RELECTURA DE BEINHAUER (1996)

May 27, 2017 | Autor: S. Pons Bordería | Categoria: Colloquial Spanish, Pragmática, Español coloquial, Werner Beinhauer
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RELECTURA DE BEINHAUER Salvador Pons Bordería Grupo Val.Es.Co Universitat de València

1. Los estudiosos del lenguaje coloquial español son unánimes al señalar el libro de Werner Beinhauer, El español coloquial, cuya primera edición data de 1929, como el punto de partida de los estudios sobre el tema, por lo que la referencia a la misma se ha convertido en algo poco menos que inexcusable en la mayor parte de trabajos centrados en el español coloquial. Por ello, y por el tiempo transcurrido desde su primera edición hace conveniente una relectura de algunos aspectos de la casi septuagenaria obra con la finalidad de combatir un cierto estado de opinión tácitamente negativo hacia Beinhauer. Las críticas que con más frecuencia se hacen a Beinhauer (1929=19783) se basan principalmente en tres puntos: en primer lugar, en el desfase entre la descripción del español hablado presente en el libro y el español coloquial actual, debido a los años transcurridos desde la fecha de publicación del mismo. En segundo lugar, en el impresionismo de la descripción, adjetivo éste que se suele asociar con la connotación de ‘poco científico’. Finalmente, en el carácter escrito del material analizado, que restaría utilidad a la descripción, puesto que el “verdadero” registro coloquial sólo se puede encontrar en manifestaciones orales. Hay en estas opiniones, junto a observaciones indiscutiblemente justas, una lectura ligeramente desenfocada de las afirmaciones del autor alemán y una concepción errada de la utilidad del libro. En lo que sigue, se procurará matizar los tres puntos expuestos arriba situando la obra en su contexto. 2. La primera crítica, como se acaba de señalar, considera que El español coloquial es sólo una descripción del registro informal de la lengua española. Debido al tiempo transcurrido, la descripción corresponde a un estadio de la lengua que no se corresponde con el actual, por lo que el valor del libro se reduce al mero testimonio de un lenguaje pretérito. En efecto, si el libro no se hubiera reeditado, esta visión de la obra sería acertada, puesto que tal era la intención inicial de la misma, tal y como se afirma en la introducción a la primera edición alemana: “El presente libro pretende familiarizar a los usuarios alemanes con los más importantes medios expresivos del español coloquial[…] Y éste es el objeto del presente libro: agudizar la vista y el oído de quienes deseen profundizar en la esencia íntima de la lengua para que la comprendan[…], la sientan, […], se compenetren de ella[…] y, por fin, aprendan a manejarla con espontaneidad idiomática”. Beinhauer (1929=19783: 9-11).

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Sin embargo, las sucesivas reediciones, alejadas entre sí por periodos temporales considerables, plantearon el problema de la adecuación sincrónica del material. Para poner al día el libro, habría sido necesario cambiar gran parte de los ejemplos. Sin embargo, el propio autor se negó a ello en las sucesivas ediciones: “Los treinta años[…] que transcurrieron desde la primera aparición de este libro, también han dejado sus huellas en la evolución del idioma español. […] Lo que ha cambiado poco es […] la «forma interna» del lenguaje coloquial” (Beinhauer 1929=19783, 15). (Prólogo a la segunda edición alemana). Esta afirmación supone un cambio en la orientación del libro, que ya no se limita a ser una clasificación de expresiones coloquiales, sino un conjunto de estructuras que pueden ser rellenadas por formas diversas. Siguiendo la terminología glosemática, el autor hablará de hechos de forma (los esquemas sintácticos), invariantes, frente a hechos de sustancia (las expresiones), variantes de las anteriores. Por todo ello, su libro no se concibe ya como un repertorio de expresiones, sino como un estudio de la forma interna del español coloquial: “No se olvide que el libro se escribió hace treinta años, y es natural que muchos ejemplos […] hoy resulten anticuados. Anticuados por lo que se refiere al c o n t e n i d o , pero no a la f o r m a […] Nadie diría hoy una cosa más fea que un sombrero de jipijapa. […] Al ponerse de moda el sinsombrerismo […] caducó la comparación. Sin embargo, ha quedado intacta y vigente la forma, el esquema «más feo que + término comparativo», o sea una forma susceptible de ser rellanada de otros contenidos” Beinhauer(1929=19783, 18) (Prólogo a la primera edición española). En consecuencia, el trabajo de Beinhauer, que en su primera edición era un repertorio de expresiones cuya finalidad era la enseñanza del español para los estudiantes de habla alemana, se convierte en un libro teórico, tal y como señaló repetidamente el autor en los diversos prólogos: “Al brindar el autor a los hispanohablantes esta versión española lo hace desde luego con miras distintas a las que le guiaban en la confección del original alemán. Si éste perseguía fines preferentemente didácticos y de información, el interés del texto español queda circunscrito a lo puramente teórico en la más genuina acepción de este vocablo”. Beinhauer(1929=19783, 17). (Prólogo a la primera edición española). “Mi estudio se limita […] a la colección, descripción y posible análisis de t e x t o s hablados e impresos […] para captar las posibilidades expresivas del

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coloquio”. Beinhauer(1929=19783, 21). (Prólogo a la segunda edición española). “Faltan[…] muchos nuevos términos técnicos[…] que en mi opinión deberían incorporarse en diccionarios especiales, de poco interés como me parecían para un trabajo dedicado preferentemente al estudio de la forma interior del lenguaje y sus medios de expresión”. Beinhauer(1929=19783, 25). (Prólogo a la tercera edición española). El alcance de la obra, por tanto, como el propio autor se encargó de subrayar a medida que transcurría el tiempo, radica más en su descripción de las estructuras coloquiales que en la fijación de las formas que las recubren. Dichas estructuras constituyen una especie de fijación sintáctica que se mantiene invariable a través de los tiempos. La evolución diacrónica puede añadir nuevas estructuras o desechar algunas ya existentes1 pero, en la medida en que una estructura existe, mantiene su composición interna sin variaciones. Este punto es tanto más interesante cuanto que no se trata de estructuras lexicalizadas que sufran un proceso de gramaticalización, sino de fijación sintáctica de elementos léxicos con valor expresivo. Por eso la descripción del español coloquial no necesita estar actualizándose continuamente. Mejor dicho, la actualización permanente es necesaria si lo que se pretende captar son las formas que, a cada momento, emplean los hablantes del español en su registro coloquial. Pero si, por el contrario, los esfuerzos se dirigen a estudiar las preferencias sintácticas que permiten la existencia de dichas formas, se habrá captado algo mucho más importante que la mera descripción: los patrones de creación de expresiones coloquiales, por lo que no hará falta una actualización continua e insuficiente. Esta idea es de gran importancia para la enseñanza del español como L2, sobre todo en una época en que las funciones comunicativas del lenguaje y las modalidades de la lengua hablada se constituyen en centro de los métodos de enseñanza, pero ha recibido poco eco entre los investigadores españoles, a pesar de su indudable productividad teórica. 3. La segunda crítica hace referencia al impresionismo de la descripción. Los usos de las formas son descritos sin un metalenguaje preciso y la descripción es aproximativa. En esta crítica se olvida de que el plan de la obra de Beinhauer responde a un esquema que remite a la escuela mentalista, en boga en la época en que se escribió la primera edición de la obra. En efecto, El español coloquial es tributario del trabajo de su maestro Leo Spitzer (1922), titulado Italienische Umganssprache, como el propio Beinhauer admite2: 1 Para una visión diacrónica de este tema, consúltese el artículo de J. Satorre, en este mismo volumen, o el trabajo de Vila (1989) sobre la lengua coloquial del s.XV en el bajo Aragón. 2 A su vez, Spitzer reconoce la influencia de su maestro Meyer-Lübke, así como la de Tobler, Wunderlich y de Georg von der Gabelenz (Spitzer 1922, VI-IX). Los libros de Spitzer y de

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“Para la disposición de la materia, he seguido en parte la pauta que informa la obra titulada «El lenguaje coloquial italiano» […] de mi maestro Leo Spitzer (1929=19783, 12). El libro de Spitzer sigue una orientación sicologista y Beinhauer hereda dicha orientación teórica: “Die deskriptiv-psychologische Methode, die hier zur Anwendung gelangt, besteht im Nachfühlen der psychologischen Prozesse, die sich zwischen zwei Gesprächspartern während eines Gesprächs abspielen. […] Es kommen also mehr die grammatischen Ausdrucksmittel der psychologischen Konstellationen als die grammatischen Fügungen um ihrer selbst willen in Betracht. Infolgedessen ist alles im Gebrauch erstarrte von unserer Darstellung ausgeschlossen, die nur die noch vom Willen des Sprechers oder mindestens seinem Instinkt lenkbaren Prozesse behandeln will” (Spitzer 1922, VIII)3. “La materia viene ordenada no desde un punto de vista gramatical, sino con miras preferentemente psicológicas” (Beinhauer 1929=19783, 13). La organización de la obra de Spitzer, de acuerdo con estos principios, reproduce los aspectos considerados más importantes en la interacción comunicativa entre hablante y oyente: la apertura del diálogo, su cierre, las relaciones del hablante con el oyente y las relaciones del hablante con la situación: Spitzer (1922): I. Die Eröffnungsformen des Gesprächs. II Sprecher und Hörer (A. Höflichkeit; B. Sparsamkeit und Verwendung im Ausdruck; C. Ineinandergreifen von Rede und Gegenrede). III Sprecher und Situation. IV Die Abschlußformen des Gesprächs4. Beinhauer sembrarían la semilla de los estudios sobre el lenguaje coloquial tanto en España como en Italia, donde también se ha desarrollado una línea de estudios sobre el lenguaje coloquial (denominado linguaggio parlato o simplemente parlato). Trabajos como el de Sornicola (1981) se sitúan en dicha corriente. 3 “El método descriptivo-sicológico aquí empleado consiste en la comprensión del proceso sicológico que se produce entre dos hablantes durante una conversación […] [Para ello] son más adecuados los medios de expresión gramatical de las situaciones sicológicas que el orden gramatical por sí mismo. Por tanto, queda excluida de nuestra exposición toda rigidez, que sólo se servirá de los procesos guiados por la voluntad del hablante o al menos por su instinto” (la traducción es nuestra). 4 [I. Las formas de apertura del diálogo. II. Hablante y oyente (A. Cortesía; B. Economía y uso en la expresión lingüística. C. Encadenamiento de una expresión y su réplica). III. Hablante y situación. IV. Las formas de cierre del diálogo] (La traducción es nuestra). Este esquema, a su vez, está basado en el índice del libro de Wunderlich, que es el siguiente (Spitzer 1922: VI):

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Beinhauer toma este esquema y lo reproduce de forma casi literal: Beinhauer (1929=19783): I Formas de iniciar el diálogo. II La cortesía. III La expresión afectiva (A. Léxico; B. Sintaxis y estilo). IV Economía y comodidad. V Formas de rematar la enunciación. Como se puede observar, casi todos los principios sicológicos de la obra del maestro están recogidos por Beinhauer. La diferencia más notable consiste en la desaparición del capítulo III de Spitzer y la mayor importancia que asumen la cortesía y la economía como principios sicológicos que ayudan a describir la interacción. El orden de la obra, pues, no hace sino reflejar una teoría lingüística vigente en la época de su creación, elegida además porque se aviene bien con un objeto de estudio que, no se deja reducir a clasificaciones rígidas. (Paráfrasis de Beinhauer 1929=19783, 13). El impresionismo de la descripción, sin escaparse a ninguno de los inconvenientes que acarrea este adjetivo, está justificado tanto por la lejana fecha de composición de la obra como por los fundamentos teóricos de la misma. Sin embargo, al continuar la línea descriptiva inaugurada por Beinhauer, ignorando el hiato temporal que separa El español coloquial de otras descripciones posteriores, se ha llegado a caer en ocasiones en un descriptivismo carente de objetivo. 4. La tercera y última crítica se refiere a lo inadecuado del material -escritopara describir el lenguaje coloquial -oral-. Esta crítica no se limita tan sólo al libro de Beinhauer, sino que plantea un problema de más abasto, cual es la validez del material escrito como base para el estudio del lenguaje oral. En este punto lo que se cuestiona es la validez actual del estudio de Beinhauer, puesto que nadie ignora que, en la época de su concepción, el estudio sobre material escrito era el único acercamiento posible al lenguaje coloquial. Como otras tantas cuestiones referentes a este campo, la validez del material escrito depende del objetivo final de la investigación. Basarse en muestras de lenguaje escrito para describir el funcionamiento de la toma de turno en la conversación, los conectores, el orden de palabras o la entonación daría lugar a conclusiones sesgadas. En este sentido, los capítulos de El lenguaje coloquial más relacionados con la enunciación no pueden tomarse como punto de partida

“I. Rede und Schrift, II Die Eröfnungsformen del Gesprächs, III Der sparsame Zug unserer Umgangssprache, IV. Der verschwenderische Zug unserer Umgangssprache, V. Der Tauschwert unserer Formen und Formeln, Vi. Die Altertümlichkeit der Prägung”. [I. Oralidad y escritura, II. Las formas de apertura del diálogo, III. La tendencia a la economía de nuestro lenguaje coloquial, IV. La tendencia al derroche de nuestro lenguaje coloquial, V. El valor de cambio de nuestras formas y fórmulas, VI. El arcaísmo de las creaciones] (la traducción es nuestra).

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para un estudio actual. Tal ocurre con el capítulo II, con el apartado B del capítulo III o con los fenómenos descritos en el capítulo IV. Muy otra es la consideración del léxico en una descripción general del español coloquial, ya se trate de palabras aisladas, ya se trate de expresiones más o menos fijas. En este campo, la dependencia del contexto no es tan decisiva como en los apartados sintáctico o pragmático y el lenguaje escrito puede ser tomado como base de un estudio, máxime cuando lo importante de la descripción no sea tanto fijar un estadio sincrónico de lengua cuanto llegar al establecimiento de estructuras (la forma interna a la que se refería Beinhauer) que serán rellenadas por una u otra sustancia. Con todo, es evidente que el lenguaje escrito no es igual que el lenguaje oral, pero la relación que guardan es similar a la existente entre un cubo como objeto de la realidad y su representación geométrica. Esta última no es idéntica al primero, puesto que la superficie sobre la que se realiza, bidimensional, obliga a compensar en el dibujo la ausencia de una dimensión adicional a la poseída por el cubo representado. Esto se consigue alterando la relación existente entre los lados del cubo; en el cubo real, todos guardan entre sí una distancia de noventa grados; en el dibujo, dicha relación se debe alterar para compensar la ausencia de una dimensión. La situación descrita es idéntica en lo que se refiere al lenguaje coloquial oral y a su representación escrita. También la diferencia entre ambos casos radica en la pérdida de una dimensión; en este caso, se trata de la denominada dimensión comunicativa, el aquí-y-ahora de la enunciación. Como en el caso del dibujo, esta ausencia ha de ser compensada mediante una distorsión en ciertas características (introducción de circunstancias de la enunciación en acotaciones o descripciones, compensación por medios gráficos de superposiciones o interrupciones, etc). Ahora bien, del mismo modo que la representación de un cubo permite reconocer un cubo auténtico, la representación escrita del lenguaje coloquial oral5 permite reconocer este último. Esto es válido sobre todo para la enseñanza del español como lengua extranjera. Y no otro era el propósito de Werner Beinhauer al escribir la primera edición de su obra. Beinhauer, en fin, tiene un lugar en la pequeña historia del español coloquial. Su descripción del español hablado, aunque anticuada en cuanto al contenido (como el propio autor afirmó repetidas veces), sigue siendo la más exhaustiva de todas las existentes hoy en día. Y, si bien los estudios sobre el lenguaje coloquial español harían bien en liberarse de la metodología beinhaueriana, no por ello deben perder el respeto debido al fundador de la disciplina tanto como investigador como apasionado amante de España y de lo español. 5 Problema distinto sería el estudio del registro informal típicamente escrito, donde el medio de expresión no es una mera reproducción del oral (pintadas, alteraciones ortográficas, etc.).

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