Revista-de-Arqueologia-UE-0-Numero-1

July 26, 2017 | Autor: A. Estudio de Arq... | Categoria: Roman History, Medieval History, Medieval Studies, Early Medieval Archaeology, Early Medieval History, Medieval Archaeology, Graeco-Roman Egypt, Arqueología, Arqueología De La Arquitectura, Metodología Arqueológica, Metodologia della Ricerca Archeologica, Teoría Arqueológica, Arqueologia, Fenicios, Prehistoria, Roman Architecture, Roman Art, Archeologia Fenicio-Punica, Nuragici e fenici, Protohistoria, Anfore fenicio-puniche, Archeologia Fenicio-Punica E Nuragica in Sardegna, Fenicio Punico, Departament de Prehistòria i Arqueologia de la Universitat de València, Prehistoria e Historia Antigua, Prehistoria, historia, arqueología, Quaderni di Archeologia Fenicio-Punica, Ceramica fenicio-punica, Protohistoria, Mineria, Poblamiento, Prehistoria, Edad del Bronce, Prehistoria Reciente, Arquitectura fenicia, Colonización fenicia, Navegación fenicia, Prehistoria, Neolítico, Mesolítico, Rivista di Studi Fenici, Estelas Funerarias Bronce Final Orientalizante Protohistoria Andalucía, Roman Archaeology, METODOLOGIA DE LA INVESTIGACION ARQUEOLOGICA, Medieval Archaeology, Graeco-Roman Egypt, Arqueología, Arqueología De La Arquitectura, Metodología Arqueológica, Metodologia della Ricerca Archeologica, Teoría Arqueológica, Arqueologia, Fenicios, Prehistoria, Roman Architecture, Roman Art, Archeologia Fenicio-Punica, Nuragici e fenici, Protohistoria, Anfore fenicio-puniche, Archeologia Fenicio-Punica E Nuragica in Sardegna, Fenicio Punico, Departament de Prehistòria i Arqueologia de la Universitat de València, Prehistoria e Historia Antigua, Prehistoria, historia, arqueología, Quaderni di Archeologia Fenicio-Punica, Ceramica fenicio-punica, Protohistoria, Mineria, Poblamiento, Prehistoria, Edad del Bronce, Prehistoria Reciente, Arquitectura fenicia, Colonización fenicia, Navegación fenicia, Prehistoria, Neolítico, Mesolítico, Rivista di Studi Fenici, Estelas Funerarias Bronce Final Orientalizante Protohistoria Andalucía, Roman Archaeology, METODOLOGIA DE LA INVESTIGACION ARQUEOLOGICA
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Ue- 0

Publicación Digital de Arqueología

Nº 1

Febrero de 2015

UE- 0. Publicación Digital de Arqueología. Número 1 Referencia Edición Edita Coordinación de la edición

Diseño y maquetación

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UE- 0 número 1

UE- 0 número 1 Febrero de 2015 ARQUEOSUR Estudio de Arqueología, S.L. Pedro J. Sánchez Bandera Alberto Cumpián Rodríguez Sonia López Chamizo Pedro J. Sánchez Bandera Rocío Díaz García www.arqueosur.es 2387-0230 Pendiente de regulación en ediciones digitales.

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El copyright de todos los textos e ilustraciones de esta publicación es propiedad de ARQUEOSUR, S.L. y de sus respectivos autores. Se prohíbe la reproducción, parcial o total, de los contenidos sin la autorización expresa del autor o del Consejo de Redacción de UE-0.

Motivo de la portada

Restos de una escultura de bronce, hallada en los trabajos arqueológicos realizados en el Museo Carmen Thyssen Málaga.

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CONTENIDO

Presentación.

“La tumba del guerrero”. Algunos apuntes en relación a un hallazgo arqueológico excepcional. David García González Sonia López Chamizo

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BLOQUE TEMÁTICO: Compañía – Mártires – San Telmo. Resultados de la investigación arqueológica en el subsuelo del Museo Carmen Thyssen Málaga.

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Algunas claves para entender la ocupación durante los siglos I al IV d.C. en la ribera oriental del Guadalmedina (Málaga). Pedro Jesús Sánchez Bandera Carlos Cañete Jiménez

El Ninfeo de los Peces. Religiosidad y promoción social a través de un elemento arquitectónico singular. Rafael Soler Rocha Pedro Jesús Sánchez Bandera

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La transformación del espacio construido entre mediados del siglo IV y la primera mitad del siglo V d.C. Pedro Jesús Sánchez Bandera

Orígenes y evolución del recinto andalusí del Cerro de la Virgen de Gracia, Archidona (Málaga). Algunas consideraciones desde la arqueología. Alberto Cumpián Rodríguez Conchi Marfil Lopera

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PRESENTACIÓN Unidad de Estratificación Cero (UE- 0) es una clave casi coloquial, con la que en ARQUEOSUR solemos referirnos a la huella física que los arqueólogos generamos sobre un yacimiento en el curso de nuestra actividad. Sin embargo, en este caso UE- 0 es una revista digital, con la que pretendemos contribuir a la disección de esa huella. UE- 0 nace en lo que parece ser el final de un ciclo. Casi veinte años de una actividad frenética que ha generado un volumen importantísimo de información, cuya promoción es, en demasiadas ocasiones, fruto abnegado del trabajo de profesionales que no siempre cuentan con los medios necesarios para hacerlo. Conscientes de ello, hemos pretendido crear un instrumento de divulgación al servicio de los investigadores. Pero también, debemos tomar conciencia en torno a la idea de que toda esa importantísima labor ha ido muy por delante de los desarrollos teóricos imprescindibles en toda actividad científica y acompañada por demasiados desajustes en la gestión. Desde este punto de vista, UE- 0 aspira a ser, además, un foro de reflexión crítica y constructiva; creemos que es un buen momento para ello. Sin embargo, no pretendemos crear una publicación reservada exclusivamente a profesionales. Por el contrario, nos interesa el punto de vista de un elenco social lo más extenso y diverso posible, aunque solo sea porque entendemos que la relación entre la sociedad y el Patrimonio Histórico está en la base de cuestiones cruciales; cuestiones que no siempre han sido valoradas adecuadamente, pero que entrañan muchos de los problemas que la Arqueología arrastra a día de hoy, así como las claves de su proyección en un futuro más o menos inmediato. En consecuencia UE- 0 estará abierta a todos, sin más restricciones que las reservas que se puedan establecer por razones de oportunidad y equilibrio y calidad de contenidos. Asimismo, se tratará de una publicación flexible, en la que la extensión y formato de cada artículo quedarán a criterio de su autor. Por lo demás, es nuestra intención editar UE- 0 cuatrimestralmente, aunque la periodicidad podrá variar en función de la mayor o menor disponibilidad de contenidos. Por último una confesión. Asumimos la tarea editorial con gran ilusión, con el único propósito de que esta aventura acabe sirviendo para algo. Sin embargo, nuestra experiencia en este campo es algo más que limitada; nula para ser honestos. Por este motivo, aunque la ilusión es grande va teñida de escrúpulos y de la aprensión de quien se mete en camisa de once varas. Desde estos preliminares no nos queda sino pedir disculpas de antemano por lo que sin duda serán un sinfín de errores, deslices y gazapos; siempre, como dicen los niños en estos casos, habrá sido sin querer.

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“La tumba del guerrero”. Algunos apuntes en relación a un hallazgo arqueológico excepcional, de David García González y Sonia López Chamizo

“LA TUMBA DEL GUERRERO”. ALGUNOS APUNTES EN RELACIÓN A UN HALLAZGO ARQUEOLÓGICO EXCEPCIONAL David García González Sonia López Chamizo

Introducción El título se refiere a una estructura funeraria protohistórica, descubierta en el marco de una actividad arqueológica vinculada a una promoción inmobiliaria en el centro histórico de Málaga. El solar, entre las calles Jinetes y Refino, se localiza en la colina denominada El Ejido, un promontorio constituido por laderas relativamente suaves y muy modeladas por la erosión, que domina desde el norte el enclave de la antigua Malaka, con alturas que se aproximan a los 40 m.s.n.m. Su litología la componen materiales sedimentarios, fundamentalmente limos y arenas, así como vetas de arcillas explotadas para la fabricación de cerámica desde época romana hasta finales del siglo XIX, con especial intensidad durante el periodo andalusí. Sin embargo, los antecedentes arqueológicos para época protohistórica son escasos y se limitan al hallazgo de algunas tumbas de incineración en cotas próximas a la cima, relativamente alejadas de nuestro emplazamiento. Los pormenores de la actividad y una aproximación detallada a los aspectos más físicos del hallazgo, han sido tratados en sendos artículos que verán la luz próximamente en publicaciones científicas. Así pues, en estas líneas nos limitaremos a llevar a cabo una somera presentación de la tumba desde un punto de vista arqueográfico, complementada por un aparato gráfico que puede resultar suficientemente explícito.

La secuencia arqueológica del sitio La estructura funeraria que nos ocupa se hallaba en la base de una secuencia arqueológica dilatada en el tiempo. Así, a partir de los siglos XI-XII se produjo la urbanización de este espacio con dos complejos edificados, separados por una zona diáfana. El conjunto localizado al oeste de la parcela comprendía varias manzanas de edificios, articuladas a partir de dos viales con trazados paralelos. Las casas mantienen el patrón habitual de las residencias hispanomusulmanas: patios centrales o desplazados a la medianera, vinculando diferentes estancias como salones, alcobas, cocina, letrina, almacenes, corrales, etc. Estas viviendas fueron objeto de modificaciones a lo largo de los siglos XII y XIII, modificaciones que afectaron a sus estructuras y a los usos de algunas dependencias, destacando la construcción de un horno de pan en el espacio de un antiguo salón. UE- 0 número 1

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Tras un drástico proceso de colmatación del barrio, desapareciendo éste por completo bajo potentes coladas de limos, se produce una nueva ocupación para época nazarí, relacionada con actividades alfareras que han dejado la evidencia de algunos hornos cerámicos, fosas para decantación de arcillas y numerosos testares en los que se arrojaron desechos de vajillas y otros elementos empleados en la cocción de los recipientes, junto a material de construcción con evidentes marcas de rubefacción. Cabe destacar las dimensiones de estos depósitos, tal vez como evidencia de una actividad muy productiva y continuada en el tiempo. La fase moderna se asocia a una serie de edificios construidos entre los siglos XVI y XVIII. Se observan trazados ortogonales, con calles dotadas de un completo sistema de saneamiento y edificios con potentes cimentaciones, capaces de sostener varias plantas en altura. Los pavimentos estaban realizados con ladrillos o con cantos, típicos de espacios abiertos y muy común para éstos momentos. En esta zona se instaló un hospital perteneciente a la

orden de San Juan de Dios durante la epidemia de peste de 1678-79, y a este episodio se asocia una fosa común femenina localizada en el sector más occidental de la parcela. Una vez expuesto el conjunto de estructuras de diversas épocas que integran la secuencia de ocupación del solar, hay que añadir que no se han hallado otras evidencias de época preislámica que las que conciernen a la estructura funeraria objeto de estudio. Tan solo señalaremos en rigor, el hallazgo de un ánfora sobre el sustrato estéril y una moneda de MLK datada en el siglo II a.C., recuperada de una fosa con materiales de época medieval.

Morfología y contenido de la tumba. Inferencias desde una arqueografía básica La tumba es una estructura inserta en una fosa excavada en el sustrato geológico, conformado en este caso por niveles de arenas y limos de edad Mioceno-Plioceno (6-3 M.a.).

Figura 1. Restos de edificios hispanomusulmanes.

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Lámina I. Localización del solar en el parcelario actual y distribución de los principales hitos arqueológicos en la parcela objeto de estudio.

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No es posible precisar de manera objetiva la profundidad de la excavación realizada para su inserción. Los radicales procesos erosivos en la ladera del Ejido y la ocupación del espacio desde época medieval, han desdibujado la paleografía original del terreno.

Estas piezas se labraron en calcarenitas, perfectamente escuadradas y alisadas en los paramentos. De esta forma, los mayores desajustes se esconden al exterior, en las partes no visibles, donde la estructura adquiere cierto aspecto rudimentario acentuado por trazas de talla más descuidadas y marcas relacionadas con el proceso de extracción Una vez excavada la fosa se llevó a cabo una de los bloques. preparación del terreno con el fin de nivelar los sillares que formarían la base de la construcción. Para Asimismo, se observan pequeños huecos ello se emplearon piedras de pequeñas dimensio- que pudieron servir para engarzar algún sistema de nes que, dada sus características, podrían proceder arrastre, transporte o manipulación. El abujardado del desbastado in situ de los sillares. de la superficie para regularizar las dimensiones del bloque es otro de los detalles visibles, todos ellos Sobre la base nivelada se edificó una estruc- eliminados en la cara vista de cada pieza, consetura rectangular con unas dimensiones interiores de cuencia de la regularización y el cuidadoso desbaste 1,26 por 2,63 m, una cista ligeramente orientada en al que fueron sometidas. sentido suroeste-noreste. La base la formaban catorce sillares y servía de asiento para los muros de Para garantizar la consistencia de la construccierre, compuestos por dos hiladas de sillares que ción, el espacio entre la fosa de inserción y la propia suman una altura de 1 m. La hilada inferior la com- estructura funeraria se rellenó mediante un congloponen diez piezas, una menos que la superior. merado de rocas aglutinadas con limos. La construcción de este relleno se debió realizar al tiempo que se colocaban las hiladas de sillares.

Figura 2. Perspectiva cenital de la tumba con la mampostería superior que ocultaba el casco y el thymiaterio.

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Todo o parte del material de construcción podría proceder del expolio de alguna construcción, muy evidente en el caso de una basa de columna muy desgastada, descubierta entre el relleno de la fosa de inserción. Finalmente, sobre el citado relleno de cantos, a la altura de la cimera de sillares, en la cabecera y escuadra noroeste de la tumba, se dispuso una acumulación de cantos de las mismas características, aunque resuelta de manera más rudimentaria y desordenada. Esta estructura ocultaba elementos del ajuar y objetos rituales.

trado evidencias que demuestren que debió estar realizada con bloques de piedra. El ajuar y los restos inhumados se encontraban intactos, por lo que es difícil plantear que la cubierta hubiese sido retirada por ladrones de tumbas. Por el contrario, se ha documentado en el interior de la cista, entre el relleno terrígeno que la colmataba, restos de materia orgánica en avanzado estado de descomposición, por lo que pensamos que la cubierta pudo estar realizada con algún material perecedero, con toda seguridad madera. Su perdida por podredumbre habría posibilitado la colmatación del interior con los limos y arenas del sustrato geológico circundante.

El acceso al interior de la tumba se realizaría desde la superficie, sin un dispositivo arquitectónico exclusivo. Se trata de un dato relevante que conlleva implicaciones tipológicas, por oposición al tipo de acceso que caracterizan las denominadas tumbas de cámara.

En el interior del sepulcro se han podido documentar los restos de una inhumación, perteneciente a un individuo adulto de sexo masculino. El cuerpo se colocó de cúbito supino, con la cabeza al oeste y los brazos colocados a lo largo del cuerpo y sobre la cadera. A causa de los procesos postdeposicionales de colmatación de la cista, algunas piezas Respecto a la cubierta, algunos elementos óseas aparecen en posición no-anatómica, caso del nos permiten formular hipótesis acerca de cómo fémur-coxal derecho y del cráneo. pudo estar conformada. Sin duda, no se han encon-

Figura 3. Vista lateral de la tumba una vez documentada la mampostería superior que ocultaba parte del ajuar. Puede observarse el relleno de la fosa de inserción.

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La presencia de restos de materia orgánica En el lado derecho del cráneo se localizaron en abundancia bajo el esqueleto nos induce pensar los restos de un objeto que no ha sido posible idenque podría haberse dispuesto sobre una parihuela tificar debido a su mal estado de conservación. Estao similar. ría fabricado en material perecedero, posiblemente marfil. Los restos de la persona inhumada estaban acompañados por una serie de objetos distribuídos Muy próxima a la esquina suroeste, junto al por el interior de la tumba y al exterior, en la cabe- brazo derecho y sobre el suelo de la cista, se docucera de esta, como se ha indicado. mentó una punta de lanza que por las características de su oxidación parece estar realizada en hierro. A la izquierda del cráneo se colocó un pátera La punta se encontraba doblada y apoyada en la de metal, posiblemente plata si nos atenemos a las pared. El alto grado de oxidación ha alterado sus dicaracterísticas de la oxidación. Se trata de un reci- mensiones originales, aunque se reconoce una hoja piente poco profundo, con la base plana y el borde alargada, unida a un lago cubo en cuyo interior se exvasado, en cuyo fondo destaca un aplique decora- conservaban restos de la madera del asta. tivo consistente en una flor de ocho pétalos, enmarcada en una orla de estrellas de seis puntas. Al pie de la cámara se documentaron dos piezas (umbilici), consistentes en varillas con remates Cerca del plato se hallaba un colgante, un es- cónicos en los extremos y de dimensiones similares. carabeo engarzado en una pieza de oro, unida a una A falta de un estudio metalográfico, las caracterísanilla posiblemente realizada en plata. En el reverso ticas de la oxidación que presentan nos sugiere el se observa una delicada representación de la diosa empleo de plata. Una de estas piezas se encontraSekhmet en posición sedente, coronada con Uraeus ba situada en paralelo y muy próxima al sillar que y sosteniendo en una de sus manos la imagen del conforma la esquina noreste de la cámara; por el ojo de Horus. Sobre ella, el signo del cielo y al lado contrario, la otra se hallaba en posición oblicua a la un cartucho con una inscripción jeroglífica. anterior.

Figura 3. Pátera y pieza de marfil a ambos lados del craneo. En primer término el colgante.

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Figura 4. Detalle de la pátera in situ, parcialmente oculta por el desplazamiento de los huesos del craneo.

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En el lateral izquierdo y a la altura del brazo, se han conservado restos de una o varias piezas metálicas y trazas de materia orgánica (madera) que originalmente debieron estar apoyadas en la pared norte, dejando una viva pátina en la piedra con forma circular. Todos estos detalles invitan a pensar que estemos ante los restos de un escudo, una pieza realizada en madera y revestida de metal.

Figura 6. Varillas de plata.

A este conjunto habría que añadir otros objetos depositados sobre los sillares de la cimera del muro occidental. Durante el proceso de colmatación del sepulcro estas piezas, metálicas todas ellas, se precipitaron hacia el fondo de la cista, fragmentándose en su totalidad y arrastrando a las piezas apoyadas en la pared norte. Su grado de fragmentación impide una definición categórica del objeto u objetos, pudiéndose destacar únicamente evidencias de una decoración consistente en una sucesión de espirales encadenadas, enmarcadas en una banda elaborada mediante la técnica del puntillado.1 Finalmente, uno de los hallazgos más significativos se conservaba in situ fuera de la tumba, en la cabecera de la misma, oculto por la mampostería que revestía la estructura principal. Se trata de un thymaterion de cerámica y un casco de bronce, relacionados de manera que el objeto de cerámica quedó situado frente a la parte frontal del casco. El thymaterion, de doble cazoleta, responde a una tipología recurrente que se viene asociando a cremación de sustancias aromáticas. Los dos recipientes son del mismo tamaño, carena baja y borde engrosado al exterior, unidos en vertical mediante un fuste cerámico. El casco corresponde a los denominados de tipo corintio, piezas adaptadas a la forma de la cabeza y concebidas para la protección integral de la misma. De la defensa nasal, lanceolada, alargada y más estrecha en su base que en el extremo, parten dos aberturas oculares de forma almendrada. El borde

Figura 5. Punta de lanza inutilizada.

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1. Estos dos grupos de metales deberían formar parte de la misma pieza. Es posible que se trate de una gran pieza de madera revestida en metal que se colocó sobre los sillares superiores y se sujetaron con la mampostería de ocultación. Tras una primera sedimentación del interior del sepulcro se produciría otro proceso del colmatación que esta vez sí hundiría este elemento desde la superficie hasta depositarlo sobre los primeros limos, partiendo y dejando atrás restos del contorno de la pieza. © febrero 2015 - ARQUEOSUR Estudio de Arqueología, S.L.

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inferior presenta un perfil curvo, con dos pequeñas escotaduras que delimitan la zona que protege la nuca; se hallaba profusamente decorado. Los paralelismos formales de la tumba y su contenido, los referentes crono-culturales de estos objetos, han sido tratado en otros trabajos todavía en prensa. En esta ocasión, nos limitaremos a proponer cronologías del siglo VII y, más probablemente, VI a.C. para la datación del hallazgo.

Valoración y perspectiva. Algunas consideraciones preliminares En la fase actual de la investigación, aún muy preliminar, la cuestión de la definición cultural del hallazgo se presta a un estudio más completo de todos los elementos que componen la estructura funeraria y el ajuar, así como sus connotaciones rituales y culturales. Algunos de los objetos documentados y las propias características arquitectónicas nos remiten a elementos del ritual fenicio, con paralelos en otros yacimientos análogos. Sin embargo, no es posible abstraerse a las particularidades que presentan las piezas de una panoplia de filiación griega. Tal vez en esta paradoja se encuentren algunas respuestas, y la tumba del guerrero no sea más que un perfecto ejemplo de sincretismo, por otro lado lógico en un territorio como el litoral sur de la Península Ibérica entre los siglos VII y VI a.C., inmerso en un profundo proceso de cambio cultural y sujeto a dinámicas que auspician necesariamente la interacción entre distintas culturas del Mediterráneo. Confiamos poder avanzar en la investigación a partir del análisis de los restos orgánicos y metálicos documentados y, sobre todo, a través de la búsqueda de paralelos en ámbitos más alejados.

Figura 7. Perspectiva frontal del casco corintio y del thymiaterio, descubiertos sobre la cabecera de la cista.

Por lo tanto, a raíz de las premisas expuestas se abren toda una serie de perspectivas de investigación que pasan en primer lugar por intentar definir el hallazgo desde un punto de vista social y cultural, una aportación clave para entender un enclave de la trascendencia histórica de Malaka. UE- 0 número 1

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ANEXO GRÁFICO

“La tumba del guerrero” Algunos apuntes en relación a un hallazgo excepcional

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Lámina II. Representación integral de la tumba, incluyendo el revestimiento externo. UE- 0 número 1

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Lámina III. Distribución de los objetos del ajuar. La referencia numérica corresponde a los objetos que se indican en el siguiente anexo. UE- 0 número 1

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Lámina IV. Despiece correspondiente a la primera hilada de sillares perimetrales. UE- 0 número 1

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Lámina V. Despiece correspondiente a la segunda hilada de sillares perimetrales. UE- 0 número 1

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Lámina VI. Base de sillares. La línea roja marca el replanteo original de los muros perimetrales. UE- 0 número 1

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Lámina VII. Alzado-sección Norte.

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“La tumba del guerrero”. Algunos apuntes en relación a un hallazgo arqueológico excepcional, de David García González y Sonia López Chamizo

Lámina VIII. Alzado-sección Sur.

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Lámina IX. Alzado-sección Este.

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“La tumba del guerrero”. Algunos apuntes en relación a un hallazgo arqueológico excepcional, de David García González y Sonia López Chamizo

Lámina X. Alzado-sección Oeste.

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Pág. 23

“La tumba del guerrero”. Algunos apuntes en relación a un hallazgo arqueológico excepcional, de David García González y Sonia López Chamizo

“La tumba del guerrero”. Algunos apuntes en relación a un hallazgo arqueológico excepcional, de David García González y Sonia López Chamizo

ALZADO NORTE

LARGO

ALTO

ANCHO

SILLAR-7

0.9422

0.4922

0.2883

SILLAR-8

0.9101

0.4957

0.2439

SILLAR-9

0.7381

0.4912

0.2754

SILLAR-17

0.9203

0.4824

0.1980 (min.) 0.2468 (max.)

SILLAR-18

0.9777

0.4856

0.2751

SILLAR-19

1.0150

0.4896

0.2239 (min.) 0.3139 (max.)

ALZADO SUR

LARGO

ALTO

ANCHO

SILLAR-1

0.6866

0.4941

0.2274

SILLAR-2

0.3335

0.4863

0.2300 (min.) 0.2759 (max.)

SILLAR-3

0.9099

0.5018

0.2502

SILLAR-4

1.0245

0.4838

0.2980

SILLAR-12

0.9689

0.4911

0.2802

SILLAR-13

0.9350

0.4881

0.2644

SILLAR-14

0.9065

0.4865

0.1309 0.2224

ALZADO ESTE

LARGO

ALTO

ANCHO

SILLAR-10

0.99816

0.4895

0.2241

SILLAR-11

0.9534

0.4908

0.2633

SILLAR-20

0.9089 (min.) 0.9304 (max.)

0.4926

0.2286

SILLAR-21

0.2125

0.4926

0.2189(min.) 0.3001 (max.)

ALZADO OESTE

LARGO

ALTO

ANCHO

SILLAR-5

0.7988

0.4915

0.2844

SILLAR-6

0.9186

0.4929

0.1850 (min.) 0.2635 (max.)

SILLAR-15

0.6203

0.4847

0.1742

SILLAR-16

0.8805

0.4879

0.2434

PLANTA

LARGO

ANCHO

ALTO

SILLAR-22

0.8747

0.4293

0.2884

SILLAR-23

0.9740

0.4530

0.2771

SILLAR-24

0.9074 (min.) 0.9610 (max.)

0.4538

0.2663

SILLAR-25

0.9446

0.4612

0.2477

SILLAR-26

0.8800

0.4338

0.2825

SILLAR-27

0.7943

0.3474

0.2473

SILLAR-28

0.8507

0.4467

0.2639

SILLAR-29

0.7937

0.3890

0.2416

SILLAR-30

0.8029

0.4258

0.2582

SILLAR-31

0.8508

0.4618

0.2414

SILLAR-32

0.9144

0.3849

0.2584

SILLAR-33

0.9885

0.4474

0.2443

SILLAR-34

0.8793

0.4134

0.2216

SILLAR-35

0.8777

0.4189

0.2854

Lámina XI. Metrología de las piezas de la tumba. UE- 0 número 1

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ANEXO GRÁFICO

“La tumba del guerrero” Algunos apuntes en relación a un hallazgo excepcional

FIGURAS

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“La tumba del guerrero”. Algunos apuntes en relación a un hallazgo arqueológico excepcional, de David García González y Sonia López Chamizo

Figura 8. Pátera (pieza nº 1).

Figura 9. Pátera. Detalle del motivo central.

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“La tumba del guerrero”. Algunos apuntes en relación a un hallazgo arqueológico excepcional, de David García González y Sonia López Chamizo

Figura 10. Colgante (pieza nº 2). Reverso.

Figura 11. Colgante. Anverso.

Figura 12. Colgante en el momento del descubrimiento.

Figura 13. Detalle translúcido en el que puede observarse la perforación original.

Figura 14. Detalle de la extrema calidad de la iconografía.

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“La tumba del guerrero”. Algunos apuntes en relación a un hallazgo arqueológico excepcional, de David García González y Sonia López Chamizo

Figura 15. Posible objeto de marfil (pieza nº 3).

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Figura 16. Punta de lanza (pieza nº 4).

Figura 17. Punta de lanza, perpectivas laterales.

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Figura 18. Umbilici (piezas nº 5).

Figura 19. Detalle de uno de los extremos.

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Figura 20. Thymiaterio (pieza nº 6).

Figura 21. Thymiaterio. Detalle del contenido.

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Figura 22. Casco (pieza nº 7).

Figura 23. Casco, detalle del lateral. UE- 0 número 1

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Algunas claves para entender la ocupación durante los siglos I al IV d.C. en la ribera oriental del Guadalmedina (Málaga), de Pedro Jesús Sánchez Bandera y Carlos Cañete Jiménez

Compañía – Mártires – San Telmo Resultados de la investigación arqueológica en el subsuelo del Museo Carmen Thyssen Málaga ALGUNAS CLAVES PARA ENTENDER LA OCUPACIÓN DURANTE LOS SIGLOS I AL IV D.C. EN LA RIBERA ORIENTAL DEL GUADALMEDINA (MÁLAGA) Pedro Jesús Sánchez Bandera Carlos Cañete Jiménez

Existe un consenso generalizado en torno a la idea de que durante el periodo romano republicano la fisonomía de Malaca sería equiparable a la del viejo asentamiento púnico, mientras que con la transición al Alto Imperio los escasos datos desvelan una convergencia hacia arquetipos urbanos propios de territorios plenamente romanizados. El descubrimiento de algunos tramos de la muralla urbana construida para el siglo III d.C., es un hito crucial que ha permitido perfilar el contorno de la urbe por el sur y el oeste.1 Sin embargo, por lo que al cierre norte se refiere los datos no son concluyentes, aunque se viene aceptando como límite natural el cauce del antiguo Arroyo del Calvario, fosilizado en el trazado de la actual calle Granada.2 Estos límites determinan la existencia de una extensa área suburbana, coincidente con el piedemonte de la colina de El Ejido, acotada por la propia colina, los cauces del Guadalmedina y del Arroyo del Calvario y el mar. La configuración física de estos terrenos está lastrada por la escasez de estudios específicos; sin embargo, los datos procedentes de la arqueología tienen a dibujar un paisaje integrado por una sucesión de pequeñas lomas, suavemente modeladas y surcadas por profundos torrentes. Desde un punto de vista orográfico se podrían distinguir dos sectores, definidos por las vertientes oriental y occidental de El Ejido, hasta el Arroyo del Calvario y el Guadalmedina, respectivamente.3 1. Los restos de la muralla han sido detectado en solares de la calle Cortina del Muelle (Íñiguez, 2009 y Rambla, 1999), así como en la línea de la calle Molina Larios (referencia en Mayorga, 2005). 2. Los datos relativos al trazado norte de estas defensas son prácticamente inexistentes, tan solo alguna mención a un paramento de ladrillos descubierto en las excavaciones realizadas en el “Palacio de Buenavista”, cuya interpretación deja lugar a dudas (Mayorga, 2005:164). Finalmente, tampoco se dispone de datos concluyentes en relación con el momento de construcción de la muralla, proponiéndose fechas que apuntan al último cuarto del siglo II d.C. (Mayorga, 2005:164). 3. Si bien el paisaje urbano ha enmascarado en la actualidad la geografía original, muchos aspectos de aquel se podrían considerar reminiscencias de esta. El dato resulta muy evidente si consideramos la progresión en cotas del callejero actual. UE- 0 número 1

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Algunas claves para entender la ocupación durante los siglos I al IV d.C. en la ribera oriental del Guadalmedina (Málaga), de Pedro Jesús Sánchez Bandera y Carlos Cañete Jiménez

El carácter suburbano de estas tierras habría determinado su fisonomía y sus usos desde los prolegómenos del dominio de Roma. Así, se han hallado los restos de una necrópolis fechada hacia el cambio de era (Duarte, 1990 y Mayorga, 2005), apoyada en el camino que discurriría por el piedemonte de El Ejido en dirección a las tierras del interior, siguiendo el paso natural del río. Al mismo tiempo destacarían algunos enclaves dispersos, cuyos restos se han localizado en solares de la actual calle Muro de las Catalinas (López, 2013), o en el emplazamiento que nos ocupa (Sánchez, 2010). En ocasiones esta ocupación revestiría carácter industrial, como se desprende del hallazgo de una factoría de salazones en los números 57 al 61 de la calle Granada (Pérez-Malumbres, 2002). Las prácticas industriales en la zona se acentuaron para el último cuarto del siglo I d.C., puede que como expresión del florecimiento económico que supuso el proceso de romanización del litoral sur peninsular. El mejor paradigma de esta situación lo encontraríamos en las instalaciones conserveras descubiertas en solares de la actual calle Beatas, edificadas en terrenos de la antigua necrópolis (Mayorga, 2005: 158). Otras evidencias de este tipo se han localizado en solares de la calle Denis Belgrano (Mayorga, 2005: 158) y en los propios trabajos realizados en el actual Museo Carmen Thyssen Málaga. El cauce del Arroyo del Calvario, un corredor natural extramuros muy apropiado para el aprovisionamiento de estas almadrabas y para la salida del producto manufacturado, constituiría un factor determinante a la hora de entender la distribución espacial de las mismas. Por otro lado, el desarrollo de estas actividades habría servido de acicate para la instalación en el entorno de industrias vinculadas, como la producción de recipientes cerámicos para almacenamiento y transporte; en este sentido habría que entender el descubrimiento de varios hornos alfareros en solares de la calle Carretería (Rambla, 1997). Hacia mediados del siglo I d.C. se data la amortización de las piletas documentadas en el extremo norte de la calle Granada, un hecho que también se observa en algunas almadrabas situadas teóricamente intramuros, caso de las documentadas en el Palacio de Buenavista (Mayorga, 2005). Siglo y medio después, en la transición al siglo III d.C., se produce el colapso de todas y cada una de las UE- 0 número 1

almadrabas documentadas en la zona, incluyendo las descubiertas en nuestro caso como se expondrá a continuación. Paradójicamente, a la vez que se amortizan las instalaciones industriales se asiste a una incipiente expansión del espacio edificado, posible preámbulo de un poblamiento extensivo en la periferia de Malaca, un hecho que se hace evidente a partir de mediados de la centuria. Así, se observan trazas de ocupación estable en zonas teóricamente baldías al noroeste del Museo Carmen Thyssen Málaga y en el entorno de la calle Beatas; nos referimos a los restos descubierto en solares de la calle San Telmo (Rambla, 1997), entre las calles Convalecientes, Santa Lucía y Azucena (Rambla, 2002) y en el número 15 de la calle Beatas (Sánchez, 2010). Por otro lado, continuarían en funcionamiento algunos enclaves antiguos, como el localizado en solares de la calle Muro de las Catalinas (López, 2013) o en nuestro enclave. La idea de una incipiente expansión de las áreas edificadas, adolece, no obstante, de una visión excesivamente limitada de los niveles de ocupación más antiguos, una circunstancia que también se podría aplicar a otros aspectos, como la definición arquitectónica de los espacios documentados y la interpretación funcional de los mismos. A partir del siglo IV d.C. esta dinámica se habría consolidado, culminándose el proceso de ocupación de estas tierras. Se aprecian evidencias de ello en la mayoría de los lugares a los que la Arqueología ha tenido acceso, incluyendo la ribera izquierda del Guadalmedina,4 donde se han documentado restos muy segmentados de estructuras, vinculadas entre sí por la coincidencia en el momento de amortización; esto es, durante la primera mitad del siglo V d.C. Entre las bases económicas de esta expansión tardía, resulta muy evidente la reactivación de la producción de salsas y salazones. Las primeras evidencias en este sentido se remontarían a la segunda mitad del siglo III d.C. y tendrían que ver con el hallazgo de varias piletas en solares de la actual calle Pozos Dulces (Íñiguez, 2010). No obstante, la mayoría de las piletas documentadas en la zona 4. Se han localizado restos de edificios romano tardíos en zonas teóricamente despobladas hasta estos momentos: en la línea de la calle Pozos Dulces (López, 2010) y Arco de la Cabeza (Morillo, 2010 y Sánchez, 2009), ambas a escasa distancia del cauce del Guadalmedina.

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Lámina I. Localización de Málaga en la Península Ibérica

se localizan en la línea de la actual calle Compañía, y responderían (los datos no son del todo concluyentes) a una datación más tardía, posiblemente la segunda mitad del siglo IV d.C. La distribución espacial de estos contenedores desvela que podrían pertenecer a una gran almadraba que se alargaría en paralelo a la línea de costa, hasta el borde mismo de la actual calle Granada.5

En definitiva, la evolución espacial de estos hallazgos evidencia un desplazamiento de las áreas de producción, desde los emplazamientos tradicionales al norte, hasta localizaciones eminentemente litorales al noroeste de la urbe. Sin embargo, los primeros no perderían del todo su carácter industrial, puede que al servicio de las pesquerías o como reflejo de otras actividades por ahora invisibles dentro del registro arqueológico. Este carácter industrial pende de apreciaciones en ocasiones subjetivas,6 a la vez que presenta aspectos continuistas como el que tiene que ver con la alfarería; en este sentido cabe destacar el hallazgo de un horno cerámico en la ladera baja de El Ejido, amortizado hacia el siglo V d.C. (Alba, 2010), al que habría que sumar el descubrimiento reciente de otros hornos en solares de la calle Muro de las Catalinas, cuya cronología remite a los siglos III – IV d.C. (López, 2013).

5. Las referencias son numerosas y se concentran en un área un tanto restringida, entre la actual calle Compañía y el eje Especerías-Cisneros. Destacaremos en este sentido el hallazgo de una batería de piletas en los números 6 y 8 de calle Compañía (Marfil, 2008); con toda probabilidad, esta batería se extendería por solares de la acera sur de la misma calle, excavados por la arqueóloga Marta Bejarano, actualmente inéditos. Asimismo, destacaremos otros hallazgos más al sur, en el eje Cisneros – Especerías (Íñiguez, 1992 y Sánchez, 2004). Los hallazgos más orientales se localizan al borde mismo de la calle Granada, destacando los restos muy deteriorados de una pileta 6. Nos referimos a los restos de un posible almacén, docudocumentada en 2010 (Marfil, 2010). mentado en el número 15 de la calle Beatas (Sánchez, en prensa). UE- 0 número 1

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Ruinas Est.sub. RENFE E.c.

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Est.sub. RENFE solar

20 20 10 40

Solar

50

60 70 80 30

90 100

40

50

11 0

60

50

90

110

100

60

70

80

90

100

110

80

70 60

40

50 140 13

0

12

0

Lámina II. Localización del Museo Carmen Thyssen Málaga en el Centro Histórico de la ciudad. UE- 0 número 1

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solar

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C/ Granada

C/ San Telmo

C/ Especerías-Cisneros

C/ Mártires

C/ Compañía

edina Río Guadalm

Lámina III-. Principales referencias en el callejero de la zona. UE- 0 número 1

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Lámina IV. Aproximación hipotética al enclave de Malaca y principales hallazgos al norte de la urbe para el periodo republicano.

Lámina V. Aproximación hipotética al enclave de Malaca y principales hallazgos al norte de la urbe para el periodo altoimperial.

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Lámina VI. Aproximación hipotética al enclave de Malaca y principales hallazgos al norte de la urbe en la transición al siglo III d.C.

Lámina VII. Aproximación hipotética al enclave de Malaca y principales hallazgos al norte de la urbe para el periodo bajoimperial.

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Referencia

Localización

Sinopsis

1.

C/ Beatas, 10.

Evidencias de una necrópolis de incineración con cronología de los siglos I-II d.C.

2.

C/ Beatas esquina Ramón Franquelo.

Referencias indirectas (Mayorga 2005) en las que se menciona una batería de piletas y dependencias auxiliares, abandonadas en la transición al siglo III d.C. y edificadas en terrenos de una antigua necrópolis tardorrepublicana.

3.

C/ Granada, 57-61.

Secuencia de ocupación desde época tardopúnica hasta el Bajo Imperio, con trazas de urbanismo y uso industrial hasta mediados del siglo I d.C.

4.

C/ Muro de las Catalinas esquina C/ Nosquera.

Se documenta una secuencia de ocupación ininterrumpida, entre el siglo I a.C., hasta el siglo V d.C., con evidencias de usos industriales a partir del cambio de era.

5.

Palacio de Villalón – Museo Carmen Thyssen Málaga.

Secuencia de ocupación ininterrumpida desde momentos preimperiales y mediados del siglo V d.C. Usos industriales para época altoimperial y a partir de mediados del siglo IV d.C.

6.

C/ Carretería, 101-103.

Hallazgo de hornos alfareros de época altoimperial.

7.

C/ Denis Belgrano esquina Plaza del Carbón.

Piletas de salazón, amortizadas hacia la transición al siglo III d.C. Para época tardía (siglos IV-V d.C.) se documentan estructuras sin un contexto arquitectónico preciso.

8.

Plaza del siglo, 2.

Restos de una dependencia amortizada hacia finales del siglo II d.C., luego reestructurada en época tardía y abandonada a principios del siglo V d.C.

9.

Palacio de los Condes de las Navas – MIMMA (C/ Beatas, Se documentan dos fases de ocupación. La fase más antigua no sería ante15). rior al siglo III d.C. y estaría amortizada para el IV d.C. La fase más reciente se situaría entre los siglos IV-V d.C. Los datos no son determinantes, aunque algunos rasgos como el tamaño de las distintas dependencias apuntan a un carácter funcional de estas construcciones.

10.

C/ Convalecientes – Sta. Lucía – Azucena.

Niveles de ocupación fechables entre los siglos III y V d.C., sin que los datos admitan mayor definición desde un punto de vista arquitectónico y funcional.

11.

C/ San Telmo, 14.

Estructuras de habitación. Pavimento musivo de finales del siglo III – principios del IV d.C.

C/ San Telmo, 16-18.

Ocupación sobre depósitos del siglo II d.C. Se documentan espacios reestructurados a finales del siglo III, principios del IV, en uso hasta finales del siglo IV.

12.

C/ Especerías, 14-16.

Batería de piletas. No se aportan datos cronológicos, salvo por la presencia de defectos cerámicos altomedievales en una de ellas.

13.

C/ Especerías, 8.

Piletas con presencia de elementos tardíos (siglo V d.C.) en los depósitos de amortización.

14.

Solares en la acera sur de calle Compañía.

Los trabajos realizados permanecen actualmente inéditos, aunque en su día pudimos constatar el hallazgo de cierto número de piletas hidrófugas, ordenadas en batería.

15.

Pasaje de Heredia.

Piletas amortizadas para el siglo V d.C.

16.

C/ Sargento esquina C/ Ollería.

Hallazgo de un horno cerámico de cuyos niveles de amortización se han obtenido indicadores tardíos (siglo V d.C.).

17.

Pasillo de Sta. Isabel – C/ Cisneros – C/ Camas (Hotel Posada Hallazgo de un complejo portuario construido hacia mediados del siglo III del Patio). d.C.

18.

C/ Castillo de Sohail, 3 y 5.

Hallazgo de una estructura muy resistente, hecha de opus caementicium y cuyas dimensiones hicieron imposible una definición arquitectónica más precisa, aunque se podría asimilar a la continuación de la muralla portuaria documentada en el Hotel Posada del Patio.

19.

C/ Arco de la Cabeza – Pasaje de Gordón.

Estructuras aisladas y en mal estado de conservación, fechables entre el siglo III y la primera mitad del siglo V d.C.

20.

C/ Arco de la Cabeza, 2.

Distintas dependencias amortizadas para época tardía. Los datos no admiten una lectura funcional o arquitectónica más precisa.

21.

C/ Álamos, 10 – C/ Beatas, 5 al 7.

Estructuras amortizadas para época tardía.

22.

C/ Pozos Dulces, 3 al 5.

Batería de piletas de salazón, construida a finales del siglo III y en uso hasta el siglo VI.

C/ Pozos Dulces, 7 al 9. 23.

C/ Beatas, 49.

Se documentaron dos fases de ocupación, para los siglos IV y V d.C., respectivamente, integradas por estructuras diferenciadas, aunque sin datos para determinar un contexto arquitectónico más preciso.

24.

C/ Correo Viejo, 8.

Evidencias de ocupación entre los siglos III y VI d.C., muy afectada por problemas de conservación y limitadas por la indefinición estratigráfica del sitio

Perfil hipotético de la línea de costa. Perfil del Arroyo del Calvario, en el tramo correspondiente a C/ Granada. Líneas de muralla.

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Algunas claves para entender la ocupación durante los siglos I al IV d.C. en la ribera oriental del Guadalmedina (Málaga), de Pedro Jesús Sánchez Bandera y Carlos Cañete Jiménez

El desarrollo de la investigación en el Museo Carmen Thyssen Málaga

áreas habitadas, a los rasgos de su estructura urbana y a la morfología de los edificios y otros espacios construidos. Finalmente, nos referiremos al sentido La antigua franja litoral entre el río Guadal- práctico de muchos de los lugares a los que la investimedina y el Arroyo del Calvario, lo que antes hemos gación ha tenido acceso. denominado sector oriental en la periferia norte de Desde estas bases, en octubre de 2005 se Malaca, corresponde hoy a un sector del centro histórico de Málaga en el que la Arqueología ha tenido iniciaron trabajos de investigación en un área acocierto desarrollo. Sin embargo, muy encorsetadas por tada por las calles Compañía, Mártires y San Telmo, el parcelario actual, la mayoría de las actividades han limitada al oeste por la iglesia del Santo Cristo de la estado sujetas a restricciones metodológicas insalva- Salud. Se trataba de una agrupación de inmuebles bles. En consecuencia, los niveles preislámicos, acota- propiedad del Ayuntamiento de Málaga que incluía dos por los protocolos de seguridad laboral y relativa- el sugerente Palacio de Villalón, un caserón solariego mente a salvo de muchas de las afecciones previstas construido en el siglo XVI y recientemente rehabilitaen los proyectos de obras, han quedado relegados en do como pinacoteca. ocasiones a la condición de objetivo secundario. Debido a vicisitudes del proyecto de obras, En líneas generales, con anterioridad al año esta actividad arqueológica se desarrolló de manera 2005 conocíamos evidencias de ocupación estable gradual a lo largo de varias campañas. En la primera en la zona desde los siglos II-III d.C.7 Los datos para de ellas, octubre a diciembre de 2005, se actuó en la la tardorromanidad, más abundantes y precisos, re- línea de las calles Mártires y San Telmo, en el solar dundaban en el hallazgo de piletas para la salazón del de varios edificios demolidos al norte del palacio. Los pescado jalonando la primitiva línea de costa. Final- trabajos abarcaron una superficie de 305 m2 dividida mente, se venía constatando un abandono repentino en dos cortes, y por debajo de los restos de la ciudad y generalizado de estas instalaciones para mediados medieval su alcance quedó restringido a tres sondeos del siglo V d.C., quedando la zona baldía o reservada estratigráficos.9 para prácticas funerarias.8 La segunda intervención tuvo lugar entre noviembre de 2007 y marzo de 2008. En esta ocasión la Más allá de estas evidencias, el resto de la información se limitaba a la documentación de estruc- investigación se extendió a algunos solares de nueva turas aisladas, sin una perspectiva de conjunto y que incorporación, concretamente los números 6 y 8 de la dejaba sin respuestas concretas algunas cuestiones calle Compañía.10 Los resultados en este caso fueron esenciales. Entre ellas destacaremos las relativas al especialmente relevantes en el denominado Edificio desarrollo diacrónico de la zona, muy evidentes en B, un espacio coincidente con la intervención de 2005 cuanto a la falta de precisión sobre los inicios de la en el que los trabajos de excavación se ampliaron a ocupación y los detalles de su evolución por etapas. toda la superficie operativa, superándose con cierta Nos referiremos igualmente a la configuración de las amplitud los niveles de época medieval. 7. Las evidencias sobre los inicio de la ocupación en la ribera oriental del Guadalmedina, bastante inconsistentes, se basan en buena medida en la presencia de artefactos; fragmentos de recipientes de cerámica fundamentalmente. Los datos relativos a una ocupación “de facto” antes del siglo III d.C., procedían de los trabajos arqueológicos realizados en el solar número 16 de la actual calle San Telmo (Rambla, 1997). 8. Cabe destacar en este sentido el hallazgo de tumbas de inhumación en solares de la calle San Telmo (Rambla, 1997 y Melero, 2006). Por lo demás, muchos de los vestigios de esta ocupación todavía permanecerían emergentes algunos siglos después, incluso algunos habrían sido reaprovechados por los primeros pobladores musulmanes. Así, en 1990 se constataron prácticas de este tipo con el descubrimiento de una pileta de salazones usada como basurero durante los prolegómenos del periodo andalusí, en los números 14 y 16 de la calle Especería (Íñiguez, 1993). Más recientemente, en 2009, se hallaron espacios de habitación tardorromanos adaptados y reutilizados en el periodo emiral (Bueno, 2009). UE- 0 número 1

Finalmente, la última de las intervenciones (agosto de 2009 a diciembre de 2010 – Sánchez, 2010) incidió sobre una superficie de 680 m2, con el propósito de valorar la afección de los sistemas de cimentación en las zonas no exploradas y documentar en extensión los vestigios de época romana para su posible exposición al público. 9. Estos primeros trabajo fueron dirigidos por Carmen Alba Toledo (Alba, 2007). 10. La continuidad de los trabajo en el espacio investigado en 2005 fueron dirigidos por Carlos Cañete Jiménez (Cañete, 2008). Los solares de la calle Compañía se añadieron en estas fechas al proyecto del museo y en ellos se realizó una excavación arqueológica dirigida por la arqueóloga Conchi Marfil Lopera (Marfil, 2008).

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La suma de todas estas intervenciones, especialmente la última de ellas, han dado como resultado algunas aportaciones a considerar. En primer lugar, la posibilidad de acceder a restos de época romana en un estado de conservación aceptable y en una superficie relativamente extensa, hacía posible discernir aspectos concretos relativos a la configuración arquitectónica de los mismos, diferenciando zonas residenciales y áreas de producción pertenecientes a un mismo complejo. En segundo lugar, desde un punto de vista cronológico se han obtenido resultados inéditos en relación con los orígenes de la ocupación y sus vicisitudes hasta su colapso definitivo en el siglo V d.C.

ha sido imposible obviar la presencia de numerosas afecciones que habían minado el orden estratigráfico, complicando la posibilidad de establecer correlaciones incluso en puntos relativamente próximos.11 Así, desarticulada en parte la secuencia postdeposicional, la datación de estos restos exigió una exhaustiva búsqueda en aquellos sectores menos alterados.12

La secuencia de ocupación de época romana en el subsuelo del Museo Carmen Thyssen Málaga

Las transformaciones arquitectónicas a partir de finales de la primera centuria, supusieron la destrucción o el enmascaramiento de las edificaciones preexistentes, reduciendo nuestra perspectiva de los niveles de ocupación más antiguos a algunos hitos aislados.13 A esta dificultad hay que sumar el hecho de que apenas se ha obtenido información para datar de manera directa muchos de estos restos, siendo necesario recurrir a la posición relativa de los mismos dentro de la secuencia arquitectónica del sitio.

A pesar de ello, ha sido posible determinar cuatro fases en la evolución de esta ocupación, siendo necesario destacar que los niveles de información obtenidos para cada una no son equiparables, muy condicionados por circunstancias como el estado de conservación de los restos o la necesidad Todo ello sentó las bases para caracterizar de preservar in situ determinados vestigios que hacon ciertas garantías este enclave y ponerlo relación brían ocultado a otros más antiguos. con otros sectores de Malaca. Fase I (hasta el último cuarto del siglo I d.C.)

Por debajo de la cota de 1,20 m.s.n.m. los trabajos de investigación incidieron de manera exclusiva sobre niveles de ocupación anteriores a la Edad Media. Como se ha indicado, la segunda y tercera campaña arqueológica propiciaron una visión en extensión de los espacios y estructuras documentadas en un principio, poniendo de relieve aspectos desconocidos que hacían posible lecturas más precisas, sobre todo desde un punto de vista diacrónico. Así, por ejemplo, se obtuvieron datos que remontaban la primera ocupación estable al contexto del cambio de era, a la vez que permitían seguir sus vicisitudes hasta el Medievo. Asimismo, se desvelaron aspectos cruciales sobre la configuración arquitectónica del sitio, la evolución de su estructura interna y el significado de muchos de los espacios documentados; finalmente hay que destacar algún hallazgo excepcional, caso de una fuente monumental (Sánchez, 2010: 10). Por otro lado, la posibilidad de actuar en una superficie relativamente extensa, facilitó soluciones tácticas que normalmente se saldan con atrofias metodológicas insalvables. Sin embargo, en nuestro caso, a pesar de la amplitud del área de excavación UE- 0 número 1

Tan solo durante la excavación de una de las riostras previstas en el proyecto de obras, se descubrieron retazos de un pavimento de argamasa cuyos niveles de colmatación aportaron referencias cronológicas explícitas. Dicho pavimento asentaba sobre 11. Nos referimos a las cimentaciones e infraestructuras de los edificios demolidos, a pozos de captación de agua, estructuras sépticas… Especialmente lesivos resultaron numerosos socavones, algunos con una extensión y profundidad extraordinaria, cuyo sentido exacto desconocemos, aunque pensamos que podrían ser resultado del expolio de estructuras amortizadas. 12. En este sentido ha resultado crucial la amplitud y buen estado de conservación de muchos muros y pavimentos, de manera que la información obtenida en una parte se podía hacer extensiva gracias a la continuidad de los conjuntos edificados, un factor que ha permitido enhebrar los retazos dispersos de algunas unidades de estratificación fundamentales. 13. Es el caso de un retazo de pavimento de “opus spicatum” de excelente factura y conservación, o de dos tramos de muros que conectaban en escuadra y que fueron demolidos a la altura necesaria para adaptar una zona de paso. Asimismo, al sur, en la línea de calle Compañía se descubrió un retazo de pavimento compuesto por pequeñas losetas romboidales, ensambladas en forma de espiga.

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Figura 1. Pavimento de “opus spicatum” correspondiente a la Fase I, reintegrado en una pileta de finales del siglo I d.C.

una formación de limo-arcilla muy uniforme y sin contaminar, quedando sepultado por un relleno de nivelación en cuya composición destacaban abundantes nódulos de argamasa y restos de material de construcción, así como algunos fragmentos de cerámica con los que hemos podido saldar el momento de su amortización. Entre ellos destacaremos un único fragmento de terra sigillata itálica (Consp. 36.4/Pucci XXXI 5) fechado entre los años 15 y 90, otro fragmento de plato de terra sigillata africana A (Hayes 3B) del 75 al 150 d.C. y dos fragmentos de terra sigillata hispanica (Mayet 29 y 18) fechados entre el 40 y el 150.

ticos, instalaciones pertenecientes a una almadraba y zonas de paso. Precisamente el final de esta fase quedaría marcado por el abandono de la almadraba, un hecho precipitado que cuenta con suficientes referentes cronológicos a partir de los deshechos cerámicos arrojados a las piletas de salazón, convertidas en auténticos basureros cerámicos. Se trata de grandes contenedores de origen bético, ánforas pertenecientes a los tipos Dressel 7-11, 13, 14a y 14b, producciones ya obsoletas para la primera mitad del siglo III.

Fase II (Finales del siglo I d.C. – inicios del siglo III Por lo que respecta a los espacios domésd.C.) ticos, hay que resaltar el hecho de que rara vez se ha excavado por debajo de los muros y pavimentos La evolución de la zona para el siglo II parece documentados, por lo que apenas contamos con inimplicar una remodelación profunda de los espa- formación relativa a la data inferior de los mismos. cios construidos, inaugurando trazas que se van a Además, muchas estructuras y espacios permanemantener vigentes durante casi dos siglos y medio. cieron en uso a lo largo de sucesivas reformas, lo Dentro de la estructura básica de estos niveles de que dilata su periodo activo a la vez que reduce las ocupación, se pueden diferenciar espacios domés- posibilidades de acotar su datación de una manera UE- 0 número 1

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Figura 2. Tumba de mediados del siglo IV d.C. sobre los niveles de colmatación de una dependencia de finales del siglo I d.C.

directa y precisa. En este sentido, para poder fechar esta fase ha resultado determinante el estudio de algunos fragmentos de cerámica obtenidos de una fosa abierta sobre de uno de los muros que integraban la edificación primigenia, amortizado en el curso de una reforma. Se trata de recipientes que responden al prototipo Vega 57.1 (primera mitad del siglo III), así como el fondo de un recipiente de terra sigillata hispanica que responde a la forma Mayet 17 (finales siglo I – inicios del siglo III). Fase III (inicios del siglo III d.C. – mediados del siglo IV d.C.) A pesar del colapso de la almadraba, los espacios domésticos continuaron en funcionamiento con aparente normalidad. En líneas generales se habría mantenido el esquema espacial de la fase anterior, aunque continuamente adaptado mediante un sinfín de refacciones con un alcance generalmente limitado. Por vez primera el estado de conservación de un determinado nivel de ocupación permitía UE- 0 número 1

identificar con nitidez los diferentes espacios, e incluso interpretar el significado de muchos de ellos, como se expondrá en el apartado correspondiente. Estos espacios se mantuvieron en uso hasta bien entrado el siglo IV, momento en el que se produjo el abandono y destrucción de la totalidad del complejo edificado. Este hecho coincide en el tiempo con la circulación de contenedores del tipo Keay XIX, XX o XLV, cuya amplitud temporal quedaría matizada por la datación que arrojan los fragmentos de cerámicas de mesa recogidos de los niveles de destrucción, entre los que se encuentran los prototipos Hayes 45, 59, 58 y 58B, con una data máxima de mediados del siglo IV. Por otro lado, el hallazgo de un lote de monedas en los niveles de abandono de una de las habitaciones, vendría a corroborar esta datación de manera precisa; se trata de piezas correspondientes a los periodos de Constancio II (337–361) y Constancio Galo (351-354).14 14. El estudio preliminar de estas monedas ha sido llevado a cabo por Sonia López Chamizo e incluido en un anexo a la memoria preliminar (Sánchez, 2010).

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Figura 3. Piletas de salazón de pescado de época tardorromana descubiertas en la confluencia de las calles Mártires y San Telmo.

Fase IV (segunda mitad del siglo IV d.C. – primera mitad del siglo V d.C.) La destrucción del complejo surgido a finales de la primera centuria supuso un abandono transitorio de este emplazamiento, tan solo desmentido por la constatación de prácticas funerarias aisladas o la adaptación en precario de algunos espacios o estructuras emergentes. Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo IV se produjo una repentina revitalización de la zona, con la construcción de edificios de nueva planta. Así, en el solar de la antigua almadraba se erigió una construcción de excelentes cualidades arquitectónicas y aires suntuosos, a la que pertenece un mosaico bícromo con enrevesados motivos geométricos. Asimismo se dispusieron nuevas instalaciones destinadas a la producción de conservas de pescado, a las que corresponderían sendas baterías de piletas documentadas en la línea de la calle Compañía y en la confluencia de las calles Mártires y San Telmo. UE- 0 número 1

Desvinculados desde un punto de vista estructural a causa de extensas afecciones de época medieval y moderna, la sincronía de estos vestigios vendría determinada por los indicadores que arrojan sus respectivos niveles de amortización. Así, del interior de las piletas se ha extraído un buen número de fragmentos de ánforas que responden a los prototipos Keay III/V (400 - 500), Keay XXIII (inicios siglo IV – primera mitad del siglo V), Keay XIX c (inicios del siglo IV – segunda mitad del siglo V) y Beltrán 63 (380-460). Muchas de estas cronologías se podrían ajustar a partir de los fragmentos de cerámica de mesa, destacando hallazgos pertenecientes a la forma Hayes 58, cuya data máxima correspondería a mediados del siglo V. Sobre los retazos de pavimentos musivos se hallaron algunos fragmentos de cerámica, entre los que se reconoce la forma Hayes 64 (primera mitad del siglo V), así como cierta profusión de recipientes de cocina cuyos márgenes cronológicos, aunque más extensos (Lamboglia 10 a y 10 b y Ostia III, siglos II al V), incidirían en esta datación. El muestreo se completaría con gran cantidad de fragmentos atípicos de terra sigillata africana D y C, muy desgastados y de difícil catalogación.

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En última instancia, durante el breve domi- pera con creces la superficie de la actual pinacoteca, nio bizantino, abandonada la zona y arruinados los una circunstancia que ha limitado necesariamente edificios tardíos, sus restos acogieron una necrópo- el alcance de nuestras conclusiones. lis de la que ya existían antecedentes precisos en la zona, como se ha expuesto. La almadraba y el edificio situado al oeste estaban separados por un corredor de apenas un metro de ancho, Vial 1. La estrechez del paso y la ausencia de infraestructuras lo reducen al pasillo necesario para separar zonas con usos diferenciados y, en cualquier caso, preservar el sosiego de los espacios domésticos. El Vial 1 no tenía salida al norte, cerrado como consecuencia de la yuxtaposición de ambas edificaciones en un único bloque arquitectónico. Con el colapso de la parte productiva del complejo sus instalaciones quedaron definitivamente baldías, sin embargo el vial habría permanecido operativo durante casi un siglo y medio sujeto al funcionamiento de la casa, como se desprende de la presencia de dos accesos: uno en el fondo del vial (cegado en el curso de una reforma tardía) y otro Figura 4. Inhumación de época tardoantigua sobre pavimento abierto en el muro que delimitaba por el este las musivo de la fase IV. dependencias domésticas.

Edificios y zonas de paso. La organización del espacio construido entre finales del siglo I e inicios del III d.C. Como se ha indicado, las reformas llevadas a cabo hacia finales del siglo I tendrían que ver con la fundación de una factoría de salazones, cuyo uso se prolongaría a lo largo de la siguiente centuria. Surge así un complejo del que hemos diferenciado con cierta nitidez tres edificios, delineados por zonas de paso que ilustran aspectos de un entramado seudourbano, apelativo con el que pretendemos subrayar el probable emplazamiento de estos restos en la periferia de Malaca. Nos referimos a la mencionada factoría de salazones, a una construcción con aires domésticos situada al oeste de la misma, así como a un probable tercer edificio localizado en el cuadrante noroeste del área de intervención, en el encuentro entre las calles Mártires y San Telmo.15 La extensión de cada uno de ellos su-

Al noroeste, la unidad almadraba-casa quedaba perfilada por un nuevo vial, cuyo trazado acusa un pronunciado quiebro que permite dividirlo en dos tramos o ramales, Vial 2 (tramo este – oeste) y Vial 3 (tramo norte – sur). Estos viales sí estaban dotados de infraestructuras, caso de una potente atarjea que discurría en sentido norte – sur, siguiendo el trazado del Vial 3. En el punto en el que convergen ambos tramos, el complejo edificado se abría al exterior mediante un gran vano, dividido en dos por un pilar a modo de parteluz. La configuración viaria en este sector iba a permanecer invariable hasta los albores del siglo III; esto es, hasta el momento en el que quedó paralizada la actividad en la factoría de salazones. A partir de ese momento se produce una anexión parcial de la zona de paso por parte de los edificios adyacentes, quedando de este modo reducida su anchura de manera sensible.16 Este hecho desvela un estrecho vínculo entre la morfología del complejo y sus bases económicas; sin embargo, el dato que mejor va a representar las variaciones en el significado de estos espacios, tiene que ver con el progresivo ce-

15. Cada área edificada ha sido agrupada bajo la denominación “Unidad Estructural” seguida de un numeral arábigo. Así la Unidad Estructural 1 se refiere a los espacios domésticos al oeste de la almadraba, la Unidad Estructural 2 a la propia almadraba y la Unidad Estructural 3 al edificio localizado en el cuadrante noroeste 16. La anchura original del Vial 2 era de 2,25 m, quedando de actual museo, en la periferia del área de excavación. El interior reducida a raíz de las reformas de la Fase III a poco más de un metro. de este último, resultó completamente arrasado por la instalación de El Vial 3 tenía una anchura original de 3,44 m y habría quedado reduuna batería de piletas a partir de mediados del siglo IV. cido a apenas 0,85 m, si bien los datos en este punto no son del todo concluyentes debido a problemas de conservación. UE- 0 número 1

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Lámina VIII. Distribución espacial del complejo entre finales del siglo I e inicios del siglo III d.C. (Fase II).

Unidad estructural 1. Pars rustica. Unidad estructural 2. Pars urbana. Unidad estructural 3.

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Lámina IX. Evolución espacial del complejo a partir del siglo III d.C. (Fase III).

Unidad estructural 2. Pars urbana. Unidad estructural 3.

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Figura 5. Atarjea en el vial 3.

Figura 6. Batería de piletas pertenecientes a la almadraba altoimperial (finales del siglo I d.C.).

gamiento del gran vano con parteluz antes mencio- ciones constituían espacios exclusivos, aunque yuxtanado que resultará completamente anulado para las puestos al norte del Vial 1. postrimerías de la Fase III, un aspecto sobre el que incidiremos más adelante. Nuestra visión de la factoría de salazones es muy parcial a causa de su posición en la periferia del área investigada, aunque también por las recurrenDefinición de los espacios internos. Las tes afecciones y por la necesidad de preservar in situ Unidades Estructurales 1 y 2 (finales algunos vestigios más recientes. Sin embargo, estas del siglo I – mediados del siglo IV d.C.). instalaciones admiten una interpretación inequívoca Aspectos arquitectónicos y funcionales a partir del descubrimiento de una batería de piletas para la salazón del pescado; se trata de cuatro conLas Unidades Estructurales 1 y 2 forman parte tenedores revestidos de opus signinum, con unas didel esquema arquitectónico surgido a finales del siglo mensiones aproximadas de 3,60 por 2,00 m, sin que I. Como venimos reiterando, se trata de edificaciones dispongamos de datos para determinar su profundiconcebidas para usos diferenciados, a las que nos he- dad exacta.17 mos referido como un área doméstica cuyo uso se 17. Estos contenedores han sido registrados como Pileta A, va a prolongar mediante sucesivas reformas hasta la B, C y D. El fondo de una de ellas estaba compuesto por un retazo de segunda mitad del siglo IV y una factoría de salazones pavimento de “opus spicatum” de excelente tipología, posiblemente situada al este. Como se ha indicado, ambas edifica- reutilizado de una ocupación anterior (Sánchez, 2010: página 32 y siguientes).

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Por lo que respecta a la parte doméstica del complejo, su estructura primigenia se hallaba muy desdibujada a causa de las continuas reformas a la que fue sometida. Sin embargo, todo apunta a que se trata de un esquema cuyos rasgos esenciales se van a mantener a lo largo del tiempo.18 Los trabajos llevados a cabo han desvelado parte de una planta de tendencia ortogonal, cuyas dimensiones rebasaban holgadamente las del área de estudio por el sur (bajo el antiguo Palacio de Villalón) y por el oeste, más allá de la línea de calle Mártires. Hasta donde se observa, el perímetro exterior era bastante regular, salvo por la presencia de un cuerpo de edificio que se prolongaba hacia el norte, confundido con las dependencias de la almadraba. Por lo que se refiere a la estructura espacial interna, las dependencias documentadas se ordenaban en torno a un patio del que conocemos sus lados norte, sur y este. Se trata de un espacio destacado que entraña un evidente carácter rector, en el que destaca una fuente monumental decorada con pinturas murales de peces, representados con vivos colores sobre fondo negro. La fisonomía del patio, su configuración arquitectónica definitiva, hay que enmarcarla en las reformas de la Fase III, momento al que corresponderían las alineaciones de pilares que definen sus lados sur y este.19

Figura 7. Superposición de estructuras. El pilar arrasado corresponde al la edificación original de finales del siglo I; concretamente a la crujía situada al oeste del patio. A partir del siglo III, fue objeto de una reforma que supuso la refacción del muro perimetral y la erección de nuevos pilares, en una posición ligeramente desplazada.

Al igual que el patio, las dependencias aleda- con unas dimensiones de 7,30 por 2,50 m.20 Al sur de ñas al este formaban parte de una crujía reformada a la misma, una segunda estancia de proporciones aún partir del siglo III, para habilitar una estancia diáfana más restringidas (3,10 m por 2,50 m) conservaba una escalinata de cuatro peldaños desde la que se acce18. Nos parece significativo el hecho de que muchos de los día al Vial 1. trazados originales se mantengan inmutables hasta el momento de abandono y destrucción del complejo. En este sentido, hay que resaltar el hecho de que las partes modificadas generan variaciones muy puntuales y limitadas con respecto a lo que conocemos del esquema inicial; en líneas generales se trata de subdivisiones, replanteos en el perímetro de determinados espacios, reordenación de vanos y zonas de paso y refacciones de estructuras (Cañete, 2008 y Sánchez Bandera, 2010). 19. La fisonomía original del patio se hallaba muy desdibujada. Sin embargo, las escasas variaciones entre las estructuras amortizadas que hemos podido documentar y las levantadas en el marco de alguna reforma, permiten suponer que el concepto arquitectónico original se habría mantenido vigente hasta el final. Destacaremos en este sentido el hallazgo de un pilar arrasado, perteneciente al edificio primigenio, localizado en el lugar en el que se levantarían nuevos pilares a partir del siglo III. Por lo que respecta a las alineaciones de pilares, aunque fueron interpretadas en principio como pórticos, hay aspectos que alimentan ciertas dudas al respecto. Consideramos en este sentido la escasa capacidad portante de algunos de los pilares (sobre todo el denominado u.e. 8015, basado en un único pilar bastante inestable) y cierta desproporción entre la excesiva anchura del teórico deambulatorio y el propio patio. Así pues, aunque la visión de varios pórticos resultaría coherente con los datos, no descartamos otras interpretaciones como la de una posible pérgola o similar. UE- 0 número 1

Asimismo, la imagen de la crujía norte corresponde a un espacio reformado, aunque muchas de las compartimentaciones originales resultaban reconocibles a partir de la impronta de sus muros demolidos. Se ha tenido acceso a una sucesión de tres dependencias, una de las cuales ha sido interpretada como cocina a partir de los restos de un macizo de mampostería revestido de ladrillos, que serviría para disponer los hogares. Se trata de un espacio de proporciones relativamente holgadas, 6,30 m por 2,95 m, que acusa un ligero descuadre en planta. La refor20. Esta estancia estaba dotada de un banco adosado a dos de sus lados. La presencia de este elemento invitaba a considerar esta habitación una suerte de comedor de verano a modo de “biclinium” completamente abierto al patio, una interpretación lastrada por las dudas que derivan de la estrechez del espacio resultante (apenas 2,50 m, como se ha indicado).

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ma de la cocina habría tenido lugar a partir del siglo III e incluiría la construcción ex novo de una estrecha dependencia anexa al norte, susceptible de ser interpretada como almacén, leñera o similar, cuya disposición en planta rompe la linealidad original del perímetro norte del edificio invadiendo la zona de paso que habíamos denominado Vial 2, al que se abre mediante un estrecho acceso. Se trata, insistimos, de un dato revelador sobre la evolución que siguen estas zonas de paso una vez amortizada la factoría de salazones; una evolución marcada por el desinterés en mantenerlos operativos, al menos según los parámetros que se observan para la segunda centuria.

En otro orden de cosas, los detalles arquitectónicos del complejo comprenden sistemas constructivos propios del mundo romano, destacando la profusión de aparejos de opus mixtum22 que caracterizan las partes originales. Por otro lado, llama poderosamente la atención el hallazgo de vistosos muros de opus quadratum en la línea de calle Compañía, correspondientes al perímetro de un recinto que tal vez corresponda a la parte frontal del edificio, por más que el completo arrasamiento del espacio interior haga imposible una caracterización más precisa. Entre este recinto y los restos documentados al norte quedó una gran superficie sin explorar, equivalente a la planta del Palacio de Villalón, por lo que la relación Al oeste de la cocina, un pequeño habitáculo estructural entre unas zonas y otras no se ha podido podría corresponder a la lavatrina. Completamen- determinar de manera fehaciente. te desfondada en el curso de ulteriores remociones de tierra, todavía conservaría parte del sistema de Con el tiempo la evolución del complejo deevacuación de aguas mediante un arco de carga en riva hacia sistemas constructivos más heterogéneos, la base de su cierre oeste. Con posterioridad, a esta tanto en las soluciones que se adoptan como en las pieza se añadiría una dependencia por el sur que al- cualidades del material empleado. Apenas se contera la regularidad que caracterizaba el perímetro del servan los revestimientos de las paredes, aunque de patio; desconocemos el sentido de esta dependencia los niveles de derrumbe se han obtenido numerosos más allá de algunas conjeturas, aunque llama pode- fragmentos de enlucidos coloreados en granate u rosamente la atención el hecho de que sus paredes ocre, soluciones con las que se disimularía la pobreza estuviesen finamente estucadas en blanco. de los sistemas constructivos empleados a partir de la Fase III. Finalmente nos referiremos a una de las dependencias que integran el ala norte del edificio. La mayoría de los pavimentos implican solu2 Se trata de un espacio de 13,50 m , en un principio ciones fáciles y eminentemente prácticas (planchas abierto al exterior en el punto de encuentro entre los de opus signinum o losetas cerámicas) que confieren viales 2 y 3, mediante la gran portada con parteluz a a los distintos espacios cierto aire modesto. Destaca la que nos hemos referido con anterioridad. Dicha de- en este sentido el buen estado de conservación del pendencia constituye una pieza muy interesante den- pavimento del patio, compuesto por ladrillos regulatro complejo, no solo porque es uno de los puntos de res, colocados en hiladas alternas que confieren artiacceso al mismo, sino porque es el eslabón que arti- ficiosidad a la ensambladura. cula las dependencias domésticas con las zonas dedicadas a la manufactura de pescado, evidenciando de Estas soluciones contrastan vivamente con las manera objetiva el vínculo entre ambas, a través de grandes losas de mármol polícromo que parecen reun vano con un peldaño para salvar el desnivel. Con alzar la fuente, un elemento arquitectónico destacaestas características creemos poder afirmar se trata do por la desproporción de su tamaño y el empleo de de una tienda, una dependencia para la venta de con- materiales nobles, rasgos que le confieren aparatosiservas, una actividad que habría que situar entre las dad y denotan un evidente interés por la ostentación. bases económicas del complejo. Sintomáticamente, Desde este punto de vista, tal vez la representación de la transformación de este espacio, su clausura defi- los peces sea algo más que una simple coincidencia y nitiva y literal, tiene lugar a partir del siglo III, en el trascienda el sentido de lo meramente ornamental. momento en el que la factoría deja de estar activa.21 21. El cegamiento del vano ilustra de manera muy gráfica el cambio en el uso de este espacio, reservado a partir de estos momentos para alguna actividad artesanal, como se desprende del hallazgo de un pequeño crisol de tierra excavado en los rellenos que colmataban los suelos originales. UE- 0 número 1

22. Los aparejos de “opus mixtum” presentan una técnica esmerada, con las partes de mampostería hechas de piezas de pequeño tamaño, desbastadas para conseguir paramentos bien enrasados y calzadas con pequeñas lajas que acaban retacando los intersticios. Esta técnica está muy bien representadas en el muro que perfila la factoría por el lado del Vial 1.

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Ámbito estructural 1.9

Dependencia del crisol. Antigua tienda (S. I-III) (ámbito estructural 1.10)

Despensa (ámbito estructural 1.3)

Ámbito estructural 1.7 Cocina (ámbito estructural 1.4) ¿Lavatrina? (ámbito estructural 1.16)

¿Lavatrina? (ámbito estructural 1.16) ¿Biclinium? (ámbito estructural 1.7)

Patio. Zona porticada

Patio (ámbito estructural 1.5)

Dependencia de accesoa vial 1. Ámbito estructural 1.15 Ninfeo

Estructuras pertenecientes al complejo original, arrasadas a partir del siglo III d.C. Añadidos formas y usos a partir del siglo IV d.C.

Lámina X. Pars urbana. Distribución interior e interpretación de los espacios entre los inicios del siglo III y mediados del siglo IV d.C. (Fase III).

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Figura 8. Perspectiva general de una de las dependencias que integran la crujía documentada al este de la parte residencial del complejo. Se trata de una pieza abierta al patio mediante una estructura de pilares y caracterizada por un banco adosado a dos de sus lado. Se trata de un espacio remodelado a partir del siglo III, bajo cuyo pavimentos se observan los restos de la construcción original.

Figura 9. Detalle de la estructura revestida de ladrillos que hemos interpretado como la base de un fogón. UE- 0 número 1

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Figura 9. Vista cenital del espacio que hemos interpretado como tienda. El círculo rojo señala la posicón del escalón desde el que se accedería a la almadraba propiamente dicha.

Figura 10. Detalle del vano partido por el que se accedía a la tienda desde el exterior. Anulada la almadraba, la tienda habría dejado de funcionar y el acceso habría resultado cegado de manera progresiva.

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En definitiva, a pesar de los constantes inconvenientes a los que ha estado sometida la intervención, los resultados permiten ensamblar algunas piezas de ese gran rompecabezas arqueológico. Considerando los antecedentes, el balance de estos trabajos pone sobre la mesa algunos datos interesantes, tal y como se ha expuesto de forma reiterada a lo largo de estas páginas.

ineludible que domina las dependencias interiores y que sirve de soporte para la representación de peces, en una alusión implícita a la prosperidad del sitio. Pero también en este sentido habría que entender el vistoso aparejo de sillares que configura el teórico frontis, cuya aparatosidad contrasta vivamente con la modestia de las soluciones constructivas empleadas en las dependencias traseras.

Así, en primer lugar consideraremos un dato en sí mismo la posibilidad de retrasar la ocupación en la zona hasta el entorno del cambio de era. Sin embargo, lastrada la información por una visión muy parcial de los niveles de ocupación más antiguos, dicho dato apenas va más allá de lo meramente testimonial, dejando vivos interrogantes en torno a algunas cuestiones elementales.

A pesar del repentino cese de la producción, un hecho que cuenta con numerosos correlatos en los ambientes suburbanos de Malaca y algunos fundus maritimus más o menos próximos, y que habría que vincular -aunque solo sea por la coincidencia en el tiempo- con algunas de las medias políticas adoptadas por los Severos,23 esta pescadería podría haber servido de referencia para el ulterior desarrollo urbano de la zona. Efectivamente, la progresión en fecha de los hallazgos localizados en el entorno inmediato, evidencia una ocupación gradual del espacio, hasta completar un caserío extensivo, un posible suburbium que ocupará las tierras de la margen izquierda del río.24 Desde esta perspectiva, el abandono y subsiguiente demolición de la casa a mediados del siglo IV, más que el síntoma de una situación de decadencia, respondería a un hecho puntual que preludia la refundación del sitio al servicio de la producción masiva de salazones de pescado y en el cenit comercial del puerto malacitano.

Más alcance tendrían los datos para la transición al siglo II, un momento en el que la ciudad, elevada a la condición de municipium, habría culminado su particular proceso de integración en la arquitectura imperial, aparejada a una coyuntura económica especialmente próspera, según se desprende del vigor del ager y esplendor de muchas de las villae conocidas. En esta coyuntura los vestigios que nos ocupan formarían parte de un asentamiento suburbano, una villa asentaba sobre terrenos aluviales consolidados, perfilados por una línea de costa que se viene situando al sur del eje Cisneros-Especería. Esta villa quedaría separada de la ciudad por el antiguo cauce que es hoy la calle Granada y constituiría el eslabón más meridional de un “cinturón industrial”, cuyos vestigios están siendo rastreados por la Arqueología a ambos lados de dicho cauce (Mayorga, 2005), como se ha indicado en la introducción. Conocemos las trazas generales de la arquitectura del sitio, muy adaptadas a patrones más que recurrentes para este tipo de hábitat. Resulta especialmente llamativo el pragmatismo que rezuma la organización del espacio, puede que debido al interés del propietario por controlar de forma directa la actividad en la factoría de salazones, cuyos productos estarían vinculados al comercio a gran escala vía marítima, aunque también habrían tenido una dimensión más local. Conocemos aspectos que podrían ilustrar la mentalidad del propietario, su interés por la ostentación y todo lo que ello implica desde el punto de vista de su propia proyección social. Nos referiremos así a la prominente fuente, un hito arquitectónico UE- 0 número 1

23. No es nuestra intención indagar en las causas que motivan el marasmo de muchas de estas instalaciones en la transición al siglo III, tan solo insistiremos en el hecho de que se trata de un fenómeno generalizado que ha sido abordado en numerosos trabajos, en los que se apunta a algunas medidas llevadas a cabo por Septimio Severo, como la emergencia económica de algunos enclaves norteafricanos, la repercusión de los conflictos internos sobre el comercio o el incremento del control estatal sobre el transporte de mercancías (Reynols, 2007 y García et al., 2001: 589 y siguientes). Sí queremos insistir en que este fenómeno constituye un hecho generalizado e irreversible. Efectivamente, el abandono de las instalaciones manufactureras de la Fase II coincide en el tiempo con la amortización de las piletas localizadas en las actuales calles Beatas y Denis Belgrano. Asimismo, la reactivación de la producción de salsas y salazones a partir de mediados de la tercera centuria no implica la refundación de las viejas instalaciones, sino el traslado de las áreas de producción a emplazamientos más próximos al litoral. 24. De manera significativa, uno de los hornos documentados en la calle Muro de las Catalinas, una estructura de gran tamaño y planta piriforme (López, 2013), podría estar dedicado a la producción de material de construcción antes que a recipientes de cerámica. El dato sugiere la existencia de un tejar, en un momento -siglos III-IV- en el que la ciudad se halla inmersa en un profundo proceso de transformación y en el que el espacio construido en la periferia norte de la urbe evoluciona hacia su plena expansión.

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Figura 11. Detalle del muro de sillares, cuyo trazado corresponde a grandes rasgos a la linea de la actual calle Compañía y que podría corresponder al frontis de la parte residencial de la “villa”.

Figura 12. Perspectiva general del ninfeo.

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El Ninfeo de los Peces. Religiosidad y promoción social a través de un elemento arquitectónico singular, de Rafael Soler Rocha y Pedro Jesús Sánchez Bandera

Compañía – Mártires – San Telmo Resultados de la investigación arqueológica en el subsuelo del Museo Carmen Thyssen Málaga EL NINFEO DE LOS PECES. RELIGIOSIDAD Y PROMOCIÓN SOCIAL A TRAVÉS DE UN ELEMENTO ARQUITECTÓNICO SINGULAR Rafael Soler Rocha Pedro Jesús Sánchez Bandera

Uno de los descubrimientos más singulares realizados durante los trabajos arqueológicos en el subsuelo del hoy Museo Carmen Thyssen Málaga, tiene que ver con los restos de una fuente monumental construida a finales del siglo I d.C., que por su significación ha sido objeto de atención preferente. Asociados a esta construcción se han documentado sucesivos programas decorativos, destacando motivos figurativos de peces representados con gran realismo y calidad pictórica, un rasgo que por sí mismo determina la excepcionalidad del hallazgo, realza su interés y anima sus posibilidades de dinamización sociocultural. Sin embargo, estos detalles también alimentan el temor de que los restos puedan verse afectados por condiciones de conservación que, a día de hoy, no parecen las más adecuadas. Su estudio y documentación han sido labores complejas, no exentas de dificultades y en consonancia con un proyecto de obras también complejo. Esta circunstancia ha limitado nuestra capacidad de actuación, prolongando los trabajos arqueológicos a lo largo de varias fases repletas de interrupciones e imprevistos. Por otro lado, su emplazamiento coincidía con la ubicación de uno de los apoyos programados en el proyecto de obras, lo que ha exigido que algunos elementos contructivos fuesen desmontados de forma provisional para evitar posibles daños, un hecho que ha determinado su aspecto actual. Sobre la naturaleza de estos restos, hemos optado por considerarlo un ninfeo aún conscientes de las dificultades conceptuales que esto supone; una cuestión sobre la que abundaremos a lo largo del texto.

Avatares de la investigación Para poder llegar a entender los resultados de la investigación en relación con la citada fuente, es necesario tener en cuenta las circunstancias de su descubrimiento, un hecho íntimamente ligado a una dinámica de obras que ha imposibilitado su interpretación a tiempo y documentación integral. Los hitos que han jalonado la pequeña historia de esta investigación han sido los siguientes:

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Figura 1. Primeras evidencias de lo que luego se desvelaría Figura 2. Cimentación correspondiente a un muro del siglo X, como una fuente monumental de época romana, integrada en adosado a una de las hornacinas de la fuente. una construcción de época andalusí.

• Agosto de 2009. La demolición del antiguo perímetro edificado en la línea de las calles Mártires y San Telmo, un espacio al norte del denominado Palacio de Villalón, designado en obras como Edificio B, habilitó para la investigación una franja de seguridad que hasta entonces había permanecido intacta. En primera instancia los trabajos se centraron en vestigios de los siglos X al XII, poniendo de manifiesto la posición emergente de algunas estructuras preislámicas que, en algún caso, fueron reutilizadas. Tal era el caso de las partes más prominentes de lo que luego identificamos como una fuente monumental, realizadas en opus caementicium de excelente calidad.

conectaba con una plancha o solado del mismo material, cuya extensión excedía las dimensiones de la cata.

Justo en la base de esta estructura, el segundo nivel estaba integrado por otro murete de similar factura e idéntica orientación. No obstante, descaban algunas diferencias significativas, como el hecho de que el escalonamiento de su cara norte estubiese compuesto por dos gradas en lugar de una, así como por su fisonomía, marcada por un vistoso revestimiento de placas de mármol. En la base se extendía un solado de placas del mismo material, cuidadosamente organizadas y asentadas sobre un • Septiembre – noviembre de 2009. Se iniciaron recio encachado. También en este caso las dimenlas obras en este espacio, partiendo de un sistema siones del conjunto excedían los límites del área de de cimentación integrado por catorce encepados excavación. con armadura de pilotes metálicos. Así, en los puntos de máxima afección se llevaron a cabo catas de Por lo que respecta al sentido de estas conscontrol, cuyas dimensiones y profundidad variaban trucciones, las limitaciones de la cata reducían cualen función de las características de cada encepado. quier posibilidad de una lectura contextual precisa. A escasa distancia de los citados restos emergentes, Así las cosas, avanzamos algunas teorías apoyadas se acotó para la investigación un área de dos metros en la suntuosidad y cualidades hidrófugas de la de lado en la que se documentaron estructuras an- construcción, teorías que concluían en la idea de teriores a la trama urbana medieval, superpuestas una balnea o similar. en una secuencia que comprendía dos niveles. Algunas piezas del revestimiento fueron desAl nivel más superficial pertenecían los res- montadas por especialistas para evitar su destructos de un murete orientado en sentido noroeste ción y de forma que fuese posible su posterior re– sureste, roto en este extremo por un extenso so- posición. cavón realizado en los prolegómenos del dominio musulmán. La sección resultante dejaba ver una • Agosto – Noviembre de 2010. Para agosto de estructura escalonada por ambas caras, realizada 2010 había concluido la construcción del forjado de con ladrillos ligados con una argamasa de excelente la planta baja del futuro museo, bajo el que quecalidad y revestida con mortero hidrófugo. Al norte daron los vestigios documentados en anteriores UE- 0 número 1

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Figuras 3, 4 y 5. Distintas perprectivas de la secuencia constructiva documentada en la cata de control realizada en el cuadrante suroeste del “Edificio B”. La estructura inferior, con desarrollo escalonado y revestida de placas de mármol gris, corresponde a la parte frontal de la gran fuente construida a finales del siglo I d.C., integrada en un entorno pavimentado con losas de mármol rojizo. UE- 0 número 1

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Morfología, datación e Interpretación Nuestra apreciación de la fuente viene condicionada por algunos sesgos inevitables. En primer lugar, su desarrollo en planta excedía el área de estudio, prolongándose más allá de los límites del actual museo por el oeste. Por otro lado, muchos detalles de su fisonomía original permanecen aun parcialmente ocultos bajo las estructuras del primer nivel. Desde estas premisas, la primera característica morfológica a considerar es la de una construcción de aspecto macizo y extremadamente sólida, erigida sobre un potente basamento de calicanto. Figura 6. Perspectiva general de la fuente, encajada en el cuadrante suroeste del denominado Edificio B, en el sótano de la actual pinacoteca.

campaña, así como otros sectores completamente inexplorados.1

Haciendo una abstracción arquitectónica elemental, su estructura se articula a partir de un muro principal o fachada, ligeramente retranqueado en su desarrollo longitudinal. Al muro principal se anteponen una serie de receptáculos estancos, lacus o pilas,3 yuxtapuestos de manera que cada uno de ellos determinaría una división transversal a la fachada, a la que nos referiremos como nave. La forma en planta de cada nave era ligeramente trapezoidal, un recurso sencillo y eficaz a la hora de dirigir la mirada hacia las hornacinas desde las que manaba el caudal.

Por vez primera se podía actuar en extensión en el cuadrante suroeste del Edificio B, recuperándose las antiguas catas y áreas de excavación, con lo que la zona volvió al estado que presentaba en agosto de 2009. Asimismo, por vez primera la investigación podía abarcar íntegramente el conjunto de estructuras anteriormente descritas, hasta ahora inconexas, vinculadas únicamente por sus cualidades La imagen frontal del complejo hidráulico cohidrófugas y características arquitectónicas. rresponde a una construcción escalonada: dos gradas revestidas de mármol en el diseño primigenio, Limpia y ordenada la zona se procedió a sa- un único peldaño revestido de opus signinum tras carlas a la luz en toda su dimensión, quedando de la refacción a la que fue sometido, como se ha inrelieve los rasgos inconfundibles de una fuente mo- dicado. numental, cuya estructura había sido objeto de una reforma en la que encontraba explicacion la superTras la reforma la fuente adquiriría su fisonoposición de muros documentada en anteriores cam- mía definitiva, al anteponerse un pequeño estanque pañas.2 de apenas 0,22 m de profundidad.

1. No se pudo acceder al área de actuación hasta estos momentos, debido a que se hallaba completamente inundada desde el mes de diciembre anterior. 2. El periodo útil de la fuente se prolongó a lo largo de casi trescientos años, tiempo suficiente para su estructura evolucionase al compás de las vicisitudes arquitectónicas del sitio, resultando su fisonomía definitiva de una refacción llevada a cabo durante la segunda mitad del siglo IV d.C. Esta reforma no afectaría a los rasgos esenciales de la fuente, sino que se limitaría a elevar los receptáculos en los que se embalsaba el agua, ante necesidad de equipararlos en cotas a los nuevos niveles de uso. UE- 0 número 1

Destaca el empleo de sistemas constructivos muy cuidados, especialmente en relación con la calidad de los morteros, muy compactos y resistentes. Las pilas están hechas de ladrillos, mientras que la fachada y el cierre lateral se realizaron en opus 3. Teniendo en cuenta lo parcial del hallazgo, únicamente se ha documentado en toda su extensión uno de estos compartimentos estancos, concretamente el situado más al este. El siguiente podría constituir el centro de la construcción, parte de cuya estructura quedaba fuera de los límites del solar. Abundando en la vinculación con el agua de estos contenedores, cabe mencionar algunos detalles como los revoques hidrófugos o los refuerzos en forma de cuarto de caña, destinados a aliviar la presión del líquido sobre los ángulos.

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Lámina I. Localización del Museo Carmen Thyssen Málaga en el parcelario actual y posición en planta del ninfeo.

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Figuras 7 y 8. Perspectiva general del “lacus” oriental, una vez concluidas las labores de limpieza y definición.

caementicium. Al exterior el lateral conservaba un encofrado perdido de ladrillos, en el que destaca un pilar con la base moldurada que realza y suaviza la arista trasera de la construcción. Asimismo, se aprecia el arranque de un arco ciego con un sentido probablemente ornamental, por cuanto parece destinado a aligerar mediante un efecto visual, la apariencia en exceso maciza del conjunto. Los enlucidos se conservaban en buen estado, contrastando vivamente los revoques impermeables de las partes inundables y los vestimientos decorados que ensalzan las partes emergidas. Por lo que se refiere a la cuestión cronológica, los depósitos que colmataban las estructuras más superficiales aportaron algunos fragmentos de terra sigillata africana D, lo que situaría la amortización definitiva de la fuente en momentos relativamente tardíos, posiblemente el siglo V d.C., en sincronía con la ruina general de la zona y el proceso de regresión urbana en el que quedará inmersa Malaca a partir de la segunda mitad de la centuria. Por otro lado, aprovechando la destrucción que afectaba el extremo suroeste de la fuente, pudimos acceder mediante una cata de perfil al relleno de colmatación de una de las pilas originales: un depósito con abundantes nódulos de argamasa y restos de material de construcción, asociado a indicadores que establecen el momento de la reforma a partir de mediados del siglo IV d.C. Figura 9. Detalle del sumidero existente en el “lacus” oriental.

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Lámina II. Representación en planta de la parte documentada de la fuente. 3.26

3.06

3.03

2.85

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2.82 2.17

3.49 3.56 3.45

2.04

3.85

2.92

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4.38

4.44 4.20 2.09 4.08 4.02

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Lámina III. Sección transversal.

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Lámina IV. Sección longitudinal.

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su interpretación conceptual. Hasta ahora hemos empleado el término fuente monumental, ninfeo o (de forma genérica) construcción o estructura hidráulica. Sin embargo, como ya explicamos en la introducción, la utilización del término nymphaeum - ninfeo nos sitúa ante un debate clásico, acerca del significado de este tipo de estructuras. En nuestro país esta cuestión ha sido relativamente poco abordada, debido a la escasez de hallazgos y a la inexistencia de referencias literarias y epigráficas; no obstante, resulta paradójica la gran cantidad de estructuras catalogadas como ninfeos en el panorama arqueológico español. Se trata de un hecho que contribuye a enredar la investigación en torno a los mismos, por cuanto al no existir un consenso amplio entre los investigadores, el término se ha convertido en un cajón de sastre al que van a parar todo tipo de estructuras raras o de difícil interpretación. En nuestro caso, aunque nos decantamos por aceptar esta definición, es necesario aclarar previamente algunos aspectos referentes a la problemática que entraña.

Figura 10. Posible “lacus” central del ninfeo, seccionado por el muro perimetral del edificio actual.

En definitiva, pensamos que la fuente habría sido construida a finales del siglo I d.C., como hito destacado en la parte residencial de un complejo dedicado a la producción de salazones de pescado, y que su evolución arquitectónica habría estado marcada por las vicisitudes del sitio. Así, habría sobrevivido a la demolición del edificio originario, puede que a resultas de una consideración práctica que llevaría a valorarla como un mero surtidor de agua, un hecho que hemos podido situar en la segunda mitad del siglo IV d.C., como se ha indicado. De ese modo, adaptada a las cotas de los nuevos niveles de uso, la fuente habría continuado activa hasta mediados del siglo V d.C. La cuestión de los ninfeos en el panorama arqueológico actual

El origen del nombre hay que buscarlo en el mundo griego, donde la voz νυμφαιον se utilizó para designar una gruta natural, vinculada a un manantial en el que se rendía culto a las ninfas. A raíz de la conquista romana del oriente helenístico, el término pasó al latín como nymphaeum y poco a poco se fue transformando hasta designar grandes fuentes de carácter monumental, en las que se representaba el nacimiento de las aguas mediante una recurrente abstracción arquitectónica. En la literatura griega el término siempre aparece referido a grutas naturales con connotaciones religiosas. Así, Homero habla de una cueva consagrada a las ninfas (Homero, Odis., XIII), Filóstrato menciona una fuente construida en una gruta natural y dedicada a este culto (FIlóstrato, VA, VIII, XI, 11) y Estrabón refiere la existencia de una gruta consagrada a las ninfas que se usaba como oráculo (Estrabón, Geo., VII, 5, 8).

En la historiografía latina el término nymphaeum también es poco usual. Lo encontramos por Una vez definido el complejo hidráulico, su vez primera en la obra de Pomponio Mela, para refemorfología y datación, se planteaba la cuestión de rirse a una cueva o specus del Quersoneso (Pomponio UE- 0 número 1

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Mela, De Ch., II, 3). Se trata de la única referencia precisa, ya que otros autores eludieron el término incluso para designar aquellos lugares en los que se rendía culto a estas divinidades. Será en los textos tardíos donde encontremos el término nymphaeum en clara alusión a fuentes monumentales. Amiano Marcelino se refiere así al septizodio construido en Roma por el emperador Septimio Severo (Amiano Marcelino, Hist. Aug., XV, 7, 3). También en los Catálogos de las Regiones se mencionan quince ninfeos en la capital del imperio, además del citado septizodio (Montoro, 2007: 29).

de nichos en las paredes laterales. En ocasiones aparecen dotados de columnas y capiteles ornamentales y algunos investigadores plantean la posibilidad de que estuvieran semienterrados para simular la gruta natural. b) Ninfeos en fachada: Son complejos compuestos por un muro frontal, en el que existen nichos de los que brota el agua que se embalsa en sucesivas pilas. c) Ninfeos de planta central: Son de planta circular y aparecen asociados a zonas de reposo y termas. d) Septizodios: Son fuentes monumentales, dotadas siete hornacinas dedicadas a las siete divinidades astrales.

Por lo que respecta a las fuentes epigráficas los testimonios también son escasos, teniendo en cuenta, además, que muchas inscripciones se encuentran descontextualizadas. Una de las más interesantes procede de Roma y refiere la existencia de un tetrastylum nymPara la investigadora Mónica Montoro, el térphaeum, consagrado a Júpiter Doliqueno en el año 191 mino ha derivado en un convencionalismo sin el sufid.C. (CIL VI, 414b). ciente soporte teórico (Montoro, 2007: 117). Según la autora, no toda fuente implica necesariamente la exisSin embargo, a partir de los escasos testimonios tencia de un ninfeo, teniendo en cuenta que los texliterarios y epigráficos existentes se ha ido generando tos latinos se refieren a aquellas con una terminología todo un debate conceptual, animado por la paradoja variada que incluye denominaciones como fons, lacus, que supone la limitada presencia de estas construc- munu, etc. En este sentido, resultaría revelador el térciones en el registro arqueológico, frente a la fuerza mino ornatissimos lacus con el que Suetonio designa a con la que la voz ninfeo ha llegado hasta nuestros días. las fuentes monumentales (Suetonio, Aug., 30: 1). Una de las definiciones más aceptadas en el panorama científico actual, viene de la mano del profesor S. SetEn sus trabajos sobre la ciudad hispanorromatis, para quien el término nymphaeum debe ser usa- na de Valeria, esta investigadora ha llegado a la concludo con el doble significado que expresan las fuentes sión de que para que una fuente pueda ser consideraclásicas; es decir, como gruta natural donde se rinde da ninfeo, debe presentar una serie de características culto a las ninfas y como fuente monumental con un que usaremos como referentes para diseccionar nuessentido más vinculado a sus propiedades ornamenta- tro caso: les y propagandísticas, aunque siempre –en opinión de Settis- revestida de cierto trasfondo sacro (Settis, 1973: • Debe ser siempre una fuente. 661 a 740). • Debe tener carácter monumental. • Debe poseer significado religioso. Además de los interrogantes que lastran la de• Debe tener un emplazamiento destacado o sigfinición, otra cuestión largamente debatida es la que nificativo. se refiere a los aspectos formales y tipológicos. En este • Debe aparecer asociada a depósitos de agua o sentido, una de las propuestas más ampliamente acepconstrucciones hidráulicas. tada ha sido la elaborada por P. Aupert, quien llevó a • Debe tener carácter urbano. cabo una sistematización tipológica de los ninfeos, a • Debe ser de uso público. partir de las posibles combinaciones de sus elementos constituyentes (Aupert, 1974: 12), resultando la Argumentos para una interpretación personal siguiente clasificación: Desde la óptica de los estudios que acabamos a) Ninfeos de habitación: Son de planta rectangu- de citar, nos encontramos con una serie de argumenlar, absidal en su muro frontal de donde manaría tos a favor y en contra a la hora de usar el apelativo la fuente. Suelen aparecer abovedados y dividi- ninfeo en relación con el complejo hidráulico que nos dos en tres habitaciones o naves con presencia ocupa. UE- 0 número 1

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Por lo que respecta a los primeros, parece evidente que los restos descubiertos corresponden a una fuente, un aspecto crucial que ha quedado ampliamente contrastado a partir de un sinfín de detalles, por no mencionar su propio concepto arquitectónico. Su interés queda de relieve a partir de la desproporción de su estructura en un patio interior de dimensiones relativamente modestas, así como por el refinamiento del programa decorativo – ornamental y la calidad de las soluciones constructivas, todo lo cual pone de manifiesto la voluntad de los promotores de recrear una construcción de carácter suntuoso y monumental. Tampoco podemos negar la posibilidad de que estos restos entrañen connotaciones religiosas, implícitamente vinculadas a la representación de los peces y la evocación al agua, elemento que en el mundo romano siempre tuvo una carga mágica y religiosa esencial (Malissard, 1994: 73). En última instancia, no debemos pasar por alto que monumentalidad y religiosidad debieron estar íntimamente relacionadas con las estrategias de autopromoción de los autores del edificio, una cuestión sobre la que volveremos más adelante. Así pues, en sentido estricto, de todos los requisitos que según el esquema anterior definen a los nifeos, los únicos que no se amoldarían a nuestro caso son los relativos a su carácter urbano y, por lo tanto, público.4

sultan otros autores como Cicerón, para quien la casa debe ser una sede social, el emblema visual y público que muestra la categoría de las personas que habitan en ella (Cicerón, Off. 1, 39, 139). También Séneca habla de la domus romana, no como un hogar, sino como el escenario más adecuado para las relaciones sociales (Séneca, Ep. 94, 69) de manera que el éxito social se garantiza en un “atrio concurrido” (Séneca, 76, 12); el filósofo hispano va más allá y llega a considerar la casa como una “res publica” en miniatura (Séneca, 47, 14). En esta misma línea, Plinio el Joven dice que las grandes residencias nobiliarias necesitaban para su perfecto funcionamiento de una planificación, como si de un estado a escala reducida se tratara (Plinio, Ep. 8, 16, 2).

Conforme a estos testimonios, para el investigador Pedro A. Fernández Vega, jardines, fuentes, patios porticados, baños o grandes salones asociados a las villae imperiales, fueron planificados y construidos desde la óptica de la vida social (Fernández, 2003: 510). El concepto de privacidad quedaría restringido a las casas modestas, mientras que, por el contrario, la esencia de las residencias señoriales estaba impregnada de lo público, hasta el punto de que determinados espacios estaban concebidos al servicio de innumerables actos y ceremonias sociales, como las salutaciones (Fernández, 1999: 525). Desde esta perspectiva, la casa puede ser entendida como punto de encuentro, de relaciones públicas y de vertebración social (FerEfectivamente, se ha interpretado que los gran- nández, 1999: 487), hasta el punto de que la unidad des programas constructivos que exhiben determina- doméstica no solo estaría integrada por sus habitandas casas, tenían como objetivo exclusivo procurar tes, sino también por los de fuera. una vía de escape frente al bullicio urbano y las tareas mundanas, combinando cierta intimidad con el gusto En definitiva, si aceptamos que los argumenpor lo suntuoso. No obstante, cabe introducir algu- tos con los que se ha diferenciado la esfera pública del nos matices en torno al hecho de que, hasta la época ámbito privado no son tan evidentes como se ha pretardía, los programas constructivos y arquitectónicos tendido, parecería adecuado considerar la existencia de las villae trataron de copiar los grandes programas de ninfeos vinculados a las villae y grandes residencias ornamentales y artísticos de las ciudades, llegando en romanas, las cuales implican una proyección exterior ocasiones a superarlos. con gran capacidad de influencia, muy diferente a la dicotomía público/privado de nuestros días. En este sentido, resulta revelador el testimonio de Vitruvio, según el cual las grandes casas nobles Desde estas consideraciones tal vez se trate de fueron diseñadas para servir al ideal aristocrático de una cuestión que deba ser analizada a partir de contrasparencia, recreando un hogar diáfano, abierto a las sideraciones más objetivas, arquitectónicas e incluso relaciones sociales, sin nada que esconder (Vitruvio, sociales y culturales, dejando al margen un concepto De Architectura, VI, 5, 75 - 78). Más explícitos aun re- tan elástico como sería el de lo público. 4. Efectivamente, el contexto arquitectónico del complejo hidráulico que nos ocupa no es otro que la zona residencial de una “villa” marítima en la periferia de Malaca, vinculada a la producción de salazones. Ocuparía una posición destacada en un patio trasero (Sánchez, 2010). UE- 0 número 1

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Como apunte final, habría que destacar que en el ámbito de la investigación arqueológica se viene empleando con naturalidad el término ninfeo, para designar el hallazgo de fuentes en espacios privados. Por citar algunos ejemplos cercanos, nos referiremos a la Villa de Benalmádena (Rodríguez, 1985), a la Villa del Ruedo (Vaquerizo et al., 1997),5 así como a otros posibles casos en la Villa de Río Verde (Posac, 1972) o el yacimiento arqueológico de La Loma (Serrano, 1993). Todo ello nos sirve, pues, para afirmarnos en la idea de que los restos excavados podrían corresponder a un ninfeo, al que de manera coloquial, por razones evidentes, nos hemos referido como Ninfeo de los Peces.

En la fachada se abrían los nichos u hornacinas principales, representación esquemática del nacimiento de los ríos en una gruta natural. De ellas manaría el agua,7 un caudal vivo que se remansaría en cada lacus, convertido así en una referencia importante dentro de los sistemas de abastecimiento de la parte residencial de la villa.8

Pero junto a esta función primordial, el ninfeo encierra connotaciones que tienen que ver con la devoción y la necesidad de promoción social del propietario. Así se entendería el carácter monumental de la construcción, a la vez que el interés por exhibir un rico programa pictórico, compuesto en origen por motivos figurativos y paneles alternos de color granate y turquesa, perfilados con líneas negras y blancas, posibles trampantojos arquitectónicos apenas reconociReligiosidad y propaganda. Una lectura bles. Todos ellos quedaron ocultos bajo nuevos social del Ninfeo de los Peces revestimientos, de los que se reconocen policroComo se ha indicado, a la hora de analizar mías muy desdibujadas. el ninfeo desde el punto de vista arquitectónico, Es en el nicho de la nave oriental donde hay que hacer frente al hecho de que al menos la mejor se aprecian las pinturas originales, identifimitad del mismo se prolongaba fuera de los límites de la actual edificio. No obstante, los restos candose claramente las figuras de cinco peces reque se han documentado bastarían para llevar a presentados con colores muy vivos (rojos, azules cabo una reconstrucción integral de su estructura y amarillos) sobre fondo negro, un rasgo artístico en planta, si tenemos en cuenta el principio de que remitiría al siglo II d.C. (Allag, 2004: 167-180). simetría por el que se rige la arquitectura monu- Se han cuidado los detalles anatómicos, resultanmental romana. De este nodo, el retranqueo ha- do representaciones de gran realismo que percia el sur que rompe la linealidad de la fachada mitirían distinguir especies marinas concretas, podría delatar la nave central y, por lo tanto, el como Thunnus Thynnus, Sparus Aurata, Sparus teórico eje de simetría de todo el complejo hi- Cantharus y (posiblemente) el voraz. dráulico. Tendríamos de esta forma un edificio de Por lo que respecta al programa decorativo tres naves, quedando la principal rehundida hasta de la nave central, las evidencias no son tan níticonformar una planta que se asemejaría a la letra griega omega. Desde un punto de vista tipológico, das. El nicho en este caso es bastante más proel Ninfeo de los Peces respondería, pues, al grupo fundo, más pequeño y se sitúa a una altura ligeramente superior, acaso para destacarlo en un definido por Aupert como ninfeos en fachada. alarde de centralidad. En este caso no se han disMás difícil resulta imaginar las partes que tinguido motivos figurativos, puede que enmasno se han conservado. No obstante, atendiendo a carados por la epidermis definitiva, conservada algunos paralelos conocidos, podemos suponer la en buen estado. existencia de una cubierta sustentada en la fachada y los muros que acotaban las naves.6 5. Se trata de un caso paradigmático, en el que se ha documentado un “nymphaeum ad edicula”, integrado por una fuente y estanques dispuestos en planos escalonados y unidos por canalizaciones de plomo. Una construcción integrada en un “triclinium”. 6. El hallazgo de la basa de una pequeña columna finamente labrada en mármol blanco, entre los niveles de destrucción del edificio altoimperial y próximo a los restos del ninfeo. UE- 0 número 1

7. El agua manaría de un caño situado en la base de la hornacina. En este caso hemos podido documentar uno de estos caños, obstruido mediante un sello de opus signinum en un momento determinado de la evolución del complejo. 8. Al agua se recogería de forma manual, lo que requiere un acceso directo que explicaría la escalinata revestida de mármol que caracterizaba el diseño original y/o bien mediante una red de canalizaciones que conectarían con los desagües del complejo hidráulico.

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En esa teórica nave central se distingue un segundo nicho, construido en el muro lateral. Muy afectado por una cimentación de hormigón contemporáneo que lo había reducido a parte de su base y alzado, se observan trazos de decoración consistentes en cuadrados concentricos perfilados con líneas negras y blancas, coloreados de manera alterna con tonos tonos rojos y amarillos. Volviendo a la nave oriental, la ocultación de los enlucidos más antiguos es un hecho que nos ha llamado poderosamente la atención, para el que hemos pretendido encontrar respuestas en la idea de que, deteriorados los revestimientos originales, con la reforma de la fuente se habría pretendido devolver al conjunto su antiguo esplendor. Por otro lado, si tenemos en cuenta que a partir de finales del siglo IV d.C., momento en el que se erigió ex novo otra factoría de salazones, la actividad pesquera se centraba en peces de menor talla,9 también podemos suponer que las especies representadas habrían dejado de tener su significado primordial.

tos paganos, los peces hubiesen sido ocultados en el contexto del cristianismo oficial.10 Por último, como se ha indicado con anterioridad, la vinculación en origen de este tipo de estructuras con el primitivo culto griego a las ninfas es una constante, aunque en nuestro caso solo puede ser esbozada desde el sentido genérico de estas construcciones, o mediante una sutil cadena de conceptos como: agua - hornacina = gruta primigenia – ninfa.

Puede que estas y otras razones no sean excluyentes y que todas ellas contribuyan a explicar la ocultación de las decoraciones originales. Al margen de ellas, tal vez quepa considerar que a partir del siglo IV d.C. el ninfeo fue relegado desde un punto de vista religioso y propagandístico, un hecho que habría dejado sin valor el posible sentido simbólico de estas pinturas. Efectivamente, la estructura que nos ocupa llevaría implícita una profunda carga religiosa y propagandística que, en nuestro caso, solamente podrá ser esbozada con suma prudencia. Ambos aspectos encontrarían un denominador común en la refe- Figura 11. Detalle de uno de los paneles cromáticos documentados en la nave oriental de la fuente, acotado por lineas que rencia al agua como don divino que otorga la vida y sugieren un tipo de trampantojo. como símbolo del esplendor y buen funcionamiento de la villa. Como instrumento de promoción social el Desde un punto de vista religioso, el Ninfeo ninfeo exaltaría de manera rotunda la figura del rede los Peces solamente admite consideraciones sub- gente de la villa, cuyo bienestar dependería en majetivas, quedando la cuestión expuesta a cuantas yor o menor medida de la captura, manufacturación aproximaciones a otros complejos análogos se pue- y comercialización de algunas de las especies piscídan establecer, o a inferencias indirectas como la colas representadas. Sería la plasmación monumenposibilidad de que, identificados con los viejos cul- tal de la prosperidad económica del sitio durante el Alto Imperio, gracias a la fortuna que fue adquirien-

9. Nos basamos en este sentido en el análisis de restos de ictiofauna obtenidos de una de las piletas descubierta en los solares 10. A favor esta idea se podría alegar la coincidencia en el de la calle Compañía. Este análisis ha sido llevado a cabo gracias a la colaboración de la profesora Pilar Corrales Aguilar y determina la pre- tiempo entre este hecho histórico y la remodelación del ninfeo para la segunda mitad del siglo IV. sencia de especies menores como la sardina y el boquerón. UE- 0 número 1

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Figuras 12, 13, 14 y 15. Detalle de la hornacina de la nave oriental y de las distintas figuras de peces.

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do su propietario a partir del buen rendimiento de la almadraba contigua. Desde este punto de vista podría ser entendido como un tributo al genius del pater familas, enalteciendo su figura de forma más o menos evidente. Ambas facetas, religión y promoción social, encontrarían un denominador común en la idea de que la fuente expresa la buena connivencia de los dioses con el pater familias y la voluntad de este de rendir tributo al origen de su poder. Así pudo ser, al menos durante todo el tiempo que la villa y la antigua factoría estuvieron activas. Con la supuesta crisis del siglo III d.C. cesaron las manufacturas y las áreas residenciales resultaron extensamente remodeladas, quedando solo el ninfeo como baluarte y testigo de la prosperidad pasada. Con la fundación de una nueva factoría de salazones a partir de mediados del siglo IV d.C., la villa (otra villa) habría vuelto a conocer una breve etapa de prosperidad. Sin embargo las pinturas marinas desaparecieronen, puede que como la manifestación de que las estructuras mentales e ideológicas habían cambiado y de que, en consecuencia, el ninfeo quedó desposeído de cualquier sentido que no fuese ornamental y eminentemente práctico.

Figura 16. Detalle del muro que separa la nave oriental de la teórica nave central, en el que se conservaba parte de una hornacina que recargaría la apariencia del posible “lacus” principal; un recurso que contribuiría a destacar el eje de simetría de la fuente.

Figura 17. Decoración geométrica en la hornacina lateral de la nave central. UE- 0 número 1

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Compañía – Mártires – San Telmo Resultados de la investigación arqueológica en el subsuelo del Museo Carmen Thyssen Málaga LA TRANSFORMACIÓN DEL ESPACIO CONSTRUIDO ENTRE MEDIADOS DEL SIGLO IV Y LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO V D.C. Pedro Jesús Sánchez Bandera

En la secuencia de ocupación que nos ocupa, la transición al siglo V viene marcada por la demolición de las edificaciones levantadas trescientos años antes, identificadas como las áreas residenciales y productivas de una almadraba suburbana. En su lugar se erige un complejo industrial profundamente renovado que supone la reanudación de la actividad conservera en este lugar. También en esta ocasión se reconocen áreas con usos diferenciados. Sin embargo, desfigurada la planta resultante a causa de las afecciones provocadas por el expolio de material de construcción, la excavación de pozos o la inserción de letrinas a lo largo de los siglos, no ha resultado fácil determinar la relación orgánica entre los diferentes espacios y estructuras documentadas. Por esta razón, limitaremos nuestra exposición a un análisis casi arqueográfico de los resultados, completando así el desarrollo diacrónico de este bloque temático. A pesar de ello creemos posible interpretar, siquiera desde una óptica general, muchos de estos resultados. Unos resultados que tienen un encaje preciso en la dinámica de la ocupación en la zona, tal y como admiten los datos disponibles. Una información que intentaremos sistematizar con el propósito de ofrecer una visión de conjunto de la periferia norte de Malaca en estos momentos.

Preliminares en relación con la refundación del sitio Los indicios arqueológicos relativos a la destrucción del complejo surgido a finales del siglo I, denotan un proceso planificado en el que los muros fueron demolidos a una determinada altura, dejando una rasante de destrucción muy uniforme en torno a los 3,00-3,50 m.s.n.m. Por debajo, las partes no afectadas quedaron soterradas bajo aportes de tierra que elevaron la cota de los nuevos niveles de uso hasta en un metro, resultando una explanada artificial muy a propósito para la transformación ex novo del sitio. Resulta significativa la ausencia de depósitos de escombros equiparables a la entidad que tendría el volumen destruido, lo que significaría que los edificios fueron desmantelados de manera ordenada y retirado el material de construcción. UE- 0 número 1

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No obstante, se preservaron algunas de las estructuras originales, para integrarlas en las nuevas edificaciones con una función rectora muy evidente. Así, nos referiremos a uno de los muros que integraban el acceso a la pars urbana del viejo complejo, una vistosa construcción de sillares cuyo trazado sirvió en estos momentos para delimitar una nueva factoría de salazones. Nos referiremos también a la fuente monumental construida a finales del siglo I, reformada y adaptada a las nuevas circunstancias.

La nueva configuración arquitectónica. Una imagen mutilada

Más allá de las cuestiones generales, los detalles de esta ocupación se hallaban muy desdibujados a causa de numerosas y extensas afecciones que habían arrasado la mayor parte de los espacios y estructuras,1 reduciéndolas a cuatro sectores aislados y situados en una posición marcadamente perimetral, una circunstancia que ha supuesto serias dificultades para abordar con solvencia los detalles Asimismo, algunos aspectos de la nueva relativos a la organización espacial del sitio. arquitectura son evidentes reminiscencias de la organización espacial subyacente. Es el caso de la Uno de estos sectores se localiza en el perídenominada Unidad Estructural 3, una edificación metro oriental del área de intervención, sobre los localizada en el cuadrante noroeste del área de restos de la antigua factoría de época imperial. Inteintervención, cuyo perímetro se reforzó con el pro- gra los restos de algunas dependencias que denotan pósito de alojar una batería de piletas de salazón. un marcado sentido habitacional, si nos atenemos al Nos referiremos también a la factoría abandonada hallazgo de pavimentos musivos en algunas de ellas. en la transición al siglo III, cuya posición en planta Las limitaciones expuestas impiden equiparar estos coincide en estos momentos con una nueva cons- restos a un determinado patrón o modelo arquitectrucción de aspecto suntuoso. Pero sobre todo, las tónico. Así pues, nos limitaremos a reseñar la docuascendencias del antiguo complejo resultan muy mentación parcial de hasta cinco estancias distintas, evidentes en el caso de las dependencias que inte- articuladas en una planta de tendencia ortogonal, graban la antigua lavatrina que, muy vinculadas al tan solo desmentida por el acusado descuadre de recorrido del caudal pasivo de la fuente, se habrían alguno de los muros. Por lo demás, parece evidente mantenido en uso hasta el final. cierta magnificencia en la concepción de estos espacios, un rasgo que no solo tiene que ver con la preTodo ello, la demolición selectiva del viejo sencia de mosaicos, sino con las excelentes cualidacomplejo y las reminiscencias de su estructura en des constructivas de los muros: paramentos de opus planta, denotan predeterminación en la nueva or- incertum, muy resistentes y de esmerada factura, en ganización del espacio. cuya construcción se empleó una mampostería bastante regular, ensamblada en hiladas bien concertaDesde un punto de vista cronológico pode- das y adherida mediante argamasa muy compacta. mos situar este hecho hacia mediados del siglo IV, si tenemos en cuenta los indicadores recuperados En el perímetro opuesto se mantuvieron en de los niveles de ocultación de las antiguas edifica- uso algunas de las dependencias preexistentes. Nos ciones. Destacaremos en este sentido el hallazgo de referimos a la posible lavatrina, compuesta por dos numerosos restos de ánforas que responden a los pequeñas estancias yuxtapuestas y situadas frente a prototipos Keay XIX, XX o XLV, cuya amplitud en fe- la fuente monumental, como se ha indicado. En esta cha se podría precisar a partir de las cronologías que ocasión, el hallazgo de una pequeña tina encastrada arroja la cerámica de mesa, entre la que destacan en el suelo apenas deja lugar dudas sobre el sentido fragmento de terra sigillata clara “D” asimilables a de estos espacios.2 las formas Hayes 45, 59, 58 o 58 B, cuyo uso no va más allá de mediados del siglo IV. Mayor precisión La superficie de intervención acusaba afecciones genearroja algunos hallazgos numismáticos, caso de un ralizadas 1hasta la cota de los 3,16 m.s.n.m. El arrasamiento había pequeño lote de monedas correspondientes a los afectado de manera absoluta los sectores centrales del área de interreinados de Constancio II (337–361) y Constancio vención, conservándose los únicos vestigios de este periodo en una posición marcadamente perimetral. Galo (351-354). 2. La tina es una estructura de algo menos de dos metros cuadrados, con una altura máxima conservada de 1,30 m y doble peldaño para acceder al interior; estaba revestida de mortero hidrófugo y conservaba un pequeño sumidero con tubería de plomo.

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Lámina I. Distribución de restos correspondientes a la ocupación tardía.

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Figura 1. Detalle constructivo de uno de los muros que integraban las zonas residenciales del complejo surgido durante la segunda mitad del siglo IV. Se trata de un esmerado aparejo de opus incertum de excelente calidad.

Figura 2. Fragmento de mosaico que pavimentaba una de las estancias del complejo. Elaborado con teselas blancas y negras, reproduce enrevesados motivos geométricos, cuadrados que se entrelazan formando hexágonos y octógonos

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Figura 3. En ocasiones los restos musivos quedaron integrado en tumbas de inhumación dispuestas durante la presencia bizantina.

Los demás vestigios tienen que ver con la no se ha conservado. Podría tratarse de un espacio producción de conservas de pescado y remiten a reservado a labores como el despiece del pescado.3 sendas baterías de piletas descubiertas en la confluencia de las calles Mártires y San Telmo y en solaDe la segunda batería se han documentado res de la calle Compañía, respectivamente. hasta cinco contenedores, reunidos en un espacio acotado hacia el oeste por el muro de “opus quadraComo se ha señalado, la implantación espa- tum” que perfilaba el cuerpo delantero de la casa cial de la primera de estas baterías se ajustaría al altoimperial, cuyo trazado se mantuvo como refeárea de la antigua Unidad Estructural 3, cuyos muros rente destacado para la organización del espacio en perimetrales continúan en uso en estos momentos. estos momentos. En este caso las piletas presentan Los trabajos en este sector han sacado a la luz cuatro llamativos contrastes morfológicos, que tienen que contenedores de gran capacidad (2,08 m de lado y 3. Por citar hallazgos similares en el entorno inmediato, nos una profundidad mínima de 2,07 m), distribuidos en referiremos a los trabajos arqueológicos realizados en los números forma de “L”. En el vértice de esta alineación se dis- tres y cinco de la calle Pozos Dulces, descrito como una “pileta de puso una plataforma elevada con respecto a la cota tipo plano (…) donde se llevaría a cabo el despiece y limpieza previa del producto para su posterior preparación” (Íñiguez, 2010: 2457). de fondo de las piletas y yuxtapuesta a cada una de También en los trabajos realizados en los números 57-61 de la calle ellas. Se trata de un espacio rectangular, una falsa Granada, se describe una batería de piletas en la que se inserta “un situado a mayor altura con un pavimento cubierto de opus pileta revestida de opus signinum, en cuyo suelo se espacio signinum , sobre el que reposa una estructura circular formada por observan dos pequeños moldes cuadrangulares, po- ladrillos de cuarto de circunferencia, con dos hiladas de altura consersiblemente destinados a fijar algún dispositivo que vada, probable soporte de una techumbre”, interpretado como “una sala de despiece y limpieza” (Pérez Malumbres, 2012:365).

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Figura 4. Detalle de la fuente reformada para época tardorromana. Perspectiva desde el sur.

ver con el tamaño de cada una o el descuadre en planta que se observa en algún caso.4 Una de ellas conservaba un poso de residuos, pertenecientes a especies pequeñas como sardina y boquerón.5 Hemos de insistir en el hecho de que no conocemos las claves de la organización del espacio, una carencia muy llamativa por lo que se refiere a la articulación entre zonas productivas y residenciales. Sí es evidente la sincronía entre cada uno de estos sectores, teniendo en cuenta la posición relativa de los restos dentro la secuencia arqueológica del sitio; esto es: todos ellos construidos sobre los niveles de amortización de la fundación altoimperial y abandonados hacia la primera mitad del siglo V, a tenor de los indicadores recuperados de sus respectivos niveles de abandono. Así, usadas como basureros 4. Sus dimensiones no son constantes, pudiéndose diferenciar cuatro piletas de menor tamaño frente a una de unas proporciones sensiblemente mayores; las piletas menores se agrupan de forma simétrica a ambos lados de la mayor. No es posible determinar la profundidad exacta de estos contenedores, más allá de una altura máxima conservada. 5. El análisis de los restos de ictiofauna se ha realizado gracias a la colaboración de la doctora Pilar Corrales Aguilar, una colaboración que queremos agradecer desde estas páginas. UE- 0 número 1

cerámicos, del interior de las piletas se ha extraído un buen número de fragmentos de ánforas que responden a los prototipos Keay III/V (400 - 500), Keay XXIII (inicios siglo IV – primera mitad del siglo V), Keay XIX c (inicios del siglo IV – segunda mitad del siglo V) y Keay XXXVI (primera mitad del siglo V). Muchas de estas cronologías se podrían matizar a partir de algunos fragmentos de terra sigillata clara D, entre los que se identifica la forma Hayes 58 cuya data máxima se viene situando para mediados del siglo V. De los niveles de colmatación del pavimento musivo se han obtenido algunos fragmentos de cerámica de mesa, entre los que se reconoce con garantías la forma Hayes 64, en uso durante la primera mitad del siglo V, además de un buen número de recipientes de cocina, cuyos márgenes cronológicos, aunque más extensos e imprecisos (siglos II al V), incidirían en esta datación: Lamboglia 10 a y 10 b y Ostia III. El muestreo se completaría con gran cantidad de fragmentos amorfos de terra sigillata africana D y C, muy desgastados y difíciles de identificar.

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Figura 5. Perspectiva general de la batería de piletas localizada en el cuadrante noroccidental del área de intervención.

Figura 6. Las piletas en este sector se caracterizan por su capacidad, destacando profundidades que exceden los dos metros.

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Figura 7. Posible zona de despiece.

Figura 8. Detalle de uno de los moldes impresos en la zona de despiece.

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Figura 9. Perspectiva general de la batería de piletas localizada en la línea de la calle Compañía.

Los resultados arqueológicos en el Museo Carmen Thyssen Málaga y la periferia norte de Malaca

nal de los viejos complejos industriales, un hecho que coincidiría con el ascenso al poder de Septimio Severo y que se observa en sitios como el propio Museo Carmen Thyssen Málaga y en solares de las La refundación en época tardía de la antigua calles Beatas (Mayorga, 2005: 158), Denis Belgrano villa altoimperial comporta cierto interés, por cuan- (Mayorga, 2005: 158 y 159) y Muro de las Catalinas to converge con los datos conocidos en relación a la (López, 2012).6 evolución del poblamiento en la zona desde el siglo En algún caso esta ocupación se apoyaría en III. Efectivamente, si nos atenemos a la evidencia arqueológica se infiere una transformación sustancial la presencia de esos mismos complejos industriade la periferia norte de Malaca, transformación que les. Así se desprendería de la progresión en fechas se define por un evidente dinamismo y que arroja que arrojan los vestigios descubiertos en los números 16 y 18 de la calle San Telmo, muy próximos a con nitidez algunas pautas concretas: la sede del actual Museo Carmen Thyssen Málaga y donde los niveles de ocupación más antiguos asien1. Expansión de la superficie ocupada. 2. Abandono o renovación de los enclaves origi- tan sobre depósitos del siglo II (Rambla, 1997:393). Pero aun considerando que nuestro enclave pudienales y renovación de otros. 3. Usos eminentemente industriales. 6. Las consecuencias que para el comercio de salsas y salaLa ocupación de facto de zonas hasta entonces baldías es resultado de un proceso gradual que se va a consolidar a lo largo del siglo III, precedido de forma un tanto paradójica por el colapso funcioUE- 0 número 1

zones béticas tuvieron algunas de las iniciativas adoptadas por este emperador, han sido abordada por diferentes autores y en no pocos estudios rigurosos. Entre estas iniciativas se podrían mencionar algunas como la confiscación de grandes fincas oleícolas, la estatalización del transporte annonanario o la competencia ventajosa ejercida por los productores tunecinos. El resultado es el colapso de numerosas factorías a lo largo del litoral de la Península Ibérica y Marruecos (Reynols, 2007).

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Figura 10. La factoría de salazones en el sector de la calle Compañía, se hallaba acotada por los restos emergentes de un muro de sillares pertenecientes al complejo demolido.

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Figura 11. Detalle de una de las piletas.

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Figura 12 . Una de las piletas conservaba un poso con residuos de ictiofauna, que nos ha permitido identificar las especies que se capturaban y procesaban en estos complejos.

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se haber servido de referente para la expansión de la ocupación, no ocurre lo mismo con otras fundaciones antiguas, todavía operativas en la transición al siglo III y que se abandonaron sin solución de continuidad, al menos de manera inmediata. Esta incipiente expansión también se habría apoyado en puntos con un espacial valor estratégico, como sería el entorno de la actual calle Beatas, un eslabón en la ruta que conectaba Malaca y las tierras del interior siguiendo la vía del Guadalmedina. Se trata de un sector tradicionalmente muy activo, donde a partir del siglo II volvemos a encontrar restos de edificios de nueva planta en el extremo noroccidental de la calle (Sánchez, 2009 y 2010).7 Hacia la segunda mitad del siglo III, este fenómeno se explicaría en parte por el surgimiento de nuevos polos de actividad económica. Nos referimos a la margen izquierda del río Guadalmedina, en cuya desembocadura se construyó una extensa zona portuaria cuyos restos han sido documentados en terrenos acotados por las calles Pasillo de Santa Isabel, Cisneros y Camas (Cumpián, 2014). Algo más al norte, siempre próximo al cauce del río, se han detectado los restos de una nueva almadraba construida hacia final de esta centuria (Íñiguez, 2010), cuyos restos, aunque solo sea por una cuestión de proximidad, podrían guardar relación con algunas construcciones descubiertas en terrenos de la actual calle Arco de la Cabeza, en uso hasta bien entrado el siglo V (Morillo, 2006 y Sánchez, 2009). Hacia finales del siglo IV se acentúa el dinamismo en toda la zona, culminando un proceso que se salda con la máxima superficie ocupada hasta entonces. Aunque se constata el abandono de algunas de las áreas de expansión antes mencionadas,8 se construyen nuevos edificios en zonas hasta ahora despobladas, como el entorno de la calle Convalecientes (Rambla, 2002). Al mismo tiempo se vuelve a edificar en los solares de las almadrabas abandonadas desde hacía más de siglo y medio, como desvelan los datos en las calles Denis Belgrano y Beatas, a la vez que se refundan algunos de los enclaves originales, como se observa en nuestro caso o en las investigaciones llevadas a cabo en calle Muro de las Catalinas (López, 2012).

En otro orden de cosas, los datos dibujan una ocupación con un marcado carácter industrial en la que, al margen de posibles actividades por ahora invisibles en el registro arqueológico, destacan la alfarería y la producción de conservas de pescados. Los indicios relativos a la producción de cerámicas para esta época se localizan al norte, en la ladera baja de la colina de El Ejido, teóricamente vinculados a las posibilidades de captación de materia prima. A lo largo del siglo IV encontramos trazas de esta actividad en solares de la actual calle Muro de las Catalinas, donde se ha documentado un posible recinto alfarero en el que destaca un horno de planta oval con unas proporciones destacadas, puede que dedicado a la producción de material de construcción (López, 2012)9. También en un solar de la calle Ollerías se detectó un pequeño horno de planta oval datado a finales del siglo IV o principios del V (Alba, 2010). Como se ha indicado, la elaboración de salsas y salazones de pescado es una constante en la zona a lo largo del tiempo, aunque son muchas las vicisitudes que jalonan esta actividad si nos atenemos a las constantes variaciones en el emplazamiento de los lugares de producción. Hemos apuntado como hasta el siglo III se localizaban fundamentalmente en el curso bajo del histórico arroyo del Calvario, en el entorno de la actual calle Granada. Paralizada la actividad y abandonadas todas las instalaciones conocidas, hacia la segunda mitad del siglo surgen nuevas factorías esta vez en la ribera oriental del Guadalmedina. Por último, a partir de la segunda mitad del siglo IV el desarrollo de esta actividad se desplaza principalmente a la franja litoral, localizándose sus restos en el eje Cisneros-Especerías. En el estado actual de nuestros conocimientos, reducir esta cuestión a un mero patrón de ocupación resulta inevitable, considerando que no contamos con las claves para abordar las causas que lo determinan. Podemos suponer que los márgenes del arroyo del Calvario presentarían ventajas suficientes para alojar estas industrias en los prolegómenos del dominio romano: un espacio suburbano con la suficiente amplitud, donde el

7. La construcción de una factoría de salazones en terrenos de uso funerario ilustraría de manera muy gráfica el dinamismo que define la zona desde antiguo (Mayorga, 2005:158). 9. La presencia de alfares dedicados a esta producción, en 8. Nos referimos a los restos documentados en solares de la un momento de expansión y reforma del espacio construido, dentro y actual calle San Telmo (Rambla, 1997:394). fuera del perímetro urbano, nos parece más que significativa. UE- 0 número 1

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propio arroyo facilitaría la captación de agua, así como una vía fácil de aprovisionamiento y salida del producto. Podemos suponer que el traslado de estas industrias a la ribera del Guadalmedina a partir del siglo III, no sería ajeno a la construcción de un aparatoso embarcadero en la desembocadura del río.10 Por último, podemos suponer estas y otras ventajas se trasladan a la franja litoral en época tardía, condicionando a la postre la reubicación de estas industrias.11 Efectivamente, la evidencia arqueológica indica la presencia de piletas de salazón en el eje Cisneros – Especerías, desde zonas próximas al río (Godoy, 2010) hasta la desembocadura del arroyo del Calvario, en la actual Plaza de la Constitución (Marfil, 2010). Desde un punto de vista cronológico, los datos sitúan el momento de amortización de estas instalaciones en la primera mitad del siglo V, aunque en algún caso habrían permanecido visibles mucho tiempo después, resultando significativo los resultados del estudio llevado a cabo en los números 14-16 de la calle Especería (Íñiguez, 1992), donde una de estas piletas habría sido utilizada como basurero cerámico por los primeros pobladores musulmanes.12 Por el contrario, resultan excepcionales los casos en los que ha sido posible datar con ciertas garantías su momento de construcción.13 Muchos de estos contenedores podrían formar parte de una misma factoría, cuyo centro rector, siguiera por proximidad, podría corresponder a los edificios con muros de opus incertum y pavimentos musivos documentado en nuestro caso y que ha sido descrito con anterioridad.

10. De cara a futuras investigaciones, podría resultar un reto interesante indagar en la posible relación entre la factoría de salazones y el embarcadero. 11. Situadas en la franja litoral, estas factorías encontrarían facilidades para aprovisionarse y para dar salida comercial al producto, a partir del embarcadero construido durante la segunda mitad del siglo III en la desembocadura del río y que habría sido objeto de reformas para estos momentos (Cumpián, 2014). Asimismo, encontrarían espacio suficiente para acomodar una industria en pleno auge, en un momento, además, en el que la expansión del caserío en la zona podría haber constreñido el espacio disponible. 12. Este caso no es excepcional. Recientemente, en el número 12 de la calle Compañía se han documentado espacios de habitación, adaptados y ocupados durante los primeros siglos del dominio musulmán (Bueno, 2009). 13. Ello se debe a varios factores, entre los que destacaremos la indefinición de la secuencia estratigráfica de base, provocada por la propia inserción de estos contenedores. UE- 0 número 1

En definitiva, a pesar del avance sustancial que ha experimentado la investigación en la zona a lo largo de los últimos años, nuestra visión de la periferia norte de Malaca en época tardorromana es excesivamente parcial, un hecho que se deja sentir en no pocas cuestiones básicas. Podríamos jugar con la idea de hallarnos en un suburbium, un espacio diferenciado y agregado al núcleo urbano principal, acaso planificado desde un punto de vista urbanístico y especializado en cuanto al desarrollo de un número determinado de actividades. Sin embargo, esta posibilidad está lastrada por la indefinición en torno a cuestiones tan elementales como la relación entre la ciudad propiamente dicha y sus zonas periféricas, en un momento en el que el trazado conocido de las viejas murallas está completamente amortizado, a la vez que se descubren nuevos trazados completamente inéditos hasta este momento.14 Por el contrario, sí parece evidente que estamos en un sector muy dinámico, en constante transformación y en el que la superficie construida se extiende paulatinamente. A pesar de que es imposible hacer balance cuantitativo de todo ello, este dinamismo podría guardar relación con la evidencia de que estamos en una zona industrial, en la que la producción específica de derivados de la pesca le confiere un peso económico específico, a la vez que la hace muy sensible a los avatares de la política metropolitana. Esto habría provocado inevitablemente fluctuaciones en la evolución del sitio, fluctuaciones que se observan de manera muy nítida en el registro arqueológico de la zona y que encuentran una correspondencia más o menos precisa en otras ciudades y en no poca “villae” del litoral peninsular. Desde este punto de vista, hemos apuntado la coincidencia en el tiempo entre el acceso al poder de Septimio Severo y el colapso de las pesquerías y otras industrias descubiertas en la zona, una coincidencia que se expresa de manera muy gráfica en algunos hallazgos recientes en el entorno de la calle Muro de las Catalinas.15 Esta parálisis se habría prolongado hasta la transición al siglo IV, un fenómeno 14. Nos referimos al descubrimiento de una potente muralla de calicanto, con un trazado litoral y aparentemente vinculada al embarcadero descubierto en el delta del Guadalmedina (Cumpián, 2014 y España, 2005). 15. Nos referimos a los deshechos recuperados de los niveles de amortización de un pozo – cisterna de carácter industrial, entre los que destacan prototipos cerámicos e iconográficos bastante explícitos. Información inédita, facilitada por la directora de los trabajos, Sonia López Chamizo.

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bastante generalizado, algunas de cuyas claves se lla que perfilaba las instalaciones portuarias antes han expresado en términos macro-político concre- mencionadas (Cumpián, 2014), podría ilustrar de tos (García, 2001:590). manera muy gráfica este trajín. En ellos se acopiarían las distintas mercancías para ser embarcadas, Solo a partir de finales del siglo III e inicios así como las importaciones con destino a poblaciodel IV se observan indicios de un renovado dinamis- nes del interior o para abastecer el mercado local; mo en la zona, un hecho que encuentra su mejor una imagen sugerente y a la que, en cualquier caso, expresión en la construcción de unas excelentes ins- es difícil abstraerse. talaciones portuarias en el delta del río, a la vez que, como se ha indicado, se reactiva la producción de Sea como fuere, a partir de mediados del salsas y salazones en almadrabas de nueva planta. siglo IV el puerto malacitano todavía mantendría Nuevamente, podríamos estar ante un fenómeno un vigor relativo en el marco de la antaño pujante más general que algunos investigadores vinculan a Bética, paulatinamente relegada a favor de deterlas necesidades de abastecimiento del ejército de minados enclaves norteafricanos como Túnez. Así, Maximiano Hercúleo (García, 2001:591). plenamente integrado en los circuitos comerciales, el dinamismo del puerto habría auspiciado el desaSin embargo, para el caso que nos ocupa, no rrollo de la industria conservera, cuyo producto, toparece una causa menor el declive irreversible que davía objeto de una amplia demanda, contaría con acusa el puerto gaditano desde el siglo II, un hecho la ventaja comercial que supone una mayor proxique habría redundado decisivamente en favor de midad a los cauces de distribución. Una industria Malaca como destino de géneros importados, puer- cuyos vestigios acaparan buena parte del registro to de salida para productos procedentes de amplias arqueológico de la ciudad, perfectamente enraizada zonas del interior y productos costeros tradiciona- y con la importancia suficiente como para transforles, como los derivados de la pesca (Padilla, 2001). mar la fisonomía de la vieja urbe, incluidos los espaLa presencia de soportales apoyados en la mura- cios cívicos del Alto Imperio.

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ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DEL RECINTO ANDALUSÍ DEL CERRO DE LA VIRGEN DE GRACIA, ARCHIDONA (MÁLAGA). ALGUNAS CONSIDERACIONES DESDE LA ARQUEOLOGÍA Alberto Cumpián Rodríguez Conchi Marfil Lopera

El Cerro de la Virgen de Gracia o Cerro de la Virgen, es un promontorio que domina desde el norte el actual núcleo urbano de Archidona, en el nordeste de la provincia de Málaga. Se trata de una elevación de 953 m.s.n.m., cuyas laderas, muy lavadas por la erosión, presentan pendientes muy pronunciadas especialmente en el tramo medio-alto. Al norte, su perfil queda definido por un tajo completamente inaccesible. Se trata de un enclave estratégicamente situado entre las depresiones de Antequera y Loja, destacado durante la Alta Edad Media como centro rector de una de las demarcaciones territoriales de al-Andalus. Sin embargo, su presencia en los textos, recurrente hasta el siglo XI, quedó relegada a algunas menciones esporádicas tras el colapso del Califato de Córdoba, todo un síntoma de la irrelevancia que adquirió el sitio desde un punto de vista geopolítico. Algunos siglos después, los monarcas granadinos se preocuparon por su defensa, sobre todo tras la toma de la vecina Antequera a comienzos del siglo XV, haciendo de ella uno de los puntos fuertes de la frontera nazarí. Conquistada finalmente en 1462, sus murallas acogieron a los primeros contingentes de repobladores cristianos, hasta que, como ocurrió con otras plazas análogas, fue rápidamente abandonada, optando sus pobladores por instalarse definitivamente en la parte baja del promontorio. Así, completamente despoblado, la fisonomía del viejo asentamiento quedó desdibujada y reducida a apenas los restos monumentales de la muralla urbana y la alcazaba; unos vestigios tradicionalmente agrupados bajo la denominación Castillo de Archidona. La muralla urbana se halla en la actualidad prácticamente desbordada por la acumulación de sedimentos contra su cara interna. Aun así, resulta bastante evidente su trazado y no pocos detalles constructivos, especialmente en relación con las torres y los accesos: las denominadas Puerta del Sol y Puerta de la Ciudad. Algunos de estos elementos fueron objeto de restauración, en concreto la mencionada Puerta del Sol, así como a varios tramos de la muralla. Recientemente, se han llevado a cabo nuevas labores de restauración que han abarcado el trazado íntegro de la cerca, incluyendo las partes soterradas de la misma.1 Esta nueva actuación se ha visto implementada con trabajos arqueológicos en un área relativamente extensa, accediéndose a un denso e inexplorado depósito de información que abre nuevas expectativas 1. Los trabajos se han llevado a cabo según las directrices de un proyecto de intervención elaborado por un experto equipo de arquitectos (Gurriarán Daza y otros, 2010). UE- 0 número 1

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para la investigación de un sitio que se ha venido nu- La Cata número 3. La investigación en el triendo, preferentemente, de datos historiográficos entorno de “La Puerta de la Ciudad” (Cumpián, 2010). Los trabajos arqueológicos han supuesto la En líneas generales, se ha obtenido informa- excavación de casi trescientos metros cuadrados, ción empírica sobre los orígenes y evolución de la repartidos en ocho catas a lo largo del trazado de la ocupación intramuros, los rasgos elementales del muralla. Las dimensiones de cada cata han variado urbanismo y la dotación de infraestructuras, las in- según el grado de conservación de los distintos travariantes y transformaciones que afectaron al sitio a mos de la cerca, siendo el área de excavación mayor partir de 1462, así como a un sinfín de detalles re- en aquellos puntos en los que la muralla se enconlativos a la vida cotidiana, organización de los espa- traba más deteriorada. cios domésticos, sistemas constructivos, economía y vida cotidiana... Todo ello en el contexto de unos Una de esas catas, la número tres (C3), se ha vestigios que presentan un estado de conservación centrado en el entorno de uno de los accesos al reexcelente y que nos sitúan ante una reserva arqueo- cinto, una torre con entrada en codo a la que antes lógica estratégica, con unas posibilidades ilimitadas nos hemos referido como Puerta de la Ciudad. La desde un punto de vista social y cultural. cata reunía unas dimensiones de veinticinco por cinco metros y abarcaba un tramo de muralla irreconoEntre las diferentes opciones, centraremos la cible ab initio, además de la propia puerta. Supedipresente exposición en un aspecto crucial, como el tados a las labores de restauración, los objetivos de que atañe a los orígenes y evolución de la Archidona partida en este sector estaban orientados esencialmedieval y su vinculación con los vestigios que se mente a obtener datos sobre el trazado exacto de conservan en el Cerro de la Virgen. Los resultados la muralla, aunque la posibilidad de actuar con meen este aspecto admiten interpretaciones suficien- todología arqueológica en una de las puertas, abría temente fundamentadas, cuyas claves, en buena importantes expectativas por lo que a la investigamedida, hay que buscarlas en la configuración po- ción de este elemento se refiere (Cumpián, 2010). liorcética del sitio.

Lámina I. Localización de Archidona en la Península Ibérica. UE- 0 número 1

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Lámina II. Casco urbano de Archidona y localización del Cerro de la Virgen

Lámina III. Topografía del Cerro de la Virgen, Alcazaba y muralla urbana. Localización de la “Puerta de la Ciudad”

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Figura 1. Fotografía aérea de las murallas del Cerro de la Virgen. El círculo rojo marca la Puerta de la Ciudad, en la parte baja del recinto.

La Puerta de la Ciudad está emplazada en el punto topográficamente más bajo de todo el recinto, donde el acceso resultaba más fácil y donde lógicamente confluyen las escorrentías procedentes de la ladera alta. Para compensar la dificultad topográfica y hacer operativo el asentamiento durante el Medievo, se dispusieron infraestructuras capaces de captar las escorrentías y drenarlas al exterior. Sin embargo, cuando se despobló el cerro las atarjeas y sistemas de drenaje quedaron atrofiados y la barrera defensiva en el entorno de la puerta actuó como dique, contra el que se fueron acumulando escombros y sedimentos que ocultaron la mayor parte de las estructuras urbanas y defensivas. Finalmente el empuje de los sedimentos terminó por reventar puntualmente la muralla, colmatando sus restos y ocultándolos hasta nuestros días. En consecuencia, los trabajos arqueológicos en C3 partían de un evidente déficit de percepción, con el sesgo añadido que implicaba la reciente restauración de aquellas partes de la muralla que habían permanecido emergidas. No obstante, se contaba con los datos obtenidos del estudio preliminar de la cerca, así como de los trabajos de excavación realizados en el extremo UE- 0 número 1

occidental de la misma, en las denominadas Cata 1 y Cata 2. Todos estos trabajos ya habían aportado niveles de información nada desdeñable, toda vez que incidían sobre detalles inéditos relativos a los aspectos constructivos y a la evolución arquitectónica del cinturón de murallas. Entre dichos detalles hay que destacar la constatación de que la muralla, lejos de ser una construcción estática, es el resultado de la suma de dos estructuras levantadas en periodos diferentes; dos hojas perfectamente definidas que arrojan diferencias físicas apreciables de visu. La estructura más antigua es una construcción de escasa envergadura, con lienzos de poco más de medio metro de ancho, compensada en parte por la presencia de torres cuadrangulares de algo más de dos metros de lado, un sistema demasiado frágil como para concederle una función defensiva suficiente y eficaz. Apenas se aprecian detalles del aparejo externo, completamente enmascarado por la segunda hoja, más allá del empleo de mampostería ligada mediante un llamativo mortero de color blanco que constituye uno de sus rasgos más característicos.

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Figura 2. Puerta de la Ciudad y paño de muralla restaurado, antes del inicio de los trabajos.

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Figura 3. Detalle de la doble estructura que conforma estas murallas. En este punto (Cata 1) se pudo documentar una torre cuadrangular, integrada en la construcción más antigua. Tanto el paramento exterior como la torre quedaron a la postre oculta tras la hoja más reciente, que en esta localización apenas conservaba los restos de una torre con el frontis curvo.

Figura 4. Aspecto de la muralla antes de su restauración, jalonada por poderosas torres de frente curvo, uno de sus rasgos más definitorios. UE- 0 número 1

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La estructura más reciente se adosa por el exterior a la primera, resultando una construcción significativamente más ancha, cuyo paramento exhibe uno de los rasgos más definitorios del recinto del Cerro de la Virgen: aparejos de mampostería construidos con piezas regulares y apenas desbastadas, ordenadas en hiladas mal concertadas salvo por la presencia ocasional de pseudo-verdugadas de lajas de piedras. En contraste con el color predominantemente blanco de la construcción original, en el refuerzo se empleó un mortero de color anaranjado que denota un fuerte componente terrígeno. Con todo, el rasgo más definitorio de esta reforma viene dado por sus torres, mucho más prominente que las originales y dotadas de un poderoso frontis curvo. Desde un punto de vista cronológico, se han obtenido indicios objetivos que vendrían a datar la hoja externa a partir del periodo almohade. Con este dato podemos aproximarnos a la idea de que estamos ante una construcción tardía, posiblemente vinculada al programa de fortificación emprendido por Muhanma V en la segunda mitad del siglo XIV.2 Para entonces, la hoja interna sería una construcción inoperativa, aunque no disponemos de datos fehacientes a la hora de determinar su origen. Desde estos preliminares se acometieron los trabajos de excavación de C3. En el ámbito de la puerta los contextos más superficiales entrañaban cierta indefinición, consecuencia de actuaciones de restauración que habían enmascarado el aparejo original de la muralla, así como de la contaminación de los depósitos de tierra. Sin embargo, a medida que se profundizaba se iba accediendo a registros sin alterar, vinculados a restos de muralla que se había preservado intactos bajo densos depósitos de material de construcción, procedente de la destrucción del poblado durante los siglos XVI y XVII, arrastrados por la erosión y acumulados contra su paramento interno.

Por lo que respecta a C3, la estructura de la muralla en este sector no difiere de la dinámica general antes expuesta. De esta manera el flanco oriental de la puerta lo integra un tramo muy retocado, en cuya estructura se aprecia fácilmente la recurrente suma de dos hojas. Así, al igual que se observa en otros sectores, especialmente en los occidentales, la cara interna de la muralla estaba constituida por esa estructura blanquecina y de escasa consistencia, anterior al siglo XII. En cambio, tanto el frente de muralla como el perfil en codo de la propia puerta, presentaban los rasgos que venimos achacando a la iniciativa de Muhanma V. Pero sobre todo, estos trabajos han sacado a la luz un aspecto determinante en relación con nuestros objetivos. Efectivamente, se ha constatado como en el emplazamiento de la denominada Puerta de la Ciudad y con anterioridad a la construcción de la misma, existió otra entrada vinculada al amurallamiento antiguo. A diferencia del característico acceso en codo que conocemos, la primitiva entrada estaba integrada por una arcada a través de la cual se accedía de manera franca, directa. Se trata por lo tanto de una solución a todas luces sencilla, hasta cierto punto alejada de cualquier pretensión poliorcética y, por lo tanto, en buena coherencia arquitectónica con las cualidades esenciales de una muralla, a la que nos hemos referido como un elemento demasiado inconsistente. El dato nos lleva a considerar que, conscientes de estas deficiencias, los hostigados monarcas granadinos habrían decidido reforzar este enclave y convertirlo en un punto fuerte para la salvaguarda del reino, confiriendo a las murallas de Archidona su fisonomía definitiva, según se ha expuesto. Por lo que respecta a la puerta, es evidente que una entrada directa e integrada por más de un vano, vulnera la seguridad de cualquier muralla y constituye un punto débil en exceso peligroso, por lo que habría resultado esencial su anulación y la habilitación de una nueva entrada en codo, a través de una la recia torre cuyas ruinas han pervivido hasta nuestros días.

2. La idea ha sido avanzada en un trabajo inédito (Gurriarán Daza, en prensa), basándose en el análisis comparado de los rasgos constructivos de la fortaleza de Archidona y otros complejos defensivos análogos. UE- 0 número 1

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Figura 5. Cata 3. Restos de la muralla, exterior de la Puerta de la Ciudad y, en primer término, restos de viviendas de los repobladores cristianos.

Figura 6. Acceso en rampa hacia el espacio intramuros por la Puerta de la Ciudad.

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Figura 7. Perspectiva aérea de la entrada en codo conocida como Puerta de la Ciudad y de la arcada que conformaba el primitivo acceso.

Figura 8. Detalle de la arcada de acceso. Antes de la ampliación de la cata tan solo se apreciaban dos de los vanos que conformaban el acceso: el occidental y el teórico vano central, este último sensiblemente más ancho. UE- 0 número 1

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Lámina III. Cata 3. Los resultados arqueológicos permitieron definir detalles de la Puerta de la Ciudad, como su acceso a través de una rampa empedrada, así como restituir el trazado de la muralla, completamente soterrada en este punto. En última instancia se documentaron niveles de ocupación pertenecientes a los repobladores cristianos; casas adosadas al paramento interno de la muralla y que, en esta ocasión pudieron pertenecer a un artesano dedicado a la talla de huesos. UE- 0 número 1

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Lámina IV. Alzado interno de la arcada amortizada e integrada en la estructura de la Puerta de la Ciudad.

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Orígenes y evolución del recinto andalusí del Cerro de la Virgen de Gracia, Archidona (Málaga). Algunas consideraciones desde la arqueología, de Alberto Cumpián Rodríguez y Conchi Marfil Lopera

Lámina V. Sección transversal de la Puerta de la Ciudad. Muralla y acceso desde el exterior.

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Aproximándonos al problema. Hipótesis para una nueva interpretación de las murallas del Cerro de la Virgen

cepto arquitectónico) hacia elementos relativamente similares en dos casos concretos: las arcadas que se conservan en la ciudad palaciega de Madinat al Zahra y en la Alcazaba de Málaga, con cronologías de los siglos En definitiva, a la vez que se despejan viejas in- X y XI, respectivamente. En ambos casos se trata de elecógnitas surgen nuevos interrogantes. Es decir, ahora mentos vinculados de manera exclusiva a los espacios conocemos que el recinto del Cerro de la Virgen con- del poder.4 taba con un acceso anterior a la conocida Puerta de la En el caso de Archidona la datación que veniCiudad, sin embargo se plantea la necesidad de indagar en el significado de dicho acceso, junto con los lienzos mos aportando para la primera muralla sitúa su data y torres de la estructura más antigua, alimentada por máxima en el periodo almohade, sin que podamos ser las dudas que la inhabilitarían como una muralla urba- más precisos por ahora. Por lo que respecta al sentido na hasta (posiblemente) las postrimerías del siglo XIV. áulico de este tipo de soluciones, aplicarlas en nuestro Como se ha expuesto, estas dudas gravitan sobre datos caso tendría implicaciones que afectan no solo a la muconcretos sobre la vulnerabilidad del sistema, la poca ralla, sino también a la propia dimensión del asentaentidad de las torres (unos 2,50 m de lado), de los lien- miento en su conjunto. Efectivamente, si planteamos la zos (0,65 m de anchura promediada), a lo que sumare- idea de que el trazado de las murallas corresponde en mos el hecho de que la entrada estuviese integrada por origen a una suerte de alcazaba, habremos encontrado un mínimo de dos vanos, casi con toda seguridad tres.3 una explicación plausible a su escasa entidad, además de un contexto apropiado para la puerta que venimos En respuesta a estos datos, podrían alegarse ra- describiendo. Sin embargo dicha hipótesis implica nezones basadas en la idea de que la muralla (cualquier cesariamente que nos encontramos en un reducto, en muralla) es susceptible de compaginar varios usos y un espacio exclusivo inserto en un recinto necesariasignificados, pudiendo ser considerada un instrumento mente mayor. de control fiscal, un eficaz profiláctico, un elemento de El plano de comparación de esta hipótesis imprestigio o simplemente (este podría ser nuestro caso) plicaría la existencia de una nueva muralla con un un cierre con el que acotar un espacio reservado. En cualquier caso no parece que ninguna de estas acep- trazado más extenso, lo que desplazaba el centro de ciones exima las cualidades que requiere el supuesto atención hacia la ladera media - baja del cerro. Con esta cierre amurallado de una ciudad, cualidades que entra- idea se efectuaron labores de reconocimiento visual de ñan un indispensable y elemental sentido defensivo. la ladera, entre el “castillo” y la actual población, localiDesde este punto de vista, el dato introduce un primer zándose los restos de una especie de zócalo compuesto elemento que distorsiona la interpretación tradicional- por grandes piedras sin desbastar. Se trata de una esmente aceptada de esta construcción, como límite ur- tructura de gran porte aunque muy arrasada (apenas se ha conservado un tramo de unos ocho metros), sin bano de la medina antigua. embargo su trazado habría dejado una impronta reEn línea con esta idea, entendemos que la co- conocible en el terreno hacia la curva de nivel de los rrecta interpretación de la primera puerta constituye 800 m.s.n.m., aproximadamente. Solamente el anáun dato clave, por cuanto se presta a lecturas en po- lisis científico de esta estructura podrá determinar si sitivo frente a la aproximación por descarte de aque- formaba parte de la medina altomedieval; por nuestra llo que nos sabemos interpretar. Con este enfoque no parte podemos aportar el dato que supone la presensolo podríamos excluir del ámbito hispano-musulmán cia en los alrededores de fragmentos cerámicos andala existencia ciudades con un acceso similar, sino que lusíes que responden a prototipos Altomedievales, los podríamos dirigir nuestra atención (siquiera como con- cuales, paradójicamente, se echaban en falta en los tra3. En el estado en el que ha sido descubierta, la muralla bajos de excavación en las cotas altas del promontorio. primigenia solamente conservaba dos vanos cegados, según se ha descrito. Al este, la posición del teórico tercer vano, el que completaría la arcada confiriendole un aspecto simétrico, estaba ocupado por una gran rotura reparada con piezas de mampostería. Esta rotura habría afectado a una de las jambas del tercer vano y desdibujado en gran parte la jamba opuesta. Pese a ello, considerando los principios arquitectónicos que definen este tipo de elementos, parece sensato proponer la existencia de una arcada tipo, compuesta por tres vanos, siendo la anchura del central de 1,50 m y los laterales de 0,95 m. UE- 0 número 1

4. Una y otra han centrado la atención de la investigación especializada y generado una abundante bibliografía. Para el propósito que nos ocupa destacaremos los trabajos de R. Puertas Tricas para la Alcazaba de Málaga (Puertas Tricas, 1987) y de S. López Cuervo para “Medina Azahara” (López Cuervo, 1985). Destacar asimismo referencias a un caso poco publicitado de entrada tripartita en el “Palacio de Mubarak” (Guerrero Lovillo, 1974).

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Figura 9. Zócalo descubierto en la ladera media del cerro. En segundo plano se observan los restos de la muralla urbana bajomedieval y la alcazaba.

Con esta información, resulta sugerente la imagen de un conglomerado urbano que se extendería hasta las cotas bajas del Cerro de la Virgen, encerrado tras una potente cerca de la que apenas se habría conservado el zócalo y coronado por una alcazaba de la que formaría parte la muralla blanquecina, jalonada con torres cuadradas y arcada de acceso. Un asentamiento, en definitiva, con unas dimensiones acordes a la entidad que cabe se supone para un lugar destacado en la historia de estas tierras, durante las primeras etapas de la dominación musulmana.

fue proclamado emir Abd al-Rahman ibn Mu’awiya, pasa a ser, en palabras del ceutí al-Idrisi, una ciudad despoblada a comienzos del siglo XII (Dozy, 1969).

No es nuestro propósito indagar en las causas de este hecho, sin embargo el propio al-Idrisi lo achaca a “... los problemas que tuvieron lugar en la época de la gran fitna después del dominio de Ibn Abi Amir” (Gurriarán, en prensa). Es decir, el despoblamiento de Archidona guardaría relación con las vicisitudes de este enclave durante la descomposición del Califato de Córdoba y tendría además un referente cronológico preciso, los primeros años del siglo XI. Por nuestra parte consideraremos simLa constatación de un sesgo plemente que la descomposición del estado Omeya histórico. Archidona, desde la trajo aparejado un nuevo orden geopolítico, en el “qa´ida” a la fortaleza fronteriza que Archidona habría perdido su primacía en favor de Málaga. El advenimiento de los gobiernos norA partir de aquí, la historia de la Archidona teafricanos dos siglos más tarde habría consagrado medieval es la historia de un enclave en decadencia. esta situación, haciendo de la vecina Antequera obEl asentamiento altomedieval omnipresente en los jeto de atención preferente. textos, el territorio que alojó el “yund” del jordán, la “qa´ida” desde donde se ejercía la administraOtros autores, caso del sevillano al-Himyari, ción de un vasto territorio, el escenario en el que inciden en este aspecto, refiriéndose a Archidona UE- 0 número 1

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como una aglomeración urbana de murallas derruidas, dominada por una fortaleza (Gurriarán, en prensa). El dato responde de manera muy gráfica a las conclusiones que venimos sugiriendo. Sin embargo, del testimonio de este autor se infiere cierta vitalidad en el entramado urbano de la vieja medina, aunque la exploración de la ladera baja del cerro no ha arrojado ni el más mínimo indicio de actividad, nada que respalde su continuidad más allá del siglo XI, como se ha indicado. Con estos indicios, nos inclinamos a pensar que para el siglo XII Archidona habría culminado un proceso de regresión urbana hacia las cotas altas del promontorio, consecuencia de lo cual una parte de la antigua alcazaba habría servido para alojar a una población realmente disminuida. En este sentido, nos parece significativo el dato que supone el hallazgo de restos muebles de cultura material de época almohade durante los trabajos de excavación; fragmentos de cerámica escasos en número, sin un contexto propio, aunque su localización remite siempre al espacio intramuros, siempre al norte del trazado que describen las murallas conservadas. A partir del siglo XII (aún no podemos ser más precisos) se advierten signos de una cierta revitalización del sitio; signos que se concretan en la reforma de las antiguas murallas hasta conformar un cierre eficaz desde un punto de vista militar. Como se ha indicado, esto supuso el refuerzo del ancho de la muralla existente con la construcción de una segunda hoja, la incorporación de potentes torres y la sustitución de los antiguos accesos por entradas acodadas a través de poderosas puertas; en palabras del investigador Pedro Gurriarán, se trata de “... una obra muy uniforme en su conjunto, circunstancia que habla a las claras de una evidente planifi-

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cación general y de un único impulso constructivo” (Gurriarán Daza, en prensa). De acuerdo con esta apreciación, los rasgos generales de estas reformas, desde las características del aparejo hasta la propia concepción poliorcética de la obra, remiten a la arquitectura nazarí y encuentran paralelos más o menos precisos en otras fortalezas cercanas, caso de Antequera o Loja. Con estos datos parece apropiado enmarcar este hecho en el programa de refuerzo de la frontera emprendido por los monarcas granadinos a partir de mediados del siglo XIV, programa que afectó a un total de veintidós recintos fuertes, entre los que se incluye de manera expresa Archidona. Para entonces encontramos un enclave urbano plenamente consolidado en sus límites conocidos, un enclave del que conocemos parte de su entramado viario, de sus infraestructuras, de sus espacios de habitación, etc. Llaman poderosamente la atención algunos aspectos que podríamos entender contradictorios, caso de la ausencia de un paso de ronda que circunde el interior de unas murallas profundamente renovadas. Efectivamente las casas se adosan a la muralla, incluso mediante llaves que traban las nuevas construcciones al paramento interno de la misma. Puede que estemos ante reminiscencias de una población (la del siglo XII) asentada en un espacio concebido en origen para otro fin; reminiscencias que a su vez se remontarían en el tiempo al momento en el que las murallas conocidas formaban parte de una alcazaba, desde la que se ejercía el control de la una de las koras del al-Andalus de los emires. En esa época –insistimos- la muralla objeto de estudio no tendría un significado militar en sentido estricto, por lo que tampoco sería necesario un paso de ronda al uso.

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