Siete pecados capitales

septies septem (en latín es siete veces siete)
Gula.: Te provoca la infelicidad y que pretende que te hartes hasta el punto de hacerte odiar -mira como come- No pretendo inferir daño al cuerpo, sino deleitarte en la comida; no miro el perjuicio, sino con prisa, suntuosidad, esmero en el condimento, en la cantidad aumento, y ansiosa voracidad, no aprecio la salud, solo quiero comer. El fin de este placer no es tener ni hambre ni sed. Cinco hijas tengo, la alegría inepta, la chocarrería, la inmundicia, la charlatanería y el embotamiento de la mente con relación a la inteligencia. Levántate de en medio y vomita, eso te aliviará. Bebe en exceso, que no te importe la razón, y di grandes tonterías que sobrio no lo harías. Emborráchate, embrutécete, bienvenido seas alimento sin medida.

Pereza.: Soy la madre de todos los vicios, póstrense ante mí, yo soy Pereza. Soy negligencia y tardanza. Conmigo muere la prosperidad. Quédate aquí pues a mi lado, que no tendrás más ninguna tentación. Acá yace conmigo el hambre. Nos movemos, pero no avanzamos; quédate recostado y vive libre de culpa, hablemos de lo que queremos hacer y algún día lo lograremos. A nosotros todo se nos hace cuesta arriba. Qué bien es ser conformista, siempre buscamos otra ocasión, nos vestimos muchas veces de indecisión; con nosotros, la diligencia empobrece al espíritu como al bolsillo. Vence pereza, sin ánimo cualquier lucha.
Envidia.: Miramos hacia adelante con odio los bienes que no son nuestros. Nuestro deseo es de privar que otros tengan más que nosotros. Con mis ojos veo lo que no tengo y lo deseo, y quiero destruir lo que posees. Nos entristece el bien ajeno, generamos rencor y albergamos insatisfacción. No escondas tu dicha, pues nos engordamos con la codicia.; Nos hiere el alma desfallecida y atormentada por la felicidad de otros. Los viejos envidian a los más jóvenes; y los que han gastado mucho, para conseguir algo, a los que con pequeños dispendios lo consiguieron; pues les duele de la pérdida de sus bienes, y de que otros los hayan conseguido. Nos alegra la ruina de nuestros enemigos, y, sin culpa, demostramos nuestra gloria; cuando con su caída creemos que no se pueden elevar.

Soberbia.: Yo soy rey Nabucodonosor, y esta, la gran Babilonia que yo edifiqué como residencia real, con la fuerza de mi poder y para la gloria de mi majestad. Narciso es mi nombre, pues soy tan bello que las flores se esconden ante mi paso con púdico rubor. Me acerco a una ribera y veo el reflejo de mi rostro que las cristalinas aguas me devuelven.
Aliméntate y menosprecia a los demás, pues eres virtuoso y a ti corresponde excelencia y magnificencia. Que sea tu compañera la soberbia. Esta siempre irá acompañada con la ignorancia. ¡Sé mediocre y no permitas la crítica y la reflexión! ¡Ámate demasiado a ti mismo, que tú puedes hacerlo todo, que no necesitas de los demás! ¡Sos grande, sos perfecto! ¡Sé presumido, llama la atención, que todo se haga según como tú quieres!, ¡Todo te lo mereces, que todos hablen de ti! .

Avaricia.: De tanto tentar a la fortuna, esta se aleja mí. El afán de querer tener, me priva de todo., Cuanto más atesoro, más sólo me siento!, No me hartaré de dinero. Amo las riquezas, y aunque esté consciente que ningún fruto sacaré de ellas.
Me origino a veces del orgullo y otras del temor, porque algunos, viendo que no tienen lo preciso para sus gastos necesarios, entregan su alma a mí. ¿Acaso tú, mortal, no te sirves del dinero como fiador para obtener todos los bienes materiales? Usas la mentira, el fraude, el hurto, el perjurio, y el apetito de torpe lucro, los falsos testimonios, la violencia, la inhumanidad, la rapacidad. No finjas demencia, porque en tu ser inmundo traspiras la traición, el fraude, el engaño, los perjurios, la inquietud, la violencia y la dureza. Jamás habrá cabida para la misericordia.

Ira.: Soy un iracundo, muestro la impotencia de mi cuerpo y la desesperanza de alma.,
Lujuria.: ¿Quién soy yo? Soy una furtiva y oportunista. Siempre estoy al acecho y me aprovecho de los débiles. Quiero satisfacer mis apetitos a costa de los demás. Sin exceso y desmesura no existo.