PROTO-SINAÍTICO

May 24, 2017 | Autor: R. Agusti Torres | Categoria: Egyptology
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PROTO-SINAÍTICO ALFABETO Y ESCRITURA

RAFAEL AGUSTÍ TORRES EGIPTÓLOGO EX PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE EGIPTOLOGÍA MIEMBRO DE LA AMERICAN ASSOCIATION OF ANCIENT HISTORIANS

La escritura proto-sinaítica se considera el primer alfabeto documentado, extendiéndose su uso desde el siglo XIX hasta el siglo XVI a.C. sus primeros testimonios fueron hallados por Sir W. M. F. Petrie (en realidad fue su esposa Hilda quien llamó la atención de su esposo acerca de unas inscripciones que no parecían jeroglíficos egipcios) durante el invierno de 1904-1905 en la península del Sinaí, un catálogo de la exposición de las inscripciones se publicó en 1905 y un informe de la expedición en 1906. A estos hallazgos se le puede añadir una serie de inscripciones cortas protocananeas (derivadas directamente del proto-sinaítico) encontradas en Canaán y fechadas entre los siglos XVII y XV a.C., y más recientemente (1999) el descubrimiento efectuado por John y Barbara Darnell en Wadi el-Hol y que sugieren fuertemente una fecha de desarrollo de la escritura proto-sinaítica entre mediados del siglo XIX a.C. y el siglo XVIII a.C. (Reino Medio, Edad del Bronce Medio), este último descubrimiento se puede fechar (mediante la paleografía) con mayor certeza que los del Sinaí y ofrecen pruebas convincentes de que la fecha más temprana de aparición de la escritura protosinaítica (h. 1850 a.C.) es la más probable. Este ha sido uno de los debates principales acerca de la aparición de la escritura proto-sinaítica ¿cuándo y donde apareció por primera vez? Se han propuesto para la primera cuestión las fechas de 1850 a.C. (más temprana) y 1550 a.C. (más tardía) y los emplazamientos de Serabit el-Khadim y Wadi el-Hol para la segunda cuestión. A día de hoy el consenso mayoritario es que la escritura proto-sinaítica apareció en Serabit el-Khadim (Sinaí) en torno al siglo XIX a.C.

Inscripción proto-sinaítica Las inscripciones del Sinaí aparecen en forma de grafiti y textos votivos en una zona montañosa conocida como Serabit el-Khadim (lugar situado a 40 km. al este de Abu Zenima) donde se halla un templo dedicado principalmente a la diosa Hathor (hwthor). Este templo está situado a 850 mts. sobre el nivel del mar siendo el templo minero más grande que se conserva del Antiguo Egipto. Desde el principio el templo tenía un doble propósito, tanto en honor de la diosa Hathor, que actuó como guía para

los “Cancilleres de Dios” durante sus expediciones llevadas a cabo con el fin de explotar las minas de turquesa como también para alabar a los reyes que habían patrocinado dichas expediciones. El Sinaí era importante para Egipto debido a los recursos minerales que allí se encontraban (sólo durante el reinado de Amenemhat III se realizaron 28 expediciones a las minas de Serabit), minas de turquesa, de malaquita y de cobre (en el sur de la península y en el sur del Wadi Araba) además de constituir frontera oriental. Aunque el templo está dedicado conjuntamente a dos deidades, Hathor sigue siendo la deidad principal. El otro dios, Sopdu (Sopedu) desempeña un papel secundario, pero no insignificante: dios guerrero asociado al Este y al desierto, protegía la frontera oriental de Egipto y también a los hombres de los peligros inherentes a zonas inhóspitas, además de estas dos divinidades principales, se constata la presencia de un dios cananeo originario del Delta del Nilo (los trabajadores semitas de Serabit el-Khadim procedían muy probablemente del Delta oriental en donde estaban asentados desde las dinastías XII y XIII) y del dios Ptah de Menfis.

Representación de Khebeded, capataz semita de Serabit el-Khadim Construido sobre una meseta rocosa que domina todo el lugar, el templo posee dos hemispeos: un doble eje con una sucesión de salas en paralelo a otras dos de culto, excavadas en parte de la montaña. El templo original se orienta a lo largo de un eje sudeste-nordeste, pero debido a la falta de espacio, los reyes del Reino Nuevo no pudieron agrandarlo en la dirección precisa, la noroeste, por lo que hace una ligera curva. El santuario, construido durante el Reino Medio en el reinado de Senwseret I (XII dinastía) y ampliado durante los reinados de Amenemhat III (1884-1802 a.C.) y Amenemhat IV (1802-1793 a.C.) y posteriormente durante el Reino Nuevo (pero sólo en el eje dedicado a Hathor) se mantuvo como lugar de culto hasta el reinado de Ramsés VI para luego ser abandonado. En la entrada principal se puede observar los restos de lo que pudo ser un pilono de acceso, esta entrada data del tiempo de reinado de Senwseret I (1971-1928 a.C.) y Amenemhat II, en el patio se pueden observar los cimientos de diez capillas, estas habitaciones contienen una amplia variedad de estelas, fragmentos de estatuas e inscripciones, la mayoría pertenecientes al Reino Nuevo. Este templo cuenta además con dos “Capillas de los Reyes” una dedicada a Amenemhat II (1930-1895 a.C.) y otra dedicada a Amenemhat III.

Templo de Serabit el-Khadim

Reconstrucción del templo de Serabit el-Khadim En Serabit el-Khadim se han encontrado la mayor parte de las 40 inscripciones en escritura proto-sinaítica que se conocen (Simon, 2011, p. 16), concretamente 30 inscripciones, las cuales han sido datadas entre los siglos XIX al XVI a.C., esto ha hecho creer a la arqueóloga Orly Goldwasser que “el alfabeto fue inventado en esta forma por los cananeos en Serabit el-Khadim en la Edad del Bronce Medio, a mediados del siglo XIX a.C., probablemente durante el reinado de Amenemhat III, de la XII dinastía” (Goldwasser 2010). Cuatro inscripciones han sido halladas en el templo, en dos pequeñas estatuas humanas y a ambos lados de una pequeña esfinge de piedra. Esta esfinge ha sido un hallazgo fundamental en el estudio de la escritura proto-sinaítica y algunos autores la han calificado como una “pequeña Piedra de Rosetta” de la escritura proto-sinaítica. Está hecha de arenisca roja y fechada alrededor del año 1800 a.C., fue descubierta por Flinders Petrie entre 1904 y 1905 en las ruinas del templo de Serabit y parece tratarse de un exvoto dedicado a la diosa Hathor, sus dos inscripciones están hechas tanto en escritura jeroglífica como en escritura protosinaítica, de ahí su gran valor. El texto jeroglífico dice: “amado de Hathor señora de la turquesa” (eg. antiguo “mry hwt-hr nbt mfkt”) y en la inscripción proto-sinaítica se puede leer: “amado de la señora” (semita antiguo m´hb b´lt” o “b´alat” que es la forma

femenina de Baal dado a las deidades semíticas) este era un título aplicado a la diosa Hathor, la Señora de la Turquesa.

Esfinge de Serabit el-Khadim

Esta traducción de la inscripción proto-sinaítica fue llevada a cabo por Sir Alan Gardiner en 1916 quien identificó la lengua de esta inscripción como semita, Flinders Petrie, su descubridor, había llegado a la conclusión de que las inscripciones eran alfabéticas pero no hizo ningún intento de identificar los paralelos relacionados. Por su parte, Gardiner, llegó a la conclusión de que los signos del Sinaí fueron creados por la reforma de signos jeroglíficos egipcios en base a su valor acrofónico, este razonamiento se tiene como correcto y su obra sigue siendo la base sobre la cual el progreso de estudio continúa hasta el presente. Las inscripciones así descifradas tempranamente son denominadas “inscripciones b´alat (B´lat)”. Estas inscripciones fueron hechas de una manera más bien tosca por lo que parece posible que quienes las hicieron tuvieran un bajo nivel de alfabetización. Sólo unas pocas inscripciones han sido encontradas en la propia Canaán y datan del siglo XVII a.C. Estas inscripciones son muy cortas constando mayoritariamente de un pequeño conjunto de signos y pudieron ser escritas por caravaneros o por soldados egipcios conocedores del nuevo sistema de escritura. Estas inscripciones reciben a veces el nombre de proto-cananeas (Woodard, 2008) aunque el término proto-

cananeo (alfabeto creado en torno a los siglos XV-XIV a. C.) también se aplica a las primeras formas del alfabeto fenicio (creado en torno a los siglos XI-X a.C.) o a las formas más antiguas del alfabeto hebreo. La evolución del proto-sinaítico y las diversas inscripciones proto-cananeas durante la Edad del Bronce se basa en una evidencia epigráfica bastante escasa. Es sólo con el colapso de la Edad del Bronce (siglo XII a.C.) y el surgimiento de nuevos reinos semitas en el Levante que el ancestro directo del alfabeto fenicio de la Edad del Hierro, también conocido como proto-cananeo, está claramente atestiguado (silabario de Biblos). El silabario de Biblos, también conocido como sistema pseudo-jeroglífico o protobíblico, es un sistema de escritura todavía no descifrado y conocido por diez inscripciones encontradas en la antigua ciudad de Biblos (actual Líbano). Las inscripciones están grabadas sobre placas de bronce y espátulas, además de esculpidas en roca. Fueron descubiertas por Maurice Dunand durante las excavaciones que realizó entre los años 1928 y 1932, y fueron publicadas en la monografía Byblia Grammata en 1945. Estas inscripciones han sido fechadas como pertenecientes al II milenio a.C., concretamente entre los siglos XVIII y XV a.C. Ejemplos de este sistema de escritura han sido hallados en Egipto, Italia y Megiddo (Israel) siendo el sentido de la escritura de derecha a izquierda utilizando raramente separadores entre palabras.

Silabario de Biblos

William Albright en las décadas de 1950 y 1960 interpretó las inscripciones protosinaíticas como la clave para mostrar la derivación del alfabeto cananeo a partir de la escritura hierática egipcia (Albright, 1966) dando lugar a la opinión común de que la lengua de las inscripciones era semita y que los signos seguían un prototipo hierático. La publicación de Albright fue un gran paso hacia adelante en el que se incluyen transcripciones y traducciones de todas las inscripciones proto-sinaíticas identificadas hasta la fecha de esta publicación (1966). Después del Reino Medio el proto-sinaítico se extiende por toda el área semítica cananea derivando de él alfabeto proto-cananeo del que se conocen 22 inscripciones, este alfabeto será utilizado de forma muy esporádica fundamentalmente para escribir nombres de divinidades y de personas siendo el ejemplo más antiguo la denominada “Daga de Lakish” y que se fecha en torno a los años 1700-1600 a.C. (esta daga fue encontrada en la antigua ciudad de Lakish, en Israel, en una tumba del Bronce Medio II denominada “tumba 1502”, en esta pieza se pueden apreciar los signos T,R,N,S todos con correspondencia de signos jeroglíficos originales. Por otra parte, también en Lakish, fue encontrado en el estrato VI de alrededor de 1200 a.C. o incluso de fecha anterior, un fragmento de cuenco con una inscripción proto-cananea donde pueden apreciarse los signos B,H,L,R,S todos con correspondencia directa de signos jeroglíficos originales), por lo tanto la hipótesis de la aparición del proto-sinaítico en torno al año 1550 a.C. quedaría totalmente descartada. Las inscripciones proto-sinaíticas, junto a los paralelos contemporáneos encontrados en Canaán y Wadi el-Hol, plantearon por tanto la hipótesis de mostrar un paso intermedio entre los jeroglíficos egipcios y el alfabeto fenicio. Brian Colles (2014) señala que 18 de las 22 letras del alfabeto fenicio tienen análogos en el silabario de Biblos, y parece que el proto-alfabeto evolucionó como una simplificación del silabario, pasando de un sistema silábico a uno consonántico en el estilo de la escritura egipcia, esta posición va en contra de la hipótesis defendida por Goldwasser (2010) de que el alfabeto original fue inventado por los trabajadores semitas casi iletrados que laboraban en las minas del Sinaí. De acuerdo con la “teoría del alfabeto” el primitivo proto-alfabeto semítico reflejado en las inscripciones proto-sinaíticas, habría influenciado en los escritos del sur de la Península Arábiga y en los escritos proto-cananeos durante el periodo del colapso de la Edad del Bronce (Hubert Grimme defendió casi en solitario, con un modesto apoyo de Van den Branden, la existencia de un alfabeto pre-tamúdico y rechazó la idea de que la secuencia de signos tamúdicos evolucionaran a partir de la secuencia de signos del sur de Arabia). El núcleo de la teoría de Albright es que sólo la forma gráfica de los signos proto-sinaíticos derivan de las escrituras egipcias, y que se les dio el valor fonético de la primera consonante en la traducción semítica del jeroglífico ( esto es llamado principio de acrofonía por el que cada signo anota el primer sonido de la palabra en lengua semita que designa lo que el propio signo representa), por ejemplo el jeroglífico de “pr” (casa), un rectángulo parcialmente abierto a lo largo de un lado (S1 en la lista de Gardiner), se utilizaría para escribir el sonido semítico /b/ correspondiente al primer

sonido de “baytu” la palabra semítica para “casa”. De acuerdo con la hipótesis del alfabeto, la forma de las letras habría evolucionado a partir de las formas protosinaíticas en formas fenicias, pero la mayoría de los nombres de las letras habría seguido siendo la misma.

Alfabeto Proto-Sinaítico En 1927 una expedición de la Universidad de Harvard en el Sinaí retiró algunas de las inscripciones dejadas por Petrie en Serabit el-Khadim para entregarlas al Museo Egipcio de El Cairo. También se triplicó el corpus de inscripciones proto-sinaíticas (Lake, Blake y Butin, 1928). Este trabajo fue el comienzo de un plan mucho más ambicioso bajo la tutela de la Universidad de Harvard. Entre 1930 y 1935 la Universidad de Harvard y la Catholic University of America trabajaron en Serabit elKhadim y descubrieron diez nuevas inscripciones en el área (Butin, New, Lake y Barrois, 1932; Butin y Starr, 1936).

Una importante actividad arqueológica y epigráfica fue llevada a cabo por la denominada “Expedición Ofir” en la península del Sinaí. Desde 1971 A. Itzhaq BeitArieh (investigador asociado y profesor del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel-Aviv) fue su director, su trabajo en la mina L, en el área de Serabit el-Khadim, fue de gran importancia para establecer que hacia el año 1500 a.C. (fecha del

derrumbe de la mina L) existía ya un alfabeto razonablemente establecido. Lo que reforzaría la posibilidad de que el proto-sinaítico comenzara a surgir en torno al año 1700 a.C. (Beit-Arieh fijó esta fecha LBA en base a los hallazgos epigráficos y cerámicos). Uno de los primeros hallazgos de esta expedición fue una inscripción que llevaba el nombre de “EL” (Dios) y bien puede ser la inscripción semítica occidental más antigua conteniendo el nombre divino. Por otra parte, Benjamin Sass (quien había sido estudiante de Beit-Arieh y pasado un largo tiempo en el Sinaí como adjunto del Departamento de Antigüedades de Israel) amplió el corpus de inscripciones protosinaíticas y también verificó cuidadosamente varias inscripciones muy importantes. Su principal conclusión fue que el origen de los signos fenicios está en la secuencia que lleva al proto-cananeo desde el proto-sinaítico y este desde los signos jeroglíficos egipcios sobre una base de acrofonía (ya defendida por Gardiner) 21 de los 22 signos fonéticos del alfabeto fenicio/cananeo son claramente de origen arcaico; es decir conservan una correspondencia clara en la relación proto-cananea – proto-sinaítica. En otras palabras, el alfabeto fenicio procede del alfabeto proto-sinaítico y por tanto, nuestro alfabeto occidental derivado del fenicio es, en origen, egipcio en su mayor parte. Un importante descubrimiento fue realizado en 1999 por John y Barbara Darnell en Wadi el-Hol (ár. Barranco del Terror) un lugar que en la antigüedad había sido una ruta comercial y militar que unía Tebas con Abidos, en este wadi, situado a la altura de la ciudad de Qena, fueron encontradas, junto a varias docenas de inscripciones jeroglíficas e hieráticas, dos inscripciones en alfabeto proto-sinaítico grabadas en la roca. Estas inscripciones son gráficamente muy similares a las inscripciones de Serabit el-Khadim, pero muestran una mayor influencia de los caracteres jeroglíficos. Entre estos signos se encuentra una figura (h1) de celebración (A28 en la lista de Gardiner), una segunda figura (h2) que es o bien la de un niño (A17 Gardiner) o una figura danzando (A32 Gardiner). En este último caso h1 y h2, puede haber variantes gráficas (por ejemplo, dos jeroglíficos utilizados en la palabra cananea “hillol” –júbilo-) en lugar de consonantes diferentes.

Inscripciones de Wadi el-Hol

Algunos estudiosos (Darnell et al.) piensan que los signos “rb” al comienzo de la inscripción 1 es probablemente la palabra “rebe” –jefe-; y que la “L” al final de la inscripción 2 es probablemente la palabra “el” –dios-. Brian Colless ha publicado una traducción del texto, en el que algunos de los signos son tratados como logogramas (signos que representan una palabra completa, no sólo una consonante) o signos rebus (imágenes alusivas que representan palabras o partes de palabras) Antiguo Oriente 8 (2010) 91 (V) “Excelente (r (dE) de banquetes (mst) de la celebración (h (illul) de Anat (´nt). El (´L) proporcionará (ygs) (h) montón (rb) de vino (wn) y provisiones (mn) para la celebración (h (illul). Nos va a sacrificar (ngt) con ella (h) un buey (´) y (p) un (primer r (de) grasa (¿) (mx)”. Esta interpretación encaja en el patrón en algunas inscripciones egipcias de los alrededores, con las celebraciones de la diosa Hathor que implicaban la embriaguez.

CONCLUSIÓN El alfabeto proto-sinaítico es el primer sistema alfabético conocido (h. 1850 a.C.) y originario del Sinaí (Serabit el-Khadim principalmente), fue creado por trabajadores semitas de las minas de turquesa para expresar mediante signos tomados de la escritura jeroglífica egipcia la lengua hablada por ellos siguiendo el principio de acrofonía. De él derivan el alfabeto proto-cananeo y el alfabeto fenicio que, a su vez, originó el alfabeto occidental utilizado hoy en día.

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