Relato experimental

July 29, 2017 | Autor: J. Jiménez Calixto | Categoria: Narración Cuentos
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MEMORIAS DE JULIO ALBERTO JIMÉNEZ CALIXTO
Suena en la vieja radio zonda, con tres perillas: una de encendido/apagado, otra para sintonizar las estaciones, y la última y la más importante la del control de volumen, la que llena de música toda la vivienda.
-¡Estamos en apuros señor, tengo mucho miedo!
-¡Solín! La vida está llena de temores no debes tener miedo porque tengo la certeza que derrotaremos al profesor holocausto. Tenemos que darnos prisa antes que sea demasiado tarde.
Tengo media hora dando vueltas a la pequeña vivienda de adobe en donde suena la radio novela de Kalimán, escucho con atención lo que sucede ahí, traje mis audífonos y la música más indispensable que tiene mi vida. Veo el contexto a mi alrededor y es uniforme, es la precariedad que uniforma las viviendas de adobe con huesos de palapa y lámina de cartón por techo, "casas de bajareque". Ahí habitan un puñado de pobladores en condiciones paupérrimas, es una lejana falda de un cerro en una colonia llamada vista alegre calle número cuatro. No hay calles pavimentadas y habrá que subir la escarpada vereda caminando o a lomo de bestia, el gobierno de Rubén Figueroa Figueroa, está más preocupado en desaparecer la gente que participa en la guerrilla de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, que en resolver la marginación y el hambre de los olvidados.
¿Cómo llegué hasta acá?
Un ancestral mantra de los yoguis hindúes sobre los sueños y su control:
"Puedes viajar por el cosmos, llevar la armonía del universo a todo el conocimiento que desees. Conocer la exactitud de la materia construida en las aguas cristalinas del tiempo donde todo hombre y su pensamiento está contenido. Pero no debes temer en el viaje, pues el miedo congénito de los hombres, la soledad congénita de los hombres te pueden atrapar para siempre. Debes soñar puesto que cierto es que en los sueños está el albedrío de la vida, los sueños y su dominio te llevarán a conocer tus tiempos exactos".
George Michael canta en mis audífonos "you have been loved", un tema soberbio que en su intro se aprecia la majestuosidad de una trompeta minimalista en sus notas. Mientras, entro a la vivienda y veo la gente que está adentro. Una señora como de cincuenta años sostiene un rosario en la mano izquierda, y con la mano derecha le quita el sudor a una joven señora que está a punto de parir. Le reza al oído, y le dice al final con voz suave de madre paciente:
-¡Pina, todo saldrá bien Dios mediante!
También veo en un rincón, a una niña morena clara muy bonita y muy seria. Como de tres años aproximadamente jugando con su muñeca y diciéndole.
-Mi mamá va a tener un bebé.
En eso pasa un señor como de sesenta años a un lado de mí y sale al patio accidentado de la humilde vivienda a fumarse una hoja de tabaco rubio, manufacturada por el mismo. De su pantalón gastado por el trabajo en el campo, sacó los cerillos que le hicieron combustionar su tabaco, y ahora fuma apaciblemente con la mirada perdida en el horizonte lontano, no hay alegría en su mirada cansina, solo resignación y una preocupación magistralmente disimulada, es el abuelo; el hombre fuerte de trabajo duro, un abuelo muy pobre pero muy honesto, enorme en integridad, es un hombre muy bello.
Acaba de llegar apresuradamente el doctor acompañado de un joven, el doctor le dice que apague la radio.
-Ese capítulo ya es repetido.- dice el doctor.
Y se dirige tranquilamente a donde está la señora que va a alumbrar, toma los signos vitales y comienza a preparar sus instrumentos médicos.
Salgo de la casita, porque afuera esta la mar, la bahía de Santa Lucía se integra de un solo vistazo ante mis ojos, impresiona su contundencia de aguas brillosas con el sol del cenit iluminando sus aguas, es el pacífico un enorme ejercicio de belleza natural. Corre el viento fresco y se termina la canción en mis audífonos, entonces escucho el llanto de un recién nacido, un llanto agudo, continuo y desesperado. Ese recién nacido se llamará Julio Alberto Jiménez Calixto, es 31 de marzo de 1973 y son exactamente las once con treinta minutos antes del meridiano.



Despierto muy temprano a poner en la lumbre una pequeña olla de barro con agua para tomar un poco de café, y espero a que una vez lograda la ebullición, agregarle canela mas una cucharada de azúcar mascabado y cuando está oliendo demasiado agrego dos cucharadas de café Santa Clara producido en Coatepec Veracruz, el olor me indica el grado en el cual deseo tomar mi café. Y con éste en mano regreso a sentarme en el borde de la cama, anoto un poco el sueño que tuve reciente. Me quedo pensando en mi abuelo paterno Santos Calixto Barrera o papá Santo como le dije toda mi vida, dándole lentos sorbos a mi café.
Entonces una mano acaricia mi espalda con mucha suavidad.
-¿Hola, me puedes regalar un beso? -me dice la linda niña, que se quedó a pasar la noche conmigo. Y volteo a verla sonriendo, le quito con suavidad la sabana que cubre su desnudez, ella forcejea jugueteando hasta que logra tomarme del brazo y me jala hacia ella, me abraza y me da un beso. -Me encanto verte dormir después de cojerte, te dormiste casi de inmediato y hablaste mientras dormías- le digo que le explicaré en un momento el asunto, mientras me levanto de la cama, -Voy por un café para tí- casi en la puerta me grita levemente – ¡Oye soñador!, buen día- le contesto el amable gesto, voy por su café y regreso con un par de galletas de mantequilla.
Le explico que hay psicólogos que consideran en lo subjetivo la similitud sensitiva cerebral que existe entre el coger y el tomar café. –jajajajajajajajaja, pobres pendejos que son los psicólogos, toman café por que no saben coger- y me río a carcajadas, ella me acompaña en la risa.
-Muy bien niña, te explicaré el asunto, estoy tratando de escribir lo que recuerdo de mis sueños. Comencé a escribir una especie de relatos que tienen que ver con eventos en mi vida, por el momento sin orden alguno y más adelante me iré a una playa solitaria durante un par de años tal vez; a poner en orden, lo que recuerdo y lo que sueño- se queda pensativa tomando su café, y dándole un mordisco a una galleta.
-Oye, es viernes te comentaré algo. Me quiero quedar hasta el domingo por la noche contigo, y si quieres me cuentas algo de tus relatos suena muy chingón eso que dices. Yo haré de comer y lo que me pidas; ¡Ándale por favor!
Me quedo pensativo observando su sonrisa, entonces le digo que sí y al mismo tiempo le doy un beso largo, después la vuelvo a mirar a los ojos –vas a salir corriendo de aburrida mañana, entre tantas cosas que te contaré sin importancia alguna para ti - me da un abrazo, y se queda sellado el breve pacto de fin de semana en el cual tendré a una lindísima chica de 22 años escuchando mis relatos y preparándome de comer.
Pongo los audífonos en mis oídos y comienzo a seleccionar algunas canciones que escucharé mientras escribo, hay una canción purépecha que canta Lila Downs, "Tirineni tsitsiki", me deja un rato ausente mientras escucho las notas.
Voy al escritorio y con pluma en mano, los recuerdos de mi sueño van brevemente fluyendo sobre el papel en blanco, la tinta negra corre, y corrige con tranquilidad.
Estoy parado frente a un kínder llamado Margarita Maza de Juárez, ubicado en la colonia electricistas, son las ocho de la mañana y veo como van llegando los padres a dejar a sus hijos. Voy dándome cuenta de la moda utilizada en niños y adultos, los padres llevan camisas sport con los cuellos en un color distinto a la camisa, los pantalones de mezclilla Sergio Valente son acampanados y entallados de la pierna. Los niños llevan camisa blanca de marinero con suéter azul marino y pantalones con estampado cuadriculado como el estilizado por aquella época en los jugadores de golf ingleses, ¿Cómo llegaron hasta acá? Sencillo; a través de un grupo de músicos llamados los escarabajos que estaban en el punto más álgido de su carrera musical. Muchas cosas eran imitadas en todo el mundo y no se escaparon los niños de este kínder a llevar cierto tipo de moda en ropa usada por los escarabajos comandados por el idealista inepto de Lenon, maldita basura cómo es posible que se le pueda llamar música a las chingaderas de canciones que hizo.
Viene un niño de la mano de su padre, dando brincos y cantando en voz alta una canción de las ardillitas e imitando la voz de la ardillita llamado Pánfilo. Entonces decido caminar atrás de ellos, su papá le deja su lonchera del ratón Miguelito. Su pequeña mochila de cuero rojizo es muy bella, es casi un trabajo artesanal. Su papá le da un abrazo y un beso en la mejilla antes de retirarse del lugar. Va el pequeño a reunirse con sus amiguitos y los escucho preguntarse cosas
- ¿Viste como se ve muy bonita Liliana Luquín?, ¿Trajiste plastilina para hacer muñecos? ¿Viste ayer a la rana René?-. El niño entra a su salón de clases con su maestra Socorro. Me dedico a recorrer el lugar, el cual, me resulta un ejercicio correcto de arquitectura funcional y deduzco que el arquitecto no diseñó el espacio para que fuera un kínder sino que ese espacio corresponde a las oficinas sindicales del S.U.T.E.R.M.
Aquí se ve un eco de lo que en Europa diseñaba Le Corbusier obedeciendo estrictamente a la función en la arquitectura. Este edificio tiene recorridos, remates visuales, en todo momento hay iluminación natural, hay mucha vegetación y hasta un pequeño cinema. Aquí la adaptación de la arquitectura a la infancia es una coincidencia en la cual los niños desarrollan sus juegos, sus rondas, sus cantos de cri crí el grillito cantor por antonomásia, hay piratas en el patio, hay caballitos veloces, hay supermanes y también hay luchadores como santo el enmascarado de plata forcejeando con otros contemporáneos del pancracio como Blue Demon, Black Shadow, etc.; que más puede haber aquí si no es más que tácitamente un hermoso jardín de niños.
Y el espacio en donde todos los niños quieren estar: la fuente de cantera rosa que te recibe al entrar. Donde los niños escuchan al agua cantar en varios tonos. Todos ellos contenidos en sus deseos de lanzarse al agua por la directora del jardín, una mujer robusta de grandes lentes oscuros y semblante de inquisidor.
Suena un timbre muy fuerte, e inmediatamente suena un canto victorioso de libertad a una sola voz, son los niños gritando a todo pulmón, la llamada al recreo, a almorzar tortas de jamón con un vaso de leche y una manzana roja, esto es bellísimo ver a tantos niños buscar su mesita y su silla, para acomodarse a comer apresuradamente porque hay temas que tocar inmediatamente después del ambigú.
Seguí al niño de pantalón a cuadros y camisa blanca, después de almorzar, o casi almorzar puesto que regalo su manzana a su amiguito que traía unos zapatos rotos, y a su mejor amigo le regalo su vasito de leche y la mitad de su torta.
Iba en dirección a donde jugaba a la cuerda una niña de piel blanca y cabellos rizados, una pequeñita extremadamente hermosa como esas imágenes que hacían los chinos en porcelana. Terminó la niña de saltar la cuerda y entonces se acercó el niño con su suéter amarrado al cuello, sacó de sus bolsillos una muñequita de porcelana del tamaño de la palma de su mano y se la ofreció a la niña –hola Liliana, te quiero regalar esto- fue lo que alcancé a escuchar tímidamente, la niña le recibe la muñequita y sonríe con él, lo invita a saltar la cuerda pero el niño se queda quietecito sonriendo.
-¡Hey señor trabajador! acabo de prepararte esto para que comas algo-, cuando regreso a ver hay una linda niña entrando al estudio con una charola en las manos y varias cosas para comer, se había puesto una de mis playeras estampadas con la imagen de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat, también tenía puesta una de mis bermudas color negra con sandalias negras que le quedaban como dos números más allá de su talla en zapatos. Me reí con ella y le daba las gracias por lo que había preparado.
-¿Me puede usted explicar niña como huele esta pasta tan bien?
-¿En serio huele bien?
-Por supuesto, esto se ve bastante elaborado, dime la verdad ¿Dónde la compraste?
-Jajajajajajajaja, pendejito ¿Qué no oliste hace un rato? No mames si a mi me encanta cocinar por eso te dije que yo te iba a hacer de comer, pruébalo mientras voy a la tienda a traerte algo para tomar.
Al salir le veo el trasero y la manera de como contonea su andar, tiene un estilo muy desgarbado, relajado pero cadencioso. Entonces pruebo su propuesta de cocina y me quedo asombrado, las cantidades de ingredientes son bastante precisas, agarró mi pasta de sémola, mi queso parmesano, mi aceite de oliva especiado, esparció carne molida condimentada sobre una salsa de jitomate con aderezos que no alcanzo a imaginar siquiera, solo sé que utilizó el vinagre de vino blanco en una cantidad demasiado exacta. En una taza puso a parte una emulsión a base de aceite de oliva, hojas de albahaca y romero, con unas gotas de vinagre balsámico.
La combinación de estos elementos en el plato era algo bastante disfrutable, estaba muy impresionado pensé dando voz leve al asunto –¡Pinche chamaca, donde habrá aprendido a hacer la pasta así!- también pensé que no iba a querer darme la receta. Regresó con una coca cola en botella de vidrio y me reí a carcajadas, diciéndole que ya sabía que era extraño que tuviera la capacidad de preparar algo tan delicioso –no mames cómo es posible que me vayas a dar una coca con esta belleza- la observé ponerse muy triste y salir con prisa de la habitación donde escribía.
Cometí un error me había burlado de ella y no hallaba como salir de esto, al poco rato la niña volvió ya sin mis ropas para darme un beso leve de despedida, -ya me voy, te dejo escribiendo, gracias por todo me gusto mucho conocerte ayer. ¡Adiós!- salió de prisa se escuchaba muy triste conteniendo el llanto. Creí que era una broma y que regresaría pero pasaron cinco minutos y no regresó. Me puse las botas sin amarrar las agujetas y salí extremadamente preocupado por alcanzarla, corrí un poco; ya no estaba por la calle así que fui por las llaves y encendí la motocicleta para ir tras de ella. A lo lejos la vi abordar una urvan del servicio de transporte municipal. Me empareje al lado del conductor y le mencione que ahí iba mi novia bien encabronada, que si me daba permiso de subir a disculparme. –Súbele primo nomas que no te tardes tanto por que esta de la chingada el día.
Estaba sentada hasta atrás y se limpiaba los ojos.
-Oye niña por favor si me puedes entender que fue una broma muy estúpida en verdad te agradecería, por favor baja y te diré algo, si después de escucharme aún te quieres ir, no habrá problema no te molestaré más- ahí estaba la pinche gente con atención, ella entendió el asunto se bajó conmigo. Regresamos al depa en la moto, y una vez que llegamos fue inmediatamente por el plato con las pasta y lo llevo al horno de la estufa para volverlo a calentar.
Ya no hubo disculpas y me senté a comer, mientras comía me explicaba paso a paso como había hecho su pasta y su salsa, su aderezo –te compré una coca por que fue para lo único que me alcanzó en la tienda Julio.
-lo entendí cuando ibas de salida, lo lamento en verdad debí haber sido más prudente.
Estuvo casada tres años con un italiano que tenía un pequeño restaurante de comida italiana en Puerto Escondido, ella era surfer y para pagar sus concursos trabajó primero de mesera y luego de auxiliar en la cocina, ahí se hizo experta en pastas y pizzas, y ahí también fue la primera vez que hizo el amor con su patrón Nicola. La charla terminó con ambos desnudos en la media noche con tres botellas de tinto Ícaro Nebbiolo que tenía en la alacena, para festejar algún día el cumpleaños de mi padre, cosa que nunca llegó. Decía cosas en italiano cuando llegaba al orgasmo.
A las siete de la mañana, me despierto como de costumbre y antes de levantarme siempre pongo música en mi celular, es muy importante para mí escuchar algo de Madredeus, "A estrada da montanha" es una pieza que me hace sentir aprecio por la vida y por la belleza que en ella se encierra. Justo cuando suenan los cellos en la canción se despierta ella y busca con asombro de donde emerge la música.
–Buenos días- un beso y un abrazo acompañaron sus palabras. –háblame de cuando eras niño por favorcito, ¿va?
-Muy bien señorita surfer te hablaré de cuando era niño. Fui a la escuela José Ma. Morelos y Pavón recuerdo que por esas fechas había juegos olímpicos en Moscú y el único recuerdo de estos juegos que tengo de esas fechas es que el la mascota era un oso pardo y recuerdo también los aros olímpicos. Mi padre trabajaba en unas oficinas de la Comisión Federal de Electricidad que en aquella época de los ochentas; estaban exactamente enfrente de la escuela. Iba en segundo año y a las dos semanas de haber retomado los cursos después de vacaciones, fui expulsado por haber dado un beso a una niña en la boca. Antes de ir a la dirección la maestra me tuvo parado tres horas y de indecente nunca me bajó, fue una vergüenza atroz la que sentí. No se me explicó que no era correcto dar un beso en la boca aún a petición de la niña que me lo pidió. El castigado fui yo. Durante el largo camino a la dirección, la maestra contaba a quien encontraba al paso -"Lo llevo a que lo expulsen, es un indecente este niño y en esta escuela no puede estar; que lo lleven sus papas a una escuela en el monte allá donde están los pobres y los corrientes"-. Muchas palabras de estas que dijo no las entendí sino hasta pasados muchos años, la primera vez que yo recuerdo desearle la muerte a alguien fue a aquella maestra, María de Lourdes Cienfuegos Alarcón.
-No mames Julio, ¿te expulsaron por eso?
-Si así fue; de aquel evento vergonzoso nace un rencor hacia mi persona por parte de mi madre, le ofertaron la idea del hijo indecente y la compró sin otorgarme el mínimo beneficio de la duda. Mi padre en cambió me llevo a jugar "maquinitas" a un local del antiguo cine Guerrero en el zócalo de la ciudad. Me dijo que le contara lo que había sucedido. Le dije la verdad, la niña me había contado que sus padres se besaban en la boca que le diera un beso yo también. Era natural la imitación de conductas en los niños pero a mí me fue pésimo.
Hasta la fecha existe una brecha insuperable de acercamiento entre mi madre y yo. Pero aquí termino de contarte esto que jamás lo había dicho a alguien. Si hay dos personas que me han hecho mierda la vida desde la infancia se trata de aquella maldita basura de Ma. de Lourdes y la maestra Agripina, mi madre.
-¿Tie nes ganas de llorar?
No contesté solo le dí un abrazo y un beso, le pedí que regresara la canción que sonaba en ese momento:
Tengo a veces deseos de ser nuevamente un chiquillo / y en la hora que estoy afligido volverte a oír / de pedir que me abraces y lleves de vuelta a casa / que me cuentes un cuento bonito y me hagas sonreír…
Secó mis lágrimas y me alcanzó la botella de vino.
-Chíngate un trago Julio, eres bien a toda madre wey- dijo con mucha convicción.
–Esa canción me sigue desarmando en ocasiones, hijo de toda la chingada ya son casi cuarenta años y aún me hace llorar. Jajajajaja creo que si llego a tener setenta años provocará lo mismo.
-Está de muy poca madre la canción, nunca la había escuchado.
-Roberto Carlos mi querida niña surfer, no te tocó en lo mínimo. Es un canción que escuchaba cuando era niño, mi padre tenía una vieja consola, por favor ni me preguntes que es eso porque ya no existen, tampoco me preguntes que es un disco de vinil de 45 R.P.M. Jajajajaja es increíble lo anacrónico de ciertas cosas y lo más increíble son los recuerdos a donde nos transportan con exactitud esas cosas o artefactos. Entonces esta canción siempre me proyectó a algo que deseaba que sucediera y nunca paso, por eso justamente me raja toda la madre ahora y lo seguirá haciendo siempre.
Es hora de almorzar. El hambre que emerge después de los deseos culminados es atroz, dos cuerpos acoplándose una y otra vez buscando el placer generan deseo continuo y un tipo de 39 años desnudo con una chica de 22 años está en desventaja física en el acto de fornicar, ahora la paciencia supera las ansias y existen mas besos con miradas largas, observo a detalle los ojos entrecerrados de ella cuando fornicamos, cuando cogemos, cuando llega un momento en el cual me abraza con mucha fuerza y después queda muy laxa con los ojos cerrados respirando profundo. La cargo y en brazos me la llevo a la regadera, la beso con el agua cayéndonos y después la enjabono, aplico shampoo en sus cabellos, termina el baño y seco su cuerpo y caemos en cuenta de la importancia de la ropa interior, más me preocupa la de ella antes de salir a la calle, le pongo un bóxer de los míos, le pongo una camisa blanca, se lleva su mismo pantalón y me visto, salimos uniformados. Ella lleva unas botas Dr. Marteens que no son de su número por supuesto, antes de salir tomamos unas gafas oscuras del tocador. Que chingón el asunto de ir abrazado por una bella mujer en una motocicleta.
Afuera está barriendo su calle mi vecina, que en cuanto nos ve inmediatamente se alista para decir algo cuando pasemos a su lado, me llevo muy pesado con ella y pienso en que me irá a decir esta hija de toda su chingada madre.
-Julio Jiménez, ¿Otra cabrón? Ándale pues pendejo luego andas llorando que te van a meter pensión jajajajajajajaja.
Estaciono la motocicleta en marcha, frente a ella, le digo a mi niña surfer que le conteste el saludo.
-Hola señora, como esta. Somos como veinte, la única diferencia es que yo soy la abogada que le quita las broncas de pensión a Julio. Y creo que las otras son unas pinches perras que solo han de espantarlo diciendo que están embarazadas y que necesitan dinero para solucionar el problema, yo no señora yo solo me ando cogiendo a este cabrón por que me gusta un chingo.
-Mira que cabrón tan listo salió este pendejo. Ándenle pues hija, váyanse con cuidado; a donde te lleva este cabrón.
-Vamos al mercado a la pancita con doña Vicki pero antes me dijo que me iba a comprar unos calzoncitos nuevos.
-Jajajajajajajaja, ¡Ay recabrón, con que poco las contentas, mira nada más! Dile que te traiga para cenar, les voy a hacer unas enchiladas con chile guajillo y nos tomaremos un café con canela y panocha.
Caminábamos por el mercado Baltazar R. Leyva Mancilla, la lluvia caía efímera y dócil, escurriendo por la ropa como algunas veces escurren de pronto algunos recuerdos. Ella va a mi lado y me toma la mano por sorpresa –Prométeme que no te vas a enamorar de mí- dice en un tono desconocido, e inmediatamente suelto una carcajada estrepitosa y agarro su mano con fuerza no sea que se encabrone otra vez y quiera salir corriendo. -Suéltame Julio me estas lastimando, por que te ríes ¿Eh?.
-Me acabas de recordar a Woody Allen en Los enredos de Harry, supongo que ya la has visto alguna vez- me dice que no la ha visto pero que le explique el asunto de prométeme que no te vas a enamorar de mí, le respondí que sí que terminando de almorzar nos iríamos a conseguir la película, para después verla en la pared con ayuda de un proyector.
El mercado es un complejo sistema de olores, de rutas, de apreturas. No es como cuando era niño y estaba recién construido, vino a la inauguración el Presidente de la República en turno, Miguel de la Madrid, nos llevaron a los escolares al evento y fue un protocolo bastante simple. Terminó el evento y fui a comprar unas jícamas con chile, sal y limón. En el camino de regreso a casa encuentro a dos señores de guayabera blanca platicando alegremente entre ellos, y alrededor de ellos muchos tipos de guayabera con lentes oscuros de aviador, volteando para todos lados. Paso a pocos metros y uno me llamó y dijo –Niño, ¿Me regalas un poco de lo que vas comiendo?- entonces me acerco y le ofrezco al que había gritado que era el mismo Presidente de la República.
-Quédeselas todas señor, pican un chingo- todo mundo comenzó a reír y yo me quede muy incómodo limpiándome los mocos, riendo de nervios. El señor presidente sacó su billetera para regalarme un billetito que tenía la imagen de los niños héroes y ordeno a uno de los tipos con lentes de aviador que me llevaran a mi casa en coche, así que me subieron amablemente a un Grand Marquís blanco y me llevaron a mi casa que estaba a dos cuadras del mercado. Recuerdo que esa bolsa de Jícamas con chile, sal y limón fueron pagadas al equivalente de un mes de salario de lo que mi padre ganaba por aquella época, e inclusive tal vez más, muchísimo más.
Ahí estábamos en la nave tres del mercado Baltazar, caminaba de la mano con ella y me sentía muy extraño, mi mente generaba confusiones como pensar qué onda con esta niña, por qué me hizo esa pregunta, también pensaba en que no podía de ninguna manera hacer ofertas sentimentales de ninguna especie. Llegamos a la famosa pozolería Vicky, en donde cualquier domingo a la hora de almorzar se encuentra atestado de gente noctámbula y dipsómana, aquellos que bebieron toda la noche y los que aun bebían se encontraban almorzando su pancita de res. La niña surfer lucía impresionante. Caí en cuenta cuando estuve enfrente de ella, muy bella la blanca piel de su rostro en contraste con sus negros cabellos, las finas líneas de sus labios, su sonrisa discreta y su mirada profunda mirando mis labios cuando conversábamos, eran algo muy distinto a todo y todo este conjunto de apreciaciones me tenía muy, muy a gusto.
-Que te pido de almorzar Julio Jiménez.
-Naturalmente que una pancita con granos de pozole, ¡Ufff! toda una galaxia de sabores en mi paladar, soy catador de pancitas.
-Jajajajajajajajaja, no mames que chingón hablaste. Jajajajajaja, de donde sacas esas palabras Julio Alberto están chingonas, yo quiero hablar así.
-Es muy largo ese camino mi querida niña surfer, muchas borracheras con amigos que leen un chingo, que escriben un chingo y que escriben bien, leer un chingo noches y noches enteras con sus días, mucha soledad con mucha libertad. Y…
Que te guste todo esto, una última cosa; ¡Jamás, por ningún motivo leer a esos hijos de perra, de J.J. Benítez o la mierda esa de Carlos Cuauhtémoc Sánchez! ¡Jamás!-
Ella se agarro su cabeza y bajo la mirada con una sonrisa leve -¡Verga ni los conozco!- nos carcajeamos al mismo tiempo.
Después con un poco de seriedad y quitándose las gafas volteo la vista hacia la mesera que había tomado su pedido, dos pancitas en cazuela mediana con granos de pozole, chile de árbol frito, orégano tostado, lima, cebolla, chile jalapeño picado y sal. La niña surfer había pedido además dos cervezas victorias. Ella se paro y fue a la cocina de la fonda a apresurar el pedido, regreso sonriente y antes de sentarse me dio un enorme beso en la boca; lento y largo, muy delicioso como los que se quedan hasta adentro para siempre.
La atmosfera de la fondita era bastante interesante, músicos a cada instante preguntándome si gustaba una canción para mi "esposa", que contaban con jacaranda, que también tenían tres regalos, gema y demás boleros clásicos.
-Jajajaja, no soy su esposa, solo me ando cogiendo a este cabrón… ¿Puedes pedirme una canción Julito?
Que divertido estaba resultando convivir con la niña surfer. Para quitarme de encima a "Los gallos del sur", como se hacían llamar aquella tercia de músicos compuesta por una guitarra, un bajo sexto o redoba y un acordeón. Les dije que quería una canción que no iban a tener, -Mire patrón si la trae en su celular, pásemela por bluetooth y en veinte minutos se la tengo lista, pero le va a costar cien varos-. Hicimos el trato con los "Gallos del sur", les pasé la canción y se fueron.
-Que canción pediste, se fueron muy contentos.
-Hay un tango muy triste que se llama "Nostalgia", no creo que lo saquen pero si lo llegaran a hacer les daré doscientos pesos a esos compas, Esa canción les pedí.
-Julio… ¿Qué es nostalgia?
-La nostalgia es aquella tristeza que te raja la madre toda la vida, cuando recuerdas algo que debió haber sido y nunca fue, es eso que te hace beber, fumar y recordar la importancia de perder el miedo por que te vayan a rechazar, a veces no te deja dormir noches y noches enteras. Creo que muchas veces también, la nostalgia es una cobardía disfrazada. Duele mucho en ocasiones, el hecho de haber sido muy pendejo para no arriesgar con muchos huevos, lo que pudo ser, lo que pudo haber sido y dejas ir de una manera muy cobarde silenciosamente.
-Voltea Julio ahí te hablan.
Al voltear la vista venían hacia donde estábamos "Los gallos del sur".
-Patrón, ya tenemos lista su canción.
Y comenzó el acordeonista a tocar las primeras notas, fue sorprendente aquel ejercicio de admiración por mi parte, aquel tipo estaba improvisando el inicio de un tango asombrosamente muy bien ejecutado, termino la nota de introducción del acordeón e inmediatamente como en un impromptu al unísono siguieron la guitarra y la redoba, hicieron un silencio para iniciar con un solo de voz…
-Quiero emborrachar mi corazón, para apagar un loco amor, que más que amor es un sufrir, y aquí vengo para eso, a borrar antiguos besos, en los besos de otras bocas. Si tu amor fue flor de un día, por que causa es siempre mía esta cruel preocupación. Quiero por los dos la copa alzar, para beber mi obstinación y mas la vuelvo a recordar. Nostalgia. De escuchar su risa loca, y sentir junto a mi boca como un fuego su respiración. Angustia; de sentirme abandonado y pensar que otro a su lado, pronto pronto le hablará de amor. Hermano, yo no quiero rebajarme ni pedirle ni llorarle ni decirle que no puedo mas vivir… Desde mi triste soledad veré caer las rosas muertas de mi juventud.
-¡Puta madre! ¡Que canción tan chingona Julio, tengo muchas ganas de llorar!
La niña surfer se acabo su cerveza de un solo golpe después de escuchar atentamente la canción, se puso sus gafas obscuras y pidió otra cerveza. Una lágrima salió por el borde inferior de los lentes. Con el dorso de mi mano le limpie con suavidad aquella lágrima.
-¿Ahora entiendes la nostalgia niña?
Alzo el rostro para mirarme, ahí se quedo por varios segundos con la mirada fija en mi rostro.
-Así que esto es la nostalgia…Tenías razón Julio.
Llegaron las pancitas olorosas y humeantes, me dijo que mejor nos la dieran para llevar por que tenía ganas de que bebiéramos, platicáramos y que le pusiera mucha música como la canción que pedí. Le dijo a la mesera que le diera las pancitas "para llevar" cosa que me dio gracia. Los gallos del sur, recibieron por pago un "Sor Juanita" que agradecieron con sorpresa, les dije que les quedo muy chingona la canción y los felicité, me dijeron que le dedicarían una de cortesía –Para su niña bonita patrón-.
Escuchamos la canción con dos cervezas de por medio –Cielo azul cielo nublado, cielo de mis pensamientos, quisiera estar a tu lado para vivir muy contento…
El final de la canción ella me la cantaba al oído, con besos en la mejilla.
Lo gallos del sur se quedaron tocando "nostalgia" con un tipo que los acaparo.
Nos fuimos con nuestras viandas. Pensaba en la botella que compraría para cerrar la tarde y llevar al departamento. Se acercaba la despedida; solo nos quedaba una tarde.
De regreso compramos un morral de ixtle con unos dibujos artesanales con una pareja de pájaros en vivos colores, el morralito tenía una leyenda que decía "que te vaya bonito". -Está bellísima- decía muy contenta.
Llegamos al departamento, muy asoleados y cansados del corto viaje en la motocicleta, la niña surfer puso lo que habíamos comprado en la mesa del comedor; la comida, una botella de vodka Grey Goose y dos litros de jugo de arándano. Conecté el Ipad e instale los cables al impecable sistema de audio Bosé. Me recosté en el sofá de la sala, era muy cómodo. Y me dormí justo cuando sonaba una canción de Joaquín Sabina "Con la frente marchita".
Desperté con hambre, algo de sed por las tres cervezas que había tomado en el mercado con la niña surfer, estaba el departamento en silencio, no se escuchaba ningún ruido. Le grité pero no respondió entonces me dirigí a la recamara a ver si dormía pero no había nadie. No estaba por ningún rincón del departamento y ni señales había de la niña surfer. En la mesa de centro de la sala había dos vodkas con jugo de arándanos servidos, aun fríos. Me senté tranquilamente a tomarme el vodka y revisé los discos para poner algo de música. Terminé escuchando el cd pirata que compré en un vagón del metro de la línea dos, "El llano en llamas" cuentos narrados por su autor, seleccioné la narración "Diles que no me maten", que chingonería de cuento, mi mente viajo muy lejos hasta la escuela secundaria Antonio I. Delgado, ahí conocí los cuentos de Juan Rulfo pero no por recomendaciones de mi maestra de español, sino que nos habían dejado una tarea escrita sobre la descripción lo que significaba el campesino en México a través de los escritores mexicanos. Le comenté el asunto a mi padre y me explicó a grandes rasgos la tarea, pero después me alcanzó un libro que en la portada tenía el título de "El llano en llamas", me dijo que lo leyera por que me ayudaría bastante con la tarea, y fue que comencé la lectura como a las cuatro de la tarde y termine de leer hasta las once de la noche. Me fue de lo mejor en la secundaria cuando la maestra pidió la redacción y al preguntar por mi trabajo, mencione que no lo había hecho por falta de tiempo, expliqué el tiempo ocupado en leer los cuentos. Se asombró y me dijo que evaluaría mi lectura pasando al frente a describir lo leído. Obtuve un nueve. La secundaria me trajo consigo otros recuerdos distantes como la primera novia y el primer beso, bastante mal dado, abrazos mal dados también, erecciones traicioneras con solo tocar la mano de la novia. Y algo sublime; el primer orgasmo. Logrado en un extasiado frotamiento de mi pene sobre las extremadamente bien formadas nalgas de una chica jugadora excelente de vóley bol, Claudia "la chancluda", piernas largas y pantorrillas marcadas a cada paso que daba, que buena estaba la Claudita, todo se dio en el amontonamiento que se hace para comprar las tortas de jamón de la cooperativa escolar justo ella delante de mí y en la compra masiva de tortas yo atrás de ella extasiado, al darse cuenta me regreso a ver bastante molesta, pero no me dijo nada, absolutamente nada, se acomodó y entonces sentí como ella se frotaba delicadamente sobre mi pene. Hasta que sentí algo brotar de mi miembro estudiantil secundariano, era mi primer orgasmo, fue demasiado extraño ese placer con algo de sobresalto. Claudita acudió a verme cuando jugaba básquet bol y yo iba a ver sus juegos, fuimos seleccionados regionales y en un encuentro estatal de secundarias nos toco ir a Acapulco a jugar, cada uno en su respectivo deporte. Compañeros de asiento en el autobús, todo el camino fue de besos y erecciones. En la alberca del hotel Crowne Plaza, hice el amor por primera vez, cogí por primera vez, forniqué por primera vez o copulé por primera vez. Quince años tenía cuando me recluí en una prisión para toda la vida, una exquisita prisión que busque una y otra vez, a veces muy afortunado y otras tantas muy desafortunado.
Ahora estaba sentado riendo con una copa de vodka en la mano derecha y Juan Rulfo narraba mi cuento favorito contando los eventos de "Lucas Lucatero" el personaje principal del cuento "Anacleto Morones", también trataba de explicarme la desaparición de la niña surfer. Era tarde noche y me puse a escribir aprovechando la soledad. No había mucho que escribir por que no había deseos de escribir, redacté muy poco, había un vacio muy sólido que no podía atribuir a nada en especial, sencillamente estaba alojado en mí como en muchas otras ocasiones. Recordar la secundaria fue reconocerme solitario desde la pubertad, a pesar de varias compañías mi soledad pesaba un chingo desde ese entonces.
Me levanto del sofá, me sirvo una copa más de vodka y decido que será el último.
Decido poner un concierto de Diana Krall en París, decido también al escuchar la canción "Fly me to the moon", no decido recordar a nadie en especial, eso es algo que la música trae consigo. Adriana fue una linda chica que conocí formalmente cuando estudié el bachillerato, sus padres le pagaban a un maestro de piano para que Adriana recibiera clases particulares. Me enamoré de ella cuando en la televisión local apareció tocando el piano un poco nerviosa, yo no sabía de música clásica nada, solo me robó la atención aquella niña pianista hace mucho años atrás. Al terminar la intervención Adriana fue entrevistada y ahí me enteré del nombre la pieza ejecutada; Mozart era el autor que compuso el concierto andante para piano no. 21. Los tiempos extraños que juegan con nuestros encuentros para conocer de alguna manera personas dentro de los dominios del azar, resultan lo más difícil que pueda tratar de comprender o imaginar tan solo un instante. Me acerque a ella cuando coincidimos haciendo tarea en la biblioteca del plantel, en mi caso fue la única vez que pise aquella biblioteca buscando un poco de tranquilidad, ahí estaban las dos, Adriana y la tranquilidad. Una de ellas hacía su tarea y la otra me invitó a acercarme para conversar con la bella niña Adriana. Todo resultó favorable por que el dialogo con el cual inicie la conversación, fue una felicitación por lo bien que tocaba el piano, sonreía; dando las gracias comentó asombrada la razón por la que tenía yo esa información. Expliqué aquella parte de la infancia donde apareció en la televisión local y se quedó asombrada cuando le narré minuciosamente los detalles de su concierto. Nació la amistad más apreciable que alguna vez tuve y así como nació esa amistad se esfumó en el tiempo. Terminó el periodo donde salí con 7.5 de promedio del bachillerato. Pasaron veinte años y estudiando Arquitectura en el D.F. en el año 2002, el azar otra vez me llevó al piano bar del Poliforum Siqueiros. Ahí estaba Adriana tocando el piano, de una belleza impecable que obligaba a la contemplación minuciosa.
Existen personas que te reconstruyen el interior, que vuelven a habitar el interior más profundo de las emociones, aquel recuerdo en el interior, que parecía lejano muy lejano…

El hambre es muy cabrona, a veces apendeja bastante me di cuenta de ello cuando un extraño dolor de estomago se hizo presente en mi persona. Y comencé a pensar en las opciones inmediatas, la pancita estaba fría ya a estas horas de la madrugada y no había más que calentarla para comérsela en plena madrugada, algo muy extraño pero cuando se tiene hambre las cosas extrañas están de sobra. Me serví la pancita en una cazuela de barro y solo le agregué orégano, limón y sal. Que delicia es este platillo típico, muy oloroso pero a la vez con unas notas de gran sabor en el paladar además el hecho de haberle pedido a la cocinera que agregara granos de pozole, hacía esta experiencia realmente disfrutable, aún de madrugada fue algo muy chingón comer delicioso, una coca cola en lata me acompaño a digerir mi comida noctámbula, refresco hijo de perra maldito al que respeto por que me rescata a menudo de los peores dolores de cabeza que puede uno tener con una presión de 80/50. Comía y leía al mismo tiempo hojeaba con calma una edición de play boy donde sale desnuda Vanessa Bauche, puta madre que buena esta esa mujer, un cuerpo natural exquisito recordé a las mujeres desnudas mas impecables que alguna vez estuvieron conmigo fornicando largas horas, tiempos deliciosos de miradas, conversaciones y quejidos sublimes.
Pronto serán las siete de la mañana y entonces pongo en las noticias a la Maestra Carmen Aristegui, radio por internet. Nada sorprendente desde que un pendejo llego a la presidencia de la república de manera ilegítima e inmediatamente le declaró la guerra a los narcotraficantes del país y entonces todo México fue alcanzado por la sangre; se escuchaba que habían abatido a tiros a un delincuente apodado "el lazca", esto por asuntos extraños acontecidos días antes en los cuales el hijo de un ex gobernador había sido asesinado en el estado de Coahuila, Carmen mencionaba que la descomposición del estado en violencia obedecía a la ignorancia ocupada en el centro del poder, es decir esto sucede cuando un pendejo ignorante y espurio ocupa la presidencia nacional, cuando realmente debería estar vendiendo tacos o manejando un taxi, claro sin menospreciar los oficios. Iban a dar las siete con treinta minutos cuando afuera la niña surfer gritaba mi nombre, salí a abrirle y no había nada extraño en ella solamente una pequeña maletita Hermes que parecía autentica y muy cara por cierto.
-No te vayas a encabronar, fui por un dinero que me debían y ya te explicare con calma.
-No niña no me encabroné para nada, mas bien fue preocupación. Así como están las desapariciones y el desmadre de la violencia, puta si fue algo extraño pensar en donde estabas, además de no tener manera de localizarte por que no se el numero de tu celular.
-Jajajajajaja no mames a poco no te lo dí.
-No niña y aunque lo hubiera tenido no te hubiera llamado solo te hubiera mandado un mensaje para que me dijeras si estabas bien y san se acabó, me he acostumbrado tanto a los abandonos súbitos que ya no me hacen nada.
Inmediatamente me abrazó y me dijo al oído que me había extrañado un chingo, pero un chingo, mencionó recalcando con firmeza, después me dijo que se moría de ganas de cogerme bien rico y me llevo a la recamara, sacó su Ipod de la bolsita Hermes como de veinte mil pesos y me pidió de favor que lo conectara en modo aleatorio pero que buscara una canción de Carla Morrison.































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