Revista delatripa: narrativa y algo más No 22.

June 6, 2017 | Autor: Adán Echeverría | Categoria: Literatura Latinoamericana, Short Stories, Literatura mexicana, Cuentos Mexicanos
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Número 22 Febrero 2016.

delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

Revista

Número 22. Feb. 2016. Es un proyecto de la Catarsis Literaria El Drenaje, editada en Mérida, Yucatán. Revista de circulación mensual. Dirigida por Adán Echeverría. Edición. Larissa Calderón. Colaboraciones a [email protected] / Consejo Editorial: Narrativa y algo más

Alejandra Aké Sustersick, Joelia Dávila, Cristina Leirana, Larissa Calderón, Roberto Cardozo, Mario Pineda Quintal y Édgar Damián.

Contenido Muerte de Eros, muerte de la rebelión Abraham Martínez González .................................. 3 Gracias Kalimám Francisco Javier González Quiñones ................... 11 Historia de los deportes en España Peregrina Varela ................................................... 19 Manos de madera y cristales Ikeli O’Farrell ....................................................... 26 No creí que llegarías Jéssica de la Portilla Montaño ............................ 27 Las aventuras del Capitán Potter Karla Galeana ...................................................... 31 Tres narraciones Andrea Andaluz .................................................... 33 Yo nunca fui supersticiosa María Nieto .......................................................... 39 Orquídeas endemoniadas Mónica Martínez ................................................... 43 De la A a la Z Juan Machín ......................................................... 49 Identidades José Trinidad Aranda Aranda .............................. 50 Algo sobre el amor en prosa Patricia Fonseca ................................................... 51 Sin sangre que lamer Óscar Baños .......................................................... 52 Crónicas de una guerrillera Iván Noé Espadas Sosa ......................................... 55 Los masái, cuestiones de honor Estefany Yza .......................................................... 59 Efímeras eternidades Carlos Guzmán ...................................................... 61 Bajo fuego Óscar Tánat ........................................................... 63 De Crisol a Gederico Marco Antonio Carrillo Pacheco ......................... 66 La flor del tábano Blanca Vázquez ..................................................... 78 Instrucciones para discutir con tu novia Adán Echeverría ................................................... 80

Sobre Compañeros todos cuentario de Adán Echeverría Paulina Jiménez Cíntora ...................................... 81

Columnas La niña todo me pasa... Jéssica de la Portilla Montaño. ............................ 82 Incipit Blanca Vázquez ..................................................... 85 Desvaríos de la freaky neurosis Gema E. Cerón Bracamontes ................................ 87 Nos vemos en el slam Mario Pineda Quintal ........................................... 89

Imágenes portada e interiores de la Artista

Marby Centeno delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

Muerte de Eros, muerte de la rebelión Abraham Martínez González Una zoilez fracasada es un accidente deplorable; es una flecha que vuelve sobre sí misma, o al menos os corta la mano al salir; una bala cuyo rebote puede matarte . Charles Buadelaire

Resumen En el presente escrito interesa analizar dónde queda Eros, el amor para el sujeto actual que se mantiene inmerso y enajenado en los dispositivos tecnológicos y en sus consecuentes redes sociales. En base de eso discutir sobre cómo parece perderse el carácter rebelde de los jóvenes que dejan escuchar en la práctica psicoanalítica, su decisión-inclinación por el mundo del facebook, del twitter y del watsapp. Lo que subyace en el texto es una crítica al joven contemporáneo al que como veremos no puede considerársele víctima del síntoma que le acontece y del que se queja sin saber que es su propio orquestador. Palabras claves: joven, tecnologías, síntoma, Eros, rebelión.

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jerzamos la zoilez que Charles Baudelaire (1999) invitaba a practicar: la crítica violenta, hasta maliciosa en el sentido intelectual, aunque no por eso se pierde del todo la idea de aporrear a quienes, como dice Baudelaire, son cómplices del error, de la estafa. Hablamos entonces de los actores capaces de ejercer la rebelión en contra de la cultura de la simulación, los jóvenes y que, sin embargo, no lo hacen.

Versa un lema por demás interesante y acuciante en la película Güeros (2014) de Alonso Ruizpalacios: "ser joven y no ser revolucionario es una contradicción". En definitiva, la experiencia del trabajo psicoanalítico con jóvenes favorece nuestra pregunta inaugural: ¿los jóvenes han dejado de rebelarse ante el mundo adulto? Nuestra hipótesis es la siguiente: viven ensimismados en los nuevos medios tecnológicos lo que impide en gran medida que levanten la voz. Para esto, precisamente el capital ha puesto a su alcance las herramientas tecnológicas con el propósito de favorecer la enajenación del sujeto y si es de los más jóvenes, mejor.

Esta anti rebelión se refiere al hecho de que los jóvenes del facebook, del twitter, del watsapp, se encuentran sumergidos en un océano ilimitado de alcances tecnológicos vanos. Haciendo alusión a Lipovetsky (1986), dichos aditamentos, que en cierto momento se constituyen como una extensión del propio cuerpo del sujeto, son experimentados como una suerte de contenedor para suturar precisamente el vacío fundante del que habla el psicoanálisis, en tanto sujeto en falta. En otras palabras, y con toda la intención de ser muy claros al respecto, los dispositivos tecnológicos de ahora, en la idea superflua de eliminar la sensación de la falta en la persona, se propone como el medio para lograrlo a través precisamente de hacer creer, ilusión mediante, que se tiene todo al alcance de un click. El joven expondrá su experiencia mediante discursos auto complacientes tales como: "si nadie me hace caso, en el face tengo la oportunidad de decir lo que siento, de sentirme escuchado". Discursos dirigidos al vacío, pues no hay un intermediario en cuerpo real que esté escuchando. delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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Aquí ocurre algo que es muy sencillo de discernir: el sujeto se privatiza a sí mismo, se vuelve mudo testigo de su propia existencia, en tanto no hay contacto con el otro semejante. Se justificará diciendo, o diciéndose, que sí hay comunicación con otros, que sí tiene amigos, en fin, que hay otro mundo fuera de él. Pero como sabemos, la clínica analítica no está para engañarse, y lo que escuchamos es crudo y muestra otra realidad: el síntoma. Ante el alejamiento del otro semejante, que tiene que ver con la distancia entre cuerpos, surgen un sin número de síntomas a nivel individual que posteriormente, tendrán su repercusión a nivel social, pues como señalara Freud (1921) entre la historia de un sujeto y la historia de la sociedad, no existe diferencia. Regresemos, ¿de qué tipo de síntomas hablamos? Ante la poca o nula metabolización de la pulsión que sólo puede dirigirse hacía un objeto llamado otrohumano, ésta, la pulsión, se concentra en su origen, no tiene salida, se auto inunda, provocando un exceso de malestar en el sujeto. Nos referimos primordialmente a la vía sexual, como camino cerrado, obstaculizado premeditadamente por el propio sujeto, aspecto que desde principios del siglo XX, Freud (1908) develara: No es arriesgado suponer que bajo el imperio de una moral sexual cultural puedan quedar expuestas a ciertos daños la salud y la energía vital individuales, y que este daño, afligido a los individuos por los sacrificios que les son impuestos, alcanza, por último, tan alto grado que llega a constituir un peligro para el fin social (p. 1).

Y es desde esa moral sexual cultural —traducida hoy como el esquema general aceptado de relacionarse por parte de los sujetos—, que se encuentra una línea que se enlaza con la experiencia de la práctica clínica cotidiana, donde efectivamente, el ambiente actual de la vida posmoderna se apologiza en el des-contacto del sujeto con su mundo. No es extraño que los pacientes se quejen de su incapacidad para establecer relaciones de carácter amoroso, y cuando tienen la oportunidad de vivir una relación, 4

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se muestran impotentes para tomar una decisión o en su defecto, escuchamos la terrible postergación de lo que desean, en "beneficio" del trabajo o de una supuesta libertad individualista que obviamente raya en el hedonismo. Para Byung-Chul Han (2014), estamos frente a La agonía de Eros, lo que se traduce en peligro de extinción del amor, y con ello, el misterio, la fantasía, el erotismo, y en gran medida, la protesta política, pues si no hay índice de deseo, es decir, de interesarse por los otros, cómo puede haber ganas de protestar, de rebelarse. En palabras del mismo autor, escuchemos lo siguiente: El neoliberalismo, con sus desinhibidos impulsos del yo y del rendimiento, es un orden social del que ha desaparecido por completo el Eros. La sociedad positiva, de la que se ha retirado la negatividad de la muerte, es una sociedad de la mera vida, que está dominada tan solo por la preocupación de "asegurar la supervivencia en la discontinuidad". Y esa vida es la de un esclavo. (p. 23)

La vida de un esclavo que como apuntara Foucault (1984), es la vida donde el sujeto no se responsabiliza de sí mismo, no hay un cuidado de sí. Si no ocurre en la mente del sujeto el deseo de cuidar de sí para poder estar con otro, de preocuparse de otro, cómo podría siquiera pensar en la posibilidad de reunirse con otros para sugerir que un mundo mejor puede necesitarse. Y esto sirve para cuestionarse: ¿dónde quedó Eros, el amor? Sobre el amor, en la película The lobster (2015), se reflexiona en tanto existe la carencia de amor, en la problemática actual por establecer relaciones amorosas, tanto es así, que se proyecta una sociedad en la que a los individuos se les obliga vía legal y judicial a conseguir una pareja. Se les otorga cierto tiempo, y de no hacerlo, si no hay compatibilidad, entonces son ¡convertidos en animales!, lo que en cierta medida pone fin a la preocupación de buscarse una "pareja adecuada". La película que resulta por demás chusca en su propia esencia surrealista, es una crítica a la cultura de la simulación, un reflejo que intenta mostrar la incapacidad del

sujeto actual por entablar algo que debiera ser tan humanamente cotidiano como la relación amorosa, pero que en la realidad que se está viviendo resulta por demás complicado; lo que en gran medida viene a coincidir con el supuesto de la agonía de Eros antes señalada. La frase tan trillada: "el Internet acerca las distancias pero distancia a quienes están cerca", es algo que no se tendría siquiera que discutir. Las quejas en las familias —tema recurrente por parte de adultos mayores que asisten a consulta—, al ver que en las reuniones familiares sus integrantes, todos o la mayoría, en lugar de estar con sus seres queridos, están inmersos en sus pantallas, con quién sabe qué "persona", no deja lugar a dudas para suponer los alcances nocivos que tienen los medios tecnológicos: aislamiento, enajenación, distrofia emocional, indecisión, entre otros términos por el estilo, que en general desde el psicoanálisis serán nombrados como: síntoma. Aunado al problema de las relaciones sociales, se agrega otro que imprime una novedad preocupante: en el embeleso del sujeto al objeto tecnológico, se pierde la capacidad de movimiento en torno a las relaciones de poder, es decir, el sujeto más que nunca, se deja llevar por las "ventajas" de tenerlo todo a su alcance a través de dichos medios, lo que re-configura su posición como actor político, delimitando y muchas veces eliminando completamente, la manifestación de rebeldía. ¿Para qué rebelarse, si le dicen que lo tiene todo o que puede tenerlo todo? ¿Para qué levantar la voz, si como dicen: "llévatela leve, no te preocupes, no pasa nada"? Si Lipovetsky (1986), exponía al sujeto posmoderno en la imagen de Narciso a principios de los años ochentas, lo que presenciamos hoy, es la imagen total del hedonismo, vuelta en una criatura que deja de ser sujeto, en tanto no tiene lazos que lo aten con otros seres; no está sujetado a nadie. Una simple criatura que se limita a procesos básicos de vivencia. Necesidades que sólo requieren la auto regulación, inmediata claro, para que se sienta satisfecho. No

necesita preocuparse, ¿para qué si hay un sistema que lo hace por él? En las ideas de Marcos Roittman (2003), el individuo contemporáneo, ha establecido un trato infernal al confiarle su misma existencia al sistema de vida actual, llámese, capitalismo, neoliberalismo o globalización. Y en contradicción con lo que se espera sea resuelto por ese sistema, la realidad social nos ubica en otro sentido: el de que ni hay paz, ni felicidad, ni nada por el estilo. La lógica es pensar por consecuencia, que no podemos confiar en el sistema que nos vende el trato, para supuestamente vivir tranquilamente y sin preocupaciones. Retomando el lema de la película Güeros (2014), "ser joven y no ser revolucionario es una contradicción", consideramos que sin el espíritu revolucionario del joven, esto no podrá caminar más, el mundo se verá reducido a los cambios de consumo que el sistema arroja sin límites, porque esa es una de las características principales de la sociedad posmoderna: la saturación. Esto ya ubicado en el sujeto se ha de traducir en un síntoma muy peculiar y por demás escuchado en la clínica psicoanalítica: la incapacidad de decidir, que ya transportado a la esfera social representa alcances preocupantes, pues estamos frente a la incapacidad del sujeto para expresarse, al enfrentar el avasallador poderío del sistema tecnocrático. Zygmun Bauman (2016) respondía en una entrevista al respecto de sí los medios electrónicos y más precisamente, el Internet, constituía algún tipo de activismo como muchos jóvenes quieren suponer, —mecanismo de defensa mediante: Puedes añadir amigos y puedes borrarlos, controlas a la gente con la que te relacionadas. La gente se siente un poco mejor porque la soledad es la gran amenaza en estos tiempos de individualización. Pero en las redes es tan fácil añadir amigos o borrarlos que no necesitas habilidades sociales. Estas las desarrollas cuando estás en la calle, o vas a tu centro de trabajo, y te encuentras con gente con la que tienes que tener una interacción razonable. Ahí tienes que enfrentarte a las dificultades, involucrarte en un diálogo. delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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De acuerdo a Bauman, y coincidiendo con lo que se escucha en la propia clínica con jóvenes, resulta más fácil, pero menos retribuyente el platicar por el facebook que acercarse a los amigos, hacer novias a través de las redes, "que al fin y al cabo, así no gasto nada". Atestiguamos cómo el sujeto agonizante de Eros, se mantiene alejado de todo aquello que pueda exigirle un gasto, como sucede en las relaciones amorosas, y por supuesto, también en las del orden de la amistad. En otras palabras, el sujeto anti Eros, anti rebeldía, no quiere gastar nada, pues si gasta cree que pierde lo que tiene y que en realidad es nada, por lo tanto, se encuentra en una posición equivocada. Dos cosas finales: primero, que el joven del que hablamos es todo aquel que así lo viva, no se trata de edad o de cierta escolaridad, mucho menos. Entonces esta zoilez, va para todos. Segundo: olvidemos que estamos ante un sujeto al que se le muere la rebeldía por causas externas, por ser víctima del contexto; el sistema, lo que sea que eso signifique, lo conformamos todos, así pues, aquí no hay víctimas. El sujeto es la suma de las decisiones que toma o no toma, y en la época actual, ese es uno de los grandes problemas que resuenan en la clínica y en general, en las calles melancólicas de la ciudad: los hombres han dejado de decidir y ahí radica la muerte de la rebeldía cuando no hay Eros, cuando no hay contacto corporal. Pero nuevamente la pregunta se hace presente con la esperanza de que alguien sea valiente y la intente responder, en tanto estamos hablando de una forma de energía de la que no sabemos su dirección: ¿dónde quedó Eros, el amor?

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Referencias Baudelaire, Charles (1999) Cuadernos de un disconforme. Argentina: Errepar. Bauman, Zygmunt (2016) Las redes sociales son una trampa. Recuperado de: http://cultura.elpais.com/ cultura/2015/12/30/babelia/1451504427_675885.html Foucault, Michel (1986) La ética del cuidado de sí como práctica de la libertad. Recuperado de: http:// www.revistas.unc.edu.ar/index.php/NOMBRES/article/viewFile/2276/1217 Freud, Sigmund (1908/2001) Moral sexual cultural y nerviosidad moderna. En Obras Completas, Tomo IX. Argentina: Amorrortu. Freud, Sigmund (1921/2001) Psicología de las masas y análisis del yo. En Obras Completas, Tomo XVIII. Argentina: Amorrortu. Han, Byung-Chul (2014) La agonía de Eros. Barcelona: Herder. Lanthimos, Yorgos (Director). (2015). The lobster [Película]. Grecia, Reino Unido: A Film4, Irish film Board. Lipovetsky, Gilles (1986/2006) La era del vacío. Barcelona: Anagrama. Roittman R., Marcos (2003) El pensamiento sistémico: los orígenes del social conformismo. México: Siglo XXI. Ruiz Palacios, Alfonso (Director) (2014) Güeros [Película]. México: Catatonia Films, Conaculta.

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Gracias Kalimán Francisco Javier González Quiñones

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ranscurría abril de 1972 y el domingo nos saludaba con una sonrisa tan llena de sol que invitaba a disfrutarlo. Tal como habíamos acordado, los amigos del barrio estábamos reuniéndonos en la casa de Sergio el Checo Román, sólo faltaba Alejandro, pero lo más probable era que su papá, el licenciado Gutiérrez, no le permitiera acompañarnos en ese paseo al cercano balneario de Ojo caliente. En vista de las escasas probabilidades de que llegara Alejandro y respetando los planes, decidimos que lo mejor era pasar por Teresa y sus amigas. Al llegar con Teresa, todas las mujeres estaban listas y ansiosas por irse a nadar, así que sin muchos preámbulos les ayudamos a subir a la troca del Checo Román. Las pocas cervezas que llevábamos se terminaron en cuanto pasamos por el pueblo de Guadalupe, esto nos obligó a hacer una escala en la antigua Hacienda de Trancoso; ahí por las coincidencias de la vida nos encontramos en el depósito de las frías al Machín, quien sin dudarlo, de inmediato se integró al paseo. El Pancho Tequilas y el Lalo Baizas se alegraron con su presencia, y más cuando tuvieron que evitar la trillada frase "mochilas carnal", ya que en cuanto el Machín se subió a la troca pidió lumbre para rolar un colita de borrego. Pronto el humo ayudó a cubrir un poco los intensos rayos del sol y el olor a petate quemado empezó a mostrarnos la senda paralela a los caminos de María Sabina. Las caguamas de la "Corona" fueron humedeciendo la resequedad de la boca y calmando nuestra sed. El

viaje de 45 minutos se dilató lo suficiente como para llegar a los confines de nuestra galaxia. Mis sentidos se potenciaron y pude escuchar la cercana música de la tierra. Luego, sin prisas y guiado por el sentimiento de las novedades de Led Zeppelin, atrapé las notas de "Escaleras al Cielo" y transfigurándolas en alfombras mágicas viajé sobre ellas sin destino fijo. Este periplo sicodélico me llevó más allá de las montañas y las nubes. La proximidad del sol y la interrogante de Robert Plant, "¿puedes escuchar el viento soplar?" aumentaron mi deseo de refrescarme y en aquel momento me encontré cruzando la entrada del balneario de Ojo caliente. Sintiendo que el sol no dejaba de perforar algunas capas de mi piel, con agilidad me despojé de mis tenis y mi playera y quedé sólo en shorts. Corriendo y sin dudar me lancé a la alberca principal, el agua refrescó mi cuerpo y le dio nuevos bríos a mi mente para continuar paseando por los verdes senderos del jardín que la tía Juana con su habitual gentileza me mostraba. Los minutos se diluyeron en el agua y aunque sólo nadaba de muertito me sentí un poco cansado. En los altavoces del balneario se escuchaban los éxitos de La Revolución de Emiliano Zapata y Los Solitarios. Decidí salir de la alberca para buscar la sombra de un árbol y el reposo del pasto. Al dejar de patalear, para ponerme de pie, el agua empezó a tragarme. Ante mi incapacidad para evitar irme al fondo, empecé a sentir miedo. No obstante el temor, traté de tranquilizarme. Con esa calma,una vez delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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que toqué el fondo, doblé mis rodillas y me impulsé en busca de aire y de una forma para alejarme de lo más profundo de la alberca. Mi primer intento fue en vano, en cuanto di la primera bocanada de aire volví a sumergirme y repetidamente busqué la superficie, impulsándome otra vez con mis rodillas dobladas. No sé cuántas veces repetí esta operación pero el cansancio empezó a vencerme. Mis piernas y brazos pesaban y cada vez era más difícil alcanzar la superficie y respirar, el terror empezó a cederle su lugar a una paz interior que con discreción me estaba llevando a conformarme con mi suerte. Mis gritos de auxilio se ahogaban antes de asirse al viento para poder llegar a oídos de mis amigos. Ante esta situación tomé la decisión, y dejé de impulsarme en busca del oxígeno que reclamaban mis pulmones. Entonces algo inusitado sucedió, el telón acuático se abrió y empezaron a desfilar ante mis ojos imágenes inéditas y desconcertantes. La primera escena, la recuerdo muy bien, un inmenso desierto que pierde su monotonía con una larga fila de vehículos militares que se acercan a ciudades coronadas por mezquitas. Algunos helicópteros con bandera norteamericana sobrevuelan y protegen a las tropas. A lo lejos varios pozos petroleros arden y las llamas se confunden entre un negruzco humo. Ese humo me hundió en el vació, pero un repentino golpe, tal vez el manotazo de alguien que regresaba a la superficie, detuvo mi caída libre y ví nuevas y desconcertantes escenas. Al más puro estilo Hollywood, dos inmensos edificios exhalaban hacia el cielo grandes fumarolas, mientras se acercaba un avión que instantes después impactó en una de esas torres. Luego, entre el fuego ocasionado por la explosión del impacto, el edificio se desmoronó entre nubes de fuego y tizne. 12

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Como ráfaga desfilaron grotescas imágenes ante mis atónitos ojos. En esas instantáneas, mientras un ridículo personaje de escasa cabellera y abundante bigote estira un discurso demagógico plagado de promesas, un enigmático encapuchado no sólo contradice ese discurso sino que sin rodeos le declara la guerra al gobierno establecido. En otra secuencia de imágenes, la televisión revela el momento justo en que la pistola de un asesino toca la rizada cabellera del político que sonríe entre el gentío que lo rodea. A pesar de la evidente miseria del lugar, el momento es festivo, y entre lo estridente de la música que ameniza el evento, se escucha un disparo que hace volar los sesos del personaje de rizada cabellera, la sangre salpica su chamara que segundos antes era de color claro. En un parpadeo esas violentas escenas se transforman en un fragor civil, en que diversos ciudadanos se mezclan en la euforia que les ocasiona destruir, con picos, martillos y cualquier herramienta a su alcance, el muro de Berlín, el cual me resulta familiar por mis lecturas del Reader Digest. Entre el júbilo y la resonancia de ese golpeteo mi piel se eriza con el desgarrador sonido del violonchelo tocado por un virtuoso quién, entusiasmado y teniendo como trasfondo al ratón miguelito dibujado en un trozo del icónico muro, ejecuta el preludio de la suite No. 2 de Bach, celebrando tan significativo acto de la democracia. Mientras la emotividad transpira el ambiente, algunos aplauden y otros vitorean "Rostropóvich, Rostropóvich, Rostropóvich…" Las notas del violonchelo enmudecen con el unísono y multitudinario grito de ¡Gooo… ooool!, que paulatinamente se opaca para dar cabida al estribillo de "¡Chiquitibum, a la bim bom bam, chiquitibum, a la bim bom bam, a la bio, a la bao, a la bim bom bam, México México

ra ra ra!," estribillo que marca el compás del sensual meneo de los senos de una hermosa joven que en el centro de su playera recortada anuncia la cerveza Carta Blanca. Dentro del destello de otras imágenes me reconozco, con unos años de más, entre un grupo de estudiantes que después llegarán a mi vida como grandes amigos: Rigo Correa, Manuel de Jesús Gutiérrez, José Luís Mercado, Andrés González, Fernando Macías y Humberto Moncada. Estamos inmersos en una jornada maratónica para el examen del día siguiente, la concentración para estudiar es apoyada con la música de la XELK, una de las dos estaciones locales de radio en Zacatecas. La canción es interrumpida para dar una noticia de último momento. La trémula voz del locutor, con las notas de Imagina como fondo, anuncia "¡John Lennon ha sido asesinado!". Las siguientes imágenes son improvisados altares callejeros, con flores, velas y fotografías de Lennon. Algunas de las flores se deshacen y vuelan impulsadas por el frio viento que sopla en esas calles. Cuando el viento se convierte en sónicas ráfagas veo pasar un avión, semejante en su perfil, a los avioncitos de papel que hacía con las hojas que arrancaba a mis cuadernos escolares, durante la primaria en la escuela "Enrique Estrada". La radio continua encendida y apaga el zumbido supersónico, se escucha una voz masculina y madura, con resignación y firmeza: "En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos,… ¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una

sociedad mejor. ¡Viva Chile!, ¡Viva el pueblo!, ¡Vivan los trabajadores! Éstas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición." Nuevas imágenes exhiben cómo las bombas de los aviones pueden silenciar voces pero nunca enmudecer a las palabras. Respiro profundo, huele a tierra mojada y me siento fortalecido, sin rodeos y de golpe la gran manta me ubica, Festival de Rock y Ruedas Avándaro. Me encuentro entre una multitud de jóvenes desinhibidos, algunos vestidos a la usanza hippie, otros con playeras que portan las banderas inglesa y gringa. Motivados por la banda Peace and Love, me uno al entusiasmo colectivo y coreamos: "¡Queremos el poder, queremos el poder!". El sagrado olor a yerba quemada y el bendito olor a tierra mojada por la lluvia, dan un nuevo aliento a mi imaginación y una fantasía ecléctica intercala la emblemática presencia de Jimmy Hendrix y de Janis Joplin. El fabuloso sonido de la guitarra de Hendrix y la desgarradora voz de Janis me evocan otras peculiares imágenes y otros sonidos, entre los que distingo al Apolo XI y su módulo lunar del que sale la voz de Neil Armstrong diciendo "Houston, Tranquility Base here. The Eagle has landed." Poco después la misma voz con una emoción contenida: "That's one small step for a man, one giant leap for mankind". Estoy confundido, Díaz Ordaz dirige su discurso de inauguración de las Olimpiadas, sus palabras van quedando impregnadas en una inmensa pantalla que cubre el Estadio Olímpico, palabras que se van transfigurando en sonido e imágenes que van dando forma auna película. Los créditos están borrados o tachados adrede. La película inicia con el ruido de delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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un helicóptero que sobrevuela la Plaza de las Tres Culturas, unas luces de bengala, una roja y otra verde, provienen de un edificio cercano, el sonido de los disparos y el terror de jóvenes, mujeres y niños que corren desesperados por salvar sus vidas. En su huída tienen que sortear los cuerpos de heridos y muertos, alcanzados por las balas disparadas por personas que se distinguen por llevar un guante blanco en la mano izquierda. Varios militares descargan sus armas, sin distinción, sobre la multitud. Desde el helicóptero surge un terrorífico ruido de ametralladoras. Me siento más cansado, los húmedos sonidos se escuchan lejanos y las imágenes no son tan nítidas. Me deslumbro ante la distinguida Jacqueline Kennedy quien, al darse cuenta que está en el blanco de los disparos de un francotirador, trata de salir del convertible en el que viaja con su esposo. Uno de los guarda espaldas presidenciales la regresa al auto y en ese momento el último disparo alcanza la cabeza de John F. Kennedy, el Presidente se desploma sobre el hombro de su esposa Jackie. Jackie está desolada y Marilyn Monroe que está a mi lado viendo el final de John F. Kennedy, trata de ocultar su tristeza en una sonrisa y con voz entrecortada canta "Happy birthday dear President". La situación es patética, Ella Fitzgerald quiere abrazarla pero se contiene. Giro la cabeza y encuentro a la Marilyn que conozco, encima de un respira-

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dero del tren subterráneo y la brisa urbana levanta su vestido claro y holgado, parece agradarle y su sonrisa encaja con su pose sensual, en la que sus manos detienen el vuelo del vestido para dejar algo a la imaginación. Ese vuelo de la imaginación me posa entre la multitud que, atenta, escucha a un orador vehemente, y de espaldas a una enorme estatua de Abraham Lincoln, quien les comparte su sueño de libertad, democracia y justicia. Marylin Monroe ha regresado y coquetea, el erotismo flota en el aire, es una magnifica imagen para soñar y mis ojos se cierran. Escucho a mi novia, a mis amigos, a mis hermanos y a mi padre, pero cuando oigo la voz de mi madre siento que le puedo causar un gran dolor, e intento una vez más impulsarme hacia la superficie de la alberca. La distancia de tres metros que me separan de una bocanada de aire parece una meta inalcanzable, y escucho al enigmático Kalimán diciéndole al pequeño Solín: "Sólo los que luchan tienen derecho a vivir". Apropiando la frase logró la superficie, en los altavoces se escucha a Roberto Jordán, cantando Amor de estudiante. Alguien, con un rostro apacible y una cabeza coronada por un turbante adornado con una esmeralda, me tiende su mano y me acerca a la orilla de la alberca. Tras un breve reposo busco a mi salvador, ha desaparecido, entonces sólo exclamo: ¡Gracias, Kalimán!

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Historia de los deportes en España Peregrina Varela

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omo explica J. Polo del Barrio (1987), en Estados Unidos y en gran parte de Europa, "la escuela y la universidad fueron los centros de integración del deporte y la educación física a lo largo del siglo XIX; en España, el Estado tardó casi un siglo en ocuparse de la puesta en marcha de una infraestructura similar (...). El deporte en Madrid se empezó a cultivar desde un punto de vista pedagógico, como cultivo de virtu-des morales y como forma de respeto a los derechos de los demás. En Barcelona, en cambio, el deporte en sus comienzos tuvo un enfoque más patriótico. De una u otra forma, lo cierto es que el deporte fue un medio más por el que España se integró en la corriente modernizadora europea".1 Los deportes de moda durante los últimos 35 años del siglo XIX fueron las carreras de caballos, la caza, la esgrima, la aeroestación, el yatching, el polo, la gimnasia y el juego de la pelota. Todos ellos resultaban inaccesibles para las clases más humildes, pues requerían un equipo o material de coste muy superior a las disponibilidades económicas de la mayor parte de la población. Así "la práctica del deporte en esta etapa tendrá un marcado carácter aristocrático y áulico".2 Los primeros periodistas deportivos en España eran, para José Mª Lacalle Medina (1997), "más atletas en activo que profesionales de la pluma; imbuidos por el deseo de difundir sus deportes, comentaban con un cierto estilo barroco lo sucedido en las competiciones deportivas de las que ellos formaban parte".3 Estos pioneros conseguirán en

poco tiempo que las empresas periodísticas "descubran las rentabilidades que ofrecía incluir noticias sobre deportes en sus páginas. De este modo se dará paso del amateur al profesional de la información, al requerirse la exposición concreta de los hechos deportivos en forma inteligible para una variopinta masa de aficionados, desde el obrero al letrado".4 Como consecuencia de este interés del público por los temas deportivos nacen las primeras revistas españolas especializadas en deportes. José Mª Lacalle Medina (1997) destaca estas primeras publicaciones que hablan sobre la caza y la hípica, y dice que estos deportes "empezaban a desarrollarse con la reciente creación de la sociedad de fomento de la cría caballar y con la construcción del hipódromo de la Castellana". Apunta que el tiro de pichón, el velocipedismo (actual ciclismo) y las regatas en las playas de moda "serán los principales temas que anteceden al fútbol en atención de las primeras revistas deportivas".5 Así, se ve un despertar de la sociedad española por los deportes, tanto en lo relativo a su práctica como juego, como a nivel competitivo. Sin embargo, el deporte en España comenzó a estructurarse de forma contundente en los umbrales del siglo XX, surgiendo los primeros campeonatos y federaciones deportivas. Los campeonatos de tenis, por ejemplo, se iniciaron en 1910 y en 1920 se fundó en Barcelona la Federación Española de Natación. En 1918 ocurrió un hecho muy importante, nace la Federación Española de Atletismo. "El futuro del deporte quedaba definido en estos veinte años con la práctica

1 POLO DEL BARRIO, J: Regeneracionismo y deporte, en "Orígenes del deporte madrileño 1870-1936". Madrid. 1987. Pág. 53. 2 LACALLE MEDINA, José María: "Orígenes de la prensa deportiva..." O.C. Pág. 79. 3 LACALLE MEDINA, José María: "Orígenes de la prensa deportiva..." O.C. Pág. 79. 4 LACALLE MEDINA, José María: "Orígenes de la prensa deportiva..." O.C. Pág. 79. 5 LACALLE MEDINA, J.M: "Orígenes de la prensa deportiva..." O.C. Pág. 80. delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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del esquí, los deportes de montaña, las carreras hípicas —en 1922 se celebró en San Sebastián la prueba mundial más importante de la época—, el polo y el balandrismo".6

tan importantes como la Volta a Catalunya (1911), o la Vuelta al País Vasco (1927). Esta última estaba organizada por el diario deportivo Excélsior.9 En 1935 se efectuaba la primera Vuelta a España.

Aunque con suma lentitud en su desarrollo, en los primeros treinta años de nuestro siglo, el deporte español podrá equipararse con el resto de las naciones avanzadas. Pese al nulo apoyo oficial —el Estado sólo dedicó al deporte 25.000 pesetas en 1922, cuando un año antes se destinaron más de 200 millones a la guerra de África—, comienzan a cobrar una gran popularidad el boxeo, el fútbol y el ciclismo, tres deportes que, por sus bajos costes y por su facilidad para la práctica al aire libre, resultaban más accesibles a la juventud.

De todos estos deportes, será el fútbol el que se lleve la palma en cuanto a expectación. Ya en 1902 aparecía el siguiente comentario en el Herald del Sport: "Parece que va tomando carta entre nosotros un ejercicio inglés llamado football. Aunque en nuestro modo de ver no encaje por completo la afición a ese juego, sin embargo, no se puede negar que cuenta con bastantes entusiastas y los domingos por la mañana se ven los campos muy concurridos".10

Volviendo con José Mª Lacalle Medina (1997), vemos como "cientos de muchachos que se inician en la práctica de estos deportes en los años de la dictadura primorriverista, comienzan tímidamente a profesionalizarse. El número de boxeadores se da en proporción al hambre".7 Como se puede apreciar, muchos de los que se iniciaban en ciertos deportes lo hacían para poder sobrevivir y no por el placer de la práctica deportiva en sí misma. El ciclismo es otro de los deportes que alcanza gran popularidad, auspiciado por los éxitos de corredores como Tresserras, Lacasa o Luis del Campo. Fue decisiva "la brillante participación de los ciclistas españoles en la Vuelta a Francia — creada en 1902—, que despertó el entusiasmo popular por el deporte del pedal".8 El éxito popular del ciclismo culmina con la organización de competiciones

En los primeros años del siglo XX, "se cristalizó el fútbol como competición de ámbito nacional con la celebración del Concurso Madrid, con motivo de las fiestas de la coronación de Alfonso XIII. Este concurso se considera el primer Campeonato de Copa, aunque el Rey no otorgó el trofeo que llevaba su nombre hasta un año después".11 El resto de los deportes continuarían siendo elitistas, aunque algunas de sus figuras llegaron a gozar de cierta fama, como la tenista Lilí Álvarez, que alcanzó las finales en Wimbledon durante tres años consecutivos: 1926, 1927 y 1928. Las numerosas revistas dedicadas al deporte presentaban un acentuado carácter regionalista, concentrándose especialmente en las zonas industrializadas de Madrid, Cataluña y País Vasco, son las ciudades que tienen los equipos que más partidos de Liga han ganado.

6 Enciclopedia Larousse. O.C. Pág. 2812. 7 LACALLE MEDINA, J.M.: "Orígenes de la prensa deportiva..." O.C. Pág. 81. 8 Enciclopedia Larousse. O.C. Pág. 2812. 9 Excélsior: medio impreso que tiene el honor de figurar como el primer cotidiano español de deportes. Apareció en Bilbao del 31 de marzo de 1924 al 8 de octubre de 1931, cambiando de nombre, Excelsius, desde el 11 de octubre de 1931 hasta 1937. De adscripción nacionalista (editado por las empresas periodísticas del PNV), fue dirigido por Jacinto Miquelarena, uno de los mejores cronistas deportivos de todos los tiempos. Su subtítulo: deportes-información-cultura, muestra cómo, aún siendo primordialmente deportivo, contenía secciones de información general. Tuvo bastante éxito. 10 Heraldo deportivo: (1915. Madrid); decenal, editado por Ricardo Ruíz Ferry, uno de los pioneros de la crítica deportiva. Publicó magníficos grabados y llegó hasta 1936. 11 LACALLE MEDINA, José María: "Orígenes de la prensa deportiva...". O.C. Pág. 82.

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Respecto la participación en campeonatos internacionales hay que resaltar la reaparición de España, en 1948, en los XIV Juegos Olímpicos celebrados en Londres. "La actividad internacional de los deportes españoles y la organización por parte de España de competiciones del más variado carácter, como las pruebas valederas para el Campeonato Mundial de Automovilismo de Fórmula I, en el circuito del Jarama realizadas en Madrid, o torneos de tenis —Conde de Godó en Barcelona— y de ajedrez —Las Palmas de Gran Canaria—, todos ellos de gran prestigio, hacen que el deporte tienda a un notable desarrollo popular en sus distintas especialidades".12

Queda así configurado el panorama del deporte en España, que acrecienta día a día sus seguidores, en la modalidad de la práctica deportiva, como en la opción de espectador deportivo, directamente en el campo como a través de los medios de comunicación: televisión en primer lugar, radio y prensa deportiva de todo tipo. Es importante destacar que se escriben muchos libros sobre deportes, en los que se tratan aspectos relativos a su práctica —normativa, modalidades— como aspectos relacionados con determinado equipo o temporada deportiva, o se hacen recopilaciones históricas, se trata sobre la evolución de un equipo o de jugador.

12 Enciclopedia Larousse. O. C. Pág. 2812. delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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Manos de madera y cristales Ikeli O’Farrell

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te acuerdas cuando eras la mitad de lo que ahora; cuando ignorabas y escondías casas de madera entre las manos con las que te tapabas los cristales de las gafas cuando tenías ganas de llorar. Ahora no hay cristales, no hay gafas, siquiera hay madera para construir las casas y las palmas de tus manos llenas de carcoma dibujando agujeros. Un agujero por día y las heridas terminaban de cerrarse donde la inocencia se descuelga de los niños. Dos troncos de árbol por piernas que un día se separan y sangran, y una sonrisa de placer cada vez que recuerdas la despedida de las cortezas. El viento que acaricia la fruta debajo de la falda y las uñas afiladas para cicatrizar espaldas. Tu corazón ahora es enorme y aplasta a los demás, los convierte en partes diminutas de cristal con las que los ciegos descalzos dañarán las plantas de sus pies. Tú dormirás tranquila como siempre sin pensar en los ciegos y mucho menos en los corazones que el tuyo aplasta. En la oscuridad del bosque una mirada cargada de inocencia encontró unas gafas partidas por la mitad, los restos de una casa de madera y un tronco con gotitas de sangre. Lo cogió con sus dos manos y empezó a correr La ceguera le hacía caerse cada diez metros y tenía las plantas de los pies llenos de heridas. Tardó un mes en encontrarte pero arrastrándose por los suelos consiguió llegar hasta ti. Tú no entendías nada de nada, no sabías por qué había restos de cristales en sus pies y por qué te miraba con esos ojos. Te diste cuenta que su corazón era más grande que el tuyo y por lo tanto intentaste huir y esconderte. Te cubriste con todo lo necesario y cerraste los ojos pero de nada sirvió. Su corazón aplastó al tuyo y tus manos volvieron a ser casas de madera tapando los cristales de tus gafas en tus ganas de llorar.

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No creí que llegarías Jéssica de la Portilla Montaño

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eis años atrás elegí tu nombre por si eres niña: Aranza. Y hace cuatro decidí que de ser varón te llamarás Héctor, como tu padre. No creí que llegarías a mi vida. Como hija de divorciados no quise repetir la historia de tu abuela y bisabuela, que apenas si tuvieron tiempo para disfrutar de sus hijas por tener que trabajar para sacarlas adelante. Pero hace cuatro años me reencontré con ese profesor de secundaria, mi primer amor que ya no fue tan imposible. Me pidió unir nuestras vidas, y desde el primer instante pensamos en ti. Te soñamos, tu papá y yo, sobre la misma almohada: tu aroma a manzanilla y talco de bebé, cómo cantarás las canciones con que crecí, cómo te enseñaremos a tocar guitarra. El plan era buscarte en cuanto nos casáramos, pero un revés económico lo impidió y no quisimos traerte al mundo sin darte lo mejor. Hace doce meses decidimos no esperar más... y apenas hace cuatro supe que tú causaste mi repentina necesidad de comer pepinos y papas fritas. A las siete semanas de gestación fue el primer ultrasonido: eras una bolita cabezona de pocos milímetros. Tu corazón sonaba a ciento cuarenta y un latidos por minuto. No pude creer, aún no puedo creer cómo apareciste de la nada, cómo te hiciste un hueco en mí para tenerme toda ilusionada.

En el segundo ultrasonido, con doce semanas de embarazo, tu papá y yo supimos que nada es perfecto: el doctor detectó contracciones que no debo tener. Salí del consultorio con la prohibición de hacer ejercicio, evitar escaleras y olvidarme de caminar, entre otras. A tomar medicamento y repasar qué hacer en caso de urgencia, por si presento señales de amenaza de... de esa palabra tan fea que ninguna embarazada feliz desea escuchar. Al tercer ultrasonido fui sola: tu papá se perdió de ver tu rostro y cómo te mueves, cómo agitas tus bracitos y piernas, cómo arqueas la espalda y te acomodas. De nuevo me detectaron contracciones, otra vez a tomar medicamento. En dos días iré con el doctor y confío en que todo irá mejor, que ya no corro riesgo de perderte. Cada que me tomo fotos para tus tías, cada día al despertar ruego que por favor llegues bien, que nazcas el día previsto, por parto normal o cesárea pero que respires, que llores pidiendo alimento, que me mires con tus ojitos y que mis brazos te envuelvan con agradecimiento. Ya quiero tenerte aquí, te necesito para quererte porque aún no has nacido y ya nos has hecho tan, tan felices... Espero que pronto leas o me escuchas leerte este texto.

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Las aventuras del Capitán Potter Karla Galeana

Más noches así y mi tripulación morirá. Hemos pasado por muchas tormentas, la comida está escaseando, ningún barco ha pasado por estos mares. Hemos perdido las esperanzas, mañana se cumplen 37 días desde que partimos del puerto, una mala idea lo sé, pero ahora qué debo hacer. Estoy en medio del Océano Atlántico, con mi tripulación cansada y desesperada. No es lo que ellos querían, no es lo que veníamos a buscar a estas aguas. Somos piratas, nos dedicamos a robar y capturar a otros piratas. Pero, aquí no hay nada. No, no sobreviviremos mucho. Escribo estas líneas y las lanzo en una botella con la esperanza de que alguien la encuentre, no quiero ser famoso solo quiero que sepan que ellos navegaron con el Capitán Potter.

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Tres narraciones Andrea Andaluz

Profundidades Esta es la historia de dos espejos gemelos que estaban en venta en una tienda de antigüedades. El primero de los espejos se preguntaba frecuentemente si lo comprarían antes a él o a su hermano, si habría una pequeña diferencia entre ellos que hiciera que la elección se inclinara hacia uno u otro. Si en verdad eran idénticos, o si él era simplemente una copia o si era el original. Un día llegó un hombre que decidió llevarse los dos, así que la duda del espejo no se resolvió. El hombre los colocó en el vestidor de su esposa, el uno frente al otro. Fue entonces que los espejos conocieron a su gemelo, y más importante, conocieron su reflejo. Pero con el tiempo, el mismo hermano se empezó a preguntar si lo que veía era su rostro, o el de su igual, y se perdía mirando la inmensidad de espejos multiplicados en sus profundidades. La duda de su identidad lo volvía loco y al pasar de los días odiaba lo que tenía enfrente. La señora de la casa se miraba en uno y en otro, dependiendo de la hora, dependiendo de la luz. Y no sabía por qué ellos no tenían cara, por qué ella les obsequiaba la suya en ése acto egoísta de contemplarse; no entendía si estaba vacío o si estaba lleno, o si su existencia era tan sólo éso, mostrar la imagen del exterior sin poder saber si había una en el interior. Y aquel día en que su hermano se rompió, el espejo lamentó quedarse ciego y solo, lamentó perder su infinita identidad, y más aún le dolió no tener un igual, no tener alguien en quién mirar y comprender su miserable existencia.

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Historia Hubo un pueblo que vestía siempre de blanco; pero un día, alguien cuestionó aquello, y luego alguien más se vistió de negro. Poco a poco los demás lo fueron imitando, y aunque algunos no se sentían cómodos, seguían la corriente. Y hubo quien lo probó y no se acomodó, hubo quien criticó a los que no evolucionaban, hubo quien quiso hacer negocio con aquello, hubo quien quiso unificar, hubo quien en secreto vestía del color contrario, hubo quien usó el gris; así hubo también quien satanizó el color nuevo, y hubo quien lo vio inmoral, también hubo quien lo quiso imponer, y quien lo quiso prohibir; hubo quien mató a quien no vestía igual, hubo quien declaró bandos, hubo quien hizo guerras, hubo quien quiso aceptar a todos por igual; hubo de todo, pero lo cierto es que aquella diferencia hizo un cambio permanente que nunca se diluyó, sino más bien creció y dividió. Hubo una vez un pueblo que vivía siempre entre el blanco y el negro, hasta que un día hubo alguien que vistió de rojo.

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Repite conmigo La señorita C finalmente mandó llamar a los padres de T debido a que él siempre estaba inquieto, disperso y no dejaba que los demás niños se ocuparan en la clase. La profesora eventualmente reconoció los síntomas y habló con los señores O, les recomendó un psicólogo y les explicó que era algo hasta cierto punto común, que el déficit de atención era tratable. Los padres llevaron a T al consultorio, le hicieron pruebas para diagnosticar el trastorno y le recetaron una rutina mental para ejercitar su concentración. Así cada tarde después de la escuela, la madre de T , ponía en práctica los ejercicios que le había prescrito. —Seis, ocho, diez… —Repite después de mí—: Seis, ocho, diez, doce. —Seis, ocho, diez, doce. —Muy bien. Ahora sigue solo. —Catorce, dieciséis… doce… —No. Otra vez, hagámoslo juntos. Catorce, dieciséis, dieciocho,

catorce, dieciséis, dieciocho… Catorce, dieciséis… Catorce… ¡Catorce! ¡Catorce! ¡Catorce! La señora O no podía parar de decir lo mismo. T la miraba asustado y ella trató de evitar repetir el número pero se encontró moviendo las manos de forma descontrolada. Tras un par de minutos —que le parecieron horas—, logró marcar a su marido. —¡Catorce!... Vv…¡Catorce!.. ¡Ven!… ¡Catorce!

El señor O llegó a la casa y encontró a su esposa rayando una libreta, estaba acelerada, los ojos desorbitados; y vio a su hijo más atento que nunca a lo que la madre hacía, siguiéndola con la mirada con una fuerte fijación. Ella rayaba y arrancaba hojas, murmurando sin parar "catorce, catorce, catorce".

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Yo nunca fui supersticiosa María Nieto

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n olor extraño comenzó a percibirse en mi recámara, sólo ahí y en ningún lugar más de la casa. Revisé que no hubiera un ratoncito muerto en algún sitio. Pero no encontré nada. Algunas tardes el olor desaparecía, otras era muy claro. Iba y venía. Después no volvió a irse. En aquellos días, yo no conocía el olor de un muerto, pero de alguna forma sabía que ése, era el olor a un muerto. No me alarmé, siempre busqué explicaciones lógicas. Durante largo tiempo anduve con la nariz pegada a los muebles, a las paredes, incluso al piso y al techo con la intención de encontrar la procedencia de ese olor.

Una madrugada llegué a casa con un amigo, después de cenar. Lo invité a pasar. Nos sentamos en el sillón y conversamos un rato. En medio de la conversación se fue acercando discretamente y en tono sutil me dijo: —¿Sabes cómo me veo en un futuro? —No, no tengo virtudes de adivina.— contesté en broma.

estado adormecido. Cerré los ojos y esperé... pero él se detuvo. Entonces dijo algo que no esperaba: —Huele a muerto. Abrí los ojos y dejé de respirar por un instante. —Tal vez sea un ratón debajo del sillón— dijo completando la frase. Me quedé muda. Ese olor no había salido de mi recámara, y yo no había comentado nada a nadie y menos a él; hacía dos semanas que lo conocía y era mi segunda cita. Se levantó, movió los sillones y no encontró nada. Al caminar por la estancia se acercó al cubo que forman las escaleras, ahí se detuvo y me dijo: —El olor viene bajando, viene de arriba. Me congelé de los pies a la cabeza. Si antes no le di importancia y no alteró en nada mi vida, en ese momento me encontraba asustada como una niña.

—En realidad yo tampoco, pero me gustaría verme contigo, como estamos ahora.

—No me gusta nada ¿Sabes? Tengo la sensación de que me están haciendo una advertencia.— dijo muy serio y su seriedad me asustó más.

Me sorprendió; pero mi sorpresa no fue por lo que dijo, sino por la sensación que me produjo escucharlo. Sus palabras y su compañía me reconfortaban, y tuve miedo de que se fuera, y quedarme sola.

En unos minutos, la conversación había dado un giro completo,y decidimos salir de la casa. Pero cuando iba subiendo al auto, una extraña necesidad me hizo regresar para asegurarme que la puerta había quedado bien cerrada.

Se acercó un poco más. Al sentir su respiración se me erizó la piel. Un hormigueo me recorrió todo el cuerpo como si antes hubiera

Finalmente esa noche, la del encuentro amoroso, mi amigo y yo, nos encontramos en la habitación de un hotel mirando al techo. delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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Al regresar a casa, decidí mover los muebles, revisé cajón por cajón, levanté la alfombra y la tiré a la basura; cambié de cama, de colchón y recordé el agua bendita que me regaló una amiga de mi madre. —Es para limpiar tu casa. Reza tres Aves Marías y tres Padres Nuestros mientras rocías el agua formando una cruz. Vas a sentir la diferencia.— Por supuesto que en aquel momento no lo hice. La puse en una alacena y la olvidé. No sé cuántos días pasaron, pero yo no dejaba de pensar en ese a amigo mío. Fue difícil volver a verlo. La línea de teléfono fallaba, sonó varias veces pero al contestar había interferencia y después la comunicación se interrumpía. Una madrugada, me despertó una fuerte sacudida y un zumbido que no puedo definir aún ahora. Quise levantarme, pero algo me golpeó y caí al piso. Traté de levantarme de nuevo, pero debajo de mis pies el piso se movía. Las cosas comenzaron a caer. Me arrastré por el suelo aturdida. No sé cómo ni por qué, en esas circunstancias, vino a mi memoria aquella noche, en que llegué muy tarde a casa, y sin quitarme la ropa me tiré en la cama y me quedé dormida sin asegurar la puerta; tal vez deseaba encontrarme ahí para salir corriendo. Momentos después, un fuerte temblor me regresó al presente. No podía controlar una sola fibra de mi cuerpo, sentí como mi cabeza se iba humedeciendo y comenzó a faltarme el aire. Después se hizo un silencio, un silencio inmenso. El aire cambió. Debajo de mí, el piso se desplomó y caí, pero esta vez la caída fue muy larga. A pesar de mi esfuerzo por mantener la conciencia me fui perdiendo, me desvanecí.

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Cuando recobré la conciencia, la oscuridad era total y ese olor estaba ahí, de nuevo. Entonces tuve miedo, un miedo que nunca había sentido. Todo dentro y fuera de mí era confuso. Agité las manos compulsivamente sobre mi cara, no sé si por la ansiedad de no saber lo que estaba sucediendo o para tratar de despertarme, porque yo quería despertar. Luego quedé inmóvil como si el aire hubiera dejado de fluir. Alargué débilmente mis brazos y traté de palpar algo con mis manos para saber dónde me encontraba. Delante de mí una luz muy tenue apareció lentamente. Comencé a avanzar, primero a gatas, luego poco a poco me fui levantando sobre los pies. A cada paso un temblor en las piernas me hacía tambalear. Pero seguí avanzando hasta que me encontré con el marco de la puerta, lo abracé y me sostuve con fuerza durante un tiempo que pudo ser un minuto o una hora, porque el tiempo ya no transcurría como antes, ni el tiempo, ni mis pensamientos. Después salí buscando aire, buscando ayuda. Pero el aire no fluía y no había nadie. Comencé a caminar despacio,luego un poco más aprisa hasta que me encontré corriendo por las calles, recorrí callejones y volví a encontrarme en el mismo sitio.Hice un gran esfuerzo para mantener el sentido de la realidad, pero me envolvía y me sobrepasaba un estado de completa confusión. En medio de ese silencio, me pareció ver que el cielo se abrió y un rayo de luz enrojecida alcanzó los contornos de las casas, el filo de los edificios y sus cristales. Busqué la puerta de mi casa pero no la encontré. Todo comenzó a desvanecerse, las casas, los edificios. Me sumergí en un estupor en el que sólo se escuchaba ese silencio, ese terrible silencio. Una voz de niña me alcanzó, traté de abrir los ojos lo más que pude pero no logré ver nada.

—¡No me gusta como huele, no me gusta esta casa!— Gritaba la niña. Comencé a escuchar murmullos, rezos, como murmullos, y yo, la escéptica, me uní a los rezos. Segundos después un agua fresca comenzó a salpicarme la cara, me fue lavando los ojos hasta que pude ver. Estaba ahí, tendida a un lado de mi cama, sin respirar. El cuarto en

desorden, la lámpara aún encendida tirada en el suelo frente a mi cuerpo y la almohada y las sábanas manchadas de rojo. Pude recordar la noche en que por descuido dejé la puerta abierta, aquella en que todo se cimbró, fue la misma noche en que yo caí de la vida a la muerte sin darme cuenta.

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Orquídeas endemoniadas Mónica Martínez

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esde la esquina pude mirarlo; su cabello despeinado, esas canas que brillaban como brisa espumosa y salada, siempre con un cigarro en la mano. Siempre con un cigarro en la mano, su cabeza inclinada mirando al piso, su saco negro, ese rostro cuadrado, la barba descuidada. Era él. Miré con cariño el letrero luminoso del "Arista Café", donde solíamos reunirnos tantas tardes, tantas noches después de la fiesta. Llorábamos, hacíamos burbujas con el popote en la malteada, reíamos sin parar para después encarar a la nostalgia de nuevo. Me quedé un momento parada, mirándolo y lentamente, casi flotando, entré por la puerta, donde siempre sonaba una campanita. El volteó; hacía ya cuatro años de la última vez que nos vimos. Después de un introspectivo abrazo nos sentamos y comenzó su monólogo. Al final, todo se vuelve Binario. Aquí ya llovió, hizo mil noches y ella nunca volvió. ¿Qué hago?, ¿La espero, o vuelvo a la comida? Moví la cabeza de lado a lado queriendo responder, pero levantó la mano en señal de "alto". Carajo, tengo 42 años y las piernas se me doblan al querer trepar la escalera. Soñando con pastelitos, Grand Marnier, la batidora descompuesta, los baresuchos en el centro de madrugada, y claro, mis chicas Europeas.No pienso pintarme las canas, sé escuchar muy bien, y por eso esperaré la aurora boreal vestido de negro. ¡Que risa!, me encuentro desfragmentado; miro los árboles desde mi ventanal y quiero estar ahí, quiero ser parte del mundo.

He vivido mi vida entre mis piernas, contestando a los llamados de ese señor que nunca se sacia con nada. Necesito volar, necesito estarme quieto, quiero recuperarme, nunca he sabido quién soy. Pero adoro esos duraznitos tiernos meciéndose al compás de mi pincel. A qué sabe el espíritu, tú, conoces bien ese sabor, ¿verdad? Sonreí de lado, y continuó hablando. ¿Será un sabor neutro, o amargo, como las noches en el apartamento de la San Miguel? ¿O dulce como esos días en el sanatorio después de mi ultimo coma diabético? Hizo una pausa, y le dio un buen sorbo a su café, que ya era el tercero. Escúchame, dijo tomando mi barbilla con su mano temblorosa.El tono de su voz comenzaba a sentirse por todo el espacio. Cuando digo vámonos es por que yo ya estoy tarde. Yo, Yo ,Yo, encima de mi mismo, ausente de aquellas mañanas radiantes cuando me despertaba y sonreía. Estoy a punto de llegar, lo sé. Tomo el elevador, y me multiplico en sus espejos, bajo las escaleras eléctricas de espaldas, subo las de caracol hacia la azotea, el viento me lanza una maldición, y me dejo ir por el tobogán de emergencia. Y abajo, las noches viciosas de post punk, sentimentalismo de polvos blancos, me alimento del bies negro de mi kimono narcisista. Tenía tanto que decirle, pero mi referencia en su espejo era insultante, así que me limité a delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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escucharlo, con esa nueva paciencia que había ganado en esos años de ausencia. Él no se inmutaba de mi necesidad de comunicarle que pronto tendría que marcharme de nuevo de la ciudad, y esta vez no sabía cuando iba a volver. Continuó hablando, ya sus ojos parecían desorbitados:

llevamos una flor. La cordura siempre fue bebida fácil, y jamás me liberó, en cambio, siempre he tenido un futuro abierto, en el que me visualizo descolgando los adornos superfluos de mis repisas. Y en cámara lenta voy girando agangrenado por el triple nudo de mi gazne de seda atado al cuello.

En este sótano necesito una lámpara para iluminar los pocos días que me quedan de París. Ya de madrugada, regreso al apartamento y entro en la tina con ropa. Tres o cuatro días tirado en la cama, me abraza mi colchón olvidadizo del verano. Una paloma despistada choca con mi ventana y al fin despierto.

Siempre he dicho que en el amor la decadencia puede ser lenta y asfixiante cuando la expectativa te arrastra.

Me levanto vociferando en contra de los eclipses lunares para personas con tal sensibilidad, yo definitivamente me quiebro. Envidio al borracho perdido que se estrangula diariamente desde el fondo de la botella; él tampoco sabe quien es, pero no le importa. Solo quisiera saber hacia donde lleva ese listón rojo que emana del pavimento al medio día. Hizo una pequeña pausa, y después de un largo suspiro, me miró fijamente: te ves linda ¡eh! ¿andas con alguien? —Ya te contaré, si me dejas hablar en algún momento—, bromeé. —Déjame decirte lo que he estado sintiendo últimamente— me dijo juntando sus manos palma con palma. Sonreí. Yo a veces quisiera haber nacido mujer, para no ser cobarde, para entregar hasta los huesos cuando de amor se trata, por lo menos pintarme los labios y desgarrar mi ropa de vez en cuando; me hace tirar las máscaras. En desnudez, deseo caer al piso sin miedo de nunca mas levantarme. Los hombres demoniacos somos más atractivos, por que somos infinitos, y debajo de las alas siempre 44

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Comenzaba a sentirme ansiosa; quería gritar, quería llorar. Me levanté de golpe, saturada de palabras e imágenes, y sin decirle nada, caminé rápidamente al baño. Abrí mi enorme bolso, buscando rápidamente mi pastillero. Saqué un Rivotril y lo partí a la mitad echándolo al túnel místico de mi garganta, y la tragué, así, sin agua. Me recargué en el lavabo, mirándome en el espejo, mis ojos reflejaban alguna tristeza vieja, esa nostalgia que iba desgajándose como un delicioso cítrico anaranjado. Y sí, lo era. Volví a la mesa. Ya sentía el efecto de la amable pastillita, así que me senté en calma, le acaricié el cabello y le dije: Mira, la verdad siempre ordena. La verdad sobre uno mismo, sobre quien fuiste de niño, y quien eres ahora. Cuando vivía en Jalapa, me gustaba salir muy temprano al bosque. Correr persiguiendo el largo vestido gris de la neblina. Y gritar. Gritar me liberaba, gritarme a mi misma. Hoy quiero gritar y no puedo hacerlo, no como mujer, por que sigo siendo una niña. Así la catarsis de la vida: comienza en la punta de la cola de un gato, y termina... ¿Donde termina; cuando una imagen te toca por dentro sin tocar tu superficie primero? Recuerdo cuando me sentaba en la banqueta a platicar con mi hermana. Compartíamos las mismas imágenes del alma, como una fuente descontaminada, mientras el agua de la lluvia pasaba por debajo de nosotras, trayendo con sí brazos y piernas de plástico,

desechos de la fabrica de muñecos que estaba en la esquina de mi casa. ¿Dónde quedaron esas aguas limpias, aquellos borbotones de risas y cuentos? Después regresábamos a casa, subíamos al estudio por la escalera de caracol metálica que siempre rechinaba. Encendíamos el tocadiscos. Ella casi siempre elegía el disco de Peter Murphy "Love Hysteria". Mirábamos la portada y nos enamorábamos de su cara afilada. Parecía una navaja antigua, sus ojos oscuros eran un espejo donde nos gustaba reflejar nuestra siempre curiosa mirada. Hice una pausa, mi mirada abstracta en un cuadro de colores pastel colgado en la pared que retrataba un helado Banana Split. Siempre me ha gustado mucho bailar —continué—. Siento que cuando lo hago, me olvido de todo, y siempre, aparece puntual la sombra que gira, y desvanece los recuerdos que no me dejan dormir. Después de una gran noche de baile, despierto a la mañana olvidadiza de un corazón perforado. La sombra deja de ser un arquetipo punzante y doloroso cuando uno la reconoce como una parte vital de la propia vida. —¿ A qué viene lo del baile?— preguntó. —No sé, el hecho de bailar siempre me recuerda a nosotros, o más bien, a tí; cada viernes, con tu atuendo negro.— Permanecí un momento en silencio, recordando una noche de día de muertos en el antro al que asistíamos con frecuencia. Me preguntó: ¿Por qué te quedaste callada? ¿Recuerdas esa noche, cuando íbamos disfrazados con capas negras y nos pintamos la cara con los maquillajes que me trajiste de tu último viaje? Bajamos la escalera hacia el área de fumadores, el humo casi no dejaba ver el juego de luces violetas y a toda la gente bailando, perdiéndose en notas oscuras y Martinis color violeta también. Me jalaste de la

mano y me llevaste detrás de la puerta del baño, me alzaste, acomodando mis nalgas en la pequeña orilla de la ventanita, recuerdo que rasgué mi falda negra de gasa. Comenzaste a besarme y morderme el cuello; yo tenía la copa en la mano y la dejé caer, para entregarme a ese sudor extraño sabor a tabaco y chicle de menta añejo. Mordías mis pezones mientras introducías dos dedos en mi vagina que brotaba como cascada. Yo gritaba y reía al mismo tiempo, pero mis gemidos eran imperceptibles para la multitud. Tú estabas de espaldas al baño pero yo miraba de frente, gente entrar y salir, se tambaleaban, fumando y bebiendo, miraba el reflejo de las luces en sus cabellos decolorados y el delineador de sus ojos caía con el sudor como lágrimas negras. Nadie se percataba de nuestro juego, así que bajaste la bragueta y me penetraste. De verdad pocas cosas me prenden más que el sexo en lugares públicos. Terminaste pronto. Nos quedamos un momento recobrando el aliento y mirándonos con complicidad. Sabíamos que era solo ese momento y nada más, cada uno con sus historias personales, sus amores no concretados sus tristezas en soledad. Pero eso me daba tranquilidad; para mi era casi imposible tener sexo con alguien que me agradara, sin enamorarme y terminar hecha pedazos por nos ser correspondida después. Lo nuestro me recuerda a esas épocas, de discos de vinyl, de pláticas tontas en la banqueta, de dulces de colores que revientan en la boca, de bombas gigantescas de chicle, de… Él me miraba, entre sorprendido y deseoso, yo sabía que había encendido esa dependencia que conocíamos los dos muy bien, y quería provocarlo, quería quedarme, pero cerca de él, delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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aún así, sabiendo que los dos éramos incapaces de amar libremente —¿Cuando te vas?— me preguntó levantando la ceja derecha. —Aún no compro mi boleto. Él sacudía su camisa color gris, abanicándose del calor que su cuerpo había generado.

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Yo sabía que estaba deseoso de tenerme de nuevo, después de tantas metáforas y música y ausencia y ganas de reventar el colchón, de tanto dar vueltas mientras la música nos rodea siempre como un espiral que continuará hasta nuestro último respiro.

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De la A a la Z Juan Machin

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espués de su primer divorcio y de la turbulenta y magmática relación con Juliana, Juan Machín comenzó a salir con cuanta hermosa mujer se encontraba. Así, Andrómeda, Bárbara, Cristina, Diana y Esperanza se sucedieron en el corazón y, frecuentemente, en la cama de Juan. Cuando se enamoró de ZZ, cayó en la cuenta que, de alguna manera, la sucesión de sus parejas, amigovias o amores imposibles había seguido un patrón temporal clarísimo: la primera letra de cada uno de sus nombres comenzaba a formar un abecedario erótico. Machín recordó al Autodidacta de La Náusea, quien se había propuesto leer todos los libros de la Biblioteca de Bouville, en orden alfabético y, cuando el protagonista sartreano le conoció, ya iba por la letra "L". Desde ese día, un sueño descabellado empezó a orientar la vida de Juan: se propuso amar a y ser amado por o, mínimo, tener sexo con mujeres cuyos nombres iniciaran con todas y cada una de las letras del abecedario. En algunos casos fue fácil, aunque a menudo se repetían inevitablemente las "A", "C", "M", etcétera. En pocos años, completó la secuencia pero, sin embargo, la "Ñ" tan cara a los hispanohablantes, le rehuía. Pasaron muchos años, y siguieron multiplicándose las mujeres con sus letras... pero con "Ñ" no conocía ninguna. Conforme envejecía, Machín comenzó a soñar, también, con morir en medio de un orgasmo, como uno de los personajes de Una Comedia Sexual de una noche de verano. Poco después de cumplir sesenta y seis años, Juan conoció a María del Pilar y se enamoró perdidamente de ella. Después de cortejarla infructuosamente por unos días, finalmente ella accedió a acostarse con él. Para sorpresa de Juan, Pilar resultó ser toda una experta en la cama y cuando le pidió a gritos que le jalara el cabello, que la nalgueara, que la penetrara con todas sus fuerzas y que dijera que la amaba, que amaba a la "Ñora" como a ninguna, Juan, que ignoraba que todo mundo en el burdel la llamaba así, murió, paradójicamente, en medio del mejor orgasmo de su vida y en la realización total de sus sueños.

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Identidades José Trinidad Aranda Aranda

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ubí a mi habitación para arreglar algunos papeles en el pequeño escritorio que habilité para trabajar hasta tarde; el problema es que el sillón es muy cómodo y frecuentemente me quedo dormido en él y como siempre estoy en deuda con el sueño, éste termina por vencerme a cualquier hora del día. Esto fue exactamente lo que sucedió en esta ocasión: era mediodía y me desperté pronto por el ruido de una pelota que rebotaba en el muro de atrás de la casa.

Me levanté y observé por la ventana: ahí estaba este niño, tan parecido a mí, no tanto en las facciones como en los movimientos. Y otra vez estaba sin zapatos. Siempre tengo que repetirle que se los ponga, pero parece que mis palabras pasan de largo sin tocar siquiera sus oídos. Le grité para que se calzara si quería seguir jugando, pero el ruido de una máquina que acababa de empezar a funcionar en algún lugar cercano impidió que me escuchara. ¡Cómo me recordaba a mí cuando tenía su edad! Era sorprendente el parecido. Mientras pensaba en eso me rasqué la mejilla y caí en la cuenta de que me había dejado nuevamente el bigote, cosa que acentuaba mi parecido con papá. Volví a observar al pequeño y vi cómo pateaba la pelota haciéndola rebotar contra la pared; la esfera de goma rebotaba dos veces en el suelo antes de volver a ser pateada con fuerza. Después de un momento el niño se 50

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desentendió de la pelota, corrió hacia un lado y tomó unas papas fritas de una bolsa que estaba en el suelo. Claro, lo hizo sin lavarse las manos. A veces creo que su intención es sólo desobedecer. Nuevamente quise gritarle para decirle cómo debía hacer las cosas, pero el ruido me lo impidió de nuevo. Me sentía extraño, a pesar de saber que estaba en mi casa viendo a mi hijo jugar a la pelota, la atmósfera era diferente a otros días. Mi aspecto había cambiado, no recordé cuando había comenzado. Los pensamientos de siempre se hacían presentes: cómo deseaba que este niño anduviera calzado, comiera con las manos limpias y…, podía apostar que había empezado a jugar antes de hacer la tarea. Cuando la máquina dejó de sonar grité tan fuerte que mi voz se escuchó con toda claridad, pero en el momento en que el niño volteó para mirarme, algo inexplicable sucedió, porque yo mismo escuché mi voz como si fuera un eco e instintivamente volteé hacia arriba, creí estar en la terraza mientras sostenía mi pelota entre las manos, y juraría que ví a mi padre observándome desde la ventana del piso superior. Entonces no supe si era yo quien veía a mi hijo desde la ventana, o yo era el niño que veía a su padre desde la terraza, y si mi conciencia estaba compartida con dos personas a las cuales pertenezco, y en quienes habito y me habitan indisolublemente.

Algo sobre el amor en prosa Patricia Fonseca

Los sentimientos cambian, se destiñen, se hacen viejos, se renuevan, se cristalizan o se vuelven de piedra, pero el amor ¿Qué es el amor? Nos han enseñado que el amor de pareja debe ser estable, equilibrado, vivir bajo un mismo techo y amarse hasta que la muerte nos separe, pero ¿Será que ese amor es cierto o alguien lo inventó así para darle estructura y forma al tipo de convivencia humana? Porque en la vida real, pareciera que el amor se cansa de ser esclavo del tiempo, del dinero, del trabajo, de la familia, el amor se cansa de la rutina y busca un descanso quizá refugiándose en otros brazos, otros besos o quizá en el arte, la música, las letras, la pintura, el cine o quizá termine suicidándose volando desde un ventanal, agotado de tanto buscar y que éste se disuelva como humo por el tejado. Es difícil definir el amor, esté debe ser libre como una mariposa, que se posa en el hombro, admirarlo, sentirlo, percibirlo, que vuela sin cadenas, sin planes ni futuro, sin exigencias, que va a donde sea, y se tiene la certeza de que va con uno como una maleta de viaje, como la sangre que fluye en las venas, los órganos que habitan nuestro interior. Así es el amor que siento por vos, no puedes comprenderlo, pero sabrás que a dónde esté, estás conmigo.

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Sin sangre que lamer Oscar Baños

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a bestia apareció como cada noche, siguió el rastro podrido que mes a mes mancha mis entrañas y deja su huella en mis sábanas y ropa interior. La bestia hizo lo suyo como mejor le plació, y dejó el cadáver de su saliva rancia en mi carne y mis pesadillas. Cada mañana después de la visita, mis párpados pesan toneladas, se niegan a abrirse; el despertador con su chicharra exasperante no logra traerme de vuelta del sueño, es hasta que las manos de águila de mi madre me sacuden que me puedo levantar, lavarme, tomar un desayuno insípido e irme a una escuela más insípida aún. Los muchachos no se me acercan, saben de algún modo, que mi cuerpo está marcado por el animal; huyen de mí como de una enfermedad infecciosa, no me invitan a las fiestas, ni comparten conmigo las cervezas, no quieren estar conmigo en el asiento trasero de un carro o en un mirador solitario para lamerme el cuello, para atar nuestras lenguas, y no lo hacen porque perciben, como animales que son, que me han cazado. Después de la escuela, camino trece cuadras para llegar a mi casa, trece es un número maldito, por ello, he de untar mi piel con ajo nada más entrar, esto evita que mis tetas se llenen de renacuajos y revienten desde dentro, aunque no me libra de las visitas nocturnas. Por la tarde, después de mirar televisión tres horas, voy a mi cuarto, me recuesto desnuda y espero su llegada, ya no me resisto, no tengo fuerzas para hacerlo, para luchar, no quiero sentir sus colmillos rasgando mis caderas otra vez. La bestia entra por la puerta principal, le da un beso en la mejilla a mi madre, seguramente le aprieta una nalga, dice que la extrañó mucho, que no tiene hambre, que quiere subir a verme porque soy su niña, siempre lo seré, me lo ha dicho, ha dicho que sacará los intestinos del hombre que se atreva a tocarme. Sus pasos son inaudibles (es un cazador), la puerta se abre, su peso enorme me cubre completamente, abre mis piernas y olfatea el camino de mi vergüenza, se introduce, mece su cuerpo, jadea, la Luna llena ilumina su espalda, dibuja sus músculos, ensombrece su rostro. No hay más sangre que lamer, me he secado y desdoblado; la bestia lo notó, sabe que cuando las hembras estamos preñadas aquella herida eterna deja de llorar.

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Crónicas de una guerrillera Iván Noé Espadas Sosa

Sin Lugar en la tierra y el Ché —"Pequeño camarada Mateo, entrégale a la señorita Bendita esos libros, por favor"— Posiblemente fue la primera vez que el ingeniero Paco se dirigió a mí. Tomé los textos coloqué dos de ellos en el morral y la curiosidad me hiso abrir el tercero. Este contenía muchas imágenes pero la primera con la que me topé me dejó atónito, no menos que desconcertado. Paco me dijo —Pasa algo amigo.— señale con el índice la foto que contenía el libro diciendo. —¡Por qué! Ponen a Jesús con esa gorra negra con su estrella roja ¡Los soldados que lo rodean! No son romanos ¡además tienen metralletas!—. El ingeniero me colocó su pesada mano sobre el hombro se me acercó al oído y con voz baja contestó. —Es… el comandante… El comandante Ernesto Ché Guevara… Te confundiste de rebelde mi estimado camarada.— años más tarde recordaría esas palabras cuando con metralleta al hombro marchábamos por las cañadas.

Sin Lugar en la tierra y Camilo Cienfuegos La imagen de un hombre de larga y tupida barbaba, un sombrero vaquero que cubría una descuidada cabellera y una enorme sonrisa. El ingeniero Paco se lo había obsequiado; al principio Bendita pensó que el mérito del hombre en el cuadro era por tener la sonrisa infantil más pura y sincera del mundo. Pero su

amigo le había aclarado que era un tal Camilo Cienfuegos un rebelde que plantaba estrellas rojas en los cielos oscuros. Un guerrillero que tomó una avioneta para no regresar jamás, ¡Sepa Marx en que parte del universo estará haciendo revoluciones! Lo que nunca nadie supo es porque Bendita lo había colocado en el baño de frente a su tina.

Sin Lugar en la tierra y Ernesto Cardenal. Robarle los ricos para darles a los pobres "Tal cual debe ser ¡chingados!" es el único oficio decente que conozco. Fue lo que Mateo escucho el día se encontraba en la casa del Ing. Paco. Caminó hacia una repisa tomó una foto observándola por largo tiempo. Una espesa vegetación servía de de fondo a cuatro hombres, uno de ellos llevaba el cabello hasta los hombros y su cabeza la cubría con una boina negra y una estrella roja. Tenía larga barba, y a un lado de él se encontraba Paco, portaba una gorra tipo militar y su barba también estaba crecida. Los otros dos hombres sin camisas portaban rifles. El Ing Paco le asentó la pesada mano en el hombro diciéndole. "¿Ya me reconociste? fue en Nicaragua; el que está a mi lado es un hombre maravilloso. Es sacerdote, pero también poeta; su nombre es Ernesto Cardenal. "¿Y los otros dos?", preguntó. "Son unos de los muchos camaradas que tuve por esas tierras".

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Sin Lugar en la tierra y Sandino Vi la imagen en papel de un hombre de rostro duro con facciones casi infantiles, portaba un sombreo campesino y un paliacate rojo le abrazaba el cuello, ¿Quién es él? preguntó; César Augusto Sandino. Le respondió el Ingeniero Paco; su mirada trajo consigo un segundo de silencio: "General de hombres libres", remarcó muy serio. En ese momento tocaron a la puerta, el Ingeniero me pidió que abriera y apenas lo hice la vi. Allí estaba Bendita la de todos y cada uno de mis demonios. Me miró con esos ojos oscuros que reflejaban mi rostro en ellos. Y me arrojó esa sonrisa como las que se deben ofrecer los cómplices después de sus crímenes. Me hacía recordar mis únicos secretos. Sus dedos no pudieron acariciar mi cabeza ni guiar mis manos a sus senos. El general Sandino nos miraba con cierta complicidad.

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Crónica de una guerrillera son textos surgidos de la Novela Sin Lugar en la Tierra editado por Conaculta, Ayuntamiento de Mérida, a través de la dirección de cultura y Libros en Red. Obra completa. En formato digital: POD, Kindle Edition y Nook Book. Adquisición en: www.librosenred.com; Amazon.com

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Los masái, cuestiones de honor. Estefany Yza

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staba anocheciendo en el Serengueti, las tonalidades del cielo naranja y violeta se fundían entre sí, a lo lejos se podía apreciar una fogata iluminando a la comunidad masái, quienes estaban de duelo por la pérdida de uno de sus más importantes miembros, Sirhan. Su afilada lanza de caza no fue suficiente para defenderse de aquel león de melena oscura que le despojó de la vida al proteger su ganado. Su viuda y sus hijos permanecían inmóviles con rostros casi inexpresivos y las lágrimas derramadas en sus mejillas de color canela cargaban una tristeza profunda. Moroni, el hijo mayor prometió vengar a su padre y cazar al león. A la mañana siguiente, bajo el sol incandescente Moroni se preparó para salir a cazar con sus hermanos, pero no tuvieron suerte; transcurrió el tiempo, hasta que un día, a tempranas horas de la mañana, persiguió al león hasta su refugio. Moroni ardía por dentro y en sus ojos se apreciaba la ira, sabían que uno de los dos no saldría vivo de aquél enfrentamiento, el león lo miraba con fijeza, y en los ojos cafés del hijo de Shiran se reflejaban los momentos que pasó con su padre. Tomó su lanza y cuando estaba listo, escuchó un grito detrás de él, eran dos hombres de la comunidad; uno cargaba a un niño agonizando sin una de sus extremidades, y el otro joven arrastraba con una cuerda los cuerpos aún tibios de tres hienas. Moroni quedó impávido al ver el cuerpo de aquél niño, en busca de una señal, cerró los ojos mirando en su interior preguntándole a su padre si hacía bien en dejar a aquel animal con vida, al tiempo que una feroz tormenta se desató. El león se perdió como ráfaga entre la neblina y Moroni emprendió una marcha tras él, entre sinuosos caminos rodeados de toda clase de peligros.

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Efímeras eternidades. Carlos Guzmán

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n una cama de quien sabe que coordenadas, me reintegré atado y con un intenso dolor de cabeza, modulando ideas que me impidan perderme más de lo que me siento. Las terminaciones nerviosas de mis muñecas me alertan que no estoy del todo bien, por un frio metal que me mantiene amalgamado a esta cama, el algo que con facilidad podrían ser unas esposas, y mi sangre se desliza como mini avalancha de espeso fluido oxigenante por las ataduras. Debo reconocer que más que atrapado de manera física, me siento extraviado en todos los sentidos. He permanecido poco más de tres minutos, calculé los segundos con el tic tac de un reloj de pared que retumba por los ángulos de la habitación de donde sea que me encuentre, en completa oscuridad. Mis ojos, o mejor dicho, mi sentido visual no responde, quizá por algún golpe que posiblemente pude haber recibido, aunque es gracioso si lo analizas, miles de años en continua evolución a base de selección natural nos ha permitido tener la capacidad visual que como Homo sapiens tenemos, y hoy colapsa, en el momento crucial de mi muerte. Mi sentido del olfato comenzó a agudizarse; no me había percatado de su pérdida momentánea, al reconocer un grotesco olor no tan distante que penetró en mis alvéolos y los destrozó, semejante al producido por los restos de aquel vagabundo adormilado que se comieron los cánidos en octubre del 2000, que las bacterias, hongos y afines reintegraron durante cuatro semanas hasta que fue descubierto el inconfundible olor de la muerte.

Transcurridos poco menos de veintitrés minutos regresó de a poco mi sentido visual, permitiéndome observar a un hombre desnudo repleto de manchas rojas y con la epidermis adherida a los huesos a punto de perecer (Yo), y en segundo plano una mujer de facciones conocidas a mi costado derecho en un estado deplorable, con el estómago expuesto, las extremidades superiores e inferiores segmentadas y adheridas entre sí con finos hilos azules, como marioneta de los años 80 y depositada en la cama, como platillo principal, para un sinfín de hambrientas larvas de califóridos semejantes a carnívoros superiores de África, en el devoramiento de una gacela. Muerta y tan ausente de mi mundo y de cualquier otro que no podía ni dirigirle la mirada, pero su olor me invadía hasta lo más íntimo de mis células dérmicas. Logré concentrarme pasado ya algún tiempo y los flashbacks me reconectaron con su recuerdo. Ese rostro, ese cabello, esa sonrisa, marioneta inerte de aquel cadáver de mujer postrada junto a mí, esa desconocida que dejó de serlo hace más de cuatro años cuando la vi a lo lejos en el bar de mi vecindario, hoy floja entre los gases de un duelo averno-celestial por la lucha de su alma. Me quedé dormido por el gasto de energía en el fallido intento de ponerme en libertad y al reintegrarme, allí estaba él, sentado frente a mí, con una sonrisa de lado, la respiración acelerada y el sol resaltando las facciones de la porción izquierda de su rostro; aunque no debía de sorprenderme que después de algo tan delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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estúpidamente sádico él apareciera, siempre lo hacía. Me retorcí intentado librarme nuevamente de aquellas ataduras aunque con la misma suerte de antes, aunado a un tintineo de lágrimas cobrizas, de odio más que de tristeza. —Era ella, siempre fue ella. Te dije que no la tocaras, prometiste que no lo harías. Y mírate aquí, observando este sutil retrato de cuerpos aletargados sobre el colchón, bajo la sombra de las persianas. Demonios, juraste que no sucedería de nuevo. —No lo conseguí; tú sabes de ese sentir al querer evitarlo. Es como una droga que te

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carcome internamente, como flujo de ácido entre los pliegues de la masa cefálica. Pero obsérvala, dime que no la dejé hermosa para ti. —¿Hermosa? Es lo más repugnante que he visto Morrigan. Obsérvate, ve en que te has convertido. ¿Esto es lo que deseas ser? ¿De verdad deseas continuar haciendo esto? —Si, lo deseo y estoy imposibilitado a dejar de hacerlo, al igual que tú. Estamos condenados a morir y seguir viviendo con este devenir de eventos mortíferos, Morrigan.

Bajo fuego Óscar Tánat

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e supone queste cuento iba a ser para ganar dinero, iba a tener un detective, oriundo de la Sierra Norte y buscando gabachas para descifrar misterios. Se supone que llevaría por nombre Isidro, y que tendría una seductora sombra retratada en los maizales de San Cuilmas el Chico. Se supone que en las primeras tres escenas, luego de hacerle el amor a la Chayito, allá en su rancho; y luego de abotonarse la camisa de cuadros y ajustarse de palma su sombrero; también luego de presentir —a través del cacareo de las gallinas— la presencia enemiga muy de cerca; pararía, machete en mano, cada una de las ráfagas de las yanquimetralletas en su contra y, ándele, derribaría furtivo al helicóptero-espionaje, con pleno machetazo en el cráneo del piloto… y desde el suelo. Por supuesto que sobreviviría a la explosión de la aeronave, cargando a la Chayito con rebozo ya en la espalda, y arrojándose a la gruta más turística en su pueblo. Sería muy cabrón el pinche Isidro, y no le importaría su metro cincuenta y cinco de estatura, su abultado abdomen tortillero, su olor a humo permanente, y ese bulto enorme bajo la cremallera de sus jeans azules. Se supone que su infancia habría sido dura, arando campo a pie desnudo; que sus hermanos muertos serían motivo de madrazos; que su gusto por las nenas vendría del Mercado de Abastos, como de ahí su habilidad pal carterismo y verbo osado. Isidro hubiera podido seducir a cualquier gringa, francesa o portuguesa con mezcal en mano. Hubiera detenido él solito la invasión

de Monsanto a puño limpio. Se le hubieran tendido redadas en lenguaje gringo, filtradas por aparatos radiofónicos de fondo. Y casi se le habría matado en una redada de cien mil güeros invasores. No hay tos. Sobreviviría al exilio en la montaña y malherido, curaría sus quemaduras con baba de nopal y más remedios precolombinos. Iría a ver a los mixes y a Condoy en el cerro Zempoaltepetl para hacer un pedimento; descubriría entonces cuarteles futuristas de espionaje indígena avanzado en plena sierra, y aprendería de un sabio mixe los secretos de la guerra -buena rima. De Isidro los gringos se hubieran pensado ya librados. Comenzarían la labor de conquista y a la mala. Esclavizarían al pueblo, a los sancuilmeños. Yo hubiera escrito más motivos pa' que se ganaran la antipatía de los lectores, y hubiera descrito que eran malos malos malos, capaces de matar por el placer… y fuera cierto, Mientras Isidro ensayaría la venganza en la montaña. Pero no olvidemos que este cuento hubiera sido escrito pa' ganar dinero, entonces conocería a una joven gringa convertida al buen bando, y que estuviera de ayudante con el sabio mixe ya muy viejo. Ella tendría la cara de una actriz porno conocida, pero coquetearía con inocente gesto y en tanguita. Se supone questa parte debería tener grandes dosis de sexo sexosexo. Nalguitas al aire, lencería muy colorida. Gémidos que se escuchen en una panorámica en la sierra y corte. Ya sería pues casi cine este pinche cuento. delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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El regresó de Isidro sucedería de a quedito e invisible, con una tipografía tan leve que ni el lector ni la migra lo verían. Hasta hubiera sido jolivud su ingreso como espía al corazón del imperio gringo, allá en Washington. Veríamos a la lengua zapoteca como código secreto: ¡bingo! En resumen, Isidro llegaría al nivel del jefe gringo, el muy culero, quien sorprendido por la dureza de nuestro héroe —que ahora por ser héroe es nuestro—, intentaría el escape vía pentágono y aéreo. Isidro repetiría la del machete en pleno cráneo del piloto, como para que parezca rima, como para que parezca verso. Y yo le pondría un final inesperado donde Isidro doblega al gringo y hasta exige: "Chúpamela cabrón, chúpamela". Y se la chuparía, así sin más y hasta un buen rato. Mientras, por X motivo, se descubriría que el villano es la gringa trasvestida en hombre tosco y seco. PAUSA Isidro, arrojado al suelo lloraría… y le preguntaría "¿qués todo esto, mi amor, qués todo esto?" La gringa otra vez muy sexi y sin reparo afirmaría: "En la boca traigo yo el veneno". Isidro como nuble, de repente-entonces s e n o s tambalearía, sus

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fuerzas serían de dudosa calidad ante un lector perplejo. La cara de ella, ya media borrosa, dibujaría la carcajada final del enemigo. Pero como Isidro es nuestro héroe y este cuento está hecho pa' ganar dinero: con el llanto en los ojos alzaría su pistola, sin darse cuenta, y todo enamorado, o enamorado todo, apuntaría el gatillo en la frente de ella. No veríamos el disparo por censura, no lo veríamos, pero sí ¡zaz!, cuando ella se caería de tiesa y muerta en c á m a r a l e n t a y luego a NEGROS. Así terminaría la historia de nuestro héroe, atormentado por el amor asesinado. Se bebería unos mezcales a lado de la Chayo encabronada, allí de regreso, allí en su pueblo. Ya no se le pararía jamás le reata por culpa del veneno; deambularía escuchando rolas de José Alfredo, y un día cualquiera, cualquier día de abril, se cortaría la verga para desangrarse, hasta verse morir sin monumento. Sus fans, sus grandes fanáticos-lectores, con playeras del Isidro y calzones conmemorativos dirían: "qué bueno, qué bueno que nunca se escribió todo esto".

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De Crisol a Gederico Marco Antonio Carrillo Pacheco

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o que son las cosas, sus padres querían llamarlo Crisol, la palabra, aunque nunca la entendieron, les gustó desde que en una transmisión de futbol, Ángel Fernández dijo que el América era como un crisol de razas. No contaron con la férrea oposición del párroco del barrio, el cura Enedino. Ante la pila bautismal, el padre sentenció: —No es un nombre cristiano, por eso se vuelven ateos. —Pero padrecito, ese nombre está rete bonito. —Nada que, esos son los malos consejos del diablo, o le ponen un nombre católico o no recibirá las sagradas aguas del Jordán, y no podrá entrar al reino del señor.

No hubo forma, simplemente no hubo forma, ni siquiera influyó la promesa de una limosna mayor para mejoras de la parroquia, la cual de todos modos tuvo que ser depositada en la cuenta del señor. Así, después de nuevas deliberaciones entre los padres, el niño recibió las dichosas aguas provenientes de sagrados y remotos lugares, y pasó a llamarse Federico; ¿por qué el nombre?, porque nació el 18 de julio y en el santoral está San Federico. Los psicoanalistas heterodoxos y sicalípticos dirán que en el nombre queda untado el destino, ya veremos las razones de semejante argumento. Resulta que San Federico fue Obispo de la ciudad de Utrecht en los lejanos tiempos del siglo IX D.C., (algunos dicen que en el siglo VIII, pero es porque erróneamente asimilan los años 800 a siglo VIII) en lo que 66

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hoy es Austria. Este Obispo quedó encargado de propagar la palabra de Dios en esa región, en épocas en que el prestigio de Cristo todavía no tenía el peso que actualmente ostenta (no alcanzaba el estrellato pues) y, en consecuencia, debió enfrentarse no sólo a los incrédulos, sino sobre todo a los curas depravados que en la isla de Walcheren habían llegado a la más burda inmoralidad (incestos, amoríos entre ellos y cultivaron un especial gusto por los menores de edad). De la iglesia, los felices progenitores de Fede se dirigieron, con la fe de bautismo en mano, al registro civil. —¿Cómo se va a llamar?, preguntó la secretaria del registro. —Federico Tepos Chen. Tepos por el padre y Chen por la madre. —¿Traen testigos? —Nnn, nnnnno, no—, dijeron ambos al unísono y en tono vacilante. —No hay problema dijo la secre. Alzando la voz y dirigiéndose al público ahí presente preguntó: ¿quién más va a realizar algún trámite?, solamente necesito a dos personas. Varias manos se alzaron. Listo, asunto resuelto. Media hora después, los orgullosos papás salieron de las oficinas con el acta de nacimiento, felices de haber cumplido con los deberes morales y legales para con su hijo. Compraron una mica transparente azul y guardaron muy bien el acta.

I Al cumplir los seis años, llevaron a Fede a la escuela primaria federal "Los Héroes que nos dieron mitos", clave 12406, para inscribirlo a primer año. Para que aprenda a leer y escribir, decían. En ese momento se toparon con la sorpresa de su vida, por un error involuntario de la secretaria del registro civil (un pequeño error de dedo dirían después), el niño fue conocido por sus amiguitos de la escuela como Gederico. El director de la escuela explicó a los afligidos jechus (apócope de jefecitos chulos) la dificultad para modificar las listas porque si no después tendría muchos problemas para acreditar sus estudios, a menos que en el registro civil le dieran otra acta ya corregida. Inútiles fueron los esfuerzos de los preocupados cónyuges. Se les dijo que cambiar el nombre de una persona implicaba todo un proceso legal, requerían una orden del Juez para cambiar así sea una sola letra. No hubo forma, sencillamente no hubo forma. Y si bien en esos años, no se le llamaba bullying al bullying, Gederico fue objeto de bromas pesadas por su nombre; sus colegas escolapios no requirieron de grandes esfuerzos intelectuales ni mucha imaginación para el apodo: Gederico, Gede, Giede. Gediondo. Pobre cuate; sin embargo, como los toros de lidia, Gede se creció al castigo, no permitió que las burlas e humillaciones le impidieran engordar y desarrollarse. Al paso de los años, definió, poco a poco pero consistentemente, su futuro profesional. En aquella época, como todo hombre de

mundo, tenía sus preferencias televisivas: Los Locos Adams, Míster Ed, Mi marciano favorito, El túnel del tiempo, Perdidos en el espacio y Remington Steel; tenía de vez en cuando algunos devaneos: Don Gato y su pandilla, el Chavo del ocho, Rin TínTín o Mi bella Genio; y, de manera vergonzante, nunca lo quiso reconocer y cuando suponía que nadie lo veía (en realidad nunca nadie lo veía) sintonizaba el canal 5 a la hora de "El inspector ardilla", le encantaba (insisto aunque nunca lo quiso reconocer) enterarse de los grandes inventos del inspector, sobre todo el "anillo televisivo", extraño artefacto que usaba como anillo y se convertía en televisión, lo cual le permitía mejorar sus dotes policiales. Era un ávido lector de la historieta de Gervasio Robles Villa, "El Pantera"1, decía sentirse identificado con él porque su nombre empezaba con "G", este pantera era una verdadera chucha cuerera que traía asoleados a los hampones de los suburbios de la ciudad de México; nunca utilizó un arma, dominaba a punta de cates, un tipo inteligente, fuerte, audaz y valiente —como Pancho Pantera, pues—, continuamente esperaba el momento oportuno para sorprender a los maleantes y arrancar de sus garras a la joven y hermosa dama o al atribulado ciudadano víctima de algún atropello. Por si eso fuera poco, tenía una suerte con las mujeres que ¡qué bárbaro!, hasta James Bond le tenía envidia. Otra serie preferida era la de Mike Hammer aunque este detective le gustaba menos por su nacionalidad gringa (buenos sentimientos nacionalistas), usaba traje y un sombrerito medio mamón,

1 No confundir con Francisco Galeana Rubio "El Pantera", supuesto miembro de la banda de Los Templarios que fue reportado dos veces muerto, una en 2013 y otra en febrero de 2014 (nota del editor con visión de futuro). 2 Peculiar detective de la época del Macartismo en Estados Unidos, ya viejón, creado por Mike Spillane y protagonizado por Darren McGavin, que utilizaba sus puños cuando era necesario, y su carisma cuando la situación lo ameritaba, generalmente se las ingeniaba para resolver los casos y quedarse con la mujer bonita (dato científico tomado de: Wikipedia.org). Por cierto, años después, en 1982, Alfredo Gurrola dirige la película "Llámenme Mike", inspirada en este detective y protagonizada por Alejandro Parodi y Sasha Montenegro (sí, la del Presidente que defendió al peso como perro). delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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igualmente muy buen detective a no dudarlo y un dandy con las mujeres, pero nada que ver con Gervasio Robles. Gede sólo pudo terminar la secundaria. Sus pobres padres murieron cuando la policía irrumpió en el barrio para atrapar a unos malhechores, dos horas de balazos (remember Chava Flores), ulular de sirenas, gente corriendo por todos lados; el saldo fue terrible, 10 muertos, siete heridos, 20 detenidos. La prensa amarillista dio cuenta del hecho sangriento, agregando que los delincuentes escaparon, los policías salieron ilesos y, poco a poco, después del pago correspondiente de la fianza, los detenidos, todos vecinos de la colonia, salieron libres pero fichados. Ese hecho fue definitivo para Gederico, a los 17 años decidió inscribirse en la escuela de policía, adicionalmente, por su cuenta pagó un curso por correspondencia de detective privado, lo encontró en el periódico Ovaciones junto al anuncio de Charles Atlas, el alfeñique de 40 kilos felizmente transformado en campeón del mundo de fisicoculturismo. Terminados sus estudios se sintió todo un Ce eSeImexicano (Ci es Ay por sus siglas en inglés). Con esta notable mezcla de estudios y trayectoria de vida, empezó a seguir, sin saberlo y a su manera, los pasos de San Federico, dedicándose en cuerpo y alma a acabar con los paganos —en este caso, malandrines—, y a predicar la palabra de la ley y el orden, equivalente a la palabra de Dios que difundía aquel Santo. El surrealista mundo mexicano del hampa marcó su interés por investigar los crímenes no resueltos, pero que, además, a nadie le interesaban; no obstante, para Gede significaba la oportunidad de su vida, poder trascender, ser alguien, gozar de prestigio y reconocimiento 68

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y, ¿por qué no? que alguna chica guapa se fijara en él e iniciara un tórrido romance. ¡Ya me vi!, era una idea fija en su cerebro y trasminaba toda su subjetividad, su personalidad y lo articulaba a los héroes tipo "El Pantera". Sin embargo, como dice la sabiduría popular y lo demuestra la terca realidad que no cumple caprichos ni endereza jorobados, todos los comienzos son complejos y en el caso de nuestro actor, no fue la excepción. Inició sus actividades como policía de crucero en las calles de Hidalgo y Guerrero (todas las ciudades de este país tienen un crucero con estas calles, salvo cuando se les ocurre hacerlas paralelas); fueron años apacibles aunque algo aburridos, el flujo vehicular registraba una afluencia de 15 autos por hora, uno cada cuatro minutos. Nada digno por reportar en esos años, choferes belicosos, automovilistas abusivos, peatones con ínfulas de potentados, niños distraídos, vendedores ambulantes que obstaculizaban el tránsito. No había duda, estaba en busca de su destino.

II Lo que podríamos llamar su primera experiencia contra el crimen (organizado o no) ocurrió cuando evitó el asalto a la administración del hotel situado cerca de su crucero. Un delincuente solitario, 1.62 de estatura, flaco, demacrado, cabello cortado a cepillo (brushcuthairstyle), de aproximadamente 23 años, con tenis piratas, sucios y rotos, pantalones de mezclilla a media nalga y una camiseta que decía "I bigmouth" (¡sic!, así decía) empanicado y sospechosista, a punta de gritos y blandiendo un pequeño cuchillo cortajicamas —según lo reportó Gede a sus superiores— trató de quitarle a la cajera el dinero recabado durante el día. Gederico, el oficial Gederico

mejor dicho, regresaba de la tienda con una victoria de naranja en una mano y un twinkiewonder3 en la otra cuando escuchó los gritos del delincuente y la voz apagada de la cajera que sólo acertaba a decir: —Usted no es un delincuente, usted no es más que un ocasionado (remember "Valente Quintero"), tranquilo por favor. No tenemos mucho dinero, casi todos los clientes pagan con tarjetas, mire le puedo mostrar los vouchers. En esas estaban, cuando irrumpió el oficial, quien, cuidando el protocolo, se presentó con voz de barítono y dirigiéndose al malhechor le espetó un ¡Policía, arriba las manos, dese preso, no tiene escapatoria!, el efecto fue fulminante, al pobre aspirante a asaltante se desmayó igualito que el ladrón de la canción de Sonia López acompañada de la Sonora Santanera (años después Alicia Villarreal la volvería hit, refriteado pero hit al fin). Gede, sintiéndose Gervasio Robles, nada más volteó a ver a la cajera y por su mente pasaron imágenes de la mujer derritiéndose de amor por el Pantera Gederico. No cabe duda, el nombre es destino, San Federico realizó una ardua y espinosa labor de moralizar al clero y a los paganos, el oficial de policía Gederico Tepos Chen, se instalaba como todo un protector de los necesitados y moralizador de los desviados. El día concluyó satisfactoriamente por el deber cumplido, evitó un robo, premonición, según él, de que los tiempos del crucero pasarían a un segundo plano, sus superiores reconocerían su sagacidad y valentía; pero más contento se manifestaba porque había hecho un bien a la humanidad; la visión social del buen Gede

responde a lo que Emile Durkheim —gran sociólogo francés del siglo XIX y principios del XX— llama la sociedad segmentaria; según esta teoría todo agravio ocasionado a una persona se resiente como un golpe contra la raza humana, lo colectivo siempre se impone a lo individual y los hechos individuales son, en esencia, hechos colectivos; en la mente de Gede, el ladrón solitario representaba a todos los malos del mundo y el asalto a un hotel significó una agresión a la humanidad. Cierto, como policía de crucero estaba condenado a no pasar de perico-perro, no tenía mucha actividad, pero un hombre como él, de actitud proactiva, acostumbrado a ver siempre el lado amable de las cosas, el vaso medio lleno, el borracho a medios chiles, aprovecha toda circunstancia para relacionarse con los seres humanos, así fue tejiendo redes de amistad y mantuvo firme se propósito de ser un gran, gran policía. Los lugareños lo identificaban como el "poli simpático, feo, pero simpático".

III Nada en la vida es fácil, ya ven lo acaecido a San Federico, que por llevar la palabra del señor debió enfrentarse a los mismos reyes de esa zona y de esa época. Cuenta la historia que en una ocasión San Fede reprendió a la Emperatriz Judit, segunda esposa del Rey Luis, por considerar que su relación era incestuosa4 y poco le importó el estatus de soberanos. Gederico estaba dispuesto, sin saberlo, a emular la vida del santo.

3 El Twinkie fue inventado el 6 de abril de 1930 por el panadero James Dewar, que intentaba hacer un dulce de galletas con una salsa de fresas. Los Twinkies originariamente contenían sólo relleno de crema de plátano, pero fue reemplazado por el popular relleno de crema de vainilla que conocemos actualmente; los Twinkies miden 12 × 3.75 cm y se distribuyen en paquetes de dos (Wikipedia.org.). 4 Se decía que eran hermanos, pero todo el tiempo se negaron a la prueba del ADN por lo que nunca se pudo comprobar el dicho, pero eso sí, la emperatriz le agarró un auténtico odio jarocho al santo varón (nota de la editorial, motu propio). delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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Como en toda institución burocrática, el ascenso del Gede fue más bien lento, transcurrieron años para poder subirse a una patrulla en calidad de copiloto y encargado de ir por las tortas y los refrescos; después otros cinco para recibir la asignación de casos sencillos: perseguir carteristas, invasiones a casas habitación, fraudes, robo hormiga, entre otros. Por fin llegó el día largamente acariciado. Lo recuerda perfectamente, veía el noticiero de Ignacio Martínez Carpinteiro que anunciaba la fuga del cubano Alberto Sicilia Falcón de una cárcel mexicana, le aburrió la nota y cambio de canal, se entretuvo con un capítulo de Mike Hammer relativo al asalto a un banco en el que estaba involucrado el gerente, en esa escena la joven y bella esposa del banquero sufría, gimoteaba y le contaba a Hammer su desventura, cuando lo llamaron de la comandancia. Apresuradamente se vistió, le dio un vistazo al último número del comic del Pantera (que llevaba el sugerente título de "Ondear pericos de la cola") y fue al encuentro con su destino. El comandante le informa que debe ir a la escena del crimen y llevar a cabo las indagatorias correspondientes. —No se meta en problemas oficial Tepos Chen, nada más vaya y recabe las evidencias del caso y me las reporta, no se quiera pasar de listo y se extralimite de sus funciones, usted es primerizo. —Claro que si, mi comandante, lo que usted ordene, señor. —Es un caso simple, un pleito entre amigos que derivó en tragedia. —Lo que usted diga, señor. El cuerpo sin vida del SUDES (sujeto desconocido en la jerga CSI) yacía en el jardín de una casa ubicada en el sureste de la ciudad; 70

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casa típica de interés medio, 95 metros cuadrados de construcción, en dos plantas, terreno de 80 metros cuadrados, al frente espacio para un auto compacto, un tejaban horadado, juguetes y cachivaches, un pequeño jardínubicado en la parte trasera de la vivienda, algo de pasto descuidado y variopinto, plantas en macetas de todo tipo, incluyendo una de cisne con el cuello roto, una rana verde desteñida y una tortuga con el caparazón deshecho; en el muro de la casa colgaban adornos de hoja lata y cerámica, y crecían unas madreselvas, también había un asador para carne comprado en Soriana, abandonado y convertido en maceta, desde luego, se encontraba el hoy occiso en posición incómoda. Los dueños de la casa, "altamente estresados", observó Gede, se arrebataban la palabra para narrar su propia versión de los hechos, palabras más, palabras menos, señalaron que vieron al SUDES cuando intentaba brincar la barda: —Yo estaba en la cocina, dijo la mujer. —Y yo en la sala leyendo el periódico, afirmó el hombre, pero quiero mencionar señor oficial que yo tenía mejor ángulo de visión que mi esposa. —Pues puede ser, pero yo voltié en el momento exacto para verlo como daba el costalazo, reviró la mujer. —No es verdad, yo lo vi primero, me pareció extraño oír ruidos en el patio. —¿Oír?, ¡si tú nunca oyes nada! En lo que sí estuvieron de acuerdo, es que ambos escucharon los estallidos momentos antes de ver caer el cuerpo; posteriormente se supo que dichos estallidos fueron disparos de una pistola American tactical de 9 mm. Conque así están las cosas, dijo Gede parafraseando a su ídolo "El Pantera".

"LO MANDAN AL OTRO BARRIO"

Era el encabezado de ocho columnas de un periódico especializado en asuntos propios del crimen; en el cuerpo de la nota se lee: "Tremendo susto se llevó el día de ayer una bella pareja de la colonia Serrecina, ubicada al sureste de la ciudad, cuando descubrieron el cuerpo sin vida de un sujeto de aproximadamente 32 años, caucásico, pelo ensortijado, estatura mediana, nariz aguileña y zapatos de charol. Se descarta que la muerte haya sido producida por la caída, pues agentes del orden al inspeccionar el cuerpo se percataron que al menos seis balas de grueso calibre estaban alojadas en el organismo del individuo y acabaron con su vida. Según fuentes policiales, el sujeto era perseguido por un grupo de cuatro hombres fuertemente armados y seguramente bien drogados, al parecer miembros de una banda delincuencial especializada en sembrar el terror en la zona. Todo parece indicar que se trata de un ajuste de cuentas; la policía se negó a proporcionar más información, pero este reportero logró platicar con vecinos del lugar y confirmaron la especie de que el móvil del crimen no fue pasional, no faltó quien se atrevió a sugerir que esto de los crímenes es el pan de todos los días en esta colonia, "por eso nadie quiere hablar pero todos sabemos quiénes son" ripostó nuestro informante anónimo. Por otra parte, los dueños del hogar donde quedó tendido el baleado le comentaron al reportero de la fuente que ellos estaban viendo la tele cuando observaron que el sujeto materialmente volaba por los aires y caía estrepitosamente, los enamorados cónyuges se acercaron al hoy occiso y sólo refieren como rasgo distintivo que tenía un fuerte olor a cebolla, "yo creo que acababa de comerse unos tacos" abundó la señora. El homicidio activó a la policía capitalina, entre ellos destacaba un oficial, feo pero simpático, que dijo estar al frente de la indagación y que en cuanto tuvieran algo concreto, con todo gusto

convocaba a una rueda de prensa para mantener informada a la opinión pública, pero que, eso sí, tenían ya varias líneas de investigación y no dejarían de analizar minuciosamente ninguna de ellas. Al cierre de la edición no se ha podido confirmar si fue un asesino solitario o una banda peligrosa, mucho menos los motivos que llevaron al sujeto a tan trágico fin. El cuerpo fue trasladado al servicio forense para la autopsia de rigor. Hasta el momento nadie lo ha reclamado, ni se ha logrado establecer la identidad del SUDES".

Gederico sólo movió la cabeza.

IV Al día siguiente, a primera hora, Gede, en plan CSI-Toluca, se presentó al forense y con voz de mando (aunque soltando algunos gallos) solicitó la información completa: huellas digitales, ADN, resultados de balística, estudios de laboratorio de tipo químico toxicológico e histopatológico, así como la posible causa de muerte y todos aquellos datos que pudieran ayudar al esclarecimiento del crimen. Sobra decir que lo solicitado por Gede lo recuperó de una película mexicana de nombre "Asesino en serio", donde Rafael Inclán la hace de forense, habla de estos estudios, mientras revisa un cadáver y se come una torta de carnitas. Las carcajadas de los empleados del servicio médico forense no se hicieron esperar, ¿pruebas de ADN?, ¿causas de la muerte?, ¿huellas digitales?, ¿balísitca? A cada frase le seguía un coro de risas que retumbaban en toda la oficina, así como los comentarios: ¿y éste, quién es?, ¿se cree un Horacio Caine? Al fin una secretaria intervino para detener el escarnio y sentenciar: —Ya déjenlo en paz, es feo pero simpático y viene de parte de mi comandante. delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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Finalmente, algún dependiente le dijo: —Mire mi buen, aquí tiene mi informe, ahí está todo, pero deje se lo resumo, sin albur (más risas del respetable), de los seis tiros que le dieron, nomás uno era de muerte, o sea que andaba de suerte (remember Rosita Alvirez). —Con eso es suficiente doctor, si requiero alguna información adicional se lo haré saber. —Mire mi estimado, si quiere saber qué le pasó a este semejante vaya al puesto de tacos donde se echó su última cena; aquí ya elaboramos el reporte, ya lo firmó el jefe y, como se podrá dar cuenta, ya tenemos más clientes, para nosotros es caso cerrado y si en una semana nadie lo reclama va directo a la fosa común. "Soy un brazo alterno de la justicia" solía repetir para sus adentros cada vez que se topaba con funcionarios como los del semefo, frase leída en el "Manual del buen detective"; Gede se consideraba un ortodoxo de la investigación criminal, seguía a pies juntillas cada una de las indicaciones del manual. "Soy un bythebook", máxima rescatada de algún libro de emprendedores y la empleaba cada vez que quería demostrarle a alguien (aunque a nadie le interesaba) su capacidad para resolver problemas como el caso recién asignado, pues como ya sabemos la agresión a una persona implica un ataque a toda la sociedad (remember Emile Durkheim). Ya en su casa, reflexionaba sobre la primera indicación del manual del buen detective: "le aconsejamos leer, leer y leer porque uno nunca sabe los caminos a los que la lectura nos puede conducir". Por eso leyó de cabo a rabo todas las declaraciones ministeriales, los reportes

policiales, el dictamen del forense, las notas del periódico y releyó sus propias anotaciones. No sacó nada en claro, algo desconcertado y para distraerse, puso una película pirata comprada a la salida de la terminal de camiones, "El Complot Mongol", con Pedro Armendáriz Jr. (QEPD) en el papel de Filiberto García5, detective privado emanado de la imaginación de Rafael Bernal, autor de la novela en la que se basa la película y cuyas acciones lo llevan a desentrañar un "compló" (tipo López Obrador) contra el Presidente de los EU, John F. Kennedy, por parte de la comunidad china de la calle de Dolores en el centro del exDF y sujetos de otras peligrosas nacionalidades, rusos, turcos y coreanos; la peli lo inspiró y sin amilanarse en lo más mínimo, recurrió a otro de los puntos del decálogo del buen detective: "no lo olvides, eres un buscador incansable de la verdad, apasionado de tu profesión, no te aflijas y mantente erguido, el bien terminará por emerger de la obscuridad". Igualito a San Fede, la primera misión que cumplió como Obispo consistió en una lucha a muerte contra los paganos pobladores del lugar. Esta misma idea ocupaba el pensamiento de Gederico y formaba parte de su primera tarea trascendental, ahora el "target" se concretaba a combatir a los paganos trasgresores de la ley. Finalmente se quedó dormido.

V A las siete de la mañana salió de su domicilio para continuar con su incansable labor. Así lo hacía "El Pantera", salir muy de mañana a buscar villanos y conquistar muchachas, amén de gorrearle el desayuno a quien se dejara, preferen-

5 Nótese la similitud en los nombres, si la secretaria del registro civil no hubiera errado en la primera letra, el nombre de Gede empezaría con F, igual que el detective de El Complot Mongol. (nota de un amigo del editor).

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temente a su amigo taxista conocido con el sobrenombre de "la gorda con chile". Gede regreso a la casa-escena del crimen e inició el camino inverso del SUDES buscando evidencias, determinó que la escena del crimen alcanzaba un perímetro de por lo menos 600 metros, de la barda al puesto de tacos; midió la distancia y calculó el tiempo que se tarda de un lado a otro, tanto caminando como corriendo; tanto caminando la mitad del tramo y corriendo la otra mitad, de esa forma pudo establecer el tiempo transcurrido entre el último taco y la caída en la casa de la pareja en cuestión; tomó fotografías de lo que le pareció eran huellas de zapatos de los perseguidores y anotó en su cuaderno. En la esquina del puesto de tacos preguntó a los transeúntes la hora de inicio de actividades mercantiles del local de comida mexicana (no hay duda, cuando quería mos-trarse sobrio con sus palabras lo lograba). —Hasta la noche joven. —Uuuh, pus a eso de las seis empiezan a llegar para acomodar las cosas, pero la venta es hasta las ocho, nueve de la noche, qué, ¿le gustan los tacos del mugroso? También observó con mucho detenimiento, incluso lo apuntaba en su cuaderno y seguía tomando fotografías, el movimiento de personas, cuántas mujeres, cuántos hombres, estimaba las edades e imaginaba el tipo de trabajo que tendrían, checaba las características de los vehículos que transitaban por esa calle (recordó sus tiempos de policía de crucero), observó las viviendas, los locales comerciales cercanos y un puesto de periódicos, ahí compro un número más de "El Pantera" (título: "Matanga dijo la changa") y empezó a recorrer sus páginas. En esas estaba cuando notó, gracias a su sensi-bilidad de investigador, cierto nerviosismo en el encargado del puesto de periódicos, decidió quedarse a prudente distan-

cia, simulando leer el comic —un ojo al gato y otro al garabato—, para mirar con detenimiento al voceador. Para sus adentros pensó: "aquí hay gato encerrado", jeje, fue una frase que le escuchó anoche a Pedro Filiberto García Armendáriz cuando se dio cuenta que un restaurantero chino le entregaba un sobre a un comensal. Se aventó tres horas en el sitio, elaboró diversos escenarios del MO (Modus Operandis en la jerga de los Criminal Minds) de los posibles asesinos. Nada ocurrió, llegó la hora de la comida. Regresó por la tarde al lugar de los hechos, decidido a esperar al taquero para interrogarlo; en la contra esquina ubicó a cuatro jóvenes de aspecto negativo, platicando, tomando cerveza, fumando, haciéndose bromas pesadas entre ellos y molestando a los peatones, quienes literalmente les daban la vuelta para no toparse con los violentos. Le preguntó a un hombre de más menos 60 años que entraba a una vivienda si conocía a "esos muchachos": —Y quien no los conoce, son unos malvividores, unos desenfrenados que nos traen asoleados. Y usted ¿por qué pregunta? Con una pose de "a mi échenme al gato" afirmó muy orondo: —Estoy investigando un crimen. El vecino nada dijo, se agachó y se fue de lado querido amigo. Fin del diálogo. Siguió observando a los jovenzuelos, en su imaginario los veía pistola en mano, correteando al ya fallecido. Llegó el taquero, con un trompo de carne de regular tamaño (apenas era martes), dos cajas de refrescos, tortillas a discreción, botes de salsas y bolsas de verdura; detrás de él, otro hombre, más joven, estatura mediana, regordete, bigote y pelo largo, cargaba todo tipo de utensilios, cuchillos y cucharas de taquero, tenedores, platos, vasos y servidelatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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lletas. Dio inicio el ritual de organizar la taquería para el preparado de alimentos y posterior venta de la mercancía. Gede se acercó al taquero y lo inquirió: —¿Supo usted del crimen que ocurrió cerca de aquí? —No joven, no sé de qué me habla,— y diestramente picaba cebollaAdoptando una pose de detective con gabardina, pensó: claro que debe saber, e inmediatamente contraatacó: —Es el que apareció balaceado en el jardín de una pareja que es asidua a su taquería. —Aahhh, sí, ya me acuerdo, sí, sí supe. —¿Usted conocía al hoy occiso? —No, para nada, sólo me platicaron lo que había pasado, yo solamente me dedico a atender el negocio. —Le pregunto porque antes de que lo mataran, se merendó unos tacos aquí con usted, entonces, le vuelvo a preguntar (ya un poco más circunspecta la expresión), ¿lo conoce? —Ya le dije que no joven, la verdá nunca me fijo en mis clientes, porque si me dedico a verlos y a psicoanalizarlos capaz y me corto un dedo con el cuchillo, usted no está para saberlo, pero esta profesión exige un alto grado de atención y profesionalismo porque el cliente es primero y siempre tiene la razón. Y de ahí no lo sacó, interrogó a los comensales y estudió sus reacciones ante la pregunta de si conocían al hoy occiso, a quienes pasaban por ahí. Se comió tres de pastor, dos de suadero, una gringa y su victoria de naranja, pagó y se retiró. La duda rondó en su cerebro, no logró atar ningún cabo. 74

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VI En su afán por ser perfeccionista y como hombre comprometido con la verdad y la justicia, Gederico, al igual que Mike Hammer, se aficionó a la literatura de los optimistas, tipo Carlos Cuauhtémoc Sánchez y leía los bestsellers de la época "sopita de pollo para el corazón", "sin amígdalas no hay futuro", ¿en verdad existe el guajolote espia?" y "la homeostasis de mi tololoche". También, y por consecuencia lógica, se aficionó al tema de la inteligencia emocional, concepto que nunca logró entender a cabalidad, en cambio entendía el concepto de "ver las cosas desde el punto de vista del vaso medio lleno", "tener una actitud positiva y nada negligente"; y, cada vez que podía (lo cual era muy seguido) recordaba la frase de la famosísima psicóloga especializada en inteligencia emocional, ortopedia mental y terapias de sístole y diástole alternativas, Martiniana Gutiesusken. Conviene, para fines de entender lo que pululaba en el cerebro de Gede, citarla in extenso para una mejor comprensión del profundo y sintáctico significado de los anacolutos de esta autora convertidos en mensajes científicos basados en el sentido común y alejados de Sócrates, con vasos medio llenos y la bella metáfora del taco con cilantro y cebolla, pero sin salsa: La mejor forma de motivarnos a nosotros mismos es hacer historia, recuperar aquellos momentos logramos lo que nos propusimos, incluso tal vez podamos decir: "Ya me he quedado de a seis por no resolver el caso, pero sé que saldré adelante y que seguramente haré cosas mejores, lo importante es no desmayar en intento y saber que junto a nosotros siempre hay amigos y compañeros dispuestos a colaborar con nosotros", el alimento nunca llega completo.

¡Guau! Esto no sabe a jugo de tomate (frase tomada de un anuncio de televisión inter-

pretado por Ana Bertha Lepe6) lo gritaba todo emocionado cada vez que la frase llegaba a su cabeza. Acto seguido empezó con un ejercicio muy propio de esta corriente intelectual: "identificar nuestros pensamientos" ejercicio fascinante, inicia con saber cuáles pensamientos son negativos, obstaculizan su actuar y le impiden resolver el caso. El siguiente paso consiste en relajarse, adoptar una actitud optimista, abrir el cauce al pensamiento positivo y empezar a resolver el caso. Lo más genial del ejercicio es hacer algo estimulante. Ya en su casa y motivado por estos pensamientos, encendió la tele y se puso a ver el maratón de "Los Locos Adams". No hay duda, la inteligencia emocional sabe llevarnos al nirvana. Sería por eso que siempre se le veía sonriente, por las calles repartía actitudes positivas y mientras hurgaba en las calles en busca de pistas orientadoras para la resolución del caso, su mente estaba en los ejercicios que le recomendaban para alcanzar el éxito. Cayó en los brazos de Morfeo. Al día siguiente, mientras caminaba por la colonia en busca de pistas que le permitieran arrinconar al o a los asesinos, seguía metidísimo en el tema de la inteligencia emocional. Por estar tan ensimismado en desenmarañar el conocimiento sobre la inteligencia emocional, no se percató de que lo estaban siguiendo; después se supo que fue el hijo del taquero. Sintió un fuerte golpe en la cabeza; después se supo que fue con la mano del molcajete del puesto de tacos. Sin meter las manos se fue de bruces contra el suelo, después se supo que la caída le provocó fractura múltiple del tabique nasal, raspaduras de

segundo grado en frente, pómulos y mejilla y lagunas mentales; antes de perder el conocimiento alcanzó a escuchar "mejor ni le buiga"; después se supo que le dijeron: "no expongas tu vida pendejo". Despertó dos días después en el Hospital General, al momento se supo que no tenía derecho a servicios del ISSSTE. Todo maltrecho, cuerpo adolorido, tremendo chipote en la cabeza. Fue retirado del caso por sus superiores y relegado a una oficina a rellenar formularios y organizar las multas por faltas de tránsito. Nunca se resolvió el caso.

VII Tuvo tiempo, eso sí, para leer la saga completa de "El Pantera", alrededor de 150 números, sus historietas favoritas eran tres (que leía y releía): "Descansa haciendo adobes", "Yakuza de la muerte" y "Bruja cabeza de zacate", aunque le seguía muy de cerca en sus preferencias "Valiente, enamorado y hablador". Ni modo, su vida se redujo al trabajo de arrastrar el lápiz, ordenar multas y archivar casos no resueltos (ya se había llenado una bodega de 4x4 m2); casos igualitos al del muerto que brincó la barda o la agresión que él mismo sufrió en aras de buscar la verdad y aplicar la justicia. Alejado de la calle, de la investigación criminal, del olor a miedo, de la relación con la gente, aunque manteniendo la actitud positiva, le quedaba claro que siempre vendrán tiempos mejores (remember Yuri). Gede, fiel a sus principios, inició otro ejercicio propio de la inteligencia emocional consistente en responder tres sencillas preguntas:

6 Bella actriz mexicana que en 1953 a la temprana edad de 18 años obtuvo el cuarto lugar en el concurso de Miss Universo, mismo año en el que la ganadora fue una francesa, Cristian Martel-Magnani, a la larga, bueno, ni tan a la larga, esposa de Miguel Alemán, padre del actual dueño de Televisa. Ana Bertha participó en casi 70 películas, la más famosa fue al lado de Germán Valdez, en "El Vizconde de Montecristo". A Anita le tocó presenciar el horrible asesinato de su novio Agustín de Anda, cuyo brazo ejecutor fue el propio padre de la estrella del celuloide (Wikipedia.org). delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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1. ¿Has tenido compañeros que no te agradan?; 2. ¿Qué has hecho cuando te das cuenta que no le agradas al jefe?; 3. ¿Qué has hecho cuando tus compañeros no quieren colaborar contigo? Concluyó que siempre encontró gente muy colaborativa y sonrío para sí mismo. Siguió siendo el "policía feo pero simpático". Ahí, en un cajón del escritorio que ahora ocupaba, enterrada en un mar de papeles, restos de comida y polvo, encontró una revista que le llamó la atención. Lenta y cuidadosamente la sacudió y limpió la portada, volteó para todos lados, nadie lo miraba; recordando el "manual del buen detective", lee, lee sin cesar, empezó la lectura. La revista de marras, entre otros artículos de corte histórico, relataba la vida de San Federico de Utrecht. Supo quién fue, se interesó por sus acciones y su forma de pensar; se enteró de sus vicisitudes por llevar las enseñanzas del divino redentor a todos los rincones de Austria; entendió que personas como él y el Obispo son acosados por las fuerzas del mal; conoció a los enemigos del Obispo y su férrea decisión de no ceder un ápice por llevar la justicia y la verdad. Igualmente, se enteró de la forma violenta de la muerte del santo. Federico fue asesinado por sicarios desconocidos mientras oficiaba misa; se especuló que fue la Emperatriz Judit quien

lo mandó matar; otras fuentes igualmente fidedignas se inclinan a señalar al Emperador Ludovico Pío (esposo de Judit) quien ordenó su muerte en venganza porque Federico le prohibió casarse con una segunda esposa mientras viviera la primera. Nadie lo comprobó ni se atrevió a afirmarlo. Fue un crimen sin resolver. Identidad plena con Federico medieval. Llegó a su casa, fiel a su costumbre y a los dictados de la inteligencia emocional, prendió la tele, buscó en la oferta televisiva y se detuvo en el Chavo del ocho7 se preparó un "pantera punch", bebida inventada por el ídolo de Gede, es un jaibol que mezcla tequila, vodka, sotol, whisky, granadina y un chorrito de agua mineral, servido en un vaso alto con hielo seco y adornado con hojitas de yerbabuena, pero además le dio el toque personal, vertió un caballito de victoria de naranja y acompañó su bebida con un twinkie de fresa. Gederico Tepos Chen sonrió para sus adentros al recordar otra historia de Gervasio Robles Villa: "Sólo los guajolotes mueren en la víspera". Faltaba mucho para la navidad.

Escuchando a Los Redonditos de Ricota

7 El personaje Quico, lleva por nombre Federico, pero de él no hay ninguna referencia al respecto, no se plantea similitud alguna, tampoco hay evidencia que haya sido fuente de inspiración de Gederico, posiblemente porque el perfil de Quico no es precisamente el de un CSI. (Nota de un fan argentino, conocido del editor).

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La flor del tábano Blanca Vázquez

Flora no entiende mis epigramas: celebra al ver su nombre en todos ellos. Francisco Trejo

E

n tiempos tan convulsos sólo el arte puede llenar el espíritu y permitir que el ser humano continúe

existiendo. Chagall lo consideraba un estado del alma. El tábano canta en los hoteles del escritor Francisco Trejo va llenando la imaginación a través del epigrama. Así, como los poetas helenos o romanos de forma breve satiriza el estado convulso de la pasión y lo santifica en esas arquitecturas poco nombradas y que escandalizan, desde todos los tiempos, a la sociedad que dicen no los visitan, los hoteles. El tábano macho es un insecto que busca aparearse sobre todo de tarde-noche y se alimenta del néctar de las flores, muchas veces fallece ahí, después de la cópula, como queriendo asirse a la petite mort y no abandonar esos segundos de placer infinito del apareamiento; no así la hembra, que requiere de alimentarse de animales de sangre caliente, pero no, ellas no mueren. El escritor nos presenta su poemario y nos recuerda el arte retórico de Cicerón o Quintiliano quienes en sus discursos iniciaban con un exordio tratando de atraer al oyente o bien al lector de aquella época para que se regocijara y entendiera que no de todo se sabe y que de todo se puede conocer, luego podían ser cuatro o cinco apartados para poder centrar su opinión o discusión del tema. Trejo nos brinda un exordio: "…Juzgue el lector, Flora, el amor nuestro, este drama jocoso, esta ópera de humanos aguijones"

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y cinco cuerpos articulados: El león, el tábano y la flor, De la flor y su lascivia, El tábano canta en los hoteles, Del felino y su bravura y Agonía de la fábula. George Bataille en su ensayo El erotismo menciona que "La poesía lleva al mismo punto que todas las formas del erotismo: a la indistinción, a la confusión de los objetos distintos. Nos conduce — dice— hacia la eternidad… hacia la muerte y, por medio de la muerte, a la continuidad: la poesía es la eternidad…" El tábano canta en los hoteles vela en sus líneas versales a Flora, pareja de León y quien goza con el tábano, uno cualquiera que sabe de palabras y versos y que se enmiela el cuerpo y el alma por esa joven como una Clodia disfrazada de Lesbia por el buen Catulo o de manera inversa en el amor cortés, pero en lugar del alma lo que se posee es el cuerpo, es la carne que se glorifica en el acto más puro e irredento que es el encuentro sexual erótico. "Voluptuosa se abre la flor cuando mi astro gallardal se posa sobre ella."

El tábano tiene una exclusividad sobre Flora, es la exclusividad del amor erótico del que habla Erich Fromm y que suele malinterpretarse como un estado de posesión, pero no, el amor erótico son dos personas que no sienten amor por nadie más y que resuelven el problema de la separatividad (si es que la hay) haciendo de un individuo dos.

"León piensa que Flora es feliz en el invernadero de su casa. No sabe que ella es flor del bosque y que sus pétalos silvestres están acostumbrados a mis caricias caniculares."

En ese tono jocoso el poeta Francisco Trejo refresca un tema vedado por una sociedad judeocristiana que encuentra en el silencio colectivo la infidelidad. Esa palabra, de la cual no quiere escucharse y menos saberse si es uno el actor de esa obra dramática. Hay un enredo amoroso en donde Flora desea al tábano, el tábano a ella como a todas esas flores, mientras el León se yergue creyente de ser el único capaz de brindar a Flora lo que anhela y por ello se burla del tábano quien con versos embelesa los oídos y el sexo de Flora, como Melibea y Calixto que se santifican en el espíritu más puro del encuentro carnal. "León dice que soy un haragán y que no tengo futuro escribiendo versos…"

A cuántos de nuestros lectores y a nosotros, quienes gozamos escribiendo, nos han dicho eso; se nos ha insertado el gen del éxito monetario y de estatus olvidando el poder emblemático de la palabra, de la poesía, de la literatura y casi como apóstatas nos señalan por escribir y no ser famosos o andar derrochando dinero sino versos. Paz, creía que la poesía no era para todos y se le tildó de elitista, quizá, pero si uno lo analiza, la poesía es para esos locos que encuentran como Don Quijote el placer de la palabra logrando la polisemia y la sinestesia en el ser humano.

Focault dejó sentenciado que existirá un día en que estos temas poco expresados en voz alta serán la alternativa de la felicidad de una sociedad atada a prejuicios dictaminados por el bien ser. Mientras, nosotros podemos regocijarnos como el tábano macho y beber de la miel de los versos, asomarnos como voyeristas a esos hoteles, no cinco estrellas ni resorts en los que se acude sin pena ni abatimiento, sino en aquellos en los que el placer convive en segundos y se perpetua en el gemido, el orgasmo o el recuerdo. "El tábano encontró refugio en los hoteles donde la florde carne brinda su narcótico polen al que en tiempos de ardedumbre apura siempre su aguijón enfebrecido."

Breves sí, epigramas todos, que nos invitan a ser por un instante dípteros volando alrededor de la dulzura versal y que sacian el alma del yo poético que se nos regala para dejarle a él la culpa del deseo, y a nosotros el placer de la lectura de lo casi prohibido. Un asomo a Emma Bovary, a Clara, Anna Karenina, Helena, Hester, Connie Chatterley o la joven Flora.

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Instrucciones para discutir con tu novia Adán Echeverría

Asegúrese primero de tener novia, de otro modo se verá tonto discutiendo con el aire. Déjele hablar y trate de no distraerse. Baje usted la cabeza apenado para forzar un Te estoy hablando. Manténgase calmo y conteste con premura. Que note la cooperación en no alterarla. Haga movimientos imperceptibles, si lo nota podría impacientarla con probabilidad de desenlaces catastróficos. Al entender el motivo de su enojo, endurezca el rostro, apreté las mandíbulas, para usar cada una de las frases que su novia ha dicho a su favor. Tiene usted que practicar en este punto, requiere destreza, remueva el pasado, consiga escenas donde ella haya errado y tráigalas al momento actual. Al primer signo de franco retroceso de su novia, usted avanzará más. Hágala parecer desamorada y culpable. Cuando ella diga el primer Lo siento, sabrá que lo ha logrado y puede decidir en qué momento otorgarle el perdón, con el firme compromiso de parte de ella para que no vuelva a ocurrir, y entonces dele un beso.

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Sobre Compañeros todos, cuentario de Adán Echeverría Paulina Jiménez Cíntora

"Compañeros todos" es un tren cargado de realidades escondidas. Escenarios que conocemos al pestañear por las calles o con el estornudo que vuela en el aire. Todos somos los pasajes cotidianos. Comienzas clavándote una aguja en el estómago y terminas liberado por una experiencia que jamás imaginaste. Adán Echeverría es impredecible. Sus personajes gruñen y vomitan rebeldía. Las paredes parecen hacernos llorar y sus grietas son tan crudas como corruptibles. Feménite arrulla un canto de sirenas que luchan contra mareas revoltosas y mortales. Ciudadanizarse reparte corazones que se agitan para dar un último aliento. Sueños que se construyen con ladrillos vagabundos y que no tienen miedo de gritar cómo se sienten. Aquí el asombro nace de las mismas pupilas de sus personajes. Seres sexuales y dominantes, capaces de salirse de las páginas y causar una rebelión en tu propia casa.

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La niña Todomepasa dice: por Jéssica de la Portilla Montaño

Entre jefes horribles te veas (I)

Eso le pasa a uno por no estudiar... Tienes 18 añitos. Luego de varias semanas haciéndote idiota leyendo los chistes del periódico en vez de revisar la sección de Falsificados, que diga, la sección de Clasificados, por fin tu madre te pone un ultimatum: o vas a pedir equis chamba por la que ella ya preguntó y en la que te pueden recibir de inmediato, o mejor ve buscando a dónde caerle porque ya no quieren parásitos en esa tu casa. Hace ya algunas semanas que abandonaste la universidad (por primera vez, jojo), y los "amigos" con que echabas desmadre bien, gracias, desaparecidos sin mayor aviso y tú haciendo el gran drama como si en serio hubieras perdido contacto con gente medianamente importante. Total que te pones el vestidote floreado de cuando te dio por usar vestidotes floreados, la blusa de cuello alto y el primer saco negro que encuentras en el guardarropa materno, porque tú por supuesto no tienes nada formal que ponerte (y eso que tampoco tenías ropa de antro porque no salías, en ese entonces eras medio amargueitor). Llegas con tu currículo impreso en una hoja, ¡cuál!!! No es ni media página, ni

siquiera un cuarto de párrafo porque hasta la fecha no habías hecho absolutamente nada, pero llegas seriecita con tu currículo impreso y lo más arreglada posible a pedir trabajo en... ...en cierto Supermercado de la Esquina de Coyoacán. Llegas, preguntas por el empleo, la señorita que te atiende te mira y te dice que sí, que está bien, que puedes colgar tu saco en un gancho en el sanitario y que agarres un trapo para ponerte a... ...a limpiar vitrinas. Sí: ese fue tu primer empleo. Perdiste tu fabulosa media beca en el college más nice para terminar limpiando vitrinas con un trapo mugriento. Tú que te sentías la reina del universo, ¡qué He-Man ni qué nada! ¿Sueldo? El mínimo. ¿Horas extras? Diez pesos. ¿Días laborables? De lunes a sábado. ¿Internet? Sí, cómo no. Esa es la primera vez en tu corta existencia en que te ves inmersa en algo llamado EL delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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MUNDO REAL y que tienes que enfrentarte con algo mucho PEOR que los profesores de la prepa, las monjitas de la secu y tus ex compañeros bulleros: UN JEFE. Tu trabajo consiste básicamente en aguantar el cambiante genio, que más bien tiende a ser de malo a pésimo, de una señora señorita cuyos padres tienen toda la lana del mundo y que estudió Administración en una de esas universidades que sólo pueden pagar los hijos de políticos o de empresarios (o de narcos, que no sabes si cuentan como políticos o como empresarios: para el caso da lo mismo) para terminar ahí, en una tiendita perdida en una esquina de la Ciudad de México, viviendo de aumentar el cincuenta por ciento a los precios de los productos luego de atorarles el IVA y un montón de impuestos inventados. Obvio que comienzas limpiando vitrinas y empacando sushi casero, pero terminas revisando cuentas bancarias y manejando archivos varios de Excel, en una época en que nadie sabía para qué era Excel y que tú aprendiste a manejarlo en uno de esos veranos sin nada mejor que hacer excepto jugar Tetris por horas.

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Pasan uno, dos, tres meses y ¡por fin!!! decides pedirle de rodillas a tu madre que te deje regresar a la escuela, que no la vuelves a regar (¿por qué nadie te dice que por favor NO seas tan idiota de pretender estudiar una ingeniería cuando eres una papa en Física???) ni vuelves a tener amigos dudosos ni nada de nada de nada, es más: te comprometes a ir a misa y hasta hacer de monaguilla voluntaria cada año bisiesto. (Léase: ¡Este año te toca!) Terminas librándote de la chamba alegando que sólo puedes seguir yendo media jornada porque vas a tomar unas inexistentes clases, y finalizas dando las gracias cuando tu jefa y hasta su madre te ruegan que por favor por favor no te vayas. Tu siguiente empleo es como cajera en el restaurante del jefe de tu mamá (ese con el que siempre quisiste casarte, y nomás ni se enteró de que dejaste la adolescencia), entre meseros guapos e intentos de galanes fumadísimos... pero esa ya es otra historia, digna de la siguiente entrega de esta columna.

Incipit por Blanca Vázquez

Algunos puntos que recordar "El arte es la firma de la civilización." Beverly Sills

Sé que hay en este momento una gran confusión acerca del concepto arte o si quieren también del concepto cultura. Desde sociólogos, antropólogos y hasta literatos elaboran toda una serie de conceptos para que ese tema sea tratado y de cierta forma le han puesto un manto sagrado a todo lo que se nos dice es arte o cultura. He querido abordar este tema porque de manera continua invito a los jóvenes con los que comparto el aula de clases a que acudan al cine, al teatro, al museo o algún concierto (que por cierto en la capital del estado de Guerrero no es tan prolífica la oferta a estos eventos); no han sido todos los que van pero poco a poco se va fomentando un conocimiento extra clase, que creo que es el que más significa. Sin embargo, cuando acudo al cine o a alguna presentación cultural tengo que comentar que salgo con un bajón de ánimo, gran parte del público que asiste está más pendiente de su teléfono celular, se toma la clásica foto, platica o saca su bolsa chicharronera para no dormirse. Tal vez sería bueno armar como un código o 10 pasos para acudir a un centro cultural, repartirlo o de perdis ponerlo en las redes sociales. Sé que se discrepará mucho al decir qué es un centro cultural para mí, pero mientras tanto me gustaría que pudiéramos poner atención a algunos

puntos que propongo y ustedes lectores podrían ir agregando los que ustedes consideren pertinentes y así dejar de ser lo que mencionaba Vargas Llosa: una cultura del espectáculo en donde ni se escucha ni se mira, por ende ni se siente nada ante una expresión cultural. 1. Si entras a una sala de cine (sea la película comercial o de arte) apaga el celular o ponlo en silencio. No lo revises cada cinco minutos y menos entres a una red social. Recuerda que en la proyección la sala está oscura, así que nada de fotitos queriendo que todos sepan que estás ahí. 2. En un teatro procura llegar antes de la hora en la que inicia la obra. Es terrible estar aguantando que en medio de la función lleguen a la mitad y diciendo "con permiso, con permiso". 3. En la presentación de un libro (si eres acarreado puff está peor) procura darle la atención a los presentadores, escucha lo que dicen y así verás si hay interés de adquirirlo o mejor lo dejas pasar. 4. En un museo no recorras las salas como bólido de Fórmula Uno, recuerda que casi en todos los museos las muestras llevan una explicación y bien vale leerla, y si no, permite que tus sentidos exploren y veas qué es lo que sientes. delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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5. Si acudes a un concierto disfruta el sonido, los músicos o a los intérpretes, no siempre se vivió con tecnología, así que si no lo grabas no pasa nada, te aseguro que tu cerebro puede muy bien almacenarlo y traerlo a ti a través del recuerdo.

Entiendo que no todo a lo que asistimos debe gustarnos, en gustos, dicen, se rompen géneros, eso creo es lo maravilloso, pero también recordemos que cuando compartimos el espacio con otros seres humanos debemos respetarlos y claro, respetarnos a nosotros mismos. O ustedes ¿Qué opinan?

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Desvaríos de la freaky neurosis por Gema E. Cerón Bracamonte

Con todo des-pecho "La gente es un rebaño, tan pronto estúpidamente paciente como ferozmente revolucionado… en este mundo donde nada es seguro". El Horla, Guy de Maupassant.

Hace tiempo que no creo en el chismoso de Facebook. Por eso, cuando vi una publicación en mi muro acerca de una reforma la cual prohibiría a las mujeres amamantar en lugares públicos (cinco años de cárcel auguraban a quienes lo hicieran), creí que era una vacilada más de esas que pululan por la red. Aunque confieso, al analizarlo detenidamente, no parecía tan descabellado. Primero, pensé en cómo beneficiaría la dichosa medida los grandes empresarios de la fórmula láctea, desde laboratorios, hasta empresas de alimentos reconocidas a nivel mundial. Era inevitable suponer que alguna buena tajada hubo de por medio. No puedo negar, lo mucho que se empeña nuestro gobierno en aprobar leyes contra la economía de las clases media y baja. Aun así, algo parecía no encajar, por lo cual preferí investigar a detalle. Le pregunté a Google, otro chismoso pero con mayor calidad de información. Encontré varias páginas e incluso un video en Youtube, donde aclaraban que la dichosa noticia era falsa. Tampoco encontré una iniciativa de ley, acuerdo o reforma referente a esta prohibición. Supuestamente, la Cámara de Diputados se encontraba en receso al momento de publicar aquella nota (12 de enero del 2016), por lo cual, no pudieron haber aprobado nada aquel día.

A pesar de todo, aquella noticia generó gran revuelo en las redes sociales e incluso mujeres de algunos estados se manifestaron en contra de aquella medida. En Facebook, a diario se comparten fotos de personas con carteles apoyando la lactancia materna y echando pestes por la dichosa ley. Mi postura es ésta: estoy a favor de la lactancia materna. Amamantar es un derecho inalienable de cada mujer y su bebé, después de todo, somos animales mamíferos. Algo muy diferente es que no puedas hacerlo por alguna enfermedad o incluso por ser una madre trabajadora. Hay otras madres a quienes simplemente no les gusta amamantar, y tampoco estoy en posición de juzgarlas; cada quien es libre de ejercer o no su derecho a amamantar. Lo que me llena de molestia y desapruebo totalmente es: primero, publicar una noticia falsa y delatripa: narrativa y algo más, No. 22, Feb. 2016

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tendenciosa; segundo, que vayamos como ovejas en rebaño a creer todo lo que las redes sociales publican. ¿Acaso no tenemos criterio propio?, ¿acaso no debemos, como seres racionales que somos, aplicar el sentido común e investigar por nuestra cuenta?. Es un hecho que las redes sociales ejercen un enorme poder, llegan a millones de personas y eso supone una ventaja en nuestro globalizado mundo. Mas no debemos perder de vista lo siguiente: existen publicaciones falsas, al igual que en la televisión, para crear controversia e incluso desviarnos de lo importante. Al final, quedamos como unos tontos, crédulos y manipulables. Hay mucha basura en la red, ¡mucha!, sólo un adecuado discernimiento nos salvará de caer en el engaño. Por otro lado, cuando hablo de lo importante, pienso en la reforma educativa (que planea privatizar la educación), la reforma de salud (que pretende privatizar los servicios de salud), la reforma energética (que privatizará la explotación del petróleo) y todo el tejemaneje gubernamental que convierte a México en un país leproso, cayendo a pedazos. El alarmante número de mexicanos viviendo en pobreza extrema y aquellos rumores de legalizar la mariguana "con fines medicinales solamente". Que no

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basta vivir en un México pobre e ignorante, y quizá, en un futuro, hasta de drogadictos (más enajenación mental, ¡como si no tuviéramos suficiente con las redes sociales y la televisión!). Porque bueno, lo primero será abrir el mercado a la mariguana y luego a todas las demás sustancias habidas y por haber. No quisiera sonar demasiado conservadora o moralista pero, ¿cómo prohibirle a alguien el consumo de algo legal? Desde mi punto de vista, legal o no, las drogas siempre causarán reacciones secundarias tanto en los consumidores, como los efectos colaterales hacia terceros. Puedo pensar, por ejemplo, en los dulces o galletas hechas con mariguana y si éstos llegasen a caer accidental o intencionalmente en manos de un niño, cuyos padres o hermanos mayores sean consumidores. Seamos honestos, México no está preparado para afrontar las consecuencias de abrir esta caja de Pandora. Creo que existe un millón de temas para crear controversia en este país; por mi parte, el futuro parece incierto y difuso. Sinceramente, prefiero leer un buen libro a ver las noticias. Las redes sociales para hacer amigos y reírme de bobadas, con tanta basura publicada por todos lados, he aprendido a ser más crítica en todo.

Nos vemos en el slam por Mario Pineda Quintal

A rockear por todo Yucatán Como parte del proyecto "Inamovibles Sueños" (proyecto apoyado por el Pacmyc en la convocatoria 2010) pude entrevistar al gestor cultural Carlos Herrera del "Colectivo Radiacción" para que me diera un panorama personal de cómo percibe el incremento de tocadas de música alternativa en los municipios del interior estado de Yucatán, y si son parte inicial de una descentralización de eventos que hasta hace unos pocos años, en su mayoría, se realizaban en diversas sedes de la ciudad de Mérida. En la legendaria cantina "El Gallito", ubicada en el barrio de Santa Ana del centro histórico de la capital, al son de unas cuantas cervezas y botanas, el compañero platica que jóvenes de comisarías o comunidades no tan urbanizadas, tienen actualmente la iniciativa de crear festivales o tocadas desde lo local, debido a tres posibles cuestiones: el gasto que representa la movilidad y la estancia para participar en actividades organizadas en Mérida, el cambio de dinámica de esta ciudad, tras el cierre de diversos foros, o el hecho de tener el interés de impulsar una cultura musical diferente en sus lugares de orígenes. Centrado un poco más a la última opción, el entrevistado comenta que dicho interés motiva a los jóvenes a presentar canciones originales en géneros como ska, punk, metal, reggae, rock y rap, sonidos que poco a poco van siendo del gusto de los habitantes y que atraen a otros chavos a participar y hacer crecer la escena musical alternativa en regiones, donde, ya sea de buena o mala manera, se cree que lo único que suena es cumbia, jarana y rolas gruperas.

Al paso de la siguiente ronda de cervezas, Herrera cuenta que ejemplos de este movimiento cultural se puede disfrutar en municipios como Río Lagartos, situado en la costa yucateca y sede del festival "Rock in Río" que presenta en su escenario bandas de rock con trayectoria prolongada y propuestas jóvenes; o también existe en Tzucacab, sur de Yucatán, lugar que lleva cinco años con un festival muy identificado con el Hip Hop; al oriente del estado encontramos a Dzoncahuich, un municipio pequeño con un festival que cumplirá cuatro ediciones en este año combinando lo musical con otras expresiones artísticas. La costa yucateca también tiene en sus terrenos al Puerto de Progreso donde suena el festival "Cosas que nadie oía" y cerca de la ciudad de Mérida encontramos lugares como Motul y Umán, con sus propuestas, este último con un festival que ya registra siete ediciones. Las actividades de estos tres municipios las han protagonizado bandas juveniles de reggae, metal, rock y ska. Carlos igual comenta que ante la aparición de la escena en estas demarcaciones y otras, los Ayuntamientos se han dado cuenta que hay una representatividad muy importante de jóvenes que gustan por los festivales de cultura alternativa y han flexibilizado el apoyo a los eventos, aunque sigue siendo mínimo, sin embargo, considera que ni un apoyo es pequeño, ya que todos los que se van obteniendo por diferentes

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vías construyen el festival y en poco tiempo podrían generar recursos para pagarles a los grupos que van a tocar. Sentado en la parte techada de la cantina, el entrevistado asegura que estos festivales se van ir replicando en comunidades donde todavía no existen, e irán creciendo en propuestas de contenido, además de profesionalizarse en cuestiones de sonidos y logística, lo que irá provocando una interacción de la música yucateca para que sus sonidos tengan una presencia nacional y se minimice el centralismo que hay en la música independiente en el país. Herrera nos comenta que el Colectivo Radiacción en varias ocasiones se ha sumado a este movimiento fuera de la ciudad de Mérida, con la

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organización plena de eventos, apoyo a los organizadores o como espectadores, lo que lo lleva a opinar que los festivales, como los mencionados, deben apostarle al aire libre, porque eso les da la oportunidad de tener un público natural que va a ver la propuesta aunque sea por curiosidad, en vez de que las bandas estén entre cuatro paredes tocando para sus propios integrantes. Para la siguiente entrega de la columna seguiremos con la entrevista del compañero, por lo pronto, tengan preparado el coche, tracen la ruta y los puntos donde van a pedir aventón o ahorren dinero para el pasaje, para que no falten a los festivales alternativos e independientes del territorio yucateco.

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