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1 Nuevas y viejas formas de la criminalización de la pobreza en las ciudades de América Latina (1) Miguel Serna (UDELAR-URUGUAY)

La superposición de la cuestión social y penal en las ciudades latinoamericanas tiene un triste legado en la región, que obedece tanto a formas históricas de larga data de expresión de la desigualdad y la violencia, como a factores recientes que desencadenaron su creciente visibilidad en la agenda pública y académica contemporánea. La herencia del desarrollo de las ciudades en América Latina estuvo pautada por una implosión y expansión del tejido urbano desacoplado de una estructura industrial y productiva que diera sostén al crecimiento poblacional. Así pues se gestó un estilo de desarrollo urbano periférico paradójico, pautado por el desfasaje de largo plazo entre los incipientes y discontinuos impulsos al desarrollo económico industrial y los procesos acelerados

y

progresivos de urbanización fundamentalmente desde mediados del siglo XX –con sus trayectorias específicas y diferentes en cada país y regiones-. El crecimiento urbano progresivo y acelerado de la región no se acompasó de un desarrollo capitalista industrial paralelo que estableciera un mercado de trabajo formal e integrara al grueso de la población migrante al conjunto de servicios y oportunidades que brindaban las ciudades. Estos procesos de desarrollo urbanos “asincrónicos”, desarticulados

y

contradictorios, se expresaban en la coexistencia de pautas de desarrollo y modernización al estilo de la racionalidad “occidental”, con la extensión de amplios bolsones de población viviendo en condiciones de alta precariedad habitacional, insertas en su gran mayoría en actividades económicas informales para la supervivencia y en contextos de pobreza masiva. De esta forma, la cuestión urbana expresa con particular dramatismo la cuestión social en el desarrollo capitalista en América Latina. La cuestión urbana contiene también el legado de afirmación de la violencia institucional del Estado penal, en el control del territorio donde se expresaba de forma más notoria su poder disciplinador y represivo en la vida cotidiana de la población en condiciones de vulnerabilidad y exclusión social.

1

Capítulo publicado en libro Silene de Moraes Freire (coord..) Direitos humanos para quem? Contextos, contradiçoes e consensos, Ed.Gramma, Rio de Janeiro, 2014.

2 A su vez, la hiperurbanidad de los procesos de modernización “tardía”, segunda modernidad o posmodernidad avanzada han vuelto a poner en el centro de la cuestión social la cuestión urbana. La expansión de sectores de “nueva pobreza”, de nuevas formas de desigualdad social y la persistencia o agravamiento de las desigualdades económicas se han expresado en el tejido y entramado urbano. La nuevas desigualdades sociales se manifiestan en el territorio donde se producen procesos de segmentación social y segregación urbana, de integración y exclusión social, que generan nuevas barreras físicas y fronteras simbólicas entre las clases altas y medias y los sectores populares crecientemente afectados por fenómenos de pobreza reciente y estructural. La cuestión urbana contemporánea vuelve además a contener la cuestión social y la cuestión penal en forma convergente y superpuesta. Las relaciones de desigualdad social y económica se manifiestan en el espacio urbano que reproduce y amplifica las relaciones de dominación simbólica entre clases dominantes y sectores subalternos, y lo hace a su vez superponiéndose con la cuestión “criminal” y la reproducción de nuevos miedos e inseguridades urbanas. Así pues, la cuestión social no sólo se tematiza en el territorio urbano sino que también se amplifica a través de la emergencia de una nueva ola de “inseguridad pública” en los años noventa, generando miedos y amenazadas que reproducen las fronteras sociales y simbólicas entre grupos sociales. Se produce un giro y reorientación de las conflictividades y violencias hacia los sectores sociales más postergados y los barrios más pobres que son crecientemente estigmatizados, violentados y victimizados en el entramado urbano. De esta forma, desigualdad social, pobreza y violencia se enlazan en engranajes perversos que constituyen simultáneamente parte del legado histórico y contemporáneo de la cuestión social en las ciudades latinoamericanas. En este contexto, el trabajo se propone comprender la producción de la denominada criminalización de la cuestión social a través de seis miradas diversas y complementarias, así como de un análisis comparado de distintas ciudades de América Latina. 1. Una de las interpretaciones más recurrentes de la temática identifica el incremento concomitante de la desigualdad y violencia como causa y consecuencia del deterioro del entramado social y urbano de la ciudad. En esta perspectiva el crecimiento progresivo de las desigualdades sociales y los fenómenos de violencia y conflictividad urbana se expresan directamente en la multiplicación de

3 procesos de fragmentación social y de segregación urbana. La segregación urbana expresa las desigualdades sociales y simbólicas en el espacio, produciendo y reproduciendo fuentes de conflictividad y violencia entre las clases dominantes y los sectores subalternos. La segregación urbana tiene diversas manifestaciones. Por un lado, como mecanismo de autoafirmación y pertenencia social, como ser las iniciativas colectivas dirigidas a un creciente aislamiento social de los sectores altos y clases medias en barrios privados (Svampa, 2005) que se expresa en una fuga hacia las zonas urbanas más privilegiadas, cada vez más homogéneas en su integración social y que concentran servicios con pautas de alto consumo y estilo de vida sofisticados. Por otro lado, en su modalidad regresiva las estrategias de aislamiento refuerzan procesos de diferenciación social a través estigmatización de los sectores populares y de identificación simbólica de barrios percibidos como

“guettos”

situados en los márgenes de la ciudad. Ambos procesos estarían en el origen de la emergencia o desencadenamiento de nuevas conflictividades en el territorio vinculadas a la producción de mecanismos de segregación residencial. 2. Otra línea interpretativa del fenómeno de la criminalización de la cuestión social es comprenderla como una respuesta a la sensación de amenaza de los sectores medios y altos frente al incremento de la nueva pobreza a partir de la década del noventa. De acuerdo a varios estudios se constatan la expansión de las zonas de vulnerabilidad social hacia sectores de nueva pobreza durante la década del noventa y su implosión posterior en el período de las crisis económicas de cambio de milenio. Esta nueva pobreza se expresó de forma heterogénea e intersticial en el entramado de relaciones sociales urbanas, que desencadenó una sensación de incertidumbre y vulnerabilidad social cotidiana con diversas reacciones colectivas, amenazas y violencias, protesta y conflictividad social. En este sentido, la novedad no estaría sólo en la sensación de inseguridad y violencia urbana, sino en las reacciones de los sectores medios y altos que amplificaron en la opinión pública la percepción de amenaza y criminalización hacia los sectores populares más pobres (Kessler, 2009). 3. Una mirada más institucional encuentra en la violencia policial y poder estatal el origen de la criminalización y disciplinamiento de los sectores populares. De esta forma se retoma el papel del Estado como locus de poder, de control de delito, así como de producción de zonas de impunidad y arbitrariedad que se ejercen sobre la sociedad, en particular contra los sectores sociales más desprotegidos y vulnerables.

4 En esta perspectiva el ejercicio excesivo de la violencia por parte del poder estatal tuvo transformaciones desde la “herencia maldita” del terrorismo de Estado de los setenta a la progresiva sustitución desde los años noventa hasta la actualidad por la represión punitiva y la gestión de la violencia simbólica sobre el conjunto de la sociedad (Paternain, Rico, 2012). 4. Otra clave explicativa de los fenómenos de criminalización de la cuestión social encuentra su fundamento en los cambios estructurales en las formas de la violencia y seguridad urbana. En este sentido se retoman hipótesis de las transformaciones contemporáneas de las ciudades del mundo “más" desarrollado y globalizado para mostrar cómo se han expandido nuevas formas de seguridad urbana degradada que se reproducen en forma ampliada en los márgenes de la ciudad. Desde este tipo de interpretación los fenómenos de la globalización contribuyen en parte a la producción de una hipermodernidad degradada con un nuevo “régimen de marginalidad urbana” y de producción de la violencia. Estas nuevas formas de la marginalidad urbana obedecen a cuatro lógicas estructurales (Wacquant, 2001, pag.171): a) el resurgimiento de la desigualdad social, b) la mutación del trabajo asalariado; c) la reconstrucción de los Estados de Bienestar Social y d) una dinámica espacial de concentración y estigmatización territorial de los pobres. Por su parte, las claves explicativas de la seguridad urbana degradada en América Latina (Briceño-León Roberto (2002)) están en la generación ampliada de circuitos de marginalidad y violencia urbana que se retroalimentan tanto de las formas tradicionales del legado histórico de violencia letal como de la expansión de nuevas modalidades de violencia cotidiana difusa. 5. La reciente criminalización de la pobreza se explica también por la relación entre la expansión cuantitativa de nueva criminalidad de pequeños porte, con delitos desorganizados y las nuevas formas de socialización “perversa” y anómica (fuera del trabajo y la escuela) de los sectores sociales más marginales en la ciudad. En esta mirada el análisis se orienta hacia las nuevas formas del delito juvenil y de los sectores marginados son percibidos por el resto de la sociedad como nuevas amenazas sociales, e identificados como grupos sociales específicos con una estética popular urbana propia (estilo de vida, actividades artísticas y tribus urbanas). La explicación de la criminalización de la pobreza está en la proliferación de procesos de socialización “perversa” (la integración perversa que describre Zaluar (2004)), de estos

5 grupos sociales en actividades por fuera de la ley y caracterizada por la creciente desarticulación entre el mundo del trabajo, la socialización escolar y la familia. Estas formas de socialización perversa refuerzan los procesos de diferenciación social mediante la multiplicación de mecanismos de discriminación sociocultural que proyectan los prejuicios y estereotipos respecto las formas de socialización desviada al conjunto de los sectores populares más marginados. 6. La opinión pública y la dinámica de los climas de “inseguridad pública” aparecen como factores relevantes para comprender no sólo los aspectos fácticos del fenómeno sino también de la construcción de la agenda pública sobre la temática. La instalación de la temática en la agenda pública ha sido acompañada de la creciente “inflación de la inseguridad urbana” (Kessler, 2009). Varios actores aparecen contribuyendo al efecto amplificador de los climas de inseguridad pública: el papel de los medios de comunicación y los periodistas en la construcción de la agenda, la medición de la opinión pública a través de encuestas de victimización; el incremento oferta de seguridad (empresas de seguridad y equipos de seguridad y armas), entre otros. Paradójicamente, esta inflación de inseguridad produce nuevas frustraciones en términos de seguridad, mediante la expansión de las amenazas sociales y el etiquetamiento social de los nuevos

grupos “peligrosos”, produciendo víctimas y victimarios, resignificando

semánticamente sujetos vulnerados y violentados (jóvenes, desempleados, pobres y marginados) en violentos amenazantes del orden público (Serna, 2008). Para dar cuenta de algunas de las tendencias y rasgos empíricos descriptivos del fenómeno de la criminalización de la cuestión en América Latina se realiza a continuación un análisis comparativo sobre desigualdad y violencia urbana en varias ciudades de la región.

La hiperurbanidad de las ciudades latinoamericanas

A efectos de realizar un análisis comparativo de la problemática de América Latina realizamos una selección de seis ciudades. El criterio más obvio para la elección fue incluir

6 las cuatro ciudades de mayor envergadura demográfica (en cantidad de habitantes2 y densidad demográfica) y económica (medida en PBI) de la región, estas son: Ciudad de México, Sao Paulo, Rio de Janeiro y Buenos Aires. Son ciudades que alcanzan el tamaño de grandes metrópolis a nivel mundial, tres de las cuales pertenecen a los dos países más grandes de América latina. Se trata de ciudades que se destacan por la centralidad que adquieren en la estructura económica y demográfica de cada uno de los países (concentrando cada una más del 20% de la producción nacional). A la lista le agregamos dos ciudades del cono sur, Santiago de Chile que es una ciudad de tamaño grande (3) y Montevideo, una ciudad de porte medio (4). Más allá de las diferencias de tamaño, las tres ciudades del cono sur (sumando a Buenos Aires) comparten el lugar de capital administrativa y económica del país, concentrando en torno de la mitad del producto bruto interno nacional, así como con estructuras macrocefalias que aglutinan entre 32% y 45% de la población del país. A su vez, los países del cono sur se destacan además por tener los índices más altos de desarrollo humano en la región. No obstante, no escapan al patrón urbano de la región, por ejemplo, cuando se ajustan por índices de desigualdad social los indicadores de desarrollo humano se ubican en valores medios asemejándose al resto de la región. Además se incluye Quito, otra ciudad de porte medio, de un país pequeño como Uruguay pero que pertenece al área andina. Por tanto, la muestra de ciudades tiene como rasgos comunes que son ciudades con centralidad económica y demográfica de los países, al tiempo que muestra una diversidad de regiones y subregiones de América Latina.

2

Se consideran las ciudades de más de 10 millones de habitantes.

3

Es una de las 3 ciudades de A.Latina que tiene entre 5 y 10 millones de habitantes.

4

Ciudades entre 1 y 2 millones de habitantes, se han identificado 27 ciudades de este tipo en A.latina (Estado de las ciudades A.Latina (2010).

7 Ciudades

Tamaño

Población

%

Densidad

PBI

%PBI/PBI PBI

población

en miles

población

población

U$$

Nacional

per

y

(2007)

nacional

por Km2

millones

(2007)

cápita

económica

México DF

São Paulo

Rio Janeiro

de

Buenos Aires Santiago de Chile Montevideo

Metrópoli Ciudad global Metrópoli Ciudad global Metrópoli Ciudad global Metrópoli Ciudad global Grande

(2007)

(2007)

(2007)

20.176

17,7%

8.400

219.555

21,5%

10.882

19.953

9,8%

7.387

257.830

19,8%

12.922

11.829

6,1%

6.850

96.430

7,4%

8.152

12.400

32,1%

4.950

129.133

48,6%

10.414

6.686

34,3%

8.400

74.569

45,5%

11.153

2.523

11.750

50,9%

7.998

3.150

9.574

20,9%

4.388

Porte 1.469 44,6% medio Quito Porte 2.182 13,4% medio Fuente: elaborado en base a ONUHABITAT (2010)

Un rasgo típico de las ciudades latinoamericanas es la presencia muy visible en el tejido urbano de amplios sectores sociales en condiciones de pobreza y de precariedad habitacional. La población que vive en contexto de vulnerabilidad y pobreza se redujo sensiblemente en la última década, el ciclo de crecimiento económico junto a políticas de transferencia de renta hacia los sectores pobres contribuyó a la disminución de la magnitud cuantitativa (en promedio diez puntos porcentuales) de la pobreza económica en la ciudad. La reducción cuantitativa de la pobreza urbana es significativa cuando se la compara con los años iniciales del nuevo milenio marcado por la sucesión de crisis económicas, pero también con relación a la evolución de la pobreza durante el ciclo de crecimiento previo en la década del noventa. No obstante, la disminución de la pobreza económica no supuso la superación de la pobreza urbana masiva, observándose la persistencia de núcleos duros de precariedad habitacional, así como de zonas de vulnerabilidad y pobreza extrema o crónica que afectan alrededor de un 20% de la población de las ciudades.

8 A ello debe agregarse, la persistencia y reforzamiento de procesos de segregación espacial y fragmentación tejido social, que dificultan el combate de la pobreza, reproduciendo los mecanismos históricos de dominación simbólica de los sectores sociales más populares. Existen diferentes metodologías de medición de la pobreza, las más conocidas las líneas de ingreso económico o pobreza monetaria, tanto las elaboradas por parámetros de organismos internacionales (como por ejemplo ONUHABITAT, CEPAL), como las que toman de referencia las canastas de consumo y características del hogar a nivel nacional. Más allá de las diferencias cuantitativas referentes a la metodología de medición, las dos ciudades brasileñas son las que registran los niveles más altos de población en contexto de pobreza y de precariedad habitacional, que afecta alrededor del 30% de los hogares de San Pablo y Rio de Janeiro. Luego, con niveles altos pero un escalón más abajo en términos de magnitud pobreza urbana le sigue la ciudad de México. Por otro lado, las tres ciudades del cono sur (Buenos Aires, Montevideo y Santiago de Chile) son las que exhiben en términos comparativos los niveles más bajos de pobreza urbana. La ciudad de Quito se encuentra en una posición intermedia entre las grandes ciudades de Brasil y México, y las ciudades del cono sur. Pobreza urbana Ciudad

Evolución década Pobreza urbana (1999- 2009) (LP personas CEPAL)

México DF

2000-2001 (Línea Pobreza hogares)(*) 22,6%

Pobreza urbana (Área metropolitana) 2009 (LP personas CEPAL) (**) 29,2%

-10%

2007 (% Nacional ONUHABIT AT) 14,4%

São Paulo

28,1%

22%

-10%

28%

-3%

Rio de Janeiro

23,9%

22%

-10%

28%

-3%

9,6%

-10%

23,5%

-9%

ciudades

Población Evolución urbana en década áreas precarias áreas precarias (2000- 2007)

-5%

Buenos Aires Santiago de Chile Montevideo

11%

8,4%

-6%

9%

Igual

21,3%

12,8%

+3%

10%

+3%

Quito

11,3%

40,2%

-23%

21,5%

-4%

Fuente: elaborado en base a ONUHABITAT(2012), CEPAL(2011),Institutos estadísticos nacionales de cada país(IBGE-Brasil, INE-Uruguay, BCE-Ecuador, Dominguez(2006), Yañez, López(2004,p.86).

9 Nota: En el caso de la ciudad México que tiene varias líneas de pobreza oficiales se consideró LP del patrimonio del hogar Nota: para los casos de Brasil y México informados por la CEPAL la información disponible de la LP (personas) es de todas las áreas urbanas del país.

Pero la pobreza masiva no es la única marca de las ciudades latinoamericanas, un rasgo de más larga duración viene dado por la persistencia de patrones de alta desigualdad en la distancia social entre los sectores más ricos y los más pobres. Si bien los patrones distributivos de la riqueza material tiene variaciones relevantes en el tiempo y según las diversas subregiones de América Latina la fuerte desigualdad económica atraviesa a todas las ciudades. La medición de la desigualdad económica por medio de la conocida metodología del índice de gini muestra que las ciudades tienen niveles muy altos de concentración de riqueza y desigualdad de ingresos. La ciudad de México es la que presenta los niveles más agudos de todas las seleccionadas, seguida por Santiago de Chile, Rio de Janeiro, Buenos Aires, Quito y San Pablo también con niveles muy altos de desigualdad económica. Sólo Montevideo tiene valores relativos medios en términos de desigualdad de ingresos. En la última década se constata una moderación reciente de las desigualdades económicas con un descenso de algunos puntos porcentuales, especialmente notorio en el caso de las ciudades brasileñas.

Ciudades

Índice de Gini Evolución Gini Ciudad Urbano década (GUD) (CEPAL) 2005-2007 1999-2009

México DF

0,56

-2 puntos

São Paulo

0,50

-6 puntos

Rio de Janeiro

0,53

-6 puntos

Buenos Aires

0,52

-4 puntos

Santiago de Chile 0,55

-3 puntos

Montevideo

0,45

-1 punto

Quito

0,52

-4 puntos

Fuente: elaborado en base a Global Urban Data (2010), CEPAL (2011), BCE (2012)

10 A pesar de la moderación reciente y avances en la reducción cuantitativa de las desigualdades económicas en las ciudades latinoamericanas, no es suficiente para transformar la herencia histórico de la fuerte desigualdad en la distribución de la riqueza y la polarización entre los sectores de más alta renta y los más pobres. A ello se agrega la persistencia de las desigualdades espaciales internas en las ciudades marcadas por crecientes procesos de segregación urbana, que refuerzan la distancia y la desigualdad social entre las clases sociales dominantes y los sectores populares. Las transformaciones en la trama urbana de la ciudad se entremezclan en forma perversa y resistente con los mecanismos de reproducción de las desigualdades sociales y económicas. Los procesos de segregación urbana y de fragmentación social refuerzan en forma paradojal las desigualdades económicas. En un extremo, los barrios y zonas más pobres de la ciudad se hacen más homogéneas en su composición social cada vez más popular y sufren crecientemente dificultades en el acceso equitativo a los servicios urbanos y reducen sus oportunidades económicas. En el otro extremo, los barrios más privilegiados, donde los sectores sociales altos y medios altos poseen un acceso generalizado a los servicios urbanos, multiplican sus posibilidades de acumulación de renta y patrimonio inmobiliarios y refuerzan los mecanismos de autoreclutamiento y reproducción social mediantes estrategias de cercamiento residencial y espacial, simbólico y material. A ello se suma el agravamiento de las desigualdades económicas de ingreso también al interior de las zonas de mayor urbanidad, modernización e integración a circuitos globales de mercado, y se expresa en el aumento de la polarización de ingresos y estratificación social de los barrios más privilegiados. A la acumulación regresiva entre las diversas dimensiones y espacios de la desigualdad social, se agregan los impactos contradictorios y los círculos perversos entre el aumento de la desigualdad y la violencia urbana. La convergencia reciente entre la expansión de nueva pobreza y la violencia refuerza los mecanismos históricos de reproducción de la pobreza y violencia urbana en las ciudades de América Latina. La superposición progresiva entre cuestión social y cuestión criminal en la trama urbana transforma al mismo tiempo víctimas en victimarios, barrios pobres y peligrosos, grupos sociales vulnerables y violentados.

11 Violencia, victimización y punición en las ciudades

Afirmar que la violencia urbana ha ido creciendo en las últimas décadas en las ciudades latinoamericanas puede parecer una constatación de “sentido común” en la agenda pública cotidiana de la población, sin embargo es una verdad a medias que requiere un análisis más pormenorizado de los rasgos y complejidad del fenómeno. De hecho, no es una tendencia común a todas las formas de expresión de la violencia. Una clasificación bastante generalizada en la literatura es la diferenciación entre los delitos contra la persona física y los hechos delictivos contra la propiedad.

Más allá, de las

dificultades y precisiones metodológicas de diferencias entre países en la forma de definición, medición y punición de los delitos, algunas tendencias se pueden inferir de las estadísticas disponibles. La violencia letal, aquella que se la reconoce como la forma más peligrosas e irreparable de la violencia debida a que termina con la vida física de las personas. A su vez, entre las expresiones de la violencia letal, las denominadas muertes violentas, los homicidios son considerados como la manifestación privilegiada de la una violencia intencional y con sentido explícito de amenaza a los otros. Otros tipos como los accidentes fatales y los suicidios inciden otro tipo de factores estructurales e institucionales que inciden, no siempre con la motivación explícita de ejercer violencia sobre otros. Del estudio comparado de la evolución de las tasas de homicidios no puede afirmarse que existan incrementos significativos en la década, por el contrario se mantiene en patrones estables para todas las ciudades. La única diferencia importante a destacar es el patrón bastante más generalizado de la violencia letal en las ciudades brasileñas, que cuatriplican las tasas de homicidios respecto del resto de ciudades latinoamericanas. En cambio, el análisis comparado de la violencia física interpersonal de pequeño porte, expresado en general por medio de la tipificación jurídica del delito de lesiones personales (predominantemente las que infligen un daño físico), si tiene una tendencia incremental en todas las ciudades latinoamericanas en el período considerado. Se trata de formas de violencia personal difusa y de “baja intensidad” que pasa a ser parte de la vida cotidiana de la población en las grandes metrópolis y en general parece ser un patrón de conducta generalizada en las ciudades latinoamericanas.

12

Ciudades México DF

Homicidios (tasas cada 100000hab.) 2000 2001 2007 2008 8,2 9,3 8,1 8,1

Lesiones (tasas cada 100000hab.) 2000 2001 2007 2008 221,2 169 167,3 175,2

São Paulo

33,8

Rio de Janeiro Buenos 5 Aires Santiago de Chile Montevideo 8,3

32,9

12,1

10,9

465,1 454,5 479,9 420

39,5 3,9

36,5

5,1

475,8 469,3 439,1 433,7 590,3

2,3 7,3

2,6 6,3

1,9 7,8

17,4

16,9

Quito

157

428,7 564 170 317

596,7 329

Fuente: elaborado en base a Dammert, Salazar; Montt; González (2010)

La comparación de las estadísticas criminales sobre delitos de la propiedad es aún más difícil debido a la diversidad de marcos jurídicos penales entre países. No obstante, en general se acepta una tipología general de clasifican de los delitos más comunes que son los hurtos y los robos. La diferencia de los últimos es que si bien el móvil es el mismo, suponen además el ejercicio de la violencia física contra las personas víctimas. Los hurtos son el tipo de delitos más generalizados en la población (con las tasas cuantitativas más altas en el conjunto de hechos criminales) y a pesar del giro de época hacia un ciclo de crecimiento económico con políticas redistributivas, la tendencia continúa en ascenso en todas las ciudades latinoamericanas. Cosa similar sucede con la evolución de los robos en la década que también tienen una tendencia incremental, amplificando la expresión intersticial de formas de violencia difusa y generalizada de pequeño porte en la vida cotidiana de las ciudades. Robos 2000 1238,8 576

Ciudades México DF Sao Paulo Rio de Janeiro 293,2 Buenos Aires Santiago Montevideo 430 Quito

2001 1167,7 580

2007 981,3 538,6 887

314,8

348,6

875,3 390

1147 587 1173,3

2008 1051,2 535,8 904,1

1142,8 680 1359,1

Hurtos 2000

2001

2007

2008

1062,5

1161,1

1299,4 1011,8

1202,7 1079,2

2161,4

2086,7

1824,8

2160

367,1 2420

525,4 4260

Fuente: elaborado en base a Dammert, Salazar; Montt; González (2010)

541,2 4460

13 La creciente centralidad de la violencia y la degradación de la seguridad en las ciudades no es sólo resultado del aumento de los hechos delictivos fácticos. Uno de los giros más notorios de los últimos años es la creciente relevancia la problemática de la “inseguridad” adquiere en la agenda de la opinión pública y la percepción cotidiana de los hechos de violencia. Una de las metodologías recientes de medición de la percepción de violencia en la opinión pública son las denominadas Encuestas de Victimización. Uno de los hallazgos comparados de la aplicación de estas encuestas de opinión es que miden la percepción de ser víctima de delitos es bastante generalizado en las ciudades latinoamericanas, afectando alrededor de un tercio de la población urbana. No obstante, la afirmación debe ser relativizada y calificada de acuerdo a los tipos de delitos y violencias que se expresan en la opinión pública. En general la percepción aceptada y expresada en forma pública refiere fundamentalmente a los delitos contra la propiedad, siendo muy inferiores la declaración de ciudadana de los delitos que involucran la violencia letal y física interpersonal.

Esto puede contribuir a explicar, algunas diferencias notorias entre

aspectos fácticos y percepción simbólica en el análisis comparado, por ejemplo, entre ciudades que tienen altas tasas de violencia letal (medida por ejemplo a través de las tasas de homicidios) pero que sin embargo, la percepción de victimización en las encuestas de opinión es menor, y por otro lado, en forma contrapuesta, los niveles más altos de mayor percepción de victimización e inseguridad pública en ciudades con tasas homicidios más bajos, como por ejemplo las del cono sur.

También puede explicarse la relación entre percepción de

inseguridad y victimización reciente si se considera las tendencias recientes de incremento de un tipo de violencia difusa, de pequeño porte y general en la vida cotidiana. Por otra parte, estas encuestas también son relevantes a la hora de comprender la relación entre los nuevos climas de inseguridad pública y victimización ciudadana, y la expansión de los procesos de “criminalización” simbólica de la nueva pobreza. Estas encuestas han sido útiles también para comprender la percepción de nuevas “amenazas” urbanas y de grupos sociales “peligrosos”. En ese sentido han aparecido en forma frecuente la identificación de los sectores pobres, jóvenes, y los desafiliados sociales etiquetados por la ciudadanía como las nuevas “amenazas” de la seguridad ciudadana (Serna). Estas mediciones de los climas de opinión pública refuerzan (de forma intencional o no) los mecanismos simbólicos de reproducción de las desigualdades como la segregación residencial en el ámbito de la ciudad. De esta forma, la criminalización de la cuestión social no pasa sólo por sus contornos y

14 fronteras materiales, sino también por sus mecanismos discursivos de etiquetamiento simbólico de los sectores populares, transformando víctimas en victimarios, sujetos violentados en sus derechos en sujetos violentos que amenazan derechos establecidos. Un último rasgo de la violencia en las ciudades, se relaciona con las respuestas reciente del Estado Penal, que se expresan en tendencias al incremento de la represión punitiva y de disciplinamiento de la población en las grandes ciudades, especialmente en la población más vulnerable y pobre. El resultado más visible de estas políticas a largo plazo es fenómeno de la superpoblación carcelario como rasgo característico de las ciudades latinoamericanas. Tasa población Carcelaria País (reclusos c/100000 hab) ciudades 2000 2001 2007 México DF 166 171 201 (b) São Paulo 375 (a) Rio de 191,5 Janeiro (a) Buenos 107 162 Aires (a) Santiago de 190 Chile (a) Montevideo 135,4 154,4 216,2 (a) Quito (b) 65 63 108

2008 205

% Victimización (víctima delitos en los últimos 12 meses) 2001/02 2007 2008 27 25,3

490,4

37

199

32

21,7 24,6

306,7 229,9

34,8 (c) 27

126

35, (c)

19,4

Fuente: elaborado en base a Dammert, Salazar; Montt; González (2010) Notas: (a) Ciudad y área metropolitana, (b) áreas urbanas país, (c) % nacional.

Reflexiones (im)pertinentes a modo de cierre

La cuestión de la criminalización de la pobreza urbana en las grandes ciudades y capitales de la región al final de la década deja una sensación agridulce. Por una parte, por primera vez en los últimos cuarenta años se constata un ciclo de crecimiento económico con mejoras relativas en el combate tanto de la desigualdad económica como de la pobreza en la región. No obstante, esos avances no han transformado el patrón de desigualdad estructural en América Latina.

15 Por otra parte, lo que es más grave, más allá de los logros económicos, es que no se han desarmado ni desarticulado los círculos perversos entre la globalización económica de mercado, los procesos de reproducción de la desigualdad social en el entramado espacial urbano y los vínculos con los mecanismos de criminalización de la pobreza. Por el contrario, se identifican diversas rutas convergentes de producción de la criminalización de la pobreza en las ciudades latinoamericanas que activan factores estructurales, de dominación simbólica e institucional, y que conducen a viejas y nuevas formas de vinculación perversa entre desigualdad social y violencia, entre nuevas y viejas expresiones de la pobreza y de la violencia en la trama urbana.

Bibliografia

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RESUMEN

EL objetivo del trabajo es comprender la producción de la denominada criminalización de la cuestión social América Latina a través de seis hipótesis diversas y complementarias, así como de un análisis comparado de la evolución de desigualdad, pobreza y violencia durante la última década en las ciudades de Buenos Aires, Quito, México DF, Montevideo, Rio de Janeiro, San Pablo y Santiago de Chile.

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