Revista Arqueologia Pública 2,

September 5, 2017 | Autor: P. Funari | Categoria: Public Archaeology, Cultural Heritage, Arqueología histórica, Arqueologia, Patrimonio Cultural
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ISSN 1981-2477

Revista Arqueologia Pública

Publicação Anual no 2 2007

São Paulo, Brasil

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Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007.

Editores

Pedro Paulo Abreu Funari (NEE/UNICAMP) Erika Marion Robrahn-González (NEE/UNICAMP)

Comissão Editorial Lourdes Dominguez (Oficina del Historiador, Havana, Cuba) Andrés Zarankin (UFMG) Gilson Rambelli (NEE/UNICAMP) Nanci Vieira Oliveira (UERJ) Ana Pinon (Universidad Complutense de Madrid, Espanha) Pedro Paulo Abreu Funari (NEE/UNICAMP) Erika Marion Robrahn-González (NEE/UNICAMP) Charles Orser (Illinois State University, EUA)

Conselho Editorial Gilson Martins (UFMS) José Luiz de Morais (MAE/USP) Peter Ucko (Institute of Archaeology, UCL) Laurent Olivier (Université de Paris) Sian Jones (University of Manchester) Martin Hall (Cape Town University, South Africa) Bernd Fahmel Bayer (Universidad Nacional Autónoma de México)

Projeto gráfico José Luiz de Magalhães Castro Neto

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Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007.

EDITORIAL

Arqueologia Pública na América Latina Este é o segundo número de Arqueologia Pública. A revista foi lançada na reunião da UISPP, em Lisboa, em setembro de 2006, em um contexto internacional. O foco do primeiro volume foi a divulgação dos estudos e práticas públicas da disciplina por parte de brasileiros. Se no âmbito mundial a Arqueologia Pública já estava a se projetar havia algum tempo, cabia mostrar como também em nosso país a disciplina voltava-se para a interação com as comunidades e grupos sociais envolvidos com seu patrimônio cultural. A diversidade como valor e o reconhecimento da importância da ação com a variedade de componentes da sociedade brasileira visavam explicitar o caráter social da Arqueologia. A acolhida em Lisboa foi muito positiva. Este segundo número marca, em primeiro lugar, a consolidação da Arqueologia Pública na Universidade Estadual de Campinas, em particular no Núcleo de Estudos Estratégicos. Cabe reforçar a importância da promoção de políticas públicas em prol da preservação do patrimônio cultural, assentada nas premissas do desenvolvimento sustentável, da diversidade e, principalmente, da inclusão social. O valor estratégico da Arqueologia está no avanço da diversidade1, conforme a Emenda Constitucional n. 48, de 10 de agosto de 2005, que explicita a “valorização da diversidade étnica e regional”2. Este caráter estratégico da Arqueologia não pode ser subestimado e a Arqueologia Pública mostra-se, pois, essencial3. Em seguida, convém lembrar o alcance continental dessa Arqueologia Pública, com suas características latino-americanas. O IV Encontro de Teoria Arqueológica na América do Sul, realizado em julho de 2007, em Catamarca, Argentina, revelou bem essas preocupações públicas da disciplina. Isto se reflete neste segundo volume de forma bem clara, com a participação dos colegas de outros países latino-americanos. O continente, ainda marcado por tantas desigualdades sociais, produz uma reflexão original, relevante também para os centros hegemônicos cuja produção não deve ser, de maneira alguma, ignorada. Trata-se de um só mundo e de uma só Arqueologia. Isto tudo se reflete, de alguma maneira, neste segundo número da revista, que reitera seu papel de veículo de comunicação em prol do debate aberto de experiências, perspectivas e aprimoramento das atuações voltadas ao estudo, à valorização e proteção do patrimônio cultural.

Pedro Paulo A. Funari Erika Robrahn-González

(1) Conforme a Emenda Constitucional n. 48, de 10 de agosto de 2005. (2) Sobre a diversidade indígena e a Arqueologia, cf. Érika M. Robrah-González, Diversidade cultural entre os grupos ceramistas do sul-sudeste brasileiro: o caso do vale do Ribeira de Iguape.. PréHistória da Terra Brasilis. Rio de Janeiro: In: M.C.

Tenório, 1999. (3) Cf. Pedro Paulo A. Funari, O papel estratégico da Arqueologia na delimitação de terras indígenas e quilombolas, VII Encontro Nacional de Estudos Estratégicos, Brasília, novembro de 2007, patrocinado pela Presidência da República.

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Sumário

Artigos 7

SITIO ARQUEOLÓGICO CARSA (PUERTO DESEADO, PATAGONIA A R G E N T I N A ) : REFLEXONES SOBRE LA PRÁCTICA DE UNA ARQUEOLOGÍA SOCIAL Y PÚBLICA.

Alicia Castro Miguel Ángel Zubimendi Luciano Grassi Pablo Ambrústolo Lucia Mazzitelli “AGUA MOLE EM PEDRA DURA TANTO BATE ATÉ QUE FURA: EDUCAÇÃO POPULAR E HERANÇA CULTURAL NO SÉCULO XXI”

23

Elizabete Tamanini Zilma Isabel Peixer “LIDANDO COM AS COISAS QUEBRADAS DA HISTÓRIA”

33

José Alberione dos Reis MANEJO DE RECURSOS CULTURALES Y PUESTA EN VALOR DE HISTORIAS REGIONALES

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Mónica Berón Marina Guastavino NARRATIVAS ARQUEOLÓGICAS PÚBLICAS E IDENTIDADES INDÍGENAS EN CATAMARCA

57

Marcos Quesada Enrique Moreno Marcos Gastaldi DESARROLLO DE UN MODELO PRODUCTIVO PARA LA RECUPERACION SOCIOCULTURAL DE POBLACIONES MARGINALES DE LA PROVINCIA DE CATAMARCA: AZAMPAY UNA EXPERIENCIA PILOTO

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María Carlota Sempé Susana Alicia Salceda Susana Martínez GUANABACOA COMO UNA “EXPERIENCIA” INDIA EN NUESTRA COLONIZACIÓN: LOS RETOS DE LA ARQUEOLOGÍA PÚBLICA

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Lourdes S. Domínguez

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SITIO ARQUEOLÓGICO CARSA (PUERTO DESEADO, PATAGONIA ARGENTINA): REFLEXIONES SOBRE LA PRÁCTICA DE UNA ARQUEOLOGÍA SOCIAL Y PÚBLICA. Alicia Castro* Miguel Ángel Zubimendi** Luciano Grassi*** Pablo Ambrústolo**** Lucia Mazzitelli*****

Resumen: Se presenta una experiencia de la práctica arqueológica llevada a niveles escolares, con alumnos en riesgo de un colegio de la ciudad de Puerto Deseado (Santa Cruz, Patagonia Argentina), con dos objetivos: incentivar por medio la practica compartida, la incorporación al conocimiento, de la Arqueología, la concepción del resto arqueológico como bien cultural y el valor patrimonial del pasado; y, motivar a grupos escolares en riesgo a adquirir una respuesta áulica positiva. Se discuten las acciones y resultados y se toma el ejemplo como modelo para una discusión crítica sobre la Arqueología pública y social pretendida por el grupo de investigación.

Palabras clave: Arqueología pública y social, practica compartida, comunicación.

Introducción En este trabajo nos proponemos, en un primer momento, buscar las herramientas transdisciplinarias que permitan dar cuenta y analizar las discusiones que se suscitaron

* Museo de La Plata, Universidad Nacional de La Plata, [email protected]. Paseo del Bosque s/n, La Plata (1900), Buenos Aires, Argentina. ** CONICET y Museo de La Plata, Universidad Nacional de La Plata *** Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de La Plata **** CONICET y Museo de La Plata, Universidad Nacional de La Plata ***** Museo de La Plata, Universidad Nacional de La Plata

a partir del desarrollo de una experiencia llevada a cabo en la ciudad de Puerto Deseado, Provincia de Santa Cruz, entre miembros del equipo de investigación arqueológica, y adolescentes pertenecientes a un colegio secundario local. Entendemos que la práctica arqueológica es una producción de conocimiento sobre el pasado, pero también un compromiso social como investigadores en el presente en que vivimos. Esta concepción nos lleva a entender a la Arqueología como un campo disciplinar compartido, donde el saber que se deriva de su práctica, integra a las comunidades locales con nuestros intereses como científicos, ya que, en definitiva, es la sociedad en su conjunto la que se hace 7

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responsable de los conocimientos que se generan, su legitimación y su conservación. En el mismo sentido, nos planteamos llegar un poco más allá de esta idea, propiciando una construcción en la cual los sujetos de las comunidades involucradas sean activos en la producción de conocimiento acerca del pasado, a partir de sus propios conocimientos particulares, formales o no, que aportan a la percepción e imagen del pasado. Los miembros de las comunidades no son solo constructores activos de conocimiento, sino que también lo son en la elaboración de principios relativos a la importancia del pasado, así como en la construcción de la idea de patrimonio y conservación de la memoria. Si se consideran de esta manera, los proyectos de extensión universitarios no podrían ser pensados como una mera etapa de transmisión de conocimientos, sino como otra posible etapa de producción de saberes y acciones valorativas significativos dentro de los marcos de la investigación; o bien como una investigación paralela y complementaria en donde, además de dar cuenta de los descubrimientos arqueológicos se de cuenta de los procesos de comunicación, educación

y producción de identidades colectivas que surgen de la práctica de extensión con los actuales pobladores de la zona. En este sentido se desarrolló, en el actual Museo Municipal Mario Brozoski (fig. 1), una experiencia realizada en el año 2000 con alumnos de cuarto año de Polimodal de la Escuela de Comercio de Puerto Deseado. Dicha experiencia, consistió en una actividad de taller de arqueología de campo, cuyo objetivo fue – a través de la praxis compartida – que los alumnos entiendan la práctica de la Arqueología, el valor de los recursos arqueológicos y el valor patrimonial de nuestro pasado indígena. Se trabajó con adolescentes que podrían encuadrarse como los denominados grupos de riesgo, integrándolos en actividades lúdicas como ejes motivadores a mejores respuestas áulicas. Es sobre esta experiencia que discutiremos algunas cuestiones que hacen al objetivo de este trabajo, tratando de establecer a la misma como actividad ejemplificadota de lo que creemos debe ser un encuadre público de la arqueología como un compromiso social / político del investigador. En este trabajo, entonces, se introducirá sobre la situación del espacio geográfico y

Figura 1. Foto de la entrada del Museo Municipal Mario Brozoski, en la ciudad de Puerto Deseado, institución articuladora de las actividades desarrolladas en dicha ciudad.

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Sitio arqueológico Carsa (Puerto Deseado, Patagonia Argentina): Reflexones sobre la práctica de una arqueología social y pública. Alicia Castro, Miguel Ángel Zubimendi, Luciano Grassi, Pablo Ambrústolo y Lucia Mazzitelli

social de Puerto Deseado, y sobre el trabajo que el equipo de investigación ha desarrollado allí a través de los años. Luego se abordarán las memorias de la práctica concreta, los marcos de interés en que se generaron y los resultados obtenidos, todo encuadrado en las creencias y principios que hemos nombrado precedentemente. Finalmente, a partir del análisis crítico de la experiencia y del trabajo realizado por el equipo, se intentará aportar a la discusión sobre la escisión entre las prácticas de extensión y las de investigación, así como poder poner en discusión el campo relacional dado entre el rol social del investigador y la arqueología, como el de los otros actores que intervienen en esta interacción. Relato sobre Puerto Deseado, estructura geográfica, social, económica La localidad de Puerto Deseado se halla ubicada al Noreste de la Provincia de Santa Cruz y en el departamento Deseado, del cual es cabecera. La principal característica del territorio la constituye su situación de borde marítimo sobre la costa norte de la desembocadura de la ría, que en forma de embudo se abre hacia el Océano Atlántico. La ciudad se asienta a 5 msnm, individualizándose en el sector oeste, pendientes más abruptas que protegen su emplazamiento de los vientos. El clima oscila entre templado y frío moderado. El extenso litoral marítimo permite la conformación de gradientes que dan lugar a diferentes hábitat que albergan una alta biodiversidad de especies, especialmente marinas. Desde el siglo XVI la ría de Puerto Deseado fue utilizada como fondeadero de antiguas naves que surcaban los mares australes. La idea inicial del desarrollo a través del puerto, constituyó y constituye el eje trasversal del municipio; primero para el embarque de la producción lanera del norte de Santa Cruz, y posteriormente en relación con la pesca de altura. A partir de la

concreción del puerto en 1928, se inauguró una etapa que marcaría un rumbo bien defin i d o . D e e s t a m a n e r a l o s m a y o r e s acontecimientos históricos de Puerto Deseado, así como los diferentes cambios económicos, siempre estuvieron sujetos a las modificaciones portuarias. Desde el puerto se sucedieron períodos de gran movimiento, donde no sólo se importaron materiales para la región, sino que sirvió de apoyo a la ganadería y luego, a partir de 1983, a la pesca. Actualmente, Puerto Deseado tiene una población estimada de trece mil habitantes. Según se denotan en los últimos relevamientos que datan del 20031, es evidente la incidencia que tiene la actividad portuaria y pesquera en la economía y generación de trabajo en Puerto Deseado llegando a representar casi el cuarenta por ciento de la ocupación de la zona. La otra actividad de sostén, es el empleo en el sector de la actividad pública, integrado por los organismos nacionales, provinciales y municipales que representa otro cuarenta por ciento del total. Pero actualmente aunque no poseemos cifras precisas la ciudad enfrenta un proceso de empobrecimiento y falta de oportunidades de trabajo. Las actividades pesqueras como situaciones oportunistas de trabajo en otros momentos hoy sufren los efectos de la veda pesquera que sume al puerto en largos periodos de inactividad. Los buques factorías son otro de los problemas que han reducido el número de oportunidades de puestos de trabajo y la saturación del aparato burocrático municipal. A esto se suma al aumento poblacional por nacimientos locales como por efectos de inmigración interna y de países limítrofes, que superan a la emigración. Además la ciudad presenta un carácter de insularidad producto de su aislamiento con respecto al eje de comunicación terrestre principal, la Ruta Nacional Nº 3, que le acentúa la representación de lejanía. Esto

(1) En los últimos años la población de la ciudad a observado un notable incremento, aunque se carezca de datos poblacionales más recientes.

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sume a la población juvenil en una situación contradictoria, por un lado la franja de altos recursos, hijos de padres con buenos empleos o profesionales, cuyas alternativas son abandonar el pueblo hacia centros universitarios o integrar los comercios familiares. Para otros, los de menores recursos, la alternativa es restringir su idea de futuro a las eventuales oportunidades de la pesca, actividad temporaria portuaria o el subempleo. Esto marca una dicotomía muy clara entre la franja juvenil: los que tienen posibilidades y los que no. Sobre el equipo de investigación: experiencias, investigación y extensión El trabajo de investigación en la Costa Norte de la Provincia de Santa Cruz tiene sus inicios en el año 1987 a partir de objetivos tendientes a estudiar el comportamiento de los grupos aborígenes cazadores recolectores en el litoral marino continental en un territorio que, básicamente, había sido estudiado desde el espacio interior. Un segundo objetivo fue establecer los usos litorales desde la perspectiva temporal, proyectando diferentes conductas desde el inicio de la ocupación humana en Patagonia hasta el momento de contacto con poblaciones europeas. En particular, los estudios de la Costa Norte de Santa Cruz y del litoral marítimo habían sido escasos. Solo unos pocos trabajos, previos a los trabajos sistemáticos realizados por este equipo de investigación, agotan prácticamente la bibliografía específica sobre el tema. En primera instancia, entonces, se trató de verificar a través de información espacial, qué recursos, marinos o terrestres, fueron los más importantes para determinar la elección de los asentamientos. Es decir, qué parte del ambiente fue utilizada y con qué intensidad, teniendo como objetivos el reconocimiento del ambiente, la determinación del tipo y cantidad de restos arqueológicos, el establecimiento de relaciones causales entre la densidad de sitios y los recursos

marinos, y la comparación entre esta en la costa y el interior inmediato. Los fechados radiocarbónicos han confirmado la reocupación desde el Holoceno Medio hasta aproximadamente los 900 años AP (Castro et al. 2007), pero aún no conocemos con certeza los procesos de despoblamiento – si es que efectivamente sucedieron–, o los procesos socialesculturales que enmascaran la expresión aborigen. Hemos podido discutir algunos aspectos relativos a la tecnología y éstos como resultado, nos plantean nuevas preguntas que debemos resolver. Los estudios sugieren que el aprovechamiento de recursos, y por ende la elección del espacio de ocupación, corresponde a conductas relacionadas a una estrategia programada por parte de los cazadores recolectores. Esto ha permitido discutir los modelos generales de antropodinamia indígena definidos para la ocupación patagónica (Moreno 2003, Castro et al. 2003 y Zubimendi et. al 2004). Sobre el proyecto de extensión Este equipo ha considerado que las hoy denominadas actividades de extensión y transferencia siempre han tenido importante relevancia, aun cuando no poseían “peso curricular”. En la actualidad el enfoque de la academia ha cambiado y ésta es una actividad que es un requisito importante para las Políticas Científicas y Académicas de las Universidades Nacionales. El proyecto de investigación básica incluye un proyecto de extensión que propone un plan de trabajo con diferentes plazos y objetivos a cumplirse por etapas. La planificación propone el trabajo a partir del fortalecimiento y consolidación de los espacios e instituciones con los que se venía trabajando. Es en este sentido que el Museo Municipal Mario Brozoski se encuentra en un lugar vertebrador. El Museo Brozosky de Puerto Deseado fue creado hace más de quince años con el fin de brindar un espacio para los objetos

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hallados en el hundimiento de la Goleta Swift, hallada por tres buzos locales2. Hoy continúan los trabajos de rescate submarino por parte de un equipo de arqueólogos subacuáticos (Elkin et al. y 2006). Luego de la decisión política de transferir los museos provinciales a la administración municipal en el año 2005, se realizaron acuerdos con el Intendente de Puerto Deseado, Sr. Arturo Rodríguez, para el desarrollo de un plan de trabajo con la propuesta de ampliar este Museo, incluyendo la historia local aborigen. El material fundacional de este espacio ha sido una colección de material lítico, consistente en un conjunto de cinco mil piezas recolectadas por el Padre J. Molina en la Costa Norte de Santa Cruz. Con este material, que está siendo recatalogado, se ha generado un archivo y un espacio de exhibición cuya temática es la “Arqueología de cazadores recolectores costeros”. En este marco se realizan exhibiciones y conferencias estructuradas en tres ejes iniciáticos: ¿Que es la Arqueología y como trabaja?, la prehistoria de la Patagonia y el proceso cultural en la Costa Norte de Santa Cruz. Estas tareas mantienen la relación con otros espacios como ONGs y otros “actores” locales, por ejemplo algunos dueños de estancias, tratando de compartir los conocimientos sobre el cuidado, preservación y conservación de los restos arqueológicos y controlar el impacto de los turistas. Esto último incluye el trabajo con la gestión política a fin de hallar las mejores formas de manejo de recursos involucrando los dueños de la tierra. En otra etapa se planea formalizar el desarrollo de las actividades en el ámbito educacional, considerado éste como un sector estratégico. Por sobre todas las cosas se busca fomentar el desarrollo y cogestión del manejo de los recursos culturales, dando lugar a

(2) Entre ellos Mario Brozoski, joven buzo que falleció pocos años después. El Museo Municipal lleva su nombre en su honor.

espacios regulares dentro de las instituciones educativas, destinados al desarrollo de los contenidos arqueológicos básicos. Memorias de la experiencia en el “Sitio Carsa”. Lecturas sobre el diagnostico previo La realización de esta experiencia se gestó con el objetivo de intentar proyectar el trabajo profesional hacia un perfil de compromiso social. Por otro lado, se esperaba fortalecer las relaciones que el equipo de investigación venía desarrollando con la comunidad de Puerto Deseado y sus instituciones. El carril por el cual se decidió alcanzar estos objetivos fue por medio de una actividad de coparticipación, para que la comunidad alcance una mejor comprensión de su patrimonio, construya su historia y su identidad y entienda el significado y valor de preservar los restos arqueológicos. De esta manera, se decidió realizar un diagnóstico de situación que diera cuenta de las problemáticas generales que se consideraban del territorio y los intereses del equipo de investigación. Este relevamiento manifestó varios tópicos entre los que se podría destacar como problemática social condensadora, la existencia de un profundo desconocimiento y subvaloración de las comunidades indígenas que ocuparon la zona en el pasado. En el mismo sentido, se constató que en las instituciones educativas las currícula y los programas relativos a la Historia que se enseña y aprende en los niveles primarios y secundarios, son la versión institucionalizada de un proceso no contextualizado, que comienza con la colonización europea de Patagonia y que, de existir información sobre grupos indígenas, está referida a los momentos de contacto hispano indígena. Además, se determinó que derivado del desconocimiento y subvaloración general, más la falta de políticas públicas que puedan fomentar las actividades arqueológicas y un 11

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adecuado gerenciamiento, se incurre en un continuo impacto negativo antrópico sobre los restos arqueológicos (por ejemplo construcciones urbanas, sondeos petroleros, mal uso del espacio y turismo descontrolado). Así es como genera la contradictoria conducta de recolectar piezas arqueológicas, por sus valores como objetos bellos, atractivos o curiosos, pero con un profundo desconocimiento de su significado. De esta forma, se produce, entonces, un impacto negativo sobre el registro y preservación del patrimonio arqueológico. Sobre este diagnóstico se planteó, en primera instancia, encontrar las vías de llegada a la comunidad para que se pudieran problematizar varias cuestiones relativas a la práctica arqueológica. Específicamente se buscaba compartir las formas de trabajo, la importancia de la preservación de los sitios y los restos culturales, las técnicas de recolección, etc.; para poder introducir en la enseñanza la Historia más atrás de la llegada de los europeos, en un plano de revalorización de los grupos aborígenes. Se decidió trabajar con los jóvenes y niños, ya que encierran un importante potencial creativo y son buenos agentes multiplicadores en sus hogares. En definitiva, nos decidimos por estos grupos porque la idea se centraba en ofrecerles elementos movilizadores para la construcción del conocimiento y de valores tales como pasado, identidad o patrimonio. Pretendíamos, además, trabajar con aquellos en donde la introducción de esta práctica podría generar expectativas novedosas, es decir aquellos de menores recursos. Sobre la intervención En ese marco, en el año 2000 se comenzó un diálogo con las autoridades ejecutivas de Puerto Deseado con el fin de poner en común las inquietudes que se habían relevado. En un principio, si bien parecía haber buena voluntad, la existencia del espacio de dialogo no se tradujo en acciones concretas. Al

año siguiente las discusiones continuaron con un nuevo interlocutor, la entonces Directora de Turismo, Prof. Nora Babruskis quien apoyó las ideas y propuso aplicar estas iniciativas con un grupo de alumnos de segundo año del Polimodal (educación secundaria) de la Escuela Comercial 4 de Puerto Deseado, conformado por jóvenes de distintas edades, con problemáticas comprometidas e incluso algunos, padres adolescentes. La escuela se caracteriza por tener una matrícula que cuenta, en parte, con franjas sociales de escasos a bajos recursos económicos con problemas sociales significativos. El primer paso, entonces, fue solicitar el permiso a las autoridades del Colegio quienes aceptaron la propuesta, y luego se hicieron las presentaciones con el grupo. La primera impresión fue difícil, los jóvenes parecían ser muy conflictivos, y el diálogo no fue fluido. Los adolescentes impusieron una distancia significativa al principio con actitudes rebeldes, desinteresadas, acusando desagrado, descrédito o improcedencia. Esa distancia se rompió luego, cuando el tema de conversación cambió utilizando su mismo lenguaje u objetos de conversación de su interés. Evidentemente las herramientas de comunicación fueron un inconveniente inicial que se subsanó recurriendo a artilugios, a veces, poco ortodoxos. Éste, también fue uno de los aspectos importantes de esta cuestión. Las actividades fueron propuestas a contraturno, sobre la base de un compromiso individual, dependiendo de los intereses lúdicos de cada uno. En tal sentido, el trabajo se planteó como extracurricular y a voluntad. Sobre un total de 30 alumnos, un grupo de alrededor de diez alumnos se integraron a la experiencia, de los cuales dos tuvieron que abandonar el trabajo por cuestiones personales, quedando, hasta el final de la experiencia, un grupo firme de ocho alumnos. El proyecto comenzó con una breve introducción teórica, dando algunas nociones sobre la arqueología en general, la prehistoria y el trabajo del arqueólogo. Luego se comenzó a realizar la experiencia en el sitio Carsa (fig. 2). Este sitio se denominó de esa

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forma debido a que se encuentra cercano a las instalaciones de la empresa que lleva ese nombre. Se encuentra en las afueras del pueblo, de manera que el acceso se podía realizar a pie, hecho que no les ocasionaba gastos a los alumnos. Esas razones, es decir la viabilidad económica del proyecto o de la actividad para todos los actores involucrados estaban contempladas como condición previa a la realización de la actividad. La segunda etapa se realizó puntualmente en el sitio arqueológico, donde se enseñaron algunas de las herramientas básicas del ar-

queólogo en el trabajo de campo: como la medición, la prospección, el relevamiento, la definición de las cuadrículas, la excavación y, sobretodo, poder “mirar el entorno” acercándose a entender la naturaleza. Cada paso fue problematizado, buscando sustentar las razones de cada acción y decisión. Luego de los primeros encuentros de acercamiento al campo, los alumnos continuaron el trabajo con la prof. Nora Brabuskis. De esta forma, el contacto se mantuvo mayormente vía mail, con algunas visitas espaciadas.

Figura 2. Imagen satelital de la ciudad de Puerto Deseado. En la parte derecha se observa el sitio Carsa. Obsérvese su vinculación espacial con el casco urbano de la ciudad.

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A pesar de que el seguimiento era menor del que se hubiese requerido, el entusiasmo de los jóvenes no mermó. Se trabajaba toda la semana, incluso los sábados y los domingos. Ni siquiera cuando sufrieron el robo y la destrucción de algunas cuadriculas los desanimó ni los llevó a abandonar el trabajo, más bien los movilizó a pedir un espacio en la radio y los noticieros locales para denunciar el hecho, y solicitar la donación de material para continuar el trabajo. La última etapa se dio cuando los alumnos ya habían avanzado en la excavación. En conjunto se planteo una última cuadrícula y se reconoció que habían hecho. Luego de seis meses de excavación y cinco encuentros con el equipo de investigación, se dio por concluida esta etapa. El trabajo continuó con las colecciones: huesos y artefactos líticos. Se hizo una experiencia de laboratorio para explicarles como se convertía el objeto en información. Esta etapa fue imprescindible porque materializaba los planteos referidos a la importancia de no recolectar y no destruir, pues se pierde información. Se implementaron formas simples de análisis y clasificación, el objetivo era acceder a niveles poco complejos aunque suficientes para que se pudieran realizar algunas interpretaciones. El proyecto, finalmente, se vio coronado en una Feria de Ciencias en Comodoro Rivadavia (Provincia de Chubut), donde el grupo de alumnos presentó la experiencia, la cual posteriormente se desarrollo en Puerto Deseado, donde se tuvo la oportunidad de observar cómo ese grupo considerado conflictivo se desenvolvía con soltura y entusiasmo, con una gran adecuación y precisión de vocabulario. La idea inicial era poder dar continuidad al proyecto intentando que la escuela sustente la actividad con cierta legitimación institucional y curricular, de manera que los alumnos que participaran del proyecto puedan articular la experiencia con las materias que cursan, o bien se les reconozca el trabajo como un espacio de aprendizaje.

Sin embargo, la escuela no dio ese acompañamiento y los profesores tampoco se mostraron con interés de continuar el proyecto. Primer análisis de la experiencia en sí La denominada Experiencia del sitio Carsa surgió, en principio, como antesala al desarrollo de un proyecto de extensión de mayor envergadura. Sin embargo, es a partir del proceso y de las reflexiones posteriores desde donde se pueden rastrear consideraciones y representaciones que ponen en crisis algunas nociones y categorías pero, sobre todo, ciertos preconceptos naturalizados que llevan a repensar las intervenciones y las prácticas del grupo de investigación. Es fundamental, entonces, reflexionar sobre el prejuicio – no ligado siempre a la valoración negativa, sino más bien a una valoración previa de cualquier tipo- sobre los sentidos comunes y prácticos que, encarnados en el inconsciente, por distintas tradiciones, prácticas, discursos y valores de carácter hegemónicos se revitalizan en el cotidiano sin cuestionamientos. Considerar la intervención concreta desde esta clave puede poner en crisis, o al menos evidenciar, al sentido de Bourdie (1992), el habitus de la práctica profesional del arqueólogo. Así, por ejemplo, el hecho que en un primer momento la intervención se halla denominado Experiencia del sitio Carsa pone sobre relieve muchos de esos preconceptos, que se mencionaban, y algunos interrogantes. ¿Por qué la intervención se nombró bajo ese rótulo? La experiencia es nombrada a través del sitio donde se trabaja, sin embargo el eje de la práctica no se trataba del sitio sino sobre el hecho de trabajar, con un grupo de jóvenes, ciertas cuestiones relativas a la práctica arqueológica. A su vez, amerita tener en cuenta que el sitio denominado Carsa tiene un valor arqueológico relativo debido a que, por su cercanía a la zona urbana e industrial – Carsa es el

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nombre de la empresa más cercana al sitiose encuentra devastado. Entonces, cuando el equipo de investigación se cuestionó sobre la nomenclatura del proyecto no pudo encontrar sustento sobre el énfasis implícito que el nombre elegido otorgaba. ¿Desde donde interpretar estas prácticas? ¿Qué rol ocupan los sujetos bajo esa denominación? Las prácticas se nombran desde los discursos y es desde allí desde donde se validan, se valoran, se posicionan. En este caso, es el sitio lo único que se hace visible, es decir es el objeto el que se posiciona en un primer plano y no los sujetos, de los cuales no se habla, y se encuentran invisibilizados. El sociólogo francés Pierre Bourdieu, a partir de los cuestionamientos sobre la reproducción de la unidad de clase, sin la utilización de políticas explicitas y a pesar de la fuerte resistencia discursiva, desarrolló la categoría de habitus la cual la definió como un sistema de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda conciente de fines y el dominio necesario de las operaciones para alcanzarlos (Bourdieu, 1992). De esta manera, el habitus, ligado a un discurso hegemónico se fortalece en el inconsciente como un lugar de apoyo incuestionable y naturalizado que se revitaliza y reproduce en las practicas cotidianas y así es como también se reproduce. La comunidad académica y científica y, en este caso particular, la comunidad científica arqueológica se encuentra cargada de tradiciones, prácticas, intelectuales y conceptos, que conforman un campo de poder hegemónico, que a su vez construye un habitus del “ser” arqueólogo. Un deber ser legitimado y condicionado por esos límites discursivos y prácticos que a su vez condicionan las nuevas formas. Bourdieu define también los conceptos de campo de poder y de campo intelectual,

los cuales los explica haciendo una analogía a los campos magnéticos, que es un estado constituido por un sistema de fuerzas individuales que al juntarse se oponen y se agregan. Para que funcione un campo de poder, es necesario que haya algo en juego, y gente que luche por eso que esta en juego, además la gente debe compartir un habitus, que implica el conocimiento y aceptación de las leyes del juego (Bourdieu 2003). Los jugadores mantienen un acuerdo implícito e informal, a pesar de sus diferencias, que sostiene los intereses del propio campo de poder, con el cual regulan las reglas y la forma de participación e ingreso. La arqueología como campo de poder y como campo intelectual, legitíma y limita acciones, discursos, prácticas, textos, autores y objetos de estudio. Este marco posible de acción, funcionando como una serie de dispositivos de disciplinamiento, tiene su conformación explicita y material que se refleja en parte en las instituciones e instituidos, pero sobre todo en el terreno de lo cotidiano, lo implícito y lo naturalizado. La denominación de La experiencia del sitio Carsa, entonces puede ser interpretada desde esta clave de pensamiento, en la que el grupo de investigación a pesar de decirse y pensarse, desde su propuesta de extensión, bajo una perspectiva en la cual cada sujeto es un actor más en el proceso del saber y, en consecuencia, la producción de conocimiento es un trabajo compartido entre el investigador y la sociedad, a la hora de nombrar su proyecto recurre a nociones que se contraponen a ese discurso. Cambios en las subjetividades Siguiendo las posturas planteadas por Ro s s a n a G u b e r, l a s d e s c r i p c i o n e s y afirmaciones sobre la realidad no solo informan sobre ella, sino que la constituyen. En tal sentido, los miembros de una comunidad por medio de la reflexión de sus acciones y practicas también pueden producir y modificar su realidad. A esto se 15

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denomina reflexividad del mundo social, el cual tiene varios efectos en la investigación social, entre ellos admitir que la única forma de conocer o interpretar una realidad es participando en situaciones de interacción, a través de las cuales el investigador podrá sumarse a dichas situaciones, siempre y cuando no crea que su presencia es totalmente exterior (Guber 2001). Continuando esta línea de pensamiento, la autora afirma que en una intervención de tipo etnográfico se produce la articulación de tres tipos de reflexividades: a) la del investigador en tanto que investigador, con toda la investidura, habitus académicos, categorías, tradiciones y simbolismos que acarrea; b) la de los sujetos investigados en tanto representantes de su cultura; y c) la del investigador también como representante de su cultura. Guber dice entonces que el desafío es transitar de la reflexividad propia, a la del investigado, donde se produce el conocimiento y las transformaciones subjetivas. L a reflexividad inherente al trabajo de campo es el proceso de interacción, diferenciación y reciprocidad entre la reflexividad del sujeto cognoscente – sentido común, teoría, modelos explicativos – y la de los actores o sujetos / objetos de investigación (Guber 2001) . De esta forma, en La Experiencia del sitio Carsa se pueden rastrear matices y lecturas en las que se develan las distintas reflexividades y, a su vez, los recorridos y trasformaciones subjetivas que comienzan a darse con el reconocimiento mutuo. En principio, se evidenció como las primeras impresiones tanto de los investigadores como de los jóvenes fueron negativas; los primeros, considerando que los o t r o s e r a n conflictivos, descreídos y burlones; los segundos, ligando la arqueología al academicismo, lo anticuado y lo aburrido. Este primer encuentro, según Guber (2001), es una primera reacción de perplejidad ante esta interacción de carácter novedoso y que pueden expresarse en rotundas negativas, gestos de desconfianza y postergación de encuentros.

Luego, si se comienza a transitar ese camino de reconocer los lugares y reflexividades que ocupan unos y otros, los sujetos podrían establecer una relación que da lugar a la construcción de una realidad y de un conocimiento que no tiene que ver con una mera suma de los saberes de las partes, sino como una síntesis que produce un conocimiento distinto. El encuentro de los sujetos en la experiencia marca una transformación de las subjetividades en tanto y en cuanto exista un reconocimiento del otro. Este reconocimiento significa conceder cierta igualdad de honor al otro, reconocer al otro, más allá de conocerlo, es decir, considerarlo capaz de jugar en el “juego” que se plantea desde el campo de poder, que puede ser activo y protagonista. Es decir, esto implica un postulado de reciprocidad (Bourdieu en Huergo 2003) ¿Es permisible entender esta mutua trasformación subjetiva en términos educativos? Para poder analizar este tipo de prácticas desde un sentido educativo, es necesario convenir que lo educativo transciende las paredes de las instituciones escolares, existiendo así una innumerable cantidad de situaciones de enseñanza/aprendizaje no circunscriptas a uno o varios espacios, sino ligadas a procesos comunicativos y a las prácticas culturales. Siguiendo a Buenfil Burgos, creemos que lo educativo consiste en que a partir de una práctica de interpelación, un agente se constituye en sujeto de educación activo incorporando, de dicha interpelación, algún nuevo contenido valorativo, conductual, conceptual, etc., que modifique su práctica cotidiana en términos de una transformación o en términos de una reafirmación más fundamentada (Buenfil Burgos, 1993). Entonces, en este transito o encuentro de las reflexividades que partía necesariamente de un reconocimiento y devenía en un proceso de modificación subjetiva, es plausible también interpretar procesos formadores de sujetos en términos de procesos educativos que implican una interpelación y reconocimiento desde distintos conjuntos

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textuales que podrían simplificarse desde un discurso del ser arqueólogo, y otro del ser joven en un determinado momento. Algunas breves consideraciones sobre la producción de conocimientos, la comunidad académica y rol social del investigador En 1973 el pedagogo brasileño Paulo Freire producía un trabajo en el que cuestionaría fuertemente los usos de termino extensión y las prácticas que bajo esa nomina se realizan. En principio, Freire hace un análisis semántico de la palabra extensión reconociendo los anudamientos de significados que, en términos generales, se encuentran limitados fuertemente a la idea de transmisión de saberes desde un lugar superior a otro inferior (Freire 1973). En ese sentido el autor considera que, la extensión, así entendida tiene más que ver con la domesticación, con la imposición y sustitución de una forma de conocimiento por otra. A esta concepción de la idea y la práctica de la extensión, Freire contrapone el diálogo como una constante problematización del propio conocimiento en relación a los otros. En la actualidad, la extensión universitaria sigue, en muchos casos, siendo entendida como la transmisión de los conocimientos académicos convalidados a la sociedad. Se trata de hacer intervenciones de divulgación en el sentido constitutivo de la palabra, hacer público el conocimiento al vulgo, bajo ese rótulo simplificador y homogeneizador del “público en general”. Si bien la carga simbólica es fuerte, también lo son la prácticas y las tradiciones. María Cristina Mata señala que en el ámbito universitario es usual reconocer la complementariedad de la investigación, la extensión y la enseñanza, aunque en general, ellas suelen transitar sendas paralelas (Mata 2005). Mas adelante desarrolla un análisis en el que no sólo reconoce la falta de relación de las partes, sino que a su vez distingue el rol de inferioridad que tradicionalmente la universidad le ha otorgado a la

extensión como actividad académica y, sobretodo, en los procesos de producción de conocimientos3. La consecuencia de las tradiciones se reflejan en el sistema universitario que, a su vez, es donde se reproduce esta situación. Es por ello que, entre otras cosas, mientras que para desarrollar tareas de docencia e investigación existen un conjunto de requisitos “acreditables” no ocurre lo mismo en el campo de la extensión. Aún cuando actualmente en muchas universidades se hayan ido especificando el tipo de antecedentes requeridos para desarrollarlas, a nadie se le ocurriría categorizar a los docentes para poder dirigir proyectos en esta área. En ella podemos actuar porque nuestros antecedentes han sido validados en los dos campos mayores de la universidad y porque de algún modo, todo lo que hacemos en esos proyectos es dirigir estudiantes que se vinculan con la sociedad llevando hacia ella lo que ya hemos producido y se ha convalidado académicamente (Mata 2005). La extensión, entonces, no es considerada como una instancia en la que se pueda producir un conocimiento legitimo que pueda aportar a las disciplinas, sino como una mera experiencia de informar a quienes no poseen esa información. Institucionalmente, la universidad tampoco prepara para estas actividades entendidas como espacios de producción de conocimientos, quedando este tipo de tendencia como iniciativas de compromiso individual o grupal. Mata (2005), por otro lado, reconoce cambios desde los años 90 en el enfoque de la extensión y advierte que hay un

(3) A pesar que, en muchos discursos se revaloriza la socialización del conocimiento, en la practica estas actividades no solían tener peso curricular, como en el caso de un encuentro de discusión con actores sociales de Caleta Olivia (Santa Cruz) sobre patrimonio; entre otras actividades desarrolladas por uno de los autores (A. C.).

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desplazamiento en el que se fue pasando en una tendencia extensionista ligada a una asistencia técnica para asentarse en una lógica de ventas de servicios a privados, que a su vez es entendida como una mejora en las relaciones entre el sector científico y el productivo. En ese sentido, los cambios económicos disfrazaron la búsqueda de recursos (en algunos casos) con servicios a terceros; trabajos de extensión mezclándose con cuestiones totalmente diferentes donde se desdibujan los sentidos de producción de saberes y el conocimiento público. Bajo esta tendencia, la extensión toma preponderancia, y comienza a ser regida, como una salida económica alternativa que no va más allá de acciones aplicadas que sostienen una línea en el que el rol de la extensión es tecnicista y de transmisión de algunos conocimientos. Este tipo de prácticas, sin embargo no corren de escena la importancia de repensar y, sobretodo, planificar y gestionar la relación de la sociedad con la universidad y la posible articulación de los conocimientos de ambas en un aprovechamiento mutuo. Para que la universidad se encuentre los actores inmersos debe reconocer el diálogo de saberes como una estrategia de producción de conocimientos. Este hace posible partir de la realidad concreta, dialogar desde la experiencia, compartir los aprendizajes que se producen en el hacer, ahondar los vínculos y trascender las disciplinas (Arrua 2006). Hay aspectos importantes que tiene que ver con los marcos institucionales que viabilizan, permiten o factibilizan el diálogo. Una nueva institucionalización es fundamental para darle un marco ordenador a estas cuestiones: las universidades, el estado y la sociedad deben generar los lazos de articulación en ese caso y para nosotros entonces el ámbito científico debe ser traspasado en su práctica. La falta de encuadre institucional solo genera iniciativas personales con escasa expectativa de vida y de reproducción.

Algunas reflexiones sobre la experiencia del Sitio Carsa y el conocimiento ¿Puede, entonces, una intervención como lo fue La experiencia del sitio Carsa ser tenida en cuenta como un objeto de investigación arqueológica? Al preguntarnos por la pertinencia o no de un objeto de estudio, estamos poniendo en crisis los limites de la disciplina y su posicionamiento en la sociedad. Entendemos que la Arqueología es la disciplina que estudia la organización de las sociedades del pasado hoy extintas, sus formas de vida, su evolución, su cambio etc. Estudia en ultima instancia la cultura, nuestro pasado histórico, a través de los restos materiales artefactuales y ecofactuales, que a la postre constituyen nuestro patrimonio material e ideológico heredado. Pero el conocimiento de nuestra historia regional, de las comunidades que habitaron el territorio que ocupamos hoy nosotros, también forma parte de nuestra herencia, es nuestro patrimonio y en muchos casos es el camino a nuestra identidad americana, aún cuando no compartamos los lazos de sangre pero esta identificación y pertenencia se da por vivir u ocupar los mismos espacios geográficos. El pasado como historia, es de todos. Todos aun hoy somos de alguna manera partícipes, como parte de un proceso, de sociedades distintas que interactúan, así como parte de un proceso de alteración del registro de esa historia pasada, que es removido, reinterpretado y que pretendemos hacer propio. Sin pertenecer en origen a esas comunidades pasadas, el investigador comparte con ellas el proceso generado en la tierra donde viven, siendo todos parte de un mismo continuo social. Creemos que se ponen en juego dos conceptos, uno es la arqueología social que implicaría un marco filosófico de construcción de un conocimiento desde los intereses motivaciones e interpretaciones de quienes serian los descendientes directos de los gru-

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pos que pretendemos estudiar. El otro es el de arqueología pública, que implicaría el cuestionar el por qué, para qué y para quién se genera el conocimiento. Ahora debemos discutir nuevamente dos aspectos la arqueología publica y la arqueología social, la primera implicaría para nosotros un compromiso de compartir los saberes o hacerlos públicos o hacer publico el conocimiento construirlo conjuntamente y compartirlo, pero no dejando de reconocer las diferencias de quienes realizamos la investigación y nos formamos para ellos y reconocer la necesidad de definir experiencias que la practica permita cambiar las conductas afectivo-motorasvalorativas. La pregunta en este contexto es la Arqueología, para qué y para quién. Partimos de la base o el principio, que la Arqueología y nuestra práctica es la producción de conocimientos pero nunca disociados de los saberes de la sociedad sino articulados, lo que ya implica un compromiso social. Creemos que la Arqueología en la producción de conocimiento histórico sobre el pasado que debería en alguna instancia o aspectos construirse entre toda la comunidad sin desconocer los aspectos específicos privativos de quienes ejercen la practica científica y poseen la formación para hacerlo. Finalmente, promover el diálogo es fundamental para el desarrollo de la Arqueología, ya que implica promover conceptos como la noción de historia de pasado, de patrimonio, de identidad y conservación del recurso cultural como materializador de historias heredadas. Hay un aspecto importante que tiene que ver con los marcos institucionales que viabilizan, permiten o factibilizan hacer el conocimiento público, generarlo o compartirlo. En el caso Carsa debemos repensar el rol jugado por dos instituciones: la escuela y el municipio; y poner en contraposición las responsabilidades o iniciativas individuales. En un mundo institucionalmente organizado la falta de encuadre institucional solo genera iniciativas personales con escasa expectativa de vida y de reproducción.

Conclusiones Pretendemos, entonces, una arqueología pública, un saber compartido y un compromiso social donde indirectamente la arqueología sirva como herramienta para generar acciones dentro de la sociedad actual y pueda contribuir, aún en pequeña escala, en el mejoramiento de condiciones desventajosas de vida. Y que éste compartir nos permita contribuir a construir los conceptos de patrimonio, valor y conservación del recurso cultural como materializador de historias heredadas. Por eso esta discusión también tiene que ver con otras problemáticas que se han discutido en el marco de los que algunos han denominado manejo de recursos culturales (Berberian 1992, Endere 2000, Knudson 1999). Alcanzar los objetivos de una práctica pública de la arqueología exige discutir o planificar algunos pasos: a) motivaciones particulares o personales. Cuál es el valor de lo que queremos compartir; b) ideas claras sobre compromiso en la transmisión de conocimiento y la construcción del saber; c) motivaciones de las instituciones; d) hacer un diagnostico adecuado de donde insertaremos las acciones; e) analizar si nuestra practica admite un trabajo social; f) comunicar y relacionarnos a través de formas en que realmente lleguemos a la comunidad. Esta experiencia nos ha brindado una oportunidad de rever nuestras acciones en el marco de las posturas políticas sociales que sostiene una ciencia social y pública. Intentamos hacer un análisis crítico de este mecanismo, de hacer público cual fue nuestro rol, pues seguimos construyendo unilateralmente y trasmitiendo en una relación asimétrica, activa por parte nuestra, y pasiva por parte del que recibe. En este trabajo, intentamos hacer un análisis crítico de nuestra práctica, y aportar así ciertas reflexiones a las discusiones sobre la articulación de las universidades y los investigadores con la sociedad. A este respecto coincidimos con Gloria Rincón Cubides, 19

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vicerrectora académica de la Universidad Central de Bogotá, quien ha planteado que “concebir la extensión como ‘interacción social’ es una propuesta que intenta abrirse paso para vincular de manera orgánica el tipo de trabajo universitario –trabajo con el pensamiento-, y el mundo de la vida, de tal manera que de esa relación salgan enriquecidas las dos órbitas de acción. Se trata de una relación en la cual la universidad no se limita a extender un saber legitimado ni a proyectar su capacidad de investigar, sino más bien,

del quiebre de una diferenciación artificiosa, a través del cual se le devuelva a la universidad la posibilidad de considerar los acontecimientos que se registran en el mundo de la vida y de asumir la tarea de convertirlos en objetos válidos de trabajo académico, con dos propósitos: construir un saber que contribuya a la transformación efectiva de las condiciones del mundo de la vida y generar una experiencia formativa que facilite la problematización” (Rincón Cubides 2003:252).

Abstract: It is presented an archaeological experience done at Puerto Deseado city (Santa Cruz, Argentinean Patagonia) with two objectives , to allow the students to reach the knowledge of Archaeology as science, the value of archaeological remains as cultural goods and the idea of patrimony, also to promote a change of conducts at school. We will discuss the action, results of this pretended practice. And We will take this experience to discuss critically the Public and Social Archaeology.

Keywords: Public and Social Archaeology, shared praxis, communication

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“AGUA MOLE EM PEDRA DURA TANTO BATE ATÉ QUE FURA: EDUCAÇÃO POPULAR E HERANÇA CULTURAL NO SÉCULO XXI”.* Elizabete Tamanini** Zilma Isabel Peixer***

Resumo: Nesse artigo, procura-se delinear as interfaces entre educação, educação popular e educação patrimonial, consubstanciado pelas pesquisas em desenvolvimento sobre cultura material e imaterial na Serra Catarinense. Essas reflexões tecem um quadro ainda novo na construção de conhecimento e nos debates na área de Educação procurando demonstrar a importância dos espaços de memória, entre eles o museu na construção da pertinência e das identidades coletivas nos movimentos sociais e nas esferas da educação popular. Os fios que buscamos delinear percorrem os caminhos dos modos de vida, do qual existem poucos registros, daqueles que pouco ou nada aparecem na documentação escrita e na representação da cultura material “oficial”. Nossos fios buscam as relações, as tensões, as teias coletivas entre indivíduos, apontando para algumas questões inusitadas que o estudo da cultura material e o trabalho com educação popular podem nos propiciar.

Palavras chave: Educação patrimonial, Cultura material e imaterial, Serra Catarinense.

Introdução: “Água mole em pedra dura...” “Um claro sentido da oportunidade histórica, oportunidade que não existe fora de nós próprios, á espera que vamos a seu encalço, mas nas relações entre nós

* Trabalho apresentado no V Congresso Internacional de educação 20 a 22 de agosto 2007. Unisinos ** Dra. Em Educação – UNICAMP/SP. Professora no Mestrado em Educação – Uniplac/SC. Pesquisadora comvidada do Núcleo de Estudos Estratégicos / NEE/ UNICAMP. *** Dra. Em Ciências Sociais – PUC/SP. Professora no Mestrado em Educação – Uniplac/SC. Pesquisadora/Centro Vianei de Educação Popular.

e o tempo mesmo na intimidade dos acontecimentos, no jogo das contradições. História que nos castiga quando não a aproveitamos a oportunidade ou quando simplesmente a inventamos na nossa cabeça, sem nenhuma fundamentação nas tramas sociais (Paulo Freire). As escolhas que fazemos de nosso objeto de trabalho ou de pesquisa nunca são desinteressadas, estão de alguma forma ligadas a nossa história de vida, a valores e princípios ideológicos que se definem ao longo de nossas vidas. A epigrafe do inicio do texto contextualizado pelo educador Paulo Freire, incita o pesquisador, a pesquisadora a tomar posição diante da história e assumila como processo dialético em intimidade 23

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constante com as tramas sócio-culturais. O exercício para o reconhecimento das contradições não significa legitimá-las. Daí a necessidade de interrogá-las continuamente tendo em vista as heranças sociais as quais foram construídas à história e do mesmo modo, o passado não pode ser utilizado como objeto de dominação para o presente (Benjamim, 1994), assim a reflexão e a ação alimentam-se reciprocamente. Trabalhamos há algum tempo, quase vinte anos com questões pertinentes ao ato de preservar o patrimônio cultural, relacionando esta problemática à Educação e a Cultura. Nesta escolha esbarramos com linhas e áreas da Educação, bem marcadas por sua trajetória conceitual tendo a educação formal como parte significativa de seus estudos. Práticas e reflexões acerca da educação não formal no Brasil passaram a ter algum destaque na academia, a partir do final da década de 80 do século XX. Assim, pensar cultura material, museu, patrimônio cultural, participação comunitária e Educação significou lidar com a complexidade da Educação como área de conhecimento e ao mesmo tempo tendo uma série de problemáticas de ordem conceitual e multidisciplinar para construir. Nosso objetivo maior passa pelo aprofundamento das abordagens e interfaces entre educação e movimentos sociais, educação popular e educação, educação e museologia, sociedade e cultura. Todavia a problemática tem sido como transformar um museu em um espaço interativo, democrático e pedagógico? Como disponibilizar informações acerca de acervos, saberes, fazeres e conhecimentos para diferentes realidades sociais para diferentes públicos pertencentes ou não pertencentes ao ensino formal, sem os rótulos e os estereótipos herdados secularmente por instituições da cultura e da educação? Houve sempre uma política de conservação que preservou a casa-grande, as igrejas barrocas, os fortes militares, as câmaras e cadeias como as referências para a construção de nossa identidade histórica e cultural e que relegou ao esquecimento as

senzalas, as favelas, os bairros operários, as pequenas comunidades rurais (Funari, 2006). Para tal desafio nos ancoramos nas aprendizagens e experiências vividas com organizações comunitárias, com o movimento social e a educação popular. O repensar maduro desse processo teve espaço quando no mestrado e no desenvolvimento do doutorado e a partir das experiências educativas já realizadas passou-se a estabelecer novas possibilidades teóricometodológicas. As ligações entre projetos dos movimentos sociais e dos projetos acadêmicos constituem-se em referenciais concretos, permitindo assim, a análise e a sistematização da práxis. Passamos a compreender o significado social da instituição museológica ao longo dos séculos, o sentido e o significado do patrimônio cultural, a história da educação, as hegemonias criadas a partir dos conteúdos programáticos e planos de ensino e do mesmo modo, aprofundouse a problemática do patrimônio cultural na interface com a educação e a participação da sociedade. “...Tanto bate até que fura: Educação, cultura e herança cultural” Como se observa, a temática é abrangente e inesgotável, tanto na discussão, como em polêmica, quanto em pesquisa. E muito há ainda, a se fazer nesta trajetória, já que esta problemática vinculada à educação popular e herança cultural compõe um espaço pouco teorizado no Brasil. Conforme Marly Rodrigues (2001) somos uma sociedade baseada na escravidão, desde o inicio houve sempre dois grupos de pessoas no país, os poderosos com sua cultura material esplendorosa, cuja memória e monumentos são dignos de reverência e preservação. E os vestígios esquálidos dos subalternos, dignos de desdém e desprezo. A Educação é sobremaneira responsável pelo processo cultural, e ainda, pela continuidade ou descontinuidade das estruturas sociais. A Educação está neste caso sendo

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concebida como um processo sociocultural que carrega em sua gênese um conjunto de práticas, (heranças cognitivas e cognoscitivas) e representações ideológicas. Aqui se preconiza os diálogos e interações entre Cultura e Educação - diálogo difícil, mas extremamente necessário, considerando os conflitos e percepções libertadoras e limitadoras de ambos os lados. Aspecto esse que não precisamos ir muito longe, somente verificar a estrutura dos poderes públicos municipais no Brasil, nos organogramas institucionais onde ficam a Cultura e a Educação? O desafio é sair do casulo reducionista e cômodo de cada dimensão e observar as interfaces, os pontos de comunicabilidade. Afinal cultura não é somente organização de festas e educação não é somente reprodução de conteúdos em sala de aula. Para as nossas investigações, tal problemática exige também que se inclua a cultura material como elemento indispensável para as releituras e reflexões contextuais, onde passado e presente se mesclam na tentativa de elaborarmos discursos de apropriação desses passados e dos significados para a educação. Situamos a reflexão conjugando conceitos de cultura material, memória, museu, educação, herança cultural e cidadania, apontando assim, a complexidade especialmente da Instituição museológica na produção de imagens e, sobretudo, a mitificação da memória, que ao se materializar-se em cenários passa a desempenhar um papel estratégico e político. Nesse embate compreende-se com mais intensidade que os museus são locais perigosos! Cada objeto é portador de múltiplos significados. “O museu suprime o tempo e a presença de agentes da história” (Funari, 1995, Tamanini, 1998). E que a cultura material de uma sociedade constitui em si, resíduos do passado e como tal é fonte de relevantes gamas de informações, capaz de oferecer novos e outros tipos de levantamentos e análises dos vários elementos que a integram. Contudo, é através da cultura material e ou da materialidade humana e das narrativas que se concentra a passagem do tempo, assim à

leitura é feita a partir das experiências acumuladas que se desdobram na memória, diante da imagem do presente. Os passados são sempre construções. Revisitá-los exige compreensão e complexidade. A educação pode contribuir na construção de diálogos, rupturas e confrontos. A comunidade de um dado território não é homogênea, pois é constituída de classes sociais e setores, tais como trabalhadores, trabalhadoras (campo e cidade), como também existem atritos entre os diferentes segmentos (integrados, marginalizados e excluídos). Daí a importância da participação da sociedade nestes processos de leitura e releitura do mundo, na decodificação de seu patrimônio; porque estes elementos reforçariam o seu direito de ser residente, pertencente nesta ou naquela região, neste ou naquele país, com tradições, identidades e culturas distintas e permeiam também a escolha e construção das possibilidades. A seleção dos bens preservados quase sempre tem sido efetivada dando-se ênfase aos bens culturais produzidos pelas elites. Em particular, as classes dominantes decidem o que deve ser lembrado e esquecido de acordo com seus desejos e interesses políticos e econômicos, não de acordo com a realidade histórica de cada grupo que constitui a sociedade. Especialmente os museus ainda guardam e preservam formas saudosistas, românticas, elitistas e exóticas de narrar á memória social. Expõe-se, preserva-se algo que está relacionado a um passado distante, não há interface com o presente, sendo o cidadão, excluído do processo de seleção e da preservação. A concepção de instituição museológica preservacionista que traduz novos paradigmas de uma sociedade democrática, esta enraizada e é resultado de um processo histórico, político e social. Ao longo dos séculos os museus vêem passando por inúmeras mudanças. Atualmente tem-se como paradigma que uma das funções mais importante de um museu é a educativa. Estando aberto ou fechado ele comunica, portanto é uma instituição que produz informações, constrói valo25

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res e ideologias e a educação como área de conhecimento entraria como ferramenta produtora de diálogos dos saberes e fazeres herdados, acumulados e ressignificados pela sociedade. O caráter social do conhecimento para Freire sustenta-se na premissa que a construção é um esforço coletivo, portanto deve ser apropriado criticamente permitindo os usos para a transformação social. Tais reflexões e experiências acirraram as contradições provocando ruídos em instâncias estruturais e teóricas. É nesse contexto que as provocações formuladas por Freire e Benjamim especialmente quando discutem o conceito de história e experiência, que compreende-se as peculiaridades dentro de um contexto de totalidade, recuperando a dimensão política da preservação e a participação popular. Assim nossas premissas básicas para os projetos voltados a museus e centro de memórias convergem para a construção de diálogos emancipatórios. Nesse sentido as ações passam a ser pensadas em contextos e processos permanentes tentando não cair nas armadilhas dos arranjos metodológicos construídos pela educação formal de cunho neoliberal. Até porque essas instituições atuam com educação, mas não pertence à categoria do ensino formal, tampouco pode se transformar em um laboratório da escola. Para Lopes a contribuição dos museus à educação “não deveria ser tratada prioritariamente apenas do ponto e vista de enriquecer, complementar currículo ilustrar conhecimentos teóricos, tampouco a partir de propostas de intervenção direta no processo educacional formal, que dificilmente se comprometeriam com o “desempenho” das seqüências longas e rotineiras da aprendizagem escolar (apud Tamanini, 1998:205). Os museus ainda sobrevivem em conseqüência do número de estudantes que os visitam. A relação pedagógica em grande parte se dá na perspectiva de uma “visita”, sem comprometimentos processuais acadêmicos para as instituições envolvidas – Escola e Museu. “Os objetos não falam por si só”. Só os codifica quem tem os códigos e os signos para os faze-los.

Assim criamos programas de educação em museus no final da década de 90, século XXI, onde a problemática reside na formação de professores, formação de público e participação comunitária. As ações contemplam linguagens educativas singulares a museu, a centro de cultura e memória e ao campo teórico da educação popular inspirada na pedagogia de Paulo Freire. Nesse período final da década de 0itenta grande parte das instituições de cultura e educação no país, se negavam a pensar em educação popular, ou assumirem as inspirações Freirianas de Educação. Muitos secretários e secretárias de educação ou cultura mencionavam e citavam sua influência pedagógica, mas tampouco, enquanto representantes das políticas públicas assumiam como proposta político-pedagógica. Segundo Fleury (2002: 57): Numa sociedade capitalista, a educação popular, propriamente dita, opõese às diferentes formas de intervenção educativa realizadas pelas agências da classe dominante junto às camadas populares. Constitui-se como o conjunto de processos educativos desenvolvidos pelas classes populares em suas lutas pela construção de sua hegemonia e de sua resistência à exploração e a dominação capitalista. Tratando-se da cultura o afastamento era ainda maior. Observa-se fortemente esse distanciamento quando no final da década de 60 e inicio de 70, o Programa Nacional de Museus passa a adotar como linha de ação os pressupostos teóricos da Educação permanente definidos pelo UNESCO. “Os projetos de educação de adultos, patrocinados pela UNESCO (United Nations Education Social And Cultural Organization) a partir da década de 40 em diante, servem como instrumento para a burocratização dos trabalhos anteriores de educação junto ao povo, centralizando-os, ampliando-os e rotinizando-os sob o controle do Estado (Fleury, 2002:55). No caso do Brasil, os museus e centros culturais não assumiram as propostas de Educação Popu-

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lar. Estiveram ausentes, não participaram ativamente dos movimentos de educação e cultura deflagrados na década de setenta. Preferiram adotar as concepções de Educação Permanente e de Educação patrimonial, “importadas” para o país, o que reduziu as práticas educativas em museus à complementariedade da Escola. “...Tanto bate até que fura: Educação,herança cultural e cipação comunitária”

parti-

Quando afirmamos que nossa atuação frente ao mundo não é desinteressada e tampouco o conhecimento é disciplinar, contextualizamos estas reflexões tendo como pressuposto a nossa experiência profissional e acadêmica ao longo desses anos atuando com educação. Nessa construção passamos a observar fortemente o quanto no Brasil às pequenas comunidades, aquelas mais afastadas dos centros urbanos são desprovidas das condições elementares à qualidade de vida. Afora as desigualdades sociais mais prementes, parte das memórias, das histórias de vida, e da cultura material viva e presente nessas comunidades estão depositados e “tombados” em muitos museus já estudados em nossas pesquisas como acervos antigos, coisas do passado. Novamente refletimos o quanto os museus negligenciam a cultura como um fenômeno social dinâmico, tratam do passado pensando nos objetos, nas “coisas velhas”. A sociedade, o ser humano, os saberes, os fazeres, as identidades, a vida estão ausentes da produção e do significado da cultura, seja ela material ou imaterial – passado e presente – não são passíveis de contextualização. Nesse momento nossa intervenção profissional passa a ser no Programa de Mestrado em Educação da Universidade do Planalto Catarinense/UNIPLAC/LAGES/SC, como professoras/pesquisadoras. Juntamos nossos objetos de pesquisa: Educação Popular, Sociedade e Cultura. A docência, a pesquisa e a orientação das dissertações têm caminha-

do nesta perspectiva conceitual. Nas trajetórias construídas e das temáticas estudadas, como patrimônio, memória, educação e herança cultural, dos espaços sagrados e protegidos da Escola e do Museu nosso olhar tem percorrido o “sertão”, o “sertão da serra catarinense, os lugares afastados e ausentes das infra-estruturas públicas onde em algumas situações o ir significa fazer a trilha a pé ou em lombo de cavalo. Segundo Peixer (2002) com as mudanças sócio-culturais ocorridas nas últimas décadas nessa região, de modo substancial com o êxodo rural, “há que se considerar, que a vinda para cidade não significa a ruptura completa com o modo de vida anterior e com a cultura política engendrada nas relações entre fazendeiros, peões e agregados, isto tem repercussões nos processos de organização dos grupos locais e sua efetiva participação em movimentos sociais.” um processo de resignificação dos antigos valores, em que as relações paternalistas com os fazendeiros se reelaboraram em postura eivadas de clientelismo com o poder público local”. Moraes Pessoa (2005:51) contribui com a análise quando contextualiza que estas relações, de identidades e posturas diante do mundo não desaparecem por conta de mudanças territoriais, segundo esse autor, “temos uma intersecção entre campo e cidade, em diversas manifestações e formas. O que marca as ruralidades é a relação com a terra, com o plantar. Isso faz parte, está presente em nossos processos de construção de identidades. Há muitas pessoas que morando em médias e grandes cidades elaboram sua compreensão de mundo, com as referências do mundo rural”. Assim a reflexão fundamenta-se nas pequenas comunidades rurais, no inventário das identidades culturais, sociais e políticas, tendo a, memória e a cultura material e imaterial presente como tema gerador e a educação popular como paradigma de mediação e diálogos. As antigas igrejas, as antigas escolas isoladas, os salões paroquiais, os saberes e os fazeres das comunidades serão de todo modo escavados, e quiçá escovados a 27

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“contrapelo da história como diz Walter Benjamim”. A investigação caminha para a produção acadêmica mais recente no Brasil sobre está temática. O significado social da educação em pequenas comunidades rurais, o papel das referências patrimoniais identitárias na construção e desconstrução de conhecimentos e saberes comunitários, as identidades, a dinâmica social produzida pelo sentido da escola, da igreja, dos lugares de memória como ressalta LE Goff e Nora, (1979: 13):

(...) “trata-se no sentido preciso do termo em que uma sociedade qualquer que ela seja, uma nação, uma família, uma etnia, ou um partido, encerram voluntariamente as suas recordações e as reencontram como parte necessária da sua personalidade: os lugares topográficos, como os arquivos, bibliotecas e museus; os lugares monumentais como cemitérios, ou o patrimônio construído, os lugares simbólicos, como as comemorações, as peregrinações, os aniversários ou emblemas; os lugares funcionais, como os manuais, as autobiografias ou associações. Mas fazer história conduz a mudar o sentido da própria palavra, passando da memória dos lugares aos verdadeiros lugares da memória.” Sabemos que faz sentido neste momento incluirmos este tema para uma releitura sobre os caminhos da educação popular e do significado da preservação da herança cultural para as pequenas comunidades rurais. Paulo Freire, (1996: 100) afirma que “a Pedagogia é uma reflexão crítica sobre os quefazeres humanos. Para melhor realizarse, estes quefazeres buscam a compreensão científica do mundo. A Pedagogia precisa das ciências e, através destas, acontece como reflexão crítica (...) uma ciência é um campo de conhecimentos e procedimentos que tem autonomia epistemológica. Tem, também, uma certa autonomia classificatória (taxonômica) em seus procedimentos e na sua conceituação. Ela é autônoma, embora relacionada com outras ciências”.

Temos estudado e acompanhado uma série de pesquisas e experiências fundamentadas nos princípios da educação popular e grande parte dos enfoques estão voltados para as áreas mais convencionais da educação e da cultura. Segundo STRECK (2006:272) “Dois fatos contribuíram para definir os rumos da educação popular nestas últimas décadas: foram à ida de Paulo Freire à Secretaria de Educação na cidade de São Paulo de 1989 a 1991 e a conquista do poder local por governos que assumiram uma proposta de educação popular”. “A educação popular passou, assim a aproximar-se do lugar onde se gera o discurso pedagógico hegemônico, com todas as vantagens e riscos”. Nesse sentido, nossas investigações passam pelo viés da herança cultural, conceito e significado de extrema relevância para a emancipação da classe trabalhadora. O que é preservado? O que se solidifica? O que se destaca e é alçado ao papel de baluarte da memória e da história. E que ao mesmo tempo pode servir de espaços de pertencimento de identidade, e também de espaços de mudança, ou seja, que propiciem a reflexão critica sobre o ser humano e sua comunidade. Mas neste caso, o que é premente é o problema das relações entre os homens. Em toda resposta que o homem dá existe a presença das experiências anteriores, a ação da memória. Toda ação humana é uma ação com carga de memória e se não houvesse memória, a cultura não seria possível. “Como o indivíduo universal, o cidadão do mundo poderia orientar-se na cidade, no campo, quando sua geografia está presa à memória? Isto é, quando devemos recordar que a Rua da Fonte não possui nenhuma fonte e termina na rua das flores, as quais, por sua vez faz tempo que não exalam cheiro”. (Lovisolo, 1989:19). Além de a memória coletiva se apresentar como tradição, ela se estrutura internamente como uma partitura musical, o que nos possibilita aprendê-la como um sistema estruturado em que os atores sociais ocupam determinadas posições e desempenham determinados papéis.

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Ao trabalharmos como a memória buscando reencontrar a herança cultural no próprio seio das comunidades históricas, as maneiras como elas “viveram e vivem o seu passado, como constituem sua memória coletiva e como esta lhe permite fazer em face dos acontecimentos presentes, percebemos que ela não é somente uma conquista, mas também um instrumento e um objeto de poder” (Khoury, 1991: 81). O sistema capitalista vê essas questões como algo sem importância, alicerçado no paradigma do processo produtivo do campo em decadência, excluindo as comunidades de qualquer possibilidade de resistência ou sobrevivência social e cultural. Historicamente, com o desenvolvimento do capitalismo, o camponês é condenado ao desaparecimento, à proletarização, à transformação em operário. Na relação com o camponês, o que o capital faz é tentar separá-lo dos meios de produção, convertê-lo em força de trabalho para o capital. (Martins, 2002: 83-84). Vale ressaltar que a valorização e estimulo à participação da sociedade na discussão sobre a preservação da herança cultural não exime a responsabilidade do Estado. Não deixar se trair pelos ventos do neoliberalismo da participação esvaziada, significa rever constantemente o complexo processo histórico e econômico em que o Brasil está inserido. O meio rural especialmente no século XX passou a ser considerado e visto com área marginalizada, uma vez que o discurso clássico da “modernidade” apoiou-se no modelo industrial, privilegiando a cidade como ideal de desenvolvimento, num processo hierarquizador desses lugares, onde, por um lado, o campo passou a exercer o papel de saneador das necessidades urbanas (fornecimento de matéria-prima, alimentos, água potável, reservas de valores, especulação imobiliária, entre outros exemplos). Tal estratégia resultou no retardamento – e em alguns casos, até mesmo na atrofia - do

movimento na construção e promoção do desenvolvimento social e da conquista de uma melhor qualidade de vida. Segundo Bosi, (1994:11). “As palavras cultura, culto e colonização derivam do mesmo verbo latino colo, cujo particípio passado é cultus e o particípio futuro é cultus. Colo significou, na língua de Roma, eu moro, eu ocupo a terra e, por extensão, eu trabalho, eu cultivo o campo. Cola é a matriz da colônia enquanto espaço que esta ocupando, terra ou povo que se pode trabalhar e sujeitar”. Ao campo foi reservado, no processo capitalista, primeiro à função de colonizar e agora consumir os serviços e produtos oriundos das cidades, num comportamento eminente passivo diante do projeto neoliberal. Porém, a realização de dimensões da essência humana é possibilitada, entre outras coisas, pelos artefatos criados pelo trabalho humano, do homem para o homem, numa escala cada vez mais histórica. Não só no Brasil, como em muitos outros países este modelo que com nuances diferentes de urbanização provocou o esvaziamento das áreas rurais resultando não só em graves problemas sociais e culturais para o meio rural como também para a cidade. Ao viverem um momento de transição, os trabalhadores acabavam por não usufruir de “novos direitos” nem eram desobrigados de “deveres antigos”. O campo passou a depender cada vez do Estado/governo para poder manter-se produtivo. Todavia os recursos para manter as atividades da agricultura familiar são insuficientes para assegurar a produção e a qualidade de vida da população do campo que vivencia ao longo dos tempos, dolorosas escassez dos mais elementares recursos de subsistência. Segundo Martins (1986:146): Na verdade, o que os grandes estabelecimentos estão claramente produzindo, ao manter, especulativamente, terras incultas em alta proporção, é renda fundiária e não lucro nem riqueza ou maior valor de produção. Estão interessados na elevação especulativa do pre29

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ço da terra e na renda fundiária que daí resulta sem necessidade de maiores investimentos de capital. (...) A explicação não é completa nem correta se deixarmos de lado o fato de que a grande produção na agricultura, assim como a pequena, envolve a renda fundiária e a contradição que a renda apresenta na produção capitalista. Assim, as comunidades rurais no Brasil vêem sofrendo processos de desestruturação nas diferentes dimensões. Nas últimas décadas, os apelos, para as ditas mudanças sócio-culturais, foram forjadas à luz do modelo econômico neoliberal que abstrai das experiências comunitárias a idéia de que os sujeitos são algo em si, quando identificados ao consumo extremo. As Escolas, a partir de seus Programas de Ensino, acabam por legitimar esse modelo, que nega a possibilidade de resistir a violência do mercado. Tal legitimidade e/ou tal autonomia “é produzida no momento em que se faz uma separação entre indivíduos que dominam e as idéias que dominam, de tal modo que a dominação de homens sobre homens não seja percebida porque aparece como dominação das idéias sobre todos os homens (Chaui,1981: 106). Ressaltamos o papel da Escola porque para os pequenos lugares, pequenas comunidades a Escola exerce um papel essencial na construção de relações societárias, e identitárias interagindo com diferentes grupos sociais. Não podemos falar só daqueles que freqüentam a educação formal, mas também nos que vão se educando informalmente junto da sua família, constituindo, por vezes, a sua memória coletiva, com as memórias dos outros, inventando, criando um imaginário que os equilibra face ao desenraizamento que sofrem. Todavia o que se observa a partir de pesquisas sobre currículo e conteúdo programático para as escolas do campo e das inúmeras escolas rurais, igrejas e outros elementos de identificação abandonados no Brasil (cultura material – patrimônio cultural das comunidades), é que a referência, e o

modelo ideológico de sociedade fundamentase num imaginário urbano-capitalista. A moeda da cidadania, da inclusão passou a ser o cartão de crédito, porém, cidadania é vivida por aquele que mora na cidade. Quem vive nas áreas rurais ou vive do campo, pouco pode ter acesso aos bens produzidos e ofertados na polis, portanto a cidadania é restrita. A problemática fundamenta-se não na acessibilidade, mas nas ideologias de apropriação e valoração destes processos. Para Ortiz (1996), a sociedade brasileira, passa nesse momento também, por uma reorganização na esfera da cultura. “Sobretudo com a consolidação, nos anos 60 e 70, das indústrias culturais” As diferenças entre o que se ensina para as comunidades rurais e as comunidades urbanas, neste modelo, referem-se ainda um projeto desenvolvimentista ancorado em estereótipos. O fazer e o saber das comunidades rurais podem se transformar em algo importante ou exótico (falamos das experiências de turismo no espaço rural) quando o “modelo” se apropria destas singularidades para o consumo urbano. As teorias críticas têm contribuído para aumentar nossa compreensão sobre as íntimas e estreitas relações entre conhecimento, poder e identidade social e, portanto, sobre as múltiplas formas pelas quais os conhecimentos e saberes estão centralmente envolvidos na produção do social. As teorias da reprodução social, por exemplo, nos mostram como as distribuições desiguais de conhecimentos, através do currículo, da escola, e dos museus constituem mecanismos centrais do processo de produção e reprodução de desigualdade social. A Educação, em um quadro mais estrutural, tem sido efetivada a partir da seleção autoritária burocrática inadequada e imposta dos saberes. A Educação, a partir da interface com a Escola detém responsabilidades tanto de manutenção deste modelo, como poderá ser produtora de rupturas no campo do fortalecimento das identidades e das diferenças, tendo a produção humana como convergência entre identidades, comunidades e sabe-

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res. Todavia, como um modo de existência ímpar, como um referencial capaz de “juntar fragmentos” e forjar a “identidade mestra” (Hall, 2003). E essa é uma rede de diversos pontos nodais, em busca do entendimento desses processos e atuação articulada, que possam contribuir para a autonomia das sociedades, que em síntese é que o Paulo Freire tanto destacou a “luta contra todos os obstáculos a humanização [do individuo]”. E esse é um ponto chave, construir um presente e um futuro melhor de forma igualitária, mesmo porque estamos na eminência da insustentabilidade humana. E aí chegamos a outro grande impasse, percebemos que a cultura se transforma também no grande apanágio, tanto para justificar a permanência e imutabilidade das condições e estruturas sociais, como para, servir de vetor para essas mesmas mudanças. È só observarmos os discursos sobre desenvolvimento e sustentabilidade social. Isso nos remete a pontos que gostaríamos de abordar que é sobre os elementos de permanência cultural, e aqui considerando em dois aspectos: de dominação e de resistência/ autonomia. Memórias, subjetividades, identidades, heranças culturais formação do sujeito individual e coletivo submersos na dimensão cultural. Muitas vezes não entendemos os liames e os fios que formam essa trama, e o discurso da cultura tanto pode servir para camuflar e justificar como para desvelar e romper. Memórias e heranças culturais escondidas e camufladas, mas que formam parte significativa do território cognitivo de atuação social. Assim, lembramo-nos das práticas do coronelismo, que enquanto sistema político, já foi superado, mas enquanto prática política cotidiana está muito vivo nas práticas políticas e relação entre grupos sociais e Estado, onde espaços e instrumentos de relações democráticos, como: eleições diretas, informatizadas ou audiências pública são rearticuladas nas práticas de mandonismo local, onde o momento em si (eleição, as-

sembléia) e seus coadjuvantes o churrasco, a camiseta, o boné, a cesta básica, a caneta, formam uma intrincada rede de submissão e reafirmação do sistema autoritário e hierárquico local. E que reafirmam também a relação de dependência/clientelismo para com o Estado. Aspecto que continua contribuindo para as estruturas desiguais da sociedade. Referencias culturais como esses, dimensionam tempos e movimentos, e constituem-se em referenciais das práticas sociais, especialmente em pequenas comunidades rurais. A escola vai funcionar e a igreja ficará onde está se “eles os donos do poder”, se assim os desejarem. Saber as formas de vida as quais existam poucos registros, saber como os silenciosos, aqueles que pouco ou nada aparecem na documentação escrita e na representação da cultura material “oficial” – museus, centros de memórias e territórios de referências - saber como encarar sua existência diante das modificações tão rápidas em curso, buscar as relações, as tensões, as teias coletivas entre indivíduos num grupo numa camada social em épocas distantes e também agora, de pessoas que experimentam mudanças, segundo valores já preestabelecidos, de normas e comportamentos que aceitam ou rejeitam, são algumas questões inusitadas que o estudo da cultura material e o trabalho com educação popular pode nos propiciar. Vale dizer que memória e identidade e herança cultural podem perfeitamente ser negociadas, e não são fenômenos que devam ser compreendidos como essências de uma pessoa ou de um grupo. Se é possível o confronto entre memória individual e a memória dos outros, isso mostra que a memória e a identidade são valores disputados em conflitos sociais e intergrupais, e particularmente em conflitos que opõem grupos políticos diversos. Por fim nossa metáfora parte de um ditado popular, “Água mole em pedra dura tanto bate até que fura”, retomando desse modo à contradição, o desagravo e a resistência às condições históricas cravadas pelo tempo, 31

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neste caso negando a idéia de que ele é o melhor “remédio”, pois o tempo também é relativo e pode ser cristalizado, revisitado, revisado e (re)construído. É Por esses caminhos que trilham as pesquisas sobre Educação, Cultura, Memória e Patrimônio e tam-

bém estruturam-se as ações nesse campo de luta, não mais restrito a uma esfera autônoma da sociedade, mas que é agora a própria sociedade. E a luta contra todas as formas de dominação e submissão se intensifica. E nós estamos nesse processo.

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“LIDANDO COM AS COISAS QUEBRADAS DA HISTÓRIA” José Alberione dos Reis*

Resumo: Juntar as coisa quebradas do passado. Pode ser feito pelo mesmo, de forma quadrada, encerrada nos ditames acadêmicos e científicos. Sem autoria e sem compromisso social. Pode ser feito através do outro, de forma elíptica, inclusiva, reflexiva, com autoria explícita, com compromisso social e político e, também, empregando teorias e métodos do científico e do acadêmico. São fazeres diferentes, portanto.

Palavras-chave: arqueologia;arqueologia pública;compromisso social

“A opinião dos meninos assemelhava-se à dela [Baleia]. Agora olhavam as lojas, as toldas a mesa de leilão. E conferenciavam pasmados. Tinham percebido que havia muitas pessoas no mundo. Ocupavam-se em descobrir uma enorme quantidade de objetos. Comunicaram baixinho um ao outro as surpresas que os enchiam. Impossível imaginar tantas maravilhas juntas. O menino mais novo teve uma dúvida e apresentou-a timidamente ao irmão. Seria que aquilo tinha sido feito por gente? O menino mais velho hesitou, espiou as lojas, as toldas iluminadas, as moças bem vestidas. Encolheu os ombros. Talvez aquilo tivesse sido feito por gente. Nova dificuldade chegou-se ao espírito, soprou-a ao ouvido do irmão. Provavelmente aquelas coisas tinham nomes. O menino mais novo interrogou-o com os olhos. Sim, com certeza as preciosidades que se exibiam nos altares da igreja e nas prateleiras das lojas tinham nomes. Puseram-se a discutir a questão intrincada. Como podiam os homens guardar tantas palavras? Era impossível, ninguém conservava tão grande soma de conhecimentos. Livre dos nomes, as coisas ficavam distantes, misteriosas. Não tinham sido feitas por gente. E os indivíduos que mexiam nelas cometiam imprudência. Vistas de longe, eram bonitas. Admirados e medrosos, falavam baixo para não desencadear as forças estranhas que elas porventura encerrassem”. (Graciliano Ramos, Vidas secas)

Rio Grande, 21 de novembro de 20061 Queridos amigos Inicio minha prosa dizendo que nossa primavera, por aqui, está muito esquisita. Já com

cara de verão. Diferente da de vocês, por aí, amazônica. Pois vou escrever motivado pelas lembranças daquelas nossas boas e longas conversas, lá em Maquiné, quando chovia muito e não podíamos ir trabalhar nos ensopados milharais.

* Universidade de Caxias do Sul/Depto. de História e Geografia, [email protected] (1) Este texto, aqui com algumas alterações, foi apre-

sentado no V° Encontro da Regional SAB-SUL, em novembro de 2006, na cidade de Rio Grande/RS.

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Alguns prolegômenos Lembro-me, principalmente, daquela trapalhada, quando fomos conversar com o sr. John Gambi. Ele nos afirmava que aquelas lascas de pedra tinham sido feitas pelos seus netos e que era tudo brinquedo de criança. “Vocês nada mais têm de fazer naquele lugar e o melhor era que vocês vão embora”, dizia ele. Ora, vocês já tinham não só identificado as tais lascas como material arqueológico e, além disso, também registrado devidamente o local como sítio arqueológico. Porém, ficamos surpresos com a reação do sr. John Gambi. Voltamos para casa. Ficamos trocando idéias sobre como teriam sido os trabalhos de campo se fossem precedidos ou incluído neles, atividades que esclarecessem o que ali fazíamos e que teriam envolvido a pesquisa arqueológica num âmbito de compromisso social. Como isto não foi feito, tal reação era normal e não de surpresa, lembram. Pois é com estas conversas e com esta cena na cabeça, desde aquele dia quente e nublado, que hoje escrevo para prosear com vocês sobre este tal de compromisso social da Arqueologia. No mês passado, estive trabalhando numa escavação sob a coordenação do arqueólogo Paulo Alexandre, em Ivoti. É o campo do projeto de doutorado dele. Trata de temática que se relaciona com a imigração alemã. Pois, durante os trabalhos de campo, que se intercalaram, num mesmo dia, com temperaturas que variavam de 6° a 32° graus, crianças de várias idades e tamanhos visitavam o sítio. Acompanhados das professoras, lindas! Numa das visitas, com a gurizada louca pra se atirar dentro das quadrículas, uma professora indagou: “O que eles estão fazendo aí dentro destes buracos?” Rápido silêncio. Muitas respostas gritadas. Uma menina, de uns seis anos, assim respondeu: “Ora, professora, eles estão trabalhando com as coisas quebradas da História”. Confesso que me emocionei com esta resposta.

Quais parâmetros devemos clarear e estabelecer visando firmar compromisso social da Arqueologia brasileira com as pessoas que desejam e querem saber sobre os passados? (Bezerra de Almeida 2003)2 Antes de mais nada acho que é bom logo esclarecer o que posso entender por compromisso. Talvez até buscando outra palavra fora de moda, engajamento. Vocês são mocidade nova. Eu faço parte de uma geração que até botou a própria vida em jogo quando desafiada diante do engajamento, de assumir compromisso. Isto é, ato de obrigação assumido, empenhado, pactuado e de exposição ao risco que sustenta idéias e ações em relação a um fazer social, no nosso caso, chamado de Arqueologia. Pois como ainda estou fora das modas, mais do que compromisso social, gosto mais do engajamento social. Consiste na “participação ativa em assuntos e circunstâncias de relevância política e social, passível de ocorrer por meio de manifestação intelectual pública, de natureza teórica, artística (...), ou em atividade prática no interior de grupos organizados, movimentos, associações, etc.” Fui buscar este conceito no Houaiss (2001). Ora, para dar um rumo a esta prosa, amigos, já lhes digo que ‘participação ativa’ em termos de compromisso e de engajamento social da Arqueologia, para mim, não passa por nenhum “re” Não acredito em nenhum prefixo “re” se assumimos um querer compromissado socialmente nos nossos fazeres arqueológicos. Isto é, refazer, reorganizar, reconstruir e os outros tantos “re” na nossa produção discursiva. Somos aque-

(2) “A Arqueologia Pública, tal como a compreendemos, engloba um conjunto de ações e reflexões que objetiva saber a quem interessa o conhecimento produzido pela Arqueologia; de forma nossas pesquisas afetam a sociedade; como estão sendo apresentadas ao público, ou seja, mais do que uma linha de pesquisa da disciplina, a Arqueologia Pública é inerente ao exercício da profissão” Bezerra de Almeida, 2003: 276).

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“Lidando com as coisas quebradas da História” José Alberione dos Reis

les que fazem, organizam, constroem e até inventam o passado.3 Os passados que construímos se presentificam nos textos que produzimos. Estes entranhados com sentidos de interpretação e inseridos em influências socioculturais, históricas e ideológicas (Orlandi 2000). Não é nas pontas de projétil e nem na pesada tecnotipologia de lascamento bifacial que engendramos passados. Respectivamente, estes tiveram lugar na Tradição Umbu e na Tradição Humaitá. Tiveram. Hoje, em novas formações discursivas, já se questiona se estas tradições existiram, assim, separadamente ou se correspondem a duas maneiras de fazer de um mesmo grupo humano. Neste movimento, às vezes, estes passados escapam pelas portas dos fundos da academia e ganham vida quando denominados de os Umbu e os Humaitá. Bueno, vamos mudar o rumo desta prosa! Vocês têm me contado as vicissitudes que estão passando por aí, em Calçoene, em função dos desafios que a multivocalidade (Gnecco 2001) tem cercado a pesquisa que estão realizando. Principalmente, advinda das pessoas que estão diretamente envolvidas por estarem morando e vivendo junto e próximo ao sítio. Dito de outro modo, fazer uma arqueologia quadrada, cientificamente amparada e encerrada apenas nos parâmetros acadêmicos, é fácil. Difícil é fazer uma arqueologia redonda, aberta e suscetível a multivocalidade advinda de pessoas simples, iletradas, do povo e que também querem falar e serem ouvidas em relação ao que a voz ciência da Arqueologia alarde como detentora da reconstrução do passado. Juntar as coisas quebradas dos passados. Pode ser feito pelo mesmo, de forma quadrada, encerrada nos ditames acadêmicos e científicos. Sem autoria e sem com-

(3) “Construir: criar (algo), juntando materiais variados em determinada forma, seguindo determinado projeto; fazer um trabalho de criação mental”. Reconstruir: formar novamente; devolver formato anterior a” (Houaiss, 2001).

promisso social. Pode ser feito através do outro, de forma espiralada, labiríntica, inclusiva, reflexiva. Explicitamente com autoria, com compromisso social e político e, também, com teorias e métodos do âmbito científico e acadêmico. São fazeres diferentes, portanto. Assuntando sobre o Mesmo e sobre o Outro Digo labiríntica e quadrada, parafraseando o que Thomas (1995: 355 e 358) se referiu como Arqueologia do Outro e Arqueologia do Mesmo, respectivamente. A discursividade arqueológica do Mesmo é aquela que carrega o perigo de nos convencer de que o passado foi justamente como sempre foi. Assenta-se na única fala dos fazeres técnicos e numa epistemologia cartesiana (Mrozowski 1999). É a supremacia da escavação. Os sujeitos discursivos estão ausentes ou escondidos. As teorias sorrateiras no implícito. As evidências da materialidade pesquisada são apresentadas como objetivas e universais em suas explicações. Especialistas são convocados a falar como respeitadas autoridades na geléia geral de esdrúxulas interdisciplinaridades. Ao universo do empírico é dada total prioridade calando o potencial arriscado das interpretações explicitamente teóricas. A Arqueologia do Mesmo afirma e sustenta lugares de poder (Foucault 1998) do pesquisador ou pesquisadora e das instituições produtoras das pesquisas. Aqui volto a lembrar das nossas outras tantas conversas, à noite, depois dos banhos no rio Maquiné e de ter lavada tanta e toda a louça. Devorados pelos mosquitos famintos, tomávamos chimarrão e cachaça. Discutíamos sobre como escapar da tentadora malha fina e fácil do Mesmo para incluir engajamento com as coisas, lugares e pessoas (Cabral 2005) dentro do que nos propúnhamos fazer enquanto Arqueologia. Abraçamos a Arqueologia do Outro quando estamos interpretando os passados sem 35

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procurar apenas possíveis identificações de como eles foram produzidos. Trata-se de considerar seus efeitos nas interpretações sobre eles feitas e sobre os usos que retornam contemporaneamente sobre estes passados. Acredito peremptoriamente que, quaisquer que sejam os passados, será sempre trabalho discursivo contemporâneo, contextualizado no presente e do presente (Fiorin 2004). Por isso, pluralizo. O potencial perigo dos passados enquanto Outro é que podem desestabilizar ou deslegitimar o presente produzido pelo Mesmo. A Arqueologia do Outro convoca e inclui alteridades, diferenças, identidades – a multivocalidade das pessoas engajadas na construção dos passados, inclusive a dos cientistas da Arqueologia. Aqui, a subjetividade explícita é desafiada a sair da toca e correr riscos de se expor. Interpretações teoricamente explícitas e conceitualmente clareadas se imbricam por dentro e através do universo empírico trabalhado. É a tal da ‘atitude’ que salienta Shanks (Pearson and Shanks 2001:08). Quem somos nós enquanto pesquisadores e pesquisadoras? O que estamos querendo com nossos estudos? Por que e para quem construímos passados? Estas questões são insistentemente salientadas na Arqueologia do Outro.4 Apontam para os tipos de Arqueologia que praticamos, os lugares de nossos engajamentos sociais e políticos, nossos afetos e nossas narrativas (Gilchrist 2005) em relação às diversas conexões das práticas arqueológicas. Estas, quando o Outro está em cena nas artesanias de passados, atuam na elucidação e interpretação sobre etnicidades e identidades; narrativas arqueológicas a serviço do Estado; patrimônio e nacionalismo (López Aguilar 2002); colonialismo, póscolonialismo e exploração no âmbito de uma arqueologia do capitalismo (Lima 2002). É claro, ressaltando sempre que é na e a partir da materialidade que age a Arqueologia.

(4) Semelhantes questionamentos também já fazem parte da Antropologia (Descola, 2005).

Materialidade e imaterialidade estão sempre em diálogo e trocas quando se trata da Arqueologia do Outro. É uma práxis arqueológica que instiga uma vívida experiência de identidade social e de amplo engajamento político. “Vincula fluxos de poder e de diferença, seja isto nacional, racial, étnico, religioso, sexual, de gênero, de classe ou do que mais for” (Meskell 2002:293). E o nosso público? (McManamon 2000) Não me refiro ao de origem acadêmica. Vocês aí, neste extremo da Amazônia, têm até sociedade secreta-exotérica criticando o fato de vocês ainda não saberem que fenícios e celtas já por estes lugares viveram. Que tal! Nosso público: é o sr. John Gambi, lá de Maquiné; são as crianças de Ivoti; são os grupos de pessoas que visitam a Arqueologia da Praça, em Porto Alegre, na Feira do Livro; são as educações patrimoniais; nossos alunos de licenciaturas que serão professores e formadores de futuros outros públicos; são aqueles que assistem os documentários exóticos e aventurescos do Discovery; são aquelas tantas pessoas que se aproximam, sestrosas e cabreiras, querendo saber quanto ouro já achamos e escondemos e o quanto ainda vamos ensacar nos nossos saquinhos numerados e o quanto que ainda será medido e identificado pelos aparelhos. Não tem como fugir da raia, ou troteia ou sai da estrada! “Ser um arqueólogo [arqueóloga] é, em outras palavras, um ato social” (Matthews 2004:1). Quem está a fim de fazer e de produzir enquanto Arqueologia do Outro só tem que escolher em que maior ou menor dimensão vai se envolver num engajamento social e político. O público só está nos cutucando! Neste sentido, gostei da pergunta que fez Najjar (2002): diante dos grupos sociais com quem trabalhamos e convivemos nas nossas pesquisas, são nossos parceiros ou nossos rivais? Seja para estabelecer laços de parceria ou atar rivalidades o caminho é sempre difícil. São atos sociais, inexoravelmente. Pois, tanto os tais grupos sociais quanto nós, cientistas da Arqueologia, estamos, ao mesmo tempo, interessados e apoderados em

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relação às interpretações e utilizações que serão feitas com os vestígios arqueológicos oriundos dos passados que construímos. O que se infiltra entre parceria ou rivalidade é o clamor cada vez mais intenso dos grupos sociais para terem sua mutivocalidade incluída, incorporada e reconhecida na construção dos passados pelos fazeres arqueológicos. É o que Hodder (2003:56) denomina de forçar a Arqueologia no sentido da reflexividade. Isto significa que “a Arqueologia deve agora ser definida não como o estudo dos vestígios materiais do passado, mas como um particular modo de indagar sobre a relação entre as pessoas e seus passados” (Hodder 2003:62). E quanto ao futuro? Respondendo, Wood (2002) afirmativamente acentua o caráter político da produção do conhecimento arqueológico. Apresentando e discorrendo sobre as pesquisas efetuadas pela autora e sua equipe em um projeto denominado Colorado Coal Field War Archaeology Project, Wood (2002:91) acentua o que entende por um engajamento político da pesquisa arqueológica: “Não há uma visão ou argumento que poderia ser certo ou errado. Para mim, uma engajada e transformadora arqueologia emerge desde um entendimento crítico e histórico do mundo. Desde nossa participação na construção de relações democráticas dentro de nossas salas de aula, dos sítios-escola e de nossos lugares de trabalho, ainda que nosso ativo engajamento em grupos de ações sócio-políticas esteja fora da academia”. Bueno! Parei um pouco para esquentar a água para o mate. Esta minha prosa está ficando comprida e pensar muito dói. Fiquei precisado de umas cuias de chimarrão para aliviar os pensamentos. Mas, vou em frente! Enfim, amigos, termino por aqui estas achegas que se imiscuem nestas arqueologias. Quem sabe mais adiante nos encontraremos de novo para trocarmos opiniões sobre estes diferentes lugares discursivos. Para fechar, volto ao Thomas (1995:358) que alerta para o seguinte: “... é preciso estar atento

para escrever em dois diferentes tropos: a normalização e objetificação da Arqueologia do Mesmo ou a fragmentação e ruptura da Arqueologia do Outro”. Eu sou pela Arqueologia do Outro. Elaboro, no prosseguimento, uma conexão entre o que antes disse sobre esta Arqueologia do Outro e o que tempos atrás pesquisei. Quero agora recordar para vocês - já que leram, mas esqueceram - dois tópicos da pesquisa que fiz para a confecção da tese5 (Reis 2004) e que estão bem relacionados com esta prosa. Trata-se de algumas considerações sobre autoria e subjetividade no discurso arqueológico e sobre a inserção desta discursividade na realidade brasileira. Autoria e subjetividade no discurso arqueológico Em relação a este tópico obtive dados esclarecedores sobre qual é a tradição do uso da pessoa na redação dos textos pesquisados. O que aqui apresento vem de encontro a uma das propostas da Arqueologia Pós-Processual. O destaque e a presença marcante do arqueólogo enquanto autor

(5) A proposta desta tese ancora-se empiricamente em um levantamento o mais exaustivo possível das teses e dissertações produzidas nos três centros formadores de profissionais em nível de pós-graduação, com área de concentração em Arqueologia, História e ou Pré-História. Estão localizados na Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul (PUC/ RS), Museu de Arqueologia e Etnologia (MAE/USP) e na Universidade Federal de Pernambuco (UFPE). Os locais da pesquisa foram as bibliotecas das respectivas instituições. Cada tese e dissertação selecionada nesta fase da pesquisa foram identificadas em fichamento específico. Num levantamento geral, que não tem a pretensão de ser completo e total, localizei 225 textos que englobam o conjunto das produções acadêmicas das três instituições, num período compreendido entre 1970 e 2001. Também foram arroladas outras teses e dissertações produzidas nestas instituições. Porém, oriundas de outros departamentos ou institutos e em outras ciências, tais como História, Antropologia, Geografia e Biologia, que tenham contemplado temas da Arqueologia.

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de textos. Salienta a subjetividade6 desta autoria que se presentifica nas mais diversas produções discursivas. Nestas, sobre autor e sujeito, acompanho algumas reflexões de Orlandi (2000). No discurso, a categoria sujeito e, no texto, a presença do autor implicando disciplina, organização e unidade. “Podemos então dizer que a autoria é uma função do sujeito” (Orlandi 2000: 74). Para autora, esta função-autor do sujeito é discursiva, produtora de textos, de linguagem. Dá visibilidade ao autor. Este “... é o sujeito que, tendo o domínio de certos mecanismos discursivos, representa, pela linguagem, esse papel na ordem em que está inscrito, na posição em que se constitui, assumindo a responsabilidade pelo que diz, como diz, etc.” (Orlandi 2000: 76). Para além da subjetividade, também é possível se buscar pela marcante presença da emoção nos discursos arqueológicos sobre os passados (Tarlow 2000). Shanks e Tilley (1989) destacam que a discursividade arqueológica está fortemente marcada pelas individualidades dos arqueólogos. Manifestam uma subjetividade que atua do e no mundo, agindo no presente “... através de uma experiência autobiográfica...” (Shanks e Tilley 1989: 44). Um dos caminhos para elucidar tal subjetividade está no uso da pessoa na redação dos textos acadêmicos. Num estudo sobre a pessoa no discurso científico, Coracini (1991) destaca o fato de que um autor tenta, no mais das vezes, assumir uma postura de quem observa à dis-

(6) “Característica do sujeito; aquilo que é pessoal, individual, que pertence ao sujeito e apenas a ele (...)” (Japiassu e Marcondes, 1996:254). Tomando como referência a Análise do Discurso, sujeito é: “Resultado da relação com a linguagem e a história. O sujeito do discurso não é totalmente livre, nem totalmente determinado por mecanismos exteriores. O sujeito é constituído a partir da relação com o outro (...). (...). Assim, a incompletude é uma propriedade do sujeito e a afirmação de sua identidade resultará da constante necessidade de completude” (Ferreira, 2001:22).

tância seu objeto de observação. Esta tentativa visa ausentar explicitamente a subjetividade do autor na pesquisa. No entanto, como ressalta Coracini (1991:105), nem sempre isto acontece: “Algumas vezes, os pronomes pessoais explicitam o sujeito enunciador: prova de que ele não consegue se esconder totalmente por detrás dos enunciados que profere”. Pode não se esconder, mas a depender da tradição do uso da pessoa no discurso, estará indeterminada. Tal situação vem demonstrada nos quadros seguintes. Nos textos oriundos da PUC e da UFPE predomina o emprego da terceira pessoa do singular e nos da USP o da primeira pessoa do plural. PUC Pronome Pessoal

Quantidade

3° Pessoa do Singular 1° Pessoa do Plural 1° Pessoa do Singular

8 4 2

UFPE Pronome Pessoal

Quantidade

3° Pessoa do Singular 1° Pessoa do Plural 1° Pessoa do Singular

8 5 1

USP Pronome Pessoal

Quantidade

1° Pessoa do Plural 3° Pessoa do Singular 1° Pessoa do Singular

21 16 6

O uso da terceira pessoa do singular, nos quadros referentes à PUC e a UFPE, aponta para enunciados de alguém ou algo, não se referindo, porém, a uma determinada pessoa. Pode estar falando de infinitos sujeitos ou de nenhum. “A terceira pessoa é, em virtude da sua própria estrutura, a forma não pessoal da flexão verbal” (Benveniste 1995:252).

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Indursky (1997) caracteriza a terceira pessoa que o sujeito do discurso emprega, como sendo uma ‘quarta-pessoa discursiva’, aquela que “... produz a impessoalização desse sujeito: ele abdica de dizer eu, cedendo espaço para o acontecimento do discurso” (Indursky 1997:76). Esta quarta-pessoa simulará a ausência do sujeito na materialidade discursiva ao se representar por ‘ele’ ou pelo emprego do ‘se’. É produzida uma ilusão que desvincula a produção do sujeito do discurso em relação aos respectivos acontecimentos discursivos. Isto é, estes acontecimentos vão sendo apresentados na discursividade como sendo independentes da ação produtora dos sujeitos. Assim, o uso da terceira pessoa, no que pode ser entendido neste conceito de ‘quarta-pessoa’, representa um modo de indeterminação da pessoa. “Ou seja, a quarta pessoa discursiva permite que o sujeito fale de si mesmo como se falasse de um outro, (...)” (Indursky 1997:87). No quadro referente aos textos da USP, se destaca, em primeiro lugar, o uso da primeira pessoa do plural. “... são tradicionais em português enunciações com nós como forma de distanciamento do locutor (do eu). É o caso do nós no discurso científico que se constrói na primeira pessoa do plural” (Orlandi et all.1989:51). Por este uso da primeira pessoa do plural, o autor se representa através de enunciados universais e seu discurso pode ser considerado seu, de todos ou de qualquer um. O uso do ‘nós’ indetermina o agente. Refere-se a um grupo de pessoas, dentre elas a do próprio autor. Através do ‘nós’, o autor emprega os mais variados referentes, o que leva a ambíguos e descompromissados dizeres. Benveniste (1995) demonstrou que ‘nós’ não é propriamente um plural. Tratase de um ‘eu’ ampliado que, nos seus ditos, abarca diversos enunciadores. “... “nós” não é uma multiplicidade de objetos idênticos mas uma junção entre o “eu” e o “não-eu”, seja qual for o conteúdo desse “não-eu”. (...) “Nós” se diz de u’a maneira para ‘eu + vós’ e de outra para ‘eu + eles’” (Benveniste 1995:256). O ‘nós’ é trânsito por fronteiras móveis,

descompromissadas, indefinidas. Permite referenciais indeterminados, implícitos. “Dado que nós designa conjuntos lexicalmente não-nomeados, nós os entendemos como uma não-pessoa-discursiva” (Indursky 1997:66). De acordo com a autora, o ‘nós’ enquanto ‘não-pessoa’, consistiria de uma associação entre o ‘eu’ e um referente lexical não-especificado. Bem, pelo acima apresentado, há uma tradição discursiva nos textos pesquisados que acentua uma indeterminação dos autores nas suas discursividades. É uma tradição de fronteiras flutuantes e ambíguas. Pode justificar ou comprovar uma deliberada atitude de descompromisso dos arqueólogos brasileiros ao assumirem implicitamente seus lugares subjetivos em suas produções discursivas. Isto é, os lugares do ‘nós’ e do ‘se’ são os preferidos da Arqueologia do Mesmo. Apontando para uma ultrapassagem e sedimentação desta fluidez descompromissada em indeterminações, diz Ribeiro (2003:98): Se nossa linguagem é tão próxima da natural (sem impedir, porém, que certos textos sejam herméticos e de difícil compreensão ao leigo), é porque está na essência mesma das ciências do homem a passagem do discurso-sobre ao discurso-com e por vezes ao discursode. Em outras palavras, o sentido essencial de nossas ciências é o de efetuar a translação da terceira pessoa do discurso, [ou as indeterminações da pessoa] no qual ela opera inicialmente (falando dos homens como “eles”), para uma linguagem dialogada e, finalmente, para uma primeira pessoa. A partir de dados sobre os principais usos da terceira pessoa do singular e da primeira pessoa do plural, na tradição discursiva pesquisada, fica elucidado uma confirmação de uma subjetividade implícita. O emprego destas pessoas sustenta um ‘nós’ e um ‘ele’ de indeterminação, impessoalidade e universalidade que exime o sujeito autor e produtor da pesquisa arqueológica de compromis39

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sos subjetivos e ou políticos na construção de passados. Inserção desta discursividade na realidade brasileira Dentre as principais reivindicações para com as pesquisas arqueológicas propugnadas pela Arqueologia Pós-Processual, está o comprometimento político do arqueólogo enquanto subjetividade envolvida na construção dos passados e enquanto estabelecimento de uma relação pessoal, social e política com o tempo. Por esta verve, concordo com o que diz Tilley (1995:106): “Como a Arqueologia é um relacionamento entre passado e presente mediado por indivíduos, grupos e instituições, isto tem uma relevância contemporânea. Inevitavelmente toma um caráter político e ideológico”. Este caráter vem sendo acentuado no âmbito da denominada Arqueologia Pública.7 Provoca um assumir cada vez maior para com as responsabilidades sociais e políticas da pesquisa arqueológica (Funari 2002a; 2002b; Oliveira,2002). É neste âmbito que incluo o que aqui denomino de contextualização da pesquisa arqueológica na realidade brasileira. O que entendo por realidade brasileira? Tudo o que pode ser estudado, pensado e produzido sobre a problemática do ser brasileiro, a partir da análise e interpretação de aspectos sociais, econômicos, políticos, ideológicos e culturais. Um destaque é dado à questão da cidadania no Brasil. São enfocadas, prioritariamente, as possibilidades, limites e desafios da prática democrática em um país

(7) Recentemente – outubro/2006 - foi lançada no Brasil uma revista que contempla temáticas da Arqueologia Pública. Tendo Pedro Paulo Funari e Erika Marion Robrahn-González como editores a Revista Arqueologia Pública afirma que a Arqueologia Pública deve ser “entendida como ação com o povo, (...), permite que tenhamos uma ciência aplicada em benefício das comunidades e segmentos sociais. A nova revista está aberta a todos” (Funari e RobrahnGonzález, 2006:3).

marcado, historicamente, pela escravidão, pela exclusão social e cultural e pela desigualdade social. Tal enfoque visa perceber quais fatores são desencadeadores e estão implicados num discurso de negação da participação política na sociedade, de um lado e, de outro, interesse pela vida política nacional. Contextualizar pesquisas - a arqueológica também - é fornecer elementos analíticos que permitam pensar a cidadania, a democracia, o Estado e a sociedade no Brasil atual levando em conta os aspectos acima enfocados. A pesquisa arqueológica tem alguma coisa a ver com isto tudo? Trabalhar com arqueologia histórica e ou arqueologia préhistórica juntando com cidadania no Brasil atual? Pode? Quem assim pergunta está na verve da Arqueologia do Mesmo. Não só pode como deve. Afirma a Arqueologia do Outro. Diz respeito ao que vem sendo conjugado no âmbito da Arqueologia Pública, da Educação Patrimonial e junto ao que é possível afirmar como compromissos sociais e políticos da Arqueologia. Tudo isto tem a ver. Afinal, para quem, qual e porque Arqueologia? Quais são e a quem pertence os patrimônios culturais (Funari e Pelegrini 2006) que se envolve e trabalha sempre a pesquisa arqueológica, atuando como ciência social na produção do conhecimento sobre os passados de uma nação, sejam estes no campo da arqueologia pré-histórica ou histórica? Aliás, não é uma questão de sobrenome da Arqueologia tal. Isto é, existiria uma arqueologia pré-histórica apolítica? A resposta é um solene não. Sobre isto, claros exemplos são apresentados em Ucko (1995) e em Shennan (1994). Enfim, é uma ação de engajamento, ou não, em termos de uma pesquisa que se envolva politicamente (Sandlin and Bey 2006; Hall, M. 2001; Salazar Peralta 2002). Bem, no que pesquisei, Arqueologia e política ainda não se afinam. Buscava a identificação de aportes que contemplassem, de alguma maneira, contextualização da pesquisa arqueológica em relação à realidade brasileira. Dos 71 trabalhados pesquisados, 64 em nada se referiram e 7 apresentaram alguns tênues comentários.

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Será que a realidade social e política brasileira está em silêncio e não está desafiando o ato social de ser arqueólogo/arqueóloga no Brasil contemporâneo? Em silêncio é que não está. Situações de desafio é que não faltam. Recentemente, aqui no Estado, em Porto Alegre, a Arqueologia foi solicitada a dar conta de demandas oriundas de uma circunstância, ainda não resolvida, que envolve um grupo de Kaingang que insistem em ancestralidade que legitimaria a ocupação, por eles, do Morro do Osso.8 Outros causos. Aí, bem na frente onde vocês estão morando e trabalhando, na ilha de Marajó. Schaan (2006) nos consta sobre o caso da cultura marajoara. Fala de um público que reconhece a autoridade e a legitimidade da pesquisa científica realizada na ilha. Salienta, desse modo, que “... inconscientemente ou não, o público absorve e veicula a informação científica de acordo com suas necessidades e expectativas. (...) o público apodera-se da reconstituição deste passado agregando sua própria interpretação” (Schaan 2006:23). Neves (2006) relata sobre o que ele denomina de problema ainda não resolvido, em Manaus. Numa praça do centro histórico desta cidade foram escavadas urnas funerárias. Tal situação instigou intenso debate envolvendo índios, arqueólogos e o poder público no sentido de definir com quem ficaria a guarda definitiva destas urnas. Segundo Neves (2006:74):”...embora não haja evidências de conexão histórica direta entre os índios que ocupavam a região de Manaus há cerca de

(8) Circula, por agora, via internet, um abaixo-assinado intitulado “SETE VEZES NÃO a ocupação do Morro do Osso!”. No primeiro parágrafo deste documento consta o seguinte: “Há mais de dois anos arqueólogos e advogados não conseguem seque uma pequena prova de que o Parque Natural do Morro do Osso tenha sido realmente um cemitério indígena. Nenhuma prova foi apresentada de que os Kaingangues estariam ligados a correntes migratórias que se instalaram na bacia do Guaíba em nossa pré-história”. (www.dpi.com.br/morrodoosso/ - consultado em 14.11.2006).

1300 anos e os mais de 20.000 índios que hoje ali vivem, o próprio surgimento de um debate sobre o tema é mais uma evidência do início de nova época no relacionamento entre índios e arqueólogos”. Em Minas Gerais, professores indígenas estão marcando um possível fazer arqueológico próprio e a partir de princípios por eles apontados. “... obviamente muito diferentes dos que regem os acadêmicos formados pela sociedade dominante”, nos relata Prous (2006:12). Recentemente circulou pela internet um texto que Robrahn-González intitulou de “Nota de Esclarecimento” (Robrahn-González 2006). Esta extensa nota foi escrita com a finalidade fornecer esclarecimentos sobre equívocos e acusações inconsistentes oriundas de um antropólogo contra um trabalho de arqueologia contratada que vem sendo realizado no vale do rio Culuene, no estado do Mato Grosso. No final da nota, diz Robrahn-González (2006:29):”Nossa postura não é a da fragmentação da ciência (Antropologia versus Arqueologia?), tampouco o aumento da distância entre “ciência de contrato” e “ciência acadêmica”. Lidamos, inevitavelmente, com conflitos políticos intrínsecos à prática contemporânea das Ciências Sociais”. Pois, então, amigos agora amazônicos, estes são alguns causos que demonstram que de parte do social e do político, na realidade brasileira contemporânea, não faltam desafios para o engajamento de uma Arqueologia socialmente comprometida. Resta apenas dirigir o leme para os rumos do Mesmo ou do Outro de acordo com o gosto dos cientistas da Arqueologia. Ficar na bubuia, não é mais possível. Bem, queridos amigos. Esta carta já está longa demais. Vou ficando por aqui. Só mais um finalmente. Saibam vocês que na base de tudo o que aqui lhes escrevi está um desafio que se apresenta para mim. Como já lhes contei, em outra carta, a Universidade de Caxias do Sul, de parte do Gabinete do Reitor, me intimou a colocar a Arqueologia em movimento e com projetos ambiciosos. 41

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Ambição não é minha praia. Muito menos dentro da academia, com seus mandarinatos institucionais assentados e com seus sátrapas de plantão disputando lugares de poder. O movimento me atrai. Ainda estou nas dores de elaboração de futuro projeto que contemplara temática relacionada com a imigração italiana na Serra Gaúcha. Mas, quero dizer a vocês, que esta longa carta é como uma exposição de motivos para estar alerta em não me enlamear nos movediços da Arqueologia do Mesmo. Estou aberto e confiante em relação às provocações e incitações advindas

de uma Arqueologia do Outro e que esteja enleada num engajamento social e político nos fazeres que me aguardam. Queridos João e Mariana, fico por aqui. Logo mais, conforme vocês anunciaram, poderemos estar juntos novamente, nas proximidades de nossos corpos, cheiros e olhares para nossas saborosas conversas. Regadas a chimarrão e a cachaça, evidentemente. Beijos e abraços, deste bugre velho macunaímico aqui do sul, José Alberione dos Reis.

Abstract: Putting together broken things from the past. It can be done by the same, square fashion, locked into academic and scientific sayings. No authorship, no social commitment. It can be done through the other, eliptic fashion, inclusive, reflexive, explicit authorship, social and political commitment and, also, applying theories and methods of the scientific and of the academic. Different makings, therefore.

Keywords: archaeology; public archaeology; social commitment

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“Lidando com as coisas quebradas da História” José Alberione dos Reis

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MANEJO DE RECURSOS CULTURALES Y PUESTA EN VALOR DE HISTORIAS REGIONALES.* Mónica Berón** Marina Guastavino***

Resumen: Desde el año 2002 se esta desarrollando un Plan de Manejo de Recursos Culturales (MCR) en el marco de un convenio interinstitucional en el sur de la provincia de La Pampa (República Argentina). El mismo se lleva a cabo en la localidad de Puelches y tiene como objetivos principales el uso racional, rentable y sustentable de los recursos culturales (APN 2000). El patrimonio, conformado por estos recursos, es la base fundamental de la identidad de un pueblo. En este mismo sentido se orientan los resultados de la investigación básica del pasado prehispánico del área. Recientemente un proyecto turístico impulsado por el gobierno central de La Pampa ha dado un giro a distintos aspectos del proyecto, que proponemos discutir en este trabajo.

Palabras clave: Manejo de Recursos Culturales; museo de la localidad; museo de sitio; Villa Casa de Piedra; Grandes Obras.

Introducción Desde el año 2002 se está desarrollando un Plan de Manejo de Recursos Culturales en el marco de un convenio interinstitucional en el sur de la provincia de La Pampa (República Argentina). El mismo tiene como centro de actividades la localidad de

* Trabajo presentado en la IV Reunión Internacional de Teoría Arqueológica en América del Sur, Inter-Congreso del WAC (World Archaeological Congress – Congreso Arqueológico Mundial), Catamarca, Argentina, julio 2007. ** Conicet, Museo Etnográfico, UBA, Incuapa, UNCPBA. [email protected]. Moreno 350, (1091) Ciudad de Buenos Aires, Argentina *** Museo Etnográfico, UBA. [email protected]

Puelches y como objetivos principales el uso racional, rentable y sustentable de los sitios culturales (APN 2000, Figura 1). Se ha asumido la existencia de una interrelación dinámica entre patrimonio, identidad y conservación (Molinari et al . 2000). El patrimonio, conformado por estos recursos, es la base fundamental de la identidad de un pueblo. Una condición necesaria para cualquier estrategia orientada al uso sustentable de la biodiversidad y a la revalorización de los recursos naturales y culturales sería en este entendimiento, la definición y reconstrucción de su identidad. En este mismo sentido se orientan los resultados de la investigación básica del pasado prehispánico del área, que sin embargo es una zona marginal para los intereses del gobierno provincial. 45

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Fig. 1 - Ubicación de Puelches y de algunos puntos de localización de patrimonio arqueológico del área.

Recientemente un proyecto turístico del gobierno central de La Pampa ha puesto en el centro de las discusiones algunos de los objetivos del plan de manejo referido, lo que ha dado un giro a distintos aspectos del proyecto, que proponemos discutir en el marco de este

simposio. El presente trabajo tiene como objetivo problematizar las acciones implementadas en el marco del Proyecto “Gestión de Patrimonio Cultural y Natural en la Comunidad de Puelches, Provincia de La Pampa: Conservación y Desarrollo”.

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La localidad de Puelches. Realidades y aspiraciones La localidad de Puelches dista 280 kms de Santa Rosa, la capital provincial. Está ubicada en pleno semidesierto pampeano, área también conocida como “la travesía” en los registros históricos. Tiene 400 habitantes distribuidos entre el ejido urbano y el área rural. Su emplazamiento responde a la disponibilidad de fuentes de agua superficial, como las cuencas de los ríos Curacó y Chadileuvú y el sistema lagunas constituido por Urrelauquen, La Dulce y La Amarga. Sin embargo, aunque en distinta medida, todos estos cuerpos de agua presentan altos niveles de salinidad, por lo cual no son potables. La localidad recibe el agua potable a través de un acueducto que se extiende desde Puelén hasta Puelches y recorre más de 150 km. Hasta hace pocos años dicha localidad resultaba un punto aislado en la travesía hacia el Alto Valle de Río Negro, ya que la ruta N° 152 se hallaba en malas condiciones y ninguna línea de transporte de pasajeros pasaba por allí sino solamente por la Ruta del Desierto. A partir de mejoras en la Ruta Nro. 152 se produjo un tránsito mayor de aquellos que viajan desde y hacia la Patagonia y pasan por la localidad de Puelches, que se ubica a ambos lados de dicha ruta. Se consideró que estas mejoras permitirían el desarrollo de la comunidad. Se instaló una estación de servicio y algunos paradores, a instancias de emprendimientos de pobladores locales. Paralelamente algunos pobladores han planificado la instalación de un balneario en la laguna La Dulce, con un lugar de recreación, que aún no logra concretarse. El MRC en el marco de proyectos de desarrollo regional El Manejo de Recursos Culturales (MRC) es una estrategia que se pone en práctica para el cuidado del Patrimonio Cultural. Este patrimonio es el que engloba el conjunto de

los recursos culturales, que entendemos en los términos de R. Molinari (1998) como aquellas evidencias materiales de las actividades de los hombres a lo largo de la historia, en la interacción entre ellos y con el medio que los rodea. Asimismo, dichos componentes del patrimonio son las evidencias por las cuales una comunidad se reconoce a sí misma y es reconocida por los demás (Molinari 1998). Entendemos, además, que cuidar el patrimonio implica realizar una serie de acciones que se encuentran interrelacionadas, como investigación, conservación y puesta en valor. Ahora bien, la conservación de los recursos culturales de una comunidad no implica una preservación absoluta, sin la participación de los involucrados, sino el “uso racional, rentable y sustentable”, tendiente al desarrollo y al mejoramiento de la calidad de vida de dicha comunidad. De esta forma, poner en valor un recurso cultural es conservarlo en la acepción antes descripta. Lo mencionado anteriormente debe llevarse a cabo en el marco de un trabajo participativo. Por eso, se hace necesario plantear espacios en los que el intercambio horizontal de conocimientos y opiniones, faciliten la toma de decisión de los distintos actores de una comunidad. Si bien existe en la provincia de La Pampa, una intención de fortalecer la identidad de la zona del oeste y/o del desierto, que se refleja en el cancionero, en la poética, en la literatura y en algunas acciones políticas puntuales, no existe una política integral tendiente al desarrollo socioproductivo que, entre otras cosas, contribuya a disminuir el éxodo rural. Recientemente, se lanzó el Proyecto de la Villa Casa de Piedra que, aparentemente, contribuiría al desarrollo mencionado en el párrafo anterior. Proyecto Villa Casa de Piedra En el año 2004 el gobierno de la Pcia. de La Pampa presentó el Plan Director del Ente 47

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Comunal Casa de Piedra. La creación de esta nueva comuna, oficiada por Ley Nº 2112 del 08/07/2004, tiene como eje la creación de un “Polo productivo - turístico con toda la infraestructura y los servicios necesarios para el desarrollo de un lugar estratégico en la Patagonia Argentina”. La nueva villa se ubica a 396 km al suroeste de la capital pampeana; sobre las márgenes del Río Colorado, a orillas de un lago artificial de 36.000 hectáreas de superficie. A la misma se accede por Ruta Nacional Nº 152 o Ruta Provincial Nº 34. Es un ambiente de semidesierto, de tipo patagónico, con bardas y terrazas fluviales con escasa vegetación xerófila (Figura 2). El proyecto se está desarrollando en etapas; la primera ya está en marcha y consiste en el establecimiento de un Área Prioritaria Urbana que brinda la infraestructura

necesaria: grupo de viviendas, caminos, energía, comunicación, alumbrado, agua potable, riego, forestación, parquización y bajada para lanchas. En la Figura 3 pueden observarse los cambios en la fisonomía del ambiente a partir de la implementación del riego para forestar. La intencionalidad en este caso no es mostrar y conservar el ambiente natural sino recrear un paisaje artificial. En la segunda etapa, el sector privado comenzará a realizar sus inversiones en los servicios planificados según el proyecto: hoteles, canchas y zonas deportivas, un club náutico, venta de productos y comidas regionales, estación de servicio, parador de camiones y micros, restaurante, área comercial, camping, etc. La inversión pública incluirá además un balneario, miradores, centro de salud, destacamento policial, escuela

Fig. 2 - Bardas y terrazas sobre el Río Colorado.

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Fig. 3 - Parquización en el entorno de la Villa.

y viviendas. Además, se proyecta la construcción del “Museo del Hombre Pampeano” en el cual se exhibirán las colecciones recuperadas en el área durante las tareas de evaluación de impacto arqueológico realizadas entre 1978 y 1986, en el marco del proyecto Presa Embalse Casa de Piedra, por Gradín y colaboradores. Su premisa es “contribuir con la construcción de la identidad pampeana a través de la difusión de los primeros momentos de su historia, considerando que forma parte de los múltiples procesos, hitos y actores que confluyen y se suceden en el devenir histórico para conformar la realidad en que vivimos” (Becerra, M. L. Pera y M. I. Poduje 2004). El Ente Comunal Casa de Piedra está conformado por seis zonas donde se desarrollan distintos usos (Figura 4).

Cabe destacar que la Secretaría de Turismo de la Provincia de La Pampa, presenta el proyecto de la siguiente manera: “VILLA TURÍSTICA “CASA DE PIEDRA” DESPUES DE 76 AÑOS UN NUEVO PUEBLO NACE EN LA PAMPA… El verde de la esperanza y el agua de la vida se instalaron definitivamente en Casa de Piedra; el paisaje es una invitación a quedarse y pertenecer al lugar.” Mientras desde la esfera oficial del gobierno provincial se alienta a todos los sectores a formar parte de un exitoso proyecto en el cual “habrá trabajo para to49

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Fig. 4 - Villa Casa de Piedra. Referencias: · Sector 1a -1b: Desarrollo de un Área Prioritaria Urbana para el Desarrollo del Turismo, Deporte y Recreación. Proyecto de Riego y Forestación. · Sector II: Desarrollo de un Área de Producción Agrícola-Ganadera. · Sector III: Reserva: Área Protegida. · Sector IV: Portal de Acceso a Casa de Piedra y Puesto de Control de Fauna y Flora. · Sector V: Aguas Abajo de la Presa. Forestación paisajista y riego. · Sector VI: Costa del Río Colorado: Mirador; Estación de Piscicultura.

dos (sic)”, tal como fue presentado en la 32º Feria del Libro en Buenos Aires (pampavirtual 15/3/2006), en medios nacionales como el diario La Nación se referenció al proyecto como “Las Vegas del subdesarrollo” (La Nación, 1/12/2006). Entre los proyectos figura la instalación de un casino y un hotel 5 estrellas, que seguramente no están destinados a los pobladores locales, ni pensados para el desarrollo del Oeste pampeano, que registra una densidad poblacional menor que la de los mayores desiertos del mundo y en constante retroceso. Totalidad vs. Fragmentación Consideramos que un proyecto que tiene como finalidad mejorar la calidad de vida de

las poblaciones, debería partir de considerar la realidad como totalidad. Encontramos que las nociones que priman son las de fragmentación, donde la realidad es segmentada en fragmentos, considerando la suma de ellos como la totalidad. La consideración de forma separada de esos fragmentos, tanto por la ciencia como por la política, la economía, etc., ha llevado a obtener una serie de resultados negativos. Es cierto que dividir temas y trabajos ha permitido tratar con la realidad, reduciendo problemas a proporciones manejables. No obstante ello, debemos tender hacia “modos de contemplar el mundo como un todo (…) más que como “conocimiento absolutamente verdadero de cómo son las cosas” (Bohm 1998:24-25). Es decir, debemos ser conscientes que lo que es real es la totalidad y que la fragmentación

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es la estrategia que el hombre despliega, dada su tendencia a pensar el mundo en forma fragmentaria. Asimismo, consideramos la realidad conformada por totalidades menores que se van combinando entre sí y que a su vez son incluidas en y forman parte de una totalidad más grande. Al emprender acciones sobre una de esas totalidades menores, no solemos tener en cuenta que estamos trabajando sobre una más grande y que esas acciones van a afectarla subsecuentemente. (Savory y Butterfield, 1999). Entonces, deberíamos empezar tratando de entender esa totalidad mayor que posee características que no podemos observar en las totalidades menores que la conforman. Esta perspectiva holística, permitiría acercarnos más eficientemente sobre las totalidades menores sobre las que se ha decidido implementar determinadas acciones. Partiendo de la noción de que el todo es la realidad, “el todo debe ser definido, teniendo en mente que siempre ha influenciado y fue influenciado por las totalidades mayores y menores, y que tuvimos que conocer qué queríamos hacer con él: que necesitábamos una toda-abarcadora meta holística”. (Savory y Butterfield, 1999:9). La gestión del patrimonio cultural – estado actual En el año 2002 se firmó un convenio interinstitucional para llevar adelante un proyecto en la localidad de Puelches, en la provincia de La Pampa, República Argentina. El Proyecto “Gestión de Patrimonio Cultural y Natural en la Comunidad de Puelches, Pcia. de La Pampa: Conservación y Desarrollo” responde a un compromiso entre la Administración de Parques Nacionales (APN) –Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) – Programa de Investigaciones Arqueológicas del Cuaternario Pampeano (INCUAPA) – Asociación ALIHUEN – Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)-Subsecretaria de Cultura de la Provincia de La Pampa-Municipalidad de

Puelches-Subsecretaría de Turismo- Instituto de Estudios Sociohistóricos de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam.). El objetivo del presente proyecto consiste en términos generales, en establecer el manejo participativo de los recursos culturales y naturales de la localidad de Puelches, atendiendo al desarrollo socio-económico de la zona. En ese marco se concretaron diversos emprendimientos que surgieron a partir de las necesidades planteadas por los participantes de los talleres de evaluación, que se realizan en la localidad, aproximadamente tres veces al año. Hasta el momento se han realizado 11 talleres (Figura 5). Desde los inicios en el año 2002, el proyecto fue sufriendo diferentes ajustes como así también la incorporación de nuevas instituciones a su desarrollo. Paralelamente, se produjeron cambios en la coyuntura político-social a nivel provincial y local que han incidido en mayor o menor medida en el desarrollo de las acciones propias del proyecto. Los avances obtenidos hasta el momento, consisten en: 1. Traslado y acondicionamiento del taller de artesanas e inicio de comercialización de la producción (Figuras 6 y 7). 2. Impresión y distribución de folletos turísticos 3. Inicio de la Actividad de la Historia Oral, con el fin de fortalecer y recuperar la identidad a través del desarrollo de actividades que permitan interrelacionar la memoria individual con la historia colectiva recuperando y actualizando los conocimientos sobre el medio cultural, natural y social. 4. Relevamiento de documentación para la edición de un libro de historia de la comunidad (a cargo del Instituto de Estudios Sociohistóricos, Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam.) 51

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Fig. 5 - Talleres de Evaluación

5. Acondicionamiento de la antigua capilla para instalación de un museo de la localidad: Desde los primeros contactos con los pobladores en el marco de los trabajos de investigación arqueológica se percibió en algunos miembros de la comunidad su deseo de rescatar la historia local a través de la instalación de un Museo de la Localidad. De esta manera ha sido una de las propuestas del vigente proyecto de investigación: estudiar, reconstruir y revitalizar la historia del proceso de colonización de fines del Siglo XIX y poblamiento del Siglo XX de las áreas involucradas en este proyecto, rescatando el conjunto de tradiciones y actividades Fig. 6 - Artesana tejiendo en telar vertical.

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Fig. 7 - A la izquierda, local del Museo de la localidad, a la derecha, taller de artesanos.

económicas y sociales que caracterizó a esa época, desde los primeros colonizadores. Se pretende rescatar el conocimiento de los antiguos pobladores del área rural y/o de sus descendientes, así como el sistema de ideas y valores recreado en torno a los sitios prehispánicos. Entre los objetivos se incluye comparar la información arqueológica del proceso de colonización con los datos contenidos en los documentos históricos, crónicas y registros de la época y rescatar la historia regional a partir de entrevistas a las viejas familias y pobladores de la zona. Con este propósito se ha incorporado al equipo de investigación un estudiante avanzado de Antropología Social y por otra parte se ha conformado un grupo de investigación de la historia local a instancia del Instituto de Estudios Sociohistóricos de Facultad de Ciencias

Humanas (UNLPam), que convocaron dos pasantes a cargo de los cuales se halla el relevamiento de documentación para la recuperación de la historia regional. Paralelamente se ha avanzado en la redacción del guión del Museo y se ha comprado equipamiento para su montaje (PC multimedia, vitrinas), a través de un subsidio de la Secretaría de Cultura de la Nación. También se ha lanzado un concurso para la elección del nombre del Museo, entre los pobladores locales. Plan de manejo del Parque Nacional Lihué Calel, Provincia de La Pampa, Argentina Desde el año 1998 se están realizando investigaciones arqueológicas sistemáticas, que han arrojado información de gran 53

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relevancia acerca de los grupos cazadoresrecolectores que habitaron dicha región (Berón et al 2002, 2006). El principal sitio arqueológico investigado se denomina Chenque I, un cementerio indígena prehispánico de cazadores-recolectores (Figura 8). Se ubica sobre una lomada baja, en un lugar destacado del paisaje, circundado por cerros altos y lomadas menores. Hasta el momento, se presenta como uno de los cementerios más grandes de cazadoresrecolectores de pampa-patagonia. El sitio presenta un rango temporal de utilización que va del 1050 AP al 320 años A.P. T i e n e u n a s u p e r f i c i e d e 2 1 0 m 2, demarcada por rocas que conforman una estructura subcircular. Se ha excavado un total de 49 m2, lo que constituye el 23% del total. El número mínimo de individuos recuperados se ha calculado en 158 individuos, por lo cual se estima que varios cientos de

personas fueron enterradas allí a lo largo de 700 años de uso. Otra perspectiva contemplada en el proyecto de MRC es la puesta en valor del sitio Chenque I y la transferencia de resultados, por medio del montaje de un Museo de Sitio. A través del mismo, se pretende dar a conocer al público la dimensión biológica del pasado cultural de la región, a partir de la recreación de las costumbres funerarias y de la caracterización bioarqueológica de los individuos enterrados en este cementerio. Dos premisas guiarán los contenidos de la muestra: recrear y respetar la sacralidad del sitio y poner en un plano de relevancia los modos de vida de los antiguos pobladores del desierto pampeano. En la ‘puesta en valor’ interpretativa de los recursos culturales de Lihué Calel se apuntará a crear un acercamiento interactivo y comprensible del pasado, utilizando la combinación de aspectos naturales y culturales del ambiente (paisaje) en el espacio del museo de sitio seleccionado. Metodológicamente se ha planteado sostener un manejo adaptativo que fuera capaz de minimizar los riesgos de deterioro, poder anticipar consecuencias previstas y no previstas que sucedan a la aplicación de intervenciones sobre los recursos culturales, y avanzar en el manejo, incorporando a su re-planificación la información de los resultados parciales (Molinari 1998). Consideraciones finales

Fig. 8 - Enterratorios del sitio Chenque I.

Los efectos de las Grandes Obras tienen un impacto no sólo local sino regional y además se prolongan en el tiempo (Radovich 2003). Un proyecto de desarrollo de gran magnitud como el mencionado en Casa de Piedra, debería plantearse indicadores de impacto que permitan evaluar las consecuencias (tanto negativas como positivas) que resulten de esas acciones. En este sentido, creemos necesaria la definición de indicadores de impacto para las localidades vecinas a la Villa Casa de Piedra y, en este caso particular,

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para la localidad de Puelches. Como antecedente se debe mencionar la evaluación de impacto arqueológico y antropológico llevado a cabo en los inicios del proyecto de construcción de la Presa Embalse, a solicitud del Ente Ejecutivo tripartito Casa de Piedra. La evaluación de impacto arqueológico se desarrollo entre 1978 y 1986 y estuvo a cargo del Prof. Carlos J. Gradin y un amplio grupo de colaboradores, entre ellos una de las autoras (MB) (Gradin et al 1984). El impacto antropológico se desarrolló entre 1986 y 1988 y estuvo a cargo de un grupo de geógrafos encabezados por la Dra. N. Medus (Medus et al. 1988). Entre los postulados del actual proyecto se incluye “impulsar un nuevo polo turístico y productivo en un lugar de óptimas distancias con importantes capitales del país y sitio estratégico para el paso a los destinos vacacionales del resto de la Patagonia (Ruta Nacional Nº 152). Además se integra al circuito turístico del cercano Parque Nacional Lihué Calel y, más lejana, la Reserva Provincial Parque Luro.” Esta frase sintetiza el marco de las expectativas que este nuevo mega- proyecto regional ha generado en los pobladores y autoridades locales, particularmente en Puelches. Esas expectativas no van de la mano del acompañamiento de nuestro proyecto de MRC, que lo precede en el tiempo pero que no logra la concreción de las pequeñas etapas y mini-inversiones que la Intendencia local se compromete a efectuar respecto al Museo de la localidad y Taller de Artesanos. (rejas de seguridad, alarma, personal a cargo). Sin embargo se impulsó vivamente la construcción de un polideportivo de grandes dimensiones, junto a la ruta 152,

para cuya inauguración estuvo presente el gobernador de la provincia. También se ha iniciado la construcción de un tambo caprino, con un crédito de promoción productiva destinado al propietario de las instalaciones. En palabras del Intendente de Puelches, con motivo de la inauguración: “Hoy estamos inaugurando el primer tambo experimental demostrativo de secano en la provincia de La Pampa (…) Podemos decir que un producto autóctono del oeste pampeano como es la producción caprina, ha cumplido el sueño de pasar a ser una producción sustentable y generadora de mano de obra, permitirá que más productores caprineros puedan agregarle valor a su producción2”. En este punto se considera necesario establecer indicadores que midan el impacto de cada uno de estos emprendimientos, en escala multidimensional, sobre la calidad de vida de los pobladores (económicos, sociales y ambientales), a fin de lograr esa visión de la realidad total e integradora en la que el patrimonio cultural se constituya como un recurso de desarrollo. Como dice Endere (2001), dar participación a la población local en la administración del patrimonio constituye un desafío pero también una tarea que parece depender cada vez más del voluntariado y la sensibilidad de la sociedad civil, y nos obliga a los arqueólogos a asumir un papel más activo, mediando entre los distintos grupos de interés. En medio de todo este panorama, ¿cómo se inserta la mirada hacia el pasado? Mientras un sector clama por la recuperación de la memoria y el rescate de los ancestros, otros sólo están pendientes de la gran obra de inversión hacia un futuro que no está asegurado.

(2) En: “Noticias Oficiales” http:noticias.lapampa.gov.ar

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Abstract: Cultural Research Management Program (CRM) is being developed since 2002 in the south of La Pampa province (Argentina) framed in an inter-institutional agreement. This program is being developed in Puelches locality and the first objectives are the rational, income- producing and maintainable use of cultural resources (APN 2000). The heritage, composed by these resourcesis the base of a population identity. In the same way are considered the results of prehispanic past research carried out in the area. Recently, a tourist project impelled by the central governmet of La Pampa province has redirected different aspects of our CRM program, which we discuss in this paper.

Key words: Cultural Research management, locality museum, site museum, Casa de Piedra village, Big Dams.

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NARRATIVAS ARQUEOLÓGICAS PÚBLICAS E IDENTIDADES INDÍGENAS EN CATAMARCA. Marcos Quesada* Enrique Moreno ** Marcos Gastaldi***

Resumen: Nos interesa explorar aquí el rol que juegan las narrativas arqueológicas en la conformación del imaginario de lo indígena y su historia en la provincia de Catamarca, Argentina. Por medio de un análisis espacial y discursivo de la exhibición del “Museo Arqueológico Adán Quiroga”, sostendremos que estas narrativas relegan lo indígena al pasado prehispánico, al tiempo que afirman su desaparición durante los primeros tiempos de la colonia. Estas narrativas no sólo podrían erosionar las posibilidades de autoafirmación identitaria por parte de los mismos indígenas, sino que crean dudas en cuanto a la legitimidad de tales identidades y los derechos que le asisten.

Palabras clave: narrativas, arqueología pública, identidades, indígenas, museo

El avance de la lógica de producción capitalista sobre tierras que habían permanecido bajo el usufructo de comunidades campesinas, ha cobrado un nuevo impulso en la última década en la provincia de Catamarca. La apropiación de estos espacios, que en general se trata de los llamados “campos comuneros”, se debe a una variedad de procesos económicos según el lugar de la provincia donde se produce. La instalación de empresas agroindustriales que aprovechan las políticas estatales de diferimiento impositivo, el auge de la minería en gran escala, ciertos proyectos de

*Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca y CONICET - [email protected] **Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca y CONICET - [email protected] ***Museo de Antropología, Universidad Nacional de Córdoba y CONICET - [email protected]

conformación de parques nacionales o áreas protegidas, son sólo algunos de ellos. Los conflictos que se generaron alrededor de estos procesos dieron lugar, en algunos casos, a la organización de acciones colectivas orientadas a impedir la enajenación (por ejemplo Pizarro 2000, Pizarro y Moreno 2003). Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en otras provincias, muy pocas de estas movilizaciones campesinas llevaron a su conformación como comunidades indígenas, aún cuando la reforma constitucional del año 1994 incluyó una serie de amparos y garantías para quienes se reconocieran como tales. Las causas de tal fenómeno deben ser múltiples, complejas y concurrentes. En este trabajo nos interesa explorar el probable rol que juegan las narrativas arqueológicas dirigidas al gran público en la conformación del imaginario de lo indígena y su historia en Catamarca. Por medio de un análisis espacial de la exhibición del museo 57

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arqueológico Adán Quiroga, sostendremos que estas narrativas relegan lo indígena al pasado prehispánico, al tiempo que afirman su desaparición durante los primeros tiempos de la colonia. Estas narrativas no sólo podrían erosionar, al menos en alguna medida, las posibilidades de autoafirmación identitaria por parte de los mismos indígenas, sino que crean dudas en cuanto a la legitimidad de tales identidades y los derechos que les asisten. En un trabajo reciente, Haber (1999) empleó el término ruptura metafísica para hacer referencia a la separación de los campos objetuales de la arqueología y la historia, es decir la distinción entre lo arqueológico y lo histórico. Esta demarcación disciplinaria, cuyo origen fue rastreado por el autor hasta la obra de S. Debenedetti a comienzos de la década de 1920, marcó a lo largo de casi un siglo la producción de narrativas históricas en la Argentina. La ruptura metafísica, sustentada en la supuesta discontinuidad cultural de la tradición aborigen tras la conquista española, no sólo supuso una separación del objeto, sino también una demarcación del sujeto. De esta manera se constituyó una división entre lo histórico representando un pasado hispánico y más cercano al nosotros criollo y republicano y una arqueología representando un pasado más lejano, de otros, definido por el pasado indígena que queda como un fenómeno atrasado en el tiempo y exótico a partir de la conquista española (Funari 2006, Galloway 2006, Hall y Silliman 2006). Por ello, sus consecuencias fueron de importancia no sólo en el ámbito académico, como claramente lo señala Haber (1999), sino también en las narrativas públicas acerca de la historia que los arqueólogos producimos y por ende en la construcción del imaginario colectivo de la Nación. Podría parecer extraño que en Catamarca, donde el pasado prehispánico es movilizado frecuentemente en los discursos y actos pú1

(1) Está claro que no del todo, puesto que recientemente, en Catamarca, dos comunidades indígenas iniciaron procesos de reconocimiento y otras están comenzando a recorrer esa senda.

blicos, los arqueólogos nunca nos caracterizamos por nuestro afán de difundir los resultados de las investigaciones fuera de los ámbitos académicos. Es en los museos donde el público puede penetrar en los misteriosos saberes que, de otro modo, quedan confinados en el hermetismo de nuestro campo disciplinar. De los museos arqueológicos de Catamarca, el más importante en cuanto a antigüedad y valor de la colección es el Adán Quiroga, en la ciudad Capital. Este tiene su origen en el interés coleccionista de Salvador Narváez, sacerdote franciscano que en la década de 1930 comenzó a reunir las numerosas piezas que integran el patrimonio del museo. En 1975, mediante un convenio realizado entre la orden religiosa y la Municipalidad de la ciudad Capital, el museo quedó bajo la custodia y administración de esta última. Probablemente la organización espacial de la muestra y su guión museológico daten de esta fecha. Los autores de este texto no recordamos modificaciones significativas en los últimos 15 años. El edificio que alberga el Museo fue construido en 1943 como un complejo cultural provisto, aparte del museo, de una sala de conferencias, biblioteca y otras dependencias. Al Museo le corresponden tres salones donde se organiza la exhibición. El más amplio de ellos es el salón de arqueología (Fig. 1), luego la sala Colonial (Fig. 2) y finalmente la sala Fray Mamerto Esquiú (Fig. 3). Lo que nos interesa aquí es analizar el relato acerca de la historia que organiza la distribución espacial de la exhibición. El principal criterio para la organización de la muestra es cronológico. La ordenación cronológica de la muestra no es ingenuamente seguida, sino que se relaciona con la idea de progreso que ha dominado buena parte del desarrollo de la arqueología que continuando lo propuesto en el siglo XVIII por el iluminismo, se centraba en la idea de una continuidad desde lo simple hacia lo complejo, con un parámetro tecnológico como fundamento explicativo, siguiendo una complejidad acumulativa y medida a partir de parámetros tecnológicos (Mc Guire 1983, 1996; Shanks y Tilley 1987).

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Fig. 1. Vista general de la sala de arqueología del Museo Adán Quiroga

Fig. 2. Vista general de la sala de historia colonial

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Fig. 3. Vista general de la sala Fray Mamerto Esquiú.

Este se estructura en dos niveles, por un lado se ordena en la secuencia de salas (arqueológico – colonial/religioso) y por otro lado ordena la distribución en el amp l i o s a l ó n d e a r q u e o l o g í a . Va m o s a comenzar por este último nivel. Las vitrinas que contienen las piezas arqueológicas están dispuestas una junto a otra formando pasillos que prescriben y proscriben rígidamente la circulación. Esta suerte de laberinto conduce al visitante a lo largo del “hilo de la historia”. La experiencia es la siguiente: al ingresar al salón uno se encuentra con la primera barrera (Fig. 4). Una fila de vitrinas impide el avance y deja libres dos direcciones posibles, derecha o izquierda. Pero antes de tomar una decisión debe uno dirigirse al escritorio ubicado justo frente a la puerta de acceso donde el empleado municipal realiza el cobro de la entrada e inmediatamente indica que la dirección “correcta” es hacia la izquierda. Al girar en la esquina se arriba a un sector demarcado con un cartel que dice

“Precerámico ”. 2 Ya estamos en el inicio del relato. A partir de allí circulamos entre piezas que representan aquello que, se supone, caracteriza cada período. Lo precerámico, encerrado en una única vitrina, está representado por herramientas de piedra y hueso (Fig. 6). Algunas de ellas, como las “muyunas”, la azada de piedra y los morteros, bien podrían corresponder a períodos posteriores (Fig. 7).

(2) En la Figura 5 se observa el cuadro cronológico del Noroeste Argentino, confeccionado según los datos obtenidos por Alberto Rex González para el Valle de Hualfín (Departamento Belén, Provincia de Catamarca) y que es el que reproduce el Museo Adán Quiroga. El mismo divide el tiempo prehispánico del Noroeste Argentino en dos grandes períodos: precerámico y agroalfarero. El agralfarero a su vez está dividido en formativo temprano, medio y tardío. El precerámico estaría caracterizado por ocupaciones de cazadores-recolectores, que responden a una organización social muy simple. El período agroalfarero estaría conformado por grupos cada vez más desarrollados, con conjuntos cerámicos y desarrollo de la producción agrícola y el pastoreo de camélidos.

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Fig. 4. Plano de circulación en la sala de arqueología.

A continuación, nos adentramos al período temprano indicado por su respectivo cartel. Lo característico aquí son las cerámicas de los estilos correspondientes a las llamadas culturas Ciénaga, Condorhuasi y Candelaria, que, si bien separadas en las vitrinas, aparecen, se sabe, mezcladas en los sitios arqueológicos.3

Así se arriba al fondo del salón. Allí la atención del visitante es capturada, primero, por unas vitrinas que contienen ceramios con forma de animalitos de culturas del período temprano e inmediatamente a continuación, ya regresando a la entrada, por tres vitrinas adyacentes que contienen el cuerpo disecado

(3) Estas culturas fueron definidas, por la arqueología argentina, como si fueran pueblos o grupos étnicos distintos, cada uno con diferencias claras en todos los ámbitos de la vida cotidiana, separados, sobre todo, temporal y espacialmente unos de otros. Las vinculaciones entre estilo cerámico y cultura, y su correlación con la idea de pueblo o grupo étnico, se explica en virtud de que la arqueología, como así también la antropología, tendieron a representar, a

sus objetos de investigación, como “totalidades”. Así la cultura como totalidad uniforme, portada por un grupo de personas se expresaba materialmente en los objetos realizados por estos. De esta forma las culturas quedaban amaradas con pueblos particulares, grupos étnicos, tribus y/o razas; y la cultura material se transformaba en significante de aquellos (Jones 1996, 1997; Trigger 1989).

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Fig. 5. Secuencia cronológica-cultural del noroeste argentino según Kriscautzky (1999). Es similar a la que se expone en el acceso a la sala de arqueología.

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Fig. 6. Vista de la vitrina con material precerámico, sobre ella, el cartel indicador del período.

Fig. 7. Materiales exhibidos en la vitrina del período Precerámico.

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de un adulto la primera, de un niño la segunda y finalmente, un esqueleto de adulto la tercera (Fig. 8). Nos encontramos en el centro el salón. La circulación es luego dirigida por la posición de una serie de paneles con fotografías de arte rupestre y vitrinas que albergan piezas reunidas por categoría funcional (morteros y fuentes) o materia prima (objetos de piedra) (Fig. 9) y otra que contiene numerosos cráneos. El ordenamiento cronológico que fuera reemplazado en la hilera central de vitrinas, la que nos trajo nuevamente a la entrada pero ahora del otro lado del escritorio, por exhibiciones temáticas, es retomado en adelante, con rigurosidad. El extremo de la tercera hilera de vitrinas más próximo al visitante comienza con una exhibición de objetos de la cultura de La Aguada, que representa al período Medio. Luego, dirigiéndonos nuevamente al fondo del salón, circulamos entre objetos de los períodos Tardío o de Desarrollos Regionales (cerámicas conocidas como Santa María, Sanagasta,

Yokavil, discos y otros objetos de metal, etc.) e Inka (cerámica inka). Finalmente, ya en el fondo del salón, una vitrina contiene unos pocos ejemplares de vasijas conocidas como Caspinchango, que corresponden a la cerámica indígena característica de los primeros siglos de la conquista española (Fig. 10). Aquí, en el período Hispano-indígena, se completa el recorrido de la muestra arqueológica. Cada uno de los períodos (Precerámico, Temprano, Medio, Tardío, Inka e Hispanoindígena) está señalado con el correspondiente cartel que no sólo indica el lugar de la historia en que uno se encuentra, sino que, por estar escritos de un sólo lado, señalan la forma correcta en que la historia debe ser recorrida y aprehendida reforzando textualmente la coreografía que el ordenamiento de las vitrinas impone materialmente. El recorrido histórico que acabamos de sintetizar, quizá en exceso, da cuenta de una historia prehispánica continua. La adyacencia de las

Fig. 8. Vitrinas con cuerpos momificados en el centro del salón de arqueología

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Fig. 9. Ejemplo de materiales de piedra de diferentes períodos juntos en una misma vitrina.

Fig. 10. Vasijas del período hispano-indígena (colonial) exhibidas en la sala de arqueología.

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vitrinas y, sobre todo, la posibilidad de reunir en una sola de ellas, objetos de diferentes períodos (por ejemplo “objetos de metal” o “collares de cuentas”) parece indicar que las rupturas, si las hubo, no alcanzaron a marcar una discontinuidad de importancia en el flujo histórico, al menos no uno que deba incidir en el flujo de la circulación. Un corte más marcado, en cambio, puede ser experimentado cuando uno pretende ingresar a la historia colonial. Esto es, en principio, porque la muestra está montada en otra sala, pero más importante aún, por los objetos que caracterizan a este período (Fig. 11). Vamos a desarrollar esto más detenidamente para ver la naturaleza del corte. Sabido es que todo corte en la historia resulta, por fuerza, arbitrario. Esto dice en primera instancia que podría haber sido en cualquier otro momento, por ejemplo tras la expansión incaica o las guerras de la independencia, pero también nos obliga a preguntar por el motivo de la elección. Po-

demos acercarnos a una respuesta si analizamos los objetos presentes y los ausentes en cada sala. Para ingresar a la sala colonial se debe transponer una puerta que se ubica a un costado del salón arqueológico, como indica el cartel montado sobre un dintel. Esto implica, por lo tanto, que lo arqueológico quedó atrás en el espacio y en el tiempo. Entre los objetos exhibidos en la sala colonial se destacan un pesado carruaje de la década de 1850 donado por los descendientes de un gobernador (Fig. 12), el sable y mandil de la montura del Teniente Coronel Estanislao Maldones (1854-1934) (Fig. 13), máquinas de escribir, una colección de armas de fuego del siglo XIX y comienzos del XX, planchas de hierro (para planchar ropa), moldes de velas, mates (para tomar mate), estribos de madera, entre otros. Ninguno de los objetos expuestos en la sala colonial corresponde, de acuerdo a su cronología, al período colonial, sino al republicano. No es que el museo Adán Quiroga no posea objetos del período

Fig. 11. Vista del acceso a la sala colonial desde la sala de arqueología.

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Fig. 12. Carreta exhibida en la sala colonial (ca. 1850)

colonial, sino que estos no están en la sala colonial. ¿Donde están entonces? Los objetos que sin duda corresponden a momentos del coloniaje español son la cerámica Caspinchango y un collar de cuentas de vidrio que están expuestos en el salón de arqueología. También hay allí unos tupus (alfileres para sujetar la ropa) que podrían ser de época colonial. ¿Por qué los objetos coloniales no están en la sala colonial y en cambio si se expusieron allí otros de épocas más recientes? Se nos ocurre un solo motivo: porque los objetos coloniales que posee el museo Adán Quiroga fueron hechos o usados por los indios, es decir, son indígenas. De este modo podemos entender también el motivo por el cual es la sala de arqueología la que alberga el arco, las flechas y el textil vegetal, todos ellos de reciente confección por algún grupo indígena chaqueño, textiles de lana de origen Fig. 13. Sables y mandíl pertenecientes al Teniente Coronel Estanislao Maldones (1854-1934).

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también reciente o incluso los trajes de la comparsa “Indios Diaguitas y Calchaquíes” de Mutquín donados hace sólo un par de años por quienes los confeccionaron (Fig. 14). Nada en la sala colonial representa a los indígenas.4 Se trata, en cambio de objetos que remiten más a una idea de lo “criollo” (los mates, las espuelas, los moldes de velas) y a la administración estatal (los objetos militares, la máquina de escribir “planillera”, etc.). Como un acto de prestidigitación, la ubicación espacial de los objetos asimiló lo indígena a lo arqueológico, lo relegó al pasado remoto al tiempo que lo excluyó de la historia reciente y del presente. Como una burla del destino, en la sala colonial podemos ver el sable del Teniente Coronel Maldones al tiempo que permanecen invisibles los indios que fueron muertos por éste en las genocidas conquistas del desierto y del Chaco donde participó y alcanzó su grado militar. La exhibición del Museo Adán Quiroga es, entonces el alegato de la extinción de los pueblos indígenas. El público que visita el Museo Adán Quiroga marca picos de hasta 2000 visitantes en el mes de julio. Sin embargo, lo relevante es que la mayoría de ellos son alumnos de los niveles EGB y Polimodal que asisten bajo la tutela de los docentes de historia y ciencias sociales. Por lo tanto, una gran parte de los jóvenes de la ciudad de Catamarca recorrieron alguna vez su exhibición y por lo tanto aprehendieron su narrativa. Creemos que son importantes las dificultades que podrían tener los estudiantes, y en general todo visitante, para articular una crítica al discurso histórico del museo. En primer lugar, porque la visita es parte de la

(4) Esto no implica que los objetos del período republicano que se hallan en las vitrinas no fueran utilizados por indígenas, sin embargo, la selección y disposición de los objetos expuestos en la sala colonial, mas que remitirnos a los distintos usos de estos objetos por diferentes sujetos sociales entre ellos los indígenas, se vinculan a mostrar el proceso de consolidación del estado nación argentino.

enseñanza impartida por sus maestros; en segundo lugar, porque el relato cuenta con el aval del museo como institución (Alvarado et al. 2003, Funari 2001, Endere y Curtoni 2003, Podgorny 1999), pero lo más importante quizás, sea el hecho de que se trata de un relato que no está enunciado. De hecho, no es aprehendido como una forma discursiva, sino que lo es por medio de la experiencia corporal que resulta del transitar entre los objetos. Este transcurrir por pasillos y salas que delimitan espacio-temporalmente la forma en que debe ser reconocida y narrada la historia de Catamarca, no sólo demarca una forma de aprender la narrativa, sino también de vivirla, y de esta manera, queda impresa en los cuerpos de aquellos que experimentan la visita. Esto que es aprendido por el cuerpo “...no es algo que se posee, como un saber que uno puede mantener delante de sí, sino algo que se es. [En este sentido, este saber nunca está] separado del cuerpo que lo porta, sólo puede ser restituido [hecho discurso] al precio de una especie de gimnasia destinada a evocarlo...” (Bourdieu 1991: 124125). Cuando sucede esto, las posibilidades de objetivación de estos saberes y por consiguiente su sometimiento a crítica, entra ya en conflicto no sólo, como ya mencionamos, con la enseñanza formal discursiva de la escuela y la legitimidad institucional del museo, sino que también encuentra una resistencia que proviene del cuerpo mismo del individuo, de esa memoria corporal aprehendida durante la visita al museo. De esta manera el museo re-estructura el pasado, definiendo la manera en la que se cuenta la historia a través de la presentación de los objetos. Es decir que estos objetos son colocados en el museo de una manera tal que constituyen un sistema estético que crea y fija los significados (Shanks y Tilley 1987). Las narrativas arqueológicas que se constituyen en discursos públicos acerca de lo indígena y su historia dejan un mensaje claro: los indígenas, cuya existencia es científicamente contrastable en el pasado, no han llegado al presente. Se entiende,

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Fig. 14. Disfraces de la comparsa “Indios diaguitas y calchaquíes” de Mutquín, de reciente confección, exhibidos junto a vasijas prehispánicas y coloniales en la sala de arqueología.

entonces, por qué para muchos los indígenas están de más en el futuro. Esta narrativa en el contexto histórico-político particular en que vivimos, donde la presión sobre las tierras de comunidad se ha incrementado, produce que las posibilidades de condensación o sutura de una identidad indígena queden estrechamente limitadas. Esta limitación es doble: por un lado, la enseñanza formal de la escuela, tanto en los centros urbanos como en las mismas comunidades campesinas, narra una historia de aniquilación de lo indígena, reafirmada frecuentemente por los textos arqueológicos, mientras que, por otro lado, esta narrativa es materializada y así fijada en los museos a manera de monumentos de una memoria ‘inmemorial’. Esta doble limitación promueve el no auto-reconocimiento y en aquellos casos en los que éste se produce, promueve la deslegitimación del mismo por parte de los otros no indígenas, apareciendo en el repertorio de

estigmatizaciones sobre el indio, el sino del “indio trucho”.5 No pretendemos en este trabajo haber descubierto “el mensaje oculto” del Museo Adán Quiroga pues no existe tal cosa. En su sugerente teoría de la desnudez arqueológica Gnecco advirtió sobre la futilidad de intentar semejante tarea. Indicó que “todas las relaciones están en la superficie y que no es posible develarlas, puesto que nunca han estado ocultas, sino solamente describirlas” (Gnecco 2003:7). El desafío, entonces, consiste en cambiar la mirada de modo que resulte visible aquello que nunca hemos mirado y que, sin embargo, siempre fue evidente. Nos preguntamos de un modo más concreto ¿cómo poner en crisis el mensaje del

(5) Suele usarse el término “trucho” para designar algo que es falso, pero que tiene pretensiones de pasar por auténtico.

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museo? Lo primero que se le viene a uno a la cabeza es la necesidad de modificar la disposición de la muestra de manera que ese corte tajante en la narrativa histórica resulte, al menos, atenuado. Sin embargo, implicaría considerar que se trata de un “error” en el relato. Esto, a su vez, significaría que existe un relato correcto de la historia uno que, subsanados los errores, resulta verdadero. Por ese camino, sin embargo, sólo terminaríamos consagrando una nueva narrativa hegemónica con sus propios cortes, omisiones y negaciones cuando, en realidad, lo que deberíamos hacer es mostrar al público que visita el Museo la multiplicidad de interpretaciones posibles acerca de la historia. El contraste de los relatos no sólo pondría en foco la situacionalidad de cada unos de ellos, sino también habilitaría la reflexión sobre su sentido político. Esto, claro, implica la creación de nuevas formas de exhibición que permitan experimentar distintas narrativas y sin duda

que allí deberían participar distintos actores sociales, pero en especial las comunidades indígenas cuya historia es narrada por el Museo pero que nunca son, sin embargo, el sujeto que las enuncia. Aunque en Catamarca son aún tenues, hay evidencias de que esta situación se está revirtiendo. En los últimos años otras voces han comenzado a disputarle a la arqueología y a la historia el lugar privilegiado de enunciación de discursos históricos del cual gozaron durante mucho tiempo (Funari 2001, Gnecco 1999, Segobye 2006a y b). Las comunidades indígenas haciendo frente al prolongado despojo al que fueron sometidas, se niegan a desaparecer. En este punto los arqueólogos no podemos evitar tomar posición. La encrucijada define dos caminos posibles: continuar relatando la extinción de los pueblos originarios, cuyas voces resuenan cada vez más fuerte, o comenzar a desandar la senda de aquella ruptura metafísica.

Abstract: We are interested here in exploring the role that plays the archaeological narratives in the construction or the image of indigenous people and their history in the province of Catamarca, Argentine. By a spatial and discursive analysis of the exhibition of the “Museo Arqueológico Adán Quiroga”, we will sustain that this narratives relegates the indigenous to the pre-Spanish past, at the time that affirm their extinction during the first moments of the colony. This narratives could not only damage the possibilities of self identity affirmation by the indigenous people, but their create doubts in the legitimacy of those identities and the wrights that assist them.

Keywords: narratives, public archaeology, identities, indigenous, museum

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Resumen: El proyecto propone lograr el conocimiento integral de la historia, situación socio-cultural-económica y biológica de una población: Azampay, elegida como Localidad Piloto para elaborar una metodología de intervención dentro del campo de la investigación-acción, propio de la antropología, que permitirá su posterior aplicación a otras localidades de similares características donde se reitera la asociación de pequeñas poblaciones rurales, no partícipes del PBI, asociadas a importantes ruinas arqueológicas aptas para su inserción dentro de planes turísticos.

Palabras clave: antropología - investigación/acción - turismo arqueológico

Introduccion Este Proyecto de Investigación en Ciencia y Tecnología Orientado fue presentado y aprobado por la FONCYT, se desarrollará en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Catamarca, sus áreas temáticas son Ciencias Humanas, Tecnologías del medio Ambiente, Agrarias y Forestales y se enmarca en la categoría Desarrollo de técnicas innovativas para actividades científicas, turísticas y culturales. Azampay (Belén. Catamarca) es una típica población rural serrana cercana a los

*CONICET-UNLP **UNCA- FCEyN

300 habitantes. Su economía de subsistencia la caracteriza como marginal, ya que su escasa producción (vides y nogales) no contribuye al PBI provincial. Los estudios antropológicos realizados (Maffia et al, 2001; Sempé, Salceda y Maffia, 2005) muestran un intenso proceso de migración juvenil a los centros urbanos regionales (Belén) y a la capital provincial, para ocupaciones como trabajo doméstico o changas. La población estable está constituida por adultos mayores y niños en crianza o edad escolar que presentan un marcado grado de malnutrición proteico–energética (Padula et al., 2005). Hay abandono de estilos de vida tradicionales como: producción artesanal (artesanías en cuero, alfarería, tejidos, entre otros) y pastoreo de camélidos. La agricultura es familiar: producción de zapallo, choclo, algún 73

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nogal y pequeñas vides, restringida a la periferia de las casas. Hay manejo inadecuado e insuficiente de riego por inundación y cupos en las horas de agua, que perjudican a los nutrientes del suelo. El poblado esta implantado sobre un extenso sitio arqueológico constituido por un pueblo con fortaleza amurallada (Pucará) sobre un cerro, andenes de cultivo al pie, recintos de vivienda y profusión de estructuras hidráulicas; boca tomas de agua, represas de almacenaje y canales de riego de una envergadura notoriamente contrastante con la situación actual. Azampay ejemplifica al promedio de las poblaciones rurales catamarqueñas de altura, con similares problemáticas y marginación sociocultural; estas condiciones diagnosticadas sobre los resultados de la investigación multidisciplinar desarrollada durante los últimos diez años nos permiten tomarla como una localidad piloto de estudio. En las reuniones científicas sobre desarrollo rural se ha resaltado la necesidad de buscar “nuevos enfoques” a las problemáticas que plantea la “sustentabilidad social y ambiental y la participación de los actores” y por ende “las interacciones sociales, políticas, económicas e institucionales” (Manzanal, Neiman y Lattuada Comp., 2006).Consideramos que puede lograrse un desarrollo socioeconómico, sin abandono de las formas de vida tradicionales, a través de la aplicación de un nuevo concepto de técnicas de gestión ecológico-cultural sostenibles. Por sostenible entendemos la aplicación de la tecnología y el conocimiento del grupo local para sostener su desarrollo. En tanto que, como sustentable consideramos la capacidad ecológica propia del medio Por sus características geográficas, ambientales y arqueológicas la localidad de Azampay es un laboratorio ideal para comprender las imbricaciones y sutilidades del desarrollo de la ocupación humana en el NOA. La caracterización de la biodiversidad y la identificación de los recursos disponibles servirán como punto de partida para ampliar las capacidades económicas de la población

local y revalorizar las ruinas indígenas, que no pueden separarse de su paisaje. El objetivo del proyecto es Elaborar un modelo que permita implementar técnicas de gestión ambiental sostenibles por parte de la sociedad actualmente implantada en el lugar, que asegure el logro de una mayor calidad de vida y que genere un íntimo compromiso con el medio en su sentido más amplio, recuperando el patrimonio natural y cultural tangible e intangible de la comunidad. Enfoque teorico metodológico y discusion de la problematica: En esta experiencia piloto, las líneas de acción toman la potencialidad sustentadora regional y la capacidad demostrada por los grupos humanos a través del proceso de desarrollo cultural local para proponer diferentes alternativas en el aprovechamiento de los recursos. La población actual se asienta sobre un espacio natural con un rico pasado cultural, que se ha ido perdiendo progresivamente. Poner en valor este patrimonio y demostrar su viabilidad práctica actual constituye un proyecto de investigación-acción que la provincia podrá llevar adelante en la búsqueda de una mayor equidad social. Hoy la comunidad es de menor envergadura en cuanto a número y requerimiento y, en función de la falta de desarrollo y actualización tecnológica, ha constreñido sus posibilidades de crecimiento. En cambio, el modelo cultural precolombino muestra una comunidad asentada y sostenida en ese medio con una población de mayor densidad, mayores requerimientos y redistributiva respecto a otras localidades cercanas. Las acciones proyectadas sobre la población actual tienen por finalidad elaborar un programa de mejoramiento de la calidad de vida, recuperar las tecnologías tradicionales y finalizar las tareas arqueológicas necesarias para la puesta en valor del patrimonio arqueológico.

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El problema será abordado a partir de la necesaria caracterización del medio natural y su aprovechamiento sostenido y del estudio y diagnóstico biocultural y social de la comunidad realizado (Sempé, Salceda y Maffia, 2005), que ha puesto en evidencia las problemáticas que afectan a la población que vive en un nivel de subsistencia socioeconómica, en una situación de marginalidad respecto del PBI provincial y, en relación al pasado regional, ha reducido su tecnología agro pastoril y telera pauperizándose respecto al recurso agua, su manejo y superficie de suelo explotada. En este proyecto, que busca desarrollar un modelo productivo para la recuperación sociocultural de poblaciones marginales de la provincia de Catamarca, se tomará el concepto de capital social para visibilizar “las relaciones de integración intracomunitaria” y la capacidad de los actores para “relacionarse con grupos extracomunitarios” (Moyano Estrada, 2006), que hemos analizado en la etapa diagnóstica (Maffia et al., 2002). Se ha cuestionado e incluso debatido la factibilidad de lograr un desarrollo rural que elimine la pobreza en el marco de las políticas sectoriales y macroeconómicas, que se caracterizan por su negatividad o neutralidad en cuanto al sector rural y que estimulan los agro negocios (Lattuada et al., 2006) y el desarrollo en detrimento de la agricultura familiar. Las formas de compensar las asimetrías generadas son promovidas por programas de contención social a sectores pobres y marginados (planes trabajar) de la red económica nacional o provincial, no solucionando los problemas de desnutrición y atención primaria de la salud como los que hemos detectado en nuestro trabajo previo de investigación (Padula et al. 2005; Storino et al. 2005). Con la aplicación de tecnologías de gestión de recursos de base antropo-tecnoecológicas, se espera que, a partir del aprovechamiento de recursos locales que otorgan ventajas comparativas, la población logre un posicionamiento positivo en el desarrollo socioeconómico y cultural.

Son ventajas el agua, la agricultura y la ganadería, que mejorarán la calidad de vida y el estado de salud de la comunidad, revirtiendo el proceso de empobrecimiento y desnutrición a que está sometida. En particular, el patrimonio arqueológico local es considerado una ventaja comparativa primordial para desarrollar una nueva línea productiva basada en el conocimiento de su historia y en el aprendizaje básico y capacitación en gestión turística. Los nuevos enfoques en desarrollo rural territorial, han remarcado que “los territorios deben ser estudiados desde la noción de campos de Pierre Bourdieu” (Abramovay, 2006). Lo que coincide con nuestro supuesto inicial que las formas de asentamiento y explotación de recursos poseen una articulación interna, que se ha ido adecuando a los cambios ambientales ocurridos durante los últimos XXI siglos, resultando en un paisaje construido. La hipótesis es que el paisaje resultante en cada momento histórico explica las variaciones demográficas y los procesos diacrónicos de disminución/aumento de población del valle ya que las formas de producción dependen de las normas sociales en una “determinada situación histórica y social” (Bourdieu, 1999: 27). Ello permitirá dilucidar las formas históricas de articulación del hombre con su medio en la localidad y, en su proyección, elaborar una prospectiva de acciones para mejorar la condición actual de la población. Las hipótesis subsidiarias son: (a) el patrimonio arqueológico puesto en valor modificará el paisaje actualmente construido funcionando como un nuevo recurso para la población local y (b) la puesta en funcionamiento del sistema hidráulico arqueológico provocará un mejor uso del agua, suelo y tecnología agro-pastoril que se reflejará en el incremento del nivel actual de producción de la comunidad. Así, la gestión ambiental como conjunto de actividades de administración de los recursos existentes y propuesta de nuevas alternativas para el desarrollo regional, posibilita la planificación de estrategias de 75

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abordaje y aplicación de técnicas particulares en cada una de las líneas identificadas como principales para la región. Diseño de investigacion Para completar el análisis de la comunidad humana, tanto presente como pasada, y sobre la base del diagnóstico preliminar realizado y del estado de avance del trabajo de campo, se llevarán a cabo las siguientes acciones: A nivel arqueológico se completará la excavación de los recintos de habitación en La Loma de Los Antiguos y en Carrizal. Se aplicarán técnicas tradicionales de excavación estratigráfica a fin de recavar información sobre modos de vida. La excavación de tumbas se hará con la finalidad de establecer costumbres e ideologías imperantes en la esfera de la funebria. Se realizarán fechados radimétricos para ajustar las secuencias culturales y establecer la adscripción cronológica de los materiales obtenidos. Se harán análisis tipológicos y de frecuencia y funcionalidad en base a los contenidos de los recintos y tumbas. A nivel biocultural se completará y testeará el relevamiento antropométrico en subadultos, se relevarán enfermedades predominantes identificando los modelos de atención a la salud disponibles, los factores que determinan la elección y acceso a cada uno de ellos y sus respuestas terapéuticas. Se obtendrán muestras no sanguíneas (indicadores), previo consentimiento informado, para estudios moleculares. Se evaluará el estado nutricional de la población local y se analizará la adecuación entre los marcadores biológicos y culturales de ancestría. Las técnicas a aplicar en cada registro de datos, así como los procedimientos para el procesamiento de la información, serán los convenidos y recomendados internacionalmente. A nivel ecológico se aplicarán técnicas de recolección de información hidrológica, pedológica, zoológica y botánica. Se clasificarán las aguas para riego y uso agrí-

cola aplicando índice de Relación de Adsorción de Sodio (RAS). Se analizará la calidad del agua (presencia de algas, análisis fisicoquímicos, biológicos, bacteriológicos y presencia de metales pesados) para establecer su potabilidad. Se incluirá el análisis de invertebrados acuáticos por su capacidad de bioindicadores de calidad. Se estudiará la composición faunística y florística local, su abundancia y riqueza y su valor como bioindicadores de cambios climáticos y ambientales. El análisis de la dinámica de los ambientes naturales permitirá conocer la historia del uso de los recursos en el área y el impacto de los agentes de perturbación –como explotación de rocas de aplicación, extracción de sedimentos de granulometría arena para su venta en actividades constructivas extralocales, extracción de leña y cría de caprinos- en el inicio de procesos erosivos como alteración de suelos, lavado de nutrientes, erosión laminar y remoción de partículas, formación de cárcavas, remoción en masa, desbalance hídrico, calidad del agua y alteración de cursos de agua mediante boca tomas, canales de riego y otras obras agrícolas. La localidad será dividida en sectores para su análisis estacional a fin de relevar composición y riqueza de especies presentes, evaluación de sus hábitat y micro hábitat y el rol desempeñado como bioindicadores ambientales, ecológicos y climáticos a fin de predecir impactos y diseñar proyectos de monitoreo ambiental a mediano y largo plazo, que darán base a los procesos de restauración a efectuarse en el área, como la reintroducción de camélidos y especies de explotación agrícola, en extensiones medianas a grandes, para el sustento alimenticio y económico de la población. Actualmente, en cuanto a la producción de alimentos, debido a la degradación del suelo, se observa una disminución notable de caprinos, con pérdida de masa corporal, valor nutritivo y producción de leche a causa de la endogamia. Se planifica (monitoreando el impacto sobre flora y fauna local) fomentar la cría y reproducción caprina, para utili-

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zar carne, cuero y productos lácteos, de alto valor nutritivo. Dada la degradación ambiental y la sobrepoblación de roedores por eliminación de predadores, se propone revalorizar Ctenomys como alimento -antigua fuente de proteínas comprobada a nivel arqueológico para pobladores prehispánicos- a fin de neutralizar su sobrepoblación y la degradación del suelo y comunidades vegetales. A nivel alimentos se utilizarán los métodos convencionales, determinación de proteínas, vitaminas, fibra bruta, cenizas, hidratos de carbono, materia grasa o extracto etéreo, acidez, PH y alcohol. En laboratorio se harán determinaciones de algunos oligoelementos presentes en alimentos desecados y análisis microbiológicos y parasitológicos de acuerdo a las características del producto, ajustado a la normativa vigente en calidad y genuinidad, utilizando instrumental estandarizado. Se analizarán propiedades inocuas para la salud de sustancias químicas tintóreas y estabilizantes de vegetales, útiles como aditivos, conocidas por la población local (aprovechamiento de saberes tradicionales). Además, por su aporte energéticovitamínico, cobran importancia los cultivos regionales de maíz, poroto, quínoa, papa y otros vegetales. En este sentido, se realizará una campaña asociada al fomento de la agricultura “a modo de educación no formal” incorporando buenas prácticas de cosecha y manufactura para presentar productos fabricados artesanalmente, generando una potencial actividad comercial. Para la elaboración de alimentos se implementará el aprovechamiento de energía solar en cocción y conservación de los mismos. A nivel hidrológico, se analizarán aspectos físicos, bióticos y socio-económicos para determinar la capacidad natural y las condiciones de sostenibilidad locales. Se caracterizará la geología, geomorfología, climatología, hidrología y suelos de la localidad para evaluar impactos positivos y negativos de las actividades programadas, estableciendo, en tiempo y forma, las

mitigaciones necesarias que darán lugar a producciones eco-ingenieriles y de sostenibilidad en el tiempo. Para su logro será fundamental la recopilación de: imágenes satelitales, fotos aéreas, cartas IGM, carta – imagen provinciales, cartas geológicas y de suelos, que facilitarán la fotointerpretación y determinación de características geológicas, sistemas de drenaje y presencia de paleocauces. Se referirá esta información a antecedentes de áreas próximas -caso cuenca Belén- lo que posibilitará una correlación general y su aplicación en base a los recursos hídricos de la región y de la zona que nos ocupa. Se definirán las geoformas generales, principales minerales constitutivos de la zona, presencia de fallas, diaclasamientos, potenciales sectores de erosión, determinación de zonas de riesgo geológico y presencia de elementos estructurales que permitan determinar el movimiento de aguas superficiales y subterráneas. Se realizarán tareas de campo con toma de muestras para establecer composición mineralógica a través de técnicas de cortes delgados. La información geológica y geomorfológica, será volcada en mapas temáticos para caracterizar el área y sus potenciales afectaciones por incorporación de infraestructura. Se instalará una estación meteorológica para la determinación de parámetros básicos: precipitación, temperatura, viento, heliofanía y evaporación, aplicando la reglamentación del Servicio Meteorológico Nacional. Los parámetros recopilados y los obtenidos por la medición serán estadísticamente calificados, ordenados y procesados y se establecerán condiciones extremas mediante leyes probabilísticas. La información se graficará para diferentes períodos y parámetros. Las precipitaciones se analizarán con un programa específico, determinando curvas del tipo Intensidad – Duración – Frecuencia. Se caracterizarán los recursos hídricos superficiales, definiendo condiciones de máxima/mínima y valores de módulos para identificar aprovechamiento y protección frente a eventos extremos. Para determinación de 77

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condiciones medias se utilizarán técnicas de correlación hidrológica, dada la escasez de datos regionales. Se completarán análisis de características fisiográficas, hídricas y climáticas de la cuenca correspondiente, apoyando el proceso de correlación. Para determinar máxima y mínima se utilizarán modelizaciones matemáticas -en base a las características fisiográfica de la zona, las curvas Intensidad – Duración – Frecuencia- para la determinación de hidrogramas de crecidas de las diferentes recurrencias asumidas para los eventos. El programa previsto es el HEC-HMS. En relación a períodos de caudal mínimo se realizará el balance hídrico del área, definiendo períodos críticos y condiciones extremas a tener en cuenta en relación con su productividad. En aguas subterráneas se registrarán: puntos de surgencia, esquemas de infiltración y determinación de condiciones de suelos y cobertura, cantidad de agua infiltrada y características del proceso. Se trazarán perfiles geoeléctricos para determinar capacidades de acuíferos y presencia de aguas subterráneas. Para caracterizar el recurso agua, propiamente dicho, se procederá al aforo de la corriente instalando una estación limnimétrica en una sección adecuadamente diseñada. Respecto a su calidad se realizarán monitoreos, en diferentes épocas del año, de características físicoquímicas (componentes y cantidad en dilución, metales pesados.); biológicas y bacteriológicas (establecimiento de parámetros OD, DBO5, DQO, coliformes totales y fecales) con toma de muestras en secciones previamente planificadas para detectar problemas puntuales y su variación en tiempo y espacio. Conjuntamente se relevarán caudales, ya que la relación caudal-presencia de determinados componentes está íntimamente relacionada, completando la información con determinaciones in-situ, tales como pH, conductividad, OD, temperatura del agua y del aire. Especial atención se dará a la infraestructura hídrica de época prehispánica que permitió la generación de andenes de cultivo y su aprovechamiento para la producción

alimenticia. Se procederá a su relevamiento con técnicas de ingeniería hidráulica, registrando las estructuras existentes como obras de toma, conducción y abastecimiento. Comprendiendo en la actividad: pendientes, tipos de revestimientos, secciones de conducción, características del sistema de riego, relevamiento de las zonas de cultivos determinando la superficie y el tipo de suelo presentes, capacidad de la obra de toma y determinación de cotas de dominancia. Se elaborarán planos de las estructuras relevadas y se completarán los sistemas a los efectos del análisis de las tecnologías aplicadas durante periodos precolombinos, ya que la distribución y manejo del recurso agua, constituyó la base de la selección del emplazamiento poblacional y sus sectores de producción. El conocimiento de dichas tecnologías permitirá establecer específicamente forma y disposición de recursos naturales básicos: agua y suelo, y las técnicas que dieron lugar a su aprovechamiento y sostenimiento. En cobertura actual, se harán campañas para completar mapeos, que junto a los tipos de suelos darán base para determinar condiciones de infiltración en los diferentes sectores de la cuenca de aporte, completando con determinaciones de humedad natural y condiciones de infiltración, mediante ensayos de doble anillo, para lo que se cuenta con equipamiento en la Universidad. En biodiversidad, a nivel faunístico se analizará y determinará la composición de mamíferos presente en el área, el grado de estacionalidad ambiental de la localidad (relevamientos estacionales de 15 días de duración entre otoño-verano en un año), con muestreos aleatorios y sistemáticos en base a capturas, registro de caracteres morfológicos y liberación. Se calculará abundancia relativa de mamíferos terrestres pequeños, aplicando Índice de Densidad Relativa, Indicadores de Riqueza e Índice de Sorensen (similitud). El registro de mamíferos medianos y grandes se hará por búsqueda activa aleatoria y sistemática mediante documentación fotográfica. En verano se aplicarán técnicas

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de conteo de individuos y censos de puntos fijos de observación, desde el bajo hasta las laderas orientales de las serranías del filo del Condorhuasi. Se aplicarán índices de frecuencias de individuos y prevalencia mediante proporción Davis-Winstead (1980). Se caracterizarán parámetros ecológicos de dinámica de poblaciones en especies sensibles a los cambios ambientales. Para asignaciones específicas se seguirá a Wilson y Reeder (1993) y en distribuciones a Redford y Eisenbereg (1992). A nivel florístico se analizarán las coberturas arbórea, arbustiva y herbácea (gramíneas y no gramíneas) en verano, primavera, otoño e invierno. Se realizarán transectas Este-Oeste, desde el bajo a la ladera, y Norte-Sur para recolección de muestras. El objetivo del relevamiento de flora es conocer la composición y riqueza de especies en la localidad. Se hará composición numérica de poblaciones, caracterización de recursos veraniegos de “dieta para fauna” mediante observación de consumo en campo, análisis microhistológico de heces en sitios de observación y encuestas a lugareños. La localidad se dividirá en sectores para análisis estacionales sectoriales, composición cualitativa de recursos tróficos de microfauna y macrofauna. La comunidad biótica se estudiará midiendo parámetros de diversidad, riqueza, abundancia y modelos de distribución (Lavilla y González, 1999) Los indicadores biológicos a nivel población-especies se definirán a través de sensibilidad a cambios ambientales, amplitud distribucional, evaluación continua de un ambiente sujeto a estrés, teniendo en cuenta la necesidad de diferenciar cambios naturales y culturales para establecer su relevancia en cuanto a evaluación de cambios ecológicos significativos. Estas evaluaciones son básicas para diseñar los procesos de restauración a efectuarse en el área tales como: incentivación de la ganadería caprina, reintroducción de camélidos y nuevas especies cultivables no presentes en la actualidad pero sí en el pasado precolombino. Se analizarán las

modificaciones fenológicas del hábitat y su impacto en la disponibilidad de recursos alimentarios de los gremios tróficos (Boletta et al, 1995). A nivel de la población actual será imprescindible su análisis en relación a producción y potencialidad, implementando procesos educativos cuyo objetivo sea superar la condición de marginalidad y concientizar sobre las ventajas comparativas existentes, como el valor patrimonial de la zona y de la producción local para el mercado interno en productos naturales y artesanías, requeridas en forma creciente. En base a las condiciones socio – económicas actuales de la población (marginal) se establecerá su potencialidad para la búsqueda de mercados y/o necesidades planteadas por estos. Se establecerán las condiciones de producción y su posible ubicación para lograr un proceso genuino de desarrollo regional, que parta de esta población como modelo y, a través de sus resultados, pueda extenderse al territorio. Se incorporarán dentro de estos estudios aspectos relacionados con la infraestructura vial y su disponibilidad actual, lo que permitirá facilitar la comercialización. En el marco regional, se considerarán las poblaciones vecinas, su condición de crecimiento, sus aspectos económicos y productivos y los programas institucionales en ejecución. Se elaborará un modelo de situación con fijación de parámetros de comparación para controlar, mediante la aplicación de nuevas tecnologías, las condiciones de crecimiento y los resultados transferibles a localidades de similares características de la provincia. Implementación de modelos productivos: La definición de líneas de base en el estudio de los recursos naturales actuales será el punto de partida para determinar su capacidad, principalmente agua y suelo, además de la general del ambiente para la recepción de nuevas tecnologías en relación con la implantación de modelos de producción y reimplantación de especies. 79

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A partir de ese conocimiento del medio natural y socio – económico, así como de las capacidades ofrecidas por los recursos, será posible implementar modelos de producción, que serán analizados y posteriormente aplicados a escala piloto, para su monitoreo, adecuación y puesta en marcha en mayores extensiones de producción y transferencia. En primer lugar es fundamental estudiar desde el punto de vista climático e hídrico los requerimientos de diferentes cultivos, en concordancia con un mercado realmente competitivo a nivel microproductivo. Para posibilitar este análisis se harán determinaciones de evapotranspiración natural y posteriormente requerimientos. En este caso se emplearán modelos implementados por Naciones Unidas a través de FAO, mediante los cuales pueden definirse con precisión: 1. Requerimientos de agua mensual para los diferentes modelos puestos bajo estudio. 2. Determinación de eventuales esquemas de cultivos de carácter mixto, para un óptimo aprovechamiento de los recursos naturales presentes. Para los modelos de producción, se completarán análisis de comercialización e inversión, implementando determinaciones de Valor Actual Neto (VAN) y Tasa Interna de Retorno (TIR). A través de estos parámetros será posible seleccionar el “modelo óptimo”, al que deberá incorporarse la variable social a tener en cuenta para las tasas. Esto garantizará su evaluación concreta ya que al estar tratando con una población marginal, la posibilidad de llevar adelante las modelizaciones a implementar, implica tener como principales componentes los recursos naturales y el hombre, dependiendo la aceptación del modelo de la capacidad de recepción y adaptación de este último. Por esta razón, la concientización de la población y la búsqueda de un modelo común con un objetivo claro, permitirán llevar adelante el proceso de cambio, donde el hombre marca, sin lugar a dudas, el principal hito y elemento de análisis que definirá el éxito de la misión emprendida. Por lo tanto, la búsqueda de una metodología que permita la incorporación

de estas variables, es el objetivo de base que deberá encontrar a su vez una forma de monitoreo hacia el futuro para permitir la determinación concreta de crecimiento llevado adelante. En los modelos de producción deberán incorporarse escenarios mixtos que tengan en cuenta producción agro-ganadera y actividades derivadas, tal el caso de la actividad textil, que en producción de materia prima, debe ser autenticada para lograr una comercialización de excelencia. Los modelos de producción contemplarán los resultados de los siguientes proyectos: a) Aprovechamiento de la infraestructura hídrica, b) Aprovechamiento de andenes de cultivo, con las adecuadas tecnologías de riego y producción, c) Reimplantación de camélidos en el área, d) Estudios alimentarios con base en la producción a ser implantada y e) Proyección de especies de tipo terapéuticos y de aprovechamiento industrial. La metodología y tecnologías a ser aplicadas se resumen a continuación: 1) Sobre la infraestructura se planificará la reposición del sistema en su totalidad, determinando las obras a ser ejecutadas y las metodologías para realizar las mismas, materiales, diseño y cálculo. En todos los casos los materiales a ser utilizados serán similares a los ya existentes y con aplicación de recursos locales. 2) En aprovechamiento de andenes de cultivo, y sobre la base de los suelos existentes, se planificara a nivel de modelo reducido un esquema que permita optimizar el sistema de riego que, sobre la base del primitivo, posibilite la incorporación de sistemas actualmente en uso llegando a una optimización general. Se implementará sobre el esquema precolombino la aplicación de surcos tecnificados, que elevará el rendimiento de agua minimizando pérdidas innecesarias. La producción se implementará en base a los resultados del modelo de desarrollo llevado adelante, para lo cual se realizarán pruebas piloto de diferentes tipos de cultivos, bajo andenes de diferentes ubicaciones, que permiten insolaciones es-

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pecíficas y que pueden llevar a una optimización de producción. 3) Para reimplantación de camélidos teniendo en cuenta andenes a reponer, biota y ecosistema, se implementará una prueba piloto, estableciendo monitoreos para verificación de resultados. Teniendo en cuenta la flora y fauna nativa se procederá a verificar la posibilidad de incrementar la cría y reproducción caprina, para el aprovechamiento de carnes, cuero y leche. 4) A partir de los modelos productivos implementados, el área de alimentación procederá al estudio de valores de poder nutritivo, complementación de alimentación, análisis de aportes energéticos y vitamínicos, tanto en cultivos propios de la región -que fueran allí domesticados- como de nuevos productos ya implementados en otras áreas de la provincia (vid de altura, durazno y manzana) con un enfoque de proceso agrícola con educación no formal, que incorpore nuevas prácticas de cosecha y elaboración de productos artesanales relevantes, contemplando cultivos de tipo terapéutico e industrial (tintes naturales para lanas). Se elaborará un Plan de Manejo de prueba para su implementación a nivel de la población local y su ulterior transferencia a poblaciones de similares características. Para lo cual el plan específicamente desarrollado será presentado ante autoridades provinciales a los efectos de su aplicación. El proyecto será llevado adelante en un modelo a escala reducida, lo que permitirá la permanente evaluación de resultados a los efectos de proceder a su ajuste y validación. La participación de la comunidad es imprescindible, así como la educación continua “no convencional” y la búsqueda del objetivo común. Relevancia del problema El estudio de sectores del país, en proceso de pérdida patrimonial cultural, caracterizados por un estado de marginación sociocultural y económica estructural, es de

vital importancia. Sus resultados son necesarios para realizar posteriormente un diagnóstico de situación que permita elaborar las bases para el desarrollo de políticas factibles, aceptables y aplicables que posibiliten modificar la situación de dichos sectores de población. En este sentido, el proyecto se propone lograr el conocimiento integral de la historia, situación socio-cultural-económica y biológica de una población: Azampay, elegida como Proyecto Piloto para elaborar una metodología de intervención dentro del campo de la investigación-acción, propio de la antropología, que permitirá su posterior aplicación a otras localidades de similares características donde se reitera la asociación de pequeñas poblaciones rurales, no partícipes del PBI, asociadas a importantes ruinas arqueológicas aptas para su inserción dentro de planes turísticos. A nivel de la historia ocupacional local, los estudios arqueológicos realizados y los fechados radiocarbónicos (ubicados entre 2400+60 y 220 +60 A.P), obtenidos durante la excavación de unidades constructivas, fortalezas, recintos habitacionales, andenes de cultivo y tumbas indican un largo y exitoso proceso de ocupación de la zona. Se ha constatado la existencia de una gran complejidad social para las comunidades allí asentadas desde un período Temprano Inicial (Sempé, Salceda y Desántolo, 2005) cuya adscripción cultural corresponde a la fase Río Diablo de la Cultura Condorhuasi, sucedida temporalmente con una muy extensa ocupación Ciénaga (Temprano propiamente dicho), con organización social compleja, asentada primordialmente en los bosques en galería del fondo de valle (Sempé, 2005) y con una importante secuencia de desarrollo en tres fases (González y Cowgill, 1975). Finalizado este primer lapso cultural (799 AC 540 DC) el Período Medio (540 DC – 950 DC) se inicia con una primera fase Barrealito de Azampay (Sempé y Baldini, 2002, 2005) de carácter multiétnico y gran complejidad social, con grupos alóctonos ingresando al valle, asentándose y dominando a los Ciénaga 81

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locales. En trabajos recientes (Salceda y Sempé, 2002; 2003), y con la finalidad de obtener el perfil paleodemográfico del valle, se han comparado inhumaciones actuales de los cementerios de Azampay y La Ciénaga, con las arqueológicas excavadas por Weisser en la década del veinte. Si bien el estudio de poblaciones precolombinas se ha realizado generalmente sobre sitios de habitación, el análisis comparativo de estos cementerios brinda evidencias estimativas sobre el tamaño de la población a partir de los datos de individuos inhumados, permitiendo así esbozar algunas tendencias a través del tiempo (Salceda y Sempé, 2005). La unidad doméstica de actividades múltiples con paredes de piedra en Barrealito, muestra a pequeños grupos agro pastoriles diseminados a lo largo del valle del Hualfín entre 540 y 700 DC (fechado LATYR). Para el Tardío (950 DC – 1480 DC) el valle del Hualfín fue el núcleo de acción geopolítica de la cultura Belén, a partir del cual se produce la expansión hacia zonas limítrofes con distinto grado de intensidad de ocupación o contacto, que señalan interacciones sociales diferentes (Sempé, 2005b). Las evidencias indican al proceso de organización sociopolítica del Hualfín como un señorío dominando al valle de Tinogasta. La continuación de las excavaciones y exploraciones de sitios arqueológicos, ha permitido trazar el esquema de la jerarquía de sitios de ocupación de la Cultura Belén definir y aislar sitios de cementerio. Para analizar la problemática sobre la organización sociopolítica alcanzada por la cultura Belén es necesario tener en cuenta que, desde el punto de vista arqueológico, es difícil diferenciar, por las estructuras remanentes, cuando se está frente a una tribu o ante Jefaturas o Señoríos que tienen sistemas más centralizados de control y de distribución de bienes. Service (1975) desde el marco teórico evolutivo marcó las variaciones existentes entre distintos grupos. El Señorío es una categoría de difícil definición, Steward y Faron (1957) señalaron la gran cantidad de variantes dentro de la misma.

Indicios de complejidad en la organización sociopolítica están marcados por la existencia de construcciones a gran escala que implican movilización de grandes grupos de personas y la larga ocupación de los sitios arqueológicos, hecho demostrado en el fechado del 1100 D.C. para el Cerro Colorado de La Ciénaga de Abajo (Departamento Belén) y otros mas tardíos, como los procedentes de la Loma de los Antiguos y Carrizal. Como rasgos asociados a las jefaturas Fiedel (1996) ha señalado la existencia de una comunidad más grande que el resto, generalmente con un lugar ceremonial. El sitio de Molino de Puerta de Corral Quemado con sus 110 recintos habitacionales es el más grande conocido para Belén y durante las excavaciones de 1969 se constató el carácter ceremonial de una de sus estructuras. En el sitio Cerrito Colorado, frente a La Ciénaga de arriba, González (1953) excavó una estructura con rampas, perteneciente a la cultura Belén, que interpretó como de carácter ceremonial. Sólo otros dos sitios son de gran tamaño: el Eje de Hualfín con 80 recintos y Azampay con 45. Otro rasgo indicativo de diferencias de jerarquía entre sitios es que la mayoría de la población reside en pequeñas aldeas, el tamaño promedio de los cuarenta sitios Belén, amurallados o no, es de veinte viviendas. Estos rasgos nos permitirían plantear no sólo la existencia de una jerarquía de sitios sino también la de variabilidad de lugares ceremoniales. González (1979), señala la importancia de la concentración de riqueza y la existencia de límites y espacios geográficos bien definidos. La distribución del material cerámico Belén nos habilita para sostener la existencia de límites claramente definidos para lo que pudo haber sido un señorío preincaico, que abarcaría los valles de Hualfín y Abaucán históricos, desde la fortaleza de Famabalasto en el Departamento Santa María hasta el río Colorado-Bermejo-Abaucán en el límite con La Rioja. En cuanto a la organización política son varias las citas en la documentación histórica que aluden a la existencia de un cacique principal y otros dos secundarios en la

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región Valliserrana y que al menos ocho parcialidades estaban sujetas a ellos (Montes, 1958). Fried Morton (1975) ha señalado la jerarquización como una consecuencia del crecimiento de la población y de la aparición de una economía redistributiva, rasgos que están muy definidos dentro de la cultura Belén. En especial si tenemos en cuenta el espacio ocupado por los andenes de cultivo en la localidad de Azampay, que superan los 10 Km² y las obras hidráulicas asociadas (Sempé, 1999), cuya producción consideramos debió ser redistribuida a otros sitios del valle. Según Athens (1980) la agricultura y la complejidad cultural tienen una relación causal inmediata. Considera a la agricultura en el rango de un ecosistema artificial, cuyo sostenimiento en ambientes áridos implica un esfuerzo de gran magnitud a través de la irrigación “las formas mas intensivas de producción agrícola no se desarrollarán o se adoptarán a menos que haya una razón que los compela a hacerlo” (1980:375). Este autor y Boserup (1984) coinciden en que la razón suficiente del gran esfuerzo de mantenimiento requerido para los sistemas agrícolas se relacionaría con el desequilibrio entre población y suplemento alimentario disponible. En los ambientes áridos y templados la producción agrícola anual varía considerablemente a causa de la escasez de granos, clima u otros factores. Esto incentiva la necesidad de estabilizar la producción aumentando los sistemas de irrigación nivelando terrenos, acciones que implican un fuerte aumento de trabajo y necesidad de mano de obra. Bajo estas condiciones la tendencia hacia la complejidad social es fuerte y el incremento del territorio es una forma de ayudar a conjurar las crisis surgidas por los cambios climáticos u otros desastres, cambios que ocurrieron hacia el 1100 D.C. Existe una relación estructural entre organización territorial, patrones de asentamiento y complejidad sociocultural que en las sociedades tardías valliserranas del NOA se evidencia por la naturaleza de los asentamientos, rasgo que fue señalado cla-

ramente por Tarragó y Nastri (1999). La expansión territorial de los estilos cerámicos y los patrones de asentamiento característicos permiten plantear la existencia de dominios y fronteras, que algunos autores han denominado como Señoríos o tradiciones socioculturales. Estas características son un emergente de la complejidad sociopolítica en un momento histórico y social específico. Resalta la diferencia de escala en los tipos de asentamiento Belén, tanto por su tamaño como por sus características (Sempé, 1999), en especial cuando existen lugares fortificados asociados a sitios dispersos, como sucede en la localidad de Azampay. Otro rasgo de complejidad es la ubicación relativa de los asentamientos en relación a la geomorfología del territorio y de los sitios entre si, cuestiones que estarían relacionadas con el costo en la toma de decisiones sobre el manejo de los recursos de producción, el movimiento de bienes y el almacenamiento. De esta manera el enfoque arqueológico sobre la complejidad cultural implica la medición de la variabilidad en tamaño del sitio y su forma, siempre comparando entre sitios contemporáneos (Wenke, 1985). Los incas dominaron una estructura sociopolítica preexistente y exacerbaron sus características productivas y redistributivas, hasta el punto que el sistema debió colapsar antes de la penetración hispánica. Al parecer sólo permitieron la permanencia de grupos o comunidades Belén muy dispersas, que entraron en un intenso proceso de transculturación hacia la cultura incaica y sus tradiciones asociadas. De acuerdo a las entrevistas realizadas a los actuales propietarios con hijuelas coloniales y a la carencia de documentación colonial, existe un hiato de información para el momento del contacto hispano-indígena. La población actual es de instalación reciente, en ella se observan una serie de rasgos en las modalidades de asentamiento y explotación de recursos que se asemejan a los del pasado prehispánico (Maffia et al, 2002), en la búsqueda de formas mas eficientes de producción y que responden a las restricciones de un medio ambiente árido. 83

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Como lo ha señalado Isla (2002), si bien el Estado es una presencia permanente para las comunidades rurales del NOA, consideramos que son las propias capacidades de la comunidad local actual las que permitirán alcanzar la autosuficiencia económica, despegando del nivel subsistencial para lograr una inserción activa en el esquema productivo provincial a través de la incorporación del recurso turístico, auspiciado particularmente por la provincia de Catamarca. La elección de la problemática y el enfoque dado se basan en estudios de investigación básica arqueológica, bioantropológica y sociocultural realizados durante los últimos diez años en la localidad (Sempé, Salceda y Maffia, Eds 2005) con apoyo económico de la SECyT, CONICET y UNLP y con la debida autorización de la Dirección de Antropología provincial. Al proyecto se integran docentes investigadores de la UNLP y de UNCa y Dirección de Antropología provincial con fuerte especialización en arqueología, gestión de bienes culturales, bioantropología y antropología social y una amplia experiencia en áreas que permitirán desarrollar en profundidad los temas relacionados al medioambiente y aprovechamiento alimentario y energético de los recursos, estos últimos, cuentan con importantes estudios sobre diversidad vegetal; agroalimentos, especialmente quínoa; producción apícola en el valle central y su relación con el componente florístico local; flora y fauna regionales; suelos, nutrientes y minerales. Han realizado además trabajos de evaluación y manejo de recursos naturales; gestión de agua y suelo; análisis hidrológico de cuencas, manejo del recurso hídrico e impacto sobre los mismos, en transferencia de servicios a terceros por encargo del gobierno provincial y de otras instituciones Ta m b i é n s e h a h e c h o é n f a s i s s o b r e comportamiento animal especialmente de camélidos. En el área de alimentos han ejecutado proyectos en la facultad de Ciencias Exactas y Naturales acreditados en la UNCa.

El grupo de trabajo está conformado por Responsables: Sempé, María Carlota (Director); Salceda, Susana Alicia; Nazar, Domingo Carlos. Integrantes: Calandra, Horacio Adolfo; De La Fuente, Guillermo Adrián; Delfino, Daniel Darío; Filippín, Ana Julia; Lizarralde De Grosso, Mercedes Sara; Lomaglio, Delia Beatriz; March, Juan Manuel; Martínez, Nora Beatriz; Martínez, Susana Elisa; Perea, Mario del Valle; Pozzi, María Teresa; Quevedo, Gloria del Valle; Quiroga, Alejandro; Ratto, Norma Rosa; Salas, Liliana Beatriz; Zagorodny, Nora Inés Becarios de posgrado: Ramallo, Virginia; Strasser, Georgina; Vilches, Fatima Edith; Zubrzycki, Bernarda Reflexion final En los últimos años, se han difundido las corrientes que apoyan el desarrollo sustentable y sostenible, definido como aquel que es capaz de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las del futuro, el cual se ha posicionado hoy como la alternativa válida frente a los modelos de desarrollo puramente económicos, que por años han ignorado al ambiente y al desarrollo de pequeñas comunidades, desencadenando procesos de destrucción y agotamiento de los recursos naturales y de los bienes culturales. Este es un proyecto de desarrollo que basa su filosofía de trabajo en el reconocimiento de una complementariedad esencial entre investigación básica e investigación aplicada incluyendo a distintas disciplinas antropológicas e integrando otras en el marco de las Ciencias Naturales y Tecnológicas. Procura, en definitiva, responder al ideal de desarrollar y transferir conocimientos desde la universidad a la sociedad, a los organismos de gestión y al sector privado para contribuir así al afianzamiento idóneo del mercado de trabajo vinculado al Patrimonio Cultural y Natural.

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Se plantea que “la recuperación de las tecnologías tradicionales y la puesta en valor del patrimonio arqueológico producirá un mejoramiento en la calidad de vida de la población rural local mediante un aumento del nivel actual de producción de la comunidad derivado de un mejor uso del agua y del suelo e incorporando tecnología para el manejo agro pastoril”. Del mismo modo la puesta en valor del patrimonio cultural arqueológico y ambiental en el conciente comunitario y la capacitación de los pobladores en técnicas de gestión ambiental y patrimonial permitirán sacar del aislamiento y marginación a la población local Concretar los objetivos del proyecto implica desarrollar acciones en torno a la Reinserción Productiva de la Comunidad Actual. En estas actividades se contemplaran todos aquellos estudios que hacen a la identificación y evaluación de los problemas, para su posterior intervención, que devienen de las actividades económicas tradicionales perdidas, el pleno y sustentable manejo del medio natural, el estudio de tecnologías que hagan más eficientes los procesos de desarrollo productivo -fundamentalmente agro pastoril- apoyando la recuperación de los sitios arqueológicos involucrados. El proceso deberá permitir la puesta en valor del patrimonio cultural local a través de la concreción de un parque arqueológico y museo de sitio, así como la materialización de un centro de interpretación para tareas de extensión a la

comunidad local, regional y, en general, para el visitante. Toda esta actividad se planteará como un proceso sistémico, ya que el desarrollo de una actividad necesariamente conlleva al logro del objetivo. La construcción de un Modelo Productivo y de Desarrollo aplicable a localidades de similares características, permitirá la inserción de las comunidades en planes turísticos provinciales y nacionales y la capacitación de recursos humanos locales que hagan posible esta aplicación, como así también la valoración de resultados para definir beneficios y establecer mejoras continuas en lo que hace a una inserción laboral idónea. Dentro de estas tareas se considerarán estudios que hacen a mercado y comercialización de productos para el desarrollo comunitario concreto. Así se habrá logrado una recuperación de identidad, un aprovechamiento y sustentabilidad del medio y un desarrollo de la comunidad con un adecuado nivel de calidad de vida. Los investigadores en su totalidad asumen un compromiso profundo tal cual es llevar adelante un nuevo proceso contando para ello con una población allí presente, siendo el principal desafío el incorporar al hombre dentro del proceso y tratar en forma conjunta de establecer la recuperación y cambio que lleven a concretar el objetivo, cual es el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de esta población y de aquellas en las que será posible su implementación a futuro.

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Poblado de Azampay. Belén. Catamarca

Andenes arqueológicos y Recinto en el Pucará de Azampay

Fiesta en la escuela

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Abstract: The aim of this project is to attain the comprehensive knowledge of the history and socio-cultural-economic and biological situation of Azampay’s population -the Pilot Locality- to elaborate an intervention methodology within the research-action field characteristic of anthropology. This will enable its later application to other localities with similar characteristics which present a repeated pattern of associated small rural populations outside GDP and related to important archaeological ruins which could be considered in future tourist plans

Key words: anthropology- research/action- archeological tourism

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GUANABACOA COMO UNA “EXPERIENCIA” INDIA EN NUESTRA COLONIZACIÓN: LOS RETOS DE LA ARQUEOLOGÍA PÚBLICA Lourdes S. Domínguez*

Resumen: El artículo trata de la experiencia indígena de Guanabacoa, Cuba, asentamiento de principios de la colonización ibérica en el Caribe. Las cuestiones de la etnicidad y de la participación de la comunidad en la interpretación arqueológica muestran como una mirada a partir de la Arqueología Pública puede ser original y constructiva.

Palabras-clave: indígenas; Guanabacoa; colonización.

Introducción Cuba fue la primera de las Islas de las Antillas Mayores en descubrirse, pero también la última en ser colonizada; cuando los españoles llegaron a nuestras costas habían experimentado, en gran medida, diferentes métodos de colonización, tanto en las tierras reconquistadas en el sur de España como en las Islas Canarias. (Colectivo autoral, 1994.) De la Factoría pensada por Colón se pasó con rapidez a la Colonia por poblamiento, organizándose de esta manera a los grupos autóctonos para el trabajo en una forma que al inicio se llamó “encomienda”, este sistema concebido en la Metrópoli pudo ser medianamente ideal en un primer momento, y en apariencias era humano y necesario, por el cual sólo se pedía a los aborígenes que se catequizaran. En realidad fue una repartición de hombres para con ellos establecer una esclavitud encubierta.

*Oficina del Historiador, [email protected]

Havana,

Cuba,

Este método de aplicación dual se escudó en el mecanismo de la cristianización, mostrándolo como objetivo principal, recuérdese que España en ese momento era la campeona de la cristiandad, pero en verdad la única aspiración era organizar la población indígena para con ella abordar nuevos modos de laboreo, dándosele una apariencia legal a una cruel y despiadada explotación de su fuerza de trabajo. Entre 1524 y 1555 se lleva a cabo la fase continental de la conquista y colonización de América, pero dentro de este período, en 1542, se dictan las Leyes Nuevas y con ellas la abolición de las encomiendas, manifestándose la Corona sobre la misma, como obsoleta y contradictoria. Esto fue el resultado de las presiones ejercidas en la Corte a tal efecto, por esta razón España determinó ensayar otros procedimientos con resultados similares; surgió así el Plan de la Experiencia, y se escogió a Cuba para su primera puesta en escena. Se adoptaron nuevas fórmulas para la creación de núcleos indígenas, ejemplificadas en los casos del Caney en Santiago de Cuba y de Guanabacoa en La Habana, para evitar 89

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su deambular por estas prominentes ciudades que a la sazón se disputaban la primacía de la Isla. Lo acontecido en este proceso de conquista y colonización, a partir de los sistemas experimentados y aplicados, altera las normas y el equilibrio territorial e hizo bastante difícil el afán de reconcentrar de manera obligatoria a estos indios “vacos” o “vacantes” en reductos muy distintos a sus verdaderos pueblos (Ramos, 1992). Para adentrarnos en el estudio del proceso de colonización en la Cuba del siglo XVI, la vía documental y bibliográfica deja en verdad muchas lagunas en la información, por eso consideramos como uno de los imperativos de la investigación arqueológica moderna, crear la estructura y la estrategia apropiada para la interpretación de estos eventos a partir de las evidencias materiales, logrando así definir con más claridad lo ocurrido con estos pueblos en ese momento histórico concreto. De esta forma, y a partir de los conceptos de la Arqueología Histórica y de la Arqueología Pública (Funari 2001), es que debemos enfrentar la investigación en la actualidad. El estudio de este período de contacto y transculturación indohispánica a partir de los elementos de ambas culturas: aborigen (Robrahn-González 2000) y europea, es la línea conducente, pues los mismos perviven en dicho proceso a partir de criterios muy objetivos (Rives, Domínguez, Pérez, 1991). Encomiendas y experiencias El tratamiento hacia los indígenas de América fue para la política Real española de ese momento una actuación indecisa, los escrúpulos de tipo moral chocaban con los intereses económicos y se interrelacionaban con el proceso colonizador, al final vencieron los económicos. A partir de 1503 se autoriza a todos los hombres que viajan al Nuevo Mundo, en vías de conquista y colonización, capturar a los indios cuando hiciesen resistencia, pero acto

seguido se recuerda su carácter de “hombres libres por condición”. La ambigüedad nutre la documentación y la realidad se manifiesta de una forma distinta. Son constantes las menciones a la “guerra justa” o a la “guerra buena” (Pichardo, 1984), y de hecho no existe una línea consecuente para tratar el asunto. Así es realmente esclavizada la población autóctona, de una forma directa al principio y encubierta después, con la aplicación de sistemas como la encomienda. Esta llamada encomienda se desarrolló en las Indias y fue concebida como un patronato de favor Real sobre una parte específica de los naturales de estas tierras, no era para todos los indios, ni se aplicaba a todos los concentrados en establecimientos cercanos a las posesiones del encomendero o a los centros urbanos incipientes, las famosas Villas. Existía obligatoriedad por parte del encomendero español de instruir a los indios entregados en la religión cristiana y enseñarles los rudimentos esenciales, de la llamada vida civilizada al fiel de los europeos salidos del medioevo, así como defenderlos en sus personas y propiedades, a cambio se demandaba tributo en forma de trabajo, por considerarse privilegios las cosas que se les ofrecían (Franco, 1985). En la práctica “… los encomendados eran algo así como siervos de los encomenderos”, (Portuondo, 1953), pero en la realidad las encomiendas constituían una institución explotadora hasta límites insospechados del trabajo indígena, estos hombres fueron sometidos a un proceso de rápida desculturización. Las Leyes de Burgos son el principal soporte de este mecanismo diabólico. En Cuba, en 1513 y mediante Cédula Real, el conquistador don Diego Velázquez de Cuéllar inició los repartimientos de indios para ejecutar las encomiendas. La experiencia acumulada en La Española, le permitió propiciar una política de entrega de indios a partir de familias, pueblos o comunidades aborígenes completas, pues de esta manera no se desarraigaban y se lograban mayores rendimientos productivos.

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Entre 1516 y 1519, fracasadas las tentativas hechas con las encomiendas, se propone por los frailes Jerónimos y en especial por Rodrigo de Figueroa en La Española, efectuar los famosos “experimentos” que pretendían determinar la capacidad intelectual y política de los indios para valorar por sí mismos, pero siempre a la manera española, la forma de vida más adecuada. Este es un antecedente de las llamadas “experiencias indias” puestas en práctica en Cuba décadas más tarde y las cuales resultaron una manera inconsecuente utilizada por la Monarquía Española para intentar recuperar la productividad diezmada de las masas autóctonas. El historiador L. Hanke (1950) definió a las “experiencias” como “… el último acto en el drama de los experimentos para liberar a los indios”. El período de su implantación fue del 1525 al 1535, basándose siempre en la concentración de los aborígenes sin ubicación ni trabajo, llamados “vacos” o “vacantes”, en pueblos artificiales donde siempre hubiere clérigos para “adoctrinarlos” y guiarlos en sus labores, de esta forma los tendrían cerca y a mano para cualquier menester. Las autoridades de la isla de Cuba se niegan a aceptar este nuevo procedimiento, prohibiéndoselo a Pedro Mexía Trille, designado por el Rey a tal efecto. Con posterioridad este hombre le propuso a la Corona que encargara al Obispo la conducción de la “experiencia” y así se fundó el primer pueblo de indios en Bayamo, al oriente de Cuba. Esta prueba resultó un fracaso, el Rey ordenó un segundo intento y para ello designó al teniente gobernador don Manuel de Rojas, quien en carta al Monarca le dice que al tratar de poner en práctica su orden cree: “…Ha de hacer poco fruto según la enemistad que esta gente tiene con la gente española, por el mal tratamiento que le tienen hecho, tanto por sus culpas como por las nuestras”. (Chacón y Calvo, 1934.) Se trató de hacer otro ensayo en San Juan de Puerto Rico en 1520 pero se infiere el fracaso al no existir referencia alguna (Chacón y Calvo, 1934). El éxito mediatizado

de la proclamación de la libertad de los naturales a partir de las Leyes Nuevas en 1542 fue el segundo revés, porque estas jamás fueron aplicadas como estaban escritas y muy en especial por el rechazo de los colonos. Hasta 1553 no se pueden poner en práctica algunas soluciones que parafrasean estas susodichas leyes (Pichardo, 1984). Con toda la práctica acumulada por las tentativas y frustraciones se piensa como solución al problema de estos indios sin dueño, trabajo ni ubicación, merodeadores por las ciudades y creadores de grandes disturbios, la idea de reconcentrarlos tomando algunas de las estipulaciones promulgadas por las Leyes Nuevas, fue una salida y de aquí renace el caso de Guanabacoa, esta región se comienza a organizar a partir de 1555, emplazándose en la cercanía de La Habana, en esa época la capital de Cuba. Estrategias de la Arqueología Pública La Arqueología Histórica permite abordar nuevas líneas de trabajo, así como pensar en nuevas propuestas fuera de los planteamientos clásicos para el estudio de estos sitios de transculturación. La estructuración de las diferentes estrategias de clasificación de evidencias materiales, tiene su referencia en los objetos exhumados que presentan simultáneamente rasgos indígenas hispanos en su morfología, ello requiere de trabajos de campo concebidos dentro de un enfoque mucho más ágil. Los escasos documentos de esta época abogan también por una labor interdisciplinaria que agrupe etnólogos, arqueólogos e historiadores en la cual, el rol jugado por las evidencias materiales debe corresponder a la metódica arqueológica y al papel rector de estas investigaciones. Tenemos como ejemplo clásico el sitio El Yayal como representante de la etapa de contacto y transculturación en Cuba, cuyo análisis y enfoque metodológico permitió considerarlo como un interesante estudio de caso. (Domínguez, 1984.) 91

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Para realizar este trabajo es imprescindible la definición de estrategias arqueológicas concretas a partir de dos versiones del evento: a) Que el período de contacto está relacionado con la conquista y colonización y se puede considerar hasta mediados del siglo XVI. b) Que el período de transculturación se puede efectuar desde el inicio del siglo XVI y en épocas posteriores de acuerdo con el desarrollo del proceso histórico de cada pueblo. Para este primer momento, es válido utilizar el enfoque siguiente, sobre todo a la hora de analizar las evidencias. (Domínguez, 1980.) a) Materiales en superficie que no presentan variación intrínseca ni huellas de uso y reuso. b) Materiales de niveles estratigráficos definidos, con cambios intrínsecos y tienen evidencias de uso y rehúso. c) Un producto nuevo, la creación hecha por estos grupos mediante la simbiosis cultural. Puede ocurrir todo lo contrario en el enfoque del evento. Entendido a partirde 1550, las evidencias en este período reflejan cada vez menos los rasgos indohispánicos hallados y se pueden analizar de esta forma: Objetos de procedencia europea. Objetos de procedencia criolla bien definidos. Objetos de procedencia aborigen. A medida que pasa el tiempo los objetos indígenas serán cada vez más vestigiales, como ocurre con el ejemplo de Guanabacoa (Domínguez, 1989). El paso de la inferencia directa obtenida a partir de los restos arqueológicos detectados hace posible su contrastación con los hechos históricos, hipotéticos o comprobados por documentos. Estas son las características fundamentales de las evidencias que se consideran imponderables en esta etapa de transculturación.

(Robrahn-González 2001). Por ejemplo, la presencia en los contextos arqueológicos de cerámica indígena o de mayólica novohispana, identifican respectivamente a un grupo aborigen agroalfarero y a un sitio colonial, quizás del siglo XVII, estas muestras resultan válidas para la contrastación del evento histórico específico, pero es preciso ser cuidadoso, pues no permiten ir mucho más allá, a no ser que se examinen los materiales a partir de asociaciones significativas, y estas permitan reconstruir hechos y cronologar con seguridad. Grandes grupos de hallazgos de procedencia europea o de manufactura arahuaca antillana, ya sean de metal, loza, porcelana, cerámica o vidrio, presentes en un sitio arqueológico, pueden constituir de igual manera las huellas de un enclave europeo, de aborígenes españolizados, o de cimarrones, ya que en estos casos los objetos pudieron ser adquiridos de diversas formas, en el mercado, por robo, por trueque, etc. lo cual sería muy difícil de comprobar si no es a través de las relaciones significativas de las muestras entre sí y con otros elementos del contexto, o una posible existencia de documentación probatoria del evento. Otros aspectos de la investigación, como son los rasgos valorativos, la proporción de los materiales en general y en específico de la cerámica y teniendo en cuenta las características del residuario, permitirán tener una idea concreta, de si es un lugar de vivienda, un comercio urbano o campesino, palenques, cementerios, u otro. Estos parámetros deben fijarse con preferencia en el hallazgo o en el estudio de la muestra que denote transculturación. Las características particulares de las evidencias no deben ser criterios rectores que rijan la investigación arqueológica sino el intercambio con la documentación, si existe, o cualquier otro análisis como lo plantea la Arqueología Histórica, y sobre todo que permita la reconstrucción del evento, objetivo en sí de la investigación. En cuanto a los métodos de excavación y rescate en estos contextos, debe realizarse

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preferente con estratigrafía natural, teniendo especial cuidado en el espesor de la capa antropogénica, la cual se infiere debe ser exigua, por lo general en Cuba esta capa fértil no rebasa los 0.25 m, y matemáticamente nos da unos 5 mm por año suponiendo que el asentamiento sea de cincuenta años. La excavación en estratos naturales en este tipo de sitios es bien difícil y exige gran atención y cuidado en la colecta de superficie, la que se cumplimentará por medio del sistema de cuadrículas, y aportará después mayores posibilidades para el procesamiento de los datos, teniendo en cuenta el aumento de la extensión del área para poder ver en planta la expansión del fenómeno y poderlo entender mucho más integralmente. En estos casos las excavaciones reducidas sólo permiten apreciar una pequeña parte de la verdad. Estudio de caso: Guanabacoa y sus usos públicos Las Actas Capitulares del Cabildo de La Habana acreditan la creación de un poblado de indios fomentado el 12 de junio de 1554 en un paraje llamado Guanabacoa y dice así: “…que en armonía con lo tratado con los dichos indios se le hagan un poblado, por que estando así juntos se podrá tener en cuenta y razón de ellos” (Vidal Cirera, 1887). El afamado historiador Gerardo Castellanos (1948) plantea al respecto: “…ante la evidente situación decadente, degenerada más bien, y trashumante de los indios de esta región, se propusieron recoger a los mansos como a los rebeldes o jíbaros y concentrarlos donde ellos pudieran fomentar poblados, cultivar la tierra, establecer industria y vivir a su manera a condición de ciertas medidas u enseñanzas cristianas …”, lo que hizo que se convirtieran al tiempo, estos poblados en “… zonas de reducciones cual similares a corrales o presidios donde no hubo jamás propósito de enseñanza cristiana y nada más” (Castellanos, 1948).

Aunque el historiador Pezuela asegura que este pueblo de indios de Guanabacoa no lo será como tal hasta 1576, cuando se establece por documento y se alza en él una iglesia servida por la orden de San Francisco (Pezuela, 1868), hay referencias de que ya en 1530 los indios de esta zona son obligados a hacer “... sus conucos y granjerías” (Archivo Nacional de Cuba (ANC): Fondo Academia de la Historia (Donativo de Néstor Carbonell) AH – S – 715 – C - 441) y concentrarse para poder ser ubicados con mayor premura y certeza (Gómez, Rodríguez, 1991). Paralelo a esto va ocurriendo el fenómeno llamado desculturación (Ortiz, 1965) en las costumbres y prácticas tradicionales propias, consecuencia de la imposición de nuevas formas de comportamiento. Es lógico que esto se refleje en la vida material como se deduce del siguiente documento donde se habla de los bastimentos que debe llevar un grupo “... un par de rallos de cobre e algún burén de cobre pequeños e cebucanes...” (ANC AH - S - 298 - C - 31) donde se puede comprobar un cambio sustancial en la práctica ancestral de producción de casabe, con el uso del metal en un artefacto que siempre fue de barro. Otra modificación aún más significativa en la experiencia india de Bayamo se constata cuando se habla de los gastos de “... Doze pesos en oro en azadones y hachas para su labor” (ANC AH - S - 234 - C - 29), esto confirma la utilización de instrumentos de trabajo de hierro en la agricultura; válida es la referencia al hacha petaloide de hierro forjado aparecida en el sitio El Yayal, Holguín (Domínguez, 1984). También podemos ver esta situación en el uso de armas como “…ballestas, lanzas y espadas”, factibles de encontrar en los residuarios, al igual que herraduras, cadenas de estribo, estribos, cuchillos, y otros. En lo concerniente al material cerámico, se confeccionan enseres utilitarios llamados de forma equívoca “cerámica negroide” cuando en realidad es un tipo de cerámica transicional o transculturada muy abundante en los sitios coloniales, hecha de una greda 93

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muy parecida a la utilizada por los aborígenes, algunas veces levantada a torno, otras a partir del “coiling” o levantado a mano y quemada en hornos cerrados de mayor intensidad, o simplemente en hornos abiertos. A estos ceramios se les ha conocido por diferentes acepciones, entre ellas Colono Ware (Deagan, 1987), criolla (Rivera, 1992) y de transculturación (Domínguez, 1980). Su presencia en los sitios habaneros es cuantiosa, en casi todas las excavaciones hechas en esta región resulta abundante, como ocurrió en Calvo de la Puerta (Domínguez 1980); incluso en Nicaragua, en el sitio León Viejo, hay una simbiosis que da posibilidad al surgimiento de una cerámica la cual puede llamarse de transculturación. La documentación afirma la confección de este tipo de cerámica utilitaria en el sitio de Guanabacoa, donde hay referencias de su fábrica entrado el siglo XIX (Bremer, 1980). Hay discrepancias entre los historiadores guanabacoenses acerca de las fechas de fundación de este poblado de indios y también se discute el hecho de que no había ningún enclave aborigen en el lugar con anterioridad, estos aspectos han sido muy debatidos pero al respecto no se ha dicho la última palabra (Gómez, Rodríguez, 1991) y se contraponen planteamientos simples como la información surgida cuando el ataque de Jacques de Sores en 1555, en que los habaneros se refugiaron de las iras del corsario francés en el poblado de Guanabacoa (Eguren, 1986; Acosta, 1988). De acuerdo a lo expuesto de manera sistemática sobre la inexistencia de un poblado aborigen en Guanabacoa, pero con la certeza de que el lugar fue una “experiencia india o un pueblo de indios”, decidimos excavar en ella, pues esta localidad fue concebida de todas formas en el siglo XVI, y de una forma u otra, siempre para indios y por indios. La hipótesis de su posible enclave inicial aborigen fue uno de nuestros objetivos, la estrategia trazada, partiendo de esta hipótesis anterior, propició y dio base a este estudio de caso.

Al retomar el análisis historiográfico de Guanabacoa se nos ofreció un panorama muy favorable según los planos realizados por el historiador Pedro Herrera (c.p. 1986), construidos con su vasta información y donde concibe y plasma la ubicación en todo este terreno de dos posibles focos de asentamiento indígena. Estos lugares son La Loma del Indio — en la actualidad calle Estrada Palma—, pero que antes tenía el nombre de Calle de los Indios, al noreste de Guanabacoa, al sur, junto al arroyo del mismo nombre, tenemos el área de Tarraco, asociada a las calles Corralfalso y Cruz Verde, conocidas hasta la actualidad. En ambos lugares la toponimia nos animaba a preestablecer la posibilidad de encontrar lo buscado (Domínguez, 1989). Cuando la logística estuvo a punto, nos dimos a la tarea de realizar la primera fase de la investigación arqueológica: la prospección de las áreas de posible productividad, las mismas estaban urbanizadas y no existía ningún precedente de trabajo arqueológico sistematizado en la región, al inicio el rastreo nos llevó a situaciones muy complicadas, al estar tan utilizado el terreno la posibilidad de excavaciones eran bien escasas. En el intento, encontramos en las áreas escogidas numerosos inmuebles de bastante antigüedad, provistos de traspatios o patios aledaños, en los cuales por tradición oral familiar se decía que nunca se había construido y se podían considerar terrenos vírgenes. Se realizó una nueva consulta de la documentación con la ayuda de Herrera y decidimos escoger los dos primeros sitios, uno en cada área preestablecida, tratando de contrastarlos entre sí y siguiendo los preceptos marcados por Pichardo Moya, en los asientos aborígenes de la loma y el río, y al efecto resultaron Guanabacoa 2 (Loma del Indio) y Guanabacoa 3 (Tarraco - Cruz Verde, que es un arroyo). Durante los meses de mayo y junio de 1987 y de acuerdo a los pronósticos del tiempo (el suelo guanabacoense es muy propicio a la acumulación de agua por su activo manto freático) se comenzaron los

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movimientos de tierra, con el objetivo primordial de encontrar enclaves aborígenes y elementos de posible transculturación. Otro de los objetivos era calcular, con los materiales exhumados, el tiempo de estancia y el probable desarrollo socioeconómico del grupo o grupos humanos emplazados allí. Se excavó sistemáticamente en ambos lugares y en los dos cortes se llegó al sustrato estéril, moviendo unos 20 m 3 de tierra antropogénica. Las exhumaciones resultaron fértiles en todas sus capas y fueron controladas con rigor para su posterior estudio de laboratorio. Los cortes se planearon en escaques de 2.50 m x 2.50 m, divididos en cuatro secciones cada uno. En Guanabacoa 2 se planearon cinco escaques pero sólo se excavaron tres, y en Guanabacoa 3 se cortaron los dos previstos. El sistema metodológico utilizado al inicio y dadas las circunstancias de revoltura del terreno fue la estratigrafía artificial, en capas de 5 cm. A partir de los perfiles se hizo una prueba de cortes por capas naturales, las cuales estaban hasta cierto punto bien definidas, este sistema lo habíamos puesto en práctica en Nicaragua, en el sitio León Viejo en 1982 y nos había dado muy buen resultado. (Domínguez, 1993.) El trabajo arqueológico con capas artificiales primero y naturales después permitió un estudio de frecuencia en el propio campo, que brindó información para tomar decisiones en la orientación de los cortes. La profundidad osciló en todos los casos entre los 0.00 y 1.00 m. Las evidencias se comportaron con bastante abundancia. Todos los cortes resultaron ser polivalentes, debido a la densidad y variedad de evidencias de la vida material de los hombres, que en el decursar del tiempo, se asentaron en ella y sus inmediaciones. Terminado el trabajo de campo en estas jornadas, se pasó a la investigación de laboratorio, cuyo resultado demostró que no habíamos encontrado los enclaves aborígenes iniciales, aunque si pudimos observar en el sustrato antropogénico huellas fehacientes

de la presencia indígena de grupos agroalfareros, ellos debieron asentarse en estas áreas y por lógica, no se debía descartar una posibilidad de estancia prefundación como pueblo de indios, esto puede ser acuñado por la frecuencia de cerámica aborigen en sus formas comunes de ollas y burenes (Domínguez, en Gómez y Rodríguez, 1991). Nuestro objetivo, como hemos dicho, era buscar los primeros asentamientos aborígenes, pero en realidad debemos consignar, que sin querer, encontramos innumerables elementos de la cultura africana unidos al sustrato inicial de este pueblo, con hallazgos como cuentas de collares, azabaches, etc., relacionados en su gran mayoría, de alguna manera, con el desarrollo de sus creencias religiosas y la parafernalia usada por los Cabildos y otras instituciones de los cultos afrocubanos. Quedó bien esclarecido, a partir de los artefactos hallados, que estábamos ante un sitio donde el proceso de transculturación se había desarrollado, fueron exhumados instrumentos líticos realizados en el rehúso de piedras de fusil o pedernal (Rives, Febles, Domínguez, 1989) y también en una lámina gruesa de cristal blanco, posiblemente de un vaso del siglo XIX, trabajada con una tipología de tallado muy similar a las encontradas en 1986 en el sitio Laguna de Algodones, en la ciudad de Trinidad, al sur de Cuba (Febles, Domínguez, 1987). Estos objetos, de tan importante factura, fueron encontrados en el sitio G - 3 (Calle Cruz Verde) junto a otros elementos también valiosos, ello permitió la planificación de una cuarta excavación en las cercanías de esta calle y que será objeto de estudios posteriores. La cerámica con su capacidad diagnóstica, se presentó en ambos cortes, las muestras se ubicaron cronológicamente en una amplia línea de tiempo, por ejemplo encontramos tiestos de los siglos XVI y XVII con ceramios torneados como botijuelas, cazuelas, así como pastas porosas vidriadas con estaño y plomo, sin lugar a dudas mayólicas. Se presenta muy abundante la 95

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cerámica roja burda con o sin barniz de plomo, siempre en vajillas utilitarias o de cocina, lo que suele llamarse Morro Ware (Deagan, 1987). En cuanto a la gama de porcelanas y semiporcelanas aparecen restos en una frecuencia limitada, muy fragmentados y con poca posibilidad de reconstruir las formas, aunque permiten apreciar la existencia de diferentes tipologías que van desde la porcelana china de los siglos XVI y XVII hasta la inglesa del XIX. Debemos hacer notar la aparición de diferentes objetos rehechos a partir de desperdicios de otros materiales, un ejemplo son las fichas para jugar y sumergidores de redes hechos de la cerámica mayólica, realizados en este material por su docilidad, similares se han encontrado en algunas excavaciones de la Habana Vieja, especialmente en el sitio Calvo de la Puerta (Domínguez, 1984) y en Puerto Rico, en las excavaciones efectuadas en el antiguo Cuartel de Ballajá, en el viejo San Juan (Rivera, 1992). También el vidrio se consideró uno de los materiales más abundantes, sobre todo botellas de vino u otras bebidas pertenecientes al siglo XIX, así como vasos y copas. También hay gran cantidad de enseres de hueso y una buena muestra de restos de dieta.

Nuestra hipótesis de trabajo señala la posibilidad de que en este lugar hubiera existido un asiento inicial aborigen, es posible de la etnia arahuaca, esto no pudo confirmarse cabalmente, pero en cambio muchos de los artefactos encontrados en ambos cortes indican con certeza el desarrollo en los mismos del evento de la transculturación, permitiendo esclarecer algunas de las incógnitas manejadas, así mismo esta investigación posibilitó el acopio de elementos para el estudio de la etapa sociológica de la transculturación en un nuevo lugar de Cuba, y sobre todo esclarecer puntos sobre los pueblos de indios, como el que estamos seguros existió en Guanabacoa. Agradecimientos Soy muy agradecida al apoyo de la Fundação de Apoio à Pesquisa do Estado de São Paulo, FAPESP, pues fue gracias al esa apoyo que he desarrollado esta investigación, desarrollada en el Núcleo de Estudos Estratégicos (NEE), Universidade Estadual de Campinas, Brasil, así como de la Oficina del Historiador de La Habana, Cuba y de la Academia de Ciencias de Cuba. Como profesora invitada, he trabajado con el profesor Pedro Paulo A Funari, a quién soy agradecida especialmente.

Abstract: the paper studies the experience of Native indigenous peoples at Guanabacoa, Cuba, an early Iberian colonial settlement in the Caribbean. Issues relating to ethnicity and the participation of local peopla in the archaeological interpretation show that a public archaeological approach may be innovative and forward looking.

Key-words: natives; Guanabacoa; colonization.

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REVISTA “ARQUEOLOGIA PÚBLICA”

A revista “Arqueologia Pública” é uma iniciativa do Núcleo de Estudos Estratégicos em Arqueologia Pública/UNICAMP. Com periodicidade anual, objetiva constituir um fórum de debate sobre o caráter público da disciplina e sua importância social na atuação e manejo do patrimônio cultural. Tem como prioridade a publicação de trabalhos inéditos e originais, embora poderão ser aceitos, excepcionalmente, trabalhos para republicação em português. Os autores da revista têm o prazer de convidá-lo(a) a participar desta empreitada, encaminhando trabalhos e fornecendo comentários/ sugestões que permitam aprimorar a publicação.

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1. Forma de apresentação Os autores devem encaminhar à redação uma cópia impressa do trabalho completo, acompanhada por disquete ou CD. O disquete ou CD deve estar identificado com o nome do autor principal e com o nome do programa processador de texto, que deve ser compatível com softwares tipo MSWord, sistema IBM PC. Deverá trazer indicação do tipo de contribuição a que se refere (artigo, nota, resumo de tese etc.). Depois de recebido o aceite do Conselho Editorial e do(s) parecerista(s), o autor será solicitado a enviar à redação os originais das ilustrações, em meio digital. Os autores devem manter em seu poder cópias dos trabalhos e ilustrações, pois o material não será devolvido. Todos os trabalhos serão apreciados por pelo menos um membro do Conselho Editorial. Antes de serem aceitos para publicação passarão ainda pela análise de pelo menos um parecerista. Os no-

mes dos pareceristas serão mantidos em sigilo, assim como dos autores dos trabalhos que estiverem sendo avaliados.

2. Idioma Os trabalhos devem ser escritos em português, espanhol ou inglês. No caso de contribuições em português ou espanhol, a segunda língua utilizada no título, palavras-chave e resumo deverá ser o inglês. No caso de contribuições em inglês, a segunda língua utilizada no título, palavras-chave e resumo deverá ser o português.

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Notas: Resultados parciais ou preliminares de pesquisas em andamento (máximo total 10 páginas com ilustrações, bibliografia, notas de rodapé e outros). Deverá conter 5 palavras-chave e resumo de no máximo 100 palavras. Resumos de teses: Resumos de teses e dissertações com abordagem em Arqueologia Pública, defendidas nos últimos dois anos (máximo total 5 páginas com ilustrações, bibliografia, notas de rodapé e outros). Deverá conter 5 palavras-chave e resumo de no máximo 100 palavras. Resenhas: Resumo crítico de livros que permitam atualização na área de Arqueologia Pública (máximo total 1 página).

4. Preparação dos originais Configuração: Os trabalhos deverão ter o número máximo de páginas especificado para cada tipo de contribuição, de tamanho A4, fonte Arial, corpo 12, espaço duplo. A margem inferior e a superior devem ser de 2,5 cm, esquerda e direita de 3,0 cm, não justificada. Paginação: as páginas devem ser numeradas consecutivamente e não deve haver anexo. Primeira página: deve conter o título do trabalho, o(s) nome(s) do(s) autor(es) sem qualificações ou títulos, mas com afiliação e, se houver interesse, endereço eletrônico, sendo necessário escrever claramente se deseja que seu endereço eletrônico seja publicado. Deve ainda ser incluído um endereço postal completo, número de telefone (e/ou fax) e endereço eletrônico do autor para quem a correspondência deva ser enviada. Segunda página: deve conter 5 palavras-chave e um resumo de no máximo 100 palavras, onde devem estar claramen-

te indicadas as linhas gerais e conclusões do trabalho. O resumo deverá estar em duas línguas, de acordo com as normas especificadas no item 2 (Idioma). Tabelas e gráficos: devem ser apresentados em folha separada no final do trabalho, com identificação e nome do autor principal. Notas de rodapé: devem ser numeradas automaticamente em algarismos arábicos e aparecer ao final do texto. Ilustrações: devem ser apresentadas em folha separada no final do trabalho e identificadas como Fig. 1, Fig. 2 etc., seqüencialmente de acordo com a ordem em que aparecem no texto, e devem estar prontas para reprodução. Se precisar, deve-se deixar clara a orientação da ilustração. Certifique-se de que as ilustrações ainda serão legíveis após uma redução de 50%. Se tiverem sido feitas em computador, deve-se também enviá-las em disquete ou CD, devidamente identificados com o nome do autor principal e o programa utilizado. As fotografias devem ser em preto e branco. Referências bibliográficas: a) no texto: (Baldus 1944), (Prous 2003: 44), (Baldus 1944, Prous 2003), (Kneip et al. 1995) e (Neves & Blum 1998). b) na lista de referências: só deve ser listada a bibliografia citada. Ela deve estar em ordem alfabética pelo sobrenome do autor citado em primeiro lugar. ROOSEVELT, A.C. 1991 Moundbuilders of the amazon. Geophysical archaeology on Marajo Island, Brazil. New York: Academic Press Inc. Binford, L. 1962 Archaeology as Anthropology. In: American Antiquity, 28 (2): 217-225. FUNARI, P.P.A. 1991 Archaeology in Brazil: Politics and Scholarship at a Crossroads. In: World Archaeological Bulletin, 5: 123-132.

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Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007.

5. Exemplares do autor Será enviado ao autor principal 5 exemplares do número em que sua contribuição estiver publicada.

6. Direitos de propriedade A simples remessa de originais à revista implica a autorização para sua publicação. Não serão pagos direitos autorais. É de inteira responsabilidade do(s) autor(es) de cada trabalho coletar as permissões e agradecimentos necessários para sua publicação. Os conceitos emitidos nos textos publicados serão de responsabilidade exclusiva dos au-

tores, não refletindo obrigatoriamente a opinião da Comissão Editorial.

7. Endereço Os trabalhos devem ser enviados para: [email protected]

8. Cronograma A publicação do primeiro número da Revista Arqueologia Pública está prevista para julho/06. Para tanto, os trabalhos devem ser encaminhados até no máximo 31.01.06. Aqueles que chegarem depois disto deverão ser reservados para o próximo número.

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