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Ser y/o Hacer de Otro: Feminismo y Psicoanálisis1.

Marcela González Barrientos

En el recorrido de la enseñanza de Lacan, la cuestión de la alteridad pasa de encarnar el lugar del Significante y la cultura, a encarnar en última instancia el lugar de la Mujer, que se convertiría en el Otro incluso para sí misma, la alteridad fundamental. Para el psicoanálisis, la pregunta por el ser mujer contiene una imposibilidad intrínseca, que la hace entrar en el orden simbólico sólo como negativización: ella no tiene como significar su sexo en lo que de su cuerpo aparece a la mirada, es decir, en su imagen especular (orden imaginario), lo que la aboca a una carencia de significante (orden simbólico), que produce una privación en lo real (Santos Velásquez2, 2009). En otras palabras, la inexistencia de un significante en el inconsciente para la feminidad, implica que del lado del sujeto del inconsciente, el Otro sexo falta tanto para el hombre como para la mujer, constituyéndose el sexo femenino como el Otro absoluto para ambos sexos. Los movimientos feministas, preocupados históricamente por

denunciar el lugar de

alteridad subordinada que la cultura ha construido para la mujer, han propuesto dos lecturas para la diferencia sexual. La primera adopta el concepto de “género” como herramienta teórica para conceptualizar la construcción social, histórica y cultural de la diferencia sexual. Su tesis de la “autonomía de género”, enfatiza que la anatomía no es ni un destino, ni una ontología: No existiría una naturaleza femenina ni una naturaleza masculina. Se trataría simplemente de efectos determinados por las prácticas de asujetamiento que condicionan el cuerpo sexual. Si el sexo no es una esencia que refleja una ontología rígidamente dualística, el cuerpo puede organizarse incluso en formas hasta ahora no practicadas, por tanto las posibilidades de la sexualidad son más de dos. La segunda lectura feminista, opta por redefinir la subjetividad femenina en términos de diferencia sexual, enfatizando y promulgando la falta de simetría entre los sexos, esto es, su radical diferencia -no su inferioridad- centrándose así en los valores alternativos que las mujeres podrían 1

Trabajo presentado en el VI Encuentro Americano de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana (ENAPOL) realizado en Buenos Aires, 22 y 23 noviembre, 2013. 2 Santos Velásquez, L., (2009) Masculino y femenino en la intersección entre el psicoanálisis y los estudios de género. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

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aportar. Su tesis es que habría dos sexos distintos, diferenciados, con características tanto anatómicas específicas, como sus respectivas sensibilidades, actitudes, disposiciones psíquicas diversas que remitirían a dos ontologías diversas, por un lado, la monarquía del falo, y por el otro, la pluralidad nomádica y anárquica del cuerpo femenino, que sería irreductible a la supremacía jerárquica fálica. Por su parte, el psicoanálisis lacaniano3, intentando explicar cómo es que se produce la elección del sexo, se contrapone tanto a una noción considerada “esencialista–ontológica” de la diferencia sexual como también a aquella noción “culturalista-construccionista” que hace recaer toda responsabilidad en el impacto culturalmente aprendido del discurso del Otro. Para esto, propone el concepto de sexuación, o sea la incidencia del movimiento de la subjetivación en el campo de la sexualidad, que opera más allá de la anatomía y de la captura alienante del discurso del Otro, relacionando al hablante ser con el goce, un goce masculino o un goce femenino, desligado de toda versión esencialista de la diferencia sexual. Para el psicoanálisis lacaniano, no habría un ser del hombre y un ser de la mujer, sino un saber hacer de hombre o de mujer, es decir, se trataría de la dimensión del semblante, interesado en ocultar la falta. Esto significa que no existe ninguna identidad sexual sólida, como atributo o predicado ontológico, sino los modos singulares con que cada ser humano trata de actuar una identidad sexual que no es nunca la respuesta a ningún instinto natural. En la compleja relación que atañe al psicoanálisis y al feminismo conviene entonces precisar que mientras el feminismo pretende lograr la igualdad política entre los sexos y por consiguiente una posición autónoma para cada uno de ellos, el psicoanálisis, con la centralidad de la dimensión de la Alteridad – en la que inconscientemente habita la mujer para ambos sexos- comprende la imposibilidad de la autodeterminación subjetiva, la necesidad de pasar por el deseo del Otro, lo que derrumba la pretensión de autonomía subjetiva, por cuanto ningún sujeto puede significar por y para sí mismo, sino que encarna las huellas del deseo del Otro en las “voces” del cuerpo.

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Lacan, (1975) Il Seminario. Libro XX. Ancora. 1972-1973. Torino: Einaudi, 1983; (2006) El seminario de Jacques Lacan: libro 18: De un discurso que no fuera del semblante. 1971. Buenos Aires: Paidós, 2009.

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