Testamento de D. Gonzalo de Oviedo Vasallán, fundador del convento de Carmelitas Descalzos de Daimiel (ficha catálogo)

May 27, 2017 | Autor: Juan Zapata Alarcón | Categoria: Historia del Arte, - Carmelitas Descalzos
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� ,l"'I Testamento de D. Gonzalo de Oviedo Vasallán, fundador del convento de Carmelitas Descalzas de Daimiel. .. _� 1598, agosto, 31. Daimiel. [ Copia de 18 de abril de 1754] Papel. Escritura humanística. 31 x 21,5 cm. -.) Daimiel, Ciod,d Real. A«hivo del Convento de Noestrn Señoca de la P" de Cacmelitas descal,as.

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Bibliografía: Martín-Gil Córdoba, 1999, pp. 75-99. Barranquera Contento, 2003, pp. 197-206

Don Gonzalo de Oviedo Vasallán, guarda mayor de la dehesa de Zacatena y fundador del convento de Carmelitas descalzas de Daimiel, viudo y sin hijos, presintiendo la llegada de la muerte, redactó el 31 de agosto de 1598 testamento cerrado con sus últimas voluntades ante Juan Gómez, escribano público de Daimiel, y se abrió al poco tiempo de su muerte, el 9 de diciembre de ese mismo año. El documento consta de 31 folios y se inicia con la apertura del texto ante los mismos testigosquepresenciaron la entrega ante notario. El testamento propiamente dicho, responde al esquema habitual en estos casos, y se inicia con una breve·introducción en la que reflexiona sobre la muerte y la incertidumbre de su llegada. Tras entonar el "yo pecador", admitir sus preferencias devocionales y declararse un buen cristiano que siempre permaneció en el seno de la Iglesia, D. Gonzalo preparó detalladamente sus funerales conforme al ceremonial contrarreformista, en el que no faltan las luminarias, los cánticos de Requiem, y todo el acompañamiento religioso habitual en estos casos. Expresa su deseo de enterrarse de manera transitoria en el convento de Carmelitas descalzos de Daimiel, y sus restos debían trasladarse definitivamente a la capilla mayor del convento de monjas Carmelitas descalzas que pretendía fundar en esa misma villa. El apartado de mandas testamentarias, que abarca casi todo el documento, es prácticamente un monográfico sobre la fundación de dicho convento. La suma total en metálico que pretendía invertir, ascendía a la nada despreciable cantidad de 12.000 ducados, incluidos los bienes de Catalina de Pinel, prima de su difunta esposa que lo nombró por su heredero y que, por tanto, también debía considerarse como fundadora. No cabe duda que se trata de una decisión profunda­ mente meditada en la que, como fundador, pretende regu­ lar, casi ordenar, el acceso, la vida y la recta práctica religiosa de las monjas que debían habitarlo reservándose, incluso, el derecho de admisión. Esta decisión, aunque no puede considerarse anómala, no es ni mucho menos frecuente en este tipo de documentos. Como es lógico, al ser fundador y patrón, reservaba la capilla mayor para su enterramiento y el de su linaje, y en ella, como testimonio de su condición, se representarían sus armas y se colocaría una escultura lo

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más naturalista posible de su imagen, que debía ubicarse en un nicho del lado del evangelio. Esta disposición recuerda claramente los modelos funerarios escurialenses difundidos por toda la Península. Otra disposición que no puede pasar desapercibida, es la apertura de una puerta y una ventana para comunicar la iglesia con su casa, bien para acceder directamente, bien para participar de la liturgia y los oficios divinos, circunstancia que permite vincularlo con los usos cortesanos. No en vano, estuvo al servicio de D. Juan deAustria. Al final, aunque se instituyó la fundación, la cons­ trucción del convento no se llevó a cabo, ya que las monjas se trasladaron al monasterio de Carmelitas descalzos de esa villa, que había sido desalojado para ocupar la nueva casa extramuros. J. Z.A.

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