Revista Norte Histórico. Estudios de historia regional N° 1, 2014

June 28, 2017 | Autor: R. Gonzalez Romero | Categoria: History, Historia, Mestizaje, Historia Regional, Norte Grande de Chile, Norte Chico
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revistanortehistorico.wordpress.com

Revista Norte Histórico. Estudios de historia regional. ISSN: 0719-4587, N° 1 Junio 2014

Revista Norte Histórico. Estudios de historia regional.

2014

Acerca de Revista Norte Histórico. La Revista de estudios de historia regional “Norte Histórico” publica investigaciones especializadas referidas a temas de historiografía en el territorio de la macro-región norte de Chile. RNH tiene como objetivo abrir un espacio virtual para el debate, la teoría y las propuestas metodológicas que pretendan contribuir y avanzar en el desarrollo de investigaciones, reflexión historiográfica y social que abarquen los problemas de la macro-región del norte chileno, igualmente se dará lugar a los avances y exploraciones de trabajos que partiendo de regiones distintas al norte chileno (Argentina, Bolivia, Perú, centro-sur de Chile) tengan una relación estrecha y a lo largo de todo el artículo con las temáticas antes planteadas.

ISSN: 0719-4587 Cooperativa de Estudios Históricos y Ciencias Sociales, Cehycso. 2014 Dirección Postal: Tocopilla 2607, La Serena, Chile (1732624) E-Mail: revistanortehistorico@gmail,com Editor Responsable: Rafael González Romero. Sitio Web: revistanortehistorico.wordpress.com Portada: Detalle de Reporte Financiero de La Española, 1544. http:// spanishpaleographytool.org/wp-content/uploads/2013/02/1-La-Espanolastreasurer-audit-1544-captions.jpg

Revista Norte Histórico por Cooperativa de Estudios Históricos y Ciencias Sociales (CEHYCSO) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 Internacional.

EDITOR Rafael González Romero. Cooperativa de Estudios Históricos y Ciencias Sociales CONSEJO EDITORIAL Nicolás Cabrera Valdivia. Universidad de Arte y Ciencias Sociales Diego Díaz Munizaga. Universidad de Chile. Jessabel Guamán Flores. Universidad de Chile. CONSEJO DE COLABORADORES Alfaro Hidalgo, Carlos. Universidad Católica del Norte. Álvarez Hernández, Fernanda. Universidad de Chile. Amigo López, Tiery. Universidad de Chile. Aspé Bou, Francisco. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Azcárraga Gatica, Bárbara. Universidad de Chile. Chávez Zúñiga, Pablo. Universidad de Chile. Fernández Navas, Pamela. Universidad de Chile. Ferreira M., Elizabeth. Universidad de Chile. Loyola Aravena, Fabiola. Universidad de Chile. Ovalle Letelier, Alex. Universidad de Chile. Soler Escalona, Esteban. Universidad de Chile. Soto Lara, José. Universidad de Valladolid. COMITÉ ACADÉMICO EXTERNO Dr. Pablo Artaza, Universidad de Chile, Chile Dra. Marta Casaus, Universidad Autónoma de Madrid, España Dra. Fabiola Eskárzega, Universidad  Autónoma Metropolitana Área Xochimilco, México Dr. Milton Godoy, Universidad Academia Humanismo Cristiano, Chile Dra. Marcela Cubillos Poblete, Universidad de Valparaíso, Chile Dr. Hernán Venegas, Universidad de Santiago de Chile Dr. Pedro Canales Tapia, IDEA-USACH

ÍNDICE

Presentación

Patricio Cerda Carrillo ............................................................................... 09 CONSTRUCCIÓN DEL MESTIZAJE EN EL VALLE DEL LIMARÍ. SIGLO XVIII. CONSTRUCTION OF MISCEGENATION IN THE LIMARÍ VALLEY. EIGHTEENTH CENTURY.

Carlos Alfaro Hidalgo ................................................................................

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LA SUBLEVACION DE LA ARMADA DE CHILE EN SEPTIEMBRE DE 1931: ¿REIVINDICACIONES LABORALES O INFILTRACION COMUNISTA? UPRISING THE CHILEAN NAVY IN SEPTEMBER 1931: LABOR CLAIMS OR COMMUNIST INFILTRATION?

Damián Rojas Bonilla ................................................................................ 93 APUNTES HISTORIOGRÁFICOS PARA UNA NUEVA HISTORIA POLÍTICA Y REGIONAL DEL NORTE CHICO DURANTE EL SIGLO XIX; TRAYECTORIAS Y PERSPECTIVAS HISTORIOGRAPHIC´S NOTES FOR A NEW POLITICAL AND REGIONAL HISTORY FOR THE NORTE CHICO NINETEENTH CENTURY; COURSES AND PROSPECTS

Shirley Samit Oroz, Cristhian Cerna Moscoso, Pablo Chávez Zúñiga ................................................................................. 122 DE REPOSITORIOS Y DE COMUNIDADES INDÍGENAS COMO SUJETOS HISTÓRICOS (REGIÓN DE ARICA Y PARINACOTA, EXTREMO NORTE DE CHILE THE REPOSITORIES AND THE INDIGENOUS COMMUNITIES AS HISTORICAL SUBJECTS (REGION OF ARICA-PARINACOTA AT NORTHERN CHILE)

Revista Norte Histórico N° 1, 2014 / ISSN: 0719-4587

Patricio Cerda Carrillo

Presentación. La “Revista Norte Histórico”. Estudios de historia regional, es una publicación semestral dependiente de la Cooperativa de Estudios Históricos y Ciencias Sociales, Cehycso, en este primer número de convocatoria abierta, ha iniciado un camino que esperamos logre poner en valor la historia e historiografía regional. Buscamos ser un espacio, científico, para la publicación de escritos expecializados en la investigación histórica tanto de nóveles estudiosos como de consagrados autores. Los trabajos publicados en este número participaron, como se dijo anteriormente, de una convocatoria abierta, donde agradecemos la participación de todos los interesados, sin embargo, tras un laborioso proceso de selección, como equipo, hemos considerado dar nuestro espacio a los siguientes escritos: Construción del mestizaje en el valle del Limarí, Siglo XVIII, que presenta un interesante problema historiográfico como lo es mestizaje. El autor indaga en las fuentes primarias, los archivos parroquiales de la región; especialmente los libros de partidas de matrimonios que corresponden al área geográfica referida. Así, analiza la miscegenación entre la población amerindia, europea y africana, en función de caracterizar las dinámicas matrimoniales observadas en el Valle de Limarí. El estudio tiene como propósito, señalado por el autor, contrastar el modelo tri-híbrido reconocido en la evolución de las poblaciones chilenas, con la realidad étnica registrada en el fértil Valle de Limarí. La sublevación de la Armada de Chile en septiembre de 1931: ¿reivindicaciones laborales o infiltración comunista?, consiste en presentar la sublevación de la Escuadra nacional en Coquimbo y en otras localidades portuarias del país. El autor hace una exhaustiva revisión de las principales tesis historiográficas con respecto a la problemática de la insurrección marinera, que incluye la participación e intervención del partido comunista, un complot interno dentro de la armada en contra del general Ibáñez y, por último, la explicación de la insurrección como un fenómeno de manifestación de reivindicación laboral ante la rebaja de los sueldos en un 30% de los funcionarios públicos que vio afectada su condición socio-laboral en dicha coyuntura del siglo XX. Apuntes historiográficos para una nueva historia política y regional del Norte Chico durante el siglo XIX; trayectorias y perspectivas, ofrece una revisión historiográfica nacional y regional del Norte Chico. El autor contextualiza el balance a

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partir de la historiografía latinoamericana, donde se revisan los nuevos elementos que se integran al debate historiográfico regional. Por tanto, se dialoga a través de esos vacíos en el ámbito historiográfico sobre la denominada región del Norte Chico. Por último, se propone una salida a dichos vacíos por medio de la historia política y los avances de la historiografía regional latinoamericana..... continuar. De repositorios y de comunidades indígenas como sujetos históricos (región de Arica y Parinacota, extremo norte de Chile); tiene como finalidad presentar la experiencia de un caso descriptivo-archivístico de un repositorio público de bienes inmuebles regionales, donde se destaca el aporte que se realiza a la comprensión de los aspectos de la propiedad de la tierra indígena regional y de los archivos mismos realizando una reflexión en torno a las dimensiones patrimoniales y las dinámicas sociales productoras de tales fuentes, en la región de Arica y Parinacota, un reto al oficio de historiar como constante tensión, a través de la cual, la falta de consideración patrimonial de la documentación sumada a la relativa ausencia de referentes archivísticos, reproduce un contexto donde los soportes documentales son relegados a un lugar marginal, coyuntural y precario. Todos textos significativos para los estudios de carácter regional, lo que refuerza nuestra intención de seguir aportando con nuestro grano de arena en la promoción de tales investigaciones. Para finalizar, ante todo nuestros más sinceros agradecimientos a todas y todos quienes, creyendo en este proyecto, han aportado sus experiencias y trabajo para la cristalización de nuestro primer número, realmente sin el apoyo de quienes han intervenido de una u otra forma en este proceso, no hubieramos logrado el producto llamado Revista Norte Histórico N° 1.

Consejo Editorial.

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Cooperativa de Estudios Históricos y Ciencias Sociales, Cehycso. Revista Norte Histórico. N° 1, 2014: 09-62 Issn: 0719-4587

CONSTRUCCIÓN DEL MESTIZAJE EN EL VALLE DEL LIMARÍ. SIGLO XVIII. CONSTRUCTION OF MISCEGENATION IN THE LIMARÍ VALLEY. EIGHTEENTH CENTURY.

Patricio Cerda Carrillo1 Recibido el: 22 de febrero de 2014 Aceptado el: 23 de mayo de 2014

Resumen: El problema de la evolución del mestizaje y el análisis de las castas en el Valle de Limarí, en el devenir del siglo XVIII, aparece como un proyecto significativo de abordar en la perspectiva etnohistórica. Historiadores, especialistas de las ciencias sociales y de las humanidades han incursionado en diferentes aspectos de la mesticidad, destacándose la trascendencia histórica del cruce étnico y de la cultura mestiza en la formación de la sociedad chilena y latinoamericana. Para abordar este trabajo, nosotros hemos investigado en las fuentes primarias, los archivos parroquiales de la región; especialmente los libros de partidas de matrimonios que corresponden al área geográfica referida. Así, se analiza una parte representativa de la documentación sobre la miscegenación entre la población amerindia, europea y africana, en función de caracterizar las dinámicas matrimoniales observadas en el Valle de Limarí, a través de la confección de planillas de los registros de nupcialidad, ordenadas 1

Historiador. Académico de la Universidad Pedro de Valdivia, Sede La Serena. Doctor (c) en Historia de Chile, Universidad de Chile. patricio. [email protected]

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diacrónicamente, con los indicadores que a continuación se indican. Palabras claves: Mestizaje, familia, etnicidad, casta.

Abstract: The problem of the evolution of miscegenation and analysis of caste in Limarí Valley, in the evolution of the eighteenth century appears as a significant project to address in ethnohistorical perspective. Historians, social sciences and humanities have dabbled in different aspects of domesticity, stressing the historical significance of crossing ethnic and mestizo culture in the formation of the Chilean and Latin American society. To address this work, we have investigated the primary sources, the parish archives in the region; especially the books of marriages items corresponding to the aforementioned geographic area. Thus, a representative part of the documentation of miscegenation between the Amerindian, European and African populations, based on characterizing the marital dynamics observed in the Valley Limarí analyzes, through the preparation of payroll records of marriages, arranged diachronically, with the indicators listed below. Keywords: Miscegenation, family, ethnicity, caste

Introducción. El problema de la evolución del mestizaje y el análisis de las castas en el Valle de Limarí, en el devenir del siglo XVIII, aparece como un proyecto significativo de abordar en la perspectiva etnohistórica, considerando los antecedentes y contribuciones que hasta la fecha se han configurado en torno al problema de las mezclas étnicas. Historiadores, especialistas de las ciencias sociales y de las humanidades han incursionado en diferentes aspectos de la mesticidad, que son a la vez complejos y están en constante revisión y perfeccionamiento, destacándose la trascendencia histórica del cruce étnico y de la cultura mestiza en la formación de la sociedad chilena y latinoamericana.

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Para abordar este trabajo, nosotros hemos investigado en las fuentes primarias que, en este caso, son los archivos parroquiales de la región; especialmente los libros de partidas de matrimonios que corresponden al área geográfica referida. Así, se analiza una parte representativa de la documentación sobre la miscegenación entre la población amerindia, europea y africana, en función de caracterizar las dinámicas matrimoniales observadas en el Valle de Limarí, a través de la confección de planillas de los registros de nupcialidad, ordenadas diacrónicamente, con los indicadores que a continuación se indican. El registro de nupcialidad incluye uno a uno los nombres de los contrayentes masculinos y femeninos, su clasificación étnica, si son hijos legítimos o naturales, nombre de los padres, padrinos, testigos, lugar de nacimiento o procedencia y en algunos casos, la edad presunta de los novios o si son reputados como españoles, indígenas de encomiendas o libres, esclavos de tal o cual amo, mestizos, cuarterones, zambos, mulatos, cholos o cuzcos u otra denominación del régimen de castas. Para su presentación el trabajo se ha dividido en tres partes: matrimonios y etnicidad, mestizaje y castas y, finalmente, estructura social y plurietnicidad. El estudio tiene como propósito general contrastar el modelo tri-híbrido reconocido en la evolución de las poblaciones chilenas, con la realidad étnica registrada en el fértil Valle de Limarí. En el plano particular, indaga en las variantes en que se manifiesta el vario pinto color de la mesticidad nortina, atendiendo al flujo de los matrimonios, sin exclusión alguna en el recuento de la estadística socio-étnica, que se anota caso a caso. En tanto análisis de antecedentes e interpretación de los datos, apunta a diseñar un proyecto de investigación de mayor amplitud espacial en la misma temática, considerando las hipótesis de trabajo susceptibles de establecer en la presente monografía, a la luz de la historicidad concreta de los mestizajes y las variantes del régimen de castas en el pasado limarino.

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Familias y etnicidad Ciertamente, la institución del matrimonio tiene importancia fundamental en la formación de las sociedades latinoamericanas y en la constitución de las familias. Con toda propiedad, se afirma que “la familia es el núcleo básico de toda sociedad y por tanto, una de las instituciones sociales de mayor peso en el desarrollo histórico de los grupos humanos”2. Las reglas matrimoniales institucionalizadas, el sistema de reproducción familiar en generaciones sucesivas de individuos que reconocen antepasados comunes y el factor étnico en la composición de poblaciones constituyen variables substanciales que hay que tener presente en el momento de aproximarse a la comprensión general de la sociedad en su dimensión evolutiva y a la trama compleja de la cultura colonial tardía. El matrimonio está estrechamente unido a la función aglutinante de la familia, la cual incluye los parientes biológicos (consanguíneos) y afines (políticos), cuando se escribe en términos del parentesco y desde una perspectiva antropológica. Se reconoce en el matrimonio la “capacidad reproductora formal” que tienen las sociedades para perdurar en el tiempo y en términos demográficos. Existen diferentes modalidades institucionales de matrimonio, cualesquiera que sean las características, variedades o cálculos patrimoniales en una cultura, al momento que un hombre y una mujer establecen vínculos conyugales según la norma canónica respectiva o la costumbre de un grupo de personas. No existe una definición suficiente amplia de matrimonio que incluya una versión universal de la institución, debido a la complejidad de la misma y a contextos sociales diferentes en la evolución de las sociedades coloniales y modernas. En el Valle del Río Limarí, en el norte semiárido de Chile, es indispensable referirse al modelo de matrimonio occidental 2

Bravo Acevedo, Guillermo. “Imágenes de la Vida Cotidiana Chilena 1850-1930. Consideraciones sobre el Matrimonio y la Familia”.En Sonia Pinto V, (Ed), Familia, Matrimonio y Mestizaje en Chile Colonial. Serie Nuevo Mundo: Cinco Siglos Nº 4, Santiago, Departamento de Ciencias Históricas, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile, 1990, pág. 93.

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católico y sacramental de raigambre castellana para aludir a la modalidad monogámica que más adelante reseñamos, institución propia de una sociedad tradicional en cuanto rural y aldeana en el siglo XVIII. En conformidad a una perspectiva de las ciencias antropológicas, es posible sostener que en lo esencial “el matrimonio es una unión entre un hombre y una mujer de modo que los hijos nacidos de la mujer sean reconocidos como descendencia legítima de ambos cónyuges.”3 La palabra matrimonio proviene de Europa Occidental, por la evidencia léxica aparecida en el derecho romano y en el castellano antiguo. En efecto, la voz matrimonium forma parte del latín tardío y de acuerdo a su valor normativo, expresa “el derecho que adquiere la mujer que lo contrae para poder ser madre dentro de la legalidad” y en consecuencia, cautela la reproducción y socialización de los hijos en un marco jurídico reconocido y consagrado por las leyes, a través de un acto denominado casamiento. El traslado a América del matrimonio occidental, a través de los conquistadores y colonos españoles, trasplanta un acto de naturaleza sacramental y con valor teológico que canoniza la unión entre un hombre y una mujer en el ámbito de las relaciones monogámicas sancionada por la iglesia católica. La invasión ibérica significó la ruptura profunda respecto de las prácticas poligámicas existentes antes de la invasión europea e incluyen, por cierto, transformaciones en la estructura reproductiva de la familia, en la cosmovisión de las comunidades indígenas por efecto de la evangelización cristiana y por la acción disciplinaria del Estado colonial en la configuración del nuevo orden social impuesto por los europeos. Si a ello agregamos la extensión generalizada de la catástrofe demográfica de la población autóctona, la condena de las idolatrías y la emergencia abierta de las primeras generaciones de mestizos en la América de los siglos XVI y XVII, es necesario reconocer que el nuevo escenario y las acciones representadas tienen como protagonistas principales a indios, europeos y africanos en la construcción 3

Kottak, Conrad Phillip. Antropología Estructural. Espejo para la Humanidad, Editorial Mc Graw Hill, México, 1997, pág. 155.

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del nuevo mundo4. La formación de las nuevas sociedades y culturas representa una situación inédita en la esfera de dominio e interacción de Europa en América, en la coyuntura de colonizar el continente americano. Los motivos de los emigrantes europeos eran diversos, “pero todos ellos se enfrentaban a un mismo reto: pasar de lo conocido a lo desconocido y encarar un medio extraño que les iba a exigir una gran capacidad de adaptación y una gran variedad de respuestas. A pesar de ello, en mayor o en menor medida, esas respuestas estarían condicionadas por la cultura del país de origen, de cuya influencia formativa nunca podrían escapar del todo, incluso aquellos que la rechazaban a favor de una nueva vida al otro lado del océano”.5 Así, el occidente europeo, incluyendo la variante portuguesa de dominación imperial en Brasil, despliega un gigantesco movimiento de integración de variada índole, cuya sustancia modeladora inicial serán las mezclas de poblaciones y culturas, la base humana del mundo latinoamericano occidentalizado. Este fenómeno de occidentalización abarca un conjunto de procesos e interacciones económicas, sociales, políticas y culturales de los actores latinoamericanos que “desde el descubrimiento de América en 1492 hasta la actualidad, han favorecido o entrabado la convergencia entre las áreas latinoamericanas y europeas y entre éstas y los demás continentes”6. 4

Bernard, Carmen y Gruzinski, Serge. Historia del Nuevo Mundo. Tomo II. Los Mestizajes (1550-1640). México, D. F. Editorial Fondo de Cultura Económica.2005, pág.7. 5 Elliot, John H. Imperios del Mundo Atlántico. España y Gran Bretaña en América (1492-1830). Madrid, Santillana Ediciones Generales, 2006, pág. 11. 6 Carmagnani, Marcello. El otro Occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globalización. Fideicomiso Historia de las Américas. Serie Ensayos. El Colegio de México, México, Fondo de Cultura Económica, 2004, pág. 9.

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Incluso se manifiesta en diferentes niveles del tejido social, aún en la colonización del imaginario7. No obstante la decisiva acción de la Iglesia para frenar el culto a las creencias y prácticas religiosas de las poblaciones originarias y la persecución de las llamadas idolatrías, la “sociedad colonial vive inmersa en la imagen, la proliferación de lo híbrido y de lo sincrético, los mestizajes de cuerpos, de pensamientos y culturas”. Pero, principalmente, los contrastados horizontes del paisaje americano donde se plasma la singularidad inédita de los mestizajes, cuyo eje estructurante es, en adelante, el matrimonio católico y el extendido concubinato de los europeos. El matrimonio regula legalmente, in jure, la descendencia de una pareja y eventualmente, puede profundizar la endogamia de un sistema tradicional de alianzas matrimoniales al interior de un aglomerado humano, o por el contrario, a través de reglas institucionalizadas de “intercambio de mujeres” u otros mecanismos de integración social con grupos alternos, facilita la fluidez matrimonial de la sociedad en su conjunto. Asimismo, es posible que disminuya o fortalezca el linaje familiar en la estructura social de la cual forma parte, así se trate de sociedades simples, complejas o altamente desarrolladas. En las parroquias limarinas, el matrimonio era consagrado en cumplimiento de los requerimientos de legalidad y por el orden social establecido por el estado colonial y formalizado a través de las ceremonias del rito católico y romano. Así, a la descendencia legalmente reconocida e inscrita en la documentación respectiva —libros de bautismos— se reconocerá como hijos legítimos. En paralelo, existían relaciones extramatrimoniales de carácter ilícito, cuya descendencia es anotada en los registros parroquiales con prolijidad, en cuanto la partida detalla si algunos de los contrayentes del sagrado vínculo es hijo natural, es decir, concebido fuera de la institución 7

Gruzinski, Serge. La Colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en el México español. Siglos XVI-XVII. México, Fondo de Cultura Económica, 1991, pág. 12.

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matrimonial, bastardía. La práctica de la bigamia o las formas abiertas del concubinato del período temprano de la colonización, los hijos ilegítimos aparecen en el registro de matrimonios con nombres y apellidos, sin importar la nominación peyorativa de huachos —sin padre reconocido— utilizada en el lenguaje popular. Importante contribución en el aumento de la tasa de niños huachos debe haber germinado en el paisaje rural y en los asientos mineros del Valle de Limarí, por la acción genésica de los denominados lachos, “gente ociosa y engavilladas”8. Examinando las “modalidades alternativas al vínculo matrimonial en el Norte Chico, 1700-1800”, Jorge Pinto R, ( 1992), distingue las cuatro modalidades para reemplazar a la familia formal “ el amancebamiento y la barraganía, el lachismo, el hurto de mujeres y la prostitución. En ese mismo orden, sus bases eran más débiles. El amancebamiento constituía una modalidad bastante más sólida que el machismo, el hurto de mujeres y la prostitución, éstas últimas, expresiones muy frágiles de la necesidad de afecto y compañía que tenían hombres y mujeres”9 Se manifieste en el campo abierto, asientos mineros o al amparo de las villas o ciudades, el número de los hijos naturales o ilegítimos inscritos en las diversas parroquias será una realidad demográfica creciente, “problema que debe ser considerado en los estudios destinados a conocer las características de la población, ya que los índices de ilegitimidad reflejan tanto aspectos de mentalidad, como de naturaleza económica, social y cultural”10. Estos hijos 8

Pinto Rodríguez, Jorge. La Serena Colonial. Ediciones Universitarias de Valparaíso, Universidad de Valparaíso, Valparaíso; 1983, pág. 206. 9 Pinto Rodríguez, Jorge. “La Familia en una Sociedad del Chile Colonial. (Las modalidades alternativas al vínculo matrimonial en el Norte Chico, 1700-1800), Carmen Norambuena C y René Salinas, Editores, Demografía, Familia e Inmigración en España y América, Serie Nuevo Mundo: Cinco Siglos, N° 6, Universidad de Chile, Departamento de Ciencias Históricas, Facultad de Filosofía y Humanidades, Santiago, Chile, 1992, 103. 10 Muñoz Correa, Juan Guillermo. “Los Hijos Naturales en la Doctrina de Malloa”. En Sonia Pinto V, (Ed), Familia, Matrimonio y Mestizaje en Chile Colonial, Serie Nuevo Mundo: Cinco Siglos Nº 4, Santiago, Departamento de Ciencias Históricas, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universi-

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naturales, al igual que la prole mestiza, forman parte de “sectores nuevos de población, encerrados por el nombre general de mestizaje”11. El fenómeno social de la bastardía irá en aumento en siglo XVIII y ya en el transcurso del siglo XIX alcanzará cifras masivas en el recuento estadístico republicano, en el cuadro de pobreza e indigencia representativo de los niños huachos de Chile12. En ambos casos, sean los esponsales hijos legítimos-hijos naturales, estamos frente a situaciones sociales efectivas frente al matrimonio, que reflejan aspectos del cumplimiento e incumplimiento de la normativa legal en la época. Por otra parte, en las mismas partidas matrimoniales, al consignarse el origen socio-étnico de cada uno de los contrayentes es posible precisar y establecer los porcentajes de tendencias étnicas en la selección de las parejas. Considerando el flujo, volumen y crecimiento de los diferentes asentamientos humanos en espacios urbanos y rurales, el registro anotado en los Libros de Matrimonios Parroquiales tienen la ventaja de fuentes primarias significativas para explorar en la historia étnica nacional en sus modalidades regionales, si examinamos la geografía de la población en el Norte Semiárido (Copiapó-Aconcagua), Centro (SantiagoValparaíso) y Centro-Sur (Rancagua-Concepción) del territorio chileno, durante el período colonial tardío13. dad de Chile, 1990, pág. 5. 11 Mellafe, Rolando. Historia Social de Chile y América. Editorial Universitaria, Santiago, 1986, pág.128. 12 Salazar, Gabriel. Ser Niño “Huacho” en la Historia de Chile (Siglo XIX). Santiago, Lom Ediciones, 2006, págs. 80-83; Montecinos, Sonia, Madres y Huachos. Alegorías del Mestizaje Chileno (Ensayo). Santiago, Chile, 1999, págs. 123-129 13 Grubessich S, Arturo. Caracterización Socio-Racial del Período Colonial Tardío. Artículo Inédito, Congreso Nacional de Historia Regional de Chile, La Serena, 2006, p.37; Rene Salinas. “Nupcialidad, familia y funcionamiento del mercado matrimonial en Valparaíso durante el siglo XIX”. En Valparaíso. 1536-1986. Valparaíso, Universidad Católica de Valparaíso, 1987, págs.77-84.

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El registro documental del sistema nupcial colonial se encuentra depositado en los Archivos Parroquiales, en las denominados Partidas de Matrimonio, cuyas actas permiten conocer: “el nombre de los contrayentes, lugar de residencia, lugar de origen (nacimiento) de cada uno de los contrayentes, nombre de los padres, testigos del enlace, grupo racial al que pertenecen y si son hijos legítimos o no”14. Éste tipo de fuentes ha sido esencial en los estudios demográficos modernos para conocer algunos rasgos básicos de la población chilena, considerando variables tales como la evolución, distribución y crecimiento regional, además de cálculos relativos al tamaño de la familia15. El énfasis del presente estudio, en cambio, apunta a examinar la situación clasificada de pertenencia étnica inscrita en los registros parroquiales, distinguir el grado de homogeneidad/ heterogeneidad verificable en el registro matrimonial entre los diferentes grupos étnicos habitantes en la región de Coquimbo y de manera particular en la cuenca del Valle de Limarí, con el objeto de registrar la presencia o ausencia de esclavos negros en el área, establecer porcentajes comparados de legitimidad-ilegitimidad en las nóminas de esponsales, graficar la estructura socio-étnica y del sistema social dominante construido por el colonialismo español. Estos aspectos se relevan de manera gráfica y en función de sus expresiones cuantitativas- cualitativas, en función de alcanzar una representación metodológica de carácter descriptivo-explicativo, destacando el valor relevante de las fuentes primarias disponibles, vale decir, los libros parroquiales manuscritos por los sacerdotes y frailes a fines del siglo XVII y de manera fundamental, en el curso del siglo 14

Contreras, Juan et al., Fuentes para el estudio de la Demografía Histórica de Chile en el Siglo XVIII. Universidad de Concepción, Instituto Central de Historia, Concepción, Monografía. S/F, pág. 30. 15 Pinto Rodríguez, Jorge. Dos Estudios de la Población Chilena en el Siglo XVIII. Distribución y Crecimiento Regional y Tamaño de la Familia. Talleres Gráficos Imoffgraf, La Serena, 1981, pág. 14-18.

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XVIII, período en que cristaliza un proceso de larga duración histórica que denominaremos como el crisol étnico del norte semiárido, fusión de los componentes étnicos amerindios, caucásicos y negroides. Este un prototipo decomposición bio-antropológica denominado modelo tri-híbrido, por entrar en los cruces raciales de la población regional inmigrantes procedentes de Europa (“españoles”), África ( “negros”) y los habitantes aborígenes de América ( “indios”). De manera corriente y generalizada, la explicación estereotipada para dar cuenta de la construcción del mestizaje regional y nacional excluye a la población negra en las raíces étnicas chilenas, del algún modo, tributaria de la sostenida práctica del racismo y del prejuicio social, latente y encubierto, existente en el país. Desde el punto de vista teórico y aplicado, utilizo la categoría etnias como eje en el análisis de los temas y problemas expuestos, sin omitir del léxico el vocablo razas, frecuentemente teñido de criterios racistas e implicancias discriminatorias, cuyo uso se encuentra en franca declinación en los paradigmas científicos vigentes, aún en el plano de la historiografía chilena.16 En efecto, la aplicación de los conceptos demes y grupos étnicos intermedios en la investigación bio-antropológica americana ha permitido superar el enfoque mecanicista, raciológico, de la antigua teoría disciplinaria, para validar los avances de la biología humana en la ciencia contemporánea17. La aplicación de las categorías razas y grupos raciales se mantiene vigente en la literatura en cuanto se hace referencia a los grandes conglomerados de población humana distribuidos en diferentes continentes: negroides, mongoloides y caucásicos. En la actualidad, se considera 16

Gazmuri R, Cristián. “Notas sobre la influencia del racismo en la obra de Nicolás Palacios, Francisco A. Encina y Alberto Cabero”. En Revista Historia, Nº 16, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 1981, pág.228-247. 17 Arcos-Burgos, Mauricio et al., “Análisis de Mezcla Genética”. En Poblaciones Chilenas. Cuatro Décadas de Investigaciones Bio-Antropológicas. Editorial Universitaria., Editores Francisco Rothhamer y Elena Llop, Santiago, 2004, pág. 241.

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que los australoides y amerindios son poblaciones derivadas en tiempos arcaicos de los conjuntos anteriores. A modo de ejemplo, es el caso de los amerindios respecto de su ascendencia genética mongoloide, claramente compartida y reconocida por la investigación bio-antropológica18. La pertenencia a un grupo racial o étnico y a las mezclas derivadas de las mismas, constituyen factores decisivos en la identidad de los estratos socio-étnicos de las regiones y en el modelo social y económico del período colonial tardío. Es indispensable, además, agregar al cuadro general otras variables tales como propiedad y tenencia de la tierra, ocupación, nivel de ingresos, lugar de nacimiento, riquezas y bienes acumulados por los individuos integrados en un núcleo familiar y sus respectivas redes de parentesco. A partir del único centro considerado urbano en el área, la ciudad de La Serena y sus términos, se extienden las redes del “poder local en una sociedad regional”, articulada en torno al patrimonio y señorío de los hacendados, el crédito otorgado por las órdenes religiosas, el capital financiero y mercantil de los comerciantes, caracterización de la efectiva dimensión triangular, dominante, del orden institucional en la región19. La importancia relevante de las etnias se explica en los siguientes aspectos: “al igual que en cualquier cultura, los miembros de un grupo étnico “comparten” ciertas creencias, valores, hábitos, costumbres y normas debido a una raíz común. Esta distinción podría surgir del lenguaje, la religión, la experiencia histórica, el aislamiento geográfico, el parentesco o la etnia”20. 18

Valenzuela, Carlos. “Crecimiento y desarrollo humano”. En Poblaciones Chilenas. Op.Cit. 2004, pág. 105-106. 19 Cavieres F, Eduardo. La Serena en el Siglo XVIII. Las dimensiones del poder local en una sociedad regional, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Universidad de Valparaíso, Valparaíso, 1993, pp.13. 20 Kottak, Conrad P, op. cit., 1997, pág. 34.

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De éste sentimiento de pertenencia común del grupo emerge la etnicidad, que en la definición sociológica de Max Weber significa “convertir una creencia subjetiva en objetivo común a partir del tipo físico o las costumbres o incluso utilizando ambos. Esto se logra gracias a la memoria de la colonización o de la migración. Esta creencia debe ser importante para los grupos de formación (étnica). Inversamente, no tiene importancia, (objetiva) si establece o no una “línea de sangre” o una relación de existencia (sincrónica en la línea de temporalidad)21. Desde el punto de vista antropológico, la etnicidad “significa identificación con, y sentirse parte de, un grupo étnico y exclusión de ciertos otros grupos debido a ésta afiliación. El sentimiento étnico y el comportamiento con el asociado varía en intensidad dentro de los grupos étnicos, países y a través del tiempo”22. En cuanto a una aproximación válida del concepto etnia, ésta nos remite al “grupo humano arraigado en un territorio, que presenta una doble originalidad cultural (material o inmaterial)”23. Aún cuando la antigüedad de las etnias es tan vieja como la misma humanidad por su relación con las culturas y las lenguas, el uso del concepto es moderno. En síntesis, es un fenómeno claramente relacionado con las localizaciones geográficas de las poblaciones humanas y sus interacciones territoriales, con el lenguaje compartido del mismo, la afinidad de costumbres y tradiciones de los agregados, con los rasgos fenotípicos afines del grupo humano de referencia y un imaginario apropiado respecto a un conjunto de antepasados comunes, sean éstos míticos o reales, cuya historicidad es una constante a través del 21

Weber, Max. Citado por Magnus Mörner. “Algunas Reflexiones en torno a la Etnicidad y Movilidad Social en la Historia”, En Revista Historia, Nº 22, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 1987, pág. 213. Traducción libre del autor. 22 Kottak, Conrad P, op. cit., 1997, pp. 34, 35. 23 Breton, Roland J. L. Las Etnias. Colección ¿qué sé?-149, Oikos-Tau Ediciones, Barcelona, 1983, p. 55.

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tiempo. Por ello, no debe extrañar que el sentimiento étnico en determinados momentos del devenir pueda declinar y desaparecer, o, por el contrario, ser más intenso en condiciones adversas de la sociedad global. En la historia de las sociedades americanas es posible observar la emergencia de procesos de etnogénesis o re-etnificación, en el contexto evolutivo de los estados nacionales. En el caso de Chile, en el último cuarto del siglo XX y a comienzos del siglo XXI, ha culminado un proceso de reconocimiento de grupos étnicos minoritarios del Estado-Nación, cuya novena agrupación, los diaguitas, alcanzó reconocimiento constitucional sólo en el año 2006.En apariencia, no existirían otros grupos con ascendencia indígena en el territorio, por reconocer legalmente frente a la Constitución y a las leyes. En el último reconocimiento, de extraordinario interés en términos de etnogénesis, algunas comunidades campesinas y grupos de personas de las regiones de Atacama y de Coquimbo, invocan reconocimientos y derechos ancestrales propios de los llamados “diaguitas chilenos”, grupo considerado desaparecido del mapa etnográfico nacional por los estudiosos de la academia, en un pasado histórico lejano. En efecto, a partir de la Ley de la República que reconoce a los pueblos indígenas “diaguitas” como sujetos efectivos de derechos constitucionales y los antecedentes publicados por el grupo de trabajo de revisión histórica en el año 2003, los pobladores del “Pueblo de Indios de Huasco Alto: un Refugio Diaguita”, han hecho suya la textual afirmación consignada en el documento, en cuanto pertenecer a la “descendencia de este grupo indígena, (que) ha permanecido en la zona del Huasco Alto desde tiempos pretéritos”24. 24

Informe de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato de los Pueblos Indígenas. Entregado al Presidente de la República de Chile, el 28 de Octubre de 2003, Impreso en los Talleres del Diario la Nación, S/F, Santiago, Chile, Cuerpo I, Capítulo V, Los Diaguitas, pág. 52-55.

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Posteriormente, en el lugar, en el año 2007, éstos han modificado su anterior definición de “Comunidad Agrícola” para auto-identificarse como “Comunidad Indígena Diaguita”, considerándose a sí mismos portadores, descendientes, de la auténtica tradición indígena del norte semi-árido de Chile. En opinión de un investigador de la región de Atacama, los pueblos de Huasco Alto o Alto del Carmen, tienen un “fuerte sustrato indígena, que evidentemente proviene de los pueblos originarios ubicados en la zona, a pesar del mestizaje y aculturación sufrida en el área, hay una evidente continuidad de la tradición, en los apellidos, el uso y trabajo de la tierra, etc. Hay argumentos que la ley entrega para que se pueda reconocer a los diaguitas, suficientes para avalar la propuesta de la identidad étnica regional, reivindicando la importancia del mundo diaguita en la historia chilena”25. Considerando como punto de partida los aspectos étnicos reseñados arriba y las características estructurales del tipo de matrimonios celebrados en el Valle de Limarí en el siglo XVIII, es posible preguntarse en que medida la sociedad del lugar se ajusta a la distinción jurídica impulsada por la monarquía absoluta desde la conquista, expresada en la dualidad jurídica república de españoles/ república de indios tendiente a regular uniones conyugales entre iguales o por el contrario, se verifica la extensión de matrimonios desiguales entre personas de diferentes grupos étnicos, debido a la práctica sostenida de las mixturas étnicas o mestizajes en el ámbito de la cultura. La disyuntiva comienza a despejarse si examinamos las tendencias matrimoniales en forma estadística y acotadas en períodos determinados, en cuanto la frecuencia numérica pueda reflejar el fenómeno de rigidez de los enlaces conyugales al interior del grupo socio—étnico (endogamia) o por el 25

Cortés Lutz, Guillermo.”Los Diaguitas: revisión crítica al renacer en el Norte Verde”. En Pueblos Originarios del Norte Florido de Chile, Hernán Cortes O, Patricio Cerda C, Guillermo Cortés L, Fondart Región de Coquimbo, Editorial del Norte, La Serena, 2004, pág. 302.

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contrario, demuestre la fluidez (exogamia) en la práctica del matrimonio. Al respecto, no se puede perder de vista que el régimen monárquico absolutista español y la legislación colonialista estableció en sus dominios americanos severas políticas segregacionistas respecto a la elección de parejas en la población indígena y negra, en función de frenar el matrimonio entre desiguales o el fenómeno corriente del nacimiento de hijos mestizos desde la temprana colonia. No obstante, la realidad americana y chilena se manifestó por encima de las disposiciones legislativas emanadas de la metrópoli, incrementándose desde fechas tempranas relaciones sexuales entre los diferentes grupos étnicos, al margen del matrimonio. Así, las nuevas poblaciones nacidas fuera del reconocimiento legal hispánico o producto de matrimonios mixtos de españoles pobres con indias propietarias de tierras o bienes patrimoniales, generan las condiciones propicias para el surgimiento de los grupos mestizos, que con el incremento creciente de la importación de esclavos negros, configura la base estructural de la realidad de las castas en sociedad colonial americana, cuya expresión de máxima amplitud cromática se perfila en el siglo XVIII. El contexto de cambios institucionales impulsados por la dinastía borbónica y la maduración política de la elite criolla, junto a la emergencia visible de hijos mestizos más allá de la rígida división estratificada de españoles, indios y negros, demuestra la importancia creciente de la unión interétnica y el matrimonio como forma de integración social, la dinámica de la fluidez intermatrimonial26. No debe soslayarse, sin embargo, que “el matrimonio católico, era en el siglo XVIII, una institución de hondo arraigo entre la población más hispanizada de las ciudades latinoamericanas. El matrimonio daba origen y fundamento a la familia, célula que estaba en 26

Grubessich, Arturo. “Esclavitud en Chile durante el siglo XVIII: el matrimonio como una forma de integración social”.En Revista de Historia, Concepción, Universidad de Concepción, Vol. 2, 1992, pág.121. Ídem, Caracterización socio-racial en el período colonial tardío, Artículo inédito, La Serena, 2006, pág.5.

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el centro de la organización económica, social y política de la colonia. A través del matrimonio se establecían las alianzas entre familias, se distribuían las herencias y se afirmaban las tradiciones culturales. Durante el siglo XVIII, y especialmente en la segunda mitad, el aumento del mestizaje y de los matrimonios clandestinos suscita gran alarma entre las elites y autoridades políticas del régimen absoluto. La elaboración y divulgación de la Pragmática Real sobre matrimonios de 1776 y su extensión a América en 1778, constituyen una coyuntura de extrema significación en la historia del matrimonio colonial. Dicha ley buscó restaurar y aumentar el papel de la patria potestad en relación con las elecciones de los cónyuges. Se buscaba así, con la obligatoria opinión de los padres, garantizar la calidad de las familias de elite y frenar el creciente mestizaje”27. Mestizajes y castas Para tener una comprensión amplia de mestizajes y castas en un valle del norte colonial chileno, es indispensable referirse al aporte de españoles, amerindios y negros en la formación de la nación dada su importancia en la evolución de las mezclas étnicas y en las culturas regionales. Usualmente, a las poblaciones indígenas y africanas se les ha excluido de la historia oficial del occidente europeo, al punto que la afirmación “gente sin historia” o de “historia congelada” (fría) para referirse a dichas comunidades resulta cuestionada por cuanto “en todas partes la expansión europea tropezó con sociedades y culturas humanas caracterizadas por prolongadas y complejas historias. Se ha sostenido que esos desarrollos no estaban aislados entre sí, sino entrelazados, y que esta interconexión también era válida para el mundo 27

Rodríguez, Pablo. “La Vida Familiar en América Colonial”. En Estudios Coloniales IV. Julio Retamal A, Coordinador. Centro de Estudios Coloniales. Universidad Andrés Bello, Santiago de Chile, 2006, pág. 65,66.

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construido por Europa. La historia de la expansión europea se entreteje con las historias de los pueblos que englobó, y éstas a su vez se articulan con la historia de Europa”28. La noción de sociedad o régimen de castas se encuentra estrechamente unida a la designación de los “estratos populares y de sangre mezclada” y era de un tipo sui generis en hispanoamérica, por haberla impuesto los españoles a una situación multiétnica y multicultural del todo diferente al símil de la India, donde se encuentra el modelo clásico al cual hace referencia la categoría que se comenta. En América Hispana alude principalmente a la situación de mezcla étnica de las personas debido al color de su piel, pero sin valor en el plano de la religión. Así, “los individuos eran clasificados con el color de su piel; el estrato superior correspondía a los amos blancos. Teóricamente, cada grupo que podía definirse desde el punto de vista racial constituía un estrato social propio. Pero el complejo sistema pigmentocrático emergió lenta y gradualmente”.29 El sistema de castas toma fuerza a fines del siglo XVII, por la incidencia de negros y mulatos en su mezcla con población amerindia, base del mundo popular chileno. En el curso del siglo XVIII, se asiste a su plena maduración del régimen que en el plano jurídico y de la nomenclatura, consagra socialmente la posición y rango de las diferentes “castas”. En América Latina, “la mezcla de razas dentro y fuera del matrimonio produjo toda clase de combinaciones y permutaciones. La mezcla fue tan común que generó una terminología compleja y un género de pintura llamada “cuadros de mestizaje”, 28

Wolf, Eric R. Europa y la gente sin historia. Fondo de Cultura Económica México, 2006, pág. 2. 29 Mörner, Magnus. La Mezcla de Razas en la Historia de América Latina. Editorial Paidós, Buenos Aires, 1969, pág. 60-61.

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para caracterizar sus diferentes tipos. Probablemente, las castas se incrementaron más dramáticamente durante el siglo XVIII. El crecimiento de la población de castas en la región se dio junto con el desarrollo de prejuicios y legislaciones restrictivas como la creación de gremios separados, la implementación de leyes suntuarias y la promulgación de edictos para el control del vagabundaje. A pesar de la creciente importancia numérica de las castas, el concepto de pureza racial no dejó de ser la marca de un elevado prestigio social. Además, ya que los patrones sociales en que el amor, la procreación y el matrimonio estaban separados en América Latina, la mezcla racial se asoció con la ilegitimidad. Estos patrones fueron muy distintos en América inglesa”30. Junto con el aumento progresivo de mestizajes y castas, crece el prejuicio social y se multiplican los nombres alusivos a las mezclas interétnicas. En los salones de arte, los pintores exhiben obras plásticas que intentan reproducir el resultado de las mezclas humanas, aún en exhibición permanente como los “cuadros de mestizajes y castas en el Museo del Hombre de París”,31 con denominaciones tan extrañas como apaches, coyotes, campa mulatos, lobos y otros igualmente exóticos o rebuscados, por proceder de clasificaciones zoológicas. Por ello, no debe extrañar la declinación del sistema y la desaparición de la nomenclatura al despuntar la independencia de los países americanos. No deja de sorprender, por paradoja, que la palabra “casta” significa “puro” en latín antiguo y en castellano, “ascendencia o linaje”32. 30

Migden Socolow, Susan. ”La Población en la América Colonial”. En Descubrimiento, conquista y colonización de América a quinientos años, Carmen Bernand, (compiladora), Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Fondo de Cultura Económica, México, D. F., 1998, pág. 232,233. 31 Gómez, Thomas y Olivares, Itamar. La Formation de la Amérique Hispanique. XV-XIX siècle. Textes et Documents. Armand Colin Éditeur. Francia, París, 1993, pág. 157-158. 32 Diccionario Real Academia Española. Madrid, España, 1992, pág. 306.

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El problema de los mestizajes es un tema crucial de estudio para aproximarse a comprender la génesis y evolución de la sociedad colonial, considerando aspectos humanos tales como la procedencia regional de los grupos de conquistadores ibéricos, el volumen de la población indígena antes de la invasión europea, las causas complejas del desastre demográfico de los nativos americanos y la trata de esclavos negros, entre otras variables estructurales. En tanto enfoque antropológico de un proceso histórico de larga duración, los individuos con mezcla racial en hispanoamérica están insertos en el “análisis de las concepciones simbólicas ligadas a la ambivalencia de los estatus híbridos: los mestizos, los mulatos, los zambaigos, los criollos y los ladinos. Estas categorías son definidas por criterios a la vez biológicos y sociológicos, puesto que en todos los casos se alude a la filiación, a la apariencia, a la sangre, al temperamento, a la condición y al rango. El mestizo es a la vez una categoría englobante, pues incluye a todas las mezclas, y específica, cuando designa a los hijos de españoles y de indígenas”. Así, “esta ambigüedad fundamental” en sus diferentes combinaciones humanas en los territorios y geografías americanas alcanza peculiares expresiones regionales, dando origen a una “red multiétnica que constituyó la matriz de la nueva identidad”, chilena y latinoamericana33. Desde el punto de vista biológico, la miscegenación de amerindios, caucásicos y negroides conforman la base génica del llamado modelo trihíbrido de poblaciones chilenas, considerando el horizonte colonial. A los individuos étnicamente mixtos, fruto de mezclas raciales desiguales se les denominan mestizos y el proceso formativo de la mixtura étnica en los textos escolares de Historia y Ciencias Sociales contemporáneos ha sido definido como la construcción de una identidad mestiza, en función de las nuevas poblaciones surgidas en el período colonial. En el caso del Corregimiento de Coquimbo y al amparo de las formas productivas 33

Bernand, Carmen. “Los Híbridos en Hispanoamérica. Un enfoque antropológico de un proceso histórico”. En Lógica Mestiza en América, Guillaume Boccara & Sylvia Galindo G, Editores, Instituto de Estudios Indígenas, Universidad de la Frontera, LOM Ediciones Ltda., Temuco, 2000, pág. 61-62 y 82.

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instaladas por los castellanos a través de la encomienda de indios, estancias, haciendas y asientos de minas, espacios rurales y de media montaña por excelencia, es posible advertir la convivencia y la estrecha interacción productiva y social de los grupos étnicos en referencia.34 Es posible apreciar, además, el crisol biológico de larga duración, reflejo de la reproducción formal de la población, cuyos ancestros son reputados —considerados socialmente— como blancos, cobrizos o negros. Así, indagamos en una dinámica acotada de mezclas étnicas, un proceso genéricamente denominado mestizaje, término que “proviene de un adjetivo latino, mixticius, que designa al que ha “nacido de una raza misturada”35. Éste problema constituye, sin duda, “un tema fundamental en la historia de los pueblos ibero-americanos”, sin embargo, “ha tardado en atraer a los historiadores. Los estudios poco numerosos, que poseemos, son en su mayoría frutos de la investigación reciente y, con pocas excepciones, son ensayos o monografías muy especializadas que carecen de mayor envergadura. Refleja esta circunstancia, en parte, la dificultad de encontrar fuentes históricas, fidedignas sobre un proceso que sobre todo se ha realizado en las capas anónimas de la sociedad y además en formas extra conyugales. No hay que negar tampoco la existencia e influencia de diversos prejuicios de índole social al tratarse de un fenómeno que constituye un factor vivo en la sociedad ibero-americana”36 . 34

Peña A, Sergio y Araya P, Fabián. Documentos para el estudio y la Enseñanza de la Historia Local y Regional en el ámbito de la Reforma Educacional. La Serena, Ediciones Universidad de la Serena, S/F, págs. 18, 30, 34, 36, 51, 53, 60. 35 Bernand, Carmen y Gruzinski, Serge. Op. Cit., 2005, pág. 7. 36 Mörner, Magnus. El Mestizaje en la Historia de Ibero-América. Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Actas del XXXV Congreso Internacional de Americanistas, Comisión de Historia, México, D .F., 1961, pág. 11.

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Es necesario agregar, además, que mestizo “es un término relacional, que tiene connotaciones distintas de acuerdo a los diversos contextos discursivos y prácticos en los que se lo emplea”. No es un problema nuevo en el análisis de los estudios históricos y sociológicos, reconociéndose que “cuando se habla de mestizaje, se hace uso de un término ambiguo”37 . El tema del mestizaje, no obstante su relevancia histórica, es por paradoja un contenido del plan de estudios recién incorporado el año 1998 en el sistema educacional de la nación, aunque la preocupación por destacar el ancestro castellano y las regiones étnicas de España aparece en las primeras décadas del siglo XX, en función de estudiar los “elementos étnicos que han intervenido en la población de Chile”, en la línea desarrollada por los estudios genealógicos que destacan a los conquistadores ibéricos, blancos, sus descendientes y familias en la gobernación y administración del estado y la nación chilena38. En el marco curricular reglamentario de la Educación Media chilena regulada por el Estado, entre los contenidos mínimos que deben enseñar los docentes, el mestizaje debe tratarse en el capítulo relaciones entre españoles e indígenas, en cuanto formación general obligatoria sujeta a evaluación por el sistema educativo39. En estricto rigor, el marco referencial está incompleto y es de suyo más complejo, por cuanto la construcción de la identidad mestiza y la formación del sistema de castas chileno e hispanoamericano tiene su origen inicial en las relaciones interétnicas surgidas al momento de producirse la invasión europea, como se postuló inicialmente. La conquista generó la creciente importación de esclavos 37

Kingman Garcés, Eduardo. “Identidad, Mestizaje, Hibridación: sus usos ambiguos”. En Revista Proposiciones, Nº 34, Ediciones Sur, Santiago de Chile, Octubre 2002, Introducción. 38 Thayer Ojeda, Luis. Orígenes de Chile: elementos étnicos, apellidos, familias. Santiago, Editorial Andrés Bello, Imprenta Salesianos, 1989 (1917), pás. 190-213. 39 Ministerio de Educación. República de Chile. Currículum .Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos Obligatorios de la Educación Media. Decreto Supremo de Educación n. 220. Santiago, Mayo de 1998, Sector Curricular Historia y Ciencias Sociales, pág. 104-105.

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procedentes de África, debido a la necesidad de mano de obra importada en los sectores y enclaves económicos establecidos por los europeos en el continente, que incluyó negros aún en los “descubrimientos y conquistas del pacífico sur”40. Los africanos participaron directamente en la conquista, en calidad de esclavos o “libertos” al servicio de un “señor” en las empresas militares y en la “pacificación “de los territorios y de las poblaciones nativas. En el período comprendido entre 1550-1640, la primera América, “dominada por las posesiones españolas, es escenario de mestizajes de prodigiosa diversidad. Para empezar, el encuentro de los europeos, africanos y las sociedades indias provocó, en toda la extensión del continente americano, una transformación de los modos de vida. En éste sentido, los mestizajes culturales y físicos son producto tanto del caos de los primeros decenios como del conjunto de los esfuerzos por atenuarlo o por conjurar sus efectos destructores. El desorden en que se sumen seres y tradiciones engendra, a largo plazo, nuevas prácticas y nuevas creencias, algunas de las cuales terminan por estabilizarse antes de transformarse a su vez. Estas formas de mestizajes ligadas a las necesidades de la adaptación y la supervivencia, constituyen la trama de las culturas que aparecen en el siglo XVI en América. Ésta es una diferencia esencial con la historia europea y es, sin duda alguna, la razón por la cual el afán de construir otra Europa en el Nuevo Mundo no hizo nacer un “caos de dobles”, sino América”41. 40

Mellafe Rojas, Rolando. La Introducción de la Esclavitud Negra en Chile. Tráfico y Rutas. Santiago, Editorial Universitaria, Segunda Edición, 1984, pág. 35-65. 41 Bernand, Carmen y Gruzinski, Serge. Op. Cit, pág. 620, 621. El destacado en cursiva es nuestro.

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En Chile, con la primera generación de hijos nacidos de la mezcla de españoles, indígenas y negros se puede hablar en rigor de mestizos y proceso de mestizaje, cultural y biológico, como en Hispanoamérica. “La población chilena se formó de la mezcla de Amerindios y Europeos Caucasoides que ha venido ocurriendo desde 1541, es decir hace 15 generaciones. Los Amerindios provienen de los Mongoloides que se separaron de los Caucasoides hace 1.500 generaciones (45.000 años). La migración mongoloide se habría distribuido por toda Asia y por el norte habría pasado a América por el estrecho de Bering. Hubo tres grandes migraciones mongoloides a América. De la más antigua ocurrida hace 35.000 años derivan, al parecer, los indígenas sudamericanos y, por lo tanto, los ancestros de la población chilena”42. Así, durante el proceso de mestizaje chileno, en un lapso de tiempo no superior a los 466 años, entre los años 1541-2007, han surgido las poblaciones chilenas dispersas en el territorio nacional con diferentes stocks genéticos y disímiles rasgos fenotípicos, lo cual constituye una conformación biológica poblacional realmente singular en el contexto de las naciones latinoamericanas. Por paradoja, cierto estereotipo define a los chilenos como una población homogénea, mestizo blanca, a lo más. Si se compara la cifra aproximada de 15 generaciones de las poblaciones chilenas con los primeros pobladores americanos —paleoindios— desprendida hace 1.500 generaciones de sus ancestros mongoloides, se comprenderá la extraordinaria diferencia temporal que separa a unos de otros. No obstante su carácter ancestral, a través de la herencia asiática paleoindia es posible encontrar vestigios de historia filética humana en el nuevo continente y naturalmente, en el territorio nacional. 42

Valenzuela, Carlos. “Crecimiento y Desarrollo Humano”. En Poblaciones Chilenas, Op. Cit, Francisco Rothhamer y Elena LLop, Editores, Editorial Universitaria, Santiago, 2002, pág. 105-106.

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El conocido ejemplo de la mancha pigmentaria denominada mancha mongólica, presente en niños al nacer constituye un ejemplo de parentesco de poblaciones chilenas actuales, en los cuales se mantiene vigente la herencia genética indígena, con ancestro paleo-asiática. Del mismo modo, marcadores fenotípicos tales como el color moreno de los mulatos o el color pardo amarillento, terroso, de los zambos en segmentos populares, señala la derivación genética heredada en Chile desde la época colonial temprana. Por otra parte, la piel blanca y biotipo similar a los europeos de los altos sectores sociales de la sociedad chilena, reflejan el cercano flujo genético respecto de sus antecesores caucásicos, ibéricos, en algunos casos representativos de los contingentes de la conquista y colonización española como es el caso de grupos étnicos regionales originarios de Castilla, La Vieja y La Nueva, Extremadura, Andalucía, León, Galicia, Provincias Vascongadas, Valencia, Navarra, Asturias y otros del resto de Europa43. El proceso de mestizaje biológico —miscegenación— es una dinámica de hibridación genética entre poblaciones humanas que entran en contacto a través de la cópula sexual, dando origen a nuevos grupos étnicos, genéricamente denominados mestizos. Paralelamente existen, en el plano de los usos, costumbres y modos de vida, las mezclas culturales que constituyen acomodos y articulaciones mutuas, desigualmente combinadas en el patrón social hispánico dominante. Esta dinámica se produce a partir del siglo XVI, “en el contexto de las interacciones entre las distintas etnias (padres españoles, madres andinas, mapuches, huarpes y africanas) se van produciendo mutuos préstamos y adaptaciones que configuran una cultura mestiza, raíz de nuestra nacionalidad. No es un proceso de aculturación y asimilación; es el resultado de la combinación de elementos 43

Pereira Salas, Eugenio. “El Desenvolvimiento Histórico-Étnico de la Población de Chile”. En Geografía Económica de Chile, CORFO, Tomo II, Santiago de Chile, 1950, pág. 97.

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adaptados y adaptables que se está forjando. Esta situación se prolonga en el resto de la Colonia, en el territorio demarcado por el río Bío- Bío donde se establece la frontera militar a comienzos del siglo XVII. Este mestizaje cultural ha permanecido hasta hoy, aunque enriquecido con otros aportes foráneos”44. En los textos modernos de historia de Chile aparece bajo la exacta denominación de construcción de una identidad mestiza, señalada más arriba, en cuanto es la variante chilena del variopinto color del mestizaje latinoamericano. En nuestro país, los orígenes del mestizaje están situados en la fase de la guerra de conquista. Su desenvolvimiento se disemina y consolida a la largo de la época colonial, se multiplica en la primera centuria republicana y se enriquece, finalmente, con aportes provenientes de Alemania, Inglaterra y Francia, en el curso del siglo XX. La organización social colonial genera, a la vista de los antecedentes expuestos, una doble dimensión mestiza: biológica y cultural, cuyo resultado histórico es el establecimiento en Chile de un sistema de castas establecido como mecanismo de control interétnico, cuya evolución varía con la instalación y desenvolvimiento del sistema republicano, dando paso a otro tipo de control social. A su vez, la sociedad colonial ha sido perfilada con toda propiedad por la historiografía chilena como dividida en grupos sociales estratificados, altamente jerarquizada, señorial, segregada racialmente en 1810. Tanto es así, que además de “españoles” (criollos) está ampliamente documentada la presencia de mestizos, mulatos y negros esclavos de las clases sociales populares en ciudades y aldeas —obreros, artesanos, peones, labradores— en la primera década del siglo XIX. “En 1810 —asegura Guillermo Feliz Cruz— el número de negros y mulatos existentes 44

Silva Galdames, Osvaldo. “Aproximación al mestizaje chileno”. En Sonia Pinto V, (Ed) Familia, Matrimonio y Mestizaje en Chile Colonial. Serie Nuevo Mundo: Cinco Siglos Nº 4, Departamento de Ciencias Históricas, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile, Santiago, 1990, pág. 31.

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en Chile podía calcularse, basándose en las mejores informaciones, en diez o doce mil individuos de ambos sexos. Los mulatos o zambos, engendrados por la unión de los negros con las mujeres blancas o indias o, al revés, llamados ordinariamente pardos, excedían a la raza africana. Sólo en el mes de Junio de 1823 se presentó el proyecto de acuerdo en el Senado, que ordena “declarar libres a todos los esclavos existentes en Chile y a todos los que pisen el territorio nacional”45. El recuento de población efectuada en el año 1813, por las nuevas autoridades de la naciente república mantiene, en toda su amplitud el “espectro de los colores raciales”, el “punto de partida” de los privilegios de un grupo de ibéricos sobre el conjunto de la sociedad, incluso otros europeos, a partir de diferencias tales como la “pigmentación de la piel y otros caracteres raciales”.46 Además, es determinante la acumulación de la riqueza, en cuanto permite el acceso a los mestizos de piel más oscura, vía negociación y compra de del estatus de los “españoles” (blancos), a través de un sistema legal de cédulas conocido como “gracias al sacar”. Estos documentos mercantiles, generalizados a partir del año 1795 en América Española y Filipinas, autorizaron obtener la blancura legal que les ofreciera la igualdad con los hispanos, a través de una suma de dinero para las arcas fiscales. A través de éste mecanismo, en la sociedad colonial la “riqueza blanquea”, facilitando la permeabilidad social y la funcionalidad del sistema de castas en la estructura económica dominante. Así, el uso del criterio pigmentocrático y la vigencia etnoclasificatoria de aquel entonces, fundada en la distinción social de españoles (blancos), mestizos, indios y castas de color (cobrizos, morenos y negros) según la presunta 45

Feliú Cruz, Guillermo. La Abolición de la Esclavitud en Chile. Estudio Histórico y Social. Editorial Universitaria, Segunda Edición, Santiago, Septiembre, 1973, pág. 32-33-62. 46 Lipschutz, Alejandro. El Problema Racial en la Conquista de América y el Mestizaje. Editorial Austral, Santiago, 1963, pp. 257-262.

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proporción genética y variedad cromática estimada en dicho padrón demográfico, refleja el fenómeno de continuidad censal, de carácter colonial, en los albores de la independencia nacional47. El norte semiárido, al igual que la zona central y la frontera penquista, en diferentes cuantías de mezcla biológica y cultural, comparte substancialmente el modelo trihíbrido reconocido por los científicos para caracterizar las poblaciones chilenas contemporáneas, en cuanto heredan aportes genéticos y fenotípicos de los conglomerados amerindios, caucásicos y negroides. La clasificación en indios, blancos y negros representa la denominación genérica para referirse a los grandes troncos raciales presentes en el territorio chileno en el momento de la conquista y colonización española, tiempo inicial de la mezcla del pueblo chileno mixto, una población híbrida heterogénea, asimétrica en la composición porcentual de las mezclas genéticas heredadas. La reproducción y multiplicación en la larga duración histórica de esta mezcla asimétrica de población mestiza produce diferentes patrones de flujo. Estos se expresan en distintos porcentajes de miscegenación y en la evolución —derivación genética— de las poblaciones en situación de parientes biológicos, por efecto de la consanguinidad y relaciones fenotípicas. Así, reconocemos científicamente que amerindios, caucásicos y negroides han intervenido desigualmente en la constitución de las nuevas poblaciones americanas, como es el caso de las poblaciones chilenas, definidas como agregados sociales mestizos y a la misma cultura chilena desde el punto de vista histórico como cultura mestiza. Indagar en la mezcla genética estimada de un territorio del norte colonial chileno, permitirá establecer comparaciones respecto al tipo de mestizaje biológico y cultural de los diferentes modelos de mezcla forjada en la época colonial, considerando la gradiente norte—sur y el patrón de poblamiento del país. En particular, posibilita examinar el 47

Cruz-Coke, Ricardo. “El Censo de 1813 y las Razas Chilenas”, En Boletín de Sociedad Médica de Chile, Santiago, 1965, pág. 931-935.

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perfil mestizo local durante el siglo XVIII a través de algunas generaciones de limarinos, cuya herencia biológica y cultural entronca con pueblos originarios, españoles y núcleos de población africana asentados en la región de los valles transversales de Chile48. Se ha establecido, casi como un lugar común, no sujeto a debate ni a examen crítico que la miscegenación chilena, en sus grandes líneas contiene un predominio fuerte de porcentaje de sangre europea, que diferencia a nuestro país junto a Argentina, Uruguay y Costa Rica del resto de las naciones hispanoamericanas, al punto de predominar los rasgos derivados del grupo de población de piel blanca, tales como apellidos, lengua, religiosidad y costumbres españolas. Evidentemente, tales variables están referidas al proceso de occidentalización de la población chilena. Tal imaginario, convertido en un potente estereotipo del prejuicio racial chileno, niega y oculta de manera amplísima a los parientes con genes indígenas y negros que existen en los conglomerados humanos de las regiones chilenas. Modernos estudios científicos y actualizados trabajos historiográficos han puesto de relieve el contenido racista y cargado de prejuicios discriminatorios que reflejan tales enfoques. En términos biológicos, el desarrollo científico vigente ha desechado la existencia de los tipos raciales fijos, invariables en el tiempo y en el espacio, para comprender la dinámica de las mezclas étnicas. De la misma manera, en el ámbito de la historia, se ha puesto renovado interés en el protagonismo de la población originaria a través de la historia indígena, y la inclusión de la población negra como sujeto de la historia49. Los problemas expuestos, implican variados problemas de orden teórico, metodológico y de tratamiento de las fuentes. En primer lugar, desde el punto de vista del uso y aplicación 48

Pizarro Vega, Guillermo. El Valle de Limarì y sus Pueblos. Estudio Histórico de la Gestación de los Poblados de la Provincia del Limarí, siglos XVI-XX Editorial e Imprenta Atacama, Coquimbo, 2001, p.19. 49 Rojas Mix, Miguel. Cultura Afroamericana. De esclavos a ciudadanos .Editorial Anaya, Biblioteca Iberoamericana, Madrid, España, 1998, pág. 8.

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de las categorías, es absolutamente imprescindible superar el viejo esquema evolucionista de carácter mecanicista fundado en la existencia de tipos raciales fijos, rígidos, sujeto en algunos casos, a la existencia supuesta de razas superiores y al despliegue de ideologías racistas provenientes de Viejo Mundo, de carácter euro céntrico. El nuevo paradigma bio-antropológico afirma, como se ha dicho, que todas las poblaciones naturales se dividen en demes y que entre ellas existen diferentes patrones de flujo o mezcla genética. Se afirma, en términos generales, que todas las poblaciones humanas conglomeran en tres demes de amplia distribución planetaria, originalmente naturales de África y del gran continente euro-asiático, a saber: negroides, caucasoides y mongoloides. Debido a movimientos migratorios, mezclas genéticas y modificaciones medio ambientales, han dado origen a los grupos étnicos intermedios, entre los cuales se incluyen a los Amerindios y Australoides. Luego, no es posible en absoluto referirse a los mestizos como una nueva raza sino como una nueva población, que en el caso nuestro se ha clasificado, con precisión, como población chilena, entre muchas otras de raíz latinoamericana, como se señala en textos modernos de historia de Chile. Otro importante problema indispensable de discernir objetivamente, consiste en distinguir como requisito previo, las variables propias del mestizaje biológico y del mestizaje cultural, confusión que impide analizar adecuadamente el problema del origen, desarrollo y desaparición del sistema de castas basada en el color de la piel, en los estudios monográficos. En efecto, para analizar la estructura socio-racial y comprender el sistema de castas colonial es preciso anotar cuáles son los grupos de personas pertenecientes a los demes mayores, con inclusión de los amerindios por su mayoritaria participación en la conformación de las poblaciones chilenas, separando a las mezclas derivadas en columna aparte, en una matriz de doble entrada, en las planillas elaboradas para tal efecto. Así, es posible entender que cuando los escribanos castellanos anotan mestizos se refieren explícitamente a grupos producto de la mezcla de españoles e indígenas, en tanto reservan la

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categoría españoles, para indicar matrimonios euro mestizos, sean éstos originarios de América, criollos, o nacidos en España, llamados gachupines o chapetones en la literatura especializada50. En función del conocimiento establecido por la bioantropología y en concordancia con el marco teórico desplegado hasta aquí, es fundamental utilizar las categorías demes mayores-grupos étnicos intermedios, para evitar la confusión entre unos y otros. Españoles (caucásicos), indios (amerindios) y negros (negroides) clasifican a los primeros. Mestizos, mulatos, zambos, castas y variedades de mezclas corresponden a las nuevas poblaciones americanas, con estatus híbridos, surgidos al amparo de las relaciones interétnicas. Una aproximación a la estructura socio-étnica y al sistema de castas del Valle de Limarí, en el curso del siglo XVIII se puede apreciar en el cuadro n. 2, apartado IV, que más adelante se incluye. Los mestizos y castas distinguen, como se ha anticipado, la escala de color del observador blanco, hispano-criollo, en conformidad a la apreciación social y legal dispuesta por los sacerdotes encargados de las parroquias. No importando si los descendientes de los europeos son más claros u oscuros en su piel se le asigna condición de “español”, como sinónimo de blanco. Importancia decisiva se les asigna a los herederos de la riqueza, sobre todo si certifica descendencia de “primeros conquistadores”. Aún en el caso que se trate de un mestizo, la posesión de fortunas y riquezas es factor relevante en la adscripción al grupo dominante en la sociedad colonial, íntimamente ligado a la aristocracia terrateniente, a los empresarios mineros, comerciantes y altos funcionarios. Se desarrolló, según los estudios de genealogías basadas en familias españolas fundadoras de Chile, un “paulatino blanqueamiento de la población (que) no se dio obviamente en forma pareja”, en alusión a los grupos con ascendencia hispana, tradicionalmente llamada aristocracia castellanovasca por el aporte genético de varones “venidos en el siglo XVIII”, con “profundo arraigo en los conquistadores y 50

Góngora, Mario. Estudios sobre la Historia Colonial de Hispanoamérica. Editorial Universitaria, Santiago, 1998, pág. 165.

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pobladores de los siglos XVI y XVII”51. A los híbridos pertenecientes al bajo pueblo, cualesquiera que sea la cantidad presunta de sangre originaria, el color de la piel o de los ojos y la estatura, son bautizados como mestizos —ni blanco ni cobrizo ni negro, tal vez moreno— que cuando se pasan a la frontera india en Araucanía, son calificados como mestizos al revés, en el caso de tener padre indígena y madre española.52 En éstas situaciones, el estigma y la condena de los “vecinos españoles” es inmediata y a los hijos de tales uniones mixtas, se les considera como individuos de la peor especie, se les atribuyen los peores vicios y maldades de donde dimana al parecer, la oscura fama consignada en la literatura histórica. Al cuarterón, hijo de mestizo y española o de español y mestiza, se le define así por tener un cuarto de indio y tres de español. A tal punto se hicieron complejas y peyorativas las denominaciones étnicas y la estratificación social en la sociedad de castas en Hispanoamérica, que en los centros políticos y administrativos con importancia continental como Ciudad de México y Lima el “prejuicio y la terminología socioracial, reflejó siempre desprecio... y notables diferencias y variaciones regionales”53. Con certeza, una historiadora española contemporánea ha establecido la estrecha relación entre mestizos y castas, en cuantos éstos últimos representan la “diversidad de mezcla de razas” y a los primeros, se les asoció con la mezcla hispano-indígena, inicialmente. “Los mestizos fueron excluidos de las profesiones y gremios más importantes, de concesiones de títulos de escribanía, del ingreso en matrículas y grados de universidad, 51

Retamal Faverau, Julio, Celis Atria, Carlos y Muñoz Correa, Juan Guillermo. Familias Fundadoras de Chile.1540-1600. Editorial Zig-Zag, Quinta Edición, Tomo I, Santiago, Cap. III, El Mestizaje, 2001, pp.748750. 52 Rosales, Diego de. Historia General del Reino de Chile: Flandes Indiano. Valparaíso : Impr. del Mercurio, 1877-1878. 53 Mörner, Magnus. La Mezcla de las Razas en la Historia de América Latina. Editorial Paidos, Buenos Aires, Argentina, 1969, págs. 62-65.

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en algunas órdenes religiosas y, a los niños mestizos, en escuelas y colegios. Así, aunque legalmente se distinguía a los mestizos de las castas, la mayoría de los mestizos habían pasado al mismo plano discriminatorio de las castas, con variopinta nomenclatura: pardo, mulato, zambo, chino, salto atrás, tente en el aire. Las restricciones aún fueron mayores para los grupos con mezcla de sangre negra y origen esclavo. Las leyes de segregación dictadas para mantener la pureza de la sangre indígena, como la de la blanca, se transgredieron en todas las regiones. Las uniones extramatrimoniales entre mestizos, indios, negros y castas progresaron, y generalmente los cruces se realizaron partiendo de la casta más despreciada a la menos despreciada”54. Hay diferentes descripciones de las fisionomías de los indígenas chilenos en el mapa etnográfico nacional, en momento del contacto con la población española. Con mayor o menor verosimilitud, se les identificó con el color del cobre. Historiadores, documentos y fuentes impresas se refieren a la esclavitud cobriza. Negros, propiamente tales, han dejado escaso registro documental, siendo identificados simplemente por nombres españoles, sin apellidos y ocasionalmente como originarios del Congo, de la Guinea u otra región africana. Aunque se ha intentado disminuir la importancia relativa y aporte de los africanos en la formación de la población chilena, estudios modernos demuestran su presencia en la época colonial y republicana, la herencia de la gente de color en la historia de Chile.55 En el caso de los Valle del Limarí, cuadro número 3, se dispone la información del número de 54

Eugenio Martínez, María Ángeles. La Ilustración en América.(Siglo XVIII). Pelucas y Casacas en los Trópicos. Editorial Anaya, Biblioteca Iberoamericana, Sociedad Estatal para la Ejecución de Programas del Quinto Centenario, Madrid, 1998, págs. 103-104. 55 Cussen, Celia L. “El Paso de los Negros por la Historia de Chile”. En Cuadernos de Historia, Nº 25, Departamento de Ciencias Históricas, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile. Santiago, Marzo, 2006, págs. 49-58.

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esclavos y oficios, que más adelante se analiza en el apartado III del presente trabajo. La complejidad aumenta con la descripción, análisis y comprensión de las definiciones consignadas a los descendientes de negroides con mezcla caucasoide y amerindia. En el caso de la mezcla de negros con caucasoides, debemos señalar en primer término a una importante cantidad de la población mulata distinguida por su color moreno, población híbrida nacida de la mezcla de negra y blanco o al contrario. En la sociedad colonial chilena, son esclavos o libres. Los llamados pardos corresponden también a una variante mulata, por cuanto es un mestizo de negra y blanco, que corrientemente presentan en su piel “el color de la tierra, o la piel del oso común, intermedio entre blanco y negro, con tinte rojo amarillento y más oscuro que el gris”. Al igual que el grupo anterior, pueden ser esclavos o libres. En cambio, el resto de castas descendientes de negros se adscriben a las diferentes modalidades de mezcla con población amerindia: zambos (hijos de negros e indias), cholos (de indios y negras o al contrario). En términos generales, los llamados cholos identifican a mestizos del Perú y de la ciudad de Lima a “fines de la colonia”56. Persistentemente, a los peruanos inmigrantes a Santiago de Chile, cualesquiera sea su lugar de origen, al comenzar el siglo XXI, son englobados en la categoría cholos por los chilenos, manifestándose en dicha palabra la vigencia contemporánea del prejuicio social levantado en el período colonial, en el marco de la sociedad de castas. Los problemas clasificatorios de las nuevas poblaciones, se tornan muy complejos de resolver cuando hacemos referencia a una tercera mezcla sucesiva. En un ejemplo tomado según las categorías anteriormente definidas, el matrimonio de un varón mestizo casado con cuarterona en primera generación, cuyo hijo se haya casado con zamba en la segunda y la nieta del mismo ego sea la esposa de un pardo en tercera 56

Cosamalón Aguilar, Jesús. Indios detrás de la Muralla. Matrimonios Indígenas y Convivencia Inter-Racial en Santa Ana. (Lima, 1795-1820). Fondo Editorial, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, pág. 31-41.

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generación, es prácticamente nula la posibilidad de clasificar su resultado nominal, en términos de color de piel, cabello u otro aspecto externo, sometido a la influencia del medio ambiente y a los mecanismos de adaptación biológica. En los ejemplos citados, los diccionarios y especialistas declaran un rotundo no te entiendo o torna atrás, cuando no es posible definir por aspectos fenotípicos la variedad o tipo de población mestiza. En el ejemplo del área mesoamericana se alude a la combinación del tente en el aire con mulato, para el primer descriptor y no te entiendo con india, en el segundo par. Por tanto, en términos de los límites y limitaciones del sistema clasificatorio de las mezclas mestizas, el presente estudio se remite estrictamente al registro del observador, esto es, a las denominaciones levantadas en las mismas fuentes, especialmente las de primera mano, como son los libros parroquiales (matrimonios, defunciones y bautismos), matrículas de población, padrones y censos. Desde el punto de vista del enfoque etnológico, está en correspondencia con el diseño de historia explícito en la propuesta de investigación y a mantenerse en el cuadro de castas definidos por las fuentes primarias, en un espacio y tiempo delimitado con claro propósito monográfico. Los problemas inmersos en la evolución histórica del mestizaje y el rol de la etnias en la conformación de la sociedad formada en el Valle del Río Limarí, representativa de un asentamiento humano en el cuadro mayor de las poblaciones chilenas, permite la formulación de un conjunto de preguntas relativas a los temas de estudio, que paso a exponer a continuación. ¿Hasta qué punto es genuinamente representativa la conformación étnica del Valle del Limarí, respecto a su comparación intrazonal y en especial al Valle del Río Elqui, donde se aglutina el núcleo del poder colonial español?, ¿marca variantes substanciales en relación a la realidad socio—étnica existente en la Cuenca del Mapocho y sus áreas comarcanas, Aconcagua o Valle Central de Chile? En cuanto expresión de modalidad de mestizaje sujeta a variación temporal, la estructura y perfil de la misma, ¿es enteramente distinta con el fenómeno del la mixtura étnica y castas, observadas en los territorios de la antigua Araucanía?

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En el aspecto de ritos, bailes y tradiciones culturales, ¿en qué medida aspectos de la religiosidad indígena de raíz prehispánica se han adaptado y sobrevivido en las fiestas y ritualidad católica, de amplia vigencia en la Ciudad de la Serena y sus términos, como es el caso de Andacollo?, ¿refleja la afiliación étnica de los apellidos indígenas, la diversidad genealógica de los antecedentes referidos a la historia indígena de los valles transversales del norte semiárido de Chile?, ¿en qué porcentaje y línea larga de duración, son fenómenos de continuidad y cambio la presencia/ausencia de negros, mulatos y zambos?, ¿ existe, en el siglo XVIII, notoria y pública diferencia entre la casta de españoles y mestizos?, ¿ es, al tenor de los datos primarios la población del Valle del Limarí, un conglomerado predominante mestizo blanco, mestizo cobrizo o mestizo moreno?, ¿o será cierto, a través de una muestra poblacional local, que Chile es predominantemente blanco, el fiel prototipo de los ingleses de América? Sin la pretensión de responder todas las interrogantes formuladas, las preguntas sólo intentan demostrar la amplia y rica gama de nuevos conocimientos historiográficos que pueden ser abordados a través del estudio del mestizaje, la etnicidad y el análisis de las castas en un valle nortino en el siglo XVIII, en el marco de un modelo de historia regional comparable con otras áreas del territorio nacional e hispanoamericano. En relación al proceso de etnicidad y mestizaje, es posible afirmar las siguientes proposiciones a. La etnicidad regional, los mestizajes y las castas tienen sus orígenes en el período de la conquista y especialmente, en el período colonial. Surgen al momento de consolidarse el dominio español y por la creciente importación de esclavos negros procedentes de África. Con la primera generación de hijos nacidos de la mezcla de españoles, indígenas y negros se puede hablar en rigor de mestizos y proceso de mestizaje, biológico y cultural.

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b. El proceso de mestizaje biológico, es una dinámica de hibridación genética entre poblaciones humanas que entran en contacto a través de la cópula sexual, dando origen a nuevos grupos de población, genéricamente denominados mestizos. Constituyen nuevos grupos de población y no pueden ser considerados grupos étnicos, por cuatro expresan nuevas mezclas en el orden genético. Técnicamente, son “nuevas poblaciones”, derivadas de grupos étnicos mayores (caucasoides, amerindios, negroides). El nuevo paradigma bio antropológico afirma que las poblaciones humanas se dividen en “demes” (antiguamente denominadas “razas”) y que entre ellas existen patrones de flujo o mezclas genéticas, cuyo resultado son los llamados “grupos étnicos intermedios” como es el caso de las diferentes poblaciones chilenas. c. En el plano de las mezclas de las culturas originarias, caucásicas y negroides, se produce como resultado de una “cultura mestiza”, que refleja adaptaciones y articulaciones mutuas, desigualmente combinadas en el patrón social hispánico dominante, debido a la erradicación de las creencias religiosas nativas, la imposición de la lengua castellana y la influencia determinante de la religión católica. El desarrollo del mestizaje cultural permite la configuración de la “construcción de una identidad mestiza”. d. La organización económica social y colonial genera, a la vista de los antecedentes anteriores, una doble configuración mestiza: biológica y cultural, cuyo resultado histórico es el establecimiento de un sistema de castas, como mecanismo de control y dominio interétnico, cuya evolución depende de las circunstancias históricas y de los territorios que se estudian. e. Las denominaciones de las castas o grupos biológicamente mezclados se deben ajustar al registro de las fuentes primarias, sin trasladar conceptos de otros territorios y precisar el alcance específico de las denominaciones provenientes del registro documental.

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Estructura social y matrimonios en el Valle de Limarí La evidencia documental proveniente de padrones, censos, matrículas y libros parroquiales, es consistente en reflejar la existencia de una sociedad pluriétnica, básicamente compuesta por españoles, indígenas y negros, además de diferentes tipos de mestizos. Las categorías utilizadas en las partidas de matrimonios son las que a continuación se presentan. Cuadro Nº 1: Estructura Social y Pluriétnicidad, Valle del Limarí, Siglo XVIII.

FUENTE: Partidas de Matrimonio, Archivo Parroquial Barraza, 1719-1750.

Esta pirámide refleja cinco estratos de la estructura social según las fuentes parroquiales utilizadas. Se ha calculado sobre 493 casos entre 1719 y 1750, correspondientes a la identificación de los casamientos del libro de defunciones de la Parroquia de Barraza, en Limarí bajo. En gran medida estas estructuras corresponden a la pirámide del mestizaje hispanoamericano, sobre la base étnica de españoles, indios y negros, cuyas mezclas dan vida a mestizos, mulatos y zambos.

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Cuadro Nº 2: Estructura Socio-Étnica y Castas en el Valle del Limarí. (1719-1750). Clasificación

Nº de Matrimonios

T r o n c o s Raciales

% de la Población

Castas

M e z c l a Étnica

Pirámide Étnica

1.- Españoles

123

Caucásicos

24.94%

Españoles

E u r o mestizos, Caucásicos/ Amerindios

-Españoles o Gachupines -Criollos

Mestizos

Mestizos Caucásicos/

Mestizos -Blancos -Cobrizos -Morenos

24.94% 2.- Mestizos

65

Caucásicos/ Amerindios

13.50% 13.50%

3.- Indios 3.1.Encomendados 3.2. Libres 3.3. Cuzcos 3.4. Cuarterones

4.- Negros 4.1. Esclavos 4.2. Libres

117

Amerindios

23.43%

Negroides

4.46% 0.6% 5.06%

5.Mestizos Negroides 5.1. Mulatos Esclavos 5.2. Mulatos Libres 5.3. Zambos Libres 5.4. Zambos Encomendados 5.5. Cholos

29 49 09 02 08

Indios -Originarios -Forasteros

Negros

Negros

12.17% 0.40% 0.40% 36.4%

60 02 02

22 03

Indígenas

N e g r o / Caucasico N e g r o / Caucasico N e g r o / Amerindio N e g r o / Amerindio

5.88%

Pa r d o s , Zambos y Cholos

9.30%

N e g r o / Blanco

1.82% 0.40%

N e g r o / India

1.62% 19.02%

N e g r o / India

Total

No

02

493

Sin Referencia

Morenos -Mulatos -Pardos -Zambos -Cholos

N e g r o / India

N e g r o / Amerindio 6.Identificados

Mestizos Africanos: N e g r o / Blanco

0.40%

S i n Referencia

S i n Referencia

S i n Referencia

100%

Fuente: Libro de Matrimonios. 1760-1779. Archivo Parroquia de Barraza (493 casos).

Este cuadro describe detalladamente cada uno de los grupos étnicos formativos de la sociedad limarina, indicando el número de matrimonios, los troncos raciales originarios, el

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porcentaje de la población, las castas, la mezcla y pirámide étnica. Es interesante señalar que el grupo indígena y el grupo africano presentan variedad de mezclas. En la categoría mestizos incluyo mestizos blancos, cobrizos y morenos, en función a los ancestros genéticos y fenotípicos de cada uno de ellos. En el caso de los morenos, la fuente primaria distingue mulatos, pardos y cholos. No hay distinción diferenciada de los diferentes grupos amerindios, que se ha identificado por otras fuentes documentales. La información procede del Archivo Parroquial de Barraza, Partidas de Casamientos, Libro de Defunciones, entre 1719 y 1750, sobre un total de 493 enlaces matrimoniales. Cuadro Nº 3: Esclavitud negra y oficios, Área jurisdiccional La Serena, (1738). Oficios

Nº de esclavos

%

Trapicheros (oro, cobre)

18

24.7%

Servicios de la casa

44

60.3%

Chacareros, viñateros

11

15%

Totales

73

100%

“Negros del manejo del trapiche”, “piezas de esclavos”, “esclavas de sus servicios”, “Alfalfar en dicha chacra con (4) esclavos”, “un mulato esclavo en dicha chacra”, “negros esclavos”, “una viña con esclavos”, “una mulata y una esclava”, “mulas para el servicio de la hacienda y dos negros”, “piezas de esclavos, entre chicos y grandes”, “un negro esclavo de edad crecida”. FUENTE: Empadronamiento General de La Serena. 1738. Fojas 3 – 22.

Este cuadro refleja el trabajo de los esclavos negros en los distintos oficios en que se les empleaban, a saber, labores mineras en la molienda de oro y cobre, múltiples servicios domésticos y labores agrícolas de chacras y viñas.

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Cuadro Nº 4: Distribución Parroquial de los matrimonios. Valle del Limarí. Siglo XVIII.

FUENTE: Libro de Matrimonios, Parroquia de Barraza, 1760-1779. (416 casos).

El cuadro muestra el origen de los matrimonios en un total de once parroquias y doctrinas. El 52% corresponde al pueblo cabecera de la Parroquia de San Antonio del Mar de Barraza y la sigue la parroquia de San Nicolás con un 21%. Los datos están fechados entre 1760 y 1779. Cuadro Nº 5: Nacimientos o Procedencia geográfica de los Contrayentes

FUENTE: Libro de Matrimonios, Parroquia de Barraza, 1760-1779. (416 casos).

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Estos cuadros se han ordenado por contrayentes masculinos y femeninos, para establecer tendencias respecto al lugar de nacimientos o procedencias geográficas de las personas que establecen el vínculo matrimonial. La comparación permite inferir flujos de migración a partir del lugar central del ámbito rural en referencia, considerando que la localidad de Barraza, Pueblo de Limarí Bajo, está situado en la rivera del río, al paso norte-sur del Camino Real entre la Serena y Santiago, articulando al mismo tiempo el tránsito con Limarí Alto, en el sentido costa-cordillera en el área de los Valles Transversales. Claramente, el mayor porcentaje de matrimonios corresponde a “naturales” de Limarí Bajo y a las mujeres del lugar, con un 66% y un 54 % para los varones. Coquimbo, por el norte y Santiago, por el sur, constituyen los polos de la migración al área. Cuadro Nº 6: Hijos Legítimos-Naturales. (Legitimidad – Ilegitimidad).

FUENTE: Libro de Matrimonios, Parroquia de Barraza, 1760-1779. (416 casos).

Este gráfico refleja el fenómeno de la situación de legitimidadilegitimidad que afecta a la institución familiar en Limarí. Se desprende de las cifras que la situación de las mujeres es más desfavorable en términos de ilegitimidad, por cuanto si sumamos los casos sin especificar a la mención de género,

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es posible afirmar que casi un tercio de las casamenteras aparece con el rótulo de “hijas naturales”, es decir, sin padre reconocido frente a las leyes y a la comunidad del lugar. Como expresión estadística y de las condiciones de vida, refleja una tendencia de larga duración en la historia social chilena. Cuadro Nº 7: Clasificaciones Étnicas, según contrayentes femenino -masculino

FUENTE: Libro de Matrimonios, Parroquia de Barraza, 1760-1779 (416 casos)

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En este caso los cuadros muestran las categorías étnicas de los contrayentes masculinos y femeninos. En ambos gráficos encontramos que el concepto más frecuente es el mulato libre tanto para el contrayente masculino como para el femenino, con un 31% y un 28% respectivamente. A continuación, en la frecuencia estadística, indios encomenderos para el caso de los varones y españolas naturales (de las parroquias del Valle de Limarí), con un 19 y 20% respectivamente. El recuento estadístico arroja resultados sorprendentes, a la par que consistentes con la tesis del auge de los mestizajes en el siglo XVIII. En efecto, en la primacía del cuadro de matrimonios aparecen los nombres y apellidos de familias clasificadas como mulatas, es decir descendientes de africanos. Habitualmente, el componente étnico negro ha sido considerado nulo o minoritario en la miscegenación de las poblaciones chilenas del área. Asimismo, los gráficos son plenamente representativos con el “rastro del mestizaje”, como afirma Sergio Villalobos “por efecto natural tenía que incrementarse: mestizos hombres y mujeres se reprodujeron dentro de las comunidades indígenas, en un proceso sin fin”57. Cuadro Nº 8: Grupos Raciales Contrayentes Masculinos y Femeninos.

FUENTE: Libro de Casamientos, Parroquia de Barraza, 1760-1779. (416 casos). 57

Villalobos R, Sergio. Historia de los Chilenos. Tomo 1, Aguilar Chilena de Ediciones, S. A., Santiago, 2006, pág. 138.

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Cuadro Nº 9: Porcentajes Matrimoniales según grupos étnicos.

FUENTE: Libro de Casamientos, Parroquia de Barraza, 1760-1779. (416 casos).

Estos gráficos representan los porcentajes matrimoniales según el tronco racial del caso. En el caso masculino tenemos un 39% de caucasoides (españoles, mestizos blancos), un 38% negroide y un 22% de amerindios. En el caso femenino, el elemento caucasoide y negroide tienen una incidencia de 35% y el elemento amerindio alcanza a un 25%. El restante 5% corresponde a elementos no identificados en la fuente primaria. El criterio clasificatorio utilizado ha sido consistente con las fuentes, en orden de agrupar los matrimonios según el modelo trihíbrido real que aparece en el registro eclesiástico, según el arco temporal acotado. Permite alcanzar una visión de conjunto, comparada, respecto a las tendencias observadas en la primera mitad del siglo diez y ocho, registradas en los cuadros números 1 y 2, de ésta misma sección. Así, los números permiten establecer el dominio creciente de los diferentes grupos de mestizos, en la segunda mitad de la centuria. Emerge, sorprendentemente, en el conjunto el aporte genésico de mulatos y negros, que casi se iguala a los híbridos blancos, los cuales alcanzan porcentajes superiores al tercio en la muestra.

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De la misma manera, las cifras correspondientes a la población amerindia confirman el fenómeno de declinación de los mismos, ya sean en la condición de indígenas libres o encomendados. Por tanto, es una sociedad en transición del régimen de castas coloniales, a la heterogeneidad étnica y cultural de las poblaciones chilenas mestizas.

Conclusiones 1. El análisis de la estructura social y la composición pluri étnica en el Valle de Limarí en el siglo XVIII, Según la evidencia documental revisada proveniente de los patrones de población, matrícula y libros parroquiales, es consistente en reflejar la insistencia de grupos clasificados como “españoles”, “indios” y “negros”. Así mismo, se advierte la denominación de las personas registradas como “mestizos”, “mulatos” y “zambos”. Los primeros son nombres relacionados con los grupos étnicos mayores y los segundos, a la variedad de mezclas reconocidas en el Limarí. No hay registro de ladinos ni criollos. 2. La pirámide poblacional del Valle del Limarí refleja cinco estratos o grupos, en la estructura social existente del territorio. Considerando el perfil socio étnico y la distinción de castas, se logra distinguir a individuos clasificados como españoles, mestizos, indios (encomendados, libres, cuscos y cuarterones), negros (esclavos o libres), mulatos (esclavos o libres), zambos (encomendados o libres) y cholos. 3. A través de las categorías étnicas: negros, mulatos y zambos, se advierte con nitidez la presencia de la población de origen africano en un territorio rural. Permite confirmar el modelo trihíbrido en la conformación de un segmento de la población de los valles transversales, sustentando la raíz negra en los mestizos del Valle del Limarí.

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4. En relación, las tasas de matrimonio, para contrayentes masculinos y femeninos, encontramos altos porcentajes, cercanos al 30 por ciento para el segmento de mulatos. A continuación, las estadísticas registran matrimonios de población indígena y española. Este resultado resulta sorprendente considerando la dimensión rural del estudio. Por otra parte, es posible verificar la fluidez de matrimonios inter étnicos, sobre todo, hacia la base de la estructura social. 5. El análisis de nuestro trabajo sobre el mestizaje y las castas en el Valle del Limarí, permite apreciar la raíz multicultural y el carácter pluriétnico de la formación social, cuya estructura económica, jurídica y política presenta una realidad jerarquizada y patriarcal, cuyo origen proviene del poder definido por la conquista española. 6. En esta realidad socio étnico, podemos visualizar la importancia creciente del mestizo en el último siglo colonial y su proceso de mixturación, en las categorías de españoles (mestizos blancos), indios (mestizos cobrizos), y mulatos, zambos y cholos (mestizos negros o morenos). Finalmente, a partir de estos resultados preliminares, se puede plantear que la construcción de la identidad mestiza en el norte semi-árido debe reflejar el modelo del mestizaje trihíbrido, en conformidad a variables tales como enclaves económicos (agrícolas o mineros), condición urbana rural, relaciones inter étnicas y distancia a los principales centros del poder español. El factor legislativo y la práctica jurídica efectiva determinan la vigencia o paulatino desuso, de las denominaciones clasificatorias del mestizaje y del sistema de castas, recién en la década de 1820. Hasta entonces, se conservó la denominación de mestizos y castas, en la legislación chilena.

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Cooperativa de Estudios Históricos y Ciencias Sociales, Cehycso. Revista Norte Histórico. N° 1, 2014: 64-91 Issn: 0719-4587

LA SUBLEVACION DE LA ARMADA DE CHILE EN SEPTIEMBRE DE 1931: ¿REIVINDICACIONES LABORALES O INFILTRACION COMUNISTA? UPRISING THE CHILEAN NAVY IN SEPTEMBER 1931: LABOR CLAIMS OR COMMUNIST INFILTRATION?

Carlos Alfaro Hidalgo1 Recibido el: 08 de marzo de 2014 Aceptado el: 23 de mayo de 2014

Resumen: Los acontecimientos del 1° de septiembre de 1931 se sitúan en el marco de una gran inestabilidad política y una grave crisis económica, en Chile, como fruto de la recesión mundial de 1929. La reducición en un 30% los sueldos de los empleados públicos y a los miembros de la Armada, hacian muy posible que estallara un movimiento reivindicativo en la marinería. Algunos historiadores han tendido a interpretar que la Sublevación de la Escuadra, se debió a la “pérfida garra del comunismo internacional”. A través de la lectura de los documentos inéditos de Komintern del período 1922-1937, se descarta tal postulado y se abre camino para una explicación de carácter laboral. Palabras claves: Armada, Sublevación. reclamaciones, Komintern

Abstract: the events of September 1, 1931 are in the context of great political instability and an economic crisis in Chile, as a result of the global recession of 1929.’s reducición 30% the salaries of public employees and members of the Navy, rendered likely broke an advocacy 1

Licenciado en Educación, Profesor de Historia y Geografía, Universidad de La Serena. Historiador y docente secundario. carlos.historia@hotmail. com

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movement in seafaring. Some historians have tended to interpret the Uprising Squad, was due to the “perfidious claw international communism.” Through reading the unpublished documents of the Komintern period 19221937, this assumption is discarded and open way for an explanation of labor rights. Keywords: Navy, upraising, claims, Komintern

Introducción El 1° de Septiembre de 1931 se produce la Sublevación de la Escuadra2. Estos acontecimientos se sitúan en el marco de una gran inestabilidad política y una grave crisis económica, en Chile, como fruto de la recesión mundial de 1929. Los antecedentes de los hechos se circunscriben dentro del proceso de la caída del Régimen Parlamentario en 1925, y la seguidilla de intervenciones de las Fuerzas Armadas en “la arena política”, apoyando o derrocando caudillos3 según fuesen dándose las coyunturas o sus necesidades. Con la promulgación de la Constitución el 18 de Septiembre de 1925, de claro acento presidencialista, la intervención militar que incidió en la aprobación de variadas leyes con un marcado acento social y laboral, obtuvo su mayor triunfo, pero dejo abierta la puerta a la intervención por la vía de los alzamientos y cuartelazos. La crisis del país, luego de la caída del general Ibañez, fruto de una revolución civilista, desnudo toda la precariedad del sistema político nacional. Al general lo sucedió su Vicepresidente, Juan Esteban Montero, quien puso su renuncia para asumir como candidato presidencial, dejando en el cargo a Manuel Trucco. El Ministro de Hacienda de estos últimos breves gobiernos, Pedro Blanquier con intención de 2

Durante 9 días, primero en Coquimbo, se amotinó las Escuadra Activa y de Instrucción; luego en Talcahuano adhiriendo al movimiento el Apostadero y la Escuadra del Sur, también se plegaron, junto a la Escuela de Comunicación de Viña del Mar, y en Quintero, la Aviación Naval. Estas fuerzas dan origen a un “movimiento de reivindicación laboral” como nunca se había visto en el país, liderado por suboficiales y marineros de parte de las ramas de las fuerzas armadas nacionales, durante el siglo XX. 3 Arturo Alessandri o Carlos Ibañez del Campo.

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controlar la inflación tomó la impopular y drástica medida de reducir en un 30% los sueldos de los empleados públicos, esta resolución también afectaba a los miembros de la Armada. Era cuestión de tiempo para que estallara un movimiento reivindicativo en la marinería, fruto del manejo económico de la crisis por parte del gobierno. Dentro de nuestra historia estos hechos han sido vistos con muy poca profundidad, o se ven eclipsados por otros sucesos convenientemente destacados, como la República Socialista y las pugnas por el poder entre Alessandri e Ibañez. Y cuando esto no ha ocurrido, algunos historiadores han tendido a interpretar que la Sublevación de la Escuadra, se debió a la “pérfida garra del comunismo internacional”, actuando e infiltrándose mañosamente en la marinería de nuestro país. A través de la lectura de los documentos inéditos de Komintern del período 1922-19374, se descarta la existencia de cualquier organización o articulación de los motines ocurridos en los distintos cuerpos de las fuerzas militares sublevadas en la Escuadra, por parte del P.C. Chileno o la mano negra de la III Internacional Comunista a través de su sección marítima. Si algún rol le cupo al P.C. fue el de tratar de instrumentalizar el conflicto para llevarlo por la ruta de la “revolución social”, cuando la coyuntura ya había explotado, y como sabemos, en ello fracaso rotundamente. Y si algún rol se tuvo, sólo fue en el plano teórico, más no en lo concreto en este caso. La sublevación bibliográfica

de

la

marinería:

una

discusión

En cuanto a la preocupación de la historiografía sobre la Sublevación de la Escuadra, esta se refleja en cuatro textos dedicados exclusivamente a este tema, de los cuales dos pertenecen a dos actores y testigos presenciales de los hechos. Ellos son “El Delegado del Gobierno y El Motín de la Escuadra “ (1933), del Almirante Von Schroeders y la “Relación Histórica de la Revolución de la Armada de Chile “ (1934), de José M. Cerda ex –grumete alumno de la Escuela Facilitados por la profesora Olga Ulianova durante el curso “La Internacional Comunista en América Latina” en el Magister de la U. de Santiago de Chile, 2001 4

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de Maquinas. En ellos destacan las respectivas visiones que se tienen de los acontecimientos desde dos perspectivas contrapuestas, la del enviado del gobierno en el primer caso y la de un participante del movimiento sublevado en el segundo5. Los dos restantes textos “La Revolución de la Escuadra “ (1ª Edición 1972, 2ª Edición 2001 que incluye como anexo “Diario del Almirante Edgardo Von Schroeders, Delegado de Gobierno ante la Escuadra Amotinada), de Patricio Manns y “La Sublevación de la Escuadra y el Período Revolucionario 1924-1932” (2000), de Germán Bravo Valdivieso; son dos interpretaciones muy disimiles ya que Patricio Manns pone el acento en lo que considera un proceso revolucionario fracasado6 , en el cual el gobierno Chileno intentó conseguir el apoyo de Estados Unidos y su Escuadra para suprimir el alzamiento, en cambio Germán Bravo ve la Sublevación como el fruto del desquiciamiento político y la indisciplina castrense que permitieran la infiltración comunista de la flota chilena. También existen dos novelas históricas: “Rebelión en la Armada” (1959), de Gustavo Mujica y “Destrucción” (1944), de Jacobo Nazaré. Estas obras nos relatan la Sublevación desde dos ópticas distintas, dependiendo de lo que se planteaban y trataban de explicar. En el caso de Jacobo Nazaré, es la respuesta a la insubordinación naval, una mezcla de emociones consumidas por la incredulidad que se desprende de los acontecimientos: “No puedo calificar la rebelión de las tripulaciones, sino como algo nacido de un sentimiento maternal purísimo, sin la menor contaminación ideológica; por lo tanto, tiene que ser justo en el fondo, como puede ser de inculto y arbitrario en la forma”7. En cambio 5

El Almirante Von Schroeders fue enviado a Coquimbo a parlamentar con la Escuadra Amotinada, aunque para los escritores Patricio Manns y Carlos Charlín (a quienes citaremos más adelante), su verdadera misión era la de dilatar la solución del conflicto para aplastarlo por la fuerza. José M. Cerda fue secretario del Comité o Estado Mayor de la Escuadra del Sur, durante la sublevación de la marinería. 6 Revolución como cambio social 7 Nazaré, Jacobo, “Destrucción”, Editorial Europa, Valparaíso 1948, pág. 56

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Gustavo Mujica nos muestra la sublevación como un eslabón más de la lucha del pueblo por su libertad y por las luchas que vendrán en el futuro: “... creemos que la Sublevación de la Marina de Chile, forma un jalón importante de la lucha de nuestro pueblo por su liberación. El hecho en sí fue político y abortivo. Pero sus consecuencias han sido importantes”8. También existen distintos textos que se refieren de mayor o menor manera a la Sublevación de la Escuadra, conforme el tema importe a sus autores. En total he podido recopilar unos trece libros para citar, de los más variados estilos9 : “Del Avión Rojo a la República Socialista” (1972), de Carlos Charlín; “Alessandri, Agitador y Demoledor”(1954), de Ricardo Donoso; “Por Rutas Extraviadas” (1933), de Ramón Vergara Moreno; “El Festín de Los Audaces” (1933), de Alfredo Guillermo Bravo; “La Revolución de Julio” (1931), de H. Ochoa Mena; “La novela de Galvarino y Elena” (1995), de José Miguel Varas; “Recogiendo Los Pasos” (1988), de Tobías Barros Ortíz;” La Noche Quedo Atrás” (1963), de Jan Valtín10 ; “La Armada de Chile”(1968), de Rodrigo Fuenzalida Bade; “Historia del Siglo XX Chileno” (2001), de Sofía Correa, Consuelo Figueroa, Alfredo Jocelyn- Holt, Claudio Rolle y Manuel Vicuña; “Socialismo y Populismo en Chile 19361973 “, de Paul Drake; “Historia de Chile” volumen V (2001), de Gonzalo Vial y la memoria de titulación “Aproximación a la Historia del P.S. en la provincia de Coquimbo 1931-1961”, de Alejandro Duarte Olivares y Celso López San Francisco. Además existen tres artículos históricos: “Reflexiones en torno a la acaecida en torno a la Armada de Chile en 1931” (2000), de Regina Claro Tocornal; “La Sublevación de la Escuadra”, de Liborio Justo y “The Abortive Kronstadt: The Chilean Naval Mutiny of 1931” (1980), de W. F. Sater, del cual solo tuve referencia a través de otros autores. Las hipótesis centrales que se manejan en la bibliografía 8

Mujica, Gustavo, “Rebelión en la Armada”, Editorial Chilena Santiago 1959, Prologo del autor. 9 7 Documentos testimoniales, 2 Historias del Siglo XX Chileno, Una Historia Institucional, Una Biografía Política y Una Memoria de Titulo. 10 En realidad Richard Julius Krebs, “ Out of The Night ”.

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ya mencionada, con respecto al origen de la Sublevación de la Escuadra, se pueden dividir en dos grandes tesis, agregando ahora una tercera como fruto del esfuerzo de esta investigación: la primera establece que el culpable directo es el P.C. Chileno quien infiltró al movimiento de las tripulaciones, instrumentalizandolo por la vía política, con la clara intención de conseguir la revolución social. Esta es la tesis que más sostiene la historiografía chilena, causada por el imaginario que se tenia de la revolución rusa y la mitologización exacerbada de ciertos hechos históricos de nuestro pasado, con respecto al verdadero rol que en ellos le cupo al P.C. chileno. La segunda tesis plantea que la semilla de la Sublevación residía en el complot de los enemigos del General Carlos Ibañez11, durante el gobierno de su dictadura, por los exiliados políticos del Comité de París12, quienes habrían enviaron a un delegado para incitar a la tripulación del Acorazado Almirante Latorre, para intentar en Chile el derrocamiento del gobierno. Este delegado habría dirigido sus pasos al puerto inglés de Davempot, donde se encontraba surto el Latorre, en pleno proceso de modernización y reforzamiento de su blindaje. La tercera tesis, desde la cual explicaré los hechos, busca revelarlos como fruto del alzamiento rebelde, entendido como un fenómeno de manifiesta reivindicación laboral ante la rebaja de sueldos de más de un 30% por parte de las autoridades de gobierno, como medida para paliar la severa crisis económica nacional, la que vió afectada toda la administración pública, incluyendo a las fuerzas armadas de la época, lo cual minaba en sobremanera la ya precaria vida de las tripulaciones de la Armada Nacional, sobre todo de sus suboficiales, marinos, y de los obreros navales del Apostadero de Talcahuano. Ellos al no tener una respuesta favorable desde la “verticalidad del mando por parte de su institución”, y dentro del proceso de descomposición de la disciplina castrense, iniciaron un movimiento que a todas 11

En ese momento, todavía en el poder, gobernando Chile, antes de su caída el 26 de Julio de 1931. 12 Entre los que destacan, el ex – presidente Arturo Alessandri y los militares, General Enrique Bravo y el Coronel Marmaduke Grove. Este último quien luego integraría la República Socialista en 1932.

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luces se les escapó de las manos, por lo cual tomaron elementos políticos y sociales para concitar mayor apoyo masivo de país, y de allí se inscribe el miedo terrible que estos hechos hicieron despertar en la elite gobernante y en algunos sectores conservadores. En lo substancial todos los estudios previos aportan variantes significativas también en el plano específico de sus análisis, pero algunos destacan por ciertas aristas de interpretación novedosas para el entendimiento de los rocambolescos 13 sucesos del levantamiento de la marinería. José M. Cerda en su “Relación Histórica de la Revolución de la Armada de Chile” responsabiliza a los oficiales de ser los culpables de la sedición (como más adelante veremos, lo hace también el BSA en su carta 04/09/193114 ). Pero particularmente presenta un enfoque único y peculiar, el de una fractura en el movimiento de los marinos, el de la Escuadra del Norte enfrentada con la Escuadra del Sur, divididas por la participación activa de los oficiales en la primera y por la ausencia total de ellos en la segunda. Cerda cita: “Nosotros los del Sur notamos desde un principio que los dirigentes de la Escuadra Norte no obraban ni dictaminaban de acuerdo con sus opiniones, sin antes tomarles parecer a los oficiales.”15. Así se acentuaban las diferencias: “... Nuestro comité del sur obraba con energía y sin apelar a los oficiales”16. La crítica a esta deslealtad no podía ser menos dura: “En atención a estas expresiones y de otros argumentos de diversos miembros del comité ejecutivo de la Escuadra del Norte, 13

Rocambolesco: Dic. Por alusión a Rocambole, personaje creado por Ponson Du Terrail, de todo aquello que, por extraordinario, parece increíble. 14 Archivos 1931-1932,Documento 10, carta desde la sede del BSA al Lender- Secretariado Latinoamericano a Moscú, 04/09/1931, pág.19. 15 Cerda, José M, Relación Histórica de la Revolución de la Armada de Chile, Editorial Rafael Merino, Concepción, 1934, pág. 49. 16 Ibíd, pág. 51

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comprendimos que dicha flota estaba entregada a los oficiales traicionando nuestra causa y que con su actitud estaban representando una comedia de lo más infame y abominable”17. Esta es otra factible ventana de estudio que nos ofrece esta investigación: la fractura interna del propio movimiento sublevado. En la “Historia del Siglo XX Chileno”, la atención descansa en la forma de acceso al poder por parte de las F.F.A.A. y el derrocamiento de los gobiernos, todo ello enfocado en la división entre oficiales y suboficiales, soldados y tropa: “El gobierno tuvo que reprimir severamente varios intentos insurreccionales. No era para tomarse a la ligera la sublevación de la marinería y los suboficiales de la Escuadra Nacional ocurrida en Septiembre de 1931, a la cual adhirió el Partido Comunista y la FOCH, que exigieran además de las mejorías en sus sueldos y ascensos, la subdivisión de la tierra y el cambio de régimen social... Este episodio se asemeja demasiado a la experiencia de los soviets de los soldados y obreros de la Revolución Rusa... Quizá porque estos movimientos insurreccionales tuvieron su origen en suboficiales y soldados, el gobierno, en ambos casos18, contó con las Fuerzas Armadas para aplastarlo”19 . Una tentativa conclusión señalaría que cuando los oficiales son los sublevados, caería el Estado y el gobierno, al no tener ningún resguardo militar como respaldo represor, o 17

Ibíd, pág. 52 En la obra se cita además de la sublevación de la Escuadra, el instinto de apoderarse de un regimiento en Copiapó, hecho conocido como la Pascua Triste. 19 Correa, Sofía; Figueroa, Consuelo; Jocelyn Holt, Alfredo; Rolle, Claudio; Vicuña, Manuel; “Historia del Siglo XX Chileno”, Editorial Sudamericana, Santiago 2001, págs. 107-108. 18

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intimidante, lo que en este caso no se dio, al no ocurrir un alzamiento de oficiales sino de la tropa, ante lo cual el movimiento se habría abortado. Otra obra que no puedo dejar de citar es “La Noche Quedo Atrás”, pues ha sido esta la que influenció hondamente muchos de los trabajos y estudios posteriores de nuestra historiografía. Aquí, la sublevación de la Escuadra es presentada como una genial acción de Komintern, en su trabajo de financiar, infiltrar y provocar la revolución social: “Entonces no se entreveía siquiera que en Septiembre de 1931 el Komintern haría en Chile, durante la campaña presidencial, una seria tentativa para conquistar el poder en ese país. La vida de toda la nación se vio paralizada por huelgas y disturbios. Lanzóse la consigna “todo el poder a los soviet”. La flota chilena se amotinó, ocupando los amotinados las bases navales. Se declaró la ley marcial y ochenta aviones del gobierno bombardearon y ametrallaron a los amotinados. La revuelta fue ahogada. Trescientos veinte rebeldes murieron en la lucha. Un grupo de dirigentes fue condenado a muerte y muchos más entraron en las cárceles”20 . Se podrían comentar múltiples variantes de estas líneas pero a mi juicio Carlos Charlín en el siguiente trozo explica muy bien esta imagen y constructo ideológico de características panfletarias: “En la historia de la ciencia – ficción de la política cabría seleccionar en esta mixtificación de los hechos lo que el autor ha podido reconstruir de testigos fidedignos que relataron algo muy distinto. La tergiversación de la influencia del Komintern en lo ocurrido en Septiembre de 1931 hace perder veracidad a otras narraciones de la novela seudohistórica de Valtín, que pudo haber tenido méritos si el autor se hubiera preocupado 20

Valtín, Jan; “La Noche Quedo Atrás” Impreso en México,7ª Edición Septiembre 1963, pág. 262.

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de documentarse antes de describir algo tan fácil de verificar. Primero, jamas el Komintern hizo nada por provocar la sublevación. Pudo haber llegado abundante propaganda comunista a manos de algunos tripulantes y punto. Pero un adiestramiento previo, una conspiración de los marineros y un plan de sedición elaborada por el Komintern fueron total y absolutamente falsos, porque a la Armada de Chile no le interesaba la Rusia de ayer, como a ésta no le preocupaba una revolución chilena. Eran otras las preocupaciones soviéticas en Septiembre de 1931, tan lejanas al mundo de los marinos de guerra latinoamericanas, como pudo haber estado La Luna en esos años21”. En “Reflexiones en torno a lo Acaecido en la Armada de Chile en 1931”, se defienden los postulados de una supuesta infiltración marxista dentro de la Escuadra, marcando el acento en la presencia de ciertos individuos nefastos, que desempeñarían los roles de autores intelectuales y materiales del movimiento: “Pero en realidad no era él el jefe22, sino dos personajes que no pertenecían a la Marina y que desarrollaban el oficio de cabos despenseros: 23 Manuel Astica y Augusto Zagal. Entraron junto con otras nueve personas a la Armada por concurso, y se embarcaron en el Latorre. El error fue no extrañarse que un profesor y periodista, como era Astica, y Zagal proveniente de una familia acomodada, con V año de Derecho y dos hermanos profesionales, se interesasen por tan humildes puestos en la Escuadra. Era obvio que no tenían vocación y que estaban allí a la espera de una ocasión propicia para incitar 21

Charlín, Carlos,“Del Avión Rojo a la República Socialista”, Editorial Quimantú; Santiago 1972, pág. 493 22 Ernesto González Brion, conocido como el “guatón González”, Jefe del Estado Mayor de Tripulaciones. 23 Despensero: Ayudante contable, nada tiene que ver con la “despensa de víveres”.

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a sus compañeros a rebelarse”24 . A estos dos hombres se les asigna toda responsabilidad e intervención de una supuesta orquestación y “contactos internacionales cuando no se aquilataban los grandes peligros del comunismo ni sus métodos para alcanzar el poder universal”25. Así se le atribuye al P.C. Chileno y al marxismo internacional de Komintern, un poder y una fuerza de nivel organizacional conspirativa de gran alcance, lo cual no calzaría con el debate interno del P.C. local y una teórica intención manifiesta de la “revolución social” con una directa política previa que requeriría un nivel logístico poderosísimo para poder adiestrar a hombres profesionales en el espionaje, el complot y la infiltración clandestina de una institución como la marina de Chile. Esta labor se habría manifestado según la historiadora Regina Claro Tocornal en: “... una hebra subyacente que espera paciente las condiciones para provocar el suceso en cada región, de acuerdo a sus características propias... Esa influencia presente en las tres Armadas26 es la clandestina penetración de agentes marxistas... ”27 . Toda esta orquestación se vería consumada en Chile a través del alzamiento de la escuadra, debido a la labor de agentes externos a dicha fuerza naval: “Nuestro Acorazado28 fondeó el 12 de Abril en Valparaíso de 1931, habiendo incrementado su dotación en Arica con once cabos despenseros civiles, entre ellos Astica y Zagal, peones fundamentales colocados allí para realizar su labor de zapa en un país agitado por el descontento”29. A propósito de lo que se sobrestima el papel desempeñado por estos cabos, si no se tiene en cuenta el ambiente o la existencia de un “caldo de cultivo” realmente propicio para causar el desquiciamiento de la Marina Chilena y esta es la participación política de las Fuerzas Armadas desde 1924, reiteradamente presionando a la autoridad, tomando 24

Claro Tocornal, Regina; “Reflexiones en torno a lo Acaecido en la Armada de Chile en 1931”, en Boletín de la Academia Chilena de la Historia, Año LXVII N°110, Santiago, Diciembre 2001, pág. 9. 25 Ibíd, pág. 30. 26 En el estudio se investigan las sublevaciones de las Armadas Chilena, peruana e inglesa. 27 Ibíd, pág. 28. 28 El Acorazado Almirante Latorre. 29 Ibíd, pág. 28.

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y usando el poder a lo menos durante 6 años, proceso que culminaría con la instauración de la República Socialista, en el cual el mundo militar plantearía todo su plan de reformas sociales y laborales. En “Socialismo y Populismo en Chile 1936-1973”, la lectura que se realiza de la insurrección de la Escuadra es la del imaginario político que reflejaba la sublevación, en el panorama país: “La rebelión naval, que comenzó como un insurgimiento limitado y reformista de la clase media ante los bajos sueldos y frente a la indiferencia de los superiores de la clase alta, se fue haciendo cada vez más radical en respuesta a la reacción exagerada por parte del Gobierno. La administración interina estaba dominada por el pánico y las elites, nerviosas. Establecían paralelos con la Revolución Rusa y catalogaban a la rebelión de amenaza comunista y militarista. En la práctica, la Izquierda Marxista y los trabajadores organizados no trataron de fomentar el motín ni consiguieron sacar partido de él, pero sus declaraciones solidarias y sus reuniones políticas alimentaban los temores de las clases media y alta. En las mentes de muchos se reforzaba una relación entre los militares y los peligros de la Izquierda. La gente asociaba el llamado de los oficiales más jóvenes al cambio de 1924-1925, algunas de las reformas de Ibañez y el motín con el temor de que cualquier desafío a la autoridad constitucional pudiera ser la antesala de esa revolución.”30 . El movimiento generado desde una protesta de reivindicación laboral necesitaba un marco de apoyo, una base popular más amplia para triunfar o pretender presionar a un gobierno duro e inflexible, que si bien entendía su “error administrativo ”, no cejaba en aplastar la sublevación en forma ejemplarizadora. Así acercaba a los amotinados “por fuerza” a llamados y 30

Drake, Paul; “Socialismo y Populismo en Chile 1936-1937”, U. Católica de Valparaíso, 1992.

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políticos más cercanos a la de un cambio social. “Los marinos protestaban porque se les había bajado los sueldos debido a las reducciones de presupuesto fiscal. Luego de solicitar a un nivel interno un mejor pago y mejores condiciones de trabajo, los rebeldes ampliaron su llamado para pedir que se les aplicara impuestos más altos a los ricos y que se redistribuyera el crédito a los más necesitados. Con el fin de ganarse el apoyo de los grupos de izquierda del territorio continental, pidieron insistentemente ayuda para los desempleados, protección para la industrialización y subdivisión de la tierra agrícola. En respuesta a un inflexible ultimátum por parte del Gobierno, los frustrados amotinados declararon su solidaridad con los trabajadores, la FOCH, y el Partido Comunista. Pidieron una “Revolución Social”31 El P.C. chileno y su participación en la sublevación de la escuadra segúm los documentos de la Komintern Al momento de la Sublevación de la Marinería, el contexto nacional del P.C. chileno no era uno de los más favorables. Llevaba poco tiempo restañando sus heridas al terminar la dictadura de Ibañez, durante la cual, el partido fue proscrito e ilegalizado, y sometido a severas persecuciones. Pero lo que más afectaba al funcionamiento del partido era su fraccionamiento interno causado por las pugnas y posterior expulsión de los denominados “Hidalguistas”, los que fueron acusados de asociarse con la burguesía y manifestar desviaciones Trotskistas dentro del partido. Ellos fundaron el Partido Comunista Unificado. “... dos grupos autodenominados comunistas, empiezan a actuar por separado, obedeciendo a sus propios dirigentes. De ese modo se organizan como partidos distintos, uno reconocido por el Bureau y el otro en oposición a éste. Al final 31

Idem.

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de la dictadura ibañista el Partido Comunista presentaba un panorama desolador: pocos militantes, células desarticuladas, dirigentes relegados, escaso trabajo sindical y dos bandos que reclamaban la legitimidad partidaria ”.32 Pero ¿Eran estos los únicos problemas que tenía el partido?, ¿La articulación regional dentro del país, también presentaba trabas en el trabajo por la revolución social? La respuesta pareciera ser de que sí, pues la crisis del partido durante la dictadura había socavado sus bases y su orgánica interna, sobretodo de comunicaciones con las provincias: “Hacia 1931, la estructura de organización del Partido Comunista, caracterizado por el localismo, asambleismo y los liderazgos suprapartidos, además del propio aislamiento político que lo imposibilitaba actuar plenamente en la vida política del país, reflejó toda su incapacidad orgánica para enfrentar las nuevas condiciones que aparecían en la vida nacional” 33 . Entonces ¿Cuál era la real capacidad del P.C. para preparar la revolución social? A mi juicio era muy escasa, o casi nula. A lo más alcanzaba para plegarse simbólicamente al movimiento de la sublevación de la Marinería, para tratar de apoyarla y llevarla sistemáticamente hacia sus postulados políticos. Posteriormente la historia del partido terminaría convirtiendo a estos hechos en un hito revolucionario. Pero en septiembre de 1931, la realidad del partido no respondía a las circunstancias: “La transición para el P.C., es un problema más 32

Pérez Ibaceta, Cristián, “¿En defensa de la Revolución? La expulsión de la Izquierda Comunista 1928-1936”, el libro “Por un Rojo Amanecer: Hacia una Historia de los comunistas Chilenos”; compiladores Loyola, Manuel y Rojas, Jorge; Abril 2000, pág. 170 33 Palacios Ríos, Germán, “El Partido Comunista y la Transición a la Democracia después de la Dictadura de Ibáñez” artículo del libro “Por un Rojo Amanecer: Hacia una Historia de los Comunistas Chilenos”; compiladores Loyola, Manuel y Rojas, Jorge; Abril 2000, pág. 151

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interno que de intervención en la lucha por el poder... Que así era, es decir, que el momento más bien interpelaba por las circunstancias internas que “tensionaban al Partido”, lo demuestra su incapacidad para intervenir en situaciones de explosión social espontáneas, como las ocurridas en los casos de la sublevación de la Marinería (septiembre de 1931), o en los sucesos de Copiapó y Vallenar (diciembre de 1931).”34 Cabe recordar, que el P.C. chileno ya había comenzado el proceso de bolchevización de su política interna, abandonando la lógica de realizar un análisis local del propio acontecer del país, para cada vez más acercarse a la acatación directa de las directrices emanadas desde la U.R.S.S., y su órgano internacional, la Komintern. Así, el partido tomaría un giro que lo llevaría por el camino de la supuesta “depuración” de sus filas, de todos aquellos miembros que mostraran desviaciones (como en el caso Hidalgo), según la opinión “experta” de los encargados de llevar la revolución a todo el mundo, en nuestro caso, el de Sudamérica, por intermedio del B.S.A. En este punto podemos plantearnos sendas preguntas: ¿Qué dicen los documentos? ¿Existió al momento de la Sublevación de la Marinería una política previa de infiltración, afiliación de miembros o movilización dentro de la Escuadra? A través del análisis de 11 documentos que se refieren a la Sublevación de la Escuadra, se puede apreciar que la constante en ellos es la fuerte crítica al P.C. Chileno durante su desempeño en la coyuntura de los hechos. Se puede descubrir la falta de una política previa destinada a infiltrar a la Marina de Guerra del país, y la de un discurso relacionado con la captación de miembros entre la tropa. Con respecto a esto, los documentos nos muestran dos etapas, la primera relacionada directamente con las peticiones que realiza el B.S.A. (Buró Sudamericano), al Comité Central del P.C. Chileno, durante el transcurso de la sublevación, momento en el cual se insiste en la adopción de una postura agresiva de toma de la dirección del movimiento, y luego la queja y la recriminación ocasionada por la perdida de tan “magnifica coyuntura revolucionaria”. 34

Ibíd, pág.149.

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Con respecto a la exigencia de articular una fuerte ligazón con parte de las fuerzas armadas por parte de miembros del partido, los llamados son constantes y apremiantes para los comunistas chilenos, pensando en el momento próximo de la sublevación de la marinería, el cual explotaba sin una organización por parte del P.C.: “...el partido puede asumir la dirección del movimiento revolucionario llevando el movimiento de los obreros, campesinos, indios, soldados y marinos, de los artesanos, pequeños comerciantes, etc. hacia la victoria ” 35 Los llamados trataban de aunar todos los esfuerzos posibles en función de conseguir la conformación de un amplio frente de acción, que permitiera conducir lo que se creía era la ya cercana revolución social, todo esto tratando de vincularse por medio de las demandas sociales o laborales de los marinos y soldados: “Tenemos que hacer grandes esfuerzos para conseguir una influencia segura y orgánicamente fundada sobre las marinerías y soldados. Por eso les proponemos realizar manifestaciones de simpatía y solidaridad, enviar delegaciones obreras y de la FOCH a los marinos y soldados, para restablecer una ligazón más estrecha y realizar la lucha en común (el trabajo iniciado por uds. en ese sentido hay que seguir reforzándolo). Tenemos que hacer nuestras, las reivindicaciones de los soldados y marinos propagándolas; tenemos que luchar por la formación de una organización de soldados y marineros por su derecho a afiliarse al Partido Comunista y a la FOCH”36 . Es destacable aquí, como se hace notar un trabajo que estaría realizando el partido para tratar de conducir la sublevación, a pesar de lo cual no se constata en que forma y sentido se manifestó, lo cual nos habla de un trabajo a posteriori de ocurridos los eventos. Es más, el llamado era urgente para establecer las “células” por parte del partido, tan características de la política del P.C. 35

Archivos 1931-1932, documento 11, Carta del Buró Sudamericano de Komintern al Comité Central del P.C Chileno, 07/09/1931. Pág. 21. 36 Ibíd, pág. 23.

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chileno: “Tenemos que penetrar en el ejército y la Armada organizando allí nuestras células” 37. La segunda etapa corresponde a la abierta crítica del BSA con posterioridad a la sublevación, por la nula organización y trabajo previo del partido en los eventos de Septiembre de 1931: “La impotencia del Partido para ligarse con los marineros durante los acontecimientos, muestra la falta de trabajo entre los soldados y marineros, constituye una gran falla del trabajo del Partido”38. La consigna del P.C. sólo podía girar en torno a consolidar un amplio frente popular, en su conformación de clase, que apelara o constituir un bloque poderoso de lucha social y política. Pero las directrices existentes no se concretizaron en la práxis del movimiento, debido a la debilidad interna del propio partido, por lo tanto debían de realizarse en el futuro más cercano: “Debe crearse una vasta organización juvenil y reclutar un buen número de mujeres obreras y crear células en los más importantes cuarteles y barcos de guerra”39 Fruto de la propia visión construida por los teóricos de la revolución, se elaboraron pautas para el P.C. chileno, para que realizara una abierta política orientada hacia la masificación del movimiento, por lo cual uno de los puntos estaba dirigido exclusivamente a la labor de inclusión de los marinos al partido, y sobretodo en concretizar una ligazón articulada en la ayuda que se pudiera prestar a los presos detenidos luego del fracaso de la sublevación: “Trabajo con los Marinos.- La vasta actividad realizada por el Partido en solidaridad con los marineros sublevados, debe transformarse en la influencia orgánica entre la marinería (células de barco, fuentes, etc ) y en la transformación de los miles de marineros que han participado en ese movimiento y que son dados de baja en propagandistas y organizadores del 37

Ibíd, pág. 25. Archivos 1931-1932, Documento 18, Tesis del BSA de la IC sobre las grandes luchas revolucionarias del proletariado chileno, 04/12/1931, pág. 62. 39 Idem. 38

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movimiento revolucionario entre los obreros y campesinos, especialmente entre los cesantes, a los que están ligados. Hay que establecer fuertes vinculaciones con los marineros que son licenciados o quedan en los barcos, formar comisiones del Partido y la juventud que trabajen entre los marineros, hacer reuniones y constituir comisiones de marineros mismos, asambleas de autocrítica sobre la sublevación, sin tratar de ocultar nuestros propios errores. Una gran cantidad de esos marineros deben ser incorporados al Partido. Actualmente el Partido tiene gran simpatía y vinculaciones entre los suboficiales que han dirigido la sublevación40. Eso es bueno pero completamente insuficiente. Directamente y por mediación de esos suboficiales el Partido debe establecer fuerte vinculación con los marineros mismos. Quinientos marineros de entre los licenciados y los que quedan en la Armada deben ser ganados como afiliados al Partido”41. Otra constatación de la carencia de trabajo en este sentido, se hace notar en la siguiente cita: “No hay núcleos firmes del Partido entre los ferrocarriles y faltan por completo en los marítimos”42 Toda la tesis conducían a los errores y flaquezas del P.C., y por ello los análisis últimos de los hechos por parte de las altas autoridades de la III Internacional, apuntaban hacia la debilidad del partido, por no haber podido sacar provecho de la “situación tan favorable”, estimada así desde fuera de los hechos. Así todos los dardos se dirigieron contra los dirigentes locales y su nefasta actuación ante la eventualidad que se consideraba desperdiciada: “En la sublevación de la marinería, se pusieron de manifiesto aún más evidentemente las debilidades del Partido, debilidades 40

Este punto se profundizara más adelante. Ibíd., pág. 63. 42 Idem. 41

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que determinarían el comienzo de los movimientos espontáneamente y no organizados por él, a pesar de la parte fundamental tenida por el partido en su provocación mediante la acción general de la propaganda contra la dictadura fascista y el hambreamiento”43. Por ello, en su gran mayoría los documentos son la ratificación critica de la falta de trabajo, con respecto a puntos vitales y estratégicos de infiltración no realizados: “En la Marina no solo no hubo ningún principio de organizaciones, sino ni siquiera la propaganda había llegado a ella y tampoco hubo ligazones orgánicas en el pasado”44. Toda esta crítica implicaba la consecución de un poderoso aliado para el partido, si se invertía en el momento, con un fuerte trabajo futuro, que aseguraría la consolidación del partido y la incorporación de un magnifico aliado para la causa: “Una tarea formidable es la que está reservada al partido, al SRI y a la FOCH entre los millares de marineros que simpatizan actualmente con nosotros y que requieren una atención especial. Los marineros pueden darnos centenares de agitadores y propagandistas de la revolución bajo la dirección del partido. Tengo la impresión que el partido no presta aún la suficiente atención a estas tareas, no obstante contar con ciertas ligazones. No se trata de ganar a algunos de los jefes vacilantes sino a toda la masa, formando células en los barcos, cuarteles, prisiones, islas, etc. El partido debe asegurar un serio trabajo de capacitación a los nuevos cuadros y a los elementos ganados de la marinería”45. Aún así, la crítica es despiadada, sobretodo si se ve unida 43

Ibíd., pág. 69. Archivos 1931-1932, Documento 19, Discusión sobre la cuestión chilena (discurso del compañero López), 09/12/1931, pág. 73. 45 Ibíd, pág. 83. 44

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a la aparente presencia de enemigos infiltrados dentro del movimiento, lo cual constituiría un serio riesgo para el propio partido y su trabajo de ganarse las simpatías de los marineros: “Nuestra falta de influencia en el campo ha constituido una de nuestras más grandes debilidades en el curso de la insurrección, así como la falta de trabajo previo a la insurrección entre los marinos (? borradoOL) y soldados ”46. “Si entre los suboficiales hay algunos que se han ganado para el partido, otros, antes de estar en la marina, fueron agentes de propaganda anticomunista a sueldo de organizaciones clericales y político burguesas”47. Otro punto importante que ya hemos mencionado se trata en la “ Carta desde la sede del BSA al Lender Secretariado Latinoamericano a Moscú ”, del 04 de Septiembre de 1931, primer documento donde se destaca la sublevación de la marinería, en el cual llama la atención que este hecho fundamental en importancia se mencione después de tratar el “tema Hidalgo ” (dentro de las pugnas internas del Partido Comunista Chileno ya mencionadas anteriormente), dirigente del que se declara su expulsión desde hace un año, y que debido a la clandestinidad no se pudo comunicar anteriormente durante la Dictadura de Ibañez. Hidalgo es considerado con su candidatura presidencial el enemigo número uno del partido. Así el levantamiento de la marinería se plantea en segundo plano por el P.C. chileno48, demostrando que las prioridades políticas que se manejaban en el interior de la estructura local se manejaban ya en este momento desde fuera de la dirigencia local, por los jerarcas enviados por Komintern, en el Bureau Sudamericano. También destaca la visión que se rescata del movimiento de 46

Archivos 1931-1932, Documento 20, Discurso de González Alberti clausurando la discusión Chilena, 19/12/1931, pág. 88. 47 Idem. 48 Pie de página de los Archivos 1931-1932, Documento 10, pág. 18 de la historiadora Olga Ulianova.

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sublevación por parte del BSA con respecto a la gestación de los hechos y del rol que jugaron los oficiales en ellos y el real motivo de conflicto interno, detonado por los acontecimientos: “Hace unos días atrás se desencadeno la insurrección de toda la Armada. En las guarniciones y la artillería costera reina una fuerte efervescencia. La causa directa del movimiento fue la reducción de 30% de sueldos por nuestro gobierno. Los marineros exigían conservar el antiguo sueldo y formar el gobierno que lo garantizara. El movimiento no está todavía maduro. Aunque los marineros arrestaron una serie de oficiales, muchos oficiales todavía tenían gran influencia sobre el movimiento. La prensa escribe que en el movimiento participan cerca de 200 oficiales. La cantidad de marineros es aproximadamente de 4.000. El comité de los marinos muchas veces declara que no están bajo la influencia comunista sino luchan solamente por sus antiguos sueldos. Nuestro partido y la federación sindical chilena trataron de vincular el movimiento de los obreros con el de los marinos. En una gran manifestación masiva en defensa de los marinos y los obreros que se realizo en Santiago participaron según la prensa decenas de miles de personas. La delegación de la federación sindical chilena subió a bordo de un gran acorazado 49 / 29.500 toneladas / donde trabaja el comité de los marinos. Sobre el recibimiento brindado por la delegación etc. todavía no sabemos nada”50. Podemos resaltar diversas reflexiones de esta cita. Primero, descubrir la visión de cómo entendieron los hechos desde el BSA. La sublevación estalla por la baja de sueldos de un 30% y no por la infiltración comunista de agentes de Komintern, el comité de los marinos rebeldes negaba toda influencia comunista y era el Partido Comunista Chileno 49 50

El Almirante Latorre. Archivos 1931-1932, Documento 10, op. cit. Pág. 10-11.

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era quien trataba de vincularse al movimiento por medio de manifestaciones, paros y el apoyo de miembros de la FOCH quienes debían parlamentar con los amotinados. En cuanto a los oficiales se temía por su influencia referida en la “participación de 200 oficiales” (Olga Ulianova plantea que tal vez se trata de los suboficiales que si jugaron un papel importante en la sublevación, aunque no descarta la participación de oficiales por las autobiografías de algunos marinos chilenos que lucharon en la Guerra Civil Española), coincidiendo con la tesis de José M. Cerda quien manifiesta: “Los culpables más directos fueron los oficiales. Ellos contribuyeron a alentar a sus subordinados y tomar parte en el movimiento siendo en muchos casos los promotores”51. Estos hechos no han sido bien analizados por nuestra historiografía. Por otra parte también existe la otra cara de la moneda, fundada en el temor que se tenía por el grado de influencia que podían ejercer los oficiales sobre los marinos, lo cual coincide lo referido en la “Historia del Siglo XX Chileno”: “Nosotros los comunistas nos hemos pronunciado siempre por el mejoramiento de la situación de los marineros y los soldados, por la ampliación de sus derechos frente a los oficiales. Por eso es que apoyamos con todas fuerzas a la lucha de los marineros contra la rebaja de sus sueldos. Si la dirección de los marinos trata de debilitar la ligazón del movimiento con las masas obreras y con el Partido Comunista, eso no impide nuestro apoyo decidido a las reivindicaciones de los marineros. Reconocemos en este hecho que todavía los oficiales reaccionarios tienen influencia en este movimiento grandioso. Saludemos la lucha de los marineros y destacamos que dentro de poco gran parte de ellos reconocerán en los oficiales sus enemigos”52 . Nuevamente la historiadora Olga Ulianova en pie de página se refiere a este punto, destacando que “la visión del BSA del movimiento de la marinería es a favor de un corte horizontal.51 52

Cerda, José M., op. cit., pág. 103. Archivos 1931-1932, Documento 11, op. cit., pág. 22-23.

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tropa contra oficiales, como en el acorazado “Potiomkin ” y no como un movimiento gremial de todos los marinos ”. Ya, para los años 1933-1934, la visión de la Sublevación de la Escuadra adquiere un giro en la interpretación de Komintern para este caso. A pesar de la fuerte crítica del proceder del Partido Comunista Chileno, la sublevación es vista como parte del “auge del movimiento revolucionario nacional”, y luego como un hito de la lucha de masas y de la historia del P.C.: “ En 1931 tuvo lugar una insurrección de los marinos de la Armada de Chile que fue la expresión de la creciente radicalización de las masas trabajadoras ”53 A pesar de lo cual las críticas no dejan de estar presentes, como por ejemplo en la siguiente cita: “En 1931 durante la insurrección de la Armada el P.C. la apoyo con las manifestaciones masivas pero con retraso. No lanzo además consignas políticas concretas (solo una consigna general de los soviets), no se comunicó directamente con los marineros rebeldes”54 Luego, la sublevación de la Escuadra será añadida al listado “épico” de los movimientos de masas del país: “Recordamos como fechas sobresalientes en las luchas de masas de este país, después de la caída de Ibañez, el movimiento de la marinería, la matanza de Copiapó y Vallenar y en el año 1932 la huelga del 11 de Enero, los movimientos huelguistas del mes de Junio, la formación de soviets en Santiago y en otras partes...)55 A pesar de tanta crítica y del peso de los hechos, el imaginario nacional, los políticos y el propio P.C. atribuyeron la gestación y organización inicial de la sublevación de la marinería a la mano comunista, cuando ellos actuaron tardíamente, y los documentos revelan que trataron de ligarse al movimiento, apoyándolo con huelgas y el envió de delegaciones de la FOCH, todo ello, como hemos visto, después de detonados los acontecimientos. Cuando los marinos sublevados llamaron 53

Archivos 1933-1934, Documento 16 “Caracteristicas de Chile en documentos del Lender Secretariado Latinoamericano”, 1933 . 54 Idem. 55 Archivos 1933-34, Documento 19, "Discusión sobre la situación Chilena en el Buró Sudamericano de Komintern, Intervención de Fritz Glaufbauf ( Diego), Marzo de 1934.

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a la “revolución social”, esto ocurrió en momentos en que el movimiento esta “ad portas” de fracturarse, y la obvia intención de los cabecillas fue aumentar el margen de apoyo convocando a las masas. CONCLUSION: La sublevación de la marinería es uno de los hechos de nuestra historia más teñida de mistificaciones por parte de nuestra historiografía, y por el propio P.C. chileno, quien destaca a estos acontecimientos dentro de los máximos hitos de su proceder político. Dentro del imaginario nacional, la maquinaria de Komintern y la influencia de la revolución Rusa hacían temer, en muchas mentes, la intervención externa de la “pérfida garra del comunismo internacional”, y en este caso no fue la excepción. La visión de este trabajo circunscribe los hechos dentro del período revolucionario (1924-1932), en el cual, la participación militar en política, fue una constante que culminaría con la instauración de la República Socialista. En este ambiente, además complejizado por la crisis económica mundial del 29,que repercutió en Chile el año 31, afectando directamente a toda la administración publica, y en este caso, particularmente a la marinería dentro de la Escuadra Nacional. Así el movimiento tendría un origen interno, motivado por las reivindicaciones laborales y sociales de los sublevados. A estos hechos el Partido Comunista se plegó para apoyar y tratar de liderar el movimiento, pero no habría tenido ni la intención ni la fuerza para iniciarlo, fruto de la persecución Ibañista, las pugnas internas y la falta de una política previa de infiltración de la Marina. Así los eventos tomaron por sorpresa al partido quien fracasó en su intento por conseguir la revolución social. El tiempo se encargo de maximizar los alcances del P.C. chileno, y no faltó quienes creyeron, o quisieron creer, en

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la infiltración marxista de la Escuadra, para mantener su imagen impoluta, en cuanto a su participación efectiva en los hechos, y así acrecentar la imagen de influencia de quienes se veía como los “mortales enemigos” de la nación.

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septiembre de 1971. Archivos: Ulianova, Olga, Archivos: “Inéditos documentos de Komintern del período 1922-1937”: Archivos 1931-1932, Documento 10, carta desde la sede del BSA al Lender- Secretariado Latinoamericano a Moscú, 04/09/1931. Archivos 1931-1932, documento 11, Carta del Buró Sudamericano de Komintern al Comité Central del P.C Chileno, 07/09/1931. Archivos 1931-1932, Documento 18, Tesis del BSA de la IC sobre las grandes luchas revolucionarias del proletariado chileno 04/12/1931. Archivos 1931-1932, Documento 19, Discusión sobre la cuestión chilena (discurso del compañero López), 09/12/1931. Archivos 1931-1932, Documento 20, Discurso de González Alberti clausurando la discusión Chilena, 19/12/1931. Archivos 1933-1934, Documento 16 “Característica de Chile en documentos del Lender Secretariado Latinoamericano, 1933 . Archivos 1933-34, Documento 19, “Discusión sobre la situación Chilena en el Buró Sudamericano de Komintern, Intervención de Fritz Glaufbauf (Diego), Marzo de 1934. Memorias: Duarte Delgado, Alejandro y López San Francisco, Celso Aproximación Histórica al Partido Socialista en la Provincia de Coquimbo 1931-1961, Universidad de La Serena, Chile, 1993. Novelas históricas:

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Editorial

Europa,

Cooperativa de Estudios Históricos y Ciencias Sociales, Cehycso. Revista Norte Histórico. N° 1, 2014: 93-120 Issn: 0719-4587

APUNTES HISTORIOGRÁFICOS PARA UNA NUEVA HISTORIA POLÍTICA Y REGIONAL DEL NORTE CHICO DURANTE EL SIGLO XIX; TRAYECTORIAS Y PERSPECTIVAS

HISTORIOGRAPHIC´S NOTES FOR A NEW POLITICAL AND REGIONAL HISTORY FOR THE NORTE CHICO NINETEENTH CENTURY; COURSES AND PROSPECTS

Recibido el: 16 de marzo de 2014

Damián Rojas Bonilla1

Aceptado el: 23 de mayo de 2014

Resumen:

El texto ofrece una revisión sobre la historiografía nacional y regional del Norte Chico. El autor contextualiza el balance a partir de la historiografía latinoamericana y sus principales avances, revisando los nuevos elementos que se pueden adscribir al debate historiográfico regional. Dialoga a partir de los vacíos detectados en la historiografía que estudia al Norte Chico. Finalmente propone una salida a dichos vacíos a través de la historia política y los avances de la historiografía regional latinoamericana. Palabras Claves: Historiografía,Norte Chico,Historia política,Región

Abstract:

The text provides a review of national and regional historiography North Chico. The author contextualizes the balance from the Latin American historiography and major advances, reviewing new items that can be ascribed to regional historiographical debate. Dialogue from the gaps found in the historiography studying the Norte Chico. Finally, it proposes a solution to these gaps

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Universidad de Chile. Santiago de Chile. Programa Magister en Historia de Chile, [email protected]

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through political history. Keywords: Historiography -North Chico-History policyRegion.

1.- Introducción En Chile, la historia regional ha cobrado nuevos e interesantes bríos, a pesar de los cuestionamientos respecto de la carencia de un cuerpo metodológico y analítico, se ha constituido en una opción grata de investigación para los historiadores nacionales2. De este renovado interés por la historia de las regiones, en los últimos años han surgido nuevas problemáticas, que han obligado a los historiadores a actualizar sus marcos interpretativos. En el caso de América Latina, este proceso no es nuevo; gracias a la renovación teórica de los últimos 40 años, se han realizado importantes avances en torno a la historia regional y local de países como México, Brasil y Argentina. Muchos de estos avances han sido posibles, gracias a la influencia de nuevos marcos epistemológicos, que permiten re-interpretar viejos problemas históricos, desde ópticas locales. Dichos estudios se han concentrado en el proceso de Independencia y la etapa posterior conocida como de construcción de Nación3. Uno de los problemas que emergió con fuerza, fue la dispersión del poder monárquico, el surgimiento de las soberanías locales, y rol que tuvieron las provincias y regiones en los acontecimientos de la primera mitad del siglo XIX. Destacan los estudios, donde ha existido un interés por 2

Cáceres Muñoz, Juan. Experiencias de Historia Regional en Chile (tendencias historiográficas actuales), Editorial P.U.C. de Valparaíso, Instituto de Historia, Valparaiso,2008,p.7 3 Los más interesantes se hacen cargo de las problemáticas internas de las nuevas republicas y el modelo político a seguir (unitarismo v/s federalismo), o del rol de las provincias y regiones en el nuevo escenario, ver por ejemplo los trabajos de Rodríguez O, Jaime, Revolución, independencia y la nuevas naciones de América, Madrid: Fundación Mapfre-Tavera; R. Hamnett, Brian, Revolución y contrarrevolución en México y el Perú (1978), La política española en una época revolucionaria, 1790-1820. Fondo de cultura económica, México, 2008.

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revisar los distintos proyectos políticos desde una dimensión local, particularmente el estudio de los “provincialismos” y “federalismos” y sus orígenes en América Latina4.Estos avances son posibles, gracias al cruce teórico, entre la Nueva historia política y la historia regional. Confirmando una tendencia establecida por Françoise Xavier Guerra, para la América hispánica. Pero ¿Qué ha ocurrido en nuestro país con dichas reflexiones? ¿Qué ha ocurrido con la incorporación de las nuevas corrientes teóricas, para el estudio de la historia regional? ¿En qué está la historia regional del Norte Chico? Si bien han existido intentos por incluir dichos temas, particularmente durante la Independencia5, aún falta por avanzar en los aspectos que atañen a la historia regional, particularmente del Norte Chico. Esto debido a que la mayoría de estas problemáticas no han sido consideradas por la historiografía clásica chilena, o no han tenido un tratamiento de similar envergadura y profundidad. Ello producto y consecuencia de la óptica tradicionalista que ha hegemonizado los estudios históricos durante el siglo XIX y largos momentos del siglo XX, a la hora de analizar las conductas e intervenciones de las provincias y regiones, particularmente en el ciclo 1808-1833. De esta manera la presencia de las provincias y regiones en la historia de Chile tiende a ser establecida exclusivamente, en su dimensión subordinada, generadora de caos, desorden y Anarquía o en cuanto a comparsa política de la capital, pero rara vez en sus manifestaciones de autonomía o resistencia a los procesos unificadores y centralistas, menos como generadoras de proyectos propios, ni como actores políticos válidos en la fundación de la República Chilena. A contra 4

Para el caso de México ver los estudios de, Xavier Guerra, Françoise; Las Revoluciones hispánicas: independencias americanas y liberalismo español, Madrid, Editorial Complutense, 1995, Modernidad e independencias: ensayos sobre las revoluciones hispánicas, Madrid, MAPFRE, 1992; Madrid, Encuentro, 2009, con Antonio Annino (coordinadores), Inventando la nación. Iberoamérica siglo XIX, México, Fondo de Cultura Económica, 2003; Vázquez, Zoraida, El establecimiento del federalismo en México, 1821-1827, 2003. 5 Cid Rodríguez, Gabriel; San Francisco Reyes, Alejandro (editores). Nación y Nacionalismo en Chile. Siglo XIX. Centro de estudios Bicentenario. Santiago de Chile.2009

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pelo de ello, durante los últimos 20 años, desde la historia social y su revival contemporáneo la nueva historia social, se han presentado de forma incipiente nuevas miradas a dichos procesos. Los estudios de Gabriel Salazar (2005), María Angélica Illanes (1990) y Luis Vítale (1993)6 , nos permiten acceder a una imagen distinta, en la cual las compulsiones estatales y elitarias centralistas provocan una resistencia en el origen y fundación de la Republica, donde las provincias sí habrían tenido un rol importante en el momento fundacional de Chile. También, destaca desde la historia regional, la revisión del rol e importancia que tuvo Concepción, durante la Independencia7. El presente ensayo historiográfico tiene como objetivo, revisar y problematizar en torno a la forma en que la historiografía regional ha concebido el espacio regional denominado como “Norte Chico”, realizando una identificación del concepto; su historicidad, re-semantización y la forma en que ha sido utilizado durante el siglo XIX y XX. Además, se busca revisar el estado del arte sobre la historiografía de la región, analizando la forma en que las diversas corrientes epistemológicas han abordado las distintas dinámicas existentes en el territorio, particularmente los estudios sobre el siglo XIX. También se busca identificar y explicar los principales vacíos, y posibles perspectivas teóricas y metodológicas, a la hora de interpretar el pasado de la región desde los nuevos enfoques, tributarios de la historiografía latinoamericana y la historiografía regional. Como hipótesis se plantea que el término Norte Chico es una construcción popular, utilizada por la historiografía -en la etapa posterior a la guerra del pacifico-, y que su adopción y validación, varía en función de los intereses y enfoques de los 6

Salazar Vergara, Gabriel, Construcción de Estado en Chile (1800-1837). Democracia de los "pueblos". Militarismo ciudadano. Golpismo oligárquico. Santiago: Editorial Sudamericana.2005. Illanes Oliva, María Angélica, Chile Des-centrado. Formación socio-cultural republicana  y transición capitalista.  Chile, 1810-1910, LOM, Santiago.2004. Vítale Villa Maza, Luis, Interpretación Marxista de la Historia de Chile. Edit. Lom, Santiago, 2012. 7 Cartes Montory, Armando. Concepción Contra Chile. Consensos y tensiones regionales en la Patria Vieja (1808-1811).Ediciones Centro de Estudios Bicentenarios. Santiago, Año 2010. 259 páginas.

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historiadores. Además dichos usos permean a la historiografía regional y nacional, concentrando las temáticas investigativas en dos aspectos; la social y económica, dejando de lado y al margen la dimensión política, esto debido a que, tanto el nacimiento del concepto Norte Chico, como la mayoría de los trabajos historiográficos sobre la región, comienzan durante la segunda mitad del siglo XIX, y están asociados a procesos históricos particulares; la anexión de territorios peruanos y bolivianos, y el auge de la minería del salitre y el cobre. Esto oscurece las problemáticas políticas de la primera mitad del siglo XIX, asociadas a la lucha por la Independencia y la fundación del Estado Republicano. Además, a partir de los nuevos enfoques historiográficos latinoamericanos, se pueden proponer nuevos temas de investigación para el Norte Chico. Particularmente lo referente a la participación política de la provincia en la etapa posterior a la Independencia. Para cumplir con los objetivos señalados, se ha dividido el presente trabajo en cinco acápites, incluyendo la presente introducción. En un primer momento, se introduce el problema desde la historiografía latinoamericana. En el segundo acápite se indaga en torno al concepto de Norte Chico, su origen y la forma en que se ha utilizado historiográficamente. En el tercer acápite, se revisarán las principales obras sobre el Norte Chico durante el siglo XIX, sus temáticas, y los vacíos existentes. En el cuarto acápite, se revisará la historiografía del Norte Chico, durante el siglo XX, y el quinto acápite donde se condensan las reflexiones finales. 2.-Para una definición de Norte Chico; región, espacio y territorio En un ejercicio sencillo, de identificación semántica, buscar el origen del vocablo Norte Chico no parece una tarea muy complicada. Se puede señalar que dicho vocablo nace a partir del proceso particular, durante la segunda mitad del siglo XIX, que significo la anexión de la provincia de Antofagasta y Tarapacá durante la guerra del pacífico a Chile, proceso que provocó, un “estiramiento” de las fronteras al norte de nuestro país. Desde ahí en adelante, las regiones septentrionales, más alejadas de la capital se transformaron en el “Norte grande de Chile”, y por oposición nació la idea de un “Norte Chico”, donde estaban incluidas las tierras ocupadas

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históricamente, entre Copiapó y Colchagua, la zona nortina más cercana al centro. En esta lógica semántica, el origen de la utilización del vocablo Norte Chico, se puede rastrear hasta el mundo popular, a principios del siglo XX, a través los comerciantes viajeros que recorrían la zona8. Además en aquellos comerciantes que estaban establecidos en las distintas ciudades de la región, como por ejemplo, lo que hacía la casa comercial Gibbs y Williamson, quienes en 1919 se anunciaban en una guía publicitaria, como los proveedores del “Norte Chico”9. A mediados del siglo pasado el vocablo Norte Chico era de uso popular, y se comenzaba a utilizar de forma recurrente en algunos estudios sobre el territorio10. Entrado el siglo XX, la división entre Norte Grande y Norte Chico, se había consolidado en el imaginario respecto a la zona, así lo confirma la publicación en 1944 de la novela Norte Grande11 del autor chileno Andrés Sabella. Por otro lado, el espacio donde se levantó este concepto de Norte Chico, vivió una evolución político-administrativa, desde la época colonial, hasta la época republicana, modificando el territorio a lo largo de todo el siglo XIX. Si realizamos una revisión cronológica, sobre la forma en que evolucionó dicho territorio, debemos señalar que para el siglo XVIII, la región que hoy conocemos como Norte Chico, comprendía –desde el año 1786-los territorios anexados a la intendencia de Santiago. Dicha delimitación de origen colonial, se mantuvo entrado el siglo XIX. Posteriormente se 8

República de Chile, Corporación de fomento a la producción (CORFO), Geografía económica de Chile, Imprenta Universitaria, Santiago, 1950 9 León Gallo, Pedro. Guía comercial, administrativa e histórica de Coquimbo, Imprenta La Favorita, Coquimbo, 1919.Citado en Godoy Orellana, Milton. Fiesta Carnaval y disciplinamiento cultural en el Norte Chico 1840-1930. Tesis para optar al grado de Doctor en Historia , Universidad de Chile, 2009.pp.324 10 Fuenzalida, Humberto “Chile, Tierra, Vida e Historia” en Humberto Fuenzalida, et al (Edit.), Chile: Geografía, Educación, Literatura, Legislación, Economía, Minería ,Buenos Aires: Editorial Losada, 1946, pp 39. 11 Véase Sabella, Andrés. Norte Grande, Editorial Orbe, Santiago, 1944.

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dividió el territorio seis partidos, que abarcaba el territorio entre Copiapó y Colchagua12, en dicho momento histórico, esta zona era conocida como el Norte de Chile. Dicha división político administrativa, va a sufrir algunas modificaciones territoriales, particularmente con el advenimiento de la Independencia y el intento por fundar el nuevo Estado Republicano. Las más importantes modificaciones tuvieron que ver con la reagrupación de la región al calor de las discusiones internas que atravesaba el país, particularmente en la coyuntura 1820-1828, donde las modificaciones fueron las siguientes; la creación de la Provincia de Coquimbo (1818), la creación de la provincia de Aconcagua (1826), y la posterior creación de Copiapó (1843). A fines del siglo XIX, la percepción era diferente a los primeros años de la Independencia. Se concebía un país dividido geográficamente en regiones definidas como entidades independientes, delimitadas y definidas, por sus características geo-morfológicas, y por sus riquezas naturales. A partir del conocimiento generado por diversas investigaciones, a partir de estos antecedentes se planteó un nuevo ordenamiento territorial, desde el paralelo 24°en que se iniciaba la zona desierta del norte i la semi-septentrional poblada13, también denominada la región del mineral, extendida hasta el paralelo 33° de latitud sur. En el año 1882, se instala y consolida, la idea geográfica14 de país. Esta concepción vino de la mano con el desarrollo disciplinar, de la geografía en Chile. Esto motivado por los trabajos de varios extranjeros que permitieron tener un 12

Los partidos en que se dividió el territorio, fueron los de Copiapó, Huasco, Coquimbo, Illapel, Petorca, Aconcagua. Ver Cobos Noriega, María Teresa, La división político-administrativa de Chile, 1541-1811, Editorial Universidad Católica de Valparaíso, Valaparaíso1989, pp. 110111. Para la división administrativa temprano republicana ver Sanhueza, María, “La primera división político-administrativa de Chile, 1811-1826”, Historia N°4, tomo 2 , año 2008, pp. 447-493 13 Ver Echeverría y Reyes, Aníbal. Geografía política de Chile. Imprenta Nacional, Santiago, 1888. 14 Ver Sagredo Baeza, Rafael “La idea geográfica de Chile en el siglo XIX”, Revista Mapocho, N° 44, Ediciones de la Dirección de biblioteca, Archivos y Museos, 1998, pp. 123-164.

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conocimiento más acabado de la realidad geo-morfológica del país. El resultado de dichos trabajos generó una nueva división del territorio en cuatro regiones, donde se incluyó una nueva zona mineral, extendida entre los 23° y 28°30’de latitud Sur, situada entre Antofagasta y Copiapó (28°30’L.S). Esta zona se configuraba hasta el valle de Aconcagua, donde se establecía una nueva zona minera i agrícola, definida en la época “con los caracteres de una y otra, aunque participando más de la primera”15. La nueva definición territorial del Norte señalada en el párrafo anterior se transformó en la base que posteriormente recibió el nombre de Norte Chico, ya que incluía la base histórica, de lo que había en la zona; Copiapó, Coquimbo y los valles transversales de Colchagua. Si ponemos atención a las últimas ideas enunciadas, nos damos cuenta que dos criterios han primado a la hora de definir el territorio que compone la zona estudiada; por un lado el geo- morfológico, y por otro el económico, a partir de las riquezas existentes en el territorio. Ambos criterios se bifurcan cuando se busca definir el tipo de Región que es el Norte Chico. Lo que nos lleva, además a considerar que cualquier investigación en torno al Norte Chico está influenciada por la idea de Región, independiente del campo de estudio y las diversas definiciones que se empleen; ya sea desde la geografía, la arqueología, la economía o la historia. Son muchas las salidas a dicha problemática, sobre todo por la diversidad de enfoques que se puede optar, y las interpretaciones con las que se puede entender el Norte Chico, bajo un paradigma especifico de región. Debemos señalar, que al igual que en la mayoría de las disciplinas dentro de la historiografía, han surgido diversas posturas a la hora de definir la zona, particularmente en la literatura contemporánea, donde la inexistencia de una sola definición ha contribuido a restarle importancia a sus especificidades, sobre todo si se considera cualquier conceptualización del Norte Chico. Nociones que, a su vez, encierran en sí mismas la clasificación de elementos culturales, económicos, espaciales y sociales sobre el marco geográfico en que se desarrolla. Por lo tanto, proponer una 15

Gobierno de Chile, Sinopsis estadística y geográfica de Chile, Imprenta Nacional, Santiago, 1883, pp. 4-6.

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investigación que considere la revisión de dichos conceptos, es sugerir una forma de problematizar la región desde la diversidad teórica, tomando elementos propios del recorrido histórico y los cambios que ha tenido el concepto, a la par de los cambios políticos y sociales existentes en la región. En este sentido el vocablo Norte Chico no ha estado ajeno a controversias dentro del ámbito intelectual, debido a la visión despectiva, que se le ha atribuido al concepto Norte Chico. A partir de esto, se han propuesto una serie de nuevos nombres para definir la zona, particularmente desde los trabajados de historiadores locales, quienes han considerado que el uso del vocablo Norte Chico, es “una denominación injusta y peyorativa”16. En pleno siglo XX, en la década de 1980, se comenzó a hablar de Cercano Norte Chileno y Lejano Norte Chileno para atenuar de alguna forma, la carga semántica y peyorativa de Norte chico. Sin duda dichos intentos por re definir el Norte de Chile, poseen una pesada carga centralista, ya que ambos conceptos son definidos en relación, a la distancia con la capital. También, se trató con criterios temporales, el profesor Hugo Marín Varela, planteó como alternativas las nociones de Neo-Norte Chileno, para las provincias integradas de forma tardía al territorio de Chile, y Antiguo Norte de Chile, para la región que aquí estudiamos. Bajo este mismo enfoque crítico, diversos autores han confluido en la idea de Norte Verde, a partir de la visión del poeta David Perry Barnes17 , que nació luego de una campaña- del mismo poeta-por reforestar la zona a mediados del siglo XX. Una prolongación de dicho concepto es la noción de Norte Florido, que nace a partir del fenómeno estacional del desierto florido, dicha idea es defendida por historiadores locales, que mantienen la idea, que el vocablo Norte Chico es despectivo18. 16

Marín Varela, Hugo en “Introducción” a la re-edición de Joaquín Morales, Historia del Huasco 1898, Ediciones Universidad de Chile, Serena, 1981, pp.16. 17 Perry Barnes, David, Portal 18, Editorial regional, Ovalle, 1981, pp. 12. 18 Ver Bodini, Hugo et al, Colosos del Norte Verde, Ediciones Universidad de La Serena, la Serena, 1989. Otro ejemplo en Ruiz, Carlos, Los pueblos originarios del Norte Verde (La Serena: Editorial Gobierno Regional de

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Luz María Méndez propone el concepto de Macroregión minera del norte19 para reemplazar el concepto de Norte Chico. La problemática de definir bajo el nombre propuesto por la autora, radica en que la minería no fue siempre la actividad económica predominante en la región. Como señala Luis Ortega, desde 1880 la producción cuprífera se redujo considerablemente y se “evidencia la precariedad de la mayoría de las faenas mineras, las que además varían de distrito en distrito”, como señala Ortega, podemos criticar la validez de la existencia de esta supuesta “macroregión minera”20. Por otro lado Jaime Cisternas ha revitalizado el concepto de macroregión minera del norte21 , a partir de la importancia de la minería durante el siglo XIX, desconociendo, la importancia de los ciclos económicos de las covaderas y esencialmente del ciclo salitrero, realidad económicamente más sólida que la decadente minería cuprífera de la misma época, diferencias que se acentuaron cuando la región en cuestión compitió por la demanda de mano de obra con las tierras del salitre, ejercicio que resultó definitivamente más beneficioso en el periodo para las provincias de Antofagasta y Tarapacá. Como se ha señalado anteriormente, resulta poco funcional definir la región estudiada a partir de las características enunciadas, debido a que restringen las posibilidades que entrega el concepto de Norte Chico, ya que existe una amplia aceptación de dicho vocablo, más allá del ámbito académico. Además permite hacer confluir una serie de procesos, económicos, históricos y sociales, corroborados por la amplia difusión del mismo concepto de Norte Chico, que a su vez posee una versatilidad que evita cualquier reduccionismo. Coquimbo, 2004). También Cortés Olivares, Hernán et al, Pueblos originarios del Norte Florido (La Serena: Editorial del Norte, 2004). 19 M. Méndez, Luz .La exportación minera en Chile 1800-1840. Un estudio de historia económica y social en la transición de la Colonia a la República, Editorial Universitaria, Santiago, 2004, p.89. 20 Ortega Martínez, Luís “Presentación” en Luís Ortega M.; Milton Godoy O. y Hernán Venegas V., Minería y Sociedad en el Norte Chico, 18401930 , Editorial Universidad Academia de Humanismo Cristiano-USACH, Santiago 2009, 11 21 Cisternas F, Jaime “Indígenas y minería en la macroregión minera del norte, 1813-1884”. Tesis para optar al grado de Doctor en Historia. Universidad de Chile, 2007.

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3.- Historiografía sobre el Norte Chico; la tradición decimonónica Como se señaló anteriormente, existió una controversia con el concepto de Norte Chico. Dicha controversia nace, a partir de la defensa que hacen los historiadores regionales, sobre la necesidad de re-significar el concepto. En este sentido, conviene realizar una revisión a las principales obras sobre la región, ya que de esta forma se puede tener una idea general sobre cómo se aborda, desde la historia local, el estudio de la región. Desde el punto de vista historiográfico, las primeras investigaciones en abordar de forma profesional las temáticas en torno al Norte Chico, se pueden rastrear hasta el siglo XIX. Dentro de estas obras destaca el estilo positivista, descriptivo, cercano al género de la crónica, donde de forma meticulosa y cronológica, se buscó recrear el pasado colonial, y los primeros años del siglo XIX. Destaca para la Serena, el periodista, escritor y dramaturgo, Manuel Concha Gajardo (1834-1891) y su obra Crónica de la Serena22, donde realizo una detallada descripción de la ciudad, sus instituciones, principales sujetos sociales, ritos y fiestas propias de la vida costumbrista de la época. En esta misma lógica Carlos María Sayago (1840-1926), realizó su obra Historia de Copiapó23, en el año 1874. En su obra destaca la utilización de archivos locales, ya que muchos de estos documentos, posteriormente resultaron quemados y perdidos definitivamente en un incendio que consumió la Intendencia de Atacama, su obra resulta particularmente importante y valiosa por los antecedentes que aporta. A este grupo de historiadores decimonónicos se le agrega Luis Joaquín Morales (1861-1915), quien escribió en el año 1896, su texto Historia del Huasco24, donde se narran los acontecimientos ocurridos, desde el descubrimiento y conquista de Chile en la región de Atacama, hasta mediados 22

Concha Gajardo, Manuel. Crónicas de La Serena. Editorial Universidad de La Serena, La S erena,3° Edición,2010. 23 María Sayago, Carlos. Historia de Copiapó. Editorial Antártica. 3° edición. 1997.Santiago de Chile 24 Morales Ocaranza, Joaquín,. Historia del Huasco, Imprenta de la Librería del Mercurio, Santiago, año1896.

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del siglo XIX. Para el caso de Ovalle, Petorca e Illapel, los nombres David Perri Lanas (1856-1940), Elías Lizana y Eduardo Sepúlveda sirven para ilustrar el desarrollo de una historiografía local, preocupada de las ciudades más importantes del Norte Chico. Además, estos autores pusieron en relieve-dentro de la historia nacional y la historia regional. La mayoría de estos autores fueron pioneros en el estudio del Norte Chico, y les debemos que hayan sentado las bases de nuestro conocimiento sobre la región25. En la mayoría de estos estudios abunda la crónica costumbrista, la descripción extensa de acontecimientos, y de la sociedad en general. Al pertenecer la mayoría al siglo XIX, se aprecia un claro estilo positivista en su redacción, obviando cualquier explicación de los acontecimientos narrados. De esta última afirmación va a dar cuenta la historiografía chilena, entrado el siglo XX. 4.- El siglo XX y la Irrupción de la Historia económica y social Durante el Siglo XX, surgen nuevos estudios, que van a buscar explicar de forma profunda, la sociedad nortina. Dentro de estos textos, encontramos la obra de Marcelo Carmagnani, el Asalariado Minero en Chile Colonial26, quién es uno de los primeros autores, en realizar una investigación acabada y profunda sobre el Norte Chico. Al momento de publicar su obra (1963), la metodología y los marcos interpretativos utilizados, irrumpieron de forma novedosa en el escenario historiográfico nacional, contribuyendo a renovar los estudios sobre las sociedades regionales, gracias al cruce entre historia social y económica. Las principales conclusiones a las que llega el autor, es que contrario a lo que se creé, para el siglo XVII, el Indígena libre experimento un sensible aumento, la población mestizo blanca creció gracias a una continua 25

Ver Rodríguez Pinto, Jorge. La Araucanía y el Norte Chico. Historia, Memoria e Identidades Regionales. En Cortés Olivares, Hernán, Godoy Orellana, Milton (editores). XII Jornadas Nacionales de Historia Regional de Chile. La Historia Regional y su Pasado Presente. Edt. Universidad de la Serena.2007.Pag.100 26 Carmagnani, Marcelo. El Asalariado minero en Chile colonial. Su desarrollo en una sociedad provincial. El Norte Chico.1690-1800.Editorial Universitaria. Santiago de Chile 1963

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migración, provocada por la necesidad de mano de obra para las faenas mineras27. En los aspectos económicos, la región del Norte Chico se caracterizaba por tener una marcada prevalencia de la producción ganadera, y de forma secundaria la minería del Cobre, particularmente durante las primeras décadas del siglo XVII. Posteriormente, en 1690, la economía sufre un vuelco, hacia la producción triguera, además el cultivo de viñas se volvió importante. Sin embargo hacia el segundo decenio del siglo XVIII, este escenario cambio debido a una crisis en la producción triguera, desplazándola por la viticultura28. Paralelamente, el autor señala, que el aumento del grupo mestizo blanco y el deseo del encomendero de utilizar indígenas encomendados, y no mestizos-por el mal concepto que se tenía de estos-genero una marginación de dicho grupo social. Este grupo lentamente fue incorporado al sistema social, en los siglos posteriores, debido a la necesidad de mano de obra para las minas, además se aprecia un progresivo aumento del poder adquisitivo de los peones. La mayoría de estas conclusiones, son gracias a la utilización de metodologías pertenecientes a la economía; como por ejemplo el cálculo de los salarios reales y nominales, de barreteros y apires, lo que sin duda fue sumamente novedoso para su época. También existen algunos trabajos de varios autores connotados, que han trabajado a partir de diferentes enfoques y temáticas, el periodo previo al siglo XVIII. Muchos de estos trabajos están esparcidos en artículos diversos, donde se hace hincapié en la composición de la sociedad regional, y la economía local, profundizando los aspectos relativos a la formación histórica de la Serena y el Norte Chico29. 27

Íbid.p.56 Íbid.p.74 29 Ver Góngora, Mario. “Los Hombres ricos de Santiago y La Serena a través de las cuentas del Quinto Real”, en Revista Chileno de Historia y Geografía N” 131. Santiago 1963 y en algunas referencias en Encomenderos y Estancieros, Santiago 1970; Carlos Sampat Assadourian, “Chile y el Tucumán en el s. XVI. Una correspondencia de mercaderes”, Historia No 9, Santiago 1970; Sergio Villalobos. por ej., en “Ocupación de tierras marginales en el Norte Chico: un proceso temprano”, Cuadernos de Historia, No 3, Santiago 1983 28

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Por otra parte, dentro de la Universidad de la Serena, existió durante la década del 80’ y a principios del 90’, un interés por promover los estudios sobre la realidad local, particularmente sobre la época colonial30. A pesar de estos avances “estructurales”, del trabajo de Carmagnani y las monografías realizadas por los estudiantes de la Universidad de la Serena, quedaron algunos vacíos, respecto a la población de la región. Buscando aportar a dichos vacíos, el profesor Jorge Pinto Rodríguez, en el año 1980, publico; La población del Norte Chico en el siglo XVIII. Crecimiento y distribución en una región minero-agrícola de Chile31. Donde incluye, a la hora de realizar levantamiento de información, los archivos parroquiales. El profesor Pinto, sostiene que el crecimiento de la población del Norte Chico en el siglo XVIII fue acelerado, dando origen a una nueva época, caracterizada por la fuerte expansión de la población. Sus conclusiones no se reducen exclusivamente al ámbito demográfico, también logra hacer el trasvasije hacia la historia económica y social, señalando que a partir del siglo XVIII, comienza un re acomodo de la población sobre todo durante la primera década del siglo XIX, este fenómeno ocurre sobre todo en el corregimiento de Coquimbo32. Para el autor, existen al interior de la región, cuatro tipos de unidades territoriales más pequeñas, las microrregiones urbanas, las microrregiones mineras, las microrregiones agrícolas y las microrregiones minero30

Se pueden citar las tesis de licenciatura, entre otros trabajos; Nelly Plaza y Yolanda Zepeda, “Las viñas en el Partido de Coquimbo, s. XVIII”, Universidad de La Serena, 1982; Ximena Vega. “Constitución de la gran propiedad agraria en el Partido de Coquimbo. Un estudio socio-económico a través de la familia Cortes-Monroy, 1557-1 817”, Universidad de La Serena, 1987; Jainie Fuentes y Mario Torres, “Estudio histórico evolutivo de la interacción del hombre del semiárido en una región del Norte Chico. Fray Jorge. Reserva mundial de la biosfera”, Universidad de La Serena, 1991; Telma Muñoz. “El crédito en la ciudad de La Serena y sus términos en relación con el crecimiento económico comercial, 1750-1800”, Universidad de La Serena, 1991: Flavia Torrealba. “Entre el señorío y la adaptación social: formación y descenso de una fortuna colonial”. Universidad de La Serena. 1991 31 Pinto Rodríguez, Jorge. "La población del norte chico en el siglo XVIII", Editorial l Universidad del norte, Coquimbo, 1980. 32 Ibid.p.14

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agrícolas33. Otro elemento importante para comprender el desarrollo de la población dentro de la región estudiada, particularmente para el siglo XVIII, fue la crisis coyuntural enntre 1765 y 1778. Se trató de una crisis muy compleja que afectó con singular fuerza al corregimiento de Coquimbo y cuyos antecedentes y curso apenas pudieron ser pesquisados a partir de la documentación revisada34. Sin duda el trabajo del profesor Pinto, entrega una mayor claridad respecto al comportamiento y evolución de la población en el Norte Chico, particularmente para el caso del corregimiento de Coquimbo. Pero sin duda, queda en deuda un estudio acabado, del tejido social que componía dicha población, donde se ponga énfasis en las dinámicas y relaciones sociales existentes. Estas son las interrogantes que busca resolver el profesor Eduardo Cavieres Figueroa, en su obra La Serena en el siglo XVIII. Las dimensiones del poder local en una sociedad regional35, particularmente analizando las formas en que la sociedad colonial del Norte Chico, se enfrenta a las modificaciones económicas y sociales generadas en las últimas décadas del siglo XVIII y primeras décadas del siglo XIX. El profesor Cavieres se enfoca en tres ejes de análisis; el primero, son los intentos por permear y debilitar las formas y medios de mantención de estructuras sociales y productivas básicas. El segundo eje de análisis, fue la incapacidad de los sectores terratenientes por aprovechar los cambios positivos en los valores y la producción regional, para transformar a la Serena en una economía potencial, a la par de Santiago y Concepción. Un tercer ámbito de estudio fue el empuje de los mercados externos, sobre la economía local, y el rol de las instituciones tradicionales (particularmente la Iglesia) dentro de las dinámicas económicas y sociales en la región. Para realizar su investigación el profesor Cavieres, analiza la configuración de las principales familias de hacendados 33

Ibid.p.15 Íbid. p. 16 35 Cavieres Figueroa, Eduardo. La Serena en el siglo XVIII. Las dimensiones del poder local en una sociedad regional, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso, 1993  34

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y su relación con los campesinos, la iglesia y el crédito colonial a través de las capellanías y los censos, y el impacto de las vinculaciones comerciales en las estructuras socioeconómicas internas. Durante décadas, las obras reseñadas anteriormente fueron canónicas en el saber sobre el Norte Chico. El siglo XXI, trajo un renovado interés por seguir estudiando la región a partir de diversos enfoques, particularmente desde la economía, la historia social y cultural. En esta lógica, la llegada del profesor Milton Godoy Orellana36, a la Universidad de La Serena revitalizo dicho interés, además las investigaciones de diversos historiadores de Santiago como Julio Bröll, Luis Ortega, Luz María Méndez, Gonzalo Piwonka37, entre otros, que incursionaron en la historia regional, demostraron un vivo interés por la zona, al alero de diversos encuentros y congresos regionales, se publicaron una serie de trabajos que innovaron en su metodología y temas38. 36

Ver las publicaciones sobre el Norte Chico de Milton Godoy Orellana; “Chinos, mineros danzantes del Norte chico, siglo XIX y XX”. Editorial Universidad Bolivariana. Fondo de la cultura y las artes (Santiago 2008), 112 páginas. También los artículos; "Fiestas, construcción de Estado Nacional y re-significación del espacio público en Chile: Norte Chico, 18001840", en Cuadernos de Historia, Nº 37(2012), pp. 51-73., "Entre la metáfora de la insularidad y la construcción del Estado nacional: el Norte Chico, 1840-1900", Revista Diálogo Andino, Nº40, "Norte Chico y Norte Grande: Construcción Social de un Imaginario compartido, 1860 – 1930" en Co-autoría con Sergio González. En Sergio González Miranda (Comp.), La sociedad del salitre, Ed. RIL - INTE, pp. 195-211, 2013. 37 Ver por ejemplo los trabajos de Gonzalo Piwonka; “Tongoy y el comercio de contrabando comienzos del siglo XIX”, en Hernán F. Cortés y Milton Godoy O., XII Jornadas Nacionales de Historia Regional de Chile, Universidad de La Serena, 2007, pp. 259-274. O los trabajos de Luis Ortega; Guerra Civil de 1859 y los límites de la modernización en Atacama y Coquimbo , Pablo Rubio Apiolaza Revista de Historia Social y de las Mentalidades, ISSN 0717-5248, Año 10, Vol. 2, 2006, págs. 11-40 38 Ver por ejemplo Cortés Olivares, Hernán, Godoy Orellana, Milton (editores). XII Jornadas Nacionales de Historia Regional de Chile. La Historia Regional y su Pasado Presente. Edit. Universidad de la Serena.2007. Pag.100. Venegas Hernán, Godoy Milton, Ortega Luis. Sociedad y minería en el Norte Chico. 1840-1930. Edit. Universidad Academia de Humanismo Cristiano.Santiago.2009

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Este renovado interés, también promovió él saber sobre otras zonas geográficas al interior del Norte chico; por ejemplo Ovalle, particularmente sobre Tamaya, uno de los principales centros mineros de la región durante el siglo XIX. En esta dinámica destaca el trabajo de los jóvenes historiadores Carol Cabrera y Diego Bugueño, quienes en su obra Tamaya; Las voces de la memoria. Rescate de la historia y tradición oral en un mineral del Norte Chico. Siglos XIX-XX39, estudian la economía y el tipo de relaciones generadas a partir de estas, en la zona, particularmente en un ciclo, poco estudiado por la historiografía chilena. El año 2012, también surge una interesante tesis de Magíster en la Universidad de Chile, la autora; Montserrat Arre Full, quién estudia la esclavitud durante los años 1620-1820, enfocándose en lo que ocurre con los niños esclavos en dicho marco temporal40.La mayoría de estos trabajos han ayudado a profundizar en diversos aspectos, el conocimiento sobre el Norte Chico. 5.-Reflexiones finales. A partir de lo señalado más arriba podemos concluir que, efectivamente el concepto Norte Chico nace del uso popular y desde ahí comenzó a ser utilizado por la comunidad académica en general. Dicha noción no ha estado ajena a las polémicas, sobre todo para aquellos investigadores, que lo consideran un término peyorativo, evidenciando una búsqueda por re-definirlo con atributos positivos. Respecto a la historiografía regional sobre el Norte Chico, si realizamos una síntesis sobre la mayoría de los textos revisados, se puede dar cuenta de tres grandes ideas: 1.- La existencia de una historiografía canónica, erudita, que fundó el saber sobre el Norte Chico, de carácter descriptivo y positivista. Destacan los autores María Sayago, Joaquín Morales y Manuel Concha. Dicha historiografía tuvo mucha importancia durante el Siglo XIX, principios del XX, y está marcada por la concepción geográfica de la región. 39

Cabrera Carol, Bugueño Diego, Tamaya: las voces de la memoria. Ver Arre Marfull, Montserrat. Mulatillos y negritos en el corregimiento de Coquimbo. Circulación y utilización de niños como servidumbre y mano de obra esclava en Chile.(1690-1820). Tesis para optar al grado de Magister en Historia de Chile. Universidad de Chile. año 2012 40

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2.- Sobre los vacíos de esta historiografía decimonónica se levanta una nueva historia económica y social, que pone énfasis en la población, la demografía y se avanza en el saber estructural del Norte Chico. En esta primera etapa “revisionista”, el área específica de estudio es la época colonial, y la transición a la Republica. Destacan los autores Marcello Carmagnani, Jorge Pinto y Eduardo Cavieres. En una segunda etapa, de este “revisionismo” se profundiza el saber por el siglo XIX, en detrimento de la época colonial. El auge de la minería del Salitre, sirve para explicar distintas dinámicas políticas y sociales que ocurrieron en la zona; las guerras civiles de 1851,1859, 1891 en Copiapó y la Serena, el disciplinamiento social, la relación entre la economía regional y la llegada del capitalismo a Chile. Dentro de los autores, destacan Luis Ortega, Milton Godoy, entro otros. 3.- La mayoría de los autores que han estudiado el siglo XIX en el Norte Chico, buscan en la base económica, el origen de los problemas políticos y sociales. Debido a esto, la historiografía sobre el Norte Chico, está supeditada a las problemáticas generadas por los ciclos económicos del capitalismo, además del auge de la minería, lo que enfoca y concentra la mayoría de las investigaciones en la parte final del siglo XIX. Esto ha repercutido en la falta de estudios sobre los procesos políticos ocurridos en Chile, durante la primera mitad del siglo XIX. Particularmente los acontecimientos referentes a la Independencia y el proceso posterior de construcción de Nación (1808-1833), un fenómeno muy distinto al que ocurre con el resto de las provincias en Chile y América Latina. Al llegar hasta acá es inevitable no preguntarse lo siguiente; ¿Dónde radica el origen de esta laguna historiográfica, para el Norte Chico? Radica en lo que han dicho los historiadores; Chile fue un país distinto a sus pares. Esto radica en la supuesta “singularidad chilena”. El elemento que le proporciona sustancia a nuestra singularidad, sería en términos historiográficos, el hecho de que fundamos un Estado ordenado y republicano de forma temprana, a través de un proyecto constitucional autoritario y centralista (1833), que nos dio regularidad,

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orden y obediencia, a diferencia de países como México, Argentina, Brasil, Ecuador y Bolivia, que recién después de 1850 lograron resolver sus problemáticas internas, logrando consensuar constituciones que permitieron el desarrollo de los diversos gobiernos. En nuestro país eso se zanjo rápido; a pesar de las demandas de Coquimbo y Concepción, una guerra civil (1828) y la respectiva imposición de Santiago por sobre el resto de las provincias amainando cualquier intento por un régimen federalista, o por buscar un orden republicano, donde los intereses de las localidades lejanas a la capital, fueran hechos más que ideas. Estos son los acontecimientos que fueron glorificados por los historiadores, estos han sido, para muchas generaciones de estudiantes de historia, los argumentos que le han dado el orden y la estabilidad necesario a nuestro país, y que además, nos hizo y nos hace diferentes al resto de los países latinoamericanos. Basta con revisar por ejemplo, uno de los ensayos más influyentes dentro de la historiografía chilena,  del ya clásico Mario Góngora; Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX, 1981. Donde utiliza el concepto de fronda aristocrática o desarrollado por Alberto Edwards, para explicar la temprana formación del Estado Nación chileno. En la mirada de los historiadores citados, las convulsiones políticas que siguieron a la independencia amenazaron los intereses de las elites aristócratas, quienes para restaurar el orden, aceptaron la concentración de poderes en el gobierno y en un líder: Diego Portales. Para Edwards, Portales fue la figura que logró dar forma al Estado autoritario, impersonal y virtuoso, que generó un orden institucional estable, permitiendo el progreso de toda la nación y el respeto a los intereses de la aristocracia. Cuando estos factores entraron en contradicción, la aristocracia le retiró su apoyo al Estado autoritario y actuó políticamente para debilitarlo. Las provincias chilenas, no estuvieron ajenas a la mayoría de las problemáticas, que padecieron sus pares latinoamericanas; la precariedad económica y material producto de la guerra de Independencia, sumado al costo social de dicha guerra- entre

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otras problemáticas- contribuyeron a generar un malestar en las elites locales. Además dichas problemáticas contribuyeron a generar una conflictividad  política permanente, que a su vez dio forma, al proceso político durante la construcción del Estado Republicano. Uno de los pocos autores, que ha ahondado en estas problemáticas, ha sido Gabriel Salazar, tomando la hebra dejada por Heise, en su texto Construcción de Estado en Chile (1800-1837). Democracia de los “pueblos”, militarismo ciudadano. Golpismo oligárquico (2006), donde aventura una nueva interpretación para el periodo. Salazar critica la creencia canónica de que existió “un solo Chile” cohesionado, donde los conflictos con las provincias habrían sido de poca importancia. El autor se centra su estudio, en  la importancia de “los Pueblos” y sus espacios de participación política, es decir, de los cabildos municipales, además considera la influencia, que tuvieron estas instancias de poder local, dentro de la formación de Chile como un Estado-Nación, visibilizando las tensiones y conflictos que dichas instancias padecieron frente a las pretensiones hegemónicas capitalinas, por sobre las elites regionales. A pesar de la mayoría de estos intentos, la historiografía chilena no se ha hecho cargo de los matices locales y el reconocimiento del rol de las provincias, ni ha sido capaz de generar un enfoque “desde adentro”, que indague lo ocurrido durante el proceso de construcción de Estado-Nación en las provincias. Menos ha considerado la discusión política interna y la forma en cómo se articularon los espacios de poder local, a la hora de enfrentarse a sus pares de la capital, en contra del centralismo. Si seguimos los aspectos clave en esta óptica analítica, donde a través de la historia regional, rastreamos el proceso de Independencia y formación del Estado republicano, podremos apreciar la conducta que adoptan las elites provincianas y la forma en que enfrentaron su relación en el proceso de formación del Estado, siendo un elemento articulador de conflictividad, durante la primera mitad del siglo XIX. Ya en 1813 una protesta contra la “constitución” de Carrera vino de la recién creada provincia de Coquimbo. El cabildo

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de la Serena acordó aceptar la “constitución” de 1812, solamente si le introducían enmiendas significativas41. Las demandas de parte de Coquimbo y Concepción continuaron bajo el gobierno de O´Higgins, lo que se tradujo en un factor de peso en el derrocamiento del director supremo. Las décadas posteriores no van a ser ajenas a estas problemáticas, en 1825, Coquimbo de forma más intransigente, se arrogó según las palabras del vicecónsul británico, “la Facultad de hacer implantar sus propias leyes locales y provinciales, distintas e independientes de todo control por parte del Gobierno general de San Yago [(Santiago)]”42. Incluso en el año 1828, Coquimbo “…se declara libre e independiente; no reconoce autoridad ninguna de los de afuera de su territorio hasta que haya un gobierno legalmente constituido…”43. Es así como en las zonas del norte y sur del país, durante toda la década del 20’, se va a transformar en un polo de conflicto permanente, donde las elites locales van a jugar un rol esencial. Por lo tanto cualquier estudio que considere la dimensión política a una escala regional o provincial debe tener presente los acontecimientos ocurridos durante la primera mitad del siglo XIX. Una propuesta viable, en este sentido, es estudiar la participación política de la elite local, a partir del análisis de las ideas y conceptos utilizados por los representantes, a través de las instituciones formales, donde se explicitó un proyecto local que concebía la Republica desde las provincias, con un enfoque pluralista, que además buscaba mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales de la región. Basta con citar como ejemplo las actas de cabildo, donde los representantes de Coquimbo comenzaron a cuestionar el liderazgo de Santiago; Que es lo pretenden? Sugetarnos a la seguedad de sus caprichos, y después de absorver los frutos de nuestra 41

Collier White, Simón, Ideas y Políticas de la Independencia Chilena 1808-1833, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 1997, p.287 42 Carter a Nugent, 22 de mayo de 1825, F.O. 16/2, p.282. Citado de Collier, Ibíd, pp. 289-290 43 Sesiones de los Cuerpos Legislativos. Tomo XII. Santiago Imprenta Cervantes,1889.p. 34

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industria, excluirnos de la participación de los dulces favores de esa libertad que tantos sacrificios nos ha costado y que solo, los odiosos recursos de la península y su vigilante despotismo podían impedirnos?”44. Si se revisan estos documentos de manera sistemática; los fondos municipales, donde están los archivos de cabildo de la Serena, las actas de la asamblea provincial de Coquimbo, contrastándolos con las sesiones de los cuerpos legislativos, y la prensa de la época, se puede concluir que existió un deseo por mejorar, y crear las condiciones para una mayor igualdad en la región; incluso se puede vislumbrar un proyecto de carácter local que concibió a la Republica, desde una óptica provincial, por lo tanto cualquier análisis sobre el Norte Chico, en clave política, debe partir por revisar estos acontecimientos, ya que han sido obviados por la mayoría de los historiadores, y son claves para entender el desarrollo histórico de la provincia.

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ANH, Fondo Cabildos y Municipalidades del País, Municipalidad de Coquimbo Vol.1, s/f, 19 de julio 1825.

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Damián Rojas Bonilla

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Cooperativa de Estudios Históricos y Ciencias Sociales, Cehycso. Revista Norte Histórico. N° 1, 2014: 122-158 Issn: 0719-4587

DE REPOSITORIOS Y DE COMUNIDADES INDÍGENAS COMO SUJETOS HISTÓRICOS (REGIÓN DE ARICA Y PARINACOTA, EXTREMO NORTE DE CHILE)1

THE REPOSITORIES AND THE INDIGENOUS COMMUNITIES AS HISTORICAL SUBJECTS (REGION OF ARICA-PARINACOTA AT NORTHERN CHILE)

Shirley Samit Oroz2, Cristhian Cerna Moscoso3 y Pablo Chávez Zúñiga4 Recibido el: 16 de marzo de 2014 Aceptado el: 23 de mayo de 2014

Resumen:

La investigación histórica sitúa su énfasis en las fuentes documentales que componen los archivos y repositorios para comprender los relatos y sujetos del pasado; no obstante, ha tenido poca sintonía con la reflexividad en torno a las dimensiones patrimoniales y las dinámicas sociales productoras de tales fuentes. Esto último, en la región de Arica y Parinacota (extremo norte de Chile), supone un reto donde el oficio de historiar se revela en una constante tensión, a través de la cual, la falta de consideración patrimonial de la documentación sumada a la relativa ausencia de referentes archivísticos, reproduce

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Este trabajo se inscribe en la difusión de los resultados del proyecto FONDART Nº 21123, ámbito regional, ejecución año 2012. 2 Historiadora (Universidad de Tarapacá). Becaria CONICYT. Programa de Magíster en Género y Cultura mención Humanidades (Universidad de Chile). Contacto: [email protected] 3 Antropólogo Social (Universidad de Tarapacá). Becario CONICYT. Programa de Magíster en Ciencias Sociales (Universidad de Chile). Contacto: [email protected] 4 Profesor en Historia y Geografía (Universidad de Tarapacá). Magister en Ciencias Sociales Aplicadas (Universidad de Tarapacá. Magister en Historia (Universidad de Chile). Programa de doctorado en Historia (Universidad de Chile). Contacto: [email protected]

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un contexto donde los soportes documentales son relegados a un lugar marginal, coyuntural y precario. En este artículo a propósito de la situación señalada, se presenta la experiencia de un caso de descripción archivística en un repositorio público de bienes inmuebles regionales, destacando su aporte para la comprensión de aspectos de la propiedad de la tierra indígena regional. Como resultado, se describe y caracteriza el corpus documental del subfondo “regularización de bienes inmuebles” del repositorio, y se realiza una aproximación socio-histórica a la propiedad de la tierra indígena en el extremo norte, considerando especialmente el sector altiplánico de Arica. Palabras claves: Repositorios, Comunidades indígenas, Historia regional y local, Región de Arica y Parinacota (Chile), Extremo norte de Chile

Abstract:

The research in the field of history puts accent on the documentary sources of the archives and repositories to understand the stories and subjects of the past; however, still have little tune with the reflexivity around the cultural heritage dimensions and the social dynamics of producing its. This schema in the Region of Arica-Parinacota region (northern Chile) have a special challenge where the craft of historicizing is revealed in a constant tension, through which, the lack of consideration of the cultural patrimonial features coupled with a relative absence concerning to the archival actors and specialists, plays a context where the documentary sources are relegated to a marginal, temporary and precarious place. In this article about such emphasis, we show the experience of a case about to the archival description in a public repository, highlighting their contribution to the understanding of aspects of the regional indigenous communities land ownership. As result, we described and characterized the documentary corpus of the “subfondo regularización de bienes inmuebles” from the repository, and we make an essay with a socio-historical approach about to the indigenous land ownership at northern Chile, considering specially the highland of Arica. Keywords: Repositories, Indigenous communities, Regional and local history, Northern Chile, AricaParinacota Region (Chile)

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I. Introducción “(…) El pasado es, por definición, un hecho que no se modifica. Empero, el conocimiento del pasado es una cuestión en progreso, que incesantemente se transforma y perfecciona (…)”5. Bloch (2002: 75)

En el escenario internacional, en torno al último decenio desde la UNESCO se ha advertido la necesidad de revisar la situación de las fuentes documentales como un tipo de patrimonio cultural vulnerable (Edmondson, 2002 a y b). Se sostiene que aunque se encuentra implícito en la definición misma del patrimonio cultural, el recurso documental no parece ser consonante con prácticas y protocolos orientados a su salvaguarda. La documentación apreciada en tal coordenada, se revela como un espacio intermedial y de memoria eminentemente vulnerable y perentorio, que se proyecta como recurso a través de formas de textualidad, aportando al conocimiento y la comprensión posible de las experiencias socioculturales de las sociedades y los sujetos en el “pasado” (Cook, 2001; Ketelaar, 2001, 2005; López y Galego, 2007; Ogden, 2000). En Chile, se ha avanzado lentamente en las orientaciones señaladas. A pesar de haber una institucionalización de la salvaguarda patrimonial cultural existe una escasa reflexividad y una materialización de acciones orientadas a ocuparse efectivamente de los documentos como dimensiones vulnerables y necesarias de identificar, valorar y conservar desde un reconocimiento de su dinámica social y cultural (Ketelaar, 2005; McKemmish, Gilliland-Swetland y Ketelaar, 2005; Villaseca, 1996 y 2002). En el ámbito público, el tratamiento de la documentación se ha inscrito en torno a diversas normatividades yuxtapuestas que han actuado discrecionalmente, careciendo de eficacia sobre un supuesto de instrumentalización con fines de la transparencia del Estado. Actualmente, en el marco de la ley de Transparencia, se han intentado algunos ejercicios de homologación. En este escenario, se ha producido un status quo donde las entidades encargadas de regular aspectos relativos a la gestión de repositorios actúan de forma coyuntural y liminal sobre estas 5

Subrayado y traducción nuestra.

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cuestiones, generalmente con precario financiamiento. Se constituye en lo fáctico, realidades documentales que tienen que ver con la acumulación azarosa de documentos en base a precarios o nulos protocolos descriptivos y organizativos, que provoca problemas estructurales de comunicación en torno al proceso de identificación, catastro, salvaguarda y valoración6 (Mercado, 2011 y 2012). Al no contar con marcos legales y procedimentales que se hagan cargo de manera eficaz7, eficiente y sustentable del proceso integral de identificación, reconocimiento, preservación y conservación final de este tipo de patrimonio, aumentan las probabilidades de pérdida de estos recursos potenciales para la comprensión y promoción de la memoria histórica-cultural local, regional y nacional (Villaseca, 2002). Considerando el nivel nacional aludido, la situación se agudiza en regiones. Por un conjunto de situaciones aditivas, asociadas al centralismo y la limitada acción de las instituciones especializadas –sobre todo, por carencia de presupuesto–, que tienen que ver con la ausencia de referentes con competencia en archivística así como de espacios y posibilidades para promover esta índole de problemáticas vinculándolas a vasos comunicantes sociales y culturales de la sociedad civil, se reproduce una concepción de los documentos como elementos meramente intermediales, donde la limitada impresión sobre tales ha promovido una perspectiva pragmática y exclusiva respecto de su salvaguarda y puesta en valor por parte de los actores responsables. Se suma la instrumentalización con fines coyunturales de los organismos administradores públicos, donde su tratamiento es visto solamente como de tipo técnico y, con frecuencia, basado en una idea rígida del documento que es visto como manifestación aislada de los fenómenos sociales y culturales que los produjeron. En este artículo, revisando algunas orientaciones de las perspectivas que consideran al patrimonio documental como 6

Cabe señalar que por valoración se entiende a la estimación de valor o mérito de un soporte en función a planos administrativos, históricos y socio-culturales, especialmente. En otras palabras, atribuir contexto que permita transmitir un significado que atribuye un sentido a las piezas documentales para efecto de investigación y de ejercicio ciudadano. 7 Es decir, con orientación a objetivos determinados y a los cuales se orienta la acción. En tanto que eficientemente, a propósito de la relación de medios y fines respecto del beneficio posible.

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testimonio cultural, pasando luego, brevemente, por algunos marcos legales en Chile sobre el resguardo del patrimonio documental, se presenta el caso del repositorio público de bienes raíces administrado por la Secretaría Regional Ministerial de Bienes Nacionales de la Región de Arica y Parinacota (en adelante SEREMI). Se analizan en lo siguiente, aspectos de la incorporación de protocolos de descripción archivística y de caracterización del corpus documental, para finalmente, a propósito de la documentación del subfondo “Regularización de bienes inmuebles”, realizar una aproximación prospectiva hacia algunos contextos socio-históricos de la propiedad de la tierra indígena regional, considerando especialmente el caso del altiplano. II. El documento como testimonio cultural “El patrimonio documental refleja la diversidad de los idiomas, los pueblos y las culturas. Es el espejo del mundo y de su memoria. Ahora bien, esta memoria es frágil y todos los días desaparecen para siempre partes irremplazables de ella”.8 Como señala la UNESCO el documento remite a un testimonio cultural de la actividad humana social e históricamente situada (Ketelaar, 2006). Este se fija sobre un soporte tecnológico de textualidad perdurable, que contiene información codificada mediante la expresión de su sistema de escritura que refleja formas de “epistemes”, de ordenamiento temporal del “relato” y de relaciones de poder (Arévalo, 2003; Derrida 1967, 1997; Fernández, 2003; Heredia, 2003; SantaMaría, 2006; Stoler 2009; Villa, 1995). La materia prima de un archivo y/o repositorio son los documentos. Señalan Guinchat y Menou (s/f) que tal soporte documental se halla constituido por un conjunto de dimensiones, entre las que es posible destacar: a) La físicastecnológica (material, naturaleza de los signos empleados, tamaño, peso, presentación, medios de producción, etc.); y, b) La intelectual (finalidad, contenido, tema, tipo de autor, fuente, modo de difusión, accesibilidad, originalidad, etc.). El 8

Preservation of documentary heritage, UNESCO.

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documento es en estos términos un soporte, un dispositivo tecnológico y una fijación material que describe a partir de formas textuales dimensiones culturales. Es un medio perdurable que contiene fragmentos de información culturalhistórico sobre diferentes órdenes de la realidad social, sea a nivel intersubjetivo, organizativo y/o institucional (Barnard, 2002; Stoler 2009; Vázquez, 2008). En la actualidad, la ciencia histórica tras un replanteamiento disciplinar9, progresivamente ha ampliado sus fuentes posibles considerando además del soporte documental clásico un conjunto de otros soportes de fijación de la memoria y la experiencia social y cultural como lo son los de naturaleza oral y audio/visual, haciendo utilización de tales según la temporalidad considerada en las coordenadas del objeto de estudio a documentar, se halla implícitamente relacionada con las clásicas fuentes de naturaleza documental-escrita para su propio ejercicio e inquisición disciplinar (Bloch, 2002; Moss, 1997; Tucker, 2004). La investigación historiográfica desde sus orígenes como disciplina, y hasta el presente, ha estado implícitamente relacionada con la preocupación sobre el patrimonio documental como espacio intermedial y como soporte de memoria en función de las dinámicas sociales, económicas, demográficas y culturales pretéritas; fundamentando este tipo de pesquisa, su qué hacer e identidad profesional (Aymard, s/f; Bloch, 2002; Florescano, 2003). Entonces, siendo uno de los principales recursos de la aproximación historiográfica el trabajo “en archivos”, y guardando éste una vinculación con ámbitos de la archivística, observa Moss (1997) que se ha reflexionado, sobre esta vinculación, sus responsabilidades y sus potencialidades en términos de las condiciones físicas de la fuente documental, su preservación, su conservación y valoración social como 9

La historia como disciplina, se encuentra constantemente auscultando su misión, sus fuentes (elaboradas a partir de modos de epistemes) y métodos de aproximación a la comprensión de las dimensiones sociales y culturales, incidiendo transversalmente, en la expresión de los fenómenos, requiriendo para tales objetivo de diálogo con otras disciplinas de las ciencias sociales. En Respecto nota Aymard (s/f: 185) que,“(…) si el historiador pretende responder de manera eficaz [a las dinámica y complejidades sociales], no puede limitarse únicamente a su disciplina, encerrándose en los refinamientos de una minoría de especialistas. La historia se escribe desde ahora desde una multiplicidad de perspectivas y categorías, y en torno a objetivos cada vez más interdisciplinarios (…)”

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recurso patrimonial. De este modo, el/la historiador/a abocado/a al oficio de historiar10 los fenómenos sociales y culturales, a pesar de la implícita relación ya señalada, se sustrae de materias relacionadas con la responsabilidad del rescate, catastro, conservación y preservación de las fuentes documentales como recursos de memoria social. Conjugado tal esquema con la profusión de un paradigma positivo del archivo que ve en el documento una unidad estática, patrimonializable y evocativa remite a la naturalización de relaciones marginales y coyunturales sobre estos espacios intermediales de acumulación de memorias sociales y culturales (Farge, 1991). Las actividades relacionadas a la conservación, preservación y valoración ciudadana de las fuentes documentales son, esencialmente, vistas como un campo de especialidad de la archivística en términos paradigmáticamente positivos (Calderón, 2008; Cook, 2001; Heredia, 1993; Santamaría, 2006; Villa, 1995), favoreciendo la comprensión de esta responsabilidad como un ámbito técnico y centrado en la relación terminal referente a los “usuarios”11, lo que no Es utilizada esta acepción según las concepciones de Bloch (2002), de O`Gorman (1995) y de Moradiellos (1994). En este sentido, y con fines procesuales-analíticos, cabe mencionar que entendemos la disciplina histórica como una ciencia social. Asumiendo tal condición, requiere la misma inscribir una reflexividad sistemática sobre sus diseños metodológicos y sobre la posibilidad de sus fuentes clásicas y latentes como formas “producidas” significantemente por el proceso investigativo y que “informan” sobre un sistema social y cultural (Cardoso 1981). En términos de investigación, especialmente de tipo documental y etnográfica, lo anterior se connota ante la empresa de “conocer” y “comprender” los aspectos configurantes de los/as objetos/sujetos/as de estudio que se referencian a través de los parámetros contextuales y relacionales propios de las realidades sociales, económicas y políticas histórica y culturalmente situadas, a escala macro y micro, donde se requiere, creemos, un constante cuestionamiento onto-epistemológico basado en la hipótesis de la alteridad cultural radicalmente diferente a la propia del sujeto/a investigador/a. 11 Aquí tales “usuarios” epistemológicamente no son una problemática, sino una referencia de “necesidades” a “satisfacer”. Se remiten las acciones a un individuo estándar que “satisface” necesidades que contiene el documento. Esta concepción relativa a la perspectiva positiva de la archivística ha tenido en la última década una progresiva crítica desde orientaciones que pugnan por un paradigma orgánico que considere a los actores implícito en la dinámica de producción y utilización de los documentos. Como señalan Cook (2001) y Ketelaar (2006), creemos, es menester reflexionar sobre los pliegues socioculturales, instrumentales, 10

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contribuye al desarrollo de una reflexión multidisciplinar respecto de las fuentes, su conservación, su preservación y su valoración como recurso para el desarrollo de la comprensión de los fenómenos sociohistóricos. No aportando además tal situación, al diálogo crítico y mancomunión de esfuerzos en aras de sustentabilizar este tipo de recurso y la generación de agendas patrimoniales para su identificación, sistematización, conservación y preservación (Edmondson, 2002b). En el extremo norte de Chile, diversos autores han señalado la importancia del material contenido en los archivos y repositorios regionales, con la finalidad de comprender los procesos socio – históricos regionales (Díaz, 2010; Díaz et al., 2010; González y Gunderman, 2009). Sobre todo en contextos septentrionales, donde existen escasos profesionales de la archivística y, menos aún, espacios de diálogo y discusión sobre estas materias entre cientistas sociales y la ciudadanía.12 Tendiendo, a la invisibilización de su contingencia, su importancia y su vulnerabilidad, en tanto, soporte para la comprensión de procesos, realidades sociales y políticas, y como recurso potencial para favorecer por ejemplo, la promoción y desarrollo de memorias colectivas e identidades (McKemmmish, Gilliland-Swetland y Ketelaar, entre otros, que inscriben la producción de documentos y su relación con referencia a los conjuntos poblacionales que les produjo a propósito de sus prácticas sociales, culturales e históricas. O sea, plantear la situación solamente instrumental donde se “satisface una necesidad” de un “usuario” es elementalmente restringido y genera, por ende, prácticas instrumentales y viviseccionadas de los documentos y sus contexto en términos de su naturaleza patrimonial, o como recurso de memoria (Ketelaar 2001, 2006; McKemmish, Guilliland & Ketelaar, 2005). Según Cook (2001) estamos ante la tensión de un paradigma y la posibilidad de otro, advirtiéndonos lo siguiente (…) is a shift away from viewing records as statics physical objects, and towards understanding them as dynamic virtual concepts; a shift away from looking at records as the passive products of human or administrative activity and towards considering records as active agents themselves in the formation of human and organizational memory; a shift equally away from seeing the context of records creation resting within stable hierarchical organizations to situating records within fluid horizontal networks of work-flow functionality (…) (Cook 2001: 4). 12 Especialmente considerando el caso de la Región de Arica y Parinacota, debe connotarse el caso del Archivo Vicente Dagnino de la Universidad de Tarapacá, que se ha vuelto la entidad técnica referente sobre la temática documental y la promoción de espacios académicos y ciudadanos la promoción de su valoración.

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2005); como corolario inmediato, aporte a la sustentabilidad de la participación ciudadana, informada y consciente (Ketelaar, 2005, 2006). III. Algunos marcos legales en Chile sobre patrimonio documental El Estado, ha procurado normalizar la gestión administrativa de documentos producidos y acumulados por sus órganos. De múltiples maneras ha intentando protocolizar la producción de los mismos hasta su eliminación y/o emisión a las entidades encargadas de su depósito y conservación, según criterios de valoración13 (Taboada y Nielsen, 2006). El DFL N° 5200 del año 1929, ha sido la principal regulación en materia de archivos en Chile. Esta normativa, en la actualidad, no guarda relación con los cambios sociohistóricos, políticos y económicos latentes. Por lo tanto, cada institución acoge las normativas según su propia interpretación y prácticas contingentes a su función especializada. Los Dictámenes N° 30.225/1985 y N° 2.921/1987, establecen que la documentación oficial o instrumentos públicos auténticos no podrán reemplazarse por reproducciones fotográficas o similares por no existir una norma legal que lo autorice. Modificado con el art. 1 de la ley N° 18.845, establece que el sistema de microcopia y su protocolo. En torno a lo cual, los documentos micrograbados podrían tener una duración de cinco años en conservación, si fuesen privados, y diez años en caso de ser documentos públicos. Después de tal plazo, podrían ser eliminados y notificarse de la destrucción en el diario oficial, pero con reticencia, ya que el art. 6 de la ley N° 18.845, prohíbe la destrucción de cualquier documento con valor histórico y cultural14, aunque se encuentre en otro formato supervisado bajo el cargo del conservador del archivo nacional, también se deberán conservar archivos privados en caso de ser declarados monumento nacional, De relevancia para respaldar las acciones de los órganos de Estado, o de su relevación como recurso para la memoria histórica cultural nacional, regional o local. 14 Lamentablemente, no existe certeza legal sobre esta catalogación, lo que le hace remitirse a un espacio hipotético que faculta múltiples interpretaciones posibles que a veces se oponen entre sí. 13

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siendo el conservador, quien argumente la necesidad de su preservación (Mercado, 2011 y 2012) La ley de transparencia N° 20.285 del año 2008, reactualiza la situación de la documentación, manifestando la necesidad de generar protocolos universales en las entidades públicas para el procesamiento de los corpus documentales, donde la ciudadanía, a través de este referente legal, puede hacer explicito requerimiento de información al Estado. Así, la documentación debe estar regulada por un cuerpo normativo que pueda asegurar tanto la disponibilidad como su resguardo. No obstante lo anterior, esta ley contiene una glosa normativa especial que faculta a las instituciones públicas para reservar en carácter de secreta determinada información, siendo resguardada en tal etiqueta por durante diez años (CVT s/f; Mercado, 2011 y 2012; Villaseca, 1996 y 2002) Producto de la acción en los diferentes órganos del Estado, se almacenó un alto porcentaje de este tipo de documentación en el Archivo Nacional, ubicado en Santiago de Chile.15 Por lo cual, dependiendo de la temporalidad considerada, es posible encontrar en este recinto la documentación relativa al extremo norte de Chile desde el S. XVII. Tales fuentes documentales, organizadas en fondos y series de documentos seleccionados, entran en los depósitos de los archivos del Estado, reconociendo su valor a la memoria histórica del país (López, 1985). IV. El caso. Algunos procedimientos descripción y clasificación documental

relativos

de

El patrimonio documental que constituye al repositorio de la SEREMI de Bienes Nacionales de la región de Arica y Parinacota (Chile), producto histórico de tramitaciones sobre bienes inmuebles de las diferentes unidades que han superpuesto a esta labor en el ámbito regional16, es un recurso En Chile, existen sólo dos archivos regionales reconocidos, uno ubicado en la región de la Araucanía y otro en la región de Tarapacá. 16 En 1871, se crea el Ministerio de Relaciones Exteriores y Colonización, precursor del Ministerio de Bienes Nacionales. Al llevarse a cabo por parte del Estado la anexión de las regiones del norte, este órgano tuvo la función de ordenar jurídicamente la propiedad raíz en el contexto de 15

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de importancia para el estudio de la historia regional. A contar de ello, relevante para la comprensión de los procesos socioculturales, políticos y legales que han configurado las características de la actual región. Sin embargo, la composición de este patrimonio documental presentaba parciales marcos normativos que regulan de manera contingente la dinámica y valoración del patrimonio que contiene. Tal situación pone en alto riesgo de deterioro y pérdida a este tipo de recurso. Por consiguiente, la carencia de medidas de identificación, sistematización, acumulación y preservación, así como de valoración, instaló progresivamente la necesidad de avanzar en la implementación básica de algunos protocolos pilotos. Así, en el marco del proyecto FONDART Nº 21123, como resultado de un análisis de los protocolos nacionales e internacionales de archivo, en conjunto con el diagnóstico de la realidad actual del repositorio, se fueron definiendo algunos criterios archivísticos efectivos tendientes a identificar, describir y valorizar el universo documental componente del repositorio público de Bienes Nacionales. En el marco del diagnóstico señalado, en el repositorio de Bienes Nacionales, se comenzó la descripción archivística en función al protocolo ISAD (G) y de los criterios de gestión de la norma ISO 15.489-117 (Cardoso y Nielsen, 2006; ICA, 2000; ISO, 2001), mediante la tabulación en bases de datos18 de las piezas documentales y la digitalización de las los territorios incorporados. En tanto que, en 1977 durante el gobierno de la época, por medio del Decreto Ley N° 1.939, surgió el Ministerio de Tierras y Colonización, tiempo después, el 5 de junio de 1980, pasó a denominarse Ministerio de Bienes Nacionales. 17 De acuerdo con la norma ISO 15489, y siguiendo el trabajo de Taboada y Nielsen (2006), son explicitados los siguientes procedimientos que permiten realizar esta actividad de clasificación: I) Identificar la operación o actividad que el documento presenta como respaldo del trámite efectuado; ii) Posicionar la operación o actividad en el Cuadro de Clasificación, lo que en este caso corresponde a la aplicación de la Norma ISAD (G) al Fondo de la SEREMI de Bienes Nacionales; III) Examinar cada uno de los estratos a los que la operación o actividad que atestigua el conjunto de documentos está vinculada, para garantizar que la clasificación es pertinente; IV) Contrastar la clasificación de la actividad o sea cada uno de los estratos constituyentes del Fondo con la estructura de la organización, para garantizar que es apropiada a la SEREMI de Bienes Nacionales; V) Asignar a los expedientes el nivel de clasificación acorde con las necesidades de la SEREMI de Bienes Nacionales. 18 Para este efecto, se trabajó con el Software FileMaker con el fin de facilitar la generación de la matriz de datos final. Con este software,

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mismas, así como definiendo, a su vez, criterios mínimos de conservación y organización física de los expedientes y piezas documentales (Cuadro 1).

S U B - F O N D O REGULARIZACIÓN DE BIENES INMUEBLES

FONDO BIENES INMUEBLES ARICA Y PARINACOTA

Cuadro 1. Conjunto documental identificado en el repositorio según temáticas aludidas y entidades productoras

S U B FONDO S U B FONDO S U B FONDO

SERIE

Conjunto de expedientes de Tramitación de Bienes Tramitación Inmuebles regionales de inmuebles Arica y Parinacota -

U N I D A DOCUMENTAL

EXPEDIENTE Bienes

D

Documento

SERIE ACTAS INSTITUCIONALES

SERIE INFORMES DE PROYECTOS - DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA DE GESTIONES ANTERIORES (ex. JJAA, CORVI)

Fuente: Elaboración Propia

En este caso, se procedió a través de la elaboración de fichas tipo según los subfondos (F1, F2, F3, F4, F5, y finalmente, F6 de piezas documentales). A través de lo cual, se describieron los expedientes y las piezas documentales en la base de datos general (Figura 1, 2, 3 y 4). Figura 1. Fichas tipo del subfondo de regularizaciones (F1)

Fuente: Elaboración propia hemos trabajado desde el año 2008, sistematizando información de índole etnográfica y documental (Véase Cerna, Samit y Fradejas, 2013)

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Figura 2. Piezas documentales (F6)

Fuente: Elaboración propia

Figura 3. Pieza documental (F6)

Fuente: Elaboración propia

Las bases de datos resultantes, aditivamente, conforman la plataforma digital del Fondo de Bienes Inmuebles (Figura 4).

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Figura 4. Plataforma general

Fuente: Elaboración propia

V. Descripción de la documentación del repositorio La documentación aludida posee determinadas características, revelando procesos históricos y culturales de inflexión en relación, directa o colateral, al tratamiento, normalización y regularización de la propiedad raíz. Por ello, fue relevante discriminar la misma en función a las áreas geográficas, temporalidades y de las temáticas específicas a las que se referenciaba. El patrimonio documental del repositorio contiene piezas documentales de diverso orden, años y temáticas referentes, tanto al ámbito civil así como al legal, que se encuentran contenidas en expedientes de tramitación19. Tales expedientes, 19

Se observa que existen piezas documentales sin adscripción a alguna tramitación. Tales también se catalogaron. En este sentido, cabe notar que las piezas documentales de los expedientes de tramitaciones, son variadas y se enmarcan en los requisitos de documentación definidos por las entidades que desde el Estado se han encargado de la regularización de los derechos de propiedad. Ahora, ha sido posible advertir que parte de la documentación, en algunos casos se integran a los expedientes de documentos elaborados por los mismos demandantes y/o causante del patrimonio en efecto, que revelan dimensiones socioculturales y

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se han constituido según lo demandado por las unidades de regularización para constituir y/o actualizar los derechos sobre la propiedad de los bienes raíces ante el Estado chileno. En términos de tramitaciones ha sido posible notar la siguiente distribución de expedientes representativos de diferentes unidades político administrativas regionales (Gráfico 1), Gráfico 1. Distribución (%) de tramitaciones según unidad política administrativa regional

Fuente: Elaboración propia

Se observa que del fondo de bienes inmuebles contiene información de las diferentes comunas que componen a la región de Arica y Parinacota. Con respecto de la provincia de Parinacota, los casos de Putre representan a un 57,1% de los casos en relación a un 1,9% de casos de la comuna de General Lagos. En tanto que, la provincia de Arica, con un 21,5 % de los casos es representativa la comuna de Camarones en relación a un 19,4% de casos de la comuna de Arica, donde la ciudad de Arica representa al 52% de los casos catalogados. Por otro lado, en términos de localidades, es posible observar que la ciudad de Arica, el poblado de San Miguel de Azapa y el pueblo de Belén componen mayoritariamente las tramitaciones descritas (Gráfico 2).

personales.

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Gráfico 2. Distribución de tramitaciones según localidades (consideradas sólo los casos más frecuentes)

Fuente: Elaboración propia

A partir del gráfico 2, es posible identificar, de manera prospectiva, que el corpus documental potencialmente contiene información de los períodos entre 1899 a 1999. Sobre esto y en función de las piezas documentales, es posible notar la siguiente distribución (Gráfico 3), Gráfica 3. Distribución (%) de las piezas documentales según data de elaboración

Fuente: Elaboración propia

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Según el gráfico 3 se advierte, considerando los porcentajes sobresalientes únicamente, que con un 17,4 % en el decenio 1980 a 1989 se concentran los documentos registrados. Esto es seguido, con un 16, 9 %, por piezas documentales adscritas al decenio de 1960 a 1969. Mientras que, con un 13,3%, es representado el decenio de 1950 – 1960; e igual porcentaje, tiene la representación del decenio 1930 – 1939. En tanto que, la documentación más temprana identificada se inscribe en torno al decenio 1890 a 1899, representando el 0,5% del universo documental catastrado. Tales piezas documentales, responden a la tramitación de regularización y/o saneamiento sobre bienes inmuebles20, conformando un universo documental de diverso orden, que es posible sintetizar según el cuadro 2, Cuadro 2. Tipo de documentación acumulada en el repositorio (según catastro realizado) Naturaleza

Tipo Inscripciones/Reinscripciones Títulos gratuitos Actos legales Compraventas Transferencias Testamentos protocolizados Certificados de nacimiento D o c u m e n t o s Certificados de matrimonio privados Testamentos no protocolizados Otros

Fuente: Elaboración propia

En relación al análisis descriptivo-analítico realizado al conjunto documental tabulado, es posible visualizar potenciales dimensiones que este recurso contiene para comprender la experiencia histórica y cultural de la realidad social regional, desde fines del S. XIX y todo el S. XX.21 20

Acto intencional que se orienta a adquirir certidumbre sobre la propiedad de un bien raíz. 21 Como documentación igualmente del S. XXI, dado que es un repositorio en constante ingreso y egreso de documentación según los procesos administrativos de la institución pública.

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Especialmente por la orientación de la misma, es posible considerar las siguientes dimensiones entre otras: a) Los contextos sociales y culturales relativos a la compra y venta de propiedades raíces en la ciudad de Arica, y su tratamiento en términos de actualización de derechos de propiedad; b) El manejo administrativo público de la propiedad fiscal, siendo posible pesquisar sus itinerarios desde la acción y tratamiento desde la operación del Ministerio de Relaciones Exteriores y Colonización, la Junta de Adelanto del departamento de Arica, el Ex – Corvi, el Ministerio de Tierras y Colonización hasta la acción actual del Ministerio de Bienes Nacionales; c) La constitución, sucesión y compraventa de la propiedad raíz en territorios indígenas del sector rural, desde el ordenamiento jurídico de la propiedad raíz (1880), y sus recursivas actualizaciones en torno al S. XX vía fijación de derechos positivos, así como la recurrencia y las estrategias legales seguidas por los sujetos andinos en relación de tensión y complemento con las dimensiones consuetudinarias implícitas; y, d) En base al corpus documental de carácter privado asociado es posible revisar aspectos demográficos e historias de la vida privada, tanto de sujetos en los sectores urbanos como rurales (Cuadro 2). VI. Aportes de la documentación a la comprensión de la historia regional indígena Desde fines del S. XIX el actual extremo norte es ocupado y re-estructurado territorial, social y culturalmente por el Estado chileno, tras la Guerra del Pacífico. En lo siguiente a inicios del S. XX, mediante acuerdos y tratados bilaterales con el Perú y Bolivia, se delimitan las actuales fronteras geopolíticas, anexándose transitoriamente los departamentos de Tacna, de Arica y de Tarapacá. Posteriormente, se consolida la soberanía chilena en el área a contar del tratado de Lima de 1929, definido bilateralmente, y no a través de la vía plebiscitaria local –como quedaba acuñado en el tratado anterior de 1883-, de que Arica y Tarapacá eran soberanas de Chile, y de que Tacna era, desde entonces, soberana de Perú. Tras un período intermedial reconocido como de chilenización (1883-1930), que tiene que ver con un conjunto de políticas y

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acciones desde el Estado chileno orientadas a la introducción y la promoción de patrones culturales nacionales excluyentes que fueron subjetivándose en formas de chilenidad o de identidades colectivas, se configuraron escenarios de eminente radicalización y oposición entre actores locales, que ya han documentado diferentes autores ampliamente (Díaz 2010; Díaz, Ruz y Galdames 2013; Galdames et al. 1981; Mondaca 2008).22 En lo recursivo, se expresa un conjunto de procesos de diferenciación social, económica y política, que implica la configuración de un espacio y una sociedad regional articulada a las lógicas del Estado chileno, como consecuencia de la incidencia de diversos factores modernizantes23, relativos a la definición de límites con Perú 22

Con Perú, en el marco de los tratados bilaterales de Ancón (1883) y de Lima (1930), se dispone, respecto a la propiedad privada que, según el Tratado de Ancón, “Los Gobiernos contratantes [Chile y Perú] reconocen y aceptan la validez de todos los actos administrativos y judiciales pasados durante la ocupación del Perú, derivados de la jurisdicción marcial ejercida por el Gobierno de Chile”(art. 13º, Tratado de Paz de Ancón), mientras que el Tratado de Lima estipula lo siguiente: “Los Gobiernos del Perú y de Chile respetarán los derechos privados legalmente adquiridos en los territorios que quedan bajo sus respectivas soberanías (..)”(Art. 7º, Tratado de Lima 1929). Con Bolivia, en el marco de los tratados bilaterales de límites, plantea lo siguiente “Las Repúblicas contratantes se obligan a no enajenar sus derechos a la posesión o dominio del territorio que se dividen entre sí por el presente tratado, a fa­vor de otro estado, sociedad o individuo particular”(Art. 6º, Tratado de límites entre la República de Chile y la de Bolivia,1866), sustituyéndose posteriormente por la reformulación del Tratado de límites (1874), que no atiende específicamente a la cuestión de los derechos de dominios del territorio, como en la anterior formulación fue denominado. Con el Pacto de Tregua (1884), en un espíritu de poner fin a los contextos abiertamente beligerantes, en el art. 3º hace referencia, exclusivamente, a la indemnización de la afectación de derechos de propiedad afectados por decreto del Gobierno de Bolivia o por medidas emanadas por autoridades civiles o militares a ciudadanos chilenos. Lo anterior, queda implícito en el Tratado de Paz y Amistad (1904), sin atenderse a la propiedad de bienes raíces específicamente, considerando detalladamente sí los límites geopolíticos que involucran a Chile y Bolivia. 23 Que imponía un tipo de racionalidad en exclusión de otras locales, promoviendo un conjunto de planos infraestructurales, económicos, sociales, políticos y territoriales que van contextualizando la emergencia, la generación de estrategias y re-semantizaciones que van materializándose en formas de acción colectiva indígena en torno al S. XX.

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y Bolivia (1880), la construcción y operación del Ferrocarril de Arica-La Paz (1904), el desarrollo de experiencias de economías de enclave, la creación del Puerto libre (1952), la promoción a la zona industrial en la ciudad de Arica (1950) así como de la mejora de la conectividad terrestre entre el altiplano y la costa. Lo cual produjo un amplio contexto de transformaciones sociales que, por un lado, favoreció la emigración rural masiva–sector este último precarizado y considerado en la época como “atrasado”, “irracional”, “primitivo”- hacia las ciudades de Arica e Iquique; áreas urbanas litorales estas últimas consideradas por el Estado como centros políticos, económicos y administrativos regionales (Cerna y Samit, 2013). El repositorio, y su sub-fondo de regularización de bienes inmuebles –el que especialmente se sistematizó–, contiene un conjunto de piezas documentales que mediante su análisis vuelve posible avanzar en la comprensión de los procesos sociales y culturales relativos al tratamiento de los bienes raíces de la Región de Arica y Parinacota, desde fines del S. XIX e inicios del S. XX, tanto del sector urbano así como del rural. En el marco de lo advertido, nos centramos aquí en realizar una breve aproximación a propósito de la problemática de la propiedad raíz indígena, a fines del S. XIX, describiendo algunos de los contextos de transformaciones colectivas y de la emergencia de nuevos escenarios donde las comunidades participan como resultado y agente histórico de la configuración y diferenciación nacional del espacio regional del extremo norte de Chile, en tanto sujetos en progresiva complejización. VII. Propiedad de la tierra y las comunidades indígenas como sujetos históricos En general, se ha trabajado sobre la discriminación operacional de costa, de precordillera y de altiplano, involucrando implícitamente la documentación de las realidades históricas según el principio que desprende la idea de “nichos” o “pisos” altitudinales acuñado por Murra (1970). Configurándose a contar de esto, realidades socio-culturales, económicas y

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políticas diferenciadas, que si bien interactúan, implican territorios discretos en conexión con sus propios procesos micro sociales. Del proceso vivido por las comunidades indígenas en el marco regional, fueron coordinándose espacios socioculturales donde se expresó su capacidad de agencia social. La cuestión de la propiedad raíz ha tenido un énfasis especial en tal sentido. Con el ordenamiento jurídico chileno de finales del S. XIX, se fue definiendo un escenario de transformaciones, mediante lo cual, los andinos24 del entonces departamento de Arica fueron re-significando y articulando arreglos y estrategias legales y consuetudinarias, que han implicado la emergencia y fortalecimiento de mecanismos sociales para restringir y/o limitar la detentación de la propiedad raíz. Considerando el caso altiplánico regional, como señalan González y Gundermann (1997, 2009) se da la situación de que la propiedad transita de manera restrictiva entre los miembros de la colectividad corporizada mediante la operación de principios de parentesco y el reconocimiento de redes sociales en base a la memoria local en torno a la propiedad raíz como patrimonio colectivo, consuetudinariamente considerado. De esta forma, se observa que en eventos de transacción de derechos vía compraventa por ejemplo, se manifiestan prácticas resultantes de marcos consuetudinarios que lo hacen viable o no, a nivel comunitario local, y que contextualizan la posibilidad de la incorporación de nuevos actores sin pertenencia local a través de operaciones del mercado.25 Esto es contradictorio a lo promovido por las políticas liberales del Estado chileno en torno a fines del S. XIX y gran parte del S. XX, que consideraba como objetivo la estimulación del mercado de tierras y la fragmentación de la propiedad, desconociendo entidades de tipo colectiva26, que de alguna manera, perduró mediante todo el S. XX 24

Acepción generalmente adosado a las experiencias socioculturales relativas a la macro área geográfica andina comprendida entre el sur peruano, noroeste boliviano y el extremo norte de Chile, especialmente. 25 Fenómeno similar al descrito es documentado para el caso del altiplano de Perú por Casaverde (1985). 26 En este sentido, la normalización jurídica de la propiedad raíz sólo considera, además de la figura legal individual, la de co-propiedad, a la que muchos comuneros/as concurrieron para presentar sus inscripciones.

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condicionado también por la escasez de oferentes externos sobre las tierras locales (Gundermann, 2005). Cuestión ahora en latencia dado los nuevos escenarios de desarrollo regional promovido por entidades gubernamentales con vocación primario exportador minero, así como por la aparición de actores económicos-financieros regionales, nacionales y transnacionales con interés sobre los recursos naturales locales para fines de la industria minera a gran escala. VIII. Ordenamiento jurídico de la propiedad y constitución histórica de comunidades indígenas regionales “Las propiedades se venden con todos sus derechos y costumbres, usos y servidumbres”27 El ordenamiento jurídico de la propiedad, en el marco de la instalación del Estado chileno en el territorio, conllevo la transformación social de las comunidades indígenas ocupantes de los valles bajos, de la precordillera y del altiplano28, conformándose en torno a un espacio regional 27

Pieza F6-84, año 1911, Sub-fondo de tramitaciones, Repositorio de Bienes Nacionales de Arica y Parinacota. Negrillas agregadas. 28 Que se integra a un conjunto de políticas, primero coloniales (reducción de indígenas a pueblos y asignación de espacios repartibles al común de indios), y luego republicanas liberales tempranas peruanas (1821 -1879). Para posteriormente, aplicarse en el área políticas abiertamente liberales, a fines del S. XX, llevadas a efecto por el Estado chileno post guerra del Pacífico (González y Gundermann 1997, 2009; Ruz 2005; Ruz y Díaz 2011). En términos históricos, señalan González y Gundermann (2009), que en el período entre 1880-1930, se da una situación general de inscripciones de títulos de dominio en los Registros Conservatorios de Bienes Raíces chilenos en este territorio, considerados entonces como de ocupación. Específicamente sostienen los autores que, en torno a 1885, comienzan las tramitaciones de inscripción de títulos de dominio de tierras de la zona interior del Departamento de Arica, unidad político administrativo compuesta de seis subdelegaciones. Advierte Ruz (2005, 2009), que la constitución de la propiedad de la tierra en los Registros Conservatorios de Bienes Raíces, para las localidades precordilleranas, según la documentación especialmente provista por el Archivo de la Subdelegación de Putre (1907-1983), se habría iniciado hacia 1887. Ello conllevó, la necesaria reinscripción ante el conservador de Bienes Raíces, de las propiedades por parte de las comunidades. En tanto que, cuando no ocurrió tales fueron reputadas mediante la inscripción de dominio

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diferencial nacionalmente (González y Gundermann 1997, 2009; Gundermann 2005; Ruz 2006). Tuvo ello una modulación diferencial según el nicho altitudinal al que se remitió la normalización de la propiedad raíz, reconfigurando aspectos de la memoria histórica de las comunidades. Se va definiendo un escenario general donde se manifiestan un conjunto de arreglos y de estrategias de naturaleza sociocultural por parte de las comunidades indígenas con objeto de enfrentar las leyes y prácticas gubernamentales vía la recreación de los contextos desde la evocación de un origen histórico común29, la gestación de espacios de reproducción colectiva y la manifestación comunitaria a través de la socio-estructuración de los colectivos indígenas mediante la vigencia de instituciones como la familia y la memoria local (González y Gundermann 1997, 2009). En los valles bajos y el sector precordillerano, producto de una mayor exposición a los modelos societales coloniales y republicanos, se expresa una mayor fragmentación e inserción global en el área por parte del Estado (CBR Arica, Fs. 25 vta., Nº 60, año 1935), lo que supuso la adscripción fiscal de todo terreno que no haya sido inscrito y/o no cuente con documentos (entiéndase papeles) que acredite, por parte de privados, su dominio. Tal proceso de inscripción ocurrió a fines del S. XIX e inicios del S. XX, teniendo que concurrir la población local tanto al Conservador de Arica como en el de Tacna, esencialmente; habiendo casos, donde la inscripción se realizó en Pisagua, considerando algunas que adscriben a la actual comuna de Camarones (González y Gundermann 2009; Gundermann 2005; Ruz 2005). 29 La situación de normalización de la propiedad ante el Estado chileno fue un escenario resultante de otros de orden temporalmente más temprano en la sociedad republicana del Perú y Bolivia, así como de la acumulación de la experiencia colonial. No obstante, se da un “choque cultural” en esta última impronta atendiendo a la condición monolingüe y ágrafa de los comuneros del altiplano especialmente, quienes tienen que responder a procesos de producción textual que les otorga certeza jurídica sobre sus terruños. Se impone un sistema de propiedad “positivo” a otro local de naturaleza consuetudinaria, y se ordena la memoria (Ruz, 2006). En este sentido, la producción textual implica una fijación de procesos de memoria –excluyendo otros-, en progresiva reconceptualización a través de relaciones de poder e intencionalidad que hay que reconocer. Observa Salomon (1994) sobre esto que (…) La búsqueda válida de la memoria indígena por lo tanto implica un estudio sistemático de su evocación mediante interlocutores, y su conversión en texto (…)” (Salomon 1994: 250).

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al mercado de tierras, disolviéndose mayoritariamente los espacios administrados comunitariamente, los que pasan a tener naturaleza fiscal generalmente, posterior al año 1935 (Ruz 2005). No obstante ello, según Ruz y Díaz (2011) podemos observar en la precordillera la expresión, consecuente con la aplicación de políticas coloniales y republicanas, de la construcción de espacios mediante factores de origen diverso que se conforma según la permanencia de prácticas agroganaderas y simbólicas vinculada a la re-significación del territorio y su utilización en términos culturales implícitos y complementario a la normalización jurídica, y consecuente fragmentación predial del territorio. En tanto que en el altiplano, considerado inexequible durante gran parte del S. XIX y XX, se expresa claramente la conformación de redes de familias que no adscriben colectividades en función a las atávicas marcas, y de ello ayllos30, sino que adscritas a unidades prediales denominadas “estancias”, las que conforman colectividades corporizadas en torno a la propiedad de la tierras, las cuales se estructuran según principios unilineales de descendencia, originándose la condición colectiva de la propiedad respecto del reconocimiento de los miembros como descendientes del miembro original que inscribió la propiedad raíz, sea a fines del S. XIX y/o a inicios del S. XX (Cerna 2011; Cerna, Samit y Fradejas 2013; González y Gundermann 2009; Gundermann 2001, 2005). Los contextos de modernización regional y la consecuente emigración rural, no conllevaron la aculturación31 de las poblaciones indígenas, sino que estimuló la reconfiguración de las relaciones intergrupales y la transformación de los formatos organizativos indígenas, donde la propiedad de la 30

Como sí sucede en el caso del altiplano sur del extremo norte de Chile, que inscribe sectores como Cariquima y Colchane. 31 Fenómeno que supone la “pérdida” de patrones culturales en función a la asimilación de otros a través de relaciones asimétricas entre estas dos entidades. En el caso indígena de la región, se expresa, como advierte Grebe (1986), un conjunto de modelos prescriptivos que gobiernan la situación de contacto interétnico y que permite articular sectores o dominios socioculturales y desarticular otros, promoviendo procesos de diferenciación, complejización y re-significación social de los sujetos.

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tierra re-significada desde la reconstitución de la memoria ha sido un factor constante de identidad colectiva, de cohesión social, de diferenciación socioeconómica y de corporativización familiar sobre el patrimonio común (Cerna 2011; Cerna, Samit y Fradejas 2013; González 1995; González y Gundermann 1997, 2009; Gundermann y Vergara 2009). Ilustra lo señalado, pasajes de un testamento del año 1911 del sector de General Lagos: “En el nombre de Dios Todopoderoso y de la Santa madre Iglesia, y angeles queruvines y serafines, y a todos los santos de la corte celestial, y le hablo fin Amen. Soy casado y velado yo la indigena [sic] (…) con mi marido ya finado (…) y del Departamento de Tacna, hice este memorial de testamento estando en mi entero y sano juicio, para el descargo de mi conciencia y fin digo y declaro que hemos tenido dos Hijas legitimas (…) y otra hija que es natural (…)”32 Es posible notar aquí como la causante enfatiza en que se cumpla su voluntad “En nombre de Dios Todopoderoso y de la Santa madre Iglesia, y angeles [sic] queruvines y serafines, y a todos los santos de la corte celestial (…)”33, la cual tiene 32

Código F18, Sub-fondo de regularización de bienes inmuebles, repositorio de la SEREMI de Bienes Nacionales de Arica y Parinacota. Testamento protocolizado, año 1911. Cursivas agregadas. 33 Esta aseveración aunque puede responder en efecto a la prescripción de formatos estándares en notarías de la época en algunos casos, o del sujetos que redacta localmente este tipo de documentos con fines legalizables, no deja de fijar una cosmogonía, a través de la cual, se manifiestan dimensiones socio-culturales locales que definen la proyección temporal, espacial y relacional de los sujetos a propósito de su consciencia de caducidad donde el hecho de fallecer, la preocupación por suceder el patrimonio material acumulado y de aludir explícitamente a otros actores van revelando prácticas y redes sociales que corresponderían a la configuración de procesos sociales y comunitarios según que la operación de los niveles de reconocimiento sean intersubjetivos, organizativos y/o institucionales. Considerando este tipo de dispositivo textual como un lugar logístico, creemos que ahí se manifiestan yuxtapuestos planos normativos y reflexivos de los causantes que contextualizan las formas de acción social de la época.

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que ver con que su patrimonio material resultante del matrimonio [alianza] que contrajo con su marido ya difunto. Enfatiza también que “(…) en mi entero y sano juicio (…)” y en conciencia de su defunción próxima sea sucedida a sus hijas y los descendientes directos tal materialidad. Es interesante además la distinción que realiza de su descendencia directa, catalogándola entre “legítimos” y “naturales”34 (Figura 5). Figura 5. Modelo propiedad de la tierra y colectividades indígenas (tipo sucesorial)35 ?

?

?

?

Políticas coloniales República peruana, 1821 a 1879 Inscripción de título Fines de S. XIX, inicios S. XX Ordenamiento jurídico de la propiedad raíz Estado Chileno

Mediados S. XX Emigración masiva rural - urbano

Comunidades translocales y Supra locales (según Gundermann y Vergara 2009)

Fuente: Elaboración propia según Gonzáles y Gundermann (1997, 2009) 34

Esta misma discriminación la hemos documentado etnográficamente en el altiplano de Arica (véase Cerna, Samit y Fradejas, 2013). 35 La ascendencia del los miembros fundadores, que coincide con el ordenamiento jurídico de la propiedad raíz ante el Estado chileno a fines del S. XIX e inicios del S. XX, ha configurado la propia memoria colectiva de los contingentes indígenas resultantes. De este modo, generalmente vía fuentes orales, se advierte generalmente que es reconocido como miembro fundador al o los miembros que actúan de titulares en la inscripción, mediante lo cual los miembros reconocen derechos de propiedad sucesorio.

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Los arreglos y estrategias sociales a propósito de la imposición de la textualización de la experiencia y de las formas de fijación de propiedad fueron refundando una memoria de las comunidades locales. Esto promovió un escenario histórico de transformaciones al que se han inscrito las colectividades locales indígenas mediante la generación de espacios de reproducción sociocultural progresivamente multi-localizado, donde la actualización de relaciones en base a niveles organizativos e institucionales así como intersubjetivos han sido fundamentales. En esta situación, las comunidades fueron desarrollando paulatinamente una ocupación multiresidencial a escala regional, o translocal como señalaran González y Gundermann (2009), contextualizando las formas y mecanismos sociales de detención de derechos de propiedad y de usufructo de los bienes raíces según el reconocimiento a una sucesión del patrimonio que reconoce su legitimación en el “papel escrito” y se estructura consuetudinariamente.36 No obstante, en la actualidad la valoración de la tierra va transformándose a partir de nuevos contextos, atenuando su capacidad aglutinante y definitoria de una colectividad. Requiere ello una atención constante sobre las fuentes etnográficas y documentales que permita reconocer los nuevos esquemas latentes de género, de valoración y transacción de la tierra, de los nuevos giros económicos productivos y de las re-semantizaciones étnicas del territorio. En algunos casos manifestada en la vinculación identitaria, y en otros, desaprendiéndose de tal y mostrando una mayor predisposición hacia la venta y fragmentación de la propiedad a través de la adopción de lógicas de mercado. 36

En este orden, a modo de ilustración, se puede decir que una persona residente y que mantiene directamente explotaciones ganaderas y agrícolas, es representativa de un conjunto de miembros que según diversos contextos y mayoritariamente residiendo en la ciudad de Arica, detentan derechos sucesorios vía principios de descendencia unilineal agnaticia generalmente, para el caso del altiplano (Cerna 2011; González y Gundermann 1997, 2009; Gundermann 2005). El mismo modelo de relaciones es replicable y se puede observar en otros contextos altitudinales, donde de la misma manera en la detención y usufructo de la propiedad no sólo actúan personas discretamente residentes, si que herederos radicados en diversos contextos, que arrogan derechos por sucesión, generalmente, con rasgos mayormente bilaterales de descendencia.

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IX. Reflexiones en tránsito En este artículo, posterior a revisar algunas orientaciones que consideran al documento como manifestación de dinámicas socioculturales y algunos marcos legales que atañen al tratamiento del patrimonio documental en Chile, se presentó el caso del repositorio público de bienes raíces de la SEREMI de Bienes Nacionales de la Región de Arica y Parinacota, describiendo aspectos de la incorporación de protocolos de descripción archivística y de caracterización del corpus documental, para finalizar con una aproximación prospectiva hacia algunos contextos socio-históricos de la propiedad de la tierra indígena regional, considerando especialmente el caso del altiplano. Según el contexto propio del caso del repositorio trabajado, vale señalar que la importancia de la conservación documental no es un hecho corolario a la relevancia patrimonial potencial de la documentación, ya que existe un desconocimiento por parte de algunas entidades que las administran fundada en la acción de políticas focalizadas y el cumplimiento de metas ante contextos coyunturales que se conjuga a una ciudadanía que desconoce su potencial y la ausencia o marginalidad de presupuesto. Asimismo, la acción individual y/o puntual en relación a proyectos culturales, sumado a la ausencia de especialistas de la archivística en regiones considerando, particularmente el caso del extremo norte de Chile, pone en riesgo de pérdida material documental con relevancia eventualmente patrimonial, alojado en instituciones públicas o en manos de la sociedad civil.37 Según aspectos de la experiencia de incorporación de protocolos de descripción archivística y de caracterización de la documentación en el caso revisado, se puede advertir que existe una necesidad de poner atención sobre los conjuntos documentales y relevarles para fines de la gestión transparente del Estado (en el marco del cumplimiento de la Ley Nº 20.285), posibilitando la inserción iniciativas en tal orientación. Debe igualmente notarse la necesidad de que 37

Debemos notar que los ciudadanos en algún grado, de manera individual y/o familiar, han tenido el hábito de recopilar y almacenar diversa documentación según intereses de tipo instrumental o emotivo.

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los cientistas sociales que se vuelcan al estudio del pasado regional, vía recursos documentales, puedan desarrollar perspectivas críticas, proponiendo alternativas respecto del rescate, catastro, conservación y la preservación de los corpus documentales, así como de la valoración social de tales fuentes. En esto, parece fundamental conjugarse un trabajo colectivo e interdisciplinario de investigación e intervención, que articule esfuerzos gubernamentales, ciudadanos y científicos desde la emergencia de nuevos paradigmas que reformulen la situación y naturaleza de los documentos respecto de la sociedad que los produce, atribuyéndole significación como recurso de memoria (Cook 2001; Ketelaar 2001, 2005, 2006). Consecuentemente, la discreción disciplinaria– entendiéndose como autocontención metodológica y teórica– y la especialización consecuente como campo de saber, no ha favorecido la síntesis de esfuerzos interdisciplinarios respecto de temáticas contingentes como las señaladas, amparándose solamente en la coyuntura o en la buena voluntad institucional, que siendo de importancia no debería ser la única inscripción sobre la temática. Por tanto, no se aporta y se agencian espacios de diálogo y de mancomunión de esfuerzos y coordinaciones efectivas en aras de sustentabilizar este tipo de recurso y su visibilización como recurso de memoria social. Es preciso avanzar en una política patrimonial que advierta clara y críticamente la potencialidad de la documentación como recurso de memoria y de identidad sociocultural. Para lo cual, es fundamental que la investigación científica en ciencias sociales y la valoración social de la ciudadanía se articulen orgánicamente. Si tal triangulación es posible en relaciones sustentables que se remitan a los actores como agentes de inflexión ante la puesta en valor y salvaguarda. La labor señalada invoca propuestas que articulen esfuerzos orientados a visibilizar y reflexionar sobre el relacionamiento posible entre los soportes de memoria y herencia cultural con las dinámicas contemporáneas de la sociedad. El rol del historiador/a se advierte aquí de inflexión, requiriendo reflexionar los profesionales de esta disciplina sobre sus propios fines y formas de aproximación a la experiencia de “historiar”, su relación con las fuentes documentales, su rol

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ante el resguardo y promoción de las fuentes documentales como patrimonio cultural en condiciones de constante vulnerabilidad y desconocimiento. Aunque poco aludida es de importancia volcar esfuerzos reflexivos y metodológicos sobre los archivos y repositorios regionales, con la finalidad de comprender los procesos socio – históricos de la región de Arica y Parinacota, considerando la relación orgánica que los corpus documentales tienen con los tejidos sociales y culturales locales y regionales, esta aspiración fue el fundamento básico del caso intervenido. Este repositorio contiene documentación sobre la constitución y la regularización la propiedad de bienes raíces desde fines del S. XIX y durante el S. XX, tanto de la ciudad de Arica así como de los llamados “pueblos del interior” inscritos en el área rural, que comprenden ocupaciones indígenas ancestrales. Las fuentes de repositorio contienen información de los diversos contextos urbanos y rurales que han conformado históricamente la actual región de Arica y Parinacota. Desde tales recursos documentales, se desarrolló una aproximación histórica-documental sobre la propiedad de la tierra indígena regional. Considerando las fuentes documentales de naturaleza legal y privada hemos prospectado, en sentido de ensayo, aspectos de la cuestión de la propiedad raíz y sus dinámicas socio-culturales desde fines del S.XIX, centrándonos en la importancia de las redes de parentesco y la operación complementaria de formas de derecho positivo –o escrito– con otras de naturaleza consuetudinaria –o transmitido oralmente–. Según el caso altiplánico, advertimos que a través de la textualización (Salomon, 1994) relativa a la inscripción de títulos de propiedad, se refunda la memoria histórica de las comunidades indígenas (Cerna, Samit y Fradejas, 2013; Ruz, 2005). Esto último, inscribe un conjunto de cuestiones conexas considerando las diversas temporalidades de la cuestión, de las que formulamos algunas que estimamos relevantes para la tematización de la propiedad de la tierra indígena y de la complejización social de los sujetos andinos regionales en el extremo norte: ¿Cómo la experiencia de asimilación a los sistemas societales (colonial, republicano temprano peruano y boliviano así como a fines del S. XIX, republicano chileno), favoreció procesos de

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transformación, cambio social y continuidad de los formatos de participación comunitaria local en torno a la propiedad de la tierra? ¿Cuáles han sido los mecanismos consuetudinarios y estrategias legales seguidas por las comunidades para detentar con tal énfasis y otorgarle conceptualización a la propiedad como recurso corporativo y comunitario? ¿Cuáles fueron los arreglos y estrategias sociales que en el marco de la diferenciación geopolítica del espacio regional y del ordenamiento jurídico de la propiedad, articularon la reproducción social, económica, política y demográfica de las comunidades indígenas? Y finalmente, ¿En qué medida los factores externos asociados a la conformación del espacio regional, produjeron dinámicas de transformación y diferenciación interna a las comunidades, que afectan la cuestión de la tierra, en términos de propiedad, soporte de identidad y significación? AGRADECIMIENTOS: Al Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA) de la Región de Arica y Parinacota (Chile) por financiar la iniciativa aquí presentada. Del mismo modo, a la SEREMI de Bienes Nacionales de la misma Región, considerando especialmente la gestión del ex SEREMI Álvaro Palma y de la ex encargada de la Unidad de Administración y Finanzas Sra. Graciela León, por posibilitar y creer en la urgencia del trabajo aquí descrito en algunos de sus aspectos. Agradecemos, con énfasis, a las comunidades y sociedades configurantes del espacio heteróclito de memoria y cultura que es extremo norte de Chile, a quienes miramos de frente y fijo, con calidez, para aportar desde el oficio de cientistas sociales. Finalmente, agradecemos a los evaluadores sus observaciones y comentarios.

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X. Referencias Documental Repositorio de Bienes Nacionales de Arica y Parinacota, Fondo Bienes Inmuebles, Sub-fondo de tramitaciones, Pieza F6-84, año 1911. Repositorio de Bienes Nacionales de Arica y Parinacota, Fondo Bienes Inmuebles, Sub-fondo de tramitaciones, Pieza F18, año 1911. Bibliográfica Libros Arévalo Jordán, Víctor Hugo, Técnicas documentales de Archivo. Ordenación y clasificación de los documentos de Archivo, Ediciones del Sur, Santiago, 2006. Aymard, Maurice. (s/f). El oficio de historiador: perspectivas actuales de la enseñanza y la investigación. Revista d´història medieval, 6, s/f, 175-186. Barnard Amozorrutia, Alicia, Guía para la organización y control del expediente de archivo, AGN, México D.F, 2002. Bloch, Marc, Apologia da historia ou o ofício de historiador (trad. André Telles), Jorge Zahar Editor Ltda, Rio de Janeiro, 2002. Cardoso, Ciro Flamarion S., Introducción al trabajo de la investigación histórica. Conocimiento, método e historia, Editorial Crítica, Barcelona, 1981. Comisión de verdad y transparencia (CVT), Manual de procedimientos plan general de trabajo archivos públicos, Ministerio Secretaría General de la Presidencia, Gobierno de Chile, Santiago, s/f. Derrida, Jacques, L`écriture et la différence, Éditions de Seuil, Paris, 1967. Derrida, Jacques, Mal de Archivo. Una impresión freudiana,

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NORMAS EDITORIALES PARA LA PRESENTACION DE ORIGINALES. Aspectos generales. La Revista “Norte Histórico”. Estudios de historia regional publica investigaciones especializadas referidas a temas de historiografía en el territorio de la macro-región norte de Chile. RNH tiene como objetivo abrir un espacio virtual para el debate, la teoría y las propuestas metodológicas que pretendan contribuir y avanzar en el desarrollo de investigaciones, reflexión historiográfica y social que abarquen los problemas de la macro-región del norte chileno, igualmente se dará lugar a los avances y exploraciones de trabajos que partiendo de regiones distintas al norte chileno (Argentina, Bolivia, Perú, centro-sur de Chile) tengan una relación estrecha y a lo largo de todo el artículo con las temáticas antes planteadas. Como mecanismo para resguardar la calidad científica de la revista, se espera que los artículos a evaluar se hayan realizado con los más altos estándares de calidad. RNH se pública íntegramente en español. Para la recepción de artículos los autores deberán cumplir con los siguientes puntos: Los artículos científicos enviados para su publicación en la Revista “Norte Histórico” deben ser originales, no haber sido publicados en otro medio, gráfico o electrónico, ni estar participando, al momento de enviar su artículo, de otro llamado o convocatoria. Los artículos científicos deben ser presentados en formato digital MS Word (.doc/.docx), tamaño carta, y enviados al e-mail [email protected] La fuente utilizada será Times New Roman, tamaño 12, con espaciado de 1.5, justificado y con márgenes de 3 cm en todos sus lados. Las notas al pie se deberán consignar con

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letra Times New Roman, tamaño 10, con espaciado sencillo y numeración correlativa. • El original debe contar con una extensión que no sobrepase las 25 páginas, incluyendo imágenes, tablas, gráficos o cuadros y bibliografía. Los textos originales deben incluir: • Título en mayúsculas, bajada de título (si posee) con mayúsculas y minúsculas de acuerdo a las reglas ortográficas, letra Times New Roman, tamaño 14, en negrita y sin punto final. • Bajo el título (y bajada de título si posee), deben explicitarse:  Un resumen que sintetice el artículo en un máximo de 200 palabras.  Un mínimo de 3 y un máximo de 6 “palabras clave” que evidencien las ideas fuerza de la publicación.  Todo contenido mencionado hasta este momento sobre el punto n°3, debe poseer su traducción en inglés y ser presentado inmediatamente tras las palabras claves. • Bajo el título se debe indicar el nombre del/os autor/ es (3 como máximo) alineado a la derecha. En nota al pie se explicitará la institución, ciudad, país y correo electrónico de contacto. • En un archivo aparte incluir los datos del(los) autor(es): títulos académicos, lugar de trabajo o estudio actual, grupo de investigación al que pertenece, últimas dos publicaciones y correo electrónico. • En este mismo archivo, se adjuntará la información de procedencia del artículo, en caso de que éste sea resultado de una investigación, tesis, disertación final de catedra, etc., y si es parte de un proyecto del que hace parte, y el nombre de la entidad financiadora. • Todo subtítulo existente en el cuerpo de texto, debe estar presentado con letra Times New Roman, tamaño

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12, en negrita y sin punto final. Normas de citas de fuentes. Las notas y citas bibliográficas deben ajustarse a las indicaciones que se presentan a continuación: • Las notas irán numeradas correlativamente y a pie de página. • Las citas textuales de extensión menor a las 4 líneas deben estar entre comillas y dentro del párrafo. • Las citas textuales que superen las 4 líneas se realizarán en un párrafo aparte, en letra Times New Roman, tamaño 11, sin comillas y con márgenes totales de 4.5 cm. es decir, 3 cm. de margen + 1.5 cm. de sangria tanto izquierda como derecha. • Deberán incluirse todos los datos la primera vez que se cite, en el orden y forma que se explica: Libros: Apellidos, Nombre del autor(es), Título de la obra en cursiva, Editorial, Lugar de publicación, año de edición, página/s (p./ pp.) de origen de la cita. Ejemplo: Salazar Vergara, Gabriel, Ser niño “huacho” en la historia de Chile (siglo XIX), LOM Ediciones, Santiago, 2006, p. 35. Capítulo de libro: Apellidos, Nombre del autor(es) del capítulo, “Título del capítulo entre comillas”, en Apellidos, Nombre del editor(es), Título de la obra en cursiva, Editorial, Lugar de publicación, año de edición, página/s (p./pp.) de origen de la cita. Ejemplo: Hall, Stuart, “Notas sobre la descontrucción de ”, en Samuel, Raphael (ed.), Historia popular y teoría socialista, Editorial Crítica, Barcelona, 1984, p. 94.

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Artículo de revista: Apellidos, Nombre del autor(es), “Título del artículo entre comillas”, en Título de revista en cursiva, volumen de revista, año de publicación, página/s (p./pp.) de origen de la cita. Ejemplo: Corvalán Marquéz, Luis, “Profesionalización e ideologización en el ejército chileno. Los orígenes de su asunción del concepto de enemigo interno”, en Revista Mapocho, n° 58, Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2005, p.163. Artículo de prensa: Apellidos, Nombre del autor(es), “Título del artículo entre comillas”, en Título del periódico en cursiva, ciudad de publicación (si no está enunciada en el título del periódico), día mes año de publicación, cuerpo del periódico enunciado en la letra correspondiente de extracción de información (solo si la publicación posee estas características), página/s (p./ pp.) de origen de la cita. Ejemplo: Mellado, Marcelo, “Archivo y catástrofe / a 40 años del 73”, en The Clinic, Santiago, 19 de diciembre de 2013, p. 10. Ponencias exhibidas en congresos, conferencias, jornadas, etc. Apellidos, Nombre del autor(es), “Título de la ponencia entre comillas”, en Nombre del Congreso en cursiva, Institución organizadora del evento, año de publicación de actas, página/s (p./pp.) de origen de la cita. Ejemplo: Lemos, Natividade, “Sonoridades portuguesas: la huella del Fado”, en (Des)Encuentro de Culturas Ibéricas: haciendo hablar a la Diversidad, Departamento de Lingüística, Facultad de

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Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile, Santiago, 2012, pp. 51-52. Recursos de internet: Las fuentes propuestas con anterioridad, si están alojadas en internet, mantendrán su formato de cita original, adicionando la información que lo caracteriza como un recurso de la web. Para este efecto, ejemplificamos el formato de citado de un artículo de revista en línea: Apellidos, Nombre del autor(es), “Título del artículo entre comillas”, en Título de revista en cursiva, volumen de revista, año de publicación, página/s (p./pp.) de origen de la cita. [En línea], , (Consultado el día mes año) Ejemplo: Martín-Baró, Ignacio, “La violencia política y la guerra como causas del trauma psicosocial en El Salvador”, en Martín-Baró, Ignacio, Psicología social de la Guerra: trauma y terapia, UCA Editores, El Salvador, 1990, p.79, [En línea], , (Consultado el 11 de diciembre de 2013) Para citar información extraída de una página web, se debe regir por el siguiente modelo: Apellido, Nombre del autor(es), “Título de la sección de la página web consultada entre comillas”, Nombre de la página web en cursiva, [En línea], , (Consultado el día mes año) Ejemplo: Capdevila, Luc, “La sombra de las víctimas oscurece el busto de los héroes”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, [En línea], , (Consultado el 03 de enero de 2014) Video-documental: Título en cursiva, Apellidos, Nombre del director, Institución o empresa distribuidora o editora, año de lanzamiento.

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Ejemplo: Escadrons De La Mort L’Ecole Française, Robin, Marie-Monique, [Documental], Francia, 2004. Archivo oral: Apellidos, Nombre entrevistado, entrevista personal por nombre de entrevistador, proyecto que motiva tal entrevista, institución que auspicia el proyecto, ciudad o localidad donde se realizó la entrevista, día mes año. Ejemplo: Altamirano Guerrero, Amanda, entrevista personal por Diego Díaz, Campusano Ortiz, et. al., “Chile una democracia excluyente. El caso de la Ley Maldita en el Departamento de Coquimbo. 1948-1952”, Tesis para optar al grado de Licenciado en Educación, Universidad Pedro de Valdivia, Coquimbo, 2 de junio de 2009. Publicación gubernamental: Nombre de gobierno, Nombre de agencia (o senado, ministerio, subsecretaría, etc,), Título en cursiva, Tipo de documento (informe ordinario, informe secreto, congresos, etc.), número de publicación, lugar de publicación, día mes año, página/s (p./pp.) de origen de la cita. Ejemplo: República de Chile, Subsecretaría del Ministerio del Interior, Remite antecedentes que indica, Oficio secreto, N°D 86/1558, Santiago, 30 de abril de 1982, Fondo Dirección del Trabajo, Vol. 4032, Archivo Nacional de la Administración, p.1.  Los artículos que incluyan fuentes de archivo es necesario indicar: Siglas del archivo, Sección, Fondo, vol./leg./t., f. o ff. (lugar, fecha, y otros datos pertinentes). La primera vez se cita el nombre completo del archivo con la abreviatura entre paréntesis, y después, sólo la abreviatura. Al final del texto, deben recogerse todas las referencias primarias en un listado separado del bibliográfico.

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En caso de reiteración de fuente citada: Al citar por segunda o más ocasiones una fuente, la referencia a estas se elaborará de la siguiente forma según corresponda: a.- Se utilizará Ídem para reproducir una cita proveniente de la obra inmediatamente anterior, y al haber utilizado la misma página de extracción de información. Ejemplo de formato de Ídem en libros. Ídem en cursiva. Ejemplo: Salazar Vergara, Gabriel, Ser niño “huacho” en la historia de Chile (siglo XIX), LOM Ediciones, Santiago, 2006, p. 35. [Siguiente cita] Ídem b.- Se empleará Ibíd. para reproducir una cita proveniente de la obra inmediatamente anterior, pero al haber utilizado una página(s) distinta de extracción de información. Ejemplo de formato de Ibíd. en libros. Ibíd. en cursiva, página/s (p./pp.) de origen de la cita. Ejemplo: Salazar Vergara, Gabriel, Ser niño “huacho” en la historia de Chile (siglo XIX), LOM Ediciones, Santiago, 2006, p. 35. [Siguiente cita] Ibíd. pp. 36-37 c.- Se recurrirá a ob. cit. para reproducir una cita proveniente de una obra mencionada con anterioridad, pero no inmediatamente anterior (para ello utilizar Ídem o Ibíd. según corresponda). Utilización de formato de ob. cit. en libros. Apellidos, Nombre del autor(es), ob. cit. en cursiva, página/s (p./pp.) de origen de la cita. Ejemplo:

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Salazar Vergara, ob. cit., p. 39 Si se cita dos o más obras de un mismo autor, se empleará la siguiente variación de la norma ob. cit.: Utilización de formato de ob. cit. (dos o más obras) en libros. Apellidos, Nombre del autor(es), Primeras palabras que permitan reconocer el título de la obra en cursiva, ob. cit. en cursiva, página/s (p./pp.) de origen de la cita. Ejemplo: LaCapra, Dominick, Escribir la historia, escribir el trauma, Nueva Visión, Buenos Aires, 2005, p. 62. LaCapra, Dominick, Historia y memoria después de Auschwitz, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2009, p. 149. LaCapra, Escribir la historia…, ob. cit., p. 27. Cuadros, tablas, imágenes y gráficas: Presentar los cuadros, tablas, imágenes y gráficas numerados al final del documento, y para el caso de imágenes o gráficas muy pesadas, en archivo aparte (jpg o tiff 300 dpi y 240 pixeles). Es responsabilidad del autor gestionar y entregar a la revista el permiso para la publicación de las imágenes que lo requieran. Estos recursos deben incluirse en número moderado y buscando siempre que sean claros, legibles y pertinentes para la argumentación del artículo. Es necesario que dentro del texto se indique el lugar donde se ubica cada cuadro/tabla/imagen/gráfico. Esta instrucción se presenta entre paréntesis, de la siguiente manera: [Insertar Cuadro 1 aquí] [*] La Bibliografía y las fuentes utilizadas deben indicarse de forma alfabética por apellido, manteniendo el formato de citas previo (extrayendo la información de páginas utilizadas),

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y siguiendo el orden jerárquico expuesto anteriormente. Procedimiento de evaluación: El Comité Editorial acusará recibo de los artículos originales en un plazo no superior a cinco días hábiles a partir de su recepción. La publicación de las colaboraciones dependerá del siguiente mecanismo de arbitraje: • Para resguardar la transparencia del proceso, los artículos serán sometidos a la revisión por parte de pares evaluadores, bajo la forma de doble ciego. Los nombres de los evaluadores será reservado. Los evaluadores tendrán un plazo de 3 semanas para comunicar su dictamen al Comité Editorial de RNH. • Los posibles dictámenes son: a. Se aprueba la publicación. b. Se aprueba la publicación atendiendo a las recomendaciones del evaluador. c. Se rechaza la publicación. • Si el evaluador considera que se deben hacer correcciones para la publicación del original, el autor tendrá un plazo de 20 días para realizarlas. El autor será notificado del dictamen, sea este la aprobación o rechazo de su original. • El que un artículo sea aprobado en el proceso de evaluación, no implica la inmediata publicación del mismo, ya que éste puede quedar para un próximo número. Los autores conceden a la Revista “Norte Histórico”, los derechos de publicación y difusión de los artículos seleccionados, tanto para la versión electrónica como cualquier otro formato posterior, así como su inclusión en catálogos, bibliotecas, servidores o sitios virtuales. El autor, así mismo, se guarda el derecho de publicar este artículo sólo en un libro de su autoría, posterior a la publicación en la Revista. La

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Licencia Creative Commons Attribution-NonCommercialNoDerivatives 4.0 Internacional. Normas de reseñas bibliográficas: Las reseñas enviadas para la publicación por parte de la Revista “Norte Histórico”, deben corresponder a obras recientes, editadas en los últimos tres años, de autores y temas de investigación histórica, sin haber sido publicada antes en otro medio. Las reseñas deben hacer un comentario y debate del contenido del texto. Se presentará como una estructura de doble columna, letra Times New Roman, tamaño 12, sencillo, justificado, con margen de 3 cm en todos sus lados y con un máximo de 6 páginas. En el título, centrado, deben consignar todos los datos del texto reseñado, el nombre del reseñador con sus datos en nota al pie (grado, institución, mail). Si se desea citar, ésta debe ir entre comillas y señalando la página entre paréntesis. Ejemplo: Julio Pinto Vallejos Luis Emilio Recabarren. Una biografía histórica LOM Ediciones Santiago, 2013, 261 págs. Nombre del reseñador. “….. [Cita]…..” (p. 24)

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