Ribera, 2016, Vino en Pompeya, PERIFERIAS ESTUDIOS DEDICADOS A JAIME RODRÍGUEZ SALÍS Textos reunidos por Mertxe Urteaga

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ERDI AROKO BURDIN ARKEOLOGIA.

ESTUDIOS DEDICADOS A ZEPADIAK. LEGAZPI (Gipuzkoa) BARRUTIKO JAIME RODRÍGUEZ SALÍS ARQUEOLOGIA DEL HIERRO MEDIEVAL. Textos reunidos por Mertxe Urteaga

LOS ESCORIALES DEL DISTRITO DE LEGAZPI (Gipuzkoa).

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Boletín

PERIFERIAS

Arkeolan

2016

SUMARIO 1

Hitzaurrea / Prólogo

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Jaime Rodríguez Salís: arqueólogo, promotor y activista cultural. MERTXE URTEAGA.

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La Dama de Remelluri (Rioja Alavesa). ARMANDO LLANOS ORTIZ DE LANDALUZE.

25

Sepultura intra urbem en el mundo romano. JAVIER ARCE.

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La Fortune et la foudre.Recherches sur les lieux de culte de Pompéi WILLIAM VAN ANDRINGA Y TUIJA LIND.

43

Sobre algunas “denominaciones de origen”en la cultura romana: las lanas y los vinos más apreciados. C. ALFARO GINER.

61

El proceso de vinificación en la villa romana de Arellano Mª ANGELES MEZQUIRIZ Y MERCEDES UNZU.

71

El vino en Pompeya a través de los hallazgos de la insula VII, 4 (Casa de Ariadna, Via degli Augustali, Templo de la Fortuna). ALBERT RIBERA I LACOMBA.

99

Las excavaciones de Santa Elena (1971-1972) y Jaime Rodríguez Salís IGNACIO BARANDIARÁN MAESTU.

111

Un Evergeta muy especial. MANUEL MARTÍN-BUENO.

117

El Museo Romano Oiasso de Irún: construyendo memoria y difundiendo cultura clásica desde la periferia. MARÍA JOSÉ NOAIN MAURA.

143

Enterramientos musulmanes en la necrópolis cristiana del siglo X de Santa Eulalia, en Remelluri, Labastida (Álava). MERTXE URTEAGA Y RICARDO IZQUIERDO.

159

Irún en la geografía política y diocesana de los siglos X a XII según las fuentes diplomáticas. AITZIBER LEKUONA ILUNDAIN.

173

Memoria de la Frontera en el Reino de León. PASCUAL MARTÍNEZ SOPENA.

191

Nuevos testimonios de la muralla medieval de Hondarribia (Gipuzkoa). PÍA ALKAIN SORONDO.

205

Notas sobre el cultivo de la vid y producción de vino en Navarra. El agraz-verjus, un producto de vinificación. CARMEN JUSUÉ SIMONENA.

217

A las puertas del invierno de 1521. ANA GALDÓS MONFORT.

239

Análisis dendrocronológico de la cubierta de la Iglesia de San Pedro de Bergara JOSUÉ SUSPERREGI.

251

Pipas de arcilla halladas en el convento de Santa Teresa (Donostia / San Sebastián) ITSASO LÓPEZ RIBES.

281

Tabula Gratulatoria

pp: 71-98

Boletin Arkeolan, 18, 2016.

El vino en Pompeya a través de los hallazgos de la ínsula VII, 4 (Casa de Ariadna, Via degli Augustali, Templo de la Fortuna) Albert Ribera i Lacomba Secció d’investigació Arqueològica Municipal Ajuntament de València

Resumen: Se examinan los hallazgos estratigráficos de las ánforas de las excavaciones de varios

lugares de una insula de Pompeya, la VII, 4, cerca del foro y el macellum, con especial atención a las de vino. Desde el siglo II a.C. y hasta la erupción del Vesubio en el 79 d.C., se constata la dualidad de consumo entre los productos locales y las importaciones griegas, primero de Rodas y luego de Kos y, en menor proporción, las de Cnidos y otros lugares. El vino de otras regiones, como el Adriático, Hispania y África también llegó pero en pequeñas cantidades. Palabras clave: ánforas, comercio, época romana, fases estratigráficas, economía Laburpena: Ponpeiako insula batean -VII. insulan, forotik hurbil- zenbait tokitan eta macellum-ean egindako indusketetan aurkitutako anfora batzuen aurkikuntza estratigrafikoak aztertu dira, eta arreta berezia jarri da ardorako anforetan. Frogatuta dago, K.a. II. mendetik Vesubio sumendia K.o 79. urtean lehertu zen arte bertako produktuak eta Greziatik inportatutako produktuak (lehenik Rodas hirikoak, aurrerago Kos hirikoak, eta proportzio txikiagoan Cnidos eta beste zenbait tokitakoak) kontsumitzen zirela. Beste zenbait tokitako ardoak ere (besteak beste Adriatikokoak, Hispaniakoak eta Afrikakoak) ere kontsumitzen ziren, baina kopuru txikietan. Hitz nagusiak: anforak, merkataritza, erromatar garaia, fase estratigrafikoak, ekonomia Abstract: We examine the stratigraphic findings of amphorae in the excavations at various locations

in an insula of Pompeii, the VII, 4, near the Forum and the macellum, with special attention to the wine ones. From the 2nd century BC and until the eruption of Mount Vesuvius in 79 AD, there is the duality of consumption between local products and Greek imports, in the first time from Rhodes and after of Kos, and in lesser proportion of Cnidos and elsewhere. The wine from other regions, such as the Adriatic, Hispania and Africa, also arrived but in very small quantity. Key words: amphorae, trade, Roman period, stratigraphic phases, economy

Pompeya es uno de los yacimientos arqueológicos que dispone de una más extensa bibliografía (García 1998). Situación normal por su espectacular estado de conservación y la antigüedad de sus excavaciones, que se remontan a más de 250 años. El gran esplen-

dor y la inagotable extensión y riqueza de la arqueología de esta especial ciudad, explican el camino tendencioso de su investigación a lo largo de casi tres siglos, en que las bellas artes y los monumentos ocupan la mayoría de la atención, como, por otra parte, sería de es-

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Transporte de ánforas en la Via “degli Augustali”

perar. En el conjunto vesubiano, los estudios sobre los elementos más modestos y cotidianos de la vida de los pompeyanos siempre han sido minoritarios, superados con creces por los que han dedicado su atención a los aspectos más aparentes y llamativos, especialmente los decorativos, lujosos y monumentales. Cosas de la vanidad humana. En este contexto de tanto esplendor material, tratar algo tan prosaico como las cerámicas de Pompeya parecería un exotismo, aunque los almacenes de la Soprintendenza y del Museo Nazionale de Nápoles rebosen de magnificas piezas de arcilla cocida que, en otras latitudes, desprovistas del gran patrimonio del área vesubiana, serían considerados como un extraordinario tesoro artístico. Pero sí lo que se pretende examinar ya no es el estudio de las vistosas y completas vasijas de lujo, de cocina o de mesa, sino los toscos y monocromos recipientes de almacenaje y transporte que conocemos como ánforas, la cosa aun parecería más degradante. Sin embargo, aún se podría incluso caer más bajo, en lo que, desde fuera y por algunos, parecería un ejercicio de masoquismo, como es estudiar, no las ánforas completas con sus sellos y sus tituli picti perfectamente fechados por la erupción del 79 d.C., que atiborran los almacenes, sino los trozos de ánforas recogidas en una serie de sondeos motivados por proyectos centrados en el estudio de las maltrechas fases anteriores a la conocida ciudad del Imperio Romano. Sin embargo, y aunque pueda parecer lo contrario, es con esta clase de estudios minuciosos, alejados de la pompa y vistosidad de otras intervenciones pompeyanas, con los que se adelanta en el conocimiento de lo que fue la dinámica urbana, comercial y la vida económica de una ciudad, cuya principal razón de ser fue de aglutinante comercial y económico general de la región al sur del Vesubio. Pompeya, en el fondo y en la forma, fue siempre una ciudad caracterizada por una activísima vida comercial basada en su carácter

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portuario y en la gran importancia de su entorno plagado de instalaciones productivas, mayoritariamente alimenticias, pero también de sus envases, las ánforas, que son el mejor testimonio material que existe para reconstruir este capítulo del pasado. Este entramado urbano, prevalentemente económico, también estaba inserto dentro de la ciudad, donde abundan las instalaciones artesanales de todo tipo, no sólo de alimentos (Borgard et alii 2005. Brun 2007), en promiscua asociación con las residencias domésticas, algunas bien grandes y lujosas, en las que, sin embargo, no faltan intrusivas y nada glamorosas estructuras de producción sobre peristilos y espacios residenciales, originalmente no previstos para acogerlas, pero que, por necesidades o codicia, se habilitaron a tal fin (Flohr 2005). En esta ciudad mercantil, totalmente alejada funcionalmente de la refinada Herculano, si hubiera un elemento que la representara en su esencia, éste tendría que ser el ánfora.

Aunque escasa e intermitente, habría una historiografía de las ánforas pompeyanas, que empezaría con los antiguos y ya clásicos trabajos de Schone y Mau para el C.I.L. IV, donde, al igual que Dressel en Roma, establecieron una primera clasificación de las ánforas. Como ocurría en esos tiempos del siglo XIX,

EL VINO EN POMPEYA A TRAVÉS DE LOS HALLAZGOS DE LA ÍNSULA VII, 4

la finalidad de estas primeras tipologías no fue estudiar las ánforas, sino referenciar sus inscripciones, ya fueran marcas selladas o pintadas, los titulipicti. El material revisado por Schone y Mau, obviamente, se circunscribe a las ánforas completas que se recuperaban bajo el lapilli del 79 d.C. (Panella 1976). Con sólo alguna extraña excepción (Tchernia 1964), habrá que esperar a avanzado el siglo XX para encontrar estudios no sólo destacables sino coordinados de ánforas de Pompeya, dentro del marco general del proyecto sobre su Instrumentum domesticum, dirigido por Andrea Carandini, en el que se incluyen importantes artículos sobre las ánforas hispánicas (Manacorda 1977), tripolitanas (Panella 1977) y las inscripciones púnicas sobre ánforas (Bisi 1977). Al mismo tiempo que el Instrumentum Domesticum, vieron la luz otros trabajos sobre las producciones anfóricas del área vesubiana y las numerosas importaciones de otros lugares (Tchernia y Zevi 1972. Panella y Fano 1977), que fueron complementados poco más tarde por una extraordinaria obra sobre el vino en la Italia romana(Tchernia 1986). En todo caso, siempre eran las ánforas encontradas entre el lapilli del 79 d.C. Por la misma época, sin embargo, grandes grupos de ánforas, como el de la officina del garum (I,12,8), apenas merecieron unas pocas líneas dentro del conjunto de esta interesantísima pequeña casa reconvertida en un área productiva (Curtis 1979. Bisi 1993: 529), que recientemente han empezado a ser estudiados con la atención que merecen (Bernal et alii 2014). Desde entonces, han ido apareciendo, aislada y descoordinadamente, unas pocas aportaciones diversas, entre las que destacan los primeros estudios referidos a los hallazgos de excavaciones estratigráficas recientes, que iban más allá de los niveles de la erupción, siendo especialmente destacables los de la casa de la Columna Etrusca en la insula 5 de la Regio VI, de donde se dispone de un completo análisis, muy bien ilustrado, de los ma-

teriales de las etapas anteriores (Scotti 1984). También se conocen las ánforas de algunas de las excavaciones en la Via “della Abondanza” (Timby 2004) o las de la casa de las Vestales (De Sena y Ikäihemo 2003). También se han dado a conocer, o están en proceso, los abundantes grupos de ánforas importadas de las excavaciones de la casa de Ariadna y su entorno (Pascual y Ribera 2008; 2014, 2015; Pascual et alii 2008). Otras aportaciones monográficas ya fueron de menor entidad (Iorio 1999). La abundante presencia de las ánforas del mundo púnico en Pompeya fue también puesta de manifiesto, así como su interacción con otras áreas del Mediterráneo, desde Iberia a Palestina (Bisi 1993). Posteriormente se ha constatado que las abundantes series africanas que aparecen en los contextos del 79 d.C. no serían más que la continuidad de un intenso tráfico iniciado siglos antes (Capelli y Contino 2013, Pascual y Ribera 2002, 2008, 2014. Pascual et alii 2008. Ribera et alii 2013).

LA CASA DE ARIADNA Y LA INSULA VII, 4 La casa de Ariadna, o “dei Capitelli Colorati”, es una de las más grandes de Pompeya con 1700 m² de superficie en su estado final, aunque antes fue aún más grande. Está situada entre las vías de la Fortuna y “degli Augustali”, en el lado oriental de la insula4 de la Regio VII, en pleno centro de Pompeya, muy cerca del foro y, más aún, del macellum. Los recientes hallazgos (2007-2015) de las excavaciones en las tabernae meridionales de la casa de Ariadna, en la acera y otras tabernae de la Vía “degli Augustali” y en el macellum (Brun et alii 2012. Bustamante et alii 2010 y 2014; Ribera et alii 2012), muestran la existencia de un probable recinto, formado por un foso bastante evidente en el extremo septentrional de las tabernae y una posible muralla antigua, muy expoliada, debajo de los umbrales exteriores y de la acera. Tras su desapari-

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Albert Ribera i Lacomba

Ubicación de la insula VII, 4 y la Via degli Augustali

ción, su alineación se fosilizaría en el entramado viario, en este caso en la vía “degli Augustali”. Esta ubicación especial, en el extremo septentrional del supuesto recinto arcaico interno, le confirió a esta área una organización espacial irregular, muy diferente al resto de la ciudad (Bustamante et alii 2014). La estratigrafía ha constatado estos indicios tan antiguos y también ha comprobado la tardía y paulatina urbanización de esta área sólo a partir de mediados del siglo II a.C. (Ribera et alii 2007). Esta área comprendida entre la Regio VI, al norte, ocupada desde época arcaica (Coarelli y Pesando 2011), y, al sur, el supuesto recinto interno, el “Altstadt”, también prodigo en su interior en hallazgos antiguos (D’Alessio 2008), permaneció como un espacio no urbanizado. La casa de Ariadna y la Vía “degli Augustali” están en una zona de alto interés arqueológico para conocer la topografía y la vida económica de Pompeya por su especial ubicación, entre la gran calle nobiliaria, la Vía de la Fortuna, al norte, y la vía comercial, “degli Augustali”, al sur, con el macellum y el barrio de los perfu-

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meros (Brun y Monteix 2009. Brunet alii 2012). La exhumación de la casa de Ariadna, entre 1832 y 1835, consistió en la recuperación pura y simple de los objetos que aparecían entre el “lapilli”. De su un inventario (Niccolini 1854) contrasta la gran cantidad de piezas de metal con el escaso número de las de otro material, caso de las de mármol, piedra, cerámica y vidrio. Entre 1978 y 1983, un equipo australiano recogió la documentación de la casa, tanto de archivo como sobre el terreno, sin hacer excavaciones, para un volumen de la serie de “Hauser in Pompeji”. De estos trabajos sólo se han dado a conocer algunos avances generales o parciales (Descoeudres et alii 1994). En 1987, la Soprintendenza Archeologica realizó un pequeño sondeo en la cantina (“ambiente” 58), donde se encontraron cuatro ánforas aún cubiertas por lapilli (Varone 1988). Las últimas excavaciones y estudios en la casa de Ariadna se han realizado entre 2004 y 2009, y en 2013 y 2015, coordinadas desde la Sección de Investigación Arqueológica Municipal (SIAM) del Ayuntamiento de Valencia.

EL VINO EN POMPEYA A TRAVÉS DE LOS HALLAZGOS DE LA ÍNSULA VII, 4

En total, se han efectuado 25 sondeos de un extremo a otro de la gran residencia. En 2009 los trabajos se extendieron a la taberna contigua de la casa del “Forno a riverbero” (VII,4,29) y a la taberna 25 del macellum. (Bustamante et alii 2010). Al mismo tiempo, se ha iniciado el proyecto de restauración de la casa a cargo del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (IVACOR) (Pérez et alii 2010). Entre 2011-2013, en colaboración con el “Centre Jean Bérard” de Nápoles, se desarrolló un Proyecto internacional para estudiar las perfumerías de Pompeya en las tabernae 26, 27 y 28 de la vía“degli Augustali”, un lugar único para investigar un barrio productivo en esta calle de vocación artesanal (Ribera et alii 2012).

Una de las principales conclusiones ha sido determinar la dicotomía funcional de la casa a través de su larga existencia, que ha ido basculando entre su carácter residencial o el productivo, según las épocas y según el mayor o menor influjo de su acceso norte, que da a la calle de más alto rango, la Vía de la Fortuna, o el sur, que conecta directamente con la Vía “degli Augustali” y el macellum. Dentro de la casa se han identificado, al menos, dos áreas productivas, perfumería al sur y limpieza de lana al norte. Ambas no serían instalaciones aisladas, ya que enlazan físicamente con sendas zonas más amplias dedicadas a estas actividades, los perfumeros a lo largo de la Vía “degli Augustali” (Brun y Monteix 2009) y el tratamiento de la lana hacia el este de la insula (Borgardy Puybaret 2004). La antigüedad del barrio de los perfumeros se ha comprobado recientemente en las excavaciones mencionadas del SIAM y el CJB en la Vía “degli Augustali”, que las remontan a mediados del siglo II a.C. Los sondeos estratigráficos y los restos constructivos conservados han permitido delimitar una serie de fases de las excavaciones, que de modo esquemático serían: - Arcaica (VI-V a.C.) - Samnita plena (200-120 a.C.) - Tardo Samnita (120-82 a.C.) - Colonia y Augusto (82 a.C. – 14 d.C.) - Julio-Claudio (14 - 62 d.C.) - Post-terremoto (62 – 79 d.C.) - Erupción (79 d.C.) Las recientes excavaciones en el templo de la Fortuna, en el ángulo noroeste de esta misma insula, también han aportado una interesante secuencia estratigráfica de esta área de Pompeya, aun por terminar de estudiar. El estudio de las ánforas se hará dentro de cada una de estas fases y a partir de los contextos estratigráficos en los que han aparecido

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Los sondeos realizados en la casa de Ariadna

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FASES DE LA ZONA La fase Arcaica. Es una época poco conocida en Pompeya, aunque recientemente se han registrado avances considerables que indicarían una más densa ocupación del terreno, bastante coincidente con los posteriores perímetros de los periodos samnita y romano (Coarelli y Pesando 2011). En la casa de Ariadna sólo se han reconocido señales claras de estructuras anteriores al siglo II a.C. en el extremo meridional, concretamente en el sur del atrio, en las tabernae de la Vía “degli Augustali” y en la acera de esa calle frente a la taberna 30 y a la casa del “Forno a Riverbero”, que formaría parte del probable recinto interno (Bustamante et alii 2014). También se han detectado indicios similares en las tabernae 26 y 28 de la Vía “degli Augustali” y en sus aceras, aún pendientes de terminar su estudio. En estos raros niveles han aparecido muy pocos materiales. Entre las ánforas, los escasos y muy pequeños fragmentos identificados son etruscos y algunos fenicios, de forma indeterminada, de la zona de Málaga1 y Túnez, localizados dentro del relleno interno de la supuesta muralla frente a la acera de la taberna 30. En un relleno sobre la base de lava había un asa de ánfora de sección circular, factura esquistosa y aspecto etrusco, ánforas griegas del tipo “La Brosse” (Sparkes y Talcott, 1970: tipo 1501 a 1503) y púnicas del área del Estrecho de Gibraltar de la forma Maña-Pascual A4/T.11.2.1.0 de origen gaditano, propia del s. V y con una amplia distribución por todo el Mediterráneo, incluido el oriental (Bustamante et alii 2014: 134). En este periodo, a pesar de la escasa evidencia, se reconocen los rasgos propios del tráfico comercial del vino de la época y la zona, como sería la presencia de envases de vino del mundo griego oriental y etrusco, tal 1

Agradecemos al profesor Carlos Gómez Bellard de la Universidad de Valencia suayuda en la clasificación de alguna de estaspiezas.

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como se registrado en los niveles arcaicos de Ischia o en los ajuares de las tumbas de Etruria (Rizzo 1990). Menos habitual sería la aparición de ánforas fenicias de la zona sudibérica. Samnita plena. 200-120 a.C. Primera Casa: Parece que la casa de Ariadna se alzó en una especie de área vacía, de 75 m. de largo, de norte a sur, por una anchura imprecisa, en la que no han aparecido construcciones anteriores al s. II a.C., cuando, tanto al norte como al sur, se ha constatado reiteradamente la existencia de niveles y edificios desde las épocas más antiguas de Pompeya (Sassi 2007). En la casa de Ariadna, los restos arqueológicos anteriores a mediados del siglo II a.C. son ínfimos, debido a su más que probable inexistencia en las áreas norte y central de la casa, a su deficiente estado de conservación y a las dificultades para llegar los niveles más antiguos, que normalmente sólo se han alcanzado en espacios reducidos del extremo sur de la casa. Las posteriores excavaciones de la Vía “degli Augustali” 26, 27 y 28 y en el templo de la Fortuna y sus alrededores, aun en curso de estudio, aportaran nuevos datos para comprender mejor este aún muy desconocido periodo de la historia pompeyana en esta zona. En ambos lugares ha aparecido algún interesante conjunto de materiales de la primera mitad y de mediados del s. II a.C. que permitirá establecer precisiones sobre diversos aspectos de esta fase. Los primeros elementos constructivos son los restos de muros, muy destruidos o escondidos por la gran casa posterior, de una o varias unidades estructurales, que, cuando no han sido arrasados, principalmente se han conservado integrados en las paredes de la gran domus. Esta fase inicial anuló o reutilizó el entramado defensivo de la parte sur y es difícil de fechar con precisión, fuera de un amplio margen de la primera mitad del s. II a.C. Esta primera fase constructiva, en su conjunto, sería

EL VINO EN POMPEYA A TRAVÉS DE LOS HALLAZGOS DE LA ÍNSULA VII, 4

más probable que se desarrollara un poco antes de mediados del s. II a.C., entre 160-150 a.C., como dejaría entrever la evidencia numismática de un as de Roma (RRC 176/1, 169158 a.C.) del nivel que amortiza la fase anterior, así como las cerámicas de barniz negro y las ánforas, que forman el conjunto típico de mediados del siglo II a.C., tal como se ha establecido en varias zonas del litoral de la península Ibérica (Asensio y Principal 2006. Nolla et alii 2010). A este momento pertenece la primera factoría dedicada a elaborar perfumes en la Vía “degli Augustali”. Esta fase terminaría a partir del 120 a.C., cuando todas estas estructuras fueron arrasadas para construir la gran casa. Debido a la falta de niveles de los siglos V al III a.C., es normal que no hayan aparecido recipientes de ese periodo. Tan solo se podría mencionar algún fragmento de corintia B de probable origen magno-greco (Sourisseau 2011). Los materiales de este periodo no son muy abundantes pero ya serían representativos de la circulación de este periodo. La mayor parte de las ánforas de los niveles de esta fase son de vino y de centros locales, con predominio de las formas greco-itálica y greco-itálica de transición y tal vez aparezcan las primeras Dr. 1A, difícil de asegurar por los graves problemas de clasificación fiable de los bordes de este momento. Aparecen también los primeros ejemplares del Adriático, aún muy escasos y sin que se pueda precisar la forma. Las ánforas rodias son abundantes, lo que demuestra la fuerte implantación de los vinos griegos desde, al menos, el siglo II a.C., rasgo que será característico hasta la erupción (Pascual et alii 2008). En casi todos los conjuntos se encuentran fragmentos de recipientes del Norte de África, de los que se ha identificado una boca de la forma Maña C, sin poder precisar su tipo exacto, que circularon por todo el Mediterráneo Occidental (Ramón 1995) y abundan tanto en Pompeya, aunque se supone que transpor-

taron aceite y productos derivados del pescado antes que vino (Pascual y Ribera 2008). Aparecen algunos fragmentos de kalathos ibéricos pero no se han encontrado ánforas de Iberia, aunque si alguna moneda de Ebusus (Ribera et alii 2013). Fase Tardo Samnita (120-82 a.C.) Este periodo es el más floreciente de Pompeya, con la formación, a finales del II a.C., de la gran Pompeya samnita/osca y la creación del urbanismo esencial de la ciudad, que aún pervive magníficamente preservado desde el 79 d.C., tanto para la pars pública como la privada. La edilicia doméstica vivió un especial esplendor, con las aparición de grandes mansiones que ocupaban insulae enteras, cuya muestra más evidente sería la famosa casa del Fauno, con sus dos atria, el peristilo presidido por el mosaico de Alejandro (Coarelli et alii 2002). Algo más al oeste, estaba la casa de Pansa, que también ocupaba una insula entera (De Albentis 1989). Estas grandes mansiones, verdaderos palacios de influencia helenística, se abrían al sur, a la misma calle, la principal de la ciudad, la Vía de la Fortuna. Al otro lado de esta misma calle, casi a la altura de la casa del Fauno, se encuentra la casa de Ariadna, que con las otras dos, completaría el trio de grandes residencias alrededor del foro y en esta área privilegiada. La secuencia estratigráfica de este periodo en la casa de Ariadna es bastante compleja y abundante, al contrario que las fases más antiguas, siempre escasas y concentradas en zonas concretas. La actividad humana, de carácter eminentemente constructivo, se ha detectado con bastante intensidad de un extremo a otro de la gran domus. La rica secuencia de esta fase permitió seguir la evolución de los hallazgos en periodos cortos. Los materiales de los niveles de amortización de la fase samnita, aunque no son muy abundantes, ya presentan cierta entidad numérica. Las ánforas están muy fragmentadas, con el predominio habitual de las pastas

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locales de las formas greco-itálica y Dr. 1A. También aparecen algunas de origen adriático y las púnicas del Norte de África son siempre frecuentes, de las que se ha identificado la forma 7.3.1.1. y la Africana/Tripolitana Antigua. Hay algunas griegas, principalmente rodias. Los materiales de este momento inicial serían de los inicios del último tercio del s. II a.C. y serían posterioresa los de los niveles asociados con la fundación de Valentia, hacia el 138 a.C. (Ribera y Marín 2003) y la destrucción de Numancia, en el 133 a.C. (Principal 2013). El panorama cerámico de los rellenos de las primeras fosas sobre la fase anterior, es bastante exiguo y con un material muy fragmentado, aunque totalmente similar a la fase precedente. Las ánforas también repetirían casi exactamente el mismo esquema, con la Dr. 1A indicando ya una fecha de la segunda mitad del s. II a.C. y la identificación de la primera forma de Brindisi. En la preparación del terreno, con diversas fosas y nivelaciones tampoco son muy abundantes las cerámicas, pero presentan alguna novedad sobre las anteriores. Las ánforas estaban muy fragmentadas, reconociéndose el predominio de las pastas locales, además de algunas adriáticas, africanas y de Rodas. Sólo Asa de ánfora rodia de la casa de Ariadna

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se reconoció la forma Dr. 1A, nuevo indicio para colocar en la segunda mitad avanzada del s. II a.C. la formación de estos niveles. Los contextos relacionados con la construcción de la casa ya son un poco más prolíficos que los anteriores y son de bastante interés para intentar fechar directamente y con cierta precisión el momento de construcción de la gran casa. Destaca un sello rodio fragmentado con la típica imagen de la rosa, que se fecharía entre 175-124 a.C. (Pascual et alii 2008: 509-511) y una de Kos, con sello. Las ánforas de Kos, al contrario que las rodias, llevan pocos sellos que, además, no ofrecen una datación precisa. Sin embargo, estas ánforas de Kos no suelen aparecer en Occidente hasta finales del s. II a.C. (Pascual et alii 2008: 513). De hecho, en la casa de Ariadna esta asa sería la pieza más antigua que se ha localizado, lo que avalaría una fecha para este contexto de la finales del s. II a.C. Los fragmentos de ánforas locales son los más abundantes, siempre acompañados por una buena proporción de otros procedentes de Túnez y del mundo griego, especialmente Rodas. Por primera vez han aparecido también trozos de ánforas púnicas de Ebusus, muy frecuentes en el litoral hispano y africano occidental, pero muy raras en Italia. Probablemente contenían vino (Pascual et alii 2008: 506). En paralelo al largo proceso de levantamiento de esta gran mansión, se fueron excavando varias fosas de un extremo a otro de la casa, algunas bastantes profundas y grandes. Su finalidad, seguramente, fue extraer tierra o arcilla para las obras de construcción. Una vez vaciadas, serían rellenadas con escombros y desperdicios de todo tipo. Estas fosas son un hallazgo bastante habitual en los patios de las casas pompeyanas (Robinson 2005). De estos rellenos de las fosas procede gran cantidad de material arqueológico. Destacaría el gran conjunto recuperado en una gran fosa del peristilo central, con bastantes ánforas rodias con varios sellos, uno del periodo VI (108-

EL VINO EN POMPEYA A TRAVÉS DE LOS HALLAZGOS DE LA ÍNSULA VII, 4

86 a.C.) (Finkielsztejn 2001); greco-itálicas, Dr. 1A y púnica africana Maña C1b. La mayoría del material sería de mediados del s. II a.C., aunque el relleno se formaría ya a fines del s. II a.C. o inicio del I a.C. como señala el sello rodio y algunas de las cerámicas. Las ánforas siguen dominadas por los numerosos fragmentos con las características pastas del entorno vesubiano, de las formas greco-itálica y Dr. 1A, que van siempre acom-

pañadas por una alta proporción de las no menos ubicuas de Túnez y del Egeo rodio. Van haciéndose más habituales las de la zona adriática meridional, una con el sello BATO sobre un asa, del que se conocen varios de Apani (Desy 1989: nº 431-432). Aparece alguna difícil de catalogar, como una probable forma Dr. 25. Las incuestionables dataciones de los epónimos rodios de algunos de los sellos encontrados en esta fase, ya sugerirían

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Sellos de ánforas rodias y de Kosde la casa de Ariadna y su entorno

Albert Ribera i Lacomba

unas fechas de finales del s. II a.C. o, incluso, inicios del I a.C., para la formación y colmatación de estas fosas. En las grandes nivelaciones del terreno para colocar los pavimentos de este periodo se depositaron gran cantidad de metros cúbicos de tierra, escombros y, sobre todo, fragmentos de cerámica que, en muchos casos, superaban en volumen a la tierra y los escombros. Tal vez esto se haría intencionadamente para aprovechar las propiedades de la cerámica como aislante de la humedad. Todos estos rellenos de la segunda mitad avanzada del siglo II a.C. coinciden en presentar un panorama cerámico muy similar al de las fases anteriores de este periodo. De las ánforas destaca la primera aparición de la Dr. 1B, tanto de la zona vesubiana como de otro lugar, aunque se mantiene el predominio de la Dr. 1A entre las formas de Campania. Sin embargo, en esta fase los recipientes más abundantes son los de origen rodio, cuyos sellos han ayudado a establecer fechas más ajustadas que confirman que la casa de Ariadna se construiríaa finales del s. II a.C. Las púnicas del norte de África también fueron abundantes, y de ellas se han identificado las formas Africana/Tripolitana Antigua y la Maña C-2. En todos estos contextos de Pompeya, de fines del siglo II a.C. y de inicios del I a.C., con abundantes cerámicas, sobre todo la gran masa de materiales locales y los importados de otros lugares, especialmente los de Túnez y Rodas, se confirmaría la intensidad comercial del litoral de la Campania meridional. La evidencia, muy escasa, de la cerámica hispánica no concordaría con la reciente hipótesis de estrechos y frecuentes contactos directos entre Pompeya y Ebusus (Bernal et alii, 2013), ya que la presencia de monedas ebusitanas y sus imitaciones en Pompeya no está acompañada de una mínimamente significativa presencia de cerámica ebusitana, en concreto de su producto “estrella” en ese momento, el ánfora PE 17/8.1.3.2. y la PE18/8.1.3.3. (Ramón 1995), tan abundante

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en el litoral mediterráneo ibérico y magrebí, como extremadamente rara o simplemente ausente en el litoral itálico. Hay que considerar, además, que sus fragmentos informes son muy fáciles de distinguir por sus profundos surcos y sus pastas tan características.Otra cuestión sería llamar la atención sobre la general gran abundancia de ánforas púnicas que se registra en Pompeya a lo largo de los siglos II y I a.C., aunque la proveniencia de la inmensa mayoría de estos numerosos envases nos llevaría a Túnez, con algún más raro ejemplar siciliano (Pascual y Ribera 2014) y los aún más escasos ebusitano y sardo (Pascual y Ribera 2008; Pascual et alii 2008). La mayoría de estos ejemplares púnicos se supone que no transportarían vino, ya que el comercio púnico, mayormente se centraría en productos derivados del pescado y también de aceite, aunque aún queda mucho por hacer en el tema del contenido de las ánforas, y más aún en él de las púnicas. No hay la mínima evidencia que relacione la presencia de mercaderes púnicos ebusitanos con la importación del bloque de monedas de Ebusus a Pompeya, o con el fenómeno de la pseudo-ceca, que, como ha demostrado Stannard (2014), se basa en los tipos, no sólo de Ebusus, sino también de Massalia y de Roma. Las escasas cerámicas hispanas de Pompeya en esta fase serían seguramente los únicos vestigios y testimonios que han quedado de lo que debió ser un intenso comercio de retorno de los grandes cargamentos de vino itálico, principalmente campano (Bernal 2007). La mayor parte de esta carga que iría de Iberia a Italia, que no sería menor, no habría dejado ninguna huella arqueológica, caso de esclavos, pieles, lana o cereales, todos atestiguados por las fuentes históricas. En general, para la activa fase tardosamnita se atestigua el predominio de las ánforas de vino locales, principalmente de la forma Dr.1A, asimismo muy presentes en todo el Mediterráneo occidental, aunque en Pompeya tendrían una fuerte y casi equilibrada

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concurrencia en los abundantes ejemplares de Rodas y en las primeras y aun escasas de Kos. Las itálicas de Brindisi se supone que mayoritariamente llevarían aceite, excepto la forma Palazzo 1/Giancola 2, pero, en todo caso, su presencia es muy reducida. La muy escasa púnicaebusitana sería de vino pero su incidencia sería mínima. Entre la Colonia y Augusto (82 a.C. – 20 a.C.) Los sondeos arqueológicos han dado abundante pero irregular información de este periodo, porqué está muy concentrada en un lapso muy corto de tiempo, entre 50-30 a.C., que sería el momento de una gran reforma de la casa que afectaría a dos de sus tres grandes espacios. Los hallazgos estratigráficos han permitido disponer de dataciones preci-

sas de los procesos constructivos y destructivos, que han evidenciado un panorama más complejo del que se tenía, que presuponía que el esquema básico de la casa, con un atrio y dos peristilos, procedía de un esquema unitario desde sus orígenes. Las excavaciones han determinado que este esquema era erróneo, ya que el peristilo septentrional fue construido a mediados del siglo I a.C., al mismo tiempo que se anulaba el atrio, que se convirtió en un área abierta, desplazándose la entrada principal al norte, mientras el peristilo central siempre mantuvo su papel de núcleo de la casa (Ribera et alii 2007). La mayor parte de los materiales de este periodo vienen de los potentes rellenos de amortización del atrio y de los de la construcción del peristilo septentrional. El material anfórico de esta fase también indica un momento avanzado del siglo I a.C., entorno a su mitad. Aunque entre las ánforas locales se mantienen algunas de las formas anteriores, caso de la Dr. 1A, que aún es la más abundante, también aparece ya la Dr. 1B y los primeros ejemplares de la Dr. 1C y la Dr. 2-4. Las del Adriático diversifican su tipología, con los primeros recipientes de la forma Lamb. 2, que es la más abundante de este grupo y es típica de todo el siglo I a.C. (Fig. 6) Pero las ánforas más numerosas en este momento son las rodias, a las que sólo le acompañan unas pocas de otros centros griegos, caso de Kos (Pascual et alii, 2008). Aparecen los primeros fragmentos de Gaza. Todos estos envases contendrían vino. Ahora se apreciaría una fuerte disminución de los envases norteafricanos, sobre todo si se compara con el periodo anterior. Las variantes de la Maña C2 y la Africana/Tripolitana Antigua son las más representadas. También se registran las primeras y escasas ánforas hispánicas de tipos romanos, tanto de la Tarraconense como de la Bética, pero sólo a nivel de unos pocos fragmentos, excepto un borde de una probable Dr. 1 de la Tarraconense, que indicaría las primeras exportacio-

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Ánfora adriática de vino de la forma Lamb. 2 de la casa de Ariadna

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nes de vino hispano a Italia. Tal vez sean residuales los asimismo escasos restos de ánforas ebusitanas. Las ánforas muestran de nuevo el predominio de los envases de vino, sobre todo de las formas locales típicas de la primera mitad del s. I a.C., las Dr. 1A, 1B y 1C, las Lamb. 2 adriáticas y de las rodias, pero ya empiezan a asomarse nuevos tipos propios de la segunda mitad del siglo, como las griegas de Kos, la púnica de Tripolitania 7.8.1.1. y algún fragmento de panza de la Bética y la Tarraconense, preludio ya del panorama del siglo I d.C. Julio-Claudio (14 - 62 d.C.) A partir de la época de Tiberio, en la casa de Ariadna se produjo un fuerte cambio funcional, con el establecimiento de varios espacios artesanales sobre la antigua área residencial. En este proceso, la gran zona de habitación quedaría eliminada o reducida sensiblemente a un tercio de su espacio disponible, al peristilo central como mucho, quedando los dos tercios restantes, al norte y el sur, destinados a la actividad productiva. En el primero al prensado, lavado, o macerado, de algún producto, probablemente lana (Bustamante y Ribera en prensa), y en el segundo al prensado y procesado de productos oleícolas para la elaboración de perfumes (Brun et alii 2012. Ribera et alii 2012). La sociedad pompeyana de este momento siguió los pasos de la de Roma y del resto de Italia, con el ascenso en la escala social y, sobre todo, en la económica, de los libertos enriquecidos, asociados a las antiguas familias dirigentes, que se fueron difuminando por su recesión demográfica y económica. Esta cambiante situación social se refleja en las reformas de las viviendas y también se detecta bastante en los nuevos monumentos y recintos funerarios, cuyas inscripciones desvelan estas relaciones entre los antiguos patronos y los emergentes libertos. A este respecto, serían muy ilustrativos los recientes estudios sobre la necrópolis de “Porta Nocera” (Van Andringa et alii 2013).

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En los abundantes rellenos de este periodo se ha recuperado gran cantidad de material, que ya presenta una composición bien diferente a la fase anterior, aunque se ha detectado mucho material residual. Sin tener en cuenta los dos grandes rellenos de las balsas de las tabernae meridionales, que se tratarán separadamente, el conjunto de este periodo se componía de abundantes restos de envases del área Vesubiana (Dr. 1A, 2-4, 21-22,…), Adriáticas (Dr. 6, Lamb. 2, Brindisi,…), Africanas (Maña C1, C2a, Africana/Tripolitana antigua, Tripolitana I) y Griega (rodia, Kos, Cnidos,..). La presencia hispánica era escasa, ya que, a parte de algunos fragmentos informes de la Bética, sólo se ha identificado una Dr. 20. El papel del vino hispano en Pompeya, y en Italia en general, fue siempre bastante irrelevante, incluso en este momento de intensa actividad y tráfico comercial. La importante producción local y la tradicional e intensa relación con los apreciados productos del Egeo, supondrían un escollo insalvable para los vinos hispánicos, que tenían otros cauces principales de difusión (Carreras 2009), además de su constatada baja calidad. Por el contrario, los de la zona adriática, ahora envasados en las grandes ánforas Dr. 6, la evolución de la Lamb. 2 (Cipriano y Carré 1989), siguieron teniendo una presencia más significativa, siempre dentro de unas proporciones minoritarias con respecto a los locales y los griegos. En las excavaciones de la casa de las Vestales, al noroeste de Pompeya, en la primera mitad del siglo I d.C. las ánforas hispánicas, en su gran mayoría de la Bética, han aparecido en una proporción mucho mayor, un 18 %. En este momento se ha señalado también la exigua presencia de algún ejemplar de Lusitania (1%) y de la Tarraconense (1 %). Las formas que se han registrado serían las Dr. 20, 14 y Beltran IIA (De Sena y Ikäheimo 2003: 307-308). En los niveles anteriores al estado final (siglos I a.C. – I d.C.) de la casa I, 9, 11-12, también se han identificado ánforas hispanas, en concreto fragmentos de Dr. 1, Pascual 1 o Dr.

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2-4 de la Tarraconense y Dr. 7-11, 20 y Haltern 70 de la Bética (Timby 2004: 391). También en las excavaciones de la insula VI, 5 se han señalado ánforas de la Bética, como alguna Dr. 20, 7-11 y Beltrán II (Scoti, 1984:tavola 158). La aportación hispánica, pues, se centraría más en los productos derivados del pescado del área andaluza, que en el aceite y el vino. Paradójicamente, las fuentes escritas de este periodo, como el famoso pasaje de Plinio (XXXI, 93-94), y las epigráficas, con el caso de Umbricius Scaurus, el rico comerciante de garum, indican la gran importancia y fama que en el siglo I d.C. tuvieron en Pompeya sus productos derivados del pescado. Para este periodo, los hallazgos arqueológicos de ánforas hispanas dedicadas a transportar este mismo producto son muy abundantes (Manacorda 1977), tanto que permiten suponer que el famosos centro productor pompeyano se debería surtir en buena medida de aportaciones externas (Ribera et alii en prensa). Esta fase predominantemente productiva de la casa terminó bruscamente con el terremoto del 62 d.C., aunque se han registrados evidencias de otros probables seísmos anteriores (Bustamante et alii 2010b), como el que colmataría una gran balsa de la taberna 32, donde se recuperó un gran depósito del reinado de Claudio, con más de 150 piezas individualizadas, monedas aparte. Las ánforas fueron especialmente escasas, ya que sólo se han recuperado dos bordes, un poco más del 1 %, frente al resto de las cerámicas (Bustamante et alii 2011). Estos dos recipientes pertenecen a un ánfora Africana/Tripolitana Antigua (Capelli y Contino 2013. Pascual y Ribera 2002) y a una Dr. 2-4 itálica. La mayor parte de los fragmentos también pertenecen a ánforas campanienses y africanas, aunque la mayoría de los trozos informes identificados serían de envases del área tunecina. A primera vista, pues, el aceite y el vino serían los productos de esas ánforas, aunque muy poco se puede decir de este material (Bustamante et alii 2011).

Por el contrario, en el relleno de otra balsa en la contigua taberna 30, de un momento algo posterior, aparecieron varias ánforas, algunas en buen estado de conservación, en lo que sería el mejor, pero no el único testimonio del conocido temblor de tierra del 62 d.C., representado por la amortización de esta otra gran balsa en la taberna 30. Era otra clase de relleno, en el que los materiales aparecían tirados intencionalmente, y no caídos accidentalmente, en la balsa. No había monedas ni vidrio lujoso. A pesar de la falta de monedas, este conjunto encajaría perfectamente con el conocido terremoto que asoló Pompeya en el 62 d.C. La principal diferencia cronológica residiría en la vajilla fina de mesa, la terra sigillata, que en el anterior grupo consistía en piezas de talleres itálicos de la época de Tiberio y Claudio, y en este ya hay vasos del sur de la Galia, de las formas Drag. 29b, 24/25. Las lucernas, cerámicas comunes y de cocina también eran diferentes. Otra diferencia destacada es la gran cantidad de restos de ánforas que se han recuperado, incluso alguna completa, frente a su escasez en la balsa de la taberna 32. Aparecieron los fragmentos de un número mínimo de 30 ejemplares de varias producciones: vesubiana (Dr. 2-4), siciliana (Dr. 21-22, ¿26?), oriental (rodia, Kos; Gaza), africana (Ostia LIX, ¿Dr. 26?), una posible tarraconense (Dr. 2-4) y varias béticas (Beltrán II, Dr. 20, 28), a las que se podría añadir alguna dudosa Dr. 2-4. En este conjunto, las ánforas hispánicas llegarían a un 20% del total de las ánforas. Esta representación hispánica ya era más diversificada y abundante que en los periodos anteriores. A falta de profundizar en el estudio de este gran conjunto, parecería evidente su mayor semejanza a lo que serían los materiales típicos de la erupción del 79 d.C. que a los recuperados en la balsa de la taberna 32, que serían los propios del segundo cuarto del siglo I d.C. En ambos rellenos de las balsas las piezas residuales han sido muy escasas, todo lo contrario que en los restantes grupos de la exca-

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Ánfora Dressel 26 de la casa de Ariadna. Siciliana o africana.

vación, en los que suele ser habitual el predominio o la abundancia de los materiales de periodos anteriores. Esta característica se debería a la misma génesis de formación rápida de estos excepcionales depósitos y los revaloriza como singulares ejemplos de la cultura material en uso en un momento muy concreto. La mayor parte de las ánforas de este periodo eran de vino, con el habitual predominio de las piezas locales y la normal alta representación de las del mundo Egeo y la mucho más escasa presencia de otras de la zona adriática, Dr. 6, y de Hispania, Dr. 2-4 y 28. Hay un solo ejemplar del área palestina, cuya tipología mantiene la tradición fenicia, que en Occidente se le ha bautizado como Kingsholm 117 (Sealy 1985: 89), Class 48 (Peacock y William 1986) y, en Israel, Zemer 53 (Zemer, 1978), además de LRA 4A. Es una forma que, para época imperial, ha aparecido muy dispersa en unos pocos lugares del Mediterráneo Central y Occidental y siempre en muy escasa cantidad. Una sola ánfora de esta forma se encontró en Lyón en un gran depósito de más de 100 recipientes datado en la primera década del s. I d.C (Becker et alii 1986; Desbat y Picon, 1986). Otras formaban parte del cargamento de pecios del cambio de Era, con otras ánforas orientales (Cos, Rodas, Chios), de la Tradeliere (Cannes), donde se encontraron dátiles en su interior, y del de Drammónt D, también con otras orientales (Dr. 2-4, rodia) e hispánicas y sigillata itálica de la época de Claudio (Parker 1992). También se ha identificado en Britannia, en niveles de la revuelta de Boudica, 60-61 d.C. (Sealy 1985, 89-90). Estas fechas encajan con el ejemplar de Pompeya, que apareció con otras ánforas del s. I d.C. (Dr. 2-4 de Campania y Dr. 20). Un debate reciente lo ha motivado la propuesta, basada en datos epigráficos pero no cerámicos, de incluir la gran ánfora Dr 26 entre las que contenían vino, en este caso de la localidad siciliana de Tauromenium, la actual Taormina (Peña 2007) que combina la relectura de unos grupos de tituli picti, la tipología,

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más o menos confusa, de Schone, y otras fuentes escritas y epigráficas, para proponer el origen siciliano de esta controvertida ánfora de gran formato, la Dr. 26, junto a otras como un diferenciado grupo de Dr. 2-4, el de la arcilla D (Panella y Fano 1977), que se había supuesto su origen en el nordeste de Sicilia (Wilson 1990: 264) o en Calabria (Arthur 1989). También se relacionaría con el área sicula, concretamente con la región de Tauromenion (Taormina), unas pequeñas ánforas asociadas a las formas VIII y X de Schone, lo que puede ser cierto para la escasa auténtica

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forma X (Panella 1976), la más ajustada al prototipo, pero mucho más dudoso para la VIII, de origen cretense (AC2), como muchos otros envases relacionados con la forma Schone X (Marangou-Lerat 1995). Precisamente, una de estas piezas, con el titulus TAVR, se ha encontrado en esta balsa de la taberna 30. Sin embargo, recientes estudios sobre esta controvertida forma, indicarían una procedencia africana y pondrían en cuestión que transportara vino (Contino 2013). Antes de la erupción del 79 En la casa de Ariadna, en las nivelaciones y rellenos que tuvieron lugar tras el terremoto, se ha localizado un número mínimo de restos de unas 131 ánforas, con una buena proporción de piezas residuales. Está integrado por recipientes de Campania (Dr. 2-4), el Adriático, Sicilia (Dr. 21-22), Oriente (rodia Camulodonum 184, Kos) y África (Africana/Tripolitana Antigua, Ostia LIX, T.7.3.1.1., Tripolitana I). El grupo hispano, ahora exclusivamente bético, con alguna ebusitana, seguramente residual, sigue siendo muy minoritario, con sólo siete individuos, un 5,3 % del total. Las únicas formas identificadas son la Dr. 2-4, 7-11 y 20. El panorama, pues, seguiría el esquema del periodo anterior. En la casa de las Vestales, entre 50-79 d.C., las ánforas hispánicas, en su gran mayoría también de la Bética, han aparecido en una proporción mayor, un 25 %, con la escasa presencia de alguna de Lusitania (2%) y de la Tarraconense (1 %) (De Sena y Ikäheimo 2003: 307). En el departamento 25 del Macellum, en su ángulo sudeste, tras el seísmo se construyó un pozo negro y una tubería vertical que desaguaba en éste. Por encima del pozo de la letrina se hallaron cuatro ánforas de garum de la Bética: tres Beltrán II A y una Dr.12, de las cuales dos estaban enteras y las otras dos casi completas. No estaban echadas sino que habían sido perfectamente encastradas en los cimientos para fijarlas, de manera que actua-

ban a modo de tapa o cubierta del pozo, como en otro pozo más antiguo del lado septentrional (Bustamante et alii 2010). Estas ánforas son una nueva muestra de la importancia del garum hispano de la Bética en Pompeya (Manacorda 1977), que se exportaba por todo el territorio romano a través del comercio marítimo por el Mediterráneo, y que incluso llegaba en grandes cantidades a centros reputados como grandes productores de derivados del pescado, caso de la clara referencia de Plinio (XXXI, 93-94) sobre Pompeya, confirmada por la arqueología en la officina del garum (Curtis, 1979) y por la epigrafía en la figura de Umbricius Scaurus (Curtis 1988). El vino de Hispania, por el contrario, apenas llegaría a Pompeya, donde, desde el siglo II a.C., se daría una fuerte y larga concurrencia entre los vinos locales y los griegos. Otra aportación al tema viene del entorno pompeyano, de la villa de Ariadna de Stabia, de la que disponemos de un estudio detallado de sus contenedores de garum, en los que llamaría la atención la paridad numérica entre los envases locales de la forma Schone VI, los famosos urcei del mosaico de la casa de Umbricius Scaurus, y las importaciones hispanas, repartidas entre ánforas de las formas Dr. 711, 14, Beltran IIA y IIB y una supuesta Dr. 24. Se señala especialmente en este lugar la abundancia de ánforas hispanas, incluidas las Dr. 20 y las de vino Tarraconense Pascual 1 y Dr. 2-4 (Federico 2007), que a simple vista no son abundantes en Pompeya. La erupción del 79 Del momento final se han encontrado tres instalaciones subterráneas cubiertas por el “lapilli”. Dos en sendas tabernae de la Vía “degli Augustali” (nº 26 y 29) y otra en la gran cantina de la casa de Ariadna. En ésta se completó la excavación del depósito de ánforas excavado entre 1988-1990, con el hallazgo de varios recipientes enteros más en 2013 y 2015 relacionados con la forma Dr. 26 u otras similares. En el sótano de la taberna

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Grupos de ánforas locales (Dr. 2-4) y griegas, cretenses sobre todo, de sendas cauponae de la Vía dell’Abondanza.

Ánfora vesubiana Dr. 2-4 de la Via degli Augustali 27.

26 también se recuperaron algunas ánforas completas, todas pendientes aún de estudio. Lo mismo sucedió en los niveles coetáneos a la erupción de las casas I, 9, 11-12, donde se encontraron unos 87 envases completos, la gran mayoría de vino de Creta y el Egeo (Timby 2004: 385-387). La gran mayoría de las ánforas que se conservan en Pompeya pertenecen a este trágico momento. Por el contrario, los hallazgos de la casa de Ariadna y su entorno se distribuyen en por lo menos tres siglos. Para el tema que nos interesa, el vino en Pompeya, hay que llamar la atención sobre los hallazgos de grandes depósitos de ánforas en la “Via dell’Abondanza” relacionados con los establecimientos dedicados a la venta al público. Llama la atención que unos, como la “taberna de Asellina” (Stefanis 2005), expedían sólo el vino local, envasado en las ubicuas Dr. 2-4, mientras que otras, como la referida casa I, 9, 11-12, se centrara en el vino de Creta, que irrumpió con mucha fuerza en la fase previa a la erupción (Marangou-Lerat 1995).

LA PRODUCCIÓN LOCAL FRENTE A LAS IMPORTACIONES La coexistencia en Pompeya de los productos locales, normalmente mayoritarios, con los del Mediterráneo Occidental, Central y Orien-

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tal, nos hablaría de un mercado muy activo y atractivo que se aprovisionaba de todos los

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Los erotes con las ánforas Dr. 2-4 de la casa de los Vetti.

lugares a los que llegaban los mercaderes campanos e itálicos, en cuya actividad estaban las bases de la riqueza de la ciudad (Los 2000). Personajes como Aulus Umbricus Scaurus, que llegó a ser duovir a mediados del s. I d.C., en época de Nerón, fundamentaron el éxito de su carrera en la elaboración de pescados (Curtis 1988) y la familia de los Eumachi, entre otras cosas, poseía figlinae y viñedos a partir, al menos, de época de Augusto, envasados en ánforas Dr. 2-4 (Fig. 9), cuyos sellos se encuentran en Roma, Carthago y Alejandria (Tchernia 1986). Otra de las familias pompeyanas relevantes en los inicios del Imperio, los Holconi, dieron nombre a una

clase de vid, la holconia, que junto a otras dos, las vennuncula y la murgentina, eran de las que se sacaba la mayor parte del vino del ager pompeianus, más reputado por su cantidad que por su calidad, casi como en la actualidad. La escena pintada en la casa de los Vetti, con los erotes traficando con ánforas de vino (Fig. 10) no deja de ser significativa para entender el importante papel de este producto en la vida pompeyana, al menos en la de los propietarios de esa famosa casa, que no dudaron en decorar una de las mejores habitaciones con escenas varias de sus supuestas y variadas actividades económicas (De Angelis 2011). Había otro tipo de vid, la denominada

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Los dolia vinarios de la villa de Boscoreale.

pompeiana, que curiosamente era característica de Clusium, en Etruria (Tchernia 1986: 187). Pero la mayor evidencia de la gran importancia del vino en Pompeya son las mismas instalaciones que se han encontrado alrededor de la ciudad (Fig. 11), algunas tan perfectamente conservadas como las de Boscoreale (Caro 1994) Frente éste más que evidente desarrollo de una potente producción de vino local, que, como poco, se remontaría al siglo II a.C., llama la atención que desde el mismo periodo, y sin solución de continuidad, se ha registrado la continua y abundante llegada de ánforas de vino del mundo oriental, primero casi exclusivamente de Rodas, luego de Kos y finalmente de Creta, que, igualmente, estaban también atestiguadas en Italia. En las excavaciones realizadas en la pars occidentalis de la insula 3 de la regio VII, este grupo lo forman 21 piezas, pero en la casa de Ariadna llegan a 119, la mayor parte del Egeo Oriental, concretamente de Rodas y Cos y su entorno y abarcan desde el s. II a.C., al que pertenecen la mayor parte de las rodias, a las diversas producciones, mayormente creten-

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ses, de los últimos niveles de la ciudad. Las ánforas rodias son el grupo griego más numeroso, casi 3/4 del total, contando sólo los bordes, que no presentan ninguna particularidad especial, a no ser su pertenencia al tipo de borde muy fino propio del s. II a.C., excepción hecha de alguno ya más grueso y de pasta más oscura del s. I d.C. Destacan algunas asas con sus sellos, más o menos incompletas, con al menos 26 en la casa de Ariadna (Pascual et alii 2008) Las ánforas de Knidos, en la pars occidentalis se reducen a un borde y a uno de sus característicos pivotes y en la casa de Ariadna han aparecido 3 sellos, pero dos son iguales y de la misma ánfora. Son muy abundantes en Atenas (Grace 1985) pero en el Mediterráneo Central y Occidental son bastante menos frecuentes que las rodias, con las que aparecen juntas en varios pecios del s. II a.C., con ánforas greco-itálicas de Campania, como los del Grand Congloué 1 (Long 1987) y el del Llatzaret (Menorca) (Fernández-Miranda et alii 1977), y del s. I a.C., con ánforas Dr. 1B, como el de la Madrague de Giens (Tchernia et alii 1978). En todo caso, formaban una mínima parte de estos cargamentos.

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De Sicion, localidad costera del norte del Peloponeso, el puerto de Corinto, deben proceder al menos 5 fragmentos de la casa de Ariadna de la segunda mitad del s, II a.C. y del s. I a.C. Un ejemplar completo se encontró en un contexto del Ágora de Atenas de fines del s. II a.C., junto a ánforas Dr. 1A, Knidia y Maña C-2 (Grace 1961: fig. 38). Con más dudas, 2 ejemplares de Lyon, de un contexto Flavio, dudosamente atribuidas a talleres brindisinos (Bertrand 1992: 272), tal vez se relacionen con producciones sicionitas de época imperial. Alguna de las pocas ánforas griegas aun por identificar debe proceder del Peloponeso (Pascual et alii 2008). Es una simplificación atribuir a la isla de Cos todos los ejemplares de fabricación oriental de las formas Dr. 2-4 y, especialmente, la Dr. 5, fácilmente identificables por sus asas dobles, que junto a la forma, constituyen una autentica marca de fábrica tan propia de las más conspicuas ánforas del mundo griego (Empereur y Hesnard 1987), no exentas de imitaciones (Hesnard 1986). En Pompeya se incluyen dentro de los tipos 5 y 6 de las ánforas con asas bífidas (Panella y Fano 1977). De la casa de Ariadna procede el único sello sobre asa, de este origen. Al contrario que las rodias o knidias, las ánforas de Cos no suelen llevar marcas.Tras las rodias, constituyen el grupo griego más numeroso, con 14 ejemplares, aunque estos no presentan una homogeneidad morfológica bien definida, sino que, dentro de unos parámetros comunes muy generales, como sería la coloración rojiza oscura, el variado tipo de inclusiones que en cada caso aparece, presupondría una amplia área de producción, como parecen indicar los análisis petrográficos, que indicarían también su probable fabricación en la cercana costa de Asia Menor, como sería el caso de Perea de Knidos (Monsieur y De Paepe 2002)2. En Occidente se atestigua su primera pre2

Agradecemos a Patrick Monsieur su amable colaboración e información a la hora de estudiar esta forma, especialmente el sello.

sencia en algunos pecios de fines del s. II o de inicios del s. I a.C., como el da la Cavaliere (Charlin et alii 1978) o en el de Sant Jordi A (Colls 1987), siempre como envases minoritarios de grandes cargamentos de Dr. 1A. En Pompeya y en la casa de Ariadna serían frecuentes a partir de mediados del siglo I a.C. y hasta la erupción, aunque a partir de los inicios del s. I d.C. disminuiría debido a sus abundantes imitaciones hispanas, galas e itálicas. De un contexto del s. I d.C. de la cercana casa de Popidio Prisco, con ánforas Dr. 20, Dr. 2-4 de Campania y una palestina Kingsholm 117, procede un cuello de una forma similar a la Dr. 24, forma conocida en Pompeya y el Castro Pretorio de Roma (Manacorda 1975; Panella 1986: 624-625), pero no muy presente, o no identificada, en el Mediterráneo Occidental. Se han encontrado unas pocas en Lyon, en un contexto de la segunda mitad del s. I d.C. (Bertrand 1992). Su origen oriental se ha confirmado por una alfarería de estas ánforas cerca de Éfeso. Se supone que contendría vino (Lemaitre 1995). Esta atestiguada en los alrededores del pecio de Uluburun (Sibella 2002) en Turquía. En la casa de Ariadna no se han encontrado ánforas de Creta, pero si en niveles del s. I d.C. de la vecina casa de Popidio Prisco, también acompañadas de Dr. 20 y Dr. 2-4 de Campania, del tipo cretense 3, AC3, también conocido como Cnossos 1 o Pompei X, aunque bajo esta última denominación se incluyen otros tipos cretenses, los AC1 y AC2, y la Early Roman Amphora 14 de Tocra. De un contexto semejante de esta misma excavación, con Dr- 2.4 de Campania, Dr. 5 oriental, Haltern 70 y Africana IIA o similar, es otra ánfora de esta forma cretense. Esta forma fue producida desde época de Augusto a inicios del s. III d.C. (MarangouLerat 1995: 82-83). Se encuentra en varios yacimientos del Mediterráneo Oriental, como Atenas y Alejandría. También se ha registrado su presencia en la costa adriática italiana (Au-

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Cuadro general de las ánforas de la casa de Ariadna.

FASE

VESUBIANA

ARCAICA

Etrusca

¿¿¿¿???? SAMNITA 200-120 TARDO SAMNITA 120-80 COLONIAAUGUSTO 60-30 Ac JULIOCLAUDIO 15-62 dC TERREMOTO 62 dC

ADRIATICA

GRIEGA

IBERIA

Brosse

Fenicia MPA4

Greco-itálica Greco-itálicatransición 1A? Greco-itálica 1A 1B

X

Rodia

Apani/Giancola

Rodia

PE

1A 1B 1C 2-4 1A 2-4 21-22

Lamb. 2

Rodia Kos

Betica Tarraconense

Lamb. 2 Dr.6 Brindisi

RodiaTardia Kos Cnidos

Bet: 7-11 20 Tar: ¿1?

Rodia Kos

Tar.: 2-4 Bet. Belt. II, 2-4 28

2-4

ERUPCION

riemma y Quiri 2004). En Pompeya han aparecido profusamente, al menos 37 ejemplares, en varias casas y jardines de las Regiones I y II (Panella 1976; Timby 2004). También se registran en villas productivas del entorno pompeyano, junto a otros envases cretenses, a veces asimilados a la forma Dr. 36 (Spagnolis 2002: 289). También llegan a las costas del Midi frances (Marangou-Lerat 1995: 83). Las ánforas cretenses de otros tipos de época imperial, como el 1, 1a, 4a y 4b, también muy frecuentes en los niveles de la erupción del 79 d.C., llegaron a Francia, estando bien atestadas en Lyon (Lemaitre 1995) y Arles (Long 1998). El más difundido en Occidente parece ser el tipo 4, por otra parte, tan abundante en Pompeya en el tiempo de la erupción. También se le conoce como Dr. 43 (Pascual y Ribera 2015).

CONCLUSIONES Los materiales estudiados (Fig. 12), en líneas generales, con todos sus constantes cambios tipológicos, muestran una larga continuidad de consumo del vino en grandes cantidades, tanto de la potente producción local y regional, como de los nada desdeñables, numéricamente hablando, caldos foráneos, principalmente los procedentes del área del Egeo. Otros centros tradicionalmente exportadores de ánforas de vino también están pre-

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ORIENTE

TRIPOLITANIA

PUNICA AFRICANA

SICILIA

Maña C

Maña C Africana Antigua Palestina

Gaza

7.8.1.1.

Africana Antigua

Tripolitana I

Africana Antigua C1 C2a

Tubular ¿Maña C?

Ost. LIX ¿26?

21-22 ¿26?

¿26?

¿26?

sentes, como los de la zona adriática a partir del siglo II a.C., y la Bética y la Tarraconense desde mediados del s. I a.C. En ambos casos, su incidencia se podría considerar prácticamente testimonial. Por otra parte, siempre desde el siglo II a.C., ya que apenas se dispone de datos para las fases anteriores, se observa un constante predominio púnico de la Proconsular (Tunez y Tripolitania) para el aceite y, supuestamente, los derivados del pescado, hasta mediados del s. I d.C., cuando los recipientes hispánicos se hacen más frecuentes. Por el lado púnico, a las diversas variedades de la Maña C1 y las africanas/tripolitanas antiguas del s. II a.C., les suceden las Maña C-2 en el s. I a.C. y el s. I d.C. ve la eclosión de las Tripolitanas I, bien conocidas en Pompeya (Panella 1977), y de los primeros ejemplares de las ánforas africanas, Ostia LIX y similares, que tanta difusión alcanzarán en los siglos siguientes (Bonifay 2004; Bonifay et alii 2015). Precisamente, en la actualidad está en pleno proceso de revisión el origen exacto, el papel de las producciones africanas/sicilianas y de sus contenidos en el periodo de transición de lo púnico a lo romano, en el que estarían involucradas las formas africanas/tripolitanas antiguas, Ostia LIX, Dr. 18 y 26. En todo caso, se revitalizaría la importancia de África en este entramado económico comercial, sin descartarse los envases de vino (Capelli y Contino 2013; Contino 2013).

EL VINO EN POMPEYA A TRAVÉS DE LOS HALLAZGOS DE LA ÍNSULA VII, 4

El vino griego también es omnipresente en estos siglos, pero sus lugares de procedencia preferenciales cambian radicalmente según pasa el tiempo. El s. II a.C. es por excelencia el gran momento de las ánforas rodias, como ya se ha atestiguado en otros lugares de Italia, caso de Populonia (Rizzitelli, 2006), Sicilia (Malfitana 2004) o Fregellae (Diosono 2008). A lo largo de los s. I a.C. y I d.C. continúan apareciendo en Occidente envases de Rodas, como en Roma y Lyon (Hesnard 1980), pero ya en unas cantidades menores. El s. I a.C. vio la aparición abundante de las ánforas de Cos, cuyo éxito y difusión lo plasman la general imitación de su forma en todo el Mediterráneo Occidental, empezando por la misma Campania (Hesnard 1986; Tchernia 1986). El s. I d.C., por último, vería la difusión de los vinos cretenses (Marangou-Lerat, 1995) ya profusamente registrados, en sus diversas formas, en otras casas pompeyanas (Timby 2004). Por el contrario, las ánforas hispánicas, tan

normales en la etapa imperial (Manacorda 1977), prácticamente no se registran, sino muy exiguamente con anterioridad. La esporacidad, prácticamente reducida a unidades, de recipientes de Sicilia, Cerdeña, Marsella, Etruria, para la época samnita/republicana, y de Palestina, para la imperial, completa el variado panorama anfórico no itálico registrado en estas excavaciones. Si añadimos el importante papel del vino griego, no deja de ser digno de un último comentario, que en una zona de gran producción de vino, y también de aceite y garum, como la vesubiana, se produzca un elevado porcentaje de importación de estos productos, sobre todo del vino, a lo largo de sus tres últimos siglos. Esto hablaría del refinamiento de esta sociedad, o al menos de una parte de ella, que desdeñaría los productos locales, con los que se enriquecía, al tiempo que consumía los foráneos, tanto por gusto como por el esnobismo helenizante de las clases dirigentes.

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