Reseña \"El Lenguaje Visual\" de Pelegrí Sancho Cremades

June 3, 2017 | Autor: G. Belmar Viernes | Categoria: Iconografia, Lenguaje Visual, Iconologia
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El Lenguaje Visual

RESEÑA DEL ARTÍCULO EL LENGUAJE VISUAL DE PELEGRÍ SANCHO CREMADES En este artículo1, Pelegrí Sancho Cremades realza la importancia del lenguaje visual, cada vez más omnipresente en nuestra vida diaria. Las imágenes están presentes por doquier y son usadas constantemente más allá de lo estético, con un claro propósito comunicativo. Sin embargo, a pesar de la ubicuidad del lenguaje visual en nuestra sociedad, este no recibe la misma atención que el lenguaje verbal. La educación occidental prioriza casi exclusivamente el lenguaje verbal — particularmente, el lenguaje escrito. Se centran los esfuerzos en el desarrollo de la competencia lingüística, olvidándonos por completo de la competencia visual. En palabras del mismo autor, la educación produce analfabetos visuales, pues nos faltan las conocimientos implícitos que permiten la interpretación de las imágenes. Los seres humanos poseemos una visión estereoscópica en tres dimensiones, resultado de la posición frontal de nuestros ojos. Las imágenes retinianas (fenómeno óptico) —cóncavas, bidimensionales e invertidas— son convertidas en un producto psíquico (el percepto) que consiste en una sola imagen, tridimensional, enderezada, de tamaño natural y exterior a los ojos. Esta percepción visual, aunque en parte innata, depende también de la maduración del sistema nervioso y del aprendizaje. La construcción del espacio visual llega alrededor del segundo año de vida y es, por lo tanto, anterior a la adquisición del lenguaje verbal —y, aunque este no es el objetivo del artículo aquí reseñado, podríamos aventurarnos a afirmar que la construcción del espacio visual es una condición necesaria para la adquisición del lenguaje verbal. Parece obvio, pues, que la visión (y nuestra percepción visual en concreto) juega un papel clave en la interpretación que hacemos de nuestro entorno. Cuando observamos, solemos detener la mirada en ciertas posiciones concretas, los puntos de fijación —aquellas partes que aportan mayor información visual. Por norma general, lo inhabitual, lo complejo, recibe más atención que lo común y simple. Además, de manera inconsciente, percibimos las formas como totalidades y conjuntos —tal y como establecía la teoría de la Gestalt. De manera innata, según la Gestaltheorie, distinguimos entre la figura —que se percibe cercana y más visible— y el fondo —que se percibe más lejano, informe y homogéneo. El carácter innato de esta distinción, empero, ha sido criticado 1 Pelegri Sancho Cremades: “El lenguaje visual” disponible en línea: www.liceus.com Guillem Belmar Viernes

El Lenguaje Visual con el argumento de que esta es motivada por la experiencia o el aprendizaje. Además de esta distinción entre forma y fondo, la Gestalt introdujo una serie de leyes, como la ley de la proximidad —que establece que cuánto más cerca están los estímulos los unos de los otros, más fácilmente se perciben como una forma común—, la ley de semejanza —según la cual los estímulos que comparten forma o tamaño tienden a agruparse—, u otras como la ley del cerramiento, la ley de la buena continuidad o del destino común, la ley del movimiento común, la ley de la pregnancia y la ley de la experiencia. Estas leyes de la Gestalt, criticadas por ser más fácilmente aplicables a imágenes simples y abstractas, también han sido, de hecho, usadas para analizar obras de arte tradicionales de carácter figurativo2. Otro elemento que hay que tener en cuenta cuando interpretamos un texto visual, es la imagen o representación icónica. La imagen es un significante que evoca un referente, aunque la relación entre ambos no es directa. La imagen, según Umberto Eco, no es el signo icónico del referente, sino del modelo perceptivo de este. La imagen y el referente no tienen ninguna propiedad en común pero, no obstante, remiten al mismo percepto. Asimismo, la interpretación de la imagen, por realista que esta sea, dependerá de la codificación —técnica, icónica, iconográfica, retórica, estética y narrativa— del texto visual en cuestión. En otras palabras, una misma imagen puede tener distintos significados dependiendo, entre otros aspectos, de la cultura, la organización del texto visual o la técnica usada. En este sentido, el autor presente dos de las teorías que han proporcionado modelos para la interpretación de las imágenes: la iconografía y la sociosemiótica funcional. La iconografía distingue tres niveles de significado en el texto visual: el nivel representacional —que nos permite, a partir de nuestra experiencia práctica y nuestro conocimiento de las convenciones estilísticas y las técnicas utilizadas, reconocer lo representado en el texto visual—, el simbolismo iconográfico — que denota ideas y conceptos relacionados con lo representado— y el simbolismo iconológico — que revela principios subyacentes del texto visual, lo que nos permite determinar actitudes básicas de un período, una clase, una nación o un sistema filosófico concreto. La suma de estos tres niveles de significado nos permite interpretar las imágenes más allá de su valor representacional o estético.

2 Como podemos ver en la página 9 del artículo aquí reseñado. Guillem Belmar Viernes

El Lenguaje Visual En cuanto a la sociosemiótica funcional, se basa en la tradición funcionalista y afirma que los recursos visuales se desarrollaron con el fin de realizar una función semiótica determinada. Kress – Leeuwen exportaron las metafunciones que Halliday distinguió en el lenguaje verbal a la comunicación visual y establecieron que existen recursos semióticos que expresan el significado representacional (equivalente a la metafunción ideacional de Halliday), el significado interactivo (equivalente a la metafunción interpersonal de Halliday) y el significado composiciones (equivalente a la metafunción textual de Halliday). Por un lado, el significado representacional parte de los participantes representados en la imagen. Kress – Leeuwen distinguen dos estructuras básicas: narrativas y conceptuales. Estas últimas, además, pueden ser clasificadores, simbólicas y analíticas. El significado interactivo, por otro lado, parte de la relación que se crea entre los observadores y el mundo representado. Para establecer esta relación, hay que tener en cuenta cuatro factores: el contacto —si hay contacto, imágenes de petición; si no lo hay, imágenes de ofrecimiento—, la distancia, el punto de vista y la modalidad —que puede ser naturalista o científica. Finalmente, el significado composicional parte de la organización de los elementos representados. Kress – Leeuwen estudian el valor informativo —dónde situamos la información en los ejes horizontal y vertical, y en relación al centro y los márgenes de la imagen—, el encuadre — si lo representado está conectado o desconectado— y la prominencia o destaque. Por ejemplo, la información nueva suele colocarse en la derecha, en oposición a la izquierda, que suele reservarse para la información conocida; o lo más importante se representa en el centro, con el resto en los márgenes; o cómo los espacios vacíos o los contrastes de color hacen que percibamos las representaciones como entidades separadas. Asimismo, el color —ausente de este esquema funcional que acabamos de exponer— se considera metafuncional, pues puede cumplir simultáneamente las tres funciones propuestas por Halliday, y es, por lo tanto, un recurso semiótico de los tres tipos de significado propuestos por Krees – Leeuwen. Debido a este carácter metafuncional del color, se ha llegado a plantear considerarlo como un modo semiótico por sí mismo. No obstante, la falta de independencia del

Guillem Belmar Viernes

El Lenguaje Visual color respeto a otros modos semióticos —como la música o la imagen— nos llevan a hablar de recurso semiótico metafuncional. Por último, el autor termina el artículo con una reflexión sobre la relación entre el lenguaje verbal y el lenguaje visual, similitudes, diferencies e interacción entre ellos. Desde el punto de vista de la sociosemántica visual, ambos lenguajes se distinguen por los significados que pueden expresar. Estos se solapan solo parcialmente, pues las posibilidades y las limitaciones expresivas de cada canal son diferentes. Otra diferencia notable es el carácter, según señala Gubern, fundamentalmente arbitrario, digital y generalizador del lenguaje verbal, en comparación al visual, que es más bien motivado, analógico e individualizador. Ambos lenguajes, sin embargo, a menudo son usados conjuntamente con varias funciones. Por ejemplo, el lenguaje verbal puede desarrollar, entre otras, una función de anclaje mediante la cual fija uno de los posibles sentidos de la imagen que acompaña. A modo de conclusión, hay que recalcar, de nuevo, la importancia del lenguaje visual y la complejidad que subyace a su interpretación. De la misma manera que el lenguaje verbal, el lenguaje visual contiene distintos códigos, técnicas, estructuras, convenciones... que condicionan su interpretación. Hemos de concluir, por tanto, que ambos lenguajes son igualmente complejos y, lejos de excluirse mutuamente, se complementan enriqueciendo la comunicación humana.

Guillem Belmar Viernes

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