DOMINGO 14 DE JUNIO DE 2015 GUATEMALA
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¿Quién es nuestro adversario? MANOLO E. VELA CASTAÑEDA
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En esta coyuntura muchos nos preguntamos¿contraquiénestamosluchando? En la respuesta a esta interrogante está la clave de hacia dónde hay que apuntar la atención ciudadana. Esto –me parece– va más allá de las renuncias, y de la ex vicepresidenta Roxana Baldetti y del –todavía– presidente Pérez Molina, y la debacle de los pepes, su partido, el partido oficial. Contestar esa interrogante –¿quién es nuestro adversario?– nos posiciona hacia enero de 2016; cuando, quien resulte electo en estas elecciones –querámoslo o no– empezará sus cuatro años de gestión, acompañado por su gabinete y un “nuevo” Congreso (lamentablemente muchos de los actuales diputados pueden ser reelectos). Nuestro adversario tiene nombre y apellido. Se trata de esa maldita relación entre la política y los negocios. Así de claro, así de simple. Lo que pasó fue que aquí ya fue imposible saber dónde terminaba la política y dónde empezaban los negocios. Esto es lo que a los guatemaltecos nos tiene hartos. Esto es lo que con “La Línea”, esa estructura que controlaba las aduanas, se destapó; pero también con el escándalo en las cárceles, y en el IGSS (Instituto Guatemalteco de Seguridad Social). Y los casos seguirán, mientras avancen las investigaciones; que la CICIG (Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala) tiene trabajo para rato. Estamoshartosdelospolíticosquese afanan en ganar las elecciones, no para gobernar y llevar adelante proyectos, sino para hacer negocios. Para entender esto la máxima aquella de “plata o plomo” ya no nos es útil. Aquí, sin plomo, los políticos van detrás de la plata. No es que se dejen corromper, es que ya eran, y a eso fue que llegaron. La otra idea: de las manzanas podridas, tampoco nos es útil para entender el fenómeno de la corrupción en Guatemala. Los partidos son verdaderas estructuras criminales. Al núcleo duro se invita a otros cuadros, externos, pero “presentables”, que lleven ideas, para que hagan interesantes las reuniones, entretengan a los presentes con sus ocurrencias, y distraigan a la prensa; de manera que la estructura principal continúe haciendo lo que llegó a hacer: forrarse de dinero. Pero, como usted lector ya fue advirtiendo, esto va más allá de nuestras elites políticas: nos lleva directo a la manera cómo el capital privado se relaciona con estos políticos. En el complejo
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de la corrupción intervienen, además de los políticos, las elites económicas locales, las multinacionales, las empresas extractivas, y el monopolio de la televisión nacional. Ellos les dan la plata, y ellos se la piden de regreso, pero, como buenos comerciantes, aumentada. Su interés no es otro que saquear las finanzas públicas, pero también contaminar y destruir territorios, los ríos, los lagos, la naturaleza. Y en un país como Guatemala, con graves carencias en distintos rubros (ya cansa mencionarlos), y con varios indicadores que nos colocan como los peores de América Latina y a la par de varios países africanos, hacer esto –como ahora, en el seguro social se documentó– lleva a la muerte de muchas personas. El complejo de la corrupción nos está llevando a la destrucción de la vida. Nuestro adversario, entonces, no es Pérez Molina, ni Baldetti, ni los pepes;
sino el complejo de la corrupción. Y contra lo que tenemos que luchar es contra esa maldita relación entre la política y los negocios. La batalla principal consiste, entonces, en luchar por las reformas –legales e institucionales– que permitan desmantelar esa relación entre la política y los negocios. Y esta batalla es un asunto, no de corto plazo, sino de mediano y largo plazo. Esta batalla, aunque tiene en las elecciones de septiembre un punto muy importante, rebasa –por mucho– ese tiempo. Y en ese contexto, el de las elecciones, lo que nos asusta a los guatemaltecos honestos, es que un partido: Lider, y su candidato, Manuel Baldizón, que representan precisamente ese estilo de hacer política: la maldita mezcla entre la política y los negocios, vaya puntean-
do en las encuestas y tenga ya asegurado su pase a la segunda ronda. Es por esto que los ciudadanos reclaman, de forma muy espontánea: #notetocaBaldizón. Pero el “Lider” no sabe –porque no puede– leer el mensaje que la ciudadanía está mandando. Entre amenazas, ninguneos y más mentiras, este partido desoye lo que la ciudadanía le está diciendo. Esta coyuntura nos agarró sin instrumentos políticos para luchar por esta agenda de reformas. Pero esa condición –no contar con los instrumentos– para dar la batalla, quizá no sea un problema sino una gran oportunidad, para irlos construyendo, desde ahora. La salida está en crear un nuevo instrumento que nos permita concretar el espíritu de abril, mayo y junio, en cambios institucionales que destierren para siempre la maldita práctica de los negocios y la política.
