Reseña - Adiós, libros míos, de Kenzaburo Oé

September 4, 2017 | Autor: V. Enamorado Diaz | Categoria: Kenzaburo Oe, Literatura Japonesa
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Alrededores K Narrativa traducida Tiritas de color “carne”

“Q

ueridos negros no estadounidenses, cuando tomáis la decisión de venir a Estados Unidos, os convertís en negros. Basta ya de discusiones. Basta ya de decir soy jamaicano o soy ghanés. A Estados Unidos le es indiferente”. Americanah es la última historia de Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria, 1977), publicada en 2013, convertida ya en bestseller y considerada la mejor novela de ese año por el National Book Critics Circle Awards. En esta ocasión, y tras el éxito de obras como Medio sol amarillo (que ya se está llevando al cine), Ngozi Adichie narra la relación entre Ifemelu y Obinze, dos universitarios que, tras numerosas huelgas en su país, desean obtener un visado y escapar a Estados Unidos, porque un pasaporte azul siempre protege de la falta de elección. Solo la joven Ifemelu logra marcharse y, a partir de entonces, un turbio episodio de su nueva vida como inmigrante la hace romper definitivamente su intenso noviazgo con Obinze. Más allá del relato amoroso, contado a través de numerosas analepsis en las siete partes que componen la novela, la escritora presenta temas ya habituales en su literatura, como el problemático panorama de la Nigeria de los años noventa y sus consecuencias hasta la actualidad o el racismo y las barreras, tanto físicas como impalpables, a las que continuamente han de enfrentarse los recién llegados a Norteamérica o Gran Bretaña, adonde terminará emigrando Obinze. Ifemelu obtiene gran éxito en Internet con un blog titulado Raza o Diversas observaciones acerca de los negros estadounidenses (antes denigrados con otra clase de apelativos) a cargo de una negra no estadounidense; así, describe cómo, en su nuevo país, convive con muchos nigerianos cuyo único objetivo es acumular dinero para mandarlo a su hogar y regresar, de vez en cuando, “con maletas llenas de zapatos y ropa y relojes baratos”, para ver, “en los ojos de sus parientes, imágenes de sí mismos intensamente bruñidas”. Ngozi Adichie ahonda en la “necesidad de escapar del letargo opresivo de la falta de elección” que muchos de sus personajes defienden al salir de Nigeria, “personas que se habían criado sin hambre ni sed pero que vivían empantanadas en la insatisfacción, condicionadas desde su nacimiento a mirar hacia otro 18

lugar, convencidas eternamente de que las vidas reales se desarrollaban en ese otro lugar”. En el idealizado Estados Unidos, las cosas hermosas son las que están hechas a mano “por pobres en un país extranjero”; además, allí, las negras de piel morena “quieren que Obama gane porque quizá así al final alguien asigne un papel a una preciosa nena de color chocolate en una comedia romántica de gran presupuesto que se estrene en cines de todo el país, y no solo en tres cines de arte y ensayo en Nueva York. En las películas, las mujeres negras morenas aparecen en el papel secundario de matrona gorda y bondadosa o de acompañante fuerte, descarada, a veces temible. Tienen que impartir sabiduría y carácter mientras la mujer blanca encuentra el amor”. Ifemelu sabe que irá desprendiéndose de su antigua piel y que acabará siendo una americanah (“en Nigeria, cuando alguien te dice que has perdido peso, no es un cumplido. Aquí, en cambio, si alguien te dice que has perdido peso, le das las gracias”); imitará el acento inglés estadounidense para sentirse menos excluida y deberá quitarse sus trenzas y alisar su pelo crespo para dar buena impresión en una entrevista de trabajo. Americanah es, en resumen, una obra que aborda estereotipos, prejuicios y comportamientos aún vigentes; su autora nos interroga sobre si la raza es o no una fantasía, a la vez que pone en duda tanto los cánones impuestos por la sociedad estadounidense como los modos que países como Nigeria tienen de occidentalizarse. Pero, ante todo, es una historia llena de un humor cáustico, que atenúa por momentos la crudeza de lo narrado: “cuando solicitas un crédito en un banco, ¿te preocupa que, como consecuencia de tu raza, se te considere poco solvente?; cuando te pones ropa interior o tiritas de color ‘carne’, ¿sabes ya de antemano que contrastará con tu piel?”. Alexandra Chereches

Chimamanda Ngozi Adichie, Americanah Barcelona, Random House 605 páginas, 24,90 euros Traducción: Carlos Milla Soler

Recuerdos literarios desde la vejez

a La montaña mágica de Thomas Mann: el extraño espacio en el que se enmarca la casa Gerontion se parece a aquel sanatorio de los Alpes; y las conversaciones filosóficas y literarias entre el escritor y el arquitecto son la espina dorsal de la historia. Hay varios autores imprescindibles para el protagonista en su carrera como escritor: Fiodor Dostoievsky, Pierre Gascar, Mark Twain… sobresaliendo por encima de todos Yukio Mishima, con la intención de que su valor literario no se vea dañado por su estrambótico final, y T. S. Eliot, cuyos poemas sobre la vejez, la muerte y el paso del tiempo acompañarán a los dos amigos durante su estancia en Gerontion. Debido a los diálogos filosóficos y las reflexiones la novela tiene un ritmo lento en el que las acciones son limitadas, lo que puede desanimar al lector. Excepto por algunos episodios relacionados con un grupo de jóvenes que Shigeru reúne, y el suceso final (un remate perfecto a las reflexiones), en la casa no sucede nada. A pesar de la ausencia de acción, la prosa sencilla y poderosa de Oé lleva al lector hacia adelante; por eso se dice de él que es el autor más europeo de los autores japoneses, con un estilo muy diferente del de Murakami o Kawabata. Los oficios de escritor y arquitecto se funden en la construcción de una casa, dando al autor el papel de Kogito Choko es un anciano escritor reconocido constructor de ficciones y universos, y ese es el tema mundialmente que ha sido herido de gravedad en central de la novela: la trayectoria vital y personal de una protesta antinuclear. Durante su estancia en el un autor, Kogito Choko o Kenzaburo Oé. hospital se reencuentra con su amigo de la infancia Shigeru Tsubaki, con el que había perdido el contacto Verónica Enamorado hacía décadas. Este, un arquitecto jubilado que vive en Estados Unidos, y Kogito retomarán su amistad y profundizarán en ella, mudándose juntos a la casa Gerontion que el mismo Tsubaki construyó a partir de un proyecto común con su amigo, y que toma el nombre y la inspiración de un poema de T. S. Eliot. Kogito rememorará pasajes de su vida y de sus lecturas, y episodios que lo marcaron, como su enemistad con Yukio Mishima (con el que Oé se intercambió varias cartas) y la absurda muerte pública de éste por seppuku; la relación con su hijo, un joven con autismo y un talento innato para la música que ha vendido miles de discos en Japón (Hikari, el hijo de Oé); o la figura de Goro, la reinvención literaria de Juzo Itami, director de cine y amigo y cuñado de Oé, que murió bajo extrañas circunstancias lanzándose al vacío desde un edificio. El fantasma de Goro aparecerá en la memoria de Kogito planteando reflexiones vitales y morales. enzaburo Oé (Ose, 1935) es uno de los escritores japoneses vivos más importantes aunque su nombre en España es poco conocido. A los veintitrés años publicó su primera novela, Arrancad las semillas, fusilad a los niños (1958) y es autor de más de veinte novelas, entre las que destacan La presa, ¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era!, Salto mortal y M/T y la historia de las maravillas del bosque, además de varias colecciones de relatos y numerosos ensayos. En 1994 recibió el Premio Nobel de Literatura, otorgado por segunda vez a un japonés. La escritura de Kenzaburo Oé siempre ha destacado por sus reflexiones sobre la violencia, el recuerdo de la catástrofe de Hiroshima y la denuncia de causas injustas. ¡Adiós, libros míos! es la tercera parte de una trilogía llamada de “las extrañas parejas”, protagonizada por Kogito Choko, alter ego del escritor. La primera entrega es Renacimiento (Seix Barral, 2009), después vino El chico de la cara melancólica (de próxima publicación en Seix Barral) y, por último, ¡Adiós, libros míos! Aunque no se ha respetado el orden de publicación, la independencia de las historias hace que el lector pueda acercarse a ellas sin haber leído previamente las anteriores.

Kenzaburo Oé es cultivador de la literatura watashi, la literatura del yo por la que era criticado por Yukio Mushima. En este libro está llevado a sus máximas consecuencias, identificándose casi por completo a Kogito Choko con el autor en un ejercicio de sinceridad y autoficción. ¡Adiós, libros míos! recuerda

Kenzaburo Oé, ¡Adiós, libros míos! Barcelona, Seix Barral 385 páginas, 20 euros Traducción: Terao Ryukichi 19

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