Temperamento, carácter y personalidad

July 5, 2017 | Autor: Jorge Tellez | Categoria: Psychology, Psychiatry, Psychopathology, Neuropsychiatry, Psicologia Clínica e Psicopatologia
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8 Temperamento, carácter y personalidad Jorge Téllez-Vargas

El punto culminante de la vida es la comprensión de la vida. G Santayana

Introducción El estudio de la personalidad ha atraído al hombre desde la antigüedad. Su estudio ha pasado por tres fases principales: la literaria y filosófica, la protoclínica y la clínica y experimental. La primera incluye los aportes que mediante la introspección y la deducción realizaron diferentes filósofos y novelistas. La segunda está basada en los intentos de la medicina por tratar la conducta anormal y comprende los aportes de neurólogos y psiquiatras realizados desde el siglo XVIII y, por último, la etapa clínica y experimental se inicia a finales del siglo XIX con las investigaciones de CHARCOT y FREUD y abarca las contribuciones que han hecho las ciencias de la conducta y la neurociencia, especialmente ésta última, en los últimos decenios.

Definición de personalidad La definición de personalidad ha variado de acuerdo con las diferentes escuelas psicológicas y las corrientes del pensamiento, en la medida en que predomine una visión biologista, psicologista, socioculturalista o existencialista en la valoración de los procesos psicológicos y comportamentales. La personalidad constituye la síntesis de todos los elementos que intervienen en la formación mental del individuo y le dan identidad propia. Es el resultado de las interacciones genéticas, de la constitución psicofisiológica, de los componentes instintivo-afectivos alimentados por las

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aferencias sensitivo-sensoriales, sus formas de reacción y adaptación a las nuevas experiencias, que han ido jalonando la historia del individuo. La personalidad determina la manera de reaccionar ante el otro, el modo de comunicarse, de pensar y expresar las emociones. Para HENRY EY (1975) la personalidad se confunde con la identidad del Yo, lo que implica que el individuo sea sujeto de su propio conocimiento (capacidad de introspección), artífice de su propio mundo (capacidad de adaptación y creatividad), autor de su propia persona (capacidad de desarrollo y maduración) y dueño de su propio carácter (capacidad de diferenciación). Las cuatro instancias anteriores permiten al individuo:  Integrar un sistema de valores lógicos que fundamenta su conocimiento y su pensamiento como instrumentos de su dominio sobre la realidad.  Ser consciente de su historia en tanto que está constituida por una serie de acontecimientos que se engarzan en su propia existencia.  Tener un ideal de sí mismo, como imagen unificadora, que crea su propia identidad como individuo.  Desarrollar el proceso de autoconstrucción que tiende a sustraerlo, pero a la vez, lo estimula a depender del mundo objetivo y de los otros. CLONINGER (1998) como resultado de sus estudios con gemelos y niños

adoptados y de la observación de las habilidades de aprendizaje de distintas especies animales, define la personalidad como “la organización dinámica de los diferentes sistemas psicobiológicos del individuo que permite modular la adaptación a la experiencia”. Figura 8.1

Figura 8.1 Robert Cloninger, ha desarrollado importantes investigaciones sobre la interacción de la neurobiología, el temperamento y la personalidad. Como resultado de sus investigaciones ha diseñado dos pruebas: el Cuestionario Tridimensional de la Personalidad (TPQ) y el Inventario para Temperamento y Carácter (TCI) que han sido utilizados por varios investigadores en estudios sobre genética y personalidad.

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La organización de la personalidad se elabora mediante la maduración neurobiológica, las experiencias tempranas, las relaciones interpersonales, las experiencias afectivas, los mecanismos de identificación y la incorporación de las normas sociales. La conducta humana es el resultado complejo de la interacción de factores genéticos y ambientales. Entre los factores ambientales es necesario destacar el estrés psicológico ocasionado por el abuso sexual o físico y el abandono físico o emocional que originan con frecuencia trastornos de la personalidad, cuando han ocurrido en etapas muy tempranas de la vida o durante un tiempo prolongado. La personalidad es entonces fruto del neurodesarrollo y de las interacciones del individuo con el ambiente y la cultura que originan formas individuales de comportamiento, que dan identidad al individuo y lo convierten en un ser único e irrepetible. Los rasgos de personalidad están presentes desde la edad madura del individuo y son patrones persistentes de formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre sí mismo que se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos sociales y personales. Los rasgos de personalidad se constituyen en trastornos de la personalidad cuando son inflexibles y desadaptativos o cuando causan malestar subjetivo o deterioro funcional significativo. La valoración de la personalidad debe tener en cuenta los antecedentes étnicos, culturales y sociales del individuo. Los trastornos de la personalidad no se deben confundir con problemas asociados a la adaptación a una cultura diferente que se da tras la inmigración o con la expresión de hábitos, costumbres o valores religiosos o políticos propios de la cultura de origen del individuo. En especial si se evalúa a alguien de una cultura diferente, resulta útil para el clínico obtener información de personas que conozcan el entorno cultural del sujeto. Temperamento y carácter Tradicionalmente se ha definido el temperamento como la predisposición emocional congénita, es decir, la manera básica como un individuo enfrenta y reacciona ante una situación y el carácter como el fruto de la experiencia, que representa el modo como el individuo interpreta las respuestas a los estímulos intrapsíquicos o a los provenientes del medio que lo rodea. El temperamento es heredado, está basado en las emociones, posee un proceso de desarrollo que se mantiene durante toda la existencia del individuo y no está influido por el aprendizaje sociocultural. Tiene como substrato biológico al sistema límbico y al cuerpo estriado y sus variaciones en un 50% son heredadas. 3

El carácter, por el contrario es poco heredado y está influenciado por el aprendizaje sociocultural. Su desarrollo se inicia en la infancia, alcanza la madurez en la edad adulta y posee varios niveles de madurez. Su substrato biológico corresponde al neocortex y al hipocampo y está orientado a alcanzar metas, conservar valores y obtener capacidad de introspección. Lo maravilloso del carácter es su capacidad de modificar al temperamento permitiendo al individuo aprovechar lo útil y amortiguar las tendencias biológicas o los instintos menos deseables CLONINGER (1997) define temperamento como “las respuestas asociativas

de tipo automático a los estímulos emocionales básicos que originan la formación de hábitos y el desarrollo de habilidades”, y como carácter a “los conceptos de autocuidado y autovigilancia (self-aware) que influyen en nuestra actividad voluntaria y predisponen nuestras actitudes”. Para CLONINGER el temperamento y el carácter forman parte del mismo proceso de aprendizaje. El temperamento comprende las diferencias individuales en el aprendizaje procedimental, en tanto que el carácter abarca las diferencias en los procesos cognoscitivos, como las relaciones del individuo consigo mismo y con los otros. El carácter comprende los procesos abstractos y simbólicos que están altamente desarrollados en el ser humano, como el comportamiento autodirigido, la empatía social, la cooperación grupal y la creación o invención de nuevos símbolos. La formación del hipocampo y la corteza cerebral son esenciales para la codificación de los conceptos básicos y las representaciones simbólicas de la experiencia. Trabajos recientes han demostrado que pruebas como los potenciales evocados P300 están relacionadas con los procesos neocorticales y con las diferencias individuales observadas en el carácter pero no en el temperamento. CLONINGER describe cuatro dimensiones en el temperamento humano, que

también han sido observadas en otros mamíferos, y tres dimensiones del carácter: autodirección, cooperación y autotrascendencia. Cada una de las dimensiones del temperamento y el carácter posee variaciones extremas; por ejemplo, en la dimensión de evitación del peligro o daño el individuo puede ser pesimista y miedoso o, por el contrario, mostrarse optimista y enérgico. Figura 8.2 En estudios posteriores CLONINGER (1998) observó que existe relación entre las puntuaciones alcanzadas en el Inventario para Temperamento y Carácter (TCI) y los trastornos de la personalidad contemplados en el DSM-IV. Por ejemplo, todos los trastornos de personalidad presentan puntuaciones bajas en las dimensiones de autodirección y cooperación (carácter) y las desviaciones observadas en el temperamento están 4

asociadas con un tipo especial de personalidad, como sucede en los puntajes elevados en la dimensión de búsqueda de emociones, que son más frecuentes y obtienen una puntuación más alta en los trastornos de personalidad del grupo B (trastornos antisocial, limítrofe, histriónico o narcisista), que se caracterizan por aumento de la impulsividad y del comportamiento suicida.

Figura 8.2 Esquema de las dimensiones del carácter y el temperamento propuestas por Cloninger (1994)

El trastorno de personalidad limítrofe (borderline) se caracteriza, de acuerdo con las observaciones de CLONINGER, por bajos puntajes en las dimensiones del carácter y respecto al temperamento, por una puntuación alta en la dimensiones evitación del peligro y búsqueda de lo novedoso y baja puntuación en la dimensión dependencia de la recompensa. Aspectos neurobiológicos Los estudios recientes de genética y neuroimagen han identificado el substrato neurobiológico de las dimensiones del temperamento y el carácter. Figura 8.3 La búsqueda de estímulos novedosos es la responsable de la activación de la conducta y está coordinada por el sistema dopaminérgico, tanto mesolímbico como mesofrontal. Las lesiones del núcleo accumbens reducen la respuesta a los nuevos estímulos y disminuyen la actividad espontánea y las conductas de exploración. Se ha observado que los

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pacientes con enfermedad de Parkinson muestran menores puntuaciones en la dimensión búsqueda de lo novedoso, en tanto que los pacientes con bulimia, hedonismo sexual, tabaquismo, alcoholismo y abuso de sustancias estimulantes del SNC presentan puntajes elevados.

Figura 8.3 Esquema que muestra las diferentes estructuras cerebrales relacionadas con las dimensiones del temperamento descritas por Cloninger.

La evitación del daño es la tendencia heredada a ser temeroso, tímido, cauteloso y pasivo. En los individuos pasivos el aprendizaje procedimental depende de los signos condicionantes de castigo que originan una evitación pasiva del aprendizaje, por lo cual responden intensamente a estímulos aversivos condicionantes. Las proyecciones serotoninérgicas ascendentes que van desde los núcleos del rafé a la sustancia nigra inhiben las neuronas dopaminérgicas de la región nigroestriada que juegan un papel esencial en el proceso de recompensa y castigo. Las benzodiacepinas bloquean las respuestas de evitación condicionada mediante la inhibición que hace el GABA de las neuronas serotoninérgicas del rafé. Estos hechos hacen suponer que el

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GABA y la serotonina están involucrados en el control de la evitación del daño, es decir, en las conductas de inhibición. Los individuos que presentan puntuaciones altas en las dimensiones evitación del peligro y búsqueda de lo novedoso experimentan frecuentes conflictos de aproximación-evitación, como sucede en los bulímicos, en quienes se observa comportamientos alternantes de grandes comilonas (atracones) y utilización obsesiva de maniobras purgativas. La noradrenalina parece jugar un papel primordial en la dimensión de dependencia de la recompensa, entendida como la predisposición heredada a desarrollar signos condicionados de recompensa, especialmente a nivel social. La estimulación del locus ceruleus en animales de experimentación o la administración en humanos de clonidina, un agonista alfa-2-presináptico, afectan las respuestas del aprendizaje, especialmente la adquisición de nuevas asociaciones. Las fibras noradrenérgicas y serotoninérgicas inervan al tálamo, al hipocampo y a la corteza cerebral, especialmente el lóbulo temporal, estructura que decodifica las señales sociales, tales como las imágenes faciales y los gestos sociales de aprobación y de rechazo. Estos hechos explican la actitud que presentan los pacientes con fobia social, quienes continuamente observan y buscan gestos de aprobación o de rechazo en el grupo social. La persistencia es la dimensión que hace que los individuos sean anhelantes, ambiciosos, y determinados para alcanzar logros. Los estudios en seres humanos han demostrado que está relacionada en forma muy débil con la dependencia de la recompensa y que es heredada en forma independiente. Esta dimensión del temperamento parece depender de la acción de las vías glutamatérgicas que convierten las señales condicionadas de desaprobación en señales condicionadas de anticipación de la recompensa. Estas conexiones se interrumpen en las lesiones de la corteza órbitofrontal y originan cambios en el comportamiento con franca desinhibición psicomotriz y falta de persistencia. Las investigaciones de CLONINGER (1998) se encaminaron posteriormente a correlacionar las puntuaciones en las diferentes dimensiones del temperamento y el carácter con posibles alteraciones a nivel de los cromosomas. Los resultados parciales de sus trabajos permiten asociar las puntuaciones de evitación del daño con el brazo corto del cromosoma 8 y en el cromosoma 17, la dependencia de la recompensa con el cromosoma 2, la búsqueda de lo novedoso con los cromosomas 10 y 15 y la persistencia con los cromosomas 2 y 3.

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Los estudios con tomografía por emisión de positrones (PET) muestran que en individuos con puntuaciones altas en evitación del daño se observa aumento en la actividad del circuito paralímbico anterior, especialmente en la amígdala derecha, la corteza órbitofrontal derecha y la corteza prefrontal medial izquierda, estructuras que corresponden a las proyecciones serotoninérgicas y a las zonas de mayor concentración de receptores 5HT2. Las puntuaciones altas en búsqueda de lo novedoso se correlacionan con un aumento en la actividad metabólica en la corteza del cíngulo y el núcleo caudado izquierdo y una disminución de la actividad metabólica en la corteza prefrontal izquierda. Estos hallazgos sugieren que la corteza prefrontal medial izquierda coordina el proceso de los conflictos aproximación-evitación del comportamiento. Los individuos con puntajes altos de dependencia de la recompensa mostraron en el PET una mayor actividad a nivel del tálamo, estructura que junto con las conexiones serotoninérgicas, parece modular los comportamientos de comunicación social. En síntesis, se puede concluir que existe una correlación franca entre las dimensiones de la personalidad propuestas por CLONINGER y la actividad psicobiológica de las diferentes estructuras cerebrales. Tabla 8.1 Tabla 8.1 Correlaciones neurobiológicas del temperamento propuestas por Cloninger.

Dimensión

Búsqueda de lo novedoso

Evitación del daño o peligro Dependencia de la recompensa Persistencia

Estructura cerebral Núcleo accumbens Vías dopaminérgicas Cíngulo Núcleo caudado Corteza prefrontal izquierda Vías serotoninérgicas Núcleo nigroestriado Amígdala derecha Corteza prefrontal Locus ceruleus Tálamo Hipocampo Lóbulo temporal Corteza órbitofrontal

Neurotransmisor involucrado

Cromosoma involucrado

Dopamina

10,15

Serotonina GABA

8,17

Noradrenalina

Glutamato

2 2,3

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En términos generales, se acepta que la neuromodulación dopaminérgica regula las conductas de búsqueda de lo novedoso, en tanto que la noradrenalina sería la encargada de modular la dimensión de dependencia de la recompensa. Algunos autores han observado que las diferencias individuales en las siete dimensiones de la personalidad propuestas por CLONINGER, predicen la respuesta individual a las terapias con antidepresivos, hallazgo que sugiere que la psicobiología de la personalidad es un factor importante que debe ser tenido en cuenta al momento de seleccionar un psicofármaco o iniciar un tratamiento psicoterapéutico.

Dimensiones de la personalidad El concebir la normalidad como la suma de actitudes y comportamientos del individuo que le permiten un funcionamiento armónico y adecuado ha estimulado a los investigadores a precisar y delimitar diferentes dimensiones de la personalidad con el fin de obtener un perfil de su funcionamiento, detectar posibles alteraciones psicopatológicas o prever su desempeño frente a situaciones específicas. La Asociación Americana de Psiquiatría en el DSM-5 (2013) tiene en cuenta diferentes dimensiones de la personalidad pero el enfoque diagnóstico utilizado en esta clasificación mantiene la perspectiva categorial que considera que los trastornos de la personalidad representan síndromes clínicos cualitativamente distintos. Una alternativa al enfoque categorial es la perspectiva dimensional que considera a los trastornos de la personalidad como variantes desadaptativas de los rasgos de personalidad que se imbrican imperceptiblemente con la normalidad y entre ellos mismos. Los inventarios de personalidad buscan identificar las dimensiones fundamentales que subyacen en el funcionamiento normal y patológico de la personalidad. Uno de ellos, el NEO que retoma la estructura de los “cinco factores” (Big Five Factors), se ha convertido en uno de los más utilizados. Consta de 240 elementos a los que se responde en una escala likert de cinco opciones y permite evaluar cinco factores: Neuroticismo, Extraversión, Apertura (rechazo o disponibilidad para experimentar), Amabilidad y Responsabilidad. El DSM-5 (2013) tiene en cuenta las dimensiones propuestas por CLONINGER en su modelo psicobiológico de la personalidad, que comprenden búsqueda de novedades, dependencia de la recompensa, evitación del peligro, dominancia, afiliación, compulsividad, persistencia, emocionalidad positiva versus negativa, búsqueda del placer versus

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evitación del daño, acomodación pasiva versus modificación activa y autocrecimiento versus dependencia. Estas dimensiones contribuyen a que el individuo posea un adecuado funcionamiento del self y mantenga adecuadas relaciones interpersonales. Respecto al self, permiten mantener la Identidad (entendida como singularidad, estabilidad, autorregulación emocional, autoestima y autoimagen) y la Auto-dirección (coherencia, presencia de estándares constructivos y prosociales y capacidad de auto-reflexión). Además, contribuyen a desarrollar las relaciones interpersonales mediante la expresión de la Empatía (comprensión, tolerancia hacia los otros, entendimiento dela causalidad social) y la Intimidad (profundidad, duración de las relaciones, deseos de cercanía y reciprocidad). Los grupos de trastorno de la personalidad del DSM-5 (2013) pueden considerarse como dimensiones que representan el espectro de disfunciones de la personalidad en un continuum con los trastornos mentales. En el DSM-5 se considera que los trastornos de la personalidad corresponden a alteraciones en cinco dominios (antagonismo, desinhibición/compulsividad, psicoticismo, afectividad negativa y desapego) y 25 rasgos de comportamiento que se manifiestan por alteraciones en el funcionamiento del self y compromiso de las relaciones interpersonales. En resumen, el perfil obtenido en las pruebas y cuestionarios psicológicos representa, solamente, una aproximación a la realidad del probando y no muestra en su totalidad la dinámica de los rasgos de su personalidad. En la tabla 8.2 se pueden apreciar las dimensiones de la personalidad que son objeto de estudio del Cuestionario de Personalidad de CLONINGER, el cuestionario 16PF y el Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI), que son cuestionarios utilizados frecuentemente en la práctica clínica. Prueba 16PF Es un cuestionario diseñado por CATTELL (1943) para medir las dimensiones fundamentales normales de la personalidad y abarcar, en forma comprensiva, toda la gama de sus características. Esta prueba a diferencia del MMPI no permite que un elemento puntúe en más de una escala o factor, por lo cual es menor el número de elementos que integra cada escala. Como punto de partida CATTELL propuso utilizar los adjetivos descriptivos con los cuales nos referimos a la personalidad, en nuestra propia lengua. Los adjetivos habían sido tomados del diccionario inglés en 1936 por ALLPORT y ODBERT quienes lograron conformar una lista de 4000 adjetivos. Esta lista fue sometida por CATTELL a un análisis factorial para obtener las 16 dimensiones que emplea en su prueba 16PF (16 factores de personalidad). 10

Tabla 8.2 Dimensiones de la personalidad evaluadas en diferentes pruebas psicológicas.

CLONINGER

16 PF

MMPI

Evitación del daño Búsqueda de lo novedoso Dependencia de la recompensa Persistencia Autodirección Cooperación Autotrascendencia

Afectividad Inteligencia Fuerza del Yo Dominancia Impulsividad Conformidad Atrevimiento Sensibilidad Suspicacia Imaginación Astucia Culpabilidad Rebeldía Autosuficiencia Autocontrol Ansiedad flotante

Hipocondría Depresión Histeria Desviación psicopática Masculinidad-feminidad Paranoia Psicastenia Esquizofrenia Hipomanía Introversión social

El análisis factorial permitió a CATTELL identificar 15 factores que explicaban la definición de la personalidad en la lengua inglesa: A: B: C: E: F: G: H: I:

Afectividad Inteligencia Fuerza del Yo Dominancia Impulsividad Conformidad Atrevimiento Sensibilidad

L: M: N: O: Q1: Q2: Q3: Q4:

Suspicacia Imaginación Astucia Culpabilidad Rebeldía Autosuficiencia Autocontrol Ansiedad flotante

Los factores fueron denominados por CATTELL de acuerdo con las letras del alfabeto y su importancia y frecuencia. Así el factor más importante es la afectividad (factor A), el segundo es la inteligencia (factor B) y el tercero es la fuerza del Yo (factor C). Su propuesta concuerda con las observaciones clínicas de la mayoría de los psicólogos que consideran que la afectividad, la inteligencia y la fuerza del Yo son los factores primordiales de la personalidad.

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Los factores Q1, Q2, Q3 y Q4 (rebeldía, autosuficiencia, autocontrol y ansiedad flotante) fueron incluidos posteriormente por Cattell al observar, que si bien no habían sido identificados en el análisis factorial del lenguaje, eran factores importantes en la vida cotidiana. El tiempo de aplicación de la prueba es de 50 minutos para las formas A y B y de 30 minutos para las formas D y C. Generalmente el probando responde los dos cuestionarios A y B. La escala permite evaluar la distorsión motivacional que presentan algunos individuos que intentan dar una buena imagen para aparecer en el cuestionario mejor de lo que son en realidad o, por el contrario, intentan aparecer tan mal como les es posible. Tabla 8.3 Una vez aplicada la prueba se obtienen los decatipos (puntuación del 1-10) en cada uno de los factores. Las puntuaciones obtenidas se pueden graficar y obtener un perfil de la personalidad como se ilustra en la figura 8.4 En el 16PF cada factor es bipolar, es decir, que muestra dos extremos, de acuerdo con la calificación obtenida en el decatipo, que permite valorar al individuo en dos dimensiones, de acuerdo con la puntuaciones bajas (1-3) o altas (8-10).

Figura 8.4 Esquema de un perfil de personalidad obtenido con la prueba 16PF.

La relación del factor E (Dominancia) con los otros factores varía de acuerdo con el género. En los varones se observa altas puntuaciones en los factores E, A, F y H y una baja puntuación en Q2, lo cual sugiere que en nuestra cultura se acepta cierto grado de dominancia agresiva, que no es esperada ni aceptada en igual grado en las mujeres.

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Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI) Es la prueba de personalidad más utilizada. Según sus autores, HATHAWAY y McKINLEY (1940), fue creada “para valorar aquellos rasgos que son comunes y característicos de la anormalidad psicológica que inutiliza al individuo”. Los elementos del MMPI son de gran amplitud en el contenido y comprenden áreas como actitudes sexuales, religiosas, políticas y sociales; preguntas sobre educación, ocupación, familia y matrimonio, salud, síntomas psicosomáticos, trastornos neurológicos y alteraciones psicopatológicas como compulsiones, obsesiones, ilusiones, alucinaciones, fobias, tendencias sádicas o masoquistas, etc. La prueba consta de 550 preguntas a las cuales el probando debe responder: “Falso”, “Verdadero” o “No sé”. Las preguntas permiten identificar 10 escalas clínicas, que son denominadas de acuerdo con las iniciales en inglés, de la siguiente forma:

Hs: Hy: Mf: Pt: Ma:

Hipocondría Histeria Masculinidad-feminidad Psicastenia Hipomanía

D: Depresión Pd: Desviación Psicopática Pa: Paranoia Sc: Esquizofrenia Si: Introversión social

Desafortunadamente la prueba conserva estas denominaciones en las cuales se emplean términos que no están incluidos en las clasificaciones del DSM-5 y el CIE-10. Las escalas fueron elaboradas siguiendo el criterio del diagnóstico psiquiátrico, que permitió identificar ocho elementos, que fueron probados en un grupo clínico específico comparado con una población control de más de 700 personas, en la Universidad de Minnesota. Los criterios de la escala masculinidad-feminidad se seleccionaron de acuerdo con la frecuencia de las repuestas dadas por hombres y mujeres, que permitieron concluir que las puntuaciones altas en esta escala indican un predominio de intereses típicos del sexo opuesto, como sucede en los homosexuales varones.

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Tabla 8.3 Dimensiones de los diferentes factores de la prueba 16PDF

Perfil correspondiente a las puntuaciones bajas Reservado, alejado, crítico Capacidad mental baja, dificultad para la abstracción, juicio deficiente Afectado por los sentimientos, poco estable emocionalmente Sumiso, apacible, dócil, acomodaticio Sobrio, introspectivo, taciturno, serio. Se apega a valores personales Despreocupado por las normas, frívolo, negligente, poco confiable. Cohibido, tímido, reprimido, sensible a la amenaza, posee intereses reducidos Duro, opuesto a la ilusión, pocas respuestas artísticas, pasa por alto los problemas de salud. Confiado, acepta condiciones, adaptable al medio, dispuesto a olvidar dificultades. Práctico, con preocupaciones reales, cuidadoso Franco, modesto, sincero gregario, poco hábil para analizar los motivos. Seguro de sí mismo, confiado, satisfecho, oportuno, entregado a la acción espontánea. Conservador, respetuoso de las ideas establecidas, tolerante con las deficiencias. Dependiente del grupo, seguidor del líder. Sin control, laxo, sigue sus propias necesidades, descuida las reglas sociales.

Relajado, tranquilo, sosegado, no frustrado.

Factor A: Afectividad B: Inteligencia

C: Fuerza del Yo E: Dominancia F: Impulsividad

G: Conformidad con el grupo

H: Atrevimiento

I: Sensibilidad emocional

M: Imaginación autística

N: Astucia

a la

Q1: Rebeldía

Q2: Autosuficiente

Q3:Perfeccionismo

Q4 : Ansiedad

Afectuoso, abierto, participativo Capacidad mental alta, rapidez en el aprendizaje, juicio superior Emocionalmente estable, maduro, tranquilo. Se enfrenta a la realidad. Dominante, agresivo, competitivo, obstinado Entusiasta, descuidado, confiado en la buena ventura. Se inclina hacia el grupo. Consciente, formal, moralista. Dominado por el sentido del deber. Emprendedor, atrevido, socialmente, activo, posee intereses emocionales y artísticos. Tierno, sensible, dependiente, sobreprotegido, imaginativo en la vida íntima, hipocondríaco. Desconfiado, celoso. Vive de las frustraciones, tiránico.

L: Suspicacia

O: Tendencia culpabilidad

Perfil correspondiente a las puntuaciones altas

flotante

Imaginativo, bohemio, abstraído, fantasioso, nada convencional. Astuto, mundano, cortés, atento, emocionalmente alejado. Ambicioso e inseguro. Aprensivo, autoacusador, inseguro, preocupado, marcado sentido de la obligación, solitario, rumiador. Experimentador, liberal, analítico. Posee ideas libres. Autosuficiente, lleno de recursos, prefiere sus propias decisiones. Controlado, conoce el alcance de sus deseos, escrupuloso socialmente, llevado por su autoimagen, posee buenos hábitos de trabajo. Tenso, frustrado, impulsivo, sobrexcitado, de mal humor.

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La escala de introversión social fue añadida posteriormente, como resultado de las puntuaciones máximas de las respuestas de dos grupos contrastados de estudiantes universitarios a quienes se aplicó una prueba de introversión-extroversión. El MMPI posee cuatro escalas de validez, que no se refieren a la validez estadística, sino que representan comprobaciones sobre el descuido, la incomprensión, el fingimiento y la tendencia a dar ciertas respuestas y a tomar determinadas actitudes al contestar la prueba. Las puntuaciones de validación incluyen: la puntuación de duda (Question score) que corresponde al número de elementos que se colocaron en la categoría “No se”; la escala de mentiras (Lie score), la puntuación de validez (Validity score) y la puntuación de corrección (Correction score). Figura 8.5

Figura 8.5 Grafico de las puntuaciones obtenidas en la prueba MMPI.

La prueba de MMPI permite identificar rasgos psicopatológicos pero no puede identificar dimensiones “normales” de la personalidad, que si son detectadas por la prueba 16 PF de Cattell.

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Aspectos neurobiológicos de la personalidad Los actuales modelos de la personalidad tienen como punto de partida las teorías de EYSENCK (1967), quien propuso dos principios fundamentales para su estudio: la aplicación de métodos factoriales a la búsqueda de rasgos y la vinculación de los rasgos observables con sus sustratos biológicos. Posteriormente, estos dos principios han desembocado en dos corrientes de investigación. Así, el Modelo de los Cinco Grandes Factores de la Personalidad (Costa y McCrae, 1992) parte del estudio factorial de los rasgos de personalidad obtenidos a partir de autoinformes basados en categorías presentes en el léxico habitual de las personas, sin proponer explícitamente ningún sustrato biológico para los factores encontrados. En el polo opuesto, como ya lo comentamos, CLONINGER formula una serie de rasgos temperamentales teóricamente vinculados a los sistemas de neurotransmisión cerebral, así como otros rasgos del carácter, que están vinculados al historial de aprendizaje. Desde el modelo de Cloninger, las diferencias individuales se deben a disparidades en los sistemas de adaptación implicados en la recepción, procesamiento y almacenaje de la información sobre el entorno. Las investigaciones de la neurociencia han puesto de manifiesto el papel de los circuitos cerebrales, los factores genéticos, el estrés y los neuromoduladores en la regulación de la conducta normal y en la patogénesis de los trastornos de personalidad. Las diferencias individuales en la regulación y organización de los procesos cognitivos, de la reactividad emocional, de los patrones impulsivos y de la ansiedad pueden hacer que el individuo sea susceptible a presentar trastornos de la personalidad como el trastorno borderline o el esquizotípico. Los comportamientos agresivos e impulsivos que se observan en las personalidades borderline y antisociales parecen estar relacionados con una excesiva reactividad de la amígdala del hipocampo, disminución de los mecanismos inhibidores de la corteza prefrontal y disminución de la facilitación serotoninérgica del control prefrontal. Alteraciones similares se observan en los individuos con comportamiento suicida, de tipo impulsivo. La inestabilidad emocional parece ser producida por excesiva reactividad de los circuitos gabaérgicos, glutamatérgicos y colinérgicos, que incrementa la sensibilidad y la reactividad del individuo frente a los estímulos ambientales, como se observa en los trastornos límite de la personalidad y otros trastornos del grupo B (antisocial, narcisista e histriónico). Las alteraciones en la organización cognoscitiva y en el proceso de la información contribuyen al desapego, a la desincronía con el ambiente y a 16

la producción de distorsiones cognitivas y perceptuales, como sucede en la esquizofrenia y en los trastornos de personalidad del grupo A (esquizoide, paranoide y esquizotípico). Se ha observado que algunas dimensiones de la personalidad son heredadas como lo demuestran estudios realizados con gemelos y que están relacionadas con la biodisponibilidad de los neurotransmisores en la hendidura presináptica. Estos resultados contribuyen a comprender los aspectos biológicos de la personalidad, sin caer en el reduccionismo biológico. Cortisol y rasgos de personalidad Las alteraciones en la regulación de las hormonas del estrés en la depresión fueron consideradas como un epifenómeno durante varios años, pero los resultados de las investigaciones demuestran que un exceso en la producción de cortisol está relacionado con la aparición de los síntomas depresivos, al incrementar la expresión de la hormona liberadora de corticotropina (CRH) en la amígdala y en otras regiones cerebrales. Las alteraciones neuroendocrinas a menudo se normalizan con el tratamiento con antidepresivos y cuando no se logra su regulación se presentan recaídas clínicas tempranas. De otro lado, existe evidencia que rasgos específicos de personalidad, como neuroticismo y extraversión son más frecuentes en los pacientes deprimidos o ansiosos que en la población general. Específicamente, el neuroticismo se asocia con fobia social, agorafobia, trastorno de pánico, trastorno obsesivo-compulsivo y depresión mayor, en tanto que la introversión se relaciona con fobia social y agorafobia. OSWALD y colaboradores (2006) observaron que los individuos con

puntuaciones bajas en la dimensión de apertura del NEO presentan menor secreción de cortisol en las situaciones de estrés al compararlos con individuos con puntajes altos de apertura, individuos que se caracterizan por poseer sensibilidad estética y artística, curiosidad intelectual, independencia de juicio y atención a sus sentimientos internos. Se observó también, que la respuesta presenta diferencias de sexo, de tal modo, que en las mujeres la respuesta plana de cortisol se asocia con altas puntuaciones en el factor neuroticismo y con varias de sus facetas: angustia, hostilidad y depresión. En los hombres, la curva plana del cortisol se asocia con bajos puntajes en el factor de extraversión y en sus facetas de calidez, actividad y emociones positivas. Varios investigadores consideran al neuroticismo como un marcador de vulnerabilidad para la depresión y otros trastornos afectivos. Las observaciones de anomalías en la secreción del cortisol en mujeres no 17

deprimidas que muestran puntajes altos de neuroticismo y en los familiares en primer grado que no han presentado depresión, hacen pensar que existe una alteración en la actividad del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, que es heredada y hace parte de los rasgos de neuroticismo y extraversión. El sentimiento de empatía La empatía, definida como la capacidad para reconocer los estados mentales del otro, es, sin lugar a dudas, una de las características primordiales del ser humano. Las investigaciones han mostrado que el sistema límbico juega un papel fundamental en la formación y vivencia de las emociones relacionadas con los sentimientos de empatía, que incluyen el vínculo madre-hijo, las relaciones de amistad y de afiliación. Los estudios recientes señalan que las neuronas espejo, la corteza anterior del cíngulo y la ínsula, conjuntamente con el sistema límbico, son responsables de las experiencias relacionadas con el self y la empatía. La ínsula se activa cuando experimentamos emociones negativas como dolor o disgusto o cuando observamos que un allegado experimenta dolor; en tanto que la corteza del cíngulo se activa en las situaciones dolorosas, ya se trate de dolor físico o de rechazo social. En la personalidad antisocial o en los individuos que presentan comportamientos antisociales se ha observado alteración en el funcionamiento del sistema límbico y de las estructuras asociadas con la percepción de la empatía, hallazgos que podrían explicar su frialdad afectiva y su falta de solidaridad. Serotonina e impulsividad La serotonina es el neurotransmisor que mayor relación guarda con la personalidad y los trastornos de la personalidad. Los bajos niveles de serotonina se relacionan con la agresión y la impulsividad. Es importante resaltar, que los datos obtenidos han sido consistentes en los diferentes estudios, independientemente de la muestra estudiada y los métodos utilizados para la medición de las concentraciones de serotonina. El ácido 5-hidroxi-indol-acético (5-HIAA) es el principal metabolito del metabolismo de la serotonina y se considera un marcador de la función serotoninérgica a nivel del SNC. Asberg (1976) encontró una disminución de los niveles de 5-HIAA en el cerebro de pacientes deprimidos que se habían suicidado en forma violenta, hecho que ha sido corroborado en estudios posteriores. 18

BROWN (1979) reportó la existencia de una correlación negativa entre los

niveles de 5-HIAA en LCR y las conductas agresivas en hombres con trastorno de personalidad. Los hallazgos fueron replicados por el mismo investigador en 1982, en pacientes con personalidad límite en quienes observó correlación negativa entre los niveles de 5-HIAA en el líquido cefalorraquídeo y la puntuación obtenida por los pacientes en el MMPI. En estudios posteriores encontró correlación entre los niveles de 5-HIAA, las conductas agresivas y los intentos de suicidio. LINNOILA (1983) observó disminución de los niveles de 5-HIAA en

violadores y homicidas que habían cometido sus crímenes en forma impulsiva, muchas veces sin conocer a su víctima y sin haber premeditado el crimen. La mayoría de estos individuos fueron diagnosticados, según los criterios del DSM-II, como individuos que presentaban un trastorno de personalidad de tipo paranoide o pasivo agresivo. En 1989, VIRKKUNEN obtuvo resultados similares en pirómanos que cometieron su delito en forma impulsiva. La mayoría de ellos fueron diagnosticados como personalidades borderline, de acuerdo con el DSM-II. La correlación entre los niveles bajos de 5-HIAA y la agresión impulsiva ha sido positiva en criminales pero no ha podido ser replicada en individuos con trastornos de la personalidad que no han cometido crímenes. Este hecho sugiere que los individuos con un mayor índice de agresividad son quienes presentan los niveles más bajos de 5-HIAA. Las alteraciones en el metabolismo de la serotonina pueden ponerse de manifiesto mediante la administración de algunos fármacos. COCCARO (1989) observó que la secreción de prolactina en pacientes con personalidad borderline se altera con la administración de fenfluramina, un liberador de serotonina. Estudios posteriores comprobaron que esta respuesta alterada está relacionada no solamente con la personalidad borderline, sino también con las conductas autoagresivas, los intentos de suicidio, las crisis de impulsividad y la historia de abuso de alcohol. La respuesta de la prolactina es mediada por los receptores 5HT2a y 5HT2c. Es posible que en la personalidad limítrofe se presente una alteración en los mecanismos de transducción de estos dos receptores postsinápticos que altera la secreción de la hormona ante la estimulación con fenfluramina. Los estudios de polimorfismo genético se han centrado en el gen de la triptófano hidroxilasa, enzima que regula la síntesis de serotonina. Los estudios de NIELSEN reportaron una baja concentración de 5-HIAA y la presencia del alelo “L” de la triptófano hidroxilasa en individuos con

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antecedentes de conductas agresivas, hallazgos que no fueron observados en el grupo control ni en los criminales “no violentos”. En síntesis, los estudios a nivel hormonal, genético y funcional muestran disminución de la biodisponibilidad de la serotonina en los individuos con rasgos de impulsividad y agresividad, que con frecuencia presentan conductas delictivas. Dopamina y extraversión Los investigadores han encontrado asociación entre las dimensiones de la personalidad, como la extraversión o la búsqueda de lo novedoso, con las concentraciones de dopamina cerebral en el circuito cortico-límbicoestriado-talámico, la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal y correlación positiva entre los niveles elevados del ácido homovanílico (HVA), un metabolito de la dopamina, y los síntomas “psicóticos” como la suspicacia, las ideas referenciales, las ilusiones y el pensamiento mágico. Los pacientes con trastorno esquizotípico de la personalidad presentan concentraciones elevadas de HVA. Algunos autores consideran que el trastorno esquizotípico de la personalidad es una forma frustrada de esquizofrenia, al tener en cuenta que comparte con ella factores neurobiológicos y que los síntomas psicóticos observados en los pacientes esquizotípicos mejoran con la administración de fármacos antipsicóticos. Recientemente, NEMODA y colaboradores (2010) han observado relación entre el polimorfismo del receptor D4 de la dopamina y la presencia de personalidad borderline. Este hallazgo parece explicar la mejoría clínica que se observa en los pacientes con personalidad límite cuando son tratados con medicaciones antipsicóticas. Estudios con neuroimágenes En los estudios de resonancia magnética cerebral (RMN) en individuos con trastorno esquizotípico de la personalidad se observa aumento de los ventrículos cerebrales y disminución de la corteza cerebral prefrontal, hallazgos que son similares a los observados en pacientes con esquizofrenia. En los pacientes con personalidad limítrofe no se ha encontrado cambios en el volumen de los ventrículos cerebrales. En estudios con tomografía por emisión de positrones (PET) se observa disminución del flujo sanguíneo cerebral regional (rCBF) en individuos con trastorno de personalidad borderline, que como se sabe, se caracteriza por un aumento en la labilidad emocional, en tanto que los estudios de RMN funcional (fMRI) muestran cambios en la activación de la amígdala del hipocampo.

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En individuos con personalidad borderline se ha observado en el PET cambios en la actividad cerebral al disminuir la impulsividad y la labilidad emocional por efecto del tratamiento con inhibidores selectivos de serotonina (ISRS) o carbamazepina. Las investigaciones con PET muestran incremento bilateral de la actividad de los ganglios basales en los pacientes con trastorno obsesivocompulsivo, que disminuye después del tratamiento con terapia cognoscitivo-comportamental o con tratamiento psicofarmacológico. Los resultados obtenidos con las neuroimágenes en el estudio de los trastornos de la personalidad son limitados y están circunscritos a la evaluación de las conductas agresivas, de la impulsividad y de la labilidad emocional, síntomas que se presentan en los distintos trastornos de la personalidad. Sin embargo, las neuroimágenes son de gran ayuda para descartar patología orgánica a nivel frontal o parietal que puede originar alteraciones en el comportamiento normal del individuo, como sucedió en el caso de Phineas Gage, comentado en el capítulo 31. Genes candidatos El gen mejor estudiado y relacionado con las conductas agresivas es el gen que codifica la enzima triptófano hidroxilasa, gen que presenta polimorfismo en el cromosoma 11 donde se han identificado los dos alelos L y U. El alelo L está relacionado con la disminución de lasa concentraciones de 5-HIAA, los intentos de suicidio y la presentación de comportamientos agresivos. El genotipo LL muestra asociación con mayores puntuaciones en la escala Buss-Durkee Hostility Inventory (BDHI) en pacientes varones. Los estudios recientes de STATE (2013) en la Universidad de California, en San Francisco, señalan que variaciones en el cromosoma 7 pueden producir alteraciones en las relaciones interpersonales, de tal manera que un grupo de individuo presentan tendencia al aislamiento social y al autismo, en tanto que otros individuos muestran incremento de la sociabilidad, que puede ser tan intensa como la observada en el síndrome de Williams, en el cual el niño afectado presenta un comportamiento inusualmente alegre y tranquilo ante los desconocidos, que alterna con impredecibles arrebatos de mal humor o irritabilidad.

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Aspectos psicodinámicos de la personalidad

La teoría psicoanalítica del desarrollo psicosexual constituye la forma como Freud explica el desarrollo de la personalidad, desde el nacimiento hasta la adolescencia. Otros autores han realizado valiosos aportes a la teoría psicoanalítica al estudiar los aspectos más tempranos del desarrollo (Melanie Klein, Donald Winnicott) o las etapas posteriores a la adolescencia (Erick Erickson, Peter Blos). Figura 8.6

Figura 8.6 La teoría psicodinámica, propuesta por Sigmund Freud (1856-1939) permitió comprender el funcionamiento de la mente, identificar los factores psicológicos asociados con los trastornos mentales y diseñar, mediante el psicoanálisis, un método terapéutico. En la foto aparece Freud junto a Rank, Abraham, Eltington, Jones, Ferenczi y Sachs.

La sexualidad infantil se refiere a las tendencias pulsionales (libido y agresividad) dirigidas hacia la descarga de las tensiones y la búsqueda del placer, dentro del llamado principio del placer-displacer. Este principio no se limita exclusivamente a la descarga tensional, sino que constituye el modelo básico para el manejo de las frustraciones, las expectativas, los deseos y las realizaciones. El principio del placer rige los primeros meses de vida del niño y en la medida en que el Yo madura, es reemplazado por el principio de realidad,

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que involucra la capacidad de esperar y aplazar y constituye el comienzo del proceso del pensamiento. BRAINSKY (1986), señala que cada una de las etapas del desarrollo

psicosexual (oral, anal, fálica) no representa una forma de adquisición de placer, sino que implica también modalidades de adaptación, elementos de identificación, utilización de mecanismos de defensa, maneras de aprendizaje, modelos primitivos de relaciones interpersonales, que impulsan al niño hacia la maduración global, y que también conflictualizan y perturban. En los postulados psicodinámicos se acepta que el niño al nacer posee un agente constitucional conformado por el material genético y las pulsiones innatas (libido y agresividad) que deberán desarrollarse durante la infancia hasta alcanzar el grado de madurez de la sexualidad genital. La teoría psicoanalítica concede especial importancia a las primeras relaciones interpersonales: en un principio a la relación de la díada madrehijo y posteriormente al triángulo edípico. Estas relaciones constituyen los primeros patrones de interacción humana, que durante el desarrollo psicosexual se convertirán en el modelo de las relaciones interpersonales posteriores y le permiten al niño la identificación, el aprendizaje y la incorporación de los modelos sociales. La finalidad central de la etapa oral es la incorporación. En esta etapa se originan las ansiedades básicas, como el temor al abandono y a la muerte. La etapa oral es considerada como el punto de fijación que da origen en la edad adulta a alteraciones como la esquizofrenia, la paranoia, la personalidad antisocial, el alcoholismo, las toxicomanías y la enfermedad bipolar. Las perturbaciones de la etapa oral dan origen al autismo infantil y los trastornos psicóticos interaccionales, como la psicosis simbiótica descrita por MARGARET MAHLER. La etapa anal transcurre en forma paralela con el proceso de mielinización del SNC que permite al niño controlar sus esfínteres mediante mecanismos corticales. El adoptar la posición bípeda, caminar e iniciar la comunicación oral permiten al niño controlar y adaptarse al mundo que lo rodea. El objetivo fundamental de esta etapa es el control, ya se trate del control de los esfínteres, del control de sí mismo, del control de los objetos o el control social. La etapa está relacionada con la aparición de la ambivalencia, las conductas sádicas y rasgos de personalidad como la avaricia y la tacañería. La fijación en la etapa anal da origen al carácter obsesivo, las actitudes paranoides y el trastorno obsesivo-compulsivo.

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La formación de los síntomas se logra mediante un proceso intrapsíquico y la utilización de mecanismos de defensa específicos para tratar de mantener el equilibrio del aparato mental. Los aspectos de la formación del síntoma son desarrollados por GARCÍA ESCOBAR en el capítulo 11. En la etapa fálica se desarrolla la verdadera relación del niño con un objeto externo total. La libido y la agresión se centran en el pene del niño y el clítoris de la niña. El desarrollo y maduración de la libido permiten al niño superar el llamado Complejo de Edipo y a la niña el complejo de castración, aceptar su identidad y rol sexual e incorporar las figuras de los padres, los valores sociales y configurar el superyó. La fijación en esta etapa origina sentimientos de exclusión, la estructura de la personalidad histriónica, la histeria de conversión, las fobias, el homosexualismo y las parafilias, como el fetichismo y el exhibicionismo. En la fase de latencia se relega a un segundo plano la actividad sexual y se fortalecen los procesos de socialización, la competencia con el grupo de iguales, y el interés por los procesos cognoscitivos, especialmente los referidos al funcionamiento del mundo que rodea al niño. En esta etapa aumenta la resistencia del Yo a las regresiones, hay una menor utilización del cuerpo para la expresión, aumenta la capacidad de verbalización y se adquiere un yo crítico. El niño obtiene un dominio relativo del ambiente gracias al desarrollo de habilidades específicas y el uso del pensamiento lógico, denominado proceso secundario, en la teoría psicoanalítica. BRAINSKY (1986) postuló que existe una tendencia de la sociedad de

consumo a presionar la mentalidad colectiva infantil con el fin de acelerar el tránsito hacia la adolescencia, provocando un “aborto de la latencia” con la consiguiente precocidad de metas y, por lo tanto, sensaciones prematuras de fracaso del Yo. En la adolescencia la problemática es de tipo sociocultural y biológicoevolutivo. Para ERIKSON las metas básicas del desarrollo en la adolescencia son: en primer lugar, mantener las defensas del Yo frente a los instintos que se ven reforzados por un aparato genital maduro, la secreción de las hormonas sexuales y el sistema muscular y, en segundo lugar, aprender a consolidar los logros relativamente libres de conflicto y resintetizar las identificaciones infantiles en concordancia con las leyes sociales. Las dos metas son sintetizadas por E RIKSON, en el conflicto que vive el adolescente: Identidad vs. Confusión de rol. Figura 8.7 ARMINDA ABERASTURY (1962) considera que el adolescente debe

enfrentar y elaborar cuatro duelos: el duelo por el cuerpo infantil, el duelo por el rol y la identidad infantiles, el duelo por los padres de la niñez y el 24

duelo por su bisexualidad, que ha abandonado para asumir un papel heterosexual.

Figura 9.7 Erick Erikson (1902-1994) educador, pintor y psicoanalista, cuyos aportes a la teoría psicoanalítica han resultados valiosos para comprender el desarrollo de la personalidad en las etapas posteriores a la adolescencia.

La no superación de la crisis adolescencial origina alteraciones psicopatológicas como actitudes paranoides, crisis depresivas, comportamientos suicidas, abuso de alcohol y sustancias psicoactivas y crisis psicóticas de tipo esquizofrénico. El desarrollo adecuado de la sexualidad infantil permite al individuo adquirir una personalidad normal. Para FREUD, “una persona normal es aquella que puede amar y trabajar bien”. El desarrollo de un personalidad normal implica alcanzar una genitalidad adulta y plena, cuyos objetivos sintetizados por ERIKSON son: mutualidad de orgasmos, con un compañero amado, del sexo opuesto, con quien se desea y se puede compartir una confianza mutua; con quien se puede regular los ciclos del trabajo, la procreación y la recreación, para asegurarle a los hijos, frutos de la unión, todos los pasos de un desarrollo satisfactorio.

Corolario Con los datos aportados por la neurociencia, no es posible hablar de personalidad, actualmente, sin considerar el funcionamiento cerebral en el que se sustenta el patrón de conducta estable de cada persona. Es necesario, entender al cerebro como un órgano dinámico, plástico y en permanente interacción con el ambiente del individuo y, tener en cuenta, que la corteza frontal muestra una especial vinculación con los rasgos estables de conducta, y que las alteraciones del comportamiento y los rasgos de personalidad son un reflejo claro de alteraciones en el neurodesarrollo o el resultado de factores epigenéticos.

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Lecturas seleccionadas Aberastury, A. (1962). Teoría y técnica del psicoanálisis de niños. Buenos Aires: Paidos. Asberg M, Träskman L, Thorén P. (1976). 5-HIAA in the cerebrospinal fluid. A biochemical suicide predictor? Arch Gen Psychiatry. Oct;33(10):1193-7. Blos P. (1971) Psicoanálisis de la adolescencia. México, D.F.: Editorial Joaquín Matiz. Brainsky S. (1986) Manual de psicología y psicopatología dinámicas. Fundamentos de Psicoanálisis. Segunda edición. Bogotá: Carlos Valencia Editores. Brown GL, Ebert MH, Goyer PF, Jimerson DC, Klein WJ, Bunney WE, Goodwin FK. (1982) Aggression, suicide, and serotonin: relationships to CSF amine metabolites. Am J Psychiatry. Jun; 139(6):741-6. Cloninger CR, Svrakic DM. (1997) Integrative psychobiological approach to psychiatric assessment and treatment. Psychiatry 60 :120-141 Cloninger CR. (1998) The genetics and psychobiology of the seven-factor model of personality. En: Silk KR (Ed). Biology of Personality Disorders. Washington D.C.: American Psychiatric Press Inc. Coccaro EF, Siever LJ, Klar HM, et al. (1989) Serotonergic studies in affective and personality disorders: correlates with suicidal and impulsive aggressive behavior. Arch Gen Psychiatry 146:587-599 Coccaro EF. (1998) Neurotransmitter Function in Personality Disorders. En: Silk KR (Ed). Biology of Personality Disorders. Washington D.C.: American Psychiatric Press Inc. Costa PT. Jr., McCrae RR. (1992). Four ways five factors are basic. Personality and Individual Differences, 13, 653-665. Eysenck, H. J. (1967). The biological basis of personality. Springfield: CC Thomas. Gabbard GO. (2005) Mind, Brain, and Personality Disorders. Am J Psychiatry, 162:648– 655. Linnoila M, Virkkunen M, Scheinin M, Nuutila A, Rimon R, Goodwin FK. (1983) Low cerebrospinal fluid 5-hydroxyindoleacetic acid concentration differentiates impulsive from nonimpulsive violent behavior. Life Sci. Dec 26;33(26):2609-14. Mead M. (1984) Adolescencia, sexo y cultura en Samoa. Colección Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo. Barcelona: Planeta-Agostini. Barcelona. Nemoda Z, Lyons-Ruth K, Szekely A, Bertha E, Faludi G, Sasvari-Szekely M. (2010) Association between dopaminergic polymorphisms and borderline personality traits among at-risk young adults and psychiatric inpatients. Behav Brain Funct. Jan 12;6:4 Oswald LM, Zandi P, Nestadt G, Potash JB, Kalaydjian AE, Wand GS. (2006) Relationship between cortisol responses to stress and personality. Neuropsychopharmacology. Jul;31(7):1583-91. Ruiz Sánchez de León JM, Pedrero JM, Olivar Alvaro, Llanero Marcos, et al. (2010) Personalidad y sintomatología frontal en adictos y población no clínica: hacia una neuropsicología de la personalidad. Adicciones 22(3):233-44

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