Revista de Estudios Sociales 56 - Temas Varios

June 5, 2017 | Autor: R. Estudios Sociales | Categoria: Ciencias Sociales
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Descrição do Produto

Revista de Estudios Sociales No. 56

Revista de Estudios Sociales Dirección: Cra 1a No 18A-12, Ed. Franco, Of. GB-417 Teléfono: (571) 339 49 49 ext. 4819 Correo electrónico: [email protected] Periodicidad: trimestral Páginas del número: 164 Formato: 21,5 x 28 cm Tiraje: 300 ejemplares Precio: $20.000 (Colombia) USD $12.00 (Exterior) No incluye gastos de envío El material de esta revista puede ser reproducido sin autorización para su uso personal o en el aula de clase, siempre y cuando se cite la fuente. Para reproducciones con cualquier otro fin es necesario solicitar primero autorización al Equipo Editorial de la Revista. Las opiniones e ideas aquí consignadas son de responsabilidad exclusiva de los autores y no necesariamente reflejan la opinión de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes. Corrección de Estilo y Traducción Español: Guillermo Díez Inglés: Carol O’Flynn Portugués: Roanita Dalpiaz Equipo Informático | Claudia Vega Diseño Editorial y Diagramación | Víctor Gómez Imágenes de portada y portadillas “Entramados”, 2016. Daniel González Benítez Portafolio: www.behance.net/danigob · [email protected] Impresión | Panamericana formas e impresos S.A. La Revista tiene todos sus contenidos en acceso abierto a través de su página web. La versión impresa tiene un costo y puede adquirirse en: Distribución | Siglo del Hombre Editores Cra 32 No 25-46 · Bogotá, Colombia · PBX (571) 337 77 00 www.siglodelhombre.com Suscripciones | Librería Universidad de los Andes Cra 1a No 19-27 Ed. AU 106 · Bogotá, Colombia · Tels. (571) 339 49 49 ext. 2071 – 2099 http://libreria.uniandes.edu.co Canjes | Facultad de Ciencias Sociales Universidad de los Andes · Cra. 1a Este No. 18A – 12 Ed. Franco, piso 6, oficina 617 · Bogotá – Colombia. Tel [571] 3394949 Ext.: 3585 · [email protected] http://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co

Revista de Estudios Sociales

La Revista de Estudios Sociales (RES) es una publicación trimestral creada en 1998 por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia) y la Fundación Social. Su objetivo es contribuir a la difusión de las investigaciones, los análisis y las opiniones que sobre los problemas sociales elabore la comunidad académica nacional e internacional, además de otros sectores de la sociedad que merecen ser conocidos por la opinión pública. De esta manera, la Revista busca ampliar el campo del conocimiento en materias que contribuyen a entender mejor nuestra realidad más inmediata y a mejorar las condiciones de vida de la población. La estructura de la Revista contiene seis secciones: La Presentación contextualiza e introduce el número, además de destacar aspectos particulares que merecen la atención de los lectores. El Dossier integra un conjunto de contenidos sobre un problema o tema específico, que desde una perspectiva crítica y analítica ofrecen avances o resultados de investigación, reflexión o revisión temática, dando cuenta de las nuevas tendencias en un área específica del conocimiento. Otras Voces se diferencia del Dossier en que incluye textos que presentan investigaciones, reflexiones o revisiones, que tratan problemas o temáticas diversas. Documentos difunde uno o más textos sobre temáticas de interés social que son abordadas de manera reflexiva, por lo general de autoridades en la materia. También se publican traducciones y transcripciones de contenidos relevantes de las diferentes áreas de las ciencias sociales. Debate es una sección donde se incluyen contenidos sobre temáticas específicas, orientadas a generar discusiones académicas desde diferentes perspectivas, bien sea mediante entrevistas o escritos analíticos. Lecturas incluye reseñas bibliográficas en el campo de las ciencias sociales. La estructura de la Revista responde a una política editorial que busca: proporcionar un espacio disponible para diferentes discursos sobre teoría, investigación, coyuntura e información bibliográfica; facilitar el intercambio de información sobre las ciencias sociales con buena parte de los países de la región latinoamericana; difundir la Revista entre diversos públicos y no sólo entre los académicos; incorporar diversos lenguajes, como el ensayo, el relato, el informe y el debate, para que el conocimiento sea de utilidad social; finalmente, mostrar una noción flexible del concepto de investigación social, con el fin de dar cabida a expresiones ajenas al campo específico de las ciencias sociales. Palabras clave: ciencias sociales, investigación, reflexión, revisión. La Revista somete todos los artículos que recibe a la herramienta de detección de plagio. Todos los contenidos que se publican son de libre acceso y se pueden descargar en formato PDF, HTML y en versión e-book.

Indexación

La Revista de Estudios Sociales está incluida actualmente en los siguientes directorios y servicios de indexación y resumen: • CIBERA - Biblioteca Virtual Iberoamericana/España/Portugal (German Institute of Global and Area Studies, Alemania), desde 2007. • CLASE - Citas latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (UNAM, México), desde 2007. • CREDI - Centro de Recursos Documentales e Informáticos (Organización de Estados Iberoamericanos, OEI), desde 2008. • DIALNET - Difusión de Alertas en la Red (Universidad de La Rioja, España), desde 2006. • DOAJ - Directory of Open Access Journal (Lund University Libraries, Suecia), desde 2007. • EP Smartlink fulltext, fuente académica, Current Abstrac, TOC Premier, SocINDEX with full text (EBSCO Information Services, Estados Unidos), desde 2005. • European Science Foundation - ERIH PLUS (Noruega), desde 2015. • HAPI - Hispanic American Periodical Index (UCLA, Estados Unidos), desde 2008. • Historical Abstracts y America: History & Life (EBSCO Information Services, antes ABC-CLIO, Estados Unidos), desde 2001. • Informe académico y Académica onefile (Gale Cengage Learning, Estados Unidos), desde 2007. • LatAm - Estudios Latinamericanos (International Information Services, Estados Unidos), desde el 2009. • LATINDEX - Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (México), desde 2004. • Linguistics & Language Behavior Abstracts, Sociological Abstracts, Social Services Abstracts, World Wide Political Science Abstracs (SCA- Cambridge Scientific Abstracts, Proquest, Estados Unidos), desde 2000. • Ocenet (Editorial Oceano, España), desde 2003. • PRISMA - Publicaciones y Revistas Sociales y Humanísticas (CSA-ProQuest, Gran Bretaña). • PUBLINDEX - Índice Nacional de Publicaciones Seriadas Científicas y Tecnológicas Colombianas, (Colciencias, Colombia), desde 2004. Actualmente en categoría A1. • RedALyC - Red de Revistas Científicas de América Latina y El Caribe, España y Portugal (UAEM, México), desde 2007. • SciELO - Scientific Electronic Library Online (Colombia), desde 2007. • SciELO Citation Index (Thomson Reuters – SciELO), desde 2013. • SCOPUS - Database of abstracts and citations for scholarly journal articles (Elsevier, Países Bajos), desde 2009. • Social Sciences Citation Index (Thomson Reuters, Estados Unidos), desde 2009. • Ulrich’s Periodicals Directory (CSA- Cambridge Scientific Abstracs ProQuest, Estados Unidos), desde 2001. Portales Web a través de los cuales se puede acceder a la Revista de Estudios Sociales: • http://www.lablaa.org/listado_revistas.htm (Biblioteca Luis Angel Arango, Colombia) • http://www.portalquorum.org (Quórum Portal de Revistas, Universidad de Alcalá, España) • http://sala.clacso.org.ar/biblioteca/Members/lenlaces (Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO, Argentina)

Temas Varios

PRESENTACIÓN 8-10

Martha Lux – Universidad de los Andes, Colombia Ana Pérez – Universidad de los Andes, Colombia

TEMAS VARIOS Violencia postestructural: migrantes centroamericanos y cárteles de la droga en México 12-25 Simón Pedro Izcara Palacios – Universidad Autónoma de Tamaulipas, México

Ciclos de movilización y crisis de derechos humanos. La acción colectiva de las ONG nacionales y los derechos humanos en México 26-38 Sandra Hincapié Jiménez – Universidad Nacional Autónoma de México Jairo Antonio López Pacheco – Flacso, México

Emergencia de populismo y ruptura de acuerdos políticos 39-50 César Ulloa – Flacso, Ecuador

Íconos, sentidos e identidades en movimiento: estrategias, prácticas y discursos en una comunidad musulmana de la Ciudad de Buenos Aires 51-66 Mari-Sol García Somoza – Université Paris Descartes, Francia Mayra Soledad Valcarcel – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Innovaciones comunicativas y cambios de los sistemas socioeconómicos. Interpretaciones de sus efectos en los textos científicos 67-79 Olivia Velarde Hermida – Universidad Complutense de Madrid, España Francisco Bernete García – Universidad Complutense de Madrid, España

Práticas de empoderamento feminino na América Latina 80-90

Paloma Abelin Saldanha Marinho – Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brasil Hebe Signorini Gonçalves – Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brasil

Sujetos de la masa. Visiones del nacionalismo después de la Primera Guerra Mundial 91-103

Juan García-García – Universidad de Extremadura, España

La metáfora del viaje del héroe en la narración de nietos de expresos políticos: la postmemoria de la prisión política y tortura en Chile 104-115 Ximena Faúndez Abarca – Universidad de Valparaíso, Chile Fuad Hatibovic Díaz – Universidad de Valparaíso, Chile

DOCUMENTOS El misterioso encanto de las víctimas 117-120

Gabriel Gatti – Universidad del País Vasco, España

DEBATE Dos investigadores dialogan sobre la construcción de paz 122-129

Angelika Rettberg – Universidad de los Andes, Colombia Alejandro Castillejo – Universidad de los Andes, Colombia Liliana Duica Amaya – Universidad de los Andes, Colombia

LECTURAS José Luis Estrada Rodríguez, coord. 2014. Seguridad ciudadana: visiones compartidas 131-132

Beatriz Rosales Palmero – Universidad Autónoma del Estado de México

Ulrich Bröckling. 2015. El Self emprendedor. Sociología de una forma de subjetivación 133-136 Mauro Basaure – Universidad Andrés Bello, Chile

Varied Topics

PRESENTATION 8-10

Martha Lux – Universidad de los Andes, Colombia Ana Pérez – Universidad de los Andes, Colombia

VARIED TOPICS Post-Structural Violence: Central American Migrants and Drug Cartels in Mexico 12-25

Simón Pedro Izcara Palacios – Universidad Autónoma de Tamaulipas, Mexico

Cycles of Mobilization and Human Rights Crises: Collective Action of National NGOs and Human Rights in Mexico 26-38

Sandra Hincapié Jiménez – Universidad Nacional Autónoma de México Jairo Antonio López Pacheco – Flacso, Mexico

The Emergence of Populism and the Breakdown of Political Agreements 39-50 César Ulloa – Flacso, Ecuador

Icons, Meanings and Identities in Motion: Strategies, Practices and Discourses in a Muslim Community in Buenos Aires 51-66

Mari-Sol García Somoza – Université Paris Descartes, France Mayra Soledad Valcarcel – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Communicative Innovations and Changes in Socio-Economic Systems: Interpretations of Their Effects in Scientific Texts 67-79 Olivia Velarde Hermida – Universidad Complutense de Madrid, Spain Francisco Bernete García – Universidad Complutense de Madrid, Spain

Women’s Empowerment Practices in Latin America 80-90 Paloma Abelin Saldanha Marinho – Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brazil Hebe Signorini Gonçalves – Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brazil

Mass Subjects: Visions of Nationalism after World War I 91-103

Juan García-García – Universidad de Extremadura, Spain

The Metaphor of the Hero´s Journey in the Narrative of Grandchildren of Former Political Prisoners: The Post-Memory of Political Imprisonment and Torture in Chile 104-115

Ximena Faúndez Abarca – Universidad de Valparaíso, Chile Fuad Hatibovic Díaz – Universidad de Valparaíso, Chile

DOCUMENTS The Paradox of Victims 117-120

Gabriel Gatti – Universidad del País Vasco, Spain

DEBATE Two Social Scientists Discuss Peacebuilding 122-129

Angelika Rettberg – Universidad de los Andes, Colombia Alejandro Castillejo – Universidad de los Andes, Colombia Liliana Duica Amaya – Universidad de los Andes, Colombia

READINGS José Luis Estrada Rodríguez, coord. 2014. Seguridad ciudadana: visiones compartidas 131-132 Beatriz Rosales Palmero – Universidad Autónoma del Estado de México

Ulrich Bröckling. 2015. El Self emprendedor. Sociología de una forma de subjetivación 133-136 Mauro Basaure – Universidad Andrés Bello, Chile

Temas Vários

APRESENTAÇÃO 8-10

Martha Lux – Universidad de los Andes, Colômbia Ana Pérez – Universidad de los Andes, Colômbia

TEMAS VÁRIOS Violência pós-estrutural: migrantes centro-americanos e cartéis de droga no México 12-25 Simón Pedro Izcara Palacios – Universidad Autónoma de Tamaulipas, México

Ciclos de mobilização e crise de direitos humanos. A ação coletiva das ONGs nacionais e os direitos humanos no México 26-38

Sandra Hincapié Jiménez – Universidad Nacional Autónoma de México Jairo Antonio López Pacheco – Flacso, México

Surgimento do populismo e ruptura de acordos políticos 39-50 César Ulloa – Flacso, Equador

Ícones, sentidos e identidades em movimento: estratégias, práticas e discursos numa comunidade muçulmana da cidade de Buenos Aires 51-66 Mari-Sol García Somoza – Université Paris Descartes, França Mayra Soledad Valcarcel – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Inovações comunicativas e mudanças dos sistemas socioeconômicos. Interpretações de seus efeitos nos textos científicos 67-79 Olivia Velarde Hermida – Universidad Complutense de Madrid, Espanha Francisco Bernete García – Universidad Complutense de Madrid, Espanha

Práticas de empoderamento feminino na América Latina 80-90

Paloma Abelin Saldanha Marinho – Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brasil Hebe Signorini Gonçalves – Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brasil

Sujeitos da massa. Visões do nacionalismo depois da Primeira Guerra Mundial 91-103

Juan García-García – Universidad de Extremadura, Espanha

A metáfora da viagem do herói na narração de netos de ex-presos políticos: a pós-memória da prisão política e tortura no Chile 104-115 Ximena Faúndez Abarca – Universidad de Valparaíso, Chile Fuad Hatibovic Díaz – Universidad de Valparaíso, Chile

DOCUMENTOS O misterioso encanto das vítimas 117-120

Gabriel Gatti – Universidad del País Vasco, Espanha

DEBATE Dois pesquisadores dialogam sobre a construção da paz 122-129

Angelika Rettberg – Universidad de los Andes, Colômbia Alejandro Castillejo – Universidad de los Andes, Colômbia Liliana Duica Amaya – Universidad de los Andes, Colômbia

LEITURAS José Luis Estrada Rodríguez, coord. 2014. Seguridad ciudadana: visiones compartidas 131-132 Beatriz Rosales Palmero – Universidad Autónoma del Estado de México

Ulrich Bröckling. 2015. El Self emprendedor. Sociología de una forma de subjetivación 133-136 Mauro Basaure – Universidad Andrés Bello, Chile

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Presentación

El equipo editorial de la Revista se complace en presentar los contenidos de su edición número 56, que cuenta con variados aportes a la investigación en las ciencias sociales, que contribuyen a la reflexión de problemáticas que permean nuestro presente en Latinoamérica y otros hemisferios. Algunos de estos trabajos también nos llevan a repensar y reinterpretar las experiencias pasadas, que en diversas circunstancias continúan presentes en la sociedad actual. El número inaugura la sección de Temas Varios con un artículo que nos lleva a reflexionar sobre la violencia, un tema que ha estado debatiéndose muy recurrentemente desde diferentes enfoques teóricos y metodológicos. Simón Izcara es el autor del texto “Violencia postestructural: migrantes centroamericanos y cárteles de la droga en México”. Construye sus argumentos a partir del trabajo de campo, donde realiza 53 entrevistas a migrantes centroamericanos secuestrados por los cárteles de la droga y forzados a participar en actividades ilícitas en México. El artículo se enfoca en el análisis de lo que ha denominado la violencia postestructural, donde las víctimas se convierten en verdugos como mecanismo de supervivencia en un entorno violento. Concluye que los cárteles se han fortalecido, y cada día aumentan sus integrantes, por la puesta en práctica de esta forma de violencia como dispositivo de reclutamiento. Enseguida presentamos el artículo de Sandra Hincapié y Jairo López, “Ciclos de movilización y crisis de derechos humanos. La acción colectiva de las ONG nacionales y los derechos humanos en México”, donde también se abordan el tema de la problemática social en México, la acción colectiva y la movilización en derechos humanos, para señalar que las ONG nacionales han tenido una participación activa en la acción colectiva, propiciando iniciativas de cambio en el Gobierno a partir del discurso de los derechos humanos, que estimulan, a su vez, la apropiación en amplios grupos sociales. Continuamos con el texto de César Ulloa, “Emergencia de populismo y ruptura de acuerdos políticos”, que busca responder a la pregunta ¿Por qué es posible la emergencia de populismo en unos países y en otros no? En el trabajo se analiza la emergencia de populismo en tres países: Ecuador, Venezuela y Uruguay, desde una perspectiva de política comparada. De acuerdo con la hipótesis planteada, la crisis de institucionalidad da paso al populismo a partir de dos situaciones: la incapacidad de los partidos para consolidar la coparticipación en el poder y la distribución de cuotas que permitan equilibrios, y la ausencia de estas condiciones. Por su parte, el artículo de Mari-Sol García y Mayra Valcarcel, “Íconos, sentidos e identidades en movimiento: estrategias, prácticas y discursos en una comunidad musulmana de la Ciudad de Buenos

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 8-10 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180

P R E S E N TAC I Ó N

Aires”, se centra en la discusión de los procesos de reconstrucción identitaria de una comunidad chiita de Buenos Aires, teniendo en cuenta los efectos de la globalización en la reconstrucción de antiguos imaginarios sociales, y en la producción de nuevas formas de identidad transnacional. En la variedad de temáticas que aborda este número, continuamos con los siguientes dos trabajos: el artículo de Olivia Velarde y Francisco Bernete, “Innovaciones comunicativas y cambios de los sistemas socioeconómicos. Interpretaciones de sus efectos en los textos científicos”, que nos muestra cómo se abordan las interdependencias entre las transformaciones de la comunicación y los cambios sociales, desde la perspectiva de la reproducción, o el cambio de las actuales sociedades globalizadas. Los autores se apoyan en trabajos que describen procesos macrosociológicos e históricos, que se relacionan con dinámicas que van a transformar el ser, el hacer y el creer de las sociedades. Por su parte, el artículo en portugués de Paloma Abelin y Hebe Signorini, “Práticas de empoderamento feminino na América Latina”, presenta una revisión bibliográfica sobre las prácticas del empoderamiento femenino, realizadas y registradas en América Latina desde 2000 hasta 2012, con perspectiva de género. En el trabajo, la comprensión del empoderamiento es tomada como un proceso atravesado y alimentado por la construcción colectiva, reforzado por las perspectivas históricas del feminismo. Cerramos esta sección del número con dos artículos que tratan temas de violencia política, recordando que la violencia como concepto y como hecho se ha abordado desde diferentes escenarios teóricos y empíricos. El texto de Juan García, “Sujetos de la masa. Visiones del nacionalismo después de la Primera Guerra Mundial”, analiza el concepto de nacionalismo durante la Primera Guerra Mundial, mostrando también que las teorías más populares o difundidas de nacionalismo postulaban la existencia de oscuras fuerzas atávicas, y la reaparición de los instintos de violencia y territorio en la psique humana. Se basa en dos corrientes: la medicina y la psiquiatría degeneracionista, y la psicología de las masas, del siglo XIX, en la representación académica del nacionalismo a la luz de la Gran Guerra. El último texto, de Ximena Faúndez y Fuad Hatibovic, “La metáfora del viaje del héroe en la narración de nietos de expresos políticos: la postmemoria de la prisión política y tortura en Chile”, estudia la postmemoria de nietos de expresos políticos encarcelados durante la dictadura cívico-militar chilena. La recolección de información se logra por medio de entrevistas a jóvenes vinculados familiarmente con expresos políticos. El análisis evidencia el uso de la metáfora del viaje del héroe en las narraciones. A su vez, visibiliza la tensión en torno a las posiciones de la víctima, el testigo y el héroe, aproximándose a las formas de violencia política de la época estudiada.

En la sección Documentos, Gabriel Gatti nos trae una reflexión en torno a la idea de “víctima”, en un texto titulado “El misterioso encanto de las víctimas”; en él, más que definir el concepto, expone una serie de interrogantes sobre cómo los académicos y la sociedad civil conciben la condición de la persona que ha sufrido cualquier tipo de violencia, y su camino a la clasificación de víctima. Las preguntas que desde diferentes perspectivas se plantea el autor nos llevan a reflexionar sobre esta condición, que otorga reconocimiento al sufrimiento, pero a su vez da un estatuto al que es nombrado en ella. También se pregunta por la centralidad de esa condición en el espacio social que la contiene. En la sección Debate, Liliana Duica —a partir de unas preguntas en formato de entrevista— genera un conversatorio con Angelika Rettberg y Alejandro Castillejo, que titula “Dos investigadores dialogan sobre la construcción de paz”. En este encuentro, tanto Angelika como Alejandro abordan el tema de la Construcción de Paz en Colombia, y cuentan sus reflexiones y expectativas a partir de sus vivencias personales y su experiencia académica. La firma de los acuerdos de paz dará paso a una serie de cambios de distinto orden, que involucrarán al Gobierno y a la sociedad civil; el cómo requerirá la participación de todos los que sueñan con el cambio, incluidas las generaciones que han vivido toda su existencia en una violencia política y social continua. La Revista regularmente cierra sus números con la sección Lecturas. En esta ocasión contamos con dos reseñas: la primera es del libro de José Luis Estrada Rodríguez, Seguridad ciudadana: visiones compartidas, reseñado por Beatriz Rosales, quien señala que entre los valores del texto está el fortalecimiento del concepto seguridad ciudadana, que mediante investigaciones teóricas y experiencias exitosas rescata la inclusión de los ciudadanos en la prevención de la violencia y la delincuencia. La segunda reseña es del libro de Ulrich Bröckling El Self emprendedor. Sociología de una forma de subjetivación, a cargo de Mauro Basaure. El carácter sociológico del texto es resaltado por Basaure, así como los planteamientos que se refieren a la forma particular de construcción del sujeto, y la subjetivación, con pretensiones hegemónicas. Esperamos que el número sea del agrado de nuestros lectores, con nuestra habitual invitación para que nos continúen consultando, ya sea en la versión impresa, a la que pueden acceder en la Librería Uniandes, http:// libreria.uniandes.edu.co/, así como en el formato digital, en la página web http://res.uniandes.edu.co/. De los dos números restantes del año, el 57 es de Temas Varios, y el 58 es un número temático sobre “La relevancia de la sociología para comprender la América Latina contemporánea”. En el sitio web de la Revista se encuentran anunciadas las siguientes convocatorias: Martha Lux · Ana Pérez

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P R E S E N TAC I Ó N



RES 59, “Los ciudadanos-víctima. Problematización teórica y revisión crítica de una identidad transnacionalizada”.



RES 60, para este número se recibirán artículos de tema abierto del 2 al 31 de mayo de 2016.



RES 61, “Entre lo local y lo global: espacios e interacción en los nuevos enfoques de las ciencias sociales”.



RES 62, “Comunidades emocionales y cambio social”.

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 8-10 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180

Nos despedimos de ustedes recordándoles que las especificidades de las convocatorias se encuentran anunciadas en español, inglés y portugués, las tres lenguas en que publica la Revista. Martha Lux Editora Ana Pérez Coordinadora editorial

Temas Varios

Violencia postestructural: migrantes centroamericanos y cárteles de la droga en México 12-25 Simón Pedro Izcara Palacios – Universidad Autónoma de Tamaulipas, México

Ciclos de movilización y crisis de derechos humanos. La acción colectiva de las ONG nacionales y los derechos humanos en México 26-38 Sandra Hincapié Jiménez – Universidad Nacional Autónoma de México Jairo Antonio López Pacheco – Flacso, México

Emergencia de populismo y ruptura de acuerdos políticos 39-50 César Ulloa – Flacso, Ecuador

Íconos, sentidos e identidades en movimiento: estrategias, prácticas y discursos en una comunidad musulmana de la Ciudad de Buenos Aires 51-66 Mari-Sol García Somoza – Université Paris Descartes, Francia Mayra Soledad Valcarcel – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Innovaciones comunicativas y cambios de los sistemas socioeconómicos. Interpretaciones de sus efectos en los textos científicos 67-79 Olivia Velarde Hermida – Universidad Complutense de Madrid, España Francisco Bernete García – Universidad Complutense de Madrid, España

Práticas de empoderamento feminino na América Latina 80-90

Paloma Abelin Saldanha Marinho – Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brasil Hebe Signorini Gonçalves – Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brasil

Sujetos de la masa. Visiones del nacionalismo después de la Primera Guerra Mundial 91-103

Juan García-García – Universidad de Extremadura, España

La metáfora del viaje del héroe en la narración de nietos de expresos políticos: la postmemoria de la prisión política y tortura en Chile 104-115 Ximena Faúndez Abarca – Universidad de Valparaíso, Chile Fuad Hatibovic Díaz – Universidad de Valparaíso, Chile

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Violencia postestructural: migrantes centroamericanos y cárteles de la droga en México* Simón Pedro Izcara Palacios** Fecha de recepción: 23 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 04 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.01

R E S U M E N | La violencia postestructural describe las situaciones donde las víctimas se convierten en verdugos como mecanismo de supervivencia en un entorno violento. Este artículo, fundamentado en la realización de entrevistas en profundidad a 53 migrantes centroamericanos secuestrados y forzados a participar en actividades ilícitas en México, analiza los mecanismos utilizados por los cárteles de la droga mexicanos para reclutar migrantes indocumentados, y concluye que el miedo a perder la vida transforma a migrantes laborales pacíficos y temerosos en feroces criminales. PA L A B R A S C L AV E | Corrupción, México (Thesaurus); Migrantes centroamericanos, cárteles de la droga, secuestros, violencia postestructural, migración indocumentada (palabras clave de autor).

Post-Structural Violence: Central American Migrants and Drug Cartels in Mexico A B S T R AC T | Post-structural violence refers to those situations where the victim becomes the executioner as a survival mechanism in a violent environment. This article, based on in-depth interviews with 53 Central American migrants kidnapped and forced to participate in criminal activities in Mexico, analyses the mechanisms used by Mexican drug cartels to recruit undocumented migrants, and concludes that the fear of losing their lives transforms peaceful and fearful labor migrants into ferocious criminals. K E Y W O R D S | Corruption, Mexico (Thesaurus); Central American migrants, drug cartels, kidnappings, post-structural violence, undocumented migration (Author’s Keywords).

Violência pós-estrutural: migrantes centro-americanos e cartéis de droga no México R E S U M O | A violência pós-estrutural descreve as situações em que as vítimas se tornaram algozes como mecanismo de sobrevivência num ambiente violento. Este artigo, fundamentado na realização de entrevistas em profundidade a 53 migrantes centro-americanos sequestrados e forçados a participar em atividades ilícitas no México, analisa os mecanismos utilizados pelos cartéis de droga mexicanos para recrutar migrantes em situação irregular, e conclui que o medo de perder a vida transforma migrantes trabalhadores pacíficos e temerosos em ferozes criminosos. PA L AV R A S - C H AV E | Corrupção, México (Thesaurus); migrantes centro-americanos, cartéis de droga, sequestros, violência pós-estrutural, migração irregular (palavras-chave do autor).

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Este trabajo de investigación fue financiado por FOMIX (Fondo Mixto de Fomento a la Investigación Científica y Tecnológica, CONACYT-Gobierno del estado de Tamaulipas) a través del proyecto TAMPS-2011-C35-183151.

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Doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid (España). Profesor de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (México), líder del cuerpo académico “Migración, desarrollo y derechos humanos”. Entre sus últimas publicaciones se encuentran: “Causas e impactos de la deportación de migrantes centroamericanos de Estados Unidos a México”. Estudios Fronterizos 16 (31): 239-271, 2015, y “Coyotaje and Drugs: Two Different Businesses”. Bulletin of Latin American Research 34 (3): 324-339, 2015. * [email protected]

TEMAS VARIOS

Introducción Hasta hace menos de una década los migrantes centroamericanos podían transitar por México con relativa seguridad. Pero a partir de 2007, la delincuencia organizada encontró en el secuestro de migrantes centroamericanos en tránsito una fuente estable de ingresos para contrarrestar tanto la pérdida económica ocasionada por el declive del negocio del narcotráfico como los costos ocasionados por los enfrentamientos con el Ejército y con los demás grupos delictivos (Izcara 2012, 45). El secuestro de migrantes centroamericanos ocurría desde los años noventa a pequeña escala. Entonces, los secuestradores eran bandas desorganizadas. En los últimos años el secuestro constituye una actividad realizada por delincuentes organizados que operan a gran escala. Los migrantes centroamericanos generan tres tipos de ingresos para los cárteles de la droga: 1) el pago de rescates derivado de los secuestros; 2) el pago de cuotas por atravesar los territorios controlados por los grupos delictivos, y 3) el ingreso forzado en las filas de la delincuencia organizada, donde trabajan en un régimen de esclavitud (Slack 2015, 4). En 2008 la cuantía de los pagos por la liberación de secuestrados oscilaba entre 1.500 y 5 mil dólares (CNDH 2009, 12); en los últimos años algunos migrantes afirmaban haber pagado más de 10 mil dólares para ser rescatados. En 2004 la cuota pagada a los grupos delictivos para atravesar la frontera mexicana apenas superaba los cien dólares; en los últimos años la cifra pagada superaba los mil dólares (Izcara 2014, 94). Finalmente, el reclutamiento forzado de migrantes centroamericanos es una práctica que ha crecido en los últimos años. Los migrantes que atraviesan el territorio mexicano sin un guía son secuestrados más frecuentemente. Los de más edad deben pagar un rescate por su libertad, mientras que los más jóvenes suelen ser reclutados a la fuerza. Este artículo examina el uso del secuestro, la tortura y la intimidación como mecanismos utilizados por los cárteles de la droga mexicanos para reclutar

migrantes laborales centroamericanos, y analiza cómo estos últimos enfrentan dicha situación. En primer lugar, se describe la metodología; a continuación, se analiza el concepto violencia postestructural; después se examinan los mecanismos utilizados por la delincuencia organizada para transformar migrantes laborales pacíficos en violentos criminales, y finalmente se describe la lucha de los migrantes para abandonar este mundo de violencia.

Metodología y descripción de la muestra Esta investigación se sustenta en un enfoque metodológico cualitativo. La técnica usada para recabar el material discursivo fue la entrevista cualitativa. Fueron entrevistados 53 inmigrantes centroamericanos secuestrados por los cárteles de la droga mexicanos para que realizasen actividades delictivas. También se recabaron los testimonios de dos polleros que habían transportado a migrantes centroamericanos secuestrados por cárteles de la droga y obligados a delinquir. Las entrevistas fueron realizadas entre 2011 y 2015 en diferentes municipios de nueve estados mexicanos: Tamaulipas, Nuevo León, México D.F, Estado de México, Chiapas, Veracruz, San Luis Potosí, Baja California y Coahuila. Para seleccionar la muestra se utilizó el muestreo en cadena. Los entrevistados nos ayudaron a contactar a otros paisanos que sufrieron experiencias similares a las suyas. Las entrevistas fueron grabadas y transcritas de forma literal, y la recopilación de información se extendió hasta lograr un nivel de saturación del campo de hablas sobre el objeto de estudio. Así, la muestra seleccionada hizo posible elaborar un modelo discursivo capaz de resistir el contraste con el nuevo material cualitativo recopilado sin sufrir alteraciones significativas. La edad media de los entrevistados cuando fueron secuestrados e ingresaron en los cárteles de la droga era de 29,5 años, y el tiempo que estuvieron involucrados con la delincuencia organizada fue de catorce meses; pero algunos llegaron a participar en estas organizaciones más de seis años (ver la tabla 1).

Tabla 1. Edad e involucración de los entrevistados con la delincuencia organizada Media

Moda

Mediana

Min

Max

Desviación estándar

Edad

30,8

27

31

21

40

4,69

Edad cuando fue secuestrado

29,5

34

29

19

39

4,57

Número de meses involucrado con la delincuencia organizada

14,0

12

10

0,5

78

14,31

Fuente: elaboración propia a partir de los datos de las entrevistas. Violencia postestructural | Simón Pedro Izcara Palacios

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14

TEMAS VARIOS

Los entrevistados fueron obligados a delinquir en muchos de los estados más violentos del país: Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Chihuahua, Baja California, Veracruz, San Luis Potosí, Tlaxcala, México D.F, Michoacán, Tabasco, Oaxaca y Chiapas (ver la tabla 2). Treinta y cuatro de los entrevistados procedían de Guatemala, nueve procedían de Honduras, nueve de El Salvador, y una de Nicaragua (ver la tabla 3). Las actividades delictivas cometidas por los varones aparecían muy relacionadas con el secuestro y el sicariato; mientras que la actividad de las mujeres aparecía más orientada hacia la explotación sexual, y no participaban en homicidios. Asimismo, varones y mujeres aparecían involucrados en actividades de Tabla 2. Lugares donde los entrevistados fueron obligados a delinquir Varones n %

Mujeres n %

Total n %

Tamaulipas

22

52,4

2

18,2

24

45,3

Chiapas

10

23,8

4

36,4

14

26,4

Veracruz

9

21,4

2

18,2

11

20,8

Nuevo León

8

19,0

1

9,1

9

17,0

México D.F.

4

9,5

5

45,5

9

17,0

Coahuila

5

11,9

0

0,0

5

9,4

Michoacán

3

7,1

1

9,1

4

7,5

Baja California

3

7,1

0

0,0

3

5,7

Oaxaca

1

2,4

1

9,1

2

3,8

Chihuahua

1

2,4

0

0,0

1

1,9

Estado de México

0

0,0

1

9,1

1

1,9

Guadalajara

0

0,0

1

9,1

1

1,9

San Luis Potosí

1

2,4

0

0,0

1

1,9

Tabasco

1

2,4

0

0,0

1

1,9

Tlaxcala

1

2,4

0

0,0

1

1,9

42

100

11

100

53

100

n

Nota: algunos de los entrevistados delinquieron en varios estados. Fuente: elaboración propia a partir de los datos de las entrevistas realizadas.

narcotráfico, robos, extorsiones, halconaje,1 etcétera (ver la tabla 4). Estas organizaciones secuestran a mujeres para prostituirlas (Martínez 2010, 87-88; Slack 2015, 3) y para que entrenen a menores de edad en el comercio sexual, o para que recluten con engaños a menores. Tabla 4. Actividades delictivas cometidas por los entrevistados Varones n %

Mujeres n %

Total n %

Secuestro/ custodia de secuestrados

14

33,3

4

36,4

18

34,0

Participación en homicidios/ sicariato

10

23,8

0

0,0

10

18,9

Cobro de cuotas y otro tipo de extorsiones a comercios

6

14,3

3

27,3

9

17,0

Trata con fines de explotación sexual

1

2,4

7

63,6

8

15,1

Halconaje

5

11,9

3

27,3

8

15,1

Actividades culinarias y de limpieza en casas de seguridad

6

14,3

1

9,1

7

13,2

Robo en áreas urbanas (cajeros, automóviles, etcétera)

5

11,9

1

9,1

6

11,3

Robo en carreteras

5

11,9

0

0,0

5

9,4

Extorsión telefónica

4

9,5

0

0,0

4

7,5

Ocultamiento de cadáveres

4

9,5

0

0,0

4

7,5

Reclutamiento engañoso de centroamericanos

3

7,1

1

9,1

4

7,5

Tráfico de drogas y/o armas

2

4,8

1

9,1

3

5,7

1

Tabla 3. País de origen de los entrevistados Varones n %

Mujeres n %

n

Total %

Guatemala

29

69,0

5

45,4

34

64,1

Honduras

8

19,1

1

9,1

9

17,0

El Salvador

5

11,9

4

36,4

9

17,0

Nicaragua

0

0

1

9,1

1

1,9

Total

42

100

11

100

53

100

Fuente: elaboración propia a partir de los datos de las entrevistas realizadas.

Dentro de los cárteles de la droga, el halconaje es la actividad más simple que comporta menos riesgos. El halcón no realiza una actividad ilegal. Pasa todo el día en un mismo sitio y su única función es comunicar a su organización si ocurre algún movimiento extraño en el espacio que vigila. Por lo tanto, si es detenido no le puede ser imputado ningún delito. Para controlar una ciudad los cárteles necesitan cientos de halcones. Sin embargo, un halcón no puede ejercer esta función durante un período muy prolongado, ya que llamaría la atención de las autoridades. Es por ello que se trata de una actividad muy rotativa. Muchos halcones han desarrollado antes otras funciones dentro de estas organizaciones; otros combinan el halconaje con otras funciones, y otros desarrollarán otra función cuando se “quemen”. Es decir, cuando las autoridades ya los hayan identificado y no puedan ejercer esta función de modo adecuado.

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TEMAS VARIOS Continuación de la Tabla 4 Varones n %

Mujeres n %

n

Total %

Venta de drogas

1

2,4

2

18,2

3

5,7

Trabajo en plantaciones de marihuana

2

4,8

0

0,0

2

3,8

Instalación de antenas

1

2,4

0

0,0

1

1,9

Pago de cuotas a la Policía

1

2,4

0

0,0

1

1,9

Piratería de CD

1

2,4

0

0,0

1

1,9

42

100

11

100

53

100

n

Fuente: elaboración propia a partir de los datos de las entrevistas realizadas.

La mayor parte de los entrevistados (32 varones y 10 mujeres) escaparon de la organización que los secuestró. Después de escapar buscaron empleo en actividades diversas (agricultura, construcción, talleres, mercados, venta ambulante, lavado de coches, etcétera), con el objeto de reunir dinero para seguir su camino hasta Estados Unidos. Muchos de estos empleos les proporcionaban cobijo, ya que, concluida la jornada laboral, permanecían allí como veladores. De este modo, podían ahorrar dinero y disponían de un espacio que les permitía permanecer ocultos. Las entrevistas fueron realizadas después de concluir su jornada laboral o durante días de asueto. Por otra parte, once trabajaban para la delincuencia cuando fueron entrevistados. Nueve (ocho varones y una mujer) deseaban abandonar la organización, aunque dos varones deseaban seguir delinquiendo (ver la tabla 5).

El concepto de violencia postestructural La violencia no puede ser entendida únicamente en términos de su fisicalidad; el significado de la violencia es determinado por sus dimensiones sociales y culturales (Scheper-Hughes y Bourgois 2004, 21). El modelo clásico desarrollado por Galtung (1969 y 1990) distingue tres formas de violencia: directa, estructural y cultural. La primera es perceptible, constituye

un evento generado por un actor identificable. Como contraste, los otros tipos de violencia son imperceptibles porque no puede identificarse un sujeto que comete la acción. La violencia estructural es un proceso relacionado con la creación de circunstancias que propician la violencia, y la violencia cultural forma un sustrato permanente del que se nutren las anteriores. Para Galtung (1990, 302), la violencia forma un triángulo a través del cual puede transmitirse de una esquina a otra. Dentro de este triángulo, la violencia cultural es la que tiene más peso porque legitima y torna aceptables las otras formas. En recientes investigaciones han sido identificadas otras formas de violencia imperceptibles: la violencia simbólica, la violencia cotidiana y la violencia legal. Estas formas conducen a una falta de reconocimiento y al ocultamiento de la violencia porque se transmuta en algo diferente. Bourdieu (2012, 3) utiliza el concepto violencia simbólica para definir un tipo de violencia que escapa a la conciencia, porque se ejerce “con la complicidad de las estructuras incorporadas que el dominado ha adquirido en la confrontación prolongada con las estructuras objetivas de dominación”. El individuo que sufre este tipo de violencia no sólo no se percata ella, sino que es cómplice de la misma. Un concepto cercano al de violencia simbólica es el de violencia cotidiana. Este concepto, introducido por Scheper-Hughes (1992, 216), hace referencia a las prácticas y expresiones rutinarias de agresión interpersonal que sirven para normalizar la violencia a nivel micro, y facilitan la subordinación de las víctimas, que se culpan a sí mismas (Bourgois 2001; Scheper-Hughes y Bourgois 2004, 21). Menjíbar y Abrego (2012, 1387) desarrollan el concepto “violencia legal”, que amalgama los conceptos violencia estructural y simbólica, para definir el sufrimiento generado y legitimado por la implementación de la ley migratoria, que persigue un bien general pero daña a los migrantes centroamericanos. Asimismo, Vogt (2013), en un estudio etnográfico sobre los migrantes centroamericanos en tránsito por México, señala que son las leyes y políticas migratorias erigidas sobre una perspectiva de seguridad nacional, y no de derechos humanos, las que generan vulnerabilidad y violencia.

Tabla 5. Situación de los entrevistados

Escaparon de la organización delictiva Permanecen en la organización delictiva

Varones n %

Mujeres n %

n

%

Huyeron

26

61,9

7

63,6

33

62,3

Fueron liberados

6

14,3

3

27,3

9

17,0

Desean salirse

8

19,0

1

9,1

9

17,0

Están a gusto

2

4,8

0

0,0

2

0,0

42

100

11

100

53

100

n

Total

Fuente: elaboración propia a partir de los datos de las entrevistas realizadas. Violencia postestructural | Simón Pedro Izcara Palacios

15

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TEMAS VARIOS

Los migrantes centroamericanos secuestrados por los cárteles de las drogas mexicanos sufren formas de violencia tanto directa como imperceptible. Los conceptos examinados explican parcialmente las experiencias narradas por los entrevistados; pero no son adecuados para entender la violencia que utilizan los cárteles para reclutar migrantes laborales. El concepto violencia postestructural, que amalgama diferentes formas de violencia directa e imperceptible, constituye un marco teórico más apropiado para entender dichas experiencias. El concepto violencia postestructural describe aquellas situaciones donde la víctima se transforma en verdugo, como único mecanismo de supervivencia en un entorno violento. Este tipo de violencia ofusca el entendimiento del individuo y convierte la lucha por la propia vida en el único mecanismo rector de sus acciones; de modo que torna a pacíficos migrantes laborales en criminales sanguinarios. El elemento característico de la violencia postestructural es su capacidad para despojar a la víctima de su inocencia y cargarla de culpabilidad. La violencia postestructural permite identificar a los actores que la generan —incluye la violencia directa—; pero también contiene elementos de imperceptibilidad porque culpabiliza a las víctimas, que se convierten en cómplices y ejecutores de la misma. Esta forma de violencia es más extensa que la violencia directa porque despoja a las víctimas de su inocencia, y es más nociva que las formas imperceptibles de violencia expuestas porque eleva a niveles superlativos el grado de complicidad y culpabilización de las víctimas. La violencia postestructural deja una herrumbre indeleble en la psique de la víctima. Por una parte, genera violencia directa extrema. Por otra parte, produce una internalización tan profunda de la culpa que genera sentimientos suicidas. La víctima, aun cuando sea liberada, puede sucumbir ante el sentimiento de culpa que la atormenta. Este concepto fue acuñado por Slack y Whiteford (2010, 83) para describir las formas en que los inmigrantes enfrentan las limitaciones impuestas por las fuerzas estructurales, y explicar las acciones llevadas a cabo para mitigar su situación vulnerable y precaria. En un reciente estudio sobre el secuestro de migrantes en México, Slack (2015, 4) habla de una transformación de este fenómeno, que, en lugar de apresar el cuerpo para obtener capital, lo hace para extraer las funciones intrínsecas del mismo: trabajo y sexo. Según el autor, mientras que las mujeres son explotadas sexualmente, los hombres son torturados a fin de eliminar su debilidad e infundirles suficiente fortaleza para participar en conflictos armados. Los estudios de Gaetano Mosca sobre la mafia rural siciliana de finales del siglo XIX ofrecen una aproximación al concepto violencia postestructural. Este autor explica cómo personas pusilánimes y asustadizas, cuyo perfil era diametralmente opuesto al de criminales peligrosos, generaron escenarios de violencia extrema. Mosca (2009,

125) revela cómo los más marginados, personas medio disminuidas que se intimidaban con facilidad, y que no tendrían ningún futuro delictivo, se convirtieron en los instrumentos más temibles de la mafia porque se volvieron capaces de cometer gravísimos delitos ofuscados por la hipnosis del miedo, provocada por la amenaza intimidatoria de hombres con fama de sanguinarios. Aunque el ejemplo paradigmático de la violencia postestructural aparece expuesto por Primo Levi (2012, 12) en su Trilogía de Auschwitz, donde describe a aquellos que tuvieron el lúgubre privilegio de cooperar con sus verdugos. En Auschwitz, la violencia directa fue ejercida por las propias víctimas. Es lo que Levi definía como un orden infernal impuesto por el nacionalsocialismo, que ejercía un espantoso poder de corrupción del que era difícil escapar. Este orden infernal —caracterizado por las continuas palizas, el trabajo extenuante, la privación de agua y alimentos y el hambre crónica, desconocidos por los hombres libres (Levi 2012, 59)— conducía a una situación de pura supervivencia, donde la solidaridad del grupo se resquebrajaba, el individuo quedaba aislado, y la lucha por la vida constituía su mecanismo primordial (Levi 2012, 119). Este orden hizo que las víctimas más vulnerables, los judíos, se tornasen en los verdugos más despiadados cuando accedían a un puesto de privilegio, porque su propia vulnerabilidad los hacía más proclives a perder su posición si no se mostraban agresivos e intransigentes con sus compañeros de presidio (Levi 2012, 93). La violencia postestructural transmuta los conceptos de víctima y victimario. Quien la sufre es a la vez víctima y agresor, golpeado y golpeador, inocente y culpable. Esta violencia ofrece una salida falsa a través de la traición a la solidaridad con sus semejantes. La víctima, cegada por el miedo, se transforma en verdugo de sus paisanos para evitar ser torturada. Pero la ausencia de violencia es intermitente. El individuo es controlado a través del miedo; es conminado a infligir un daño cada vez mayor a sus semejantes, y cuando se resiste es disciplinado de modo cada vez más severo. Se trata de un juego circular donde todo avance conduce al punto de partida, pero de manera más intensa. El propósito de la violencia postestructural es despojar a la víctima de toda capacidad de redención y dominar su psique para lograr una total sumisión. Ésta es la metodología usada por los cárteles de la droga para transformar a personas pacíficas en criminales atroces. La violencia postestructural es tan perversa que culpabiliza a los inocentes y absuelve a los culpables. Los responsables suelen ejercer únicamente una amenaza intimidatoria, y quienes materializan la violencia muchas veces son las víctimas.

La génesis de la violencia postestructural La conversión de migrantes laborales en delincuentes peligrosos es traumática y tiene como precondición la exposición a una violencia directa extrema. Los migrantes

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se transforman en delincuentes, no por un incentivo económico, sino por temor a perder la vida. El aislamiento del individuo y la traición a la solidaridad de grupo dejan a las personas sin asideros. Los migrantes dejan de confiar en sus compañeros de cautiverio porque, como decía Manuel (2013), “ahí aprendí que era la vida de ellos o la mía”. Por otra parte, la corrupción los coloca en un callejón sin salida. Cuando aquellos que debían protegerlos se alían con los delincuentes, las víctimas no encuentran otra salida que cooperar con los cárteles de la droga.

La violencia directa como precondición La violencia directa extrema es la precondición de la violencia postestructural. Un migrante pacífico no se transforma en verdugo si no es sometido a una violencia que amenace su vida de modo veraz. Levi (2012, 209) explica que en Auschwitz la gente gris que colaboró con sus verdugos tuvo un comportamiento férreamente impuesto por semanas o meses de extrema privación, que conduce a aquellos que lo sufren a una situación de pura supervivencia. Al igual que hacía el nacionalsocialismo, los grupos delictivos mexicanos sumergen a los centroamericanos en un orden infernal donde las palizas, el temor por la pérdida de la propia vida, y la privación del alimento, reducen a las víctimas a una situación de lucha por la supervivencia, que hace que traicionen la solidaridad natural con sus semejantes. Como decía Natalio (2013), “era mi vida o hacer lo que me mandaban, yo tenía que obedecer”. Los migrantes no ingresaron en el mundo delictivo sin ofrecer resistencia. Después de ser sometidos a un régimen brutal de violencia física y de ver cómo otros compañeros de cautiverio fueron eliminados por resistirse a convertirse en criminales, descubrieron que su única vía de supervivencia era transformarse en verdugos. Aunque no todos se dejaron doblegar por la violencia extrema y la privación de alimentos. Algunos sufrieron palizas durante meses, pero sus captores únicamente consiguieron que realizasen labores domésticas y de custodia de secuestrados en casas de seguridad. Los entrevistados repetían la idea de que accedieron a formar parte de los cárteles de la droga después de días, semanas e incluso meses de continuas palizas. Los entrevistados hablaban sobre todo de tablizas (golpes con tablas mientras estaban amarrados cabeza abajo) y de choques eléctricos. El método de tortura más eficaz consistía en hacerles presenciar homicidios horrendos. Como decía Lorenzo (2013), “llegué a ver que los enterraban vivos; así, era una manera de torturarnos a los que estábamos viendo; así, para que trabajáramos y no dijéramos que no lo hacíamos”, o como señalaba Miguel (2013), “a unos los llegué a ver que se murieron de tantos golpes que recibían, por eso para mí era mejor portarme bien y

obedecer lo que me mandaran”. Asimismo, Vanesa (2014) afirmaba: “me torturaban diciéndome que si no obedecía me iba a pasar eso que estaba viendo; ahí fue cuando ya entré en razón, que si quería vivir era mejor hacer lo que me mandaban ellos”. Ese conocimiento de que morirían si no se unían a los delincuentes hizo que accediesen a las demandas de sus captores y los obedeciesen ciegamente. Finalmente, como señalaba Bonifacio (2012), “aceptamos trabajar con ellos ya de tantos golpes que nos dieron”; o como decía Ricardo (2013), “después de muchos golpes entendí que era mejor hacer lo que me pedían que hiciera; así no me golpeaban”. En este régimen infernal, obedecer a sus captores no siempre los exime de ser golpeados. Cuando los migrantes se desvían de las instrucciones recibidas, los castigos físicos se recrudecen. La única clave para dejar de ser víctimas es convertirse en victimarios. Los grupos delictivos marcan a sus víctimas niveles mínimos de generación de violencia que deben superar; pero no existe un techo. Como decía Levi al referirse a los capos, “a su violencia se le imponía un límite por abajo, ya que eran castigados o destituidos si no se mostraban suficientemente duros, pero ningún límite por arriba” (2012, 506). Los migrantes aprenden por experiencia que cuanta más violencia infligen, mayor es su probabilidad de supervivencia. Cada nuevo día deben ganarse el derecho de vivir, y sólo existe una vía para ello: obedecer a los delincuentes. Aquellos que son más violentos ganan con más rapidez la confianza del grupo, dejan de recibir golpes, les es permitido moverse con mayor libertad, y algunos llegan a recibir un salario. Esto genera una carrera por infligir violencia y evitar cualquier signo de flaqueza, ya que la mínima muestra de debilidad puede tener un desenlace fatal. La privación del alimento es un recurso que, unido a la violencia física, logra reducir más rápidamente a los migrantes a una situación de lucha por la supervivencia, donde los otros ya no importan. Expresiones como “me dejaban sin comer, a veces no me daban agua por días” (Susana 2012); “nos malpasábamos mucho, no comíamos porque no nos daban de comer” (Gregorio 2013); “a veces llegaba a comer hasta cada tercer día porque no había nada, no nos daban de comer” (Leonardo 2013); “pocas veces nos daban de comer, casi nunca” (Lorenzo 2013); “cuando estaba secuestrado, no siempre comía” (Manuel 2013), o “no comía porque no me daban, o muy poco” (Paulino 2013), reflejan el recurso a la privación de alimentos como elemento para doblegar a los migrantes. El resultado perseguido por la delincuencia organizada es la traición a la solidaridad de grupo, que aísla al individuo y resquebraja las redes de solidaridad. Los golpes y la privación de alimentos decrecen cuando aceptan servir a los delincuentes; pero, a cambio, deben infligir violencia a sus paisanos. Horacio (2013) fue golpeado durante un mes hasta que aceptó colaborar Violencia postestructural | Simón Pedro Izcara Palacios

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TEMAS VARIOS

con el grupo que lo secuestró; pero para salvar su vida tuvo que torturar a sus compatriotas. Como él decía: “cuando empecé a aceptar a trabajar ya dejaron de pegarme; pero yo tenía que pegarles a otras personas para que dieran información”. La reducción de la persona a una situación de supervivencia la lleva a traicionar al grupo para salvarse a sí misma. Levi (2012, 121) decía: “ofrézcase a algunos individuos en estado de esclavitud una posición privilegiada, cierta comodidad y una buena probabilidad de sobrevivir, exigiéndoles a cambio la traición a la solidaridad natural con sus compañeros, y seguro que habrá quien acepte”. La expresión máxima de la traición a la solidaridad natural del grupo es el asesinato de un compañero. Muchos no cuestionan estas órdenes, no se rebelan, ni intentan hacer entrar en razón a sus verdugos, porque en el submundo donde han sido sumergidos no existe espacio para ningún atisbo de compasión. La característica más corrosiva de la violencia postestructural es su poder para culpabilizar a la víctima y redimir al culpable. El último únicamente ejerce una amenaza intimidatoria; es la víctima quien comete el acto atroz. El sentimiento de culpabilidad recae sólo en la víctima. El culpable se siente inocente porque no cometió el acto, y se lo hace saber a la víctima. Bonifacio (2012) señalaba que uno de sus tres compañeros dijo que quería regresar a Arizona porque echaba de menos a su familia. Sin embargo, “ellos se enojaron bien rápido y el jefe rompió una botella contra la pared y dijo: no, de aquí no sale información, y cogió la pistola y se la dio a otro de los cuatro que íbamos juntos, y le dijo que lo matara, y mi amigo con todo el miedo lo mató, y luego entre todos nos fuimos al monte y ahí hicimos un pozo y lo enterramos con bastante miedo”. Asimismo, Basilio (2011) señalaba que a las pocas semanas de su cautiverio disolvieron en ácido el cuerpo de uno de sus compañeros porque sus captores consideraron que éste no tenía agallas para matar y descuartizar personas. El 72% de los entrevistados fueron secuestrados con violencia; pero otros fueron reclutados a través del engaño (ver la tabla 6). En ocasiones los delincuentes se acercan a los migrantes y les ofrecen ayudarlos a llegar a Estados Unidos a cambio de trabajo. Es más fácil que aquellos que acaban de cruzar la frontera sur acepten esta invitación; por el contrario, es menos probable que los que llevan más tiempo en México caigan en este engaño. Sandra (2012) afirmaba que decidió colaborar con un grupo delictivo porque “me dijeron que me iban a ayudar, que me iban a llevar hasta Florida, y por eso me fui a trabajar con ellos”, aunque terminó trabajando en un régimen de esclavitud, sin recibir ningún pago. Isidoro (2013) señalaba: “conocí a una persona que me invitó a traerme al norte, y resulta que al final terminé con la delincuencia organizada”. Ni le pagaron, ni lo llevaron a Estados Unidos, le quitaron los diez mil pesos que traía. Marcos (2013) decía: “me creí de una persona que me engañó, y me dijo ser pollero, y no fue así”.

En este sentido, Spener (2009, 155), al describir las formas aberrantes de coyotaje, habla del falso coyotaje, o personas que se hacen pasar por coyotes para quitar el dinero a los migrantes o asaltarlos. Asimismo, Izcara (2015, 332) señala que algunos polleros han dejado el coyotaje, de modo voluntario o forzado, y han pasado a trabajar para los cárteles de las drogas, donde una de las actividades que realizan es secuestrar migrantes. Pablo (2013) señalaba: “me agarró un grupo de ellos que me dijo me podía ayudar, y no sé cómo, pero creí en ellos, y me fue mal”. A Natalio (2013), una persona que conducía una camioneta llamativa le dijo que lo podía ayudar a ir al norte; pero lo secuestró. Ramiro (2013) decía: “Fui con ellos porque me dijeron que me iban a llevar al norte”. A Horacio (2013), una persona que afirmó que tenía un rancho lo invitó a trabajar, le dijo que le pagaría un salario de dos mil pesos semanales y que le ayudaría a llegar a Estados Unidos; pero terminó esclavizado y nunca le pagaron nada. A Yasmina (2014) también le dijeron que la llevarían a Estados Unidos. El caso de Reinaldo constituía una excepción. Él obtuvo empleo en un bar; pero su empleador le pidió que trabajase para la delincuencia organizada durante dos semanas. Él trabajó como cocinero para una célula de cincuenta sicarios, y transcurridas las dos semanas le permitieron regresar a su anterior trabajo, aunque no le pagaron nada. Otros reciben dinero por colaborar con la delincuencia organizada, y piensan que ésta los ayudará a llegar a Estados Unidos. Como decía Jorge (2013), “me han prometido que me van a pasar al otro lado, y pues, por eso les ayudo en lo que me dicen” (ver la tabla 6). Tabla 6. Forma como fueron reclutados los entrevistados por los cárteles de la droga n

%

Fueron secuestrados mediante el uso de la fuerza

38

71,7

Fueron reclutados mediante el engaño

14

26,4

Fue invitado a participar temporalmente y liberado

1

1,9

Total

53

100

Fuente: elaboración propia a partir de los datos de las entrevistas.

La corrupción: un callejón sin salida Amnistía Internacional (2010, 11) y la CNDH (2011, 28) han subrayado el temor que los migrantes tienen a que los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) los entreguen a la delincuencia organizada, y también le temen a la complicidad de la autoridad —personal del INM, policía municipal, estatal y federal— con los secuestradores.

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En algunas entrevistas, las fuerzas de seguridad del Estado son descritas como el elemento que permite operar a los grupos delictivos. Esto proporciona a los cárteles de la droga un halo de seguridad porque la ley deja de ser un obstáculo y se transforma en un aliado que protege a los delincuentes. Como señalaban los entrevistados, la protección que les otorgaba la ley constituía el mecanismo que les permitía delinquir. “Estábamos bien protegidos, hasta las cámaras del C42 operaban para la gente con la que trabajo, y pues, si ellos que son la ley te están ayudando a trabajar, pues, entonces uno, pues, anda con libertad”. (Eugenio 2012) “Si la ley está contigo, pues la calle es nuestra”. (Fausto 2012) “Yo me sentía bien porque por ese lado pues estábamos bien blindados por el apoyo de la Policía”. (Alberto 2011)

Los entrevistados decían que, a cambio de esta protección, sus organizaciones entregaban una parte de sus ingresos a la autoridad. Esto aparecía reflejado en expresiones como “el jefe se mocha con la poli” (Francisco 2012); “la gente con la que trabajaba les pagan a los policías, cada mes se les llevaba dinero” (Bonifacio 2012); o “ellos —la Policía local— recibían de parte de la gente —delincuencia organizada— dinero y se les daba buen dinero por su protección” (Eugenio 2012). La complicidad entre la autoridad y los delincuentes colocaba a los migrantes en un callejón sin salida. No podían abandonar estas organizaciones y denunciar a los delincuentes porque la ley protegía a estos últimos y violentaba a las víctimas. Por lo tanto, no tenían otra opción que obedecer las órdenes de los cárteles. Como señalaba Alejandro (2011): “[pensaba] que en cualquier día me iban a matar y que no podía ir a decírselo a la Policía porque estaban con ellos; yo miraba cómo los de migración les entregaban los migrantes que bajan de los autobuses; entonces, con quién iba a ir yo. Lo único que me quedaba era obedecer”, o como afirmaba Carlos (2012): “denunciarlos es imposible porque la Policía o los Tránsitos trabajaban también con el grupo; en las noches ellos de lejos nos daban protección”.

La resistencia a la violencia postestructural Los cárteles de la droga encuentran dificultades para reclutar a sus miembros; por eso incorporan nuevos brazos mediante la fuerza. Muchos desean abandonar estas organizaciones y esperan cualquier oportunidad 2

Centro de control, comando, comunicaciones y cómputo que administra las herramientas tecnológicas para el apoyo y coordinación entre las corporaciones de seguridad.

para hacerlo. En consecuencia, los cárteles utilizan complejos sistemas de autocontrol para no desmoronarse. Los miembros de estas organizaciones desconfían unos de otros y todos se vigilan. Cuando alguien intenta escapar es disciplinado, y si logra hacerlo, aquellos que no evitaron su fuga son castigados de modo ejemplar. Como decía Leonardo (2013): “a los que querían escapar los mataban a golpes para que así los otros no lo intentaran hacer”. Asimismo, Aarón (2011) decía: “la gente no quiere trabajar con ellos, por eso se ven obligados a secuestrar y ponernos a trabajar por la fuerza, eso es lo que hacen; la gente que trabaja para ellos están forzados a que trabajen”. Los migrantes centroamericanos obligados a trabajar para los cárteles difícilmente abandonarán esta actividad. Fausto decía que no podía abandonar el grupo para el que trabajaba porque “no se puede, ellos tienen bien cercadas las carreteras, hay mucha gente que trabaja para ellos”. Eugenio pensó en decir a su jefe que quería salirse del grupo; pero había desistido: “no le puedo decir eso a mi jefe porque ahorita me necesita, y no sé cómo vaya a reaccionar, si le digo que ya me quiero ir, capaz y me manda matar”. Muchos no abandonan estas organizaciones porque temen que dañen a sus familias en Centroamérica. Estas organizaciones desconfían de sus miembros porque muchos escapan o tratan de hacerlo. El medio más eficaz de control es a través de sus familias. Esto se refleja en expresiones como “me amenazaban con hacer mal a mi familia” (Ignacio 2013), “terminé trabajando para ellos porque me amenazaron con hacerles mal a mis hijos” (Pascual 2013), o “lo que más hacían era amenazarme con hacerles daño a mis hijos y mi familia, eso me hacía trabajar” (Ovidio 2013). Los cárteles mantienen un lazo con las familias de sus integrantes, incluso en el extranjero, ya que muchos de estos grupos son trasnacionales y pueden contactar a familiares que residen en otros países. Una forma de hacer saber a sus miembros que pueden atacar a sus familias si desertan es entregar regalos a sus hijos, cónyuges o padres. Cuando telefonean a sus familiares, algunos descubren que la organización les llevó un regalo —una televisión, un refrigerador, etcétera—; así se percatan de que controlan a sus familias. Teresa (2012) decía: “ellos tienen gente en todos los lados, por eso yo les tengo mucho miedo, y sé que si me voy me van a encontrar, o van a hacerle algo a mis hijos”. No todos los migrantes secuestrados por la delincuencia organizada son subyugados permanentemente por la violencia postestructural. Un 21% de los entrevistados permanecía fiel a la organización delictiva que los capturó, y un 17% fue liberado; pero un 62% huyó arriesgando su vida, ya que si sus captores los hubiesen descubierto intentando escapar los hubiesen eliminado (ver la tabla 5). Como señalaba Ignacio (2013): “muchos que habían querido escapar los habían matado”, o como Violencia postestructural | Simón Pedro Izcara Palacios

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decía Miguel (2013): “los que querían escapar no lo podían hacer y les iba mal, por eso los que estaban ahí no lo intentaban; algunos sí habían escapado, algunos hombres, y mujeres también, pero eran muy pocos los que lo lograban, casi a todos los mataban, y para que viéramos lo que nos pasaba si queríamos escapar”. Un pollero que durante doce años había conducido a cientos de centroamericanos decía que él había llevado hasta la frontera a muchos migrantes que huyeron de estas organizaciones. “hay que pagar para que te liberen, y si no pagas tienes dos opciones, o te matan ellos para que vean los otros, o te llevan a trabajar con ellos, y cuando ya no les sirves, comoquiera te matan; yo he llevado gente que ha trabajado para ellos y lo que quieren es huir porque los han tenido con ellos trabajando”. (Dionisio 2012)

Colaborar con los grupos delictivos es la única opción que tienen los migrantes de conservar sus vidas. Sin embargo, los entrevistados encuentran cada vez más insoportable colaborar con la delincuencia organizada, ya que la violencia que son obligados a infligir sigue un proceso in crescendo. Muchos comenzaron realizando actividades de halconaje, extorsiones telefónicas o cobro de cuotas a los comercios; pero luego pasaron a participar en asesinatos o despedazamiento de cuerpos.

amenazaban con matarme, hasta que les dije que estaba bien, que iba a seguir trabajando para ellos”. Sin embargo, aunque Aurelio y Bernardino conocían por experiencia las consecuencias de intentar escapar, huyeron, el primero después de tres años, y el segundo, después de trabajar más de un año para la delincuencia organizada. En la segunda ocasión tuvieron éxito y escaparon. La huida de los migrantes implica un profundo rechazo de su actividad delincuencial, y manifiestan que obraron bajo coacción. Como decía Felipe (2013): “yo nunca estuve de acuerdo con lo que hacían, ni fui parte de ellos, por eso, cuando pude escapé, a pesar de que sabía que si me encuentran me matan”. La idea de que serán eliminados si los encuentran sus captores se repite en expresiones como “si me llegan a agarrar, de seguro y me matan” (Manuel 2013); “si nos agarraban, era seguro que nos matarían por intentar huir de ellos” (Marcos 2013), o “si me encuentran, me van a matar, seguro y me cuelgan de un puente para que vean lo que les hacen a los que se fugan” (Virginia 2014).

La toma de conciencia de la precariedad de su supervivencia hizo que algunos se planteasen la idea de escapar. Ver cómo sus compañeros perdían la vida, o bien en enfrentamientos con otros grupos o por desobedecer un mandato, les infundió temor y los hizo pensar que, si no escapaban, morirían. Ramiro (2013) señalaba: “yo pensaba, de aquí hay dos salidas: el panteón o la cárcel”. Bonifacio (2012) afirmaba: “de los cuatro que nos agarraron al principio nada más quedaba yo, los otros ya estaban muertos, y a mí eso me empezó a dar miedo”. Asimismo, Susana (2012) señalaba: “estar ahí trabajando con ellos es como si estuvieras muerta”.

La huida no suele ser planeada. Durante el tiempo que pertenecieron a estas organizaciones pasó muchas veces por su mente la idea de huir; pero no podían porque siempre estaban vigilados. Finalmente, encontraron una oportunidad y escaparon. El 24% se ganó la confianza de la organización, y huyeron. El 14% aprovechó el desconcierto creado por un enfrentamiento con el Ejército o la Policía para escapar. El 12% fingió su muerte, o fueron dados por muertos. Otro 12% liberó a los secuestrados que resguardaban, y escaparon con ellos. El 10% pudo escapar porque se relajaron los sistemas de autocontrol, debido a acontecimientos como la celebración de una fiesta, un evento climático, etcétera. Dos de las mujeres que eran explotadas sexualmente y obligadas a delinquir escaparon de manera violenta: una se arrojó por una ventana, y otra, con la ayuda de dos compañeras, golpeó al halcón que las vigilaba. Otra recibió ayuda de un cliente. Por otra parte, un 14% fue liberado por la propia organización, y un 7%, durante un operativo policial (ver la tabla 7).

Algunos de los entrevistados se atrevieron a plantear a otros miembros del cártel la idea de huir; otros intentaron escapar y fueron descubiertos. Algunos lograron sobrevivir a esa experiencia; pero sus captores les dejaron claro que si volvían a intentar escapar, perecerían. Aurelio (2011), que intentó abandonar en 2008 al cártel con el que trabajó, decía: “me dejaron por dos días sin comer ni nada, y uno siempre decía: pégale un tiro porque este bato sabe mucho, y pues, yo rezaba mucho, y luego después de dos días dijeron: ‘te vamos dejar a que tú decidas qué quieres, morir aquí mismo o trabajar con nosotros; pero si intentas nuevamente irte te va a costar la vida’”. Asimismo, Bernardino (2012) dijo que cuando intentó hacerles frente a los delincuentes y dejar esa actividad, “que me encierran, y ahí estuve como unos cuatro días, y todos los días me golpeaban y me colgaban de los pies con la cabeza colgando y me

Al principio, los migrantes fueron vigilados de cerca y golpeados para evitar que intentasen huir; pero, a medida que éstos fueron demostrando su lealtad al grupo, les dieron más libertad: dejaron de golpearlos y les permitieron moverse con cierta autonomía. Fue esta confianza ganada dentro de la organización lo que permitió que casi una cuarta parte de los entrevistados escapasen. Ellos aprovecharon una ocasión cuando el grupo los dejó solos o cuando no los vigilaban porque estaban drogados, distraídos o dormidos, y huyeron. Expresiones como “les fui dando confianza hasta que un día me escapé” (Adolfo 2011); “en una de esas pues me vine para acá en un tráiler” (Bernardino 2012); “me tenían confianza y en una de ésas me vine” (Bonifacio 2012); “cuando me mandaban a comprar cosas salía, así me salí y ya no regresamos” (Sandra 2012), o “había un jefe de cargo, era el que mandaba […] me agarró confianza

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TEMAS VARIOS Tabla 7. Forma como escaparon los entrevistados

Ganaron la confianza de la organización

Huyeron

Fueron liberados

Varones n %

Mujeres n %

n

%

8

2

20

10

23,8

25,0

Total

Aprovecharon el desconcierto generado por un enfrentamiento

5

15,6

1

10

6

14,3

Fingieron su muerte o fueron dados por muertos

5

15,6

0

0

5

11,9

Liberaron a los secuestrados y escaparon con ellos

4

12,5

1

10

5

11,9

Se relajaron los sistemas de control

4

12,5

0

0

4

9,5

Huyeron de manera violenta

0

0,0

2

20

2

4,8

Le ayudó un cliente

0

0,0

1

10

1

2,4

Por la propia organización delictiva

5

15,6

1

10

6

14,3

En un operativo policial

1

3,1

2

20

3

7,1

32

100

10

100

42

100

n Fuente: elaboración propia a partir de los datos de las entrevistas realizadas.

[…] hasta que me escapé” (Susana 2012), reflejan cómo los inmigrantes aprovecharon el grado de libertad que les dieron sus captores para escapar.

hornos, terminaban siendo cremadas allí. Igualmente, los grupos delictivos se deshacen de los migrantes que carecen de utilidad.

Los enfrentamientos de los cárteles con las Fuerzas Armadas siempre generan un gran desconcierto; todos tratan de huir y nadie vigila a nadie. Seis de los entrevistados encontraron en este alboroto el escenario propicio para escapar. Asimismo, cuando el líder es arrestado o asesinado se produce una lucha por el poder. Este desconcierto es aprovechado por algunos migrantes para huir. En ocasiones, cuando no queda ningún jefe, las células se desmembran porque muchos de sus integrantes no desean seguir delinquiendo. Los centroamericanos generalmente desertan porque desean emigrar a Estados Unidos. Como señalaba Pascual (2013): “al jefe lo agarraron, a otro de los jefes lo desaparecieron; ahí nos quedamos sin quién nos mandara, y unos de los compañeros fueron con otro jefe, unos nos dejamos de ese trabajo, y había centroamericanos, ellos siguieron al norte, así como yo lo hice”.

Seis de los entrevistados escaparon tras recibir una paliza que debería haber acabado con su vida o porque fingieron su muerte. Es tan frecuente la muerte como resultado de actos disciplinarios que algunos migrantes son dados por muertos cuando aún viven. Esto aparece reflejado en expresiones como: “me escapé porque me habían golpeado y pensaron que me habían matado” (Donato 2012); “me golpearon tanto que me creyeron muerto” (Pablo 2013), o “me golpearon y me dejaron abandonado, se olvidaron de mí, me tiraron en la carretera, me miraban que casi estaba más muerto que vivo” (Ricardo 2013). Por lo tanto, una de las estrategias más confiables para poder escapar es fingir la muerte. Es un suceso tan cotidiano que no levanta sospechas. Como decía Basilio (2011): “me dieron una camioneta para trabajar con la empresa —grupo delictivo—, y pues, yo andaba en ella, y pues, se me ocurrió cortarme y dejarla con sangre para que pensaran que algo me habían hecho”. Asimismo, Horacio (2013) se embarró de sangre y se subió a una de las camionetas llenas de muertos que salían periódicamente de la casa de seguridad donde trabajaba; soportó el hedor de los cuerpos, pero finalmente logró su objetivo: escapar del lugar donde fue obligado a torturar durante ocho meses a sus compatriotas.

La violencia postestructural se nutre de la violencia directa. Los migrantes que obedecen las órdenes de los cárteles dejan de ser golpeados. Sin embargo, la violencia es la herramienta utilizada por los grupos delictivos para lograr la sumisión de los primeros. Por lo tanto, nunca cesa y cada vez es mayor. Quienes son sumisos y no cuestionan las órdenes, no son violentados; pero si no cumplen a cabalidad las tareas que les encomiendan, son disciplinados de modo cada vez más iracundo. Esta violencia alcanza tales extremos que muchos perecen. Aunque obedecer tampoco les exime de ser violentados: saber demasiado o dejar de ser útil puede conducir a un desenlace fatal. La delincuencia organizada opera de modo similar a como lo hacía el nacionalsocialismo. Levi (2012, 510) señalaba cómo las Escuadras Especiales de Auschwitz, compuestas de prisioneros que vigilaban el funcionamiento de los

Asimismo, cinco de los entrevistados liberaron a los secuestrados que custodiaban y escaparon con ellos porque presentían que iban a ser asesinados. Esta estrategia es casi suicida porque este tipo de huida sólo les proporciona una ventaja de minutos. Cuando la organización descubre que escaparon, despliega toda su capacidad para capturarlos. Quienes utilizaron esta estrategia conocían o presentían que los matarían porque sabían demasiado y podrían poner en riesgo Violencia postestructural | Simón Pedro Izcara Palacios

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la organización en caso de ser detenidos, o porque fallaron en el cumplimiento de la tarea encomendada. En estas circunstancias, no tienen nada que perder. Cuando la persona que libera a los secuestrados es un varón, los últimos actúan con desconfianza, piensan que es una trampa que acarreará consecuencias. Los entrevistados señalaban que tuvieron que convencer a los secuestrados de su buena voluntad. Cuando la persona que los libera es una mujer, la iniciativa surge de los secuestrados. Cuando éstos descubren que la mujer que los vigila también es una víctima, le proponen que los libere para escapar juntos.

respuesta de éstos no había sido negativa; sin embargo, todavía no les permitían abandonar estos grupos. Ellos esperaban el momento en que sus jefes les permitiesen dejar estas organizaciones. Si los migrantes piensan que nunca les permitirán dejar el grupo, intentarán huir; por el contrario, si tienen la esperanza de que un día puedan abandonar la organización, no intentarán escapar. La mayor parte de los mandos intermedios de estas organizaciones recurren a la violencia para evitar que las células se desmembren; pero algunos ofrecen esperanza a aquellos inmigrantes que desean reunirse con sus familias.

Por otra parte, el consumo de drogas, el alcohol y la promiscuidad, así como los eventos climáticos, debilitan los sistemas de control. Estas circunstancias fueron aprovechadas por cuatro de los entrevistados para escapar.

“como siempre he cumplido sus órdenes como un perro, por eso han aceptado que me vaya a ver a mi familia, y me han dicho que me van a dar una feria, que los espere porque horita está bien gacho aquí, y pues aquí voy a estar hasta que el jefe me diga que me puedo ir”. (David 2012)

Como contraste, otros logran obtener la libertad de modo pasivo. Seis fueron liberados por las organizaciones que los capturaron. A algunos les permitieron dejar la organización después de trabajar unos pocos meses. En ocasiones los grupos delictivos quedan impresionados con una acción arriesgada que los migrantes hicieron para la organización, y los recompensan permitiéndoles continuar su camino hacia el norte. Otras veces, los migrantes son obligados a delinquir después de que sus familias pagaron un rescate; pero transcurridos unos meses son liberados. Aunque en otros casos son asesinados (Slack 2015, 3). Tres de los entrevistados fueron liberados en operativos policiales. Ellos vigilaban a los secuestrados, y en ocasiones los habían torturado; pero cuando se produjo el operativo se encontraban atados y golpeados porque el grupo delictivo los había disciplinado. Además, ninguno de los secuestrados los delató. Por eso fueron liberados, en lugar de ser acusados de secuestro. Estos escenarios reflejan la situación de intercambiabilidad entre víctimas y victimarios característica de la violencia postestructural. Los secuestradores y torturadores en ciertos momentos pasan a ser torturados y secuestrados. Los operativos policiales muchas veces rescatan a personas que en el momento de producirse la redada eran secuestrados; pero días atrás fueron secuestradores. Asimismo, los eventos de liberación de secuestrados por los secuestradores muestran la amalgama entre estas dos categorías opuestas. Finalmente, once de los entrevistados todavía eran miembros del cártel de las drogas que los capturó. Los que han sido fieles a estas organizaciones confían en poder abandonarlas. Algunos esperan que acabe la violencia. Como decía Lucas (2013): “cómo quisiera despertar y que se acabara todo”. Otros hablaron con sus jefes y les manifestaron su deseo de volver con sus familias o continuar su camino hasta Estados Unidos, y la

“no tienen por qué no dejarme ir, yo he platicado y me han dicho que le eche ganas para que pronto haga lo que yo quiero, me han dicho que tenga fe, que me voy a ir”. (Eduardo 2012)

Otros se han acostumbrado al acelerado ritmo de vida dentro de los cárteles de las drogas y no desean regresar con sus familias. Francisco (2012) decía: “yo aquí estoy bien, a todo dar”. Roberto (2014) señalaba: “yo aquí tengo mi vieja, mi troca y dinero […] Horita aquí estoy bien”. Como afirmaba Leonardo (2013): “hay quienes sí los secuestran y les gusta ese trabajo, y se quedan a hacerlo, y así viven, van subiendo de rango, llegan como secuestrados y llegan a ser jefes de células”. Las características que diferenciaban a los últimos de los primeros eran: 1) una falta de apego a sus familias porque sospechaban algún tipo de infidelidad; 2) el inicio de una relación sentimental con una mujer mexicana perteneciente al cártel, y 3) la mejora de su situación tras haber demostrado su fidelidad a estas organizaciones durante años, de modo que ya no eran castigados con tanta frecuencia ni eran vigilados de cerca.

La insoportabilidad de la violencia postestructural El aspecto más corrosivo de la violencia postestructural es la herrumbre que deja en la psique de la víctima. La complicidad de la que participan las víctimas genera sentimientos tan intensos de culpa y desesperación que algunos encuentran en la autodestrucción la única salida a su tormento. Orlando (2013) decía: “llegué a pensar en desear morir”. Eugenio (2012) afirmaba que “una vez tenía ganas de hasta darme un tiro”; señaló que no se suicidó porque no tuvo valor, pero sentía tanto odio hacia sí mismo que deseaba que lo matasen. Eugenio (2012) señalaba: “si me matan, yo creo que lo tengo merecido”. Teresa (2012) llevaba cinco años trabajando

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para la delincuencia organizada. Ella deseaba dejar la organización, pero si lo hacía matarían a sus cinco hijos, por lo que se encontraba en un callejón sin salida. Se consideraba maldita. Su vida la describía como un suplicio —su marido la obligó a prostituirse, su madre la echó del hogar, la deportaron de Estados Unidos y fue secuestrada por la delincuencia organizada—, por lo que muchas veces rondaba por su cabeza la idea del suicidio. Teresa (2012) decía: “hay veces que mejor quisiera morirme, pero soy tan cobarde que no me atrevo ni a eso, quiero ver a mis hijos”. Asimismo, Leonardo (2013) pensó en suicidarse pero no lo hizo porque temía que si lo hacía, el grupo con el que trabajaba mataría a su familia: “pensé en dejarme morir, pero si me dejaba morir o me mataba yo, porque llegué a tener armas, pero si lo hacía mi familia iba a pagar las consecuencias, por eso no lo hice”. Algunos realizaron acciones que los conducirían a la muerte, porque no soportaban lo que veían. Pablo (2013) liberó a una mujer secuestrada que era violada constantemente, porque le recordaba a su madre, que en los años noventa fue violada y asesinada cuando pasaba de Petén a México. Como él decía: “la solté, me preguntaron y les dije la verdad, era seguro que me mataban pero no me importaba, mi vida por la de ella”. Otros desarrollan sentimientos suicidas cuando escapan de los delincuentes. El tiempo que permanecieron con sus captores, lucharon por su supervivencia; pero después de escapar, algunos no le encuentran sentido a su vida, y lo único que les impide suicidarse es la responsabilidad que tienen con su familia. Como decía Gregorio (2013): “me dan ganas de morirme, pero no lo hago, ni lo haría de quitarme la vida porque tengo a mis hijos, que tengo que trabajar para ellos y mi mujer”. Casi todos sufrían trastorno de estrés postraumático; cualquier cosa los alteraba, siempre tenían miedo, en todo momento se encontraban alertas, y cualquier ruido les infundía temor. Todos padecían problemas de insomnio; muchos permanecían en vigilia toda la noche. Algunos tenían miedo a quedarse dormidos porque cuando conciliaban el sueño rememoraban en sus pesadillas la experiencia del cautiverio. Como decía Horacio (2013): “me dan pesadillas que son como sueños, pero más feos, quieres despertar y no puedes, y cuando tengo pesadillas, después me da miedo dormir”. Asimismo, Lorenzo (2013) señalaba: “hay días que sueño lo que viví; eso me afecta porque me da miedo dormir para no soñar lo que he vivido con ellos”. En las entrevistas, uno de los aspectos que más se repetía era el temor a ser encontrados por sus antiguos captores. Cuando se les acerca alguien con algún parecido a aquellos que los capturaron, entran en pánico. Algunos pensaban que la violencia que presenciaron había marcado su psique de modo permanente. Como

decía Orlando (2013): “lo que he vivido no lo voy a superar, tengo y sigo teniendo miedo”. Otros sufrían alucinaciones, se sentían perseguidos o vigilados, y pensaban que se estaban volviendo locos. Como decía Viviana (2014): “quedé como loca, tengo miedo, sueño lo que pasó”.

Conclusión El concepto violencia postestructural permite entender por qué los cárteles de la droga mexicanos no se han debilitado en una guerra sangrienta donde han muerto decenas de miles de sus integrantes. Los cárteles se han fortalecido, y el número de sus integrantes se ha multiplicado, debido a la utilización de la violencia postestructural como mecanismo de reclutamiento. Estas organizaciones no renuevan sus filas a través del ingreso de miles de jóvenes que se dejan seducir por el dinero fácil. La falta de atractivo de estas organizaciones las ha llevado a recurrir a la violencia para reclutar nuevos integrantes. La violencia postestructural sufrida por los migrantes centroamericanos en tránsito por México constituye el tipo más dañino de violencia porque despoja a las víctimas de su inocencia y las iguala a sus agresores. Los entrevistados fueron obligados a participar en actos bárbaros. Esto tiene el sentido pragmático de imponer a los migrantes las tareas más atroces que realizan los cárteles. Pero encierra otro elemento más sutil: descargar en las víctimas el peso de la culpa. En ocasiones los delincuentes videograban escenas que incriminan a las víctimas para arrancarles su inocencia y hacerles saber que no existe una vuelta atrás. La violencia directa sufrida por las víctimas secuestradas para exigir el pago de un rescate o para ser explotadas sexualmente no logra arrebatarles la conciencia de saberse inocentes. Como contraste, la violencia postestructural sufrida por los migrantes que son secuestrados para ser incorporados a los cárteles de la droga destruye tanto sus cuerpos como sus conciencias. El derecho internacional ofrece una salida a las víctimas de violencia postestructural al subrayar que no debe culparse a las víctimas por los actos cometidos como resultado de esta situación de cautiverio. Existen dos modelos legales bajo los cuales pueden soslayarse estos delitos: el modelo de “causalidad” y el modelo de “coacción”. El primer modelo contempla el delito como un resultado de una situación involuntaria; el segundo contempla el delito como un acto coaccionado (Gallagher 2010, 284). Cuando la persona comete un delito bajo coacción o como resultado de una situación que la atrapa, ésta no debe ser culpada, y su estatus debe ser catalogado como víctima, no como victimario.

Violencia postestructural | Simón Pedro Izcara Palacios

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Referencias 1.

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Entrevistas 22. Aarón, pollero de Tamaulipas (México)

de 39 años. Abril de 2011. 23. Adolfo, migrante guatemalteco de 31

años. Mayo de 2011. 24. Alberto, migrante guatemalteco de 36

años. Mayo de 2011. 25. Alejandro, migrante hondureño de 33

años. Mayo de 2011. 26. Aurelio, migrante guatemalteco de 32

años. Junio de 2011. 27. Basilio, migrante guatemalteco de 37

años. Agosto de 2011. 28. Bernardino, migrante guatemalteco de

27 años. Junio de 2012. 29. Bonifacio, migrante hondureño de 34

años. Junio de 2012. 30. Carlos, migrante hondureño de 32 años.

Junio de 2012. 31. David, migrante guatemalteco de 38

años. Junio de 2012. 32. Dionisio, pollero de México de 40 años.

Septiembre de 2012. 33. Donato, migrante guatemalteco de 33

años. Septiembre de 2012. 34. Eduardo, migrante guatemalteco de 28

años. Septiembre de 2012. 35. Eugenio, migrante hondureño de 33

años. Junio de 2012. 36. Fausto, migrante guatemalteco de 35

años. Octubre de 2012. 37. Felipe, migrante guatemalteco de 35

años. Enero de 2013. 38. Francisco, migrante guatemalteco de 34

años. Octubre de 2012. 39. Gregorio, migrante salvadoreño de 27

años. Enero de 2013. 40. Horacio, migrante guatemalteco de 28

años. Febrero de 2013. 41. Ignacio, migrante hondureño de 27

años. Febrero de 2013. 42. Isidoro, migrante guatemalteco de 26

años. Marzo de 2013.

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 12-25 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.01

TEMAS VARIOS 43. Jorge, migrante salvadoreño de 27 años. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54.

Abril de 2013. Leonardo, migrante guatemalteco de 34 años. Mayo de 2013. Lorenzo, migrante guatemalteco de 27 años. Mayo de 2013. Lucas, migrante guatemalteco de 29 años. Abril de 2013. Manuel, migrante guatemalteco de 25 años. Julio de 2013. Marcos, migrante guatemalteco de 27 años. Julio de 2013. Miguel, migrante guatemalteco de 29 años. Julio de 2013. Natalio, migrante guatemalteco de 28 años. Diciembre de 2013. Orlando, migrante salvadoreño de 34 años. Diciembre de 2013. Ovidio, migrante salvadoreño de 35 años. Diciembre de 2013. Pablo, migrante guatemalteco de 25 años. Diciembre de 2013. Pascual, migrante guatemalteco de 30 años. Diciembre de 2013.

55. Paulino, migrante guatemalteco de 34

años. Diciembre de 2013. 56. Ramiro, migrante guatemalteco de 27

años. Diciembre de 2013. 57. Reinaldo, migrante guatemalteco de 30

años. Diciembre de 2013. 58. Ricardo, migrante hondureño de 36

años. Diciembre de 2013. 59. Roberto, migrante hondureño de 34

años. Enero de 2014. 60. Sandra, migrante guatemalteca de 34

años. Noviembre de 2012. 61. Susana, migrante salvadoreña de 31

años. Noviembre de 2012. 62. Teresa, migrante guatemalteca de 37

años. Octubre de 2012. 63. Vanesa, migrante guatemalteca de 21

años. Abril de 2014. 64. Virginia, migrante nicaragüense de 26

años. Julio de 2014. 65. Viviana, migrante salvadoreña de 21

años. Julio de 2014. 66. Yasmina, migrante hondureña de 36

años. Julio de 2014.

Violencia postestructural | Simón Pedro Izcara Palacios

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Ciclos de movilización y crisis de derechos humanos. La acción colectiva de las ONG nacionales y los derechos humanos en México* Sandra Hincapié Jiménez** – Jairo Antonio López Pacheco*** Fecha de recepción: 30 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 13 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.02

R E S U M E N | Este artículo representa un aporte en los estudios sobre acción colectiva y movilización en derechos humanos. A través de la propuesta metodológica de ciclos de movilización se analizan y comparan dos coyunturas paradigmáticas en la defensa de los derechos humanos en México, argumentando que las ONG nacionales han sido actores fundamentales en la acción colectiva para generar dinámicas de presión sobre los gobiernos, obligando a cambios en las dinámicas institucionales y socializando el discurso de los derechos humanos para su apropiación por parte de amplios grupos sociales. PA L A B R A S C L AV E | Derechos humanos, ONG, México (Thesaurus); ciclos de protesta (palabra clave de autor).

Cycles of Mobilization and Human Rights Crises: Collective Action of National NGOs and Human Rights in Mexico A B S T R AC T | This article is a contribution to studies of collective action and human rights mobilization. Two paradigmatic conjunctures in human rights advocacy in Mexico are analyzed and compared using the methodological proposal of cycles of mobilization, arguing that national NGOs have been key players in collective action to generate dynamics of pressure on governments, obliging them to introduce changes in institutional dynamics and socializing human rights discourse to facilitate its appropriation by broad social groups. K E Y W O R D S | Human rights, NGO, Mexico (Thesaurus); cycles of protest (Author’s Keywords).

Ciclos de mobilização e crise de direitos humanos. A ação coletiva das ONGs nacionais e os direitos humanos no México R E S U M O | Este artigo representa uma contribuição para os estudos sobre ação coletiva e mobilização em direitos humanos. Por meio da proposta metodológica de ciclos de mobilização, analisam-se e comparam-se duas conjunturas paradigmáticas na defesa dos direitos humanos no México argumentando que as ONGs nacionais têm sido atores fundamentais na ação coletiva para gerar dinâmicas de pressão sobre os governos, obrigando mudanças nas dinâmicas institucionais e socializando o discurso dos direitos humanos para sua apropriação por parte de amplos grupos sociais. PA L AV R A S - C H AV E | Direitos humanos, ONG, México (Thesaurus); ciclos de protesto (palavras-chave do autor).

* **

Este artículo es producto de la investigación “Gobernanzas locales en disputa. Conflictos violentos y resistencias en contextos de gobernanzas compartidas”, financiada por el Programa de Becas Posdoctorales de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Doctora en Investigación en Ciencias Sociales con mención en Ciencia Política por la Flacso (México). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. UNAM, Programa de Becas Posdoctorales de la UNAM, Becaria del Instituto de Investigaciones Sociales. Entre sus últimas publicaciones están: “Acciones colectivas de innovación democrática en contextos de violencia”. Revista Mexicana de Sociología 77 (1): 129-156, 2015, y “Conflicto social, reformas estatales y crimen organizado en México y Colombia, 1982-2012”. En Los derechos humanos y la violencia: Estado, instituciones y sociedad civil, coordinado por Karina Ansolabehere, Sandra Serrano y Daniel Vázquez, 3-44. Bogotá – México: Ediciones Uniandes – Flacso, 2015. * [email protected] *** Doctor en Investigación en Ciencias Sociales con mención en Ciencia Política por Flacso (México). Entre sus últimas publicaciones están: “Los derechos humanos como repertorio de contienda en Colombia”. En Los derechos humanos y transformación política en contextos de violencia, coordinado por Ariadna Estévez y Daniel Vázquez, 97-137. México: Flacso – Unam – Cisan, 2015, y “Campos de acción colectiva y ONG de derechos humanos. Herramientas teóricas para su análisis”. Sociológica 30 (85): 9-37, 2015. * [email protected]

TEMAS VARIOS

Introducción Al igual que hace veinte años, el Gobierno mexicano es hoy objeto de una fuerte presión nacional e internacional que exige un mayor respeto de los derechos humanos. Marchas multitudinarias y pronunciamientos de instituciones y organismos diversos que reclaman acciones concretas por parte del Estado hacen que algunos analistas hablen de una “revolución moral” en la sociedad mexicana. En este artículo aportamos a los estudios sobre la defensa de los derechos humanos analizando estos momentos de crisis de derechos humanos en México como ciclos de movilización, donde los gobiernos nacionales han sido objeto de fuerte presión, que ha llevado a cambios institucionales y discursivos frente a los derechos humanos. Argumentamos que en ambos ciclos —el primero caracterizado por la defensa de la apertura democrática (1988-1999), y el segundo, por la denuncia de la crisis humanitaria desatada por las políticas militaristas (2007-2015)—, la acción colectiva de las Organizaciones no Gubernamentales (ONG) nacionales ha sido un factor importante de movilización y organización, como actor colectivo medular en la socialización de reclamos en derechos humanos frente a los gobiernos, organizaciones, comunidades y actores internacionales. El incremento de la movilización y sus momentos de auge en la presión colectiva llevaron, por un lado, al reconocimiento por parte de los gobiernos nacionales de una situación crítica en derechos humanos que obligó a la implementación de políticas públicas y otras medidas de gobierno; y por otro lado, a una mayor socialización de los derechos humanos en el contexto nacional, así como a hacer visible la responsabilidad estatal para su garantía. Del mismo modo, el análisis comparado de los ciclos permite hacer evidente que durante el primer ciclo las ONG de la capital cumplieron un rol fundamental como actores centrales de la movilización, mientras que en el segundo ciclo, las ONG locales y regionales han tomado mayor protagonismo en la movilización de causas colectivas como la desaparición forzada.

Acción colectiva y organizaciones defensoras de derechos humanos A lo largo del siglo XX, fruto de la movilización y acción colectiva, los derechos humanos experimentaron un proceso de institucionalización, en la medida que fueron reconocidos por los Estados y empezaron a ser parte de sus lógicas institucionales, creando diversos mecanismos para su protección y garantía. Como pretensiones morales y reivindicaciones sociopolíticas, los derechos humanos han experimentado diferentes momentos de reconocimiento y ampliación, producto de luchas y conflictos sociales, así como de transformaciones de las prácticas culturales y políticas que la

sociedad occidental vivió en los últimos dos siglos, y que ahora incluye relaciones y procesos más allá de las soberanías estatales (Hunt 2009; Tilly 2004). Los actores colectivos no gubernamentales surgieron como parte de la formalización y profesionalización de la acción colectiva, estableciéndose con el paso del tiempo en profesionales intermediarios de la movilización, tanto en los ámbitos nacionales como transnacionales (Tilly y Wood 2010). Las organizaciones no gubernamentales han sido centrales en la institucionalización de los derechos humanos, al punto que muchas de sus luchas precedieron la creación del Sistema Internacional de Derechos —como la adelantada por la Liga Internacional de Derechos Humanos de 1942 o la Internacional Antiesclavista—, y participaron por medio del lobby en la definición de la Carta de las Naciones Unidas y su aprobación (Menon 2009). Como resultado, han adquirido un protagonismo creciente y se han consolidado como actores especializados en: 1) reunión, acopio, evaluación y circulación de información; 2) defensa y abogacía; 3) ayuda humanitaria y legal a las víctimas; 4) generación de solidaridad con las víctimas y la internacionalización de la preocupación por los casos locales; 5) condena moral del mundo; y 6) cabildeo con autoridades nacionales e internacionales (Menon 2009). Actualmente, la agenda de investigación más influyente para el estudio de la acción colectiva en defensa de los derechos humanos es la socialización del régimen internacional de los derechos humanos y las redes de presión transnacional. A través de los modelos del Boomerang y la Espiral, explican los cambios generados en regímenes autoritarios gracias a la presión transnacional, la cual se logra debido a que los actores colectivos nacionales, sin posibilidad de incidencia interna, buscan conexiones “hacia afuera” con otros gobiernos identificados con la defensa de los derechos humanos, presión que regresaba con un efecto fortalecido por etapas “de afuera hacia adentro” (Keck y Sikkink 2000; Risse, Ropp y Sikkink 1999 y 2013). Al hacer un énfasis especial en los procesos internacionales constitutivos de la defensa de los derechos humanos, y la forma como las demandas circulan de afuera hacia adentro de los Estados, esta agenda de investigación descuida los procesos de acción colectiva dentro de los Estados. Aunque la defensa de los derechos humanos se inscribe en un discurso global de reivindicación moral y política, las maneras de desplegarse las movilizaciones en la práctica no son homogéneas; por el contrario, responden a procesos sociales y políticos específicos de localización de las acciones colectivas (López e Hincapié 2015). En ese sentido, haciendo uso de las teorías movilización de recursos y contienda política, entendemos la acción colectiva y la movilización social como un juego estratégico de relaciones de poder, con respecto

Ciclos de movilización y crisis de derechos humanos | Sandra Hincapié Jiménez · Jairo Antonio López Pacheco

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al contexto político que incentiva o desincentiva la acción (McAdam, McCarthy y Zald 2006; Tarrow 2009). Desde esta perspectiva, la acción colectiva de las ONG es explicada desde el contexto en el cual surge y se organiza, construye sus discursos y configura oponentes, enfocándose en los procesos políticos, descentralizando el estudio de las organizaciones para concentrarse en el análisis del conflicto y la contienda: Contienda por cuanto plantean una serie de reivindicaciones colectivas que, de ser aceptadas, chocarían con los intereses de otras personas, política por cuanto, de un modo u otro, los gobiernos, con independencia de su signo político, figuran en tales reivindicaciones, bien como autores, bien como objeto de la reivindicación, bien como aliados del objeto, bien como árbitros de la disputa. (Tilly y Wood 2010, 21)

La interacción estratégica de la movilización es analizada a través de las estructuras de oportunidades, entendidas como las “dimensiones consecuentes — aunque no necesariamente formales o permanentes— del entorno político que ofrecen incentivos para que la gente participe en acciones colectivas al afectar sus expectativas de éxito o de fracaso […] [más vinculada] con la movilización de recursos externos al grupo” (Tarrow 2009, 116). Las formas de oportunidad política delimitan entonces las marcas de la acción colectiva, las cuales dependen del tipo de relación entre los gobernantes y los gobernados, del tipo de acceso a las discusiones públicas, del tipo de alineamientos entre las élites y sus posibles rupturas.1 Así mismo, los repertorios de acción colectiva son el uso combinado y sostenido de acciones políticas como la “creación de coaliciones y asociaciones con un fin específico, reuniones públicas, procesiones solemnes, vigilias, mítines, manifestaciones, peticiones, declaraciones a y en los medios públicos, y propaganda” (Tilly y Wood 2010, 22). Un elemento importante de estas teorías es que exige observar, en igual medida, las respuestas de los “oponentes poderosos” confrontados; así, las reacciones y contrapesos pueden ser muy fuertes en el escenario de disputa; en otras palabras, se plantea que al producirse acciones estratégicas contenciosas por parte de actores colectivos se abren nuevos marcos de oportunidad para la respuesta, generando una “dialéctica de confrontación” entre los grupos, movimientos, y las élites o autoridades confrontadas (Tarrow 2009, 131).

1

En otras palabras, “cuando se abre el acceso institucional, cuando emergen conflictos entre élites, cuando pueden conseguir alianzas y disminuye la capacidad represora del Estado. Cuando todo esto se combina con una percepción elevada de los costes que supondría la inacción, las oportunidades dan lugar a episodios de acción política colectiva” (Tarrow 2009, 110).

En esta interacción, los ciclos de acción colectiva y movilización se caracterizan por ser Una fase de intensificación de los conflictos y la confrontación en el sistema social, que incluye una rápida difusión de la acción colectiva de los sectores más movilizados, a los menos movilizados, un ritmo de innovación acelerado en las formas de confrontación, marcos nuevos o transformados para la acción colectiva, una combinación de participación organizada y no organizada y una secuencia de interacción intensificada entre disidentes y autoridades. (Tarrow 2009, 203)

Cada ciclo de movilización está marcado por procesos sociales particulares dados por múltiples factores que engloban una estructura de oportunidades políticas. Para definir las fases de intensificación de los conflictos por los derechos humanos y el rol de las ONG, delimitamos analíticamente a) el momento ascendente de la movilización; b) el auge de la movilización; c) los principales repertorios de confrontación; d) las estrategias que caracterizan la acción colectiva; e) los actores preponderantes, y f) resultados de los ciclos (ver la tabla 1). Tabla 1. Dimensiones de análisis de los ciclos de movilización por los derechos humanos Dimensión

Características

Momento ascendente

Episodios que desatan los conflictos y las demandas colectivas

Auge de la movilización

Momentos de mayor difusión de la acción colectiva y la presión sobre los gobiernos

Principal repertorio de confrontación

Demandas compartidas y socializadas por los actores colectivos

Principales estrategias de presión

Prácticas llevadas a cabo para difundir y sostener las demandas colectivas

Actores preponderantes

ONG con mayor incidencia y protagonismo en la movilización

Resultados de los ciclos

Respuestas estatales frente a la movilización y sus demandas

Fuente: elaborada por los autores.

A partir de estas dimensiones, todas relacionadas con las oportunidades del contexto y el aprovechamiento estratégico por parte de las ONG, podemos identificar qué tipos de ciclos de movilización se han generado en México frente a las crisis de derechos humanos y, en especial, analizar comparativamente las transformaciones que vive la acción colectiva de las ONG en los procesos de localización de las acciones colectivas.

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 26-38 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.02

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Primer ciclo: democracia electoral y castigo a los crímenes del pasado El contexto de restricción de libertades políticas que vivió México en los años setenta y ochenta, bajo el control vertical y autoritario del Partido Revolucionario Institucional (PRI), marcó la emergencia de la defensa de los derechos humanos y las estrategias colectivas de asociación y formalización de organizaciones no gubernamentales. Grupos de víctimas y familiares de personas desaparecidas y torturadas se apropiaron del lenguaje de los derechos humanos, elaborando las primeras demandas frente a los gobiernos nacionales en dichos términos. Los gobiernos priistas rechazaron cualquier crítica que señalara la responsabilidad estatal sobre violaciones de derechos humanos, y su defensa era considerada como promotora de discursos imperialistas y atentados a la soberanía nacional. Un primer momento de ascenso en la movilización colectiva en torno a los derechos humanos se produjo a partir de la segunda mitad de la década de los ochenta, con un repertorio de confrontación que denunciaba el fraude como estrategia recurrente del partido hegemónico. Las elecciones para la Gobernación de Chihuahua en 1986 y las elecciones presidenciales en 1988 fueron tema de discusión nacional e internacional, por la visibilidad en diversos medios de comunicación y manifestaciones públicas que expresaron las dudas razonables sobre el proceso eleccionario y la necesidad de crear certezas sobre los resultados, iniciando un ciclo de movilización que exigió la alternancia efectiva a través de procesos electorales transparentes (Becerra, Salazar y Woldenberg 2000; Loaeza 1999). En este contexto de movilización de diversos sectores de la sociedad, las ONG equipararon los derechos humanos con democracia y libertad política, dando paso además a un proceso de creación de diversas ONG de derechos humanos. A partir de 1989 fueron creados numerosos comités locales de derechos humanos, en buena medida articulados al trabajo eclesial de la Compañía de Jesús — especialmente importante ha sido el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba), en Chiapas— y a grupos de familiares de víctimas; por otra parte, en la capital del país fueron creados la Comisión Mexicana de Promoción y Defensa de Derechos Humanos (Cmdpdh)2 y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (CentroProDH), que iniciaron estrategias de litigios jurídicos en un proceso de profesionalización y expertise de las organizaciones

2 La estrategia de la nueva organización era socializar casos paradigmáticos de violaciones de derechos humanos a partir del seguimiento y la visibilidad pública. La Cmdpdh fue la primera organización en contar con expertos criminólogos, además del cuerpo de juristas abocado a la construcción de casos, que inició con una especialización técnica en la defensa de los derechos humanos (Acosta 2014).

no gubernamentales en México, logrando posicionar su trabajo “entre las élites educadas del país” (Aguayo 1995; Estévez 2007; Somuano 2010 y 2011). El repertorio de confrontación en contra de la impunidad y a favor de la apertura democrática movilizado por las ONG de derechos humanos en sus diferentes espacios y ámbitos de acción, las ubicó como claras opositoras de los gobiernos priistas. Esta difícil relación se evidenció en 1989, cuando el Ejecutivo federal promovió una ley que buscó imponer el pago de impuestos y castigos por incumplimiento a las asociaciones civiles, equiparándolas con organizaciones corporativas (empresas). La respuesta por parte de las organizaciones civiles frente a la propuesta legislativa fue generar una acción de oposición por medio de la Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia, con más de cincuenta ONG y grupos sociales. Estas acciones frenaron el interés gubernamental de elevar los costos de la acción colectiva, pero más importante aún, construyeron un espacio de conexión entre las propias ONG como actores independientes del Gobierno (Olvera 2003). Al iniciar la década de los noventa, podemos ubicar el momento de auge en la movilización, en el marco de las negociaciones de tratados de libre comercio, primero con Estados Unidos y Canadá, durante la presidencia de Salinas de Gortari (1988-1994), y posteriormente con la Unión Europea, durante el mandato de Ernesto Zedillo (1994-2000). La intención de firmar un Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue considerada por las ONG de derechos humanos como estructura de oportunidad para la acción colectiva. De ese modo, se dio inicio a diversas estrategias de articulación que permitieran aprovechar las oportunidades y generar presión sobre el Gobierno nacional exigiendo el respeto por los derechos humanos. La principal estrategia conjunta de articulación a nivel nacional fue la creación en 1991 de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todos (Red TDT). La Red TDT fue impulsada en la capital, principalmente por el Centro Prodh, Centro Fray Francisco de Vitoria (Centro Vitoria), la Cmdpdh, buscando consolidar el trabajo de las organizaciones en las regiones. Para Miguel Concha y Edgar Cortez, “el objetivo de la red fue cobijarse (entre las ONG), protegerse unas con otras” (Concha 2014) y brindar “seguridad local de defensores de derechos humanos frente a necesidades concretas como tortura o abusos policiacos, además que un apoyo para su formalización” (Cortez 2013). La creación de la Red TDT impulsó el reconocimiento de las ONG como “actores legítimos” en la defensa de los derechos humanos, en relación tanto con actores nacionales como internacionales, gubernamentales y no gubernamentales, los cuales vieron en la Red el medio de interlocución para conocer la situación de los derechos humanos en México.

Ciclos de movilización y crisis de derechos humanos | Sandra Hincapié Jiménez · Jairo Antonio López Pacheco

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A medida que la estrategia de articulación en red de las ONG fue mostrando sus ventajas, y ante los nuevos retos de las reformas impulsadas por el gobierno de Salinas de Gortari, aparecieron nuevas redes que fueron importantes en cuanto a exigencia de apertura política y espacios democráticos, como la Red de Acción Frente al Libre Comercio (1991) y el Movimiento Ciudadano por la Democracia (1991). La coyuntura de negociación del TLCAN se convirtió en una clara estructura de oportunidad política internacional, dado que puso por primera vez a México en el centro de las discusiones de los principales actores de defensa de los derechos humanos. La política de apertura económica impulsada por el Gobierno federal lo hizo “más sensible a las imputaciones de violaciones” y en general a las “observaciones internacionales” sobre derechos humanos (Keck y Sikkink 2000, 160). Este escenario abrió un espacio para que las organizaciones no gubernamentales mexicanas tuvieran un protagonismo hasta dicho momento esquivo, posicionando diversas agendas de presión frente a actores internacionales. Las conexiones con las organizaciones internacionales fueron fundamentales durante la primera mitad de los años noventa para impulsar transformaciones institucionales y nuevos espacios de oportunidad. En 1990 se publicaron dos influyentes informes sin antecedentes; por una parte, el elaborado por American Watch, “Derechos humanos en México. Una política de impunidad” (1990), que responsabilizaba al Gobierno mexicano de la ineficacia para atender las violaciones denunciadas contra los derechos humanos. Así mismo, el primer informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre procesos electorales en México señaló la inexistencia de garantías institucionales para el desarrollo libre de las elecciones y, por ende, de respeto a los derechos políticos. Con estos informes, las ONG ejercieron una agresiva campaña internacional al señalar que “México violaba de manera flagrante la Convención Americana” (Treviño 2004, 520). Las denuncias por la impunidad frente a las violaciones de derechos humanos que habían sido llevadas a cabo durante los sucesivos gobiernos del PRI, así como las demandas locales, protestas y estrategias de documentación de delitos electorales, fundamentaron la exigencia de apertura democrática, la reivindicación de los derechos político-electorales, y permitieron una apertura al conocimiento del caso mexicano (Anaya 2012; Keck y Sikkink 2000; Maza 2009; Treviño 2004). Como respuesta a la presión colectiva, el Gobierno mexicano implementó una política diplomática, centrada en Estados Unidos, en la que se propuso defender el proceso de reformas políticas que se había adelantado en el país, resaltando la creación en 1990 del Instituto Federal Electoral (IFE), de la Dirección General de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación en 1989, y en

1990, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) (Saltalamacchia y Covarrubias 2011; Treviño 2004). La Comisión Nacional de Derechos Humanos fue creada bajo la figura de ombudsman; en 1992 fue elevada a rango constitucional como un organismo descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propio; así mismo, se ordenó la creación de Comisiones de Derechos Humanos Estatales, con la intención de demostrar un ambiente de reformas y cambio, a favor de condiciones para el respeto de los derechos humanos (Ackerman 2007; Acosta 2010; Álvarez 2010). A pesar de lo anterior, el momento de mayor intensidad en la confrontación con el Gobierno durante este momento de auge de la acción colectiva de las ONG se presentó en 1994, en medio del levantamiento armado por parte de la guerrilla zapatista en Chiapas. Las ONG buscaron intensificar la presión en los escenarios internacionales de defensa de los derechos humanos, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, solicitando audiencias especiales sobre la situación de México. En 1994, por primera vez, la Red TDT participó en una audiencia de la CIDH en Washington presentando un informe sobre Chiapas, y durante el mismo año viajaron a Ginebra, donde expusieron la situación mexicana ante el pleno de la Comisión de Derechos Humanos, haciendo uso de las redes con ONG internacionales creadas desde 1990 (Maza 2009, 25). En el plano nacional fueron llevadas a cabo movilizaciones y marchas por la paz consideradas como “paradigmáticas” (Bob 2005). La movilización incesante y la visibilidad de las organizaciones hicieron que algunos analistas consideraran 1994 como “el año de las ONG” (Aguayo y Parra 1997; Álvarez 2010; Somuano 2011). En este contexto se crearon diversas organizaciones regionales: en Chiapas, el Centro de Derechos Indígenas (1994), Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova (1994), Comité de Derechos Humanos “Fray Pedro Lorenzo de la Nada” (1994), entre otros. También, en el estado de Guerrero nacieron organizaciones populares como el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan (1994), que se centra, principalmente, en la defensa de los pueblos Nahua, Na savi, Me´phaa, y el Centro Regional de Defensa de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón (1996), cuyo trabajo se dirige a comunidades de lengua náhuatl; estas organizaciones nacieron como “proyectos políticos y solidarios comunitarios” (Barrera 2014).3

3 Es importante mencionar la creación en el norte del país de numerosas organizaciones de derechos humanos desde 1993 en estados como Nuevo León, Jalisco y Guanajuato; se crearon el Centro de Reflexión y Acción Laboral (1993), Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (1993), Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos (1993), Ciudadanía Lagunera por los Derechos Humanos (1996), entre otros; estas nuevas ONG constituyeron un conjunto de actores que buscaban realizar un trabajo de acompañamiento, “apoyando a

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Con la ampliación, diversificación y profesionalización de las ONG, las habilidades de movilización de los actores colectivos se fortalecieron de diversas maneras: las estrategias jurídicas fueron acompañadas de una mayor especialización en la producción de información sobre la situación de derechos humanos en México, ya que la defensa de los casos de violación demandaba un ejercicio de elaboración de análisis de los contextos y las causas implicados en las violaciones a los derechos humanos; por ejemplo, el Centro Vitoria: “por medio de informes trimestrales y anuales publicados en la Revista Mexicana de Derechos Humanos Justicia y Paz, entre 1989 y 1999 fue pionero en difundir el conocimiento de la situación de los derechos humanos” (Concha 2014). Por otra parte, se generaron espacios de socialización de la importancia del respeto a los derechos humanos en todo el país, por medio de “talleres” y “escuelas”, que derivaría en la creación de nuevas ONG regionales. Finalmente, se ampliaron y compartieron repertorios de confrontación en la exigencia de reformas políticas que implicaran mayor apertura democrática y transparencia electoral, que permitieran el pluralismo político a escala nacional. Con el nuevo gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000), la acción colectiva continuó denunciando las violaciones de derechos humanos.4 En 1996, la Red TDT articuló un equipo de trabajo internacional que presentó informes presos políticos, víctimas de tortura, y construyendo nuevas agendas de violaciones” (Aguirre 2014). 4 Dos episodios paradigmáticos de violaciones fueron perpetrados durante estos años: el primero fue la masacre llevada a cabo contra 17 campesinos, y 21 heridos, en el vado de Aguas Blancas en 1995, en el estado de Guerrero; los campesinos estaban participando en un mitin político puesto en marcha por la Organización Campesina de la Sierra Sur (Crónica de la violencia política 1997, 56-57). La Organización Campesina de la Sierra Sur había sido conformada desde hacía un año y medio, y reivindicaba la defensa de los bosques y la exigencia de mejores condiciones sociales y económicas para los campesinos de la región. Según el informe de la CNDH (1995) y de la Suprema Corte de Justicia (2001), el crimen fue perpetrado por miembros de la Policía estatal, y se responsabilizó al gobernador priista Rubén Figueroa de cometer graves violaciones a los derechos humanos, ocultar información y obstruir la investigación y la aplicación de justicia (Schatz 1998, 230). El segundo caso ocurrió el 22 de diciembre de 1997, en la comunidad de Acteal del municipio de Chenalhó, donde fueron masacrados 45 indígenas, entre hombres y mujeres, de las cuales 4 estaban embarazadas; además de 26 heridos, en su mayoría menores de edad, mientras oraban en una ermita después de sufrir desplazamiento forzado por parte del grupo paramilitar Paz y Justicia, auspiciado por autoridades militares y gubernamentales. Esta masacre se enmarca en un conflicto político, debido al desconocimiento por parte de la comunidad del gobierno local priista y la intención de sumarse a la constitución de un municipio autónomo zapatista con sede en Polhó. Por este hecho, las comunidades chiapanecas han exigido verdad, justicia y reparación, y solicitado que se reconozca la responsabilidad del Estado en los hechos y se castigue a los responsables en todos los niveles (Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas 2007, 1-45; Schwartz 1998, 20).

sobre la situación mexicana ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; en ese mismo año, durante la primera visita in loco de la CIDH a México, así como en diversas visitas de relatores especiales en los años subsiguientes, organizaron reuniones con víctimas y proporcionaron información para la documentación de los casos de violación. Del mismo modo, se prepararon informes que fueron presentados ante los organismos internacionales5 de manera paralela y alternativa a los que presentó el Gobierno nacional (Maza 2009, 28-30).6 En medio del proceso de negociación para la firma de acuerdos de libre comercio, esta vez con la Unión Europea, el cabildeo internacional de las ONG de derechos humanos nacionales logró que la Unión Europea impusiera al Gobierno mexicano una “cláusula democrática”, donde el eje central giraba en torno al respeto a los derechos humanos (Covarrubias 1999; Treviño 2004). Las presiones por reformas que dieran muestra del compromiso del gobierno de Zedillo con los derechos humanos condujeron a la creación en 1997, entre otras, de la Comisión Intersecretarial para la Atención de los Compromisos Internacionales de México en Materia de Derechos Humanos, y se puso en marcha una estrategia de “integración paulatina al Sistema Internacional de Derechos Humanos” (García 2014). Además de recibir los relatores especiales, en 1998 se aceptó la naturaleza contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y en 1999, durante la visita de la Alta Comisionada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se firmó un Memorando de Intención para el Desarrollo y Aplicación de Programas de Cooperación Técnica en el Campo de los Derechos Humanos, después de que tanto la Alta Comisionada como la Relatora Especial constataron “el mal estado de los derechos humanos en México” (Castañeda 2001).7

5 Como el Comité contra la Tortura, el Comité de Derechos Humanos, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, entre otros. 6

Según Maza, al concurrir a la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra: “[…] el Centro Prodh contactó a organizaciones colombianas que tenían muchos años de experiencia de cabildeo en la ONU y empezó a diseñar una estrategia de cabildeo internacional, con base en la estrategia seguida por las colombianas. Las organizaciones mexicanas, entonces, no sólo buscaron que las organizaciones no gubernamentales internacionales cabildearan con grandes potencias, sino que hicieron ese cabildeo ellas mismas” (2009, 31).

7 En 1999, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Mary Robinson, realizó una visita a México, en la que subrayó la gravedad de los casos de feminicidio en Ciudad Juárez y las masacres de Acteal, El Bosque, Aguas Blancas y El Charco. Ante estos casos, consideró que el Gobierno presentaba deficiencias para tomar las medidas, a fin de asegurar el derecho a la vida, la proporcionalidad y pertinencia del uso de la fuerza por las Fuerzas Armadas, la confiabilidad de las investigaciones, las acciones para juzgar a los responsables sin importar su posición pública u oficial.

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Todos estos cambios de reconocimiento formal y la creación de mecanismos institucionales para la protección de los derechos humanos fueron tomados por los actores colectivos y los expertos como exitosos efectos de la movilización colectiva llevada a cabo por las organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos. La creciente presión de las ONG de derechos humanos tuvo entonces una clara correlación con importantes reformas estatales que marcaron el rumbo hacia la alternancia política a escala nacional.

Segundo ciclo: desafío de la impunidad y el militarismo La alternancia del Gobierno federal, con la llegada de Vicente Fox en el año 2000 a Los Pinos, representó un triunfo de las demandas por elecciones libres, transparentes, y el reconocimiento efectivo del pluralismo político. Los dos cambios más significativos que se presentaron con respecto a la política de derechos humanos fueron: primero, el reconocimiento por parte del Ejecutivo de la relación que existía entre democracia y derechos humanos, y segundo, una nueva estrategia de apertura del Estado frente al Sistema Internacional e Interamericano de Derechos Humanos, con la aceptación de los principales órganos de control y monitoreo (Acosta 2010; Anaya 2012; Saltalamacchia y Covarrubias 2011). Estas acciones formales de política interna fueron acompañadas de un discurso gubernamental de apropiación y reconocimiento de la agenda de los derechos humanos defendida por las ONG en la década de los noventa. A pesar de las promesas que trajo la alternancia política para la defensa de los derechos humanos, los resultados de las políticas gubernamentales llevaron a una decepción generalizada, donde desatacan los nulos resultados de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP), la cual fue creada con el objetivo de investigar “a fondo” la violencia política que se presentó durante la etapa más dura del régimen priista (Aguayo y Treviño 2007). Esta decepción que trajo consigo la alternancia política se vio profundizada frente a las políticas del gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) y la declaración de guerra contra el crimen organizado, que desataron una ola de violencia y violaciones de derechos humanos sin precedentes en el país. El despliegue militar promovido por el presidente Felipe Calderón incentivó un nuevo ciclo de movilización que fue en ascenso a lo largo del sexenio. La estrategia militarista del Gobierno y el incremento de la violencia por la disputa territorial de organizaciones criminales encontraron la acción colectiva de las ONG de derechos humanos concentrada principalmente en la articulación de trabajo con las dinámicas institucionales estatales,

a través de la consultoría, la interlocución, el asesoramiento y seguimiento a políticas públicas en materia de derechos humanos (López 2015). En ese sentido, en un primer momento de ascenso de la movilización, las organizaciones locales y regionales —las cuales se enfrentaron directamente al escalonamiento de las dinámicas de violaciones producto de la violencia estatal y criminal— se vieron obligadas a construir, de manera improvisada, estrategias de intervención, articulación y movilización que visibilizaran la gravedad de la situación de derechos humanos en el país. Por otro lado, las grandes organizaciones de la capital se pronunciaron en contra de las reformas constitucionales en materia penal propuestas por el Presidente, a través de las cuales se legalizó el recorte de libertades y se extendieron facultades a las Fuerzas Armadas para el ejercicio de su poder, entre las que destacan: la inclusión del arraigo, medida cautelar con la cual se puede detener a una persona sin orden judicial ni investigación previa hasta por ochenta días; y la autorización a la Policía para realizar allanamientos sin orden de cateo, en caso de un delito flagrante, entre otras (Chabat 2010, 31).8 Las nuevas estrategias de las organizaciones no gubernamentales locales y regionales empezaron a ser implementadas a partir del registro y documentación de casos, denuncia pública, diálogo con autoridades, impulso de marcos legales, creación de redes, articulando repertorios de confrontación en torno a las crisis humanitarias que se vivían en los estados de la República. Es en especial paradigmático de los repertorios de confrontación como crisis de derechos humanos en medio de la militarización creciente, el drama de las desapariciones forzadas en todas las regiones del país.9 El problema de las desapariciones forzadas fue señalado de manera insistente por las organizaciones locales y regionales, que posicionaron lentamente esta agenda en un proceso de coordinación que inició desde dinámicas locales hasta conseguir visibilidad nacional e internacional.

8 Las organizaciones defensoras de derechos humanos denunciaron las restricciones a las libertades y los abusos de autoridad; el Centro ProDH, en un informe titulado ¿Comandante supremo? La ausencia de control civil sobre las Fuerzas Armadas al inicio del sexenio de Felipe Calderón, criticó la “falta de controles civiles” sobre las Fuerzas Armadas, una argumentación dirigida a la necesidad de implementar mecanismos de rendición de cuentas a las acciones públicas (CentroProDH 2009). 9 La base de datos del Sistema del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas de la Secretaría de Gobernación en febrero de 2013 contenía 26.121 registros de casos ocurridos entre 2006 y 2012; el informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, presentado a senadores en noviembre de 2012, indicaba que en esa fecha tenía registros de 15.921 cadáveres no identificados, así como 1.421 cadáveres inhumados en fosas clandestinas.

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Principalmente a partir de 2009, con la creación de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos de Coahuila (Fuundec), la documentación y denuncia de la crisis humanitaria de los desaparecidos empezaron a ser retomadas en todo el país. En 2011 se crearon el Colectivo por la Paz de Xalapa, Buscamos a Nuestras Hijas (Veracruz), Agrupación de Mujeres Organizadas por los Ejecutados, Secuestrados y Desaparecidos en Nuevo León (Amores) —Nuevo León—, Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (todo el país), Comité de Madres y Familiares de Hijas Desaparecidas en Ciudad Juárez (Chihuahua), Unidos por los Desaparecidos de Baja California (Baja California), y en 2012, Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos de Nuevo León, todas estas organizaciones locales con el objetivo de documentar y exigir la aparición de las víctimas (Villarreal 2014, 113). Organizaciones como Tlachinollan, Cmdpdh y CentroProDH documentaron el problema del “uso indebido de la justicia militar” y la impunidad en las investigaciones sobre violaciones a derechos humanos cometidas por miembros de la fuerza pública durante las acciones de combate a grupos del crimen organizado y el narcotráfico. Human Rights Watch recopiló la información y los casos defendidos por las organizaciones nacionales en su informe de 2009, Impunidad Uniformada, con el cual se dio mayor visibilidad internacional a las denuncias sostenidas por las organizaciones (Hudlet y González 2012).10 En junio de 2010, el Centro Fray Juan de Larios convocó a conformar la Red de Defensoras y Defensores de Derechos Humanos y Familias de Desaparecidos del Norte (Redefade). La Redefade está conformada por organizaciones de Chihuahua, Coahuila y Nuevo León. La Red conformó un grupo de trabajo integrado por representantes del Centro de Derechos Humanos “Fray Juan de Larios”, el Centro de Derechos Humanos “Juan Gerardi”, la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el gobierno del estado de Coahuila y Fuundec, y logró financiación de la Unión Europea. El momento de auge en la acción colectiva inició en 2011 en medio de la organización de Caravanas por la Paz en todo el país. A través de estas Caravanas se logró dar visibilidad a las víctimas y dimensionar el drama 10 A medida que aumentaron las denuncias de las organizaciones nacionales sobre las violaciones a los derechos humanos como consecuencia de las políticas de seguridad, organizaciones no gubernamentales internacionales como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y Washington Office on Latin America “redireccionaron” su trabajo sobre México en torno a este flagelo. Según una de las expertas en el campo de cooperación y apoyo internacional, la agudización de la violencia a través de la guerra contra el narcotráfico “tomó por sorpresa a las ONG internacionales, muchas organizaciones y actores internacionales que durante los años noventa habían presentado una gran atención sobre el caso mexicano habían disminuido su trabajo dado que se había obtenido las elecciones y la democracia” (Hernández 2014).

colectivo en las regiones; gracias a la participación de ONG locales como Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A.C. (Cadhac), en Nuevo León; Tlachinollan, en Guerrero, y todas las organizaciones existentes en Chiapas, se contribuyó a la articulación de las víctimas y la documentación de casos en cada uno de los estados de la República, como parte del Movimiento Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, iniciativa de la sociedad civil frente a la violencia.11 El presidente Felipe Calderón defendió su estrategia militarista, y las violaciones a los derechos humanos fueron consideradas daños colaterales de una guerra necesaria. Sin embargo, la gran visibilidad nacional e internacional que obtuvieron las Caravanas puso en evidencia, además del gran número de víctimas en todo el país, la desprotección de las organizaciones y los defensores en los contextos locales y regionales.12 La presión frente al Gobierno federal llevó a que en junio de 2011 fuera publicada la reforma de derechos humanos en México, que permitió integrar los principios de respeto, protección, garantía y satisfacción de los derechos humanos, haciendo coincidir la Constitución con los estándares y tratados internacionales de derechos humanos, integrándolos a la jurisdicción interna (Carbonell y Salazar 2011). Paradójicamente, la figura del arraigo continuó en vigencia como medida necesaria en el marco de la lucha contra el crimen organizado, violando de manera clara los estándares internacionales de derechos humanos. Diversas campañas nacionales fueron llevadas a cabo entre 2011 y 2014 por parte de las ONG como estrategia colectiva para visibilizar la crisis de derechos humanos. En junio de 2013, la Red de Familiares de Desaparecidos organizó en Saltillo el Foro Internacional sobre Desaparición Forzada e Involuntaria; en esta actividad se presentó evidencia convincente de la participación de agentes de todas las fuerzas de seguridad estatales en cientos de desapariciones forzadas cometidas durante el gobierno del presidente Felipe Calderón, y se subrayó que no se había presentado la primera condena

11 Esta iniciativa surgió como resultado de la indignación y el dolor del poeta Javier Sicilia por el asesinato de su hijo en Cuernavaca-Morelos, en abril de 2011, quien hizo un llamado a la movilización frente a la violencia y un reclamo al Gobierno federal, que presentaba dichos actos como derivados de la lucha entre criminales. 12 Como lo afirmó un reconocido activista: “Las ONGs que trabajamos en contextos locales violentos estábamos muy rebasadas con lo que empezó a pasar en México, pero al fin de cuentas reaccionamos, los de Tlachi, los de Juárez, los de Saltillo, los de Monterrey […] Los esfuerzos de articulación nacional de estos temas la verdad es que no contaron con aportes sustantivos de las ONG tradicionales en México, si uno mira el Movimiento de Víctimas, no vez ahí a La cmdpdh, al Centro ProDH, pienso que en las organizaciones nacionales hubo una reacción más lenta de lo que estaba pasando” (Aguirre 2014).

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en ninguno de estos casos. La información recolectada por las ONG locales fue utilizada por la Oficina del Alto Comisionado, Human Rights Watch y Amnistía Internacional, quienes luego de varios años de denuncia local incluyeron por fin la crisis de la desaparición forzada en sus informes especiales, en 2013, Los desaparecidos en México. El persistente costo de una crisis ignorada (Human Rights Watch 2013) y Enfrentarse a una pesadilla. La desaparición de personas en México (Amnistía Internacional 2013). Como resultado de la acción colectiva, organizaciones como el Juan Fray de Larios y Fuundec, en Coahuila, así como Cadhac, en Nuevo León, han logrado establecer agendas estatales de seguimiento a la crisis de derechos humanos con organismos gubernamentales estatales y acompañantes internacionales, impulsando leyes estatales de Desaparecidos Forzados, Mecanismos de Búsquedas, Foros de Desaparición, que “empiezan a dar certezas a las víctimas, dentro de la tragedia pues tienen mecanismos para enfrentar la desaparición de sus familiares” (Hernández 2014). La intensidad de la movilización fue incrementándose durante 2014, y llegó al momento de auge de la acción colectiva en derechos humanos por parte de las ONG. En junio de 2014, las ONG de derechos humanos presentaron un informe ante el Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, donde criticaron la ineficacia en el cumplimiento del Gobierno de las obligaciones contraídas en la Convención Internacional para la Protección de todas las Personas contra Desapariciones Forzadas, lo que contradecía el informe oficial presentado por el Gobierno tres meses antes. El informe documentó un total de 20.810 personas desaparecidas oficialmente, reconocidas entre 2006 y mayo del 2014; de acuerdo con las listas depuradas, hubo 13.195 personas desaparecidas durante el sexenio del presidente Felipe Calderón, más 7.615 personas desaparecidas en lo que iba del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) (Fundar, Serapaz, Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad 2014; Relator Especial de Naciones Unidas sobre la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes 2014).13 En septiembre fue entregado un informe sobre desapariciones forzadas en México ante la Corte Penal Internacional, en el cual se documentan casos con 95 víctimas de tortura y desaparición forzada en Baja California, argumentando que ésta ha sido una política sistemática del Estado mexicano desatada tras la implementación del Operativo Baja California Seguro, en 2007. La información presentada por la Cmdpdh fue recolectada por

13 La documentación recopilada por el Movimiento por la Paz se basó en la información que aglutinaba en las Caravanas por la Paz llevadas a cabo durante el 2011, apoyado en las diferentes regiones por las ONG de derechos humanos locales y regionales.

el Centro de Derechos Humanos Paso Norte, quienes documentaron todos los casos y realizaron el análisis del contexto específico. Esta acción evidencia el posicionamiento de las agendas locales para la acción colectiva, ya que es el primer informe que documenta de manera sistemática las violaciones de derechos humanos derivadas de la política de seguridad, y que es presentado ante la Corte Penal Internacional. Para José Antonio Guevara —director ejecutivo de la Cmdpdh—, la intención de presentar el informe era que la CPI abriera un expediente de investigación que alerte al Estado mexicano sobre la necesidad de empezar a investigar efectivamente el drama de los desaparecidos (Guevara 2014). La intensidad de la movilización llegó a niveles sin precedentes, tras la grave coyuntura suscitada por el asesinato de 3 estudiantes y la desaparición de 43 más de la Normal Superior de Ayotzinapa, en Guerrero, el 26 de septiembre de 2014. Este hecho generó una reacción de indignación y protesta nacional que se manifestó en las calles en marchas multitudinarias de miles de personas, además de la coordinación por parte de ONG para llevar a cabo las demandas por la aparición con vida de los normalistas, y justicia y reparación completas. Estas marchas tuvieron un rasgo común: la socialización del caso particular y la activación de diferentes mecanismos de apoyo y presión nacional e internacional por la aparición con vida de los normalistas, ante la lenta reacción de los gobiernos estatal y federal, y de los órganos de control (Cordero y Sánchez 2014; Organizaciones Justicia para Ayotzinapa 2014). Como respuesta a la intensa movilización y visibilidad del caso Ayotzinapa, el presidente Enrique Peña Nieto anunció el 28 de noviembre de 2014 una iniciativa de reformas para mejorar la seguridad, la operación de justicia, y garantizar el Estado de Derecho;14 sin embargo, a septiembre de 2015 ninguna de las propuestas ha sido debatida en el Senado. Por otro lado, acordó ayuda técnica con el Grupo de Antropología Forense de Argentina y con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para acompañar la investigación del caso. Pocos meses después rechazó los resultados del informe presentado por el Grupo de Antropología Forense de Argentina, del mismo modo que el informe presentado por Juan E. Méndez, Relator Especial de la Organización de Naciones Unidas para la Tortura, ante el pleno del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en marzo de 2015, en el cual señaló que la tortura en

14 Fueron diez los ejes de las propuestas presentadas por el Ejecutivo: Ley contra la infiltración del crimen organizado en las autoridades municipales; Iniciativa para redefinir la competencia de cada autoridad en el combate al delito; Creación obligatoria de policías únicas estatales; Número nacional de emergencias 911; Clave Única de Identidad; Operativo especial en la región de Tierra Caliente, Michoacán; Justicia cotidiana; Acciones en materia de derechos humanos; Combate a la corrupción; Transparencia y rendición de cuentas, y participación ciudadana.

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México era una práctica generalizada, extendida en todo el territorio nacional e implementada por todos los órganos de gobierno y seguridad (Relator Especial de Naciones Unidas sobre la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes 2014).15 La movilización nacional e internacional de las ONG generó fuertes reacciones de diversos organismos y organizaciones internacionales, que exigieron al Gobierno mexicano acciones concretas que demostraran su compromiso con el respeto por los derechos humanos. En septiembre de 2015, a un año de la desaparición de los estudiantes en Guerrero, fue presentado el informe del equipo de expertos internacionales designados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, respaldado por el Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el cual se dirigió al Senado de la República. Este informe fue aceptado de manera retórica por el Gobierno ya que contradecía la versión oficial sobre los hechos presentada por la Procuraduría General de la República. Así mismo, la Organización de las Naciones Unidas, al presentar el informe anual del Grupo de Trabajo de Desapariciones Forzadas o Involuntarias, hizo un llamado al Gobierno mexicano para que reconozca la gravedad de la crisis de derechos humanos, en particular las denuncias sobre desaparición forzada. Estas articulaciones de las ONG con diversos actores y organismos nacionales e internacionales han posicionado en el debate público la agenda de los derechos humanos, generando solidaridades y obligado al Gobierno nacional a reconocer la crisis de derechos humanos por la que atraviesa el país.

Conclusiones: comparación de ciclos de acción colectiva Al analizar los ciclos de movilización se hace evidente cómo las organizaciones de derechos humanos han logrado el posicionamiento de la agenda de derechos humanos en el país. Durante la década de los noventa, las ONG lograron reconocimiento como el tipo de actores especializados en la defensa de los derechos humanos, con un repertorio de confrontación asociado a la defensa de los derechos políticos y la democracia, participando en el paulatino proceso de apertura electoral. El escenario de demanda internacional fortaleció las agendas impulsadas, y las organizaciones ubicadas en la capital se consolidaron en la movilización y conexión a partir de su especialización en la producción de información y en el litigio jurídico.

15 Para elaborar dicho informe, el Relator visitó México en abril de 2014 —antes de los hechos de Ayotzinapa— y recolectó información y evidencia sobre decenas de casos de tortura en el territorio mexicano presentados por organizaciones de derechos humanos.

Durante este primer ciclo de movilización, los derechos humanos se convirtieron en normas y principios aceptados por las autoridades estatales; se crearon agencias especializadas para los derechos humanos, y se puso fin a una política de rechazo al escrutinio de órganos internacionales, que generó nuevas estructuras de oportunidad para la movilización legal de los reclamos colectivos, acordes a las transformaciones globales de la relación entre democracia y derechos humanos. La defensa de los derechos humanos fue paulatinamente apropiada por diferentes tipos de actores que encontraron en la profesionalización de las ONG un medio para lograr sus objetivos. La internacionalización de las demandas por el respeto de los derechos humanos en México respondió a todo el creciente proceso de institucionalización de la acción colectiva, y los gobiernos nacionales debieron dar paso a un proceso creciente de reconocimiento formal de los derechos humanos, tanto de inserción al sistema internacional de derechos como de reformas institucionales internas (ver la tabla 2). El segundo ciclo de movilización surgió como respuesta colectiva a la política militarista del gobierno de Felipe Calderón, que, junto a los cruentos combates entre las propias organizaciones criminales, dejó una aguda crisis de víctimas y violaciones de derechos humanos en todo el país. La dinámica de acción colectiva de las ONG se dio en un proceso de articulaciones locales y regionales, que se proyectó hasta el plano nacional e internacional. La coordinación de las organizaciones locales fue posible gracias al desarrollo de habilidades de movilización, tales como la documentación de los casos de violencia, la construcción de redes de solidaridad para la denuncia y la divulgación de demandas en el debate público, entre otras. Mientras que en el primer ciclo de movilización los actores predominantes fueron las ONG de la capital del país, como la Cmdpdh y la Academia Mexicana de Derechos Humanos, durante el segundo ciclo, las ONG locales y regionales, como Tlachinollan, en Guerrero; Cadhac, en Nuevo León, y Fundem, en Coahuila, entre otras, han tenido un destacado papel que les ha valido reconocimientos nacionales e internacionales por su labor.16

16 El 20 de noviembre de 2010, el Centro Robert F. Kennedy, con sede en Washington D.C, entregó el Premio de Derechos Humanos Robert F. Kennedy al director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Abel Barrera. El Galardón Tata Vasco, otorgado cada dos años por la Red Jesuita de la Universidad Iberoamericana, muestra la amplitud y diversidad de propuestas asociativas y colectivas de resistencia en contextos locales y promoción de los derechos humanos; las ganadoras han sido la Comisión Takachihualis —defensa de indígenas de Sierra de Puebla—, Tlachinollan, Centro de Derechos Indígenas (Chiapas), Centro de Estudios Fronterizos en Tamaulipas, Centro de Derechos Indígenas Flor y Canto —indígenas de Oaxaca—, Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán (derechos de trabajadores y trabajadoras

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TEMAS VARIOS Tabla 2. Comparación de los ciclos de movilización por los derechos humanos en México Primer ciclo (1988-1999)

Segundo ciclo (2007-2015)

Momento ascendente

Elecciones de 1986 y 1988 y conflicto por denuncias de fraude electoral

Implementación de políticas de militarización bajo la estrategia de “guerra contra las drogas”

Auge de la movilización

Tratados de Libre Comercio – Chiapas y Levantamiento Zapatista

Crisis humanitaria tras la guerra contra las drogas – Crisis de Desaparición de Normalistas de Ayotzinapa, Guerrero

Principal repertorio de confrontación

Apertura democrática, transparencia electoral y contra la impunidad

Contra la impunidad y la crisis humanitaria producto de la violencia

Redes de presión centralizadas y transnacioPrincipales estrategias nales basadas en las denuncias de las ONG de de presión la capital del país

Articulación de organizaciones sociales y ONG locales y regionales que socializaron denuncias a nivel nacional e internacional

Actores preponderantes ONG

Cmdpdh, Centro Vitoria, Convergencia, Centro Prodh, Frayba, Red TDT

Tlachinollan, Cadhac, Fuundec, Fray Juan Larios, Paso Norte, Red Familiares de Desaparecidos, Centro Prodh

Resultados de los ciclos

Creación de instancias institucionales de garantía de derechos (IFE, CNDH) e Integración paulatina al Sistema Interamericano de Derechos Humanos

Reconocimiento constitucional de los derechos humanos y reconocimiento legal de las víctimas. Socialización y visibilidad de la crisis de desaparición forzada y de derechos humanos. Creación de mecanismos estatales de atención a familiares de víctimas de desaparición forzada

Fuente: elaborada por los autores.

La socialización de los repertorios de confrontación en torno a las desapariciones forzadas fue posible por la articulación de redes de víctimas, redes de trabajo regional entre organizaciones locales, estrategias de documentación de la crisis humanitaria y capacidad de llevar las demandas locales a los escenarios internacionales, y se consiguió la visibilidad pública de este drama humanitario, aunque el presidente Felipe Calderón mantuvo hasta el final de su mandato una defensa férrea de su estrategia militar y se resistió sistemáticamente a aceptar las críticas y recoger las recomendaciones que le fueron formuladas en materia de derechos humanos. La intensidad en el auge de la movilización ha obligado al gobierno de Enrique Peña Nieto a reconocer la crisis de derechos humanos; a pesar de ello, los escándalos suscitados por los graves hechos de violencia y las claras violaciones por parte de la fuerza pública han dejado en evidencia la incapacidad gubernamental para dar respuesta a la crisis.

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Ciclos de movilización y crisis de derechos humanos | Sandra Hincapié Jiménez · Jairo Antonio López Pacheco

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Entrevistas 46. Acosta, Mariclaire. Cofundadora de la Cmdpdh, exinte-

grante de Amnistía Internacional sección México, exsubsecretaria de Estado para los Derechos Humanos y directora de Freedom House México, México. Mayo 2 de 2014.

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rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 26-38 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.02

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Emergencia de populismo y ruptura de acuerdos políticos* César Ulloa** Fecha de recepción: 01 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 09 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.03

R E S U M E N | ¿Por qué es posible la emergencia de populismo en unos países y en otros no? La respuesta gira en torno a un ejercicio de política comparada, en el que se consideran como casos de estudio Ecuador, Venezuela y Uruguay, en un período que comprende desde la tercera ola de democratización (1980) hasta la primera década del siglo XXI. La conjetura propuesta es que la crisis de institucionalidad que da paso al populismo está relacionada con dos situaciones: a) la incapacidad de los partidos por consolidar la coparticipación en el poder y la distribución de cuotas que permitan equilibrios, y b) la ausencia de estas condiciones. PA L A B R A S C L AV E | Populismo, crisis institucional, partidos, cuotas de poder, estrategia política (palabras clave

de autor).

The Emergence of Populism and the Breakdown of Political Agreements A B S T R AC T | Why is the emergence of populism possible in some countries but not in others? The answer revolves around an exercise in comparative politics, in which Ecuador, Venezuela and Uruguay are considered as case studies, over a period ranging from the third wave of democratization (1980) to the first decade of the 21st century. The conjecture proposed here is that the institutional crisis that led to populism is related to two situations: a) the incapacity of political parties to consolidate power sharing and the distribution of quotas to achieve balances, and b) the absence of these conditions. K E Y W O R D S | Populism, institutional crisis, parties, quotas of power, political strategy (Author’s Keywords).

Surgimento do populismo e ruptura de acordos políticos R E S U M O | Por que é possível o surgimento de populismo em alguns países e em outros não? A resposta gira em torno de um exercício de política comparada, no qual se consideram como casos de estudo Equador, Venezuela e Uruguai, num período que compreende a partir da terceira onda de democratização (1980) até a primeira década do século XXI. A conjetura proposta é que a crise de institucionalidade que leva ao populismo está relacionada com duas situações: a) a incapacidade dos partidos para consolidar a coparticipação no poder e na distribuição de cotas que permitam equilíbrios, e b) a ausência dessas condições. PA L AV R A S - C H AV E | Populismo, crise institucional, partidos, cotas de poder, estratégia política (palavras-chave

do autor).

*

Este artículo es parte de un proyecto de investigación más amplio acerca de la emergencia del populismo en la región Andina desde el retorno a la democracia en clave comparada y contó con el financiamento de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso, Ecuador).

**

Doctor en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Ecuador. Profesor de la Universidad de las Américas (Ecuador). Entre sus últimas publicaciones se encuentran: “Una aproximación a las agendas de integración suramericana: ALBA y Unasur”. Ecuador Debate 95: 171-185, 2015, y “¿Es posible la integración con (in) seguridad?: Venezuela-Ecuador y Colombia (2007-2012)”. Cuestiones Políticas 31 (54): 39-59, 2015. * [email protected]

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TEMAS VARIOS

Introducción El giro a la izquierda en América del Sur, así como el análisis de los diferentes tipos de izquierda, trajeron al debate temas de estudio que, en algún momento, se creyeron superados como el populismo.1 Esto no significa que izquierda sea igual a populismo, sino más bien que algunos de estos gobiernos autodenominados izquierdistas han traído de vuelta un conjunto de prácticas políticas que se inscriben en una estrategia que polariza a la población —buenos contra malos—, debilita las instituciones, personaliza el poder y propicia la movilización de las masas para demostrar legitimidad. Gobiernos como los de Venezuela y Ecuador y sus presidentes —Hugo Chávez y Rafael Correa— han sido calificados como populistas por las características expuestas (De la Torre 2013 y 2009; Freidenberg 2011, Gratius 2007; Hawkins 2010; Mayorga 2008; Peruzotti 2008; Ramos 2006). Dentro de este escenario, se explica por qué en algunos países donde se han instalado los gobiernos de izquierda —Ecuador y Venezuela— ha emergido el populismo y también por qué en otro país con un gobierno del mismo signo ideológico —Uruguay— no se ha producido este fenómeno. Para ello, realizaré un ejercicio de comparación con el método de los más similares, propuesto por Przeworski y Teune (1982 [1970]), es decir que en los dos casos la variable dependiente, populismo, tiene el mismo valor, mientras que las variables que explican la emergencia de este fenómeno evidencian comportamientos diferentes en algunas dimensiones —sistemas de partidos, democracia, relación entre los poderes del Estado, coparticipación en el poder por parte de los actores—. La organización de este artículo incluye cuatro apartados. En el primero se introducen las definiciones de populismo, crisis política, y la idea de coparticipación en el poder, bajo una perspectiva de democracia de partidos o partidocracia, con la finalidad de precisar desde qué orientaciones teóricas respondo a la pregunta 1

Para comprender qué se entiende por izquierda se recurre a la definición de Bobbio (2001, 49): “El elemento que mejor caracteriza las doctrinas y los movimientos que se han llamado ‘izquierda’ […] es el igualitarismo, cuando esto sea entendido […], no como la utopía de una sociedad donde todos son iguales en todo sino como tendencia, por una parte, a exaltar más lo que convierte a los hombres en iguales respecto a lo que los convierte en desiguales […], en la práctica, a favorecer las políticas que tienden a convertir en más iguales a los desiguales”. Entre las políticas de los gobiernos de izquierda de la región se encuentran el incremento en la inversión social —educación, salud, servicios básicos y seguridad social—, la redistribución del ingreso y la promesa de una democracia más participativa. Hay una amplia literatura que estudia estos gobiernos (Arditti 2010; Levistky y Roberts 2011; Murray, Cameron y Hershberg 2010). También se ha incursionado en los diferentes tipos de izquierda (Castañeda 2006; Coraggio 2014; Lanzaro 2008; Moreira 2008; Panizza 2009; Tovar 2008).

formulada, y así, explicitar los alcances y límites de la propuesta. Esta parte no tiene como objetivo plantear una discusión teórica sobre las definiciones mencionadas, pero sí precisarlas. En la segunda parte se presenta una breve caracterización del sistema político de los tres países, con énfasis en el papel que cumplieron los partidos en el período de estudio, dado su rol histórico en Uruguay y Venezuela, y, en menor medida, en Ecuador. En esta parte se enfatiza la importancia que cobra la coparticipación en el poder por parte de los partidos y cómo esto logró estabilidad hasta que no se fracturaron los acuerdos interpartidarios e intrapartidarios. En la tercera parte se realiza un recorrido acerca del populismo en Ecuador y Venezuela, con la finalidad de identificar semejanzas y diferencias en las perspectivas de estudio, pero sobre todo, acerca de los casos de Rafael Correa y Hugo Chávez. En la cuarta parte se analiza el grado de relación que hay entre la emergencia del populismo y la coparticipación en el poder, en caso de que esta condición se transforme e introduzca nuevas reglas del juego entre los principales actores.

Definiciones preliminares Se ha dicho que el populismo como fenómeno de estudio había sido superado (Quijano 1998); sin embargo, la emergencia de algunos gobiernos de América del Sur entre las décadas de 1990 a 2010 trajo de nuevo esta discusión. También se ha dicho insistentemente que el populismo es un término resbaladizo y que todo puede calzar en él como si fuese una caja de sastre. Este criterio ha prevalecido por la polisemia del término: populismo como discurso, estilo (Freidenberg 2007; Mayorga 2002), manifestación democrática (Laclau 2007), estrategia (Weyland 2004), entre los más recurrentes. En este trabajo no se propone un debate sobre las múltiples definiciones de populismo; más bien, me adscribo a la propuesta de Weyland (2004); es decir, comprender este fenómeno como una estrategia que no tiene una ideología definida y que se caracteriza por propiciar —por intermedio de un líder carismático— un escenario de polarización —buenos contra malos— mediante discursos que confrontan a todo lo que representa el sistema político vigente que está en crisis. A ello habría que agregar que la confrontación del líder debilita aún más a las instituciones, pero el populismo, en su lógica de refundación del Estado, promete a las masas una nueva estructura política en contextos de movilización y política de calle. Debido a la importancia que han cobrado los medios de comunicación y las tecnologías de la información y la comunicación en la política, el populismo trata de explotar al máximo estas herramientas para generar una suerte de omnipresencia del líder y sentar las bases de la agenda pública.

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 39-50 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.03

TEMAS VARIOS

Acerca de los elementos explicativos del populismo hay varias tesis. Entre las institucionalistas hay una que atribuye este fenómeno a la crisis del sistema político, pero especialmente de los partidos —caso de la región Andina— (Conaghan 2003; Corrales 2006; Freidenberg 2007; Lalander 2002; Rivas 2002), pero también se ha enfatizado en que el populismo puede provocar o ahondar la crisis política, es decir, a la inversa. También hay tesis que asocian el populismo con una conducción económica de corte asistencial y clientelar, sobre la base de una gestión supeditada a réditos electorales (Edwards 2009; Hurtado 2006). Pero si el populismo es el resultado de una crisis, habría la necesidad de comprender esta última desde una connotación estrictamente política. Bobbio, Matteuci y Pasquino (2000, 391) la definen como “[…] un momento de ruptura en el funcionamiento de un sistema, un cambio cualitativo en sentido positivo o negativo, una vuelta sorpresiva y a veces hasta violenta y no esperada en el modelo normal según el cual se desarrollan las interacciones dentro del sistema en examen”. A tales efectos, considero el cambio del sistema político en sentido negativo. Para comprender la relación entre crisis política —con énfasis en el sistema de partidos— y populismo se deben considerar los siguientes criterios. Primero, los sistemas de partidos de los tres países son diferentes. En Venezuela y Uruguay se configuró una democracia de partidos2 entre 1958 y 1993, y de 1810 a 2005, respectivamente, con una breve interrupción por la dictadura en Uruguay. Segundo, en Ecuador, después del retorno a la democracia, se estableció un sistema multipartidista fragmentado en una lógica de confrontación. Tercero, tanto Ecuador como Venezuela entran en una etapa de declive y desaparición de sus sistemas de partidos y de emergencia de populismo.

Caracterización de los casos La caracterización tiene como finalidad contextualizar la pregunta de investigación y generar una vinculación con la conjetura propuesta, es decir, que el populismo surge como sumatoria e interrelación de causas que, principalmente, tiene que ver con la crisis política, 2 “[…] el papel de los partidos tradicionales por su centralidad política, por su vocación para establecer acuerdos y su capacidad para gestionar la conducción del país, particularmente a través del expediente de la coparticipación, esto es, de la distribución de las posiciones de gobierno y la cogestión” (Chasquetti y Buquet 2004, 232), sobre todo para Uruguay. La coparticipación en el poder es una característica de una democracia de partidos, en donde estos participan en la administración de la cosa pública, más allá que hayan resultado ganadores o perdedores de algún proceso electoral, es decir, actúan bajo una lógica de cooperación, sin que ello suponga la renuncia a sus postulados. Autores como Koole (2004) asocian a este fenómeno la acción política de los partidos cartel.

entendida como el declive de los partidos por su imposibilidad de consolidar y actualizar acuerdos de coparticipación en el poder, sin que eso menoscabe el equilibrio de poderes y la lógica de pesos y contrapesos. Ningún país ha estado exento de crisis políticas y económicas, y muchas veces las primeras han sido el correlato de las segundas; sin embargo, la manera de enfrentar esta situación por parte de Ecuador, Venezuela y Uruguay ha sido diferente en tiempo, intensidad y recursos. El papel que han tenido las instituciones ha sido clave. Entonces, si se parte de la conjetura de que el populismo deviene tras una crisis política, más que de una de carácter económico, es una prioridad caracterizar los países de estudio y su funcionamiento antes de la emergencia populista. Venezuela, al igual que Uruguay, fue catalogada como un país ejemplar para Latinoamérica debido a la estabilidad de su sistema político, la consolidación de la democracia y el funcionamiento del bipartidismo (Coronil 2002; Rivas y Caraballo 2005), en un contexto en donde la mayoría de los países tenían regímenes de facto. A partir de la constitución del Pacto de Punto Fijo en 1958, los tres principales partidos —Acción Democrática (AD), el Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei) y la Unidad Republicana Democrática (URD)—, otros sectores de la sociedad civil, el empresariado y la Iglesia acordaron salir de las dictaduras, fortalecer la democracia liberal y promover la estabilidad. Además, fomentar un Estado de Derecho con la expedición de la Constitución de 1961, que fue sustituida en 1999. El Pacto no significó alternancia entre los partidos, pero sí la convivencia entre los sujetos políticos, en una lógica de reparto del poder sobre la base de los recursos petroleros (Coronil 2002). Los partidos eran de alcance nacional; sin embargo desde 1958 hasta 1992, AD gobernó por mayor tiempo, por lo cual fue el partido más popular en Venezuela debido a su vinculación con gremios de trabajadores, maestros y la clase media. El Pacto posibilitó la convivencia pacífica entre los sujetos por el reparto de los recursos del petróleo en una lógica clientelar y asistencial (Alvarado 2005; McCoy 1993), sin que se haya generado con el tiempo un modelo económico que diversifique la economía y sustituya progresivamente los ingresos provenientes de los hidrocarburos. La dependencia del petróleo generó en Venezuela dos fenómenos desde 1958 hasta 1992: a. Clima de bienestar social, apoyo al bipartidismo por parte de la población en época de bonanza (años setenta) y respeto por las reglas del juego entre los partidos. Y pese a que en los ochenta Venezuela, al igual que toda la región, sufrió la década perdida, es decir, el sobreendeudamiento externo, la imposibilidad de crecimiento e incremento de la pobreza, todavía el sistema político se mantuvo en pie, porque los partidos respetaron sus acuerdos. Emergencia de populismo y ruptura de acuerdos políticos | César Ulloa

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b. La imposibilidad de generar otro modelo económico que no sea rentista influyó en el sistema político; sin embargo, esto no explica el desplome de las instituciones y en especial de los partidos, los cuales venían arrastrando una serie de problemas, tales como la incapacidad de renovar liderazgos, la crisis entre el Estado y los partidos, el conflicto entre los políticos de profesión y los tecnócratas en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. En este período se produce el declive del bipartidismo en un contexto en el que se registra la protesta social más importante desde el retorno a la democracia —El Caracazo, 27 de febrero de 1989—, luego de los intentos de golpe de Estado en 1992.

pugna de poderes entre Ejecutivo y Legislativo fue una regularidad (Mejía 2002; Menéndez-Carrión 2003; Sánchez-Parga 1998), debido a que ninguna tienda política registró mayoría en el Congreso Nacional, y tampoco se gestaron acuerdos de gobernabilidad. La mayor crisis del sistema político se registró en la década de 1995 a 2005, cuando el país tuvo seis presidentes y un triunvirato por horas en el año 2000, en un entorno de protesta social, golpes legislativos y emergencia del movimiento indígena como actor con capacidad de veto. A diferencia de Venezuela y Uruguay, Ecuador no logró consolidar un Estado de Derecho, por cuanto el cambio de las reglas del juego fue una regularidad, ni tampoco una democracia de partidos.

Uruguay, como Venezuela, fue considerado un caso paradigmático de democracia, gobernabilidad y cultura política (Chasquetti y Buquet 2004; Caetano 2002; López-Alves 2003; Selios 2006; Valenzuela 2012). Cuenta con el sistema de partidos más antiguo de Latinoamérica —Partido Blanco y Partido Colorado—; implementó un temprano Estado de Bienestar y cimentó una cultura política, a tal punto que la población califica la democracia como el mejor régimen político; asimismo, califica los partidos como las organizaciones políticas indispensables para el funcionamiento del sistema político, y además registra los menores niveles de ausentismo en los procesos electorales. Los partidos uruguayos se convirtieron en la piedra angular del sistema, sin que haya procesos de alternancia, pero sí de coparticipación en el poder. Desde 1990, el Frente Amplio (FA) entró al juego político, incentivando la competencia en un contexto de poliarquía. Tras la dictadura (1973-1985), este país retornó al mismo orden preautoritario (Filgueira 1985), la democracia de partidos. Sin embargo, no ha estado exento de crisis políticas y económicas. Respecto de las primeras, la dictadura es la más evidente, y en cuanto a las segundas, también se manifestaron en la década perdida, los coletazos de la crisis brasileña y argentina y el feriado bancario de 2002 (Demasi, Rico y Rossal 2004). Esto no descalabró el sistema político.

Desde 1983, esto es, antes de que se cumpliera el primer período presidencial y legislativo desde el retorno a la democracia, la Constitución fue sometida a reformas en varias ocasiones. En 19971998 y en 2007-2008 se instalaron asambleas constituyentes que expidieron nuevos cuerpos constitucionales. Adicionalmente en los años 1986, 1994, 1995, 1997, 2006 y 2007 se realizaron consultas populares convocadas por los gobiernos del momento para aprobar reformas legales y constituyentes. (Pachano 2012, 50)

A diferencia de Ecuador y Venezuela, la economía uruguaya no es rentista. Sus principales actividades son la agropecuaria y la industria de cárnicos. El intercambio comercial se desarrolla en el Mercosur —Brasil, Argentina y Paraguay—. Además, su tamaño y demografía son menores que los de los países en comparación. Ecuador no consolidó un sistema de partidos lo suficientemente fuerte y con vinculaciones sociales (Conaghan 2003, Mejía 2003; Menéndez-Carrión 2003). Desde el retorno a la democracia (1979) se constituyó un sistema de multipartidismo fragmentado de corte regional —Partido Social Cristiano (PSC) y Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), en la costa; Democracia Popular (DP) e Izquierda Democrática (ID), en la sierra—. Ninguno pudo llegar a la Presidencia por segunda ocasión. La

Al igual que en Venezuela, en Ecuador la actividad petrolera es la mayor fuente de ingreso, que modela el rentismo. La fórmula desde el retorno de la democracia ha sido rentismo más exportaciones de materias primas. Sin embargo, esta receta no pudo blindar al Estado de la mayor crisis económica que vivió a fines de 1999 e inicios de 2000, con el colapso del sistema bancario, que produjo un feriado bancario y el posterior salvataje. Esto devino en el golpe de Estado contra el presidente Jamil Mahuad, en medio de un clima de protesta social (ver la tabla 1).

Populismo en Ecuador y Venezuela El debate sobre el populismo en Ecuador y Venezuela no es nuevo, pero sí actual, debido a la irrupción en el poder de los gobiernos bolivarianos.3 Esto no significa que las perspectivas históricas de análisis confluyan en las mismas variables explicativas. En Venezuela se habla

3 “Son gobiernos que sustancian sus proyectos ideológico-políticos, tomando elementos parciales del pensamiento de El Libertador Simón Bolívar y próceres locales, como son la integración latinoamericana y la defensa soberana de la ‘patria grande’, bajo la puesta en marcha de regímenes democráticos que buscan ampliar los procedimientos institucionales del liberalismo mediante mecanismos de participación popular, movilización de las masas y redistribución de la riqueza y los ingresos, aunque ello signifique la producción de contextos de permanente tensión e incluso conflicto con otros actores en el escenario internacional debido a sus particulares visiones anti sistema” (Ulloa 2013, 98).

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TEMAS VARIOS Tabla 1. Características político-económicas anteriores a los gobiernos de izquierda Países

Sistema de partidos

Pacto político

Cultura política

Economía

Democracia

Venezuela

Bipartidismo

Sí: Pacto de Punto Fijo

Moderada participación

Rentista

De partidos

Ecuador

Multipartidismo fragmentado

No

Baja participación

Rentista

Inconclusa

Uruguay

Dos partidos predominantes y uno nuevo en competencia

Sí: coparticipación de poder

Alta participación

Agropecuaria e industria de cárnicos

De partidos

Fuente: elaborada por el autor con base en Mejía (2002), Pachano (2007), Sánchez (2008), Rey (1991) y Valenzuela (2012).

de tres momentos de populismo —“sistema populista de conciliación”, primera presidencia de Carlos Andrés Pérez (1974-1979) y la emergencia chavista— (Gratius 2007; Rey 1991), mientras que en Ecuador se ha llegado a decir que este fenómeno es recurrente en la política (Andrade 2004; Conaghan 2011; Freidenberg 2009) y que aparece y desaparece como un fantasma (Burbano 1998). En Ecuador habría un patrón populista que se evidencia con similares características en los presidentes José María Velasco Ibarra, Abdalá Bucaram y Rafael Correa: liderazgo carismático, ideología difusa, confrontación permanente —buenos contra malos, ricos contra pobres—, ataque contra las instituciones y los partidos, discurso de reivindicación de los pobres (Cueva 1979; De la Torre 2006; Echeverría 2006; Freidenberg 2011; Hurtado 1989). El primer momento del populismo venezolano se ubica entre 1936 y 1948. Las masas urbanas, conformadas por sectores heterogéneos, se incorporaron a la vida política y económica del país mediante una estrategia de reivindicación de sus derechos y movilizaciones en la calle contra las dictaduras (Rey 1991). El intento de retornar a la democracia se realiza bajo el liderazgo de los partidos políticos, pero especialmente de AD, con la conducción de Rómulo Gallegos y Rómulo Betancourt. Este proceso se vio interrumpido por una dictadura cívico-militar que pondría en el poder al general Marcos Pérez Jiménez. El segundo período de populismo se ubica en la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez (1974-1979), líder carismático de AD, en un contexto de bonanza que permitiría ejecutar una política asistencial y clientelar de alcance nacional, bajo una lógica de reparto del poder con Copei. Para ese momento, la democracia venezolana está consolidada y el bipartidismo se muestra saludable. En los dos momentos, el análisis que se hace del populismo está asociado con la capacidad del Estado para satisfacer demandas populares mediante políticas asistenciales con la aprobación de las élites partidistas, gremiales y económicas. El pueblo es parte del poder porque es beneficiario de la renta petrolera y participa en la distribución de los ingresos. Esta perspectiva de análisis asocia populismo con una mala gestión económica.

El tercer momento de populismo se produce con la emergencia del teniente coronel (r) Hugo Chávez Frías (1998-2013), en un período de descalabro político debido al colapso del sistema de partidos, incredulidad en las instituciones y una crisis económica acumulada desde fines de los ochenta y noventa por endeudamiento externo, caída de los precios de petróleo, y las fallidas agendas neoliberales —Gran Viraje y Agenda Venezuela— llevadas a cabo por Carlos Andrés Pérez (1989-1993) y Rafael Caldera (1994-1999). El populismo en Venezuela es asociado en los dos primeros momentos con la conducción económica asistencialista del Gobierno más un margen de maniobra clientelar en lo político, mientras que en el tercer momento el populismo es comprendido, más bien, como la irrupción de un líder carismático que tiene la capacidad para movilizar a las masas, introducir un discurso antipolítica,4 confrontar a las élites, desacreditar aún más a las instituciones y refundar el Estado, en una estrategia permanente de presencia mediática y apropiación de los espacios públicos (Alvarado 2005; López y Lander 2000; Madueño 2002; Maihold 2007; Ramos 2002; Rivas 2009). A diferencia de Venezuela, el populismo en Ecuador es analizado a lo largo del tiempo como un fenómeno de la política, antes que como una modalidad de gestión económica de los gobernantes, sobre todo porque el tamaño de la economía ecuatoriana no permitía llevar a cabo planes asistenciales y clientelares con el alcance, cobertura y gasto de Venezuela. En consideración a este antecedente, el populismo en los dos países se produce en contextos diferentes, sobre todo en las variables de estabilidad institucional y sistema político. Ecuador, después de la transición a la democracia, no consolidó un sistema político que cerrase el paso al populismo, pese a que la Constitución que se diseñó para la época, y que fue además refrendada por el voto popular, tenía la intención de crear un sistema de partidos lo suficientemente institucionalizado que no diera entrada a líderes como Velasco Ibarra, con características de 4 Es una manifestación que confronta y trata de desacreditar a las instituciones del sistema político en momentos de crisis y, en especial, cuando la población evalúa de mala manera los partidos políticos, desempeño de la justicia, democracia. Emergencia de populismo y ruptura de acuerdos políticos | César Ulloa

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antipolítica, personalización y confrontación (De la Torre 2006; Echeverría 2006). Es decir, se trató de gestar estabilidad democrática, primero, y un sistema moderno, después. Cuando se hace referencia a un sistema de partidos institucionalizado y moderno, la asociación es de organizaciones con ideología, estructuras orgánicas, mecanismos de vinculación con la sociedad y financiamiento. Cabe decir que los partidos que emergieron en el retorno a la democracia tuvieron una estructura débil y carecían de lazos sociales (Sánchez 2008). No nacieron como resultado de acuerdos con gremios, sindicatos de trabajadores, cámaras empresariales, dirigencia estudiantil o de maestros. Desde el inicio impulsaron una lógica de catch all, es decir, de atrapatodo, electoralmente hablando, y se regionalizaron. En Ecuador, la intención de cerrar el paso al populismo duró aproximadamente dieciséis años hasta que se produjo el triunfo de Abdalá Bucaram, en su tercer intento por llegar a la Presidencia (1996). Este líder, que se autocalificó como “el loco que ama”, utilizó como eslogan “la fuerza de los pobres” y emergió en un contexto de descrédito de la política, más un escenario de crisis económica. Un año antes había iniciado la década de crisis institucional con el juicio político contra el exvicepresidente Alberto Dahik, por el mal uso de los gastos reservados, juicio impulsado por su anterior partido (PSC). Dahik, considerado el cerebro económico del Gobierno, renunció y pidió amnistía a Costa Rica. De esta manera, el populismo entró en escena con la reedición de viejas prácticas políticas. Bucaram explotó una estrategia que incluía un discurso antipolítica; pese a que provenía de un partido, reanudó —al igual que Velasco Ibarra— la idea de perseguido por las élites económicas y políticas, introdujo un mensaje de confrontación —pobres contra oligarquía— y supo movilizar a las masas, pero sólo en tiempo de campaña electoral. El mismo pueblo que votó por él se movilizó para exigir su salida por denuncias de corrupción, inconformidad con su estilo, y también por los anuncios que hizo de eliminar el subsidio del gas. El Legislativo aprovechó el clima de protesta para asestar un golpe de Estado declarándolo “incapaz mental”, con el apoyo de las Fuerzas Armadas. Al igual que en la Constitución de 1979, el golpe de Estado contra Bucaram motivó a los partidos a diseñar una normativa que cerrara el paso al populismo, pero esta vez con dedicatoria contra “el loco”, antes que contra las causas que provocan este fenómeno. En la Constitución de 1998, “la asamblea vota para prohibir la candidatura presidencial de todo aquel que hubiera sido convicto de un crimen sancionado con prisión, o también en el caso de que tuviera en su contra cargos que hubieran alcanzado la fase plenaria del juicio” (Conaghan 2008, 246). Todo ello, porque Bucaram salió del país con juicios en su contra. Sin embargo, la tradicional fórmula del sistema político ecuatoriano de fabricar leyes para salir de los problemas no impidió la emergencia de Rafael Correa diez años después (2007).

Para 1998, Venezuela y Ecuador registraron inestabilidad e ingobernabilidad en un contexto de crisis económica, debido a los coletazos de la década perdida y las políticas neoliberales. El bipartidismo del primero atravesaba el “quinquenio dramático” (1989-1993) (Kornblith 1996). El segundo partido de mayor importancia histórica en Venezuela (Copei) se desintegraba por la salida de su líder fundador, Rafael Caldera, quien buscaba un segundo mandato con el apoyo de otros sectores, coalición que fue denominada “el chiripero”. De manera paralela, los partidos en Ecuador no respetaron la sucesión presidencial de Abdalá Bucaram en 1997 y crearon la figura de presidente interino, quien sería ratificado en las urnas. Posteriormente, y como un intento de salir de la crisis política, los partidos de centro derecha y derecha (DP y PSC) respaldaron la candidatura de Jamil Mahuad, quien corrió con la misma suerte de Bucaram. Fue destituido por un golpe de Estado legislativo por abandono de cargo, en un escenario de movilización y protesta social encabezadas por los indígenas, con el respaldo de oficiales de rango medio de las Fuerzas Armadas, en contra de las medidas del feriado y salvataje bancarios. Al igual que en Venezuela, un oficial del Ejército con rango de coronel se autoproclamó líder, y sería el futuro presidente, Lucio Gutiérrez. Chávez y Gutiérrez emergieron en contextos de crisis política y económica, sobre la base de un discurso nacionalista, anticorrupción y antipolítica. Los dos se asemejan porque no presentaron una ideología definida, y más bien adaptaron sus discursos a la coyuntura electoral, pese a que llegaron con una retórica de izquierda. Al igual que los demás populistas, llegaron al poder con las reglas de la democracia representativa mediante el voto. Provienen del Ejército y se consideraban ciudadanos comunes, como la mayoría del pueblo al que dijeron representar. No obstante, hay elementos que los diferencian. Chávez es carismático, demuestra capacidad para movilizar a las masas5 y sigue un guion movimientista resistiéndose a crear un partido, mientras que Gutiérrez refleja un liderazgo de situación y apuesta por generar un partido. Al poco tiempo de asumir el poder, Gutiérrez siguió las directrices de los organismos internacionales de crédito para salir de la crisis y se distanció de los movimientos

5 Por liderazgo carismático se hace referencia a la definición que Weber (1974) acuñó como dominación legítima: “entendemos aquí por ‘dominación’ un estado de cosas por el cual una voluntad manifiesta (‘mandato’) del ‘dominador’ o de los ‘dominadores’ influye sobre los actos de otros (del ‘dominado’ o de los ‘dominados’), de tal suerte que en un grado socialmente relevante estos actos tienen lugar como si los dominados hubieran adoptado por sí mismos y como máxima de su obrar el contenido del mandato (‘obediencia’)” (Weber 1974, 669). Esta obediencia se produce porque el líder goza de ciertas características que logran un “encantamiento”, debido a la forma como interpela la realidad, y a los recursos discursivos, la capacidad de sintonía y convencimiento que ejerce en la población.

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sociales que lo apoyaron, mientras que Chávez se fue radicalizando contra el sistema político interno, lo que denominó el Imperialismo (EE. UU.) y los organismos internacionales de crédito, sobre todo desde el golpe de Estado en su contra en 2002. Estos líderes llegaron al poder con la oferta de refundar la patria mediante la realización de una Asamblea Constituyente, pues las demandas populares apuntaban al cambio de las reglas del juego en materia de derechos, garantías y modelo de Estado. Chávez sí lo hizo, y Gutiérrez incumplió su promesa. Chávez resistió el golpe de Estado en su contra, mientras que Gutiérrez corrió la misma suerte de sus antecesores (Bucaram y Mahuad): fue sujeto de un golpe legislativo en un contexto de movilización producido sólo en la ciudad de Quito por un colectivo heterogéneo, sin cabeza visible ni consignas claras, autodenominado movimiento “Forajido”. Después de estos antecedentes, Rafael Correa irrumpió en la vida política con una estrategia populista que incluía un discurso de confrontación a los partidos (la partidocracia), la idea de refundar la patria mediante una Asamblea Constituyente, al igual que Chávez; ciertos elementos de nacionalismo y respeto a la soberanía (geopolítica y económica), distanciamiento de los multilaterales de crédito y la ampliación de los derechos sociales, económicos y políticos. El escenario fue favorable para Correa, como lo fue en su momento para Chávez y Gutiérrez, porque la población expresaba el mayor descrédito respecto a las instituciones políticas y el sistema económico; sin embargo, Correa no asumió el poder en un momento de crisis económica, debido a que el anterior Gobierno registró el mayor crecimiento desde el retorno a la democracia. Uruguay, al igual que Ecuador, retornó a la democracia a inicios de los ochenta; sin embargo, la transición fue diferente, por cuanto la dictadura militar violentó los derechos humanos, cientos de personas se exiliaron y hubo confrontación militar con el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, que operó bajo la táctica de guerrilla urbana en las décadas de los sesenta y setenta. La transición fue el resultado de un acuerdo civil militar (Finch 1985) bajo la modalidad de una salida negociada mediante un acuerdo de alianzas multiparti-

dista, intersectorial e intersocial (Corbo 2007; Filgueira 1985). Filgueira (1985) sostiene que se trató del regreso al orden preautoritario, en el cual los partidos lograron el monopolio de la representación política, pero con la variante que entró desde los setenta a la competencia interpartidaria, el FA, de orientación de izquierda. En este contexto, el primer gobierno de José María Sanguinetti tuvo el respaldo de los tres partidos (Colorado, Blanco y FA), e, incluso, el FA participó en algunos cargos (Caetano 2005; Corbo 2007). Este acuerdo se inscribió en la lógica de coparticipación en el poder entre blancos y colorados. A diferencia de Ecuador y Venezuela, en Uruguay no se registran fenómenos de populismo. Los líderes de los partidos no apelaron a estrategias como movilización de las masas, política de calle o juegos de suma cero dentro de un discurso de confrontación permanente. Tampoco se registraron, ni antes ni después de la dictadura, síntomas de antipolítica o personalización. Pese a que en Uruguay no hay evidencias de populismo, esto no significa ausencia de crisis políticas y económicas, pero no con la misma intensidad ni con similar correlato que en los países andinos. La crisis política tuvo como consecuencia la dictadura (1973-1985), mientras que la económica se produjo en los años noventa como contagio de sus vecinos (Brasil y Argentina), junto con la crisis del sistema bancario, que se produjo en casi todos los países de la región. Las crisis no explican por sí solas la emergencia del populismo. Es la fortaleza o la fragilidad de las estructuras políticas (instituciones) y económicas (modelos) lo que permite comprender cómo se originan las crisis y cuál es su correlato. Cuando las crisis políticas son el resultado de un quiebre institucional, en donde los partidos dejaron de ser los mediadores entre la sociedad y el Estado, la población busca una alternativa diferente, que se expresa en la figura de un líder redentor, como en los países andinos; mientras que si los partidos siguen siendo los canales de mediación, pese a que se registren momentos de crisis, la población seguirá apoyando dichos partidos como organizaciones que tienen el derecho a asumir la representación política (ver la tabla 2).

Tabla 2. El populismo antes de los gobiernos bolivarianos

Casos de análisis

Fenómeno de estudio

Variables explicativas Crisis política Fractura Movilización coparticipación poder social

Crisis económica

Populismo

Colapso partidos

Ecuador





No (nunca hubo acuerdo)





Venezuela











Uruguay

No

No

No

No



Bancaria y financiera

Fuente: elaborada por el autor con base en Valenzuela (2012), De la Torre (2009), Tovar (2008), Peruzotti (2008), Pachano (2007), Chasquetti y Buquet (2004), Madueño (2002) y Lanzaro (1998). Emergencia de populismo y ruptura de acuerdos políticos | César Ulloa

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Fractura de coparticipación de poder y populismo Venezuela y Uruguay, pese a las particularidades de sus sistemas políticos, fueron catalogados como ejemplares por su trayectoria democrática y estabilidad política, situación que no ocurrió con Ecuador. El éxito de la democracia de estos países se explica por la consecución de acuerdos políticos y económicos de largo plazo entre los partidos, en coparticipación con diversos sectores de la sociedad, pero esto no fue suficiente para cerrar el paso al populismo en Venezuela.6 La coparticipación en el poder en Venezuela tiene un momento fundacional en el Pacto de Punto Fijo (1958), en donde los líderes de los tres principales partidos políticos —Rómulo Betancourt de AD, Rafael Caldera de Copei y Jóvito Villalba de URD— acuerdan una transición a la democracia caracterizada por la estabilidad, un régimen político bajo un sistema moderno de partidos, la expedición de una nueva Carta constitucional (1961) y la participación de diversos sectores de la sociedad en este proceso. Entre las finalidades de este acuerdo estaban como puntos principales: la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil, la nacionalización del petróleo bajo un modelo rentista y la construcción de un Estado de Bienestar gracias a la bonanza petrolera —que llegó a su efervescencia en la década de los setenta—, y la institucionalización de un sistema político moderno. Para precisar los alcances y los límites del Pacto, Kornblith (1996) dice: Los principales acuerdos explícitos son: el Acta de Avenimiento Obrero-Patronal firmado el 24 abril de 1958 entre representantes de Fedecámaras y el Comité Sindical Unificado. El Pacto de Punto Fijo, firmado el 31 de octubre de 1958, entre representantes de los partidos AD, Copei y URD. La Declaración de Principios y Programa Mínimo de Gobierno, firmado el 6 de diciembre de 1958 por los candidatos presidenciales de los partidos AD, Copei y URD. La Ley de Concordato Eclesiástico, mediante el Convenio suscrito entre el Estado de Venezuela y la Santa sede, firmado el 6 de marzo de 1964 entre representantes del Papa Paulo VI y el Presidente Rómulo Betancourt. (Kornblith 1996, 3)

Desde 1958 hasta 1992, el bipartidismo (AD y Copei) había logrado el monopolio de la representación política, lo que significó la pérdida gradual de convocatoria de la URD, así como de los partidos de izquierda que nunca fueron parte del Pacto. El bipartidismo, en

6 En Venezuela, el mayor ciclo democrático se desarrolló entre 1958 y 1992, mientras que en Uruguay se observa este fenómeno desde su nacimiento como nación hasta la dictadura de 1973, y luego, tras el retorno del orden democrático en 1985.

el transcurso de tres décadas, alcanzó una cobertura nacional bajo el signo de dos tendencias ideológicas —la socialdemocracia adeca y la democracia cristiana copeyana—. Estas tendencias no estaban contrapuestas, porque siguieron el modelo rentista sobre una lógica de operación clientelar y asistencial. Tal es así, que no se logró cambiar la matriz productiva y, más bien, se fortaleció la dependencia del petróleo. Tampoco se diversificó la producción en otros sectores de la economía, siendo el efecto a mediano y largo plazo la importación de hasta el 70% de productos, incluidos los de primera necesidad. Parafraseando a Coronil (2002), “el Estado mágico” tuvo la capacidad de seducir mientras los precios del petróleo estaban en su mejor momento. La oposición en Venezuela fue moderada y colaborativa. La Constitución de 1961 fue respetada por los diferentes actores sociales, y no se buscó como salida a las diferencias políticas la fabricación de leyes, como en el caso de Ecuador. Dentro de los partidos hubo la reproducción programada de líderes hasta 1989, cuando Carlos Andrés Pérez se postuló a su segundo mandato y ganó. De esta manera, se rompió la convivencia interna en los partidos, pues quedaron cerradas las puertas a otros liderazgos. Si bien la Constitución de 1961 permitía la reelección presidencial por una sola vez después de un período, el líder histórico de AD, Rómulo Betancourt, nunca hizo uso de esta norma y más bien se mostró contrario a repetir en el poder. La misma ruptura de los acuerdos internos en los partidos fue producida por Rafael Caldera en Copei (1993), quien al no tener el respaldo de su partido para postularse a un segundo mandato creó otra agrupación (Convergencia), con el apoyo de disidentes y otras agrupaciones. Estas acciones generaron los primeros síntomas de antipolítica, pues la población comenzó a cuestionar al bipartidismo por las pugnas internas. Ahí se comenzó a fracturar la coparticipación en el poder. Respecto de Uruguay, su trayectoria democrática es de más larga data que la de Ecuador y Venezuela. Los partidos surgieron antes de la República y no hay registros de clivajes de clases (Valenzuela 2012). La temprana construcción del Estado de Bienestar generó un contexto de alta participación política y una cultura en donde “[…] los ciudadanos más interesados en los asuntos públicos son al mismo tiempo los más críticos con el funcionamiento del sistema” (Selios 2006, 65). Se registra un empoderamiento histórico en temas sociales y políticos. Una semejanza con Venezuela es la constitución de un sistema bipartidista —blancos y colorados—, en el que, si bien no hubo alternancia, sí se produjo coparticipación (Lanzaro 1998), sobre la base de una lógica de oposición colaborativa. En Uruguay se implementó una democracia de partidos (Chasquetti y Buquet 2004) y reacomodo de consensos (De Riz 1985; Valenzuela 2012). Incluso, en el retorno a la democracia, el presidente colorado José María Sanguinetti ejerció el poder “[…] con un esquema de gober-

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nabilidad amplio garantizado por el Partido Nacional —en especial verificado en el Parlamento y durante el período 1985-1987—, lo que no obstó a menudo a arduas negociaciones de los asuntos caso a caso” (Caetano 2005, 306). De la misma manera operó con el FA. En Uruguay, a diferencia de Venezuela, hubo una primera etapa de reproducción programada de líderes antes de la dictadura, pero además, la repetición en el poder por parte de Sanguinetti no provocó la antipolítica, por la fortaleza de los acuerdos internos en los partidos.

partidos, contraviniendo el acuerdo de reparto del poder y la coparticipación en las decisiones de mayor importancia. Este equipo impulsó una agenda neoliberal (El Gran Viraje) que tuvo como finalidad sustituir el modelo rentista y seguir las recetas del Consenso de Washington y de los organismos multilaterales de crédito: reducir el tamaño del Estado, dar mayor participación al sector privado en el negocio petrolero, reducir los subsidios de los combustibles. Desde 1989, la ruptura de los acuerdos devino en crisis política.

Pese a que en Uruguay no se registra un acuerdo como el Pacto de Punto Fijo, sí hay consensos como el del retorno a la democracia. Los partidos negociaron la manera de volver a las reglas del orden preautoritario, encontrar una salida de la dictadura en términos pacíficos y respetar la Ley de Caducidad, en donde se salva de responsabilidad a las Fuerzas Armadas por las violaciones a los derechos humanos en su régimen de facto. Aunque al retornar la democracia se quedaron por fuera del acuerdo varios sectores de izquierda, esto no impediría la consolidación del Frente Amplio. Esto evidencia que al haber una trayectoria histórica-política de coparticipación en el poder por parte de los partidos, el respeto por la institucionalidad interna de éstos y una cultura política de los ciudadanos caracterizada por la participación activa, los acuerdos son más duraderos y se cierran las puertas al populismo. En este contexto, las crisis son más fáciles de superar porque no se desordena el sistema.

Cobra sentido la hipótesis de que una fractura en la coparticipación del poder entre los partidos da paso a la crisis política y, por lo tanto, al populismo. Cuando no hay tal fractura, incluso se resuelve una crisis económica. Por ejemplo, Venezuela registró en 1983 una de la mayores crisis económicas, conocida como el Viernes Negro (18 de febrero), debido a la devaluación de la moneda frente al dólar, control de cambio y restricción de la salida de divisas; sin embargo, no se produjo una crisis porque el Pacto aún se mantenía, y los partidos sumaron esfuerzos para mantener el statu quo. De la misma manera, en el Uruguay posdictadura se produjeron momentos de crisis económica, pero al mantenerse los acuerdos políticos entre los partidos no hubo una salida populista: en 1998 el PIB cayó 20 puntos (De Armas 2006) y en 2002 se produjo la crisis de la tablita —financiera y bancaria—, mejor conocida como la crisis de las devaluaciones preanunciadas de la moneda uruguaya (Bértola y Bittencourt 2005), que se expresó en un feriado bancario, desempleo e incremento de la pobreza, efectos que fueron el resultado de las crisis de los países vecinos, como Argentina y Brasil. El primero abandonó la convertibilidad y el segundo puso al real a tres por un dólar (Demasi, Rico y Rossal 2004).

Venezuela no logró sostener y mejorar el Pacto de Punto Fijo porque se fragmentaron las reglas de la oposición colaborativa entre los partidos, así como los acuerdos dentro de éstos. Si bien el Pacto fue el resultado de un acuerdo entre múltiples actores sociales, no se logró instaurar reformas políticas a tiempo y dar respuestas a la población en momentos de crisis económica por la caída de los precios del petróleo. En un momento, el bipartidismo creyó que la instalación de la Comisión para la Reforma del Estado (Copre) en el gobierno de Jaime Lusinchi (1984-1989) permitiría renovar el Pacto mediante la democratización interna de los partidos, la reforma judicial, la descentralización del Estado; sin embargo, sólo se concretó la elección de alcaldes y gobernadores de manera directa, secreta y universal. Uno de los fracasos de la Copre fue su integración: la mayoría de los miembros eran de AD y se dejó de lado a otros sectores (López y Gómez 1990). El Pacto tampoco resistió la repetición de los líderes del bipartidismo en el poder ni, peor aún, la manera como estos condujeron el Estado, bajo lógicas contrarias al clientelar asistencialismo. Una de las principales razones de la crisis que dio paso al populismo en la figura de Chávez fueron las medidas adoptadas por Carlos Andrés Pérez en su segundo mandato: colocó en el gabinete en puestos de trascendencia política y económica a un conjunto de tecnócratas que no provenían de los

En Ecuador no hay evidencias de la consecución de acuerdos políticos de largo plazo, programas mínimos de gobernabilidad o “treguas políticas” entre los diferentes sectores de la sociedad. Este aspecto marca una diferencia con Venezuela y Uruguay. La lógica política ha estado caracterizada por la pugna de poderes y alianzas coyunturales entre bloques legislativos para sacar adelante proyectos muy puntuales orientados a la satisfacción de los intereses grupales. Esta misma imposibilidad de acuerdos ha devenido en ciclos permanentes de inestabilidad, sucesión de presidentes, reformas permanentes de leyes, como salidas a los problemas estructurales, y la personalización de la política.7 7 “Entre 1925 y 1948 se habían sucedido 27 gobiernos, de los cuales solamente tres se originaron en elecciones directas, mientras que doce fueron encargados del poder, ocho nacieron de golpes de Estado y cuatro fueron nombrados por asambleas constituyentes. Entre 1948 y 1961 se vivió un período de estabilidad con la sucesión de tres gobiernos surgidos de procesos electorales […] desde 1961 hasta 1979 se instauró nuevamente la inestabilidad […] golpe militar de 1963, nominación de un presidente interino Emergencia de populismo y ruptura de acuerdos políticos | César Ulloa

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En Ecuador, las crisis económicas han agudizado las crisis políticas, pues al no haber una institucionalidad lo suficientemente estable que oriente los esfuerzos de los distintos actores a la solución de los problemas, el sistema ha colapsado de manera permanente. La entrada del populismo es más fácil: un líder que aparece de manera intermitente y ofrece la solución inmediata a los problemas, explota un discurso contra las instituciones porque no dan respuesta a las demandas de la sociedad, introduce la idea de refundar el Estado y moviliza las masas como sinónimo de legitimidad y participación de éstas en el poder. A diferencia de Venezuela, la imposibilidad de lograr acuerdos entre la clase política de Ecuador valida la hipótesis de que si no hay coparticipación en el poder, las crisis son latentes por la disputa de intereses.

Conclusiones La emergencia del populismo en Venezuela y Ecuador está estrechamente relacionada con las crisis que se produjeron en sus sistemas políticos, debido a la incapacidad que demostraron los partidos para consolidar acuerdos institucionales de gobernabilidad y estabilidad a largo plazo, bajo una lógica de oposición colaborativa y coparticipación. Para el caso de Venezuela, la ruptura de acuerdos inter- e intrapartidistas agudizó la crisis política, pues la exclusión de actores claves en la toma de decisiones sobre el contexto económico —fines de los ochenta y noventa— erosionó las bases de legitimidad de los partidos. Ejemplos de lo anterior son: a) la proclamación por segunda ocasión como candidatos a la Presidencia de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera, b) el giro tecnocrático que impulsó Pérez, c) la imposibilidad de sintonizar con las demandas de los sectores más golpeados por la crisis económica. Esto dio paso a la entrada en escena de otras agrupaciones políticas y de actores populistas como Hugo Chávez. Para el caso de Ecuador, los partidos (PSC, PRE, ID y DP) no tuvieron la capacidad de lograr acuerdos al retorno de la democracia como el Pacto de Punto Fijo o de cimentar una cultura de democracia de partidos como en Uruguay. Esta característica del sistema político ecuatoriano lo vuelve más permeable al populismo; por esta causa, esta expresión de la política termina convirtiéndose en un elemento constitutivo de la cultura política. Los acuerdos a los que han llegado los partidos han sido coyunturales y sobre la base de satisfacer intereses grupales y coyunturales. A diferencia de Venezuela y Uruguay, la salida de las crisis políticas y económicas ha tenido como correlato la reforma de

leyes e, incluso, la redacción de nuevas constituciones. En este contexto, las crisis económicas han agudizado las políticas, pues la fragilidad institucional se ha expresado en la imposibilidad de llegar a acuerdos, incluso para salir de las mismas crisis, situación contraria a lo que se registra en Uruguay. Uruguay, a diferencia de Venezuela, ha podido mantener una cultura institucional, en la que los partidos siguen siendo los vectores principales en la consolidación de la democracia liberal. Pese a que no se evidencian en su historia acuerdos como el Pacto de Punto Fijo, y que tampoco hay una bonanza económica que permita la distribución de los ingresos por el petróleo, sin embargo en Uruguay se logró crear un Estado de Bienestar bajo una alta participación de la sociedad y un manejo político que incluía la coparticipación en el poder y el reparto de cargos entre los partidos. Es decir, el partido que perdía las elecciones no era derrotado. Incluso, el ingreso de un tercero como el Frente Amplio no desmoronó el sistema, sino que más bien alentó la competencia y la posibilidad de abrir el espectro ideológico. Los tres casos analizados son diferentes, situación que permite llegar a explicaciones de la realidad con mayor argumento bajo una lógica de comparación, en donde el populismo entra en escena si se cumple esta condición necesaria: crisis de las instituciones, en especial de los partidos, como resultado de la ausencia de coparticipación en el poder de sus principales actores, más el quiebre de los acuerdos que permitieron cierta estabilidad política. A lo anterior habría que añadir que la inestabilidad institucional, cuando es una constante, contribuye a la emergencia de populismo.

Referencias 1.

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5. (1966), la conformación de una asamblea constituyente, la nominación de otro presidente interino (1967), la elección de un presidente (1968), un autogolpe (1970) y un nuevo golpe militar (1972)” (Pachano 2007, 39-40). De la misma manera, entre 1995 y 2005 hay más de cinco presidentes.

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Emergencia de populismo y ruptura de acuerdos políticos | César Ulloa

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rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 39-50 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.03

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Íconos, sentidos e identidades en movimiento: estrategias, prácticas y discursos en una comunidad musulmana de la Ciudad de Buenos Aires* Mari-Sol García Somoza** – Mayra Soledad Valcarcel*** Fecha de recepción: 01 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 09 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.04

R E S U M E N | Analizaremos los procesos de reconstrucción identitaria en una comunidad chiita de Buenos Aires considerando los efectos de la globalización y los fenómenos transnacionales. Primero, reflexionaremos sobre las estrategias institucionales, las prácticas y los recursos simbólicos desplegados por sus miembros para definir su presencia en el espacio público. Luego, consideraremos el impacto del Islam Político en la praxis y retórica discursiva de este grupo. Finalmente, indagaremos en la relación existente entre el lenguaje político-religioso, la promoción de una moral familiar tradicional y la inscripción corporal —en especial en las mujeres— de la musulmanidad. Se concluirá que convertir determinados diacríticos identitarios en íconos y apoyar ciertas causas políticas, les permite reivindicar su pertenencia a un linaje de creyentes, como renegociar su posición dentro del campo socio-religioso argentino. PA L A B R A S C L AV E | Islam, identidad, globalización (Thesaurus); espacio público, transnacionalidad, hiyab (palabras clave de autor).

Icons, Meanings and Identities in Motion: Strategies, Practices and Discourses in a Muslim Community in Buenos Aires A B S T R AC T | We analyze the processes of identity reconstruction in a Shiite community in Buenos Aires taking the effects of globalization and transnational phenomena into account. First, we reflect on the institutional strategies, practices and symbolic resources deployed by its members to define their presence in the public space. We then look at the impact of Political Islam on this group’s praxis and discursive rhetoric. Finally, we explore the relationship between political-religious language, the promotion of traditional family morality and corporal inscription —especially among the women— of Muslim identity. We conclude that turning certain diacritics of identity into icons and supporting certain political causes allows them to vindicate their belonging to a lineage of believers and to negotiate their position within the Argentine socio-religious field. K E Y W O R D S | Islam, identity, globalization (Thesaurus); public space, transnationality, hijab (Author’s Keywords).

Ícones, sentidos e identidades em movimento: estratégias, práticas e discursos numa comunidade muçulmana da cidade de Buenos Aires R E S U M O | Analisam-se os processos de reconstrução identitária numa comunidade xiita de Buenos Aires considerando os efeitos da globalização e os fenômenos transnacionais. Primeiro, reflete-se sobre as estratégias institucionais, sobre as práticas e os recursos simbólicos implantados por seus membros para definir sua

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Este artículo surge de investigaciones independientes llevadas a cabo por ambas autoras en el marco de las becas doctorales otorgadas por el Conicet (Argentina).

Magíster en Ciencias Sociales por L´École des Hautes Études en Sciences Sociales (Francia), estudiante de doctorado en Sociología y Antropología Cultural en la CANTHEL/Université Paris Descartes (Francia) – Universidad de Buenos Aires (Argentina). Entre sus últimas publicaciones se encuentran: “Géneros, religiones y sexualidades: relaciones, intersecciones y confrontaciones” (en coautoría). Sociedad y Religión 42 (XXIV): 133-143, 2014. [email protected] *** Licenciada en Ciencias Antropológicas con Orientación Sociocultural Universidad de Buenos Aires (Argentina), estudiante de doctorado en Antropología en la misma Universidad. Entre sus últimas publicaciones se encuentran: “Sierva de Allah: cuerpo, género e Islam”. Revista Cultura y Religión 8 (2): 54-82, 2014. [email protected]

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presença no espaço público. Depois, considera-se o impacto do Islã Político nas práxis e na retórica discursiva desse grupo. Finalmente, indaga-se sobre a relação existente entre a linguagem político-religiosa, sobre a promoção de uma moral familiar tradicional, e a inscrição corporal —em especial nas mulheres— da muçulmanidade. Conclui-se que transformar determinados diacríticos identitários em ícones e apoiar certas causas políticas permite reivindicar seu pertencimento a uma linhagem de fiéis, como renegociar sua posição dentro do campo sociorreligioso argentino. PA L AV R A S - C H AV E | Islã, identidade, globalização (Thesaurus); espaço público, transnacionalidade, hijab (palavras-chave do autor).

Presentación: circulación de sujetos, cuerpos e íconos1 Pese a que tradicionalmente el islam no promueve la creación de íconos religiosos ni de imágenes, en la actualidad es posible observar una producción iconográfica y simbólica como parte de un proceso de paulatina y creciente visibilización de distintas identidades sociales. Teniendo en cuenta la reutilización de los diacríticos identitarios como estrategias políticas en contextos de transnacionalización y glocalización (Robertson 2000; Segato 2007), en este trabajo queremos dar cuenta de cómo esta producción icónica se despliega en un espacio local/transnacional que se materializará en la corporalidad islámica femenina y en el desarrollo de una producción discursiva institucional específica que permite su puesta en visibilidad dentro del campo social. Detrás de las referencias clásicas de conceptos islámicos están aquellas otras que se construyen en el terreno mismo: surgen del movimiento, de la circulación de los sentidos y cuerpos, producidas desde las experiencias de los actores, reinterpretadas y reelaboradas. Dentro de este rico corpus semántico, podemos distinguir diversos sentidos del cuerpo construidos tanto desde el interior de las instituciones como por fuera de éstas, que se despliegan en un abanico que contiene la multiplicidad semiótica a la que se adhieren los íconos. Tal es el caso del hiyab y la relación que pone de manifiesto entre identidad, moral y corporalidad. Vayamos a algunos conceptos de base. En el campo de la lingüística, el ícono designa al signo que se encuentra en relación de semejanza con la realidad exterior. Dentro de las teorías semióticas clásicas, la teoría del signo elaborada por Pierce entiende la semiosis como la relación o influencia tri-relativa entre un signo, un objeto y un interpretante (Verón 1998). El proceso de semiosis se inicia cuando un objeto dinámico —real o imaginario— es representado por un signo (representamen) y el significado de ese signo (objeto inmediato) puede explicarse (traducirse en un interpretante). Representamen, objeto inmediato e interpretante son signos o

1 Agradecemos la lectura y los comentarios del Dr. Marcos Carbonelli.

entidades semióticos abstractos que están para alguien particular en lugar de alguna otra cosa, en función de ciertos aspectos o capacidades. Los tres intervienen en este proceso semiótico a través del cual se puede crear, conocer e interpretar. Ahora bien, detengámonos en la segunda tricotomía propuesta por Pierce, que considera al signo en su relación con el objeto, distinguiendo tres términos: ícono, índice y símbolo. El ícono es un signo que representa al objeto reproduciendo alguno de sus rasgos o cualidades, estableciéndose de este modo una relación de analogía. De aquí, el hiyab o imagen de un hiyab puede ser utilizado como metáfora genérica de la mujer musulmana. Luego, el índice coexiste con el objeto señalando su existencia, estableciendo una relación de contigüidad. El caso que trataremos en la última sección sobre una mujer que “lucha” por obtener su documento nacional vistiendo hiyab es un ejemplo del uso del pañuelo como seña identitaria. Finalmente, el símbolo es la representación de los objetos a partir de una ley o convención social como es la distinción halal-haram (permitido/prohibido) dentro del islam. Es necesario conocer esa ley para poder establecer la relación que mantiene con el objeto (Valcarcel 2013, 125-128). Si un ícono designa al signo que mantiene una relación de semejanza con el objeto representado, nos preguntamos, entonces, ¿qué sucede cuando ese ícono desplaza la relación de semejanza con el objeto hacia otros espacios y objetos por fuera de la representación clásica? En otras palabras, si el hiyab —para tomar un ejemplo— indica una relación directa con lo religioso, ¿cómo se entiende cuando la imagen traslada su correspondencia hacia lo político y lo étnico, dotando a lo religioso de otros sentidos en correspondencia con los procesos identitarios en contextos de transnacionalización? Si buscamos en las definiciones clásicas, la palabra hiyab o hidjab (cortina) representa “todo velo ubicado delante de un ser u objeto para sustraerlo de la vista o aislarlo” (Bearman et al. 2014). En el Corán, el término aparece nombrado sólo siete veces, y se encuentran definiciones precisas y algunas metafóricas de la palabra. En un sentido general, hiyab refiere a la separación —velo que separa a María de los suyos— y al aislamiento (gineceo) de las esposas del Profeta —que más adelante

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se extiende y generaliza al conjunto de las mujeres musulmanas—. En otro pasaje, indica la separación en el día del Juicio Final de los elegidos y los condenados por medio de un hiyab; así, también, según algunas interpretaciones, se lo nombra como una muralla destinada a proteger al elegido del resplandor divino. Por último, igualmente puede designar una especie de velo que envuelve efectiva o místicamente a los seres y las cosas, aunque sobre esta última definición existen interpretaciones exegéticas divergentes. Desde el islam clásico hasta el contemporáneo esta palabra ha transformado sus sentidos, aunque sin dejar de mantener cierto grado de relación con las fuentes sagradas, y ha servido como base para la construcción de identidades tanto políticas como étnico-religiosas. De esta forma, veremos que el hiyab define una imagen del cuerpo, así

como una forma de habitarlo (embodiment). Se construye como ícono de la musulmanidad (o islamicidad) femenina local en resonancia con un movimiento transnacional. En el presente análisis proponemos entender el uso del hiyab siguiendo las tres dimensiones analítico-metodológicas propuestas por Scheper-Hughes y Lock (1987) sobre la corporalidad: el hiyab puede funcionar como símbolo de control social (cuerpo social); como expresión de determinada ética disciplinaria (cuerpo político); y como un elemento a través del cual se vive y experimenta el din (cuerpo religioso) islámico (cuerpo religioso) (Valcarcel 2014a, 165-166, y 2014b, 78) (ver el gráfico 1). a. El cuerpo social islámico se hace eco en prácticas locales reflejadas en el discurso de las instituciones y en el grupo de pertenencia.

Gráfico 1. Hiyab y corporalidad: análisis semiótico

Objeto dinámico (Real o imaginario)

Ícono

(Signo que representa al objeto reproduciendo algunos de sus rasgos o cualidades) Ej: Fotografías, imágenes, dibujos de mujeres con hiyab

Índice

(Coexiste con el objeto señalando su existencia, estableciendo relación de contigüidad) Ej: Hiyab como diacrítico o seña identitaria

Símbolo

(Representación a partir de una ley, hábito, acuerdo tácito o convención social) Ej: Hiyab como símbolo de resistencia (gesto político), pudor (moral sexual islámica) u opresión/sumisión vs liberación secular

Representamen

Interpretante Análisis Semiótico

Íconos, sentidos e identidades en movimiento | Mari-Sol García Somoza · Mayra Soledad Valcarcel

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b. El cuerpo político islámico se desarrolla con el despliegue de estrategias de conexión transnacional que se cristalizan en un proceso más amplio de revitalización (neo)étnica y religiosa a través del Islam Político. c. El cuerpo religioso islámico se estructura bajo la diferenciación entre lo halal y lo haram. A partir de los datos de campo observamos que existen diferentes niveles de práctica religiosa, que dan lugar a una religiosidad desregulada, pues no todas las mujeres entrevistadas construyen y viven su musulmanidad de la misma manera. Entre las diferencias más marcadas se pueden mencionar el uso del hiyab y la observancia de los cinco pilares del islam. Ya presentados algunos de los puntos teórico-conceptuales de partida, este trabajo se articulará en cuatro momentos. Para empezar, desentrañaremos la lógica de las construcciones identitarias desde un marco socio-historiográfico, en donde observamos un desplazamiento del eje de atribución y autoatribución identitaria. Enseguida, vincularemos estas construcciones identitarias con relación a la configuración que la territorialidad ha adquirido en el contexto transnacional y la forma en que las personas exhiben los diacríticos identitarios (heráldica cultural), trasladando los marcadores territoriales (logomarcas) y volviendo expansibles esos territorios —físicos e imaginarios— (Segato 2007). La religión se reterritorializa a través de los cuerpos. En este sentido, analizaremos las praxis, los discursos, recursos y estrategias desplegados por un sector de la comunidad musulmana local para reconstruir su identidad, respetando su especificidad, al mismo tiempo que reafirman su conexión transnacional. Finalmente, veremos cómo en la comunidad musulmana del barrio de Floresta se tejen sentidos sociales, religiosos y políticos, desde una producción icónica en particular. En esta dirección, buscan desarrollar estrategias político-discursivas, institucionales y simbólicas con el objetivo de activar su visibilidad pública a través de “sus voces, praxis e imágenes”. Y también para alcanzar legitimidad y reconocimiento2 entre sus conciudadanos, consolidando su pertenencia en el “ser nacional”. En suma, analizaremos estrategias que intentan volver públicos sus proyectos y reclamos, al tiempo que buscan crear iconografías —como el hiyab en las mujeres— que redefinen su identidad tanto hacia adentro como fuera del grupo de pertenencia.

2 Siguiendo la definición de identidad de Arendt (2007 [1958]), para que un individuo sea reconocido por los otros es necesario que se cumplan dos condiciones: ser visto y ser escuchado por sus conciudadanos.

De la arabidad a la musulmanidad: la identidad recompuesta A lo largo de las últimas décadas, el campo religioso argentino presenta una tendencia hacia la diversidad, aunque en su interior mantiene una fuerte impronta cristiana —un 76% de la población se reconoce católica— (Mallimaci 2008, 6). Este proceso de apertura se fue gestando y fortaleciendo junto con la recuperación de la democracia en 1983, momento en que comienza a incrementarse de forma paulatina un clima de tolerancia hacia las minorías religiosas, étnicas y culturales (Bianchi 2004). Encontramos cambios no sólo en la configuración del espacio público local, sino también en el espacio religioso, que da lugar a una mayor visibilidad de las múltiples pertenencias y actitudes religiosas. En suma, se va dibujando un escenario complejo, móvil y plural, pero no por ello menos conflictivo: una constelación3 que nace de la conjunción de variables —imágenes, atributos, estigmas— y procesos sociales que dejan escuchar las disímiles voces de los actores, las que durante mucho tiempo permanecieron “invisibilizadas” en la arena del diálogo público, reconfigurándola a través de estrategias contradiscursivas. Más que “nuevos movimientos sociales”, aquí son “otras voces” las que se hacen oír. Frente a este panorama, nos preguntamos cómo se construye el campo musulmán local en conexión con procesos transnacionales, y qué tipo de producciones simbólicas e identitarias desarrolla en su vínculo con el Estado, la nación y la sociedad civil. Desde sus orígenes, el colectivo musulmán argentino ha transitado un lento pero paulatino proceso de producción de visibilidad (García Somoza 2016). Siguiendo a Segato (2007), podemos entenderlo como un proceso que pasa de la producción de alteridades históricas —que aquí llamaremos arabidades— hacia la creación de identidades políticas entendidas como musulmanidades, y que en algunos casos están vinculadas a lo que algunos autores han denominado Islam Político.4

3 En palabras de Benjamin (2006 [1939], 101), una constelación implica una iluminación. 4 El término islam político arrastra una gran complejidad. Aquí lo comprendemos como una corriente adoptada por “aquellos que ven en el Islam una ideología política”. El islam político puede entenderse como “una teoría que permite comprender la totalidad social en clave política” (Roy 2002). Roy describe una primera categoría: la de los islamistas, en donde “el movimiento tiene por vocación tomar y ejercer el poder del Estado”. Los islamistas piensan en términos de instituciones, pues para ellos es necesario un Estado islámico. Teóricamente son supranacionales: “su objetivo es reunir a toda la comunidad islámica en una única dirección. [...] Pero a pesar de este llamado hacia todos los musulmanes del mundo, los islamistas permanecen en el marco de un Estado Nación dado. De hecho, muy pocos movimientos islamistas son supranacionales”. En conclusión, la mayoría se han vuelto nacionalistas. Luego, nos encontramos con los fundamentalistas, para

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En palabras de Castells, el Islam Político opera sobre la deconstrucción de los sujetos en cuanto individuos, ciudadanos y/o miembros del grupo étnico para recrear un mundo comunal (citado por Montenegro 2007, 83), cuyo objetivo es politizar lo sagrado y sacralizar la política (Montenegro 2002; Pace 2001 y 2006). A través de este proceso, termina emergiendo una esfera pública musulmana (Montenegro 2007) que, incluso, es transnacional. En este sentido, cabría preguntarnos si no es necesaria la elaboración de un concepto más amplio de Islam Político que incluya distintos movimientos y grupos que emprenden una politización estratégica de la religión pero que no necesariamente buscan la constitución de un Estado islámico o la islamización de sus sociedades. Pensamos, tal vez, en los movimientos feministas, progresistas y queer dentro del mundo musulmán (Valcarcel y García Somoza 2016). Hecha esta aclaración, advertimos que la presencia del islam en Argentina se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX, con la llegada de inmigrantes provenientes de los actuales territorios de Siria y Líbano, en mayor medida, e Irak y Palestina, en menor cantidad. Estos territorios formaban parte del Imperio turco otomano, y de aquí deriva la apelación de “turcos” que estos grupos ganaron al llegar al país. Aunque la mayoría de ellos profesaba algún culto cristiano, hubo un pequeño porcentaje de musulmanes. Entre 1880 y 1930 se dio el mayor flujo inmigratorio árabe registrado en el territorio nacional, seguido por saldos migratorios menores tras los conflictos en Palestina y Líbano, en la segunda mitad del siglo XX. Inicialmente la apelación identitaria se trazaba a partir del país de origen, y no tanto por la adscripción religiosa. Una vez mejor instalados, la construcción de la arabidad fue fomentada por intelectuales árabes (Bergel 2015; Gasquet 2015), que recurrieron a la elaboración de los primeros relatos locales de origen, convirtiéndola en la primera forma de atribución identitaria colectiva. Luego se crean las primeras instituciones de carácter cultural, social y mutual, así como un importante acervo de publicaciones en prensa, literatura y estudios sociales (Yáser 1997); incluso, Argentina llega a consolidarse como el lugar de mayores publicaciones de prensa en árabe del continente. La dimensión religiosa —en especial el islam— quedaba reservada al ámbito privado y dentro del círculo íntimo-familiar. Durante el primer tiempo, no existían instituciones destinadas exclusivamente al culto islámico. Sin embargo, esto no implicaba la ausencia de quienes el Estado no tiene importancia y es ignorado pues prima la sharia como forma de gobernar y reglar la vida de un buen musulmán. Y finalmente, los neofundamentalistas, sujetos producto de la globalización y la aculturación, cuyas biografías trazan trayectorias transnacionales. Individuos modelados por los procesos de mundialización, cuya característica reside en encarnar un islam que no está radicado en ninguna sociedad particular.

vida religiosa, sino que, por el contrario, refleja la forma en que la misma se desarrollaba en una época en que se exigían la hipercorrección y homogeneización de las diferencias en favor del ser nacional (Balibar 1990; Sayad 1999; Segato 2007). Recién durante el período democrático se construyen las tres mezquitas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En 1983 se funda la mezquita Al Tauhid, perteneciente a la comunidad chiita ubicada en el barrio de Floresta. Tres años más tarde se abre la mezquita sunnita Al Ahmad, ubicada en el barrio de San Cristóbal y asociada al Centro Islámico de la República Argentina (CIRA), institución cuyo origen data de los años treinta. Finalmente, hacia el año 2000 se inaugura en el barrio de Palermo el Centro Cultural Islámico Custodio de las dos Sagradas Mezquitas del Rey Fahd. Ahora bien, ¿qué entendemos por arabidad y qué por musulmanidad y de qué manera se transitó el pasaje de una hacia la otra? La construcción de la identidad basada en la arabidad implica un proceso de reelaboración y transmisión de la memoria del lugar de origen y las tradiciones étnico-culturales y religiosas que se enraízan en contextos de diáspora y desarraigo, para recrear en el nuevo territorio la imagen de “la tierra dejada”. En este sentido, decimos que la arabidad se constituye como una forma de identidad que refleja una alteridad histórica. En palabras de Segato (2007), son esos grupos sociales cuya manera de ser “otros” en una sociedad nacional depende de su propia historia y de la formación de diversidad —estrategias de unificación y diversificación ejemplificadas en el mito argentino del “crisol de razas”— del proyecto instituyente. Mientras que, por su lado, la musulmanidad implica una compleja construcción de la identidad islámica, que se ve atravesada por el contexto de producción simbólica e iconográfica local y transnacional. De aquí entonces es que hablamos de identidades políticas en contextos atravesados por procesos de globalización. Siguiendo a Segato, la globalización exige la formación de identidades políticas transnacionales que responden más a la normativa o gramática que impone la agenda global, que a su propia historia de alteridad en determinado contexto nacional. Estas identidades —que exigen la exacerbación de los diacríticos— les permiten a los sujetos y colectivos reclamar derechos y recursos, pero corren el riesgo de convertirse en “identidades hiperreales” (Ramos 1992). Esto no quiere decir que la transformación de una alteridad histórica (arabidad) en identidad política (musulmanidad) sea un efecto mecánico de la globalización. Por el contrario, es el resultado de la yuxtaposición de elementos globales y locales. Nos encontramos ante un proceso glocal: la nacionalización de la identidad religiosa en tiempos de un islam mundializado. Con respecto a la comunidad chiita de Floresta, como veremos más adelante, este pasaje de la alteridad histórica hacia la identidad política comenzó

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a intensificarse a partir de la Revolución Islámica en Irán. Por un lado, tenemos la influencia de un fenómeno global como es el Islam Político. Entre los años setenta y ochenta, un “resurgimiento” (o born again) del islam despierta el interés de algunos jóvenes cuya práctica religiosa era casi imperceptible hasta el momento. Por el otro, la necesidad colectiva de validar y consolidar socialmente su identidad religiosa (con sus matices teológicos y políticos particulares). Entonces, las musulmanidades pueden entenderse en términos de identidades recompuestas (García Somoza 2009) pues no se busca la simple reproducción de tradiciones étnico-culturales, sino la adscripción a un discurso religioso transnacional, reapropiado y leído en clave local. En esta constelación, la musulmanidad llama a reinterpretar la atribución nacional, pero en claves políticas, ideológicas y religiosas. Muchas veces se apela a los “relatos de origen”; el más emblemático es el del “gaucho árabe”, como basamento para la identidad comunitaria nacional. En la actualidad el islam argentino no es, mayoritariamente, un islam de inmigrantes sino de nativos. Un islam con base en identidades recompuestas que busca sentidos en la conjunción de la argentinidad con la musulmanidad (García Somoza 2009). El campo musulmán local es heterogéneo y dinámico. En su interior se mantienen distintas afiliaciones, ya sean de tipo simple, múltiple o mixto, modificables a lo largo del tiempo debido a la existencia de un tránsito —en términos de circulaciones— no uniforme (García Somoza 2016). La afiliación institucional denota una marcación política-ideológica determinada, así como define la musulmanidad de ese individuo. No es lo mismo pertenecer a “Alberti, que a Floresta o a Palermo”, dicho en la jerga local cuando se mencionan las mezquitas de la ciudad, que “a una tariqa sufí”. La musulmanidad reelaborada por “Floresta” se caracteriza por subrayar “lo islámico” frente a “lo árabe” y conceptualizar un proyecto político en torno a la luchar contra la imagen estigmatizada tanto a nivel local —frente a las acusaciones del atentado contra la AMIA— como global —con la mediatización de un islam terrorista y radical—. En este último aspecto se observa un movimiento que remite a un tiempo histórico —desigualdades sociales— y a un tiempo mítico-religioso —principio islámico de justicia social y la idea del Juicio Final—. Por ejemplo, una entrevistada nos decía que las constantes guerras, las desigualdades sociales y las posibilidades de comunicación a través del mundo son señales que anticipan la próxima llegada del Mahdi (El guiado). Si bien en Argentina la formación nacional estuvo estrechamente relacionada con una identidad católica (Zanatta y Di Stéfano 2000), la estrategia de apelación a la nación ha servido como fundamento identitario e institucional de las minorías religiosas. Un ejemplo

de ello fue la presentación, en agosto de 2015, en la sede del Partido Justicialista, de la agrupación política Musulmanes al Frente, que manifiesta “el compromiso como ciudadanos con el objetivo de participar del debate político nacional”.5 Durante la presentación, un representante de la comunidad musulmana lee al público una carta enviada por un diputado nacional en la que expresa la pertenencia de la comunidad musulmana a la nación, así como la inscribe en el linaje político del Partido Justicialista, idea que el orador sintetizó en la cita que parafraseamos a continuación: “Evita decía que en donde hay una necesidad hay un derecho, y en ese sentido la comunidad musulmana estaba manifestando su necesidad y su derecho de expresarse”. Musulmanes al Frente se erige en una estrategia de apelación a la nación y la identidad islámica. En palabras de un miembro de la comunidad de Floresta que forma parte de la mesa de conducción de este nuevo espacio político, éste constituye una propuesta “novedosa, genuina y auténtica” que busca aportar desde “nuestro pensamiento e identidad islámica enmarcados en nuestro ser argentino”. Veamos, entonces, cómo se conjugan la apelación a la nación, la pertenencia religiosa y la definición del territorio en un movimiento local-transnacional.

Localidades y translocalidades: la religión y el territorio en movimiento El vínculo entre Estado, religión y nación ha sido objeto de múltiples teorizaciones, especialmente respecto a su potencialidad como productores de sentido y de atribuciones identitarias. Ahora bien, ¿qué sucede cuando estas plataformas de identidad se ven atravesadas por procesos de mundialización? Para Mauss, la creación de los Estados-nación6 implicó un proceso de integración económica, territorial, política y social. La nación sirve para integrar y representar de manera simbólica a los individuos en una totalidad (1920, 21-23), quedando, así, la religión aparentemente confinada en sus fronteras territoriales. Sin embargo, Mauss reconoce la existencia de fenómenos que traspasan los límites nacionales, es decir, “fenómenos intersociales (internacionales)”, entre los que también destaca la potencialidad de las religiones (1920, 33). Aquí nos interesa resaltar, precisamente, la transnacionalización

5 Expresado por Martín Saade, abogado y representante oficial de Musulmanes al Frente. http://www.diariosir iol i ba ne s .com . a r/Ac t u a l id ad /A rge nt i n a / P re se nt a ci%C3%B3n-de-Nuevo-Espacio-Pol%C3%ADtico. 6 Pese a que la definición de Mauss articula una mutua dependencia entre Nación y Estado, reconocemos la existencia de comunidades nacionales sin Estados y la conformación de Estados plurinacionales.

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de los relatos y símbolos a partir del movimiento de desterritorialización de las religiones. Hacia nuestros días y desde nuestras latitudes, Ortiz (2001) conceptualiza la globalización como un proceso social que atraviesa los lugares de forma diferenciada y desigual, y cuya lógica no se explica a través de los límites impuestos por el Estado-nación. Como dos partes de una misma moneda, la transformación del Estado-nación en contextos de globalización no sólo genera una crisis de la identidad nacional, sino que también impulsa la explosión de identidades étnicas e identidades mundializadas (2001, 66). Este proceso, que algunos autores han denominado “tribalización de los Estados-nación”, implica que las identidades no pierden su importancia estratégica (Segato 2007), sino que estas comunidades y alianzas sub-, supra- y transnacionales cobran mayor relevancia. La nación, asociada a las fronteras territoriales, ya no es la única fuente de imaginación de las comunidades políticas, sino que se suman los lugares cultural, étnica o religiosamente distintivos (Gupta y Ferguson 1997, 40), dando lugar a la formación de paisajes tecnológicos, financieros, mediáticos, étnicos e ideológicos (Appadurai 2001). Ahora bien, al analizar el islam a la luz de estos procesos, nos parece oportuno recuperar los tres niveles de pertenencia que describe Oliver Roy (2002): micro, macro y virtual. El primero refiere a la comunidad local asentada alrededor de una mezquita. El segundo corresponde a la comunidad de creyentes o ummah,7 y el tercero, a la ummah virtual, la cual ejerce “efectos reales” sobre las comunidades locales. La ummah virtual no sólo ha favorecido la democratización y transversalidad del conocimiento religioso al facilitar la circulación del saber, la información religiosa autodidacta y el proselitismo (Mandaville 2001), sino que también contribuyó al desarrollo de un islam transnacional y desterritorializado. Es en este sentido que el Islam Global recentraliza una identidad, pero no en términos territoriales. Constituye una geografía imaginada que se corresponde con los sentimientos de pertenencia y comunidad más allá de las fronteras empíricas de los Estados-nación. El islam mundializado, en cuanto lenguaje político, se convierte así en una fuerza expansiva que permite el desarrollo de una esfera pública musulmana (Eickelman y Salvatore 2002; Montenegro 2007). El panislamismo apela a una identidad moral común, que permite ese pasaje de una comunidad cerrada y diversificada a una anónima, estandarizada y móvil (Kastoryano 2004, 12). La figura de la ummah se vuelve central en la obtención de legitimidad tanto en la arena

7 La palabra árabe ummah proviene del vocablo um, que significa madre, y se traduce generalmente como comunidad, aunque algunos la definen como nación, generación o época. Para una consulta más amplia: http://abdennurprado. wordpress.com

local como internacional (Kastoryano 2004). Por ejemplo, un miembro de FEARAB Buenos Aires y la Organización Islámica Argentina (OIA, mezquita Al Tauhid), nos decía: “En la parte religiosa algo se perdió. Lo que nos hizo recuperar nuestra identidad, en especial nuestra escuela de pensamiento que es la chiita, es la Revolución Islámica. La que nos hace recuperar nuestra identidad religiosa […] Arabidad e islamismo no son lo mismo, pero están intrínsecamente vinculados porque el Profeta era árabe y el idioma del Corán es el árabe. De todos modos, y estos es una postura mía, personal, no creo en una noción de panarabismo sino de panislamismo”.8

En la última cita observamos cómo del repertorio de identidades disponibles de un musulmán argentino de origen libanés, él ha optado por enfatizar la pertenencia religiosa como locus de enunciación política. En sintonía, Salman Sayyid, reconociendo la existencia de un islam mundializado y la importancia que tiene la umma en la construcción de la memoria colectiva y la subjetividad musulmana, se pregunta cómo definir la identidad islámica de forma tal que no resulte una quimera (Sayyid 2012, 198). Recuperando el concepto de diáspora, comprende que en la actualidad no existe ninguna estructura política que albergue empíricamente a todos los creyentes, pero esto no impide reafirmar el carácter político de la identidad musulmana. Su naturaleza es diaspórica (móvil). La comunidad de creyentes existe dentro y fuera de los límites de los Estados-nación. Es su propio carácter utópico el que impide que las naciones se cierren, trascendiendo de esta forma sus fronteras, pero sin la necesidad de negarlas. En un contexto de mundialización y de politización de las identidades, los actores musulmanes ponen en marcha estrategias discursivas, prácticas y recursos que les permiten responder y alinearse al Islam Global, al tiempo que buscan relocalizar los íconos adaptándolos y relaborándolos de acuerdo a contextos específicos. Así es como para muchos miembros de la comunidad chiita de Floresta, la argentinidad y la arabidad sustentan su identidad sociocultural, mientras que el islam no sólo constituye un elemento clave de su identificación personal, sino que también les permite la construcción de una identidad colectiva. Esto es, establecer una conexión de índole cognitiva, moral y emocional entre ellos. Se desarrolla un sentimiento de agencia compartida basado en valores, rituales, narrativas, performance, estilos verbales y experiencias reales o imaginarias (Polleta y Jasper 2001), conformándose un movimiento cuyo objetivo puede ser cambiar algún aspecto de la sociedad (Frigerio 2007). A continuación, analizaremos las rupturas, tensiones y continuidades de este proceso. 8 Entrevista a un líder de la comunidad (45 años), realizada en el marco de la Semana de la Cultura de los Países Árabes, mayo de 2010 (Valcarcel 2013, 99).

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Discursos, prácticas y recursos Como toda comunidad religiosa local, la comunidad chiita de Floresta enfrenta el doble desafío de definir su propia identidad colectiva, respetando al mismo tiempo los principales lineamientos de la tradición religiosa a la que adscribe, y que le permite pertenecer a la ummah (Asad 1993; Montenegro 2002; Roy 2002). Tarea más intensa para aquellas comunidades que residen en países no islámicos (tierras dar al Muahadah). En este sentido, la identidad colectiva de este grupo se ha ido redefiniendo de manera constante en los últimos treinta años. La mezquita Al Tauhid fue fundada en 1983 en el barrio de Floresta, en donde históricamente se habían asentado familias musulmanas de origen libanés. La comunidad ya contaba con un colegio árabe-islámico y un centro para realizar la purificación de los difuntos bajo rito islámico. Pero es a través de su contacto con el agregado cultural de la Embajada de la República Islámica de Irán que comienzan a proyectar la construcción de la mezquita. Distintos actores de la comunidad señalan la Revolución Islámica de Irán y el vínculo con los musulmanes iraníes llegados a Argentina en aquella época como un momento clave para la “recuperación” de su identidad islámica. En primer lugar, indican que la Revolución les permitió redescubrir su escuela de pensamiento (el chiismo9) y la fuerza política del islam. Si bien la mayoría de los miembros de esta comunidad tienen ascendencia árabe —identidad que aprecian y defienden—, buscan que la religión sea la base de su identidad social y colectiva (Frigerio 2007): la musulmanidad entendida como identidad recompuesta (García Somoza 2009 y 2016). Podríamos hablar, entonces, de un proceso de desarabización del islam (Montenegro 2002 y 2005).

9 Derivado de la palabra shia, que significa partido o fracción. Los chiitas son los partidarios de Alí (primo y yerno del Profeta Muhammad y esposo de su hija Fátima) y de sus descendientes (imames), quienes se rehusaron a admitir la legitimidad de los califas omeyas y abasíes. Su origen se remonta a las luchas sucesorias después de la muerte del Profeta, quien no había designado un sucesor. Los chiitas se diferencian de los sunnitas en cuestiones teológicas tales como la figura del Mahdi (mesías que llegará antes del Juicio Final junto a Jesús) o imam oculto, la infalibilidad de los imames como líderes religiosos, la inclusión de los dichos y recomendaciones de los descendientes del Profeta (Ahlul Bayt) y el reconocimiento del ejercicio del ijtihad —esfuerzo de reflexión y elucubración abolido en el siglo X por el sunnismo— por parte de los juristas y exégetas. También existen algunas divergencias en torno a normas matrimoniales y otras prácticas cotidianas. En la actualidad, constituyen el 15% de la población musulmana mundial, y se encuentran asentados mayoritariamente en Irán y algunos sectores del sur del Líbano e Irak. En Argentina, siguiendo la tendencia mundial, chiitas y alauitas componen una porción minoritaria dentro del campo local. Aunque algunos actores piensan lo contrario. Algo difícil de saber fehacientemente, dada la falta de datos oficiales.

En segundo lugar, el contacto con los iraníes fue de gran importancia no sólo para financiar la construcción de la mezquita, sino para su organización y la formación de sus integrantes. Hasta su partida luego de la causa AMIA,10 éstos se encargaban de dictar cursos y clases religiosas. Hacia 1985, las mujeres conformaron un grupo de lectura y trabajo que sentaría las bases de la actual Unión de Mujeres Musulmanas Argentina (UMMA),11 que funciona en dicha mezquita. Posteriormente, musulmanes argentinos comienzan a viajar a Irán para realizar estudios teológicos y participar en congresos islámicos realizados en dicho país. De esta manera, un suceso acaecido en otra región —como fue la Revolución Islámica—, pero de impacto global, sirvió para reconstruir una identidad colectiva local que se presume auténtica y defensora del “verdadero islam”. En palabras de una de las integrantes de la UMMA: “Cuando se empieza a construir la mezquita para mí fue un punto de inflexión muy importante […] Ahí fui buscando mi identidad: ¿quién soy?, ¿dónde estoy?, ¿qué quiero ser? ¿para qué lado voy?, ¿cómo me defino? Si quiero seguir siendo esa mujer porteña que se había criado acá al estilo árabe, o decidir por una identidad más definida, más auténtica. En el sentido de que si yo decido ser musulmana lo voy a ser como es el Islam”. (Khadija, miembro fundador de Umma, 2013)

Esta conexión transnacional se cristaliza tanto en el lineamiento teológico doctrinario de la mezquita como en la agenda política de la comunidad. Es por esto que sus líderes son los principales oradores y disertantes en movilizaciones y eventos políticos como los que se realizan el día del Nakba12 o el día de Quds.13 La retórica política del islam le otorga visibilidad y redefine la posición

10 Los atentados a la Embajada de Israel (17 de marzo de 1992) y la Asociación Mutual Israelita Argentina (18 de julio de 1994), junto a la existencia de un presidente de origen árabe-musulmán, marcaron un punto de inflexión respecto a la visibilidad de la comunidad islámica. La comunidad de Floresta ha sido la más afectada con relación al caso AMIA. La hipótesis principal de la investigación judicial sostiene que la organización Hezbollah, a través de sus contactos locales en la Embajada de Irán, es responsable del atentado. Debido a que los miembros de la Embajada asistían a la mezquita de Floresta, esta comunidad adquirió trascendencia pública y mediática. Algunos de sus miembros hablan de persecución. A partir de entonces, pusieron especial interés en producir una trama discursiva que se oriente a revertir los estereotipos negativos construidos sobre ellos. 11 Ver: http://www.umma.org.ar/?page_id=403 12 Recuerda el éxodo palestino producto de la Guerra Árabe-Israelí (1948) y la conformación del Estado de Israel. El término Nakba significa catástrofe y se conmemora el 15 de mayo de cada año. 13 Establecido por el imán Jomeini con el objetivo de honrar la valentía de los palestinos y demostrar la solidaridad musulmana con ese pueblo. Se realiza el último viernes del mes de Ramadán.

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de este sector del colectivo islámico argentino dentro del espacio público local e internacional. Pensemos en la conformación de la Federación de Entidades Islámicas de la República Argentina (FEIRA), impulsada especialmente por esta comunidad. Entre sus objetivos se encuentra “cooperar con otras instituciones argentinas y del exterior que realicen y sostengan objetivos y actividades análogas a las de esta federación”.14 La recomposición de la identidad islámica de la comunidad de Floresta se inscribe, según los propios actores, dentro de un proceso mundial conocido como despertar islámico. Abdul Karim Paz, sheij de la mezquita en cuestión, afirma: La extensión de la ola del despertar islámico en el mundo, en el presente, es una realidad que promete un futuro bueno para la nación islámica. Hace tres decenios, con el triunfo de la revolución islámica y la fundación del sistema de la República Islámica, ha comenzado esta motivación plena de poder. Nuestra gran nación ha avanzado sin detenerse y ha apartado los obstáculos del camino, conquistando nuevas trincheras. (AA. VV. 2013, 98-99)

El islam es presentado como un sistema de vida más íntegro que el propuesto por el capitalismo y el comunismo. En sintonía, los líderes hablan de lo importante que es islamizar la sociedad15 y enfrentarse al imperialismo. Cabe aclarar que en ningún momento la institución religiosa ni sus miembros dejan entrever el deseo de conformar un Estado islámico en la sociedad argentina. De hecho, por una parte, condenan enfáticamente el accionar de cualquier grupo que instrumentaliza la violencia con fines de transmitir un mensaje religioso, como lo hace, entre otros, el llamado “Estado Islámico”, que opera en Siria e Irak. Por otra parte, reivindican muchas de las leyes y medidas implementadas durante las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner en pos de la ampliación de derechos ciudadanos. No obstante, retoman algunos aspectos de la retórica del Islam Político, pero lo hacen con relación a tres cuestiones: a) los valores y principios que la religión promueve —la ayuda al prójimo, la piedad, etcétera— y que contribuyen a una mejor convivencia social; b) la lucha contra la injusticia social y la corrupción, expresada principalmente en su posición antisionista y antiimperialista; c) la valorización de una moral sexual y familiar de carácter tradicional, es decir, una familia de tipo heteronormativa como pilar de la sociedad. Su lenguaje político se nutre del discurso religioso. En ese sentido, podemos hablar de una politización del islam. Por consiguiente, el islam —desde las categorías

14 Ver: http://200.80.52.197/~feira/?page_id=2 15 Datos de campo: jutba pronunciada durante la culminación de Ramadán en 2013.

y retóricas empleadas en este grupo específico— se transforma en una fuerza expansiva y participativa. En cierto sentido, democratizadora al disputar y quebrar el monopolio de la autoridad religiosa tradicional (Eickelman y Salvatore 2002). Pensemos en el sheij Karim Paz, un referente indiscutible para su comunidad que, sin embargo, es un musulmán converso sin ascendencia árabe. Un hombre cuya performance combina elementos de una autoridad religiosa tradicional con los de un liderazgo carismático propio de los denominados “nuevos grupos religiosos” o partidos políticos. Siguiendo a Sunier (2009), los actuales líderes religiosos de las mezquitas europeas se diferencian de los antiguos líderes tradicionales al crear consenso a través del carisma urbano, la performance pública y su styling. Buscan traducir aquellos asuntos globales en información local significante y contextualizarla. Encontramos una estrategia similar en la comparación que los líderes de Floresta hacen entre Palestina y la ocupación de las Islas Malvinas, o la resistencia de los pueblos árabes respecto a algunas reivindicaciones latinoamericanas. También, cuando aparece alguna declaración pública —artículo de prensa o nota televisiva— en donde se estigmatiza al islam, señalan las alianzas nacionales con el sionismo internacional. Algunos autores sostienen que muchos musulmanes se reapropian del estigma y lo convierten en un emblema. Es decir, en una forma de disputar su participación cívico-política, visibilizarse y estar presente, de manera diferencial, en sus sociedades. Si antes la estrategia era disimular los diacríticos, hoy puede serlo su simulación (Sayad 1999). En suma, el islam se convierte en un lenguaje político que propicia la emergencia de una esfera pública musulmana en la que se conjugan religión, política y vida civil (Montenegro 2007). Ahora bien, esta “revitalización islámica” no implica, aunque sea presentada en términos de autenticidad, la recuperación de una identidad originaria. Al contrario, es una construcción sociohistórica, intersubjetiva y relacional que, en el caso del Islam Político, involucra la selección y combinación de elementos tradicionales y modernos junto al desarrollo de determinada performance identitaria. La gramática de la política de la identidad exige la islamización del cuerpo (Montenegro 2008). Es una forma de preservar las fronteras reales y simbólicas del grupo y de “transportar” e inscribir la pertenencia identitaria a través de los territorios (Csordas 2009). Por un lado, reivindican una identidad auténtica que recupera sus orígenes históricos y remite a fuentes religiosas legítimas. Sabemos que la tradición y la memoria son el resultado de un proyecto consciente de selección y exclusión de contenidos (Halbwachs 1994; Hobsbawm 2002). No obstante, estos contenidos se difunden a través de medios masivos de comuni-

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cación, especialmente internet (ciberislam), que tiene un rol destacado en la expansión tentacular de esta religión y contribuye a la conformación y extensión de una comunidad anónima, estandarizada y móvil de creyentes (Kastoryano 2004, 12): una ummah virtual (Roy 2002). La comunidad de Floresta, en particular, dispone de distintos sitios web como el de UMMA y la OIA, pero, además participa en los programas del canal islámico Annur TV y colabora en las publicaciones de Prensa Islámica y la Revista Islámica Kauzar. Por otro lado, definen su praxis política en torno a algunos lemas específicos: la solidaridad con la causa árabe e islámica, la lucha contra el imperialismo y el sionismo, y la difusión “del verdadero rostro de la piedad islámica para revertir la desinformación que a diario se vuelca en los grandes medios politizados e influidos por las grandes potencias”.16 Dicho esto, podemos observar que la lógica dicotómica —que no necesariamente es una retórica antioccidental, sino más bien anticapitalista, antiimperialista, antisionista— pareciera delinear el perfil político de este grupo. Podemos encontrar artículos y publicaciones que contraponen la moral sexual islámica a la liberal occidental, o los valores éticos de la sociedad islámica a la mercantilización de las sociedades occidentales. Sin embargo, como han expresado diversos autores, el Islam Político no tiene una naturaleza antioccidental, ya que, por el contrario, resulta de la interacción con los códigos occidentales (Montenegro 2007; Roy 2002). Los miembros de la comunidad en cuestión introducen temáticas y discusiones que responden a la agenda política internacional, aunque al mismo tiempo tratan de resignificarlas localmente, ya sea apelando a los lazos culturales, familiares y religiosos que los unen a países como Siria y el Líbano, o bien hermanando luchas del mundo árabe-islámico con los procesos que se vienen gestando en Latinoamérica en los últimos años. No obstante, esta visibilización también responde a una estrategia institucional que se orienta a combatir la estigmatización y discriminación. Este objetivo se ha convertido en un leitmotiv de la comunidad luego del atentado a la AMIA. Desde entonces, la lucha contra los estereotipos y la defensa de su identidad signaron su retórica. No negamos la existencia de hechos de discriminación y xenofobia que afectan no sólo a este grupo en particular, sino a todos los musulmanes. Sin embargo, la sociedad argentina no presenta los niveles de islamofobia existentes en otros países atravesados por conflictos de otra envergadura. Por lo tanto, resulta interesante que la comunidad de Floresta requiera la existencia —al menos retórica— de ese “otro” de cuya amenaza y hostilidad se defiende, para redefinir y preservar sus fronteras identitarias.

16 Ver: http://www.organizacionislam.org.ar/portada/somos. htm

Por último, se menciona brevemente —restaría profundizarlo en futuras contribuciones— cómo impactan las estrategias institucionales los discursos y praxis de los miembros de este grupo en otros sectores de la comunidad musulmana, y el conjunto de la sociedad civil. Primero, como ya señalamos, no existe en Argentina un fenómeno generalizado de islamofobia; incluso muchos musulmanes reconocen que lo que principalmente existe es desconocimiento y que de manera paulatina la sociedad se muestra cada vez más receptiva a la otredad. Las prácticas y los comentarios discriminatorios se incrementan con mayor virulencia en aquellos momentos en los que determinados eventos sacuden la opinión pública y se asocian errónea pero directamente al islam. A pesar de que la comunidad de Floresta está conformada principalmente por un grupo histórico de familias, mantiene (tal vez como parte de una estrategia institucional de demostración de apertura, o bien con el objetivo de incorporar nuevos miembros a sus filas) una actitud receptiva hacia aquellos interesados en conocer las instalaciones de la mezquita y, sobre todo, que quieran abrazar el islam. Se ha sumado gran cantidad de conversos a esta comunidad. Además, muchos de sus integrantes participan en agrupaciones políticas o en distintos medios de comunicación a través de los cuales buscan interpelar a otros actores sociales. En lo que respecta a su posicionamiento político-teológico se pueden resaltar dos aspectos. El primero remite a las diferencias religiosas entre las corrientes sunna y chií sobre temas como el imamato y el matrimonio temporal (mutah), dos cuestiones que son rechazadas por los sunitas. Sin embargo, mientras que el CIRA mantiene un vínculo políticamente correcto con la mezquita Al Tauhid, incluso, miembros de ambos sectores tienen relaciones de amistad; la “mezquita de Palermo” y quienes se identifican con ella mantienen distancia. La misma es producto de discrepancias religiosas y de disímiles posicionamientos geopolíticos tras la dicotomía Irán-Arabia Saudita. El segundo aspecto refiere a las movilizaciones políticas que los miembros de la OIA y la comunidad alauita de José Ingenieros realizan en apoyo de la causa palestina, o contra los ataques en Siria, Líbano e Irak. Por su lado, el CIRA organiza rezos u oraciones interreligiosos por la paz; sin embargo, como institución no participa en las manifestaciones que convoca la OIA. Según una mujer de la comunidad de Floresta, a “la gente de Alberti” no le gusta participar en las marchas porque no quieren verse involucrados con otros sectores políticos que apoyan esa protesta —partidos de izquierda y agrupaciones como Quebracho y MILES—. Finalmente, el posicionamiento político de la comunidad de Floresta ha incrementado las tensiones con algunos sectores e instituciones de la comunidad judía local, y también ha aumentado el poder de convocatoria y apoyo que reciben de otros actores del espectro político y civil.

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Signos diacríticos: el hiyab como marca icónica del territorio en movimiento El ḥiŷāb es seguramente uno de los temas que mayor cantidad de debates y artículos suscita en torno al islam. Se ha convertido en un fetiche para distintos sectores en pugna. No indagaremos aquí sobre el affaire del velo, tan en boga en Europa y América del Norte, ni nos detendremos en las razones individuales y apreciaciones subjetivas de las mujeres que lo emplean. En cambio, nos interesa analizar la relación existente entre identidad, moral y cuerpo que el velo islámico —al igual que otros signos diacríticos— pone de manifiesto. Históricamente, las mujeres han tenido un rol destacado en la transmisión y preservación de las tradiciones culturales y religiosas (Yuval-Davis 1993). Esta sobrecarga identitaria adquiere características y sentidos nuevos en el mundo globalizado. Pensemos en las mujeres migrantes que cruzan las fronteras con la inscripción identitaria en sus cuerpos, o en aquellas que mantienen prácticas y costumbres de sus comunidades de origen en nuevos territorios. Paradójicamente, la asociación metonímica entre territorio/comunidad y el cuerpo de la mujer se ha exacerbado en tiempos de transnacionalización. El multiculturalismo y la política de la identidad apelan a identidades no sólo esencializadas sino también generizadas y sexualizadas. En este sentido, el hiyab se convierte en un símbolo privilegiado del Islam Político y la moral familiar y sexual que defiende. Los datos de campo, así como las diversas publicaciones que circulan dentro de la comunidad de Floresta, revelan algunos de los elementos que caracterizan el arquetipo de familia y el modelo de mujer que promueven. Un modelo que Atasoy (2006) encuentra muy parecido al ideal victoriano (victorian islamic thinking). Entre estos elementos destacamos: a) la “diferenciación positiva” de los roles masculino y femenino, b) la importancia de la maternidad —su rol en la transmisión y la educación de sus hijos—, c) protección, cuidado y respetabilidad de la mujer (Valcarcel 2013 y 2014b). En el número 65 de la Revista Islámica Kauzar se explica que las cualidades éticas que permiten sostener una familia ideal son el pudor y la castidad. En sintonía, se afirma: “cuando la mujer sea consciente de su lugar y status frente al hombre, aprovechará el pudor y la castidad para resguardar su status” (AA.VV. 2013, 43). En este sentido, el pudor es una cualidad que eleva la personalidad de la mujer y que permite mantener armónicas las relaciones conyugales, al igual que el honor y respeto familiar. Veamos el testimonio de una joven conversa que viste hiyab cotidianamente: “Cuando empezás a vivir como musulmana, la necesidad te surge sola. A mí particularmente me empezó a surgir la necesidad de cubrirme, de llevar

un velo. Yo racionalmente entendí la importancia de cubrirse para una mujer. El valor que se le da a la mujer en el islam. Se cubre no porque sea sumisa o porque sea menos que un hombre, sino que tiene una lógica. Y yo la viví en carne propia esa lógica. […] No se trata sólo de la reacción que tengan los demás, sino que [a] una misma le va surgiendo interiormente la idea del pudor y de seguir el ejemplo de la hija del Profeta y de la Virgen María. ¿Por qué se cubrían? Y bueno, para que se las valore por lo intelectual y no por lo corporal. No por la imagen. En un país o en una cultura donde prima la valorización externa, […] yo voy a ir contra la corriente. Si Dios me está dando esta herramienta”.17

Por un lado, muchas mujeres de esta comunidad no utilizan el velo islámico en su vida cotidiana. Sin embargo, consideran importante comportarse, vestirse y conducirse de forma modesta y pudorosa. Entienden que el pudor es una cualidad que trasciende la vestimenta islámica. Por otro lado, el hiyab aparece como un símbolo identitario, político y religioso, a disposición de todas ellas para ser usado en momentos determinados: celebraciones religiosas, manifestaciones políticas, eventos culturales y reuniones de distinta índole en el espacio público. Por ejemplo, durante la presentación de Musulmanes al Frente, uno de los representantes de la comunidad y orador en el evento le solicita a su mujer —quien no usa hiyab de forma permanente— que, si tiene el pañuelo en su cartera, se lo coloque para dar una entrevista televisiva. Los cuerpos se reislamizan: el pañuelo se transforma en hiyab y símbolo de identidad. Se visibiliza socialmente “una mujer musulmana” que sabe expresarse políticamente para transmitir la importancia del proyecto. El hiyab condensa múltiples sentidos y significados, pero sobre todas las cosas, mantiene una relación icónica —de coexistencia o contigüidad— con el sujeto, en este caso las mujeres, que representa. El hiyab señala de forma casi automática la identidad religiosa de quien lo viste: su pertenencia a una comunidad religiosa. La performance de la mujer en el espacio público requiere la administración de su apariencia corporal (Le Breton 2002). En primer lugar, indicar a través de su cuerpo su pertenencia institucional o colectiva. Así, encontramos mujeres que usan hiyab cuando están a cargo de un stand en la Feria del Libro de Buenos Aires o en un evento interreligioso. Fátima18 afirma: “Es mi lugar, representa quién soy. Si no uso pañuelo, cómo van a saber que soy musulmana”. Pero vestirlo conlleva comportarse de una forma específica (una responsabilidad), la cual 17 Entrevista a una joven conversa proveniente de una familia atea con antepasados árabe-musulmanes (Valcarcel 2013, 133-134). 18 Fátima (2013), mujer de 40 años, de familia árabe-musulmana que no viste pañuelo cotidianamente y que desempeña un rol destacado en Umma.

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generará respuestas particulares por parte de otros actores sociales. Si son hombres de la comunidad, mantendrán la distancia que la moral islámica aconseja. Si son personas externas a la comunidad, las reacciones podrán ir de la curiosidad al respeto, pasando por el desconocimiento y la burla o discriminación. En segundo lugar, el pañuelo islámico puede ser utilizado como un emblema para comunicar diversos mensajes. El sentido atribuido dependerá de la audiencia y el contexto de la comunicación. Desde hace varias décadas el hiyab es empleado como símbolo político en distintos conflictos y negociaciones identitarios. Pensemos en la independencia de Argelia, la Revolución Islámica o las manifestaciones contra la prohibición del velo en sociedades occidentales. Escapándonos por un momento de la dicotomía coerción-empoderamiento, nos topamos con sentidos mucho más sutiles, pero que también se inscriben dentro de la gramática o praxis identitaria de los tiempos que corren. Nos encontramos con una joven musulmana que decide usar hiyab en una movilización en apoyo al pueblo sirio, con motivo de hacer visible sus orígenes étnicos-religiosos y su solidaridad con dicha causa. Aquí, el hiyab aparece como símbolo de fraternidad y resistencia contra el imperialismo. O también con una mujer que, aunque no vista hiyab cotidianamente, decide emplearlo el día de la jura —pronunciada en nombre del Corán— de su título en la Facultad de Derecho. Expresa que su objetivo es “desasnar y derribar el mito sobre la presunta sumisión e ignorancia de la mujer musulmana”. En este sentido, para muchas mujeres, llevar la vestimenta islámica, ya sea cotidianamente o en momentos específicos de su vida, es una forma, entre otras, de enfrentar la estigmatización y revertir los estereotipos que circulan sobre ellas —mujeres sumisas y oprimidas—. Y también un modo de oponerse a la homogeneización, el liberalismo sexual y la cosificación de la mujer que —según ellas— reinan en las sociedades occidentales. En palabras de una entrevistada:

como una tecnología del yo por aquellas mujeres que buscan constituirse en seres con determinados valores éticos (Mahmood 2001)—, el hiyab visibiliza e indica la pertenencia a una comunidad de creyentes. Es un elemento fundamental en el reconocimiento de la diferencia (Ferreira 2013, 190). Señala una identidad religiosa generizada. Ilustraremos este mecanismo de asignación y adscripción identitaria con dos ejemplos. El primero surge de nuestra propia experiencia de campo. Durante 2013 concurrimos a la celebración de Ramadán en dos de las mezquitas de la Ciudad de Buenos Aires y asistimos a la jutba de los viernes en la restante, vistiendo hiyab en todas las ocasiones para respetar las normas del lugar de culto. El hecho de llevar hiyab nos facilitó el acceso de forma inmediata y la permanencia en las instituciones, a la vez que favoreció el contacto con otras mujeres. Nuestra presencia no llamó la atención, ni fue cuestionada. Incluso, varias mujeres se acercaron a saludarnos y conversar con nosotras pensando que éramos jóvenes conversas que recientemente abrazaron el islam. Por su lado, los hombres mantuvieron la distancia interpersonal recomendada. Esta situación un tanto anecdótica y bastante sintetizada condensa varios de los aspectos que hemos desarrollado. Pone de manifiesto la importancia que la performance adquiere en la clasificación identitaria. Además de su contenido y significado, la identidad necesita de su externalización. El reconocimiento identitario depende de su representación y exhibición. Y en este proceso, el cuerpo es el soporte: el territorio privilegiado de sus escenificaciones y semiotizaciones (Le Breton 2002). Esto último nos conduce directamente al segundo ejemplo.

La mujer ha pasado a ser el monigote de vitrina. ¿A qué me refiero con esto? Ya no ocultamos nada. No tenemos pudor. Hasta estamos perdiendo la femineidad por querer ser llamativas […] Vos fíjate, a los hombres no se los exhibe como a nosotras las mujeres […] Porque en Occidente hay que destaparse para taparse. (Valcarcel 2013, 123-124)

Tuvimos la oportunidad de entrevistar a la presidenta de la UMMA. Una mujer que indudablemente representa lo que podríamos denominar “un sujeto transnacional”. Nació en Argentina en una familia musulmana de origen libanés; entró en contacto con la comunidad de Floresta en la época en que se construía la mezquita; profundizó su conocimiento sobre la religión y desde entonces decidió adoptar la vestimenta islámica; se casó con quien es el actual sheij, y juntos formaron una familia. Cuando sus hijas alcanzaron la adolescencia, decidieron instalarse en Irán, en donde ambos cónyuges llevan a cabo sus estudios teológicos. No obstante, mantienen contacto permanente con la comunidad de origen, a donde regresan cada año durante el receso de verano iraní.

Por último, creemos que el hiyab funciona como una marca o heráldica cultural (Segato 2007) que inscribe la pertenencia o adscripción identitaria en el espacio público y el territorio a través del cuerpo femenino. Más allá de todos los significados otorgados —que sirva para distinguir entre mujeres modestas de las que no lo son (Atasoy 2006; Rajmi 2007), o que sea utilizado

Relata que antes de mudarse a Irán, decide renovar su documento nacional de identidad, que tenía una antigua fotografía suya sin hiyab. En esta instancia, elige utilizarlo. Solicitud que fue rechazada por el ente emisor y suscitó un conflicto que llegó hasta los medios de comunicación. Finalmente, y tras la mediación de instancias gubernamentales, recibe su nuevo documento con su imagen

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vistiendo hiyab. Acontecimiento al que le confiere gran importancia y que, por esta razón, es muy difundido en la comunidad. Entendía ese impedimento como una “contradicción a la libertad de culto”, una “amenaza a la integración” y, fundamentalmente, como la pérdida de su identidad. Le respondió al encargado del ente emisor: “la Constitución me está hablando de libertad de culto y todo el mundo tiene derecho a profesar su religión, [...] usted no me va a dejar sin mi identidad porque yo soy musulmana” (Khadija, miembro fundador de Umma, 2013). La relevancia que la entrevistada le otorga a este acontecimiento podría explicarse teniendo en cuenta diversos factores. Es una mujer que usa hiyab diariamente, y para quien su imagen y presentación pública deben coincidir con su comportamiento y estilo de vida. Además, desempeña un rol de liderazgo dentro de su comunidad. La musulmanidad puede constituir algo más que una pertenencia identitaria, es más bien una identidad maestra que configura todos los aspectos de su vida (Frigerio 2007). Ahora bien, ¿un documento sin hiyab implicaría perder la identidad? Este hecho permite entrever que, en una época de constantes cambios e intensa movilidad de bienes materiales y simbólicos, los signos y mensajes transportables adquieren una importancia inusitada. Los territorios ya no definen las pertenencias y lealtades como antes. Son las personas las que inscriben su identidad en ellos, reconfigurando incluso sus fronteras. El hiyab que cubre el cabello de una mujer y se plasma en su fotografía aparece aquí como el único signo que conserva y preserva una identidad en tránsito.

Reflexiones finales La globalización ha influido en la reconstrucción de antiguos imaginarios sociales y en la producción de nuevas formas de identidad transnacional. Algunas religiones, especialmente las de superioridad moral, se presentan como universalidades de trascendencia y omnipresencia, antagónicas a la universalidad del mercado y el consumismo (Ortiz 2001). Por consiguiente, el islam puede ser comprendido como un fenómeno global, diaspórico y transversal que incluye su propia “occidentalización” (Roy 2002). La globalización implica tanto un proceso histórico, una etapa del capitalismo tardío transnacional, como una ideología. Es un imaginario social sobre cómo concebir el mundo y la forma en que se relacionan las partes que constituyen esa presunta “aldea o unidad global” (Dirlik 1994). El multiculturalismo se erige en la forma ideal del capitalismo global. Una forma ilusoria, supuestamente neutral, que cobija en su interior la diversidad. Pero detrás del discurso de la tolerancia se esconde una forma de racismo invertida, negada y autorreferencial.

La tolerancia represiva celebra el Otro folclórico, pero denuncia y excluye al Otro real (Žižek 1998). Promueve el etnocidio, el genocidio y el ideocidio (Appadurai 2001). La globalización es un proceso social que atraviesa de manera diferencial y desigual los territorios (Ortiz 2001). Implica tanto la universalización de lo particular como la particularización de lo universal (Robertson 2000). En este sentido, surgen diversas representaciones y contraideologías que se relacionan con el imaginario social de la globalización, pero que también enfrentan la ficción hegemónica de este relato universalista. La ummah como una comunidad moral imaginada, que supera los límites de los Estados-nación y las diferencias lingüísticas, étnicas y de clase, esconde una utopía transnacional que permite participar —y reconfigurar— estas cartografías diaspóricas y territorialidades glocales. Quizás resulte algo paradójico, dado el carácter ideológico que presenta la religión, como cualquier sistema simbólico. No obstante, de acuerdo a Ricoeur (1988), ideología y utopía son dos polos que constituyen un doble imaginario. Son fenómenos que relacionan nuestras expectativas hacia el futuro, las iniciativas del presente y la construcción de tradiciones heredadas (1988, 81). Imaginar un mundo justo e igualitario —previo al Juicio Final— implica reconocer la explotación y las desigualdades actuales e intentar enfrentarlas. Ese holismo planetario parece aún más cercano, debido a la exacerbación de las distintas formas de violencia —interpretadas según la cosmovisión y escatología islámicas—, y tangible gracias a las nuevas tecnologías, espacialidades y territorialidades. De esta manera, tanto la ideología como la utopía expresan simultáneamente sentidos patológicos y positivos. La ideología puede ser, tal como afirman Feuerbach y Marx, distorsión e inversión de la realidad, o justificación y legitimación de órdenes imperantes, como diría Weber. Pero también puede cumplir, siguiendo a Geertz, una función integradora, al contribuir a la consolidación de la identidad y la memoria colectiva de un grupo. En el contexto actual, el islam permite a las comunidades locales preservar sus costumbres y tradiciones, aunque bajo el riesgo de la dogmatización y esquematización. Del mismo modo, la utopía puede caer en la falta de pragmatismo, quedándose en etéreas nebulosas o pura retórica. Sin embargo, la utopía presenta grandes potencialidades. Su función es proyectar la imaginación fuera de la realidad: en ese otro lugar que es el “ningún lugar”. Implica también una exterioridad temporal (ucronía) (Ricoeur 1988, 89). Por consiguiente, utopía e ideología cumplen funciones complementarias. Finalmente, si el Corán constituye el núcleo sacralizado de la identidad islámica (Sibony 2004, 28), es un símbolo cohesionador de la diversa comunidad de creyentes. De una comunidad imaginada (Anderson

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1993) en la que la lingua sacra, las técnicas corporales, los ritos, los signos flotantes y mensajes transportables se vuelven fundamentales en un mundo rizómico (Appadurai 2001). El sentirse parte de la comunidad de creyentes tiene un rol destacado en la constitución de la subjetividad y agencia musulmanas. En este sentido, para los miembros de la comunidad de Floresta, reivindicar sus signos diacríticos —volviéndolos íconos— y posicionarse políticamente ante determinadas causas internacionales que conjugan con luchas locales implican redefinir su pertenencia a un linaje de creyentes (el chiismo) dentro de la ummah, y en cuanto minoría religiosa renegociar su posición dentro del colectivo musulmán argentino, así como visibilizarse ante el resto de sus conciudadanos. Proceso que no se encuentra libre de tensiones pero que se ve favorecido por la diversificación del campo religioso local y la utilización de discursos y símbolos de carácter transnacional que interpelan religiosa y/o políticamente a otros actores sociales. Realizar colectas para ayudar a los inundados en el litoral argentino o marchar en apoyo de la causa palestina son concebidos como actividades que manifiestan el compromiso de la comunidad con la justicia social, principio islámico ampliamente reconocido. Las estrategias institucionales, los discursos y praxis de los miembros de la comunidad apuntan a hacer confluir la argentinidad con la musulmanidad como locus identitarios de enunciación. Una forma de nacionalización del islam. “La religión —dice Sibony— es un aspecto central de la cuestión identitaria, una gestión del vínculo como origen, una manera de marcar los límites del abismo para instaurar lugares seguros, dinámicas manejables” (2004, 13). Pero además vehiculiza necesidades, aspiraciones y tendencias no realizadas en el orden vigente. La constante reconstrucción de la mentalidad utópica permite desafiar instancias tradicionales, disputar la hegemonía del campo religioso, rediseñar los parámetros de la ciudadanía y su participación en el espacio público. La utopía tiene un efecto transformador al cuestionar el statu quo. Sin embargo, como vimos, los límites de este imaginario, las características de los elementos utópicos y la selección de los mismos se encuentran en estrecha relación con el momento histórico social en el que surgen, con esa totalidad histórica dotada de sentido (Mannheim 1987, 184). Por ende, el Islam Político, la política de la identidad o la utopía de una ummah transnacional no pueden entenderse a expensas de la globalización en cuanto proceso histórico, imaginario y paradigma ideológico. Referencias 1. 2.

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Íconos, sentidos e identidades en movimiento | Mari-Sol García Somoza · Mayra Soledad Valcarcel

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TEMAS VARIOS y religiones. Diálogos transnacionales en el mundo contemporáneo, editado por Martin Jaime y Roberto Álvarez, s. p. Lima: PEG – Diversidades Universidad de San Marcos (en prensa). 55. Verón, Eliseo. 1998. La semiosis social: fragmentos de una teoría de la discursividad. Barcelona: Gedisa. 56. Yáser, Juan. 1997. “El movimiento literario americano-árabe en América Latina”. En El mundo árabe en América Latina, editado por Raymundo Kabchi, 331-370. Madrid: Unesco – Libertarias – Prodhufi. 57. Yuval-Davis, Nira. 1993. “Women, Ethnicity and Empowerment”. Feminism Psychology 4 (1): 179-197. http://dx.doi.org/10.1177/0959353594041010

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Entrevistas 60. Khadija, miembro fundador de Umma. Agosto de 2013. 61. Fátima, mujer de 40 años, de familia árabe-mu-

sulmana. Mayo de 2013.

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 51-66 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.04

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Innovaciones comunicativas y cambios de los sistemas socioeconómicos. Interpretaciones de sus efectos en los textos científicos* Olivia Velarde Hermida** – Francisco Bernete García*** Fecha de recepción: 02 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 12 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.05

R E S U M E N | Nuestro trabajo tiene el objetivo de conocer cómo se abordan las interdependencias entre las transformaciones de la comunicación y los cambios sociales, desde la perspectiva de la reproducción o el cambio de las actuales sociedades globalizadas. Con ese fin se llevó a cabo la investigación titulada “La producción social de comunicación y la reproducción social en la era de la globalización”, en la que se sustenta este artículo. Hemos realizado un análisis de contenido de publicaciones académicas e identificado el repertorio de nuevos escenarios socioeconómicos que se están contemplando en los ámbitos científicos. Los escenarios de un futuro “globalizado” aclaran transformaciones relacionadas con los usos sociales de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información. Las referencias a esos escenarios de futuro describen procesos macrosociológicos e históricos. PA L A B R A S C L AV E | Cambio social, análisis de contenido (Thesaurus); dinámicas históricas, innovación comunicativa (palabras clave de autor).

Communicative Innovations and Changes in Socio-Economic Systems: Interpretations of Their Effects in Scientific Texts A B S T R AC T | Our work aims to see how the interdependencies among transformations in communication and social changes are addressed, from the perspective of reproduction of or change in today’s globalized societies. To that end, we carried out a study entitled “The Social Production of Communication and Social Reproduction in the Globalization Era,” which has served as the basis for this article. We analyzed the content of academic publications and identified the repertoire of new socioeconomic scenarios that are being considered in scientific fields. Scenarios of a “globalized” future clarify transformations related to social uses of new communication and information technologies. The references to these future scenarios describe macro-sociological and historical processes. K E Y W O R D S | Social change, content analysis (Thesaurus); historical dynamics, communicative innovation (Author’s Keywords).

*

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El artículo es resultado del proyecto “La producción social de comunicación y la reproducción social en la era de la globalización”, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Proyecto I+D (España). Referencia proyectos de investigación fundamental no orientada. CSO2010-22104-C03-01, enero 2010 a diciembre 2013, investigador principal Javier Fernández del Moral.

Doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid (España). Profesora titular de la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus publicaciones se encuentran: “La mediación comunicativa de las identidades individuales y colectivas” (en coautoría). Revista Latina de Comunicación Social 70 (2015): 552-565; y “Paradigmas de los efectos de las TIC en la cultura y en el conocimiento” (en coautoría). Revista Latina de Comunicación Social 70 (2015): 347-379. * [email protected] *** Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid (España). Profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus publicaciones se encuentran: “Análisis de contenido”. En Conocer lo social: estrategias y técnicas de construcción y análisis de datos, editado por Antonio Lucas Marín y Alejandro Noboa, 221-261. Madrid: Editorial Fragua, 2014; y “Designs for Social Science Study of Globalized Future Scenarios” (en coautoría). International Journal of Humanities and Social Science 4 (11/1): 93-108, 2014. * [email protected]

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TEMAS VARIOS

Inovações comunicativas e mudanças dos sistemas socioeconômicos. Interpretações de seus efeitos nos textos científicos R E S U M O | Nosso trabalho tem o objetivo de conhecer como se abordam as interdependências entre as transformações da comunicação e das mudanças sociais, a partir da perspectiva da reprodução ou da mudança das atuais sociedades globalizadas. Com esse objetivo, realizou-se a pesquisa intitulada “A produção social de comunicação e a reprodução social na era da globalização”, na qual se sustenta este artigo. Realizamos uma análise de conteúdo de publicações acadêmicas e identificamos o repertório de novos cenários socioeconômicos que estão sendo contemplados nos âmbitos científicos. Os cenários de um futuro “globalizado” esclarecem transformações relacionadas com os usos sociais das novas tecnologias da comunicação e da informação. As referências a esses cenários de futuro descrevem processos macrossociológicos e históricos. PA L AV R A S - C H AV E | Mudança social, análise de conteúdo (Thesaurus); dinâmicas históricas, inovação comunicativa (palavras-chave do autor).

Introducción Las innovaciones tecnológicas de la comunicación y sus usos sociales están originando cambios que suelen considerarse distintivos de la época de la globalización. Tales cambios están siendo drásticos, tanto en la gestión de la información y del conocimiento como en la producción de la comunicación social. A mediados de la década de los setenta comienza una serie de transformaciones sociohistóricas —como la aparición de las tecnologías digitales o la crisis de rentabilidad de la economía— que acabarán modificando los supuestos teóricos y socioeconómicos que habían orientado el desarrollo de las actividades comunicativas durante más de cien años. Desde entonces, la comunicación parece estar cada vez más implicada tanto en los procesos productivos como en los reproductivos de cada sociedad. Se está operando, por tanto, un cambio de escala histórico y no solamente una revolución tecnológica en las funciones mediadoras para producir, transmitir y controlar la información y el conocimiento. Para los estudiosos de la comunicación y del cambio social, este período histórico presenta un enorme interés: la reproducción del sistema económico se está logrando a costa de un endurecimiento en las condiciones de vida de los individuos; y al mismo tiempo, esos individuos disponen de herramientas comunicativas que, al menos técnicamente, podrían contribuir al cambio del sistema. En el campo teórico, esta situación ya fue anticipada en los años ochenta: la sociedad capitalista “ha llegado a un estadio histórico en el que ni puede prescindir para el funcionamiento de su Sistema de Producción de las innovaciones comunicativas, ni puede permitir que los efectos [de estas innovaciones] hagan inviable su propia reproducción” (Martín 1986, 97). Las prestaciones que ofrecen las invenciones tecnológicas tienen aplicaciones sociales diversas y en ocasiones opuestas. Por lo tanto, la incidencia de esas innovaciones en los cambios que transforman las sociedades depende de los usos sociales que en cada lugar y en cada tiempo se hagan de los nuevos recursos científicos

y técnicos (Martín y Velarde 2015). Expresado brevemente: la orientación y el ritmo del “progreso” están socialmente mediados. Y en la era de la globalización se está generando un gigantesco sistema de mediación. En la literatura especializada, “globalización” es un término utilizado en numerosos campos del conocimiento, desde perspectivas diversas y en relación con múltiples fenómenos (Crusafón 2012). Recibe una aplicación cuasi-universal y por lo tanto es una designación que carece de valor discriminativo. Como todos los términos con estas características, se debe acotar su aplicación y definir el significado que se le está atribuyendo en un área determinada del conocimiento. Estas reglas epistemológicas son necesarias cuando “globalización” se utiliza como concepto teórico, o como categoría de análisis, o como objeto de investigación. Y como bien se sabe, esos usos están generalizados (Ogan 2009). Por ejemplo, se recurre a este término, unas veces como causa y otras como consecuencia de los efectos sociales de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación —las “TIC”—. Por eso es conveniente detenerse e identificar en la literatura especializada cuáles son las múltiples y polisémicas interpretaciones de los vínculos entre cambios comunicativos y transformación de las sociedades que se han ido construyendo durante la globalización, que, como bien se sabe, está en curso desde los años ochenta. Profesores e investigadores de estas materias somos testigos del esfuerzo investigador que se viene realizando para dar soporte teórico a las múltiples dimensiones que tienen esos cambios. El examen de las publicaciones en revistas indexadas de comunicación muestra un abanico múltiple y disperso de contribuciones. Pareciera que el conocimiento avanza deprisa en las dimensiones “micro” —la bibliografía ya es inabarcable y al tiempo bastante reiterativa— y despacio en las perspectivas “macro”. Y quizá no pueda ser de otra forma, dada la celeridad de los cambios. Por ejemplo, abundan las referencias a las prácticas de los usuarios de las nuevas tecnologías, a las consecuencias inmediatas de esos usos en la vida cotidiana de las personas y a los

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TEMAS VARIOS

efectos tanto positivos como negativos de los mismos. En cambio, son menos frecuentes las consideraciones sobre transformaciones de las estructuras de poder, y aún menos las de los cambios axiológicos, cognitivos y antropológicos que pueden darse a largo plazo. Las representaciones ofrecidas en los textos científicos llegan a ser compartidas entre la comunidad académica, y más adelante van nutriendo los imaginarios colectivos. Por tal motivo, se justifica realizar un análisis sistemático de las publicaciones que aborden las interdependencias entre las transformaciones de la comunicación y los cambios sociales, desde la perspectiva de la reproducción o el cambio de las actuales sociedades globalizadas. Ese análisis es precisamente el que hemos realizado en la investigación titulada “La producción social de comunicación y la reproducción social en la era de la globalización”, en la que se sustenta este artículo. Un análisis de esta naturaleza puede comenzar objetivando los modelos alternativos utilizados para explicar tales interdependencias. Y luego puede identificar el repertorio de concepciones del cambio sociohistórico existentes en la producción científica. Estas visiones prospectivas raramente aparecen explícitas en los textos especializados. Pero con frecuencia están implícitas. Por eso, examinamos cómo es el bosque teórico que ha crecido en el espacio globalizado de la comunicación, pues al quedar oculto por la exuberancia de los árboles no se manifiesta en toda su dimensión al observador del estado del arte. En la primera parte del artículo se detalla el diseño metodológico. Sintetizamos todas las fases del análisis de contenido que sirvió de base a la investigación, a fin de destacar la correspondencia entre los presupuestos teóricos y metodológicos, y las técnicas empleadas. En la segunda parte describimos los resultados correspondientes al objeto de estudio de este artículo, a saber: la incidencia de las TIC en las dinámicas de reproducción y cambio de los actuales sistemas socioeconómicos. Para ello, exponemos sistemáticamente las afectaciones comunicativas relacionadas con la economía, la política, el trabajo, las relaciones laborales y las administraciones. Toda vez que la utilización de las TIC en dichos sistemas socioeconómicos puede relacionarse con dinámicas que acaban transformando el estado y el funcionamiento de las sociedades, hemos procedido a identificarlas. Y esa identificación se ha hecho a partir de los datos del análisis de contenido, pero utilizando categorías que proceden de una perspectiva sociohistórica de los cambios sociales. La perspectiva sociohistórica toma en cuenta los cambios que transforman de manera irreversible la organización y el funcionamiento de las sociedades. Las tecnologías comunicativas han contribuido en varias ocasiones a

cambios sociohistóricos. Por ejemplo, con los soportes materiales para la escritura, con la imprenta y con los media audiovisuales (Velarde, Bernete y Franco 2015, 348). En varios de los textos que constituyen el corpus de investigación se da por supuesto que las aplicaciones sociales de las TIC están llamadas a generar un nuevo cambio sociohistórico. Este nivel de interpretación de los resultados aclara el sentido que tiene el cúmulo de análisis particulares que hemos encontrado en las obras examinadas. Finalmente, a partir de las dinámicas, presentamos los escenarios prospectivos que muestran los vínculos entre las transformaciones comunicativas y la reproducción social.

Diseño metodológico Como hemos mencionado, en el estudio realizado examinamos las visiones del futuro globalizado existentes en la literatura científica. Para ello, hemos llevado a cabo un análisis de contenido identificando “el estado del arte” en torno a un tema que ha sido, es y seguirá siendo objeto de reflexión en numerosos campos de las ciencias sociales y humanas. Concretamente, hemos sistematizado las previsiones de cómo van a afectar los usos del conocimiento y de la información, propiciados por las nuevas tecnologías, a las personas y a las organizaciones sociales.

Criterios de selección de las publicaciones Diseñamos un análisis de contenido de publicaciones científicas que hicieran referencia a transformaciones de los sistemas y subsistemas comunicativos (SC) asociadas con cambios en los sistemas y subsistemas sociales (SS). Por ejemplo, en algún texto pueden existir referencias a las transformaciones del subsistema de redes, por donde circula la información que intercambian los usuarios. Y en ese mismo texto, esas nuevas prestaciones comunicativas se pueden poner en relación con cambios que se están produciendo en el subsistema de empleo, porque han hecho posible el teletrabajo. Las menciones a estas interdependencias (SC ↔ SS) se toman en cuenta cuando en las publicaciones se las relaciona con alguna dinámica histórica. Concretamente, con transformaciones que se consideren propias de la globalización, o de la sociedad del conocimiento y de la información, u otras designaciones equivalentes. Tales dinámicas se indican con la anotación (DS). En el ejemplo anterior, el que las nuevas redes hagan posible la existencia del teletrabajo puede aparecer relacionado con la integración de los espacios laborales y domésticos. Es una dinámica que ya se aprecia en la actualidad y que transformará tanto la vida privada de las familias como las modalidades de empleo.

Innovaciones comunicativas y cambios de los sistemas socioeconómicos | Olivia Velarde Hermida · Francisco Bernete García

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TEMAS VARIOS

El registro de ideas. Transcripción de los escenarios de futuro a sentencias El diseño del análisis de contenido prevé que las ideas de los autores se capten en su sentido original, pero no literalmente sino de acuerdo a un modelo de estructura lógica, que permite adaptar cualquier idea a unos parámetros predeterminados, que explicamos a continuación: los relatos científicos seleccionados que ofrecen visiones prospectivas de las transformaciones comunicativas y los cambios sociales hacen posible construir “sentencias”. Las sentencias son los textos que constituyen el corpus de unidades para el análisis de contenido. Son frases que describen una determinada representación de un determinado fenómeno y están construidas siguiendo un diseño con dos características esenciales. En primer lugar, enuncian y relacionan los tres componentes que, en este caso, pueden existir en una representación, a propósito de los escenarios de futuro. A saber: a. Una transformación de (SC) que se opere en alguno de los sistemas de comunicación. b. Un cambio de (SS) que se produzca en alguno de los sistemas sociales vinculado a la transformación en el (SC). c. Las consecuencias que se cree que vayan a tener esos vínculos entre (SC) y (SS) sobre dinámicas (DS) de reproducción o de cambio en nuestras sociedades globalizadas. Un ejemplo de texto construido con el formato de las sentencias sería: (SC): las redes digitales hacen posible que información producida por los propios usuarios llegue a tener una difusión masiva en un intervalo de tiempo muy corto, lo que posibilita que se puedan convocar movilizaciones ciudadanas. (SS): en ocasiones esta prestación se utiliza para desmentir, contradecir, las versiones de lo que acontece que proporcionan las instituciones públicas. Lo que está haciendo posible que existan formas activas de participación en los aconteceres políticos (por ejemplo, en España, por referencia a los atentados de Atocha de 2004). El gobierno del Partido Popular atribuyó la autoría a terroristas de ETA. Pero el conjunto de la población tuvo conocimiento a través de las redes de que en realidad, los terroristas eran miembros de Al Qaeda. (DS): a la larga, el recurso a las redes digitales puede llegar a ser un cauce para el conocimiento de lo que acontece, que contrarreste la pérdida de confianza de los ciudadanos en las organizaciones políticas.

Y en segundo lugar, las sentencias y las partes que las constituyen son unidades comparables. Cada sentencia contiene una estructura de razonamiento organizada que utiliza conectores lógicos y se puede expresar tanto en lenguaje natural como formal. Esta característica permite que se las analice utilizando cálculos cuantitativos, estructurales y discriminativos.

Universo y corpus de análisis Como se ha explicado, hemos establecido nuestro universo de estudio como el repertorio de escenarios de futuro vinculados a los usos sociales de las TIC, que se puedan identificar en publicaciones científicas. Por lo tanto, el corpus para el análisis incluye todas las sentencias que se han identificado con un contenido diferente —se han eliminado las sentencias redundantes—. Conviene destacar que la elección de títulos no está preconfigurada ni responde a cuotas. Porque las publicaciones científicas no son el universo de este estudio; las publicaciones científicas son las fuentes en las que se contiene el universo de escenarios de futuro con contenidos diferentes. Para identificar este corpus de estudio se ha utilizado la metodología de “la bola de nieve”, creada por el profesor Dr. M. Martín Serrano (1972). Es un procedimiento basado en el análisis de estructuras que sirve para obtener muestras en sistemas que están configurados. La metodología tiene por objeto incorporar unidades de análisis cuyos elementos sean distintos y no equivalentes —a diferencia de lo que se hace con las muestras aleatorias, con las que se pretende que todos los elementos sean equiprobables—. Estos métodos se vienen aplicando, desde la publicación de dicha obra y hasta la fecha, sobre todo en estudios de comunidades y en análisis de contenido. Para esta investigación se ha implementado un modelo de cálculo elaborado por el profesor de investigación operativa de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de nuestro Grupo de investigación, Dr. Javier Martín Rodrigo. Una explicación más detallada de estas aplicaciones está disponible en Bernete y Velarde (2014).1 El análisis de contenido se llevó a cabo de acuerdo con los pasos siguientes: En un primer paso, para iniciar la selección de las obras, hemos empleado buscadores lógicos en los fondos y en los accesos documentales, propios y de otras instituciones, de que dispone la Universidad Complutense de Madrid.

1 El diseño del protocolo de análisis lo ha realizado un grupo de profesores, entre los que figuran los firmantes de este artículo. Un equipo de doce analistas de contenido, coordinados por la Dra. Begoña Ballesteros y por la licenciada Sugey Morales y entrenados en la construcción de sentencias a partir de relatos, ha llevado a cabo el volcado de la información.

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TEMAS VARIOS

La exploración comenzó por las fuentes en donde se describe el estado del arte; en su mayor parte, publicaciones de uso académico. Se elaboraron las correspondientes sentencias y se tomó nota de las referencias a otras fuentes en las que cabría obtener sentencias diferentes. Este procedimiento va incorporando las fuentes especializadas, que a su vez remiten a otras fuentes, hasta que las publicaciones aporten solamente referencias redundantes. Como cabe imaginar, las referencias menos compartidas van apareciendo al final del proceso, lo cual no quiere decir que sean menos interesantes. La redundancia se incrementa con mucha rapidez. Al fin y al cabo, no son tantas las concepciones distintas sobre este tema que puede generar la comunidad científica. En la práctica, cuando se ha llegado al punto en el que las citas son endogámicas, se ha entrado en un bucle que no va a proporcionar más novedad. Y por lo tanto, se puede dar por concluida la exploración. En esta investigación se suspendió la búsqueda cuando la probabilidad de encontrar otra representación nueva era del 2,2%, con un nivel de confianza del 95,5%. Por lo tanto, el corpus que se ha obtenido es suficiente y confiable. Tras esas operaciones, el corpus de sentencias resultaba del análisis de los relatos de 70 libros, 10 capítulos de libros y 33 artículos de revistas científicas, de lo cual obtuvimos un total de 2.300 sentencias diferentes. Por motivos de espacio, en la bibliografía sólo se incluyen las referencias que se han citado explícitamente. Estas fuentes podían estar escritas, además de en español, en inglés, francés, alemán, portugués e italiano.

Se localizaron en bibliotecas, a través de internet, por intercambio, o se adquirieron en librerías nacionales e internacionales. Las principales referencias que se acogen en estas fuentes al término TIC tienen que ver con la digitalización y sus prestaciones; con la virtualización, sus instrumentos y aplicaciones; con las redes de acceso general y más especializado, sus contenidos y funciones; con los usuarios, sus interacciones y comportamientos; con los proveedores, sus políticas y controles. En la tabla 1 se muestra la diversidad que tienen las fuentes que se han analizado.

Resultados de los análisis Con las sentencias obtenidas se realizaron diversas clasificaciones. Una de ellas ha consistido en identificar cuáles son los sistemas afectados por las aplicaciones de las TIC. La distribución resultante aparece en la tabla 2. Se han establecido tres grupos: Sistemas socioeconómicos; del conocimiento; y de la vida cotidiana. En este artículo se exponen únicamente los resultados correspondientes al análisis de (1) Grupo de Sistemas socioeconómicos, que incluye 1.096 sentencias diferentes, distribuidas entre cuatro subsistemas: el económico —al que se refieren aproximadamente, una de cada cinco sentencias del corpus—; el político —con casi la misma proporción de sentencias—; el laboral —mencionado por una de cada veintitrés sentencias—; y el administrativo — del que se ocupan una de cada treinta y siete sentencias—.

Tabla 1. Los campos científicos a los que pertenecen las publicaciones de las que proceden las sentencias que constituyen el corpus de la investigación Ciencias del hombre - Evolución y paleontología humanas. Tiempo histórico. - Etología. Praxeología. Prosémica. - Psicologías: de la percepción; cognitiva; del lenguaje. - Psicologías evolutiva y diferencial. De las capacidades intelectuales, la imaginación; la creatividad. - Psicologías del comportamiento; de las necesidades y motivaciones. Ciencias de las sociedades - Espacio y ecología sociales. - Estructura y cambios sociales: Sociología de los grupos primarios; de las organizaciones e instituciones. - Economía política; División social y técnica; revoluciones industriales. modernización. - Macroeconomía, trabajo, capital, mercados, consumo, desarrollo. - Relaciones interpersonales: acción ejecutiva/indicativa. Grupos de pertenencia y de referencia - Relaciones sociales: Participación política, representación. Controles sociales, represión, emancipación. - Política y acción social. Conflictos y guerras, Imperialismo. Nacionalismos. Movimientos sociales. - Sociología de la cultura: Socialización. Identidades personales y colectivas. Tradiciones. Aculturación. - Producción social de comunicación: Conservación y transmisión de conocimiento, memorias sociales. Objetividad y referencia de la información. Fuente: elaboración propia a partir del corpus de los datos analizados. Innovaciones comunicativas y cambios de los sistemas socioeconómicos | Olivia Velarde Hermida · Francisco Bernete García

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TEMAS VARIOS Tabla 2. Sistemas afectados por las aplicaciones sociales de las TIC

2. Cambios en el plano del “Hacer” de los agentes individuales y colectivos: incluye las transformaciones que hemos identificado relacionadas con las prácticas, las actividades; los procedimientos y las interacciones de los agentes aludidos en cada sentencia.

Bases (nn)

(%)

(1) Grupo de sistemas socioeconómicos Económico

487

21,2

Político

433

18,8

Laboral

111

4,3

Administrativo

65

2,8

3. Cambios en el plano del “Creer” o “Concebir”: recoge modificaciones que tienen que ver con ideas, programas, modelos; con reglas y valores, y con todo lo que atañe al cambio en las mentalidades, las ideologías y las cosmovisiones.

(2) Grupo de sistemas del conocimiento Cultural

271

11,8

Cognitivo

180

7,8

Educativo

140

6,1

Info-comunicativo

133

5,8

Científico

99

4,3

La desagregación de las sentencias en estos tres planos se muestra en la tabla 3. Se resaltan en cursiva los valores que son significativamente elevados. La distribución estadística promedio para cada casilla es del 33,3%. Si se compara con los resultados del cuadro, cabe adelantar dos observaciones generales:

(3) Sistema de la vida cotidiana Existencial

265

11,5

Base (en cada fila)

2300

100

Fuente: elaboración propia a partir del corpus de los datos analizados.



Que las afectaciones de las TIC más mencionadas en las sentencias se refieren a las modificaciones producidas en las organizaciones, los Estados o funcionamiento de los sistemas (plano del “Ser” o del “Estar”).



Que hay relativamente pocas referencias a modificaciones generadas por las TIC en los programas, normas y mentalidades (plano del “Creer o “Concebir”).

En los siguientes epígrafes se analizan para cada uno de los sistemas socioeconómicos —y en cada plano— las afectaciones concretas descritas en los contenidos de las sentencias.

Criterio utilizado para analizar las afectaciones de las TIC a los sistemas socioeconómicos Para clasificar las modificaciones de los sistemas socioeconómicos, que en los relatos se relacionan con transformaciones comunicativas, las hemos distinguido según el plano en el que tales cambios tienen lugar. Ubicamos tres planos: el del ser o estar; el del hacer y el del pensar:

Afectaciones comunicativas en los sistemas económicos Las afectaciones comunicativas identificadas tienen que ver, en tres de cada cinco casos, con cambios en el estado o estructura de las instituciones económicas —y no tanto con el sistema económico en su conjunto—. Son cambios referidos a multinacionales, empresas, industrias, monopolios u oligopolios. En cuanto al sistema económico en su conjunto, se alude a la incidencia de las innovaciones comunicativas en la aparición y expansión del capitalismo financiero.

1. Cambios en el plano del “Ser” o del “Estar” de los sistemas: se han reunido las modificaciones que atañen a cómo están organizados los sistemas; a sus estructuras y componentes, a sus estados y a su funcionamiento. Tabla 3. Afectaciones de las TIC a los sistemas socioeconómicos Relación de sistemas socioeconómicos

Plano en el que se producen las afectaciones. Porcentajes En el “Ser” o el “Estar” En el “Hacer” En el “Creer o “Concebir”

Bases: Totales

Económico

60,5

28,3

11,2

487

Político

52,7

41,3

6,0

433

Laboral

64,0

29,7

6,3

111

Administrativo

59,3

34,6

6,1

65

Fuente: elaboración propia a partir del corpus de los datos analizados. rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 67-79 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.05

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También son frecuentes las referencias a las TIC en relación con la transformación de los mercados. Estas tecnologías han creado un sistema de mercado interconectado en red (Castells 1997), pero también están contribuyendo a segmentarlo gracias a la capacidad de estas tecnologías para interactuar con el cliente y ofrecerle servicios y mercancías de manera individualizada. Al mismo tiempo, las nuevas tecnologías también se contemplan en su condición de bienes de consumo y por su repercusión sobre la rentabilidad económica: se afirma que la economía gira, cada vez más, en torno al mercado de la información y de la comunicación (Siochrú 2005). Por último, varias sentencias mencionan que la revolución tecnológica en curso favorece nuevas formas de desigualdad social y dualización económica. Las referencias a las prácticas económicas tienen una frecuencia significativamente baja —dos de cada siete sentencias—. Se mencionan diversas aplicaciones de las TIC, en la producción y distribución de bienes; y en el desarrollo y expansión de mercados. Generalmente se relacionan con la incidencia en la productividad y el beneficio. Y hay análisis macroeconómicos que consideran que la utilización de los bienes y servicios comunicativos en actividades económicas se condiciona a que generen beneficios de forma directa o indirecta. En el ámbito económico, como en todos los demás, son muy poco frecuentes las alusiones o los análisis sobre la incidencia de las TIC en las normas, los valores y mentalidades —uno de cada nueve—. Se alude principalmente a la participación de las nuevas tecnologías en la transformación del modelo de producción capitalista: sobre todo al paso de su etapa industrial a su etapa financiera. Además, se describen dos dinámicas comunicativas que contribuyen a esa transición: 1. Desde la comunicación pública se articulan mecanismos de reproducción que no amenacen el orden económico. Por ejemplo, la difusión a escala universal de controles elaborados por “la industria de la conciencia” hace posible la expansión del capitalismo multinacional (cfr. Enzensberger 1984 [1971]). 2. Al tiempo, se promueven los correspondientes cambios de las normas y los valores socioeconómicos propios del capitalismo financiero e informacional. Por ejemplo, difundiendo “el consumismo” (como algo deseable e inevitable) en todas las esferas de la existencia humana (cfr. Webster 2002 [1995]).

Afectaciones comunicativas en los sistemas políticos Una de cada dos sentencias aproximadamente se refiere a los efectos de las transformaciones comunicativas en la organización de las instituciones políticas, plano del “Ser”. Las TIC se ubican en el origen de la revolución

que más velozmente se está produciendo en la historia, aunque en otros textos se considera que la transformación de las sociedades mediante la innovación tecnológica responde antes a un mito que a una realidad. Las descripciones sobre los efectos de las transformaciones comunicativas en el estado de los sistemas políticos se centran en el reparto y la centralización del poder. Algunas sentencias consideran que la hegemonía global ejercida por Estados Unidos aumentará, en tanto que la libre circulación de información favorecerá la penetración de productos comunicativos de ese país (Martín 2004). Sin embargo, la mayoría de textos apuntan a la emergencia de otros actores hegemónicos —sobre todo, asiáticos— que competirán por el poder político y económico. En todo caso, no parece que las TIC vayan a cuestionar la centralización del poder en torno a los Estados-nación, lo que se comparte en uno de cada cuatro casos. Solamente dos sentencias suponen que internet va a contribuir a la desactivación de los nacionalismos, en beneficio de la identificación con ciudadanías globales. Esa creencia predominante de que se están usando las TIC para concentrar y centralizar el poder a escala de las políticas nacionales no se refiere al ámbito local. Los textos que abordan la política municipal consideran que el recurso a las redes para la comunicación ciudadana está articulando el tejido social (Fuchs 2008). Dos de cada cinco sentencias se refieren a las transformaciones comunicativas que inciden en el modo de “Hacer” política. Los textos reflejan que ya se ha tomado conciencia de que las prácticas políticas de las instituciones del poder y de la ciudadanía pueden estar en conflicto. Las referencias a esa contraposición se centran principalmente en dos cuestiones: en el uso de las TIC tanto para el control como para la autonomía de la población. Y sobre todo, en las nuevas formas de participación política que estas tecnologías hacen posible. Hay textos que relacionan las TIC con la existencia de vigilancias políticas que nunca antes eran posibles. Y otros que destacan la posibilidad de utilizar esas mismas tecnologías para controlar a los controladores. Ambas visiones aparecen con frecuencia equivalente —uno de cada diez casos—. Por ejemplo, se menciona que internet se adapta a la gestión de las nuevas formas de poder y hace posible el estado de dominación y vigilancia. Al tiempo, se contrapone que ese mismo sistema ha favorecido la multiplicación de movimientos diversos de resistencia (Mattelart 1998). Una de cada dos sentencias está centrada en el recurso a estas tecnologías, a fin de establecer alternativas de participación activa para el conjunto de las personas. La mayoría de los textos coinciden en la idea de que el uso de las redes ya está sustituyendo los métodos tradicionales de discusión y de toma de decisiones. Por

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ejemplo, se escribe que se está creando un “asamblearismo virtual”; que la red hace posible convocar movilizaciones con un mínimo de burocracia y jerarquía y que se generan formas de democracia deliberativa mediatizada (Green 2002). Se toman en cuenta logros en la defensa de los derechos cívicos, que se atribuyen a la rápida difusión de la información. Se inventan denominaciones para estas formas de participación, como “democracia continua”, consistente en una relación constante entre ciudadanos y representantes; “ciberdemocracia” o “tele-política”, en alusión al uso de canales digitales que trascienden las estructuras tradicionales de los partidos. Varias sentencias argumentan que el recurso a la comunicación activa contrarresta la pérdida de confianza, la deslegitimación y la desafección del sistema político por parte de los ciudadanos. Son relatos que, de una forma u otra, aluden a la tecnoutopía de la democracia total (Zubero 2004). El resto de las sentencias relativas a las prácticas políticas —una de cada tres— se refieren al uso de las redes por los movimientos sociales. Se reiteran referencias a cómo han favorecido las movilizaciones colectivas. Se afirma que hacen posible la convergencia ideológica y de los objetivos, en ocasiones a escala internacional; y que permiten la coordinación de actividades en red. En el ámbito político es donde hay menos referencias, en términos relativos, a la repercusión de los cambios comunicativos sobre las concepciones y creencias de la población. Los argumentos más frecuentes señalan los usos ideológicos de la comunicación pública donde se pueden estar borrando los límites entre propaganda política e información. Se menciona, por ejemplo, que en la comunicación están sobrerrepresentados los intereses de los poderosos y subrepresentados los intereses del resto. Además, se menciona la confusión existente entre noticias y desinformación; entretenimiento y despolitización; y entre demandas sociales y publicidad.

Afectaciones comunicativas en los sistemas laborales Dos de cada tres sentencias, aproximadamente, se refieren a cambios en la organización del trabajo, que ahora ha adquirido, en muchos casos, un componente informacional. Pero lo que se analiza en los textos es, sobre todo, el impacto de las TIC en el empleo. Las sentencias más numerosas son aquellas que vinculan esta reconversión digital con una reducción de la oferta de trabajo y la destrucción de empleos desempeñados por la mano de obra menos cualificada (en sectores como la banca o las telecomunicaciones). En la literatura científica revisada abunda la idea de que las TIC no están ofreciendo ocupaciones alternativas en cantidad suficiente (Clemente 2005).

Es en el plano de las prácticas y el hacer laboral donde se encuentran los discursos más favorables a los efectos laborales de las TIC. Las ventajas laborales de la reconversión digital que más se mencionan son la flexibilidad en los horarios de trabajo; la disminución en los desplazamientos y las nuevas oportunidades de empleo para las mujeres. Se escribe, además, que las personas trabajadoras son más autónomas y poseen más iniciativa y decisión (Joyanes 1997). Todavía en ese plano, dos de cada siete referencias tratan de transformaciones del hacer laboral, consecuentes a la incorporación de las TIC y relacionadas, fundamentalmente, con el teletrabajo. Los argumentos operan con la idea de que es una práctica revolucionaria. Y que por primera vez se están integrando en un único microsistema revocando la separación del trabajo y la residencia. Esto conlleva, sin embargo, diversos inconvenientes: aislamiento del trabajador, inseguridad laboral, ritmos más estresantes, alienación y riesgo de volver al trabajo a destajo, donde se paga al empleado por objetivos. En definitiva, el teletrabajo puede aumentar la productividad empresarial pero a costa de una reducción del valor del tiempo de trabajo (Duart y Sangrà 2000). Solamente una de cada dieciséis sentencias relativas al trabajo hace referencia a la repercusión de estos cambios comunicativos en las mentalidades de los individuos. Se considera que está en desarrollo una nueva “cultura organizacional”, con un modo de trabajo orientado a la cooperación en red entre los trabajadores.

Afectaciones comunicativas en los sistemas administrativos Existen relativamente pocas referencias a los efectos de la innovación comunicativa en las administraciones públicas. Dos de cada tres menciones, aproximadamente, se refieren al “Ser” de estas organizaciones administrativas: aluden a los efectos de las TIC sobre las relaciones de la administración con los administrados; y de las administraciones públicas con el sector privado. La mayoría de los textos identifican mejoras derivadas de la informatización de los servicios públicos, sobre todo en la administración local —mayor transparencia administrativa y participación de los usuarios—. Pero también hay manifestaciones en sentido contrario: si la red se usa con fines administrativos se requiere tanto acceso como capacidad de manejar los recursos digitales, lo que puede aumentar la brecha digital entre los ciudadanos (Lash 2005 [2002]). Varias sentencias inciden en que la informatización de los servicios disminuye la burocratización administrativa, reduciendo esta carga a ciudadanos y empresas.

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No obstante, otras opiniones, aunque menos numerosas, indican que el crecimiento de la cantidad de información que gestionan las administraciones públicas refuerza la burocracia y aumenta el aparato administrativo. Además, se menciona que la informatización de los servicios públicos refuerza la presencia del sector privado en las tareas administrativas. El refuerzo es directo cuando se privatizan servicios públicos gestionados por internet —por ejemplo, el cobro de multas—. Y sobre todo, el refuerzo es indirecto cuando se eliminan obstáculos administrativos a la inversión privada y a la libre competencia. La proporción de menciones a los efectos de las TIC en el “Hacer” de las administraciones públicas se corresponde con el que cabía esperar en términos estadísticos —una de cada tres—. Se tratan principalmente dos tipos de efectos. El primer efecto consiste en la mejora de la calidad de los servicios que las administraciones proporcionan (e-government), por ejemplo, con la simplificación de trámites y la mejor organización de la información (Kaufman 2005). Aquí también se identifica una mayor concienciación de los poderes públicos de cuidar su buena imagen institucional a través de la eficiencia de sus espacios virtuales. Y el segundo efecto está relacionado con el aumento o descenso de controles gubernamentales. A este respecto, las características estructurales de internet son un obstáculo para el ejercicio incontrolado del poder o la impunidad estatal (Barranquero y González 2006). Pero también hay otra perspectiva de análisis, que relaciona esos controles con la eficiencia administrativa. El control administrativo también puede ser instrumentado para otros fines que limiten las libertades formales o reales. Estas observaciones están tomando en cuenta que la información que hay que entregar a las administraciones, en muchos aspectos, es de obligado cumplimiento y queda archivada sin que el sujeto pueda decidir, en muchos casos, sobre ella. Por ejemplo, se argumenta que la multiplicación de los procesos de clasificación, recolección y registro de información, con fines de gestión administrativa y atención a los usuarios, está en el centro de la vigilancia de masas que consolida el “estado de vigilancia” (cfr. Krug 2005). Una sentencia de cada dieciséis registradas está referida a cambios en las concepciones de las administraciones públicas derivadas de las transformaciones digitales. Son textos que se pueden encuadrar en un análisis “weberiano”: las nuevas tecnologías, como internet y sus múltiples aplicaciones, contribuyen a ejercer el imperativo de “la acción racional burocrática” (cfr. Cimadevilla 2004). Existiría una contradicción entre la estructura administrativa que se concibe cada vez más centralizada y la concepción descentralizada y supranacional que se espera de las nuevas tecnologías.

Visión de conjunto de los cambios en los sistemas socioeconómicos En los cuatro sistemas analizados —político, económico, laboral y administrativo—, más de la mitad de los textos tratan de los efectos de las transformaciones comunicativas en la organización y el estado de las respectivas instituciones. Son las afectaciones que inciden en “el Ser” o “el Estar” de cada uno de estos sistemas. Este interés por los cambios estructurales y funcionales, frecuentemente se relaciona y complementa con el análisis de las correspondientes modificaciones a nivel de las prácticas, es decir, con afectaciones relacionadas con “el Hacer” de los agentes individuales y colectivos. En cambio, en términos relativos, está subrepresentado el plano relativo al “Creer” y al “Concebir”, es decir, aquel en donde se recogen las explicaciones de cómo han afectado todos esos cambios los modelos políticos, económicos, laborales o administrativos. Este déficit de análisis es muy llamativo, sobre todo si se toma en cuenta que la mayoría de los textos analizados proceden de publicaciones científicas. Pareciera como si no se hubiese salido aún del asombro ante las prestaciones técnicas ofrecidas por las nuevas herramientas. Fascinación que podría explicar por qué los autores siguen necesitando examinar, prioritariamente, los efectos de las transformaciones comunicativas en los componentes infraestructurales y estructurales de la sociedad. Y por qué se centran más bien en el qué hacer que en el por qué y el para qué hacer. En cambio, la atención concedida a las perspectivas “macro” y a largo plazo de tales efectos no se corresponde con la importancia que tienen ni con su significado sociohistórico. Cabe pensar que en el ámbito de la producción científica analizada esté latente una perspectiva más pragmática y cortoplacista que dialéctica. Quizás eso explicaría por qué para entender las modificaciones en las creencias, los valores y representaciones sociales, relacionados con los nuevos recursos comunicativos, se toman en cuenta tan pocas veces los cambios en la estructura y en el funcionamiento de los sistemas socioeconómicos.

Vinculación de las innovaciones comunicativas con dinámicas sociales en la era de la globalización Como hemos venido exponiendo, el estudio de los relatos a propósito de las TIC permite apreciar cómo se concibe el futuro “de la globalización” en los textos que manejan científicos, académicos y profesionales. Todas las publicaciones analizadas han sido seleccionadas porque relacionan los usos sociales de las innovaciones comunicativas con las dinámicas sociales que producen los cambios históricos. Entendemos que una “dinámica social” es una dimensión del

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funcionamiento social, que puede variar en sentidos opuestos. Por ejemplo: “estatización/privatización”; o “Igualdad/desigualdad social y económica”. En este caso, el sentido que tengan los cambios de las dinámicas estaría relacionado con el uso de las TIC en los sistemas socioeconómicos. Los resultados del análisis de contenido permiten identificar cuáles son esas dinámicas y en qué sentido se espera que se transformen, según los autores de los textos analizados. Las dinámicas identificadas pueden distribuirse en seis tipologías diferentes: 1. Transformación/reproducción políticos y económicos.

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los

sistemas

2. Mejoría/empeoramiento del trabajo asalariado. 3. Desarrollo/involución democrático. 4. Autonomía/control en el ejercicio de las libertades. 5. Desarrollo/involución de la burocracia administrativa. 6. Desarrollo/involución de valores universalistas. Como se puede comprobar, las tipologías 1 y 2 se refieren a dinámicas sociohistóricas que se vienen tomando en cuenta desde los orígenes de la economía política (Marx 1956 [1894]). La 3 y la 4 se pueden relacionar con la crítica del poder que se remonta al iluminismo (Montesquieu 2003 [1748]). Y también con los análisis de las relaciones entre burocracia y progreso, que tienen sus antecedentes en Auguste Comte (1970 [1822]). La tipología 5 hace referencia a la obra de Max Weber (2004 [1905]). Y finalmente, la tipología 6 enlaza con las teorías funcionalistas de la reproducción social, que relacionan la integración con las contraposiciones entre universalismo/particularismo desde Émile Durkheim (1968 [1912]) hasta Talcott Parsons (1968 [1937]). La referencia en las ciencias sociales a estas tipologías de dinámicas ha venido antecediendo o acompañando a los sucesivos cambios sociohistóricos producidos desde los orígenes de las industrialización. Si bien se mira, es comprensible que también estén vigentes en la literatura científica actual. Porque se trata de entender y de prever los cambios históricos que vayan a producirse en nuestra época, inmersa ya en la Cuarta Revolución Científico-Técnica. Y por eso, cada una de las seis dinámicas detectadas contiene afectaciones específicas. En la tabla 4 ofrecemos el conjunto de todas las dinámicas concretas identificadas en cada tipología. En cada categoría aparece en cursiva el sentido en que se espera que se produzca la afectación, y en texto sin cursiva, cuando se espera que la afectación suceda en ambos sentidos.

Tabla 4. Dinámicas sociales que pueden verse afectadas por la utilización de las TIC en los sistemas socioeconómicos Transformación/reproducción de los sistemas políticos y económicos 1. Reorganización/reproducción del poder político y económico a escala global. 2. Expansión/limitación de la expansión del capitalismo financiero. 3. Integración/desintegración de los mercados de bienes y servicios. 4. Promoción/limitación del consumismo. 5. Beneficio privado/servicio público. 6. Estatización/privatización. 7. Igualdad/desigualdad social y económica. Mejoría/empeoramiento del trabajo asalariado 1. Aumento/disminución de la oferta de trabajo. 2. Mejoría/empeoramiento de la calidad del trabajo. 3. Incremento/reducción de ingresos. 4. Aumento/disminución del tiempo de trabajo. Desarrollo/involución democrático 1. Formas tradicionales/nuevas formas de organización política. 2. Formas tradicionales/nuevas formas de participación política. Autonomía/control en el ejercicio de las libertades 1. Aumento/disminución del control ideológico. 2. Aumento/disminución del control gubernamental. 3. Aumento/disminución del control administrativo. Desarrollo/involución de la burocracia administrativa 1. Simplificación/complicación de las gestiones. 2. Mejoría/empeoramiento de la calidad de los servicios. 3. Mejoría/empeoramiento de las relaciones entre administraciones y administrados. Desarrollo/involución de valores universalistas 1. Ascenso/descenso de las identidades nacionalistas. 2. Ascenso/descenso de las identidades localistas. Fuente: elaboración propia a partir del corpus de los datos analizados.

Aclaramos ahora el sentido de los cambios que se producen en cada una de las dinámicas sociales.

Transformación/reproducción de los sistemas políticos y económicos Reorganización/reproducción del poder político y económico: se considera que con el empleo a escala global de las nuevas tecnologías se tenderá a distribuir

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la hegemonía del poder entre un mayor número de Estados. Pero en el interior de cada Estado, la dinámica funcionará a la inversa: el poder se concentrará en un número cada vez más reducido de instituciones. Expansión/limitación de la expansión del capitalismo financiero: el capitalismo financiero ha tomado el relevo del industrial. Se considera que esta transformación es indisociable de los usos económicos y sociales de las TIC. Y se prevé que esta dinámica va a proseguir su curso; y que va a integrar o a controlar las otras formas de producción, socialistas o precapitalistas. Integración/desintegración de los mercados de bienes y servicios: los usos de las redes en los mercados orientan esta dinámica, al tiempo, en direcciones opuestas. Por un lado, hacia la concentración de la oferta y la distribución comercial. Por otro lado, hacia la segmentación de la demanda. Promoción/limitación del consumismo: la dinámica de “las sociedades de consumo” se ha mantenido con el cambio de modelo económico. En las “sociedades globalizadas”, el “consumismo” se ha desarrollado con la promoción de sus valores a través de los medios de comunicación tradicionales y de los nuevos. Se considera que esa tendencia va a seguir manteniéndose. Beneficio privado/servicio público: en las ocasiones en las que haya conflicto entre los intereses privados y públicos, se entiende que las aplicaciones de las TIC se orientarán más bien en beneficio de los primeros. Estatización/privatización: se supone que la gestión de las infraestructuras y los servicios de las TIC se orientará hacia la participación del sector privado, cuando genere beneficios. Y que el papel del sector público será predominante cuando la gestión no sea rentable.

Incremento/reducción de ingresos: las aplicaciones de las TIC en el mercado laboral orientan hacia una reducción del valor del trabajo. Por la deslocalización; por el aislamiento de quienes contratan teletrabajo; y por la transferencia a los trabajadores de los costes de formación y de mantenimiento de los medios y útiles de trabajo. Aumento/disminución del tiempo de trabajo: las TIC disminuyen el tiempo requerido para llevar a cabo muchas tareas. Pero esa economía se aplica más bien para la reducción del número de asalariados que para aminorar las horas trabajadas por quienes tienen un empleo. Estas políticas de empleo y la reducción de la remuneración laboral orientan, a escala general, hacia el aumento del tiempo de trabajo. La tendencia contraria se ve favorecida a título particular, en la medida en que la persona trabajadora pueda decidir su dedicación y los ritmos laborales.

Desarrollo/involución democrático Formas tradicionales/nuevas formas de organización política: se considera que las redes están disminuyendo la eficacia y la influencia de los partidos y del resto de las organizaciones políticas tradicionales. La inclinación hacia formas virtuales de organización favorece a los movimientos sociales. Formas tradicionales/nuevas formas de participación política: se cree que la participación activa de la población en eventos políticos concretos, convocados por los movimientos sociales, tenderá a aumentar. En cambio, se considera que disminuirá la participación en las actividades políticas regladas, incluidas las elecciones.

Autonomía/control en el ejercicio de las libertades

Mejoría/empeoramiento del trabajo asalariado

Aumento/disminución del control ideológico: la comunicación en red proporciona acceso a información más plural, y potencialmente debería disminuir las oportunidades y la eficacia de los controles ideológicos. Pero por los mismos cauces se difunde la comunicación ideológicamente sesgada, entreverada con la información, la publicidad, el entretenimiento. Se considera que ese control está aumentando y lo seguirá haciendo.

Aumento/disminución de la oferta de trabajo: se da por ya establecida la tendencia a sustituir por trabajo digital otras formas de desempeños laborales precedentes. Se estima que el balance final entre la creación de nuevos empleos y la destrucción de otros tradicionales se salda negativamente.

Aumento/disminución del control gubernamental: antes de la aparición de las TIC no se podían registrar la información y los movimientos del conjunto de la población. Se considera que las agencias dedicadas a estas actividades están utilizando estas prestaciones de forma cada vez más generalizada e intrusiva.

Mejoría/empeoramiento de la calidad del trabajo: las actividades en las que se han incorporado las TIC van desde las más creativas hasta las más rutinarias. Según el contenido de las tareas, mejoran o empeoran su calidad.

Aumento/disminución del control administrativo: las administraciones seguirán solicitando, acumulando, centralizando y operando información que concierne a las características, los estados y comportamientos de

Igualdad/desigualdad social y económica: se entiende que las TIC refuerzan la dinámica, que lleva a una diferencia cada vez mayor entre países pobres y ricos; y dentro de cada país, entre los grupos más y menos favorecidos.

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toda la población. Se cree que los límites entre el uso administrativo de la información y el control gubernamental de los ciudadanos se irán difuminando.

Desarrollo/involución de la burocracia administrativa Simplificación/complicación de las gestiones: se considera que a la larga se simplificarán los trámites administrativos. Mejoría/empeoramiento de la calidad de los servicios: las TIC facilitan contactos más rápidos e información más completa. Se afirma que los servicios públicos seguirán mejorando. Mejoría/empeoramiento de las relaciones entre administraciones y administrados: internet orienta hacia actuaciones administrativas más transparentes y mayor participación de los usuarios.

Desarrollo/involución de valores universalistas Ascenso/descenso de las identidades nacionalistas: las redes globales favorecen el universalismo en las relaciones institucionales y personales. Sin embargo, se considera que a mediano plazo seguirá el ascenso de valores y prejuicios nacionalistas.

en cualquier caso, esas transformaciones implican actuaciones mediadoras, debido a que en cada nuevo escenario histórico la acción que modifica el mundo es inseparable de la información que lo reproduce. En el escenario de la globalización, la información, la acción y la organización social aparecen no sólo como dimensiones relacionadas, sino en ocasiones intercambiables. Y es así porque la intervención humana tiene ahora muchas más posibilidades de mediar entre ellas, y, tal y como hemos analizado, los efectos de esas mediaciones pueden ser materiales, cognitivos, institucionales. En el plano metodológico, hemos utilizado como criterio para la generación de tipologías las dinámicas sociohistóricas. Y consideramos haber aclarado que esas dinámicas son cambios que se relacionan con la sociogénesis y con la antropogénesis. Al tiempo, hemos verificado que siete de cada diez sentencias conformadas como unidades de análisis pueden ser clasificadas en alguna de las seis dinámicas identificadas en el corpus. La literatura científica analizada recurre a estas tipologías de dinámicas para explicar las transformaciones que ha generado el capitalismo y que al tiempo lo transforman. Podrían considerarse “palieres de las ciencias sociohistóricas” porque con ellos se pueden relacionar procesos de cambio que se desarrollan a lo largo de toda una época. En este caso, de la época contemporánea.

Conclusiones

En tanto que las tipologías identificadas en el análisis de contenido son criterios para la explicación de los cambios sociohistóricos que permanecen, las dinámicas concretas que contienen las tipologías son específicas de cada ámbito, tiempo y espacio. En este caso, son las dinámicas que corresponden a los usos de las nuevas tecnologías de la información y del conocimiento en los sistemas socioeconómicos, cuando está en curso el paso de las sociedades posindustriales a las llamadas sociedades “monopólico-globalizadas”, o simplemente “globalizadas”.

Hemos probado que, en el conjunto de las obras analizadas en nuestra investigación, las referencias a los escenarios de futuro describen procesos macrosociológicos e históricos. Son macrosociológicos porque se refieren a las mutuas afectaciones entre las transformaciones que se van produciendo en el Estado y en el funcionamiento de los sistemas comunicativos, y los cambios que van ocurriendo en la configuración y el desempeño de los sistemas sociales. Y son históricos porque esos procesos se relacionan con dinámicas que van a transformar el ser, el hacer y el creer de las sociedades.

Finalmente, recordamos que este artículo está basado en un análisis de relatos, de los que cabe concluir cómo se concibe el futuro “de la globalización” en los textos que manejan los científicos y académicos cuyas obras hemos revisado. Es obvio que se trata de previsiones, y no de comprobaciones. Aunque esas previsiones derivan de la interpretación que sus autores hacen de los cambios que están aconteciendo en la comunicación o en los sistemas socioeconómicos. Como todos los análisis prospectivos, serán confirmados o desmentidos. Pero para ello habrá que esperar a que el futuro se realice.

Ascenso/descenso de las identidades localistas: la integración de los miembros de las comunidades locales a través de las redes está aumentando. Se cree que en los espacios de residencia van a reforzarse los sentimientos de identificación y de pertenencia.

Por eso, en el corpus de nuestro análisis de contenido, los escenarios de un futuro “globalizado” aclaran transformaciones relacionadas con los usos sociales de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información. Los designios que orienten esos usos pueden estar explícitos o no, y las consecuencias previstas pueden ser deseables o indeseables. Pero

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Práticas de empoderamento feminino na América Latina* Paloma Abelin Saldanha Marinho** – Hebe Signorini Gonçalves*** Data de recebimento: 01 de setembro de 2015 • Data de aceitação: 26 de janeiro de 2016 • Data de modificação: 10 de fevereiro de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.06

R E S U M O | A partir de uma breve apresentação a respeito dos debates que embasam o conceito de empoderamento e da inserção do termo na perspectiva dos estudos de gênero, o artigo apresenta uma revisão bibliográfica a respeito das práticas de empoderamento feminino, realizadas e registradas na América Latina, entre os anos 2000 e 2012. A respeito das práticas de empoderamento encontradas, os três eixos principais de análise foram: o empoderamento ancorado na renda feminina, as práticas de empoderamento originadas no cotidiano das mulheres e o grupo como estratégia de empoderamento feminino com valorização das especificidades. Foi possível observar convergência entre os resultados e os debates clássicos acerca do termo, a necessidade da inserção do debate de gênero nas práticas de empoderamento feminino e, como principal resultado, observou-se um número expressivo de práticas baseadas em oficinas e outras estratégias grupais, apontando para a compreensão do empoderamento como processo atravessado e alimentado pela construção coletiva, reforçando perspectivas históricas do feminismo. PA L AV R A S - C H AV E | Mulheres, gênero (Thesaurus); poder comunitário (palavra do autor).

Prácticas del empoderamiento femenino en Latinoamérica R E S U M E N | Desde una breve presentación sobre los debates que sustentan el concepto de empoderamiento y de la inserción del término en la perspectiva de los estudios de género, el artículo presenta una revisión bibliográfica sobre las prácticas del empoderamiento femenino, realizadas y registradas en Latinoamérica entre los años 2000 y 2012. Los ejes de análisis encontrados en las prácticas fueron empoderamiento con base en la renta femenina, prácticas originadas en la cotidianidad de las mujeres y las estrategias con base en grupos de mujeres, con valorización de las especificidades. Fue posible observar convergencia entre los resultados y los debates clásicos acerca del término, la necesidad de la inserción del debate de género en las prácticas del empoderamiento femenino, y como principal resultado se ha observado un número significativo de prácticas basadas en talleres y otras estrategias grupales, que apunta a la comprensión del empoderamiento como un proceso atravesado y alimentado por la construcción colectiva, que refuerza perspectivas históricas del feminismo. PA L A B R A S CLAVE | Mujeres, género (Thesaurus); poder comunitario (palabra clave de autor).

Women’s Empowerment Practices in Latin America A B S T R AC T | Through a brief presentation of the debates regarding the concept of women’s empowerment and the insertion of the term in the perspective of gender studies, this article presents a bibliographical review of the women’s empowerment practices in Latin America between 2002 and 2012. The categories of analysis

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O artigo é parte da dissertação de mestrado da primeira autora, sob a orientação da segunda autora. A dissertação denomina-se “Pedras no caminho? Guardo todas, um dia vou construir um castelo. O processo de empoderamento de mulheres em situação de violência doméstica”. O mestrado foi concluído na Universidade Federal do Rio de Janeiro e a aluna obteve bolsa da Capes para a realização da pesquisa.

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Mestre em Psicologia pela Universidade Federal do Rio de Janeiro (Brasil). Publicações recentes: “Curso de Educação em Direitos Humanos: Promovendo a cidadania por uma proposta dialógica” (em coautoria). Revista do Núcleo de Estudos e Pesquisas em Gênero e Direito 3: 63-82, 2014 e “Oficinas Sociais e Violência de Gênero: limites e possibilidades” (em coautoria). Revista Avaliação de Políticas Públicas 1: 97-98, 2012. * [email protected] Doutora em Psicologia pela Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro (Brasil). Professora da Universidade Federal do Rio de Janeiro (Brasil). Publicações recentes: “Agora por nós mesmos: mulheres, mães e violências” (em coautoria). INTERthesis 11 (2): 118-137, 2014 e “Discurso sobre la violencia hacia la mujer en un foro virtual: presencias del marco de género” (em coautoria). Gaceta Sanitaria 27: 111-115, 2013. * [email protected]

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encountered in these practices were the following: empowerment based on women’s income, practices originating in women’s daily activities and strategies based on women’s groups, with valorization according to specificities. It was possible to observe the convergence between the results and the classic debates regarding the term, the need to insert the gender debate into women’s empowerment practices, and, as the main result, there has been an expressive number of practices based on workshops and other group strategies, aimed at the understanding of empowerment as a process permeated and nurtured by collective construction, reinforcing historical perspectives of feminism. K E Y W O R D S | Women, gender (Thesaurus); community power (Author’s Keywords).

Introdução O conceito de empoderamento encontra-se em meio a debates teóricos e conflitos políticos. É um conceito fluido e muitas vezes utilizado de forma maleável, de acordo com a necessidade e o corpo ideológico de cada grupo social que dele se apropria (Vasconcelos 2003). Os debates referentes aos seus sentidos constantemente apresentam a importância de não se olhar apenas a perspectiva individual, no sentido da busca pela autonomia independente das condições sociais, mas atentar para o fato de que só há empoderamento se houver transformação pessoal atrelada a mudanças estruturais (Carvalho 2004; Freire e Shor 2011; León 2001). Carvalho (2004), ao discutir a promoção da saúde no Brasil, utiliza o termo em inglês e apresenta definições para o empowerment psicológico e comunitário. O psicológico refere-se a um sentimento de controle a respeito da própria vida e é criticado pelo autor, para quem essa concepção não se preocupa com a modificação das estruturas sociais e é ilusória, sem corresponder à existência efetiva do empoderamento. O empowerment psicológico seria, então, uma ilusão, na perspectiva do autor. Dada a ingerência de fatores políticos nas vidas das pessoas, só há empowerment se este for coletivo. Ao considerar a distribuição desigual de poder e de controle pelos grupos em nossa sociedade, o empowerment comunitário buscaria a reorganização desse arranjo. É um processo que parte do enfrentamento de fatores referentes à estrutura de poder presentes na esfera micro e macrossocial, o que consequentemente implica a redistribuição do poder. Ou seja, essa redistribuição é processo e resultado da promoção de empoderamento. O processo de empoderamento tem lugar na esfera pessoal, intersubjetiva e política, em um continuum desde a primeira até a última, o que significa que o empoderamento só é possível quando reconhece e perpassa todas essas esferas, de acordo com Carvalho (2004), e reconhece as relações mútuas entre macroestruturas e sujeitos individuais e coletivos. Em vez de localizar o aumento do poder em um indivíduo, o que já não seria possível se considerarmos os atravessa-

mentos variados de poder sobre ele, o poder é pensado como passível de redistribuição pelos grupos. Não se ignora que exista uma experiência subjetiva de empoderamento, mas esta é sempre incluída em um contexto político amplo. Trata-se de uma concepção fundada também em Paulo Freire —que discute o conceito utilizando-o na língua inglesa— a partir da premissa de que a desconstrução das relações sociais de poder pode acontecer por meio da educação libertadora. O próprio Paulo Freire apresenta os riscos no uso desse termo, que pode remeter a um processo simplista e individual de transformação. Ainda que as pessoas possam desenvolver níveis de independência, transformações mais amplas são necessárias para se falar em empoderamento (Freire e Shor 2011). Tendo essa ressalva em vista, o autor compreende o termo como empoderamento de classe social: “Indica um processo político de classes dominadas que buscam a própria liberdade da dominação” (Freire e Shor 2011, 189). A perspectiva freireana é essencial para que se compreenda o processo de empoderamento em um sentido amplo. Ela demonstra que os processos de empoderamento são políticos, contextualizados e visam a mudanças sociais. O conceito de empoderamento também pode ser bastante potente para a concepção e avaliação de práticas que visem promover a autonomia e a superação de desigualdade de poder em que as mulheres se encontram. Na tradição latino-americana dos estudos de gênero, ou feministas, parece que alguns fatores levaram à intensificação da aplicação do conceito de empoderamento: a difusão do debate teórico sobre o poder nas experiências de base de mulheres (León 1997) e o planejamento de estratégias para o desenvolvimento das mulheres na década de 1980 (Rowlands 1997) tornaram central o conceito de empoderamento nos debates e estratégias feministas. A obra Desarrollo, crisis y enfoques alternativos: Perspectivas de La mujer en El tercer mundo, de 1988, foi preparada por Gita Sen e Caren Grown para a Conferência de Nairóbi e marca a entrada do termo empoderamento nesse campo de estudos (Stromquist 1997). Desde então, o termo recebeu diversas influências e foi utilizado em vários âmbitos dentro dos estudos

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e pesquisas feministas. Entretanto, a recorrência do uso do conceito na América Latina aliada à sua falta de precisão teórica, inclusive nas práticas endereçadas ao desenvolvimento de mulheres, levou feministas a se debruçarem sobre a construção e o aprofundamento teórico do empoderamento. As autoras inseridas nesse debate preocupam-se em definir uma noção de poder para que seja formulado um conceito mais preciso de empoderamento, já que o uso do termo empoderamento chama a atenção sobre as relações de poder e toma o poder como elemento da relação social. A maior parte das autoras utiliza as ideias de poder sobre, poder com, poder para e poder desde dentro para fundamentar suas construções conceituais de empoderamento, mas soma-se a essa noção, o conceito de poder apresentado por Foucault, conforme será demonstrado a seguir. A distinção entre o aspecto individual e o coletivo é um importante debate na construção das ideias de empoderamento. A psicologia comunitária norte-americana enfatiza o empoderamento como processo essencialmente individual. Entretanto, essa forma de olhar ignora aspectos referentes à influência social e a direitos, assim como ignora a relação direta entre práticas cotidianas e estruturas de poder, deixando de lado a inserção do sujeito em um contexto social, histórico e político (León 1997). A ênfase no aspecto individual ou coletivo está presente em muitas produções sobre empoderamento, como inclusive já foi demonstrado anteriormente no campo da educação e da saúde, mas, no grupo de autoras do campo de gênero pesquisadas, permanece a ênfase no coletivo, ainda que não se ignorem os processos individuais. Na perspectiva dos estudos de gênero, é consenso entre as autoras mais utilizadas nos debates sobre empoderamento que este se refere a um desafio às relações de poder e a uma busca pela obtenção de maior controle sobre as fontes de poder. Ao considerar a existência de relações desiguais de gênero, o empoderamento feminino pode ser definido, em termos bastante amplos, como um processo de superação da desigualdade de gênero (Batliwala 1997; León 1997). Compreende-se que a noção de empoderamento é possível ser pensada, dentro da chamada segunda vaga dos estudos de gênero. Nogueira (2012) mostra como as teorias e as epistemologias feministas influenciaram e influenciam os estudos de gênero, especificamente na psicologia social. Para isso, ela organiza as perspectivas dos variados feminismos por vagas, ou seja, agrupa movimentos de pessoas, teorias e ativismos que se encontram com mais facilidade em determinados períodos. Na Primeira vaga, que vai de meados do século XIX até cerca dos anos 1960, as principais preocupações eram a emancipação das mulheres de um estatuto civil depen-

dente e subordinado e sua incorporação como cidadãs no estado moderno industrializado. As reivindicações, portanto, eram por direitos civis e políticos, estatuto de sujeito jurídico, direito ao voto, melhora nas condições materiais da vida das mulheres, direitos sociais e no trabalho. A Segunda vaga, que durou até cerca dos anos 1980, foi potencializada pela participação das mulheres de classe média no mercado de trabalho. A ideia central naquele momento era a luta contra a opressão feminina e a favor da presença ativa da mulher tanto no trabalho quanto na família. Nesse contexto, surgiu a ideia da política do interpessoal/ o pessoal é político. A afirmação “o pessoal é político”, publicada em um livro de Carol Hanisch (2006 [1970]), espalhou-se internacionalmente e tornou-se mote importante para as lutas feministas, ainda que tenha gerado debates e controvérsias. A ideia contida na afirmação é a de que as vivências pessoais femininas estavam também inseridas em uma rede política, ou seja, em uma rede de relações de poder mais amplas, das quais as experiências de mulheres eram um produto e não situações isoladas. Essa concepção foi imprescindível para o acolhimento das demandas das mulheres e para o entendimento de que essas demandas eram comuns entre as mulheres e faziam parte de um contexto macro. A sexualidade e o corpo feminino —colocados em destaque pela criação da pílula anticoncepcional e a consequente liberação sexual— também entraram em debate nesse momento, inserindo-se nas discussões sobre políticas de reprodução e violência. Diante dessa multiplicidade de eventos sociais, surgiram diversas teorias feministas, que se diferenciam quanto às causas da opressão feminina e quanto às ações necessárias para lidar com ela, tais como o feminismo liberal —que já provinha da primeira vaga—, o feminismo marxista, o feminismo cultural e o feminismo negro. Três questões fundamentais estão presentes na segunda vaga: a análise das relações de poder, a análise e a problematização da diferença sexual e o surgimento incipiente de novas teorizações. É dentro desse contexto, no debate sobre as relações de poder, que é possível pensar na questão do empoderamento, como desafio das relações de poder entre homens e mulheres. Batliwala (1997), preocupada em estabelecer relação entre o conceito de poder e o de empoderamento, aborda e define o poder como controle sobre recursos materiais —terra, água, corpo, trabalho, dinheiro—, intelectuais —conhecimento, informação— e sobre a ideologia —criação, propagação e institucionalização de conjuntos específicos de crenças, valores, atitudes e comportamentos—. Sua definição de empoderamento é, portanto, o “proceso de desafío de las relaciones de poder existentes, así como el de obtención de un mayor control sobre las fuentes de poder” (Batliwala 1997, 193).

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Ao retomar a questão do conceito de poder, lembramos que a noção tal como proposta e desenvolvida por Foucault é pertinente também para a discussão de empoderamento. Foucault (1994) elenca alguns princípios sobre as relações de poder que entendemos como valiosos para a presente discussão: o poder está em todos os lugares e não se localiza em um grupo determinado; o poder é imanente às relações entre sujeitos e grupos; as relações de poder expressam-se em correlação de forças múltiplas e não na oposição binária entre dominadores e dominados; onde há poder, há resistência. Depreende-se daí que o poder se enraíza nos sujeitos e nos grupos, sendo que nenhum deles o detém de forma exclusiva. Ou seja, a microfísica do poder de Foucault alerta tanto para a existência do exercício do poder nas relações quanto para a possibilidade de que ele seja exercido por qualquer sujeito, seja na forma de dominação, seja na forma de resistência. Defende-se, portanto, a existência de uma estrutura de poder desigual entre homens e mulheres, com maior detenção de controle e recursos por parte de homens. Entretanto, a microfísica do poder de Foucault desestabiliza a ideia de que essa é uma relação invariavelmente imutável e abre a possibilidade para o exercício do poder por parte de grupos diversificados e da resistência como opção alcançável pelas mulheres —mediante suporte, conscientização, entre outros aspectos—. Essas noções são importantes na construção e compreensão do conceito de empoderamento na perspectiva dos estudos de gênero. León (2001) aponta que os avanços na conceituação do termo empoderamento indicam a busca de estratégias holísticas para o empoderamento e, com isso, fica claro que não há fórmulas mágicas ou estratégias infalíveis para a sua promoção. O empoderamento não é um processo linear com início e fim definidos de maneira igual para diferentes grupos de mulheres: “El empoderamiento es diferente para cada individuo o grupo según su vida, contexto e historia, y según la localización de la subordinación en lo personal, familiar, comunitario, nacional, regional y global” (León 2001, 104). Na perspectiva dos estudos de gênero, portanto, compreende-se que este conceito se refere a um desafio às relações de poder e a uma busca pela obtenção de maior controle sobre as fontes de poder. Voltando à contextualização das vagas do feminismo e sua relação com o conceito de empoderamento, o fortalecimento do construcionismo social e das teorias da pós-modernidade, já no fim da segunda vaga, levaram aos debates sobre a diversidade sexual e ao antiessencialismo, inaugurando as questões que se constituirão o centro da discussão que caracteriza a terceira vaga. Muitas contribuições da terceira vaga feminista estão centradas na produção teórica de Judith Butler. De forma ampla, Butler afirma que a própria apresentação

da organização sexual é opressora, na medida em que estabelece formas de ser e de se relacionar nesse campo. O sujeito é controlado pelo seu corpo e, portanto, as dominações e opressões possíveis são variadas, não estando restritas à relação homem-mulher. Elas estão presentes nas expectativas de exercício da sexualidade e em normas sociais entranhadas. Assim, a necessidade de se seguir uma norma recai sobre as sexualidades não-legitimadas —gays, lésbicas, transexuais, entre outras— mas recai também sobre homens e mulheres, igualmente inseridos na normatividade sexual. Outra contribuição importante dessa vaga, apresentada por Butler e desenvolvida também por outras teóricas, diz respeito à fragmentação da identidade feminina e à necessidade de envolvimento de maneiras variadas de ser mulher. Recorremos à concepção de fragmentação tal como tratada por Butler (2012). Ao lembrar que a autora indaga fortemente a necessidade de construir uma “base única e permanente” para o feminismo, ao considerar que o abandono de uma concepção unificada da vivência feminina pode efetivamente ampliar os objetivos e as reivindicações feministas, concordamos com ela na necessidade de criticarmos as identidades fixas e fundarmos o feminismo em pilares libertos dessa unicidade, para então operarmos com um modo mais inclusivo de pensar a identidade de gênero. “A desconstrução do termo sujeito sugerida por Butler serve para abrir possibilidades de novos usos para o termo, ou construções subversivas” (Oliveira 2008, 4). Para dar conta das multiplicidades, a categoria mulheres deve ser essencialmente incompleta, aberta à contestação de significados e livre de forças coercitivas. Complementando a discussão sobre as multiplicidades dos grupos de mulheres, Castro (1992) apresenta o conceito de alquimia das categorias sociais. Os atravessamentos de classe social, raça, geração, gênero, entre outros, formam uma alquimia na constituição de cada sujeito, tornando difícil o isolamento de qualquer uma delas ou a suposição de que uma predomina sobre as outras. Dessa maneira, é possível depreender que, a partir da terceira vaga, soma-se ao conceito de empoderamento, a possibilidade de abertura para um maior entrelaçamento e multiplicidades de grupos de mulheres que vivem esse processo, expandindo o conceito e abarcando de forma mais direta as multiplicidades de mulheres, sem perder de vista a importância da noção de coletividade também presente no conceito. Considerando a importância da discussão a respeito do empoderamento na perspectiva dos estudos de gênero, realizou-se uma revisão bibliográfica a respeito das práticas de empoderamento de mulheres utilizadas e registradas na América Latina. A revisão bibliográfica é parte da pesquisa mais ampla, que abordou o processo de empoderamento de mulheres em situação de violência.

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Metodologia Para a revisão da bibliografia, foram levantadas as publicações indexadas nas bases Scielo e Periódicos Capes. Os idiomas para busca foram português e espanhol, para localizar a literatura brasileira e latino-americana sobre o tema. Para a busca, foram utilizadas as palavras “empoderamento” ou “empowerment” —fazendo uso da expressão em inglês, bastante utilizada— e “mulheres” ou “feminino”, com recorte entre os anos 2000 e 2012. Dentre os 54 artigos disponíveis nas duas bases, foram selecionados aqueles que descreviam as estratégias de intervenção adotadas e que faziam referência ao conceito de empoderamento que as sustentava, resultando em um total de 30 artigos. Essa seleção foi importante porque esse é um conceito utilizado muitas vezes de forma não articulada à prática, e um termo utilizado com frequência na literatura sem definição e sem conexão com a teoria. Finalmente, foram selecionados os 17 artigos —examinados no presente trabalho— que tratam especificamente de estratégias de promoção do empoderamento de mulheres. Foram, então, analisados os conceitos de empoderamento; as estratégias utilizadas ou identificadas como promotoras de empoderamento; e a quais grupos essas estratégias se referiam —mulheres em situação de violência ou mulheres indígenas, por exemplo—.

Discussão dos resultados Sobre o empoderamento e a tensão individual versus coletivo A maior parte das autoras reconhece a multiplicidade e fluidez do termo empoderamento e apresenta a posição conceitual à qual adere. No que diz respeito ao continuum individual/coletivo, ele é largamente discutido e efetivamente tratado como uma tensão, sobretudo quando a discussão trata de práticas e estratégias de empoderamento. A tensão nem sempre se traduz como oposição, razão pela qual alguns autores privilegiam a intervenção no plano individual, outros no plano coletivo e outros, ainda, defendem uma articulação entre ambos. Por essa razão, os artigos examinados podem ser enquadrados em três blocos no que diz respeito à tensão individual versus coletivo:

Privilégio do aspecto individual

As pesquisas de Jonathan (2011), Fritzsche (2004), Di Liscia (2007) e Chablé et al. (2007) tomam por base o aspecto individual do empoderamento. Os elementos teóricos que apontam para essa ênfase são a tomada de consciência, a construção de possibilidades para si, o reconhecimento de recursos próprios e o controle sobre si por meio do uso de recursos financeiros. Assim,

entre esses autores, a promoção de empoderamento visa às transformações dos recursos e das possibilidades individuais da mulher. O esquema abaixo resume os conceitos e abordagens adotados em cada um dos trabalhos examinados. Jonathan (2011): faz referência à definição oferecida pelo Glossário Social, publicação de uma ONG que trata de conceitos em práticas sociais, datada de 2004: obter informações que facilitem a consciência sobre o próprio contexto para que seja possível formular mudanças. Fritzsche (2004): trabalha com a concepção de Grossberg, formulada em 1992, para quem o empoderamento é condição para a possibilidade de resistência; geração de energia; e construção de possibilidades de crescimento e mudança pessoal. Di Liscia (2007): sem fazer referência a uma tradição teórica específica, trata do empoderamento como reconhecimento dos recursos pessoais, construção de um sentido de humanidade a partir do que se pode fazer e do que se tem acesso em termos de direitos e igualdade. Chablé et al. (2007): empoderamento é a capacidade de ter acesso a capacidades e potencial humano, a habilidade de ter controle sobre recursos físicos e ideologias, autoconfiança, poder interno, independência, força interior (a partir das autoras e Batliwala 1997); reconhece diversos espaços e âmbitos em que o empoderamento pode ser observado e estimulado.

Privilégio do aspecto coletivo

Privilegiam o aspecto coletivo do empoderamento, as pesquisas de Stromquist (2001) e Meneghel, Farina e Ramão (2005). Stromquist (2001) compreende o empoderamento como educação política, conceito que pode ser compreendido dentro de uma tradição paulofreireana de empoderamento, que privilegia a ação pedagógica como transformadora das relações sociais de opressão e encara o empoderamento como a transformação resultante dessas relações. Meneghel, Farina e Ramão (2005) privilegiam a mobilização das mulheres negras no sentido de valorização da própria cultura e da possibilidade de sua organização coletiva. Stromquist (2001): cita os trabalhos de Paulo Freire e define empowering como educação política Meneghel, Farina e Ramão (2005): trabalha com a concepção de León (2001), que compreende o empoderamento como mudanças nas relações entre homens e mulheres, acompanhadas de transformações na linguagem e de novas construções sociais. Traz ainda a contribuição de autores variados sublinhando o empoderamento como forma de desafio às relações hierárquicas de poder tal como estabelecidas.

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Reconhecimento de níveis variados de empoderamento

Como dito anteriormente, a maior parte das pesquisas entende empoderamento como um processo que perpassa e conjuga diversos níveis, do individual ao coletivo. Aponta para isso a compreensão do empoderamento como tomadas de decisão individuais e coletivas, engajamento em ações individuais e coletivas, autonomia pessoal e de grupos oprimidos, mudanças nas relações entre homens e mulheres, empoderamento dentro de um modelo conceitual relacional. Esses estudos abordam o empoderamento como um processo que se dá tanto no âmbito individual quanto nos processos relacionais e coletivos. Silva (2008): conjuga conceitos variados, que incluem Carvalho (2004): empoderamento como um recurso importante para a redução de desigualdades e para a tomada de decisão individual e coletiva. Extrai ainda de outro autor (Lather 1991): a capacidade de analisar o contexto, de identificar situações e causas da opressão e de engajar-se em ações individuais e coletivas para a mudança de vida. Moreira et al. (2012): compreende empoderamento como o processo de tornar-se capaz de expressar necessidades e preocupações, conhecer estratégias de envolvimento nas tomadas de decisão e atuar no sentido de satisfazer as necessidades —política, social e culturalmente—. Os autores trabalham adicionalmente com referências das quais extraem níveis aos quais o empoderamento pode se referir. Wendhausen, Barbosa e Borba (2006): vale-se principalmente de duas fontes: Vasconcelos (2003), para quem empoderamento é aumento de poder, de autonomia pessoal e coletiva, especialmente de grupos submetidos à opressão; e Wiley e Rappaport (2000), para quem empoderar é dar possibilidades para as pessoas decidirem sobre suas vidas e para que elas se insiram em processos sociais e políticos.

empoderamento como processo de tornar-se agente ativo da própria vida e das transformações culturais e sociais— especificamente a situação de opressão vivida pelas mulheres; necessidade de tomada de consciência como primeiro passo desse processo, que se refere a exercer o poder em diversos níveis —pessoal, coletivo e nas relações interpessoais; estratégia popular feminina; participação social feminina. Hosyns, Hosyns e Butler (2012): extrai o conceito de um documento de agência não governamental, que define empoderamento como mudanças nas relações de poder para que se possa viver bem. Castelnuovo (2010): conjuga contribuições de autoras variadas: mecanismo por meio do qual pessoas, organizações e comunidades ganham domínio sobre seus assuntos; empoderar significa reverter a subordinação feminina por meio do fortalecimento da cidadania, dos direitos e de capacitações; e desafiar as relações de poder existentes. Marín e Okalí (2008): lança mão também de Rowlands (1997) e de seu modelo das três dimensões do empoderamento. Ainda no que diz respeito ao conjunto dos artigos examinados, duas questões merecem ser trazidas: o aprofundamento teórico sobre o conceito e o desenvolvimento do debate sobre gênero relacionado aos processos de empoderamento. Apesar de tratarem de estratégias de empoderamento exclusivamente para mulheres ou que incluíssem mulheres, nem todos os artigos trouxeram para primeiro plano a questão de gênero, a abordaram teoricamente: as relações sociais de gênero não são discutidas em Jonathan (2011); Fritzsche (2004); Silva (2008); Moreira et al. (2012) ou Wendhausen, Barbosa e Borba (2006).

Medina (2007) Idem Aguilar et al. (2008)

Considerando que os termos “mulheres” e “feminino” integraram os critérios de busca da revisão bibliográfica, as práticas de empoderamento encontradas elegeram como foco grupos de mulheres, ou consideraram a especificidade de gênero no campo das práticas. Contudo, trabalhar a perspectiva de gênero demanda conhecer a realidade vivida pelas mulheres em cada contexto analisado e promover uma reflexão sobre papéis sociais de gênero. Considerando que os trabalhos versam sobre a sociedade latino-americana, reconhecidamente hierárquica do ponto de vista das relações entre homens e mulheres, a ausência parece digna de registro, ainda que não se possa deduzir daí que as práticas examinadas nos artigos citados não coloquem em discussão a desigualdade, os papéis sociais de gênero ou os constrangimentos à liberdade da mulher.

Echeagaray, Michel e Martelo (2006): vale-se igualmente do modelo de análise de Rowlands (1997) e acrescenta contribuições de diversos autores para definir

Dois dos artigos examinados —Jonathan (2011) e Fritzsche (2004)— não chegaram a problematizar, desenvolver ou aprofundar o conceito de empoderamento, tornando

Meneghel et al. (2004): opera com a concepção de León (2001) e define empoderamento como mudanças nas relações entre homens e mulheres, acompanhadas de transformações na linguagem e de novas construções sociais. Meneghel et al. (2003), presente também em Meneghel et al. (2004). Aguilar et al. (2008): Trabalho que usa a concepção de Rowlands (1997), que define as três dimensões do empoderamento.

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difícil a avaliação da articulação entre o plano conceitual e a prática analisada. Por isso, as práticas ali apresentadas não integram o quadro analítico apresentado item “O grupo como estratégia de empoderamento feminino e a valorização das especificidades”.

Empoderamento ancorado no incremento da renda feminina

A hipótese das autoras leva em conta que os trabalhos domésticos são uma parte importante da produção, sem, no entanto, serem remunerados, razão pela qual sua valorização condizente poderia contribuir para que as mulheres se sentissem empoderadas. As autoras posicionam-se de forma contrária à ideia de que o ingresso das mulheres nos processos produtivos possa ser considerado fonte automática de empoderamento. Baseando-se em documento publicado por uma organização internacional britânica, elas argumentam que a economia deveria estar centrada nas pessoas e não o contrário, e por isso os trabalhos domésticos deveriam ser valorizados como elementos da cadeia produtiva. A pesquisa, ainda que se reconheça limitada a uma experiência específica de cooperativa, aponta a existência de processos de empoderamento vividos pelas mulheres envolvidas nos trabalhos domésticos, processos esses observados nas mudanças de atitude frente a formas de organização coletiva e em atitude desafios às estruturas econômicas dominantes.

A Organização das Nações Unidas (ONU) estabeleceu o empoderamento feminino como um dos objetivos do milênio para 2015. A vinculação entre o conceito de empoderamento e as estratégias de geração de renda, derivadas dessa determinação da ONU e das publicações do Banco Mundial na última década sobre o mesmo tema, parece haver fomentado projetos governamentais e não governamentais que trabalham nesse mesmo eixo, buscando o empoderamento das mulheres por meio de sua inclusão nos processos produtivos.

Outra pesquisa (Chablé et al. 2007) analisou o destino do dinheiro recebido pelas mulheres, se com elas mesmas ou com a família. Grande parte das mulheres auferia renda com base em sua participação em projetos de microcrédito, e as autoras observaram que o dinheiro recebido era utilizado na maioria das vezes na casa e com os filhos, nunca reinvestido nas próprias mulheres ou para seu lazer/conforto. Apesar de entenderem que o empoderamento não se restringe à esfera individual, as autoras pontuam que a utilização da renda em benefício exclusivo da unidade doméstica pode apontar para a manutenção da mulher no papel reprodutivo, não obstante sua inserção no processo produtivo, conclusão coerente com o enquadre conceitual eleito.

Sobre as estratégias de empoderamento

A questão do trabalho e da renda aparece com frequência na pesquisa de estratégias para o empoderamento de mulheres, o que não é surpreendente. De acordo com Rowlands (1997), no campo feminista a noção de empoderamento ficou conhecida em torno da década de 1980 na América Latina porque compôs o discurso sobre gênero e desenvolvimento, especialmente para os planejadores de programas e projetos na área. Desde então, o termo vem sendo utilizado com frequência para se referir a estratégias relacionadas a trabalho e renda como veículos do empoderamento feminino.

No entanto, Marín e Okali (2008) chamam a atenção para o fato de que essa inclusão aumenta a sobrecarga de trabalho feminino, já que as mulheres continuam responsáveis pelo trabalho doméstico. Para as autoras, as mulheres tornaram-se alvo de programas de desenvolvimento que, ao ignorar contextos sociais e culturais específicos, trouxeram como solução para a desigualdade de gênero o investimento em projetos de geração de renda. A experiência relatada avaliou três projetos governamentais de investimento em microcrédito e geração de renda para mulheres e concluiu que não houve empoderamento das mulheres envolvidas por diversos motivos: a renda gerada foi baixa, não foram observadas mudanças nas relações de poder que permeavam as dinâmicas familiares das participantes, e os projetos vieram de cima para baixo, sem o envolvimento das mulheres na proposta. Os projetos buscaram modificar os papéis produtivos das mulheres sem a necessária reflexão sobre seus trabalhos reprodutivos. Tratando da mesma questão produção/espaço público x reprodução/espaço doméstico, uma das pesquisas (Hosyns, Hosyns e Butler 2012) avaliou se a remuneração do trabalho doméstico de mulheres envolvidas em cooperativas poderia facilitar seu empoderamento.

Ainda neste tópico, um dos artigos (Aguilar et al. 2008) apresentou uma análise do empoderamento de mulheres que se organizaram em um grupo de produção apoiado por uma agência governamental externa ao país que sediava a intervenção. Ao reconhecer as conquistas geradas pelo grupo de produção, as autoras concluíram, no entanto, que a reflexão sobre gênero, relações de poder, organização coletiva e manejo de conflitos não pode ser esquecida nos trabalhos que visam à inclusão de mulheres na produção econômica local, se eles visam enfrentar as desigualdades de gênero. O empoderamento feminino resultante do recebimento do Bolsa Família, tal como analisado por Moreira et al. (2012), compreende que o recebimento de recursos financeiros pelas mulheres dá a elas maior autonomia para o uso do dinheiro e as aproxima da rede de assistência social, viabilizando ações de conscientização sobre seus direitos. Assim, o programa de transferência de renda foi considerado um instrumento de empoderamento feminino. Ainda assim, a conformação da mulher ao papel de mãe e responsável pelos filhos, condicionalidade para o recebimento do benefício, age como um fator que pode reforçar

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a desigualdade de poder entre homens e mulheres, tornando-se um obstáculo para o empoderamento feminino. Essa foi justamente uma das pesquisas que não trabalhou conceitualmente a questão de gênero, e por isso conviria estender a análise das repercussões do programa sobre a construção do empoderamento de mulheres brasileiras. Se pensarmos em termos de articulação entre conceito e prática, encontramos um hiato. Em Moreira et al. (2012), além da premente necessidade de discussão sobre questões de gênero, como apontado anteriormente, a própria relação entre conceito de empoderamento e prática considerada empoderadora parece pouco coerente. Os conceitos de empoderamento eleitos pelos autores, especialmente o conceito da OMS, destacam aspectos como a capacidade de expressão de necessidades, o envolvimento na tomada de decisões, a atuação micro e macro para a satisfação das necessidades das mulheres e o equilíbrio das relações de poder. Ou seja, os próprios conceitos exigem olhar o processo de empoderamento de forma não instrumental, considerando as necessidades específicas de cada indivíduo envolvido na relação. Assim, pode-se colocar em questão tanto a adequação conceitual do termo quanto a necessidade de colocar em questão o debate sobre relações sociais de gênero. Como lembra Rowlands (1995): Economic relations do not always improve women’s economic situation, and often add a layer of extra burden. Often, development work is still done ‘for’ women, and an exclusive focus on economic activities does not automatically create a space for women to look at their own role as women, or at other problematic aspects of their lives. (Rowlands 1995, 104)

A autora acredita que o incremento da renda pode auxiliar as mulheres em um processo de empoderamento, entretanto, esse é um trabalho que não pode ser feito de maneira isolada, sem o questionamento de valores sociais arraigados, tais como as estruturas de gênero, raça e econômicas. Essa ideia está de acordo com os estudos encontrados sobre o tema, que defendem maior aprofundamento teórico e debates sobre programas de geração de renda, apontando para a importância do envolvimento concomitante das mulheres no processo de produção e na reflexão sobre gênero (Hosyns, Hosyns e Butler 2012; Marín e Okali 2008). Apesar de os programas de geração de renda terem surgido eminentemente em outros países da América Latina, no Brasil, parece importante suspeitar de práticas voltadas para grupos vulneráveis —como é o caso de mulheres pobres— que não se dediquem a propósitos outros que não o mero repasse de renda. A geração de renda, o microcrédito e os incentivos financeiros, desconectados da reflexão sobre as formas de dominação de gênero, podem deixar esses grupos ainda mais distantes de efetivas mudanças nas relações de gênero, conformando-os a papéis de subordinação.

As práticas de empoderamento originadas no cotidiano das mulheres

É interessante observar que as práticas de empoderamento que promoveram reflexão sobre os papéis de gênero e foram consideradas empoderadoras consideraram os contextos em que as mulheres vivem e refletiram sobre o papel reprodutivo e doméstico que elas ocupam. Tiveram início em ONGs, organizações coletivas, mobilizações comunitárias e, ainda, projetos de pesquisa-ação ou pesquisa-intervenção acadêmicos (Castelnuovo 2010; Di Liscia 2007; Echeagaray, Michel e Martelo 2006; Meneghel, Farina e Ramão 2005; Meneghel et al. 2003; Medina 2007; Silva 2008; Wendhausen, Barbosa e Borba 2006). As práticas geradas a partir de dados sobre a realidade local, como as pesquisas-intervenção analisadas, ou a partir das próprias pessoas envolvidas no processo de empoderamento, foram oficinas sobre direitos, oficinas de reconstrução da história ou da cultura local, oficinas ou espaços de reconstrução de histórias de vida, espaços de reflexão sobre o cotidiano e/ou sobre papéis de gênero e participação em grupos políticos. As análises dessas estratégias encontraram resultados positivos a respeito do desenvolvimento de processos de empoderamento pelas mulheres envolvidas. O artigo de Meneghel, Farina e Ramão (2005), por exemplo, traz a experiência de oficinas para mulheres que estivessem em situação de violência de gênero, com o objetivo claro de contribuir para seu empoderamento. As oficinas surgiram como resposta à demanda apresentada pelas próprias mulheres, vítimas de violência de gênero perpetrada pelos companheiros. A partir daí, foi construído o projeto de oficinas, no contexto de um programa de extensão universitário, utilizando como base o conceito de empoderamento de Magdalena León e teorias acerca da formação e da intervenção em grupo. As mudanças observadas nas mulheres, tanto em suas vidas privadas quanto em suas respostas como grupo, sinalizaram o empoderamento delas. Outro artigo representativo de resultados positivos no que tange ao empoderamento de mulheres é o de Echeagaray, Michel e Martelo (2006), citado no item anterior. Neste, revela-se a experiência de uma organização de mulheres que questiona as relações sociais de gênero a partir de leituras da bíblia, e realiza-se no contexto de encontros religiosos. As próprias mulheres elegeram os temas abordados e o uso de leituras religiosas aproxima a discussão de seu cotidiano e de seu conjunto de valores. Apesar de apontarem limitações na gestão democrática desses grupos, as autoras apresentam mudanças das mulheres em diversos âmbitos, o que em seu entender indica o desenrolar do processo de empoderamento a partir da experiência registrada. Dois dos artigos que não desenvolveram conceitualmente a questão de gênero estão nesse grupo. Apesar

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da questão não estar presente teoricamente, na prática as relações de gênero emergiram e foram trabalhadas nos artigos de Silva (2008) e Wendhausen, Barbosa e Borba (2006). Em ambas as intervenções discutidas, o gênero não foi colocado previamente como tema, já que se pretendia discutir processos de imigração e vivências das pessoas em conselhos gestores; entretanto, quando a questão de gênero foi colocada, e reconhecida como objeto da intervenção, foi possível trabalhar o empoderamento das mulheres com relativo êxito. O artigo de Stromquist (2001) propõe uma análise do letramento como uma estratégia possível de empoderamento a partir de revisão bibliográfica e não de uma experiência específica. Assim, ele analisa práticas de outros atores. A partir dos trabalhos examinados, é possível afirmar que estratégias resultantes da aproximação com a

realidade local e a compreensão do empoderamento vinculado à questão de gênero parecem ser indicativos de maior efetividade das estratégias de empoderamento feminino.

O grupo como estratégia de empoderamento feminino e a valorização das especificidades Outra questão que aparece a respeito das estratégias utilizadas é a eleição do grupo como dispositivo de intervenção, e a concomitante valorização das especificidades de cada conjunto de mulheres por meio de estratégias diversificadas. Aqui, fazemos uma apresentação dos artigos, tanto no que diz respeito a grupos de mulheres com que se trabalhou a questão do empoderamento quanto no que tange à descrição das práticas grupais. O quadro 1 a seguir mostra essa heterogeneidade.

Quadro 1. Grupos e estratégias de empoderamento Referência

Grupo estudado

Estratégia adotada

Jonathan (2011)

Mulheres em geral

Apoio emocional e inclusão social, promovidos por empreendedoras sociais

Frietzsche (2004)

Adolescentes do sexo feminino

Cultura popular, e cultura do fã-clube de grupos pop femininos

Stromquist (2001)

Homens e mulheres analfabetos

Letramento

Silva (2008)

Mulheres brasileiras que migraram para Pesquisa-ação participante (que criou um espaço a Austrália pessoal e político para reflexão)

Moreira et al. (2012)

Mulheres beneficiárias do Bolsa família

Wendhausen, Barbosa e Borba (2006)

Homens e mulheres que ocupam cargos Participação em conselhos gestores em conselhos gestores

Meneghel, Farina e Ramão (2005)

Mulheres em situação de violência de gênero

Oficinas sobre o cotidiano das mulheres

Meneghel et al. (2003)

Mulheres em situação de violência de gênero

Oficinas sobre o cotidiano das mulheres

Meneghel, Farina e Ramão (2005)

Mulheres negras em situação de violência de gênero

Oficinas de histórias de vida e cultura negra

Aguilar et al. (2008)

Grupo de produção de mulheres artesãs Grupo de produção financiado por uma agência

Di Liscia (2007)

Mulheres militantes que viveram na ditadura

Recuperação do valor da memória e “recontação” das próprias histórias

Chablé et al. (2007)

Mulheres de unidades domésticas rurais

Grupo de produção

Medina (2007)

Mulheres moradoras de projeto de Urbanização Popular envolvidas em organização coletiva

União de esforços para resolver problemas coletivos e ocupação de cargos

Echeagaray, Michel e Martelo (2006)

Mulheres pobres, camponesas e indígenas

Encontros para leitura e discussão da bíblia sob a ótica feminista

Hosyns, Hosyns e Butler (2012)

Mulheres cooperativadas

Remuneração do trabalho doméstico/trabalho não remunerado de mulheres em cooperativas.

Castelnuovo (2010)

Mulheres indígenas

Oficinas e capacitações sobre temas eleitos pelas mulheres e oficinas sobre memória étnica

Marín e Okali (2008)

Mulheres rurais participantes de programa de microcrédito

Grupo de produção sustentado por microcrédito

Recebimento do Bolsa família e seus desdobramentos

Fonte: elaboração das autoras. rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 80-90 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.06

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Trata-se de um quadro esquemático que não esgota a abordagem de cada artigo examinado, mas que serve bem para demonstrar que as estratégias de empoderamento aplicadas a grupos atendem a propósitos bastante diversificados, além de serem aplicados a um perfil de mulheres diverso em termos de faixa etária —adolescentes do sexo feminino—, etnia —mulheres indígenas— e classe —mulheres beneficiárias do Bolsa família—. O empoderamento é convocado para discutir condições de vida específicas —mulheres em situação de violência de gênero, participantes de programa de microcrédito, cooperativadas, artesãs organizadas em um grupo de produção, militantes que viveram na ditadura—. Além disso, é possível observar a superposição de categorias: mulheres negras em situação de violência de gênero; e mulheres pobres, camponesas e indígenas. Sobre o uso de oficinas, observa-se que o formato destas variou de acordo com as especificidades de cada grupo, valorizando-as. Para o grupo de mulheres negras em situação de violência de gênero, foi privilegiado o uso da contação de histórias da cultura negra e, para o grupo de mulheres indígenas também houve oficinas de valorização da própria cultura. Assim, no lugar de estratégias universalizantes para o empoderamento de mulheres, a abertura para a diferença permitiu acolher a diversidade. Ainda, no caso das mulheres militantes que viveram em uma ditadura (Di Liscia 2007), privilegiou-se a memória, para a revalorização de trajetórias, aproximando-se, mais uma vez, da singularidade dessas vivências. A promoção do empoderamento, portanto, não se dá por fórmulas prontas, diretas e infalíveis. Não se trata de um processo linear, com início e fim definidos, nem de um processo uniforme, que se dá de maneira igual para diferentes grupos de mulheres (León 2001). Para que o empoderamento seja possível, não há fórmulas prontas e o processo será tanto mais efetivo quanto mais se valorizar a história pessoal. Portanto, a aproximação e a valorização das singularidades, e não a universalidade, parecem abrir a possibilidade real de promover mudanças pessoais e sociais, o que apoia a reflexão sobre a necessidade de levarmos em conta a fragmentação das vivências das mulheres, e de seus interesses específicos, acolhendo a diferença e a multiplicidade.

Conclusões

A necessidade de fazer convergir o debate sobre gênero e as práticas de empoderamento é uma forma de inseri-las nos estudos e nas práticas feministas sem reduzir o conceito ao senso comum. Esse equívoco, além de alimentar um uso acrítico do conceito, arrisca-se a promover uma abordagem por demais restrita das vivências pessoais das mulheres e a coibir justamente as transformações que se quer promover no campo da igualdade nas relações de gênero. Observa-se também que as práticas fazem alusão às possibilidades de reflexão sobre os papéis sociais de gênero de homens e mulheres, visando à quebra de desequilíbrio de poder, o que também corresponde à noção de empoderamento da segunda vaga feminista. Entretanto, a valorização das especificidades e da multiplicidade dos grupos de mulheres remonta à maior fragmentação na categoria identitária feminina proposta pela terceira vaga. O número expressivo de práticas baseadas em oficinas e outras estratégias grupais aponta para uma compreensão do empoderamento como processo atravessado e alimentado pela construção coletiva, reforçando perspectivas históricas do feminismo. O recurso a essas estratégias coletivas, o respeito à diversidade das mulheres e o sucesso alcançado pelas estratégias construídas com base no cotidiano das mulheres são dimensões alinhadas à noção de suporte e de constituição de um processo de empoderamento solidário, ao mesmo tempo que singular. Para futuras pesquisas na temática do empoderamento, sugere-se a ampliação das bases de dados para a pesquisa e a exploração mais detalhada da literatura latino-americana na conceituação de empoderamento e na abordagem das práticas de empoderamento com grupos variados de mulheres, além de maior exploração das dimensões culturais e educacionais do empoderamento —eixos discutidos de forma limitada nesta pesquisa.

Referências 1.

2.

Foi possível constatar, a partir da revisão bibliográfica, pontos de convergência entre os resultados descritos nos artigos examinados e o debate teórico clássico sobre o conceito de empoderamento. A compreensão do empoderamento como processo ora individual, ora coletivo, ora presente nas duas dimensões, aparece não apenas na concepção teórica do termo como também nas práticas analisadas.

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Sujetos de la masa. Visiones del nacionalismo después de la Primera Guerra Mundial* Juan García-García** Fecha de recepción: 30 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 07 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.07

R E S U M E N | Una de las teorías más populares o difundidas del nacionalismo postula la existencia de oscuras fuerzas atávicas, la irrupción de pulsiones irracionales y la regresión a la barbarie, en un proceso colectivo que pasaría en todo caso por el control y la manipulación inconsciente de las masas. ¿Cuál es el origen de tal interpretación? En este artículo exploramos la influencia de la biología y la psiquiatría finisecular en la representación académica del nacionalismo al término de la Gran Guerra. Como veremos, la representación del nacionalismo tras la contienda habría de incorporar los conceptos y términos del atavismo, el degeneracionismo y la psicología de las multitudes, iniciando de este modo un giro epistemológico que sólo estará completo a mediados de siglo, con la popularización del psicoanálisis y la denuncia del Holocausto. PA L A B R A S C L AV E | Nacionalismo, guerra (Thesaurus); psicología de las masas, degeneracionismo (palabras

clave de autor).

Mass Subjects: Visions of Nationalism after World War I A B S T R AC T | One of the most popular or widespread theories of nationalism postulates the existence of dark, atavistic forces, the outbreak of irrational compulsions and the regression to barbarism, in a collective process that would in any case pass through the control and unconscious manipulation of the masses. What is the origin of such an interpretation? In this article we explore the influence of biology and turn-of-the-century psychiatry in the academic representation of nationalism at the end of the Great War. As we shall see, the representation of nationalism after the war would incorporate the concepts and terms atavism, degenerationism and mass psychology, thus initiating an epistemological turn that would not be complete until mid-century, with the popularization of psychoanalysis and denunciation of the Holocaust. K E Y W O R D S | Nationalism, war (Thesaurus); mass psychology, degenerationism (Author’s Keywords).

Sujeitos da massa. Visões do nacionalismo depois da Primeira Guerra Mundial R E S U M O | Uma das teorias mais populares ou difundidas do nacionalismo postula a existência de escuras forças atávicas, a irrupção de pulsões irracionais e a regressão à barbárie, num processo coletivo que aconteceria em todo caso pelo controle e pela manipulação inconsciente das massas. Qual é a origem dessa interpretação? Neste artigo, exploramos a influência da biologia e da psiquiatria finissecular na representação acadêmica do nacionalismo no final da Grande Guerra. Como veremos, a representação do nacionalismo depois da guerra foi a de incorporar os conceitos e termos do atavismo, o degeneracionismo e a psicologia das multidões, e iniciar, desse modo, um giro epistemológico que só estará completo em meados do século, com a popularização da psicanálise e com a denúncia do Holocausto. PA L AV R A S - C H AV E | Nacionalismo, guerra (Thesaurus); psicologia das massas, degeneracionismo (palavras-

-chave do autor). *

El artículo se elabora a partir de la información de la tesis doctoral “Lenguajes de la psique, voces de la nación: el peso del psicologismo en la representación académica y social del nacionalismo”, dirigida por José Ramón Torregrosa Peris y Sagrario Ramírez Dorado, Universidad Complutense de Madrid (García 2013). Quisiera mostrar mi agradecimiento a dos evaluadores anónimos, por sus valiosos comentarios y sugerencias.

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Doctor en Psicología Social por la Universidad Complutense de Madrid (España). Profesor de la Universidad de Extremadura (España). Miembro del Grupo de Estudios Sociales Aplicados (GESSA). Entre sus últimas publicaciones se encuentran: “Nación, sujeto y psique: la construcción psicológica del nacionalismo”. Athenea Digital 15: 333-346, 2015, y “Nacionalismo e identidade nacional sob uma perspectiva psicossociológica” (en coautoría). En Identidade nacional e representaçoes do Brasil –abordagens integrativas, organizado por Marcus Eugênio Oliveira Lima, Ana Raquel Rosas Torres y Elza María Techio, 27-54. São Paulo: Scortecci Editora, 2016. * [email protected]

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Se afirma con frecuencia que la Gran Guerra y el tratado de Versalles contribuyeron a reforzar y difundir por todo el mundo las bases ideológicas y doctrinales del nacionalismo, preparando además el terreno a los movimientos políticos radicales de los años treinta. Al término del conflicto, la aspiración a crear un Estado nacional independiente para cada nación cultural o étnica sería abanderada por Woodrow Wilson y las potencias vencedoras, que trataron de hacer efectiva en los imperios derrotados (Kramer 2011). Con todo, y casi al mismo tiempo, un sector importante de la intelligentsia —que había mantenido hasta entonces un planteamiento favorable al ideario difundido por Herder, Fichte o Mazzini— comenzó a posicionarse críticamente frente a la doctrina política y los movimientos de masas del nacionalismo. Durante los años veinte y treinta habrían de multiplicarse los discursos de denuncia y reprobación del nacionalismo, pronunciados por intelectuales y políticos pacifistas, socialistas, liberales o conservadores. “El nacionalismo no promete unificar sino desintegrar el mundo —decía el historiador norteamericano Carlton Hayes—, no promete preservar y crear sino destrozar la civilización” (Hayes 1926, 133). Para los críticos de entreguerras, el nacionalismo tenía que ver sobre todo con los prejuicios, la ignorancia y la estrechez mental, con la lógica de la xenofobia, el fanatismo y la pulsión de la guerra. Así, el objetivo primordial de sus escritos era la denuncia del nacionalismo como una amenaza para la paz mundial (Lawrence 2005). De hecho, si el nacionalismo había sido visto previamente como una fuerza de progreso, libertad y paz entre los pueblos, para muchos de los intelectuales que vivieron la Primera y, pocos años después, la Segunda Guerra Mundial, se trataba de una fuerza regresiva, incivilizada y violenta; un verdadero peligro para la estabilidad y la paz. Filósofos, políticos, educadores, moralistas, sociólogos, incluso historiadores —que habían sido durante décadas la punta de lanza de la doctrina y los movimientos nacionalistas—, citaban ahora a Le Bon y a Freud para denunciar sus consecuencias atroces e inhumanas. Desde esta perspectiva, el nacionalismo guardaba relación con conductas extremas, intolerantes y agresivas que debían ser explicadas desde la psicología y reprobadas en el plano de la moral. No es nuestra intención valorar aquí los efectos peligrosos o malignos de la ideología, ni discutir la verosimilitud o justicia de lo que Tiryakian denominaba una leyenda inmerecida —“la leyenda negra del nacionalismo”— (1989, 153-6). Nuestro propósito más bien es centrarnos en el modo en que se forjó el dictamen de los críticos. Porque la nueva representación académica del nacionalismo, levantada sobre las ruinas de las dos guerras mundiales, se construyó también sobre las bases o los cimientos del psicologismo (Ramírez 1992). En este artículo vamos a destacar la influencia del lenguaje médico-psiquiátrico en el debate académico y profano sobre el nacionalismo. Como veremos, la

psiquiatría degeneracionista y la psicología de las masas de Taine, Tarde, Sighele y, sobre todo, Gustave Le Bon se habrían de convertir a partir de los años veinte en un recurso básico para la explicación y la condena moral de la ideología. Al término de la Gran Guerra, muchos intelectuales de derecha e izquierda describían el nacionalismo como una manifestación de las partes tenebrosas de la psique y como un síntoma inequívoco de “degeneración”. Además, la conducta del nacionalista se asimilaba a la de las masas o multitudes irracionales y bárbaras, instigadas maliciosamente por una minoría de agitadores interesados e irresponsables, que seguían las leyes psicológicas de la sugestión, la hipnosis y la propaganda emocional. Se trata, sin duda, de una de las representaciones académicas y sociales más poderosas del nacionalismo. Representación que —con las variaciones que se quiera— ha llegado a nuestros días (García 2013).

Sujetos de la guerra: el retorno a la barbarie A finales del siglo XIX, un número creciente de intelectuales europeos educados en los valores de la Ilustración y el positivismo, en la fe en la racionalidad humana y en la aplicación social del conocimiento científico, empezaron a considerar la irracionalidad como una característica definidora de la especie. Para entonces —como han señalado algunos intérpretes—, el pensamiento más profundo e innovador de las ciencias humanas y sociales estaba girando su foco de interés o preocupación a la “irracionalidad del sujeto”: su conducta instintiva, procesos inconscientes, vida emocional, residuos, acción no-lógica (Baumer 1977; Cesa 1981; Hobsbawm 1983; Hughes 1979 [1958]; Parsons 1968 [1937]). Un cambio radical en la idea del ser social se produjo en el plazo de una generación. Así, con los términos y vocablos de la biología, la psiquiatría y la psicología de la época, muchos autores pasaron a definir al sujeto como un ser irracional, heterónomo, determinado por necesidades instintivas y procesos inconscientes, fácilmente manipulable, motivado por sentimientos y asociaciones de imágenes, antes que por ideas, razones o argumentos (Sternhell 1978, 152). La influencia cultural de esta nueva noción de sujeto ha sido extraordinaria y ha condicionado el modo en que las ciencias sociales han explicado una serie de acontecimientos, procesos y movimientos políticos contemporáneos. De manera muy particular, el nacionalismo. Para constatar el impacto que todo ello habría de tener en la visión académica del nacionalismo sólo hubo que esperar algunos años más, al período de la Gran Guerra y la posguerra posterior. Será entonces cuando se articule un discurso crítico, de factura psicológica y tono moralizador, contra una ideología y unos movimientos de masas a los que se vinculaba cada vez más estrechamente con la guerra. El nacionalismo es una condición de la mente, una manifestación de las partes tenebrosas de la psique, la expresión del instinto de lucha o de

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combate; o, como dirán otros, una supervivencia de la bestia salvaje en el interior del individuo civilizado. Los intelectuales de los años veinte y treinta readaptaban las viejas nociones del atavismo, la psiquiatría degeneracionista y la psicología de las masas para explicar el origen y el desarrollo de la guerra de 1914 y para recordar a su generación, a modo de ominoso presagio, que la tragedia podría repetirse en el futuro. En palabras del naturalista británico Ernest Hanbury Hankin: El nacionalismo es la agresividad de ese terrible ser, el hombre de las cavernas que se esconde en cada uno de nosotros. Ésta es la razón por la que el nacionalismo […] puede conducirnos a la conducta enloquecida en la que todas las ideas de prudencia, de humanidad o de razón quedan en suspenso. (1937, 151)

Para empezar, la literatura científica de la época abundaba una y otra vez en la noción de la “bestia interior”, esto es, la presencia inquietante y perturbadora de un ser primitivo y salvaje que acechaba en las profundidades del yo y ponía en constante peligro las conquistas de la sociedad civilizada. La idea había alcanzado por entonces una enorme aceptación entre muchos intelectuales, como recordaba el psicólogo norteamericano George Malcolm Stratton: “Scratch a Russian and find a Tartar […] scratch a civilized man and find a savage” (Stratton 1929, 252). De hecho, la misma brutalidad de la Gran Guerra parecía reforzar aún más la creencia decimonónica de que la civilización en curso ocultaba bajo su fina y frágil capa la herencia biológica de los ancestros —el primitivo, el salvaje, el animal—. Como una profecía fatalmente cumplida, el conflicto bélico era descrito como la manifestación final de aquella amenaza. Al tiempo que destruye los hábitos de comportamiento de la civilización — afirmaba el historiador Arnold Toynbee (1915, 3-4)—, la guerra “trae el sustrato salvaje del carácter humano a la superficie” y estimula “el instinto de venganza y de pillaje”. Otro historiador, Rafael Altamira (1926, 6-7 y 12), sostenía que la guerra había activado un depósito de “pasiones primitivas”, “instintos ancestrales” y “herencias bárbaras”. Con un discurso parecido, e incidiendo en la ferocidad de la guerra, algunos autores comenzaron a condenar la ideología y las pasiones del nacionalismo como una forma de supervivencia evolutiva, de regresión al pasado más remoto. Estamos ante la propuesta de “revivir el tribalismo primitivo” en una escala ampliada y más artificial, decía por entonces Carlton Hayes (1931, 12). Para Hayes y muchos de los nuevos críticos, el nacionalismo no era ya el despertar de los pueblos a su Historia y su destino. El nacionalismo era sobre todo el renacimiento, la reaparición, la irrupción de la bestia irracional y sanguinaria bajo la conciencia del sujeto civilizado. La civilización de nuestro tiempo no está ya amenazada por los enemigos o bárbaros del exterior —decía el sociólogo Charles Ellwood al

comienzo de la Gran Guerra— sino por los “bárbaros interiores”, la masa de individuos adoctrinados en las ideas del actual nacionalismo: […] En épocas de guerra internacional y revoluciones internas, con sus sangrientos conflictos entre pueblos y clases, el proceso de desintegración social y de reversión a la barbarie puede acelerarse al máximo […] los instintos animales del hombre son terriblemente estimulados y dispuestos para hacerse con el control […] Con doctrinas sociales [como las del “hipernacionalismo”] […] la civilización occidental no está ya amenazada por los enemigos exteriores. Si sus muros van a ser alguna vez derribados no será por los bárbaros de África o Asia, sino por los bárbaros dentro de sus puertas. (Ellwood 1915, 12-13)

Desde esta óptica, las pasiones desatadas por el nacionalismo eran una manifestación de primitivismo, la derrota de la razón por los instintos brutales. Bien es cierto que no todos los críticos daban a la doctrina la misma entidad o relevancia en el devenir de las sociedades contemporáneas. Con un lenguaje darwinista, casi lombrosiano, algunos autores hablaban de una supervivencia o anomalía evolutiva, de una manifestación atávica residual que subsistía en pueblos o naciones específicos.1 Así, las conductas irracionales del nacionalismo se atribuían en este caso a un conjunto de países que, bajo su apariencia civilizada o moderna, eran por carácter o constitución racial pueblos “bárbaros” y “atrasados”. Por ejemplo, el polígrafo Gustave Le Bon se refería a un supuesto “fondo de salvajismo ancestral” de los germanos, una herencia de las “hordas teutonas” que habría resucitado con toda su fuerza en el campo de batalla: El mundo ha contemplado con estupor los actos de bestialidad salvajes perpetrados en la lucha presente. Fueron obra de un pueblo poseedor de una cultura intelectual elevada, pero cuyos instintos de barbarie ancestral estaban contenidos sólo por sanciones sociales que la guerra hizo naturalmente desaparecer. (Le Bon 1916, 28-29)

La crítica del nacionalismo de los otros —el nacionalismo de los bárbaros— iba a ser ampliamente utilizada durante la contienda para denunciar, con intenciones propagandísticas, la conducta del enemigo. Los actos de “bestialidad salvaje” perpetrados por Alemania —añadía Le Bon— eran la consecuencia de “sus instintos ancestrales de conquista, asesinato y rapiña” (Le Bon 1916,

1 En el campo de la antropología criminal, Cesare Lombroso había descrito en 1876 al l’uomo delinquente como una lamentable supervivencia biológica, un ser de otro tiempo, una peculiaridad atávica en la que perduraban los instintos feroces del animal y del hombre primitivo (Lombroso 1876). Con todo, el lenguaje lombrosiano del atavismo iba a perder influencia entre los médicos, criminólogos y científicos sociales de finales de siglo, a favor de las tesis degeneracionistas. Sobre Lombroso, véase: Maristany (1973) y Gould (1997 [1981]).

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57). En sentido parecido, el cirujano británico Wilfred Trotter sostenía que el “instinto agresivo” del pueblo alemán se asemejaba al de una manada de lobos: “son una recrudescencia del tipo agresivo de gregarismo […] una reaparición de la sociedad del lobo […]” (Trotter 1947 [1915], 179).2 Asimismo, para el historiador inglés J. H. Rose, el nacionalismo era el resultado del “instinto intolerante y agresivo” de Alemania, un instinto que retrotraía a un estado de violencia y barbarie. El nacionalismo da señales de haber agotado su fuerza excepto entre los pueblos más atrasados. Esta guerra es la “reductio ad absurdum” del movimiento en su forma reciente, estrecha e intolerante […] podemos estar seguros de que, cuando el infame nacionalismo de los años recientes haya llevado a su protagonista a la ruina, habrá una potente reacción a favor de los ideales internacionales […] para asegurar el triunfo de la razón en lugar de la fuerza. (Rose 1916, 200-201)

Con todo, otros autores no creían que los instintos primitivos de horda, agresión y rapiña pudieran atribuirse de manera exclusiva a las naciones enemigas. Por ejemplo, muchos intelectuales pacifistas partían de la hipótesis de que los instintos bárbaros que habían conducido al nacionalismo y la guerra eran los instintos de todo el mundo, las tendencias y los impulsos emocionales arraigados en la naturaleza o constitución humana. Pervive en los hombres una disposición para el ejercicio de los sentimientos instintivos, una “bestia interior” que impulsa a la contienda, decía Bertrand Russell (1915, 369). Desde esta perspectiva, los impulsos irracionales del nacionalismo no podían considerarse una mera supervivencia de pueblos bárbaros y hostiles, sino un sustrato biológico común a toda la especie; una herencia animal en cierto modo reprimida o modificada, pero aún subsistente bajo las frágiles instituciones de la civilización. Hay en todos los hombres una disposición a buscar las ocasiones para el ejercicio de los sentimientos instintivos, y es esta disposición, más que cualquier hecho económico o físico inexorable, la que está en el fondo de las enemistades entre las naciones […] La división del mundo en naciones es un hecho que debe ser aceptado, pero no hay razón para aceptar el nacionalismo estrecho que envidia la prosperidad de las otras naciones y la considera un obstáculo para nuestro propio progreso. Si un mundo mejor y más sano va a salir del horror de la inútil matanza, los hombres deben aprender a encontrar la gloria de su nación en la victoria de la razón sobre los instintos brutales […] (Russell 1915, 369-376)3

2 Véase una valoración muy parecida en John Parsons (1918) y Walter Pillsbury (1919). 3

Véase también Russell (1917).

Ésta será una visión muy difundida al término de la Gran Guerra. Una emoción tan poderosa como la de morir por la patria sólo puede entenderse como “la realización de un impulso básico”, decía el sociólogo norteamericano Herbert Miller (1924, 4-5). Como Miller, muchos otros autores van a hacer hincapié en el legado hereditario de la especie, en una serie de disposiciones, tendencias, impulsos o instintos que estarían detrás de la conducta “irracional” y “destructiva” del nacionalismo. Unos hablan de un “instinto gregario o de manada” (Bogardus 1920; Scott 1926 Howerth 1919); otros, de un “instinto territorial” (Mukerjee y Sen-Gupta 1928); algunos, de un “instinto de adoración” (Hayes 1926; Rocker 1977 [1937]); no pocos, de un “instinto de hostilidad, violencia o combate” (Pillsbury 1919; Sturzo 1924; Sulzbach 1929 y 1943), etcétera. El hombre […] es un animal gregario […] En tiempo de paz su condición gregaria no se manifiesta de forma visible, pero en guerra, cuando los lazos del sentimiento instintivo tejidos en el telar de la historia biológica y social […] congregan a la gente, los fenómenos gregarios comienzan claramente a manifestarse […] Una nación es entonces una manada. (Howerth 1919, 175) La asociación humana nació del conflicto, y los instintos que eran necesarios para el conflicto fueron los que inevitablemente se desarrollaron y sobrevivieron […] la nacionalidad se desarrolla en oposición […] es un sentimiento doble, de colaboración hacia todos los de dentro del grupo y de desconfianza hacia todos los de fuera. (Pillsbury 1919, 88-89)

Ahora bien, si la conducta ante la guerra tiene su origen en la naturaleza, en la constitución biológica de la especie, en la supervivencia de los instintos de combate, territorialidad o gregarismo, ¿qué otra cosa se podría hacer sino aceptar de forma pasiva sus efectos perniciosos? Y si, como afirmaban otros, la nación era la “unidad biológica” en la que habría actuado durante siglos el impulso gregario y combativo de la manada, ¿cómo sería posible evitar las guerras futuras con el extranjero? ¿Cómo confiar en que las normas y los tratados internacionales no serían transgredidos una y otra vez por el mandato imperativo de los instintos, la ley de la naturaleza? Para muchos intelectuales de entreguerras el nacionalismo belicista era una manifestación —lamentable y dolorosa, pero hasta cierto punto inevitable— de tendencias primitivas muy arraigadas en la especie humana. Porque los hombres son gregarios y combativos “por naturaleza”, decía el sociólogo Walter Sulzbach (1943, 92-3).4

4 Aunque la referencia de este sociólogo alemán es de los años cuarenta, sus tesis sobre la vinculación instintiva del nacionalismo proceden de un libro anterior (Sulzbach 1929).

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Por esta vía, los mismos autores que estaban denunciando los efectos irracionales y destructivos del nacionalismo participarían a la vez en su naturalización, convirtiendo una ideología política de su tiempo en herencia biológica de la especie.

Sujetos degenerados: la perversión de nuestro tiempo Con todo, el nacionalismo combativo y jingoísta era algo más, y no sólo se describía como una herencia evolutiva de la especie, una expresión de los instintos primitivos de la humanidad. De hecho, los intelectuales de la época utilizaban además el lenguaje del degeneracionismo para condenar y maldecir determinadas manifestaciones de la ideología. En este sentido, el nacionalismo se presentaba también como fenómeno patológico, crimen execrable y perversión moral de civilización. En ocasiones —decía el escritor Israel Zangwill—, la nacionalidad deja de desarrollarse con normalidad o en una conciencia saludable, y “degenera” en nacionalismo (Zangwill 1917, 46, 47). Necesitamos “regenerar” el cuerpo debilitado y enfermo de la vieja Europa de la “hipertrofia mórbida del nacionalismo”, afirmaba Toynbee (1915, 488 y 490). Así, el sujeto irracional, el sujeto bárbaro e inconsciente de las guerras del nacionalismo parecía asimilarse también al sujeto de la clínica. Como es sabido, las últimas décadas del siglo XIX habían producido un número importante de trabajos e investigaciones clínicos sobre degeneración, morbilidad y perversión (Pick 1989). En concreto, el concepto degeneración evolutiva hacía referencia a la pérdida creciente de normalidad psicofísica y moral de los miembros de un mismo linaje, a consecuencia de enfermedades adquiridas o hereditarias. Pero el diagnóstico finisecular del médico degeneracionista no siempre se circunscribía a patologías individuales o a casos clínicos. Los médicos de la época hablaban a menudo de males que podían extenderse a colectividades, naciones y civilizaciones enteras. De hecho, con un lenguaje cercano al de la religión y la profecía, la medicina y la psiquiatría degeneracionista vertían los temores decimonónicos sobre el progreso y la vida moderna en una visión distópica del futuro, en el anuncio de una civilización urbana que conducía irremediablemente a una sociedad de enfermos, locos y criminales, una sociedad degenerada (Campos y Huertas 1999; Campos, Martínez y Huertas 2000; Huertas 1987; Nye 1984 y 1985; Pick 1989). [...] la enfermedad, vehiculada por la herencia, cristalizaba en la degeneración, alcanzando un carácter inquietante al manifestarse más allá del individuo. La locura, el alcoholismo, la tuberculosis, la sífilis [...] se convirtieron en patologías que lejos de agotarse en el individuo enfermo, se transmitían durante generaciones, degenerando la raza [...] Pero también

la elevada mortalidad, sobre todo la infantil, la disminución de la talla, la miseria, las condiciones de trabajo, la extensión de la prostitución, la criminalidad, las transgresiones morales, etc., eran tomadas al mismo tiempo como causa y síntoma de degeneración. (Campos y Huertas 1999, 59)5

Aunque a principios del siglo XX los avances experimentales de la genética habían desacreditado ya el concepto mismo de degeneración evolutiva, el discurso y la retórica del degeneracionismo se seguirían utilizando en los foros académicos y en el debate político. Un ejemplo lo encontramos años más tarde en la denuncia y condena moral del nacionalismo al término de la Gran Guerra. En este sentido, los críticos van a describir la conducta del nacionalista como un desorden orgánico, psíquico y moral, como enfermedad, patología, vicio, mal, demencia, delirio, locura, infección, peste, virus, intoxicación, germen, perversión y maldición. […] mientras que la mayoría de los hombres continúa aceptando incondicionalmente el deber del patriotismo […] muchas voces se alzan a favor y en contra de la nacionalidad […] Según la visión antinacionalista, el nacionalismo y el patriotismo en los que se funda es un tipo de enfermedad de la naturaleza humana […] perfectamente comparable con la desafortunada propensión humana a la embriaguez […] una tendencia que habrá de ser severamente reprimida y, si es posible, erradicada, antes de que los hombres puedan cumplir el deseo de vivir en paz y aceptable seguridad …[…] (McDougall 1927 [1920], 177)

Por un lado, no eran pocos los autores que utilizaban el lenguaje de la medicina y la psiquiatría para describir el nacionalismo como enfermedad, demencia o neurosis (Oakesmith 1919; Rose 1916; Wells 1929). Para la historiadora británica Carolyne Playne (1925), se trataba de una neurosis social causada por el estrés y la tensión de la vida moderna. Los psicólogos sociales Mukerjee y Sen-Gupta hablaban de una especie de “demencia” o “ceguera mental” que distorsiona la relación entre los pueblos y conduce a la guerra (1928, 263-7). La adhesión política al nacionalismo se describe a menudo como una patología de la mente y/o del cuerpo; como un estado mórbido, pernicioso, dañino. Para Alfred Zimmern (1918, 74, 95), Carlton Hayes (1926, 246 y 264) y Luigi Sturzo (1924, 283), el nacionalismo es un mal que necesita de “antídoto” para ser “curado”. En Europa el nacionalismo ha llegado a hipertrofiarse, y se pervierte como una enfermedad […] lo que puedo llamar sentimiento nacionalista mórbido o

5 La medicina y psiquiatría degeneracionistas tuvieron también una fuerte influencia en el pensamiento de muchos autores latinoamericanos de la época como Octavio Bunge (1903), Ricardo Rojas (1908) o Alcides Arguedas (1909).

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TEMAS VARIOS exagerado […] es un odio rabioso, desgarrador, del extranjero, que sería risible por su puerilidad si no lo viéramos aún manifestarse en el mundo que nos rodea […] El nacionalismo frustrado, pervertido e insatisfecho es una de las heridas sangrantes de nuestro tiempo. (Zimmern 1918, 74, 95 y 100)

De forma parecida, Harold Laski hablaba del nacionalismo como una “enfermedad” que amenaza con infectar al conjunto de la humanidad (1932, 26). Como los intelectuales degeneracionistas de fin de siglo, los críticos de posguerra tomaban muchos de sus términos del campo de la epidemiología. Así, el nacionalismo se presentaba como epidemia o infección, como virus o bacteria, como la peste del mundo moderno. Con ello no sólo incidían en la naturaleza patológica de la doctrina, sino que advertían de su rápida difusión a través del contagio. El “virus del nacionalismo” ha penetrado poco a poco “en la sangre del pueblo alemán”, decía la historiadora Mildred Wertheimer (1924, 159 y 178). Años más tarde, el escritor húngaro Adam de Hegedus hablaba de “una enfermedad contagiosa”, una epidemia aun peor que la peste negra que asoló la Europa medieval (1947, 46-7). Para De Hegedus y otros intelectuales, el virus del nacionalismo habría infectado la mayor parte del continente europeo, haciendo estragos en los imperios Habsburgo y Otomano, y extendiéndose por Oriente Próximo y la India (véase también Tagore 1929, 210; Toynbee 1954, 536-539). A menudo, los mismos críticos recurrían al lenguaje de la toxicología y hacían aparecer al nacionalismo como un gas, veneno, droga o bebida alcohólica. A juicio del poeta y filósofo Rabindranath Tagore: “[…] la idea de nación es uno de los anestésicos más poderosos que el hombre ha inventado. Bajo la influencia de sus vapores todo el pueblo puede llevar a cabo su programa sistemático del más virulento egoísmo sin ser siquiera consciente de su perversión moral” (Tagore 1917, 57). Como Tagore, muchos autores de entreguerras van a denunciar los efectos tóxicos de la ideología nacionalista. Rudolf Rocker habla de un “aire mefítico” (1977 [1937], 713); Carlton Hayes (1926, 271), de un “veneno”; Adam de Hegedus (1947, 98, 131 y 133), de una “droga peligrosa”; Paul Valéry (1931, 63) y Edward Carr (1967 [1945], 11), de una bebida alcohólica, un “vino espiritoso”. En ocasiones —afirma el historiador Frederick Schuman (1931, 520)—, “el vino embriagador del nacionalismo” pervierte las mentes “casi al mismo grado que el opio o la locura”. Al igual que hicieran la medicina y psiquiatría degeneracionista, los críticos del nacionalismo establecen una relación directa entre patología y vicio. Esto es, la enfermedad del nacionalismo aparece también como pérdida de templanza, perversión del juicio o corrupción de normas, costumbres y valores. La solidaridad social […] puede haber sido previamente necesaria para el grupo a fin de asegurar la

unidad de acción […] Pero cuando la existencia del grupo no está ya amenazada, lo que fuera una virtud social se convierte en un vicio que retrasa, más que asistir el progreso del grupo. El patriotismo, que en muchos casos es solamente un provincialismo exagerado, degenera en estrechez de miras y en la ceguera para las virtudes superiores, y el nacionalismo se convierte en “la gran maldición de la humanidad”. (Wallis 1929, 819)

Ello nos lleva a otra similitud con la retórica degeneracionista: la constante valoración de la doctrina en términos morales y religiosos. A menudo se juzga al nacionalismo como una doctrina que incita a la ambición y agresión colectivas contra otras naciones en nombre de la propia, sin ningún tipo de límite o restricción moral. La lealtad incondicional y absoluta a la nación fomenta el “egotismo”, el “odio”, la “vanagloria” y el “vicio”, sostiene el sociólogo Herbert Miller (1924, 184-186). El nacionalismo es una “epidemia de depravación moral”, en palabras de Rabindranath Tagore (1929, 210). Para la valoración de la doctrina se utilizan a menudo conceptos y categorías extraídos de una cosmovisión religiosa. Así, se habla del mal o la maldad del nacionalismo, de su depravación o degeneración moral, de su naturaleza pagana: El amor a la patria, raíz del patriotismo, es comparable al de la familia […] La teoría y el sistema del nacionalismo operan [sin embargo] una reversión de valores morales: las ideas de libertad y fraternidad de los pueblos desaparecen ante la de la nación, que deviene un verdadero “bien en sí mismo”, un ídolo […] El principio teórico del nacionalismo tiene un fundamento pagano, inmoral […] (Sturzo 1924, 270-279) El nacionalismo […] representa una reacción contra el cristianismo del pasado, contra la misión universal de Cristo; vuelve a consagrar la anterior misión tribal de un pueblo elegido […] no inculca ni caridad ni justicia; es orgulloso, no humilde […] Repudia el revolucionario mensaje de san Pablo y proclama de nuevo la doctrina primitiva de que habrá judíos y griegos, y que serán ahora más judíos y griegos que nunca. El reino del nacionalismo es claramente de este mundo, y su realización conlleva el egoísmo y la vanagloria tribal, una intolerancia particularmente ignorante y tiránica, y la guerra […] el nacionalismo no trae la paz sino la espada […] (Hayes 1926, 124-125)

A menudo, el mal del nacionalismo se describe con una carga o sentido profético, casi siempre apocalíptico. De hecho, el mal aparece en estos casos con mayúscula, como si se tratara de un castigo sobrenatural o divino, como Mal o maldición. “El nacionalismo es la maldición de nuestro tiempo”, repiten muchos intelectuales de entreguerras, desde Gooch y Hayes hasta Wallis y

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Huizinga.6 Algunos autores se limitaban a recordar o parafrasear la lúgubre profecía de Lord Acton sobre la doctrina del nacionalismo: su curso estará marcado por la ruina moral y material, “para que prevalezca una nueva invención sobre la obra de Dios y los intereses de la humanidad”. Otros readaptaban las metáforas y figuraciones bíblicas para vaticinar una visión igualmente aterradora de sus consecuencias: Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración […] la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea. (Zweig 2001 [1941], 13) [El nacionalismo es] […] otro ejemplo de la herejía antigua, la del “poder espiritual” […] que busca el dominio temporal; y en ningún sitio se ha demostrado más cierto que quien empuña la espada morirá por la espada. Las flores de la cultura, propagadas por “razones de Estado” degeneran en hierbajos hediondos; y el nacionalismo político se convierte en la cosa infame que el gran historiador Lord Acton declaró que sería. (Mumford 1922, 317)

En definitiva, el mal del nacionalismo se combatía con diferentes recursos retóricos o discursivos, pero utilizando muchas veces la polisemia vaga e imprecisa del degeneracionismo finisecular. Por un lado, el mal se entiende como afección o trastorno, como enfermedad, patología, locura, infección, epidemia. En segundo lugar, la naturaleza maligna del nacionalismo era entendida como maldad o vileza, esto es, como una doctrina inmoral que debe ser condenada o reprobada sin ambages. En tercer lugar, el mal se describe con un fuerte sentido profético, como designio divino o maldición. Con el verbo encendido de los profetas del degeneracionismo, los intelectuales de la época anunciaban la presencia inquietante de un terrible mal que atribuían casi siempre a otras naciones, pero que podría en cualquier momento afectar a la propia. Los pecados y vicios del nacionalismo amenazaban con propagarse por todo el orbe como las plagas del Apocalipsis.7

6 Gooch (1924, 6), Hayes (1926, 246), Wallis (1929, 819). Sobre Huizinga, véase Snyder (1968, 29). 7 Con todo, y a pesar de la crítica frontal al nacionalismo, la mayoría de autores de entreguerras no dejaron de participar al mismo tiempo en la legitimación de la ideología. Por ejemplo, dando por supuesta la existencia inmemorial de la Nación, el territorio o el carácter nacional, y/o haciendo una defensa cerrada del vínculo natural del patriotismo (Laski 1967 [1925]; Hayes 1926; Partridge 1919; Sturzo 1924). Rafael Altamira ejemplifica bien la posición de muchos de estos intelectuales. Desde posiciones pacifistas, denuncia el nacionalismo belicista de la época, pero nunca reniega del patriotismo ni de la existencia de los caracteres o las psicologías nacionales (Altamira 1998 [1902]; 1929; 1956 [1950]).

Sujetos de la masa: la sugestión colectiva Por último, si la conducta del nacionalista era agresiva, bárbara, cruel, irracional, inconsciente, inhumana, extrema, criminal, inmoral, degenerada… su comportamiento se asemejaba al del sujeto de las masas, tal y como había sido descrito algunas décadas antes por la llamada psicología de las masas o multitudes (Fournial 1892; Le Bon 1931 [1895]; Sighele 1892; Tarde 1907 [1890]). De hecho, el nacionalismo era a menudo presentado como una doctrina política perniciosa y regresiva instigada por agitadores y demagogos irresponsables, una élite dispuesta a convertir al pueblo —a través de la sugestión mental y la propaganda— en una masa criminal y bárbara, movilizada para la guerra. El destino de Alemania debe enseñarnos los peligros de una población urbana que puede “girarse en la dirección del nacionalismo fanático” —advierte el psicólogo norteamericano George Partridge— y “degenerar en el espíritu de la muchedumbre” (1919, 189). Volvamos un momento al período finisecular. Las últimas décadas del siglo XIX habían presenciado, junto al acceso a la vida política de la clase obrera, un número cada vez mayor de huelgas, manifestaciones en la calle y, desde 1890, celebraciones masivas del 1º de Mayo en las principales ciudades europeas. En este contexto, y con un planteamiento reaccionario, algunos autores buscaron en los términos y conceptos de la psiquiatría (“hipnosis”), la epidemiología (“contagio”) y la criminología (“responsabilidad reducida”), una explicación científica de lo que a su juicio era la conducta irracional de las multitudes. En una multitud —decía Gustave Le Bon— se produce la inhibición de las funciones mentales superiores y el estímulo de las más bajas. Los miembros son guiados por instintos y mecanismos inconscientes, la sugestión y el contagio emocional. Los individuos que la integran no son dueños de sus actos: Desvanecimiento de la personalidad consciente, predominio de la personalidad inconsciente, orientación por vía de sugestión y contagio de los sentimientos y de las ideas en un mismo sentido, tendencia a transformar inmediatamente en actos las ideas sugeridas; tales son los principales caracteres del individuo en muchedumbre. No es el individuo mismo, es un autómata, en quien no rige la voluntad. Así, por el solo hecho de formar parte de una muchedumbre organizada, el hombre desciende muchos grados en la escala de la civilización. Aislado sería tal vez un individuo culto, en muchedumbre es un bárbaro […] un impulsivo. Tiene la espontaneidad, la violencia, la ferocidad y también los entusiasmos y los heroísmos de los seres primitivos. (Le Bon 1931 [1895], 40-1)

Un cuarto de siglo más tarde, académicos e intelectuales de todo el espectro político volverían a utilizar el esquema reduccionista de la psicología de las multitudes para dar

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cuenta del origen y el desarrollo de la Primera Guerra Mundial. A través de la influencia o la sugestión mental de una élite, por medio del contagio de las emociones en una misma dirección, las naciones civilizadas habrían suspendido sus capacidades superiores de juicio y responsabilidad moral, de raciocinio y pensamiento crítico. Los pueblos más modernos y cultos se convierten de la noche a la mañana en muchedumbres irracionales y bárbaras, en multitudes criminales dispuestas para la guerra. Los ciudadanos, habitualmente pacíficos e inofensivos, se juntan y someten al poder colectivo de la masa, su individualidad consciente desaparece en la personalidad inconsciente de la multitud, y se prestan a cometer los crímenes y barbaridades propios de las tribus salvajes (Buell 1925; Greenberg 1937; Handman 1921; Hayes 1930; Howerth 1919; Kulp 1932; Martin 1920; Starr 1929). Para los intelectuales que habían vivido el conflicto bélico —su inopinado estallido, su duración en el tiempo y su extremada crueldad en vidas humanas—, la experiencia de la guerra parecía confirmar los conceptos básicos establecidos por la psicología de las multitudes. Los procesos mentales de un pueblo entero habían sido transformados. El ejemplo clásico de la multitud homicida es una nación en guerra […] En tales momentos no sólo el ejército sino toda la nación se convierten en una masa criminal […] Los procesos mentales de un pueblo entero son transformados. Cualquier interés […] se subordina a la pasión por aniquilar al enemigo […] Una nación se convierte en guerrera en la medida en que a su población se le haga pensar y comportarse como una multitud. (Martin 1920, 108-110) Ocurre hoy, como ha ocurrido en todas las épocas, que las naciones aparentemente pacíficas y conscientes de su interés se convierten de la noche a la mañana en muchedumbres vociferantes por el anuncio de que sus gobernantes han optado deliberadamente por la guerra o han entrado tropezándose y tambaleándose en ella. (Fyfe 1940, 12)

El retrato de la población en guerra era muy parecido al que Le Bon había fijado a finales del siglo XIX para las masas/multitudes obreras: degradación de lo racional, desaparición de la conciencia, emotividad, impulsividad, primitivismo, sugestibilidad extrema, irresponsabilidad, amoralidad, criminalidad, brutalidad, sadismo… Aunque muchos intelectuales desconfiaban para entonces de las bases raciales de la conducta colectiva y criticaban la creencia de Le Bon en una mente supraindividual —“la mente de la masa”—, coincidían a menudo en calificar a las masas nacionalistas o patrioteras de irracionales, inconscientes y primitivas. El historiador y pacifista Rafael Altamira, que había formado parte de la Comisión encargada por la Sociedad de Naciones de elaborar el anteproyecto del Tribunal Permanente de Justicia Internacional, hablaba de masas o muchedumbres “ignorantes”, “crédulas”, “impulsivas”, sujetas a todo tipo

de “sugestiones” y “pasiones primitivas” (Altamira 1926, 6-8; 1935, 308-309). Por su parte, y criticando el patriotismo de la época, Hamilton Fyfe se refería a las masas “irreflexivas”, “crédulas”, “estúpidas”, “apasionadas”, “sugestionables” e “histéricas” que habían jaleado el comienzo de la Gran Guerra (1940, 15-22, 110, 239 y 256-258). En tales circunstancias —afirmaba también Rabindranath Tagore—, todas las ideas de moralidad, humanidad y razón permanecen en suspenso: Con el crecimiento del nacionalismo, el hombre se ha convertido en la mayor amenaza para el hombre […] El individuo piensa, incluso cuando siente; pero el mismo individuo, cuando siente con la multitud, no razona en absoluto. Su sentido moral se hace borroso. Esta supresión de la más elevada humanidad en las mentes de la multitud produce una fuerza enorme. Porque la mente de la multitud es esencialmente primitiva; sus fuerzas son elementales. En consecuencia, la Nación está siempre pendiente de sacar ventaja de este enorme poder de maldad. (Tagore 1922, 146-147)

Así, el nacionalismo aparecía estrechamente relacionado con la psicología irracional de las multitudes. Como se ha visto en la súbita e inesperada irrupción de histeria y odio de la Gran Guerra —repetía el historiador Mark Starr—, “las pasiones de la multitud” pueden ser excitadas en contra del extranjero a partir de las enseñanzas del nacionalismo (1929, 17). De hecho, la idea de masa, multitud o muchedumbre se convierte durante los años veinte y treinta en uno de los conceptos clave para representar la naturaleza misma del nacionalismo (Stratton 1929). En el ámbito de las relaciones entre países no ha sido aún posible introducir las restricciones de la razón, y “las condiciones de la muchedumbre a menudo prevalecen”, afirmaba Luther Bernard (1936, 615). Los críticos de la ideología nacionalista describen a la mayoría de la población con lástima o desprecio, como chusma —decía William McDougall (1925, 46)—, como “una multitud dominada por prejuicios y pasiones irracionales”, bajo el poder impulsor de instintos primitivos, y engañada con quimeras. También Carlton Hayes, uno de los padres fundadores de los estudios del nacionalismo, participaba de esta visión: […] en la actualidad, en todos los Estados nacionales hay un gran número de personas que […] son víctimas potenciales de cualquier propaganda, en especial de la propaganda del patriotismo y el nacionalismo. Las masas irreflexivas a las que se dice sólo cosas buenas de su propio país […] van a ser probablemente tan orgullosas y jactanciosas —y tan intolerantes— como ignorantes. Y es relativamente fácil influir a personas intolerantes, jactanciosas e ignorantes para que apoyen ese tipo de nacionalismo extremo que es defendido y propagado por los supuestos patriotas “al ciento por ciento”. (Hayes 1926, 243)

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Las referencias explícitas o implícitas a los psicólogos de las multitudes son frecuentes, con independencia de su adscripción académica e ideológica. Podían ser pacifistas (Rafael Altamira), progresistas (Charles Merriam), socialistas (Hamilton Fyfe), liberales (Walter Sulzbach) o anarquistas (Rudolf Rocker); podían defender en el ámbito de la ciencia ideas conductistas (Floyd Allport) o pragmatistas e interaccionistas (George Mead), pero al hablar del patriotismo “belicista” y “pernicioso”, al referirse al nacionalismo extremo de su tiempo y criticarlo, todos ellos tenían algo de lebonianos. Un grupo de hombres en unidad convocados por la nación no es casi nunca más razonable que sus componentes individuales, decía el escritor y diplomático español Salvador de Madariaga. Cada individuo por separado puede ser hombre racional pero en unidad provoca la manifestación de fuerzas animales que, sofrenando el poder de la razón, “transforman un puñado de hombres en un populacho y hasta en una jauría” (Madariaga 1934 [1929], 48-9). El nacionalismo extremo muestra una gran semejanza con las descripciones de Le Bon, repite años más tarde el sociólogo Frederick Hertz: […] el éxito de Hitler para hacerse con el poder demuestra que incluso una gran nación civilizada puede degradarse en una multitud mediante el hábil recurso de todos los medios técnicos de propaganda para estimular los instintos latentes. […] estos sistemas totalitarios […] evidencian las más estrechas semejanzas con las descripciones de Le Bon, por ejemplo, la hipnotización de las masas por el líder y la supresión de la inteligencia y la moralidad por las emociones de las masas […] El nacionalismo y racialismo modernos están siempre dispuestos a rechazar argumentos de razón y experiencia y exaltar la llamada del alma mística de la masa, el impulso del instinto, la voz de la sangre […]. (Hertz 1944, 16 y 271-272)

Por lo demás, si el nacionalista se conduce como miembro de una multitud —como un sujeto que ha suspendido sus funciones mentales superiores, ha descendido en la escala de la civilización y se convierte en un bárbaro—, ello es así porque una minoría de agitadores y demagogos irresponsables habría secuestrado su voluntad. Muchos críticos de la época, liberales o marxistas, describen a los líderes o portavoces del nacionalismo como una élite interesada y codiciosa —políticos y diplomáticos intrigantes, capitalistas en busca de mercados, empresarios de la industria de la guerra—, una élite dispuesta a extraer alguna ventaja personal de la sugestión o manipulación de las multitudes (Allport 1927; Bernard y Bernard 1934; Laski 1967 [1925]; Fyfe 1940; Hayes 1926; Rocker 1977 [1937]; Veblen 1964 [1917]). Hasta los años cuarenta —momento en que va a irrumpir con fuerza el psicoanálisis en la literatura sobre el nacionalismo—, los motivos ocultos del líder son considerados de naturaleza básicamente instrumental, la búsqueda de poder y de dinero (García 2013).

En palabras de Rudolf Rocker: […] se trata aquí siempre del egoísmo organizado de minorías privilegiadas, oculto tras el cortinaje de la nación, es decir, tras la credulidad de las grandes masas. Se habla de intereses nacionales, de capital nacional, de mercados nacionales, de honor nacional y de espíritu nacional; pero se olvida que detrás de todo sólo están los intereses egoístas de políticos sedientos de poder y de comerciantes deseosos de botín […] El movimiento insospechado del industrialismo capitalista ha fomentado la posibilidad de sugestión nacional colectiva hasta un grado que antes no se hubiera siquiera soñado […] por la prensa, el cine, la radio, la educación, el partido […] (Rocker 1977 [1937], 317-318)

A juicio de los críticos, la propaganda a través de la prensa era el principal recurso de las élites para la sugestión interesada y maliciosa del nacionalismo. El breve, dogmático, categórico e inverificable cablegrama —había dicho John Hobson en plena Guerra de los Boers— es el modo perfecto de “sugestión jingoísta” (Hobson 1901, 11). Una minoría de pacifistas y disidentes denunciaría la prensa nacionalista durante los años de la Gran Guerra (Krehbiel 1916; Nicolai 1918; Russell 1918). Pero fue sobre todo al término del conflicto cuando aumentó la oposición de los intelectuales (Davis y Barnes 1927; Ewer 1929; Hayes 1926; Laski 1967 [1925]; Merriam 1966 [1931]; Whitehouse 1924). Por ejemplo, el politólogo Charles Merriam lamentaba el uso constante de una propaganda que tenía “un efecto hipnótico sobre las masas” y que era, de algún modo, “una reminiscencia del redoble del tambor en la tribu primitiva” (1966 [1931], 312). “A través de los periódicos” —afirmaban los sociólogos Jerome Davis y Harry Barnes (1927, 179)—, “los hombres de Estado y los políticos intrigantes pueden jugar fácilmente con el orgullo nacional y las debilidades cerebrales de los ciudadanos”, alimentando el provincialismo y “el instinto primitivo de la horda”. Al poner el acento en la credulidad o sugestibilidad habitual de los lectores de prensa, los críticos de la época daban a entender que la conducta irracional e inconsciente de las multitudes podía extrapolarse a la conducta de los públicos o a la de cualquier otra colectividad, con o sin interacción social directa. Algo que ya había sido sugerido décadas antes por los propios psicólogos de las multitudes, y que repetiría Le Bon durante la Gran Guerra: La opinión pública constituye en los tiempos modernos una fuerza a la que los mismos soberanos no resisten […] He repetido ya que hacer nacer un sentimiento y propagarle luego hasta tornarlo colectivo, era uno de los fundamentos esenciales de la política […] Los periódicos son en todas partes agitadores potentes, porque manejan a su antojo los verdaderos factores afectivos de la opinión de las masas: la afirmación, la repetición, la sugestión y el prestigio. (Le Bon 1916, 200-201)

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Veamos este último aspecto con más detenimiento. El concepto o idea de masa analizado a finales del siglo XIX por Taine, Tarde, Sighele y Le Bon encerraba sobre todo el significado de una agrupación humana transitoria, una multitud como las que habían protagonizado los fenómenos insurreccionales de la historia contemporánea de Francia —Revolución Francesa, Revolución de 1848, Comuna de París, etcétera—. Para ellos, la imagen más repetida de las masas implicaba la presencia de una muchedumbre de individuos reunidos en una calle o plaza de una ciudad europea que cometían tropelías y masacres sin cuento (Danziger 2000, 336). Pero los mismos autores ampliaban repetidamente el significado del término masa para referirse también a un público lector de periódicos, a un movimiento o clase social específico e, incluso, al conjunto de la sociedad. Millones de individuos separados entre sí —decía Le Bon— pueden también adquirir los caracteres de la muchedumbre psicológica, “[…] un pueblo entero, sin que se produzca en él aglomeración visible puede convertirse en muchedumbre bajo la acción de ciertas influencias” (1931 [1895], 31). Así, todos los tipos de agrupaciones o colectividades podrían considerarse masas, esto es, entidades psicológicas homogéneas cuyos miembros existen en un estado de elevada sugestibilidad, credulidad, irresponsabilidad e irracionalidad (King 1990, 335). De forma parecida, los intelectuales de los años veinte se servían de la indefinición de los conceptos básicos de la “ciencia de las masas”, para articular retóricamente la crítica del nacionalismo y conjurar el fantasma de la guerra. En primer lugar, las masas regresivas del nacionalismo eran descritas como agrupaciones humanas transitorias, como muchedumbres enloquecidas, violentas y febriles que cometían todo tipo de desmanes en calles, plazas o trincheras.8 En segundo lugar, las masas inconscientes del nacionalismo parecían estar por todas partes, como si la ideología “perniciosa” y “maligna” se hubiera filtrado por todo el cuerpo social y amenazara al conjunto de sus instituciones. El nacionalismo es en nuestros días un interés vital de las vastas masas de la humanidad […] Enseñado en la escuela, adoctrinado por medio de la instrucción militar, predicado por la prensa y desde la tribuna, personificado en el Estado nacional, simbolizado

8 “Ninguna credulidad iguala a aquella de las horas de movilización y de los tiempos de la guerra […] Con frecuencia, hasta desaparecen las formas ordinarias de sociabilidad […] En una manifestación popular, el día de la declaración de la guerra, en medio de la multitud que linchaba a un individuo por no haber convenido gritar con todo el mundo ‘Abajo Alemania’, vimos damas de la mejor sociedad precipitarse sobre este desconocido y exigir, acto seguido, que fuera colgado de la primera farola sin que hubiera tenido tiempo de explicarse” (Coste 1929, 27). No es difícil encontrar descripciones muy parecidas de la conducta extrema y brutal de las multitudes en los libros de Taine, Tarde, Sighele, Fournial, Zola o Le Bon.

por la bandera, afecta a la vida del hombre moderno desde la cuna hasta la tumba. Es un credo profesado por las multitudes y un culto practicado por las multitudes. (Hayes 1926, 197)

Así, con el lenguaje vago y el tono de admonición y augurio fatal del degeneracionismo y la psicología de las masas, los intelectuales de la época daban a entender que no había nadie inmune a los tambores de guerra del nacionalismo. Antes de que la Segunda Guerra Mundial y el recuerdo del holocausto judío incorporaran la perspectiva psicoanalítica a los presupuestos de la investigación —acotando en cierto modo las causas del nacionalismo extremo a la psicopatología del autoritario—, la responsabilidad o culpabilidad de la ideología se fijaba de forma mucho más genérica (García 2013). Sin duda, algunos países eran considerados más nacionalistas y pendencieros que los demás; algunos individuos y grupos de interés, más patrioteros y belicistas que el resto. Pero todos los individuos y colectividades, todos los pueblos o naciones podrían convertirse fácilmente —en una grave crisis del futuro— en multitudes bárbaras y degeneradas, en muchedumbres histéricas y homicidas, en turbas que ocupan las calles y plazas de la civilizada Europa para celebrar, otra vez, el retorno de la guerra.

Conclusión Una de las teorías más difundidas y populares del nacionalismo postula la existencia de una serie de oscuras fuerzas atávicas, la reaparición de los instintos de sangre o territorio, y la irreparable sugestibilidad humana (Finlayson 1998). “El hombre puede ser fácilmente engañado en las masas” —repite el historiador George Mosse—, y el nacionalismo sigue siendo “una de las más duraderas tentaciones” (1987, 17). A pesar de sus presupuestos reduccionistas, este tipo de esquemas explicativos volvería a utilizarse a lo largo de los años noventa por académicos, políticos y periodistas para comprender, denunciar o lamentar los conflictos nacionalistas y las guerras en el Cáucaso y los Balcanes (Mommsen 1993; Ignatieff 1993; Kecmanovic 1996; Nairn 1997). Para muchos críticos contemporáneos de la ideología —observaba el politólogo e historiador Pierre-André Taguieff—, el nacionalismo “representa la irrupción o el surgimiento de las pulsiones irracionales y bárbaras, desencadena la bestia sanguinaria […] organiza y legitima los exterminios en masa del mundo moderno […] una encarnación de la criminalidad colectiva políticamente organizada” (Taguieff 1993, 73-74). Como hemos visto, esta teoría debe mucho a los términos y conceptos del atavismo, la psiquiatría degeneracionista y la psicología de las multitudes, un lenguaje que había tenido amplia circulación en el debate social y político de la generación de finales del siglo XIX, y que será reutilizado después de 1918 por los críticos del nacionalismo. En este sentido, los intelec-

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tuales de la época empleaban la vieja retórica finisecular para explicar el origen de la Gran Guerra y criticar la irracionalidad subyacente de las masas. Sea como fuere, la guerra acabó provocando en Occidente un cierto giro epistemológico en la definición y el estudio del nacionalismo. “El nacionalismo es un problema para el psicólogo social y el filósofo interesados en la conducta de grupo y las emociones de masas, más que para el historiador”, advertía Frederick Schuman (1931, 522). Un giro —del historicismo al psicologismo— que sólo estará completo después de la Segunda Guerra Mundial, con la popularización del psicoanálisis y la denuncia del Holocausto.

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Sujetos de la masa. Visiones del nacionalismo después de la Primera Guerra Mundial | Juan García-García

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La metáfora del viaje del héroe en la narración de nietos de expresos políticos: la postmemoria de la prisión política y tortura en Chile* Ximena Faúndez Abarca** – Fuad Hatibovic Díaz*** Fecha de recepción: 01 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 09 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.08

R E S U M E N | Este artículo analiza la postmemoria de nietos de expresos políticos encarcelados durante la dictadura cívico-militar chilena. En el estudio participaron catorce jóvenes con un promedio de 21,4 años de edad, provenientes de las regiones Metropolitana y de La Araucanía. Se utilizó el relato de vida como técnica de producción de información. Se realizó un análisis narrativo basado en los aportes interdisciplinarios provenientes de la teoría de la interpretación y la teoría del discurso. Los resultados del análisis permiten identificar el uso de la metáfora del viaje del héroe en los relatos. Se discute la tensión en torno a las posiciones de víctima, testigo y héroe; y la necesidad de confirmar socialmente las experiencias de violencia política. PA L A B R A S C L AV E | Dictadura cívico-militar, trauma psicosocial, postmemoria, metáforas (palabras clave

de autor).

The Metaphor of the Hero´s Journey in the Narrative of Grandchildren of Former Political Prisoners: The Post-Memory of Political Imprisonment and Torture in Chile A B S T R AC T | This article analyzes the post-memory of grandchildren of former political prisoners who were imprisoned under the Chilean civic-military dictatorship. The participants in the study were 14 young people of an average age of 21.4 years, from the regions of Metropolitana and La Araucanía. The life story was the technique used for producing the information. A narrative analysis was done based on interdisciplinary inputs from the theory of interpretation and discourse theory. The results of the analysis made it possible to identify the use of the metaphor of the hero´s journey in the narratives. The tension with respect to the positions of victim, witness and hero is discussed, as well as the need for social confirmation of experiences of political violence. K E Y W O R D S | Civic-military dictatorship, psychosocial trauma, post-memory, metaphors (Author’s Keywords).

A metáfora da viagem do herói na narração de netos de ex-presos políticos: a pós-memória da prisão política e tortura no Chile R E S U M O | Este artigo analisa a pós-memória de netos de ex-presos políticos encarcerados durante a ditadura cívico-militar chilena. Do estudo, participaram 14 jovens com uma média de idade de 21,4 anos, provenientes das regiões Metropolitana e de La Araucanía. Utilizou-se o relato de vida como técnica de produção de

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La investigación contó con financiamiento de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, Proyecto CONICYT AT-24100065, y del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, Proyecto FONDECYT de Iniciación N˚ 11140137.

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Doctora en Psicología por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesora de la Escuela de Psicología, adscrita al Convenio de Desempeño en Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaíso (UVA 901). Entre sus publicaciones se encuentran: “Psychosocial Trauma Transmission and Appropriation in Grandchildren of Former Political Prisoners of the Civic – Military Dictatorship in Chile (1973-1990)” (en coautoría). Journal of Social Science Education 14 (2): 5-18, 2015, y “Transmisión y apropiación de la historia de prisión política: transgeneracionalidad del trauma psicosocial en nietos de ex presos políticos de la dictadura militar chilena” (en coautoría) Terapia Psicológica 32 (3): 201-216, 2014. * [email protected] Candidato a Doctor en Psicología Social por la Universidad del País Vasco (España). Profesor Escuela de Psicología Universidad de Valparaíso (Chile). Becario Convenio de Desempeño en Humanidades, Artes y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso – Mineduc (UVA 901). Entre sus publicaciones se encuentran: “Una representación metafórica de la acción política en estudiantes de universidades chilenas” (en coautoría). Última Década 23 (42): 11-37, 2015, y “Las representaciones de la Política, el Estado y el Mercado en una sociedad neoliberal: el caso de los estudiantes universitarios chilenos” (en coautoría). En Juventudes y política: cambios sociopolíticos en América del Sur, editado por Marcelo Rodríguez y Gino Grondona, 59-98. Quito: Editorial Abya-Yala, 2014. * [email protected]

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informação. Realizou-se uma análise narrativa baseada nas contribuições interdisciplinares provenientes da teoria da interpretação e da teoria do discurso. Os resultados da análise permitem identificar o uso da metáfora da viagem do herói nos relatos. Discute-se a tensão em torno das posições de vítima, testemunha e herói, e a necessidade de confirmar socialmente as experiências de violência política. PALAVRAS-CHAVE | Ditadura cívico-militar, trauma psicossocial, pós-memória, metáforas (palavras-chave do autor).

Contexto histórico-político El 11 de septiembre de 2013 se cumplieron cuarenta años del golpe de Estado en Chile. Con motivo de esta conmemoración se desarrollaron en el país diversas actividades que reactivaron a modo de aniversario emblemático, no sólo la fecha, sino múltiples interpretaciones del pasado reciente. Universidades, representantes de los poderes del Estado, organizaciones políticas, sociales y ciudadanas llevaron a cabo variados homenajes. Se realizaron seminarios, discursos, intervenciones culturales, recreaciones teatrales, liturgias, marchas, romerías en cementerios y frente a los monumentos que recuerdan a las víctimas de la dictadura. La diversidad de manifestaciones e interpretaciones del pasado asociadas a la conmemoración de los cuarenta años del golpe de Estado indica que la memoria del pasado reciente en Chile, tal como plantea Lira, es “diversa, cambiante e imprecisa” (2013a, 14). Ésta se ha construido con base en “emociones y lealtades que forman parte de la historia e identidad de cada persona” (Lira 2013a, 14). Para algunos, plantea Lira (2013a, 14-15), la memoria es “un dramático relato familiar sobre lo sucedido a sus padres y abuelos durante la dictadura; mientras para otros es un relato familiar de miedos e incertidumbres asociados a los cambios políticos y económicos generados por la Unidad Popular”. En 1973, tras el golpe que derrocó al gobierno de Salvador Allende, la Junta de Gobierno, compuesta por las instituciones armadas y de orden, asume primero el poder ejecutivo, luego el constituyente y el legislativo. El poder judicial mantuvo en apariencia su autonomía, sin embargo no tenía las facultades para controlar el ordenamiento jurídico (Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación 1991). En 1981, Augusto Pinochet, Comandante en Jefe del Ejército, dejó de integrar la Junta de Gobierno y asumió la Presidencia de la República. La Junta Militar se mantuvo en sus funciones hasta el 11 de marzo de 1990 (Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación 1991). Durante todo el período de la dictadura se aplicó una política represiva sistemática y masiva, de carácter institucional, que perseguía el exterminio de la izquierda chilena, calificada como el “enemigo interno”. La represión se justificaba en nombre de la “salvación de la patria”, en un contexto que deshumanizaba a las víctimas, transformándolas en terroristas, subversivos y seres sin derechos (Lira 2013b).

La dictadura desplegada será en apariencia de tipo únicamente militar, y años más tarde se nota la importante participación de los civiles en el proceso. Investigaciones del poder judicial sobre casos de violaciones a los derechos humanos han permitido establecer una nueva conceptualización que hace referencia a una dictadura cívico-militar.1 Esta denominación busca distinguir el importante rol que tuvieron parte de la sociedad civil y la derecha política en el gobierno de facto (Faúndez y Azcárraga 2014). El Gremialismo2 y los llamados Chicago Boys3 sentaron las bases ideológicas de la dictadura, fundada en un semiautoritarismo político, una economía liberal, una sociedad jerarquizada y una cultura conservadora (Gazmuri 1999). Además, durante la dictadura muchos civiles colaboraron mediante la delación de militantes y simpatizantes de partidos de izquierda o participando directamente en las torturas (Faúndez y Azcárraga 2014). Prisión política, tortura, muerte y desaparición modificaron las reglas sociales previas, la representación colectiva sobre la política, lo político, el Estado y la permanencia de las leyes como pautas referenciales de la vida social (Castillo 2013). De esta forma, la violencia

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Uno de los primeros en utilizar este concepto públicamente fue el exjuez Juan Guzmán Tapia, quien investigó varias causas de violaciones a los Derechos Humanos ocurridas en Chile entre 1973 y 1990. En 2012, en el país se generó una polémica discusión en torno al cambio de conceptualización que se hizo en los textos escolares de historia del término “dictadura” a “régimen militar”; al respecto, y desde aquel entonces, el concepto dictadura cívico-militar se fue instalando de manera más recurrente en los organismos de Derechos Humanos. A la fecha, el concepto cívico-militar sigue tomando fuerza, por ejemplo, con el proyecto de ley que prohíbe el homenaje y/o exaltación de la dictadura cívico-militar, más conocido como “Ninguna calle llevará tu nombre”, propuesto por la diputada del Partido Comunista Karol Cariola, que alude constantemente al concepto dentro del texto. Además, las actuales querellas interpuestas por vejaciones sexuales a mujeres expresas políticas citan los actos cometidos en la dictadura cívico-militar.

2 Movimiento político universitario surgido en la segunda mitad de la década del sesenta en la Pontificia Universidad Católica de Chile, dirigido por el entonces estudiante de Derecho Jaime Guzmán. Sus miembros constituyeron el núcleo político de la dictadura y fueron los gestores de la Constitución de 1980. 3 Término con que se denomina a los economistas liberales chilenos educados en la Universidad de Chicago. Este grupo aportaría el modelo económico neoliberal a la dictadura de Pinochet.

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sostenida durante los diecisiete años de dictadura introdujo la dimensión de lo siniestro como una cualidad de la realidad social (Lira y Castillo 1991). Transcurridos cuarenta años del golpe, el Estado ha reconocido un total de 38.254 casos de privación de libertad por razones políticas ocurridos entre 1973 y 1990 (CNPPT 2004; Comisión Presidencial Asesora para la Calificación de Detenidos Desaparecidos, Ejecutados Políticos y Víctimas de Prisión Política y Tortura 2011). Cifra que sólo representa los casos calificados de personas que asistieron voluntariamente a declarar a ambas comisiones. De éstos, el 94% señaló haber sido víctima de tortura, siendo sus testimonios coincidentes con los métodos, los lugares y los organismos a los que pertenecían los responsables de la violencia (CNPPT 2004). La tortura es una forma extrema de violencia, compuesta de actos premeditados y planificados, e involucra tanto ataques de naturaleza física como psíquica (Deutsch 2007). Su objetivo es destruir las creencias y convicciones de la víctima, alterando las características constitutivas de su identidad (Améry 2010). También tiene efectos a nivel social, al librar un mensaje de advertencia a la población para mantenerla dominada y propiciar una atmósfera de amenaza permanente para consolidar el poder (Deutsch 2007). En Chile, los sobrevivientes de la tortura debieron regresar a la vida familiar y social, en un contexto afectado por el silencio y la negación de la violencia política, así como por la impunidad de militares y civiles autores de estos hechos (Faúndez y Cornejo 2010). Esto generó, tanto en las víctimas directas como en su medio familiar y social más amplio, efectos que permanecen a través del tiempo. La complejidad de la Prisión Política y Tortura (PPT) se hace evidente en la insuficiencia de las categorías clínicas para dar cuenta de la problemática de las víctimas. Esto llevó a los profesionales de salud mental a reemplazar estas categorías por el concepto trauma psicosocial, propuesto por Martín-Baró (1989), el cual señala que tanto el origen como las consecuencias del trauma se encuentran en las relaciones sociales. Esta conceptualización permitió la comprensión etiológica y la aproximación a los síntomas, al reconocer la dimensión sociopolítica de la violencia, y al individuo en su dimensión social (Faúndez, Cornejo y Brackelaire 2014). El presente trabajo busca comprender cómo el trauma psicosocial provocado por el golpe de Estado se integra en la postmemoria de los nietos de víctimas de PPT de la dictadura cívico-militar chilena. Específicamente se analiza e interpreta la estructura del discurso construido por los nietos en torno a la experiencia de PPT, donde emerge, tras el análisis narrativo de los relatos de vida, el uso de la metáfora del héroe como recurso lingüístico recurrente. La metáfora del héroe surgió en forma explícita —metáforas ilustrativas— e

implícita —metáforas estructurales—, facilitando la exploración de un tema complejo para los nietos, tanto en su vivencia como en su expresión.

Postmemoria del trauma psicosocial Maurice Halbwachs es un autor clásico en el campo de estudio de la memoria. Esto se debe principalmente al desarrollo del concepto memoria colectiva. Para Halbwachs (1925), la memoria se construye a través de marcos sociales, los que entiende como instrumentos que permiten articular los recuerdos, dotándolos de sentido. El tiempo es uno de estos marcos. Así, la memoria del pasado se construye y reconstruye en el presente, motivada por objetivos actuales y con vistas al futuro (Halbwachs 1950). Decir que la memoria se construye y reconstruye significa que recordar es un proceso activo y dinámico. Por lo tanto, es posible afirmar que la memoria es producto de la interrelación constante de los eventos y los discursos sociales que se construyen sobre éstos. Para Calveiro (2004), la memoria es siempre un relato social que articula voces distintas. La memoria social hace evidentes la contradicción, la diferencia y la polémica como elementos que permiten la construcción de dimensiones complejas. Según Calveiro (1998), en toda memoria hay una irrecuperabilidad y una indecibilidad que impiden traducir la vivencia al lenguaje. Sin embargo, lo indecible se hace más obvio frente a experiencias de violencia extrema y trauma psicosocial, que son básicamente inenarrables. Se trata de eventos que, por su naturaleza, pueden despertar emociones intolerables, y al no encontrar traducción en palabras, se manifiestan a través del silencio (Kaës 2006; Peris 2005; Puget 2006). La memoria del pasado traumático es dinámica, cambia a través del tiempo junto a las generaciones. Según Aróstegui (2006), una nueva generación construye nuevas memorias del pasado, ya que son otras las exigencias del presente. Para Reyes (2009), esto ocurre porque cada generación introduce interpretaciones diferentes, debido a la dialogía4 intergeneracional. Para esta autora, la memoria es una construcción dialógica porque recordar es una forma de responder a un otro. 4 Mijaíl Bajtín (1975) plantea una evolución de la historia literaria bimodal. Los polos opuestos, el monologismo y el dialogismo, ejercen influencias contrarias en la línea cultural. El primero, con tendencias centrípetas, tiende a establecer una canonización de obras con un lenguaje oficial, único, centralizando el universo ideológico verbal en géneros altos. Lleva a la literatura a un centro oficial, caracterizado, principalmente, porque sólo se escucha la voz del autor, todos los personajes hablan igual. El segundo, el dialogismo, opera como el perfecto opuesto: tiene tendencias centrífugas, a lo marginal de la cultura oficial incorpora la voz del otro en los textos, acepta lenguajes alternativos, estratificando al lenguaje, organizándose en los géneros bajos.

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Mariane Hirch (1998 y 2012) denominó a este fenómeno postmemoria. Este concepto hace referencia a aquello que recuerdan acerca del Holocausto las generaciones que no habían nacido cuando ocurrió este evento. Relación que se encuentra mediada por los relatos, imágenes y comportamientos del contexto familiar. Pero estas experiencias fueron transmitidas tan profunda y afectivamente que parecen constituir recuerdos propios. El concepto se aplica no sólo a las memorias individuales de los hijos de los supervivientes, sino también al proceso más amplio de memoria social o colectiva. Ésta se distingue de la memoria personal por la distancia generacional; y de la memoria histórica, por una profunda conexión personal. El prefijo post-, más que señalar el retraso de una ubicación temporal, apunta a una secuela. Hirch (2008) plantea que las fotografías, los objetos y relatos familiares cumplen un rol principal en la transmisión transgeneracional de las experiencias traumáticas. La postmemoria, según Hirch (1998), implica que la naturaleza de la memoria está mediatizada en sí misma, nunca es transparente, ni corresponde a las representaciones anteriores. La noción de postmemoria subraya la imposibilidad de una relación directa entre el pasado y el lenguaje, la imagen o los objetos. La postmemoria se despliega como parte de un proceso continuo de intertextualidad y traducción; es una constante interrogación sobre la naturaleza del original. La relación de la postmemoria con el pasado no se encuentra mediada por la experiencia del testigo, sino por la imaginación, proyección y creación. Esta memoria es distinta a la de los testigos y participantes contemporáneos de los hechos. Es transmitida de forma indirecta a través de fragmentos de eventos traumáticos que desafían la reconstrucción narrativa y exceden la comprensión. Está constituida por hechos que ocurrieron en el pasado, pero cuyos efectos persisten en el presente (Hirch 2012). El concepto postmemoria es útil para comprender los relatos de los nietos de los Expresos Políticos (ExPP) chilenos. Cabe destacar que los nietos que participaron en el estudio, pese a no haber nacido cuando ocurrieron los hechos, integran en sus narraciones descripciones muy detalladas asociadas a la experiencia de PPT (Faúndez 2013, 72-73).

La metáfora como recurso para interpretar la realidad social Para la retórica, la metáfora es un tropo, una figura que regula la acción de dar un nombre. Según Aristóteles, en la Poética, la metáfora es “la transposición de un nombre a una cosa distinta; transposición que puede ser del género a la especie, de la especie al género, de la especie a la especie o por una relación analógica” (Aristóteles 1985, 293). En la Retórica (Aristóteles 1989), incluye la comparación explícita como una metáfora

prolongada. Esta definición retórica de la metáfora como una sustitución por semejanza de un sentido literal por un sentido figurativo no incluye innovación semántica alguna. Es traducible, y no cambia si se usa el original sentido literal. Al no entregar información nueva sobre la realidad, no tiene una función cognoscitiva en el discurso, sino emotiva. Sin embargo, la teoría de la metáfora cambió durante el siglo XX (Ricœur 1995). La expresión metafórica ya no es la mera sustitución del sentido literal por el figurativo, sino que expresa una tensión entre dos interpretaciones, generando un nuevo sentido del que la retórica clásica sólo ve el resultado. La metáfora es considerada una estructura propia e indispensable de la comprensión humana, cuya función primaria es la interpretación de una cosa en función de otra, lo cual posibilita que se pueda captar el mundo figurada e imaginativamente (Lakoff y Johnson 2009). Para Ortega y Gasset (1957, 387), la metáfora es “un instrumento mental imprescindible, es una forma de pensamiento científico […], un procedimiento intelectual por cuyo medio conseguimos aprehender lo que se halla más lejos de nuestra potencia conceptual”. En palabras de Domènech (2013), el propósito cognitivo de la metáfora es comprender un ámbito de la realidad desconocido a nuestra experiencia a partir de un dominio más conocido. Las expresiones metafóricas abundan en toda lengua, incluso muchas cosas no se pueden decir sino es metafóricamente (Millán y Narotzky 2009). Un estudio muestra que los jóvenes chilenos usan principalmente metáforas bélicas para referirse a la acción política. Por ejemplo, mediante el uso de la metáfora de “David contra Goliat” se refieren a la lucha política desigual dentro del propio movimiento estudiantil (Hatibovic y Sandoval 2015). Las metáforas se han clasificado de distintas maneras (Jociles 2005; Lakoff y Johnson 2009; Zalpa 2014). Jociles (2005) establece que se puede distinguir entre metáforas estructurales y metáforas ilustrativas. Las metáforas ilustrativas son recursos retóricos que se utilizan para explicar o aclarar ideas o puntos de vista determinados, mientras que las metáforas estructurales, implícitas en el discurso, correlacionan la estructura de dos conceptos, afectando la constitución misma del discurso. Estas metáforas organizan la realidad, y, al pensar con ellas, se describe y se actúa en términos metafóricos. Impregnan la vida cotidiana, no solamente a través del lenguaje, sino también del pensamiento y la acción. Esto se debe a que “nuestro sistema conceptual ordinario, en términos del cual pensamos y actuamos, es fundamentalmente de naturaleza metafórica” (Lakoff y Johnson 2009, 39). En este sentido, muchas metáforas, a fuerza de

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ser repetidas, se convierten en expresiones coloquiales o lugares comunes en los que la función metafórica deviene implícita —por ejemplo, el brazo de la silla o encontrarse en un callejón sin salida— (Carrillo 2003). Éstas no sólo sirven al propósito de develar un aspecto de algo acudiendo a un atributo propio de otra cosa, sino que permiten responder de un modo coherente a una serie de interrogantes (Uribe 2009).

gráfica positivista que busca proyectar los valores del liberalismo político. A través de la imagen del héroe patrio se exacerban en los procesos instructivos la competencia, la acción y la agencia individual. Este antecedente permite comprender cómo la metáfora del héroe impregna la vida cotidiana de niños y jóvenes desde temprana edad.

Se insertan y desarrollan en un contexto cultural. Los valores fundamentales de una cultura son coherentes con la estructura metafórica de los conceptos fundamentales de la misma (Lakoff y Johnson 2009). La influencia del contexto cultural resta sentido universal a las metáforas. Esto se debe, en primer lugar, a que la percepción de semejanzas depende de códigos culturales. Y en segundo lugar, a que en el seno de una misma cultura las metáforas pueden referirse a semejanzas reconocidas o a semejanzas no advertidas con anterioridad entre objetos que aparentemente son diferentes por completo (Zalpa 2014). Pese a ello, hay metáforas que están presentes en diversas culturas de distintas épocas, arquetipos identificables en relatos, mitos y religiones. Una de ellas, desarrollada por Campbell (1972), es la metáfora del héroe, antecedente relevante para el presente estudio.

Un estudio cualitativo con enfoque biográfico

Campbell (1972) identifica un patrón narrativo en mitos y leyendas populares de culturas y religiones diversas, al cual denomina la aventura del héroe, que se resume en la tríada partida- iniciación-regreso, unidad nuclear que conforma el monomito. Según Campbell (1972), el héroe es concebido como aquel hombre o aquella mujer que ha sido capaz de combatir y triunfar sobre sus limitaciones históricas, personales y locales. El héroe debe superar distintas etapas en su epopeya. Cada etapa presenta exigencias y pruebas de vida que dan a su aventura un carácter legendario. Tras abandonar su mundo, el héroe debe acudir a una zona desconocida donde el peligro puede ser simbolizado de formas distintas: una tierra distante, un bosque, un reino subterráneo, un mundo bajo las aguas, una isla secreta o la cima de una montaña. Siempre corresponde a un lugar poblado de seres extraños y tormentos inimaginables. En algunos casos, el héroe necesita ser asistido por el mundo exterior para el regreso de su epopeya. Es decir, necesita ser rescatado por el mundo que él ha abandonado. Una vez de regreso entre los hombres, el héroe tiene la tarea de enseñar las lecciones que ha aprendido sobre la renovación de la vida (Campbell 1972). Durante el siglo XIX, los historiadores hispanoamericanos adoptaron las convenciones narrativas europeas. Por esto, en Chile, al igual que en el resto de Latinoamérica, el mito del héroe permeó la enseñanza de la Historia de Chile (Colmenares 2006). Este mito ha sido cultivado principalmente por la corriente historio-

El estudio utilizó metodología cualitativa con diseño exploratorio y analítico-relacional. El carácter exploratorio se debe a que en Chile no existen estudios sobre la postmemoria de la dictadura en terceras generaciones, y a que específicamente la tortura y sus efectos a largo plazo no han sido un objeto común de estudio (Faúndez y Cornejo 2010). El carácter analítico relacional se debe a que la investigación estaba orientada a construir un modelo comprensivo respecto a la postmemoria y transgeneracionalidad del trauma psicosocial en nietos de ExPP. Los participantes fueron catorce nietos de ExPP — ocho mujeres y seis hombres—, con un promedio de 21,4 años de edad y catorce años de escolaridad. Ocho participantes provienen de la región Metropolitana, y seis, de la región de La Araucanía. Todos los participantes pertenecen a un nivel socioeconómico medio. En diez casos, el familiar ExPP era un abuelo; en tres casos, era más de un abuelo y/o abuela; y en un caso, era la abuela. En cuatro de los catorce casos, el abuelo ExPP había fallecido con anterioridad a la realización del estudio. En todos los casos, el abuelo ExPP u otro miembro de la familia participaban en alguna agrupación de derechos humanos. Se utilizó el relato de vida como técnica de producción de información, definido como una narración oral que un sujeto hace de su vida (Cornejo 2006). Esta técnica permite un acercamiento diacrónico a los sujetos y sus contextos, mediante la incorporación del tiempo, los procesos y las trayectorias en las narraciones biográficas. Y es la técnica privilegiada por el Enfoque Biográfico (Sharim et al. 2011). Para comenzar la construcción de los relatos se usó una consigna inicial común con todos los participantes. Esto permitió la construcción de la postmemoria de los nietos en relación con la historia de PPT del abuelo o los abuelos. La consigna fue la siguiente: “Cuéntame tu historia de Vida como nieto/a de una persona que sufrió prisión política, durante la dictadura militar chilena. Tómate el tiempo que tú quieras para esto. No te haré preguntas por ahora, sólo tomaré nota de aquellas cosas que te preguntaré más tarde, si alcanzamos hoy día, o si no en el segundo encuentro”.

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 104-115 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.08

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El contacto y reclutamiento de los participantes se realizaron en dos etapas. Primero, mediante el acercamiento a informantes clave, líderes de agrupaciones de ExPP y de derechos humanos. Los informantes no tenían trato directo con los nietos, por lo que a través de sus abuelos o padres obtuvieron sus nombres y teléfonos. Luego se tomó contacto directo con los potenciales participantes, informándoles acerca de la realización del estudio e invitándolos a participar. Con cada participante se realizaron tres encuentros, cada uno con una duración de entre sesenta y noventa minutos. Las sesiones fueron llevadas a cabo por la investigadora, no-directivamente, disponiendo de una escucha amplia, cálida y empática (Cornejo, Mendoza y Rojas 2008). Los narradores firmaron un consentimiento informado en el que autorizaron la grabación de cada encuentro. Dado el carácter dialógico del relato de vida, y debido a que el tema del estudio es sensible y puede generar emociones tanto en los participantes como en los investigadores (Lee 1993), se decidió integrar las condiciones de producción y relación de interlocución (Cornejo, Besoaín y Mendoza 2011) en las etapas de producción, análisis e interpretación de la misma. Para ello se desarrollaron cuatro dispositivos de escucha, siguiendo las propuestas de Cornejo (2008) y Legrand (1999), que consideran la subjetividad de la interacción participante-investigadora y las condiciones físicas en que ésta se lleva a cabo. El primer dispositivo es el cuaderno reflexivo, donde la investigadora tomaba notas relativas a la relación de interlocución y a las condiciones de producción de los relatos. El segundo corresponde a las notas de campo de los asistentes de investigación, realizadas durante la escucha y transcripción de los relatos, en relación con el proceso de narrar y la interacción entre participante e investigadora. El tercero corresponde al proceso de interanálisis, desarrollado en reuniones de la investigadora con los tres asistentes de investigación. En estas reuniones se analizaron los aspectos transferenciales y contratransferenciales implícitos en la relación de interlocución. El cuarto dispositivo correspondió a la producción del relato de vida de la investigadora en relación con su propia historia de la dictadura. Esto se hizo una vez terminada la fase de producción de datos, en formato oral, y guiado por una psicóloga de la Université Catholique de Louvain, durante una pasantía desarrollada por la investigadora en dicha institución. En una primera etapa, que denominamos singular, se analizó multidimensionalmente cada caso. Para ello se usó una pauta de análisis singular de construcción ad hoc (Faúndez 2013, 157-159), basada en los aportes interdisciplinarios provenientes de la teoría de la interpretación (Ricœur 1995) y la teoría del discurso (Jofré 1990).

Paul Ricœur (1995) propone un proceso dialéctico para la interpretación del discurso. Conjetura y validación son los dos polos del juego dialéctico que permiten la comprensión. Las conjeturas corresponden a las hipótesis, ideas a priori que el investigador tiene acerca de su objeto de estudio. Las conjeturas deben ser validadas por el objeto de estudio. En este caso, las hipótesis de trabajo se fueron construyendo a medida que se producían los relatos de vida, y se fueron incorporando en la pauta de análisis singular en forma de ejes analíticos. Manuel Jofré (1990) desarrolla una propuesta de análisis narrativo sistematizando un conjunto de conceptos analíticos heredados de distintas escuelas críticas. Divide el análisis en cuatro grandes ejes: el hablante, el lenguaje, el mundo y el destinatario. La aplicabilidad de este tipo de análisis al relato de vida es posible debido a dos factores: 1) El relato de vida es una diégesis, el participante es un hablante, la historia de vida contada es un mundo y la investigadora que escucha el relato es un destinatario y; 2) La transcripción del relato de vida permite el acceso textual al relato de vida. Uno de los ejes principales de análisis fue el lenguaje usado por los nietos. Se analizó en cada caso el uso de formas simbólicas —metáforas, emblemas o alegorías—. Esto permitió indagar la adecuación de las categorías preliminares y desarrollar nuevas categorías. En esta etapa fueron considerados como dato no sólo el relato de vida, sino también el cuaderno reflexivo, notas de campo e interanálisis. De este modo, cada informe singular contenía información proveniente de todas las etapas del proceso, lo que otorgó mayor densidad analítica. En una segunda etapa, los informes singulares de cada caso fueron analizados de manera transversal, a partir de un proceso de conceptualización, reducción y relación de los datos basado en la grounded theory (Glaser y Strauss 1967). Esto permitió la construcción de ejes e hipótesis transversales que respondieron las preguntas de investigación.

Resultados Se presenta una parte de los resultados de un estudio mayor (Faúndez 2013). Específicamente, se muestra el uso de la metáfora del héroe en el relato de los nietos. La narración de los nietos sobre la PPT posee un sentido heroico, que destaca el esfuerzo y valentía del abuelo y la familia ante la amenaza de muerte. Esta narración se construyó con base en tres etapas: detención violenta, prisión política y tortura, y regreso del abuelo. La descripción de estos eventos, hecha por los nietos, coincide con las etapas descritas por Campbell (1972) en su análisis cultural de la aventura del héroe; a saber: partida, iniciación y regreso.

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La detención de los abuelos es descrita como un acto sorpresivo y violento del cual es víctima toda la familia. La PPT es significada como una experiencia en que se somete a la persona a grandes dolores y sufrimientos inimaginables. El regreso del abuelo de la prisión política se encuentra supeditado muchas veces a la ayuda exterior, brindada en la mayoría de los casos por la cónyuge. El regreso es descrito por algunos nietos como el regreso a la vida. El abuelo vuelve a la vida, se integra a su familia, pero ya no es el mismo, la experiencia sufrida lo ha cambiado (Faúndez y Goecke 2015). El abuelo, ahora, es poseedor de un secreto, de un saber misterioso que mantiene en silencio. A continuación se presenta la experiencia de PPT y su relación con las etapas del mito del héroe.

La detención del abuelo: la partida La detención de los abuelos es descrita por los nietos como un acto sorpresivo y violento del cual es víctima toda la familia. Militares, carabineros u otros agentes del Estado irrumpen violentamente el domicilio en busca del padre de familia. Cualquier acto de oposición es castigado con golpes, insultos o amenazas por parte de los funcionarios armados. Tras el allanamiento se hace efectiva la detención del abuelo, y toda la familia queda sumida en el miedo y el desconcierto. “Eh, bueno, que a él lo fueron a buscar a la casa un día, en esto, no sé, habrá estado, no sé si un par de horas o el día entero, escondido porque cuando estaba llegando a la casa vio el auto de los milicos. Entonces se fue como a la casa de unos vecinos y estuvo ahí escondido un rato y al final enfrentó la situación, fue a la casa y se lo llevaron. Estaba mi abuela, estaba embarazada y con dos hijos chicos. El mayor era mi papá, tenía como siete años. Y, a ver, este, bueno, se lo llevaron preso, estuvo tres meses, creo que mi abuela no sabía nada sobre él, dónde estaba, no sabía si estaba vivo o muerto, se esperaba cualquier cosa…”. (Mauricio, E1, 44)5

Después de la violenta detención, las familias pierden total contacto con sus seres queridos, quienes son trasladados, en muchos casos, a centros de detención clandestinos. Los nietos realizan descripciones muy detalladas del lugar donde ocurre la detención del abuelo. Especifican las características de objetos y personas presentes en el lugar cuando ocurren los hechos.

5 Se incluirán viñetas correspondientes a citas textuales provenientes de los relatos de vida. Serán identificadas con el pseudónimo del participante, el número del encuentro (E1, E2 y E3) y el número de párrafo. Todos los nombres de personas o lugares incluidos en las viñetas son ficticios.

“[…] una noche, específicamente mis abuelos estaban en el negocio, que el negocio es abajo del restaurante y arriba tiene doce piezas […] Entonces todos vivían arriba […] Ya, entonces, una noche estaban, estaban todos acostados en el segundo piso y llegan los militares. Entran los milicos de una, así, así pero de la nada, sin explicación, como Pedro por su casa, pesca el libro de visitas, como que el registro de quienes, porque obviamente el registro de los que asistían era porque era, estaba […] Estaba tachado, por decirlo así, de ser socialista, o más extremista, comunista. Porque por lo mismo, se considera popularmente como de un mismo bando. Entonces acá pescan a mi abuelo, entra a la pieza de mi abuelo y lo sacan, lo sacan en pijamas, en calzoncillo y camiseta blanca, y no sabe nada…”. (Eduardo, E1, 11-17)

Los nietos señalan que sus abuelos, tras la pérdida forzada de libertad, deben enfrentar una amenaza constante de muerte. El escenario político en Chile, después del golpe de Estado, no garantizaba los derechos básicos de los prisioneros políticos, constituía una amenaza para la vida del detenido y provocaba gran daño e inestabilidad familiar. A partir de los relatos de los nietos es posible interpretar que la tortura es una experiencia de la cual los nietos tienen convicción y no dudan en integrar a sus relatos. “Se lo llevaron y estuvo dos meses desaparecido y lo tuvieron en las embarcaciones de [nombre de una región de Chile]. Porque ahí eran los centros de tortura, en la [nombre de un centro de tortura] creo que fue. Entonces eso es lo que alcanzó a contar mi abuelo. Y, como te conté, estaba tan mal, porque lo torturaron tanto que le dejaron todos los órganos malos, y se lo llevaron al hospital, como para allá esperaran a que muriera, sin obviamente contarle ni a la familia, ni a nadie...”. (Andrea, E2, 35)

La narración construida por los nietos sobre la detención violenta de sus abuelos puede ser comprendida como la partida forzada a una región desconocida. Lugar donde éstos deben enfrentar tormentos y padecimientos que superan la imaginación. Esta descripción es consistente con la etapa de la partida del héroe descrita por Campbell (1972).

La tortura sufrida por el abuelo: la iniciación La narración construida por los nietos sobre la PPT de sus abuelos puede ser interpretada como el proceso de iniciación del héroe. Esta etapa está compuesta por una serie de dolores y sufrimientos que transforman al abuelo en una persona distinta a la que era. “Y no voy a suponer de que no le hicieron nada, o sea, obvio que lo, que lo torturaron, pero él cuando llegó, no, nunca habló con nadie. Y mi abuela me ha

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TEMAS VARIOS dicho que él nunca, que él llegó distinto, mi abuelo era un persona que, que hablaba mucho, que era muy cariñoso, pero cuando él llegó nunca dijo nada sobre lo que le hicieron, y sus amigos, nunca nadie, que siguen vivos, nunca nadie ha dicho sobre por lo, sobre lo que pasó, sobre lo que pasó ahí, así que sobre detalles, eh, sobre los detalles de tortura, o qué realmente le pasó ahí”. (Alejandro, E1, 22)

La tortura es denunciada por los nietos; sin embargo éstos no logran representarla. No integran en sus relatos parámetros temporales y espaciales específicos que permitan la reconstrucción de esta experiencia, a diferencia de lo que ocurre con la narración de la detención del abuelo. En Faúndez (2013, 121-124) se propone que la tortura es una narración imposible para los nietos, debido a que se trata de un relato que “no logra recrear ni reponer la magnitud de los acontecimientos asociados a ésta”. Frente a la imposibilidad de representar la experiencia de tortura, los narradores se refieren a las consecuencias de esta experiencia. Ellos señalan que ésta produjo un quiebre irreparable en la vida del abuelo, quien cambió radicalmente su forma de ser y de actuar. “[mi abuela] siente que el golpe le cambió, le cambió al marido, eso siente ella […] que le cambió al marido, que le trajo otro marido. Entonces es diferente, estar acostado con un marido y ocho meses después estay acostado con otro marido”. (Eduardo, E3, 60)

El abuelo que ha sobrevivido a la tortura vuelve a casa, se reintegra a su familia, pero ya no es el mismo. La tortura ha expropiado su identidad. Su aspecto físico, su actitud y su comportamiento dan indicios del daño sufrido. La familia de las víctimas, según señalan los nietos, se dan cuenta del cambio. Los abuelos presentan huellas físicas y psicológicas de la tortura, y muchos de ellos mantienen silencio respecto a ésta. “Yo creo que mi abuelo no era así. Según lo que yo leo del informe ése, del gran informe de testimonios, es porque le cambiaron la mente. O sea, después de haber vivido algo tan, a lo mejor ni siquiera tuvo esperanzas de no haber salido vivo, o sea, a lo mejor salió vivo por suerte, no sé, a lo mejor acá estaban resignados a morir, ya, porque aguantando las torturas”. (Eduardo, E1, 221)

La narración de los nietos sobre la tortura y los vejámenes sufridos por sus abuelos se construye en torno a una zona irrepresentable, misteriosa y terrible. Esta experiencia incomprensible que transforma a los abuelos puede ser interpretada como el camino de las pruebas a las que se somete el héroe en la iniciación descrita por Campbell (1972).

El regreso de otro: el regreso del héroe En los relatos de los nietos es posible identificar el tercer y último rasgo asociado a la aventura del héroe, el regreso al mundo. Algunos nietos señalan que el retorno del abuelo estuvo mediado por la ayuda de otros, rasgo propio de la aventura del héroe, según Campbell (1972). Las mujeres cobran protagonismo en el relato, al ser autoras de acciones valientes y decisivas, según los nietos, para el regreso de sus abuelos de la prisión política. “Bueno, mi abuela cayó en desesperación, obviamente empezó a moverse por la ciudad. Mi abuela era una mujer muy guerrera. Hablo de mi abuela porque siempre como que ella ha contenido a la familia. Mi abuela, eh, una mujer guerrera, pescó su camión, porque manejaba camión en ese tiempo, y salió en busca de él por todo, lo buscó por todo [ciudad zona central], lo buscó por [pueblo cercano], o sea, lo buscó por todas partes, a [pueblo cercano], a [puerto zona central], a [capital], se pasaba por las bencineras, preguntaba cualquier cosa sin importarle en ese momento”. (Eduardo, E1, 19) “[…] en el hospital trabajaba una vecina, amiga de la familia, y ella se enteró de que él estaba ahí y de cómo estaba. Entonces ella fue a la casa de mi mamá y les contó poh, le contó a mi abuela. Y ahí mi abuela dijo: ‘No, yo no puedo tolerar, aunque me hagan daño, aunque me maten a mí, yo no me voy a quedar aquí, no puedo aguantar esto’, y la cuestión, y ahí fue poh, fue al hospital. Y pidió, y mi mamá me dice: ‘Yo no sé cómo, quizás con qué cara, quizás qué hizo’, pero ella rogó, hizo de todo, debió haber hecho de todo, pero lo soltaron, por ella, tuvieron compasión…”. (Andrea, E2, 36)

La narración construida por algunos nietos sobre la liberación de sus abuelos puede ser comprendida como el rescate del mundo exterior, rasgo propio del mito del héroe, según Campbell (1972). El hallazgo del abuelo en un determinado centro de detención, su liberación y consecuente escape de la muerte son atribuidos a la acción perseverante de familiares y amigos que asumieron la búsqueda de sus seres queridos. El abuelo que ha sobrevivido a la prisión y a la tortura vuelve a casa, se reintegra a su familia, a su mundo, pero ya no es el mismo. Los peligros y la violencia a los que estuvo expuesto lo han cambiado de una vez y para siempre. Las familias, según señalan los nietos, se dan cuenta de esta transformación. El esposo y padre que regresa se encuentra despojado de los elementos que constituían su forma de ser habitual, su identidad. “Por ejemplo, después que mi abuelo salió libre, él por ejemplo, en las noches, él también no podía dormir en las noches. No, lloraba, despertaba llo-

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TEMAS VARIOS rando. Él ya no, no era más alegre, bueno, después pasado los años, como cambió de nuevo el sistema político, el gobierno, ahí él estuvo más tranquilo, pero siempre con ese recuerdo en su, en su cabecita”. (Valeska, E1, 80)

Según el relato de los nietos, el regreso del abuelo de la PPT devela el sufrimiento padecido. Su rostro, aspecto físico y comportamiento dan cuenta del daño sufrido. No son los mismos de antes, no se relacionan de la misma forma con la familia. Los abuelos presentan huellas físicas y psicológicas de la tortura pero mantienen silencio respecto a esta experiencia. “Que ellos llegaron y quedaron sorprendidos porque ya fueron como unos cinco, ocho meses que él se desapareció. Ya estaba, entre comillas estaba muerto, ocho meses. Y llegó de un día pa’ otro, y ésa fue, y como, y venía en silencio […] Silencio, nada, no habló. No recuerdo si habrán hecho, el abrazo típico del, de la satisfacción de llegar, pero más allá de eso no hubo nada, y nadie le preguntó nada. Entonces mi abuela también se preguntaba, no sabe si lo habrán torturado, no sabe si lo habrán, no sé cómo, encarcelado o le habrán puesto. Bueno, que pa’ mí, pa’ mí igual es tortura ver que, tener que, ver gente que están matando, o sea, tortura psicológica se me imagina, pero quizás de daño físico, no sé, no sabe si le hicieron daño físico, psicológico…”. (Eduardo, E2, 177-178)

Los nietos señalan que tras el regreso, sus abuelos son portadores de un secreto; son testigos que han vivido una ominosa realidad desconocida para la familia y la sociedad. Los nietos se preguntan ¿a qué sufrimientos fue sometido el abuelo durante la PPT?, ¿cómo se sintió?, ¿qué pensó en esos momentos?, ¿tuvo miedo a la muerte?, ¿deseó morir? Conocer las respuestas a estas preguntas podría ayudar, según los nietos, a comprender los cambios experimentados por sus abuelos y permitiría entender el porqué del silencio. “Supongamos, qué pensaba en la cárcel, no sé poh, si estaba en la cárcel, qué pensaba en ese momento. Pensaba en sus hijos, en su familia, en vivir, en morir, perdió la esperanza, cosas como de más significado, no tanto un relato como ya, me lo ha dejado claro, sino que buscar cosas como ésa. Eso me gustaría, que hablara mi abuelo, y pa’, y pa’, de una vez decir, y pa’, de una vez por todas poder tratar de entender por, porque yo creo que nunca vamos a terminar de entender realmente, pero tratar un poco de entender por qué mi abuelo es así, por qué, por qué Eduardo Rodríguez era, es así, mi abuelo”. (Eduardo, E2, 339)

El retorno de los abuelos cierra el ciclo de la aventura del héroe en el relato de los nietos. Sin embargo, es un cierre que plantea más preguntas de las que responde.

La transformación experimentada por los abuelos, sometidos a misteriosas y terribles pruebas en su viaje, puede ser interpretada como el regreso del héroe, etapa final del monomito de Campbell (1972).

Discusión El análisis de los relatos de vida de los nietos de ExPP permite interpretar que la postmemoria de PPT es descrita metafóricamente como la aventura del héroe. Así, al igual que en la epopeya del héroe, la PPT es significada por los nietos como una experiencia donde se somete a la persona a grandes retos y sufrimientos. El regreso del abuelo se encuentra supeditado muchas veces a la ayuda exterior de cónyuges e hijos, y es descrito como el regreso a la vida. Sin embargo, el abuelo ha sufrido una transformación, es otro. Cuando se ha hecho referencia a las metáforas en relación con el trauma, se ha dicho que la metáfora es una forma común de resignificar (Waldron 2010; Witney 2012). En el caso de los nietos de ExPP, el uso de la metáfora del héroe se podría interpretar como una forma de resignificar la postmemoria de una historia traumática que afecta a los nietos, que contribuye a la generación de un relato curativo y restaurador. La metáfora del héroe presente en el relato de los nietos permite resaltar el compromiso social y/o político de sus abuelos que, según los nietos, causó su detención. Además, el uso de esta metáfora les permite reconocer la sobrevivencia del abuelo a la experiencia sufrida, clausurando la reflexión en torno a la tortura. Primo Levi (1958) lucha en su obra testimonial contra la tentación de hacer héroes de las víctimas, rehusándose a presentar en sus escritos a los sobrevivientes como los mejores, como aquellos que han pasado una prueba de vigor, la más infatigable. En lugar de ello, asume el rol de testigo con total humildad, presentándose en calidad de un simple prisionero entre los millones de deportados a los campos de exterminio nazi. El rechazo a asumir el rol de héroe también está presente en los testimonios de los ExPP chilenos (Codepu 2003 y 2004; CNPPT 2004). Estos relatos están lejos de contribuir a la construcción de la figura del héroe, más bien intentan exponer el sometimiento a la violencia extrema. El regreso del abuelo de la PPT es descrito como el regreso a la vida. El abuelo sobrevive a los peligros, se integra a su familia, pero ya no es el mismo. La experiencia sufrida lo ha cambiado. En relación con este testimonio es posible plantear la existencia de un quiebre en el relato. Los nietos se enfrentan a la necesidad de referirse a la condición de víctima de tortura de sus abuelos; sin embargo, esta experiencia no logra ser narrada. Los nietos señalan que sus abuelos son poseedores de un secreto, son testigos en primera persona, en el sentido de que han sobrevivido

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a una experiencia extrema, que la familia y la sociedad desconocen y de la cual sólo ellos pueden ofrecer testimonio, pero no lo hacen. Las posiciones de héroe, víctima y testigo articulan la postmemoria que los nietos reconstruyen acerca del pasado familiar, donde prevalece la condición de héroe relacionada con aquella parte de la historia de carácter épico, mientras que las condiciones de víctima y testigo de la tortura se encuentran relacionadas con lo impensable (Puget 2006), con lo indecible (Kaës 2006), con lo irrepresentable (Améry 2010; Peris 2005). La tensión entre las posiciones de héroe, víctima y testigo, sin duda, perturbó y continúa perturbando el desarrollo de la vida familiar. Muchas familias chilenas han debido convivir con el recuerdo ominoso de la detención del padre y con el horror provocado por la certeza de la tortura padecida por éste, y se han visto obligadas a aceptar el silencio y el abandono social, consecuencias del contexto de violencia (Lira 1990; Lira y Castillo 1991; Weinstein y Lira 1987). Según Faúndez et al. (1991), durante la dictadura chilena las familias de víctimas de la violencia política debieron enfrentar un largo período defensivo, que generó reacciones adaptativas de sobrevivencia a dicho período. El aumento de la cohesión para la autoprotección frente al poder amenazante llevó a estas familias a un encapsulamiento, que se desarrolló en conjunto con reglas de silencio, negación y fingimiento (Cornejo et al. 2006; Cornejo y Morales 2013). Morales y Cornejo (2013) plantean que la escucha de los testimonios de ExPP por parte de los profesionales de la CNPPT tuvo un impacto emocional y biográfico, que durante el funcionamiento de la Comisión se tradujo en la aparición de síntomas clínicos y condujo a los profesionales a ver de una manera diferente su vida personal, familiar y social. Sin embargo, tras el cierre de la CNPPT, los profesionales, en el intento por integrar esta experiencia en su propia historia, han terminado, al igual que las víctimas directas, encapsulándola como parte de su historia individual y privada. Como ya se señaló, el silenciamiento y la negación de los hechos por parte de los individuos, las familias y la sociedad son un elemento común de las experiencias de violencia política (Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación 1991; Danieli 1998; Kordon y Edelman 2006). En esta línea, los relatos de vida de los nietos de ExPP ponen en evidencia el conflicto que aún enfrentan, tanto ellos como sus familias, al intentar narrar una experiencia que supera el orden de lo pensable y lo cognoscible.

en palabras y quedan en su estado original, ligadas a lo concreto, al vacío, a la pérdida de límites y a la repetición. De esta forma, los nietos, en un contexto social que, según ellos, se mantiene indiferente al sufrimiento de sus familias, se ven obligados a salvaguardar la adhesión a las normas de silencio y negación que favorecen la mantención del encapsulamiento de la historia de PPT. Los resultados presentados por Cornejo et al. (2006), Cornejo y Morales (2013), Morales y Cornejo (2013), al igual que los resultados del presente estudio, permiten, por una parte, reflexionar acerca del profundo impacto que tiene la escucha de las experiencias de tortura. Los profesionales de la CNPPT, quienes no tienen un vínculo familiar con las víctimas de PPT, quedan, al igual que los nietos de los ExPP, marcados biográficamente y encadenados por la experiencia de escucha de los testimonios de PPT. Finalmente, estos estudios confirman la necesidad de generar las condiciones psicosociales que contribuyan a evitar los fenómenos de encapsulamiento y privatización del daño. Para esto es esencial el reconocimiento social de los hechos, proceso que se facilita con la emergencia de una memoria colectiva que considere el relato de las víctimas, colectivizando el trauma y facilitando la reparación de un modo integral. El otro que reconoce, desde el psicoanálisis relacional, tendría el rol del “tercero vivo” que, encarnado en un testigo —el otro—, se constituye en una presencia que puede “vivir en la grieta, absorber la ausencia y transformar su relación con la pérdida” (Gerson 2009, 1342). Transformándose de este modo en un tercero que escucha lo insoportable y es capaz de imaginar y contener lo dicho y lo no dicho, mediando entre el hecho y su significación, confirmando la realidad psíquica y la realidad externa y ayudando a integrarlas (Gerson, 2009). Al respecto, Lira (2013b) plantea la necesidad de confirmar socialmente las experiencias de violencia política, negadas por muchos años, así como promover el reconocimiento de quienes sufrieron las experiencias traumáticas y avanzar, en paralelo, en los procesos de justicia y reparación.

Referencias 1. 2. 3. 4.

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El psicoanalista René Kaës (2006) plantea que el solo hecho de intentar hablar de la tortura despierta emociones intolerables que no encuentran traducción

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Alejandro. Encuentro 1. Julio 23 de 2010. Andrea. Encuentro 2. Septiembre 30 de 2010. Eduardo. Encuentro 1. Diciembre 17 de 2010. Eduardo. Encuentro 2. Enero 7 de 2011. Eduardo. Encuentro 3. Enero 19 de 2011. Mauricio. Encuentro 1. Julio 22 de 2010. Valeska. Encuentro 1. Octubre 23 de 2010.

La metáfora del viaje del héroe en la narración de nietos de expresos políticos | Ximena Faúndez Abarca · Fuad Hatibovic Díaz

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Documentos

El misterioso encanto de las víctimas 117-120

Gabriel Gatti – Universidad del País Vasco, España

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El misterioso encanto de las víctimas

Gabriel Gatti* DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.09

Una figura reciente… Víctimas. Las hay por todas partes y las hay de todo. Se las ve en Europa, en Estados Unidos, en Oriente Medio y en África; se las ve, y mucho, en América Latina, donde se encuentran de sur a norte y de este a oeste. Su dolor se muestra organizado a veces, solitario otras. A veces ni se ve ni se oye directamente, pero sí a distancia de televisor o se intuye que es profundo cuando otros —expertos, profesionales, gentes solidarias…— nos hablan de él. Y lo son de muchas cosas, de muchos dolores distintos, con sufrimientos de intensidades y causas variadas, tantas que son incomparables. Pero son muchas, casi tantas como ciudadanos. Hasta hace algunos años, no mucho más de un par de décadas, solamente merecían ese sustantivo, víctimas, quienes sufran violencias trascendentes, esas que hacen a los pactos sociales que sustancian la vida en común: perseguidos políticos, los que sufren genocidio, muertos por el ejercicio de la violencia de Estado, familiares de desaparecidos, asesinados por violencias terroristas. Las víctimas, por entonces, se paseaban por los mismos pasillos en los que la historia colocó a héroes o mártires; no siempre eran pasillos de palacio, aunque muchas de ellas, sin quererlo, alimentaban el nutrido martirologio de las narrativas nacionales, que iniciaban o contribuían a estructurar, y daban con eso alimento y justificación a algún que otro relato de poder. También había entonces, hace años, víctimas con residencias más modestas —las “del pueblo”, o “del progreso”, o “de la revolución”—; pero aunque modestas, éstas, como las otras, satisficieron roles de peso, trascendentes: ayudaban a elaborar narrativas extraordinarias, las que constituyen lo común cuando lo común es grande y se escribe con mayúsculas (naciones, patrias, países, pueblo…). Eran víctimas extraordinarias, funcionales a fenómenos extraordinarios.

Pero desde hace un tiempo, dos décadas, no creo que más,1 eso cambió. El sustantivo —víctima— se hizo común, se hizo ordinario. Hasta democrático. Quienes podían usarlo con legitimidad, si antes eran muchos y muchas, ahora son muchos más. Ahora, solas u organizadas, las víctimas lo son de muchas razones, algunas trascendentes como las de antes, de esas que organizan relatos nacionales e Historias, pero otras, mucho menos: accidentes, violencias domésticas, y por frecuentes comunes, catástrofes, desahucios, ataques de animales, negligencias médicas, olvidos de la historia… De quererlo, sería difícil ser exhaustivo pues lo humano todo, casi todo, aparecería recogido en la larga lista de las víctimas contemporáneas. Y no, no estoy haciendo un uso licencioso, esto es, abierto y metafórico de la figura. Es apenas una fotografía rápida de por dónde aparece así nombrado, víctima, este personaje central de la vida social contemporánea. Lo encontramos en los usos vulgares de cualquier reality show de vocación lacrimógena, y también en las cumbres de los dispositivos de producción de verdad, las leyes, que sobre víctimas las hay de todo tenor y alcance: sobre víctimas de la violencia de género; sobre víctimas de la desaparición forzada de personas; sobre las de grandes accidentes; en muchas leyes propias de períodos transicionales —leyes de reconocimiento o de reconciliación o de reparación de sufrimientos pasados—; o en leyes de víctimas, sin más, como las que ya han sido aprobadas por el legislador en muchos países de Occidente (Francia, España…).

… y una figura difícil de pensar Y desde que se presentaron en multitud en la escena pública, siempre han sido personajes difíciles de pensar para las ciencias sociales, por mucho que se multipliquen 1

* Doctor en Sociología por la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (España) y profesor de la misma Universidad. Es Director del programa Mundo(s) de víctimas, y autor, entre otros libros, de Surviving Forced Disappearance in Argentina and Uruguay. Nueva York: Palgrave Macmillan, 2014. * [email protected]

Lo creo, junto al equipo del proyecto “Mundo(s) de víctimas”, un proyecto pionero en abordar la figura de la víctima, sin atender a sus apellidos (de género, política, de tráfico…) sino a lo que la sustancia. El proyecto fue financiado por el antes llamado Ministerio de Innovación español en su programa de investigación de excelencia entre 2012 y 2015 (ref. CSO 2011-22451). De lo discutido y aprendido con ese equipo surge lo que contiene este ensayo.

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las propuestas para hacerlo. Hay de todo: trabajos terapéutico-curativos —¿qué hacer para que la víctima no sufra/ supere el trauma/gestione el trauma/…?—; descripciones estadísticas —¿cuántas víctimas hay/qué debe repararse/ qué causas deben atenderse?—. Hay bibliografía atenta a su expansión, masiva e invasiva (Chaumont 1997; Erner 2007); otra que calibra por qué y con qué alcance el dolor estructura la vida social (Kleinmann, Das y Lock 1997); textos que con mirada crítica analizan el aparato, los dispositivos, que se conforman para ellas y por ellas, y que las amplifican (Agier 2008; Boltanski 1993; Fassin y Rechtman 2007); e incluso otros que apuestan por pensarlas desde la convicción que hacerlo da acceso a la condición humana en algunas de sus dimensiones más esenciales (Butler 2006). Mucho, y bueno. Si se organiza algo más esa bibliografía se observan en ella dos formas de afrontar la figura en su dimensión social (Gatti 2014a). Una —de marcado acento francés— es sensible a cómo la víctima aborda y desborda el viejo y central personaje del ciudadano. En esta tradición, ante la avalancha de sujetos que ingresan en la vida social, la vida política, la vida jurídica, desde dolores privados, la reacción es de profundo recelo, con el desprecio en el extremo y la denuncia o el análisis en clave de sospecha como el mejor resultado: la víctima, se dice, quita espacio, confronta, rivaliza, polemiza, y hasta disputa, la posición central del que ha sido el soporte subjetivo del lazo social moderno, de la sociedad à la francesa, el ciudadano (Chaumont 1997; Erner 2007; Garapon y Salas 2007; Wieviorka 2003, entre otros). La víctima representa, se afirma, una “identidad negativa”, que impide la ciudadanía y dificulta el funcionamiento del engranaje de la vida colectiva. Es señal de una “ciudadanía inmadura”, sin responsabilidad, asistida, asentada en la queja. Sospecha es la palabra clave. Otra bibliografía —de sonoridad más anglosajona— aborda la víctima como una manifestación del ser humano en situación doliente. Pensar sobre la condición antropológica del que sufre supone un alto precio por pagar: la deshistorización y la naturalización. Aunque también es alta la ganancia: sensibilidad por el sujeto sufriente, por lo específico de su lenguaje, y por sus capacidades de articular comunidad y sentido (Ortega 2008). En esta forma de aproximarse a la víctima, ésta es un sujeto que hace su agencia en el dolor, pese a que no es transmisible, y hace comunidad (Jimeno 2008; Ortega 2008) desde esa experiencia, desde el cuerpo roto, desde su lenguaje quebrado. Comprensión es aquí el término síntesis.2

2 Hay, es claro, mucho más que eso: la poderosa producción académica generada a partir de la experiencia histórica de varios países de América Latina, por ejemplo, fuera de los trabajos más empíricos, les ha dado vueltas a algunas variantes locales de la figura, con conclusiones relevantes sobre su presencia en las políticas de la memoria (Jelin 2002),

Poderosos argumentos de estas dos tradiciones. La una es racional y crítica. La otra, sensible e intensa. Pero una es insuficiente para entender una figura de densidades nuevas, que pone en juego aspectos otros que los que caracterizan a un actor social convencional, y desde luego, muy distinta al ya viejo ciudadano moderno. Y la otra parece pobre para acercarse a la historicidad de una figura de calidades muy contemporáneas, difícilmente desligable de la expansión planetaria de la sensibilidad por lo vulnerable y lo humano descompuesto, y de sus maquinarias de gestión. Ninguna parece, en todo caso, bastar para acercarse a una figura tensa, intensa, misteriosa. Y sobre todo, muy paradójica, de texturas extrañas, complicada: lo es por su agencia, pues, dice el tópico, es pasiva, y sin embargo la literatura y la mirada socioantropológica nos muestran que tiene agencia, y que la tiene, incluso, colectiva (Lefranc y Mathieu 2009); lo es también por su palabra, pues no habla, no puede, pues la palabra —dolorida— se quebró a partir de lo que sea que la llevó a su actual condición, y sin embargo no solo habla —es incluso parlanchina (Boltanski 1993)— sino que dice muchas más cosas de lo que dicen en su lugar sus muchos voceros —expertos, asistentes, cuidadores—; es paradójica también la identidad que otorga a quien puede ostentarla con legitimidad, mucha, muy intensa, muy profunda, por mucho que al tiempo la condición de víctima sea poco deseable; y es una figura paradójica también por su extraño equilibrio entre particularidad y universalidad, pues aunque entendemos que el sufrimiento se vive con intensidad intransferible —que es indecible, pensamos, que no se puede contar, decimos— o difícilmente transferible —sólo otros igual que ellas los comprenden, afirma el tópico—, la condición de víctima constituye uno de los catalizadores más intensos de la solidaridad social hoy; esto es, las víctimas son uno —aislados, solos, incomunicados— y son también multitud.

La envidia de pena, o el deseable encanto de la víctima En la Navidad de 2015, en Argentina, apareció una más, se pensó que la 120, de las hijas de desaparecidos que allí llaman “nietas” o “nietos”, pues son las Abuelas de Plaza de Mayo las que suelen liderar su búsqueda y, en este caso, recuperación. Se trataba de la nieta de “Chicha” Mariani, Clara Anahí, secuestrada con apenas tres meses en un operativo del Ejército argentino, recuperada, se creía, 39 años después. La noticia corrió rápidamente, recorrió la prensa y generó una intensa algarabía en las redes sociales.

su marcado familismo (Vecchioli 2005), la centralidad de las víctimas de raíz política en la construcción de las narrativas nacionales postransicionales (Piper 2005) o las muchas políticas nacionales de administración del dolor (Aparicio 2012; Castillejo 2009). Tampoco es de desdeñar la producción española en la materia.

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 117-120 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.09

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Los intensos y también muy institucionalizados circuitos que en los últimos quince años se fueron organizando en aquel país en torno a las reclamaciones por los derechos humanos trasladaron la buena nueva con la rapidez con la que corre la pólvora. No era la primera vez que esto ocurría —119 nietos habían aparecido antes— pero el caso tenía algunas singularidades que explicaban la intensidad especial de la celebración: la Abuela de la niña, ahora una adulta de 39 años, fue fundadora y presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo y es un personaje de cierta notoriedad pública, con mucho predicamento en los circuitos del activismo en pro de los derechos humanos en Argentina y con una fundación,3 la fundación Clara Anahí, que ayudaba a mantener el caso presente en la memoria; el secuestro, desaparición y asesinato de los padres de Clara Anahí, aun no siendo ni más brutales ni más dramáticos que otros, sí tuvo algunas características que contribuían a singularizarlo; una magnífica novela, La casa de los conejos (Alcoba 2008), recreaba la vida de la célula de Montoneros a la que pertenecían los padres de Clara Anahí antes de su desaparición… Y además, y sobre todo, desde la celebérrima aparición en agosto de 2014 del nieto de la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto (Gatti 2014b), la celebración de estas reapariciones había adoptado una cierta ritualidad, algo banal, algo pop, que en este caso también se dio. Siguiendo sus reglas, en apenas un día, se desplegaron los festejos, las manifestaciones públicas y privadas de alegría y las celebraciones: “Bienvenida Clara Anahí”, “Llegó la 120, ahora el 121”, “las Abuelas son lo mejor de Argentina”… La fiesta era, una vez más, unánime, sincera, sensible, sentida. Pero a los dos días salta la noticia que quiebra los ánimos: el cotejo de las muestras de ADN entre quien dijo ser Clara Anahí y su abuela revelaba que no había vínculo biológico entre ambas. La víctima no lo era. “Usurpadora”, “mentirosa patológica”, “farsante”, “impostora”, “codiciosa”, se dijo. La víctima era una falsa víctima. No era más Clara Anahí Mariani. Volvía a ser nadie, María Elena Wehrli, sólo una huérfana sin una historia destacable detrás (Leguizamón 2015). No es la primera de la historia: Enric Marco, en España, que alcanzó altas cotas de popularidad y cierto poder en lo que algunos han llamado “industria de la memoria histórica” (Cercas 2014), se hizo pasar por superviviente del campo de concentración nazi de Flossenbürg, sin serlo; en Estados Unidos, Tania Head/Alicia Esteve pasó durante seis años por víctima de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, llegando a dirigir una de las asociaciones que agrupaba a las víctimas y los afectados por aquellos hechos; Somaly Mam, que 3 Su sitio web, muy desfasado actualmente, puede orientar al lector interesado sobre estas peculiaridades, https://fundacionanahi.wordpress.com

construyó una dura biografía de esclava sexual, que la llevó a las más altas cimas en la escala de las víctimas reconocidas (Premio Príncipe de Asturias, Naciones Unidas…), construyó con datos inciertos parte importante de su historia de dolor. ¿Son éstas, o la de la falsa Clara Anahí, manifestaciones de simples patologías? ¿Acaso son apenas una muestra más de a dónde pueden llegar las argucias del pícaro? Aunque una y otras son las explicaciones más al uso, ni una ni otra pueden conformar las inquietudes de un científico social. Apostemos por otra hipótesis: estos casos son muestras de las consecuencias —no deseadas, es claro— de la institucionalización de las maquinarias del humanitarismo, maquinarias que generan las condiciones de su propia posibilidad y que requieren oficios, experticias que las armonicen, testimonios que les den calor y relato… y también víctimas que les proporcionen carnadura, materialidad sufriente. Hace ya unos años, en 1997, Jean-Michel Chaumont propuso entender la comparecencia masiva al espacio público de víctimas del Holocausto con el término “concurrencia”, concurrence, es decir, competencia. Aunque asociado a una situación indeseable —el sufrimiento pasado—, ser víctima daba acceso a bienes deseables —reconocimiento, visibilidad, identidad…—. Planteada así, la cuestión de casos como el Clara Anahí y las otras falsas víctimas no se dirime en un eje delimitado en los extremos por la verdad o la mentira; esto es, no se trata aquí ni de saber —ni de juzgar— si se es o no víctima de verdad, si se es un sufriente real: ¿Qué delimita el sufrimiento legítimo del intolerable? ¿Cuál es el sufrimiento reconocido? ¿Es víctima todo aquel que sufre? ¿Quién sufre de verdad? ¿Quién es, entonces, una víctima? La categoría es demasiado escurridiza y muy poco universalizable para que nos tomemos en serio la posibilidad de hablar con base sociológica de verdaderas y falsas víctimas. La cuestión pasa entonces por saber cómo se otorga reconocimiento al sufrimiento, cuál es el estatuto que alcanza aquel que es nombrado por esa condición —la de sufriente, la de víctima— y cuál es la centralidad de esa condición en el espacio social que la contiene, y lo que estar en esa condición comporta: ¿Piedad? ¿Ayudas? ¿Dinero? ¿Poder? ¿Olvido? ¿Prebendas? ¿Identidad? ¿Dolor? ¿Patetismo? ¿(In)existencia social? ¿Silencio? De todo hay, de todo ha habido. Hoy la posición social de la víctima suscita no sólo la concurrence, en el sentido de Chaumont, sino también la concurrencia, a saber: multitud son los que concurren a ese lugar social (Gatti 2014a), los que acuden al tentador llamado de la víctima. Miles de personas demandan, en efecto, ser reconocidas a través de lo que les ha hecho sufrir; cientos de miles reclaman ser nombradas por lo que han padecido o padecen; millones entienden, entendemos, que somos ciudadanos a través de algo, lo que sea, la causa importa El misterioso encanto de las víctimas | Gabriel Gatti

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poco, que justamente impide que lo seamos. El deseo de ser víctima invade, sí, la sociedad contemporánea: otorga reconocimiento, ayuda a salir de la invisibilidad social y colectiva… Permite existir a quienes, si no, instalados en otras categorías, raramente resultan audibles. Dicen que María Elena Wehrli, cuando se presentó en la Fundación Clara Anahí, dijo: “Soy hija de desaparecidos. Estoy buscando mi identidad”. No mentía. Podía haber sido una víctima de ETA en España, un sobreviviente de Auschwitz, una sobreviviente del 11-M de Madrid o del 11-S de Nueva York, o una víctima de las FARC o de algún grupo paramilitar en Colombia. Deseaba ser alguien, ocupar un lugar que se reconociese y abandonar el lugar de los nadie: hospicios, orfanatos, pobrerías, historias anónimas… La nada. Envidiaba la pena de otros, que era pena nombrada, visible, reconocida. Hoy, ser víctima es nada más y nada menos que una vía de acceso a la condición de ciudadano.

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rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 117-120 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.09

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Angelika Rettberg – Universidad de los Andes, Colombia Alejandro Castillejo – Universidad de los Andes, Colombia Liliana Duica Amaya – Universidad de los Andes, Colombia

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Dos investigadores dialogan sobre la construcción de paz Entrevista a Angelika Rettberg y Alejandro Castillejo Por Liliana Duica Amaya* DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.10

Angelika Rettberg es Ph.D. en Political Science de Boston University (Estados Unidos). Actualmente es profesora asociada del Departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes (Colombia). Así mismo, es directora de la Maestría en Construcción de Paz y del programa de investigación sobre conflicto armado y construcción de paz (ConPaz) de la Universidad de los Andes, así como directora del grupo de investigación “Conflictos armados, construcción de paz y estudios globales en seguridad” (Colciencias A1). El interés inicial de Angelika giró en torno a la economía política y en particular al rol del sector privado; por ello, realizó su tesis doctoral sobre La organización empresarial y el fracaso de la acción colectiva: El empresariado colombiano durante la presidencia de Ernesto Samper (1994-1998). Más adelante se interesó en temas más amplios relacionados con el conflicto armado y las distintas dimensiones de la construcción de paz, como la justicia transicional, las transformaciones de la criminalidad y el rol de la sociedad civil en el logro de una paz sostenible. Ha escrito varios libros y artículos sobre temas de paz como, por ejemplo, el libro que editó sobre Construcción de paz en Colombia (2012). Así mismo, ha sido editora, revisora y evaluadora de publicaciones para revistas nacionales e internacionales.

* Maestría en Ciencia Política y Geografía por la Universidad de los Andes (Colombia). Actualmente es estudiante del doctorado en Antropología en la Universidad de los Andes y profesora de la Universidad Externado de Colombia. * [email protected]

Alejandro Castillejo Cuéllar es Doctor en Antropología de la New School for Social Research (New York, 2006). Post-doctorado en estudios Sociales de la Ley, Universidad Humboldt, Berlín. Su preocupación por las dinámicas de la violencia y por las reconfiguraciones del lazo social lo han llevado a trabajar cercanamente con organizaciones de desplazados y sobrevivientes de desaparición forzada en Colombia así como también con organizaciones de mujeres viudas, excombatientes del Congreso Nacional Africano y víctimas de tortura durante el régimen del Apartheid en Sudáfrica. Así mismo, su interés en estos temas también lo llevó a entrevistar extensamente a miembros de los sistemas de seguridad del Apartheid y otros perpetradores en el marco de Justicia y Paz. Ha sido editor y fundador de revistas académicas dentro y fuera del país así como también profesor invitado a universidades en Sudáfrica, Dubái, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos,

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México y Argentina. En el 2014 ofreció la Josh Rosenthal Memorial Lecture en la Universidad de Michigan, Ann Arbor. Fue consultor de la Comisión Peruana de la Verdad (a nombre del Instituto de la Justicia y la Reconciliación de Sudáfrica), de la Comisión Nacional de Reparación Reconciliación (Grupo de Memoria Histórica en Colombia) y Relator en Jefe del encuentro de organizaciones de Familiares de Desaparecidos con miras el proceso en Cuba (2015). Ha sido ganador de los premios Stanley Diamond Award en Ciencias Sociales (EE.UU., 2006), Alejandro Ángel Escobar (Colombia, 2009) y Guillermo Hoyos (Clacso, Argentina, 2015). Actualmente, profesor Asociado del Departamento de Antropología, Uniandes, y Director del Programas de Estudios Sociales de las Transiciones, PEST.1 Liliana Duica Amaya (LDA): ¿Cómo llegan ustedes a interesarse por el tema de paz? Angelika Rettberg (AR): Hay varias razones, la principal es que las guerras han sido parte de mi historia familiar. De hecho, nací en Colombia a raíz de la migración de mis abuelos por las diferentes guerras. Desde pequeña he estado sensibilizada por ser un tema de experiencia vital desde mi cuna. Mi abuelo llegó después de la Primera Guerra Mundial, mi papá después de la Segunda Guerra Mundial, y no era un tema muy debatido al interior de la familia. Yo me crié políticamente con los eventos del Palacio de Justicia en los ochenta, y recuerdo a Yamid Amat en radio narrando esos hechos. Era también la época del temor a la guerra nuclear y a ver el hongo en el horizonte. Estando en la universidad fui testigo de la matazón de la gente de la UP y los asesinatos de los candidatos presidenciales. Por ejemplo, me acuerdo dónde estaba el día exacto que mataron a Pablo Escobar. Sin embargo, éste no fue el tema que yo estudié. Cuando me fui a estudiar el doctorado en Ciencia Política en Estados Unidos, incursioné en la economía política y, de hecho, por eso empecé a trabajar el sector privado como un actor estratégico que no ha sido estudiado, y ése se convirtió en el tema de mi tesis. Al regresar a Colombia en 2001 el tema del conflicto volvió a ser central para mí. Por eso me ocupé en temas de conflicto y paz y economía política de la justicia transicional. En resumen, las razones por las cuales me involucré con ese tema fueron, en ese sentido, tanto familiares como académicas, pero además por un interés personal, en la medida en que me gusta el tema y lo disfruto. Alejandro Castillejo (AC): Hay una dimensión personal en mi trabajo intelectual. Yo nazco en Cuba en medio del exilio de mi mamá, que tuvo que irse porque el Ejército asesinó a su primer marido. Ellos son fundadores de un grupo guerrillero en Colombia, y desde muy pequeño estuve muy relacionado con las historias de

1 Página digital: http://curlinea.uniandes.edu.co/alejo_ castillejo/antropographias

los movimientos armados en América Latina y África, y eso hizo parte de la biblioteca desde muy pequeño, aunque mis padres abandonan la militancia en el grupo armado a su vuelta Colombia. Hay una serie de ideas que circulan alrededor de estos temas cuando estaba en el colegio, y es que mi hermana se queda en Cuba con los cuestionamientos de la familia por ese hecho. Por ello, estos temas personales me acercan a este mundo. Por el lado profesional, me gradúo de la universidad y me voy a Austria a hacer una maestría sobre conflicto. Tenía la idea de trabajar por un año con refugiados de Ruanda, en 1997, y en ese momento pasa todo lo de Bosnia, y viajé por la antigua Yugoslavia para luego regresar a Colombia, de 27 años, con la idea de encontrar un tema que me permitiera la exploración intelectual y empírica, por qué no me acercaba a las maneras como se hacía la investigación en ese momento. Luego de ello pasé un proyecto a Colciencias que aprobaron y se llamó Poética del otro; es el primer libro que se escribe sobre desplazamiento forzado en Colombia y se publica en el 2000, aunque se escribe en el 98, y mi trabajo empieza a girar en torno a estos temas. Después vino mi interés sobre Auschwitz y los campos de concentración, quería hacer mi disertación doctoral sobre los orígenes intelectuales de esto, para hacer una crítica contra los psicólogos y antropólogos, pero esa idea se acabó a medio camino y luego terminé aterrizando en Sudáfrica. Mi interés ha girado en torno de los temas de la violencia para reivindicar la experiencia vital humana, y eso fue central para lo que yo estaba haciendo. LDA: ¿Qué significa la paz para usted? AR: Prefiero definiciones minimalistas a maximalistas; en ese sentido, yo aspiro a que paz sea la reducción de indicadores clásicos asociados con violencia, como homicidios. Sin embargo, cuánto y hasta qué umbral, eso se podría discutir, o cuáles serían esas muertes “aceptables”, esa es otra discusión. Pero claramente tiene que haber menos de lo que hay, y todo eso debe estar apalancado con una serie de reformas y una prevención de rearme de grupos armados. El hecho de que existan formas de criminalidad en el posconflicto o que las formas de criminalidad muten no significa que no haya paz. AC: Para mí, la idea de la paz es en realidad, y lo comparto con Angélica, la disminución de algunos índices de inseguridad; sin embargo, también me interesan algunas cosas en torno al tipo de interacción de relaciones y la manera como los seres humanos construyen y asignan significados muy desde abajo. Por ejemplo, cómo se asigna significado a sesenta años de guerra. También me parece fundamental, cómo se adaptan y cómo se construyen relaciones de projimidad y proximidad, en dónde están rodeados, cuáles son los marcos institucionales nacionales e internacionales. Eso es fundamental desde escalas muy pequeñas; por ello, para mí la paz debe partir de la configuración de

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procesos en comunidad, pero también se deben ver escalas mucho más grandes como la nacional, donde se interrelacionan diversos registros. LDA: La construcción de paz en Colombia debe establecerse en un escenario que tiene cultivos de coca, minería ilegal, presencia de grupos armados ilegales que ejercen control territorial, y falta de presencia del Estado en el territorio. Con eso en mente, ¿cómo construir una agenda de paz? AR: Es una buena pregunta porque plantea precisamente qué se logra con La Habana y qué viene después, que no está bajo el control de ninguno de los equipos de negociación, y acá quisiera hacer varias reflexiones. Por un lado, Colombia está en transición en muchos aspectos; muchas transiciones empezaron antes; por ejemplo, está todo el tema de la percepción del ciudadano promedio, donde las cifras han ido cayendo hace rato. El conflicto dejo de ser, hace un buen tiempo, el problema más crucial para la gente, de hecho, “moja más prensa” el delito común no asociado al conflicto armado. Éste es el costo no esperado de una estrategia que militarmente produjo unos resultados en el país, y es difícil identificar quién es la población que está a favor de que se negocie y que se termine el conflicto por la vía de la negociación. Es un cambio con respecto al país de los noventa, donde había un conflicto declarado a un país que está en proceso de negociación, y que, si bien tiene un conflicto armado, es totalmente diferente. A eso se suman otros cambios como el económico, que en los noventa atravesaba una recesión, donde era muy fácil venderle el proyecto de negociación a la gente porque clamaban soluciones a algunos de los muchos problemas que había. Además, en ese momento había un gobierno supremamente frágil que estaba entre la espada y la pared, y esa sensación de crisis hace que la gente asuma costos grandes para solucionar dichos problemas. Ese país quedó en el pasado. Es más, hoy Colombia es el país consentido de la región, donde la inversión quiere llegar, donde están algunos de los mejores restaurantes del mundo, y es señalado en la prensa por las cosas correctas. Ése es un contraste asombroso, pero es difícil en términos de negociar una paz porque nadie siente urgencia de negociar. Esto crea un terreno fértil para que se conserven los moralismos de cara a la negociación. También hay cambios con respecto al cambio social y demográfico. Colombia se ha urbanizado, la gente tiene más demandas y aspiraciones ciudadanas. Esto indica que hay una ciudadanía más instruida y mejor formada, pero también por este hecho, mucho más difícil de manipular de cara a un proceso de negociación. Lo que viene después no depende de La Habana. La construcción de paz no inicia en el 2016, llevamos desde los noventa con experiencias en políticas de desmovilización, atención a víctimas y desplazamiento forzado, en el marco de la Ley 1448 y la ley de justicia y paz, sobre memorias y verdades, y sobre eso se construye lo que viene.

Construir paz en un país que viene de esas transiciones no se soluciona con el acuerdo de La Habana. Primero, quiero decir que Colombia no tiene el riesgo de la “Salvadorización” del posconflicto, no hay evidencia en el mundo que las cosas empeoren después del posconflicto. Salvador y Guatemala sí tuvieron problemas en el posconflicto pero son contextos totalmente diferentes, donde hay puntos para aprender, y en términos de criminalidad, las cosas siguen hoy igual o mejor. No creo que haya un gran riesgo de que todo empeore. El Estado sigue siendo frágil pero el Estado colombiano actualmente no es el de los años ochenta o noventa. No sólo se ha fortalecido la capacidad militar sino también otra serie de capacidades, como la lucha contra la criminalidad, dirigida hacia las Bandas Criminales (Bacrim), con bajas como “Megateo” hace poco en el Catatumbo, y existe la sensación que el Estado no está tan acorralado como en otras épocas frente a esos fenómenos. Esto no significa que la criminalidad se acaba de un día para otro, sino que también hay un mercado donde esas estructuras siguen existiendo, pero el Estado no las enfrenta con la precariedad de hace unas décadas. Por otro lado, está pendiente la tarea de alfabetizar a la gente sobre lo que se viene después de la negociación, para discernir entre la correlación de la criminalidad y el éxito o no del proceso de paz. Esto no se ha abordado lo suficiente, y es necesario saber qué significa y qué no la firma de la paz. AC: Estoy de acuerdo. En los últimos diez años la inyección económica que ha tenido el Estado colombiano para financiar la guerra ha sido exponencial. Las condiciones de combate armado, comparadas con las décadas de los noventa, cuando estaban los carteles, han cambiado. Curiosamente siento que la relación con el proceso de justicia y paz tuvo un impacto en ese sentido porque, mal que bien, institucionalizó una serie de discursos y de conceptos, donde podríamos debatir la dimensión que eso tuvo, pero sin duda hubo cambios. No cabe duda que en ese momento también hubo víctimas, hubo desplazados pero indudablemente se inseminó a la sociedad colombiana con un lenguaje diferente y con unos matices distintos a los que existían antes. De hecho, el término víctima no existía. La acepción era desplazado. Si algo tengo que abonarle a Álvaro Uribe es el hecho de desbalancear la carga militar que había en Colombia, y eso se da a través del Plan Colombia. La modernización que se logró con el Plan Colombia fue vital en toda esta historia. Por otro lado, no sé si es transición, pero sí hemos estado en varios procesos transicionales. Con los paramilitares, no se sabe la dimensión exacta de esa transición. Yo estuve la semana pasada en Urabá y está totalmente paramilitarizado, y eso no ha cambiado. Yo comparto las preocupaciones de Angelika, pero soy un poco más escéptico. Hay que ver las cosas desde los territorios, y es clarísimo que muchos combatientes de

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las FARC se están moviendo hacia el ELN, y eso tiene una doble connotación. Por un lado, hay gente que no está de acuerdo con el proceso en Cuba, y por otro lado, el fortalecimiento del grupo guerrillero está en función de un prospectivo proceso de negociación para tener un mayor músculo en la mesa. También hace falta pedagogía. Mucha gente ve el acuerdo como un agujero negro al cual se le ponen una multiplicidad de responsabilidades con las cuales el país no se va a poder mover. Los retos que vienen por delante son monumentales. A veces, el resultado son políticas que van en contravía del proceso de negociación y reconciliación. La construcción del postacuerdo debe ser colectiva y desde abajo. Es necesario imaginar futuros posibles, y algún tipo de apuesta tenemos que hacer, pero el país no puede seguir alrededor de lo mismo. Es fundamental pensar en el futuro porque esta sociedad se está reinventando en ese escenario. Sin embargo, lo que se está negociando en Cuba es una negociación de élites, como sucedió en Sudáfrica y en otras partes del mundo, y son élites las que están firmando esa serie de posibilidades; en ese sentido, para construir algo se debe desmitificar lo que se está negociando y aclarar lo que se está prometiendo en el posconflicto, o de lo contrario la gente se basará sobre presupuestos que no son realistas, y el costo político puede ser monumental. En otros países del mundo, buena parte del posconflicto lo ha financiado la cooperación internacional. Sin embargo, en Colombia se ha dicho que buena parte de la plata saldrá del presupuesto nacional. El dinero no solamente debe cubrir la desmovilización de los combatientes, sino hacer reformas sociales estructurales. Por ejemplo, en el Pacífico los temas de La Habana no se discuten, “siguen derecho”, y esto puede responder a dos cosas: primero, que la presencia de las FARC en el Pacífico colombiano no es tan fuerte como en otras zonas. Pero la otra razón es que ellos ven la actual situación político-económica del país, especialmente los proyectos de desarrollo, como una forma de expropiación a través de la expulsión de la población para construir infraestructura, como son los puertos. En ese sentido, ellos no encuentran una conexión entre lo que pasa en Cuba y lo que pasa allí, y por eso la desconexión. Desconexión que también se da en el lenguaje que se utiliza en el país, que es excesivamente centralizado. Por ello, es difícil traducir a la población en los territorios lo que se quiera hacer. Es decir, se podrían distinguir dos niveles: por un lado, el de Bogotá, que lleva adelante la negociación en Cuba, y por otro, la realidad de los territorios, que definitivamente no se va a modificar con la firma de un acuerdo. Esto requiere una acción mancomunada de muchos sectores para hacer una apuesta conjunta. AR: Me parece importante agregar algo, y es: ¿qué tan apropiada se siente la gente de los temas que se están negociando? Parte del problema en otros países es que

uno define la agenda, otro asigna el dinero, y luego se pretende que la responsabilidad sea de la población local. En ese sentido, pienso que ésta es una ventaja nuestra. Para bien o para mal, somos los responsables de lo que aquí se acuerde, y el alcance, la profundidad y el costo serán los que estemos dispuestos a asumir políticamente, y eso a uno lo puede asustar por regiones abandonadas o por los partidos políticos que tenemos, pero siento que lo que salga va a tener un sentido de pertenencia mayor. AC: Una de las cosas que me inquieta sobre este tema es pensar que el proceso de paz recae sobre la desmovilización de las FARC; ésa es una parte de la historia pero todos los sectores de la sociedad tienen una dosis de responsabilidad, y, en ese sentido, también hablo de las empresas que han tenido una cuota en el conflicto. Porque es muy fácil “echarle el muerto” a las FARC, cosa que no es cierta, sino que también otros actores como el Ejército deben asumir su parte. Acá se tiene que evidenciar la corresponsabilidad. AR: Esto parcialmente lo ha adelantado Justicia y Paz. Hay un debate dentro de las Fuerzas Armadas sobre justicia transicional, y no sólo en el sentido de “cómo voy yo”, sino que también hay esfuerzos de producir su propia memoria, como lo hicieron los ganaderos en su momento, y por ello es necesario que cada uno demuestre cómo fue víctima. Lo están haciendo ellos, lo está haciendo la Policía, lo están haciendo los empresarios, porque legítimamente ellos también fueron víctimas, porque saben que viene la Comisión de la Verdad y tiene sentido mostrar los logros y avances para, cuando llegue el día de responder, encontrarse preparados. AC: Yo he tenido reuniones con la Oficina de Asuntos Transicionales de las Fuerzas Militares, y lo que veo es que hay diferentes facciones que se mueven al interior de la institución. Eso hace parte de toda la transición, que precisamente tiene que conciliar las diversas posiciones que hay. LDA: El Estado se ha construido de forma desigual sobre el territorio nacional. La pobreza y aspectos como las necesidades básicas insatisfechas son críticos en sitios como la Alta Guajira, Vichada, Vaupés, en las zonas marginales de Cartagena, a diferencia de las mejores condiciones en las áreas urbanas. En ese sentido, ¿cómo creen que hacer (“construir”) la paz puede aportar a la construcción de Estado? AR: Iniciaría diciendo que así no haya Estado, hay alguna idea de Estado en los territorios actualmente. Todo este proceso de los últimos quince o veinte años de atención a personas relacionadas con el conflicto, léanse víctimas o desmovilizados, ha desarrollado un aparataje institucional de una envergadura con miles de

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problemas, pero también con la inmensa capacidad de hacer presencia en el territorio nacional. Entonces, de la mano de la respuesta al conflicto, y no solamente por el lado militar, sino también por este tipo de atención, el Estado colombiano se ha desarrollado más. En segundo lugar, el Estado no es la misma cosa; una cosa es la atención a víctimas y otra es la necesidad en las coberturas, y por eso a veces se siente débil su presencia en el territorio. En un trabajo de investigación que realice con la OIM, les preguntamos a las víctimas su impresión sobre la presencia del Estado, y quienes más sentían que el Estado estaba haciendo algo por ellas eran las víctimas del conflicto armado colombiano. Esto es muy interesante porque es uno de los actores más vulnerables, luego, eso significa que el conflicto ha permitido una presencia real del Estado. Eso hace que su percepción se dispare. En ese sentido, el Estado es el gran líder de la construcción de paz y debe nutrirse de la sociedad civil, pero, en contraste con otros países en donde se construye la paz, en Colombia ha sido un protagonista importante. AC: Sobre la construcción del Estado, es importante partir del hecho que considero que no hay Estado en ningún sitio de Colombia. Quizás si uno termina por reducir el Estado a una serie de instituciones, puede haber sitios donde no haya ese tipo de instituciones, pero lo que sí me parece importante mencionar es que sí hay una co-construcción entre las formas de habitar de los seres humanos y los órdenes y desórdenes que se forman en determinados territorios, lugares, zonas, y sus articulaciones con los conceptos asociados a lo que llamamos Estados, y sus formas de vida y de vinculación a la ley en formas muy complejas. En ese sentido, el país es supremamente diverso, y en eso también hay configuraciones estatales más allá de la institucionalidad. Realmente son formas desde lo social donde se negocian significados. Por eso, saber a qué sabe la paz en esos lugares tiene que pasar por entender los significados que le dan a conceptos como la negociación. Por ejemplo, en Buenaventura el Estado es el puerto. En ese sentido, el reto para las ciencias sociales es mirar la diversidad de cómo se articulan todas esas formas de estatalidad física y pragmática en esos escenarios. Ahí se necesita salir de las universidades y hacer muchas cosas por fuera. Por construcción de Estado me imagino ese escenario micro de trabajo y de operación humana asociado a los marcos institucionales, por ausencia o por pequeña presencia, o demasiada presencia. Acá las instituciones no serán la única parte de la historia porque no necesariamente mayor institucionalidad significa mejoras en todo sentido. Incluso, en algunos casos, cuando hay baja presencia institucional, se generan procesos internos de organización donde terminan hablando un mismo lenguaje. Vivir por fuera de un Estado es imposible, y los modelos alternativos conducen también a modelos de Estado.

LDA: ¿Cuáles son los retos para implementar los acuerdos de paz? AC: En el Pacífico, las FARC se están retirado porque están negociando en Cuba: ¿quién va a ocupar esos espacios dejados por las FARC y de dónde va a salir la plata para pagar? Es decir, hasta los temas más elementales de cómo transportar gente de un lado para otro son parte de la arquitectura que tendrá que pensarse. En ese sentido, pienso que desde la Presidencia hay una serie de cosas que aún no se sabe cómo se van a implementar, y el 23 de marzo no van a estar preparados. Pero creo que buena parte de los retos van a ser logísticos. En Colombia va a haber una ventana de uno o dos años donde va a haber una transformación de las condiciones de vida que se va a notar. AR: Quisiera agregar dos cosas. La primera tiene que ver con las autoridades locales que asumieron en enero de 2016. Acá hablo como politóloga. A mí me llamó la atención que el tema de la paz no estuvo muy presente. Creo que eso fue intencional, por el ambiente que está viviendo el país. Creo que nadie quería “quemarse los dedos” hablando de este tema, en la medida en que todos saben que viene la feria de la paz territorial, con todos los recursos que esto conlleva, y eso motiva a muchos. Por ejemplo, al partido Centro Democrático no le fue bien, y la Unidad Nacional domina el ámbito territorial, y esto es un augurio positivo para la implementación, a pesar de que ninguno habló de paz durante su campaña. Sin embargo, me parece que la responsabilidad del proceso de paz es un tema de todos, y no exclusivamente del Gobierno, estemos viviendo en zona roja o no. En ese sentido, no estoy de acuerdo que el primer año de posconflicto sólo se sienta en esas zonas. No estoy de acuerdo por varias razones, una es pragmática, en la medida en que todos tenemos que vivir los beneficios de la paz, y por esa razón, todos en el corto plazo debemos proteger ese capital político y sentir alguna mejora. Puede ser una mejora abstracta, por ejemplo, que los medios de comunicación presenten que en una zona determinada ya no hay violencia. En segundo lugar, me parece que si uno se va a las zonas más difíciles del país pone su umbral de éxito muy alto; es decir, cualquier logro por pequeño que se consiga no va a ser valorado lo suficiente porque persistirán muchos problemas más. En tercer lugar, es muy probable que los problemas se trasladen a otras zonas del país, y en cuarto lugar, porque uno tiene que proteger su “canastica de huevos”, y no tiene sentido descuidar las zonas que se han consolidado. Adicionalmente, tiene que ver con quién va a asumir los costos y si los van a asumir las personas que tienen la capacidad de pagar impuestos, y esas personas no están en las zonas de conflicto, están en Bogotá, Cali y Medellín, donde tendrá que surgir ese electorado que esté disponible y dispuesto, por ejemplo, a pagar más impuestos, bonos, o el mecanismo que se defina.

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AC: Además hay una necesidad de una visión mucho más integral de todo esto. El conflicto en Colombia tiene condicionantes sociales de toda esta historia que no se pueden descuidar. Lo que pasó en Centroamérica después del postacuerdo no fue un fracaso necesariamente, sino que los gobiernos que hubo después no se tomaron en serio las transformaciones sociales, y por eso hay que tener una visión integral y una voluntad de hacerlo. No sé qué tanta capacidad política y de transformación tengamos dentro de esa ventana después de la firma. Ahí estaremos muy pendientes de todo lo que está pasando. Se habla mucho del campo, y algo que ha estado al margen es el tema de las ciudades y de los conflictos urbanos, razón por la cual los afros e indígenas sienten que no son parte del proceso, y parece que las estructuras que se busca reformar son rurales. Buena parte de la miseria está en las ciudades, y eso no hace parte de nuestras discusiones. Ahí hay un potencial grande para alimentar la criminalización y explosión de múltiples formas de violencia, y me parece que ese tema ha estado totalmente ausente de las conversaciones en Cuba, y es donde vive el 67% de la población del país. AR: Para corroborar eso existen los datos de las armas, y se sabe que hay aproximadamente treinta mil unidades que podría entregar las FARC, pero las estadísticas dicen que hay un millón de armas en manos de la población en las ciudades, y eso plantea el tipo de problema que acaba de mencionar Alejandro. Éste es uno de los retos del postacuerdo. AC: Pienso que desproporcionadamente nosotros culpamos al conflicto de una gran cantidad de hechos que no tienen mucho que ver. Es decir, cuando uno revisa los datos de asesinatos, muy pocos son por conflicto; entonces, me parece que hay una ficción terrible, en el sentido de que pensamos que firmamos en Cuba y se van acabar una serie de cosas que en realidad no están asociadas al conflicto. A mí me parecerá muy interesante ver cómo quienes entren a operar todo este proceso ya no tengan el “muñeco” de conflicto armado para mostrar los “esqueletos” de la política y de la economía colombiana. Esto va a ser muy interesante de analizar. LDA: ¿Cuál es el rol de la Comisión de la Verdad en la construcción de paz? AR: Lo primero sería preguntarse si la verdad produce paz o reconciliación, y sobre eso hay evidencia mixta. ¿Qué tipo de memoria y qué tipo de verdad necesitamos para estar en paz? Esto, desde las ciencias sociales, todavía no está claro. Sin embargo, en el proceso de política pública hay un dogma: necesitamos esto o no va a haber paz. A mí me sirve ser politóloga, y veo la utilidad de las comisiones de verdad como una manera por medio de la cual los actores políticos buscan espacios para reivindicarse. Lo mismo que la Comisión Histórica,

que produjo catorce informes. Eso no lo necesitamos desde el punto de vista de saber más del conflicto colombiano, sino para que las partes sientan que pueden contar su historia, y considero que la Comisión de Verdad cumpliría una función como ésa. Es decir, hay que entenderla como parte de una negociación política, no porque la sociedad colombiana esté clamando por verdad, sino como una forma de acabar el conflicto. La gente está mucho más preocupada por el trámite de su pensión y por saber cómo va a ser la indemnización, que por saber los componentes y la materialización de la justicia transicional. Me parece que debe debatirse para qué sirve la Comisión de Verdad y para qué no, y por qué se pide en este momento. Sé que es una de las formas a través de las cuales las FARC se van a sentir que pueden manifestar su verdad. AC: Creo que es un dispositivo; es de esas maquinarias que funcionan como una suerte de piñón para que un par de cosas se muevan para alguna parte. Reconciliación ni siquiera es un término que tiene un significado. Incluso todos los términos del evangelio del perdón, ninguno tiene una definición más o menos operativa; sin embargo, creo que es un dispositivo que en un momento particular se usa como parte de un arreglo institucional dentro de un proceso de negociación. El problema radica en que, de pronto, se le imponen demasiadas expectativas a esa historia, y esa historia, en el mejor de los casos, es tratar de llegar a alguna versión mínimamente consensuada del asunto. Una Comisión de Verdad que produce cuatro verdades no funciona sencillamente. Entonces creo que es un dispositivo político cuya estructura depende de un arreglo muscular político dentro un proceso de negociación. También depende de un balance social de cuánto quieren oír y cuánto no. Yo fui parte del grupo de Memoria Histórica, y he pensado cuál ha sido el impacto del trabajo del grupo de los últimos diez años, y tengo serias dudas sobre eso. Es decir, en el grupo los interesados podemos conocer el asunto, pero cuando el tema se sale del ámbito inmediato de víctimas y especialistas, es inexistente totalmente para el resto de la población. En Colombia cuál sería el mecanismo para que eso tuviera sentido, no solamente como una comisión kleenex, como decían en Sudáfrica, donde se les oían sus historias y se les daban kleenex para que limpiaran sus lágrimas. Sí creo yo que hay que hacerlo, y siendo un crítico, igualmente considero que es fundamental hacerlo. Es mejor tener una que no tener ninguna. En Sudáfrica, que se pintaba como una de las emblemáticas, tiene millones de huecos que están siendo capitalizados hoy en día, pero al menos pusimos en una balanza las responsabilidades colectivas de cosas, y es un proceso de investigación epistemológica lo que hace invisibles determinadas formas de violencia. Si a mí me preguntan para dónde movería yo una comisión de ésas, yo diría que una comisión tiene que integrar los archivos existentes en Colombia, los

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diferentes procesos de esclarecimiento y el concepto de víctima en una visión mucho más interactiva. Lo que pasa es que esto políticamente puede ser muy complicado, y por eso la Comisión de la Verdad no es una entelequia conceptual; su estructura va a depender de las cosas que se están negociando entre élites. El otro asunto finalmente es que tanto la jurisdicción especial como la Comisión que va a hacer audiencias públicas y el proceso de Justicia y Paz tienen una cantidad de información que va ser inmanejable para un investigador; es decir, ahí va a haber la necesidad de una articulación, y si la Comisión no logra articular eso, sencillamente esa información va a quedar ahí. Lo otro es la necesidad de una visión integradora. Sigo insistiendo sobre la necesidad de que todos deben asumir su dosis de responsabilidad o de lo contrario el asunto no funciona. Esto no puede ser solamente las FARC diciendo su verdad. Hay sectores del empresariado que han sido perniciosos, y sectores de las Fuerzas Militares que han sido responsables. Considero que todavía hay muchísimo esclarecimiento por hacer, y la Comisión no puede reducirse a contar historias, narraciones o testimonios alrededor de hechos más o menos esclarecidos, sino que tiene que tener una misión de esclarecimiento mínima. Por eso, los documentos del grupo de Memoria Histórica no son precisamente esclarecimiento, son sencillamente visiones de lo que significa el pasado, y yo creo que podría hacerse un buen libro de colegio, entre otras cosas, que podría ser muy útil. LDA: Cómo reconstruir la confianza entre Estado y guerrilla, que llevan enfrentados deslegitimándose por más de medio siglo, cuál es el rol que debe tener la academia en esta recuperación de confianza. AR: Empecemos por definir qué es la academia. Hay academias muy afines en los diferentes lados. Es decir, la academia en Colombia no significa científicos sociales o información, debatiéndola en un espacio libre como estamos haciendo nosotros hoy. Entonces, academia para mí no es un actor uniforme, en la medida en que hay ciertas lealtades muy claras con bandos de ambos lados. A este respecto, recuerdo un texto reciente que escribió Carlo Tognato de la Universidad Nacional de Colombia, que, entre otras cosas, dijo que en la Universidad Nacional es necesario hacer esfuerzos de esclarecimiento y establecer, de una vez por todas, cuál ha sido la relación de los docentes de la Universidad y algunos de los movimientos armados, y revelar cómo se han legitimado ideológicamente. Partiendo de eso, no veo que sea un solo rol el que puede jugar la academia. La autoría que se deriva del ser academia es ser más proclives, por naturaleza, a la libertad de cátedra y a generar un debate entre opiniones múltiples, sin ponernos a examinar si esa opinión tiene sustento empírico o no. Yo creo que es más una competencia por crear los espacios que una autoridad por la forma como hacemos las cosas y cómo producimos conocimiento.

Ahora, yo honestamente no creo que la confianza entre Estado y guerrilla venga del lado de la academia. Nace especialmente del trabajo que ha hecho la subcomisión de militares sentada en La Habana, donde militares de cada lado se han sentado y han hablado. AC: Finalmente, ¡la paz se hace entre guerreros! AR: Tener al frente efectivamente al que se tenía en el campo de batalla es la mejor manera en la cual sienten tranquilidad, ligado al tema que cuentan con alguien en cuya palabra creen. Luego hay otra cosa, y es la mecánica de la negociación; llevan tres años negociando los mismos equipos, y creo que la estabilidad del personal ha sido favorable para que se genere un respeto mutuo y una construcción de confianza. Por ejemplo, yo admiro profundamente el trabajo que ha hecho Humberto de la Calle, y también Sergio Jaramillo. Siento que en el equipo hay gente muy pila, muy capaz, entregada, y estoy segura que del otro lado podrán decir lo mismo, no lo sé. La seriedad con la que se maneja el proceso, “el palo” que se han dado y los tomates que han recibido tienen que caer en piel muy dura para poder aguantar lo que están aguantando, y eso debe generar confianza. AC: En últimas, el proceso se mueve porque aquellos que están en guerra literalmente, los soldados y los combatientes, son los que están dispuestos a pararse al frente y mirar a ver cómo se negocian las cosas. De ahí es donde radica la dificultad de que la irradiación de esas confianzas microscópicas de ese proceso en Cuba pase al resto de la sociedad, y ése es otro problema distinto. Sobre la academia, pienso que hay muchas, hay muchas universidades, hay muchas instituciones y muchas personas con agendas muy distintas. Yo pienso que de todos modos los dos o tres elementos básicos de todo esto es que las universidades tienen la responsabilidad de producir algún tipo de conocimiento sobre las cosas que están pasando. Primero, hay un tema de rigor intelectual, sino, dejan de ser universidades. Eso estará sometido a si hay diferencias de opinión y diferencias metodológicas; pero también creo que las universidades están en la responsabilidad de consolidar y crear conocimientos específicos sobre contextos específicos, y ampliar la discusión universitaria a otros ámbitos de la sociedad, de nuevo con sus multiplicidades de opiniones. Esto tiene que servir para un diálogo nacional más grande, y no solamente como eco mediático, sino como eco barrial, chiquito. Y por otro lado, también uno como persona tiene una responsabilidad de abrir los espacios y desnaturalizar muchas cosas. Uno como intelectual tiene el deber de tomar distancia del mundo para ver qué está pasando, tomar distancia incluso de su propio conocimiento, de lo que pasa alrededor, y crearse un pequeño nicho, si se quiere personal, e intelectual, para poder hablar con cierta independencia, entre otras cosas, de las universidades pero obviamente ésta es una posición mucho más personal.

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 122-129 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.10

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Referencias 1.

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3.

4.

Castillejo Cuéllar, Alejandro. 2013a. “Historical Injuries, Temporality and the Law: Articulations of a Violent Past in Two Transitional Scenarios”. Law and Critique 24 (3): 1-22. http://dx.doi.org/10.1007/s10978013-9127-z Castillejo Cuéllar, Alejandro. 2013b. Los archivos del dolor. Ensayos sobre la violencia y el recuerdo en la Sudáfrica contemporánea. Bogotá: Ediciones Uniandes. Castillejo Cuéllar, Alejandro. 2013c. “On the Question of Historical Injuries: Anthropology, Transitional Justice and the Vicissitudes of Listening” Anthropology Today 29 (1): 16-19. http://dx.doi.org/10.1111/14678322.12005 Castillejo Cuéllar, Alejandro. 2015. “La imaginación social del porvenir: reflexiones sobre Colombia y el prospecto de una Comisión de Verdad”. En Proceso de paz y perspectivas democráticas en Colombia con

5.

6.

7.

8.

prólogo de Víctor Manuel Moncayo C. (1ª Edición), Alejandro Castillejo Cuéllar, Eduardo A. Rueda Barrera, Edwin Nelson Agudelo Blandón y Natalia Quiceno Toro. Buenos Aires: Clacso. Rettberg, Angelika. 2002. “La organización empresarial y el fracaso de la acción colectiva: El empresariado colombiano durante la presidencia de Ernesto Samper (1994-1998)”, disertación doctoral, Boston University. Rettberg, Angelika. 2008a. Explorando el dividendo de la paz: impactos del conflicto armado en el sector privado colombiano. Resultados de una encuesta nacional. Bogotá: Universidad de los Andes. Rettberg, Angelika. 2008b. Reparación en Colombia: ¿Qué quieren las víctimas? Bogotá: Deutsche Gesellschaft für Technische Zusammenarbeit (GTZ) GmbH. Rettberg, Angelika, comp. 2012. Construcción de paz en Colombia. Bogotá: Ediciones Uniandes. http://dx.doi. org/10.7440/2012.23

Dos investigadores dialogan sobre la construcción de paz: Angelika Rettberg · Alejandro Castillejo | Liliana Duica Amaya

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Lecturas

José Luis Estrada Rodríguez, coord. 2014. Seguridad ciudadana: visiones compartidas 131-132 Beatriz Rosales Palmero – Universidad Autónoma del Estado de México

Ulrich Bröckling. 2015. El Self emprendedor. Sociología de una forma de subjetivación 133-136 Mauro Basaure – Universidad Andrés Bello, Chile

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Estrada Rodríguez, José Luis, coord. 2014. Seguridad ciudadana: visiones compartidas. México: Universidad Autónoma del Estado de México – Instituto de Administración Pública del Estado de México [253 pp.]. Beatriz Rosales Palmero* DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.11

América Latina se ha caracterizado durante los últimos años como una región violenta por la incidencia delictiva y el número de muertos en manos de la delincuencia organizada. Esto representa un dique para el desarrollo democrático y un obstáculo del desarrollo humano, porque se vulneran los derechos de los ciudadanos, en aras de mantener el orden y promover el orden social; por lo cual se busca por parte de los gobiernos transformar el paradigma de la seguridad pública, aquel relacionado con el control del régimen político, para dar lugar a la seguridad ciudadana. Este nuevo concepto es abarcado por el libro Seguridad ciudadana: visiones compartidas, mediante investigaciones teóricas y experiencias exitosas que rescatan el valor de incluir a los ciudadanos en la prevención de la violencia y la delincuencia. Comparte la visión de que es necesario transformar el entramado institucional para garantizar la disminución de la violencia y la delincuencia, como Bailey (2014), quien atribuye a la inacción del Estado el desarrollo de crimen e impunidad. La preocupación central es el modo en que la criminalidad y la violencia erosionan los derechos de los ciudadanos. En la obra se advierte cómo se han vulnerado las instituciones, y se muestra una debilidad institucional desde la perspectiva teórica y académica.

* Licenciada en Comunicación por la Universidad Autónoma del Estado de México. Consultora del Centro Estratégico de Estudios Municipales. * [email protected]

La seguridad ciudadana es un tema reciente dentro de la agenda gubernamental, vigente por la incidencia que tiene en todos los ciudadanos. La inseguridad no sólo se vincula actualmente con una región o país, sino que existen amenazas globales, los mercados delincuenciales traspasan continentes. Esta obra, coordinada por José Luis Estrada Rodríguez, presenta un balance de la discusión y el conocimiento acumulado sobre la transformación del Estado en materia de seguridad, del control en el uso de la fuerza; la apertura en la participación ciudadana, las políticas de prevención y el desarrollo de programas sociales que buscan atacar la proliferación de la violencia y la delincuencia desde sus causas.

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LECTURAS

La seguridad ciudadana como marco analítico Siguiendo el informe del PNUD (2013), Seguridad ciudadana: visiones compartidas adopta la perspectiva social, una concepción basada en el bienestar de las personas, y considera que la provisión de seguridad es un requisito indispensable para su desarrollo humano. Es interesante cómo considera la inseguridad y la violencia temas multidisciplinarios, por lo cual los autores no sólo toman una visión legalista o desde las ciencias políticas, sino también desde la psicología y las visiones sociológicas. Hasta hace unos años se planteaba en todas las políticas gubernamentales el concepto seguridad pública, limitando la acción de la justicia por medio de la Policía y con pocas acciones preventivas. En la actualidad, como lo plantean los autores del libro citado, establecen una redefinición del concepto para incluir derechos humanos, libertad, justicia social y participación ciudadana. Finalmente, la seguridad está vinculada no sólo con elementos delictivos, sino también con la legitimidad política y el respeto a las instituciones, como se aborda en los capítulos de manera detallada. El tema de la democratización en América Latina, por supuesto, que propicia una transformación en los paradigmas del control social y sus instrumentos jurídicos. Abre también una agenda de investigación, porque consideran los estudios con la perspectiva de la seguridad ciudadana que la falta de empleo, la pobreza, la inequidad o carencia de libertades se constituyen en obstáculos para la convivencia pacífica. El libro está dividido en tres grandes apartados: 1) epistemología de la violencia y la delincuencia, 2) debate actual de la seguridad ciudadana y 3) metodología aplicada a temas de seguridad ciudadana. En el primer apartado se ofrece un posicionamiento epistemológico sobre la violencia, sus causas y explicaciones desde la sociología. Promueve también la reflexión sobre la aproximación al control de la violencia, porque se asume siempre que puede controlarse desde las leyes y el Estado de Derecho, pero existen elementos culturales que fomentan la ilegalidad y operación de acciones criminales en México. En el segundo apartado, los autores construyen una argumentación muy sólida sobre los problemas que ha enfrentado el establecimiento del nuevo paradigma de la seguridad ciudadana; porque las políticas públicas en México no han abarcado a todos los actores, desde la propia Policía hasta el sistema de justicia, que requiere una renovación y transformación institucionales. Asimismo, se discute sobre el papel del Estado como el poseedor del uso legítimo de la fuerza, con la atenuante

que existe hacia el respeto de los derechos humanos y los avances democráticos que chocan con el autoritarismo operante en los sistemas policiacos creados para el control y sostenimiento del régimen político. El tercer apartado recoge evidencia empírica de encuestas, entrevistas y trabajo de campo. Logra distinguir y clasificar los diversos tipos de delincuencia, su forma de operar y, más grave aún, cómo ha logrado insertarse dentro del entramado institucional. Es decir, opera la delincuencia en México con la anuencia de los vecinos, hay tolerancia y aceptación, incluso, de la extorsión e ilegalidad. Asimismo, se demuestra la cohabitación de bandas criminales con el pueblo, por la tolerancia legal y falta de medidas enérgicas contra la delincuencia. Y distingue la delincuencia común (robos, asaltos, robo de vehículos y a casas de habitación) de la delincuencia organizada, que opera incluso en complicidad con las fuerzas del orden. Coincidente con Buscaglia (2014), que sostiene que los vacíos de poder en México han permitido el crecimiento exponencial del crimen y la corrupción por las fallas o ausencias del Estado. Este libro es resultado de la experiencia docente en la Universidad Autónoma del Estado de México, pionera en abordar esta perspectiva más humana, democrática, y es resultado de estudios y análisis realizados en los municipios y territorios mexicanos. Asimismo, este libro destaca de manera minuciosa cuáles han sido las transformaciones dentro del paradigma que ha pasado de la seguridad pública o seguridad nacional a la seguridad ciudadana, relacionado con un cambio en la Policía. En principio se establecieron los cuerpos de seguridad para cuidar al “rey”, para someter a los súbditos. Eso cambió con el tiempo, y actualmente el paradigma de la seguridad ciudadana plantea una nueva cultura policial bajo experiencias de otros países donde se construyó la Policía de proximidad, la Policía ciudadana e incluso la Policía comunitaria. La modificación es sustancial, de una visión punitiva a la prevención de los factores de riesgo.

Referencias 1. 2.

3.

Bailey, John. 2014. Crimen e impunidad. Las trampas de la seguridad en México. México: Debate. Buscaglia, Edgardo. 2014. Vacíos de poder en México. Cómo combatir la delincuencia organizada. México: Debate. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). 2013. Seguridad Ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina. Informe regional de desarrollo humano 2014-2014. http://www. undp.org/content/dam/rblac/img/IDH/IDH-AL%20 Informe%20completo.pdf

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 131-132 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.11

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Bröckling, Ulrich. 2015. El Self emprendedor. Sociología de una forma de subjetivación. Santiago de Chile: Editorial Universidad Alberto Hurtado [335 pp.]. Mauro Basaure* DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.12

La traducción mantiene acertadamente el título original de este libro —Das unternehmerische Selbst. Soziologie einer Subjektivierungsform—, que, con gran éxito y repercusión, Ulrich Bröckling publicó en 2007. Ello lo muestran no sólo las traducciones en varios idiomas y los premios recibidos, sino también el hecho de que no sea raro verlo citado junto a libros de la talla de The Corrosion of Character de Richard Sennett y de Le nouvel esprit du capitalisme de Luc Boltanski y Ève Chiapello; ambos parte de la biblioteca con la que Bröckling construyó su propia obra. Hoy es, ella misma, lectura clave de las investigaciones críticas sobre las formas de la gubernamentalidad neoliberal, las nociones de capital humano y de empresario de sí mismo. Esta última, cabe notar, hubiese sido también una buena alternativa de traducción a la escogida —Self emprendedor—. ¿Qué es el Self emprendedor o empresario de sí mismo? Es una forma particular de construcción de sujeto, de subjetivación, con pretensiones hegemónicas. No es un sujeto directamente, sino el hacer emerger —la realización de— un tipo de subjetividad. El Self emprendedor, dice Bröckling, es “[...] un sujeto en gerundio, no identificable sino que por realizar” (p. 47). La base conceptual y metódica más íntima para descifrar el estatus ontológico del Self emprendedor es la obra de Foucault; aunque también la noción de reconocimiento por interpelación de Althusser e, incluso, la teoría luhmanniana de sistemas en versión de Teubner y Hutter.

* Doctor en Filosofía por la Johann Wolfgang Goethe-Universität de Frankfurt (Alemania). Profesor de la Universidad Andrés Bello (Chile), investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES). Reseña realizada en el marco de los proyectos: Fondecyt 1140344; Fondecyt 1150790; Conicyt/Fondap/15130009. * [email protected]

Una de las cosas que hace de este estudio un libro fascinante es el permanente juego con paradojas, aparentes, conceptuales y prácticas. Una de ellas refiere a la noción de “ficción real” (Realfiktion) que Bröckling cita de estos últimos dos autores, cuando describen el homo oeconomicus y el homo jurídico, en cuanto operaciones semánticas del sistema económico y jurídico, respectivamente. En el capítulo dos, Bröckling señala que el Self emprendedor: “[...] no indica en absoluto una entidad empírica observable, sino un modo de apelar a los individuos como personas” (p. 46). Hacia el final del libro señala además que “[...] un Self emprendedor es tan inexistente como un mercado puro [...] existe sólo como [...] imputación contra-fáctica con pretensión normativa, como apelación, como punto de fuga de las tecnologías sociales y del Self, como campo de fuerza, como fuerza centrípeta” (p. 283). Ahora bien, por el

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hecho de parasitar de grandes principios normativos —como la autonomía, el mérito personal, por ejemplo—, esa pretensión normativa en particular, esa apelación, tiene en sí misma una tremenda fuerza performativa; fuerza que impulsa el carácter hegemónico de esta forma de subjetividad. Se trata, dice Bröckling, “[...] de una ficción real [...], de un Como-si muy poderoso que pone y mantiene en movimiento un proceso continuo de modificación y auto-modificación” (p. 283). Bröckling establece en este punto el paralelismo entre la “ficción real” y la noción de “reconocimiento” por interpelación de Althusser, por un lado, y la investigación de Foucault sobre el gobierno del Self, por el otro. “Del mismo modo que Althusser”, señala Bröckling, “Foucault concibe la subjetivación como un proceso formativo, en el que se funden condicionamiento social y automodelamiento. Mientras Althusser describe este proceso desde el modelo de significación lingüística, la atención de Foucault se centra con mayor énfasis en [...] aquel conjunto de formas de entendimiento, estrategias de condicionamiento, y tecnologías del yo que forman sujetos a partir de seres humanos y con las cuales ellos mismos se hacen sujetos” (p. 31). La gubernamentalidad neoliberal, por una parte, y la genealogía, por la otra, son los dos gestos investigativos foucaultianos claves de Bröckling. El Self emprendedor es una forma de pensarse a sí mismo y la disposición propia de una gubernamentalidad neoliberal, que gobierna al individuo, no mediante la restricción disciplinaria de sus acciones, sino, por el contrario, mediante la activación de ellas en cuanto empresario de sí mismo. Por otra parte, en la medida que Bröckling parte del hecho fehaciente que el Self emprendedor no sólo es una “ficción real” sino que amenaza hoy mismo como una forma hegemónica de producción de subjetividad, su trabajo de investigación requiere una genealogía; es decir, investigar a contrapelo del proceso de subjetivación, reconstruir el pasado en cuanto problematización crítica del presente. El libro es, en resumidas cuentas, la genealogía de un régimen de subjetivación particular —el del Self emprendedor— propio de la gubernamentalidad neoliberal, hegemónica en nuestro presente. Neoliberalismo no es sólo un conjunto de reformas estructurales a nivel económico-político, sino también una innovación ética, cultural, expresada en la ficción real del Self emprendedor, que administra y controla sus prácticas según la máxima de la optimización de sí mismo, según la lógica de la maximización de su propio capital humano. El de Bröckling es un libro de teoría crítica. Ello al menos en dos sentidos. Por un lado, en la medida que la investigación genealógica nos alerta de los problemas de una identificación ingenua con ciertos principios normativos —como autonomía, responsabilidad, autorrealización individual, e incluso la justicia meritocrática y el empoderamiento del sujeto— pues ellos han tendido a perder su sentido normativo emancipador original,

y se han invertido y transformado en normas que estabilizan prácticas de dominación. Con gran detalle y plasticidad, Bröckling muestra el proceso concreto que ha conducido a que dichos principios se transformen en prácticas de poder. Dos palabras sobre esto, que es donde se concentra gran parte del libro. La internalización de interpelaciones a la iniciativa personal, a mayor flexibilidad, a mayor creatividad, a la disposición a sacrificar cada vez más para optimizarse, etcétera; todas esas interpelaciones expresan la hegemonía de una gubernamentalidad según la cual el éxito o fracaso en los proyectos de vida —y con ello, las desigualdades sociales— no es causado en absoluto por las estructuras económicas, sino que resulta ser consecuencia de las diferencias individuales en el uso del tiempo. Todo tiempo —de trabajo y libre— es tiempo disponible para incrementar el propio capital; para lograr presentarse mejor a sí mismo como producto en un mercado competitivo. El libro no refiere sólo a las condiciones del trabajo en la empresa —no es sólo un libro de sociología del trabajo—. Trata más bien de la internalización de la lógica empresarial en la persona: la optimización incesante del potencial de autocomercialización se aplica a la persona como un todo, no sólo a las capacidades sino también, por ejemplo, a la dimensión estética del cuerpo, a la manipulación estética para ser más atractivo, a la dimensión anímica para irradiar felicidad, a la identidad, a los contactos, a la dimensión familiar para mostrar una vida privada equilibrada e hijos exitosos. Si uno sigue en esta dirección, rápidamente asalta la dimensión de la optimización vía manipulación genética; todas estas cosas son tematizadas por Bröckling. Todo lo anterior se debe a que, por una parte, según el modelo del Self emprendedor, nunca se puede ser verdaderamente Self emprendedor. Siempre se es algo menos de lo posible y, por tanto, se es siempre perfectible. Por la otra, la lógica de la competencia —que es el sentido final del direccionamiento sin sentido al que apela el Self emprendedor— siempre exige mejorar la propia posición. En la propia empresa, en uno mismo, no existen ni el óptimo, ni la cesantía, ni la estabilidad. Según esto, mientras que el éxito se reserva a quienes usan hábilmente el tiempo para optimizar su capital humano, el fracaso expresa alguna forma de debilidad de carácter, despreocupación, desidia. En cualquier caso, se es siempre responsable del propio destino. La infelicidad es responsabilidad propia, no sólo porque no se ha hecho lo debido en el pasado sino también porque no se es suficientemente positivo en el presente, ni se ha decidido a ser lo que se puede ser. Pero eso también se puede mejorar: una serie de tecnologías vienen en auxilio. Se trata de todo aquello que apoya la optimización y el rendimiento, el coaching orientado al empoderamiento, al self management, libros de autoayuda, marketing, etcétera. Incluso,

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 133-136 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.12

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agregaría yo, algo no presente en el libro, las aplicaciones de celular orientadas a tener control sobre sí mismo, sus actividades, su rendimiento. Evidentemente, todas estas tecnologías no tendrían gran sentido si, como contraparte, no tuviesen una serie de sistemas de evaluación de calidad, de rendimiento, de acreditación, de optimización de los procesos, el benchmarking, y de actualización del estado de la competencia, etcétera. Si todo lo anterior tiene el efecto crítico de la genealogía, que pone de cabeza ciertos principios normativos claves de nuestro presente, y además —con base en formulaciones retóricas, como la paradoja, la antítesis, el oxímoron— tiene un efecto sorprendente y perturbador del sentido común, el libro de Bröckling también apoya su sentido crítico en lo que se puede llamar los efectos autodestructivos que tiene la subjetividad del Self emprendedor. Esto, pues su lógica transgresora e ilimitada se extiende sobre una psique y un cuerpo concretos y con límites. La enfermedad y la vejez son los más evidentes. Las enfermedades de nuestro tiempo son la depresión, el burnout, el estrés; causados por cómo vivimos el tiempo, sin pausa ni límite, y con el sentimiento permanente de no estar haciendo lo suficiente, de no rendir lo máximo. Pero Bröckling va más allá y enciende una alarma: lo peor no es sólo acercarse al límite psíquico y corporal del individuo, sino el esfuerzo permanente por ir más allá de esos límites, por responder a los signos del límite del cuerpo con más esfuerzo. Esto porque reconocer esos límites es reconocer la in-capacidad, la falta de competitividad. Que los individuos tomen menos licencias laborales tal vez no se debe a que estén menos enfermos, sino a la inseguridad de mostrarse incapaces, sin capital humano. Cabría preguntarse aquí si es esta lógica la que está detrás del enorme éxito del café, o el de las bebidas energizantes, de los complejos vitamínicos, etcétera. El resultado —finalmente no funcional y contrario a lo esperado—, dice Bröckling hacia el final del libro, es en efecto “el individuo incapaz”. “Donde se exige actividad, ya no tiene motivación, donde se exige creatividad, no se le ocurre nada, enfrenta las exigencias de mayor flexibilidad con marasmo emocional; en vez de elaborar proyectos y conectarse en red, se encierra en sí mismo; las estrategias de empoderamiento rebotan en su sentido de impotencia; su autoconciencia es sobre todo inseguridad de sí mismo; le falta tanto poder de decisión como valor para correr riesgos; en vez de irradiar su buen ánimo es infinitamente triste” (p. 289). Esto estaría abriendo de nuevo las puertas a una psiquiatrización de la sociedad. Como buen foucaultiano, el diagnóstico de Bröckling es sombrío. La alerta ya está puesta, y con eso, el trabajo está cumplido. Él, sin embargo, deja abierta la pregunta por una subjetividad emancipada de la del Self emprendedor. Hay quienes se apurarían a ver que esa subjetividad

emancipada se podría lograr anteponiendo otra “ficción real”, contraria a la ficción real del Self emprendedor; tal vez con libros de autoayuda que nos entrenen para ser más relajados, conformistas, para no ser siempre autooptimizadores, para ser aburridos, no creativos, o directamente flojos. En el extremo, el Ni-Ni —ni trabaja ni estudia— vendría a ser una especie de modelo del sujeto emancipado. Pero, evidentemente, un tal programa contrahegemónico sólo reproduciría el mecanismo de la programación de la subjetivad. Como lo sabía Adorno, la teoría crítica no puede usar el mecanismo que critica para contrarrestar el efecto de lo criticado. La autonomía individual no puede ser una exigencia explícita, no puede ser propaganda. La pregunta en todo caso queda abierta en la forma de un desafío. En lo personal, este fascinante libro de Bröckling resulta ser una invitación a continuar investigando de modo interdisciplinario. Algunos ejemplos de la repercusión de El Self emprendedor son los siguientes: citando a Bröckling, Thomas Lemke estudia críticamente la responsabilización individual por la (no) emergencia efectiva de enfermedades potenciales, diagnosticadas según la información genética que puede entregársele a cada cual. También citando a Bröckling, y también de modo crítico, Alex Demirović estudia cómo la conciencia ordinaria de la contingencia, de que todo es o se ha vuelto contingente —cuestión expresada también a nivel teórico—, ha devenido parte del sentido común; y con ello, también el convencimiento de que la responsabilidad sobre el propio destino no es algo que pueda externalizarse. El Self emprendedor, tal como lo estudia Bröckling, es también un libro clave cuando Andreas Reckwitz describe críticamente las transformaciones actuales de las formas de subjetividad. Beate Rösler, por su parte, busca ampliar la perspectiva de Bröckling, insistiendo —en clave de la primera teoría crítica de Frankfurt— en la relevancia del estudio sobre los tipos de carácter susceptibles de identificarse en mayor medida con la forma de subjetividad que es el Self emprendedor. Esta lista, que podría continuar, se engrosará seguramente en el ámbito hispanohablante con la presente traducción. En lo personal, veo al menos tres ámbitos de investigación claves que pueden ser iluminados desde este libro: aquel relativo a la irritabilidad cotidiana como expresión de la tiranía del tiempo de la autooptimización; aquel concerniente a las formas culturales en que se expresan tanto la hegemonía como la crítica del Self emprendedor, en la literatura, la ciencia ficción, los casting shows y buscadores de talento. Por último, es clave hoy investigar hasta qué punto el principio de justicia meritocrático está conectado efectivamente al éxito y la movilidad social o se ha vuelto más bien mera retórica motivacional y mecanismo de disciplinamiento en una sociedad desigual, donde es la cuna, y no el emprendimiento, lo que decide finalmente sobre el éxito. El Self emprendedor. Sociología de una forma de subjetivación | Mauro Basaure

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LECTURAS

Referencias 1.

2.

Demirović, Alex. 2001. “Herrschaft durch Kontingenz”. En Flexibler Kapitalismus Analyse, Kritik und politische Praxis, editado por Hans-Jürgen Bieling, Klaus Dörre, Jochen Steinhilber, Hans-Jürgen Urban, 208-224. Hamburgo: VSA. Lemke, Thomas. 2006. Die Polizei der Gene. Formen und Felder genetischer Diskriminierung. Fráncfort del Main – Nueva York: Campus.

3.

4.

Reckwitz, Andreas. 2006. Das hybride Subjekt. Eine Theorie der Subjektkulturen. von der bürgerlichen Moderne zur Postmoderne. Weilerswist: Velbrück Wissenschaft. Rösler, Beate. 2009. “Autonomie und Ambivalenz”. En Sozialphilosophie und Kritik, editado por Rainer Forst, Martin Hartmann, Rahel Jaeggi y Martin Saar, 359-383. Fráncfort: Suhrkamp.

rev.estud.soc. No. 56 • abril-junio • Pp. 133-136 • ISSN 0123-885X • eISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res56.2016.12

137 La Revista de Estudios Sociales agradece la colaboración especial de las siguientes personas como árbitros de este número: Leisy Abrego – University of California, Los Angeles, Estados Unidos Carla Alberti – Brown University, Estados Unidos Cristóbal Aljovín de Losada – Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú Andrea Aravena Reyes – Universidad de Concepción, Chile Decsi Arévalo H. – Universidad de los Andes, Colombia Mauro Basaure – Universidad Andrés Bello, Chile Javier Bassi – Universidad de Chile Juan Benavides – Fedesarrollo, Colombia Bálint Ábel Bereményi – Universitat Autònoma de Barcelona, España Juan Bermúdez Lobera – Consejo Nacional de Población México Jaime Borja – Universidad de los Andes, Colombia Felipe Burbano de Lara – Flacso, Ecuador Silvia Carrasco Pons – Universitat Autònoma de Barcelona, España Enrique Chaux – Universidad de los Andes, Colombia Carlos Del Cairo – Pontificia Universidad Javeriana Blanca Deusdad – Universidad Rovira I Virgili, España Michel Duquesnoy – Universidad Bernardo O´Higgins, Chile Javier Esteinou Madrid – Universidad Autónoma Metropolitana, México Jorge Óscar Folino – Universidad Nacional de La Plata, Argentina Guillaume Fontaine – Flacso, Ecuador Mary García Castro – Universidad Catolica de Salvador-Bahia / Flacso, Brasil Rafat Ghotme – Universidad Militar Nueva Granada, Colombia Ana Carolina González – Universidad Externado de Colombia Luís Antonio Groppo – Universidade Federal de Alfenas, Brasil Marcela Paz Herrera Vergara – Universidad de Santiago de Chile Jorge Enrique Horbath Corredor – El Colegio de la Frontera Sur, México Rafael Huertas – Consejo Superior de Investigaciones Científicas, España Juana Kovalskys Szvarc – Pontificia Universidad Católica de Chile Natalia Martínez Prado – Universidad Nacional de Córdoba, Argentina Germán Morales – Pontificia Universidad Católica de Chile Mauricio Nieto Olarte – Universidad de los Andes, Colombia Pablo Nocera – Universidad de Buenos Aires, Chile Sagrario Ramírez Dorado – Universidad Complutense de Madrid, España Ariana Reano – Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) / Conicet, Argentina Pablo Rodríguez – Universidad Nacional de Colombia Stephan Rosiny – German Institute of Global and Area Studies, Alemania José Sanmartín Esplugues – Universitat de Valencia, España Josep Simon – Universidad del Rosario, Colombia Jeremy Slack – The University of Texas at El Paso, Estados Unidos Juan José Tamayo-Acosta – Universidad Carlos III de Madrid, España Felipe Tello Navarro – Universidad Alberto Hurtado, Chile Frank Usarski – Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, Brasil Luis Fernando Villafuerte Valdés – Universidad Veracruzana, México Peter Wade – The University of Manchester, Reino Unido Aaron Y. Zelin – The Washington Institute for Near East Policy, Estados Unidos

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Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

P O L Í T I C A

E D I T O R I A L

Normas para Autores Tipo de artículos, fechas y modalidades de recepción

La Revista de Estudios Sociales (RES) publica artículos inéditos en español, inglés o portugués que presenten resultados de investigación en ciencias sociales y reflexiones o revisiones teóricas que aporten a debates relevantes en este campo. La Revista publica también reseñas y ensayos bibliográficos con orientación crítica sobre temas propios de disciplinas como antropología, historia, sociología, ciencia política, filosofía, psicología, estudios culturales. En casos excepcionales se incluyen artículos que ya han sido publicados, siempre y cuando se reconozca su pertinencia dentro de las discusiones y problemáticas abordadas en la Revista, y su contribución a la consolidación del diálogo y el intercambio de ideas en los debates vigentes de la academia. Todos los artículos publicados cuentan con un número de identificación DOI, que de acuerdo con las políticas editoriales internacionales, debe ser citado por los autores que utilizan los contenidos, al igual que el título abreviado de la Revista: rev.estud.soc. Las fechas de recepción de artículos de tema abierto y para dossier se informarán en las respectivas convocatorias. Los artículos deben ser remitidos a través del formulario que se encuentra en la página web http://res.uniandes. edu.co o enviados al correo electrónico [email protected]. co. Los artículos presentados no deben estar en proceso de evaluación ni tener compromisos editoriales con ninguna otra publicación. La recepción de un texto se acusará de inmediato y los resultados de la evaluación se informarán en un plazo máximo de seis meses. La Revista de Estudios Sociales no cobra a los autores los costos de los procesos editoriales.

los nombres de los autores como los de los evaluadores se mantienen en el anonimato. La decisión final de publicar o rechazar los artículos es tomada por el Equipo Editorial, con base en los informes presentados por los evaluadores; esta decisión es comunicada al autor por medio de un concepto escrito emitido por el Editor de la Revista. Las observaciones de los evaluadores, así como las del Equipo Editorial, deberán ser tenidas en cuenta por el autor, quien hará los ajustes solicitados en el plazo estipulado por la Revista. La fecha de publicación informada por los editores se cumplirá, siempre y cuando el autor haga llegar toda la documentación solicitada en el plazo indicado. Durante el proceso de edición, los autores podrán ser consultados por los editores para resolver las inquietudes existentes. No obstante, la Revista se reserva el derecho de hacer correcciones de estilo menores. Tanto en el proceso de evaluación como en el proceso de edición, el correo electrónico constituye el medio de comunicación privilegiado con los autores.

Parámetros para la presentación de artículos

Es requisito indispensable que en el momento de la remisión los artículos cumplan con los parámetros establecidos por la Revista de Estudios Sociales: •

• La Revista somete todos los artículos que recibe en sus convocatorias a la herramienta de detección de plagio. Cuando se detecta total o parcialmente (sin la citación correspondiente) plagio, el texto no se envía a evaluación y se notifica al autor el motivo del rechazo. Teniendo en cuenta la cantidad de artículos que recibe la Revista de Estudios Sociales en cada convocatoria, no se publicaran artículos de un mismo autor en un periodo de dos años.

Evaluación de artículos y proceso editorial

Al recibir un artículo el Equipo Editorial revisa si cumple con los requisitos básicos exigidos por la Revista. Posteriormente los artículos son sometidos a un proceso de arbitraje a cargo de evaluadores internacionales, quienes pueden formular sugerencias al autor. Durante la evaluación, tanto





Estar escritos en formato Word, en letra Times New Roman tamaño 12, con interlineado 1 ½ , paginado, en papel tamaño carta y con márgenes de 2,5 cm. Las notas a pie de página deben estar en Times New Roman 10 y a espacio sencillo. Tener una extensión entre 7.000 y 10.000 palabras en total, incluidos los resúmenes y las palabras clave, la bibliografía y las notas a píe de página, entre otros. Tener resumen del artículo en español, no superior a 120 palabras, y su respectiva traducción al inglés. El título del texto debe ser presentado igualmente en ambos idiomas. Tener entre tres y seis palabras clave que identifiquen el artículo, tanto en inglés como en español. Las palabras clave deben reflejar el contenido del documento, y por ello es necesario que señalen las temáticas precisas del artículo, rescatando las áreas de conocimiento en las que se inscribe y los principales conceptos. Se recomienda revisar los términos y jerarquías establecidos en los listados bibliográficos (THESAURUS), y buscar correspondencia entre títulos, resúmenes y palabras clave. Cuando una palabra no se encuentre normalizada en THESAURUS, debe señalarse.

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• •





Estar escritos en un lenguaje académico accesible a públicos de diferentes disciplinas. En un archivo aparte incluir los datos de los autores: títulos académicos, lugar de trabajo o estudio actual, grupo de investigación al que pertenecen, últimas dos publicaciones y correo electrónico. En ese mismo archivo incluir la información de procedencia del artículo. En caso de que éste sea resultado de una investigación, la información del proyecto del que hace parte y el nombre de la institución financiadora. Cuando los contenidos utilizados tengan un número de identificación DOI este debe incluirse en el listado de referencias.

Reglas de edición •





La primera vez que se use una sigla o abreviatura, ésta deberá ir entre paréntesis después de la fórmula completa; las siguientes veces se usará únicamente la sigla o abreviatura. Las citas textuales que sobrepasen cuatro renglones deben colocarse en formato de cita larga, a espacio sencillo, tamaño de letra 11 y márgenes reducidos. La Revista de Estudios Sociales utiliza el formato Author-Date References de Chicago Manual of Style para presentar las citas y referencias incluidas en el artículo. Deben tenerse en cuenta los detalles de puntuación exigidos (coma, punto, dos puntos, paréntesis, etc.) y la información requerida. El listado bibliográfico debe incluir las referencias que han sido citadas dentro del texto (en una relación 1 a 1), enumeradas y en orden alfabético. Es indispensable incluir los nombres completos de los autores y/o editores en cada una de las referencias.

A continuación se presentan los ejemplos que muestran las diferencias entre la forma de citar dentro del texto (T) y la forma de citar en la lista bibliográfica (B). Libro de un solo autor: T: (Abello 2003, 56) B: Abello, Ignacio. 2003. Violencias y culturas. Bogotá: Universidad de los Andes – Alfaomega Colombiana. Libro de dos o tres autores: T: (Drennan, Herrera y Uribe 1989, 27) B: Drennan, Robert, Luisa Fernanda Herrera y Carlos Alberto Uribe. 1989. Cacicazgos prehispánicos del Valle de la Plata. El contexto medioambiental de la ocupación humana. Tomo 1. Bogotá: Pittsburg University – Universidad de los Andes. Cuatro o más autores: T: (Laumann et al. 1994, 30) B: Laumann, Edward, John Gagnon, Robert Michael y Stuart Michaels. 1994. The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States. Chicago: University of Chicago Press. Capítulo de libro: T: (Saldarriaga 2004, 32-33) B: Saldarriaga, Lina María. 2004. “Aprendizaje cooperativo”.

En Competencias ciudadanas: de los estándares al aula. Una propuesta integral para todas las áreas académicas, editado por Enrique Chaux, Juanita Lleras y Ana María Velásquez, 102-135. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional – Universidad de los Andes. Introducciones, prefacios o presentaciones: T: (Sanders 2014, 15) B: Sanders, James. 2014. Introducción/prefacio/presentación a The Vanguard of the Atlantic World: Creating Modernity, Nation, and Democracy in NineteenthCentury Latin America. Durham: Duke University Press. Artículo de revista (impresas o en línea): T: (Aguilar 2008, 27) B: Gutiérrez Rivera, Lirio. 2008. “Assimilation or Cultural Difference? Palestinian Immigrants in Honduras”. Revista de Estudios Sociales 48: 57-68. http://dx.doi.org/10.7440/ res48.2014.05. En caso de que la revista tenga volumen y número, se citará de la siguiente manera: Apellido, Nombre. Año. Título. Nombre de la revista volumen, no. #: Páginas. Ejemplo: Guttman, Allen. 2003. “Sport, Politics and the Engaged Historian”. Journal of Contemporary History 38 (3): 363-375. Artículo de prensa (con autor y sin él): T: (Martin 2002) B: Martin, Steve. 2002. “Sports-interview Shocker”. New Yorker, 6 de mayo, 30, http://www.cabrini.edu/Library/ documents/ChicagoStyleGuide.pdf. T: (“Aprenda usted a vivir” 1966) B: “Aprenda usted a vivir: nuestro enemigo cada día”. 1966. El Correo, 22 de enero, 12. Reseña de libro: T: (Duque 2008) B: Duque, Juliana. 2008. Reseña del libro Alimentación, género y pobreza en los Andes ecuatorianos, de Mary Weismantel. Revista de Estudios Sociales 29: 177-178. Tesis o disertación y otros documentos inéditos: T: (Amundin 1991, 22-29) B: Amundin, Mats. 1991. “Click Repetition Rate Patterns in Communicative Sounds from the Harbour Porpoise, Phocoena phocoena”, disertación doctoral, Stockholm University. Ponencias: T: (Doyle 2002) B: Doyle, Brian. 2002. “Howling Like Dogs: Metaphorical Language in Psalm 59”. Ponencia presentada en el Annual International Meeting for the Society of Biblical Literature. The University of Chicago. Documentos recuperados de internet: T: (Sabo 2000) B: Sabo, Don. 2000. Comprender la salud de los hombres: un enfoque relacional y sensible al género. Organización Panamericana de La Salud. www.bvs-psi.org.br. Nota: en ningún caso se utiliza op. cit., ibid. o ibidem.

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Los artículos que incluyan fuentes de archivo deben presentar las referencias en notas a pie de página numeradas, de manera que faciliten al lector la identificación y el acceso a los documentos en el archivo correspondiente. Es necesario indicar: Siglas del archivo, Sección, Fondo, vol./leg./t., f. o ff. (lugar, fecha, y otros datos pertinentes). La primera vez se cita el nombre completo del archivo con la abreviatura entre paréntesis, y después, sólo la abreviatura. Al final del texto, deben recogerse todas las referencias primarias en un listado separado del bibliográfico. Presentar los cuadros, tablas, imágenes y gráficas numerados al final del documento, y para el caso de imágenes o gráficas muy pesadas, en archivo aparte (jpg o tiff 300 dpi y 240 pixeles). Es responsabilidad del autor gestionar y entregar a la Revista el permiso para la publicación de las imágenes que lo requieran. Es necesario que dentro del texto se indique el lugar donde se ubica cada cuadro/tabla/imagen/gráfico. Esta instrucción se presenta entre paréntesis, de la siguiente manera: [Insertar Cuadro 1 aquí] Estos recursos deben incluirse en número moderado y buscando siempre que sean claros, legibles y pertinentes para la argumentación del artículo.

Parámetros para la presentación de reseñas •

• • •



Estar escritas en formato Word, en letra Times New Roman tamaño 12, paginado, en papel tamaño carta y con márgenes de 2,5 cm. Tener una extensión de entre 4 y 12 páginas (espacio doble). Incluir datos completos del texto reseñado (autor, título, fecha, ciudad, editorial y páginas totales). Incluir los datos del autor: títulos académicos, lugar de trabajo o estudio actual, grupo de investigación al que pertenece y correo electrónico. Se espera que las reseñas no solamente den cuenta del contenido del libro, sino que incorporen una perspectiva crítica y analítica.

Indicaciones para los autores • •



Cada autor recibirá dos ejemplares de cortesía de la Revista de Estudios Sociales. Los autores y/ o titulares de los artículos aceptados autorizan la utilización de los derechos patrimoniales de autor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución) a la Universidad de los Andes/ Facultad de Ciencias Sociales, para incluir su escrito o artículo en la Revista de Estudios Sociales (versión impresa y versión electrónica). En caso de que un artículo quiera incluirse posteriormente en otra publicación, deben señalarse claramente los datos de la publicación original en la Revista de Estudios sociales, previa autorización del Equipo Editorial de la Revista.

Políticas éticas Publicación y autoría

La Revista de Estudios Sociales hace parte de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia), encargada del soporte financiero de la publicación. Se encuentra ubicada en el Edificio Franco, Of. GB-417. La dirección electrónica de la Revista es http://res.uniandes. edu.co/ y su correo [email protected] El teléfono de contacto es el 3394999, extensiones 4819. Cuenta con la siguiente estructura: un director, un editor, un coordinador editorial y un consejo editorial que garantizan la calidad y pertinencia de los contenidos de la Revista. Los miembros del consejo son evaluados anualmente en función de su reconocimiento en el área y de su producción académica, visible en otras revistas nacionales e internacionales. Los artículos presentados a la Revista deben ser originales e inéditos y estos no deben estar simultáneamente en proceso de evaluación ni tener compromisos editoriales con ninguna otra publicación. Si el manuscrito es aceptado, los editores esperan que su aparición anteceda a cualquier otra publicación total o parcial del artículo. Si el autor de un artículo quisiera incluirlo posteriormente en otra publicación, la Revista donde se publique deberá señalar claramente los datos de la publicación original, previa autorización solicitada al editor de la Revista. Así mismo, cuando la Revista tiene interés de publicar un artículo que ya ha sido previamente publicado se compromete a pedir la autorización correspondiente a la editorial que realizó la primera publicación.

Responsabilidades del autor

Los autores deben remitir sus artículos a través del siguiente enlace y enviarlo al siguiente correo electrónico: [email protected] en las fechas establecidas por la Revista para la recepción de los artículos. La Revista tiene normas para los autores de acceso público, que contienen las pautas para la presentación de los artículos y reseñas, así como las reglas de edición. Se puede consultar en: http://res.uniandes.edu.co/page.php?c=Politica+Editorial y en la versión impresa de la Revista. Si bien los equipos editoriales aprueban los artículos con base en criterios de calidad, rigurosidad investigativa y teniendo en cuenta la evaluación realizada por pares, los autores son los responsables de las ideas allí expresadas, así como de la idoneidad ética del artículo. Los autores tienen que hacer explícito que el texto es de su autoría y que en el mismo se respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros. Si se utiliza material que no sea de propiedad de los autores, es responsabilidad de los mismos asegurarse de tener las autorizaciones para

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el uso, reproducción y publicación de cuadros, gráficas, mapas, diagramas, fotografías, etc. También aceptan someter sus textos a las evaluaciones de pares externos y se comprometen a tener en cuenta las observaciones de los evaluadores, así como las del equipo editorial, para la realización de los ajustes solicitados. Estas modificaciones y correcciones al manuscrito deberán ser realizadas por el autor en el plazo que le sea indicado por el editor de la Revista. Luego que la Revista reciba el artículo modificado, se le informará al autor acerca de su completa aprobación. Cuando los textos sometidos a consideración de la Revista no sean aceptados para publicación, el editor enviará una notificación escrita al autor explicándole los motivos por los cuales su texto no será publicado en la Revista. Durante el proceso de edición, los autores podrán ser consultados por los editores para resolver las inquietudes existentes. Tanto en el proceso de evaluación como en el proceso de edición, el correo electrónico constituye el medio de comunicación privilegiado con los autores. El equipo editorial se reserva la última palabra sobre la publicación de los artículos y el número en el cual se publicarán. Esa fecha se cumplirá siempre y cuando el autor haga llegar toda la documentación que le es solicitada en el plazo indicado. La Revista se reserva el derecho de hacer correcciones menores de estilo. Los autores de los textos aceptados autorizan, mediante la firma del “Documento de autorización de uso de derechos de propiedad intelectual”, la utilización de los derechos patrimoniales de autor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución) a la Universidad de los Andes, para incluir el texto en la Revista (versión impresa y versión electrónica). En este mismo documento los autores confirman que el texto es de su autoría y se respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros.

Revisión por pares/responsabilidad de los evaluadores

A la recepción de un artículo, el equipo editorial evalúa si cumple con los requisitos básicos exigidos por la Revista. El equipo editorial establece el primer filtro, teniendo en cuenta formato, calidad (objetivo, marco teórico, metodología, conclusiones y bibliografía). Después de esta primera revisión, se definen los artículos que iniciarán el proceso de arbitraje. Los textos son, en esta instancia, sometidos a la evaluación de pares académicos internacionales y al concepto del equipo editorial, quien se reserva la última palabra de los contenidos a publicar. El resultado será comunicado al autor en un período de hasta seis meses a partir de la recepción del artículo. Cuando el proceso de evaluación exceda este plazo, el editor deberá informar al autor dicha situación. Todos los artículos que pasen el primer filtro de revisión serán sometidos a un proceso de arbitraje a cargo de evaluadores internacionales, quienes podrán formular

sugerencias al autor, señalando referencias significativas que no hayan sido incluidas en el trabajo. Estos lectores son, en su mayoría, externos a la institución y en su elección se busca que no tengan conflictos de interés con las temáticas sobre las que deben conceptuar. Ante cualquier duda se procederá a un remplazo del evaluador. La Revista cuenta con un formato que contiene preguntas con criterios cuidadosamente definidos, que el evaluador debe responder sobre el artículo objeto de evaluación. A su vez, tiene la responsabilidad de aceptar, rechazar o aprobar con modificaciones el artículo arbitrado. Durante la evaluación, tanto los nombres de los autores como de los evaluadores serán mantenidos en completo anonimato.

Responsabilidades editoriales El equipo editorial de la Revista, con la participación de los comités editorial y científico, es responsable de definir las políticas editoriales para que la Revista cumpla con los estándares que permiten su posicionamiento como una reconocida publicación académica. La revisión continua de estos parámetros asegura que la Revista mejore y llene las expectativas de la comunidad académica. Así como se publican normas editoriales, que la Revista espera sean cumplidas en su totalidad, también deberá publicar correcciones, aclaraciones, rectificaciones y dar justificaciones cuando la situación lo amerite. El equipo es responsable, previa evaluación, de la escogencia de los mejores artículos para ser publicados. Esta selección estará siempre basada en la calidad y relevancia del artículo, en su originalidad y contribuciones al conocimiento social. En este mismo sentido, cuando un artículo es rechazado la justificación que se le da al autor deberá orientarse hacia estos aspectos. El editor es responsable del proceso de todos los artículos que se postulan a la Revista, y debe desarrollar mecanismos de confidencialidad mientras dura el proceso de evaluación por pares hasta su publicación o rechazo. Cuando la Revista recibe quejas de cualquier tipo, el equipo debe responder prontamente de acuerdo a las Normas establecidas por la publicación, y en caso de que el reclamo lo amerite, debe asegurarse de que se lleve a cabo la adecuada investigación tendiente a la resolución del problema. Cuando se reconozca falta de exactitud en un contenido publicado, se consultará al comité editorial, y se harán las correcciones y/o aclaraciones en la página Web de la Revista. Tan pronto un número de la Revista salga publicado el editor tiene la responsabilidad de su difusión y distribución a los colaboradores, evaluadores y a las entidades con las que se hayan establecido acuerdos de intercambio, así como a los repositorios y sistemas de indexación nacionales e internacionales. Igualmente, el editor se ocupará del envío de la Revista a los suscriptores activos.

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E D I T O R I A L

P O L I C Y

Instructions for Authors Types of articles, submission dates and guidelines

The Revista de Estudios Sociales (RES) publishes previously unpublished articles in Spanish, English and Portuguese that present the results of research in the social sciences, and reflections or theoretical reviews that contribute to relevant debates in this field. The RES also publishes bibliographical reviews and essays with a critical orientation on topics proper to fields such as anthropology, history, sociology, political science, philosophy, psychology, and cultural studies. In exceptional cases, articles that have been published previously may also be included, but only when their relevance within the discussions and problem areas dealt with in the journal is recognized, as well as their contribution to the consolidation of dialogue and the exchange of ideas in current academic debates. All the articles published have a DOI identification number which, according to international editorial policies, must be cited by the authors who use the contents, along with the abbreviated title of the journal: rev.estud.soc. Submission deadlines for open-topic articles and issue-specific topics are announced in each call for papers. For publication in RES, articles must be sent directly in the form posted on the journal’s web page at http://res. uniandes.edu.co or by e-mail to [email protected] . The articles submitted should not be undergoing evaluation nor have any commitments for publication elsewhere. Receipt of a text will be acknowledged immediately and the results of its evaluation will be made known within a maximum period of six months. The Revista de Estudios Sociales does not require any article processing charges from the authors.

process in which the evaluators can also make suggestions to the author regarding the article. The names of the authors and the evaluators will remain anonymous throughout the evaluation process. The final decision to either publish or reject an article is made by the Editorial Board, based on the results of the peer evaluation, and is communicated to the author in writing by the editor of RES. Observations made by the evaluators and by the Editorial Board must be taken into account by the author, who will make the necessary adjustments within the time limit set by the editor. The Editorial Board has the final say regarding the publication of articles and the issue in which each article will be published. The author will be informed of the decision immediately, provided that all required documentation has been presented within the established deadlines. During the editing process, authors may be called on to resolve any doubts that arise, but the journal reserves the right to proofread and correct any minor errors detected in the text. E-mail will normally be used for communicating with the author during the evaluation and editing processes.

Instructions for Submitting Articles

All articles submitted must comply with the following requirements established for publication in RES: •

• All articles submitted for publication in RES undergo a plagiarism-detection process. When plagiarism – either total, or partial (i.e., without the corresponding citation) – is detected, the text will not be considered for evaluation and the author will be notified of the reason for its rejection. Given the large number of articles submitted in each call for papers, the journal will not publish more than one article by the same author within a two-year period.

Editorial Policy

When an article is received, the Editorial Board assesses it to see whether it meets the basic requirements established for publication by the journal. All articles accepted for consideration are subjected to international peer-review





They should be submitted in Word format, US letter, Times New Roman 12-point font, paginated, 1½ Line spacing, with 2.5cm margins. Footnotes should be set in Times New Roman 10-point font, single spaced. Articles should be from 7,000 to 10,000 words long, including abstracts, key words and footnotes. Every article must include an abstract of no more than 120 words, and a list of 3 to 6 key words to identify the article and indicate precise topics it deals with. The title, abstract and key words must all be presented in English as well as in Spanish, and both versions are to be included in the form for submitting articles. Have between 3 and 6 key words which identify the article, in English as well as in Spanish. It is necessary that both groups be included in the form for sending articles. The key words should reflect the contents of the document and it is therefore necessary thatthey point out the precise themes of the article, covering the areas of knowledge in which they fall and the principle concepts. It is recommended that the terms and hierarchies in the bibliographical lists (THESAURUS)

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• •



be reviewed and correspondence between titles, summaries and key words be sought. Articles should be written in language that is accessible to readers from a variety of different fields. Author information must be presented in a separate document and details should include the full name, address, phone number, e-mail address, academic degrees, institutional affiliation, current position, current studies, and publications in books and journals. This separate sheet should also indicate the research study on which the article is based and how it was funded. When the contents used have a DOI identification number, it should be included in the list of references.

Stylistic Rules •

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The first time an acronym or abbreviation is used, it should be placed in parentheses immediately following the full form to which it corresponds. On subsequent occasions, the acronym or abbreviation will be used alone. Long quotations of four lines or more must be indented, single spaced, in 11-point font, without quotation marks. Revista de Estudios Sociales uses the Chicago Manual of Style Author-Date References for presenting citations and references included in the articles it publishes. The rules regarding punctuation details (comma, period, colon, parentheses, etc.) and the data requirements in citations and references information must be observed. The bibliography must include all references that have been cited in the text (in a 1 to 1 relationship), numbered consecutively, and in alphabetical order. The complete names of authors and/or editors must be included in each one of the references.

The following examples are presented to show the differences between the brief parenthetical form of citation to be used within the text (T), and the full form of citation to be used in the bibliography (B). Book by a single author: T: (Abello 2003) B: Abello, Ignacio. 2003. Violencias y culturas. Bogota: Universidad de los Andes – Alfaomega Colombiana. Book by two or three authors: T: (Drennan, Herrera and Uribe 1989, 27) B: Drennan, Robert, Luisa Fernanda Herrera y Carlos Alberto Uribe. 1989. Cacicazgos prehispánicos del Valle de la Plata. El contexto medioambiental de la ocupación humana. Tomo 1. Bogotá: Pittsburg University – Universidad de los Andes. Book by four or more authors: T: (Laumann et al. 1994) B: Laumann, Edward, John Gagnon, Robert Michael and Stuart Michaels. 1994. The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States. Chicago: University of Chicago Press.

Book chapter: T: (Saldarriaga 2004, 32-33) B: Saldarriaga, Lina María. 2004. “Aprendizaje cooperativo”. In Competencias ciudadanas: de los estándares al aula. Una propuesta integral para todas las áreas académicas, edited by Enrique Chaux, Juanita Lleras y Ana María Velásquez, 102-135. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional – Universidad de los Andes. Introduction, preface o presentation: T: (Sanders 2014, 15) B: Sanders, James. 2014. Introduction / preface / presentation to The Vanguard of the Atlantic World: Creating Modernity, Nation, and Democracy in NineteenthCentury Latin America. Durham: Duke University Press. Magazine article (print or online): T: (Aguilar 2008, 27) B: Gutiérrez Rivera, Lirio. 2008. “Assimilation or Cultural Difference? Palestinian Immigrants in Honduras”. Revista de Estudios Sociales 48: 57-68. http://dx.doi.org/10.7440/ res48.2014.05. When the reference to an article in a journal includes a volume and issue number, it will be cited in the following way: Last name, First name. Title of article. Name of journal, volume, n°: page numbers. Example: Guttman, Allen. 2003. “Sport, Politics and the Engaged Historian”. Journal of Contemporary History 38 (3): 363-375. Press article (with author and without it): T: (Martin 2002) B: Martin, Steve. 2002. “Sports-interview Shocker”. New Yorker, 6 May, 30, http://www.cabrini.edu/Library/ documents/ChicagoStyleGuide.pdf. T: (“Aprenda usted a vivir” 1966) B: “Aprenda usted a vivir: nuestro enemigo cada día”. 1966. El Correo, 22 January, 12. Book review: T: (Duque 2008) B: Duque, Juliana. 2008. Review of Alimentación, género y pobreza en los Andes ecuatorianos, by Mary Weismantel. Revista de Estudios Sociales 29: 177-178. Thesis or dissertation: T: (Amundin 1991, 22-29) B: Amundin, Mats. 1991. “Click Repetition Rate Patterns in Communicative Sounds from the Harbour Porpoise, Phocoena phocoena.” PhD diss., Stockholm University, Sweden. Paper presented at a meeting or conference: T: (Doyle 2002) B: Doyle, Brian. 2002. “Howling Like Dogs: Metaphorical Language in Psalm 59.” Paper presented at the annual international meeting for the Society of Biblical Literature. The University of Chicago. Online documents: T: (Sabo 2000) B: Sabo, Don. 2000. Comprender la salud de los hombres: un enfoque relacional y sensible al género. Organización Panamericana de La Salud. . Note: Ibid, ibidem or op. cit. should not be used in these cases.

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Articles that include source files should present the references in numbered footnotes, so as to facilitate the reader’s identification of and access to the documents in the corresponding file. It is necessary to indicate the following: Abbreviation of the name of the file, Section, Source, vol./leg./t., f. o ff. (place, date and other relevant information). The complete name of the file, followed by its abbreviated form set in parentheses, is used the first time a file is cited; the abbreviation is used alone in subsequent citations. All primary references should be placed on a separate reference list at the end of the text, before the bibliography. Tables, graphs and illustrations should also be presented on a separate page at the end of the text. Images must be submitted in high-quality digital format. The author is responsible for obtaining authorization to reproduce figures that require it. It is necessary to indicate the place where each table/ graph/illustration is to be located within the text. The corresponding instruction should be set in brackets at the exact point where the item should be placed in the text, as shown in the following example: [Insert Table 1 here.]



Moderate use of tables, graphs and illustrations is recommended.

Instructions for Submitting Reviews •

• •



Reviews should be presented in Word format, US letter, Times New Roman 12-point font, paginated, single spaced, with 2.5 cm margins. They should be from 2 to 6 pages long. They must include complete information about the text reviewed: author, title, date, city, publisher, total number of pages. Author information must be included in the same document: name, academic degrees, institutional affiliation, current position, current studies, e-mail address.

Directions for authors •





Each author whose work is published will receive 2 courtesy copies of the issue of Revista de Estudios Sociales in which the article appears. Authors and/or copyright holders of articles that are accepted will assign the copyrights (reproduction, public communication, transformation and distribution) to the School of Social Sciences of the Universidad de los Andes in order for the work to be included in Revista de Estudios Sociales (print version and electronic version). In order for an article to be used in another publication at a later date, its original publication in Revista de Estudios Sociales must be clearly acknowledged and formal permission for its use must obtained from RES.

Ethical Guidelines Publication and authorship

La Revista de Estudios Sociales is the journal of the Faculty of Social Sciences at Universidad de los Andes who finances the publication. It is located in the Franco Building, Of. GB-417. The web page of the journal is http:// res.uniandes.edu.co/ and its e-mail address res@uniandes. edu.co Contact telephone is 3394999, extension 4819. The structure of its organization is as follows: a director, an editor, an assistant editor, an editorial committee and a scientific committee who guarantee the quality and relevance of the contents of the journal. The members are evaluated annually in relation to their academic production in other national and international journals. The articles submitted to the journal must be original and unpublished and must not be in an evaluation process or have an editorial commitment to any other publication. If the manuscript is accepted, the editors expect that its appearance will precede republication of the essay, or any significant part thereof, in another work. If the author of an article wants to include it in another publication, the details of the original publication must be clearly stated by the journal where it will be published and must be authorized by the editor of the journal. In the same way when the journal is interested in publishing an article that has been previously published it will ask for permission from the editorial charged of the first publication.

Author responsibilities

Authors must submit their articles through the following link and send them to the following addresses: res@ uniandes.edu.co within the dates set by the magazine for their submission. The magazine has instructions of public access for the authors that contain the guidelines for the presentation of the articles and reviews, as well as editorial procedures which can be accessed in: http://res. uniandes.edu.co/page.php?c=Politica+Editorial and in all the printed versions of the journal. Although the articles approved by editorial teams take into account criteria of quality, research rigor and the evaluation by peers. The responsibility for the ideas expressed in the article rest upon the authors, as well as his ethical level. The authors must specifically make clear that the essay written by them respects the intellectual property rights of third parties. If they use material which is not their property it is their responsibility to obtain due permission for their use in publication, be it illustrations, maps diagrams, photographs, etc.

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They also agree to submit their texts to evaluation by two external peers and must take into account their observations as well as those made by the Editorial Board. These should be noted by the author to make the necessary adjustments. The author, in the time limit indicated by the journal editor, must carry out the modifications and corrections of the manuscript. Once the modified article is submitted, the author will be notified of its complete approval. When the manuscripts submitted to the journal are not accepted for publication the editor will notify the author in writing, explaining the reasons why it will not be published. During the editing process, editors may consult the authors to clarify any doubts. Both in the process of evaluation and edition any communication with the authors will be by electronic means preferably. The Editorial Board will reserve rights regarding the publication of the articles and the issue in which they will be published. The publication date will be observed once the author submits the required documentation within the time frame previously indicated. The journal reserves the right to make minor corrections of style. The authors of approved manuscripts authorize the use of intellectual property rights by signing the ‘Document of authorization of intellectual property rights use’ and the usage of the author’s patrimonial rights (reproduction, public communication, transformation and distribution) to the Universidad de los Andes, in order to include the text in the journal (both printed and electronic versions). In this same document the authors confirm that they are the authors of the text and that intellectual property rights of third parties are respected in the text.

Peer review / responsibility for the reviewers

Upon receipt of an article, the editorial team evaluates it to see whether it meets the basic requirements stipulated by the journal. The editorial team establishes the first filter, taking into account both format and quality (objective, theoretical framework, methodology, conclusions and bibliography). After this first review, it is decided which articles will begin the arbitration process. At this point, the texts are subjected to international peer review, as well as to assessment by the editorial team, which has the last word regarding which contents will be published. The results will be communicated to the author within a period of six months from the date of receipt of the article. When the evaluation process exceeds this time limit, the editor must inform the author of said situation. All articles that pass the first revision filter will be submitted to an evaluation process by international peer reviewers, who can make suggestions to the author, pointing out possibly significant references to the author which have not been included in the essay. These readers

are generally external to the institution and are chosen taking into account they do not have interests that might conflict with the topics they are evaluating. If there are any doubts the evaluator will be replaced. The journal uses a format that contains questions with carefully defined criteria that must be answered by the evaluator about the article. He or she has the responsibility of accepting or refusing the article or approving modifications to it. During this process the journal will under no circumstances reveal the name of the author of the article being evaluated. In the same way the journal protects the identity of reviewers. During the evaluation both the names of the authors as well as those of the reviewers will not be disclosed.

Editorial responsibilities

The Editorial Board of the journal composed of scientific and editorial teams, is responsible for defining the editorial policies so that the journal sustains the standards of a renowned academic publication. These guidelines are constantly reviewed to improve the journal and fulfill the expectations of the academic community. Just as the journal expects editorial norms be to be observed, it must also publish corrections, clarifications, retractions and apologies when needed. The Editorial Board is responsible for the choice of the best articles to be published after evaluation. This selection will always be based on the quality and relevance of the article, as well as its originality and contributions to the social knowledge. In the same way, when an article is refused, the justification given to the author must take these aspects into consideration. The editor is responsible for the procedure of all the articles submitted to the magazine, and must develop confidential mechanisms during the evaluation process that leads to its publication or refusal. When the magazine receives complaints of any kind the team must answer promptly according to the norms established for publication, and in case the complaint is justified it must make sure the necessary investigation is carried out to solve the problem. When there is a mistake in a published content it must be promptly corrected and announced in the Web site of the journal. As soon as a volume of the journal is published the editor has the responsibility of its diffusion and distribution to contributors, reviewers and institutions with whom exchange agreements have been established, as well as national and international repositories and indexation systems. In the same way the editor will be in charge of sending the journal to active subscribers.

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Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

P O L Í T I C A

E D I T O R I A L

Normas para os autores Tipo de artigos, datas e modalidades de recepção

A Revista de Estudios Sociales (RES) publica artigos inéditos em espanhol, inglês ou português que apresentarem resultados de pesquisa em ciências sociais e reflexões ou revisões teóricas que contribuam para o debate nesse campo. A RES publica também resenhas e ensaios bibliográficos com orientação crítica sobre temas próprios de disciplinas como antropologia, história, sociologia, ciência política, filosofia, psicologia e estudos culturais. Em casos excepcionais, incluem-se artigos que já tenham sido publicados contanto que sejam reconhecidas sua pertinência nas discussões e problemáticas abordadas na Revista, e sua contribuição para a consolidação do diálogo e do intercâmbio de ideias nos debates atuais da academia. Todos os artigos publicados contam com um número de identificação DOI que, de acordo com as políticas editoriais internacionais, deve ser citado pelos autores que utilizam os conteúdos, bem como o título abreviado da Revista: rev.estud.soc. As datas de recepção de artigos de tema aberto e para dossiê serão informadas nos respectivos editais. Os artigos devem ser enviados por meio do formulário que se encontra na página web http://res.uniandes.edu.co ou pelo e-mail [email protected]. Os artigos apresentados não devem estar em processo de avaliação nem ter compromissos editoriais com nenhuma outra publicação. A recepção de um texto será acusada de imediato e os resultados da avaliação serão informados num prazo máximo de seis meses. A Revista de Estudios Sociales não cobra dos autores os custos dos processos editoriais. A Revista submete todos os artigos que recebe em seus editais à ferramenta de detecção de plágio. Quando se detecta que um texto foi usado sem a citação correspondente (total ou parcialmente), este não é enviado à avaliação e o autor é notificado sobre o motivo da recusa.

autor. Durante a avaliação, tanto os nomes dos autores quanto os dos avaliadores se manterão no anonimato. A decisão final de publicar ou recusar os artigos é tomada pelo Corpo Editorial, com base nos relatórios apresentados pelos avaliadores; essa decisão é comunicada ao autor por meio de um conceito escrito emitido pelo Editor da Revista. As observações dos avaliadores, bem como as do Corpo Editorial, deverão ser consideradas pelo autor, o qual fará os ajustes solicitados no prazo estipulado pela Revista. A data de publicação informada pelos editores se cumprirá contanto que o autor faça chegar toda a documentação solicitada no prazo indicado. Durante o processo de edição, os autores poderão ser consultados pelos editores para resolver as dúvidas existentes. No entanto, a Revista se reserva o direito de fazer correções de estilo menores. Tanto no processo de avaliação quanto no de edição, o e-mail constitui o meio de comunicação privilegiado com os autores.

Parâmetros para a apresentação de artigos É requisito indispensável que, no momento do envio, os artigos cumpram com os parâmetros estabelecidos pela RES descritos a seguir. •



• Considerando a quantidade de artigos que a Revista de Estudios Sociales recebe em cada edital, não se publicarão artigos de um mesmo autor em um período de dois anos. •

Avaliação de artigos e processo editorial

Ao receber um artigo, o Corpo Editorial confere se este cumpre com os requisitos básicos exigidos pela Revista. Em seguida, os artigos são submetidos a um processo de arbitragem sob a responsabilidade de pares avaliadores internacionais, os quais podem formular sugestões ao

Estarem escritos em formato Word, em letra Times New Roman tamanho 12, com entrelinha 1 ½ , paginado, em papel tamanho carta e com margens de 2,5 cm. As notas de rodapé devem estar em Times New Roman 10 e entrelinha simples. Terem uma extensão entre 7.000 e 10.000 palavras no total, incluídos os resumos e as palavras-chave, a bibliografia e as notas de rodapé, entre outros. Terem resumo do artigo em espanhol não superior a 120 palavras, e sua respectiva tradução ao inglês. O título do texto deve ser apresentado também em ambos os idiomas. Terem entre três e seis palavras-chaves que identifiquem o artigo, tanto em inglês quanto em espanhol. Essas palavras devem refletir o conteúdo do documento e, por isso, é necessário que indiquem as temáticas precisas do artigo e resgatem as áreas de conhecimento nas quais se inscreve, bem como os principais conceitos. Recomenda-se revisar os termos e hierarquias estabelecidos nas listas bibliográficas

Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

• •





(TESAUROS) e procurar correspondência entre títulos, resumos e palavras-chave. Estarem escritos em uma linguagem acadêmica acessível a públicos de diferentes disciplinas. Em um arquivo separado, incluir os dados dos autores: títulos acadêmicos, lugar de trabalho ou estudo atual, grupo de pesquisa ao qual pertencem, últimas duas publicações e e-mail. Nesse mesmo arquivo, incluir a informação de procedência do artigo. No caso de este ser resultado de uma pesquisa, incluir a informação do projeto do qual faz parte e o nome da instituição financiadora. Quando os conteúdos utilizados tiverem um número de identificação DOI, este deve ser incluído na lista de referências.

Regras de edição •





A primeira vez que se use uma sigla ou abreviatura, esta deverá ir entre parênteses depois da fórmula por extenso; nas seguintes citações, será usada unicamente a sigla ou abreviatura. As citações textuais que ultrapassarem quatro linhas devem ser colocadas em formato de citação longa, com espaço simples, tamanho de letra 11 e margens reduzidas. RES utiliza do formato Author-Date References do Chicago Manual of Style para apresentar as citações e referências incluídas no artigo. Devem ser considerados todos os detalhes de pontuação exigidos (vírgula, ponto, dois-pontos, parênteses etc.) e a informação requerida. A lista bibliográfica deve incluir as referências que foram citadas no texto (em uma relação 1 a 1), enumeradas e em ordem alfabética. É indispensável incluir os nomes completos dos autores e/ou editores em cada uma das referências.

A seguir, apresentam-se alguns exemplos que mostram as diferenças entre a forma de citar no texto (T) e a forma de citar na lista bibliográfica (B). Livro de só um autor: T: (Abello 2003) B: Abello, Ignacio. 2003. Violencias y culturas. Bogotá: Universidad de los Andes – Alfaomega Colombiana. Livro de dois ou três autores: T: (Drennan, Herrera e Uribe 1989, 27) B: Drennan, Robert, Luisa Fernanda Herrera e Carlos Alberto Uribe. 1989. Cacicazgos prehispánicos del Valle de la Plata. El contexto medioambiental de la ocupación humana. Tomo 1. Bogotá: Pittsburg University – Universidade de Los Andes. Quatro ou mais autores: T: (Laumann et al. 1994) B: Laumann, Edward, John Gagnon, Robert Michael e Stuart Michaels. 1994. The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States. Chicago: University of Chicago Press.

Capítulo de livro: T: (Saldarriaga 2004, 32-33) B: Saldarriaga, Lina María. 2004. “Aprendizaje cooperativo”. Em Competencias ciudadanas: de los estándares al aula. Una propuesta integral para todas las áreas académicas, editado por Enrique Chaux, Juanita Lleras e Ana María Velásquez, 102-135. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional – Universidad de los Andes. Introdução, prefácio o apresentação: T: (Sanders 2014, 15) B: Sanders, James. 2014. Introdução / prefácio / apresentação a The Vanguard of the Atlantic World: Creating Modernity, Nation, and Democracy in NineteenthCentury Latin America. Durham: Duke University Press. Artigo de revista (impresso ou on-line): T: (Aguilar 2008, 27) B: Gutiérrez Rivera, Lirio. 2008. “Assimilation or Cultural Difference? Palestinian Immigrants in Honduras”. Revista de Estudios Sociales 48: 57-68. http://dx.doi.org/10.7440/ res48.2014.05. Caso a revista tenha volume e número, será citada da seguinte maneira: Sobrenome, Nome. Ano. Título. Nome da revista volume, n.: páginas. Exemplo: Guttman, Allen. 2003. “Sport, Politics and the Engaged Historian”. Journal of Contemporary History 38 (3): 363-375. Artigo de imprensa (com ou sem autor): T: (Martin 2002) B: Martin, Steve. 2002. “Sports-interview Shocker”. New Yorker, 6 de maio, 30, http://www.cabrini.edu/Library/ documents/ChicagoStyleGuide.pdf. T: (“Aprenda usted a vivir” 1966) B: “Aprenda usted a vivir: nuestro enemigo cada día”. 1966. El Correo, 22 de janeiro, 12. Resenha de livro: T: (Duque 2008) B: Duque, Juliana. 2008. Resenha do livro Alimentación, género y pobreza en los Andes ecuatorianos, de Mary Weismantel. Revista de Estudios Sociales 29: 177-178. Dissertação ou Tese: T: (Amundin 1991, 22-29) B: Amundin, Mats. 1991. “Click Repetition Rate Patterns in Communicative Sounds from the Harbour Porpoise, Phocoena phocoena”. Tese de Doutorado, Stockholm University. Palestras: T: (Doyle 2002) B: Doyle, Brian. 2002. “Howling Like Dogs: Metaphorical Language in Psalm 59”. Palestra apresentada no Annual International Meeting for the Society of Biblical Literature. The University of Chicago. Documentos recuperados da internet: T: (Sabo 2000) B: Sabo, Don. 2000. Comprender la salud de los hombres: un enfoque relacional y sensible al género. Organização Pan-americana da Saúde. . Nota: em nenhum caso, utilizam-se as expressões op. cit., ibid. ou ibidem.

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Os artigos que incluírem fontes de arquivo devem apresentar as referências em notas de rodapé numeradas a fim de facilitar ao leitor a identificação e o acesso aos documentos no arquivo correspondente. É necessário indicar: siglas do arquivo, seção, fundo, vol./ leg./t., f. ou ff. (lugar, data e outros dados pertinentes). Na primeira vez, cita-se o nome completo do arquivo com a abreviatura entre parênteses; depois, somente a abreviatura. Ao final do texto, devem apresentar todas as referências primárias em uma lista separada da lista bibliográfica. Apresentar os quadros, tabelas, imagens e gráficos numerados ao final do documento e, para o caso de imagens ou gráficos muito pesados, em um arquivo separado (JPG ou TIFF 300 DPI e 240 pixels). O autor é o responsável pela organização e entrega da licença para a publicação das imagens que o requeiram à Revista. É necessário que dentro do texto se identifique o lugar no qual se localiza cada quadro, tabela, imagem ou gráfico. Essa instrução deve ser apresentada entre colchetes, da seguinte maneira: [Inserir Quadro 1 aqui]



Esses recursos devem ser incluídos em número moderado e procurando sempre que sejam claros, legíveis e pertinentes para a argumentação do artigo.

Parâmetros para a apresentação de resenhas •

• • •



Estarem escritas em formato Word, em letra Times New Roman tamanho 12, paginado, em papel tamanho carta e com margens de 2,5 cm. Terem uma extensão entre 4 e 12 páginas (entrelinha dupla). Incluírem dados completos do texto resenhado (autor, título, data, cidade, editora e páginas totais). Incluírem os dados do autor: títulos acadêmicos, lugar de trabalho ou estudo atual, grupo de pesquisa ao qual pertence e e-mail. Espera-se que as resenhas não somente deem conta do conteúdo do livro, mas também incorporem uma perspectiva crítica e analítica deste.

Indicações para os autores • •



Cada autor receberá dois exemplares de cortesia da RES. Os autores ou titulares dos artigos aceitos autorizam a utilização dos direitos patrimoniais de autor (reprodução, comunicação pública, transformação e distribuição) à Universidade dos Andes/Faculdade de Ciências Sociais, para incluir seu texto na RES (versão impressa e eletrônica). Caso um artigo queira ser incluído posteriormente em outra publicação, devem ser indicados claramente os dados da publicação original na RES, com autorização prévia do Corpo Editorial da Revista.

Políticas éticas Publicação e autoria

A  Revista  de Estudios Sociales faz parte da Faculdade de Ciências Sociais da Universidad de los Andes, encarregada do suporte financeiro da publicação. Sua sede se encontra no Edifício Franco, escritório GB-417. A página da Revista é http://res.uniandes.edu.co, e seu e-mail é [email protected]. co. O telefone para contato é (57 1) 339-4999, ramais 4819. Conta com a seguinte estrutura: um diretor, um editor, um assistente editorial, um comitê editorial e um comitê científico, os quais garantem a qualidade e pertinência dos conteúdos da Revista. Os membros são avaliados anualmente em função de seu reconhecimento na área e de sua produção acadêmica, visíveis em outras revistas nacionais e internacionais. Os artigos apresentados à Revista devem ser originais e inéditos e não devem estar simultaneamente em processo de avaliação nem ter compromissos editoriais com nenhuma outra publicação. Se o texto for aceito, os editores esperam que seu aparecimento anteceda a qualquer outra publicação total ou parcial do artigo. Se o autor de um artigo quiser incluí-lo posteriormente em outra publicação, a Revista na qual se pretende publicar deverá indicar claramente os dados da publicação original e possuir prévia autorização solicitada ao editor da Revista. Do mesmo modo, quando a Revista tiver interesse em publicar um artigo já publicado previamente, compromete-se a pedir a autorização correspondente à editora que realizou a primeira publicação.

Responsabilidades do autor

Os autores devem remeter seus artigos pelo link e enviá-los aos seguintes correios eletrônicos: [email protected] nas datas estabelecidas pela Revista para a recepção dos artigos. A Revista possui normas para os autores de acesso público que contêm as pautas para a apresentação dos artigos e resenhas, bem como as regras de edição. Elas podem ser consultadas em: http://res.uniandes.edu.co/page.php?c=Politica+Editorial  e na versão impressa da Revista. Ainda que as equipes editoriais aprovem os artigos com base em critérios de qualidade, rigorosidade investigativa e considerem a avaliação realizada por pares, são os autores os responsáveis pelas ideias expressas no texto bem como pela idoneidade ética dele. Os autores devem deixar explícito que o texto é de sua autoria e que nele se respeitam os direitos de propriedade intelectual de terceiros. Se for utilizado material que não seja de propriedade dos autores, é responsabilidade deles se assegurarem de ter as autorizações para o uso, reprodução e publicação de quadros, gráficos, mapas, diagramas, fotografias etc.

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Além disso, os autores aceitam submeter seus textos às avaliações de pares externos e se comprometem a considerar as observações dos avaliadores bem como as do Corpo Editorial para a realização dos ajustes solicitados. Essas modificações e correções do texto deverão ser realizadas pelo autor no prazo que o editor da Revista indicar. Assim que a Revista receber o artigo modificado, será informado ao autor sobre sua completa aprovação. Quando os textos submetidos à Revista não forem aceitos para publicação, o editor enviará uma notificação escrita ao autor na qual se explicarão os motivos pelos quais seu texto não será publicado pela Revista. Durante o processo de edição, os autores poderão ser consultados pelos editores para resolver dúvidas. Tanto no processo de avaliação quanto no de edição, o correio eletrônico constitui o meio de comunicação privilegiado com os autores. O Corpo Editorial tem a última palavra sobre a publicação dos artigos e sobre o número no qual serão publicados. Essa data se cumprirá sempre que o autor tiver enviado toda a documentação que lhe foi solicitada no prazo indicado. A Revista tem o direito de fazer revisões menores de estilo. Os autores dos textos aceitos autorizam, mediante a assinatura do “Documento de autorização de uso de direitos de propriedade intelectual”, a utilização dos direitos patrimoniais do autor (reprodução, comunicação pública, transformação e distribuição) pe la Universidad de los Andes, para incluir o texto na Revista (versão impressa e eletrônica). Nesse mesmo documento, os autores confirmam que o texto é de sua autoria e se respeitam os direitos de propriedade intelectual de terceiros.

Revisão por pares/responsabilidade dos avaliadores

Ao receber um artigo, a equipe editorial avalia se este cumpre com os requisitos básicos exigidos pela Revista. A equipe editorial estabelece um primeiro filtro considerando formato, qualidade (objeto, referencial teórico, metodologia, conclusões e bibliografia). Depois dessa primeira avaliação, definem-se os artigos que entrarão no processo de arbitragem. Os textos são, nesse momento, submetidos à avaliação de pares acadêmicos internacionais e ao conceito da equipe editorial, a qual reserva a última palavra sobre os conteúdos a serem publicados. O resultado será comunicado ao autor num período de até seis meses a partir do recebimento do artigo. Quando o processo de avaliação ultrapassar esse prazo, o editor deverá informar a situação ao autor. Todos os artigos que passarem pelo primeiro filtro de revisão serão submetidos a um processo de arbitragem a cargo de pares avaliadores internacionais, os quais poderão formular sugestões ao autor e indicar referências significativas que não tenham sido incluídas no trabalho. Esses leitores são, em sua maioria, externos à instituição e, em

sua eleição, busca-se que não tenham conflitos de interesse com as temáticas sobre as quais devem conceituar. Diante de qualquer dúvida, uma substituição do avaliador será realizada. A Revista conta com um formato que contém perguntas com critérios cuidadosamente definidos que o avaliador deve responder sobre o artigo objeto de avaliação. Ele tem a responsabilidade de aceitar, rejeitar ou aprovar com modificações o artigo arbitrado. Durante a avaliação, tanto os nomes dos autores quanto o dos avaliadores serão mantidos em completo anonimato.

Responsabilidades editoriais

O Corpo Editorial da Revista, com a participação dos comitês editorial e científico, é responsável pela definição das políticas editoriais para que a Revista cumpra com os padrões que permitem seu posicionamento como uma reconhecida publicação acadêmica. A revisão contínua desses parâmetros garante que a Revista melhore e cumpra com as expectativas da comunidade acadêmica. Assim como se publicam normas editoriais que a Revista espera que sejam cumpridas em sua totalidade, ela também deverá publicar correções, esclarecimentos, retificações e dar justificativas quando necessário. O Corpo Editorial é responsável, sob prévia avaliação, da escolha dos melhores artigos para publicação. Essa seleção estará sempre baseada na qualidade e relevância do artigo, em sua originalidade e contribuições para o conhecimento social. Nesse sentido, quando um artigo é rejeitado, a justificativa dada ao autor deverá ser orientada a esses aspectos. O editor é responsável pelo processo de todos os artigos que se postulam à Revista e deve desenvolver mecanismos de confidencialidade enquanto durar o processo de avaliação por pares até sua publicação ou recusa. Quando a Revista receber reclamações de qualquer tipo, a equipe deve responder brevemente de acordo com as normas estabelecidas pela publicação e, caso a reclamação seja coerente, ela deve garantir que se realize a adequada investigação a fim de resolver o problema. Quando se reconhecer falta de exatidão em um conteúdo publicado, o Comitê Editorial será consultado e serão feitas as correções e/ou esclarecimentos na página web da Revista. Assim que um número da Revista for publicado, o editor tem a responsabilidade de sua difusão e distribuição aos colaboradores, avaliadores e às entidades com as quais se tenham estabelecido acordos de intercâmbio, bem como aos repositórios e sistemas de indexação nacionais e internacionais. Além disso, o editor se responsabilizará pelo envio da Revista aos assinantes ativos.

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Colombia Internacional ISSN 0121-5612 · eISSN 1900-6004

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Enero-abril 2016

U N I V E R S I D A D D E L O S A N D E S • F A C U LTA D D E C I E N C I A S S O C I A L E S R E V I S TA D E L D E PA R TA M E N T O D E C I E N C I A P O L Í T I C A

Editorial Carta a los lectores

13-14

Tema libre The Politics of Accountability: Indigenous Participation in Colombian and Ecuadorian Oil and Gas Policies Guillaume Fontaine, FLACSO (Ecuador), Esther Sánchez, Consultora independiente, Marco Córdova y Susan Velasco, FLACSO (Ecuador) El perfil del votante anulista en la elección federal de 2009 en México: independencia partidista y movilidad cognitiva Gerardo Isaac Cisneros, Instituto Electoral del Distrito Federal (México) Intención de voto y simpatía partidista en Bogotá María Camila Angulo Amaya, Universidad de los Andes (Colombia) Del peronismo nacional-popular al peronismo neoliberal: transformaciones de las identidades políticas en la Argentina menemista Hernán Fair, Universidad Nacional de Quilmes (Argentina) Neomubarakismo: al-Sisi y la nueva cara del autoritarismo en Egipto Rafat Ghotme, Universidad Militar Nueva Granada (Colombia) y Nadia García Sicard, Universidad Santo Tomás (Colombia)

17-50

51-80 81-106

107-136 137-162

Documentos Las cláusulas de integración en las constituciones de Suramérica: 200 años después de la Carta de Jamaica Juan Camilo Herrera, Universitat Pompeu Fabra Barcelona (España)

165-192

Subjetivación y pensamiento global. A propósito de la obra de Michel Wieviorka, Retour au sens. Pour en finir avec le déclinisme (2015) Eguzki Urteaga, Universidad del País Vasco

193-200

http://colombiainternacional.uniandes.edu.co

Universidad de los Andes · Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Historia Bogotá, Colombia

Carta a los lectores · 9-10

Artículos dossier: Una mirada histórica, teórica e historiográfica sobre la frontera Presentación del dossier “Una mirada histórica, teórica e historiográfica sobre la frontera” · 13-18 Diana Bonnett Vélez, Universidad de los Andes, Colombia La(s) frontera(s) exteriores e interiores de la Monarquía Hispánica: perspectivas historiográficas · 19-39 Tomás A. Mantecón Movellán, Universidad de Cantabria, España, y Susana Truchuelo García, Universidad de Cantabria, España Mestizaje y frontera en las tierras del Pacífico del Nuevo Reino de Granada, siglos XVI y XVII · 41-60 Juan David Montoya Guzmán, Universidad Nacional de Colombia

Una mirada histórica, teórica e historiográfica sobre la frontera

Representaciones de un territorio. La frontera mapuche en los proyectos ilustrados del Reino de Chile en la segunda mitad del siglo XVIII · 61-80 Natalia Gándara, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile De antiguos territorios coloniales a nuevas fronteras republicanas: la Guerra de Castas y los límites del suroeste de México, 1821-1893 · 81-100 Laura Caso Barrera, Colegio de Postgraduados, Campus Puebla, México, y Mario M. Aliphat Fernández, Colegio de Postgraduados, Campus Puebla, México

Enero-marzo 2016 Precio $30.000

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La hoja transfronteriza. El consumo de coca en las faenas mineras salitreras en el Norte Grande de Chile (1900-1930) · 101-121 Sergio González Miranda, Universidad Arturo Prat, Chile

Espacio estudiantil Representaciones del intelectual. El suplemento El Nuevo Tiempo Literario en Colombia y su relación con la cultura europea en la primera mitad del siglo XX · 125-142 Gustavo Adolfo Bedoya Sánchez, Universidad de Antioquia, Colombia

Tema abierto Ilustración y educación. La Congregación del Oratorio de San Felipe Neri en Nueva España (siglo XVIII) · 145-164 Rafael Castañeda García, Universidad Nacional Autónoma de México Dirección: Cra. 1 N°18 A – 12, Of. G-421, Bogotá, Colombia, Teleléfono: +57 (1) 332 45 06 +57 (1) 339 49 49 ext. 2525-3716 Correo electrónico: [email protected] Sitio web: http://historiacritica.uniandes.edu.co Tarifa en Colombia Ejemplar: $ 30.000 Librería Uniandes y librerías nacionales Para suscripción nacional e internacional: http://libreria.uniandes.edu.co/

La organización sindical de los trabajadores gráficos de Mendoza durante la dictadura militar de la Revolución Argentina (1966-1973) · 165-183 Marcela Emili, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina

Reseñas Cajas Sarria, Mario. La historia de la Corte Suprema de Justicia de Colombia (1886-1991), 2 tomos. Bogotá: Universidad de los Andes/Universidad ICESI, 2015 · 187-189 Leonardo García Jaramillo, Universidad EAFIT, Colombia Santamaría-Delgado, Carolina. Vitrolas, rocolas y radioteatros. Hábitos de escucha de la música popular en Medellín, 1930-1950. Bogotá: Universidad Javeriana/Banco de la República, 2014 · 190-193 Leidy Paola Bolaños Florido, Universidad de los Andes, Colombia

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Mecanismos de difusión de los Programas de Transferencia Condicionada en América Latina. El caso chileno Cecilia Osorio Gonnet Construyendo una coalición para romper el paisaje congelado: alcances y límites de la reforma de la salud en Uruguay (2005-2014) Martín Freigedo, Guillermo Fuentes y Martín Rodríguez Araújo Instrumentalización de la acción pública en educación superior en Argentina. Políticas sobre trabajo académico y negociación colectiva Pedro Enrique Pérez y Facundo Solanas El modelo de Gobierno Abierto en América Latina. Paralelismo de las políticas públicas de transparencia y la corrupción Martín Cutberto Vera, David Rocha y María Concepción Martínez Ideas, intereses e instituciones en la política de desarrollo territorial brasileña: un estudio en el Território Meio Oeste Contestado Andréia Tecchio, Catia Grisa, Luiza Zitzke Oliveira y Ademir Antonio Cazella Transformación de las políticas de vivienda social. El Sistema de Incentivos para la Vivienda en la conformación de cuasi-mercados en Ecuador Marco Antonio Córdova

TEMAS

Lecciones de América Latina sobre las dimensiones racionales, cognitivas e institucionales del cambio de políticas Presentación del dossier Guillaume Fontaine

Conectando sures. La construcción de redes académicas entre América Latina y África Paola Andrea Bayle Violencia y autodefensas comunitarias en Michoacán, México Antonio Fuentes Díaz y Guillermo Paleta Pérez

RESEÑAS

DOSSIER

R E V I S TA D E C I E N C I A S S O C I A L E S

Año 19 No. 53 Septiembre de 2015 Cuatrimestral

Teoría y práctica de las políticas públicas de Gema Pastor Albaladejo, editora Edgar Zamora Avilés Decisiones públicas. Análisis y estudio de los procesos de decisión en políticas públicas de Bruno Dente y Joan Subirats Tania L. Zabala Peñafiel Manual de análisis y diseño de políticas públicas de Gonzalo Ordóñez-Matamoros, director Vanessa Montenegro Hidalgo Políticas públicas. Formulación, implementación y evaluación de André-Noël Roth Deubel Luis Carlos Erazo

Número anterior: ICONOS 52: Interpretaciones del estado en América Latina. Número siguiente: ICONOS 54: Estudios críticos de la agricultura y la alimentación: perspectivas sobre el actor, las prácticas y el territorio en América Latina. Incluida en los siguientes índices científicos: CLASE, e-revist@s, DIALNET, DOAJ, FLACSO-Andes, Fuente Académica-EBSCO, HAPI, IBSS, Social Science Journal y Sociology Collection-ProQuest, Informe Académico-Thompson Gale LatAm-Studies, LATINDEX, RedALyC, Sociological Abstracts-CSA-ProQuest, Ulrich's Periodical Directory.

Revista de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales - Sede Ecuador Ventas y suscripciones: La Librería - FLACSO ([email protected]) Canjes: Biblioteca FLACSO ([email protected]) • Información y colaboraciones: ([email protected]) Revista Íconos: www.revistaiconos.ec

TABULA RASA

Bogotá, Colombia. Revista de Humanidades. No.23 julio-diciembre de 2015 Disponible online en: www.revistatabularasa.org

Introducción a la edición especial de Tabula Rasa: Orlando Fals Borda e Historia doble de la Costa Joanne Rappaport De cómo Moisés Banquett y Orlando Fals Borda hablan de la ANUC Valentina Pernett El tatarabuelo a la sombra del caudillo. Efectos y defectos testimoniales de la voz Mier en Jafté Dilean Robles Lomelí De lo etnográfico a lo teológico-político: investigación-acción ecuménica de La Rosca en las comunidades protestantes de Córdoba, Colombia Alfredo Ignacio Poggi El hombre hicotea y la ecología de los paisajes acuáticos en Resistencia en el San Jorge Douglas McRae Literatura y política en la «reconstrucción» de Jegua en Resistencia en el San Jorge: una lectura de los archivos personales de Orlando Fals Borda. Nohora Alejandra Arrieta Fernández Para un diálogo inter-epistémico y decolonial entre feministas occidentales y no occidentales Tijana Limic El campo de estudios de la Historia de la antropología en la Argentina: panorama y debates actuales María Julia Name

Desmontando el Desarrollo Territorial Rural (DTR) en América Latina. Gabriel Rodrígues Lópes La otra cara del desarrollo regional sostenible Tadeo H. Sanabria A Inflexiones foucaulteanas sobre la sociedad de control Iván Torres Apablaza Menores basculando entre continentes. Cartografías de las opresiones de género en las migraciones de niñas africanas hacia España Esther Torrado Intervención social en contexto mapuche y descolonización del conocimiento. Gianinna Muñoz Arce «Soy un instrumento de Dios». Un análisis etnográfico del carisma en el catolicismo contemporáneo Ana Lucía Olmos Álvarez Reliquias, sacramentos y muertes santas: apuntes para la comprensión de un cuerpo umbral. Estudio de casos en América colonial, siglos XVII-XVIII Lily Jiménez Supermercado e investigación en América Latina Pablo García Arias Reseña: Hinchas en tránsito. Violencia, memoria e identidad en una hinchada de un club del interior John Alexander Castro Lozano

www.revistacolombianasociologia.unal.edu.co Vo l . I S S N i m p re s o

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Departamento de Sociología, Universidad Nacional de Colombia, Ciudad Universitaria, edificio de Sociología, Orlando Fals Borda (205) oficina 230, telefax 316 56 34, Bogotá, Colombia E-mail: [email protected] Esta revista se encuentra indexada en el ibn-Publindex de Colciencias en categoría C. En el ámbito internacional se encuentra alojada en: Latindex, Sociological Abstracts, Fuente Académica Premier-ebsco, Dialnet, Portal redib, clase, doaj y en Georgetown University - NewJour.

Perspectivas de análisis en el estudio de las relaciones de género Andrea Lampis Ph.D - Director María E. Ibarra Ph.D y Alba N. Rodríguez Ph.D - Editoras invitadas SECCIÓN TEMÁTICA Rasgos comunes entre el poder punitivo y el poder patriarcal D i ana Re st re po Ro d r íguez y Paz Fra nc é s L e c umberri Los colores de las fantasías. Estudios sobre masculinidades en Colombia: crítica feminista y geopolítica del conocimiento en la matriz colonial A ng e L a F urcia

Homoerotismo en hombres y mujeres en el Eje Cafetero colombiano: una interpretación desde el enfoque biográfico Ga briel Ga llego Mon tes, Seba stiá n Gira ldo A guirre, Claudia P atricia Ja ra millo Á n gel y José F erna n do V a sco Á lzate

Construcción y transformación de masculinidades de los corteros de caña de azúcar del Valle del Cauca Be t sy J o h ana C a st ro Muñ oz Violencia simbólica y dominación masculina en el discurso cinematográfico colombiano L u i sa Fe rnanda M u ñoz Ro dríguez Jefatura masculina en hogares monoparentales: adaptaciones de los hombres a las necesidades de sus hijos Andrés Mau ri c i o C ano Ro das , M ari a Eugen ia Mot ta A ri z a , L u i s E nri q u e Val derra ma Ti bo c h a y C arl o s A l be rto G i l V a rga s

SECCIÓN GENERAL Los pueblos indígenas y la consulta previa: ¿normatización o emancipación? Una mirada desde Guatemala Guillermo A lberto P a dilla Rubia no La definición de la desigualdad en las agendas recientes de los organismos internacionales para América Latina Ma ría V ictoria D´ A mico TESIS Y MONOGRAFÍAS La paradoja de los niños y niñas saludables que “no comen”. Una investigación sociológica sobre la crianza en Bogotá Jhon Ja iro Día z Benav ides RESEÑAS

Autoanálisis y aphrodisia: entre el disciplinamiento académico y la transgresión J a i ro C l avi j o Pov eda y A nd ré s Fe l i pe Ram í rez Ro dríguez Centro Editorial, Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá ed. 205, of. 222, tel.: 3165000 ext. 16208 [email protected] www.humanas.unal.edu.co

Puntos de venta · Bogotá: UN la Librería Plazoleta de Las Nieves

Calle 20 n.o 7-15 Tel. 316 5000 ext. 29490

Distribución y Ventas: Ciudad Universitaria:

Auditorio León de Greiff, piso 1 Tel.: 316 5000, ext. 20040 www.unlalibreria.unal.edu.co [email protected]

Edificio de Sociología

Orlando Fals Borda (205)

Edificio de Posgrados de Ciencias Humanas Rogelio Salmona (225)

Siglo del Hombre Editores Cra. 31A no. 25B-50 Bogotá, Colombia Pbx.: 337 7700 www.siglodelhombre.com

Co-herencia Revista de Humanidades

Universidad EAFIT - Departamento de Humanidades ISSN 1794-5887 - Vol. 12, No. 23 (julio - diciembre) 2015 Medellín, Colombia

Contenido Temple anímico fundamental y crítica a la cultura contemporánea en Heidegger Klaus Held

La expresión creadora del sentido de la experiencia M. Carmen López Sáenz

Poética del movimiento corporal y vulnerabilidad: una reflexión desde la fenomenología de la enfermedad Xavier Escribano

Consideraciones sobre el dolor desde una perspectiva fenomenológica Paula Díaz Romero

El fenómeno de la apelación Patricio Mena Malet

De Davidson a la teoría de la emoción, y vuelta Miguel Ángel Pérez Jiménez

Mindreading, representación, inferencia y argumentación Cristián Santibáñez Yáñez

Walter Benjamin: dispersión y educación en la época contemporánea Germán Darío Vélez López

El “espíritu de seriedad” señalado por Sartre (visto hoy) Juan Manuel Cuartas Restrepo

Irradiaciones del Ingenium. Representaciones cosmológicas y poder generativo de la naturaleza durante el Renacimiento Andrés Vélez Posada

RESEÑA Artística Adolfo Bernal: imagen poética y especulaciones plásticas sobre el lenguaje Melissa Aguilar Restrepo Guía para los autores

13-40 43-70 71-88 89-106 107-137 141-170 171-204 205-220 221-232 233-262

267-283 293-295

81 Revista de los departamentos de Antropología y Sociología, publicada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana. No. 81 enero-junio de 2016, ISSN 0120-4807. http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/univhumanistica

Presentación

7

controversia Juan Carlos Valencia

investigación joven Silvia Daniela Leyva Mosquera Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia

Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia

15

Claudia Magallanes

Universidad Iberoamericana Puebla, Puebla, México Prácticas comunicativas y cambio social: potentia, acción y reacción

Carlos Baca-Feldman

Gabriela A. Veronelli

pueblos indígenas de Oaxaca, México

State University of New York, Binghamton, NY, Estados Unidos de América

Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, México Experiencias resonantes de comunicación en

255

espacio abierto

33

Sobre la colonialidad del lenguaje

229

El tsombiach: tejiendo la vida entre memoria y tradición

Andrés Felipe Valderrama Pineda

Cristian Cabello Valenzuela Universidad de Chile, Santiago de Chile, Chile No hay cuerpo sin imagen. Visualidad gay y

59

Aalborg University, Copenhage, Dinamarca Disabilities, the design of urban transport systems

281

and the city: a situational analysis

política virtual en tiempos liberales

horizontes Adriana Angel Universidad de Manizales, Manizales, Colombia

91

Alejandro Barranquero

Amurabi Oliveira Universidade Federal de Santa Catarina, Florianópolis, Brasil A relação entre raça e educação na obra de Gilberto Freyre

305

María José Magliano Universidad Nacional de Córdoba -CONICET,, Córdoba, Argentina 331 Varones peruanos en Argentina y trayectorias

Universidad Carlos III de Madrid, Madrid, España Mapa de objetos y perspectivas en comunicación, desarrollo y cambio social

laborales en costura. Masculinidades, roles de género y organización del trabajo en contextos migratorios

María Fernanda Olarte Sierra

Nadia Margarita Rodríguez J.

Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Comunicaciones cuidadosas: generando pro-comunes. Análisis de una red agroecológica desde el ethos del cuidado

119

Felip Vidal Auladell Escuela de Arte y Superior de Diseño de Vic, Barcelona, España La actividad publicitaria: entre el simulacro y la utopía

149

otras voces Arnaldo José Zangelmi Universidade Federal de Ouro Preto, Brasil Traduções e bricolagens: mediações em ocupações de terra no Nordeste de Minas Gerais (Brasil) nas décadas de 1980 e 1990

179

Vander Casaqui Escola Superior de Propaganda e Marketing – ESPM, São Paulo, Brasil A transformação social nos discursos da cena empreendedora social brasileira: processos comunicacionais e regimes de convocação na mídia digital

205

Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia Características y tipologías de la investigación en ciencias sociales: una reflexión sobre la complementariedad de las funciones de transformar y comprender

357

Revista de Estudios Sociales http://res.uniandes.edu.co

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