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May 24, 2017 | Autor: Juan Carlos Diaz | Categoria: Biblical Studies, Doctrine of God, Estética
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DIAZ MATEOS, La belleza de nuestro Dios.
Lima: CEP,IBC,UARM Agosto 2016

Aunque Manuel Díaz Mateos no invoca a las Musas y hace una clara opción por la poética bíblica puede afirmarse, sin embargo, que este libro - acaso el último que nos entrega - está escrito musicalmente. La música es, según una definición tradicional, el arte de organizar lógica y sensiblemente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía y la armonía, es decir, aquello que podemos oír y aquello que, por el contrario, sentimos pero no escuchamos. Oír musicalmente bien puede ser la entrada a una forma distinta de escuchar y repensar la obra de este maestro jesuita.

La belleza de nuestro Dios tiene pues melodía y armonía. Por un lado, Díaz Mateos nos propone una sucesión de textos breves, uno tras otro, para "meditar" (p. 23) y contemplar la belleza de Dios de modo que los lectores podamos "aprender a mirar la realidad con mirada contemplativa" (p.30). Pero esa mirada "desde la sensibilidad interior" es también escucha. Como contándonos un secreto, por otro lado, su voz nos susurra con varias anotaciones o referencias a otros textos suyos. Este libro es pues una invitación a la contemplación activa de quien ha vivido intensamente y hoy nos desafía a "transmitir la belleza y la alegría de creer" (p. 125) en el Dios de la Vida.

El autor se inscribe en la tradición del cultivo de la escucha que hunde sus raíces en la historia de Occidente. Escuchar no es el simple oír, percibir lo sonoro, sino alejarse de sí para ir hacia lo otro, no para dominarlo, sino para dejarlo hablar. Escuchar se halla en conexión esencial con la sabiduría. Por eso, Díaz Mateos nos invita a salir, a contemplar, a buscar para encontrar (p. 50) y recuperar, no la verdad o el bien, a solas, sino la belleza.

Hace casi 60 años, Hans Urs von Balthasar contestó afirmativamente a la pregunta sobre la posibilidad de insertar la categoría de la belleza en la teología. En su monumental Gloria, von Balthasar hizo el esfuerzo de presentar la teología cristiana a la luz de la belleza. O, dicho de otra forma, consideró la belleza como punto de partida para leer el acontecimiento de la revelación: si Cristo es la imagen visible del Dios invisible, la figura luminosa por excelencia de lo bello se hace objeto de la teología. Además, decía von Balthasar, no ha existido ni puede existir ninguna teología intrínsecamente fecunda que no haya sido expresamente concebida y dada a luz bajo el signo de lo bello y de la gracia.

El texto de Díaz Mateos se inscribe en este horizonte no por la temática – el abordaje de la belleza – sino por la afirmación que acabamos de señalar: el texto es fruto de una vida y de allí de una teología fecunda concebida bajo el signo de lo bello y de la gracia de una espiritualidad y de una vivencia provocadora y testimonial de la fe.

El texto tiene una organización sencilla y el lector puede encontrar el siguiente itinerario. El Preludio a la belleza, nos prepara para ejercitarnos en la búsqueda; no estamos ante un prólogo, esto es, un discurso antes del discurso, sino ante la experiencia de la Buena Noticia del cuidado de Dios por el ser humano que, sin embargo, hemos distorsionado y "defraudado" (p. 123) con signos contrarios que han hecho de Dios un "monstruo castigador" (p. 44) ajeno a la ternura y la misericordia.
El capitulo 2, titulado En busca de la belleza, nos describe el itinerario a seguir como luces para recorrer la búsqueda. Así, el autor nos indica que ella se remite "al testimonio de la Escritura" (p.57) para potenciar, uniendo sentimiento y reflexión, una "inteligencia sentiente" (p.58) que nos ayude a experimentar con todos los sentidos este "camino de conocimiento" (p.58). Dicho esto, el capítulo desarrolla la idea de que la belleza no es intelectual sino emocionante, o que es impensable pensar o meditar la belleza escindida de la historia humana hasta desembocar en la siguiente afirmación: "(…) preguntarnos por la belleza nos sitúa en la condición ineludible de eliminar los muros artificiales de la teorización teológica que nos siguen separando del mundo" (p.66). No nos equivoquemos, Díaz Mateos nos está diciendo que mirar y oír contemplativamente significa asumir una actitud activa y relacional: Desde la belleza volvemos a mirar la realidad para transformarla con acciones que embellecen, sin tregua frente a las tristezas o la maldad que habitan también el mundo.

El capítulo tercero, el más importante, nos presenta "algunos rasgos" (p.74) de la belleza de Dios. Díaz Mateos nos sumerge con carácter sutilmente normativo en un repertorio bíblico que expresa "situaciones de belleza en las que debemos vivir" (p.75) si realmente queremos llamarnos cristianos. Tal repertorio se inicia con la experiencia del Creador de la belleza (pp. 75-88) en particular en sus rasgos de justicia y misericordia; de allí se deriva la belleza de la creación (pp. 88-96) en la que destaca la belleza del ser humano (pp. 86-100) que es tan humana y divina en tanto es libre, fraterna y solidaria (pp. 100-108). Es en esta sección que, al mismo tiempo que se medita se ve comprometido con las anotaciones o referencias a otros textos del autor. Sin ánimo de exhaustividad revisemos los textos que constituyen este repertorio.

En el primero, se destacan los rasgos de justicia y misericordia del Creador. Esta sección nos recuerda textos como El Dios que libera (1985), La solidaridad de Dios (1996) y La Justicia que brota de la fe (2012). En estos textos Díaz Mateos ha insistido en por lo menos, dos asuntos, a saber, la centralidad de la revelación bíblica: el corazón de Dios abierto a los hombres le orienta a hablar y actuar en la historia por medio de su palabra y en lenguaje humano. La palabra no sólo revela verdades, sino que une personas en comunión y amistad. El segundo asunto, es el error que se ha cometido al separar la fe de la vida porque de lo que se trata es de cambiar la vida por la fuerza de la fe. El error radica en silenciar la palabra, en distorsionar el plan de Dios.

En el segundo, La belleza de la creación, el análisis del Génesis nos conduce a la reflexión sobre la relación Creador – creatura: las reflexiones en Génesis son sobre el hombre objeto del pathos de Dios, que disfruta, contempla, y gusta de y con su creación. (p.94)

La belleza del ser humano tiene resonancias de Imágenes de Dios y dignidad humana (2002) en que destacan el texto que da título al libro y Tan humano, sólo Dios. Este apartado nos recuerda que no estamos ante una revancha ante lo divino o para afirmar la autosuficiencia del hombre. Lo divino no se opone a lo humano sino a lo inhumano. Para el cristiano, Dios y el hombre no son opuestos e irreconciliables desde que confesamos a Cristo como perfecto Dios y perfecto hombre. Por eso afirmamos lo humano, en primer lugar, como protesta ante condiciones inhumanas de nuestro mundo y de nuestra historia que nos deshumanizan y nos dificultan el ser plenamente humanos y cristianos. La belleza del ser humano no es otra cosa que tomar en serio al hombre, como hace Dios. Crecer en libertad, en verdad y en solidaridad nos humaniza a todos.

El libro se cierra, finalmente, con seis provocadoras conclusiones que el lector tendrá que meditar. Nosotros cerramos esta recensión recordando una idea fundamental del itinerario recorrido: la contemplación activa y la escucha sugeridas empiezan al cerrar el libro. En medio de un mundo seducido por aquello que no es signo del Reino toca a los creyentes ser testigos de la Belleza, del Bien y la Verdad que nos hace más libres, más humanos. Es el tiempo de dar testimonio de la experiencia cristiana con ese "alguien que me espera para un encuentro". (p. 110)


La palabra creación , en su uso más habitual se aplica sobre todo al trabajo artístico, musical, poético: la creación son forma de producción. El este texto se desarrollará el concepto de creación en relación con Dios y el hombre. El hombre es una creación de Dios en la totalidad de su ser: todo el ser que conocemos es creatura. El autor para describir el concepto de creación utilizará tres elementos de donde esta idea proviene : la tradición teológica, la experiencia del creyente y el material bíblico.

El Magisterio de La Iglesia dice que el Universo procede de Dios y por tanto no tiene en sí la razón de su existencia. Asimismo, todo procede de Dios en toda su realidad y no parcialmente. Todo procede de Dios con un tipo de causalidad que no es emanativa, ni modelación de algún material previo sino que es creación ex nihilo. Además, el Universo procede de Dios no por necesidad, sino libremente y para comunicar su bondad. Es así como se entiende que el mundo es fruto de una primera orientación positiva y bondadosa. Sin embargo, este mundo que se presenta es un mundo que, como ya se ha expuesto, procede de Dios pero que es un mundo "por acabar", como tal es entregado al hombre (Vaticano II).

Lo interesante sobre la idea de creación es que se deduce a través de credos cristianos que en los primeros de estos no hablaban de la creación, solo de Dios, Hijo y Espíritu. La idea de creación no estaba en los primeros credos, más tarde se añade en los credos la palabra "creador" : "creador del cielo y la tierra". Asimismo, en la Biblia la fe en la creación tampoco ha sido lo primero. Esta evolución cronológica tiene un significado teológico. En la Biblia primero se presenta la fe en Yahvé, y luego se presenta la fe en el Dios creador de todo. Este segundo momento de fe es para sustentar la fe en el Dios cristiano. Lo que impedía esa fe e el Dios cristiano los siglos de los griegos, eran los dualismos de tipos gnóstico y maniqueo que hacían imposible que Dios fuera poderosos para salvar a toda la realidad, puesto que ni si quiera era el hacedor de toda ella. La importancia en todo esto es la "fe en la creación", ya que sin esto la teológica sería pura cosmología o filosofía. El tema de la creación abarca la idea de totalidad, al decir que Dios es creador del cielo y tierra no es expresión para designar la totalidad por complementarios de un Dios que creador de todo. Al creador todo se genera la interrogante sobre el mal. La respuesta ante esto es que Dios es el único principio creo todo, incluso para la creatura mala, sin embargo el origen de esa creatura fue buena. Nada Malo es malo pro naturaleza, las cosas han sido creadas por la bondad de Dios, pero por su condición creadas son también mudables. Al entender que lo creado es mudable apunta a significar lo mismo que degradable y perfectible, es ahí donde entra la idea de mundo evolutivo.

Se da una diferencia entre la condición creatural del mundo y la del hombre. El ser humano ha sido creado para gobernar el mundo y orientarlo al fin querido por Dios. Dios creó al hombre para superarse y autorevelarse. La finalidad de la creación es la Alianza con el hombre : Dios creó para comunicar su bondad. La comunicación es la alianza. La creación es solo la mitad, la comunicación es la segunda parte. Es así como la finalidad de la creación (de parte de Dios), no tiene por qué coincidir necesariamente con el fin de la historia (parte de los hombres), dado que esta es una historia de libertad. En la tradición católica es característico la apuesta entre la fe y razón. Es así como la idea de creación ha presentado problemas científicos (evolucionismo) y filosóficos(causalidad). La importancia teológica es el tema que asegura la consistencia del orden natural y su distinción del orden sobrenatural. En contraparte, la tradición protestante se ha caracterizado por una práctica ausente de problemas científicos y filosóficos al hablar de la creación, pues la creación es la verdad que asegura el dominio de Dios y obediencia del Hombre. No tiene consideración teológica porque la creación es vista como corrompida por el pecado. Por otro lado, la tradición oriental, está en un sistema de teología y espiritualidad : el mundo como sacramento. En la cultura moderna, la creación es evolutiva e inacabada, el hombre es llamado para pilotear esa evolución. Acá se desvía la atención del hecho de "ser creados" (de ser creatura), a el fin para qué existe lo creado. "El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios y mediante esto salvar su alma" (Ejercicios Espirituales). La tradición antigua se enfocaba en la primera parte " el hombre es creado", en cambio la modernidad se enfoca en "el hombre es creado para", es decir se enfoca en su finalidad. Gonzales Faus expone que "la importancia que la reflexión teológica sobre la creación y sobre la creaturidad del hombre incorpore no solo la experiencia de la contingencia de la finitud, sino también el dato de esa particular contingencia del hombre, que es una contingencia creadora". En la experiencia del creyente, para delimitar la experiencia del creyente que se expresa a través de la fe de la creación se expone que la creación es conocida a partir de la Alianza. Es así como se reconoce a Yahvé no solo como liberador, sino como creador de cielos y tierra. La creación relaciona a Dios con la historia. El libro del génesis es el libro de los antepasados de Israel, de los orígenes de las tribus, luego se incorporó la historia de la creación. Es así como Israel universaliza su propia experiencia de un pueblo creado por Dios y de esta manera llega a la creación del mundo.

Se concluye con la idea que el ser humano está en un puesto privilegiado en la creación para que gobierne el resto de la creación : responsabilidad. "Dios dijo", al crear Dios dialoga, es por eso que se entiende que el hombre es el ser de la palabra: solo en la palabra se capta así mismo y se relaciona con los demás. Asimismo, la preeminencia del hombre en la creación no sería tal si no fuese de todos los hombres : es decir que no es solo para unos pocos, sino para todos. La dignidad del hombre es la que funda la unidad de todo el género humano : unidad humana. Esto indica una antropología universal para el hombre.





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