SOCIEDAD Y COMUNIDAD, VIDA E INMUNIDAD. LA SOCIEDAD POLÍTICA EN ROBERTO ESPOSITO

June 22, 2017 | Autor: H. Moreno Hernández | Categoria: Roberto Esposito, Comunidad política, Esposito, Roberto - Communitas, Comunidad Y Sociedad
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METAPOLÍTICA

Año 17, núm. 80, enero -‐ marzo de 2013

SUMARIO

www.metapolitica.com.mx

PORTAFOLIO DIRECTOR DEL ICGDE René Valdiviezo Sandoval DIRECTOR EDITORIAL Israel Covarrubias [email protected]

CONSEJO EDITORIAL José Antonio Aguilar Rivera, Roderic Ai Camp, Ale-‐ jandro Anaya, Antonio Annino, Álvaro Aragón Rive-‐ ra, Israel Arroyo, María Luisa Barcalett Pérez, Miguel Carbonell, Jorge David Cortés Moreno, José Anto-‐ nio Crespo, Jaime del Arenal Fenochio, Rafael Estrada Michel, Néstor García Canclini, Armando González Torres, Paola Martínez Hernández, María GH ORV ÉQJHOHV 0DVFRWW 6iQFKH]$OÀR 0DVWURSDROR Jean Meyer, Edgar Morales Flores, Leonardo Morlino, José Luis Orozco, Juan Pablo Pampillo Baliño, Mario Perniola, Ugo Pipitone, Juan Manuel Ramírez Saíz, Víctor Reynoso, Xavier Rodríguez Ledesma, Roberto Sánchez, Antolín Sánchez Cuervo, Ángel Sermeño, Federico Vázquez Calero, Silvestre Villegas Re-‐ vueltas, Danilo Zolo. COORDINADOR

DE

DEBATES

4

SOCIEDAD  ABIERTA 17

UN GIRO INESPERADO DE LA IDEOLOGÍA. NEOLIBERALIS-­ MO Y EL COLAPSO DEL BLOQUE SOVIÉTICO por  Jan  Sowa

26

DIABETES, AGENDA PÚBLICA Y DERECHO AL ACCESO A LA INFORMACIÓN por  Rigoberto  Ocampo  Alcántar

29

ESTADO Y SEGURIDAD PÚBLICA. ALGUNAS CONSIDERA-­ CIONES BÁSICAS ’‘”—‰‡‹‘ƒïŽƒơƒ”‘‹

DEBATES

Fragmentos  para  un  nuevo  léxico  político 38

SOCIEDAD Y COMUNIDAD, VIDA E INMUNIDAD. LA SO-­ CIEDAD POLÍTICA EN ROBERTO ESPOSITO por  Hugo  César   Moreno  Hernández  

50

ACANTILADOS DE IMAGINACIÓN Y HORROR. LA FILOSO-­ FÍA SOCIAL DE WOLFGANG SOFSKY por  Pablo  Gaytán  Santiago

55

LAS IDENTIDADES DE LA IMAGEN EN GEORGE DIDI-­HU-­ BERMAN por  José  Alberto  Sánchez  Martínez

59

CORNELIUS CASTORIADIS Y LA CRÍTICA A LA INSIGNIFI-­ CANCIA CONTEMPORÁNEA por  Edgar  Morales  Flores  

63

PIER PAOLO PASOLINI, UN INTELECTUAL “HERÉTICO” por   Giovanni  Falaschi

69

CHARLES TAYLOR. PENSAR LA POLÍTICA DESDE LA ME-­ DIACIÓN CULTURAL por  Pablo  Lazo  Briones  

76

ROMMEY, EL ÚLTIMO DISCÍPULO DE SAMUEL HUNTINGTON O LA MUERTE DEL “CREDO AMERICANO” por  Denis  Lacorne

82

SOBRE LA INDIGNACIÓN por  Mario  Perniola  

84

ROUSSEAU Y EL CADÁVER POLÍTICO por  Benjamín  Ortega    Guerra

88

¿LA ÚLTIMA GRAN ÉPOCA? EL RENACIMIENTO Y EL RE-­ LATIVISMO EN LA HISTORIA por  Martha  Elisa  López  Pedraza  y   Juan  Cristóbal  Cruz  Revueltas

93

UNA NOCIÓN ALTERNA DE TERRORISMO por  Danilo  Zolo   ¿QUÉ DIJERON SMITH Y TOCQUEVILLE SOBRE LA LIBER-­ TAD Y EL EGOÍSMO? por  Jeronimo  Muniz

DEL PRESENTE NÚMERO:

Israel Covarrubias DISEÑO, COMPOSICIÓN Y DIAGRAMACIÓN Manuel Ahuactzin Marisol Hernández Santamaría METAPOLÍTICA, año 17, NO. 80, Enero a Marzo de 2012, es una publicación trimestral editada por la Beneméri-‐ ta Universidad Autónoma de Puebla, con domicilio en 4 Sur 104, Col. Centro, C.P. 7200, Puebla, Pue., y distri-‐ buida a través del Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico, con domicilio en 4 Sur 104, Ter-‐ FHUSDWLRGHO(GLÀFLR&DUROLQR&RO&HQWUR&3 Puebla, Pue., Tel. (52) (222) 2295500 ext. 5559, www. metapolitica.com.mx, Editor Responsable Dra. Clau-‐ dia Rivera Hernández, [email protected]. Reserva de Derechos al uso exclusivo 04-‐2011-‐102518312000-‐102. ISSN: 1405-‐4558, ambos otorgados por el Instituto Nacio-‐ QDOGHO'HUHFKRGH$XWRU&RQ1~PHURGH&HUWLÀFDGRGH Licitud de Título: 14466, Licitud de Contenido: 12039, DPERVRWRUJDGRVSRUOD&RPLVLyQ&DOLÀFDGRUDGH3XEOLFD-‐ ciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Goberna-‐ ción. Impresa en PROMOPAL PUBLICIDAD GRÁFICA, S.A. DE C.V., Tecamachalco No. 43, Col. La Paz, Puebla, Puebla. C.P. 72160, Tel. (222) 1411330, DISTRIBUCIÓN. CITEM, S.A DE C.V., Av. Del Cristo 101, Col. Xocoyahualco, C.P. 54080, Tlalnepantla, Estado de México, Tel. 52380200, éste número se termino de imprimir en Diciembre de 2012 con un tiraje de 3000 ejemplares. Costo del ejem-‐ plar $50.00 en México. Administración y suscripciones Dinorah Polin, Tel. 01 (222) 4447545, suscripciones@me-‐ tapolitica.com.mx, [email protected]. Las opiniones expresadas por los autores no necesaria-‐ PHQWHUHÁHMDQODSRVWXUDGHOHGLWRUGHODSXEOLFDFLyQ Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. METAPOLÍTICA aparece en los siguientes índices: CLASE, CITAS LATINOAMERICANAS EN CIENCIAS SOCIALES (Centro GH ,QIRUPDFLyQ &LHQWtÀFD \ +XPDQtVWLFD 81$0  ,1,67 ,QVWLWXWHGH/·,QIRUPDWLRQ6FLHQWLÀTXHHW7HFQLTXH 6R-‐ FLRORJLFDO$EVWUDFW ,QF 3$,6 3XEOLF$IIDLUV ,QIRUPDWLRQ 6HUYLFH  ,%66 ,QWHUQDFLRQDO 3ROLWLFDO 6FLHQFH $EVWUDFW  URLICH’S (Internacional Periodicals Directory) y EBSCO In-‐ formation Services. METAPOLÍTICA no se hace responsa-‐

ble por materiales no solicitados. Títulos y subtítulos de la redacción.

ORLANDO DELGADO PIÑÓN: EMULACIÓN TECTÓNICA

100

IMPRENTA  PÚBLICA 104

Sobre HISTORIA Y TRAUMA. LA LOCURA DE LAS GUERRAS de Françoise Davoine y Jean-­Max Gaudillière, por  Paola  Martínez  Hernández  

107

Sobre ESPERANZA Y UTOPÍA. ERNST BLOCH DESDE AMÉRICA LATINA de Luis Martínez Andrade y José Manuel Meneses, por  Arianna  Kinsella  Coutinho

109

Sobre LOS NUEVOS CÍRCULOS DEL NUEVO INFIERNO de Ramón del Lla-­ no Ibáñez y Lucía Molatore (coords.), por  Javier  Tapia  

112

Sobre PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN MÉXICO, de Hugo Sánchez Gudiño y Gonzalo Farrera Bravo (coords.), ’‘” —‹ŽŽ‡”‘‘‘™ƒơ‡ ƒ”…Àƒ

115

Sobre LA CRISIS DE SEGURIDAD Y LA AGENDA DE RIESGOS DE SEGURI-­ DAD NACIONAL ¿LA PÉRDIDA DE LA PAZ PÚBLICA PUEDE AMENAZAR LA SEGURIDAD DE LA NACIÓN? de Beatriz Eugenia Ramírez Saavedra, por  Emilio  Del  Carmen  López

119

Sobre LOS VÉRTIGOS DE LA POLÍTICA: UNA REVISIÓN DESDE LA MO-­ DERNIDAD de Julieta Marcone, Sergio Ortiz Leroux y Ángel Sermeño (coords.), por  Pedro  J.  Meza  Hernández

Fotografía  de  Portada:  Orlando  Delagado  Piñón.  Patrón  gravitacional.  Plástico  y  polvo  metá-­ lico  sobre  tabla,  40x50  cm,  2011

SOCIEDAD  Y  COMUNIDAD,  VIDA  E  INMUNIDAD.  

sociedad política

LA  

EN  ROBERTO  ESPOSITO Hugo  César  Moreno  Hernández*

6

obre  la  constitución  del  lazo  social  ha  triunfado   ODYLVLyQQHXWUDOL]DGRUDGHOFRQÀLFWR0iVTXH 0DTXLDYHORQXHVWURKRUL]RQWHWHyULFR\¿ORVy-­ ¿FRWLHQHVXVEDVHVHQ+REEHV (VSRVLWRD 'H ahí   que   para   Esposito   sea   necesario   recurrir   al   pen-­ samiento  impolítico  (como  límite  de  lo  político  y  la   SROtWLFDPRGHUQDVHJ~QVXYRFDFLyQGHVSROLWL]DGRUD  para  observar  “desde  un  ángulo  de  refracción  que  lo   ‘modera’   frente   a   lo   que   él   no   es   y   tampoco   puede   VHU´ (VSRVLWRD /tPLWHRULJLQDULRLQRULJL-­ nario,  interno  y  externo,  perdido  en  el  tiempo  de  los   mitos  fundacionales  entre  un  pasado  inconstatable  y   un   futuro   de   peligros,   la   comunidad   resulta   el   con-­ cepto  central  para  tensar  la  neutralidad  de  lo  político   contemporáneo.  Pensar  la  comunidad  a  la  manera  de   Esposito,  como  un  peligro  para  el  lazo  social  del  cual   la   consolidación   de   los   Estados   nación   inmuniza   al   sujeto.  Movimiento  inmunitario,  la  huida  de  la  muer-­ te  campeando  lo  común:  la  igualdad,  que  desactive  el   todos  iguales  en  la  medida  en  que  cualquiera  puede   asesinar   y   ser   asesinado:   “[…]   unidos   por   el   deseo   común  de  dañarse  uno  a  otro,  puesto  que  apuntan  a  la   misma  meta,  el  poder.  Pero,  como  el  poder  sólo  puede   medirse   en   relación   con   la   impotencia   ajena,   todos   FRQYHUJHQHQHOSHUMXLFLRUHFtSURFR>«@6HHQFXHQ-­ tran  en  el  combate,  se  relacionan  en  la  violencia,  se   HQIUHQWDQDWUDYpVGHODPXHUWH´ (VSRVLWR  Lo  presocial,  desde  la  óptica  hobbesiana,  es  la  co-­ munidad,  donde  todo  es  común  a  partir  de  la  posibi-­ lidad  de  la  muerte.  Así,  lo  comunitario  sería  un  lazo   * 'RFWRUHQ&LHQFLDV6RFLDOHV\3ROtWLFDVSRUOD8QLYHUVLGDG,EHURDPHUL-­ cana-­Ciudad  de  México.

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social  ensangrentado  o  por  lo  menos  listo  para  teñirse   de   rojo.   Estado   de   guerra,   espacio   sin   orden,   sin   el   ejercicio  de  una  voluntad  radical,  superpuesta  por  las   voluntades  temerosas: 1RHVFDVXDOLGDGTXH+REEHVYHDHQODJXHUUDQRQHFHVDULD-­ mente  librada,  pero  siempre  latente-­  la  “condición”  misma,   el  “tiempo”  del  género  humano,  respecto  del  cual  la  paz  no   es   sino   una   excepción,   un   paréntesis,   “un   contratiempo”.   Esto  quiere  decir  que  la  relación  que  une  a  los  hombres  no   es  la  de  amigo  y  enemigo,  ni  de  enemigo  y  amigo,  sino  de   enemigo  y  enemigo,  dado  que  cada  amistad  temporaria  es  un   instrumento  para  la  gestión  del  único  vínculo  social  posible,   HVGHFLUHOGHHQHPLVWDG (VSRVLWR 

Desde   la   óptica   contractualista   de   la   soberanía,   po-­ sible   sólo   con   la   sujeción   a   esa   voluntad   radical,   producida,   incluso   provocada   por   las   diminutas   vo-­ luntades   temerosas   de   hacer   lo   que   pueden,   porque   ³6yOR GLVRFLiQGRVH SXHGHQ ORV LQGLYLGXRV HYLWDU XQ FRQWDFWR PRUWDO (VWH HV HO PiV H[WUHPR VLJQL¿FDGR ‘etimológico’   que   se   debe   atribuir   al   absolutismo   hobbesiano:  un  principio  de  liberación  de  todo  lo  que   está  aún  ‘ligado’,  de  cualquier  vínculo  distinto  de  la   GLVRFLDFLyQPLVPD´ (VSRVLWR /RVRFLDOHV la  inmunización  de  la  comunidad,  de  aquello  que  nos   acomuna,  la  ausencia  de  propiedad,  donde  todo  es  co-­ mún  y,  según  el  derrotero  hobbesiano,  eso  común  es   nuestra  capacidad  de  asesinar.  La  soberanía  se  apro-­ pia,  se  convierte  en  propiedad  y,  como  tal,  en  algo  no   FRP~Q /D FLXGDGDQtD FRPR ¿FFLyQ QR UHFUHD D OD comunidad,   permite   la   disociación   que   derrumba   el   ideal  de  igualdad,  de  tener  algo  en  común:

SOCIEDAD Y COMUNIDAD, VIDA E INMUNIDAD I DEBATES 9LQFXORGH³QRUHODFLyQ´$VtGHEHHQWHQGHUVHODSURKLELFLyQ -­que  Hobbes  considera  irrenunciable  para  el  funcionamiento   de  su  modelo-­  de  cualquier  asociación  dentro  del  Estado:  no   sólo  amenazaría  su  poder  soberano,  sino  que  constituiría  su   negación  lógica,  desde  el  momento  que  la  soberanía  coinci-­ de  con  la  disociación  […]  el  Estado  es  la  des-­socialización   del  vínculo  comunitario  […]  el  Leviatán  no  solamente  “se   asemeja  a  una  creación  a  partir  de  la  nada”,  sino  que  también   FUHD OD QDGD 6~EGLWRV GH VHPHMDQWH VREHUDQR VRQ SUHFL-­ samente  aquellos  que  no  tienen  nada  en  común,  desde  que   todo  ha  sido  dividido  entre  lo  “mío”  y  lo  “tuyo”:  una  parti-­ FLyQHQODTXHQDGDVHFRPSDUWH (VSRVLWR 

entre  protección  y  obediencia  responde  a  esta  potencia  disol-­ vente:  conservar  a  los  individuos  mediante  la  aniquilación   GHWRGRYtQFXORHQWUHHOORV (VSRVLWR 

En  el  estado  de  naturaleza  Hobbes  busca  explicar  la   FRQIRUPDFLyQGHODQDWXUDOH]DKXPDQD6LELHQWDQWR la  razón  como  la  pasión  son  pilares  de  la  naturaleza   humana,  las  pasiones  son  lo  que  motiva  el  movimien-­ to  del  hombre,  es  lo  que  desea  lo  que  hace  moverse  al   hombre,  la  distinción  primaria  entre  bueno  y  malo  se   encuentra  en  la  dicotomía  entre  lo  que  se  desea  y  no   se  desea.  Lo  que  deseo  es  bueno,  lo  que  me  provoca   aversión   es   malo.  Así   es   el   hombre   natural   que   en-­ FXHQWUDFRQWUDSHVRHQORHVSHFt¿FDPHQWHKXPDQRGH su  naturaleza:  el  lenguaje  que  posibilita  a  la  razón.  De   estas  dos  partes  propias  del  ser  humano  (pasión  y  ra-­ ]yQ +REEHVYDGHGXFLHQGRODQHFHVLGDGGHXQFDP-­ bio  alimentada  sobre  todo  por  dos  pasiones  de  gran   injerencia   en   la   naturaleza   humana,   otra   dicotomía:   HOPLHGR\ODHVSHUDQ]D(OPLHGRDOLQWHQVL¿FDUVH así  como  la  necesidad  de  mayor  comodidad  posibili-­ tan  salir  del  Estado  de  naturaleza.  Para  el  surgimien-­ to  de  la  sociedad,  se  puso  en  las  aras  de  lo  humano   autocreado,  a  la  comunidad  salvaje  y  asesina,  donde   la   enemistad   es   el   único   lazo   o   el   lazo   propiamente   dicho  y  debe  disolverse  para  asegurar  la  autoconser-­ vación  de  la  especie:

6RFLHGDGQRFRPXQLGDG(OVXMHWRHVVRFLDO(VXQQR poder  estar  juntos  si  se  pretende  sobrevivir,  si  se  quie-­ UHYLYLU6HSDUDFLyQGHORTXHVHSXHGHPDWDU'LYL-­ sión   en   cuanto   propiedad,   en   cuanto   discernimiento   de  lo  “mío”,  lo  “tuyo”,  es  decir,  de  lo  impropio.  “Esa   división,   precisamente,   es   la   que   ‘inmuniza’   contra   el   riesgo   de   muerte   que   contiene   la   comunidad,   de   acuerdo  con  la  oposición  contrastiva  entre  immunitas   y  communitas  que  organiza  todo  el  proyecto  moder-­ QR´ (VSRVLWR  6LHOFRQWUDWRDFRPXQDVHSDUDQGR¢FyPRHVSRVL-­ ble  que  la  naturaleza  disocie?  El  asunto  está  ahí,  en  la   QDWXUDOH]DYHUVXVHODUWL¿FLR(QHOHVWDGRGHQDWXUD-­ leza  el  munusVHUH¿HUHHQODHVWHODKREEHVLDQDDO dar  la  muerte  y  esperarla  a  cambio.  Común  es  lo  que   >«@GHKHFKR³FRP~Q´FDOL¿FDDKRUDDOHQHPLJRTXHODDWD-­ no   es   propio,   lo   que   no   es   ni   mío,   ni   tuyo.   En   todo   ca  y  al  poder  que  la  mantiene  unida  contra  él.  Pero  ese  poder   caso  es  de  nadie,  quizá  de  todos  o  cualquiera  puede   -­que  se  funda  justamente  en  la  imposibilidad  de  suprimir  al   tomarlo,  usarlo,  pero  no  apropiárselo.  El  munus  como   enemigo-­  puede  mantenerla  unida  sólo  si  la  divide,  esto  es,   don,  lleva  obligatoriedad  de  reciprocidad.  Otra  vez,  lo   ODVXSULPHFRPRFRPXQLGDG$VtODFRPXQLGDGGHOVDFUL¿FLR común,  lo  que  es  de  nadie  o  de  todos,  está  en  la  igual-­ VHVXEYLHUWHRLQWHQVL¿FDHQHOVDFUL¿FLRGHODFRPXQLGDG dad  para  otorgar,  donar  la  muerte  “este,  en  suma,  es   /R TXH OD FRPXQLGDG VDFUL¿FD D VX DXWRFRQVHUYDFLyQ QR el  don  que  se  da  porque  se  debe  dar  y  no  se  puede  no     HVRWUDFRVDTXHHOODPLVPD(OODVHVDFUL¿FDQRVyORHQHO dar  […]  es  la  obligación  que  se  ha  contraído  con  el   VDFUL¿FLRGHFDGDXQRGHVXVHQHPLJRVVLQRWDPELpQHQHO otro,  y  requiere  una  adecuada  desobligación”  (Espo-­ de  cada  uno  de  sus  miembros,  dado  que  cada  uno  de  estos   VLWR HOmunus  del  communitas  designa  lo   KDOODHQHOIRQGRGHVXVVHUOD¿JXUDRULJLQDULDGHOprimer   que  iguala,  lo  que  es  común,  la  capacidad  destructiva   enemigo.  A  este  origen  -­al  miedo  que  provoca-­  responde  el   VDFUL¿FLRUHDFWLYiQGRORLQ¿QLWDPHQWHHQXQFtUFXORGHOTXH de  la  comunidad  y  la  necesidad,  para  asociar/disociar.   D~QQRKHPRVVDOLGRGHOWRGR (VSRVLWR  5RPSHUODGLVRFLDFLyQFRPXQLWDULDGHOHVWDGRGHQD-­ turaleza  para  asociar  disociando  en  el  estado  cívico,   en  la  sociedad.  Pues  en  “comunidad”  natural  los  in-­ 6LHOPLWRIXQGDFLRQDOGH+REEHVQRRIUHFHLPiJHQHV dividuos  se  acomunan,  se  disocian  en  el  sentido  del   dramáticas,  el  mito  fundacional  freudiano  sobre  el  ori-­ munus  violento: gen   del   lazo   social   las   ofrece   en   abundancia.   De   ahí   que  para  Esposito  la  yuxtaposición  de  ambos  mitos  sea   1R VyOR HQWRQFHV QR FRLQFLGH HO FRQWUDWR FRQ HO GRQ QL plausible  y  sobre  todo  productiva.  Porque  si  matar  al   deriva  de  este,  sino  que  es  la  más  directa  negación  del  don:   igual  no  tiene  implicaciones  en  cuanto  él  pudo  hacer  lo   el  paso  del  plano  comunitario  de  la  gratitud  -­que  según  Hob-­ mismo,  matarme;;  asesinar  a  lo  otro  que  me  supera  en   bes,  el  hombre  “moderno”  no  puede  sostener-­  al  de  una  ley   fuerza  y  sólo  es  posible  hacerlo  si  me  comploto  con  los   que  se  ha  sustraído  a  toda  forma  de  munus.  Una  ley  destruc-­ otros  iguales  a  mí,  en  fuerza  y  posición  frente  a  ese  otro   tora  de  ese  cum  al  que  el  munus  está  semánticamente  orien-­ muy  superior,  entonces  es  posible  crear  un  lazo  social,   WDGRHQOD¿JXUDGHODcommunitas.  El  intercambio  soberano   METAPOLÍTICA  núm. 80, enero -­ marzo de 2013

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DEBATES    I HUGO CÉSAR MORENO HERNÁNDEZ

pero  no  en  la  complicidad,  sino  en  la  responsabilidad.   $Vt SDUD (VSRVLWR HV OtFLWR D¿UPDU TXH ³/D SROtWLFD nace  signada  por  una  culpa  originaria  que  sólo  puede   reparar  introyectándola  en  términos  de  renuncia,  en  esa   GLQiPLFDVDFUL¿FLDO\DXWRVDFUL¿FLDO´ (VSRVLWR  'HDKtODLPSRUWDQFLDGH+REEHVSXHVWHRUL]DVR-­ EUHHVHDFRQWHFLPLHQWRODGHVWUXFFLyQRVDFUL¿FLRGHOD comunidad  mediante  la  soberanía  inalienable: La  fuerza  de  la  soberanía  así  creada  es,  por  lo  tanto,  directa-­ mente  proporcional  a  la  renuncia  a  su  mismo  ejercicio;;  este   HVHOUHVXOWDGR¿QDOGHXQDOyJLFDVDFUL¿FLDOOOHYDGDDVXV~O-­ WLPDVFRQVHFXHQFLDVSULPHURVDFUL¿FLRGHOSDGUH\GHVSXpV VDFUL¿FLRGHORVSURSLRVKHUPDQRVDOSDGUHVDFUL¿FDGR'REOH VDFUL¿FLRVDFUL¿FLRDOFXDGUDGR6DQJUHSHURWDPELpQLQKL-­ bición.   Introyección   de   la   prohibición   en   forma   de   una   au-­ toimposición  consciente.  Es  lo  que,  como  hemos  visto,  Hob-­ bes  revela  -­desvela  y  cubre  a  un  tiempo-­  con  la  fórmula  de   la  autorización:  asunción  en  sí  mismo  de  la  propia  pena  […]   ODDXWRUL]DFLyQGHODSURSLDSHQDQRHVVLQROD¿JXUDMXUtGLFD GHODXWRVDFUL¿FLRLQWHULRUL]DGRHQHODFWRGHLQFRUSRUDFLyQGHO padre   muerto.   Los   hermanos   renuncian   voluntariamente   no   sólo  a  las  mujeres  y  el  poder,  sino,  antes  y  en  mayor  medida,  a   VXSURSLDLGHQWLGDGDIDYRUGHXQDLGHQWL¿FDFLyQFRQDOJXLHQ que  ya  no  está  más,  pero  que  aún  es  capaz  de  atraparlos  en  la   vorágine  de  su  propio  vacío.  Haciéndolos  hermanos  en  la  cul-­ SDSLHUGHQGH¿QLWLYDPHQWHODSURSLDVXEMHWLYLGDGSROtWLFD\VH esfuerzan  por  entregarla  a  lo  que  queda  -­a  los  “despojos”-­  del   DQWLJXRSDGUH (VSRVLWR 

El   segundo   sentido   en   que   la   teoría   de   soberanía   es   fundamental  no  se  bifurca  del  primero,  o  si  lo  hace,  es   para   seguir   con   el   mismo   proyecto   de   argumentación.   El  contrato  hobbesiano  crea  súbditos,  pero  la  soberanía,   en  su  desarrollo  histórico  y  como  elemento  de  compren-­ sión  de  la  consolidación  del  Estado  moderno,  debe  ser   “secularizada”,  arrancada  al  soberano  visible,  déspota.   El  cuerpo  lleno  del  déspota  (lleno  con  los  cuerpecitos   V~EGLWRV GHEHYDFLDUVHSDUDTXHVXUMDQORVFXHUSHFLWRV ciudadanos,  el  pueblo  soberano  que  no  sigue,  se  sigue. (QWUHHOPLHGR\ODSURSLHGDGHQWUH/RFNH\+RE-­ bes,   está   la   desigualdad,   es   decir,   la   soberanía,   ya   sea   HQHO*UDQ&XHUSRGHO6REHUDQR\DVHDHQORVFXHUSH-­ citos-­ciudadanos  que  descorporizan  a  la  comunidad  en   HOVRPHWLPLHQWRHQODVHUYLGXPEUH\ODVROHGXPEUH6L el  adhesivo  que  los  asocia  es  sólo  el  miedo  común,  el   resultado  no  podrá  ser  sino  una  servidumbre  común,  es   decir,  lo  diametralmente  opuesto  a  la  comunidad.  Esta   ~OWLPDHVSUHFLVDPHQWHORTXHVHVDFUL¿FDHQHODOWDUGH la  autoconservación  individual: Los  individuos  hobbesianos  pueden  salvar  su  vida  sólo  conde-­ nando  a  muerte  su  bien  común.  “Inmunizándose”  contra  este.  

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7RGDVODVUHIHUHQFLDVDHVHELHQ/LEHUWDG-XVWLFLD,JXDOGDG que   escanden   la   obra   rousseauniana,   tienen   a   esta   polémica   como  objeto,  pronuncian  esta  condena,  lamentan  esta  ausencia:   la  comunidad  humana  falta  a  sí  misma,  no  hace  sino  delinque-­ re,  en  el  doble  sentido  del  término.  Y  sin  embargo  es  aquello   que  más  nos  hace  falta  desde  el  momento  en  que  nuestra  exis-­ WHQFLD\HOODVRQXQDPLVPDFRVD1RH[LVWHPiVTXHHQUHODFLyQ FRQODH[LVWHQFLDGHRWURV (VSRVLWR 

Así  pues,  el  Estado,  como  garante  de  la  desigualdad,   GHVDFWLYD HO FRQÀLFWR D SDUWLU GHO GHUHFKR FUHD ODV RWUHGDGHV OHJDOL]D HO HQFXHQWUR GH ORV ÀXMRV OLEHUD-­ dos:  capital-­dinero  y  fuerza  de  trabajo,  estableciendo   un  lazo  social  disociante.  Evita  la  semejanza  pero  lo   hace  en  función  de  sobrevivencia,  es  decir,  busca  la   permanencia  del  lanzamiento  de  lo  humano  alejándo-­ ORGHDTXHOORFRQVWLWXWLYRGHVt3DUD+REEHV\5RXV-­ seau  la  cuestión  se  monta  sobre  una  falta,  sobre  algo   que  debe  ser  eliminado,  y  algo  que  debe  ser  remonta-­ do,  adquirido  o  readquirido,  buscado  y  negado,  con-­ vertido  en  origen  mítico  y  en  meta  existencial,  colo-­ cado  sobre  la  nada,  un  umbral  y  esto  como  ordenador   de  algún  tipo  de  conducta  política  “[…]  la  comunidad   HVDODYH]LPSRVLEOH\QHFHVDULD1HFHVDULDHLPSRVL-­ EOH1RVyORVHGDVLHPSUHGHXQDPDQHUDLPSHUIHFWD sin  alcanzar  nunca  su  cumplimiento,  sino  que  es  co-­ munidad  tan  solo  de  ODIDOWDHQHOVHQWLGRHVSHFt¿FR de  que  aquello  que  nos  acomuna  -­que  nos  constituye   en  cuanto  seres-­en-­común-­  es  precisamente  esa  falta,   esa   incompletud,   esa   GHXGD´ (VSRVLWR    Para  Hobbes  la  búsqueda  política  se  encuentra  en  esa   negación  saludable,  en  la  cancelación  de  su  consecu-­ ción  y  en  el  repudio  del  origen.  Esto  es  la  comunidad,   lo   común,   el   vivir   en   común,   cargar   con   lo   común,   establecer  un  lazo  social  que  une,  que  comunica  a  tra-­ vés  de  lo  común,  lo  compartido,  la  carga  compartida,   el   munus,   la   promesa   de   cargar   con   lo   exasperante,   incluso  si  no  hay  futuro.  El  lazo  social  de  la  deuda  o   la  deuda  como  munus,  el  don  que  acomuna,  iguala  y   exhala   la   comunidad   a   diferencia   de   la   culpa   como   in-­munus  coagulante  de  lo  social. (QFXDQWRD/RFNHODFRPXQLGDGQRHVQLIDOWDQL origen   ni   futuro,   la   comunidad   es   política   y   el   lazo   social   está   en   la   soberanía   de   la   vida   como   propie-­ dad  o  la  propiedad  de  la  vida  con  sus  apropiaciones   materiales  y  el  libre  uso  de  éstas  en  una  completitud   vital  desde  donde  se  constituye  el  lazo  social.  Como   YLPRVDGLIHUHQFLDGH5RXVVHDX/RFNHYHHQODSUR-­ piedad   (privada   y   privativa,   por   tanto   privatizadora   HQ XQ VHQWLGR GHOHX]LDQR  HO RULJHQ GHO OD]R VRFLDO es   decir,   más   propiamente   dicho,   del   Estado,   pero   Estado  como  comunidad  política,  la  separación  de  lo  

SOCIEDAD Y COMUNIDAD, VIDA E INMUNIDAD I DEBATES

común  para  constituir  una  comunidad:  “la  propiedad   es  el  presupuesto,  no  el  resultado,  de  la  organización   VRFLDO´ (VSRVLWR 'HHVWDPDQHUDORSUR-­ pio  se  convierte  en  motor  de  lo  común  en  el  lenguaje   GHOD¿ORVRItDPRGHUQDOLEHUDO6HQDWXUDOL]DODSUR-­ piedad  privada  interiorizándola  (subjetivizandola  con   HO GLVSRVLWLYR HFRQRPtD SROtWLFD  FRPR FRQVWLWXWLYD del  sujeto,  pero  del  sujeto  político,  es  decir,  del  ciu-­ dadano,   del   sujeto   de   derechos   políticos   para   hacer   inteligible  el  lazo  social  a  partir  de  la  relación  propie-­ dad-­impropiedad.  La  sociedad  gira  con  ese  eje:  “Ya   apuntalada  sólidamente  por  la  pertenencia  del  cuerpo   propio,  la  lógica  propietaria  puede  expandirse  en  on-­ das  cada  vez  más  amplias  hasta  cubrir  por  entero  la   H[WHQVLyQGHOHVSDFLRFRP~Q´ (VSRVLWR  La  propiedad,  es  decir,  la  disolución  de  lo  común  im-­ SXOVDORVRFLDO\HQHOOHQJXDMHORFNHDQRODFRQVWL-­ tución  de  una  comunidad  política.  Entiéndase,  pues,   por  FRPXQLGDGSROtWLFDla  aparición  de  instituciones   que  permiten  lo  común  de  lo  propio,  la  comunidad  de   los  propietarios,  la  libertad  de  tener  y  salvaguardar  la   propiedad.   En   un   estado   de   naturaleza   la   propiedad   existe  en  forma  de  extensión  corporal  a  través  del  tra-­ bajo,  pero  no  hay  institución  que  proteja  la  propiedad.   %DMRHVWHHQWHQGLGRODYLGDGHOLQGLYLGXRVHH[WLHQGH hasta   la   propiedad   y   si   ésta   es   atacada   el   individuo   puede  ejercer  su  derecho  natural  de  autoconservación   matando   al   atacante,   que   no   necesariamente   atenta   contra  el  cuerpo  orgánico,  sino  contra  su  extensión,   la  propiedad.  Hay  una  confusión  entre  cuerpo  bióti-­ FR\FXHUSRH[WHQGLGR SURSLHGDG ³SRUXQDSDUWHHO VXMHWRGRPLQDODFRVDHQHOVHQWLGRHVSHFt¿FRGHTXH la  pone  bajo  su  dominio.  Pero,  por  la  otra,  la  cosa  do-­ mina  a  su  vez  al  sujeto  en  la  medida  de  que  constituye   el  objetivo  necesario  de  su  tensión  apropiativa”  (Es-­ SRVLWR    8QD VHSDUDFLyQ HQ OD SURSLHGDG o   una   comunión   en   la   propiedad.   Ahí   está   el   juego   ORFNHDQRHQODFRPXQLGDGGHSURSLHWDULRVdistinta  de   ODFRPXQLGDGGHORVQRSURSLHWDULRV/RFNHREVHUYD lo   fáctico   de   la   privatización,   es   decir,   la   necesaria   separación,  aún  más  profunda,  entre  propietarios  y  no   SURSLHWDULRVGH¿QLHQGRDORVSULPHURVFRPRcomuni-­ dad  y  a  los  segundos  como  amenaza  a  la  vida  de  los   primeros,  pues  la  exterioridad  material  es  parte  vital   del  sujeto  lo  que  implica  la  aparición  de  lo  político  en   términos  liberales,  pues  “la  privacidad  de  la  posesión   coincide  con  la  privación  que  determina  en  quien  no   la  comparte  con  el  legítimo  propietario,  es  decir,  en   toda  la  comunidad  de  los  no-­propietarios”  (Esposito,    /DSURSLHGDGFRPRPHUDH[WHULRULGDGHV decir,  como  materia  tangible  no  opera  una  subjetiva-­

ción   cabal,   es   necesario   que   se   “libere”   de   lo   obje-­ tivo,   es   decir,   que   se   subjetive,   según   Esposito:   “el   concepto  de  libertad,  en  su  núcleo  germinal  alude  a   un  poder  conector  que  crece  y  se  desarrolla  según  su   propia   ley   interna,   una   expansión,   o   un   despliegue,   que   asocia   a   sus   miembros   en   una   dimensión   com-­ SDUWLGD´ (VSRVLWR HVGHFLUODOLEHUWDGVH comprende  en  cuanto  acomuna,  libres  y  no  libres.  Li-­ bertad  de  sujeción,  de  sujetarse  a  los  otros  o  libertad   en  cuanto  sujeción.  En  forma  nietzscheana  sería  decir   Vta  la  libertad  de  ligarse  o  ser  libre  en  cuanto  existe   una  ligación  que  me  somete. La  libertad  moderna,  así  como  la  propiedad  se  des-­ liga  e  introyecta  al  sujeto,  “la  libertad  pronto  devendrá   capacidad  de  actuar  aquello  que  está  presupuesto  en  la   posibilidad  del  sujeto  de  ser  él  mismo  y  no  otra  cosa.   Libre  albedrío  como  autoinstauración  de  una  subjetivi-­ dad  absolutamente  dueña  de  su  propia  voluntad”  (Es-­ SRVLWR HOVXMHWRHQVLPLVPDGRVHHQYXHOYH \VHVROLGL¿FDHQIRUPDGHHVIHUDHVGHFLUSLHUGHDULV-­ tas,  chispas,  espinas,  lazos  para  conectar  y  someterse   con   otros,   se   somete   a   sí   mismo   tejiendo   relaciones   esféricas,   es   decir,   donde   la   imagen,   bajo   cualquier   ángulo,  será  la  misma.  Donde  los  códigos  de  libertad   GHVFRGL¿FDGRV \ D[LRPDWL]DGRV HQ XQD OHJLWLPLGDG legal  incluirán  excluyendo  mediante  la  garantía  de  los   GHUHFKRVSROtWLFRV FLXGDGDQRV UHGRQGHDQGRDOVXMH-­ to  libre  (el  sujeto  de  derechos,  pero  también  el  sujeto   GHLQWHUHVHV SURYRFDQGRXQDFRPXQLGDGSROtWLFDVLQ munus,  es  decir,  una  inmunidad  comunitaria,  una  sepa-­ ración  a  través  de  la  totalidad  estatal,  una  nacionalidad   de  intereses  y  derechos,  una  ciudadanía,  los  derechos   liberales  del  ciudadano  soberano: En  el  momento  en  que  se  comienza  a  entender  la  libertad   ya  no  como  un  modo  de  ser,  sino  como  un  derecho  a  tener   algo   propio   -­precisamente,   el   pleno   dominio   sobre   sí   en   UHODFLyQFRQORVRWURVVHSHU¿ODHVDDFHSFLyQSULYDWLYDR negativa,  que  la  caracterizará  de  manera  cada  vez  más  ex-­ cluyente.  Cuando  este  proceso  entrópico  se  conjugue  con   las   estrategias   autoconsevativas   de   la   sociedad   moderna,   el  vuelco  y  el  vaciado  de  la  antigua  libertad  común  en  su   RSXHVWRLQPXQHVHUiQFRPSOHWRV6LHOVHJPHQWRPHGLDQR de  este  pasaje  está  constituido  por  la  invención  del  indivi-­ duo  -­y,  por  tanto,  del  marco  soberano  en  que  este  se  ins-­ cribe-­,  el  lenguaje  que,  con  mucho,  predomina,  es  el  de  la   protección   […]   la   libertad   moderna   consiste,   en   esencia,   en  el  derecho  de  todo  súbdito  individual  a  ser  defendido  de   los  abusos  que  amenazan  su  autonomía  y,  más  aún,  su  vida   misma.   En   términos   generales,   ella   asegura   al   individuo   contra  las  injerencias  de  los  demás,  mediante  su  voluntaria   subordinación  a  un  orden  más  poderoso  que  le  proporciona   XQDJDUDQWtD (VSRVLWR 

METAPOLÍTICA  núm. 80, enero -­ marzo de 2013

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DEBATES    I HUGO CÉSAR MORENO HERNÁNDEZ

Así   pues,   el   ciudadano   libre   y   soberano   se   inscribe   en  la  falacia  de  la  autodeterminación.  La  soberanía,   DUUDQFDGDSRUOD WHRUtD OLEHUDO DO 6REHUDQR PXWDHQ una   suerte   de   autonomía   individual   donde   las   insti-­ WXFLRQHV JXEHUQDPHQWDOHV SULQFLSDOPHQWH  IXQJHQ como   antígenos   de   la   igualdad   para   consolidarla   en   WpUPLQRV GH GHUHFKRV SRU SURWHJHU *DUDQWtDV LQGL-­ viduales  para  evitar  la  comunidad,  la  carga  común  y   consolidar  los  intereses  y  derechos  individuales  de  un   sujeto  individual  capaz  de  la  autodeterminación  res-­ pecto  a  los  otros  y  al  propio  gobierno.  Por  su  parte,   éste,  para  permitir  dicha  autodeterminación,  puede  -­y   de  hecho  lo  hace-­  cancelar  libertades  con  la  anuencia   del  propio  ciudadano  soberano  quien,  en  un  afán  por   permanecer  VtPLVPRse  contraria  y  se  determina  con   los   supuestos   legales   para   aparentar   autodetermina-­ FLyQ 6H SURKtEH DQWHV GH TXH OH SURKtEDQ 3DUD QR “dañarse”,   en   primera   instancia,   y   para   no   “dañar”,   el  ciudadano  sigue  y  obedece  la  limitación  de  liber-­ tades  para  ser  “libre”.  Es  decir,  hay  un  doble  amarre,   desde  la  ley,  con  su  fuerza  de  ley,  como  exterior  y  su   interiorización,  la  fuerza  de  ley  inscrita  en  el  sujeto.   La  escrita,  sin  lectura,  y  la  inscrita,  sin  imagen,  pero   VHQVLEOH6HOLPLWDODOLEHUWDGSDUDDFFHGHUDHOOD El  contractualismo  en  clave  liberal  disecciona  el  cuer-­ po   soberano   y   transmite   la   soberanía   a   los   átomos   del   cuerpo  para  hacerla  más  efectiva  en  cuanto  a  los  ejercicios   del  poder,  el  orden  sobre  todo,  y  la  seguridad  como  prin-­ FLSLRGHODFRPXQLGDGSROtWLFD6HVHSDUDSDUDSUHVHUYDU para  evitar  el  mal,  la  enfermedad  comunitaria  que  afecta   al  cuerpo  soberano.  Al  pasar  la  soberanía  a  cada  uno  de   ORVFRQVWLWX\HQWHV YiOLGRV HO6REHUDQRTXHGDGLVXHOWR \HOJRELHUQRWRPDVXIXHU]D GHOH\ GHODVQHFHVLGDGHV individuales  de  cada  ciudadano  que  es  tanto  elemento  po-­ lítico   como   económico.   Es   en   la   dimensión   económica   que  se  comprende  la  necesidad  del  ciudadano  soberano   HVWRVLHPSUHVHUiXQDWDXWRORJtD SXHVpVWHVLHPSUHHV sujeto  de  derechos  y  de  intereses,  es  decir,  agente  político   y  económico  desde  la  visión  liberal. La  soberanía  se  desparrama,  empapa  a  los  indivi-­ duos  y  los  convierte,  en  la  misma  operación,  en  pú-­ EOLFRV \ SULYDGRV VXMHWRV GH GHUHFKRV H LQWHUHVHV  los  transforma  de  súbditos  obedientes  en  obedientes   ciudadanos.  La  operación  está  en  que  el  súbdito,  liga-­ do  al  soberano,  obedece  porque  éste  está  conformado   por  él,  es  él.  El  ciudadano  es  sí  mismo,  es  soberano,   QR HO 6REHUDQR 'H HVWH PRGR VH OLPLWD OD OLEHUWDG para  esclavizarse  en  sí  mismo:

ción   de   las   condiciones   en   que   esta   resulta   efectivamente   posible,   el   liberalismo   termina   por   entrar   en   contradicción   con  sus  propias  premisas.  Dado  que  debe  construir  el  cauce   para  la  canalización  controlada  de  la  libertad  en  una  direc-­ ción  no  perjudicial  para  el  conjunto  de  la  sociedad,  corre  el   ULHVJRGHGHVWUXLUDTXHOORTXHPDQL¿HVWDPHQWHGHVHDFUHDU (VSRVLWR 

Esta   contradicción   estalla   en   la   forma   oxímoron   de-­ yectada  por  los  sistemas  de  gobierno  de  la  democracia   liberal,   donde   libertad   e   igualdad   se   conjugan   en   tal   formas  que  los  ciudadanos  son  igualmente  libres  pero   sin  lazos  en  común,  sin  compartir  más  que  espacio  y   libertad  para  realizar  sus  intereses,  y  es  el  miedo  a  no   poder   cumplirlos   lo   que   les   arrastra   a   someterse   a   la   forma   de   gobierno   que   los   libera   e   iguala,   pues   “en   el   momento   en   que   -­temerosos   de   no   saber   defender   los   intereses   particulares   que   de   modo   excluyente   lo   mueven-­  el  individuo  democrático  termina  por  ponerse   ‘en  manos  del  primer  amo  que  se  presente’,  está  ini-­ ciando  el  itinerario  que,  no  mucho  después,  llevará  a   la  biopolítica  a  acercarse  a  su  opuesto  tanatopolítico:  el   rebaño,  oportunamente  domesticado,  ya  está  prepara-­ do  para  reconocer  a  su  voluntarioso  pastor”  (Esposito,    (QHOVXSXHVWRGHODUHSUHVHQWDFLyQSROtWL-­ ca,  la  falacia  de  la  soberanía  en  cada  ciudadano  como   autodeterminación  se  desbanda  y  retorna  a  una  forma   soberana  sin  nombre  de  rey,  sólo  con  forma  de  Estado   y   acta   patriótica.   La   soberanía   transferida   al   pueblo-­ comunidad   forma   ciudadanía.   Esto   permite   postular   la   llamada   autodeterminación   de   los   pueblos.   Preci-­ samente  la  pared  donde  esto  se  estrella  es  el  ejercicio   de  la  soberanía  y  la  manera  en  cómo  los  ciudadanos,   domesticados  y  animalizados  como  ovejas,  se  despren-­ den  de  la  soberanía.  Este  es  un  proceso  de  fagocitosis   institucional   cuyo   principal   nutriente   es   la   soberanía   ciudadana.  Por  un  lado  los  ciudadanos  la  ofrecen  con   gusto,  por  el  otro  el  Estado  la  extrae. 9,2/(1&,$«@³6yORHQFDOLGDGGHYLRODGRUGHODOH\ puede  obtener  protección  de  ella”.  Al  menos  mientras  dure   el  proceso  y  se  prolongue  la  pena,  él  podrá  salir  de  la  zona   de  indistinción  jurídica  en  que  su  condición  de  no-­otra-­cosa-­ sino-­hombre  lo  ha  colocado,  reconvirtiéndose  en  ciudadano   como  los  demás  aunque  condenado  por  una  culpa  de  algún   modo  establecida  por  el  mismo  derecho  que  lo  sanciona  (Es-­ SRVLWR 

Es   con   la   biopolítica,   aquello   que   paradójicamente   gestiona  la  forma-­de-­vida  sin  incluir  necesariamente   al  hombre,  y  que  la  exclusión  de  las  sociedades  con-­ temporáneas   crea   el   margen   excluyente,   al   tiempo   incluyente  con  la  ley.  La  ley  retorna  a  su  fundación,   a  su  fuera  de  sí  para  comprender  lo  que  tiene  fuera  a   fuerza  de  exclusiones  sociales.  Un  proceso  autoinmu-­ nitario  necesario  para  curar  al  cuerpo  de  la  sociedad   de  la  enfermedad  que  produce  la  clausura.  Así,  el  apa-­ rato  biopolítico  enferma  a  un  sector  de  la  población,   peligroso  para  la  salud  del  resto  de  la  sociedad  y  para   establecer  relaciones  con  esa  parte  tumorosa  crea  un   espacio   de   indeterminación   social,   política   y   jurídi-­ ca,  un  vacío.  En  ese  vacío  está  la  comunidad,  ya  sea   como  inexistencia,  pasado-­origen  o  futuro-­peligro. El  peligro  de  la  comunidad  debe  ser  inmunizado,   esa  es  la  estrategia  biopolítica:  “El  cuadro  inmunita-­ rio   dentro   del   que   se   ubica   este   proceso   general   de   superposición   entre   práctica   y   ordenamiento   políti-­ co  es  hasta  demasiado  obvio:  para  devenir  objeto  de   ‘cuidado’  político,  la  vida  debe  ser  separada  y  ence-­ rrada  en  espacios  de  progresiva  desocialización  que   la  inmunicen  de  toda  deriva  comunitaria”  (Esposito,      9HDPRV HVWR OHQWDPHQWH ³SDUD GHYHQLU objeto  de  ‘cuidado’  político”  es  decir,  ciudadano,  “la   vida   debe   ser   separada   y   encerrada   en   espacios   de   progresiva   desocialización”,   es   decir   sujeto   subjeti-­ vado,  donde  se  interioriza  la  producción  (el  trabajo,   OD RSHUDFLyQ GH OD HFRQRPtD SROtWLFD  OD RSHUDFLyQ VRFLDO ODFRQFLHQFLDHOGHVHR \ODYLJLODQFLDODSD-­ ranoia,  la  persecución  (la  culpa,  proceso  dramático  de   OD FULVWLDQL]DFLyQ GHO PXQGR  SDUD KDFHU GHO VXMHWR vida,  nuda  vida  que  para  ser  protegida  por  derechos   humanos,  arropados  por  los  derechos  políticos  (ciu-­ GDGDQtD  SUHFLVD ³TXH OD LQPXQLFHQ GH WRGD GHULYD comunitaria”,     es   decir,   de   la   apertura,   de   rasgar   la  

SOCIEDAD Y COMUNIDAD, VIDA E INMUNIDAD I DEBATES

membrana  del  sujeto  esférico,  de  lanzar  un  lazo-­de-­ deuda   comunitario.   En   el   recorrido   de   Esposito,   la   YLVLyQGH5RXVVHDXVREUHODFRPXQLGDGHVXQSDUWHD-­ guas  en  la  medida  que  éste  ubica  en  el  lazo  comunita-­ rio  un  registro  de  humanización: (OKRPEUHURXVVHDXQLDQRFODURHVWiQRHVFRQÀLFWLYRSRU naturaleza  como  el  hobbesiano:  pero  sólo  porque  no  encuen-­ tra  con  facilidad  a  sus  semejantes,  o  porque,  cuando  los  en-­ cuentra,  se  separa  de  ellos  lo  más  rápido  posible.  Desde  esta   YHUWLHQWHODFUtWLFDGH5RXVVHDXD+REEHVQRWLHQHQDGDHQ FRP~QFRQODVGH/RFNHR0RQWHVTXLHXHOQRSDUWHFRPR estos  últimos,  del  presupuesto  aristotélico  de  la  sociabilidad   natural,  sino  de  una  hipótesis  de  insociabilidad  aún  más  ex-­ trema  que  la  hobbesiana.  Para  él,  los  hombres  en  el  estado   de   naturaleza   no   están   asociados   ni   siquiera   por   la   guerra   UHFtSURFD (VSRVLWR 

6ROHGDG DSODVWDQWH VLQ OD]R VLQ YtQFXOR OR KXPD-­ no   aparecerá   ahí   cuando   se   efectúe   un   enlazamien-­ to   explosivo,   no   natural,   no   impulso   o   instinto,   una   construcción   de   lazo   que   no   precisa   de   la   cura,   la   inoculación,   sino   que   se   formará   en   términos   de   un   intercambio   simbólico,   de   lo   posible,   de   lo   anhela-­ do.  La  comunidad  es  importante  en  cuanto  es  umbral,   precipicio,  quizá,  pero  ordenador  de  un  devenir,  si  es   HVRSRVLEOH6LFRPRD¿UPD(VSRVLWR³5RXVVHDXHV el  primer  pensador  de  la  comunidad  porque  del  suje-­ to  toma  en  consideración  su  existencia  y  no  su  pen-­ samiento  […]  Existir  es  una  verdad  del  corazón  -­del   sentimiento,   de   la   pasión,   del   sufrimiento-­   mucho   PiVTXHGHODPHQWH´ (VSRVLWR HQWRQFHV ahí  está  la  sustancia,  para  decirlo  de  alguna  forma,  de   un  lazo  exteriorizante,  explosivo  a  través  de  una  exis-­ tencia   no   “pensada”,   no   “razonada”,   una   existencia   que  tiene  que  ver  con  sobrevivir. […]  la  comunidad  no  es  algo  diferente  de  la  existencia,  que,   en  cuanto  H[VLVWHQFLD,  es  un  asomar  fuera  de  sí  la  vida  del   individuo,  un  estar  más  allá  de  sí  mismo,  una  consistencia   que  continuamente  rebasa  su  propio  ámbito  […]  La  existen-­ cia  es  -­en  cuanto  tal-­  común.  En  común.  Pero  ese  “común”   no  deja  de  ser  propiedad,  la  propiedad  más  propia  de  aquel   que  la  siente  su  propia  existencia:  el  subiectum,  justamente,   como  aquello  que  no  puede  admitir  nada  impropio  en  la  sus-­ WDQFLDTXHOHGDVXVWDQFLD (VSRVLWR 

(VSRVLWR D¿UPD TXH HO ³SDVDMH GHO HVWDGR GH QDWX-­ raleza   al   civil   determinado   por   la   instauración   del   Estado   Leviatán”   se   encuentra   en   “la   anulación   de   la  nada  que  la  comunidad  lleva  naturalmente  dentro   GHVtPHGLDQWHODSURGXFFLyQGHXQDQDGDDUWL¿FLDO capaz  de  reconvertirla  en  términos  ya  no  destructi-­ YRVVLQRRUGHQDGRUHV´ (VSRVLWR /DFR-­ munidad  es  autodestructiva  o  lleva  a  una  deriva  de   autodestrucción,  a  una  nada,  un  vacío  de  la  muerte.   Las  subjetividades  se  desubjetivan  (o  no  se  hace  al   VXMHWR FXDQGRXQOD]RVHWLHQHGHPDVLDGRH[WHULR-­ UL]DGRFXDQGRKD\QR6HU VLHVSRVLEOH RQRSHU-­ VRQDFRPRHOPLVPR(VSRVLWRUH¿HUHFRQUHODFLyQD Deleuze  a  partir  de  la  ecceidad,  una  individuación-­ acontecimiento,   una   apertura   “una   aptitud   para   la   composición   con   otras   fuerzas,   de   cuyo   efecto,   o   afecto,  son  objeto,  transformándose  y  transformán-­ dolas   en   individualidades   más   complejas,   sujetas   ellas  mismas  a  la  posibilidad  de  ulteriores  transfor-­ PDFLRQHV´ (VSRVLWR ORTXHKHOODPDGR sujeto  explosivo,  estallado,  reventando  la  forma  es-­ férica  del  sujeto,  ese  proceso  de  interiorizaciones  de   lo  social,  lo  económico  y  lo  político. 5()(5(1&,$6

(VSRVLWR 5   Immunitas.   Protección   y   nega-­ ción  de  la  vida%XHQRV$LUHV$PRUURUWX (VSRVLWR5  %tRV%LRSROtWLFD\¿ORVRItD%XH-­ nos  Aires,  Amorrortu. (VSRVLWR 5 D  &DWHJRUtDV GH OR LPSROtWLFR,   %XHQRV$LUHV.DW] (VSRVLWR 5   Communitas.   Origen   y   destino   de  la  comunidad%XHQRV$LUHV$PRUURUWX (VSRVLWR5  7HUFHUDSHUVRQD3ROtWLFDGHOD YLGD \ ¿ORVRItD GH OR LPSHUVRQDO %XHQRV $LUHV Amorrortu. )UHXG6  ³7yWHP\WDE~´HQ6)UHXGObras   CompletasWRPR,,%XHQRV$LUHV(O$WHQHR +REEHV7  Leviatan.  O  la  materia,  forma  y  poder   de  una  república  eclesiástica  y  civil,  México,  FCE. /RFNH -   Ensayo   sobre   el   gobierno   civil,   0p[LFR*HUQLND 1LHW]VFKH )   *HQHDORJtD GH OD PRUDO,   Ma-­ drid,  Alianza.

METAPOLÍTICA  núm. 80, enero -­ marzo de 2013

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