¡Qué Farras!

June 4, 2017 | Autor: José Chalco Salgado | Categoria: Ciencia Politica, Derecho constitucional
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¡Que Farras!
No las de la vida nocturna en la ciudad. Tampoco las últimas por los 459 años de Fundación de Cuenca. Sino aquellas; las que vemos por televisión, las que se originan en la capital, las que son difundidas por el reducido espacio de los pocos que quedan en el país de opinión pública: redes sociales.
Precisamente, los banquetes, reuniones, bailes, cantos, risas, alegrías y fiestas en Carondelet, ¡que buenas farras son!. Allí no existe espacio a la amargura o desosiego por la falta de recursos económicos en el país, al contrario, la tristeza es lo que menos cabida encuentra en estos gratos momentos de entusiasmo y codeo con el poder.
Pero todo ello trae a la memoria un histórico acontecimiento. Cuando la Revolución Francesa estuvo en su momento más protagónico, al existir un clima de cambio social y profundo movimiento estructural, jurídico y político en Francia; en Versalles que era el Palacio Real, se realizaban banquetes, comelonas, excesos y bailes propios del poder autócrata de la época; ésto supuso que la indignación pública detone, esos hechos fueron vistos como un insulto a la realidad que el país vivía y la desventaja social que la población menos pudiente de Francia padecía. Pero el suceso que marcó esta desazón social fue el "banquete real" en plena crisis y movimiento interno, aquel que se hiciera en Versalles por la bienvenida a la nueva guardia que se instalara en el Palacio. Ello motivó el levantamiento masivo de la población francesa.
En Carondelet también había y hay banquetes. Se acostumbra, de manera natural y casi como obligada bienvenida, invitar a las súper estrellas de la música, política, teatro, deporte y otras, a un paso necesario por el Palacio. Varios, y no pocos, han sido los invitados a departir de amenos momentos en la casa de gobierno. No han perdido tiempo Joan Manuel Serrat, los jugadores y técnicos del emelec, Pablo Iglesias del naciente partido político Podemos de España, Joaquín Sabina, el bien tratado en el Palacio: Miguel Bosé, el Clero católico, los asambleístas del partido de gobierno para festejar las cenas por navidad, hasta la Chilindrina no ha podido resistirse a la convocatoria. Todos cantan, beben vino, bailan, se sacan fotografías con el líder, todos están felices. La última celebración, fue la de los twitteros por la revolución, en donde las canciones de "tocar la guitarra todo el día, (…) y, no quiero trabajar(…)" no sólo que sonaron con el conocido y envidiable entusiasmo del presidente, sino que además trajo consigo baile, risa y el efecto subsiguiente de lo incomodo y desatinado para el momento del país; claro, eso a criterio de los envidiosos que no pudimos estar en la fiesta.
La historia demuestra que la sociedad ya vivió, conoció e incluso, por un tiempo aprendió, de los excesos del poder. Bucaram le hizo sombra a los Iracundos, Gutiérrez se paseó con las misses, Julio Arosemena conocido por su gusto al alcohol, recibía en Carondelet visitas oficiales acompañadas de destapadas manifestaciones que le llevaron a su salida del poder en 1963.
En todo caso, yo ya pedí en twitter mi invitación a una farra en Carondelet.













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