Reseña a \"Vanguardistas, críticos y experimentales\" de Federico Galende

June 5, 2017 | Autor: Felipe Larrea | Categoria: Estética, Pensamiento Crítico, Vanguardias Artísticas
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*Profesor de filosofía por la UMCE. Actualmente es docente de la escuela de Artes Visuales de la Universidad Arcis y del departamento de sociología de la Universidad de Viña del Mar, además de ser becario Conicyt por el programa de Doctorado en Filosofía c/m en estética y teoría del arte de la Universidad de Chile. [email protected]
Esta sería la tesis de Willy Thayer que elabora en la década pasar a partir de una revisión de un texto ya clásico de Pablo Oyarzún del año 1988, llamado "Arte en Chile de veinte, treinta años" (Oyarzún, 2000). La serie de textos de Thayer (2001; 2003; 2006) apuntaban a señalar que entre la configuración de la escena de avanzada y el diseño institucional que la Dictadura provocó a fines de los setenta en Chile existiría una complicidad estructural, en otras palabras, la Constitución política del 80 firmada por Guzmán y Pinochet tendría un análogo en el libro de Nelly Richard Márgenes e instituciones publicado el año 1986 (Richard, 2007).

Reseña: "Vanguardistas, críticos y experimentales.
Vida y artes visuales en Chile, 1960-1990" de Federico Galende

Felipe Larrea

En la historiografía crítica de las artes visuales en Chile ha predominado el siguiente corte temporal: un primer momento considerado el de la vanguardia estético-política; un segundo momento que tendría vínculo con la neovanguardia o la experimentación artística; y finalmente la política del arte-FONDART o el arte al amparo de cierta institucionalidad oficial. En otras palabras, este corte representa fielmente lo que se podría llamar el Chile contemporáneo, es decir, los años 60 con la radicalización del Estado populista hasta su destrucción con el golpe de estado; la Dictadura como instalación, en base a políticas de shock, del libre mercado; y, finalmente, la traza neoliberal en tiempos de la concertación. Aunque habría que puntualizar lo siguiente: sigue siendo poco definible el tercer momento en el campo de las artes visuales, pues queda siempre en una especie de tercer género en el cual los otros dos son llevados a comparecer más de manera discursiva que realmente enfocado en prácticas artísticas. En ese sentido es que aquel momento podría ser nominado bajo el signo de la postdictadura, sobre todo pensado como momento de cierta crítica disidente, tanto con el período de la vanguardia como también con un resabio de la neovanguardia de los 80 y su complicidad estructural con el corte fundacional de la Dictadura.
Federico Galende en "Vanguardistas, críticos y experimentales" viene a engrosar nuevamente el corte que señalábamos, pues se trataría sólo de esos dos momentos (1960-1990) tal como hace seis años atrás fue Miguel Valderrama, en su Modernismos historiográficos (2008), donde la definición a los modernismos artísticos en Chile pasó por establecer una inclinación hacia lo utópico (vanguardia pre-Golpe) como hacia lo luctuoso (vanguardia post-golpe). Basta con seguir revisando el canon crítico de las artes visuales para percatarse de manera rápida que el período que comprende los 90 hasta nuestros días están marcadas por una revisión, por una especie de fomento discursivo-crítico, que puede tener dos aristas bien establecidas: por un lado una arista crítico disidente, así como por otro lado, un vector más patrimonial, en el sentido de hacer el archivo de las artes visuales chilena. Ambos polos pueden sencillamente convivir, en otros casos algunas firmas pueden pasar de una al otro polo sin ningún tipo de problema.
Sin duda que la escena de escritura en torno a las artes visuales de los 70/80 fundó una impronta, y que por lo mismo el acontecimiento del golpe de estado sigue siendo la bisagra de esta discusión hasta nuestros días. Esta escena trató a grandes rasgos de crear un devenir-obra de los textos, y hacer de las obras un devenir-texto ilimitado. La discusión si por ejemplo Márgenes e instituciones de Nelly Richard es un devenir-obra, al igual que otros textos de la autora, como Cuerpo correccional (1980) o La cita amorosa (1984), el libro de Federico Galende no toma partido tan directamente, a diferencia de Miguel Valderrama que ha insistido en que un modernismo luctuoso atraviesa tanto la producción textual como visual de los años de la Dictadura (Valderrama, 2013). Pareciera que Vanguardistas, críticos y experimentales trata de instalarse en un pliegue de ese diferendo. Pretende devenir-obra, o para el caso del léxico que Galende propone, es un libro experimental, esto quiere decir: entender que la teoría (no la crítica) sobre las prácticas visuales elimina, o al menos indiferencia, la intencionalidad teórica (y digamos que tradicionalmente filosófica) de capturar el acontecimiento artístico objetivándolo. Lo de Galende en este libro pasa por realizar un trabajo teórico en el cual cierta experimentación sea puesta en juego. No sólo por burlar el recurso académico-teórico de las referencias bibliográficas a pie de página o en su costado, que tanto la herencia francesa como así también el nefasto sistema APA, han permeado las subjetividades críticas teóricas en los últimos diez años en Chile. No sólo por eso, ya que más fuertemente en cómo el libro se despliega a partir de un archivo de la visualidad local que a veces pareciera ser una gran ficción que Galende provoca pero que a la vez remite a un horizonte histórico-político del cual todos tenemos algún grado de experiencia puesta allí. Para ocupar un nombre que el mismo autor acuñó en unos libros anteriores (Galende, 2007; 2009; 2011), Vanguardistas, críticos y experimentales es una gran "filtración" por donde toda la escena y el campo de las artes visuales pasa arrastrando todo a su haber. O al menos llevando consigo cierta parte importante de la historia reciente de este país.
Sin embargo, convengamos es que esta filtración está, a lo menos, dirigida, pues parte importante del libro tiende a abrir el espectro de firmas y obras que han organizado la discusión en torno a las artes visuales, por ejemplo se podría señalar que el papel que juega en el comienzo del libro Roberto Matta es clave. Ya que acá se orquesta una política de la contraposición, entre una firma oficial de la escena con otra que está en un borde, a Matta se le trae a escena para confrontarlo al pintor más importante del período de la vanguardia, es decir, José Balmes. Pues, como es sabido, Matta siempre ha estado un poco al borde del canon de la visualidad local que se ha esgrimido en los últimos treinta o veinte años, lo que Galende ahí justamente nos sugiere son las razones por las cuales el pintor ha sido un excéntrico en aquella historia. Así también cierta confrontación que aparece entre Enrique Lihn y Patricio Marchant, como también entre Roberto Bolaño y Diamela Eltit, donde comparecen, tanto Lihn como Bolaño, en ser escritores que fueron críticos o distantes ante la escena de dictadura, que se opusieron sobre todo al tono luctuoso o catastrófico de toda esa escena. Esto es un énfasis importante del libro, ya que la idea de Galende es tensionar el archivo de la visualidad local pero utilizándolo desde fuentes de primera mano. No es casualidad que la experiencia que uno tiene con este libro sea la de estar constantemente advertido que el material que está desplazado proviene de las conversaciones que el autor realizó con todo el campo de las artes visuales para Filtraciones. Conversaciones sobre arte en Chile. Es un material de primera mano, como decíamos, que hace chocar con aquel otro material que naufragó por fuera de la escena, y uno tiende a creer en una primera lectura del libro, que es con ese material donde el autor se inclina mayormente.
Esta inclinación está acompañada de otro injerto, pero esta vez más que de obras o firmas locales de la visualidad, provienen de un marco teórico con el cual Galende entra a discutir de lleno contra las premisas básicas de la escena crítica local. Porque habría que señalar que este libro no es una historia de las artes visuales, podría ser una narrativa, pero ahí donde la narrativa no pretende encontrar una verdad, sino que está del lado más bien de una ficción, ahí donde ella crea de cierta manera el acontecimiento histórico. Como se sabrá, esta locución proviene de Jacques Rancière (2013), filósofo que cruza en varios pasajes el libro y que corona la verdadera tesis que se pretende instalar. Esta sería, a grandes rasgos, un desplazamiento en el eje crítico y teórico que ha imperado en Chile en los últimos veinte o treinta años. Eje que ha visto en las figuras de la desolación (Marchant, 2000), la catástrofe (Valderrama, 2005), la pérdida del sentido (Richard, 2007) y el acontecimiento (Thayer, 2006) un lugar de posicionamiento crítico, o quizás, para Galende, de la mano de Rancière, éste siempre fue un lugar por excelencia crítico e ilustrado (Rancière, 2010). La tesis que señalaba proviene de ese otro acontecimiento que sería el del 2011, donde el presupuesto igualitario y emancipatorio se habría instalado en Chile (Galende, 2012). Podríamos argüir que Galende encuentra en Rancière aquello que siempre su escritura buscó: un lugar para discutir las filosofías o teorías del fin o de lo post. Me parece que habría que hacerse al menos dos preguntas ante esta posición, donde una corresponde a la otra.
Si comenzamos advirtiendo que existe un corte temporal en la historiografía-crítica de las artes visuales, que funciona en tres momentos, existe una tentación en señalar que lo que este libro se propone es instalar un cuarto o a lo menos desestabilizar el tercero. ¿Pues no habrá en el gesto de Vanguardistas, críticos y experimentales un intento de superación, o para usar un término más de cuño rancieriano, una desconfiguración del programa crítico local? En principio esto no es un problema exclusivamente teórico sino que totalmente histórico-político si se quiere, por sobre todo si lo que sirve de telón de fondo a este desplazamiento, al menos su lugar de justificación, son las movilizaciones sociales del 2011 (que también es a nivel planetario, Galende lo señala, el 2011 chileno está en sintonía con muchos otros acontecimientos globales). Problemático al menos, ya que de forma evidente, más allá de un entusiasmo kantiano, estamos por estos días viendo que al final sólo fue una irrupción que desacomodó cierto estado de cosas, pero que rápidamente han sido vueltas a su estado catastrófico habitual. A la luz de los recientes acontecimientos políticos en Chile podríamos advertir que no existe gobierno posible, ni movimiento social posible, ni mucho menos un presupuesto-igualitario posible, que pueda arrancar de raíz al neoliberalismo que hace cuarenta años se instaló en Chile. Un dato mínimo es ver que los servicios de inteligencia del Estado-neoliberal en verdad nunca se han ido, sigue siendo el miedo, la seguridad y el control la regla, en un país que no ha abandonado realmente la Dictadura y donde la firma de Pinochet está inscrita en los cuerpos, en las calles y en el aire que respiramos. Independiente de lo complicado que podría ser sostener esta hipótesis que el libro de Galende trata de desplegar se debe celebrar este, que sin duda brindará muchas futuras lecturas, pues así como reza la última frase de él: "Es el comienzo de un nuevo comienzo".

Bibliografía:
Galende, F (2007), Filtraciones. Conversaciones sobre arte en Chile 1 (De los 60 a los 80), Cuarto Propio-Arcis, Santiago.
---------------- (2009), Filtraciones. Conversaciones sobre arte en Chile 2 (De los 80 a los 90), Cuatro Propio-Arcis, Santiago.
----------------- (2011), Filtraciones. Conversaciones sobre arte en Chile 3 (De los 90 a los 2000), Cuatro Propio-Arcis, Santiago.
------------------ (2012), Rancière. Una introducción, Editorial Quadrata, Buenos Aires.
Marchant, P (2000), "Desolación. Cuestión del nombre de Salvador Allende" en Escritura y temblor, Pablo Oyarzún y Willy Thayer (eds), Editorial Cuarto Propio, Santiago.
Oyarzún, P (1999), "Arte en Chile de veinte, treinta años" en Arte, visualidad e historia, Ediciones La Blanca Montaña, Santiago.
Rancière, J (2010), Momentos políticos, Capital Intelectual, Buenos Aires.
---------------- (2013), Figuras de la historia, Editorial Eterna Cadencia, Buenos Aires.
Richard, N (1980), Cuerpo correccional, Francisco Zegers editor, Santiago.
---------------- (1984), La cita amorosa (sobre la pintura de Juan Dávila), Francisco Zegers editor, Santiago.
-------------------- (2007), Márgenes e instituciones. Arte en Chile desde 1973. 2da edición, Editorial Metales Pesados, Santiago.
Thayer, W (2001), "Vanguardia, dictadura y globalización" en Pensar en la postdictadura. Nelly Richard y Alberto Moreiras (eds), Cuarto Propio, Santiago.
---------------- (2003), "El golpe como consumación de la vanguardia" en Revista Extremoccidente N°2, Santiago.
---------------- (2006), El fragmento repetido. Escritos en estado de excepción, Editorial Metales Pesados, Santiago.
Valderrama, M (2005), Posthistoria: historiografía y comunidad, Editorial Palinodia, Santiago.
-------------------- (2008), Modernismos historiográficos. Artes visuales, postdictadura, vanguardias, Editorial Palinodia, Santiago.
------------------- (2013), "Historiografía y desaparición. Entrevista a cargo de Felipe Larrea y Néstor Sepúlveda" en Revista Escrituras Aneconómicas, Santiago.



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