análisis HERNÁN CAMARERO

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La Revolución cubana enelimaginario de las izquierdas en Colombia: de la identificación total al rechazode su intervencionismo MIGUEL ÁNGEL URREGO

179

Algunas consideraciones sobre la estrategia política del Ejército Guerrillero Tupak Katari (EGTK) en Bolivia ALEJANDRO M. SCHNEIDER

201

Al Partido salud, aquí está la Juventud! Recomposición, renovación y crisis de la UJC en Uruguay y posdictadura (19851992) ANA LAURA DE GIORGI FEDERICO LANZA

221

El Partido Comunista de la Argentina y la llamada Guerra de los Seis Días MERCEDES SABORIDO

241

Entre la idealización y la crítica: representaciones sobre la “generación de los setenta” en integrantes de H.I.J.O.S. Argentina NYDIA CONSTANZA MENDOZA R.

261

Construcciones de nacionalidades indígenas en el pensamiento marxista ecuatoriano MARC BECKER

291

Trasegar de las ciencias sociales colombianas en el siglo XX: propuesta para la historia intelectual MÓNICA ZULETA P.

309

Comunistas e católicos de esquerda no Brasil DINA LIDA KINOSHITA

343





































































































































ICUF-a esquerda judaica nas Américas ESTHER KUPERMAN ○





































































































































































































































































































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Cuando los pingüinos se tomaron las calles en Chile. Análisis de la estructura de oportunidad política del movimiento estudiantil secundario CRISTINA SÁNCHEZ

375

Jürgen Mothes como historiador de la Internacional Comunista de América Latina KLAUS MESCHKAT

417

La experiencia de composición del diccionario biográfico de la izquierda latinoamericana. Problemas de búsquedas en archivos y retos actuales VÍCTOR JEIFETS Y LAZAR JEIFETS

421













































































































































IZQUIERDAS, MOVIMIENTOS SOCIALES Y CULTURA POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA

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PRESENTACIÓN

El texto que el lector tiene en sus manos es resultado de la selección de ponencias presentadas, y posteriormente corregidas, durante el pasado Congreso Internacional de Americanistas celebrado en Viena (2012). En el mencionado Congreso, los editores del libro actuamos como organizadores de dos mesas de trabajo, ambas dedicadas a la historia de las izquierdas en América Latina, y que intentaban, cada una por su lado, consolidar un trabajo de reflexión sobre el aporte de las izquierdas a la cultura y a la política de nuestra región. Es de anotar que cada una de las mesas tenía sus particularidades. La coordinada por Víctor Jeifest reunió a especialistas en el estudio de la Comintern y los procesos políticos de la primera mitad del siglo XX. Además, se articulaba a los propósitos generales del Centro de Estudios Iberoamericanos de la Universidad Estatal de San Petersburgo, que desde hace varios viene impulsando encuentros entre especialistas rusos y latinoamericanos de nuestro continente. Por su parte, Miguel Ángel Urrego organizó la mesa en torno a la labor que desarrolla la Red para el Estudio de las Izquierdas en América Latina (REIAL). La REIAL ha venido celebrado, con el respaldo del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, ininterrumpidamente, encuentros internacionales desde el año 2007 y ha publicado varios libros tanto en México como en Colombia. De manera que sumar estos esfuerzos resulta un hecho muy significativo para los especialistas como para las instituciones participantes. La publicación del libro se efectúa en una coyuntura de retroceso de las izquierdas en América Latina. Luego de cerca de una década de avances y logros, los proyectos entraron en crisis debido a escándalos de corrupción, alejamiento de los sectores populares y burocratismo de los gobiernos y partidos. Por ello, es muy adecuado revisar algunas experiencias y tratar de encontrar pistas que permitan entender y superar el desazón que han producido las más recientes debacles electorales.

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IZQUIERDAS, MOVIMIENTOS SOCIALES Y CULTURA POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA

Los artículos se han ordenado atendiendo a un criterio cronológico y temático, y en la selección de textos se ha procurado que existiera igualmente representatividad de los diversos procesos de la región. Lamentablemente por costos y otras limitaciones de los procesos editoriales muchos trabajos se quedaron por fuera del presente texto. No obstante, esperamos continuar la colaboración entre nuestras instituciones y con ello facilitar la publicación de los demás textos que, o bien no llegaron o fueron desapareciendo en la lentitud que acompañó a la publicación del libro. A los académicos que participaron en la mesas de trabajo del Congreso Internacional de Americanistas y a quienes esperaron pacientemente la publicación del presente libro muchas gracias. Lazar Jeifets Víctor Jeifets Miguel Ángel Urrego (Editores)

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SOCIALISMO Y PRENSA EN LA ARGENTINA: LA VANGUARDIA (1894-1919)

Juan Buonuome

En las últimas décadas, los estudios sobre la historia del Partido Socialista argentino (en adelante PS) mostraron una gran actividad y renovaron las preguntas que los habían guiado tradicionalmente. No obstante, permanece en relativa oscuridad el modo en que los socialistas se vincularon con una práctica central en la vida política, social y cultural de la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX como fue la prensa. A diferencia de lo que puede decirse de la prensa inmigrante, católica, gremial y de algunas zonas de la prensa política y comercial, todavía está pendiente un acercamiento específico al mundo de la prensa socialista en Argentina. En particular, poco y nada se sabe acerca de la historia de La Vanguardia (en adelante LV), principal periódico del PS, cuya importancia para el proyecto socialista reconocen tanto las memorias partidarias como los estudios académicos: desde los dos registros se afirma que durante su larga existencia no sólo fue un canal privilegiado de los discursos socialistas, sino también un espacio que articuló redes y posibilitó encuentros y desencuentros al interior del partido y en relación con otros actores. Pese a esta observación, la historiografía sobre el PS sólo se ha servido de sus páginas como fuente de información, pero no ha retribuido con estudios sistemáticos dedicados a comprender su especificidad como empresa políticocultural por derecho propio.1 Las posibilidades que se abren al plantear un estudio de esta índole son diversas. La historia de un periódico, artefacto omnipresente de la vida moderna, puede contarse a partir del análisis de su inscripción en la trama social, su derrotero como empresa económica, su especificidad como objeto cultural y literario, o bien, 1 Un panorama sobre la historiografía del PS puede verse en: CAMARERO Y HERRERA, El Partido Socialista en la Argentina, pp. 9-73.

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su proyección en el escenario político.2 En el presente trabajo, pretendo repasar algunos rasgos salientes de la historia de LV en sus primeros 25 años de existencia, destacando su lugar en el contexto social y político de la Argentina del período. Si bien resulta ineludible referir al vínculo del periódico con las estructuras y dinámicas internas del PS, procuro señalar algunas de sus peculiaridades en relación a las características de la prensa local y de la prensa socialista internacional.3 El trabajo se abre con algunas breves referencias a las circunstancias de su fundación en 1894, donde me detengo en las continuidades y rupturas de LV respecto a la prensa obrera y socialista de fines del siglo XIX. En la segunda parte me concentro en la década de 1910, cuando se puso en marcha un importante proceso de transformación material y organizativa del periódico, mediante el cual sus animadores pretendieron competir de igual a igual con los grandes diarios locales. En tanto alteraba los modos de intervención del PS en la sociedad y en la política argentinas, esta transformación no estuvo exenta de polémicas en las filas partidarias, poniendo en evidencia distintas representaciones sobre el papel de LV en la política socialista, así como su rol como factor de poder al interior del partido, tal como se analiza en la tercera y última parte del trabajo. La prensa socialista finisecular y los primeros años de La Vanguardia La aparición de LV el 7 de abril de 1894, precedió no sólo a la fundación del PS, como suele señalarse, sino también a la primera mención en los estudios sobre el periodismo argentino a la existencia de una prensa socialista en la Argentina. En las últimas décadas del siglo XIX, algunas investigaciones habían registrado el desarrollo de la prensa desde una mirada especializada, procediendo a su clasifi2 Para una discusión sobre enfoques en la historia de la prensa periódica, véase: CHARLE, Le siècle de la presse: 1830-1939, pp. 7-16; KALIFA, RÉGINER, THÉRENTY Y VAILLANT (dir.), La Civilisation du Journal, pp. 7-21. 3 Dejo de lado en este caso el estudio de La Vanguardia como objeto cultural. He trabajado junto a Marcela Gené algunas formas de apelación visual del periódico socialista, en particular la cuestión de los avisos publicitarios, en: “Un diario para el pueblo. Apuntes para la historia de La Vanguardia como objeto gráfico y político”, GENÉ Y MALOSETTI COSTA, Atrapados por la imagen.

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SOCIALISMO Y PRENSA EN LA ARGENTINA: LA VANGUARDIA (1894-1919)

cación temática y análisis estadístico. Estas producciones daban cuenta de una expansión extraordinaria de la prensa argentina, sostenida sobre todo por la gran circulación diaria de hojas políticas en la ciudad de Buenos Aires, pero también por la presencia, allí y en otras partes del país, de periódicos y revistas —escritos en español y en la lengua de las colectividades de extranjeros radicados en el país— que ofrecían una amplia variedad de contenidos y defendían los intereses más diversos.4 Estos relevamientos no dejaban de destacar; además, la ampliación y diversificación del público lector, una de cuyas explicaciones era la extensión de las campañas de alfabetización popular lanzadas por el Estado nacional. Hasta principios de la década de 1890, no hubo en estos estudios referencia explícita alguna a la existencia de un conjunto de periódicos que se presentaran como defensores de los intereses de los trabajadores, aún cuando la prensa obrera y socialista estuviera en condiciones de reclamar reconocimiento por una trayectoria que, aunque sincopada, se remontaba a tres décadas atrás. Este “periodismo de insurgencia”, como le llamó Dardo Cúneo, su primer historiador, había surgido de la confluencia de dos procesos: la emergencia de las primeras expresiones de organización autónoma de los trabajadores en la ciudad de Buenos Aires y otros centros urbanos de la región del Litoral, y la acción de exiliados políticos europeos que pusieron en circulación ideas de crítica y contestación social que de modo amplio pueden caracterizarse como socialistas.5 Si bien durante la década de 1880 se hicieron algunas menciones aisladas a estos periódicos, fue recién tras la intensa movilización obrera de los años 1888-1890, en particular el ciclo de huelgas, la celebración del Primero de Mayo y la creación de la primera Federación de Trabajadores, que fue reconocida la existencia de una clase específica de publicaciones “defensoras de la clase obrera o proletaria”.6 Pero las primeras referencias a la 4 NAVARRO VIOLA, Anuario bibliográfico de la República Argentina. 1879; NAVARRO VIOLA, Anuario bibliográfico de la República Argentina. Año VI-1884, pp. 349 y 401; NAVARRO VIOLA, Anuario bibliográfico de la República Argentina. Año VII-1885, pp. 383, 435, 448-449; QUESADA, “El periodismo argentino (1877-1883)”, pp. 72-101; QUESADA, “El periodismo argentino en la Capital”, pp. 425-447; CRESPO (adm.), CensoGeneral de Población, p. 547. 5 CÚNEO, El primer periodismo obrero; FALCÓN, Los orígenes del movimiento obrero; TARCUS, Marx en la Argentina. 6 ORZALI, La prensa argentina, p. 8.

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existencia de una prensa socialista no llegaron sino en la segunda mitad de la década de 1890, después del nuevo pico de huelgas de los años 1895 y 1896, y con posterioridad a la aparición de LV y al congreso fundacional del Partido Socialista (1894 y 1896, respectivamente). En un principio fueron las reflexiones que el escritor y periodista Roberto Payró volcó en su colaboración con el Anuario de la prensa argentina de 1896 de Jorge Navarro Viola. Su intervención coincidió temporalmente con su activa participación en la difusión del socialismo en el país, y su análisis demostró la mayor de las simpatías hacia el fenómeno.7 Luego, y con menos entusiasmo, llegó el reconocimiento oficial en la pluma del comentador del censo nacional de 1895, publicado en 1898. Su sentencia negativa hacia la prensa de los anarquistas y socialistas no dejó de iluminar, no obstante, la existencia de un interés asociado a esta clase de publicaciones, para las cuales la clasificación del censo asignaba una categoría específica.8 LV reforzó la vena pedagógica y civilizatoria que, en línea con el proyecto de la élite letrada liberal, habían mostrado muchas de las experiencias de prensa socialistas anteriores a 1890, como fue el caso del semanario El Artesano, publicado en 1863.9 Inclusive, según algunas versiones, su propio nombre remitía de modo explícito a esa filiación.10 Existieron, sin embargo, diferencias importantes respecto a la prensa socialista previa, explicables tanto por las nue7

PAYRÓ, “La prensa socialista”, p. 53. “[...] en la República están representados todos los intereses sociales; y hasta, como una mancha en el sol de nuestros progresos, el socialismo y el anarquismo. Verdad que esos periódicos son anónimos y subrepticios, editándose en imprentas desconocidas y repartiéndose vergonzosamente en la oscuridad”. DE LA FUENTE (pres.), Segundo Censo Nacional, p. LXIX. 9 Dirigido por Bartolomé Victory y Suárez, El Artesano llamaba a “extender los beneficios de la civilización por todos los rincones”, para lo cual solicitaba la instalación de escuelas de artes y oficios, y difundía artículos de temas científicos y técnicos destinados a suministrar conocimientos útiles para los obreros en sus labores. El sesgo civilizatorio se hacía visible también en su posición crítica frente a las prácticas “bárbaras” de los caudillos del Interior y en sus campañas en contra de los juegos de azar. CÚNEO, El primer periodismo obrero, p. 14. 10 Si bien el nombre retomaba una costumbre del movimiento socialista obrero internacional y local (el Vörwarts era la referencia obligada), es significativa la anécdota –posiblemente una construcción retrospectiva– que relata el socialista Enrique Dickmann en 1928: “Me contaba el Dr. Juan B. Justo que él había vivido muy niño en la frontera de los indios, entre Tapalqué y Las Flores, en un fortín llamado ‘La Vanguardia’, que era una avanzada de la civilización, opuesta a la barbarie; y como la empresa periodística que se iba a comenzar empezaba también en la frontera política de los indios, llamó a nuestro diario La Vanguardia, símbolo de un nuevo fortín de la civilización”. DICKMANN, Páginas socialistas, p. 92. 8

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vas condiciones políticas y sociales que vivía la Argentina, como por la incidencia que tuvo sobre los grupos socialistas locales la reorganización que desde 1889 se había operado en el movimiento socialista a nivel internacional.11 En este sentido, el imperativo de la organización política de los trabajadores en torno a un partido fuerte implicaba nuevas funciones para la prensa escrita. Si bien las situaciones fueron muy disímiles en cada país, predominó la noción que planteaba que, frente a la miríada de folletos editados localmente por las asociaciones gremiales, debía sobreponerse la acción de un poderoso órgano central de prensa capaz de realizar las tareas de dirección, coordinación y creación de redes de intercambio necesarias para la formación un partido socialista de alcance nacional. Así, al comenzar el nuevo siglo, Lenin hablaba del periódico no sólo como un difusor de ideas y un educador político, sino como un “organizador colectivo”.12 En el caso argentino, las tensiones entre quienes defendían la necesidad de organización política de los trabajadores en torno a un partido fuerte y quienes preferían priorizar la organización gremial y la lucha económica en el lugar de trabajo habían producido en 1893 un enfrentamiento entre los periódicos El Obrero y El Socialista, mencionados en el primer editorial de LV como sus antecedentes directos. Tras la crisis y disolución de estos periódicos, el éxito del grupo nucleado en torno al médico Juan B. Justo y al Centro Socialista Obrero para hacer confluir en un nuevo periódico a los diferentes clubes y asociaciones e impulsar desde allí la creación de una poderosa organización partidaria, se explica tanto por una coyuntura económica y social específica (la reunión de fundación de LV se realizó en 1893, cuando las consecuencias de la crisis y el desempleo todavía incidían negativamente en las posibilidades de presión de los gremios), como por su habilidad en hacerse de los recursos financieros necesarios para dar vida a una empresa periodística capaz de mantener una edición estable.13 La confluencia de estos grupos en torno a LV, en 1894, fue el paso fundamental hacia la fundación del PS en 1896; en este lapso el periódico se hizo 11

ELEY, Un mundo que ganar, pp. 67-111. LENIN, Obras escogidas, Tomo 1, p. 197. 13 KUHN, “Apuntes para la historia del movimiento obrero”, pp. 123-136. 12

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cargo de las funciones del partido en formación, al ofrecer un espacio de reunión y sociabilidad hacia el interior de la organización, y canalizar el vínculo con otros actores políticos.14 Uno de los obstáculos principales para la adaptación del modelo de prensa partidaria a las condiciones locales fue la marcada heterogeneidad étnica de los trabajadores y la tendencia de las asociaciones obreras y socialistas a organizarse según criterios nacionales. En efecto, en las experiencias de la prensa socialista anterior a LV ya se había hecho evidente la contradicción que surgía entre el intento de integración del inmigrante al sistema político y su voluntad por conservar su identidad cultural de origen. La situación no dejaba de ser paradójica, en tanto quienes impulsaban la necesidad de organización política de los trabajadores vinculada a los lineamientos de la II Internacional eran grupos de inmigrantes, en particular alemanes, cuya identificación con la comunidad extranjera en el país era todavía fuerte.15 En el caso de LV la situación fue algo diferente, dada la decisiva participación que en su fundación tuvo un grupo de obreros y profesionales nativos nucleados en el Centro Socialista Obrero. A diferencia de los periódicos socialistas previos, como Le Revolutionnaire (1875) o Vorwärts (18861901), y también de los órganos anarquistas, LV estuvo redactada íntegramente en español, y durante algunos años fueron comunes las polémicas con representantes de las comunidades de inmigrantes, en particular con aquellas asociaciones mutuales de trabajadores organizadas según criterios étnicos que participaron de la fundación del PS. La Vanguardia se transforma Uno de los rasgos salientes de la historia de LV fue el de una existencia prolongada ritmada por profundos cambios. Su primera transformación importante se produjo en 1905. Tras la elección de Alfredo Palacios como diputado nacional, el partido dispuso la cesión de parte de su sueldo para financiar la adquisición de una im14 MARTÍNEZ MAZZOLA, El Partido Socialista argentino y sus interpretaciones del radicalismo, p. 68. 15 CARRERAS, TARCUS Y ZELLER (eds.), Los socialistas alemanes y la formación del movimiento obrero, pp. 12-20.

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prenta propia y la conversión del semanario en diario. El cambio coincidió con un importante conflicto en las filas socialistas en el cual LV no sólo fue escenario, sino también objeto de la disputa. En contra de la defensa del perfil doctrinario del periódico que realizaba un sector asociado a posturas sindicalistas, el grupo de dirigentes alineados con el liderazgo de Justo defendió la conversión del órgano de prensa en un órgano de información cotidiana: su apuesta era por un periódico que, sin dejar de funcionar como educador político y organizador de la acción de los centros y los afiliados, se abocara al seguimiento de la acción legislativa y al comentario de la coyuntura política y social del país y del mundo. Como señala Ricardo Martínez Mazzola, el triunfo de esta postura y la salida del sector sindicalista de las filas del partido en 1906, definió un perfil periodístico que focalizaba en lo informativo y coyuntural (desde 1905 se reproducían cables telegráficos sobre acontecimientos importantes en el mundo), y que desdibujaba el destinatario obrero en detrimento de un tono universalista del discurso que tenía en los “ciudadanos” y el “pueblo” a su sujetos de interpelación predilectos.16 A pesar de estos cambios, todavía a principios de la década de 1910, LV era producida en condiciones semi artesanales: su pequeña imprenta sufría interrupciones constantes, lo cual limitaba tanto la tirada como la extensión de la edición diaria, que se mantenía, desde su fundación en 1894, en cuatro páginas de dudosa calidad gráfica. El personal necesario para llevar a cabo la composición e impresión de la hoja era escaso, como así también el número de redactores a cargo de los contenidos.17 Además, en el marco de las celebraciones por el Centenario de la Revolución de Mayo de 1810, LV había sufrido destrozos a manos de jóvenes nacionalistas y había debido interrumpir la edición por algunos meses a causa del estado de sitio decretado por las autoridades. 16 MARTÍNEZ MAZZOLA, “El papel de la prensa en la formación del socialismo en la Argentina”, pp. 10-13. 17 En su informe presentado al congreso partidario de noviembre 1912, decía el director Basilio Vidal: “Cinco personas confeccionan el diario todos los días. La sección policía de cualquier gran diario bonaerense tiene más personal, y sólo el encargado de esa sección en alguno de ellos percibe más que lo que importa el gasto de toda la redacción de ‘La Vanguardia’ con sus servicios auxiliares de información municipal, policial y correspondencias del exterior”. Partido Socialista, XI Congreso Nacional. 10-11-12 de Noviembre 1912, p. 9.

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En los años que siguieron, no obstante, se puso en marcha un importante proceso de transformación material y organizativa del diario. Los primeros pasos en este sentido fueron dados a fines de 1910 y durante 1911, en un contexto de fuerte reflujo del movimiento huelguístico que había caracterizado la década anterior y de cierto decaimiento de la militancia socialista, traducido en la disminución del número de centros y en la deserción de afiliados.18 En estas circunstancias, un primer aliciente para el cambio fue el contacto directo que algunos dirigentes destacados del PS tuvieron con los principales órganos de prensa socialista europea, cuya evolución estaba siendo marcada por la modernización periodística.19 Es el caso de Nicolás Repetto, cercano al liderazgo de Justo, que a su vuelta de Europa en 1909 fue muy activo en las comisiones partidarias abocadas a la transformación del diario. Al justificar sus propuestas de reformas, en pos de convertir al diario en “el reflejo fiel de la vida real en todas sus modalidades”, aludía a sus contactos con Jean Jaurès, director de L’Humanité, y Víctor Adler, del Arbeiter Zeitung, quienes habrían confirmado la pertinencia del “criterio moderno” que pretendía dar a LV.20 El propio Justo, al trasladarse a Europa a mediados de 1910 para asistir al Congreso de Copenhague y al Congreso Cooperativo Internacional de Hamburgo, organizados por la II Internacional, pudo tomar nota de una dimensión importante relativa a la transformación material del diario como era la cuestión técnica. En una carta dirigida a la comisión encargada de comprar la primera rotativa, daba cuenta de su visita a diferentes imprentas del movimiento socialista y gremial alemán, así como de informes recibidos por parte de quienes dirigían y administraban los periódicos Vorwärts, Hamburger Echo y Leipziger Volks-Zeitung. Pero el testimonio más rico sobre estos contactos fue el de Enrique Dickmann, otro dirigente cercano a Justo, sobre su visita a Italia en 1911.21 18

VIGUERA, “Participación electoral y prácticas políticas”, pp.5-33. Una vía indirecta para estos contactos eran las suscripciones y canjes con periódicos extranjeros. Los artículos y sueltos aparecidos en LV bajo el título “prensa socialista”, solían retratar los aspectos de la vida material de los diarios socialistas de Europa y Estados Unidos. 20 REPETTO, Mi paso por la política, p. 111. “IX Congreso del Partido Socialista”, p. 1. 21 En 1911, Dickmann fue invitado al Congreso del SPD alemán en Jena. El viaje incluyó una gira por Francia, Bélgica e Italia, desde donde envió sus impresiones en una correspondencia regular a LV, editada luego como Cartas europeas. El testimonio es importante ya que 19

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Las entrevistas que mantuvo Dickmann con los socialistas italianos tuvieron como tópico central la cuestión de la prensa. En Roma, su primer interlocutor, Claudio Treves, director del Avanti!, sorprendió a Dickmann al trazar un cuadro de situación poco alentador para el movimiento socialista en la capital italiana. Más que fábricas y talleres, la “Ciudad Eterna” tenía ruinas, templos y monumentos; la presencia del papado primero y de la monarquía después, había hecho de Roma una ciudad de burócratas y no de proletarios, de allí la raquítica existencia de sindicatos, cooperativas y universidades populares, y el escaso número de afiliados al Partido. “Sin embargo —replicaba Dickmann— ustedes tienen en Roma el diario socialista”.22 Si el Avanti! no actuaba en un medio favorable —razonaba el argentino—, entonces lo debía crear, y la fracción parlamentaria, el diario y la dirección del Partido, cuyo asiento estaba en Roma, eran los órganos socialistas mejor preparados para cumplir esa función. Pero en la visión de Treves, poco hacía en favor del diario la existencia en esa ciudad de más de 40 diputados socialistas: “desgraciadamente el Avanti! está en Roma [...]; pero su existencia aquí ha respondido a razones políticas y no económicas”. Según él, el diario debía tener una vida económica propia, más al contrario padecía “los defectos y taras de un diario de propiedad del Partido, cuyos vaivenes y caprichos sufre”; de ahí su escaso número de lectores y su dependencia de las donaciones como sostén financiero.23 En línea con el razonamiento que Enrico Ferri había esgrimido, en su visita a la Argentina en 1908, para impugnar la razón de ser de un partido socialista en un país que todavía atravesaba su “fase agraria”, Treves explicaba la ausencia de instituciones socialistas fuertes, en este caso la prensa, por la debilidad del desarrollo industrial. En esta dirección, la solución vislumbrada por el dirigente italiano era el traslado de los talleres y la dirección del periódico a Milán. Allí, los gremios y cooperativas estarían dispuestos a facilitar el medio millón de liras que necesiDickmann estuvo involucrado directamente en la transformación del órgano de prensa del PS de principios de siglo. Según sus memorias, fue por su iniciativa que LV se convirtió, en 1905, en diario. En 1913, fue elegido para el cargo de director tras la ampliación de la redacción y los talleres gráficos. DICKMANN, Recuerdos de un militante, p. 482. 22 DICKMANN, Cartas europeas, p. 54. 23 DICKMANN, Cartas europeas, pp. 54-55.

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taban los animadores del Avanti! para transformar la hoja diaria en un “órgano de publicidad moderno” y dejar de mantener un periódico afectado por el mundo político romano y que llegaba a los grandes centros obreros demasiado tarde para poder competir con la prensa local.24 Dickmann revelaba asombro ante las definiciones de Treves, aunque parecía finalmente aceptar su validez al describir la situación de otro diario socialista italiano, en este caso Il Lavoro, de la ciudad de Génova. Al visitar su redacción, encontró que su forma de gestión difería radicalmente del Avanti!, y no dudó en calificarlo como “el diario socialista más próspero de Italia”.25 El diario había sido fundado en 1903 por las organizaciones gremiales de resistencia, mutualidad y cooperación, que habían aportado el capital inicial y habían designado como director al diputado socialista Giuseppe Cánepa. Il Lavoro tenía una gran tirada y ofrecía todos los servicios del periodismo gráfico moderno gracias a un cuerpo estable de redactores y a ingentes recursos tecnológicos.26 Lo más llamativo para Dickmann era que, aun siendo un diario “de carácter netamente socialista”, por estar dirigido y administrado por socialistas, Il Lavoro no pertenecía en propiedad al partido, lo cual le ahorraba el caer víctima de las disputas internas provocadas por “pequeños grupos políticos de carácter cambiable y transitorio y que generalmente tienen puntos de vista más dogmáticos y estrechos que las grandes organizaciones gremiales y cooperativas de la clase obrera”.27 El proceso de modernización de LV se desarrolló por carriles muy diferentes a los de la prensa italiana con la que se encontró Dickmann. En la ciudad de Buenos Aires, y otras grandes ciudades del Litoral, la fuerte derrota que había sufrido el movimiento obre24 Treves, director desde 1910, logró imponer su proyecto de reforma, y el 9 octubre de 1911 apareció en Milán el primer número del nuevo Avanti! ARFÈ, Storia dell’Avanti! 25 DICKMANN, Cartas europeas, p. 60. 26 “Actualmente el tiraje de ‘Il Lavoro’ alcanza á 20.000 ejemplares y cubre holgadamente todos sus gastos, habiendo mejorado todos sus servicios. Está instalado en un local muy cómodo y en un punto céntrico de la ciudad. Posee 5 máquinas linotipos y una rotativa doble. Tiene 8 redactores pagos. El director gana 400 liras mensuales, que es el sueldo más alto, siendo el sueldo más bajo el de cronista de 170. Además tiene 4 empleados en la administración y 21 empleados en la imprenta”. DICKMANN, Cartas europeas, p. 60. 27 DICKMANN, Cartas europeas, p. 60.

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ro en 1910 y las consecuencias de la crisis económica y la desocupación iniciadas en 1913, determinaron una merma en la actividad gremial que se extendió hasta 1917. Además, tras la ruptura de los sindicalistas en 1906, la conducción socialista había logrado dar al partido un carácter homogéneo detrás de la tesis de autonomía entre las esferas política y gremial.28 En estas condiciones la participación de los gremios y cooperativas obreras, que fuera fundamental para el sostenimiento material y la conformación de un público lector en las ciudades italianas, en el caso del periódico argentino estuvo ausente. En cambio, las bases para su transformación provinieron de la participación del PS en las movilizaciones electorales desde 1912. La aplicación de una de la nueva ley electoral impulsada por el presidente Roque Sáenz Peña y una parte de la élite dirigente (que veían positivamente la posibilidad de una “integración limitada” del PS al sistema político, al que le reconocían el hecho de ser un “partido de ideas” que podría ocupar el lugar de “minoría legal”) le dio la oportunidad a los socialistas de salir del clima de abatimiento en que se encontraba sumido entre 1910 y 1911.29 Si bien la conducción del partido mantuvo un fuerte escepticismo frente al proyecto de reforma electoral hasta muy poco antes de la primera elección con el nuevo régimen, los buenos resultados obtenidos en las elecciones de 1912, 1913 y 1914, en un contexto de creciente masividad en el nivel de participación, generaron una serie de condiciones muy favorables para el crecimiento del diario socialista.30 En primer lugar, dotaron a la empre28

Si bien el Programa del PS sancionaba la creación de sindicatos en tanto agentes legítimos de negociación, la socialista tendía a señalar las limitaciones de la acción sindical y huelguística, considerándola un tipo de acción “negativa”. ADELMAN, “El Partido Socialista argentino”, pp. 261-290. Los conflictos entre acción política y acción gremial no eran una novedad en el socialismo argentino y tampoco eran originales respecto al movimiento socialista internacional. En una posición similar a las sostenidas por Jaurès en Francia y a los socialistas belgas, la conducción del PS postuló la autonomía entre organizaciones gremiales y partido. MARTÍNEZ MAZZOLA, “La neutralidad como problema y como solución”, pp. 1-20. 29 La ley 8871 preveía el voto universal, secreto y obligatorio y la representación de las minorías. BOTANA, El orden conservador, pp. 292-345; DEVOTO, “De nuevo el acontecimiento. Roque Sáenz Peña”, pp. 93-113; HALPERÍN DONGHI, Vida y muerte de la República Verdadera, pp. 2155. Esta búsqueda de apertura del sistema político y de renovación de las élites dirigentes tenía puntos de contacto con el acento que el PS, y en particular Juan B. Justo, ponía en el avance de la cultura política nacional y en la democratización de las instituciones. ARICÓ, La hipótesis de Justo, pp. 65-147. 30 Para 1914, el PS había quintuplicado sus votos de 1910 y obtenido nueve bancas de diputados y una de senador nacional.

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sa con los recursos pecuniarios requeridos vía la entrega de una parte de las dietas de los nuevos diputados, senadores y concejales. Esto permitió financiar un importante proceso de modernización técnica de los talleres; además de las mejoras en la presentación gráfica del periódico, el aumento del formato a ocho páginas permitió incluir nuevos contenidos y secciones, que debieron ser producidos por un nuevo y nutrido plantel de redactores, entre los que hubo profesionales no afiliados al partido.31 Además, la capacidad del PS por captar a una porción importante del electorado en formación se reflejó en un espectacular crecimiento de la tirada, lo que llevó a algunos socialistas a mirar con optimismo la posibilidad de que LV ganara la representación de lo popular en el renovado campo de la prensa escrita.32 En un contexto de reajuste en las relaciones entre prensa, política y sociedad —piénsese en el abandono de la lucha facciosa de uno de los “grandes diarios” como La Nación en 1909 o la emergencia de una nueva prensa popular de inspiración norteamericana cuyo mejor exponente fue Crítica, fundado en 1913—, los dirigentes del PS dieron por clausurada la era de la propaganda oral, el salón y la plaza pública, y pretendieron “entrar al concierto de la prensa capitalista”.33 Nuevas imágenes sobre LV fueron construidas por observadores ajenos al campo socialista. Un ejemplo de las nuevas representaciones son las apreciaciones incluidas en el censo nacional de 1914, que contrastaron con las expuestas en el censo de 1895.34 31 Según el censo nacional de 1914, trabajaban a diario en el órgano del diario socialista 55 personas, de las cuales 19 realizaban tareas de redacción. MARTÍNEZ (pres.), Tercer Censo Nacional, pp. 288-289. 32 De 4925 ejemplares en noviembre de 1912, pasó a 19 665 en marzo de 1914. Partido Socialista, XII Congreso Nacional del Partido Socialista, pp. 28-29. No obstante lo significativo de las cifras para el diario partidario, los datos evidencian cuán lejos estaba de competir con la gran prensa capitalina. Según los datos de la Guía Periodística Argentina de 1913, el diario con mayor tirada en el país era La Prensa, con 160 000 ejemplares diarios, seguido por La Nación (100 000) y La Razón (80 000). Citado en: SAÍTTA, Regueros de Tinta, p. 33. 33 “Instalación de los nuevos talleres”, p. 1. 34 Al referirse a la prensa socialista, el comentador en el tercer censo nacional rectificó los conceptos de su antecesor: “debemos reconocer que el comentador del segundo censo fue excesivamente severo con el socialismo, cuando lo asoció al anarquismo, presentándolo como una mancha en el sol de nuestros progresos. En rigor de justicia, el socialismo no tiene nada que ver con el anarquismo. El primero busca sus prosélitos por medio de la propaganda ilustrada y persuasiva. El segundo trata de imponerse por medio del terror y de la violen-

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Otro indicio es la elogiosa cobertura que dio la prestigiosa revista semanal ilustrada Caras y Caretas a la ampliación de los talleres en 1913.35 Sociedad anónima La Vanguardia El proceso de modernización de LV no estuvo exento de debates al interior del PS. Una expresión de las tensiones desatadas fue la disputa en torno al marco legal que debía garantizar la propiedad y administración de los bienes y servicios de una empresa cada vez más compleja. Las discusiones que se dieron en torno a este problema estuvieron en gran parte atravesadas por el surgimiento de una fracción disidente compuesta en su mayoría por jóvenes dirigentes gremiales que cuestionaron la orientación parlamentarista, propiciaron la agitación gremial, defendieron la ortodoxia doctrinaria y, con el desarrollo de la primera guerra, desplegaron una fuerte apelación internacionalista.36 Las decisiones sobre los cambios en el órgano de prensa debían adoptarse en el transcurso de los congresos partidarios, por lo que el seguimiento del debate en estas reuniones da una imagen clara sobre las distintas posiciones planteadas acerca del status legal del periódico. En los congresos de diciembre de 1910 y enero de 1912, en particular, el asunto concitó buena parte de la atención de los delegados. Una de las propuestas en discusión, lanzada por Nicolás Repetto, fue la creación de una sociedad anónima. Esta solución, según su opinión, definía una forma de administración de la vida comercial del diario que le permitiría cumplir una función de información y de cultura, tanto como de combate y propaganda, cia. El uno quiere edificar con los elementos que reúne. El otro sólo propónese destruir. No existe, pues, entre ellos el vínculo estrecho que señalaba con tanta injusticia el comentador del segundo censo”. MARTÍNEZ (pres.), Tercer Censo Nacional, p. 275. 35 “La Vanguardia. Diario del Partido Socialista”, p. 88. Contrastando con esta publicidad, los grandes diarios capitalinos, como La Prensa y La Nación, callaran al respecto. 36 El grupo, cuyas primeras expresiones han sido datadas en 1911, buscó generar proyectos político-organizativos fuera del ámbito parlamentario y de las organizaciones controladas por el Comité Ejecutivo, como el Centro de Estudios “Carlos Marx”, el periódico Palabra Socialista, el Comité de Propaganda Gremial, la organización de las juventudes socialistas, y ya en víspera del estallido del conflicto final en 1917, el órgano periodístico propio (La Internacional). CORBIERE, Orígenes del comunismo argentino; CAMPIONE, El comunismo en Argentina, pp. 22-24.

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en línea con la modernización periodística que se estaba produciendo en el escenario local y en los órganos socialistas de Europa. Tal como planteaba Enrique Dickmann, en su defensa a esta propuesta, se trataba de encontrar una solución práctica, dado el carácter “puramente comercial” del asunto.37 Esta tentativa fue resistida por un grupo de delegados que consideraron que ella terminaría por desdibujar el carácter obrero del diario, ya puesto en jaque, según su opinión, por la poca cantidad y calidad de información relativa al ámbito gremial que podía encontrarse en sus páginas.38 Su contrapropuesta fue la constitución de una cooperativa, remarcando el carácter democrático de la solución. Además, se planteaba que la disyuntiva entre sociedad anónima y cooperativano era un problema estrictamente práctico, sino sobre todo una cuestión “doctrinaria”.39 El planteo tocaba un punto sensible, dado que confrontaba con el sector justista del partido proponiendo dar a LV un tipo de asociación colectiva —la cooperativa— cuyo principal teorizador en la Argentina desde fines del siglo XIX había sido el propio Justo.40 Dirigentes cercanos a Justo, como Ángel Giménez y Bernardo Delom, sostuvieron que dichas soluciones condenarían al periódico a una existencia material y financiera débil, dado el escaso número de afiliados al partido (que rondaba en los 2500) y la “inexistencia de organizaciones obreras poderosas”.41

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“IX Congreso del Partido Socialista”, p. 1. Los más activos de este grupo fueron: José F. Penelón, Carlos Mauli, Pedro Zibecchi, Emilio González Mellén, Luis Miranda, Jaime López, Simón Nájera, José Muzilli, Martín Casaretto y D. Cozzi. Muchos de ellos eran dirigentes gremiales e impulsaron el Comité de Propaganda Gremial. Constituido en 1914 como un modo de combatir la concepción oficial del PS, según la cual el movimiento gremial debía ser autónomo del partido en 1914, el comité tuvo una fuerte actividad de agitación en algunos gremios y centros del PS hasta su disolución a finales de 1917. CAMARERO Y SCHNEIDER, La polémica Penelón-Marotta, p. 30. 39 “IX Congreso del Partido Socialista”, p. 1. 40 Según Justo, las cooperativas, en tanto modelo de asociación afirmativa e ilustrada, complementaban a los sindicatos, instruyendo a los trabajadores en una dimensión diferente de la lucha de clases y liberándolos del enfoque “negativo” y contestatario de los sindicatos. ADELMAN, “El Partido Socialista argentino”, p. 270. Se recordará que en la segunda mitad de 1910, Justo había viajado a Europa para participar del Congreso de Cooperación Internacional en Hamburgo. Inclusive, podría señalarse que el Partido Obrero belga, el partido “modelo” para el líder socialista –entre otras cosas por su enfoque cooperativista– contaba con un órgano central de prensa, Le Peuple, cuya organización era de tipo cooperativo. Société Coopérative Presse Socialiste, Coup d’oeil sur l’Histoire de la “Presse Socialiste”, pp. 6-8. 41 “X Congreso Nacional del Partido Socialista”, 1910, p. 2. 38

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En una postura intermedia, y amparado en su conocimiento del caso francés, se ubicó Enrique del Valle Iberlucea.42 En su intervención en 1910, propuso la creación de una sociedad comanditaria por acciones, otro posible tipo societario previsto por el Código de Comercio argentino de ese entonces.43 Si bien su propuesta fue aprobada, las “intrigas”, al decir de Repetto, impidieron llevar adelante la transformación.44 Tras las discusiones de enero de 1912, y ante el evidente empate entre las posturas predominantes, se resolvió “aplazar el asunto para mejor oportunidad y encargar al Comité Ejecutivo el nombramiento de tres personas que asuman el carácter de propietarias ante la ley”.45 En la siguiente reunión partidaria, en noviembre de 1912, la comisión encargada de discutir la transformación de LV no trató aspectos legales, sino técnicos, como la ampliación de los talleres y el aumento de páginas del diario. Pero después de la implementación de estas reformas a mediados de 1913, la cuestión legal no fue retomada. Es probable que esto pueda explicarse por la imposibilidad del sector ligado al liderazgo de Justo, que hegemonizaba los espacios decisivos del partido (Comité Ejecutivo, Comisión Parlamentaria y dirección del diario), de doblegar la oposición a sus propuestas de transformación por parte del sector identificado con el Comité de Propaganda Gremial. Además, ya en el contexto de la guerra, en particular en 1917, con la generalización de la guerra submarina de Alemania y la revolución en Rusia, 42 “IX Congreso del Partido Socialista”, p. 1. Existía, sin embargo, una diferencia importante entre L’Humanité y el periódico de los socialistas argentinos. El diario de Jaurèsno era, todavía a fines de 1910, el órgano oficial del Partido Socialista, como sí lo era LV. L’Humanité había nacido en 1904 como una empresa independiente, bajo la forma de sociedad anónima según el código francés y cuyas acciones estaban distribuidas de modo desigual en una veintena de personas que tenían vínculos disímiles con el Partido Socialista y las organizaciones obreras. Esta autonomía se había ido perdiendo, pero a fines de 1910 eran las instituciones gremiales y cooperativas del movimiento obrero francés, y no –todavía– el partido, las que habían adquirido una mayor participación en la sociedad a cambio del aporte de capital capaz salvar a la empresa de la bancarrota. DELPORTE, PENNETTIER, SIRINELLI Y WOLIKOW (dir.), L’Humanité de Jaurès à nos jours. 43 A diferencia de la sociedad anónima, la sociedad comanditaria no permitía la injerencia del socio en las operaciones comerciales de la sociedad ni la vigilancia de la administración de la empresa, evitando así inconvenientes para su formación y gestión a causa de la intervención de las autoridades administrativas. 44 “X Congreso Nacional del Partido Socialista”, 1912. p. 2. 45 “X Congreso Nacional del Partido Socialista”, 1912, p. 3.

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los conflictos entre este sector y la conducción ligada a Justo y al grupo parlamentario puso en primer lugar la importancia del control de LV para dirimir los conflictos internos. Ante el cierre de las columnas hacia el grupo “internacionalista” efectuado por la dirección de LV (ejercida por Enrique del Valle Iberlucea y luego por Esteban Jiménez, miembros del grupo parlamentario), llevó a aquellos a la utilización de medios de prensa no socialistas y, finalmente, a la creación de un órgano propio, La Internacional, en agosto de 1917. La discusión sobre los asuntos legales de LV se reanudó recién en el congreso partidario de Avellaneda en julio de 1918, unos meses después que fuese resuelta la expulsión del partido del grupo internacionalista. Al referirse al “problema siempre latente del diario”, Adolfo Dickmann anunció allí que “eliminados los elementos disolventes, estamos en inmejorables condiciones para abordar de una vez la solución del problema”.46 La reforma finalmente aprobada en el congreso de noviembre de 1919, comprendió la situación legal de LV y del resto de los bienes del partido, como así también el ejercicio de la dirección y administración de los servicios periodísticos del diario. Como explicara Nicolás Repetto, lo central era la creación de la Sociedad Anónima Editora “ LV ”, en cuyo poder quedarían los bienes muebles e inmuebles del partido.47 Para acomodar el funcionamiento del diario a la nueva situación legal, se hizo necesaria una reforma de los estatutos del partido. En este sentido, la novedad más importante fue la creación de una Comisión de Prensa encargada, a partir de entonces, de las tareas que previamente realizaban, por separado, el director y el administrador, y cuyos miembros coincidirían con la composición del directorio de la sociedad anónima.48 46

“Congreso Nacional Ordinario del Partido Socialista”, p. 2. “XV Congreso Nacional del Partido Socialista”, pp. 1-2. Además de la edición, administración, venta y distribución de La Vanguardia, la nueva sociedad asumía la administración y la gestión comercial de las casas, muebles y bibliotecas del partido, y se encargaba de “comerciar en el ramo de impresiones y en toda clase de publicidad” y de “editar, administrar, vender o distribuir, por cuenta propia o por cuenta de terceros, revistas, periódicos, diarios, libros o folletos”. Partido Socialista, XV Congreso Nacional Ordinario del Partido Socialista, pp. 7-10. 48 Partido Socialista, Declaración de Principios, Programa Mínimo y Estatutos del Partido Socialista, p. 20. 47

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En el nuevo diseño no hubo espacio para la inclusión de organizaciones obreras entre los accionistas de la sociedad anónima o en la Comisión de Prensa. La única referencia al tema durante las discusiones fue la de Nicolás Repetto: “Por el momento, hemos querido que la comisión de prensa esté compuesta por afiliados al Partido. Con el tiempo y la experiencia alcanzada éste pueda ser que sea conveniente dar representación en la misma a cooperativas y gremios”.49 A pesar del cambio en el subtítulo del matutino (de Diario del Partido Socialista a Diario de la Mañana), que perturbó a más de un afiliado en los años siguientes, LV siguió bajo el férreo control de la conducción del partido. Sin embargo, esto no libró al órgano de prensa socialista de las disputas internas. Por el contrario, la Comisión de Prensa fue el escenario principal donde se gestó, a principios de los años veinte, la que sería la principal división del PS hasta ese entonces, y que diera nacimiento al Partido Socialista Independiente en 1927. Consideraciones finales En este trabajo me he referido a la historia de LV durante su primer cuarto de siglo de existencia, intentando colocar su trayectoria como empresa político-periodística en el contexto social y político argentino. Sin dejar de considerar el vínculo entre la evolución del periódico y la vida interna del PS, busqué resaltar su propia especificidad en relación a las características de la prensa local y de la prensa socialista internacional. En este sentido, en una primera aproximación a las circunstancias que rodearon su fundación a fines del siglo XIX, se pudo observar no sólo la importancia que tuvo LV para la institucionalización del socialismo local, sino también la significativa sincronía con la aparición de las primeras representaciones sobre la prensa socialista argentina. Si bien la cuestión requiere un examen más profundo, he tratado de señalar el aporte que dicho periódico hizo a la definición de una primera imagen de la prensa socialista en Argentina.

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“XV Congreso Nacional del Partido Socialista”, p. 2.

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En cuanto a las motivaciones e implicancias de la modernización de la década de 1910, busqué poner en evidencia el peso que tuvieron las miradas de los animadores de LV sobre los órganos de prensa socialista europeos a la hora de plantear las reformas. Ha sido interesante, en este sentido, poner en relación estas miradas con los rasgos que asumieron finalmente los procesos de modernización periodística a uno y otro lado del Atlántico; si bien la transformación fue muy distinta en más de un aspecto, esto no siempre fue advertido por quienes desde la Argentina observaban atentos aquellas experiencias. Entre las diferencias, una parece destacarse: mientras que en el caso de LV, la modernización corrió paralela al crecimiento electoral del partido, financiándose con los recursos provenientes de las dietas de los diputados y senadores electos, a la vez que alejó de su dirección y gestión a los sectores del partido más identificados con la actividad gremial, en los casos europeos que mayor interés tenían para los argentinos la evolución de la prensa diaria socialista dependió de la intervención de las organizaciones obreras, que aportaron buena parte de los recursos económicos a cambio de tener injerencia en la administración. En 1912, algunos dirigentes del PS argentino defendieron la exclusión por la “inexistencia de organizaciones obreras poderosas”. Al volver sobre el tema en 1919, Nicolás Repetto aludió al asunto sin justificar la decisión. Por último, en las páginas precedentes se ha podido echar luz sobre el impacto que tuvieron al interior del PS las discusiones sobre la modernización de LV. La intención en este punto fue insertar el debate sobre la reforma legal en el marco de la confrontación entre el grupo justista y un sector crítico de afiliados en relación a temas como la acción gremial, la organización juvenil, la estrategia política y la cuestión internacional. En este sentido, intenté mostrar que la disputa en torno a las propuestas de organización comercial o cooperativa, si bien estuvo lejos de ser desencadenante, fue uno de los primeros capítulos de las tensiones que culminaron con la expulsión del sector crítico y la creación del Partido Socialista Internacional a principios de 1918, convertido en Partido Comunista en 1920.

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MACHETES ROJOS. LA POLÍTICA CAMPESINA DEL PARTIDO COMUNISTA MEXICANO EN LA DÉCADA DE 1920

Irving Reynoso Jaime

El Partido Comunista Mexicano (PCM) fue el primer partido marxista-leninista en América Latina en formular un programa agrario revolucionario, y el primero en plantear el problema de la organización del movimiento campesino por la clase obrera.1 Sin embargo, durante su constitución, entre septiembre y noviembre de 1919, la cuestión campesina no figuró entre las principales discusiones sobre la organización y táctica del partido. Las escasas menciones al problema agrario se limitaban a repetir la fórmula propuesta por la recién fundada III Internacional Comunista (IC): colectivización de la tierra y rechazo al reparto agrario.2 A finales de 1921, en el 1er Congreso del PCM, los comunistas presentaron la tesis de transformar la Revolución Mexicana en una revolución proletaria; además, de suscribir la política antiparlamentarista y abstencionista suscrita desde 1919.3 Sobre la cuestión agraria, el PCM se pronunció a favor del trabajo colectivo de la tierra y de la organización de los “obreros” agrícolas en sindicatos, sumando “el esfuerzo del campesino al del obrero”. Muestra de la poca trascendencia del campesinado en el programa del PCM, es que la resolución más importante de este 1er Congreso fue emprender una campaña nacional contra los altos alquileres.4 Paradójicamente, del movimiento inquilinario dirigido por el PCM , 5 que tuvo su núcleo en Veracruz y que fue reprimido sangrientamente por el gobierno de Obregón, surgieron los líderes 1

MARTÍNEZ VERDUGO, Partido Comunista Mexicano, p. 21. TAIBO II, Bolshevikis, p. 42. 3 MÁRQUEZ FUENTES Y RODRÍGUEZ ARAUJO, El Partido Comunista Mexicano, p. 95. 4 Véase: MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 51-54; TAIBO II, Bolshevikis, p. 148; MÁRQUEZ FUENTES Y RODRÍGUEZ ARAUJO, El Partido Comunista Mexicano, p. 95. 5 GARCÍA MUNDO, El movimiento inquilinario en Veracruz. 2

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comunistas del movimiento campesino veracruzano, Úrsulo Galván y Manuel Almaza, quienes alcanzarían una proyección nacional en la organización de las Ligas de Comunidades Agrarias.6 La primera de estas organizaciones surgió en Michoacán, en diciembre de 1922: la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos, bajo la dirección de Primo Tapia, agrarista afiliado al PCM.7 Así, los comunistas tomaron la dirección de la primera liga campesina del país, aunque el hecho pasó casi desapercibido para el Comité Nacional Ejecutivo del PCM. No obstante, cuando el hecho se repitió en marzo de 1923, con la creación de la Liga de Comunidades Agrarias de Veracruz, dirigida por otro comunista, Úrsulo Galván, el partido se planteó seriamente la necesidad de revisar la táctica de organización política.8 Conforme se fue articulando la organización de las ligas campesinas, los comunistas tejieron una serie de alianzas en varios estados con político-generales que se ubicaban en el ala más radical del agrarismo oficial y de las tendencias del Estado posrevolucionario. Estos personajes, a los que Martínez Verdugo denomina “demócratas revolucionarios”, supieron erigirse en portavoces de las aspiraciones e intereses de amplios sectores campesinos durante las décadas de 1920 y 1930. Representantes de esta tendencia fueron Felipe Carrillo Puerto, gobernador de Yucatán en 1922, quién figuró en el Segundo Buró Latinoamericano de la IC, organizado por el PCM; Francisco J. Múgica, gobernador de Michoacán (1920-1921), general revolucionario y diputado constituyente; Adalberto Tejeda, dos veces gobernador de Veracruz (1920-1924, 1928-1932), opositor a la creación de un partido oficial, organizador del Partido Socialista de las Izquierdas y candidato por el mismo a la presidencia en 1934. Otros políticos identificados con esta corriente fueron Ramón P. de Negri, José Guadalupe Zuno y Lázaro Cárdenas.9 6 MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 54-57. Sobre las ligas campesinas que se crearon en el país, véase: Historia de las Ligas, 5 volúmenes. 7 Véase: MARTÍNEZ MÚGICA, Primo Tapia; FRIEDRICH, Revuelta agraria. 8 TAIBO II, Bolshevikis, pp. 189, 192-194; MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 73, 78-79. Sobre la Liga de Veracruz, véase: SALAMINI, Movilización campesina en Veracruz; FALCÓN, El agrarismo en Veracruz. 9 MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 61-62.

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Obviamente, las relaciones entre “demócratas revolucionarios” y comunistas fueron muy problemáticas. La debilidad de los políticos y generales gubernistas “de izquierda”, radicaba en su carácter caudillista y en el hecho de no contar con una organización política partidaria para concretizar su proyecto radical agrario. Por su parte, los comunistas mostraron debilidad teórica para comprender la naturaleza social de estos personajes y su ideología, dando como resultado una actitud que oscilaba entre el apoyo cordial y la oposición beligerante. Sin embargo, a pesar de las tensiones, gracias a la política leninista del “frente único” seguida por el PCM, la alianza entre comunistas y “demócratas revolucionarios” fue posible, y rindió sus mayores frutos en el proyecto de una organización campesina nacional que aglutinara al conjunto de ligas campesinas del país.10 No por casualidad la convocatoria del partido para su 2º Congreso Nacional, en marzo de 1923, rezaba en su primer punto: “El problema campesino”. Sin embargo, no bastó con colocar en primer término el tema para que su tratamiento dejara de ser en algunos aspectos superficial. En efecto, no se discutieron las discordancias entre la estrategia de Úrsulo Galván y Primo Tapia (reparto) y el programa vigente del partido (colectivización), tampoco se analizó la participación de ambos líderes agraristas en el 1er Congreso del Partido Nacional Agrarista, organizado ese mismo año. Las resoluciones más importantes sobre el tema agrario se limitaron a protestar contra el desarme de los campesinos y a proponer la unificación de las ligas campesinas en una organización nacional, así como a vincular el movimiento campesino con la Internacional Sindical Roja. No obstante, estaba claro que el viraje del trabajo en el debilitado movimiento inquilinario hacia la organización del movimiento campesino se había consumado, como lo muestra el hecho de la elección de Úrsulo Galván al Comité Nacional del PCM.11 Durante el 2º Congreso, los comunistas ratificaron la estrategia del “frente único proletario y campesino”, y se propusieron acciones en común con el Partido Nacional Agrarista, dirigido por Anto10 11

MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 63-64. TAIBO II, Bolshevikis, pp. 206-207.

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nio Díaz Soto y Gama, y con el Partido Laborista, encabezado por Luis Morones, líder de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), ambas organizaciones inscritas en la tradición caudillista de la Revolución. Estas alianzas eran necesarias dada la debilidad de la organización de masas y la incapacidad del PCM para lograr por sí mismo las condiciones necesarias para crear el gobierno de obreros y campesinos.12 Más allá de la cuestión agraria, el acuerdo más importante del 2º Congreso fue la modificación de la táctica abstencionista, duramente criticada por Lenin en su charla con Manuel Díaz Ramírez en 1921, y tolerada por la IC como una “medida temporal”, aunque el líder ruso expresó que se esperaba la rectificación de dicha política “a la menor brevedad posible”.13 Luego de una serie de álgidas discusiones, el Comité Central resolvió apoyar la candidatura de Plutarco Elías Calles para las elecciones de 1924, a cambio de la aprobación de un programa diseñado por una asamblea de obreros y campesinos. Dicho programa, formulado en agosto de 1923, llama la atención por la preeminencia de las cuestiones agrarias: reparto de tierras y aguas, dotación de implementos agrícolas y préstamo en efectivo a los campesinos, políticas de irrigación, reglamentación del art. 123 constitucional (cuestión laboral) y una legislación sobre el problema habitacional.14 Es interesante señalar el hecho de que, con la decisión de apoyar a Calles y la elaboración de un programa político con reclamos agrarios, los comunistas mexicanos se adelantaban a los requerimientos de la IC. En efecto, cinco meses después del 2º Congreso Nacional, llegó una carta del Comité Ejecutivo de la III Internacional dirigida al PCM, con fecha de 21 de agosto de 1923. En dicha correspondencia se enfatizaba que el 75% del país estaba compuesto por campesinos pobres, y que el objetivo fundamental de los comunistas en el campo era luchar contra el desarme campesino. Para esta campaña la IC sugería el eslogan de: “La única garantía que los campesinos tienen para la seguridad de sus tierras, son las armas que sostienen en sus manos”. Por otra parte, en la carta 12

MÁRQUEZ FUENTES Y RODRÍGUEZ ARAUJO, El Partido Comunista Mexicano, pp. 101, 104-105. TAIBO II, Bolshevikis, p. 134. 14 MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 59-60. 13

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se invitaba a los comunistas a profundizar en la línea electoral, interviniendo de forma condicionada en la campaña presidencial a favor de Calles.15 Hacia finales de 1923, la organización de la lucha campesina contó con otro factor favorable, cuando en octubre se creó la Internacional Campesina (Krestintern),16 organización a la que se afiliarían posteriormente las Ligas de Comunidades Agrarias del país. Sin embargo, el rumbo de la organización de las luchas campesinas por parte de los comunistas sufrió un vuelco debido a los conflictos en su seno ocasionados por la irrupción, en diciembre de 1923, de la rebelión contra el gobierno de Obregón y la candidatura presidencial de Plutarco Elías Calles, comandada por Adolfo de la Huerta y un grupo de militares que apoyaban su respectiva candidatura. Ante esta situación, y después de un debate intenso,17 el PCM decidió apoyar al gobierno de Obregón y combatir la rebelión delahuertista. En su balance, los comunistas caracterizaron la revuelta como fascista y contrarrevolucionaria, aludiendo la presencia detrás de ella de los latifundistas, el clero y el gran capital.18 Además, con anterioridad a la revuelta el PCM se había pronunciado por el apoyo condicionado a la candidatura de Calles (una posición respaldada por la IC), y tenía confianza en que el candidato apoyaría su propuesta de programa agrario. Pero, sobre todo, los comunistas vislumbraron la oportunidad de que el gobierno arma15 TAIBO II, Bolshevikis, pp. 214-215 y 218. Como vemos, las similitudes entre las resoluciones del 2º Congreso Nacional del PCM, y las indicaciones de la carta de la IC con cinco meses de diferencia, nos muestra que si bien las estrategias de ambos organismos podían coincidir, esto no implicaba una subordinación a las políticas dictadas desde Moscú por parte de los comunistas mexicanos. 16 La historia de esta organización es un tanto oscura, y su estudio podría contribuir al entendimiento del movimiento campesino mexicano e internacional. En un artículo de 1930, Trosky la califica de reaccionaria, y señala que en el VI Congreso de la IC, en 1928, Bujarín se disculpó por no poder decir nada sobre la Krestintern, y que nunca llego a convertirse en una “organización viva”. Véase: TROSKY, León, “La Krestintern y la Liga Antiimperialista”, Escritos de León Trotsky, 1929-1930, 1930, http://www.ceip.org.ar/escritos/Libro2/html/ T02VI06.htm#_ftn1 [consultado en mayo de 2008]. 17 Varios líderes comunistas se pronunciaron a favor de De la Huerta, debido al subsidio que éste le otorgaba, desde la Secretaría de Hacienda, a la Confederación de Sociedades Ferrocarrileras que controlaba el PCM. MÁRQUEZ FUENTES Y RODRÍGUEZ ARAUJO, El Partido Comunista Mexicano, p. 99. Sin embargo, terminó por imponerse la opinión de líderes influyentes como Bertram D. Wolfe y Diego Rivera, quienes justificaron el apoyo al gobierno debido al carácter contrarrevolucionario de la revuelta. TAIBO II, Bolshevikis, pp. 222-224. 18 MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, p. 64.

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ra a los trabajadores y campesinos —luego de perder la lealtad de varios generales—, un hecho que les favorecería enormemente en estados como Michoacán y Veracruz, donde lideraban importantes contingentes agraristas.19 Hasta donde sabemos, fue en Veracruz donde el PCM logró una mayor movilización campesina contra la rebelión. Bajo la dirección de Manuel Almanza y Úrsulo Galván, en coordinación con la Federación Local de Trabajadores y la Liga de Comunidades Agrarias de Veracruz, los comunistas armaron guerrillas rurales para luchar por una serie de demandas: reparto inmediato de tierras, confiscación a los terratenientes rebeldes, indemnización a las familias de agraristas asesinados, creación de bolsas de trabajo y aprobación de una ley de inquilinato.20 La participación del PCM en la lucha contra la rebelión delahuertista ha sido calificada como la primera experiencia militar del comunismo latinoamericano. No obstante, si bien las fuerzas delahuertistas fueron derrotadas en febrero de 1924, el balance para los comunistas estuvo lejos de ser positivo. Los rebeldes asesinaron a varios miembros y personajes ligados al PCM, como Carrillo Puerto, gobernador de Yucatán; los dirigentes campesinos veracruzanos José Cardel, Juan Rodríguez Clara y José Fernández Oca; así como a Guillermo Lira, militante de la Juventud Comunista. En Veracruz, una vez derrotada la insurrección, las fuerzas agraristas se militarizaron para convertirse en una fuerza regular, el Batallón No. 86, al mando de Heriberto Jara, y se le otorgó a Úrsulo Galván el grado de teniente coronel. Sin embargo, rápidamente el gobierno inició una campaña para desarmar a los agraristas veracruzanos, acciones que fueron combatidas por el PCM, que contó con el apoyo del gobernador Adalberto Tejeda, uno de los pocos jefes militares que estaba a favor de armar a los campesinos.21 Pasada la amarga experiencia militar, a mediados de abril de 1924, el PCM le presentó a Calles el programa mínimo elaborado en agosto del año pasado, el cual fue aceptado por el candidato. Los 19

TAIBO II, Bolshevikis, p. 222. MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, p. 65. 21 TAIBO II, Bolshevikis, pp. 226-228; MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 66-67. 20

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comunistas vislumbraban la posibilidad de obtener un espacio en el frente electoral del gobierno.22 Acto seguido, el PCM celebró su Conferencia Nacional, el 25 de abril de 1924. En esta reunión Úrsulo Galván fue nombrado Secretario Agrario y Bertram Wolfe se consolidó como el ideólogo más importante del partido, con su trabajo sobre el imperialismo y sus tesis sobre la cuestión agraria. Al final de la conferencia El Machete publicó el trabajo de Wolfe, “El agrarismo en peligro”, donde exponía el programa de lucha agraria del partido y de las Ligas Campesinas bajo su dirección. Los nueve puntos de dicho programa aspiraban a la colectivización de la tierra, impedir la fragmentación de los latifundios, lograr dotaciones de aguas, adquisición de tractores, semillas y créditos agrícolas. Por otra parte, el programa de Wolfe contemplaba la solicitud de armas para la defensa de las comunidades campesinas, en un momento crítico en que los caciques y terratenientes arremetían contra los pueblos, y la posición de los agraristas era de franca defensiva, sobre todo después de la rebelión delahuertista. Un mes más tarde apareció en El Machete el artículo “Sigue el desarme de campesinos”, donde se denunciaba la desarticulación de las milicias agraristas y se lanzaba la consigna de “el que no sabe conservar el rifle no merece conservar la tierra”. La situación política local y el programa agrario de los comunistas mexicanos fueron expuestos por Bertram Wolfe en su intervención como delegado del PCM en el 5º Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en Moscú entre junio y julio de 1924.23 No obstante, más allá de los planes de colectivización de la tierra y militarización de las comunidades campesinas creado por Wolfe, en los hechos las ligas campesinas de Michoacán y Veracruz, donde el PCM tenía mayor influencia, se batían en una lucha defensiva en la que se jugaban su supervivencia. En varios estados el PCM aplicó la política del “entrismo agrario”, es decir, establecer alianzas con otros sectores agraristas, especialmente con el PNA y algunos gobernadores, aunque con resultados modestos.24

22

TAIBO II, Bolshevikis, p. 235. TAIBO II, Bolshevikis, pp. 236-239, 243 y 245. 24 TAIBO II, Bolshevikis, pp. 239-241 y 258-259. 23

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En este contexto de represión gubernamental, desarme campesino y amargas experiencias con la estrategia del frente único, las Ligas de Michoacán y Veracruz celebraron sus congresos a finales de 1924. Desde el punto de vista del PCM, el 2º Congreso de la Liga de Michoacán fue muy positivo: se fortalecieron las relaciones con la Liga de Veracruz (Úrsulo Galván asistió como delegado), así como con la dirección del partido (Rafael Carrillo Azpeitia, secretario general del PCM, también asistió como delegado); la Liga se afilió al Consejo de la Internacional Campesina (Krestintern); se debilitó la influencia del laborismo y del agrarismo legista entre sus miembros, y la dirección de la misma quedó bajo la influencia comunista con la reelección de Primo Tapia como secretario general.25 Por su parte, en el 2º Congreso de la Liga de Comunidades Agrarias del Estado de Veracruz, donde asistieron el ex gobernador Adalberto Tejeda y el secretario general del PCM, Rafael Carrillo Azpeitia, se discutieron los planteamientos del folleto titulado El agrarismo en México. La cuestión agraria y el problema campesino. En dicho documento se establecían tres problemas básicos: 1) la ofensiva militar de los terratenientes contra las comunidades luego del desarme de los agraristas posterior a la derrota del delahuertismo; 2) la condena al agrarismo legalista como un “aborto revolucionario”, y la propuesta de una “revolución proletaria” como única alternativa al problema agrario; y 3) la crítica a los partidos reformistas (agraristas y laboristas) que concebían al campesino como elector, carne de cañón para defender al gobierno y productor de alimentos para las ciudades.26 A partir de la discusión de estos problemas, los militantes del PCM lograron influir para que la Liga emitiera varios acuerdos de trascendencia para la lucha agraria: afiliación de la Liga al Consejo de la Internacional Campesina (Krestintern), de la que Galván había sido fundador en Moscú, en 1923; aprobación de una declaración de principios que establecía el ejido como programa mínimo, y la colectivización de la tierra como programa máximo, así como la solidaridad obrero-campesina y el internacionalismo agrario. 25 26

TAIBO II, Bolshevikis, pp. 262-264. TAIBO II, Bolshevikis, pp. 264-265.

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Finalmente, como respuesta al laborismo y al agrarismo legalista, Úrsulo Galván y Manuel Almanza propusieron la creación de una organización nacional campesina que girara en torno al PCM. De esta forma, los miembros del PCM dominaron la dirección de la Liga en Veracruz para convertirla en un instrumento del partido que ejecutaría la política agraria de éste y extendería su influencia en el movimiento campesino mexicano.27 En estas condiciones el PCM llegaba a su 3er Congreso Nacional, celebrado en abril de 1925. El primer punto destacable fue la ruptura de los comunistas con el gobierno de Calles, al que se calificó como “el brazo izquierdo del imperialismo norteamericano”. Estas críticas estaban motivadas por el incumplimiento del programa agrario que Calles se había comprometido a seguir, así como por la represión contra los agraristas y la campaña de desarme campesino. No obstante, esta postura generó tensiones entre los militantes comunistas y las organizaciones campesinas, pues en un breve periodo se había pasado del apoyo militar a Obregón contra la rebelión delahuertista (1923) y el apoyo a la candidatura presidencial de Calles (1924), a las críticas radicales contra el gobierno callista.28 Sobre el tema de la cuestión agraria, se resolvió una ruptura radical con la burguesía, y se limitó la estrategia del frente único a la alianza obrera-campesina, con lo cual se dejaba de lado el “entrismo” en el PNA. Para llevar adelante dicha ruptura, se planteó el tránsito de las organizaciones campesinas locales a una organización nacional, objetivo que era viable dada la fuerza de las ligas en algunos estados, como Michoacán (10-15 mil miembros), Veracruz (20-25 mil) y el Estado de México (varios miles de afiliados).29 Mientras los comunistas se planteaban la creación de un organismo nacional para la lucha campesina, el gobierno de Calles avanzaba en la instalación de organizaciones populares que brindaran protección legal a las clases trabajadoras (acciones que tenían como 27 TAIBO II, Bolshevikis, pp. 265-266. El Comité de la Liga quedó integrado por Úrsulo Galván como presidente; Manuel Almanza, secretario; y Antonio Echegaray como tesorero. Todos militaban en el PCM. 28 MÁRQUEZ FUENTES Y RODRÍGUEZ ARAUJO, El Partido Comunista Mexicano, pp. 123 y 125. 29 TAIBO II, Bolshevikis, pp. 291-296; MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 79-80.

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objetivo separar la lucha económica de la lucha política, tanto del proletariado como de los campesinos).30 Por su parte, los agraristas ligados al comunismo continuaban con sus esfuerzos por establecer una organización nacional independiente. En julio de 1925, se organizó la 1ª Conferencia Nacional Campesina en la ciudad de México, contando con delegados de la ligas agrarias de Morelos, Michoacán, Distrito Federal, Oaxaca, Estado de México y Veracruz, firmándose un pacto general de solidaridad, que rezaba: “La unión general de los campesinos de México, propugnará por el ejido en contraposición con la tendencia hacia la propiedad privada de la tierra”, y marcando claramente su oposición a la política callista de incentivar la gran producción agrícola capitalista.31 No obstante, el movimiento campesino recibió un duro golpe en abril de 1926, cuando Primo Tapia, fundador de la Liga de Comunidades Agrarias de Michoacán y miembro del PCM, fue asesinado por terratenientes de su estado natal.32 En mayo de 1926, un mes después del asesinato de Primo Tapia, el PCM celebró su 4º Congreso. En esta reunión se definió a México como una semicolonia, concepto que correspondía a la línea que iba imponiéndose en la Comintern, alejada cada vez más de la concepción leninista de los países latinoamericanos como independientes desde el punto de vista político, pero dependientes en lo financiero de las potencias imperialistas. En cuanto al problema agrario y la lucha campesina, en este congreso se sentaron las bases para la unificación del movimiento agrario con el proyecto de creación de la Liga Nacional Campesina.33

30 En sus dos primeros años de gobierno, 1925-1926, Calles creó el Banco de México, la Comisión Nacional de Irrigación, que impulsó el desarrollo agrario e importantes obras de infraestructura hidráulica, los Bancos Nacionales de Crédito Agrícola y Cooperativo Agrícola, que orientó el financiamiento hacia las zonas de agricultura capitalista. En términos generales, los primeros años del gobierno callista se caracterizaron por el fortalecimiento de las organizaciones obreras y campesinas oficiales, relegando al resto de sindicados independientes, aunque existió cierta tolerancia hacia las organizaciones y movimientos políticos más radicales. MÁRQUEZ FUENTES Y RODRÍGUEZ ARAUJO, El Partido Comunista Mexicano, pp. 109, 113-114 y 122. 31 MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 83-84. 32 MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, p. 84. 33 MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 81-83.

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En noviembre de 1926, se celebró el 1er Congreso de Unificación de las Organizaciones Campesinas, contando con la participación de 158 delegados en representación de 310 mil campesinos de 16 estados de la república. Se formó así el primer Comité Ejecutivo de la Liga Nacional Campesina (LNC), presidido por Úrsulo Galván, Manuel P. Montes como secretario, y el agrarista duranguense José Guadalupe Rodríguez como tesorero. La LNC se creó como una organización de frente único donde tenían acceso diversos sectores del espectro político de la lucha campesina, como lo demuestra la asistencia de Antonio Díaz Soto y Gama, delegado de Michoacán, antiguo zapatista y dirigente del Partido Nacional Agrarista; o la presencia de Marte R. Gómez, quien se convertiría en dirigente del agrarismo oficial años después. Por otra parte, la LNC contó con el apoyo de varios gobernadores, “demócratas revolucionarios”, como Tejeda en Veracruz, Mújica en Michoacán y José Guadalupe Zuno en Jalisco.34 Con todos estos apoyos, el programa de la LNC se convirtió en la expresión más avanzada del movimiento campesino nacional. Sus dirigentes Úrsulo Galván y José Guadalupe Rodríguez la afiliaron a la Internacional Campesina (Krestintern) y ellos mismos fueron electos para integrar el Presidium de la Internacional Comunista.35 La Liga luchaba por la creación de ejidos corporativos y la socialización a largo plazo de los medios de producción, defendía la revolución proletaria y la formación de un movimiento obrero-campesino como la clave para el cambio social. El liderazgo que los comunistas adquirieron en esta organización, paradójicamente, evidenció las debilidades organizativas, financieras y teóricas del PCM, el cual se subordinó en buena medida a las actividades de la LNC durante la segunda mitad de la década de 1920.36 El año de 1927 estuvo dominado en el contexto político nacional por las campañas de los candidatos a la presidencia. Obregón, después de que sus seguidores en el Congreso modificaran la Constitución para legalizar la reelección no consecutiva, se presentaba como el más fuerte de los contendientes. Sin embargo, las candidaturas de los generales Arnulfo Gómez y Francisco Serrano fue34

MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 83-85. MÁRQUEZ FUENTES Y RODRÍGUEZ ARAUJO, El Partido Comunista Mexicano, pp. 125-126. 36 CARR, La izquierda, p. 46. 35

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ron apoyadas por los antiguos maderistas y otros grupos antirreeleccionistas que se oponían a Obregón.37 El Partido Comunista calificó a Gómez y a Serrano como candidatos conservadores y reaccionarios, por lo que calculó que la medida más pertinente era apoyar la candidatura burguesa de Obregón (al igual que se hiciera con la candidatura de Calles en 1923).38 Los hechos demostraron que la línea asumida por el partido fue la correcta, cuando a finales de 1927 los generales Gómez y Serrano se rebelaron contra el gobierno, sufriendo una rápida derrota y siendo ejecutados con extrema violencia al igual que sus seguidores.39 En abril de 1928, el PCM celebró su quinto congreso. El balance de la labor política del partido era más alentador que en otros años, pues se proclamó que la organización contaba con 1500 miembros, lo cual no era mucho en el contexto político mexicano, pero representaba el 20% de los comunistas organizados en América Latina.40 Buena parte de esta militancia correspondía al trabajo entre los campesinos que se había coronado con la creación de la Liga Nacional Campesina. Sin embargo, a mediados de ese mismo año ocurrirían dos acontecimientos que trastocarían radicalmente el rumbo de las acciones políticas de los comunistas. Álvaro Obregón fue asesinado el 17 de julio de 1928, generándose un terremoto político en el país por las acusaciones de los obregonistas contra el presidente Calles. La crisis de gobernabilidad fue resuelta por el presidente, quien otorgó varias concesiones al obregonismo, entre ellas la de elegir al presidente interino —Emilio Portes Gil— de entre sus miembros. Calles se convirtió desde entonces en el hombre fuerte detrás del poder. Había nacido el Maximato. Los comunistas perdieron a un aliado importante en la figura de Obregón, y su situación era incierta en el nuevo escenario político, aunque estaba bastante claro que Calles, 37

DULLES, Ayer en México, pp. 303-311. “Resolución sobre la situación actual y las tareas del partido”, México, agosto de 1927; folleto con la versión definitiva de la resolución del Pleno que difiere de una versión anterior publicada en El Machete. Véase: MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 97-98. 39 DULLES, Ayer en México, pp. 318-329. 40 MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, p. 104. Barry Carr sostiene que no hay que elaborar conclusiones simplistas sobre la influencia de los comunistas mexicanos a partir del número de los miembros del partido, lo cual llevaría a subestimar el papel del PCM en el trabajo de organización campesina del país. CARR, La izquierda, p. 27. 38

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ahora el Jefe Máximo, no simpatizaba con el radicalismo agrario, y que el PCM representaba un obstáculo para el proyecto callista de sujetar a todas las organizaciones a la disciplina del Estado, para lo cual comenzaba a gestarse la idea de un partido nacional que unificara a dichas fuerzas. Paralelo a este proceso, en Moscú se celebraba el VI Congreso de la Internacional Comunista, entre julio y septiembre de 1928. En este congreso se dio el llamado “giro a la izquierda” de la IC, también conocido como la “bolchevización”. En efecto, bajo las nuevas directrices se proclamó la tesis del “socialismo en un sólo país” y “la revolución permanente”. Se calificó como el enemigo número uno a la socialdemocracia, caracterizada como “fascismo social”. En el plano económico se abandonó la política de la NEP y se pasó al Primer Plan Quinquenal. La IC dictó a todos sus miembros una política de aislacionismo con respecto a las organizaciones reformistas y socialdemócratas, línea que tuvo importantes efectos en la evolución de los partidos comunistas latinoamericanos.41 La nueva línea política dictada por la IC no fue adoptada de manera inmediata en México, y aunque el partido dio pasos en esa dirección, se mantuvieron las buenas relaciones con aquellos aliados con los que se había trabajo en la línea del frente único. El Partido Comunista mantuvo su política agraria radical bajo la consigna: “Toda la tierra para el que la trabaja, sin pago ni indemnización a los terratenientes. Por la revolución agraria y antiimperialista a la toma del poder”.42 El pleno del Comité Central de la LNC, organizado en noviembre de 1928, propuso a las organizaciones revolucionarias que se convocara a un congreso obrero y campesino. El objetivo era diseñar un programa común que fuera abanderado por un candidato propio a la presidencia en las próximas elecciones. A la iniciativa se sumaron el Partido Ferrocarrilero Unitario y el Partido Comunista Mexicano, lo cual es una muestra de que la política del “frente único” no fue abandonada de inmediato a pesar del “giro a la izquierda” de la IC. También, significaba que los comunistas abandonaban por primera vez la política de abstencionismo que habían 41 42

MÁRQUEZ FUENTES Y RODRÍGUEZ ARAUJO, El Partido Comunista Mexicano, pp. 149-150. CARR, La izquierda, p. 48.

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mantenido desde la creación del partido. Así, la convención se celebró a finales de enero de 1929, constituyéndose el Bloque Obrero y Campesino (BOyC), que designó como su candidato presidencial a Pedro Rodríguez Triana, ex general magonista y zapatista, miembro de la LNC y hombre cercano al PCM. Esto significó un distanciamiento hacia los planes del callismo, que ya perfilaban la creación de un partido oficial.43 La mesa directiva del “bloque” quedó integrada por Úrsulo Galván como presidente, Diego Rivera vicepresidente, y los secretarios Isaac Fernández, Valentín Campa, Donaciano López y Rodolfo Fuentes López, de modo que los comunistas tenía mucha influencia en la organización. El programa político del BOyC consistía en la abolición de los poderes legislativo y judicial, sustituyéndolos respectivamente por asambleas de trabajadores y consejos locales de justicia civil y penal. En la cuestión agraria apoyaba el armamento de los campesinos, la disolución de los latifundios para repartir la tierra y establecía un salario mínimo de dos pesos diarios en todo el país. Poco después de la convención comenzó a publicarse Bandera Roja, el órgano central del Bloque.44 La alianza entre el Partido Comunista Mexicano y la Liga Nacional Campesina estaba en su apogeo. No obstante, los comunistas se cuidaron de no quedar atados a los destinos de la LNC y el recién creado BOyC, por lo que al mismo tiempo que se unieron a dicha coalición, formaron su propia organización obrera y campesina. Aprovechando el debilitamiento que venía sufriendo la CROM, principal central obrera del país, los comunistas convocaron a una Asamblea de Unificación del Movimiento Sindical Obrero y Campesino, la cual se llevó a cabo en enero de 1929, creándose la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM). Para Barry Carr, este movimiento del Partido Comunista significó una “virtual declaración de guerra” hacia las organizaciones reformistas con las que venía colaborando en los últimos años. A la asamblea fundacional de la CSUM asistieron 397 delegados en representación de 116 mil obreros y 300 mil campesinos, afiliados a 315 sindicatos y 80 federaciones agrarias. Estaba claro que con la 43 44

MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 95-96. MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo.

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creación de la CSUM, el Partido Comunista pretendía asumir el liderazgo absoluto de la lucha sindical en México.45 El balance del trabajo político de los comunistas era muy positivo a principios de 1929, sobre todo por la influencia que el PCM había logrado en la LNC, la CSUM y el BOyC. Además, se participaba por primera vez en las elecciones presidenciales con un candidato propio (Pedro Rodríguez Triana), y El Machete fue considerado por la IC como el mejor periódico comunista del continente.46 Sin embargo, la situación cambió radicalmente para los comunistas con el estallido de la rebelión de José Gonzalo Escobar contra gobierno interino de Emilio Portes Gil, en marzo de 1929. La rebelión escobarista fue apoyada por 44 generales al mando de 30 mil efectivos, generando la crisis política más grave desde el asesinato de Carranza. Como ocurrió en la rebelión delahuertista de 1923-1924, el gobierno comprendió que necesitaba el apoyo de las masas campesinas. Esto significaba un acercamiento con los comunistas, los intermediarios más eficaces para coordinar a las guerrillas rurales. Por su parte, el PCM y sus organizaciones aliadas (LNC, BOyC, CSUM) se apresuraron a condenar la rebelión, aunque criticaron al gobierno de Portes Gil por su pasividad para impedirla. El 5 de marzo, el PCM publicó un manifiesto en el que llamaba a combatir a los escobaristas.47 Sin embargo, el gobierno no estaba dispuesto esta vez a que la militarización de los campesinos se tradujera en beneficio político para grupos opositores. De ahí que desde el inicio de la rebelión los dirigentes del PCM y la LNC, en especial Úrsulo Galván, recibieron presiones del gobierno para que se suspendiera la campaña electoral del BOyC, retirando de la contienda al candidato Rodríguez Triana. El emisario del gobierno fue el gobernador de Veracruz, Adalberto Tejeda. El 23 de marzo, el comité de la LNC publicó en un manifiesto que se retiraba del Bloque y suspendería la campaña electoral. Esta situación generó un conflicto entre Galván y la dirigencia del PCM, la cual le solicitó telegráficamente que retirara el manifiesto y que estuviera dispuesto a discutir la cuestión con el 45

CARR, La izquierda, pp. 48 y 57; MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, p. 92. MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 102-104. 47 MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 99-102. El manifiesto se publicó en El Machete, núm. 155, 9 de marzo de 1929. 46

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partido. Galván no respondió. Como resultado, la mayoría de los dirigentes campesinos importantes abandonaron el Bloque y permanecieron leales a la LNC y su presidente Galván. Por su parte, Rodríguez Triana permaneció como candidato del PCM y del BOyC, y mantuvo su campaña hasta el día de las elecciones.48 Este fue el principio del fin de la alianza entre el PCM y la LNC. Al terminar la rebelión escobarista el régimen de Portes Gil inició una persecución contra los miembros del PCM, acusados de haber apoyado a los insurrectos —según Martínez Verdugo, no hay evidencia de tal apoyo por parte de los comunistas—.49 El caso es que varios militantes destacados fueron asesinados, las oficinas de El Machete se clausuraron en mayo de 1929 y tres meses después se destruyó la imprenta del periódico. La más grave de estas ejecuciones, por su transcendencia política, fue la del líder agrarista durangeño José Guadalupe Rodríguez, miembro del PCM y tesorero de la Liga Nacional Campesina.50 Existen sospechas de que el asesinato se produjo por órdenes de Calles. Úrsulo Galván responsabilizó al PCM por la muerte del líder durangueño, señalando la política errónea de los comunistas durante la rebelión, quienes trataron en muchos casos de aprovechar la debilidad del gobierno para apoderarse de tierras con las guerrillas campesinas. El PCM acusó a Galván de pretender justificar su conducta capituladora, y de aliarse abiertamente con Tejeda para congratularse con el gobierno de Portes Gil. Así las cosas, el 22 de mayo de 1929, el PCM expulsó de sus filas a Galván y a la mayoría de los miembros del comité de la LNC y de la Liga de Comunidades Agrarias de Veracruz. También, se les expulsó del Secretariado de la Internacional Campesina (Krestintern). La ruptura entre comunistas y agraristas radicales había quedado sellada. Con la consolidación del Maximato, las organizaciones campesinas que antes habían trabajado de manera conjunta con el PCM, como el Partido Nacional Agrarista, se unieron al Partido Nacional Revolucionario. Estas circunstancias fueron aprovechadas por los líderes del

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MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 109-110. MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, p. 102. 50 CARR, La izquierda, pp. 57-58. Sobre el liderazgo de Rodríguez en Durango, véase: AVITIA HERNÁNDEZ, Los alacranes comunistas. 49

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agrarismo oficial para someter a las organizaciones campesinas autónomas.51 El gobierno desató la represión contra los comunistas a partir de ese momento. El 6 de junio de 1929, el PCM pasó a la clandestinidad. Días más tarde se produjo una matanza de 21 campesinos, simpatizantes del PCM, en la población lagunera de Matamoros.52 En estas circunstancias se organizó el pleno del Comité Central del PCM, en julio de 1929. La reunión estuvo dominada por las directrices izquierdistas del VI Congreso de la Internacional Comunista, las cuales orientaron la actividad política del partido durante su periodo de ilegalidad (1929-1934). Se abandonó la política leninista del frente único y se declaró como principales enemigos a la democracia pequeñoburguesa y a la socialdemocracia.53 La alianza con la Liga Nacional Campesina y los agraristas radicales de Veracruz ya se había roto, y ahora la nueva línea política imponía la ruptura con otros de los aliados más importantes de los comunistas en los últimos años: los demócratas revolucionarios. Representantes de la burguesía radical, como Adalberto Tejeda, fueron catalogados como enemigos, y se caracterizó al plan sexenal de Lázaro Cárdenas como fascista.54 La situación política terminó de complicarse para los comunistas y el movimiento campesino en 1930. En enero de ese año, se rompieron las relaciones diplomáticas entre México y la Unión Soviética, y un mes después el gobierno boicoteó el V Congreso de la Liga Nacional Campesina, y separó de la dirigencia a Úrsulo Galván y sus seguidores (Galván moriría en julio de 1930). La influencia del PCM sobre el movimiento campesino nunca volvería a tener la importancia que adquirió durante los años veinte. En el periodo de ilegalidad (1929-1934), los comunistas apoyaron varias protestas campesinas en diversos estados, y protestaron contra el desarme sistemático de las guerrillas. Nada pudieron hacer pare evitar la represión sangrienta de los gobiernos del Maximato. La lectura de estos acontecimientos por parte de varios militantes del partido, 51 MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 111-113; MÁRQUEZ FUENTES Y RODRÍGUEZ ARAUJO, El Partido Comunista Mexicano, p. 133. 52 CARR, La izquierda, p. 58. 53 CRESPO, “El comunismo mexicano en 1929”, p. 581. 54 MARTÍNEZ VERDUGO, Partido Comunista Mexicano, pp. 25-26.

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fue la de calificar el “giro a la izquierda” como un error, debido a la gran importancia que detentaba la pequeña burguesía en México, especialmente en el campo, siendo que las clases proletarias no constituían una potente fuerza revolucionaria.55 Aunque las consecuencias del llamado “giro a la izquierda” y la “bolchevización” del Partido Comunista Mexicano es un tema de debate, lo cierto es que la ruptura entre agraristas radicales y comunistas marcó el final del un proyecto campesino autónomo, y abrió las puertas para la unificación de las masas rurales subordinadas al Estado que se llevaría a cabo durante el régimen cardenista en la década de 1930.

BIBLIOGRAFÍA AVITIA HERNÁNDEZ, Antonio, Los alacranes comunistas. La revolución soviética durangueña de José Guadalupe Rodríguez Favela, Durango, Edición del autor, 2008. CARR, Barry, La izquierda mexicana a través del siglo XX, México, Era, 1996. CRESPO, Horacio, “El comunismo mexicano en 1929: el ‘giro a la izquierda’ en la crisis de la Revolución”, Elvira Concheiro, Massimo Modonesi y Horacio Crespo (coords.), El comunismo: otras miradas desde América Latina, México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM, 2007. DULLES, John W.F., Ayer en México. Una crónica de la Revolución (1919-1936), México, Fondo de Cultura Económica, 1977. FALCÓN, Romana, El agrarismo en Veracruz. La etapa radical (19281935), México, El Colegio de México, 1977. FRIEDRICH, Paul, Revuelta agraria en una aldea mexicana, México, Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México, Fondo de Cultura Económica, 1981. GARCÍA MUNDO, Octavio, El movimiento inquilinario en Veracruz, 1922, México, Secretaría de Educación Pública, 1976.

55 MARTÍNEZ VERDUGO, Partido Comunista Mexicano, pp. 25, 28-29; MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo, pp. 112-113.

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Historia de las Ligas de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos, 5 v., México, Confederación Nacional Campesina, Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México, 1988. MÁRQUEZ FUENTES, Manuel, y Octavio RODRÍGUEZ ARAUJO, El Partido Comunista Mexicano (en el periodo de la Internacional Comunista: 1919-1943), México, Ediciones “El Caballito”, 1973. MARTÍNEZ MÚGICA, Apolinar, Primo Tapia. Semblanza de un revolucionario, México, El Libro Perfecto, 2ª ed., 1946. MARTÍNEZ VERDUGO, Arnoldo, Partido Comunista Mexicano, trayectorias y perspectivas, México, Fondo de Cultura Popular, 1971. MARTÍNEZ VERDUGO (ed.), Historia del comunismo en México, México, Grijalbo, 1985. SALAMINI, Heather Fowler, Movilización campesina en Veracruz (19201938), México, Siglo Veintiuno Editores, 1979. TAIBO II, Paco Ignacio, Bolshevikis. Historia narrativa de los orígenes del comunismo en México (1919-1925), México, Editorial Joaquín Mortiz, 1986. TROSKY, León, “La Krestintern y la Liga Antiimperialista”, Escritos de León Trotsky, 1929-1930, 1930, http://www.ceip.org.ar/ escritos/Libro2/html/T02VI06.htm#_ftn1 (consultado en mayo de 2008).

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Ricardo Figueiredo de Castro*

O fim da União Soviética, a queda do Muro de Berlim e o desmantelamento do “socialismo real” no início dos anos 90 do século XX causaram um profundo impacto na política e na cultura mundiais. Esses eventos aprofundaram as transformações que vinham se processando no campo teórico, cultural e político das esquerdas. O historiador Geoff Eley afirma que entre o final da década de 70 e o início da década de 90 a “paisagem política europeia modificou-se radicalmente”: os partidos socialistas haviam se desradicalizado e se afastado da cultura política socialista do passado, os partidos comunistas haviam praticamente desaparecido e “ninguém falava mais da abolição do capitalismo, da regulação de suas disfunções e excessos, nem mesmo da modificação de seus efeitos sociais mais notoriamente destrutivos”.1 No Brasil, a esquerda também passava por profundas mudanças. Os dois partidos comunistas finalmente foram legalizados em meados dos anos 80, mas desde os anos 60 já não tinham a hegemonia política da esquerda socialista, visto que desde então sofriam a concorrência crescente de novas agremiações de esquerda e a partir de 1980 de um novo partido de sólida base operária, o Partido dos Trabalhadores (PT). A crise internacional das esquerdas atingiu em cheio os comunistas brasileiros: o X Congresso do Partido Comunista Brasileiro (PCB) em 1992 sela o seu fim, com sua transformação em Partido Popular Socialista (PPS), já o Partido Comunista do Brasil (PCdoB) insere-se no sistema político-eleitoral e deixa de ser visto como uma organização política classista e revolucionária. * Doutor em História Social pela Universidade Federal Fluminense (UFF). Professor de História Contemporânea do Instituto de História da Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), localizada na cidade do Rio de Janeiro, Brasil. E-mail: [email protected] 1 ELEY, Frojando a democracia, p. 13.

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A crise, no entanto, contribuiu para renovar a historiografia da esquerda e do comunismo, pois a partir daí multiplicaram-se os trabalhos de pesquisa dos historiadores profissionais. O fim do chamado “socialismo real” e da Guerra Fria ajudou a retirar o estudo do comunismo e da União Soviética do âmbito das agências de inteligência e propaganda política ocidentais e da tutela zelosa dos partidos comunistas. Além disso, as mudanças que então ocorriam no âmbito da historiografia francesa, principalmente, relativas à chamada Nova História e sua revalorização da política e da ampliação de seus temas para além do Estado, tais como os partidos, os intelectuais etc. ampliaram e enriqueceram a historiografia das esquerdas e do comunismo. Isto certamente contribuiu para unificar cada vez mais a historiografia do movimento comunista com o das esquerdas; tendência esta que se fortaleceu desde então. Nos anos 80 e, especialmente, nos anos 90 do século passado ocorreu a multiplicação de trabalhos acadêmicos, periódicos especializados, 2 e o surgimento de grupos organizados de historiadores dedicados à história do comunismo e das esquerdas.3 O surgimento da Internet e, particularmente, da Web 2.0 4 facilitou este processo, tornando mais simples a comunicação dos historiadores entre si e com os arquivos especializados, e multiplicando os espaços de divulgação científica, por intermédio de sites e blogs especializados.5 Nos últimos anos do século surgiram ainda projetos coletivos de estudos sistemáticos da história dos comunistas, como por exemplo o Projeto Biográfico do Partido Comunista Britânico 2 Tais como o britânico Communist History Network Newsletter On-line editado desde 1996 e ligado à Universidade de Manchester, o alemão The International Newsletter of Communist Studies Online editado desde 1993 e ligado à Universidade de Mannheim, e o britânico Twentieth Century Communism, recentemente criado (2009). 3 Como o estadunidense Historians of American Comunism (HOAC) filiado ao American Historical Association criado em 1982. 4 A Web 2.0 caracteriza-se pelo aumento da interação entre os internautas e o conteúdo da Internet (WWW), isto é, o conteúdo da rede passa a sofrer a intensa colaboração daqueles que a usam. A enciclopédia Wikipédia e sites como os produzidos pelo Center for History and New Media são exemplos desta nova fase da Web. Os blogs, as redes sociais e os miniblogs são alguns destas novas ferramentas. 5 Tais como o português Estudos do Comunismo. Disponível em: http://estudossobre comunismo2.wordpress.com/

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financiado pelo Economic and Social Research Council. Finalmente, um projeto multinacional de digitalização dos documentos do Comintern 6 em um acervo organizado e aberto aos pesquisadores já disponibilizou parte substancial de seu acervo que agora pode ser consultado on-line nas instituições que participaram do projeto. Esperamos que futuramente esse material possa ser consultado livre e gratuitamente pelos pesquisadores interessados através da Internet. Além disso, três livros são publicados na França num intervalo de 5 anos demonstrando o quanto a historiografia do comunismo havia amadurecido não só nesse país, mas também em vários países da Europa e nos Estados Unidos, apesar de ainda estar contaminada por polêmicas políticas e ideológicas do século que se encerrava. 7 Outro importante elemento historiográfico é a tentativa recente de unificar a história social do trabalho com os estudos ligados à história dos movimentos políticos das diversas tradições políticas da esquerda. Um exemplo importante desta aproximação foi o congresso internacional Strikes and Social Conflict ocorrido em Portugal em 2011 com a presença de pesquisadores europeus e latino-americanos, durante o qual fundou-se o The International Association Strikes and Social Conflict.8 Esse processo também aconteceu no Brasil, com a produção de várias dissertações de mestrado e teses de doutorado nos últimos 25 anos, algumas dezenas elaboradas não apenas em cursos de pós-graduação de história, mas também em ciência política, educação, antropologia, jornalismo etc.9 A profissionalização da historiografia brasileira com o surgimento e consolidação de vários programas de pós-graduação foi igualmente um importante fator 6 Maiores detalhes sobre o Communist International (Comintern) Archives Project (Incomka Project) em http://www.loc.gov/rr/european/comintern/comintern-project.html. 7 FURET, François, Le passé d´une illusion: essai sur l´idée communiste au XXe siècle; COURTOIS, Stéphane et alli,Le livre noir du communisme: crimes, terreur, répression; WOLIKOW, Serge et alli (dir), Le siècle des communismes. 8 A associação pode ser acessada no URL: http://iassc-mshdijon.in2p3.fr. Seu periódicoWorkers of the World. International Journal on Strikes and Social Conflictestá disponível no URL: http://www.workeroftheworldjournal.net/ 9 Na Bibliografia da História das Esquerdas Brasileiras, cuja elaboração estou concluindo, já compilei mais de 140 dissertações de mestrado e mais de 50 teses de doutorado de várias áreas (História, Ciência Política, Sociologia etc.).

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para o crescimento desses estudos. O ano de 2007 foi particularmente importante para a historiografia da esquerda brasileira, pois neste período ocorreram dois importantes eventos que solidificaram a historiografia da esquerda brasileira, para além das tradições particulares: o surgimento da revista Perseu editada pela Fundação Perseu Abramo e a publicação da obra coletiva As esquerdas no Brasil dirigida pelos historiadores Daniel Aarão Reis Filho e Jorge Ferreira (2007). Pretendendo contribuir com essa historiografia elaborei em 2009 um projeto de pesquisa junto ao Instituto de História da Universidade Federal do Rio de Janeiro. O projeto pretende criar e compilar um banco de dados10 prosopográfico dos militantes comunistas entre os anos de 1922 e 1943. Isto é, objetivamos criar um banco de dados biográfico de uma comunidade específica, os militantes comunistas. Nesse projeto utilizamos a definição de prosopografia formulado por Verboven: “Este é basicamente um método de pesquisa histórica baseada na análise sistemática dos dados biográficos de um grupo de atores históricos selecionado”. Através da prosopografia poderemos mensurar as “semelhanças externas e diferenças entre os indivíduos de uma população dada”11 e assim entender melhor o que foi a militância comunista e, por extensão, o que foi o partido comunista. A “história política renovada” que privilegia a inter-relação entre as culturas políticas, os intelectuais, os militantes e as organizações e partidos políticos pode encontrar na prosopografia (biografia coletiva) um interessante instrumento de pesquisa não apenas para o estudo das elites, mas também para o estudo dos grupos oriundos dos extratos médios e populares. Inclusive, a prosopografia já vem sendo utilizada por historiadores franceses e britânicos para se estudar mais profundamente os partidos comunistas europeus. Um exemplo disso, é o já citado Communist Party of Great Britain Biographical Project (CPBP-BP) envolvendo pesquisadores das Uni-

10 “Um banco de dados é uma coleção de informações ou dados, que se pode organizar, atualizar, agrupar, pesquisar e imprimir conforme a necessidade” FILEMAKER, Filemaker Pro 9.0: user´s guide, Santa Clara (Califórnia), Filemaker, 2007, p. 17. 11 VERBOVEN, A Short Manual to the Art, p. 40.

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versidades de Manchester e de Liverpool, que já rendeu vários artigos e livros.12 Para esse projeto, comunistas são todos aqueles militantes e simpatizantes do Partido Comunista do Brasil (PCB), bem como aqueles que participaram das duas cisões “trotskistas”, 13 isto é, os membros da Oposição de Esquerda, que fundaram a Liga Comunista e Liga Comunista Internacionalista, e a segunda geração de militantes “trotskistas” que saíram do partido, por ocasião do debate em torno da sucessão presidencial em 1937 e fundaram em 1939 o Partido Operário Leninista (POL). O recorte cronológico escolhido procura abarcar os dois primeiros períodos do PCB, que compreende o período entre a sua fundação (1922), crescimento orgânico, crise, desmantela-mento e início de reorganização, ocorrido em 1943. No primeiro, de 1922 a 1930, o PCB era um pequeno partido com pouca inserção na política nacional e com uma reduzida militância, majoritariamente concentrada na então capital federal (Rio de Janeiro), e com poucos núcleos espalhados pelo país, principalmente nos Estados de Pernambuco, Rio Grande do Sul e São Paulo. As lideranças eram oriundas, em sua maioria, do anarquismo e ligadas aos sindicatos da primeira geração: alfaiates, gráficos, garçons e outras profissões não propriamente industriais.14 No segundo período, de 1930 a 1943,15 assiste-se ao crescimento do PCB, durante o qual ele amplia sua inserção na política nacional, especialmente através da sua participação da luta antifascista em 1935, como membro da Aliança Nacional Libertadora (ANL), e amplia numérica e qualitativamente a sua militância, com a adesão do ex-capitão do Exército Luiz Carlos Prestes16 e de seus colegas de farda. O partido aumenta então sua militância nos meios militares 12 CROSS,“Biography meets history: Communist Party lives in international perspective: introduction”, p. 12. 13 O termo trotskista é anacrônico para este período da história do movimento trotskista mundial. Os integrantes deste movimento preferiam o termo “bolchevique-leninista” para afirmar sua filiação à tradição política dos comunistas russos. 14 Para maiores detalhes sobre o PCB neste período ver DEL ROIO, “A gênese do Partido Comunista (1919-29)”. 15 Para maiores detalhes sobre o PCB neste período ver VIANNA “O PCB: 1929-1943”. 16 Luiz Carlos Prestes (1898-1990) tornou-se um mito político após percorrer, na década de 20, o interior do Brasil com a famosa Coluna Miguel Costa-Prestes. Nos anos 30 filiou-se ao

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e nas classes médias, tornando-se então um importante ator político na sociedade brasileira. No final desse segundo período, o partido é praticamente destruído pela repressão ao fracassado Levante Comunista de 1935 que coloca na cadeia grande parte da direção nacional. O partido foi refundado em 1943, durante a Conferência da Mantiqueira, pelos grupos paulista, carioca e baiano, que terão participação fundamental na política nacional do partido nas décadas seguintes. O banco de dados conterá fichas biográficas individuais sobre cada um dos membros conhecidos (e descobertos pela pesquisa) do PCB. As fichas individuais conterão ainda informações sobre a vida partidária e pública que permitirão recriar as redes de sociabilidades existentes entre os militantes e destes com a sociedade, através do cruzamento de informações entre as biografias e destas com os dados obtidos alhures. As redes de sociabilidade seriam, segundo Sirinelli as relações que os indivíduos e as várias estruturas de sociabilidade têm entre si. Portanto, essas redes seriam o “group(ment) permanent ou temporaire, quel que soit son degré d’institucionalisation, auquel on choisit de participer”, ou seja, os partidos, os jornais, as revistas, os manifestos etc. 17 Além disso, existirão fichas temáticas sobre eventos relativos à história do partido, tais como congressos, conferências, plenos partidários, jornais, revistas e quaisquer outros eventos nos quais haja participação individual ou coletiva dos militantes do PCB. Portanto, o banco de dados será dividido, em, pelo menos, duas tabelas: 18 Tabela de dados biográficos; Tabela de dados temáticos.

PCB e foi aclamado presidente de honra da Aliança Nacional Libertadora (ANL), a frente popular

que sacudiu a política brasileira no primeiro semestre de 1935 clamando por mudanças estruturais profundas na sociedade brasileira. Para maiores detalhes sobre a ANL ver VIANNA, “O PCB: 1929-1943”. 17 SIRENELLI, “Le hasard ou la necessité”, p. 103. 18 No momento da elaboração da estrutura do banco de dados definiremos quais outras tabelas serão necessárias.

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A tabela biográfica terá resumidamente os seguintes campos: nome completo; sexo; cor; pseudônimos; data de nascimento; local de nascimento (cidade, Estado, país); origem social; data de filiação (ano); escolaridade (analfabeto, primária etc.); setor de militância (estudantil, sindical, intelectual); estruturas de sociabilidade às quais pertenceu (revistas, grupos intelectuais etc.); cargos partidários (membro de Comitê estadual etc.); cargos eletivos (vereador, deputado estadual etc.) etc. A tabela temática conterá informações sobre eventos e estruturas de sociabilidade da história do PCB, tais como congressos, conferências, plenuns ampliados, jornais, revistas e quaisquer outros espaços nos quais tenha havido a participação de militantes do partido. Essa tabela se ligará a outra (biográfica) através do campo “nome completo”. Esse banco de dados possibilitará, desse modo, futuramente a realização de pesquisas que estabeleçam as diferentes estruturas de sociabilidade das quais os militantes participavam e, assim, conseguiremos avançar no mapeamento das redes de sociabilidades que articulavam os militantes e a sociedade como um todo. Assim, compreenderemos melhor a história política e cultural dos comunistas da fundação (1922) até 1943, quando o partido foi reorganizado. Em termos práticos a elaboração deste banco de dados prosopográfico produzirá futuramente os seguintes resultados: Dicionário histórico-biográfico: as informações colhidas no banco de dados servirão de fonte para a elaboração de um dicionário para o período 1922-1943; Cronologia: estas informações fornecerão, ainda, subsídios para a compilação de uma cronologia detalhada do PCB no período; Banco de dados disponibilizado aos pesquisadores através do siteGuia da História das Esquerdas Brasileiras (http:// www.gheb.historia.ufrj.br) que mantenho em provedor da Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ) desde o ano 2000. Listas cronológicas (fasti) de dirigentes estaduais e nacionais do PCB e de militantes que ocuparam cargos eletivos nos parlamentos brasileiros (câmara de vereadores, assembleias legislativas etc.). 61

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Lista de militantes que foram membros simultaneamente (album) das direções estaduais e nacionais do PCB e que ocuparam simultaneamente cargos eletivos nos parlamentos brasileiros (câmara de vereadores, assembleias legislativas estaduais e federal.19

Análise qualitativa sobre a massa de dados biográficos produzidos pelo banco de dados. Essa análise poderá contribuir para melhor caracterizar a natureza da militância bem como das bases sociais do Partido Comunista. Poderá igualmente contribuir para a elaboração de estudos comparativos entre o PCB e outros partidos comunistas latino-americanos e europeus do período cominterniano. O trabalho de Pujal e Vladimirov (2009) é um exemplo de trabalho com o qual essa pesquisa poderá dialogar.20 No primeiro ano da pesquisa 21 nos dedicamos a iniciar o levantamento dos nomes de militantes citados nos textos autobiográficos de ex-militantes,22 ou seja, criamos uma lista daqueles militantes comunistas citados em cada um dos textos pesquisados (indices) e uma lista geral de todos os militantes citados (onomasticon).23 O número total de indivíduos listados até o momento ultrapassa 300 nomes. No segundo ano concluímos essa listagem prévia e iniciamos a etapa de levantamento dos dados biográficos de cada um destes militantes. Essa fase se iniciou com o levantamento das informações biográficas disponíveis nos prontuários policiais do Fundo DOPS24 19 Para uma discussão sobre fasti e album ver VERBOVEN, A Short Manual to the Art, pp. 44 e 45. 20 PUJAL Y VLADIMIROV, “Lenin´s muchachos”. 21 Este projeto recebeu uma bolsa de Iniciação Científica (PIBIC) na Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ) no período 2009/2010 que foi renovada para os períodos 2010/2011, 2011/2012 e 2012/2013. 22 BARATA, Vida de um revolucionário; BASBAUM, Uma vida em seis tempos: memórias; BRANDAO, Combates e batalhas. Memórias; GOMES, Velhos militantes: depoimentos; LIMA, Caminhos percorridos:memórias de militância; MARTINS, A flecha e o alvo: a intentona de 1935; MELO, “Noventa Anos de Princípios e Resistências: depoimento a Dainis Karepovs”, Revista Teoria e Debate, São Paulo, número 7, Julho/Agosto/Setembro de 1989; MORENA, Memória e História; PERALVA, O retrato; RAMOS, Memórias do cárcere. 23 Segundo Verboven onomasticon é “um dicionário ou coleção de nomes próprios, especialmente de pessoas” e indice lista todos os nomes próprios citados em determinada fonte, VERBOVEN, A Short Manual to the Art, p. 44. 24 O Fundo DOPS do Arquivo Público do Estado do Rio de Janeiro (APERJ) é formado por diferentes arquivos policiais mantidos pelas polícias políticas brasileiras ao longo do século XX e que

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do Arquivo Público do Estado do Rio de Janeiro ( APERJ ). As informações disponíveis nos fundos das polícias políticas do Estado de São Paulo serão obtidas através do acesso ao site do Projeto Integrado (Proin) do Arquivo Público do Estado de São Paulo e do Departamento de História da Universidade de São Paulo (USP) que disponibiliza estas informações on-line.25 Outra fonte fundamental de informações biográficas foi o dicionário biográfico que nos foi gentilmente enviado por Victor Jeifets.26 No momento, já estamos suprindo a tabela de dados biográficos do banco de dados que criamos com o softwareFilemaker Pro 11 com as informações biográficas obtidas na pesquisa junto ao Fundo DOPS do Arquivo Público do Estado do Rio de Janeiro. Já elaboramos fichas biográficas para 162 militantes. Na fase em que se encontra a pesquisa, não temos informações detalhadas sobre cada indivíduo. Oportunamente, avaliaremos a possibilidade de utilizarmos alguns recursos do “sistema Fichoz” para organizarmos a estrutura do banco de dados e torná-lo mais eficiente.27 O Partido Comunista Brasileiro (PCB), um dos principais atores políticos e culturais da sociedade brasileira em grande parte do século XX, já foi objeto de dezenas de textos memorialísticos e analíticos, seja de ex-militantes, cientistas políticos, sociólogos, e historiadores. Mesmo assim, essa massa crítica que já conta com cerca de 200 trabalhos, ainda não conseguiu criar uma comunidade historiográfica que se reconheça e que seja reconhecida como tal. Ademais, este partido ainda não recebeu a atenção merecida no que se refere à produção de instrumentos de pesquisa adequados (dicionários biográficos, estudos bibliográficos, cronologias etc.) que facilitem o trabalho de futuras pesquisas, inclusive aquelas que tenham uma perspectiva comparativa entre os diversos casos nacionais. O projeto “Prosopografia dos comunistas Brasileiros” pretende contribuir para suprir essa lacuna da historiografia

agora estão organizados e disponíveis para acesso dos pesquisadores. No Fundo DOPS do APERJ estão disponíveis principalmente arquivos policiais do estado federal brasileiro. 25 O PROIN pode ser acessado no endereço: http://www.usp.br/proin/home/index.php 26 HUBER, La Internacional Comunista. 27 DEDIEU, “Les grandes bases de données”.

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brasileira e, inclusive, criar as bases para sua integração com a historiografia latino-americana do movimento comunista internacional. BIBLIOGRAFÍA BARATA, Agildo. Vida de um revolucionário. São Paulo, Alfa-Ômega, 1978. BASBAUM, Leôncio. Uma vida em seis tempos: memorias. São Paulo, Alfa-Ômega, 1976. BECKER, Jean-Jacques, “Marxismo e comunismo na história recente” In.: Chauveau, A., Tétard, Ph. (org), Questões para a história do presente, Bauru, EDUSC, 1999. BRANDAO, Octávio. Combates e batalhas. Memórias. São Paulo, AlfaÔmega, 1978. CROSS, Richard, Flinn, Andrew, “Biography meets history: Communist Party lives in international perspective: introduction”, Science & Society, vol. 70, no. 1, january 2006. p. 11-21. COURTOIS, Stéphane et alli,Le livre noir du communisme: crimes, terreur, répression.Paris, Robert Laffont, 1997 DEL ROIO, Marcos, “A gênese do Partido Comunista (1919-29)” en FERREIRA, Jorge, Reis Filho, Daniel Aarão (org.), A formação das tradições: 1889-1945, Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 2007, p. 223-248. (As esquerdas no Brasil, 1) ELEY, Geoff, Forjando a democracia: a história da esquerda na Europa, 1850-2000, São Paulo, Fundação Perseu Abramo, 2005. FURET, François, Le passé d´une illusion: essai sur l´idée communiste au XXe siècle. Paris, Laffont/Calmann-Lévy, 1995. GOMES, Ângela de.Velhos militantes: depoimentos. Rio de Janeiro, Jorge Zahar, 1988. GREEN, James N, Leibner, Gerardo. “New views on the history of Latin American communism: Introduction”. Latin American Perspectives. edición 159, vol. 35, no 2, march 2008, p. 3-8. Disponível em: http://lap.sagepub.com HUBER, Peter, Jeifets, Lazar, Jeifets, Victor (ed.), La Internacional Comunista y America Latina, 1919-1943: Diccionario Biografico, Moscou, Instituto de Latinoamerica de la Academia de las Ciencias, 2004. 64

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LIMA, Heitor Ferreira. Caminhos percorridos:memórias de militancia. São Paulo, Brasiliense, 1982. MARTINS, Ivan Pedro de. A flecha e o alvo: a intentona de 1935. Porto Alegre, Movimento, IEL, 1994. M ELO , Plínio. “Noventa Anos de Princípios e Resistências: depoimento a Dainis Karepovs”, Revista Teoria e Debate, São Paulo, número 7, Julho/Agosto/Setembro de 1989. MORENA, Roberto. “Morena por ele mesmo” [depoimento] Memória & História. São Paulo, Instituto Astrojildo/Instituto Roberto Morena/ASMOB/Editora Novos Rumos, no 3, 1987, p. 39-110. PERALVA, Osvaldo. O retrato. Belo Horizonte, Itatiaia, 1960. PUJALS, Sandra, VLADIMIROV, Katya, “Lenin´s muchachos: a database of Comintern and Front Organizations´s personnel in Latin America, 1919-1943”, The International Newsletter of Communist Studies Online, XV, 2009, no 22, p. 48-59. Disponível em: http://newsletter.icsap.de/home/data/pdf/ INCS_22_ONLINE.pdf RAMOS, Graciliano. Memórias do cárcere. 34ª ed. Rio de Janeiro, Record, 1994. SIRINELLI, Jean-François. “Le hasard ou la nécessité ? une histoire en chantier: l’histoire des intellectuels.” Vingtième siècle- Revue d’histoire,Paris, no. 9, jan.-mars, 1986, p. 97-108. VERBOVEN, K, Carlier, M, Dumolyn, J. A Short Manual to the Art of Prosopography. Disponível em: http://prosopography. modhist.ox.ac.uk/images/01%20Verboven%20pdf.pdf VIANNA, Marly de Almeida Gomes, “O PCB: 1929-1943”, Ferreira, Jorge, Reis Filho, Daniel Aarão (org.), A formação das tradições: 1889-1945, Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 2007, p. 331-364. (Esquerdas no Brasil, 1) ,“A ANL (Aliança Nacional Libertadora)” en MAZZEO, Antonio Carlos (org.), Corações vermelhos: os comunistas brasileiros no século XX, São Paulo, Cortez, 2003, p. 31-60. WOLIKOW, Serge et alli (dir), Le siècle des communismes, Paris, Éditions de l´Atelier, 2000.

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Dorothea Melcher*

Los venezolanos en la Comintern hasta 1928 Cuando se fundó la Internacional Comunista (Comintern) en 1919, en Venezuela reinaba una dictadura cerrada desde hace 11 años, la de Juan Vicente Gómez. Venezuela vivía de la exportación de café, cacao y cueros, principalmente, y predominaba la estructura agraria de latifundios y plantaciones con campesinos minifundistas como mano de obra dependiente. En una superficie de 900 mil km2 vivían apenas tres millones de personas. Fue en esos años que se inició el otorgamiento de concesiones petroleras y las primeras exploraciones. La mano de obra proletaria escaseaba, y los trabajadores calificados de la industria petrolera eran extranjeros. Desde los años 1870, se introdujo la enseñanza del positivismo en las pocas universidades del país. Los hijos —sólo muy pocas veces las hijas— de los terratenientes, comerciantes, abogados y militares, en muchas ocasiones fueron enviados al extranjero para su formación, principalmente a Francia y Estados Unidos. A inicios del siglo XX, llegaron las ideas de los pensadores idealistas de los otros países de América Latina, como José Enrique Rodó y Manuel Ugarte, quienes clamaban por un nacionalismo latinoamericano y reformas sociales. De estos profesionales bien formados en el extranjero y de los estudiantes que querían un país de progreso (como lo planteaba el positivismo) surgió un grupo de hombres, y también algunas mujeres, que deseaban derrocar a Gómez. La represión y persecución cerrada por parte de los partidarios y de los esbirros de este caudillo les llevó a la convicción que no era posible alzarse solamente *

Profesora (jubilada) de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela; coordinadora del Archivo de Salvador de la Plaza.

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dentro del país, porque la pequeñez de las ciudades no permitía el trabajo político clandestino, y que tenía que ser una insurrección armada con fuerte apoyo desde afuera. Así, nutrieron la esperanza de lograr realizar una invasión armada, organizada por parte de grupos en el exilio, con apoyo de poderes o grupos externos, y así sustituir al “tirano” Gómez. La experiencia de la dificultad de insurrección dentro del país la vivieron varios de los que tuvieron salir al exilio: Salvador de la Plaza y Gustavo Machado participaron como estudiantes, en 1912 y 1914, en acciones de oposición y tuvieron que esconderse por lapsos en la hacienda de su familia o (como Gustavo Machado) pasar unos meses en la cárcel tenebrosa de La Rotunda, donde se torturaba, humillaba y hambreaba a los presos. Entre 1915 y 1918, hubo cierta posibilidad de opinar, pero al realizarse el alzamiento cívico-militar de enero de 1919 el espacio se volvió a cerrar: Salvador de la Plaza y muchos de los participantes en la acción fueron apresados en La Rotunda; Gustavo Machado logró fugarse y salir del país, su adinerada familia le pagó estudios en Harvard y París. También, Salvador de la Plaza, cuando le soltaron de la Rotunda en 1921, salió a París, a su primer exilio que iba a durar hasta 1936, es decir 15 años.1 Fuera de Venezuela se estaban gestando las diferentes corrientes sociales y políticas de la época. En América Latina era victoriosa la Revolución Mexicana. En Europa habían ocurrido revoluciones después de la Primera Guerra Mundial. La Revolución Rusa fundó en 1919 la Internacional Comunista y pronto invitó a los “países coloniales y semicoloniales” a unirse, de manera adecuada, al movimiento revolucionario contra el sistema capitalista en su fase imperialista-monopólica. Y aparte de estas corrientes ya había otros exiliados venezolanos, más o menos organizados, con la intención de reunir los medios y la gente para cualquier invasión. Predominaba en cierta forma el “garibaldismo”. En este ambiente de exilio forzoso de muchos venezolanos, cubanos, peruanos y centroamericanos, aterrizaron funcionarios —o quizás sólo militantes— ligados a los movimientos socialistas y 1 Sobre las condiciones de Salvador de la Plaza en La Rotunda: POCATERRA, Memorias de un venezolano de la decadencia, t. II, pp. 82, 89, 122 y 143.

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comunistas de Europa y Estados Unidos, y les animaron de organizarse según ideas que iban más allá de la simple rebelión o golpe en alianza con caudillos y otros exiliados de la clase dominante; se les indujo la necesidad de reformas sociales o de la revolución social. Se inició un paulatino deslinde ideológico, aunque se observa que en las prácticas se seguía realizando acciones comunes y hasta con personajes dirigentes que no compartían las metas.2 Lo primero era derrocar a Gómez; después se podía llevar el proceso más allá. Los venezolanos que entraron en contacto con la Internacional Comunista encontraron allí enseñanza, disciplina, actividades políticas de diversa índole: organizar movimientos, sindicatos y partidos; escribir, publicar y distribuir propaganda; buscar financiamiento y comprar armas y buques. Además, ser político profesional daba un ingreso: sabemos que la IC financiaba las diversas actividades aunque con poco dinero, pero al conseguir otros ingresos se lograba vivir de eso. La Comintern aceptaba esta diversidad de actitudes hasta 1929, pero al iniciarse el proceso de “stalinización” se intensifica la inherencia cada vez más determinante de la central de Moscú. En la reunión de los comunistas de Latinoamérica en Buenos Aires en 1929, se observa el rol importante de Jules Humbert Droz, quien había salido temporalmente de Moscú por sus problemas con la IC en los conflictos entre Bucharin y Stalin. Los revolucionarios latinoamericanos se le acercaron como a una autoridad en asuntos de insurrecciones y decisiones en la lucha política, como suponiendo que los que venían de Moscú sabían cómo hacer la revolución también en otras partes.3 Los venezolanos exiliados tenían que ser miembros del Partido Comunista (PC) local donde militaban. Así, Gustavo Machado formó parte del PC de Francia. Cuando él, su hermano Eduardo y Salvador de la Plaza llegaron a Cuba en 1924, conocieron allí a Julio Antonio Mella, y le acompañaron en la fundación del Partido Comunista de Cuba, de la Universidad Popular José Martí y de la Liga 2 En 1926-1927, estaban con el caudillo antigomecista Arévalo Cedeño; en 1929, con el caudillo Rafael Simón Urbina. 3 MOTHES, Lateinamerika und der “Generalstab der Weltrevolution”.

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Antiimperialista Sección Cubana. Su contacto con los intelectuales rebeldes del Grupo Minorista sirvió para convencer a importantes escritores e intelectuales cubanos a rescatar y asumir la revista “Venezuela Libre” que había sido fundada en 1922 por otro venezolano, Francisco de Paula Laguado Jaimes. Los venezolanos se integraron a la vida política-cultural de la naciente izquierda cubana, y se movilizaron en apoyo de Mella durante su encarcelamiento y la huelga de hambre cuando el Partido Comunista de Cuba se negó a apoyarle.Al parecer, también ayudaron a Mella a salir de Cuba hacia Méxicodonde vivía el profesor venezolano Carlos León, el “tutor”, quien había introducido en la Universidad de Caracas un positivismo esclarecido-social y feminista. León llegó a México después de salir de cárcel La Rotunda en 1921, y fue protegido por el ministro Vasconcelos, quien tomó la adelantada de los críticos de la dictadura de Gómez desde 1920. Por su apoyo, los venezolanos que llegaron más tarde consiguieron tareas y cargos en instituciones mexicanas y, repetidas veces, financiamiento, armas y hombres para intentos de invasión. El mexicano Ricardo Melgar escribió sobre el rol político que jugó la denuncia de la tiranía de Gómez en ese país.4 Al llegar a México, Salvador de la Plaza se encargó a editar una revista anticlerical, “El Bonete”.5 En el clima de la guerra cristera el tono era al principio anticlerical, se tornó antiimperialista y finalmente se incorporó la propaganda de la Liga Antiimperialista de Las Américas (LADLA), cuya local mexicana dirigían los venezolanos junto con Julio Antonio Mella, Jacobo Hurwitz y otros. De la Plaza entró al Partido Comunista de México y estableció amistad con su dirigente,Rafael Carrillo; se relacionó con Diego Rivera y otros y editó la revista de la LADLA El Libertador. En 1926, los venezolanos fundaron, en la ciudad de México,el Partido Revolucionario Venezolano (PRV), en cuya directiva encontramos los nombres del norteamericano José Allen, del peruano Jacobo Hurwitz y de Julio Antonio Mella, personas ligadas a la Comintern por medio de la LADLA y el PCM.6 La edición del órgano del PRV, “Libertad”, también estuvo a cargo de Salvador de la Plaza. 4

MELGAR, “Cultura y política del exilio latinoamericano”. Colección en el Archivo de Salvador de la Plaza. 6 Documentos y foto en el Archivo de Salvador de la Plaza. 5

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Al Congreso Mundial de la Liga contra el Imperialismo en Bruselas en 1927, estaban invitados los venezolanos (Salvador de la Plaza como representante de la LADLA, en su lugar asistió Gustavo Machado). En noviembre de 1927, un grupo más grande asistió a los 10 años de la Revolución de Octubre y otras reuniones.7 También, la lucha de Sandino involucró a los venezolanos: en sus funciones de la LADLA fundaron el Comité Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC) en México, Salvador de la Plaza dedicó El Libertador a la propaganda; Gustavo Machado viajó a Nicaragua con la meta de conseguir el rol de representante de Sandino en el exterior (lo logró para México), y Eduardo Machado hizo viajes de solidaridad con Sócrates Sandino a los Estados Unidos.8 Cambios a partir de 1928 El año 1928 trajo cambios. En Venezuela se celebró la Semana del Estudiante, que resultó en una abierta rebeldía estudiantil y la salida del país a un nuevo grupo de jóvenes. Se acercaron en el exilio a los grupos anteriores pero también constituían su propio grupo, como va a ser el ARDI de Rómulo Betancourt. En ese mismo año se cambió el rumbo en la Internacional Comunista. El Frente Unido se sustituyó por la línea de “clase contra clase” y el énfasis se puso en el rol del proletariado. Salvador de la Plaza y sus compañeros del PRV se resistieron a aceptar el abandono de las alianzas con los otros sectores sociales, porque argumentaban que el proletariado casi no existía en Venezuela. Mientras estaban preparando la invasión a Venezuela, en junio de 1929, les llegó la severa advertencia de Jules Humbert Droz desde Moscú de no cometer esa aventura “garibaldiana pequeño-burguesa”. Sin embargo, decidieron ignorar la orden y realizaron la invasión. Después del fracaso se reunieron en Panamá y fueron duramente criticados por su actitud.9 En esos momentos surge el segundo grupo de los comunistas venezolanos que en parte eran de la misma generación, en parte 7

Pasaporte de Salvador de la Plaza y fotos. Archivo de Salvador de la Plaza. MELCHER, “La Solidaridad internacional con Sandino”. 9 Cartas y protocolo en el Archivo de Salvador de la Plaza. 8

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más jóvenes de la generación de 1928. Son los hermanos Fortoul: Manuel, Aurelio y Carmen, y Ricardo Martínez. Los Fortoul, hijos e hija de un general venezolano, se educaron en Estados Unidos y en Francia, y se acercaron a los PCs de estos países.10 Viajaron a Moscú y lograron ser incorporados a funciones representativas en diferentes organismos de la Comintern. Carmen Fortoul fue aceptada en la Escuela Lenin. Al cambiar la orientación de la Comintern después de 1929, fueron enviados a fin de imponer la nueva política a los otros comunistas venezolanos que estaban dispersos en diferentes países y partidos. La consigna ahora era la fundación del Partido Comunista en el propio país, introduciendo a personas entrenadas que contactaban a los interesados y les daban cursos de entrenamiento político. Salvador de la Plaza criticó varias veces este plan y señalaba lo estrecho de la sociedad y el control intensivo que ejercían los espías de Gómez. Sin embargo, en su exilio en Barranquilla (entre 1929 y 1933) ayudó al enviado norteamericano de la Comintern a entrar al país; poco después se cumplió su advertencia al ser tomados presos todos los del nuevo grupo, entre ellos M. Fortoul, quien al salir años más tarde de la carcel se retiró de la militancia. Carmen Fortoul se casó en Moscú con el colombiano Guillermo Hernández Rodríguez, y la Comintern escogió a los dos para asumir la jefatura del Partido Comunista de Colombia que debía resultar del cambio del anterior Partido Revolucionario Socialista de Colombia (PRSC), proceso que se dio a inicios de los años 1930. Esta reorganización mostró el proceso de cambio del partido propio de los colombianos y su lucha variada al partido de corte bolchevique con las órdenes desde Moscú. Sin embargo, esta jefatura tampoco duró mucho; en 1933 los dos enviados fueron expulsados del partido por decisión de la Comintern...11 Ricardo Martínez (1898) se integró al trabajo organizativo comunista en el exilio en los Estados Unidos durante los años 1920, y participó como representante de Venezuela en varios congresos de organizaciones de la Comintern (Profintern, Secretariado Latinoamericano, I Conferencia Comunista Latinoamericana), lo que 10

JEIFETS, V. JEIFETS Y HUBER, La Internacional Comunista. Los documentos de la Comintern sobre este proceso en: MESCHKAT Y ROJAS (eds.), Liquidando el pasado. 11

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Humbert Droz comentó: “el único representante de Venezuela es todavía el compañero Martínez quien representa al Partido y a los sindicatos inexistentes”.12 Se transformó en un funcionario internacional de la Comintern en Centroamérica; formó parte del Buró del Caribe; asumió, después de 1929, la crítica contra el PRV, y siguió por muchos años en funciones internacionales de la organización en México. Después de 1943, Ricardo Martínez fue parte en Venezuela de la corriente browderista y contribuyó así a la división del partido en 1945. El cubano González Carvajal, encargado en 1946 de organizar el Congreso de Unidad para reunificar el partido, le recomendó ausentarse del país. Posteriormente, Martínez se opuso a la colaboración del PCV con AD en 1948, y en 1951fue expulsado del partido después de la huelga petrolera, donde el PCV apoyó a los sindicalistas de AD. Al parecer, se mantuvo en relaciones amistosas con los viejos compañeros comunistas después de 1958. De los jóvenes de la generación del 28 también resultaron varios militantes. Junto con otros, participaron en la fundación del Partido Comunista de Venezuela en Caracas en 1931, por parte del funcionario estadounidense de la IC, Joseph Kornfeder. Pocos meses después fueron apresados y encarcelados hasta 1934. Se adaptaron a las prácticas de la Comintern —ya stalinista— y cumplieron diferentes tareas en sus años de exilio en otros países. Al volver a abrirse el país después de 1941, regresaron y trabajaron en organizaciones del Frente Único, porque el PC siguió ilegalizado hasta 1945. Eduardo Gallegos Mancera (1915)13 ingresó al Partido Comunista clandestino en 1937. Era dirigente estudiantil en Caracas, y en 1935 entregó la Federación de Estudiantes a su dirigente histórico Jóvito Villalba. Fue concejal en Caracas y participó en la política de apoyo al gobierno del presidente Medina (1941-1945). Al dividirse el partido en 1945, se quedó en el lado “browderista”. Después de la caída de Medina por el golpe de 1945, mantuvo con el PCV la colaboración con los gobiernos de Rómulo Betancourt y Rómulo Gallegos. Siguió como militante y líder comunista, en la dictadura de Pérez Jiménez fue preso y torturado. 12 13

JEIFETS, Diccionario Biográfico, p. 199. BLANCO MUÑOZ, Comunista por siempre. Habla Eduardo Gallegos Mancera.

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Gallegos Mancera, en entrevistas, sostuvo que el partido carecía desde sus inicios de claridad ideológica; las enseñanzas teóricas que les llegaban no ayudaban a las soluciones prácticas. Cuando mencionó a los viejos comunistas Gustavo Machado y Salvador de la Plaza, los describe como benevolentes, pero sin capacidad de dirección práctica. A Eduardo Machado (llamado Peralta), Gallegos Mancera le calificó como charlatán que se presentó en 1939 como enviado por la IC sin serlo; su hermano Gustavo estaba en esos tiempos en Bogotá y tenía una librería allí (403). Y precisó que la actuación de los comunistas entre 1941 y 1945 en el partido Unión Popular, sin células ni aparato clandestino, era sustentada por las definiciones teóricas de Salvador de la Plaza: “Él fue consecuente hasta el último día de su muerte, con una tendencia frentista destinada a ocultar la presencia del Partido Comunista. A pesar de que él era comunista, a pesar de que predicaba el marxismo-leninismo, tenía en la práctica esa desviación.” (405) Gallegos Mancera sustuvo que él era el único que profesó oposición contra el browderismo en 1943; los demás sólo adoptaron esta crítica después de que los partidos de EUA y Francia habían condenado esta línea.14 Intento de conclusiones En los primeros años de la Comintern en América Latina, los exiliados venezolanos asumieron varias tareas para la Comintern en diferentes países, a pesar de que siempre plantearon la posibilidad del regreso al país. Fueron exitosos en la organización y propaganda, y por lo tanto tenían gran valor para la organización. Sus nobles motivos de oposición contra la dictadura de Gómez y contra la entrega del país a las empresas petroleras merecieron simpatía y solidaridad en los otros países de América Latina. Sin embargo, con el proceso de la stalinización cambiaron las posturas. Al parecer, Salvador de la Plaza se plegó a las tareas de organización y apoyo de las actividades de los otros dentro del país, pero en su correspondencia en el Archivo de Moscú se leen sus críticas y proposiciones ideológicas y las quejas que no le fueron 14

Entrevista personal de la autora con Gallegos Mancera, 1988.

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contestadas. Tardó hasta el año 1945 cuando se retiró del PCV, aunque siguió cerca del comunismo y nunca se pronunció públicamente contra el stalinismo. Participó, entre 1947-1952, en la organización de otro partido comunista: el Partido Revolucionario del Proletariado-comunista, PRP(c)15 y al disolverse esta organización nunca regresó a ser miembro del PCV. Hasta su muerte en 1970 se desempeñó como intelectual crítico de la izquierda y ejerció bastante influencia sobre los jóvenes rebeldes de los años 1960.16 El ejemplo opuesto puede verse en Ricardo Martínez, quien siguió muy ligado a los partidos post-Comintern con influencia en América Latina, con la corriente browderista en EUA y Cuba. Ejerció gran influencia entre los comunistas venezolanos entre 1943 y 1945. Otros, como los hermanos Fortoul, no volvieron a las actividades comunistas después de sus expulsiones. El Partido Comunista de Venezuela era ya dividido cuando se fundó legalmente en 1945 y fue reunificado en 1946, pero quedó sin estabilidad por las continuas peleas internas. Participó en la oposición clandestina contra la dictadura de Pérez Jiménez (19521958), y fue perseguido duramente. Cuando regresó la democracia en 1958, sus exigencias sociales y políticas fueron derrotadas por los socialdemócratas de Acción Democrática, y el partido ilegalizado por la aventura de iniciar la lucha guerrillera. Fueron los socialcristianos que en 1968 otorgaron la amnistía, y de nuevo en 1979 a los que habían quedado con las organizaciones de la guerrilla. Muchos de los que alguna vez pertenecieron a la corriente comunista se alejaron, unos cambiaron a partidos socialdemócrataspopulistas, otros hicieron carreras en la administración pública: la riqueza que dejaba la industria petrolera al Estado venezolano ofreció muchas posibilidades para la asimilación. El discurso pudo seguir siendo antiimperialista, “de izquierda”. La Comintern jugó un papel iniciador y protector para los opositores radicales venezolanos en sus inicios. Les proporcionó una 15

Materiales en el Archivo de Salvador de la Plaza. “Salvador de la Plaza rompió con el PCV, pero no con Stalin ni con la política de los dirigentes de la URSS, porque no alcanzó a comprender la naturaleza burocrática del Estado soviético. Sin embargo, a pesar de sus simpatías por la Unión Soviética, nunca tuvo el apoyo del PCUS, porque sus ex-camaradas venezolanos lo acusaron de hereje y sectario”. VITALE, Salvador de la Plaza, p. 77. Nota 140. 16

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comprensión de la inserción de su país al sistema capitalista mundial y les enseñó métodos de organización social y política. Pero a fin de cuentas, su forma de liderizar e imponer políticas y dirigentes desde Moscú llevó a divisiones y deserciones, y con eso al debilitamiento de las corrientes radicales.

FUENTES DE INFORMACIÓN ARCHIVOS Archivo de Salvador de la Plaza, FACES, ULA, Mérida, Venezuela, Documentos originales entre 1912 y 1970. RGASPI-Archivo de la Comintern en Moscú. Documentos microfilmados. PUBLICACIONES BLANCO MUÑOZ, A., Comunista por siempre. Habla Eduardo Gallegos Mancera,Caracas,UCV, 2009. JEIFETS, Lazar, V.JEIFETSy P. HUBER, La Internacional Comunista y América Latina, 1919-1943. Diccionario Biografico, Moscú, Ginebra, 2004. MELCHER, Dorothea, “La Solidaridad internacional con Sandino 19281930”, Iberoamericana Lateinamerika-Spanien-Portugal, Vervuert, año 13, núm. 1 (36), 1989, pp. 20-40. MELGARBAO, Ricardo, “Cultura y política del exilio latinoamericano. Utopía y revolución en el exilio venezolano en México”, Ponencia LASA 97, HIS 63. MESCHKAT, Klaus, yJosé María ROJAS (eds.), Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos de la UniónSoviética, Bogotá, 2009. M OTHES , Jürgen, Lateinamerika und der “Generalstab der Weltrevolution”. Zur Lateinamerika-Politik der Komintern, Berlín, 2010. POCATERRA, José Rafael, Memorias de un venezolano de la decadencia, Cuarto festival del Libro venezolano, s.l., s.f.,t. II. Secretariado Suramericano de la Internacional Comunista, El movimiento revolucionario latinoamericano. Versiones de la Pri76

EL PAPEL DE LOS VENEZOLANOS EN LA COMINTERN (1925-1943)

mera Conferencia Comunista Latinoamericana. Junio de 1929, Buenos Aires, Ed. Revista La Correspondencia Sudamericana, 1929. VITALE, Luis, Salvador de la Plaza, sus trabajos y sus días, Santiago de Chile, 1995.

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Felipe Deveza*

No final da primeira década de atividade comunista na América Latina reuniram-se em uma Primeira Conferência Comunista Latinoamericana (ICCLA) representantes da maioria dos grupos e PP CC (Partidos Comunistas) do subcontinente. Essa Conferência, ocorrida entre os dias 1º e 12 de junho de 1929, na cidade de Buenos Aires, representou o último estágio do encontro entre os militantes dos jovens PP CClatino-americanos e a IC (Internacional Comunista). Embora os primeiros PP CC na América Latina tenham sido fundados sob o impacto da Revolução Russa, a relação destes partidos com a URSS (União Soviética) e com a ICnão foi orgânica, se desenvolveu em diversos níveis entre a ICe cada PP CC, até que nos últimos anos da década de 1920 os Partidos se adequassem efetivamente às diretrizes mais gerais da IC. A partir desta Conferência, embora não apenas como resultado dela, grande parte dos PP CCsofreram mudanças bruscas, tanto em suas diretrizes, como entre os militantes que compunham as direções partidárias. A ICCLA aconteceu em meio às mudanças do “terceiro período” da Internacional Comunista e a chamada política de “classes contra classes” definidas no VI Congresso da Internacional Comunista. Analisando os documentos relativos à ICCLA e ao VI Congresso da IC (1928) foi possível constatar qual foi dinâmica dos debates que orientaram a luta política nos PP CC da América Latina. Esse “modelo” esteve associado aos conceitos de colônia, semicolônia, feudalismo, economia nacional “deformada” pelo imperialismo, burguesia nacional, entre outros. Esses conceitos e termos, cristalizados a partir do VI Congresso na Internacional Comunista, * Deveza, Felipe (Programa de Pós-Graduação em História Comparada, Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brasil).

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estão agrupados no que os comunistas neste período denominaram como o “problema de tática”. Destrinchar esta questão é chave para compreendermos como se expressou, no plano da interpretação teórica, a luta política no interior das sessões nacionais da IC na América Latina logo após o ICCLA, e também, a dinâmica dos debates ocorridos nesse conclave. Uma das teses mais conhecidas entre as que foram apresentadas na ICCLA, e geralmente a única divulgada, foi o informe da delegação peruana escrito por José Carlos Mariátegui (1994-1930) e Hugo Pesce1 (1900-1969) e intitulado “El Problema de las Razas en América Latina”.2 A ICCLA costuma figurar na historiografia a partir de abordagens que trataram deste documento e, muitas vezes, esse texto é apresentado como se tratasse de uma evidência das posições contraditórias entre a delegação peruana, Mariátegui e às posições dos dirigentes da IC. Nessa perspectiva, a tese peruana estaria em desacordo com a linha que a IC pretendia impor, ou além, apresentava elementos muito originais e “heterodoxos” em relação às teses em voga na IC. Encontramos no que concerne a estrutura desta tese peruana uma adesão explícita às resoluções aprovadas no VI Congresso da IC, conforme demonstraremos adiante. Nos beneficiamos das possibilidades recentemente abertas pela digitalização das fontes utilizadas, hoje disponíveis facilmente na Internet.3 Utilizamos as transcrições dos debates e resoluções do VI Congresso da IC;4 os números da revista La Correspondencia Sudamericana, publicados em 1929, pelo Secretariado Sudamericano da Internacional Comunista (SSA) em que foram publicadas a convocação da ICCLA a “Ordem do Dia”, as teses que seriam debatidas e, finalmente, as resoluções e atas taquigrafadas da ICCLA. Essas 1

O médico Hugo Pesce teve participação importante no Partido Comunista do Peru entre os anos de 1928 e 1939. Em 1952, Pesce encontrou Ernesto “Che” Guevara quando o guerrilheiro argentino fez a sua viagem juvenil pela Selva Peruana. JEIFETS E HUBER, La Internacional Comunista, p. 259. 2 MARIÁTEGUI, Obras Completas, Disponível em: http://www.patriaroja.org.pe/docs_adic/ obras_mariategui/Ideologia%20y%20Politica/index.html (Acessado em 25/04/2012). 3 Todos os documentos citados nessa comunicação, exceto a bibliografia e as resoluções e debates do V e VI Congressos da Internacional Comunista que foram publicados pelas edições Pasado y Presente, estão disponíveis no portal Memória Vermelha. Disponível em: http:// www.memoriavermelha.com 4 VI Congreso de la Internacional Comunista, (daqui para frente VI Congreso), “Primera Parte”.

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atas foram publicadas em formato de livro, que depois seria distribuído pelo SSA5 entre as seções da IC na América Latina para serem estudadas e debatidas. A América Latina na Revolução Mundial e o “Problema da Tática dos Partidos Comunistas” A particularidade da revolução latino-americana no VI Congresso da IC se inscreve dentro do problema colonial e semicolonial. Ou seja, as revoluções nos países latino-americanos não seguiam o modelo tradicional da revolução socialista (e proletária) imaginada, por exemplo, para a Inglaterra ou para a Alemanha. Para os países coloniais e semicoloniais faltava um elemento fundamental, o proletariado. Os revolucionários do Partido Comunista da União Soviética haviam enfrentado essa questão, já que a Rússia não possuía um desenvolvimento clássico do capitalismo e abundavam as relações servis e feudais de produção. A facção menchevique6 do Partido Social-democrata Russo, como outros marxistas da socialdemocracia européia, acreditavam que nos países periféricos seria necessário esperar o desenvolvimento de uma revolução democrático-burguesa, que impulsionasse o capitalismo, para que as condições de uma revolução socialista (e proletária) estivessem maduras. Essa perspectiva imprimia na atividade do partido uma atitude passiva e reformista, já que aos que lutavam pelo socialismo restava apenas esperar a burguesia fazer a sua revolução e implantar um regime demo-liberal. Somente depois começaria a 5

O Secretariado Sul-americano da Internacional Comunista foi fundado em fevereiro de 1925, com sede em Buenos Aires e a partir de 1930 foi transferido para Montevidéu até 1935. JEIFETS E HUBER, La Internacional Comunista, p. 27. 6 “Os mencheviques acreditavam que sua missão consistia em estruturar as ações da classe operária russa de modo tal que as fizesse aceitáveis para a burguesia, enquanto consideravam a esta como o único fundamento possível de um futuro desenvolvimento do país, ainda subdesenvolvido. Por assim dizer, se devia obrigar a burguesia a realização de seu próprio programa de classe. Com esta concepção os mencheviques impediram o pleno desenvolvimento da Revolução de 1905 e naufragaram logo, quando passada a Revolução de fevereiro a burguesia se aliou a reação; é por esse motivo que a maioria da classe operária seguiu a direção bolchevique”. SCHELINGLER, La Internacional Comunista y el Problema Colonial, p. 37.

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revolução socialista. Lênin e os futuros fundadores da ICromperam com essa perspectiva progressivista7 entre os marxistas. A primeira revolução triunfaria na atrasada Rússia, mas a Internacional Comunista continuaria mais atenta ao ocidente capitalista como vanguarda da Revolução Proletária Mundial, até que a derrota das insurreições alemã e húngara e o crescimento do movimento revolucionário na China impusessem o problema colonial de forma significativa na estratégia da Revolução Mundial. A América Latina demorou para surgir na pauta dos congressos da IC. Foi apenas em 19268 que o subcontinente passou a ser um ponto específico a ser tratado pela direção da ICe como outros países periféricos, foi tratado dentro do problema colonial e semicolonial. A preocupação crescente do CEIC (Comitê Executivo da Internacional Comunista) com a América Latina foi expressa organicamente com a iniciativa de criar um Secretariado Sul-americano, que com sede em um dos países da região, no caso Buenos Aires, pudesse coordenar a atividade comunista e fortalecer os laços dos jovens Partidos Comunistas com a direção da IC. A partir do V Congresso da IC (1924) e principalmente após o VI Congresso (1928), a realidade latino-americana foi sistematicamente enquadrada em um “modelo” de análise da realidade colonial, na qual a interpretação das alianças da frente única (o problema da tática), cumpre um papel chave. Definidos os países como coloniais e semicoloniais, a estratégia da Revolução na América Latina passava também a ser enquadrada no rol das Revoluções Democrático-Burguesas, e não entre as Revoluções 7 Utilizamos o termo progressivista para evitar positivismo, terminologia vulgarizada pela historiografia que pretendeu questionar qualquer perspectiva de determinação na história, confundindo economicismo, interpretações vulgares do cientificismo do século XIX com o marxismo. Progressivismo nos parece atualmente um termo mais correto, já que faz referência apenas a ideia de progresso e a perspectiva que imaginou o desenvolvimento humano como um desenvolvimento retilíneo, esquemático e por etapas, mas não necessariamente positivista. 8 Carone cita a Reunião Ampliada do CE da IC de fevereiro e março de 1926 como uma das primeiras manifestações de interesse da IC pela América Latina. CARONE, Classes Sociais e Movimento Operário, p. 243. Na introdução do dicionário elaborado por Jeifets e Huber existe uma ressalva a esta datação de Carone, citando Mothes e partindo dos arquivos acessíveis desde 1992 em Moscou. Os autores afirmam que a preocupação da IC com a América Latina foi significativa desde princípio da década de 1920. J EIFETS E H UBER, La Internacional Comunista, pp. 11-12.

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Proletárias. A lógica era simples, nos países imperialistas de desenvolvimento pleno do capitalismo e com um proletariado numeroso, como a Inglaterra e a Alemanha, a Revolução seria proletária. Nos países coloniais com um pequeno ou inexistente proletariado e com uma maioria camponesa, a Revolução seria democrático-burguesa, antifeudal e anti-imperialista. O debate sobre o “caráter da revolução” não se relacionava a uma etapa capitalista do progresso humano, mas à definição de um programa mínimo que pudesse contemplar os interesses de classes não proletárias com as quais os comunistas (representando o proletariado) pretendiam se aliar. Humbert-Droz, o dirigente da IC na ICCLA, não opunha o caráter democrático-burguês ao socialista, mas via que na América Latina “a revolução democrático-burguesa não alcançará plenamente seus objetivos (distribuição de terras aos camponeses, liberação do imperialismo) enquanto não se transforme em revolução socialista sob a hegemonia do proletariado”.9 Não se tratava de colocar uma etapa capitalista antes da revolução socialista, mas de construir um programa de frente única capaz de mobilizar as massas que compunham a maioria da população nos países coloniais e semicoloniais: os camponeses e parte da pequena-burguesia ou da burguesia nacional10 em aliança com o proletariado. As propostas 9 VI Congreso, p. 315. Durante esse Congresso foi apresentada por Travin (Codinome de Serguei Ivanovich Gusev) uma formula alternativa para a classificação do caráter da revolução na América Latina, questionando os aspectos do sustentado por Droz. “Ao invés de aplicar a estes movimentos fórmulas já existentes, tais como ‘revolução democrático-burguesa’, ou ‘revolução socialista’, melhor seria considerar esses movimentos em seu verdadeiro aspecto. Mas qual é atualmente este aspecto? Em minha tese eu descrevo circunstancialmente estes movimentos baseando-me na experiência da revolução mexicana. [...] esses movimentos revolucionários começam como movimentos camponeses ‘democrático-burgueses’ para obter terras, mas por causa das relações de classe existentes no interior desses países, por efeito também do caráter colonial da América Latina, estes movimentos adquirem desde o inicio traços que não são absolutamente democrático-burgueses, senão que os aproximam mais da revolução socialista. [...] me limito a descrever o movimento tal como se produz. Se querem que lhe dê uma definição, lhes direi que se trata de um ‘movimento espontâneo dos operários e camponeses, de natureza socialista’ [...] Já indiquei que na América Latina não existirá propriedade privada. Muito pelo contrário, existem tradições bastante fortes de comunismo primitivo na economia rural. Os camponeses mexicanos não procuravam repartir as terras entre eles e transformá-la em propriedade privada: se apoderam da terra para transformá-la em propriedade coletiva e cultivá-la em comum”. VI Congreso, p. 333. 10 Em outros momentos na “frente única de classes revolucionárias” aparecem a burguesia nacional. A pequena-burguesia pode fazer parte da burguesia nacional, ou aparecer separada.

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de tese para a ICCLA foram publicadas para um debate prévio em La Correspondencia Sudamericana, nº 26, em maio de 1929, e definia o programa democrático-burguês do governo de operários e camponeses com os seguintes termos: 1) Expropriação sem indenização e nacionalização do subsolo. Entrega da terra aos que trabalham para a sua exploração coletiva por comunas agrícolas, onde existe a comunidade agrária e o trabalho coletivo do solo. Nas grandes plantações, nos latifúndios, entrega da terra em usufruto aos camponeses, aos colonos, onde o trabalho da terra se faça sob regime de trabalho individual. 2) Confiscação e nacionalização das empresas estrangeiras (minas, transporte, empresas industriais, bancos, etc.). 3) Anulação das dividas de Estado e de toda forma de controle do país pelo imperialismo. 4) Jornada de 8 horas e supressão das condições semiescravistas de trabalho, seguro social. 5) Armamento dos camponeses e transformação do exército em uma milícia operária e camponesa. 6) Abolição do poder dos grandes latifundiários e da Igreja e organização do poder dos conselhos de operários, camponeses e soldados.11

Mesmo antes do VI Congresso da IC,12 os comunistas latinoamericanos se esforçaram por construir frentes únicas, desde a experiência do Bloco Operário e Camponês no Brasil até a participação na APRA (Aliança Popular Revolucionária Americana) Isso dependeu de como os comunistas viram a aliança com uma dessas classes. Se não acreditavam ser possível uma aliança com a burguesia nacional, como nas resoluções do VI Congresso, a pequena-burguesia aparecia como aliada e a burguesia nacional como inimiga da revolução democrático-burguesa. Quando a burguesia nacional apareceu como aliada do proletariado, a separação entre pequena-burguesia e burguesia nacional não foi necessária, e por muitas vezes a pequena burguesia apareceu como parte integrante da burguesia nacional. 11 La Correspondecia Sudamericana, nº 12, 13 e 14, p. 14. 12 O caráter da revolução, se socialista ou democrático-burguesa, esteve intimamente ligado ao problema da tática, a necessidade em se formar uma frente única. A frente única nasceu no “refluxo” do movimento operário europeu, quando as derrotas dos comunistas alemães demonstraram o fim de uma onda revolucionária aberta desde 1917 e que obrigava os comunistas a fazer alianças para resistir à contra-revolução. A frente única estava relacionada à necessidade de “ir às massas” e ampliar o raio de influencia comunista, conforme as consignas do III Congresso da IC (1921). Los Cuatro Primeros Congresos de La Internacional Comunista, [versão digital], Izquierda Revolucionária, 2008, p. 375, em: www.marxismo.org [acessado em 25/04/2012].

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no Peru e no México. O PCM (Partido Comunista do México) participou da formação da Liga Nacional Camponesa ( LNC ) e procurava aliar-se aos movimentos radicais das mais diferentes matizes. A participação dos comunistas nestas organizações frentistas e não necessariamente comunistas ampliaram o raio de influência política dos militantes comunistas, comprovando o que parecia ser o acerto da caracterização da Revolução na América Latina como democrático-burguesa, já que eram exatamente os temas anti-imperialistas e da revolução agrária os que mais mobilizavam e mais ampliavam a influência dos PP CC. Mas, a tática de frente única com as classes não-proletárias possuía um problema: o risco dos comunistas perderem o controle do movimento. O PP CC aceitava demandas do programa antifeudal e anti-imperialista, que seriam o programa democrático-burguês, conseguiam se aproximar da população camponesa e de setores da pequena-burguesia radicalizada. Por outro lado, precisavam lutar para manter a hegemonia do proletariado, o que significava que a frente precisava seguir a direção dos PP CC. Esse foi o problema enfrentado por HumbertDroz e Codovilla na ICCLA:13 fazer com que os grupos comunistas e jovens PP CC participassem dos movimentos de massas de seus países (particularmente entre os camponeses e os pequeno-burgueses anti-imperialistas) ao mesmo tempo em que garantiam a hegemonia comunista nas organizações populares e até no interior dos próprios PP CC. Essa hegemonia era constantemente ameaçada pela influência de elementos que os comunistas identificavam como pequeno-burgueses, como o líder aprista Victor Raul Haya de La Torre (1895-1979) e o governador Adalberto Tejeda (1883-1960), por exemplo. Como conclusão dos debates deste período, produziu-se inúmeras rupturas. Em alguns momentos essas rupturas se deram em meio a organizações com influência real, e até armada, no movimento de massas. Foi o caso da ruptura do PCM com a Liga Nacional Camponesa e Úrsulo Galván. Em outras circunstâncias, o 13

Como veremos mais adiante, Codovilla e Humbert-Droz, esse último um destacado dirigente da IC, foram os responsáveis por convencer os PP CC latino-americanos das posições do VI Congresso da IC.

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entendimento da hegemonia do proletariado na frente única e a proletarização dos PP CC significaram afastar os elementos de origem pequeno-burguesa das direções partidárias, colocando em seus lugares militantes de origem operária. Esse foi o caso do PCB, onde quase toda a direção partidária foi substituída.14 Do geral ao particular A convocação da ICCLA foi feita para junho de 1929 e devia coincidir com a Conferência Sindical Latino-americana, onde se reuniriam os delegados que representavam as mais diversas organizações sindicais da América Latina para formar a Central Sindical Latinoamericana. A ICCLA seguiria uma lógica clara, do geral ao particular, como era o costume das reuniões da IC. Os temas da “Orden del dia” estavam divididos em nove tópicos, começando pela situação internacional, indicando um informe de Victorio Codovilla. O segundo ponto tratava da luta anti-imperialista e os problemas de tática dos PP CC da América Latina. Por tática estava implícito o problema das alianças com outras classes, a questão da frente única. Mas para que não houvesse dúvidas, as linhas abaixo do título do tópico explicavam o tema que seria tratado: “O caráter da Revolução; Bloco Operário e Camponês; aliados do proletariado”. Dentre todos os tópicos citados, apenas esse segundo ponto, que tratava dos “problemas de tática” aparecia com uma “nota explicativa”. O tópico estava planejado para ser apresentado por Rodolfo J. Ghioldi do Partido Comunista da Argentina, junto com dois coinformantes, um do México e outro da Colômbia. Durante a ICCLA o informe seria mudado e o tópico seria apresentado por HumbertDroz, sob o codinome de Luis, o mais experimentado dentre os comunistas presentes. A mudança de informante e a “nota explicativa” demonstram a importância que essa questão adquiria 14 Carone explica a “política obrerista” que marcará o PCB nos anos posteriores a 1930 como consequência da má interpretação do VI Congresso da IC. Como conseqüência, toda a direção partidária, inclusive Astrojildo Pereira serão afastados. CARONE, Classes Sociais e Movimento Operário, p. 280.

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para os dirigentes da IC. Esses dois primeiros tópicos, situação internacional e os problemas da tática estruturaram a forma com que a IC via a revolução na América Latina. Os outros tópicos estariam subordinados a lógica apresentada nos dois primeiros e poderiam ser recheados pelas particularidades da região e as peculiaridades do desenvolvimento político de cada país. No terceiro tópico aparecia a questão camponesa. A experiência camponesa mais rica naquele momento havia sido indiscutivelmente a mexicana e o informe, por tanto, estava sob responsabilidade do PCM, com o Brasil e a Argentina como co-informantes. O quarto ponto foi incluído pouco antes, por solicitação de Humbert-Droz, e trataria do “problema das raças na América Latina”. Como informante aparecia o Peru, e o Brasil e Cuba figuravam como co-informantes. Conforme as memórias de Eudócio Ravines, que esteve em Moscou durante o ano de 1929, Humbert-Droz e até Zinoviev haviam manifestado muita simpatia por José Carlos Mariátegui.15 É difícil afirmar até que ponto o relato de Ravines foi verdadeiro, mas pela importância que Humbert-Droz dedicou a este tema, é de se supor que apreciasse e tenha lido com interesse alguns números da revista Amauta que Mariátegui dirigia, e que tratava com importância significativa o problema indígena na América Latina. Não é por outro motivo que Mariátegui seria convidado, conforme carta enviada ao peruano por Codovilla,16 para elaborar um informe sobre a questão de raças na América Latina. Os outros dois co-informantes, Brasil e Cuba, foram escolhidos por representarem outros dois países onde a “questão de raças” se apresentava especialmente problemática, nesses dois últimos casos, em relação à questão negra. Nos outros tópicos apareciam: o trabalho da liga antiimperialista, com informe da delegação mexicana e co-informe da Argentina; depois a questão sindical, o movimento da juventude comunista, questões de organização e por ultimo o tópico IX, trabalho do SSA com um informe de Victorio Codovilla. 15

RAVINES, La penetración Del Kremlin en Iberoamerica, pp. 148-152. Em uma carta de Victório Codovilla enviada a Mariátegui, datada em 29 de março de 1929, o dirigente da SSA pedia para que Mariátegui participasse da Conferência e apresentasse um documento para o debate sobre a situação indígena. BECKER,“Mariátegui y el problema de las Razas en América Latina”, p. 201. 16

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Logo após a fundação da Confederação Sindical LatinoAmericana em Montevidéu, os vários representantes dos grupos e partidos comunistas latino-americanos cruzaram o Rio da Prata e desembarcaram em Buenos Aires. Entre eles estava o conhecido fundador do muralismo mexicano, David Alfaro Siqueiros. Embora não se conheça a identidade de todos os participantes da Conferência, os que conhecemos indicam que os enviados para essa ICCLA eram jovens, como as organizações que representavam. O delegado brasileiro, Leôncio Basbaum, líder da delegação do país e responsável pelo co-informe sobre a “Questão de Raças na América Latina” tinha apenas 21 anos.17 A delegação peruana, com Julio Portocarrero e o médico Hugo Pesce possuíam ambos, menos de 30 anos e o próprio Codovilla tinha 35 anos. Abertos os trabalhos da Conferência no dia 1° de junho, cantouse a Internacional e foram lembrados os comunistas assassinados, Júlio Mella e José Guadalupe Rodríguez. Seguindo a linha do VI Congresso da IC e as teses publicadas em La Correspondencia Sudamericana,18 Codovilla apresentou, representando o SSA, uma longa explicação sobre a situação internacional. Em síntese, Codovilla explicaria que o capitalismo passava por um momento de agravamento das contradições interimperialistas, fruto da crise de superprodução que a “racionalização” (que conhecemos como fordismo) estaria provocando. A disputa interimperialista por mercados e matéria-prima levava ao acirramento das contradições que conduziam inevitavelmente à guerra. A importância da América Latina estava exatamente em estar no centro de um dos cenários de disputa interimperialista, onde se chocavam o imperialismo inglês e o norte-americano. Hoje nós sabemos que os EUA e a Inglaterra não entraram em guerra na América Latina, mas também sabemos que a influência inglesa foi gradativamente sendo substituída pelos capitais norte-americanos durante a 1ª metade 17 Basbaum, com 21, anos não era apenas o responsável pela delegação do PCB, ele também tinha a missão de contatar Luis Carlos Prestes durante os dias que permaneceu em Buenos Aires, e assim estabelecer parâmetros programáticos de unidade entre o PCB e a Coluna Prestes. O encontro entre Prestes e Basbaum foram narrados em suas memorias: BASBAUM, Uma vida em seis tempos, p. 70. 18 La Correspondencia Sudamericana, revista quincenal editada por el Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, daqui para frente La Correspondencia Sudamericana, nº 09.

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do século XX e, portanto, embora com prognósticos errados, os dados apresentados nas publicações comunistas sobre a substituição da influência inglesa pela norte-americana estavam corretos. Expressões da iminência desta “guerra inevitável entre os imperialistas norte-americanos e ingleses” se manifestavam no conflito entre Bolívia e Paraguai, na greve bananeira na Colômbia, no conflito pela possessão do petróleo colombiano, nas ações armadas no México, Nicarágua e as greves no Brasil, Argentina.19 O aprofundamento da disputa interimperialista criaria instabilidades políticas que poderiam servir aos comunistas para organizar as frentes anti-imperialistas, que transformariam a guerra imperialista em uma guerra civil revolucionária. Essa era uma tese facilmente aceita pelos presentes, exceto quando se tratava de questões políticas objetivas como a questão de Tacna e Arica, em que a crítica aos comunistas peruanos pela não intervenção junto a um plebiscito abriu um debate acerca do significado deste fato para as massas peruanas.20 Esse avanço do imperialismo norte-americano não gerava um desenvolvimento ou representava uma força progressista, “senão que tem servido para deformar a vida econômica destes países; não tem desenvolvido as relações capitalistas, mantendo a exploração semifeudal e semi-escravista das massas trabalhadoras”.21 Essa parte é significativa, pois é o elo que liga a penetração imperialista com o atraso das relações não capitalistas. É a partir desta conclusão que o informe de Codovilla irá definir o caráter da revolução como democrático-burguesa. Revolução democrático-burguesa para mobilizar os camponeses A frente única que na Europa tratava da aliança com outras organizações, principalmente com os social-democratas, na América Latina estava relacionada, objetivamente, ao nacionalismo revolucionário. Era nessa política de alianças que os dirigentes da 19 El Movimiento Revolucionario Latino Americano, Versiones de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, daqui para frente El Movimiento. 20 El Movimiento, p.52. 21 El Movimiento, p. 21.

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pretendiam intervir, já que diversas experiências de bloco de classes haviam chegado a resultados negativos. No Brasil o bloco havia conduzido a uma política muito ampla que desviou em “parlamentarismo”, fazendo do Partido Comunista um apêndice da frente única e não a sua força dirigente.22 No México, Úrsulo Galván, o principal líder dos camponeses e membros da direção do PCM era dragado pelo agrarismo e para a aliança com o governo de Adalberto Tejeda em oposição ao Partido.23 No Peru, a atuação dos comunistas na APRA e a própria formulação de PSP (Partido Socialista Peruano), como organização ampla e com características de frente de classes, não se adequavam a solução que o VI Congresso havia encontrado para a frente única e o papel dirigente do Partido Comunista na revolução. A primeira intervenção de Siqueiros valorizou a ação revolucionária. De uma forma sutil ele criticou o debate analítico sobre o caráter da Revolução, as alianças de classe e os esquemas táticos apresentados por Codovilla e Humbert-Droz. Para o muralista mexicano, a tática que deveria ser aplicada pelo PCM estava relacionada à ousadia e a objetividade e não a esquemas, que para ele soavam muito abstratos. Siqueiros havia lutado durante a Revolução Mexicana de 1910 e era um ativo militante sindical. Em sua avaliação, os motivos que explicavam a perseguição que Kuomitang fazia contra os comunistas na China estavam relacionados à falta de iniciativa dos militantes do Partido Comunista da China.24 Essa era uma posição isolada e pessoal de Siqueiros, mas revela que, embora houvesse inúmeras declarações confirmando um acordo formal com a linha da IC, muitos dos presentes na ICCLA não dominavam aqueles debates acerca da tática e do caráter da Revolução nos países coloniais e semicoloniais. IC

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Carone reproduz o balanço de Droz sobre os problemas do BOC. CARONE, Classes Sociais e Movimento Operário, p. 272. Droz em seu informe afirmaria que: “O perigo não é unicamente de uma degenerescência parlamentaria da qual temos tido manifestações evidentes no Brasil, mas, também, de uma transformação do Bloco em um partido político ligado a esta degenerescência parlamentaria e que se produzirá se o Partido Comunista cessa sua ação própria, se limita a desenvolver-se como uma espécie de facção ilegal do Bloco”. El Movimiento, p. 101. 23 Enquanto ocorria a ICCLA, Úrsulo Galván rompia relações com o PCM e era oficialmente expulso da Internacional Camponesa (Krestintern). REYNOSO, El Agrarismo Radical en México, p. 35. 24 El Movimiento.

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Siqueiros é um bom exemplo de como se desenvolvia o processo de convencimento e ajuste dos delegados presentes nestas conferências e congressos em relação às diretrizes mais gerais da IC. Ao longo dos debates, as intervenções de Siqueiros foram se tornando mais ajustadas aos parâmetros que os dirigentes da ICtentavam imprimir e suas intervenções foram mais analíticas e preocupadas em colocar os conceitos da análise de classes nos fatos e perspectivas históricas. Siqueiros iniciaria sua apresentação sobre a “questão camponesa” com um fato já exposto nas outras intervenções: o problema camponês não estava sendo tratado pelos PP CC da América Latina. Esse era um problema bastante pertinente, já que PP CC como o do Brasil, sequer podiam dizer que possuíam trabalho político entre os camponeses e o próprio Basbaum em suas memórias, ao tratar da ICCLA, relembra esse problema. Algumas coisas já sabíamos, não podíamos cogitar de “revolução proletária”; era indispensável conquistar uma boa base entre os camponeses e nem todos os que trabalhavam no campo eram camponeses. No Brasil, por exemplo, tínhamos, sobretudo, “trabalhadores agrícolas”. A aliança com os camponeses ou trabalhadores agrícolas, era indispensável e, no Brasil, mal tínhamos olhado para eles, até agora.25 O Informe detalhava as classes do campo divididas em oito tópicos: Latifundiários, La Gran Hacienda, arrendatário, meeiros, camponeses pobres, comunidades agrícolas, ejidos e a comunidade agrária mexicana. O latifundiário era o remanescente do antigo sistema de exploração colonial, predominantemente feudal. O informe comparava a Idade Média com o atraso que o latifúndio impunha. Mas, o que caracterizava o feudalismo eram as relações servis que teriam sobrevivido à Independência e vinham desde o período colonial espanhol, e não a semelhança com outra realidade historicamente datada na Idade Média européia.26 25

BASBAUM, Uma vida em seis tempos, p. 69. Löwy defende a ideia de que existiu uma oposição entre uma linha “europeísta” e outra “latino-americana” entre os primeiros comunistas da América Latina. Os “europeístas” estariam associados ao “stalinismo” da IC pós –VI Congresso e a tese da revolução democrático-burguesa. O que justificaria o qualificativo “europeísta” seria exatamente a incorporação de conceitos como feudalismo e semifeudalismo, que fariam referência a uma 26

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A tática de luta era a aplicação do programa democráticoburguês, ou seja: A causa geral destes levantamentos em massa é a aspiração por terra e dão o sangue para chegar a este estado (...) Considero necessário que todos os Partidos penetrem nessa massa e que se agitem sempre consignas ou reivindicações imediatas de acordo a cada situação específica, mas sempre incluindo nas mesmas como ponto central, a entrega das terras aos que nela trabalham. Esta é a consigna fundamental.27

La Gran Hacienda é o termo utilizado para definir o tipo de estrutura produtiva que estava crescendo na América Latina, quase que exclusivamente de capital estrangeiro e vinculado diretamente ao mercado exterior. O informe chamava a atenção para o fato de serem “verdadeiras empresas industrializadas” e citava a United Fruit na Colômbia como exemplo. A penetração destas empresas criava uma série de mudanças e, como havia sido informado por Droz, ao invés de trazer o progresso e o desenvolvimento para as economias latino-americanas, significava uma deformação das economias latino-americanas. Os trabalhadores dessas empresas eram muitas vezes assalariados e, portanto, “operários agrícolas”, o que exigia que se colocasse na agitação e na propaganda reivindicações típicas do movimento operário. Mas, por essas empresas recrutarem trabalhadores entre os camponeses despojados de suas terras, as restituições das antigas propriedades deveriam figurar nas consignas que pretendiam mobilizar os trabalhadores deste setor. O informe de Droz via na relação entre o operário agrícola e sua antiga situação de camponês pobre como a consumação da aliança operário-camponesa na América Latina.28 Nas resoluções da ICCLA as categorias ficaram mais bem definidas: “há que entender por camponês ao pequeno proprietário da terra realidade medieval européia. No outro pólo, entre os “latino-americanos”, estaria Mariátegui e Mella. LÖWY (Organizador), O Marxismo na América Latina: uma antologia de 1909 aos dias atuais, pp. 18-23. 27 El Movimiento, p.234. 28 El Movimiento, p.235

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ou ao arrendatário, e por operário agrícola ao assalariado em suas diversas formas, não colocando este ultimo na denominação de camponês, como se tem feito até o presente”.29 Os camponeses estavam enquadrados não pela relação salarial, mas em relação às formas de apropriação e arrendamento da terra. Por serem, ou almejarem se tornar proprietários, os camponeses estavam sob disputa, ora tendiam ao burguês, ora ao proletariado. Os proprietários mais pobres eram os aliados do proletariado. Os operários agrícolas eram proletários e, portanto, não eram aliados, mas a própria classe operária no meio rural. Por último as comunidades indígenas, que Siqueiros chama a atenção pela pouca importância dada a essa categoria pelos PP CC. Ele fala sobre a opressão do Governo Diaz contra os Yakes e a luta dos índios que seguiram desde a conquista em defesa de suas terras. Chama a atenção para o papel importante que as comunidades indígenas representaram para a Revolução democrático-burguesa no México30 (assim definiu a Revolução Mexicana de 1910). Depois da intervenção de Siqueiros, seguiu o informe de Romo pelo PCA e em que detalhou as particularidades do campo argentino e uruguaio, com inúmeros dados da penetração imperialista na indústria frigorífica, o histórico desta penetração, a produção de gado e o trabalho de propaganda no campo. O outro delegado do PCM presente era um dos militantes da Liga de Comunidades Agrárias de Veracruz, a mais importante base do agrarismo que esteve sob influência comunista, e sua intervenção tratou da aplicação do artigo 23 da Constituição mexicana, que dizia respeito à reforma agrária. Siqueiros ainda interviria novamente para reforçar a importância da luta pela “devolução das terras roubadas e confiscadas”, reivindicação que havia 29

El Movimiento, p. 235. Existiu uma posição minoritária sobre a caracterização da Revolução no México expressa na intervenção de Travin durante o VI Congresso, mas na ICCLA a caracterização aceita por todos os participantes era a de que a Revolução Mexicana havia sido uma revolução democrático-burguesa, e estava sendo dirigida pela pequena-burguesia, que alternava entre os interesses nacionais aos interesses do imperialismo. “O governo pequeno-burguês do México passa do nacional-reformismo ao nacional-fascismo”. El Movimiento, p. 22. A partir do Pleno do CC do PCM em julho de 1929, essa definição irá mudar e a direção pequenoburguesa terá avançado se tornar um governo fascista e servir ao imperialismo. La Correspondencia Sudamericana, nº 21. 30

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mobilizado os camponeses mexicanos durante a Revolução de 1910 e era parte importante do Plano de Ayala de Emiliano Zapata. A décima quarta seção, em que ocorreram os debates citados acima, terminou com o problema dos imigrantes. Os trabalhadores chineses, ou mesmo de outros paises latino-americanos, como Haiti e Jamaica, estavam sendo usados como mão de obra ainda mais barata fora de seus países. O governo mexicano, para “defender” os trabalhadores nacionais, havia iniciado uma política de restrição aos imigrantes. Era uma posição que encontrava apoio entre os trabalhadores mexicanos, mas os comunistas mantinham uma posição internacionalista e tentavam fazer oposição a tais medidas. Pela dificuldade em se defender a posição internacionalista entre os trabalhadores mexicanos, o tema ainda voltaria na próxima sessão sobre a questão de raças. O problema das raças na América Latina na linha do VI Congresso da Internacional Comunista O tópico “O problema de raças na América Latina”, redigido por Hugo Pesce em conjunto com José Carlos Mariátegui tem sido o principal tópico explorado pela historiografia que tratou a ICCAL. Entre os diversos autores31 que exploraram esse tema sobressaemse as interpretações que opõem o informe apresentado pela delegação peruana (e Mariátegui) com a linha apresentada pelos representantes da IC, que tentavam aplicar as resoluções do VI Congresso da IC na América Latina. Essas resoluções foram representadas pelos informes de Codovilla e Humbert-Droz, embora todos os presentes na ICCLA tenham recebido cópias das resoluções do VI Congresso e conhecessem seu conteúdo. Nossa análise dos documentos relativos à ICCAL não encontrou nenhuma evidência dessa oposição. Encontramos evidências —se entendemos a lógica da revolução democrático-burguesa conforme o VI Congresso da IC e o “problema tático”— de que todos ali 31 Vários autores opõem Mariátegui e a IC, entre os trabalhos que se pode encontrar essa interpretação: LÖWY (Organizador), O Marxismo na América Latina: uma antologia de 1909 aos dias atuais; FLORES GALINDO, “La agonia de Mariátegui”; BECKER, “Mariátegui y el problema de las razas en América Latina”, pp. 191-220.

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reunidos falavam da mesma coisa e através de uma mesma lógica. As divergências foram pontuais e estiveram relacionadas à aplicação da linha do VI Congresso para países coloniais e semicoloniais nas particularidades do continente. Mariátegui, embora não tenha estado presente, conhecia as resoluções do VI Congresso, como todos os delegados do conclave, e é de se imaginar que as tenha estudado para escrever o informe de sua delegação. Esse fato é facilmente demonstrado quando lemos o informe da delegação peruana em relação às resoluções do VI Congresso da IC. Primeiro Hugo Pesce relaciona a questão de raças à situação feudal, retirando qualquer possibilidade, em voga na época, de naturalizar as diferenças raciais em explicações que não se originassem de uma situação econômica e social. Logo depois, Pesce relaciona o problema da “inferioridade” de alguns povos, com a necessidade dos colonialistas e imperialistas de justificarem a sua dominação.32 Como o informe de Siqueiros sobre a questão camponesa e os próprios debatedores do VI Congresso, os peruanos rejeitaram a idéia do progressivismo e analisaram a conquista e o domínio imperialista como um retrocesso. Nos Siete Ensayos33 Mariátegui fala claramente que o feudalismo espanhol havia significado um retrocesso, uma interrupção do desenvolvimento do Peru nativo. As teses apresentadas por Codovilla e Humbert-Droz comungavam de uma perspectiva similar, e utilizavam a palavra “deformação” para qualificar a penetração imperialista. Por “deformação” ficava implícita a idéia de que as economias nativas haviam sido interrompidas e “deformadas” pela intervenção estrangeira, não sendo possível seguir pelo caminho “clássico” que o capitalismo havia trilhado nos países da Europa Ocidental. A revolução democrático-burguesa, dirigida pelo proletariado fazia parte de um programa mínimo, imediato, que mobilizaria as massas camponesas (e indígenas) em aliança com setores radicalizados da pequena-burguesia, para se alcançar o socialismo. Não eram duas revoluções, mas uma, que começava com reivindicações democrático-burguesas (liquidação do feudalismo e libertação do 32 33

El Movimiento, p. 163. MARIÁTEGUI, “Siete Ensayos de Interpretación de La Realidad Peruana”.

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imperialismo) e logo passava para as medidas de transformação socialista.34 Alguns autores que trataram a obra de José Carlos Mariátegui confundiram a perspectiva progressivista e o tratamento eurocêntrico que alguns membros da II Internacional desenvolveram em relação ao tema colonial, com a tese da revolução democrático-burguesa expressa pela Internacional Comunista.35 Para esses autores a simples existência do termo feudalismo ou servidão, automaticamente relacionam a uma perspectiva “etapista”, positivista e evolucionista da História, em que os modos de produção seguem uma lógica simplista, rígida e estática, na seqüência: escravismo, feudalismo e capitalismo.36 Como Mariátegui, a IC chegava ao final da década de 1920 com a idéia de que o imperialismo representava o atraso, se aliava as classes mais retrógradas (o feudalismo) dos países coloniais e semicoloniais, e “deformavam” o desenvolvimento das sociedades periféricas com empresas (rurais ou urbanas) que, embora se relacionassem com o mercado capitalista internacional, reproduziam formas de trabalho retrógradas, servis e ainda mais opressivas que as existentes nas colônias antes da chegada dos europeus. No informe de Hugo Pesce o problema indígena se relacionava ao problema feudal do altiplano andino. “Chamamos problema indígena a exploração feudal dos nativos na grande propriedade agrária”.37 Por ser a questão racial e indígena um problema que se 34

Nas resoluções do VI Congresso da IC estão publicadas alguns fatores necessários para a transição da fase democrático-burguesa para a socialista na revolução em países coloniais e semicoloniais: “A transição da revolução à fase socialista requer a existência de um mínimo de pressupostos, como, por exemplo, certo nível de desenvolvimento industrial do país, de desenvolvimento sindical do proletariado e um forte PC”. VI Congreso, p. 206. 35 Löwy cita na introdução de seu livro Marxismo na América Latina, que no final dos anos 20 as “teses stalinistas”, “evolucionistas” e “etapistas” estavam começando a se disseminar na América Latina, e que por outro lado, Mariátegui “insistia implicitamente na fusão histórica entre as tarefas socialistas e democráticas no Peru”, LÖWY (Organizador), O Marxismo na América Latina: uma antologia de 1909 aos dias atuais, p. 19. 36 Para muitos autores, a equação socialismo peruano, revolução democrático-burguesa, Ayllu andino e feudalismo gamonal foram imprecisões e resquícios de diversas influências, sem uma relação plena e estrutural no pensamento de José Carlos Mariátegui. Esse tema precisa ser mais bem explorado pela historiografia, já que existem muitas confusões acerca do que Mariátegui entendia por revolução democrático-burguesa e revolução socialista. 37 El Movimiento, p. 267.

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relacionava a condição de classe dos camponeses (ou servos) da grande fazenda (gamonal) feudal, a solução estava pautada pelo mesmo programa que atendia a questão camponesa, a revolução agrária (ou seja, a liquidação do feudalismo), parte da revolução democrático-burguesa, nos moldes do IV Congresso da IC. O papel importante que as comunidades indígenas poderiam cumprir para avançar mais rapidamente ao socialismo, é retirado do VI Congresso, segundo Pesce. O VI Congresso da IC tem assinalado uma vez mais a possibilidade, para os povos de economia rudimentar de iniciar diretamente uma organização econômica coletiva, sem sofrer uma larga evolução pela qual tem passado outros povos. Nós acreditamos que entre as populações “atrasadas”, nenhuma como a população indígena incásica, reúne condições tão favoráveis para que o comunismo agrário primitivo, subsistente em estruturas concretas e em um profundo espírito coletivista, se transforme, sob a hegemonia da classe proletária, em uma das bases mais sólidas da sociedade coletivista preconizada pelo comunismo marxista.38 O informe apresentado pela delegação peruana refletia também a luta política que o grupo do Partido Socialista Peruano (futuro PCP ) enfrentava no Peru. Por manter muitos vínculos com intelectuais, participarem dos congressos indigenistas e terem se originado da APRA, o debate em torno da questão indígena precisava marcar seu aspecto classista em oposição às soluções liberais, institucionais (filantrópicas, como denominava Mariátegui) ou de valorização folclórica da cultura indígena. Esse era um debate particular dos peruanos com os intelectuais democráticos de seu país. Mariátegui insistia com a posição de que o problema dos índios, e também da população negra que vivia na pobreza em outros países, era uma questão de classe, fruto da opressão feudal e capitalista, sobre essas classes trabalhadoras, que em determinadas condições assumia aparência de raça. O informe seguia descrevendo e diferenciando o problema de raças em algumas categorias, como índios “incásicos e astecas”, “silvícolas”, “negros” e concluía afirmando que “os indígenas e negros estão, 38

El Movimiento, p. 279.

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em sua grande maioria, incluídos na classe dos operários e camponeses explorados, e formam quase a totalidade da mesma”.39 Não tratamos o conjunto dos informes em seus detalhes, que são muito longos e estenderia demasiadamente este trabalho, mas cabe destacar que o restante do informe tratou de uma análise histórica da formação do problema das raças no subcontinente, detalhando a situação econômica dos indígenas negros e mestiços e o caráter desta luta. Ao fim conclui e aponta as tarefas para o movimento comunista latino-americano. O informe destaca que a questão indígena se relaciona ao problema da terra e que no caso das comunidades “os índios tem arraigado hábitos de cooperação, mesmo que da propriedade comunitária se passe a propriedade individual”.40 O destaque para o papel socializador das comunidades indígenas não era uma novidade dos peruanos. A crença de que a prática comunal de algumas populações camponesas e/ou indígenas podia ajudar e inspirar o socialismo pode ser encontrado em Marx, Rosa Luxemburgo, Ricardo Flores Magón, mas também no VI Congresso da IC, em que foi destacada essa possibilidade de se aproveitar as tradições comunais na passagem da revolução democráticoburguesa ao socialismo.41 As resoluções da ICCLA destacaram a possibilidade de se aproveitar o espírito coletivo dos camponeses e indígenas para a sociedade socialista.42 O debate sobre o informe da delegação peruana levantou uma polêmica a partir da intervenção de Peters, que enxergou na intervenção da delegação peruana uma subestimação do aspecto nacional do problema das raças. Segundo algumas interpretações, a intervenção de Peters representaria a posição da IC em relação à questão. Dessa maneira estaria oposta uma posição peruana que 39

El Movimiento, p. 269. El Movimiento, p. 263. 41 A intervenção da delegação latino-americana e a de Humbert-Droz trataram do comunalismo agrário dos camponeses e indígenas latino-americanos no VI Congresso. VI Congreso. 42 “[...] existe muito arraigado um hábito de trabalho e a repartição em comum dos produtos. É essa, repetimos, uma condição favorável e nossa propaganda deve encaminhar-se a estender o sentimento de exploração coletiva todas às camadas camponesas, já que essa será a forma que deverá influenciar a exploração agrícola dentro de um regime proletário. La Correspondencia Sudamericana, nº 15. 40

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viu o problema de raças como um problema de classes contra outra posição, a do VI Congresso, em que a questão racial apareceria como uma questão nacional e, portanto, relativa à autodeterminação dos povos. Examinando os meandros do debate em relação às formulações que foram aprovadas na ICCLA, podemos perceber que embora a intervenção de Humbert-Droz ressalte a importância deste debate sobre nacionalidade e classes no debate sobre as raças, essa foi uma falsa polêmica, e, embora exista a posição de Peters, esta não representava as resoluções da IC. Humbert-Droz que representava na ICCLA o CE da ICfaria uma composição, afirmando que: Camaradas, é a primeira vez que abordamos o problema de raças em uma conferência da IC. Quando nossos delegados da América Latina estiveram em Moscou, ao se discutir os problemas de seus respectivos países, havíamos colocado sempre o problema das raças. Intuíamos, na América Latina, um complicado problema das raças, e por isso nosso interesse em nos documentar sobre suas características. Mas quase todos os companheiros respondiam a nossas demandas com o argumento sempre repetido, de que na América Latina não havia conflitos de raça. (...) afirmando que nas repúblicas latino-americanas não existiam os prejuízos raciais que se manifestavam nos Estados Unidos e na África do Sul. (...) Os debates do Congresso Sindical de Montevidéu, e, sobretudo, os desta Conferência, nos demonstraram claramente, não só que existe na América Latina o problema de raças, senão que é de uma extrema complexidade: intimamente ligado ao problema social da terra, ao passado histórico da América Latina, realizado sob a base de uma conquista violenta, da escravidão e da servidão, do problema de idiomas e das diversas nacionalidades indígenas das diferentes regiões, da existência de três raças e de um número considerável de mestiços e de “criollos”, da pérfida política do imperialismo que fomenta as debilidades entre as raças, para poder explorar melhor. Existe então o problema social, o nacional e o racial propriamente dito.43

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El Movimiento, p. 311.

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A posição dos peruanos não foi contra, por princípio, à luta dos indígenas por sua autodeterminação, desde que estivessem dentro de um desenvolvimento histórico e composto por uma real unidade nacional, que para eles não seria o caso dos indígenas da Sierra peruana.44 Por outro lado, não encontramos nas resoluções do VI Congresso da IC nenhuma tese que aponte, categoricamente, para a questão indígena na América Latina como questão nacional. Embora, como na questão negra nos EUA e na África do Sul, as resoluções admitam que se lute por autodeterminação e até pela formação de um Estado negro independente.45 O Informe de Hugo Pesce contou com adendos do delegado brasileiro (Leôncio Basbaum) que reproduziu um erro comum entre os movimentos da esquerda brasileira até a década de 1980: Subestimar o racismo contra os negros como se tratasse de uma questão de classe, apenas. 46 Humbert-Droz percebendo as dificuldades em se estabelecer uma linha clara para o problema de raças, sendo esta questão tratada pela primeira vez nesta conferência, propôs que não se votasse uma resolução definitiva, e se publicassem as teses em La Correspondencia Sudamericana e assim continuassem o debate. A tese da delegação peruana foi publicada em La Correspondencia Sudamericana 47 e nas resoluções da ICCLA foi elaborado um texto, assinado por Droz, em que apresentava a questão de raças sem opor nenhuma das posições debatidas durante a ICCLA. “Devido a carência de estudo prévio da maioria dos PP CC sobre o problema das raças, não foi possível elaborar uma 44

El Movimiento, p. 313. VI Congreso, 1978 e VI Congreso, 1977. 46 Essa subestimação sempre esteve fundamentada pela comparação com o racismo ostensivo estadunidense ou sul-africano, onde existiam leis e medidas oficiais de segregação. De fato no Brasil não existiram desde a tardia “abolição” da escravidão, em 1888, leis de segregação. Mas todos nós, brasileiros, sabemos que até que se popularizassem as leis anti-racistas e que as manifestações de racismo explícito fossem criminalizadas, já no século XXI, zeladores dos prédios das áreas nobres da cidade do Rio de Janeiro indicavam o elevador de serviço aos negros, bem como foi comum xingarem negros com palavras como macaco e coisas do gênero. Até hoje, o cabelo crespo dos negros é o “cabelo ruim” e segue sendo alisado com agressivos produtos químicos baseados em formol. 47 La Correspondencia Sudamericana, nº 15. 45

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tese de caráter continental com a amplitude e precisão que tão fundamental problema requer”. A partir do pressuposto de que o problema racial se assentava na condição semicolonial e feudal dos países latino-americanos, seguia colocando o problema dentro da tática para os países coloniais e semicoloniais. Ao encarar este problema afirmamos o direito da raça indígena e negra ao livre desenvolvimento de sua cultura racial própria; mas afirmamos em primeiro lugar a necessidade de uma luta de reivindicações econômicas, em particular, agrárias, e o dever que os PP CC têm de orientá-la no sentido da luta de classes, a fim de que no curso das revoluções democrático-burguesas massas indígenas ou negras, camponesas e proletárias, lutem ao lado do proletariado mestiço ou branco pela abolição da feudalidade, o abatimento total do imperialismo e preparem o advento ao poder dos operários e camponeses.48 Como fica claro nesta síntese de Humbert-Droz, cumpre um papel chave, para compreendermos o debate dos comunistas, a lógica da tática de aliança com as classes não-proletárias para a revolução democrático-burguesa, e como os comunistas imaginavam passar desta fase à revolução socialista. Esse modelo é válido do final da década de 1920, até pelo menos o início do período das frentes populares antifascistas em meados da década de 1930. Através dos debates sobre as alianças e as composições de classe que se desenvolveram as lutas políticas do início da década de 1930, se construíram as organizações dirigidas pelos comunistas e se planejou a Revolução na América Latina.

JORNAIS La Correspondencia Sudamericana, nº 09, Buenos Aires, maio de 1929. La Correspondecia Sudamericana, nº 12, 13 e 14, p. 14. La Correspondencia Sudamericana, nº 15, agosto de 1929, p. 21. La Correspondencia Sudamericana, nº 21, 20 nov. de 1929. 48

HUMBERT-DROZ, “Proyecto de Tesis sobre el problema de las razas”, p. 26.

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EL MOVIMIENTO COMUNISTA Y LA GUERRA DEL CHACO (1932-1935)

Juan Luis Hernández*

La disputa por el Chaco Boreal, sangriento conflicto bélico que enfrentó a Bolivia y Paraguay entre 1932 y 1935, constituye hoy un oscuro y olvidado episodio, no obstante la enorme importancia de sus consecuencias en los procesos políticos y sociales que tuvieron lugar con posterioridad en ambos países suramericanos. En este trabajo se intentará analizar las posiciones políticas y la intervención de la Internacional Comunista en relación al conflicto del Chaco Boreal. A tales fines, nos basaremos fundamentalmente en las publicaciones de la Internacional, y de las organizaciones sindicales y partidarias asociadas a ella, intentando discutir algunas conclusiones —preliminares— relacionadas con la labor del comunismo en América Latina. Bolivia y Paraguay ante la crisis de 1930 Bolivia y Paraguay fueron los países de Suramérica más perjudicados en los procesos de conformación territorial de los Estados nacionales de fines del siglo XIX. Bolivia, en el transcurso de la Guerra del Pacífico con Chile (1879-1880), perdió su litoral marítimo. Paraguay casi desaparece tras la Guerra contra la Triple Alianza (18651870), siendo gran parte de su territorio repartido entre Brasil y Argentina, y su población seriamente diezmada. El trágico desenlace de los conflictos bélicos proyectará ominosas sombras sobre el futuro de ambos países. Una crónica inestabilidad política corroerá sus instituciones, consecuencia de la crisis de legitimidad de las élites dominantes por su incapacidad manifiesta para conducir la nación en los momentos de máxima emergencia. Y el co*

Universidad de Buenos Aires - República Argentina - E-mail: [email protected].

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lapso significará también la pérdida del control de los recursos económicos más importantes a manos del capital extranjero. En el caso de Bolivia, se producirá un muy temprano deslizamiento hacia la órbita del capital norteamericano. El relevo de los “mineros de la plata” por los “barones del estaño” como grupo predominante dentro de la élite, producido a principios del siglo XX, representa un momento importante en esta tendencia. Los “barones del estaño” no constituían propiamente una clase dominante, sino que en definitiva eran tres familias —Patiño, Aramayo y Hoschild— que controlaban la producción de estaño y casi toda la minería boliviana. En 1924, Simón Patiño constituyó la “Patiño Mines & Co.”, una compañía formada por el poderoso millonario asociado con accionistas estadounidenses, que controlaba las minas de Uncía y Llallagua, de donde salía el 50% de la producción boliviana de estaño. Los préstamos financieros y el petróleo profundizaron la dependencia de Bolivia. En 1922, el gobierno suscribió en Nueva York el empréstito Nicolaus, por un monto de 33 millones de dólares, garantizado por los ingresos del Estado boliviano. En 1930, representantes de los bancos norteamericanos controlaban la Aduana, la recaudación impositiva y el Banco Central. En cuanto al petróleo, a principios de la década de los veinte se otorgaron las primeras concesiones, adquiridas en 1922, por la Standard Oil de New Jersey, que hacia 1930 era la titular de la mayoría de las licencias de explotación, cubriendo una extensión de unos 32 000 km2, con 16 pozos petrolíferos funcionando. Por su parte, Paraguay logró sobrevivir como nación independiente, pero perdiendo grandes extensiones de territorio. Sin embargo, logró conservar buena parte del Chaco Boreal gracias a una mediación internacional favorable. La economía paraguaya quedó firmemente controlada por Inglaterra en forma directa y en alianza con terratenientes argentinos. El capital inglés era dueño de la mayoría de las líneas férreas y del transporte marítimo, y de los frigoríficos y obrajes más importantes. Comerciantes y terratenientes argentinos obtuvieron también grandes extensiones de tierras públicas, destacándose entre ellos Carlos Casado, propietario de unas 1800 leguas dentro de las cuales estaba instalado Puerto Casado, futura sede del comando militar paraguayo durante la Gue106

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rra del Chaco. Para la época del conflicto se calculaba que sobre las 22 millones de hectáreas que comprendía la totalidad del territorio en disputa, 10 millones eran de propiedad anglo-argentina. En Bolivia, Hernando Siles se hizo cargo de la presidencia en 1926. Durante el transcurso de su gestión comenzaron los incidentes fronterizos con Paraguay en el Chaco (1928). Sin embargo, Siles aceptó la mediación de los países limítrofes evitando en ese momento la escalada del conflicto. La crisis de 1929 provocó la debacle financiera de la economía boliviana. Como consecuencia del desplome del precio internacional del estaño, se contrajeron las exportaciones y las importaciones, y aumentó el déficit presupuestario. El gobierno tomó medidas drásticas, como la moratoria transitoria de la deuda externa y el control de divisas; mientras que reducciones de sueldos, despidos y suspensiones causaron gran malestar popular. En julio de 1930, Siles fue derrocado por un golpe militar y reemplazado por una Junta encabezada por Blanco Galindo, quien acentuó la represión al movimiento obrero y la política de concentración económica. Los viejos políticos suscribieron un “pacto de honor”, allanando el camino de Daniel Salamanca, quien arrojó a la nación boliviana en una nueva guerra fraticida. En Paraguay también se dejó sentir la crisis de 1930. El comercio exterior paraguayo estaba muy vinculado al argentino, de modo que cuando la economía argentina entró en crisis, la repercusión en Paraguay fue inmediata. La disminución de las exportaciones y la baja del precio de las materias primas se sintieron fuertemente en el país, la consecuencia fue el encarecimiento de los precios en el mercado interno y la caída de los salarios. Esto generó un clima de inquietud y protesta, que incluyó una revuelta armada en Encarnación y la emergencia del movimiento estudiantil en Asunción. La represión de una manifestación estudiantil en la capital, en octubre de 1931, llevó al abandono temporario del gobierno por parte del presidente José Guggiari. En esos años el ejército paraguayo era muy débil. Hacia 1928 llegó a Asunción la Misión Militar Argentina, que organizó los cuadros de oficiales y fijó el plan de guerra para un eventual enfrentamiento en el Chaco. El presidente Guggiari, así como su sucesor Ayala, provenían del Partido Liberal, tradicionalmente ligado a los intereses norteamericanos, que ha107

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bían hecho importantes progresos en el país durante la década de los veinte. No obstante, un punto central del programa de los liberales era la reivindicación del Chaco, presentada ante la opinión pública paraguaya como una guerra de defensa nacional contra un agresor más fuerte instigado por la Standard Oil. La contienda bélica Para los contemporáneos la Guerra del Chaco fue, como muchos otros episodios de la época, consecuencia directa de las pujas por el petróleo desatadas por los grandes monopolios, en este caso la Standard Oil, norteamericana, titular de los yacimientos bolivianos, y la Royal Dutch Shell, inglesa, con fuertes intereses en Paraguay y Argentina, que intentaba impedir la expansión de su rival en los territorios entonces sin delimitar del Chaco. Hoy podemos ver, sin embargo, que la trama de los intereses que empujaron al enfrentamiento fraticida fue mucho más compleja. Es cierto que el control de la riqueza petrolífera era el disparador de la rivalidad anglo-yanqui en la región, que la cuenca chaqueña tenía entonces mayor importancia geopolítica que en la actualidad y que no existía tecnología para transportar el petróleo a través de los Andes hacia el Pacífico. Pero esto no puede ocultar el feroz impacto de la crisis de 1930 en la economía boliviana. La baja generalizada del precio de las materias primas, unida a la sobreproducción procedente del sureste asiático, hundió el precio del estaño en el mercado mundial, provocando una caída en la producción y el despido de unos 15 000 trabajadores. Cayeron los ingresos fiscales y se produjo un déficit presupuestario que comprometió el pago de los empréstitos extranjeros. La crisis terminó erosionando a los sucesivos gobiernos, que no sólo debían descargar la bancarrota sobre las masas, sino que tomaron medidas que afectaron a la élite, como el control de divisas y la moratoria de la deuda. Todos estos factores terminaron interrelacionados entre sí en el desencadenamiento de los acontecimientos que condujeron a la guerra. La bancarrota financiera del Estado boliviano ocasionada por la caída de los precios del estaño, azuzaba la crisis política y 108

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social del país, haciendo urgente encontrar nuevos recursos, pero la explotación intensiva del petróleo requería encontrar una vía que permitiese su transporte a bajo costo. Esa vía no podía ser otra que un puerto sobre el río Paraguay, que abriera el paso hacia la Cuenca del Plata, y aquí es donde se producía el choque con los intereses británicos que controlaban las grandes vías fluviales. En el trasfondo de todo esto se agitaba la necesidad de los grupos bolivianos dominantes de resolver la histórica falta de legitimidad producto de la humillante derrota frente a Chile en la Guerra del Pacífico. El presidente Salamanca redondeó la idea en uno de sus discursos: Así como los hombres que han pecado deben ser sometidos a la prueba del fuego para salvar sus almas en la vida eterna, los países como el nuestro que han cometido errores de política interna y externa, debemos y necesitamos someternos a la prueba del fuego, que no puede ser otra que el conflicto con el Paraguay. Por un lado, es el único país al que podemos atacar con seguridades de victoria, lo que fortalecería nuestro débil sentimiento patrio, y por otro, la guerra exterior haría desaparecer las fronteras partidistas, indispensable acontecimiento para terminar con la vergonzosa cadena de revoluciones caudillistas, que nuestro país muestra en su historia.1

La “prueba del fuego” llegó finalmente en junio de 1932, cuando la ocupación de la Laguna Chuquisaca/Pitiantuta por parte de tropas bolivianas precipitó un sangriento conflicto bélico que se prolongó durante tres largos años. Paraguay respondió con la movilización general a la ofensiva boliviana. Estigarribia, jefe paraguayo, obtuvo una contundente victoria en Boquerón (septiembre de 1932). Las tropas bolivianas fueron confiadas al general alemán Hans Kundt, que a lo largo de 1932-1933, en medio de los sucesivos avances y retrocesos de ambos ejércitos, perdió todas las batallas que libró, culminando su nefasta campaña en el desastre de Campo Vía (diciembre de 1933), en el que prácticamente quedó aniquilado el ejército de Bolivia. En marzo de 1934, el ejército bo1

CARDOZO, Breve Historia del Paraguay, p. 112.

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liviano obtuvo su única victoria en la guerra, Cañada Strongest, cuando ya Enrique Peñaranda había reemplazado a Kundt en el mando del cuerpo castrense, pero el efímero éxito no pudo frenar los sucesivos desastres militares. En noviembre de 1934, los jefes del ejército depusieron a Salamanca, nombrando en su lugar al vicepresidente, en momentos en que el ejército paraguayo tomaba el cuartel general boliviano de Ballivián. A principio de 1935, los paraguayos amenazaron ocupar Camirí y apoderarse de los terrenos petrolíferos, pero un último y desesperado esfuerzo boliviano permitió recuperar parte de los territorios ocupados. En julio de 1935, se acordó un alto el fuego, reuniéndose en Buenos Aires una conferencia internacional, con la asistencia de Estados Unidos, Argentina, Brasil, Uruguay y Chile. En julio de 1938, se firmó la paz definitiva, que consagró la posesión paraguaya de la mayor parte del territorio en disputa. Los comunistas en Bolivia y Paraguay Manuel Caballero sostiene que la primera aparición de América Latina en el movimiento comunista internacional se habría producido en ocasión del VI Congreso de la Internacional Comunista, realizado en Moscú en julio de 1928.2 Es una observación inexacta, ya que había varios partidos comunistas organizados para esa fecha, pero válida en los casos de Bolivia y Paraguay, dos países donde los comunistas tuvieron muchas dificultades para organizarse. Según Antonio Bonzi, el Partido Comunista Paraguayo (PCP) fue fundado oficialmente el 19 de febrero de 1928, siendo designado Lucas Ibarrola su primer secretario general, aunque en años anteriores existieron varios intentos infructuosos de organización. Ibarrola visitó Moscú en julio de 1928, en ocasión de su participación en el VI Congreso de la Internacional, en el cual el partido paraguayo logró su aceptación como miembro de la misma. En 1929, surgió en el país un movimiento que adoptó el nombre de “Nuevo Ideario Nacional”, a partir de la iniciativa de un grupo de estudiantes que elaboró un documento con ese nombre, entre los 2

CABALLERO, La internacional comunista y la revolución latinoamericana (1919-1943), p. 24.

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cuales estaban Obdulio Barthe y Oscar Creydt, futuros dirigentes del comunismo paraguayo.3 En Bolivia, la mayoría de los investigadores sostiene que los partidos que representarán a la izquierda marxista, y que tendrán influencia en la vida política del país a partir de la revolución de abril de 1952, surgirán en la posguerra del Chaco. Este es el caso del Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), nombre del primer partido que aglutinó a los comunistas bolivianos, fundado a mediados de 1940, dirigido por dos intelectuales marxistas, José Antonio Arze y Ricardo Anaya. De una escisión de la juventud de este partido surgirá, a principios de 1950, el Partido Comunista Boliviano (PCB). Es importante señalar que en 1935 quedó constituido el Partido Obrero Revolucionario (POR), a iniciativa de Tristán Marof y José Aguirre Gainsborg, un partido orientado hacia la Oposición de Izquierda de la Tercera Internacional. Es decir, en Bolivia los trotskistas se constituyeron en partido político antes que los comunistas. Sin embargo, Irma Lorini insiste en distinguir una etapa previa a la estructuración de estos partidos de izquierda, que abarcaría distintas y difusas expresiones política-ideológicas que aparecieron en las décadas de los veinte y treinta, acuñando el nombre de “movimiento socialista embrionario”. El término “embrionario” remite a la aparición de grupos y publicaciones en las cuales participaban militantes socialistas, comunistas y anarquistas.4 Guillermo Lora sostiene en una de sus obras que durante la década de los veinte “los comunistas vivieron mucho tiempo agazapados en otras organizaciones”; mientras para Herbert Klein, con anterioridad a la organización del Partido Comunista Boliviano, en 1950, era “extremadamente difícil” identificar a los comunistas en el movimiento obrero, porque muchos de los que sostenían sus ideas no aceptaban integrarse a una organización que se proclamase específicamente comunista.5 Hacia julio de 1930, se formó la Agrupación Comunista ( AC), que contó con la dirección de Carlos 3

BONZI, Proceso histórico del Partido Comunista Paraguayo. LORINI, El movimiento socialista embrionario en Bolivia (1920-1939), capítulo 4. 5 LORA, Historia del movimiento obrero boliviano, t. 3, p. 180; KLEIN, Orígenes de la Revolución Nacional Boliviana. La crisis de la generación del Chaco. 4

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Mendoza Mamani y Fernando Siñani, dos experimentados dirigentes sindicales bolivianos. La AC efectuó una convocatoria “para la creación del Partido Comunista”, desarrollando una labor de agitación y propaganda clandestina, pero no pudo lograr su objetivo. Los comunistas y los primeros incidentes bélicos Para entender la intervención política de los comunistas durante la Guerra del Chaco, es necesario tener en cuenta dos elementos importantes. En primer lugar, el desencadenamiento de las hostilidades en 1932 no tomó —¡los tomó!— por sorpresa, ya que los sangrientos enfrentamientos fronterizos de diciembre de 1928 dieron la señal de alarma, de modo que los comunistas le dedicaron especial atención a la contienda bélica desde sus comienzos. Y en segundo lugar, es necesario tener en cuenta que esta intervención política se desplegó casi en su totalidad dentro del llamado “tercer período” de la KOMINTERN, iniciado en el VI Congreso de 1928 y concluido en el VII Congreso de 1935. El 18 de diciembre de 1928, apareció en La Correspondencia Sudamericana un llamado del Secretariado Sudamericano, denunciando a las clases gobernantes de Bolivia y Paraguay de fabricar un conflicto bélico montado en una vieja cuestión de límites irresuelta en función de los intereses de los capitales monopolistas, concluyendo con una vibrante convocatoria a las masas laboriosas de ambos países: ¡Obreros y campesinos de Bolivia y de Paraguay: fraternizad! ¡Unid vuestros esfuerzos, juntad vuestras aspiraciones que son comunes, y volcad toda vuestra fuerza contra vuestros opresores! ¡Dirigid vuestra lucha contra el imperialismo que os aplasta directamente y por el conducto de los gobiernos burgueses actuales, instaurad vuestro propio gobierno, el Gobierno Obrero y Campesino! Solo así os emanciparéis del yugo presente y solucionaréis la incidencia de límites, que en manos de la burguesía es un instrumento más de servidumbre. Obreros y campesinos bolivianos y paraguayos: Os quieren arrastrar a una contienda guerrera, en provecho de vuestros opresores. ¡Transformadla 112

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en guerra de clase contra vuestra clase gobernante y contra el imperialismo!6

En ese mismo mes de diciembre de 1928, el Comité Pro Confederación Sindical Latino Americana (CPCSLA), orientado por los comunistas, lanzó otro vibrante llamamiento a los trabajadores de Bolivia y Paraguay, alertándolos sobre los peligros de la inminente guerra: Trabajadores de Bolivia y del Paraguay: La guerra que se prepara no es la vuestra, no se hará para vosotros ni en vuestro beneficio. Se trata de una lucha de dos bandos de negreros, por el reparto de los esclavos y del botín. El contenido real del litigio por la frontera del Chaco Boreal, es una prolongación de la lucha entre el imperialismo inglés y el americano, por la conquista de la América Latina, y en este caso por la conquista de las riquezas que contiene aquella región [...] En la guerra que se prepara no tenéis nada que ganar y sí mucho que perder. Si los señores capitalistas quieren la guerra, que vayan ellos a pelear.7

El trabajador latinoamericano, órgano del CPCSLA, continuó denunciando los preparativos para la guerra fraticida. El intelectual boliviano Tristán Marof, denunciaba en un extenso artículo publicado por el periódico que en Bolivia el presidente Siles gobernaba con estado de sitio y represión, entregaba el patrimonio nacional al capital yanqui, y hacía desaparecer empréstitos enteros.8 En enero de 1929, la Internacional Sindical Roja le envió una carta a la Unión Obrera Paraguaya donde expresaba el repudio a la guerra, reiterando la caracterización del conflicto bélico como una disputa interimperialista. En febrero del mismo año, organizaciones gremiales que dirigían los comunistas realizaron una Conferencia Sindical Sudamericana contra la guerra en Montevideo, asistiendo delegados de Bolivia, Paraguay, Chile, Uruguay, Argentina, Perú y Brasil. La Conferencia se propuso desmitificar la propaganda burguesa y prepa6

La Correspondencia Sudamericana, núm. 6. El llamamiento está íntegramente reproducido en: El trabajador latinoamericano, año I. 8 MAROF, “Siles, el dictador boliviano”. 7

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rar el camino para evitar la conflagración, y si ésta finalmente estallaba, transformarla en guerra civil contra la burguesía por la liberación de las masas obreras y campesinas de la explotación a la que las sometían los capitalistas nacionales y extranjeros. Se aprobó una extensa resolución,9 en la que se ensaya una caracterización general de la época, cuya principal característica eran las pujas interimperialistas, destacándose en Suramérica la confrontación entre los capitales yanqui e inglés. Los gobiernos suramericanos —gobiernos de “países vasallos”— se convertían en sujetos activos en estas luchas, propiciando la destrucción de los países en exclusivo beneficio de los distintos imperialismos. Bolivia, bajo Siles, era un instrumento del imperialismo yanqui, al cual estaba sometida política y económicamente, mientras el gobierno paraguayo estaba al servicio del imperialismo inglés, por lo cual una lucha armada entre ambos no significaba una guerra de independencia o de defensa de una nación agredida contra una nación agresora, sino una guerra de dos países capitalistas, instrumentos del imperialismo, con consecuencias desastrosas para las masas trabajadoras. En síntesis, los protagonistas del conflicto eran la Standard Oil y la Royal Dutch, que disputaban tierras que se suponían ricas en petróleo, propiedad anglo-argentina en su gran mayoría. Para los comunistas, las clases dominantes “feudal-burguesas” de Bolivia y Paraguay carecían de autonomía, siendo “vulgares agentes ejecutores de las órdenes de ambos mandos imperialistas”.10 En el caso de conflagración abierta, las organizaciones sindicales se comprometían a lanzar la consigna de transformar la guerra capitalista entre países en una guerra contra el imperialismo y las burguesías nacionales, por la conquista del poder por los obreros y campesinos, mediante la confraternización de los soldados de ambos bandos en el campo de batalla y su unidad con las masas obreras y campesinas, pronunciándose expresamente “contra la deserción individual, puesto que la experiencia ha demostrado que las masas movilizadas se ganan estando dentro y no fuera ellas”.11 9 “Resolución sobre los peligros de guerra en América Latina”, cuyo texto completo se reproduce en El trabajador latinoamericano, año II. 10 El trabajador latinoamericano, año II. 11 El trabajador latinoamericano, año II.

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Los debates en el Congreso Sindical de Montevideo y en la Conferencia Comunista de Buenos Aires Entre abril y mayo de 1929, se realizó en Montevideo el Congreso Constituyente de la Confederación Sindical Latinoamericana (CSL), en el que se produjeron interesantes discusiones sobre la guerra, a partir de un informe del Comité Organizador, llamado “Sobre los peligros de guerra mundiales y latino americanas”.12 Analizando el conflicto boliviano-paraguayo, el miembro informante del Comité Organizador, Eusebio Gómez, polemizó con un dirigente de la Federación Obrera de La Paz, Hugo Sevillano, quien planteaba que si no se conseguía un puerto para Bolivia la guerra era inevitable, y en este caso el movimiento obrero debía apoyar a la nación y su gobierno. Gómez respondió que éste era un punto de vista burgués: con puerto o sin puerto lo único que les interesaba a los burgueses bolivianos y a los imperialistas era explotar cada vez más a los obreros. Por el contrario, si en Bolivia gobernaran los obreros y campesinos, entonces sí valdría la pena batirse por un puerto. Un argumento problemático, ya que invalidaba las reivindicaciones territoriales en tanto las agitara la burguesía, pero las legitimaba si eran enarboladas por un gobierno obrero-campesino. En realidad, un gobierno obrero y campesino en Bolivia o en cualquier otro país debía impulsar la revolución y la lucha de clases a nivel continental, resolviéndose cualquier conflicto o disputa territorial en el marco de un continente liberado y emancipado del capitalismo. Se reconocía la legitimidad del reclamo territorial, cuya invalidez devenía del carácter de clase de quien lo planteaba (la burguesía) y no de su naturaleza intrínseca (una disputa territorial no justifica que dos pueblos se desangren). En consecuencia, si la revolución no estaba a la orden del día (como todos creían menos los comunistas) no quedaba otra opción que apoyar la guerra. Las discusiones continuaron en la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, realizada en Buenos Aires del 1 al 12 de junio de 1929, pero ya enfocadas en las dificultades que encontraba la intervención de los comunistas. En la discusión del primer punto del orden del día, “La situación internacional de América 12

El trabajador latinoamericano, núm. 17-18.

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Latina y los peligros de la guerra”, Victorio Codovilla, miembro informante por el Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, se refirió en forma descarnada a la debilidad de los grupos partidarios en ambos países y su incomprensión de la línea política de la Internacional: A pesar de ser inminente la guerra, de haberse efectuado encuentros entre las tropas de Bolivia y el Paraguay, y a pesar de saberse que los dos países no eran otra cosa que instrumentos de las miras imperialistas, nuestros partidos, con muy raras excepciones, no realizaron ninguna agitación entre las masas trabajadoras de sus respectivos países para denunciar la inminencia de esa guerra y la esencia imperialista de la misma [...] hay que decir también que en ese caso, nuestros compañeros, tanto de Paraguay como de Bolivia, no supieron cumplir enteramente con su deber de revolucionarios.13

Codovilla señaló que los comunistas en Bolivia se negaban a constituir un partido, habiéndose refugiado en un pequeño grupo llamado Partido Laborista, desde donde deslizaban algunas consignas e ideas, pero sin animarse a realizar una acción pública. En lo que respecta a Paraguay, Codovilla denunció “desviaciones oportunistas y social-patriotas todavía más pronunciadas”, especialmente de su dirección, haciendo referencia a un informe publicado en abril de 1929 en La Correspondencia Sudamericana, en el cual se señalaba que el partido paraguayo fue incapaz de dar una orientación ideológica clara a los trabajadores frente al estallido de las hostilidades en 1928, y que ni siquiera pudo sacar una “declaración categórica contra la guerra”, atribuyendo esta carencia a la juventud del partido, “[…] formado por elementos hetereogéneos, venidos de diferentes campos ideológicos, y no ha tenido todavía la oportunidad de consolidar su organización ni de clarificar su ideología”.14 En consecuencia, Lucas Ibarrola, hasta entonces secretario general, fue expulsado del PCP en abril de 1929, acusado de adoptar “una política pequeño burguesa, oportunista-chauvinista, 13 Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, El Movimiento Revolucionario Latinoamericano, pp. 28-29. 14 La Correspondencia Sudamericana, núm. 9.

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frente a la inminencia de la guerra promovida por el imperialismo”.15 En su informe Codovilla reafirmó la caracterización general del llamado tercer período, adoptada en el VI Congreso de la Internacional Comunista, de agudización de la lucha de clases, que en Latinoamérica estaba atravesada por la rivalidad anglo-yanqui, causal de fuerte inestabilidad social en los países del subcontinente. Todo ello en la perspectiva del estallido de una nueva conflagración mundial, azuzada por las contradicciones capitalistas, los enfrentamientos interimperialistas y las amenazas de las grandes potencias a la Unión Soviética. En este contexto, la guerra entre los países latinoamericanos fue definida como choques entre agentes de las distintas metrópolis imperialistas, enfrentadas por intereses opuestos, como el control de los yacimientos petrolíferos del Chaco Boreal. La línea de los comunistas era el derrotismo, creían que la crisis que provocaría la guerra les permitiría movilizar a grandes masas, por los objetivos de la revolución democrática burguesa y la implementación de gobiernos obreros y campesinos, primer paso de la revolución proletaria. En la Conferencia de Buenos Aires participó el dirigente de la Internacional, Jules Humbert-Droz (Luis), perteneciente a la corriente bujarinista, quien intervino reforzando los argumentos de Codovilla, insistiendo en que “La guerra entre Paraguay y Bolivia no puede tener el carácter de una guerra por la independencia nacional contra el imperialismo; es un conflicto entre dos satélites del imperialismo […] una guerra entre ambos, es de naturaleza netamente imperialista”.16 Los comunistas ante el desencadenamiento de la guerra A partir de mediados de 1932, habiéndose ya iniciado los combates en el Chaco Boreal en gran escala, la Internacional Comunista retomó la agitación antiguerrera. En noviembre de ese año, El trabajador latinoamericano publicó un extenso artículo denominado

15 16

La Correspondencia Sudamericana, núm. 10. LORA, Contribución a la Historia Política de Bolivia, p. 38.

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“La lucha antiguerrera del proletariado latinoamericano”,17 en el cual enumera las acciones impulsadas por los comunistas contra la guerra en Suramérica, y anuncia la convocatoria del Congreso Antiguerrero Latinoamericano, a celebrarse en Montevideo en febrero de 1933. En un artículo posterior, denominado “La lucha contra la guerra, problema central de los sindicatos revolucionarios”, advierte sobre la posibilidad de la extensión de la contienda debido a la probable intervención de otros países suramericanos. A continuación, el texto se extiende en un balance crítico sobre la labor de los sindicatos frente a la guerra, señalando falencias y debilidades. Se valoraba la lucha antiguerrera emprendida hasta el momento, pero se reconocía que en muchos sentidos no lograba trascender la mera agitación. Las resoluciones adoptadas en las conferencias antiguerreras no eran acompañadas por acciones revolucionarias serias contra la guerra que apuntasen a impedir la fabricación, transporte y distribución de armamentos y aprovisionamientos para los frentes de guerra, así como una lucha a fondo contra el pacifismo y el chauvinismo en el movimiento obrero. No obstante, persistía la agitación en torno a la lucha antibelicista. En Argentina, el órgano político partidario La Internacional, denunciaba las múltiples formas de ayuda y colaboración de las autoridades y empresas argentinas con el gobierno y el ejército paraguayo, desde el accionar de la “Legión Paraguaya” que reclutaba voluntarios para el frente, hasta la actividad de los barcos cargados con provisiones o material bélico, los frigoríficos donde se envasaba carne para el frente paraguayo, o las fábricas manufactureras que proveían armas y equipos. La Internacional contabilizó una primera acción exitosa en diciembre de 1932, cuando el Comité del Barrio de la Boca, con la participación de obreros marítimos y portuarios, efectuó un acto frente al barco Amberes, que cargaba material bélico con destino al Paraguay. Los oradores se dirigieron a una pequeña concurrencia, mientras se repartían volantes contra la guerra, logrando que los estibadores dejaran de trabajar, y los guardacostas no se atrevieron a intervenir. Una acción con mayor repercusión periodística 17

El trabajador latinoamericano, núms. 51-52.

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tuvo lugar en Rosario, cuando mujeres comunistas irrumpieron en las oficinas del Consulado Paraguayo al grito de “Abajo la guerra”, interrumpiendo un acto de recolección de fondos para la Cruz Roja del Paraguay, generándose una violenta pelea con heridos y contusos.18 Para superar las deficiencias se proponía la organización de comités de lucha contra la guerra en las principales empresas, puertos y empalmes ferroviarios, mediante un trabajo sistemático de organización, concebidos como “órganos del frente único por abajo”, que debían vincular las reivindicaciones de los trabajadores con la lucha antiguerrera. La agitación antiguerrera en Bolivia y Paraguay La agitación antiguerrera en Bolivia estuvo orientada a la deserción de los efectivos convocados al frente. Es este un punto álgido de la historia de la Guerra del Chaco, sobre el cual es difícil encontrar testimonios directos, pero sí detectar indicios de distinta índole. Klein afirma que el alto mando boliviano ocultó sistemáticamente los brotes de descontento, los motines y deserciones que se producían entre los soldados. Así por ejemplo, en los combates que siguieron a la caída de Boquerón en manos paraguayas, el ejército boliviano debió evacuar el Fortín Arce, ante el avance del enemigo, en una acción donde cinco regimientos bolivianos se negaron a combatir, desbandándose masivamente, lo que facilitó el triunfo paraguayo.19 Al año siguiente, en la Batalla de Toledo, donde murieron 2000 soldados bolivianos sobre los 3000 que participaron en la acción, se produjo el amotinamiento de dos regimientos de infantería. En marzo de 1934, bajo la conducción de Peñaranda, se produjo la grave derrota de Cañada Tarija, que —según el historiador Julio Díaz Arguedas— se habría debido en gran parte al éxito de la propaganda comunista, que logró que gran número de tropas se rindiesen sin combatir.20 Lorini, por su parte, afirma que la organización Tupac Amaru, que tenía redes de simpatizantes en el 18

La Internacional, núm. 3401. ZOOK, La conducción en la guerra del Chaco, p. 153. 20 Citado por KLEIN, Orígenes de la Revolución Nacional Boliviana. La crisis de la generación del Chaco, p. 227. 19

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Norte argentino, en Chile y en Perú, repartió panfletos y manifiestos en el frente de batalla, y colaboró activamente en la deserción de soldados bolivianos, muchos de los cuales se refugiaron en territorios de las naciones vecinas.21 Pero debe decirse que todas estas acciones carecieron de una dirección política que les diese una proyección nacional. En Paraguay, algunos de los integrantes del Nuevo Ideario Nacional (NIN) junto a militantes del proscripto Partido Comunista, formaron el “Comité Anti-guerrero”. Se destacaron en esta tarea Obdulio Barthe y Perfecto Ibarra, quienes desplegaron una gran actividad antibélica. Estallada la guerra, cuenta Barthe en sus memorias, “nosotros no dimos la línea de la deserción, dimos sí la línea de ir al frente y confraternizar con los soldados, hacer una labor educativa que creara las condiciones para un levantamiento popular”.22 Con estos planteos, muchos comunistas fueron al frente —Augusto Cañete, Emiliano Paiva Palacios, Facundo Duarte, Víctor Martínez, Aparicio Gutiérrez, entre otros—, muchos de los cuales posteriormente participarían de las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil española. Barthe y Perfecto Ibarra fueron encarcelados por su agitación antiguerrera. En noviembre de 1934, la revista del Partido Comunista argentino, Soviet, bajo el título “El desarrollo de las luchas antiguerreras en Paraguay”, publicó una carta muy extensa enviada por la conducción del Partido Comunista de Paraguay, acerca de la situación en el país y en el frente. En ella se narran episodios de resistencia campesina a las requisas de alimentos y ganado para el frente y huelgas en las fábricas que trabajaban en condiciones de superexplotación obrera. Se denuncian las crueles condiciones de vida de los prisioneros de guerra bolivianos, obligados a trabajar como esclavos en las tierras de Casado y otros terratenientes, y en obras viales en el Chaco. Los militantes comunistas impulsaban en el frente la consigna de la fraternización. Descubiertos, muchos eran obligados a integrar pelotones suicidas lanzados contra nidos de ametralladoras enemigas, o directamente fusilados, como el caso de Demetrio Flores. 21 LORINI, El movimiento socialista embrionario en Bolivia (1920-1939), p. 233; MAROF, Habla un condenado a muerte. 22 BONZI, Proceso histórico del Partido Comunista Paraguayo, p. 48.

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En la carta, los comunistas paraguayos informan sobre la formación de las “montoneras”, grupos integrados por campesinos que rechazaban el trabajo forzado o el reclutamiento, soldados desertores (paraguayos y bolivianos) e indígenas. Las “montoneras” se escondían en los montes, y salían para romper alambrados, carnear reses de los hacendados, obstaculizar convoyes que se dirigían al frente. Los comunistas alentaban estos movimientos y los comités antiguerreros, a los que trataban de unificar con la consigna “Resistencia a las requisas. Ni un grano de maíz, poroto, ni mandioca, ni burro, ni vaca, ni caballo, ni trabajo gratis para la guerra imperialista”.23 El Congreso Antiguerrero Continental de Montevideo A principios de 1933 se realizó en Montevideo el Congreso Antiguerrero Continental convocado por los comunistas, donde concurrieron delegaciones de todo el continente americano, y donde se discutió la lucha antibelicista en Suramérica y también en Europa y Asia. El Congreso comenzó a sesionar el 11 de marzo, con un total de 446 delegados de toda América, de los cuales 174 procedían de la Argentina, entre ellos Aníbal Ponce, Emilio Troisse, González Alberdi, José Peters; y los dirigentes sindicales, Romero, Moretti y Suárez, obrero anarquista del Puerto de Rosario.24 En este ámbito se produjo una polémica entre anarquistas y comunistas. Los primeros estaban en contra de todo tipo de guerras y ejércitos, y planteaban no presentarse a la convocatoria a filas, no aceptar la movilización militar, no tomar las armas ni enrolarse en el ejército, en suma, desertar. Estas posiciones fueron rechazadas por los comunistas, que proponían empuñar las armas para volverlas contra los jefes y oficiales, confraternizar con los soldados y transformar la guerra entre países en una guerra civil entre clases sociales opuestas. Previo a este debate, el Congreso resolvió no permitir la participación de un pequeño grupo trotskista, la Izquierda Comunista Argentina (ICA), que había decidido concurrir con dos delegados. La ICA distribuyó un volante, criticando la 23 24

“El desarrollo de las luchas antiguerreras en Paraguay”, pp. 18-24. La Internacional, núm. 3406.

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forma en que los comunistas planteaban el frente único y la no convocatoria al congreso de las organizaciones obreras de masas de los países latinoamericanos.25 El Congreso Antiguerrero de Montevideo concluyó aprobando una declaración contra la guerra, y llamando a redoblar los esfuerzos para detener las matanzas en el Chaco Boreal. Sin embargo, no fue un punto de partida para el relanzamiento de la lucha contra la guerra, sino la culminación del esfuerzo antibelicista impulsado desde las organizaciones comunistas: de ahí en adelante se advierte una clara declinación de la agitación antibélica. Esta declinación coincidió con la nueva orientación de la Internacional Comunista, de acordar con la burguesía liberal en el marco de la estrategia del Frente Popular. En agosto de 1934, se realizó en Argentina la Conferencia de Lobos, en la cual se procedió a reorganizar el Partido Comunista Paraguayo, estando sus principales dirigentes en prisión o en el frente. Según Bonzi, no quedaron actas del encuentro, pero la reorganización partidaria giró en torno a la inminente posguerra y a la nueva orientación que estaba procesando la Internacional Comunista. La lucha contra la guerra y la Oposición de Izquierda En los años en que se produjo el estallido bélico, la Oposición de Izquierda daba sus primeros pasos en Suramérica. Ya hemos mencionado la intervención de la Izquierda Comunista Argentina en el Congreso Antiguerrero de Montevideo, en este acápite analizaremos brevemente las posiciones de tres importantes referentes de esta corriente: los bolivianos José Aguirre Gainsborg y Tristán Marof, y el argentino Antonio Gallo. José Aguirre Gainsborg, militante comunista, dirigente estudiantil de Cochabamba, llegó a Chile en 1932, desterrado por el gobierno de Salamanca. Se incorporó al Partido Comunista chileno, habiendo adherido a la Oposición de Izquierda; en julio de 1933 fue expulsado y se integró a una organización denominada Izquierda Boliviana. Lo característico de este agrupamiento y de la inter25 El volante de la ICA se encuentra publicado en el Boletín de la Oposición de Izquierda Comunista Argentina del 28 de febrero de 1933; y en América Libre, núm. 5, diciembre de 1935, revista cordobesa dirigida por Tristán Marof.

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vención política de Aguirre en estos años, es la vinculación del análisis de la Guerra del Chaco con la construcción de un partido revolucionario en Bolivia. Este es uno de los puntos centrales de las tesis sobre la Guerra del Chaco, redactadas por Aguirre Gainsborg en 1934.26 En estas tesis, si bien reconoce la existencia de “móviles imperialistas nítidos”, sostiene que la guerra era consecuencia de causas internas imperantes en Bolivia y Paraguay: Sobre el terreno de la crisis, que comprende en extensión de 1929 a 1931, se depone al gobierno Siles y hace su ingreso la necesidad política de la guerra, al jugar el tradicionalismo su última carta: Salamanca presidente [...] la guerra representa también (además de los intereses petroleros) en forma indirecta la causa de la minería desesperada en la bancarrota, y para la clase media pauperizada la oferta y el reparto de prebendas [...]27

Tristán Marof (Gustavo Adolfo Navarro) era ya por esos años un reconocido intelectual que había conocido largos años de exilios y persecuciones. En 1935, publicó su obra más importante y famosa, “La tragedia del Altiplano”, cuya segunda parte está íntegramente dedicada a la crítica de la Guerra del Chaco. Con anterioridad, se había pronunciado contra la guerra en diversos artículos, pronunciamientos y “cartas abiertas”. Junto con otros compañeros, Marof fundó la organización revolucionaria Tupac Amaru. Entre ellos estaba Alipio Valencia Vega (Iván Keswar) y Luis Peñaloza, ambos “izquierdistas” desertores del frente.28 La organización Tupac Amaru definió un programa radicalizado, en el cual convocaba a todos los “luchadores enérgicos y honrados” a bregar por la liquidación de la guerra, el derrocamiento de los gobiernos “feudales” de Bolivia y Paraguay, luchar contra el imperialismo y sus aliados locales, y constituir “el primer gobierno socialista en América del Sur”.29 26

LORA, Contribución a la historia política de Bolivia, p. 78. GAINSBORG, “Apuntes para la elaboración de una tesis política”, p. 40. 28 “Izquierdistas” era el calificativo peyorativo que las autoridades daban a quienes pretendían huir del frente a través de distintos subterfugios, como, por ejemplo, autoinfligirse heridas. 29 El programa completo del grupo Tupac Amaru puede verse en: MAROF, La tragedia del Altiplano, pp. 221-222; LIBORIO, Bolivia. La revolución derrotada, pp. 165-166. 27

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En diciembre de 1934, tras muchos meses de esfuerzos, se concretó un pacto de frente único entre el Grupo Tupac Amaru y la Izquierda Boliviana, con base en un programa de 10 puntos, cinco de los cuales se referían a la guerra (paz inmediata; democratización del ejército; derecho de sufragio y elegibilidad de los reservistas en campaña, de los prisioneros y de las mujeres; amnistía general; protección y trabajo para todos los desmovilizados, rescate e inmediato auxilio de los prisioneros). En junio de 1935, en el Congreso de Córdoba, Argentina, ambos grupos fundaron el Partido Obrero Revolucionario, el primer partido de izquierda fundado en Bolivia en la posguerra del Chaco. En Argentina, Antonio Gallo escribió un artículo, publicado en octubre de 1932 en una revista española, donde analiza el conflicto. Sostiene que el territorio en litigio no contenía riquezas petrolíferas. Su importancia estratégica residía en permitir a Bolivia transportar el petróleo hacia la Cuenca del Plata sin pagar peaje a brasileños y/o argentinos. Pero Gallo muestra un panorama más complejo: en el territorio en disputa había una trama entrelazada de intereses, donde coincidían firmas argentinas, inglesas y norteamericanas; a su vez, los terrenos petrolíferos de la Standard Oil en Bolivia continuaban en Argentina, en las provincias de Salta y Jujuy. De modo que los intereses contrapuestos eran muy fuertes, y no se podía correlacionar en forma mecánica la conducta política de los sectores dirigentes y los distintos partidos políticos con los intereses económicos en pugna. Para Gallo, el gobierno argentino se hallaba entre dos presiones contrapuestas, la de los estancieros anglo-argentinos firmantes del “Memorial de Significación”, favorable a Paraguay, y la de sectores de la propia clase dirigente (oligarquías del noroeste) directamente vinculados a la explotación del petróleo. Esto obligaba al gobierno de Justo a practicar una política exterior oscilante entre Inglaterra, Estados Unidos y los demás países suramericanos; mientras el ejército mantenía un firme compromiso con Paraguay. Asimismo, Gallo ponía de relieve las causas internas que empujaban la belicosidad boliviana: la repercusión de la crisis de 1930 con la caída del precio internacional del estaño y la crónica inestabilidad política. Por último, criticaba duramente la política llevada adelante por el Partido Comunista argentino: 124

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No puede decirse que el Partido Comunista oficial argentino haya escatimado su atención al asunto. Lo ha hecho, sin embargo, erróneamente. Se ha limitado a lanzar grandes consignas ultrarradicales que no corresponden a la situación y menos a la fuerza real del Partido, tales como el derrocamiento del gobierno burgués y su sustitución por el de obreros y campesinos, asentado en los consejos de obreros, campesinos y soldados. El partido se ha limitado a agitar en el vacío su infantil radicalismo con propuestas de frente único, no de organización a organización, sino a base de epítetos, confundiendo al proletariado [...]30

Conclusiones Hemos intentado reconstruir los debates y la intervención política de la Internacional Comunista durante la Guerra del Chaco Boreal. En un primer balance, debemos destacar los esfuerzos realizados en torno a la agitación y la propaganda contra la guerra, la denuncia implacable de su estela de destrucción, penurias y calamidades arrojadas sobre la población laboriosa, los campesinos, los indígenas de dos países hermanados en frustraciones y sufrimientos. Con la propaganda antibelicista llegaron también, por primera vez, a amplios sectores populares de Bolivia y Paraguay, los elementos básicos, rudimentarios, del marxismo. Sin embargo, el esquema conceptual cerrado y esquemático, basado en una caracterización unilateral de la guerra como un enfrentamiento interimperialista, en el cual las clases dominantes y las élites políticas eran simples peones de ajedrez de un juego que se decidía en otra parte, impidió la profundización de un debate sobre las características específicas de los países latinoamericanos, y su relación dependiente con los países capitalistas centrales. Los comunistas no lograron incidir en los acontecimientos: no les faltó valentía y abnegación, pero caracterizaciones ultrarradicales de la coyuntura, consignas irrealizables y un extremo sectarismo, no podían tener otro resultado que la inoperancia y la esterilidad de los esfuerzos a la hora de promover acciones de masas contra la 30

GALLO, “Acerca del conflicto paraguayo-boliviano”.

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guerra. Es muy sugerente, en este sentido, que en el marco de una caracterización general de la época que sobredimensionaba la ofensiva del trabajo sobre el capital, se buscó copiar la estrategia derrotista desplegada por la izquierda revolucionaria durante la Primera Guerra Mundial, pero en un contexto totalmente diferente, sin encontrar los resultados anhelados. Consideramos, también, que estas apreciaciones ayudan a entender la originalidad de la formación de la izquierda en Bolivia —el país que más sufrió las consecuencias de la guerra— y en el cual el trotskismo (derivado de la primigenia experiencia de Aguirre Gainborg y Marof), con un programa más ajustado y preciso, alcanzó un desarrollo orgánico más temprano —y más persistente— que el comunismo.

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O MOVIMENTO TROTSKISTA BRASILEIRO NOS ANOS 30

Ricardo Figueiredo de Castro*

A década de 30 do século XX é um importante ponto de inflexão, relevante para o movimento comunista brasileiro. O Partido Comunista, seção brasileira da Internacional Comunista, tornouse então um partido cada vez mais proeminente na política nacional. Entre os fatores para isso podemos citar: a incorporação de novos grupos sociais aos seus quadros (militares e classes médias, principalmente); a adesão do mito político Luiz Carlos Prestes 1 que transfere seu prestígio político nacional para o partido; a ampliação de sua base política e organizacional; a difusão da ideologia do anticomunismo e sua legitimação em função do relativo sucesso da luta antifascista (1933-1935) e do fracasso do Levante Comunista (1935);2 e, o surgimento de uma nova forma de ser comunista, tornou“os bolchevique-leninistas”, isto é, militantes que se consideravam legítimos leninistas e bolcheviques, mas que, inspirados na liderança política de Leon Trotsky, criticavam a política da Internacional Comunista e a atuação do partido comunista em relação à política sindical, à questão das alianças e ao problema do fascismo.

* Doutor em História Social pela Universidade Federal Fluminense (UFF). Professor de História Contemporânea do Instituto de História da Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), localizada na cidade do Rio de Janeiro, Brasil. E-mail: [email protected] 1 Luiz Carlos Prestes (1898-1990) foi um militar e político brasileiro que se tornou um mito político nacional após percorrer, nos anos 20, o interior do Brasil com a famosa Coluna Miguel Costa-Prestes. Nos anos 30 filiou-se ao PCB e, após alguns anos, tornou-se seu secretáriogeral, o que inspirou a filiação de milhares de cidadãos ao partido. Em 1948, foi eleito senador, durante o breve período de legalidade dos comunistas. Até sua morte foi uma importante referência da esquerda brasileira, embora sua influência política tenha decaído após sua saída do partido no início dos anos 80. 2 Entre 23 e 25 de novembro de 1935 ocorreram três levantes comunistas (Natal, Recife e Rio de Janeiro) que visavam derrubar o governo do presidente Getúlio Vargas e instaurar um governo popular e revolucionário. Concentrou-se principalmente em quartéis e teve pouca (Natal) ou nenhuma adesão popular.

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Ao longo desta década surgem duas gerações de “trotskistas”.3 A primeira desenvolve-se a partir de 1928 e teve como base a luta da Oposição de Esquerda internacional e seu objetivo de reformar a Internacional Comunista. A segunda formou-se no final da década quando a Oposição de Esquerda já havia desistido de ser oposição e criara a IV Internacional. Essa segunda geração era formada em torno de Hermínio Sacchetta, dirigente do Comitê Regional do PCB de São Paulo que deixa o partido junto com vários militantes. Este artigo trata da primeira geração “trotskista” formada por um pequeno grupo de intelectuais e militantes sindicais que, no final da década de 20, se rebelou contra a política sindical e de alianças do Partido Comunista do Brasil (PCB). Esse grupo era liderado por Mário Pedrosa, Lívio Xavier, Aristides Lobo e Rodolfo Coutinho. Em 1929 o jovem militante Mário Pedrosa (1900-1981) foi enviado a URSS para cursar a Escola Leninista, instituição formadora de militantes comunistas. Uma doença o obrigou a interromper a viagem na Alemanha, uma das escalas do trajeto. Lá travou contato com as críticas de Trotsky à política do partido comunista da URSS e da Internacional Comunista e iniciou uma intensa correspondência4 com o amigo Lívio Xavier (1900-1988) que se tornou-se, então, o elo de ligação com o grupo de jovens intelectuais comunistas que tinham divergências com a política do PCB desde 1928. Em julho de 1929 retornou ao Brasil e organizou esse grupo em uma agremiação chamada Grupo Comunista Lenine (GCL). Essa organização era formada basicamente pelo grupo de intelectuais (Rodolfo Coutinho, Lívio Xavier entre outros) que foram signatários do panfleto da Oposição Sindical que criticara a política sindical do partido e sua falta de «centralismo democrático» e que

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O termo trotskista é anacrônico para este período da história do movimento trotskista mundial. Os integrantes deste movimento preferiam o termo “bolchevique-leninista” para afirmar sua filiação à tradição política dos comunistas russos. Ou seja, o termo trotskista na época era usado por aqueles que pretendiam acusar os “bolcheviques-leninistas” de fracionistas, o maior pecado de um militante comunista. Desse modo, o termo “trotskista” é usado aqui entre aspas, evitando o anacronismo, mas inserindo estes militantes na história do movimento trotskista ulterior. 4 Essa correspondência assim como as origens do trotskismo são muito bem analisadas no livro de MARQUES NETO, Solidão revolucionária.

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deixara o PCB quando da “Cisão de 1928”.5 Compunham também o CGL os sindicalistas da célula 4R que deixam o PCB em 1929. Em janeiro de 1931 fundam a Liga Comunista que será durante a sua breve existência o espaço no qual militavam os comunistas que não tinham espaço no PCB, dele saindo por expulsão ou por decisão própria.6 Três anos depois, em 1o de maio de 1934, durante o comício do dia do Trabalho em São Paulo, os “trotskistas” anunciaram sua transformação em Liga Comunista Internacionalista, pondo fim a um período no qual se consideravam-se fração do PCB, apostando na reforma do PCB e da IC. Seguindo, portanto, as resoluções da Oposição de Esquerda internacional passam a trabalhar pela criação da IV Internacional. Essa primeira geração do trotskismo brasileiro é altamente importante para a história da esquerda devido a três razões. Em primeiro lugar, este grupo teve uma importante inserção tanto no campo intelectual quando no sindical e mostrou reais condições teóricas e políticas de substituir o grupo dirigente dos anos 20. O fim do grupo dirigente gestado nos anos 20, articulado em torno de Astrogildo Pereira (1890-1965) e Otávio Brandão (1896-1980) abriu espaço político para a ascensão de um novo grupo dirigente alternativo formado pelos militantes “bolchevique-leninistas”. Entretanto, em função da pressão exercida pelo Comintern o novo grupo dirigente formado por Mário Pedrosa, Lívio Xavier e Rodolfo Coutinho, não conseguiu substituí-lo. Como este estava ligado politicamente à Oposição de Esquerda internacional isso o desqualificou frente ao Comintern e, consequentemente, o inviabilizou frente à militância partidária. Lembramos que o apoio e reconhecimento do “partido mundial da revolução” era então fundamental para a militância do PCB. A queda do grupo dirigente Astrogildo-Brandão e a inviabilidade política do grupo PedrosaXavier-Coutinho causou assim uma forte instabilidade na direção nacional. Para superar tal problema a Internacional Comunista patrocinou, no início de 1933, um curso com duas turmas para 5 C ARONE , Classes sociais e movimento operário, capítulo 6; M ARQUES N ETO , Solidão revolucionária, pp. 108 e 109. 6 Para maiores detalhes sobre a história da Liga Comunista ver MARQUES NETO, Solidão revolucionária.

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escolher os futuros dirigentes partidários nacionais, dos quais saíram os futuros secretários-gerais ao longo da década: Antônio Manuel Bonfim (Miranda) e Lauro Reginaldo da Rocha (Bangu). Além disso, esses intelectuais produziram algumas das primeiras análises sobre a história da introdução do capitalismo no Brasil. Ainda em 1930 publicaram Esboço de uma análise da situação econômica e social do Brasil, redigido por Mário Pedrosa e Lívio Xavier que assinaram com pseudônimos.7 Marcos Del Roio afirma que, naquela conjuntura, foi “a mais consistente reflexão do ponto de vista marxista sobre a formação social brasileira”.8 Este ensaio, juntamente com o Projeto de teses sobre a situação nacional,9 publicado em 1933, são as principais análises de intelectuais “trotskistas” sobre o Brasil. O fato de terem sido editados por uma organização marginalizada pela história das esquerdas brasileiras e do texto de 1930 ter sido publicado em outubro, quando se realizava o golpe da Aliança Liberal que colocou Vargas no poder e iniciou a chamada Revolução de 30 que logo o apreendeu, explicam, em parte, o virtual desconhecimento desses textos por parte da memória e da historiografia das esquerdas brasileiras. Os dois trabalhos demonstram que seus autores tinham um mínimo de conhecimento da teoria econômica marxista contida em O Capital. Lembramos que Mário Pedrosa, um dos autores do texto de 1930, tinha conhecimentos da língua alemã, além de ter estudado, nos anos 20, teoria econômica na Alemanha. Outro que conhecia o alemão e poderia ter lido O Capital foi Rodolfo Coutinho (1901-1955), que nos anos 20 estudara economia política na Humboldt-Universität zu Berlin. Aristides Lobo e Lívio Xavier, o outro autor do Esboço de uma análise da situação econômica e social do Brasil, também tinham conhecimentos de línguas estrangeiras, além de serem tradutores: o primeiro traduziu O estado e a Revolução de Lenin e o segundo Enciclopédia das Ciências Filosóficas de Hegel.10 Diferentemente do que afirma Carlos Guilherme Mota baseado em depoimentos dos intelectuais Paulo Emílio de Salles 7

ABRAMO, Na contracorrente da história, pp. 66-82. DEL ROIO, A classe operária na revolução burguesa p. 171. 9 ABRAMO, Na contracorrente da história, pp. 143-169. 10 KONDER, A derrota da dialética, p, 200. 8

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Gomes e Caio Prado Jr., no início da década de 30 alguns brasileiros já conheciam O Capital ou, pelo menos, o fundamental de sua contribuição.11 O fato é que Esboço de uma análise sobre a situação econômica e social do Brasil apresenta uma análise que leva em conta conceitos como modo de produção, formação social, meios de produção, acumulação primitiva de capital, propriedade privada, expropriação dos meios de produção. Embora seja apenas um esboço, explicitado no próprio título, esse trabalho consegue analisar minimamente as condições históricas concretas da introdução do capitalismo na formação econômica brasileira. Há, pois, nesse curto ensaio uma sensibilidade teórica em articular o abstrato do modo de produção com o concreto da formação econômica e uma preocupação em demonstrar a especificidade do capitalismo brasileiro em relação ao seu caráter universal. Essas mesmas características estão presentes no Projeto de teses sobre a situação nacional, que, inclusive, já cita A revolução permanente de Trotsky em sua edição francesa. Marx é mencionado nos dois textos, sendo que nesse trabalho é o próprio livro III de O Capital que é citado. Em terceiro lugar, realizaram um importante trabalho de difusão do marxismo, numa época em que o PCB passava por dificuldades e não tinha condições de fazê-lo. Além disso, valorizavam os textos teóricos em relação aos textos de conjuntura política. Essa opção dos intelectuais “trotskistas” era, à época, original, posto que o PCB divulgava e publicava apenas textos políticos conjunturais sem maiores pretensões teóricas. Procurando suprir essa lacuna, os intelectuais “trotskistas” participaram da criação em São Paulo da Editora Unitas. Essa casa editorial publicou na primeira metade dos anos 30 um diversificado catálogo de autores marxistas, tais como Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo etc. Inclusive, editou ainda em 1932, a versão condensada d’ O Capital de autoria de Carlos Cafiero. É interessante notar que dois de seus mais importantes integrantes, Pedrosa e Xavier tinham um particular interesse pelos fenômenos artísticos, sobretudo as artes plásticas e o cinema. 11

MOTA, Ideologia da cultura brasileira, p. 123.

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Inclusive, ambos se tornaram ulteriormente dois dos mais importantes críticos brasileiros: Xavier se dedicou durante vários anos à crítica literária em jornais diários e Pedrosa tornou-se o mais importante crítico de artes plásticas entre os anos 60 e 80. Quando morreu nos anos 80 era considerado o maior crítico de arte brasileiro. Em 1933 Pedrosa fez uma conferência no Clube dos Artistas Modernos, do qual era muito próximo, onde analisou a obra da artista alemã Kathe Kollwitz. O texto apresentado na conferência foi publicado em O Homem Livre. Finalmente, em terceiro lugar durante o curto período (19301934) em que a Liga Comunista foi ou se considerou «oposição bolchevista-leninista» do PCB os intelectuais “trotskistas” formularam políticas alternativas para as esquerdas brasileiras, das quais as mais importantes foram a participação nas eleições para a Assembleia Nacional Constituinte e a unificação das forças políticas sindicais e partidárias em frente única contra a política sindical varguista e o fascismo da Ação Integralista Brasileira (AIB).12 Esta política de unidade se consubstanciou principalmente na formação da Coligação dos Sindicatos Proletários e, sobretudo, na Frente Única Antifascista (FUA). Fundada em agosto de 1933 a referida Coligação tinha por objetivo coligar os sindicatos que já haviam aderido à nova legislação sindical. Assim, os “trotskistas” procuravam formular uma alternativa à política do PCB, que então, propunha sair desses sindicatos e criar outros formados pelos grupos oposicionistas aos sindicatos oficiais, as chamadas “oposições sindicais” A FUA, fundada em junho de 1933 na cidade de São Paulo, tinha por objetivo principal unir cidadãos, grupos e partidos numa frente única antifascista que barrasse o crescimento do fascismo em São Paulo, representado pela Ação Integralista Brasileira (AIB). Dela fizeram parte a Liga Comunista (“trotskista”), sua principal patrocinadora, o Partido Socialista Brasileiro de São Paulo, várias organizações da sociedade civil e sindicatos, além do PCB paulista, que no início apoiou criticamente mas, após ser repreendido pelo 12

A AIB foi fundada em outubro de 1932 em São Paulo e seu líder máximo era Plínio Salgado. A AIB, ainda que claramente inspirada no Partido Fascista de Mussolini, desenvolveu sua própria versão nacional do fascismo.

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Comitê Central localizado no Distrito Federal (cidade do Rio de janeiro), iniciou uma intensa e feroz campanha de acusações e impropérios políticos.13 Concluindo, o movimento trotskista nos anos 30, apesar de sua pequena densidade numérica configurou-se como uma alternativa histórica possível do comunismo brasileiro, mas foi derrotado historicamente pela nova geração que entrou no PCB em meados da década. Esta nova geração, organizada em torno da figura lendária de Luiz Carlos Prestes, configurou o que Marcos Del Roio caracterizou como “prestista-stalinista”, e que dominará o movimento comunista brasileiro por vários anos.

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CASTRO, Contra a guerra ou contra o fascismo?, capítulo 6.

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Lazar Jeifets y Víctor Jeifets

Latinoamérica en la década de 1930 se convirtió en un laboratorio para experimentar la nueva táctica del partido comunista universal (o sea, de la III Internacional (la Comintern). Ha sido un reflejo de los procesos previos dentro del movimiento revolucionario continental: la creación de los Soviets en Chile, la revolución de agosto en Cuba, el fenómeno del “prestismo” (“tenentismo” en Brasil), etcétera, y de las discusiones correspondientes dentro de la izquierda comunista nacional y en Moscú. Los nuevos dirigentes de la esfera latinoamericana de las actividades cominternistas: Georgui Skalov (Sinani), Van Min, Vladimir Miroshevsky, Avgust Guralsky, entre otros, intentaron, por primera vez, combinar su interpretación del marxismo-leninismo con la experiencia de los comunistas dentro de Latinoamérica. La III Conferencia de los PP.CC. de Latinoamérica llevada a cabo en 1934, demostró las contradicciones en la actitud cominternista acerca de la revolución latinoamericana. Todavía antes del VII Congreso de la Comintern (1935) la vía hacia el Frente Popular había sido marcada. Al mismo tiempo, en primavera de 1934, la preparación acelerada de la revuelta armada en Brasil (formalmente también estaba basada sobre la idea del Frente Popular, pero efectivamente era una aventura peligrosa y tardía) fue empezada en Moscú. Y decimos que era tardía, porque la Comintern en los años veinte había rechazado las ideas similares en Venezuela, Colombia, Cuba y Nicaragua, a pesar de las perspectivas visibles de todos estos planes (podrían ser ejemplos de una revolución nacional realizada bajo la dirección y con la participación activa de los comunistas). La alianza amplia fue realizada exitosamente en Chile. En Cuba, el cumplimiento del programa mellista (Julio Antonio Mella pro137

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ponía unir los esfuerzos del PCC con los de otras fuerzas antiimperialistas aunque no tuviesen carácter comunista) ha convertido a los comunistas en una fuerza influyente. Sin embargo, los intentos de organizar una alianza aprista y comunista en el Perú habían terminado con un fracaso rotundo. En México, en los años treinta, la realización de la consigna “Unidad a Toda Costa” resultó ser un golpe fuerte a la independencia de la izquierda y uno de los factores de su marginalización. A lo largo del presente artículo analizaremos dos casos importantes en la historia de la Comintern en Latinoamérica, que tienen mucho que ver con la política de alianzas y construcción de Frentes Populares (bajo diferentes nombres): las relaciones entre Moscú y el líder revolucionario peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, y el papel del prominente cominternista Georgui Skalov (Sinani) en las discusiones sobre el Frente Popular y la preparación de la revuelta armada en Brasil en 1934. Hay que recordar los inicios de la formación de la izquierda en el Hemisferio Occidental, para precisar de su sector comunista. Nació como resultado de los esfuerzos de los partidarios locales de la revolución bolchevista y de las actividades de la III Internacional. Cabe reconocer la razón de los pioneros de los estudios cominternianos latinoamericanos (antes que todos, Robert J. Alexander): el Estado Mayor de la revolución mundial no ha tenido una política bien pensada y cuidadosamente elaborada en esta parte del mundo.1 Varios factores determinaron esta situación. Los marxistas de la III Internacional jamás hicieron un análisis serio de los procesos regionales antes de 1917-1919; además, Latinoamérica en general carecía de teoréticos profundos en los partidos de izquierda. La Comintern tampoco disponía en aquel entonces de expertos capaces de interpretar las realidades latinoamericanas dentro del marco del marxismo. A diferencia de Europa, donde los comunistas pudieron apoyarse sobre la base de antiguos partidos social-demócratas, en el subcontinente latinoamericano no hubo ni siquiera base política sólida para el desarrollo de los PP.CC. Estas circunstancias han sido la base para formar una política cominternista en esta región, como 1

ALEXANDER, Communism in Latin America.

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una cadena de cambios constantes y de búsquedas interminables de la mejor forma de penetrar en las masas. Se emprendían varias discusiones las cuales a veces llevaban a los comunistas a considerar variantes de crear alianzas amplias y los planes del derrocamiento armado de las dictaduras. Jamás la III Internacional apoyó estas ideas. Desde hace años existe un mito historiográfico sobre las relaciones entre Haya de la Torre y la Comintern. Los dirigentes del APRA siempre negaban, rotundamente, los lazos ideológicos y de organización entre su partido y el comunismo internacional. Según el aprista reconocido Luis Alberto Sánchez, durante la estancia de Haya de la Torre en Moscú, éste recibió una propuesta de afiliarse con la Comintern, la cual rechazó; desde aquel entonces los comunistas le consideraban como un enemigo. No es para nada cierto. Haya viajó a Moscú por la encomienda y con la carta de recomendación del PC de México, el cual consideraba que el líder estudiantil peruano “hizo más para sus ideas quizás que lo que podían hacer sus escasos periódicos publicados en castellano [...]”, sería “un grave error y casi una desgracia […] que no aprovecháramos sus energías, personalidad e inteligencia por la falta de unos cuantos mezquinos cuartos”.2 Uno de los resultados virtuales de este viaje, según el PCM, sería la “la formación del Partido Comunista fuerte en el Perú y […] la repercusión entre los estudiantes de Argentina, Cuba, Bolivia y Panamá”. El mismo Víctor Raúl quería “ir a Rusia para defenderla a la conciencia”. Antes de salir para Moscú, Haya ya había ingresado al PCM, y en mayo de 1924 participó en la conferencia del partido, o sea, estaba afiliado formalmente con la III Internacional. Firmó, entre otras personas, la resolución de la conferencia convocando la formación del gobierno obrero y campesino, la conversión de los ayuntamientos en los Consejos de trabajadores obreros y campesinos, a la socialización de la tierra y de medios de producción.3 Su esfera del 2 RGASPI, f. 495, op. 108, d. 41. f. 2: MDR [M.Díaz Ramírez] a Edgar [Woog], México, 12 de enero de 1924. 3 CEMOS, Colección PCM, c. 2, fol. 5:“Acta Constitutiva del PCM con fines electorales”, México, D.F., 22 de mayo de 1924.

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trabajo partidario era bien definida por él mismo: “la formación de los partidos comunistas en Perú y Panamá”.4 El resultado más importante de su viaje fue el establecimiento de contactos informales con los dirigentes de varias estructuras cominternianas, las cuales Víctor Raúl mantuvo durante algunos años. El “huésped peruano del V Congreso”, a quien conocemos como fundador del Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), que tanto elogiaba su independencia de la “europea” III Internacional, fue muy leal al Estado Mayor de la revolución mundial durante mucho tiempo. Era un militante que, junto con los funcionarios de la Comintern, estaba pensando sobre los diferentes modos de realizar las ideas revolucionarias comunistas dentro del marco del movimiento latinoamericano. Claro está, que este proceso era multilateral ya que los trabajadores del aparato de la III Internacional consideraron durante un largo plazo cronológico a Haya de la Torre como uno de los dirigentes con más perspectivas del comunismo en el Hemisferio Occidental, mientras su actividad fue vista en Moscú como una dirección vital para el trabajo de los comunistas latinoamericanos. Durante su estancia en la capital soviética, Haya elaboró un memorando sobre la influencia del imperialismo estadounidense en América Latina y formuló su visión de los retos del movimiento revolucionario continental. Según palabras de él, los gobiernos corruptos, ausencia de partidos organizados y falta de conciencia de los políticos caudillistas, así como la inalfabetización de masas populares, facilitaron a Washington la posibilidad de llevar a cabo su política imperialista.5 Durante su estancia en Europa Occidental, Haya de la Torre desarrolló estas ideas elaborando un plan de fundación de un nuevo partido político. En su carta enviada a Moscú declaró que se trataba de formar un partido grande de obreros y campesinos de Perú (futura APRA) para convertirlo luego en una estructura internacional para toda Latinoamérica y así inspirar el revolucionarismo de 4 RGASPI, f. 495, op. 1, d. 371, ff. 58-58v: Cuestionario del delegado al V Congreso de la Comintern (Haya de la Torre). 5 RGASPI, f. 495, op. 79, d. 7. ff. 1-2 y 8. HAYA DE LA TORRE, América Latina y el imperialismo de los Estados Unidos.

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las masas para la revolución, con el objeto de la unidad de pueblos del continente contra el imperialismo yanqui: “El programa máximo y mínimo del Partido será el de los P. comunistas pero no usará la palabra para evitar de echarse encima la ofensiva mundial contra el comunismo que no podría soportarse en América por el grado de debilidad de las fuerzas obreras”.6 Haya de la Torre no dudaba para nada de que el futuro partido en dos meses tomaría el poder en Perú para desplegar, posteriormente, la agitación por todas las partes de América. El fundador del APRA (considerado por él mismo mucho más avanzado que el partido nacionalista indio o los partidos similares de otras colonias británicas y franceses), pidió a la KOMINTERN prestarle apoyo moral y de agitación, y, “por si era posible”, una ayuda financiera. Al mismo tiempo, insistía en “autonomía para nuestros procedimientos y desarrollos” alegando una “falta absoluta de sentido político adaptado a las circunstancias de sus propios países” de parte de los PCS chileno, mexicano y argentino, que no han “americanizado” su táctica, mientras que su partido peruano “buscará por otros caminos los mismos fines”.7 Haya iba a construir su partido sobre la base de principios de organización de cualquier partido comunista, pero “adaptándolo en lo necesario” a las realidades nacionales. Para evitar la reacción violenta, el APRA iba omitir “alarmismos o palabras extranjeras” y ser “absolutamente nacional” en su literatura. El partido de Haya de la Torre iba abolir al ejército después de tomar el poder y formar uno nuevo con la participación de los consejeros militares soviéticos; Víctor Raúl solicitó a la URSS enviar a Perú una misión para la educación política de niños y campesinos, y de crear en el altiplano las colonias agrícolas rusas. Después de la consolidación del poder y al acabar con el peligro de contrarrevolución y una intervención imperialista, Haya de la Torre prometía que el gobierno peruano evolucionaría “hacia un comunismo más radical”.8

6 RGASPI, f. 495, op. 118, d. 2, ff. 28-29: Haya de la Torre a Stirner [Woog], [9 de diciembre de 1924 o más tarde]. RGASPI, ff. 28-29. Las cursivas son nuestras. 7 RGASPI, f. 30. Las cursivas son nuestras. 8 RGASPI, f. 32. Las cursivas son nuestras.

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El experto latinoamericano de la III Internacional, el suizo Edgar Woog (Stirner), no tardó mucho en apoyarle en general; sin embargo, consideró los puntos de vista de Haya de la Torre “demasiado abstractos”. Y el mayor obstáculo para realizar las ideas de Víctor Raúl, según el suizo, era precisamente este futuro partido organizado directamente para asumir el poder, en el cual su jefe sería “casi el único que tiene una concepción más o menos marxista del movimiento revolucionario”.9 La conclusión de Woog fue muy desilusionante para Haya de la Torre: Un partido, sin experiencia, sin una dirección formada por hombres que tienen los mismos conceptos, que tienen la misma línea de conducta en los diferentes problemas que se presenten, que tienen una experiencia bastante para darles seguridad en sus paros, sin un tal partido, no se toma el poder para aplastar a la burguesía —a la burguesía, no sólo a los terratenientes—. No dudo que para el Perú el apoyo de la masa indígena campesina será decisivo para el sostenimiento del poder proletario, pero sin un partido de hierro, sin un grupo de compañeros perfectamente educados a base de la experiencia misma y la del movimiento revolucionario ruso y del período de reconstrucción que en Rusia se hace desde la Revolución de Octubre, no podrán mantenerse en el poder ni dos meses.10

El nuevo viaje de Haya a Moscú para hacer un informe en el Pleno Ampliado del CEIC en 1925, fue cancelado por falta de financiamiento. El peruano fue a Londres y más tarde regresó a Latinoamérica para fundar el APRA. El programa de este partido repetía las tesis sostenidas por Haya en su comunicación epistolaria con la Comintern, al mismo tiempo el nuevo partido fue autodenominado como “un movimiento autónomo latinoamericano sin ninguna intervención o influencia extranjera”.11 Los apristas 9 RGASPI, f. 34 Wooga Haya de la Torre, Moscú, 12 de enero de 1925. Las cursivas son nuestras. 10 WOOG a Haya de la Torre, Moscú, a 12 de enero de 1925. – Rossiiskii Gosudarstvennyi arjiv sotsialn’no-politicheskoi istorii (RGASPI, por sus siglas rusas), fondo 495, inventorio 118, delo 2, list 34. 11 RGASPI, f. 495, op. 118, d.3, f. 7v: Haya de la Torre, V.R. “¿Qué es el APRA?”. Los puntos principales del programa fueron publicados por Haya de la Torre en la revista marxista británica Labour Monthly en diciembre de 1926.

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dieron a entender que sólo su partido como el Frente Unico de los trabajadores manuales e intelectuales (obreros, estudiantes, campesinos, intelectuales, etcétera) era la fuerza motriz del movimiento revolucionario antiimperialista en América Latina. En 1927, la Comintern reinició el dialogo con Haya de la Torre. Incluso, después de la ruptura pública y demostrativa entre la KOMINTERN y el APRA, que siguió al congreso antiimperialista en Bruselas y la polémica amplia entre Haya y los comunistas, muchas personas en Moscú todavía consideraban al peruano como “una persona buena y muy sincera”.12 Y esto creó —a pesar de las contradicciones y divergencias públicas— una posibilidad viable para lograr un compromiso. Tampoco había prosperado este intento de formar alianza (obstaculizado por los apristas que no querían colaborar con su ex colega Eudocio Ravines, quien para aquel entonces ya era dirigente del PC del Perú), y por los mismos comunistas peruanos que estaban encerrados en el mundo de su sectarismo y con ilusiones de ser el partido vanguardia del proletariado continental. Los burócratas cominternianos al final de cuentas rechazaron el proyecto de la revolución continental de Haya de la Torre, así como la alianza con la Unión Nacionalista de Cuba para derrocar el régimen de Gerardo Machado (propuesta por Julio Antonio Mella); desecharon el plan de expedición militar en contra de la dictadura de Juan Vicente Gómez, preparado durante años por el grupo comunista dentro de la dirección del Partido Revolucionario Venezolano (Salvador de la Plaza y los hermanos Machado); no apoyaron el intento del Partido Socialista Revolucionario de Colombia de formar un frente con los liberales para realizar un golpe de Estado; así como el plan del sindicalista colombiano Raúl Mahecha de llevar a cabo una revuelta armada con el dinero de la empresa Rockfeller. Incluso, el famoso apoyo de la Comintern prestado al Ejército Defensor de Soberanía de Nicaragua era más una maniobra propagandística que ayuda eficiente. La conferencia de los PP.CC. de Latinoamérica de 1934 en Moscú, tuvo un carácter muy diferente de los eventos parecidos anteriores, a pesar de que la idea de convocarla surgió de manera 12

RGASPI, f. 495, op. 118, d. 3, f. 7v.

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inesperada. Las fechas del VII Congreso de la IC habían sido cambiadas; sin embargo, los delegados latinoamericanos ya estaban en el camino y algunos se encontraban en Moscú. La Comintern decidió aprovechar la situación para poner al debate la naciente idea del cambio en la política de la III Internacional. El nivel de representación de los cuerpos dirigentes de la Comintern era alto, asistieron Dmitry Z. Manuilski, Van Min, Fritz Geckert, Palmiro Togliatti, entre otras personas importantes. Entre los delegados se encontraban dirigentes de los PP.CC. que habían destacado como organizadores y teoréticos del movimiento revolucionario, como los cubanos Blas Roca y Jorge Vivó d´Éscoto; los argentinos Rodolfo Ghioldi y Paulino González Alberdi; el peruano Eudocio Ravines; el mexicano Hernán Laborde; el chileno Carlos Contreras Labarca; el uruguayo Eugenio Gómez, futuro líder del PC de Brasil, el “caballero de esperanza” Luis Carlos Prestes y uno de los fundadores del PCB Octavio Brandão. Los alumnos de la Escuela Internacional Lenin también participaron en las discusiones. Para aquel entonces, dentro del aparato de la Comintern se formó un grupo de investigación encabezado por Georgui Skalov, que intentaba hacer de manera consecuente y clara los estudios de problemas del continente. Aparte de Skalov (encargado por el Lender-Secretariado de América del Sur y del Caribe) el grupo consistía con el primer investigador soviético del movimiento revolucionario mexicano Stanislav Pestkovsky, Vladimir Miroshevsky, Maurice Jaskin, Genrij Yakobson, Leon Jaikis, Avgust Guralsky, Ines Tulchinskaya, Zajari Rabinovich, etcétera. La Comintern emprendió en Brasil un intento espectacular de combinar la táctica del Frente Popular con la de revuelta armada, convirtiendo de esa manera la unión de fuerzas antifascistas y antiimperialistas —la Alianza Libertadora Nacional— en el centro de la preparación de rebelión. Al parecer, desde el intento de organizar “Octubre alemán” en 1923, el Estado Mayor de la Comintern no realizo trabajo tan intensivo para organizar una revuelta armada. El centro de coordinación era la comisión permanente para los asuntos de América del Sur y del Caribe (creada en marzo de 1934 y compuesta de Dmitry Z. Manuilsky, Solomon Losovsky, Wilhelm Knorin, Boris Vasiliev, Avgust Guralsky y Georgui Skalov). Las actas 144

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de sesiones de la comisión más bien informes de consejos militares. Y exactamente esta era la función de la comisión: ser un Estado Mayor militar de la futura rebelión. Entre otras cosas, fue tomada la decisión de organizar un grupo de estudio rápido (durante un mes) de la experiencia de la organización partidaria, militar y de la creación de los Soviets en China.13 Un plan especial suponía el estudio pormenorizado del país: su administración y gobierno, políticos y periodistas prominentes, altos mandos militares, composición, organización, armamento, estatutos y experiencia de las fuerzas armadas (“la lucha contra prestistas, contra cangaceiros, rebelión en San Paulo, etcétera”). Otros campos de investigación eran condiciones socio-económicas, crisis financiera, intereses extranjeros y condiciones de vida de la clase obrera, campesinado y de las masas indígenas y negras.14 Entre los asuntos de cuadros se destaca la encomienda dada a Vasiliev y Sinani de ponerse de acuerdo con el jefe del Departamento Extranjero de NKVD Berzin y “llamar [a la URSS] al com. J.” Se trataba de un representante del servicio de espionaje, quien tendría que coordinar trabajo clandestino para preparación de la rebelión.15 El Departamento de Organización fue el encargado de escoger a dos o tres militares extranjeros y entrenarles para condiciones específicas de Brasil. A su vez, el Lender-Secretariado de América del Sur y del Caribe (Guralski y Sinani) fueron responsables por elaboración, durante tres días, de una lista de militantes de otros partidos comunistas, quienes podrían ser enviados a Brasil para fortalecer el trabajo partidario y sindical. Después de un mes de trabajo la comisión, al averiguar el cumplimiento de resoluciones tomadas, exigió decididamente terminar con las clases generales realizadas por Van Min y pasar a los estudios de “cómo se puede aplicar la experiencia china en las con13 RGASPI, f. 495, op. 79, d. 197, f. 16: Comisión permanente para los asuntos de América del Sur y del Caribe, 16 de marzo de 1934. 14 RGASPI, f. 18: El plan especial del Despacho de América del Sur y del Caribe para el año de 1934. 15 Al final de cuentas, este trabajo fue encomendado a Pavel Stuchevsky, quien llegó a Brasil con los documentos falsos a nombre de ´Leon Jules Vaille´, y logró, después de la derrota de la rebelión, escapar a los agentes policiacos y regresar a la URSS.

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diciones de América del Sur y del Caribe”, “terminar el curso sobre la técnica de clandestinidad” con “Morales” y “Fernández” (L.C. Prestes) y componer una lista de militantes comunistas de Polonia, Alemania, Italia, Hungría y países balcánicos, que podrían ser utilizados para el trabajo internacional. La comisión también demandó definir durante tres días la candidatura del militar dirigente.16 La historiografía comunista tiene una larga tradición de explicar los procesos en el movimiento revolucionario latinoamericano en la mitad de los años 1930 con “alguna esperanza rara de repetir la experiencia de la revolución china en Brasil”, y esta idea se vincula con Jules Humbert-Droz, Avgust Guralsky y Georgui Skalov. “Estas personas han reflejado en una forma peculiar la nueva ola de la tendencia ultraizquierdista que resurgió en el seno del Comité Ejecutivo de la IC después del VI Congreso de la Comintern. Al recibir un golpe en “el frente oriental” esta tendencia ha mudado al esfera de América Latina.17 Sin embargo, esta definición para nada puede ser relacionada con Humbert-Droz, quien fue destituido de la coordinación de la política latinoamericana de la III Internacional en 1929. Tampoco es muy cierto la imágen demónica de Skalov (Sinani) creada por varios autores. Según Boris Koval, la tendencia ultraizquierdista no solamente llegaba desde abajo, sino que fue impuesta “desde arriba” —de parte del Lender-Secretariado Latinoamericano del CEIC y especialmente de parte de su jefe G.B.Skalov (seudónimo Sinani: de Cina-China). Al pasar unos años en China como un consejero militar de Kuomintang en 1925-1927, Sinani creyó para el resto de su vida de que la ruta china de la revolución “desde el campo a la ciudad” y solamente los métodos armados de la lucha eran aplicables para todos los países coloniales y dependientes entre estos. Las esperanzas especiales que Skalov-Sinani tenía para “China latinoamericana”, o sea para Brasil.18 Sin embargo, hay que entender que había sido primario: la experiencia china de Skalov o la visión de los asuntos latinoamerica16 RGASPI, f. 495, op. 79, d. 197, f. 19: Acta de segunda reunión de la comisión para los asuntos de América del Sur y del Caribe, 25 de abril de 1934. 17 KOVAL, Revolutsionnyi Opyt XX Veka, p. 196. 18 KOVAL, Revolutsionnyi Opyt XX Veka, p. 197.

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nos por los dirigentes de la Comintern encargados de cuestiones de personal. Originalmente, Skalov iba a regresar a China como el consejero militar de la Comintern. Incluso, elaboró un plan de creación del Ejército Rojo chino. Sin embargo, de último momento enviaron a China al alemán Otto Braun, quien ni siquiera conocía aquel país y no contaba con experiencia militar (a diferencia de Skalov). Mientras tanto, Skalov encabezó la coordinación de la esfera latinoamericana de las actividades cominternianas y con plena energía y entusiasmo cambió todo el ritmo de este trabajo. Tal cambio de los cuadros es una muestra del interés profundo de los altos mandos de la IC a la aplicación de la experiencia china a otros países coloniales y semicoloniales. Skalov resultó ser una persona necesaria en el lugar adecuado. Tomemos en cuenta, sin embargo, que la experiencia personal china de Skalov era la experiencia de la derrota de la Revolución china. Por fin, no podríamos de manera segura relacionar el seudónimo Sinani con China. Hay razones serias para suponer que Skalov durante su estancia en China escogió el nuevo nombre al recordar a un joven y enérgico oficial ruso, Boris Sinani, miembro del Soviet de Petrogrado después de la revolución de febrero de 1917 (él también era miembro de este Soviet). Sin embargo, Skalov nunca pudo reconocerlo abiertamente, considerando que Boris Sinani era militante del Partido de Socialistas Revolucionarios proscripto por los bolcheviques después de su ascenso al poder. Más importante aún es el análisis de los puntos de vista del mismo Skalov-Sinani. Él caracterizó al prestismo de la siguiente manera: Es la corriente pequeño-burguesa, es la ideología pequeño-burguesa, pero esto no nos lleva a la conclusión de que cualquier grupo pequeño-burgués es necesariamente el prestismo. No se puede generalizar en el asunto de los “ismos”. ¿Qué es el prestismo? Es la fe al jefe pequeño-burgués. Entonces veremos que tal definición nos permite tildar como prestista al Kuomintang de izquierda en China. Es una cosa abstracta muy pobre que no presta posibilidades de distinguir entre diferentes corrientes pequeño-burgueses. [...] El prestismo es una corriente de pequeña burguesía condicionada por el tiempo y lugar y 147

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está absolutamente claro que los restos de esta corriente todavía están fuertes, desgraciadamente, y en el partido [comunista] también. Las ilusiones prestistas existen todavía en las masas de Brasil. Sin embargo, no vamos a pintar al partido [comunista] en Brasil con colores de la noche eterna donde todos los gatos son grises y donde todas las corrientes pequeño-burgueses son prestistas.19

En este texto no se detecta ninguna contradicción con la línea general de la Comintern trazada en su VI Congreso. Recordemos que el miedo de que los comunistas perderían su imagen independiente y su virtual papel hegemónico en la revolución motivó la negación de parte de la Comintern de apoyar la estrategia del Partido Revolucionario Venezolano que estaba preparando una expedición armada a su país; por esta misma causa Moscú exigió a los comunistas de Colombia y Perú dejar de esconderse bajo el cobijo “socialista” y “socialista revolucionario”, y declarar abiertamente su contenido comunista. Skalov estuvo de acuerdo con la opinión sobre necesidad de lucha contra el prestismo; sin embargo, consideraba que “el partido comunista podría usar hasta cierto grado y en sus propios intereses en la lucha revolucionaria a algunas masas prestistas no afiliadas con el partido con el objeto de ampliar sus filas, para fortalecer su influencia, con una sola condición [...] de no hacer del prestismo un imperio incaico”.20 Todavía en 1932, durante la elaboración de la tesis “Las tareas de los Partidos Comunistas Latinoamericanos en el movimiento sindical”, Skalov declaró que la consigna “Clase contra Clase” en los países de América del Sur y del Caribe sería un error, ya que “ni la correlación de las fuerzas de clases, ni el despliegue de la lucha de clases y sus perspectivas inmediatas se expresan con esta lema”. El secretario general de la Internacional Sindical Roja, Losovsky, reaccionó inmediatamente tildando tal actitud como “una perversidad monstruosa respecto a la línea de la Internacional Comunista”. Afirmaba la imposibilidad de entender las causas de no aplicación de la táctica “Clase contra Clase” en el continente. “¿Tal 19 RGASPI, f. 495, op. 79, d. 193, f. 206: Acta estenográfica de la reunión del Lender-Secretariado Latinoamericano, 27 de marzo de 1934. El informe de Sinani. 20 RGASPI, f. 207.

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vez, hay que cancelar también la lucha de clases como tal para los países de América del Sur y del Caribe?”. Losovsky demandó la discusión del asunto en la Comisión Política de la Comintern, advirtiendo que tales “correcciones” de la táctica de la III Internacional podrían “llevar demasiado lejos”.21 En aquel entonces Skalov tuvo que cancelar su actitud; sin embargo, más tarde esta idea empezó a dominar y no solamente en el Lender-Secretariado, sino en la Comintern entera. Varios autores presentan al secretario del CEIC, Manuilsky, (quien tuvo relaciones muy amistosas con Prestes) y Skalov (quien, junto con el ex anarquista Antonio Miranda, ponía frenos a la admisión del “caballero de esperanza” al PCB) como dos polos opuestos.22 Sin embargo, sería interesante entender cómo estos autores perciben el carácter de relaciones dentro de los altos mandos de la Comintern. Skalov era un funcionario de la III Internacional y subordinado de Manuilsky (miembro de la Comisión Política y del Secretariado Político del CEIC). Y es obvio que siendo parte del aparato cominternista, Skalov era capaz de dar consejos a Manuilsky, expresar su propia opinión y presentar su desacuerdo con puntos de vista de su jefe a los organismos más altos de la Comintern, por fin, maniobrar como es típico para cualquier estructura burocrática. Pero no podría llevar a cabo una línea contraria a la de sus superiores. Por cierto, Manuilsky no siempre fue partidario de Prestes. Era precisamente Manuilsky quien en nombre de la Comintern negó, en 1929, un préstamo al representante de Prestes, quien había solicitado ayuda para la “columna invencible”; en 1930, en la reunión del Presídium del CEIC, criticó a los dirigentes del PCB (Astrogildo Pereira) por su colaboración con Prestes.23 No olvidemos un hecho muy importante: Prestes necesitaría un permiso para hablar con los dirigentes superiores de la Comintern. No era trabajador del CEIC y no podía disponer de tal pase. Consecuentemente, alguna persona del Lender-Secretariado debería recibir para él los pa21

RGASPI, f. 495, op. 79, d.171, f. 58. LOSOVSKY, “Carta a la Comisión Política del CEIC”. JARLAMENKO, Pervoye Antifashistkoye Vosstaniye Latinskoi Ameriki. 23 JEIFETS, L. Jeifets y Huber, La Internacional Comunista y América Latina, 1919-1940. Diccionario biográfico, p. 192. 22

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ses temporales. No lo hubieran hecho para la persona a quien consideraban inútil y peligrosa. En junio de 1931, el Lender-Secretariado Latinoamericano (encabezado por Skalov poco más de medio año) comunicó la resolución favorable a la venida de Prestes a la URSS para trabajar como ingeniero y conocer de cerca los pormenores de la construcción socialista. Sin embargo, se condicionaba con la publicación de una declaración de reconocimiento del PCB como el único organizador de la revolución obrera, campesina y antiimperialista, condenando su propio pasado como una vía falsa y llamando a sus partidarios a ingresar en el PCB y luchar bajo su tutela. A Prestes le exigieron la explicación de que iría a la URSS: no para romper con la revolución en Brasil, sino para ver la construcción del socialismo, tomar parte en este proceso, aprender de la experiencia del partido más fuerte de la Comintern, convertirse en un comunista y regresar a Brasil siendo listo no solamente entregar sus fuerzas al servicio de la revolución, sino también armado con la teoría marxista-leninista […] Al mismo tiempo, considerando que nuestro permiso a Prestes para venir a la URSS significa un intento hacer de él nuestro amigo auténtico, es necesario que el PC de Brasil, siguiendo la lucha política en contra del “prestismo” como una de las formas de la influencia pequeño-burguesa sobre la clase obrera y el PC, no haría campaña de desacreditación personal de Prestes de tipo que “Prestes es un Chiang Kai-Shek brasileño”, lo que no es cierto bajo ningún punto de vista.24

La carta no está firmada, pero no hay duda de que Skalov era su autor o coautor. Este documento era un programa de como atraer a Prestes al orbita de la Comintern. Podemos suponer que las ideas de la preparación de una revuelta armada sobre la base de experiencia china, formuladas en 1934, habían empezado a madurarse en los despachos cominternianos todavía en aquel entonces, en 1931. Y la figura clave de la futura revuelta también fue seleccionada con anticipación. 24 RGASPI, f. 495, op. 79, d. 153, ff. 59-60: Secretariado Latino-Americano del CEIC al Bureau Sudamericano del CEIC, 22 de junio de 1931.

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Desde la llegada de Prestes a Moscú se inició el proceso complicado de consideración de posibilidades de usarlo. Skalov y Guralsky, efectivamente, han discutido mucho sobre el tema. Aparte de contradicciones teóricas hubo pleitos personales y la competencia por influencia. Prestes también participó en la polémica. Una discusión organizada por el Despacho de América del Sur y del Caribe del Instituto de Economía y Política mundial (encabezado por Skalov) que trataba de la “Discusión sobre prestismo (movimiento de la pequeña burguesía en Brasil)”, suele ser una cosa sorpresiva para la ciencia. Al inaugurar las pláticas, Vladimir Miroshevsky presentó al ponente de la manera siguiente: En todo el mundo no hay persona que conociera la historia del prestismo mejor que el compañero Fernández. Durante muchos años [el] compañero Fernández estaba viendo al mundo con los ojos de Prestes y él conoce mejor que todas las peripecias complicadas del camino curvo que tuvo que pasar Prestes. Pero al mismo tiempo entre el compañero Fernández y el ciudadano Prestes hay una ruptura profunda. Prestes era un político pequeño burgués ajeno a la idea de hegemonía proletaria, intentaba sin éxito alguno copiar a los jacobinos de la época de la Gran Revolución Francesa. Comp. Fernández quiere tomar su lugar entre las filas de la vanguardia comunista y entiende que los jacobinos auténticos de nuestros días sólo pueden ser relacionados con el proletariado y armados con la teoría marxista. Si alguna “máquina del tiempo” milagrosa hubiera pasado a Prestes desde 19221925 a nuestros días, a nuestras filas, a nuestra reunión, él percibiría como cosa difícil de comprender una buena parte del informe de hoy del compañero Fernández.

Efectivamente, quien podría conocer a Prestes mejor que él mismo, a pesar de que fue llevado a Moscú de 1934 sin ninguna máquina de tiempo, por la voluntad de la Comintern. Los asistentes a la reunión, a lo mejor sabían que “Pedro Fernández” y L.C. Prestes era la misma persona. Más tarde, los académicos soviéticos han rebautizado al “prestismo” como “tenentismo”, evitando una contradicción obvia: ¿cómo podía “la corriente pequeño burguesa” llevar el nombre del dirigente del PC de Brasil? 151

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Toda la III Conferencia estaba llena del espíritu de contradicciones lógicas de la revuelta planeada. Las afirmaciones de SkalovSinani tampoco eran una excepción; declaró abiertamente: “[...] No todo lo que diré es de las ideas que defendería combatiendo hasta el final. Son nada más reflexiones. Hay que hacer un intercambio de opiniones. Sin embargo, […] no es una improvisación inútil, sino las actitudes que me interesan hoy día”.25 El informe empieza afirmando: “Estamos acercándonos a los grandes combates revolucionarios. La idea del asalto está madurándose en la conciencia de las masas. Todas las circunstancias dicen que el desarrollo de la idea del asalto nos llevaría a los grandes combates por el poder en varios países en el momento inmediato”. Los delegados a la Conferencia compartían estas tesis. Pero en unos minutos Skalov dijo algo que debería dejar a los asistentes sin poder respirar: “[…] la necesidad de fusión con las masas más amplias dictada por la propia situación revolucionaria, podría ser vinculada con la continuación de la táctica del frente único, interpretándola como la reconciliación con los partidos pequeño burgueses y burgueses”. El acta de la reunión dice: “Los compañeros piden al compañero Sinani repetir otra vez”. Y lo explica una vez más: “La aplicación de la táctica del frente único, la lucha por la fusión con las masas pueden dar luz a la tendencia de reconciliación con nuestros adversarios”, “y no solamente puede, sino lo dará inevitablemente”. Skalov llamó a erradicar al “sectarismo que nos molesta fusionarse con las masas”.26 Enumeró los objetos de posible cooperación, delimitando los marcos de nueva actitud. Según él, en Argentina no se podía plantear el asunto de manera que “el Partido Comunista saldría combatiendo al Partido Socialista con el lema ‘¡Abajo social fascismo!’ haciendo al mismo tiempo la lucha isolada en contra del socialfascismo y otra lucha isolada en contra del gobierno, una lucha isolada en contra de la clase gobernante”. Respecto al Perú, afirmó que la tarea del PC del país “debe centrarse en encontrar el camino 25 “Acta estenográfica del informe de Sinani en la 3ª Conferencia de los PP.CC. de América del Sur y del Caribe”, p. 230. 26 “Acta estenográfica del informe de Sinani en la 3ª Conferencia de los PP.CC. de América del Sur y del Caribe”, p. 229. Las cursivas son nuestras.

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hacia las masas que siguen ahora al APRA. Por eso hay que organizar la lucha sobre la base de la táctica del frente único con una serie de organizaciones de base”.27 En Chile, decía Skalov, había que “dirigir el golpe principal no en contra del grovismo sino en contra de los carabineros y la policía de Alessandri”. En Cuba, insistía Skalov, la tarea primordial era formar “un gran frente antiirvencio-nista con la participación de los Auténticos, con la participación de Grau”. No excluía la asistencia de algunos sectores del partido ABC, por lo menos, “había que hacer todo lo posible para alcanzarlo”.28 Jamás utilizó las palabras “Frente Popular”; sin embargo, exactamente esto era lo que proponía. Y el término “reconciliación” ya no sonaba una grosería para los comunistas, sino definía una nueva táctica. Era como un terremoto político para muchos. Ines Tulchinskaya intentó corregir a Skalov: ”Dijiste ‘la fusión’ con las masas, ¿te referías a la fusión o a los vínculos con las masas?”. Éste respondió evasivamente: “No sé cómo traducirlo correctamente al español, pero así había planteado Lenin el asunto [...] la fusión significa disolverse dentro de las masas [...] esta lucha dentro de las masas puede ser resultado de reconciliación, y no solamente puede, sino inevitablemente será, por eso, luchando contra el sectarismo que no molesta fusionarse con las masas de forma que acabé de explicar, necesitamos emprender una lucha seria dentro de las filas de nuestro partido”. Sin embargo, no evitó mencionar la necesidad de “lucha en contra del peligro de desviación derechista”.29 Muchos de los puntos planteados por Skalov correspondían a la opinión de sus superiores. Según el acta de la sesión, Manuilsky varias veces repetía “Está bien”, “Es cierto”. El mismo Manuilsky en sus palabras de conclusión habló sobre “el nuevo período que plantee el asunto sobre la toma del poder en varios países de América Latina”, centrándose en Brasil.30 Según Manuilsky, Brasil iba 27 “Acta estenográfica del informe de Sinani en la 3ª Conferencia de los PP.CC. de América del Sur y del Caribe, p. 253. 28 “Acta estenográfica del informe de Sinani en la 3ª Conferencia de los PP.CC. de América del Sur y del Caribe”, pp. 251-252. 29 “Acta estenográfica del informe de Sinani en la 3ª Conferencia de los PP.CC. de América del Sur y del Caribe”, pp. 229-230. Las cursivas son nuestras. 30 “Tercera conferencia de los PP.CC. de América del Sur y del Caribe”, p. 164.

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de forma acelerada hacia la situación revolucionaria y la revolución como tal. En su opinión, el dilema era visible: “[…] aparecerá el gran estado burgués o aparecerá el gran estado soviético, si este estado lo formaría la burguesía o el Partido Comunista brasileño”.31 La revolución soviética en Brasil, según Manuilsky, debería agudizar las contradicciones entre los Estados Unidos e Inglaterra, y revolucionar a todos los países de Latinoamérica. “El Partido tiene agitadores excelentes [...] tiene tales figuras como Prestes. Sin embargo, ni la agitación ni nombres crearán la situación [revolucionaria] por sí mismos”. Criticó al mismo tiempo al PCB por “no estar suficientemente preparado para la revolución democráticoburguesa y la revolución soviética […] Su partido todavía no tiene experiencia de combate […]”.32 El espectáculo realizado por uno de los altos dirigentes de la Comintern, efectivamente no deja de sorprender. Cuando el secretario general del PCB, A. Miranda, solicitó ayuda de Moscú, Manuilsky le prometió “discutir seriamente la cuestión brasileña en alguna comisión especial”, y señaló: Sin embargo creo, que no hay que crear aquí ilusiones. El peso principal de la lucha por la revolución brasileña caerá sobre los hombros de nuestros jóvenes compañeros brasileños. Creo que la ayuda concreta al partido será prestada por otros partidos de Latinoamérica. Estoy casi convencido de que Comintern les daría el derecho a palabra decisiva a los compañeros brasileños. Y de ustedes dependerá la selección del momento y de ustedes dependerá el desarrollo posterior de los eventos en la revolución brasileña. Y a pesar de todas dificultades suyas, a pesar de la juventud de su partido, estoy plenamente convencido que en los momentos muy próximos la bandera roja soviética se izará sobre Brasil. [...] Con toda la seriedad discutiremos con la delegación brasileña la cuestión sobre las medidas que garantizarían esta victoria.33

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“Tercera conferencia de los PP.CC. de América del Sur y del Caribe”, p. 166. “Tercera conferencia de los PP.CC. de América del Sur y del Caribe”, pp. 167-168. 33 “Tercera conferencia de los PP.CC. de América del Sur y del Caribe”, p. 170. 32

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El análisis de estos materiales plantea más y más preguntas. ¿La Comintern de dónde sacó la conclusión sobre la situación revolucionaria en Brasil? ¿Quién convenció sobre esto a los altos dirigentes de la III Internacional? ¿Eran nuevos líderes del PCB, o era Prestes que se encontraba en Moscú? ¿O eran los trabajadores del Lender-Secretariado Latinoamericano (Skalov y Guralsky)? ¿Por qué el aparato de la Comintern abandonó de repente la línea sostenida durante 15 años que había consistido en el rechazo a las revueltas armadas? ¿Para qué Manuilsky, en vez de dar a los delegados brasileños una respuesta clara, prometió discutir con ellos las cosas que su comisión ya estaba tratando desde hacía 7 meses? Claro está, era un luchador clandestino experimentado, pero ¿para qué hacer este espectáculo en la sala donde sólo estaban sus partidarios? ¿Por qué Skalov —la fuerza motriz de la preparación de la rebelión en Brasil— fue detenido siendo una de las víctimas del llamado “caso Kremlin”? Todavía hay más preguntas planteadas que respuestas exactas y precisas. Es el reto para varias generaciones de investigadores.

FUENTES DE INFORMACIÓN ARCHIVOS Archivo Ruso de Historia Social y Política (RGASPI) Centro de Estudios de Movimiento Obrero y Socialista (CEMOS), Colección PCM, Caja 2, folio 5. “Acta Constitutiva del PCM con fines electorales”, México, DF, A 22 de mayo de 1924. BIBLIOGRAFÍA “Acta estenográfica del informe de Sinani en la 3ª Conferencia de los PP. CC. de América del Sur y del Caribe”, Komintern i Latinskaia Amerika. Sbornik dokumentov, Moscú, 20 de octubre de 1934, p. 230. ALEXANDER, Robert J.,Communism in Latin America, Nueva Jersey, Rutgers University Press, 1957. HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, América Latina y el imperialismo de los Estados Unidos, Moscú, julio de 1924. 155

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JARLAMENKO, A.V., Pervoye Antifashistkoye Vosstaniye Latinskoi Ameriki, Universidad Obrera I.B.Jlebnikov. http:// www.prometej.info/new/mir/1776-prestes.html Publicado el 2 de diciembre de 2010. JEIFETS, Lazar S., V. JEIFETS y P. HUBER, La Internacional Comunista y América Latina, 1919-1940. Diccionario biográfico, Ginebra, Instituto de Latinoamérica-Institute pour recherches du communisme, 2004. Komintern i Latinskaia Amerika. Sbornik Dokumentov, Moscú, Nauka, 1998. KOVAL, B.I., Revolutsionnyi Opyt XX veka, Moscú, Mysl´, 1987. LOSOSVKY, A., “Carta a la Comisión Política del CEIC (con la copia para el c. Sinani) sobre las enmiendas a las Tesis sobre las tareas de los PP.CC.: latinoamericanos en el movimiento sindical. A 18 de julio de 1932”. “Tercera conferencia de los PP.CC. de América del Sur y del Caribe. Moscú, 16-28 de octubre de 1934. Informe de D.Z.Manuilsky. (Acta estenográfica, a 27 de octubre de 1934)”, Latinoamerikanskii Istoricheskii Almanaj, Moscú, 2002, núm. 3.

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Hernán Camarero*

Durante el cuarto de siglo concluido hacia mediados de la década de 1940, el Partido Comunista (PC) protagonizó una experiencia decisiva en la historia del movimiento obrero argentino. Con la implantación molecular de sus células de empresa y sus agrupaciones gremiales y, más tarde, con la constitución y dirección de los principales sindicatos industriales y de las huelgas fabriles, el PC se convirtió en un impulsor clave de la movilización de los trabajadores. En esos años, el partido logró agrupar a miles de militantes. Asimismo, constituyó múltiples instituciones socioculturales en la clase obrera: bibliotecas, escuelas, clubes deportivos, agrupaciones femeninas, infantiles y juveniles, asociaciones de inmigrantes, ligas antiimperialistas y antifascistas, entre otras. Esta ascendente presencia política, social y cultural fue la más alta conseguida por el PC en su historia. El movimiento que dio vida al comunismo pasó por diversos estadios. Primero, actuó como ala izquierda del Partido Socialista (1912-1917); luego, operó como una organización socialista disidente y revolucionaria de carácter probolchevique (el Partido Socialista Internacional, existente entre 1918 y 1920); finalmente, desde ese último año, ya adoptó el nombre de Partido Comunista, adherente a la Comintern o Internacional Comunista (IC). Todo ese trayecto fue recorrido bajo el liderazgo del tipógrafo Josh F. Penelón y, más tarde, de la dupla conformada por Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi. El PSI-PC se presentó como expresión de los nuevos tiempos abiertos por la Revolución de Octubre en Rusia y el ascenso revolucionario europeo de postguerra. No obstante, en su primera etapa, esta corriente fue una expresión marginal en el movimiento obrero. Fue desde mediados de los años veinte cuan*

CONICET-Universidad de Buenos Aires.

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do su gravitación se fue haciendo cada vez más marcada en el mundo de los trabajadores, al tiempo que intentó diseñar una base programática local para su accionar. Sin poder escapar de las tendencias generales del proceso mundial, el partido fue consustanciándose con los intereses de la naciente burocracia soviética y asumiendo todos los presupuestos teóricos, políticos y organizativos del estalinismo. Treinta años después de su aparición más embrionaria, cuando el PC estaba alcanzando su máxima incidencia, dirigiendo la mayoría de los gremios industriales y adquiriendo una fuerza indiscutible en la conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT), se produjeron una serie de acontecimientos que trastocaron esta evolución histórica e introdujeron un giro inesperado. A partir del golpe militar de junio de 1943, y el sólido vínculo que empezó a unir al coronel Juan D. Perón con los asalariados, esta empresa política de izquierda acabó naufragando con bastante rapidez. Sobrevino el eclipse y la progresiva evaporación de la influencia comunista entre los trabajadores. En definitiva, la llegada del peronismo operó como un punto de inflexión inevitable en la historia de las izquierdas en la Argentina. En este texto ensayamos algunas reflexiones analíticas que permitan explicar este proceso de ascenso y ocaso del comunismo en el movimiento obrero, sintetizando, complementando y redefiniendo algunas de nuestras anteriores incursiones.1 Ellas están basadas en un exhaustivo relevamiento de las fuentes primarias disponibles, sobre todo, a partir de nuevos archivos (como los provenientes de la ex URSS), que incluyen miles de materiales públicos e internos, antes inhallables o inexplorados. En particular, buscamos indagar aquí: las condiciones sociales que hicieron posible aquel proceso; los rasgos específicos del comunismo como corriente del movimiento obrero; la manera en que incidieron las distintas formas de organización e intervención militante, las tácticas políticas y las estrategias globales adoptadas por el partido; y, por último, el modo como afectó la irrupción del peronismo en 19431945. Apostamos al criterio que nos parece más adecuado para 1 CAMARERO, A la conquista de la clase obrera y Comunismo y movimiento obrero en la Argentina.

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abordar la historia de la izquierda y el movimiento obrero: determinar cómo ambos coadyuvaron en sus propias constituciones sociales, políticas, ideológicas y culturales. Este enfoque, que introduce el análisis clasista en el estudio de las estructuras políticas y la dimensión subjetiva y política en el examen de la clase, por otra parte, es el más fértil para estudiar las características y evolución de un partido.2 Un balance historiográfico elemental nos indica que, al menos, hasta hace poco más de una década, la experiencia de los comunistas entre los trabajadores hasta la aparición del peronismo continuaba inexplorada o con un tratamiento superficial, con base a una reducida consulta de fuentes primarias.3 No existía una reconstrucción general y precisa, ni argumentaciones consistentes, para explicar el proceso de inserción y posterior desplazamiento del PC en el movimiento obrero, ni el genuino impacto que tuvieron la aplicación de las diferentes estrategias cominternistas, ni los escenarios sociales y las disposiciones que posibilitaron aquella experiencia de auge y declive en comparación con las otras corrientes actuantes (anarquistas, socialistas y sindicalistas). En nuestras investigaciones hemos intentado responder a estos desafíos planteados, con una serie de hipótesis y resultados. A continuación, encaramos un ejercicio de problematización sólo de algunas de las conclusiones alcanzadas, en pos de contribuir a un ensayo interpretativo global sobre esta materia, cuya ausencia constituía una de las tantas falencias presentes en la historiografía sobre el movimiento y la izquierda en la Argentina. Nos limitaremos a señalar de manera necesariamente concisa algunos grandes núcleos temáticos, complementando y/o contraponiendo con nuestros 2 Al fin y al cabo, como Gramsci sostenía, la historia de un partido “no podrá ser menos que la historia de un determinado grupo social” y, por ello, “escribir la historia de un partido no significa otra cosa que escribir la historia general de un país desde un punto de vista monográfico, para subrayar un aspecto característico”. GRAMSCI, Notas sobre Maquiavelo, pp. 30-31. 3 Para un análisis integral sobre la historiografía del comunismo argentino: CAMPIONE, “Los comunistas argentinos. Bases para la reconstrucción de su historia”, pp. 103-115; CERNADAS, PITTALUGA y TARCUS, “La historiografía sobre el Partido Comunista de la Argentina. Un estado de la cuestión”, pp. 30-39; CAMARERO, “El Partido Comunista Argentino en el mundo del trabajo, 1925-1943. Reflexiones historiográficas e hipótesis exploratorias”, pp. 137-155, y “La izquierda como objeto historiográfico. Un balance de los estudios sobre el socialismo y el comunismo en la Argentina”, pp. 77-99.

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enunciados lo que entendemos que significan los vacíos, equívocos o ambigüedades más comunes del sentido común historiográfico. La pretensión es abrir ciertas discusiones y situar campos de polémica con certezas establecidas. Condiciones sociales y modalidades de intervención del PC en el proletariado industrial ¿Cuál fue el contexto histórico-sociológico que hizo crecientemente eficaz la empresa comunista entre los trabajadores durante el periodo de entreguerras? En aquella época, como producto de la industrialización sustitutiva, se verificó una presencia cada vez más gravitante de obreros en los centros urbanos (especialmente, la Capital Federal y el conurbano bonaerense), con un gran monto de reivindicaciones insatisfechas, pues las tendencias al aumento del poder adquisitivo del salario y al descenso de los índices de desocupación de la segunda mitad de los años veinte, se revirtieron tras la crisis de 1930, y los índices volvieron a mejorar, desde mediados de esa década, exclusivamente en lo que hace a la baja del desempleo. Fueron años de intensa acumulación del Capital, con incremento de la explotación laboral y pocas iniciativas redistributivas. Esta industrialización impuso cambios en las orientaciones del movimiento obrero, con inserción débil en estos nuevos sectores. Hubo una situación objetiva sobre la cual la historiografía no ha prestado debida atención. El crecimiento de un proletariado industrial nuevo, numerosos y concentrado (por ejemplo, en el rubro de la construcción, de la carne, de la metalurgia, de la madera, del vestido y textil), mayoritariamente semicalificado o sin calificación, en donde la situación laboral era ostensiblemente más precaria, dejaba un vacío de representación. Las tareas de organización de los obreros en estos espacios se presentaban plagadas de dificultades, originadas en la hostilidad de los empresarios y del Estado. Esos trabajadores se enfrentaban a formidables escollos para agremiarse y hacer avanzar sus demandas en territorios poco explorados por la militancia. Para abrirse paso a través de esos obstáculos, se requerían cualidades políticas que no todas las corrientes 160

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del movimiento obrero estaban en posibilidad de exhibir. Allí había disponibilidad y oportunidad para el despliegue de una específica acción sindical y política. En este escenario, estaba casi todo por hacer y los comunistas demostraron mayor iniciativa, habilidad y capacidad para acometer los desafíos, sobre todo, si realizamos una comparación con los anarquistas, socialistas y sindicalistas. Usando una imagen metafórica: el PC se concebía a sí mismo capaz de abrir senderos o “picadas” en una selva, es decir, apto para habilitar caminos no pavimentados y alternativos a los reconocidos. Independientemente de las estrategias generales que el PC impulsó en el marco de su progresiva conversión al estalinismo (desde la ultraizquierdista línea de clase contra clase hasta la conciliadora y reformista política del frente popular), y que, en definitiva, lo incapacitaron para convertirse en una alternativa de dirección revolucionaria de la clase obrera argentina, lo cierto es que, en los hechos, dicho partido no dejó de ser la principal corriente en promover prácticas combativas y clasistas en el ámbito industrial. Los comunistas recrearon parcialmente una experiencia confrontacionista como la que anteriormente había sostenido un anarquismo que ahora se mostraba cada vez más exangüe. Las corrientes ácratas habían logrado un fuerte ascendiente en el periodo embrionario del movimiento obrero, en el que muchos de sus integrantes todavía resistían a la lógica del trabajo industrial y pugnaban por encontrar márgenes de libertad. A partir de los años veinte, esa situación varió: el disciplinamiento se hizo inapelable en una sociedad urbana en creciente industrialización, en la que comenzaban a imponerse nuevas formas de explotación que, merced a cambios tecnológicos y un mercado de trabajo cada vez más competitivo, cercenaban la autonomía a los obreros y liquidaban los oficios artesanales. Estaba surgiendo una clase obrera moderna, carente aún de una legislación laboral sistemática. Los incentivos estaban dados para la generalización de un más maduro sindicalismo industrial por rama. La negativa de la FORA V Congreso a aceptar esta realidad y a reconvertirse en esa dirección, para preferir, en cambio, seguir como entidad federativa de sociedades de resistencia y gremios por oficio anarquistas, fue condenando a esa corriente a la irrelevancia. Cuando, desde el espacio libertario, sur161

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gieron proyectos que intentaron remediar ese déficit, por ejemplo, los de la Federación Anarco Comunista Argentina y el grupo Spartacus, ya era tarde: el PC había ganado hegemonía en el sindicalismo industrial, desde una posición claramente obrerista. En otra importante sección del universo laboral, en cambio, la penetración comunista fue mucho más limitada. Entre los asalariados del transporte, los servicios y algunos pocos manufactureros tradicionalmente organizados, con muchos trabajadores calificados (marítimos, ferroviarios, tranviarios, municipales, empleados de comercio y del Estado, telefónicos y gráficos, entre otros), la hegemonía era disputada por socialistas y sindicalistas, tendencias que desde mucho tiempo atrás venían negociando con los poderes públicos y ya habían obtenido (o estaban en vísperas de hacerlo) conquistas efectivas para los trabajadores. Los sindicalistas confiaban en sus acercamientos directos con el Estado; los socialistas apostaban a potenciar su fuerza con su bancada parlamentaria, desde la cual apoyaron los reclamos laborales, seis en especial, los provenientes de sus gremios afines. En ambos casos, se privilegiaba la administración de organizaciones existentes, que gozaban de poder de presión y estaban en proceso de complejización e institucionalización, más aún, en varios casos, de burocratización. En el caso de los ferroviarios, ya habían dado lugar al surgimiento de una suerte de élite obrera. En suma, aquellos eran territorios ocupados y relativamente adversos, en donde los comunistas no encontraron oportunidades para incidir de modo preponderante. Si las condiciones parecían propicias para el despliegue de una experiencia clasista de organización y movilización en el ámbito obrero fabril, cabe examinar cuáles fueron las técnicas de implantación, las formas de trabajo y las modalidades de intervención de los comunistas en dicho espacio, que les otorgaron ventajas decisivas para afrontar esta labor hasta comienzos de la década de 1940. Esto exige recordar una precisión respecto a la temporalidad histórica que antes habíamos señalado. En el periodo formativo de esta corriente, entre 1912 y 1925 (como fracción de izquierda del socialismo, como partido socialista revolucionario, y, por último, como partido comunista durante su primer lustro), la posición ocu162

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pada por ella en el mundo del trabajo fue marginal. Se trataba de un partido que había logrado establecer ciertos vínculos con el mundo proletario, pero de un modo asistemático y poco profundo, sin presencia orgánica en los sitios de trabajo, con escasa incidencia en las estructuras sindicales y sin mucha experiencia en la dirección de los conflictos y organismos nacionales del movimiento obrero. ¿Cuándo fue que la inserción obrera de los comunistas conoció un salto cuantitativo y cualitativo? La pregunta es clave y no había sido abordada en ningún estudio histórico. Nuestra hipótesis es que ello ocurrió desde 1925, cuando el PC adoptó la orientación de la “proletarización” y la “bolchevización”. Esto significó un cambio en su estructura: la reubicación de todos los militantes en clandestinas células obreras (sobre todos, las de “empresa o taller”), que significaron una novedosa forma de organización de base antipatronal. Ellas pasaron a ser la entidad fundamental de un partido que viró hacia una actividad combativa y eminentemente ilegal. Al mismo tiempo, esta última se fue haciendo más jerárquica, centralizada y monolítica, en sintonía con los postulados de un Comintern que iniciaba su proceso de burocratización. Lo cierto es que, a diferencia de la década anterior, desde ese entonces y hasta 1943, el PC mutó en una formación política integrada mayoritariamente por obreros industriales, que buscó poseer y conservar ese carácter. Si el comunismo devino en una corriente especialmente apta para insertarse en este proletariado, fue porque se mostró como un actor muy bien dotado en decisión, escala de valores y repertorios organizacionales. Los comunistas contaron con recursos infrecuentes: un firme compromiso y un temple único para la intervención en la lucha social y una ideología redentora y finalista (una peculiar manera de concebir al “marxismo-leninismo”), que podía pertrecharlos con sólidas certezas doctrinales. Al mismo tiempo, las células y otros organismos de base, así como los grandes sindicatos únicos por rama, resultaron muy aptos para la penetración en los ámbitos fabriles y para el agrupamiento de los obreros de dicho sector. En no pocos territorios industriales, los comunistas actuaron sobre tierra casi yerma y se convirtieron en la única voz que convocaba a la lucha por las reivindicaciones obreras; en 163

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otros, debieron dirimir fuerzas con distintas tendencias. En ambos casos, la implantación fue posible gracias a esa estructura partidaria celular y blindada, una máquina de reclutamiento, acción y organización, que el PC pudo instalar en una parte del universo laboral. Las organizaciones sindicales dirigidas o influenciadas por el PC desplegaron una línea combativa y confrontacionista, la cual se expresó en violentos conflictos durante el segundo gobierno de Yrigoyen, la dictadura uriburista y las presidencias de Justo, Ortiz y Castillo. Sólo para ejemplificar esto, apuntemos la seguidilla de duras y estridentes huelgas: la de la localidad cordobesa de San Francisco, de 1929; las del ramo de la madera, en 1929, 1930, 1934 y 1935; las de los frigoríficos, desde 1932 en adelante; la de los petroleros de Comodoro Rivadavia, ese mismo año; la masiva y extraordinaria de los trabajadores de la construcción de 1935-1936 (combinada con huelga general); y la innumerable cantidad de paros entre los metalúrgicos, textiles y del vestido, entre otros, que el PC impulsó en los años siguientes. El costo de esa resistencia no fue menor: el PC sufrió una sistemática persecución por parte de la Sección Especial de Represión del Comunismo y cientos de sus adeptos fueron encarcelados, deportados (merced a la aplicación de la Ley de Residencia) y/o sufrieron sistemáticas torturas, entre ellos, buena parte de los miembros del Comité Central. El partido no sólo fue declarado ilegal, sino que hubo un proyecto en el Senado de la Nación para convertir esa persecución en ley. Aportes y legados del comunismo al desarrollo de un nuevo sindicalismo de masas Existe una cuestión que fue apenas encarada por la historiografía referida al movimiento sindical de entreguerras, y es la del legado y el aporte específico que el PC dejó a este último. Ello debe indagarse, sobre todo, a partir del periodo que se abre desde mediados de la década de 1930, cuando el partido completó su implantación, logró el control de importantes organizaciones gremiales y encontró un lugar en la conducción de la CGT (consiguiendo una destacada cantidad de cargos en el Comité Central Confederal de dicha entidad y, en 1942, su vicepresidencia, en 164

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manos del albañil Pedro Chiarante). El PC impuso a sus cuadros como secretarios generales de los seis sindicatos claves del sector industrial: la poderosa Federación Obrera Nacional de la Construcción (FONC), la Federación Obrera de la Industria de la Carne (y su extensión, la Federación Obrera de la Alimentación), el Sindicato Obrero de la Industria Metalúrgica, la Unión Obrera Textil, la Federación Obrera del Vestido y el Sindicato Único de Obreros de la Madera. La gran mayoría de ellos eran miembros del propio Comité Central del PC en 1943, una situación que históricamente no se había dado ni se volvería a repetir en otro partido de la izquierda argentina. Esas y otras organizaciones sindicales dirigidas por el PC superaban los 100 mil afiliados/cotizantes hacia principios de los años cuarenta. Los militantes del PC generalizaron (y en algunos casos, introdujeron), una serie de características novedosas en el sindicalismo único por rama industrial. Una de ellas fue la creación y expansión de los Comités de Empresa y las Comisiones Internas de fábrica, que irradiaron los tentáculos del gremio hasta los sitios de trabajo y canalizaron las demandas a través de una instancia de movilización y organización de base.4 Otra fue el creciente pragmatismo y flexibilidad táctica que comenzó a postular el partido con respecto a la negociación con el Estado, en particular, con un Departamento Nacional del Trabajo (DNT) que expandía su voluntad intervencionista. Al mismo tiempo, los comunistas se orientaron hacia un tipo de sindicato que situaba su horizonte en la conformación de una “organización de masas” y en su fortalecimiento sobre “sólidas bases orgánicas”. Se pretendía un sindicato más “moderno”, en el que se combinaran diversas funciones, tanto las referidas a las de la lucha reivindicativa (mejores salarios y condiciones laborales, indemnizaciones por despido, vacaciones pagas, entre otras), como las del mutualismo, la salud, la educación y la recreación. Como parte de estas nuevas misiones, estuvo la negociación de cada vez más ambiciosos convenios colectivos con las entidades patronales, a partir de comisiones paritarias reguladas bajo el marco del DNT. 4 Han abordado este aspecto: LOBATO, La vida en las fábricas; CERUSO, Comisiones internas de fábrica.

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Este proceso descripto implicó la mayor institucionalización y centralización de las estructuras gremiales, un fenómeno que condujo al intento de crear los sindicatos únicos por rama a nivel regional, los cuales debían aparecer subordinados a la federación nacional de industria. Se trataba de un esquema con estructuras de primero y segundo grado, que alcanzó a plasmarse con claridad en la FONC, arquetipo del nuevo modelo de organización propuesto por los comunistas.5 Esta armazón más compleja, polifuncional y pragmática se trazó, por otra parte, objetivos alejados de los tradicionales típicos de la acción directa, que prefiguraban principios ideológicos afines a cierto colaboracionismo de clases: buscaban “liquidar la anarquía existente en la industria”, “disminuir la posibilidad de conflictos”, “fomentar la industria nacional” y “garantizar y expandir la legislación obrera”. Asimismo, si bien en este periodo sería dificultoso sostener la existencia de un genuina burocracia sindical dentro de esta estructura montada por los comunistas, como así tampoco en la vinculada a socialistas y sindicalistas (entre otras cuestiones, porque entendemos que el fenómeno de plena coagulación de la burocracia como capa se verificó con la irrupción del estatismo burgués peronista), es indudable que ciertos fenómenos de burocratización estaban despuntado en estos espacios. Sería equívoco ubicar a este naciente y “sofisticado” sindicalismo de masas como algo inédito. En buena medida, este modelo, articulador de nuevos objetivos, prácticas e instituciones, estaba germinando en el movimiento obrero desde antes que los comunistas se hicieran fuertes en la dirección sindical. Pero estaba casi limitado al sector transporte y servicios. Los militantes del PC se sirvieron del mismo, lo adoptaron y lo extendieron en el área de la producción manufacturera y de la construcción. Así, generalizando experiencias y concepciones que luego fueron desarrolladas a un mayor nivel y potenciadas por el Estado peronista, que a su vez introdujo elementos novedosos, se fue completando el definitivo pasaje de un sindicalismo de minorías a otro de masas.6 Las con5

Ver: DURRUTY, Clase obrera y peronismo. Un estudio clásico que analizó en el movimiento obrero francés el pasaje del “sindicalismo de minorías” (impulsado por obreros calificados, orgullosos de su artesanía, y basado en 6

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clusiones en este punto son evidentes: todo análisis del surgimiento del sindicalismo industrial maduro en la Argentina, esbozado en sus trazos gruesos en la década anterior al triunfo peronista, debe contemplar prioritariamente la intervención del comunismo, el actor político que orientó esta etapa inicial en el ámbito fabril. A los elementos de ruptura que aportó el peronismo, hay que atender a estos elementos de continuidad con experiencias previas. El impacto de las variaciones de la estrategia cominternista: de clase contra clase al frente popular Un asunto a esclarecer es el de la influencia que tuvo la cambiante estrategia de la Comintern en cuanto a la eficacia de la inserción del PC en el movimiento obrero, más allá del debate acerca de si las líneas eran “correctas” o no desde un punto de vista político. Debe partirse de una constatación, que no ha sido claramente advertida en la historiografía: la presencia del comunismo entre los trabajadores progresó mientras la organización actuó bajo diversos lineamientos, sucesivamente: los del frente único (1921-1928), los de clase contra clase (1928-1935) y los del frente popular (1935 en adelante). Es decir, ella siguió una curva de ascenso más o menos constante, que parece independizarse de estos virajes y, en parte, de las variaciones del contexto socioeconómico y político del país. No puede hacerse abstracción de estos elementos, pero tampoco resultará acertado negar que para comprender la implantación laboral del PC debe prestarse suma atención a las relativas autonomía y continuidad de sus prácticas de intervención militante y a los rasgos antes analizados de su cultura política obrerista. Las estrategias se modificaron e impusieron nuevas caracterizaciones políticas, pero sus militantes continuaron desarrollando una serie de rutinas de movilización y organización de la clase trabajadora que permanecieron más o menos inalterables. Aunque, en última ins-

organizaciones descentralizadas y apolíticas) al “sindicalismo de masas”, es: COLLINET, El espíritu del sindicalismo. Lo que en la Argentina se identificó como propio del periodo peronista, aquel ya lo veía como característico de la era de dominio comunista sobre el movimiento obrero.

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tancia, el peso de aquellas estrategias operó como factor decisivo, y sus alteraciones no fueron inocuas para explicar los avances y retrocesos de la influencia obrera del comunismo. Por lo tanto, ellas deben ser examinadas con cuidado. Es inexacto el señalamiento de Aricó,7 del cual se abastecieron ciertas periodizaciones sobre el nivel de presencia de la izquierda en el movimiento obrero, cuando sostiene que el inicio de cierta conquista de las masas por el PC se produjo hacia principios de los años treinta, momento a partir del cual habrían comenzado a cosecharse los frutos de la política sectaria, pero al mismo tiempo muy combativa de clase contra clase (propia del llamado “tercer periodo” de la IC). Creemos haber demostrado que esta penetración fue previa al establecimiento de dicha estrategia, pues se inició hacia 1925, y, al mismo tiempo, que los resultados de aquella no fueron unívocamente beneficiosos para la eficaz labor de inserción en el movimiento obrero.8 Si bien el incremento de la orientación confrontacioncita ayudó en cierto sentido a esta última, tuvo contrapartidas notables: colocó a los comunistas en posiciones aventureras que llevaron a varias derrotas en huelgas lanzadas por cuenta y orden del partido, sin medir si la oportunidad era adecuada y si la correlación de fuerzas era favorable para tomar estas decisiones; además, los ubicó por fuera de la principal organización gremial del país (la CGT), al constituir una agrupación sectaria y aislada, el Comité de Unidad Sindical Clasista (CUSC). Por otra parte, el gran viraje de 1935, que condujo a la aplicación de la estrategia del frente popular antifascista, produjo otros efectos contraproducentes en el papel de los comunistas en el movimiento obrero, pero de un orden distinto: se fueron supeditando, desde la retórica y desde la práctica, las reivindicaciones de los trabajadores a una política de acuerdo con la burguesa “aliada” y “democrática”. Los comunistas, mientras se hacían fuertes en los sindicatos industriales y canalizaban las demandas laborales, en el terreno político, en cambio, propiciaban todo tipo de convenios con expresiones pretendidamente “progresistas” del campo patronal. Hicieron lo imposible para establecer una gran alianza oposi7 8

ARICY, “Los comunistas en los años treinta”, pp. v-vii. CAMARERO, “El tercer periodo de la Comintern en versión criolla”.

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tora al gobierno conservador junto a la UCR, el PDP y el PS, levantando con ahínco la candidatura de Marcelo T. de Alvear a la presidencia en 1937. Esta línea fue anestesiada en el bienio 1939-1941, cuando perduró el tratado de no agresión nazi-soviético RibbentropMólotov, y, por ende, se estableció la táctica del “neutralismo”. Pero desde junio de ese último año, con la invasión alemana a la URSS, el frentepopulismo volvió con vigor y encontró al PC como el más entusiasta impulsor de lo que años después derivó en la Unión Democrática. Todas estas cuestiones han sido tradicionalmente señaladas en la bibliografía. Pero no se buscó identificar las razones profundas que explicaban estas derivas estratégicas del PC. Ellas remitían a un desvarío programático del partido, originado en la hipoteca teórica, ideológica y política que éste tenía con el estalinismo. En este sentido, no ayudó en mucho identificar la existencia de supuestas “estrategias” propias y objetivas de la clase obrera, en buena medida, intangibles e incomprobables en un plano de análisis histórico-concreto e inciertas desde el punto de vista teórico. 9 Las estrategias que sí pueden evaluarse son las que explícita y materialmente aparecen formuladas en el escenario de la lucha de clases, provenientes de las direcciones sindicales y políticas que aparecen en juego. ¿Sobre qué bases programáticas se sostenían las del PC? ¿Cuáles eran los fundamentos del frentepopulismo que cada vez más incómodamente mezclaba clasismo y combatividad en la lucha sindical con tendencias a la conciliación de clases en el terreno político? Desde fines de la década de 1920 (más exactamente a partir del VIII Congreso, realizado en 1928), el PC radiografió la estructura socioeconómica del país en términos de un capitalismo deformado por el imperialismo, el latifundio y los resabios semifeudales. De allí derivó su caracterización de que el país requería de una revolución: “democrático-burguesa, agraria y antiimperialista”; en el futuro indeterminado, sobrevendría el horizonte socialista. Paradójicamente (o no) esta definición se postuló como parte de la política sectaria y ultraizquierdista de “clase contra clase”; aún se concebía que la burguesía nacional cumpliría un papel contrarrevo9

ICIGO CARRERA, La estrategia de la clase obrera.

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lucionario, por lo cual estaría en manos de la clase obrera y de sus aliados campesinos el destino de aquella revolución. Este planteo etapista se afianzó e incorporó nuevos rasgos con la adopción del llamado al frente popular (1935), fundamentado plenamente en el IX Congreso de 1938, y profundizado en el X Congreso de 1941. La paradoja es que el autodenominado “partido de la clase obrera” terminaba definiendo como problema principal del país no al capitalismo, sino al insuficiente desarrollo del mismo. Según su análisis, la industria vernácula había quedado constreñida en límites estrechos y el sector rural estaba sometido a un régimen de explotación ineficiente y caduco, todo distorsionado por la perniciosa influencia del capital monopolista y los terratenientes. En esos marcos, la burguesía nacional aparecía frágil e imposibilitada de asegurar un camino de independencia y progreso, pero dado que presentaba contradicciones con el imperialismo, ocupaba un lugar clave en la interpelación comunista. La contradicción entre la clase obrera y los capitalistas quedaba relegada a un segundo plano y subalternizada en toda la orientación estratégica del partido. Ahora se sostendría que el proletariado poseía aliados naturales en el campo de una fantasmal burguesía nacional desvinculada del capital extranjero y la oligarquía agraria. A todo ello, el PC agregó una lucha contra el fascismo y por la democracia, sin ningún tipo de especificación del carácter de clase de esos fenómenos, lo cual terminó reforzando un programa reformista y de conciliación con fracciones de la burguesía. En ello, empalmó con el PS. De este modo, hacia comienzos de los años cuarenta, la mayor parte de la izquierda no expresaba una hegemonía política genuinamente socialista en las masas populares; incluso, convertía en precario su predominio sindical entre los trabajadores. El socialismo alcanzaba sus mayores bancadas parlamentarias y confiaba en mantener la lealtad (lo que finalmente no se verificó) entre sus muchos dirigentes en gremios como el de los municipales, empleados de comercio o ferroviarios, mientras el comunismo consolidaba su poderío en el sindicalismo industrial y ganaba espacios dentro de la CGT. Sin embargo, ambos partidos se unificaban en torno a un proyecto aliancista con fuerzas sociales y políticas tradicionales, detrás de un programa republicanista y 170

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antifascista de difícil conjugación con las demandas efectivas de una clase obrera en ascenso numérico y movilizacional.10 El amplio y difuminado espacio del sindicalismo, que volvía a hacerse del control de la CGT, de la mano de Josh Domenech y sus ferroviarios, tenía problemas de otra índole. Muchos de sus principales cuadros, con carnet de afiliados al PS, en la práctica estaban emancipados de todo disciplinamiento partidario, lo cual revelaba muy bien las dificultades que siempre acarreó el socialismo de Juan B. Justo para articular la lucha sindical con la política. Así, el tradicional pragmatismo economicista, corporativismo y apoliticismo de estos dirigentes gremiales, lo distanció definitivamente de las izquierdas partidarias, pero no para superar las limitaciones de aquellas, sino para montar un proyecto también regresivo, el de consolidarla como corriente en disponibilidad para aportar base al otro proyecto burgués emergente en 1943-1944, el del peronismo. Es respecto a este asunto donde obras como las de MurmisPortantiero (1971) o del Campo (1983), no pudieron capturar completamente el dilema planteado: estos autores pusieron el énfasis en el proyecto de autonomía sindical que aquellos cuadros gremiales estaban representando en la escena histórica, pero sin sopesar adecuadamente la experiencia de heteronomía política a la que los conducía; es decir, su posterior disolución-derrota en un nuevo movimiento político policlasista burgués. ¿Derrota autoinfligida o bloqueo populista? Diagramemos el proceso que tuvo como resultado la derrota del comunismo y la izquierda partidaria frente a la emergencia del peronismo. Desde los inicios mismos del golpe del 4 de junio de 1943, y especialmente desde que Perón impulsó la Secretaría de Trabajo y Previsión, se alertó el peligro que representaba la 10 Hay que examinar hasta qué límites el PC se alejó de las necesidades de los trabajadores, y si especial en la coyuntura 1941-1943, le dio explícitamente la espalda a las luchas de éstos. Se ha aludido la práctica de “tregua laboral” de los comunistas, con la entrada de la URSS a la guerra y con el acuerdo con los aliados y la “burguesía progresista”. No obstante, es necesario abordar con cuidado el tema: fuera del conocido caso del gremio de la carne, donde el PC impulsó esa línea en 1943, escasean las evidencias de “tregua laboral”. En verdad, en esos años, los gremios comunistas encabezaron las mayores huelgas en el sector industrial.

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gravitante presencia del PC en los ámbitos laborales y la necesidad de erradicarlo. Esta propaganda anticomunista tuvo un rédito escaso: es probable que el empresariado encontrara una preocupación mayor en las concesiones laborales que estaba otorgando el propio Perón, un proceso permitido por la favorable coyuntura económica de la época. Lo cierto es que este último se lanzó a una política propia, de aplastamiento de los sectores sindicales ligados al PC. Perón fue enhebrando relaciones con diversas conducciones gremiales, con el fin de articular una nueva estructura afán a sus posiciones. Varios dirigentes laborales, sobre todo provenientes del sindicalismo y/o tránsfugas del PS, fueron tentados por esa convocatoria. Allí donde el PC controlaba la organización gremial, Perón no dudó en alentar la fundación de “sindicatos paralelos”, con el objetivo de incrementar su base de apoyo en el movimiento obrero y provocar una competencia a la presencia de ese partido. Perón y su grupo fueron señalados por el PC como el enemigo principal, en una lectura de la realidad que resultó muy necia, esquemática e incapaz de advertir la compleja trama de realidades y expectativas que comenzaban a tejerse en torno al vínculo entre ese militar y los trabajadores. En buena medida, ello se debía a la estrategia de compromiso con las expresiones de la “burguesía democrática” que el estalinismo venía impulsando con su línea frentepopulista. Se denunció al coronel como el continuador más pérfido del régimen implantado en 1943 y de las dictaduras totalitarias del Eje nazi-fascista. La multiplicación de los sindicatos paralelos, la orientación de otros ya constituidos hacia un acuerdo con el secretario de Trabajo, la irrupción popular inesperada del 17 de octubre que lo rescató de su detención y ostracismo, la creación del Partido Laborista por parte de la vieja guardia sindical dispuesta a realizar un acuerdo con el restituido líder militar y el triunfo de la candidatura presidencial de este último en febrero de 1946 como expresión de una amplia coalición sostenida en el apoyo sindical, son algunos de los hitos de un proceso que nos señala el éxito del peronismo en ganar la adhesión de los trabajadores y la derrota del PC por impedir este intento.11 11 La mejor reconstrucción global sobre el tema sigue siendo la de TORRE, La vieja guardia sindical y Perón; necesario de ser complementada, entre otros, con: MATSUSHITA, Movimiento

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En este punto deben explorarse de manera global y comprensiva las razones que permiten explicar el eclipse comunista en el movimiento obrero y la conversión mayoritaria de este último al peronismo. A nuestro entender, la mirada exige atender a dos elementos cruciales e interrelacionados. Uno, el ya analizado de la estrategia frentepopulista del PC, que dilapidó una tradición sindical combativa y clasista, detrás de un proyecto y un programa de colaboración de clases, lo cual acabó desarmando ideológicamente al movimiento obrero y lesionando seriamente su autonomía política. El otro no puede ser sino el que conduzca a apreciar adecuadamente el carácter extraordinario con que irrumpió en la Argentina el fenómeno populista y nacionalista burgués (bajo una cultura “obrerista” y a la vez “antiizquierdista”). La clave para resolver lo que aparece como una anomalía histórica es el desacople entre dos fenómenos contrapuestos: por un lado, el crecimiento rápido y exponencial de la alianza entre un sector mayoritario del gremialismo (celoso en defender la autonomía sindical pero impotente para resistir una tendencia a la heteronomía política) y la élite militarestatal encabezada por Perón; por el otro, el importante desarrollo que venían experimentando los comunistas en el mundo del trabajo, que era más lento, gradual, incompleto y cada vez más dilapidado por una estrategia política que potencialmente lo distraía de las reivindicaciones de los trabajadores. Además, de comenzar a agotarse parcialmente en su propia dinámica por limitaciones de estrategia política e ir feneciendo de “muerte natural”, la influencia del comunismo en el movimiento obrero fue obturada y reprimida por la decisiva acción de un movimiento populista emergente. Hubo una perfecta articulación entre causas endógenas (las características de la orientación partidaria antes descripta) y exógenas (la notable vitalidad de la interpelación y acción del nacional-populismo, con su estatismo redistribucionista). Un modo de comprobar la necesidad de conjugar ambas dimensiones es apelar al estudio comparativo con otros casos latinoamericanos próximos, como los de Chile, Uruguay y Brasil. Estos países, en los obrero argentino, 1930-1945; TAMARIN, The Argentine Labor Movement; GODIO, El movimiento obrero argentino; KORZENIEWICZ, “Las vísperas del peronismo. Los conflictos laborales entre 1930 y 1943”, pp. 323-354; HOROWITZ, Los sindicatos, el Estado y el surgimiento de Perón.

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años veinte y treinta, tuvieron partidos comunistas con un nivel de arraigo en la clase obrera no mayor que en la Argentina, pero que pudieron incrementar o mantener en las décadas siguientes, a pesar de que estuvieron embarcados bajo la misma línea del frente popular que distinguió al PC de Ghioldi y Codovilla. ¿No es acaso sugerente el hecho que en estos países no existió un fenómeno populista y nacionalista burgués de la magnitud, la complejidad y la consistencia como ocurrió en la Argentina? Conducir el análisis en esta dirección implica cuestionar las interpretaciones que tendieron a abordar este proceso histórico de manera unilateral. Los señalamientos sobre el peso que la orientación del frente popular tuvo en el sentido de impedir la hegemonía obrera comunista hacia comienzos de los años cuarenta, convirtiéndose en una suerte de “derrota autoinfligida”, han, frecuentemente, desatendido el significado del “bloqueo populista” antes mencionado. Por otra parte, es bastante obvio que si el PC fue perdiendo sus posiciones en el movimiento obrero desde 1943-1944 no fue por algún tipo de esencialismo “antinacional” o “antipopular”, característico de esa organización (y de toda la izquierda socialista y marxista), tal como se sostuvo desde cierto ensayismo: Puiggrós (1956), Ramos (1962) y sus continuadores, como Galasso (2007). Tampoco, por un cambio en la composición social de los trabajadores, que habría ido erosionando la influencia de los viejos partidos de clase y los habría tornado incapaces de organizar a la “nueva clase obrera”, como se desprende de los estudios sociológicos de Germani (1962) y otros autores (Di Tella, 2003); de hecho, el comunismo fue la corriente que mejor logró expandirse entre el joven proletariado formado como producto del crecimiento industrial de los años treinta. A manera de epílogo, si ponderamos en su real dimensión el desarrollo que venía experimentando el PC, es posible establecer que la irrupción del peronismo desde 1943-1944 y la adhesión mayoritaria que concitó entre los trabajadores, no se presentó ni como la única e inevitable alternativa histórica ni como la consecuencia “lógica” y “natural” de las transformaciones económicas, sociales y políticas acaecidas desde la década de 1930. En todo caso, el peronismo fue la opción que se tornó triunfante en aquellas circunstancias, y la que logró recoger los frutos de un sindica174

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lismo industrial y “moderno” al que tanto había contribuido a erigir precisamente el PC y otras corrientes de izquierda. En un ejercicio contrafáctico, sobre una Argentina con un 17 de octubre frustrado, es decir, sin un triunfo del peronismo, ¿es posible conjeturar que se hubiera asistido a una continuidad o incluso profundización de la presencia comunista en los medios obreros, entre otras razones, por el inevitable aumento cuantitativo de las clases trabajadoras, el acrecentamiento de los problemas provenientes del mundo del trabajo y el peso que tengan las ideologías y tradiciones de izquierda?12 La pregunta es pertinente si le añadimos como otro factor inevitable de análisis el de la estrategia política que guiaba al PC, un partido ya completamente ganado por la rigidez monolítica, matizado por la indigencia teórica política del estalinismo y sometido a los dictados de la burocracia soviética. De un modo u otro, fue en la coyuntura 1943-1945 cuando periclita la que hasta el día de hoy fue la más importante experiencia de inserción de un partido de izquierda en la clase trabajadora argentina. El examen de las razones que explican este proceso de auge y declive siguen siendo uno de los puntos nodales para un programa de estudio sobre la historia del movimiento obrero y la izquierda en la Argentina, en la que en este texto pretendimos brindar algunas hipótesis y conclusiones teóricas y analíticas.

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TORRE, “La Argentina sin el peronismo”.

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HOMIES DE RETORNO EN ANGAHUAN: UNA COMUNIDAD PURÉPECHA

LA REVOLUCIÓN CUBANA EN EL IMAGINARIO DE LAS IZQUIERDAS EN COLOMBIA: DE LA IDENTIFICACIÓN TOTAL AL RECHAZO DE SU INTERVENCIONISMO

Miguel Ángel Urrego*

Es un lugar común en la historiografía reciente sobre los movimientos sociales y populares afirmar que la Revolución cubana influyó notablemente en el desarrollo del foquismo y que constituye un proceso político ante el cual se identificaron, sin excepción, las izquierdas en América Latina. No obstante, el surgimiento de la Nueva Izquierda en Colombia —aquella que se distanció del viejo Partido Comunista y que se desarrolló a partir de la fundación (1959) y fraccionamiento (1965) del Movimiento Obrero, Estudiantil y Campesino (MOEC)—1 y la consolidación de una corriente maoísta en el país, se caracterizaron por elaborar un profundo debate sobre el significado de la Revolución cubana.2 Las diferencias entre quienes se negaron a aceptar a Cuba como una nación socialista y valoraron negativamente el apoyo que desde la isla se brindaba al movimiento insurgente y quienes aceptaban a La Habana como la vanguardia de la revolución latinoamericana, abarcó un periodo que se extiende de 1959 a 1991, es decir, de la expulsión de Batista a la desintegración de la URSS. El objeto del presente artículo es sinterizar las polémicas de las izquierdas en Colombia entorno al significado de la Revolución cubana y señalar que ante dicho proceso no ha existido una unanimidad en su interpretación. Para ello, privilegiamos una corriente maoísta, el Partido del Trabajo de Colombia (PTC), por ser la organización que más críticas hizo a Cuba y a la URSS. *

Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Sobre el MOEC, véase: URREGO, “El Movimiento Obrero, Estudiantil y Campesino (MOEC)”. 2 Una historia del maoísmo en Colombia, en: ARCHILA, “El maoísmo en Colombia”; MOLANO, “El imaginario maoísta, 1965-1980, como mentalidad revolucionaria en la izquierda colombiana”. 1

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La rápida identificación con Cuba En Colombia, como en muchos otros países de la región, se produjo una identificación inmediata con la causa de la Revolución cubana. Varias razones explican este suceso. En primer lugar, el país había atravesado una larga noche de violencia —que se había prolongado por dos décadas— con la guerra entre liberales y conservadores. El liberalismo, perseguido en muchas regiones del país, se vio obligado a crear guerrillas y en algunos lugares, especialmente en los Llanos Orientales, alcanzaron la forma de verdaderos ejércitos de labriegos.3 El haber padecido durante décadas la violencia conservadora lo inclinó por manifestar, a comienzos de los años sesenta, afinidad con procesos de democratización en diversos países del continente. No resulta extraño que el editorial del periódico El Tiempo —uno de los más importantes del país—, del 2 de enero de 1959, se titulara “Otra victoria de la democracia”, y que se afirmara: La caída de Fulgencio Batista, cuyo régimen de oprobio afrentaba la dignidad de América Latina, es una victoria de la democracia continental que todos los pueblos del hemisferio saludarán con alborozo porque aguardan con esperanza. Buen comienzo para este 1959, que así inicia su tránsito bajo gloriosos signos liberales. Batista había extremado —como ocurre con todos los tiranos en transe de fuga— la violencia irracional de sus métodos, y los últimos días presenciaron el espectáculo macabro de los bombardeos a la población civil inerme. Pero ese —con ser tan grande execrable— no fue su único crimen. La historia de su feroz despotismo ya lo señalaban de tiempo a tras a la abominación de los pueblos.4

Más adelante, en la sección denominada Cosas del día, una miscelánea de noticias y comentarios, se afirmó con el subtítulo “Solidaridad con los héroes”: “No ha habido en realidad un solo demócrata en el continente que nos e halla sentido solidario con

3 4

Sobre La Violencia y las guerrillas liberales, véase: FRANCO ISAZA, Las guerrillas del Llano. “Otra victoria de la democracia”, p. 4.

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los combatientes de la libertad, representados en el heroico movimiento del 26 de julio, acaudillado por Fidel Castro”.5 De manera que para amplios sectores del liberalismo la idea de una revolución armada contra una tiranía era fácilmente asimilable. Uno de los sectores que más tempranamente se identificó con la Revolución cubana fue el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL).6 Este Movimiento fue un grupo disidente del Partido Liberal que reclamó una oposición al Estado, al experimento del Frente Nacional y a los partidos tradicionales, abogó por amplias reformas sociales y empleó un lenguaje radical.7 Al MRL le interesaba manifestar un apoyo irrestricto a Fidel Castro, pues con ello lograba diferenciarse del partido del cual se había originado y ganaba audiencia entre la juventud universitaria Fue una de las primeras fuerzas políticas colombianas en realizar actividades en apoyo a Fidel Castro. En segundo lugar, la izquierda existente en Colombia a finales de los años cincuenta y, especialmente, en la década de los sesenta, se encontraba dominada por posturas insurreccionales, por ello recibió con júbilo la caída de la dictadura de Batista en Cuba; era una manera de confirmar su inclinación por la opción militar. El viejo Partido Comunista (PC), en los años cincuenta había orientado un grupo de guerrilleros liberales y había impulsado un proceso de colonización en apartadas regiones del país, generando —lo que se ha denominado en la historiografía— la “colonización armada”.8 Debido a la consolidación de los campesinos en dichas regiones fueron identificados por la derecha como “repúblicas independientes”, por lo que sufrieron el embate de las fuerzas militares; tal circunstancia los dotó de una experiencia militar. Por ello, a finales 5

“Solidaridad con los héroes”, p. 5. Una breve reseña del MRL, en: AYALA, Resistencia y oposición al establecimiento del Frente Nacional. 7 El Frente Nacional fue un acuerdo entre los partidos Liberal y Conservador que contempló, a partir de 1958, la alternancia en la presidencia y el reparto equitativo de la burocracia. Con dicho acuerdo, el bipartidismo colombiano pretendió resolver la guerra civil del periodo conocido como La Violencia y que había llevado a los campesinos de los dos partidos al uso de la armas. 8 Aunque el texto de Medófilo Medina tiene varias décadas de haber sido escrito, aún no se ha superado como síntesis histórica de los comunistas colombianos. MEDINA, Historia del Partido Comunista de Colombia. 6

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de los años cincuenta importantes dirigentes y regionales del PC comenzaron a criticar duramente a la dirección del partido y a reclamar un compromiso total con los campesinos en armas. El triunfo de Fidel Castro radicalizó aún más a los disidentes, generando dos posiciones irreconciliables en los comunistas.9 Los que reclamaban un respaldo total con la vía armada fueron expulsados, aunque el PC mantuvo la orientación sobre los campesinos que estaban en armas, y a mediados de los años sesenta dio la orden de crear un grupo guerrillero, las FARC. Los disidentes comunistas reclamaron para sí la realización del congreso del PC, el décimo, y plantearon la reconstitución del partido, agobiado, según ellos, por la claudicación de la dirección comunista. El proceso culminó con la creación del Partido Comunista de Colombia, Marxista Leninista o PCC (ML), y años más tarde se dotó de una guerrilla, el Ejército Popular de Liberación (EPL).10 A pesar de su inicial inclinación proalbanesa, los ML —como también se les conoció— fueron procubanos. En la década de los ochenta renunciaron al maoísmo, con lo cual el acercamiento a la Cuba fue total. El resto de la izquierda, especialmente el trotskismo, también se identificó con Cuba, y a finales de los años setenta, por dominar el sector mandelista en Colombia, crearon la brigada Simón Bolívar y fueron a combatir a Nicaragua a favor del sandinismo; así que no hubo dudas con respecto a la Revolución cubana. En tercer lugar, el apoyo que diversos países del continente —como México y Venezuela— y destacados dirigentes políticos y gobernantes le brindaron legitimidad a la lucha guerrillera contra la dictadura de Fulgencio Batista. Una fiebre insurreccional se tomó América Latina, y en la mayor parte de las naciones aparecieron focos armados que intentaban emular a Castro. Colombia no fue ajena a esta fiebre insurreccional, y el 7 de enero de 1959 se creó el Movimiento Obrero, Estudiantil y Campesino, que de manera 9 La dirección comunista, sin embargo, no dejó de hacer un seguimiento a la Revolución cubana. Gilberto Vieira, durante décadas Sectario General del PC, publicó a partir de 1960 artículos sobre Cuba. Véase a manera de ejemplo: VIEIRA, “Algunas enseñanzas de la VIII Asamblea Nacional de los Comunistas de Cuba”. 10 Una historia de este partido, en: VILLARRAGA y PLAZAS, Para reconstruir los sueños: (una historia del EPL).

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inmediata apoyó la Revolución cubana, envió sus dirigentes a la isla y aceptó las orientaciones políticas y militares de Castro y El Che. Hasta aquí podría parecer que en Colombia el respaldo a la Revolución cubana fue irrestricto, generalizado en las organizaciones de izquierda. No obstante, la verdad fue distinta, pues la valoración de lo que sucedía en la isla generó enconadas disputas que se prolongaron hasta la desintegración de la URSS. El alejamiento del MOEC de la Revolución cubana Con la aceptación de la orientación cubana el MOEC obtuvo recursos, capacitación militar y política y, por supuesto, la directriz de crear focos armados, proyecto en el que fracasó en cinco ocasiones. Sin embargo, los desmanes del MOEC, la inclinación terrorista, el despilfarro y la inexistencia de una verdadera organización y de un proyecto político, llevaron a un grupo de militantes, dirigidos por Francisco Mosquera, a buscar en 1963 un replanteamiento político.11 Inicialmente, Mosquera pidió a Cuba no enviar más dinero al MOEC, inició un distanciamiento del foquismo y la Revolución cubana, y adoptó el maoísmo. En 1965, planteó un rechazó total al terrorismo, a la dependencia económica externa y argumentó la necesidad de crear un verdadero partido marxista leninista.12 Como resultado de la polémica el MOEC se dividió, a un lado quedaron los que buscaban mantener el proyecto foquista y, al otro, los que abogaban por un partido vinculado a la clase obrera. La creación en Cuba del Ejército de Liberación Nacional (ELN) evidenció el alejamiento de los cubanos del MOEC y su decisión de apoyar al nuevo grupo insurgente. La fundación de otras organizaciones guerrilleras, en especial el Ejército Popular de Liberación y las FARC, generaron una verdadera desbandada en el MOEC, manteniéndose únicamente el sector dirigido por Mosquera. El distanciamiento respecto al apoyo y orientación cubana fue complementado por Mosquera con cuatro orientaciones: el rechazo 11 Una reconstrucción de la vida de este dirigente de izquierda, en: DÍAZ JARAMILLO, “Del liberalismo al maoísmo”, pp. 141-176. 12 MOSQUERA, Hagamos del MOEC un auténtico partido marxista leninista.

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a la idea de que Cuba era un nación socialista; la oposición a la dependencia cubana a la URSS; el rechazo al foquismo como un modelo políticamente valido; y la consideración de que en Colombia, luego de la violencia entre liberales y conservadores, era imposible la lucha armada. El inicio de la polémica sobre la Revolución cubana La Revolución cubana tiene una interpretación “oficial” por cuanto la historiografía de la isla y la propaganda oficial del Partido Comunista Cubano, y de la mayor parte de las izquierdas del continente instituyeron la idea de que la caída de la dictadura de Fulgencio Batista fue el producto de la lucha de un foco armado, de una guerrilla. Sin embargo, el triunfo sobre la dictadura fue el resultado de la confluencia de una gran variedad de hechos: un rechazo generalizado a Fulgencio Batista; diversos sectores sociales dejaron sin sustento la dictadura a raíz de una decidida y variada serie de protestas, y la creación de organizaciones que luchaban contra la dictadura; apoyo internacional, incluso por parte de Estados Unidos, a quienes combatían a la dictadura; y ausencia de respaldo a Batista en la fuerzas armadas cubanas. De allí que el accionar de la insurgencia pudiese contar con gran apoyo popular. Sostener que la caída de Batista se debió exclusivamente a la existencia de la lucha guerrillera constituye una lectura errónea sobre la Revolución. El Che institucionalizó, desafortunadamente, la hipótesis de que un pequeño foco armado fue quien había realizado la Revolución, lo cual carece de sustento histórico.13 De hecho, el Movimiento 26 de Julio, en el cual militaba Castro, era uno de muchos sectores dispuestos a emplear las armas contra Batista; no fue la única organización con tal propósito. A pesar de la evidencia histórica, los comandantes cubanos y la mayor parte de la izquierda latinoamericana instituyeron un mito político: el uso de las armas era razón suficiente para transformar 13 Un análisis crítico del impacto de esta hipótesis en la cultura y la política de los años sesenta en Latinoamérica, en: URREGO, “La revolución cubana y la mitificación del compromiso político de los intelectuales latinoamericanos”, pp. 125-151.

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las condiciones adversas en una sociedad. El triunfo contra Batista fue seguido por una fiebre insurreccional en el continente que llevó a la creación de focos armados en gran parte de los países latinoamericanos, y Cuba comenzó a ser considerada la orientadora “natural” de la lucha revolucionaria. El resultado fue una oleada trágica de fracasos —aunque nunca se aceptó que la teoría del foco armado llevaba inevitablemente al fracaso— y el inicio de la injerencia cubana a través de la creación de grupos insurgentes, orientación ideológica, entrenamiento militar y financiamiento a las guerrillas. En Colombia el fortalecimiento del MOEC y la creación del ELN obedecieron a estas circunstancias. Francisco Mosquera pudo mantener su proyecto de creación de un partido marxista leninista y de rechazo a la aventura foquista, por ello en 1970 el XI Pleno del MOEC aprobó la creación del Partido del Trabajo de Colombia, que por circunstancia de la vida política nacional funcionó con la denominación Movimiento Obrero, Independiente y Revolucionario ( MOIR ), aunque internamente la militancia mantuvo el nombre de PTC. El PTC ha sido la organización de izquierda que más ha criticado el foquismo y el proyecto que se gestaba en la Cuba, y generó con el Partido Comunista, principal defensor de la isla como vanguardia de la revolución latinoamericana, una larga polémica sobre el significado de la Revolución cubana que no solamente se limitó a una discusión ideológica, a dos formas de asumir el marxismo o a una adopción de bandos en el cisma del comunismo internacional, sino que se expresó, por ejemplo, en la orientación de la política electoral y sindical de dos importantes fuerzas políticas de la izquierda colombiana. Existen al menos tres etapas que pueden caracterizar la relación de las izquierdas con la Revolución cubana. La primera, la admiración propia de la etapa foquista. En segundo lugar, el abierto rechazo por parte del PTC a la experiencia cubana y al social imperialismo soviético, aún en medio de la alianza con el Partido Comunista en la época de la Unión Nacional de Oposición (UNO), y la resistencia a la persecución que desataron las FARC y que llevaron casi a la aniquilación del PTC. Finalmente, un periodo en el que el tema cubano dejó de ser importante. La desintegración de la URSS, 185

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la paz en Centroamérica y el ascenso estadounidense cambiaron las concepciones del PTC sobre Cuba, acentuándose el rechazo a las maniobras estadounidenses para aniquilar a la isla a través del bloqueo y, especialmente, la consideración de que Cuba ya no podía intervenir en América Latina. Expliquemos en detalles estas dos últimas etapas. La radicalización de las diferencias con respecto a Cuba La segunda etapa fue de distanciamiento y estuvo caracterizada por el rechazo a la injerencia cubana. El desconocimiento de Cuba como vanguardia revolucionaria ha marcado toda la experiencia del Partido del Trabajo de Colombia, particularmente en el periodo que va de la ruptura con el foquismo hecha por Mosquera en 1965 hasta la desintegración de la URSS, cuando se produjo el derrumbe del imperialismo soviético y se evidenció la tesis de Mao Tsetung sobre la restauración del capitalismo en dicha nación. La segunda etapa tiene una gran variedad de acontecimientos y matices. El hecho más significativo fue que la lucha que impulsó Francisco Mosquera contra las posiciones extremo izquierdista y terrorista del MOEC tuvieron una estrecha relación con la interpretación de la Revolución cubana y un efecto en la política cotidiana del PTC. En la Conferencia Nacional de 1981, Mosquera explica esta relación y las dificultades para la posición del PTC en aquel entonces: En 1965 la tendencia predominante era la oportunista de izquierda porque tenía un ambiente favorable no solo nacional sino internacional. Tenía su epicentro en La Habana que impulsaba erróneamente el foquismo. En el fondo se luchaba con la autoridad de la revolución cubana, lo que no era fácil. Esta era la primera revolución antiimperialista victoriosa, con un mensaje y una táctica pequeñoburguesa, por la intelectualidad y el estudiantado latinoamericano y en particular, el de Colombia. El problema interno se controlaba fácilmente, nuestro rompecabezas era el exterior. Por ejemplo, cuando un militante estudiante se vinculaba con su medio vacilaba, tan grave era esto que tuvimos que dar la orientación en Antioquia de que el que 186

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quisiera ser militante debía salirse de la Universidad. Hoy puede parecer extrema la medida. Pero lo cierto, es que en aquella época no se pudo construir nada en el movimiento estudiantil por lo aplastante de la influencia externa del oportunismo de izquierda.14

En septiembre de 1969, se realizó en Medellín un encuentro de sindicatos de izquierda, aunque con la excepción de los comunistas. De dicho encuentro surgió la base para la formación de una nueva central sindical, a la cual se le denominó Movimiento Obrero, Independiente y Revolucionario, y se acordó como su primera tarea la realización del Paro Nacional Patriótico en 1970. Como la izquierda era abstencionista, en aquel entonces la mayoría se inclinó porque el Paro fuese antes de las elecciones (programadas para el 19 de abril de 1970). Para el MOEC era evidente que la ANAPO, un partido populista, ganaría las elecciones y el Frente Nacional, seguramente, desconocería tal hecho, por lo que el Paro debería ser después de las elecciones. Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, el MOEC mantuvo la directriz de realizar el Paro Nacional Patriótico y el resto de la izquierda se retiró del MOIR. Tanto el gobierno como la izquierda comenzaron a referirse al partido de Mosquera como el MOIR. El 1 de octubre de 1970, Francisco Mosquera citó al XI pleno del MOEC y allí planteó la necesidad de crear el partido por el que abogaba desde 1965. A tal proyecto le dio el nombre de Partido del Trabajo de Colombia, adoptó el pensamiento de Mao Tsetung como guía y se inclinó por respaldar a China en la pugna que esta nación tenía con la URSS. Sin embargo, por circunstancias de la política nacional que ya mencionamos, la organización que orientaba Mosquera debió asumir el nombre de Movimiento Obrero, Independiente y Revolucionario, aunque mantuvo internamente la denominación PTC, en espera de la ratificación del nombre por su primer congreso. En 1972, el PTC abandonó otro lastre de la izquierda de aquel momento: el abstencionismo. La participación en elecciones le facilitó el constituirse en una fuerza política significativa y realizar alianzas con demócratas de distinto origen político. Luego de esta 14

MOSQUERA, “Conferencia Nacional, Bogotá, 28 de febrero a 1 de marzo de 1981”, pp. 3-4.

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experiencia, el MOIR inició un acercamiento a uno de sus más acérrimos contradictores: el Partido Comunista. Los diálogos se efectuaron en torno a la posibilidad de constituir un frente político para participar en las elecciones de 1974. El primer frente político de izquierda, el más importante de la segunda mitad del siglo XX, por el momento en el que se formó, por la diversidad de fuerzas reunidas y por el amplio respaldo logrado, fue la Unión Nacional de Oposición. Éste se conformó por la alianza del Partido Comunista, el Movimiento Amplio Colombiano (MAC)15 y el MOIR. Aunque el MOIR participó en la asamblea del Capitolio del 22 de septiembre de 1972, que fundó la Unión Nacional de Oposición, no ingresó sino hasta marzo de 1973 debido a los reparos hechos al candidato —se opuso a la pretensión de que éste fuese de la ANAPO— y al programa de la alianza.16 El resultado de las elecciones de 1970, el auge del movimiento campesino de ese mismo año, el movimiento estudiantil de 1971 y el abandono de las posiciones abstencionistas por parte del PTC en 1972, cerraron la etapa de génesis y de auge de la nueva izquierda en Colombia. En adelante, aunque se formaron agrupaciones insurgentes (como el M19) y otros proyectos políticos de izquierda democrática (FIRMES), lo hicieron sobre la base de los presupuestos logrados hasta ese momento. Dicho de otra manera, para 1973 había madurado el trotskismo, el PC, el maoísmo y la extrema izquierda, y la UNO demostraba que dos agrupaciones se disputaban el espectro de la izquierda colombiana: los comunistas y el PTC. La creación de la UNO se produjo en una coyuntura de decantación de la izquierda colombiana, de cierre de una etapa histórica. No obstante, un tema comenzó a dificultar la alianza: la consideración de los comunistas de que la Revolución cubana era la vanguardia de la revolución en América Latina y que, por tanto, había 15 El MAC fue creado a finales de 1972 de una división de la Alianza Nacional Popular. Entre sus máximos dirigentes se encontraba Hernando Echeverri Mejía, quien sería elegido candidato presidencial de la Unión Nacional de Oposición. 16 El MOIR se opuso al criterio comunista de que la UNO debía girar en torno a la ANAPO, porque dicho partido no había defendido su triunfo en las elecciones de 1970, porque a raíz de este suceso habían surgido voces disidentes dentro del anapismo que culminaron en la creación de nuevas fuerzas políticas –la Anapo Socialista, el M19–, y dicho proceso no había concluido para 1973 y, finalmente, no eran una organización de izquierda.

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que brindarle un apoyo total. La historia del MOEC, los debates de Mosquera de 1965, la creación del PTC en 1970, la adopción del maoísmo y la imposibilidad para el PTC de aceptar la tesis de la “combinación de todas las formas de lucha” impedían la conformidad con el criterio comunista.17 Para facilitar la unidad con los comunistas el tema internacional no se mencionó, es decir, se eliminó del programa de la UNO cualquier referencia a Cuba como vanguardia revolucionaria. No obstante, se mantuvo el debate teórico y político; y se hizo una amplia difusión de cuatro condiciones impuestas por el MOIR para participar en la UNO: El frente propuesto debía aprovechar la campaña electoral para desenmascarar la política anti-patriótica y antidemocrática del Frente Nacional; la ANAPO no podría ser la columna vertebral del frente electoral de izquierda, pues en la práctica apoyaba muchas de las medidas de tipo económico y político de las clases dominantes contra el pueblo y estaba dispuesta a transigir y negociar con el gobierno en asuntos fundamentales a cambio de irrisorias prebendas; el frente electoral debía aprobar una plataforma antimperialista y democrática a la que se debían ceñir sin excepción todas y cada una de las fuerzas integrantes; y debía hacerse un acuerdo previo entre todos y cada uno de los partidos y organizaciones del frente para garantizar: a) La dirección colectiva de la alianza y b) El respeto del carácter independiente de los partidos y organizaciones. Mosquera ratificó estos cuatro puntos en la intervención en la Segunda Convención Nacional de la UNO, el 23 de septiembre de 1973. El discurso titulado “El Frente Electoral de Izquierda: Necesidad de Las Fuerzas Revolucionarias” reconoce un hecho fundamental de la UNO: se trataba de un frente de izquierda. Ceder ante la 17 “La combinación de todas las formas de lucha” fue adoptada por el Partido Comunista como línea oficial en 1964, con ella pretendió realizar al mismo tiempo la lucha legal –electoral, por ejemplo– y la acción guerrillera a través de las FARC. En un sentido similar se había manifestado unos años antes el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), aunque las condiciones de Guatemala eran totalmente distintas a las de Colombia. Tal postura mereció el rechazo por parte del PTC y ha constituido una de las grandes divergencias con los comunistas. Hoy día tal política es mantenida por los comunistas, pero se encuentra altamente desprestigiada entre propios y extraños por constituir una de las razones de la violencia política. Véase la formulación de tal concepción en el artículo del Secretario General del PC. VIEIRA, “La combinación de todas las formas de lucha”, pp. 74 y ss.

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ANAPO significaba renunciar a lo fundamental: “La concertación para

1974 de un frente con la Alianza Nacional Popular requería por los menos dos concesiones: votar por un candidato presidencial salido de sus filas, o más exactamente de la familia Rojas, y recortar el programa de nueve puntos de la Unión Nacional de Oposición”. Estas dos concesiones no eran problema para el Partido Comunista, pues pensaba que en 1974 podía ganar las elecciones.18 Varios hechos se deben destacar de esta experiencia. En primer lugar, el que a pesar de las grandes diferencias con respecto a Cuba, un acuerdo entre el PC y el PTC constituía, ni más ni menos, la unidad entre las fuerzas más importantes de la izquierda colombiana. En 1974, la UNO alcanzó en la votación para senado 155 158 sufragios, sus altos registros los obtuvo en los departamentos con mayor concentración de trabajadores sindicalizados —el 37.98% se ubicaban en Cundinamarca—; frentes de trabajo del PC (como el departamento de Meta); aunque no hubo un sólo sufragio en Choco, Norte de Santander y La Guajira. A pesar del escaso tamaño del PTC y su reciente incorporación a la lucha electoral, obtuvo varias curules a corporaciones públicas, incluyendo una principalía en la Cámara de Representantes y un concejal en principales capitales: Bogotá, Medellín, Bucaramanga, Pereira y Pasto; varios destacados dirigentes del partido fueron elegidos, entre ellos Ricardo Samper (a la Cámara) y Carlos Bula Camacho (Consejo de Bogotá); en menos de cinco años se constituía en una fuerza que comenzaba a ser aceptada como interlocutor por el resto de la izquierda y los partidos de derecha. Igual sucedió con PCV que logró una mayor cuota que el PTC en razón de su mayor trayectoria e importancia política. A pesar de los buenos augurios, la UNO fracasó debido a la lectura que el PC hizo del nuevo gobierno de Alfonso López Michelsen, su manejo del sindicalismo y las manipulaciones que desataron para apropiarse de la UNO. Mosquera anticipó —en su discurso en la Ter18 La Resolución política aprobada por el Undécimo Congreso del PCC señaló: “Todo indica que las elecciones presidenciales de 1974 pueden convertirse en una decisiva batalla popular contra la oligarquía. Si las fuerzas de la oposición se unen en torno a un programa y a un candidato único, estarán en condiciones de derrotarla y de hacer respetar su victoria electoral, cerrando así el paso a todas las maniobras de la oligarquía tradicional”. Partido Comunista, “Informe al pleno del Comité Central del Partido Comunista”, p. 31.

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cera Convención Nacional de la UNO, el 14 de julio de 1974— la ruptura de la UNO meses antes de presentarse. En efecto, allí centró su intervención en la explicación de la naturaleza del régimen lopista, sostuvo que Alfonso López Michelsen no cumpliría ninguna de sus promesas y que no había nada bueno que esperar de su gobierno. El Partido Comunista en su informe Político a su Congreso de finales 1975, consideró que los resultados electorales del 21 de abril de 1974 abrían las perspectivas de un “nuevo poder”, y comenzaron a hablar de la existencia de “aspectos progresistas”, de una base “democrática” y de las contradicciones del gobierno lopista con la “derecha”. Existió otro factor que generó fricciones con el PC: el tema internacional. En 1975, los partidos comunistas de América Latina anunciaron que incorporarían a sus programas el principio de que Cuba era la vanguardia de la revolución en el continente. La consideración era inaceptable para el PTC por lo argumentado por Mosquera en 1965 en su debate al interior del MOEC, su rechazo a la invasión a Checoslovaquia y, fundamentalmente, la consideración de que la URSS era una potencia imperialista y que Cuba financiaba el movimiento armado latinoamericano y cumplía con las tareas impuestas por los soviéticos en diversas partes del mundo (enviando más de 100 000 soldados a África, por ejemplo). De manera que las acciones imperialistas de la URSS también fueron un factor que determinó la crisis de la UNO y profundizó las diferencias con el PC. Este hecho fue reconocido por Mosquera en una entrevista a Cristina de la Torre, allí sostuvo sobre las causas de la ruptura con el PC: Y la Unión Soviética, de cuna gloriosa del socialismo, pasó a convertirse en tétrico bastión del capitalismo en el cual los nuevos zares no sólo explotan y sojuzgan al pueblo soviético, sino que han iniciado por todo el globo la calculada operación de expandir sus dominios y someter a su voluntad al resto de los pueblos y naciones, emulando fieramente en tan vandálico empeño con su principal competidor, el imperialismo norteamericano.19

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MOSQUERA, “Somos los fogoneros de la revolución”.

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Al comenzar la década de los ochenta se produjeron dos cambios políticos muy importantes: la guerrilla colombiana asumió que estaba a las puertas de la toma del poder y que sólo le bastaba generalizar la guerra, y las fuerzas soviético cubanas radicalizaron los conflictos internos en El Salvador y Guatemala. El PTC registró con preocupación el avance de la URSS en el mundo —especialmente a raíz del estímulo a golpes militares y guerras en África, y la invasión a Afganistán en 1979— y en el continente la intervención en las guerras en Centroamérica, cuya manifestación en Colombia fue la radicalización de la insurgencia, lo cual amenazaba con el traslado de la confrontación entre Estados Unidos y la URSS a Colombia, es decir, el fortalecimiento del sector prosoviético en el país —dada su importancia geopolítica— podía representar el estallido de una guerra de bastas proporciones. El PTC elaboró una gran variedad de acciones políticas encaminadas a denunciar la acción del social imperialismo soviético en la región y en el mundo, por ello se realizaron diversas actividades en apoyo a la resistencia afgana que luchaban contra la invasión soviética (1979). Las acciones del imperialismo yanqui contra Cuba fueron interpretadas como parte del enfrentamiento característico del periodo de la Guerra Fría y, por supuesto, como expresión de la pugna entre las dos grandes superpotencias por América Latina. A nombre del principio de autonomía de las naciones se rechazaron las acciones contra la isla. La caracterización de la URSS como una potencia imperialista no era nueva, se había originado en el debate de los chinos y albaneses de finales de la década de los cincuenta. Además, había dos circunstancias particularmente difíciles de aceptar: la legitimación de la invasión soviética a Checoslovaquia y el envío de 100 000 soldados a África, tales acontecimientos cerraron, en junio de 1975, cualquier posibilidad de respaldo a los cubanos. Con respecto a las acciones soviéticas en Centroamérica la condena fue clara: Acreditan ponerse en tela de juicio los propósitos de aquellos que protestan airadamente por la presencia estadounidense en Centroamérica pero hacen caso omiso de los crímenes cometidos por 192

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los soviéticos y sus seguidores contra la integridad y las intransferibles prerrogativas de las naciones débiles. Para esos falsos apóstoles de la transformación social, llámense revolucionarios, comunistas o socialista, digámoslo en vía de ilustración, no se justifica ni una nota desaprobatoria ante el vandalismo vietnamita en Indochina, donde, de los cinco millones de seres del pueblo de Kampuchea, cientos de miles han sido segados sin contemplaciones.20

¿Pero eran más importantes las consideraciones sobre el tema internacional que la política nacional? Para una fuerza política maoísta como el PTC había una coincidencia fatal en Colombia: Estados Unidos se encontraba en retroceso, especialmente, luego del resultado desastroso de la guerra de Vietnam; la URSS desataba una feroz ofensiva en todo el globo, incluida América Latina, y era el principal factor de amenaza de una guerra nuclear mundial; y en Colombia predominaba la extrema izquierda y su sector más belicoso, las FARC, expresión de los intereses soviéticos, que también se lanzaban decididamente a la guerra. Es suficiente señalar que la Séptima Conferencia de las FARC, realizada del 4 al 14 de mayo de 1982, y el Pleno Ampliado del Estado Mayor Central le imprimieron a la organización un giro fundamental, siendo los tres hechos más importantes: la concepción de que existía una situación revolucionaria en el país; la orden de pasar a la ofensiva; y la transformación de la guerrilla en Ejército del Pueblo.21 A la par que masificaron los secuestros y se vincularon decididamente al negocio de la droga, emplearon los procesos de paz para duplicar el número de frentes en el país. Lo más grave era que Cuba había renovado su apoyo a los grupos insurgentes colombianos. En efecto, Fidel Castro reconoció, a mediados de 1983, en el acto de entrega de un premio a Gabriel García Márquez, que mantenía el entrenamiento de guerrilleros colombianos. El acontecimiento más dramático para la existencia misma del PTC fue la ofensiva militar desatada por las FARC contra la militancia 20

MOSQUERA, “Unámonos contra la amenaza principal”, pp. 5-6. En documentos más recientes se eliminan las referencias a la situación revolucionaria y se habla de “asomos”. 21

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en estratégicas regiones del país. Lo cual llevó al abandono de aquellos lugares en los cuales no se tenía la plena seguridad de la supervivencia de la militancia; a clandestinizar al Secretario General; y a reducir al mínimo la actividad pública. La supervivencia del MOIR ante los embates de las FARC y la amenaza sobre el país por las fuerzas prosoviéticas, definieron como hechos políticos un periodo para el PTC conocido como El Túnel (1982-1990), que llevó a la definición de cuatro políticas fundamentales: el retiro de la militancia de aquellas zonas en las cuales la vida estaba en peligro; la construcción de un sindicalismo democrático; la alianza con aquellas fuerzas que coincidieran la defensa de la nación y la democracia; y, finalmente, la defensa de la producción nacional. Sin embargo, el problema más grave para el PTC radicó en que las FARC se propusieron desterrar de grandes zonas del país, con la razón de las armas, a todo aquel que se dedicaba a la organización de las masas campesinas. El MOIR debido al trabajo de sus cuadros descalzos, que al comenzar los años ochenta llevaban una década conformando ligas campesinas, sindicatos y cooperativas fueron blanco fácil de los sicarios del grupo insurgente. La guerrilla ejecutó a varios de los más importantes dirigentes en zonas como el Magdalena Medio y en departamentos como Bolívar, Córdoba y Cauca. No sobra decir que la muerte de los militantes se hizo a través de los más execrables métodos y en condiciones de indefensión, varias veces ejecutados por la espalda y rematados cuando se encontraban en el suelo. Crímenes que ni siquiera las fuerzas de extrema derecha se habían atrevido a ejecutar. En comunicado de prensa del 13 de diciembre de 1986, se denunció el asesinato de Raúl Ramírez por parte de las FARC: En la mañana del 12 de noviembre el miembro de las Farc conocido con el alias de “Comandante Gutiérrez” acompañado de una joven de aproximadamente veinte años, se presentó en la residencia de Raúl Ramírez Rodríguez con la orden de exterminarlo. Mientras el bandido lo interrogaba distrayéndolo, la mujer le disparó por detrás a la cabeza. Luego lo acribillaron conjuntamente. El crimen, cometido en Puerto López, corregimiento de El Bagre, Antioquia, busca desalojar al MOIR 194

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de una región en donde desde hace rato venimos contribuyendo al progreso mediante cooperativas y ligas campesinas. Ese mismo día eliminaron a un comerciante y a un inspector de policía, a quien le robaron la máquina de escribir. Unas horas antes habían dado muerte a dos humildes labriegos, tildados de “sapos” por haberse resistido a colaborar. A semejantes extremos de sevicia y salvajismo han llegado los únicos usufructuarios de la “paz”, cuyas ansias de dominio corren parejas con su acelerada degeneración.22

De manera inmediata se emplazó a la dirección del Partido Comunista, que por aquel entonces aún tenía influencia en el grupo insurgente. El comunicado que venimos citando señaló, además: El asesinato de Raúl Ramírez se suma al de Luis Eduardo Rolón, otro dirigente del MOIR caído en el municipio de San Pablo, también bajo las balas de una cuadrilla de las Farc. En aquella ocasión, junio de 1985, le exigimos abiertamente a la dirección del Partido Comunista que, haciendo uso de su innegable ascendiente sobre el bando insurrecto, explicase el alevoso atentado, pusiera al descubierto a sus cobardes ejecutores y terminara la campaña intimidatoria.23

El PTC entendió que lo más importante era proteger la vida de los militantes y decidió iniciar un éxodo y abandonar el trabajo campesino. La etapa de El Túnel tuvo un impacto político inmediato: el PTC retrocedió a los niveles de 1970; aún más, dicho partido estuvo a punto de desintegrarse. La otra cara de tan difícil etapa fue que modificó la concepción general sobre la estrategia y la táctica política, en concreto generó tres hechos: le permitió establecer alianza con sectores políticos que no pertenecían a la izquierda; colocó a la política de frente único como eje del accionar político del PTC; y se definió una postura básica sobre la guerra y la paz.24 Para proteger la vida de la organización se inició un acercamiento con aquellas fuerzas políticas que compartían el criterio de que el 22

“Mensaje del MOIR. A raíz del asesinato de Raúl Ramírez por parte de las FARC”, p. 9a. “Mensaje del MOIR. A raíz del asesinato de Raúl Ramírez por parte de las FARC”, p. 9a. 24 El PTC se negó a participar en las comisiones de paz argumentando que ellos no habían declarado en ningún momento la guerra y que correspondía a los sectores que habían hecho uso de las armas corregir tan profundo error. 23

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enemigo principal de Colombia era la Unión Soviética y sus representantes: las FARC. Por supuesto, siempre en el terreno de la legalidad y en el marco definido por la ley para la acción política. Por ello, existieron alianzas políticas con miembros de los partidos tradicionales en la década de los ochenta, que para algunos militantes de izquierda resultaban problemáticas e inexplicables, especialmente con miembros de los sectores más conservadores del Partido Liberal y decididos partidarios del uso de la fuerza para detener al movimiento insurgente. ¿Cómo podía una organización marxista aliarse con tal personalidad? La respuesta a ésta y a otras alianzas se explica por dos circunstancias. La primera de orden internacional y la segunda de orden nacional. Pero, ¿a qué se debía esta postura de las FARC contra el PTC? Creemos que a tres hechos: los soviéticos cambiaron su concepción sobre la guerrilla y creyeron que éstos podían asegurarle en América Latina una cabeza de playa, determinante en su disputa del planeta con Estados Unidos; a la supremacía de lo militar en la izquierda latinoamericana, pues luego del triunfo del sandinismo predominó la idea de que la lucha armada era la forma principal de la acción política de las izquierdas; a la pretensión de las FARC de constituirse en la única fuerza política de izquierda, lo cual era la materialización de su pretensión de estar a las puertas de la toma del poder; y al ascenso a la presidencia de Belisario Bentancurt (1982-1986), que entregó el país a la guerrilla. El fin de las diferencias con respecto a Cuba La tercera etapa de la relación con el tema cubano va de 1991 al presente. La desaparición de la Unión Soviética y la caída de los regímenes del “socialismo real” en Europa Oriental marcaron el fin del social imperialismo soviético y generaron una nueva situación mundial. El hecho concreto es que Cuba dejó de obedecer a las políticas expansionistas de la Unión Soviética, tampoco poseía la capacidad para intervenir en los asuntos internos de otros países y es víctima de la agresión estadounidense. En segundo lugar, las guerrillas centroamericanas en un lapso muy corto de tiempo entraron en procesos de paz. Con ello, el peligro de una confrontación entre las superpotencias en la región desapareció. 196

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Para el PTC el inicio de la década de los noventa significó el fin del periodo histórico conocido como El Túnel. La organización sobrevivió a la ofensiva de la guerrilla y su Secretario General pudo salir de la clandestinidad. Pronto dicho partido pudo realizar, después de muchos años, su conferencia nacional y comenzar la reorganización de su fuerza política. La desaparición de la URSS y los procesos en Centroamérica cancelaron la polémica internacional con el Partido Comunista. Como es apenas natural, cambió la forma como se percibía a la isla. De manera específica diríamos que el tema cubano dejó de ser un aspecto que definía la táctica política de la izquierda y en particular del PTC. Conclusiones A pesar de las diferencias existentes con respecto al proceso cubano, a su lugar ocupado en la Guerra Fría y las derivaciones teóricas y políticas del foquismo, es un hecho innegable que la Revolución cubana logró construir iconos de enorme impacto en la política regional e internacional. Para gran parte de la izquierda latinoamericana y mundial, Fidel Castro y El Che representan los valores más puros del compromiso político y de la resistencia al imperialismo. Indudablemente su compromiso está fuera de dudas y su lugar en la historia latinoamericana y mundial es incuestionable.25 No obstante, no existe unanimidad en cuanto a la interpretación de la Revolución cubana. Uno de los partidos maoístas de mayor trayectoria en Colombia generó un fuerte debate en torno a las bondades del proceso que se vivía en Cuba desde 1959. Las diferencias no sólo se originaron en la toma de partido en el cisma del comunismo internacional y en la identificación que el MOEC, y luego el Partido del Trabajo de Colombia, hizo entre social-imperialismo soviético y Revolución cubana. Por el contrario, se trata de una diferencia que se origina en el rechazo al modelo de foco armado que institucionalizaron El Che y Fidel Castro, y a la lucha guerrillera para un país como Colombia; al hecho de que Cuba intervino abiertamente en el accionar del MOEC y luego del ELN; en la 25 En los primeros números de Tribuna Roja, periódico del MOIR, se reconoció el heroísmo de El Che.

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pretensión de Francisco Mosquera de eliminar la financiación externa a los partidos revolucionarios, en el rechazo al terrorismo y al uso del secuestro, y en su obsesión por crear un auténtico partido marxista leninista. La polémica desatada por Mosquera a través del MOEC y el PTC adquirió mayores dimensiones por cuanto la nueva izquierda en Colombia se caracterizó por denunciar el revisionismo de los comunistas, por lo que —obviamente— toda nueva organización se definía por su radicalidad respecto al PC. El problema para el PTC en su relación con las fuerzas prosoviéticas fue que el PC tenía una organización armada, las FARC, y que la URSS decidió incrementar la lucha armada en la región en la década de los ochenta. La coincidencia era fatal para Colombia, pues la suma de estos dos hechos se traducía en una generalización de la violencia y del uso de métodos inaceptables, entre ellos el secuestro y la vinculación al narcotráfico, que empleó la guerrilla para aumentar sus frentes de guerra. La dificultad para el PTC se acrecentó con la decisión de las FARC de convertirse en la única fuerza política en los campos de Colombia, ello se tradujo en el asesinato de militantes y la expulsión del PTC de amplias zonas del país. La repuesta del PTC fue buscar la alianza con diversas fuerzas políticas, iniciar un éxodo a las principales ciudades y clandestinizar su dirección política. La década de los noventa se inició con la debacle soviética, el arrinconamiento de Cuba y los procesos de paz en Centroamérica. Tales sucesos fueron interpretados por el PTC como el fin del peligro de la amenaza soviética y de la polémica alrededor del social imperialismo; y aunque no ha cesado de controvertir en torno al significado de la Revolución cubana, el foquismo y el terrorismo y tema cubano de mencionarse.

FUENTES DE INFORMACIÓN PERIÓDICOS El Tiempo, Bogotá, 1959. Tribuna Roja, Bogotá, varios años.

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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA ESTRATEGIA POLÍTICA DEL EJÉRCITO GUERRILLERO TUPAK KATARI (EGTK) EN BOLIVIA

Alejandro M. Schneider*

Introducción El propósito de este artículo es comentar algunos avances de una investigación en curso sobre la estrategia política y el accionar militar del Ejército Guerrillero Tupak Katari (EGTK) en Bolivia durante la década de 1990. Por esos años, en dicho país, como en el resto de América Latina, se desarrolló una masiva e importante ofensiva neoliberal sobre las condiciones de vida de millones de indígenas, campesinos y trabajadores. Frente a ello, se sucedieron distintas formas de resistencia (huelgas, paros, movilizaciones, enfrentamientos armados, entre otras medidas de lucha) que buscaron frenar el feroz ataque que se lanzó sobre la población. En ese escenario emergió el EGTK como una alternativa armada que intentó agrupar a campesinos indígenas, mineros y pobladores urbanos que se hallaron perjudicados por las reformas neoliberales implantadas desde la restauración democrática. El presente ensayo busca brevemente focalizar las causas del surgimiento del EGTK, analizar su armazón identitaria, esbozar su estrategia política y observar determinadas tensiones subyacentes en su estructura organizativa.1 Sobre el particular, se enfatiza la singularidad que presentó este grupo armado; sobre todo, su fuerte componente indígena ya sea en su composición como en su programa político e ideológico, lo cual lo convirtió en una organización específica y original frente a la mayoría de los movimientos guerrilleros del continente y del propio altiplano.2 *

Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de La Plata. Una primera aproximación a este tema fue realizada, en forma conjunta, con el Dr. Bruno Fornillo en el año 2010. 2 Corresponde indicar que estos temas han sido profundamente investigados por la Dra. Fabiola Escárzaga, a quien agradezco por facilitarme su tesis doctoral sobre la materia. Por otro lado, una parte de estas cuestiones se aborda también en: “Las insurgencias del campesinado indígena en Perú, Bolivia y México: PCP-SL, EGTK y EZLN”. 1

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La nueva Bolivia: cambios políticos y económicos A partir de 1985, nace una nueva Bolivia. El país que había protagonizado la Revolución de 1952 estaba cediendo lugar a otro. La apertura democrática iniciada en 1982 con Hernán Siles Zuazo de la Unión Democrática Popular (UDP) tuvo bases extremadamente débiles. Una sucesión de fracasos (resquebrajamiento de las alianzas internas, una inflación incontrolable, precios inocuos de los minerales) precipitó la caída de su gobierno y la necesidad de convocar a elecciones anticipadas. Como consecuencia de la crisis institucional, el Parlamento designó como presidente al líder histórico del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Víctor Paz Estensoro (1985-1989). El arribo a la primera magistratura del antiguo ex mandatario abrió un nuevo escenario político. En lo inmediato, se dispuso disolver el Estado “populista” que había surgido tras la revolución, a la vez que trató de dar a luz a otro país. Este reordenamiento tuvo diferentes dimensiones. Pocos días después de haber asumido, el 29 de agosto, tras proclamar que “Bolivia se nos muere”, Paz inauguró un drástico programa económico y social, que acarreó un nuevo tipo de acuerdo de dominación sobre la sociedad civil. Se buscó recrear y restablecer la autoridad estatal perdida en los últimos lustros, particularmente sobre la clase obrera y el campesinado. La nueva gobernabilidad necesitaba disciplinarlos en sintonía con la oleada neoliberal que atravesaba América Latina. En este escenario, el mundo de la minería expresó los cambios más radicales. La crisis del mercado internacional del estaño y la constante pérdida de productividad en las minas fueron los argumentos que se emplearon para iniciar el desmantelamiento progresivo de las empresas productoras. La capacidad de reacción del sindicalismo minero frente a estos hechos colapsó luego del frustrado avance hacia la capital del país mediante la “Marcha por la vida y la paz” emprendida en 1986 —conducida por la Federación Sindical de Trabajadores Mineros Bolivianos (FSTMB)— en defensa de las compañías estatales. Advertida de un inminente baño de sangre, la dirigencia laboral decidió no violentar el cerco militar que impedía su paso en Calamarca, como consecuencia los miles 202

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de trabajadores del subsuelo retornaron a sus distritos. Durante esa jornada, el 29 de agosto, se promulgó el Decreto Supremo 21.377 que dispuso la desestructuración de la poderosa Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL). En el plazo de un año, al cerrarse más de 50 minas estatales, la citada empresa despidió a más de dos terceras partes de sus obreros, incrementando las tasas de desocupación y convirtiendo en pueblos fantasmas a numerosos distritos erigidos alrededor del trabajo del subsuelo. Las reformas estructurales subsistieron y se consolidaron en 1989 con la llegada al Palacio Quemado de Jaime Paz Zamora, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Ciertamente, la avalancha neoliberal se aplicó en Bolivia con una radicalidad que apenas encuentra parangón en otros países del continente, y sumado a la desestructuración de las formas de agregación colectiva obrera que poblaron el país, generaron las condiciones para que la apuesta por las armas sea vista como una necesidad; a lo cual también contribuyó la mayor independencia política que estuvo ostentando el campesinado indígena, protagonista principal de los nuevos tiempos de la resistencia. La situación del mundo campesino: el indigenismo katarista Como se ha mencionado en reiteradas ocasiones, una de las particularidades del campesinado boliviano es su heterogeneidad; la misma se expresa en los altos contrastes lingüísticos, étnicos, culturales, regionales, históricos y políticos. Sin embargo, más allá de estas diferencias, las políticas agrarias de los distintos gobiernos han marginado y empobrecido a los hogares rurales. El continuo proceso de parcelación de las tierras, la expulsión hacia áreas montañosas de escasa o nula fertilidad, la carencia de insumos y de tecnología, colaboró en el agravamiento de esta situación. Pese a ello, durante años, el movimiento campesino se convirtió en uno de los principales pilares sostenedores del Estado. Sin embargo, durante la década de funcionamiento del pacto militar-campesino3 fue surgiendo el katarismo como corriente sin3 Después de producido el golpe de Estado de 1964, el general René Barrientos implementó los lineamientos básicos que sostuvo la estructura institucional del país a través de un pacto

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dical autónoma, por ese entonces el indianismo comenzó a actuar con fuerza en el campo político. En ambos casos, si bien con diferencias que se fueron acentuando a través del transcurso del tiempo y por la propia dinámica de la lucha de clases, estas corrientes empezaron a poner como tema candente la situación de las naciones originarias en Bolivia. En efecto, la revolución y los gobiernos nacidos de ella no habían solucionado el tema pese a su incorporación en el campo de la ciudadanía, la discriminación racial y la manipulación política y económica eran cuestiones a resolver. En la realidad, la extensión de los derechos efectuada por el MNR era incompleta. De acuerdo con Álvaro García Linera, el indianismo katarista surge: Como discurso político que comienza a resignificar de manera sistemática la historia, la lengua y la cultura. Se trata de un discurso denunciativo e interpelatorio que, asentado en la revisión de la historia, echa en cara la imposibilidad de cumplir los compromisos de ciudadanía, de mestizaje, de igualación política y cultural, con la cual el nacionalismo se acercó al mundo indígena campesino después de 1952. El aporte fundamental de este período es la reinvención de la indianitud, pero ya no como estigma, sino como sujeto de emancipación, como designio histórico, como proyecto político. Un auténtico renacimiento discursivo del indio a través de la reivindicación y reinvención de su historia, de su pasado, de sus prácticas culturales, de sus penurias, de sus virtudes, que ha de tener un efecto práctico en la formación de autoidentificaciones y formas organizativas. De entrada, el indianismo rompió lanzas con el marxismo y el cristianismo, considerados ambos como los principales componentes ideológicos de la dominación colonial contemporánea.4

En este marco de opresión y de resistencia, el katarismo reivindicó la identidad étnica y la autodeterminación de las naciones entre militares y dirigentes campesinos. Si bien la Masacre de Tocata, ocurrida en el valle alto de Cochabamba en 1974, señaló el punto final del pacto militar-campesino, con anterioridad a estos hechos se fueron produciendo algunos indicios que indicaron lo endeble de esta alianza. 4 GARCÍA LINERA, “El desencuentro de dos razones revolucionarias, Indianismo y Marxismo”.

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originarias. La principal herramienta para expresar su disconformidad con la segregación fue la organización sindical, sumando elementos que se hunden en el pasado colonial en su lucha contra la dominación criolla y española. La reafirmación de la identidad étnica se convirtió en un papel dinamizador de las movilizaciones en un contexto de crisis del antiguo Estado revolucionario.5 Antecedentes ideológicos y organizativos En ese contexto, desde mediados de la década de 1980 un grupo de militantes con distintos saberes y experiencias comenzaron a organizarse para tratar de dar una respuesta diferente al avance de las políticas neoliberales implementadas. Además, la lectura que hicieron era que el país abierto con la Revolución de 1952 había cambiado; por ende, era necesario efectuar otra clase de soluciones para hacer frente al nuevo escenario. En términos generales se considera que el indianismo y el marxismo, a grandes rasgos, fueron las dos principales fuentes que alimentaron el pensamiento y el accionar del EGTK. Con respecto a la primera corriente mencionada, se puede observar que a diferencia del indigenismo, protagonista de un movimiento cultural que busca rescatar las raíces originarias y que fue desarrollado por intelectuales, el indianismo fue una propuesta política que parte de los propios pueblos indígenas originarios y que tuvo como objeto asumir el poder.6 Este movimiento fue, en parte, producto del fra5 El katarismo empezó a sentirse como una opción durante la Asamblea Popular de 1971. A mediados de esa década, el katarismo logró integrarse a las comunidades de base y a eclosionar en los mandos sindicales intermedios, presos de un desprestigio que también alcanzó a los dirigentes nacionales. La realización de congresos clandestinos y la intervención en los oficiales redundó en el nacimiento, en 1979, de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) con una clara hegemonía del katarismo. En su reafirmación de la etnicidad aymara y de la gesta histórica de Tupak Katari, el katarismo fue una corriente ideológica en la que se sintetizaron temas culturales, proyecciones políticas y luchas reivindicativas. 6 En ese marco, la figura de Fausto Reinaga, en la década de 1960, sus escritos y la fundación del Partido Indio, surge como uno de los primeros pensadores responsables de esta filosofía nativista. Entre sus numerosos ensayos, hubo una serie de estudios que influenciaron el accionar de jóvenes estudiantes de origen aymara, entre otros, se puede consultar: La Revolución India. Su obra intelectual bosquejó una teoría de la revolución social enraizada en el contexto histórico y material de los Andes. Sus ideas se convirtieron en un material fecundo que alimentó las bases del naciente katarismo.

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caso de la integración promulgada por los gobiernos posteriores a la revolución y de la frustración que resultó el proyecto modernizador de la reforma agraria.7 En el transcurso de los años siguientes, estos pensamientos incidieron —en forma variable— en los distintos grupos políticos que levantaron las banderas del indianismo: el Movimiento Universitario Julián Apaza (MUJA), el Movimiento Indio Tupak Katari (MITKA), el Movimiento Revolucionario Tupak Katari (MRTK) y la Ofensiva de los Ayllus Rojos. Con el acontecer de los enfrentamientos a la dictadura militar, la conformación de la CSUTCB, el fracaso que representó la experiencia democrática de la UDP y, por sobre todo, con la aplicación de las reformas neoliberales, el discurso y la actividad de un sector del katarismo fue adoptando otro cariz. En opinión de Álvaro García Linera, algunos miembros de este grupo sostuvieron que “deben ser los mismos indígenas quienes deben […] ser los gobernantes del Estado”. En este sentido, su propuesta se manifestó a favor del nacimiento de “otro Estado y en otra república”, debido a que los gobiernos posteriores a la Independencia no modificaron la exclusión y el exterminio que se padecía desde los tiempos coloniales. De este modo, “bajo esta mirada el indígena aparece entonces no sólo como un sujeto político, sino también como un sujeto de poder, de mando, de soberanía”.8 El antecedente inmediato de uno de los dos núcleos fundadores que nutrieron el EGTK fue la participación de algunos de sus integrantes en el MITKA. Cabe indicar que este grupo surgió en el Primer Congreso Histórico Indio realizado del 24 al 28 de abril de 1978 en el cantón Calacoto, provincia Pacajes del Departamento de La Paz. En ese evento, uno de los documentos presentados, y aprobado, fue la Tesis Política del MITKA. En este manuscrito se consideraba a la lucha armada como una alternativa válida y como principio ideológico para la toma del poder político y la liberación del Qullasuyu. Como consecuencia de estas afirmaciones, en el seno del MITKA se produjeron una serie de discrepancias y divisiones frente a aquellos que sólo buscaban una participación electoral.9 7

ALBÓ, Movimientos y poder indígena en Bolivia, Ecuador y Perú, p. 36. GARCÍA LINERA, “El desencuentro de dos razones revolucionarias, Indianismo y Marxismo”. 9 QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, pp. 19-20. 8

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Desde sus orígenes, este grupo hizo hincapié centralmente en el enfrentamiento racial entre blancos y originarios por sobre otras cuestiones. Años más tarde, Felipe Quispe reflexionaba manteniendo esos mismos principios: Nosotros los indígenas tenemos nuestro propio territorio. Este territorio no es de los occidentales, de los colonizadores, es nuestro. Tenemos nuestra propia historia, nuestra propia filosofía, nuestras leyes, religión, idioma, hábitos y costumbres. […] nosotros los aymaras nos consideramos una nación y de ahí la idea de autodeterminarnos. Nosotros no seguimos la bandera tricolor boliviana que cargan nuestros opresores; nosotros tenemos la wiphala, tenemos nuestros propios héroes y mártires [...].10

En ese marco, a nivel electoral en 1978, propusieron candidatos propios a diferencia del MRTK que apoyó a figuras partidarias del sistema político. Sin embargo, no sólo participaron en actos comiciales, su mayor presencia se encontró en el plano gremial militando en la CSUTCB. De este modo, en esta central sindical campesina convivieron, no sin tensiones, un conjunto de formas de organización y de luchas que se nutrieron esencialmente de dos grandes tradiciones culturales. Por una parte, la memoria que se remonta al pasado signado por la opresión que sufren las comunidades desde los tiempos coloniales; por el otro, por la experiencia adquirida —en términos de organización gremial— durante el siglo XX, en particular con la Revolución de 1952 y con la reforma agraria de 1953.11 En cuanto al marxismo, éste provino esencialmente del grupo encabezado por los contingentes mineros y los cuadros de las ciudades. Los hermanos García Linera venían militando con trabajadores urbanos y con células mineras de base. A eso se sumó el impacto que causaba en esa generación el discurso del katarismo

10 Entrevista realizada a Felipe Quispe Huanca por Alejandro Schneider, en Achacachi, en agosto de 2010. 11 Al respecto, véase: RIVERA CUSICANQUI, “Luchas campesinas contemporáneas en Bolivia: El movimiento Katarista: 1970-1980”, pp. 129-168.

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más radicalizado y los procesos guerrilleros que se estaban desarrollando en Centroamérica. Durante esos años, el embrión del grupo mantuvo los principales referentes del discurso indianista, pero, a su vez, los complementó con alusiones al socialismo y a la lucha de clases. Para García Linera, la corriente encabezada por Quispe incorporó a este conjunto de concepciones la idea de que existe “una identidad popular boliviana” como resultado de la ancestral explotación y opresión existente. Este examen de la situación condujo a comprender la necesidad política de buscar una alianza y acuerdos políticos con otros sujetos sociales como los obreros, que experimentan similares grados de sometimiento. Sin embargo, este no fue el único aporte que provino del pensamiento indianista; a este se le sumaría la especificidad que representa la identidad indígena aymara, la que lo llevaría “a un destino de autogobierno, de autodeterminación”.12 Por su parte, Quispe considera que la alianza que se hizo en esos años se debió a la concepción que tenían del enfrentamiento contra el sistema, el cual no tenía que recaer sólo en los indígenas. De ahí que, en julio de 1986, se dan las primeras conversaciones con el grupo de García Linera en La Paz. Sobre una serie de acuerdos en el que coincidieron en la necesidad de “golpear al enemigo de turno y al imperialismo yanqui” es que empezaron a “funcionar al unísono dos corrientes ideológicas contradictorias y diferentes: el tupakatarismo revolucionario y el marxismo”.13 A pesar de esta confluencia, nunca terminaron de confundirse en una sola corriente de pensamiento; más aún, nuestra hipótesis es que el sector indianista fue en el sentido ideológico, organizativo y numérico el que se terminó imponiendo en esta alianza. Más aún a la postre, fue el determinante en toda la actuación del EGTK. El nacimiento del EGTK Los primeros pasos de conformación del grupo se remontan a la actividad desplegada por Felipe Quispe Huanca como secretario de Organización de la Dirección Nacional del MITKA, en 1984. Por 12 13

GARCÍA LINERA, “El desencuentro de dos razones revolucionarias, Indianismo y Marxismo”. QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, p. 42.

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entonces, el denominado Mallku se alejó del camino electoral y propuso que “la guerra comunitaria de ayllus” se convirtiese en “el principal instrumento de lucha para la toma del poder político”. Asimismo, expuso que el mencionado movimiento indianista adopte la vía armada como táctica militante. De este modo, Quispe junto con Fernando Surco, José Aramayo y su esposa Camila Choqueticlla, y otros activistas se fueron del MITKA. De acuerdo con lo expresado por Ayar Quispe, el Mallku y Jaime Apaza Chuquimia habían ido a Cuba, a comienzos de la década de 1980, durante un año, a entrenarse en el arte de la instrucción militar.14 Según recuerda Felipe Quispe: Empezamos a organizarnos desde el año 1984, cuando no teníamos ni un revólver, ni recursos, ni tampoco experiencia militar. Si bien algunos de nosotros teníamos entrenamiento político-militar en Centro América, pero no era suficiente. […] En las primeras acciones de recuperación económica utilizamos piedras afiladas, como en los tiempos neolíticos, poco después ya teníamos armas y así sucesivamente.15

Como consecuencia de esa experiencia y de la situación política tras las reformas neoliberales, se decidió crear el Ejército Tupak Katari en la ciudad de Sucre el 26 de febrero de 1986. De acuerdo con el testimonio de uno de los fundadores, Felipe Quispe, la intención de esa reunión secreta fue “dejar en suspenso la sigla MITKA y labrar otro movimiento”.16 Para ello, se hizo una especie de ritual que fue acompañado por un juramento al Tata Inti (padre sol), la Pachamama (madre tierra) y a otras deidades ancestrales. En forma paralela a este encuentro clandestino, Quispe participó y organizó la “Ofensiva Roja de Ayllus Kataristas”; también conocidos con el nombre de los “Ayllus Rojos”. El VIII Ampliado Extraordinario de la CSUTCB, efectuado en Sucre en febrero de 1986, fue la ocasión para que se presentara este grupo a la luz pública. Meses más tarde, en agosto de ese año, participaron activamente en la “Marcha por la Vida”. A partir de entonces, sus posiciones políticas y sindi14

QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, pp. 21-23. QUISPE, Mi captura, p. 15. 16 QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, p. 27. 15

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cales se sostuvieron en los siguientes encuentros gremiales. En este sentido, en el VII Congreso de la Central Obrera Boliviana (COB), en Santa Cruz, en julio de 1987, la Ofensiva Roja de los Ayllus Kataristas elevaron un conjunto de escritos conocidos como “Propuesta de Tesis Política” para ser discutidos y aprobados en ese mitin.17 En ese documento caracterizaron a Bolivia como un territorio conquistado desde la época colonial por los “blancos” y “mestizos”, que subyugaban y explotaban a las masas indígenas en condiciones de extrema pobreza. Frente a ello, en un contexto histórico signado por las derrotas de las movilizaciones obreras de los años anteriores, propusieron erigir un “Estado de los trabajadores basado en la unión socialista de las diversas nacionalidades anteriormente oprimidas”. La declaración finalizaba con una clara advertencia de los pasos que iba a seguir la organización: “Tupaj Katari vuelve en las armas de cada comunario”. Además, se exhortaba a la necesidad de prepararse para una violenta guerra de clases que condujera al socialismo. Más aún, se definía a este último sistema como “el control directo, sin intermediarios, de todos los trabajadores armados sobre los medios y los recursos que tiene la sociedad”.18 Años más tarde, la Ofensiva Roja de Ayllus Tupakataristas (ORAT) o Ayllus Rojos fue la tercera fuerza en importancia numérica en el IV Congreso ordinario de la CSUTCB en Tarija en septiembre de 1989. En esa ocasión presentaron su Propuesta de Declaración Político Sindical, en donde polemizaron con el papel llevado adelante por las Organizaciones No Gubernamentales, a la vez que llamaban a enfrentarlas: “Lucha contra las instituciones como IPTK, CIPCA, QHANA; Radio San Gabriel, ACLO, etc. que viven sin trabajar a nombre de la cultura indio-campesina-comunitaria”.19 Frente a esto, la ORAT sugiere que las ONGs “deben pasar a manos de los trabajadores del campo, porque el financiamiento viene en nombre del indio y no está manejado por el propio indio, sino por

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ITURRI SALMÓN, EGTK: La guerrilla aymara en Bolivia, p. 29. ITURRI SALMÓN, EGTK: La guerrilla aymara en Bolivia, p. 29. 19 Extraído de: Ofensiva Roja de Ayllus Tupakataristas, Propuesta de Declaración PolíticoSindical al IV Congreso de la CSUTCB, Tarija, septiembre de 1989. Citado por: QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, p. 52. 18

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algunos intrusos extracontinentales”.20 Ante estas declaraciones, según Ayar Quispe, el entonces diputado nacional por Izquierda Unida Miguel Urioste denunció que el movimiento armado peruano Sendero Luminoso estaba penetrando en el movimiento campesino; logrando, de este modo, que los organismos de inteligencia bolivianos se alerten sobre las actividades de los Ayllus Rojos.21 Por su parte, Jaime Iturri indicó que en ese evento Felipe Quispe, en nombre de su grupo, se despidió públicamente de los delegados anunciando su pase a la clandestinidad y el inicio de la lucha armada.22 Como consecuencia, el paso siguiente fue la realización del Congreso del EGTK en las faldas del cerro Chacaltaya el 14 de noviembre de 1990. En esta asamblea secreta se congregaron alrededor de 200 hombres y mujeres responsables de 200 células a nivel nacional provenientes de todo el país. Corresponde señalar que cada una de las células o t’aqas estuvo conformada por cuatro o cinco miembros y que cerca del 95% de las personas participantes de este encuentro eran indígenas campesinos. En dicho encuentro se debatieron dos posturas frente a la situación nacional y la correlación de fuerzas de la organización: una de ellas, argumentada por Quispe, sostuvo que el horizonte político indicaba que había que aguardar dos años más “porque aún hacía falta el trabajo de masas”. El otro punto de vista, esgrimido por Surco, era que “el trabajo de masas ya se había realizado por muchos años y lo que hacía falta urgentemente era iniciar la guerra comunitaria de ayllus”. Esta perspectiva fue apuntalada en forma mayoritaria por los presentes en el Congreso.23 Por otra parte, de acuerdo con Felipe Quispe, en el Congreso se conformaron tres escuadrones representando la respectiva identidad nacional que habita en el país. El número con mayor representación fue la Nación Aymara, le siguió la Qhichwa, y en proporción menor la que pertenecía a Bolivia. En esta última se encontraban el grupo de los “marxistas” o “mestizos” encabezados por los her20

QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, p. 52. QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, p. 54. 22 ITURRI SALMÓN, EGTK: La guerrilla aymara en Bolivia, p. 30. 23 QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, pp. 58-59. Las itálicas corresponden al original. 21

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manos García Linera. Por último, el Mallku hizo prestar juramento a los tres sectores a fin de que no se realizara ninguna traición a la guerra comunitaria de ayllus.24 Desde otra perspectiva, un ex minero del sindicato de Caracoles, militante del grupo denominado marxista, recuerda el nacimiento del EGTK: -¿Coyunturalmente cómo explicaría el surgimiento del EGTK? Ese proceso es el que nos hace reflexionar, yo porque mi condición de trabajador minero. Yo leía el marxismo desde el punto de vista del Capital, y al capitalismo desde los principios de la producción. Entonces, ahí nos dimos cuenta que el capitalismo, encuentra diferencia entre lucha de clases; patrones y trabajadores, esclavos, siervos. Uno ve la historia y se da cuenta que nuestra estirpe es: aymara, o es quechua o es guaraní. Vimos para atrás y nos dimos cuenta, viendo la cara de nuestros abuelos, que no era posible que continúe este proceso de exclusión y racismo. Y particularmente ahí surge el modelo de libre mercado. Esa son las primeras causas para enfrentarnos y organizarnos. Organizarnos en grupos de estudio político, separados, la clase media en las ciudades, los obreros en las minas y en las fábricas, y los campesinos en el campo […] En el 88, ya se decide, cuando ya el gobierno empieza aplicar medidas neo-liberales sobre el país […] Y ahí empieza a surgir en el 88, la decisión de que ¿Cuál es la alternativa? Dos opciones: armar la guerrilla urbana o la guerrilla rural con estructura en columna o bajo un modelo maoísta. Entonces, la idea surgió desde el campo: en columna no, no vamos a repetir la historia del Che, ni de la FARC, lo que vamos a hacer más bien es lo que hizo Mao en la revolución cultural del 59. Organizamos la lucha de comunidades, de ayllus, de barrios y de centros de trabajo. Ahí fijamos los procedimientos y en un congreso decidimos como se iba a llamar el grupo, para salir el 90. Entonces, en el noventa surge el EGTK, no con un cabeza como dirección, sino de manera colectiva la dirección.25

El nacimiento de la guerrilla del EGTK se dio dentro un contexto histórico signado por la derrota de las organizaciones obreras tra24 25

QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, pp. 58-59. Entrevista realizada por Bruno Fornillo a Macario Tola, en La Paz, en septiembre de 2009.

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dicionales encabezadas por el proletariado minero frente al avance del neoliberalismo. Cabe indicar que este no fue el único grupo armado que intentó dar una respuesta frente a este desolador panorama. Por entonces, surgieron otras dos corrientes que proclamaron el accionar combatiente: las Fuerzas Armadas de Liberación Zarate Willka (FAL-ZW) y la Comisión Néstor Paz Zamora (CNPZ). El primer grupo, en el transcurso de 1989, comenzó a producir numerosos atentados con cargas explosivas en varias ciudades, la mayoría sin que se proclame su autoría. Poco tiempo después, las FAL-ZW empezaron a reivindicar estos hechos. Siendo el atentado a la comitiva del secretario de Estado de Estados Unidos, George Shultz, en su visita a La Paz; y la muerte de dos misioneros mormones, sus acciones más importantes antes de ser desarticulados por organismos de inteligencia.26 El grupo se caracterizó por su declamación antiimperialista, la exigencia para atender cuestiones étnicas culturales y la lucha contra las medidas neoliberales del gobierno. La mayoría de los integrantes que fueron detenidos eran aymaras y estaban cursando estudios de grado en la Universidad Mayor de San Andrés. En cuanto al CNPZ, esta corriente adoptó el nombre de uno de los guerrilleros muertos de Teoponte, Néstor Paz Zamora, hermano del entonces presidente Jaime Paz. Su principal referente fue el italiano, y ex misionero jesuita, Miguel Nothdurfter. Al igual que la FAL-ZW, ésta enfocó su accionar con un claro sentido antinorteamericano: en octubre de 1990 atacaron una casa donde vivían oficiales del Ejército de los Estados Unidos, a la vez que derribaron un monumento a John F. Kennedy. Pero, sin duda, el hecho más importante fue el secuestro del industrial paceño Jorge Lonsdale, presidente de la subsidiaria empresa Coca-Cola en Bolivia, quien estuvo en cautiverio cerca de seis meses, a fin de poder cobrar un rescate para la financiación de las actividades armadas. Sin embargo, el 6 de diciembre de ese año, las fuerzas de seguridad allanaron la casa en Sopocachi donde tenían al administrador detenido. Las fuentes oficiales indicaron que los captores asesinaron a Londsdale, y que Northdurfter, Luis Caballero Inclán y Osvaldo Espinoza Gemio murieron en el enfrentamiento con la policía. Aunque, según la ver26

Última Hora.

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sión de los sobrevivientes, los miembros guerrilleros fueron ejecutados por elementos del orden.27 El accionar armado del grupo La instrucción en el arte militar del grupo fue un componente importante para la organización. No se pensaba sólo en una actuación a nivel urbano por medio de ataques dinamiteros, sino que también se concibió la preparación de un cuerpo guerrillero que actuara en las selvas de Larecaja Tropical y el Alto Beni.28 Por otra parte, estas acciones fueron teóricamente fundamentadas en un documento: En lo que se refiere a la capacidad organizativa militar, entre lo que se tiene hay que contar en primer lugar con nuestras células de combate y su armamento; en su mayoría se trata de pequeños grupos con poco armamento, pero entrenados y fogueados en un trabajo clandestino y de guerra subterránea de más de seis años; de ellos una buena parte se ha templado en acciones de riesgo. Esto da una base de organización y capacidad militar que se ha de poner a prueba y ha de ser infinitamente enriquecida en el desarrollo de la misma guerra ya que al fin y al cabo en todo el mundo, se aprende a hacer la guerra guerreando. En segundo lugar y más importante que los anteriores, están las armas nuevas y antiguas que poseen nuestros trabajadores dispersos, la dinamita de las minas, el conocimiento de nuestros hijos y hermanos, parientes o vecinos que han sido entrenados en los cuarteles. Esta fuerza militar y organizativa está dispersa de momento. Un tercer componente de las fuerzas materiales y organizativas son los sindicatos de centro de trabajo existentes en cuyo seno se ha acumulado la

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Los tiempos. Desde antes de conformarse definitivamente el EGTK, el grupo liderado por Felipe Quispe buscó alcanzar un adecuado nivel de preparación militar. Así, por ejemplo, uno de los sitios elegidos para el adiestramiento fue el nevado Illampu, en el lugar llamado Jist’aña, en la frontera entre la provincia Omasuyos y Larecaja, del departamento de La Paz. Se sabe que este entrenamiento fue realizado a mediados de 1988, y que en él participaron –dirigidos por el Mallku– cerca de 20 personas, no logrando terminarlo porque fueron delatados por un guía turístico, alertando sobre su existencia a las Fuerzas Armadas. 28

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experiencia de luchas y levantamientos pesados. Una cuarta fuerza material organizativa es el odio contra los patrones.29

Cada aspirante que deseaba ingresar a la organización debía foguearse en el terreno práctico. Según Quispe, los nuevos componentes tenían que franquear una prueba, la cual consistía en la participación de atentados dinamiteros. Cabe indicar que estas actividades no sólo eran por una cuestión meramente técnica, sino que se buscaba reafirmar en los integrantes “el rechazo a la salida electoral” o la posibilidad de “ocupar un espacio parlamentario”.30 De este modo, el 13 de marzo de 1989 comenzó esta fase preparatoria participando en una serie de atentados con artefactos explosivos contra 20 locales políticos de partidos tradicionales; al mismo tiempo, cada carga de dinamita fue acompañada con un bidón de excremento. Meses más tarde, el 14 de noviembre, continuó haciéndose ataques a numerosas oficinas de partidos políticos en La Paz y El Alto.31 En ese contexto, el EGTK decidió iniciar las acciones el 21 de junio de 1991, en homenaje a la celebración del Año Nuevo Aymara (Machaq Mara) y del Año Nuevo Qhiswa (Inti Raymi). Ese día se realizó un acto simbólico: se colgaron tres gallos en una de las avenidas de El Alto. Pocos días más tarde, el 4 de julio de 1991, se efectuaron sabotajes a torres de energía eléctrica de alta tensión en El Alto en repudio a la independencia de Estados Unidos. Acompañado a esta acción, la organización emitió el siguiente documento: Ahora, con el disimulo de narcotráfico permiten el ingreso de las tropas mercenarias gringas, hasta el extremo que han llegado a ser controlados y gobernados desde Estados Unidos y supervisados por el Virrey Robert Gelbart; todos estos hechos indignos no son más que la continuación y prolongación del colonialismo.32 29 EGTK, Sobre la Guerra, pp. 25-26. Citado en: ITURRI SALMÓN, EGTK: La guerrilla aymara en Bolivia, pp. 72-73. 30 Entrevista realizada a Felipe Quispe Huanca por Alejandro Schneider, en Achacachi, en agosto de 2010. 31 QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, p. 44; QUISPE, Mi captura, p. 24. 32 Declaración del documento Manifiesto del 4 de julio de 1991. Citado por: QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, pp. 62-63.

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Durante las siguientes semanas se realizaron distintos atentados dinamiteros a oleoductos, poliductos y torres de energía en Calamarca, Cochabamba, Potosí, entre otros sitios.33 En los primeros meses de 1992, la guerrilla comenzó a ser desarticulada por los servicios de seguridad del Estado. La necesidad de conseguir armas para continuar con las acciones condujo a la detención, el 9 de marzo, de Raúl García Linera y su mujer Silvia de Alarcón, tras un ardid tramado por los servicios de inteligencia.34 Un mes más tarde fueron detenidos Raquel Gutiérrez, en una casa de Santiago Segundo de El Alto; y Álvaro García Linera, Víctor Ortiz Quisbert y Silverio Maydana, en la tranca de Senkata cuando retornaban de Cochabamba. A las pocas horas, en diferentes lugares, también fueron capturados Macario Tola y Santiago Yañique.35 Según Quispe, la detención de Álvaro García y su mujer condujeron a que el EGTK cayera en una situación de “grave crisis económica” porque manejaban las finanzas del grupo.36 En un marco signado por la fuerte represión ejercida junto con las desavenencias internas existentes en la organización política militar, el sector indio liderado por Quispe emitió una declaración reafirmando el accionar armado frente a las detenciones ocurridas.37 A partir de entonces, el grupo armado escribió documentos y reclamos sólo en idioma aymara. Además, claramente se empe33

En uno de esos sabotajes fallecieron –producto de errores humanos– dos miembros del

EGTK (Samuel “Jesús” Mamani Mayta y Severo Caiza Villavicencio), en ocasión de instalar una

bomba en una torre de alta tensión en la localidad de Kellhuani, el 19 de septiembre de 1991. De acuerdo con Ayar Quispe, la responsabilidad directa del fallecimiento de los militantes de la organización durante el sabotaje fue de Raúl García Linera. 34 Según Ayar Quispe, en octubre de 1988 el Malku intentó conseguir armas vía la embajada cubana en Bolivia, pero la isla caribeña se negó argumentando la imposibilidad de ingresarlas al país. QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, pp. 39-40. 35 ITURRI SALMÓN, EGTK: La guerrilla aymara en Bolivia, p. 21; QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, p. 82. 36 Entrevista realizada a Felipe Quispe Huanca por Alejandro Schneider, en Achacachi, en agosto de 2010. 37 El sector, aún en actividad, mencionó: “Ante el anuncio del narcogobierno MIR-ADN, de habernos desbaratado al Ejército Guerrillero Tupak Katari (EGTK), le revelamos que sólo hemos sido amputado uno de los brazos marxistas-leninistas; todo ello no es de lamentar, ni vamos a chorrear las lágrimas hasta humedecer la Pachamama, sino permanecemos serenos en posición inicial, listos y aprestos de dar el combate”. Extraído de: Viva el primer año del inicio de la lucha armada Aymara-Qhiswa, 21 junio de 1992. Citado en: QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, pp. 82-83.

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zó a diferenciar de los “mestizos”, aludiendo que éstos fueron “traidores” a la causa indígena, a la vez que argumentaban que el marxismo era una ideología occidental y colonizadora.38 Años más tarde, recordando esos sucesos, Felipe Quispe comentó: “Después de la caída de los hermanos García Linera, decidimos que era apremiante enaltecer nuestra ideología propia ‘indianista-tupakatarista’, a fin de lograr la soberanía ideológica y así no depender de paradigmas q’aras, puse se tenía que realizar la guerra de ayllus a nuestro estilo”.39 En ese contexto, la actividad armada continuó a través de atentados dinamiteros en Potosí, Sucre, La Paz (en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días), en el Regimiento Policial Número V de El Alto, entre otros lugares. Poco tiempo después, a mediados del mes de agosto, fue detenido Felipe Quispe junto con dos integrantes de la organización (Alejandro Choque y Mario Apaza) tras haber sido delatado por Benito Quispe, Ramirito.40 Frente a la caída del máximo responsable del EGTK, se intentó proseguir con la actividad buscando una nueva Dirección Nacional de origen indígena proveniente del MITKA. Tras una serie de inconvenientes, de acuerdo con Ayar Quispe, se eligió un nuevo líder a la vez que persistieron las acciones como el atentado dinamitero a la estatua de Isabel la Católica en Potosí el 5 de octubre de 1992, en ocasión de los 500 años del inicio de la Conquista hispana. Pese a ello, el entusiasmo original fue decayendo, el grupo se fue desmoralizando. Por ese entonces había 38 miembros presos en las cárceles: 32 de ellos eran indígenas y seis no originarios.41 De esta manera, comenzaron a plantear la posibilidad de retirarse de la lucha armada. A comienzos de 1994, la nueva dirección del grupo político militar, a pesar de haber continuado con los atentados, decidió —según Ayar Quispe—, “[…] retroceder en su lucha y esperar el tiempo necesario y la circunstancia favorable para retornar a las jornadas guerrilleras. […] Es en sí una práctica de ‘repliegue 38 Quispe sostuvo esta idea en numerosos capítulos de su libro. Por otro lado, Iturri indicó –en menor medida– esta difícil convivencia interna en el seno del EGTK. 39 QUISPE, Mi captura, p. 13. 40 El relato completo sobre la delación comprada, su captura y las torturas recibidas se encuentra en: QUISPE, Mi captura. 41 QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, pp. 101-104.

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táctico’ empleada por este movimiento insurgente indio, pues la devoción por la ‘causa sagrada’, por la causa de todos los indios, sigue latente o manifiesta”.42 Tras varios años en prisión los integrantes del EGTK fueron liberados. Tanto las permanentes movilizaciones al penal, donde se hallaban confinados, como las irregularidades en el procesamiento judicial, hicieron que los detenidos recuperaran su libertad. A modo de conclusión provisoria La emergencia del EGTK guarda relación y es producto de las distintas memorias de lucha y de participación indígena, campesina y obrera que surcan la historia popular de Bolivia. Por un lado, la memoria larga que se remite a las recurrentes sublevaciones indígenas desde la época colonial y republicana, desde Tupak Katari a Zarate Willka; por el otro, la memoria a mediano plazo, desde los acontecimientos de la Revolución de 1952, la lucha por la nacionalización de las minas, la reforma agraria, las tentativas guerrilleras de El Che y del Ejército de Liberación Nacional en Teoponte, y el nacimiento del katarismo desde fines de la década de los sesenta; y finalmente, una memoria corta signada por el impacto del neoliberalismo y la resistencia a sus embates tras los acontecimientos de Calamarca. En esa ocasión, el EGTK tuvo como nota distintiva apelar a la supremacía de lo indio en tanto sujeto político capaz de sublevarse frente al Estado, a partir de sus propias organizaciones y de sus líderes, hecho novedoso en la historia del discurso emancipatorio local. En otras palabras, este grupo insurgente debe ser comprendido y enmarcado como un componente más dentro de esta “era katarista” que imprimió muy fuertemente —y lo sigue haciendo— la historia reciente de este país del Altiplano. Este rasgo, sin embargo, no debe menoscabar el hecho de que el marxismo resignificado, aunque se encuentre en menor medida en la organización, también constituyó una de las vertientes que alimentó el caudal ideológico político del EGTK. En los hechos, lo que se produjo, y de un modo para nada carente de tensiones, fue el intento de 42

QUISPE, Los Tupakataristas revolucionarios, p. 107. El resaltado en el original.

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congeniar marxismo e indianismo, bajo un horizonte que anhelaba la liberación de la explotación y de la opresión racial por la vía armada. Los protagonistas de esta tentativa, ante el fracaso que supuso la represión y los cambios experimentados durante la segunda mitad de la década de los noventa y comienzos del nuevo siglo, optaron por organizarse políticamente a través de la contienda electoral tradicional. De este modo, Felipe Quispe organizó el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP), mientras que Álvaro García Linera se integró como vicepresidente en el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS).

FUENTES DE INFORMACIÓN PERIÓDICOS Los tiempos, 26 de abril de 2009. Última Hora, 4 de junio de 1989. BIBLIOGRAFÍA ALBÓ, Xavier, Movimientos y poder indígena en Bolivia, Ecuador y Perú, La Paz, CIPCA, 2008. ESCÁRZAGA, Fabiola, “Las insurgencias del campesinado indígena en Perú, Bolivia y México: PCP-SL, EGTK y EZLN”, Miguel Ángel Urrego Ardilay José Domingo Carrillo (Editores), Etnia, género y clase en el discurso y la práctica de las izquierdas en América Latina, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2012, pp. 11-50. GARCÍA LINERA, Álvaro, “El desencuentro de dos razones revolucionarias, Indianismo y Marxismo”, Le Monde Diplomatique, Lima, marzo de 2008 en http://www.jornada.unam.mx/2007/12/ 20/cuadernos.pdf ITURRI SALMÓN, Jaime, EGTK: La guerrilla aymara en Bolivia, La Paz, Vaca Sagrada, 1992. QUISPE, Ayar, Los Tupakataristas revolucionarios, La Paz, Pachakuti, 2009. 219

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QUISPE, Felipe, Mi captura, La Paz, Pachakuti, 2007. REINAGA, Fausto, La Revolución India, La Paz, Fundación Amaútica “Fausto Reinaga”, 2001. RIVERA CUSICANQUI, Silvia, “Luchas campesinas contemporáneas en Bolivia: El movimiento Katarista: 1970-1980”, René Zavaleta Mercado (Comp.), Bolivia, hoy, México, Siglo XXI, 1987, pp. 80 y ss.

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PATRIMONIO CULTURAL: ¿DE QUIÉN? ¿PARA QUIÉN? ¿PARA QUÉ?

¡AL PARTIDO SALUD, AQUÍ ESTÁ LA JUVENTUD!1 RECOMPOSICIÓN, RENOVACIÓN Y CRISIS DE LA UJC EN URUGUAY Y POSDICTADURA (1985-1992)

Ana Laura de Giorgi* Federico Lanza**

Introducción El 1º de marzo de 1985, se inició en Uruguay el primer gobierno electo democráticamente luego de 13 años de dictadura. El fin de este régimen implicó para los partidos políticos la gran oportunidad de volver a la arena política y el gran desafío de recomponer sus estructuras partidarias. Para el Partido Comunista del Uruguay (PCU), legalizado el día siguiente, el retorno a la arena política fue un desafío importante, por el peso que en términos numéricos había tenido dentro de la izquierda antes de la dictadura y por la desestructuración a la que había sido sometido durante ella. Recomponer el Partido Comunista implicaba recomponer también su destacamento de vanguardia, la Unión de Juventudes Comunistas (UJC), fundada en 1955. Iniciada con 60 integrantes, la UJC fue creciendo de forma continua. A fines de los años sesenta, la UJC había cobrado un protagonismo importante en el ámbito de la enseñanza, especialmente a nivel de preparatorios y de la Universidad. Movilización y radicalización en dichos años fueron la pauta de la acción política, y en Uruguay, como en tantos otros lugares, 1968 encontró a los jóvenes comunistas inmersos en un contexto

1 Saludo oficial pronunciado por los integrantes a la entrada de los actos del Partido Comunista del Uruguay * Docente e investigadora, Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República Uruguay. [email protected] ** Docente de Historia en Educación Secundaria y Formación Docente, e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República Uruguay. [email protected]

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de violencia cotidiana.2 Esto tendría como consecuencia un alto costo en términos de vidas humanas, una de las primeras y más conocidas, la de Líber Arce, baleado por la policía en una manifestación callejera el 14 de agosto de 1968.3 Definido el PCU como un partido de cuadros y de masas, la UJC se transformó, en los años previos a la dictadura, en una muy importante puerta de entrada al partido y reclutó a una enorme cantidad de jóvenes.4 El PCU de los años sesenta, había sido un partido disciplinado, jerárquico, meritocrático, dogmático, pro soviético y que buscaba integrar las pautas y sectores de la sociedad uruguaya.5 Con la legalización de los partidos políticos en 1985, el PCU retornaba al espacio público luego de un largo periplo. Trece años de democracia suspendida arrojaban como resultado un afluente importante de jóvenes que por primera vez accedían a la vida política, ansiosos de participar activamente. La UJC sería nuevamente uno de los ámbitos privilegiados que los jóvenes elegirían para salir al espacio público. Estos jóvenes pertenecientes a una nueva generación buscarán, y en muchos casos encontrarán, una organización que ya en los años sesenta había dado señales de cierta adaptabilidad a las demandas generacionales y que en la década de los ochenta asumirá, de forma paulatina y creciente, la consigna “ser joven” como una de sus principales. Esto se combinará con el protagonismo que el término democracia tendrá en la concepción de los comunistas de la época. Así, algunas pautas de la cultura comunista serán objeto de críticas y la UJC se transformará en un espacio de renovación. Término que adquirirá trascendencia radical en el marco de la discusión sobre 2 Esto sucedía durante la presidencia de Jorge Pacheco Areco, donde se aplicaban Medidas Prontas de Seguridad y se avanzaba hacia el autoritarismo. 3 Si bien, los comunistas participaban activamente en los enfrentamientos callejeros contra la policía, criticaban el radicalismo de otras organizaciones de izquierda como el MLN-T que por entonces había optado por la lucha armada. 4 Según cifras oficiales, en 1968 se incorporaron 6000 nuevos afiliados a la UJC y en 1969, 8000 afiliados más. Ver: MARKARIAN, “Sobre viejas y nuevas izquierdas: Los jóvenes comunistas uruguayos y el movimiento estudiantil de 1968”, p. 7. 5 Ver: DE GIORGI, “Ideología y adaptación partidaria: El Partido Comunista de Uruguay y el colapso del campo socialista (1985-2009)”; LEIBNER, Camaradas y compañeros; SILVA, Aquellos comunistas (1955-1973). Para los primeros aspectos, De Giorgi y Leibner, para comprender cómo los comunistas buscaban integrarse a la sociedad o eran penetrados por sus pautas culturales, según la visión de los autores.

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¡AL PARTIDO SALUD, AQUÍ ESTÁ LA JUVENTUD! RECOMPOSICIÓN, RENOVACIÓN Y CRISIS DE LA UJC EN URUGUAY

la Perestroika, primero, y la caía del muro de Berlín, después. La crisis de la UJC de los años noventa debe ser comprendida a la luz de los acontecimientos internacionales, pero también de lo sucedido a nivel local. Y en relación a este último, debe prestarse atención al partido pero también realizar una mirada particular sobre la UJC. Esta organización sufrió su crisis y desintegración en directa relación con la crisis del PCU, pero su crisis no fue idéntica. Reconstrucción El retorno a la legalidad implicó rearmar la estructura organizativa, reincorporar a antiguos militantes e incorporar otros nuevos. Una primera tarea en el proceso de recomposición fue la reinstalación de la estructura jerárquica legal y reconocida por todos. A la hora de distribuir los cargos el criterio estuvo acorde con el del partido y orientado a hacer posible la reconversión, nombre con el cual fue designado el proceso que debería nuevamente unificar a los comunistas a pesar de sus distintas experiencias durante la dictadura. Los antiguos militantes provenientes de la cárcel, el exilio y la clandestinidad, en estas tres vertientes, como fueron denominadas, fueron los primeros responsables de rearmar la estructura organizativa. Así, el primer Comité Ejecutivo de la UJC en la transición democrática, estaría integrado por personas que provenían de la cárcel, del exilio y de la clandestinidad. Este armado de la nueva estructura jerárquica no se procesó sin inconvenientes, lo que dejaba en evidencia desde un principio que la reconversión no era tarea sencilla. La discusión sobre la Secretaría General procesada fue reflejo de estas dificultades o diferencias a la hora del reencuentro buscado. El 8º Congreso de la UJC, primer congreso post dictadura, tenía como primera misión elegir la nueva dirección. Entre los candidatos para secretario general se encontraba Felipe Martín, un joven que había quedado al frente de la Juventud en la clandestinidad a partir de 1981. Sin embargo, la intervención de Rodney Arismendi a favor de la ratificación en el cargo del antiguo secretario, León Lev, que había pasado muchos años de reclusión, llevaría a que este continuara como secretario de la UJC. Esta ratificación implicó varias discusiones: para algunos 223

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implicaba una restauración desconociendo el rol cumplido por los jóvenes líderes en la clandestinidad; para otros, el peso moral del comunista que había resistido desde 1979 a 1985, era condición necesaria y suficiente para quien debía ocupar la responsabilidad al frente de la UJC postdictadura. Los primeros dos años, 1985-1987, la UJC, con León Lev como secretario general, tendría el gran desafío de la recomposición de su estructura, pero adaptada a una nueva generación de jóvenes y a un nuevo contexto político. Desde el primer congreso post dictadura, se contó con un gran número de militantes y en su mayoría nuevos militantes. Según Felipe Martín, de los 2500 delegados que participaron en el 8º Congreso, no llegaban a 100 los que habían participado en congresos anteriores.6 Así como lo fue la Conferencia Nacional para el partido, este Congreso pretendía ser para la juventud comunista el congreso del rencuentro, de militantes de distintas vertientes, donde participaron las distintas direcciones, las que venían como dirección antes del golpe de Estado, las que surgen en la dictadura y las que ingresan luego de la dictadura. En la medida que era un congreso restaurador no había demasiadas novedades a nivel programático, el objetivo central a futuro era el de ampliar la estructura de la UJC convocando a los jóvenes uruguayos a militar en ella.7 Principal objetivo a reeditar era el peso numérico de la militancia de la juventud comunista, esto era un desafío primordial para la organización y a partir de él organizaría todo su accionar, al igual que en los años sesenta.8 A partir de 1985 la UJC crecería muchísimo, reincorporando a quienes salían de la cárcel o retornaban del exilio y, fundamentalmente, captando nuevos afiliados. Además, la UJC crecía en momentos donde se recuperaba la capacidad de movilización: la 6

Suplemento Vamos, año 1, núm. 25, 30 de enero de 1987, p. 4. Estrictamente debe señalarse que la recuperación de la UJC había comenzado a partir del plebiscito de 1980, a pesar de que aún se trabajaba en condiciones de clandestinidad y de que los comunistas seguirían siendo buscados y encarcelados. Según testimonios de algunos entrevistados del período de la clandestinidad, de su mínima expresión, 50 militantes en 1981, la UJC habría alcanzado hasta la recuperación democrática 5000 afiliados. 8 Sobre el PCU en 1960, ver: SILVA, Aquellos comunistas (1955-1973); DE GIORGI, Las tribus de la izquierda; LEIBNER, Camaradas y compañeros. 7

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campaña electoral de 1984, la movilización por las firmas contra la Ley de Caducidad entre 1987 y 1989, en el referéndum sobre esta ley y la campaña electoral de 1989. Conocer con exactitud cuántas personas afilió la UJC en estos años y con cuántos militantes contaba esta organización, no es tarea sencilla, ya que no hay registros oficiales y los datos son las propias declaraciones de sus integrantes. La cifra que reiteradamente surge en discursos de la época y testimonios, es la de 20 000 afiliados a la UJC. La recomposición comenzó reeditando sus pautas pre-dictadura, su estructura organizativa y sus formas de actuar. Las semejanzas con la etapa previa a la dictadura tendrían que ver con la reedición de ciertas prácticas políticas, valores, referentes y estrategias de representación. En relación a las prácticas políticas, se reinstaura una UJC pautada por el trabajo cotidiano de sus militantes en aras de promover de forma continua el crecimiento de la organización. Las campañas financieras, la emulación, el trabajo en los círculos, el desarrollo de los planes, la entrega de carné y la formación, guiarán el trabajo diario de la UJC. En el proceso de tal recomposición, la reinstalación de los espacios de formación serían fundamentales para otorgar aquellos elementos teóricos que no se habían podido adquirir en la clandestinidad. En abril de 1985, comenzaban siete escuelas de la UJC. En el marco del crecimiento de la UJC fue objetivo prioritario recuperar los espacios de incidencia, especialmente los ámbitos estudiantiles de secundaria y de la universidad. En relación a los temas de preocupación y discusión, la agenda de la UJC estaba marcada en gran parte por la agenda del partido. La UJC debía fortalecerse tanto para contribuir a la revolución como a la democracia. En relación a lo primero, la revolución continuaba en estos primeros años siendo el fin a alcanzar y para ellos se continuaba contando con los referentes pre-dictadura, Cuba y la URSS. Además de estos casos, la Revolución Sandinista se transformó en estos años en la principal referencia de experiencia revolucionaria para muchos jóvenes comunistas. Nicaragua era una demostración más de que el cambio revolucionario era posible. Nicaragua era un oportunidad para que las nuevas generaciones pudieran revivir la experiencia revolucionaria y dar continuidad al proyecto. 225

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La UJC se presentaba así como heredera y continuadora de una historia de lucha en la revolución. Sin embargo, esto no se contradecía con el objetivo de alcanzar y consolidar la democracia, objetivo que había sido prioritario para el PCU y la UJC en los últimos años de dictadura. La consolidación de la democracia era otro de los objetivos fundamentales por el cual luchar, a través de la democracia podían lograrse las transformaciones necesarias. El PCU hablaba de una “democracia avanzada” remarcando las insuficiencias de la democracia burguesa. La definición de “democracia avanzada,” realizada en 1984, implicaba un reconocimiento de los valores democráticos, pero cargándolos de contenido social. En las elecciones realizadas en noviembre, en el que el PCU estaba proscripto, éste apoyó la agrupación “Democracia Avanzada” dentro del Frente Amplio. La consigna significó también una apuesta a ampliar sus alianzas y, por ende, recuperar su caudal electoral anterior a la dictadura. En la Conferencia Nacional de 1985, el partido levantó la consigna “avanzar en democracia hacia una democracia avanzada”, dando a entender tanto que la democracia era un régimen que reunía las condiciones para aproximarse a las metas programáticas de la izquierda, pero también subrayaba que por sí sola no garantizaba que se cumplieran las expectativas de cambio en un sentido progresista. La consolidación de la democracia necesitaba de la extirpación de las secuelas del régimen autoritario. En este sentido, aparecía en la agenda del PCU y de la UJC el tema de los Derechos Humanos. En el 8º Congreso se reclamaba por los juzgamientos a quienes habían cometido delitos de lesa humanidad, a la vez que se aclaraba que no eran partidarios de un “revanchismo primitivo que dividía al pueblo entre civiles y militares. Se debe castigar a quienes asesinaron y se llenaron los bolsillos de oro al amparo de la corrupción dictatorial”.9 Se defendía la consigna “verdad y justicia” y se criticaba la de “juicio y castigo” levantada por sectores de la izquierda radical. Este pronunciamiento sucedía a principios de 9 LEV, “Informe Final 8º Congreso. La juventud hacia el gobierno popular del Frente Amplio”, p. 28. Cabe señalar que en este apartado sin bien se hacía referencia a los mártires y desaparecidos, el término tortura no era mencionado en el informe.

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1986. A fines de este año sería votada la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, mediante la cual se amnistió a los militares implicados en delitos durante la dictadura. A partir de este hecho se inició una intensa campaña de recolección de firmas para convocar a un referéndum que derogara la ley. Durante 1987 y 1988, la tarea de la recolección de firmas en la campaña por el voto verde —así denominada por el color de la papeleta— fue intensa, cumpliendo los jóvenes en general y la juventud comunista en particular, una importante función. La recolección de firmas, por un lado, y la campaña para que los jóvenes obtuvieran por primera vez la credencial y poder votar, fueron los objetivos primordiales. La democracia tenía la oportunidad de mostrar su importancia, el referéndum era el medio para hacer valer la opinión de todos y la credencial era “el carné de la democracia”.10 Renovación En los años 1987, 1988 y 1989, la UJC irá presentando novedades acercándose a una pauta cada vez más juvenil. La recomposición restauradora deberá combinarse de forma simultánea con la innovación impulsada por una nueva generación de jóvenes que buscarán renovar la UJC. El sacrificio, entrega y dedicación completa comienzan a combinarse con una UJC que se presenta como un espacio dónde crear vínculos interpersonales, disfrutar de la cultura, del tiempo libre y pasar bien. En la prensa de la Juventud Comunista se puede apreciar la importante difusión que se realizaba de las actividades de recreación de la UJC, muy poca presencia tenía la difusión de reuniones del Comité Central y mucha presencia la información relacionada a las fiestas, bailes y picnics de la UJC. Las noticias siempre iban acompañadas con fotos a través de las cuales se transmitía un ambiente desestructurado. Las oportunidades para realizar actividades festivas se buscaban y multiplicaban, aquellos actos que antes solían estar dotados de cierta solemnidad y formalismo, luego era 10

Suplemento Vamos, año 2, núm. 35, 10 de abril, p. 2.

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un espacio lúdico y festivo, este era el caso de las “emulfiestas” y la entrega de carné. En el Suplemento García, editado con posterioridad al Vamos en 1989, aparecía un fuerte espíritu crítico y de rebeldía respecto a la imagen del joven comunista “full time”, buscando mostrar ciertas fisuras o desacuerdos con dicha pauta identitaria. La pauta de militancia productivista y meritocrática heredada de la etapa predictadura, se combinaba con una pauta más distendida en la UJC de los años ochenta. En concordancia con los planteos del PCU en torno a construir un partido habitable, tendremos en estos años la búsqueda de construir una UJC amigable. Por otra parte, el peso que la estructura jerárquica tendrá en el imaginario de los jóvenes comunistas también comenzará a ser revisado. En esta UJC se buscará que las jerarquías no sean sagradas y distantes, sino humanas y cercanas. La cercanía estará dada en primer término por la búsqueda de dirigentes realmente jóvenes, tomando distancia de lo que habían sido en términos etarios los antiguos dirigentes.11 Rafael Sanseviero suplantará a Leon Lev en la Secretaría General, en noviembre de 1987, y junto con otros jóvenes en el Comité Central buscará dotar a la UJC de un espíritu más juvenil. Los dirigentes del partido pertenecían a una época muy distinta a la de los integrantes de la UJC, en la cual las jerarquías en la estructura de valores comenzaban a perder importancia. Lo que en otra época formaba parte del corpus identitario comunista, en los años ochenta dejaba de estar vigente porque las nuevas generaciones no se sentían convocadas. En estos años se procesará, además, una reflexión y autocrítica respecto a los mecanismos internos de funcionamiento del partido y de la UJC, algunos jóvenes de la UJC serán especialmente críticos en este sentido. En el ámbito de la dirección de la UJC se instalará la preocupación por modificar pautas organizativas, concebidas como una mera “repetición de la experiencia del partido” y por evitar los “tiempos perdidos y las rutinas ociosas”.12 Se buscaba sustituir la rutina por la creatividad, planteando prácticas diferen11 12

Leon Lev, Roberto Markarian, Walter Sanseviero. “Informe Sanseviero al CC”, marzo 1989, p. 14.

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tes. La contramarcha,13 era uno de los ejemplos reivindicados por sus propios dirigentes como una muestra de hacer política en la UJC de una forma diferente, desmitificando justamente lo que había sido un lugar común para la organización en la etapa pre-dictadura. El rechazo a ciertas prácticas rutinarias y, sobre todo, jerárquicas también se relacionaba con el protagonismo que el término democracia tenía en estos años. La revalorización de la democracia en Uruguay y luego de la dictadura, coincide con la revalorización de ésta en el marco de la Perestroika y de la Glasnot; mejorar el socialismo implicaba hacerlo más participativo y más transparente. La democracia y su consolidación era el centro de la línea del PCU y el criterio rector que se trasladaba a todos los ámbitos. Dentro de los jóvenes que habían ingresado hacía poco, la democracia tenía un peso muy grande en la composición teórica que realizaban del mundo socialista del Uruguay y de la vida interna de la organización comunista. El reclamo por democratizar espacios era cada vez más importante y algunos no concebían ni aceptaban algunas prácticas que se desmarcaran de estos criterios. En su mayoría, la UJC estaba compuesta por jóvenes que habían ingresado en el proceso de recomposición democrática y en su consolidación, participando de la campaña electoral de 1984 y luego de la campaña del voto verde. Esta UJC era hacedora de una nueva lucha, la de la democracia y en ella se sentía protagonista. La tarea principal de la UJC en estos años era la de forjar el protagonismo de las nuevas generaciones, que se movilizaban mostrando su poder de presión y compromiso político. Era una juventud que reclamaba participar en tanto joven y que apostaría también, en 1989, a tener su propio diputado, algo que no tenía precedentes. La campaña electoral del candidato de la UJC trasladaba un mensaje juvenil, con un estilo comunicacional similar a la campaña del voto verde, abierto, cercano y directo. El candidato a diputado era RAFA Sanseviero, un comunista que se presentaba como uno más dispuesto a realizar los cambios junto a otros jóvenes, comunistas y no comunistas, sin buscar rédito de su apellido,14 ni de su sacrifi13 Actividad callejera realizada con música y disfraces que se distanciaba de las clásicas movilizaciones pre-dictadura 14 Su padre había sido secretario general de la UJC en los años sesenta.

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cio en dictadura. Tal vez porque eso ya era un dato conocido, pero también tal vez porque se buscaba romper con ciertos símbolos característicos de la familia comunista. Las candidaturas estaban centradas en la idea de ser joven, “candidatos jóvenes para propuestas jóvenes”. La flexibilización de las prácticas o su intento, estuvo acompañado de una flexibilización de la agenda. A través de sus medios de prensa, primero el Vamos, luego el García, la UJC comenzó a ocuparse de nuevas temáticas. En el Suplemento Vamos, Ana María Mizrahi comenzó, a partir de 1987, a coordinar una sección dedicada a la educación sexual, con testimonios y con la opinión de expertos, se abordaban temas como la iniciación sexual, el aborto y la anticoncepción. También, en esta misma sección aparecían temas como el divorcio, la discriminación de género y la violencia doméstica. En julio de 1988, aparecía el primer artículo que trataba sobre la homosexualidad. En otras secciones del Suplemento Vamos otros temas como el consumo de droga y el uso del tiempo libre en los jóvenes también eran parte de la agenda. Una nueva generación buscaba ocupar espacios en la escena política luego de procesos que habían cerrado las oportunidades de participación como era el caso de la dictadura uruguaya o dentro de organizaciones donde los jóvenes no tenían voz en tanto tales y ahora comenzaban a reclamarla. La UJC presentaba ejemplos de esto en sus referentes clásicos y buscaba insertarse en una ola de resurgir juvenil. En 1988, en el Suplemento Vamos se publicaba una entrevista realizada por el diario Izvestia al secretario del comité urbano del Komsomol, titulada “Nos hablan de Perestroika. Romper etiquetas”, que buscaba indagar sobre el lugar ocupado por los jóvenes. Pocos días después, el 19 de febrero, aparecía en el mismo medio de prensa una entrevista al Primer Secretario de la UJC en Cuba, realizada por Patricia Grogg de Prensa Latina, titulada “Con Roberto Robaina. Romper esquemas”.15 Esta nota iba en el mismo sentido, la juventud “rompía esquemas”, y era protagonista del proceso de rectificación del socialismo cubano. Así, quedaba claro que en cualquier proceso de revisión, la juventud tenía que estar presente porque era garantía de espíritu crítico. 15

Suplemento Vamos, año 2, nº 87, 19 de febrero, p. 7.

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Estos fueron años, también, en los cuales se extendieron los ámbitos donde los jóvenes de la UJC tenían contacto e intercambio con otras juventudes políticas. Además del ámbito estudiantil, surgían espacios como la campaña anti-razzias,16 la campaña del voto verde y la misma juventud frenteamplista, donde la UJC debía dialogar con otros sectores. La UJC comenzó a ser parte de un espacio compartido y además a promoverlo desde el interés de captar la adhesión de jóvenes que parecían no estar dispuestos a participar de las tradicionales estructuras sindicales o partidarias. Mientras los estatutos de la UJC de la etapa pre-dictadura señalaban que la Juventud Comunista era “la organización de avanzada de la juventud uruguaya”, los que se someterían a votación en los años noventa dirían que la UJC era “una organización política revolucionaria de jóvenes”. Este proceso desembocaría en la propuesta de creación de una juventud frenteamplista. En 1990, en el marco de la preparación del 9º Congreso la interrogante planteada era radical: “¿existen razones para que exista una UJC? Esta es la pregunta a la que debe darle respuesta el Noveno Congreso”.17 La UJC de estos años, además de más joven era más estudiantil. Esto no significa que fuera la principal fuerza política a nivel del movimiento estudiantil, sino que en términos de la composición de su base social una gran parte de sus integrantes provenían del movimiento estudiantil y gran parte conformaba la dirección.18 Las transformaciones operadas y propuestas también tenían que ver con la presencia de un sector específico crítico con las pautas establecidas y dispuesto a contestarlas. El protagonismo juvenil, fundamentalmente estudiantil, iría acompañado también de una exteriorización del modo de ser joven, diferente a la del mundo adulto. La cultura y, especialmente, la música ocupaban un importante lugar y mostraban cómo los 16 Las razzias consistían en que la policía podía llevar detenido (“demorado”) a alguien, en general joven, por ser sospechoso (a veces por no traer consigo su cédula de identidad), práctica que recordaba a la dictadura. 17 Rafael Sanseviero, Teatro Astral, abril 1990. 18 El Comité Ejecutivo electo en el 9º Congreso quedó integrado por siete personas que provenían del ámbito estudiantil, el resto militaba a nivel barrial y uno sólo tendría participación en el ámbito sindical.

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integrantes de la UJC pertenecían a otra generación y tenían gustos diferentes. El rock, más o menos aceptado, era una seña de identidad de esta generación. Crisis El proceso de renovación que se fue dando en la interna de la UJC no fue experimentado de la misma forma por todos sus integrantes ya que algunos de ellos rechazaron las nuevas pautas comunicacionales, las nuevas estrategias políticas y las nuevas prácticas. La nueva representación de la UJC, por medio de las imágenes y símbolos transmitidos por los suplementos juveniles, no convocaba a todos. Algunos se sentían excluidos de la imagen del joven comunista “estudiante de clase media”. En la explicación de este rechazo estaba la adscripción de clase a la que pertenecían unos y otros. Algunas cartas de los lectores del Suplemento García también serían realizadas desde una posición crítica, por no compartir las preocupaciones y/o el lenguaje utilizado. La “moda, Woodstock o los “reportajes de playboy” no “reflejaban los problemas esenciales de la juventud” y el lenguaje del lunfardo no se consideraba el adecuado para la “revolución moral propuesta por el Partido”. La nueva agenda de la UJC no era recibida de igual forma por todos sus integrantes; algunos estaban dispuestos a aceptarla, pero si esto no implicaba una subversión de los valores obreros por los burgueses. Estas resistencias no deben llevar a pensar que la disputa en la UJC era simplemente entre obreros y estudiantes, entre proletarios y burgueses, entre viejas y nuevas generaciones, aunque sí una buena parte de esto sea la clave para comprender la compleja situación. La UJC post dictadura no era radicalmente distinta a la de la predictadura. Por un lado, potenció el componente estudiantil y juvenil que ya a fines de 1968 había cobrado protagonismo. Por otro, no renunció a algunas pautas básicas de la militancia comunista como su productivismo, sacrificio, competitividad, meritocracia y jerarquización. Las novedades que fueron surgiendo convivieron de forma simultánea con pautas que habían sido restauradas del período de 232

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la pre-dictadura, muchas de ellas respetadas y veneradas aún por quienes eran los impulsores de las nuevas transformaciones. Esta tensión cristalizó en una polarización en el contexto de crisis que se instaló en la UJC a partir del 9° Congreso en 1990, donde la organización reducida y menos heterogénea, quedó expresada en dos corrientes. La crisis de la UJC estalló en plena discusión ideológica del partido. Ésta había empezado en 1989 cuando Jaime Pérez, secretario general del PCU, declaró que luego de la dictadura (durante la cual fue ferozmente torturado) sentía rechazo por cualquier tipo de dictadura, incluyendo la “dictadura del proletariado”, concepto tan caro para la tradición comunista. Inmediatamente se inició una fuerte discusión dentro del partido tanto por el contenido del viraje como por la forma en que se produjo (durante una entrevista televisiva y sin discusión previa en los organismos partidarios). La campaña electoral para las elecciones de ese año (en las que el PCU alcanzó su mejor votación histórica, constituyéndose en el sector mayoritario del Frente Amplio) significó una tregua en los debates internos que se reiniciaron en 1990. También, la crisis se vinculaba con un amplio listado de frustraciones que los jóvenes comunistas acopiaban: referéndum de 1989, división del Frente Amplio, Nicaragua y Unión Soviética. A pesar del triunfo electoral en la Intendencia de Montevideo por parte del Frente Amplio, a 1990 la UJC llegó con frustración y pesimismo por otras derrotas o falta de certezas. En la convocatoria al 9º Congreso, su secretario general realizaba una convocatoria que en su presentación era radicalmente diferente a la del 8º Congreso, y lo que solían ser los anteriores congresos de la UJC. En un volante se convocaba a luchar “Contra la tristeza de un país viejísimo (Ya no esperamos más. Empezamos por casa)”. La dirección de la UJC estaba dispuesta a procesar una renovación sin precedentes, estaba dispuesta a aceptar e incentivar la caída de algunos muros. Así se titulaba el 9º Congreso: Abajo todos los muros. Los nuevos estatutos propuestos para este congreso y el documento central estaban centrados en la UJC, no en la discusión ideológica sobre el socialismo. La dirección consideró que esta debía 233

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darse en el XXII Congreso del PCU; sin embargo, evitarla era un desafío casi imposible. La discusión sobre la Perestroika, la derrota de Nicaragua, la derrota del voto verde, las propuestas dentro del PCU de su secretario general de avanzar hacia un socialismo democrático colapsarán la agenda y encontrarán a los jóvenes en diferentes posturas sobre el tratamiento de estos temas. Algunos reclamarán la discusión ideológica, otros buscarán evitarla. Cómo combinar la nueva agenda joven con los grandes temas de discusión ideológica, no estaba claro; aún cuando estos últimos ocuparan cada vez más lugar y fuera casi imposible no tratarlos. Para algunos integrantes de la UJC, la renovación que se había dado respecto a ciertos procedimientos del funcionamiento orgánico, impedía dar de forma correcta la discusión sobre el campo socialista. Según éstos, los dirigentes no asumían la responsabilidad y los militantes de base quedaban desamparados ante la ausencia de la línea. Para otros, esta discusión era inalcanzable; las diferencias generacionales también afectaban la discusión sobre el campo socialista dentro de la UJC, algo que probablemente sucedía menos en el Partido Comunista. La Unión Soviética y toda su trayectoria, sus aciertos y errores, no era para todos los jóvenes comunistas parte central de su agenda. Muchos de ellos se sentían alejados de estos temas y menos preparados para dar una discusión que los interpelaba desde el partido pero que los encontraba desarmados para dar respuestas. La estrategia de la dirección de evitar el debate no dio resultados, ya que muchos de los jóvenes presentes buscaban respuestas y explicaciones a las múltiples propuestas de cambio y en un contexto de total incertidumbre. La UJC que se había dedicado en estos últimos años a conformar una nueva agenda, más juvenil que marxista, se enfrentaba ante el difícil desafío de dar explicaciones ante preguntas sin respuesta. Las dificultades para procesar la discusión llevaron a la parálisis. El 9º Congreso se pronunció en contra de la consigna abajo todos los muros, no se votaron los estatutos y se pasó a cuarto intermedio. Las decisiones tomadas estuvieron relacionadas a la estructura jerárquica y al recambio de los responsables de la organización. 234

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Se modificó la estructura de decisiones, eliminando la Secretaría General y se pasó a una dirección colectiva integrada por cinco miembros. Se votó un límite de 29 años de edad para ser candidatos a la dirección con excepción de los legisladores.19 Los nuevos dirigentes electos en el 9º Congreso era representantes de una nueva generación de jóvenes, en promedio tenían seis años de afiliación, los integrantes con menor antigüedad habían sido afiliados en 1985, la edad promedio era de 24 años: los más jóvenes tenían 19 años y los mayores 28. El 9º Congreso debía ser convocado en 60 días, luego del XXII Congreso del partido; sin embargo, esta segunda instancia nunca fue convocada. El Congreso del PCU fue realizado en octubre de 1990 en un contexto de división entre “renovadores” e “históricos” en torno al futuro del PCU. Los primeros alcanzaron una mayoría aplastante en los organismos de dirección pero a nivel programático no se quiso imponer un giro demasiado brusco en aras de mantener la unidad. Se eliminó de los estatutos la definición del Partido Comunista como “vanguardia de la clase obrera” y se aumentaron las prerrogativas de los organismos intermedios y de base. El partido no renunció al marxismo-leninismo ni al centralismo democrático. El debate ideológico fue postergado por falta de tiempo, pero en el documento final se valorizó la crisis de los regímenes comunistas de Europa del Este como el fracaso de “una vía” y no de una “argumentación teórica marxista de la necesidad y la posibilidad histórica del régimen socialista”. Algunos meses después, en el año 1991, el PCUS renunciaba al marxismo leninismo y el PCU quedaba enfrentado ante la propuesta de Jaime Pérez sobre la creación de un partido del socialismo democrático. En septiembre, la dirección del PCU resolvió realizar un plebiscito interno para discutir esta propuesta, mientras algunos militantes apoyados por la minoría del Comité Central iniciaban una recolección de firmas para convocar un congreso extraordinario que sustituyera al plebiscito. El PCU realizaría luego su Conferencia Departamental de Montevideo, en la cual la balanza se inclinaría hacia los históricos que 19

Esto último permitía a Rafael Sanseviero postularse; sin embargo, la principal figura de la y de la renovación pasó a dedicarse exclusivamente al PCU.

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rechazarían la propuesta de plebiscito y elegirían un Comité Ejecutivo Departamental, logrando la mayoría de los cargos. El plebiscito fue suspendido y se convocó al Congreso Extraordinario para 1992, en el cual, luego de duros enfrentamientos, los históricos triunfaron, lo que motivó la retirada de los renovadores que aún quedaban en el partido. Jaime Pérez presentaría su renuncia a la Secretaría General, y continuarían renunciando los llamados renovadores, quedando el partido reducido a una mínima expresión. El 28 de julio de 1991, los jóvenes de la nueva dirección participaron del Encuentro de Jóvenes Frenteamplistas en un clima de mucha tensión y división a la interna de la UJC. La dirección claramente renovadora y que apostaba a un espacio organizativo con otras juventudes de izquierda, se encontró con el freno de sus propios camaradas que consideraban esta propuesta como el camino a la disolución de la UJC, y emparentada con la propuesta del partido del socialismo democrático de Jaime Pérez. La discusión interna de la UJC se fue haciendo cada vez más difícil en este contexto hasta que la dirección colectiva terminó renunciando en 1991. Al llegar 1990 todo estaba preparado para la renovación en la UJC, pero también para su crisis. Esta crisis no fue sólo producto del derrumbe de la Unión Soviética, ya que para muchos de los integrantes de la UJC este referente no tenía tanto peso como lo tenía Nicaragua. Y para muchos otros el referente máximo era la propia democracia uruguaya; sin embargo, ésta también había provocado desilusiones a partir de la derrota del voto verde. En 1991, la dirección colectiva terminó renunciando, muchos de los integrantes ya se habían retirado de la organización y a partir de esta renuncia la UJC quedaría absolutamente desarmada. La UJC quedo diezmada, sin militantes, sin recursos, sin apoyo del partido y sin un cuerpo de dirigentes que pudieran conducir una reconstrucción. Luego de 1991 no habrá Secretariado sino un mínimo Ejecutivo integrado por algunas pocas personas que tendrán a su vez diferencias entre ellas. Luego de la crisis de los años noventa, la UJC volvería a sufrir otras crisis que serían menores, porque implicaron a una menor cantidad de gente, pero igualmente serán muy significativas en la medida que impidieron la reconstrucción. Continuas divisiones internas, renuncias y expulsiones 236

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conforman el cuadro de esta organización que había tenido un protagonismo en la juventud política de la recomposición democrática inigualable y que hasta el día de hoy no ha podido recuperarlo. Apuntes finales A partir de este breve trabajo, principalmente descriptivo dada la ausencia de estudios anteriores sobre el período, se pueden señalar algunos aspectos que nos pueden ayudar a comprender el desarrollo de la UJC, en el período de la recomposición democrática y su posterior crisis. En primer lugar, es importante señalar la enorme capacidad que tuvo el PCU, y la UJC, para atraer a una importantísima cantidad de jóvenes y hacerlos partícipes de las movilizaciones del período. La capacidad organizativa es una de las grandes fortalezas que los comunistas siempre tuvieron y que les permitió volver a ser protagonistas de la izquierda uruguaya. Sin embargo, esta gran capacidad de organización y movilización se vio enfrentada a una debilidad para absorber realmente nuevos militantes, así como para adaptarse a un nuevo contexto o nuevas características de la juventud política. La crisis de la militancia fue uno de los temas de preocupación en las discusiones de la organización de la época y sin duda sus intentos de aggiornamiento están estrechamente relacionados con este fenómeno. La renovación comenzó siendo una preocupación generacional y no un instrumento del sector renovadores para realizar un “ensayo” de renovación. En plena vigencia de la Unión Soviética como referente y del marxismo-leninismo como guía, la UJC optó por renovar sus prácticas políticas y su discurso, sin que esto pusiera en tela de juicio su postura ante “la línea”. Pero estos planteos llegaron en pleno proceso de discusión sobre el socialismo y fue inevitable apartarlos de la discusión más general. Probablemente, no por el lugar que pudiera ocupar la URSS en el imaginario comunista, sino el partido y la ideología a nivel nacional. La crisis del partido ingresó a la UJC por la puerta principal y las diferencias anteriores se tornaron irreconciliables. 237

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DOCUMENTOS Encuesta “Sin pelos en la lengua”, 9º Congreso, 1990. Informe Balance, 9º Congreso UJC, 1990. “La juventud por la derrota del fascismo”, s/f. “La juventud con el Frente para que la patria no caiga en manos del Fondo. 30 Aniversario UJC, Club Atenas en La Juventud hacia el gobierno popular del FA. Hacia el 8º Congreso. La UJC ¿Qué es, para qué, quién y cómo?, s/f. Lev Leon, Club Atenas- 30 Aniversario de la UJC. Lev León, Activo de Cuadros UJC 15/4/1985. Lev León, Promoción de Jóvenes al Partido, 1985 Teatro Astral en ”La Juventud hacia el gobierno popular del FA. Hacia el 8º Congreso”. Proyecto programático UJC “A luchar, construir, trabajar y estudiar por una vida digna”. Proyecto de estatuto aprobado por el Comité Central, 22 de julio de 1990. Sanseviero Rafael, Discusión del CC, marzo 1989 Sanseviero Rafael, Informe del CC a la Cuarta Convención Nacional UJC. Sanseviero Rafael, Teatro Astral, abril 1990. S.O.S JOVEN, para abrirte paso 1001 Frente Amplio.

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Mercedes Saborido

Introducción La guerra de 1967 tuvo un fuerte impacto a nivel internacional debido a varios factores: el primero de ellos, fue que la intervención directa de la Unión Soviética, e indirecta de los Estados Unidos, generó siempre una posibilidad de escalada atómica. Por otra parte, los asuntos de Medio Oriente de alguna forma tuvieron implicancias en el mundo occidental fundamentalmente por el petróleo. Asimismo, la clara alineación de Israel con los Estados Unidos, y de Egipto y Siria con la Unión Soviética no dejó lugar a confusiones. Y eso quedó evidenciado en la ruptura de las relaciones diplomáticas entre la URSS e Israel, la segunda vez desde la creación del Estado sionista. Por último, el avance acelerado de las tropas israelíes sobre territorio egipcio puso de manifiesto la superioridad de las Fuerzas Armadas israelíes sobre el resto de la región. El objetivo de esta ponencia es analizar la posición del Partido Comunista de la Argentina (PCA) con respecto a la guerra de 1967. El tema es pertinente si consideramos la importancia que tiene la comunidad judía en Argentina, tanto a nivel cuantitativo —la número uno en toda América Latina—,1 como también a nivel cualitativo —ha destacado en muchos ámbitos, esencialmente en el intelectual—, y la influencia que ha tenido —y tiene— el discurso de izquierda en ciertos sectores de élite y del movimiento obrero, 1 Los censos sobre la religión datan de 1960, ya que después de entonces no se preguntó más sobre religión. Los judíos eran el 1.54% de la población, un total de 200 000 habitantes. Ese porcentaje deja a la Argentina en el primer país con mayor porcentaje de población judía de Latinoamérica y el tercero en toda América, por detrás de Estados Unidos y Canadá. Para este tema: AA.VV, “Atlas de las religiones”; DEVOTO, Historia de la inmigración en la Argentina; KLICH, Árabes y judíos en América Latina. Historias, representaciones y desafíos; BOLESLAO, Cómo fue la inmigración judía en la Argentina.

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aunque su influencia haya sido mayor durante el período anterior al peronismo.2 Si bien el peso político del PCA a nivel de movilización de masas y capacidad de egociación y presión respecto de otros sectores políticos y sociales era prácticamente nulo, tuvo una fuerte presencia en los debates de la izquierda y fue tanto un espacio de concentración intelectual como un modelo negativo para las izquierdas no comunistas. Como explica Bulacio, el PCA fue hasta los primeros años de la década de 1960, “la principal fuerza marxista de la Argentina, tanto por la extensión de su estructura organizativa, como por sus lazos con el llamado ´socialismo real´ y debido a su política editorial vastísima que se expresó en sus periódicos, revistas, libros y folletos”.3 Eso hizo del PCA un punto de referencia ineludible dentro del ámbito intelectual-político. En este sentido, los avatares políticos del PCA fueron un centro de atención y discusión para el pensamiento y la militancia de izquierda en el momento. El comunismo judío El PCA, con excepción del anarquismo, fue el único de los partidos de izquierda que contó con Secciones Idiomáticas, cuyo objeto era la captación de obreros inmigrantes, dentro de las cuales se encontraba la Sección Idiomática yiddish. Como explica Bilsky, “la actividad comunista en el medio judío partió del reconocimiento de las particularidades étnicas del trabajador judío pero, a diferencia del Bund, le negó todo carácter ‘nacional’ y criticó acerbamente al sionismo, incluso en su versión poalei sionista4 de izquierda […]”.5 Como las otras secciones idiomáticas, la judía promovió actividades barriales y culturales. La judía se colocó en segundo lugar de importancia detrás de la nutrida Sección Italiana, con una re2 CAMARERO, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, p. 297. 3 BULACIO, “Intelectuales, prácticas culturales e intervención política: la experiencia gramsciana en el Partido Comunista”, p. 53. 4 Movimiento sionista socialista originando en los círculos de trabajadores rusos a fines del siglo XIX, que dio origen a los partidos Israelies Mapam, Mapai, y actualmente a Meretz y el Partido Laborista Israelí. 5 BILSKY, “Etnicidad y clase obrera: la presencia judía en el movimiento obrero argentino”, p. 61.

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presentación del 14% sobre el total de los integrantes del Partido Comunista.6 Desde su origen el comunismo judío fue, como explica Svarch, clasista e internacionalista.7 Esta postura los enfrentó directamente con la vertiente socialista sionista de la comunidad judía que presentaba la identidad judía como factor aglutinante del conjunto de la sociedad, a la inversa de los comunistas que primaban la cuestión internacional. Mientras que los comunistas sostenían como objetivo último la revolución socialista, para los sionistas era la creación del Estado de Israel. El sionismo y el comunismo apoyaron efusivamente la creación del Estado de Israel: en el caso de los primeros, el apoyo de la Unión Soviética y el bloque oriental a la partición de Palestina y la creación del Estado de Israel sirvieron de basamento para el fervoroso apoyo al nuevo Estado. Así fue que interpretaron a Israel como un país que abrazaba el espíritu democrático, que luchaba contra el imperialismo y que impulsaba la lucha por la justicia social no sólo en su territorio, sino en el resto de los países donde vivían judíos, fundamentalmente en Europa Oriental. Pero a pesar de toda la singularidad que concedieron los comunistas judíos al Estado de Israel, lo pensaban como una comunidad más, igual a otras similares repartidas por el mundo. La diferencia clara entre una comunidad y otra estaba dada por el status político. De acuerdo a ese concepto, ese status no confería al Estado de Israel ninguna ventaja sobre el resto del pueblo judío.8 El quiebre de unanimidades entre sionistas y progresistas en relación con el Estado de Israel se dará a partir de los virajes que dio la política de la URSS en la zona. Dentro de la comunidad judía, la década de 1950 estuvo caracterizada por el fuerte debate “en torno a la identidad judía en Diáspora y a una representación apropiada de la misma”.9 En el caso del antisionismo argentino –el autodenominado progresismo–, nucleado en el ICUF (Idisher Cultur Farband, Federación Cultural Ju6

BACCI, “Las políticas culturales del progresismo judío argentino”, p. 161. SVARCH, “¿Comunistas judíos o judíos comunistas? La rama judía del PC en el contexto de crisis identitaria, 1920-1950”, p. 9. 8 SVARCH, “¿Comunistas judíos o judíos comunistas? La rama judía del PC en el contexto de crisis identitaria, 1920-1950”, p. 9. 9 BACCI, “Las políticas culturales del progresismo judío argentino”, p. 159. 7

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día), su política identitaria se centró en torno a dos aspectos: la cuestión idiomática y la cuestión nacional. Como explica Bacci, en lo referente al idioma, ellos privilegiaron el yiddish en contraposición al hebreo, que era el idioma que por ese entonces el Estado de Israel —y con él el sionismo— intentaba instaurar como lengua originaria. En relación a la cuestión nacional, el progresismo consideró importante la nacionalización de los judíos con la condición de proletarizar a los cuadros políticos.10 Pero la construcción de esa identidad trajo muchos inconvenientes a los judíos progresistas argentinos, que tuvieron que sortear problemas tales como compatibilizar el ser judío y comunista en una Argentina de carácter democrático. Las instituciones nucleadas dentro del ICUF habían sido muy importantes para la militancia judía comunista, fundamentalmente en aquellos períodos de persecución al partido, ya que estas instituciones periféricas sirvieron como canales políticos. Hasta 1952 contó con un importante prestigio y protagonismo dentro de la comunidad judía. Pero ese año marcó un quiebre fundamental en la relación del comunismo y los judíos: como se ha dicho, el “juicio a Rudolf Sklansky” y “el complot de los doctores del Kremlin”, no sólo generó una fuerte oleada de antisemitismo y grandes purgas políticas en el interior de la Unión Soviética, sino que además produjo la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Israel y la URSS. La defensa a ultranza por parte del progresismo argentino de la política soviética, trajo como consecuencia que en 1953 el ICUF fuera expulsado de las instituciones centrales de la comunidad. No obstante, se mantuvo firme en su defensa del comunismo, circunstancia que lo marginó en cierto sentido de la comunidad, desafiando su capacidad de supervivencia. Ejemplo de esa defensa fue, en el ámbito intelectual, el libro de Rubén Sinay titulado La invención del antisemitismo soviético,11 editado años después, en el que defendía a la Unión Soviética de las acusaciones de aplicar políticas antisemitas. Pero si bien el complot generó un distanciamiento entre el Estado judío y el soviético, eso no significó, en la práctica, 10

BACCI, “Las políticas culturales del progresismo judío argentino”, p. 159. SINAY, La invención del antisemitismo soviético. Si bien en ese libro no trata el tema de los “doctores del Kremlin”, discute con el Dr. Bleger, –intelectual de la comunidad judía local– y con todos los detractores de la URSS. 11

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un viraje por parte de los últimos en relación con los regímenes árabes a los que seguía definiendo como “reaccionarios y feudales”. El acercamiento entre ambas comunidades se dio recién a partir de 1955, cuando los soviéticos comenzaron a venderles armas vía Checoslovaquia. Durante los años posteriores al affaire, el progresismo intentó crear un nuevo “ser judío” en el que se buscaba compatibilizar la militancia comunista y el hecho de ser judío. Discutió en el ámbito de la prensa incontables veces con el sionismo, que a partir de estos acontecimientos se transformó en el enemigo principal. Así, esos dos movimientos de izquierda judía lucharon por el liderazgo dentro del ámbito comunitario. Ambas facciones sostuvieron durante este período posturas diametralmente opuestas en relación tanto con el affaire, anteriormente nombrado, como ante el conflicto de Suez. El enfrentamiento se debió a la clara alineación política de las dos: mientras que el sionismo respondió incondicionalmente a la política emanada del Estado de Israel, el comunismo llamado “progresismo” actuó de manera similar frente a las consignas “bajadas” por el Estado soviético. El sionismo, que desde hacía años venía luchando por conseguir la hegemonía en la dirección de la comunidad judía organizada y sus instituciones, logró imponerse en la Argentina en 1956, cuando la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), obtuvo el permiso por parte de Israel de modificar su organización interna asemejándola al modelo israelí. Ese fue el golpe de gracia para el progresismo judío, que a partir de ese momento vio relegada su influencia a pequeños nichos de poder.12 El Partido Comunista de la Argentina y la guerra de 1967 El PCA, producto de una escisión del Partido Socialista en 1918, se encontró desde su origen fuertemente condicionado por el régimen soviético.13 Si bien nunca logró consolidarse como un partido 12 REIN, Argentina, Israel y los judíos. Encuentros y desencuentros, mitos y realidades, pp. 191-192. 13 En 1919, se creó en Moscú la Tercera Internacional, destinada a coordinar las estrategias y el accionar de los partidos comunistas nacionales que se iban conformando. Sobre este tema: HAYEK, Historia de la Tercera Internacional.

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de masas en sentido estricto —y menos aun con el surgimiento del peronismo— logró sobrevivir a lo largo de la historia jugando un papel de cierta trascendencia en algunos episodios de la historia local. Al igual que la mayoría de sus colegas latinoamericanos, se suele argüir que los comunistas argentinos respondieron de forma lineal a las directrices emanadas desde el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en Moscú. De allí que con frecuencia se encontró frente a contradicciones surgidas de la inadecuación entre las directivas soviéticas y la situación política local. En 1948, el PCA apoyó sin ambages la creación del Estado de Israel en consonancia con la actitud planteada por parte de la URSS en la zona. La causa sionista fue percibida como una causa justa y fue defendida con entusiasmo por parte del comunismo local frente a las fuerzas imperialistas de Gran Bretaña. A partir de 1953, y debido el llamado “affaire de los doctores del Kremlin”, la URSS e Israel rompen relaciones diplomáticas. Fue a partir de allí que el comunismo soviético y, por lo tanto, el argentino, se distanciaron de la defensa de los derechos judíos en la zona. Al analizar los sucesos de 1956 se pudo percibir un sensible cambio de visión e incluso en algunos momentos, cierto discurso incriminatorio. Pero fue durante la llamada “Guerra de los Seis Días”, cuando el discurso comunista se presentó manifiestamente acusador. Eso se debió a la estrategia desplegada por Israel en el conflicto de anexionar territorios egipcios y sirios, así como también de incorporar dentro de su propio Estado a la histórica ciudad de Jerusalén, hecho que fue percibido por este sector de izquierda como un acto claro de imperialismo. A diferencia de la contienda de 1956, donde si bien Israel fue culpabilizado y criticado por el comunismo argentino, fue concebido como un actor más dentro de la coalición de países agresores, en este conflicto Israel deja de lado su posición secundaria para pasar a ser una potencia de primer orden. En las acusaciones no hay medias tintas: el comunismo es implacable en su juicio sobre Israel. El apoyo generalizado de la opinión pública mundial progresista a la causa árabe fue evidente durante el desarrollo de la contienda. La guerra de 1967 ha quedado en el imaginario colectivo como la primera guerra “injusta” protagonizada por Israel, donde 246

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ese país pasó de ser víctima a victimario. De allí que, más allá del discurso del comunismo, éste coincidió con el de una parte considerable de la opinión pública mundial. Fue por esta razón que el PCA, en determinadas ocasiones, se atrevió a hablar en nombre de los pueblos del mundo: Los pueblos de todas partes del mundo saludan con admiración y brindan su solidaridad a los valientes combatientes árabes que hacen frente al ejercito israelí, preparados por el imperialismo yanqui-inglés y que, en defensa de la libertad e independencia de su patria, utilizan todos los medios para impedir que el enemigo pueda explotar en su beneficio la riqueza del país.14

Los culpables de los acontecimientos bélicos eran los dirigentes israelíes que en esa época estaban alienados claramente a los ideales ultranacionalista, pro imperialista de derecha. Así, defendiendo esos intereses se situaban en contra de los “mejores intereses y anhelos del propio pueblo israelí, que no solamente sufre la explotación interna sino que es víctima también de la política exterior agresiva de los imperialistas y belicistas, que lo conducen a periódicas guerras con los pueblos árabes”.15 En la declaración del Comité Central del PCA, el partido “llama a la clase obrera y al pueblo argentino, a las fuerzas patrióticas y antiimperialistas a denunciar y repudiar la indigna y criminal agresión imperialista contra los pueblos árabes perpetrada por los buenos oficios del gobierno sionista de derecha de Israel.”16 Dentro de los reclamos que hicieron, los más destacables fueron: solidaridad, respetar el principio de autodeterminación de los pueblos y corte de suministros al enemigo.17 Asimismo, lo que llama la atención es el reclamo de que “ni un solo argentino debe enrolarse en las filas 14 “¿Qué hay detrás del conflicto árabe-israelí? Declaración del Comité Central del Partido Comunista”. 15 “¿Qué hay detrás del conflicto árabe-israelí? Declaración del Comité Central del Partido Comunista”. 16 “¿Qué hay detrás del conflicto árabe-israelí? Declaración del Comité Central del Partido Comunista”. 17 “¿Qué hay detrás del conflicto árabe-israelí? Declaración del Comité Central del Partido Comunista”.

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del agresor”.18 Es evidente que ese llamamiento se vincula con la discusión constante entre el progresismo y el sionismo,19 este último, representado en el periódico Nueva Sion, que en los preludios de la contienda lanzó una campaña propagandística llamando “a la solidaridad judía, por la integridad del hogar nacional, Israel: Tierra de paz y progreso.”20 Sostenía que la guerra no era una guerra más, sino que era una cuestión de supervivencia misma del Estado de Israel: “Israel se transformó así, en otro estado sobre el que pende la amenaza de la destrucción y aniquilación total”.21 El comunismo repudió con fuerza la utilización del nacionalismo exacerbado por parte de la dirigencia israelí que, intentando exaltar los valores de su colectividad, provocaban sentimientos irracionales y adoctrinaban a la población para una guerra injusta cuyos únicos beneficiados eran los empresarios petroleros.22 Ante esas acusaciones, el sionismo argentino respondió de forma implacable, cuestionando su desarraigo y su poca capacidad de análisis de los hechos: “Las voces de la izquierda cosmopolita y desarraigada de su propio pueblo nos dicen: son ustedes nacionalistas, están contagiados de un clima chauvinista. Para ustedes el centro del mundo es lo judío y no ven el trasfondo histórico y social de la lucha mundial entre el progreso y la reacción”.23 En relación con la anexión unilateral de Jerusalén por parte de Israel, con un titulo provocador: “Jerusalén anexada. ¿Cómo en los tiempos de Hitler?”,24 el comunismo sostuvo que:

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“¿Qué hay detrás del conflicto árabe-israelí? Declaración del Comité Central del Partido Comunista”. 19 En ocasión a la contienda, la revista Nueva Sion ocupó tres ediciones prácticamente en su totalidad del problema de la guerra. En las mismas encontramos artículos varios, todos ellos de alguna manera respondiendo a las acusaciones del comunismo judío. Artículos como “A propósito del ICUF” están destinados a desestimar con ejemplos las afirmaciones radicales del progresismo. En la revista del 28 de julio de 1967, el sionismo lanzó un “especial” llamado “La URSS ante Israel”, en el que narró de forma detallada, cómo la URSS apoyó la creación del Estado de Israel”. La manera en la cual se presenta el artículo está pensando sin lugar a dudas para mostrar (o intentar mostrar) la incoherencia de la URSS y su política en Medio Oriente. 20 “Por la integridad y soberanía de Israel”. 21 “Por la integridad y soberanía de Israel”. 22 “Cosas y aspectos del conflicto”. 23 “A propósito del ICUF”. 24 “Jerusalén anexada. ¿Cómo en los tiempos de Hitler?”.

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la actitud israelí de anexar unilateralmente y contra toda la opinión internacional la parte jordana de Jerusalén y los alrededores, ha terminado de pintar de cuerpo entero los objetivos reales de la “Blitzrieg” dayanista. Bastaron tres leyes “expeditivamente” aprobadas por el Knesset para convertir en tiras el papel de status internacional de esa ciudad creado y garantizado por la ONU.25

Ese hecho fue pensado por el comunismo argentino como un acto de piratería, comparable con el accionar nazi en sus momentos expansionistas: “Este acto de piratería internacional solo puede fundarse en la legitimación de ‘guerra preventiva’ en pugna total con las más elementales normas que rigen la convivencia internacional”.26 Y ante los reclamos judíos locales, supuestamente basados en la agresión por parte de los países árabes a Israel, el PCA sostiene: “¿Israel agredida? Mírese el mapa de Medio Oriente”.27 La causa de la guerra de 1967 —y la posibilidad de una guerra de carácter atómica— fue para el comunismo el despliegue de los intereses del imperialismo, el cual estaba encarnado por Inglaterra, Estados Unidos e Israel: “[…] El imperialismo yanqui e inglés, con la complicidad del gobierno sionista de derecha de Israel, ha preparado una nueva agresión a Egipto, Siria, y demás pueblos árabes sin tener en cuenta que esta guerra de agresión puede extenderse y llegar a los horrores de una guerra nuclear […]”.28 Según el comunismo, “la declaración del gobierno norteamericano acerca de su neutralidad es una farsa”,29 porque en la práctica Estados Unidos secundaba los intereses de Israel en la zona. La estrategia norteamericana en Medio Oriente era generar un foco de conflicto para distraer la atención pública mundial “de su criminal guerra de exterminio contra el heroico pueblo vietnamita, conservar y reconquistar los odiosos privilegios coloniales: se proponen ejercer un dominio incontrolado sobre las inmensas riquezas pe-

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“Jerusalén anexada. ¿Cómo en los tiempos de Hitler?”. “Jerusalén anexada. ¿Cómo en los tiempos de Hitler?”. 27 “Jerusalén anexada. ¿Cómo en los tiempos de Hitler?”. 28 “¿Qué hay detrás del conflicto árabe-israelí? Declaración del Comité Central del Partido Comunista”. 29 “Cosas y aspectos del conflicto”. 26

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trolíferas que atesora el subsuelo de los países árabes […]”.30 Y citando a Victorio Codovilla, principal líder del comunismo: nunca como ahora ha sido tan acertada la calificación dada al imperialismo yanqui como gendarme de los pueblos, pues, en procura de la dominación y expoliación de otros pueblos, intensifica su criminal guerra contra Vietnam, sostiene a los sectores mas chovinistas, revanchistas, fascistas de Alemania Occidental, presta apoyo a todas las fuerzas reaccionarias en el poder o fuera de él en los países que se han liberado o luchan por liberarse del colonialismo.31

La participación de la URSS en el conflicto fue directa tanto en el plano material como en el discursivo. La “guerra fría del Medio Oriente”, reproducía los discursos a nivel mundial. De allí que los comunistas locales publicaron un número considerable de artículos con el propósito de prestar apoyo incondicional al accionar de los soviéticos en la zona. Una vez más la Unión Soviética se presentaba como la defensora de la paz mundial y de los derechos de los más débiles frente a las fuerzas imperialistas, que para el campo comunista siempre fueron los países del bloque capitalista, aliadas preferenciales de Israel: La Unión Soviética sentó posición: quien se atreva a desatar una agresión a Medio Oriente, tendrá que hacer no solo frente a la potencia unificada de los países árabes, sino también la resuelta resistencia a la agresión por parte de la Unión Soviética y de los estados amantes de la paz [...] solo las fuerzas del imperialismo, a cuya zaga marcha Israel, pueden estar interesadas en tal eventualidad”.32

Se acusa a los sionistas del mundo en general, y a los argentinos en particular, de olvidar que fue el accionar de los soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, el que posibilitó la salvación de los judíos: “[…] Arthur Miller dijo que si no fuera por el Ejército Rojo no existirían judíos en el mundo. Pero los ‘gorilas’ del sionismo 30 “¿Qué hay detrás del conflicto árabe-israelí? Declaración del Comité Central del Partido Comunista”. 31 “Peligro de guerra mundial”. 32 “Peligro de guerra mundial”.

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porteño van a escupir a los portones de la embajada soviética […]”.33 Los marxistas-leninistas —afirman— fueron siempre defensores de los intereses de la comunidad judía porque “ya en 1913 Lenin escribía: ‘los comunistas, como internacionalistas conscientes no pueden dejar de ser irreconciliables y jurados enemigos del antisemitismo’”.34 Fueron los bolcheviques en la era de Lenin los primeros que intentaron dar solución al problema del antisemitismo. Con la llegada de los bolcheviques al poder, el gobierno soviético hizo todos los esfuerzos para generar una mejor situación de vida a los judíos que vivían por ese entonces en la URSS, tomando todos los recaudos, desde su instalación, “para desterrar del seno de las masas ‘esa ponzoña que la escuela, la prensa, la tribuna parlamentaria, y no solo la hez de los Cien Negros, sino también profesores reaccionarios, hombres de ciencia …con el fin de sembrar ignorancia, mal y odio contra los judíos”.35 La sensación de malestar por parte del mundo socialista se hacía aún más fuerte debido a la supuesta campaña antisoviética que estaba llevando a cabo el mundo sionista debido a la intervención de la URSS en la contienda. Ciertos sectores reaccionarios del sionismo “han orquestado una campaña internacional de calumnias antisoviéticas tratando de demostrar que la URSS está en contra del Estado de Israel”;36 no obstante, el objetivo era “la política agresiva que practican los círculos gobernantes de dicho estado”.37 Los soviéticos, a pesar de ese ataque, se presentaban como los defensores del derecho de la autodeterminación de los pueblos, y de la lucha de liberación contra la fuerza del imperialismo capitalista y de la paz mundial.38 Como paradoja de la historia, una nación que luchó por su independencia ahora se encontraba organizando “minuciosamente un ataque a los países árabes, tratando de cortar el proceso emancipador que se opera en ellos”.39 33

“Cosas y aspectos del conflicto”. “Israel, el Medio Oriente y la URSS”. 35 “Israel, el Medio Oriente y la URSS”. 36 “Israel, el Medio Oriente y la URSS”. 37 “Israel, el Medio Oriente y la URSS”. 38 “La Flota soviética custodia la paz en Suez”. 39 “Discurso de Kosiguin en la ONU”. 34

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Rubén Sinay, dirigente comunista, sostuvo que las potencias occidentales e Israel se esforzaban por querer hacer ver una imagen distorsionada de la política soviética presentando a la URSS como si fuera la enemiga de Israel y aliada de los enemigos de ese país: “[…] ninguna calumnia mas desvergonzada que ésta, lanzada contra el país que, a costa de tremendos sacrificios, salvó del exterminio nazi a los judíos que actualmente viven en el mundo, y que decidió la independencia de Palestina y el estado de Israel contra las intrigas anglo-norteamericanas […]”.40 Dentro de la campaña de difamación contra los soviéticos, otro elemento utilizado asiduamente era la injusta idea de que “la URSS se había aliado al nazi Nasser”.41 Esta acusación era injusta para los comunistas “[…] ya que los que se aliaron con nazis fueron los líderes sionistas de derecha que pactaron acuerdos con los nazis de Bonn […]”.42 Sinay, en su colérico ataque al Estado de Israel, enumeró una lista de razones por las cuales no hay que apoyar a los sionistas, las cuales giraban en torno de su política pro-occidental: proporcionó armas a los terroristas de la OAS (organización del ejército secreto, organización terrorista francesa de extrema derecha) contra el pueblo argelino; ha enviado armas a Tchombé primero y a Mobutu después, para sus represiones sangrientas del pueblo congoleño; Israel ha enviado armas a Salazar para reprimir el movimiento anticolonialista de Angola; reforzó sus vínculos económicos y armamentistas con Alemania Occidental, Israel colabora con la OEA; apoya la agresión norteamericana a Vietnam; apoyó todas las campañas antisoviéticas organizadas por los Estados Unidos.43

Los intereses económicos, fundamentalmente el petróleo, fueron los que hicieron del Medio Oriente una zona geoestratégica de primer interés mundial. Y como tal, el conflicto, por más que se pretenda racial o nacional, tiene como trasfondo al capitalismo y al interés del mundo occidental por el “oro negro”: 40

SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 42. SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 42. 42 SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 42. 43 SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, pp. 47-48. 41

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no se trata de un conflicto racial o nacional. La reacción dirigente del Estado de Israel, está ahora, como lo estuvo siempre, en un mismo frente con la reacción pro imperialista árabe. Sirven al mismo amo. Un amo feroz que no tendrá empacho en sacrificar a los pueblos de Israel y de los países árabes en aras de sus planes de guerra y de sus beneficios petroleros.44

El tema de los refugiados palestinos, problemática surgida como consecuencia de la Naqba (la catástrofe de 1948), fue objeto de tratamiento por parte de los comunistas argentinos recién en ocasión de la contienda de 1967. Los palestinos, al ser un grupo que no contó con afiliación política clara, y que no logró organizarse nacionalmente hasta la aparición de la OLP —creada por la Liga Árabe en 1964–, puede parecer lógica su falta de tratamiento. No obstante, en la ONU la cuestión fue contemplada ya desde 1949. La materia resulta sin duda trascendental si se considera que, como consecuencia de la falta de resolución de la misma por parte de la comunidad internacional, grupos terroristas como Al Fatah comenzaron a tener importancia en los aconteceres del Medio Oriente. El movimiento nacionalista palestino, luego aglutinado en la OLP, utilizó como discurso político el famoso “derecho de retorno” de los exiliados palestinos. Ese reclamo legal se tornó mucho más importante luego de la guerra de 1967 y la política expansionista implementada por el Estado de Israel. Asimismo, otro término que empezó a presentarse en reiteradas ocasiones —y que con anterioridad no había sido mencionado— fue el concepto de nacionalismo palestino. Hasta aquí lo que se pudo percibir fue que, al hablar de los palestinos, los denominaba indistintamente árabes. Se cree que tiene también relación con lo mencionado en el párrafo de arriba: mientras que el destino del pueblo palestino estuvo signado por los caprichos de sus vecinos árabes, era difícil identificarlos como algo distinto; pero cuando lograron organizarse —aunque fuera desplegando estrategias de carácter terroristas— la comunidad internacional percibió la diferencia entre unos y otros. 44

SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 48.

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Quien prestó especial atención en esta ocasión a la problemática palestina fue Sinay en su libro La verdad sobre el conflicto en el Cercano Oriente. De hecho, los últimos apartados del libro tratan la materia con profundidad, ya que —como se verá en los párrafos que siguen— supo interpretar el fenómeno “terrorista” con gran tino. Él reconoció a Al Fatah como una organización independiente que, a la par de la OLP, pretendía reivindicar los derechos nacionales del pueblo árabe palestino y de los refugiados árabes; a pesar de lo legítimo de sus anhelos, rechazó sus métodos terroristas y el no reconocimiento del Estado de Israel: “[…] Sus repudiables métodos de lucha no solo habían ocasionado víctimas inocentes entre las poblaciones judías fronterizas, sino que suministraron elementos propagandísticos a la reacción sionista para excitar a las pasiones populares […]”.45 No obstante, el autor consideraba que “los actos criminales de Al Fatah no fueron determinantes para la actitud agresiva de Israel”,46 sino que, por el contrario, Israel y su agresividad ha provocado que “los pueblos árabes tengan cada vez una actitud más hostil hacia Israel”.47 Los árabes y judíos convivieron pacifica y amistosamente en Palestina y ni siguiera la guerra de 1948 significó para el autor una verdadera guerra entre ellos. Fue el colonialismo el que generó problemas entre ambos pueblos.48 Fue también la primera vez en la que un intelectual comunista argentino reclamó explícitamente la creación del Estado independiente de Palestina; afirmando que sin la resolución del problema nacional palestino, el conflicto iba a cesar “[…] y cuando los dirigentes sionistas se escandalizan tanto en torno a una consigna torpe y bárbara sobre la ‘liquidación de Israel’, no deberían olvidar que fueron ellos los primeros en facilitar la liquidación real de un estado: el árabe palestino, destruido antes de nacer […]”.49 En el apartado titulado “El problema de los refugiados”, el autor explica que “[...] el drama de los refugiados árabes se prolonga hace ya 19 años. Abandonaron sus tierras y hogares en territorio actualmente israelí hostigados por la guerra, por la reacción árabe 45

SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 26. SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 42. 47 SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 49. 48 SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 51. 49 SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 51. 46

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y por las sangrientas provocaciones de los grupos de choque de Beguin [...]”.50 Las causas de la “catástrofe” palestina son varias, pero el autor ya por ese entonces incluye dentro de las mismas la política implementada por Israel en la guerra del 48. Este no es un detalle menor, si se considera que por ese entonces todavía no se había divulgado/descubierto documentos de trascendencia que demostraron la aplicación por parte de los sionistas de un plan sistemático de expulsión de los árabes residentes en determinadas zonas palestinas. A pesar de este hecho, Sinay ya nos deja entrever la existencia de algo “sospechoso” en el problema de los refugiados, insistiendo en la evidente falta de elección por parte de los mismos, acusando lisa y llanamente a la política israelí. Esa discusión, que se ha tratado en el capítulo I acerca del origen del conflicto, es una discusión teórica que se desarrolló décadas después de los escritos del autor comunista. A partir de allí, el autor se esforzó por desplegar razones significativas para defender la causa palestina y atacar al Estado de Israel. En relación con el derecho al retorno, explicó que ya en 1948 la Asamblea General de la ONU reconoció su derecho al retorno, y a ser indemnizados los que no lo hicieran.51 Pero la estrategia israelí fue no permitir el ingreso de ningún árabe: “[…] los gobernantes israelíes se negaron a acatarla ‘ni un refugiado árabe’ […]”.52 Según el autor, “las razones aducidas fueron variadas, pero no puede haber ninguna valedera para justificar una injusticia”.53 Una de ellas fue que los refugiados árabes podían ser asimilados en otros países árabes vecinos, en cuyas zonas fronterizas se encuentran hacinados en verdaderas ‘villas miserias’.54 Y aquí es donde por primera vez se percibe una diferenciación entre el ser palestino y ser, por ejemplo, egipcio: Se pretende ignorar ahí que esas masas son palestinas y no egipcias, o sirias o jordanas; que su formación nacional, su historia, sus costum50

SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 53. SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 53. 52 SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 53. 53 SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 53. 54 SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 53. 51

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bres están íntimamente ligadas a la patria palestina y no a ninguna otra. De la misma manera que la condición de latinoamericano no suprime las características nacionales de los argentinos.55

Si los judíos obtuvieron su derecho al retorno, lo mismo correspondería para los palestinos: “[…] el legítimo derecho nacional de retornar a su tierra ancestral después de 2000 años, de ausencia ¿Cómo desconocerles ese mismo derecho a una población que falta de su solar patrio hace solo 20 años? […]”.56 Y no era posible aceptar, desde la perspectiva del autor, la escusa utilizada habitualmente de que “el territorio de Israel es muy pequeño para absorber a un millón de nuevos pobladores, en tanto que los territorios árabes son inconmensurablemente mayores”,57 ya que no eran nuevos pobladores, sino gente que antes que ellos vivía allí. Para Sinay, se trataba “sencillamente del racismo que impregna la ideología sionista de Dayan: ‘nosotros queremos un Estado judío. Exactamente igual que los Tacuara de aquí, que piden la expulsión de los judíos en nombre de la pureza del tronco hispano’”.58 Por último, el autor explicó que otra de las razones argüidas por los dirigentes sionistas en contra del derecho de retorno, fue lo peligroso de mixturar culturas y tener dentro de su territorio una “quinta columna”: dicen que según los dirigentes de Israel la repatriación de los refugiados sería una “bomba de tiempo”, pero los gobernantes sionistas se niegan tozudamente como “los conquistadores medievales” a devolver los territorios usurpados en los que viven una cantidad igual o mayor de árabes que la de los refugiados palestinos ¿Y qué constituyen ellos? ¿Una bomba de crema?59

Algunas consideraciones La década de 1960 fue muy significativa para el desarrollo del PCA a nivel local. El surgimiento y auge de la “Izquierda Nacional”, y de 55

SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 53. SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 54. 57 SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 53. 58 SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 53. 59 SINAY, La verdad sobre el conflicto del Cercano Oriente, p. 53. 56

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los sectores juveniles universitarios y revolucionarios, significaron que el PCA perdiera crédito dentro de la izquierda marxista. Su incomprensión de los sucesos nacionales e internacionales –entre ellos la Revolución cubana, el movimiento de sacerdotes tercermundistas y la llegada de los textos de Gramsci–, lo dejaron relegado a un segundo plano, siendo reemplazado por partidos y movimientos de izquierda que, realizando una nueva lectura de los acontecimientos, se presentaron más atractivos y “realistas” a los ojos de los potenciales militantes. Hasta ese entonces, el PCA y su estructura habían sido tentadores para sectores intelectuales que encontraron allí un lugar donde exponer y publicar sus ideas. Pero a medida que transcurrieron lo años sesenta, el atractivo desapareció. En 1963, con el lema “por acción de las masas hacia la conquista del poder”, el PCA declaró su apoyo a la vía pacífica como estrategia para el llegar al poder, dándole la espalda a la opción cubana. La ortodoxia partidaria y la nula democracia interna provocaron una serie de rupturas, como la de José Bleger en 1962, la de los intelectuales nucleados en torno de la revista Pasado y Presente en 1963 y, finalmente, en 1967 la fundación del Partido Comunista Revolucionario. En relación a la contienda en particular, el comunismo argentino sustentó la idea de que los culpables de los acontecimientos bélicos habían sido los dirigentes del Estado de Israel, que si bien pertenecían al movimiento sionista, que incluso en algún momento abogó por los ideales socialistas, en esa época estaban alienados claramente a los ideales ultranacionalistas, pro imperialistas de derecha. La forma en que se caracterizó al Estado de Israel fue explicita y sencilla como lo solían hacer los comunistas. Y para ese entonces no había dudas de que el Estado sionista era un Estado imperialista con intenciones expansionistas y con estrategias “genocidas”. Este último concepto fue utilizado incluso por la propaganda oficial soviética, con el objetivo de desprestigiar al bando opositor. El tema de los refugiados palestinos, problemática surgida como consecuencia de la primera Naqba, y que con el transcurrir de los años y de los acontecimientos bélicos se tornó más compleja, fue tratada por primera vez por los comunistas argentinos en relación 257

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a la contienda de 1967. El derecho al retorno de los palestinos a sus tierras usurpadas por los israelíes fue contemplado por los organismos internacionales. En ocasión del conflicto de 1967, para los comunistas el accionar de los judíos era una flagrante injusticia y no había razón cultural ni económica que lo justificara. Una de las razones argüidas por el sionismo —desde los orígenes del conflicto— era que los palestinos podían ser asimilados por sus vecinos; pero es la primera vez para los comunistas que el ser palestino aparecía como algo diferente respecto de ser egipcio o jordano. Fue también la primera ocasión en la que el comunismo reclamó explícitamente la creación del Estado independiente de Palestina; al considerar que sin la resolución del problema nacional palestino el conflicto no cesaría. Se piensa que el reconocimiento explícito de esa necesidad refiere al hecho de percibir la existencia de un importante movimiento nacionalista palestino: Al fatah. Los palestinos ya no eran sólo parte del mundo árabe, sino que constituían una identidad nacional diferente y autónoma.

FUENTES DE INFORMACIÓN REVISTAS Y PERIÓDICOS Nuestra Palabra Nueva Era Nueva Sion BIBLIOGRAFÍA AA.VV., “Atlas de las religiones”, Le Monde Diplomatique, abril 2009. “A propósito del ICUF”, Nueva Sion, 30 de junio de 1967. BACCI, Claudia, “Las políticas culturales del progresismo judío argentino: La revista Aporte y el ICUF en la década del 50”, Políticas de la Memoria, CEDINCI, núm. 5, Buenos Aires, verano 2004-2005. BILSKY, Edgardo J., “Etnicidad y clase obrera: la presencia judía en el movimiento obrero argentino”, El movimiento obrero judío en la Argentina, Buenos Aires, AMIA, 1979.

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SVARCH, Ariel, “¿Comunistas judíos o judíos comunistas? La rama judía del PC en el contexto de crisis identitaria, 1920-1950”, Xa Jornada Interescuelas, Rosario, Universidad Nacional de Rosario, 2005.

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ENTRE LA IDEALIZACIÓN Y LA CRÍTICA: REPRESENTACIONES SOBRE LA “GENERACIÓN DE LOS SETENTA” EN INTEGRANTES DE H.I.J.O.S. ARGENTINA

Nydia Constanza Mendoza R.*

Presentación Entre 1976 y 1983, Argentina afrontó una de las dictaduras militares más cruentas de América Latina que generó violaciones sistemáticas a los derechos humanos y el quiebre de diversos proyectos políticos aglutinados en torno a la idea de transformación social. Se trató de un régimen mesiánico inédito “que pretendió producir cambios irreversibles en la economía, el sistema institucional, la educación, la cultura y la estructura social, partidaria y gremial, actuando de cara a una sociedad que, a diferencia de episodios anteriores, se presentó debilitada y desarticulada, cuando no dócil y cooperativa frente al fervor castrense”.1 Así, proclamando la intención de poner fin a la escalada de conflictos sociales que a comienzos de la década de los setenta se vivía en Argentina, el desgobierno, la corrupción de los gobernantes, la primacía de intereses sectoriales y, especialmente, combatir el “flagelo de la subversión”; una junta de comandantes de las tres armas integrada por el general Jorge Videla, el almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando Agosti, comunicó al país que asumía el poder político en nombre del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” anunciando, desde la desmesura de ese apelativo, “que no le bastaba intervenir sobre el Estado y las ins* Licenciada en Ciencias Sociales y Magíster en Educación Comunitaria de la Universidad Pedagógica Nacional (Colombia), Magíster en Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia). Candidata a doctora en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Docente-investigadora del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional (Colombia). Correo electrónico: [email protected] 1 NOVARO y PALERMO, La dictadura militar 1976/1983, p. 19.

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tituciones sino que la Nación misma debía ser objeto de una profunda reconstrucción, una regeneración, podría decirse, social y política”.2 De esta forma, el exilio, el secuestro, pero particularmente la detención-desaparición de miles de personas, vividas durante este periodo, generaron un giro en la historia de la violencia política en la Argentina, al desplazar la presencia pública y con responsables de la muerte política, por su ejercicio clandestino y anónimo.3 Dada su carga de sufrimiento, silencio y dolor, este pasado reciente tiene un carácter traumático y es vivido por los contemporáneos como un momento de fractura tanto en el plano de la experiencia individual como colectiva. Un pasado que invade el presente imponiendo dudas, fisuras, duelos. Un pasado en permanente actualización, con interferencias y quiebres en sus procesos de transmisión, que irrumpen en los proyectos vitales y rompen con la cadena de relatos entre generaciones.4 Enmarcada en estas reflexiones, en la presente ponencia5 analizo la forma cómo los integrantes de H.I.J.O.S. Argentina (Hijos e hijas por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio), han elaborando determinadas representaciones sobre la “generación de los setenta” (generación a la que pertenecieron sus padres), y la manera como operan los regímenes de memoria sobre el pasado reciente argentino en esas representaciones. En tal sentido, el escrito se estructura de la siguiente manera: en primer lugar, presento una caracterización de las generaciones de argentinos articulados a organizaciones de derechos humanos, que están en disputa por los sentidos sobre este pasado reciente y que demandan verdad y justicia respecto a los crímenes cometidos durante la última dictadura militar. En segundo lugar, doy cuenta de algunos de los objetivos y lineamientos que han orientado el trabajo de la agrupación H.I.J.O.S. Finalmente, problematizo las re2

VEZZETTI, Pasado y presente, p. 55. CRENZEL, La historia política del Nunca Más. 4 FRANCO y LEVÍN, “El pasado cercano en clave historiográfica”. 5 La ponencia presenta resultados parciales de la tesis de doctorado titulada: Políticas de la memoria, generaciones y opciones de futuro en América Latina. Los procesos de transmisión generacional de las memorias en las agrupaciones H.I.J.O.S. en Colombia y Argentina, que actualmente desarrollo en el doctorado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. 3

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presentaciones que como colectivo han elaborado sobre la generación a la que pertenecieron sus progenitores en relación con las “memorias emblemáticas” que socialmente se han construido sobre el pasado reciente en Argentina. Entre predecesores y descendientes: generaciones de argentinos que luchan por “verdad y justicia” Las memorias de la violencia, la desaparición o el exilio, son memorias que no pueden ignorarse mientras persistan y subsistan a través de luchas y reivindicaciones políticas, y como parte de la historia de las generaciones más jóvenes.6 Lejos de olvidar o negarse a transmitir, grupos de personas de las distintas generaciones que se vieron “directamente afectadas”7 por la represión desatada antes y durante la última dictadura militar en Argentina, en una combinación de fuerzas heredadas y contemporáneas, se dieron a la tarea de encarar sus memorias sobre la dictadura y la posterior transición democrática. Cuando aquí hablo de generación me refiero a la época en que cada individuo se socializa, esto es, el espacio-tiempo ligado a la edad en el que son apropiados y reelaborados los códigos y prácticas culturales de una determinada sociedad en un momento histórico específico. Se trata de una episteme de época que es percibida y apropiada con toda su intensidad “durante el proceso de socialización, por los nuevos miembros que va incorporando la sociedad” 8 y que los predisponen hacia una forma propia de pensamiento y experiencia y un tipo específico de acción históricamente relevante.9 No obstante, es importante señalar que la sola contemporaneidad cronológica no crea en sí misma las afinidades generacionales, pues es necesario además que persistan experien6

FRIED, “Memorias que insisten”. Nombrar como “afectadas directas” a estas generaciones alude al impacto profundo que la represión política ocasionó en la vida psíquica y social de muchas familias, derivada de la pérdida violenta de un ser querido, su desaparición o exilio. Tal reconocimiento no desconoce que la sociedad en su conjunto también se vio hondamente implicada por este accionar represivo, desde luego, de manera diferenciada. 8 MARGULIS, La juventud es más que una palabra, p. 18. 9 MANNHEIM, “El problema de las generaciones”. 7

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cias históricas comunes. No sólo ocurre que diferentes generaciones viven acontecimientos históricos distintos, sino que, aún viviendo los mismos, los interpretan y se ven afectados por ellos de forma peculiar.10 En tal sentido, para el caso argentino es posible distinguir por lo menos cuatro de estas generaciones, tres de las cuales, siguiendo a Catela,11 tienen un carácter “nativo”;12 es decir, responden a formas organizativas conscientes e institucionalizadas. La primera de ellas, es la conocida como “generación del setenta”, que corresponde a quienes en mayor proporción se dirigió la represión militar: los detenidos-desaparecidos, los ex detenidos desaparecidos, las parejas de los militantes que tenían o no una participación política activa y los hermanos de los militantes que tenían más o menos la misma edad. Fuertemente influenciados por la imagen de Perón,13 y en general por discursos políticos de izquierda, muchos de los integrantes de esta generación buscaban generar una transformación social mediante un proceso revolucionario. “En términos etarios esta ‘generación’ se corresponde con gran parte de los militares y policías de rangos intermedios que participaron activamente en la represión”.14 De otra parte, se diferencia la generación de los padres y madres de los detenidos-desaparecidos y exiliados quienes nacieron en los albores del siglo xx. Se trata de un grupo que había experimentado los anteriores golpes de Estado acaecidos en Argentina, y muchos de ellos vivieron “divididos por las marcas de juventud 10

Aguilar, Políticas de la memoria y memorias de la política. DA SILVA CATELA, No habrá flores en la tumba del pasado. 12 En este caso se debe tener en cuenta que estos recortes son arbitrarios y que no se trata de pensar a estas generaciones como homogéneas, sino con bordes flexibles y en ocasiones opuestos; en fin, pensar la generación “como una categoría ‘construida’, disputada, conflictiva”. DA SILVA CATELA, No habrá flores en la tumba del pasado, p. 31. 13 Juan Domingo Perón fue presidente de Argentina en tres ocasiones: 1946-1952, 19521955 y 1973-1974. En términos generales podría señalarse que durante sus mandatos, Perón amplió la calidad de vida de los sectores más pobres de la población “nacionalizando gran parte de las empresas de servicios públicos, iniciando un proceso concertado de industrialización, protegido por altas barreras tarifarias, e institucionalizando un estado de bienestar. Al mismo tiempo, sin embargo, creó un estado policial con una extendida persecución de opositores políticos”. NINO, Juicio al mal absoluto, pp. 92-93. Sus gobiernos, en particular los dos primeros, generaron en el país un proceso de polarización política, entre defensores y detractores del peronismo. 14 NINO, Juicio al mal absoluto, p. 31. 11

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originadas en la ‘época peronista’”.15 En esta generación se incluye a quienes primero salieron a reclamar verdad y justicia sobre el destino de los desaparecidos y se articularon en torno a asociaciones como Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo y Familiares de Detenidos Desaparecidos. Este conjunto es coetáneo de las cúpulas militares ejecutoras del golpe. Está también la generación de los hijos de los desaparecidos, exiliados y ex presos políticos. En su mayoría nacieron durante el último gobierno constitucional previo a la dictadura y los primeros años del golpe de Estado. Se trata de una generación con preguntas profundas por su identidad y la de sus genitores, razón por la cual han interrogado a familiares, compañeros de militancia y a la sociedad en general sobre quiénes eran sus padres, cuál era el proyecto político que defendían y por qué desaparecieron. Se proponen retomar y reactualizar los ideales por los que sus padres lucharon. Algunos de ellos han formado parte de la agrupación H.I.J.O.S. Finalmente, se encuentra la generación de “los nietos” quienes nacieron a comienzos de la década de los noventa y siguientes. Han vivido en democracia, pero tienen contacto con “afectados directos” de la represión política que se desplegó antes y durante el gobierno dictatorial. Esta generación engloba a aquellos niños y jóvenes que en la actualidad se encuentran en la edad escolar (y con quienes en algunos casos la agrupación adelanta un trabajo de transmisión del pasado reciente), a quienes recientemente comenzaron su vida militante (entre otras agrupaciones, en H.I.J.O.S.) y también a los hijos de los H.I.J.O.S. Durante la primera década del siglo XXI, estas cuatro generaciones se encuentran en un contexto en el que el tema del pasado reciente en Argentina cobra una inusitada relevancia, como resultado de los cambios impulsados por el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), específicamente con la reanudación de los juicios a los autores de delitos de lesa humanidad y el diseño de políticas oficiales de memoria, que concitaron el apoyo de varias de las organizaciones de derechos humanos, en especial de las Madres de 15

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la Plaza de Mayo.16 En tal contexto, los integrantes de la agrupación H.I.J.O.S. participan en las disputas por la configuración de ese pasado, al poner en circulación determinadas interpretaciones sobre lo ocurrido y continuar con la demanda de juicio y castigo que ya habían instalado generaciones que les precedieron, todo esto resultado de una dinámica organizativa con cambios y continuidades, como veremos, brevemente a continuación. H.I.J.O.S.

Argentina

El surgimiento de la agrupación H.I.J.O.S. Argentina (Hijos e hijas por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio) que reúne a los hijos de desaparecidos, asesinados, ex presos políticos o exiliados por la represión de la última dictadura militar,17 se remonta a mediados de la década de los noventa, cuando se realizan una serie de eventos y homenajes a los detenidos-desaparecidos, que favorecieron el encuentro de varios “hijos”,18 lo que posibilitó el surgimiento de la agrupación en 1995 como una Red Nacional con regionales en distintas provincias del país e incluso en algunas ciudades en el exterior. ¿Qué condiciones posibilitaron el surgimiento de esta agrupación hacia mediados de la década de los noventa? En primer lugar, podría señalarse, en concordancia con Lila Pastoriza,19 que en el 16 Según Lila Pastoriza: “en 2003 el ex presidente Néstor Kirchner abrió una nueva etapa de las luchas por la memoria, la verdad y la justicia generadas e impulsadas históricamente por el movimiento de derechos humanos. El Estado instauró políticas públicas que retomaron esas banderas”. PASTORIZA, “Hablar de memorias en Argentina”, p. 291. Los sucesos más emblemáticos de su gestión en esta materia ocurrieron el 24 de marzo de 2004, cuando se retiraron del Colegio Militar de la Nación los retratos de Videla y de Galtieri, y se realizó un evento en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada, antiguo Centro Clandestino de Detención) para recordar a las víctimas del terrorismo de Estado y formalizar la creación del Espacio para la Memoria y la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos. 17 Esta fue, en un primer momento, la composición básica de la agrupación; sin embargo, con el paso del tiempo se fue planteando una apertura total a todo aquel que compartiera sus reivindicaciones básicas. 18 En 1994, se realizó en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Plata, un homenaje a los desaparecidos que trabajaron o estudiaron en esa institución. Posteriormente, en 1995 se realizó un encuentro de hijos organizado por el Taller “Julio Cortazar” que agrupaba a varios familiares de presos y desaparecidos en la ciudad de Córdoba. Experiencias similares se organizaron también en Santiago del Estero y Capital Federal. CUETO, “HIJOS de víctimas del terrorismo de Estado”. 19 PASTORIZA, “Hablar de memorias en Argentina”.

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momento del surgimiento de esta agrupación se vivía en Argentina un “boom de la memoria” y la reinstalación de la discusión política acerca de la identidad de los desaparecidos. En segundo lugar, se pone en juego la edad de los integrantes de la agrupación, toda vez que: “nacidos la mayor parte de ellos en los años previos o inmediatamente posteriores al golpe militar de 1976, tenían a mediados de los años noventa la edad en la que comienzan a plantearse la militancia política o social como un alternativa posible”.20 Finalmente, una tercera condición clave en el surgimiento de la agrupación, fue el acumulado político que hasta ese momento había ganado el movimiento de derechos humanos en Argentina del cual los integrantes de H.I.J.O.S. fueron uno de sus principales herederos.21 Como agrupación forma parte del movimiento de derechos humanos argentino,22 reconociéndose como continuadores de la demanda por la verdad, la memoria y la justicia que, desde hace varias décadas, habían adelantado otras organizaciones de derechos humanos articuladas por vínculos filiales. Dentro de sus principales propósitos se encuentra: la reconstrucción histórica de los procesos políticos de las últimas décadas, el juicio y castigo para los responsables de los crímenes contra la humanidad cometidos por la última dictadura y el período represivo previo, y más recientemente han incorporado la denuncia de las violaciones a los derechos humanos que ocurren en la actualidad. En estos propósitos subyace un interés por socializar con otros sus demandas e impe-

20

BONALDI, “Hijos de desaparecidos”, p. 145. BONALDI, “Hijos de desaparecidos”, p. 145. 22 Según Elizabeth Jelin, el movimiento de derechos humanos en Argentina está compuesto por aquellas organizaciones basadas en el vínculo filial con las víctimas del terror estatal: Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo, surgidos entre 1976 y 1977. Por otro lado, existe un grupo de organismos que pueden y suelen incluir a familiares de las víctimas, pero no se nombran a partir de ese vínculo, sino en su mayoría a partir de valores universales: Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH), cuya aparición data de 1937 y ha estado siempre asociada al Partido Comunista; el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) y Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), ambos de fuerte raigambre religiosa y creados en 1974 y 1976, respectivamente; y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), fundada en 1975, conformada por militantes políticos de distintas extracciones y de la cual se desprendió, en 1979, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). JELIN, “La política de la memoria”. 21

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dir que episodios de violencia política como los ocurridos en el pasado reciente se vuelvan a repetir.23 Como lineamientos para la acción política, la Red Nacional de H.I.J.O.S.24 ha definido, entre otros: la restitución de los hermanos apropiados, la reivindicación de la lucha de los padres y sus compañeros, la condena social y legal a los asesinos responsables del genocidio y sus cómplices, el rechazo a la “teoría de los dos demonios”,25 la reconstrucción de los lazos solidarios destruidos por la dictadura, la recuperación para toda la sociedad de los ex centros clandestinos de detención, la libertad a todos los presos políticos y el desprocesamiento de los luchadores sociales, y la independencia institucional y partidaria.26 Desde el punto de vista organizativo, en cada regional la máxima instancia de decisión la representa la asamblea semanal, donde se discuten las estrategias a desarrollar 23 Para ampliar la información respecto a la Red Nacional de H.I. J.O.S ., véase:http:// www.hijos.org.ar/ 24 A la fecha (octubre de 2012) la Red Nacional está conformada por las regionales: Salta, Tucumán, Córdoba, Paraná, Mar del Plata, Chaco, Rosario, Jujuy, Río Cuarto y Capital Federal. 25 Tras asumir la presidencia, Raúl Alfonsín (1983-1989) firmó los decretos 157 y 158, que ordenaba enjuiciar a jefes guerrilleros y a las tres primeras juntas de la dictadura, y a partir de ello establecer: “Una lectura política del pasado reciente y la condena de la violencia desde una perspectiva que diferenciaba la legalidad y la legitimidad de sus portadores. La insurgencia se proponía como antecedente de la violencia estatal, y de hecho, la guerrilla sería la única acusada por la violencia previa al golpe, pero también serían juzgadas sus acciones tras él. En cambio, el examen de la metodología ilegal usada por las Fuerzas Armadas se acotaría al período 1976-1979, los años más intensos de la represión dictatorial, y se excluiría su intervención bajo el gobierno de Isabel Perón [quien asumió la presidencia el 1 de julio de 1974 tras la muerte de su esposo Juan Domingo Perón y fue depuesta de su cargo el 24 de marzo de 1976 por el golpe de Estado]. Este prisma fue caracterizado como ‘la teoría de los dos demonios’ pues limitaba a las cúpulas de dos actores la responsabilidad de la violencia política. Por otro lado proponía a la sociedad como ajena y víctima de ambas, y explicaba la violencia de estado, aunque no sus procedimientos, por la violencia guerrillera”. CRENZEL, La historia política del Nunca Más, p. 58. En el Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), esta teoría se hizo más visible cuando en el prologó se planteó que: “Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda […]”; y más adelante: “a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido”. Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), Nunca Más, p. 11. 26 Uno de los lineamientos que aparecía en los documentos iniciales de la agrupación era la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final; pero, dado que a partir de 2003 comenzó un proceso jurídico para que tales leyes y medidas fueran finalmente anuladas, este lineamiento ya no está incluido en la presentación que se hace de la agrupación en sus páginas web.

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y las posiciones a adoptar. Las acciones que llevan a cabo como agrupación se definen en comisiones de trabajo, las cuales tienen tareas concretas.27 La irrupción de este nuevo actor provocó un rejuvenecimiento en las prácticas y los discursos del movimiento de derechos humanos en Argentina, por lo menos en dos sentidos. Por un lado, promulgaban la necesidad de romper con una concepción limitada de los derechos humanos que los circunscribía casi exclusivamente a lo relacionado con la dictadura y los desaparecidos. Y por otro, aspiraban a trascender estas demandas para lograr vínculos más comprometidos con los sectores populares.28 A esto se sumó una serie de acciones de repudio (que incluían pintadas y graffitis, pegatinas de afiches y distribución de volantes) contra militares, médicos, religiosos y ministros vinculados a la dictadura, comenzando así “una práctica social capaz de canalizar y expresar la bronca y el rechazo suscitados por la impunidad de los delitos cometidos durante la dictadura: el escrache”.29 Se trata de una de las acciones más distintivas de la agrupación, no la única, dirigida a romper con el anonimato (o la aparente normalidad) de un responsable de la violación de los derechos humanos “haciendo públicos sus crímenes del pasado para provocar una condena moral en el presente”.30 Entonces, si con la aparición de H.I.J.O.S. se dio un nuevo impulso y nuevas energías al movimiento de derechos humanos, con los escraches aparecía una novedosa forma de manifestarse contra los represores de la dictadura, buscando conseguir lo que la propia agrupación ha denominado el “castigo social”. De esta forma, a través de esta estrategia “no se trataba de hacer justicia por manos propias, ya que de hecho H.I.J.O.S. heredaba cierta tradición ‘pacifista’ de ‘Madres’ o de ‘Familiares’, que no buscaban nunca salirse del cauce legal, o que, buscaban la denuncia social por medio de 27 El trabajo por comisiones es usual en todas las regionales de H.I.J.O.S.; sin embargo, éstas varían dependiendo del número de integrantes y su dinámica de trabajo. Entre las más comunes están: recepción, educación, hermanos, escrache, investigación, memoria y comunicación. 28 BONALDI, “Hijos de desaparecidos”. 29 BONALDi, “Hijos de desaparecidos”, p. 165. 30 BONALDi, “Hijos de desaparecidos”, p. 166.

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las manifestaciones públicas, nunca atentatorias contra los responsables de la dictadura”.31 En los más de 15 años de trabajo que lleva la agrupación H.I.J.O.S. es posible advertir continuidades y cambios en sus discursos, estrategias de trabajo y formas de relación. Esto se explica por los estrechos vínculos que la mayoría de regionales tiene con otras organizaciones sociales y de derechos humanos, por su dinámica interna (cambios vitales de sus integrantes, reflexiones políticas y reorganizaciones administrativas), pero también, por los giros y reelaboraciones que operan en las narrativas públicas sobre el pasado reciente en Argentina.32 En este proceso como agrupación han construido distintas “formas de ver” a la generación precedente, a partir de las cuales también orientan sus acciones colectivas de demanda y búsqueda de verdad y justicia, como se plantea en el apartado que sigue. “Nuestros padres y sus compañeros eran seres hermosos que luchaban por cambiar esta realidad y en esa lucha lo lejaron todo“ ¿De qué manera es representada la “generación de los setenta” por los integrantes de H.I.J.O.S.? Y, ¿cómo operan los regímenes de memoria sobre el pasado reciente argentino en esas representaciones? Cuando empleo aquí la categoría representaciones, me refiero a “formaciones discursivas que interactúan socialmente y configuran maneras de darle sentido a la existencia, universos de significación, pautas de reconocimiento sobre lo común y lo diverso, lo igual y lo diferente, consolidadas en el tiempo a través de intercambios sociales y ordenes institucionales”,33 que a su vez instituyen prácticas de diferenciación y relaciones de poder. De igual forma, al hablar de regímenes de memoria se quieren señalar aquellas “memorias emblemáticas” que se tornan hegemónicas en la escena pública al instaurar, a través de prácticas y discursos diversos, los marcos de selección de lo memorable y las claves 31

KOTLER, “Los orígenes de HIJOS en el movimiento de derechos humanos de Tucumán”, p. 8. Para un análisis de las políticas de la memoria y las memorias de la política sobre la última dictadura, véase: RABOTNIKOF, “Memoria y política a treinta años del golpe”. 33 BONILLA, “El discurso de prensa como representación del acontecer social”, p. 20. 32

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interpretativas y los estilos narrativos para evocarlo, pensarlo y transmitirlo.34 De este modo, para analizar la forma cómo los integrantes de la agrupación H.I.J.O.S. “rememoran” a la generación de los setenta es preciso tener en cuenta que dicha rememoración es resultado de la confluencia de por lo menos de tres aspectos: 1) las memorias personales transmitidas a los “hijos” durante su infancia y juventud respecto al padre o madre detenido-desaparecido, y en general sobre su militancia; 2) las discusiones, reflexiones y posicionamientos públicos que han elaborado como agrupación; y 3) los “regímenes de memoria” que circulan sobre el pasado reciente en Argentina y que interpelan y son interpelados por las memorias personales y colectivas que construyen los hijos. Sobre el primer aspecto brevemente señalaré que en la transmisión sobre el pasado reciente de las generaciones precedentes a los integrantes de H.I.J.O.S. se ponen en juego varios contenidos, los cuales han variado dependiendo de la forma como fue asumida por la familia la detención-desaparición del familiar o el exilio, y que transitaban entre el “decir la verdad”, la evasión o la falta de razones para explicar lo ocurrido (el uso del “no sé” como respuesta), el ocultamiento de información y los silencios causados por el dolor y el temor a que continuara la represión. También, al posicionamiento que dichas familias tenían respecto a discursos circulantes sobre la “subversión” y la militancia política de los detenidos-desaparecidos, y el grado de articulación que para aquel entonces se tenía o no con las organizaciones de derechos humanos. Los principales actores de esa transmisión fueron, en primer lugar, los familiares, generalmente el esposo o esposa del detenidodesparecido, abuelos y tíos; y después ex detenidos y compañeros de militancia de los padres, a través de los cuales muchos hijos lograron “completar” detalles respecto a cómo eran sus progenitores. La estrategia privilegiada para dar a conocer la situación a los hijos en el ámbito familiar fue el narrar35 de manera “progresi34

CRENZEL, La historia política del Nunca Más. Siguiendo los planteamientos de Leonor Arfuch, se reconoce que el lenguaje es el medio donde se exterioriza la experiencia y las relaciones intersubjetivas a través de la narración. 35

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va” el hecho que a los padres “se los habían llevado los militares”, para luego, con el paso de los años, manifestar que quizás “nunca iban a volver”. Además, a medida que los hijos iban creciendo, el acceso a los relatos de los compañeros de militancia de los padres permitieron ampliar la información respecto a la actividad política de sus progenitores y los motivos por los cuales habían sido detenidos-desaparecidos. Estas narraciones, especialmente entre los hijos que no conocieron a sus padres, la más de las veces se acompañaban de objetos mnémicos: fotografías, cartas y testimonios que posibilitaron un “reencuentro” con las figuras de los padres. Sobre el segundo aspecto, además de los lineamientos, propósitos y acciones descritos anteriormente, H.I.J.O.S. Argentina contribuyó al “rescate” de la identidad política de los detenidosdesaparecidos (proceso que ya habían comenzado otras organizaciones de derechos humanos), en el cual “la aparición de [H.I.J.O.S.], sin ser el único factor, contribuyó a poner en cuestión esa lectura del pasado que silenciaba la época de la militancia y, por ende, privaba a estos jóvenes de una parte importante de la vida de sus padres”.36 Para los integrantes de la agrupación ha sido necesario considerar a sus padres no sólo como víctimas, sino también como “luchadores populares”, como “revolucionarios”, visibilizando además su accionar en los años setenta. Teniendo en cuenta estas consideraciones, es posible establecer que los modos de representar a la generación precedente han transitado entre la idealización, la reivindicación y la crítica, y que en tanto representaciones de pasado, por momentos se superponen, reelaboran o coexisten, a veces de modo conflictivo. Como ya se planteó la lectura que varios de los integrantes de H.I.J.O.S. han construido sobre la generación precedente, tiene como En la narración se integra la interpretación, la interdiscursividad social y las prácticas y estrategias enunciativas. Esta dimensión permite comprender la realidad como espacio heterogéneo, mutable e imprevisible, en tanto se inscribe en una lógica temporal donde confluyen las figuras protagónicas, las valoraciones, las tramas marginales y las voces secundarias. Temporalidad compleja que integra el tiempo de la narración y el tiempo de la vida, ya que “contar una historia no es referenciar algo ‘sucedido’, sino que es constitutivo de la dinámica misma de la identidad: es siempre a partir de un ‘ahora’ que cobra sentido un pasado, correlación siempre diferente –diferida– y sujeta a los avatares de la enunciación”. ARFUCH, El espacio biográfico, p. 24. 36 BONALDI, “Hijos de desaparecidos”, p. 161.

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sustento inicial las descripciones que de ellos se hacía en los relatos familiares. En las explicaciones sobre quiénes habían ocasionado la ausencia de los padres “lo primero que me acuerdo es que a mi papá se lo llevaron los militares…” aparecían ligadas las razones por las cuales esto había ocurrido: “que se lo llevaron porque hacía política, porque quería que los chicos tuvieran que comer”.37 De esta manera, cuando en el contexto familiar fue posible “contar” lo sucedido, los padres y madres detenidos-desaparecidos eran presentados como sujetos “comprometidos”, “convencidos”, “solidarios” que buscaban un “cambio para el conjunto de la sociedad” y que estaban dispuestos, incluso, a dar la vida por ello. Y bueno, desde que empezó a militar, fue militante y estaba, según me cuenta mi vieja y según voy reconstruyendo el carácter y las convicciones de él; estaba convencido de seguir militando, por un cambio social toda su vida, digamos. Mi vieja me cuenta en un momento de mucho miedo […] Mi vieja le dice “¡están cayendo todos!... Los compañeros se los llevan y no sabemos nada más ¿qué vamos a hacer?” y mi viejo le dijo: “¡seguir, mientras seamos, mientras estemos vamos a seguir!”. Así como un poco se ve que ese era el convencimiento de él. Eso un poco la historia que yo he logrado armar de mi viejo, armando también, la del resto de los compañeros.38

Ligado con lo anterior, en los casos en los que la reconstrucción de la imagen del padre o madre desaparecido(a) se elaboró a partir de las versiones de otros (compañeros de militancia), la manera como son descritas sus prácticas cotidianas hace que la militancia, más que una opción, sea vista como una “esencia” que los caracteriza, como un “destino” al que inevitablemente iban a llegar. Yo fui construyendo a mis viejos y estuvo bueno como lo hice, comencé a reconstruir desde que eran chiquititos y a averiguar cómo eran, qué querían, cómo actuaban, cómo se comportaban desde lo más básico, desde la persona que tenían al lado y cuando llegué al momento de empezar a averiguar sobre su militancia, no me cabían du37 38

Memoria Abierta, Testimonio de Martín Angerosa [consultada 16/09/2010]. Marcelo, integrante de H.I.J.O.S. Córdoba.

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das que no podían estar en otro lado que no sea ese, porque era gente que toda su vida se manejó en relación al otro y a ser solidario con el otro, entonces no hubieran podido estar en otro lado que no fuera ese, era la esencia de ellos.39

Esta forma de representar a la generación precedente, como “soñadora”, “luchadora” aparece también en las primeras comunicaciones y producciones (1995-1996) que en particular hacía pública una de las regionales que para ese momento formaba parte de la Red Nacional, HIJOS La Plata,40 en las que además de volver imperativo el continuar el ideal de los padres, se buscaba, mediante un trabajo de investigación, “rescatar del olvido” las organizaciones a las que estaban vinculados, y con ello colectivizar y hacer incluyente el carácter de ser “hijos”. Nuestros viejos vivían, estudiaban, trabajaban y tenían un montón de sueños, Adriana, Gustavo, Elvita, luchaban para que vos puedas tener un trabajo digno, para que vos puedas elegir estudiar, para que te atiendan bien en los hospitales, y para que todos podamos decir libremente lo que pensamos […] De alguna manera todos somos hijos de desaparecidos. Por eso nuestro compromiso es conocer y contar la historia para demostrar que con ellos no se llevaron sus sueños, ya que ahora los hacemos nuestros.41

La existencia de estas miradas idealizadas de la militancia podría explicarse al menos por tres razones: en primer lugar, porque en la configuración identitaria de la propia historia, la de los hijos, se vuelve necesario elaborar razones que les permita comprenderjustificar la ausencia de los padres, proceso en el cual tienden a aparecer imágenes heroicas de los progenitores.42 En segundo lu39

Memoria Abierta, Testimonio de Verónica Castelli [consultada 27/09/2010]. Desde el 2007, la Regional de HIJOS La Plata no forma parte de la Red Nacional de H.I.J.O.S. debido a diferencias político-ideológicas con la Red Nacional de H.I.J.O.S. Precisamente uno de los rasgos de autonomía que ha mantenido desde su conformación como regional en 1995, es la de nombrarse como HIJOS sin punticos, por esta razón en la citación de las entrevistas se mantiene esta diferenciación. 41 Archivo DIPBA, Mesa Ds Varios, legajo núm. 36612, p. 14: HIJOS La Plata, volante de invitación a charla-debate, 1 de noviembre de 1995. El énfasis es mío. 42 KORDONy EDERMAN, Por-venires de la memoria. 40

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DERECHOS TERRITORIALES Y CLA ONSTITUCIÓN IDEALIZACIÓN : FUENTE Y LA CRÍTICA DEL FEDERALISMO MEXICANO ENTRE

gar, porque al inscribir la actual opción política (expresada en la participación en H.I.J.O.S.) en una genealogía que los una con la militancia que llevaban a cabo sus padres, construyen líneas de continuidad de esas luchas “según sus criterios, más congruentes con el presente, con la situación concreta que les toca vivir y con algunas perspectivas integrales de desafíos para el futuro”.43 Finalmente, porque cuando se reinstala la discusión acerca de la identidad política de los desaparecidos (discusión que venía siendo planteada desde fines de los ochenta por las Madres de la Plaza de Mayo, y que tiene un “boom” a mediados de los noventa), se produce una recuperación heterogénea de la “subjetividad” militante (expresada en una explosión de testimonios, homenajes y conmemoraciones), en la que las hasta entonces víctimas (ciudadanos cuyos derechos fundamentales, empezando por la vida, habían sido devastados), pasarán a ser reconocidos como “militantes populares”. Este hecho, va a instituir “un nuevo lazo presentista con el pasado: las causas populares por las que los desaparecidos dieron la vida siguen vigentes, y lo que se recuerda ya no es el horror de la desaparición sino la lucha (genéricamente) revolucionaria de los que ya no están”.44 Podría decirse entonces que esta manera de representar a la generación predecesora, es vista y vivida de manera diferenciada por los hijos, según la intensidad del legado y el momento vital en el que lo reciben. Sin embargo, de acuerdo con Susana Kaufman,45 el riesgo es que esta idealización devenga en relatos cristalizados que sacralicen el pasado, lo mistifique o lo vuelva intocable y este quede circunscrito exclusivamente al espacio y a los intereses de la generación protagonista. En tal sentido, opera más la repetición de discursos reivindicativos y las identificaciones masivas, que lecturas críticas de las luchas y formas organizativas que existían para la década de los setenta en Argentina. Este es un aspecto que se han planteado algunos de los integrantes de la agrupación, como desafío de reflexión.

43

PIOTTI, Memorias escolares, p. 154. RABOTNIKOF, “Memoria y política a treinta años del golpe”, p. 274. 45 KAUFMAN, “Lo legado y lo propio. Lazos familiares y transmisión de memorias”. 44

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Mucha gente con muy buena intención ha construido también esa imagen de los ochenta, desde la democracia para acá, digo: “los jóvenes idealistas”, “la juventud maravillosa”, que sí era una juventud maravillosa, mi viejo formó parte de esa juventud, pero eran eso, eran jóvenes, por ahí se los idealizo mucho, también no con mala intención pero, quizá, éste ponerlos en un altar también... generó una distancia, entre… que cuesta verlo –digamos– cuesta pensarse hoy a los veinte y pico, como uno de ellos a veces […] y pasó con todo, pasó hasta con el Che, el Che hizo un montón de cosas grandiosas, yo la otra vez charlaba que se dice estas cuestiones: “volvió y en seis meses rindió toda la carrera”, que puede que sí puede que no, a mí personalmente las cuentas no me dan para rendir tantas materias, a lo mejor él si era un iluminado, o no, pero se construye esto, una imagen tan intocable que decís ¡pucha! Yo, ni si quiera estoy haciendo la carrera en tiempo y forma, no puedo ser un gran revolucionario ¡estoy frito! –me entiendes– (risas) entonces por ahí, creo que también… incluso desde discursos muy piola se han construido modelos de lo que es el militante que los ha alejado y que hoy se han empezado a recuperar.46

Ahora bien, como se planteó líneas antes, las representaciones sobre “la generación de los setenta” se superponen, relacionan y coexisten. Así, además de la idealización, hay en los integrantes de H.I.J.O.S. una reivindicación y una (re)elaboración crítica de la “lucha” llevada adelante por los progenitores. ¿Qué se reivindica? La forma como estaban organizados, los niveles de participación alcanzados, la perspectiva y la capacidad de análisis que tenían, en definitiva, la disputa por el poder que para la década de los setenta habían logrado y por la cual fue necesario su exterminio como generación. Hoy por hoy, creo que nosotros podríamos decir que reivindicamos en sí, eso a nivel personal te lo digo –pero creo que es colectivo– reivindicamos el hecho de que todos estos pibes, jóvenes o eran casi todos más jóvenes que yo, hayan tenido la decisión de participar y organizarse, de propender a un cambio social, por ahí uno puede tener discusiones pero son políticas, con diferentes formas, por supues46

Gustavo, entrevista grupal No 4, integrantes H.I.J.O.S. Córdoba.

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to, miles, con… casi todas las formas podrían discutir, pero de todo, reivindicamos la decisión de participar, que a mí me parece lo que fue el objetivo del terrorismo de Estado, desaparecer la participación social, no sólo las personas, no sólo las organizaciones, sino el hecho de agruparse mismo tiene que dejar de existir, eso fue lo que quiso el terrorismo de Estado, y eso es lo que nosotros reivindicamos.47

Se rescata entonces a una “juventud” que buscaba el cambio social, a unos “seres hermosos” cuya capacidad de lucha y proyecto político, leídos desde el presente, pueden ser incluso inalcanzables: “estamos años luz de lo que fueron los setenta a nivel organizativo, a nivel militante, a nivel compromiso […] después no es fácil poder remontar eso, es como imposible, digamos”.48 Esta representación ha sido expresada en varias de las entrevistas realizadas, pero también se hace visible en las comunicaciones que las regionales de H.I.J.O.S. La Plata y Capital Federal han hecho públicas durante el desarrollo de algunos escraches. […] Hubo que exterminar a toda una generación para que no hubiera ningún obstáculo en el camino de exprimir hasta la última gota a los de abajo para enriquecer aún más a los grupos económicos […] Desde el golpe de estado hasta ahora nos quieren hacer creer que hubo una guerra entre los temibles terroristas tirabombas y los defensores de la patria. Y que en esa guerra hubo algunos errores y algunos excesos. Pero sabemos que nada está más lejano a la verdad que eso. Nuestros padres y sus compañeros eran seres hermosos que luchaban por cambiar esta realidad y que en esa lucha lo dejaron todo […] Nuestros padres tenían un proyecto de país opuesto al de los militares. Opuesto al que vivimos ahora. Por esto nosotros reivindicamos su lucha por un país distinto, porque nosotros queremos un país distinto.49

Hay en estas reivindicaciones, que en muchos casos rayan con la idealización y que no son exclusivas de la agrupación H.I.J.O.S., elementos importantes de analizar. Por una parte, la juvenilización 47

Marcelo, integrante de H.I.J.O.S. Córdoba. Isabel, integrante de HIJOS La Plata. 49 Volante HIJOS La Plata y Regional Capital, Escrache al Carlos el “Indio” Castillo, el énfasis es mío. 48

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de la memoria de las luchas. En efecto, hubo en las movilizaciones y manifestaciones políticas y militares en los años previos al golpe de Estado de 1976 un importante protagonismo juvenil, y de igual manera, la mayor cantidad de víctimas de la represión desatada durante la última dictadura estaban entre los 16 y los 30 años de edad.50 No obstante, de acuerdo con Hugo Vezzetti,51 es precisamente ese relato juvenil convertido en el núcleo central de la memoria sobre la década de los setenta, el que corresponde interrogar críticamente. Esto es importante por cuanto como lo señala este mismo autor, tal énfasis “supone borrar una generación adulta relativamente formada y afirmada en identidades y opciones políticas, en luchas sindicales e iniciativas intelectuales”,52 que también produjo un impacto importante en un conjunto de instituciones y procesos y coadyuvó a renovar profundamente diversos campos del pensamiento y la producción cultural. De esta forma: Conviene precaverse de la fuerza de un imaginario heroico que ve a aquellos jóvenes como sujetos plenos, autónomos y sobre todo, sin deudas con sus mayores. Más importante es indagar qué herencia recibían y hasta qué punto podían hacerse cargo de ella. Esto supone interrogarlos no sólo sobre lo que creían hacer sino sobre lo que en efecto producían, más allá de sus intenciones y de la memoria más o menos autocomplaciente generada desde el presente.53

Por otra parte, en este tipo de reivindicaciones, además de cierta tendencia a homogenizar a la generación de los setenta como una “generación militante”, se busca destacar sus proyectos políticos y acentuar sus valores personales: generosidad, entrega, opción por la justicia y la equidad; pero no necesariamente se detiene a problematizar los contenidos de tales proyectos: la lucha revolucionaria, ni la variedad de prácticas a las que acudieron, en las que,

50 Según el informe de la Conadep, el porcentaje de desaparecidos entre los 16 y 20 años de edad fue del 10.61%; entre los 21 a 25 años del 32.62% y entre los 26 a 30 años del 25.90%. Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), Nunca Más, p. 298. 51 VEZZETTI, Pasado y presente. 52 VEZZETTI, Pasado y presente, p. 200. 53 VEZZETTI, Pasado y presente, p. 201.

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entre otras, se incluyó el desarrollo de acciones armadas. Volveré sobre este punto más adelante. Como contracara de este rescate, los integrantes de H.I.J.O.S. hacen visibles también distintas críticas. Algunos de los reparos tienen que ver con los estigmas que se reproducían en algunas de las consignas de organizaciones de izquierda como Montoneros54 y que no se comparten desde las reflexiones que son posibles en el ahora: “Sí, tengo críticas, qué se yo, hay cosas que no comparto esa cancioncita horrenda de: ‘no somos gays, no somos faloperos [drogadictos]’55 (risas) que cantaban los Monto, me parece terrible”.56 Otros, con el carácter vertical de estas organizaciones debido a “la brecha que se abrió entre la militancia de las organizaciones y el pueblo, que fue generando un aislamiento que se profundizó y del que no hubo vuelta atrás”.57 La distancia con esta forma de organizarse tiene además un fundamento desde el presente: la participación en una agrupación de derechos humanos como H.I.J.O.S. que tiene como uno de sus criterios de trabajo: la horizontalidad y la voluntad de consenso como mecanismo para la toma de decisiones, “tengo críticas hacia Montoneros por el modo de construcción tan verticalista que tenían […] yo elegí militar hace cinco años en una organización horizontal y no se me ocurriría militar en otro lado […] podría tener otra militancia, pero definitivamente no podría militar en una organización vertical”.58 La pregunta que bien valdría la pena hacerse respecto a estas críticas es si es posible pensar una organización político-militar, como lo fue por ejemplo Montoneros, con una estructura horizontal.

54 Montoneros nació en 1969 y fue uno de los grupos insurgentes armados existentes en Argentina que se articuló bajo las banderas del peronismo y tras consignas socialistas. Por su parte, el Ejército Revolucionario del Pueblo, vinculado al grupo trotskista del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), surgió en 1970. 55 La consigna es de 1973, cuando se agudizó el enfrentamiento entre Montoneros y Perón, y señalaba: “No somos putos no somos faloperos/somos soldados de FAR y Montoneros”. Para un análisis interdisciplinar de las consignas coreadas en manifestaciones populares, entre 1969 y 1976, véase: TCACH (comp.), La Política en consignas. Memoria de los setenta. 56 Memoria Abierta, Testimonio de Verónica Castelli [consultada 27/09/2010]. 57 Memoria Abierta, Testimonio de Lucía García [consultada 24/01/2011]. 58 Memoria Abierta, Testimonio de Verónica Castelli [consultada 27/09/2010].

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En relación con este aspecto, la opción por la lucha armada que asumieron algunas de las organizaciones políticas existentes en Argentina para la década de los setenta, entre ellas Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP),59 es uno de los aspectos a los que se refieren varios de los integrantes de H.I.J.O.S., pero, como veremos, con distintos matices. En algunos casos, la reivindicación de la lucha de los padres va aparejada con la distancia frente al uso de las armas, haciéndose la salvedad que aunque se entiende que se acudía a ellas por el contexto de época en el que se vivía, tal opción no se comparte. Me sorprende y me emociona un montón así de ver todo el tiempo la entrega, la entrega que había de todos los militantes sociales […] a pesar del riesgo que corrían, esa convicción, esa bandera que levantaban, eso me emociona, realmente me llena de orgullo que haya habido gente así. Y después el tema de la lucha armada, no, no a pesar de que mis padres estuvieran, yo no lo comparto, pero si lo entiendo, yo hoy en día estoy convencida que no, pero me meto en el contexto y en lo que fue en todos esos años y lo entiendo perfectamente, lo entiendo, no sé si yo hubiera sido capaz de hacerlo pero si lo entiendo de ellos.60

En otros casos, la reivindicación se antepone a cualquier tipo de crítica, especialmente porque se concibe como una generación que estaba dispuesta a dar su vida por el proyecto político que defendía, lo que imposibilita censurar el uso de las armas desde el presente, si no se entiende el contexto en el cual se optó por ellas. En todo caso, se destaca que la violencia desatada por el Estado es más condenable que estas otras formas de violencia protagonizada por las organizaciones guerrilleras. Bueno, yo en un aspecto siempre tuve la misma opinión, ante todo reivindico la actitud de vida, de mis viejos y de todos los compañeros de esa generación ¿no?, que eligieron poner su vida en juego para transformar el sistema para que todo el mundo pueda vivir mejor, eso 59 Un análisis de la historia del PRT-ERP puede consultarse en: POZZI, “Por las sendas argentinas”. Para el caso de Montoneros, véase: GILLESPIE, Soldados de Perón. Los Montoneros. 60 Paula, integrante de H.I.J.O.S. Córdoba.

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me parece incuestionable, admirable y... tampoco me parece heroico, me parece que es de buena persona […]Ahora, después frente a las cuestiones de los métodos y todo eso, me parece, en primer lugar que no se puede juzgar desde otro tiempo histórico diferente, con otra lógica, lo que pasaba en ese momento, o sea, que quiero decir, para discutir si la lucha armada o no, si esto o no, hay que meterse en ese contexto y entender cómo estaban pasando las cosas ahí […] Me parece además que en un punto la dictadura logró naturalizar un tipo de violencia y condenar otro, y en realidad, a mi me parece más condenable la violencia desde el Estado.61

También, hay posicionamientos que buscan comprender e incluso redimir la opción por las armas, como eso, como una opción que tomaron algunas organizaciones en concordancia con la apuesta por la transformación social que para aquel entonces defendían, explicación que se destaca como uno de los aprendizajes que son posibles con el ingreso a la agrupación H.I.J.O.S. y que incluso entra en contravía con las versiones familiares y sociales que sobre este tema se han planteado. Ya no existe más el PCML [Partido Comunista Marxista Leninista] pero como para saber cuál era la ideología a la que pertenecía, entonces te vas identificando con esas cosas, vas entendiendo que… porque también, cuando en mi casa, en la casa de mis abuelos, el tema de la lucha armada, ¡Ah no! era ¡terrible! ¿viste? todo eso estaba como medio demonizado, digamos que era una equivocación, ¿no? un poco así, como que la cuestión tenía que ser siempre democrática y después empezás a leer y empezás a entender que para determinados caminos, hay determinadas opciones, puede ser que vos creas en eso o no, pero bueno. Entonces ahí es como que empezás a conformar otras ideas de varias cosas.62

¿Qué explicaría la distancia, la imposibilidad de la crítica o incluso la reivindicación respecto al uso de las armas, como énfasis de representación sobre la generación precedente? Un aspecto 61 62

Memoria Abierta, Testimonio de Lucía García [consultada 24/01/2011]. Victoria, integrante de HIJOS La Plata.

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necesario de tener en cuenta, como también ya se mencionó, es que estas representaciones no están por fuera de las “narrativas emblemáticas” que se han configurado en Argentina respecto al tema de los desaparecidos, y en general sobre las víctimas de la represión desatada por la última dictadura; y en tal sentido, conviene tener en cuenta el imperativo democrático que se configuró con el Juicio a las Juntas y el informe de la Conadep,63 el cual va a delinear, en lo sucesivo, los modos de recordar/olvidar a los protagonistas y a las prácticas políticas de ese pasado reciente. En términos de Hugo Vezzetti: En 1984 se vivía el cierre de un ciclo histórico y la apertura de otro dominado por la figura, el mito si se quiere, de la democracia como promesa y como futuro: el pasado, en bloque, era lo que debía quedar atrás. Allí se constituyó una suerte de pacto frente al horror que se revelaba ante la sociedad, plasmado en el informe de la Conadep. Con él se rechazaba cualquier representación violenta de la política. [Para la década de los noventa] se implantaba una narrativa sobre esos años [los de la movilización y la acción política de los setenta], según la cual hubo una generación de jóvenes y de ella podían recuperarse los ideales, las expresiones de una solidaridad generosa y el deseo de un mundo mejor. En cambio, quedaba relegada o directamente suprimida la fe miliciana, las prácticas de la muerte como medios habituales de la acción política y el mito […] de la guerra revolucionaria. A la salida de la dictadura, la experiencia de una sociedad que se creía finalmente reconciliada se trasladaba a esa visión pacificada de una militancia que no habría tenido otras armas que sus valores personales.64 63 Mediante el decreto 187 del 15 de diciembre de 1983, el presidente Raúl Alfonsín sancionó la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP). El 20 de septiembre de 1984, la Conadep presentó públicamente su informe titulado Nunca Más, en el cual se indicaba que, con base en las denuncias recibidas, la cifra de personas detenidas fue de 8060 casos, señalándose, sin embargo, que el número podría ser mayor. Con base en este informe y dado que en los tribunales militares no se comenzó un proceso para juzgar a sus pares, el 22 de abril de 1985 se dio inicio a un juicio oral y público a los miembros de las tres juntas militares que gobernaron Argentina entre 1976 y 1982: los generales Jorge Videla, Roberto Viola y Leopoldo Galtieri, los almirantes Emilio Massera, Armando Lambruschini y Jorge Anaya, y los brigadieres Orlando Agosti, Omar Graffigna y Basilio Lami. NINO, Juicio al mal absoluto. 64 VEZZETTI, Sobre la violencia revolucionaria, p. 100.

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La democracia como posibilidad-esperanza para la refundación de una nueva sociedad, el rechazo a las formas “violentas” de hacer política, y el énfasis “subjetivo” en el “rescate” de la militancia, configuraron los modos de representar la generación precedente, silenciando aquellas prácticas que incluyeron, en algunos casos, el desarrollo de acciones armadas. Y enfatizo en este en algunos casos, pues precisamente otro de los aspectos que explicaría estas formas de recordar-representar, es que el foco de mirada para caracterizar a los protagonistas y el periodo, se ha sobrecargado en algunos elementos del pasado violento en desmedro de otros. Esto se explica, siguiendo a Federico Lorenz, porque en muchos casos: [L]a reflexión sobre el período ha surgido de actores provenientes del mismo sector social que los afectados que conforman el imaginario dominante. Son muchas veces afectados o protagonistas ellos mismos, y otros tantos actores con afinidades generacionales, sociales y culturales con la militancia armada o en sus frentes de masas. El afán de reparar un silencio público real, cuando no directamente oponerse a las voces condenatorias vigentes durante la dictadura militar y los años ochenta, ha generado una serie de obras testimoniales, ensayos periodísticos y trabajos desde la historiografía que vienen recargando la mirada sobre las organizaciones guerrilleras y alguno de sus frentes de masas. Estas lecturas, en muchos casos autoproclamadas revisionistas, en realidad han instalado –salvo excepciones– una suerte de visión heroica o heroizante, sobre todo por tratarse de escritos testimoniales. [Así, se sigue] concentrando la mirada en las organizaciones armadas, sin intentar ampliar el enfoque hacia otros sectores sociales, cuando hacerlo sería un mecanismo válido tanto para reducir la satanización de una parcela de la sociedad como para, a la vez, comenzar a reconstruir históricamente las reales dimensiones sociales y alcances colectivos del terrorismo de estado.65

La preponderancia de recordar las opciones de izquierda armada,66 por sobre otras formas de organización social y política, que 65

LORENZ, “Pensar ‘los setenta’ desde los trabajadores”, pp. 20-21. Según Hugo Vezzetti: “Las conmemoraciones militantes que en los últimos años han buscado resaltar la figura del combatiente en desmedro de la simple víctima, aunque no se lo 66

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también existían para la década de los setenta en Argentina (el sindicalismo de base o los partidos políticos: Comunista, Comunista Revolucionario y Socialista de los Trabajadores) en los integrantes de la agrupación H.I.J.O.S. tiene que ver, además, con que varios de los padres y madres detenidos-desaparecidos o exiliados, pertenecían a organizaciones político-militares. A esto se suma el hecho que en las “narrativas emblemáticas” que han caracterizado a esta generación, se han construido “historias míticas, llenas de héroes y traidores, que de varias maneras siguen siendo herencias de unas formas de pensar la política y la historia propios de las mayoría de las fuerzas de izquierda”.67 Resulta necesario entonces analizar el amplio espectro de manifestaciones políticas de la izquierda armada y no armada existentes antes y durante la década de los setenta en Argentina, que en particular “inserte a la práctica armada en un contexto mucho más amplio y diverso de movilización social, es decir, de opciones políticas frente a una situación de represión y proscripción”,68 y que a su vez se interrogue acerca de “cuál era la revolución que propiciaban los revolucionarios, debatir en torno a qué tipo de sociedad anidaba en sus prácticas y en sus concepciones, en fin, someter a crítica sus futuros pasados”.69 Algunas de estas reflexiones han sido expresadas por integrantes de H.I.J.O.S. en las que se evidencian continuidades y rupturas con los modos de representar a los militantes de la generación de los setenta. Es decir, aparecen reparos respecto a ciertas formas de idealización que los lee como “luchadores populares buenos” pero se participa de la figura, mítica si se quiere, que los caracteriza como “dispuestos a dar la vida por su opción política”. Se problematiza la “naturalización” de las formas legales de hacer política y se describe el periodo con una amplia participación sopropongan, también alimentan esa invisibilidad de los muertos rasos […] Pero la consecuencia más grave de esta visión de los muertos se expone en una recuperación de las luchas que, bajo la figura del combatiente, aplasta la riqueza de las formas de la militancia política, cultural, sindical, de agrupaciones y tendencias que no mantenían una definición miliciana de los conflictos y que fueron igualmente víctimas de la represión dictatorial”. VEZZETTI, Sobre la violencia revolucionaria, p. 195. 67 OBERTI y PITTALUGA, “Temas para un agenda de debate en torno al pasado reciente”, p. 13. 68 LORENZ, “Pensar ‘los setenta’ desde los trabajadores”, p. 20. 69 OBERTI y PITTALUGA, “Temas para un agenda de debate en torno al pasado reciente”, p. 13.

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cial donde lo “raro era no militar”, pero a la vez, de nuevo, se silencian las acciones armadas desarrolladas por la guerrilla y los muertos que tales acciones también produjeron, en una suerte de evasión de las decisiones y las responsabilidades, los programas y las consecuencias que generó el despliegue militar llevado adelante por estas organizaciones.70 Se inscribe históricamente esas luchas en procesos y hechos acaecidos en décadas anteriores, pero a la vez se destaca, nuevamente, la “juventud” de sus protagonistas. Desde luego, mi intención no es impugnar este tipo de posicionamientos, tampoco desconocer la variedad de proyectos y opciones políticas que coexistían durante la década de los setenta y anteriores en Argentina, mucho menos desconocer la represión política de la que fueron objeto los militantes políticos. Se trata más bien de evidenciar la forma como operan los recuerdos, los olvidos y los silencios en las maneras de representar el pasado reciente, pero sobre todo, hacer visible cómo para poder (re)visitar el pasado como pasado y no como eterno presente, es necesario que se pueda conocer ese pasado heredado y asumir dicha herencia “sin temer alejarse de las huellas trazadas por las generaciones anteriores”.71 Significa esto que en H.I.J.O.S. ha sido necesario este movimiento de continuidad-discontinuidad en la forma de representar a la generación a la que pertenecieron los progenitores, para apropiarse de esa narración y hacer de ella un relato que continúa, pero también cambia. Allí reside precisamente el poder de la transmisión. A manera de cierre Para finalizar, bien valdría la pena volver sobre la tensión que genera el legado revolucionario de los padres en relación con las opciones políticas de los hijos en el presente. ¿Viven esta herencia como un fuerte mandato para seguir haciendo aquello que sus padres no pudieron concluir? ¿Existe un deber social de continuar con los objetivos de la lucha de sus padres, aunque ésta se exprese 70 71

VEZZETTI, Sobre la violencia revolucionaria. OBERTi, “La memoria y sus sombras”, p. 85.

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de diferente manera en el presente?72 Podría decirse que los integrantes de H.I.J.O.S. se ven abocados a configurar su identidad individual y colectiva, basados en la representación “abigarrada” que han construido sobre la generación precedente y las contiendas culturales y las nuevas formas de participación social y política que les son posibles en el presente. Así, hay algo de mandato a seguir, resultado de la transmisión en el contexto familiar y social de la importancia de la militancia: “mi vieja siempre me educó de que, había que en cada lugar donde uno participaba tenía que militarlo de alguna manera, entonces desde el trabajo, la escuela, la facultad…”.73 Hay también distancias y reelaboraciones, en tanto, identificarse totalmente con la trayectoria del padre o madre detenido-desaparecido los dejaría sin historia, sin posibilidades de hacer su propia apuesta vital. Por eso, “algunos hijos experimentan una ambivalencia entre el orgullo que sienten por sus padres idealizados al que desean responder y hasta imitar y […] por la necesidad de romper para elegir su propia vida”.74 El siguiente testimonio es ilustrativo en ese sentido: Uno como hijo tiene que, de alguna forma, continuar a su padre, mi viejo era universitario, hacía política, era médico, estudiaba medicina y era peronista, entonces... yo no podía ser... y estudió en Córdoba, bueno, yo me fui a Córdoba estando a 220 kilómetros de la UBA, me fui a Córdoba, a estudiar universitario, hice política, pero no podía hacer medicina, y médico y peronista, entonces fui abogado y radical,75 digamos lo continué en algunos aspectos pero fui original... este es un proceso que iba a entender años más tarde…76

Yosef Yerushalmi77 ha señalado que sólo se transmite efectivamente aquello que puede reintegrarse en un sistema de valores, conformando así una perspectiva de futuro que está sustentada y legitimada por el pasado construido. De allí que se entienda que 72

PIOTTI, Memorias escolares. Fermín, entrevista grupal No 2, integrantes de HIJOS La Plata. 74 PIOTTI, Memorias escolares, p. 159. 75 Se refiere a que estuvo vinculado al partido Unión Cívica Radical. 76 Memoria Abierta, Testimonio de Martín Angerosa [consultada 16/09/2010]. 77 YERUSHALMI, Reflexiones sobre el olvido. 73

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“la necesidad de recordar elaborando es individual pero también social. Los diálogos en torno a lo sucedido, incluidas las responsabilidades y la necesidad colectiva y ética de elaborar (en oposición a los mandatos morales de recordar) se actualizan día a día”.78 Y es precisamente la coexistencia, en ocasiones conflictiva, de representaciones sobre la generación precedente, la que posibilita que los integrantes de H.I.J.O.S. reelaboren ese pasado en función de sus apuestas vitales y políticas, esto es, que logren de una u otra manera reinterpretarlo activamente en relación con nuevos contextos, por más diferentes que sean en relación con los originarios.

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Entrevista Grupal No. 2, Victoria Prigione Greco, Fermín Tello, Eugenia, Julio, Juan, integrantes HIJOS La Plata. Septiembre 10 de 2010, La Plata, Argentina. Entrevista Grupal No. 4, Gustavo Paredes y Lucía Bonafe, integrantes de H.I.J.O.S. Córdoba. Noviembre 17 de 2010, Córdoba, Argentina. Entrevistas en video consultadas en Memoria Abierta: Memoria Abierta, Testimonio de Martín Angerosa, Buenos Aires, 2002 [Consultada 16/09/2010]. Memoria Abierta, Testimonio de Lucía García, La Plata, 2005 [Consultada 24/01/2011]. Memoria Abierta, Testimonio de Verónica Castelli, Buenos Aires, 2002 [Consultada 27/09/2010]. Archivo de la agrupación H.I.J.O.S. Volante HIJOS La Plata y Regional Capital, Escrache al Carlos el “Indio” Castillo, 2000, el énfasis es mío. Archivo de la DIPBA (División de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires), hoy Comisión Provincial de la Memoria. Archivo DIPBA, Mesa Ds Varios, legajo núm. 36612, p. 14: HIJOS La Plata, volante de invitación a charla-debate, 1 de noviembre de 1995. Énfasis es mío.

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Marc Becker*

En las revisiones constitucionales de 2008, por primera vez el gobierno ecuatoriano reconoció formalmente el carácter plurinacional del país. Desde la década de los ochenta, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) había estado luchando por el reconocimiento de los pueblos indígenas como nacionalidades. La federación indígena presionó una demanda cada vez más estricta para cambiar el primer artículo de la Constitución Política para reconocer las diversas nacionalidades indígenas en el Ecuador como parte de un Estado plurinacional. Desde la perspectiva de la mayoría de académicos y activistas, la CONAIE fue la primera en crear y popularizar este discurso. La construcción de los pueblos indígenas como nacionalidades, sin embargo, tiene raíces mucho más profundas. En 1932, Ricardo Paredes, el líder del Partido Comunista Ecuatoriano (PCE), se postuló para la presidencia del país a la cabeza de un bloque obrerocampesino. Él hizo campaña como el candidato de los trabajadores, campesinos, indios y soldados, y prometió pan, trabajo, tierra y libertad para el pueblo. Paredes presentó una amplia lista de demandas que incluyeron un llamado a defender a “los indios y negros, no solamente como clases explotadas y oprimidas, sino también como nacionalidades oprimidas”.1 Cincuenta años antes de la CONAIE comenzaron a organizarse sobre la base de las nacionalidades indígenas, los comunistas ya explotaron los usos políticos de esta construcción. Paredes no fue el primero en el Ecuador a referirse a los indígenas como nacionalidades. El sacerdote salesiano Juan Bottasso se* Profesor de Historia de América Latina, Truman State University, Kirksville, Missouri, EEUU, [email protected] 1 BEAEP, Hojas Volantes, 1921-1932, D. Polit Partid., p. 247: “Manifiesto del Bloque ObreroCampesino”, (Quito, 2 de mayo de 1932).

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ñala que “durante la Colonia era muy común llamar ‘naciones’ a los grupos indígenas, pero simplemente en cuanto entidades humanas homogéneas, que tenían en común un territorio, una tradición y un idioma. El término en ningún momento sugería la más remota posibilidad de autodeterminación”.2 En cambio, Bottasso continúa, “ya en tiempos coloniales, se llamaban naciones las etnias autóctonas no evangelizadas, en consonancia con el sentido que la Biblia atribuía al término”.3 A veces otros usaron el término pero en un sentido negativo. Por ejemplo, en 1916 el hacendado Nicolás Martínez argumentó que “naciones independientes” necesitaron que desaparecer para que los indígenas serían civilizados y convertidos en ciudadanos plenos.4 Lo notable sobre el uso comunista del concepto en la década de los treinta es que ellos fueron los primeros en utilizar el lenguaje de las nacionalidades para avanzar una agenda política a favor de los pueblos indígenas. Una larga historia de la construcción de “nacionalidades indígenas” ha sido olvidada casi por completo en el Ecuador, con pocos eruditos remontaron sus raíces más allá de la década de los setenta. Por ejemplo, Hernán Ibarra sostiene que el término apareció por primera vez en el libro de Gladys Villavicencio Rivadeneira, Relaciones interétnicas en Otavalo-Ecuador. ¿Una nacionalidad india en formación?, que fue publicado en 1973.5 Por otra parte, muchos estudiosos que entienden las raíces izquierdistas del término lo presentan en una luz bastante negativa. Por ejemplo, Fredy Rivera condena la izquierda marxista porque “desplazó a segundo nivel teórico los problemas étnico-nacionales ya que éstos serían resueltos en la nueva sociedad socialista”.6 Tales argumentos ignoran o desconocen el papel crítico que tuvo la Internacional Comunista (Comintern) en avanzar la construcción del concepto de las nacionalidades indígenas en las Américas. 2

BOTTASSO, “Las nacionalidades indígenas, el estado y las misiones en el Ecuador”, p. 151. BOTTASSO, Minorías y democracia en el Ecuador, p. 31. 4 MARTÍNEZ, “La condición actual de la raza indígena en la provincia de Tungurahua”, p. 218. 5 Ibarra, “Intelectuales indígenas, neoindigenismo, e indianismo en el Ecuador”, p. 83; VILLAVICENCIO RIVADENEIRA, Relaciones interétnicas en Otavalo-Ecuador. ¿Una nacionalidad india en formación? 6 RIVERA VÉLEZ, “Los indigenismos en Ecuador: de paternalismos y otras representaciones”, p. 387. 3

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En la década de los veinte, el Comintern defendió el establecimiento de “repúblicas nativas independientes” para los negros en Sudáfrica y en los Estados Unidos. En el Sexto Congreso en 1928, el Comintern reconoció el potencial revolucionario de las luchas anticoloniales. Con base en las interpretaciones de Vladimir Lenin de las cuestiones nacionales y coloniales, el Comintern defendió a los derechos de autodeterminación de las minorías nacionales, incluyendo hasta el derecho de separarse de las estructuras estatales opresivas. A pesar de que esos debates se iniciaron en Sudáfrica y en los Estados Unidos, pronto se extendieron a América Latina con la propuesta del Comintern a tallar una república indígena de quechuas y aymaras en los Andes. Esta posición controversial provocó intensos debates polémicos entre los comunistas sobre si las poblaciones étnicas ubicadas dentro de las naciones-estados formaron minorías nacionales o raciales, lo cuál dio paso a preguntas en cuanto a su relación con la lucha de clases. En el Perú, José Carlos Mariátegui contribuyó una larga tesis “El problema de las razas en la América Latina”, para una conferencia de partidos comunistas de América Latina en Buenos Aires en junio de 1929. Mariátegui firmemente sostuvo que la “cuestión indígena” era fundamentalmente un asunto de relaciones de clases en la cual la burguesía presionaba a un proletariado rural, y que esta situación sólo podía resolverse a través de alteraciones fundamentales en el sistema de tenencia de la tierra. Desafió a la posición del Comintern que sostenía que los indígenas, como los negros en Sudáfrica y Estados Unidos, formaron una nacionalidad subyugada y que su liberación se lograría a través de la formación de una nación-Estado independiente. Él hizo la afirmación materialista de que en su núcleo la opresión indígena era un asunto socio-económico basado en la distribución desigual de la tierra y la incapacidad de superar el legado del feudalismo en el campo peruano. La solución residía en la alteración de la estructura de clases del Perú, no en el retroceso a un Estado independiente.7 En contraste con la resistencia de Mariátegui a las dictas del Comintern, sus compañeros en el vecino país de Ecuador siguieron 7 MARIÁTEGUI, “El problema de las razas en América Latina”, pp. 263-90; BECKER, “Mariátegui y el problema de las razas en América Latina”, pp. 191-220.

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con una línea más cercana a los mandados de Moscú.8 Aunque la primera referencia a las nacionalidades indígenas no se publicó hasta 1932, los comunistas habían estado presentes en las comunidades rurales por lo menos a los cinco años. En gran parte, esta presencia se debió a la labor del activista indígena Jesús Gualavisí. En 1926, Gualavisí asistió a la asamblea nacional en donde se formó el Partido Socialista Ecuatoriano (PSE) que luego se pasó al PCE. Él instó al nuevo partido a trabajar activamente en favor de las comunidades rurales.9 En 1928, el Sexto Congreso del Comintern también instó a los partidos locales a trabajar en las zonas rurales en la organización de alianzas obreras-campesinas. En el Ecuador, el Comintern encargó al partido de “tratar de entrar en estrecho contacto con la masa de los indígenas que constituyen un elemento revolucionario de gran valor y de vincular su acción con la de los obreros y campesinos del Ecuador”.10 En parte, Paredes puede considerarse como responsable por la dirección del Comintern, como él trajo su experiencia trabajando con Gualavisí en las comunidades rurales al congreso: Con el problema revolucionario está ligado el de las razas oprimidas, como los indios de América Latina. Los indios constituyen en algunos países la población predominante en los campos, y sufren mucho más que los obreros blancos y mestizos la explotación de los terratenientes. Por otra parte, los indios, considerados como una raza inferior, son tratados más brutalmente. Todos estos factores determinan, entre los obreros y campesinos indígenas, un gran espíritu de solidaridad y de clase explotada. Asimismo, el indio es un elemento muy revolucionario. Yo creo que este problema de las razas oprimidas debe ser tratado en el programa.11

Incluso antes del Comintern, dictaba que los partidos locales debían trabajar con pueblos oprimidos; los comunistas (con México a la cabeza) habían desarrollado fuertes lazos con los movimien8

BECKER, “Indigenous Nationalities in Ecuadorian Marxist Thought”, pp. 1-46. Partido Socialista Ecuatoriano, Labores de la Asamblea Nacional Socialista y Manifiesto del Consejo Central del Partido (16-23-Mayo), p. 33. 10 RGASPI, f. 495, op. 2, d. 117, p. 175: “Draft Resolution on Ecuador”, 7 de junio de 1928. 11 Internacional Comunista, VI Congreso de la Internacional Comunista, p. 181. 9

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tos campesinos.12 En el Ecuador, a pesar de que los comunistas habían incorporado a los pueblos indígenas y sus demandas en la fundación del partido, el Sexto Congreso provocó una intensificación del activismo rural. Más significativamente, lo que el Congreso hizo fue cambiar la forma en que los militantes comunistas hablaron sobre estos temas. Instrucciones para el partido en la década de los veinte obligaba a: Desenvolver con intensidad el trabajo del Partido entre los campesinos pobres y, en particular, entre los indios y grandes comunidades agrarias de la sierra y latifundios. El Partido Comunista debe ligarse completamente a la masa de indios, sostener y conducir sus luchas por la tierra y por la independencia nacional, desee mascarando el papel de los curas y de la iglesia. El P no debe considerar el problema de indios solamente como el problema de la tierra, más sí englobando también la cuestión nacional.13

El Comintern fue clave en el impulso de la terminología de las nacionalidades indígenas en el Ecuador, igual como en toda América. Reunido en Moscú en septiembre de 1930, la Conferencia Sindical Latinoamericana (CSLA) dio instrucciones de que, Los sindicatos de clase deben llevar a cabo no solamente una lucha incesante por la igualdad completa de condiciones de trabajo sin diferencia de raza y de nacionalidad, sino también por la supresión completa de la opresión nacional-racial, bajo todas sus formas, sosteniendo de una manera completa y sin reservas el derecho de todas las minorías étnicas oprimidas de autodeterminación nacional, inclusive hasta la separación.14

En 1934, el Comintern elaboró un conjunto de instrucciones para el PCE que pedía a los militantes:

12

CARR, Marxism and Communism in Twentieth-Century Mexico, p. 32. GALLEGOS, Rusia Soviética y la revolución mundial, pp. 130-131. 14 Conferencia Sindical Latino Americana, Como organizar y dirigir las luchas obreras: resoluciones de la III Conferencia Sindical Latino Americana realizada en Moscú en setiembre de 1930, p. 36. 13

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En la presentación de la consigna de la autodeterminación nacional de las tribus y nacionalidades indígenas hasta el punto de separación, y mientras luchan para que los futuros estados indios tienen el carácter del gobierno de los trabajadores y campesinos (soviets), es necesario al mismo tiempo apoyar todas las acciones de las masas indias trabajadoras, dirigida en contra de los terratenientes y la burguesía criolla blanca, aun cuando las masas todavía están luchando por su liberación nacional bajo la dirección de los jefes tribales de los indios, los caciques, etc.15

Las instrucciones finales al partido, quitó la demanda de autodeterminación hasta el punto de separación, pero en repetidas ocasiones se refirió a las “nacionalidades indias y negras”. El Comintern mandó que: En base del trabajo del partido y de las organizaciones campesinas es necesario poner la lucha por las reivindicaciones inmediatas, prestando una atención especial a la defensa del campesinado indio nacionalmente oprimido [...] elaborar una lista de reivindicaciones económicas y políticas y ligar estas con las tareas generales de lucha por la emancipación nacional de los indios [...] Por medio de todo esto el partido comunista de Ecuador asegurará las condiciones para la conquista de la hegemonía del proletariado en el movimiento nacional revolucionario indio.16

La idea de nacionalidades indígenas fue clave a cómo el Comintern había conceptualizado su lucha en los Andes. Poco a poco los activistas en el Ecuador tomaron la terminología de nacionalidades indígenas y comenzaron a utilizarla en sus propias declaraciones. En noviembre de 1935, los líderes indígenas se reunieron en la Casa del Obrero en Quito para fundar una Conferencia de Cabecillas Indígenas. Una hoja volante que anunciaba la sesión de clausura señaló que la reunión se correspondía con el decimoctavo aniversario de la Revolución Bolchevique “que dio pan, tierra, trabajo y libertad al campesino; libertad y apoyo decidido a 15 16

RGASPI, f. 495, op. 3, d. 327, pp. 59-60: “Carta al CC CP Equador”, 26 junio 1934. RGASPI, f. 495, op. 4, d. 301, pp. 24-25: “Carta al C.C. del P.C. de Ecuador”, 4 agosto 1934.

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todas las nacionalidades que en otra época estaban oprimidas (como lo están las nacionalidades indígenas en nuestro país)”.17 Varios meses después, los organizadores de la conferencia publicaron una lista de instrucciones en el periódico indígena Nucanchic Allpa (“Nuestra Tierra”, en Kichwa) “para unir e organizar a los indios para la defensa de sus intereses de clase y como nacionalidades oprimidas”. Señaló la organización que: Los indios trabajadores tienen además algo que les diferencia de los demás obreros y campesinos blancos, mestizos, negros y mulatos: los indios tienen lenguas que hablan sólo ellos (el quichua, el cayapas, el cofane, etc.), tienen sus ropas y costumbres propias, pertenecen a razas propias y a nacionalidades o pueblos que hace más de cuatrocientos años vivían libres sin estar sometidos como hoy a los blancos y mestizos. Es por esto que los indios han sido por más de cuatro siglos sometidos a una gran opresión de todo su pueblo o nacionalidad, despreciados como si fueran de una raza inferior.18

Organizadores comunistas influyeron en cómo los pueblos indígenas se vinieron a ellos mismos. Un documento del partido, de 1937, observó que el atraso, el subdesarrollo y el aislamiento impidieron la aparición de una identidad nacional unificada en el Ecuador. Dice: “frente a la nacionalidad ecuatoriana de blancos y mestizas, en formación, está la nacionalidad oprimida de los indios que ha sido detenida en su desenvolvimiento”.19 Hablar de nacionalidades indígenas se había convertido en algo común en el discurso comunista. Paredes llevó estas ideas a la Asamblea Constituyente de 19441945, en que él se desempeñó como representante funcional para la “raza indígena”. En un largo discurso sobre los conceptos de la formación del Estado durante los primeros días de los debates constitucionales, Paredes señaló que los diferentes grupos indígenas tuvieron preocupaciones diferentes, y por lo tanto una solución 17 BEAEP, Hojas Volantes, 1933-1938, p. 298: Presídium de la Conferencia de Cabecillas Indígenas, “Hoy se Clausura la Conferencia de Cabecillas Indígenas”, Quito, Editorial de El Correo, 7 de noviembre 1935. 18 Conferencia de Cabecillas Indios, “Indicaciones”, p. 2. 19 Comité Central del Partido Comunista, Exposición a la Corte Suprema, p. 9.

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singular y unificada no se podría aplicar al llamado “problema indígena”. Paredes sostiene que sería un error ver a los indígenas como grupos raciales o étnicos. “Los indígenas tienen como elementos nacionales propios de ellos los siguientes”, dijo Paredes, “su lengua, un territorio que por desgracia no es de ellos, en su gran mayoría, instituciones culturales semejantes”.20 Instó a sus compañeros izquierdistas a no ver la pobreza indígena como un problema simple de la opresión de clase, sino más bien un asunto complicado que necesitaba tomar en cuenta a sus diferentes culturas y características nacionales. “Hay problemas de clase y hay problemas de nacionalidad”, sostuvo Paredes. Los pueblos indígenas tienen sus propias características únicas, incluyendo su propia historia, lengua, territorio y las instituciones culturales que en realidad les formaron como nacionalidades.21 Ñucanchic Allpa hizo eco en sus páginas que la opresión indígena era un problema nacional y su solución sólo se encuestaría en los cambios en el sistema agrario. “El problema del indio es fundamentalmente un problema nacional”, editorializó el diario. “Los pueblos indígenas son nacionalidades oprimidas, ayer por la Colonia y hoy por la República. Su solución verdadera radica en el derecho de autodeterminación de sus destinos”.22 En 1957, el Comité Central del Partido Comunista distribuyó un borrador de la plataforma por el Sexto Congreso del partido que minimizó las preocupaciones indígenas.23 Un mes antes del congreso, unos dirigentes indígenas se reunieron en la sede del partido y propusieron varios cambios que aparecieron en la versión final.24 Algunos de los cambios fueron más bien cosméticos, como agregar referencias a los indígenas en una discusión sobre la explotación feudal de los campesinos. Lo notable, sin embargo, fue la adición de una nueva sección sobre las clases sociales con una mención especial que, 20

APL, t. 1, p. 720: “Actas de la Asamblea Nacional Constituyente de 1944”, (22 de agosto de 1944). 21 APL, t. 6, pp. 435-438: “Actas de la Asamblea Nacional Constituyente de 1944”, (21 de noviembre de 1944). 22 “El problema del indio, problema nacional”, p. 2. 23 “Democracia, independencia y bienestar para el pueblo del Ecuador (Programa inmediato del Partido Comunista del Ecuador)”, pp. 3-5; Partido Comunista del Ecuador (PCE), Proyecto de programa inmediato del Partido Comunista del Ecuador. 24 “Conferencia campesina de Pichincha, Imbabura y Cotopaxi”, p. 6.

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Dentro de la masa campesina ocupan un puesto especial los indios ecuatorianos, el más numeroso sector de esa masa, oprimidos de manera bárbara y cruel, reducidos a un estado de esclavitud y de negación de todo derecho, puestos al margen de la sociedad ecuatoriana por la política de las clases dominantes, mantenidos, como hemos dicho, en condiciones de vida infra-humanas, con salarios de un sucre y aún con trabajos gratuitos. Esta masa india tiene indiscutiblemente una serie de elementos nacionales, un idioma, el quichua y otras lenguas autóctonas, una tradición, manifestaciones culturales propias. Todos estos elementos son rechazados por las clases dominantes. La escasa educación que se da en las zonas indias, se da en castellano, despreciando ese valiosísimo factor de los idiomas propios. Carecen los indios, por el analfabetismo a que están condenados, del derecho al voto. Se suma así la discriminación nacional a la salvaje explotación de que son víctimas por la obra de gamonales, autoridades civiles y el clero.25

Estos pequeños cambios sumaron a la alteración de un documento que minimizó la importancia de las luchas indígenas a ponerlo como algo fundamental para el programa comunista. Si antes los comunistas habían formado el discurso indígena, ahora sucedió lo contrario con los activistas indígenas configurando una agenda para la izquierda. Una declaración en el Octavo Congreso del partido en 1968, repitió estas mismas declaraciones: que los pueblos indígenas poseen “elementos nacionales”, incluyendo su propia lengua, tradiciones y culturas. 26 En una entrevista en 1977, el militante comunista César Endara, quien tuvo una larga trayectoria de lucha, observó el doble carácter de la explotación indígena que “además de ser explotados económicamente eran explotados también nacionalmente”.27 Del mismo modo, la recién fundada coalición Frente Amplio de Izquierda (FADI), con afiliación comunista, llamó a 25 Partido Comunista del Ecuador (PCE), Democracia, independencia y paz para el pueblo del Ecuador, pp. 14-15. 26 Partido Comunista del Ecuador (PCE), VIII Congreso del Partido Comunista del Ecuador, p. 73. 27 César Endara en: YÁNEZ DEL POSO, Yo declaro con franqueza (Cashnami causashcanchic); memoria oral de Pesillo, Cayambe, p. 27.

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la defensa “a los derechos específicos de las comunidades indígenas y grupos nacionales existentes en el país (quichuas, shuaras, cofanes, etc.)”.28 A diferencia de la suposición de muchos académicos, los líderes indígenas no recuperaron una identidad como nacionalidad por su propia cuenta, sino, más bien, fue una contribución de los intelectuales marxistas que mantuvieron vivas estas ideas a lo largo del siglo XX. En la década de los setenta, la antropóloga Iliana Almeida interrogó el concepto de “nacionalidades indígenas” como una categoría explícita de análisis político. Almeida sostiene que izquierdistas trajeron el concepto de nacionalidades al regresar de estudiar en la Unión Soviética y lo introdujeron a las organizaciones indígenas en ciernes en el Ecuador.29 En particular, el antropólogo ruso Yuri Zubritski fue el responsable de programas en la lengua Kichwa en Radio Moscú, que hablaron sobre la formación de un proletariado indígena.30 Zubritski discutió sobre cómo el desarrollo capitalista en América Latina dio lugar a la opresión nacional.31 También, organizó encuentros con jóvenes líderes indígenas y arregló becas para que ellos pudieran estudiar en la Unión Soviética.32 A través de estos diversos medios y contactos, Zubritski ayudó a mantener vivo el concepto de las nacionalidades indígenas en el Ecuador. Al parecer, muchos de estos jóvenes activistas no eran conscientes de que estaban regresando a los temas que la Internacional Comunista ya había introducido en el Ecuador medio siglo antes. En 1979, después de haber estudiado en la Unión Soviética, Almeida publicó un ensayo en el que se conceptualiza a los pueblos indígenas en los Andes como una nacionalidad Kichwa. Basándose en una tradición marxista de análisis, señaló que una historia, territorio, economía, cultura e idioma común significaba que los pueblos indígenas formaron una verdadera nacionalidad. Por otra parte, las naciones no necesariamente coinciden con los 28 Frente Amplio de la Izquierda de Ecuador (FADI), Documentos del proceso de constitución del Frente Amplio de la Izquierda de Ecuador (FADI) y primera declaración pública. 29 SELVERTON-SCHER, Ethnopolitics in Ecuador: Indigenous Rights and the Strengthening of Democracy, p. 23. 30 ZUBRITSKI, “La formación del proletariado Quechua”, p. 215. 31 ZUBRITSKI, “Relaciones étnicas nacionales”, pp. 76-82. 32 ALBÓ, Movimientos y poder indígena en Bolivia, Ecuador y Perú.

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Estados, porque varias naciones se incluyeron dentro del Estado ecuatoriano.33 Cuando el uso del discurso de las nacionalidades indígenas comenzaron a hacer una reaparición en los años setenta y ochenta, era más comúnmente utilizado por los de la izquierda no-indígena que en los propios movimientos indígenas. Después de la publicación, en 1979, del ensayo de Almeida, los izquierdistas cada vez notaron con más fuerza “la existencia de nacionalidades indígenas oprimidas dentro del Estado”.34 En 1986, en conmemoración del sexagésimo aniversario de la fundación del Partido Comunista, los líderes compilaron un volumen que ofrece una panorámica de la historia del partido, en el cual incluyeron las declaraciones de Paredes en la Asamblea Constituyente de 1944 que identificó a los pueblos indígenas como nacionalidades.35 En el prefacio al volumen, Xavier Garaycoa constituyó un punto de mencionar la larga historia de apoyo comunista por “los derechos del pueblo y de las nacionalidades oprimidas”.36 En el IV Encuentro de Partidos Comunistas de Sudamérica, en Quito en febrero 1990, el secretario general del PCE, René Maugé Mosquera, terminó su presentación con una enérgica denuncia de las celebraciones próximas del quinto centenario: Somos partidarios de que los comunistas tomemos una posición frente a los 500 años de la llegada de los españoles a América Latina [...] en los países como Ecuador, Perú, Bolivia donde tenemos un fuerte contingente indígena –aquí en el Ecuador hay 4 millones de indígenas y 9 nacionalidades con sus propios idiomas– el colonialismo y la dominación colonial significaron una gran derrota para nuestros pueblos.37

En 1993, los comunistas señalaron, en su XII Congreso Nacional, que Ecuador tenía una sociedad plurinacional, compuesto por una diversidad de culturas, lenguas y pueblos con diferentes oríge33

ALMEIDA, “Consideraciones sobre la nacionalidad Kechwa”, pp. 15-16. “El campesinado indígena y el estado”, p. 8. 35 PAREDES, “Acerca de la nacionalidad y el estado ecuatoriano”, pp. 59-80. 36 GARAYCOA, “Presentación”, p. 4. 37 MAUGÉ MOSQUERA, “Por una renovación que surja de las necesidades propias de la realidad nacional y de cada partido”, p. 94. 34

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nes históricos; y pidieron por el “establecimiento en la constitución de los derechos de las nacionalidades y étnias indígenas y de los mecanismos para su implementación”.38 El partido continuó: “el reconocimiento real de un estado plurinacional y multiétnico solo podrá lograrse con la lucha unificada de todos los sectores populares y de sus organizaciones políticas”.39 Lejos de los recién llegados, a lo largo de los años los comunistas habían abrazado constantemente el discurso de nacionalidades indígenas. Sino, como el politólogo José Antonio Lucero señala: “los activistas indígenas en el Ecuador han tomado un término del vocabulario del pensamiento marxista europea, y han ‘indianizado’ ella”.40 En 1988, la CONAIE presentó su conceptualización del Ecuador como Estado plurinacional a la Comisión de Asuntos Indígenas del Congreso Nacional. En un proyecto de Ley de Nacionalidades Indígenas, la CONAIE declaró que la República del Ecuador era un Estado plurinacional, y argumentó que el gobierno debía reconocer la territorialidad, organización, educación, cultura, medicina, y sistema judicial indígena.41 La CONAIE argumentó que el Estado plurinacional propuesto no quiere establecer Estados independientes para los distintos grupos étnicos, como algunos elementos en la sociedad ecuatoriana temía, sino que se reflejan “la realidad del país y del continente, sobre la base de respeto a los diferentes nacionales culturales y la instauración de la igualdad social, política, y económica”.42 Los líderes utilizaban el discurso de las nacionalidades indígenas para movilizar a sus bases en las protestas callejeras. “Los campesinos y nacionalidades indígenas somos los más afectados por la crisis económica y las políticas sociales del gobierno”, activistas declararon en la víspera de un levantamiento nacional de 1990.43 A través del uso repetido, esta terminología recuperó una cantidad cada vez mayor de tracción entre los activistas indígenas. 37 Partido Comunista del Ecuador (PCE), Por la reconstitución histórica de la izquierda, hacia una nueva sociedad, p. 14. 39 “Encuentro Continental: Indios de toda América se organizan”, p. 1. 40 LUCERO, “Arts of Unification: Political Representation and Indigenous Movements in Bolivia and Ecuador”, p. 200. 41 Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), “Anteproyecto de ley de nacionalidades indígenas del Ecuador, 1988”, pp. 202-212. 42 Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), “500 años de resistencia india”, p. 117. 43 Coordinadora Popular, “Manifiesto a la opinión pública”, p. 9.

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Después de una larga campaña, finalmente en 2008 el primer artículo de la Constitución Política fue revisada para definir al Ecuador como un Estado plurinacional. La CONAIE sostenía que la mejor manera de transformar las estructuras políticas y económicas del Ecuador sería “que se declare al Ecuador como un Estado Plurinacional, basado en la existencia de la diversidad de las nacionalidades y pueblos, como entidades económicas, políticas, culturales e históricas diferentes”.44 Con la fuerza de un movimiento indígena organizado, se cambió el primer artículo de la Constitución para leer que “el Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico”.45 Al adoptar el discurso de nacionalidades como una herramienta de organización, ya sea consciente o no, la CONAIE lo había construido sobre una larga y rica tradición que se remonta a las propuestas de la Comintern en la década de los veinte que contribuyó a la formación de un fuerte movimiento indígena en el Ecuador.

FUENTES DE INFORMACIÓN ARCHIVOS Archivo Estatal Ruso de Historia Política y Social (RGASPI). Archivo Palacio Legislativo (APL), Quito. Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit (BEAEP), Cotocollao. PERIÓDICOS Ñucanchic Allpa (Quito). El Pueblo (Guayaquil, Quito). Punto de Vista (CEDIS, Centro de Estudios y Difusión Social, Quito). Rikcharishun (Ecuarunari, Quito).

44 Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), “Resoluciones del III Congreso de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador”, Rikcharishun 36, núm. 1, marzo 2008, p. 8. 45 República del Ecuador. “Constitución de 2008”, http://pdba.georgetown.edu/ Constitutions/Ecuador/ecuador08.html.

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TRASEGAR DE LAS CIENCIAS SOCIALES COLOMBIANAS EN EL SIGLO XX: PROPUESTA PARA LA HISTORIA INTELECTUAL

Mónica Zuleta P.*

Introducción En Colombia, el 9 de abril de 1948, día del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, apareció el “pueblo”. Su irrupción violenta comenzó en las ciudades, pero se desplegó en los campos donde configuró una voluntad política independiente y protagonizó una guerra especialmente brutal. Provocó desbordamientos sociales de índole política, económica e intelectual que perturbaron ámbitos donde antes lo negaban y despreciaban. Esta irrupción se convirtió en objeto de estudio de un proyecto científico que, con la intención de seguir esa travesía popular, durante un tiempo quebrantó los consensos de las direcciones predominantes sobre producción del conocimiento. Reconstruir las trayectorias de ese viaje es el propósito de este examen. Es una genealogía del surgimiento y auge del “pueblo” como actor político independiente, a la luz de los análisis realizados por intelectuales interesados en explicar y comprender dicho desbordamiento popular. En ese orden de ideas, detalla las razones que los intelectuales proponen como causas del surgimiento del actor; de su cohesión y fortalecimiento; de sus batallas; de los códigos valorativos que privilegió; y de los personajes, los roles y los ordenamientos que diferenció. Propone, además, una interpretación particular acerca del saber que construyeron los intelectuales durante el viaje con el “pueblo”. En este segundo sentido, identifica las condiciones que acompañaron la decisión de grupos intelectuales para romper los acuerdos que legitimaban su papel * Universidad Nacional de Colombia, directora del Grupo de Investigación Socialización y violencia, profesora e investigadora del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos de la Universidad Central.

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político y social; especifica las funciones que cumplieron estos grupos cuando decidieron seguir al actor en sus correrías; y determina las circunstancias asociadas a la ruptura con la voluntad “popular” propias del momento cuando los intelectuales regresaron a sus antiguos dominios y, bajo nuevas condiciones, restablecieron alianzas con las élites políticas. La genealogía está sustentada en una selección de la extensa y diversa literatura documental, elaborada por grupos políticos, gremios y colectivos profesionales y científicos, nacionales y extranjeros, entre 1920 y 1990, cuyo objetivo era examinar el trascurrir de la política colombiana, durante los años en que Gaitán se consolidó como líder popular y en que fue elegido presidente del Partido Liberal, hasta su asesinato; y durante las dos décadas posteriores a su muerte; literatura publicada en libros, revistas y periódicos colombianos y foráneos. Adicionalmente, emplea propuestas interpretativas contenidas en textos de Sigmund Freud, Baruch de Spinoza y Friedrich Nietzsche. La “excepcionalidad” de La Violencia A la guerra civil campesina, calificada como una de las más cruentas del continente, que discurrió después del asesinato de Gaitán y duró aproximadamente dos décadas, se la conoce como ‘la Violencia’.1 Esta confrontación sobrevino como una guerra civil entre campesinos, la mayoría adscrita a los partidos políticos preponderantes, Liberal, Conservador y en menor grado al Partido Comunista; pero no entre ciudadanos ni entre las élites políticas, quienes, en comparación con lo ocurrido en los campos, apenas si se molestaron entre ellos. Su excepcionalidad ha estimulado desde hace me1 El historiador inglés Eric Hobsbawm es de los primeros científicos extranjeros–anglosajón– que interpreta la guerra campesina colombiana desde un punto de vista diferente al usual; sin embargo, la califica como “excepcional” y “cruel”. En sus palabras: “Pero lo más importante sobre la Violencia es la luz que arroja sobre el problema de la inquietud y rebelión rurales. Si descartamos el periodo de guerra civil formal (...), la Violencia es un fenómeno totalmente rural, aunque en uno o dos casos (...) sus orígenes fuesen urbanos (...), Representa lo que constituye probablemente la mayor movilización armada de campesinos (...) en la historia reciente del hemisferio occidental”. HOBSBAWM, “Anatomía de la Violencia en Colombia”, pp. 14 y 15.

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dio siglo el interés por descifrarla, de científicos sociales, extranjeros y nacionales. 2 Sin embargo, los extranjeros —casi todos anglosajones— no han encontrado modos de correlacionarla con problemáticas que les resulten familiares, y entonces optan por juzgarla como propia de la idiosincrasia de pueblos “atrasados” y “bárbaros”. Los nacionales, por su parte, no llegan a acuerdos sobre las razones del fenómeno, y terminan aceptando los apelativos para calificarla usados por sus colegas anglosajones. Los balances de carácter historiográfico de los setenta y ochenta acerca de la historia política y social de América Latina elaborada por investigadores estadounidenses, evidencian las motivaciones en las que se asientan dichos calificativos desdeñosos, que en última instancia se sustentan en la siguiente premisa: 1. Lo que no pueda explicarse o comprenderse según los lineamientos de los modelos imperantes es “atraso”; 2. El “atraso” no merece de elucidaciones; 3. Luego entonces, lo que no puede explicarse o comprenderse no merece de elucidaciones. Al contrastar el acervo de conocimiento colombiano con el de los demás países del continente, los balances concluyen que es “aislado” y “obsesionado”; y además, que es “modesto” y “no tiene pretensiones” de generalización.3 Al tomar conciencia de que el saber de la historia reciente, porque trata de descifrar lo particular, es calificado como “modesto” y “aislado”, y de que a la realidad colombiana, porque no encaja en teorías y modelos usuales, se la juzga como “bárbara” y “atrasada”, entendí que la dinámica de producción del conocimiento histórico sobre el país la dominan los cánones desprendidos de sistemas de valores que al mismo tiempo en que desprecian lo que desconocen, desechan alternativas para construir conocimien2 Uno de los académicos colombianos más reconocidos hoy en el campo de estudios sobre violencia política, Gonzalo Sánchez, en los años noventa, se refiere a la guerra campesina de los cincuenta en estos términos: “La Violencia del periodo ‘clásico’ (1945-1965) representada por los artistas de la época como un monstruo de mil cabezas, es muchas cosas a la vez: es guerra entre las clases dominantes (…) pero es también guerra entre las clases dominantes y el movimiento popular (…)”. SÁNCHEZ, “Los estudios sobre la violencia, balances y perspectiva”, p. 14. 3 Historiadores estadounidenses “colombianólogos”, como David Bushnell, usan en sus balances estos adjetivos para calificar el conocimiento histórico producido por colombianos entre los cincuenta y los ochenta del siglo pasado. BUSHNELL, “South America”, p. 783.

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to sobre lo singular. Entonces, si el saber reciente en torno al trascurrir político del país, que suele calificarse como el más “científico”, está fundamentado en prejuicios que además son impuestos por direcciones dominantes foráneas que desprecian lo que desencaja con sus teorizaciones o modelos, ¿cómo podemos creer en las verdades que afirma? En lugar de juzgar la credibilidad del conocimiento imperante, me propuse sacar provecho de sus prejuicios y postular otro tipo de “verdades”. Me serví de la noción de moral contenida en los proyectos de pensadores como Spinoza, Nietzsche y Freud. Spinoza, por ejemplo, define el bien y el mal como prejuicios que resultan de convertir las apetencias singulares en ideales universales y de imponerlos a los demás aprovechando la tendencia humana a mandar y obedecer, por miedo o provecho.4 Nietzsche invita a examinar los prejuicios (por ejemplo, especificar la materia de la que están hechos, descifrar el espíritu que los habita, determinar la temporalidad de su actualidad y la espacialidad de la que provienen, explicitar las batallas que han enfrentado para imperar y diferenciar los mitos nutrientes, entre otras), para viajar hacia lo “verdadero”. Siguiendo esas directrices, asumí que las “verdades” del saber sobre ‘la Violencia’ no reposan en los contenidos de sus descripciones, explicaciones o comprensiones, sino en los modos como conforma a los objetos sobre los que el saber trata; y que en razón a ello, si desenmarañaba los nudos de relaciones que hacen parte de la constitución objetual podía indagar por las lógicas usadas por el conocimiento para producir “verdades” acerca del país. Ateniéndome a dicho propósito, examiné el devenir de los prejuicios en dicho conocimiento durante el lapso de casi un siglo, con miras a entender aspectos del funcionamiento de los dinamismos que soportan su veracidad. 4 Utilicé postulados específicos de estos autores: por ejemplo, de Freud: “Y es prueba de una particular aptitud psíquica de la masa que se convirtió en el pueblo judío el que lograra producir de su seno tantos seres dispuestos a asumir la carga de la religión mosaica por la recompensa de poder considerarse el pueblo elegido”. FREUD, “Moisés y la religión monoteísta. Tres ensayos”, p. 3274; de Spinoza, uno que dice: “No cabe duda, pues, de que los judíos, desde la disolución de su Estado, ya no están más obligados por la ley de Moisés que lo estaban antes del comienzo de su sociedad y de su Estado”. SPINOZA, Tratado teológico político, p. 121; y de Friedrich Nietzsche: “’¡Adelante! ¡También nuestra vida moral forma parte de la comedia!’, habremos descubierto un nuevo enredo y una nueva posibilidad para el drama dionisíaco del ‘destino del alma’”. NIETZSCHE, Genealogía de la moral, p. 176.

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Por otra parte, seleccioné el conocimiento que tiene por objeto esta guerra por sus peculiaridades: por ejemplo, la aprecia como “excepcional”, y exterioriza emociones comúnmente censuradas en los procesos de producción del saber, como odio, ambición y venganza, o como entusiasmo, simpatía y valentía; asimismo, toma posiciones por uno de los bandos en disputa, y entonces visibiliza los desacuerdos en las razones que se esgrimen sobre los desencadenantes de la misma; finalmente, está construido a partir de discrepancias, y permite aberturas por donde se cuelan insumisiones a los cánones imperantes. El conocimiento que trata sobre la paz, por un lado es más escrupuloso, y por otro está cohesionado en torno a acuerdos y solidificado alrededor de ideales, por lo que mantiene muy escondido cualquier signo de insumisión a tales cánones. ¡Las peculiaridades de ese saber actuaron como claves de desciframiento del operar de los dinamismos morales que durante un siglo conformaron los consensos y disensos sociales de la política del país! Cuatro explicaciones científicas sobre La Violencia Presento, a continuación, una síntesis de las cuatro argumentaciones sobre ‘la Violencia’, de índole científica, que se edificaron entre los mediados de los cincuenta y los ochenta, cuando con ayuda notoria de extranjeros floreció un campo de estudios profesional alrededor de ese suceso. La primera cercana a la socialdemocracia postula que ‘la Violencia’ obedeció a la manifestación de una “vieja” querella entre los partidos Liberal y Conservador, y fue propiciada directamente por élites regionales políticas, económicas, sociales y eclesiásticas, como vía para preservar los privilegios de cada quien.5 Desarrolla su argumento diferenciando tres grupos de causas: 5 Balances historiográficos sobre los estudios de ‘la Violencia´, como los del economista, profesor y consultor colombiano Jesús Antonio Bejarano, sostienen, en los años ochenta, que la guerra campesina fue consecuencia de los hostigamientos violentos de los conservadores contra los liberales, que comenzaron en 1946 cuando después de 15 años de gobiernos liberales (1930-1946), retornaron los gobiernos conservadores. BEJARANO, “Campesinado, Luchas agrarias e historia social: Notas para un balance historiográfico”, pp. 251-304.

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Como causas lejanas, estos estudiosos determinan: uno, la primacía de un mundo “señorial” que fomentó que el “odio” impregnara las relaciones entre campesinos conservadores y liberales, al estimular costumbres para participar en los partidos políticos similares a las usadas en congregaciones y cofradías, donde se obligaba a la lealtad y obediencia absoluta de los integrantes a sus líderes; y dos, las consecuencias políticas de la corrupción gubernamental producto de las camaraderías que existían entre las élites de ambos partidos mediante la cual obtenían beneficios particulares por su participación en el gobierno.6 Como causas mediatas subrayan el “quebrantamiento” del mundo señorial por la ráfaga del viento “democrático” de la industrialización que, dicen, entre los veinte y cuarenta del siglo XX, fragilizó la hegemonía de cincuenta años de presidencias consecutivas conservadoras; y estimuló la conformación de movimientos intelectuales de vanguardia y de organizaciones obreras liberales, socialistas y comunistas que se interpusieron a las costumbres de los partidos tradicionales. Como causas inmediatas determinan, primero, la “reacción” de las dirigencias señoriales contra los vientos democráticos que se valió del odio entre las agrupaciones campesinas para propiciar fracturas en las organizaciones democráticas y de vanguardia;7 segundo, el debilitamiento del sindicalismo liberal y comunista, impulsado, entre otros asuntos, por Jorge Eliécer Gaitán, quien promocionó actividades políticas por fuera de las organizaciones tradicionales partidistas; y tercero, los grandes desórdenes populares desatados por la ira que suscitó el asesinato de Gaitán, que fueron reprimidos en las ciudades a los pocos días por las fuerzas 6 El diplomático estadounidense Vermont Lee Fluharty, en los cincuenta introduce ambas tesis. FLUHARTY, La danza de los millones: Régimen militar y revolución social en Colombia (1930-1956). En los setenta, van a ser ampliamente desarrolladas en investigaciones –también– de liberales demócratas que se volvieron paradigmáticas, como las del politólogo francés Daniel Pécaut. PÉCAUT, Orden y violencia. Colombia 1930-1954. 7 Por ejemplo, el examen de ‘la Violencia’ del sociólogo estadounidense Paul Oquist, sostiene la tesis de que en los años veinte surgió el “componente social” en Colombia, entre otras, por los dineros recibidos por empréstitos y por la venta del Canal de Panamá, que fue fortalecida en los treinta por los gobiernos liberales que introdujeron todo tipo de reformas económicas y políticas en provecho de los sectores trabajadores, situación, que según esta interpretación, empujó al país a conformar el Estado social de derecho. OQUIST, Violencia, conflicto y política en Colombia.

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militares al mando del gobierno conservador, pero que se vigorizaron y difuminaron en las zonas rurales.8 ¡Los demócratas cuando explican la crueldad de los campesinos, invocan razones de “barbarie”; sin embargo, diferencian entre liberales o a veces, comunistas, a quienes estiman como “víctimas”, y conservadores a los que acusan de “victimarios”! La segunda explicación, próxima a planteamientos marxistas, especifica un evento particular que, según su criterio, tuvo responsabilidad en la explosión de la confrontación: la emisión de la Ley de Tierras, Ley 200, por el Congreso en 1936, durante la presidencia del liberal Alfonso López Pumarejo entre 1934 y 1938, la cual, entre otras, prometía, por una parte, títulos de propiedad a colonos y aparceros que durante los siguientes 10 años ejercieran usufructo; y por otra, expropiación de predios a latifundistas a quienes se les demostrara abandono o mal uso de la posesión.9 Según estos analistas, la consecuencia de tal decreto fue una serie de acciones acometidas por grandes finqueros para expulsar a las familias campesinas que en 1948 habían cumplido los requisitos para legalizar la propiedad. Organizan la siguiente secuencia de hechos como antecedentes y explicación de ‘la Violencia’: a) La articulación entre luchas agrarias y obreras, alrededor de industrias y enclaves exportadores, en los años veinte y treinta, que produjo el primer germen sólido de una lucha de clases en el país; b) La calma de los ánimos revolucionarios por la promesa de titulación o de tierras, contenida en la Ley 200; c) Las presiones de terratenientes animados por resplandores del franquismo junto con la expedición de la Ley 100 de 1944, entre otras, encaminada a favorecer a latifundistas;10 d) La provocación de confrontaciones entre 8 El estudio Orden y violencia de Pécaut, sostiene que fue gracias al sindicalismo y a los movimientos políticos de carácter popular, socialistas y comunistas, entre los veinte y cuarenta, cuando se configuró un espacio democrático en Colombia, en el que participaron sectores conservadores y liberales, espacio que en los cuarenta fue vuelto populista por el movimiento de Gaitán. 9 El germen de esa línea de investigación está presente en la revista colombiana Estudios Marxistas, que aparece en 1969, cuyas publicaciones primeras giran alrededor del tema de las luchas agrarias de los veinte y treinta en el país. “Editorial”, Estudios Marxistas, No. 1, Bogotá, abril-junio de 1969, p. 3. 10 Dicha tesis está presente en la mayoría de los estudios de carácter marxista de los setenta. Denominada “la revancha de los terratenientes”, la introduce el sociólogo francés Pierre Gilhodés, y se refiere a los ciclos que según sus indagaciones se han repetido en Colombia,

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campesinos conservadores y liberales y comunistas, por parte de terratenientes amparados en la nueva ley agraria, con el propósito de expulsar a colonos y aparceros, y de apoderarse de las tierras para labranzas localizadas en las fronteras de las haciendas;11 y e) La actuación “imperialista” de los Estados Unidos, que agudizó la confrontación campesina cuando, con la venia de gobernantes y élites económicas del país, favoreció a los grandes finqueros y perjudicó a los pequeños.12 ¡A los movimientos campesinos tutelados por el Partido Comunista, los marxistas los consideran “revolucionarios”; juzgan a las guerrillas liberales como “pequeño-burguesas” y a las agrupaciones conservadoras como “reaccionarias”! La tercera, vecina a la postura popular-socialista, introduce otro argumento: asegura que la guerra resultó de una vieja rencilla entre pueblo y élites que explotó por el proceso modernizador, impulsado por el capitalismo, que hizo evidente siglos de represión campesina. Sostiene que los vientos democráticos no fueron atraídos solamente por las políticas industrialistas trazadas en las primeras décadas del siglo XX, sino también por las políticas de desarrollo posteriores a la Segunda Guerra Mundial y por el estilo de gobierno de Gaitán que cohesionó multitudes dispersas y rompió algunas de las barreras que diferenciaban las agrupaciones lide expansión de la frontera agrícola y de arremetida violenta de hacendados de las zonas para apoderarse de la tierra “domesticada” por colonos que, como proviene de baldíos, están en disputas por la titulación. GILHODÉS, Las luchas agrarias en Colombia. 11 Hobsbawm introduce esta hipótesis en los sesenta, que es retomada en los setenta por marxistas no ortodoxos como el peruano Aníbal Quijano, y desarrollada plenamente en los ochenta por “neo-marxistas”. HOBSBAWM, “Anatomía de la Violencia en Colombia”; QUIJANO, 1967; SÁNCHEZ y MEERTENS, Bandoleros, gamonales y campesinos. 12 Los primeros en proponer la hipótesis de la incidencia de Estados Unidos en ‘la Violencia’ son intelectuales comunistas que consideran la Conferencia Panamericana y el 9 de abril de 1948, cuando se creó la Organización de Estados Americanos (OEA), símbolos de la alianza entre gobernantes nativos y política anticomunista. ZAPATA, “El nueve de abril: Interpretación Comunista”, p. 5. Posteriormente, en los cincuenta, dirigentes del Partido Comunista, como Gilberto Vieira, la usarán como la base que nutre los escritos de la revista Documentos Políticos, y la referirán a efectos de la Guerra Fría en América Latina. “Editorial”, Documentos Políticos, No. 7, Bogotá, 1957, pp. 2-8 y “Editorial”, Documentos Políticos, No. 9, Bogotá, 1958, pp. 2-7. En los sesenta, ‘la Violencia’ es explicada por marxistas académicos, como Francisco Posada, como efecto de las políticas de modernización impulsadas por los Estados Unidos que tienen como consecuencia la conformación de latifundios de alta tecnología en América Latina. POSADA, Colombia: violencia y subdesarrollo, p. 8.

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berales, conservadoras y comunistas. Sus estudiosos arguyen, como los anteriores, que lo que generó ‘la Violencia’ fue la detonación del odio de las élites contra los campesinos, pero visualizan otro ángulo en su análisis: el “miedo” que en los sectores de las élites produjo la aparición del “pueblo” bajo el mando de un líder como Gaitán, cuestión que consideran la razón de las alianzas entre hacendados de adscripción conservadora y liberal, entre autoridades del gobierno central y regional, y entre fuerzas policiales, religiosas y “hasta comunistas”, que se aunaron en la misma finalidad de erradicar el espíritu revolucionario popular naciente. ¡Los populistas-socialistas afirman que la voluntad popular posee sus propias lógicas de ordenamiento; sin embargo, juzgan ‘la Violencia’ como “primitiva”!13 La cuarta, amiga del conservadurismo, achaca esta confrontación a la “idiosincrasia guerrera colombiana”. Para demostrar esta proposición emplea dos ejemplos de la historia reciente: la serie de incidentes armados de variada magnitud del siglo XIX que, al despuntar el nuevo siglo, culminaron en la Guerra de los Mil Días, durante la cual fue arrasada una parte considerable de la población rural; y los numerosos incidentes violentos entre campesinos liberales y conservadores que ocasionaron cientos de muertos, en regiones de grandes finqueros del occidente y oriente del país, durante los años de regencia del Partido Liberal, entre los treinta y cuarenta del siglo XX.14 Estos analistas postulan las siguientes proposiciones para explicar ‘la Violencia’: 1. El estilo de gobierno preponderante colombiano heredado de la colonia basado en relaciones de tipo “clientelista” entre jefes y subalternos; 2. El papel de los hacendados en tanto 13 El fundador del programa de Sociología de la Universidad Nacional, y uno de los intelectuales más destacados de la segunda mitad del siglo, Orlando Fals Borda, en 1965 se refiere a los campesinos con calificativos como personas “de baja condición”, “perdidas” y “confundidas”. 14 El estadounidense James R. Henderson, el primer historiador profesional que trató ‘la Violencia’, propone la tesis de que las rencillas entre campesinos liberales y conservadores obedecieron a razones de tipo “gamonalista” o “clientelista”, más que políticas. Asegura que hay una “idiosincrasia guerrera colombiana”; muestra similitudes en las prácticas de confrontación entre seguidores de ambos partidos, así como conductas de imitación campesina de prácticas “gamonalista” promocionadas por hacendados y patronos. HENDERSON, Cuando Colombia se desangró. Un estudio de la Violencia en metrópoli y provincia.

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los jefes, señores y dueños de la vida de sus subalternos; 3. La aceptación de esos papeles por la mayoría campesina; 4. Las consecuencias de la muerte de Gaitán bajo la forma de desórdenes en pequeñas ciudades y villas que impidieron el retorno de los hacendados a sus tierras, y dieron vía libre a que los trabajadores replicaran en sus redes sociales y “sin vigilancia alguna”, el estilo clientelista; 5. La explosión de la “barbarie” fomentada por las relaciones entre el estilo clientelista, implementado por los campesinos que actuaban sin la vigilancia de los patronos, y proyectos externos como el comunista que estimulaban acciones “de brutalidad y crueldad”; y 6. La decisión de sectores campesinos de obstaculizar el retorno de los patrones a sus haciendas para “restablecer el orden”, especialmente de liberales y comunistas, pero también de conservadores que habían sido “corrompidos”, en aras de promover la continuidad de la guerra por el provecho que obtenían de la misma.15 ¡Los amigos del conservadurismo califican como “bárbara” ‘la Violencia’; empero emplean el rótulo de “víctimas” para referirse a los conservadores y el de “victimarios” para hablar de campesinos liberales y comunistas! Las explicaciones, en suma, sostienen las siguientes causales: 1. El “odio” entre campesinos conservadores y liberales, fomentado por las élites y convertido en una conflagración abierta, en el momento del asesinato de Gaitán, cuando gobernaba el Partido Conservador; 2. La “revancha” de terratenientes conservadores y liberales en varias zonas del país, animada por proyectos imperiales como el franquismo, cuya intención era expulsar a los campesinos organizados alrededor de los partidos Comunista y Liberal, campesinos que para obtener su propiedad agraria se habían cobijado en los beneficios de la Ley 200 de 1936 y habían transado, por tales beneficios, el empuje de la lucha de clases; 3. El “miedo” que causó en las élites que sectores populares rompieran sus amarres con sus viejas adscripciones y tradiciones políticas, entre otras cues15 El germen de esta vertiente se encuentra en trabajos propiamente de historiadores, como el arriba mencionado de Henderson, y llega a su plenitud con estudios específicos sobre prácticas campesinas de ajusticiamiento, como los de: SÁNCHEZ y MEERTENS, Bandoleros, gamonales y campesinos; ORTIZ, Estado y subversión en Colombia. La Violencia en el Quindío años 50.

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tiones por la aplicación de políticas de modernización, para cohesionarse en contra del Estado construido a partir de relaciones de subordinación y de injusticia impuestas por dirigencias y sectores privilegiados; y 4. La “explosión bárbara” en sectores campesinos, del estilo “clientelista”, provocada, entre otros asuntos, por la “mala” influencia de proyectos “imperialistas”, como el comunista, y por la expulsión de los hacendados del campo. Llama la atención las similitudes de las explicaciones científicas con las que impulsaron otro tipo de empresas antes, durante y después de esta guerra: se parecen a las ideologías que promovieron los principales grupos políticos e intelectuales entre los veinte y cuarenta; a las crónicas y testimonios del 9 de abril y de las guerrillas campesinas escritas por líderes de los partidos y de los grupos guerrilleros y contra-guerrilleros en los cuarenta y cincuenta; igualmente, a las evaluaciones propuestas por gremios profesionales y por movimientos políticos de vanguardia y radicales, desde los sesenta hasta la primera mitad de los setenta. En suma, estas líneas argumentativas antes de que fueran usadas como explicaciones científicas, estuvieron presentes en los idearios de los partidos y los movimientos políticos y sociales, armados y desarmados; después de su uso sirvieron como aceite de otros proyectos y se mantuvieron durante el siglo XX: dieron forma a las justificaciones de toda suerte de ordenamientos institucionales y de confrontaciones sociales armadas; fueron basamentos de las normativas para prohibir y permitir comportamientos específicos de carácter político; por último, hicieron parte de los valores que fundamentaron consensos y disensos colectivos acerca del accionar de la política y el funcionamiento del Estado. La argumentación conservadora gozó de difusión amplia hasta los cincuenta en programas y manifiestos de los partidos, y en políticas militares, culturales, sociales y religiosas; se camufló durante los años sesenta y setenta, periodo que se llamó Frente Nacional, en movimientos simultáneamente populares y conservadores, como el que fomentó Gustavo Rojas Pinilla, el dictador militar de la mitad del siglo, a más de en estudios de expertos y asesores extranjeros que juzgaron bonachonamente al estilo de gobierno que llamaron “clientelista”; en los ochenta, resurgieron plantea319

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mientos políticos y científicos de colombianos que reclamaban por posturas apolíticas y amorales. La popular socialista, a su turno, cercana a las ideas de Gaitán, se hizo oír moderadamente en los treinta y fuertemente en los cuarenta; después del asesinato del caudillo, se camufló en planteamientos de movimientos guerrilleros liberales; resurgió entre los sesenta y setenta, en ámbitos estatales como movimientos políticos y científicos, y como políticas gubernamentales y culturales; y en ámbitos marginales del Estado, donde impulsó varios empujes revolucionarios de vanguardia; se escondió de nuevo en los ochenta. La liberal, por otro lado, tuvo apogeo entre los treinta y cuarenta; más adelante se debilitó y en los sesenta renació; se volvió preponderante en la formulación de políticas gubernamentales hasta los ochenta cuando perdió empuje. La marxista, acompañó a la liberal entre los treinta y cuarenta; se escondió en los cincuenta; apareció con bastante auge en movimientos revolucionarios radicales entre los sesenta y setenta; se volvió murmullo hacia finales de los ochenta. Su trayectoria sigue esta tendencia: por la fuerza o la negociación la conservadora combinada con elementos de las otras, se impone y subordina a las demás; las subordinadas, a su turno, se camuflan, y en la marginalidad mezclan sus elementos, manera para cobrar fuerzas, renacer y luchar contra la dominante; en esa lucha desplazan parcialmente a la conservadora, la cual primero se camufla, después se combina con elementos populares de las que han sido marginadas, posteriormente vuelve a florecer, y finalmente se instala con plenitud y mayor potencia. La moral y la explicación de La Violencia Supuse que la reiteración ocurrida durante un siglo, en la que los mismos prejuicios moviéndose en círculos eran nutrientes de las ideas políticas y las creencias religiosas, de las políticas de desarrollo y la tecnología, del arte y la innovación, de las hipótesis científicas y el conocimiento social, y que además eran motores de las guerras, era síntoma de alguna particularidad. Asimismo, consideré que descifrarla exigía usar herramientas diferentes a las que suelen emplearse en los análisis sobre las sociedades en conflicto, razón 320

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por la que decidí basarme en fragmentos de los proyectos hermenéuticos que mencione antes y que a continuación explicito. En la propuesta psicoanalítica sobre el origen de las sociedades “civilizadas”, que lleva por título “Moisés y la religión monoteísta”, Freud plantea que el Estado de Israel, mediante el cual se impuso una sola constitución sobre la multitud de reglas que regían a las tribus y se instituyó un solo dios sobre la infinidad de dioses a los que las tribus guardaban reverencia, resultó del deseo inconsciente de las tribus semitas que aceptaron obedecer a un solo gobierno y a un solo dios en aras de pagar la deuda adquirida tiempo atrás por asesinar a su líder. El análisis establece como condición para el surgimiento del Estado y el monoteísmo, el asesinato del padre cruel, o caudillo, y el remordimiento que tal crimen suscita en los grupos de hijos, o seguidores. ¡Es por el remordimiento que somete sus ansias de libertad, que los seguidores reconstruyen el Estado derrumbado y juran obedecer la ley del padre, manera inconsciente de compensar el asesinato!16 Freud toma distancia del punto de vista del Leviatán, de Thomas Hobbes, preponderante para explicar el origen de la democracia desde mediados del siglo XVII, que equipara los términos “Estado” y “civilización”, y los define como la condición para conformar una sociedad pacífica donde cada integrante cede el derecho a perseverar individualmente en aras de construir la colectividad que garantiza la vida pacífica del grupo y vela por la conservación de todos. ¡Dicha cesión individual del derecho natural no tiene vuelta atrás porque obedece a una circunstancia irreversible y definitiva que supone la conversión en “civilizado” de cada hombre “bárbaro”!17 16 Freud atribuye el origen del monoteísmo al caudillismo de Moisés, e insiste en que la asimilación de los dioses en uno, que dio lugar a la conversión de varias tribus semitas en un “pueblo”, fue resultado de que la multitud nunca reconoció haber asesinado a Moisés, por lo que, “con su acostumbrada tozudez (...), tuvo que expiar amargamente esa actitud en el curso de los tiempos”, padecimiento que la condujo a someterse, cada vez con mayor rigor, a las leyes de la tiranía que derrocó. FREUD, “Moisés y la religión monoteísta. Tres ensayos”, p. 3295. 17 Dice Hobbes, refiriéndose al término Estado: “La causa final, propósito o designio que hace que los hombres –los cuales aman por naturaleza la libertad y el dominio sobre los demás– se impongan a sí mismos esas restricciones de las que vemos que están rodeados cuando viven en Estados, es el procurar su propia conservación y, consecuentemente, una vida más grata. Es decir, que lo que pretenden es salir de esa insufrible situación de guerra

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En contravía de esta tendencia, Freud entiende el término “Estado” como la etapa supersticiosa de la humanidad, que es menester superar en tanto resulta del sentimiento pasivo de resentimiento que, al conformar el lazo común, ata a la multiplicidad para que coactivamente y por miedo, sirva a una creencia compartida. En el Tratado teológico político, Spinoza plantea un punto de vista a contrapelo, tanto de Hobbes como de Freud, el cual ha sido marginado por los estudiosos de la política desde el siglo XVII. Su visión considera que la cesión del derecho natural es circunstancial y reversible porque cada miembro de la sociedad recupera su derecho natural, que Spinoza llama derecho de guerra, y vuelve a su estado “bárbaro” y a luchar en contra del Estado cuando no recibe del gobierno que ayuda a instituir la protección debida para sobrevivir, o cuando éste incumple las promesas ofrecidas a los individuos para conformarse.18 Su examen sobre el Antiguo Testamento se basa en el asesinato Moisés pero, a diferencia del de Freud, analiza el crimen a la luz de la desaparición del Estado, no de su construcción, y de la explosión del pueblo de Israel en multiplicidades de tribus en rebeldía. Define la multiplicidad como una colectividad enlazada a través de diferencias cuyo lazo de constitución tiene por propósito el auto-gobierno, donde la articulación de las heterogeneidades mantiene ligadas las individualidades y desplegadas las potencias singulares. Por otro lado, define el Estado como una sociedad enlazada a través de un mismo deseo que cohesiona elementos dispersos, fruto de la imposición de ideales universales basados en los prejuicios de quienes mandan, que se obedecen por la esperanza de cada cual en perseverar de a pocos o por el miedo de cada cual a morir de un tajo. Como Freud, Spinoza no encuentra diferencias entre el Estado y la religión, instituciones que considera resultado de la acción de conversión de los prejuicios del soberano en finalidades de los súbditos. La interpelación de Nietzsche en la Genealogía de la moral, despreciada también por científicos desde que fue publicada en 1887, que, como se ha mostrado (…), es el resultado de las pasiones naturales de los hombres cuando no hay un poder visible que los mantenga atemorizados”. HOBBES, Leviatán, p. 141. 18 Spinoza sostiene que: “nadie (...) podrá jamás transferir a otro su poder ni, por tanto, su derecho, hasta el punto de dejar de ser hombre; ni existirá jamás una potestad suprema que pueda hacerlo todo tal como quiera”. SPINOZA, Tratado teológico político, p. 359.

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se encamina a describir las propiedades del mundo que llama “ascético” y asimila a la modernidad. Al contrario de la corriente, afirma que el arte, la filosofía y la ciencia moderna están sostenidas en ideales, y encaminadas hacia fines ilusorios y moralistas. Su examen del papel de la ciencia es desalentador porque visibiliza que la domina una voluntad que llama “de verdad”, que tiene como propósito imponer prejuicios a los objetos sobre los que trata.19 La “voluntad de verdad” se manifiesta en las luchas por la imposición de los prejuicios, entre varias fuerzas de avasallamiento, que se desenvuelven hacia atrás y se envuelven hacia adelante, se inclinan hacia la derecha y la izquierda, hacen rodeos, se concentran en centros y hegemonías, y se dispersan en periferias; también se manifiesta en odios, seducciones o querencias. Y resulta del triunfo de las fuerzas más débiles sobre las más nobles, las cuales le sustraen a la ciencia su vitalidad para encarrilarla por caminos supersticiosos dominados por los prejuicios imperantes. El análisis se vale de esos planteamientos para entender los argumentos contenidos en las líneas argumentativas sobre ´la Violencia´ que esquematicé antes. Asocia la noción freudiana de caudillismo con el momento correspondiente al asesinato de Gaitán, cuando —de acuerdo con la literatura— muchedumbres desagregadas y de índole heterogénea y fragmentada se vinculan alrededor del deseo compartido de vengar el asesinato de su líder y de constituirse en su pueblo, porque de algún modo se sienten culpables del crimen. La noción espinosista de derecho de guerra es equiparada a los eventos ocurridos cuando, según los escritos analizados, la multitud rompe el vínculo que la mantenía atada a la venganza y conforma otros lazos que comandan de manera activa su quehacer político, primero, estableciendo lógicas de autogobierno caracterizados por la expedición de normas y ordenamientos particulares; y, segundo, declarando la guerra al Estado. Finalmente, siguiendo la literatura, la noción nietzscheana de voluntad de verdad es asimilada a los sucesos relacionados con 19 Para Friedrich Nietzsche, el conocimiento científico no es antagonista del ascetismo, porque aunque nació supuestamente para oponerse a la moral, para creer en sí mismo construyó un mecanismo de restablecimiento de lo verdadero, le abrió sitio al “ideal del valor” y lo volvió aliado irrestricto del ascetismo y profeta de “la inestimabilidad e incriticabilidad de la verdad”. NIETZSCHE, Genealogía de la moral, p. 176.

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el momento cuando el conocimiento social conforma un territorio propio y se aleja de la voluntad popular; para este fin, establece, primero, unas condiciones específicas para conocer y relacionarse con otros ámbitos; y, segundo, unas cualidades de esta producción relativas al ateísmo y al interés de institucionalizar sólo unos tipos de prácticas científicas. Lo anterior me permitió aglutinar los escritos valiéndome de ordenamientos temporales. El resultado fue la identificación de distintos dinamismos morales que estimulan que la reiteración de la que vengo hablando aparezca, conviva, desaparezca y renazca, en tanto caldo nutricio de un mismo mundo del que las argumentaciones absorben los prejuicios que requieren para repetir el ciclo; y también que en ocasiones se asome la diferencia que transporta signos de otros mundos. A continuación presento una síntesis del examen que realicé acerca del trasegar de las ciencias sociales profesionales colombianas en torno a ‘la Violencia’. Subrayo maneras como se enredó el conocimiento que se iba fabricando con la confrontación y, viceversa, de los modos como la guerra se interpuso en el conocimiento que se estaba produciendo. Y esbozo hipótesis sobre el surgimiento, el auge y el ocaso de la voluntad campesina en tanto actor político independiente, guiándome por las líneas argumentativas preponderantes, y por el papel que jugó el conocimiento en ese acontecimiento. La moral de la víctima y el victimario El 9 de abril de 1948, para muchos de sus narradores, estudiosos y comentaristas hasta mediados de los cincuenta, fue un acontecimiento imprevisto de emergencia del “pueblo” como amenaza “bárbara”, que conmovió a los actores políticos e intelectuales tradicionales y los obligó por instantes a callar.20 Para intentar com20 Las crónicas sobre los sucesos ocurridos después del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, expresan detalladamente esa cuestión. La primera que se publicó, días después del asesinato, repite insistentemente la siguiente cantinela basada en las palabras que el autor atribuye al presidente conservador, Mariano Ospina Pérez, en el momento más álgido de la crisis: “prefiero morir en este sillón que flaquear en la defensa de la legitimidad, único centro de reconstrucción moral y material que tiene la nación”. ESTRADA, “Las Causas del Nueve de abril, el punto de vista conservador”, p. 7.

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prender las razones de esa irrupción, los escritores que leí, muchos de ellos actores políticos tradicionales, acudieron a sus visiones usuales sobre el mundo, y la explicaron como la consecuencia de un giro de la política mundial, que facultó a que fuerzas enemigas internas, que consideraban de carácter “bárbaro”, se aliaran y fortalecieran con fuerzas enemigas externas que calificaban del mismo carácter, según lo que dicen unos intelectuales, para provocar el desorden destinado a que el grupo político conservador continuara gobernando en el país, y, según otros, para derrocar a ese grupo y favorecer al grupo político liberal.21 De forma que, por ejemplo, la atribución de las fuerzas del caos fue endilgada a muchas alianzas: los dirigentes conservadores del gobierno endilgaron el caos al Comunismo Internacional, y a los grupos liberales que tildaron como “radicales” y “comunistas”;22 los líderes comunistas achacaron el caos al fascismo y al neo-liberalismo internacional, y a los grupos políticos nacionales dirigidos por líderes tradicionales, conservadores y liberales;23 los dirigentes liberales del gobierno responsabilizaron del desorden al movimiento fascista internacional aliado con las fuerzas conservadoras nativas que calificaban como “extremas”;24 finalmente, los dirigentes liberales distanciados del oficialismo achacaron el tropel a fuerzas neo-liberales externas unidas a movimientos liberales y conservadores tradicionales.25

21 ESTRADA, “Las Causas del Nueve de abril, el punto de vista conservador”; MANRIQUE, A sangre y fuego. Un dramático reportaje del 9 de abril en toda Colombia; PÉREZ, “El primer periodista que vio a Gaitán herido”, p. 7; VIDALES, La insurrección desplomada: el 9 de abril su teoría su práxis; ORREGO, El 9 de abril fuera de Palacio; FANDIÑO, La penetración soviética en América Latina y el 9 de abril; DÍAZ, Los verdugos del Caudillo y su pueblo; ZAPATA, “El nueve de abril: Interpretación Comunista”, p. 5; OSORIO, El día del odio. 22 ESTRADA, El 9 de abril en Palacio; FANDIÑO, La penetración soviética en América Latina y el 9 de abril; NIETO ROJAS, La batalla contra el comunismo en Colombia; FERNÁNDEZ DE SOTO, Una revolución en Colombia, Jorge Eliécer Gaitán y Mariano Ospina Pérez; AZUELA, De la revolución al orden nuevo. 23 ZAPATA, “El nueve de abril: Interpretación Comunista”, p. 5; TORRES GIRALDO, Los inconformes, historia de la rebeldía de las masas en Colombia; VIDALES, La insurrección desplomada: el 9 de abril su teoría su práxis; VIEIRA, “Presentación”, pp. 1-20. 24 LLERAS RESTREPO y Juan LOZANO y LOZANO, “El juicio de los contemporáneos sobre Gaitán”, en Sábado No. 248, 24 de abril de 1948, pp. 9-10. 25 Véase los artículos de FORERO BENAVIDES: “Darío Echandía”, pp. 1,4-5; “Los frutos de la violencia”, p. 1; “Gaitán”, pp. 1-4 y 5; “Jorge Eliecer Gaitán”, p. 9.

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La mayoría de los dirigentes y líderes compartía una convicción acerca de su mundo, según la cual cualquiera que se les enfrentara y pusiera en riesgo su posición, era “bárbaro” y portaba la “maldad” propia del victimario. Como estaban convencidos de que el enemigo era peligroso, no sólo para ellos, sino sobre todo para el mantenimiento de su mundo, consideraban que, como representantes autorizados del mismo, una de sus misiones consistía en defenderlo de enemigos.26 Asumían que su “orden” estaba a merced de victimarios “bárbaros”, quienes la acechaban continuamente y, entonces, como siempre, en cuanto los únicos guardianes autorizados del mantenimiento del “orden”, justificaban y promovían el despliegue de sus fuerzas armadas, asimiladas a fuerzas armadas estatales, para contener cualquier “desorden”, considerando que así salvaguardaban la “civilización”.27 Esa suposición que primó en los intelectuales y dirigentes, y que explicaba el desorden ocasionado por la aparición del “pueblo” como amenaza premeditada o provocada, al “orden”, les hizo creer que estaban facultados para rotular al “pueblo” emergente como “enemigo”, y al considerarlo como su victimario, le achacaron la maldad. Los dirigentes obraron, entonces, como víctimas: convencidos de que tenían la razón y, en consecuencia, el derecho a la defensa, protegieron con las fuerzas de que disponían a la “civilización”. En vista de que el desorden continuaba, algunos narradores forjaron otra interpretación que complementa la anterior y le asigna valor a la acción desplegada por fuerzas internas, que hasta entonces sólo habían reconocido en función del papel que jugaban en procedimientos de índole electoral. La nueva interpretación de lo sucedido le echa la culpa de la responsabilidad del 26 Luis López de Mesa, uno de los intelectuales más reconocidos por esos años en Colombia, manifiesta reiterativamente esa apreciación en libros que gozaron de prestigio en los treinta, por ejemplo en Como se ha formado la nación colombiana, publicado en 1934. 27 Las palabras de reconciliación entre representantes oficiales del Partido Conservador y Partido Liberal, ante las muchedumbres insubordinadas, al otro día del asesinato de Gaitán, como las de Darío Echandía, el representante del Partido Liberal que intentó deponer al presidente conservador, y que hasta ese momento era valorado como el líder de la insubordinación, son explícitas al respecto. Entre otras, dicen: “El gobierno no tiene interés alguno en tomar represalias contra vosotros, pero será inexorable desde este momento contra quien tome las armas de la república para atacar sus propias Instituciones, y, está dispuesto a restablecer el orden y la tranquilidad a toda costa”. Darío Echandía citado en: ORREGO, El 9 de abril fuera de Palacio, p. 42.

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desborde del 9 de abril de 1948 al líder liberal asesinado: asegura que, durante el tiempo en que Gaitán ejerció su liderazgo, fomentó la manifestación de prácticas políticas desligadas de la vigilancia de partidos y organizaciones como los sindicatos; que era de esperar que carente de la tutoría paterna e institucional, el “pueblo” se presentara tal como lo había hecho, y que en aras de vengar la muerte de su precursor, hubiera exhibido la “barbarie” que lo caracterizaba. La propagación paulatina de esa interpretación propició la justificación del enfrentamiento popular entre facciones de carácter liberal y conservador, donde unos grupos de dirigentes apoyaban la venganza del “pueblo”, pero en pro de los liberales, porque —según ellos— estaban “acorralados”; y otros apoyaban la defensa del “pueblo”, también, pero a favor de los conservadores, porque —según ellos— estaban “amenazados”. Dirigentes liberales, conservadores y hasta comunistas, sostenían que el “pueblo” en armas era liberal y que deseaba vengarse de los grupos políticos conservadores porque los juzgaba como responsables de arrebatar a los liberales su espacio estatal.28 Por otra parte, y es lo que quisiera resaltar, tal interpretación se combinó con la creencia usual en la “civilización”: los dirigentes juzgaron la ira popular como amenaza “bárbara”, no sólo para los conservadores, sino también para los liberales e, incluso, para los comunistas, y legitimaron un pacto entre hombres “civilizados” en contra del “pueblo”, como vía para la supervivencia del Estado. Estas interpretaciones, entonces, acompañaron el modo de manifestación del conflicto que llamo excepcional: ni en pro de la 28 Intelectuales liberales, socialistas y comunistas se refieren a los conservadores como “causantes” de la guerra campesina. El libro que dio a conocer ‘la Violencia’ en América Latina escrito por Antonio García, uno de los líderes más influyentes del Gaitanismo, titulado Gaitán y el problema de la revolución colombiana, es un buen ejemplo de lo anterior; también lo es el análisis de Germán Arciniegas, The State of Latin America, un líder liberal exiliado durante este periodo, que dio a conocer la guerra campesina en universidades de los Estados Unidos y que influyó para que sus académicos se interesaran en estudiarla; otro ejemplo de lo anterior es el informe que generó tanta polémica en el país: La Violencia en Colombia, de Manuel Guzmán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña, publicación patrocinada por grupos liberales, y que ha sido considerada desde entonces el estudio más importante sobre ‘la Violencia’ (publicado en dos partes, en 1962 y 1964). Todos ellos responsabilizan a los conservadores de ‘la Violencia’. Por otro lado, las reflexiones de políticos protagonistas y testigos de los sucesos, publicadas en Sábado, semanario liberal, son ejemplos de la suposición anterior, Carlos Lleras Restrepo y Lozano y Lozano.

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guerra, ni en pro de la paz, justifican un estado de guerra entre “vengadores” y “defensores”, que aunque aceptan, valoran como “bárbaro”; por otro lado, legitiman el pacto de paz entre dirigentes y lo explican como la forma en que el mundo “civilizado” debe defenderse de las amenazas provenientes del mundo de los “bárbaros”. Y así, la mayoría de los intelectuales de ese entonces legitimó en sus escritos el pacto político entre élites liberales y conservadoras, comunistas incluidas, y acordó enfrentarse a la “barbarie” mediante la fuerza militar, como mecanismo para mantener los ordenamientos institucionales de su “civilización”. 29 También, justificó y estimuló —velada o explícitamente— la lucha entre fracciones populares que se proclamaban conservadoras, liberales y comunistas.30 La moral de la esperanza El episodio que rescato en este apartado corresponde al rompimiento de la alianza entre políticos e intelectuales, al finalizar los cincuenta, que se expresa en disensos entre intelectuales respecto, por un lado, a las explicaciones usuales sobre las causas de ‘la Violencia’, y, por otro, a los papeles asignados a la política tradicio29 Hay varios testimonios sobre este asunto, pero el que registra uno de los dirigentes de las guerrillas liberales de los Llanos Orientales, Eduardo Franco Isaza, en la crónica publicada en 1955, es contundente. Véase: FRANCO ISAZA, Las guerrillas del Llano. 30 Los informes de las “misiones” son pioneros en la producción de conocimiento “empírico” en el país. El estudio conocido como “La misión Currie”, va a ser la “fuente” de varios análisis sociológicos y económicos, así como también de una alianza entre el conocimiento y la formulación de políticas públicas en Colombia, basada en “un programa de desarrollo lógico y bien equilibrado”. Black, en: CURRIE, Bases de un programa de fomento para Colombia. Informe de una misión, p. 6. Cabe anotar que en el momento en que estaba teniendo lugar el estudio, era cuando la violencia política entre campesinos liberales y conservadores estaba muy acentuada. Paradójicamente, el estudio se llevó a cabo con el beneplácito de dirigentes de ambos partidos durante el gobierno del conservador Ospina Pérez en 1949, porque era la condición para “la gestión de ciertos proyectos”. CURRIE, Bases de un programa de fomento para Colombia. Informe de una misión, p. 8. En palabras del director del estudio, el economista estadounidense Lauchlin Currie, “la misión surgió de conversaciones sostenidas a fines de 1948 entre el Señor John McCloy, entonces Presidente del Banco Internacional y el Doctor Emilio Toro, miembro de la junta de Directores Ejecutivos de la misma institución. Por muchas razones pareció que Colombia, patria del Dr. Toro, era un país admirable para aplicar este sistema comprensivo (...) incluía funcionarios del Banco Internacional y del Fondo Monetario Internacional, asesores particulares y expertos nombrados por la Organización para la Agricultura y la Alimentación y por la oficina sanitaria Pan-americana”. CURRIE, Bases de un programa de fomento para Colombia. Informe de una misión, p. 13.

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nal así como al desempeño esperado del funcionamiento de instituciones públicas. Las razones que aducen los científicos para justificar su alejamiento de la política tradicional, contienen argumentos como los siguientes: uno, el desbordamiento de las fuerzas militares con el beneplácito de dirigentes de los partidos tradicionales, que motivó a que los intelectuales intervinieran en favor de acciones de negociación con el “pueblo”;31 dos, la decisión de jugar un papel diferente al de legitimar a patronos políticos y emplear, en cambio, el conocimiento para abandonar ese rol e independizarse;32 tres, la exigencia del “pueblo” para ser percibido, al ensañarse cada vez con más ira, contra símbolos de la “civilización”;33 cuatro, invitaciones de dirigentes políticos para formar parte de nuevos movimientos;34 cinco, efectos inesperados del conocimiento técnico que era propagado, a través de organismos multilaterales, en la implementación de políticas de desarrollo.35 31

Este es uno de los argumentos de más peso del libro La Violencia en Colombia. Este argumento caracteriza la propuesta del sacerdote, y después guerrillero, Camilo Torres Restrepo, uno de los líderes revolucionarios más importantes del país en los sesenta, quien antes de ingresar al movimiento armado Ejército de Liberación Nacional (ELN), fue capellán y profesor del programa de Sociología de la Universidad Nacional; manifiesta la tendencia predominante de las ciencias sociales entre 1959 y 1968, en dicha Universidad. TORRES, “Estudios Especializados en Buenos Aires. Un nuevo paso en la sociología latinoamericana”; TORRES, “La violencia y los cambios socio-culturales en las áreas rurales colombianas”, pp. 95-152; TORRES, “La Universidad y el cambio social”. 33 El calificativo de “crueldad”, aplicado a ‘la Violencia’, sobresale en estudios, discursos, análisis y testimonios publicados en los cincuenta y sesenta, si bien atribuida a causas diferentes, dependiendo de la adscripción política de los escritores. GUZMÁN, La Violencia en Colombia; VÁSQUEZ SANTOS, Guerrilleros, buenos días; FRANCO ISAZA, Las guerrillas del Llano; NIETO ROJAS, La batalla contra el comunismo en Colombia; SIERRA OCHOA, Las guerrillas de los Llanos Orientales. 34 Este argumento sobresale en los escritores políticos de Mito, revista cultural que gozó de bastante prestigio y difusión en el país entre 1954 y 1962. Ver, por ejemplo, CHILD, “La comedia de las contradicciones”, pp. 195-205, y “Guadalupe Salcedo”, pp. 136-140; MESA, “Las guerrillas del Llano”, pp. 136-143, y “Treinta años de nuestra historia”, pp. 54-70; MOLINA, “La izquierda en Colombia”, pp. 158-165. 35 Los métodos “empíricos” para hacer investigación social que fueron difundidos por organizaciones de carácter multilateral en los programas universitarios y en los proyectos modernizadores, estatales y privados, están omnipresentes, además de en escritos de tecnócratas de talante liberal, en escritos de militantes comunistas, socialistas y hasta vanguardistas. Ver, por ejemplo, los estudios de: PÉREZ RAMÍREZ, El Campesino Colombiano: Un Problema de Estructura; PINEDA, El impacto de la violencia en el Tolima; MESA, “Las guerrillas del Llano”, CHILD, “La comedia de las contradicciones”; MOLINA, “La izquierda en Colombia”; FALS-BORDA, El hombre y la tierra en Boyacá, y Campesinos de los Andes. 32

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La ruptura facultó que los intelectuales usaran el conocimiento de un modo que no tenían previsto, y que tomaran partido por el “pueblo” sin importarles que fuera conservador, liberal o comunista. Estimuló a componer un tipo de experiencia que puso en jaque y por un tiempo corto, al pacto social de “civilidad” en el que se sostenían las apreciaciones sobre la legitimidad del Estado y la guerra popular entre fracciones. Condujo, en fin, a que muchos intelectuales tomaran partido por el giro que por esos años tuvo la confrontación armada, que dejaba de manifestarse entre fracciones campesinas, para perfilarse como una lucha de clases donde el “pueblo” advenía en un contendiente activo y a la ofensiva, en contra de prácticas socioeconómicas y políticas promocionadas por instituciones tradicionales. La literatura que analicé durante estos años sobre ‘la Violencia’ tiene la peculiaridad de que es propia de la escritura que le atribuye al pasado lo que está ocurriendo en el presente.36 Refleja, entonces, el cambio de lo defensivo a lo ofensivo, que está dándose no solamente en lo que concierne al conflicto armado, sino también en lo que concierne a los intelectuales, quienes justamente, al tiempo en que escriben sobre los años inmediatamente anteriores, están abandonando su rol de subordinados de élites políticas para advenir en actores autónomos de los dominios del conocimiento y la política. Este desfase entre el pasado y el presente, tal vez es la razón de la ambivalencia de la ruptura: los análisis enfatizan que el “pueblo” tiene una facha “irracional” que para los científicos es menester desfigurar, para volver a armar y convertir en “racional”.37 Por 36 En La subversión en Colombia, Fals-Borda resalta la propuesta del movimiento político radical fundado por Camilo Torres en 1964 y llamado Frente Unido, y alaba la lucha armada. Fals-Borda como Camilo Torres y varios profesores de Sociología, unos pocos años antes eran enemigos de la lucha armada y amigos de los cambios paulatinos y pacíficos; ahora aprecian la acción revolucionaria. FALS-BORDA, La subversión en Colombia: visión del cambio social en la historia, p. 45. Este cambio de apreciación, desde la condena hasta la aceptación ambivalente de la lucha armada, está también presente en varios de los escritores de la disidencia liberal llamada Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), quienes junto con integrantes de movimientos políticos de izquierda y del Partido Comunista, entre 1956 y 1962, se opusieron a las directrices del Partido Liberal; también, está presente en artículos de la revista Mito y de la revista Documentos Políticos del Partido Comunista. 37 Excepto algunas apreciaciones que alaban a las guerrillas llaneras y agrupaciones campesinas de carácter comunista de zonas del Tolima y Cundinamarca, los analistas juzgan ’la

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este motivo, por un lado, parecen fascinados por la lucha del “pueblo” en el presente, y, por el otro, las maneras como se refieren al pasado inmediato, es decir a ‘la Violencia’, están contaminadas por convicciones de los dirigentes de los que se están separando.38 El discurso científico está lleno de clichés e impone fines prefigurados a las acciones y pasiones del objeto del conocimiento que está forjando, para convertirlo en sentido común.39 Los métodos y técnicas van tras la búsqueda de los clichés que los científicos saben que tienen que encontrar para cambiar la cara al “pueblo”, blanqueársela y “civilizarlo”, condición que establecen para reconocerlo como actor político y aliado.40 ¡La moral de la esperanza, entonces se adjudica la función de convertir al “pueblo” en contrincante legítimo de los líderes políticos tradicionales y a sus intelectuales en guías de ese contrincante! Los escritos de este periodo ponen en evidencia que la ambivalencia que está presente en las motivaciones que esgrimen los científicos para romper con la política tradicional, descansa en que aprecian como “injustas” las acciones políticas de los dirigentes en contra del “pueblo”, pero consideran “justa” la creencia de las élites en la “barbarie” popular. Cristalizan esa ambivalencia en su convicción de que, aunque es menester trasformar el Estado, para dirigir esa hazaña se requiere de líderes que posean propiedades del espíritu relativas a lo “civilizado”. Porque estos científicos creen que la lucha del “pueblo” en contra de los dirigentes es “justa”, y que mediante el conocimiento, de Violencia’ como “barbarie”. MONTAÑA, Colombia país formal y país real; GUTIÉRREZ, La rebeldía colombiana; GUILLÉN, Raíz y futuro de la Revolución; POSADA, Colombia: violencia y subdesarrollo. 38 Las apreciaciones de los sociólogos más prestigiosos, como Roberto Pineda, consignadas en los estudios de carácter científico, ejemplarizan las ambivalencias de los sistemas de valores de los científicos en estos años: hacían explícitos los llamados a la modernización económica y al mismo tiempo sermoneaban cuando ocurrían cambios en las costumbres. PINEDA, El impacto de la violencia en el Tolima. 39 El reconocido diplomático y académico estadounidense Vermont Lee Fluharty, cuyo estudio publicado en inglés en 1957 hace uno de los primeros análisis sistemáticos sobre la política colombiana entre 1930 y 1950, emplea todos estos clichés sobre la “mentalidad hispanoamericana”. Véase: FLUHARTY, La danza de los millones: Régimen militar y revolución social en Colombia (1930-1956). Este tipo de clichés van a perdurar en la literatura en todo el periodo, y los utilizan tanto intelectuales anglosajones como colombianos. 40 La “terapéutica” de Guzmán manifiesta el deseo del grupo de científicos de “civilizar” al campesinado. GUZMÁN, La violencia en Colombia.

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“bárbaro” advendrá en “civilizado”, es que van a enfrascarse en la tarea de usar el conocimiento para trasformar al “pueblo” en “civilizado”. Configuran un ámbito novedoso que funciona distinto a como actúan las jerarquías propias de la representación política en las que, en aras de que un sistema institucional opere, cada escalón representa al siguiente, hasta llegar a una cabeza que actúa en nombre de todos los escalones; en cambio, instalan mecanismos compuestos de cofradías, donde profetas y discípulos son encargados de propagar esas nuevas creencias. Aunque a primera vista ese ámbito terminó pareciéndose al anterior y marchó de forma similar a como lo hacían las jerarquías contra las que peleaba, que elegían de antemano a sus líderes quienes obligaban a obedecer a las bases, dio lugar a actos de donación no previstos, de virtudes civiles y guerreras, entre intelectuales y combatientes. En la medida que se fue extendiendo la creencia en que la revolución era el único camino para transformar las prácticas políticas del país, las donaciones de virtudes guerreras se hicieron más frecuentes y trastocaron el propósito de los científicos de convertir, mediante entrenamiento intelectual, al “bárbaro” en “civilizado”. Los roles acabaron confundiéndose porque muchos científicos se volvieron combatientes y muchos combatientes se intelectualizaron. La moral de la experiencia El final de mi historia presenta el dinamismo mediante el cual, según mi interpretación, los intelectuales terminaron por aceptar revivir el viejo pacto social y, en aras de convertir al “pueblo” en sujeto de estudio, excluyen al “pueblo” como sujeto político. Este momento fue sintomático de un viraje respecto a la apreciación sobre las prácticas políticas, que se refiere a si aceptar o no las armas como modo legítimo de lucha. Ese giro, en el ámbito de producción del conocimiento, propició combates entre contendientes intelectuales de distintas vertientes que buscaban imponer cada uno sus criterios acerca de las condiciones privativas del saber. En el de la política, favoreció disputas entre varios grupos armados donde cada uno quería imponer criterios relativos a las condiciones privativas de la revolución. 332

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En la Universidad Nacional, al comenzar los setenta, mientras, por un lado, muchos habían tomado partido por la lucha armada y varios profesores y estudiantes se habían convertido en líderes y combatientes de los movimientos; por otro, muchos no estaban de acuerdo con ese camino, sino que proponían generar conocimiento alrededor de cambios pacíficos de índole institucional.41 De esta polémica surgió la inquietud sobre la función que debía cumplir el saber en la sociedad. Los enfrentamientos entre las dos vertientes de conocimiento que primaban en el programa de Sociología son ejemplo de lo anterior: mientras en los sesenta se dio preponderancia a la vertiente dirigida por líderes que favorecían cambios revolucionarios, en los setenta se privilegió la que encabezaban quienes apoyaban cambios institucionales. Ambas clamaban por la construcción de un conocimiento “propio”, pero mientras la primera invitaba a salir de las aulas y a acercarse al “pueblo” y a sus necesidades, la otra defendía una formación de claustro, disciplinar, basada en lecturas minuciosas de autores y teorías. Ambas posturas creían en que la función del conocimiento era estimular cambios en las prácticas políticas del país y apoyar la lucha popular, pero la una insistía en que se requería de la revolución para tal propósito, y aseguraba que la misión de los intelectuales era entregar al “pueblo” herramientas científicas para que la hicieran, mientras que la segunda afirmaba que primero el “pueblo” debía ser alfabetizado e instruido.42 La polémica por definir el conocimiento “más” expedito para transformar las prácticas políticas, y por establecer la manera “mejor” de hacer el cambio en la sociedad, explota en el interior de varios proyectos intelectuales y revolucionarios de izquierda, por ejemplo, en las luchas estudiantiles, en los movimientos maoístas, en los movimientos político-religiosos cercanos a La Teología de la Revolución, en el Partido Comunista, en organizaciones campesi41 Hay varios ejemplos en la literatura analizada acerca de esta cuestión. Uno de ellos es la confrontación que tuvo lugar en la revista Alternativa, que a pesar de que no es una revista científica, es un medio que expresa debates sobre quien dice la verdad y sobre lo aceptado como verdadero. Manifiesto de la Fundación Rosca de Investigación y Acción Social, 1974; y “Carta al lector”, Alternativa, núm. 20, noviembre 25 a diciembre 8, 1974. 42 En la revista Alternativa aparece con claridad este debate sobre el uso del conocimiento. Véase: Alternativa, núms. 18 y 20, octubre de 1974.

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nas como la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), etcétera.43 Paradójicamente, la polémica distancia al conocimiento de la acción política revolucionaria y fractura el consenso a través del cual una corriente intelectual importante legitimó al “pueblo” como sujeto político. Los escritos sobre ‘la Violencia’ de estos años visibilizan la inquietud, colectivamente compartida, que al tiempo que pregunta por la razón de ser del conocimiento, inquiere por los requerimientos que demanda construir un Estado de derecho. En los años setenta, sobresale una respuesta a esta inquietud donde los científicos se decepcionan, dejan de creer en que ellos mismos pueden construir el Estado, y pasan a creer en que el Estado es un efecto en vez de causa de otra cosa mayor, que algunos denominan “sistema nacional”, que se construye por sí sola, históricamente, según la dirección de fuerzas económicas e invisibles, y sin intervención de voluntades.44 Tales estudios le atribuyen al término “Nación” propiedades como las siguientes:45 1. Condición de realidad en tanto categoría a posteriori que da cuenta del sobrevenir del país. 2. Sobrevenir 43 Ver, por ejemplo, las polémicas recogidas en el trabajo del Colectivo Proletarización publicado en los setenta. Colectivo Proletarización, ¿De dónde venimos, hacia dónde vamos, hacia dónde debemos ir?, p. 63. 44 Paradójicamente, este giro que se superpone a las anteriores polémicas y divisiones, proviene de intelectuales que lideran movimientos políticos rebeldes; en otras palabras, desde los sesenta, sectores de izquierda introducen supuestos que pueden considerarse neoliberales como basamento de sus consideraciones sobre el “subdesarrollo”; así, el concepto de “fuerzas invisibles del mercado” aparece desde 1964 en los análisis de carácter “dependentista”. ARRUBLA, “Análisis estructural de la economía colombiana (1)”, pp. 1-74. 45 Si bien el tono de decepción hacia nuestro “subdesarrollo” lo inician estudios de la vertiente de la dependencia como los de Arrubla, va a ser incorporado, ya no como decepción sino como “realidad”, en estudios históricos sobre el sobrevenir del capitalismo en Colombia. Uno de ellos, a mi juicio el más importantes, aparecido a finales de los setenta, del académico Marco Palacios (hoy en día apreciado como una de los intelectuales de mayor prestigio del país), tiene como objetivo demostrar que el capitalismo colombiano “es”, “existe” y va por “buen camino”. En sus palabras: “Si las fuerzas del capitalismo sólo operan a plenitud una vez lograda la integración nacional y la centralización política, o sea que requieren del Estado-nacional, el proceso histórico colombiano del último siglo, visto en la perspectiva amplia de su historia cafetera, muestra tendencias inequívocas en esa dirección”. PALACIOS, El café en Colombia 1850-1970. Una historia económica, social y política, p. 445. Formula una paradoja: mientras las peculiaridades del capitalismo colombiano se han sustentado en prácticas que deberían hacerlo inviable (“un mundo rural ‘arcaico’ o «precapitalista» articulado al mundo capitalista internacional exportador de un típico producto colonial”), “la experiencia muestra que el sistema ha podido trabajar” gracias al modelo liberal de desarrollo

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histórico particular que avanza por la acción de sus fuerzas, y que existe en la medida que está sucediendo. 3. Camino del capitalismo que sigue una línea que comienza en lo “menos” y termina en lo “más” capitalista. 4. Particularidad colombiana que difiere del Estado, noción esta última que entienden como “cara transformable” en tanto procedimientos institucionales posibles de configurar, expandir y perfeccionar, de acuerdo con propósitos negociados entre políticos y ciudadanos. ¡El giro faculta dictaminar un camino para que transite el conocimiento, donde se supone que la tarea de la ciencia social es descifrar los dinamismos particulares al funcionamiento de las sociedades en paz! Varios de los autores se persuaden de que su papel prioritario es convertirse en “expertos” del desenvolvimiento nacional, y adjudican al conocimiento la función de determinar caminos para ayudar a construir una sociedad pacífica. Convierten ‘la Violencia’ en un episodio del pasado, que consideran culminado y superado, al que sitúan junto con otros, como fases históricas por las que pasó la nación en su advenimiento en país capitalista. Trazan esta secuencia: como inicio, sitúan la época de la Colonia; interpretan lo que se conoce como Revolución de los Comuneros, en los finales del siglo XVIII, como el primer grito de independencia a la tutela española; consideran la primera mitad del siglo XIX, como el periodo de ruptura definitiva con la colonización; la segunda mitad del siglo XIX hasta la Guerra de los Mil Días de principios del XX, la asimilan a un estadio de fortalecimiento de la nación; juzgan los años de florecimiento de la organización obrera y sindical, y de explosión de luchas obreras y agrarias, entre los veinte y los cuarenta, como el periodo de ingreso definitivo de la nación en el capitalismo; explican ‘la Violencia’ como el costo que pagó la nación para instalarse en la modernización; culminan en los años de confrontación armada llamada “de lucha de clases”, entre los sesenta y los ochenque manifiesta “una clase social que, a pesar de sus grandes transformaciones internas, desde hace más de un siglo está estratégicamente ubicada en la intersección de los dos mundos, el rural y el internacional”. Así, define el término nación como un conjunto de sistemas de diferentes orígenes temporales, salvajes, arcaicos y cuasi-feudales, que no concuerdan entre sí pero que entran en relación de acuerdo con la dirección económica externa que domina.

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ta, que entienden como giro de consolidación del Estado de derecho.46 Una vía intelectual, la más preponderante, protagoniza a finales de los ochenta, la conversión en experto del científico. Deja de interesarse en conocer ‘la Violencia’ y se dedica a estudiar “las violencias” que en ese momento explotan y son de diversa índole. Como la mayoría de sus autores abandonan la fe en su poder para cumplir un papel preponderante en la revolución, así individualmente unos continúen a favor de las luchas populares, califican ´la Violencia´ como propia del “desorden”.47 Retoma, pero dándole la vuelta, doctrinas sobre la “civilización” que en los treinta y cuarenta apoyaban el pacto que le confería legitimidad como Estado, a las prácticas políticas y económicas de grupos de las élites.48 Sus explicaciones causales, que no diferencian entre las distintas manifestaciones de violencia (política, policial, privada o cotidiana), aducen razones como “animalidad” o enfermedades de tipo “agresivo”, que califican como consecuencias de nuestra “idiosincrasia”. Los escritos cambian entonces las explicaciones; aseguran que todas las manifestaciones actuales de violencia, que consideran “la enfermedad” del país, son efecto de un “caos” organizacional, enfermedad que si no se cura apropiadamente, se extenderá como las epidemias. Sostienen que deben aplicarse remedios tendientes a aumentar la organización de lo social, suministrados por políticas específicas dirigidas a cualificar el funcionamiento institucio46 Tal periodización la propone el campo de estudios de Historia del presente en los años ochenta, que hace parte de lo que se conoce como ‘Nueva Historia’, y se explicita en la justificación del primer programa colombiano de Maestría en Historia que en los ochenta abre la Universidad Nacional. TOVAR, “El Departamento de Historia y la investigación histórica en el país”, pp. 179-183. 47 Algunos autores continúan defendiendo la acción revolucionaria, y sus escritos sobre la guerra campesina se dirigen a relacionarla con la “lucha de clases”. Ver, por ejemplo, SÁNCHEZ, Los Bolcheviques del Líbano (Tolima), y Las Ligas Campesinas en Colombia; ZULETA, La tierra en Colombia; ANUC, “El café y el movimiento campesino”, pp. 33-83; GAITÁN, Colombia: La lucha por la Tierra en la década del treinta Génesis de la organización sindical campesina. Por otro lado, la percepción de “fracaso” de la revolución se explicita en varios proyectos editoriales que aparecen pocos meses o años después, y que fueron muy difundidos. Me refiero en particular a los siguientes tres: LEAL, El agro en el desarrollo histórico colombiano, p. 28; JARAMILLO URIBE, Manual de Historia de Colombia, v. I., p. 18; y el compendio ARRUBLA, Colombia Hoy. 48 Véase la presentación del informe Colombia, violencia y democracia, en: SÁNCHEZ (et al), Comisión de Estudios Sobre Violencia, Informe Colombia Violencia y Democracia, pp. 1-10.

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nal. Aseveran, por último, que la tarea del conocimiento es colaborar con los gobiernos para ayudarlos a conformar una sociedad “ordenada”. Mientras en los años cuarenta y cincuenta, ‘la Violencia’ es considerada resultado de acciones realizadas por fuerzas políticas “bárbaras” que amenazan el proyecto de “civilización”, y en las décadas de los sesenta y setenta se concibe como “barbarie” política que obedece a la “injusticia”, en los finales de los ochenta es apreciada como resultado de acciones “brutales” ejecutadas por fuerzas “bestiales” que amenazan el proyecto universal de “humanización”.

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COMUNISTAS E CATÓLICOS DE ESQUERDA NO BRASIL

Dina Lida Kinoshita*

Embora a influência da Igreja católica tenha sido avassaladora no Brasil desde os tempos coloniais até os anos de 1980, esta nunca conseguiu formar um partido democrata-cristão expressivo no país. Apesar da Encíclica Rerum Novarumdo papa Leão XIII datar do século XIX e ser uma resposta conservadora e reacionária à ascensão das lutas e organização dos trabalhadores europeus, influenciados por idéias anarquistas e marxistas, esta teve pouca repercussão no Brasil. A escravidão só foi abolida no Brasil em 1888, sendo substituída por mão-de-obra imigrante. Dentre estes imigrantes destacam-se italianos e espanhóis anarquistas, responsáveis pelas primeiras organizações e periódicos das classes laboriosas. Com o colapso do anarquismo brasileiro em 1917 e a tomada do poder pelos bolcheviques na Rússia, abre-se a perspectiva para a fundação de um partido comunista no Brasil.1 O PCB é fundado em 1922 e, não por socialistas, mas por anarquistas. Ambos com uma tradição profundamente anticlerical.2 Em condições adversas de ilegalidade e repressão, o PCB, já nos anos vinte está na vanguarda da luta pela industrialização do país;3 os sindicalistas comunistas exerceram um papel fundamental nos anos trinta na luta pela conquista dos direitos trabalhistas da jornada de oito horas, do descanso semanal remunerado, nas férias de 30 dias, salário mínimo e os direitos posteriormente contemplados na Consolidação das Leis do Trabalho (CLT), atribuídas ao presidente Getúlio Vagas que legalizara conquistas do movimento sindical de massas, dirigido pelos comunistas. * Professora Doutora, membro do Conselho da Cátedra UNESCO para a Educação para a Paz, Direitos Humanos, Democracia e Tolerância, Instituto de Estudos Avançados ( IEA), Universidade de São Paulo. 1 BANDEIRA, O Ano Vermelho. 2 PEREIRA, Formação do PCB. 3 BRANDÃO, Agrarismo e Industrialismo.

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Destaque-se que os comunistas também criaram a primeira central sindical brasileira em 1929. Também tiveram um papel importante na luta pelo sufrágio feminino e pela entrada do Brasil, ao lado dos Aliados, na II Guerra Mundial para derrotar o nazi-fascismo (1943). Por sua vez, a Igreja católica atravessara a primeira metade do século XX imune a doutrinas sociais, extremamente conservadora e flertando com o integralismo. Em 1945, após a derrota do nazi-fascismo e a democratização pós Estado Novo, cria-se um Partido Democrata-Cristão que dado o novo contexto mundial, enfatiza em seu programa o Estado de Direito com independência dos três poderes (executivo, legislativo e judiciário) e os direitos individuais, sobretudo civis e políticos sufocados em boa parte do mundo por mais de uma década.4 Significativamente, só no programa elaborado pelo PDC em 1961, afloram de modo mais enfático, preocupações sociais nos moldes da doutrina social cristã. Em seu programa de 1961, consta explicitamente: “A Democracia Cristã constitui uma terceira posição ideológica e política, distinta do liberalismo e do marxismo. Em oposição ao CAPITALISMO, que nega a justiça, e ao COMUNISMO, que esmaga a liberdade, a DEMOCRACIA CRISTÃ luta pela instauração de uma ordem social que realize a justiça sem destruir a liberdade”. 5 Contudo a mensagem de 1945 que remete à Declaração dos Direitos do Homem da Revolução Francesa, não foi abraçada pelo povo brasileiro na primeira eleição pós-democratização e o PDC elegeu apenas dois representantes à Câmara Federal e não apresentou candidato à Presidência da República como se pode observar na Tabela 1 em anexo (Tribunal Superior Eleitoral, 1945). Por sua vez, o Partido Comunista Brasileiro-PCB, legalizado, apresentou candidato à Presidência da República e conseguiu eleger 14 deputados federais e um senador, seu Secretário-Geral, Luiz Carlos Prestes, conforme tabelas 2 e 3 em anexo.6 Isto se deve à memória coletiva de um trabalho realizado ao longo de um quarto de século.

4

CHACON, A Históia dos Partidos Brasileiros. CHACON, A Históia dos Partidos Brasileiros. 6 NICOLAU, “Partidos na República de 1946”. 5

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Com o início da Guerra Fria, o PCB volta à clandestinidade em 1947 uma vez que seu registro eleitoral é cassado e, após um período de muito sectarismo representado pelo Manifesto de Agosto (1950), continua militando nas organizações sociais e elege parlamentares por acordo com outras siglas partidárias, sobretudo o Partido Trabalhista Brasileiro-PTB. É interessante verificar nas tabelas 2 e 3 que os votos do PTB a partir de 1950 correspondem à soma dos votos do PTB e do PCB obtidos em 1945. Os votos do PTB só têm um crescimento de cerca de 30% em 1962, depois que João Goulart assume a Presidência da República em 1961. Por outra parte, não obstante a derrota eleitoral do PDC que não cresce até 1962 quando muda o seu programa no contexto das grandes reformas empreendidas no papado de João XXIII que serão consolidadas no Concílio Vaticano II, a Igreja católica cria através da Ação Católica, uma série de organizações sociais como a Frente Nacional do Trabalho-FNT, a Juventude Universitária Católica-JUC e a Juventude dos Estudantes Católicos (congrega os estudantes secundaristas)-JEC que têm penetração entre jovens e operários. No fim dos anos 1950 estes movimentos vinculados à Igreja passam a disputar com os comunistas e trabalhistas os sindicatos operários bem como as entidades estudantis, quer secundaristas como universitárias. Esta disputa se acirra na região do ABC, cidades do cinturão metropolitano da cidade de São Paulo, onde passam a ser instaladas as montadoras automobilísticas, a partir de 1956. O caminho da renovação da Igreja católica se inicia na América Latina com a criação da CELAM em 1955. As Conferências Gerais do Episcopado Latino-Americano constituem uma ruptura dentro das estruturas eclesiásticas ortodoxas embora suas ações se mantivessem dentro dos cânones tradicionais. A mudança progressista atinge seu ápice em 1963. Estas Conferências produziram documentos surpreendentes e manifestavam claramente o compromisso social. São precursoras de Medellín.7 Em 1962 surge um novo movimento político, a Ação PopularAP, num Congresso realizado em Belo Horizonte, graças à atuação de militantes da JUC e de outras agremiações da Ação Católica. O novo movimento político decide se pautar pelo “socialismo 7

MIR, Partido de Deus.

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humanista”, encontrando sua inspiração ideológica em Teillard de Chardin, Jacques Maritain e Padre Lebret, entre outros. O representante mais notável da vertente protestante foi Paulo Stuart Wright. Embora o movimento tivesse lideranças camponesas e operárias, este teve mais destaque nos meios estudantis e, seus principais líderes eram: Herbert José de Souza (o Betinho), Aldo Arantes, Haroldo Lima, Jair Ferreira de Sá, José Serra e Vinícius Caldeira Brant. A atuação principal da AP se deu no plano da cultura popular e da alfabetização de adultos, de acordo com as concepções de Paulo Freire.8 É preciso lembrar que a IC foi dissolvida no bojo dos acordos de Yalta (1943) e no pós II Guerra Mundial, os organismos criados pelo Movimento Comunista Internacional, tais como o Cominform, a Federação Internacional de Mulheres Democráticas- FEDIM , a Federação Sindical Mundial-FSM, o Conselho Mundial da Paz-CMP e a Federação Mundial da Juventude Democrática- FMJD tinham alguma coordenação, mas possuíam mais autonomia, principalmente depois da dissolução do Cominform em 1955. E as reações por parte dos comunistas foram muito díspares. O professor Mario Schenberg, cientista e pacifista, eleito deputado estadual pelo PCB em São Paulo, em 1945, já escrevia em 1950, ao analisar a conjuntura mundial e nacional no início da Guerra Fria: “Não devemos medir esforços nem dosar paciência para esclarecê-los, porque precisamos de todos eles, dos socialistas, dos cristãos, dos positivistas, dos liberais, e até dos religiosos que desejam sinceramente a preservação da paz”.9 Em artigo publicado por Luiz Maranhão, membro do CC do PCB, a relação entre marxistas e católicos fica mais explícita: Nesta segunda metade do século, a convergência de posições entre marxismo e cristianismo surge como um dos fenômenos mais impressionantes da nossa época, surpreendendo a muitos que não se detiveram no exame de um longo processo, iniciado em alguns países europeus nos difíceis dias da ocupação nazista, desdobrando-se, depois, até o Concílio Ecumênico Vaticano II. Processo que remonta, 8 9

DIAS, “A Ação Popular na história do catolicismo”. SCHENBERG, “A Correlação Mundial de Forças e a Luta Contra a Guerra”.

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também, ao que talvez possamos chamar nova teologia, expressa através do pensamento de Teilhard de Chardin, cujo itinerário de perseguições impostas pela velha estrutura assinala bem o seu lugar entre os portadores de idéias novas.10

Mas esta não é a posição majoritária entre dirigentes e militantes do PCB. Contudo, sob o impacto do XX Congresso do PCUS, onde se define o caminho da coexistência pacífica entre os países socialistas e capitalistas e são denunciados os crimes do stalinismo, o PCB empreende um profundo debate que resulta numa grande mudança de sua política, consubstanciada em sua Declaração de Março de 1958. Esta Declaração constitui uma viragem histórica nas concepções pecebistas sobre o Brasil e o mundo. Nela, se coloca pela primeira vez a possibilidade real de uma transição pacífica ao socialismo em uma série de países, inclusive no Brasil. A Declaração de Março de 1958 reconhece que o caminho pacífico para o socialismo no Brasil será resultado da democratização crescente da vida nacional; da ação do movimento operário dentro da legalidade democrática (e do aperfeiçoamento desta legalidade a favor das massas); da utilização de todas as formas legais de luta; da ação parlamentar e extraparlamentar do Partido e das demais forças democráticas; da resolução pacífica dos problemas do Brasil com a acumulação gradual, mas incessante, de reformas democráticas profundas nas estruturas econômicas e políticas chegando até a realização completa das transformações radicais colocadas na ordem do dia pelo próprio desenvolvimento do país. A questão democrática é incorporada ao discurso partidário, não sem dificuldades, como sendo o eixo de uma política que visualiza uma transição pacífica ao socialismo. A Declaração altera até a política de alianças do PCB, que passa a ser mais aberta, flexível e pluralista, buscando com isso unir todos os setores democráticos e nacionais para as tarefas que se apresentassem em cada situação concreta.11 A Declaração de Março de 1958, marca uma ruptura com determinadas concepções políticas e uma visão do mundo e apesar 10 11

MARANHÃO, Revista Paz e Terra. CARNEIRO PESSOA (org.), PCB: vinte anos de política, documentos.

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de avanços e recuos, deu grandes passos rumo à democratização interna e externa. A partir de 1958 o PCB começa a lutar pela sua legalidade e procura influir no processo real através de uma política de amplas alianças com outras forças políticas de inspiração nacionalista e democrática. O PCB cresce e retoma os espaços perdidos em decorrência da política delineada no Manifesto de Agosto de 1950. É neste contexto que tem início diversas iniciativas de conversações desde a segunda metade dos anos de 1950, sendo o principal interlocutor, Plínio de Arruda Sampaio, secretário do Governo de Carvalho Pinto, em São Paulo. Com a criação da AP, estas relações se fortalecem e o ponto alto se dá num Congresso histórico da União Nacional dos Estudantes-UNE, realizado em 1963, no qual José Serra (AP) é eleito presidente da entidade e Marcelo Cerqueira (PCB), seu vice presidente. O contexto internacional, porém, gera contradições e obstaculiza este processo de renovação: de um lado o PC da China com sua visão de revolução terceiro-mundista e do outro, o impacto da vitória dos movimentos guerrilheiros cubanos, em 1959. Esses dois fatos recolocam no Brasil as teses favoráveis à luta armada pelo socialismo. Estes fatores externos têm forte influência e reforçam tendências internas que se chocavam entre si. Apesar disso tudo, em Conferência Nacional Política, realizada em 1962, o PCB reafirma o caminho pacífico para o socialismo Como conseqüência, um grupo rompe definitivamente com o processo de renovação iniciado com a Declaração de Março de 1958 e decide sair do PCB para fundar o PC do B (1962). A partir do golpe de 1964, quando se instaura uma ditadura militar no país, todas as organizações de esquerda têm seus principais quadros jogados na clandestinidade ou exilados. Acentuase em setores da esquerda brasileira a idéia da luta armada para realizar as grandes transformações exigidas pelas classes populares. Após o golpe militar de 31 de março de 1964, que destituiu o governo democrático de João Goulart, a situação interna e externa do PCB havia se agravado sobremaneira. No pós-64, as divergências entre aqueles que permaneceram no PCB se recolocaram de outra forma. A discussão se acirrava entre os que entendiam que a política do PCB, anterior ao golpe, foi muito direitista, não preparando as 348

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massas para resistir ao golpe militarmente e os que entendiam que a política foi muito esquerdista, dando ensejo à direita para preparálo. Entre os que entendiam que a única forma de derrotar a ditadura era a luta armada e os que compreendiam que esta só seria derrotada por uma ampla frente de massas. No VI Congresso do Partido Comunista no Brasil, realizado em dezembro de 1967, na mais estrita clandestinidade, a tese vencedora foi “[...]mobilizar, unir, e organizar a classe operária e demais forças patrióticas e democráticas para a luta contra o regime ditatorial, para sua derrota e a conquista das liberdades democráticas [...]” [Carneiro Pessoa, R.X., 1980]. Consolidava-se assim uma política que tinha como eixo a democracia, na medida em que apontava para a luta democrática pelas liberdades como ocaminho para derrotar politicamente a ditadura militar, por meioda formação de um amplo arco de alianças de forças, em combinação com a pressão organizada dos movimentos sociais.12 Por sua vez, os que advogavam a derrota militar da ditadura, sejam os egressos do PCB ou de outros grupos menores, não lograram a unidade formando diversos grupos que por sua vez sofreram cisões e posteriores reagrupamentos.13 Alguns davam prioridade ao foco urbano, outros ao rural e havia propostas mistas para derrotar a ditadura.14 Os grupos egressos do PCB estavam se estruturando, a partir do final de 1967, para criar o foco [Marighela, C., 1968], praticando assaltos a bancos e carros pagadores, tendo realizado quatro seqüestros de diplomatas, junto com outros grupos, com o objetivo delibertar companheiros presos das garras da repressão. Por sua vez, logo após o golpe a AP deslocou militantes para as fábricas, mormente na região do ABC pauliista e para o meio rural, sobretudo na zona canavieira de Pernambuco, para a região cacaueira da Bahia e para certas áreas de Alagoas e Maranhão a fim de realizar experiências em meios populares. Em 1965, o AI-II dissolve os partidos existentes permitindo a existência de dois partidos: o partido do goveno, Aliança 12

ALMEIDA (org.), “O último secretário – as lutas de Salomão Malina”. GORENDER, Combate nas Trevas. 14 DEBRAY, “Revolução na Revolução”. 13

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IZQUIERDAS, MOVIMIENTOS SOCIALES Y CULTURA POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA

Renovadora Nacional-ARENA e o da oposição consentida, Movimento Democrático Brasileiro-MDB. O PCB manteve sua política de aproveitar e ampliar todos os espaços para a luta política apesar da forte pressão ideológica interna e externa dos PC’s chinês e cubano. A pressão também surgia de forma inusitada até do Partido Comunista Italiano- PCI, defensor de uma política centrada na democracia em seu próprio país, mas que, inexplicavelmente, passou a apoiar as teses das correntes esquerdistas favoráveis à luta armada no Brasil. Apesar de tudo, a militância do PCB engrossou as fileiras do MDB. Nas eleições de 1970 o PCB apresenta candidatos filiados ao MDB. A AP pregou o voto nulo que, dadas as regras eleitorais impostas pelo regime, na prática, serviu para fortalecer a ditadura, que já havia decretado o AI-V. Em decorrência, num processo de discussão interna, a AP abandonara a pregação do voto nulo para aderir a uma visão militarista. Bebendo nas fontes do teólogo peruano, Gustavo Gutiérrez, um dos formuladores da Teologia da Libertação com concepções maoístas-mariáteguistas, 15 um movimento católico se declara marxista-leninista e do mesmo modo se divide em duas alas, a de linha chinesa e a de linha cubana, sendo que a primeira acaba se incorporando ao PC do B na primeira metade dos anos setenta. A abertura política dos católicos de esquerda é substituída pelo dogmatismo stalinista. Ademais não se pode olvidar que os frades dominicanos de São Paulo já estão vinculados à Aliança Libertadora Nacional-ALN, de Marighella, desde 1968.16 Cabe dizer algo sobre as diferenças ideológicas da Teologia da Libertação e as idéias dos comunistas. Enquanto a primeira faz uma opção preferencial pelos pobres, resgatando num certo sentido o cristianismo primitivo, com idéias regressivas de sociedades utópicas, “Ao exigir uma só verdade libertadora, a cristã, os teólogos da Teologia da Libertação replicam as verdades dogmáticas cristãs, inconciliáveis integralmente com transformação, avanço, progresso social e científico” tão caros aos comunistas como herdeiros do Iluminismo.17 15

MIR,

Partido de Deus. BETTO, Batismo de Sangue. 17 MIR, Partido de Deus. 16

350

COMUNISTAS E CATÓLICOS DE ESQUERDA NO BRASIL

De todo modo, as organizações fragmentadas em dezenas de siglas foram dizimadas pela repressão por várias razões: infiltração dos órgãos de repressão, debilidade de organização e principalmente devido a uma política heróica, porém, equivocada. Não só por desprezar a organização popular, mas também, porque a ditadura se encontrava em seu auge de prestígio, com o “milagre econômico”. Os grupos armados se isolaram no “gueto”. O PCB, porém, mantém como eixo de sua política a luta pelas liberdades democráticas. Continua se empenhando na formação de um amplo arco de forças sociais e políticas, a chamada frente democrática, que poderia vir a ser composta inclusive por aqueles que se deslocassem do eixo gravitacional da ditadura e que também almejassem a conquista das liberdades.18 Essa tática mostrou-se acertada e se manifestou correta nas eleições parlamentares de 1974. Nelas, a ditadura sofreu uma fragorosa derrota políticoeleitoral e as forças democráticas avançaram de forma muito significativa. A partir de então, despertam as tendências à democratização da vida nacional; e a classe operária volta a se inserir na vida política. O regime procura então se auto-reformar. Pressionado pelo clamor das urnas, o regime inicia a abertura. Mas, diga-se, essa embrionária abertura foi altamente contraditória. O PCB passa a sofrer uma brutal repressão uma vez que a ditadura o via como o artífice da política oposicionista vitoriosa (Skidmore, T., 2000) e, de fato, foi a partir da política formulada pelos comunistas, que ela tinha sofrido aquela derrota eleitoral. O PCB não recuou de sua atividade política, apesar da repressão que não apenas lhe fez perder cerca de dez dirigentes nacionais, assassinados friamente em câmaras de tortura, mas que impôs o deslocamento dos quadros mais importantes do seu Comitê Central para a Europa. A avaliação era de que a tática estava correta e vinha se fortalecendo. A partir de 1975, setores importantes da Igreja católica que anteriormente haviam apoiado o golpe militar passaram a criticar veementemente a política do regime. O “milagre econômico” se esgotara. No contexto internacional, o presidente Jimmy Carter, defende os Direitos Humanos e crítica as ditaduras latino18

MALINA,“Última entrevista concedida a Rocha, E.”.

351

IZQUIERDAS, MOVIMIENTOS SOCIALES Y CULTURA POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA

americanas. Estes fatos ampliam a oposição à ditadura. Como decorrência, em 1978, a ditadura sofre novo revés eleitoral ainda maior. O movimento democrático passa a crescer e a ganhar amplos setores da sociedade brasileira, forçando assim a ditadura a rever seu projeto estratégico. Fatores internacionais de porte somam-se aos interesses do regime brasileiro. O general João Baptista Figueiredo assume o governo num contexto internacional marcado por uma crise econômica mundial provocada pela segunda crise do petróleo e um recrudescimento da direita mundial com Ronald Reagan presidindo os EUA e Margareth Thatcher como primeira ministra da Grã-Bretanha, impondo o modelo neoliberal na economia e, do ponto de vista militar, ameaçando construir o “escudo antimísseis”, mais conhecido como Guerra nas Estrelas, o que eleva a um extremo a Guerra Fria. Do outro lado, com o apoio soviético, Wojciech Jaruzelski assumia o poder na Polônia, banindo o Solidarnosz. Com o falecimento do papa Paulo VI, após um brevíssimo papado de João Paulo I, assume o cardeal polonês Karol Wojtyla, cujo nome adotado como papa é João Paulo II. Carismático e conservador, este último empreende o desmonte da Teologia da Libertação com o auxílio do teólogo alemão, cardeal Joseph Ratzinger, seu sucessor. Na América Central continuava a luta guerrilheira em El Salvador e na Guatemala contra as ditaduras de direita e havia incentivo aos “contras” para derrubar o governo sandinista na Nicarágua. Contudo, pouco a pouco, as ditaduras sul-americanas vão desmantelando sob várias formas. No Brasil, 1979 é o ano da conquista da Anistia e também da fragmentação da oposição. A pressão organizada da sociedade levou o governo autoritário, a propor-se, inicialmente, a revisar a situação dos inquéritos e processos de cassação e condenação de políticos, e, logo depois, a admitir encaminhar um projeto de lei de anistia ao Congresso Nacional. O projeto, depois de várias discussões, foi aprovado a 18 de agosto e promulgado no dia 28 do mesmo mês, em 1979. A Anistia não foi ampla e irrestrita e só foi ampliada quase dez anos depois com a promulgação de uma nova Constituição.

352

COMUNISTAS E CATÓLICOS DE ESQUERDA NO BRASIL

Mas ela cumpriu uma função importante, pois permitiu a libertação de dezenas de presos de consciência e trouxe para o cenário político milhares de cidadãos proscritos por mais de uma década pela ditadura militar [...] Em números, permitiu a libertação imediata de 200 presos políticos; recuperou os direitos de 128 brasileiros banidos e de 4877 políticos que tiveram seus mandatos cassados; viabilizou a volta de 10 mil exilados que haviam sido obrigados a deixar a sua pátria e tornou sem efeito a punição a 263 estudantes, atingidos pelos decretos da ditadura. Mais de 500 mil pessoas tiveram processos e outras punições de caráter político, anulados [...] Os grilhões que cercearam a liberdade estavam rompidos. Foi uma virada histórica, um passo largo no sentido de acreditar ser possível deixar para trás, um dia, o nosso legado autoritário.19

Por outra parte, percebendo que não teria condições de prolongar a permanência do regime nesta situação plebiscitária entre ARENA e MDB, o estrategista do regime autoritário, general Golbery do Couto e Silva propôs e o regime militar optou por dividir a oposição, permitindo a criação de vários partidos. Setores da oposição, os liberais democratas do MDB liderados por Ulysses Guimarães e os comunistas do PCB (pró-soviéticos) e do PC do B bem como o MR-8 abrigados nesta grande frente contra a ditadura se pronunciaram contra a divisão das oposições naquele momento e advogaram a primazia da luta pela Assembléia Nacional Constituinte e pelo fim do “entulho autoritário” que consistia nos Atos Institucionais e na Lei de Segurança Nacional, para que cada um se organizasse a seu modo após a redemocratização. Mas todas as tentativas foram infrutíferas e a oposição se dividiu. Ivete Vargas decidiu ressuscitar o PTB e perdendo a disputa pela legenda, Leonel Brizola criou o Partido Democrático Trabalhista-PDT. O Partido Popular-PP de Tancredo Neves e Magalhães Pinto teve vida efêmera. O eixo formado por Reagan-Tatcher-João Paulo II tinha como objetivo barrar a esquerda na América Latina e acelerar o fim do sistema do “socialismo real” europeu com fortes sinais de esgotamento. Não por acaso, Luis Inácio Lula da Silva e Lech Walesa, 19 Trechos do discurso proferido pelo senador Roberto Freire, por ocasião da comemoração dos vinte anos da anistia.

353

IZQUIERDAS, MOVIMIENTOS SOCIALES Y CULTURA POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA

respectivamente líderes operários sindicalista do Brasil e da Polônia, foram convidados por Reagan para realizar um curso junto à AFLCIO. Era preciso criar um grande partido de massas no Brasil capaz de barrar os comunistas, com a idéia de que os demais países da América Latina acompanhariam o caminho trilhado pelo Brasil. O interesse do regime militar nos seus estertores se afinava com os interesses do eixo do conservadorismo internacional. Com o beneplácito do general Golbery, e apoio da Social-Democracia sueca e alemã, mas, também do Partido Comunista Cubano, e do Partido Comunista Italiano, os setores remanescentes da luta armada, os trotskistas e os setores operários de ponta do ABC decidiram criar um partido novo, o Partido dos Trabalhadores-PT, cuja ossatura foi fornecida pelas Comunidades Eclesiais de Base-CEB’s, da Igreja católica, organizadas em todos os rincões do território nacional. Apoios internacionais tão díspares eram motivados por diversas razões: a maioria dos sindicalistas trabalhava na indústria automobilística de controle sueco e alemão, de modo que estes viam neste apoio uma maneira de conter o movimento operário em nível nacional; o PC cubano, apoiava os antigos guerrilheiros e o PCI entendia que o PT teria semelhança com a tentativa do “compomisso histórico” de Enrico Berlinguer-Aldo Moro. No fundo encontraram guarida no PT todos os setores que propugnavam pelo “voto nulo” anteriormente. Na verdade, para muitos destes setores que engrossaram a proposta do PT, a questão da democracia não era fundamental, uma vez que não apostavam na luta parlamentar e por isso o desprezo por uma nova constituição democrática. Pela primeira vez na história republicana brasileira, a Igreja católica logrou uma posição destacada no modelo de partido —desafiante constituído por novos movimentos político— sociais. Neste processo ocorreu também a divisão nos movimentos sociais e nos sindicatos. Havia divergências quanto a questões sindicais quer no plano organizativo como reivindicatório. Inicialmente o PT passou a organizar as oposições sindicais como se fossem sindicatos paralelos e mais tarde os trabalhadores dos setores avançados da economia e os servidores públicos criam uma central sindical e os setores tradicionais da economia permanecem em outra. O PCB e o PC do B são mantidos na ilegalidade. Significativamente, a Arena não se dividiu. 354

COMUNISTAS E CATÓLICOS DE ESQUERDA NO BRASIL

Apesar do PT propagar desde o início ser um partido democrático, destacando a convivência com muitas tendências internas, a realidade foi outra. O partido, jamais conseguiu definir uma linha ideológica, assumindo tacitamente uma mescla de idéias onde a Teologia da Libertação se sobressai. Tampouco foi capaz de propor um programa de governo, tendo apenas um projeto de pode, no melhor estilo caudilhesco de “Lula lá (no poder)”, diferentemente do PCB que sempre apoiou um sistema parlamentarista. A raiz de uma conduta autoritária se deve ao fato de acreditar ser o único partido capaz de resolver todos os problemas que afligem a sociedade brasileira. Foi arredio durante muitos anos a negociações e alianças. Isto se deve ao autoritarismo milenar da Igreja católica profundamente hierarquizada bem como à dos grupos que não renunciavam aos métodos stalinistas e à tradição autoritária verticalizada do sindicalismo brasileiro. Na lógica do “tudo ou nada”, durante todo o período em que foi oposição, sobretudo nos anos de transição democrática, exerceu uma oposição ferrenha a toda e qualquer proposta, afirmando que todas as outras forças, com exceção de pequenos partidos de esquerda, são “farinha do mesmo saco”. Isto pode ser explicitado em vários momentos cruciais da história recente do país. Ainda antes da formação do PT , nos debates para o encaminhamento de uma proposta de anistia, em plena vigência do regime militar, os futuros membros deste partido só aceitavam a anistia ampla, geral e irrestrita sem se dar conta que os processos são dinâmicos e dependem da correlação de forças em cada momento. Após uma série de vitórias da oposição no Congresso Nacional, em 1982, Dante de Oliveira, um deputado do PMDB propôs eleições diretas para presidente da República. Apesar da ditadura moribunda, a proposta não foi vitoriosa. Criou-se uma situação em que era preciso, ainda, escolher o próximo presidente no Colégio Eleitoral. A maioria da oposição decidiu construir uma candidatura alternativa (Tancredo Neve) à apresentada pela ditadura (Paulo Maluf). A candidatura oposicionista só foi amplamente vitoriosa porque dissidentes do regime a apoiaram. Entre as 17 abstenções e 9 ausências estavam os deputados do PT. Se dependesse dos votos do PT, o candidato da ditadura venceria, na lógica do “quanto pior, melhor”. 355

IZQUIERDAS, MOVIMIENTOS SOCIALES Y CULTURA POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA

O Congresso eleito em 1986, após a redemocratização, funcionou como Congresso Constituinte e apesar de divergências enormes entre os diversos setores representados, a Constituição promulgada, em 1988, era a mais democrática de toda a história brasileira. Foram revogados a Lei de Segurança Nacional e todos os atos discricionários vigentes ao longo de 24 anos. Os parlamentares do PT se recusaram a assinar a Constituição com exceção de três que acabaram sendo expulsos. É neste contexto que ocorre em 1989 a primeira eleição direta para Presidente da República Federativa do Brasil, depois de 29 anos. No primeiro turno concorrem 10 candidatos. Como nenhum dos candidatos houvesse obtido maioria absoluta, os dois mais votados, Lula e Fernando Collor de Mello, se enfrentaram no segundo turno. Foi uma eleição plebiscitária, entre direita e esquerda, onde Collor venceu por uma pequena margem, e ambos os candidatos obtiveram cerca de 35 milhões de votos. O PT é o primeiro partido a exigir uma CPI para investigar a corrupção no governo Collor e o primeiro a propor o seu impeachment. Quando este é finalmente derrubado, o seu vice, Itamar Franco, assume sem nenhuma crise institucional. Ao assumir, Itamar conclama todas as focas do país a participar de um governo de unidade nacional. Novamente o PT se recusa a esta participação e Luísa Erundina, quadro do PT que havia sido prefeita de São Paulo, assume uma função no novo governo. É forçada a se licenciar mas na prática acaba sendo expulsa. Itamar assume o governo com uma inflação enorme e solicita a seu ministro da Fazenda, Fernando Henique Cardoso, um plano para acabar com a inflação. Surge o Plano Real, aprovado por grande maioria dos congressistas com o voto contrário do PT. O Plano Real foi tão bem sucedido que Fernando Henrique Cardoso foi eleito por dois mandatos no primeiro turno. Apesar disto, o PT lançou a palavra de ordem de “Fora FHC” por discordar das privatizações e outros projetos aprovados neste governo. O segundo mandato de FHC deu-se em um momento de várias crises econômicas no mundo, o que o desgastou, sem que conseguisse eleger o seu sucessor.

356

COMUNISTAS E CATÓLICOS DE ESQUERDA NO BRASIL

Quando o PT chega finalmente ao poder, se dá conta que não há possibilidade de exercer o poder isolado. Em nome da governabilidade de um presidencialismo de coalizão, compõe um governo com as forças mais conservadoras e corruptas, de onde decorre o “mensalão” e outros expedientes escandalosos. Por sua vez o PCB acaba conquistando sua legalidade, em 1985, voltando à luz do dia, cinco anos depois dos demais terem se legalizado e se estruturado. A esta conjuntura nacional de dificuldade se alia o esgotamento do “socialismo real” no plano internacional. Neste momento o PCB ainda aposta na Perestroiks e Glasnost Gorbachev recém empossado como Secretário-Geral do PCUS e Primeiro Ministro da urss.20 Mas o tecido social já está muito esgarçado e o regime não logra êxito. O PCB empreende um debate profundo sobre a nova conjuntura internacional, com a profunda crise de civilização e os novos desafios do século XXI, propondo uma nova formação política, o Partido Popular Socialista-PPS, rompendo definitivamente com a tradição terceiro-internacionalista e adotando a democracia como valor universal. Os caminhos que se cruzam no pós II Guerra e parecem dar frutos, voltam a se separar no limiar do século XXI.

20

GORBACHEV, Perestroika.

357

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ANEXO Tabela 1 Eleição para presidente do Brasil em 1945 Candidato Eurico Gaspar Dutra (PSD/PTB) Eduardo Gomes (UDN) Yedo Fiúza (PCB) Mário Rolim Telles (PAN)

358

Votos

Porcentagem

3.251.507

55,39%

2.039.341

34,74%

569.818

9,71%

10.001

0,17%

Votos nominais

5.870.667

Votos brancos

70.328

Votos nulos

65.214

Total

6.006.209

100,0

8.860.617

100,0

0,4 0,7 1,6

2,2

11,2 2,6

1,1

5,5 1,6

18,7

1958

10.969.607

115.365 77.187 250.132

272.720

694.359 154.127

195.532

626.470 325.991

2.250.764

3.687.247 2.319.713

N

100,0

1,1 0,7 2,3

2,5

6,3 1,4

1,8

5,7 3,0

20,5

33,6 21,1

%

1962

191.610 83.995 80.577

319.522

551.134 135.314

146.262

305.910 618.478

2.796.209

3.399.471 2.547.207

N

113.409

7.446.139

32.440 65.325 143.398

192.855

988.496 232.709

100.350

485.180 143.062

1.654.727

32,6 21,9

%

11.289.098

100,0

1954 2.885.140 1.936.935

N

Total

0,3 0,1

2,2 1,0 0,5

2,8

9,7 1,7

1,1

4,0 1,1

18,5

32,8 24,3

%

MTR

5.888.646

19.384 4.151

722.427 122.862

POT PRB

0,6

1,0 211.090

57.341

PSP PL

0,3 1,8

84.662

294.609 82.483

1.374.468

163.341 73.501 39.854

17.866 107.321

PAN PPS

1,6 1,2

3,7 1,7

1950

2.440.458 1.812.849

N

PST PRT PSB

94.447 70.675

PRP PRProg.

33.647

219.562 101.636

PR PDC

10,2 8,7

42,4 26,8

%

PRD PTN

603.500 511.332

PTB PCB

1945

2.495.944 1.575.375

N

PSD UDN

Partidos

Tabela 2 Votação (Absoluta e Percentual) por Partido Câmara dos Deputados (1945-62) %

100,0

1,0

1,7 0,7 0,7

2,8

4,9 1,2

1,3

2,7 5,5

24,8

30,1 22,6

COMUNISTAS E CATÓLICOS DE ESQUERDA NO BRASIL

359

360 100,0

326

1954

100,0

0,3

1,2 1,2

1,8

0,6 3,1

8,3

5,5

22,7 18,7

36,5

%

326

2

9 3

2 6

7 3

25

17

70 63

119

N

1958

100,0

0,6

2,8 0,9

0,6 1,8

2,1 0,9

7,7

5,2

21,5 19,3

36,5

%

3

4 3

7 11

19 5

21

7

96 105

125

N

409

304

1

4 4

6

2 10

27

18

74 61

119

N

Total

0,3

0,3 0,7

3,0 1,6

0,7 2,0

7,9

3,3

26,6 16,8

36,8

%

3

100,0

2 6

24

1950

MTR

286

0,7 0,3

1

2 1

PDC PL

0,7

10

PRT

2

PRProg. PSP

1,4

1 2

4

PPS

4,9 3,1

81 51

112

N

PSB PRP

14 9

PCB PR

28,3 7,7

52,8

%

9 5

81 22

UDN PTB

1945

PST PTN

151

N

PSD

Partidos

Tabela 3 Número de Cadeiras (Absoluta e Percentual) por Ano e Partido Câmara dos Deputados (1945-62) 1962 %

100,0

0,7

0,7

1,0 0,7

1,7 2,7

4,6 1,2

5,1

1,7

23,5 25,7

30,6

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COMUNISTAS E CATÓLICOS DE ESQUERDA NO BRASIL

REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS ALMEIDA, F. I. (org), “O último secretário - as lutas de Salomão Malina”, Brasília, Fundação Astrojildo Pereira, 2002. BANDEIRA, M., C. MELO, e T. ANDRADE, O Ano Vermelho – a Revolução Russa e seus reflexos no Brasil, Rio de Janeiro, Ed. Civilização Brasileira, 1967. BETTO, Frei, Batismo de Sangue, Civilização Brasileira, Rio de Janeiro, 6ª Edição, 1983. BRANDÃO, Octávio, Agrarismo e Industrialismo: ensaio marxistaleninista sobre a revolta de São Paulo e a guerra de classes no Brasil – 1924, São Paulo, Ed. Anita Garibaldi, 2006. CARNEIRO PESSOA, R.X. (org), PCB: vinte anos de política, documentos (1958-1978), São Paulo, Livraria Editora Ciências Humanas, 1980. CHACON, V., A Históia dos Partidos Brasileiros, Brasília, Editora UnB, 3ª Edição revisada e ampliada, 1998. DEBRAY, R., “Revolução na Revolução”, publicação mimeografada, sem data. DIAS, R.B., “A Ação Popular na história do catolicismo”, Revista Espaço Acadêmico, núm. 88, setembro de 2008, http:// www.espaçoacademico.com.br. GORBACHEV, M., Perestroika – novas idéias para o meu país e o mundo, São Paulo, Ed. Nova Cultural, 1987. GORENDER, J., Combate nas Trevas, São Paulo, Editora Ática, 1987. MALINAS, S., “Última entrevista concedida a Rocha, E.”, publicada pela Fundação Brasília, Astrojildo Pereira, 2002. MARANAHÃO, L., Revista Paz e Terra, Editora Paz e Terra, ano II, núm. 6, abril/1968. MARIGHELLA, C., “Minimanual do Guerrilheiro Urbano”, publicação mimeografada clandestina, São Paulo, 1968. MIR, L., Partido de Deus: Fé, Poder e Política, São Paulo, Ed. Alaúde, 2007. NICOLAU, J., “Partidos na República de 1946: velhas teses, novos dados”, IUPERJ, Dados, XLVII:1, Rio de Janeiro, 2004, pp. 85119. 361

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“O Manifesto de Agosto” foi publicado como encarte do jornal “A Classe Operária”, agosto de 1950. PEREIRA, A., Formação do PCB, Rio de Janeiro, Editorial Vitória, 1962. “Resolução Política do IX Congresso”, Encarte do jornal Voz da Unidade, Ed. Juruá, jun/1991. SCHENBERG, M., “A Correlação Mundial de Forças e a Luta Contra a Guerra”, Fundamentos, ano II, núm. 13, março/1950, pp. 24, 25 e 26. SKIDMORE, T., Brasil: de Castelo a Tancredo, São Paulo,Ed. Paz e Terra, 2000.

362

ICUF-A ESQUERDA JUDAICA NAS AMÉRICAS

Esther Kuperman

Este texto tem como objeto a história da Associação Cultural Judaica, conhecida pela sigla ICUF, que identifica o nome Idisher Cultur Farband. Fundado em 1937, o ICUF sobreviveu aos conflitos europeus e permanece ativo nos EUA e América Latina até os dias de hoje. A história deste campo do pensamento político judaico contemporâneo tem relevada importância para o estudo da formação das comunidades judaicas na América Latina —especialmente no Brasil— e a disputa entre seus ativistas e o campo sionista, que ganha força a partir do final da década de 1940, pelo controle das instituições judaicas, mas também para trazer à luz um campo ideológico ainda não estudado: a esquerda judaica da diáspora. Identificado como uma articulação que agrega os judeus progressistas,1 o ICUF é compreendido por alguns historiadores como fruto da identificação dos judeus da Europa Ocidental com as ideias socialistas e com a Revolução Bolchevique. Sua organização foi consequência do envolvimento de militantes judeus nas lutas sociais que se sucediam na Europa, representando um campo ideológico que crescia no interior das comunidades judaicas européias durante as primeiras décadas do século XX. Desde o início, o ICUF aglutinava intelectuais que buscavam se exprimir através do ídish, 2 na medida em que esta língua representava a cultura judaica laica, mas, principalmente, porque

1 O termo progressista é utilizado aqui com o sentido de “esquerda”, ou ainda, os judeus identificados com os princípios do socialismo e do comunismo e que, de uma maneira ou de outra, possuem vínculos com partidos deste campo político. 2 Língua que pode ser considerada um dialeto do alemão, porém escrita em caracteres hebraicos, utilizada pelos judeus da Europa Central e Oriental a partir do século X.

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era através desta que as massas de trabalhadores judeus3 se entendiam e criaram uma vasta cultura popular. Literatura, poesia e teatro ídish foram criados pelas comunidades judaicas européias, retratando o cotidiano, a mentalidade e os costumes daquela população. Nas décadas que sucederam a Primeira Guerra Mundial surgiram diversos novos Estados, como Polônia, Lituânia, Hungria, Romênia, Checoslováquia, etc. Mesmo sendo Estados surgidos em pleno século XX, com exceção da Romênia, todos os demais possuíam uma estrutura de poder conservadora e praticavam políticas de perseguição às minorias étnicas, em particular aos judeus, o que gerou correntes migratórias em direção às Américas e à antiga Palestina, estas últimas reforçadas pela ideia de construção de um Estado judeu na região. A assinatura da Declaração Balfour,4 poucos dias após a tomada do Palácio de Inverno pelos bolcheviques, em 1917, foi um fator de divisão da esquerda judaica, pois parcelas significativas da juventude mostravam simpatia pela nova sociedade que estava sendo construída na URSS e outros aderiram à idéia da construção de um Estado judeu na Palestina. Uma parte destas massas judaicas tornara-se comunista ou socialista porque vislumbrara nestas propostas um caminho possível para a aquisição da cidadania, embora pretendesse preservar prioritariamente sua cultura e tradição. Outros entenderam que a questão judaica não poderia se resolver de forma particular, pois fazia parte da solução dos problemas universais. Mas, a partir de 1917, as idéias de Hertzl5 ganharam novos adeptos entre os judeus da Europa, abrindo espaço para um novo campo político: o sionismo. Embora a história dos judeus de esquerda hoje seja escamoteada e pertença à história dos silenciados e vencidos, sua 3 Segundo Maurício Tragtemberg, no início do século XX somente na Rússia havia em torno de 5 milhões de judeus, em sua grande maioria operários e camponeses. 4 O documento ficou conhecido pelo sobrenome do secretário para assuntos estrangeiros do governo britânico, Arthur James Balfour, porque foi através dele que os ingleses declararam sua intenção de facilitar o povoamento e a criação de um lar nacional judeu em seu protetorado, na Palestina. 5 Theodor Hertzl, autor do livro O Estado Judeu, sistematizou e difundiu o projeto de criação de um Estado para os judeus de todo o mundo, organizando o primeiro Congresso Sionista, em 1897.

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influência pode ser conferida pela importância do Bund na formação do Partido Operário Social Democrata da Rússia, Polônia e Lituânia, bem como em obras literárias como A Família Muskat e outras de Isaac Bashevich Singer, 6 nas memórias de velhos militantes como Hersch Smoliar7 ou em livros como Le Yiddishland Revolutionaire.8 Segundo Tragtemberg,9 o Partido Bund teve papel importante na eclosão da Revolução Russa de 1905. Lênin, à época, homenageou a combatividade deste proletariado que solidarizavase com as lutas de sua classe na Rússia daquela época, formando batalhões que lutaram nas linhas de frente com o Exército Vermelho, na ocasião dirigido por Trotsky. Para o autor, a situação econômica dos trabalhadores de origem judaica pode ser considerada como um fator de engajamento de uma importante fração da juventude judaica nos inícios do século. Segundo Kinoshita, 10 o Partido Bund e o ICUF tornaram-se promotores da identidade nacional judaica relacionada ao universalismo laico, emancipatório e racionalista, que abalara as convicções religiosas tradicionais da “aldeia” judia da Europa Oriental. Com o crescimento dos pogroms e o estabelecimento das cotas por nacionalidade nos EUA, nos anos vinte, a migração em direção à América do Norte foi, de certa forma, reduzida. Ao mesmo tempo, com a política britânica de conter a ida de judeus para a Palestina, a partir dos anos trinta, pelo menos parte do fluxo migratório muda de rumo dirigiu-se para outros países, entre os quais, Argentina, Uruguai e Brasil. Embora já houvesse judeus de origem askenazi na América do Sul desde o fim do século XIX,11 a primeira grande corrente fixou-se, entre 1890 e 1910, nas colônias do Barão Hirsch no Rio Grande do Sul e no norte da Argentina. Esta migração de judeus do Leste Europeu para a América do Sul, sobretudo para a Argentina, mas também para o Uruguai e o Brasil, adquiriu maior 6

SINGER, A Família Muskat. SMOLIAR, Oif der Letzter Pozitzie, mit di Letzter Hofnung. 8 BROSSAT E KLINBERG, Le Yiddishland Revolutionnaire. 9 TRATEMBERG, A luta que caiu no esquecimento. 10 KINOSHITA, O ICUF como rede de intelectuais. 11 VELTMAN, A História dos Judeus em São Paulo. 7

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expressão a partir dos anos vinte. A ascensão de Hitler ao poder na Alemanha, intensificou este fluxo. Este movimento se deu, em primeiro lugar, por fatores econômicos, mas muitos fugiram das ditaduras fascistas da Polônia, Hungria e Romênia não só devido à ascensão de Hitler ao poder na Alemanha, mas também porque eram ativistas sindicais, militantes ou simpatizantes comunistas ou do Bund. Com a ascensão do nazismo na Europa, organizou-se, em Paris, em junho de 1935, o Congresso dos Escritores Antifascistas, conclamando os intelectuais de todo o mundo a lutar contra o fascismo com o lema “Em Defesa da Cultura”. Entre os participantes estavam: Heinrich Mann, Henri Barbusse, Máximo Gorki, Romain Rolland, Bernard Shaw, Sinclair Lewis, André Gide, Selma Lagerloff, Ilya Ehrenburg e outros.12 Presente ao Congresso, a fração judaica deu início à preparação do Congresso realizado em Paris, no verão de 1937, dando origem ao Idisher Cultur Farband ( ICUF ) ou Associação Cultural Judaica. Segundo Kinoshita, na convocatória do Congresso de 1937, constava o seguinte chamamento: [...] nossa frente de luta é parte da batalha geral contra o fascismo, luta que devemos adaptar a nossas condições específicas [...] e quando enumeramos as encarniçadas lutas e conflitos que ocorrem em todos os países, e em primeiro lugar na Espanha, entre as forças reacionárias, nazistas e fascistas e as forças radicais, progressistas e autenticamente democráticas – uma luta de vida e morte, defrontamo-nos com o fundo político-social sobre o qual se criou a frente popular, a frente cultural, filha legítima da frente popular.13

Durante a Segunda Guerra Mundial, a maioria da população judaica na Europa foi exterminada, o que também reduziu a utilização do ídish no continente, uma vez que este era o contingente daqueles que falavam a língua. Decorrente da guerra, a dispersão levará o ICUF, através de seus ativistas, a se refugiar em

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EHREMBURG, Memórias, A Europa sob o Nazismo. KINOSHITA, O ICUF como rede de intelectuais.

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outros continentes, especialmente na América, onde haviam se instalado judeus que conseguiram sair da Europa, tanto antes quanto depois do início da guerra. Desta forma, o ICUF chegou ao Brasil ainda na primeira metade do século XX e as instituições progressistas foram formadas essencialmente, pelos judeus ashquenazim14 que emigraram da Europa Oriental desde o final do século XIX. Muitos destes judeus eram militantes de partidos de esquerda (comunistas), bem como do Bund e vieram para fugir de perseguições políticas. No Brasil, a importância dos judeus de esquerda pode ser medida pelo interesse dos órgãos de repressão pelos judeus comunistas: é grande a quantidade de fichas de comunistas judeus no Arquivo do DOPS. Além daqueles que militavam no interior das comunidades judaicas havia um número significativo de judeus envolvidos, com figuras de projeção no Movimento Comunista Internacional como Olga Benário, Guralski, Nute e Liuba Goifman, outras de projeção no PCB como Noé Gertel, José Gutman, Jacob Wolfenson e muitos militantes sobre os quais as polícias políticas produziram extensos arquivos. Muitos dos militantes judeus que chegaram ao Brasil, à Argentina e ao Uruguai na década de 1920, ou antes, ainda eram membros do Bund e outras organizações de esquerda judaica, transferindo para a região suas formas e métodos de organização. À medida que se aclimatavam à nova terra, alguns passavam a militar nos partidos comunistas, mas nunca deixaram de atuar da forma como faziam na Europa Oriental. Assim, as escolas, cozinhas comunitárias, sociedades culturais e bibliotecas talvez tivessem dupla função: a primeira de solidariedade e difusão de uma cultura progressista e também serviam como uma fachada legal para as atividades políticas clandestinas. Para os judeus que militavam no interior da comunidade judaica, a questão cultural era central, na medida em que era considerada indispensável para orientar uma prática transformadora da realidade. Desta forma, antes do surgimento da indústria cultural, os círculos de judeus comunistas e socialistas eram os grandes difusores da cultura nas classes populares e as instituições judaicas 14

Plural de ashkenazi, denominação dos judeus originários da Europa Oriental e Central.

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existentes neste período tinham como principal característica a utilização do ídish em suas atividades, bem como a apresentação de obras de artistas pertencentes a este campo cultural. Nos anos vinte, os judeus de esquerda, no Brasil se reuniam na Biblioteca Scholem Aleichem (nome dado em homenagem ao grande escritor, um dos pais da literatura em ídish) no Rio de Janeiro15 e haviam fundado o Jugend Club (Clube da Juventude) em São Paulo. No mesmo período havia pelo menos um boletim em ídish, intitulado Der Unhoib (O Começo),16 sendo publicado no Rio de Janeiro. Em Montevidéu, os icufistas fundaram o jornal Unzer Fraint (Nosso Companheiro) e em Buenos Aires, o jornal Di Presse (A Imprensa), assim como uma série de instituições que privilegiavam o aprimoramento cultural, do ponto de vista marxista, dos operários e mascates, muitos deles militantes sindicais ou de bairro. O período imediatamente após a guerra constituiu um momento em que, por um lado, a comunidade judaica engrossou sua simpatia pela esquerda, e por outro, foi uma ocasião em que havia grande unidade entre povo judeu: sionistas e comunistas apoiavam a criação do Estado de Israel. Se para os primeiros essa criação simbolizava a realização de um sonho milenar de volta à “Terra Prometida”, para os segundos tratava-se de um movimento de libertação nacional em que o apoio soviético para um Estado judeu afetaria os interesses imperialistas, numa região altamente estratégica como tem sido desde então o Oriente Médio. Por outro lado, não se pode ignorar que embora houvesse um apoio firme da URSS e das Repúblicas Populares na ONU à criação do Estado de Israel, e a Checoslováquia tenha fornecido em grande medida as armas utilizadas pela Haganá (Organização Militar Judaica na Palestina, precursora do exército do Estado de Israel), a atitude dos comunistas sempre foi matizada por um outro sentimento: havia a esperança de um reflorescimento das comunidades judaicas no Leste Europeu, que seria a experiência socialista, e não sionista, de solução da “questão judaica”. 15

MALAMUD, In Ondenk fun Praça Onze. MILGRAM, Radicais e Marginais: uma contribuição à história do radicalismo judeu no Brasil dos anos 20 e 30. 16

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No final da Segunda Guerra os judeus simpatizantes do ICUF, reunidos no Clube Cultura e Progresso, em São Paulo, decidiram pela construção de um Instituto Cultural mais conhecido como Folks Hois ou a Casa do Povo. Para sua construção colaborou a maioria da comunidade em São Paulo, mesmo que fosse com um único tijolo, demonstrando o grande apoio logrado pelos progressistas. Este projeto foi acompanhado pela construção de uma escola, a Scholem Aleichem, um clube infanto-juvenil, I.L. Peretz, em homenagem ao grande escritor progressista da língua ídish. Neste momento, os icufistas ainda mantinham a hegemonia dentro da coletividade judaica e buscavam consolidar sua posição, multiplicando as instituições judaicas já existentes. As atividades culturais comunitárias eram ainda preenchidas por um coral que cantava músicas folclóricas e revolucionárias em ídish e por dois grupos de arte dramática, um em ídish e outro em português, que se apresentavam inicialmente em teatros alugados e posteriormente no Teatro de Arte Israelita Brasileiro- TAIB , construído no mesmo local que a Casa do Povo. Havia também organizações filiadas ao ICUF no Rio de Janeiro: a Biblioteca Scholem Aleichem, que deu origem à Associação Scholem Aleichem, que também tinha seus grupos teatrais e coral e a Escola Israelita Brasileira Scholem Aleichem. Nos outros estados havia, ainda, a União Israelita de Belo Horizonte, o Clube de Cultura de Porto Alegre, a Sociedade Cultural Israelita do Paraná, a Sociedade Israelita da Bahia, o Clube Canaã de Santos, entre outros. Além destes espaços regionais, havia ainda a edição do jornal Unzer Shtime (Nossa Voz) e a Colônia de Férias Kinderland administrada pela Associação Feminina Israelita Brasileira (AFIB), que tinham caráter nacional. Entre 1946 e 1951, a juventude icufista editava a revista O reflexo, sob a direção de Luiz Israel Febrot. Mas a hegemonia dos judeus progressistas dentro das coletividades judaicas brasileiras estava a ponto de ruir: com o surgimento do Estado de Israel, em 1948, e o conseqüente crescimento do movimento sionista, o campo representado pelo ICUF começou a encontrar grande oposição por parte dos membros das comunidades judaicas identificadas com o ideário sionista e a construção do Estado de Israel. Assim, a partir da segunda metade 369

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do século XX, passaram a existir e a competir os dois campos ideológicos nas coletividades judaicas: os sionistas e os icufistas. Estes dois campos se identificavam pela utilização de duas línguas diferentes: os icufistas utilizavam o ídish e os sionistas utilizaram o hebraico.17 Tais grupos passam a se envolver em pesadas disputas pela liderança, pela hegemonia nos espaços comunitários e pelo controle das instituições judaicas existentes até então. À primeira vista a questão entre estes dois campos era sempre colocada a partir do tipo de ensino a ser ministrado na escola, qual a língua mais importante a ser encinada aos estudantes ou qual o legado cultural predominante nas obras difundidas. Esta disputa, a princípio, pode ser entendida como apenas uma disputa entre os partidários do ensino desta ou daquela língua, representada pela briga entre hebraístas —partidários do ensino da língua que passou a ser a utilizada em Israel, o hebraico— e os idishistas, partidários do ensino da língua utilizada pelos judeus da Europa ao longo dos últimos séculos. Mas este confronto entre hebraístas e idishistas é aqui percebido como expressão da disputa entre icufistas (não sionistas) e sionistas buscando a hegemonia cultural e o controle das comunidades judaicas da América. Com o decorrer do tempo e, principalmente, a consolidação do Estado de Israel e de uma produção cultural feita em hebraico, tendo como referência Israel, a vida e os costumes judaicos em seu território, o campo sionista passou a experimentar grande desenvolvimento. Seu fortalecimento levou à perda de espaço dos icufistas/idishistas no interior das instituições comunitárias judaicas e também ao desaparecimento de algumas das entidades ligadas a este campo. Assim, a vitória do campo sionista define a predominância cultural e política no interior das comunidades judaicas brasileiras até os dias de hoje. Esta predominância não se resume à aplicação de uma língua (no caso o hebraico), mas sim de uma posição hegemônica no seio das comunidades judaicas e em relação ao Estado de Israel. 17 Antes dos anos 1940, o hebraico era utilizado apenas como língua litúrgica, mas, a partir da fundação do Estado de Israel e com a sua definição como língua nacional do novo Estado, passa a ser o vernáculo dos judeus, em lugar do ídish.

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Os judeus pertencentes ao campo icufista permaneceram fiéis ao seu campo político, estreitando vínculos com organizações e partidos de esquerdas nos países onde viviam. Desta forma, suas posições e sua prática política passaram a expressar tais alianças. Temos, então, um campo do judaísmo que, ao invés de apontar para a atuação no interior da comunidade, voltada para a construção do Estado de Israel e a ida em massa de todos os judeus para lá, defendia a permanência dos judeus em seus países de origem e seu envolvimento nas lutas sociais locais. Especialmente no Brasil, na Argentina e no Uruguai estes grupos se destacam dentro das comunidades judaicas por suas posições independentes e sua participação nos processos que se desenvolvem nestes países. A aproximação política destes grupos têm sido de maneira recorrente, com os Partidos Comunistas locais, o que nos remete à sua origem: o Bund.

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CUANDO LOS PINGÜINOS SE TOMARON LAS CALLES EN CHILE. ANÁLISIS DE LA ESTRUCTURA DE OPORTUNIDAD POLÍTICA DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL SECUNDARIO

Cristina Sánchez

“(…) se merecen nuestras más sentidas disculpas, les hemos quitado su derecho de venir a clases, de educarse, de convivir con sus amigos, de jugar, de aprender, quizá de soñar, pero todo esto no es más que por ustedes y aunque sea por poco tiempo, nos tocó soñar a nosotros, y obligar a soñar a esa gente grande que creen (sic) que las cosas no puede cambiar (…) Los queremos, sus compañeros ‘grandes’ de la educación media actual”. Carta dirigida a los estudiantes de educación básica. Firmada por los estudiantes en paro del Liceo Manuel de Salas.

Introducción Salir a la calle, abandonar el ámbito privado para manifestar públicamente expectativas no cumplidas por parte de los gobernantes, ha sido un tema fascinante para sociólogos e historiadores, ¿qué hace que la gente común abandone sus actividades cotidianas para participar de una manifestación pública? Este es el punto de partida que se han planteado para entender los motivos de las acciones colectivas. Ahora bien, para el presente caso, una pregunta más específica es ¿qué hizo que estudiantes secundarios, menores de edad, dejaran la cotidianidad de sus clases escolares para volcarse masivamente a las calles a protestar? Este fue el cuestionamiento inicial que me plantee cuando escuché hablar de la llamada “Revolución Pingüina” en Chile. Luego de descartar que no se trataba de una crisis ecológica en el país suramericano, me introduje en la 375

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caracterización de las movilizaciones estudiantiles, el producto de esas reflexiones lo planteo en el presente escrito. “La Revolución de los Pingüinos”, así bautizada por el uniforme utilizado por los estudiantes chilenos para ir a sus escuelas, conmocionó por dos meses al país cuyos pobladores observaban con asombro la capacidad organizativa de los escolares. Además, el desarrollo de los acontecimientos evidenció la construcción de un pensamiento político en las generaciones post-dictadura. Los jóvenes lograron captar la atención tanto de los pobladores del común que se unieron a las reivindicaciones del movimiento estudiantil como de los representantes políticos que se vieron obligados a dialogar y a negociar los puntos requeridos por los jóvenes estudiantes. Teniendo en cuenta que el espectro de análisis es variopinto y que la bibliografía escrita sobre el acontecimiento en su mayoría se ha dedicado a hacer un recuento de los diferentes actos proferidos por los estudiantes durante los meses de mayo y junio de 2006; propongo un acercamiento a esta acción colectiva a partir de los aportes de la corriente sociológica de la movilización de recursos, en particular el modelo trazado por Charles Tilly, primero, y, posteriormente, Sidney Tarrow, entre otros prominentes sociólogos, cuya propuesta es integrar la lógica racional de costo-beneficio con otros elementos de tipo político, social y cultural, para darle forma a ese tema complejo de los movimientos sociales; dicha propuesta es conocida como modelo de oportunidad política.1 En coherencia con este modelo, Tarrow define los movimientos sociales como: “desafíos colectivos planteados por personas que comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción 1 El modelo del proceso político, más conocido como el modelo de oportunidad política, fue abocado por la sociología norteamericana a través de los trabajos de Charles Tilly y Sidney Tarrow, quienes comenzaron una nueva tradición sociológica en la academia, debido a la complejización de la teoría de la movilización de recursos. Según los postulados de estos sociólogos, “aunque el análisis de la organización y el liderazgo es esencial, no es suficiente, para entender la movilización, hace falta también un análisis de la estructura de oportunidades políticas y de la conciencia insurgente”. En: LÓPEZ MAYA, Protesta y cultura en Venezuela: Los marcos de acción colectiva en 1999. La estructura de oportunidad política alude a la relación estrecha que se establece entre el surgimiento y éxito de los movimientos sociales y las oportunidades al alcance de los “contestatarios, generadas por cambios en la estructura institucional y de la disposición ideológica de los grupos de poder”. Al respecto, ver: MCADAM, “Orígenes terminológicos, problemas actuales, futuras líneas de investigación”, p. 50.

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mantenida con las élites, los oponentes y las autoridades”.2 Por la misma línea, McAdam propone tres factores para analizar los movimientos sociales, se trata de: i) oportunidades políticas, ii) estructuras de movilización, y iii) procesos enmarcadores. A grandes rasgos, la oportunidad política hace hincapié en el contexto político que genera la insatisfacción que conduce a las personas a organizarse en torno a sus demandas. Aunque el fenómeno sea transitorio, requiere no solamente de movilización de recursos económicos, sino que se necesita de motivaciones subjetivas que convenzan a los participantes de que su causa es justa, y por ende es necesario enfrentar el poder estatal para obtener los beneficios. Estas insatisfacciones se deben exponer al resto de la sociedad, para esto se utilizan estructuras de movilización que evidencian repertorios de protesta, los cuales, además de servir para exponer sus ideas públicamente, pueden ocasionar adhesión o rechazo al movimiento. Por último, los procesos enmarcadores que se refieren al asunto valorativo y subjetivo de los miembros de la movilización y que es lo que finalmente los mueve a organizarse y a participar del movimiento. Cada uno de estos conceptos será retomado durante el análisis del movimiento pingüino, por lo que no me extiendo en su explicación. Las “tensiones constitutivas” de la acción colectiva Teniendo claras las categorías básicas que se van a utilizar, consideré importante crear un marco analítico que me permitiera no sólo trasladar los conceptos a la realidad, asunto suficientemente debatido en las ciencias sociales, sino que me facilitara la exposición de los acontecimientos sin que éstos perdieran la complejidad propia de la movilización social. Para no sacrificar la riqueza de la información obtenida, pero tampoco caer en una narración cronológica de los acontecimientos, me permití construir una estructura analítica que denominé “tensiones constitutivas de la acción colectiva”.3 La ventaja que me da este esquema es que me 2

TARROW, El poder en movimiento, p. 21. La idea de las “tensiones constitutivas” la retomo del trabajo realizado por Oscar Saldarriaga, quien planteó analizar la historia de la educación colombiana a través de la identificación de 3

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permite entrecruzar los elementos teóricos de la teoría de la oportunidad política y relacionarlos con la dinámica propia que asumió el movimiento estudiantil secundario durante su manifestación en el año 2006. El esquema tensional aquí propuesto intenta superar la lógica binaria en que usualmente se plantean los conflictos sociales. Creo que el aspecto de plano cartesiano que se adopta es útil en tanto permite encontrar relaciones más amplias en el proceso de la acción colectiva. De la misma manera, es necesario aclarar que esta propuesta no se plantea como un tipo de modelo ideal de los movimientos sociales, al contrario, el esquema surgió luego del análisis de los acontecimientos, es decir, no es un a priori, es más bien una síntesis de lo sucedido. Aclarado este punto, que de seguro será más fácil de digerir cuando se vea puesto en práctica, veamos los elementos que lo componen. (Ver: Gráfico 1). Gráfico No. 1: Estructura analítica tensional.

unas categorías que, aunque permanentes en la historia pedagógica, han sufrido cambios en el tiempo. Al respecto, puede consultarse, por ejemplo, su texto Oficio del maestro, saber pedagógico y prácticas culturales en Colombia, 1870-2002. Igualmente, Saldarriaga aclara que este modelo lo retomó del “análisis estructural de contenidos y modelos culturales”, inspirado en la semántica estructural de A.J. Greimas, y aplicado a la sociología de la cultura por J.P. Hiernaux. Cfr. GREIMAS, Du Sens. Essais sémiotiques; y GREIMAS, Introduction a l’analyse du discours en Sciences Sociales.

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Dicho esquema está compuesto por dos ejes que se entrecruzan, para este caso está el eje de las condiciones sociales, el cual señalará la dinámica particular adoptada por los diferentes actores inmersos en la movilización social, desde el Estado hasta la sociedad civil. Este eje se cruza con el de la estructura de oportunidad política, en el cual se incluyen los conceptos básicos de la teoría sociológica, vistos desde el caso particular de los estudiantes secundarios. Las tensiones se ubican en los cuadrantes que resultan de este entrecruzamiento. Esta estructura permite evidenciar el proceso y las tendencias asumidas por el movimiento estudiantil en sus diferentes etapas de la acción colectiva. Los pingüinos comienzan su travesía “Pero, ¿cómo cambiamos? Acaso ilustres pensantes (sic) que ni siquiera hacen clases dirán cómo educarnos”.4

El nuevo año 2006 arrancó en Chile con expectativas ampliamente generalizadas debido al cambio gubernamental representado en el traspaso del poder de Ricardo Lagos a manos de Michelle Bachelet. En su momento este triunfo hizo parte de lo que algunos politólogos denominaron el “giro a la izquierda” de los países suramericanos. Pese a este panorama, los chilenos comenzaron el año con las acostumbradas alzas en los servicios básicos, y con el sentimiento de deudas pendientes por parte del gobierno saliente. Aunque podría parecer un escenario similar al de otros países latinoamericanos para cuyos pobladores un nuevo año representa menos dinero en los bolsillos, y sus gobernantes siempre tendrán promesas sin cumplir. Chile tiene la particularidad de estar en una cierta “transición permanente”,5 que no es otra cosa que el reflejo de una coexistencia entre “instituciones autoritarias establecidas por la Constitución de 1980, promulgada bajo la dictadura militar, con procesos políticos propios de la democracia representativa”.6 4 Palabras del líder estudiantil Cesar Valenzuela en entrevista concedida a La Nación. 29 de mayo de 2006. 5 Expresión planteada por ZAPATA, “Chile a 20 años del plebiscito del 5 de octubre de 1988”, pp. 17-24. 6 ZAPATA, “Chile a 20 años del plebiscito del 5 de octubre de 1988”, p. 17.

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Esta situación demarca el escenario en el que los estudiantes secundarios van a aparecer para sacudir a la cultura política chilena, supuestamente dormida. No bien comenzaba el segundo trimestre del año cuando las calles se vieron invadidas por estudiantes uniformados que hacían una serie de requerimientos de tipo educativo al nuevo gobierno que hasta ahora se acomodaba en la silla. Bien lo ha identificado Tarrow, la acción colectiva prolifera cuando hay acceso a los recursos. Este acceso permite a las personas salir de su cotidianidad pasiva, justamente, señala el sociólogo, un factor que genera oportunidad política para los movimientos es el cambio de régimen. Un antecedente que podría haber abonado el camino al acceso de la oportunidad para los estudiantes secundarios fue el documento que los estudiantes de la región metropolitana enviaron al entonces presidente Lagos, en el cual, además de hacer un balance de la situación educativa chilena, proponían cambios específicos que —según los estudiantes— corregirían algunas falencias del sistema educativo.7 Esto revela que la primera marcha de los pingüinos, del 27 de abril de 2006, no era una acción espontánea, sin fundamento, sino que, al contrario, era el reflejo de un proceso que se había iniciado antes y que por coyunturas políticas se había aplazado. Esta primera manifestación tuvo como principal objetivo recordar “a los grandes” que la educación tenía unas falencias que no habían sido solucionadas por el gobierno anterior, a pesar de la voluntad mostrada por los escolares. En coherencia con esta postura, los estudiantes salieron a las calles exigiendo básicamente: i) La derogación de la Jornada Escolar Completa (JEC) y de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE); y ii) Gratuidad en la tarifa escolar en el transporte colectivo a nivel nacional y de la Prueba de Selección Universitaria (PSU). Estas exigencias, como se verá más adelante, persistirán en el pliego de peticiones de los estudiantes. 7 Ver: Estudiantes secundarios de la Región Metropolitana Chile. Propuesta de trabajo para el ministerio de educación de Chile, 30 de noviembre de 2005. Aunque la propuesta plantea elementos muy específicos de las escuelas de la región, cabe resaltar dos de las propuestas de los estudiantes, mismas que tendrán repercusión en las movilizaciones posteriores: i) La realización de una Asamblea Constituyente para reestructurar la LOCE (la negrilla es de la autora), y ii) Repensar la conveniencia de la Jornada Escolar Completa.

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Pero será la manera en que el gobierno reacciona frente a estos hechos lo que marcará la transformación en la intensidad del discurso de los estudiantes. (Ver: Gráfico No. 2.). Así, la primera reacción estatal que percibieron los secundarios fue la de la represión ejercida por parte de las fuerzas de orden público, quienes se encargaron de dispersar a los estudiantes en aras de controlar el tránsito normal de las vías que habían sido bloqueadas por ellos. Este tipo de control, a manos de hombres “legalmente” armados, muestra a unos jóvenes desaforados que destruyen la ciudad y que ocasionan desórdenes que atentan contra la tranquilidad de los ciudadanos. El uso de la violencia estatal, para el caso del movimiento Pingüino fue de cierta manera convertida en un recurso de oportunidad política, debido a que encontraron aliados que sin conocer de fondo las razones de sus demandas, sintieron aprecio por los chiquillos que fueron golpeados por los policías. De esta manera, la represión puede convertirse en un éxito para el movimiento cuando produce una radicalización de la acción colectiva y una organización más eficaz de sus miembros. A pesar de esta ganancia para el movimiento, debe insistirse en que el primer discurso promulgado oficialmente fue el de la ilegitimidad del movimiento estudiantil. En coherencia con esta perspectiva, el gobierno atenúo la importancia de las manifestaciones estudiantiles augurando una vuelta a la normalidad en corto tiempo. Con respecto a las peticiones, el ministro de Educación, Martín Zilic, quien actúo en nombre del gobierno, consideró “extremadamente alta la petición de los escolares” y centró su discurso, sobre todo, en asuntos de orden presupuestal, como la imposibilidad de designar el pase gratuito universal. Este tipo de respuestas intentan focalizar las demandas de los estudiantes a asuntos de orden económico, desconociendo la discusión de fondo que pretendían abrir los estudiantes. Sin embargo, frente a la respuesta del ministro, los estudiantes reaccionaron prestando atención a asuntos de orden coyuntural, como el maltrato perpetrado por la fuerza pública en contra de sus compañeros o la falta de carácter del ministro. De cierta manera, en este primer momento la relación de fuerzas tiende a mostrar a unos estudiantes alborotadores, desorganizados, que no tienen 381

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claro qué quieren y a un gobierno fuerte que controla el orden público y a su vez intenta negociar proponiendo soluciones inmediatas. Gráfico No. 2. Dinámica de la oportunidad política del movimiento de los pingüinos.

Eje de la estructura de oportunidad política Régimen Político: Cultura política generada por el ascenso de Michelle Bachelet. Demandas del movimiento estudiantil: Tipo de requerimientos que hacen los pingüinos para fundamentar su movilización. Eje de las condiciones sociales Represión: Despliegue del uso de la fuerza pública para contener las movilizaciones. Facilitación: Voluntad de diálogo por parte del gobierno de Bachelet.

Este tipo de valoración sobre el movimiento estudiantil secundario sufrirá transformaciones a medida que los estudiantes persisten en sus manifestaciones públicas. Así puede evidenciarse cuando se convoca a una segunda marcha. En ésta puede advertirse una reorganización de su discurso, teniendo la atención de los medios de comunicación, los muchachos hicieron hincapié en que sus demandas no son ilegítimas, sino que, al contrario, tienen que 382

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ver con todos los chilenos. Este es el argumento que sustentó su demanda más retadora: la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, conocida como la LOCE; en muchas de las pancartas llevadas por los estudiantes se podía leer claramente esta exigencia. Incluso los estudiantes hacían gala de su creatividad con frases como: “Bachellet ve a lavar la LOCE” o la “LOCE es Loser”. Más allá de generar sonrisas, este tipo de carteles muestra dos aspectos importantes de la acción colectiva: primero, la unificación del discurso y, segundo, la capacidad organizativa del movimiento. Las manifestaciones así vistas “se convierten en la principal expresión no electoral de la política civil moderna”.8 Esta segunda salida al ruedo público por parte de los estudiantes sirvió para cambiar la tensión que había generado la primera protesta estudiantil. De pronto los estudiantes se encontraron con un gobierno que recriminaba el uso de la fuerza por parte de los carabineros y con una postura más conciliadora, más presta al diálogo. Con esta nueva posición tuvieron la capacidad de insistir en la solución de problemas de tipo estructural. Sin que perdieran prioridad las demandas más inmediatas, como la gratuidad del pasaje escolar y de la PSU; ahora, la atención se centraba en la revisión de la Jornada Escolar y en la derogación de la LOCE. Esto último tenía un peso simbólico fuerte en la cultura política chilena, toda vez que había sido uno de los últimos actos legislativos proferidos por Augusto Pinochet. La LOCE, además, dejaba al descubierto los vicios del sistema educativo. Uno de los puntos más criticados por los estudiantes era el que señalaba la “libertad de enseñanza”. Lo curioso es que de fondo esta pretendida libertad, lejos de tener que ver con ámbitos pedagógicos, se refería a la financiación de los centros educativos y a la “autonomía” que tenían los padres para matricular a sus hijos en el colegio de su elección. Detrás de este discurso, aparentemente amplio, se engendraban vicios que conducían a los chilenos a fundamentar un darwinismo educativo, en el cual la educación no era un derecho, sino un servicio al que se accedía con dinero y en contra de criterios de calidad: “Corresponde, preferentemente, a los padres de familia el derecho y el deber de edu8

TARROW, El poder en movimiento, p. 149.

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car a sus hijos. Al Estado, el deber de otorgar especial protección al ejercicio de este derecho”.9 Esta problemática desembocaba en el asunto de la municipalización de la educación, la cual generaba fenómenos de inequidad presupuestal, pues algunos municipios pudientes ofrecían mejores “servicios” a los estudiantes de su región. La municipalización, la libertad de enseñanza y el papel de los particulares que abrían un colegio y eran subvencionados por el Estado, aunque no tuvieran las condiciones mínimas para albergar a un centenar de estudiantes, convertían a la educación en un negocio. Esa era la bandera de los escolares en sus protestas: “educación un derecho no un privilegio, lucharemos por una mejor educación”, rezaba el texto de muchas pancartas que alzaban los estudiantes con vehemencia. Los pingüinos se hacen famosos “El petitorio estudiantil ha inflamado una crisis transversal de dimensiones nacionales no previstas”.10

Las diferentes apariciones públicas que sumaban los pingüinos los puso en los primeros lugares en las noticias promulgadas por los diferentes medios de comunicación chilenos. La magnitud del fenómeno secundario permeó en la cotidianidad del país. ¿Cuál fue el papel de los medios de comunicación, en particular de la prensa, sobre la acción colectiva de los estudiantes?, es una cuestión que debe ocupar una merecida atención en este análisis, dado que la prensa fue un factor decisivo en el viraje de la opinión pública acerca de las demandas publicitadas. El “pingüinazo” sirvió como “chiva” a este medio escrito, el cual volcó su atención sobre el fenómeno social. De esta manera, la publicidad contribuyó a la construcción de los marcos culturales de los estudiantes ya que “los medios acentúan las tendencias militantes presentes en toda la agrupación de activistas”.11 (Ver: Gráfico No. 3). 9 Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza. Título preliminar. Normas generales y conceptos. Artículo 2. 10 Titular de El Mercurio, 31 de mayo de 2006. 11 TARROW, El poder en movimiento, p. 224.

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Más de una vez se nos ha quedado en la retina escenas de manifestaciones públicas en donde la imagen repetida una y otra vez es la de un grupo de personas destruyendo lugares públicos o atacando sin miramientos, con esas armas letales, conocidas como piedras, a unos indefensos policías que apenas pueden utilizar sus cananas o el gas pimienta para defenderse. Lo absurdo de estas imágenes descontextualizadas es que logran un efecto segregante frente a los manifestantes, siguiendo a Tarrow “un estudiante tirándole piedras a la policía es mejor noticia que cualquier número de manifestantes marchando pacíficamente por la ciudad”.12 Los medios de comunicación, pues, tienen la capacidad de crear una cierta imagen pública del movimiento. Para el caso de los pingüinos se encuentra en un primer momento la tendencia a la deslegitimación de las marchas. En esta etapa las noticias hacen énfasis en los destrozos ocasionados por los marchantes, casi como un modo de justificar la violencia que los carabineros ejercieron en contra de los menores de edad. Discursivamente, hay una invisibilización de las principales demandas de los estudiantes, por ejemplo, después de su primera protesta, el Diario El Sur señalaba: «Los estudiantes exigen la gratuidad del transporte en la locomoción colectiva y de la prueba de selección Universitaria, además de una revisión de la jornada escolar completa”.13 Esta noticia omite la petición sobre cambio estructural, obviando la petición de derogación de la LOCE. Lo mismo sucede respecto de la JEC, donde el diario expone que los estudiantes pretenden una revisión cuando el objetivo es la derogación. En contraste con esta retórica anti-movimiento, los jóvenes escolares protagonizan una exacerbación en masa de su identidad como secundarios, como “ciudadanos” chilenos que salen a las calles a protestar pacíficamente por un derecho que es de todos, el derecho a la educación. La masa de estudiantes se enfrenta a los medios masivos con pancartas, gritando consignas como: “El cobre por el cielo y la educación por el suelo”, “adelante con la lucha estudiantil, contra la educación de mercado”, “La educación es un derecho, para el gobierno un privilegio” y cantando sonoramente 12 13

TARROW, El poder en movimiento, p. 224. Diario El Sur, 5 de mayo de 2006.

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peticiones como esta: “Vamos compañeros hay que poner un poco más de empeño, estamos en paro nuevamente la educación chilena no se vende”. Estas frases configuraron un primer repertorio de movilización utilizado por los estudiantes, quienes hacían uso de las protestas y las marchas como forma de acción colectiva. Otra característica de esta construcción colectiva de símbolos identitarios fue la adopción de “el pingüino” como mascota oficial. Era usual ver a los manifestantes cargando tiernos muñecos con la figura de estas aves. La relación con estos animales se debe al uniforme escolar que exige el uso de corbata y cuyos colores son blanco, azul marino y grises. Además, el uso de los pingüinos generaba un sentimiento de simpatía por la actitud indefensa de estas aves, misma característica que se trasladaba a los estudiantes, chiquillos que salen a defender valientemente sus derechos. La imagen de este animalito trascendió de manera tal, que actualmente la movilización de los estudiantes secundarios es conocida como la “Revolución Pingüina”. Gráfica No. 3. Papel de los medios de comunicación en el movimiento estudiantil.

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Eje de la estructura de oportunidad política Repertorios de protesta: Conjunto de prácticas que utilizan los pingüinos para ejecutar su acción colectiva en la calle. Marcos culturales: Significados construidos desde la interacción social por los miembros del movimiento. Eje de las condiciones sociales Retórica anti-movimiento: Discurso propagado por los medios de comunicación para deslegitimar al movimiento estudiantil. Retórica pro-movimiento: Discurso propagado por los medios de comunicación para legitimar al movimiento estudiantil.

A esas alturas los estudiantes habían incorporado dos elementos más en su accionar: el primero tenía que ver con su repertorio de protesta. Los estudiantes decidieron tomarse los colegios más emblemáticos de Santiago, como el Liceo de Aplicación o el Instituto Nacional.14 Estas tomas permanecerán hasta el final del conflicto y otros colegios usarán la misma estrategia a lo largo y ancho del país.15 Este mecanismo de presión, por lo innovador, generará una expectativa amplia acerca del desenlace de los acontecimientos. Por supuesto, este sentimiento era favorable a los estudiantes porque se mantenían vigentes en los medios. El segundo elemento se relaciona con los marcos culturales de los estudiantes. El campo publicitario se vio ocupado por rostros constantes de los pingüinos que se convirtieron en los portavoces de sus compañeros. Este despliegue si bien convenía a la publicidad del movimiento, generó que algunas veces el discurso proferido por ellos fuera manipulado por los mass media y esto a su vez retumbó en la organización interna de los estudiantes ya que, Los movimientos contemporáneos dependen más de la formación del consenso a través de los medios que los medios de ellos. Para lograr una base amplia, comunicarse con ella, a nivel nacional e impresionar con su fuerza a quienes ostentan el poder y a terceras partes, los mo14 Para conocer un seguimiento cercano del proceso de las tomas de los colegios y la organización interna del movimiento estudiantil, puede consultarse el documental dirigido por Jaime Díaz titulado “La Revolución de los Pingüinos”, 2006. 15 A finales de mayo, el balance era de 70 colegios en paro, 37 locales ocupados, 17 en huelga, en esta capital y en otras seis ciudades.

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vimientos enmarcan las cuestiones de modo que sean transmitidas por los medios. Sin embargo, los medios de comunicación, que tienden a pasar rápidamente de una noticia a otra, no dependen de las actividades de los movimientos para obtener noticias.16

No obstante, la dilatación del conflicto sirvió para que la organización del movimiento se fortaleciera. Su principal forma de comunicación interna eran las asambleas, mismas que se organizaban en cada colegio para estudiar y discutir la LOCE, proponer alternativas de cambio y evaluar los repertorios de protesta que más les convenía. Es interesante ver que incluso en la fase final de este periodo de movilización, cada colegio tenía la autonomía de decidir si salía a protestar a las calles o se quedaban dentro de los colegios realizando jornadas de reflexión. De una u otra manera el objetivo era el mismo: generar canales de comunicación con el gobierno para que la educación fuera reformada estructuralmente. Por eso, cuando el 21 de mayo en la noche la presidenta Bachelet no hizo mención a sus demandas y tan sólo hizo alusión a los desmanes ocurridos durante las protestas e insistió que con la “capucha puesta no se negocia”, la respuesta de los estudiantes prestos a la disrupción17 fue radicalizar las jornadas de protesta. La prensa lo documentó de esta manera: Dejaron las capuchas en sus casas. Así podría resumirse el actual movimiento de paros y tomas en siete liceos emblemáticos de la comuna de Santiago, sin actos de violencia e incluso con el apoyo de padres y profesores, los estudiantes están capitalizando un malestar de los que muchos se están haciendo eco. Ya no es sólo patear piedras, sino poner en la mesa el debate sobre los pilares del actual sistema educativo: la Ley Orgánica Constitucional de Educación, la jornada escolar completa y la municipalización.18 16

TARROW, El poder en movimiento, p. 225. Dentro de la estructura de la oportunidad política, se considera que la disrupción fuera de significar actos violentos, está más orientada a entender que “el diseño de tácticas innovadoras y disruptoras, que temporalmente llevan a un punto muerto las relaciones de negociación, detienen el curso de los acontecimientos y les da tiempo de reorganización a los movimientos”. MCADAM, MCCARTHY y MAYER (eds), Movimientos sociales: perspectivas comparadas, p. 37. 18 La Nación, 24 de mayo de 2006. 17

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Más allá de las consignas o el uniforme utilizado por los escolares, la estrategia de continuar con las protestas y las tomas dio a los estudiantes la atención necesaria para que pudieran ganarse un espacio político en la apretada agenda gubernamental. Mientras tanto, la prensa seguía paso a paso las acciones del estudiantado. En su discurso escrito, puede advertirse un viraje hacia una retórica pro-movimiento el cual, entre otras cosas, señalaba: “nacidos y educados en democracia, los estudiantes secundarios se han convertido en el referente de una nueva forma de movilización social acorde con el siglo XXI”.19 Atrás quedó la satanización de los estudiantes, ahora eran tratados como héroes nacionales, o para ser más osados, eran tratados como estrellas de televisión. La voz de los pingüinos Y como en todo espectáculo público, siempre habrá unos protagonistas, pronto los nombres de María Jesús Sanhueza, César Valenzuela, Juan Carlos Herrera, María Huerta y Karina Delfino,20 comenzaron a llenar las páginas de los tabloides. Al principio, por la falta de experiencia, concedieron entrevistas a diestra y siniestra y esto les valió algunos errores que redundaron en el movimiento, a futuro sería la lección que le transmitirían a sus continuadores: “No mostrar la casa ni tu pieza. Que no se sepa con quién pololeas. Poco importa si la mamá de algún dirigente está con depresión, no se lo cuentes a ningún medio que puede usarlo como portada”.21 Las voces de estos estudiantes sonaban en los medios de comunicación chilenos, ellos eran los encargados de transmitir las decisiones tomadas por los estudiantes en cada colegio y a través de las asambleas organizadas previamente. Aprendieron rápidamente a armar ruedas de prensa improvisadas al frente de los colegios tomados, sacando un par de pupitres y portando casi siempre el uniforme que los identificaba como escolares de la educación 19

La Tercera, 31 de mayo de 2006. Hago mención de estos nombres porque son los más mencionados en los medios de comunicación, sin desconocer la importancia de otros dirigentes estudiantiles. 21 El Mercurio, 15 de octubre de 2006. 20

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media. Sus declaraciones eran por lo general cortas. Fue también otra lección que aprendieron: “se dice solamente lo necesario para no ser malinterpretado”. ¿Quiénes eran los pingüinos que lideraban a los demás? Lejos de hacer apologías a la personalidad de los líderes, lo que pretendo es mostrar cómo ellos fundamentaron la convicción necesaria para ganar más adeptos a la causa. Insisto, “los símbolos de la acción colectiva no pueden leerse como un texto independientemente de las estrategias (sic) las relaciones conflictivas de los movimientos que lo difunden en el tiempo y en el espacio”.22 A nivel organizacional, los movimientos sociales requieren de unos representantes que muestren públicamente un discurso estructurado para que puedan comunicar y transmitir las decisiones del grupo. Igualmente, las personas encargadas de comunicar las disposiciones del grupo deben generar solidaridad y convicción para. Por un lado, ampliar el escenario de confrontación y, por otro, ganar más simpatizantes al movimiento. Sin embargo, así como el movimiento secundario era heterogéneo, asimismo la baraja de sus líderes era disímil; en la dirigencia convivían estudiantes que militaban en el Partido Comunista (PC) con posturas de izquierda y estudiantes no asociados a ninguna organización, e incluso más de “centro derecha”, como ellos mismos se identificaban. En el ala radical podemos ubicar a María Jesús Sanhueza, conocida entre sus compañeros como “la Joshu”. Fue de las primeras estudiantes que se manifestó públicamente ante los medios de comunicación y también fue de las últimas que continuó en la dirigencia, incluso cuando la coyuntura de mayo-junio ya había terminado. Desde el año 2005, había organizado un grupo de estudio en el Liceo Carmela Carvajal de Providencia, denominado CRAC (Colectivo Revolucionario de Alumnas Conscientes), su participación en este grupo le valió la vocería por su colegio durante la movilización pingüina. Al tiempo que pertenecía al grupo estudiantil, ingresó a las filas del Partido Comunista, las lecturas realizadas en el marco de su militancia marcaron su visión de la problemática que protagonizaba: “no es necesario salir a la calle para darse cuenta de que en un lugar viven las personas sin plata y en otro las que 22

TARROW, El poder en movimiento, p. 215.

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tienen dinero; que los que no tiene plata deben tomar la micro, y los otros pueden andar en auto. Es una cuestión cotidiana que sobrepasa la ideología”.23 Sus declaraciones públicas se caracterizaban por ser como un trueno: fugaces, pero dejaban retumbando en los oídos expresiones tajantes, como “que la educación la administre cada comunidad”, o “no es posible reformar en serio la educación, mientras exista el capitalismo”. Su arrojo le valió la estigmatización como “estudiante revoltosa”. Esta fama le costó una expulsión en el 2007, mientras estudiaba en el Liceo Anexo Benjamín Vicuña, debido a un intento de toma de la institución. Con los ánimos escindidos, ya sin una oportunidad política clara, la comunidad educativa no apoyó la toma. Como represalia, el alcalde Zalaquett dijo: “ella piensa que no ha hecho nada malo, cree que el mundo gira en torno a ella. Se cree una pequeña reina, pero alguien le tiene que poner los puntos sobre las íes […]”.24 María Huerta, radical aunque sin militancia política, al menos no mientras se desempeñó como dirigente de los pingüinos,25 se caracterizó por su discurso vehemente y retador. Siempre estuvo al frente de las manifestaciones o dando declaraciones públicas. Algunos la tildaron de intransigente, pero ella se defendía diciendo que era importante ser fuerte para lograr los objetivos. Así definía su función como dirigente estudiantil: “nuestra estructura nació de la necesidad de garantizar que todos participaran. El dirigente existe, habla y se hace escuchar según las opiniones generadas en las bases, se somete a lo que digan las bases y a lo que las bases quieran que diga. El dirigente es sólo quien habla por todos y nada más que por la obligación de tener una estructura”.26 Junto a las Marías está Juan Carlos Herrera, conocido como el “comandante conejo”. Sobra la explicación de este sobrenombre si pensamos en la característica prominente de este animalito. 23

DOMEDEL y PEÑA Y LILLO, El mayo de los pingüinos, p. 85. La Nación, 6 de junio de 2007. 25 Pasado el conflicto pingüino, María Huerta comenzó a militar con el Partido Demócrata Cristiano, donde fue acogida por sus principales líderes. Parece que luego de la acción colectiva estudiantil, se generaron nuevas oportunidades políticas, esta vez, para los miembros del gobierno oficial, los cuales reclutaron a muchos estudiantes hacia sus filas partidistas. 26 Ver: http://www.fortinmapocho.com/detalle.asp?iPro=875&iType=16 24

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Siempre aparecía ante las cámaras, impasible, serio, fumando o con papeles en sus manos. Asegura que siempre fue escéptico a participar en algún grupo político hasta que conoció al CREAR (Cordón Rebelde de Estudiantes Autónomos Revolucionarios), a este grupo lo define como “un espacio de discusión y acuerdos políticos”.27 Este mismo escepticismo lo orientó a hacer el balance de la movilización que lideró así: “Nunca tuve esperanzas en que las movilizaciones del 2006 trajeran grandes transformaciones en la educación, pero sí en la experiencia organizativa que le quedaría a las futuras generaciones, sobretodo, la de ‘aprender a tomarse los colegios’”.28 César Valenzuela y Karina Delfino, representaron el ala moderada del movimiento estudiantil. Según la prensa, también protagonizaron una historia de amor, esto fue en la época en que los chiquillos eran tratados como estrellas de televisión e intentaban buscar detalles de su vida privada.29 Ambos aparecen como admiradores de Allende y simpatizantes del Partido de la Concertación, por eso su discurso se aleja de incentivar el desorden y la violencia de sus compañeros. En coherencia con esto, César asegura: “no soy de esas personas que se denominan marxistas o capitalistas. Yo tengo una idea y si se parece a otra, perfecto, pero no es que yo me tenga que adaptar a una idea que no es mía”.30 Por su parte, Karina acepta las dificultades que tuvo con los otros dirigentes por su postura blanda. En sus propias palabras el conflicto reflejaba “un contexto donde tú tienes a algunos que queríamos irnos a trabajar duramente, pero ya no en toma, y otros que quieren seguir en la lucha […] ahí tienes el drama”.31 Después de estos breves perfiles de los rostros del movimiento estudiantil, quedan claros dos elementos: el primero que tiene que 27

DOMEDEL Y PEÑA Y LILLO, El mayo de los pingüinos, p. 81. DOMEDEL Y PEÑA Y LILLO, El mayo de los pingüinos, p. 81. 29 Llama la atención puesta por los medios de comunicación a la actual dirigente estudiantil chilena, Camila Vallejo. Al principio, admiraban su belleza, esto sirvió para que la llamaran “diva de la revolución”; luego fue catalogada de comunista ortodoxa y hasta de rockera. Esto refleja un intento sistemático por parte de los mass media, de control de la opinión pública, haciendo uso de categorías morales que podrían deslegitimar el discurso político que está detrás de los protagonistas de la acción colectiva. 30 DOMEDEL Y PEÑA Y LILLO, El mayo de los pingüinos, p. 67. 31 DOMEDEL Y PEÑA Y LILLO, El mayo de los pingüinos, pp. 81 y 96. 28

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ver con las estrategias utilizadas por los estudiantes para extender sus reivindicaciones a otros sectores de la sociedad con miras a encontrar aliados al movimiento. El segundo elemento hace alusión a la importancia de los medios de comunicación en la configuración de los elementos de la acción colectiva. En este sentido, la revisión de prensa realizada para el desarrollo de este escrito32 muestra una tendencia mayoritaria a cubrir los asuntos relacionados con lo que hemos denominado oportunidad política, sobre todo lo que tiene que ver con el conflicto develado entre el gobierno y los estudiantes. Le siguen en orden de importancia las noticias relacionadas con los resultados y reacciones obtenidas por los pingüinos en el transcurso de las negociaciones, y en último lugar se presta atención a los repertorios de protesta y marcos culturales construidos por el movimiento. Por supuesto, es claro que la función de los medios de comunicación no es exaltar al movimiento, por lo que resulta lógica la tendencia encontrada en este análisis. (Ver: Gráfico No. 4). Gráfico No. 4: Balance de noticias prensa (por número) en relación con los elementos de la acción colectiva.

32 Sea esta la oportunidad de agradecer al profesor Francisco Zapata por haberme facilitado su colección personal de prensa relacionada con el movimiento Pingüino.

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Los pingüinos son ciudadanos «Vamos a conversar con los jóvenes, los vamos a invitar a seguir dialogando» señaló, al mismo tiempo que aseguró que «siempre hemos tenido las riendas» en el conflicto con los escolares.33

Cuando Bachelet asumió el poder en Chile, de seguro no imaginó que su primera piedra en el zapato iba a provenir del sector estudiantil secundario. A pocos días para su alocución presidencial, discurso esperado por el pueblo chileno porque daba a conocer las directrices de su plan de gobierno, los secundarios salieron a las calles a exigirle que se manifestara con respecto a una reforma profunda del sistema educativo. Como acto de presión, un día antes de la alocución, los estudiantes decidieron tomarse algunos colegios, con esto esperaban una manifestación contundente por parte del gobierno. Sin embargo, en su discurso Bachelet no mencionó las exigencias de los estudiantes, salvo para decir que: Quiero ciudadanos críticos, conscientes, que planteen sus ideas y reivindicaciones. Pero esta crítica debe hacerse con un espíritu constructivo, con propuestas sobre la mesa y, lo más importante, a cara descubierta y sin violencia. Quiero ser muy clara: lo que hemos visto en semanas recientes es inaceptable. No toleraré el vandalismo, ni los destrozos, ni la intimidación a las personas aplicaré todo el rigor de la ley. La democracia la ganamos con la cara descubierta y debemos continuar con la cara descubierta.34

Esta actuación por parte del gobierno permitió a los estudiantes justificar su acción colectiva, ahora más multitudinaria que al principio. Lo que continuó fue una tensión discursiva manifestada en diferentes prácticas de uno y otro bando. Estaba claro que los estudiantes no iban a bajar las banderas tan rápido, pero también se sabía que el gobierno no iba a ceder fácilmente a todas las exi33

Palabras del Ministro de Educación Martin Zilic. En: La Tercera. 30 de mayo de 2006. Palabras de la presidenta Michelle Bachelet durante la alocución presidencial televisada el día 21 de mayo de 2006. 34

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gencias que se le hacían. De esta manera, comenzó a aparecer un discurso oficial que se enfrentaba con el discurso estudiantil. Este último luchaba por representarse como un discurso ciudadano que debía ser escuchado por el total de la población chilena. De la relación entre estas dos arengas surgirán las propuestas que darán término a las movilizaciones pingüinas. (Ver: Gráfico No. 5). Gráfico No. 5. Oportunidad política generada a partir del discurso utilizado.

Eje de la estructura de oportunidad política Régimen Político: Cultura política generada por el ascenso de Michelle Bachelet. Demandas del movimiento estudiantil: Tipo de requerimientos que hacen los pingüinos para fundamentar su movilización. Eje de las condiciones sociales Discurso institucional: Lenguaje/comunicación político/a utilizado por el gobierno de Bachelet. Discurso ciudadano: Lenguaje utilizado por los estudiantes autorreferenciados como ciudadanos.

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Las palabras de la presidenta mostraron una preocupación por la educación, pero en un sentido global, Más recursos para los niños de familias con menores ingresos; si, pero también más rendimiento de las escuelas donde esos niños asisten. Por eso pido a este congreso que apruebe prontamente la Ley de subvención preferencial. En la educación pública redoblaremos el trabajo con nuestros alcaldes, para que los municipios gestionen con eficiencia y eficacia a sus escuelas. Apoyaremos a 100 escuelas prioritarias, en las zonas con mayor población y a 50 liceos prioritarios en todo Chile. De lo que se trata es que reciban el apoyo experto de universidades e instituciones prestigiosas para tener escuelas y liceos de excelencia a lo largo del país.35

Pero los estudiantes hacían alusión a reformas concretas; le exigían al gobierno que les respondiera por cuestiones específicas, como la Jornada Escolar Única, la cual surgió para mejorar la calidad de la educación en un sentido integral. Se suponía que la ampliación de la jornada serviría a los estudiantes para que utilizaran su tiempo aprendiendo otro tipo de conocimientos diferentes a las materias duras que debían estar en los currículos; serían espacios para el arte, la literatura, el deporte, etcétera. Pero, según testimonios de los secundarios, esas horas extras se utilizaban para seguir viendo las materias establecidas y, aparte, luego de la jornada debían seguir haciendo labores escolares. La lucha de los escolares era más difícil aún, además de tener que buscar canales para hacerse visibles, tenían que encontrar un discurso que legitimara sus luchas; su voz era escuchada como la de estudiantes sin experiencia que peleaban por algo, pero ellos querían ser vistos como ciudadanos activos de la política chilena y lo usaban en ristre con el discurso oficial cuya bandera política era “el gobierno de los ciudadanos”. La estrategia utilizada por los estudiantes, exitosa hasta cierto punto, fue la de sentarse en la mesa de negociación, pero manteniendo las protestas y las tomas. Los adultos, seguros y expertos 35 Palabras de la presidenta Michelle Bachelet durante la alocución presidencial televisada el día 21 de mayo de 2006.

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en esos asuntos de la acción colectiva, criticaban la actitud de los secundarios argumentando que no era posible una negociación mientras se siguiera saliendo a las calles: “Uno cuando está negociando no anda pegando patadas por debajo de la mesa. Uno negocia y el día en que la negociación es un fracaso, ahí pasa a otro tipo de medidas [...] En este caso se ha dado una cosa muy curiosa: mientras se está negociando se quiere a la vez estar presionando”.36 Lo que no analizaban los expertos era que esta forma “errada” de accionar permitía a los estudiantes tener fuerza y visibilidad ante la opinión pública. La negociación no se hacía a puerta cerrada, la negociación la debían conocer todos los chilenos. Uno de los personajes que no comprendió prontamente esta dinámica fue el ministro Martín Zilic, quien en un comienzo se mantuvo al margen de la situación; luego, por petición de la presidenta, se hizo cargo y la enfrentó con el discurso tradicional, es decir, no se negociaba si no se des-movilizaban los secundarios, pero como no encontró eco a su invitación tuvo que sentarse a negociar con los estudiantes y soportar improperios que lo descalificaban como interlocutor real de la movilización. Con todo, surgió una primera propuesta concreta por parte del gobierno. Si bien esta no satisfizo a los secundarios, sí evidenció un viraje entre una propuesta global a la educación a reformas concretas del sistema educativo. La propuesta avalada por el ministerio de Hacienda consistía en: […] un aumento de raciones alimenticias en educación media, gratuidad para el 60 por ciento de los estudiantes, los más pobres, que rindan la prueba de selección Universitaria, así como eventualmente la gratuidad en la tarifa escolar para el sector más necesitado de los jóvenes, un tema que aún está por definirse y cuantificarse. También se incluirá la liberación de la tarjeta de pase escolar que actualmente se utiliza para el transporte colectivo de la región Metropolitana. Otra de las materias que también encontró acogida en el Gobierno fue el pago de las prácticas que efectúan los jóvenes egresados de la enseñanza técnico-profesional.37 36 37

La Nación, 23 de mayo de 2006. La Nación, 30 de mayo de 2006.

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Como en esta primera propuesta el gobierno no logró su cometido, el cual era desarticular al movimiento y regresar a la normalidad de las clases escolares, los diálogos persistieron. Esta situación fue aprovechada por los estudiantes, quienes convocaron a un paro nacional para el día 30 de mayo. Ya se había completado un mes de movilización y el panorama seguía estando borroso con respecto a una solución viable. Los escolares parecían fuertes en su decisión de no ceder ante las propuestas del gobierno, al tiempo que éste intentaba mostrar la mejor cara de la concertación. Por esta razón, mientras el ministro citaba a una reunión “ampliada” a todos los estudiantes que quisieran dialogar —error garrafal—, los mismos salían a las calles de nuevo. El primer balance del paro nacional realizado por los estudiantes secundarios señala que ya existen 250 establecimientos educacionales plegados a la movilización. La información fue entregada por la vocera de la comisión política de la asamblea de estudiantes Secundarios, María Huerta, quien dividió la cifra en 100 liceos municipales, 50 técnicos-profesionales, 50 particulares y 50 particulares subvencionados.38

De nuevo, el ministro se dio un baño de realidad cuando comenzaron a llegar centenares de estudiantes que fueron agrupándose al frente de la Biblioteca Nacional, el recinto resultó pequeño para la cantidad de escolares que querían ingresar a debatir la propuesta, y finalmente tuvo que cancelarse la reunión. La razón central de los estudiantes fue la ausencia del ministro, quien delegó a su subsecretaria, Pilar Romaguera, para que liderara los diálogos. La razón del gobierno fue de tipo organizativo, en el lugar no cabían todos los escolares. Pese a que no se negoció, el evento sirvió una vez más para medir las fuerzas entre el movimiento social y su oponente. De esta manera, la acción estudiantil se veía fortalecida con el apoyo de los muchos estudiantes que asistieron desde diferentes partes del país; mientras que el gobierno parecía improvisar soluciones para atajar la hecatombe. Allí no terminó la situación:

38

El Mercurio, 30 de mayo de 2006.

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Luego de este quiebre, los voceros de la asamblea estudiantil secundaria marcharon hacia el Liceo de Aplicación donde los esperaban cerca de 200 mil jóvenes. En su interior, los 200 dirigentes decidieron aceptar el llamado de la subsecretaria, quien les pidió que eligieran a menos representantes para dialogar. Los estudiantes crearon seis zonas: Santiago Centro, poniente, oriente, norte y sur, además de regiones.39

La recta final de esta movilización comenzaba con una aparente ventaja para los estudiantes. El 1 de junio, la presidenta Bachelet publicó una nueva propuesta, ésta pretendía dar respuesta a cada uno de los puntos planteados por los secundarios, en resumen, la propuesta rezaba así: 1. Mejoras en la infraestructura. 2. Aumento de raciones alimenticias. 3. Cambios en la LOCE. 4. Creación de una superintendencia de Educación. 5. El pase escolar se entregará sin costo, podrá ser usado todos los días y se incrementará el subsidio a las familias más pobres para ayudar en el transporte de los pequeños. 6. Formación de un Consejo Asesor Presidencial de Educación, que forje una visión consensuada acerca de temas como la LOCE, la Jornada Escolar Completa, de la municipalización, de las prácticas pedagógicas, formación docente, de sistemas de evaluación, los parámetros de calidad, la relación entre educación media, la educación superior y el mercado laboral, cómo la educación técnica se vincula al mundo del trabajo, las medidas de mejoramiento de la equidad y la integración social.40

El Consejo Asesor Presidencial de Educación no era una idea nueva del gobierno; un mes atrás ya había sido planteado por la presidenta en el marco de las primeras negociaciones. Para ese entonces, los estudiantes no aceptaron la propuesta por considerar que se habían desconocido varios puntos de sus exigencias. Ahora, con el paso del tiempo y dado el tipo de propuesta concreta que emergía oficialmente, los estudiantes comenzaron a negociar el porcentaje de participación en dicho Consejo. Vale aclarar que esta aceptación por parte del movimiento secundario no fue 39 40

La Nación, 30 de mayo de 2006. Propuesta de la presidenta Michelle Bachelet ante los estudiantes.

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inmediata. Luego de que se hiciera oficial, la misma transcurrió una semana de movilizaciones fuertes a las cuales se integraron otros sectores relacionados con la educación, como los maestros y los universitarios. La integración de otros sectores sociales marcaría el curso definitivo de la movilización. El objetivo de este Consejo Asesor era discutir las principales problemáticas del sistema educativo chileno, y avanzar en soluciones claras que condujeran a una reestructuración profunda de la política educativa. Esto, según el discurso del gobierno, debía centrarse en la solución de cinco puntos, especialmente: La Ley Orgánica de Enseñanza, la aplicación de la Jornada Escolar Completa, la gestión de los municipios, la formación de los profesores y cómo elevar la calidad de la enseñanza. Por el número de miembros convocados a integrar el Consejo, la idea fue que hubiera una división por grupos de trabajo, los cuales se encargarían de debatir específicamente una cuestión educativa. Al final, en un plazo de seis meses debía surgir un informe el cual se tendría en cuenta a la hora de realizar los cambios en el sistema educativo del país. Simultáneamente, la presidenta Michelle Bachelet radicó ante la Cámara de Diputados el proyecto de reforma constitucional que establece como deber del estado velar por la calidad de la educación.41 Así pues, la dinámica del movimiento secundario pasó de una posición fuerte que marcaba el ritmo de las negociaciones, a simplemente hablar del número de representantes que integrarían el Consejo Asesor. Este cambio representó para los estudiantes un triunfo paradójico, en el sentido en que lograron hacer escuchar sus demandas ante los estamentos gubernamentales encargados; pero de esta manera desplazaron el poder de convocatoria que tenían como grupo organizado a las reglas impuestas por el gobierno. En este sentido, la acción social fue absorbida por la oficialidad, que hizo suyo el discurso y lo introdujo dentro del aparato político. Desde la perspectiva sociológica aquí abordada, podría decirse que el movimiento logró su objetivo, el cual fue integrar 41 Mensaje de S.E. la presidenta de la República con el que inicia un proyecto de Reforma Constitucional que establece como deber del Estado velar por la calidad de la educación, Santiago, 6 de junio de 2006. Este proyecto modificaría específicamente los artículos 19, No. 10 y 11, y el 20 de la carta fundamental.

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sus reivindicaciones a la estructura política. Sin embargo, falta por analizar qué tanto del discurso de sus demandas fueron transformadas por el aparato burocrático. Así, estamos ante una paradoja: los estudiantes lograron ser escuchados por “todos” los sectores sociales, incluyéndose así en el ámbito de las decisiones políticas; pero al ser escuchados perdieron relevancia, porque la problemática ya no les pertenecía sólo a ellos. En otras palabras, con la universalización de su discurso fueron acallados. El 9 de junio de 2006, los estudiantes anunciaron públicamente la vuelta a la normalidad en sus actividades escolares, hicieron un llamado a sus compañeros para que asistieran a las clases en cada una de las instituciones educativas. Los medios de comunicación informaban así el fin de una “lucha histórica” por la educación; estas noticias, además, daban cuenta de lo efímero de la retórica de los medios de comunicación: de un día para otro la lucha de los secundarios se convirtió en pasado, destacaron sus lecciones, sí, pero pronto la lucha secundaria pasó de moda. El tiro de gracia lo dispararon los propios estudiantes y decidieron quitarse de encima un muerto que aplasta todas sus esperanzas. La educación pública en Chile es un cadáver y su descomposición apesta. En eso todos gobierno, oposición, alumnos, profesores, ciudadanos en general, están de acuerdo. Pero hasta hace un par de semanas, nadie pensaba que era el más importante asunto de Estado, hasta que el eslabón más débil –los estudiantes– decidió romper la cadena de despropósitos desafiando a toda la sociedad a dar una respuesta definitiva.42

El aire triunfalista que los medios de comunicación le dieron al movimiento tuvo como efecto la desactivación de los repertorios de protesta. La opinión pública ya no podía entender por qué los estudiantes insistían con el paro si el gobierno ya había respondido. Por esta razón, los jóvenes decidieron desistir de las tomas y marchas, y recluirse de nuevo en sus colegios donde prometieron estar al tanto del desarrollo de los debates en el Consejo. Aunque inicialmente la exigencia de los estudiantes era tener el 50% de la 42

La Nación, 4 de junio de 2006.

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representación en dicha instancia, fue el gobierno quien asumió la convocatoria de quienes participarían, y redujo el cupo de los secundarios a seis. (Ver: Gráfico No. 6). Gráfico No. 6 % de la composición del Consejo Asesor Presidencial para la Educación

Fuente: La Tercera, 8 de junio de 2006.

Por su parte, el proyecto de reforma radicado ante la Cámara de Diputados planteaba la modificación de algunos artículos de la Constitución, la justificación señalada por la presidenta fue la movilización de los estudiantes secundarios. El texto dice que: “Ellos plantearon demandas que el Gobierno calificó como justas y legítimas por una educación de mayor calidad”. A nivel político, estas declaraciones le ofrecen a la acción colectiva estudiantil un triunfo simbólico, mismo que será retomado posteriormente por las demandas estudiantiles de los universitarios durante el 2011. Veamos con detenimiento de qué se trataba la reforma: CONSTITUCIÓN 1980 Art. 19, No. 10 Corresponderá al Estado, asimismo, fomentar el desarrollo de la educación en todos sus niveles; estimular la investigación científica y tecnológica, la creación artística y la protección e incremento del patrimonio cultural de la Nación.

PROYECTO DE REFORMA 2006 Art. 19, No. 10 Corresponderá al Estado, asimismo, resguardar el derecho a la educación, fomentar el desarrollo de la educación en todos sus niveles; velar por la calidad de ésta; estimular la investigación científica y tecnológica, la creación artística y la protección e incremento del patrimonio cultural de la Nación.

Continúa

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CUANDO LOS PINGÜINOS SE TOMARON LAS CALLES EN CHILE PROYECTO DE REFORMA 2006

CONSTITUCIÓN 1980

Art. 19, No. 11 Art. 19, No. 11 La libertad de enseñanza incluye el derecho de abrir, La libertad de enseñanza incluye el derecho de abrir, organizar y mantener establecimientos educacionales. organizar y mantener establecimientos educacionales, en conformidad a la ley. Se agrega el siguiente inciso final: La ley determinará los mecanismos básicos para asegurar la calidad de la educación. Art. 20 Procederá, también, el recurso de protección en el caso del Nº 8º del artículo 19, cuando el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación sea afectado por un acto u omisión ilegal imputable a una autoridad o persona determinada.

Art. 20 Procederá, también, el recurso de protección en el caso del Nº 8º y del número 10 del artículo 19, cuando el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación o el derecho a la educación sea afectado por un acto u omisión ilegal imputable a una autoridad o persona determinada.

Como puede observarse, esta propuesta no encara la problemática de la libertad de enseñanza, y tampoco se establece claramente cuáles van a ser los mecanismos para permitir o no la apertura de un nuevo establecimiento educativo. Además, no se menciona en qué consistirá la mejora de la calidad de la educación ni la manera en que va a evitarse la segregación de los jóvenes con menos recursos económicos. Entonces, la reforma da la impresión de plasmar en el papel conceptos claves debatidos por los secundarios, pero sin realizar una reflexión de fondo de las implicaciones prácticas de estas modificaciones. Esta situación, bajo la perspectiva de Tarrow, es predecible ya que “el resultado es que las políticas de reforma rara vez coinciden con los planteamientos iniciales de los grupos de protesta. De hecho las reformas que ellos ponen en marcha, a menudo, benefician a otros grupos más que a ellos mismos”.43 Ya no hay calles para los pingüinos «Nuestra resolución es que detenemos momentáneamente lo que son las tomas, lo que son los paros. No nos estamos desmovilizando. Esto es sólo una muestra de otra forma de movilización”.44 43 TARROW, “Estado y oportunidades: la estructuración política de los movimientos sociales”, pp. 69-70. 44 Palabras del dirigente Juan Carlos Herrera, El Mercurio, 9 de junio de 2006.

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El costo político de una movilización que se detiene no es predecible, puede ser un primer paso a su desaparición total o la apertura de nuevos espacios de oportunidad política para otros que vienen detrás. El análisis de la acción colectiva requiere entonces de una perspectiva procesual que trascienda el momento coyuntural, donde, por lo general, los movimientos dan golpes publicitarios y atraen la atención de la población en general. Desde la perspectiva teórica aquí planteada: la aparición de oportunidades políticas genera recursos externos para la gente que carece de recursos internos, aberturas donde antes sólo había un muro, alianzas anteriormente inviables y realineamientos que parecen capaces de aupar a nuevos grupos de poder […] la estructura de las oportunidades es una voluble amiga de los movimientos, particularmente de aquellos que se basan en grupos pobres en recursos.45

Para el caso de los pingüinos, la apertura de espacios les significó también la negociación con quienes ocupaban los mismos. Por esta razón la acción colectiva de los escolares encontró aliados (estudiantes universitarios, padres de familia, docentes, sectores políticos de izquierda, etcétera) que indefectiblemente influyeron en la valoración social de su lucha y en el desenlace de la movilización del año 2006. Ahora bien, desde la perspectiva procesual arriba mencionada, la aparición de los aliados al movimiento fue paulatina a medida que el escenario político iba moldeándose con el curso de los acontecimientos. Estas alianzas, directas o indirectas, el paso del tiempo y la respuesta gubernamental, darán la estocada final a la marcha de los pingüinos. Entender la confluencia de estos elementos permitirá una comprensión más amplia de la acción colectiva secundaria, y ampliará las cuestiones relacionadas con el éxito o fracaso de una movilización social. (Ver: Gráfico No. 7).

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TARROW, El poder en movimiento, p. 177.

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Gráfico No. 7. Capacidad del movimiento estudiantil para abrir espacios de acción.

Eje de la estructura de oportunidad política Repertorios de protesta: Conjunto de prácticas que utilizan los pingüinos para ejecutar su acción colectiva en la calle. Respuesta gubernamental: Medidas legislativas tomadas por el gobierno de Bachelet. Eje de las condiciones sociales Incertidumbre: Capacidad del movimiento estudiantil para generar expectativas en la sociedad civil. Normalización: Naturalización de la protesta. Pérdida de interés por parte de la sociedad civil.

A lo largo de nuestro recorrido hemos visto cómo la posición del gobierno frente a las movilizaciones estudiantiles cambió: de una represión abierta y una deslegitimación de las reivindicaciones se pasó a la apertura de espacios de negociación donde se reconoció a los jóvenes como interlocutores válidos en el ámbito político. El contraste de las dos imágenes arroja gratos resultados a los secundarios, uno de ellos, el más importante, fue que lograron poner de relieve la problemática educativa a lo largo y ancho 405

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del país, de manera tal que la educación fue tema de debate en sectores sociales disímiles. En pocas palabras, los pingüinos lograron poner de moda el asunto de la reforma educativa, y esto representa un logro trascendental que se guardará en los annales de la historia chilena. Ahora bien, estos espacios conquistados fueron de cierta manera institucionalizados por el gobierno, lo que produjo una reducción de la incertidumbre por parte de los ciudadanos. Asimismo, cuando la solución planteada por el sector oficial fue aceptada por los estudiantes, la gente asumió que el conflicto había terminado, y dieron vuelta hacia la normalización. Un ejemplo de esta aseveración la encontramos meses después, en octubre, cuando los secundarios intentaron iniciar nuevamente un paro debido a la insatisfacción generada por la dinámica que había asumido el Consejo Asesor. La respuesta fue la siguiente: Poco queda de la gran movilización de mayo. Divisiones internas en la asamblea de secundarios, desinterés de la opinión pública y los plazos de la comisión son algunas de las razones del fracaso de estas protestas de octubre […] además la gente dice que son inoportunos, lo dicen por la fecha cuando quedan semanas para que termine el año escolar y los exámenes finales se amontonaron en el calendario y especialmente para los que están a punto de colgar definitivamente el jumper y la corbata”.46

Pero la legitimación por parte del Estado no es lo único que debe mencionarse. Detenernos en el tipo de aliados que encontraron los pingüinos para el desarrollo de su travesía también es un elemento que ayuda a entender las razones del agotamiento de la acción social en el 2006. El primer aliado visible y madrugador del conflicto emprendido por los secundarios fue el sector de los maestros. Varios fueron los comunicados emitidos por el Colegio de Profesores, precedido por el señor Jorge Pavez en los que apoyaban el paro estudiantil por sentirse identificados con las problemáticas mencionadas en el pliego de lucha de los chiquillos, en uno de 46

La Nación, 22 de octubre de 2006.

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sus comunicados se puede notar el respaldo total a los secundarios: “una agenda de debate público, seria y plural, de amplia participación ciudadana, que incluya como temas la erogación de la LOCE, la evaluación del proceso de municipalización de la educación y la Jornada Escolar Completa”.47 Siguiendo la idea mencionada en líneas anteriores, la oportunidad política que se despliega por la acción colectiva de un grupo en particular puede abrir espacios a otros grupos organizados; este es el caso de los maestros, quienes al entrar en el conflicto y participar del debate educativo planteado, ganaron a su favor reformas que les benefició particularmente: “Luego de tres meses de peleas y movilizaciones, el magisterio logró beneficios para jubilados y bonos de término de conflicto. El magisterio consiguió un importante regalo para conmemorar hoy el Día del Maestro: recuperar la asignación de título perdido desde 1978 algo que ni siquiera los propios profesores pensaron obtener”.48 Otro aliado madrugador fue el sector conformado por los padres de familia. Por supuesto, es un sector no organizado cuya identidad común era ser los padres de los escolares que estaban en la lucha. Este elemento cohesionador sirvió para que desde las primeras movilizaciones prestaran férreo respaldo a sus hijos. Al principio salieron a las calles indignados por el maltrato proferido por parte de los carabineros a los menores de edad. Posteriormente comprendieron que las reformas exigidas por sus hijos redundaba en bienestar para ellos mismos. Por esta razón dejaron el miedo heredado de la dictadura y salieron a marchar a las calles. La cultura política chilena recuperó para sí la participación de personas anónimas del sistema y de eso eran conscientes ellos mismos: “Les agradezco a todos los jóvenes de Chile que están paralizados, y nos hicieron despertar. Quizás el liceo nuestro no tiene grandes problemas, pero a nivel país si los hay”.49 Dentro de esta baraja de asociados no podía faltar el sector estudiantil universitario. La característica central del movimiento 47

La Nación, 28 de mayo de 2006. La Nación, 16 de octubre de 2006. 49 El Mostrador, 25 de mayo de 2006. Palabras de Arturo Guerrero, presidente del Centro de Padres del Liceo 1 de Santiago. 48

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fue la aparente posición al margen que manejaron. En varios comunicados emitidos sugerían un apoyo irrestricto a los estudiantes secundarios, a la vez que aseguraban no querer influir en la organización interna del movimiento. Eso sí, las distintas federaciones estudiantiles salieron a las calles y gritaron con los secundarios las mismas reivindicaciones acerca de la derogación de la LOCE, principalmente: Nosotros estábamos dispuestos a dar todo el apoyo posible, pero respetando su autonomía porque el pase escolar y la PSU eran temas que debían enfrentar ellos. Ahora, han emergido los temas de la municipalización, la Ley Loce, la jornada escolar completa, donde nosotros entendemos que son temas estructurales y su solución pasa por aunar sectores más amplios. Estos temas también son nuestros”.50

Una de las alianzas más criticadas por el sector oficial fue la de La surda, colectivo estudiantil fundado en los años noventa de expresión socialista, la razón de su existencia —según ellos mismos— era “ser una izquierda que rescata la historia latinoamericana en lugar de imitar los modelos revolucionarios de Europa. Es decir una izquierda del Sur”.51 La aparente influencia que este colectivo ejerció sobre los estudiantes secundarios sirvió para alimentar los discursos que deslegitimaban la lucha de éstos, algunos medios decían que entre los pingüinos no había “ni autonomía ni independencia”, aludiendo a que la lucha secundaria había sido influida ideológicamente por este movimiento de izquierda. Lo interesante es que esta acusación aparece apenas dos días después de que los jóvenes escolares decidieran desmovilizarse, lo que da al traste con el agotamiento general de la organización, y además influye en la opinión pública que sigue construyendo su valoración con respecto a la lucha secundaria. Seguramente esto redundó en los conatos de organización que meses después padecieron los escolares. Para completar el cuadro, también hacia el final de las movilizaciones, aparecieron nuevos aliados, los cuales, al contra50 51

El Mercurio, 28 de mayo de 2006. El Mercurio, 11 de junio de 2006.

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rio de ensanchar el espacio público de los jóvenes, redujeron su posibilidad de negociación. Se trata del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), el cual se conformó en los años ochenta como brazo armado del Partido Comunista en el contexto de la dictadura de Augusto Pinochet. Posteriormente, durante la década de los noventa, se presentó una escisión del partido y decidieron conformar un movimiento popular. Las críticas por parte del gobierno no se hicieron esperar. De nuevo el ataque tuvo consecuencias para la organización secundaria que fue tildada de “instrumento” de este sector de izquierda. Por esta misma línea ideológica, pero con representación “legítima” dentro de la cultura política chilena, está el Partido Comunista. En un apartado anterior mencioné la vinculación de algunos líderes del movimiento a esta agrupación política. El respaldo mostrado por el PC también ocasionó críticas de los otros sectores, insinuando así una manipulación hacia los chiquillos. Sin embargo, el presidente del partido, Guillermo Teillier, aseguró que lo único que había hacia los jóvenes era admiración, y agregó algo que en este caso llamaremos una opción de oportunidad política: “si los jóvenes logran con sus demandas introducir cambios a la Constitución para modificar la LOCE, se puede dar una de nuestras principales aspiraciones que es reformar la carta fundamental”.52 Un último aliado que voy a mencionar también hace parte del sector tradicional de la política chilena, y en este caso tiene nombre propio, se trata del senador demócrata cristiano Mariano RuizEsquide, quien en nombre del gobierno (posteriormente se hizo pública una discusión entre un sector del gobierno que aseguraba que el senador había actuado sin autorización) se acercó a los dirigentes estudiantiles para proponerles ser el interlocutor con el gobierno, toda vez que el cargo que ocupaba lo facultada para ello, éste era el de presidente de la Comisión de Educación. Curiosamente, a los pocos días de estos acercamientos, Bachelet hizo pública la propuesta a la cual los estudiantes se acogieron. Finalmente, las jornadas de mayo y junio de 2006 emprendidas por los estudiantes secundarios lograron cambiar el imaginario 52

El Mercurio, 5 de junio de 2006.

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político de los chilenos. Las marchas secundarias sacudieron los cimientos del aparato político y mostraron que era posible ser escuchados. Los resultados reales pueden no haber cambiado radicalmente la cotidianidad educativa de los jóvenes, pero sirvió para despertar la conciencia política de los chilenos, particularmente del sector estudiantil en general. Concluyo con las siguientes palabras: El movimiento secundario fue capaz de cambiar completamente la agenda política chilena y consiguió avances que van más allá del ámbito educativo, y que parecían imposibles en el Chile post-dictadura. Logró cuestionar la ideología de la ‘igualdad de oportunidades’, uno de los pilares estructurales del sistema chileno, generó formas de organización innovadoras y masivas, concitó un altísimo nivel de apoyo en la ciudadanía y mostró, en la práctica, que el sujeto social colectivo exige espacios reales de participación.53

A modo de cierre El proceso de la acción colectiva de los pingüinos nos develó muchos virajes: en sus comienzos fue subestimado por los medios de comunicación y deslegitimado por el gobierno, después lograron posicionarse como interlocutores válidos en la escena política y se convirtieron en héroes de los ciudadanos, esto ocasionó la adhesión de distintos sectores. Finalmente, sus demandas fueron escuchadas aunque absorbidas por el sistema político. Lograron lo que nadie esperaba: poner como prioridad en la política chilena el asunto de la educación, lo que inflamó el sentimiento de concertación y acercó a la gente a una democracia más real. Hasta aquí una aclaración, me refiero a absorbidas por el sistema, porque cuando se conformó el Consejo Asesor los secundarios fueron perdiendo su voz y en cambio fue reemplazada por la de los adultos que trasladaron la problemática a asuntos legislativos y teóricos. El espacio político ganado por los secundarios ya no 53 Boletín Referencias No. 19. Foro Latinoamericano de Políticas Educativas, “Estamos dando clases: significados y perspectivas de la movilización nacional de estudiantes en Chile”, p. 6.

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era de ellos. Sin embargo, no se dieron por vencidos. Siguieron exigiendo al gobierno respuestas efectivas, aunque –como ya se vio– la convocatoria a las nuevas movilizaciones no fue exitosa, […] cansados del escaso avance del Consejo Asesor –entidad que no es resolutiva– los secundarios pretenden que se instale una mesa paralela en el Congreso que trabaje en el fin de la Ley Orgánica LOCE. Su propuesta es que dicha instancia cuente con participación de parlamentarios, Gobierno y los representantes de educación. Algo que sea realmente resolutivo, donde el 50 por ciento esté compuesto por representantes de la comisión de Educación del Parlamento y gente del Gobierno y el 50 por ciento restante por profesores y estudiantes.54

El balance realizado desde la lente de la oportunidad política permitió detenerme en características particulares de la acción colectiva. Además de identificar el ambiente social y político en que emergió la acción, la perspectiva teórica aunada con las tensiones constitutivas planteadas, me facilitaron un análisis procesual que intentó superar un relato cronológico; y de esta manera fue más fácil mostrar la complejidad de la dinámica de un movimiento social. El entrecruzamiento de los elementos facilitó la comprensión de los cambios en los repertorios de protesta de los secundarios, así como la dinámica de la construcción de sus marcos culturales. Por esta razón, sin caer en apologías, considero que la perspectiva sociológica propuesta por Tilly y Tarrow, particularmente, brinda herramientas valiosas para el análisis de la acción colectiva, ya que además de tener en cuenta el contexto político, se aboca por el rescate de la propia voz de los manifestantes teniendo en cuenta las consignas utilizadas y los símbolos construidos por los protagonistas de la movilización. De esta manera, más allá de un análisis de costo-beneficio, la estructura de oportunidad política rescata la humanidad que entraña el hecho de que un grupo de personas se organice para salir a la calle a exponer una situación que no les satisface. 54

La Nación, 16 de octubre de 2006.

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Ahora bien, una de las principales críticas realizadas a este enfoque radica en el hecho de que este tipo de análisis reduce la movilización a asuntos de elección racional, lo que daría cuenta del cómo de la movilización social desplazando el por qué de la misma. Siguiendo esta argumentación, Las explicaciones dadas por la teoría de la movilización de los recursos no pueden generalizarse, dado que sus autores difieren en el núcleo explicativo del surgimiento, evolución y desarrollo de los movimientos sociales. Algunos proponen explicar el surgimiento o existencia de los movimientos sociales a partir de la disponibilidad de oportunidades al alcance de los contestatarios; otros, a partir de la existencia de organizaciones que actúan como portadoras de los esfuerzos de cambio social, y otros más hacen referencia a los procesos colectivos de interpretación, atribución y construcción social que median entre la oportunidad y la acción. Pero en su núcleo argumentativo, […] no han roto con la teoría de la elección racional.55

Al respecto, considero que es una lectura reducida toda vez que al poner en práctica los elementos centrales de la teoría, el análisis va develando que detrás de las decisiones tomadas por los grupos ante la oportunidad política, también se encuentran pasiones, identidades, sentimientos de insatisfacción y demás características que no sólo dan cuenta de un aspecto racional de los líderes del conflicto, sino que develan un panorama subjetivo, que, seguramente, con ayuda de otros elementos de tipo cultural, podrían desarrollarse con mayor profundidad. Para el caso del estudio sobre los pingüinos, pienso que por tratarse de una organización juvenil, cuyos integrantes no tenían experiencia en asuntos “racionales” de la acción colectiva, sus actuaciones estuvieran llevadas por la pasión del momento y el cálculo de las consecuencias que sus decisiones tendrían no sólo a nivel resolutivo sino a nivel interno movimiento secundario. Entonces, esta realidad particular expuesta en estas páginas puede mostrarnos matices de la teoría de la oportunidad política, 55 BERRIO, “La perspectiva de los nuevos movimientos sociales en las obras de Sidney Tarrow, Alain Touraine y Alberto Melucci”.

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que como se insistió varias veces aquí, no se tomó como un recetario de la acción colectiva, sino como una guía analítica que permitió organizar la argumentación y las explicaciones entorno al impacto de este movimiento estudiantil en el contexto social y político chileno. Por supuesto que falta mucho por analizar, pero sea esta la oportunidad para alentar futuras investigaciones sobre los nuevos movimientos sociales en Latinoamérica, en particular sobre el movimiento estudiantil, el cual, como lo evidencian las noticias actuales, ha adquirido dimensiones nuevas y rediseñadas correspondientemente con el contexto actual de nuestros países. El reto está, pues, al alcance de los estudiosos de la acción colectiva.

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CUANDO LOS PINGÜINOS SE TOMARON LAS CALLES EN CHILE

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JÜRGEN MOTHES COMO HISTORIADOR DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA DE AMÉRICA LATINA

Klaus Meschkat

Quisiera dedicar mi breve intervención a unas reflexiones sobre una persona que nos haría falta en esta reunión. Se trata de nuestro colega y compañero Jürgen Mothes, quien nos abandonó ya hace más de 15 años. Murió en Lima el 15 de octubre de 1996. Varios de nosotros conocimos a Jürgen como pionero en la investigación sobre la historia del Komintern en América Latina, y recordamos que supimos aprovechar su familiaridad con el archivo del Komintern en Moscú para encontrar una entrada a este tesoro de documentos. Aprovecho esta oportunidad para presentarles un libro con sus escritos que publicamos junto con Olaf Kirchner, con el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburg, hace dos años, desafortunadamente solamente en alemán. Su título: Jürgen Mothes: Lateinamerika und der “Generalstab der Weltrevolution”. Zur Lateinamerika-Politik der Komintern, Berlín, 2010. Estos textos, en gran parte inéditos, fueron todos escritos después de la caída del muro, y se refieren casi exclusivamente a unos pocos años de la historia del movimiento comunista internacional y del Komintern, de 1928 hasta 1931. Aún durante los últimos años de existencia de la urss, Jürgen Mothes tenía acceso a los archivos de Moscú, y su trabajo de habilitación, es decir, de calificación para ascender a profesor universitario, fue aprobado por la Universidad Karl Marx de Leipzig, ya en 1989, antes de la caída del muro. Hoy en día uno se pregunta: ¿porqué un joven historiador de Alemania Oriental dedicó tantos años de su vida al estudio de una época remota de la historia del movimiento revolucionario en un continente lejano? Jürgen Mothes fue un historiador de verdad, con una curiosidad sin límites para llegar a fuentes todavía no descubiertas. Semejante curiosidad es incompatible con el espíritu de una religión que 417

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pretende conocer las respuestas a todas las preguntas antes de estudiar la realidad —y la religión estatal llamada “marxismoleninismo”, (en la RDA con la curiosa denominación de “comunismo cientifico”), no permite a los historiadores investigar procesos históricos sin prejuicios. Jürgen nunca quiso limitar sus actividades a la ilustración de una línea política con materiales escogidos por los ideólogos del régimen. Ya como estudiante de historia, tenía lamentables experiencias con los límites impuestos por el partido poseedor de la verdad histórica. Para entender las razones del conflicto entre la Union Soviética y China en aquellos años, consiguió no solamente los documentos oficiales, sino también material de los chinos para estudiarlos con un grupo de amigos— y la denuncia de esta actividad indeseable tenía sus consecuencias: Jürgen perdió, en 1967, su lugar de estudio en Leipzig y tuvo que asumir tareas inferiores en otra ciudad hasta poder volver a Leipzig en 1971 con ayuda de uno de sus profesores. La historia contemporánea de América Latina se convirtió en un campo de investigación muy popular después de la victoria de la Revolución cubana. En un tiempo, cuando ya se sentía el estancamiento de la URSS (bajo Brezhnev) y los regímenes dependientes en Europa Oriental, incluyendo la RDA, surgió la esperanza entre los jóvenes socialistas de las dos partes de Alemania que los movimientos en América Latina podían dar nuevos impulsos a un proceso de emancipación a escala mundial. Jürgen quería estudiar estos movimientos y sus raíces históricas, pero también investigar el problema en cómo una organización mundial creada para promover la revolucion mundial se convirtió en el instrumento de un nuevo despotismo bajo Stalin. Esto explica el interés particular de Mothes en los años en que se estableció el dominio absoluto de Stalin, primero en la Rusia Soviética y después en el movimiento comunista internacional. Fueron, asimismo, los años cuando América Latina entró en los debates del Komintern —más tarde que otras partes del globo— en forma extensiva, primero en el 6to Congreso del Komintern, en 1928; y después en junio de 1929, en la muy conocida primera conferencia de los partidos comunistas de América Latina, en Buenos Aires. Hay que notar un desfase con el juego de poder en la 418

JÜRGEN MOTHES COMO HISTORIADOR DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA DE AMÉRICA LATINA

Rusia Soviética: en el 6to Congreso del Komintern, Bujarin todavía aparece como actor principal, pero en realidad ya había perdido el poder, y los seguidores de Stalin manipularon documentos para preparar la expulsión y estigmatización de Bujarin poco después. Jules Humbert-Droz, que había sido el responsable para América Latina en el aparato del Komintern, también perdió su posición como “Bujarinista”, y por un conflicto especial con Stalin. A pesar de haber perdido todo el poder previo en Moscú, aún así lo mandaron a Buenos Aires como el máximo representante del Komintern. Fuera de la importancia de la coyuntura política de finales de los años veinte, hay otra razón para estudiar los documentos sobre el movimiento comunista de esa época. Se trata de fuentes de un valor extraordinario, de un tipo que solamente existió durante un período corto, antes que el estalinismo desarrollado no dejara huellas de los debates en el círculo interno del poder. Las actas de la conferencia de Buenos Aires, pero también las actas de los congresos de los partidos miembros que se encuentran en los archivos de Moscú, son actas que de verdad reflejan los debates, hasta lo dicho por el último delegado con una rara posición. Muchos de estos documentos en el archivo de Moscú no existen en sus países de origen, como tampoco las actas de la reunión en Bogotá en la cual se fundó el Partido Comunista en junio de 1930. Fue Jürgen Mothes el primero que trabajó con este tipo de material, así como con actas de reuniones reservadas y secretas, como fueron las reuniones de los delegados del Komintern (Humbert-Droz, Codovilla) con los representantes de distintos países (Colombia, Perú). También, Mothes encontró valiosas fuentes que permiten ver cómo se introdujeron los rituales típicos del estalinismo, por ejemplo, las autocríticas. El trabajo pionero de Jürgen Mothes hizo más fácil muchos trabajos posteriores, como la publicación de un libro en Colombia editado por Klaus Meschkat y José María Rojas: Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos de la Unión Soviética.1 1 MESCHKAT Y ROJAS, Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos de la Unión Soviética.

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Basándose en fuentes nunca antes utilizadas, Jürgen Mothes escribió retratos de algunas personas claves en el aparato del Komintern y en los partidos comunistas latinoamericanos. Dedicó un ensayo ejemplar a la figura de Jules Humbert-Droz, el expastor y cofundador del Partido Comunista Suizo, quien fue durante mucho tiempo un funcionario poderoso en el aparato del Komintern, pero también un teórico que presentó elaboraciones importantes para analizar la realidad económica, social y política de América Latina. Sin duda, existía una afinidad especial de Mothes con este “Luis” (el pseudónimo de Humbert-Droz en el Komintern) que fue castigado por Stalin, pero que no rompió con el comunismo soviético hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Mothes nos dejó también retratos de otros intelectuales y activistas al servicio del Komintern, como Arthur Ewert, destacando su papel en la conversión de Prestes al comunismo. Tuvo el ambicioso plan de sacar a la luz nuevos aspectos de la relación entre Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, a base de documentos no investigados del archivo de Moscú. Los estudios de Mothes nos permiten avanzar en el estudio de los orígenes del estalinismo y sus consecuencias para el comunismo internacional. Nos hace entender cómo desaparecen los revolucionarios de los primeros años del Komintern, y cómo se forma un nuevo tipo de funcionario: el aparatchik estaliniano. A veces estos procesos se dan en una misma persona. Un ejemplo es Víctor Codovilla, antes un pensador independiente al lado de su amigo Humbert-Droz, después un funcionario fiel, apoyando todos los virajes de la política estaliniana. Sin duda, Mothes encontró muchos fenómenos parecidos en su propio partido en la RDA. Pero la pregunta implícita en toda su obra me parece ser: ¿podemos rescatar la herencia de los movimientos y organizaciones revolucionarios para así preparar nuevos procesos de emancipación?

BIBLIOGRAFÍA MESCHKAT, Klaus, y José María ROJAS, Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos de la Unión Soviética, Bogotá, 2009. 420

LA EXPERIENCIA DE COMPOSICIÓN DEL DICCIONARIO BIOGRÁFICO DE LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA. PROBLEMAS DE BÚSQUEDAS EN ARCHIVOS Y RETOS ACTUALES

Víctor Jeifets y Lazar Jeifets*

La historia de la Tercera Internacional (Comintern) y los vínculos que ha tenido esta organización con sus secciones en varios países, sigue siendo una de las brechas de la historiografía internacional. A pesar de la existencia de muchos trabajos académicos al respecto,1 son pocas las monografías que se apoyan sobre la base documental sólida. Esto no debe sorprender al lector, considerando el hecho de que los materiales de la III Internacional archivados en la URSS fueron restringidos para el acceso de los investigadores durante un largo lapso, e incluso para los miembros destacados de los partidos comunistas. Solamente la caída del sistema estatal y partidista soviética, en el año de 1991, permitió abrir “la cortina de hierro” que tapaba estos documentos de la vista de los académicos. Claro está, muchos documentos de la Internacional Comunista han sido publicados mucho antes de la desintegración de la urss, asimismo, como los materiales de las estructuras afiliadas con el PC mundial (incluyendo las actas estenográficas de los congresos, los documentos de los órganos dirigentes de la Internacional) y esta base permitía a los investigadores formar una percepción del papel desempeñado por Latinoamérica en la estrategia de la III Inter* Víctor Jeifets – Dr. Titular en Historia Universal, profesor de la cátedra de historia y teoría de relaciones internacionales de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Estatal de San Petersburgo; Lazar Jeifets – Dr. Titular en Historia, profesor de la cátedra de Estudios Americanos de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Estatal de San Petersburgo. 1 Véase, por ejemplo, las obras fundamentales de: ALEXANDER, Communism in Latin America; GOLDENDERG, Kommunismus in Lateinamerika; CABALLERO, Latin America and the Comintern. 1919-1943. Cabe notar una de las faltas congénitas de estas investigaciones reconocida por el mismo Alexander: una parte considerable de análisis fue basada sobre “conjeturas y adivinanzas”.

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nacional y sobre varias tendencias del desarrollo de la izquierda latinoamericana.2 Sin embargo, los documentos oficiales no pueden y no deben ser la única fuente para el rescate de la historia de la izquierda, y esta postura está determinada por varios factores. Tales materiales exhiben de manera insuficiente las contradicciones y discusiones sobre los puntos de la agenda de la Comintern, y no dejan de entender el mecanismo de toma de decisiones dentro del seno del Partido Comunista mundial. El ‘oficialismo’ deja entre paréntesis la percepción de las instrucciones y propuestas de Moscú por los militantes de la izquierda latinoamericana. La situación estaba, en algo, salvada por las memorias de los dirigentes y exdirigentes de los grupos y partidos de izquierda, de los disidentes que habían abandonado las filas comunistas o fueron expulsados de sus respectivos partidos; no obstante, no hay que exagerar el grado de autenticidad de los datos contenidos en estas memorias. Una peculiaridad de la III Internacional —la combinación obvia de su actividad pública y labores clandestinas durante casi todos los años de la existencia de esta organización— hace prácticamente imposible la investigación de la izquierda nacional fuera del contexto de la historia de la Comintern y del trabajo diario de sus dirigentes y su aparato. El Partido Comunista mundial fue el actor internacional unificado, cuyos ramos centrales, regionales y nacionales tenían que funcionar y existir como un organismo entero. Todas las secciones nacionales de la III Internacional, sin excepción ninguna, estaban influenciadas fuertemente de parte de Moscú (y a los partidos comunistas latinoamericanos esto les tocaba de una manera especial a causa de su debilidad); no obstante, estos hechos están poco ilustrados por los materiales que se resguardan en los archivos locales comunistas. Hay que tomar en cuenta el hecho de que la izquierda latinoamericana siendo víctima de persecusiones gubernamentales duras y brutales y estando muchos años en clandestinidad, no disponía de posibilidades de conservar todos los documentos de los partidos comunistas y obreros; 2 PIATNITZKY, MANUILSKY, KNORIN Y ZORKY, Vtoroi congress; Kommunisticheskii Internatsional v dokumentaj; Kommunisticheskii Internatsional pered Shestym Vsemirnym kongressov; Bajo la bandera de la C.S.L.A.; El Movimiento Revolucionario Latino Americano; SextoCongresodelaInternacionalComunista.

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peor aún, estos materiales ni siquiera se resguardaron en los archivos policiacos, han sido ‘desaparecidos’ de manera consciente por las autoridades. El archivo de la Comintern suele ser la base principal para las investigaciones acerca de la izquierda del continente en general, así como de su desarrollo en algunos países. Este tesoro documental permite estudiar a la izquierda latinoamericana no sólo por medio del análisis de sus declaraciones políticas, programas, estructuras y cambios internos, sino también con averiguación de su lugar dentro de la realidad política y social de tal o cual país latinoamericano. La cuestión metodológica clave es definir quiénes son los sujetos históricos del desarrollo de la izquierda y del comunismo en particular en Latinoamérica. Muchos investigadores subrayan tradicionalmente el papel desempeñado por los dirigentes políticos de los partidos, de sus líderes nacionales y locales. Es obvio que tal perspectiva institucionalista requiere, de hecho, el estudio de la izquierda dentro del marco de la lógica del desarrollo de sus organizaciones, de la lucha partidaria interna; asimismo, como concentra la atención sobre la dirigencia dejando al lado a los eventos locales. No obstante, no se debe olvidar que para la izquierda comunista los cambios en el alto nivel del PC (y hablando de escala internacional en el estado mayor de la Comintern) —que eran resultados de la lucha ideológica y política— resultaban ser una base para los cambios posteriores de la táctica comunista. Toda la historia de la III Internacional demuestra que los casos de divergencias entre política de los jefes del Partido Comunista mundial y de las opiniones de dirigentes de sus secciones nacionales no fue una ocurrencia episódica. No obstante, la construcción de un mecanismo de toma de decisiones desde abajo hasta arriba, o sea, desde el nivel de las organizaciones locales hasta la alta dirigencia internacional, no se puede caracterizar sino imposible. De igual modo, es importante definir el orígen de las tendencias políticas y organizativas de la izquierda latinoamericana puesto que, según Maurice Duverger, “todos los partidos están fuertemente influenciados por su origen como la gente toda su vida lleva un sello de su niñez”.3 Desde esta perspectiva, el archivo 3

DUVERGER, Partidos políticos, p. 22.

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de la III Internacional no tiene competencia porque contiene una cantidad asombrosa de documentos de diferente índole, incluyendo materiales referentes a la creación de los partidos comunistas y del papel desempeñado en ese respecto por los factores nacionales y el factor internacional representado por Moscú. El marco de análisis tradicionalista gramsciniano —una variedad del acercamiento formacionalista, con elementos del estructuralismo en los estudios del movimiento de la izquierda— tiene su énfasis no tanto en la reconstrucción de la vida interna de una organización política desde su nacimiento y los debates ideológicos que resultaron en la formación de la ideología del movimiento, sino la integración de la historia del partido en la historia de la sociedad. Desde una perspectiva similar, Perry Anderson propone vincular la evolución de los modelos nacionales del comunismo con la historia del “balance de poder nacional”, de clases, partidos e instituciones estatales, en cada sociedad particular. En otras palabras, el aprender de la izquierda es posible sólo teniendo en cuenta el contexto socioeconómico y político del hecho en cuestión. Sin embargo, desde la perspectiva de los autores del presente artículo, la propuesta analítica de Gramsci y Anderson no cuenta con un poder explicativo suficiente en cuanto a la mayoría de los países fuera de Europa, en los cuales el nacimiento de movimientos de la izquierda y comunista no se debe a la anterior evolución del movimiento obrero. De igual manera, no tiene mucho sentido buscar las relaciones entre la evolución de la sociedad global y la de la izquierda nacional porque, durante varios años, la lógica de desarrollo del Partido Comunista y de la Comintern estipulaba una adaptación de las actividades de la izquierda a los estándares universales de la Tercera Internacional. Debido a estas particularidades de la evolución de los movimientos de izquierda en América Latina, la investigación de la vida de los actores políticos los cuales estuvieron implementando —o, a veces, oponiendo a— la “línea de Moscú”, tiene un valor especial para los investigadores. De tal manera que este puede significar una cierta personalización de los hechos históricos por el precio de prestar una menor atención a la lógica del desarrollo de los grupos locales de la izquierda. Por esta razón, el análisis de las biografías políticas de los representantes 424

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de las fuerzas de la izquierda es una de las condiciones necesarias para comprender mejor en su totalidad el movimiento de la izquierda. Después del fracaso del intento de golpe de Estado en agosto de 1991, el presidente de la Federación Rusa, Boris Eltsin, decretó la entrega de todos los documentos del PCUS y de la KGB de la URSS a Roskomarjiv (nueva institución rusa encargada de organizar y dirigir el trabajo de los archivos). Los documentos del CC del PCUS fueron divididos entre dos archivos nuevos: el Centro Ruso de Conservación y Estudios de la Historia Contemporánea (RTsJIDNI, por sus siglas rusas), exArchivo Central del Partido del IML; y el Centro de Conservación de la Documentación Contemporánea (TsJSD, por sus siglas rusas), el archivo vigente del CC del PCUS. En marzo de 1999, la red federal de los archivos fue reorganizada otra vez. El ex archivo de la Juventud Comunista (TsJDMO, por sus siglas en ruso) fue unificado con el RTsJIDNI, y el nuevo archivo recibió el nombre del Archivo Estatal Ruso de Historia Política y Social (RGASPI, por sus siglas en ruso). Cabe notar que la época de apertura de los archivos soviéticos y del Partido Comunista, iniciada con el fallido coup d’etat de agosto de 1991, se acabó parcialmente ya para la mitad de la década de los noventa, cuando varios expedientes y hasta colecciones enteras (accesibles antes para los investigadores) fueron cerrados para el público. Tales circunstancias, naturalmente, causan un problema de autenticidad de las publicaciones basadas sobre los documentos del acceso restringido. Pero vale la pena notar que el volúmen de documentos abiertos para el público es tan vasto que ni siquiera las nuevas restricciones pueden cancelar las posibilidades serias para las investigaciones acerca de varios temas basados sobre los materiales de los archivos rusos. Para los investigadores de la izquierda latinoamericana son de mayor interés las diferentes colecciones documentales del RGASPI. Sin embargo, algunos materiales se pueden encontrar también en el Archivo Estatal Ruso de Historia Contemporánea (RGANI, por sus siglas en ruso), en el Archivo Estatal de la Federación Rusa (GARF, por sus siglas en ruso), en el Archivo de la Política Exterior de la Federación Rusa (AVPRF, por sus siglas en ruso), en el Archivo Estatal 425

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de Economía (RGAE, por sus siglas en ruso). La ex biblioteca del Archivo Central del Partido del Instituto de marxismo-leninismo es ahora una institución independiente y cuenta con su propia significación para los especialistas en los temas de la historia del comunismo. En esta biblioteca están resguardados ejemplares sueltos y colecciones completas de los periódicos comunistas latinoamericanos, en particular, de La Internacional (Argentina), Justicia (Uruguay), El Machete y La Voz de México (México), y no siempre estas copias se encuentran en las bibliotecas y los archivos de los países correspondientes.4 Para hoy día el RGASPI tiene la colección más grande de los documentos relacionados con la actividad de la izquierda que entraba en el órbita de influencia cominternista: son cerca de 22 mil expedientes (55 millones de hojas, de la cantidad total de más de 1.6 millones de expedientes) sistematizados dentro de 521 fondos; los documentos están escritos en casi 90 lenguas. Entre estos documentos se encuentran los materiales originales de siete congresos mundiales de la Comintern, de 13 plenos de su Comité Ejecutivo y los papeles de más de 70 organizaciones comunistas y socialistas. Varios materiales contienen las notas a mano hechas por los dirigentes de la III Internacional y personajes claves del comunismo nacional e internacional. El RGASPI no es un archivo ‘clásico’ que presenta posibilidades de recopilar e investigar todo el conjunto de los materiales sobre el problema estudiado. En general, las colecciones del archivo permiten ver la formación y delinear la trayectoria de los enlaces organizativos entre la III Internacional y los partidos y grupos comunistas de Latinoamérica, investigar el carácter y la escala de influencia de los dirigentes de Moscú sobre la evolución y el funcionamiento del comunismo regional. Pero la información no es completa. Algunos documentos importantes están perdidos o entregados a otros archivos. Por ejemplo, las carpetas personales de tales militantes prominentes de los PP.CCs de Cuba y Venezuela, como Fabio Grobart y Eduardo Machado, respectivamente, no se 4 Varios ejemplares sueltos de periódicos comunistas también se encuentran en la colección documental del PC de México (fondo 495, inventario 108). Así, se puede encontrar no sólo El Machete y La Voz de México, sino también el órgano del Bloque Obrero y Campesino Bandera Roja y el periódico Frente Unico (editado en Veracruz en 1922).

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encuentran en el RGASPI, sino en el Archivo Presidencial y siguen inaccesibles para los investigadores. La cantidad de los documentos contenidos en las colecciones de RGASPI e información abundante de éstas nos permitieron seguir con el trabajo de composición de un diccionario de la izquierda latinoamericana en la época de la Comintern. Tal libro sería, según nuestro criterio, una ayuda indispensable para los investigadores del tema. Claro está que ya se habían publicado varios trabajos con los datos biográficos de los funcionarios y militantes de la Comintern, entre los más conocidos y destacados hay que mencionar las obras de Branko Lazitch y Milorad Drachkovitch, Pierre Brouè, Aldo Agosti, etcétera.5 Sin embargo, ninguno de ellos se centró sobre las biografías de izquierda latinoamericana, dejando así una laguna historiográfica. Otro problema se presenta con la calidad de notas biográficas, muchas de las cuales contienen errores (basadas en falta de averiguación de los datos históricos por los autores y, a veces, debido a su seguimiento acrítico de las fuentes primarias de información), y confusiones; se juntan los datos biográficos de diferentes personas, por ejemplo, se atribuyen los hechos realizados por “Jesús Ramírez” (Frank Seaman o Charles Phillips, uno de los fundadores del Partido Comunista Mexicano), a otro prominente comunista mexicano (Manuel Díaz Ramírez), etcétera. Esta falla se hacía visible incluso en los casos de reconstrucción de trayectoría política de los dirigentes partidistas y funcionarios de la Comintern; las biografías de los militantes menos conocidos a veces corrían peor suerte. Refiriéndose a la historia “oficial” de los partidos comunistas latinoamericanos y a las memorias de sus dirigentes y prominentes militantes, cualquier investigador del tema notaría otro problema: la falta de personajes, o sea la existencia de “figuras de olvido”; las personas que habían quedado fuera de sus partidos respectivos fueron consecuentemente borrados de la historia, y se trataba de decenas de militantes. Todo esto planteaba el reto de llenar la laguna existente en la historiografía, creando una base de investigaciones posteriores. El 5 LAZITCH y D RACHKOVITCH, Biographical Dictionary of the Comintern; BROUE, Histoire de l’Internationale communiste, 1919-1943; AGOSTI, La Terza Internazionale.

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libro a que referimos originalmente salió impreso en 2001, en la versión rusa América Latina en el órbita de la Comintern,6 y en 2004 en castellano, bajo el título América Latina y la Internacional Comunista. Diccionario Biográfico, con varias biografías ya revisadas y extendidas, y la información más precisa respecto a los seudónimos.7 El diccionario biográfico de la Comintern en América Latina reune los datos sobre más de mil personajes que tenían que ver con la historia del comunismo continental en el período de la Tercera Internacional (1919-1943). El “Índice de seudónimos” contiene más de 500 nombres. El subtítulo “Una experiencia del diccionario biográfico” (de la versión rusa), reflejaba las particularidades del contenido y del modo de organizar el material. Los datos biográficos en este libro no siempre se parecen a los datos publicados en las enciclopedias. Es más bien una guía en el laberinto de lo poco estudiado que una enciclopedia completa. La descripción pormenorizada de varias biografías se explica con la significancia de estas personas y por accesibilidad de las fuentes primarias. A veces la información estuvo proporcionada de docenas de libros, artículos y documentos. En otros casos la biografía contiene no más que una línea del texto. Sin embargo, los autores del diccionario creyeron que no debería ser este el criterio para excluir a estas personas del diccionario. La práctica del trabajo en el archivo demuestra que a veces la búsqueda (cual, a su vez, puede durar años) permite llegar de esta línea a los resultados muy interesantes e importantes. Una sola línea se convierte, de este modo, en la advertencia para las investigaciones posteriores. La información, muy seguido, es contradictoria, y a veces los materiales referentes a la misma persona pueden estar en partes diferentes del diccionario; la causa siempre es la misma: no hay suficientes razones para identificar plenamente a las personas parecidas. En las circunstancias de clandestinidad y semi-ilegalidad a las que estaban acostumbrados los partidos comunistas latinoamericanos durante años, y a veces durante decenios, mientras existía la necesidad de mantener vínculos ilegales con Moscú (que era 6 7

JEIFETS, Latinskaia Amerika v orbite Kominterna. JEIFETS, V. JEIFETS Y HUBER, América Latina y la Internacional Comunista. Diccionario Biográfico.

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la sede del estado mayor de la Comintern), la mayoría de los dirigentes y de los militantes comunistas, asimismo como los emisarios de la Tercera Internacional, usaban seudónimos. Estos nombres falsos eran muy comunes para los documentos y correspondencia (en varios casos también fue codificada) y para la prensa comunista nacional e internacional. En la mayoría de los casos los viajes eran realizados clandestinamente, lo que implicaba la necesidad de usar documentos falsos o de personas ajenas. Muy a menudo diferentes personas usaban el mismo pasaporte viajando en diferentes tiempos. Esta es la causa de falta de claridad sobre la actividad de muchas personas en las páginas de los libros históricos. Los conocían dentro de sus propios partidos e incluso en la Comintern con seudónimos (tal vez, la excepción eran los colaboradores del Departamento de Cuadros y altos dirigentes de la III Internacional). Con estos seudónimos algunos militantes han quedado para muchos decenios —y algunos todavía siguen— en la historia. Incluso, los documentos de la Comintern resguardados en RGASPI contienen serios errores. A principios de las labores de la III Internacional sus órganos dirigentes no siempre disponían de información detallada y precisa sobre las biografías de las personas que estaban dirigiendo los partidos comunistas jóvenes. Solamente los comunistas que llegaban a Moscú para asistir a los congresos de la Comintern o en los plenos del CEIC o los que trabajan en las estructuras cominternistas llenaban los cuestionarios del Departamento de Cuadros. Y parte de estos documentos tampoco sobrevivió hasta hoy día o siguen poco accesibles a los investigadores. Los siguientes criterios fueron usados para seleccionar los personajes en este diccionario: 1. Participación de los comunistas latinoamericanos en el trabajo de los Congresos de la Comintern, la Internacional Juvenil Comunista (IJC), la Internacional Sindical Roja (ISR), el Consejo Internacional Campesino (Krestintern), el Socorro Rojo Internacional (SRI), en las sesiones ampliadas de sus estructuras dirigentes, la elección como miembros y suplentes del Comité Ejecutivo de la IC, la Comisión Internacional de Control, el Comité Ejecutivo de la IJC, el Consejo Central y el Bureau Central de la ISR, del Comité Ejecutivo del SRI; 2. El trabajo en las comisiones crea429

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das por estos órganos para discusión del movimiento revolucionario de Latinoamérica, el desempeño de varias encomiendas de la Comintern relacionadas con las actividades de los partidos comunistas latinoamericanos; 3. La participación en las conferencias continentales de los partidos comunistas latinoamericanos (la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana en Buenos Aires, 1929; la Conferencia Latinoamericana en Moscú, 1930; la Tercera Conferencia de los Partidos Comunistas de América del Sur y del Caribe en Moscú, 1934), en el Congreso Sindical Latinoamericano (Montevideo, 1929), en las conferencias y reuniones sindicales latinoamericanas en Moscú en 1927-1930; 4. La colaboración en las estructuras regionales de la Comintern (el Bureau Latinoamericano de la III Internacional en México, el Bureau Provisional de Amsterdam del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, el Bureau Panamericano (la Agencia Americana) en Nueva York y México, el Bureau de la Propaganda Comunista para Sudamérica en Buenos Aires, el Secretariado (Bureau) Sudamericano en Buenos Aires y Montevideo, el Bureau del Caribe de la Comintern en Nueva York, de la ISR, de la IJC, del SRI, etcétera; 5. La colaboración en los órganos del CEIC que estaban encargados de resolver problemas del movimiento revolucionario latinoamericano en Moscú: el Departamento (la sección) sudamericano(a) del CEIC, el Secretariado Latino (Romano) del CEIC, el Lender-Secretariado Latinoamericano del CEIC, el Lender-Secretariado de América del Sur y del Centro del CEIC, el Secretariado del secretario del CEIC Van Min (Dolores Ibarruri), el Secretariado del secretario del CEIC Dmitri Manuilski, las estructuras correspondientes de la ISR, IJC, SRI, Krestintern, etcétera; 6. El trabajo de los emisarios de la Comintern (el CEIC, OMS, Departamento de las ligazones internacionales, el Departamento de Organización del CEIC), de la ISR, de la IJC, del SRI en los países latinoamericanos; 7. La participación de los delegados de los PP.CC. en los congresos de los partidos comunistas o en plenos de sus dirigencias nacionales; 8. La participación en las labores de la Liga Antiimperialista de las Américas y de sus secciones nacionales, en la revista El Libertador y en los congresos antiimperialistas internacionales; 9. Participación en la correspondencia con la Comintern y sus órganos regionales; 10. Los estudios y/o trabajos en la Escuela Internacio430

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nal Lenin y otras escuelas semejantes de la Comintern y de sus órganos regionales; 11. La participación de los comunistas extranjeros (exiliados e inmigrantes) en la actividad de los partidos comunistas de América Latina, de los comunistas latinoamericanos en las labores del PC soviético, del PC estadounidense y de los PP.CC. europeos; 12. Participación de los comunistas latinoamericanos en la Guerra Civil en España y en el movimiento de solidaridad con la República Española; 13. Participación en la organización de la campaña de solidaridad con el movimiento del general del Ejército de la Defensa de la Soberanía Nacional, Augusto C. Sandino, en Nicaragua y en las actividades del Comité del Frente Unico “Manos Fuera de Nicaragua”; 14. Las visitas de los comunistas latinoamericanos y de los militantes del movimiento obrero o antiimperialista a la urss; 15. La participación de los comunistas latinoamericanos en las conferencias juveniles y antiguerreras continentales e internacionales; 16. La participación de los latinoamericanos en la Gran Guerra Patria de la urss. Tal vez, un lector considerará alguna parte de la información publicada en el diccionario una cosa accidental e irrelevante. ¿Si valía la pena incluir al diccionario la información como “colaborador de El Libertador” si no haya ningunos otros datos sobre este personaje? A nuestro parecer, era indispensable. La revista no era comunista, sin embargo, al ser órgano de la Liga Antiimperialista de las Américas se publicaba bajo la dirigencia inmediata de los comunistas. Varios militantes de diferentes corrientes antiimperialistas (no necesariamente comunistas) tomaban parte en la revista, así como en las otras actividades de la LADLA. Y tal información corta permite analizar los intentos de los comunistas latinoamericanos por crear un frente único antiimperialista, sus enlaces y su grado de influencia ejercido sobre el movimiento revolucionario continental. Estas notas biográficas se convierten en puntos de partida para otros investigadores del tema. El “Índice de seudónimos”, en general, contiene los nombres vinculados con Latinoamérica, mientras las biografías como tales tienen referencias a todos los seudónimos de la persona descrita conocidos a los autores del diccionario sobre la IC y América Latina. Por ejemplo, la biografía de Mijail Borodín, primer emisario de la 431

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Comintern en América Latina, contiene 17 seudónimos, mientras solamente dos de estos están mencionados en el índice. En algunos casos el seudónimo se había convertido en el apellido y entonces así se usa en el diccionario (Mijail Borodín, Fabio Grobart, Blas Roca, etcétera), mientras el apellido original se da entre paréntesis. Varias notas biográficas incluyen también (entre paréntesis redondos) los variantes del mismo apellido o nombre (porque los documentos del archivo a veces contienen diferentes modos de escribirlos). Las fechas de eventos (designaciones a los puestos, vencimiento del plazo de poderes, participación en tal o cual acontecimiento, viajes, etcétera) se dan entre paréntesis redondos en el caso de estar seguros sobre su autenticidad. Sin embargo, varias fuentes sólo tienen referencias a la fecha sin mencionar el inicio ni el término de estancia en el puesto, lo que lleva a la necesidad de usar también paréntesis cuadrados. Por ejemplo: “John Bell. El secretario del Bureau del Caribe de la Comintern (1933-35)”. Esto quiere decir que Bell ocupó este puesto desde 1933 hasta 1935. En la biografía del otro militante el caso es diferente: “José Beloqui. Miembro del CE del PCA [1941]”. No disponemos de la información precisa sobre la fecha de cuando fue electo como miembro del CE del PC argentino, no obstante, sabemos que en 1941 formaba parte de esta dirigencia. Las notas biográficas están organizadas en el órden definido, lo que ilustraremos con un ejemplo: “Aguirre del Cristo, Severo (nombre auténtico – Ramírez, Silvio) /Alejandro; Jacinto Tivoli; Severo Kolos Cristo; Angel Acosta??/ (1.5.1912-?)”. La nota empieza con el nombre y apellido conocidos (a pesar de que era un seudónimo partidista), entre paréntesis redondos se da el nombre y apellido verdaderos. Después de diagonal se dan los seudónimos conocidos; en el caso de dudas sobre la pertenencia del seudónimo al militante se da con signo de interrogación. Entre otros paréntesis redondos están las fechas de nacimiento y muerte (y en el caso referido no tenemos información precisa sobre la fecha de muerte del personaje). De ayuda especial para terminar este libro eran los materiales del Departamento de Cuadros del CEIC, los que no solamente per432

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mitieron completar varias biografías de los funcionarios de la III Internacional y de varios militantes de la izquierda latinoamericana, sino también —¡y esto es mucho más importante!— de averiguar las opciones del desarrollo de la izquierda de tal o cual país. Los escritos cuyos autores inicialmente no pensaron que los documentos iban a ser públicos algún día, contienen los detalles que tienen valor sobresaliente acerca de las historias de los partidos y relaciones de ellos con Moscú. Lo que uno debe saber es que los datos resguardados entre los materiales del Departamento de Cuadros no dan retrato completo de la izquierda latinoamericana (para completar el diccionario tuvimos que ver también miles de hojas de actas de sesiones del CEIC, sus comisiones y secretariados, de la correspondencia entre los partidos comunistas y Moscú, las actas de sesiones de los Comites Centrales de los partidos respectivos, de los órganos dirigentes de organizaciones locales de SRI, ISR, Krestintern, LADLA, etcétera). Es una paradoja, pero en la organización tan burocrática como era la Comintern, hasta la mitad de la década de los treinta, no se realizaba un trabajo sistemático para crear un archivo de datos biográficos de los militantes de los partidos comunistas. Una excepción es presentada por los funcionarios del aparato del CEIC contratados para la labor específica y quienes, consecuentemente, llenaban los formularios, presentaban una hoja de vida, fotografías, etcétera. A fin y al cabo, en el archivo no hay detallados datos biográficos de muchas figuras claves de la izquierda latinoamericana (a pesar de que varios de ellos eran miembros del CEIC o encabezaban estructuras regionales de la III Internacional o lideraban los partidos comunistas y sindicatos comunistas), de Alejandro Barreiro (el PC de Cuba), Tomás Uribe (el PC de Colombia), Isaias Iriarte (el PC de Chile), José Penelón (el PC de Argentina y el Secretariado Sudamericano de la Comintern), Juan Greco (el PC de Argentina), Julio Antonio Mella (el PC de Cuba y el PC de México), José Allen (el PC Mexicano, el Bureau Latinoamericano de la III Internacional), Luis Emilio Recabarren (el PC de Chile), entre otros La información existente no es sistemática en la mayoría de los casos y su aparición en el archivo se debe a las visitas de los comunistas extranjeros a Moscú para participar en los congresos o por433

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que estaban llamados por el Secretariado del CEIC. En estos casos mucho dependía del carácter de la persona y de sus capacidades y deseo de contar ampliamente y con pormenores su vida y actividad. Las autobiografías largas y expresivas de Jorge Vivó d’Escoto (el PC de Cuba), de Antonio Maciel Bonfim, Miranda (el PC de Brasil), de Georgui Skalov, Sinani (el dirigente del Lender-Secretariado de América del Sur y del Centro) son documentos espectaculares y perfectos de este género y ellos no solamente permiten revelar nuevas páginas de historia desconocida de historia del comunismo continental, sino también observar “marcos personalizados” de esta historia. Al contraste, los documentos de Blas Roca (el PC de Cuba) y de los hermanos Rodolfo y Orestes Ghioldi (el PC de Argentina) son aburridos y poco informativos. Cuando el Departamento de Cuadros del CE de la Comintern empezó, en la segunda mitad de los años treinta, a recopilar los datos biográficos y hacer notas relevantes biográficas pormenorizadas sobre la dirigencia de los partidos comunistas, los funcionarios del Departamento en muchos casos tenían que hacerlo basándose sobre la información presentada por terceras personas, quienes podrían repetir los chismes o ya habían olvidado muchos detalles importantes después de años transcurrentes. Además, sólo estaban buscando los datos sobre la gente que seguía formando las dirigencias de sus partidos respectivos. Los nombres de muchos militantes de la década anterior (entre éstos algunos fundadores y líderes partidistas que ya habían muerto o fueron sacados de la dirigencia o habían desertado de las filas comunistas), y, consecuentemente, los detalles de sus biografías han pasado al olvido. Obviamente, las autobiografías no pueden ser consideradas como fuente de información absolutamente precisa; varios episodios fueron consciente o accidentalmente omitidos, mientras otros fueron pintados con demasiados detalles, el propio papel histórico de los autores de estos documentos a veces estaba exagerado. Y encontrar la información relevante para formar una nota biográfica de calidad entre las migajas de detalles secundarios es un verdadero reto para los investigadores, aunque es interesante y tentador.

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¿Por qué habían distorsionado la realidad histórica? Hubo muchas razones: no querían demostrar algunos hechos que consideraban negativos o, tal vez, algunos datos no podían revelar ni siquiera a los funcionarios del Departamento de Cuadros (siendo, por ejemplo, agentes del servicio de espionaje soviético). Y la lista de las causas de tal distorsión histórica puede ser continuada. El Archivo de la Comintern, solamente en los casos contados, contiene los datos precisos sobre los militantes del Partido Comunista mundial que eran al mismo tiempo los agentes de carrera de los servicios secretos soviéticos. Así, entre las carpetas personales de los militantes del PC de Argentina hay una breve nota referida a la “desaparición en España” de un comunista argentino de orígen polaco José (Jozef) Kowalski, quien era —según los autores del documento— “un espía trotskista-nazi”. Pero, efectivamente, Kowalski era un colaborador profesional del servicio de inteligencia de la urss, Iosif Grigulevich enviado a Latinoamérica donde participó en la preparación del asesinato de Lev Trotsky; más tarde, organizaba actos de sabotaje en el puerto de Buenos Aires. El aparato de la Comintern, sin embargo, no sabía nada sobre este aspecto de la labor de Kowalski.8 Los materiales de los Congresos de la IC, la IJC y la ISR contienen toda una serie de documentos que permiten precisar la composición de los cuadros de activistas del PC mundial (credenciales de delegados y los informes que presentaban sobre la actividad de los PC’s en sus respectivos países), descifrar por primera vez muchos seudónimos y aclarar cómo iba cambiando el status de los representantes de las diferentes organizaciones de izquierda antes y durante los congresos, etcétera. En los documentos publicados anteriormente todas estas cuestiones quedaban marginadas. El carácter fragmentario y la dispersión de los materiales, así como la contradicción de los datos contenidos, se han reflejado inevitablemente en el contenido de notas biográficas en el diccionario. A primera vista parecerá obvio que el estudiante argentino de la Escuela Internacional Lenin Jorge Vidal, el delegado argenti8 La carpeta personal de Iosif Romualdovich Grigulevich está resguardada en el Archivo del Servicio de la Inteligencia Exterior de la Federación Rusa, y el acceso del público a su contenido está estrictamente restringido.

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no del Congreso Antiimperialista en Frankfurt y un tal Vidal que asistió a varias reuniones del Lender-Secretariado Latinoamericano de la CEICdeberían ser la misma persona por coincidir las fechas, el nombre (o el seudónimo) y lugar de acción. No obstante, los autores no tuvieron prisa en unir la información en una sola nota biográfica por falta de pruebas seguras. Lo obvio luego suele ser improbable. Así era el caso de los cuatro Allen que han sido militantes cominternistas al mismo tiempo y hasta en el mismo país: en 1920 y 1921 el secretario general del Partido Comunista Mexicano y del Bureau Latinoamericano de la III Internacional era José Allen, mientras el delegado del PCM al Segundo Congreso de la Comintern, el hindú Manabendra Nath Roy fue a Moscú con los documentos de “Roberto Allen” y su esposa, también representante del PC Mexicano en el mismo evento viajó a Moscú con el pasaporte a nombre de “Helen Allen” (su nombre verdadero era Evelyn Trent); un poco más tarde, de Estados Unidos a Suramérica partió el emisario de la Agencia Americana de la Comintern “Henry Allen” (su nombre verdadero era Max Cohen). Y si el documento del archivo o literatura científica sólo contiene el apellido sin nombre, ya es razón suficiente para las dudas. En el caso de Jorge (Georg) Vidal las investigaciones más amplias permitieron llegar a la conclusión final de que era la misma persona —el comunista argentino Solomon Elguer quien estaba usando el seudónimo de J.Vidal a finales de los años veinte e inicios de la década de los años treinta. Entonces, en vez de tres notas cortas el diccionario tiene una biografía más extensa. El otro ejemplo nos proporciona la historia del Partido Comunista de Brasil que había enviado su delegado Pereira al Congreso de la Internacional Juvenil Comunista. A primera vista, parece ser el secretario general del PCB, Astrogildo Pereira. Sin embargo, este seudónimo (y, tal vez, el pasaporte del secretario general) fue usado para el viaje a Moscú por el dirigente de la Juventud Comunista brasileña Leoncio Basbaum. El mismo Pereira después de algún tiempo cruzó el océano con el mismo destino con el nombre falso de “Americo Ledo” (muchos autores adscriben erróneamente este seudónimo al otro brasileño, Fernando de Lacerda). En varios casos no hay certeza final, lo que nos hizo usar términos “es probable que” cuando algunas fuentes parecen confirmar 436

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la información, pero otras todavía dejan el lugar para las dudas. A veces se usa la fórmula “es posible” (refiriéndose a la pertenencia del seudónimo a tal o cual personaje) y es cuando los autores se basan sobre adivinanzas sin tener seguridad alguna sobre el hecho. La identificación de personajes está obstaculizada, además, por los errores en nombres, apellidos y seudónimos mencionados en los documentos (especialmente en los telegramas y en las transcripciones de estenogramas, en traducciones hechas por los traductores de la Comintern). A veces la misma organización tiene diferentes nombres en los documentos y publicaciones de carácter científico, e incluso los mismos líderes de los partidos y los funcionarios del CEIC escriben de manera diferente los órganos dirigentes de sus partidos confundiendo el Comité Ejecutivo con el Comité Ejecutivo Nacional, o llamando a este mismo el Bureau Político, o refiriéndose a éste como al Comité Central. Es obvio que el diccionario compuesto por nosotros no evitó este tipo de errores, lo que no puede sino lamentar. En general, nos referimos a los órganos dirigentes o a las organizaciones así como se mencionan en los documentos o en la publicación que había sido la fuente de información (si no hay certeza absoluta sobre error en estos materiales). Un ejemplo ilustre de problemas con la identificación nos presenta el personaje cominternista conocido como “Pierre” (a veces lo llamaban “Peters” o “Pedro”). Era representante de la Internacional Comunista Juvenil en el Bureau Sudamericano de la Comintern y, según las memorias del secretario del CEIC Jules Humbert-Droz, se trataba de un “joven caucasiano, un paisano de Stalin”. Las búsquedas consecuentes en este sentido nos hicieron revisar las carpetas personales de los funcionarios de la IJC que habían nacido en el Caucaso o, por lo menos, tenían los apellidos de procedencia caucasiana. De éstos solamente una persona, Vladimir Mchavariani, parecía ser un objeto adecuado de búsquedas, ya que su biografía coincidía en varios aspectos con los datos conocidos sobre “Pierre”; sin embargo, no nos atrevimos en incluir su biografía en el diccionario sin tener seguridad completa. En algún momento los autores llegaron a pensar que “Pierre” era el seudónimo del comunista húngaro Gerõ Ernõ, quien más 437

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tarde representaba a la Comintern en España bajo el nombre de “Pedro”. En un documento firmado por dirigente del Lende-Secretariado de América del Sur y del Centro, Georgui Skalov, que se trataba el asunto del envío del representante del CEIC a Suramérica, se decía textualmente que era indispensable enviarle a Gerõ al Hemisferio Occidental. Sin embargo, surgía una duda natural: el húngaro hablaba ruso relativamente bien, pero no tanto para que escribiera las cartas del tipo de las que “Pierre” enviaba a Moscú (llenas de expresiones idiomáticas típicas para un ruso-hablante y hasta llenas de groserías rusas). De manera accidental hemos encontrado un documento sobre el traslado de un militante de un partido comunista al otro, el solicitante nombró entre personas que podrían confirmar sus datos al funcionario de la Comintern, Rabinovich, quien supuestamente trabajaba durante mucho tiempo en Latinoamérica. Antes, no hemos visto referencias a este personaje y obviamente solicitamos su carpeta personal. Al leer varias carpetas (ya que se encontraron algunos cominternianos con tal apellido) descubrimos que “Pierre” era en realidad Zajarii Rabinovich, un funcionario activo de la IJC quien había realizado actividades partidistas en varios países de Europa y América Latina; y no tuvo nada que ver con Caucaso, a plena contradicción con las memorias de Humbert-Droz. Resumiendo, podríamos disculparnos de las fallas que un lector atento encontrará en el libro. Sin embargo, no lo vamos a hacer; sabemos que no se trata de una obra perfecta. El diccionario sobre la izquierda latinoamericana en la época de la Comintern es nada más un primer paso en las investigaciones biográficas del movimiento revolucionario del continente. Al limitar los marcos de selección con el criterio de participación en la actividad internacional de los PP.CC. de Latinoamérica y de la Comintern, nosotros hemos enfrentado la necesidad de dejar al lado una parte considerable de la información disponible sobre varios militantes y hasta dirigentes comunistas que no estaban incluidos en esta esfera de la vida partidaria. La publicación de los diccionarios más amplios será un reto para otros investigadores, y algunos ejemplos de tales libros ya aparecen.9 9

TARCUS, Diccionario biográfico de la izquierda argentina.

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Imagen de portada: Digitalización de la obra: Diseño de portada: Liliana Díaz Lomelí Diseño de interiores: Hugo Silva Bedolla Corrección de estilo: Harald Uriel Medrano Jaimes Cuidado de la edición: Ricardo Aguilar González

Izquierdas, movimientos sociales y cultura política en América Latina se terminó de editar y publicar en mayo de 2016, en los talleres gráficos de Editorial Morevalladolid, S. de R.L. de C.V., con un tiraje de 500 ejemplares.

En su composición tipográfica se utilizó la fuente Calibri en 11/13.3 y 8/9.6, portada en 14 pts. la impresión se realizó sobre papel bond ahuesado de 75 grs., y portada en cartulina couche de 300 grs., en máquina Adast 725P, 65 x 45 con perfector.

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